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DOMINGO MUNDIAL DE LAS MISIONES MATERIALES PARA LA PREPARACIÓN DE LA JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES 22 DE OCTUBRE

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DOMINGO MUNDIAL DE LAS MISIONES

MATERIALES PARA LA PREPARACIÓN DE LA JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES

22 DE OCTUBRE

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Materiales para la preparación de la Jornada Mundial de las Misiones 2017

© Obras Misionales Pontificio Episcopales de México, A.R.Prolongación Misterios no. 24 Col. Tepeyac-Insurgentes,Del. Gustavo A. Madero, C.P. 07020, Ciudad de México, México

Comentarios y sugerencias:[email protected] · mx www.ompe.mx

Tels. (0155) 5750 0544 · Lada sin costo 01800 561 6780Fax (0155) 5577 2882

Se permite la reproducción total o parcial del contenido de esta obra, por cualquier medio que fuere,siempre y cuando no persiga fines lucrativos, se cite y se dé crédito a la fuente de procedencia.

Impreso en México

2017“La misión en el corazón de la fe cristiana”

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2017

PresentaciónPbro. Lic. José Ayala Madrigal

Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2017S.S. Francisco

Reflexión bíblicaLa misión está en el corazón de la fe cristiana

Tema 1 La misión de la Iglesia: una prolongación de amor ilimitado e

incondicional del Dios Uno y Trino por la humanidad

Tema 2Comunicar el Evangelio: tarea fundamental de la Iglesia

Tema 3 La misión ad gentes: constante horizonte y paradigma por

excelencia de toda la Iglesia

Celebración Eucarística por la Evangelización de los Pueblos

Hora Santa Misionera

Rosario Misionero

Estadísticas

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Los jóvenes son la esperanza de la misión. La persona de Jesús y la Buena Nueva proclamada por él siguen fascinando a muchos jóvenes. Ellos buscan caminos en los que poner en práctica el valor y los impulsos del corazón al servicio de la humanidad. «Son muchos los jóvenes que se solidarizan ante los males del mundo y se embarcan en diversas formas de militancia y volunta-riado [...]. ¡Qué bueno es que los jóvenes sean “callejeros de la fe”, felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de la tierra!» (Evangelii gaudium, 106).

Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2017.

Presentación

Que Dios Padre, “que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” (1Tm 2,4), su Hijo Jesucristo, nuestro Salvador, y el Espíritu Santo, Señor y Dador de Vida, sostengan nuestras vidas en el ardor y la pasión por compartir con todos nuestros semejantes la Buena Nueva del amor misericordioso.

Con ocasión de la próxima Jornada Mundial de las Misiones ―que en los países de habla hispana conocemos más comúnmente como “DOMUND”―, las Obras Misionales Pontificio Episcopales de México pone en sus manos este material de anima-

ción y formación misionera. Bajo el lema “la misión en el corazón de la fe cristiana” hemos prepara-do una serie de reflexiones, temas y esquemas para distintas celebraciones, con la finalidad de prepararnos de una manera adecuada para vivir

esta próxima Jornada Mundial de las Misiones 2017. El documento elaborado por el Consejo Superior de las Obras Misionales Pontificias “Redescubrir la misión en el centro de nuestra fe cristiana” cons-

tituyó la base de los temas que aquí les pre-sentamos. Esto tuvo la finalidad de hacer más explícita la comunión y la unidad de una Iglesia que, esparcida por todo el mundo, se esfuerza por insertar en sus propias co-munidades ese dinamismo misionero que,

al brotar del corazón mismo de la fe cristiana, debe ser continuo y permanente.

Muy queridos hermanos y hermanas:

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Esta próxima Jornada Mundial de las Misiones reviste una particular importancia: habiendo resituado el amor misericordioso en el centro mismo de su propia vida y misión, la Iglesia entera se perfila hacia el próximo sínodo de los obispos, que se dejará inspirar por el Espíritu para ofrecer alguna luz sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Asimismo, toda la Iglesia se prepara para proclamar el mes de octubre de 2019 como un Mes Misionero Extraordinario, en conmemoración del primer centenario de la carta apostólica Maximum illud sobre la propagación de la fe católica en el mundo entero, del papa Benedicto XV, que es el primer documento del magisterio pontificio contemporáneo dedicado específicamente al tema de la misión de la Iglesia.

En la audiencia con el Papa Padre Francisco que tuvimos en la última Asamblea de Directores Nacionales de Obras Misionales Pontificias en Roma, el Santo Padre, entre otras cosas, hacía hincapié en que el modo como la Iglesia entera está llamada a desempeñar su misión universal está marcado por cuatro características, que brotan del modo mismo como Cristo Jesús llevó a cabo su misión aquí en la Tierra: con CERO BUROCRACIA, anunciar el EVANGELIO (es decir, la Buena Nueva del Reino) con PASIÓN y con AMOR.

Queridos hermanos y hermanas, que el próximo domingo 22 de octubre sea un momento culminante de una entrega apasionada por todos nuestros hermanos, reflejo pequeño pero fiel y sincero de la misericordia eterna del Padre. Pidamos a Santa María de Guadalupe, madre del Evangelio viviente y Estrella de la evangelización, que interceda por nosotros ante su Hijo, a fin de que nos acompañe en nuestras entregas y empeños para que su Reino se haga una realidad viva y latente en medio de todos nosotros.

Pbro. Lic. José Ayala MadrigalObras Misionales Pontificio Episcopales de México

Director Nacional

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Mensaje del Santo PadreFrancisco para la JornadaMundial de las Misiones 2017

Queridos hermanos y hermanas:

Este año la Jornada Mundial de las Misiones nos vuelve a convocar entorno a la persona de Jesús, “el primero y el más grande evangelizador” (Evangelii nuntiandi, 7), que nos llama continuamente a anunciar el Evangelio del amor de Dios Padre con la fuerza del Espíritu Santo. Esta Jornada nos invita a reflexionar de nuevo sobre la misión en el corazón de la fe cristiana. De hecho, la Iglesia es misionera por naturaleza; si no lo fuera, no sería la Iglesia de Cristo, sino que sería solo una asociación entre muchas otras, que terminaría rápidamente agotando su pro-pósito y desapareciendo. Por ello, se nos invita a hacernos algunas preguntas que tocan nuestra identidad cristiana y nuestras responsabilidades como creyentes, en un mundo confundido por tantas ilusiones, herido por grandes frustraciones y desgarrado por nume-rosas guerras fratricidas, que afectan de forma injusta sobre todo a los inocentes. ¿Cuál es el fundamento de la misión? ¿Cuál es el corazón de la misión? ¿Cuáles son las actitudes vitales de la misión?

· La misión y el poder transformador del Evangelio de Cristo, Camino, Verdad y Vida

1. La misión de la Iglesia, destinada a todas las personas de buena voluntad, está fundada sobre la fuerza transformadora del Evangelio. El Evangelio es la Buena Nueva que trae consigo una alegría contagiosa, porque contiene y ofrece una vida nueva: la de Cristo resucitado, el cual, co-municando su Espíritu dador de vida, se convierte en Camino, Verdad y Vida por nosotros (cf. Jn 14,6). Es Camino que nos invita a seguirlo con confianza y valor. Al seguir a Jesús como nuestro Camino, experimentamos la Verdad y recibimos su Vida, que es la plena comunión con Dios Padre en la fuerza del Espíritu Santo, que nos libera de toda forma de egoísmo y es fuente de creatividad en el amor.

2. Dios Padre desea esta transformación existencial de sus hijos e hijas; transformación que se ex-presa como culto en espíritu y en verdad (cf. Jn 4,23-24), en una vida animada por el Espíritu Santo en la imitación del Hijo Jesús, para gloria de Dios Padre. “La gloria de Dios es el hombre viviente” (Ireneo, Adversus haereses IV, 20,7). De este modo, el anuncio del Evangelio se convierte en palabra viva y eficaz que realiza lo que proclama (cf. Is 55,10-11), es decir Jesucristo, el cual continuamente se hace carne en cada situación humana (cf. Jn 1,14).

La misión en el corazón de la fe cristiana

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· La misión y el kairos de Cristo

3. La misión de la Iglesia no es la propagación de una ideología religiosa, ni tampoco la pro-puesta de una ética sublime. Muchos movimientos del mundo saben proponer grandes ideales o expresiones éticas sublimes. A través de la misión de la Iglesia, Jesucristo sigue evangelizando y actuando; por eso, ella representa el kairos, el tiempo propicio de la salvación en la historia. A través del anuncio del Evangelio, Jesús se convierte de nuevo en contemporáneo nuestro, de modo que quienes lo acogen con fe y amor experimentan la fuerza transformadora de su Espíritu de Resucitado que fecunda lo humano y la creación, como la lluvia lo hace con la tierra. “Su resu-rrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable” (Evangelii gaudium, 276).

4. Recordemos siempre que “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus caritas est, 1). El Evangelio es una persona, que continuamente se ofrece y continuamente invita a los que la reciben con fe humilde y laboriosa a compartir su vida mediante la participación efectiva en su misterio pascual de muerte y resu-rrección. El Evangelio se convierte así, por medio del Bautismo, en fuente de vida nueva, libre del dominio del pecado, iluminada y transformada por el Espíritu Santo; por medio de la Confirma-ción, se hace unción fortalecedora que, gracias al mismo Espíritu, indica caminos y estrategias nuevas de testimonio y de proximidad; y por medio de la Eucaristía se convierte en el alimento del hombre nuevo, “medicina de inmortalidad” (Ignacio de Antioquía, Epístola ad Ephesios, 20,2).

