la evolución del pensamiento
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n.o 60/20136,50 €
EVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTOLa cooperación, el sentido social y la cultura marcan el curso de la humanidad
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SERIE TÉCNICAS DE LA NEUROCIENCIA (III)
Microscopía bifotónica
PSICOTERAPIAEl poder curativo de la risa
PSICOLOGÍA INFANTILClaves del apego temprano
MEDICINACélulas madre cancerosas
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2 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
SUM ARIO
P SICOTER A PIA
8 El poder curativo de la risaReírse no solo beneficia la salud
física y psíquica; también contribuye
a mejorar las relaciones sociales y de
pareja. ¿Por qué motivo? Por Nicolas
Guéguen
P SICOLO GÍ A INFA NTIL
34 El peso del apego tempranoAlgunos niños sufren en sus
primeros años de vida abandono e
incluso malos tratos. A menudo esa
experiencia les lleva a mostrarse
agresivos, inaccesibles o temerosos
en la guardería o la escuela. ¿Cómo
debe actuarse en tales casos?
Por Katja Gaschler
SERIE «TÉCNIC A S DE L A NEURO CIENCIA» (I I I)
56 Microscopía bifotónica: neuronas en directoEl microscopio bifotónico constituye
un avance en el terreno de la
microscopía de fluorescencia:
permite medir la actividad de
neuronas vivas en zonas profundas
del cerebro. Mas, hoy por hoy, el
método resulta muy costoso.
Por Wolfgang Mittmann
SUEÑO
60 Secretos del descanso reparadorCada noche, el sueño afloja las
conexiones que entrelazan el
conocimiento adquirido durante
el día. Con ello, el cerebro recupera
flexibilidad y dinamismo.
Por Jason Castro
MEDICIN A
64 Reserva celular letalLas células madre constituyen
el origen de todos los tejidos del
cuerpo humano, pero entrañan
cierto peligro. Algunas neoplasias,
entre ellas los tumores cerebrales,
provienen de células madre
cancerosas. Por Boyan Garvalov
y Till Acker
NEURO QUÍMIC A
70 Gases tóxicos en el cuerpoÓxido nítrico, monóxido de carbono
y sulfuro de hidrógeno. Se trata
de tres gases altamente tóxicos
que produce el propio organismo
humano. Mensajeros químicos que
intervienen en el aprendizaje y en las
enfermedades neurodegenerativas.
Por Anton Hermann, Guzel F. Sitdikova
y Thomas M. Weiger
ARTÍCULOS
Los efectos saludables de reír La risa une a las personas, sea en la familia ,
en el trabajo o en la sociedad. También
favorece el sistema cardiovascular.
Mayo / Junio de 2013 – N.o 60
Trastornos del apego El vínculo traumático del niño con la persona
de referencia puede conllevar problemas de
conducta y trastornos psicológicos.
Células madre peligrosas Las células madre cancerosas intervienen de
forma decisiva en la génesis y el crecimiento
de neoplasias, como los tumores cerebrales.
8 34 64
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14 De primitivos a humanosHomo sapiens conquistó casi todas las
regiones climáticas de la Tierra. Sin
embargo, su verdadera historia de éxito
comenzó cuando se convirtió en sedentario.
Al parecer, el sentido social determinó más
el devenir de la especie humana que su
inteligencia abstracta. Por Thomas Grüter
22 Adaptados a la culturaLos humanos somos seres culturales:
aprendemos de nuestros semejantes y
nos ponemos en la piel de otros. Esas
capacidades facilitaron también el plagio.
Por Mark Pagel
28 El cerebro primitivo en las aulas modernasLa evolución ha predispuesto a la mente
humana para atender a ciertos estímulos.
Ello podría explicar algunas de las
dificultades en el aprendizaje escolar
actual. Por David C. Geary
SECCIONES
4 Encefaloscopio
> Un sedante interno
> Logran atenuar el dolor con
imanes
> Cacao para mejorar la memoria
> El estrés acorta los telómeros
41 Entrevista
Martin Krupinski: «El síndrome de
Münchhausen por poderes es una
forma rara de maltrato».
Por Christiane Gelitz
45 Instantánea
La red de los recuerdos
46 Sinopsis
Formas de dolor
48 Avances
> Cerebros diferentes, imágenes
distintas. Por Christof Koch
> Un gusano revela claves de la
memoria. Por Paola Jurado
> Relación terapéutica más allá
de las palabras. Por Beatriz
Molinuevo Alonso
78 Syllabus
Suicidio. Por Barbara Schneider
82 Ilusiones
El dilema del aviador. Por Stephen
L. Macknik, Susana Martinez-Conde
y Ellis C. Gayles
86 Retrospectiva
El ayer y hoy de los astrocitos.
Por Alfonso Araque y Marta Navarrete
92 Libros
Cognición animal. Sociedades
primates. Por Luis Alonso
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EVOLUCIÓN DE L A MENTE
4 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
ENCEFALOSCOPIO
NEUROLOGÍA
Logran atenuar el dolor con imanesLa alteración de la actividad cerebral mediante campos magnéticos podría disminuir el dolor crónico
SUEÑO
Un sedante internoLos hallazgos sobre el sueño crónico que afecta a las personas
que sufren una enfermedad rara podría contribuir al tra-
tamiento de varios trastornos relacionados con el dormir
El tratamiento de ciertos trastornos
cerebrales a través de técnicas en las
que se emplea la influencia de los campos
magnéticos quedó consagrado hace po-
cos años, al revelarse eficaz para aliviar
las depresiones graves. Ahora, la estimu-
lación magnética transcraneana repeti-
tiva (EMTr) parece también prometedora
para la terapia de otra patología: el dolor
crónico.
Hasta hoy, el dolor parecía encontrarse
fuera del alcance de la EMTr, pues las re-
giones cerebrales implicadas en dicha per-
cepción se ubican en lo más profundo del
encéfalo. De hecho, la EMTr se ha aplicado
por ahora en los trastornos relacionados
con áreas cerebrales contiguas al cráneo.
En el caso de la depresión, se dirige un
campo magnético a la corteza prefrontal
dorsolateral (ubicada en las circunvolu-
ciones superficiales del encéfalo) median-
te una sola bobina que es recorrida por
corrientes eléctricas. Asimismo, sobre
otras regiones de los pliegues externos
del cerebro, la EMTr mejora los síntomas
motores de la enfermedad de Parkinson,
evita o difiere las lesiones de un ictus, ate-
núa las molestias consecuentes a lesiones
nerviosas y se muestra útil en el trastorno
obsesivo-compulsivo.
El campo magnético afecta a las señales
eléctricas con las que se comunican las
neuronas, aunque no se sabe con exac-
titud por qué se alivian los síntomas. Se
conjetura que la EMTr puede reorientar
la actividad de ciertas células especiales,
e incluso circuitos cerebrales completos.
Con el fin de aumentar el alcance de
esta técnica, David Yeomans, de la Uni-
versidad Stanford, y sus colegas utilizaron
cuatro electroimanes en lugar de uno solo.
Para el dominio de los complejos campos
magnéticos también requirieron cálculos
matemáticos de alto nivel. Eligieron como
diana la corteza cingulada anterior (CCA),
Imagínese el lector que pudiera gozar cada noche de nueve horas
seguidas de sueño y permitirse largas cabezadas a cada mo-
mento, pero que, a cambio, cada hora de vigilia le comportara un
puro agotamiento, una reducción al mínimo de la capacidad de
atención y unas ansias terribles por volver a abrazar la almohada.
Esta es, más o menos, la realidad con la que se enfrentan a diario
las personas con hipersomnia, una enfermedad rara que mantiene
a quienes la sufren aletargados y en perpetua somnolencia.
Hasta no hace mucho, se creía que la hipoactividad de regiones
cerebrales implicadas en la vigilia y la atención provocaba esa
somnolencia. Sin embargo, tal hipótesis no ha resuelto el proble-
ma de los sujetos crónicamente fatigados.
En fecha reciente, científicos de la Universidad Emory han des-
cubierto en pacientes con hipersomnia primaria que su organismo
produce un freno o sedante natural. El hallazgo abre ciertas esperan-
zas a los afectados del raro trastorno, así como quizás a las personas
que padecen otros tipos de enfermedades del sueño.
El equipo de Emory halló la sustancia hipnoinductora en el
fluido cerebro-espinal (líquido acuoso que acolcha al cerebro y
envuelve la médula espinal) de los sujetos. En un estudio publi-
cado en Science Translational Medicine en noviembre pasado, los
investigadores demostraron que este compuesto intensifica la
actividad de las mismas vías cerebrales de transmisión de seña-
les que activan los sedantes de prescripción médica habitual, es
decir, las benzodiacepinas (entre ellas, el Valium). En esa senda
interviene el ácido gamma-amino-isobutírico (GABA), un neuro-
transmisor que atenúa la atención.
Los investigadores extrajeron líquido cefalorraquídeo de 32
individuos con hipersomnia primaria y lo aplicaron a células
humanas, de las cuales midieron la actividad eléctrica. Obser-
varon que, de existir GABA (como ocurre en el cerebro), el fluido
espinal potenciaba la actividad del receptor correspondiente en
torno a un 84 por ciento. (El fluido espinal de individuos normales
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área activa en la sensación de dolor, sea
cual sea su origen o naturaleza.
Se aplicaron los impulsos magnéticos
a la CCA de probandos sanos durante 30
minutos. Tras ello, se les pidió que descri-
bieran minuto a minuto las sensaciones
dolorosas que les producía una placa ca-
liente que se les aplicaba en el brazo mien-
tras se les examinaba la actividad cerebral
a través de la tomografía por emisión de
positrones (TEP). Según los resultados, los
sujetos valoraron que la sensación de do-
lor había descendido en un 80 por ciento
después de que se les aplicara la EMTr; el
escáner TEP reveló asimismo una activi-
dad menos acusada en la CCA.
En un segundo ensayo, los investiga-
dores evaluaron el tratamiento en indivi-
duos afectados de fibromialgia, patología
que provoca dolor y lasitud por todo el
cuerpo. Los pacientes recibieron cada día
una dosis de impulsos magnéticos a lo
largo de cuatro semanas. Los sujetos con-
firmaron que la sensación de molestias
diarias se había reducido en torno a la mi-
tad. Al finalizar el tratamiento, el alivio
perduró unas cuatro semanas.
El estudio, presentado el pasado octu-
bre en un congreso de la estadounidense
Sociedad de Neurociencia, en Nueva Or-
leáns, revela las posibilidades que ofre-
ce la EMTr para tratar diversos tipos de
dolor. La aplicación de la técnica ha ido
en constante aumento desde 2008, tras la
aprobación por parte la Agencia Federal
de Fármacos y Alimentos (FDA, por sus
siglas en inglés) para el tratamiento de
depresiones graves.
«Cada vez más psiquiatras la están in-
cluyendo en su repertorio terapéutico»,
asegura Yeomans. En su opinión, esta téc-
nica no invasiva influye en el dolor sin
que se introduzcan nuevas moléculas en
el organismo, por lo que es posible que
dentro de poco alivie a los enfermos para
los que un tratamiento medicamentoso
resulta inocuo o incluso inexistente.
—Stephani Sutherland
también potenciaba el recep-
tor de GABA, pero en menor
medida.) El refuerzo era del
orden del 36 por ciento, si-
milar al efecto suscitado por
las muestras de fluido espinal
de los pacientes después de
que se eliminara el sedante
natural.
La identidad química del
compuesto sigue sin cono-
cerse. No obstante, de mo-
mento se cree que se trata
de un péptido, una proteína
diminuta. Con todo, se prevé centrar trabajos futuros en la iden-
tificación e incluso la síntesis de dicha sustancia, la cual podría
beneficiar a quienes sufren de insomnio.
Por otra parte, la investigación arroja cierto optimismo para
las personas que padecen somnolencia excesiva en su día a día.
Según los autores, el flumacenil (fármaco que se administra por
vía intravenosa en caso de sobredosis de benzodiacepina) podría
bloquear la acción del sedante que existe en el propio cuerpo,
puesto que, al parecer, este último actúa en el cerebro como si
de una benzodiacepina se tratara.
En su estudio, el flumacenil aumentó en siete pacientes hi-
persomnolientos la atención y los tiempos de reacción de varios
minutos hasta un par de horas, en función de la dosis que se les
administraba. Incluso una mujer a la que se suministró periódi-
camente el fármaco (en forma de crema o tabletas) experimentó
durante cuatro años la mejoría.
Sin embargo, disponer de suficiente flumacenil para el tra-
tamiento de un gran número de pacientes con hipersomnia se
antoja complicado, ya que todas las reservas de dicho fármaco
disponibles en Estados Unidos solo permitirían tratar a cuatro
hipersomnes para mantenerles en alerta toda la jornada, un día
tras otro.
A pesar de ese obstáculo, el equipo de Emory ha empezado a
indagar la posibilidad de utilizar el medicamento u otro similar
para aliviar a quienes viven en una eterna sedación.
—Andrea Anderson
TálamoImpide que las señalessensoriales alcancenla corteza cerebral
Formación reticularRegula la transiciónentre el sueño y la vigilia
PuenteContribuye a iniciarel sueño REM
HipotálamoControla el inicio
del sueño
HipocampoRegión de la memoriaque se activa durante
la ensoñación
AmígdalaCentro de las
emociones; está activadurante la ensoñación
Regiones del cerebro central implicadas en el sueño
6 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
ENCEFALOSCOPIO
Por lo común, cuando pen-
samos en el ADN que com-
pone nuestros cromosomas,
solemos centrarnos en los ge-
nes. Mas, en el extremo de cada
uno de los cromosomas del or-
ganismo humano se encuen-
tran largas cadenas de ADN
repetitivo, los telómeros, que
actúan a modo de capuchón
protector. Al envejecer, estas
regiones de ADN no codificante
se van acortando. En estudios
recientes se ha observado que
el dolor crónico y la ansiedad
fóbica se encuentran en corre-
lación con el acortamiento de
los telómeros, lo cual sugiere
que quienes padecen dichos
trastornos envejecen de for-
ma prematura. El hallazgo
también apunta hacia posibles
soluciones para invertir este
proceso.
Los telómeros van acortán-
dose de manera natural con el
paso del tiempo, ya que cada
vez que una célula se divide,
una porción de telómero no se
replica. No obstante, la longi-
tud del telómero puede sufrir
reducciones a causa de factores
estresantes: depresiones, trau-
matismos físicos o psíquicos e
incluso la obesidad. Un trabajo
reciente de la Universidad Har-
vard ha incluido en esa lista a la
ansiedad. Según dicho artículo,
publicado en PLOS ONE, las per-
sonas con elevada ansiedad fó-
bica (caso del pánico incontrola-
ble o la agorafobia) presentaban
telómeros más cortos.
En investigaciones anterio-
res ya se había observado el
acortamiento de los telóme-
ros en diferentes patologías,
entre ellas, distintos tipos de
cáncer, cardiopatías corona-
rias, hipertensión, diabetes y
artritis. Los telómeros, pues,
revelan la exposición al estrés
ENVEJECIMIENTO
El estrés acorta los telómerosEl dolor crónico y la ansiedad pueden provocar un deterioro prematuro del ADN
La noticia que quizás ansiaba todo
buen amante del chocolate: el cacao
crudo rebosa de compuestos reconsti-
tuyentes para el cerebro. Investigado-
res de la Universidad de L’Aquila, junto
con científicos del fabricante mundial
de alimentos Mars, Inc. y otros colabo-
radores, confirmaron en septiembre del
año pasado que la función cognitiva de
las personas mayores mejoraba con la
ingesta de dosis elevadas de flavanoles,
compuestos naturales que abundan en
el cacao.
Para su estudio enrolaron a 90 proban-
dos con mermas cognitivas leves, sínto-
ma que suele preceder a la enfermedad de
Alzheimer. Según observaron, los partici-
pantes que bebieron a diario durante ocho
semanas un brebaje a base de cacao que
contenía flavanoles en dosis moderadas o
elevadas demostraron funciones cogniti-
vas superiores que los que consumieron
solo dosis pequeñas. Se sometió a todos
los participantes a pruebas de fluidez ver-
bal, atención y agudeza visual.
Por ahora se ignora la forma exacta
en la que el cacao suscita tales cambios
cognitivos, aunque las investigaciones
en curso apuntan a un flavanol en con-
creto: la (-)-epicatequina (léase «menos-
epicatequina»). El nombre se refiere a su
estructura, diferenciándola de otras ca-
tequinas (moléculas orgánicas presentes
en el cacao, así como en las manzanas, el
vino y el té).
Otras investigaciones sugieren que di-
cho compuesto facilita el aumento del
flujo de la sangre y el crecimiento de
vasos sanguíneos, lo que explicaría el
aumento de la capacidad cognitiva: una
mejor circulación sanguínea aporta más
oxígeno al cerebro, por lo que favorece
sus funciones.
En ensayos con animales se ha demos-
trado que la (-)-epicatequina pura refuer-
za la memoria. En octubre, el Journal of
Experimental Biology publicó investiga-
ciones sobre la capacidad de los caracoles
de recordar durante más de un día una
tarea previamente aprendida (retener la
respiración en agua desoxigenada, por
ejemplo) si se les había administrado
previamente (-)-epicatequina. Por el con-
trario, si no recibían el susodicho flava-
nol, no conseguían retener la información
más de tres horas seguidas.
En un estudio anterior, Fred Gage, del
Instituto Salk, y sus colegas descubrieron
que la (-)-epicatequina mejoraba la memo-
ria espacial y aumentaba la vasculariza-
ción en ratones. «Resulta asombroso que
una sola modificación en la dieta pueda
inducir efectos tan profundos sobre el
comportamiento», asegura Gage. Si ul-
COGNICIÓN
Cacao para mejorar la memoriaLa ingesta elevada de flavanoles, compuestos abundantes en las habas de cacao,
podría beneficiar la capacidad retentiva de las personas mayores
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MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 7
teriores investigaciones confirmasen los
beneficios cognitivos de este compuesto,
el médico podría recetar suplementos de
flavanol (o, directamente, las habas cru-
das de cacao) en un futuro.
Entonces, ¿es recomendable abusar del
chocolate? Lo sentimos, pero no. Tanto
en el origen como durante el procesa-
do, el almacenamiento y la preparación
de un alimento pueden, sea de manera
conjunta o por separado, alterar su com-
posición química. Resulta casi imposible
predecir qué flavanoles y en qué cantidad
subsisten en un bombón o una taza de
té. Incluso en la manipulación del cho-
colate negro, proclamado como opción
«saludable», puede que el cacao se haya
oscurecido y se hayan eliminado con ello
los flavanoles.
Apenas se están comenzando a es-
tablecer normas para la medición del
contenido en flavanol del chocolate. Una
chocolatina en forma de barrita, de unos
40 gramos, podría contener unos 50 mi-
ligramos de flavanol, cantidad que im-
plicaría consumir entre 10 y 20 barritas
diarias para aproximarse a las dosis que
se utilizaron en el estudio de la Universi-
dad de L’Aquila. Los azúcares y las grasas
que contiene tal número de chocolatinas
anularía con mucho sus posibles benefi-
cios cerebrales. Catherine Kwik-Uribe, nu-
tricionista y toxicóloga de Mars Botanical
y una de las autoras del estudio, opina:
«Ahora tenemos más motivos para dis-
frutar del té, las manzanas y el chocolate.
No obstante, las claves de toda dieta son
la variedad y la diversidad».
—Daisy Yuhas
acumulada por un individuo y
su capacidad para superar ese
estado. Es decir, proporcionan
una medida de la edad biológi-
ca, más que de la cronológica.
En opinión de Afton Hassett,
investigadora principal del
Centro de Investigación del
Dolor y la Fatiga Crónica de la
Universidad de Michigan: «El
acortamiento acelerado de los
telómeros puede indicar vul-
nerabilidad a las enfermedades,
al envejecimiento prematuro, e
incluso la muerte».
Según un estudio publicado
en octubre de 2012 en el Jour-
nal of Pain, y del que Hassett es
coautora, los grados más eleva-
dos de dolor crónico en mujeres
con fibromialgia se hallaban
en estrecha correlación con
telómeros de poca longitud.
Además, las participantes con
telómeros más cortos acusaban
mayor sensibilidad al dolor y
menor volumen de materia
gris en las áreas cerebrales que
procesan el dolor. Las pacientes
de fibromialgia con fuertes sen-
saciones de dolor y depresión
presentaban telómeros que pa-
recían ser unos seis años más
viejos que los de las pacientes
con menos síntomas de dolor o
de trastorno depresivo.
Se ignora si el estrés que su-
pone vivir con dolor crónico es
la causa del acortamiento de los
telómeros, o si la reducción de
estos últimos, provocado por
otros motivos, ha aumentado la
sensibilidad de las participan-
tes al dolor. «Tenemos la impre-
sión de que, probablemente, se
dan ambas posibilidades», ex-
plica Hassett. «En uno u otro
caso, nuestros hallazgos llevan
a conjeturar que el dolor cróni-
co es un trastorno más grave de
lo que a menudo se supone, y
que sus consecuencias se ex-
tienden hasta la salud y la lon-
gevidad».
Felizmente, los hallazgos de
otros numerosos estudios su-
gieren formas para prevenir o
reducir el acortamiento pre-
maturo de los telómeros. Entre
ellas, evitar el estrés crónico y el
agotamiento laboral, llevar una
alimentación más saludable
(según un estudio de diciembre
de 2012, la dieta mediterránea es
preventiva), reducir al mínimo
la exposición a la contaminación
atmosférica, practicar ejercicio
con regularidad, moderar el
consumo de alcohol y afrontar
las situaciones estresantes como
retos, no como amenazas.
—Tori Rodríguez
Flavonoides: componentes químicos procedentes de las plantasNumerosos de ellos parecen poseer efectos antioxidantes y anticancerígenos
Flavonoles Frutas y verduras
Reducen el riesgo de cáncer
FlavonasHierbas y fruta
Efectos antiinflamatoriosy antialérgicos
FlavononasFrutas cítricas
Reducen el riesgode cáncer y apoplejía
AntocianidinasFrutas azules, rojas y púrpuras
Bloquean el deterioro oxidativo;combaten alteraciones
de la insulina
Flavanoles Vino, té, cacao,frutas, habas.
Aumentan la vasculaturay la circulación sanguínea
QuercetinaReduce
la presiónsanguíneaen caso de
hipertensióny obesidad
HesperetinaProtege
los vasossanguíneos
LuteolinaEfectos
antialérgicos;contrarresta
algunasalteraciones
de la osteoporosis
KaempferolInhibe lasenfermedadesdel corazón,la médulaespinaly el cerebro
NaringeninaPromueve elmetabolismode loscarbohidratos
ApigeninaEfectos anti-inflamatorios
MalvidinaBloquea ciertos
tóxicos paraproteger las
neuronas
CatequinasDelfinidinaInhibe la propagaciónde ciertas célulascancerosas
CianidinaAyuda a prevenir
la diabetes y la obesidad
(-)-epicatequinaAumenta
la cognición
(+)-catequinaPreviene las úlceras
por estrés
Tangeretina Protege las neuronas
del deterioro por parkinson
8 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
PSICOTER APIA
«La risa es propia del hombre.» La frase
pertenece a Henri Bergson (1859-1941),
premio nóbel de Literatura en 1927
y autor, entre otras obras, de La risa
(1899). En cierto modo, el autor tiene
razón. Aunque se ha demostrado que otros ani-
males (en especial los bonobos) exhiben una acti-
vidad parecida a la risa humana, el reírse consiste,
desde un punto de vista social, en un rasgo de
nuestra especie. Sin duda, el hombre es el primate
más social, y el que más se ríe. Parece que la fun-
ción principal de esta respuesta biológica reside
en consolidar los lazos en el seno del grupo. Los
experimentos científicos confirman cada vez más
esta concepción. Ya que la salud del grupo, por
lo general, equivale a la de sus miembros, poco a
poco se va desentrañando que la risa resulta be-
neficiosa para el organismo, para superar el estrés
y las enfermedades. ¿Cuáles son sus beneficios
para el individuo? ¿Y para el grupo?
Cimiento social
Todos hemos experimentado el irresistible con-
tagio de un ataque de risa. Algunos psicólogos y
neurocientíficos, entre ellos Robert Provine, de
El poder curativo de la risa
Reírse no solo beneficia la salud física
y psíquica; también contribuye
a mejorar las relaciones sociales
y de pareja. ¿Por qué motivo?
NICOL A S GUÉGUEN
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 9
la Universidad de Maryland, o Christian Hem-
pelmann, experto en lingüística computacional,
han descrito incluso «epidemias de risa». La más
espectacular afectó a dos pueblos de la antigua
Tanganica y de Uganda en la década de los sesenta
del siglo xx. Según cuenta Provine, en una escuela
fronteriza de misioneros de Tanzania, tres alum-
nas comenzaron a reírse a la vez. Sus carcajadas
contagiaron rápidamente a 95 de las 159 estudian-
tes presentes. Cuando las escolares regresaron a
Nshamba, pueblo en el que vivían, «infectaron»
su acceso de risa a 217 de los 10.000 habitantes del
lugar, sobre todo entre los adultos. Otro foco de
risa estalló en la escuela del pueblo vecino de Kan-
yangereka. Tampoco tardó en extenderse entre las
madres y los parientes cercanos de los alumnos.
En total, la epidemia afectó a alrededor de 1000
personas entre Tanzania y Uganda.
Hoy empezamos a entender los factores que
confieren a la risa la dimensión de contagio irre-
sistible. Probablemente se trate de fenómenos de
empatía bastante básicos en los que intervienen
las neuronas espejo. El psicólogo Leonhard Schil-
bach, de la Universidad de Colonia, demostró que
cuando una persona comienza a reírse suscita, en
VIVIR MÁS Y MEJOR La risa favorece la estabilidad
de la pareja y ayuda a superar
el estrés y las enfermedades
asociadas.
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10 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
PSICOTER APIA
quienes la observan, una actividad de las neuro-
nas implicadas en la contracción de los múscu-
los cigomáticos (involucrados en la risa), incluso
cuando dichos observadores no se ríen. Así pues,
se produce una preactivación de la actividad neu-
rológica ligada a la risa por simple observación. En
cierto modo, el ser humano parece «programado»
para reírse, sobre todo, en situaciones sociales o
comunitarias.
En el día a día, acontecen múltiples aplicaciones
de esa respuesta biológica. Es el caso de las risas
artificiales o enlatadas que ambientan las come-
dias de la televisión. El simple hecho de escuchar
risas de fondo activa un mecanismo empático que
facilita que el telespectador se una al regocijo. Este
fenómeno llamó la atención a Robert Cialdini, de
la Universidad de Texas, uno de los psicólogos
con más renombre en el campo de la persuasión.
Cialdini demostró que los programas de humor,
fuesen visuales o auditivos, aderezados con risas
artificiales suscitaban la misma conducta incluso
si quien las escuchaba no estuviera viendo a un
público riéndose.
Durante largo tiempo, Cialdini investigó los
mecanismos de la formación de opiniones. Llegó
a la conclusión de que las personas tienden a juz-
gar si un episodio resulta divertido en función de
que otros lo encuentren o no hilarante. Se trata
de la aprobación social, un principio que designa
el hecho de que forjamos nuestras opiniones y
actitudes según las de la mayoría más cercana.
En pocas palabras, Cialdini considera la risa como
una forma de aprobación social. Si la gente se ríe,
señal de que el asunto es divertido y, como es di-
vertido, me río.
Esas consideraciones plantean otra cuestión:
¿qué ventaja evolutiva aporta la risa? Al tratarse
de una característica humana universal, nos re-
mite al funcionamiento social de Homo sapiens.
Hace decenas de miles de años, el hecho de reírse
habría fomentado las buenas relaciones dentro
del grupo, además de favorecer la integración de
extraños en la comunidad.
La risa reviste una dimensión de intercambio
social que se observa desde la más temprana edad.
Antony Chapman, de la Universidad de Cardiff,
reveló que los niños de siete años que escuchan
extractos sonoros de emisiones humorísticas se
ríen más cuando se encuentran en compañía de
otro de su edad que cuando escuchan la grabación
a solas. Para Chapman, la risa constituye la prime-
ra actividad compartida de la especie humana.
En la época en la que el lenguaje oral todavía no
formaba parte del bagaje humano, los individuos
tuvieron que idear comportamientos no verbales
para comunicar la voluntad de intercambio amis-
toso con el grupo. La risa habría desempeñado
tal función. Un cometido de esa relevancia social
que ha pervivido hasta nuestros días y que ha
arraigado de tal manera en nuestras sociedades
actuales que solemos apreciar de forma inmediata
a las personas que se ríen de buena gana.
Stephen Reysen, de la Universidad de Kansas,
mostró a unos probandos un vídeo en el que
unos jóvenes actores de teatro leían un texto,
unas veces riéndose, otras con semblante neutro.
Los sujetos sabían que la risa de los intérpretes
era falsa, no obstante valoraban mejor al actor si
este se reía; también se sentían más cercanos a él.
Por ese motivo, Reysen ve en la risa una especie
de imán social que empuja de modo irresistible
a las personas a apreciar a quien se ríe. Hasta
tal punto que ciertos miembros del grupo, sobre
todo los líderes, intentan provocar esa respuesta
a aquellos individuos que tienen la risa fácil y
contagiosa como estrategia para reforzar la uni-
dad grupal.
Sabemos que, por lo general, la salud de las
relaciones sociales resulta beneficiosa para el
bienestar del cuerpo. ¿Se podría inferir, por tan-
to, que el hecho de reírse contribuye a mantener
unas arterias en buen estado? Lo que sí parece
cierto es que fortalece la capacidad de resistencia
a las patologías infecciosas, ya que la susodicha
acción estimula el sistema inmunitario. Herbert
Lefcourt y sus colaboradores de la Universidad
de Waterloo midieron las cantidades de algunas
inmunoglobulinas (anticuerpos que intervienen
en la reacción inmunitaria) que segregaban los
televidentes que veían escenas cómicas populares.
A continuación compararon los resultados con los
niveles de los mismos anticuerpos en individuos
a los que no se presentó tal estímulo. Concluyeron
que una exposición de diez minutos a los mensa-
jes cómicos entrañaba un aumento de la secreción
de inmunoglobulinas.
Los beneficios para la salud
La risa estimula, además, otros componentes
inmunitarios: los linfocitos NK (células asesinas
naturales) o el interferón gamma. Dicho de ma-
nera práctica, una persona a la que le guste reír e
EN SÍNTESIS
Risoterapia
1La risa une a las perso-
nas, sea en la familia, en
el trabajo o en la sociedad.
Esta cualidad la convierte en
una herramienta de cohe-
sión de grupo cada vez más
investigada.
2La salud física también
se beneficia de ella: el
hecho de reír mejora los
sistemas cardiovascular e
inmunitario, la evolución de
la diabetes y la tolerancia
al dolor.
3Asimismo favorece la
estabilidad en la pareja
y los encuentros amorosos:
nada como un espectáculo
humorístico para hacer que
surja un idilio.
Reír es una forma de
aprobación social
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 11
Herramienta para la seducción
¿Por qué motivo se considera a la risa un arma de seducción?� Se
supone que el humor constituye una cualidad que las mujeres
buscan en los hombres, puesto que refleja sus capacidades in-
telectuales y sociales. Pero también cabe la posibilidad de que a
las mujeres les agrade la risa por sus efectos beneficiosos, razón
por la que aprecian en especial a aquellos varones que se ríen a
menudo. Nuestro equipo se puso manos a la obra para conocer la
respuesta. Dispusimos a dos jóvenes solteras en una sala de espera
en la que se escuchaban grabaciones radiofónicas. Estas podían ser
humorísticas o bien de extractos de programas culturales (sobre
teatro o ciencia). A veces la radio permanecía apagada.
A través de una cámara oculta observamos que el compor-
tamiento de las voluntarias variaba según el contenido de las
grabaciones sonoras. Si las jóvenes escuchaban emisiones cómi-
cas, dejaban de desarrollar actividades «paralelas» (consultar su
teléfono móvil, por ejemplo) y disfrutaban del momento con una
sonrisa en los labios.
La segunda parte del experimento consistió en invitar a cada
una de las participantes a acudir a una habitación contigua en la
que se encontraba un joven. Entre los dos, el chico y la voluntaria,
debían hojear revistas y valorar la calidad de los anuncios publi-
citarios (análisis del mensaje, del grafismo, etcétera), tarea que
servía de pretexto para que estuvieran juntos e interactuaran.
Unos minutos después, el varón, que en realidad era un miembro
del equipo, le pedía el número de teléfono
a su compañera de actividades.
Constatamos que las chicas se mostraban
más dispuestas a dar su número de teléfono
si, previamente, habían escuchado los pro-
gramas de humor. En cambio, mantenían
una actitud menos receptiva a la petición del
joven si antes habían escuchado contenidos
culturales o científicos.
Ello hace pensar que la risa favorece los
encuentros amorosos. No obstante, hay que
tener en cuenta que en este caso la capaci-
dad de atracción no se debe a las dotes para
bromear del varón, puesto que las volunta-
rias conocieron al supuesto pretendiente
después de haber reído un rato. Aunque
sí permite dar un consejo a los seductores
novatos: invitad a las futuras conquistas a
espectáculos humorísticos.
Numerosos experimentos corroboran esta
idea. Myra Angel, de la Universidad Vander-
bilt en Tennessee, ha observado que las
mujeres que se ríen con frecuencia toman
más rápidamente la decisión de convivir o casarse con su pare-
ja. Por su parte, Robert McBrien, de la Universidad de Salisbury
en Maryland y terapeuta de parejas, aconseja a los varones con
escaso sentido del humor que le propongan a su compañera ir a
ver películas, comedias teatrales o espectáculos cómicos con el
objetivo de hacerla reír. El efecto no se aplica solo a las mujeres:
este mismo investigador ha averiguado en sus años de consulta
que las parejas que ríen durante sus salidas nocturnas tienen re-
laciones sexuales la misma noche y en los días sucesivos más que
a lo largo del tiempo restante. ¿La razón? Reírse con frecuencia
crea un estado psicológico de bienestar que ayuda a mantener
los sentimientos hacia la pareja.
El simple hecho de recordar momentos en los que nos ha dado
la risa bastaría para obtener un efecto positivo. Doris Bazzini, de
la Universidad de New Conneticut, constató que cuando incitaba
a las parejas a que recordaran ataques de risa o experiencias muy
divertidas que habían vivido juntos, valoraban más las cualidades
de su consorte. En cambio, al rememorar otros momentos agra-
dables, como viajes estupendos o buenas comidas, el efecto no
resultó igual.
De hecho, la risa marca la diferencia porque al bienestar que
procuran otras sensaciones placenteras se le añade ese carácter de
cimiento de la relación social, un gesto de empatía que, a lo largo
del tiempo, ha dejado su rastro en la especie humana.
MEJOR CON HUMOR La risa favorece los encuentros amorosos y el bienestar
psicológico y sexual de la pareja.
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12 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
PSICOTER APIA
invierta mucho tiempo en ello estará más prote-
gida contra gripes, resfriados y anginas.
También parece ser un buen tratamiento para
el dolor. Deborah Hudak y sus colaboradores de
la Universidad Allegheny averiguaron que las
personas se muestran menos sensibles al efecto
doloroso de una descarga eléctrica si antes han
visto una divertida comedia. Así, estos probandos
se quejaron menos de dolor cuando recibían las
descargas que los sujetos que habían visionado
documentales, es decir, contenidos que no origi-
nan ninguna actividad zigomática. Las secuencias
de humor permitían a los sujetos soportar sacu-
didas mucho más fuertes.
Resultados similares se han obtenido en rela-
ción a la resistencia al daño infligido por unos
pellizcos o el contacto con objetos muy calientes
o fríos en distintas partes del cuerpo. A ojos de los
neurocientíficos, ello confirma los efectos analgé-
sicos de la risa, ya que convierte al dolor en menos
perceptible. Las personas que se ríen producen
endorfinas (sustancias análogas a la morfina pro-
ducidas de forma natural por el organismo y que
poseen propiedades analgésicas).
Asimismo, la risa propicia efectos positivos en
las funciones cardiovasculares y los estados de
estrés. Sabina White y Phame Camarena, ambos
de la Universidad de California en Santa Bárbara,
descubrieron que las secuencias de humor redu-
cían el ritmo cardiaco y bajaban la presión arterial
de los sujetos que se rieron durante la filmación.
¿Cómo es posible?
En primer lugar, la risa actúa sobre la percep-
ción del estrés, ya que produce un sentimiento
de bienestar y de descanso. Ello propicia a su
vez efectos positivos en el sistema cardiovascu-
lar mediante la reducción de la adrenalina o el
cortisol (hormonas asociadas al estrés).
Lefcourt constató que reír resultaba beneficio-
so incluso cuando los sujetos debían cumplir ta-
reas ingratas o estresantes (cálculos mentales en
tiempo limitado, por ejemplo). De hecho, esa ca-
pacidad para eliminar el estrés no resulta nove-
dosa: en situación de tensión extrema, la risa pue-
de surgir como un exutorio, sin que entendamos
nece sariamente por qué. Es probable que exista
un cierto rédito médico en la risa, incluso se sos-
pecha que tales efectos hagan intervenir mecanis-
mos que regulan la expresión de los genes.
En esta línea, los biólogos Takashi Hayashi y
Kazuo Murakami, de la Universidad de Tsuku-
ba, proyectaron para un público de hombres y
mujeres con una media de edad de 62 años y que
padecían diabetes de tipo 2, una serie de esce-
nas cómicas conocidas y apreciadas por los te-
lespectadores japoneses. Se tomó una muestra
de sangre de los sujetos antes, inmediatamente
después y noventa minutos tras la proyección.
Los pacientes secretaron menos prorrenina (pro-
teína que interviene en las patologías renales y
vasculares propias de los diabéticos de tipo 2). Al
parecer, la normalización de su estado se debió
LECHE MÁS SANA Las madres que se ríen suelen
producir una leche que pre-
viene a los bebés contra las
alergias. También favorece un
sueño reparador.
Mitigar los trastornos psicológicos
Un estudio de Marc Gelkopf,� de la Universidad de Haifa, subraya que la riso-
terapia puede aliviar los trastornos de la psique. Según refleja en la revisión
de investigaciones piloto en relación a los beneficios curativos de la risa, el
tratamiento a base de reír resulta efectivo en caso de depresión, fobia, ansie-
dad y compulsión. Con todo, resulta relevante no incurrir en ningún momento
en una burla del trastorno en cuestión. Por el contrario, debe anteponerse la
reinterpretación positiva por parte del paciente ante la propia situación o de los
estímulos temidos. De todos modos, falta aumentar la investigación en torno
a la multitud de enfoques apenas estandarizados .
[«The use of humor in serious mental illness: a review», por M. Gelkopf en Evidence-based com-
plementary and alternative medicine, vol. 2011, ID del artículo: 342837, 8 páginas, 2011]
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MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 13
al mejor funcionamiento de los receptores de la
prorrenina, los cuales favorecen su degradación.
Con todo, todavía no se han explorado los múl-
tiples efectos de la risa en el organismo. Aún se
ignora hasta dónde llega esta panoplia de efectos
beneficiosos. Mas una cosa parece clara: reírse
solo conlleva ventajas.
Leche de madres risueñas
¿Y los bebés? ¿Se portan mejor cuando la madre
se ríe a menudo? Hajime Kimata, médico del
hospital Moriguchi-Keijinkai de Osaka, mostró
diversas películas a un grupo de madres jóvenes
que amamantaban a sus hijos de entre cinco y
seis meses. Algunas participantes asistieron a la
proyección de la película Tiempos modernos, de
Charlie Chaplin; otras vieron extractos de docu-
mentales o de partes meteorológicos. Los hijos
de todas las participantes sufrían de eczema in-
fantil a causa de su alergia al látex y a los ácaros.
Al cabo de cada sesión visual, los investigadores
midieron la concentración de melatonina (hor-
mona implicada en la regulación de los ciclos de
sueño y vigilia y que favorece el sueño) en la leche
materna. Los análisis revelaron un aumento de
la secreción de melatonina, empero solo en las
voluntarias que habían visto el largometraje de
Chaplin. Del mismo modo, los niños se mostraron
menos sensibles a los ácaros y al látex y presenta-
ban menos problemas cutáneos tras una toma de
leche materna si su madre se había reído durante
un rato. ¿Qué relación existe entre la melatonina y
el eczema infantil? Se conoce que dicha patología
dermatológica perturba el ciclo del sueño de los
niños, por lo que la melatonina presente en mayor
cantidad en la leche de las progenitoras risueñas
favorecería el dormir de los pequeños. No obstan-
te, se desconocen los mecanismos concretos que
conllevan una disminución de la alergia.
En definitiva, todos los resultados expuestos
apuntan a que la risa ejerce un impacto real y
positivo sobre el organismo. No es por casualidad
que hoy en día numerosos profesionales e inves-
tigadores de la salud recomienden tomarse la risa
muy en serio e incluirla en la formación médica a
través de la capacitación para reír (mediante sesio-
nes de risa colectiva o trabajo cognitivo para un
cambio de la estructura mental, entre otros mé-
todos) [véase «Risa terapéutica», por Steve Ayan;
Mente y cerebro n.o 36, mayo de 2009]. Incluso,
cada vez más, el reír está presente en los hospi-
tales: voluntarios disfrazados de payaso, fiestas o
representaciones cómicas, etcétera.
Poco a poco, la risa gana sus cartas de hidalguía:
pasa del estatus de simple entretenimiento al de
terapia con efectos orgánicos observables.
CONTRA EL DOLOR La risa ayuda a soportar mejor
el dolor. Cada vez más los
médicos recomiendan que se
trabaje el humor en los hos-
pitales.
Para saber más
Humor, laughter, and physi-cal health: Methodological issues and research findings.� R. Martin en Psychological Bulletin, vol. 127, n.o 4, págs. 504-519, 2001.
Laughter: A scientific inves-tigation.� R. Provine. Penguin Press, 2001.
The effects of laughter on post-prandial glucose levels and gene expression in type 2 diabetic patients.� T. Hayashi y K. Murakami en Life Sciences, vol. 85, págs. 185-187, 2009.
Nicolas Guéguen� es profesor e investi-gador de psicología social de la Univer-sidad de Bretaña Sur. Dirige el grupo de investigación en ciencias de la informa-ción y la cognición en Vannes.
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EVOLUCIÓN HUM ANA
Imaginemos por unos momentos que nos
embarcamos en una máquina del tiempo
para viajar medio millón de años en el pasa-
do, hasta la época de nuestros antecesores
en la sabana del este de África. Hemos lle-
gado. ¿Qué nos encontramos? La fauna se asemeja
a la actual: ñus, gacelas, jirafas y otros animales
ungulados se desplazan por llanuras cubiertas
de hierba; asimismo, leones, guepardos y demás
depredadores andan en busca de una presa. Tam-
bién nos topamos con una pequeña comunidad
de homínidos Homo erectus.
Esos hábiles bípedos recolectan frutos, plantas
y raíces comestibles. Cazan en grupo y desarrollan
complejas estrategias con el fin de hacerse con su
presa. Quizá se comunican entre ellos con una len-
gua rudimentaria. Se comportan como una horda de
cazadores con una capacidad inusual, al menos en
comparación con el resto de los seres vivos, ya que
resisten sin dificultad las altas temperaturas diur-
nas. Sus pies se adaptan a la marcha y a la carrera
veloz. Con precisión escogen los animales adultos
sanos que prometen ofrecer carne en abundancia.
Separan estos ejemplares de la manada, los persi-
guen y les arrojan piedras y lanzas con gran fuerza
y buena puntería hasta matarlos. Por otra parte, se
defienden de hienas, buitres y leones, alejándose de
su presencia mientras cortan el suculento trofeo.
