la guerra de los hikikomori

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  • 7/25/2019 La Guerra de Los Hikikomori

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    La guerra de los hikikomori

    Fernando Claudn

  • 7/25/2019 La Guerra de Los Hikikomori

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    Una obra de arte callejero

    Akira se qued mirando a unos caracoles gigantes que se paseaban en

    fila india por la Plaza de San Marcos.

    Haba unos trescientos, calcul.

    -Estara bien pincharles con mis pas -dijo Oz en un tono malicioso.

    Era un erizo muy travieso!

    -Djales tranquilos! No ves que estn muy concentrados en su

    peregrinacin? -replic Natsuko.

    Adems de ser una gatita preciosa tena un gran corazn y no le

    gustaba hacer dao a nadie!

    Akira se senta mordido por la curiosidad.

    -A dnde vais? pregunt.-A Vladivostok dijo el caracol gigante que ocupaba el primer lugar de la

    fila.

    Natsuko estornud. Era muy friolera cuando no era verano!

    -Vladivostok? Nunca haba odo ese nombre! dijo Oz, entrelazando

    las pas.

    El caracol gigante solt una carcajada que sacudi su enorme concha, y

    las palomas que picoteaban migas de pan a su alrededor salieron volando,

    asustadas.

    Oz tambin se ri, con su risa de erizo, que sonaba como el zumbido

    de una mosca.

    -Vladivostok es una ciudad de Rusia! exclam el caracol gigante.

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    -Qu bien. Encantado de conocerte -dijo Akira.

    -Igualmente replic el caracol gigante, y le estrech la mano con una de

    sus antenas, que era muy pegajosa y estaba llena de babas.

    -Por qu vais a Vladivostok? pregunt Natsuko, sonriendo

    cautivadoramente.

    Era una gata muy coqueta!

    -Queremos ser los primeros caracoles italianos que lleguen hasta all por

    sus propios medios contest el caracol gigante-. Ten en cuenta que

    Vladivostok es uno de los puntos ms alejados de Venezia a los que se puede

    llegar por tierra

    Akira pens que era una idea estupenda.

    -Habis calculado cunto tiempo tardaris?

    -Unos ochenta mil aos, aproximadamente, porque avanzamos a

    cuarenta centmetros al da, aunque seamos gigantes.

    -Guau! dijo Oz, con las pas de punta.

    Akira y sus amigos se despidieron de los caracoles gigantes,

    desendoles buen viaje, y se asomaron a un puente para contemplar las aguas

    verdosas del Gran Canal.

    Oz silb su cancin de los cowboys del Oeste.

    Hoy haba pocas gndolas, pero los barcos de pasajeros, que en

    Venezia se llamaban vaporettos, estaban llenos de gente.

    -Yo conozco a un caracol que viaj al Sol dijo Oz.

    -No te creo! replic Natsuko.

    -Cunto tiempo tard? pregunt Akira.

    -Ochocientos mil millones de aos, aproximadamente.

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    -Y qu le pas cuando lleg al Sol? dijo Natsuko, haciendo equilibrios

    sobre las patas traseras.

    Oz esboz un gesto burln.

    -Pues que se achicharr! Qu otra cosa poda pasarle? dijo, y estall

    en carcajadas, agitando graciosamente sus pas, al tiempo que Natsuko volva

    a estornudar.

    -Por qu no comemos algo? propuso Akira.

    -Buena idea! aprobaron el erizo y la gata.

    Akira y sus amigos se sentaron en un restaurante lujoso y pidieron tres

    pizzas Fantstica y tres helados de Beso.

    -Cmo pagars todo esto, nio? pregunt, desconfiado, el camarero,

    que tena una barba como un felpudo que le llegaba al pecho y no quedaba

    bien en el ambiente elegante de aquel local.

    -Soy rico, amigo mo! dijo Akira, dejando sobre la mesa todos los

    doblones de oro que tena en los bolsillos.

    Al camarero se le pusieron los ojos como platos.

    -Por la Divina Comedia! En mi vida haba visto una fortuna tan grande!

    exclam, temblando por la emocin.

    -Anda, s buen chico y trtanos bien le dijo Oz, apuntndole con las

    pas amenazadoramente.

    -Necesito una servilleta, que no me gusta mancharme! dijo Natsuko.

    -Enseguida, enseguida! replic el camarero, haciendo una profunda

    reverencia, y se cuadr como si fuese un soldado.

    -El dinero mueve montaas dijo Oz.

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    -Y que lo digas! convino Akira, y apil las monedas en varios

    montones sobre la mesa.

    El camarero le trajo una servilleta a Natsuko y se la at al cuello. Luego

    sirvi una bebida morada que era un regalo de la casa, dijo.

    -Cmo has conseguido ese tesoro? pregunt, mirando a Akira con

    mucho inters.

    -Se lo robamos el domingo pasado a unos piratas llegados de los mares

    del Sur contest Akira, mientras devoraba la tercera porcin de pizza.

    -Dnde? dijo el camarero, sorprendido, frotndose su barba como un

    felpudo.

    -En el Gran Canal dijo Akira con la boca llena.

    -Abordasteis el barco pirata a nado?

    -No, bamos en la gndola de Aldo dijo Oz, que ya se haba terminado

    su pizza, pues era un erizo voraz, y le estaba hincando el diente al helado.

    El camarero no sala de su asombro.

    -Aldo? El famoso gondolero?

    -El mismo dijo Natsuko, limpindose los belfos con la servilleta.

    El camarero tena intencin de seguir haciendo preguntas, pero Akira y

    sus amigos queran que les dejase en paz, as que pagaron la cuenta,

    aadiendo un dobln de oro de propina, y regresaron a la Plaza de San

    Marcos, donde la fila de caracoles gigantes haba avanzado tres centmetros.

    -Me siento de maravilla con la pizza y el helado en el estmago!

    exclam Oz.

    -Y yo! dijo Natsuko, relamindose.

    -No estaban mal aprob Akira.

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    Entonces se les acerc un turista y acarici a Natsuko.

    -Qu gata ms mona! De qu raza es? dijo, en un idioma que a Akira

    le pareci turco, porque el turista llevaba un turbante.

    Por fortuna l era polglota y entenda casi todos los idiomas!

    -Es persa con cruce de siams y alsaciano, pero tiene un abuelo abisinio

    y un tatarabuelo croata respondi.

    Aldo, que saba muchas cosas, adems de ser gondolero, haba hecho

    el rbol genealgico de Natsuko!

    El turista era igual de pesado que el camarero del restaurante lujoso y

    pretenda hacer ms preguntas, as que Akira le regal un dobln de oro, para

    que no les molestase ms, y se fue a jugar con el dinosaurio y el dragn que

    estaban sentados en la escalinata de la catedral.

    A Oz y Natsuko les encantaban los animales grandes y fantsticos que

    se haban extinguido, supuestamente!

    -Por qu no hacemos una torre de Pisa? propuso Oz.

    -S, en el centro de la plaza! le apoy Natsuko.

    El dragn y el dinosaurio estuvieron de acuerdo.

    -Yo formar la base de la torre, porque soy el ms grande dijo el

    dinosaurio, que era un tiranosaurio de trece metros.

    -Perfecto! dijo el dragn, saltando encima del dinosaurio, ya que l tan

    slo meda ocho metros de largo, al ser un dragn mensajero, de los que en el

    pasado se dedicaban a llevar las cartas de una poblacin a otra.

    -Ahora me toca a m! dijo Akira, y trep por el dinosaurio y se

    encaram en el lomo del dragn.

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    Como deban colocarse de mayor a menor, Natsuko se subi a la

    cabeza de Akira y Oz se mont sobre ella.

    -Tenemos que inclinarnos como la torre de Pisa! dijo el dragn.

    -Eso! exclam el dinosaurio, e inclin su cuerpo un poco, al tiempo que

    los dems integrantes de la torre tambin se inclinaban.

    -No os pasis, que la torre de Pisa tiene tres grados de inclinacin! dijo

    el sabiondo de Oz, as que todos tuvieron que rectificar sobre la marcha y al

    final les qued una torre de Pisa genial.

    Todas las palomas de la plaza se haban posado sobre ellos!

    Los turistas rompieron a aplaudir y les tiraron fotos.

    No se podan creer que un tiranosaurio, un dragn mensajero, un nio,

    una gata y un erizo hubiesen creado esa obra de arte callejero.

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    La realidad depende del cristal con que se mire

    Cuando Akira regres a casa sus padres estaban enfadados con l,

    como de costumbre.

    -Se puede saber dnde te habas metido? dijo el padre, impaciente.

    Akira le habl de los caracoles gigantes que se dirigan a Vladivostok en

    la Plaza de San Marcos, de las pizzas y los helados que se haba comido en un

    restaurante lujoso donde haba un camarero con una barba como un felpudo, y

    de la obra de arte callejero que haban hecho Oz, Natsuko y l con el

    tiranosaurio y el dragn mensajero.

    -Esto no puede seguir as! exclam la madre, nerviosa.

    -Claro que no! De ninguna manera! dijo el padre, agarrando a Akira

    de la oreja.Oz estaba inmvil. Ni siquiera se puso a silbar su cancin de los

    cowboys del Oeste. Y Natsuko maull tres veces. Cuando estaban delante de

    los padres de Akira se olvidaban de hablar!

    -No puedes seguir faltando al colegio! dijo la madre.

    -Te han expulsado de todos! Qu vergenza! Qu deshonra! Ya no te

    quieren admitir en ningn colegio de Tokio! -dijo el padre, escandalizado.

    -No voy al colegio porque all viven los sin nombredijo Akira.

    -Y sos quines son? pregunt la madre.

    -Unos monstruos voladores que te devoran el alma para alimentar su

    inmortalidad respondi, muy serio, Akira.

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    -Ya est bien de absurdidades, pequeo demonio! salt el padre-. No

    puedes vivir eternamente en tu mundo de fantasa! No te das cuenta?

    -Cundo vas a aterrizar en la realidad? dijo la madre.

    Como se senta agobiado, Akira pens en el cocodrilo que padre haba

    dejado en el rellano de la escalera, atndolo al pasamano con una cadena de

    plata, y en el dromedario que madre haba aparcado en el jardn, porque se lo

    haba regalado un ricachn rabe que se hospedaba en el lujoso hotel donde

    ella trabajaba de ascensorista.

    Sera estupendo darse una vuelta con el dromedario por la Plaza de

    San Marcos, llevando al cocodrilo sujeto con la cadena de plata! Podra

    ensayar un nmero circense, junto a Oz y Natsuko, para que todas las

    palomas de la plaza se posasen sobre ellos y los turistas les aplaudiesen y les

    tirasen fotos.

    -Vives al margen de la realidad! Y eso es muy peligroso! Acabars en

    un centro psiquitrico! dijo la madre.

    -Un centro psiquitrico es como un centro penitenciario? pregunt

    Akira, temeroso.

    -Ms o menos dijo el padre.

    -Sabes a quines llevan a los centros psiquitricos? dijo la madre.

    -A los que tienen poderes mentales, como los magos? dijo Akira.

    -No, hijo mo! A los que han perdido la cabeza!

    -A los que estn locos dijo el padre.

    -Yo no estoy loco! exclam Akira, molesto.