5. El mundo necesita el Evangelio de Jesucristo como algo esencial. Él, a través de la Iglesia, continúa su misión de Buen Samaritano, curando las heridas sangrantes de la humanidad, y de Buen Pastor, buscando sin descanso a quienes se han perdido por caminos tortuosos y sin una meta. Gracias a Dios no faltan experiencias significativas que dan testimonio de la fuerza trans-formadora del Evangelio. Pienso en el gesto de aquel estudiante Dinka que, a costa de su propia vida, protegió a un estudiante de la tribu Nuer que iba a ser asesinado. Pienso en aquella cele-bración eucarística en Kitgum, en el norte de Uganda, por aquel entonces, ensangrentada por la ferocidad de un grupo de rebeldes, cuando un misionero hizo repetir al pueblo las palabras de Jesús en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, como expresión del grito desesperado de los hermanos y hermanas del Señor crucificado. Esa celebración fue para la gente una fuente de gran consuelo y valor. Y podemos pensar en muchos, numerosísimos testi-monios de cómo el Evangelio ayuda a superar la cerrazón, los conflictos, el racismo, el tribalismo, promoviendo en todas partes y entre todos la reconciliación, la fraternidad y el saber compartir.

· La misión inspira una espiritualidad de éxodo continuo, peregrinación y exilio

6. La misión de la Iglesia está animada por una espiritualidad de éxodo continuo. Se trata de salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evange-lio» (Evangelii gaudium, 20). La misión de la Iglesia estimula una actitud de continua peregrinación a través de los diversos desiertos de la vida, a través de las diferentes experiencias de hambre y sed, de verdad y de justicia. La misión de la Iglesia propone una experiencia de continuo exilio, para hacer sentir al hombre, sediento de infinito, su condición de exiliado en camino hacia la patria final, entre el “ya” y el “todavía no” del Reino de los Cielos.

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7. La misión dice a la Iglesia que ella no es un fin en sí misma, sino que es un humilde instrumento y mediación del Reino. Una Iglesia autorreferencial, que se complace en éxitos terrenos, no es la Iglesia de Cristo, no es su cuerpo crucificado y glorioso. Es por eso que debemos preferir «una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades» (Evangelii gaudium, 49).

· Los jóvenes, esperanza de la misión

8. Los jóvenes son la esperanza de la misión. La persona de Jesús y la Buena Nueva proclamada por él siguen fascinando a muchos jóvenes. Ellos buscan caminos en los que poner en práctica el valor y los impulsos del corazón al servicio de la humanidad. “Son muchos los jóvenes que se solidarizan ante los males del mundo y se embarcan en diversas formas de militancia y volunta-riado [...]. ¡Qué bueno es que los jóvenes sean callejeros de la fe, felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de la tierra!” (Evangelii gaudium, 106). La próxima Asam-blea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que tendrá lugar en el año 2018 sobre el tema

“los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, se presenta como una oportunidad providencial para involucrar a los jóvenes en la responsabilidad misionera, que necesita de su rica imaginación y creatividad.

· El servicio de las Obras Misionales Pontificias

9. Las Obras Misionales Pontificias son un instrumento precioso para suscitar en cada comunidad cristiana el deseo de salir de sus propias fronteras y sus seguridades, y remar mar adentro para anunciar el Evangelio a todos. A través de una profunda espiritualidad misionera, que hay que vivir a diario, de un compromiso constante de formación y animación misionera, muchachos, jóvenes, adultos, familias, sacerdotes, religiosos y obispos se involucran para que crezca en cada uno un corazón misionero. La Jornada Mundial de las Misiones, promovida por la Obra de la Pro-pagación de la Fe, es una ocasión favorable para que el corazón misionero de las comunidades cristianas participe, a través de la oración, del testimonio de vida y de la comunión de bienes, en la respuesta a las graves y vastas necesidades de la evangelización.

· Hacer misión con María, Madre de la evangelización

10. Queridos hermanos y hermanas, hagamos misión inspirándonos en María, Madre de la evan-gelización. Ella, movida por el Espíritu, recibió la Palabra de vida en lo más profundo de su fe hu-milde. Que la Virgen nos ayude a decir nuestro sí en la urgencia de hacer resonar la Buena Nueva de Jesús en nuestro tiempo; que nos obtenga un nuevo celo de resucitados para llevar a todos el Evangelio de la vida que vence a la muerte; que interceda por nosotros para que podamos ad-quirir la santa audacia de buscar nuevos caminos para que llegue a todos el don de la salvación.

Vaticano, 4 de junio de 2017Solemnidad de Pentecostés

Francisco

Mensaje del Santo Padre Francisco para la Jornada Mundial de las Misiones

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REFLEXIÓN BÍBLICALa misión está en el corazón

de la fe cristiana

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La misión está en el corazón de la fe cristiana; no es un añadido, tampoco es opcional; mucho menos se puede hacer, con pretextos de una creatividad mal entendida, al margen de lo que dijo e hizo Jesús. De ahí la importancia de las palabras del Santo Padre Francisco en el Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones del presente año, al afirmar: “De hecho, la Iglesia es misionera por naturaleza; si no lo fuera, no sería la Iglesia de Cristo, sino que sería solo una asociación entre muchas otras, que terminaría rápidamente agotando su propósito y desapareciendo” (introducción).

Por eso, si la misión está en el corazón de la fe cristiana, ¿cuáles deberían ser sus características? Para precisar un poco y no divagar demasiado hemos optado por releer el texto Mateo 28,16-20 teniendo como trasfondo el mensaje del Papa Francisco con ocasión del DOMUND del presente año.

· La misión es un don

El evangelio de Mateo, igual que Marcos (Mc 16,14ss), enfatiza más que la inmediatez de la misión, la gra-tuidad del encargo. El evangelio no titubea en decir que algunos de los discípulos dudan, y que, incluso, apenas hacía unos días antes se habían comportado como unos desertores: uno de ellos había negado a Jesús, otro lo había traicionado; varios de ellos hasta habían dudado de que hubiera resucitado. La si-tuación no era muy alentadora, al menos no como para suponer que se merecían ir a todas las personas y hacerlas discípulas. Sin embargo, Jesús les pide: “vayan y hagan discípulos a todas las gentes” (Mt 28,19) dejando claro que, lejos de ser un merecimiento, la misión es esencialmente un don, una gracia.

Cuando la misión se entiende como un don, se asume —con temor y temblor— una responsabilidad; por lo contrario, cuando se percibe como un merecimiento, la misión, se aprovecha como un trabajo disfrazado de servicio que genera privilegios y hasta ciertas regalías.

· Discipular a todos es el imperativo

El encargo principal en la misión es hacer discípulos a todos; dice el evangelio que Jesús les dijo: “vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes” (v. 19). No hay ninguna duda: los discípulos tendrán que ‘dis-cipular’, es decir, persuadir a otros a que vayan detrás de Jesús, a que se orienten y vivan de acuerdo a su enseñanza y vivencia (cf. Mt 5-7; 28,20). No se trata, de ningún modo, de aumentar la membresía del grupo, sino de generar la adhesión al Maestro; mucho menos la misión consiste en generar una cadena casi infinita de clones; el evangelio deja claro que la tarea misionera consiste prioritariamente en animar, favorecer y acompañar a las personas para que vivan como seguidores de Jesús.

Al imperativo de ‘discipular’ sigue, necesariamente, la universalidad a través de la expresión “a todas las gentes”. Esta indicación podría referirse, en primer lugar, a que nadie debe quedar excluido de la posibi-lidad de ser discípulo de Jesús; ni siquiera la probabilidad del rechazo debe convertirse en pretexto para

La misión dice a la Iglesia que ella no es un fin en sí misma,sino que es un humilde instrumento y mediación del Reino.

Una Iglesia autorreferencial, que se complace en éxitos terrenos,no es la Iglesia de Cristo, no es su cuerpo crucificado y glorioso.

Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2017

Reflexión biblica: la misión está en el corazón de la fe cristiana

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no abrir a todos, sin excepción, la invitación a estar siendo discípulos de Jesús. Por otra parte, en muchos textos —quizás este de Mateo no es la excepción— cuando se habla de todas las personas, también se está haciendo referencia a los lugares en donde éstas habitan. Por esto, quizás, podríamos sostener que el encargo de discipular incluye al mismo tiempo la disponibilidad, por parte del misionero, de ir a todos los lugares sin excepción alguna. Esto estaría garantizando que realmente queden cubiertas todas las personas.

· Bautizando y enseñando

Al encargo no le debe faltar el modo; el pasaje de Mateo presenta al Señor resucitado diciendo los dos modos principales de discipular: bautizando y enseñando.

El verbo ‘bautizar’, por su trasfondo judío y por la raíz de la que proviene significa: ‘introducirse en algo’, ‘sumergirse’, ‘compenetrarse’, ‘llenarse’. En este sentido, aunque el verbo ‘bautizar’ estuviera haciendo referencia a un rito cristiano (el sacramento del bautismo), tiene en sí mismo una idea fundamental: la consagración, sumergirse en algo y empaparse hasta lo más profundo de algo. Más claro no podría aparecer: uno de los mejores modos de hacer discípulos, si no es que el principal, es favorecer y hasta garantizar que las personas se introduzcan, se llenen, se empapen, del amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

El otro modo que señala el evangelio es enseñando. El verbo ‘enseñar’ significa ‘instruir ’ pero, sobre todo, ‘compartir ’, incluso ‘acompañar’; por eso el evangelio lo junta con la acción de guardar, tener en alto aprecio algo… Los recién enviados deben discipular compartiendo la enseñanza de Jesús, ayudando a que se aprecie, se valore y asuma lo que Él dijo y vivió como punto de referencia fundamental para la existencia.

· Se cuenta con la presencia del Señor

La limitación del discípulo, así como la convicción de que la misión es un don, pide necesariamente, que admitamos que la responsabilidad del misionero supone la presencia del Señor. Esto aparece expresado en el texto a través de dos modos: por una parte, en la constatación de que, al Señor, Dios le ha dado todo el poder y la gloria (v. 18). Pero no hay que pasar de la limitación del discípulo a la simplificación del encargo; el que envía es grande: esto garantiza la seriedad del encargo y la eficacia de la misión; la limitación y pequeñez del enviado le aporta responsabilidad y modestia a la misión.

