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LA HIJA DE LA BRUJA
En los tristemente famosos juicios deSalem contra 200 acusados de
practicar ritos de brujera habamuchos nios y jvenes. Sarah, apenasuna muchacha, es encarcelada juntocon sus hermanos pequeos y obligada
a vivir en condiciones infrahumanas.Su delito: ser hija de una mujerahorcada por bruja, acusacin que neghasta el ltimo momento.
Traductor: Paz Pruneda GozlvezAutor: Kathleen Kent
Editorial: ESPASA LIBROS, S.L.U.ISBN: 9788467029062
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Ttulo original: The heretic's daughterKathleen Kent, 2008.
Traduccin: Paz Pruneda GozlvezDiseo portada: Alejandro Colucci
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Este libro est dedicad
a Mitchell y Joshu
Y a mis padres, John y Audrepor contarme estas historia
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Prlogo
EN 1630 el gobernador Winthrop fund una colonia en
aha de Massachusetts con un pequeo grupo de hombrey mujeres llegados desde Inglaterra al Nuevo Mundo. Estouritanos as se denominaron se asentaron en laolonias sobreviviendo a la guerra, las plagas y a la man
del demonio, en una pequea localidad llamada Salem. Unmujer y su familia se resistieron a esa tirana religiosufriendo encarcelamiento, torturas y muerte. Sundignadas y desafiantes palabras fueron recogidas po
Cotton Mather, quien la apod la Reina del Infierno. Snombre era Martha Carrier.
Carta de Colchester, Connecticut, 17 de noviembre de
1752
A la seora de John
WakefieldNew London,ConnecticutMi querida Lydia:Acabode recibir noticias de tu boda y doy
gracias a Dios por haberte concedidoun esposo que es digno de ti y posee
los medios para iniciar una vida
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familiar acomodada en todos losaspectos. No hace falta que te diga,querida ma, que siempre hasocupado un lugar privilegiado en mi
corazn.Han pasado muchos mesesdesde la ltima vez que te vi y aoroestar sentada a tu lado y compartir tualegra. Mis achaques me hanapartado demasiado tiempo de los
seres queridos y confo en que podrser capaz de viajar para verte. S queya eres toda una mujer, pero para mcontinas siendo la nia de doceaos, alegre y jovial, que vino aquedarse conmigo durante una larga
temporada y aliviar as el peso de losaos. Tu presencia trajo el aroma dela juventud, alejando la decadenciaincluso de mis propios aposentos.
Rezo para poder volver a verte una
vez ms antes de morir, pero miconexin con este mundo estremendamente frgil y creo que hallegado el momento de que te hagaun regalo ms importante que unos
simples enseres domsticos. Lo que
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estoy a punto de entregarte es untesoro que abarca generaciones, yque ha cruzado los ocanos de estemundo al viejo.Hoy es mi
cumpleaos, y debo agradecer a Dioshaber llegado a los setenta y unaos. Es realmente mucho tiempo enuna poca de maravillas y, me atrevoa decir, de acontecimientos mgicos.Como bien debes saber, en
septiembre de este mismo ao, mentesms sabias que las nuestrasdecidieron que haba que eliminaronce das de nuestro calendario. No
puedo adivinar la razn. Slo s que
me fui a dormir un mircoles delsegundo da de septiembre, en el aode nuestro Seor de 1752, y medespert el jueves 14 de septiembredel mismo ao.A esta nueva forma de
calcular el tiempo la llamancalendario gregoriano. El calendariojuliano ha sido descartado. Hemosestado midiendo el tiempo de lamisma forma, o eso creo, desde el
nacimiento del buen Jess. Dnde
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crees que habrn ido a parar esosonce das? Como todava eres joven,estas cosas te parecern lo msnatural del mundo. Pero yo sigo
aferrada al pasado y estosacontecimientos no dejan deprovocarme una cierta angustia. Hevivido lo suficiente como pararecordar un tiempo en el que estetipo de progresos hubieran sidoconsiderados como encantamientos ybrujeras, acarreando una terriblecondena de nuestros mandatarios
por querer alargar la mano hastaquerer rozar los inventos del
cielo.Pero ahora quiero llegar alprincipal asunto de mi carta. No haspodido alcanzar la pubertad sinhaber escuchado las amargasmurmuraciones sobre Salem, ya fuera
sobre m o mi familia. Pero enconsideracin hacia m nunca me haspedido que te revelara los terriblessucesos de mi juventud. El nombre deSalem provoca todava hoy un
estremecimiento entre hombres y
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mujeres hechos y derechos. Sabesque hace pocos meses los concejalesdel condado de Essex, Massachusetts,votaron para cambiar el nombre de
la ciudad por el de Danvers? Fue unadecisin bien pensada y tomadadiscretamente, aunque creo que lamemoria de los juicios por brujerade Salem perdurar ms all de lasescasas reliquias vivas de aqueltiempo.Como Dios en el cielo bien
sabe, cambiar un nombre no significacambiar la historia del lugar, unahistoria que ha anidado como unaaraa en mi pecho durante
demasiado tiempo. Una araa queteje sin cesar, atrapando recuerdosen su tela, amenazando con devorarcualquier posible felicidad. Con estacarta espero desterrar de mi interior
el terror y la tristeza y purificar denuevo mi corazn por la gracia deDios. se es el autntico significadode la palabra puritano.Creo queesta palabra est totalmente pasada
de moda. Trae a la mente recuerdos
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de personas anticuadas asentadas encreencias supersticiosas y en unavida llena de orgullo. Los puritanoscrean que eran gente unida a Dios.
Encargados por l de establecer unafortaleza en la tierra salvaje yconvertirla en tierra sagrada. All, enesos remotos lugares, deban adaptarel camino del mundo a los designiosde Dios.Ahora puedo decirlo:Cunta arrogancia! Losmandatarios crean que eran santos,
predestinados por el Altsimo a regirpor encima de nuestras pequeasaldeas con justicia brutal y
propsitos sagrados. Estospropsitos sagrados, como hoguerasde rastrojos otoales, se extenderan
y se avivaran con fuerza desdeSalem hasta los pueblos vecinos,
condenando a su paso a muchasfamilias a convertirse en ceniza.Aunque, en el fondo, todo estabaaderezado por la codicia, la viruela olos ataques constantes de los indios,
que hacan enloquecer a la gente,
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tragndose los principios deconfianza y buena voluntad hacia losvecinos, nuestras familias e inclusonuestra fe en Dios. Fue un tiempo
terrible, en el que la caridad, lapiedad y el simple sentido comnfueron arrojados al fuego delfanatismo, dejando a todos los quequedaban vivos con las amargascenizas del arrepentimiento y laculpa.La fe de los puritanos convirticualquier acontecimiento, cualquierrbol cado, enfermedad o verruga,en una advertencia y un juicio del
Padre Eterno. ramos como nios
que temblaban y tiritaban ante elmundo que se nos haba dado. Y
gracias a estas inocentes yperturbadoras voces, egostas ycalumniosas, pueblos enteros fueron
destruidos. Yo presencipersonalmente, que Dios me ampare,a ms de un nio llevar a un familiaral patbulo. Honrars a tu padre y atu madre, dice el mandamiento. Esta
norma fue, sin duda alguna, dejada a
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un lado en el negro ao de 1692, ymuchos ms preceptos fuerondestrozados con la misma facilidadque la arenisca contra una roca dura.
Te cuento todo esto para enseartelos mecanismos internos de la mentede un puritano y para prepararte
para lo que te envo en un paquete.Loque sigue es mi propia historiaescrita, extractos de la cual te han
podido contar en tu infancia. Quellegaras a quererme tan
profundamente cuando los dems seapartaron de m es un milagro de
Dios y tal vez mi recompensa despus
de haber sufrido tantas prdidas. Mivida se parece a las narracionesnocturnas que un padre podracontar a un hijo revoltoso paraasustarle y hacer que obedezca; el
contenido de una pesadilla. Pero, ojomi nia, esta pesadilla no ha sidoextrada del pozo de imaginativoscuentos que se narran a la luz de lachimenea, sino tejida a partir de la
sangre, los huesos y las lgrimas de
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tu propia familia. He repasado misrecuerdos y mi implicacin en loshechos que rodearon los juicios porbrujera de Salem y, Dios es testigo,
he tratado de reflejarlos por escritolo ms fielmente que he podido. Rezopara que con este documento lleguesa comprenderme y a perdonarme porlo que hice.Los vientos invernaleshan llegado antes de tiempo,
soplando sin cesar durante semanas.Recuerdas el gran roble que creceimponente junto a la casa? Es muyviejo y ha perdido muchas de susramas, pero el tronco es grueso y
sano, y sus races, profundas. Huboun tiempo en el que odi la simplevisin de ese roble. Pero no puedoculpar al rbol por un ahorcamientoms de lo que se puede culpar al
ocano por un ahogado. Una vez quehayas ledo esta historiacomprenders lo que quiero decir.
Rezo para que compares a tu familiacon este venerable rbol, entre cuyas
ramas podrs encontrar refugio y
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una conexin entre la tierra y el cieloms arriba, donde esperamos estaralgn da unidos con Dios, y contodos los dems.Tuya, por la gracia
de Dios,tu abuela que te querrsiempre,Sarah Carrier Chapman Ah,nios, sentid temor de acostaros sinrezar, no vaya a ser que el demonio seavuestro compaero de cama.
COTTON MATHER
Extracto de un sermn fnebr
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Captulo 1
MASSACHUSETTS, DICIEMBRE DE 1690
La distancia en carromato desde Billerica hasta vecina Andover es slo de quince kilmetros. Para m, simbargo, era ms de un da de viaje del nico hogar qu
haba conocido. Era el final del tnel de oscuras nieblas dmi infancia a los vvidos recuerdos de la pubertad. Ese dde diciembre yo tena slo nueve aos y toda mi familia srasladaba a vivir de nuevo con mi abuela en la casa en
que mi madre haba nacido. Eramos seis en total, hacinadon la parte trasera del carromato sin toldo, incluyendo
mis padres, dos de mis hermanos mayores, yo misma,
Hannah, que no era ms que un beb. Llevbamos conosotros todas nuestras pertenencias. Y, sin saberlo, conosotros viajaba tambin la viruela.
