la modelaciÓ socian l como polÍtic...

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LA MODELACIÓN SOCIAL COMO POLÍTICA INDIGENISTA DE LOS FRANCISCANOS EN LA NUEVA ESPAÑA—1524-1574 Francisco de SOLANO Instituto "Gonzalo Fernández de Oviedo" LA CONQUISTA CRISTIANA de América tuvo que ensayarse so- bre unos módulos nuevos, pocas veces ensayados antes del siglo XVI. Las áreas expansivas del cristianismo —desde el foco nuclear del padre Mediterráneo— se habían puesto en contacto con diferentes pueblos y culturas, ejerciendo en ellos —con mayor o peor fortuna— la dinámica proselitista. Pero todos esos pueblos, aunque poseían rasgos específicos y ge- nuinos, se hermanaban del mismo sentimiento cohesivo de un semejante fervor urbano. Este grado de civilización per- mitía al evangelizador dirigir su atención sobre la capta- ción ideológica y mental. La misionología cristiana pudo actuar sobre posturas captativas y sobre el convencimiento intelectual con los mundos oriental, judaico y musulmán: pueblos de culturas muy evolucionadas, urbanizados desde milenios. Una misma devoción urbana, unos hábitos técni- cos y científicos identificaban al Viejo Mundo, a pesar de la multivariedad de gustos y costumbres y de su culto a diversas religiones —teístas en su mayor parte. Estas afini- dades y conocimientos no se encontraron en Indias. Por el contrario, las características culturológicas de los aborígenes prehispánicos eran tales que para que la evangelización fuese efectiva y permanente el misionero tuvo que realizar —al mismo tiempo— tareas civilizadoras. Le obligaba la men- talidad cultural primitiva, lo mismo que el paganismo y el espectáculo de un mundo saturado de dioses, interrelacio- 297

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LA MODELACIÓN SOCIAL

COMO POLÍTICA INDIGENISTA

DE LOS FRANCISCANOS E N

L A N U E V A ESPAÑA—1524-1574

Francisco de S O L A N O

Instituto "Gonzalo Fernández de Oviedo"

L A CONQUISTA C R I S T I A N A de América t uvo que ensayarse so­

b re unos módulos nuevos, pocas veces ensayados antes de l

s iglo XVI. Las áreas expansivas del cr is t ianismo —desde el

foco nuclear de l padre Mediterráneo— se habían puesto en

contacto con diferentes pueblos y culturas, ejerciendo en ellos

—con mayor o peor fortuna— la dinámica proselit ista. Pero

todos esos pueblos, aunque poseían rasgos específicos y ge-

nuinos , se hermanaban del mismo sent imiento cohesivo de

u n semejante fervor urbano. Este grado de civilización per­

m i t í a a l evangelizador d i r i g i r su atención sobre l a capta­

c ión ideológica y men ta l . L a misionología cristiana pudo

actuar sobre posturas captativas y sobre e l convencimiento

in te lec tua l con los mundos or ienta l , j uda i co y musulmán:

pueblos de cul turas m u y evolucionadas, urbanizados desde

mi len ios . U n a misma devoción urbana, unos hábitos técni­

cos y científicos ident i f icaban al V i e j o M u n d o , a pesar de

l a m u l t i v a r i e d a d de gustos y costumbres y de su cu l to a

diversas rel igiones —teístas en su mayor parte. Estas a f in i ­

dades y conocimientos n o se encont raron en Indias . Por el

con t ra r io , las características culturológicas de los aborígenes

prehispánicos eran tales que para que l a evangelización

fuese efectiva y permanente el mis ionero tuvo que realizar

—al mismo tiempo— tareas civilizadoras. L e obl igaba la men­

t a l i d a d c u l t u r a l p r i m i t i v a , l o mismo que el paganismo y el

espectáculo de u n m u n d o saturado de dioses, interrelacio-

297

298 FRANCISCO DE SOLANO

nado sobre idiomas extraños. E l proselit ismo mis iona l t u v o

que condicionarse, entonces, sobre parámetros dis t intos: de­

biendo co inc id i r evangelización con promociones c u l t u r a l y

política. L a operación de la conquista espir i tual fue más

compleja : y en perfecto orden cronológico creció después de

haberse efectuado las conquistas urbana, cristiana y lingüís­

tica. Mat iza r en este proceso una cronología con r i g o r de

c i ru jano, separando con exac t i tud fechas y circunstancias, es

extremadamente difícil: máxime cuando estas empresas fue­

r o n paralelas y coincidentes en muchos casos y te r r i to r ios .

E n captar al m u n d o indígena, en comprenderlo y conocerlo

para mejor crist ianizarlo, en aprender su acento y su par­

t i cu la r idad , se gastaron muchos inquietantes años.