Gracias a sus facultades físicas y mentales,
Homo erectus ocupó un nicho ecológico libre has-
ta entonces: se extendió por toda África, Europa y
Asia. No obstante, ese nicho no se mantuvo esta-
ble, puesto que durante los últimos cinco millones
de años se alternaron períodos súbitos de frío y
calor. El clima de una región podía cambiar de
forma repentina en el transcurso de solo unas
De primitivos a humanosHomo sapiens conquistó casi todas las regiones climáticas de la Tierra.
Sin embargo, su verdadera historia de éxito comenzó cuando se convirtió
en sedentario. Al parecer, el sentido social determinó más el devenir de la especie
humana que su inteligencia abstracta
THOM A S GRÜTER
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 15
DINÁMICA DE GRUPOS En la Edad de Piedra, los homínidos convivían
en grandes unidades sociales. Cada uno de los
miembros desempeñaba sus tareas y roles.
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16 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
EVOLUCIÓN HUM ANA
pocas décadas. En el punto álgido de los períodos
preglaciares llovía en África más que hoy en día;
en la región de la actual sabana del África oriental
crecían densas selvas. Al mismo tiempo, el Sáhara
y el desierto arábigo se convertían en extensos
herbazales. Solo aquellos organismos que sabían
adaptarse o bien evitar las condiciones adversas
tenían la oportunidad de sobrevivir.
Nicho ecológico novedoso
Wolfgang Behringer, de la Universidad de Sarre,
como otros investigadores, atribuye a esa presión
de selección el factor decisivo para el desarrollo de
la inteligencia humana. El rápido cambio climá-
tico favoreció a los homínidos, que se supieron
adaptar con rapidez a las nuevas condiciones
gracias a unas capacidades cognitivas adecuadas.
Seguramente Homo erectus fue uno de ellos. In-
teligente y nómada, transformaba su modo de
vida si era necesario o, por el contrario, escapaba
de situaciones poco favorables, como el cambio
climático. No obstante, el hecho de expandirse
por gran parte de Asia y Europa tampoco debe
considerarse de por sí un signo de éxito evolutivo,
más bien una consecuencia de las transformacio-
nes bruscas de las condiciones de vida.
En cualquier caso, el tamaño del cerebro de los
homínidos experimentó un continuo crecimien-
to: del volumen craneal medio de 800 mililitros
que presentaba el primitivo Homo erectus, el de
los ejemplares tardíos llegó a alrededor de 1200
mililitros (el de Homo sapiens abarca unos 1350).
Cabría conjeturar, pues, que Homo erectus ganó
en inteligencia en el transcurso de su evolución.
También el cerebro de Homo sapiens, cuya ana-
tomía se asemejaba a la de los humanos moder-
nos, continuó aumentando, y lo mismo ocurrió
con los neandertales. De hecho, estos últimos, con
unos 1600 mililitros de volumen, poseían un ce-
rebro mayor que el del hombre actual. ¿Qué tipo
de presión evolutiva puede propiciar tal efecto?
Homo erectus se las arregló sin problemas con su
limitada inteligencia. Incluso sobrevivió a varios
períodos de temperaturas preglaciares. Por otra
parte, cabe subrayar que la especie humana em-
plea las capacidades matemáticas y literarias de
su encéfalo de manera profusa solo desde hace
unos 4000 años; antes eran baldías.
EN SÍNTESIS
El efecto «nosotros»
1La inteligencia humana
se interpreta como una
ventaja selectiva propia de
Homo sapiens.
2No obstante, es proba-
ble que la inclinación a
relacionarse y a organizarse
en grupos influyera en ma-
yor medida en la evolución
de los humanos que la inteli-
gencia abstracta.
3El inteligente hombre de
Neandertal desapareció
del mapa, en cambio Homo
sapiens corrió una suerte
bien distinta: se convirtió en
sedentario y se multiplicó de
manera exitosa.
Numerosos «humanos erguidos»
En 1891, el antropólogo Eugène Dubois (1858-1940)� descubrió en la isla de Java un fragmento de
cráneo de alrededor un millón de años de antigüedad. Bautizó su hallazgo con el nombre de Pithe-
canthropus erectus («hombre-mono erguido»). Desde entonces, nadie pone en duda que el hombre
de Java pertenezca al género Homo. Puesto que numerosos hallazgos a nivel mundial se asemejan
al descubrimiento de Dubois, hace tiempo que predomina la opinión de que Homo erectus, como se
denomina hoy a la especie, conquistó Asia y Europa llegado desde África.
Sin embargo, algunos investigadores no comparten esa opinión, por lo que reivindican que el tér-
mino Homo erectus se aplique solo a los homínidos del Extremo Oriente. De ahí que se empleen otras
designaciones: Homo ergaster para referirse a la versión africana; Homo heidelbergensis en relación
a otros hallazgos en Europa Occidental, y Homo georgicus, para los ancestros humanos del Cáucaso.
[véase «Homínidos contemporáneos», por I. Tarttersall; Investigación y Ciencia, marzo de 2000].
Es probable que coexistieran diversas especies o subespecies de homínidos a lo largo del tiempo. El
nombre que debe recibir cada una de ellas es
una cuestión de opinión.
UN TIPO NOTABLE En 1891, Eugène Dubois desenterró una bóve-
da craneal humana (imagen) en las cercanías
de Trinil, una población de la isla de Java. El
hallazgo («Trinil 2») pasó a la historia de la
paleoantropología como el ejemplar tipo para
la especie Homo erectus.
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REA
DER
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 17
El naturalista Alfred Russell Wallace (1823-1913),
quien en el siglo xix dio a conocer la teoría de la
evolución junto con Charles Darwin (1809-1882),
tampoco supo explicar el incremento de la masa
encefálica de forma convincente: «Un cerebro
algo más grande que el del gorila [...] habría sido
suficiente para el limitado desarrollo mental del
salvaje; por ello debemos admitir que el cerebro
de grandes dimensiones que poseía en realidad
no pudo desarrollarse jamás solo con motivo de
una de las leyes de la evolución».
En la actualidad, ningún científico se inclina
por esa conclusión. No obstante, el mecanismo
evolutivo que ha empujado a nuestro cerebro a
tan alto rendimiento resulta todavía controver-
tido. Varios investigadores, entre ellos Steven
Pinker, de la Universidad Harvard, suponen que
los antepasados del hombre moderno debieron
encontrar y ocupar en el transcurso de la evolu-
ción un nicho ecológico novedoso, el nicho cog-
nitivo. Pinker describió en 2010 tres grupos de
capacidades humanas, las cuales se refuerzan
de forma recíproca:
1. La invención y utilización de herramientas
especializadas. Esta capacidad requiere un control
flexible de las manos, así como una precisa coordi-
nación espacial y temporal entre el ojo y la mano.
2. Una cooperación de confianza con los con-
géneres más próximos, pero también con los no
emparentados, para la caza, la crianza conjunta
de los niños, la repartición del botín, la lucha o
el comercio con otros grupos. Ello comporta un
sentido de la justicia muy desarrollado, una com-
prensión mutua y la capacidad de ponerse en el
lugar de otro.
3. Un lenguaje con una gramática elaborada.
Solo así pueden transmitirse con sentido los más
dispares conceptos —casi en cualquier contexto
y combinación— a otras personas.
Ese tercer y último punto resulta decisivo, opi-
na Pinker. Solo el lenguaje posibilita una comu-
nicación diferenciada. Sin ese medio para co-
municarse es imposible lograr una cooperación
sistemática. Además, la transmisión de la habili-
dad de fabricar herramientas complejas o armas
sería poco menos que impensable sin lenguaje. De
esta manera, una mutación que capacitara a los
individuos de una población para controlar con
mayor precisión sus manos y dedos les permiti-
ría desarrollar unas herramientas mejores y más
refinadas; ello incrementaría la presión evolutiva
para unas capacidades lingüísticas más sofistica-
das, con lo que los nuevos procesos de fabricación
se transmitirían de generación en generación. Sin
olvidar que toda esa cadena de procesos exigiría
una longevidad y una infancia más extensas en
el tiempo, de manera que permitieran aprender
y transmitir tanto el lenguaje complejo como las
nuevas habilidades manuales. Este recorrido cir-
cular describe, según Pinker, la manera en que
nuestros antepasados desarrollaron sus capaci-
dades cognitivas y sociales hasta alcanzar el ni-
vel de Homo sapiens.
El concepto que describe este investigador pare-
ce sencillo y asequible, mas no por ello se antoja
indiscutible. Uno de sus críticos, el antropólogo
Robert Boyd, de la Universidad de California en
Los Ángeles, argumentó en 2011 que en las cultu-
ras primitivas actuales existe cierta distribución
del trabajo porque carecen de alguien capaz de
dominar por sí solo todas las técnicas transmi-
tidas a través de la cultura. En opinión de Boyd,
la singular capacidad de aprender de los demás
explicaría el éxito de la especie humana en las
más diversas regiones y zonas climáticas, ya que
permitió el establecimiento, la preservación y la
ampliación del conocimiento a lo largo de las ge-
neraciones. Puesto que las habilidades cognitivas
de un único sujeto no bastan para alcanzar tales
logros ni por asomo, debería hablarse de un nicho
cultural en lugar de cognitivo, subraya.
Los humanos muestran una inclinación por
los métodos, los comportamientos y los consejos
de congéneres respetables y de alto rango, los
cuales apenas cuestionan, apostilla el antropó-
logo. Este aprendizaje cultural describiría, por
ejemplo, por qué los ositos de goma se venden
mejor si los recomienda un presentador popu-
lar. Los niños más pequeños ya tienden a una
«sobreimitación» que apenas se da en los chim-
pancés jóvenes. Dereck Lyons, de la Universidad
de Yale, y sus colaboradores observaron en 2007
que los niños reproducían incluso los movimien-
tos superfluos de las manos. Imitaban los gestos
de un adulto aun cuando otras acciones menos
costosas pudieran llevar al mismo fin. Al parecer,
los jóvenes probandos creían firmemente que
debían ejecutar las acciones innecesarias. Esta
conducta aparentemente innata conduce a las
personas a adoptar las técnicas transmitidas por
vía cultural, aunque no entiendan en absoluto
sus fundamentos.
EN BREVE
n La familia de los homínidos incluye a los primates bípe-dos y también a los grandes simios antropomorfos. Presentan una morfología craneal más evolucionada.
n El naturalista Carlos Linneo (1707-1778) designó como primates al orden de los mamíferos al que pertene-cen los lémures y los simios, incluyendo entre ellos a los hombres.
n En biología, el término población se refiere a un grupo de individuos de la misma especie que habita un territorio determinado y que constituye una comuni-dad reproductiva.
n Cuando en una población solo sobreviven unos pocos individuos, se produce (en caso de que no se extingan) un cuello de botella genético. Este fenómeno provoca el empobrecimiento de la diversidad genética, de manera que pueden impo-nerse a largo plazo variantes de genes que al principio solo desempeñaban un papel secundario.
18 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
EVOLUCIÓN HUM ANA
A comienzos de 2012, Rachel Kendal, de la
Universidad de Durham, y sus colaboradores re-
velaron en qué medida las personas se diferen-
cian de los primates no humanos en relación a
la transmisión de conocimientos culturales. Para
ello colocaron a niños de entre tres y cuatro años
y a chimpancés jóvenes ante la tarea de pescar
una recompensa que se encontraba disimulada
en una caja repleta de piezas de rompecabezas.
Solo los participantes humanos trabajaron de for-
ma cooperativa —se daban indicaciones los unos
a los otros— con el fin de lograr el objetivo. Los
investigadores atribuyeron a ese fenómeno una
explicación de por qué la especie humana es capaz
de construir una cultura desde las experiencias
de generaciones pasadas.
Cooperación e intercambio
Seguramente suponía una ventaja para las hor-
das primitivas disponer de miembros capaces de
aprender y transmitir en lo posible métodos de
trabajo complejos: el modo de hacer fuego, cómo
descuartizar un animal y prepararlo para que su
carne resultara sabrosa o la manera de curtir la
piel. Ello pudo originar una presión selectiva hacia
una inteligencia superior. Cuanto mayor era un
grupo, más técnicas podía transmitir.
Robin Dunbar, de la Universidad de Liverpool,
especuló acerca del tamaño de esas poblaciones.
Propuso que los primates construyen lazos de
amistad tan estrechos como aquellos que, en el
reino animal, se dan solo en las parejas reproduc-
toras. El esfuerzo mental para estas relaciones de
cooperación crece con el aumento del grupo. De
esta manera, el tamaño máximo de una población
se correlaciona con la dotación cognitiva de sus in-
tegrantes. En los humanos el «número de Dunbar»,
como se denomina entre tanto al fenómeno, se
sitúa en alrededor de 150 individuos.
Para que el conocimiento cultural se expandie-
ra, tuvo que acontecer, además, un intercambio
fértil y pacífico entre los grupos. En 2011, el equi-
po Kim Hill, de la Universidad del estado de Arizo-
na, confirmó que los cazadores y los recolectores
humanos, fueran de donde fueran, disponían de
una estructura social única entre los primates: tan-
to los hombres como las mujeres podían cambiar
con facilidad de población; además, la mayoría
de los miembros de un grupo no se encontraban
emparentados entre sí.
El movimiento poblacional facilita que surjan
grandes redes personales intergrupales, las cuales
permiten a su vez que el conocimiento cultural
se expanda con rapidez. El sujeto que es capaz
de mejorar su rango bajo tales condiciones eleva
sus posibilidades de reproducción. Dicho de otro
modo, quien es capaz de quitar de en medio a sus
rivales de forma efectiva y de estimar las conduc-
tas, los motivos y los deseos de otros miembros
del grupo, adquiere ventaja.
Disponer de sujetos capaces
de transmitir métodos
complejos de trabajo supuso
una ventaja para las hordas
primitivas
HUESOS TRASCENDENTALES Los restos hallados en 1856
en el valle de Neander (en
alemán, Neandertal), en
Dusseldorf, demostraron la
existencia en Europa de otra
especie de homínidos antes
de la llegada de los humanos
anatómicamente modernos:
el Homo neanderthalensis. MU
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MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 19
Esa teoría, representada entre otros por Nicho-
las Humphrey y Richard Byrne, recibe el nombre
de inteligencia maquiavélica. Según esta, debemos
las capacidades intelectuales a la inclinación de
nuestros antepasados a engañarse unos a otros.
En pocas palabras, el representante típico de la
humanidad sería Bruto, no César.
Se ha comprobado que, en la especie humana,
las mujeres prefieren a los varones inteligentes (a
la inversa tal efecto disminuye de forma clara).
Ello da pie a otro punto de vista para la explica-
ción del aumento cognitivo en los homínidos a
lo largo de la evolución, a saber, la hipótesis sobre
la elección de pareja. Según esta, si las féminas
primitivas escogían a su compañero con similar
criterio al de las mujeres actuales, habrían favo-
recido, como consecuencia, el incremento de las
capacidades cognitivas de la especie a lo largo de
varios millones de años.
Pese a que cada una de las hipótesis expuestas
parece concluyente, ninguna resulta irrefutable. En
el transcurso de la evolución, al menos dos espe-
cies de homínidos con capacidades cognitivas con-
siderables se han extinguido: Homo erectus y el
H. neandertahlensis. Si añadimos a la lista al hom-
bre de Denisova (especie hermana de los neander-
tales descubierta en Siberia) y al hombre de Flores
(especie enana de Indonesia; véase «El hombre de
Flores», por K. Wong; Investigación y Ciencia, abril
de 2005), la cifra ascendería incluso a cuatro.
Según se desprende de los datos sobre la frecuen-
cia de versiones de genes dentro del acervo genético,
Homo sapiens debió experimentar, al menos en una
ocasión, un cuello de botella genético. Durante esa
fase evolutiva, el número de individuos vivos cayó
por debajo de los 10.000. Si hace unos 50.000 años
se hubiera llevado a cabo un balance provisional
del éxito de las especies animales de alto desarrollo
cognitivo con capacidades lingüísticas y dominio
del fuego, el informe habría dispensado pocas espe-
ranzas: ninguna de las especies se había reproduci-
do de manera contundente, ninguna aprovechaba
sus capacidades al máximo, y los neandertales y
los hombres de Denisova se encontraban al borde
de la extinción. ¿Qué propició el empuje decisivo
a Homo sapiens?
Ventajas y desventajas evolutivas
Hace más de 40.000 o 50.000 años, un flujo ge-
nético del hombre de Neandertal confirió a sus
sucesores modernos la dosis mental adicional
necesaria para crear pinturas rupestres e inven-
tar herramientas mejores, afirmaban Gregory Co-
chran y Henry Harpending, de la Universidad de
Utah, en 2009 en su libro The 10.000 year explo-
sion. Un año después de esa publicación, Svante
Pääbo, del Instituto Max Planck de Antropología
Evolutiva en Leipzig, afinó dicho flujo genético
con más exactitud: entre un 1 y un 4 por ciento
del patrimonio genético de Homo sapiens pro-
cedía del neandertal. Sin embargo, eso no suce-
dió así en todas las partes del planeta. Si bien los
genes neandertales se expandieron por doquier,
no alcanzaron las poblaciones africanas, en es-
pecial, las del África subsahariana. Este hallazgo
descartaba la idea de que el genoma del hombre
de Neandertal había contribuido a la evolución
del conjunto de la humanidad.
Numerosos investigadores presuponen de ma-
nera implícita que unas mejores capacidades men-
tales comportan una ventaja evolutiva. En princi-
pio, no obstante, un cerebro de mayor tamaño, con
su correspondiente aumento craneal, constituye
una carga para la especie, ya que dificulta el parto
y prolonga el período de la infancia. Con ello, la
contribución de los adolescentes al sostenimiento
del grupo se retrasa. Para compensar tal desventa-
ja, se hace necesaria una longevidad superior. Un
mayor encéfalo origina, asimismo, un fenómeno
contradictorio: si bien las estrategias de caza más
inteligentes facilitan la búsqueda y captura de ali-
mento, un cerebro de gran tamaño consume más
calorías. Sin olvidar que los cazadores del grupo, en
poblaciones de esas características, deben ocuparse
de la alimentación de niños y ancianos. El domi-
nio del fuego permite cocinar alimentos vegetales
antes incomibles y ablandar la carne; de hecho, la
débil dentadura de los humanos les confina a un
calentamiento previo de la comida.
Debemos imaginarnos el incremento del ta-
maño del cerebro a lo largo de la evolución como
una carrera constante entre las ventajas e incon-
venientes hacia una cognición más óptima. Ello
explicaría por qué el encéfalo de los sucesores
del Homo erectus siguió creciendo independien-
temente de los otros homínidos.
Los neandertales perdieron la carrera. En su
caso, prevalecieron las desventajas, por lo que aca-
baron extinguiéndose. Nuestros antepasados, por
el contrario, sobrevivieron, aunque con una cifra
modesta. Bien es verdad que hasta el comienzo
de la agricultura se expandieron por todos los
EN BREVE
n La revolución neolítica marca el comienzo del Neolítico, es decir, la Edad de Piedra reciente, hace unos 10.000 años. Por entonces, los cazadores y recolectores se convirtieron, de manera progresiva, en sedentarios, al dedicarse a la agricultura y la ganadería. El término de este período de la evolu-ción humana lo acuñó Vere Gordon Childe (1892-1957), especialista en prehistoria europea, inspirándose en la Revolución industrial de los siglos xviii y xix.
n Una exaptación consiste en una adaptación evoluti-va que no surte efecto de manera inmediata, ya que al principio diverge de su propósito «original» (por ejemplo, las plumas sirvieron a los dinosaurios en un inicio para regular la temperatura; más adelante les valdrían para emprender el vuelo).
20 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
EVOLUCIÓN HUM ANA
continentes, pero en un número reducido de in-
dividuos. Solo cuando, tras la revolución neolítica,
convivieron en aldeas y ciudades en poblaciones
más numerosas, emergieron las ventajas que
les proporcionaban las capacidades mentales, el
aprendizaje por imitación, la división del trabajo
y una excepcional estructura social.
Puede que, llegados a este punto, al lector le
intrigue la siguiente pregunta: ¿cómo surge una
ciudad si, según Dunbar, no es posible que un
grupo humano comprenda más de 150 personas
sin romperse? La respuesta es sorprendentemente
sencilla: una persona puede pertenecer a diferen-
tes grupos y estos a su vez se antojan virtuales,
es decir, existen solo en la imaginación del suje-
to. En breve, los miembros de las comunidades
no se conocen personalmente, pero mantienen
la cohesión.
Una persona puede ser al mismo tiempo ale-
mana, seguidora del Schalke y miembro de una
universidad (además de sentirse también así). En
cada uno de estos colectivos ocupa un grado dis-
tinto dentro de la jerarquía del grupo. Cuál de las
respectivas pertenencias grupales prevalece en el
individuo dependerá de la situación. Un alemán,
un francés o un inglés conoce solo a una frac-
ción de sus paisanos; a pesar de ello, se considera
parte de su nación. Los humanos aceptan incluso
jerarquías transmitidas mediante símbolos: las
banderas, los escudos o las medallas simbolizan
la pertenencia a un grupo.
Todas las características expuestas debieron
existir antes de que la humanidad se convirtie-
ra en sedentaria, aunque su efecto solo se haya
plasmado en los asentamientos urbanos. ¿De
dónde provino en ese caso la presión selectiva?
El linaje de los humanos
Existen casi tantos árboles genealógicos de Homo sapiens
como paleoantropólogos.� Cuantos más restos de homíni-
dos se encuentran, más complicado resulta responder a la
pregunta de la ascendencia. Debido a las numerosas líneas
colaterales, el árbol genealógico de los humanos se parece
más bien a un arbusto muy ramificado (derecha). No obs-
tante, existe unanimidad en que la línea de los antepasados
humanos surgió en África hace entre seis y siete millones
de años, separándose de la de los simios. En el transcurso
de algunos millones de años coexistieron en el continen-
te africano varias especies de homínidos, la mayor parte
de ellos pertenecientes al género Australopithecus. Desde
entonces a esta parte, el género Homo evolucionó durante
más de dos millones de años. Una de sus especies repre-
sentantes, Homo erectus, se mostró especialmente hábil y
avanzó hacia Asia. Otra de ellas, Homo sapiens, que surgió
hace unos 200.000 años, vio como algunos de sus miembros
abandonaban su hogar africano para conquistar el mundo.
En Europa se encontraron restos de neandertales, homí-
nidos que habitaron la Tierra hace entre 200.000 y 300.000
años, pero que posteriormente, hará unos 24.000 años, se
extinguieron. Con todo, sigue siendo motivo de controversia
quiénes fueron los antepasados inmediatos de los humanos
anatómicamente modernos y de los neandertales.
Este árbol genealógico muestra una posibilidad: Homo
sapiens habría evolucionado a partir de una variante africana de Homo heidelbergensis y de una europea de Homo neanderthalensis.
Otros investigadores ven en los hombres de Heidelberg una subespecie de Homo erectus; de nuevo, otros señalan al neandertal como
una subespecie de Homo sapiens.
EuropaHoy África Asia
AUSTRALOPITECINOSrobustos
Homo heidelbergensis
Homo erectus
Homo neanderthalensis
Homo sapiens
Homo floresiensis
20 35 50 × 103
65
100 × 103
200
300
400
500 × 103
600700800900 1 × 106
1,8 2 × 106
2,5 3 × 106
4 × 106
4,5 5 × 106
8 × 106
Homoergasterrudolfensishabilis
Sahelanthropustchadensis
Ardipithecusramiduskadabba
Orrorintugenensis
AUSTRALOPITECINOSKenyanthropus
platyopsAustralopithecus garhiA. bahrelghazaliA. africanusA. afarensisA. anamensis
Ardipithecusramidus
GEH
IRN
UN
D G
EIST
/ B
USK
E-G
RA
FIK
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 21
Al parecer, una compleja red de relaciones inter-
grupales proporcionó en la Edad de Piedra una
rápida propagación de técnicas culturales. Los
hombres prehistóricos y los homínidos tuvieron
que arreglárselas ante los rápidos cambios socia-
les. Estas transformaciones posibilitaron en su
conjunto el paso hacia un modo de vida urbano
hasta entonces desconocido para los humanos.
¿Cuestión de suerte?
Los biólogos evolutivos entienden bajo el térmi-
no de exaptación una propiedad orgánica que en
origen posee otra «finalidad» a la que la destina
el organismo en cuestión. Es el caso de los dino-
saurios que eran incapaces de volar aunque dis-
ponían de plumas. Estas les servían de protección
térmica; solo más tarde les fueron idóneas para
desplazarse por el aire. Algo parecido les aconteció
a los humanos.
Las complejas relaciones sociales hicieron ne-
cesario que cada individuo se integrara al mismo
tiempo en varias jerarquías dependiendo del rol
que desempeñaba en cada una. Tales jerarquías
no tenían que batallarse continuamente, lo cual
estabilizaba a los grandes grupos. De esta manera,
se desarrolló sin trabas la necesaria división del
trabajo para alcanzar una cultura superior.
Por otro lado, la invención de la escritura per-
mitió recurrir a la experiencia de otras personas
y conservar e incrementar el conocimiento sobre
el pasado. La imprenta difundía ese saber en las
casas burguesas. Hoy por hoy, Internet hace ac-
cesible el contenido de bibliotecas completas con
solo apretar un botón. ¿Podemos concluir que la
evolución de los humanos se orienta hacia una
acumulación cada vez mayor de capacidades y
conocimientos?
No necesariamente. Quizá también hayamos
contado con un poquito de la suerte que les faltó a
nuestros primos lejanos. Si se consideran las miles
de armas atómicas y la destrucción de los recur-
sos naturales necesarios para la vida, bien parece
posible que nuestra dotación cognitiva no sea en
absoluto suficiente para impedir una prematura
extinción de nuestra especie.
Para saber más
The cognitive niche: Coevolu-tion of intelligence, sociality, and language.� S. Pinker en Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA, vol. 107, págs. 8993–8999, 2010.
Klüger als wir? Auf dem Weg zur Hyperintelligenz.� T. Grüter. Spektrum Akademischer Verlag, Heidelberg, 2011.
The cultural niche: Why social learning is essential for hu-man adaptation.� R. Boyd et al. en Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA, vol. 108, págs. 10.918–10.925, 2011.
Wie das Denken erwachte.� Die Evolution des menschlichen Geistes.� Dirigido por A. Jahn. Schattauer/Spektrum der Wis-senschaft Verlagsgesellschaft, Stuttgart-Heidelberg 2012.
Polifacético, flexible e ingenio-so.� M. Noël Haidle en Investi-gación y ciencia, n.o 425, págs. 68-76, febrero de 2012.
Thomas Grüter es médico y periodista científico de Gehirn und Geist, versión alemana de Mente y cerebro.
ha publicado sobre el tema, entre otros,los siguientes artículos:
Mover con la mente,por M. A. L. NicolelisNoviembre 2012
El lenguaje del cerebro,por Terry Sejnowski y Toby DelbruckDiciembre 2012
Cerebros en minatura,por W. G. Eberhand y W. T. WcisloDiciembre 2012
Autismo y mente técnica,por Simon Baron-CohenEnero 2013
Terapia de la depresión,por Robin Marantz HenigFebrero 2013
Dependencia y cooperaciónentre los sentidos,por Lawrence D. RosenblumMarzo 2013
El archivo de la memoria,por R. Q. Quiroga, I. Fried y C. KochAbril 2013
La sabiduría de los psicópatas,por Kevin DuttonAbril 2013
Los orígenes de la creatividad,por Heather PringleMayo 2013
PSICOLOGÍAY
NEUROCIENCIAS
22 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
EVOLUCIÓN HUM ANA
La respuesta a qué nos hizo humanos
es, sin duda, la cultura. El desarrollo de
esta capacidad excepcional hace aho-
ra unos 200.000 años determinó nues-
tra evolución. Hace otros 60.000 años,
el proceso evolutivo experimentó un acelerón:
cuando los humanos modernos salieron de África
en pequeñas sociedades tribales para ocupar y
reconfigurar el mundo en solo unas decenas de
miles de años.
La cultura se convirtió, pues, en una suerte de
estrategia de supervivencia. La aptitud de nues-
tros ancestros de aprender de los demás, de trans-
mitir y desarrollar el conocimiento, la tecnología
y las habilidades resultó una característica pode-
rosa y eficiente para hacer más humanas nuevas
tierras y recursos. En definitiva, mientras que
otras especies animales se encuentran confinadas
en el ambiente al que sus genes se han adaptado,
el ser humano se ha acondicionado a casi todos
los medios de la Tierra.
Los humanos actuales descienden de los indi-
viduos ancestrales con mayor capacidad para uti-
lizar la fuerza social en beneficio de sus intereses.
Las características que definen de manera única
la naturaleza humana, a saber, la «supersociabi-
lidad» y el lenguaje, además de varios talentos y
habilidades innatas, surgieron como adaptaciones
a la vida en el medio social de la cultura, no de la
historia compartida con otros animales.
Nuestra identidad cultural descansa sobre dos
pilares fundamentales que abren una brecha insal-
vable entre las personas y el resto de las especies
con respecto al potencial evolutivo: el aprendizaje
social y la teoría de la mente. Por medio del prime-
ro podemos copiar comportamientos a través de la
simple observación; el segundo pilar nos permite
atribuir estados mentales a otros congéneres, de
Adaptados a la culturaLos humanos somos seres culturales: aprendemos de nuestros semejantes
y nos ponemos en la piel de otros. Esas capacidades facilitaron también el plagio
M ARK PAGEL
manera que adivinamos o comprendemos sus mo-
tivaciones. Asimismo, podemos copiar las ideas o
inventos más provechosos de los demás.
Parece que ambas características pertenecen
en exclusiva a los humanos. En otros animales, lo
que se asemeja a un aprendizaje social podría ser
poco más que un aprendizaje por una influencia
social que utiliza comportamientos ya presentes
en el repertorio animal. Los chimpancés manipu-
lan objetos con las manos. Cuando un individuo
emplea una piedra para cascar nueces o un palo
para cazar termitas, puede incitar a otro a inten-
tar la misma tarea. Este último, en su tentativa
puede por casualidad cascar una nuez o extraer
una termita. La recompensa reforzará el compor-
tamiento, incluso aunque no hubiera existido una
imitación directa.
Otro ejemplo: algunos pájaros modifican su con-
ducta cuando saben que otros individuos de su
especie los observan. Parecen «conscientes» de que
el que mira podría sacar provecho de lo que está
haciendo. Así pues, cuando un pájaro cascanueces
percibe que otro observa cómo esconde comida,
regresará más tarde al lugar con el fin de ocultar su
botín en un nuevo escondrijo más seguro. Dicha
conducta, común en otros córvidos, resulta intri-
gante, aunque quizá sea solo una predisposición
a responder a un comportamiento aprendido. De
hecho, no existen pruebas fehacientes de una teo-
ría de la mente fuera de los humanos. La mayoría
de los niños de dos años comprenden mejor los
pensamientos de otros congéneres que los simios
adultos entre los suyos.
A pesar de que algunos animales parecen dis-
poner de lo que daríamos en llamar «tradiciones»
culturales (los pájaros que picotean las tapas de
las botellas de leche para bebérsela o los chimpan-
cés que cascan nueces con piedras), estos hábitos
EN SÍNTESIS
Únicos y diferentes
1La capacidad para la
cultura hace única a la
especie humana. Su estrate-
gia para sobrevivir consiste
en la transmisión de tecno-
logía y habilidades.
2Los humanos se vol-
vieron «supersociales»
como consecuencia del robo
visual, por apropiarse unos
de las ideas de otros.
3El lenguaje evolucionó
de la necesidad de nego-
ciar. Con el proceso evolutivo
se ha ampliado la variedad
de talentos.
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 23
MU
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TH
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STEP
HA
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SENTIDO PARA EL ARTE Los antepasados que poblaron la
Jura de Suabia hace 30.000 años
tallaron esta figura con cabeza
de león y cuerpo de hombre
en el colmillo de un mamut.
Creaciones como esta revelan la
estrecha relación de los humanos
primitivos con su entorno natu-
ral, así como su capacidad para
elaborar piezas simbólicas.
no evolucionan o mejoran con el transcurrir del
tiempo. Aunque pasara un millón de años, segui-
rían usando las mismas técnicas, a menos que
adquirieran un aprendizaje social y una teoría de
la mente verdaderos.
Las sociedades humanas, en cambio, evolucio-
nan de forma gradual por adaptación cultural
acumulativa. El conocimiento, las habilidades y
las técnicas almacenan mejoras y crecen en va-
riedad a medida que las personas se imitan unas
a otras, que eligen y modifican las formas exis-
tentes y que combinan objetos para fabricar otros
nuevos (de compaginar un palo tallado con un
hacha de mano surge el primer hacha con mango).
El resultado de todo ello es una cultura compleja
y variada que mantiene con las tradiciones cul-
turales animales una semejanza equiparable al
parecido entre una cantata de Bach y un gorila
golpeándose el pecho.
Hurtar por la vista
La capacidad de mejora constante exigió trans-
formaciones inusuales en el reino animal. Valga
como ejemplo el altruismo. Los humanos coope-
ran con individuos que no son parientes y llevan
a cabo actos de generosidad que podrían bien no
ser correspondidos. También comercian y se inter-
cambian objetos, sujetan la puerta para que pasen
los demás, ceden el asiento a personas mayores
en el metro, contribuyen en las obras benéficas
o arriesgan la vida para socorrer a alguien de un
edificio en llamas. El ser humano posee una enor-
me orientación hacia el grupo: es feliz vistiendo
la camiseta a juego con un evento musical o de-
portivo o pintándose la cara con los colores de su
equipo favorito, se entristece con la muerte de
personas por la guerra o a causa de un desastre
natural o de un accidente.
24 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
EVOLUCIÓN HUM ANA
En cambio, en las demás especies animales,
la cooperación queda confinada, por lo general,
a los parientes. La teoría de la selección de pa-
rentesco ofrece una convincente explicación de
ese comportamiento: las acciones que ayudan a
los individuos del mismo parentesco benefician
las copias de los genes propios. Sin embargo, esta
teoría no explica la propensión humana a ayudar
a los extraños. Por tanto, deberíamos considerar
que el ser humano es «supersocial», ya que se ha
liberado de las limitaciones genéticas usuales para
alcanzar el desarrollo del altruismo. Pero ¿por
qué? [véase «¿Por qué cooperamos?», por Martin
A. Novak; Investigación y ciencia, octubre de
2012].
Hace entre 160.000 y 200.000 años, la capacidad
de nuestros antepasados para la cultura provocó
una crisis social, a la que puso remedio la super-
sociabilidad. Llegados a este punto, cabe pregun-
tarse ¿qué desencadenó esa crisis? El robo visual,
es decir, la habilidad de apropiarse de las ideas
de otros.
Dado que podemos aprender con el solo es-
fuerzo de atender a aquello que desarrollan los
demás, el conocimiento resulta un bien al alcance
de cualquiera. De esta manera, las culturas evo-
lucionan y se adaptan con gran rapidez. Ahora
bien, si una persona observa el tipo de cebo que
usa otro congénere para pescar o el modo en el
que empuña un hacha de mano, el primero se
beneficiará de la ingeniosidad del segundo; in-
cluso puede que con mejores resultados, ya que
el imitado dedicó tiempo a experimentar con la
estrategia adecuada antes de llegar a la solución
que ahora el otro se limita a copiar. El imitador
podría incluso atrapar antes el pez que el sujeto
que hace las veces de modelo.
Así pues, resulta ventajoso mantener las me-
jores ideas en secreto, no sea que otro las robe.
Algunas manifestaciones actuales de ello sería la
renuencia a compartir conocimientos (sean anti-
guas recetas de familia, cebos de pesca o planes
científicos o comerciales novedosos), las innume-
rables patentes y los derechos de autor.
Con todo, ocultar las mejores innovaciones ha-
bría sido una especie de muerte evolutiva: habría
paralizado la adaptación cultural acumulativa, lo
que hubiera provocado el colapso de unas socie-
dades incipientes a causa del peso de la sospecha
y el rencor. Para evitar ese destino evolucionaron
las reglas sociales y la psicología, fenómenos que
posibilitan el intercambio de ideas, conocimientos
y técnicas sin excesivo temor a ser explotados.
Asimismo, el ser humano comenzó a otorgar
gran importancia al hecho de demostrar la propia
valía a los demás, y a evaluar la de otros. El cono-
cimiento y la tecnología formaban ahora parte
del patrimonio del grupo social, que no quería
compartirlos con tramposos ni competidores.
Los numerosos actos de altruismo que carac-
terizan la naturaleza supersocial humana evo-
lucionaron como formas de demostrar al grupo
cooperativo el compromiso y, por tanto, la valía
de uno. El modo más claro de enseñar a los de-
más que se es altruista consiste en comportarse
como tal. Además, la reputación que con ello se
gana atrae el altruismo de otros, lo que a su vez
da acceso a la recompensa material y social dentro
de las comunidades.
Sin embargo, una vez que ese sistema se puso
en marcha, no quedó otra alternativa que volverse
altruista «jactancioso», ya que el altruismo servía
para competir: aseguraba una parte del botín de
la cooperación. De hecho, características únicas
de la psicología humana, como las normas y la
moral, las expectativas de equidad y la tendencia
hacia la «agresión moralizante» (castigar a quie-
nes infringen los principios sociales), se basan en
emociones y mecanismos que evolucionaron con
el fin de vigilar a los individuos tentados de ex-
plotar el frágil sistema cooperativo.
Algo de lo que hablar
El lenguaje humano difiere de los gruñidos, gor-
jeos, bramidos, olores, golpes de pecho y demos-
traciones coloristas del resto del reino animal en
que es «compositivo». Hablamos con oraciones
construidas con sonidos (palabras) estructuradas
EN BREVE
Bajo el concepto de teoría de la mente se entiende la capacidad de ponerse en la piel de otro y, de esta manera, interpretar su conducta.
El altruismo consiste en un comportamiento desinteresa-do para procurar el beneficio ajeno.
La denominación del gen FOXP2 deriva de la abrevia-tura inglesa para la familia genética forkhead box («caja de la cabeza del tenedor»), en alusión a la mutación genética que provoca esa forma carac-terística en ciertos fragmentos de ADN de la mosca de la fruta Drosophila. Los genes FOX controlan la lectura de otros factores hereditarios, para lo cual actúan de diversa manera. El FOXP2 humano cobró interés como «gen del habla». Una mutación inusual de este factor provocó que los miembros de una familia inglesa manifestara dificulta-des con la gramática.
El fenómeno de la domesti-cación se caracteriza por la transformación de los anima-les salvajes en domésticos a través de la cría selectiva.
UN
IVER
SID
AD
DE
TUB
ING
A /
HIL
DE
JEN
SEN
OBJETO OCIOSO Datada en cerca de 35.000
años, la Venus de Hohlen Fels
se encontró en una cueva de
la Jura de Sabia. Se conside-
ra como el primer símbolo
sexual y la primera figura
tallada de la humanidad hasta
ahora conocida. 1 cm
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 25
como sujeto, verbo y objeto. Es cierto que algunos
animales producen sonidos que parecen sustan-
tivos, pero el uso de oraciones solo se ha demos-
trado en humanos Así, los monos verdes pueden
avisar de la amenaza de un depredador si este se
acerca por tierra pero no si viene desde el aire.
Varias características anatómicas y de com-
portamiento (músculos faciales coordinados o
tendencias primates a la gesticulación) remotas
en el tiempo podrían haber contribuido al origen
de nuestro lenguaje. Sin embargo, no explican por
qué evolucionó. Las formas complejas de coope-
ración e intercambio que se desarrollaron para
desactivar la crisis del robo visual exigían una
tecnología social con la que gestionar tratos, coor-
dinar actividades, negociar acuerdos y difundir la
reputación. Al parecer, el lenguaje constituyó esa
pieza de tecnología social.
Los humanos adquirieron el lenguaje porque
eran la única especie con suficientes asuntos de
los que hablar como para pagar por el tiempo y
la energía que se requieren para aprender a usar-
lo. En cambio, otros animales que carecen de esa
complejidad social no necesitan lenguaje verbal.
Por el contrario, las sociedades humanas proba-
blemente no podrían existir sin él.
Incluso los actos más simples de intercambio
dependen de la capacidad de comunicarse a tra-
vés de la palabra. Imagínese el lector por unos
momentos que es un experto en la elaboración de
arcos y que al autor de este artículo se le da bien
confeccionar flechas, mas nuestra especie carece
de lenguaje. Le entrego algunas flechas esperando
que usted, a cambio, me dé alguno de sus arcos.
No obstante, me sonríe y, pensando que le estoy
regalando las saetas, las coge y se marcha. Le per-
sigo, nos peleamos y acabo atravesado por una de
mis flechas. Ahora reproduzca la escena, pero esta
vez con actores que poseen un lenguaje verbal: el
acuerdo cooperativo resulta posible.
Los neandertales poseían la misma versión del
gen FOXP2 que los humanos actuales: un segmen-
to de ADN implicado en los movimientos moto-
res precisos para hablar. Este hecho ha llevado
a numerosos investigadores a sugerir que esos
homínidos también poseían lenguaje. Aun así,
los informes arqueológicos poco apuntan hacia
una adaptación cultural acumulativa en los nean-
dertales: no se han encontrado ni instrumentos
musicales ni de arte, ni anzuelos, ni arrojalanzas
relacionados con el hombre de Neandertal. Ni
siquiera cosían la ropa. Acorde con la regla del
robo visual, esta falta de cultura indica que los
neandertales no disponían de lenguaje. Su FOXP2
humano podría haberles proporcionado mejores
habilidades para la comunicación en comparación
con otros mamíferos. No obstante, para explicar
la aparición del lenguaje debemos apuntar más
allá de la anatomía y los genes, y preguntarnos
por su necesidad. Algunos pájaros, por ejemplo,
saben imitar el habla humana, pero no comparten
nuestra versión del FOXP2.
Domesticados por la cultura
La gama de habilidades humanas es enorme-
mente amplia. Algunos individuos son buenos
en música, otros en matemáticas, diseño, lengua
o deportes. Se ha demostrado que todas esas ha-
bilidades presentan un componente genético des-
tacado. Por otro lado, la selección natural propicia
que algunas variedades genéticas sobrevivan a
expensas de otras. Este proceso favorece, entre
las aves canoras, a los ejemplares más melódicos;
a los corredores más rápidos entre los leones, así
como entre sus presas a los antílopes. El otro lado
de la moneda también existe: los «cantantes me-
diocres» se quedan sin amor (y sin crías), y los
corredores más lentos pasan hambre o mueren.
Cabría esperar, pues, que la selección natural ten-
diera a difuminar las diferencias entre los huma-
nos. ¿Cómo se explica entonces la diversidad de
habilidades en nuestra especie?
La variedad surge, de nuevo, como consecuen-
cia de nuestra capacidad para la cultura. Una
vez que el sistema cooperativo posibilitó que los
humanos intercambiaran habilidades, bienes y
servicios, los sujetos que se especializaron en las
tareas que mejor desempeñaban poseían mayores
provisiones para comerciar con otros. Ninguna
otra especie practica la división del trabajo con
individuos no emparentados.
Las culturas domesticaron y diferenciaron a
los humanos según su talento, propiciando que
coexistieran habilidades diversas. Un escenario
que deberíamos reconocer sin problemas por ha-
bérselo infligido a numerosos animales domés-
ticos, en particular, a los perros. Razas perrunas
como chihuahuas o terranovas cuentan con mar-
cas genéticas que se asocian con el desarrollo de
temperamentos concretos y de habilidades y mor-
fologías determinadas como respuesta al medio
social de las personas.
