la historia del tuerto (las mil y una noches)

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HISTORIA DEL TUERTO Aquí donde me ves, soy rey, hijo de un rey. También sabrás que no soy ningún ignorante. He leído el Corán, las siete narraciones, los libros capitales, los libros esenciales de los maestros de la ciencia. Y aprendí también la ciencia de los astros y las palabras de los poetas. Y de tal modo me entregué al estudio de todas las ciencias, que pude superar a todos los vivientes de mi siglo. Además, mi nombre sobresalió entre todos los escritores. Mi fama se extendió por el mundo, y todos los reyes supieron mi valía. Fué entonces cuando oyó hablar de ella el rey de la India, y mandó un mensaje a mi padre rogándole que me enviara a su corte, y acompañó a este mensaje espléndidos regalos, dignos de un rey. Mi padre consintió, hizo preparar seis naves llenas de todas las cosas, y partí con mi servidumbre. Nuestra travesía duró todo un mes. Al llegar a tierra desembarcamos los caballos y los camellos, y cargamos diez de éstos con los presentes destinados al rey de la India. Pero apenas nos habíamos puesto en marcha, se levantó una nube de polvo, que cubría todas las regiones del cielo y de la tierra, y así duró una hora. Se disipó después, y salieron de ella hasta sesenta jinetes que parecían leones enfurecidos. Eran árabes del desierto, salteadores de caravanas, y cuando intentamos huir, corrieron a rienda suelta detrás de nosotros y no tardaron en darnos alcance. Entonces, haciéndoles señas con las manos, les dijimos: "No nos hagáis daño, pues somos una embajada que lleva estos presentes al poderoso rey de la India". Y contestaron ellos: "No estamos en sus dominios ni dependemos de ese rey". Y en seguida mataron a varios de mis servidores, mientras que huíamos los demás. Yo había recibido una herida enorme, pero, afortunadamente, los árabes sólo se cuidaron de apoderarse de las riquezas que llevaban los camellos. No sabía yo dónde estaba ni qué había de hacer, pues me afligía pensar que poco antes era muy poderoso y ahora me veía en 1

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HISTORIA DEL TUERTO Aqu donde me ves, soy rey, hijo de un rey. Tambin sabrs que no soy ningn ignorante. He ledo el Corn, las siete narraciones, los libros capitales, los libros esenciales de los maestros de la ciencia. Y aprend tambin la ciencia de los astros y las palabras de los poetas. Y de tal modo me entregu al estudio de todas las ciencias, que pude superar a todos los vivientes de mi siglo. Adems, mi nombre sobresali entre todos los escritores. Mi fama se extendi por el mundo, y todos los reyes supieron mi vala. Fu entonces cuando oy hablar de ella el rey de la India, y mand un mensaje a mi padre rogndole que me enviara a su corte, y acompa a este mensaje esplndidos regalos, dignos de un rey. Mi padre consinti, hizo preparar seis naves llenas de todas las cosas, y part con mi servidumbre. Nuestra travesa dur todo un mes. Al llegar a tierra desembarcamos los caballos y los camellos, y cargamos diez de stos con los presentes destinados al rey de la India. Pero apenas nos habamos puesto en marcha, se levant una nube de polvo, que cubra todas las regiones del cielo y de la tierra, y as dur una hora. Se disip despus, y salieron de ella hasta sesenta jinetes que parecan leones enfurecidos. Eran rabes del desierto, salteadores de caravanas, y cuando intentamos huir, corrieron a rienda suelta detrs de nosotros y no tardaron en darnos alcance. Entonces, hacindoles seas con las manos, les dijimos: "No nos hagis dao, pues somos una embajada que lleva estos presentes al poderoso rey de la India". Y contestaron ellos: "No estamos en sus dominios ni dependemos de ese rey". Y en seguida mataron a varios de mis servidores, mientras que huamos los dems. Yo haba recibido una herida enorme, pero, afortunadamente, los rabes slo se cuidaron de apoderarse de las riquezas que llevaban los camellos. No saba yo dnde estaba ni qu haba de hacer, pues me afliga pensar que poco antes era muy poderoso y ahora me vea en la pobreza y en la miseria. Segu huyendo, hasta encontrarme en la cima de una montaa, donde haba una gruta, y all al fin pude descansar y pasar la noche. A la maana siguiente sal de la gruta, prosegu mi camino, y as llegu a una ciudad esplndida, de clima tan maravilloso, que el invierno nunca la visit y la primavera la cubra constantemente con sus rosas. Me alegr mucho al entrar en aquella ciudad, donde encontrara, seguramente, descanso a mis fatigas y sosiego a mis inquietudes. No saba a quin dirigirme, pero al pasar junto a la tienda de un sastre que estaba all cosiendo, le dese la paz, y el buen hombre, despus de devolverme el saludo, me abraz, me invit cordialmente a sentarme, y lleno de bondad me interrog acerca de los motivos que me haban alejado de mi pas. Le refer entonces cuanto me haba ocurrido, desde el principio hasta el fin, y el sastre me compadeci mucho y me dijo: "Oh tierno joven! no cuentes eso a nadie: Teme al rey de esta ciudad, que es el mayor enemigo de los tuyos, y quiere vengarse de tu padre desde hace muchos aos". Despus me di de comer y beber, y comimos y bebimos en la mejor compaa. Y