Para realizar esta tensa y ardua tarea se requerían ap t i ­

tudes poco comunes en e l misionero. Su labor educat iva

no se dedicó, por estas razones, exclusivamente hacia l a

didáctica religiosa, con u n único obje t ivo de mod i f i ca r e l

paganismo p o r l a religión cristiana del vencedor. L a evan­

gelización bajo ese pr isma había sido extremadamente d i f i ­

cultosa y poco sostenible, además. L a cristianización de las

Ind ias de Cast i l la se efectuó, por el contrar io , bajo l a dob le

y conjuntada vert iente de una didáctica religiosa y u n a

promoción social. L a educación artesana, el aprendizaje en

oficios y técnicas, l a expansión de conocimientos sobre agri­

cu l tu ra y ganadería, se i m p a r t i e r o n desde el momen to en

que se producía l a concentración de l a población indígena

en pueblos formados al modo e imagen de Cast i l la: 1 sobre

idear io y bienes comunales. Justo el comunal ismo que e l

religioso de las órdenes tenía como justificación. Esta iden­

tificación de teoría y práctica aculturadoras se complemen­

taba, además, en el mensaje igua l i t a r io del cr is t ianismo.

Razones todas que expl ican tanto l a sorprendente rapidez

de la difusión p r imera de l a doc t r ina cristiana, l o m i s m o

que la aculturación religiosa, sobre todo en el m u n d o azteca.

i SOLANO, 1976. Véanse las explicaciones sobre siglas y referencias

al final de este artículo.

L A M O D E L A C I Ó N SOCIAL 299

L a participación de los franciscanos en estas realizacio­

nes ha sido tan gigantesca como grande es el número de los

trabajos que se escriben para resaltarlo. Su actuación con­

sistió en aplicar en Indias las normas de v ida y el ideario

de l a r ama reformada de l a orden, conocida por "Regular

Observancia" , 2 a la que pertenecen mayor i tar iamente los

franciscanos que se establecieron en l a Nueva España. A su

esp i r i tua l idad , su r i go r de pobreza —"estrecha y absoluta

pobreza evangélica, en l a cual están incluidas todas las de­

más vir tudes"— 3 unían u n empeño p o r promocionar social-

men te al indígena, como parte inseparable de su min i s t e r io :

enseñándole técnicas agrícolas, oficios menestrales y artesa-

nales. Los franciscanos pusieron en práctica su pasión por el

es tudio de las lenguas, su b ib l i smo, su trabajo y recogi­

m i e n t o conventual , a l a vez que promocionaban al indígena.

Y en esta conjunción de elementos —los espirituales y los

sociológicos— se encuentra el ob je t ivo p r i m o r d i a l de la po­

l í t ica indigenis ta franciscana, siendo ambos los factores efi­

caces de l a aculturación. Las conquistas cristiana, lingüística

y c u l t u r a l son fases todas de esa conquista espir i tual , cuya

realización se sedimenta duran te los pr imeros cincuenta años

de su presencia en l a Nueva España.

I . Los programas indigenistas y la espiritualidad

de la Regular Observancia.

Desde 1418 en que el pontífice Mar t ín V asentaba la

re forma de fray Pedro de Villacreces, se siguió en una serie

de conventos de Cast i l la l a f i e l observancia del Evangelio

mediante la más exacta y estrecha guarda de l a regla de

san Francisco, observada a la letra, insistiendo en l a devo-

2 Se estudia con detenimiento —orígenes, características, ideario e ideología, influencias y particularidades— en un número monográfico de Archivo Ib ero-Americano (Las reformas, 1957). U n excelente resu­men en MARTIN , 1966.

8 Indica fray Pedro de Villacreces en sus recomendaciones espiri­tuales. Las reformas, 1957, p. 640.

300 FRANCISCO D E S O L A N O

ción y en l a mortificación más que en la ciencia. E l ideal

de Villacreces, v i v i d o p r i m e r o en los conventos de San A n ­

t o n i o de l a Cabrera (Burgos) , Salceda, A b r o j o (Vallado-

l i d ) y Agu i l e r a , conformadores de custodias y provincias

en e l siglo x v y XVI, como Concepción y San Gabr i e l —Cas­

t i l las , León , Extremaduras— recibió u n fuerte impu l so gra­

cias a l cardenal Cisneros, que or ientó u n a gran atención

hacia e l estudio de las lenguas con el ob je t ivo de devolver

a l t ex to evangélico todo su va lor i d i o m a t ico y gramatical .

Este b i b l i s m o y evangelismo españoles, con t inuado en o t ra

serie de conventos que se sumaron a los anteriores, y su

preocupación reformista, se ident i f icaba con todas las co­

rr ientes europeas del humanismo renacentista, con su fervor

p o r l a vue l t a a las fuentes originales de los autores griegos

y la t inos y el interés po r l a puesta en práctica de u n cris­

t i an i smo p r i m i t i v o . L a in f luenc ia de las doctr inas de Eras­

m o 4 y de T o m á s M o r o , 5 el m i l e n a r i s m o 6 y u t o p i s m o 7 han

s ido pa r t i cu l a r y detenidamente estudiadas, n o sólo en su

ámbi to ibérico sino en el N u e v o M u n d o . Pero n o se ha

cu idado en resaltar que estos movimien tos humanistas del

r enac imien to europeo, que t ienen u n a indudab le e impor ­

tante in f luenc ia , se paralel izan en España con u n m o v i ­

m i e n t o reformista que se llevó a cabo con preocupación y

entusiasmo, en Cast i l la y en sus zonas de inf luencia , tra­

tando de volver a l a regla de l fundador —en el caso de los

franciscanos—, a l a observancia de toda l a pureza evangé­

l i c a y a l a austeridad p r i m i t i v a en edificios, en el trabajo,

en l a oración, en la v ida personal y comuni ta r i a .