La historia de nuestra especie consiste en el triunfo progresivo de la cooperación
Don inusualEn qué medida los animales disponen de una teoría de la mente es aún hoy una cuestión controvertida. Las observaciones en simios in-dican la posibilidad de que se dé sobre todo en ellos. Según Michael Tomasello, del Institu-to Max Planck en Leipzig, los chimpancés presentan cierta capacidad para empatizar con un congénere. Sin embargo, esta identificación mental y afectiva dista mucho del nivel que alcanza en los humanos.
(«Chimpanzees understand psycho-
logical states: The question is which
ones and to what extent». M. To-
masello et al. en Trends in Cognitive
Sciences, vol. 7, págs. 153-156, 2003.)
26 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
EVOLUCIÓN HUM ANA
De igual modo, los genes humanos podrían ha-
ber experimentado una tendencia a especializarse
según las oportunidades que ofrecían las socieda-
des. De ser así, ello podría acarrear implicaciones
relevantes para la sociedad contemporánea. La
mayoría de las personas apoyan el objetivo social
de asegurar la igualdad de oportunidades. Pero si
los individuos poseen diversas habilidades inna-
tas, tal política podría producir una «meritocracia
genética», es decir, una sociedad diferenciada por
predisposiciones connaturales.
El mundo moderno
Según se ha demostrado, hace unos 40.000 años
aconteció un cambio en el grado de selección po-
sitiva, el cual afectó al genoma humano. Quizá
no fuese un accidente la coincidencia de ese fe-
nómeno con el florecimiento de la cultura, como
refleja la explosión de artefactos de toda índole, de
obras de arte e instrumentos musicales, así como
la ocupación territorial del mundo. Estos genes de
evolución rápida constituyen nuestra predispo-
sición genética para la cultura; también pueden
identificarse con los mismos métodos usados para
aislar los genes causantes de enfermedades.
Las sociedades modernas actuales difieren
totalmente de las pequeñas tribus que una vez
compitieron para ocupar la Tierra. Aun así, la an-
tigua psicología sigue funcionando en nuestro
mundo multicultural globalizado. La historia de
la especie humana es el triunfo progresivo de la
cooperación sobre el conflicto a medida que sus
miembros fueron reconociendo que cooperar fa-
vorecía la obtención de una recompensa mayor
en contraposición de la traición y la venganza.
En un mundo diverso, la clave para promover
esta cooperación estriba en crear entre los huma-
nos una sensación de confianza y unos valores
compartidos que vayan más allá de las imprecisas
diferencias étnicas o culturales. Ese es el adhesivo
social que ha fomentado nuestra supersociabili-
dad y que puede seguir haciéndolo.
Artículo original publicado en Nature, vol. 482, págs. 297-299, 2012. Traducido con el permiso
de Macmillan Publishers Ltd. © 2012
Para saber más
Theory of mind in nonhuman primates.� Cecilia Heyes en Behavioral and Brain Sciences, vol. 21, págs. 101-114, 1998.
The blank slate: The modern denial of human nature.� S. Pinker. Penguin Press, 2003.
Recent acceleration of human adaptive evolution.� J. Hawks et al. en Proceedings of the National Academy of Sciences USA, vol. 104, págs. 20753-20758, 2007.
Localizing recent adaptive evolution in the human ge-nome.� S. H. Williamson et al. en PLoS Genetics, vol. 3, pág. e90, 2007.
Animal cultures.� Kevin N. La-land en Current Biology, vol. 18, n.o 9, págs. R366-R370, 2008.
The rational optimist: How prosperity evolves.� M. Ridley. Penguin Press, 2010.
The evolution of language.� W. T. Fitch. Cambridge Univer-sity Press, 2010.
Social learning and the de-velopment of individual and group behaviour in mammal societies.� Alex Thornton y Tim Clutton-Brock en Philosophi-cal Transactions of the Royal Society B, vol. 366, págs. 978-987, 2011.
The origin of our species.� C. Stringer. Allen Lane, 2011.
Wired for culture.� The natural history of human cooperation.� M. Pagel. Penguin Press, Lon-dres, 2012.
Mark Pagel� es profesor de biología evolutiva en la Escuela de Ciencias Bio-lógicas de la Universidad de Reading, Gran Bretaña.
IGNACIO UGARTE
A una unidad astronómica
JOSÉ MARÍA EIRÍN LÓPEZ
Evolución molecular
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Neurobiología
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Física y sociedad
LUIS CARDONA PASCUAL
Ciencia marina
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28 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
EVOLUCIÓN HUM ANA
La teoría de la selección natural de Char-
les Darwin no solo nos proporciona
un marco para organizar y entender
la evolución de los seres vivos; tam-
bién la forma en que aprendemos y
aquello que nos interesa aprender han sido mo-
delados por la selección natural. La mayor parte
de las exigencias de la vida son relativamente tri-
viales y han cambiado poco a lo largo de milenios.
Y la mente humana ha evolucionado para mane-
jar sin esfuerzo estos bits previsibles de informa-
ción. Los cambios tremebundos, como el brote
de una epidemia o una guerra, introducen retos
inesperados e influencian de modo despropor-
cionado nuestra supervivencia. En este ambiente
tan fluctuante, los individuos capaces de resolver
con habilidad los obstáculos que ponen en peligro
la vida juegan con ventaja. En definitiva, la teoría
de la selección natural de Darwin puede aplicarse
a la capacidad de aprendizaje del ser humano.
En esencia, las personas cuentan con dos siste-
mas para enfrentarse a la información del entor-
no: el modo en «piloto automático» y el mediado
por procesamiento consciente. El primero se ocu-
pa de los rasgos universales del mundo social y
ecológico; el segundo, la habilidad para resolver
problemas de manera consciente, permite captar
cambios sutiles en el ambiente.
La comprensión de ambos mecanismos de
aprendizaje permite una visión más profunda
sobre la manera de pensar de los niños. En este
sentido, un enfoque evolutivo de la enseñanza
puede ayudar a los educadores a solventar la bre-
cha entre la predisposición cognitiva innata de los
alumnos y los objetivos de la escuela. Este acer-
camiento alumbra el camino hacia métodos más
efectivos para educar a las generaciones futuras.
Anclajes en un mar sensorial
Algunas de las predisposiciones al aprendizaje
brotan a muy temprana edad. Desde el naci-
miento, los bebés atienden más a estímulos que
se asemejan a la estructura de una cara humana
(dos ojos sobre una nariz) que a otros de similar
complejidad [véase «Expertos en rostros», por
Stefanie Höhl; Mente y cerebro n.o 58, enero de
2013]. Estos rasgos críticos captan su atención, lo
cual facilita el desarrollo de un vínculo materno-
paterno-filial. Los elementos que resultan de cru-
cial importancia para la supervivencia y que se
mantienen básicamente inalterados a lo largo de
miles de generaciones acaban integrados como
puntos de referencia o anclaje en la cognición hu-
mana. Dirigen la atención a los aspectos predeci-
bles de la vida y permiten procesar la información
de forma automática. Siguiendo con el ejemplo,
la predisposición innata hacia las caras humanas
ayuda a los recién nacidos a encontrar un punto
de anclaje en un entorno que, de otra forma, re-
sultaría desbordante dada la ingente cantidad de
estímulos.
Con todo, los infantes deben diferenciar a sus
progenitores del resto de los individuos. Por esta
razón, los puntos de anclaje cognitivos permiten
cierta flexibilidad. Sin embargo, la característica
que convierte a la especie humana en única reside
en otro nivel de plasticidad, el cual le permite re-
solver problemas de forma consciente. Cuando las
condiciones del medio cambian de forma brusca,
la supervivencia o las perspectivas reproductivas
EN SÍNTESIS
Presente anclado en el pasado
1Entender cómo ha evo-
lucionado el cerebro
puede ayudarnos a com-
prender por qué algunos ni-
ños encuentran dificultades
para aprender en la escuela.
2La selección natural
predispuso a la mente
humana durante miles de
generaciones para atender
de forma automática a
algunos rasgos del entorno
social y ecológico más que
a otros.
3Solo con esfuerzo pode-
mos neutralizar nuestro
sistema de aprendizaje
automático para afrontar
retos nuevos, como los que
plantea la escuela.
El cerebro primitivo en las aulas modernasLa evolución ha predispuesto a la mente humana para atender a ciertos estímulos.
Ello podría explicar algunas de las dificultades en el aprendizaje escolar actual
DAVID C . GEARY
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 29
PISTAS DEL AYER La visión evolutiva del apren-
dizaje puede contribuir a pre-
decir el comportamiento del
alumnado y, de esta manera,
mejorar la educación.
de los individuos corren peligro, y el sistema auto-
mático puede convertirse en un obstáculo. Los hu-
manos necesitan de formas creativas para enfren-
tarse a las nuevas condiciones. La combinación de
predisposiciones innatas y de resolución plástica
de contratiempos determina el modo en que las
personas procesan la información nueva y, por
extensión, la manera en la que aprenden.
Como posibles causas del origen de la capaci-
dad de resolver problemas conscientemente los
teóricos barajan la vida en condiciones climáti-
cas fluctuantes, las dinámicas sociales comple-
jas o la necesidad ecológica de cazar. Richard D.
Alexander, profesor emérito de la Universidad de
Michigan en Ann Arbor, propone como modelo
para explicar la evolución de la mente humana
el hecho de que cuando nuestros antepasados
comenzaron a construir refugios, a elaborar
herramientas de caza y a encender fuego para
cocinar, aumentó su capacidad de extracción de
recursos del entorno y de solventar la amenaza
que suponían el hambre y los depredadores. Con
la reducción de esos peligros, las primeras pobla-
ciones se expandieron, fenómeno que aumentó
su competencia de conseguir tierras, alimentos
y otros recursos.
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30 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
EVOLUCIÓN HUM ANA
El núcleo de esa lucha por la existencia se con-
cretó en una batalla entre miembros de la propia
especie por el control de los recursos clave. La
competición social no es exclusiva de los huma-
nos, pero se convierte en una presión selectiva
especialmente potente para aquellas especies
que dominan sus ecosistemas, como es nuestro
caso. Tanto nuestra supremacía ecológica como
la competición social asociada se apoyan en la sa-
biduría popular, es decir, en los patrones innatos
de pensamiento que nos ayudan a procesar los
asuntos relativos a la psicología, la biología y la
física en el día a día.
La psicología popular consiste en el conoci-
miento implícito organizado en torno al sujeto,
otras personas y dinámicas sociales; la biología
popular y la física popular se relacionan con lo
que pensamos de los seres vivos y el mundo físico,
respectivamente. Dichas habilidades evoluciona-
ron, puesto que permitieron que nuestros ante-
pasados no malgastaran sus energías mentales en
tareas mundanas de la vida diaria y, en cambio,
centrarse en el dominio de los desafíos sociales y
ambientales en constante transformación.
Las competencias psicológicas innatas nos
distancian del resto de las especies. Los huma-
nos poseemos una autoconsciencia connatural y
posiblemente única. Esta habilidad se encuentra
fuertemente ligada a la destreza de viajar con la
mente en el tiempo (nos podemos proyectar en el
pasado o en el futuro). En este contexto, la auto-
consciencia se sustenta en una red de recuerdos
a largo plazo y el conocimiento sobre uno mis-
mo (autoesquema). El autoesquema puede regular
comportamientos ligados a metas; ello nos per-
mite planificar dónde invertir esfuerzo y cuánto
persistir en caso de fracaso.
Asimismo elaboramos esquemas sobre las de-
más personas. Ciertas relaciones sociales, como la
materno-paterno-filial o la amistad, son universa-
les. Estos lazos se apoyan en capacidades innatas
que nos permiten leer los signos de comunica-
ción no verbales, descifrar las expresiones faciales,
compartir un lenguaje y disponer de una teoría
de la mente (capacidad de desarrollar inferencias
acerca de las intenciones, creencias, estados emo-
cionales y probables comportamientos futuros de
los demás). Cuando conocemos a alguien, cons-
truimos un esquema de su persona, el cual en-
capsula recuerdos duraderos de atributos físicos,
rasgos de personalidad e incidentes específicos
relacionados con ese sujeto. Ese conocimiento nos
permite entender y predecir mejor las acciones de
nuestros conocidos.
Además de las relaciones individuales, el ser
humano divide su mundo social en grupos. Tien-
de a manifestar actitudes y creencias más posi-
tivas hacia miembros del propio grupo que de
otro, en especial cuando ambos colectivos com-
piten entre sí. También se afilia apoyándose en la
nacionalidad y la religión, organizándose en uni-
dades sociales más grandes que las meras relacio-
nes individuales. La preocupación por las cues-
tiones sociales se encuentra integrada en nuestra
forma de pensar.
De manera similar, los humanos han desarro-
llado atajos para procesar información del mundo
biológico: poseen una habilidad universal para
CAPACIDADES INNATAS El ser humano nace con pre-
disposiciones cognitivas que
le ayudan a atender a los
rasgos del entorno claves para
la supervivencia, buscando in-
formación relevante de tipo
social, biológico y físico.
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MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 31
llevar a cabo taxonomías de otras especies y orga-
nizar el conocimiento sobre conductas, patrones
de crecimiento y características recurrentes de
un tipo familiar de planta o animal. Ese conoci-
miento ayudó a los integrantes de las culturas
primitivas a adquirir las habilidades necesarias
para asegurarse el alimento y la medicina.
Con el fin de explotar territorios ricos en caza,
nos servimos de sistemas naturales que nos per-
miten navegar en espacios tridimensionales y
recordar rasgos salientes del entorno, tal y como
acometen otras muchas especies. Sin embargo,
los humanos vamos, al menos, un paso más allá:
creamos mapas panorámicos junto a imágenes
del espacio físico cuando no nos encontramos en
él. La habilidad de construir y usar herramientas
supera con creces la de otras especies. Se trata casi
con seguridad de un componente del dominio
del hombre sobre la Tierra. Por último, existen
sólidas pruebas que sugieren que los humanos
disponemos de un sentido intuitivo para los nú-
meros y el tiempo. La complejidad del modo en
que representamos el tiempo en nuestra mente
supera con amplitud la documentada en otros
seres vivos.
Evolución de la consciencia
Las competencias comunes a la especie humana
desglosadas hasta ahora indican que las perso-
nas procesan de forma automática y con poco
esfuerzo cognitivo la mayor parte de la informa-
ción diaria a lo largo de la historia evolutiva. Sin
embargo, la vida no se compone solo de rutina.
La convivencia conlleva sorpresas. La habilidad de
bloquear los sistemas automáticos de respuesta
y activar procesos controlados para la resolución
(consciente) de contratiempos constituye un rasgo
definitorio de la mente humana.
En base a otros estudios, en 2005 propuse que
los humanos son, tal vez, únicos en la capacidad
de generar modelos mentales de las circunstan-
cias, capacidad que permite anticipar cambios
futuros e inventar estrategias de afrontamiento.
Nuestra especie emplea la memoria operativa
para mantener representaciones mentales de las
situaciones. Podemos visionar un escenario ima-
ginario y comparar esa escena ficticia con el mo-
delo actual; nos resulta posible simular estrategias
para reducir la diferencia entre el lugar en el que
nos encontramos y a dónde queremos llegar en
un futuro. Ello nos propicia una ventaja evolutiva
clave. Podemos ensayar mentalmente formas de
superar a otros en la lucha por una pareja o un
ascenso laboral. La combinación de consciencia,
autoconsciencia y resolución explícita de proble-
mas nos permite aprender cosas que no resulta-
ron cruciales en nuestro pasado evolutivo.
Consideremos la física moderna, uno de los
logros intelectuales más notables de la huma-
nidad y que continúa siendo un dominio difícil
de entender para muchos de nosotros. Parte del
problema estriba en que las inferencias que se
derivan de la física popular a menudo chocan con
la explicación científica del mismo fenómeno.
Cuando se pregunta por las fuerzas implicadas
en el movimiento de una pelota de béisbol que
ha sido lanzada, la mayor parte de las personas
consideran dos fuerzas: una que propulsa la bola
hacia delante (como haría un cohete invisible),
y la otra que la empuja hacia abajo. La segunda
fuerza es la gravedad, pero, de hecho, ninguna
fuerza propulsa la pelota hacia delante una vez ha
abandonado la mano del jugador. A pesar de que
los adultos, e incluso los niños en edad preescolar,
trazan de manera correcta la trayectoria que des-
cribirá un objeto lanzado o en movimiento, reflejo
de la física popular, su explicación del fenómeno
revela a menudo ingenuidad en la comprensión
de las fuerzas en acción.
En su obra maestra Principia, Isaac Newton des-
cribe de forma clara la situación: «No defino tiem-
po, espacio, lugar ni movimiento, por tratarse de
palabras bien conocidas por todos. Únicamente he
Nuestros antepasados centraron su lucha por la existencia en el control de mejores tierras, comida y otros recursos
MÁS ALLÁDE LA NATURALEZA Los niños aprenden con rapi-
dez a lanzar una pelota, mas
requieren de esfuerzo para
entender la física que subyace
a esta actividad. A menudo
también necesitan la ayuda
de un profesor.
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32 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
EVOLUCIÓN HUM ANA
de hacer notar que la gente común no concibe estas
cantidades en otro contexto que el de las relacio-
nes que estas guardan con los objetos sensibles». En
otras palabras, «la gente común» solo comprende
los fenómenos físicos en términos de conocimiento
popular. Newton llevó a la humanidad más allá de
la explicación tosca que surge del sistema conscien-
te de resolución de problemas que desarrollamos
para enfrentarnos a situaciones novedosas. A dife-
rencia de la mayor parte de los individuos, este cien-
tífico estaba más obsesionado por comprender la
naturaleza física del mundo que las complejidades
sociales. Dedicó muchos años a pensar solo sobre
física; también llevó a cabo numerosos experimen-
tos para poner a prueba sus hipótesis.
El esfuerzo llevado a cabo por Newton transfor-
mó las ciencias y supuso una distinción impor-
tante entre la comprensión técnica de la gravedad
y el movimiento y las creencias populares sobre
los mismos. Estudios basados en la neuroimagen,
además de otros ensayos, indican que abandonar
las intuiciones y abrazar la visión newtoniana no
resulta tarea sencilla, incluso para estudiantes
universitarios.
Lo mismo ocurre en múltiples dominios de
la vida moderna: el abismo que separa el cono-
cimiento popular del amplio legado cultural,
científico y tecnológico se ensancha a un ritmo
acelerado. Debido a que, para prosperar en la vida
contemporánea, alguno de estos conocimientos
se ha vuelto imprescindible, confiamos en las es-
cuelas para asegurar que todos los miembros de
la sociedad asimilen la información y las compe-
tencias básicas. No obstante, al contrario de lo que
ocurre con el aprendizaje implícito que adapta
el sistema popular a las condiciones específicas
(como aprender a identificar a los propios padres),
aprender en la escuela requiere el mismo grado
de participación de los sistemas explícitos de me-
moria operativa y de resolución de problemas que
utilizaron Newton y otros innovadores, y que han
dado lugar a la cultura moderna. Para complicar
aún más el asunto, los niños manifiestan tenden-
cias innatas en términos de motivación, las cuales
chocan con frecuencia con las exigencias de las
actividades académicas.
El deseo de aprender
La visión evolutiva del aprendizaje revela ciertas
tendencias de los niños. En primer lugar, desta-
ca su inclinación hacia las actividades que po-
nen en juego sus capacidades innatas. Un claro
ejemplo de ello es la motivación que muestran
por jugar con otros compañeros, actividad que
a su vez agudiza sus habilidades sociales. De la
misma manera, los niños buscan tareas que les
ayudan a desarrollar su comprensión biológica
y física del mundo. De esta manera, los escolares
mostrarán más interés por aprender áreas directa-
mente relacionadas con sus habilidades comunes
que, póngase por caso, la resolución de ecuaciones
polinomiales.
Tal predisposición podría explicar por qué mu-
chos alumnos otorgan mayor importancia a las
actividades colectivas que a sus logros en áreas
académicas esenciales. En 2003, Mihaly Csikszent-
mihalyi y Jeremy Hunter, ambos de la Universidad
de Graduados Claremont, descubrieron que los
El abismo que separa el
conocimiento innato del vasto legado cultural,
científico y tecnológico crece a gran
velocidad
APLICACIÓN EN EL AULA Los hallazgos en ciencia evolu-
tiva sugieren que se advierta
a los escolares de que las
matemáticas requieren es-
fuerzo; también aconsejan a
los docentes que realicen una
especial supervisión de los
trabajos en grupo. GET
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MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 33
estudiantes experimentaban niveles más bajos
de felicidad mientras realizaban los deberes, asis-
tían a clase o hacían ejercicios de matemáticas;
por el contrario, presentaban niveles más altos
cuando hablaban con sus compañeros. Una pre-
disposición hacia las relaciones sociales puede
no resultar útil para el dominio del álgebra, pero
se presenta como lógica en el desarrollo de una
especie altamente social.
Otra idea que se desprende de la perspectiva
evolucionista del aprendizaje, relacionada con la
anterior, propone que el núcleo del autoesquema
de una persona se define por el lugar que ocupa
respecto a sus iguales. Estos últimos resultan
de suma importancia desde un punto de vista
evolutivo. Los datos, a fecha de hoy, lo confir-
man: el mejor determinante de la autoestima
desde la infancia hasta la edad adulta reside en
el atractivo social percibido, no en los resultados
académicos.
Podemos derivar otra predicción sobre cómo
los niños aprenderán en grupo. Aunque popular
en los círculos educativos, desde una perspectiva
evolutiva, el trabajo en grupo no tiene por qué
resultar particularmente efectivo, a no ser que se
desarrolle bajo una supervisión adecuada. Por el
contrario, puede augurarse que las conversacio-
nes de los escolares tenderán a enfocarse hacia
temas de mayor relevancia evolutiva que la tarea
asignada (por ejemplo, los chismorreos). Pese a
que ese parloteo se antoje trivial, puede revelar
detalles cruciales sobre la estructura de las redes
sociales.
Diversos psicólogos evolutivos han argumen-
tado que la predisposición social de los niños,
además de otras actividades de desarrollo, pue-
den desembocar, en ocasiones, en aprendizaje
académico. Al inicio de la escuela, la frontera
entre habilidades innatas y conocimiento nuevo
resulta borrosa. Aunque el interés natural de los
niños por la novedad y el deseo de aprender su
cultura empiezan en el colegio, estos no serán su-
ficientes para mantener un compromiso académi-
co a largo plazo. Si el modelo aquí propuesto es
correcto, la activación del mecanismo consciente
de resolución de problemas requerirá un esfuerzo
significativo. Si no se asume de manera explíci-
ta que el aprendizaje requiere un trabajo duro, nos
arriesgamos a dejar que los escolares crean que
aprobarán las asignaturas con facilidad. Cuando
comiencen a fracasar, correrán el riesgo de de-
sarrollar atribuciones que puedan comprometer
su trayectoria escolar.
En este sentido, el cambio en las atribuciones de
los alumnos sobre el aprendizaje de una materia
difícil (matemáticas), que acontece cuando se pasa
de poner el énfasis en la habilidad a ponerlo en el
esfuerzo, resulta en un mayor compromiso en las
clases de la materia y en una mejora del apren-
dizaje, según averiguaron Lisa Blackwell y sus
colaboradores en la Universidad de Columbia, en
2007. El inicio de la educación formal, cuando los
niños pasan de desarrollar tareas que les resultan
fáciles a otras más difíciles (de contar pequeñas
cantidades de objetos a cantidades mayores), pue-
de suponer la primera oportunidad para inculcar
a los escolares la expectativa de que el aprendizaje
requerirá una inversión de tiempo y energía. Por
supuesto, numerosos profesores ponen énfasis en
la importancia del esfuerzo, pero estudios como
los de Blackwell sugieren la posibilidad de que se
puede hacer aún más.
Nos encontramos en un punto de la historia
en el que el conocimiento cultural y las habilida-
des necesarias para funcionar en las sociedades
modernas han sobrepasado con creces los me-
canismos de aprendizaje que heredamos de los
primeros antepasados. Y la escuela constituye
el escenario principal en el que cultura y evolu-
ción coinciden a lo largo del desarrollo del niño.
Abordar el desarrollo académico infantil con un
ojo puesto en la evolución aumenta la capacidad
de respuesta a cuestiones clave desde el punto
de vista educativo (entre ellas, por qué muchos
alumnos requieren instrucciones explícitas para
aprender a leer pero no para hablar). También nos
aclara el motivo por el que numerosos niños valo-
ran más las relaciones sociales que el aprendizaje
académico.
Por supuesto, los padres y profesores pers-
picaces conocen las preferencias de sus hijos y
alumnos; sin embargo, una mirada atrás en la
evolución ayuda a razonar sobre estas, además
de sugerir formas novedosas para mejorar la edu-
cación de las mentes jóvenes.
Para saber más
The origin of mind: Evolu-tion of brain, cognition, and general intelligence. David C. Geary. American Psychological Association, 2005.
Educating the human brain. Michael I. Posner y Mary K. Rothbart. American Psychological Association, 2006.
Educational psychology handbook, vol. 1: Theories, constructs, and critical issues. Dirigido por K. R. Harris, S. Graham y T. Urdan. American Psychological Association, 2012.
The journey from child to scientist: Integrating cogni-tive developement and the education sciences. Dirigido por J. Shrager y S. M. Carver. American Psychological Association, 2012..
David C. Geary� es profesor en el depar-tamento de ciencias psicológicas de la Universidad de Missouri-Columbia. Ha trabajado en el Grupo Asesor Nacional de Matemáticas del Departamento de Educación de EE.UU.
34 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
PSICOLOGÍA INFANTIL
«Lisa, ¡ven inmediatamente!», grita enfa-
dada Ana*. Excepto Lisa, todos los de-
más niños de dos años que participan
en el grupo de juego se encuentran
sentados en el regazo de su respecti-
va madre. Lisa, en cambio, se acomoda sobre las
rodillas de la monitora, a la que observa con sus
enormes ojos azules. El porqué de la impetuo-
sa reacción de Ana, la madre de la niña, resulta
incomprensible para el resto de las mujeres que
forman parte de la terapia.
Luis, de cuatro años y medio, se deja llevar por
la ira ante la contrariedad más insignificante. Solo
su madre es capaz de calmarlo. La convivencia en
el hogar familiar funciona bien, no obstante, la
conducta del pequeño se altera cuando se encuen-
tra fuera de casa. Incluso los padres preferirían
no salir con él. Al poco tiempo de matricularlo
en una guardería, se vieron obligados a darle de
baja porque agredía a otros niños.
Emma tiene tres años y medio. Todo el día anda
pegada como una lapa a su madre. Por la noche,
cuando sus padres la acuestan, ya agotada, suele
dormirse de inmediato. Pero, transcurrida apenas
media hora, se despierta llorando. Si la madre se
tumba a su lado, se rinde de nuevo al sueño, sin
embargo, el ruido más mínimo la asusta. Con fre-
cuencia pide a sus padres que jueguen con ella en
mitad de la noche.
Numerosas parejas que han acogido o adoptado
a un niño describen ese tipo de experiencias. Lisa
vivió sus primeros 18 meses en un hogar infan-
til. En cada turno cambiaban las cuidadoras. Allí
aprendió a ser amable con todos, ya que de ese
modo conseguía una mayor atención. A Luis lo
separaron de sus progenitores toxicómanos. Con
un escaso año de vida, lo maltrataban. Pasó breves
períodos con otras dos familias, hasta que lo aco-
gió la pareja con la que ahora vive cuando tenía
unos dos años y medio. Desde hace un tiempo,
y cada vez más a menudo, se enfurece. Sus ac-
tuales padres se preguntan, desesperados, en qué
han fallado. Emma, al igual que Lisa, ha pasado
la mayor parte de su corta vida en un hogar de
acogida, hasta que la adoptaron a la edad de algo
más de tres años. La niña no quiere ver fotografías
de esa época. Sus padres adoptivos desconocen
cómo transcurrió su experiencia allí; tan solo
sienten la intranquilidad de su hija.
Amor a prueba
Lisa, Luis y Emma pertenecen a ese grupo de ni-
ños a los que, con frecuencia, se les diagnostican
problemas de comportamiento social. A muchos
de ellos les resulta difícil confiar en que sus per-
sonas de referencia estarán a su lado en caso de
emergencia. Por ello, tienden a poner a prueba
el cariño de sus padres adoptivos y cuidadores
continuamente.
Algunos padres biológicos y sus hijos precisan
también un apoyo psicológico relacional. Según
estudios internacionales, entre un 10 y un 15 por
ciento de las madres desarrolla depresión cróni-
ca tras el parto, lo cual les dificulta establecer un
vínculo afectivo con su hijo [véase «Depresión
postparto», por Katja Gaschler; Mente y cerebro
n.o 31, julio de 2008]. Existen otros motivos por los
que los padres solicitan la ayuda de un psicólo-
go: su hijo se comporta con agresividad (caso de
Luis), se niega empecinado a ir a la guardería o al
colegio, presenta quejas psicosomáticas o sufre un
trastorno alimentario. El desencadenante de estas
situaciones no tiene por qué ser necesariamente
una relación problemática entre progenitores e
hijos. No obstante, siempre se requiere analizar las
relaciones familiares y reforzarlas. Por lo general,
el apoyo de los progenitores posibilita la curación
del joven paciente.
EN SÍNTESIS
Aprender a vincularse
1Las experiencias de ape
go traumáticas durante
la primera infancia pueden
conducir a un vínculo desor
ganizado y, en el peor de
los casos, a un trastorno del
apego.
2Los niños afectados
muestran problemas
de conducta, en especial en
situaciones sociales.
3La terapia ayuda a que
el infante aprenda una
conducta de vínculo seguro.
En los casos más graves, se
requiere una intervención
clínica o el apoyo de una
familia de acogida.
El peso del apego tempranoAlgunos niños sufren en sus primeros años de vida abandono e incluso malos
tratos. A menudo esa experiencia les lleva a mostrarse agresivos, inaccesibles
o temerosos en la guardería o la escuela. ¿Cómo debe actuarse en tales casos?
K ATJA GA SCHLER
* Los nombres de los pacientes y familiares han sido modificados por la redacción
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 35
¿Qué características posee una buena relación
entre padres e hijos? En el mejor de los casos, des-
taca una confianza incondicional. El pediatra John
Bowlby (1907-1990) dio en llamar a esta condición
apego seguro. Un bebé con un vínculo seguro ex-
perimenta que su persona de referencia siempre
está ahí para atenderlo y que reaccionará presto
si oye su llanto. En caso de peligro, el niño bus-
cará de inmediato su cercanía corporal. Si, por el
contrario, una madre atiende con poca frecuencia
las demandas de atención de su hijo, el infante
desarrolla un apego inseguro evasivo hacia ella:
incluso cuando lo deja solo en un entorno al que
no se encuentra habituado, se muestra aparente-
mente imperturbable. Los datos fisiológicos re-
flejan, empero, que estos bebés experimentan un
estrés interno, el cual resulta más persistente que
el de los niños que gozan de un vínculo seguro.
Si el cuidador del niño se comporta de mane-
ra inconstante, es decir, acude unas veces a sus
llamadas, y en otras ocasiones las ignora, se con-
figura un apego inseguro ansioso ambivalente .
Con el paso del tiempo, el propio infante se com-
portará de manera contradictoria: gritará con
fuerza cuando su madre se aleje, pero también
patalea rá cuando esta regrese y lo tome en brazos.
Tranquilizarlo tampoco resultará sencillo.
El estilo de apego de los bebés entre 11 y 20 me-
ses puede determinarse con fiabilidad simulando
la separación (test de las situaciones extrañas). Se
han clasificado miles de relaciones entre madres
o padres e hijos con ayuda de este método. Con
todo, sorprende cuán extendido se encuentra el
patrón evasivo, razón por la que no se considera
un modelo de comportamiento patológico. Un
niño puede mantener un vínculo de apego se-
guro con su madre, pero evasivo hacia su padre,
o viceversa.
Pronóstico desfavorable
Diversas investigaciones, entre ellas el estudio
longitudinal llevado a cabo por Klaus y Karin
Grossmann, de la Universidad de Ratisbona, a fina-
les de los años setenta del siglo xx en las ciudades
alemanas de Bielefeld y Ratisbona, han demostra-
do de forma unánime que los dos estilos de apego
inseguro repercuten de manera desfavorable sobre
el desarrollo emocional, cognitivo y social del niño,
además de suponer un factor de riesgo de cara a
posibles alteraciones de conducta futuras.
La situación extrañaEn 1969, la psicóloga Mary Ainsworth (1913-1999) desarro-lló una prueba psicológica para determinar la calidad del vínculo en niños entre 11 y 20 meses. Según su estra-tegia, durante la sesión se observa el comportamiento del bebé ante diferentes situa-ciones de vínculo, con especial atención en la interacción con su persona de referencia. Por un lado, se le pone en contac-to con un extraño, por otro, se le expone a dos separaciones: su referente abandona la sala durante un máximo de tres minutos. La conducta de apego del niño se activa cada vez con mayor intensidad.
INFELICES Los niños que han sufrido un
abandono o una experiencia
traumática construyen con
dificultad nuevas relaciones
de confianza.
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36 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
PSICOLOGÍA INFANTIL
Sin embargo, más alarmante resulta el compor-
tamiento de un bebé que durante la separación
simulada del padre o la madre actúa de manera
imprevista, por lo que no cabe clasificarlo bajo
ninguno de los estilos de apego establecidos. Un
niño que se muestra miedoso o agresivo, se mue-
ve con torpeza o incluso cae en una especie de es-
tado de trance al regreso de su persona de referen-
cia puede presentar un trastorno por la pérdida de
su principal referente; aunque también es posible
que se sienta amenazado por la presencia de esa
persona o que perciba el miedo de esta debido
a un trauma no elaborado. En definitiva, existe
un amplio abanico de circunstancias que pueden
subyacer a estas situaciones.
Los niños con un comportamiento de apego
desorganizado no disponen de una estrategia de
conducta funcional que les ayude a entrar en con-
tacto con su persona de referencia en situaciones
que consideran amenazantes. Por esta razón, pre-
cisan ayuda terapéutica. Según un metaanálisis
desarrollado en 1999 en la Universidad de Leiden
a partir de 80 estudios internacionales, el 15 por
ciento de los infantes de familias de clase media
presentaban un patrón de apego desorganizado.
Investigadoras como Alicia Lieberman, de la
Universidad de California, y Patricia Crittenden,
de la Universidad Dalhousie en Halifax, observa-
ron en los años ochenta del siglo pasado relacio-
nes entre padres e hijos cada vez más alteradas y
que se apartaban de los patrones de apego hasta
ahora descritos: presentaban una experiencia
emocional distorsionada, mostraban alteraciones
psíquicas o se comportaban con agresividad hasta
incluso rozar el estado paranoico, lo cual enmas-
caraba en ocasiones una problemática del apego.
Entre tanto se ha confirmado la relación entre los
trastornos de apego y un mayor riesgo de padecer
alguna psicopatología (trastorno de ansiedad, de
pánico, depresión o adicción, entre otras muchas).
Cariñoso con cualquiera
Desde 1992, la Clasificación Internacional de Enfer-
medades (CIE-10) distingue dos formas extremas
de trastorno del apego en niños menores de cinco
años. Una se refiere al comportamiento de apego
indiferenciado, es decir, infantes que, como Lisa, se
comportan de manera sociable y mimosa incluso
con adultos desconocidos. La otra, por el contrario,
destaca la predisposición del niño hacia el apego in-
hibido, cuando reacciona ante su cuidador de forma
contradictoria, reservada o con temor. El actual CIE
atribuye de forma explícita un ambiente de violen-
cia y negligencia como causa del problema.
Diversos investigadores del apego, entre ellos
Karl Heinz Brisch, del Hospital Infantil Dr. von
Hauner de la Universidad Ludwig Maximilian de
Múnich, opinan que el CIE-10 (así como el Manual
Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales,
DSM-IV) no abarca la gran variabilidad de mani-
festaciones que se derivan de los trastornos del
apego. Brisch desarrolló en 1999 una tipología
alternativa, la cual incluye manifestaciones dife-
renciadas de este tipo de trastornos .
La hipótesis de que este fenómeno subyace a
traumas de relación entre padres e hijos se revela
en los casos de niños en acogida o adopción: a pe-
sar de que la madre biológica no pueda ocuparse
correctamente del niño, la ruptura de la relación,
por lo general abrupta, supone una vivencia trau-
mática para el pequeño. Con frecuencia se suman
a ello situaciones de maltrato, abuso y abandono,
motivos que precipitan la separación del niño de
sus progenitores. Asimismo es posible que el in-
fante haya permanecido en hogares de acogida en
los que careció de referentes estables.
No obstante, en numerosos casos, los orígenes
de los problemas de conducta durante la infan-
cia no resultan tan obvios. Por ello, los psicotera-
peutas tratan de profundizar en la relación entre
padres e hijo. Mientras que en niños menores de
dos años, el test de situaciones extrañas resulta
relativamente preciso, el diagnóstico en indivi-
duos algo mayores es más complejo. En ese caso se
CONSUELO También en situaciones en las
que los niños sufren heridas
leves e insignificantes, requie
ren el cariño de su persona de
referencia.
Conducta de apegode niños en muestras representativas
ESTILOS DE APEGO
Vínculo seguro
50-60 %
Inseguro evasivo
30-40 %
Inseguro ambivalente
10-20 %
(Los datos oscilan debido
a la diversidad de estudios;
Grossman et al., 2004)
NO CLASIFICABLES, CON SIGNOS PATOLÓGICOS
Vínculo desorganizado, desorientado
15 %
(Ijzendoorn et al., 1999)
PATOLÓGICOS, PRECISAN UNA INTERVENCIÓN URGENTE
Trastorno del apego
Según estimaciones, alrededor del 1 %; un tercio entre los niños de acogida rumanos
(Gleason et al., 2011)
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 37
usa otro tipo de técnicas, entre las que se incluye
prolongar el período de separación. No obstante,
el comportamiento de apego resulta más difícil
de interpretar en niños de dos a tres años que en
los de un año. Los primeros han experimentado
un desarrollo cognitivo a lo largo de ese período
de vida: sus estrategias de vínculo aparecen di-
versificadas y, en parte, de manera encubierta. De
ese modo, un estilo de apego desorganizado de un
lactante se transforma con frecuencia a la edad
de tres años en una conducta de control hacia la
persona de referencia.
Muchos terapeutas aplican en preescolares el
método de completar historias. Junto con el niño
se juega a escenificar situaciones relacionadas con
el vínculo entre padres e hijos con ayuda de mu-
ñecos que simulan a los diferentes miembros de
la familia. El muñeco-niño se lesiona en presencia
de los padres-muñeco o se esconde bajo la cama
asustado por los monstruos imaginarios que
invaden su habitación por la noche. Los psicólo-
gos analizan el contenido que el infante decide
para continuar el hilo de la historia: si opta por
un desenlace de la trama en el que los progeni-
tores ayudan al pequeño, se sugiere un vínculo
de apego seguro; si enmascara los sentimientos
negativos del muñeco-niño, muestra un apego
inseguro evasivo, mientras que si dramatiza los
acontecimientos, se piensa en un apego inseguro
ambivalente.
Cuando la relación enferma
Basándose en la experiencia clínica con niños con problemas del apego,� Karl Heinz Brisch, del Hospital Infantil Dr. von Hauner de la Uni
versidad Ludwig Maximilian de Múnich, ha ideado una tipología del trastorno que pretende recoger todas las manifestaciones posibles.
AUSENCIA DE CONDUCTA DE APEGO
Los niños «sin vínculo» no muestran ningún comportamiento de
apego, incluso cuando se trata de situaciones amenazantes. De
manera contraria a los infantes con un estilo de apego inseguro
y evasivo, no cuentan con una persona de referencia. Suelen ser
niños de acogida que han pasado por el abandono o cambios con
tinuos de tutores y relaciones cuando eran lactantes.
CONDUCTA DE APEGO INDIFERENCIADO
Es comparable al trastorno del apego desinhibido de la actual Cla
sificación Internacional de Enfermedades (CIE10). Los niños no
muestran reparos ante los extraños. Frente a una amenaza, se
dirigen a cualquier persona, pero no se deja calmar fácilmente. Una
variante es la propensión a sufrir accidentes: en una situación de
peligro, los niños dejan por completo su seguridad en manos de su
persona de referencia (mediante el contacto ocular, por ejemplo),
por lo que se lesionan con frecuencia. Por lo general se trata de
niños de acogida y abandonados.
CONDUCTA DE APEGO EXAGERADA
Los niños solo se muestran calmados y rela jados en presencia
de su persona de refe rencia. En cambio, reaccionan con pánico
ante la separación. Ello dificulta que acudan a la guardería o a la
escuela. Incluso con seis años afrontan las situaciones novedosas
con miedo y buscan los brazos de su referente.
CONDUCTA DE APEGO INHIBIDA
Llama la atención su desmesurado conformismo. Suelen obedecer
a las demandas de su referente de forma inmediata y sin protes
tar. El intercambio emocional entre el niño y su cuidador resulta
escaso. El comportamiento de apego se encuentra inhibido, por
lo que la relación es similar a la de dos personas extrañas. Resulta
frecuente en niños que han sufrido malos tratos o que conviven
en un hogar en el que existe violencia física.
CONDUCTA DE APEGO AGRESIVA
Los niños expresan el deseo de cercanía a través de la agresión
verbal y corporal. En la escuela se les considera alborotadores. El
clima familiar se caracteriza por un comportamiento agresivo,
aunque no se percibe o se niega.
CONDUCTA DE APEGO CON INVERSIÓN DE ROLES
En estos casos, los niños se comportan con extrema preocupa
ción hacia sus referentes; tratan de mantenerse cerca y temen
perderlos (por ejemplo, debido a un intento de suicidio o a un
posible divorcio). Los infantes renuncian a pedir ayuda; en realidad,
se interesan poco por su entorno.
CONDUCTA DE APEGO CON ADICCIÓN
Surge cuando los deseos de cercanía del lactante se han respon
dido con alimento en lugar de cariño. El niño desarrolla una adic
ción a la comida; la conducta adictiva puede extenderse a otros
objetos a largo plazo.
CONDUCTA DE APEGO CON SÍNTOMAS PSICOSOMÁTICOS
Los niños reflejan con síntomas físicos la alteración de su siste
ma de apego (trastornos del sueño o de la conducta alimentaria,
enuresis, etcétera). En casos extremos, puede darse un retraso del
crecimiento sin causa orgánica. En su mayoría, se trata de niños
que sufren negligencia afectiva.
(K. H. Brisch: Bindungsstörungen. Von der Bindungstheorie zur Therapie.
Klett-Cotta, Stuttgart 2009)
38 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
PSICOLOGÍA INFANTIL
Cuéntame algoCon el fin de evaluar la con-ducta de apego en niños entre siete y once años, los psicólo-gos se apoyan en la «Entrevista sobre el apego infantil». Algu-nas de las 15 preguntas que componen la entrevista son:
• ¿Puedes nombrar tres pala-bras que describan cómo es estar con tu madre?
• ¿Qué sucede cuando tu padre se enfada contigo?
• ¿Qué ocurre cuando estás enfermo?
• ¿Alguien a quien querías ya no está?
(«Attachment representations in
school-age children: The develop-
ment of the child attachment inter-
view». M. Target et al. en Journal of
Child Psychotherapy, vol. 29,
págs. 171-186, 2003.)
