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437 La información como resistencia Periódicos manuscritos en las cárceles de Franco * Verónica Sierra Blas PILAR  Universidad de Alcalá  Nuestra vida de personas comenzaba en el momento en que se cerraban aquellas rejas y quedábamos aisladas del resto. Entonces empezábamos nuestra vida política, cultural, artística, leuras… todo. Hicimos un mundo dentro de otro mundo 1 . Una inquisición contemporánea E l Libro de Actas de la Prisión de Mujeres de Les Corts (Barce- lona)  es  un  hermoso  cuaderno  tamaño  folio,  de  ésos  antiguos  con cubiertas de cartón decoradas a dos tintas, imitando aguas en  verde y negro. En la primera de sus páginas, Herminio García Ocaña y  Martín, subdirector y administrador en funciones de esta cárcel catalana,  escribió : « Prisión Provincial de Mujeres. Libro de Actas de la Junta de  Disciplina.  Barcelona,  a  diez  de  mayo  de  1939,  año  de  la Victoria »  2 .  *  Quiero agradecer a Antonio Castillo Gómez su generosidad para con mi trabajo y su constante  dedicación a la dirección del mismo, porque con sus sugerencias, críticas e ideas, cada una de  las páginas que escribo es también obra suya. En concreto, para este trabajo, fueron esenciales  las visitas que realizó conmigo al Archivo Histórico del PCE y la corrección minuciosa de estas  líneas una vez escritas, así como el apunte de muchas de las referencias bibliográficas empleadas.  Igualmente quiero dar las gracias a Ángel Pérez Pascual, por su atenta lectura y sus comentarios,  que han mejorado considerablemente este artículo.  1.  Ricard Vinyes, El daño y la memoria. Las prisiones de María Salvo, Barcelona, Plaza & Janés, 2004. 2.  Ricard Vinyes, Irredentas. Las presas políticas y sus hijos en las cárceles franquistas, Madrid, Temas  de Hoy, 2002, pág. 132.

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La información como resistencia Periódicos manuscritos

en las cárceles de Franco *

Verónica Sierra BlasPILAR 

Universidad de Alcalá 

Nuestra vida de personas comenzaba en el momento en que se cerraban aquellas rejas y quedábamos aisladas del resto. Entonces empezábamos nuestra vida política, cultural, artística, lecturas… todo. Hicimos un mundo dentro de otro mundo 1.

Una inquisición contemporánea

E l Libro de Actas de  la Prisión de Mujeres de Les Corts  (Barce-lona)  es  un  hermoso  cuaderno  tamaño  folio,  de  ésos  antiguos con cubiertas de cartón decoradas a dos tintas, imitando aguas en 

verde y negro. En la primera de sus páginas, Herminio García Ocaña y Martín, subdirector y administrador en funciones de esta cárcel catalana, escribió : « Prisión Provincial de Mujeres. Libro de Actas de la Junta de Disciplina. Barcelona,  a diez de mayo de 1939,  año de  la Victoria » 2. 

*  Quiero agradecer a Antonio Castillo Gómez su generosidad para con mi trabajo y su constante dedicación a la dirección del mismo, porque con sus sugerencias, críticas e ideas, cada una de las páginas que escribo es también obra suya. En concreto, para este trabajo, fueron esenciales las visitas que realizó conmigo al Archivo Histórico del PCE y la corrección minuciosa de estas líneas una vez escritas, así como el apunte de muchas de las referencias bibliográficas empleadas. Igualmente quiero dar las gracias a Ángel Pérez Pascual, por su atenta lectura y sus comentarios, que han mejorado considerablemente este artículo. 

1.  Ricard Vinyes, El daño y la memoria. Las prisiones de María Salvo, Barcelona, Plaza & Janés, 2004.2.  Ricard Vinyes, Irredentas. Las presas políticas y sus hijos en las cárceles franquistas, Madrid, Temas 

de Hoy, 2002, pág. 132.

Verónica Sierra Blas

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Con esta  simple acción, con esta breve nota, el cuaderno quedó desti-nado  a  consignar  la  « vida  oficial »  de  esta  prisión  durante  un  par  de años. En el primero se anotaron todas y cada una de las actividades y de los incidentes que acontecieron dentro de los muros de la cárcel : notas acerca  del  comportamiento  de  las  reclusas,  los  castigos  que  les  fueron impuestos  por  faltar  a  las  normas  penitenciarias,  las  órdenes  recibidas desde la Dirección General de Prisiones y la manera de ejecutarlas en cada caso, las formas en que se administraba el dinero, el desarrollo de la vida religiosa y, en fin, el día a día de la prisión. Este libro constituye el grueso principal de la documentación que se conserva de la Prisión Provincial de Mujeres de Barcelona, conformándose a su vez en un verdadero retablo donde el historiador tiene la oportunidad de observar el funcionamiento interno de la misma, la vida cotidiana desarrollada entre rejas y la polí-tica penitenciaria del régimen franquista. Bien es cierto que la informa-ción que proporciona es, sobre todo, oficial, y refleja fundamentalmente la  imagen  que  construyeron  los  diferentes  directores,  administradores  y funcionarios. 

Como  han  puesto  de  manifiesto  los  últimos  trabajos  desarrollados sobre  esta  temática,  sin  embargo,  las  fuentes oficiales no bastan por  sí solas  para  reconstruir  la  historia  del  universo  penitenciario  del  fran-quismo ; todos ellos, sin duda, representantes de una nueva e interesante línea historiográfica que está contribuyendo a desvelar cuantos aspectos habían pasado desapercibidos, consciente o inconscientemente, así como a rescatar  las voces y  las  letras de  la gente común, de  los grandes olvi-dados de  la historia. Narraciones orales, historias de vida, memorias  y diarios de prisión, documentos inducidos por el mismo sistema peniten-ciario, cartas escritas desde las celdas, dibujos que representan la realidad carcelaria o inscripciones y graffiti, son algunos de esos nuevos filones en los que se apoyan estas investigaciones que están renovando las « formas de hacer historia », en palabras de Peter Burke, en lo que toca a la histo-riografía del franquismo 3.

Uno de los principales objetivos perseguidos por Franco al concluir la Guerra Civil fue el de llevar a cabo un movimiento depurador del pueblo español.  Para  ello,  el  régimen  empleó  procedimientos  y  controles  que vendrían a equivaler a una especie de « inquisición modernizada », que algunos, como el doctor Vallejo Nágera, pidieron a voz en grito con el fin de restaurar completamente la España grande y libre 4. La piedra angular del proceso depurador del régimen franquista fue, sin duda, el sistema penitenciario,  que  se  completaba  con  el  control  ideológico  impuesto mediante  la  censura,  la  propaganda  y  la  educación. Todo  ello  confor-

3.  Peter Burke (ed.), Formas de hacer historia, Madrid, Alianza, 1993.4.  Ricard Vinyes, « Construyendo a Caín », Ayer, n.o 44, 2001, pág. 238.

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maba el proceso general de represión y de control social que contribuyó a hacer de la España franquista una realidad global carcelaria o, en pala-bras  de  Nicolás  Sánchez-Albornoz,  « una  inmensa  prisión » 5.  Para  los más de 200.000 presos de Franco,  la desposesión de todo bien consti-tuyó el protocolo del castigo y la materialización del poder, un proceso automático y estructural, una fundamentación política de la miseria que tejió pautas, normas de conducta y estrategias dirigidas a la destrucción  del individuo. 

Partiendo  de  las  tesis  clásicas  de  Michel  Foucault,  como  para  todo régimen o  institución  represora, máxime  si  ésta  responde a  razones de tipo ideológico, para el sistema penitenciario franquista la anulación de la identidad del preso y, como consecuencia de la misma, la voluntad de crear una nueva persona, devino uno de sus objetivos fundamentales. Para alcanzarlo  fueron muchas  las normas y  los mecanismos que se estable-cieron con el fin de asegurar la desposesión moral y material de los presos y  destruir  de  este  modo  su  personalidad,  principalmente  relacionados con la destrucción de los lazos que les vinculaban con el mundo exterior – con su entorno social, familiar e ideológico –, con el adoctrinamiento de los mismos y con su necesaria conversión a los principios del Nuevo Estado 6. La incomunicación del penado con el exterior de la prisión ; la ausencia absoluta de cualquier tipo de información que pudiera contra-rrestar  la que de manera sesgada y unidireccional  se difundía entre  los presos ; el control y  la censura de las comunicaciones personales, tanto escritas como orales ; o los constantes cacheos en busca de papeles prohi-bidos ; fueron todas ellas medidas que vinieron a minar la moral de los reclusos, aunque también incentivaron la búsqueda de vías alternativas y clandestinas a través de las cuales poder mantener contacto con el mundo del que habían sido apartados. 