Por otra parte, el evangelio expresa esta presencia permanente del Resucitado a través de una garantía: “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (v. 20). Esta expresión va unida a todo lo an-terior; es como si se dijera: “y para el encargo que les acabo de hacer…”, “y debido a su limitación y a la seriedad de la misión… … sepan que yo estaré con ustedes”.

La presencia del Señor corresponde ciertamente a la limitación del discípulo misionero, pero sobre todo a la seriedad del encargo; el discípulo cuenta con la presencia del Señor, no para sentirse bien, sino principalmente para cumplir mejor su responsabilidad. De ahí que la garantía de la presencia esté con relación, más que con el fin del mundo, con la plenitud de la existencia; es decir, los discípulos cuentan con la presencia permanente del Señor, más que hasta que todo acabe, hasta y para que ellos realicen plenamente su misión.

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Reflexionemos:

Dice el Santo Padre que las

Obras Misionales Pontificias son un instrumento precioso para suscitar en cada comunidad cristiana el deseo de salir de sus propias fronteras y sus seguridades, y remar mar adentro para anunciar el Evangelio a todos. A través de una profunda espiritualidad misionera, que hay que vivir a diario, de un compromiso constante de formación y animación misionera, muchachos, jóvenes, adultos, familias, sacerdotes, religiosos y obispos se involucran para que crezca en cada uno un corazón misionero. La Jornada Mundial de las Misiones, promovida por la Obra de la Propagación de la Fe, es una ocasión favorable para que el corazón misionero de las comunidades cristianas participe, a través de la oración, del testimonio de vida y de la comunión de bienes, en la respuesta a las graves y vastas necesidades de la evangelización (Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2017, 9).

¿En qué nos hace reflexionar Mt 28,16-20 con relación a la actitud de salir, no a pesar de nuestras dificul-tades, sino reconociendo la misión como un don que nos responsabiliza?

Escojamos un elemento del evangelio de Mateo que nos llame especialmente la atención y preguntémonos ¿de qué manera podemos hacer de la Jornada Mundial de las Misiones una ocasión favorable para inten-sificar nuestro compromiso misionero a nivel personal y comunitario?

Reflexión biblica: la misión está en el corazón de la fe cristiana

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LA MISIÓN DE LA IGLESIA Una prolongación del amor ilimitadoe incondicional del Dios Uno y Trino

por la humanidad

Tema 1

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Ubicar

Como cada año, nos preparamos para celebrar la Jornada Mundial de las Misiones. Pero más allá de que se trata de una colecta, ¿qué más sabemos sobre esta Jornada?, y, más específicamente, ¿qué sabemos de las misiones? ¿Qué son las misiones de la Iglesia?, ¿son actividades o una especie de programas de ayuda y asistencia que la Iglesia extiende a los más pobres y abandonados?; ¿son actividades proselitistas o de con-vencimiento para que los no cristianos se conviertan?; ¿son actividades de expansión, para que se formen más comunidades de cristianos y se construyan más templos?

Orientar

Hay que comenzar diciendo que la misión está envuelta en un misterio que brota del amor misericordioso de Dios. En su origen, la misión de la Iglesia tiene su origen en el amor fontal de Dios Padre, amor que se des-pliega sobre la humanidad entera, queriendo que todos los seres humanos de todos los lugares y de todos los tiempos “se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” (1Tm 2,4).

La Iglesia peregrinante es, por su propia naturaleza, misionera, puesto que tiene su origen en la misión del Hijo y la misión del Espíritu Santo según el plan de Dios Padre.

Este designio dimana del «amor fontal» o caridad de Dios Padre, que, siendo principio sin prin-cipio del que es engendrado al Hijo y del que procede el Espíritu Santo, creándonos libremente por su benignidad excesiva y misericordiosa y llamándonos además por pura gracia a participar con Él en la vida y la gloria, difundió con liberalidad y no deja de difundir la bondad divina, de modo que el que es Creador de todas las cosas se hace por fin todo en todas las cosas (1 Cor, 15,28), procurando al mismo tiempo su gloria y nuestra felicidad. Quiso Dios llamar a los hombres no sólo individualmente, sin ninguna conexión mutua, sino constituirlos en un pueblo en el que sus hijos, que estaban dispersos, se congreguen en uno (cf. Jn 11,52) (Ad gentes, 2).

La misión de la Iglesia, en consecuencia, debe entenderse como una prolongación del amor ilimitado e incon-dicional del Dios Uno y Trino por la humanidad. Ahora bien, la noticia de este amor del que todo se desprende llega a nosotros a partir de la fe que suscita la escucha de la Palabra.

Hace siglos, el Apóstol Juan escribía: “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les anunciamos” (1Jn 1,1): la fe nace de la escucha de la Palabra de Dios hecha carne, que es narración, explicación, revelación del Padre (cf. Jn 1,18). Tal escucha nos abre a un conocimiento experiencial y amoroso, capaz de impregnar profundamente nuestras vidas transmitiéndonos la vida misma de Dios.

La fe cristiana que nos impulsa a transmitir en un gesto de amor la vida misma de Dios no está puesta en algo; está puesta en alguien, en una Persona. Por esta razón, la fe cristiana no resulta del solo interior de un sujeto, de un argumento o de un esfuerzo de su voluntad para creer en algo; la fe cristiana surge del encuentro vivo y personal con una Persona. “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orien-tación decisiva” (Deus caritas est, 1).

Tema 1: La misión de la Iglesia

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La Iglesia puede hacerse cargo de la misión que le ha sido confiada poniéndose en la presencia de Jesucristo, Palabra de Dios hecha carne. Él es la grande “sorpresa de Dios”, Aquel que está al origen de nuestra fe y que en su vida nos ha dejado un ejemplo, para que camináramos sobre sus huellas (cf. 1P 2,21). Sólo la continua y renovada escucha del Verbo de la vida, sólo la contemplación constante de su rostro, permitirá una vez más a la Iglesia comprender quién es el Dios vivo y verdadero, pero también quién es el ser humano. Sólo siguiendo el sendero de la misión del Enviado —desde el corazón del Padre hasta la glorificación a la derecha de Dios, pasando por el anonadamiento y la humillación del Mesías—, será posible para la Iglesia asumir el estado de misión permanente, al que Papa Francisco nos ha llamado:

Asimismo, el momento actual, en el que las mediaciones de la fe son cada vez más escasas y no faltan dificultades para su transmisión, exige poner a vuestras Iglesias en un verdadero estado de misión permanente, para llamar a quienes se han alejado y fortalecer la fe, especialmente en los niños. Para ello no dejéis de prestar una atención particular al proceso de iniciación a la vida cristiana. La fe no es una mera herencia cultural, sino un regalo, un don que nace del encuentro personal con Jesús y de la aceptación libre y gozosa de la nueva vida que nos ofrece. Esto requie-re anuncio incesante y animación constante, para que el creyente sea coherente con la condición de hijo de Dios que ha recibido en el bautismo (Discurso del santo padre Francisco a los obispos de la Conferencia Episcopal Española marzo 2014).

Realizar

En el corazón del discípulo misionero, no puede no brotar el deseo de compartir el don recibido, de “amar, así como hemos sido amados”. Después de convencernos que el Maestro está vivo y entre nosotros, hemos decidido seguirlo y anunciarlo porque no hemos encontrado a nadie más en nuestra vida que realmente la transforme y le dé sentido (cf. Jn 6,67-69).

Gracias a la escucha, a la experiencia y a la contemplación de la Palabra nuestros corazones se transforman, hasta plasmar nuestras vidas, hasta hacerlas capaces y hasta deseosas de ofrecer y comunicar la vida recibida.

“Así pues, la misma Palabra de Dios reclama la necesidad de nuestro compromiso en el mundo y de nuestra res-ponsabilidad ante Cristo, Señor de la Historia. Al anunciar el Evangelio, démonos ánimo mutuamente para hacer el bien y comprometernos por la justicia, la reconciliación y la paz” (Verbum Domini, 99). El pasar de la escucha al compartir es la vía que Cristo nos ha indicado, es cuanto le Padre le ha confiado a Él, es la razón última por la que Jesús se “hizo obediente hasta la muerte, y a la muerte de cruz” (Fil 2,8).

Todos los que han encontrado al Señor resucitado han sentido la necesidad de anunciarlo a los otros, como hicieron los dos discípulos de Emaús. Estos, después de haber reconocido al Señor al partir el pan, «levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reu-nidos a los once» y refirieron lo que les había sucedido por el camino (Lc 24,33-34) (Mensaje del Papa Benedicto XVI para la Jornada Mundial de las Misiones 2011).

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Celebrar

Dios Padre, en la unidad de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor y Redentor, y del Espíritu Santo, Señor y dador de vida, al amarnos desde un principio, nos envía a anunciarlo por esa misma vía del amor. Ya que el Dios Uno y Trino nos ha amado primero y, por una amorosa iniciativa, ha salido a nuestro encuentro para elegirnos, nos impulsa a no quedarnos con ese inmenso júbilo sino compartirlo con los demás.

Conscientes del significado fundamental de la Palabra de Dios en relación con el Verbo eterno de Dios hecho carne, único salvador y mediador entre Dios y el hombre, y en la escucha de esta Pa-labra, la revelación bíblica nos lleva a reconocer que ella es el fundamento de toda la realidad. El Prólogo de san Juan afirma con relación al Logos divino, que «por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho» (Jn 1,3); en la Carta a los Colosenses, se afirma también con relación a Cristo, «primogénito de toda criatura» (1,15), que «todo fue creado por él y para él» (1,16). Y el autor de la Carta a los Hebreos recuerda que «por la fe sabemos que la Palabra de Dios configuró el universo, de manera que lo que está a la vista no proviene de nada visible» (11,3) (Verbum Domini, 8).