Los niños con una representación de apego de-
sorganizada cambian de forma abrupta el tema
de la historia, presentan saltos de pensamiento
o dejan que ocurran sucesos caóticos (los mons-
truos pueden abalanzarse sobre la familia sin
que nadie intervenga). En ocasiones, el miedo se
convierte en el tema central del relato del niño
o este opta por dejar completamente de lado a
los padres-muñeco. En un estudio publicado en
2002, Gabrielle Gloger-Tippelt, de la Universidad
Heinrich Heine en Düsseldorf, un análisis repeti-
do y estructurado del juego de muñecas permite
extraer conclusiones relevantes sobre la calidad
del vínculo.
Diagnóstico detallado
A partir de la edad de escolarización, puede pre-
guntarse directamente al niño acerca de la rela-
ción que mantiene con sus personas de referen-
cia. Para ello, los psicoterapeutas cuentan con la
«Entrevista sobre el apego infantil», que incluye
quince preguntas. Este cuestionario, desarrollado
en 2003 por Mary Target junto a sus colaboradores
del Colegio Universitario de Londres, va dirigido
a niños de entre siete y once años.
Cada vez existen más instrumentos para el
diagnóstico. Los psicólogos echan mano de ellos
cuando el comportamiento resulta en especial
llamativo y duradero. Si los síntomas perduran a
lo largo de más de seis meses, cabe sospechar que
el niño presenta un apego patológico.
Se precisan estudios que confirmen el benefi-
cio de las distintas terapias específicas para los
trastornos del apego. No obstante, la mayor parte
de los psicoterapeutas se apoyan en la teoría del
apego ideada por Bowlby. Según este, los niños
que no han podido desarrollar experiencias rela-
cionales positivas carecen de un modelo interno
funcional del apego. Por tal motivo, reaccionan
con un comportamiento impredecible respecto
a las personas de referencia, que, en cambio, se
muestran empáticas. El tratamiento en tales ca-
sos se basa en construir un modelo de vínculo
sano y positivo de forma paulatina a través de
experiencias estables con las personas clave (pa-
dres o cuidadores), indica Brisch. La repetición
de modelo permite su anclaje, a modo de patrón
neuronal, en el cerebro.
No obstante, ello solo resulta posible si el en-
torno es favorable para crear un vínculo positivo.
En primer lugar, los progenitores deben mostrar-
se dispuestos a trabajar en ellos mismos. En otras
palabras, deben estar de acuerdo en modificar su
comportamiento y a desarrollar una actitud hacia
el vínculo más sana, la cual se transfiere en última
instancia al niño, como apuntan diversos estudios.
El espectro de estrategias abarca charlas de aseso-
ramiento para el entrenamiento de la interacción
entre padres e hijos, además de psicoterapia dirigi-
da a la elaboración de conflictos y traumas propios
que han quedado sin resolver.
Un metaanálisis publicado en 2003 por Marian
Bakermans-Kranenburg, de la Universidad de Lei-
den, junto con sus colaboradores revela que las me-
didas terapéuticas de sensibilización de la madre
hacia las necesidades y señales de atención del niño
resultan efectivas, al menos en los tipos de apego
inseguro. Asimismo, resulta útil incluir a otros
referentes estables, caso de un trabajador social
que mantenga un contacto periódico con el niño.
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 39
JUEGO DE DESPEDIDA ¿Qué ocurre cuando el niño
debe quedarse en casa con
la abuela porque sus padres
tienen que salir? Los infantes
con un apego seguro suelen
escenificar con los muñecos
una historia coherente, en
la que se despiden de papá
y mamá (izquierda). En cam
bio, cuando el apego resulta
desor ganizado, la trama se
vuelve caótica. Incluso es posi
ble que el pequeño excluya a
las figuras que representan a
la madre y al padre del juego
(derecha).
La necesidad de crear vínculos personales parece muy anclada en la biología humana. Puede ocultarse, pero no perderse
Durante la intervención es imprescindible que
el psicoterapeuta construya un vínculo real y se-
guro con el joven paciente, apunta Brisch. En la
sesión, los infantes suelen representar de manera
espontánea situaciones relevantes relacionadas con
temas de apego, de manera que se acercan a las
experiencias de relaciones dolorosas. El terapeuta
les ayuda a interpretarlas, explicarlas y, en última
instancia, a elaborarlas. El tratamiento no debe ter-
minar de manera brusca: el propio niño deberá
iniciar y aprobar su finalización.
Terapia intensiva en el seno familiar
En numerosos casos, un tratamiento ambulatorio
no resulta suficiente, en especial si el niño presen-
ta un trastorno grave o si no se puede contar con
el apoyo de su entorno. El equipo de Brisch ofrece
desde el año 2000, en el Hospital Infantil Dr. von
Hauner en Múnich, un intervención clínica in-
tensiva para jóvenes a partir de los seis años. La
terapia no se lleva a cabo en una clínica al uso: se
desarrolla en un ambiente familiar de un enorme
piso ubicado en un edificio antiguo.
Cada niño dispone de una enfermera de refe-
rencia. Esta se ocupa en especial de él, es decir, se
convierte en un referente estable para el niño du-
rante un período que puede durar de seis a doce
meses. La casa cuenta con reglas estrictas: no se
tolera la violencia. En tal caso, hay que correr con
las consecuencias, a saber, recortes en el tiempo
de juego con la videoconsola o el desarrollo de
tareas especiales.
Cuando un niño agresivo como Luis desata su
ira, uno o varios trabajadores lo acompañan a una
habitación acolchada donde debe reconducir su
rabieta. La sala no se ha ideado en el sentido de un
espacio de tiempo de espera, como algunos ase-
sores educativos aconsejan en estas situaciones.
Un cuidador del centro permanece en todo mo-
mento junto al infante, con el fin de protegerle de
posibles autolesiones, pero sin contenerle durante
largo tiempo. Los especialistas consideran que la
terapia de contención (agarrar al individuo en con-
tra su voluntad), técnica a veces muy extendida
en el tratamiento de los jóvenes tutelados, resulta
contraproducente e incluso peligrosa.
En opinión de Brisch, el niño debe determinar
por sí solo cuánto contacto está dispuesto a tolerar:
«En especial en los niños que han sufrido abusos o
malos tratos, el acercamiento físico puede desatar
grandes miedos, ya que les recuerdan experiencias
violentas anteriores». La persona cuidadora trata
de conectar con el afectado a través de sus senti-
mientos impetuosos, adjudicándoles un nombre y
transmitiéndole su apoyo emocional, experiencia
que confiere un apego positivo destacable. En esta
fase del tratamiento (tiempo intensivo), el cuida-
dor ayuda al niño alterado a regular sus sentimien-
tos y emociones. «Los niños solo pueden aprender
a calmarse mediante la corregulación —destaca
Brisch—. Abandonarlos no aporta nada; con ello
solo aprenden a desconectar de sus sentimientos;
en cambio, desaprenden el modo de percibir sus
miedos y su cuerpo.»
Tras la crisis, el infante suele necesitar consuelo;
también se halla emocionalmente accesible. Es
el momento para recapitular junto al terapeuta
lo sucedido en esos instantes con el fin de com-
prender qué ha provocado la rabia y de qué otra
manera habría podido reaccionar. Asimismo, se
40 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
PSICOLOGÍA INFANTIL
comenta el modo de reparar el daño personal y
material que ha causado.
Los niños pasan a diario varias horas al día con
terapeutas especializados. Al principio solo es po-
sible un tratamiento individual, puesto que los
jóvenes pacientes no se encuentran preparados
para integrarse en un grupo. Más tarde, se com-
plementa el proceso con una terapia grupal. Esta
incluye métodos de arteterapia, musicoterapia
y terapia de movimiento concentrativo. Dichos
tratamientos ayudan a que el niño exprese sin
palabras sentimientos relacionados con traumas
de su infancia temprana.
Aceptar el pasado
La primera fase de la psicoterapia intensiva se ca-
racteriza por crear un vínculo seguro con el tera-
peuta y establecer un equilibrio emocional. Más
adelante, y de manera progresiva, el pequeño inte-
gra sus experiencias de vínculo en sus juegos y en
la relación con el terapeuta. Tras la elaboración de
las experiencias traumáticas por parte del paciente,
puede seguir una fase de trabajo de duelo, en la
que el niño llega a comprender por qué su vida ha
transcurrido de esa y no de otra forma.
En ese momento, se requiere con frecuencia
un acompañamiento especialmente intensivo,
ya que es probable que el paciente atraviese fa-
ses depresivas; incluso que piense en el suicidio.
No obstante, algún día podrán aceptar mejor su
pasado e integrarlo en su historia vital. Brisch re-
sume la experiencia de la persona que pasa por
este proceso de la siguiente manera: «Lo que me
ha ocurrido es terrible, y hay cosas que aún no
comprendo, pero la vida continúa ahora para mí».
La fase de despedida de la terapia comprende
entre cuatro y seis semanas. Durante ese período
se prepara al niño para el día de la separación.
Llegado el momento, experimenta la tristeza que
siente el equipo y la persona de referencia por su
marcha. Se celebra una fiesta y se le entregan re-
galos. En la mayoría de los casos, es la primera vez
que el niño vive una experiencia semejante; hasta
ese día solo había conocido rupturas violentas.
A pesar de que los problemas de apego tempra-
no conllevan efectos dramáticos, las experiencias
clínicas aportan esperanza: los patrones de apego
pueden modificarse. Un proyecto de intervención
iniciado en el año 2000 con niños de acogida ru-
manos confirmó tal efecto. El comportamiento de
apego de los pequeños (un 65 por ciento estaba
diagnosticado como desorganizado) mejoró des-
pués de que una familia los acogiera. Además, tras
ocho meses en su nueva familia, el diagnóstico por
trastorno del apego de tipo evasivo resultó menos
frecuente en los niños en acogida que entre los que
no habían tenido esa oportunidad.
La necesidad de vincularse parece muy ancla-
da en la biología humana. Puede ocultarse, pero
no perderse. Incluso la disposición de apego am-
bivalente de Lisa se irá difuminando con el tiem-
po, siempre que Ana le demuestre que está allí
y la trate con cariño. Los padres de Emma, con
la que conviven desde hace pocos meses, reco-
nocen que su hija todavía no ha superado trau-
mas anteriores, por lo que no les extraña que exi-
ja más cercanía de lo que parece adecuado para
su edad. Por su parte, los padres de Luis se saben
tranquilos al entender que las pataletas de su hijo
no se deben a la educación que le confieren, sino
a un comportamiento con el que intenta demos-
trarles que se atreve a confiarles sus sentimien-
tos. Como muchos niños en esta situación, aún
le queda un largo camino por recorrer, pero ya
ha dejado atrás lo peor.
Para saber más
Disorganized attachment in early childhood: Meta-analysis of precursors, concomitants, and sequelae.� M. H. van Ijzen-doorn et al. en Developmental Psychopathology, vol. 11, págs. 225-249, 1999.
Bindungen.� Das Gefüge psychischer Sicherheit.� K. Grossmann y K. E. Gross-mann. Klett-Cotta, Stuttgart, 2004.
Kinder ohne Bindung.� Dirigido por K. H. Brisch y T. Hell-brügge. Klett-Cotta, Stuttgart, 2006.
Epidemiology of psychiatric disorders in very young chil-dren in a Romanian pediatric setting.� M.M. Gleason et al. en European Child & Adoles-cent Psychiatry, vol. 20, n.o 10, págs. 527-535, octubre de 2011.
Bindung und frühe Störungen der Entwicklung.� Dirigido por K. H. Brisch. Klett-Cotta, Stutt-gart, 2011.
Los años sensibles.� C. A. Nel-son III et al. en Mente y cere-bro, n.o 46, enero de 2011.
Del apego temprano al TLP.� D. Mosquera y A. González en Mente y cerebro, n.o 46, enero de 2011.
Katja Gaschler� es redactora de Gehirn und Geist, edición alemana de Mente y cerebro.
RELACIÓN SÓLIDA La psicoterapia intensiva ayu
da a los niños que presentan
traumas a desarrollar un mo
delo de apego funcional.
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 41
Aunque ilegal, puede resultar en cierta manera comprensi-
ble que una persona simule sufrir una enfermedad con el
fin de conseguir una jubilación anticipada. Diferente es
el caso del individuo que, sin ninguna ventaja aparente, se queja
de supuestos síntomas y se somete a exploraciones costosas, in-
cluso a intervenciones médicas arriesgadas. Se trata del síndrome
de Münchhausen, psicopatología que se incluye en el grupo de los
trastornos facticios y que recibe su nombre en referencia al famo-
so barón embustero. En algunos casos, esta enfermedad mental
puede convertirse en un tipo de maltrato infantil: los progenitores
afectados inducen en sus hijos síntomas reales o aparentes para
simular que están enfermos. Se habla entonces del síndrome de
Münchhausen por poderes, una enfermedad mental rara y no
exenta de controversias por parte de la comunidad psiquiátrica. C
ORT
ESÍA
DE
MA
RTIN
KRU
PIN
SKI
«El síndrome de Münchhausen por poderes es una forma rara de maltrato»Algunos progenitores simulan que su hijo se encuentra enfermo.
Para ello manipulan informes médicos o causan síntomas en el niño.
Martin Krupinski, de la Clínica Universitaria de Wurzburgo,
ha investigado el trastorno.
CHRISTIANE GELITZ
MARTIN KRUPINSKI Nació en 1961 en Mesbach, en la Alta Baviera. De
1982 a 1989 cursó estudios de medicina en la Uni-
versidad Ludwig Maximillian de Múnich. Entre 1989
y 2001 desarrolló su formación como especialista en
psiquiatría, psicoterapia y psicoanálisis en la Clínica
Neurológica Universitaria de Múnich. Desde octubre
de 2001 dirige el departamento de psiquiatría foren-
se de la Clínica Universitaria de Wurzburgo.
Profesor Krupinski, exponga un caso típico de
síndrome de Münchhausen por poderes.
El afectado lleva a un niño supuestamente en-
fermo al médico y describe al facultativo unos
síntomas falsos o manipulados. La mayoría de las
veces se trata de madres que, en apariencia, se
encuentran muy preocupadas, aunque maltratan
con frecuencia a sus hijos de manera extraña o
se inventan síntomas inexistentes. De esta for-
ma consiguen que el médico, sin saberlo, tome
una serie de medidas diagnósticas y terapéuticas
inútiles.
ENTREVISTA
42 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
ENTREVISTA
¿Qué síntomas refieren?
Los más frecuentes son los ataques epilépticos, ya
que resultan fáciles de describir pero difíciles de
comprobar por el médico. Por regla general, se re-
ceta un tratamiento medicamentoso sin necesidad
de presenciar ningún ataque. Con todo, la lista de
enfermedades falsas manipuladas es larga y no
cesa de crecer. También se falsean con frecuencia
hemorragias, diarreas, vómitos, erupciones cutá-
neas, apneas e incluso estados de coma. Con el fin
de aportar pruebas falsas, los afectados manipulan
la ropa de la cama del niño o alteran el aspecto
de su piel con sustancias extrañas, incluso con la
sangre menstrual de la madre. Asimismo pueden
administrar al niño, sin justificación alguna, medi-
camentos que le provocan diarrea, causarle lesio-
nes cutáneas con las uñas u objetos puntiagudos o
provocarle apneas cubriendo su cara con un cojín
o una bolsa de plástico. Este último procedimiento
resulta sobre todo peligroso, ya que puede causar
la muerte del pequeño. Según los estudios, entre
el seis y el doce por ciento de los niños afectados
fallecen a consecuencia de los malos tratos.
¿Cómo descubren los pediatras esta conducta
en los padres?
No existen señales específicas del síndrome de
Münchhausen por poderes, así que la búsqueda
de indicios y pruebas resulta complicada. Ante
todo, los médicos deben confeccionar una historia
clínica detallada, incluyendo datos anteriores e in-
formaciones de otros miembros de la familia. Las
discrepancias entre los informes de la madre y las
observaciones médicas se consideran señales de
alarma. Lo mismo puede decirse de síntomas per-
sistentes o recurrentes, hallazgos de laboratorio
DOBLE SUFRIMIENTO En ocasiones, cuando un niño
es víctima del maltrato de su
madre, cree que merece ese
castigo por su mala conducta.
FLO
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MIT
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MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 43
increíbles o cursos clínicos que no corresponden
a ninguna enfermedad conocida. Asimismo pue-
de resultar revelador si médicos experimentados
indican que nunca han visto un caso semejante o
si los síntomas del niño mejoran al separarlo de
su persona de referencia.
¿De qué modo se confirma ese diagnóstico?
Los signos de alarma son solo sospechas que de-
ben analizarse en cada caso particular. Si es nece-
sario, los debe confirmar un médico forense. Con
ello se pretende, por una parte, demostrar que
los síntomas son falsos o provocados de forma
artificial; por otra, descartar otras posibles expli-
caciones, por ejemplo, que las muestras de sangre
u orina del niño no presentan trazas de los fár-
macos prescritos. En el caso ideal, los médicos o
el personal sanitario auxiliar se percatará directa-
mente de las manipulaciones, de cómo la madre
obstruye la vía respiratoria del lactante con un
cojín, por ejemplo. En Estados Unidos y en Gran
Bretaña se utiliza la observación con videocáma-
ras ocultas. Sin embargo, este modo de proceder
resulta discutible en otros países, entre ellos Ale-
mania, por motivos legales y éticos.
¿Cuántos niños padecen este tipo de maltratos?
A partir de diversos estudios epidemiológicos,
uno de ellos desarrollado en Inglaterra e Irlanda
en 1996 y otro en Nueva Zelanda en 2001, puede
deducirse que la frecuencia de tales situaciones se
encuentra entre el 0,4 y el 2 por cada 100.000 niños
de edad inferior a 16 años. Si bien los problemas
diagnósticos permiten sospechar que un conside-
rable número de casos quedan sin diagnosticar,
podemos afirmar que se trata de una forma rara
de maltrato infantil.
¿Puede definir un perfil típico de los afectados
del síndrome de Münchhausen por poderes?
En la mayoría de los casos se trata de madres que,
a primera vista, parecen muy preocupadas por
su hijo y psíquicamente normales. En realidad se
sienten solas y poco protegidas, pero no pueden
manifestar sus necesidades. Algunas sufrieron
durante su propia infancia situaciones de aban-
dono o malos tratos; ahora tienden a autolesionar-
se o a simular enfermedades. También se da con
frecuencia que en el pasado acometieran intentos
de suicidio, sufrieran trastornos de conducta ali-
mentaria o de drogadicción.
De alguna manera, los afectados son enfermos
psíquicos.
Sí. Muchas de estas personas padecen depresio-
nes y trastornos de la personalidad. De forma
transitoria, su percepción de la realidad puede
encontrarse alterada. Son raros los casos en los
que la convicción de que el niño está enfermo
se presenta como una idea fija y sobrevalorada.
Según mi experiencia clínica, la mayoría de es-
tas madres son perfectamente conscientes de lo
que hacen, pero no acaban de entender por qué
lo hacen. Con frecuencia se sienten impulsadas a
ello. Tampoco suelen admitir su comportamiento
o lo confiesan mucho más tarde.
¿Qué pasa con el padre? ¿No se da cuenta del
maltrato que sufre su hijo?
En la mayoría de las familias afectas, el padre
solo se implica de manera marginal. Si descubre
el comportamiento de la mujer, suele reaccionar
incrédulo o a la defensiva, toma partido por ella y,
llegado el caso, la defiende frente a unos médicos
o unas autoridades que, a su parecer, «dramati-
zan» la situación. Los padres parecen cerrar los
ojos ante el impulso peligroso de sus esposas. La
situación es comparable a la de algunas madres
que no quieren reconocer los abusos sexuales que
sufre su hijo por parte de algún familiar.
No obstante, también se dan casos de este sín-
drome entre progenitores varones.
Alrededor del siete por ciento de este tipo de mal-
trato infantil es acometido por el padre, según
una revisión llevada a cabo en 2003 por Mary S.
Sherida, de la Universidad del Pacífico en Honolu-
lu, a partir de 451 casos. Los progenitores varones
se sitúan como autores de este tipo de maltrato en
un segundo grupo, tras las madres biológicas. Es
probable que la gran diferencia entre ambos sexos
se deba a que las mujeres continúan ocupándose
más del cuidado de los hijos.
¿Qué explicación se atribuye al síndrome de
Münchhausen por poderes?
Hasta el momento no existe una explicación ge-
neral y convincente. Sin embargo, la experiencia
con síndromes semejantes habla en favor de que
se trata de un trastorno de identidad y una rela-
ción casi simbiótica con el niño. Al parecer, las
madres afectadas no diferencian de forma ade-
cuada sus propias exigencias y necesidades de las
GLOSARIO
Los trastornos facticios se caracterizan por síntomas físicos o psicológicos fingi-dos o producidos de forma intencionada. Entre ellos se incluye el síndrome de Münchhausen, trastorno en el que los afectados se provocan o simulan padecer una enfermedad; no se explican el motivo de su conducta.
Una idea (fija) sobrevalo-rada se relaciona con una firme convicción o repre-sentación con un conte-nido emocional fuerte, en torno a la cual la persona centra su conducta y pen-samientos. Constituye un estadio intermedio entre el pensamiento irracional y la demencia. La idea sobreva-lorada se diferencia de la delirante en que la persona afectada todavía puede considerar la posibilidad de que se equivoca. No obstante, el límite entre ambas resulta difuso.
44 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
ENTREVISTA
de sus hijos. Viven el cuerpo de la víctima como
si formara parte de su propio cuerpo. Del mismo
modo que ellas alternan el hecho de cuidarse con
las autolesiones, cuidan y torturan a sus hijos. De
esa forma descargan, al menos transitoriamente,
tensiones que les resultan difíciles de sobrellevar.
Estas madres soportan una carga psíquica con fre-
cuencia enraizada en abandonos y sensaciones
de desprecio durante su propia infancia. Toman
el sufrimiento de su hijo como subproducto de
una necesidad que no pueden articular de otro
modo; de esta manera también adoptan el papel
de enfermas. No es necesario que sean plenamen-
te conscientes de los motivos que las llevan a ello.
A menudo atribuyen el daño que ellas mismas
han originado a la incompetencia o al error médi-
co. Aunque los niños de más edad son conscientes
de la manipulación que sufren, aceptan que su
madre los necesita «enfermos», por lo que callan
para protegerlas.
¿Cuánto tiempo duran los maltratos?
El pronóstico es más bien desfavorable, pero sin
tratamiento, es muy posible que el trastorno se
prolongue. Mientras el maltratador disponga
de un acceso ilimitado al niño, pese a que el
trastorno se haya descubierto, muchas vícti-
mas seguirán sufriendo malos tratos, sin que
el esfuerzo de médicos, servicios de ayuda a la
juventud y juzgados de familia puedan evitarlo.
Algunas madres continúan con el maltrato a un
hermanito.
¿Qué secuelas sufren las víctimas?
Pueden originarse daños permanentes a causa
de intervenciones quirúrgicas, intoxicaciones o
lesiones cerebrales. Todavía se sabe poco sobre
el tipo y la gravedad de los efectos psíquicos en
la víctima. Los niños pequeños creen que me-
recen el maltrato como castigo por su supuesta
mala conducta. El espectro de secuelas alcanza
desde alteraciones en el desarrollo en los lactan-
tes, pasando por trastornos de ansiedad, hipe-
ractividad y vivencias psicóticas en los preesco-
lares, hasta un síndrome de Münchhausen en el
propio niño durante la adolescencia o primera
edad adulta.
Si existen sospechas, ¿cómo se debe actuar?
Lo primero es proteger al niño y encontrar prue-
bas consistentes del trastorno. En ese sentido, el
momento más apropiado para intervenir depen-
de del grado de peligro que corra el niño y de la
certeza de la situación. La acusación de maltrato
no debe darse de forma precipitada; al contrario,
debe prepararse minuciosamente, puesto que las
manipulaciones suelen negarse. Existe el peligro
de privar al niño de la asistencia médica, de modo
que todo vuelva a la situación inicial. Por regla
general, se cumplen los criterios jurídicos rela-
cionados con el bienestar del niño. La mayoría
de las veces resulta inevitable solicitar la inter-
vención de las autoridades para que separen al
niño de la familia y lo lleven a una familia de
acogida. Sin embargo, incluso en casos de diagnós-
tico evidente, la justicia no puede garantizar una
protección segura a largo plazo. Por ello resulta
importante apoyar a los padres y establecer un
plan terapéutico.
«En la mayoría de los casos, los
afectados son madres que, a primera vista, parecen muy preocupadas
por su hijo»
Indicios del trastorno
n Síntomas inexplicables mantenidos o recurrentes.
n Ingresos hospitalarios repetidos y numerosas pruebas diagnósticas sin resultados claros.
n Curso clínico raro que no coincide con ningún trastorno conocido, además de síntomas y resultados
de laboratorio inusuales.
n Los médicos experimentados son incapaces de incluir el caso en un cuadro clínico conocido.
n Ausencia de mejoría a pesar de un tratamiento médico correcto.
n Los síntomas y el cuadro clínico mejoran cuando se separa al niño de la persona de referencia.
Para saber más
The deceit continues. An updated literature review of munchhausen syndrome by proxy. M. S. Sheridian en Child Abuse Neglegt, vol. 27, págs. 431-451, abril de 2003.
Wenn Mediziner ungewollt zur Kindesmisshandlung verführt werden. Münchhausenbyproxysyndrom. M. Krupinski en Wiener Medizinische Wochenschrift, vol. 156, págs. 441-447, agosto de 2006.
Wenn Menschen krank spielen. MünchhausenSyndrom und artifizielle Störungen. M. D. Fekdman. Reinhardt, Múnich, 2006.
El enfermo imaginario. S. Diéguez, en Mente y cerebro, n.o 51, noviembre de 2011.
Christiane Gelitz� es psicóloga y redactora de Gehirn und Geist, edición alemana de Mente y cerebro.
INSTANTÁNEA
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 45
La red de los recuerdosEn el cerebro, el hipocampo es la central de la memoria. La imagen, tomada con un microscopio de fluorescencia, mues-tra un fragmento de este tejido nervioso en el encéfalo de una rata. En el laberinto de la neurona y de sus prolongacio-nes de información (axones, en verde), se encuentran nume-rosos núcleos celulares (puntos rojos). Las fibras brillantes de color azul reproducen los filamentos de actina (importantes elementos del esqueleto de la célula) de un astrocito. Su núcleo celular se visualiza como una gran mancha roja. Los astrocitos son células auxiliares que llevan el alimento a la neurona, pero también influyen en el transporte de la infor-mación, la base del aprendizaje.
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SINOPSIS
46 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
Terminacionesdel nervio trigémino
Receptores
Duramadre
Piamadre
Cerebro
Aracnoides
Neuropéptido
Vaso sanguíneo
Nociceptores
Nervio trigémino
Corteza cinguladaanterior
TálamoAmígdala
Asta dorsal
Asta central
Cortezasomatosensorial
Vértebra
Lesión en la médula espinal
Formas de dolorPese a que siempre intentamos evitarlo, el dolor posee también una cara amable para el organismo, pues nos protege de lesiones y nos avisa de que algo no funciona en el cuerpo. Si bien en algunos casos resulta difícil determinar el motivo de tal sensación (como el dolor idiopático, que puede darse en relación al miembro fantasma tras una amputación), otros trastornos relacionados con el dolor se conocen con más detalle. Veamos cuatro de ellos:
1 Los síntomas de dolor más frecuentes son aquellos relacionados con la activación
de los nociceptores (receptores del dolor). Se trata de terminaciones nerviosas libres que transportan la excitación al tálamo, en el diencéfalo, a través del asta dorsal de la médula espinal. Las señales pasan de allí a la corteza somatosensorial, a la corteza cingulada anterior y a la amígdala. El dolor alcanza entonces la consciencia, de manera que su sensación se hace perceptible. Los nociceptores reaccionan a los estímulos que pueden provocar lesiones, entre ellos, el calor, la presión o el frío.
2 El dolor neuropático se presenta después de una lesión o del funcionamiento defectuoso de los nervios o de raíces nerviosas
de la médula espinal o de la corteza cerebral. Si un nervio relacionado con la sensación de dolor se estimula repetidas veces, su actividad se torna constante. Se estima que un cinco por ciento de la población padece dolor neuropático.
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 47
Terminacionesdel nervio trigémino
Receptores
Duramadre
Piamadre
Cerebro
Aracnoides
Neuropéptido
Vaso sanguíneo
Nociceptores
Nervio trigémino
Corteza cinguladaanterior
TálamoAmígdala
Asta dorsal
Asta central
Cortezasomatosensorial
Vértebra
Lesión en la médula espinal
3 Se calcula que un quince por ciento de la población mundial padece migraña. Se trata de dolores de
cabeza punzantes e intensos que con frecuencia resultan incapacitantes para la persona que los padece. Durante los episodios de migraña incluso pueden darse náuseas y vómitos. La forma más común de esta enfermedad se relaciona con una excitación del tejido nervioso en el tronco cerebral. Las terminaciones del nervio trigémino, uno de los nervios del cerebro más importantes, liberan neuropéptidos en abundancia. Ello provoca lesiones locales en los vasos sanguíneos, las cuales estimulan a su vez a los nociceptores del nervio trigémino. ¿Resultado? Un dolor de cabeza pulsante.
4 Las personas con neurología del trigémino perciben dolor en la frente, la boca o los dientes y, por lo
general, en un lado del rostro. El motivo de esa sensación dolorosa es la excitación del nervio trigémino. A diferencia de la migraña, el dolor en este trastorno puede perdurar semanas, incluso meses.
MA
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AVANCES
48 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
La psicología perceptiva y las neuro-
ciencias resaltan la concordancia de
la experiencia que del mundo real
muestran los humanos. Con la salvedad de
posibles casos de lesión cerebral o de en-
fermedad mental, todos apreciamos que
el Sol sale por el este, a todos nos agrada
el aroma de una flor recién cortada, y cada
uno de nosotros siente temor y sobresal-
to si nos despierta en plena noche un es-
trépito de cristales rotos. Estas anécdotas
reflejan las grandes semejanzas de nuestro
cerebro con el de los moradores más próxi-
mos del árbol de la evolución, los grandes
simios. Asimismo, esta presunción con-
ceptual se ve reforzada por la ciencia ex-
perimental. En el laboratorio se reúnen los
resultados de numerosos probandos con
el fin de deducir valores medios y estimar
desviaciones respecto a estos. Las manchas
de color que aparecen en las neuroimáge-
nes resultan de la media de los datos pro-
cedentes de distintos sujetos.
Mas las experiencias cotidianas nos en-
señan que cada persona posee sus propias
preferencias, gustos y aversiones. Ciertos
individuos son especialmente sensibles a
los destellos luminosos; otros carecen de
percepción de la profundidad; los hay ca-
paces de introspección y análisis de sus
aciertos y fallos, mientras que otros —en
especial los personajes públicos y polí-
ticos— carecen de semejante don. En mi
caso particular, me atraen de forma irre-
sistible los colores vivos, al igual que a las
urracas los objetos brillantes. Me llama la
atención el amarillo de los autobuses esco-
lares, el tono anaranjado de las mandari-
nas, el rojo intenso del vino tinto, la riqueza
del magenta, el violeta eléctrico, la púrpura
imperial o el azul marino. Esos gustos se
plasman en mis camisas floreadas. Y estoy
seguro que tienen una plasmación desme-
surada en mi corteza cerebral.
Es obvio que si el aparato sensorial di-
fiere de un sujeto a otro, la experiencia del
mundo que obtenga el cerebro conectado a
este sistema sensorial será también distin-
ta. Ahora bien, ¿y si las diferencias se en-
contrasen en el cerebro? Para responder a
esta cuestión, los científicos deben analizar
la mente de muchos individuos y poner el
resultado en relación con las mediciones de
sus correspondientes encéfalos. La actual
abundancia de imágenes por resonancia
magnética funcional ha facilitado este
trabajo.
Geraint Rees, del Centro de Neuroima-
ginología Wellcome Trust del Colegio
Universitario de Londres, publicó tres es-
tudios que relacionan ciertas diferencias
en la percepción de algunos fenómenos
con la estructura del neocórtex (parte de
la corteza cerebral de origen evolutivo re-
ciente) de cada individuo. En una de las
investigaciones, se solicitó a un total de
30 probandos que observaran la ilusión
de Ponzo (abajo) mientras se les escanea-
ba el cerebro. Casi todos los participantes
estimaron que la barra azul superior era
más larga que la inferior; no obstante, la
magnitud de la discrepancia percibida di-
fería de unos individuos a otros. (A cada
sujeto se le preguntaba cuántas veces ma-
yor habría de ser la barra inferior para que
ambas fuesen iguales).
De forma sorprendente, esas diferencias
se correspondían con la extensión super-
ficial de la corteza visual primaria (V1), si-
tuada en el occipucio. Por razones que se
ignoran, el área V1 puede llegar a ser hasta
tres veces mayor en unos individuos que
en otros (desplegada y extendida, la anchu-
ra y espesor de una V1 típica se asemejan a
las de una tarjeta de crédito). Rees y sus co-
PERCEPCIÓN
Cerebros diferentes, imágenes distintasLas diferencias anatómicas entre los cerebros humanos se reflejan
en la manera personal de percibir el entorno
CHRISTOF KOCH
¿CÓMO ES ESTA FLOR? Cada vez más investigaciones confirman que cada persona percibe el entorno de manera
diferente. Esas vivencias subjetivas pueden asociarse en parte con características propias de
regiones cerebrales concretas.
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5
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 49
laboradores observaron que cuanto menor
era la V1 del individuo, más acusadamente
experimentaba este la ilusión. En cambio,
los probandos que contaban con una V1
grande, juzgaron que las dimensiones de
las barras diferían menos que los de V1 pe-
queña. El tamaño de las dos áreas visuales
inmediatamente adyacentes no influía en
la amplitud de la ilusión.
Las ilusiones ofrecen pistas
Las figuras biestable son aquellas que al
mirarlas parece que veamos de forma al-
ternada una de dos figuras. Entre las más
conocidas se encuentran el cubo de Necker
o la ilusión de la vieja y la jovencita [véase
«Ambigüedades y percepción», por V. R. Ra-
machandran y D. Rogers-Ramachandran;
Mente y cerebro n.o 34, enero de 2009].
Las dos interpretaciones de esas figuras se
suceden e imponen una a la otra con cier-
ta regularidad. El tiempo que media entre
ambas transiciones varía de unos indivi-
duos a otros. Una persona puede percibir
la transición cada cinco segundos; otra, en
cambio, cada diez.
Rees y su grupo se valieron de una va-
riante dinámica de esa ilusión biestable:
una nube de puntos móviles que se perci-
bía como un cilindro que rotaba, ora hacia
la derecha, ora hacia la izquierda. En ese
caso, establecieron una correlación entre
la anchura del recubrimiento cortical (el
espesor de la materia gris) y la duración
de cada percepto estable hasta el salto a la
variante alternativa. Tras escanear los ce-
rebros de 52 sujetos, observaron que solo
en el lóbulo parietal superior (LPS), tanto
derecho como izquierdo, el espesor y la
densidad de la materia gris se hallaba en
correlación negativa con la duración del
percepto. Dicho de otro modo, cuanto más
gruesa era la corteza LPS de los probandos,
con mayor rapidez se alternaban las dos
interpretaciones. Se sabe por otros estu-
dios clínicos que dicha región cerebral
controla la atención visual selectiva, pero
en qué medida el espesor y la densidad
de la materia gris del LPS puede influir
surge ahora como una cuestión abierta a
la conjetura.
Ante la pregunta sobre el rasgo o la
característica que mejor define a la cons-
ciencia, la mayoría de los mortales suele
referirse a la percepción y al conocimiento
del estado interior de uno mismo. Se juzga
que el pináculo de la sensibilidad reside en
la capacidad de tener presentes las propias
esperanzas, la preocupación por la enfer-
medad de un ser querido o las causas de
nuestro deseo o inapetencia, entre otros
pensamientos. La presencia constante del
propio estado interior falta en los demás
seres vivos, salvo quizás en los primates.
Aunque mi perro —como muchos otros
animales, por no decir todos— percibe las
imágenes, los sonidos y, en especial, los olo-
res de su entorno, desconoce el motivo por
el cual un día no mueve el rabo como de
costumbre ni si mañana va a encontrar su
comedero repleto de sabrosa carne.
V1V2V3
DISIMILITUDES ENGAÑOSAS En la ilusión de Ebbinghaus (izquierda) parece que el círculo central de la derecha sea más
grande que el de la izquierda, aunque sus respectivos diámetros son idénticos. En la de Ponzo
(derecha), la barra azul superior se percibe como si estuviera más alejada —y por consiguien-
te, mucho más larga– que la barra azul inferior. Sin embargo, miden igual. Según una investi-
gación de Geraint Rees, del Colegio Universitario de Londres, cuanto menor sea el tamaño de
la corteza visual primaria de quien observa, más vigorosa resultará la ilusión.
CUESTIÓN DE TAMAÑO Cuanto más pequeña sea la corteza visual
primaria (V1, rojo) de una persona, más cla-
ras le resultarán las ilusiones de Ebbinghaus
y Ponzo (página anterior). Las neuroimáge-
nes de tres probandos muestran la V1 (ade-
más de la secundaria, verde, y la terciaria,
azul) y la fuerza del efecto ilusorio. Así, MK
presenta una V1 de 1614 milímetros cuadra-
dos y ve el círculo de la derecha del test de
Ebbinghaus un 14 % más grande que el de la
izquierda. Al probando AS, con una V1 más
reducida, el tamaño del círculo le parece el
doble de grande (39 %). En PS, ambas me-
didas alcanzan cifras intermedias a los dos
sujetos anteriores.
MKÁrea V1:
1614 mm2
Ebbinghaus0,141
PSÁrea V1:
1440 mm2
Ebbinghaus0,236
ASÁrea V1:
918 mm2
Ebbinghaus0,397
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AVANCES
50 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
El científico sudafricano Sydney Bren-
ner, laureado con el premio Nobel
de Medicina en 2002, fue pionero al
adoptar el gusano nemátodo Caenorhab-
ditis elegans como modelo experimental
para el estudio integrado de la genética, la
división celular y el desarrollo animal. Este
pequeño invertebrado de un milímetro de
longitud presenta la peculiaridad, como
hermafrodita que es, de autofecundarse.
De esta forma, y solo en un plazo de tres
días, da lugar a grupos de descendientes
clónicos al individuo parental.
La capacidad de investigar neuronas
y genes en poblaciones de animales (sil-
vestres o transgénicos) que poseen esen-
cialmente un «cerebro» idéntico supone
una ventaja excepcional en el estudio del
comportamiento y de la memoria. Con la
peculiaridad de que el nemátodo C. elegans
tiene la singularidad de poseer un cuer-
po transparente, de modo que permite la
observación directa de sus 302 neuronas,
número invariable para todos los indivi-
duos de dicha especie. La estructura, dis-
tribución e interconexión de sus células
nerviosas se han analizado con minucio-
sidad mediante micrografías electrónicas.
Ello ha permitido trazar un plano detalla-
do del sistema nervioso de este gusano, el
cual describe dónde se encuentra cada una
de las neuronas y cómo se conectan entre
sí. No obstante, ¿se parece en algo nuestra
Para saber más
Human parietal cortex structure predicts indi-vidual differences in perceptual rivalry.� Ryota Kanai, Bahador Bahrami y Geraint Rees en Current Biology, vol. 20, n.o 18, págs. 1626-1630, agosto de 2010.
Relating introspective accuracy to individual differences in brain structure.� Stephen Fle-ming, Rimona Weil, Zoltan Nagy, Raymond Dolan y Geraint Rees en Science, vol. 329, págs. 1541-1543, septiembre de 2010.
The surface area of human V1 predicts the subjective experience of object size.� Samuel Schwarzkopf, Chen Song y Geraint Rees en Nature Neuroscience, vol. 14 págs. 28-30, enero de 2011.
Christof Koch Instituto de Tecnología de California
¿Será posible vincular las disparidades
de este aspecto de orden superior de la
consciencia con diferencias en la estructu-
ra cerebral? Así es, según se deduce de un
tercer estudio de Rees y sus colaboradores.
Solicitaron a un total de 32 voluntarios
sanos que se hallaban tendidos dentro del
escáner que desarrollaran una tarea visual
compleja. Debían juzgar cuál de cierto nú-
mero de débiles manchas destacaba un
poco más que las otras. Se buscó ex profeso
que dicho juicio resultase dudoso. Después
de cada prueba, los probandos debían elegir
un número que expresara su confianza en
la opinión que habían emitido (del uno al
seis, de menos a más). En otras palabras, se
les pidió que efectuasen una introspección:
¿tenía cada individuo la certeza de que aca-
baba de ver la mancha más brillante? Se
trataba de un ejercicio de metacognición,
de reflexión sobre lo pensado.
Como cabía esperar, los individuos mos-
traron grandes diferencias en la exactitud
de sus juicios (con independencia de su
grado de acierto). Recordemos el programa
de televisión ¿Quién quiere ser millonario?,
donde los concursantes debían decidir si
usaban un comodín antes de emitir su
respuesta, lo que, obviamente, dependía
de la confianza que tenían en su propio
juicio. Algunos concursantes actuaban con
prudencia, por lo que usaban sabiamente
los comodines; otros se desprendían de
ellos en poco tiempo.
En el caso de la investigación que nos
incumbe, se extrajo una medida de la va-
riabilidad de la introspección. Se descubrió
que esta se hallaba en correlación con el
volumen de materia gris de la corteza
prefrontal anterior derecha: cuantas más
neuronas contenía dicha región frontal del
cerebro, mayor era la calidad de la intros-
pección del individuo. Aunque con ello no
mejoraba el grado de acierto, sí aumentaba
la intuición de la propia ejecutoria (la va-
loración de si se ha actuado bien o mal).
De hecho, quienes han sufrido lesiones en
dicha área cerebral pierden, por lo general,
su capacidad introspectiva. Esta porción
del neocórtex se ha expandido más que
cualquier otra región del encéfalo de los
primates. Con todo, los mecanismos neu-
ronales subyacentes a tal correlación supo-
nen por ahora un misterio.
En conclusión, los estudios de Rees es-
tablecen que las diferencias en la morfo-
logía del cerebro se reflejan en dispari-
dades en la percepción y la aprehensión
consciente del mundo, inclusive en los pro-
pios pensamientos. A pesar de las grandes
semejanzas biológicas, el cerebro de cada
persona es único y, con ello, también su
mente.
COGNICIÓN
Un gusano revela claves de la memoriaLa investigación en el nemátodo Caenorhabditis elegans revela fenómenos moleculares
de la remembranza humana
PAOL A JUR ADO
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 51
capacidad de memorirización a la de un
nemátodo con un minicerebro de poco
más de 300 neuronas?
Procesos moleculares semejantes
Aunque los mecanismos de aprendizaje
de este animal resultan simples, las mo-
léculas que intervienen en la formación
de los recuerdos son exactamente las
mismas que en los seres superiores. Ello
señala otro dato importante: los mecanis-
mos moleculares de la memoria provienen
y se conservan desde períodos remotos de
la evolución.
El cerebro de los mamíferos constituye
una estructura compleja y difícil de abor-
dar. Por ello, la posibilidad de estudiar la
memoria en un organismo simple, con un
mapa neuronal definido y unas caracte-
rísticas descritas, supone una gran ventaja
para la investigación.
De entrada, sorprende todas las tareas
que este nemátodo puede llevar a cabo
con un número tan limitado de células
nerviosas. C. elegans es capaz de detectar
y memorizar una enorme diversidad de
estímulos: olores, sabores, sensaciones
táctiles, temperatura y concentración de
oxígeno, entre otros. Su diminuto cerebro
capta cada una de estas señales a través
de un grupo reducido de neuronas sen-
soriales. Estas células sensoras conectan
con las interneuronas responsables de
procesar la información recibida y de en-
viar una respuesta a las neuronas de man-
do. Estas, a su vez, inervan a las células
nerviosas motoras que materializan el
comportamiento de respuesta. De esta
forma, los animales emprenden diferen-
tes movimientos.