Si bien el régimen de terror tiene como consecuencias fundamentales el silencio y la parálisis generalizada, al analizar el poder franquista en el ámbito carcelario y su sistema operativo en relación a la población reclusa, se evidencia, como ha señalado Ricard Vinyes, que  los presos,  lejos de lo que pueda pensarse, no fueron simples sujetos pasivos,  sino todo  lo contrario. Al observar su relación con ese poder nos damos cuenta de que son personas  con voluntad y  capacidad de  comprender  lo que  sucedía a su alrededor y de responder a ese entorno con los medios y actitudes que tenían a su alcance, con dos finalidades invisibles en aquel contexto : salvar su vida y afirmar su identidad política. Esa relación activa de los 

5.  Josep Fontana, « Prólogo », in : Carme Molinero ; Margarida Sala ; Jaume Sobrequés (ed.s), Una inmensa prisión. Los campos de concentración y las prisiones durante la guerra civil y el franquismo, Barcelona, Crítica, 2003, pág. xvi.

6.  Carme Molinero,  « Introducción »,  in : Carme Molinero ; Margarida Sala ;  Jaume Sobrequés (ed.s), Una inmensa prisión…, op. cit., pág.s xvii-xxiv.

Verónica Sierra Blas

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presos con el poder y sus formas de dominio prueba que las cárceles no fueron  un  espacio  de  parálisis  vital  para  los  reclusos,  sino  un  ámbito de  construcción  biográfica  que  muchos  años  después  los  convirtió  en testigos activos 7. 

Frente al imperio de la coerción y el terror, los reclusos desplegaron sus redes de resistencia y solidaridad, y en muchas ocasiones la escritura fue  el  arma  empleada  para  crearlas.  Escribir  se  convirtió  para  ellos  en una verdadera estrategia de supervivencia, en la esperanza para combatir el aislamiento que imponían los muros de la cárcel, en el único medio para dejar constancia de su memoria y afirmar su identidad. Si bien la dicotomía  fundamental  que  podemos  establecer  al  hablar  de  las  escri-turas carcelarias es aquélla que distingue entre las prácticas impuestas o inducidas por el propio sistema penitenciario, de las que se erige como máxima representante la carta de súplica 8, y las prácticas que nacen de la voluntad del recluso, de sus motivaciones personales y anímicas, como el diario de prisión o las cartas a familiares y amigos ; existe un tercer tipo de escrituras que  se  ligan más al deseo de mantener y afirmar  la  iden-tidad, individual o colectiva, pero sobre todo política, y a la necesidad de mantenerse informado de lo que ocurría fuera de las prisiones para poder resistir en su interior 9. La información fue, sin duda, una de las estra-tegias de resistencia empleadas por los reclusos para combatir el miedo, el aislamiento y la sumisión, así como para defender unos presupuestos ideológicos que el régimen se había propuesto borrar para siempre. Por ello, lo que este trabajo pretende es realizar una aproximación a una de las  actividades  de  escritura  que  sirvieron  para  mantener  informados  a los presos : los periódicos manuscritos clandestinos, confeccionados en el interior de las prisiones y distribuidos entre la población reclusa. 

La ciudad clandestina

Como  se  ha  afirmado  en  líneas  anteriores,  la  población  penal  de posguerra  se  encontraba  lejos  de  adoptar  una  actitud  sumisa  o  resig-nada  ante  su  situación.  A  pesar  del  evidente  riesgo  que  entrañaba  el 

7.  Ricard Vinyes, Irredentas…, op. cit., pág. 14.8.  Sobre éstas véase Verónica Sierra Blas, « “En espera de su bondad, comprensión y piedad…”. 

Cartas de súplica en los centros de reclusión de la guerra y la posguerra españolas (1936-1945) », in : Antonio Castillo Gómez ; Verónica Sierra Blas (ed.s), Letras bajo sospecha. Escritura y lectura en centros de internamiento, Gijón, Trea, 2005, pág.s 165-200. 

9.  Acerca de las escrituras carcelarias pueden consultarse los trabajos de Antonio Castillo Gómez y Verónica Sierra Blas en : Antonio Castillo Gómez ; Feliciano Montero García (dir.s), Franquismo y memoria popular. Escrituras, voces y representaciones, Madrid, Siete Mares, 2003, pág.s 17-53 y 55-97, respectivamente. Asimismo véanse los trabajos recogidos en : Antonio Castillo Gómez y Verónica Sierra Blas (ed.s), Letras bajo sospecha…, op. cit.

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desarrollo  de  la  actividad  política,  ésta  fue  frecuente  y  las  cárceles  se convirtieron en el germen de la reorganización de partidos y sindicatos. Éstos  comenzaron  a  constituirse  en pequeñas  células,  en  grupos muy reducidos  de  militantes  que  actuaban  independientemente,  captaban adeptos para  su  causa y  se  comunicaban con otras  células  a  través de « enlaces » que hacían circular  la  información. La organización de  los presos fue, sobre todo, una respuesta de defensa colectiva frente al poder de  las  autoridades  penitenciarias ;  pero  también  una  estrategia  ideal para  contrarrestar  la  propaganda  y  la  labor  de  adoctrinamiento  que sobre ellos se ejercía, para combatir la muerte social a la que el régimen  pretendía condenarlos. 

Dentro de las redes clandestinas de resistencia y solidaridad, la primera fibra estaba constituida por la estructura organizativa de cada partido o grupo político – la agrupación evidentemente se realizaba por afinidades ideológicas –, que mantenía un funcionamiento clandestino propio rela-cionado con mejor o peor fortuna con el exterior. La unidad básica de agrupación  era  la  « familia »  o  « comuna »,  cuya  finalidad  última  era asegurar  la  supervivencia  del  grupo.  Estaba  regida  por  la  figura  de  la « madre », que administraba los alimentos y el dinero y tomaba las deci-siones más importantes con respecto al funcionamiento interno de ésta. Así lo relata en sus memorias, escritas entre 1979 y 1980, el campesino Clemente  Sánchez,  miembro  de  las  Juventudes  Socialistas  Unificadas (JSU) y voluntario del Ejército Popular, encarcelado en abril de 1939 y cuyo calvario se prolongó hasta el año 1976. Sus palabras se refieren al Penal de Ocaña : 

El Partido Comunista fue el primero en reorganizarse clandestina-mente, incluso a riesgo de sufrir mayores represalias. Se crearon células de militantes a las que se denominó comunas en las que se agrupaban mitad por mitad los que disponían de alguna ayuda exterior y los que no recibían nada. Los alimentos de los paquetes pasaban íntegros a la comuna y eran administrados escrupulosamente por la « madre », apelativo del camarada que se encargaba de distribuir el condumio por partes iguales 10.

Notas,  cartas  y  otros  papeles  prohibidos  entraron  y  salieron  de  la prisión por canales clandestinos para conocer la situación de familiares y  compañeros,  denunciar  al  exterior  las  atrocidades  cometidas  en  las cárceles y extender su noticia a través de los medios posibles al resto de la población. Boletines y periódicos, impresos y manuscritos, circularon por las celdas, algunos procedentes de la calle, otros confeccionados entre 

10. Clemente Sánchez, En las cárceles de Franco, Madrid, Oberon, 2003, pág. 70.

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los muros de la prisión, para mantener a los presos informados y transmi-tirles las consignas correspondientes. La cárcel fue, sin duda, una ciudad clandestina donde los presos escribieron panfletos y diseñaron estrategias políticas, protestas, plantes y sabotajes ; organizaron cursos, seminarios y talleres de formación política, histórica y cultural ; dispusieron de biblio-tecas secretas ambulantes, pudiendo leer así, por los procedimientos más ingeniosos y burlando la censura carcelaria, a los autores y libros prohi-bidos por la dictadura ; e incluso llegaron a crear verdaderos archivos de sus respectivas organizaciones políticas. Unos archivos que, además, iban pasando  de  unos  presos  a  otros,  acumulando  la  información  recibida y las actividades desarrolladas por el partido desde el inicio de su reor-ganización, año tras año, con una clara voluntad de conservación y de construir memoria :

En aquel gran cacheo, había caído en manos de la dirección del Penal el archivo del Partido que atesoraba toda la labor y la docu-mentación acumulada desde que los primeros comunistas empezaron a ocupar aquellas dependencias (las celdas del Penal de Ocaña). El archivo no había sido localizado entre los enseres de los reclusos sino en un doble tabique construido en los servicios de las salas segunda y quinta que servía de pantalla al WC, en cuyo fondo se iban deposi-tando los documentos 11.

