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¿Sabías que los huastecos prehispánicos habían desarrollado hermosas técnicas de manufactura en concha? Para explicarlo, comencemos con los protagonistas de esta sección: los seis pectorales que se encuentran en el Museo de Antropología de Xalapa (MAX), que evocan la figura de un triángulo isósceles puesto de cabeza. Los huastecos los elaboraron con conchas de un caracol marino que habita en el Golfo de México y el mar Caribe, frente a la península de Yucatán.

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Publicación cuatrimestral

Volumen XXVI

Número 3

septiembre-diciembre 2013

ISSN: 0187-8786

Publicación incorporada a LATINDEX

47

Contenido

69

nuestro medio

5 Bioética, sobrepoblación y ambienteSalvador Elías Castell González

12 La restauración ecológica: ¿mito o realidad? Susana Cruz Martínez, Odilón Sánchez Sánchez, José María Ramos Prado y Angélica Hernández

19 Las bacterias y sus interacciones con las plantasJosé Leonardo Sánchez Tafolla y Ángel Trigos Landa

24 Un helecho de acuario en la penínsulta de YucatánCelso Gutiérrez Baz, Pedro Zamora Crescencio y Armando Contreras Rejón

26 Las mujeres de El Conejo: un modelo exitoso María del Rosario Pineda López, Rogelio Lara González, Rafael Ortega Solís, Guillermo Vázquez Domínguez y Suria G. Vásquez Morales

arte y ciencia

33 ¡Frutas en la tinta!Mariela Castilla Martínez y Silvia del Amo Rodríguez

39 La manufactura de los pectorales huastecosMónica Magaña Jattar

nuestro cuerpo

47 ¿Sabe alguien qué es eso de las emociones?Jorge Borja Castañeda

54 Olfatear es recordarTania Molina Jiménez, Ana G. Gutiérrez García y Carlos M. Contreras

61 Las enfermedades del olfatoLizbeth Donají Chi Castañeda, Enrique Meza, Mario Caba y Rossana Citlali Zepeda

la reseña

69 El camino poético de la cienciaNina Crangle

distintas y distantes: mujeres en la ciencia

77 Florence Nightingale: la lámpara del humanismo científicoMaría Angélica Salmerón

curiosidades científicas

91 Tan letales como el hombreHeriberto G. Contreras Garibay

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Mónica Magaña Jattar**

* Instituto de Investigaciones Filosóficas, UNAM.

[email protected].

LA MANUFACTURAde los pectorales huastecos

¿Sabías que los huastecos prehispánicos

habían desarrollado hermosas técnicas de

manufactura en concha? Para explicarlo,

comencemos con los protagonistas de esta

sección: los seis pectorales que se encuen­

tran en el Museo de Antropología de Xalapa

(MAX), que evocan la figura de un triángulo

isósceles puesto de cabeza. Los huastecos

los elaboraron con conchas de un caracol

marino que habita en el Golfo de México y

el mar Caribe, frente a la península de Yuca­

tán. De los cuatro pectorales, solo uno fue

confeccionado con la concha de otra espe­

cie de caracol que también se encuentra en

el Golfo de México, las Antillas, Florida y

el norte de Brasil. Su fabricación data de la

época Postclásica mesoamericana (900 o

1000­1521 d.C.).

Los pectorales son piezas triangulares

cuyo perfil, debido a la curvatura natural de

la concha del caracol, semeja la forma de

una letra S. Cuatro de ellos muestran bellos

y complejos esgrafiados que pueden obser­

varse en dos planos: uno superior, con seres

humanos ricamente ataviados, y otro infe­

rior, con animales semejantes a serpientes.

Todos tienen perforaciones de suspensión en

la parte superior, lo que permitía colgarlos

sobre el pecho, tal como lo muestran algunas

de las ilustraciones del Códice Borgia, en las

que se observa a la diosa huasteca Tlazoltéotl

portando un pectoral.

Los pectorales guardan en común su

forma, el estilo de su iconografía y, según

Personaje que porta un pectoral huasteco en forma de triángulo invertido que aparece en la lámina 55 del Códice Borgia (tomado de Díaz, Gisele y Alan Rodgers, 1993, p. 23).