En las neuronas sensoriales se aloja un
tipo de memoria simple no asociativa (de
habituación) que lleva a los individuos a
acostumbrarse a la presencia de un es-
tímulo concreto, de manera que al final
les resulta irrelevante. En cambio, los pro-
cesos más complejos de formación y man-
tenimiento de los recuerdos, entre ellos la
asociación entre dos estímulos distintos
(memoria asociativa), suelen relacionarse
con la actividad de las interneuronas.
Como ocurre en el ya clásico experi-
mento de aprendizaje del perro de Pavlov,
los gusanos son capaces de asociar los es-
tímulos sensoriales a la comida u otros
incentivos. Así, si se les se introduce en el
alimento un compuesto químico de atrac-
tivo neutro para ellos, posteriormente se
sentirán atraídos por esta misma sustancia
sin necesidad de la presencia de la comida.
Ahora bien, en el caso de que esta misma
sustancia se suministre a los gusanos junto
con un estímulo aversivo para ellos (como
el extracto de ajo, que les resulta desagra-
dable), rehuirán más tarde el compuesto.
Consolidación de los recuerdos
Las bases moleculares que permiten tales
capacidades memorísticas y de aprendizaje
Insulina, una de las clavesLas proteínas relacionadas con la insulina han resultado clave para el estudio de la memoria en C. elegans. En la actualidad se ha reconocido su impor-tancia en procesos cognitivos humanos con independencia de su ya conocida función como regulador de la glucosa en la sangre.
BAJO EL MICROSCOPIO La imagen obtenida por microscopía de
fluorescencia (arriba) reproduce el sistema
nervioso del gusano Caenorhabditis elegans
marcado con la proteína verde fluorescente.
Como se observa en la representación es-
quemática del animal (debajo), este posee
células nerviosas concretas (definidas por
diferentes combinaciones de letras mayús-
culas: AFD, AWC, etc.) involucradas en las
respuestas sensoriales a estímulos concre-
tos: temperatura (termosensación), olores y
gustos (quimiosensación) y movimiento (me-
canosensación). El diagrama (abajo) muestra
cómo estas células nerviosas se conectan
entre ellas formando un mapa neuronal defi-
nido e invariable en los individuos de este
nemátodo.
Neuronas sensorialesInterneuronasNeuronas de mandoNeuronas motoras
Cabeza Cola
Ganglio o anillonervioso
Ganglio capital(«cerebro»)
Cordón nervioso
Ganglio caudal
Zona sensorialprincipal
AWCAFD ASE AWA ALM AVM
AIY AIZ
RIA
RIM RIB
PVCAVB AVA
AVD
AVE
RetrocederAvanzar
B A
PLM
Termosensación Quimiosensación Mecanosensación
CO
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ÍA D
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OLA
JU
RA
DO
AVANCES
52 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
Con frecuencia, las personas no
exponen directa y espontánea-
mente sus preocupaciones a tra-
vés del lenguaje oral. Otra importante
herramienta comunicativa entra en esos
momentos en escena: la comunicación
no verbal. Esta, al igual que las palabras,
contiene un alto valor adaptativo para los
humanos, puesto que permite transmitir
información relevante para la superviven-
cia, desempeña una función clave en las
relaciones interpersonales y constituye la
principal vía de expresión de las emocio-
nes. De ahí que pueda influir en el estado
emocional y comportamiento humanos.
Incluso los recién nacidos, quienes ca-
recen de una capacidad de expresión ver-
bal desarrollada, muestran sus habilida-
des comunicativas no verbales cuando
expresan sus necesidades a los progeni-
tores u otros cuidadores. La fascinación
del bebé por las expresiones faciales y el
habla de los adultos, junto con su habili-
dad para imitar expresiones y gestos, fo-
menta el desarrollo social. Pero más allá
de la función adaptativa, las peculiari-
dades de la comunicación no verbal la
convierten en una valiosa herramienta
en diversos contextos, en especial, en el
ámbito sanitario.
Transmisión de emociones
Diversos autores señalan que las caracte-
rísticas de la comunicación no verbal con-
tribuyen a la detección de problemas de
salud, al diagnóstico de psicopatologías, a
la evaluación del curso de la enfermedad
y a fomentar la escucha activa del médico
así como el discurso del paciente. Además,
revela si existe una actitud de simulación o
disimulación por parte de los involucrados
y facilita la interacción con los individuos
que presentan déficits comunicativos.
Tal es su potencial en las interacciones
humanas y en la transmisión de informa-
ción emocional que los expertos postulan
resultan complejas, mas el nemátodo nos
ofrece algunas pistas para su conocimiento.
El neurotransmisor glutamato y sus re-
ceptores desempeñan una gran relevancia
en el aprendizaje y la memoria de C. elegans
y también de los mamíferos. Aunque el nú-
mero de receptores de glutamato es menor
en C. elegans (10 frente a los 18 en los hu-
manos), su estructura es muy similar en
ambas especies. Las neuronas activadas por
un estímulo liberan glutamato a las sinapsis,
zonas de unión celular en las que los recep-
tores de glutamato (AMPA y NMDA, en los
humanos; GLR y NMR, en C. elegans) situados
en las neuronas diana reciben el estímulo.
Los receptores de glutamato activados
promueven la entrada de calcio en las
neuronas, fenómeno que permite activar
una serie de reacciones en el interior de
las células nerviosas, las cuales conllevan
la fijación de los recuerdos.
Por otra parte, los estudios en C. elegans
han mostrado que uno de los compuestos
con mayor relevancia en la formación de la
memoria asociativa es la insulina (INS-1).
El receptor de la insulina (DAF-2) trans-
mite una señal de activación a la quinasa
AGE-1 que, a su vez, activa a otras proteí-
nas, incluyendo varias quinasas más. Estas
proteínas añaden grupos fosfato, de ma-
nera que generan una activación en cas-
cada. Dichas riadas de activación intrace-
lulares pueden llegar hasta el núcleo de la
neurona, donde activan por fosforilación
factores de transcripción que promueven
la expresión de diversos genes para fabri-
car proteínas nuevas. Entre los factores de
transcripción, el más destacado es la pro-
teína de unión al elemento de respuesta
a AMP cíclico o CREB.
En los humanos, la función principal de
la proteína CREB consiste en promover la
formación de recuerdos duraderos, ya que
facilita la producción de proteínas que mo-
difican las sinapsis. Dicha proteína, como
hemos averiguado en C. elegans a través de
su proteína homóloga CRH-1, supone una
de las claves de la memoria.
Para saber más
Formación y consolidación de los recuerdos.� S. Laroche en Mente y cerebro, n.o 43, 2010.
La materia de los recuerdos.� A. Barco en Mente y cerebro, n.o 40, 2010.
An elegant mind: Learning and memory in Caenorhabditis elegans.� E. L. Ardiel y C. Rankin en Learning & Memory, n.o 17, págs. 191-201, 2010.
Behavioral plasticity, learning and momory in C. elegans.� H. Sasakura e I. Mori en Current Opinion in Neurobiology, n.o 23, págs. 1-8, 2012.
Paola Jurado Instituto de Investigación Biomédica
de Bellvitge-IDIBELL
MEDICINA
Relación terapéutica más allá de las palabrasLa comunicación no verbal contribuye a que exista un clima de confianza,
respeto y empatía entre médico y paciente
BEATRIZ MOLINUEVO ALONSO
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 53
una formación específica de los profesio-
nales sanitarios en competencias comu-
nicativas no verbales. Tradicionalmente,
ese tipo de comunicación entre médico y
paciente ha contado con un pequeño es-
pacio formativo junto al entrenamiento
en aptitudes de comunicación verbal. Sin
embargo, se aboga por que tenga entidad
propia.
La relación interpersonal entre médico y
paciente es más compleja de lo que a priori
podría pensarse. Entre otros aspectos, los
individuos que entran en contacto no de-
sempeñan el mismo rol, el encuentro tam-
poco suele ser voluntario y, por lo general,
va acompañado de problemas con carga
emocional. De ahí que sea de esperar que la
comunicación no verbal influya de manera
positiva en la relación terapéutica y en los
resultados clínicos.
Mayor satisfacción y adhesión
Determinados comportamientos no ver-
bales del médico (contacto visual, asenti-
miento con la cabeza, expresividad facial,
entre otros) se asocian con una mayor sa-
tisfacción por parte de los pacientes, una
mejor adherencia al tratamiento y una dis-
minución de las denuncias por mala praxis
clínica. Del mismo modo, los profesionales
que presentan competencia comunicativa
no verbal muestran mayor capacidad para
identificar problemas emocionales.
No obstante, el estudio del vínculo en-
tre comunicación no verbal y resultados
clínicos conlleva cierta dificultad. Como
indica Miles L. Patterson, de la Universidad
de Missouri-San Luis y uno de los gran-
des expertos en el tema, la comunicación
no verbal no es un lenguaje corporal, no
dispone de una sintaxis ni tampoco lleva
asociado un diccionario que recoja y ex-
plique cada conducta. Su interpretación
depende, en gran medida, del contexto so-
cial y cultural. También se halla sujeta a la
influencia de múltiples variables relacio-
nadas con las características del paciente,
del profesional y de la enfermedad, entre
otros factores.
De esta manera, no se limita a la expre-
sión del cuerpo. También los elementos
del entorno físico y los objetos persona-
les transmiten información. Sus compo-
nentes interaccionan y pueden mostrar
congruencia o incongruencia entre sí.
En el primer supuesto se encontraría un
médico que recibe con cordialidad a su
paciente: sonríe, mantiene contacto visual
con él, le da la mano y le desea los bue-
nos días con un tono de voz amable. Por el
contrario, un caso de incongruencia sería
aquel en el que una persona responde a
la pregunta de si se encuentra bien con
una sonrisa, pero con un escaso contacto
visual y en voz baja y dubitativa.
Se trata de un canal en constante fun-
cionamiento: el médico y el paciente se co-
munican e influyen continuamente. Gran
parte de la información que se envía y se
recibe se procesa de forma automática,
aunque ello no impida que se pueda con-
trolar a voluntad. Con todo, la comunica-
ción verbal y la no verbal actúan a la par
y se relacionan. Por ello, para interpretar
de forma adecuada una interacción inter-
personal se requiere tener ambos tipos de
comunicación en cuenta.
El reto actual estriba en definir el cami-
no por el que la comunicación no verbal
influye en la mejoría de la salud física y
mental del paciente. Para dar con la res-
puesta se requieren estudios longitudina-
les, procedimientos y herramientas de me-
dición que faciliten la comparación entre
investigaciones.
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OBJETOS QUE INFORMAN La comunicación no verbal del terapeuta
no se limita a la expresión corporal: los ele-
mentos y los objetos personales transmiten
al médico información relevante sobre el
paciente.
Para saber más
Doctors talking with patiens / patiens talking with doctors: Improving comunication in medial visits.� D. L. Roter y J. A. Hall, Greenwood Publishing Group, 2006 (2.a ed.).
Nonverbal communication in human inte-raction.� M. L. Knapp y J. A. Hall, Wadsworth, Cengage Learning, 2010 (7.a ed.).
Más que palabras.� El poder de la comunicación no verbal.� M. L. Patterson. Aresta, 2010.
La comunicación no verbal en la relación médico-paciente.� B. Molinuevo Alonso. Aresta, 2011.
Beatriz Molinuevo Alonso Unidad de psicología médica, facultad de medicina
Instituto de Neurociencias Universidad Autónoma de Barcelona
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TEMAS dePrecio por ejemplar: 6,50€MyC 1: Conciencia y libre albedríoMyC 2: Inteligencia y creatividadMyC 3: Placer y amorMyC 4: EsquizofreniaMyC 5: Pensamiento y lenguajeMyC 6: Origen del dolorMyC 7: Varón o mujer: cuestión de simetríaMyC 8: Paradoja del samaritanoMyC 9: Niños hiperactivosMyC 10: El efecto placeboMyC 11: CreatividadMyC 12: Neurología de la religiónMyC 13: Emociones musicalesMyC 14:MyC 15: Aprendizaje con medios virtualesMyC 16: Inteligencia emocionalMyC 17: Cuidados paliativos MyC 18: FreudMyC 19: Lenguaje corporalMyC 20: Aprender a hablarMyC 21: PubertadMyC 22: Las raíces de la violenciaMyC 23: El descubrimiento del otroMyC 24: Psicología e inmigraciónMyC 25: Pensamiento mágicoMyC 26: El cerebro adolescenteMyC 27: Psicograma del terrorMyC 28: Sibaritismo inteligenteMyC 29: Cerebro senescenteMyC 30: Toma de decisionesMyC 31: Psicología de la gestaciónMyC 32: NeuroéticaMyC 33: Inapetencia sexualMyC 34: Las emocionesMyC 35: La verdad sobre la mentiraMyC 36: Psicología de la risaMyC 37: AlucinacionesMyC 38: NeuroeconomíaMyC 39: Psicología del éxitoMyC 40: El poder de la culturaMyC 41: Dormir para aprenderMyC 42: Marcapasos cerebralesMyC 43: Deconstrucción de la memoriaMyC 44: Luces y sombras de la neurodidácticaMyC 45: Biología de la religiónMyC 46: ¡A jugar!MyC 47: Neurobiología de la lecturaMyC 48: Redes socialesMyC 49: Presiones extremasMyC 50: Trabajo y felicidadMyC 51: La percepción del tiempoMyC 52: Claves de la motivaciónMyC 53: Neuropsicología urbanaMyC 54: Naturaleza y psiqueMyC 55: Neuropsicología del yoMyC 56: Psiquiatría personalizadaMyC 57: Psicobiología de la obesidadMyC 58: El poder del bebéMyC 59: Las huellas del estrés
Precio por ejemplar: 6,90€Cuadernos 1: El cerebroCuadernos 2: EmocionesCuadernos 3: IlusionesCuadernos 4: Las neuronas
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56 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
SERIE – TÉCNIC A S DE L A NEUROCIENCIA
¿Cómo reconocemos la cara de
nuestra abuela que pasea en-
tre el gentío de una concurri-
da calle? Hasta ahora la ciencia
no ha podido explicar con de-
talle el modo en que el cerebro resuelve esa tarea
en apariencia tan sencilla.
Se conocen bastante bien las funciones que de-
sempeñan cada una de las regiones cerebrales;
se sabe el lugar del encéfalo que ocupa el centro
del lenguaje, dónde se procesan los sentimientos
y qué área es responsable de la visión y del reco-
nocimiento de rostros. Aparte de esta ordenada
distribución se han ido desentrañando detalles
sobre algunas neuronas concretas. Sin embargo,
el modo en el que millones de células nervio-
sas se coordinan (para procesar las sensaciones
visuales, por ejemplo) sigue sin conocerse con
exactitud.
Mediante la microscopía bifotónica, los científi-
cos intentan llenar esa, por ahora, laguna de cono-
cimiento. Basada en la fluorescencia, esta técnica
permite estudiar la función de redes neuronales
en un cerebro vivo. La fluorescencia consiste en la
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EN CANDILEJAS Mediante la microscopía bifotónica y técnicas de
tinción especiales se consigue que determinados
tipos de células emitan luz. La imagen muestra
una célula piramidal del hipocampo de una rata
que produce proteínas con una fluorescencia
verde y roja.
Microscopía bifotónica: neuronas en directoEl microscopio bifotónico constituye un avance en el terreno de la microscopía de
fluorescencia: permite medir la actividad de neuronas vivas en zonas profundas
del cerebro. Mas, hoy por hoy, el método resulta muy costoso
WOLFGANG MIT TM ANN
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 57
propiedad que poseen determinados pigmentos
de estimularse cuando inciden sobre ellos fotones
(partículas luminosas). Cada tipo de molécula de
pigmento requiere que los fotones incidentes ten-
gan un nivel de energía concreto.
Pocos nanosegundos después de la incidencia
de fotones, las moléculas de tinción vuelven a
un nivel inferior de energía; acto seguido, ellas
mismas emiten un fotón, es decir, se tornan lu-
minosas. La particularidad del método bifotónico
consiste en que para el estímulo se utiliza una luz
de baja energía, la mayoría de las veces infrarroja.
Cuando inciden dos fotones de forma simultánea
sobre el pigmento, la energía que recibe se suma
y genera una luz visible de alta energía.
Aspectos esenciales
La luz infrarroja puede penetrar en la zona pro-
funda del cerebro, ya que se dispersa menos. Con
ello se obtienen imágenes del tejido nervioso si-
tuado hasta medio milímetro de profundidad. A
simple vista, tal hazaña parece ínfima si se consi-
dera la masa encefálica en su conjunto, mas a esa
profundidad se encuentran los primeros cuerpos
neuronales de la corteza cerebral donde aconte-
cen funciones nerviosas superiores. Pese a esta
ventaja, el método presenta un inconveniente: la
luz infrarroja que emplea debe ser muy intensa,
propiedad que hasta ahora solo posibilitan apa-
ratos de láser grandes y costosos.
Aunque las moléculas de pigmento sobre las
que inciden los fotones no se hallan de forma
natural en el cerebro, cada vez se conocen más
sistemas para teñir las neuronas con ellos. Ade-
más de hacer visibles las células, este tipo de tin-
ción permite observar las comunicaciones que
se dan entre unas células y otras. Las neuronas
transmiten sus señales en forma de impulsos
eléctricos y, con ello, originan la penetración de
iones de calcio en la célula. Los pigmentos que
se emplean en microscopía bifotónica poseen
la propiedad de unirse a esos iones de calcio, de
manera que refuerzan su fluorescencia. Mediante
diversas imágenes de las neuronas vecinas, los
neurocientíficos pueden elaborar una secuencia
de la red neuronal en funcionamiento, con el fin
de observar a modo de vídeo el procesamiento
de la información que allí sucede. Ello, claro está,
solo es posible en un cerebro vivo.
Los investigadores suelen trabajar con ratones
o ratas que yacen con el cráneo abierto bajo el
microscopio. Esta situación no provoca en los
roedores daño alguno, ya que antes de la medi-
ción reciben una anestesia que, por otro lado, no
impide que su corteza cerebral siga procesando
informaciones.
Para interpretar el patrón de fluorescencia del
tejido nervioso se requiere distinguir las señales
aferentes y eferentes de otras actividades aleato-
rias y sin consecuencias para el funcionamiento
cerebral. Con ese objetivo, se relaciona la ilumi-
nación de las neuronas con un determinado es-
tímulo. Los investigadores muestran a los múri-
dos diversas imágenes y examinan qué neuronas
alteran su actividad en el encéfalo del animal.
La actividad neuronal de los roedores varía se-
gún si se les enseña un rectángulo horizontal o
uno vertical; las neuronas que captan la situación
y orientación de un objeto aparecen ordenadas en
círculo. En 2006, Clay Reid, de la Escuela Médica
de Harvard en Boston, y sus colaboradores descu-
brieron mediante microscopía bifotónica que para
cada posición se activaba un segmento delimitado
del círculo, llegando incluso a activarse una sola
neurona. El hallazgo demostró las inmensas posi-
bilidades que ofrece este método para el estudio
de la percepción sensorial.
En 2009, un equipo dirigido por Jason Kerr, del
Instituto Max Planck de Cibernética en Tubinga,
presentó la versión en miniatura de un micros-
copio bifotónico. Este artilugio podía fijarse di-
rectamente a la cabeza de un animal de experi-
mentación sin suponerle grandes molestias. De
ese modo consiguieron estudiar en unas ratas,
las cuales podían moverse con libertad por un
tubo de plástico, la actividad de 20 neuronas de
la corteza visual cada vez que los roedores veían
figuras distintas en unas pantallas de ordenador.
La microscopía bifotónica se encuentra todavía
en pañales. Pero algún día podría ayudarnos a
resolver el enigma de cómo reconocemos a nues-
tra abuela. Hasta ahora se ha propuesto toda una
serie de teorías más o menos aceptables, entre
ellas, el juego memorístico de la «neurona de la
abuela»: el sistema visual funciona en diversas
fases procesando sensaciones de complejidad
creciente, desde la orientación de objetos senci-
llos alargados hasta toda una cara. El concepto
de «neurona de la abuela» supone que existe una
célula en el cerebro única y exclusivamente para
comunicar a las otras que nos hallamos frente a
la cara de nuestra abuela.
SERIE
Técnicas de la neurociencia
Parte 1: Atlas cerebral Enero 2013
Parte 2: Optogenética Marzo 2013
Parte 3: Microscopía de fluorescencia
Parte 4: Microscopía electrónica Julio 2013
Parte 5: Imágenes con tensor de difusión Septiembre 2013
Parte 6: Simulación por ordenador Noviembre 2013
EN SÍNTESIS
En tiempo real
1Merced a la microscopía
bifotónica, los neuro-
científicos captan imágenes
de la actividad neuronal en
animales experimentales
vivos.
2La técnica permite
captar imágenes del
tejido nervioso de hasta un
milímetro de profundidad
cerebral, distancia que
corresponde a un grosor de
la corteza cerebral que inclu-
ye varias capas de neuronas.
3Mediante esta técnica
se espera sacar conclu-
siones sobre la transmisión
de señales a través de redes
neuronales concretas.
58 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
SERIE – TÉCNIC A S DE L A NEUROCIENCIA
Resulta dudoso que existan células tan alta-
mente especializadas. Si así fuera, necesitaríamos
«células del tío» y «de la tía»; también varias «neu-
ronas de la abuela» para poder reconocer cada
una de las expresiones de su rostro. Ello induce
a pensar que la percepción de una determinada
persona se encuentran codificada en el cerebro
por todo un colectivo de neuronas que «recono-
cen» diversos aspectos de la cara de la abuela y
que responden a otros rostros con características
semejantes [véase «El archivo de la memoria», por
R. Quian Quiroga, I. Fried y C. Koch; Investiga-
ción y Ciencia, abril de 2013].
La microscopía bifotónica promete, al menos
en teoría, arrojar claridad sobre la cuestión. Para
averiguarlo, deberíamos mostrar a un múrido una
serie de retratos. A continuación, habría que ob-
servar qué células de ese encéfalo responden a un
aspecto determinado de la cara. Mas, lógicamente,
el cerebro de un ratón no está especializado en
el reconocimiento de caras humanas, por ello se
necesitaría un requisito previo: describir las per-
cepciones correspondientes en un roedor.
Otro concepto que suele discutirse en la
actualidad es el de la cadena de activación de
neuronas o «melodías» neuronales. Las redes de
En las profundidades del cerebro
Con el microscopio de fluorescencia estándar (centro), los investigadores iluminan muestras de tejido mediante una potente lám-
para o con un láser de luz visible de alta energía. Esta iluminación origina que el pigmento con el que se ha teñido la célula emita
luz; sin embargo, este método no permite penetrar hasta el fondo del tejido cerebral, ya que la luz se dispersa demasiado. Con el
microscopio bifotónico (derecha) se utiliza luz infrarroja. Al tratarse de una luz poco energética, en vez de un fotón se necesitan
dos para estimular la molécula del pigmento. La luz de baja energía puede penetrar hasta una profundidad de un milímetro en el
tejido. Ello resulta suficiente para captar imágenes de neuronas de la corteza cerebral en un encéfalo vivo mientras desempeña
funciones mentales superiores.
Microscopiode fluorescencia
tradicionalFluorescencia en toda
el área iluminada
Lámpara Fuentede luz
infrarroja
Corte de la cortezacerebral
Neuronasde la corteza
cerebral
Luz visible(longitud de onda de,por ejemplo, 400 nm)
Microscopiode fluorescencia
bifotónicaFluorescencia limitada
al plano estimuladoLuz infrarroja
(longitud de onda de,por ejemplo, 800 nm)
GEH
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/ A
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OR
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NC
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MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 59
las células nerviosas no siempre reaccionan de
nuevo a un estímulo, sino que repiten secuen-
cias de potenciales de acción. Estas melodías
pueden desencadenarse por diversos estímulos,
de forma que actúan como repertorio fijo de la
red neuronal, aunque al final siguen siempre el
mismo curso.
A pesar de que hasta ahora no existe una de-
mostración concluyente sobre esta idea, el plan-
teamiento da mucho de sí: las redes neuronales
serían menos vulnerables a los trastornos y po-
drían reaccionar con poco esfuerzo a estímulos
reiterados como el rostro de la abuela. Hoy por
hoy, indagar a través de la microscopía bifotónica
estas «melodías» supone un gran reto pero, en
principio, el método parece apropiado.
Columnas calculadoras
Lejos de limitarse a poner a prueba las teorías
existentes, los neurocientíficos desarrollan asi-
mismo el camino a la inversa: recogen de forma
sistemática datos con el fin de desarrollar nuevos
modelos que sirvan para entender, entre otros fe-
nómenos, el modo en el que funciona la corteza
cerebral. A modo de metáfora, esta sería como
un paño, cuyos pliegues le confieren un aspecto
semejante al de un cerebro humano.
Tanto si se trata del centro del habla como del
área visual del cerebro, el paño se encuentra forma-
do por las mismas capas horizontales replegadas
unas sobre otras. En sentido vertical, la disposición
es en columnas de un grosor aproximado de me-
dio milímetro. Estas atraviesan desde la superficie
del cerebro cada una de las capas de la neocorteza
[véase «El silencio de las neuronas», por J. Mars-
chall; Mente y cerebro n.o 46, enero de 2011]. Se
cree que todas las columnas, como unidades pro-
cesadoras, actúan según el mismo principio.
El equipo de uno de los descubridores de la mi-
croscopía bifotónica, Winfried Denk, ha logrado
en el Instituto Max Planck de Heidelberg avanzar
un paso más allá en el desarrollo del método que
nos atañe: ha logrado que penetre hasta alcanzar
un milímetro de profundidad en el tejido nervio-
so. De esta forma, en principio, es posible introdu-
cirse en cada una de las capas del cerebro y medir
su actividad. En colaboración con Jason Kerr, del
Instituto Max Planck de Cibernética en Tubinga,
he seguido los avances del grupo de Denk. Si se
consiguiera medir la actividad de las neuronas del
conjunto de capas de una columna en el cerebro
de ratones vivos, podría obtenerse un patrón típi-
co de respuesta de cada capa en particular.
No solo eso. En caso de que en ese supuesto
se consiguiesen datos suficientes, podrían encon-
trarse algoritmos que explicaran cómo funciona
la unidad de cómputo examinada en la corteza
cerebral. El siguiente paso consistiría en aclarar
si tales hallazgos pueden extrapolarse a todos
los módulos y el modo en que las columnas se
encuentran conectadas entre sí. Unidades vecinas
forman centros cerebrales (por ejemplo, respon-
sables de la percepción visual), pero las columnas
comunican entre sí regiones cerebrales muy dis-
tantes. Solo cuando conozcamos las respuestas
a estas incógnitas estaremos a un paso de saber
por qué reconocemos la cara de nuestra abuela de
entre una multitud de rostros humanos.
Células nerviosas pigmentadas
Antes de obtener imágenes de las neuronas mediante microscopía bifotóni-
ca,� se requiere teñirlas con moléculas fluorescentes. Para ello se emplea un
pigmento cálcico especial capaz de introducirse y permanecer en la célula. Este
se inyecta en la correspondiente área cerebral y, poco a poco, va penetrando
en las neuronas.
Las técnicas genéticas ofrecen otra posibilidad de tinción: los biólogos mo-
leculares han conseguido modificar un pigmento fluorescente natural en las
medusas, el cual emite una luz fluorescente que resulta más clara en presencia
de calcio. Mediante unos virus, se introduce el ADN del tinte en las neuronas
y estas empiezan a producirlo sin sufrir trastorno alguno. Así resulta posible
seguir el rastro de los impulsos eléctricos en el cerebro.
Otra opción para la pigmentación se basa en alterar la información genética
de animales transgénicos, de manera que determinadas células produzcan el
pigmento. La diferencia respecto al método anterior reside en que, con este últi-
mo, los investigadores pueden seleccionar exactamente las células que quieren
teñir. Ello les permite estudiar el papel que desempeña un tipo de célula concreto
en el procesamiento de la información. Sin embargo, para conseguirlo existen
dificultades técnicas. Por el momento, la técnica más prometedora la ofrece
una combinación a base de animales transgénicos y virus: el tipo celular que
se estudia se «marca» genéticamente, de modo que los virus introducidos en
el cerebro se encargan de que solo produzcan pigmento las neuronas del tipo
que se ha determinado previamente.
Para saber más
In vivo two-photon calcium imaging of neural networks.� C. Stosiek et al. en Proceedings of the National Academy of Sciences, vol. 100, págs. 7319-7324, 2003.
Highly ordered arrangement of single neurons in orienta-tion pinwheels.� K. Ohki et al. en Nature, vol. 442, págs. 925-928, 2006.
Visually evoked activity in cortical cells imaged in freely moving animals.� J. Sawinski et al. en Proceedings of the Na-tional Academy of Sciences, vol. 106, págs. 19.557-19.562, 2009.
Wolfgang Mittmann es doctor en neurobiología. Ha trabajado en el departamento de óptica biomédica en el Instituto Max Planck de Investigación Médica de Heidelberg así como en el de Cibernética Biológica de Tubinga.
60 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
SUEÑO
Comparado con el ajetreo y el bullicio
de la vida diurna, el descanso noc-
turno puede parecer insulso y tosco.
Excepto en el mundo de las ensoña-
ciones, el cerebro que duerme no se
comporta mal ni vive aventuras. Tampoco ama,
planifica o aspira a nada, ni comete ningún logro
que pueda suponer motivo de orgullo. Sin embar-
go, durante esas horas de reposo en las que la men-
te permanece en suspenso, el cerebro lleva a cabo
una labor crucial que habita el corazón mismo de
todos los actos creativos: se corrige a sí mismo. Y
puede que deseche bastante material.
En una nueva y provocadora teoría sobre la fun-
ción del sueño, Giulio Tononi, de la Universidad de
Wisconsin-Madison, afirma que el sueño podría
fomentar un «desmantelamiento cerebral» con
el fin de consolidar lo aprendido. A medida que
la mente consciente deja paso al estado de repo-
so, una parte de las conexiones neuronales que
conforman el andamiaje del conocimiento se des-
monta. Ese desmantelamiento nocturno podría
parecer un curioso acto de sabotaje perpetrado
por el encéfalo contra sí mismo, pero en realidad
constituye un mecanismo destinado a mejorar la
capacidad de codificación y almacenamiento de
la información nueva.
La amplia mayoría de la comunidad científica
reconoce los efectos beneficiosos del sueño sobre
el aprendizaje y la memoria. La opinión dominan-
te sostiene que los recuerdos recién creados se
reproducen mientras dormimos; en ese proceso,
el cerebro los acaba de refinar [véase «Actividad
cerebral durante el sueño», por Robert Stickgold
y Jeffrey M. Ellenbogen; Mente y cerebro n.o 41,
marzo de 2010]. Tononi presume, empero, que los
circuitos neuronales que afianzan las remembran-
zas solo pueden ser reforzados un cierto número
de veces, hasta que llegan a un límite. Según ha
averiguado junto con sus colaboradores, el sueño
también actúa como un botón de reajuste que
desata las conexiones neuronales del cerebro para
que este recupere la flexibilidad que posibilita el
aprendizaje.
La teoría no escapa a la controversia. Algunos
investigadores del sueño consideran que los datos
son demasiado preliminares; defienden, en cam-
bio, la visión ortodoxa de que el dormir supone
un período de consolidación y refuerzo de la me-
moria. Si Tononi estuviera en lo cierto, el sueño
no solo se encargaría de la memoria del pasado
reciente; también despejaría espacio para albergar
los recuerdos de experiencias venideras.
¿Píxeles saturados?
El aprendizaje ocurre cuando una experiencia
(escuchar una nueva melodía o deambular por
una ciudad desconocida) impone un patrón de
actividad a unos grupos de neuronas. Tal patrón
altera las conexiones intercelulares: los enlaces
entre las neuronas coactivas se refuerzan y los
existentes entre las «desfasadas» se debilitan.
De este modo, las neuronas quedan enlazadas
de manera funcional. La coali ción emergente se
encarga de conservar un fragmento concreto de la
experiencia, un recuerdo. Durante los posteriores
períodos de desconexión, en particular mientras
dormimos, el patrón grabado por la experiencia
vuelve a reproducirse y origina cambios celulares
que lo estabilizan.
Hace un decenio, la mayoría de los psicólogos
concebía el sueño como esa recapitulación del
aprendizaje diurno. Sin embargo, Tononi apuntó
un posible problema: si las conexiones entre neu-
Remodelación de contenidos
1La mayoría de los cien-
tíficos coincide en que
el sueño ejerce importantes
efectos beneficiosos para el
aprendizaje y la memoria.
2El saber ortodoxo sostie-
ne que los recuerdos de
informaciones recientes se
reproducen durante el sueño;
en este proceso, el cerebro
acaba refinándolos.
3Nuevos estudios apun-
tan a que el sueño
actúa como un botón de
restitución que distiende
las conexiones neuronales,
de manera que deja listo
al cerebro para próximos
aprendizajes.
Secretos del descanso reparadorCada noche, el sueño afloja las conexiones que entrelazan el conocimiento
adquirido durante el día. Con ello, el cerebro recupera flexibilidad y dinamismo
JA SON C A STRO
EN LOS SUEÑOS Por la noche, el cerebro
reactiva imágenes del pasado.
A veces deja que se creen
mundos surrealistas en
nuestra mente.
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 61
CA
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62 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
SUEÑO
ronas (las sinapsis) se hacen más densas y fuertes
con el paso de las noches y los días, acabarán por
alcanzar un límite. Como sucede con los píxeles
saturados de una imagen demasiado brillante,
un grupo de sinapsis llevadas al límite propor-
cionaría muy poca información. Por otro lado, un
cerebro de tales características sería incapaz de
acumular experiencias nuevas.
Las ondas cerebrales registradas en las personas
dormidas exhiben algunas propiedades intere-
santes. Desde hace tiempo se sabe que el sueño
de ondas lentas (estado de reposo del que es más
difícil despertar) resulta necesario, ya que ejerce
un efecto reparador. Con todo, Tonino apuntó en
su investigación a dos fenómenos específicos. En
primer lugar, reconoció que cuando se priva a una
persona del sueño de ondas lentas, esta suele com-
pensar la carencia con intervalos más largos e in-
tensos del mismo tipo de descanso en momentos
posteriores. Segundo, la intensidad de ese sueño
profundo, la cual se mide a través de la amplitud
de las ondas cerebrales registradas, disminuye du-
rante la noche. En su opinión, ambos fenómenos
constituyen ejemplos de homeostasis, es decir, del
tira y afloja entre fuerzas opuestas para mantener
el equilibrio en un sistema biológico. El sueño de
ondas lentas restituiría el cerebro a un cierto es-
tado de equilibrio alterado por la vigilia.
El siguiente paso consistía en descubrir el pro-
ceso biológico que se esconde tras los cambios
observados en el sueño de ondas lentas. Tonino
sabía que su intensidad se hallaba relacionada con
la potencia total de las sinapsis: cuando las neu-
ronas descargan a la vez, provocan la activación
sincronizada de grupos de esas uniones neuro-
nales. La corriente eléctrica que fluye a través de
ellas genera la señal de onda lenta que registran
los electrodos colocados en el cuero cabelludo
de los probandos. De esa manera, la vigilia puede
propiciar una proliferación o un refuerzo de las
sinapsis. Por otro lado, la elevada intensidad inicial
del sueño de ondas lentas constituiría un reflejo
de esas redes celulares sumamente potentes. Si las
sinapsis se debilitan o desaparecen de algún modo
durante esa fase del sueño, su pérdida podría ex-
plicar por qué las señales del sueño menguan a lo
largo de la noche.
Con el fin de respaldar dicha conjetura, bauti-
zada por Tonino como «homeostasis sináptica»,
estudió las diferencias entre las sinapsis duran-
te la vigilia y el sueño. Extrajo tejido cerebral de
ratas dormidas y de otras despiertas, como parte
de un estudio publicado, junto con sus colabo-
radores, en 2008. Las muestras de tejido fueron
expuestas a anticuerpos marcados con radioac-
tividad, los cuales se adherían a varias proteínas
CHARLA MICROSCÓPICA Las sinapsis son lugares de
conexión entre las neuronas.
El impulso eléctrico de una cé-
lula nerviosa emisora provoca
la liberación de neurotransmi-
sores (azul), los cuales viajan a
través de la minúscula hendi-
dura sináptica hasta la neuro-
na receptora, donde originan
una nueva señal eléctrica.
El cerebro de las ratas
que duermen muestra
una menor conectividad
neuronal
GEH
IRN
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EGA
NIM
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 63
solo presentes en las sinapsis. Descubrieron que
numerosas de esas proteínas escaseaban en los
múridos que descansaban, dato que les llevó a la
conclusión de que el cerebro alberga menos sinap-
sis mientras duerme, o bien que estas poseen en
promedio menos capacidad para mantener una
comunicación eficaz; dicho de manera escueta, las
sinapsis durante el sueño son más débiles.
Xiao-Bing Gao, de la Universidad Yale, y sus
colaboradores respaldan esa visión con los resul-
tados de su estudio publicado en 2010. En cola-
boración con Tononi, el equipo de Gao registró
la actividad eléctrica de neuronas individuales
en cortes de tejido cerebral procedentes de, por
un lado, múridos despiertos, por otro, ejempla-
res que dormían. Las neuronas mantenían una
constante «conversación» a través de pequeñas
corrientes eléctricas que atravesaban las sinapsis.
Cuanto mayor era el flujo de corriente que circu-
laba a través de la sinapsis, más fuerte era esta.
Las neuronas de los roedores despiertos recibían
descargas eléctricas más intensas que las de sus
congéneres dormidos, lo cual indica que las célu-
las del cerebro durmiente permanecían conecta-
das por sinapsis menos numerosas o más débiles.
En conclusión, el hallazgo revelaba que el cerebro
alterna entre estados de alta y baja conectividad
durante el ciclo de vigilia y sueño.
Moscas insomnes
Si el sueño remodela las sinapsis, deberíamos ser
capaces de vislumbrar indicios estructurales de
tales cambios. Como se ha dicho, las sinapsis con
las que se comunican las neuronas pueden va-
riar en número y tamaño. Por lo común, cuanto
más numerosas y grandes, más «información»
eléctrica viaja entre las dos neuronas conectadas.
Los marcadores fluorescentes que se adhieren
a las proteínas que operan en ambos lados de la
hendidura sináptica permiten visualizar las si-
napsis. En 2011, Tononi, junto con Daniel Bushey
y Chiara Cirelli, estos últimos de la Universidad
de Wis consin, utilizó dicha técnica para descu-
brir el tamaño y el número de sinapsis presentes
en el cerebro de la mosca de la fruta. Con tal fin,
provocaron que un grupo de moscas permanecie-
ran en vilo colocándolas en un tambor giratorio,
de manera que los insectos somnolientos caían,
pero despertaban de nuevo a causa del movimien-
to de rotación. Ello les permitía comprobar si la
privación del sueño impedía la disminución y la
retracción de las sinapsis. En concordancia con la
hipótesis de Tononi, los cerebros de las moscas
insomnes manifestaron un número superior de
sinapsis y de un tamaño mayor —en algunos ca-
sos, hasta el doble de grandes— que los cerebros
de las moscas que pudieron dormir.
En 2012, el equipo de Tononi extrapoló esos
mismos resultados de insectos a mamíferos, en
concreto, ratones. El marcaje mediante sustancias
fluorescentes de las neuronas de la corteza (la capa
más externa del cerebro del ratón) permitió a los
investigadores visualizar el crecimiento y la re-
tracción de las espinas, es decir, de las diminutas
protuberancias pedunculadas de las neuronas
donde surgen las sinapsis. Comprobaron que la
densidad total de las sinapsis aumentaba durante
la vigilia y seguía elevada mientras los ratones no
podían dormir; de hecho, no disminuía hasta que
los animales caían presas del sueño.
Bálsamo somnífero
Antes de que pueda atribuirse a la homeostasis
sináptica la principal razón por la que dormimos,
los investigadores deberían ofrecer pruebas más
sustanciosas de que algún aspecto mensurable
de la función neuronal (aprendizaje, memoria o
percepción, por ejemplo) mejora gracias a la re-
tracción y desaparición de las sinapsis, y que se de-
teriora cuando dichas actividades se ven restrin-
gidas. Sin embargo, conseguir esas pruebas será
difícil. Ahora bien, si cuajan, las ideas de Tononi
podrían matizar la arraigada noción en el saber
científico de que el sueño consolida los recuerdos
al reforzar las sinapsis forjadas durante el día.
Sabemos por intuición que el sueño resulta re-
parador. Incluso existen metáforas floridas que
expresan esa idea: el sueño es un tónico; el sueño
es un bálsamo. O como Shakespeare escribiera
en su día: «El sueño, que devana la maraña de los
desvelos...». Posiblemente le fuera difícil conocer
que dormir podría renovar nuestro cerebro, ya que
deshace una parte del entramado neuronal que teje
durante la jornada, preparándonos para vivir y
aprender un día más.
Para saber más
The memory function of sleep.� S. Diekelmann y J. Born en Nature Reviews Neuroscience, vol. 11, n.o 2, págs. 114-126, febrero de 2010.
Circadian and homeostatic regulation of structural synaptic plasticity in hypocretin neurons.� L. Appelbaum et al. en Neuron, vol. 68, n.o 1, págs. 87-98, octubre de 2010.
Sleep and s ynaptic homeostasis: Structural evidence in drosophila.� D. Bushey, G. Tononi y C. Cirelli en Science, vol. 332, págs. 1576-1581, junio de 2011.
Sleep and waking modulate spine turnover in the adolescent mouse cortex.� S. Maret et al. en Nature Neuroscience, vol. 14, págs. 1418-1420, noviembre de 2011.
Jason Castro es investigador posdocto-ral en el Centro de Neurociencia de la Universidad de Pittsburgh.
64 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
MEDICINA
El diagnóstico «cáncer» supone un
golpe duro del destino. Pese a que en
la actualidad se conoce en buena me-
dida la biología de los tumores y se
han desarrollado diversos métodos
de tratamiento, el cáncer ocupa el segundo lugar
entre las causas de muerte en el mundo occi-
dental. Dos características fatales de los tumo-
res contribuyen a que el pronóstico de curación
resulte un tanto negativo: tras una terapia, en
un principio satisfactoria, los tumores vuelven
a crecer (recidiva) y generan nuevos focos can-
cerosos (metástasis) en otros órganos. Más del
90 por ciento de los pacientes con cáncer fallecen
por metástasis.
Los tumores cerebrales resultan particularmen-
te malignos, en especial el glioblastoma, por des-
gracia, también el más frecuente [véase «Glioblas-
toma: el enemigo interno», por Michael Synowitz;
Mente y cerebro n.o 39, noviembre de 2009]. Los
métodos actuales de tratamiento, como la ex-
tirpación quirúrgica o la quimio y radioterapia,
muestran un resultado limitado, de tal forma que
numerosos afectados no sobreviven más de un año
después del diagnóstico. Entre otros motivos, ello
se debe a la gran variedad genética de las células
tumorales, de las que se originan una y otra vez
células hijas resistentes a los tratamientos.
En fecha reciente, los investigadores han en-
contrado otra explicación de ese fracaso: las es-
trategias aplicadas hasta el momento no llegan
al objetivo deseado, es decir, a las células que
desempeñan una misión fundamental en la
génesis y el crecimiento de los tumores y que
contribuyen a la aparición de las recidivas y
metástasis. Nos referimos a las células madre
cancerosas (CMC).
Desde que se descubrió ese tipo de célula, cada
vez más expertos dudan del modelo estocástico
evolutivo de los tumores, vigente hasta ahora.