La organización de los presos políticos alcanzó niveles de tan extraor-dinaria eficacia que hubo hasta presos que lograron tener en sus celdas un  aparato  de  radio  sin  ser  descubiertos.  Así  lo  narra  Miguel  Núñez, nacido en Madrid en el año 1920, combatiente de la famosa « quinta del biberón », responsable político de la agrupación guerrillera de Cataluña y uno de los artífices de la organización clandestina del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) en Barcelona, partido del que luego fue diputado. Encarcelado al final de la guerra, cumplió condena en nume-rosas  prisiones,  entre  ellas  la  de  Ocaña,  donde  estuvo  preso  tres  años (1941-1943), en la que, según cuenta, llegaron a tener : 

[…] en la quinta galería, un aparato de radio con el que oíamos todos los días, a la hora adecuada, entre el rancho y el toque de silencio, Radio París, Radio España Independiente, la BBC de Londres y otras. El escondite era muy ingenioso. Como las paredes de la galería estaban cubiertas de azulejos hasta casi la altura del techo, habíamos levantado cuidadosamente uno de ellos y practicado un hueco en la pared. El azulejo tenía un pegote de cemento por detrás para que

11. Clemente Sánchez, En las cárceles de Franco…, op. cit., pág. 187.

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cuando pasasen revista y golpeasen los azulejos no sonase a hueco. Teníamos también masilla para colocarla en las ranuras e, incluso, polvo para ensuciarlas, de manera que estuviesen igual que el resto de la pared. El oyente de turno, bien tapado con una manta para evitar que se escapase cualquier sonido, elaboraba un boletín informativo con las noticias, que se leía en todas las galerías, e incluso en las celdas de castigo 12.

Recibir noticias del exterior era, por tanto, uno de los anhelos prin-cipales  de  los  presos.  La  organización  política,  respondiendo  a  ese fin, se fraguó sobre una doble estructura. Interna, donde los partidos crearon  una  red  humana  que  hizo  circular  la  información  entre  los presos,  introdujo  los  periódicos  y  hojas  clandestinas  con  noticias  de la calle, movió correspondencia sin que pasara por la censura y consi-guió transmitir toda una serie de mensajes y consignas a sus militantes empleando  su  inagotable  imaginación. Y  externa,  gracias  al  contacto con  otras  prisiones  a  través  de  una  compleja  red  de  enlaces  en  cuya nómina  estaban,  en  primer  lugar,  los  familiares,  que  transmitían  los mensajes  o  los  recogían  aprovechando  las  comunicaciones  periódicas dentro de  la prisión 13. Soledad Real, presa en  la cárcel de Barcelona, recuerda que había « una comunicación a la semana y la familia clan-destinamente  te  pasaba  información.  Ya  en  un  bocadillo,  ya  en  un tubo  de  pasta  de  dientes  o  en  una  cazuela  de  doble  fondo.  O  desde fuera  se  te  pedía  informe  de  la  situación  en  el  interior  de  la  cárcel, comportamiento y conducta. Todo esto se hacía a través del contacto  con los familiares » 14. 

Junto  a  los  familiares,  la  cadena  de  enlaces  con  el  exterior  estaba conformada  por  los  presos  en  tránsito,  que  eran  trasladados  de  una prisión a otra y portaban información fidedigna acerca de la situación de  sus  compañeros.  Sin  olvidar,  claro  está,  que,  con  frecuencia,  los partidos  contaron  también  con  la  colaboración  secreta  de  celadores, funcionarios o presos  comunes que ayudaban a  las  autoridades peni-tenciarias  desarrollando  algunas  labores  dentro  de  la  prisión.  Miguel Núñez recuerda, por ejemplo, a Antonio Bravo Cosano, apodado « El Ratón », un preso común que era el  ayudante de  los  funcionarios de la galería en la que éste se encontraba en la Prisión Modelo de Barce-lona, donde estuvo recluido desde el 9 de mayo de 1945 hasta el 21 de diciembre de ese mismo año : 

12. Miguel Núñez, La revolución y el deseo. Memorias, Barcelona, Península, 2002, pág. 53.13. Isaías Lafuente, Esclavos por la Patria. La explotación de los presos bajo el franquismo, Madrid, 

Temas de Hoy, 2002, pág.s 273-283.14. Consuelo García, Las cárceles de Soledad Real. Una vida, Madrid, Alfaguara, 1982, pág. 104. 

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Era el encargado de hacer de ordenanza de los oficiales y, entre otras cosas, de recoger los paquetes de los presos en recepción, llevarlos a la galería, revisarlos, bajo la vigilancia más o menos atenta de los funcio-narios, y distribuirlos. Con este inteligente y valiente muchacho hice una gran amistad que todavía hoy perdura. Él se encargaba de recoger las notas que, debidamente camufladas, llegaban en mis paquetes y, luego, de sacar las mías al exterior 15.

Otra  estrategia  empleada  por  los  reclusos  para  poder  desarrollar  su actividad política y luchar por la mejora de las condiciones de vida en el interior de las prisiones fue el de intentar controlar la administración de la cárcel para utilizar el poder burocrático a su favor cambiando destinos, demorando hasta el infinito un traslado de expediente, enviando cartas a escondidas o perdiendo comunicados, camuflando sanciones y castigos, etc. Los puestos más codiciados eran los del economato, las oficinas o el registro de correspondencia y paquetes, por ser los más estratégicos. La excelente capacidad de los presos para apoderarse de los resortes vitales del funcionamiento de la prisión les permitió convertirse en una suerte de poder en la sombra, en la medida que al tiempo que trabajaban por la supervivencia de todo el colectivo de reclusos se hicieron indispensables para el funcionamiento cotidiano de la cárcel 16.

La reconstitución y coordinación de  las organizaciones políticas en el interior de las prisiones fue una de las principales preocupaciones de las  autoridades  penitenciarias 17.  Conocedoras  de  las  actividades  clan-destinas que se desarrollaban entre rejas, uno de sus propósitos funda-mentales  fue  frenar  la  propaganda  política  desplegada  en  las  cárceles y  la  desarticulación  de  los  grupos  que  en  ellas  actuaban.  Una  buena muestra  de  ello  es  el  constante  envío  de  comunicados  y  órdenes  por parte de la Dirección General de Prisiones para la adopción de medidas que  incrementasen  la  seguridad,  la  vigilancia  y  el  control  como,  por ejemplo, la que en el mes de enero de 1940 decretó un régimen absoluto de aislamiento : la suspensión de la correspondencia, de las comunica-ciones orales con los familiares y de la recepción de comidas y paquetes. Analizando estas regulaciones se puede afirmar que existe una relación directa entre la adopción de ciertas medidas de seguridad y la evolución de la coyuntura política del régimen y las actividades que desarrollaba la oposición al franquismo dentro y fuera del país. La multiplicación de estas medidas refleja la ineficacia de las autoridades penitenciarias en su 

15. Miguel Núñez, La revolución y el deseo…, op. cit., pág.s 169-170.16. Fernando Hernández Holgado, Mujeres encarceladas. La prisión de Ventas : de la República al

franquismo, 1931-1941, Madrid, Marcial Pons, 2003, pág.s 285-287.17. Sobre dichas medidas remito a José Manuel Sabín, Prisión y muerte en la España de posguerra, 

Madrid, Anaya & Mario Muchnick, 1996.

La información como resistencia. Periódicos manuscritos en las cárceles de Franco

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pretensión de erradicar la organización política de los presos, así como su  incapacidad  para  que  éstos  interiorizasen  los  presupuestos  ideoló-gicos del régimen.

Para sobrevivir, los presos se vieron obligados a desplegar sus estrate-gias de resistencia  frente al control y  la vigilancia, buscando vías alter-nativas de comunicación fuera de los cauces legales, aún a sabiendas del peligro que corrían. Desafiando a  las amenazas fueron muchos  los que burlaron la censura carcelaria inventando códigos cifrados, practicando el soborno a los funcionarios o empleando escondites y enlaces. En su labor de vigilancia, y siguiendo las normas emanadas de la Dirección General de Prisiones, los funcionarios realizaban cacheos diarios por sorpresa en busca de pruebas que demostrasen que los reclusos manejaban informa-ción del exterior, estaban coordinados entre cárceles distintas o producían documentos políticos. Para evitar ser descubiertos durante los registros carcelarios,  los reclusos se vieron obligados muchas veces a destruir  los documentos que recibían o producían de manera clandestina o a llevarlos encima. Así lo relata Soledad Real : 

Volvieron a poner en funcionamiento ciertos aspectos del Código Penal, y entre ellos estaba el cacheo diario, por sorpresa […] cuando empezaron los cacheos, hubo que romper una cantidad de mate-rial tremendo. Pero había unos libritos que habían sido hechos con papel de fumar, y que el partido decidió salvar, y me hicieron a mí responsable de este material. La única forma de guardar este material era llevándolo yo siempre encima, pero no lo llevaba ni escondido ni nada porque si me hacían un cacheo había que sacarlo rápidamente. Entonces yo llevaba una chaqueta […] una chaqueta que me habían dado de esos paquetes de ropa que nos mandaban del extranjero, y llevaba yo la chaqueta puesta y en los bolsillos llevaba el material 18.