Una plaga de esa enfermedad haba barrido losentamientos del condado de Middlesex, y mientra
ruzbamos hacia el este por la llanura de Blanchard, ontagio y la muerte continuaban con nosotros. Uno d
nuestros vecinos ms prximos, John Dunkin de Billerichaba fallecido en slo una semana dejando viuda y siethijos. Otro vecino nos trajo la noticia, y antes de que
uerta se hubiera cerrado tras el mensajero, mi madre hab
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omenzado a empaquetar todo. Creamos que esta veonseguiramos librarnos de la viruela. Mi padre tenmargos recuerdos de haber sido acusado de traer nfermedad a Billerica muchos aos atrs. Siempre dec
que lo haban acusado por el simple hecho de ser gals y uxtrao para el pueblo, incluso despus de haber estadviviendo en l durante aos. Pero la infeccin se arrastrab
nuestro lado como un perro sin dueo. Mi hermanndrew fue el primero en sucumbir. Llevaba la semilla d
a enfermedad dentro, y a partir de l se extendera nuestro nuevo lugar de residencia.
La estacin estaba ya muy avanzada y el fro era tantenso que el lquido de nuestros ojos llorosos y naricee congelaba en las mejillas como glidas puntillas dncaje. Todos bamos abrigados con toda la ropa qu
oseamos y nos apretbamos unos contra otros buscandalor. Los speros tablones del carromato haban sidubiertos con paja, y mis hermanos y yo nos habamocomodado sobre ella lo mejor que pudimos. El caballo diro avanzaba lentamente con su carga, porque ya no era u
oven perchern, y su aliento expulsaba grandes nubes en ire. Su pelaje era tan espeso como el de cualquier oso ena incrustados una maraa de carmbanos que colgabauntiagudos de su vientre. Richard, mi hermano mayor, nba con nosotros. A sus diecisis aos, era casi un hombr
y haba sido enviado como avanzadilla para ayudar
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reparar la casa para nuestra llegada, llevando provisionetadas al lomo del nico buey que nos quedaba.
Mis padres, silenciosos como era su costumbre, ibaentados en el pescante. Apenas se hablaban el uno al otr
n nuestra presencia y cuando lo hacan era sobre pesos medidas y el tiempo que haca en cada estacin. El lenguajdel campo y del hogar. l se dejaba a menudo convenceor ella, lo cual era muy significativo, dado que destacabor encima de mi madre. De hecho destacaba por encim
de todos. Meda casi dos metros, o eso se deca, y para miendo una nia, su cabeza pareca descansar en las nubesu cara estar siempre en sombra. Tena cuarenta y ochos cuando se cas con mi madre, de modo que siempre consider un hombre viejo, a pesar de que iba murguido y caminaba con agilidad. Thomas Carrier, contaba
os rumores, haba llegado de la vieja Inglaterra siendoven, huyendo de algunos problemas. Como mi padr
nunca hablaba de la vida que haba tenido antes de casarse ydecir verdad, apenas deca una palabra sobre nada, n
onocamos su historia antes de establecerse com
granjero en Billerica.Slo saba dos cosas ciertas sobre su pasado. L
rimera era que haba sido soldado durante las guerraiviles en la vieja Inglaterra. Tena una casaca roja, viejjada y descolorida, que haba trado consigo desd
Londres. Una de las mangas estaba desgarrada, como
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hubiese sido acuchillada con algo afilado, y Richard mhaba contado que, de no ser por el forro acolchado de manga, padre seguramente habra perdido un brazo. Cuandntent presionar a Richard para que me contara ms cosa
obre cmo, cundo y dnde haba luchado padre, mhermano se limit a apretar los labios y decir: Ah, perres slo una nia y no puedes saber cosas de hombres. Ltra cosa que saba era que los hombres le teman.
menudo gesticulaban a su espalda de forma peculiar ecretamente. Pasaban el pulgar por el cuello de un ladotro haciendo como si se separara la cabeza del cuerp
Pero si alguna vez mi padre vio sus gestos, no dio muestrade ello.
Mi madre, que se llamaba Martha Allen de soltera, ibentada junto a l, sosteniendo a Hannah, de slo un a
sta iba tan envuelta que pareca un bulto deforme apenaujeto, como un paquete. Recuerdo haber observado a m
hermanita con la cruel fascinacin de un nireguntndome cundo se caera del carromato. Aos atr
habamos perdido a otro beb, Jane, y mi falta de un afect
ms profundo poda deberse al miedo a que ste tambimuriera. El primer ao de vida era tan frgil que algunaamilias no ponan nombre a sus hijos hasta que stoumplan los doce meses y pareca que iban a sobrevivir. Yn muchos hogares si un beb mora, ese mismo nombr
asaba al siguiente que naciera. O al siguiente, si es qu
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ste tambin mora.Haba momentos en que sospechaba que mi madre n
lbergaba tiernos sentimientos hacia ninguno de nosotros,esar de que ramos tan distintos unos de otros com
uede serlo cualquier nio. Richard era muy parecido a madre: alto, silencioso, y tan impenetrable como las rocade la baha de Boston. Andrew, el siguiente en edad, habido un nio dulce y alegre deseoso de trabajar, pero arecer fue hacindose lento de pensamiento y a menudo m
madre perda la paciencia con l. Tom, el tercer hijo, era eque me llevaba menos aos y tambin el que ocupaba uugar especial en mi corazn. Era rpido y brillante, con uspritu inquieto e incansable como el mo, pero soladecer constantes crisis en las que le costaba respirar or eso, con los cambios de estacin, no tena suficien
uerza para trabajar en el campo o en el granero. Despuba yo, cabezota y voluntariosa, como me decan corecuencia, y por tanto no muy apreciada. Me acercaba
mundo con suspicacia, y dado que no era hermosa ni dcino reciba muchos mimos. A menudo retaba a mis mayore
y en consecuencia era castigada vigorosamente con unspumadera que los nios denominbamos Hierro Bessie.
Era por mi manera de mirar directamente a la gente dmi alrededor, a pesar de saber lo incmodos que les hacentir, especialmente a mi madre. Era como si mi mirada l
obara una parte esencial de s misma, una parte qu
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mantena reservada incluso para los ms prximos a ellCasi no haba ni un momento en el que no estuviramoomiendo, durmiendo o trabajando juntos, y por ello ssperaba que respetramos su intimidad en ese sentido.
Odiaba mi mirada de tal forma que se las apaaba parorprenderme, y si yo no retiraba los ojos antes de que svolviera hacia m, utilizaba a Hierro Bessie en mi espalda mis piernas hasta que le dola la mueca. Y como sumuecas eran tan fuertes como las de cualquier hombrquello llevaba su tiempo. Pero gracias a mi forma dbservar, llegu a descubrir muchas ms cosas que lo
dems no vean. O no queran ver.No la estudiaba de semejante forma nicamente po
ebelda, aunque nuestro juego del gato y el ratn lleg onvertirse en una especie de batalla. Era tambin porqu
lla, de forma tan deliberada que bordeaba lo indecorosno era precisamente una mujer convencional, resultandan sorprendente como una riada o un incendio foresta
Tena una fuerza de voluntad y un comportamiento tanrgicos como el de los ministros de la Iglesia. El pas
del tiempo y un infortunio tras otro no haban hecho mque endurecer el rgido tejido del que estaba hecha. rimera vista, uno podra creer que se trataba de una mujetractiva, de cierta inteligencia, no joven, pero tampoc
vieja. Y que su rostro, cuando no estaba animado por s
onversacin o por pasiones incontroladas, pareca seren
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Pero Martha Carrier era como un estanque profundo, cuyuperficie es relativamente tranquila pero intensamente frl tacto y cuyo fondo est repleto de rocas punzantes raicioneras races. Y tena una lengua tan afilada, que pod
destripar a un hombre ms rpido de lo que cualquieescador de Gloucester tardara en limpiar una anguilSaba que yo no era la nica en mi familia o entre lovecinos en rezar fervientemente para recibir una palizntes que ser objeto de la mordacidad de sus palabras.
Mientras nuestro carromato se mova lentamente ravs de campos cubiertos con profundas capas de niev
miraba expectante buscando granjas, o mejor an, la viside una guarnicin o una colina con una horca que tuvieros restos de las sogas todava colgando de las anchaamas del roble del que el verdugo hubiera descolgado y
os cuerpos. Solamos especular sobre cunto tiempo sdejaban colgando los cadveres antes de que la decencblica exigiera que fueran retirados. En el futuro a lo
nios de tierna edad no se les permitira acercarse a lajecuciones, flagelaciones y torturas pblicas de lo
honorables tribunales de Nueva Inglaterra. Pero yo eodava inocente y pensaba que esas enseanzamprescindibles no eran ms desagradables que retorcerl cuello a un pollo. Alguna vez haba visto a hombres
mujeres en la picota, y haba resultado un entretenid
asatiempo para mis hermanos y para m lanzar verdura
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odridas a sus cautivas cabezas.Al cruzar sobre el puente del ro Shawshin se entraba e
a carretera de Boston, que hacia el norte nos llevara hasndover. Pasamos por delante de las casas de nuestro
nuevos vecinos, los Osgood, los Ballard y los Chandleituadas al oeste de la nuestra. Y all, justo un poco ms aste, se ergua el fuerte sur de la ciudad. El fuerte era unorme edificio de dos plantas con las provisiones
municin almacenadas en el segundo piso. Las empalizadaran imprescindibles, dado que todava haba violentotaques de los indios en los alrededores. El ao anterio
haba habido una incursin mortal en Dover. Veintitrersonas haban sido asesinadas y veintinueve nioapturados para quedrselos o para pedir un rescate a suamilias. Saludamos al guardia, pero como las ventanas d
a garita estaban heladas no nos vio y en consecuencia nevant la mano hacia nosotros cuando pasamos.
Justo al norte del fuerte, apartada de la carreterrincipal, estaba la casa de mi abuela. Era ms pequea do que recordaba y ms acogedora, con un tejado mu
nclinado y una puerta reforzada con herrajes. Pero cuanda puerta se abri y Richard se acerc a saludarnoeconoc perfectamente a la anciana que le segua. Habaranscurrido algo ms de dos aos desde nuestra ltim
visita. Sus huesos no llevaban bien el viaje a Billerica e
arromato, segn haba comentado. Y le dijo a mi madr
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que no arriesgara el alma inmortal de su hija haciendo quviajramos a Andover hasta que mis padres no comenzara
acudir a la casa de oracin cada Sabbath. Podramos seapturados y asesinados por los indios en el camin
saltados por bandidos o caer en un pozo negro hogarnos, deca. Y entonces nuestras almas se perderaara siempre. Los aos de separacin de mi abuela s
deban, a partes iguales, a la obstinacin de mi madre y a seticencia a sentarse en un banco de la iglesia.