Según dicha teoría, que los estudiosos actuales
califican de simple, el cáncer se origina en células
con gran facilidad para la replicación y todas ellas
presentan una misma capacidad para activar el
crecimiento tumoral. A causa de las mutaciones,
aparecen células tumorales con diversidad gené-
tica; de ellas se seleccionan las mejor adaptadas,
que comienzan a propagarse.
Entre tanto, se ha asentado entre la comunidad
científica un planteamiento más amplio basado
en el modelo de la jerarquía o de las CMC, según
el cual los tumores, al igual que los tejidos sanos,
poseen algunas células con capacidades larvadas:
las células madre cancerosas. Estas constituyen
una reserva silenciosa que se multiplica en caso
necesario y puede originar tipos celulares dife-
renciados. Esta jerarquía en la diferenciación, en
cuya cima se asienta la célula madre tumoral, su-
pone otro motivo hasta hace poco subestimado
de la heterogeneidad que presentan las células
tumorales.
La nueva teoría ha llevado a un cambio de pa-
radigma en los últimos años. Al contrario de lo
que planteaba el modelo estocástico, hoy se cree
que solo un número limitado de las células de-
sencadena y estimula el crecimiento tumoral. En
consecuencia, para combatir con eficacia la enfer-
medad debe atacarse ese tipo concreto de células.
EN SÍNTESIS
Malhechores celulares
1Las células madre cance-
rosas (CMC) intervienen
en la génesis y el crecimien-
to de neoplasias, entre ellas,
los tumores cerebrales. Al
igual que otras células ma-
dre, disponen de capacidad
para multiplicarse y diferen-
ciarse.
2Las CMC resisten a me-
nudo los efectos de los
tratamientos anticancerosos
habituales: la quimio y la
radioterapia.
3Entre las posibles dianas
para fármacos novedo-
sos se encuentran diversas
vías de señalización que
regulan el crecimiento y la
diferenciación celulares.
Reserva celular letalLas células madre constituyen el origen de todos los tejidos del cuerpo humano,
pero entrañan cierto peligro: algunas neoplasias, entre ellas los tumores
cerebrales, provienen de células madre cancerosas
BOYAN GARVALOV Y TILL ACKER
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 65
La idea de que los tumores provienen de células
madre se expuso ya en el siglo xix. Sin embargo,
no fue hasta mediados de la década de los no-
venta del siglo xx que el grupo dirigido por John
Dicks, de la Universidad de Toronto, confirmó que
la leucemia mieloide aguda (un cáncer de la san-
gre) podía transmitirse de humano a ratón con
ayuda de células leucémicas específicas. (Estas se
parecen a las células madre hematopoyéticas de
la médula ósea que constituyen un almacén de
células sanguíneas.) Las investigaciones de Dicks
sentaron las bases para describir las CMC: poseen
la capacidad de autorreplicarse, diferenciarse e
iniciar el crecimiento tumoral.
Nidos larvados de resistencia
Desde entonces se conoce la intervención de CMC
en casi todo tipo cánceres: de mama, pulmón, in-
testino y próstata. Pero ha sido sobre todo el estu-
dio de los tumores cerebrales el que ha confirma-
do el modelo de las células madre cancerosas. El
equipo de Peter Dirks, también de la Universidad
de Toronto, halló en 2004 células madre cancero-
sas en los glioblastomas.
Además de la facultad para replicarse y dife-
renciarse, las CMC poseen otra serie de cualida-
des características de las células madre. En 2010,
nuestro equipo, en colaboración con un grupo
sueco, descubrió que los genes activos en las CMC
eran similares a los de las células madre sanas;
las vías de señalización que regulan los procesos
biológicos celulares también se asemejaban. Por
otra parte, el crecimiento de las células madre
cancerosas dependía de las condiciones que se
daban en los nichos de las células madre, donde
se hallaban bajo la influencia de las células cor-
porales vecinas o de factores extracelulares. De
esta manera, células madre de tumores cerebrales
se sitúan con frecuencia en la proximidad de los
vasos sanguíneos de un nicho vascular, donde ob-
tienen junto a nutrientes y a través de moléculas
mensajeras señales fundamentales que controlan
la supervivencia y el crecimiento de las CMC. Por
otra parte, estas células se localizan de preferencia
en regiones con una concentración reducida de
oxígeno, ocupando un nicho hipóxico.
Por desgracia, las células madre cancerosas
muestran una extraordinaria resistencia frente
a los tratamientos anticancerosos tradicionales,
entre ellos, la quimioterapia y la radioterapia. En
los glioblastomas, las células madre parecen casi
inmunes a la radioterapia, ya que reparan con
prontitud los daños causados en el ADN, como
demostraron Jeremy Rich y sus colaboradores de
la Universidad Duke en Durham en 2006. Esta
elevada resistencia se antoja uno de los motivos
fundamentales del nuevo crecimiento tumoral,
es decir, de la aparición de recidivas después del
tratamiento.
Las células madre cancerosas desafían asimis-
mo a los fármacos modernos. En la leucemia
mieloide crónica, sustancias inhibidoras como el
imatinib (comercializado bajo el nombre de «Gli-
vec») eliminan las células cancerosas que crecen
con rapidez, de manera que impiden el progreso
de la enfermedad. No obstante, las células madre
latentes de la susodicha leucemia permanecen
prácticamente intactas. De ahí que las CMC de
CO
RTES
ÍA D
E B
OYA
N G
ARV
ALO
V Y
TIL
L A
CK
ER
DENTRO DEL NICHO Las células madre cancerosas
de un glioblastoma se recono-
cen con moléculas marcado-
ras específicas, como ASPHD2
(rojo). Las células causantes
de la proliferación se agrupan
sobre todo alrededor de los
vasos sanguíneos (B; teñidos
de verde a la derecha), que
les proporcionan nutrientes
y moléculas mensajeras. Los
médicos hablan en estos
casos de «nichos vasculares».
Los núcleos celulares apare-
cen en azul en estas imágenes
microscópicas.
66 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
MEDICINA
la mayoría de los pacientes sobrevivan al tra-
tamiento medicamentoso, por lo que pueden
ocasionar una recidiva tumoral.
¿Cómo podría actuarse con mayor eficacia fren-
te a las células madre cancerosas? En principio,
dos caminos se revelan prometedores: por un
lado, la eliminación directa de las CMC, por otro,
la destrucción de sus nichos. Las estructuras esen-
ciales que habría que atacar se deducen de las vías
de señalización ya conocidas.
Comunicación distorsionada
La inhibición de la vía de señalización Hedgehog
destruye las células madre de la leucemia mie-
loide crónica e impide el crecimiento de las CMC
que no son sensibles al imatinib. Las CMC de los
glioblastomas se eliminan si se suprime la vía de
señalización Notch (por ejemplo, a través de la
inhibición de la enzima g-secretasa, la cual activa
el factor de transcripción Notch, necesario para
el crecimiento de las células madre). Otra diana
interesante es la vía de señalización de Wnt que
regula la autorreplicación de las células madre
de diferentes tumores (entre ellos, glioblastomas
y leucemias).
El objetivo de ese ataque medicamentoso no
radica necesariamente en la muerte de las CMC.
Basta con que estas se diferencien de otras células
tumorales jerárquicamente subordinadas. Ello se
logra con la activación de la vía de señalización
BMP (bone morphogenetic protein), fenómeno que
posibilita que la reserva de las células madre dis-
minuya poco a poco.
El descubrimiento de marcadores específicos
de las células madre cancerosas en la membrana
celular suministró otra arma potencial frente a
la enfermedad: los anticuerpos. Estas moléculas
inmunitarias deberían unirse a las estructuras
superficiales de las CMC y activar el sistema de
defensa del cuerpo contra estas. Además, podrían
acoplarse a ellas sustancias tóxicas que destruye-
sen las células indeseadas.
Sin embargo, la lucha contra las CMC presenta
un inconveniente: estas células poseen las mis-
mas características generales que el tumor que
producen, en consecuencia, muestran una inesta-
bilidad genética y una tasa de mutación parecidas
a las del resto de las células cancerosas. Por ese
motivo, los tratamientos contra ellas adolecen
de los mismos problemas que dificultan desde
hace decenios la lucha contra el cáncer, a saber,
la resistencia al tratamiento y a la selección de
clones celulares resistentes. No obstante, también
presentan un punto débil por donde se las puede
atacar: los nichos de células madre.
En los nichos vasculares, las células endote-
liales de los vasos sanguíneos producen el men-
sajero gaseoso óxido nítrico (NO), el cual activa
la vía de señalización Notch de las células ma-
dre cancerosas vecinas, de forma que regulan su
autorreplicación. De aquí que los tratamientos
antiangiógenos que evitan la formación de vasos
sanguíneos nuevos actúen por duplicado: por un
lado, bloquean los nichos vasculares de las células
madre, por otro, suprimen las provisiones de ener-
gía y oxígeno para la gran masa tumoral.
En clínica se han autorizado ya una serie de
sustancias, entre ellas, el anticuerpo bevacizu-
mab (nombre comercial, Avastin) o los inhibido-
res sunitinib (Sutent) y sorafenib (Nexavar). Estos
bloquean las vías señalizadoras que discurren
a través del factor de crecimiento del endotelio
vascular (FCEV). En nuestro grupo descubrimos
en 2010, mientras examinábamos otras posibles
NO EXISTE IGUALDAD De acuerdo con el modelo
tumoral estocástico, el cáncer
se origina a partir de células
iguales y con capacidad de
reproducción que estimulan,
todas ellas, la proliferación
tumoral (izquierda). En cam-
bio, el modelo jerárquico de
las células madre cancerosas
(derecha) sostiene que solo
una población celular deter-
minada inicia el crecimiento
tumoral. Estas células son las
células madre que se autorre-
plican o que forman células
cancerosas diferenciadas.
Modelo jerárquico (de las células madre cancerosas)
Célula madre cancerosa
Célula precursoradel cáncer
Células cancerosas diferenciadas
Modelo estocástico
GEH
IRN
UN
D G
EIST
/ B
USK
E-G
RA
FIK
, SEG
ÚN
BO
YAN
GA
RVA
LOV
Y T
ILL
AC
KER
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 67
dianas, que la actividad del receptor de FCEV alo-
jado en la membrana celular de los vasos san-
guíneos se hallaba regulada a través de procesos
de transporte intracelular. En ellos participaban
determinados complejos de la sinapsis (complejos
efrina/Eph) [véase «Mecanismo fino de la memo-
ria», por C. Essmann y A. Acker-Palmer; Cuader-
nos Myc n.o 3, 2013]. Este mecanismo también se
antoja como estructura diana para el tratamiento
contra el cáncer.
Con todo, las terapias anticancerígenas ensaya-
das hasta el momento no han obtenido el éxito
deseado. Ello podría deberse a que, si bien se logra
interrumpir el aporte sanguíneo, y con ello redu-
cir la oxigenación del tumor, al mismo tiempo se
mejoran las condiciones del nicho hipóxico. En
pocas palabras, el bloqueo del primer nicho activa
al segundo, anulando así los efectos esperados.
Sería necesario, pues, desconectar otra vía de
señalización controlada por los factores de trans-
Tratamiento tumoral basado en las CMC
Los tratamientos anticancerosos tradicionales se dirigen contra la gran masa tumoral (arriba). Las
células madre cancerosas sobreviven, sobre todo en nichos específicos, así como en la proximidad de
vasos sanguíneos o en condiciones exentas de oxígeno. Aquí estas células se multiplican y pueden
originar una nueva tumoración, es decir, una recidiva.
Un tratamiento que combatiera las células madre cancerosas resultaría mucho más prometedor
(abajo): estas células serían eliminadas de forma directa o se estimularía su diferenciación obligatoria,
de modo que fuera desapareciendo el depósito de células madre con capacidad de autorreplicación
( flecha naranja). Otro lugar de ataque son los nichos de las células madre cancerosas, que pueden
suprimirse bloqueando rutas señalizadoras determinadas ( flecha azul). Si se logra eliminar después
la gran masa tumoral mediante radioterapia o quimioterapia ( flechas negras), el riesgo de recidivas
disminuye.
EN BREVE
Célula madre: célula indife-renciada con capacidad para replicarse por sí misma o diferenciarse en una célula especializada; las células madre hematopoyéticas de la médula ósea, que forman la sangre, constituyen uno de los mayores depósitos de células madre del cuerpo humano.
Célula madre cancerosa (CMC): célula tumoral con capacidad de autorreplicación (formación de nuevas células madre cancerosas) y de diferenciación en células tu-morales subordinadas, de las que nace el tumor; también se conoce como célula madre tumoral o célula iniciadora del tumor.
Metástasis: formación de nuevos tumores en tejidos remotos por migración de las células de un tumor maligno.
Recidiva: nueva aparición de un tumor maligno después del tratamiento.
02
Tratamiento tumoral basado en las CMC
Eliminación de la gran masa
tumoral
Ausencia de crecimiento/reci-divas tumorales
Eliminacióno diferenciación
de las CMC
Inhibiciónde los nichos
02
02
02
Tratamiento neoplásico tradicional
Eliminaciónde la masa
tumoral voluminosa
Vaso sanguíneo
Supervivenciade las CMC y recidiva
tumoral
GEH
IRN
UN
D G
EIST
/ B
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E-G
RA
FIK
, SEG
ÚN
BO
YAN
GA
RVA
LOV
Y T
ILL
AC
KER
68 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
MEDICINA
Vías de señalización de las células madre cancerosas
El crecimiento y la multiplicación de las células madre cancerosas (CMC) se encuentran regulados
por varias vías de señalización. La vía Hedgehog (azul) se caracteriza por la fijación, desde el exterior,
de la proteína Hedgehog (Hh) al receptor de la membrana celular Patched (PTCH), de manera que
activa la proteína Smoothened (SMO), la cual se encuentra también en la membrana. De este modo
se activa a su vez el factor de transcripción Gli, que da lugar a la lectura de determinados genes en
el núcleo de la célula madre cancerosa.
La vía señalizadora Notch (naranja) comienza con el receptor homónimo de la membrana, al que
se le une una célula vecina a través de los ligandos Delta o Jagged. Este acoplamiento permite a la
enzima g-secretasa separar el fragmento NICD (Notch intracellular domain) de la proteína Notch.
Dicho fragmento emigra asimismo al núcleo celular y determina la lectura de ciertos genes. En la vía
de señalización Wnt (amarillo), el ligando extracelular WNt se une al receptor de membrana Frizzled
(Fz), con lo que activa la proteína b-catenina del interior de la célula que, por su parte, fomenta la
lectura de los genes en el núcleo celular.
Además de estos controles directos, las señales específicas de los nichos de CMC desempeñan
una importante función reguladora de las células madre cancerosas. Una concentración reducida
de oxígeno estabiliza la proteína HIF (hypoxia inducible factor, lila) del nicho hipóxico, que, al actuar
como factor de transcripción, activa determinados genes. La unión de la molécula señalizadora FCEV
(verde) al receptor RFCEV, alojado en la superficie de las células vasculares, estimula el crecimiento y
la proliferación de los vasos en el nicho. Estos vasos suministran, por su parte, nutrientes y oxígeno
a las células tumorales.
Para detener el crecimiento y la multiplicación de las CMC, los médicos intentan cortar todas estas
vías señalizadoras a través de los medicamentos. (En azul aparecen los componentes de las señales
cuyo bloqueo se investiga en este momento o que ya se suprimen mediante fármacos.)
EN BREVE
Angiogénesis: formación y proliferación de nuevos vasos sanguíneos. Los médicos que aplican los tratamientos an-tiangiógenos tratan de cortar el suministro de sangre a los tumores.
Hipoxia: disminución de la concentración de oxígeno.
Glioblastoma: tumor cerebral perteneciente a los gliomas. Al parecer se origina a partir de células degeneradas de la glía o de células precursoras de estas.
Nicho de células madre: en-torno microscópico de un teji-do u órgano que se compone de tipos específicos de células, componentes extracelulares y factores solubles. Regula las propiedades de las células madre.
HhDelta o Jagged
�SMO PTCH
Wnt
Fz
Nich
o hip
óxico
Señalesde los vasos sanguíneos
Célula de un vaso sanguíneo Célula madre cancerosa
02
Gli β-catenina
HIF
Crecimiento.Formación
de vasossanguíneos
Célula vecina
FCEV
RFCEV γ-secretasa
Not
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YAN
GA
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LOV
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ILL
AC
KER
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 69
cripción HIF (hypoxia inducible factors). Dichas
proteínas activan ciertos genes cuando falta el
oxígeno, con lo que estimulan el crecimiento
tumoral, la metástasis y la producción de vasos
sanguíneos nuevos. Por eso, los inhibidores de HIF
poseen un doble atractivo para el tratamiento del
cáncer: no solo se dirigen a la gran masa de células
tumorales, sino que también atacan a las CMC a
través del bloqueo de los nichos hipóxicos.
Las sustancias activas actuales actúan sobre
todo frente a una variante concreta del factor
de transcripción: la HIF-1a. De acuerdo con los
resultados del equipo de Jeremy Rich, de la Clí-
nica Cleveland, de 2009, y de los de nuestro pro-
pio laboratorio obtenidos un año después, existe
un segundo tipo de este factor de transcripción
(HIF-2a) que regula sobre todo las células madre
cancerosas. Por tanto, para elaborar una sustancia
anti-HIF eficaz deberíamos concentrarnos en esta
última proteína.
El éxito radica en la combinación
Probablemente, una terapia aislada contra las cé-
lulas madre cancerosas no surtirá ningún efecto.
Aun cuando pudiera detenerse el crecimiento tu-
moral atacando a las CMC, los tumores ya forma-
dos quedarían intactos, puesto que el tratamiento
no se dirige contra la gran masa tumoral. Se de-
ben combinar las sustancias anti-CMC con los
tratamientos ya consolidados, como la quimio
y la radioterapia. Es decir, la destrucción de las
células madre cancerosas solo se logrará con una
combinación de métodos dirigidos contra las CMC
y contra sus nichos. Como los efectos del bloqueo
de los nichos vasculares e hipóxicos se contra-
ponen, deben aplicarse ambas al mismo tiempo.
El descubrimiento de que la formación y cre-
cimiento de los tumores cerebrales y de otros
muchos depende de células madre cancerosas
especializadas incita a que los futuros estudios
centren su atención en ellas. Los marcadores de
las CMC conocidos hasta el momento facilitarán
la investigación, no obstante, hemos de identificar
nuevos biomarcadores. Valdría la pena analizar
los marcadores de las CMC en la sangre para con-
trolar la evolución de la enfermedad sin necesidad
de biopsias tumorales invasivas.
Debemos investigar más a fondo en qué se dife-
rencian las CMC de las células madre normales del
organismo. El tratamiento del cáncer en el futuro
mejorará considerablemente si nos concentramos
en un objetivo terapéutico nuevo y determinante:
las células madre cancerosas.
Futuras vías de investigación
El nuevo modelo de células madre cancerosas (CMC)� cuestiona los métodos de investigación pre-
clínica del cáncer aplicados hasta la fecha. Para examinar el crecimiento tumoral, los investigadores
implantan bajo la piel de los animales de experimentación las células cancerosas que, en algunos
casos, provienen de líneas celulares cultivadas durante decenios en el laboratorio. Sin embargo, los
cultivos celulares de los tumores, que se procesan durante períodos breves en las condiciones de las
células madre, proporcionan una visión más refinada de las características del tumor primario. En la
actualidad ya no se trasplantan estas células bajo la piel, sino que se introducen directamente en el
órgano específico (entre ellos, el cerebro) de los modelos animales.
Las células madre cancerosas poseen marcadores de CMC, es decir, moléculas específicas de la
membrana celular. Por ello resulta relativamente sencillo aislar estas células y conservarlas en condi-
ciones óptimas de cultivo. La eficacia de los nuevos medicamentos puede probarse directamente en
este tipo de cultivos celulares o en animales de experimentación. Los marcadores de CMC podrían
contribuir a establecer la evolución y el pronóstico de tumores malignos y resistentes al tratamiento
contenidos en muchas células madre.
EN BREVE
FCEV (factor de crecimiento del endotelio vascular): se trata de una proteína que estimula el crecimiento de los vasos sanguíneos. Los tratamientos antiangiógenos se dirigen contra los compo-nentes de la vía señalizadora de FCEV.
HIF (hypoxia inducible factor): es un factor de transcripción que se activa cuando falta el oxígeno; regula multitud de mecanismos con los que las células se adaptan a las condiciones de hipoxia.
Para saber más
A hypoxic niche regulates glio-blastoma stem cells through hypoxia inducible factor 2a.� T. Acker et al. en Brain, vol. 133, n.o 4, págs. 983-995, enero de 2010.
Cancer stem cells: A new framework for the design of tumor therapies.� B. K. Gar-valov y T. Acker en Journal of Molecular Medicine, vol. 89, n.o 2, págs. 95-107, febrero de 2011.
Boyan Garvalov es biólogo y director del laboratorio de investigación del Instituto de Neuropatología de la Clínica Universitaria de Giessen y Marburgo. Till Acker es médico y director del Instituto de Neuropatología de Giessen.
70 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
NEUROQUÍMIC A
Según la visión de la antigua Grecia, un
«espíritu animal» recorría las venas de
los humanos. Al tratarse de una fuer-
za vital, este fantasma actuaba prin-
cipalmente en el cerebro, el corazón y
el hígado. En la actualidad, provistos de conoci-
mientos más amplios, rechazamos ese tipo de ex-
plicaciones por antojarse esotéricas. Pero quizás
esa actitud sea precipitada, pues en las últimas
décadas los científicos han detectado en el orga-
nismo humano la existencia de sustancias con
efectos misteriosos: gases como el óxido nítrico,
el monóxido de carbono y el sulfuro de hidrógeno
controlan importantes procesos metabólicos en
células y órganos del cuerpo. Debido a su fun-
ción de moléculas mensajeras, se engloban bajo
el nombre genérico de gasotransmisores.
El simple hecho de que estos gases actúen como
mensajeros resulta ya de por sí sorprendente. Pero
el fenómeno ofrece otra gran rareza: el óxido ní-
trico, el monóxido de carbono y el sulfuro de hi-
drógeno pertenecen al grupo de las sustancias
más tóxicas que se conocen.
La fascinante historia del descubrimiento de
los gasotransmisores empezó con el hallazgo de
la molécula de óxido nítrico (NO). En 1980, el es-
pecialista en medicina cardiovascular Robert
Furch gott (1916-2009), de la Universidad estatal
de Nueva York, comprobó que una sustancia apa-
rentemente volátil liberada en las células endote-
liales de los vasos sanguíneos relajaba la muscula-
tura, con lo que reducía la presión sanguínea. En
un primer momento se le asignó a la misterio-
sa sustancia, la cual producía el propio cuerpo y
que aparecía en todos los análisis, la abreviatura
EDRF (de endothelium-derived relaxing factor, es
decir, «factor relajante derivado del endotelio»).
Ni Furchgott ni su compañero Louis Ignaro, de la
Universidad de California, fueron capaces de des-
cifrar el enigma de la sustancia.
El avance decisivo hacia la solución lo propor-
cionó Ferid Murad, de la Universidad de Texas en
Houston. Este farmacéutico estaba interesado en
el mecanismo de la nitroglicerina, base quími-
ca de la dinamita que se usaba desde el siglo xix
como medida terapéutica contra los dolores car-
díacos. Al propio Alfred Nobel (1833-1896) —des-
cubridor de la dinamita y fundador del premio
que lleva su nombre— se le prescribió esta me-
dicina explosiva contra la angina de pecho, tal y
como describió asombrado en una carta: «Es una
ironía del destino que me prescriban tomar nitro-
glicerina. La llaman “trinitina” para no asustar a
los farmacéuticos ni al público».
De hecho, Murad halló que no era la nitrogli-
cerina per se, sino el NO liberado el que relajaba
la musculatura de los vasos coronarios. En 1986,
Furchgott e Ignarro postularon por ello que, tam-
bién en el caso del EDRF sintetizado en el propio
organismo, podría tratarse en realidad del NO,
supuesto que pudo constatarse un año más tarde.
Era la primera vez que se comprobaba que un gas
desempeñaba una función fisiológica destacada.
En 1998, Furchgott, Ignarro y Murad recibieron
el premio Nobel de fisiología y medicina por el
descubrimiento de la función del óxido nítrico
en el sistema circulatorio.
La molécula de NO se consideraba extraordi-
nariamente agresiva. Al tratarse de un radical,
posee un electrón impar que lo convierte en
Gases tóxicos en el cuerpoÓxido nítrico, monóxido de carbono y sulfuro de hidrógeno. Se trata de tres gases
altamente tóxicos que produce el propio organismo humano. Mensajeros químicos
que intervienen en el aprendizaje y en las enfermedades neurodegenerativas
ANTON HERM ANN, GUZEL F. SITDIKOVA Y THOM A S M . WEIGER
Los tres gases forman parte de las sustancias más tóxicas que conocemos
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 71
DRE
AM
STIM
E /
IRA
KIT
E
CÉLULAS SOMÁTICAS Protección contra
agentes oxidantes
SISTEMA CARDIOCIRCULATORIO
Dilatación de vasos sanguíneos
SISTEMA NERVIOSO Liberación de otros
transmisores
CEREBRO Participación en los procesos de aprendizaje y memoria
PULMONES Relajación de la musculatura respiratoria
INTESTINO Relajación del tracto digestivo
PENE Erección
AMPLIO ESPECTRO Los gasotransmisores
óxido nítrico, monóxido
de carbono y sulfuro de
hidrógeno modulan diver-
sas funciones del cuerpo
humano. Sin embargo, en
concentraciones elevadas
resultan tóxicos.
72 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
NEUROQUÍMIC A
muy reactivo y volátil. De manera natural, este
gas irritante y de olor penetrante se halla en la
atmósfera terrestre, así como en la combustión
producida en vehículos e industrias, así como en
el humo de cigarrillos, actuando como tóxico am-
biental. Más asombroso aún fue comprobar que
numerosos organismos, desde las bacterias hasta
los humanos, sintetizaban el gas por sí mismos y
lo usaban como transmisor.
La neutralidad eléctrica de la molécula de NO
resulta decisiva para comprender su efecto fisio-
lógico. Se disuelve en agua y en lípidos, con lo
que es capaz de desplazarse en el medio interior
líquido de las células con facilidad; pero también
atraviesa sus membranas, lo cual le permite ac-
tuar en células vecinas. De este modo, el óxido
nítrico se diferencia básicamente de otros neuro-
transmisores como la acetilcolina, el glutamato,
la dopamina e, incluso, de péptidos y hormonas.
Los transmisores clásicos se almacenan en unas
bolsas rodeadas de membrana, de forma que cons-
tituyen vesículas, y son liberados en las zonas de
contacto de las células nerviosas (sinapsis) a partir
de una señal. En el caso del NO es diferente: la
molécula no se almacena en vesículas, sino que
se desplaza desde el lugar de síntesis en todas di-
recciones, dentro y fuera de la célula. Puesto que,
en comparación con otras moléculas, su tamaño
es reducido, se propaga con rapidez e incide en
pocos segundos sobre numerosos lugares de ac-
ción. Se ha calculado que cada molécula de NO
es capaz de difundirse hasta 300 micrómetros,
de manera que puede alcanzar alrededor de dos
millones de sinapsis.
Las células del organismo sintetizan óxido ní-
trico a partir del aminoácido arginina con ayuda
de las enzimas NO sintetasas. Estas necesitan a
su vez de los cofactores (componentes no protei-
cos, termoestables y de baja masa molecular, ne-
cesarios para la acción de una enzima), entre los
que se encuentran los iones de calcio. La unión
del neurotransmisor glutamato en las neuronas
desencadena la entrada de calcio y activa las NO
sintetasas. El NO liberado por las células nerviosas
se difunde en todas direcciones —al contrario que
los neurotransmisores, los cuales solo activan cé-
lulas postsinápticas concretas—, por lo que activa
de forma «retrógrada» a la neurona presináptica.
Allí se une a metaloproteínas (proteínas con iones
metálicos), como la enzima guanilil ciclasa. Ello
modifica la estructura molecular de esta, de forma
que aumenta en un un factor de 200 su coeficiente
de actividad. A su vez, la guanilil ciclasa desem-
peña un papel importante en la célula, puesto que
se encarga de la elaboración del GMPc (guanosín
monofosfato cíclico, sustancia intracelular), desen-
cadenando una cascada de reacciones bioquími-
cas. Dicho proceso conduce de manera prolongada
(horas y hasta días) a un aumento de la liberación
de neurotransmisores en la célula nerviosa y pro-
voca la potenciación a largo plazo (PLP), básica en
los procesos de aprendizaje y de memorización.
Bastan concentraciones mínimas del gas en un
rango picomolar (10–12 moles por litro) para actuar
sobre millones de neuronas. La dilatación de los
vasos sanguíneos provocada por el NO transcurre,
asimismo, durante la cascada del GMPc.
Armas químicas internas
El cuerpo sabe cómo aprovechar la toxicidad del
óxido nítrico. Los macrófagos del sistema inmu-
nitario, así como las células de la microglía del
cerebro, utilizan este gas para combatir microor-
ganismos o parásitos invasores; también para
luchar contra las células tumorales. El NO puede
reaccionar con el peróxido de hidrógeno (H2O2)
—igualmente fabricado en nuestro organismo—
para convertirse en peroxinitrito (ONOO–), sus-
tancia que actúa con mayor agresividad. El estrés
oxidativo provocado por esta «guerra de gases»
destruye las membranas celulares, bloquea enzi-
mas importantes y aniquila al intruso.
La aparición de un ataque masivo de NO de
manera local puede dañar también células sanas
y provocar inflamaciones. Cuando el organismo
produce óxido nítrico en exceso, pueden darse
enfermedades metabólicas (diabetes), además de
accidentes cerebrovasculares, migrañas, epilepsia
y enfermedades neurodegenerativas (alzhéimer
o párkinson).
El segundo gasotransmisor descubierto fue el
monóxido de carbono (CO). Dicho gas se forma
durante la combustión incompleta de la madera o
el carbón, además de generarse en el motor de los
vehículos, cuyos gases de escape pueden contener
hasta el 4 por ciento de CO. De igual manera que
el NO, el CO es altamente tóxico. Una saturación
de monóxido de carbono del 1 por ciento en el
aire que respiramos resulta mortal en cuestión de
minutos. Al tratarse de un gas incoloro, inodoro e
inflamable se considera especialmente peligroso,
pues puede pasar desapercibido y provocar explo-
EN SÍNTESIS
Tóxicos vitales
1El óxido nítrico, el mo-
nóxido de carbono y
el sulfuro de hidrógeno se
sintetizan enzimáticamente
en el organismo y funcionan
como mensajeros. Estas sus-
tancias son solubles en agua
y en lípidos, con lo que pue-
den atravesar con facilidad
las membranas biológicas y
alcanzar numerosas células.
2En concentraciones
bajas, estos gasotrans-
misores controlan la presión
sanguínea, favorecen la
liberación de otros transmi-
sores y hormonas y protegen
a las células ante el estrés
oxidativo. Además, se hallan
implicados en los procesos
de aprendizaje y memoria.
3Los tres gases son extre-
madamente tóxicos en
concentraciones elevadas:
protegen contra microor-
ganismos, aunque también
pueden dañar células sanas
y causar apoplejías, migraña
o epilepsia.
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 73
siones. Su efecto mortal radica en el bloqueo del
transporte de oxígeno en la sangre: el CO se une
hasta 200 veces con más fuerza que el oxígeno a
la hemoglobina (proteína de transporte) de forma
que impide que se asimile el gas vital, por lo que
la respiración celular queda paralizada.
Los pulmones humanos expulsan monóxido
de carbono como producto del metabolismo, aun-
que el gas no es solo un desecho, ya que se sin-
tetiza como mensajero enzimático importante.
Para ello, las enzimas (las hemoxigenasas HO-1 y
HO-2) escinden el CO del grupo hemo de la hemo-
globina mediante el oxígeno y otros cofactores.
La HO-1 actúa en el bazo y en el hígado, mientras
que la enzima HO-2 se produce principalmente
en el cerebro.
Los gasotransmisores dilatan los vasos sanguíneos
Las células endoteliales forman la pared de los vasos sanguíneos.�
A ella se adhiere una capa de células musculares lisas, las cuales
determinan el diámetro del vaso (a). La acetilcolina (ACh, b) pro-
porciona la señal para la dilatación del vaso sanguíneo. En cuan-
to este neurotransmisor se une al receptor muscarínico de la ACh
(mAChR, una proteína situada en la membrana de las células en-
doteliales), se liberan iones de calcio (Ca2+) almacenados. El calcio
se une a la enzima calmodulina (CaM), la cual, a su vez, moviliza
a una serie de enzimas. En consecuencia, la NO sintetasa endote-
lial (eNOS) produce óxido nítrico (NO); la hemoxigenasa 2 (HO-2),
monóxido de carbono (CO), y la cistationina-g-liasa (CSE), sulfuro
de hidrógeno (H2S). Estos gases solubles en agua y lípidos se di-
funden hacia las células vecinas de los músculos lisos. Allí el NO y
el CO activan la enzima guanilato ciclasa (sGC), que sintetiza gua-
nosín monofosfato cíclico (GMPc) a partir del guanosín trifosfato
(GTP). Este mensajero intracelular modula las conexiones median-
te puente cruzado de las proteínas musculares actina y miosina:
se relaja la musculatura (c). En cambio, el H2S abre los canales de
potasio, de manera que los iones de potasio (K+) fluyen hacia el
exterior de las células musculares y relajan la musculatura. Dichos
procesos conducen a la dilatación de los vasos sanguíneos y guían
así el suministro nutricional de las neuronas.
GEH
IRN
UN
D G
EIST
/ A
RT F
OR
SCIE
NC
E
Interior del vaso sanguíneo
Célula endotelial
Célula del músculo liso
Ach
Células endoteliales
Células de la musculatura lisa
Glóbulorojo
a
c
b
mAchR
CaM
eNOS HO-2 CSE
NO CO H2S
Ca2+
sGC
GMPc
K+
Canalde potasio
Actina/Miosina
Relajación muscular,dilatación de los vasos sanguíneos
GTP
74 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
NEUROQUÍMIC A
Síntesis enzimática del óxido nítrico
NH2
O
OH
NH
NH
H2N
NH2
O
OHNH
H2N
O
+ O2
+ Cofactores
NO sintetasa
Arginina Citrulina
+ N O
N N
N N
Fe
CH3H3C
H3CH2C
CH3
CH2–OOC
–OOC N
CH3H3C
H3C
H2C
CH3
CH2–OOC
–OOC
NH HN
HN
O
O+ O2
Grupo hemo Biliverdina
++ Cofactores
Hemoxigenasa
Síntesis enzimática del monóxido de carbono
C O
Síntesis enzimática del sulfuro de hidrógeno
HS
NH2
O
OHHS
NH2
O
OHS
NH2
O
OH
O
NH2
HO
Cisteína Homocisteína Cistationina
CBS+
SS
NH2
O
OH
O
NH2
HO
S
NH2
O
OHHS
O
OHH3C
OHS
NH2
O
OH
2 cisteína
HS
NH2
O
OH
CistinaCSE
Tiocisteína+
Piruvato+
NH4+
HS
NH2
O
OH
Cisteína
O
OH
O
HSHS
NH2
O
OH
Cisteína
CAT
3-mercaptopiruvato
3MST
O
OHH3C
O
Piruvato
α-ketoglutarato Glutamato
SH
H+
SH
H+
SH
H+
DIVERSOS IMPLICADOS El óxido nítrico (NO) se sintetiza a
partir del aminoácido arginina. Esta
se transforma en citrulina y NO me-
diante la enzima NO sintetasa y otros
sustratos como el oxígeno (O2), así
como cofactores de apoyo.
PUNTO DE PARTIDA ROJO La enzima hemoxigenasa descom-
pone el grupo hemo de la hemo-
globina con ayuda de oxígeno (O2)
y demás cofactores en biliverdina.
Con ello, se escinde el monóxido de
carbono (CO).
TRES MODOS DE SÍNTESIS El sulfuro de hidrógeno puede ori-
ginarse de diversas maneras en el
organismo. La enzima cistationina
beta-sintasa (CBS) conecta los ami-
noácidos sulfurosos similares cisteína
y homocisteína, conexión que da
lugar a la cistationina, con lo que
se libera sulfuro de hidrógeno (H2S)
(arriba). La cistationina-g-liasa (CSE)
rompe la molécula de cistina, com-
puesta por dos grupos de cisteína, en
tiocisteína, piruvato e iones de amo-
nio (NH4+). De nuevo, la tiocisteína se
descompone en cisteína y H2S (cen-
tro). La enzima cisteína aminotrans-
ferasa (CAT) y el 3-mercaptopiruvato
sulfurtransferasa (3MST) transfor-
man la cisteína —pasando por el
3-mercaptopiruvato como producto
intermedio— en piruvato y sulfuro
de hidrógeno (abajo).
Del mismo modo que el NO, la molécula eléc-
tricamente neutra de CO es capaz de atravesar
membranas con facilidad y actuar así en todo su
entorno celular. Dilata los vasos sanguíneos, re-
duce inflamaciones, se encarga de la percepción
olfativa y modula el ritmo circadiano. La biliver-
dina que se deriva de la síntesis de CO desempeña
una función destacada como antioxidante, con
lo que protege a las células ante los procesos de
envejecimiento.
El CO se halla, asimismo, implicado en la medi-
ción de la cantidad de oxígeno en la sangre. Tal y
como descubrió en 2004 el equipo de Paul Kemp,
de la Universidad de Leeds, la hemoxigenasa 1 ac-
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 75
túa como sensor del O2: en condiciones normales,
el oxígeno se une a la HO-1 y por ello produce la
enzima el monóxido de carbono. El gas provoca
la apertura de canales de potasio en la membra-
na celular de los quimiorreceptores en la arteria
carótida. El potasio fluye hacia el exterior de las
células, las cuales ya no pueden ser estimuladas
eléctricamente. Cuando hay poco oxígeno, la pro-
ducción de CO se frena: los quimiorreceptores
generan potenciales de acción que se transmiten
por el cerebro. Las neuronas se encargan de esta
manera de que la frecuencia respiratoria aumente.
Más peligroso que el cianuro
De modo parecido al óxido nítrico, el monóxido
de carbono actúa como mensajero del sistema
nervioso al modular la neurona activada previa-
mente. En este caso se desencadena también una
cascada de GMPc. Por otra parte, el CO posee un
efecto del 2 por ciento en comparación con el NO.
En las sinapsis neuromusculares (aquellas que co-
nectan las neuronas con la musculatura), activa
al adenosín monofosfato cíclico (AMPc) e inhibe
al mismo tiempo la degradación del mismo. En
las sinapsis se libera el neurotransmisor acetil-
colina; ello promueve la contracción del músculo.
En el hipocampo (importante centro de control
del cerebro), el monóxido de carbono modula el
aprendizaje y la memoria, puesto que los bloquea-
dores de la hemoxigenasa inhiben la potenciación
a largo plazo.
El gasotransmisor más tóxico es, sin duda, el
sulfuro de hidrógeno (H2S). La toxicidad de este
gas, que huele a huevos podridos, supera incluso
la del cianuro. El sulfuro de hidrógeno se hizo
tristemente célebre a partir de su primera des-
cripción en 1713. El médico italiano Bernardino
Ramazzini (1633-1714) documentó que los trabaja-
dores de las alcantarillas sufrían infecciones ocu-
lares que les conducían finalmente a la ceguera.
En 1777 morían trabajadores en las instalaciones
de aguas residuales parisinas debido a parálisis
respiratorias; el escritor francés Victor Hugo (1802-
1885) llamó al sistema de alcantarillado de París
«el intestino de Leviatán» por su desagradable
hedor. Ramazzini ya había caído en la cuenta de
que las monedas de cobre y de plata se coloreaban
de negro en el aire impregnado de sulfuro de hi-
drógeno. Se puede comprobar ese mismo efecto
si se comen huevos con cubertería de plata: las
proteínas del huevo liberan sulfuro de hidrógeno,
el cual formará una capa de sulfuro de plata en la
superficie del tenedor y del cuchillo.
El sulfuro de hidrógeno destruye la hemoglo-
bina y bloquea enzimas destacadas para la res-
piración celular. Por suerte, percibimos el gas en
dosis extremadamente bajas: a partir de una con-
centración de una parte entre 100.000, es decir, un
mililitro de H2S en 100 litros de aire, su desagra-
dable olor penetra en la nariz. Cuando aumenta la
concentración, el gas se vuelve aún más tóxico y
el hedor se percibe más insoportable. A partir de
200 ppm (partes por millón) es capaz de aneste-
siar el olfato. Ahora es peligroso: 550 ppm de H2S
provocan espasmos y pérdida de la consciencia;
las concentraciones de 5000 ppm conducen a la
muerte tras pocas inhalaciones.
¿Cómo es posible que una sustancia letal de-
sempeñe una función tan notable en nuestro or-
ganismo? La causa se habría originado hace 4000
millones de años, cuando la vida comenzó en la
Tierra. Por aquel entonces se creía que la atmósfe-
ra de nuestro planeta estaba compuesta de un 80
por ciento aproximado de agua, un 10 por ciento
de CO2 y un 6 por ciento de H2S; aún no existía
el oxígeno. Los seres de entonces debían convivir
con el gas tóxico, por ello resulta imaginable que
lo usasen como mensajero celular primitivo.
En la actualidad, el sulfuro de hidrógeno emana
solo de lugares concretos (gases volcánicos), además
de encontrarse disuelto en el petróleo y en algunos
manantiales de agua. Se crea durante la degrada-
ción biológica de la biomasa, es decir, en procesos
de descomposición. También aparece en depurado-
ras de aguas residuales o en vertederos.
El H2S interviene en numerosos procesos fisio-
lógicos del organismo. Puesto que resulta solu-
ble en agua y en lípidos, de forma similar al NO
y al CO, se difunde con facilidad a través de las
membranas biológicas y se metaboliza sin resul-
tar perjudicial. Por otra parte, también puede
almacenarse unido a proteínas, con el fin de ser
liberado en caso necesario.
Como agente reductor, el sulfuro de hidrógeno
es capaz de eliminar especies de oxígeno reacti-
vas (por ejemplo, agua oxigenada que destruye
células mediante procesos de oxidación y que
provoca pérdidas de memoria en el cerebro). Este
gas protege de forma indirecta a las neuronas:
aumenta la concentración intracelular de gluta-
tión (tripéptido compuesto por un grupo amino
de la cisteína), glutamato y glicina (actúa como
Remedio contra la impotenciaLa erección del pene también tiene lugar gracias a una cascada de reacciones de óxido nítrico y GMPc. Cuando se impide la descomposición enzimática del GMPc median-te una sustancia activa, es posible tratar una disfunción eréctil. Ese proceso es el que propicia el sildenafilo (Viagra, en su nombre comercial). El sulfuro de hidrógeno también parece desempeñar funciones en la erección: el gas pro-mueve el flujo de sangre al interior del cuerpo cavernoso del pene.
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76 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
NEUROQUÍMIC A
potente antioxidante), protegiendo a la neurona
frente a influencias oxidativas dañinas. El H2S
también se halla implicado en reacciones infla-
matorias. Induce a determinados glóbulos blancos
de la sangre, los cuales participan en la defensa
inmunitaria (los neutrófilos de tipo granulocito)
a liberar sustancias como el ácido clorhídrico o el
peroxinitrito que acaban con las bacterias.