Lo mínimo que les podía ocurrir a quienes participaban activamente en la ciudad clandestina era la pérdida de cualquier beneficio que en el futuro les permitiera acceder a  la  libertad condicional o a  la redención de penas por el  trabajo. Formar parte de grupos políticos clandestinos dentro de las prisiones se  llegó a pagar con el confinamiento en celdas de castigo durante largos períodos de tiempo y, en ocasiones, hasta con la pena de muerte. Fue el caso del poeta comunista Marcos Ana, pseu-dónimo de Fernando Macarro Castillo, encarcelado en marzo de 1939, a  los  18  años,  tras  ser  hecho  prisionero  en  Alicante  por  los  fascistas italianos de la División Vittorio. Durante su encarcelamiento en el Penal 

18. Consuelo García, Las cárceles de Soledad Real…, op. cit., pág. 128.

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de Burgos, en el año 1943, el poeta fue acusado de confeccionar, junto a  otros  compañeros  de  celda,  un  periódico  manuscrito  que  circulaba clandestinamente por las galerías. En su libro Las soledades del muro, lo recuerda : « sorprendieron a un muchacho con un periódico clandestino hecho en la cárcel y este muchacho no pudo soportar los interrogatorios ; total, que se organizó una cadena que llegó hasta mí. Acusado de ser el responsable de la organización en la prisión, fui llevado a diligencias, y fui condenado a muerte » 19. 

El cuarto poder

Como ha  afirmado Robert Darnton,  la  clandestinidad  sólo  surge  y se  torna  importante  cuando en un determinado momento histórico  la censura, el control y una elite social monopolista tratan de confinar toda manifestación escrita en los límites de la ortodoxia oficial 20. El régimen franquista ejerció un férreo control de la letra impresa, censuró libros y periódicos, y vigiló celosamente cada acto de escritura, cada carta, cada declaración, cada ejercicio de  introspección que cayó en  sus manos en los múltiples actos de persecución que llevó a cabo o que, con el fin de inculpar y castigar, indujo a crear (piénsese, por ejemplo, en las memo-rias impuestas que muchos reclusos tuvieron que escribir por mandato de las autoridades penitenciarias). La prensa del régimen, concebida como « cuarto poder », fue el elemento propagandístico por excelencia. Proyec-ción de la imagen con la que Franco pretendía ser reconocido, transmitió el pensamiento ideológico del Nuevo Estado y contribuyó al proceso de socialización política del franquismo 21. 

Sin  embargo,  la  prensa  clandestina  logró  esquivar  el  control  del régimen. Pueden cifrarse en más de 1.000  las publicaciones periódicas que, desde las más variadas ideologías, combatieron en la calle con tinta a  Franco,  crearon  un  lenguaje  propio  y  articularon  una  contra-propa-

19. Manuel  Aznar  Soler,  « Marcos  Ana,  un  poeta  en  el  Penal  de  Burgos »,  in :  Els camps de concentració i el món penitenciari a Espanya durant la guerra civil i el franquisme, Barcelona, Museo de Historia de Cataluña-Universidad Autónoma de Barcelona, 2002, pág.s 445-447. El libro de Marcos Ana, Las soledades del muro, fue publicado en Madrid por la editorial Akal en el año 1977. El relato del suceso está extraído de una entrevista publicada en la revista Por favor el 1 de marzo de 1976, recogida después en el libro de Marcos Ana.

20. Robert Darnton, Edición y subversión. Literatura clandestina en el Antiguo Régimen, Madrid, Turner-FCE, 2003 [1982], pág. 10.

21. Sobre la prensa en el franquismo, véanse Francisco Sevillano Calero, Propaganda y medios de comunicación en el franquismo, Alicante, Publicaciones de la Universidad de Alicante, 1998 ; Elisa Chuliá Rodrigo, La evolución silenciosa de las dictaduras. El Régimen de Franco ante la prensa y el periodismo, Madrid, Instituto Juan March de Estudios e Investigaciones, 1997 ; y Florence Belmonte, Aux origines de la presse du Mouvement (Espagne, 1936-1946), Montpellier, Services des Publications de l’Université Paul Valéry, 2005. 

La información como resistencia. Periódicos manuscritos en las cárceles de Franco

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ganda para contrarrestar la publicística oficial 22. Junto a la prensa clan-destina impresa que circulaba en las calles 23, los periódicos manuscritos, empleados por la guerrilla, confeccionados en las cárceles y en distintos campos de  concentración,  fueron mensajeros  de  esperanza de  tiempos mejores y expresión de la voluntad de no aceptar la derrota. Al igual que ocurría en el exterior, donde los diarios clandestinos trataban de combatir la propaganda del régimen difundida a través de la prensa oficial, en el interior de las prisiones los periódicos manuscritos tuvieron como uno de  sus  fines,  como  ya  se  ha  indicado,  hacer  frente  al  adoctrinamiento ideológico al que los reclusos estaban sometidos. 

El elemento propagandístico por excelencia en las prisiones de Franco llevaba por nombre Redención. Semanario para los reclusos y sus familias. Redención era la única publicación periódica cuya lectura se permitía en las cárceles,  la única  información que  llegaba a manos de  los presos, a pesar de que toda la prensa oficial estaba controlada rigurosamente por el régimen. Órgano del Patronato Central de Redención de Penas, tirado en rotoplana, escrito y compuesto por los propios reclusos, Redención salía todos  los  sábados  con  fecha de domingo de  las prensas de  los Talleres Penitenciarios  de  Artes  Gráficas  de  Alcalá  de  Henares.  El  primero  de sus números apareció el mismo « Día de  la Victoria » : el 1 de abril de 1939. Se realizaban generalmente dos ediciones, una de ellas a dos tintas, y se vendía, además de en las prisiones, en los quioscos de la calle a 20 céntimos. Su tirada oficial partió de los 24.000 ejemplares, ascendiendo a 65.000 al finalizar el año de 1940 24. Su contenido, distribuido en seis, 

22. José de Cora Paradela ; Jesús Cuadrado ; Guillermo Galván Olalla ; Ernesto Rodríguez del Alisal, Panfletos y prensa antifranquista clandestina, Madrid, Ediciones 99, 1977, pág.s 16-17.

23. Para  más  información  acerca  de  la  prensa  clandestina  en  la  España  franquista  véanse M. Garrido ;  S. Raimundo,  « La  prensa  de  las  catacumbas »,  Gaceta Ilustrada, 20  de  enero de  1977 ;  Lluís  Bassets,  « La  comunicación  clandestina  en  la  España  de  Franco.  Notas sobre  cultura  y  propaganda  de  la  resistencia  (1939-1975) »,  in :  Miquel  de  Moragas  (ed.), Sociología de la comunicación de masas, Barcelona, Gustavo Gili, 1979, pág.s 155-175 ; Andreu Claret  Serra,  Prensa clandestina y del exilio bajo el franquismo. Exposición  conmemorativa del 90 Aniversario de  la Asociación de  la Prensa de Madrid, 1986 ; Albert Viladot  i Presas, Nacionalismo i premsa clandestina (1939-1951), Barcelona, Curial, 1987 ; Prensa clandestina no franquismo. Exposición organizada por la Fundación 10 de marzo y la Facultad de Ciencias de la Universidad de Vigo-Campus de Orense, 2000 ; Domingo Rodríguez Teijeiro ; Julio Prada Rodríguez, « Formas de disidencia y actividad política en las prisiones españolas de posguerra (1939-1943) », Minius, Revista do Departamento de Historia, Arte e Xeografía, Universidad de Vigo, n.o viii, 2000, pág.s 189-205 ; Javier Tébar Hurtado ; Juanma García Simal (coord.s), La premsa silenciada : clandestinitat, exili i contrainformació (1939-1977), Barcelona, Fundación Cipriano García y Arxiu Históric de CC OO de Catalunya, 2003 ; y François Godicheau, « Periódicos clandestinos anarquistas en 1937-1938 : ¿ las voces de la base militante ? », Ayer, n.o 55, 2004, pág.s 175-206.