    -Sabes en qu se diferencian un loco y un cuerdo? dijo la madre.

    Akira se qued pensativo.

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    -Imagino que el loco ve cosas que el cuerdo no puede ver dijo.

    La madre le mir maravillada.

    -Exacto! Tergiversa la realidad! exclam.

    -Qu significa tergiversarla realidad? pregunt Akira, poniendo cara

    de asco.

    La madre resopl como un bfalo de Arizona.

    -Darle la vuelta a todo! Reinventarse las cosas, como haces t!

    -Hay que distinguir entre lo que esy lo que no es, hijo dijo el padre.

    -Ponme un ejemplo dijo Akira.

    El padre se frot la barbilla como un orangutn de la selva. Luego seal

    a Oz y Natsuko, que estaban muy juntos. Les haba asustado la actitud de los

    padres de Akira!

    -Por qu hablas continuamente con tus animales de compaa? dijo.

    Su pregunta le hizo gracia a Akira.

    -Qu tiene de malo? replic.

    -Nada, si ellos realmente pudiesen hablar! dijo el padre.

    -Claro que pueden hablar! exclam Akira, enojado.

    -Este nio me saca de quicio! dijo la madre, restregndose nerviosa

    las manos.

    -Cundo se ha visto a un gato y un erizo que hablen? dijo el padre.

    -Natsuko no es un gato, es una gata dijo Akira.

    -En eso estamos de acuerdo. Pero no habla!

    El padre hizo preguntas a Oz y Natsuko, como si fuese el camarero con

    la barba de felpudo o el turista turco de la plaza de San Marcos.

    Para contestarle, Natsuko maull tres veces.

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    Oz slo ronrone. Cuando estaba delante de los padres de Akira se

    olvidaba incluso de silbar!

    -Ves? No hablan! dijo el padre, muy seguro de s mismo.

    -Se sienten cohibidos delante de vosotros dijo Akira, enfurruado.

    -Tienes que entender que tus imaginaciones no son reales! dijo la

    madre.

    -Te pondr ms ejemplos dijo el padre.

    -Eso, tenemos que inculcarle la realidad a la fuerza dijo la madre.

    -Sabes en qu trabajo yo? pregunt el padre.

    -Claro, eres domador de cocodrilos, por eso has dejado uno en el rellano

    de la escalera dijo Akira, muy convencido.

    El padre puso cara de murcilago.

    -El caso es ms grave de lo que crea dijo la madre.

    -No, hijo mo. Soy vendedor de seguros. Me dedico a vender seguros de

    vida, seguros de accidentes, seguros de automvil, seguros para el hogar,

    seguros de pensiones y otros seguros varios. Me has entendido?

    -S dijo Akira, sintindose deprimido.

    -En qu trabaja tu madre? dijo el padre.

    Akira sonri.

    -Ella es ascensorista en un hotel de lujo donde se hospedan ricachones

    rabes que viajan en limusina, en dromedario o en camello, por eso hoy ha

    aparcado un dromedario en el jardn -contest.

    La madre se llev las manos a la cabeza.

    -Dios mo! exclam.

    El padre se arm de paciencia y dijo:

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    -Veamos, Akira, para empezar no tenemos jardn, porque vivimos en un

    bloque de pisos bastante modesto. Adems tu madre no es ascensorista, sino

    vendedora de cosmticos. Vende pintalabios, laca de uas, cremas

    hidratantes, colorete, lpices de rmel y otros tiles varios de maquillaje. Me

    has entendido?

    -S dijo Akira, sintindose cada vez ms deprimido, y mir a Oz y

    Natsuko para que le echasen un cable, pero ellos se haban quedado

    dormidos, muy pegados el uno a la otra, y le haban dejado solo.

    Los padres le observaron fijamente, como si le considerasen un bicho

    raro y peligroso.

    Akira se sinti mal.

    l era una pulga insignificante, de una especie extica, y ellos unos

    cientficos enfundados en una bata blanca que le apuntaban con sus lupas para

    examinarle.

    Acabar en un museo. O a lo mejor me diseccionan en un laboratorio,

    pens, desalentado.

    -Vives en la inopia! dijo la madre.

    Luego mir con preocupacin al padre y aadi:

    -Anda, sigue mostrndole la realidad para sacarle de la cabeza sus

    ideas fantasiosas.

    El padre asinti y le puso la mano en el hombro a Akira, como un mdico

    experto que ha tratado a seiscientos mil pacientes.

    -Quin soy yo? dijo.

    -Mi padre dijo Akira, suspirando, aliviado.

    Aquella pregunta era muy fcil!

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    El padre tambin respir aliviado. Y cruz un guio de complicidad con

    la madre.

    -Estupendo dijo-. Por lo menos tienes claros ciertos rudimentos de la

    realidad. Vayamos un poco ms lejos. Podras describirme?

    Akira se ri.

    -Claro! Eres alto y atltico, como el David de Miguel ngel -dijo.

    Los padres se quedaron de piedra, e intercambiaron una mirada de

    asombro, aunque la madre escondi una sonrisa divertida en un rincn de su

    cara.

    -No, Akira! exclam el padre, y se puso a dar saltos mientras se

    palmeaba el cuerpo.

    La madre se llev la mano a la boca. La sonrisa divertida empezaba a

    salrsele de la cara, por alguna razn que Akira no entenda!

    -Mrame bien! Soy gordo y bajito! dijo el padre, y aadi, levantando

    la voz-: Fjate en mi barriga! Gordo y bajito! Entiendes?

    Akira asinti. Se senta derrotado. O algo peor, humillado!

    El padre volvi a posar la mano en su hombro.

    -Ahora, dime, cmo es tu madre?

    Akira dud. En realidad saba perfectamente cmo era madre, pero sus

    padres estaban consiguiendo que dudase de todo.

    -Es muy guapa. Como Marilyn Monroe -dijo, en un hilo de voz.

    El padre solt una carcajada. Nunca se haba redo tan fuerte!

    Akira se sinti culpable.

    Luego el padre se enjug las lgrimas y volvi a mirarle fijamente.

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    -No, hijo, no. Tu madre no es fea, pero tampoco es una Marilyn Monroe,

    por mucho que haya empapelado nuestro dormitorio con psteres de esa

    actriz

    La madre protest y se puso a discutir con el padre. Akira se alegr de

    que se olvidasen de l durante un rato, e intent despertar a Oz y Natsuko

    para que le hiciesen compaa.

    El improvisado recreo dur poco. Los padres se cansaron enseguida de

    reprocharse que no fuesen como el David de Miguel ngel y Marilyn Monroe.

    El padre le mir como un veterinario auscultando a una vaca enferma.

    -Cmo eres t? pregunt.

    Akira sinti que le disparaba en la boca del estmago con un rifle de

    repeticin.

    Vaya bobada de pregunta! Todo el mundo sabe cmo es uno mismo!,

    pens.

    Pero estaba seguro de que dijera lo que dijese iba a meter la pata hasta

    el fondo, as que contest de corrido, a toda velocidad, para decir cuanto antes

    lo que pensaba de s mismo:

    -Soy tan alto que tengo que doblarme al cruzar la puerta. Mi cuerpo est

    lleno de msculos. Mi pelo es rizado, largo, rubio, como el de un indio apache.

    Y mis ojos son verdes y brillantes como las esmeraldas

    Los padres pusieron cara de sufrimiento. Luego la madre sali corriendo

    y regres cargada con el espejo del cuarto de bao para ponrselo delante a

    Akira.

    -Mrate, por favor! chill.

    -Qu pasa? dijo Akira, sobresaltado.

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    -No eres alto, sino el nio de nueve aos ms bajo de Japn! dijo el

    padre-. Y eres terriblemente flaco!

    -Porque te niegas a comer como es debido! dijo la madre.

    -No es verdad! Como muchas pizzas y helados! se defendi Akira.

    -Eso ser en tu imaginacin! dijo la madre-. Supongo que te

    atiborrars de las pizzas y helados que hay en tu mundo de fantasa, no es

    as?

    Akira se mordi los labios. Senta las lgrimas empujando detrs de sus

    ojos. Y tena un nudo en el estmago.

    Algo me est pasando, se dijo.

    Nunca se haba encontrado tan mal!

    Por qu sus padres le estaban haciendo aquello?

    -Mrate, por lo que ms quieras! dijo el padre, golpeando el espejo con

    los nudillos-. Tu pelo no es rizado, largo y rubio, sino liso, corto y negro como

    el carbn! No lo ves t mismo? Y fjate en tus ojos! De dnde te has sacado

    que son verdes y brillantes como las esmeraldas? Son castaos, simplemente!

    Como la madre estaba cansada de sostener el espejo, lo dej encima

    del sof. Luego los padres se sentaron en el suelo, junto a Oz y Natsuko, que

    seguan durmiendo.

    A Akira le pareci que sus padres se haban hartado de lo que estaban

    haciendo, aunque no entenda muy bien lo que hacan. Por qu le contaban

    todas esas cosas tan extraas? De repente se haban vuelto locos!

    El padre carraspe.

    -Akira, me prometes que a partir de hoy vas a ver las cosas de este

    mundo tal como son? dijo.

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    -Por favor, hijo, danos tu palabra! dijo la madre.

    Akira pens que si a partir de hoy tuviese que ver las cosas de este

    mundo como las vean ellos se volvera idiota. El mundo no tena sentido

    desde su punto de vista!

    Pero lo mejor era seguirles la corriente, para que no se enfadasen ms

    con l, as que decidi mentir.

    -Lo prometo! dijo, solemne.

    Entonces los padres le abrazaron y Akira comprendi que a veces es

    mejor no decir la verdad.

    Haba verdades de muchos colores y la suya no tena por qu ser igual

    que la de sus padres, como se acababa de demostrar!

    La realidad depende del cristal con que se mire, pens, suspirando.

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    El sitio de la realidad invisible

    El cielo estaba encapotado y caa una tormenta de mil demonios sobre

    Venezia.

    Natsuko se protegi de la lluvia con un pequeo paraguas japons. Oz

    se ech encima la capa que le haba quitado a un bandolero que intent

    asaltarles y acab escabullndose con el rabo entre las piernas cuando Akira

    desenfund su sable de samuri para depilarle las cejas.

    Los rayos destrozaban, con una puntera asombrosa, las farolas del

    alumbrado pblico. La luna de una zapatera revent en pedazos. El parabrisas

    de un camin mercancas salt por los aires.

    -La cosa se ha puesto fea dijo Oz, mascando tabaco como un cowboy

    del Oeste.Los truenos eran ensordecedores. Su onda expansiva arrastraba a los

    viandantes menos pesados, como un anciano que a duras penas lograba

    mantenerse de pie apoyado en su bastn. El cielo se haba cubierto de

    murcilagos sedientos de sangre que amenazaban con abalanzarse sobre la

    ciudad. Akira tuvo la tentacin de tomar un rifle para practicar el tiro al blanco

    con ellos, pero pens que deban ir cuanto antes a la Plaza de San Marcos

    para proteger a los caracoles gigantes que se dirigan a Vladivostok, y al

    tiranosaurio y el dragn mensajero, que seguramente habran dormido en la

    escalinata de la catedral.

    -Hoy no parece un da muy apropiado para salir a jugar dijo Natsuko, y

    estornud tres veces.