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parece, las técnicas de manufactura. Todos

ellos conservan el color natural de la concha,

a veces ya deteriorado, que va del grisáceo al

blanco y amarillento. Sus medidas son varia­

das, pero se encuentran de 9 centímetros de

largo en el más pequeño, a 18.1 centímetros

en el más grande. Este último tiene un grosor

de ocho milímetros en su parte más gruesa,

y el primero apenas alcanza un máximo de

tres. Dos de los pectorales no presentan esgra­

fiados, ninguno restos de pintura (aunque se

estima que la tuvieron) y dos conservan las

cuentas del collar con formas que son típicas

de la Huasteca.

¿Cómo sabemos de sus técnicas de manufactura?

Para saber cómo los hicieron, fue necesario

realizar tanto análisis microscópicos como

algunos experimentos. El estudio micros­

cópico consistió en capturar por medio de

polímeros (pequeños trozos de acetato) las

huellas de la manufactura (cortes, pulidos,

desgastes) dejadas en los pectorales pre­

hispánicos presionando los dedos sobre

los bordes de cada uno. Normalmente, un

objeto que estuvo en manos de algún arte­

sano conserva ciertos rasgos que permiten

apreciar los posibles procedimientos técni­

cos a los que fue sometido. Los polímeros

sirven para que las huellas de manufactura

dejadas en el pectoral puedan observarse

posteriormente, una vez que aquellos se

analizan mediante un microscopio. Gracias

al equipo de computadora anexo a cier­

tos tipos de microscopios, se obtienen las

micrografías, es decir, fotografías que se

consiguen de microscopios, lo que hace

posible ver a escalas mucho mayores los

elementos que nos interesan.

¿Qué se ve? A simple vista, las microgra­

fías pueden semejarse a la superficie lunar,

pero hay que aprender a observarlas. En

ellas se determinan patrones para identi­

ficar la morfología natural de la concha y

que responden a las técnicas de manufactura

de los huastecos. Al identificar las regulari­

dades, comienzan a reconocerse los pro­

cedimientos de manufactura y las posibles

herramientas empleadas. Así, es posible dis­

tinguir entre rugosidades, partículas, poros,

líneas (consideradas como tales cuando son

de tres o menos micras de espesor) y ban­

das (de más de tres micras). Las micras, que

son la millonésima parte de un metro, no

pueden observarse a simple vista, pero sí

por medio de amplificaciones y técnicas de

medición adecuadas.

Micrografía de 600X. Se observa una banda de desgaste por basalto. Su apariencia es redondeada y su posición inclinada. Mide 96 micras de espesor. La superficie es rugosa y con porosi-dades (Micrografía correspondiente al pectoral número 5 del MAX).

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El análisis

¿Qué hicimos? Primeramente diremos que

esta investigación fue parte del proyecto

“Técnicas de manufactura de los objetos

de concha del México prehispánico”, que

tiene su sede en las oficinas del Templo

Mayor de Tenochtitlan y que está a cargo

del doctor Adrián Velázquez Castro. Existen

varias técnicas para observar las huellas de

manufactura de los objetos de concha, pero

en esta ocasión la más importante fue la

microscopia electrónica de barrido (MEB),

en virtud de su alta capacidad de amplifica­

ción y resolución.

Una vez obtenidos los polímeros (los

trocitos de acetato impresos en los pectora­

les) en la bodega C del MAX, se llevaron a la

Subdirección de Laboratorios y Apoyo Aca­

démico del Instituto Nacional de Antropo­

logía e Historia en el Distrito Federal. Ahí,

se cubrieron con delgadas capas de oro para

hacerlos conductores de electricidad y con

lo cual, una vez introducidos al microscopio,

se obtuvieran las imágenes de su superficie

(las micrografías) en diferentes amplifica­

ciones (X): desde 100X, 300X y 600X, hasta

1000X.

Medición

¿Cómo medimos? Para el análisis micro­

gráfico se utilizó un programa de edición

fotográfica llamado GIMP (GNU Image Mani­

pulation Program), que cuenta con diversas

herramientas que fueron de gran utilidad. Se

trata de un programa capaz de realizar medi­

ciones precisas en centímetros, pies, metros,

yardas, puntos, milímetros, picas, pulgadas

y pixeles principalmente, además de contar

con una herramienta que puede aumentar

la imagen hasta 800% sin distorsionar ni

modificar las medidas originales, lo que fue

vital para ubicar con precisión las huellas de

manufactura.