La anciana cogi rpidamente a Hannah de los brazos dmi madre y nos recibi a todos en su casa caldeada por ugran fuego y por el aroma de una olla humeante, que noecord que slo habamos comido unas cuantas galleta
duras al amanecer. Entr en la casa, soplando mis doloridodedos y admirando las cosas que mi abuelo haba fabricad
Haba fallecido algunos aos antes de que yo naciera aque no llegu a conocerle, aunque haba odo decir Richard que se pareca tanto a mi madre que si se juntabara como arrojar aceite a una antorcha. La casa tena un
habitacin principal con una chimenea, una mesa lijada
mano que ola a cera de abeja, mantequilla y ceniza, unauantas sillas de mimbre y un aparador delicadamenallado para guardar los platos. Deslic suavemente m
dedos sobre sus relieves, preguntndome por el habilidosrabajo. Nuestra casa en Billerica slo tena bancos y un
osca mesa con caballetes sin ningn tipo de talla par
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ecrear la vista o el tacto. La casa de Andover tena uequeo dormitorio, separado de la estancia principal y unscalera que suba hasta una buhardilla en la que se habacumulado a lo largo de los aos cajas de embalar, jarras
rcones de madera.A mis padres y a Hannah les toc la habitacin de mbuela con la cama, mientras que sta se quedaba con uatre junto a la chimenea de la estancia principal. Andrew
Tom y yo dormiramos en la buhardilla, y Richard tendrque descansar junto al buey y el caballo en el granero justdetrs de la casa. l poda soportar el fro mejor que lodems, y madre deca que era porque su calor interno no sdesperdiciaba por abrir la boca o tener la lengua suelta. Ldieron la mayora de las mantas, ya que no tendrosibilidad de hacer fuego entre la paja. La abuela encontr
ara el resto de nosotros unos cuantos restos de rellenara hacer colchas con las que abrigarnos del glido aire.
La primera noche la casa se vio invadida con loonidos de los muros asentndose contra la capa de nieve l clido aliento animal de mis hermanos. Acostumbrada
dormir en una alcoba con Hannah en mi pecho como uniedra caliente, yac sobre mi jergn tiritando de fro, uando cerr los ojos an poda sentir el traqueteo darromato. La paja se haba abierto paso a travs de bana y me haca cosquillas en la espalda, impidindom
descansar. No haba ninguna vela para alumbrar nuestr
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habitacin y no poda ver dnde dorman mis hermanos lo unos metros de distancia. Por fin, un rayo de luz duna se filtr por los postigos, y las jarras de cuelllargado dibujaron sombras de fantasmagricos soldado
in cabeza sobre las toscas maderas, marchando como ueran a la batalla con los rayos de luna que se movan a largo de los muros. Apart la improvisada manta y mrrastr por las astilladas tablas del suelo, tanteando con la
manos, hasta encontrar el jergn de mi hermano Tom y mstrech contra l. Era demasiado mayor para dormir juntmis hermanos y si me descubran me castigaran por
maana, pero me acurruqu contra su cuerpo yprovechndome de su agradable calor, cerr los ojos.
Cuando me despert por la maana estaba sola, mhermanos se haban levantado y los objetos esparcidos po
a habitacin tenan un aspecto gris y deteriorado. Me vespidamente en el lacerante fro, mis dedos estaban tagidos como salchichas. Baj las escaleras y o la voz dadre vibrando a travs de la habitacin. El olor de carnocinndose me provoc un estremecimiento en
stmago, pero me agazap en los peldaos para poder vein ser vista y escuchar. Estaba diciendo:
es una cuestin de conciencia. Y dejmoslo asLa abuela hizo una pausa y, poniendo una mano en shombro, replic:
Thomas, conozco tus diferencias con el pastor. Per
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sto no es Billerica. Es Andover. Y el reverendo Barnarno tolerar que faltes a la oracin. Debes ir hoy parmostrar tu buena fe hacia los consejeros, antes del Sabbathy prestar tu juramento de fidelidad al pueblo si es que vas
quedarte. Maana, en el Sabbath, debes venir conmigo a asa de oracin para asistir al servicio. Si no lo haceuede que te expulsen. Hay muchas desavenencias con loecin llegados que reclaman tierras, y bastantes envidias esentimientos como para llenar un pozo. Si te quedas iempo suficiente, podrs comprobarlo.
l mir hacia el fuego, luchando por resolver sonflicto interno entre acatar las leyes de la casa dracin y su deseo de que le dejaran vivir segn sus propiareencias. Yo era muy joven, pero incluso entonces sab
que no era muy apreciado en Billerica. Era demasiad
olitario, demasiado obstinado en sus inquebrantablereencias sobre lo que era justo e injusto. Y haba siempr
murmuraciones sobre su pasado, supuestamente fuera de ey pero nunca claramente precisado, que justificaban soledad. El ao anterior padre haba sido multado co
veinte peniques por una divergencia con un vecino a causde las lindes de su propiedad. Su tamao, su gran fuerza u reputacin hicieron que el vecino cediera en la disputermitiendo a padre clavar los mojones donde deseaba esar de la multa.
No lo hars al menos por tu mujer y los nios?
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regunt suavemente la abuela.Por ti y por mis hijos har lo que me pides
ontest, inclinando la cabeza hacia su plato. Pero euanto a mi esposa, debers preguntrselo a ella. Siente u
rofundo rechazo por el pastor Barnard y si viniera de me lo tomara muy mal.La abuela, adems de suave y amable, e
remendamente persuasiva, y como el agua que desgasta laiedras acos a mi madre hasta que accedi a asistir ervicio del da siguiente. Madre murmur para s mism
Preferira comer piedras. Pero sac su cuello de hilueno para poderlo lavar. Richard y Andrew saldran coadre esa misma maana hacia el extremo norte dndover. Pondran su firma en el registro del pueblo
daran fe de defenderlo de todo atacante, prometiend
agar los diezmos a su debido tiempo a los ministroPellizqu con fuerza el brazo de Andrew y le hice jurar qume repetira todo lo que presenciara y oyera. Tom y yendramos que quedarnos con madre para cocinar ecoger lea. La abuela dijo que habra que presentar
nuestros respetos al reverendo Francis Dane, que vivustamente enfrente a la casa de oracin. Llevabjerciendo su ministerio en el norte de Andover desd
haca cuarenta aos y era muy querido. Tena que habedejado su puesto hace aos al reverendo Barnard, per
omo buen pastor, presenta que haba demasiados lobo
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ntre los hombres jvenes para que su protectora presencno siguiera siendo necesaria. Los dos hombres compartade mala gana el plpito y los sermones semanales. Mqued en la puerta, observando cmo se alejaba
arromato hacia la curva de la carretera, hasta desapareceor completo tras enormes montones de nieve.Cuando cerr la puerta la abuela estaba ya sentada en s
ueca. Tena el pie sobre el pedal, pero sus ojos pensativoobre m. La rueca de roble oscuro estaba hermosamentallada con hojas que se enroscaban a lo largo del bordxterior. Deba ser muy antigua, porque el diseo er
demasiado imaginativo para haber sido construida en Nuevnglaterra. Me llam a su lado para preguntarme si sab
hilar. Le dije que s, y bastante bien, pero que se me dabmejor coser, lo que era una verdad a medias. Cualquie
irujano rural tendra mejor mano usando un cuchillo sobruna pierna que yo con una aguja sobre la tela. Devan ana entre sus nudosos dedos untados con grasa de oveja nroll los hilos cuidadosamente alrededor de la bobin
Suavemente me entresac la historia de nuestros das e
Billerica de la misma forma que entresacaba el fino hildel amasijo de tosca lana en sus manos.
No me pareci bien decirle que llevbamos una vidolitaria, ya que no saba que existiera otra clase de vida. Eerreno que tenamos en Billerica era pobre y
roduccin escasa. Y ltimamente nuestros animale
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arecan enfermar y morir como si la propia tierrezumara los malos deseos de nuestros caprichoso
vecinos igual que una niebla venenosa. Tom era mi mejoompaa, pero tena diez aos y trabajaba en el campo co
Richard y Andrew. Mis das transcurran cuidando dHannah y ayudando a madre en los aburridos quehaceres da casa. Trat de pensar en algo interesante que contarle
me vino a la memoria un da de la primavera pasada.Un da comenc del pasado mayo, despus d
costar a Hannah para que se durmiera, sal fuera de casa orr para espiar a Tom. Me escond detrs de un muro diedra, porque se supona que yo no deba estar all, yabes, y vi a padre poner los arneses de arar alrededor d
Richard y Andrew. Tom estaba delante de ellos, apartandiedras del campo del tamao de su cabeza. Estaba sudand
y jadeando terriblemente. Y mientras tanto el buey estabtado bajo la sombra de un rbol. A la hora de la cena lregunt a Tom sobre el buey y l me susurr que padreservaba el buey para el trabajo fcil. Slo tenemos uuey, sabes?, y es muy viejo. Sera muy duro para nosotro
i muriera.El pie de la abuela vacil y la rueda ces lentamente d
girar. Me estrech en la curva de su brazo y dijo:La vida es muy dura, Sarah. Dios nos prueba para ve
i seguimos teniendo fe en l, no importa lo que suced
Debemos asistir a la casa de Dios y dejarnos guiar por su
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ministros para que tengamos nuestra recompensa despude morir se detuvo para colocar un mechn de pelo bajmi cofia. Qu opinan tus padres sobre esto?
Alargu el brazo, siguiendo las lneas de su cara,
ontest:Padre nos ha dicho que los ministros en Nuevnglaterra no son mejores que los reyes de la vieja.
Y tu madre? Comparte tambin esa opinin? regunt.
Le cont lo que le haba odo decir a madre sobre uastor que nos visit y que vena de las tierras salvajes dste de Maine. Ella le haba preguntado: Es usted astor que se ocupa de todo Salmon Falls?. No, mi bueneora Carrier contest. Yo soy el pastor qu
gobierna sobre todo Salmon Falls.Haba pensado que aquello la hara sonrer, pero m
ogi la cara entre sus manos y replic:Los pastores son hombres y los hombres a menud
arecen de la gracia. Pero no podras hacer nada mejor quoner tu fe en el reverendo Dane. l fue el marido de m
hermana y ha cuidado de m desde que tu abuelo muri.Se detuvo con su mano sobre mi mejilla y mir
epentinamente ms all, a la todava oscura estancia. El sopenas se haba levantado sobre la ventana del fond
dejando que las sombras se aduearan de los muros com
ortinas de terciopelo negro. Un bho en el granero,
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inal de su noche de caza, gorje una ltima cancin drotesta. La abuela levant la barbilla y olfate el airomo si una imprevista espiral de humo se hubiera abiertaso desde la chimenea. Su brazo se tens a mi alrededo
trayndome hacia su clido cuerpo.He llegado a creer que algunas mujeres pueden veosas que todava no han ocurrido. Mi madre desde luegosea ese don. A menudo, sin decir palabra, se enderezaba cofia y alisaba el delantal y se quedaba mirando hacia
vaco camino que conduca hasta nuestra casa. Al poco ratlgn vecino o viajero apareca a lo lejos y se sorprenda dncontrar a la buena seora Carrier de pie ante la puersperndole. Quiz haba heredado esa facultad de s
madre. Pero la abuela deba de saber que ver no euficiente para cambiar el curso de las cosas, porque m
olt, poniendo en marcha el pedal una vez ms:Acepta lo que venga como la voluntad de Dios, po
duro que sea dijo, cogiendo de nuevo el hilo de lanaPero si alguna vez lo necesitas, recurre al reverendo Danel encontrar la manera de ayudarte. Me entiendes, Sarah
Asent y me qued un rato a su lado, hasta que madrme llam. He seguido pensando en sus palabras muchiempo despus, preguntndome si hubiera continuadiendo tan benevolente bajo el yugo de un Dios quermiti que los nios murieran en el vientre de su
madres, que hombres y mujeres fueran despedazados po
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hachas de piedra hasta morir, y que los nios sufrieran murieran a causa de la plaga. Pero para entonces ya nstara viva para presenciar aquellos terriblecontecimientos.