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    Se la vea muy guapa con su vestido rosa con volantes. Tena un lazo en

    la cabeza y zapatitos rojos de charol. Estaba impresionante. Todos los gatos

    callejeros se amontonaban a su alrededor para mirarla por encima de sus gafas

    de sol que ahora no les servan para nada.

    -Soy la princesa Natsuko les dijo ella, guindoles un ojo, divertida, y

    aadi, antes de estornudar otra vez-: El rey ha prometido mi mano al que

    consiga traerme la Luna y el Sol!

    Entonces todos los gatos callejeros salieron corriendo, empujndose

    unos a otros, como si se creyeran capaces de atrapar la Luna y el Sol para

    ponerlos a los pies de su princesa.

    -Son unos ilusos dijo Natsuko, riendo con malicia.

    -No deberas burlarte de sus sentimientos dijo Oz, dando vueltas,

    porque se haba enredado en la capa del bandolero.

    Los tres amigos se subieron a una carroza del Oeste que se diriga a la

    Plaza de San Marcos y tuvieron que disparar con sus escopetas a los cientos

    de feroces indios apaches que intentaban asaltarles.

    -Por qu tienen tanto inters los apaches en asaltar esta diligencia?

    dijo Oz, que haba recibido un flechazo en una de las pas.

    -Quieren secuestrar a la hija del Gobernador dijo Akira, sentndose al

    lado de una preciosa nia que tena unas trenzas rubias y los ojos azules.

    -Mi padre, el Gobernador, os dar una recompensa si me salvis dijo la

    nia.

    -Qu recompensa? pregunt Akira.

    La nia se encogi de hombros, sonriendo con coquetera.

    Akira pens que era increblemente guapa y encantadora.

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    -Un saco de oro, imagino dijo ella, suspirando.

    -Yo quiero tu mano dijo Akira, y tom su mano para besarla

    caballerosamente.

    La nia se sonroj. A Akira le dieron ganas de seguir besndola y de irse

    con ella al fin del mundo, pero ya haban llegado a la Plaza de San Marcos y

    tuvieron que apearse de la carroza. La hija del Gobernador se despidi de ellos

    sacando por la ventanilla un enorme pauelo que estuvo a punto de

    engancharse en las ruedas de la carroza.

    -Ha sido un paseo muy agradable dijo Natsuko, tirando en una papelera

    su pequeo paraguas japons, porque haba dejado de llover y luca un sol

    esplndido.

    Oz tambin tir en la papelera la capa que le haba quitado al

    bandolero.

    -Todos los apaches son unos borrachos dijo, al ver cmo los indios que

    les haban estado persiguiendo se bajaban de sus caballos para entrar en las

    tabernas de la Plaza de San Marcos.

    Akira respir a pleno pulmn, con los brazos extendidos, rodeado de las

    palomas que picoteaban migas de pan del suelo.

    -Presiento que hoy ser un gran da. Un da especial! dijo, y solt una

    carcajada sin ninguna razn aparente, mirando hacia el cielo, mientras los

    tibios rayos del sol le baaban la cara.

    -Todos los das son especiales, Akira dijo Oz.

    -Pero hoy lo ser an ms!

    Fueron a ver a los caracoles gigantes que se dirigan a Vladivostok, que

    ya haban avanzado cuarenta y dos centmetros. El caracol gigante que

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    ocupaba el primer lugar de la fila les sonri, detenindose, y los trescientos

    caracoles que haba detrs de l se aplastaron contra su espalda.

    -Qu tal vais? le pregunt Akira.

    -Sin novedad en el frente! contest el caracol gigante, guiando una

    de sus babosas antenas.

    Los tres amigos se quedaron un rato hablando con l de Vladivostok.

    Oz le cont que haba conocido a un caracol que tard ochocientos mil

    millones de aos en llegar al Sol.

    Luego saludaron al tiranosaurio y al dragn mensajero, que estaban

    formando una ciudad de hormigas en la escalinata de la catedral, y se subieron

    a un puente para echar un vistazo al Gran Canal.

    -All est Aldo! exclam Natsuko, emocionada.

    Estaba secretamente enamorada de Aldo! Aunque en realidad no era

    ningn secreto. Oz y Akira lo saban perfectamente!

    La verdad era que a Natsuko no le faltaban razones para enamorarse de

    Aldo, el gondolero ms joven y apuesto de Venezia. Le quedaba de maravilla

    su uniforme de gondolero, sobre todo la camiseta a rayas, que se ajustaba a su

    cuerpo musculoso!

    Cuando manejaba el largo remo de la gndola, para surcar los mares de

    Venezia, pareca el personaje de un cuento de hadas, un prncipe encantado, y

    Natsuko se quedaba mirndole embobada, con la lengua fuera.

    Como Aldo no tena clientes, los tres amigos bajaron corriendo hasta su

    gndola y se montaron en ella.

    -Dnde os habais metido, pillastres? Ya os echaba de menos! dijo

    Aldo, que siempre les llamaba pillastres, sobre todo desde el da en que Oz,

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    Natsuko y Akira hicieron la travesura de soltar por la noche todas las gndolas

    del embarcadero para imaginarse que eran barquitos de papel surcando los

    mares de Venezia.

    Natsuko se encaram en el regazo de su amor platnicoy le dio un beso

    en la mejilla.

    -Hola, preciosa. Qu vestido ms bonito te has puesto! dijo Aldo.

    -Por qu no nos llevas a la isla de Creta? propuso Akira.

    -Hoy no es el da ms indicado para hacer un viaje largo. La mar est

    revuelta despus de la tormenta dijo Aldo, y se puso a fumar la pipa que le

    haba robado a Calico Jack, el pirata ms famoso del Caribe.

    Luego aadi, en un tono misterioso:

    -Podemos ir a un sitio que os encantar

    -A cul? pregunt Oz, que a veces era un poco desconfiado.

    -Alsitio de la realidad invisibledijo Aldo, en un tono cada vez ms

    misterioso.

    -Qu lugar es se? dijo Oz.

    -Su propio nombre lo indica! Un sitio donde se ven cosas que no

    pueden verse en la realidad visible.

    -Entiendo dijo Oz, frotndose la barbilla con las pas-. Debe de ser

    interesante.

    -Y tanto! All ocurren prodigios, sabis? Y puedes encontrarte cosas

    maravillosas.

    -Me muero de ganas de ir! A qu estamos esperando? dijo Natsuko,

    saltando en el regazo del gondolero.

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    -Muy bien! Vamos all! dijo Aldo, y se puso de pie para empuar el

    largo remo de su gndola, que era la ms grande y lujosa de Venezia.

    Sus clientes tenan que pagar una fortuna, ya que l slo permita viajar

    gratis a los tres amigos!

    As que pusieron rumbo al sitio de la realidad invisible.

    Haba muchas gaviotas en el cielo. Y el aire ola a sal y pimienta.

    En cuanto dejaron atrs Venezia, vieron tiburones asomndose a la

    superficie del agua. Luego se cruzaron con un viejo barco ballenero donde

    haba forzudos pescadores que estaban cazando una ballena blanca con sus

    arpones.

    Es maravilloso viajar con Aldo!, se dijo Akira, mientras la brisa le

    acariciaba la cara y los tibios rayos del sol se colaban por sus ropas.

    Como tenan hambre, pescaron unos cuantos salmones, los cocinaron

    en una parrilla y se los comieron en un abrir y cerrar de ojos.

    -La vida en alta mar es fantstica! exclam Akira, satisfecho.

    -No hay nada como comer pescado fresco cuando ests rodeado de

    gaviotas y tiburones convino Aldo.

    -Esto es vida! dijo Oz, despanzurrado en mitad de la gndola.

    -Y que lo digas! convino Natsuko, que empezaba a adormecerse por el

    oleaje.

    Al final Oz y Akira decidieron echarse una siestecita junto a ella.

    Unas horas despus, cuando ya haban dormido a pierna suelta todo lo

    que necesitaban para recuperar las fuerzas, porque el sueo en alta mar era

    mucho ms profundo y placentero que en tierra firme, Aldo les despert.

    -Eh, pillastres, hemos llegado al sitio de la realidad invisible! exclam.

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    Akira mir en todas direcciones y se sinti desilusionado.

    -Yo no veo nada! dijo.

    -Aguarda un momento! dijo Aldo, rindose.

    Luego solt el remo y se sent tranquilamente en la gndola, que fue a

    la deriva durante un rato, hasta que empez a ser arrastrada por el mar.

    De pronto se haba formado un torbellino!

    -Un torbellino gigante! exclam Oz, con las pas de punta.

    -Estamos perdidos! dijo Natsuko, tapndose los ojos.

    -Nada de eso dijo Aldo-. No temis.

    Giraban a una velocidad de vrtigo dentro del torbellino, que no cesaba

    de tragarles, llevndoles a su centro.

    -No veo nada! Vamos demasiado deprisa! exclam Oz.

    -Esto es peor que una montaa rusa! dijo Natsuko, arandose la

    cara.

    -Ests seguro de que no corremos peligro? le pregunt Akira a Aldo,

    al tiempo que se agarraba a la borda de la gndola para no salir despedido.

    -Naturalmente! Estamos a punto de entrar por el ojo del torbellino!

    -Qu pasar luego?

    -Habremos llegado al sitio de la realidad invisible!

    -Espero que no sea tan terrible como este torbellino! exclam Akira, y

    no pudo decir nada ms, porque la presin del torbellino provoc que se

    desmayase.

    Al despertarse vio que estaban en un lugar blanco, brillante y

    transparente. Era una especie de desierto de arena muy fina, donde ola a

    rosas, no haca fro ni calor y haba un silencio total.

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    -Jams pens que pudiese existir un rincn con esta tranquilidad dijo

    Natsuko al apearse de la gndola.

    Cuando Akira pis el suelo, apenas lo sinti bajo sus pies. Era como si

    estuviese flotando!

    -Qu sueo tengo! dijo Oz, bostezando.

    -Nunca me haba sentido tan bien! dijo Natsuko.

    -Anda, vamos a pasear un rato propuso Aldo.

    Akira se dijo que era muy agradable estar all, aunque no hubiese nada a

    su alrededor. Slo un vaco inmenso, donde podas respirar a pleno pulmn,

    olvidndote de todo. Del fro, del calor, del hambre, del miedo, de las dudas, de

    las preocupaciones, de los recuerdos

    -Dnde estn los prodigios que decas? le pregunt a Aldo.

    -Pronto encontrars tu prodigio, pequeo Akira. Debes tener en cuenta

    que a las personas que vienen aqu no les pasan las mismas cosas. A cada

    uno se le revela una realidad invisible diferente.

    -Por qu?

    -No todos tenemos el mismo corazn

    -Mi corazn me llevar a mi prodigio?

    -Exacto!

    -Yo slo s que tengo sueo dijo Oz, y se qued dormido.

    Entonces Akira observ que haban dejado atrs a Natsuko.

    Tambin ella se haba quedado dormida!

    -No entiendo qu les pasa, si en la gndola habamos echado la siesta

    dijo.

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    -Les ha invadido el sueo porque la realidad invisible slo se le puede

    revelar al alma humana.