Dejar unos minutos de silencio para la reflexión personal. Concluyamos orando todos juntos con la Palabra:

En el principio existía la Palabra la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios. Todo se hizo por ella, y sin ella nada se hizo. Lo que se hizo en ella era la vida, y la vida era la luz de los hombres; y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron (Jn 1, 1-5).

Asimilar

A través de la historia Dios se ha revelado al género humano. Formando equipos, revisemos cuáles son, según la Constitución Dogmática Dei Verbum en sus números 9 y 10, las fuentes de la revelación divina:

Así, pues, la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma divina fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mis-mo fin. Ya que la Sagrada Escritura es la palabra de Dios en cuanto se consigna por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, y la Sagrada Tradición transmite íntegramente a los sucesores de los Apóstoles la palabra de Dios, a ellos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo para que, con la luz del Espíritu de la verdad la guarden fielmente, la expongan y la difundan con su predicación; de donde se sigue que la Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas. Por eso se han de recibir y venerar ambas con un mismo espíritu de piedad.

La Sagrada Tradición, pues, y la Sagrada Escritura constituyen un solo depósito sagrado de la pala-bra de Dios, confiado a la Iglesia; fiel a este depósito todo el pueblo santo, unido con sus pastores en la doctrina de los Apóstoles y en la comunión, persevera constantemente en la fracción del pan y en la oración (cf. Hch 8,42), de suerte que prelados y fieles colaboran estrechamente en la conservación, en el ejercicio y en la profesión de la fe recibida.

Tema 1: La misión de la Iglesia

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Pero el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confia-do únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo. Este Magisterio, evidentemente, no está sobre la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado, por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad, y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como verdad revelada por Dios que se ha de creer.

Es evidente, por tanto, que la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el designio sapientísimo de Dios, están entrelazados y unidos de tal forma que no tiene consistencia el uno sin el otro, y que, juntos, cada uno a su modo, bajo la acción del Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas.

Para finalizar, exterioricemos de qué manera comunicamos la fe, tomando en cuenta las fuentes de la revela-ción divina.

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COMUNICAR EL EVANGELIOTarea fundamental de la Iglesia

Tema 2

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Ubicar

Para volver a descubrir la misión en el corazón de la fe cristiana, tenemos que partir preguntándonos por el hoy de Dios, sobre las oportunidades y sobre los problemas puesto a la misión de la Iglesia en el tiempo que estamos viviendo y en los cambios que lo caracterizan, para pasar después a focalizar las tareas y prioridades para poner en acto la misión a la que Papa Francisco nos urge.

Orientar

En nuestro mundo que cambia y que busca —a veces sin saberlo— razones para alegrarse y esperar, nuestra tarea es la misma que Jesús les encomendó a sus discípulos en sus palabras de despedida, antes de subir al cielo: “Vayan por todo el mundo y proclamen la buena noticia a toda criatura” (Mc 16,15); esa tarea es la misión, y la misión es comunicar la buena noticia del amor, la buena noticia de la vida de Cristo bajo la guía del Espíritu, la buena noticia de la alegría del Evangelio.

La misión evangelizadora de la Iglesia es esencialmente anuncio del amor, de la misericordia y del perdón de Dios, revelados a los hombres mediante la vida, la muerte y la resurrección de Jesucris-to. Los misioneros sirvieron a la misión de la Iglesia, partiendo el pan de la Palabra para los más pequeños y los más lejanos y llevando a todos el don del amor inagotable, que brota del corazón mismo del Salvador (Francisco, Homilía de misa de acción de gracias por la canonización equipolente de dos santos canadienses, domingo 12 de octubre de 2014).

El encuentro con Cristo Jesús nos transforma personal y completamente: ilumina nuestra inteligencia, inflama nuestros sentimientos, acrecienta corazón, motiva nuestra voluntad, conforta nuestra corpo-reidad, intensifica nuestras emociones, fortalece nuestras relaciones… El encuentro con Jesucristo, el Misionero del Padre cambia todo en nosotros y para nosotros. Este encuentro puede revelarnos con claridad la esperanza futura, la verdad de nuestra vocación en la historia, el sentido de la vida, el gusto de ser peregrinos, el gozo de ser compañeros.

Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!” Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes” (Jn 20 19-21).

El Señor muestras los signos de su Pasión: el Resucitado es el Cordero, que ha tomado sobre sí nues-tros sufrimientos, nuestras derrotas, nuestros fracasos, nuestros pecados, para mostrarnos una vía de luz en medio de las tinieblas. Ahora Él envía a sus discípulos: ¡la Iglesia es desde el comienzo misio-nera! Lo que es fundamental, es aquel “como” en las palabras de Jesús: “Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes”. El Verbo ha cumplido su misión bajando, injertándose en cada obscuridad, con humildad y con profundo amor por los hombres, todos nosotros pobres pecadores. También la Iglesia, entonces, no puede seguir otro camino sino el de la kénosis (rebajamiento) para revelar el rostro del Siervo de Dios.

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Comunicar el Evangelio es la tarea fundamental de la Iglesia, y el Evangelio es el don más grande del cual disponemos los cristianos. Por tanto, tenemos que compartirlo con todos los hombre y mujeres que están en búsqueda de razones para vivir, de una plenitud de vida. Éste es el camino que conduce a la fecundidad: una Iglesia humilde y sierva, que sale a las periferias, que se acerca a los hombres, que sufre con ellos cada una de sus debilidades, que anuncia a Jesucristo y así hace renacer la espe-ranza y la alegría en el corazón de sus hermanos y hermanas, como lo afirma el Papa Francisco: Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación (Evangelii gaudium, 27).

Realizar

Si comunicar el Evangelio es y sigue siendo la tarea principal de la Iglesia —es decir, de todos los que hacemos parte de ella—, entonces, a la luz del contexto socio-cultural que vivimos, son útiles algunas opciones fundamentales capaces de recalificar nuestro camino de Iglesia misionera. En particular: darle a toda la vida cotidiana de la Iglesia, también a través de cambios pastorales si necesarios, una clara connotación misionera; fundamentar esta opción sobre un fuerte compromiso en orden a la calidad formativa, en el sentido espiritual, teológico, cultural, humano; favorecer, en definitiva, una más adecuada y eficaz comunicación con los hombres, en medio de los cuales vivimos, del misterio de Dios viviente y verdadero, fuente de gozo y de esperanza para la humanidad entera.

Celebrar

Descubrirse Iglesia en salida posiblemente inquieta a muchos, no obstante, es el fundamento de la identidad, de una innegable e irrenunciable labor. Por lo tanto, hay que tener presente que no se trata de un salir sin dirección ni objetivo, como ya comentaba el Papa Francisco:

Salir hacia los demás para llegar a las periferias humanas no implica correr hacia el mundo sin rumbo y sin sentido. Muchas veces es más bien detener el paso, dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos y escuchar, o renunciar a las urgencias para acompañar al que se quedó al costado del camino. A veces es como el padre del hijo pródigo, que se queda con las puertas abiertas para que, cuando regrese, pueda entrar sin dificultad (Evangelii gaudium, 46).

Dejar unos minutos de silencio para la reflexión personal.

Concluyamos orando todos juntos con la Palabra:

El espíritu del Señor me acompaña, por cuanto que me ha ungido Yahvé. Me ha enviado a anunciar la buena nueva a los pobres, a vendar los corazones rotos, a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; a pregonar año de gracia de Yahvé (Is 61, 1-2).

Tema 2: Comunicar el Evangelio

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Asimilar

Como Iglesia en salida se nos presentan varios y muy diversos desafíos. En seguida presentamos cuatro desafíos que se han planteado desde la dirección nacional de las Obras Misionales Pontificio Episcopales de México (proyecto pastoral 2017-2021), para que por grupos sean leídos y analizados:

Hay una crisis generalizada y profunda de fe que conduce a la indiferencia, apatía, falta de compromiso e, incluso, rechazo al proyecto evangelizador, por el cual se expresa la voluntad salvífica del Padre que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al co-nocimiento pleno de la verdad (cf. 1 Tim 2, 4).

Carencias de procesos formativos integrales y de acompañamiento misionero, que con-ducen a actitudes de comodidad, instalación, de conservación de estructuras y planes caducos que han dejado de responder a los desafíos que vive nuestro mundo en la actualidad, lo cual, en último término, lleva a diluir el auténtico sentido de la misión ad gentes en la infundada creencia de que “todo es misión”.

El mundo se ha visto envuelto, desde hace varios decenios, por la cultura tecnocrática —protagonizada por las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TICs) — y del “descarte”, cuyos modelos y estereotipos incitan muchas veces a la agresión, al consu-mismo, a lo inmediato, a lo frívolo y superficial, al egoísmo, a la indiferencia y a la insensi-bilidad ante el dolor y el sufrimiento.

La situación socio-económica, política, educativa y cultural del país, registra grandes rezagos y graves problemas, lo cual genera pobreza, violencia, migración desmedida, narcotráfico y delincuencia organizada, trata de personas, exclusión, segregación, etc.

Para llevar a cabo la misión, ante estos desafíos y muchísimos otros, ¿qué líneas de acción se pueden plantear en los equipos que han discutido y analizado los anteriores desafíos? Coméntalos y enumera tres líneas de acción para ser compartidas en pleno:

1.

2.

3.

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LA MISIÓN AD GENTES Constante horizonte y paradigma por

excelencia de toda la Iglesia

Tema 3

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Ubicar

El pasado Jubileo Extraordinario de la Misericordia nos ha invitado a volver confiadamente al Padre, a dejarnos abrazar y renovar por su misericordia, y gracias a este abrazo y a esta renovación, nos ha invitado a ser signo concreto y creíble de la misericordia. La misericordia ha vuelo a ocupar el centro de la vida de la Iglesia y del cristiano. Este año queremos profundizar y vivir con mayor valentía nues-tra propia fe, para reforzar nuestra pertenencia a la Iglesia, y para “salir” renovados a todas aquellas periferias a las que el Señor nos quiera enviar.