Los pr imeros franciscanos que l l ega ron a Nueva España

—los Doce, fray Juan de Zumárraga, 8 las otras inmediatas

4 BATAILLON, 1937, 1954.

5 ZAVALA, 1937, 1941, 1948; WARREN, 1963; BORGES, 1960.

6 PHELANI, 1956; FROST, 1976, 1977.

7 Además de todas las obras indicadas en notas 4 , 5 y 6, BATAILLON,

1959; MANNHEIM, 1949.

8 GARCÍA ICAZBALCETA, 1947; CHAUVET, 1948. Importantes los núme­

ros monográficos que con motivo del I V Centenario de su muerte de-

L A M O D E L A C I Ó N SOCIAL 301

emigraciones— prov ienen de estas custodias de l a Regu la r

Observancia, con l o que u n mismo espíritu les ident i f icaba.

T a m b i é n u n a misma no rma t iva y u n mismo régimen de

v i d a : en sus conventos, t rabajando en sus huertos y en labo­

res artesanales, den t ro o cerca de u n núcleo u rbano que

poseía bienes comunales con los que satisfacer las necesida­

des del común, estaban en condiciones óptimas para ensa­

yar en N u e v a España el afán de su espi r i tua l idad, p romo-

c ionando a los aborígenes en u n marco geográfico circuns­

tanc ia l semejante al de los pr imeros cristianos. Gentes nue­

vas a las que se podía encauzar, pues, con el mi smo espíritu

renovador de l p r i m i t i v i s m o crist iano, que "esta es iglesia

p r i m i t i v a en aspecto de estos naturales", como ind ica fray

J e r ó n i m o de M e n d i e t a . 9 Pero la puesta en práctica de ese

idea l cr is t iano suponía n o sólo l a mera evangelización y

prosel i t ismo misionales —con e l e jemplo personal de u n a

v ida abnegada, sostenida en u n a santa pobreza— 1 0 sino toda

u n a reorganización de la sociedad indígena: cristiana, polí­

t ica y c i v i l m e n t e . 1 1

Este mat iz de iglesia mis iona l , abnegada y pobre, fue

aceptado por e l Consejo de Ind ias como el rector de los p r i -

dicaron Missionalia Hispánica (Madrid, 1948), Hispanic American Historical Review (1949) y The Americas (1949). Además, BAYLE,

1948; Ruiz DE LARRINAGA, 1948 y LEJARZA, 1949.

9 CdeR, 1941, p. 34. Esta "pristinación de la naciente iglesia", jun­to a la naturaleza de los indios, ha sido destacada por José Miranda (MIRANDA, 1960). Es interesante volver a insistir en la diferencia entre

la mentalidad con que llega el franciscano a América y la que lleva el hombre común. E l religioso ve en Nueva España la magnífica ocasión de cristianizar una numerosa población, mientras un Díaz del Castillo, por ejemplo, soldado y cristiano viejo, ve a Tenochtitlan como la ma­terialización de las fantasías de los libros de caballerías: "parecían las cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadís".

10 Pobreza en edificios, frugalidad en la comida y unos sayales "en verano lo más roto, en invierno lo más vano, y siempre lo deben remendar como quiere San Francisco", según las recomendaciones de Villacreces. Las reformas, 1957, p. 941.

1 1 MARAVAIX, 1948.

302 FRANCISCO D E S O L A N O

meros momentos del establecimiento eclesiástico en la Amé­

r i c a española , 1 2 convencido de que esa orientación era pre­

fe r ib le a u n a iglesia diocesana y me t ropo l i t ana rica. De to­

das formas, l a fórmula del proseli t ismo franciscano en pro­

d i g i o de convivencia con y entre los pueblos de diferente

e tn ia l a d a n las autoridades franciscanas de México en 1543,

q u e recomendaban que con los indígenas

se requiere grande atadura y vínculo de amor, en lo cual

consiste todo el bien de esta iglesia, así en lo espiritual como

e n lo temporal. Y bienaventurado será el que amasare estas

dos naciones en este vínculo de amor. Mas porque la astucia

del demonio n o cesa de poner disensión, y también es común

y natural llaga no cuadrar estos naturales con los extranjeros,

para remedio de esto parece necesario que en los españoles

haya tres cosas: lo uno, grande ejemplo de buena cristiandad;

lo sgundo, buen tratamiento, como de padres a hijos; lo ter­

cero, buen recatamiento y g u a r d a . 1 3

U n t rabajo nada fácil, por o t ro lado. Sinceramente lo con­

fiesan los franciscanos, que sin una p rofunda fe no hubie­

r a n perseverado en México—

. . . h u b i é r a m o s desamparado esta Nueva E s p a ñ a . . . por las

persecuciones, estorbos y angustias que se h a n padecido por la

defensión y amparo [de los indios] 1 4

12 E l Consejo de Indias procuró que los obispados recayesen en

regulares antes que en el clero secular. Prueba de ello es que, en todo

el siglo XVI, y en todas las Indias, 55 obispos pertenecían al clero

secular y 123 al regular, siendo éstos: 66 dominicos, 32 franciscanos,

14 Jerónimos, 10 agustinos y un benedictino. SOLANO, 1970. Esta situa­

ción comenzó a modificarse desde 1570 gracias, entre otros factores, a

la aplicación de la normativa del Concilio de Trento. L a iglesia deja­

ría paulatinamente de ser misional para encuadrarse en los moldes dio­

cesanos: política que provocó una intensa resistencia y oposición por

parte de todas las órdenes misioneras. SOLANO, 1977.