    Akira pens que Aldo haba cambiado de repente. Nunca le haba

    hablado tan serio. Ya no pareca un alegre gondolero, sino otra cosa. Una

    especie de maestro. O de mago

    Agarr a Oz con el brazo derecho y a Natsuko con el izquierdo, y sigui

    andando por el sitio de la realidad invisible. Durante horas. O das. O aos.

    Durante un tiempo infinito.

    Aunque nada cambiaba a su alrededor, en ningn momento se sinti

    aburrido. Era tan agradable avanzar en aquel ambiente blanco, brillante,

    transparente, que ola a rosas, donde el silencio te quitaba las ganas de hablar,

    para no estropearlo!

    Hasta que, de tanto mirar el suelo, puesto que all era lo nico que

    pareca existir, de pronto observ que era transparente.

    Debajo de la superficie haba algo

    Extraas figuras que se movan. Eran increblemente pequeas. Tanto

    que ni siquiera podan verse al microscopio

    -Ves las figuras que hay debajo del suelo? pregunt.

    -No dijo Aldo, mirando fijamente hacia abajo.

    -Yo las distingo perfectamente! No paran de moverse!

    Aldo se ri.

    -Me temo, amigo Akira, que acabas de encontrar tu realidad invisible,

    que slo puedes ver t, puesto que te est predestinada...

    Akira se sinti intrigado. Su intuicin le dijo que poda meter la mano en

    el suelo para tomar una de esas figuras, as que dej a Natsuko y atraves la

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    capa de arena blanca con su mano izquierda, porque era zurdo. Cuando volvi

    a sacarla, not que algo le cosquilleaba en la palma. Era una figura con forma

    humana, pero tan diminuta que ni siquiera poda verse al microscopio.

    -Mira! exclam, extendiendo la mano para que Aldo pudiese

    examinarla de cerca.

    -Yo no veo nada!

    -Es como un mueco! Tiene vida!

    Akira observ con curiosidad aquella diminuta figura con forma humana

    que daba brincos en la palma de su mano.

    -Cmo te llamas? le pregunt.

    -Gina. Mi nombre significa Nia de Larga Vidacontest la figura, con

    una voz dulce y aflautada.

    Akira se volvi hacia Aldo, admirado.

    -La has odo? dijo.

    -A quin?

    -A la nia que hay en mi mano!

    -Mis sentidos estn cerrados a tu realidad invisible!

    Akira se encogi de hombros.

    -Seguro que Oz y Natsuko podrn verla y orla cuando se despierten!

    Aldo le gui un ojo.

    -Eso es otra cosa. Ellos forman parte de ti

    Entonces Gina volvi a hablar.

    -Tengo que decirte algo muy importante, Akira. Lo grande est en lo

    pequeo y lo pequeo en lo grande.

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    Una conversacin clarificadora

    Akira se llev a Gina consigo, aunque Aldo le haba advertido que era

    peligroso sacar algo del sitio de la realidad invisible y mezclarlo con la realidad

    visible.

    No poda hacer otra cosa! Gina era lo ms bello y puro que poda

    imaginarse. Estaba llena de luz, de frescura, de alegra. Y Oz y Natsuko

    pensaban lo mismo. Hablaban con ella sin parar y no se queran apartar de su

    lado.

    Ahora a los tres amigos les daban igual los caracoles gigantes que se

    dirigan a Vladivostok en la Plaza de San Marcos. Y las pizzas y los helados. Y

    el tiranosaurio y el dragn mensajero que vivan en la escalinata de la catedral.

    Hasta los viajes en la gndola de Aldo!Slo queran estar junto a Gina, mirarla embelesados, escuchar las

    cosas que les contaba con su voz dulce y aflautada

    No les importaba que ella fuese tan pequea que ni siquiera poda verse

    al microscopio. Ellos la vean perfectamente!

    Un da Akira le dijo:

    -Ira contigo al fin del mundo!

    Gina se ri.

    -All precisamente voy a llevarte replic-. El lugar donde nace todo y

    adonde todo va a parar cuando muere. Globus!

    Akira se sinti intrigado.

    Globus?

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    Los hikikomori?

    -Quines son?

    -Nios, adolescentes y jvenes japoneses que padecen una terrible

    enfermedad, como le ocurre a tu amigo Kaito.

    Akira dio un respingo.

    -Kaito no est enfermo!

    -Cmo lo sabes, si hace ms de un ao que no le ves?

    -Se ha ido a estudiar a un colegio de Estados Unidos!

    -Eso dicen sus padres. Les da vergenza reconocer que su hijo es un

    apestadohikikomori.

    -Qu hacen los hikikomori? pregunt Natsuko.

    -Viven enganchados a los videojuegos y no salen de su habitacin.

    -Qu aburrimiento! exclam Oz.

    -Segn el gobierno, que resta importancia al problema, hay setecientos

    mil afectados, pero en realidad pasan de los tres millones. Los primeros

    surgieron a comienzos de los noventa y ya tienen treinta y cinco aos. Una

    generacin perdida!

    -Por qu no quieren salir de su habitacin? pregunt Natsuko.

    -Los padres y los profesores les exigen demasiado. La presin les

    supera!

    Akira record que en el colegio se burlaban de su amigo porque tena el

    pelo de cepillo y era gordito.

    -Yo le deca que se viniese conmigo a Venezia, pero l prefera sus

    videojuegos.

    -No tiene tanta imaginacin como t dijo Gina.

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    -Qu come? pregunt Natsuko, que sola preocuparse por los asuntos

    prcticos.

    -La madre le deja todos los das un plato de comida delante de la puerta.

    -Kaito no ve a nadie?

    -Los hikikomori estn aislados del mundo. Si a sus familiares se les

    ocurre entrar en su habitacin, se ponen a gritar y a patalear, como si se

    hubiesen vuelto locos. Para ellos todas las personas son amenazadoras y

    peligrosas!

    -No se lavan ni se cambian de ropa?

    -De vez en cuando dejan la ropa en la puerta para que la madre se haga

    cargo. Y se van a escondidas al bao, por la noche. Pero llega un momento en

    que les da igual todo. Slo les interesan los videojuegos!

    -Uff! dijo Oz.

    Akira se frot la cara.

    Y l pensando que Kaito estaba tan contento en el extranjero!

    -Ya me extraaba que no me dijese que se iba a estudiar a Estados

    Unidos. Un da desapareci y luego sus padres me contaron esa mentira.

    -Tener un hijo hikikomori, que se niega a ir al colegio como los dems

    nios, es la peor deshonra para los padres japoneses. Por eso fingen que no

    existe. Nunca hablan de l!

    -Como si se hubiese muerto! dijo Oz.

    -Peor, porque deben hacer lo posible para evitar que los vecinos se

    enteren de su desgracia.

    Akira se pregunt cmo poda Kaito pasarse el tiempo encerrado en su

    habitacin. l se volvera loco!

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    Gina suspir, adoptando un aire serio.

    -La plaga empieza a contagiarse a otros pases y amenaza la

    supervivencia de vuestro planeta. Imaginaos un mundo poblado de zombis

    incapaces de valerse por s mismos

    -Hara cualquier cosa por salvar a Kaito. Estoy preparado para ir a la

    guerra! dijo Akira, con firmeza.

    Gina le mir admirativamente, sintindose orgullosa de l.

    -No nos ayudar nadie? pregunt Natsuko.

    Era una gata tan prctica que no se imaginaba a Akira ganando l solo

    una guerra!

    -Tambin participarn seis voluntarios de otros planetas que quieren

    solidarizarse con el vuestro.

    -Qu bien! salt Oz, emocionado ante la perspectiva de conocer a

    extraterrestres, y aadi, con las pas de punta-: Quin es el enemigo?

    Gina se encogi.

    -Virtual Morgen. l es el culpable de que existan los hikikomori. Y si

    arruina a la humanidad, pondr en peligro la supervivencia de Globus.

    -Porque lo grande est en lo pequeo y lo pequeo en lo grande dijo

    Natsuko.

    -Cmo podemos acabar con l? pregunt Oz.

    -Primero hay que vencer a su ejrcito de Grnde, las razonesque tejen

    la telaraa de realidad virtual donde se quedan atrapados los hikikomori

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    Globus cercano

    Para Akira el tiempo no tena significado, aunque sus padres viviesen

    pendientes de la hora, el da de la semana, el mes y el ao en que se

    encontraban.

    Sin embargo cuando Gina, Natsuko, Oz y l iniciaron su viaje a Globus,

    sinti la necesidad de fijarse en el tiempo por primera vez.

    Eran las 23:56 del 27 de septiembre del ao 2014.

    Se pusieron en corro.

    -Tenis que decir la oracin de ingreso a Globus dijo Gina-. Repetid

    conmigo:

    Lo pequeo est en lo grande y lo grande en lo pequeo.

    Lo de abajo es igual que lo de arriba.

    En lo fro est lo caliente y lo caliente es fro.

    En lo cercano se encuentra lo lejano y all ests aqu.

    T eres igual que yo y yo soy igual que l.

    La Creacin es obra de Globus!

    Gina les hizo repetir varias veces la oracin de ingreso a Globus para

    que la memorizasen.

    -No podris viajar all hasta que no la pronunciis sin equivocaros.

    Natsuko fue la primera en conseguirlo.

    Al momento desapareci.

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    Sus ojos azules, grandes y expresivos, brillaban como el mar cuando

    refleja la luz del sol y las estrellas. Su piel era blanca y muy suave, segn

    comprob enseguida, pues no pudo resistir la tentacin de acariciarle las

    mejillas.

    Tena la cara ms bella que haba visto! Y su pelo era increble! Largo,

    ondulado, con las hebras finas y delicadas, de un rubio intenso, como si fuese

    de oro puro.

    Gina calzaba unas zapatillas deportivas muy femeninas y llevaba un

    vestido de tirantes, de color rojo, con la falta corta, que dejaba al descubierto

    sus bonitas piernas y sus brazos redondeados.

    -Te gusto? pregunt con coquetera.

    -Me encantas! Eres la chica ms impresionante que he conocido!

    exclam l, y la abraz, aspirando la suave fragancia a rosas que despeda su

    cuerpo.

    -Gina parece una princesa dijo Oz.

    -Es preciosa admiti Natsuko, sintiendo celos.

    -Por qu no eres tan pequea como antes? pregunt Akira.

    Gina se encogi de hombros.

    -En Globus los sueos se hacen realidad.

    A Akira le costaba creer que Gina fuese una simple ilusin

    Oz se puso a silbar su cancin de los cowboys del Oeste.

    Natsuko estornud tres veces.

    -Hace demasiado fro. Debera ser verano aqu! se quej.

    -Si piensas que es verano, lo ser dijo Gina, guindole un ojo.

    Akira mir a su alrededor.

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    Globus no era oscuro ni luminoso. O era las dos cosas a la vez,

    dependiendo de cmo se sintiese.

    Lo mismo ocurra con las dems percepciones.

    Poda ser fro o caluroso.

    Globus est abierto a tu pensamiento, se dijo, y le gust que fuera as.

    Siempre haba soado con un lugar que se amoldase a sus

    imaginaciones!

    En cuanto a su forma fsica, cmo describirlo? No haba suelo, aunque

    si t pensabas que lo haba podas verte pisando tierra firme, o un piso de

    baldosas, lo que t quisieras! Pero en realidad se hallaban suspendidos en

    una mezcla de aire y lquido.