Los hallazgos

¿Qué encontramos? Se descubrieron tres tipos

de herramientas y sus respectivos procedi­

mientos. El más evidente fue el pulido con

pedernal, el cual se aprecia como bandas de

0.5 a 8 micras de espesor, y más comúnmente

se les nota a partir de 3 a 4 micras en adelante.

Su aspecto suele verse liso, aunque a veces

es rugoso, y con trazos rectos, sean inclina­

dos, horizontales o verticales. Es característico

identificar las líneas en paralelo con otras, o

en pares, lo que crea un efecto de claroscuro

como si fuesen surcos en la superficie de la

Micrografía de 600X. Se observa un conjunto de bandas paralelas cuyos tamaños varían desde 2.2 a 8.83 micras de espesor. Sus bandas se cruzan entre sí, y corresponden al pulido con pedernal.

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imagen. Una de las señales más característi­

cas del pulido con pedernal es que sus bandas

aparecen entrecruzadas.

Después se identificó el desgaste con

basalto, que se aprecia como bandas rugosas

que parecen un conglomerado de muchas

partículas y poros, como si fuesen puntitos, de

diversos tamaños; pueden encontrarse desde

20 y 80 micras de espesor, aunque lo más

común es que ronden las 100 micras. Pueden

aparecer en forma de bandas o con apariencia

de manchitas distribuidas en la superficie de

las micrografías. También pueden mostrar un

aspecto redondeado.

Finalmente se identificó el corte con

obsidiana, lo que se nota por las finísimas

líneas de tamaños variables de entre 0.4 y

3.3 micras de espesor; su apariencia es recta,

delgada y se presentan en gran cantidad o,

algunas veces, como conglomerados, aun­

que en menor medida puedan hallarse como

elementos aislados. Suelen ser paralelas entre

si, en posiciones verticales, horizontales o

inclinadas entre partículas y poros. Se piensa

que el corte con obsidiana es el más difícil

de encontrar porque fue precisamente el pri­

mero en hacerse.

El experimento

¡Hicimos experimentos! Una vez obtenidos

los resultados del análisis microscópico de

los pectorales, se propusieron algunos expe­

rimentos a la usanza antigua (o al menos

pensamos que lo eran las cosas que hicimos

con los datos) para comparar los resultados.

Es así como comenzamos la preforma de los

pectorales. ¿Por qué sólo la preforma? No

es difícil imaginar que la reproducción total

de un pectoral prehispánico podría llevar

años, así como la identificación de todas sus

posibles técnicas de manufactura, por lo que

para empezar se realizó la preforma de un

pectoral, es decir, aquella forma de triángulo

invertido.

Micrografía de 600X. En una super-ficie con rugosidades y porosidades, se observa un conjunto de bandas de apa-riencia porosa y en posición vertical desde 23 a 47 micras de espesor, pro-ducto del bruñido con basalto.

Micrografía de 1000X. Se observan líneas de corte con obsidiana cuyas medidas van desde 0.50 a 2.27 micras de espesor. Se trata de líneas finas con forma recta y paralelas entre sí. Se presentan en gran cantidad como con-glomerados.

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Corte con obsidiana. En la concha de un caracol

se hizo a lápiz un trazo triangular para deli­

mitar el área de corte, y después comenzó a

cortarse con lascas y navajillas de obsidiana,

que se obtuvieron de golpear nódulos de

obsidiana procedentes de la sierra de Las

Navajas, en el estado de Hidalgo. Una vez

que se hizo casi todo el corte, se ejerció una

suave presión sobre la preforma con el fin de

desprenderla. Pese a que se logró hacer esta

operación, debe decirse que la pieza pudo

quebrarse, por lo que, de haber sucedido, se

hubiera tenido que comenzar de nuevo. En el

corte se invirtió un total de setenta y nueve

horas y treinta y ocho minutos.

Desgaste con basalto. Concluido el corte, hallamos

que la preforma del pectoral mostraba irregu­

laridades en sus bordes que estaban ausentes

en los pectorales arqueológicos, razón por

la cual, además de la evidencia del análisis

microscópico, se procedió a desgastarlos con

agua y lajas de basalto, lo que permitió obte­

ner una mayor regularidad del contorno.