24. Fue  tal  el  éxito  que  obtuvo  el  semanario  que  el  Patronato  de  Redención  de  Penas  por  el Trabajo creó, con los beneficios extraídos de la venta del mismo, la Editorial Redención, con idénticos fines propagandísticos y de exaltación patriótica, cuyos libros, con una tirada media de entre 25.000 y 30.000 ejemplares, eran vendidos en las prisiones al precio de una peseta. 

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ocho o diez páginas en función de la escasez del papel, estaba especial-mente  dirigido  « a  impedir  que  el  recluso  viva  ausente  de  la  Historia actual de su Patria, educarle en los principios fundamentales de nuestro pensamiento, orientarle en la Obra de Redención de Penas por el Trabajo, y darle honesta distracción en los ratos de ocio » 25.

Redención,  además  de  servir  de  vehículo  de  adoctrinamiento  ideo-lógico,  se  encargó  de  proyectar  al  exterior  una  determinada  visión  de la vida dentro de  las cárceles, exhibiendo el anhelado proceso de rege-neración de  los penados a través de sus propias experiencias y escritos. Las cartas, poemas, artículos o dibujos que salían de  las plumas de  los presos, cuyo contenido por  lo general eran  loas al dictador, a  su gene-roso  régimen y  al  sistema de depuración política  y moral  emprendido por el mismo tras la guerra, se mostraban en sus páginas como prueba del  sometimiento  de  éstos  al  proceso  de  reeducación  desarrollado  en  las prisiones. 

Las autoridades penitenciarias recurrieron a todo tipo de incentivos para lograr la máxima difusión del semanario, entre ellas suscripciones financiadas para indigentes o permisos especiales para comunicaciones, tanto escritas como orales, además del propio contenido del periódico, pues no hay que olvidar que Redención actuó asimismo como canal de comunicación  entre  los  presos  y  los  aparatos  encargados  de  adminis-trar  la  justicia de Franco a través de  las cartas que éstos enviaban a  la redacción  solicitando  información  acerca  de  su  expediente  o  su  pena y  cuya  respuesta  era  publicada  después  en  una  sección  denominada « Consultas  de Redención ».  Junto  a  ésta,  como  recuerda  el  farmacéu-tico orensano Castro de Laza (pseudónimo de Eloy Feijóo Rodríguez), hecho  prisionero  en  el  año  1947  y  recluido  en  la  Prisión-Escuela  de Yeserías (Madrid) :

El semanario recogía las noticias más salientes de la actualidad nacional y extranjera, disposiciones locales, régimen interior de las prisiones con sus correspondientes anuncios y ofertas de destinos y sus secciones : deportivas, toros, consultorio femenino, Patronato de San

Sus primeros números fueron : Franco, de Juan Arrarás ; José Antonio : biografía e ideario, de Nicolás  González  Ruiz,  con  prólogo  de  Pilar  Primo  de  Rivera ; Los atrayentes problemas de la moderna astronomía, del Padre Antonio Romañá ; La fundación de un Imperio : España en América, de Ciriaco Pérez de Bustamante ; o Musa redimida. Versos de los presos en la Nueva España, antología de poemas escritos por  los reclusos. Cfr. Eduardo Ruiz Bautista, « Leer y penar en las cárceles de Franco », in : Antonio Castillo Gómez ; Feliciano Montero García (dir.s), Franquismo y memoria popular…, op. cit., pág. 120.

25. El primer año de la Obra de Redención de Penas, 1-1-1939/1-1-1940. Memoria que eleva al Caudillo de España y a su Gobierno el Patronato Central, 1940, pág. 29. Cfr. Mirta Núñez Díaz-Balart, Los años del terror. La estrategia de dominio y represión del general Franco, Madrid, La Esfera de los Libros, 2004, pág. 164.

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Pablo, temas penitenciarios y muñecos de Laffiti, perfil de la calle y editoriales, crucigramas y jeroglíficos, crítica de libros y de estrenos y en lo que atañe a la sección propia del recluso « humor y pasatiempo » con premios mensuales de 100 pesetas para chistecillos, de los que se publican con profusión y abundancia, poesía y literarios 26.

Leer y escribir en la sombra

Aquella noche tenía que esperar que todo el departamento estuviese dormido, tenía un periódico clandestino y le correspondía leerlo. Sólo podría hacerlo bajo la luz mortecina del retrete. La prensa clandestina les llegaba de tarde en tarde y era todo un acontecimiento. Lo leían una a una y después lo discutían. Cuando se había repasado una y otra vez, era destruido. Leonor, con el periódico en el forro de un libro, esperaba impaciente que todas durmiesen 27.

En este breve fragmento de la novela-testimonio donde Juana Doña recoge sus vivencias en las cárceles franquistas, Desde la noche y la niebla, la protagonista, Leonor,  retrata una  escena  común en  las  celdas de  la posguerra : cómo la llegada de la noche traía consigo un nuevo mundo en  el  que  los  presos  podían  escapar  del  control  de  los  funcionarios  y desarrollar acciones prohibidas, como podía ser la lectura de un perió-dico clandestino que alguien había conseguido  introducir en  la cárcel a  escondidas  escapando  a  la  censura  y  saltándose  una  de  las  normas penitenciarias por excelencia :  la entrada de cualquier tipo de publica-ción que pudiera servirles a los reclusos para informarse de la realidad exterior, máxime  si  éstos  eran militantes  políticos. De  entre  todas  las acciones desarrolladas por los prisioneros de Franco en su labor de reor-ganización política,  los periódicos y boletines manuscritos producidos en prisión constituyen una de  las manifestaciones más  evidentes,  y  al tiempo  acabadas,  de  la  lucha  clandestina.  Es  por  lo  que  su  estudio, además  de  acercarnos  a  una  práctica  de  escritura  poco  común  en  el mundo de entonces, fuertemente determinada por el contexto en el que tuvo lugar, y que desarrolló modalidades de lectura prácticamente olvi-dadas, como veremos, nos permite contemplar la realidad cotidiana de 

26. Castro  de  Laza  (pseudónimo  de  Eloy  Feijóo  Rodríguez),  Cárcel sin rejas. Clandestinidad política en España y régimen penitenciario español, Santiago de Compostela, Imparesa, 1985, pág. 169.

27. Juana Doña, Desde la noche y la niebla. Mujeres en las cárceles franquistas, Madrid, Ediciones de la Torre, 1978, pág. 288.

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los reclusos, el día a día de su vida política, de sus actos de resistencia y de sus estrategias de supervivencia. 

La dificultad de conservación de estos productos se liga no sólo a la fragilidad de sus características materiales, sino, sobre todo, a su condi-ción secreta, dado que muchos tuvieron que ser escondidos en lugares a los que nunca se pudo volver o destruidos por sus autores y lectores para protegerse de represalias y salvar su integridad física o política 28. Los que han llegado hasta nosotros son aquéllos que en su día pudieron sacarse al exterior burlando la censura para depositarlos en domicilios particulares o en las sedes de los diferentes partidos políticos. Por esta razón, en muchos casos, no han  llegado hasta nosotros nada más que ejemplares sueltos y no siempre en el mejor estado de conservación, lo que condiciona y limita sus posibilidades de estudio 29. A pesar de estas carencias, en las distintas memorias y diarios de prisión son muchas las noticias  recogidas  acerca  de  su  producción  clandestina  en  las  cárceles franquistas, lo que denota lo común de su práctica. Pero en estas fuentes no siempre se dan a conocer todos los datos necesarios para establecer un recuento aproximado del periódico  (grupo político que  lo escribe, prisión en la que se realiza, número de ejemplares o fechas en las que se produce, etc.), ni se describen con detalle sus características materiales ni su estructura. 

Acción Republicana, por ejemplo, publicó desde  las celdas el diario Democracia, del que se llegaron a hacer ocho números manuscritos y que también  se  realizaba  en  el  exterior  con  letra  de  imprenta.  Los  jóvenes republicanos  editaron  a  mano  otro  semanario,  llamado  Jade ;  y  los estudiantes  de  la  Fundación  Universitaria  Estudiantil  (FUE)  tuvieron su  órgano  en  Universidad,  escrito  en  la  Prisión  Provincial  de  Madrid desde el año 1947. Al Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) le  corresponden,  entre  otras,  la  publicación  manuscrita  de  L´Espurna, revista de la que se realizó un único ejemplar en octubre de 1940 en la Cárcel Modelo de Barcelona, y de L’on com balla, editada en la misma prisión  en  el  año  1945.  Por  esas  fechas,  los  comunistas  de  la  Prisión de Alicante editaron cuatro números de Antorcha y el boletín mensual Alerta ; mientras que en la Prisión Provincial de Burgos, la tertulia lite-raria liderada por el poeta comunista Marcos Ana confeccionaba Muro. La Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas publicaba  igualmente el 

28. Joan  Oliver ;  Joan  Pagés ;  Pelai  Pagés,  La prensa clandestina. Propaganda y documentos antifranquistas, Barcelona, Planeta, 1978, p. 12.