13 Carta de fray Martín de Hojacastro, comisario general, y fray

Francisco Soto, provincial, al rey, en CdeR, 1941, p. 97.

14 Fray Jacobo Testera y otros franciscanos al rey (31 jul . 1553),

en Epistolario, 1939-1942, m, p. 97.

L A M O D E L A C I Ó N SOCIAL 303

—pero que se sostienen en ese trabajo sin esperanzas en

humanas recompensas. Fray Juan de Zumárraga escribía así

e n 1547 al príncipe Fel ipe:

Me hal lo tan didioso y contento y más rico que sabría sig­

nificar, porque a la verdad mi deseo y propósito firme es irme

desapropiando cuanto me es posible y morir fraile menor po­

bre . . . porque como la regla de mi profesión manda que los

frailes de San Francisco ninguna cosa tengamos, ¡ loado Dios!,

estoy desapropiado del hospital y de todas las casas que le

tengo donadas, y de los tributos del pueblo de Ocuituco, para

que pueda decir con verdad a m i rey y señor, que de stercore

erexit me pauperem ea quae de manu tua ipsa tibi reddo.1®

Pero esta disposición personal de los pr imeros francis­

canos en Nueva España — motolinías, expresivamente, to­

dos—, coincidente con su credo ideológico, sirvió de base

p r i m a r i a para el desarrollo de su polí t ica indigenista . U n a

a c t i t u d y u n estilo: posturas humanas de colocarse en el

n ivel»del aborigen, para desde él p rop ic ia r los credos y

programas evangelizadores. U n modo de v ida que se iden­

t if icaba, en cier ta medida, con el v i v i d o por el na tu ra l . Po­

siciones ambas que se pusieron en juego en el instante mis­

m o de la proyección de l a t r i p l e polí t ica cu l tur izadora : la

concentración de l a población indígena dispersa, la mode­

lación social de l aborigen, y una enseñanza p r i m a r i a y téc­

nica. E n los tres sentidos, algunos de los rasgos esenciales

de la fisonomía de Cast i l la le fac i l i t a ron a franciscano el

e jemplo práct ico sobre el que fijarse: su afán pob lador

—evidenciado a lo largo de los lentos siglos de l a reconquis­

ta— y su dedicación agrícola y ganadera. Rasgos a los que

se unen la g ran tradición hortícola y educativa conven­

tuales.

15 CUEVAS, 1914, p. 135.

304 FRANCISCO D E S O L A N O

I I . La política reductor a o congregacionista.

E n el prodigioso fenómeno de l a urbanización de Amé­

r i c a 1 6 u n mismo sent imiento aunaba las intencionalidades

d e l estado, de l rel igioso y de l par t icu lar : la fundación de

núcleos urbanos que presentaban la posesión de l a t ierra ,

e l crecimiento de una v i d a nueva, y la colonización. E l cas­

te l lano llegó a sus Ind ias para quedarse y crecer en ellas, n o

para fomentar factorías siguiendo el modelo medieval . Pero

e l europeo se encontró p r i m e r o con los pueblos sin cu l ­

t u r a urbana antes que los urbanizados. T a n t o en u n caso

c o m o en ot ro , la fundación de ciudades, l a distribución de

l a t i e r ra y e l comienzo de una colonización se procedieron

de modo casi i nmed ia to a cada conquista. E n Mesoamérica,

salvo ejemplos de habitat concentrado, l a población indí­

gena se encontraba dispersa, aunque asentada. Habitat que

unas veces estaba determinado por l a fo rma de los cul t ivos

t r a d i c i o n a l e s 1 7 y otras muchas en que para mejor prote­

gerse de las t r ibus hostiles se refugiaba l a población en

reductos inaccesibles. 1 8 L a l legada de l europeo significó u n

cambio substancial en estos patrones de asentamiento. 1 9 Para

e l castellano, civilización, desarrol lo y evangelización se de­

finían en l a imagen de la c iudad. Y hacia esta urbanización

se canalizaron los esfuerzos españoles, no sólo creando aque­

l los núcleos urbanos sino fo rmando "pueblos de ind ios" con

l a población dispersa o desperdigada. C o n estas medidas se

16 SOLANO, 1973-1974, reúne gran parte de la producción historio-

gráfica sobre dicha temática.