pasamos parte de la noche conversando, y luego me cedi un rincn de la tienda para que pudiese dormir, y me trajo un colchn y una manta, y cuanto poda necesitar. As permanec en su tienda tres das, y transcurridos que fueron, me pregunt: "Sabes algn oficio para ganarte la vida?" Y yo contest: "Ya lo creo! Soy un gran jurisconsulto, un maestro reconocido en ciencias, y adems s leer y contar". Pero l replic: "Hijo mo, nada de eso es oficio. Es decir, no digo que no sea oficio (pues me vi muy afligido), pero no encontrars parroquianos en nuestra ciudad. Aqu nadie sabe estudiar, ni leer, ni escribir, ni contar. No saben ms que ganarse la vida". Entonces me puse muy triste y comenc a lamentarme: "Por Alah! Slo s hacer lo que acabo de decirte". Y l me dijo: "Vamos, hijo mo, no hay que afligirse de ese modo! Coge una cuerda y un hacha y trabaja de leador, hasta que Alah te depare mejor suerte. Pero, sobre todo, oculta tu verdadera condicin, pues te mataran". Y fu a comprarme el hacha y la cuerda, y me mand con los leadores, despus de recomendarme a ellos. March entonces con los leadores, y terminado mi trabajo, me ech al hombro una carga de lea, la llev a la ciudad y la vend por medio dinar. Compr con unos pocos cuartos mi comida, guard cuidadosamente el resto de las monedas, y durante un ao segu trabajando de este modo. Todos los das iba a la tienda del sastre, donde descansaba unas horas sentado en el suelo con las piernas cruzadas. Un da, al salir al campo con mi hacha, llegu hasta un bosque muy frondoso que me ofreca una buena provisin de lea. Escog un gran tronco seco, me puse a escarba: alrededor de las races, y de pronto el hacha se qued sujeta en una argolla de cobre. Vaci la tierra, y descubr una tabla a la cual estaba prendida la argolla, y al levantarla, apareci una escalera que me condujo hasta una puerta. Abr la puerta y me encontr en un saln de un palacio maravilloso. All estaba una joven hermossima, perla inestimable, cuyos encantos me hicieron olvidar mis desdichas y mis temores. Y mirndola, me inclin ante el Creador, que la haba dotado de tanta perfeccin y tanta hermosura. Entonces ella me mir y me dijo: "Eres un ser humano o un efrit? Y contest: "Soy un hombre". Ella volvi a preguntar: "Cmo pudiste venir hasta este sitio donde estoy encerrada hace veinte aos?" Y al or estas palabras, que me parecieron llenas de delicia y de dulzura, le dije: "Oh seora ma! Alah me ha trado a tu morada para que olvide mis dolores y mis penas". Y le cont cuanto me haba ocurrido, desde el principio hasta el fin, producindole tal lstima, que se puso a llorar, y me dijo: "Yo tambin te voy a contar mi historia: "Sabed que soy hija del rey Aknamus, el ltimo rey de la India, seor de la Isla de Ebano. Me cas con el hijo de mi to. Pero la misma noche de mi boda, antes de perder mi virginidad, me rapt un efrit, llamado Georgirus, hijo de Rajmus y nieto del propio Eblis, y me condujo volando hasta este sitio, al que haba trado dulces, golosinas, telas preciosas, muebles, vveres y bebidas. Desde entonces viene a verme cada diez das; se acuesta esa noche conmigo, y se va por la maana. Si necesitase llamarlo durante los diez das de su ausencia, no tendra ms que tocar esos dos renglones escritos en la bveda, e inmediatamente se presentara. Como vino hace cuatro das, no volver pasados otros seis, de modo que puedes estar conmigo cinco das, para irte uno antes de su llegada".Y yo le contest: "Desde luego he de permanecer aqu todo ese tiempo". Entonces ella, mostrando una gran satisfaccin, se levant en seguida, me cogi de la mano, me llev por unas galeras, y llegamos por fin al hammam, cmodo y agradable con su atmsfera tibia. Inmediatamente me desnud, ella se despoj tambin de sus vestidos, quedando toda desnuda, y los dos entramos en el bao. Despus de baarnos, nos sentamos en la tarima del hammam, uno al lado del otro, y me di de beber sorbetes de almizcle y a comer pasteles deliciosos. Y seguimos hablando cariosamente mientras nos comamos las golosinas del raptor. En seguida me dijo: "Esta noche vas a dormir y a descansar de tus fatigas para que maana ests bien dispuesto". Y yo, oh seora ma! me avine a dormir, despus de darle mil gracias. Y olvid realmente todos mis pesares. Al despertar, la encontr sentada a mi lado, frotando con un delicioso masaje mis miembros y mis pies. Y entonces invoqu sobre ella todas las bendiciones de Alah, y estuvimos hablando durante una hora cosas muy agradables. Y ella me dijo: "Por Alah! Antes de que vinieses viva sola en este subterrneo, y estaba muy triste, sin nadie con quien hablar, y esto durante veinte aos. Por eso bendigo a Alah, que te ha guiado junto a m". Despus, con voz llena de dulzura, cant esta estrofa:

Si de tu venida Nos hubiesen avisado anticipadamente, Habramos tendido como alfombra para tus pies La sangre pura de nuestros corazones y el negro terciopelo de nuestros ojos! Habramos tendido la frescura de nuestras mejillas Y la carne juvenil de nuestros muslos sedosos Para tu lecho, oh, viajero de la noche! Porque tu sitio est encima de nuestros prpados! Al or estos versos le di las gracias con la mano sobre el corazn, y sent que su amor se apoderaba de todo mi ser, haciendo que tendieran el vuelo mis dolores y mis penas. En seguida nos pusimos a beber en la misma copa, hasta que se ausent el da. Y aquella noche me acost con ella, para gozar de la mayor felicidad. Y jams en mi vida he pasado una noche semejante! Por eso cuando lleg la maana nos levantamos muy satisfechos uno de otro y realmente posedos de una dicha sin lmites. Entonces, ms enamorado que nunca, temiendo que se acabase nuestra felicidad, le dije: "Quieres que te saque de este subterrneo y que te libre del efrit?" Pero ella se ech a rer, y me dijo: "Calla,y contntate con lo que tienes! Ese pobre efrit solo vendr una vez cada diez das, y todos los dems sern para ti". Pero exaltado por mi pasin, me exced demasiado en mis deseos, pues repuse: "Voy a destruir esas inscripciones mgicas, y en cuanto se presente el efrit, lo matar. Para m es un juego exterminar a esos efrits, ya sean de encima o de debajo de la tierra". Y la joven, queriendo calmarme, recit estos versos: Oh t, que pides un plazo antes de la separacin y que encuentras dura la ausencia! no sabes que es el medio de no encadenarse? no sabes que es sencillamente el medio de amar? Ignoras que el cansancio es la regla de todas las relaciones, y que la, ruptura es la conclusin de todas las amistades...? Pero yo, sin hacer caso de estos versos que ella me recitaba, di un violento puntapi en la bveda... Oh seora ma!, cuando di en la bveda tan violento puntapi, la joven me dijo: "He ah el efrit! Ya viene contra nosotros! Por Alah! Me has perdido! Tiende a tu salvacin y sal por donde entraste". Entonces me precipit hacia la escalera. Pero desgraciadamente, a causa de mi gran terror, haba olvidado las sandalias y el hacha. Por eso, como haba ya subido algunos peldaos, volv un poco la cabeza para dirigir la ltima mirada a las sandalias y al hacha que haba sido mi felicidad; pero en el mismo instante vi abrirse la tierra y aparecer un efrit enorme, horriblemente feo, que pregunt a la joven: "A qu obedece esa llamada tan terrible con la que acabas de asustarme? Qu desgracia te amenaza?". Ella contest: "Ninguna desgracia. Sent una opresin en el pecho, a causa de mi soledad, y al levantarme en busca de alguna bebida refrescante que reconfortara mi nimo, lo hice tan bruscamente, que resbal y fui a dar contra la cpula". Pero el efrit dijo: "Cmo sabes mentir, desvergonzada libertina!" Despus empez a registrar el palacio por todos lados, hasta encontrar mis babuchas y el hacha. Y entonces grit: "Qu significan estas prendas? Cmo han podido llegar aqu?" Y ella contest: "Ahora las veo por primera vez. Acaso las llevaras t colgando a la espalda, y as las has trado". El efrit, en el colmo del furor, dijo entonces: "Todo eso son palabras absurdas, torpes y falsas. Y no han de servirte conmigo, mala mujer". En seguida la desnud completamente, la puso sobre cuatro estacas clavadas en el suelo, y empez a atormentarla, insistiendo en sus preguntas sobre lo que haba ocurrido. Pero yo no pude resistir ms aquella escena, ni escuchar su llanto, y sub rpidamente los peldaos, trmulo de terror. Una vez en el bosque, puse la trampa como la haba encontrado, y la ocult a las miradas cubrindola con tierra. Y me arrepent de mi accin hasta el lmite del arrepentimiento. Y me puse a pensar en la joven, en su hermosura y en los tormentos que le haca sufrir aquel miserable despus de poseerla veinte aos. Y aun me dola ms que la atormentase por causa ma. Y en ese momento me puse a pensar tambin en mi padre, en su reino y en mi triste condicin de leador. Esto fu todo! Despus segu caminando, hasta llegar a la casa de mi amigo el sastre. Y lo encontr muy impaciente a causa de mi ausencia, pues se hallaba sentado y pareca que lo estuviesen friendo al fuego en una sartn. Y me dijo: "Como no viniste ayer, pas toda la noche muy intranquilo. Y tem que te hubiese devorado alguna fiera o te hubiera pasado algo semejante en el bosque; pero, alabado sea Alah que te guard!" Entonces le di las gracias por su bondad, entr en la tienda, y sentado en mi rincn empec a pensar en mi desventura y a reconvenirme por aquel puntapi tan imprudente que haba dado en la bveda. De pronto mi amigo el sastre entr y me dijo: "En la puerta de la tienda hay un hombre, una especie de persa, que pregunta por ti y lleva en la mano tu hacha y tus babuchas. Las ha presentado a todos los sastres de esta calle, y les ha dicho: "Al ir esta maana a la oracin, llamado por el muezn, me he encontrado en el camino estas prendas y no s a quin pertenecen. Me lo podrais decir vosotros?" Entonces los sastres reconocieron tu hacha y tus sandalias y lo han encaminado hacia aqu. Y ah est aguardndote en la puerta de la tienda. Sal, dale las gracias, y recoge el hacha y las sandalias". Pero al or todo aquello me puse muy plido y cre desmayarme de terror. Y hallndome en este trance, se abri de pronto la tierra y apareci el persa. Era el efrit! Haba sometido a la joven al tormento, y qu tormento! Pero ella nada haba declarado, y entonces l, cogiendo el hacha y las babuchas, le dijo: "Ahora vers si no soy Georgirus, descendiente de Eblis. Vas a ver si puedo traer o no al amo de estas cosas!" Y haba empleado en las casas de los sastres la estratagema de que