vida rural

TEXTO Y FOTOGRAFÍAS: Fernando Arnedo Franco

La mina“Túneles de

los Moros”Muy cerca de la localidad de Jubera, en la margen derecha del profundo

barranco que a lo largo del tiempo ha ido excavando el río San Martín, se encuentran los restos del yacimiento

minero conocido como “Túneles de los Moros”, del que se han extraído, en

distintas épocas, galenas argentíferas y blenda. Desde 1957, año en que

cesó en su actividad la compañía que lo explotaba, sus instalaciones se

fueron deteriorando hasta quedar en un estado ruinoso. Recientemente se han acondicionado los restos que todavía quedaban en pie y se han instalado paneles explicativos para facilitar la

visita de quienes tengan curiosidad por conocer datos sobre su pasado.

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El período comprendido entre los años 1948 y 1956 fue el verdaderamente importante en la explotación de las minas de Jubera, etapa en que la Compañía Vasco Riojana se hizo cargo de las mismas. Aunque de esta nos ocuparemos con detenimiento más adelante, antes reseña-remos algunas notas históricas encontradas al consultar la bibliografía existente sobre el tema objeto de estudio.

La primera referencia a esta mina la encontra-mos en las Memorias de la Comisión del Mapa Geológico de España, publicadas el año 1894. Rafael Sánchez Lozano recoge en ellas nume-rosos datos históricos y estadísticos sobre mi-nería extraídos del Registro General de minas de la Corona de Castilla, publicado en Madrid en el año 1852, con datos tomados del Archivo de Simancas que alcanzan hasta 1718. En él se mencionan diversas licencias concedidas en 1588 a Juan de Heredia para beneficiar algu-nas minas de la provincia y, en concreto, de la villa de Jubera.

Eugenio Larruga, en los tomos correspon-dientes a las provincias de Soria y Burgos (To-mos XXI -1792- y XXVII -1793-, Memorias 102 y 105), que en ese momento se repartían el territorio riojano, recoge algunos datos sobre los criaderos de minerales situados en las zonas de aquellas provincias y que, en 1833, pasaron a constituir la provincia de Logroño. Entre la información reseñada consta que Manuel González Rubio y Joseph Bacigalupe recibie-ron autorización, en el año 1783, para extraer mineral de plomo en las tierras de Jubera.

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Probablemente, los datos y las cifras que manejamos no tienen importancia en términos absolutos, pero seguro que sí la tuvieron en su momento para los habitantes de estas localidades

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Según la información recogida por Joaquín Jordá Padró en su obra Logroño económico, pu-blicada en 1893, así como en la documenta-ción de la Delegación de Hacienda relativa al impuesto del 3% sobre el producto bruto de las minas correspondiente al período 1900-1905 (que se conserva en el Archivo Histórico Provincial de Logroño), desde el año 1889 fi-gura, como propietario de las minas de galena de Jubera, don Joaquín Amela, vecino de esta localidad quien también poseía concesiones de minas de hierro en Haro.

Las posesiones mineras de Joaquín Amela fue-ron adquiridas por el vecino de Bilbao don Edmundo G. Gumb, quien aparece como de-clarante en la documentación de la Delega-ción de Hacienda de Logroño en 1903. En su declaración, este indica que el mineral ex-traído se halla en los almacenes de Bilbao para su venta, y que el gasto de transporte, desde la mina al vapor, es de 6’43 pesetas por Qm., siendo su precio aproximado de venta de 8 pesetas el Qm.