    Akira evoc a los fetos que estn en el vientre de la madre antes de

    nacer. l se senta como ellos, metido en una bolsa de vida donde flotaba.

    Tampoco estaba muy claro si se encontraban en un lugar cerrado, como

    una casa, o al aire libre, como un bosque. Eso dependa de ti mismo

    Adems de pronto lo veas todo en blanco y negro, borroso, y luego las

    formas se volvan claras bruscamente, recuperando el color.

    En cuanto a los sonidos, no eran tan ntidos como en el mundo real. Se

    acercaban y se alejaban por momentos. Unas veces sonaban agudos y otras

    graves. No paraban de distorsionarse! Incluso sus propias voces, si uno no

    tena muy claro cmo sonaban, podan distorsionarse.

    Al final tenas la impresin de encontrarte en una sopa de letras de

    sensaciones donde nada era lo que pareca, porque todo dependa de ti

    mismo, de la forma en que percibieses tu entorno!

    -Bienvenidos a Globus! exclam Gina alegremente.

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    -Se est bien aqu! dijo Oz.

    Natsuko no paraba de dar zarpazos en el aire.

    -Nunca haba hecho muecas tan raras dijo Akira.

    -Tiene visiones perturbadoras. A veces ocurre cuando entras en Globus.

    -Como si viese fantasmas?

    -Exacto. Se le pasar en seguida.

    Akira se acod en un rincn donde le pareci distinguir flores y

    contempl una esplndida puesta de sol, o un maravilloso amanecer, no estaba

    muy seguro.

    -Mi aliento vital estaba aqu desde el principio de los tiempos dijo Gina,

    a su lado, con aire soador-. Por eso mi nombre significa Nia de larga vida.

    Soy a la vez un reflejo de tu imaginacin y tu iniciadora en los misterios de

    Globus!

    Luego se incorpor y se puso a batir palmas.

    -Tenis que conocer las ideas de vuestro mundo! exclam-. Las

    convocar para vosotros. Si no lo hiciese no apareceran nunca, ya que en

    Globus slo la imaginacin puede dar vida...

    Akira se dijo que empezaba a comprender la naturaleza de Globus.

    Era un Arco Iris mgico que daba sentido a las cosas!

    En ese momento empezaron a desfilar delante de ellos las diferentes

    ideas de la Humanidad que haban surgido en el planeta Tierra. Estaban

    rodeadas por la placenta de imaginacin de Globus, una bolsa que envolva la

    forma, a unos tres centmetros de su superficie, como una segunda piel, mucho

    ms luminosa y brillante.

    Gina seal a un troglodita y un caverncola.

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    -Mirad, una idea del pasado! As eran los seres humanos hace muchos

    aos!

    -Anda, un dinosaurio! exclam Oz.

    Haba una cantidad enorme de ideas. Un lpiz, un acorden, un pato,

    una sonrisa, el abecedario, un suspiro, un seor con corbata, un rascacielos,

    un calcetn

    Akira se ri. Marilyn Monroe y el David de Miguel ngel se paseaban

    agarrados de la mano, como dos enamorados. Luego se vio a s mismo, junto a

    Oz y Natsuko, mientras hablaban con los caracoles gigantes que se dirigan a

    Vladivostok en la Plaza de San Marcos. Y a Aldo surcando los mares de

    Venezia en su gndola.

    -Os dais cuenta? Todo lo que existe en el mundo real tiene su reflejo

    en Globus, la otra cara del espejo, la imaginada! Aqu estn las ideas originales

    que dan lugar a las formas materiales.

    -Fabuloso! dijo Natsuko.

    Entonces Akira vio a sus padres, envueltos en la placenta de Globus,

    aunque no eran dos, sino cuatro.

    -Yo no tengo cuatro padres! protest.

    -De qu te sorprendes? dijo Gina-. El hombre bajo y gordito es tu

    padre real, el que trabaja como vendedor de seguros, y el alto y atltico como

    el David de Miguel ngel es el que ha creado tu imaginacin.

    Oz estall en carcajadas.

    -Yo prefiero al domador de cocodrilos! dijo, haciendo muecas burlonas

    al vendedor de seguros.

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    -La mujer fecha y amargada es tu madre real, la que trabaja vendiendo

    cosmticos prosigui Gina-. Y la que se parece a Marilyn Monroe es tu madre

    ideal

    -sa trabaja de ascensorista en un hotel de lujo donde se hospedan

    ricachones rabes que viajan en limusina, en dromedario o en camello! -

    aadi, guasn, Oz.

    Akira se sinti confuso. Cules eran sus padres de verdad?

    Gina le sonri con complicidad.

    -Llega un momento en que todo lo que uno se imagina se materializa.

    Ah radica el poder de Globus!

    Akira reflexion. Aquello era muy interesante. Abra un mundo de

    posibilidades!

    -Ha llegado el momento de conocer a nuestro enemigo! El ejrcito de

    Virtual Morgen! anunci Gina.

    Acto seguido aparecieron las Grnde.

    Akira se qued de piedra.

    Eran una especie de culebras-ltigo, negras como el carbn, que

    trazaban rectas en todas direcciones, formando cuadrados y luego cubos

    alrededor de las ideas para atraparlas y que no pudiesen moverse.

    -Las Grnde impiden que las ideas se reproduzcan, para que la

    imaginacin no siga desarrollndose. Crean una realidad virtual que asla a los

    hikikomori del mundo.

    -Qu horror dijo Natsuko.

    -Por qu odia la imaginacin Virtual Morgen? pregunt Oz.

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    -Porque est fuera de su control. Slo las ideas que han cobrado forma

    pueden ser atrapadas por las Grnde. La imaginacin vuela libremente

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    Maandag y el planeta Leeg

    -Os voy a presentar al primer voluntario que ha decidido solidarizarse

    con la causa de vuestro planeta dijo Gina.

    -Cmo se llama? pregunt Akira.

    -Maandag. Vive en el planeta Leeg, que est situado al otro lado del

    Universo, en el lugar ms alejado de la Tierra.

    -Guau! dijo Oz.

    -Cmo podremos llegar tan lejos? dijo Natsuko.

    -Nada ms fcil. Siguiendo el lema de Globus: en lo cercano se

    encuentra lo lejano y all ests aqu, nos bastar con pensar en Leeg. En

    Globus la imaginacin es el elemento que une y separa, que da y que quita!

    -No puedo pensar en Leeg! No lo conozco! dijo Oz.-Lo har yo por vosotros. Dadme la mano para que formemos un corro.

    Gina tom de la mano a Akira y a Natsuko, y stos a su vez agarraron a

    Oz de una pa.

    Entonces Gina realiz el viaje astral

    -No hay olores, colores, ni sonidos! dijo Natsuko, agitando los belfos,

    extraada.

    -Leeg no existe! protest Oz.

    -Te equivocas dijo Gina-. Existe en un plano diferente al que conocis

    en la Tierra. Por eso vuestros sistemas de medicin no pueden detectarlo. Para

    vosotros es un planeta invisible. Pero el vaco existe y tiene vida. No notis

    algo diferente?

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    En ese momento apareci una nube...

    -Hola, amigos dijo, con una voz que a Oz le record los silbidos del

    viento.

    -Se ha vuelto denso para que podis verle. Su vaco se ha encogido

    tanto que ahora tiene aspecto de nube dijo Gina.

    -Es gracioso que los habitantes del planeta ms alejado del nuestro

    sepan hablar japons dijo Oz.

    -Su inteligencia est tan evolucionada que Maandag conoce todos los

    idiomas del Universo, aunque no los necesita, porque nunca habla. Ahora ha

    adoptado una voz para poder dirigirse a vosotros.

    -Cmo se comunica con los otros habitantes de Leeg? pregunt

    Natsuko.

    -Con el pensamiento.

    Akira no sala de su asombro.

    -Los humanos apenas hemos evolucionado! dijo.

    -Sois los patitos feos del Universo reconoci Gina-. Slo destacis por

    vuestra imaginacin. Por eso Globus se alarm cuando Virtual Morgen empez

    a transformar en hikikomori a vuestros jvenes a principios de los noventa.

    -Maandag no parece un soldado dijo Oz-. Cmo va a luchar en la

    guerra?

    -Los habitantes de Leeg tienen una carga de energa muy grande, por

    eso han logrado hacer el vaco. Pueden conseguir que se desintegre cualquier

    cosa que entre en contacto con ellos.

    Akira observ sugestionado aquella nube que atraa irresistiblemente su

    atencin, aunque ignoraba por qu motivo.

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    -Habas odo hablar de nosotros? le pregunt.

    La nube sufri sacudidas, como si se riese.

    -Naturalmente! Quin no ha odo hablar de los terrcolas? Sois los

    seres ms particulares que ha creado Globus!

    -Por qu?

    -Sois los nicos habitantes del Universo que creis vivir solos!

    Natsuko se ri.

    -Es verdad! Los humanos son unos engredos! convino.

    -Maandag, demustrales tus poderes dijo Gina.

    -De acuerdo. Les har un pequeo homenaje!

    La nube se dividi en diferentes figuras: una gata como Natsuko, un

    erizo como Oz y un nio como Akira. Luego aquellas figuras de nube se

    pusieron a bailar con los tres amigos, entonando una alegre cancin que

    celebraba las maravillas de Globus.

    -Maandag puede conseguir lo que quiera. El vaco es el lugar ideal para

    que las ideas de Globus tomen cuerpo dijo Gina, rindose.

    -Hay muchas realidades en el Universo, amigos! dijo Maandag, con su

    voz de viento, a travs de las diferentes formas que haba adoptado.

    -Djame en paz! dijo Oz, carcajendose.

    La nube no paraba de juguetear con sus pas!

    Entonces Maandag rode a Akira y se puso a hacerle cosquillas por todo

    el cuerpo, hasta que l estall en carcajadas.

    -Jams pens que iba a conocer en persona a un terrcola!

    -Yo tambin me alegro de conocerte! replic Akira, retorcindose a

    causa de la hilaridad-. Basta ya! Me duele la tripa de tanto rerme!

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    -A m no me has prestado atencin! protest Natsuko.

    -Cmo voy a ignorar a una linda gatita llegada de la Tierra? Es lo ms

    tentador del Universo! dijo Maandag, y levant por los aires a Natsuko, que

    solt sus risas gatunas, una mezcla de maullidos y chillidos.

    -Saba que os llevarais bien dijo Gina, sonriendo, divertida-. Y eso que

    sois los seres opuestos del Universo! La noche y el da!

    -T eres chico o chica? pregunt Oz cuando Maandag se cans de

    hacer cosquillas a Natsuko.

    -Ni una cosa ni la otra. En Leeg no existe la divisin de sexos.

    -Cmo os reproducs? dijo Natsuko.

    -Por generacin espontnea. Cuando alcanzamos la vejez, al cabo de

    un tiempo que para vosotros corresponde a unos tres mil aos, comenzamos a

    volatilizarnos. Si hemos tenido una vida provechosa, el espacio de nuestro

    vaco es ocupado por uno o varios descendientes, que a partir de ese momento

    empiezan a expandirse, desde un tamao equivalente a un grano de arena.