29. Además de en diversas colecciones particulares, pueden encontrarse ejemplares de periódicos manuscritos  clandestinos  durante  el  franquismo  en  la  Fundación  Pablo  Iglesias  (Alcalá  de Henares), en la Fundación Anselmo Lorenzo (Madrid) y en el Archivo Histórico del Partido Comunista de España (Madrid), al que pertenecen los documentos empleados para la realización de este trabajo.

La información como resistencia. Periódicos manuscritos en las cárceles de Franco

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Boletín de Alianza en 1947 en la Prisión de Alcalá de Henares, donde los jóvenes libertarios dieron a la luz un año antes Juventud Libre. 

Asimismo,  se  tiene  noticia  de  otras  publicaciones  similares,  en  su mayoría comunistas, como los periódicos Model, Unitat-Lluita y Esfuerzo (todos ellos realizados en la Prisión Modelo de Barcelona, los dos primeros del año 1946 y el último del año 1948) ; La Avispa (Prisión de Ocaña, sin fecha) ; El Aguilucho (Prisión de Sant Miquel dels Reis, 1942) ; Libertad (Prisión de Carabanchel, sin fecha) ; Victoria y Nuestro Guía (Prisión de Mujeres de Ventas, 1946) ; Solidaridad y Trabajo y el periódico humorístico Chis-Pum (Prisión de Alcalá de Henares, 1946) ; Tareas. Boletín de organi-zación (Prisión de Burgos, 1947-1948) ; Juventud (Prisiones de Ocaña y Burgos, 1942-1948) ; Azul (Reformatorio de Adultos de Alicante, 1940, realizado por  los  socialistas) ; o Ayuda (1944), Juventud Reclusa (1946) y Solidaridad (sin fecha), de los que no he encontrado datos acerca del lugar en el que se realizaron. Los más importantes fueron, sin embargo, el  periódico  comunista  Mundo Obrero,  también  editado  en  imprentas clandestinas en el exterior, del que se tiene noticia desde el año 1945 y que en 1949 aún continuaba distribuyéndose en diferentes cárceles como la Provincial de Madrid, Yeserías, Ventas, Ocaña, Sevilla, Alcalá, Granada o Burgos ; y el periódico catalán Treball, órgano del PSUC en la Cárcel Modelo de Barcelona desde 1941, del que se ha dicho que su nivel de difusión  fue  tan  amplio  que  se  llegaron  a  hacer  del  mismo  hasta  100 ejemplares a mano para distribuirlos entre los reclusos 30.

FuncionesLos periódicos manuscritos clandestinos vinieron a cumplir cuatro fina-

lidades básicas. La primera fue convertir sus páginas en herramientas para la  reorganización política  en  el  interior de  las prisiones,  pues  a  través de ellos se difundían las directrices y consignas emanadas del partido que los militantes debían cumplir y desarrollar. Junto a la insistencia en la necesaria organización del colectivo recluso en comunas o brigadas y en lo positivo de desarrollar trabajos manuales (calzado, tabaco, prendas de vestir, juguetes, etc.) para la obtención de ingresos que les permitiesen disfrutar de una cierta autonomía o autosuficiencia en la prisión, otra de las consignas más difun-didas en las páginas manuscritas de la prensa clandestina carcelaria fue la de la importancia de la unidad entre los reclusos, independientemente de cuál fuese su filiación política. Así, por ejemplo, en el número de enero de 1946 de Victoria, realizado por las presas comunistas de Ventas, aparece escrito, sobre una bandera republicana difuminada en la primera página, el siguiente llamamiento : « ¡ Mujeres de Ventas ! España reclama la colaboración de todos sus hijos, para rescatar la República y la Independencia. Seamos nosotras las 

30. Isaías Lafuente, Esclavos por la patria…, op. cit., pág.s 291-292.

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primeras en proporcionársela, ofreciéndole en este año que hoy principia el arma más eficaz de que disponemos : ¡ Nuestra Unidad ! » 31 (figura 1). 

Figura 1 AHPCE, FPM, carpeta 13, vol. 13/3, Victoria, enero de 1946,

Cárcel de Mujeres de Ventas (Madrid)

31. Archivo  Histórico  del  Partido  Comunista  de  España  (AHPCE),  Fondo  Publicaciones hechas a mano (FPM), carpeta 13, vol. 13/3, Victoria, enero de 1946, Cárcel de Mujeres de  Ventas (Madrid).

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La misma  importancia  se  le  concedía  a  la manera de  aprovechar  la preocupación que por los presos se demostraba en el exterior, donde la creación de diferentes organismos de ayuda y protección al recluso y sus familias supuso un aliciente más para resistir :

Todos los militantes de nuestro Partido en la Prisión de Burgos deben esforzarse por encontrar el mejor camino para establecer una estrecha relación y compenetración de los presos y la población […]. Si el enemigo consigue aislarnos de la población civil, obrará con mayor libertad en la prisión para imponernos un régimen penal en consonancia con el sistema imperante en el país. En cambio, si nosotros comprendemos la impor-tancia de la tarea que señalamos y ponemos toda nuestra inteligencia y empeño por llevarla a la práctica conseguiremos que el pueblo burgalés vea en nosotros, no los presos comunes que la Falange pretende hacer creer que somos, sino los hombres que hemos sabido sacrificar nuestra libertad y nuestra vida, por intentar liberar a España 32.

Asimismo, los periódicos y boletines manuscritos fueron, como ya se ha dicho, una estrategia de resistencia, en cuanto permanecer informados de todo lo que acontecía fuera de los muros de las cárceles se convirtió en una necesidad para los presos políticos y les ayudó a luchar por sus ideas. Como recuerda Cecilio Arregui, preso en el Penal de Burgos, la información era una parte fundamental de la lucha política, y la ausencia de la misma fue el  motivo  que  condujo  a  los  reclusos  a  buscar  fuentes  alternativas  a  las emanadas del propio sistema penitenciario : « Otra labor específica era la de la información. Como no contábamos con otra fuente de información que el semanario de la Dirección General de Prisiones Redención, teníamos que confeccionar un particular boletín diario de noticias » 33. 

En  tercer  lugar,  estos  materiales  se  convirtieron  en  espacio  para  la formación  política  de  los  distintos  militantes  y,  ligada  a  dicha  labor adoctrinadora, en arma contra  la  labor propagandística desplegada por el régimen en las prisiones y fuera de ellas. Así, en el editorial del primer número de Tareas. Boletín de organización,  se define  la  función que  el periódico pretendía cumplir, que no era otra que  la de constituirse en un espacio « donde los militantes encontrarán orientación práctica para la ejecución de las tareas desprendidas de los informes y documentación política  del  partido » 34.  Igualmente,  en  el  primer  número  de  Nuestro

32. AHPCE, FPM,  carpeta 13,  vol.  13/15, Tareas. Boletín de organización,  n.o 1, 1946, Prisión Provincial de Burgos.

33. Cecilio Arregui, ¡ Por rojo ! Memorias, Bilbao, Estudios Gráficos, 1983, pág. 302.34. AHPCE, FPM,  carpeta 13,  vol.  13/15, Tareas. Boletín de organización,  n.o 1, 1946, Prisión 

Provincial de Burgos.

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Guía,  órgano  local del Partido Comunista  en  la Cárcel de Mujeres de Ventas, se detallan de este modo los objetivos del periódico :

El editar este periódico lleva los fines siguientes : Que el trabajo sea más amplio y todas y cada una de las militantes, tengan en las columnas de Nuestro Guía campo abierto para expresar sus iniciativas, sus dudas, sus opiniones sobre todo hecho político, etc. Que el partido a través de sus encuestas sepa el sentir de todas sus militantes. Que con sus artículos de fondo nos capacitemos políticamente. Que a través de las biografías aprendamos a conocer y amar a nuestros dirigentes. Y en fin, que a través de todas y cada una de sus líneas, nos llegue con claridad evidente una consigna férrea, « la de luchar » y un anhelo único, « el de unidad » 35.