El 17 de septiembre de 1940, el Ingeniero Jefe del Distrito Minero de Zaragoza, al que per-tenecía la Provincia de Logroño, publica en el Boletín Oficial de la Provincia de Logroño una relación de las operaciones a practicar por el personal facultativo de ese distrito. Entre las operaciones figura, para el día 7 de octubre de ese mismo año, el reconocimiento, deslin-de y demarcación de la mina “Túneles de los Moros”, con número de expediente 3.152, solicitado por don Tomás Illarramendi Albizu-ri, vecino de Hernani, quien también poseía minas en Villarroya. En el Boletín Oficial de la Provincia de fecha 18 de septiembre de 1941, se requiere al citado Tomás Illarramendi para

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Lamentablemente, la explotación se mantuvo productiva poco tiempo y, tras su cierre, se volvió al proceso de decadencia económica y humana de la zona

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que recoja los títulos de propie-dad y los planos de demarcación de distintas minas, figurando en-tre ellas la citada “Túneles de los Moros”.

Las solicitudes presentadas en esos años para obtener conce-siones mineras en el término de Jubera fueron numerosas. Don Eustaquio Soro Cuartero, veci-no de Calahorra, presentó a lo largo del año 1944 cuatro soli-citudes pidiendo la concesión de distintas pertenencias para las minas de plomo denomi-nadas: Mina Victoriana (núme-ro de expediente 3.172), Mina Inés (3.171), Mina María Luisa (3.173) y Mina Paquita (3.170), todas ellas colindantes con la ci-tada mina “Túneles de los Mo-ros”. En estas fechas se procedió a la apertura de un camino ca-rretil que permitiera un acceso más cómodo desde la carretera hasta la zona de los yacimien-tos. Don Eustaquio Soro figura como solicitante de un permiso para construir un polvorín sub-terráneo, en el paraje denomina-do Norte de Peña Cañizares (del término de Jubera), con capaci-dad para almacenar 1.000 kg. de dinamita, o sus equivalentes en otros explosivos, destinado a la explotación de la mina de plomo y calamina llamada Túneles de los Moros. Esta solicitud se recoge en el Boletín Oficial de la Provincia del día 1 de mayo de 1947.

La Compañía Vasco Riojana y la explotación entre 1948 y 1956En el año 1948 aparece ya como propietaria de las minas la compañía Vasco Riojana que, respaldada por un capital importante, inició

una explotación del yacimiento con unos me-dios materiales y humanos muy superiores a los empleados hasta entonces.

En el Boletín Oficial de la Provincia de Logroño, de fecha 22 de junio de 1948, el In-geniero Jefe del Distrito Minero de Zaragoza autoriza a la Compañía Vasco Riojana, domi-ciliada en el número 4 de la calle Carnicerías de Logroño, para que efectúe el montaje de los talleres de preparación y concentración de

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minerales de galena y blenda en su mina “Tú-neles de los Moros”, sita en Jubera, con arreglo al proyecto presentado en la Jefatura de Minas. Las instalaciones construidas constaban de un taller de molturación en el que se trituraba el mineral, y de un lavadero de flotación diferen-cial capaz de tratar 85 Tm. de zafra bruta en 24 horas. Junto a estas edificaciones se levantaron otras que servían como talleres, almacenes y viviendas. Además, a unos centenares de me-tros, junto a la carretera, la empresa construyó tres bloques de viviendas para los obreros de la mina y sus familias.

Para que pudieran funcionar estas instalacio-nes era preciso disponer de una fuente poten-te de energía eléctrica de la que carecían las poblaciones cercanas. Jubera se abastecía de una pequeña central movida por las aguas del río que apenas era suficiente para el suminis-tro que demandaban los habitantes de la villa. Además, en los amplios períodos de estiaje, la

minicentral no producía electricidad. Por este motivo, con fecha 2 de septiembre de 1948 (Boletín Oficial de la Provincia del día 7 del mismo mes), don Inocencio Saizar, en nombre y representación de la Compañía Vasco Rioja-na SL, solicitó la correspondiente autorización para instalar una línea de transporte de ener-gía eléctrica a alta tensión que, partiendo de la caseta de transformación que Salto El Cortijo

La explotación de la mina “Túneles de los Moros” supuso un cambio importante en el proceso decadente que venían experimentando, a mediados del siglo pasado, tanto la villa de Jubera como otros núcleos de población próximos

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SA poseía en Villamediana, llegaría hasta la que se iba a instalar en la mina de plomo llamada “Túneles de los Moros”, con una longitud de 18.889 metros. La potencia a transportar era de 200 Kw. con corriente alterna trifásica de 50 períodos por segundo y tensión de 6.000 voltios.