17 MORENO TOSCANO, 1968, p. 77.

18 L a Rea ( L A R E A , 1882, pp. 104ss.), escribiendo sobre fray Juan

de San Miguel, apunta "cómo viviendo el bárbaro tarasco en los mon­

tes, este santo varón lo redujo a la vida política y popular". Y des­

pués, particulariza: "lo primero que hizo fue fundar pueblos y ciuda­

des, dividiéndolas en calles y plazas y edificios, escogiendo el sitio y

cielos para que su conservación fuese siempre adelante... con que

sacó al pueblo tarasco como Moisés de la opresión egipcia, y lo redujo

al estado de la tranquilidad".

19 SOLANO, 1975.

L A M O D E L A C I Ó N SOCIAL 305

pre tendía obtener u n excelente medio para canalizar posi t i ­

vamente a l a población activa, conseguir u n recurso fácil

de m a n o de obra, más seguridades fiscales y políticas y ma­

y o r rapidez en la aculturación. A u n q u e muchas veces la for­

mac ión de estos pueblos supusiese efectos traumáticos en

l a población, l a impor tanc ia social y económica de la me­

d i d a fue indudab le "porque aumentó en el indígena su so­

c i a b i l i d a d y creció en ellos l a acción educativa que se pre­

tendía" 2 0 con resultados favorables en el crecimiento demo­

gráfico, una vez repuesta l a población aborigen de los

acontecimientos adversos que la dañaron.

L a preocupación por esta reducción o congregación de

l a población indígena dispersa es t emprana . 2 1 Se enlaza

d i rec tamente con l a gran tradición y experiencia españolas

puestas de manif ies to en toda la reconquista y comienza a

ensayarse en Indias a m u y poca distancia del m o m e n t o

m i s m o del descubrimiento. U n a de las pr imeras disposi­

ciones en este sentido data de 1503, y es una instrucción

a l gobernador de la Española para que se creasen aldeas

indígenas en lugares idóneos, con tierras de labor, aptas para

ser labradas y criar ganados. 2 2 Cuando Diego Colón em­

barcó para Santo D o m i n g o l levaba instrucciones —fechadas

en V a l l a d o l i d el 3 de mayo de 1509— que de terminaban

que esa reducción debería realizarse "poco a poco y con

maña , sin exacerbar n i ma l t ra ta r a los ind ios" 2 3 y en 1512

las leyes dictadas en Burgos sostenían ya l a modelación so­

c ia l de l indígena y en su base e c o n ó m i c a 2 4 que es estructu-

20 MIRANDA, 1962.

21 SOLANO, 1976.

22 "Es necesario que los indios se repartan en pueblos y vivan jun­

tamente y que los unos no estén ni anden apartados de los otros por

los montes y que tengan allí cada uno su casa habitada con su mujer

e hijos, y heredades, en que labren, siembren y críen sus ganados".

Real cédula de Alcalá (20 mar. 1503) y Zaragoza (29 mar. 1 5 0 3 ) , en

KONETZKE, 1953-1958, i , p. 9 .

23 KONETZKE, 1953-1958, i , p. 18.

24 L a posible resistencia indígena al plan destribalizador, oponién-

306 FRANCISCO D E SOLANO

rada de m o d o más eficiente en las instrucciones dadas a los

Jerónimos en 1516. 2 5 Se pretendía que dichos pueblos alcan­

zasen la categoría jur íd ica de aldea, d i r ig idos por u n euro­

peo que iniciase a los indios en "policía", indicándoles e l

m o d o de v i v i r "pol í t icamente".

U n a crecida serie de disposiciones y recomendaciones se

preocupó de l cómo y de qué manera debía seguirse en esa

ordenación aldeana. 2 6 Or i en tando en l a forma, s in de t r i ­

men to del indígena, pero insistiendo en l a realización. C o m o

elemento colaborador, el cacique; como elemento coordina­

dor, el religioso. Gracias a estos dos elementos —a las dotes

persuasivas y a l entusiasmo del misionero y a l a ayuda y

prest igio personales de l cacique— fue posible l a formación

de los pueblos de indios . L a participación de los misioneros

en ellos, igualmente , t uvo una categoría excepcional, ya que

perteneciendo a las órdenes mendicantes, habi tuados a u n

régimen de v i d a comunalista, conventual , fueron óptimos

canalizadores del p rograma urbanizador . 2 7 E l franciscano, l o

mismo que los religiosos de otras órdenes , 2 8 no sólo ayudó

a que l a población dispersa abandonase sus habi táculos

apartados, dispersos, y se integrase en los pueblos recién

fundados, sino que colaboró de modo directo en l a edifica­

ción de las casas y de l a iglesia: levantaba bóvedas, cortaba

maderas y cocía l adr i l los . C o m o u n ejemplo, l a actuación

dose a abandonar sus emplazamientos, se sancionaba incluso con mé­

todos expeditivos en las "Ordenanzas para el tratamiento de los indios"

conocidas por Leyes de Burgos y suscritas en Valladolid en 2 3 de ene­

ro de 1513. E n la ley i se ordenaba "quemar los bohíos de las estan­

cias, porque los indios no tengan causa de volvesre allá donde los tra­

jeren". KONETZKE, 1953-1958, i, p. 4 1 . Métodos extremos que alguna

vez se siguieron en Nueva España. Mendieta a fray Francisco de Bus-

tamente, comisario general (Toluca, 1º ene. 1 5 6 2 ) , en CdeR, 1941,

p. 25 .