Nos han hecho una advertencia declar Andrewon su voz alta y frgil. Estaba oscuro, pero podamoentir nuestro aliento mezclndose mientras hablbamo
Tom, Andrew y yo estbamos sentados en el jergnozndonos con nuestras rodillas y con nuestras cabezaubiertas con el relleno de las colchas para amortiguar onido de nuestros susurros. La abuela nos haba preparadara el Sabbath con largas lecturas de las Escrituras ante
de la cena y haban pasado horas hasta que pudimos subas escaleras de la buhardilla para dormir. Y as, en lscuridad de la estancia, Andrew nos cont el recorrido d
adre hasta la casa de oracin por la carretera de Boston edireccin norte, con las granjas a cada lado de laongeladas orillas del Shawshin tan numerosas comgujas de pino del bosque.
Al acercarse al centro del pueblo, se haban dirigido a
asa de oracin, ms grande que la de Billerica, de dolantas y con ventanas de cristales emplomados. Fue lguacil quien abri las puertas dejndoles pasar para qusperaran a los consejeros. El alguacil, John Ballarlevaba en el puesto quince aos, aunque acababa d
umplir treinta y dos, y era un hombre fornido que viva
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menos de ochocientos metros de la casa de mi abuelndrew me cogi del codo y dijo:
Sarah, deberas haber visto a ese tipo. Tena el pelolor bronce y una cara que pareca como cera cocida. Es
hombre tiene que haber padecido la viruela para tenemejantes agujeros en la piel.Transcurrieron otras dos horas antes de que Joh
Ballard volviera con los consejeros, aunque haba dejadque mi padre y mis hermanos se cobijaran del fro bajo loventosos muros. Finalmente llegaron a la casa de oraciinco patriarcas, vestidos con gruesas capas de lana, que n
haban sido dadas la vuelta ni remendadas. Se comportabaon una fra reserva y pertenecan a familias muy conocidan Andover: Bradstreet, Chandler, Osgood, Barker bbott. Eran ellos los que tenan el poder de decidir qu
amilias podan quedarse y qu familias podan seechazadas. Se sentaron juntos en los bancos frente a madre, con aspecto de jueces en un juicio en el que uno eonsiderado culpable hasta que se demuestre su inocenci
El ms impresionante, segn Andrew, era el teniente Joh
Osgood, un hombre de rostro severo y alargado que nonri ni pronunci palabra alguna de bienvenida. Los otro
hombres estaban pendientes de l para todo y fue l ncargado de hacer la mayora de las preguntas. Un hombroven, el escribiente del pueblo, segua atentamente cad
alabra, dejando constancia escrita de aquella reunin.
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Este teniente Osgood removi unos cuantos papelecoment Andrew, acercndose a m, luego mir adre de arriba abajo y le pregunt si tena noticias sobre
viruela en Billerica. Padre contest que s, que lo sab
Entonces pregunt si alguno de nosotros haba llegadnfermo a Andover, y padre contest que no, que todonosotros estbamos sanos. El teniente mir duramente adre con los ojos entrecerrados, sacudiendo la cabeza, or un momento pens que no lo habamos conseguido. ntonces qu creis que pas? La puerta se abri de golp
y all, de pie como un ngel de luz, estaba el reverendDane. Se coloc junto a nosotros, mirando a los cinchombres, y habl de la abuela y de su buen comportamientn el pueblo y pidi que nos dejaran quedarnos. Os asegur
que se doblegaron ante sus palabras como dedaleras bajo
viento de verano.Entonces podemos quedarnos? S o no?
regunt Tom, agarrando mi mano.Andrew hizo una pausa, saboreando nuestra tensin,
inalmente contest:
Podemos quedarnos, pero nos han hecho undvertencia. Debemos acatar todas las leyes del pueblo sistir a la oracin o volvern a enviarnos a Billerica. Alegar aqu, un escalofro recorri su cuerpo al tiempo qura importunado por una tos seca y spera. Coloqu m
mano en su frente, y me dio la sensacin de ponerla sobr
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un horno candente.Estoy muy cansado dijo, dejndose caer sobre
ergn. Sus ojos parecan dos carbones incandescenteobre una manta. Tom y yo nos acostamos y seguimos
ndrew en nuestros sueos. Un poco ms tarde, en mitade la noche, me despert creyendo que me haba quedaddormida junto a la chimenea. Alargu el brazo en lscuridad y toqu el cuello de Andrew. Su piel estaba taaliente y seca como el papel, y su aliento tena un olo
denso y amargo. Me acerqu ms a Tom e inmediatamentme qued dormida.
Cuando me despert de nuevo era el Sabbath, y aparde golpe la colcha, deseosa de ver la casa de oracin dondendra lugar el servicio religioso. Tom ya se haba idoero Andrew continuaba todava en su jergn, dndome
spalda. Su respiracin sonaba rara, intermitente y pocrofunda. Alargu el brazo para despertarle, sintiendo ealor de su cuerpo. Gru suavemente y murmur, pero ne levant. Le dije que era de da y que deba prepararsara salir. Estaba ya vestida y a punto de bajar las escalera
ntes de que se sentara, agarrndose la cabeza. Tena uolor encendido y sus ojeras eran tan negras comardenales. Se llev lentamente un dedo a los labioidiendo silencio y yo descend rpidamente a la luz de stancia principal. Poco despus apareci Andrew, tratand
odava de abrochar su camisa y sus pantalone
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orpemente, como si sus manos hubieran perdido la fuerzaEn cuanto estuvimos preparados, nos marchamo
pelotonados en el carromato. La abuela, sentada delanntre mis padres, nos habl largamente de la clid
amaradera de Andover. Despus de un rato, madre dijo:Espero que sea as, porque aunque llevo muchiempo sin ir, recuerdo muy bien que haba poco fuego par
mantener el cuerpo caliente.Martha, siempre has hablado para conseguir llamar
tencin contest punzante la abuela. Ests poniendu alma y la de tus hijos en peligro. T y tu familia habegresado para residir en mi casa y, por tanto, debis vivegn mis reglas. El da del Sabbath es para rezar, y eso eo que haremos.
Observ con cautela la rgida espalda de mi madrunca haba escuchado a nadie hablarle tan duramente sbtener una rpida y airada contestacin. Padre tosi en suo pero no dijo nada. La casa de oracin era ms grand
de lo que haba imaginado, y mientras atbamos las riendadel caballo, vimos un montn de gente entrando por su
uertas. Muchas caras se giraron en nuestra direccilgunas con curiosidad, otras con abierta hostilidad. Just
delante de las puertas haba una mujer mayor tocando codos manos una gran campana de bronce. La abuela le hizuna inclinacin y me cont que se trataba de la viud
Rebecca Johnson, que tocaba la campana para indicar
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omienzo del servicio. Muchos aos atrs, declar, ueblo elega a un hombre para tocar un tambor quealaba el principio del servicio y el final de la jornada el campo.
La ubicacin de la gente para el oficio religioso erlgo solemne y de vital importancia. Las familias mdineradas y prominentes se sentaban delante, junto lpito, y as hacia atrs hasta que las ltimas filas eracupadas por los menos afortunados del pueblo o loiudadanos recin llegados. La abuela tena un luga
destacado en el lado de las mujeres, y despus de muchompujones y sacudidas de cabeza ante nuestra presencia, s
hizo un hueco para madre, Hannah y yo. Padre y Richard sentaron frente a nosotras con los otros hombres, ndrew y Tom lo hicieron en la galera sobre nuestra
abezas. Poda girarme y verles claramente, Tom comirada expectante, Andrew con la cabeza entre las manontent saludar a Tom, pero madre me agarr la mano y loloc en mi regazo.
Los bancos estaban colocados muy juntos y m
regunt cmo hara padre para doblar sus largas piernas meterlas debajo de stos durante todo la ceremonia. Edificio era tan fro por dentro como por fuera, y por esgradec que hubiera tantas personas apretujadas unas tras buscando calor. Senta una corriente de aire constant
y glida deslizndose por mis piernas, y durante la larg
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hora que pas sobre el duro banco, mis pies y mi espalducharon por soportar la incomodidad. Cuando el reverend
Dane avanz a travs de los bancos, se oy un suspirgeneralizado. Pareca correr hacia el plpito como si s
nsiedad por difundir el Evangelio se hubiera apoderado dl y le obligara a comenzar el sermn antes de alcanzar slevada posicin frente a la congregacin.