he hablado. Se me apareci, pues, bruscamente, brotando del suelo, y sin perder un instante me cogi en brazos, se elev conmigo por los aires, y descendi despus para hundirme con l en la tierra. Yo haba perdido por completo el conocimiento. Me llev al palacio subterrneo en que haba sido tan feliz, y all vi desnuda a la joven, cuya sangre corra por su cuerpo. Mis ojos se haban llenado de lgrimas. Entonces el efrit se dirigi a ella y le dijo: "Aqu tienes a tu amante". Y la joven me mir y dijo: "No s quin puede ser este hombre. No le he visto hasta ahora. Y replic el efrit: "Cmo es eso? Te presento la prueba del delito y no confiesas?" Y ella, resueltamente, insisti: "He dicho que no le conozco". Entonces dijo el efrit: "Si es verdad que no lo conoces, coge ese alfanje y crtale la cabeza". Y ella cogi el alfanje, avanz muy decidida y se detuvo delante de m. Y yo, plido de terror, le peda por seas que me perdonase, y las lgrimas corran por mis mejillas. Y ella me hizo tambin una sea con los ojos, mien-tras deca en alta voz: "T eres la causa de mis desgracias!" Y yo contest a esta sea con una contraccin de mis ojos, y recit estos versos de doble sentido, que el efrit no poda entender: Mis ojos saben hablarte suficientemente para que la lengua sea intil! Slo mis ojos te revelan los secretos ocultos de mi corazn! Cuando te apareciste, corrieron por mi rostro dulces lgrimas, y me qued mudo, pues mis ojos te decan lo necesario! Los prpados saben expresar tambin los sentimientos! El entendido no necesita utilizar los dedos! Nuestras cejas pueden suplir a las palabras! Silencio, pues! Dejemos que hable el amor! Y entonces la joven, habiendo entendido mis splicas, solt el alfanje. Lo recogi el efrit, y entregndomelo, dijo sealando a la joven: "Crtale la cabeza, y quedars en libertad; te prometo no causarte ningn dao". Y yo contest "As sea!" Y cog el alfanje y avanc resueltamente con el brazo levantado. Pero ella me imploraba, hacindome seas con los ojos, como diciendo: "Qu dao te hice?" Y entonces se me llenaron los ojos de lgrimas, y arrojando el alfanje, dije al efrit: "Oh poderoso efrit! Oh hroe robusto e invencible! Si esta mujer fuese tan mala como crees, no habra dudado en salvarse a costa de mi vida. Y en cambio ya has visto que ha arrojado el alfanje. Cmo he de cortarle yo la cabeza, si adems no conozco a esta joven? As me dieses a beber la copa de la mala muerte, no haba de prestarme a esa villana". Y el efrit contest a estas palabras: "Basta ya! Acabo de sorprender que os amis. He podido comprobarlo". Y entonces, oh seora ma! cogi el alfanje y cort una mano de la joven y despus la otra mano, y luego el pie derecho y despus el izquierdo. De cuatro golpes taj las cuatro extremidades. Y yo, al ver aquello con mis propios ojos, cre que me mora. En ese momento la joven, guindose un ojo, me hizo disimuladamente una sea. Pero ay de m! el efrit la sorprendi, y dijo: "Oh hija de puta! Acabas de cometer adulterio con tu ojo". Y entonces de un tajo le cort la cabeza. Despus, volvindose hacia m, exclam: "Sabe oh t, ser humano! que nuestra ley nos permite a los efrits matar a la esposa adltera, y hasta lo encuentra lcito y recomendable. Sabe que yo rob a esta joven la noche de su boda, cuando aun no tena doce aos y antes de que nadie se acostara con ella. Y la traje aqu, y cada diez das vena a verla, y pasbamos juntos la noche, y copulaba con ella bajo el aspecto de un persa; pero hoy, al saber que me engaaba, la he matado. Slo me ha engaado con un ojo, con el que te gui al mirarte. En cuanto a ti, como no he podido comprobar si fornicaste con ella, no te matar; pero de todos modos, algo he de hacerte para que no te ras a mis espaldas y para humillar tu vanidad. Te permito elegir el mal que quieras que te cause". Entonces, oh seora ma! al verme libre de la muerte, me regocij hasta el lmite del regocijo, y confiando en obtener toda su gracia, le dije: "Realmente, no s cul elegir de entre todos los males; pero no prefiero ninguno". Y el efrit, ms irritado que nunca, golpe con el pie en el suelo, y exclam: "Te mando que elijas! A ver, bajo qu forma quieres que te encante? Prefieres la de un borrico? La de un mulo? La de un cuervo? La de un perro? La de un mono? Entonces yo, con la esperanza de un indulto completo y abusando de su buena disposicin, le respond: "Oh, mi seor Georgirus, descendiente del poderoso Eblis! Si me perdonas, Alah te perdonar tambin, pues tendr en cuenta tu clemencia con un buen musulmn que nunca te hizo dao". Y segu suplicando hasta el lmite de la splica, postrndome humildemente entre sus manos, y le deca: "No me condenes injustamente". Pero l replic: "No hables ms si no quieres morir. Es intil que abuses de mi bondad, pues tengo que encantarte necesariamente". Y dicho esto me cogi, hendi la cpula, atraves la tierra y vol conmigo a tal altura, que el mundo me pareca una escudilla de agua. Descendi despus hasta la cima de un monte, y all me solt; cogi luego un puado de tierra, refunfu como un gruido, pronunci en seguida unas palabras misteriosas, y arrojndome la tierra, dijo: "Sal de tu forma y toma la de un mono!" Y al momento, oh seora ma! qued convertido en mono. Pero qu mono! Viejo, de ms de