25 KONETZKE, 1953-1958, i , pp. 89-96.

26 SOLANO, 1975.

27 SOLANO, 1973.

28 ULLOA, 1977.

L A M O D E L A C I Ó N SOCIAL 307

de fray J u a n de San M i g u e l entre los tarascos de Michoa­

cán , que

. . .fundó e l pueblo en el mejor lugar que contenía todo aquel

valle y que tiene todo e l reino de Michoacán, repartiendo la

población en sus calles, plazas y barrios con la mejor dispo­

sición que pudiera la aristocracia de R o m a , dando a cada

vecino su posesión, mandando que desde luego se hiciesen

casas y huertas, plantando de todas frutas: plátanos, ate, chi-

cozapote, mamey, l ima, naranja , l imón real y centil. Y así no

hay casa de indio que no tenga de todas estas frutas, y agua

de pie para la verdura: con tan l inda disposición y arte que

todo el pueblo parece u n país flamenco, de frutales tan le­

vantados que en competencia de los pinos se suben al c i e lo . 2 9

L a tradición hort ícola del frai le franciscano y el modelo

de l a aldea española son seguidos de cerca por el mis ionero

como modelos inmediatos. Pero no de una manera incons­

ciente. Fray Juan de Zumárraga, en u n o de los dos infor­

mes que elevó al Consejo de Indias dando sugerencias sobre

e l cómo pobla r y enriquecer la Nueva España, propuso que

. . . si se diese a estos naturales, tan capaces de razón, de ma­

nera de vivir en policía y oficios como en Castil la, juntándolos

e n pueblos, con calles y plazas, etc., a manera de los pueblos

de Castilla... allende que sería causa total para entrar en ellos

la cristiandad, serían ricos en poco t iempo. 8 0

E l p r i m e r obispo de Méx ico sugería, pues, imitación to­

t a l de los pueblos castellanos, con sus bienes comunales y

u n a comple ta dedicación agrícola y ganadera sobre una b i en

c imentada gama de oficios, Este comunal ismo es ensayado

ya en ciertas comunidades indígenas por los propios fran­

ciscanos. Como se verif ica sobre el establecimiento de los

hospitales, que habrían de ser sostenidos de los bienes de

propios : 8 1

29 L A R E A , 1882, p. 107. 30 GARCÍA ICAZBALCETA, 19#L, I I I , p. 145. s i L A R E A , 1882, p. 121.

308 F R A N C I S C O D E S O L A N O

P a r a ser los indios verdaderos cristianos y políticos, como

hombres razonables que son, es necesario estar congregados y

reunidos en pueblos y no vivan desparramados y dispersos por

las sierras y montes . 8 2

Este c r i te r io de l a J u n t a Eclesiástica de Méx ico (1546)

se sostuvo a l o la rgo de u n pro longado período, con des­

i g u a l f o r t u n a po r parte de l aborigen. Es conocida l a persis­

tente resistencia al asentamiento permanente de ciertas etnias,

pe ro en general l a urbanización de l a población indígena

p u d o ser canalizada posi t ivamente gracias a l a colaboración

existente entre las autoridades indígenas y los misioneros.

I I I . Promoción del indígena en artes, oficios

y técnicas agrícolas.

Hac ia u n a doble perspectiva se or ientó el afán del r e l i ­

gioso en su interés acukurador . Por u n lado, l a promoción

social de l indígena, i n t roduc iendo nuevos cult ivos y ense­

ñándole nuevas técnicas. Y por o t ro lado, el interés por

sol ici tar de l a corona el sistemático envío de técnicos, labra­

dores, artesanos, materiales, semillas y ganados, con los que

elevar las disponibi l idades de l a p rov inc ia . Este interés que­

daría t runcado de n o conseguirse l a creación de una menta­

l i d a d novohispana. E n este sentido las orientaciones de Juan

de Zumárraga son, realmente, defini t ivas. Desde su puesto

rector, de p r i m e r a au to r idad eclesiástica, i nd ica a l empera­

d o r y a l Consejo de Indias l a necesidad de fortalecer en e l

emigrante español el amor po r l a nueva t ierra . Y el mejor

m o d o de hacerle crecer este sent imiento era conseguir su

af incamiento d e f i n i t i v o en México : que no fuese u n simple

emigrante , deseoso de hacer fo r tuna rápida, con sus ojos

permanentemente puestos en su lejana Casti l la , sino que se

32 Dictámenes que se encuentran recogidos en la normativa al vi­

rrey Luis de Velasco. Las instrucciones, en HANIKE y RODRÍGUEZ, 1976-

1977, i , p. 142.

L A M O D E L A C I Ó N SOCIAL 309

erradicase de su inf luencia , creando riqueza agrícola o gana­

dera, como técnico, comerciante o inte lectual en Nueva Es­

paña . Que pasasen el poblador , el of ic ia l , el artesano, el

labrador , pero que "los españoles tengan reposo y arraiga­

m i e n t o perpetuo en ella, para que esta t ier ra les sea madre

y el los hijos que l a amen, honren y def iendan" . 8 3

Preocupación selectiva también, insiste Zumárraga, para

que a las Indias vayan los mejores, evi tando el paso, sobre

todo , del clérigo poco preparado, que ha viajado al N u e v o

M u n d o gracias a l a recomendación y a los intereses privados.