El reverendo Dane tena setenta aos por aquntonces y, aun as, continuaba conservando todo el pelo e mova con gran vigor. A decir verdad no puedo recorda
mucho de lo que dijo ese da, pero s recuerdo muy bien ono. Mis expectativas eran que nos dara una racin muompleta del fuego del infierno y la condenacin, com
habamos tenido en Billerica, pero ley la Epstola a lofesios y habl agradablemente de los hijos de la luz. M
arde supe que uno de los hombres con el ceo fruncidentados en el primer banco era su adversario, el reverend
Thomas Barnard. Nos haba mirado con severidad al entrapretando los labios y sacudiendo la cabeza hacia m al n
verme bajar los ojos con humildad. Mientras jugaba a dec
l nombre efesios en mi mente, gir cuidadosamente abeza para poder echar un vistazo a Andrew y a Tomndrew tena la cabeza descansando en los brazos, per
Tom pareca totalmente fascinado por el reverendo.De repente, una figura oscura apareci detrs de Tom,
a sorpresa me hizo abrir la boca de golpe. Era como si la
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ropias sombras de la galera hubieran tomado formlida. All, sentado detrs de mis hermanos, haba un nio
una criatura zafia y deforme, tan negra como el interior dun caldero. Haba odo hablar de esclavos negros per
nunca haba visto ninguno. Sus ojos parecan salirse de larbitas y su cabeza se retorca como si estuviera tratandde zafarse del aguijn de algn insecto. Le observijamente hasta que se dio cuenta. Empez a hacerm
muecas, sacando la lengua, hasta que cre que me iba a ren alto. Pero madre me dio un fuerte codazo, de modo qu
una vez ms, tuve que sentarme mirando al reverendo.Cuando el servicio termin, despus de much
evantarnos y sentarnos y cantar salmos, y volvernos evantar y sentar, nos abrimos paso sobriamente hasta
nieve. El da era brillante con el sol de medioda, y aguard
que mis hermanos salieran con el pequeo y extrao nisombra. Andrew apareci dando traspis, tambaleante, Tom tuvo que ayudarle a subir al carromato. Al ver al ninegro, corr hacia Richard tirando de su manga hasta que sdetuvo. Me cont que el nio era un esclavo que pertenec
l teniente Osgood, uno de los consejeros. Me quedmirando al nio que iba mseramente abrigado paremejante tiempo, a pesar de que sostena la pesada capa du amo. Nos hicimos muecas el uno al otro hasta que eniente sali, se enfund la capa y mont en su caballo. E
nio le segua andando, resbalando en la nieve con su
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apatos demasiado grandes. Estir el cuello para segumirando hasta que tanto el nio como el jinete doblaron uecodo del camino de Haverhill, perdindose de vista.
Cuando llegamos a casa, la enfermedad de Andrew y
no poda seguir siendo ignorada. Padre le llev en brazohasta la chimenea y lo dej tumbado en el catre. Andreareca insensible, agarrndose a las mantas y lueg
quitndoselas, como si se debatiera entre escalofros iebre. La abuela le toc la cara y se arrodill a su ladbrindole suavemente la camisa para revelar el primerote de sarpullido en su pecho y el vientre. Madre soloc junto al catre, con su mano suspendida en el airobre las manchas color carmes.
Podra ser cualquier clase de afeccin declaron voz desafiante, incluso irritada. Pero se limpi la
almas con el delantal y pude oler el miedo entre loliegues de su falda.
Lo sabremos muy pronto tal vez maana indica abuela sigilosamente mientras abrochaba la camisa de m
hermano. Nos inspeccion minuciosamente a cada un
uscando sntomas de fiebre o manchas carmes y luegin decir palabra, comenz a prepararnos la comida y uncima para aliviar la fiebre de Andrew.
Comimos en silencio, roto nicamente por el crepitadel fuego y los suaves gemidos provenientes del rincn e
l que Andrew yaca sobre el catre. La abuela y madr
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humedecan su frente y trataban de que tragara todo lo quchaban en su garganta. Padre se sent tan cerca del fuegomo pudo, sin meterse bajo el espetn de asar, y se qued
mirando las llamas. El sudor se deslizaba por su cara y n
dejaba de frotarse las manos como si estuviera moldeandera de abeja entre sus palmas.Poco despus Tom y yo fuimos enviados a la cam
ero ninguno de los dos pudo dormir. En algn momentde la noche o gritar a Andrew como si tuviera doloreBaj a toda prisa las escaleras a tiempo para verle de pie emitad de la habitacin, con los brazos extendidoluminados desde atrs por el fuego reducido a unas cuantarasas. Se haba orinado encima y pareca confuso
desorientado. Madre estaba intentando que volviera atre, pero l luchaba con ella como si se estuvier
hogando. Atraves rpidamente la habitacin, cog urapo y me agach para limpiar la orina de Andrew. Lbuela me agarr del brazo y me apart con rudeza.
Sarah, no debes tocar nada de Andrew ordenpremiante. Afloj la mano con la que me aferraba y m
carici la cara. Si le tocas puedes caer tambinferma. Me llev hasta una silla junto al fuego y colocu chal alrededor de mis hombros. Envolvi el trapo en ualo de escoba, limpi el turbio lquido del suelo y despuch el trapo al fuego. Me qued dormida mirando la
scuras siluetas de las dos mujeres revoloteando alrededo
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de la figura inquieta y gesticulante de mi hermano.Abr los ojos al sonido de la voz de mi padre en
habitacin. Era an muy temprano, y aunque haba poca luude ver la cara tensa de mi madre en la penumbra. Estaba
hablando en voz baja pero exaltada, y no me oyeron pisar uelo descalza hasta llegar junto al catre de mi hermano quedarme all de pie. Mir la manta que le cubra y not uigero movimiento de su respiracin. Me inclin un poc
ms para observarle y pude apreciar claramente las pstulaevemente abultadas de la peste que recorran su cara y suello, que oscilaban desde un tono rosado a un intensojo prpura; un color muy hermoso en los ptalos de unosa o un clavel. Retroced dos pasos, luego tres, sintiendl martilleo de mi pulso acelerado sonando como el galop
de los hsares a caballo, con los sables brillando en el air
cercndose para cercenar nuestras cabezas y separarlas dus cuerpos. Haba odo muchas historias de familianteras que se despertaban tranquilamente por la maanara encontrarse a la hora de la cena yaciendo todo
muertos en el suelo, revolcados en su carne supurant
ndrew tosi de repente y me tap alarmada la cara con amisn, dndome la vuelta atemorizada. La vergenza po
mi rechazo ante su contagio no bast para que me quedarll, pues corr con todas mis fuerzas hacia las escaleraara volver a la seguridad de la buhardilla.
Aunque resultaba tremendamente costoso par
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nosotros, la abuela insisti en que alguien fuera a Andoven busca del nico mdico. Richard sali apresuradamentero le llev cuatro horas volver con el doctor, que s
mantuvo a una prudente distancia de Andrew, poniend
mucho cuidado en no tocar nada de la habitacinCubriendo su cara con un gran pauelo, mir a mi hermannfermo durante el tiempo que duraron tres exhalaciones,e retir con la rapidez de un gato por la puerta principaunque no antes de ser acompaado por las imprecacione
de mi madre, bramando: No es usted mejor que uarbero!. Cuando mont en su caballo, le advirti a padr
que tendra que dar la voz de alarma, decretar la orden dislamiento para nuestra familia, y enviar al alguacil pa
que la leyera a nuestros vecinos. Dijo todo esto mientraspoleaba los flancos de su caballo, saliendo a tod
velocidad como alma que lleva el diablo. La abuela no dejque Richard entrara en casa sino que le mand, poeguridad, con la viuda Johnson. Como haba estad
durmiendo en el granero, haba muchas posibilidades dque se hubiera librado del contagio. No regres ese da, a
que supusimos que haba sido acogido en casa de una mujeon algo de caridad cristiana.La abuela, sentada en la mesa de la estancia principa
scribi una carta y me llam para que me sentara en suodillas, cogindome de las manos.
Tu padre va a llevaros a ti y a Hannah con t ta Mar
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de vuelta a Billerica. Te quedars all tal vez durantastante tiempo. Debi de notar el estremecimiento quent, porque aadi rpidamente: Sers muy feliz alon tu prima Margaret. Y podrs cuidar de Hannah.
Haban pasado aos desde la ltima vez que haba vistomi prima, que viva en la parte ms septentrional dBillerica, y los recuerdos que tena de ella se resuman ea imagen de una nia extraa y morena que a veces hablabun rincn vaco de la habitacin.
Puede venir tambin Tom? le pregunt, pero mmadre contest por ella.
No, Sarah. Necesitamos que Tom se quede y noyude en la granja. Richard se ha ido y Andrew Hiz
una pausa, cuyo sentido estaba muy claro. Andrew morirronto, y si sobreviva, sera un invlido durante mese
Sobre Tom y padre recaera todo el peso del trabajo deampo. Tom se qued muy quieto, observndome con lojos de alguien que estuviera despendose por una colin
de polvo de arenisca. Entonces golpearon con fuerza uerta y apareci un hombre enorme e inquietan
resentndose a s mismo como el alguacil. Con la ordede aislamiento en una mano y un pauelo humedecido evinagre en la otra, se dirigi de forma osada hasta dond
ndrew yaca gimiendo en el catre. Su cara llena drteres, tal como Andrew la haba descrito, era un
muestra de que algunos s sobrevivan a la viruela por
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gracia de Dios, o por la proteccin del diablo. Ley en altl anuncio que se colgara en la puerta de la casa de oraciara que todos vieran que no deberamos extender nfermedad por culpa de nuestra prfida dejadez. Mir
lrededor de la pequea y aseada habitacin de mi abuela no vi ninguna dejadez, slo orden y serena tranquilidad. Abandonar nuestra casa, murmur entre dientes:
Dios se apiadeMe encontraba sentada, temblando, escondida entre
helada paja amontonada en el interior del carromatujetando estrechamente a una inquieta y forcejeant
Hannah. A pesar de la cuarentena decidimos marcharnos or tanto debamos escapar en la oscuridad de la nochomo ladrones. Si nos cogan, toda la familia ira a prisin
Eso suponiendo que alguno de nosotros quedara con vid
s decir, despus de que la viruela hubiera pasado. Madrpretaba fuertemente los labios cuando me entreg u
hatillo con comida y algunas prendas de ropa. Habonfiado en que me dira algunas palabras de consuelo mll de las consideraciones para el cuidado de Hannah, per
nderez mi cofia con gesto firme, y sus dedos sntretuvieron demasiado tiempo arreglando los lazos.
La abuela apareci con los nudillos presionando suabios y, entregndome un pequeo paquete, dijo:
Ha llegado el momento de darte esto.
Desenvolv la tela y vi que era una mueca totalment
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vestida, con hebras de lana en la cabeza teidas de tinte rojara hacer juego con mi cabello. La boca estaba hecha ase de pequeas puntadas.
Pero no tiene ojos de botn repliqu. La abue
onri y me bes las manos.No he tenido tiempo de terminarla. Los coseremouando vuelvas susurr.
Tom nos despidi agitando tmidamente la manmientras padre sacuda las riendas y comenzbamonuestro retorno hacia el sur, a Billerica. No habamoecorrido mucha distancia cuando oamos que Tom nolamaba. Corri hasta la carreta, apret algo contra la palm
de mi mano y volvi a cerrar mis dedos para que no ldejara caer. Luego dio media vuelta y se dirigi de nuevhacia la casa. Abr el puo para descubrir que dos pequeo
otones blancos, arrancados de su nica camisa buendescansaban en mi mano como perlas idnticas. A menudodurante esa larga y fra estacin, pens con preocupacin que el viento pudiera abrirse paso por las mangabiertas, hacindole sentir todava ms el mordisco d
nvierno.