cien aos y de una fealdad excesiva! Cuando me vi tan horrible, me desesper y me puse a brincar, y brincaba, realmente. Y como aquello no me serva de remedio, romp a llorar a causa de mis desventuras. Y el efrit se rea de un modo que daba miedo, hasta que por ltimo desapareci. Y medit entonces sobre las injusticias de la suerte, habiendo aprendido a costa ma que la suerte no depende de la criatura. Despus descend al pie de la montaa, hasta llegar a lo ms bajo de todo. Y empec a viajar, y por las noches me suba para dormir a la copa de los rboles. As fui caminando durante un mes, hasta encontrarme a orillas del mar. Y all me detuve como una hora, y acab por ver una nave, en medio del mar, que era impulsada hacia la costa por un viento favorable. Entonces me escond detrs de unas rocas, y all aguard. Cuando la embarcacin ancl y sus tripulantes comenzaron a desembarcar, me tranquilic un tanto, saltando finalmente a la nave. Y uno de aquellos hombres grit al verme: "Echad de aqu pronto a ese bicho de mal agero!". Otro dijo: "Mejor sera matarlo!" Y un tercero repuso: "S; matmoslo con este sable". Entonces me ech a llorar, y detuve con una mano el arma, y mis lgrimas corran abundantes. Y en seguida el capitn, compadecindose de m, exclam: "Oh mercaderes! este mono acaba de implorarme, y queda bajo mi proteccin. Y os prohibo echarle, pegarle u hostigarle". Luego hubo de dirigirme benvolas palabras, y yo las entenda todas. Entonces acab por tomarme en calidad de criado, y yo haca todas sus cosas y le serva en la nave. Y al cabo de cincuenta das, durante los cuales nos fue el viento propicio, arribamos a una ciudad enorme y tan llena de habitantes, que slo Alah podra contar su nmero. Cuando llegamos, acercronse a nuestra nave los mamalik enviados por el rey de la ciudad. Y llegaron para saludarnos y dar la bienvenida a los mercaderes, dicindoles: "El rey nos manda que os felicitemos por vuestra feliz llegada, y nos ha entregado este rollo de pergamino para que cada uno de vosotros escriba en l una lnea con su mejor letra". Entonces yo, que no haba perdido an mi forma de mono, les arranqu de la mano el pergamino, alejndome con mi presa. Y temerosos sin duda de que lo rompiese o lo tirase al mar, me llamaron a gritos y me amenazaron; pero les hice sea de que saba y quera escribir; y el capitn repuso: "Dejadle. Si vemos que lo emborrona, le impediremos que contine; pero si escribe bien de veras, le adoptar por hijo, pues en mi vida he visto un mono ms inteligente". Cog entonces el clamo, lo moj, extendiendo bien la tinta por sus dos caras, y comenc a escribir. Y escrib cuatro estrofas, cada una con una letra diferente, e improvisadas en distinto estilo: la primera al modo Rikaa, la segunda al modo Rihani, la tercera al modo Sulci y la cuarta al modo Muchik:El tiempo ha descrito ya los beneficios y los dones de los hombres generosos, pero desespera de poder enumerar jams los tuyos! Despus de Alah, el gnero humano no puede recurrir ms que a ti, porque eres realmente el padre de todos los beneficios! b) Os hablar de su pluma: Es la primera, y el origen mismo de las plumas! Su podero es sorprendente! Y ella es la que le ha colocado entre los sabios ms notables! De esa pluma, cogida con las yemas de sus cinco dedos, han brotado y corren por el mundo cinco ros de elocuencia y poesa! c) Os hablar de su inmortalidad: No hay escritor que no muera; pero el tiempo eterniza lo escrito por sus manos! As, pues, no dejes escribir a tu pluma ms que aquello de que puedas enorgullecerte el da de la Resurreccin! d) Si abres el tintero, utilzalo solamente para trazar renglones que beneficien a toda criatura generosa! Pero si no has de usarlo para hacer donaciones, procura, al menos, producir belleza! Y sers as uno de aquellos a quienes se cuenta entre los escritores ms grandes! Cuando acab de escribir les entregu el rollo de pergamino. Y todos los que lo vieron se quedaron muy admirados. Despus cada cual escribi una lnea con su mejor letra. Luego de esto se fueron los esclavos para llevar el rollo al rey. Y cuando el rey hubo examinado lo escrito por cada uno de nosotros, no qued satisfecho ms que de lo mo, que estaba hecho de cuatro maneras diferentes, pues mi letra me haba dado reputacin universal cuando yo era todava prncipe. Y el rey dijo a sus amigos que estaban presentes y a los esclavos: "Id en seguida a ver al que ha hecho esta hermosa letra, dadle este traje de honor para que se lo vista, y traedle en triunfo sobre mi mejor mula al son de los instrumentos". Al orlo, todos empezaron a sonrer. Y el rey, al notarlo, se enoj mucho, y dijo: "Cmo! Os doy una orden y os res de m?". Y contestaron: "Oh rey del siglo! En verdad que nos guardaramos de rernos de tus palabras; pero has de saber que el que ha hecho esa letra tan hermosa no es hijo de Adn, sino un mono, que pertenece al capitn de la nave". Estas palabras sorprendieron mucho al rey, y luego, convulso de alegra y estallando de risa, dijo: "Deseo comprar ese mono". Y orden inmediatamente a las personas de su corte que cogiesen la mula y el traje de honor y se fuesen a la nave a buscar al mono, y les dijo: "De todas maneras, le vestiris con ese traje de honor y le traeris