    Pero muchos mueren sin descendencia, porque no han sabido utilizar su vaco

    creativamente!

    Natsuko esboz un gesto de perplejidad.

    -T cuntos aos tienes?

    -Veamos, segn vuestro cmputo del tiempo, tengo exactamente mil

    doscientos nueve aos, tres meses y cinco das.

    Oz silb.

    -Eso s que es una vida larga!

    -Cmo os alimentis? pregunt Akira.

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    -No lo necesitamos, entre otras cosas porque en Leeg no hay alimentos

    ni agua. Slo vaco!

    -El vaco es algo? dijo Oz.

    -Claro, ocupa un espacio y tiene una vida invisible que en cualquier

    momento cobra forma, como he hecho yo ahora. Las partculas del vaco son

    constructoras por naturaleza y pueden adoptar el cuerpo que deseen. La

    nuestra es una vida contemplativa, amigos! No tenemos necesidades!

    -Me encanta que haya otros mundos habitados! exclam Oz.

    -Por lo menos vosotros ahora sois conscientes de ello. Es una pena que

    en la Tierra vivan en la ignorancia.

    -Vamos! An tenemos mucho que hacer! exclam Gina, agarrando de

    la mano a Akira, y l se dijo que estaba preciosa con su vestido rojo y sus

    femeninas zapatillas deportivas.

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    El primer ataque de las Grnde

    Al verse paseando por el Universo junto a Gina, cogidos de la mano,

    Akira se sinti afortunado.

    Qu otra cosa poda desear un nio terrcola de nueve aos?

    Lo tengo todo!, se dijo.

    -Akira y Gina se han enamorado! exclam Oz.

    Natsuko deneg con la cabeza, preguntndose cmo poda ser tan

    zoquete aquel erizo.

    -Pues claro, bobo, salta a la vista!

    Oz se enoj.

    Natsuko le trataba como si le considerase un soberano idiota!

    -Djame en paz, gata presumida!-Siempre me ha llamado la atencin el amor intervino Maandag, para

    evitar que siguiesen discutiendo.

    La gata y el erizo miraron divertidos a la nube y se les pas el enfado.

    Los habitantes de Leeg tenan la capacidad de contagiarte cualquier

    estado de nimo!, pens Natsuko.

    -El amor es lo ms bonito que existe dijo.

    Ella se haba enamorado muchas veces y saba de lo que hablaba!

    -En nuestro planeta somos incapaces de sentirlo.

    Esa afirmacin le provoc a Natsuko una risa irresistible.

    -Ay, Maandag, qu gracioso eres! exclam, entre carcajadas.

    -No sents envidia? O rabia? pregunt Oz.

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    -Nada de eso. El vaco tan slo contempla, aunque puede dar cabida a

    cualquier emocin, si adopta la forma adecuada. Excepto el amor

    En ese momento empezaron a or una especie de gruidos y un temblor

    de tierra.

    -Me temo que la Guerra de los hikikomori ha empezado ya dijo

    Maandag.

    -Nos ataca un comando de Grnde! exclam Gina.

    A continuacin aparecieron las razonesque tejan la mortfera telaraa

    de Virtual Morgen, con su olor ftido y su aspecto de culebras-ltigo,

    propagndose a una velocidad de vrtigo, siempre en lnea recta, para formar

    cuadrados y luego cubos que lo envolvan todo.

    Sin tiempo para reaccionar, Akira se vio atrapado, incapaz de moverse.

    Haba ocurrido todo tan rpido que no saba lo que les haba sucedido a los

    dems.

    Las Grnde eran implacables.

    Se pregunt por qu Globus le haba elegido para liderar aquella guerra.

    Antes no tema a esas Grnde que le haban arruinado la vida a su

    amigo Kaito porque ignoraba que existiesen. Claro que l viva al margen de la

    realidad

    De pronto se apoder de l una emocin desconocida.

    Terror.

    Sintiendo que se ahogaba, record a los caracoles gigantes de la Plaza

    de San Marcos. Ya no podan ir a Vladivostok! Estaban apresados en ese

    cubo slido como un muro de acero.

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    Tambin el cocodrilo de padre. Y el dromedario de madre. Y el

    tiranosaurio y el dragn mensajero. Y Aldo y su gndola. Y la Pizza Fantstica.

    Y el helado de Beso. Venezia entera!

    Luego vio al vendedor de seguros bajo y gordito, que se burlaba de l,

    rindose a carcajadas. Y a la vendedora de cosmticos fecha y amargada,

    que haca rechinar sus dientes, encaonndole con el dedo, acusadoramente.

    Gina apareci detrs de ellos. Iba encadenada y llevaba grilletes en los

    pies. Era su prisionera. La iban a vender a un circo ambulante para que

    hiciese un nmero de transformismo quedndose reducida a una miniatura que

    ni siquiera poda verse al microscopio!

    -Despierta!

    La voz de Gina

    Akira abri los ojos. Las apestosas culebras-ltigo haban desaparecido.

    Estaba libre!

    -Qu ha pasado?

    -Maandag ha destruido a todas las Grnde del comando que nos ha

    atacado.

    -Ha sido una pesadilla! dijo Natsuko, y se puso a llorar.

    -En mi vida me haba sentido tan mal! dijo Oz, hipando.

    -Ya ha pasado todo dijo Gina.

    Pero Akira pens que en realidad acababa de empezar todo

  • 7/25/2019 La Guerra de Los Hikikomori

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    Utorok y el planeta Svetlo

    -Hemos llegado a Svetlo! dijo Maandag.

    Se encontraban en el borde de una olla gigante, de unos quinientos

    metros de dimetro y una profundidad similar, donde revoloteaban seres

    voladores, semejantes a las lucirnagas, del tamao de un puo, con la cabeza

    grande y redonda y una carita simptica y sonriente.

    Qu extraos extraterrestres!, se dijo Akira.

    Su cuerpo alargado tena rayas amarillas y negras, como las abejas. Las

    patas eran piececitos diminutos, como los de un beb en miniatura. Posean un

    afilado aguijn en la parte de atrs y cuatro alas blancas iguales a las de las

    liblulas.

    -No me puedo creer que estosea un planeta! exclam, burln, Oz.Akira se puso a contar a los svetlanos.

    -No te molestes. Hay cincuenta y siete dijo Gina.

    Las preguntas se amontonaban en el pensamiento de Natsuko.

    Se mora de curiosidad!

    -Cuntos aos viven? De qu se alimentan? Hay entre ellos machos

    y hembras? Duermen?

    -En Leeg no dormimos. El vaco est siempre despierto, alerta, por lo

    que pueda pasar coment Maandag.

    -Ser mejor que Utorok conteste a vuestras preguntas dijo Gina-.

    Aunque tan slo es un nio

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    De entre los habitantes de Svetlo se destac el de menor tamao, que

    sali volando de la olla y se pos junto a Oz.

    -Hola, amigos. Yo soy Utorok! dijo, con una aguda voz de pito.

    Gina hizo las presentaciones y todos saludaron al svetlano, que

    despeda una luz muy agradable, una radiacin clida y perfumada.

    Luego Utorok satisfizo la curiosidad de Natsuko.

    Los svetlanos se alimentaban de una resina que segregaba la atmsfera

    de su planeta, dorman una hora al da, quedndose suspendidos en el aire, y

    vivan tres aos de promedio, aunque algunos podan llegar hasta los siete.

    Haba tres clases de svetlanos, que se juntaban para tener

    descendencia. Los Observadores posean un aguijn muy sensible, como un

    radar, que poda captar ondas de la Tierra, de Leeg o de cualquier otro planeta.

    Ellos se dedicaban a observar todo lo que ocurra en el Universo. Luego

    compartan la informacin con sus compaeros Pensadores y stos sacaban

    conclusiones que transmitan a los Soadores para que volcasen sus

    creaciones onricas en el fluido csmico

    -Para reproducirnos se juntan un Observador, un Pensador y un

    Soador, durante treinta y siete das, uniendo la punta de sus aguijones. Si en

    ese tiempo no sucede nada que les separe, dan a luz a un nuevo svetlano. El

    problema es que los Soadores se estn extinguiendo. Eso dificulta que nos

    podamos reproducir y nuestro planeta no para de encogerse. Ahora mis

    hermanos y yo somos los nicos Soadores.

    -Cuntos hermanos sois? pregunt Oz.

    -Seis. Yo soy el menor.

    -Qu edad tienes? dijo Natsuko.

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    -Un ao, dos meses y tres das, segn vuestro cmputo del tiempo.

    Utorok pleg las alas con humildad.

    -Cuando me enter de que los nios japoneses de vuestro planeta se

    quedaban encerrados en su habitacin para jugar a los videojuegos, comprend

    que algo grave estaba sucediendo en Globus

    A Akira le maravill que alguien tan joven y de aspecto tan insignificante,

    que viva en una olla gigante, estuviese tan bien informado y se expresase con

    tanta correccin.

    Los humanos tenan tanto que aprender!

    -Hay que recoger al tercer voluntario! dijo Maandag.

    -Un momento! salt Utorok.

    -Qu pasa? replic Gina.

    Utorok le sostuvo la mirada.

    -Mis compaeros Observadores me han hablado de ti dijo-. T eres la

    Nia de larga vida de Globus

    Gina suspir.

    -Ahora soy Gina...

    Utorok mir de reojo a Akira.

    -S que l te ha dado una forma humana y os une ese vnculo que los

    terrcolas llaman Amor, pero supongo que en esta guerra sigues siendo la de

    antes.

    -A qu te refieres?

    -Eres la portavoz de Globus...

    -Bueno, me ha ordenado que os rena a todos.

    Utorok agit sus alas blancas de liblula. Se le vea preocupado.

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    -No quiero ir solo

    Gina esboz un gesto de sorpresa.

    -Quieres que te acompae alguien?

    -Mis milenci

    -Quin?

    Utorok sonri.

    -En mi idioma milencisignifica amantes. Tengo miedo de que los

    svetlanos se extingan si fracasamos en esta guerra. Me gustara que vengan

    conmigo el Observador y el Pensador que haba escogido para tener

    descendencia cuando alcance la madurez. Quin sabe, a lo mejor tenemos que

    levantar de la nada otro Svetlo en cualquier otro lugar del Universo

    Gina se encogi de hombros.

    -Claro que s! Al fin y al cabo tambin Akira ha trado a Oz y Natsuko.

    Aunque te advierto que su vida ser responsabilidad tuya

    Utorok salt de alegra.

    -Gracias! exclam, y entr volando en la olla de Svetlo para ir a buscar

    a sus milenci.

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    Dydd Mercher

    Coeden, el planeta ms pequeo del Universo, era un de rbol de

    hojalata cubierto de musgo, con una plataforma en la parte superior, donde

    estaba sentado Dydd Mercher, que les recibi con los brazos abiertos, entre

    exclamaciones de bienvenida.

    -Qu tipo ms curioso! exclam Oz.

    Aquel extraterrestre estaba formado de un material metlico de cintura

    para arriba!

    -Parece un robot dijo Natsuko, y solt una risotada.

    Tambin la voz y los movimientos de Dydd Mercher le recordaban a un

    robot.

    Adems el nico habitante de Coeden era un pulpo gigante de cinturapara abajo, pues tena ocho tentculos con ventosas.