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Captulo 2
DICIEMBRE DE 1690MARZO DE 1691
Hay anocheceres de invierno en Massachusetts en loque no hay viento y la capa de nieve parece retener el frY si a la luna creciente le falta poco para estar llena, slaridad aade una especie de calidez a la tierrircundante. La luz era tan difana que poda ver la oscuombra de una liebre corriendo a travs de los campo
desafiando a la muerte bajo las garras de un bho. El largan del fusil de chispa de padre reposaba sobre suodillas y me pregunt si lamentara perder la oportunida
de cobrarse semejante premio. Haba odo muchas veces
Richard alardear de que padre poda hacer un disparmortfero a ms de setenta metros y cargar y disparauatro veces en un minuto, mientras que la mayora de lo
hombres slo podan hacerlo tres como mucho.El silencio que rodeaba los campos era tan absoluto qu
ontenamos el aliento cada vez que pasbamos frente a unasa en penumbra. El tintineo de los arneses resultaberriblemente ruidoso, y padre hizo que el caballo fuera aso para aliviar el traqueteo del carromato. Hannah s
haba quedado dormida acunada entre mis brazos, y rec
ara que no se despertara y llorara, pues el llanto de u
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eb puede orse a gran distancia en medio de la nochUna vez que atravesamos el puente Shawshin, no temimoer descubiertos, ya que, aunque la carreta haca un ruidomo para despertar a los muertos de sus tumbas, no hab
ningn colono cerca que pudiera delatarnos.Me dej caer de espaldas sobre la paja y contempl lastrellas en su perfecto cuenco negro, que haca que ielo pareciera como leche cuajada en el cazo de teir d
madre. El trayecto nos llevara tres horas, tiempuficiente para que padre nos dejara y volvie
directamente a Andover antes del amanecer. Al cabo de uato, me qued dormida y so que estaba flotando en unequea barca, arrastrada por la fuerte corriente de un ron mi mano sumergida junto al casco. Haba oscuras
deformes criaturas deslizndose bajo la superficie del agu
y la brillante luz del sol enmascaraba lo que nadaba debajUn entumecimiento progresivo comenzaba a apoderarse dodas mis extremidades, haciendo que no pudiera sacar
mano del agua. De pronto sent el tirn de muchas bocagarrndome la yema de los dedos, bocas llenas d
equeos y afilados dientes. Esper a sentir el primer dolounzante, hacindome sangre, pero en su lugar me despert
de golpe al notar cmo Hannah chupaba hambrienta mdedos.
A poca distancia vislumbr el oscuro contorno de un
asa, una dbil luz amarillenta brillando por su puer
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bierta. De pie, en el umbral, se recortaba la silueta de uhombre, con un tono de advertencia en su voz:
Quin anda ah?En su mano se intua la forma curva de una peque
guadaa. El fuerte acento gals de mi padre cort el airomo una viola.Thomas Carrier. Y traigo a mis dos hijas conmigo
Sarah y Hannah.En ese momento la figura de una mujer apareci junt
l hombre y, echndose una capa sobre los hombros, scerc hacia el carromato.Thomas, qu pasa? Qu ha sucedido?Sin haber visto su cara, supe que era mi ta y pude nota
l miedo en su voz. Qu otra cosa salvo alguna desgrachubiera podido traer al marido de su hermana y a sus doobrinas hasta su puerta a esas horas de la noche? Ella sproxim an ms a la carreta.
Mary, no te acerques tanto todava. Traigo una cartde tu madre. Es mejor que la leas antes advirti mi padrLe tendi el pergamino que ella cogi temerosa, como
uera una serpiente que pudiera morderla. Retrocedi haca luz de la puerta abierta y ley la carta, con sus dedoamborileando en su cuello. Luego se la pas a mi to sper a que l terminara de leer mientras se esforzaba ententar ver nuestras caras en la oscuridad. Hannah, que y
no se conformaba con mis dedos, comenz a llorar d
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veras. Su llanto tena una extraa intermitencia mientras cunaba cada vez ms fuerte sobre mis rodillas, esperand
que nos acogieran o rechazaran.Mary camin con precaucin hacia la carreta, llevand
una pequea palmatoria, dando pasos muy lentos, comlguien que va detrs de un carro fnebre. Se qued muerca, mirando nuestras siluetas blancas y temblorosaguijoneadas por el fro y la hora tan tarda. Pude ver qustaba asustada, pues acogindonos en su casa, podrerfectamente estar introduciendo el germen de
destruccin en su propia familia. Pero tendi sus brazos Hannah y la estrech contra su pecho, cubrindola con apa.
Ahora debes venir conmigo, Sarah declarntonces. Baj de la paja completamente aterida, llevand
mi pequeo hatillo, y comenc a seguirla hacia el interioCuando vi que mi padre no nos segua me detuve, dudandi volver a subir al carro o entrar en aquella casa extraa.
La voz de padre me lleg tan profunda como las rocavibrantes.
S buena, Sarah. Cudate mucho.Hubo un silencio y luego una sacudida de las riendas,
in decir otra palabra, hizo dar la vuelta al caballo y slej. Me qued observando cmo retomaba sus propiaodadas de vuelta hacia Andover. La luna se hab
scondido entre los rboles, por lo que el tejado de la cas
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no se poda distinguir, slo el pequeo rectngulo de lumarilla en un muro de oscuridad. Apret bien las rodillas lant los pies en la nieve, aferrando mis pertenenciaontra el pecho. Una rama cruji y chasque en algun
arte del bosque ms all del patio, como si alguien hubiera pisado cerca del claro. La puerta segua abiertero yo permanec todava un instante en el exterior de asa. Al poco rato apareci una nia en el umbral. Llevab
un camisn blanco y cofia, y su pelo oscuro caa sueltobre los hombros.
Sarah, ven adentro. Hace mucho fro me llam covoz suave.
Pero yo no poda moverme. El aire se haba hechdenso a mi alrededor y mi cuerpo estaba rgido, como unstilla de roble clavada en un cristal. Igual que un
paricin, se movi hacia m, descalza en la nievendindome la mano, abrindose paso en la oscuridad. V
que era mi prima Margaret, y aunque era dos aos mayoque yo, tena exactamente mi estatura. Su cabello era negromo ala de cuervo y era muy esbelta, con una barbil
untiaguda que le daba aspecto de duende. No me sonri nrat de hablar. Simplemente aferr mis apretadas manos ir de m suavemente hasta que, tambaleantes, atravesamountas el umbral.
Me qued detrs de la puerta; mi falda y mi ch
humeaban en el calor. Hannah se haba quedado dormida e
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os brazos de ta Mary, chupando un trapo que haba sidmojado en un cuenco con agua azucarada. Confi en quuvieran una vaca, pues el beb necesitara leche por
maana. Haban colocado un jergn de paja cerca de
himenea, y Margaret me condujo hasta el fuego, qucababan de reavivar con astillas. Muy pronto fui bienvuelta con gruesas mantas, mientras Hannah descansaba
mi lado. El sueo me lleg con el sonido de la voz de mi tusurrndome que tendramos que dormir y comepartadas de la familia durante algunos das, hasta qustuviera segura de que no habamos contrado nfermedad. Lo que no dijo fue qu sera de nosotras
mostrbamos signos de tener la viruela.Los dos das siguientes Hannah y yo tuvimos una vida
medias en la casa de Mary y Roger Toothaker. Se nos di
omida y un lugar junto al fuego, pero se nos mantena distancia. Intent tener a Hannah cerca, compartiendo colla incluso mi mueca, pero era inquieta y caprichosa y
menudo recorra toda la casa. A pesar de la prohibicin, la a veces alargaba el brazo para dar palmaditas en s
abeza, enredando los dedos en sus suaves rizos. ntonces Hannah saltaba por la habitacin, otra veontenta. Sus payasadas hacan rer al to, que la acariciabigeramente bajo la barbilla antes de empujarla de nuev
hacia m.
Cuando las sombras del da se fundan en el atardece
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mpujando la silla lejos de la mesa, estir las piernaHenry me mir con ojos sesgados por encima del hombro
Cuntanos la historia del fantasma del soldadrrante, padre propuso entonces.
Oh, no, Roger. Es demasiado tarde para algo as ntervino la ta, con una expresin de disgusto en su bocPill a Henry burlndose de m con una fea expresin y ellizc la mano. El to me miraba, bajando lentamente suesados prpados de forma intermitente. El brillo de
grasa en su boca y su barbilla, reflejando tonos naranjas marillos a la luz del fuego, le daba el aspecto de alguie
que se hubiera cocido en un horno. Margaret tambin shaba girado para mirarme, con su pelo negro cayendomo una cortina sobre su cara. Sin embargo, el tenso arc
de su cuello, igual a las cerdas de un arco, me deca: No l
dudes. De modo que me decid.No tengo miedo. Cuente la historia.El to pas un brazo alrededor de los hombros d
Margaret.Parece que tienes un alma gemela en tu prima Sara
declar. Dej su plato a un lado y mir las vetas de madera de la mesa como si tuviera desplegado un mapa anl. En el sombro crepsculo de un solitario y aisladueblo, muy parecido a Billerica, la oscuridad va cayendayendo, hasta que la nica luz sobre los vivos es la de una
uantas estrellas en el cielo que van apareciendo poco
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oco. La luz de una vela arroja dbiles sombras alrededodel alfizar de una ventana. El mismo aire del pueblo slena con el terror de una presencia todava invisible, uerror que fluye como una sinuosa niebla alrededor de la
asas, la vicara, los terrenos del cementerio. Los rboleon sus desnudas ramas, parecen enemigos armados, y loocones, voraces depredadores.
Un desgarbado y esqueltico soldado surge de loosques prpuras de robles y olmos. Va vestido con ropa
desgastadas y maltrechas, vendado con gasansangrentadas de heridas terribles, yendo de puerta euerta por todo el pueblo, suplicando algo de comer. La
nicas palabras que susurra ante cada umbral son: Hambrengo mucha hambre. Una mujer de gran corazn escuchus lastimeras plegarias y regresa con un plato de comid
ero el hombre ha desaparecido. Entonces, algn estpidamiliar se olvida de cerrar y bloquear la puerta antes dcostarse. Una nia pelirroja, que precisamente tiene nuevos, como Sarah, sale de la casa llevando dulces para
valiente soldado. Por la maana suena la alerta. La nia h
desaparecido. Tras la bsqueda, los hombres del pueblncuentran solamente un zapato desgarrado por afilados untiagudos dientes, un trozo de enagua arrugado nsangrentado y un mechn de brillante pelo rojo. No se h
vuelto a encontrar otro rastro de la nia y han pasad
muchos aos desde la ltima vez que se oy hablar d
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antasma hambriento.Yo haba crecido oyendo sombras advertencias de la
ncianas para que nos mantuviramos alejados de los valley pantanos despus del anochecer, ya que se deca que eso
ugares eran visitados por los espritus de los muertoPero el tono de la voz de mi to haba sonado como unspecie de msica. No se trataba de las aburridas epetidas canciones de la casa de oracin, sino una msicla vez perfumada y oscura. Sus palabras crearon una agud
ensin en mi pecho, como si fuera un pequeo penganchado por el esternn y arrastrado a contracorrienor algn fantasmagrico riachuelo hasta una extraa eligrosa orilla. Los toscos y sencillos muebles de
habitacin me parecieron ms lujosos. El calor del fuego as brasas ardientes de la chimenea, lana dorada. Lo
equeos cristales oscuros de la ventana se habaonvertido en granates y topacios de la oreja de un gigant
Hannah comenz a protestar y a debatirse entre mis manontrelazadas y dej que se deslizara al suelo.