montado en la mula". Llegados a la nave me compraron a un precio elevado, aunque al principio el capitn se resista a venderme, comprendiendo, por las seas que le hice, que me era muy doloroso separarme de l. Despus los otros me vistieron con el traje de honor, montronme en la mula y salimos al son de los instrumentos ms armoniosos que se tocaban en la ciudad. Y todos los habitantes y las criaturas humanas de la poblacin se quedaron asombrados, mirando con inters enorme un espectculo tan extraordinario y prodigioso. Cuando me llevaron ante el rey lo vi, bes la tierra entre sus manos tres veces, permaneciendo luego inmvil. Entonces el monarca me invit a sentarme, y yo me postr de hinojos. Y todos los concurrentes se quedaron maravillados de mi buena crianza y mi admirable cortesa; pero el ms profundamente maravillado fu el rey. Y cuando me postr de hinojos, el rey dispuso que todo el mundo se fuese, y todo el mundo se march. No quedamos ms que el rey, el jefe de los eunucos, un joven esclavo favorito y yo, seora ma. Entonces orden el rey que trajesen algunas vituallas. Y colocaron sobre un mantel cuantos manjares puede el alma anhelar, y cuantas excelencias son la delicia de los ojos. Y el rey me invit luego a servirme, y levantndome y besando la tierra entre sus manos siete veces, me sent sobre mi trasero de mono y me puse a comer muy pulcramente, recordando en todo mi educacin pasada. Cuando levantaron el mantel, me levant yo tambin para lavarme las manos. Volv despus de lavrmelas, cog el tintero, la pluma y una hoja de pergamino, y escrib lentamente estas dos estrofas ensalzando las excelencias de la pastelera rabe: Oh pasteles! dulces, finos y sublimes pasteles, enrollados con los dedos! Vosotros sois la triaca, el antdoto de cualquier veneno! Nada me gusta tanto, y constitus mi nica esperanza, toda mi pasin! El corazn se me estremece al ver un mantel bien extendido, en cuyo centro se aromatiza una kenafa (1) nadando sobre la manteca y la miel en una gran bandeja! Oh kenafa! kenafa fina y sedosa como cabellera! Mi deseo por saborearte oh kenafa! llega a la exageracin! Y me pondra en peligro de muerte el pasar un da sin que estuvieses en mi mesa! Oh kenafa! Y t, jarabe! adorable y delicioso jarabe! Aunque lo estuviera comiendo y bebiendo da y noche, volvera a desearlo en la vida futura!

Despus de esto dej la pluma y el tintero, y me sent respetuosamente a alguna distancia. Y no bien ley el rey lo que yo haba escrito, se maravill asombrosamente, y exclam: "Es posible que un.mono posea tanta elocuencia, y sobre todo una letra tan magnfica? Por Alah...! Es el prodigio de los prodigios!" En aquel instante trajeron un juego de ajedrez, y el rey me pregunt por seas si saba jugar, contestndole yo que s con la cabeza. Y me acerqu, coloqu las piezas, y me puse a jugar con el rey. Y le di mate dos veces. Y el rey no supo entonces qu pensar, quedn. dose perplejo, y dijo: "Si ste fuera un hijo de Adn, habra superado a todos los vivientes de su siglo!" Y orden luego al eunuco: "Ve a las habitaciones de tu duea, mi hija, y dile: "Oh mi seora! Venid inmediatamente junto al rey", pues quiero que disfrute de este espectculo y vea un mono tan maravilloso". Entonces fue el eunuco, y no tard en volver con su duea, la hija del rey, que en cuanto me divis se cubri la cara con el velo, y dijo: "Padre mo! Cmo me mandas llamar ante hombres extraos?" Y el rey dijo: "Hija ma, por quin te tapas la cara, si no hay aqu nadie ms que nosotros?" Entonces contest la joven: "Sabe, oh padre mo! que ese mono es hijo de un rey llamado Amarus, y dueo de un lejano pas.. Este mono est encantado por el efrit Georgirus, descendiente de Eblis, despus de haber matado a su esposa, hija del rey Aknamus, seor de las Islas de Ebano. Este mono, al cual crees mono de veras, es un hombre, pero un hombre sabio, instruido y prudente". Sorprendido al or estas palabras, me pregunt el rey: "Es verdad lo que dice de ti mi hija?" Y yo, con la cabeza, le indiqu como era cierto, y romp a llorar. Entonces el rey le pregunt a su hija:"Por qu sabes que est encantado?" Y la princesa contest: "Oh padre mo! Siendo yo pequea, la vieja que haba en casa de mi madre era una bruja muy versada en la magia y me ense este arte. Ms tarde me perfeccion en l, y aprend ms de ciento setenta artculos mgicos, de los cuales el ms insignificante me permitira transportar tu palacio con todas sus piedras y la ciudad entera detrs del Cucaso, y convertir en mar esta comarca y en peces a cuantos la habitan". Y el padre exclam: "Por el verdadero nombre de Alah sobre ti oh hija ma!, desencanta a ese hombre, para que yo le nombre mi visir! Pero es posible que t poseas ese talento tan enorme y que yo lo ignorase? Desancanta inmediatamente a ese mono, pues debe ser un joven muy inteligente y agradable". Y la princesa respondi: "De buena gana y como homenaje debido". Oh, mi seora! Al or la princesa el ruego de su padre, cogi un cuchillo que tena unas inscripciones en lengua hebrea, traz con l un crculo en el suelo, escribi all varios renglones talismnicos, y despus se coloc en medio del crculo, murmur algunas palabras mgicas, ley en un libro antiqusimo unas cosas que nadie entenda, y as