Por último, los periódicos manuscritos fueron elementos de denuncia, pues en ellos quedó constancia de las atrocidades cometidas por el régimen, tanto en el interior de las prisiones como en el exterior, contribuyendo así a romper el silencio provocado por el miedo a la represión. De un lado, se trataba de dar a conocer al exterior las acciones represivas, las malas condi-ciones y el duro trato que los presos recibían, información toda ella trans-mitida a través de los periódicos que se conseguían sacar fuera de la prisión, pero, sobre todo, a través de la correspondencia clandestina mantenida entre los presos y los sindicatos o partidos a los que pertenecían. De otro, se trataba de mantener a los reclusos informados acerca de la represión del régimen en  el  exterior :  fusilamientos,  persecuciones,  interrogatorios,  confiscación de bienes, humillaciones, etc., acciones todas ellas que se habían convertido en el pan nuestro de cada día de los vencidos. Una buena muestra de ello la encontramos, por ejemplo, en el periódico Mundo Obrero del 1 de enero de 1949, confeccionado en la Cárcel de Granada, en el que puede observarse cómo una de sus secciones lleva por título « Terror franquista », donde se da cuenta de los crímenes cometidos por los falangistas. Asimismo, en este mismo número podemos apreciar cómo desde las páginas de los periódicos se animaba a los presos a no dejar de luchar por la mejora de sus condiciones de encierro, según se pone de manifiesto en el siguiente fragmento :

Las reivindicaciones a conquistar por los presos son : 1º) Libertad de comunicación y correspondencia ; 2º) Mejoramiento de la comida ; 3º) Ropas de uso, calzado apropiado y mantas suficientes ; 4º) Supre-sión del pago por subida y bajada de latas ; 5º) Modificaciones de las formas actuales de desinfección por otras más cómodas y humanas ; y

35. AHPCE, FPM, carpeta 13, vol. 13/20, Nuestro Guía, n.o 1, 1 de enero de 1946, Cárcel de Mujeres de Ventas (Madrid).

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6º) Creación de un servicio fijo de limpieza en galerías y patios que evite la explotación del preso 36.

Escritura y lecturaLos periódicos y boletines manuscritos se confeccionaban a partir de 

las  noticias  clandestinas  que  los  presos  recibían  a  través  de  diferentes canales,  entre  los que  se  encontraban  los periódicos que  se  editaban  a espaldas  de  la  censura  en  las  calles  y  que  algunos  funcionarios  conse-guían hacer entrar en las prisiones ; las diferentes informaciones cruzadas en la correspondencia con presos de otras cárceles ;  las comunicaciones escritas y orales que los reclusos mantenían con los familiares y amigos ; o las consignas enviadas por el propio partido o producidas en las dife-rentes reuniones de los militantes del mismo en la prisión. En contadas ocasiones, como ya  se ha puesto de  relieve en algún testimonio citado en  estas  páginas,  las  noticias  se  extraían  de  un  aparato  clandestino  de radio escondido en las celdas. Una vez que esta información llegaba a los presos, éstos distribuían las tareas del proceso de producción y se organi-zaban en grupos de trabajo en función de sus características, formación y capacidades. Unos se encargaban de leer concienzudamente los mate-riales de que disponían y de seleccionar la información, luego la dictaban a otros que tenían el cometido de copiarla y reunirla en notas con las que se  confeccionaba  el  correspondiente  ejemplar.  Así  lo  recuerda  Cecilio Arregui en sus memorias : 

La falta de elementos colaboradores se hacía sentir. Los aparatos de transcripción de materiales de estudio de información diaria exigían sacrificio y responsabilidad. Hay que situarse en las condiciones de rigurosa clandestinidad. Obligados, de un lado, a asegurarnos que ningún material cayera en manos de funcionarios. De otro, el volumen del trabajo, imponía disponer de varios grupos de reproducción en su cometido específico. Reproducción de temas de capacitación política, sindical, de materiales del exterior, boletines y materiales internos, de información y prensa diaria. Hablando de ésta disponíamos del ABC y Ya, más la revista Mundo […]. Llevé bastante tiempo, entre otras cosas, esta tarea. En mi mano el diario o revista, lo troceaba. Una pasada a lo más interesante, subrayando lo considerado esencial. Al grupo de reproducción de seis u ocho les dictaba las noticias de la guerra y comentarios de noticias más importantes, directamente, sin borrador previo. Durante tiempo se hacían las copias con papel carbón

36. AHPCE, FPM, carpeta 13, vol. 12/34, Mundo Obrero, 1 de enero de 1949, Prisión Provincial de Granada.

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[…]. Todos los materiales y noticias se reproducían así. Los materiales, en papel biblia, y letra microscópica, suponían un esfuerzo, tanto para leerlos como para reproducirlos, todo con muy deficiente luz nocturna. El trabajo se hacía de noche, robando muchas horas al sueño 37.

La tarea más ardua y que mayor concentración y esfuerzo exigía era, sin embargo, la desarrollada por los copistas : « Me convertí en un copista […] informábamos de los acontecimientos de la cárcel : información de denuncia – un preso que estaba enfermo, otro al que le habían pegado… –, política carcelaria, corrientes de opinión interna del partido, etc. Yo me limitaba a copiar en el menor tamaño posible lo que me dictaban », recuerda el preso Marcelo Usabiaga Jáuregui 38. El preciosismo de  la caligrafía, así como el cuidado  y  la  limpieza  en  la  composición,  pueden  considerarse  las  carac-terísticas comunes que definen  la escritura de  los periódicos manuscritos carcelarios, lo que ha llevado a muchos a definirlos como verdaderas piezas artísticas, dignas de estar expuestas en museos 39 (figura 2). 

Por lo general, todo el ejemplar estaba escrito por una sola persona, en lo que se refiere a su presentación, a su escritura definitiva ; aunque en su producción real, en la redacción de artículos y en los resúmenes de noti-cias fueran varias, como hemos visto, las que colaborasen. Sin embargo, en algunas ocasiones se pueden apreciar varias manos en el proceso de escritura. Que el ejemplar fuese copiado minuciosamente por una sola persona no sólo tenía que ver con el deseo de crear un objeto de belleza, símbolo de la perfección con la que el preso realizaba su trabajo de lucha política  en  las  cárceles.  La  homogeneidad  y  perfección  de  la  letra,  en efecto, se relacionaba también con la necesidad de que la escritura pare-ciese impersonal, que tras la misma no pudiera reconocerse al autor mate-rial del producto. Se emplea, por lo general, una letra pequeña, apretada, condensada,  aprovechando al máximo el poco  espacio disponible para transmitir  cuanta  más  información  mejor.  En  ocasiones,  la  escasez  de papel hizo recurrir a otros soportes, como los márgenes de los libros, las paredes, la ropa o el papel higiénico.

No  faltaban  tampoco  los  ilustradores,  figura  que  en  ocasiones  era desempeñada por verdaderos profesionales del oficio ; ni los colaboradores que voluntariamente aportaban artículos de opinión, escribían cuentos y poemas o realizaban crónicas de vida carcelaria, con las que se comple-taba  la  información nacional e  internacional y el amplio espacio reser-vado para la formación política y la difusión de consignas partidistas.

37. Cecilio Arregui, ¡ Por rojo !…, op. cit. pág.s 309-310.38. Testimonio de Marcelo Usabiaga Jáuregui recogido en el libro de Miguel José Rodríguez, « ¡ Por rojos ! 

Memoria de dos luchadores antifranquistas », Historia 16, año XXIV, n.o 296, 2000, pág.s 3-64.39. Régulo Martínez, Republicanos de catacumbas, Madrid, Ediciones 99, 1977, pág. 140.

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Figura 2 AHPCE, FPM, carpeta 12, vol. 12/35, Mundo Obrero, julio de 1947,

Prisión Provincial de Burgos

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El  peligro  que  entrañaba  la  producción  de  los  periódicos  para  los presos  hizo  necesaria  igualmente  la  designación  de  vigilantes  o  guar-dianes que durante la noche, momento aprovechado por los presos para desarrollar esta actividad, evitaran que los reclusos fueran descubiertos mientras trabajaban en sus celdas. El peligro que corrían todos los que formaban  parte  de  estos  grupos  de  trabajo  en  cadena  era  evidente  y desde las páginas mismas de los boletines y periódicos se difundían las precauciones que debían tomar :

No debemos olvidar en ningún momento que tenemos frente a nosotros un enemigo encarnizado y cruel, dispuesto a lanzarse sobre nuestro Partido en cuanto le damos la más pequeña oportunidad ; los papeles son una fruta codiciada por el enemigo ; por lo mismo, tenemos que darle la vital importancia de este aspecto a nuestro trabajo ; el camarada que por razón de trabajo tenga que utilizarlos deberá tener en cuenta en todo momento tenerlos a mano, donde no pueda ser sorprendido, ante cacheos imprevistos, chivatazos, etc. Las notas han de tenerse en papeles pequeños que puedan ser destruidos con facilidad ; utilizar contraseñas para que nadie excepto su autor pueda leerlo ; cuando tengamos que entregar algo escrito, hacerlo con letra impersonal ; conocer las horas de cacheo normal, lugares peli-grosos, etc. ; proteger a los camaradas que ante un cacheo tengan nece-sidad de evitarlo, presentándose ante el oficial, otro camarada que no lleve nada encima 40.