Por qu iba el fantasma hambriento a comerse a un
nia cuando le ofrecieron comida en el pueblo? regunt.
Por qu, efectivamente? replic el to, rindos. Que lo preguntes demuestra que tienes una mente muctiva. Pero ten cuidado, a veces es mejor no preguntar
ontentarse con un cuento bien narrado. Especialmente
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valoras la buena opinin del narrador. Pronunci estaltimas palabras con mucha seriedad, pero me gui un ojy sent como si me hubiera abrazado.
Ms tarde, cuando yaca sobre mi jergn, la cadencia d
a voz del to continuaba reverberando en mi cabeza, a pesde que haca mucho rato que se haba ido a dormir. Yo lohara profunda y tranquilamente toda la noche, pero la tazde mi imaginacin todava no se haba colmado, y la nochiguiente mis sueos estuvieron en parte poblados d
demonios.El segundo da me sent inquieta y enojada, sin nada t
que hacer y con muchas ganas de abrir una de las ventanade pequeos cristales emplomados y arrojar a Hannah a nieve. El nico respiro lleg despus de la cena, cuando o nos relat sus aventuras en la guerra del rey Felipe,
so solamente despus de que le suplicramos una y otrvez que las contara.
El rey Felipe comenz mientras se colocaba merca del fuego fue el nombre dado a Metacom, jefe da tribu de los pokanoket. El jefe era orgulloso y arrogan
y crea que poda expulsar a los colonos ingleses. La gueromenz en un pueblo cerca de Bristol en 1675. Londios haban despedazado la vaca de un colono y stoespondieron matando a un indio. Entonces los indios s
vengaron cortando las cabezas de los granjeros y su
amilias, y as empez una cadena de asesinatos qu
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destruira asentamientos a lo largo de cientos dkilmetros. Mencion los nombres de las tribus indianvasoras, con una cadencia similar a la de una pelota qu
golpeara contra un bastidor de madera de un telar
ipmucks, wampanoags y pokanokets comenzaron a asaltaueblos y granjas en los territorios de Rhode IslanConnecticut y Massachusetts. Un millar de hombreongregados por el general Winslow se internaron, taigilosamente como queris imaginar, en los territoriondios, y fue en este grupo de hombres en el que servomo cirujano de oficiales. Un campamento de lo
narragansetts fue descubierto rpidamente en los bosqueor nuestros exploradores. Aunque debo decir que eierto que los narragansetts haban sido una tribu pacfic
hasta ese momento, pero su gran nmero inquietaba a lo
habitantes de Nueva Inglaterra y slo era cuestin diempo antes de que se alzaran para unirse a sus hermano
De modo que, a las primeras horas del amanecer, se colocun rbol sobre un arroyo y nuestras fuerzas se abalanzarovelozmente sobre su campamento.
La matanza fue rpida y total. Hasta el ltimo valiennarragansetts del campamento fue enviado al infierno. Anochecer la tierra estaba tan resbaladiza por la sangre diroteo y los apualamientos que tanto a hombres como nimales les costaba mantenerse de pie sobre la nieve. Y
mismo mat a seis o siete antes de que acabara el da. L
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orprendente fue lo fcilmente que los liquidamoColocamos sus cabezas sobre estacas y las dejamolavadas en el suelo para que sirvieran como advertenciatras tribus.
Hizo una pausa para encender su pipa con una astilacada del fuego. Al exhalar, envi el humo desde la narihasta las mejillas, provocando una nota aguda y desgarradn su narracin.
Un tal capitn Gardner haba sido heridmortalmente en la cabeza y el pecho durante la batalla y nonsinti que otro mdico, excepto yo, le atendiera. Langre caa a chorros donde su cara haba sido separada drneo como una blanda castaa cocida. Le incorporlamndole por su nombre: Capitn Gardner, puedrme?. l me mir; y con su vida escapando por su
venas, me dio las gracias por mis servicios. Muri en mrazos. Lo llevamos de vuelta a Boston, donde funterrado con todos los honores.
Todos nos quedamos en silencio y contemplamos euego sobre cuyas llamas blancas bailaban imgenes de
masacre sobre la nieve. Entonces Henry intervino.Padre, ensanos la cicatriz de la batalla.Mi ta frunci el ceo al orlo, pero l se abri
haqueta y la camisa alegremente para revelar una feicatriz que le cruzaba el pecho, justo sobre su tetil
zquierda, hasta la parte ms blanda de su vientre. Mientra
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acuda los restos quemados de su pipa, nos dijo parerminar:
Hace solamente un ao, durante los meses ms froanto Schenectady como Salmon Falls y Falmouth fuero
tacados por los franceses y los indios. Cientos dersonas fueron asesinadas y capturadas como rehenemujeres embarazadas, descuartizadas, y sus bebrrojados contra las rocas. La gente piensa que el inviernmpide las ofensivas de los indios alz la vista pa
mirarme, pero parece que la nieve y el fro no lohuyenta de nuestras puertas.
Ya basta! declar sbitamente mi ta. Su barbillemblaba mientras se apresuraba a poner la tranca en uerta. La mirada en sus ojos reflejaba muchos das
noches con miedo a que una ofensiva semejante pudie
legar hasta la granja de los Toothaker.Esa noche estuve tumbada mirando fijamente la oscu
habitacin, mientras cada sonido, cada sombra sransformaban en un sigiloso horror. Apret a Hannaontra m como un escudo hasta que pens que m
abellera saldra arrastrndose de mi crneo a causa dmiedo. Despus de muchas horas me qued dormida omenc a soar. Vi las terribles caras de los indios, y siel pintada tan brillante como un espantapjarobrindose paso hasta la casa de mi abuela, llevand
normes cuchillos de matanza increblemente largos
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filados. Haban ido a por mi familia, pero yo no poda daa alarma, porque mi cuerpo se haba quedado mucho
kilmetros atrs. Contempl cmo se reunan alrededor datre de mi hermano Andrew y vi cmo apartaban la sban
de su cabeza. Yaca inmvil, sus ojos azul pliddescansaban en medio de la masa sanguinolenta de lo quntes haba sido su cara. Cada trozo de carne haba sidrrancado de los msculos, despellejado tan limpiamenomo un cerdo en otoo.
Cuando abr los ojos, Margaret estaba arrodillada juntm, con su rostro serio y los ojos muy abiertos y si
estaear. Empec a llorar.Ven a dormir conmigo susurr, acercndose a m
do.Juntas llevamos a Hannah hasta su habitacin y no
metimos en la cama de Margaret. Ella tom mis manontre las suyas y ech su hmedo y clido aliento sobr
mis dedos. Su respiracin tena un olor dulce, como lagachas con sirope de caramelo. Sus labios se curvabahacia arriba de una forma consciente y sus ojos medi
errados mostraban un aire somnoliento.Nadie cuenta historias como padre. Las urde de
nada. Pero tambin yo tengo cosas que relatar, Sarah.A travs de la tenue luz pude ver su delicada belleza,
uave blancura de su piel, mientras hablaba. Susurr un
ancioncilla absurda en voz baja y extraamente ronc
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Pas el brazo por mis hombros apretando con fuerzcercando mi cabeza a su cuello como una tosca pieza d
metal a una piedra de afilar. Nos quedamos dormidas, lares muy juntas, con los dedos de Margaret fuertemen
ntrelazados entre los mos, para despertarnos con el gritde mi ta mirndonos fijamente.Margaret, qu es lo que has hecho? Te has puesto e
eligro.Nos quedamos all tumbadas, mirndola como si fuer
una intrusa en su propia casa.Ya no hay nada que hacer, Dios nos ampare. S
rrodill junto a la cama y pronunci una silenciosracin. Mir a Margaret, pero ella me sonri y asinti, n ese momento pens que mis tos aprenderan tambin
quererme.
Desde ese momento no pas una hora sin quomparara la plenitud de mis das con la severidad de m
vida con mi familia. Mientras que la ma era reservada hasa insensibilidad, la de Margaret era prdiga en halagos uidados. Mis padres se caracterizaban por ser silencioso
taciturnos y los suyos, al contrario, eran muy animadon sus conversaciones y risas. Y a pesar de que mi lentitu ignorancia arrancase ms de una sonrisa a Margaret, cre
que fue un acicate para que mi propio ingenio se agudizarn ms, como un centavo de cobre que se frota con u
rapo grueso para que brille.
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Estar con Margaret era como encontrarse entre loristales de un farol que mantena el calor por dentro y os mosquitos fuera. Me negu a pensar en su rarezuando, en ocasiones, mirando la copa de los rbole
senta al aire y deca: S. Lo har. O cuando, haciendequeos agujeros en la nieve, colocaba la oreja cerca duelo y escuchaba una msica que slo ella poda or. N
me pareca algo raro, porque ella era encantadora y mquera tal como era. Y porque era ma.
Una vez, cuando yo tena cinco aos, mi madre recogiuna gran cosecha de calabazas tempranas, muchas ms das que podamos conservar sin que se estropearan. Laortamos en fragantes trozos, los salamos y se los dimo
de comer a la vaca. La leche y la nata que nos dio durantdas era de un tono amarillo anaranjado y saba como
lguien hubiera vertido miel en los cubos de leche. As eromo me senta en presencia de la familia de mi prima; su
dulces temperamentos se fundan con el mo, haciendo querdiera mi carcter suspicaz y arisco.
Mi prima y yo hacamos todo como si furamos un
ola mano. Cualquier trabajo que nos mandaran a una de lados, la otra encontraba alguna estratagema para cumplir esmisma tarea, hasta el punto de que mi to sola exclamaon gran placer: Ah, aqu llegan mis gemelas. Y Margare
y yo nos reamos mirndonos la una a la otra, ella con s
elo negro y su piel cremosa y yo con mi cabello llamean
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y la cara pecosa. El nico momento en que noeparbamos, despiertas o durmiendo, era durante
Sabbath, cuando el to y su familia asistan a la casa dracin. Hannah y yo no podamos acompaarlos, ya que s
upona que estbamos en nuestra casa de Andovemurindonos a causa de la viruela. Las dos nos quedbamosperando, encerradas y aburridas, mirando ansiosas arretera para ver si los Toothaker regresaban a casa.