    -Me alegro de veros, amigos. Haca siglos que no se organizaba una

    guerra universal para socorrer a un planeta de Globus. Viva la Tierra!

    Salvemos a los hikikomori!

    Akira se sinti perplejo ante el entusiasmo de ese individuo.

    -Eh, muchacho, encantado de conocerte! dijo Dydd Mercher,

    abrazndole impetuosamente.

    -Lo mismo digo replic l cuando pudo recobrar el aliento.

    -Los prodigios de tu imaginacin corren de planeta en planeta.

    -En serio?

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  • 7/25/2019 La Guerra de Los Hikikomori

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    Luego se puso a bailar con Oz y Natsuko, moviendo sin parar sus ocho

    patas de pulpo, a la vez que interpretaba otra cancin en iaith.

    -Loado sea el Universo! Y Globus, que lo ha creado! Cun dichoso me

    siento!

    -Dydd Mercher es nico dijo Maandag.

    -T tambin lo eres, insigne habitante de Leeg.

    -Ah, no, en eso te equivocas, Dydd. En mi planeta hay otros como yo.

    -Qu personaje coment, risueo, Utorok, flanqueado por sus milenci,

    que no cesaban de cuchichearle al odo.

    -Ah, mi querido Utorok! dijo Dydd Mercher-. Vosotros, los habitantes

    de Svetlo, sois la flor y nata del Universo! Todo lo veis, todo lo pensis y todo lo

    sois. Qu misterio presente o futuro le puede estar vedado a un svetlano?

    Ninguno!

    -Eres genial, Dydd! dijo Natsuko.

    -Gracias, linda gatita. Y t eres la criatura ms dulce y delicada que he

    visto en mi larga vida. Lstima que te veas involucrada en esta guerra en la que

    algunos de nosotros moriremos

    -Ninguno morir! salt Oz, erizando sus pas.

    -Ah, mi querido y fogoso erizo! -Dydd Mercher borr la risa de su cara

    de robot y se puso serio-. Esta guerra ser difcil y sangrienta. Aunque tengo

    puestas grandes esperanzas en nuestro lder terrcola

    Al sentir la profunda mirada de Dydd Mercher posndose sobre l, Akira

    se sinti inseguro.

    -En m?

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    -En ti, el gran fantaseador de Venezia! Virtual Morgen se echar a

    temblar cuando se encuentre contigo!

    -Sin duda aprob Maandag.

    -Viva Globus! dijeron al tiempo el Observador y el Pensador, aleteando

    alegremente.

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    El segundo ataque de las Grnde

    Akira se qued paralizado al escuchar el temblor de tierra y los gruidos

    que ya conoca bien

    -Podridas Grnde! exclam Dydd Mercher, saltando del rbol de

    hojalata y musgo, al que se haba subido para despedirse de l.

    Las culebras-ltigo rodearon a toda velocidad al Pensador y al

    Observador.

    -Mis milenci! dijo Utorok, volando como una centella.

    A pesar de su apariencia insignificante, la extraa lucirnaga era

    poderosa. Su aguijn despeda un rayo de luz verde, como un lser, que

    atravesaba la slida superficie de las Grnde y haca que supurasen un lquido

    amarillo al descomponerse.Utorok proyect su rayo incandescente por todo el contorno de los cubos

    que haban atrapado a sus milencihasta que quedaron reducidos a un amasijo

    gelatinoso.

    Pero el ataque no haba hecho ms que empezar.

    Estaban rodeados! Haba un ejrcito de Grnde avanzando por todas

    partes con sus vertiginosas lneas negras que trazaban cuadrados y los

    sobreponan para levantar de la nada muros infranqueables.

    -Me muero! exclam Oz.

    Natsuko estaba tan aterrorizada que se senta incapaz de moverse.

    Gina agarr de las manos a Akira y le sostuvo la mirada, esbozando un

    gesto de temor.

  • 7/25/2019 La Guerra de Los Hikikomori

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    -No puedo hacer nada balbuci.

    -Qu quieres decir?

    -No s luchar contra las Grnde!

    Akira trag saliva.

    De modo que Gina, al igual que Oz y Natsuko, estaba a su cargo

    Deba protegerla para que la guerra no acabase con ella.

    El problema era que tampoco l saba cmo luchar contra esas criaturas

    ante las que se senta tan vulnerable.

    -T puedes hacerlo dijo Gina con firmeza, adivinando sus dudas.

    Akira resopl.

    -Cul es mi poder?

    Utorok dispona de su lser. Y Maandag poda desintegrar a las Grnde

    con su nube de alta densidad. Pero l era un simple nio de nueve aos que

    slo saba fantasear. Un humano sin poderes extraordinarios!

    -nimo, joven terrcola! le grit Dydd Mercher, al tiempo que combata

    con todo el cuerpo.

    Qu espectculo! Con la mano derecha daba puetazos frontales a las

    Grnde, como los directos de los boxeadores, y con la izquierda las aplastaba,

    como si su mano fuese una maza. Tambin les propinaba cabezazos y las

    pisoteaba con sus patas de pulpo.

    Qu extraa era la sustancia viscosa en la que se transformaban

    aquellos seres al morir, una gelatina de color amarillo fosforescente.

    -No dudes ms, muchacho! exclam Dydd Mercher.

    Akira se sinti impotente. Qu poda hacer? l no tena sus puos de

    robot! Ni sus tentculos de pulpo gigante! Ni sus dos metros de altura!

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    Akira comprendi que haba llegado su momento. Levant las manos,

    concentrndose, y cerr los ojos.

    Cuando aparecieron los focos de luz incandescente, los apunt hacia el

    objetivo y grit con rabia.

    Acto seguido el segundo muro salt por los aires, en mltiples

    fragmentos slidos, como si fuesen cascotes. Ahora no haba sangre. Slo

    polvo y esos materiales que sugeran escombros de una construccin.

    Akira se dijo que se deba a que l haba podido imprimir ms fuerza en

    la luz procedente de su interior. Ah radicaba el secreto! Todo dependa de la

    fe!

    Ahora, por fin, empezaba a creer en l mismo

    -Estn muertos dijo Utorok, desolado.

    En el interior de aquellas ruinas encontraron los cuerpos del Pensador y

    el Observador. Se haban vuelto de piedra

    -Hemos llegado tarde dijo Dydd Mercher, esbozando un gesto de

    contrariedad-. Nos enfrentamos a un enemigo muy poderoso. Podridas

    Grnde!

    Oz y Natsuko observaron con incredulidad los cuerpos petrificados de

    los svetlanos, sobre los que se haba posado Utorok, llorando unas lgrimas de

    color verde fosforescente, como el rayo de su lser.

    -Debemos irnos de aqu enseguida o moriremos todos dijo Akira.

    Varias filas de Grnde se dirigan hacia ellos

    -Huyamos! exclam Gina.

    Maandag abandon de inmediato su resistencia imposible.

    Y los miembros del ejrcito de Globus formaron un corro

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    Huwebes y Babae

    Huwebes era bastante desagradable.

    Pareca una montaa de caca

    Meda medio metro de altura, tena un enorme ojo en el centro, estaba

    cubierto de babas y andaba arrastrndose

    Su planeta, llamado Hangal, era un inmenso desierto de arena rojiza,

    poblado de hangalnos que se desplazaban con torpeza.

    Cuando los hangalnos se moran, se quedaban tirados durante

    veintisiete das. En ese tiempo se iban descomponiendo hasta transformarse

    en la arena rojiza del desierto. Al nacer brotaban bruscamente del suelo, siendo

    ya adultos, pues no crecan ms, y solan vivir ciento cincuenta aos, aunque

    algunos se moran mucho antes.Por lo dems su existencia era muy aburrida. Se alimentaban de la

    energa que les transmita su desierto, no se relacionaban entre s y se

    limitaban a deambular de un sitio para otro como sonmbulos.

    Todos se quedaron mirando a Huwebes, que se encontraba all parado

    delante de ellos, como el alumno que espera recibir la aprobacin de sus

    mayores.

    Akira se senta sorprendido y desilusionado. Qu poda esperarse de

    aquella montaa de caca?

    -No creo que Huwebes nos resulte de mucha ayuda dijo Maandag.

    -Los hangalnos son los habitantes ms estpidos del Universo convino

    Dydd Mercher, agitando sus patas de pulpo.

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    Era pasmoso que el Universo estuviese poblado de personajes tan

    extravagantes!

    -Cualquiera dira que somos un ejrcito aadi Natsuko, denegando

    con la cabeza.

    -Una nube, un tipo que es medio robot medio pulpo, una extraa

    lucirnaga que se pasa el da tirada en el suelo, una montaa de caca, una

    mujer tetuda tallada en piedra, un erizo, una gata y un nio japons demasiado

    imaginativo -dijo Oz, rindose, al pensar que ninguno de ellos tena pinta de

    soldado.

    -Creo que todo esto es otra fantasa de Akira.

    -Seguro! Cuando no estoy con l me siento simplemente un erizo

    -Yo me olvido de hablar, de pensar y de hacer todas las cosas de las

    que soy capaz gracias a l.

    -Akira se ha imaginado esta historia para salvar a su amigo Kaito.

    Al verles cuchichear, Akira se reproch haberles arrastrado hasta esa

    pesadilla. Se haban acostumbrado a vivir sus agradables fantasas y

    enfrentarse ahora a la dura realidad significaba un trauma para ellos.

    Claro que se habran negado a quedarse en la Tierra.

    Formaban parte de l.

    Su destino estaba ligado al suyo

    -Segn cuentan los viajeros que han pasado por , las Grnde se han

    vuelto muy poderosas dijo Babae, con su voz clida y maternal.

    -Podridas Grnde! Acabarn con nosotros si no hacemos algo para

    impedirlo! exclam Dydd Mercher.

    -Dicen que los jvenes japoneses caen como chinches aadi Babae.

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    -La culpa es de ese invento que se ha puesto de moda en la Tierra. Los

    videojuegos! dijo Dydd Mercher.

    -La vida virtual no tiene sentido convino Maandag.

    -Los hikikomori no son unos viciosos de los videojuegos. Japn es un

    pas muy competitivo! Se nos exige demasiado! dijo Akira para defender a su

    amigo Kaito.

    -Se bloquean al sentirse superados por la realidad le apoy Gina.

    -Patraas! salt Dydd Mercher-. El ms leve esfuerzo les resulta

    insoportable!

    -Han crecido rodeados de comodidades. Para ellos se vuelve una

    tentacin irresistible darle la espalda al mundo y tumbarse a la bartola dijo

    Maandag.

    -Los malditos videojuegos les permiten sentirse hroes sin moverse de

    la cama remach Dydd Mercher.

    -Virtual Morgen lo tiene muy fcil intervino Babae-. En la Tierra llevis

    una vida artificial, en la que nada es lo que parece. All todo es mentira!

    Akira advirti que Huwebes no atenda a la conversacin.

    No le interesaba o en realidad era rematadamente tonto?

    El hangalno examinaba con su nico ojo su propia montaa de caca.

    Qu desagradable era!

    -Imaginaos que todos los habitantes del Universo perdemos las ganas

    de vivir y nos transformamos en zombis! exclam Maandag.

    -Prefiero no imaginrmelo replic Dydd Mercher-. Sera espantoso!