El método seguido para dar a conocer entre los reclusos los periódicos y las noticias que éstos contenían debía ajustarse a la situación que en ese momento se viviera en la prisión. Si no ocurría nada fuera de lo normal, el periódico se leía en voz alta en todas las celdas, brigadas o comunas a  la vez. Dice así  Juan M. Molina al  recordar  la  lectura del Boletín de Alianza en la Prisión de Alcalá de Henares : « es leído en voz alta – no tan alta para que lo oigan los funcionarios – en todos los departamentos de la prisión […]. Y hay ocasiones que estamos tan informados como el hombre de la calle, que también vive en una prisión, aunque de mayores dimensiones » 41. La reunión de presos en las celdas al caer el sol era uno de  los  momentos  más  esperados  del  día,  y  la  lectura  del  periódico  el acto estrella de la noche : « La lectura de las noticias, que hacían públi-camente los comunistas en los dormitorios, era un espectáculo. Cuando 

40. AHPCE,  FPM,  carpeta  13,  vol. 13/15,  Tareas, Boletín de organización,  n.o 1,  1946.  Prisión Provincial de Burgos.

41. Juan M. Molina, Noche sobre España. Siete años en las prisiones de Franco, México, LibroMex, 1958, pág. 50.

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se  daba  la  voz  de  oído  a  las  noticias  terminaban  las  conversaciones  y los juegos y se escuchaba con atención tensa, esperando que esa vez se anunciaran grandes novedades » 42. `Si no se reunían las condiciones de seguridad necesarias para realizar estas lecturas colectivas en alta voz 43, las noticias eran leídas en grupos más pequeños antes de salir al patio o en éste se transmitían de boca en boca, de memoria y sin papeles entre manos. Así, por ejemplo, en la Prisión de Alcalá de Henares, uno de los presos recuerda que « un grupo recibía las noticias, que debía transmitir después de aprenderlas de memoria, recitándolas como una lección de escuela, a todos los camaradas divididos en tantos grupos como hiciera falta. A cada uno le correspondían unos tres grupos. Paseando con ellos en el patio recitaba lo aprendido » 44. 

MaterialidadPor lo general, los periódicos y boletines manuscritos suelen presentar 

formatos en cuarto, octavo y, en menor medida, otros como el dieciseisavo. Es  excepcional  el  uso de  tamaños  superiores  al  folio. Constan de pocas páginas, entre 2 y 15, de las que se hacen varias copias para distribuirlas entre todos los reclusos, como narra Simón Sánchez Montero en sus memo-rias,  quien  recuerda que  en  la Prisión Provincial  de Burgos  « se  editaba un suplemento local de Mundo Obrero, con la cabecera como el original, hecho por un equipo de copistas con letras de imprenta y reproducido en unos veinte ejemplares, destinados a las doce brigadas, a la enfermería, a las celdas y a la dirección del Partido en Madrid y París » 45. Aunque no todos aparecen con dibujos, sí es común encontrar al menos las cabeceras ilustradas  y  algunos  diseños  en  su  interior,  de  mayor  o  menor  comple-jidad. Abundan las representaciones de  líderes y de símbolos propios de la ideología que en el periódico se trataba de difundir : banderas republi-canas, la hoz y el martillo, estrellas de cinco puntas o cadenas rotas. En su mayoría están escritos a dos tintas, negra y roja, y se componen en dos o tres columnas por página. Es muy común que se empleen recursos para enfatizar determinados contenidos o para llamar gráficamente la atención del lector sobre la importancia de algunas consignas o datos, recuadrándose esas líneas y empleando tintas y letras distintas, normalmente mayúsculas en rojo que contrastan con el resto del texto (figura 3). 

42. Simón  Sánchez  Montero,  Camino de libertad. Memorias, Madrid,  Temas  de  Hoy,  1997, pág. 170. 

43. Respecto al papel de la prisión en cuanto a la recuperación de prácticas que, como la lectura en voz alta y en comunidad, se fueron perdiendo con la llegada del mundo contemporáneo, véase Jean-Louis Fabiani, Lire en prison, París, Bibliothèque Publique d´Information-Centre Georges Pompidou, 1995, pág.s 231-233.

44. Cecilio Arregui, ¡ Por rojo !…, op. cit. pág. 310.45. Simón Sánchez Montero, Camino de libertad…, op. cit., pág. 192. 

Verónica Sierra Blas

460  PILAR

Figura 3 AHPCE, FPM, carpeta 12, vol. 12/29,

Mundo Obrero n.o 13, 1 de marzo de 1947, Prisión Provincial de Madrid.

La información como resistencia. Periódicos manuscritos en las cárceles de Franco

Homenaje a Jean-François Botrel 461

Las secciones no varían mucho de unos periódicos a otros, pues presentan normalmente un editorial  en el que  se definen  los objetivos y  secciones donde se recogen noticias nacionales o internacionales de actualidad, artí-culos sobre formación política, testimonios de los propios reclusos sobre la vida cotidiana en la prisión, advertencias acerca de las normas peniten-ciarias y consignas referidas a la organización interna. Lo que sí se observa en el caso de aquellos periódicos de los que se conservan varios números es que las secciones no siguen un orden fijo : aparecen unas, desaparecen otras, cambian de nombre, y, en fin, van variando de posición en función de  la estructura derivada de  las colaboraciones  recibidas, el papel dispo-nible, la letra empleada o la ocasión (si es un número extraordinario que tiene como fin celebrar alguna  fecha concreta como el 1.o de mayo o el aniversario de la proclamación de la República). 

Valga  como  ejemplo  la  disposición  interna  que  presenta  el  periódico Nuestra Guía, confeccionado  por  las  presas  comunistas  de  la  Cárcel  de Ventas, en su primer número, del mes de enero de 1946. Inicialmente estaba compuesto por seis secciones distribuidas en seis páginas : 1) « Editorial » ; 2) « Fundamentos del Partido Comunista » ; 3) « Estímulo y crítica », en la que se felicita o critica las acciones desarrolladas por las presas ; 4) « Informa-ción mundial » ; 5) « Nuestra voz », con artículos referidos a la organización interna en la prisión ; y 6) « Cursillos de capacitación », donde se incluye la información más relevante de los cursillos de formación política impartidos clandestinamente en la cárcel. En el segundo número, del mes de febrero, se mantienen las mismas secciones y páginas ; mientras que en el cuarto, del mes de abril y de ocho páginas, aparece una nueva  sección, denominada « Conozcamos a nuestros dirigentes », que se inicia con la biografía de Lenin, y que en el quinto número, del mes de mayo, sin embargo, desaparece 46. 

Conclusión

Para concluir me gustaría tan sólo insistir en que la información fue, desde luego, una de las formas de resistencia empleadas en las cárceles de Franco por  los  reclusos para combatir  el miedo, el  aislamiento,  el  sufri-miento  y  la  sumisión ;  así  como  para  defender  unos  presupuestos  ideo-lógicos juzgados de « desviados » y « diabólicos » por un régimen que no dudó en emplear todos sus esfuerzos en la tarea de hacerlos desaparecer ni en la de reconvertir a los « pecadores » a la religión del Nuevo Estado. 

Los periódicos manuscritos clandestinos, símbolos por excelencia de la escritura comprometida y militante, constituyen un reflejo indudable de la 

46. AHPCE, FPM, carpeta 13, vol. 13/20, Nuestro Guía, n.os 1, 2, 4 y 5, Cárcel de Mujeres de Ventas (Madrid).

Verónica Sierra Blas

462  PILAR

organización política desarrollada en el interior de las cárceles franquistas y de las estrategias utilizadas por los presos para escapar al control y a la censura  de  las  autoridades  penitenciarias.  Sus  páginas  pueden  ser  leídas como una crónica de los hechos acontecidos dentro de las prisiones y de la vida cotidiana de los reclusos, como instrumento para contrarrestar la propaganda  del  régimen  y  sus  principios  ideológicos  y  como  verdadero testimonio de la lucha política clandestina desarrollada en las cárceles bajo la dictadura de Franco. Al fin y al cabo, afortunadamente para todos noso-tros, como recordaba años atrás Francisco M. Gimeno Blay, la obsesión por olvidar creó una « historia al revés » 47, una nueva memoria escrita gracias a la supervivencia, a veces fragmentaria e incompleta, de documentos como los periódicos manuscritos clandestinos. 

47. Francisco M. Gimeno Blay, « De las ciencias Auxiliares a  la Historia de la Cultura Escrita », Arché, n. 3, 1999, pág. 32.