El sulfuro de hidrógeno se sintetiza enzimá-
ticamente a partir del aminoácido cisteína. Las
enzimas cistationina-g-liasa y la cistationina be-
tasintasa se hallan en diferentes tejidos orgánicos:
en los vasos sanguíneos, el hígado, los riñones y,
sobre todo, en el cerebro, donde se encuentran
también los mayores niveles de H2S. En el cerebro
encontramos una tercera forma de síntesis me-
diante las enzimas cisteína aminotransferasa y
3-mercaptopiruvato sulfurtransferasa. Un déficit
genético de la cistationina beta-sintasa provoca
la homocistinuria. Esta enfermedad metabólica
puede detectarse mediante niveles elevados de
cisteína en la orina. Los afectados sufren epilepsia
y retraso mental.
El gen de la cistationina beta-sintasa se encuen-
tra en el cromosoma 21. Cuando se heredan tres
en lugar del duplicado, se produce una «trisomía
21» que conduce al cuadro del síndrome de Down.
Los afectados presentan, además, un mayor riesgo
de sufrir la enfermedad de Alzheimer. Según se ha
demostrado, la enzima productora de H2S resulta
más fuerte en los astrocitos del cerebro y alrededor
de las placas de alzhéimer. Las implicaciones cog-
nitivas podrían, por tanto, estar relacionadas con
el mayor contenido de H2S en el cerebro.
Por el contrario, los niños que poseen el par
cromosómico normal pero que, debido a otra
mutación genética, producen poca cistationina
beta-sintasa en el cerebro muestran un cociente
de inteligencia superior a la media. Ello significa
que el sulfuro de hidrógeno puede modular fun-
ciones cognitivas de forma permanente.
Igual que los otros dos gasotransmisores, el
sulfuro de hidrógeno promueve la potenciación
a largo plazo. Actúa sobre todo en el hipocam-
po, responsable del aprendizaje y la memoria,
por medio de la activación de receptores gluta-
matérgicos que, a su vez, dan lugar a la entrada
de calcio en las células. Ello aumenta la tasa de
descargas de la neurona durante horas y hasta
días, proceso durante el cual, sin embargo, los
niveles elevados de H2S vuelven a inhibir la ac-
tividad neuronal. Al contrario que en el caso del
NO y del CO, el H2S no suele incidir en la vía de
señalización del GMPc.
En el hipotálamo, el sulfuro de hidrógeno inter-
viene en la regulación central de la presión san-
guínea. Una inyección de H2S en el hipotálamo
de animales de laboratorio disminuye su presión
sanguínea. Aparte, el sulfuro de hidrógeno repri-
me la liberación de la hormona adrenocorticotro-
pa (ACTH) en la hipófisis. Tal fenómeno impide de
forma indirecta que las glándulas suprarrenales
liberen cortisol (la hormona del estrés).
Puerta hacia el dolor
El gasotransmisor no solo se encuentra en el cere-
bro, sino también en el sistema nervioso periféri-
co: el H2S aumenta la actividad de los canales de
calcio en las terminaciones nerviosas sensoriales,
reforzando así la percepción del dolor. En las si-
napsis neuromusculares aumenta la liberación de
transmisores para contraer la musculatura.
El KATP constituye un canal iónico destacado
que modula el sulfuro de hidrógeno. Cuando se
encuentra abierto y existe poco adenosín trifos-
fato (ATP) disponible en la célula, libera iones de
potasio situados en la membrana celular. El poten-
cial de membrana desciende y la célula se torna
menos excitable. El canal vuelve a cerrarse cuando
la concentración intracelular de ATP asciende.
Nuestras investigaciones ponen de relieve que
el sulfuro de hidrógeno actúa de forma directa
sobre los canales de potasio activados por calcio.
Estos canales precisan para su apertura iones
de calcio y una carga positiva de la membrana de
forma simultánea. Constituye así una conexión
entre los cambios en la carga de la membrana, el
calcio intracelular y el metabolismo celular.
Analizamos esta proteína de canal mediante la
técnica de fijación de membranas (patch clamp),
en la que se coloca una lámina de vidrio delgada
sobre la membrana celular, de manera que pudi-
mos apreciar las mínimas corrientes iónicas de
canales concretos en los que habíamos colocado
soluciones con concentraciones de H2S distintas.
Se demostró que el H2S incrementaba la apertura
de los canales y evaporaba la excitabilidad de la
célula. La investigación futura deberá comprobar
si, tal y como suponemos, conlleva una menor
liberación de transmisores y hormonas, lo cual
tendría numerosas consecuencias para el desarro-
llo y el funcionamiento del sistema nervioso.
Bulbos sanosDavid Krauss y sus colabo-radores de la Universidad de Alabama en Birmingham constataron el efecto cu-rativo del ajo en 2007. Los polisulfidos orgánicos del ajo reaccionan con los tioles de la membrana celular de los glóbulos rojos; con ello liberan sulfuro de hidrógeno. A su vez, la molécula dilata los vasos, provoca el descenso de la presión sanguínea y, de ese modo, previene enfermeda-des cardiovasculares.
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A diferencia de los neurotrans-
misores clásicos, los gasotrans-
misores actúan sobre diversas
células vecinas a la vez
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 77
Los canales de potasio activados por calcio se
encuentran repartidos por todo el organismo, no
solo en el cerebro. Modulan la actividad eléctrica
de nervios, músculos y células sensoriales (entre
ellas, las del oído interno); se sitúan en las neuro-
nas marcapasos, las cuales determinan el ritmo
circadiano, y controlan la presión sanguínea en la
musculatura lisa de los vasos sanguíneos.
Los gasotransmisores óxido nítrico, monóxido
de carbono y sulfuro de hidrógeno cumplen fun-
ciones fisiológicas esenciales en el organismo. Así,
los ratones knockout (con los genes encargados de
la producción de uno de estos gases tóxicos anula-
dos) sufren los trastornos metabólicos correspon-
dientes o presentan la presión sanguínea elevada.
Por otro lado, destacan por su amplio y rico espec-
tro de acción. Al contrario de lo que sucede en los
neurotransmisores clásicos, los cuales actúan de
forma selectiva en la transmisión sináptica, los
gasotransmisores modulan diversas células ve-
cinas de forma paralela. No obstante, los efectos
de tales mensajeros sobre las funciones nerviosas
y el procesamiento de información en el cerebro
aún no se conocen al detalle.
Con todo, los conocimientos acerca del NO, CO
y H2S disponibles hasta ahora han cambiado la
manera de concebir la biosíntesis, la liberación, el
almacenaje y el efecto de los mensajeros celulares.
Las investigaciones futuras deberán proporcionar
datos novedosos sobre las funciones y los meca-
nismos de acción de los gasotransmisores con el
fin de dilucidar su relevancia para el organismo
humano. Por otra parte, podrían suponer un filón
médico destacable para el desarrollo de fármacos
capaces de modular la producción y degradación
de los gasotransmisores, así como el lugar de ac-
ción de los «espíritus animales». Para saber más
Fisiología y fisiopatología del ácido nítrico. J. Rodrígo, E. Moreno Gómez, y R. Martínez Murillo en Mente y cerebro, n.o 18, mayo de 2006.
La función dual del sulfuro de hidrógeno. R. Wang en Investi-gación y ciencia, n.o 404, mayo de 2010.
Gase als Zelluläre Signalstoffe. A. Hermann et al. en Biologie in unserer Zeit, vol. 40, págs. 185-193, junio de 2010.
Anton Hermann es biólogo y químico, además de profesor de fisiología animal y neurobiología en la Universidad de Salzburgo. Thomas M. Weiger imparte clases en la misma universidad como profesor de fisiología animal y neurobio-logía. Guzel F. Sitdikova es bióloga y profesora de fisiología humana y animal en la Universidad estatal de Kasan.
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78 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
SYLL ABUS
Cada año se quitan la vida unas 900.000 per-
sonas en todo el mundo, cifra que sitúa el
suicidio en una de las tres primeras cau-
sas de muerte entre los habitantes de entre 15
y 44 años, indican los datos de la Organización
Mundial de la Salud. Entre los factores importan-
tes que se relacionan con la conducta suicida se
encuentran la vulnerabilidad genética y psiquiá-
trica, así como factores fisiológicos, familiares,
sociales y culturales. Los efectos de contagio de
los medios de comunicación también parecen
relevantes, donde Internet desempeña hoy por
hoy un importante papel, afirma Keith Hawton,
del Centro para la Investigación del Suicidio de
la Universidad de Oxford, junto con sus colabo-
radores en un estudio publicado en 2012 en la
revista The Lancet.
Desde hace decenios, médicos y psicólogos de-
sarrollan una búsqueda sistemática de los factores
de riesgo para la conducta suicida, es decir, de las
circunstancias vitales que ocasionan un aumento
de la cifra estadística de suicidios. En última ins-
tancia, acabar con la propia vida obedece a una
combinación muy personal de motivos. Sin em-
bargo, el conocimiento de los factores de riesgo
puede aportar pistas valiosas para saber hasta qué
punto una persona es capaz de suicidarse.
Para interpretar el fenómeno desde un pun-
to de vista matemático o científico se precisan
estudios extensos, los cuales deben basarse en
la observación de una muestra amplia, aleatoria
y representativa de la población. A partir de allí
deben tomarse periódicamente datos sobre las
relaciones vitales y la salud de los sujetos a lo largo
de años o decenios. Si alguno de los participantes
ha intentado quitarse la vida durante el período
de estudio, se compara su situación con la del
resto de los miembros de la muestra aleatoria:
¿padecía alguna enfermedad grave?, ¿tenía gran-
des deudas?, ¿sufrió una ruptura matrimonial en
fecha reciente?
Otro camino de investigación radica en seguir
el rastro de los motivos que llevaron a la víctima
a quitarse la vida. Se trata de la autopsia psíqui-
ca. En este caso, los investigadores recogen toda
la información disponible sobre el individuo a
partir de entrevistas con personas allegadas a él
y a partir de su historial clínico.
A finales de la década de los noventa del si-
glo xx, Clare Harris y Brian Barraclough, de la
Universidad de Southampton, revisaron en dos
artículos más de 200 estudios publicados años
antes. Concluyeron que la probabilidad de sui-
cidio aumentaba en caso de trastorno psíquico,
en especial si se trataba de depresión, alcoholis-
mo o esquizofrenia. Numerosas investigaciones
posteriores han confirmado ese hallazgo. Parece
que el incremento del riesgo de suicidio en estos
casos constituye una de las causas por las que la
población con patologías psiquiátricas presenta
una disminución en cuanto a la esperanza de vida.
Tristeza fatal
El riesgo de suicidio aumenta en los pacientes con
un trastorno del estado de ánimo, en especial en
caso de depresión. En concreto, se calcula que
los individuos con oscilaciones afectivas o con
un ánimo deprimido persistente presentan casi
20 veces más probabilidades de quitarse la vida
en comparación con la población general. Según
algunas estimaciones, hasta un 90 por ciento de
los fallecidos por suicidio padecían una depresión.
En este contexto, se da una mayor incidencia de
suicidios entre las mujeres con un trastorno del
SuicidioDesde hace decenios, médicos y psicólogos indagan los factores de riesgo
de la conducta suicida. ¿Por qué ciertas personas solo ven una salida en la muerte?
BARBAR A SCHNEIDER
Ingresos bajosEl 84 por ciento de las muertes por suicido acon-tece en países con ingresos bajos o medios. China y la India registran el 49 por ciento de los casos en todo el mundo, segunda causa de mortalidad entre los adultos jóvenes de 15 a 29 años, estima la Organiza-ción Mundial de la Salud.
EN SÍNTESIS
Señales invisibles
1Muchos casos de suici-
dio podrían evitarse si
allegados y médicos fueran
capaces de detectar a tiem-
po las señales de aviso.
2Uno de los principales
factores de riesgo son
los trastornos psiquiátricos
(en especial la depresión),
pero existen circunstancias
vitales que aumentan el
riesgo.
3Las enfermedades
somáticas graves y las
experiencias críticas pueden
elevar la incidencia de muer-
te voluntaria.
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 79
estado de ánimo; también entre las personas hos-
pitalizadas en alguna ocasión por motivo de un
trastorno psiquiátrico.
El abuso o la dependencia del alcohol aparece
asimismo como un factor a tener en cuenta. En
los varones alcohólicos, el riesgo de suicidio es seis
veces mayor que en el resto de la población, cifra
que en el caso de las mujeres con alcoholismo se
sitúa incluso en un 17. La probabilidad de suici-
darse en personas con ese trastorno aumenta si
ha consumido alcohol en exceso en el momento
de decidir quitarse la vida, si se ha quedado sin
trabajo, vive sola o tiene problemas con la pareja.
Con todo, el peligro de suicidio en el trastorno de
alcoholismo no presenta altibajos a lo largo de
la enfermedad, a diferencia de otras psicopatolo-
gías, como la esquizofrenia. En este caso, el riesgo
aumenta sobre todo en los primeros años y entre
los pacientes jóvenes. Al parecer, justo después del
diagnóstico, se despliega un enorme sentimiento
de desesperación: por desconocimiento de la en-
fermedad, el afectado piensa que sufre una locura
incurable y no desea seguir viviendo.
La combinación de varios trastornos psíquicos
resulta en especial desfavorable, como consta-
tó la autora junto con sus colaboradores de la
Universidad Goethe en Fráncfort del Meno en
2006. Cuando concurren dos enfermedades psi-
quiátricas como mínimo, el riesgo de suicidio se
cuadruplica con respecto a la presencia de una
sola patología. Con todo, las personas más vul-
nerables son aquellas que, aparte de la depresión,
sufren un trastorno adictivo.
Numerosas de las personas que se han suici-
dado habían padecido experiencias traumáticas
en el transcurso de su vida: malos tratos, abuso
sexual, negligencia emocional, o de otro tipo. Los
soldados estadounidenses que regresaron de las
misiones en Irak y en Afganistán mostraban un
riesgo mayor de suicidio, sobre todo en los pri-
meros cinco años tras su vuelta a casa, en com-
paración con la población general. Es posible que
la facilidad de acceso a las armas de fuego con-
tribuyera a ello.
A pesar de que los trastornos mentales ocupan
un lugar importante en cuanto a los motivos de
¿SIN SALIDA? La desesperación invade el
ánimo y los pensamientos
de las personas que deciden
quitarse la vida.
ISTO
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Para evaluar el riesgo de suicidio de una persona es fundamental saber si cuenta con una red social
80 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
SYLL ABUS
suicidio, existen otras circunstancias relevantes.
Entre ellas, las enfermedades somáticas graves, se-
gún un estudio de la autora publicado en 2011. Así,
las enfermedades renales, los tumores malignos, la
esclerosis múltiple o la infección por VIH son algu-
nas de las patologías en las que el riesgo de suici-
dio se muestra más elevado desde el punto de vista
estadístico. El primer año tras el diagnóstico de un
cáncer parece especialmente crítico.
Para evaluar el riesgo de suicidio que presenta
una persona resulta revelador conocer si forma
parte de una red social. En los varones, la inci-
dencia entre los casados es menor. En las mujeres
resulta menos frecuente si tienen hijos; conforme
aumenta el número de estos, disminuye la proba-
bilidad de suicidio, también si los niños son muy
pequeños. En cambio, las experiencias personales
preceden con frecuencia al suicidio. Los aconte-
cimientos vitales críticos determinan profundos
cambios, algunos de ellos tan perturbadores que
la persona afectada difícilmente logra superarlos.
Entre este tipo de experiencias se cuentan el des-
pido repentino del puesto de trabajo, la muerte de
un familiar o de un ser querido o la ruptura de una
larga relación de pareja; pero también las pérdidas
económicas importantes. El riesgo de suicidio es
especialmente alto en el primer mes o incluso un
año tras el suceso desencadenante.
Los médicos y los terapeutas se alarman sobre-
manera si los pacientes refieren tentativas de sui-
cidarse: cuando una persona lo ha intentado una
vez, la probabilidad de que lo pruebe de nuevo
aumenta de forma espectacular. Los individuos
que inician un tratamiento psiquiátrico tras una
tentativa de suicidio no consumada presentan un
riesgo 40 veces mayor de quitarse la vida que la
población general. En numerosas ocasiones, eso
ocurre antes de un año, sobre todo cuando en la
primera vez el individuo recurrió a un método
«duro», como pegarse un tiro o ahorcarse.
Todos esos factores de riesgo, además de otros
muchos, dan pistas sobre la probabilidad de que
una persona se suicide. No obstante, es imposible
predecir un suicidio. Para que una persona lle-
gue a tomar esa drástica decisión deben concurrir
factores personales y una situación vital crítica.
¿Qué señales advierten de que una persona está
contemplando seriamente la posibilidad de qui-
tarse la vida?
En la desesperación más absoluta
Muchas víctimas de suicidio anuncian a otras per-
sonas su deseo de morir o descansar antes de con-
sumar el acto; algunas incluso explican las ideas
o los planes concretos que tienen para quitarse la
¿A quién acudir en caso de crisis?En caso de urgencia:
n Servicios de urgencia (Tel.: 112)
n Policía (Tel.: 091)Hospitales y consultas de psiquiatría
n Atención psiquiátrica telefónica
n Centros de asesoramien-to psicosocial
n Médicos, psicoterapeu-tas, psicólogos
n Servicios de psiquiatría social
Señales de alerta
Los signos agudos de alerta de un posible suicidio son:
n Constricción progresiva del pensamiento (vivencia de una situación sin salida).
n Rechazo de las relaciones sociales o ausencia de otras personas que sirvan de referencia social.
n Desprecio de los intereses y actividades habituales.
n Anuncio (directo o indirecto) del suicidio.
n Preparaciones para la conducta suicida o conducta suicida ya acometida pero finalmente
interrumpida.
n Tranquilidad inesperada después de declaraciones de suicidio.
n Cambio brusco del estado de ánimo o del comportamiento.
n Incapacidad para el control o el acuerdo.
ATRAPADO POR LAS DEUDAS Las pérdidas económicas o las
deudas importantes pueden
aumentar el riesgo de suicidio.
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INA
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ND
ERS
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 81
vida. Debe reaccionarse siempre ante tales avisos.
Otra señal de alerta es, por el contrario, que el
individuo evite hablar sobre el suicidio de forma
abierta o rechace dar una respuesta sobre el tema
cuando se le pregunta su opinión. Justo antes de
quitarse la vida, la persona se encuentra en un
estado de desesperación absoluta; nada ni nadie
logra levantar su desánimo. A veces, su compor-
tamiento se torna agresivo. Las personas mayores
en estas circunstancias rechazan con frecuencia
los alimentos y la medicación.
¿Cómo deben reaccionar los familiares ante
la comunicación de ideas suicidas? En principio,
debe tomarse en serio cualquier declaración sobre
la intención de quitarse la vida. En ocasiones, los
afectados advierten de sus intenciones indirec-
tamente, ya sea de forma verbal («No tiene sen-
tido que siga viviendo») o no verbal (mediante
el consumo de hipnóticos o tranquilizantes). Es
importante ponerse en la situación del sujeto y
transmitirle apoyo en todo momento. Sin embar-
go, muchas personas reaccionan de forma am-
bivalente o incluso agresiva cuando un allegado
anuncia su deseo de morir. Esa reacción provoca
que el afectado se aísle aún más y considere sus
dificultades del todo insuperables.
Los individuos con riesgo de suicidarse deben
acudir cuanto antes a un profesional. Los fár-
macos contribuyen a mitigar el estado de ten-
sión aguda, el insomnio y la angustia en estos
pacientes. Mientras el afectado no asegure de
forma convincente que descarta la posibilidad
de quitarse la vida, deberá permanecer en estre-
cha vigilancia.
Una vez superada la crisis aguda, empieza el
verdadero trabajo terapéutico. Aunque la mejor
solución sería, claro está, que la persona afectada
acudiera solicitando auxilio profesional antes de
la tentativa de suicidio. El diagnóstico precoz y
el tratamiento adecuado de psicosis esquizofré-
nicas, alcoholismo y depresión podría reducir en
un 20 por ciento los casos de suicidio en todo el
mundo, estiman desde la Organización Mundial
de la Salud.
Para saber más
Suicide as an outcome for men-tal disorders: A meta-ana lysis.� E. C. Harris y B. Barraclough en British Journal of Psychiatry, vol. 170, págs. 205-228, marzo de 1997.
Risikofaktoren für Suizid.� B. Schneider. S. Roderer, Ratisbona, 2003.
Axis I disorders and persona-lity disorders as risk factors for suicide.� B. Schneider et al. en European Archives of Psychiatry and Clinical Neuroscience, vol. 256, n.o 1, págs. 17-27, febrero de 2006.
Körperliche Erkrankungen und Suizid.� B. Schneider, editado por J. Junglas en Kranke Körper zum Seelendoktor!, págs. 89-103, 2011.
Self-harm and suicide in ado-lescents.� K. Hawton et al. en The Lancet, vol. 379, n.o 9834, págs. 2373-2382, junio de 2012.
Barbara Schneider es psiquiatra, psico-terapeuta y docente de la Universidad Goethe en Fráncfort del Meno.
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82 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
ILUSIONES
El mayor Paul Gosden, alias Ganso, del Cuer-
po de Marines de Estados Unidos, cruzaba la
frontera entre Irak y Kuwait, a los mandos
de un helicóptero de apoyo táctico UH-1 Huey,
en medio de una noche cerrada. En la segunda
guerra del Golfo, su aeronave fue la primera en
penetrar en el espacio aéreo iraquí como apoyo
táctico para los helicópteros de ataque Cobra,
destinados a destruir los puestos de observación
de Saftan Hill, cerca de la infame carretera de la
muerte. Aquella misión supuso el inicio de la an-
danada de la Operación Libertad Iraquí; iba a abrir
una brecha para la 3.a división de Infantería, cuya
misión consistía en asaltar Irak, por tierra, desde
Kuwait. Las fuerzas iraquíes, en previsión de la
incursión aérea, habían comenzado la voladura e
incendio de campos petrolíferos, llenando el aire
nocturno de humo y niebla de petróleo crudo, tan
densos que cegaban a las fuerzas invasoras.
En la formación de los pilotos militares, el en-
trenamiento en vuelo nocturno se lleva a cabo
de manera tan sistemática y completa que los
profesionales son capaces de volar medio dormi-
dos. Sin embargo, volar rodeado de humo y nubes
de crudo vaporizado complica la tarea. «Saddam
había dinamitado los pozos para llenar el aire de
crudo. Yo no alcanzaba a ver el Cobra que me pre-
cedía, ni las estrellas ni la Luna. Todo era negro»,
rememoraba Gosden.
Llevar a cabo una misión virtual con la vi-
deoconsola Xbox puede ponernos en situación,
como experimentó uno de los autores (Macknik) a
modo de «investigación» para el presente artículo.
Siga las siguientes instrucciones: vuele a gran al-
titud sobre territorio enemigo y, a continuación,
apague la pantalla del televisor (pero no la Xbox);
trate de posar en tierra su helicóptero a ciegas
mientras el enemigo le dispara. Y recuerde: para
simular al detalle la experiencia de Gosden y de
su tripulación, debe comprometerse a morir si
su helicóptero virtual se estrella. De lo contrario,
solo será un juego.
Ladeos e ilusiones espaciales
El mayor Gosden narró su historia espeluznante
durante un curso en el centro de formación para
la supervivencia en la base aérea de Miramar, cer-
ca de San Diego, donde otro de los autores (Gayles)
GET
TY
IMA
GES
EN SÍNTESIS
Ilusiones de altos vuelos
1Las ilusiones y degrada-
ción de las percepciones
sensoriales (desorientación
espacial) constituyen la prin-
cipal causa de accidentes en
la aviación naval.
2Otra de las ilusiones fre-
cuentes son los ladeos.
En ella se encuentran involu-
crados el sistema vestibular
y el somatosensorial.
3Aunque los pilotos
disponen de sofistica-
dos dispositivos técnicos, su
principal defensa contra las
ilusiones consiste, sencilla-
mente, en ser conscientes de
que pueden ocurrir.
El dilema del aviadorLos pilotos de avión militares aprenden a desconfiar de sus sentidos
STEPHEN L . M ACKNIK, SUSANA M ARTINEZ- CONDE Y ELLIS C . GAYLES
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 83
imparte clases. Valga como anécdota: en dicha
base aérea transcurre la acción de la película Top
Gun (1986), que protagoniza Tom Cruise y en la
que, casualmente, Ganso es la señal de llamada
para el segundo de Cruise. Tras este inciso, volva-
mos a la conferencia de Gosden: «Todos sufríamos
DE o ladeos», indicó a los alumnos.
El acrónimo DE corresponde a «desorientación
espacial», expresión que describe el resultado con-
junto de diversas ilusiones y la degradación de
las percepciones sensoriales durante una misión.
Este fenómeno impide una apreciación correcta
de la situación real; también constituye la prin-
cipal causa de accidentes en la aviación naval. En
concreto, explica alrededor del 80 por ciento de
los siniestros ocurridos entre 1990 y 2008. Los
errores de pilotaje se producen porque los avia-
dores no logran prestar atención a lo que sucede:
nada encaja, nada es como se supone. La mejor
manera de reaccionar en esas circunstancias es
confiar ciegamente en los instrumentos de na-
vegación, los cuales proporcionan datos reales
sobre la aeronave. De esta forma, compensan y
corrigen las informaciones confusas que llegan
a los sentidos sensoriales humanos.
Los ladeos (leans) consisten en una de las for-
mas de ilusión somatogira que se experimentan
durante el vuelo, cuando el sistema vestibular (ór-
gano del oído interno responsable del equilibrio y
del sentido de desplazamiento por el espacio) y el
sistema somatosensorial (la piel y otros sensores
de la posición corporal) dejan de proporcionar in-
dicaciones correctas sobre la situación espacial
definida por la gravedad. La ilusión se produce
cuando, al salir de un giro acrobático cerrado, el
fluido del sistema vestibular de los canales semi-
circulares sigue fluyendo a pesar de que ya no
se está girando. Puede creerse que la nave se en-
cuentra nivelada y avanza en línea recta, cuando
en realidad se halla inclinada y girando.
A esos mismos motivos se atribuyó el accidente
que en 1999 le costó la vida a John F. Kennedy, Jr.
al estrellar el avión que pilotaba a pocas millas
de la isla Martha’s Vineyard. Técnicamente, los
ladeos denotan una solución al problema: inclinar
la cabeza hasta que los datos de los instrumentos
casen con la percepción subjetiva. Sin embargo, la
mayoría de los pilotos usan el término para aludir
al problema, no a la solución.
Existe un experimento sencillo para compren-
der el papel destacado que desempeña el sistema
vestibular en la visión. Extienda el lector un bra-
zo y alce un dedo ante sí. Ahora, mírese el dedo
mientras oscila la cabeza hacia delante y atrás.
Perfecto. La visión del dedo se le aparece nítida y
clara. Para ello, el sistema vestibular ha rastreado
el movimiento de la cabeza y ha proporcionado a
los ojos los datos necesarios para conservar el en-
foque. Siguiente paso: con la cabeza quieta, mueva
el dedo adelante y atrás, siguiendo su recorrido con
la mirada. En este caso no existen señales vestibu-
lares porque la testa se halla inmóvil. ¿Resultado?
El dedo se desdibuja. El mareo que causa el vaivén
se origina como consecuencia del conflicto entre la
percepción visual y la vestibular, una de las com-
ponentes principales de la desorientación espacial.
Vida nocturna en Irak
Un dispositivo infrarrojo de barrido frontal (FLIR,
por sus siglas en inglés) instalado en el aparato
de vuelo le ayudó a sobrevivir, continuó Gosden
en su charla. Gracias a dicha matriz de sensores
para la visión de la radiación electromagnética y
térmica, sumadas a ella la habilidad del piloto y la
suerte, observó una línea de luces infrarrojas que
formaban una columna de blindados ligeros que
avanzaba por tierra. No podía ver el terreno desde
las alturas, no obstante, el movimiento de la co-
lumna le facilitó las referencias que le permitieron
«posarse» sin sufrir daños, aunque no sin peligro,
en el desierto, tras las líneas enemigas, en medio
de una batalla que acaecía con rapidez.
«Comprendí que el terreno que recorría la co-
lumna tenía que ser llano, y que podríamos tomar
tierra allí. Sabíamos que nos encontrábamos tras
las líneas enemigas. Pero eso no nos importaba:
por esa noche ya habíamos volado bastante. El
otro piloto de mi helicóptero, el capitán Rodney
Dean, sufría vértigo, cuyo efecto es el contrario de
lo que me ocurría a mí [ladeos]. Fue un milagro
GIRO ENGAÑOSO Los ladeos (leans), una de las
ilusiones vestibulares más
corrientes, se producen cuan-
do el órgano del oído interno
responsable del equilibrio, el
canal semicircular (círculos
rosas), deja de detectar el
movimiento durante un giro
prolongado. Al principio del
giro, el fluido endolinfático
se desplaza siguiendo la ro-
tación, curvando una célula
pelúcida (verde), que le señala
el movimiento al cerebro (iz-
quierda). Sin embargo, cuando
el giro es prolongado, el siste-
ma vestibular deja de detectar
la diferencia inercial entre
los canales y su fluido ya no
transmite la información al
cerebro (centro). Cuando el
avión deja el giro, la diferencia
inercial entre el fluido y el
canal reaparece, pero provoca
la percepción errónea de que
se está girando en sentido
contrario al primero (derecha).
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84 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
ILUSIONES
que pudiéramos descender —añade Gosden—.
Después de aterrizar, desenfundamos nuestras
armas y montamos guardia en torno al aparato.
Cuando salió el sol, pudimos ver lo suficiente para
salir de allí.»
Entrenamiento para sobrevivir
Los equipos de visión nocturna, como los anteojos
personales o el FLIR que Gosden utilizó, pueden
paliar la desorientación espacial nocturna, pero
su rendimiento depende en gran medida de la
iluminación, el contraste del terreno y las par-
tículas en suspensión del aire. Estos dispositivos
apenas sirven de ayuda cuando el polvo degrada
la visibilidad (brownout). La principal defensa de
los pilotos contra los errores de percepción y las
ilusiones consiste, sencillamente, en ser conscien-
tes de que pueden ocurrir.
Volvamos a la base de Miramar. Sus instalacio-
nes de entrenamiento presentan la típica arqui-
tectura de la milicia estadounidense de los años
cincuenta del siglo xx. Unos maniquíes vestidos
de uniforme ocupan asientos eyectables en el ves-
tíbulo. La decoración de la sala de conferencias
reproduce el interior de un portaaviones o, en la
jerga de los aviadores, un barco. Asientos de ace-
ro con respaldo reclinable, atornillados al suelo
y revestidos de piel sintética (skay) conforman
el lugar. Tampoco faltan los uniformes de vuelo.
«En los primeros años de la aviación naval, es-
trellábamos dos aviones al día —explica Gayles—.
A causa, casi siempre, de fallos inevitables de los
equipamientos. Ahora estrellamos unos 20 avio-
nes al año. Cada accidente constituye un asunto
de gran trascendencia, con cobertura mediática e
informes militares oficiales. Pocas de estas catás-
trofes son consecuencia de fallos de los equipos
o en el mantenimiento: estos problemas se han
reducido a tal punto que la principal causa de ac-
cidente es el error humano. Los pilotos, a veces,
estrellan aeronaves en perfecto estado.»
¿Por qué suceden tales percances a unos de los
pilotos de aviación mejor entrenados del mundo?
Los sistemas sensoriales y cognitivos humanos
sufren un enorme estrés cuando se vuela en
aparatos militares. Durante el período de 1990 a
2008 se perdieron unas 20 aeronaves a causa de
las ilusiones visuales. Las ilusiones suponen in-
cluso el doble de desastres que la siguiente causa
de accidente, a saber, el cansancio.
Esos datos revelan por qué cada cuatro años
Gosden y un grupo de aviadores acuden a la base
de Miramar con el objetivo de recibir formación
de fisiología de vuelo y de prevención de acci-
dentes. Tras asistir a una sesión teórica y supe-
rar el correspondiente examen, se les arroja, sin
contemplaciones, con los ojos vendados a una
enorme piscina de agua salada situada en un si-
mulador de accidentes. Es aterrador, y los únicos
que lo estamos pasando bien somos dos de no-
sotros (Martinez-Conde y Macknik), observando
la acción desde el borde de la piscina.
Horizontes movedizos
Por muy valiosa que sea la información visual
para un piloto, los ojos pueden mentirle. Cuando
se vuela a través de una masa nubosa, existe una
tendencia natural a percibir cualquier línea recta
del campo visual como un horizonte. Ello puede
provocar resultados indeseables en un aparato
que se desplaza a gran velocidad.
Al volar entre nubes, surgen por doquier ho-
rizontes falsos. Puede parecer que la aeronave
se encuentra nivelada y que se desplaza en línea
SITUACIONES DE RIESGO La niebla o la confusión en
una batalla puede obligar a
los pilotos a luchar contra sus
propios sentidos y a confiar
en los instrumentos de nave-
gación, también muy degra-
dados a causa de la polvareda.
Percepción
Realidad
TENDENCIA PELIGROSA Los pilotos poseen la tenden-
cia natural a considerar como
un horizonte falso cualquier
línea recta en el techo de
nubes (izquierda). Esta ilusión
exige que los pilotos se con-
centren en los instrumentos
de navegación. El litoral, el
perfil de los montes e incluso
las autopistas bien iluminadas
pueden provocar también
este peligroso efecto.
DE: «A DUAL-MODE SENSOR SOLUTION FOR SAFE HELICOPTER LANDING AND FLIGHT ASSISTANCE», POR Y. C. VENOT Y P. KIELHORN, EN MICROWAVE JOURNAL, ENERO DE 2008
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recta, incluso cuando en realidad está inclinada
o realizando un giro. Las crestas de las monta-
ñas provocan, asimismo, despistes. Por la noche,
la combinación de nubes, estrellas, montañas y
luces del suelo produce con frecuencia perceptos
incomprensibles, los cuales afectan a la seguridad
del vuelo en línea recta y horizontal.
Ahora bien, un piloto tampoco debe confiarse
cuando sobrevuela el mar en un día despejado. En
esas circunstancias, los errores de percepción son
posibles; incluso un horizonte fijo puede suponer
un peligro. Pongámonos en situación: el aviador
se aproxima a una playa desde un punto situado
más alto que el horizonte. Se enfila la playa en sus
miras y la mantiene allí, anticipándose al placer
de llegar con los «pies secos» (expresión de los
aviadores para referirse a que han dejado el mar
y ya vuelan sobre tierra). El piloto que actúe de esa
manera, seguramente llegue a tierra, pero no vola-
rá sobre ella: la playa se encuentra fija, a diferencia
del horizonte real. La única forma de que pueda
mantener el destino en su visor estriba en que
oriente la aeronave cada vez más hacia el suelo.
Especialmente problemático resulta la elección
de un horizonte fijo en las proximidades de cables
o tendidos eléctricos que se extienden en un valle.
Al irse aproximando al horizonte fijo (allá donde
concurren la llanura del valle y la montaña), el
piloto irá progresiva e insensiblemente bajando
el morro del avión. Al descender y acercase a los
cables, le parece que estos pasarán por encima de
la nave, cuando en realidad se hallan por debajo
del aparato. En el supuesto de que el aviador no
localice los cables hasta que se encuentren a es-
casa distancia (debido a la niebla de la montaña,
o al humo y la polvareda que se dan en un esce-
nario bélico), su reacción natural puede llevarle a
empujar la palanca para colarse por debajo de los
cables. En 1998, los pilotos de un EA-6B Prowler de
la Marina de EE.UU. reaccionaron de esa manera
durante una misión de entrenamiento, cerca de
una estación de esquí italiana. El aparato seccionó
dos cables que sostenían una cabina de teleférico
con 20 esquiadores, a más de 120 metros del suelo.
No hubo supervivientes.
Podría pensarse que la información que propor-
cionan los instrumentos de navegación constituye
la solución lógica para contrarrestar las ilusiones
sensoriales subjetivas. Sin embargo, la prolifera-
ción de instrumentos es parte del problema, ya
que exige un esfuerzo de atención cada vez ma-
yor por parte de los pilotos, además de provocar
una sobrecarga cognitiva durante el combate y en
otras situaciones complicadas. Dicho sufrimien-
to mental contribuye a la desorientación espa-
cial. Los nuevos sistemas de aviónica se diseñan
pensando en simplicidad, no en complejidad. Los
pilotos aprenden a examinar los dispositivos de
vuelo en el momento preciso, bajo condiciones
de estrés simulado. El examen sistemático de los
instrumentos requiere disciplina, a menudo una
de las primeras bajas en la batalla. Pero mientras
no acertemos con mejores medios para superar
las ilusiones durante el vuelo, esta supone una
de las mejores técnicas para mantener a salvo a
pilotos y tripulaciones.
Por valiosa que sea la visión para el piloto, sus ojos pueden mentirle. Los horizontes falsos surgen por doquier
FALSA REALIDAD Las playas crean una ilusión
de horizonte falso insidiosa.
Ya que su posición es fija, el
piloto tenderá a hacer picar su
aparato para mantener ante sí
ese horizonte falso.
Vuelo horizontal Parece horizontal; en realidad, está descendiendo
Para saber más
Spatial orientation in flight. A. J. Parmet y W. R. Ercoline en Fundamentals of Aerospace Medicine. Compilación de Jef-frey R. Davis, Robert Johnson, Jan Stepanek y Jennifer A. Fogarty. Lippincott Williams & Wilkins, 2008 (4.a ed.).
Let’s keep you flying. Capt. Nick Davenport, USMC en The Navy and Marine Corps Avia-tion Safety Magazine, vol. 55, n.o 1, págs. 3-5, enero de 2010.
Susana Martinez-Conde y Stephen L. Macknik dirigen laboratorios en el Instituto Neurológico Barrow, en Phoenix. El teniente-comandante Ellis C. Gayles es fisió-logo aeroespacial de la Armada de Estados Unidos.
Agradecemos sus ideas y aportaciones para este artículo a Brian Swan (teniente-comandante retirado), Tyson Brunstetter (comandante) y Fred R. Patterson (comandan-te retirado), de la Armada de Estados Unidos.
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SON
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RETROSPECTIVA
Hace unos cien años que Santiago Ramón
y Cajal (1852-1934) publicó «Algo sobre
la significación fisiológica de la neuro-
glía» (1897) y «Contribución al conocimiento de
la neuroglía del cerebro humano» (1913), dos tra-
bajos centrados en el estudio de las células de la
glía. Como muchas de sus investigaciones, estas
resultaron pioneras en el conocimiento del cere-
bro y su función en el organismo.
Transcurrido un siglo, la comunidad científica
sigue citando las aportaciones de Cajal con asidui-
dad; las novedosas y avanzadas técnicas no hacen
sino confirmar numerosas de las propuestas que
desarrolló en torno a la neuroglía. Invitamos al lec-
tor a dar un paseo, de la mano de los descubrimien-
tos de Cajal, por los conocimientos de ayer y de hoy
acerca del significado funcional de la neuroglía.
Teoría del aislamiento
En 1899, Cajal ya se planteó en uno de sus trabajos
la siguiente cuestión: «¿Qué significación funcional
debemos otorgar a la neuroglía? Desgraciadamente,
en el estado actual de la ciencia no es posible con-
testar a la importante pregunta más que mediante
conjeturas más o menos racionales. En presencia
de este problema, el fisiólogo se halla, por falta de
métodos, totalmente desarmado». Estas palabras
reflejan el estado incipiente de las investigaciones
de la neuroglía en aquella época, circunstancia que
no impidió a Cajal proponer ideas e hipótesis que,
aunque prematuras, fueron acertadas.
A finales del siglo xix, una de las ideas imperan-
tes sobre la función glial se centraba en la teoría de
relleno. Según esta, las células gliales servirían para
dar consistencia al sistema nervioso rellenando los
lugares no ocupados por las neuronas. Cajal discre-
paba, ya en 1895, de esa simple noción que relegaba
a la neuroglía a una función insignificante: «¿Qué
van a sostener corpúsculos pequeñísimos, aisla-
dos, flexibles, delicadísimos, mucho más delicados
y pequeños que las células nerviosas mismas?».
Frente a ello propuso la teoría del aislamiento, es
decir, los astrocitos podrían servir como elementos
aisladores de las distintas neuronas.
Aunque esa hipótesis no se ha visto confirmada
por investigaciones posteriores, hay que tener en
EN SÍNTESIS
Hipótesis confirmadas
1La idea clásica de que las
células gliales en general
y los astrocitos en particu
lar son meros elementos de
soporte trófico está siendo
desterrada.
2Las técnicas experimen
tales actuales revelan
la intervención activa de
los astrocitos en el proce
samiento, la transferencia
y el almacenamiento de in
formación en el cerebro.
3Estos hallazgos corrobo
ran muchas de las ideas
que Santiago Ramón y Cajal
expuso hace un siglo sobre
la fisiología de la neuroglía.
El ayer y hoy de los astrocitosSantiago Ramón y Cajal desarrolló pioneras contribuciones
en el estudio de la neuroglía. Las investigaciones actuales
confirman sus hipótesis ahora centenarias
ALFONSO AR AQUE Y M ARTA NAVARRETE
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 87
cuenta que el propio Cajal señaló ese mismo año:
«No estimamos las hipótesis que acabamos de
exponer como teorías exentas de reproche. Pero
no por esto las hipótesis racionales, que tienen su
punto de partida en algunos hechos conocidos,
dejan de ser legítimas y hasta fecundas. Una hi-
pótesis científica representa una dirección nueva,
un camino que se traza a la observación y a la ex-
perimentación, el cual, si no conduce inmediata-
mente a la verdad, suscita siempre investigaciones
y críticas que nos aproximan a ella».
En efecto, aun cuando su conjetura sobre el
mecanismo de la función de los astrocitos se ha
demostrado inexacta, su idea original sobre la par-
ticipación activa de las células gliales en el funcio-
namiento del sistema nervioso se confirma cada
vez más, a tenor de las investigaciones actuales.
Nuevas técnicas neurocientíficas
En torno a la década de los ochenta del siglo xx
se produjo una revolución en la biología celular y
las neurociencias fundamentada, sobre todo, en el
desarrollo de nuevas y avanzadas herramientas,
entre ellas, pinzamiento de membrana (patch-
clamp, que permite el registro eléctrico de célu-
las individuales), imagen de fluorescencia (facilita
la visualización de los niveles intracelulares de
calcio mediante sondas fluorescentes sensibles a
ese ion) o microscopía (tanto su versión confocal
como multifotón permiten la observación celular
y subcelular en muestras de tejido cerebral o ani-
males in vivo). Gracias a estas técnicas, el fisiólo-
go posee poderosísimas armas para investigar la
función de los astrocitos o astroglía.
Hasta ese momento, los astrocitos fueron con-
siderados unas meras células de soporte trófico
y estructural de las neuronas. La teoría nutritiva,
propuesta originalmente por Camillo Emilio Gol-
gi (1843-1926), quien recibiera el premio Nobel de
Medicina en 1906 junto con Cajal, ha resistido el
paso del tiempo: hoy se sabe que los astrocitos
cumplen una función destacada en el soporte
trófico neuronal, ya que proveen a las neuronas
de las sustancias metabólicas y los elementos nu-
tritivos necesarios para su adecuado desarrollo y
funcionamiento.