Orientar

El Espíritu Santo obra libremente, a semejanza del viento que sopla donde quiere (cf. Jn 3, 8) y, más allá del escaso testimonio que logramos dar, nuestra esperanza se funda sobre todo en la confianza que es Dios mismo quien sostiene de manera misteriosa los hilos invisibles de la historia. Esto no tiene de ninguna manera que des-responsabilizarnos: el Espíritu Santo obra normalmente en el mundo a través de nuestra cooperación. Por esto los creyentes estamos llamado a vigilar en cada momento, a custodiar nuestra vocación, a colaborar a la alegría y a la esperanza del mundo compartiendo la perla preciosa del Evangelio. Nos ha dicho el Señor: “Ustedes son la sal de la tierra: pero si la sal perdiera su sabor, ¿con qué se la volverá a salar?” (Mt 5, 13).

La presencia cierta del Espíritu nos recuerda constantemente que sólo dejándonos conformar a Cristo, hasta asumir su mismo sentir (cf. Fil 2, 5), podremos anunciar a Jesucristo y no a nosotros mismos. La evangelización puede concretizarse sólo siguiendo el estilo del Señor Jesús, el “primer y más grande evangelizador” (Evangelii nuntiandi, 7).

La característica de toda vida misionera auténtica es la alegría interior, que viene de la fe. En un mundo angustiado y oprimido por tantos problemas, que tiende al pesimismo, el anunciador de la «Buena Nueva» ha de ser un hombre que ha encontrado en Cristo la verdadera esperanza (Re-demptoris missio, 91).

Se es testigo en cuanto se pregona la Palabra, cuando se anuncia el amor de Dios. Y con esto se com-plementa la vida espiritual del cristiano que no sólo se conforma con tener un encuentro vivo con el Señor, sino que decide salir y anunciar lo fascinante de ese encuentro, es decir lleva a la vivencia lo conocido porque sabe que muchos más necesitan encontrarse con Jesús.

Por lo demás, animados por ese Espíritu, protagonista de la misión, que sopla por donde quiere, no podemos excluir, además, que los no creyentes tengan algo que enseñarnos en relación con la com-prensión de la vida y que, por tanto, por caminos inesperados, el Señor pueda hacernos escuchar su voz también a través de ellos. Asimismo, estemos conscientes de que, al hacernos pregoneros de la Palabra, no nos hacemos sus dueños ni sus administradores. Recordemos que la

Palabra tiene en sí una potencialidad que no podemos predecir. El Evangelio habla de una semilla que, una vez sembrada, crece por sí sola también cuando el agricultor duerme (cf. Mc 4, 26-29). La Igle-sia debe aceptar esa libertad inaferrable de la Palabra, que es eficaz a su manera, y de formas muy diversas que suelen superar nuestras previsiones y romper nuestros esquemas (Evangelii gaudium, 22).

Tema 3: La misión ad gentes

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Realizar

Es importante saber que hay mucho que hacer para que un gran número de seres humanos conoz-can el Evangelio, ya que sería atrevido pensar que la evangelización está completada o que toda persona en el mundo ha oído hablar del mensaje de Jesús. Es asombroso, pero dos terceras partes de la humanidad no son cristianos, son de muy variadas creencias religiosas y no han conocido a Jesús de Nazaret. Tomar en cuenta esta situación es estar conscientes que se necesita del esfuerzo de toda la Iglesia para que el Evangelio sea divulgado en todos los rincones de la tierra, y así, toda persona tenga la oportunidad de escuchar el mensaje de salvación que nuestro Señor Jesucristo propone al género humano de todos los tiempos. La misión ad gentes no es solamente el punto conclusivo del compromiso pastoral, sino su constante horizonte y su paradigma por excelencia.

Si queremos adoptar un criterio oportuno del cual dejarnos guiar para cumplir un discernimiento evangélico, tendremos que esforzarnos para ponernos a la escucha de la cultura de nuestro tiempo, para discernir las semillas del Verbo ya presentes en ella, también más allá de las fronteras visibles de la Iglesia —las periferias a que hace referencia Papa Francisco—. Escuchar las esperanzas más íntimas de nuestros contemporáneos —sobre todo las nuevas generaciones—, tomar en serio sus deseos y sus búsquedas, y esforzarnos por entender qué es lo que hace arder sus corazones, así como aquello que suscita en ellos miedo e indiferencia es fundamental para poder hacernos siervos de su gozo y de su esperanza.

El reto no es menor: necesitamos ser cristianos auténticos, es decir cristianos proféticos de mirada profunda, que han intuido y vislumbrado la necesidad de experiencias de vida, personales y comuni-tarias, fuertemente enraizadas en el Evangelio; cristianos con una fe adulta, constantemente compro-metidos en su conversión, encendidos por el llamado a la santidad, capaces de dar testimonio con absoluta dedición, con plena adhesión y con la humildad y misericordia del Evangelio. Todo ello será posible sólo si permanecemos dóciles al Espíritu de Jesucristo del cual procede la fuerza y la capaci-dad de plasmar los corazones y transformarnos en auténticos discípulos misioneros.

Celebrar

Anunciar el Evangelio es comunicar los dones y gracias que Dios transmite al mundo “haciendo nue-vas todas las cosas”. Como Iglesia, no debemos permanecer sin actuar y en un estado de comodidad frente a los desafíos de la actualidad, sino que, mediante el impulso del Espíritu Santo, debemos llevar sin exclusiones el mensaje de Jesús a todos los rincones de la tierra.

¡Necesitamos un nuevo Pentecostés! ¡Necesitamos salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de sentido, de verdad y amor, de alegría y esperanza! (Documento Conclusivo de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Aparecida, Brasil, 548).

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Dejar unos minutos de silencio para la reflexión personal. Concluyamos orando todos juntos con la Palabra:

Una vez bautizado Jesús, salió del agua. En eso se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco» (Mt 3, 16-17).

Asimilar

Realizando un trabajo personal, lee y reflexiona la siguiente cita bíblica:

Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 16-20).

Ubica, en tu historia personal, la primera vez que te encontraste con la persona de Je-sús de Nazaret. Identifica cómo ha guiado tus pasos para que, con tu vida, seas testigo de su Evangelio. Identifica, también, como ha estado presente en los momentos donde anuncias su amor y misericordia a los que te rodean.

De manera personal responde a las siguientes preguntas:

En el camino pastoral recorrido hasta ahora ¿me he esforzado en poner atención al impulso del Espíritu Santo que envía según las necesidades de su Iglesia?

En el trabajo pastoral ¿soy creador de comunión y de trabajo en equipo? O, por el contrario, con mis actitudes ¿creo divisiones y sectarismo dentro de la comunidad eclesial?

Tema 3: La misión ad gentes

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CELEBRACIÓN EUCARÍSTICApor la evangelización de los pueblos

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Monitor:

Antífona de entrada (cf. Sal 104, 3-4.5)

Del nombre del Señor enorgullézcanse y alégrese el corazón de los que lo buscan. Busquen al Señor y serán fuertes. Recuerden las maravillas que han hecho.

RITOS INICIALES(del Ordinario de la Misa, Misal romano, pp. 457-475)

Oración colecta

S: Oremos. Dios nuestro, que con el poder del Espíritu Santo enviaste a aquel que es tu Palabra para evangeli-zar a los pobres, haz que nosotros, teniendo los ojos fijos en él, vivamos siempre con verdadera caridad, como mensajeros y testigos de su Evangelio en todo el mundo.

Por nuestro Señor Jesucristo...

P: Amén.

LITURGIA DE LA PALABRA(del Ordinario de la Misa, Misal romano, pp. 476-480 y 1344-1364; lecturas tomadas de la Misa por la Evangelización de los Pueblos, Leccionario III: Propio de los Santos y Otras Misas, pp. 256-258)

Monitor:

Primera lecturaLectura del libro de Isaías (60, 1-6)Caminarán los pueblos a tu luz.

Levántate y resplandece, Jerusalén, porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor alborea sobre ti. Mira: las tinieblas cubren la tierra y espesa niebla envuelve a los pueblos; pero sobre ti resplandece el Señor y en ti se manifiesta su gloria. Caminarán los pueblos a tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora.

Levanta los ojos y mira alrededor: todos se reúnen y vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.Entonces verás esto radiante de alegría; tu corazón se alegrará, y se ensanchará, cuando se vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multi-tud de camellos y dromedarios, procedentes de Madián y de Efá. Vendrán todos los de Sabá trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor.

Palabra de Dios.P: Te alabamos Señor.

Celebración Eucarística por la Evangelización de todos los pueblos

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(Otras lecturas propuestas: Is 2, 1-5: Confluirán todas las naciones al monte del Señor; Is 56, 1.6-7: Mi casa será casa de oración para todos los pueblos; Jon 3, 10-4,11: ¿No voy a tener lástima de Nínive?; Zac 8, 20-23: Vendrán numerosos pueblos a buscar al Señor en Jerusalén)

Salmo responsorialSal 116 (R.: 2)R: Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.

Que alaben al Señor todos los pueblos, que todas las naciones lo festejen. R.

Porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre. R.

(Otros salmos propuestos: 18: R: El mensaje del Señor llega a toda la tierra; 66: R: Que te alaben, Señor, todos los pueblos; o bien: R: Todos los pueblos de la tierra conocerán tu salvación; 95: R: Cantemos la grandeza del Señor; o bien: R: Vayan por todo el mundo, aleluya, y enseñen a todas las naciones, aleluya; 97: R: El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad; o bien: R: Toda la tierra ha visto al Salvador)

Monitor:

Segunda lecturaLectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2, 1-8)Dios quiere que todos los hombres se salven.

Te ruego, hermano, que ante todo se hagan oraciones, plegarias, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, y en particular, por los jefes de Estado y las demás autoridades, para que podamos llevar una vida tranquila y en paz, entregada a Dios y respetable en todo sentido.

Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro salvador, pues él quiere que todos los hombres se salven y todos lleguen al conocimiento de la verdad, porque no hay sino un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre él también, que se entregó como rescate por todos.

Él dio testimonio de esto a su debido tiempo y de esto yo he sido constituido, digo la verdad y no miento, pregonero y apóstol para enseñar la fe y la verdad.

Quiero, pues, que los hombres, libres de odios y divisiones, hagan oración dondequiera que se encuentren, levantando al cielo sus manos puras.

Palabra de Dios.P: Te alabamos Señor.

(Otras lecturas propuestas: Hech 1, 3-8: Ustedes serán mis testigos hasta los últimos rincones de la tierra; Hech 11, 19-26: Comenzaron a predicar también a los griegos la buena nueva del Señor Jesús; Hech 13, 46-49: Ahora nos dirigiremos a los paganos; Rom 10, 9-18: ¿Cómo van a oír hablar de él, si no hay nadie que se los anuncie? ¿Y cómo va a haber quienes se lo anuncien, si no son enviados?; Ef 3, 2-12: Se ha revelado actualmente el misterio de Cristo, que consiste en que los paganos son partícipes de la misma promesa)

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Monitor:

Aleluya

Aleluya, Aleluya. Aleluya, Aleluya.

EvangelioLectura del santo evangelio según san Mateo (28, 16-20)Vayan y enseñen a todas las naciones

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban.

Entonces Jesús se acercó a ellos y les dijo: “Dios me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo cuanto yo les he mandado. Y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin de los tiempos”.

Palabra del Señor.P. Gloria a ti Señor Jesús.

(Otros evangelios propuestos: Mc 16, 15-20: Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio; Lc 24, 44-53: Era necesario que se predicara a todas las naciones la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados; Jn 11, 45-52: Jesús de-bía morir para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos; Jn 17,11.17-23: Así como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo)

Líneas para la homilía

En la primera lectura el profeta Isaías presenta a Jerusalén como reflejando la luz del Salvador a todas las naciones; la luz no proviene de Jerusalén; ella sólo la refleja. Cristo Jesús es la luz de todos los pue-blos (cf. Lumen gentium 1). Previamente (capítulo 53), Isaías había presentado al Redentor, “el justo, [quien] traerá a muchos la salvación cargando con las culpas de ellos” (v. 11). Ahora que el Señor ha resucitado,

“está siempre dispuesto a salvar, y su oído pronto a escuchar” (Is 59, 1), y a su luz, reflejada por Iglesia, la nueva Jerusalén, “caminarán los pueblos, y los reyes al resplandor de su aurora” (Is 60, 3).

El salmo 116, que hemos proclamado entero, es —como dice el padre Konrad Schäfer— “un pequeño salmo a gran escala”: “El salmo 117 pide el reconocimiento universal de Dios. […] La asamblea es bene-ficiaria de la bondad de Dios; hacia nosotros se refiere a Israel o comprende a todo el mundo. El poeta recuerda que la alabanza está completa cuando la intención es unirse en armonía con todos”1.

1 SCHAEFER, Konrad, Salmos – Cantar de los Cantares – Lamentaciones, Villatuerta (Navarra): Verbo Divino, Biblioteca Bíblica Básica, 2006 (2ª reimpr.: 2012), p. 217.

Celebración Eucarística por la Evangelización de todos los pueblos

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En la segunda lectura, San Pablo pone de manifiesto el designio salvífico de Dios, que “dimana del «amor fontal» o de la caridad de Dios Padre” (Ad gentes, 2): “él quiere que todos los hombres se salven y todos lleguen al conocimiento de la verdad” (1Tm 2, 4). La misión de la Iglesia es, con todos sus límites y sus fallas, pero también con sus esperanzas y sus anhelos, una misteriosa prolongación de este amor fontal del Padre, pues esta misión y, en consecuencia, la misma naturaleza misionera de la Iglesia, “toma su origen de la misión del Hijo y del Espíritu Santo, según el designio de Dios Padre” (Ad gentes, 2), como nos lo recuerda el Concilio Vaticano II.

El evangelio nos presenta lo que en la Iglesia conocemos como el “mandato misionero”. Este mandato, como ya lo habían anticipado las otras lecturas, proviene en último término de Dios Padre. Jesús les dice a los Apóstoles: “Dios me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos…” La misión de la Iglesia proviene del poder de Dios que su Hijo Jesucristo, el Salvador de la humanidad, ha conferido a los Apóstoles y, a través de ellos, a toda la Iglesia. ¿Cuál es este poder? Es el poder del amor misericordioso, un poder, una luz, un amor que abarca a todos los seres humanos de todos los pueblos y de todos los tiempos. Ahora bien, este mandato misionero se da en el marco de una promesa: “Y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin de los tiempos”. Por más difíciles y adversas que parezcan las situaciones en medio de las cuales la Iglesia se esfuerza a llevar a cabo con fidelidad la misión evangelizadora, en ningún momento camina sola; Cristo Jesús siempre avanza con ella, especialmente en las horas más obscuras.

Credo

Oración universal u oración de los fieles

Elevemos, hermanos, nuestras súplicas a Dios Padre de misericordia, y oremos por todos los hombres.Digámosle confiadamente: Te rogamos, Señor.

R: Te rogamos, Señor.

Por la Iglesia, para que sea verdaderamente sacramento de salvación para el mundo, y trabaje incansablemente en el anuncio de la Buena Nueva.

Por el Santo Padre Francisco, para que su testimonio de vida nos aliente a encontrarnos con Cristo y a vivir en comunión con nuestros hermanos.

Por todas las personas del mundo, especialmente las que no te conocen, y que incluso te rechazan, para que abras su mente y su corazón a tu Palabra, Jesucristo.

Por los gobernantes y quienes manejan el poder económico y social, para que, iluminados por tu amor, promuevan la justicia, el desarrollo humano y la paz.

Por los pueblos y culturas que no han oído aún el Evangelio, para que suscites misioneros en medio de tu Pueblo, que con valentía hagan entrega generosa de sí mismos.

Por todos los misioneros, para que lleguen a ser testigos fieles de tu amor, y con esperanza planten la semilla del Evangelio, en todos los lugares donde se encuentren.

Por todos nosotros, para que ampliemos los límites de nuestra fe, y asumamos con un corazón universal el compromiso misionero de nuestro bautismo saliendo al encuentro del otro.

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Por todos los hombres y mujeres de la tierra, para que en el ejemplo de la santísima Virgen María encontremos caminos para ser auténticos discípulos y misioneros tuyos.

S: Te pedimos, Padre de misericordia, que ilumines benignamente a tu familia; para que, adhiriéndose a cuanto te agrada, obtenga de ti toda clase de bienes. Por Jesucristo nuestro Señor.

P: Amén.

LITURGIA EUCARÍSTICA(del Ordinario de la Misa, Misal Romano, pp. 481-589)

Oración sobre las ofrendas

Te rogamos, Señor, que santifiques estos dones y acojas, en tu bondad, nuestra humilde ofrenda para que nuestros cuerpos se conviertan en oblación viva, santa y agradable a ti y nos concedas servirte, no según la antigua condición del hombre, sino en novedad de vida, según tu Espíritu.Por Jesucristo, nuestro Señor.

P: Amén.

RITO DE COMUNIÓN(del Ordinario de la Misa, Misal Romano, pp. 590-595).

Antífona de la comunión (cf. Lc 4, 18-19)

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para procla-mar el año de gracia del Señor y el día de la redención.

Oración después de la comunión

Renovados espiritualmente con el alimento precioso del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, te rogamos, Señor, que transformes nuestro corazón y nos concedas un espíritu nuevo, para que, con perseverancia, caminemos por sendas de vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor.

P: Amén.

RITOS DE CONCLUSIÓN(del Ordinario de la Misa, Misal Romano, pp. 598-597)

Monitor: Que esta celebración Eucarística nos impulse a darle un sentido misionero a nuestras acciones ecle-siales y a nuestra vida cotidiana; pidamos a Jesús que nos abra el corazón para ampliar los límites de nuestra fe y salgamos siempre más allá de nuestra comodidad y confort. Que seamos verdaderamente Iglesia Universal para los pueblos y culturas del mundo.

Celebración Eucarística por la Evangelización de todos los pueblos

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HORA SANTAMISIONERA

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Evangelizadores con Espíritu quiere decir evangelizadores que seabren sin temor a la acción del Espíritu Santo. En Pentecostés,

el Espíritu hace salir de sí mismos a los Apóstoles y los transformaen anunciadores de las grandezas de Dios, que cada uno

comienza a entender en su propia lengua. El Espíritu Santo,además, infunde la fuerza para anunciar la novedad del

Evangelio con audacia (parresía), en voz alta y en todo tiempo ylugar, incluso a contracorriente. Invoquémoslo hoy,

bien apoyados en la oración, sin la cual toda acción corre el riesgo dequedarse vacía y el anuncio finalmente carece de alma.

Jesús quiere evangelizadores que anuncien la Buena Noticia no sólocon palabras sino sobre todo con una vida que se ha

transfigurado en la presencia de Dios.

Evangelii gaudium, 259.

Cuando Dios toca el corazón de un joven o de una joven,se vuelven capaces de grandes obras. Las «cosas grandes»

que el Todopoderoso ha hecho en la vida de María nos hablan tambiéndel viaje de nuestra vida, que no es un deambular sin sentido,

sino una peregrinación que, aun con todas sus incertidumbres ysufrimientos, encuentra en Dios su plenitud

(cf. Ángelus, 15 de agosto de 2015).Me diréis: «Padre, pero yo soy muy limitado, soy pecador,

¿qué puedo hacer?». Cuando el Señor nos llama no se fija en lo que somos,en lo que hemos hecho. Al contrario, en el momento en que nos llama,

él está mirando todo lo que podríamos dar, todo el amor quesomos capaces de ofrecer. Como la joven María,

podéis hacer que vuestra vida se convierta en uninstrumento para mejorar el mundo. Jesús os llama a dejar

vuestra huella en la vida, una huella que marque la historia,vuestra historia y la historia de muchos

(cf. Discurso en la Vigilia, Cracovia, 30 de julio de 2016).