Mande S. M . que no envíen a estas partes clérigos si no fuesen muy examinados en bondad de vida y suficiencia de letras, porque por no se haber hecho hasta ahora así y haberse enviado a las veces solo por favor o por aprovechamientos en intereses temporales, se h a seguido muy poco provecho en lo espiritual, porque se ve a la clara que todos pretenden ahen-chir las bolsas y volverse a Castilla. Y para pilares de una iglesia nueva como esta se deben buscar los más honestos y más virtuosos clérigos que allá se hallaren.®*

L a promoción social del indígena serviría, por o t ro lado,

como ocasión para que esos blancos n o añorasen a su Cas­

t i l l a , pues "los españoles que acá están, y vendrán de aquí

adelante, con ha l l a r aquí las cosas de Casti l la perderán su

deseo de ella y serán mejores pobladores" . 3 5 De ahí, e l entu­

siasmo dado p o r los franciscanos ofreciendo clases prácticas

"para todo género de oficios y ejercicios, no sólo de los que

pertenecen al servicio de l a iglesia sino también de los que

sirven a l uso de seglares". 3 6 M e n d i e t a h is tor ia que "e l p r i ­

mero y único seminario que h u b o en M é x i c o " para estas

enseñanzas fue l a cap i l la de San José , cont igua al monaste-

33 GARCÍA ICAZBALCETA, 1947, ni, p. 145. 84 1543. "Consejos de buen gobierno" de fray Juan de Zumárraga

al Consejo de Indias, en GARCÍA ICAZBALCETA, 1947, m, p. 2 3 3 . 35 1537. Zumárraga, en sus "Instrucciones a sus procuradores en

el Concilio", en GARCÍA ICAZBALCETA, 1947, ni, p. 135. 36 MENDIETA, 1973, I I , p. 37 .

310 F R A N C I S C O D E S O L A N O

r i o de San Francisco, en l a nueva T e n o c h t i t l a n . All í se

aplicó l a didáctica y el aprendizaje en unos oficios en que

los indios "grandecil los" se perfeccionaron con rapidez. O f i ­

cios que "sus padres y abuelos n o supieron, y en los que

antes usaban se p e r f e c c i o n a r o n " : 8 7 sastres, zapateros, sille­

ros y carpinteros, pintores, batihojas y guadamecíes, borda­

dores y canteros, tejedores y fabricantes de campanas. 8 8 E l

mis ionero constató, también, una predisposición en el cono­

c i m i e n t o de estos oficios, que entraña u n hecho signif icat ivo:

n o sólo u n ansia en l a superación por l a cu l tu ra sino u n

cambio p ro fundo en l a ac t i t ud de los vencidos. Los impac­

tos, efectos, consecuencias, rencores y amarguras de l a con­

quis ta se h a n ido acallando para dejar paso a una conviven­

cia e i n t e r comun icab i l i dad entre los elementos de l a sociedad

novohispana. Y a el la colaboraron los elementos misioneros

sobre el deter ioro permanente p r o d u c i d o por otros blancos

—encomenderos, gremios. Formación, pues, de expertos indí­

genas en diversos oficios, que con t r ibuye ron al abaratamien­

to de los precios en m u y diversos productos, ' ios cuales los

oficiales de Castilla, acá en esta N u e v a España, h a n puesto

m u y caros". 8 9 L a eficacia de estas enseñanzas, como com­

p lemento de l a labor evangelizadora, l a reseñaba Bernal

Díaz de l Cast i l lo :

T o d o s los más indios naturales de estas tierras h a n de­

prendido muy bien todos los oficios y obreros y ganan para

ello; y los plateros de oro y plata, así de martillo como de

87 ídem. L o mismo asegura Motolinía: ^ E n los oficios mecánicos,

ansí los que de antes los indios tenían como los que de nuevo han

venido de España, en todos se han mucho perfeccionado." MOTOLINÍA,

1971, D parte, cap. 60, p. 240.

38 Fue éste "uno de los primeros oficios que perfectamente saca­

ron, ansí en las medidas a gordor que la campana requiere en las asas

y en el medio, como en el borde, y en la mezcla del metal, según

que el oficio lo demanda. Funden muchas campanas, chicas y gran­

des, y salen muy limpias y de buena voz y sonido". MOTOLINÍA, 1971,

1» parte, cap. 60, p. 241.