Primeramente, se desgastaron las líneas

espirales de la parte superior de la preforma

para obtener la lisura que muestran las piezas

originales. Las líneas espirales son las líneas

ornamentales que tiene la especie del caracol

empleado de forma natural. No obstante, la

curvatura natural en forma de S hacía difícil el

acceso a ellas, por lo que se utilizó una mano

de metate de basalto. Luego, se continuaron

desgastando los bordes sobre lajas de este

Corte con obsidiana.

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material, empleando agua para facilitar el des­

gaste. La operación nos tomó un total de once

horas con treinta y siete minutos.

Pulido con pedernal. El desgaste con basalto no

eliminó por completo las irregularidades de

los bordes, mismos que se percibían al tacto,

quizá por la morfología porosa del basalto.

Sin embargo, de acuerdo a lo que muestran

los análisis micrográficos y experimentales, el

pedernal es idóneo para pulir más finamente

la concha.

Además, los bordes de los pectorales prehispá­

nicos son realmente suaves al tacto, no como

se sienten en la preforma luego del desgaste

con basalto. Por ello, se continuó puliendo

con pedernal todo el contorno hasta que

quedó liso y con un notable brillo. Esta labor

fue más rápida gracias a las particularidades

del pedernal: dos horas y tres minutos.

Las tres técnicas de manufactura en el

experimento llevaron un total de noventa y

tres horas y dieciocho minutos. Cabe aclarar,

sin embargo, que este tiempo no pretende

ser un indicador real del que invertían los

artesanos huastecos en las tareas descritas,

ni mucho menos del proceso completo de

confección de un pectoral. Es innegable que

las habilidades de los artesanos que se dedi­

caban a eso superan con mucho las nuestras;

aun así, se consideró importante ese conteo

para dar una idea del esfuerzo y el tiempo

que invertían en la elaboración de un pecto­

ral completo.

Desgaste con basalto.

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En conclusión…

Una vez terminado el experimento, se toma­

ron las muestras micrográficas en la concha

de prueba (esto es, la preforma) y se com­

pararon con las de las piezas arqueológicas.

Lo que se halló fue una evidente similitud

en los patrones de las huellas de manufac­

tura. Por lo tanto, puede sugerirse que hoy

se conocen tres de los procesos técnicos de

la manufactura de los pectorales huastecos

de concha en forma de triángulo invertido

que se encuentran en el MAX. Lo anterior, por

tanto, invita a pensar en la existencia de talle­

res específicos o tradiciones manufactureras.

Este tipo de pectorales son piezas únicas aun­

que estén dispersos por México y el mundo.

Quizá fueron confeccionados por artesanos

especializados, artistas que laboraban en

recintos también especializados en los que

se encontraban los materiales y herramientas

necesarios.

El trabajo realizado puede ser el comienzo

de una vasta investigación. Falta por cono­

cer con qué hicieron las perforaciones de

la suspensión, los calados, los esgrafiados,

las cuentas de collar y demás, así como el

orden específico para su manufactura com­

pleta. Además, esta investigación es parte de

aquellas que dan constancia de la importan­

cia que tiene para la arqueología –sobre todo

aquella preocupada por la técnica y la tec­

nología prehispánicas– el análisis micrográ­

fico, la microscopia electrónica de barrido,

la experimentación, la arqueología experi­

mental y las analogías como herramientas

de gran utilidad para el conocimiento del

pasado del hombre.

Pulido con pedernal

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Resultado del experimento: la preforma.

Finalmente, la experiencia de experi­

mentar a la usanza antigua, según los datos

de muy diversos estudios, hizo posible vis­

lumbrar escenarios de la antigüedad que de

otra forma sería difícil. El entumecimiento

de dedos y brazos, el corte accidental de

los mismos, el brote de la sangre, el cam­

bio de color de las manos al cubrirse del

polvo blanco de la concha, los estornudos,

permiten hacer una genuina valoración de la

enorme habilidad manufacturera de los arte­

sanos huastecos en Mesoamérica, y convierte

la experiencia arqueológica en una auténtica

forma de regresar en el tiempo.

Magaña J., M. (2008). Técnicas de manufactura de los pectorales huastecos de concha en forma de triángulo invertido del Museo de Antropología de Xalapa, Veracruz. Tesis de Licenciatura en Arqueología. Xalapa: Universidad Veracruzana.

LECTOR I N T E R E S A D O

Artículo recibido el 24 de septiembre de 2012.Aceptado el 15 de abril de 2013.