Mensaje del Santo Padre Francisco para laXXXII Jornada Mundial de la Juventud 2017

El coro entona un canto de adoración haciendo participar al pueblo.En este momento entra el sacerdote o el ministro revestido para la Hora Santa y expone al Santísimo para la adoración.

Canto de exposiciónCanto de adoración todos de rodillas

Hora Santa Misionera

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Ministro:

Señor Jesús, Dios de la Vida, en esta mañana en la que tú nos convocas, estamos aquí como Iglesia de América, como Iglesia misionera, queremos adorarte, queremos permanecer en tu presencia, queremos escucharte.

Lector:

Jesús se acercó a ellos y les habló así: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y en-señándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 18-20). Palabra de Dios

Momento de silencio

Acción de gracias

Niño 1Jesús Eucaristía, Pan partido para dar vida al mundo, gracias porque nos has llamado a seguirte, porque nos invitas constantemente a escucharte, a permanecer a tu lado, a compartir la vida contigo.

Todos: ¡Gracias, Señor!

Niño 2Jesús Eucaristía, Pan partido para dar vida al mundo, gracias porque nos llamas a la conversión, dán-donos la fuerza para dejarlo todo e ir tras de Ti, cambiando nuestra forma de pensar y de vivir, acep-tando la cruz de cada día, que es tu misma cruz; en la conciencia de que morir es alcanzar la vida.

Todos: ¡Gracias, Señor!

Niño 3Jesús Eucaristía, Pan partido para dar vida al mundo, gracias porque nos llamas a conocerte, amarte y servirte; porque nos acompañas a través de la vida sacramental fortaleciendo nuestra conversión inicial.

Todos: ¡Gracias, Señor!

Niño 4Jesús Eucaristía, Pan partido para dar vida al mundo, gracias porque nos llamas a vivir en comuni-dad, participando de la vida de la Iglesia, en el encuentro con los hermanos, en una vida fraterna y solidaria.

Todos: ¡Gracias, Señor!

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Niño 5 Jesús Eucaristía, Pan partido para dar vida al mundo, gracias porque nos llamas a compartir con otros, la alegría de ser enviados, gracias porque compartiendo tu misma misión nos haces cons-tructores del Reino.

Todos: ¡Gracias, Señor!

Momento de silencio

LectorJesús les dijo otra vez: “La paz con ustedes, como el Padre me envió; también yo les envío. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo reciban el Espíritu Santo” (Jn 20, 21-22). Palabra de Dios

Canto

Ministro: Como comunidad llevada por el Espíritu te presentamos Jesús, Pan de vida, las necesi-dades de nuestros hermanos con esta súplica: Envíanos, Señor tu Espíritu.

Niño 1Por el continente europeo, para que aumentes en número y santidad las vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras, así mismo te pedimos que en las familias acrecientes el amor a la vida y la capacidad de gozar de ella. Oremos.

Todos: Envíanos, Señor, tu Espíritu.

Niño 2Por el continente africano, para que cada uno de los cristianos viva con autenticidad, buscando siempre el servicio, haciendo de África la familia de Dios. Oremos.

Todos: Envíanos, Señor, tu Espíritu.

Niño 3Por el continente asiático, para que a través del diálogo, la Iglesia enfrente el reto de la evange-lización en medio del mundo contemporáneo.

Todos: Envíanos, Señor, tu Espíritu.

Niño 4Por el continente de Oceanía, para que vea compensada con dones y carismas la generosa ayuda donada a través de sus discípulos y misioneros, más allá de sus fronteras. Oremos.

Todos: Envíanos, Señor, tu Espíritu.

Hora Santa Misionera

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Niño 5Por nuestro continente americano, para que avives en nosotros la conciencia misionera, y llenos del Espíritu Santo sepamos leer los signos de los tiempos, manifestando a cada uno de nuestros hermanos la ternura de tu amor a través de gestos, sentimientos y actitudes verdaderamente humanos. Oremos.

Todos: Envíanos, Señor, tu Espíritu.

Niño 6Por nuestra Iglesia, para que dóciles a la acción del Espíritu, aprendamos a vivir en fidelidad a Ti Señor Jesús y a la humanidad, en estado permanente de misión. Oremos.

Todos: Envíanos, Señor, tu Espíritu.

Momento de silencio

Canto de adoración

Lector: Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: “Maestro,¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?” Él le dijo: “¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? “Respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”. Le dijo entonces: “Bien has respondido. Haz eso y vivirás”. Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: “Y ¿quién es mi prójimo?” Jesús respondió: “Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y le dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: “Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.” Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores? “Él dijo: “El que practicó la misericordia con él”. Jesús le dijo: “Vete y haz tú lo mismo” (Lc 10, 25-37). Palabra de Dios

Momento de silencio

Ministro: Enséñanos Señor Jesús a no pasar de largo, indiferentes, sin detenernos al lado del hermano que está en necesidad. A comprender y sufrir con el que sufre; a alegrarnos con el que se alegra; a llorar con el que llora; a hacernos como San Pablo “todo a todos, para salvar a toda costa a algunos” (1 Cor 9, 22).

A tener un corazón bueno, compasivo y misericordioso, capaz de enternecerse ante el sufrimiento del otro. Y también, Señor, ayúdanos a hacer algo eficaz para remediar el dolor. En esto tú eres nuestro modelo de Buen Samaritano, remediabas sus necesidades espirituales y corporales, consolabas, predicabas el amor del Padre, curabas enfermedades físicas y sanabas toda dolencia, multiplicabas los panes para darles de comer. A los

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ciegos devolvías la vista, curabas a los leprosos, resucitabas a los muertos. Y al final te nos has dado por entero en la Eucaristía y en el Calvario, para darnos vida eterna.

Tómanos a cada uno y haz de nosotros instrumentos de tu misericordia.

Canto

Momento de silencio

Oración final y Bendición con el Santísimo

Bendito sea Dios.Bendito sea su santo nombre.Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre.Bendito sea el nombre de Jesús.Bendito sea su sacratísimo corazón.Bendito sea su preciosísima sangre.Bendito sea Jesús en el santísimo sacramento del altar.Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.Bendita sea la incomparable Madre de Dios, María SantísimaBendita sea su santa e inmaculada concepción.Bendita sea su gloriosa asunción.Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.Bendito sea San José, su castísimo esposo.Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.

Oremos:

Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención.

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amen.

Canto para la reserva

De pie con todo respeto se entona un canto mientras el sacerdote o ministro traslada el Santísimo Sacramento al lugar de la reserva, el canto termina cuando el sacerdote o ministro se ha retirado del lugar.

Hora Santa Misionera

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ROSARIO MISIONERO

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Para rezar el rosario misionero se sigue el mismo esquema de cualquier rosario, con la particularidad de que todas las intensiones van dirigidas a pedir por las misiones.

• 1º Misterio: Pidamos por África, para que pueda superar el sufrimiento provocado por el hambre,la pobreza, las continuas guerras y las desigualdades raciales.

A pesar del panorama prevalentemente negativo que hoy presentan numerosas regiones de África y de las tristes experiencias que no pocos países atraviesan, la Iglesia tiene el deber de afirmar con fuerza que es posible superar estas dificultades. Ella debe fortalecer en todos los africanos la esperanza en una verdadera liberación. Su confianza se fundamenta, en última instancia, en la conciencia de la promesa divina, que nos asegura que nuestra historia no está cerrada en sí misma, sino que está abierta al Reino de Dios. Por esto ni la desesperación ni el pesimismo pueden justificarse cuando se piensa en el futuro tanto de África como de las demás partes del mundo.

Ecclesia in Africa, 14

• 2º Misterio: Pedimos por la Iglesia en América, para que, obedientes al Maestro, pueda escuchar el consejo de María, que nos dice: “Hagan lo que Él les diga”.

[…] las Iglesias particulares de América están llamadas a extender su impulso evangelizador más allá de sus fronteras continentales. No pueden guardar para sí las inmensas riquezas de su patrimonio cristiano. Han de llevarlo al mundo entero y comunicarlo a aquéllos que todavía lo desconocen. Se trata de muchos millones de hombres y mujeres que, sin la fe, padecen la más grave de las pobrezas. Ante esta pobreza se-ría erróneo no favorecer una actividad evangelizadora fuera del Continente con el pretexto de que todavía queda mucho por hacer en América o en la espera de llegar antes a una situación, en el fondo utópica, de plena realización de la Iglesia en América.

Ecclesia in America, 74.

• 3º Misterio: Pidamos para que la Iglesia en Europa, recupere su vitalidad cristiana y misionera.

¡Iglesia en Europa, te espera la tarea de la «nueva evangelización»! Recobra el entusiasmo del anuncio. Siente, como dirigida a ti, en este comienzo del tercer milenio, la súplica que ya resonó en los albores del primer milenio, cuando, en una visión, un macedonio se le apareció a Pablo suplicándole: «Pasa por Ma-cedonia y ayúdanos » (Hch 16, 9). Aunque no se exprese o incluso se reprima, ésta es la invocación más

El Rosario es también un itinerario de anuncio y de profundización, en el que el misterio de Cristo es presentado continuamente en los diversos

aspectos de la experiencia cristiana. Es una presentación orante y contem-plativa, que trata de modelar al cristiano según el corazón de Cristo. […]

Hoy estamos ante nuevos desafíos. ¿Por qué no volver a tomar en la mano las cuentas del rosario con la fe de quienes nos han precedido? El Rosario

conserva toda su fuerza y sigue siendo un recurso importante en el bagaje pastoral de todo buen evangelizador.

Rosarium Virginis Mariae, 17.