CÉLULA NEURÓGLICA Dibujo original de Santiago
Ramón y Cajal que muestra
una gruesa célula neuróglica
de la capa de las pirámides
del asta de Ammón de un
hombre adulto. A señala las
grandes vacuolas del soma;
a y b, los huecos de las ex
pansiones destinados a los
gliosomas.IMA
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RETROSPECTIVA
No obstante, en aquel entonces se entendía que
la función de la astroglía no iba más allá de ese
papel pasivo, por lo que no intervenía de forma
directa en el funcionamiento del cerebro como
órgano encargado de recibir y procesar informa-
ción. Posiblemente, esta idea se apoyaba en la base
eléctrica de la actividad cerebral (las neuronas
utilizan señales eléctricas para transmitir la in-
formación); por el contrario, los astrocitos no son
eléctricamente excitables. Otra diferencia entre
ambos tipos de células reside en que las neuro-
nas se hallan en contacto directo con el mundo
exterior (reciben información de él a través de
los órganos de los sentidos o de otras células ner-
viosas) y actúan sobre el entorno a través de su
acción en glándulas y músculos. En cambio, los
astrocitos se encuentran confinados al sistema
nervioso central, sin comunicación directa con
el exterior.
Las herramientas experimentales actuales han
permitido averiguar que, lejos de tratarse de cé-
lulas pasivas, los astrocitos poseen una forma de
excitabilidad basada en variaciones de los nive-
les de calcio intracelular, fenómeno que sirve de
mecanismo de señalización celular, con impor-
tantes consecuencias en la fisiología del sistema
nervioso.
Conexión a tres bandas
Las variaciones de los niveles de calcio de los
astrocitos ocurren de manera espontánea, pero
también pueden ser desencadenadas por la activi-
dad neuronal. Las células nerviosas se comunican
entre sí en regiones de contacto especializadas
(sinapsis). La transmisión sináptica constituye la
forma fundamental de comunicación neuronal,
donde las neuronas presinápticas liberan mensa-
jeros químicos (neurotransmisores) que activan
receptores en la membrana de las postsinápticas,
modo en que se transmiten información entre
ellas. Los astrocitos, por su parte, también pre-
sentan en su membrana receptores de esos neu-
rotransmisores. Estos, al ser activados durante la
transmisión sináptica, estimulan la señal de calcio
astrocitario. Es decir, los astrocitos responden a
la actividad neuronal, con lo que establecen una
comunicación con las neuronas. Pero ¿cuáles son
las consecuencias de esa señal de calcio?
«La neuroglía de la substancia gris vendría a
constituir una vasta glándula endocrina intercala-
da entre las neuronas y plexos nerviosos, destina-
da quizás a elaborar hormonas asociadas a la acti-
vidad cerebral...», señaló Cajal en 1913. De nuevo,
el uso de las avanzadas herramientas de biología
celular ha venido a confirmar esta idea original
y centenaria expresada por el pionero científico.
Hoy sabemos que los astrocitos no solo responden
a neurotransmisores, sino que, además, la señal de
calcio que estos últimos provocan estimula la libe-
ración de gliotransmisores (mensajeros químicos
de la astroglía), tales como glutamato, ATP, TNFa,
D-serina o adenosina, de idéntica naturaleza que
los liberados por las neuro nas. Los gliotransmi-
sores pueden activar a su vez receptores en la
membrana de las neuronas, lo que da lugar a la
comunicación entre los astrocitos y las neuronas.
Ratón silvestre Ratón transgénico
Ratón silvestre
Pote
nci
al d
e ac
ción
Tiempo Tiempo
AstrocitosAntes del preestímulo
Hipocampo
Después del postestímulo Antes del preestímulo Después del postestímulo
0 20 40 60 0 20 40 60Tiempo Tiempo
0 20 40 60 0 20 40 60
Corrientes sinápticas
Niv
eles
de
Ca2+
Ratón transgénico80
40
0
–40
–80
80
40
0
–40
–80
20 µm 40 µm 20 µm
Objetivodel microscopio
ASTROGLÍA IN VIVO Los aumentos de calcio (Ca2+)
astrocitario por estímulo
sensorial modulan la actividad
sináptica. En nuestro ensayo
in vivo estimulamos senso
rialmente la cola del animal
y observamos la respuesta
del hipocampo en un ratón
transgénico y en otro silvestre.
Confir mamos que el prime
ro (dere cha) no presentaba
incremen tos de calcio en los
astrocitos tras la estimulación
sensorial; las corrientes sináp
ticas permanecieron igual
mente inalteradas. En cambio,
en el roedor silvestre (izquier-
da) sí apreciamos aumentos
de calcio en astrocitos y un
incremento en la transmisión
sináptica, como refleja el
gráfico.
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 89
Diversos hallazgos recientes han demostrado
que la liberación de gliotransmisores es capaz
de regular y modular la excitabilidad eléctrica
neuronal, así como la transmisión sináptica en-
tre neuronas, lo que indica que los astrocitos se
hallan involucrados en la transferencia de infor-
mación intercelular que ocurre durante el funcio-
namiento cerebral. Más aún, la función de estas
células gliales en el funcionamiento cerebral se
está mostrando más relevante de lo que se había
imaginado hasta ahora.
También en fecha reciente se ha comproba-
do que la señal de calcio de los astrocitos y la
consiguiente liberación de gliotransmisores son
responsables directos de que ocurran determi-
nados fenómenos de plasticidad sináptica. Según
nuestros hallazgos, durante una estimulación
sensorial concreta, ciertas neuronas liberan el
neurotransmisor acetilcolina, que activa los as-
trocitos del hipocampo (región cerebral implicada
en la memoria y el aprendizaje), provocando el
aumento de su calcio intracelular y la liberación
del gliotransmisor glutamato. Las neuronas ad-
yacentes detectan este transmisor químico, fenó-
meno que permite que se incremente de manera
persistente la eficacia de la transmisión sináptica
entre ellas.
En 2012 observamos en ratones transgénicos
que no mostraban la señal de calcio en los as-
trocitos que los cambios sinápticos se hallaban
comprometidos; es decir, que el aumento de cal-
cio astrocitario resultaba fundamental para la
liberación del transmisor glutamato y, por tanto,
para la generación de plasticidad sináptica. Así
demostramos por primera vez en animales en
vivo que los astrocitos actúan como elementos
activos en los procesos de señalización celular del
sistema nervioso: junto con las neuronas son res-
ponsables del procesamiento y almacenamiento
de la información en el encéfalo.
Fenómeno confirmado en humanos
La pregunta que surgía a continuación era si
los fenómenos hallados en modelos animales
ocurren, asimismo, en el cerebro humano. Con el
fin de averiguarlo, contamos con la colaboración
del grupo dirigido por Rafael García de Sola, del
Hospital de la Princesa de Madrid, y con tejido
cerebral procedente de biopsias de pacientes con
epilepsia resistente a tratamientos farmacológi-
cos. De igual manera que en los modelos anima-
les, los astrocitos humanos presentan excitabi-
lidad celular basada en las variaciones de calcio
intracelular, responden a los neurotransmisores
y liberan gliotransmisores que influyen a su vez
en la actividad neuronal. Estos resultados reve-
lan la existencia de comunicación bidireccional
entre astrocitos y neuronas en el tejido cerebral
humano. Asimismo, sugieren que los astrocitos
son elementos celulares importantes en el fun-
cionamiento cerebral humano.
Estos descubrimientos han llevado a estable-
cer un nuevo concepto en la fisiología sináptica:
la sinapsis tripartita. Según esta, tres elementos
conforman la sinapsis a nivel funcional, a saber, la
terminal neuronal presináptica y la postsináptica,
más el astrocito adyacente. Este concepto implica
asimismo que la astroglía interviene de forma
activa y directa en la transferencia y el almace-
namiento de la información. Así pues, la actividad
cerebral resulta de la coordinada entre astrocitos
y neuronas.
En concordancia con Cajal
Retomando el hilo de la historia, nuestros descu-
brimientos concuerdan con las ideas originales
que expuso Ramón y Cajal en 1897. Aunque el re-
conocido científico español se basó en datos pura-
mente morfológicos, los interpretó con extrema
agudeza: «Ciertos focos grises, ricos en plexos de
expansiones dendríticas y de arborizaciones ner-
viosas, contienen muchas fibrillas de neuroglía y,
al revés, ciertos focos pobres en dichos apéndices,
son asimismo escasos en corpúsculos de Deiters
o neuróglicos [astrocitos]». Cajal continuaba en su
acertado discurso: «La neuroglía abunda donde
las conexiones intercelulares son numerosas y
complicadas, y no por el hecho de existir contac-
EN BREVE
El encéfalo humano y el del resto de los animales ver-tebrados está formado por dos grandes tipos celulares: las neuronas y la neuroglía; esta a su vez se divide en subgrupos: oligodendro-citos, células de Schwann, microglía y astroglía. Este último subtipo glial es el más abundante en el siste-ma nervioso central.
Preestímulo Postestímulo
Niv
eles
de
Ca2+
Niv
eles
de
Ca2+
60 µm
10 µm
EN LOS HUMANOS Los astrocitos del tejido cere
bral humano responden con
aumentos de calcio a la ac
tividad sináptica, de manera
que liberan gliotransmisores
que generan corrientes en las
la neuronas. Arriba se obser
van los aumentos de Ca2+
astrocitarios en el hipocampo
después de la aplicación local
de neurotransmisor. Abajo se
aprecia el aumento de Ca2+
de un solo astrocito por acti
vidad sináptica.
90 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
RETROSPECTIVA
tos, sino con la mira de reglarlos y dirigirlos de
manera que cada expansión protoplásmica solo
se ponga en relación íntima con un grupo especial
de ramificaciones nerviosas terminales.»
En efecto, de acuerdo con el concepto de la si-
napsis tripartita, los astrocitos regulan y dirigen
las conexiones intercelulares, de manera que mo-
dulan la transmisión sináptica y se involucran de
forma activa en la plasticidad sináptica.
Además de estar asociados con las sinapsis, los
astrocitos se hallan en íntimo contacto con los
capilares cerebrales a través de unas prolonga-
ciones celulares denominadas aparato chupador
o pedículo perivascular. En 1895, Cajal indicaba:
«El objeto de tales elementos es suscitar, por con-
tracción de los referidos apéndices, dilataciones
locales de los vasos, y, por ende, congestiones fisio-
lógicas ligadas a la mayor o menor intensidad de
los procesos psíquicos». Una vez más, los estudios
recientes encaminados a dilucidar los mecanis-
mos celulares involucrados en el control del flujo
sanguíneo en los capilares cerebrales corroboran
la relevante función de los astrocitos en la hipe-
remia funcional, es decir, en el aumento local de
flujo sanguíneo que se produce durante la activi-
dad neuronal. Ese incremento permite un mayor
aporte de oxígeno y nutrientes en las regiones
cerebrales que se hallan activas y que, por tanto,
presentan mayores demandas energéticas.
Se ha demostrado que el aumento selectivo de
los niveles de calcio en astrocitos que generan los
neurotransmisores liberados durante la actividad
sináptica estimula la liberación de gliotransmi-
sores y substancias vasoactivas. Estas últimas
regulan localmente la dilatación de los capilares
cerebrales, tal y como había propuesto Cajal.
«La corteza cerebral humana discrepa de la
de los animales no solo por la cantidad enorme de
células de tipo glandular [astrocitos] que contiene,
sino por la pequeñez de estas y la riqueza del plexo
gliomatoso intersticial», señaló también respecto
a los astrocitos humanos. El grupo de Maikeen
Nedergaard, de la Universidad de Rochester en
Estados Unidos, ha descubierto mediante técnicas
de alta resolución (microscopía de fluorescencia y
de dos fotones) que el cerebro humano presenta
una astroglía, más compleja, en cuanto a tamaño
y expansión, que otros animales. Más aún, a lo
largo de la escala filogenética existe, junto al cre-
cimiento en el número de neuronas, un incremen-
to notable de la proporción de células gliales en
el sistema nervioso. Pese a que todavía se carece
de una cuantificación rigurosa, la proporción de
célula gliales respecto a la cantidad de neuronas
puede estimarse, en números groseros, en menos
de uno en los nemátodos, uno en los roedores,
cuatro en los mamíferos acuáticos, alrededor de
diez en los primates, y en torno a diez veces más
astrocitos que neuronas en los humanos. Es decir,
la mayor cantidad relativa de este subtipo de cé-
lulas gliales aparece en nuestro cerebro.
Durante la evolución, el volumen del encéfalo
humano se expandió alrededor de un 300 por cien-
to con respecto a sus primates ancestrales, en tanto
Neuronapostsináptica
Neurotransmisores
Neuronapresináptica
Astrocito
Espaciosináptico
Incremento de Ca2+ Gliotrans-misores
Astrocito
Axón
Dendrita
Neurona
Neurona
SINAPSIS TRIPARTITA A la izquierda, dibujo original
de Santiago Ramón y Cajal
(1899): «Neuroglía de la capa
de las pirámides y estrato
radiado del asta de Ammón.
Hombre adulto autopsiado
tres horas después de la
muerte. Cloruro de oro». A la
derecha, esquema de la sinap
sis tripartita, donde, además
del flujo de información entre
los elementos neuronales,
existe un flujo de información
bidireccional entre los ele
mentos neuronales y el astro
cito adyacente.
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MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 91
que el número de neuronas tan solo aumentó un 25
por ciento. Ello lleva a pensar que la gran diferencia
entre ambos cerebros no solo se debe a un incre-
mento en el desarrollo del neuropilo neuronal, sino
también al aumento del número y la complejidad
de los astrocitos. Quizá parte de lo que nos hace
humanos resida precisamente en ellos.
«El prejuicio de que las fibrillas neuróglicas son
a las células nerviosas lo que los haces colágenos
del tejido conectivo a los corpúsculos muscula-
res o glandulares, es decir, una trama pasiva de
mero relleno y de sostén (y cuando más, una
ganga destinada a embeberse en jugos nutritivos),
constituye sin duda el principal obstáculo que el
observador necesita remover para formarse un
concepto racional de la actividad de los corpúscu-
los neuróglicos» (Cajal, 1899).
Armados ahora con técnicas más avanzadas y
métodos novedosos, empezamos a desentrañar
el relevante papel de los astrocitos en el funcio-
namiento del cerebro, un protagonismo ya sos-
pechado por Santiago Ramón y Cajal hace un
siglo.
Dilatación de los capilares cerebrales
En 1913, Santiago Ramón y Cajal apuntaba:� «Todo astroci
to de la substancia blanca o gris está provisto de un apa
rato chupador o pedículo perivascular. [...] El aparato chu
pador constituye no solo una disposición constante de los
astrocitos de la substancia blanca, sino uno de los facto
res neuróglicos más importantes de los centros. Semejan
te generalidad, junto con el hecho de que en los animales
de pequeña talla (conejos, cobayas, etcétera) y en los que
están en curso de evolución (perros y gatos de pocos días),
el órgano chupador constituye la más espesa, y a veces la
única expansión perceptible y bien coloreable del astroci
to, denotan que el susodicho apéndice debe desempeñar
un cometido fisiológico de primer orden». El dibujo de Ca
jal (arriba) exhibe a unos astrocitos en contacto con un capilar. El esquema actual muestra, tal como
se ha comprobado años después, que la actividad sináptica estimula a los astrocitos, los cuales libe
ran substancias vasoactivas que, a su vez, regulan la microcirculación cerebral.
Neuronapresináptica
Piechupador
Incrementode Ca2+
Neuronapostsináptica
Dila
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óno
con
stri
cció
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Neurotransmisores
Astrocito
Substanciasvasoactivas
Capilar
Para saber más
Algunas conjeturas sobre el mecanismo anatómico de la ideación, asociación y atención.� S. Ramón y Cajal. Impren-ta y Librería de Nicolás Moya, págs. 3-14, 1895.
Algo sobre la significación fisiológica de la neuroglía.� S. Ramón y Cajal en Revista Trimestral Micrográfica, vol. 1, págs. 3-47, 1897.
Textura del sistema nervioso del hombre y de los vertebrados.� S. Ramón y Cajal. Impren-ta y Librería de Nicolás Moya, tomo I, págs. 174-195, 1899.
Contribución al conocimiento de la neuroglía del cerebro humano.� S. Ramón y Cajal en Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biológicas de la Universidad de Madrid, vol. XI, págs. 255-315, 1913.
El punto de partida de la obra neurohistológica de Cajal.� J. M. López Piñero en Mente y cerebro, n.o 1, octubre de 2002.
Astrocytic complexity distinguishes the human brain.� N. A. Oberheim, X. Wang, S. Goldman y M. Nedergaard en Trends in Neurosciences, vol. 29, págs. 547-553, octubre de 2006.
Astrocytes mediate in vivo cholinergicinduced synaptic plasticity.� M. Navarrete, G. Perea, D. Fernández de Sevilla, M. Gómez-Gonzalo, A. Núñez, E. D. Martín y A. Araque en PLoS Biology, n.o 10, pág. e1001259, 2012.
Astrocyte calcium signal and gliotransmission in human brain tissue.� M. Navarrete, G. Perea, L. Maglio, J. Pastor, R. García de Sola y A. Araque en Cerebral Cortex, vol. 23, págs. 1240-1246, mayo de 2012.
Alfonso Araque� es profesor de investigación en el Institu-to Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Marta Navarre�te� es doctora por la Universidad Autónoma de Madrid y miembro del grupo que dirige Araque.
IMA
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92 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
LIBROS
Cognición animalLa cultura de los chimpancés
WILD CULTURES. A COMPARISON BETWEEN
CHIMPANZEE AND HUMAN CULTURES
Por Christophe Boesch. Cambridge University
Press, Cambridge, 2012.
La teoría de la evolución por selección
natural nos enseña que los grandes
simios (chimpancés, bonobos, gori-
las y orangutanes) guardan una estrecha
relación de parentesco con nosotros. Jun-
tos formamos la familia de los homínidos.
En razón de ello, hubo un tiempo en que
se pensó que los chimpancés constituirían
buenos modelos para estudiar las enfer-
medades del hombre. No era verdad. Me-
dian diferencias importantes en cuanto
a la incidencia y gravedad de diversas
patologías, más allá de las explicadas por
causas anatómicas.
Desde comienzos del siglo xix los in-
vestigadores saben que el cerebro humano
mide entre tres y cuatro veces el del chim-
pancé. Durante decenios, los antropólogos
han analizado el tamaño relativo y las es-
tructuras visibles de los lóbulos. Sin embar-
go, el tamaño no lo explica todo. Importa
la organización, el cableado. Pensemos en
la cognición. Los neandertales poseían
cerebros mayores que nosotros, pero no
pintaban las paredes de las cuevas. En par-
ticular, en la región de la corteza prefron-
tal, un área que contribuye al pensamiento
abstracto, las neuronas disponen de más
espacio entre sí en el cerebro humano que
en el de los primates; ese margen les posi-
bilita mayor conectividad entre neuronas.
(El lóbulo frontal ocupa entre el 35 y el 38,5
por ciento de los hemisferios cerebrales,
y es la porción anterior al surco central.)
Humanos y primates poseen neuronas
de von Economo, así llamadas en honor de
quien las describió en 1929, Constantin von
Economo, implicadas en la cognición social
(confianza, empatía, sentimientos de culpa
y sentimientos de vergüenza). Las neuro-
nas en huso, o de von Economo, redescu-
biertas por Patrick Hof, se caracterizan por
un soma fusiforme, que se estrecha en un
axón apical en una dirección y una den-
drita en el polo opuesto. Se encuentran
en la corteza cingulada anterior, la corte-
za frontinsular y, al parecer, también en
la corteza dorsolateral prefrontal. El hom-
bre tiene más células en huso y, además,
son mayores que en los grandes simios.
Se han identificado también en el cerebro
de las ballenas jorobadas, rorcuales, orcas,
cachalotes, delfines mulares, delfines de
Risso, belugas y elefantes. Su presencia en
organismos tan dispares se atribuye a un
fenómeno de evolución convergente.
La complejidad de la conducta animal
induce a utilizar términos que se toman
prestados de la acción humana. Charles
Darwin empleó expresiones mentalistas
cuando aludía a la alegría de un perro, la
astucia de una cobra o la simpatía de los
cuervos. El antropomorfismo de Darwin,
combinado con una descripción meticu-
losa, parecía aportar base científica para
subrayar las obvias semejanzas entre el
comportamiento humano y el de otros
animales. Pero hacia finales del siglo xix
se produjo ya una fuerte reacción contra
la atribución de pensamientos conscien-
tes a los animales. En el Reino Unido, el
canon de Conway Lloyd Morgan prohibía
la explicación del comportamiento animal
mediante una facultad psíquica superior a
la requerida por los datos. En Estados Uni-
dos, Edward Thorndike defendía sustituir
el recurso a las anécdotas en el estudio del
comportamiento animal por experimen-
tos controlados. Sostenía que, cuando se
estudian en entornos controlados y repro-
ducibles, se comprobaba que el compor-
tamiento animal obedecía leyes que hacían
innecesarias las explicaciones mentalistas.
Pero, tras un siglo de silencio, se está
asistiendo a un resurgimiento del antro-
pomorfismo. A esa tendencia se adelantó
Donald Griffin, descubridor del sonar de los
murciélagos. Griffin sostenía que la com-
plejidad de la conducta animal demanda-
ba la presencia de pensamientos y deseos
conscientes; para él, la explicación antro-
pomórfica resultaba más parsimoniosa que
otra construida sobre leyes conductistas. En
Griffin se inspiró Gordon Burghardt, quien
distinguió entre antropomorfismo ingenuo
(el impulso que mueve a los niños a conver-
sar con el perro familiar) y antropomorfis-
mo crítico (que utiliza la hipótesis de la con-
ciencia animal como método heurístico).
Esa distinción se asemeja a la formulada
por Frans de Waal entre antropomorfismo
centrado en el animal y antropomorfis-
mo centrado en el hombre. Daniel Den-
nett sostiene, con Griffin, Burghardt y De
Waal, que el recurso a estados mentalistas
intencionales es más parsimonioso que
una descripción conductual de compleji-
dad inimaginable. Con todo, aducir que las
explicaciones mentalistas son más simples
puede suponer cometer una falacia nomi-
nalista: creer que con darle el nombre a un
a cosa ya la estamos explicando.
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 93
Se ha demostrado, en una serie de expe-
rimentos acometidos en el Centro de Inves-
tigación Wolfgang Köhler del Zoológico de
Leipzig, que los grandes simios saben que
pueden equivocarse cuando toman una
decisión. Con otras palabras, parecen dota-
dos de capacidades metacognitivas. ¿Tienen,
pues, cultura? Para algunos, la cuestión así
planteada equivale a preguntarse si los
pollos vuelan. Comparados con el alba-
tros o los halcones, seguramente no, pero
los pollos tienen alas, las abren y pueden
encaramarse hasta los árboles. De manera
similar, el grado de cultura alcanzado por el
hombre en arte, gastronomía, cocina, cien-
cia o política carece de parangón en el reino
animal. Pero ¿qué acontece si cambiamos de
perspectiva y no los medimos con nuestros
parámetros? Eso es lo que Kinji Imanishi
propuso a comienzos de los cincuenta.
Imanishi sugirió que la cultura —entendi-
da como la transmisión no hereditaria de
hábitos— era enteramente posible, e incluso
probable, en animales no humanos.
Ese enfoque preparó la mente de los pri-
matólogos para considerar hito cultural la
difusión del lavado de los boniatos entre los
monos macacos de la isla japonesa de Koshi-
ma. Una hembra juvenil inició la costumbre
de acercarse a la playa y lavarles la tierra ad-
herida. La imitaron su madre y otros familia-
res. La costumbre se extendió; al cabo de un
decenio, la población entera por debajo de la
media de edad estaba lavando las boniatos.
No obstante, los antropólogos y psicólogos
occidentales se resistían a atribuirles el tér-
mino cultura, que, en su opinión, exigía una
intervención lingüística. Más que cultura, se
dijo, habría que hablar de trazo específico de
un grupo o tradición grupal.
La primera prueba de que quizá las cosas
no fueran tan lineales llegó con el descubri-
miento, por William McGrew en 1992, del
uso de herramientas entre los chimpancés.
Desde entonces se han multiplicado nuevas
observaciones con una cadencia incesante
en las revistas sobre primatología. Se han
pergeñado escalas de conductas, que toman
en consideración las condiciones ecológicas
de cada lugar. Por ejemplo, los chimpancés
no duermen en nidos sobre el suelo (frente
a los nidos en los árboles) allí donde existe
alta depredación de leones o leopardos. ¿Ge-
nética o cultura? aducirían algunos a este
respecto. Los genes determinan capacida-
des generales, como el uso de herramien-
tas, pero es difícil imaginar que instruyan
a los primates en cómo cazar hormigas o
en hacerse nidos fuera de la vegetación. Las
tabulaciones de diferencias de población
muestran que existen múltiples variantes
culturales. Algunas pautas rutinarias son
exclusivas de ciertas comunidades, otras
son compartidas por dos o más poblacio-
nes. En el bien entendido de que la imita-
ción no es el único mecanismo que inter-
viene en la adquisición de la cultura entre
los chimpancés. Se da una combinación
compleja de imitación y de otras formas
de aprendizaje, social e individual.
Boesch se hace eco de la triple distinción
en el dominio cultural: material, social y sim-
bólico. La cultura material nos remite a los
útiles empleados. La cultura social abarca to-
dos los aspectos comunitarios que permiten
a los individuos desarrollar y beneficiarse de
las ventajas aportadas por la vida en grupo.
La cultura simbólica comprende todos los
medios de comunicación, en un sentido muy
general, entre individuos durante sus interac-
ciones sociales. La posesión de un dominio
no excluye el de otros. Dominios que no son,
por supuesto, exclusivos. Ni un mismo domi-
nio es aprovechado por igual.
La imitación de aspectos simples de la
técnica empleada por la madre la ejecutan
los juveniles sin dificultad en situaciones
naturales, como se ha observado en la caza
de termes por los chimpancés de Gombe,
para cascar nueces en Taï y Bossou, y para
distintas técnicas de forrajeo en Mahale. La
cultura material conforma el entorno físico
y tiene una enorme influencia en la clase y
cantidad de alimento que pueden explotar
en un hábitat determinado. En este aspecto,
el impacto de la cultura social es incluso más
complejo por cuanto la caza en cooperación
ha conducido a que la carne se convierta en
la principal fuente alimentaria y de solida-
ridad intragrupal, en términos de altruismo
y ayuda a los miembros del grupo. Desem-
peña un papel sustantivo en las interaccio-
nes sociales en el seno de la comunidad. En
los Taï, el papel importante de la carne ha
favorecido la aparición de un segundo sis-
tema de dominancia, tras el fundado en las
interacciones agresivas. En la naturaleza, los
chimpancés comparten su alimento con
los familiares cercanos (la madre lo reparte
con crías y juveniles), así como con miem-
bros adultos no emparentados del mismo
grupo. Los chimpancés comparten también
el servicio social del aseo. No se hace de ma-
nera aleatoria: los chimpancés Taï compar-
ten la interacción del mutuo despioje con
elevados niveles de simetría dentro de dia-
das a lo largo de períodos de varios meses.
La compleja red tejida en la compartición
de alimento y conducta social permite a los
individuos acceder a recursos que, cada uno
por su cuenta, no alcanzaría.
El dominio social y simbólico se imbri-
can en las relaciones sexuales de los chim-
pancés. ¿Cómo se le insinúa un macho a
una hembra? Un macho Mahale observa
a una hembra en estro. El macho se exci-
ta sexualmente, con el pene en erección,
pero no obtiene respuesta de la hembra.
Entonces corta una rama llena de hojas; se
lleva una a la boca, entre los dientes, y la va
rasgando poco a poco y soltando los trozos
al suelo. Sigue el mismo proceso con varias
hojas más; aunque no se las come produce
un chasquido en cada desgarro, un soni-
do que puede oír la hembra. Entonces, se
aparean. Si de los Mahale pasamos a los
Taï, el cortejo previo es muy distinto. Un
macho descubre a una hembra con ligeras
muestras de receptividad. Se le aproxima
sexualmente excitado, aunque no obtie-
ne respuesta. Para vencer la resistencia, el
macho golpea el tronco de un árbol con
sus nudillos. Esa prueba de poder mueve
a la hembra a cambiar de opinión. Con los
chimpancés de Gombe no parece impor-
tar el cortejo. A la manera de un código
de signos, el rasgado de las hojas o el rui-
do de los nudillos, aunque diferentes en su
expresión, encierran el mismo significado.
Dicho significado se basa en una conven-
ción social arbitraria, que es compartida
por todos los miembros del grupo.
—Luis Alonso
94 MENTE Y CEREBRO 60 - 2013
LIBROS
THE EVOLUTION OF PRIMATE SOCIETIES
Dirigido por John C. Mitani, Joseph Call, Peter
M. Kappeler, Ryne A. Palombit y Joan B. Silk.
The University of Chicago Press, Chicago, 2012.
En 1987 aparecía Primate Societies,
manual de cabecera de toda una ge-
neración de estudiosos en el cam-
po del comportamiento primate. Desde
entonces se han desarrollado, debatido
y asentado nuevas teorías y novedosas
técnicas de investigación del Orden de los
Primates. Fruto de ello es The Evolution of
Primate Societies, obra que presenta la mis-
ma editorial University of Chicago Press.
Consta de 32 capítulos que revisan el esta-
do actual de nuestros conocimientos sobre
la conducta de los primates no humanos.
La obra se organiza en torno a los proble-
mas principales de adaptación planteados
en el crecimiento, supervivencia y repro-
ducción. Se cierra con una exposición de
las semejanzas y diferencias entre la cog-
nición primate humana y la no humana.
Los primates han alcanzado unas rela-
ciones sociales insólitamente complejas, así
como unas habilidades cognitivas refinadas
cuyos mecanismos vamos conociendo es-
tudio tras estudio. Esos trabajos ayudan a
entender de qué modo han evolucionado la
conducta social y las facultades mentales de
los primates. Hasta la aparición de la etolo-
gía, ecología conductual y psicología com-
parada en la segunda mitad del siglo xx, el
comportamiento de los primates no había
adquirido armazón doctrinal. Robert Yerkes
y Wolfgang Köhler iniciaron el estudio mo-
derno del comportamiento de los primates
en cautividad durante la primera mitad de
esa centuria. Inspirándose en Yerkes, Cla-
rence Ray Carpenter acometió los primeros
trabajos de campo. A comienzos de los años
sesenta se había acumulado ya un ingente
volumen de datos, que permitió a David
Hamburgh y Sherwood Washburn organizar
un grupo de estudio en el Centro de Estudios
Avanzados de las Ciencias de la Conducta en
Stanford. La primera compilación de artícu-
los sobre comportamiento emergió de ese
grupo con la publicación en 1965 de Primate
Behavior: Field Studies of Monkeys and Apes,
coordinado por Irven DeVore. Abarcaba poco
más de 20 especies observadas en la natura-
leza. En 1987, el arriba mencionado Primate
Societies cribaba ya entre los numerosos es-
tudios empíricos. Hoy, los congresos de la
Sociedad Primatológica Internacional atraen
a más de 1000 participantes.
Los datos recabados tanto en la natu-
raleza como en cautividad se refieren a
la fisiología, genética, comportamiento,
neurología, etcétera. Ponen de manifiesto
que ciertas especies piensan y reaccionan
de manera mucho más parecida a los hu-
manos de lo que se venía admitiendo. En
concreto, The Evolution of Primate Societies
evalúa las relaciones entre estructuras so-
ciales y contexto ecológico, así como los
orígenes evolutivos y diversidad conduc-
tual, sin obviar la capacidad mental de los
primates desarrollada ante las presiones
que le impone la naturaleza.
Directa o indirectamente se ahonda en
las posibles líneas de continuidad en la evo-
lución de los homininos y en los factores
conductuales, anatómicos, fisiológicos y ge-
néticos que nos caracterizan a los humanos.
Algunos de los estudios de campo, llevados
a cabo a lo largo de diversas campañas, so-
bre babuinos, macacos o chimpancés han
amasado ya datos cuantitativos sobre va-
rias generaciones, de innegable valor en la
consideración de la historia de la vida y la
conducta. Para el comportamiento, resul-
tan imprescindibles los trabajos genéticos
y endocrinos; para la cognición, resultan
espectaculares los fenómenos descubiertos
en la experimentación, en condiciones de
libertad o de cautividad. Hasta un tercio de
las especies de los primates son solitarias,
por lo que es más difícil de estudiar su or-
ganización social.
Por tratarse de un estudio comparado, los
análisis filogenéticos y taxonómicos sirven
de plantilla general que nos enseña a ubicar
el grado potencial de complejidad de la es-
tructura social. Igual que los humanos, los
primates no humanos son animales sociales.
Pero la forma en que la sociabilidad se ma-
nifiesta varía ampliamente de una especie a
otra y entre grupos de una misma especie.
Ocupan diferentes tipos de hábitats y se ex-
ponen a dispares depredadores y azares de la
naturaleza. En su lucha por crecer, sobrevivir
y reproducirse, adoptan distintas tácticas y
estrategias, que se han ido desentrañado a lo
largo de los últimos 25 años.
Pormenorizando, el análisis morfológico
y genético aplicados a la filogénesis, identi-
fican a los estrepsirrinos (lemuriformes y
lorisiformes) como un suborden monofilé-
tico del orden de los primates. Estrepsirri-
nos y tarsiformes comparten rasgos primi-
tivos. Los dos juntos constituyen en torno
a un tercio de todos los primates vivos.
Los lémures de Madagascar representan
el grupo más numeroso de los estrepsirri-
nos. Hoy se dividen en cinco familias y
15 géneros con unas 100 especies. Los Lé-
Sociedades primatesUn tratado exhaustivo de primatología social comparada
MENTE Y CEREBRO 60 - 2013 95
mures son endémicos de Madagascar. Los
Lorisiformes viven en África y Asia. Se han
distinguido dos clados. Desde el punto de
vista ecológico, lemuriformes, lorisiformes
y tarsiformes son muy diversos. Diversidad
que en buena medida se halla ligada al ta-
maño corporal. Este grupo incluye desde el
primate más pequeño (el lémur ratón, de
30 gramos) hasta el imponente Archaeoin-
dris frontymenti (más de 150 kilogramos).
Por lo que se refiere a la evolución de
su sistema social, estrepsirrinos y tarsi-
formes muestran una notable diversidad.
Desde el punto de vista de la organización
social (tamaño, composición, cohesión y
estructura genética de una unidad social)
pueden distinguirse tres categorías bási-
cas: solitarios, vivir en parejas o especies
de vida en grupo. Al hallarse confinados
en la isla de Madagascar, reviste sumo in-
terés el estudio social de los lémures, desde
una perspectiva comparada, pues han re-
corrido una evolución peculiar. Mediante
la identificación de semejanzas y dispari-
dades con el resto de los antropoides, se
van acotando los principios generales de
la evolución social de los primates.
La rivalidad por los recursos favorece las
relaciones de competencia. Esta se mani-
fiesta siempre que un individuo muestra
una conducta sumisa hacia otro de su es-
pecie. La misma pauta que se observa en
las relaciones diádicas de dominancia, se
advierte en la jerarquía de dominancia en
el seno del grupo, siendo la linearidad y
la transitividad los caracteres distintivos.
Ofrecen dominancia grupal los lemúridos.
En particular, llama la atención la domi-
nancia de las hembras. Las hembras adultas
pueden instar un comportamiento sumi-
so de todos los machos adultos en interac-
ciones diádicas en cualquier contexto. Por
su parte, el cerebro relativamente pequeño
de los estrepsirrinos y tarsiformes sería un
reflejo de sus sociedades menos complejas.
Lo que no es óbice para que hayan adqui-
rido facultades cognitivas básicas que les
aproximan a otros primates.
Estrepsirrinos y tarsiformes suelen ser
especies pequeñas y nocturnas. Las de vida
diurna sufrieron un proceso importante de
extinción en tiempos recientes. Presentan
una relación de cerebro a tamaño corporal
menor que en la mayoría de los antropoides.
La dispersión de la progenie crea importan-
tes riesgos. Se hallan sometidas a una ele-
vada tasa de depredación. Son comunes la
especialización en la dieta. La reproducción,
estacional por lo común, evoca una recepti-
vidad muy breve, en la que la promiscuidad
constituye el sistema normal de apareamien-
to. La monogamia se acompaña de altos nive-
les de paternidad fuera de la pareja. La comu-
nicación olfatoria constituye una modalidad
importante de comunicación social.
Tal es la pauta seguida en el resto de los
taxones de primates. El desarrollo del estudio
del cerebro en los últimos años nos permite
hacer una coda sobre la sociabilidad de los
primates a partir de la relación entre tamaño
del cerebro y tamaño del grupo constituido.
Existe, de acuerdo con una investigación re-
ciente, relación positiva entre densidad de
materia gris y número de amigos de Face-
book que tenía un individuo. No podemos
medir de semejante forma la sociabilidad
de los primates, pero los trabajos de Robin
Dunbar y otros han puesto de manifiesto
que el tamaño del cerebro, del neocórtex en
particular, guarda una estrecha vinculación
con el tamaño de un grupo social primate.
Mediante técnicas de neuroimagen se ha
observado cierta asociación del tamaño de
determinadas regiones cerebrales con el ta-
maño del grupo. Por lo que parece, seguir el
rastro de lo que acontece a nuestro alrededor
exige un poder de procesamiento bastante
notable; por ello, los grupos grandes recla-
marían cerebros grandes.
De hecho, la hipótesis del cerebro social
constituye un punto de partida para una
serie importante de estudios que nos han
llevado, de momento, al convencimiento
de que necesita de un apoyo complementa-
rio que se integre en una explicación más
completa, con pruebas presentadas por la
neurociencia cognitiva. Aunque apenas se
duda de que debemos a nuestro tamaño
cerebral, a las redes y circuitos en su seno
trabadas, la posibilidad de nuestro grado
de inteligencia, lo cierto es que si la tra-
yectoria hacia un cerebro grande fuera
sencilla, todos los animales deberían ha-
berla tomado, con sus peculiaridades res-
pectivas. Ahora bien, el cerebro consume
mucha energía, de la que han carecido las
especies que lo mantuvieron pequeño en
el transcurso de su evolución.
¿Fue el tamaño grupal representativo de
una especie el motor de la evolución de un ce-
rebro grande u ocurrió al revés? La selección
natural pudo haber primado la aparición de
un cerebro poderoso por otras razones, tales
como un mayor rendimiento en el forrajeo
y aplicación de habilidades en el manejo de
útiles, que luego permitieron la aparición
de grupos sociales más extensos. Algunos
suponen que los grandes simios (chimpan-
cés, gorilas y humanos) evolucionaron hacia
un cerebro grande para resolver, mejor que
el resto de los primates, los problemas de la
adquisición de alimentos. La hipótesis de la
inteligencia maquiavélica, formulada en las
postrimerías de los ochenta por Richard Byr-
ne y Andrew Witten, se centraba en los retos
cognitivos que planteaba alcanzar el equili-
brio entre competir y cooperar, en el seno de
grupos primates. En ello fue precursora de
la hipótesis del cerebro social. Esos cambios
conducirían a un cerebro mejor equipado
para conocer causas y efectos —necesarios
para el desarrollo del manejo de instrumen-
tos, como cazar termes con palitos— y com-
prender las intenciones de otros animales. De
ese modo, se posibilitaban unas relaciones
sociales cada vez más complejas.
Otros autores, por el contrario, declaran
que el tamaño del grupo es una condición
harto basta para dar cuenta de la evolu-
ción de las relaciones sociales. Las hienas
(con un cerebro pequeño) e incluso algu-
nos murciélagos viven en sociedades de
elevada complejidad, como las de muchos
primates. Parecería más atinada lo que de-
nominan hipótesis cultural, que abrazaría
un amplio espectro de factores, incluidas
la flexibilidad conductual del animal y el
aprendizaje social (transmisión de habi-
lidades e información en el seno de una
especie) e incorporaría las habilidades eco-
lógicas aprendidas a través de procesos de
transmisión social de información.
—Luis Alonso
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MENTE Y CEREBRO 58 - 2013 97
EN EL PRÓXIMO NÚMERO.. . JULIO / AGOSTO 2013 – N.° 61D
REA
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¿Por qué es hiperactivo?El trastorno por déficit de atención e hiperactividad
presenta múltiples caras. Aunque se han descubierto
ciertas causas biológicas, ello no asegura un mejor
diagnóstico. ¿Por qué han aumentado los casos de
niños hiperactivos? Por Stefanie Reinberger
MENTE Y CEREBRO
DIRECTORA GENERAL Pilar Bronchal Garfella DIRECTORA EDITORIAL Laia Torres CasasEDICIONES Yvonne Buchholz, Anna Ferran Cabeza, Ernesto Lozano Tellechea, Carlo Ferri PRODUCCIÓN M.a Cruz Iglesias Capón, Albert Marín Garau SECRETARÍA Purificación Mayoral Martínez ADMINISTRACIÓN Victoria Andrés Laiglesia SUSCRIPCIONES Concepción Orenes Delgado, Olga Blanco Romero
EDITAPrensa Científica, S.A. Muntaner, 339 pral. 1.a 08021 Barcelona (España) Teléfono 934 143 344 Fax 934 145 413 e-mail [email protected] www.investigacionyciencia.es
GEHIRN UND GEIST
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LOGISTA, S. A.Pol. Ind. Pinares Llanos - Electricistas, 3 28670 Villaviciosa de Odón (Madrid) Teléfono 916 657 158
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España Extranjero 6 ejemplares 30,00 € 45,00 € 12 ejemplares 55,00 € 85,00 €
Ejemplares sueltos: 6,50 eurosEl precio de los ejemplares atrasados es el mismo que el de los actuales.
COLABORADORES DE ESTE NÚMERO
Asesoramiento y traducción:
Marián Beltrán: El poder curativo de la risa, Adaptados a la cultura; Federico Fernández Gil: De primitivos a humanos; Jacobo Chamorro: El cerebro primitivo en las aulas modernas; Noelia de la Torre: El peso del apego temprano, Gases tóxicos en el cuerpo; F. Asensi: Microscopía bifotónica: neuronas en directo, Entrevista; Luis Bou: Encefaloscopio, Cerebros diferen-tes, imágenes distintas, Ilusiones; Andrés Martínez: Secretos del descanso reparador; Ignacio Navascués: Reserva celular letal, Syllabus
Portada: Fotolia / Alphacero
Copyright © 2013 Spektrum der Wissenschaft Verlagsgesellschaft mbH, D-69126 Heidelberg
Copyright © 2013 Prensa Científica S.A. Muntaner, 339 pral. 1.a 08021 Barcelona (España)
Reservados todos los derechos. Prohibida la reproduc-ción en todo o en parte por ningún medio mecánico, fotográfico o electrónico, así como cualquier clase de copia, reproducción, registro o transmisión para uso público o privado, sin la previa autorización escrita del editor de la revista.
ISSN 1695-0887 Dep. legal: B. 39.017 – 2002
Imprime Rotocayfo (Impresia Ibérica) Ctra. N-II, km 600 - 08620 Sant Vicenç dels Horts (Barcelona)
Printed in Spain - Impreso en España
TER A PIA
En busca del silencioZumbidos, siseos o tintineos. El tinnitus o los acúfenos no
se originan en el oído, sino en el cerebro. La estimulación
magnética transcraneal permite aliviar el estridor.
Por Tobias Kleinjung y Berthold Langguth
Comida y psiquePor Stefanie Reinberger
La influencia de la flora intestinal en el ánimopor Stefanie Reinberger
Cuestión de gustosPor Angelika Bauer-Delto
CO GNICI Ó N
Cerebro «multitarea»Muchas personas se perci-
ben capaces de desarrollar
correctamente diversas
tareas a la vez; sin embargo,
solo un pequeño porcentaje
de la población muestra
este talento. La estructura
cerebral y la genética tienen
que ver con ello. Por David
L. Strayer y Jason M. Watson
DRE
AM
STIM
E /
YURI
ARC
UR
S
D OSSIER SOBRE LOS EFEC TOS DE L A A L IMENTACI ÓN
Disponible el número 71 de la colección TEMAS
Adquiéralo en su quiosco o en
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Nuevas técnicas para aumentar las cosechas
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