Ese invierno nev copiosamente, y la ventisca menudo enterraba la casa y el granero en pocas horas. Cadmaana, antes del amanecer, despejbamos el camino agranero con palas y cubos o con nuestras manos desnudaUna vez que estaba limpio, Margaret y yo caminbamos da mano hasta el riachuelo que corra con fuerza cerca de asa para coger agua. La nieve se amontonaba a lo largo d
a orilla, llegndonos hasta la cintura, y si nos caamoraspasaba las capas de ropa calndonos hasta los hueso
Romper la capa de hielo para llenar los cubos de agua mrovocaba ampollas en las manos, y por ms que lntentramos, por grande que fuera el agujero, al d
iguiente el riachuelo volva a estar cubierto de hielMargaret siempre llevaba mitones para proteger sus manode la nieve, lo que me haca no querer poner mis callosamanos entre la suavidad de las suyas. Miraba mis dedos me avergonzada de las durezas, de la piel agrietada
angrante alrededor de los nudillos. Pero ella, despus d
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esar las yemas y deslizar sus propios mitones en mmanos hasta que recuperaban su calor, cantaba de una formxtraa y alegre:
Y as yo soy t y t eres yo, y yo soy t de nuevo, y
ves.Beber el agua del riachuelo era como morder una piezde metal que ha estado largo tiempo enterrada bajo la nievy si bebamos demasiada, sentamos un pinchazo en la nucDespus de llevar el agua hasta la casa con la ayuda dHenry, sacbamos fuera a los animales uno por uno hasta eiachuelo. Yo tema que las pobres bestias sufrieran muchcausa de la sed, as que solamos azuzarlas y luego la
premibamos a volver al granero para evitar que se noongelaran las manos y los pies.
La familia de Margaret tena ms ganado que la ma. S
granero, no era tan grande, pero haba sido bien construidon la ayuda del hermano mayor, Allen. Allen todava nena su propia granja, pero viva y trabajaba en el norte dndover en casa de su amigo Timothy Swan. Sola aparecemenudo durante la poca de la siembra y para la cosech
ara ayudar a su padre con el trabajo del campo y comparta produccin. l heredara algn da la granja del to. En s
granero haba una vaca lechera, dos bueyes, una cerdnorme preada, que pronto parira, tres gallinas y un gallo
El to tambin tena un gran ruano castrado que utilizab
lo para cabalgar. Deca que el caballo era demasiad
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delicado para tirar de una carreta. Una de las labores dHenry era mantener la silla del caballo bien limpia ngrasada. Una vez me ense un sitio, justo debajo drzn, que haba sido marcado media docena de veces co
un cuchillo afilado. Henry me susurr que esas muescaepresentaban el nmero de indios que su padre habmatado con sus propias manos durante la guerra del reFelipe. Pasando el dedo a lo largo de las pequeas muescadel cuero, alarde:
Algn da esta montura ser ma, y habr una docende marcas en el arzn antes de que cumpla veinte aos.
Le mir de soslayo preguntndome cmo pensarlevar a cabo semejante tarea asesina, porque no ten
mucha fuerza ni un gran coraje. Quiz, igual que habhecho con Hannah y conmigo, les atacara por la espalda.
Cuando el to llegaba al granero, siempre traa algequeo obsequio, un trozo de manzana o algunos grano
de maz, para su preciado caballo, Bucfalo. Era el nombrque Alejandro, el rey griego, haba puesto a su corcel dguerra favorito. Un caballo apocalptico, porque por dond
ba el animal, lo hacan tambin las tropas de Alejandrolevando el fuego de la batalla. El nombre significab
Cabeza de Buey, algo que me resultaba divertido, ya qul ruano tena una cabeza muy pequea.
Ah, pero una cosa es la palabra y otra muy diferen
u significado declaraba el to, sealndome con el ded
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. Bucfalo se llama as porque veo en l el espritu de valenta. Veo el mundo, Sarah, y le llamo as por lo qureo que debera ser, no por lo que otros en sus aburridoueos creen que es.
Entonces debera llamarle Alejandro a partir dhora, to? pregunt tmidamente.l se ech a rer, pero pude notar que aquello le hab
halagado. Yo entonces no saba que Alejandro haba sidnvenenado por sus tropas.
La mayora de las tardes Margaret y yo nos sentbamountas durante horas zurciendo la ropa de inviernbservando jugar a Hannah con pequeos trozos dordones e hilos demasiado cortos para ser utilizado
Margaret tena los dedos muy giles, y a veces yo fingallar una puntada o perder el roto que estaba cosiend
ara que pudiera posar sus manos sobre mis torpes dedos guiarlos en una ordenada sucesin de puntadas. Nunca megaaba por mis fallos, pero, en cambio, alababa mobres esfuerzos. Mientras nos sentbamos juntas, co
nuestras cabezas inclinadas y moviendo los labios ca
mperceptiblemente, nos contbamos secretos la una a tra. Nos creamos muy audaces pensando que nadie s
daba cuenta, pero una vez la ta me sorprendi.Cuntas veces de nias tu madre y yo nos sentamo
omo hacis ahora t y Margaret, contndono
onfidencias, susurrando nuestras esperanzas! Tir
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on impaciencia de un hilo enredado en la camisa de Henry sonri. Mi hermana poda deshacer un nudo del tamade una pasa con ms paciencia de la que he visto jams.
Reflexion durante un instante sobre si se estar
efiriendo a la misma persona que yo conoca, aunque sabque slo tena una hermana, mi madre. No poda imaginara amable costurera descrita por mi ta como la mism
mujer que poda ver mis travesuras a doscientos pasos ddistancia.
Por qu no os vemos nunca, ta? pregunt siensar. Ella sonri vacilante, y Margaret me golpe el piara que guardara silencio. La ta llam a Henry para qu
viniera y se pusiera la remendada camisa. Haba estadentado junto al fuego temblando bajo una manta.
Slo dir que la discordia no es entre tu madre y y
La quiero mucho y si pudiera la vera ms a menudo montest, mientras le pona a Henry la camisa por la cabez
Al anochecer segu a Henry hasta el granero y regunt sobre el abismo que divida nuestras dos familia
l cruz los brazos y respir profundamente.
Tu padre cree que mi padre le ha estafado por unaierras. Pero eso es mentira y le dar una paliza a todo
que lo afirme.Por mucha reticencia que albergara hacia mi padre po
u austera y distante paternidad, no poda imaginarlo siend
deshonesto. Pero era una acusacin contra padre para
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que no obtendra respuesta hasta pasados muchos meses.Pero qu tiene eso que ver con la ta y mi madre?
regunt, sacudiendo la cabeza.A donde va el marido, tiene que seguirle la esposa
ontest Henry resoplando. Lo dijo con toda la autoridaque pudo reunir, pero yo saba que estaba repitiendo algermn que haba escuchado. Mi madre acata las rdene
de mi padre. Algo que tu madre nunca har, lo que lonvierte en una insolente desobediente.
Se llev una gran sorpresa cuando le empuj contra loesebres. No era corpulento, pero me sacaba una cabezaba siempre muy erguido. Una cosa era que yo pensara m
de mi familia, y otra completamente distinta que mi primhablara mal de ella. Le dej con la boca abierta maldiciendo, y ms tarde, cuando apareci para cenar, l
use excrementos de pollo en su estofado.Margaret y yo intercambibamos historias escandalosa
iempre que podamos. La ta, cada vez que nos pillaba, noecordaba suavemente que chismorrear era un pecado y pose motivo nuestros relatos eran intercambiados co
mucha precaucin.Los secretos de Margaret eran mucho ms interesante
que los mos, al ser ella dos aos mayor y tener mxperiencia. Pareca conocer muchas cosas desagradable
de sus vecinos, pero lo ms fascinante para m era s
onocimiento del mundo invisible. Saba cmo reconocer
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una bruja por las marcas de su cuerpo. El pezn de unruja poda ser disimulado como un lunar o cualquiestula de la piel. Una bruja no poda decir el padrenuestrompleto sin que se le trabaran las palabras. Una bruja n
e hunda si la lanzabas al agua, sino que flotaba en uperficie como si el lquido no pudiera tolerar ontaminacin. Y puesto que yo, si me lanzaban al agua, m
hunda como un yunque, no dudaba de su sabidura. Cuande pregunt cmo haba llegado a saber esas cosas, montest que su padre, siendo un hombre de ciencia, habompartido con ella sus conocimientos, porque donde ha
mujeres, siempre hay brujas.Adems aadi, con los ojos perdidos en la
largadas sombras del atardecer, las he sentido volandobre el tejado cuando las races de oreja de ratn crece
ajo la lluvia.Me pregunt en voz alta si habra brujas todava e
Billerica.No lo dudes me respondi, inclinndose hacia mLe cont entonces lo poco que haba odo en la plaz
del mercado o en las calles, y si me extend ms all de verdad, fue slo para aderezar un poco mi relato, como lolavos que se ponen en la carne para dar ms sabor. N
quera que mi prima pensara que yo era una cra que naba cmo se mova el mundo. Era la primera vez qu
oda disfrutar de compartir y guardar secretos con otr
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nia. Desde entonces, y a lo largo de los aos, he aprendidque las mujeres muestran su verdadero yo de formas mudiferentes.
Compartir secretos es el modo en que las mujeres s
unen entre s, pues revela complicidad y confianza. Guardaecretos demuestra discrecin y una especie de tranquiebelda. Es algo natural en una mujer guardar secretos eu pecho hasta que llega el momento de contarlos. Acasso no responde a la manera en que se forma su cuerpo
Una mujer est hecha de oscuros y misteriosos recovecon los que se puede engendrar sin riesgo a un beb has
que est listo para el alumbramiento, y los secretos sarecen al alumbramiento en muchas cosas. Algunos s
deslizan fcilmente al mundo, otros deben ser arrancados l cuerpo no los deja salir.
A finales de enero la nieve dej de caer y el airareci congelarse a nuestro alrededor. Los montones s
volvieron fortalezas de hielo y el arroyo se congel, hasl punto de que tenamos que deshacer bloques de hielo el fuego para beber o cocinar. No se poda sacar fuera a lo
nimales durante mucho tiempo por miedo a que sisiaran, y en consecuencia, tiraban inquietos de suonzales. Margaret y yo entramos muy temprano un
maana para darles de comer, pero teniendo cuidado dmantenernos alejadas de las patas de los bueyes y de
vaca. Bucfalo se balanceaba