    -Qu me dices de tu amigo Kaito? pregunt Babae, dirigindose a

    Akira.

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    -Yo ni siquiera saba que es hikikomori!

    -Pues lo es, desde hace un ao, exactamente dijo Dydd Mercher.

    -Me pregunto por qu renunci a vivir dijo Maandag.

    -Supongo que no aguantaba que se burlasen de l en el colegio, porque

    es gordito, tiene el pelo de cepillo y no se le da bien estudiar dijo Akira.

    -Antes de que en vuestro planeta se inventasen los videojuegos los

    nios no se encerraban en su habitacin para siempre, aunque se burlasen de

    ellos en el colegio y fuesen malos estudiantes! objet Dydd Mercher.

    Akira suspir.

    No saba cmo justificar el comportamiento de Kaito!

    -A qu edad le compraron a tu amigo su primera consola Nintendo?

    pregunt Dydd Mercher.

    Akira hizo memoria.

    -Tena tres aos, creo.

    -Aberrante! Y cunto tiempo jugaba al da?

    Akira se encogi de hombros.

    -Mucho, cada vez ms

    -Ves? Su mente y su espritu se han formado dentro de los

    videojuegos. Ha vivido ms tiempo atrapado en ellos que en el mundo real.

    Era una vctima propiciatoria para caer en las garras de Virtual Morgen!

    -La culpa es de los padres, que le ignoran y se conforman con ponerle

    un plato de comida delante de la puerta, como si le considerasen una mascota

    intil intervino Gina.

    -Me aburro dijo Oz, bostezando.

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    -Desde que salimos de Venezia no dejo de pensar que no volver a ver

    el verano dijo Natsuko.

    Akira se acerc a sus amigos, al comprender que se sentan

    desplazados.

    -Yo estar siempre a vuestro lado les dijo, acaricindoles, aunque l

    mismo tena dudas y tema por ellos.

    Algo muy profundo estaba cambiando en su interior.

    Su percepcin de la existencia

    Era bueno crear un mundo de fantasa, pero llegaba un momento en que

    aterrizabas en la dura realidad material. Entonces los sueos empezaban a

    morir. Slo era verdaderamente virgen, inmortal, la imaginacin en estado puro.

    Globus

    Qu lejana le pareca ahora la vida en Venezia! El domador de

    cocodrilos. La ascensorista en el hotel de lujo donde se hospedan ricachones

    rabes que viajan en limusina, en dromedario o en camello. Los caracoles

    gigantes que se dirigan a Vladivostok en la Plaza de San Marcos. Aldo y su

    gndola. El mar de Venezia y las historias que le contaba con el rumor de sus

    olas. Las pizzas y los helados. El tiranosaurio y el dragn mensajero.

    Intua que esa vida, despus de lo que estaba experimentando ahora, no

    se podra repetir

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    La Gran Batalla

    -Os presento a Jumamosi! exclam Gina.

    -Cmo se llama su planeta? pregunt Natsuko.

    -Miguu.

    Los miguunos eran pies gigantes con siete dedos gordos, redondeados y

    sin uas, en cuya punta haba un orificio que serva para or, hablar, ver y

    comer.

    Medan ochenta centmetros de altura y se alimentaban de las algas

    moradas que llenaban su planeta, uno de los ms grandes del Universo,

    formado por lagos de un lquido prpura y cordilleras de montaas con forma

    de pera.

    -Hay millones de miguunos! dijo Oz.-Estn divididos en clanes que comparten la misma cueva en las

    entraas de las montaas dijo Gina.

    A Natsuko le hizo gracia que Jumamosi tuviese la piel de color naranja.

    En cambio Akira se sinti cautivado por la faceta creativa del miguuno.

    Haba esculpido con los dedos de su pie figuras de algas que

    representaban a los diferentes habitantes del Universo, entre ellos los

    humanos, gracias a las detalladas descripciones que le daban los viajeros que

    visitaban Miguu.

    -Si llevsemos a Jumamosi a Venezia se mataran all de la risa dijo

    Oz.

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    -No os separis de Gina, me habis odo? dijo, acaricindoles la

    cabeza.

    Oz y Natsuko asintieron, aunque estaban muy asustados.

    -Me prometes que no te pasar nada? dijo Natsuko.

    -Claro que s, pequea! No te preocupes por m! replic Akira, y le dio

    un beso.

    -Andando, muchacho! Las tenemos encima! le apremi Dydd

    Mercher.

    Gina pos la mano en el hombro de Akira.

    -Ve con ellos. Yo me encargo de cuidar a Oz y Natsuko. No olvides

    que eres el elegido de Globus!

    El elegido de Globus? Qu significaba eso?, se pregunt l, mientras

    se diriga hacia sus compaeros.

    Pero no poda seguir perdiendo el tiempo con cavilaciones.

    La guerra estaba all, encima de l!

    Un caos de frenticas culebras-ltigo que trazaban rectas en todas

    direcciones para atraparle en sus cuadrados que luego formaban cubos!

    Levant las manos con rabia y concentr en ellas toda su voluntad.

    De inmediato las palmas de sus manos proyectaron dos potentes focos

    de luz brillante que achicharraron a las Grnde, entre bocanadas de un vapor

    azulado.

    Akira dirigi los chorros de luz hacia todas las culebras-ltigo que se le

    acercaban.

    Al poco rato se vio rodeado por montones de Grnde que agonizaban

    entre espasmos, cubiertas de terribles quemaduras.

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    Pero otro batalln de culebras-ltigo vino a sustituir a las cadas, y luego

    otro y otro ms. No poda dejar de calcinar a esas detestables criaturas con los

    focos de sus manos!

    Lleg un momento en que se sinti asqueado de aquella carnicera.

    Hasta cundo durara?

    Tras una larga lucha que se le hizo interminable, advirti que por fin no

    haba ms Grnde atacndole.

    Ech un vistazo a sus compaeros. Utorok proyectaba su lser verde

    sobre el corazn del ejrcito enemigo, transformando a las culebras-ltigo en

    una inofensiva masa viscosa. Maandag sacaba buen provecho de su nube de

    alta densidad, desintegrando a todas las Grnde que pretendan abatirle. En

    cambio Dydd Mercher a duras penas consegua defenderse. En el combate

    haba perdido su brazo derecho, que yaca en el suelo, entre cadveres de

    culebras-ltigo.

    Akira sali corriendo para ayudarle, abrasando con sus focos a las

    Grnde que se dirigan hacia la segunda lnea del frente, integrada por

    Huwebes, Babae y Jumamosi.

    -Me alegro de verte, muchacho! dijo Dydd Mercher, con la voz

    sofocada por el dolor que le provocaba la prdida de su brazo, que no era

    totalmente de robot, ya que haba supurado un lquido lechoso.

    Akira permaneci junto a l, calcinando a las Grnde hasta que no

    qued ninguna.

    -Gracias, terrcola dijo Dydd Mercher, y le palme la espalda con su

    brazo sano-. No deberas haberte molestado por este viejo intil!

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    En ese instante la nube de alta densidad de Maandag se volvi

    totalmente negra.

    -Est a punto de reventar! exclam Dydd Mercher-. Los habitantes de

    Leeg no tienen una capacidad ilimitada de destruccin. Llega un momento en

    que su naturaleza se colapsa y se desintegra a s misma. Hemos dejado

    demasiado trabajo para el pobre Maandag! Las Grnde que abarcaba con su

    nube quintuplicaban a las que se han enfrentado a nosotros! Por todos los

    demonios del Universo, no fue buena idea encargarle el frente de batalla! Me

    dej engaar por su tamao.

    Entonces la nube se petrific como un enorme carbn y estall en

    pedazos, provocando una lluvia de pequeas piedras que cayeron por todas

    partes.

    Dydd Mercher agach la cabeza, llevndose la mano sana al pecho.

    -Ha cado el primer voluntario dijo, con la voz rota por la emocin.

    A Akira le asombr que en su cara de robot brotasen sendas lgrimas

    que se escurrieron por las mejillas.

    -Ha sido por mi culpa! se lament Dydd Mercher.

    Akira se senta tan confundido que no supo qu decir.

    En la retaguardia las Grnde que haban sobrepasado el flanco cubierto

    por Dydd Mercher no cesaban de avanzar y ya estaban luchando con la

    segunda lnea defensiva.

    Jumamosi era quien combata de una forma ms eficaz. Los orificios de

    sus dedos disparaban a toda velocidad, como una ametralladora, unas

    cuchillas que acertaban con precisin a las culebras-ltigo, cortndolas en dos

    trozos que segregaban una pasta negruzca antes de quedar inertes.

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    Qu extrao, las Grnde moran de una forma diferente segn quin

    acabase con ellas, se dijo Akira.

    En cambio Huwebes segua idiotizado, sin mover su ojo inexpresivo. No

    haca absolutamente nada. Y lo ms asombroso era que las Grnde se

    mantenan apartadas de l, como si tambin a ellas les resultase desagradable

    su apariencia.

    Qu torpemente luchaba Babae! Se limitaba a pisotear a las culebras-

    ltigo con su cuerpo rocoso, arrancndoles agudos chillidos de dolor, aunque

    no daba la impresin de estar en apuros.

    El problema era que al quedar desguarnecido el frente de batalla, por la

    desaparicin de Maandag, que antes de morir haba contenido al grueso del

    ejrcito enemigo, en un abrir y cerrar de ojos se encontraron acosados por un

    enjambre de enloquecidas culebras-ltigo.

    -A por ellas, terrcola! dijo Dydd Mercher, que ya estaba golpeando con

    su brazo sano a las primeras en llegar.

    Akira levant los focos de sus manos y comenz una nueva carnicera.

    Aquello no estaba hecho para l. Por qu se vea obligado a

    ensuciarse las manosen esa guerra?

    -Alguien debe hacerlo le susurr una voz en su interior, y l supo que le

    estaba hablando Globus.

    -Por qu yo?

    -Slo t, entre todos los humanos, tienes la suficiente imaginacin para

    vencer a Virtual Morgen y a su ejrcito.

    Bendita imaginacin!

    El problema era que despus de aquellodejara de tenerla

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    Globus guard un silencio solemne antes de aadir:

    -En la vida todo tiene un precio, hijo mo

    Akira sigui achicharrando a las repulsivas Grnde.

    Qu otra cosa poda hacer?

    -Bravo, muchacho! le felicit Dydd Mercher.

    Akira sonri.

    Le gustaba luchar al lado de ese ser medio robot medio pulpo!

    Me estoy encariando de un extraterrestre que vive en un rbol de

    hojalata y musgo, se dijo.

    Entonces percibi la presencia de algo que se encontraba por encima de

    sus cabezas. Utorok, que haba lanzado su lser sin interrupcin hasta ese

    momento, de pronto renunciaba a volar.

    Estaba inmvil, como si fuese incapaz de desplegar sus alas

    Aterriz junto a ellos y les dirigi una mirada de derrota.

    -Me muero susurr.

    -No puedes caer t tambin! -dijo Dydd Mercher, tomando del suelo a la

    extraa lucirnaga, que se vea pequea y desvalida en su mano de robot.

    -No puedo ms. Lo siento dijo Utorok-. Suerte, amigos! Libertad para

    los h