la extinción de los dodos

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Entertainment & Humor


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En una pequeña y montañosa isla del archipiélago de las Islas Mauricio,

situado en el Océano Índico, al este de la gran isla de Madagascar, al sur-este del continente africano; allá por el 1660 vivían un matrimonio de tejedores, llamados Berto y Teresa.

Este matrimonio era muy famoso por la calidad de sus

tejidos.

Nadie supo nunca su secreto. Nadie excepto yo. Y

como los tejedores murieron hace muchos años

creo que os lo puedo contar.

En la Islas Mauricio, crecían unas esbeltas palmeras.

Las palmeras daban unos frutos del tamaño de un huevo de gallina, estos coquitos tenían la cáscara dura y gruesa, recubierta con una capa de fibras.Esta fibra era la que utilizaban los tejedores para hacer sus tejidos.

Al pie de las palmeras crecían

orquídeas

Y en ellas hacían los cangrejos sus nidos.

Los cangrejos eran muy importantes para los

tejedores, ya que eran ellos los que

arrancaban las duras fibras que recubrían los cocos y las ablandaban

hasta dejarlas convertidas en unas

suaves hebras, con las que fabricaban sus

nidos.

Durante la primavera, la playa se cubría de orquídeas rojas, y los chupamieles, unos

pequeños pajarillos, revoloteaban junto a las flores, tomando su néctar.

Los chupamieles al tomar el néctar metían la cabeza en la

flor y se la manchaban de polen.

y así lo iban transportando a otras

flores que producían semillas.

Las semillas caían entre las grietas de los troncos de las palmeras, y las orquídeas crecían.

¿Sabéis dónde vivían los chupamieles?

En nidos en las palmeras jóvenes de 1 ó 2 años . No les gustaban las hojas de las palmeras viejas porque eran muy duras.

Todo hubiera sido

perfecto para los

tejedores si no

existieran los dodos, pensaban

ellos.

?¿Por qué les tenían tanta manía

Los dodos se tragaban de un bocado los cocos que tanto necesitaban los tejedores.

El dodo, grande como un pavo y parecido a una paloma, corría y corría, pues no podía volar ya que tenía unas alitas muy pequeñitas,

Pero como además era muy torpe y muy pesado, siempre era alcanzado por los

tejedores que los mataban a garrotazos.

Hasta que un día… Sucedió que ya no hubo mas dodos. ¡Los habían matado

a todos!Ya nadie se

comería los

frutos de la

palmera, ya no

habría más

problemas.

Pobres tejedores no sabían lo que iba a suceder.

Pasó un año y todo parecía igual que de costumbre en

la pequeña isla. Sin embargo se dieron cuenta

de que no habían visto ningún brote nuevo de palmera. Pero, no se

preocuparon porqué había muchas.

• Pero al año siguiente volvió a suceder lo mismo: ni un solo

retoño de palmera apareció en aquel lugar.

Entonces ambos se preocuparon un poco, pero como había tantas palmeras, pronto olvidaron

aquel fenómeno extraño.

Y ahora os contaré un secreto que ni Berto ni Teresa supieron:

Las palmeras viejas fueron muriendo poco a poco, y ningún retoño de

palmera volvió a aparecer jamás en aquel lugar.

No había palmeras nuevas, porque no había dodos.

Normalmente

los cocos,

que son las semillas de las palmeras,

caen al suelo y al cabo de un tiempo el embrión en su interior

produce una raíz.

Un pequeño tallito verde asoma al aire…

y empieza a crecer. Y en poco tiempo una esbelta

palmera agita sus hojas junto

al mar.

Berto no entendía por qué no brotaban las palmeras de los

cocos.

Pero..¿Os acordáis que la piel de los cocos era muy gruesa y dura?

Tan dura y tan gruesa que la raíz por mucho que empujara era incapaz de romperla, de forma que nunca hubiera brotado

ninguna palmera,

a no ser que tuviera

alguna ayuda.

Y ahí estaban los dodos.Cuando los dodos se

tragaban los cocos ni

siquiera los masticaban

sino que pasaban de

largo a través de todo el

tubo digestivo del

dodo.

Así que al final el coco volvía a ser depositado sobre la arena en medio de una hermosa mierda de dodo, que es un excelente abono para las plantas.

Allí, los músculos trituradores y los jugos gástricos reblandecían la cáscara pero sin

llegar a romperla del todo.

Y al cabo de un tiempo el embrión en su interior producía una raíz, la raíz crecía, y ¡crac! rompía la cáscara ahora reblandecida y se enterraba en la arena.

Como podéis ver,eran los dodos los que al tragarse aquellos coquitos permitían la reproducción de las palmeras. Desaparecieron los dodos y no hubo palmeras nuevas.

Pero lo peor sucedió al tercer año:

No volvieronlos chupamieles.Berto y Teresa no sabían por qué. ¿Y vosotros?

¿Dónde hacían sus nidos los chupamieles?

En las palmeras jóvenes.

Así que los chupamieles

se fueron a otra parte

a hacer sus nidos.

Pero al irse los chupamieles… Nadie polinizó las flores de

la orquídeas. Y al no polinizarse las flores, estas no

dieron semillas. Y al no haber semillas, al año

siguiente tampoco hubo orquídeas.

Y al no haber orquídeas…

¿Qué pasaría con los cangrejos?

Que no encontraron donde hacer sus nidos.

Y al cuarto año cuando Berto y Teresa bajaron a la playa a buscar nidos de cangrejo no

encontraron ninguno.

¿Qué habrá pasado?

Se preguntaron ambos, sin

saber que ellos mismos eran los culpables

de aquella desgracia.

Los niños y niñas de 3º A del CEIP Narciso Alonso Cortés de Valladolid damos las gracias a Clara, nuestra

monitora de Caja Burgos, por contarnos la historia de la extinción

del pájaro dodo en forma de cuento. Nosotros lo hemos

cambiado un poquito y hemos hecho las ilustraciones.