Rosario Misionero

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profunda y verdadera que surge del corazón de los europeos de hoy, sedientos de una esperanza que no defrauda. A ti se te ha dado esta esperanza como don para que tú la ofrezcas con gozo en todos los tiempos y latitudes. Por tanto, que el anuncio de Jesús, que es el Evangelio de la esperanza, sea tu honra y tu razón de ser. Continúa con renovado ardor el mismo espíritu misionero que, a lo largo de estos veinte siglos y comenzando desde la predicación de los apóstoles Pedro y Pablo, ha animado a tantos Santos y Santas, auténticos evangelizadores del continente europeo.

Ecclesia in Europa, 45.

• 4º Misterio: Pidamos por todos los hombres y mujeres de Oceanía, para que escuchando la Palabra de Dios, se dejen transformar por ella.

Desde la antigüedad, los pueblos de Oceanía se emocionaban ante la presencia divina en los tesoros de la naturaleza y de la cultura. Pero sólo con la llegada de misioneros extranjeros durante la última mitad del segundo milenio supieron los nativos de Jesucristo, el Verbo humanado. Quienes emigraron de Europa y de otras regiones del mundo llevaron consigo su fe. Para todos, el Evangelio de Jesucristo, recibido con fe y vivido en la communio de la Iglesia, realizaba, superándolas, las más profundas expectativas del corazón humano. Es la Iglesia en Oceanía fuerte en la esperanza, ya que ha experimentado la infinita bondad de Dios en Cristo. Hasta hoy, el tesoro de la fe cristiana permanece invariado en su dinamismo y en sus perspectivas, ya que el Espíritu de Dios resulta siempre nuevo y sorprendente. La Iglesia diseminada por todo el mundo comparte la esperanza de los pueblos de Oceanía de que el futuro depare nuevos y aún más maravillosos dones de gracia a las tierras del Gran Océano.

Ecclesia in Oceania, 1.

• 5º Misterio: Pidamos por los pueblos de Asia, para que permanezcan abiertos al anuncio del Evangelio proclamado por los misioneros.

La Iglesia en Asia canta las alabanzas del «Dios de la salvación» (Sal 68, 20) por haber elegido iniciar su plan salvífico en la tierra de Asia, mediante hombres y mujeres de ese continente. En efecto, fue en Asia donde Dios, desde el principio, reveló y realizó su proyecto de salvación. Guió a los patriarcas (cf. Gn 12) y llamó a Moisés para que condujera a su pueblo hacia la libertad (cf. Ex 3, 10). Al pueblo que había elegido para sí le habló a través de muchos profetas, jueces, reyes e intrépidas mujeres de fe. En la «plenitud de los tiempos» (Ga 4, 4), envió a su Hijo unigénito, Jesucristo, el Salvador, que se encarnó como asiático. La Iglesia en Asia, exultando por la bondad de los pueblos del continente, por las culturas y la vitalidad religio-sa, y, al mismo tiempo, consciente de la unicidad del don de la fe recibida para el bien de todos, no puede dejar de proclamar: «Dad gracias al Señor, porque es bueno; porque es eterna su misericordia» (Sal 118, 1).

Dado que Jesús nació, vivió, murió y resucitó en Tierra Santa, esa pequeña porción de Asia occidental se ha convertido en tierra de promesa y de esperanza para todo el género humano. Jesús conoció y amó esa tierra, haciendo suyos la historia, los sufrimientos y las esperanzas de ese pueblo; amó a su gente, abrazando las tradiciones y la herencia judías. En efecto, Dios, ya desde la antigüedad, eligió a ese pueblo y a él se reveló como preparación para la venida del Salvador. Desde esa tierra, mediante la predicación del Evangelio, con la fuerza del Espíritu Santo, la Iglesia fue por doquier a «hacer discípulos a todas las gentes» (cf. Mt 28, 19).

Ecclesia in Asia, 1.

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Letanías misioneras

Señor, ten piedad de nosotros Señor, ten piedad de nosotros

Jesucristo, ten piedad de nosotros Jesucristo, ten piedad de nosotrosSeñor, ten piedad de nosotros Señor, ten piedad de nosotrosJesucristo óyenos Jesucristo óyenosDios Padre que quieres que todos nos salvemos Ten piedad de nosotros

Dios hijo redentor del mundo, que sufriste muerte de cruz por toda la humanidad Ten piedad de nosotros

Dios Espíritu Santo, que atraes a la humanidad al conocimiento de la verdad Ten piedad de nosotros

Santa María Reina de las misiones Ruega por el mundoSan Pedro Ruega por el mundoSan Pablo Ruega por el mundoSan Francisco Xavier Ruega por el mundoSta. Teresita del niño Jesús Ruega por el mundoSan Marcos Ruega por ÁfricaSan Agustín Ruega por ÁfricaBeato Carlos de Foucald Ruega por ÁfricaSantos Mártires de Uganda Rueguen por ÁfricaBeata Clementina Anaurite Ruega por ÁfricaSan Andrés Ruega por AsiaSanto Tomas Ruega por AsiaSan Juan Brito Rueguen por AsiaSantos Mártires de Corea Ruega por AsiaBeatos y Stos. Mártires De china y Japón Ruega por AsiaSanta Rosa de Lima Ruega por AméricaSan Martín de Porres Ruega por AméricaSantos Mártires Mexicanos Ruega por AméricaSan Juan Diego Ruega por AméricaSan Felipe de Jesús Ruega por AméricaSan Pedro Claver Ruega por AméricaSan Daniel Comboni Ruega por EuropaSan Guido Ma. Conforti Ruega por EuropaSan Bonifacio de Alemania Ruega por EuropaSan Agustín de Cantabria Rueguen por Europa

Rosario Misionero

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San Leandro de Sevilla Ruega por EuropaSan Pedro de Chanel Ruega por OceaníaPadre Damián de Hancy Ruega por OceaníaEstrella del Mar Rueguen por OceaníaBeatos y Stos. Las Innumerables Islas Rueguen por OceaníaCordero de Dios que quitas el pecado del mundo Perdónanos, Señor Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo Escúchanos, Señor Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo Ten piedad y misericordia de nosotros

Súplica a la Reina del Santo Rosario

«Oh Rosario bendito de María, dulce cadena que nos une con Dios, vínculo de amor que nos une a los Ángeles, torre de salvación contra los asaltos del infierno, puerto seguro en el común naufragio, no te dejaremos jamás. Tú serás nuestro consuelo en la hora de la agonía. Para ti el último beso de la vida que se apaga. Y el último susurro de nuestros labios será tu suave nombre, oh Reina del Rosario […], oh Madre nuestra querida, oh Refugio de los pecadores, oh Soberana consoladora de los tristes. Que seas bendita por doquier, hoy y siempre, en la tierra y en el cielo».

Rosarium Virginis Mariae, 43.

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La misión en el corazón de la fe cristiana

“La misión de la Iglesia no es la propagación de una ideología religiosa, ni tampoco la propuesta de una ética sublime. […]La misión de la Iglesia estimula una actitud de continua peregrinación a través de los diversos desiertos de la vida, a través de las diferentes experiencias de hambre y sed, de verdad y de justicia.”

Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2017

Según datos de la Agenzia Fides, en el año 2014 la población mundial era de 7 160 739 000,

de los cuales 1 272 281 000 eran católicos, distribuídos de la siguiente manera:

Una de las preocupaciones más grandes para la Iglesia es la escasez vocacional o su falta de perseverancia para ordenarse. En el 2014 la cantidad de católicos que eran atendidos por un sacerdote es la siguiente:

1

2

“Haced discípulos” (Mt 28,19)

“La mies es mucha” (Lc 10,2)5 045 católicos en América

620 512 000 católicos63% de la población

americana

287 096 000 católicos40% de la población europea

139 829 000 católicos3% de la población asiática

214 759 000 católicos19% de la población africana

10 085 000 católicos26% de la población oceánica

17% de la poblaciónmundial es católico

5 004 católicos en África

2 198 católicos en Ásia

2 175 católicos en Oceanía

1 581 católicos en Europa

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La Iglesia, preocupada por continuar anunciando el Reino de Dios, se ha establecido en los cinco continentes mediante cir-cunscripciones eclesiásticas o en estaciones misioneras. De estas últimas, algunas cuentan con sacerdotes residentes; sin embargo, la mayoría de las estaciones misioneras no cuenta con sacerdote alguno.

Gracias a tu donativo, la Iglesia continúa el anuncio del Reino en los cinco continentes mediente diversos institutos sanitarios, de asistencia y beneficiencia.

Todos los bautizados tenemos la responsabilidad de anunciar el Evangelio, no importa si somos sacerdotes, religiosos, religiosas o laicos. A pesar de esto, solamente existen en el mundo entero 368 520 laicos misioneros, distribuidos de la siguiente manera:

3 5

4

“Iban predicando a la gente la conversión” (Mt 6,7-13) “Dios ama, al que dacon alegría” (2 Cor 9,7)

“Estaban todos reunidos con un mismo objetivo” (Hch 2,1)

16 523 Dispensarios5 158 Hospitales612 Leproserías

África Ámerica Asia Europa Oceanía

África Ámerica Asia Europa Oceanía

África Ámerica Asia Europa Oceanía

9 492 Orfanatos12 637 Kinders

3 782 Centros educativos

37 601 institucionesbeneficas

31 915 enAsia (8.6%)14 350 en

Europa (3.8%)

130 enOceanía (.03%)

7 235 enÁfrica (1.9%)

314 890 enÁmerica (85.4%)

15 679 Casas para ancianos, enfermos

y minúsvalidos

Circunscripcioneseclesiásticas

Estaciones misionerascon sacerdote residente

Estaciones misionerassin sacerdote residente

537

593

76 656

1 087

414

19 126

537

755

39 929

756

70

103

81

35

758

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NOTAS

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NOTAS

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Esta obra se terminó de imprimir en junio 2017