permaneci breves instantes. Y he aqu que de pronto nos cubrieron unas tinieblas tan espesas, que nos creamos enterrados bajo las ruinas del mundo. Y sbitamente apareci el efrit Georgirus bajo el aspecto ms horrible, las manos como rastrillos, las piernas como mstiles y los ojos como tizones encendidos. Entonces nos aterrorizamos todos, pero la hija del rey le dijo: "Oh efrit! no puedo darte la bienvenida ni acogerte con cordialidad". Y contest el efrit: "Por qu no cumples tus promesas? No juraste respetar nuestro acuerdo de no combatirnos ni mezclarte en nuestros asuntos? Mereces el castigo que voy a imponerte. Ahora vers, traidora!" E inmediatamente el efrit se convirti en un len espantoso, el cual, abriendo la boca en toda su extensin, se abalanz sobre la joven. Pero ella, rpidamente, se arranc un cabello, se lo acerc a los labios, murmur algunas palabras mgicas, y en seguida el cabello se convirti en un sable afiladsimo. Y di con l tal tajo al len, que lo abri en dos mitades. Pero inmediatamente la cabeza del len se transform en un escorpin horrible, que se arrastraba hacia el taln de la joven para morderla, y la princesa se convirti en seguida en una serpiente enorme, que se precipit sobre el maldito escorpin, imagen del efrit, y ambos trabaron descomunal batalla. De pronto, el escorpin se convirti en un buitre y la serpiente en un guila, que se cerni sobre el buitre, y ya iba a alcanzarlo, despus de una hora de persecucin, cuando el buitre se transform en un enorme gato negro, y la princesa en lobo. Gato y lobo se batieron a travs del palacio, hasta que el gato, al verse vencido, se convirti en una inmensa granada roja y se dej caer en un estanque que haba en el patio. El lobo se ech entonces al agua, y la granada, cuando iba a cogerla, se elev por los aires, pero como era tan enorme cay pesadamente sobre el mrmol y se revent. Los granos, desprendindose uno a uno, cubrieron todo el suelo. El lobo se transform entonces en gallo, empez a devorarlos, y ya no quedaba ms que uno, pero al ir a tragrselo se le cay del pico, pues as lo haba dispuesto la fatalidad, y fu a esconderse en un intersticio de las losas, cerca del estanque. Entonces el gallo empez a chillar, a sacudir las alas y a hacernos seas con el pico, pero no entendamos su lenguaje, y como no podamos comprenderle, lanz un grito tan terrible, que nos pareci que el palacio se nos vena encima. Despus empez a dar vueltas por el patio, hasta que vi el grano y se precipit a cogerlo, pero el grano cay en el agua y se convirti en un pez. El gallo se transform entonces en una ballena enorme, que se hundi en el agua persiguiendo al pez, y desapareci de nuestra vista durante una hora. Despus omos unos gritos tremendos y nos estremecimos de terror. Y en seguida apareci el efrit en su propia y horrible figura, pero ardiendo como un ascua, pues de su boca, de sus ojos y de su nariz salan llamas y humo; y detrs de l surgi la princesa en su propia forma, pero ardiendo tambin como metal en fusin, y persiguiendo al efrit, que ya nos iba a alcanzar. Entonces, temiendo que nos abrasase, quisimos echarnos al agua, pero el efrit nos detuvo dando un grito espantoso, y empez a resollar fuego contra todos. La princesa lanzaba fuego contra l, y fu el caso que nos alcanz el fuego de los dos, y el de ella no nos hizo dao, pero el del efrit s que nos lo produjo, pues una chispa me di en este ojo y me lo salt; otra di al rey en la cara, y le abras la barbilla y la boca, arrancndole parte de la dentadura y otra chispa prendi en el pecho del eunuco y le hizo perecer abrasado. Mientras tanto, la princesa persegua al efrit, lanzndole fuego encima, hasta que omos decir: "Alah es el nico grande! Alah es el nico poderoso! Aplasta al que reniega de la fe de Mohamed, seor de los hombres!" Esta voz era de la princesa, que nos mostraba al efrit enteramente convertido en un montn de cenizas. Despus lleg hasta nosotros y dijo: "Aprisa, dadme una taza con agua". Se la trajeron, pronunci la princesa unas palabras incomprensibles, me roci con el agua, y dijo: "Queda desencantado en nombre del nico Verdadero! Por el poderoso nombre de Alah, vuelve a tu primitiva forma! Entonces volv a ser hombre, pero me qued tuerto. Y la princesa, queriendo consolarme, me dijo: "El fuego siempre es fuego, hijo mo!" Y lo mismo dijo a su padre por sus barbas chamuscadas y sus dientes rotos. Despus exclam: "Oh padre mo! Necesariamente he de morir, pues est escrita mi muerte. Si este efrit hubiese sido una simple criatura humana, lo habra aniquilado en seguida. Pero lo que ms me hizo sufrir fu que, al dispersarse los granos de la granada, no acert a devorar el grano principal, el nico que contena el alma del efrit; pues si hubiera podido tragrmelo, habra perecido inmediatamente. Pero ay de m! tard mucho en verlo. As lo quiso la fatalidad del Destino. Por eso he tenido que combatir tan terriblemente contra el efrit debajo de tierra, en el aire y en el agua. Y cada vez que l abra una puerta de salvacin, le abra yo otra de perdicin, y yo tuve que hacer lo mismo. Y despus de abierta la puerta del fuego, hay que morir necesariamente. Sin embargo, el Destino me permiti quemar al efrit antes de perecer yo abrasada. Y