Los minerales que se producían eran galena y blenda, apareciendo muy revueltos ambos ele-mentos. La galena, según los cortes, era de di-ferente tipo (ojo de gallo o acerada). La blenda no era la típica acaramelada de los Picos de Europa y del Pirineo, sino terrosa y opaca. La calidad de ambos minerales era variable y, según la Estadística Minera y Metalúrgica de España del año 1949, tenía una ley del 3-4% de plomo y del 3’5-4% de cinc. El producto obtenido, tras los procesos a los que se some-tía el mineral en las instalaciones de la propia mina, eran concentrados de galenas por 100 en plomo, y de blenda, con ley del 50% en

cinc. Por ser la galena tratada del tipo argentí-fera, también se obtenía una pequeña cantidad de plata (unos 130 gramos por Tm.).

Los concentrados de galena y blenda debían ser sometidos a nuevos tratamientos para li-brarlos de las impurezas que contenían. Se tie-ne constancia de que la compañía explotadora solicitó autorización para instalar una fundi-ción de plomo a pie de mina que, finalmente, no se realizó. Con ella se hubiera rentabilizado todavía más la explotación, ya que habría evi-tado los inútiles gastos de transporte del esté-ril contenido en los concentrados que debían trasladarse hasta la fundición más próxima si-tuada a 230 kms. de distancia.

La Compañía Vasco Riojana, que había tras-ladado su domicilio al número 5 de la calle Muro de la Mata de Logroño, fue ampliando sus instalaciones en la mina de Jubera. El 12 de abril de 1952, publica el Boletín Oficial

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de la Provincia la solicitud hecha para am-pliar el polvorín, que el anterior propietario había construido en 1947, para pasar de mil a cuatro mil kilogramos de explosivos como consecuencia del mayor volumen de explo-tación. El nuevo polvorín fue construido en superficie, junto al que hasta entonces estaba en funcionamiento.

Las inversiones realizadas hicieron aumentar rápidamente la producción de la mina, pasan-do de 152 Tm. de plomo extraídas en 1948 a 827 Tm. en el año 1954. De forma para-lela se incrementaron los recursos materiales y humanos en la instalación minera: en 1948 funcionaba un solo motor de 17 caballos de potencia y en 1954 tenían instalados 30 mo-tores que generaban una potencia de 281 ca-ballos. También es significativo el aumento del número de obreros en la mina, que pasó de 13 trabajadores en el año 1947 a 98 en 1955, de los que 58 trabajaban en el interior y 40 lo hacían fuera de las galerías.

En la Memoria de la Cámara Oficial de Comercio e Industria de la Provincia de Logroño correspon-

diente al año 1957, quedó constancia del cese definitivo de la actividad de la mina. La for-ma en que se produjo el cierre del yacimien-to dejó numerosos interrogantes relacionados con la brevedad de su explotación y con los parcos resultados obtenidos a pesar de la fuer-te inversión realizada. Las opiniones de varias personas que trabajaron en ella confirman que, posiblemente, la búsqueda de una rentabilidad a corto plazo no permitió una explotación más racional del yacimiento y precipitó su cierre.

Para saber más

GARCÍA PRADO, J., “Minería en La Rioja”, Berceo 36 (1955), pp. 263-270.

JORDA PRADO, J., Logroño económico, Logroño, 1893.

OCHAGAVÍA FERNÁNDEZ, D. “Notas para la historia minero-fabril riojana”, Ber-ceo 22 (1952), pp. 7-40.

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