antes de matarle, quise que abrazara nuestra fe, que es la santa religin del Islam, pero se neg, y entonces lo quem. Alah ocupar mi lugar cerca de vosotros, y esto podr serviros de consuelo". Despus de estas palabras empez a implorar al fuego, hasta que al fin brotaron unas chispas negras que subieron hacia su pecho. Y cuando el fuego le lleg a la cara, llor y luego dijo: "Afirmo que no hay ms Dios que Alah, y que Mohamed es su profeta!" No bien haba pronunciado estas palabras, la vimos convertirse en un montn de ceniza, prximo al otro montn que formaba el efrit. Entonces nos afligimos profundamente. Gustoso habra yo ocupado su lugar, antes de ver bajo tan msero aspecto a aquella joven de radiante hermosura que tanto quiso favorecerme; pero los designios de Alah son inapelables. Al advertir el rey la transformacin sufrida por su hija, llor por ella, mesndose las barbas que le quedaban, abofetendose y desgarrndose las ropas. Y lo propio hice yo. Y los dos lloramos sobre ella. En seguida llegaron los chambelanes, y los jefes del gobierno hallaron al sultn llorando aniquilado ante los dos montones de ceniza. Y se asombraron muchsimo, y comenzaron a dar vueltas a su alrededor, sin atreverse a hablarle. Al cabo de una hora se repuso algo el rey, y les cont lo ocurrido entre la princesa y el efrit. Y todos gritaron: "Alah! Alah! Qu gran desdicha! Qu tremenda desventura!" En seguida llegaron todas las damas de palacio con sus esclavas, y durante siete das se cumplieron todas las ceremonias del duelo y de psame.Luego dispuso el rey la construccin de un gran sarcfago para las cenizas de su hija, y que se encendiesen velas, faroles y linternas da y noche. En cuanto a las cenizas del efrit, fueron aventadas bajo la maldicin de Alah.La tristeza acarre al sultn una enfermedad que le tuvo a la muerte. Esta enfermedad le dur un mes entero. Y cuando hubo recobrado algn vigor, me llam a su presencia y me dijo: "Oh, joven!Antes de que vinieses vivamos aqu nuestra vida en la ms perfecta dicha, libres de los sinsabores de la suerte. Ha sido necesario que t vinieses y que viramos tu hermosa letra para que cayesen sobre nosotros todas las aflicciones. Ojal no te hubisemos visto nunca a ti, ni a tu cara de mal agero, ni a tu maldita escritura! Porque primeramente ocasionaste la prdida de mi hija, la cual, sin duda, vala ms que cien hombres. Despus, por causa tuya, me quem lo que t sabes, y he perdido la mitad de mis dientes, y la otra mitad casi ha volado tambin. Y por ltimo, ha perecido mi pobre eunuco, aquel buen servidor que fu ayo de mi hija. Pero t no tuviste la culpa, y mal podras remediarlo ahora. Todo nos ha ocurrido a nosotros y a ti por voluntad de Alah. Alabado sea por permitir que mi hija te desencantara, aunque ella pereciese! Es el Destino! Ahora, hijo mo, debes abandonar este pas, porque ya tenemos bastante con lo que por tu causa nos ha pasado. Alah es quien todo lo decreta! Sal, pues, y vete en paz!" Entonces, oh mi seora! abandon el palacio del rey, sin fiar mucho en mi salvacin. No saba adnde ir. Y record entonces todo cuanto me haba ocurrido, desde el principio hasta el fin, cmo me haban dejado sano y salvo los rabes del desierto, mi viaje y mis fatigas de un mes, mi entrada en la ciudad como extranjero, el encuentro con el sastre, la entrevista e intimidad tan deliciosa con la joven del subterrneo, el modo de escaparme de las manos del efrit que me quera matar, todo, en fin, sin olvidar mi transformacin en mono al servicio despus del capitn mercante, mi compra a elevado precio por el rey a consecuencia de mi hermosa letra, mi desencanto, en fin, -todo! Pero ms que nada, ay de m! el ltimo incidente, que me hizo perder un ojo. Pero di gracias a Alah, y dije: "Ms vale perder un ojo que la vida!" Despus de esto, fui al hammam a tomar un bao antes de salir de la ciudad. Entonces, oh seora ma! me afeit la barba para poder viajar seguro en calidad de saaluk. Desde aquella fecha no he dejado ni un da de llorar pensando en las desgracias que sobre m han cado, y sobre todo en la prdida de mi ojo izquierdo. Y cada vez que esto me viene a la memoria, el ojo derecho se me llena de lgrimas, que no me dejan ver, aunque nunca me impedirn pensar en estos versos del poeta: Conoce Alah misericordioso mi afliccin? Las desdichas pesan e m, y me he dado cuenta de ellas demasiado tarde! Pero har acopio de paciencia frente a mis grandes desventuras, para que el mundo no ignore que he tomado con paciencia algo que es ms amargo que la misma paciencia! Porque la paciencia tiene su belleza, sobre todo cuando es el hombre piadoso quien la practica! De todos modos, ha de ocurrir lo que haya decidido Alah respecto a cada criatura! Mi misteriosa amada conoce los secretos de mi lecho, y ninguno, aunque sea el secreto de los secretos puede ocultrsele! Al que diga que hay delicias en este mundo, contestadle que pronto conocer das ms amargos que el jugo de la mirra!

Entonces sal de la ciudad aquella, viaj por varios pases, atraves sus capitales, y luego me dirig a Bagdad, la Morada de Paz, donde espero llegar a ver al Emir de los Creyentes para contarle cuanto me ha ocurrido.

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