39 MOTOLINÍA, 1971, p. 242.

L A M O D E L A C I Ó N S O C I A L 311

vaciadizo, son muy extremados oficiales, y asimismo lapidarios

y pintores, y los entalladores hacen obras tan primas con sus

sotiles alegras de hierro; especialmente entallan esmeriles y,

dentro de ellos, figurados, todos los pasos de la santa Pasión,

que si no los hubiese visto no pudiera creer que los indios

lo h a c í a n . . . Berruguete y Miguel Ángel, n i el otro moderno

natura l de Burgos —el cual tiene gran fama como Apeles—

h a r á n con sus sotiles pinceles obras de los esmeriles, n i reli­

carios que hacen tres indios maestros de aquel oficio, mexica­

nos, que se dicen Andrés de Aquino, J u a n de l a Cruz y E l

Crespillo.40

Enseñanzas aplicadas por los franciscanos se complemen­

taban con el deseo de éstos que de España se trajesen espe­

cialistas "de todos oficios para que los aprendiesen" los i n ­

d i o s . 4 1 Porque contando con l a h a b i l i d a d manua l de l indí­

gena —que había conseguido copiar con h a b i l i d a d diversas

piezas, a pesar del celo de los oficiales blancos— estaba ase­

gurada l a promoción labora l y menestral entre aquéllos. Pero

era indispensable una aplicación sistemática en y con cada

u n o de estos oficios "poniendo la m a n o en l a obra, ca de ot ra

manera m u y m a l se deprenden los oficios, sino met iendo

las manos en e l l o s " 4 2 Y este afán es semejante a la insis­

tencia de Zumárraga para que el Consejo de Indias promo-

cionase el paso de labradores y de peritos, que atendiesen

igua lmente a la enseñanza del na tu r a l :

. . . s e r í a menester que viniesen algunos labradores con sus ca­

sas e h i j o s . . . y entre ellos viniesen quien supiese criar y la­

brar cosas de l ino y lana, mas serían menester muchos más

para tanta tierra y poblaciones que habría en e l l a . . . los tales

labradores y oficiales no solamente lo hiciesen ellos, mas que

a los indios lo enseñasen cómo tomasen la práctica de ello£%

40 DÍAZ DEL CASTILLO, 1955, pp. 668-669.

4 1 GARCÍA ICAZBALCETA, 1947, ni, p. 233.

42 MOTOLINÍA, 1971, p. 242.

43 Segundo parecer de Zumárraga al Consejo de Indias para "po­

blar y enriquecer la Nueva España", en GARCÍA ICAZBALCETA, 1947, ni,

pp. 144ss.

312 F R A N C I S C O D E S O L A N O

Y predica con el e jemplo. E n cartas a sus amistades, p r iva­

damente, el arzobispo solicita maestros canteros: setecientos

ducados castellanos ofrece si es famoso. Y oficiales carpin­

teros y buenos albañiles "que labren de l a d r i l l o " a quienes

ofrece u n sueldo de cien ducados de Castil la, casa y comi­

d a 4 4 para enseñar acá a indios.

Esta preocupación n o se l a ha planteado Zumárraga en

el mismo México , sino aun antes de salir para N u e v a Es­

paña. Prueba de e l lo es que en su p r i m e r viaje le acompa­

ña u n broslador, con u n sueldo de 50 000 maravedíes, para

que "enseñase a los indios el o f i c i o " . 4 5 Y sus inmedia tos

servidores, maestresala y camareros, son canteros vizcaínos

que también se cu idan de enseñar a los indígenas. Su se­

gunda pa r t i da a México , ya consagrado, es espectacularmente

significat iva. Sale de Sevilla nada menos que "cargado en

tres navios de hombres casados, oficiales, con sus mujeres

e hijos, cuyos fletes y matalotaje y curas de boticas y médi­

cos hasta ahora no los he pod ido p a g a r " 4 6 en u n número

aprox imado de seiscientas personas, provenientes todas ellas

de las provincias vascas, m u r i e n d o unas doscientas en l a tra­

vesía y en el d u r o camino desde l a Veracruz a la c iudad

de México .

Gracias a esta preocupación, Zumárraga tuvo l a satisfac­

ción de i n f o r m a r que trece indígenas habían aprendido el

oficio de broslador, bordando ornamentos sagrados con ta l

suerte "que es m a r a v i l l a de ver lo que hacen sus manos",

44 Zumárraga a su sobrino García de Larraval, en GARCÍA ICAZBAL-

CETA, 1947, ni , p. 126. L a evolución tecnológica la describe Motolinía

(MOTOLINÍA, 1971, p. 242) : "había en esta tierra canteros o pedreros,

buenos maestros; no que supiesen geometría, mas hacer una casa, que

aunque las casas de los indios son extremo paupérrimas, las de los

señores y principales son grandes y buenas, y labraban muchos edifi­

cios de cal y piedra antes que los españoles viniesen. Después que los

canteros de España vinieron, labran los indios todas cuantas cosas han

visto labrar a los canteros nuestros, ansí arcos redondos, escarzanos

y terciados, como portadas y ventanas de mucha obra".

45 GARCÍA ICAZBALCETA, 1947, ni, p. 93.

4G GARCÍA ICAZBALCETA, 1947, ni, p. 126.

L A M O D E L A C I Ó N SOCIAL 313

y otros son expertos escultores y "saben hacer imágenes en

dos años" . 4 7 A l mismo t iempo, evidenciaba u n crecido inte­

rés p o r el envío de moriscos casados del r e ino de Granada

p a r a que i n t rodu j e r an en los indios e l arte de labrar l a

seda. 4 8

Esta promoción labora l se paralela con la promoción

agrícola . L a petición de l a importación de animales y su

dis t r ibución entre los indígenas l a jus t i f ica el arzobispo

" p o r q u e demás de haber esta granjer ia de cuatropes sería

excusar que n o se cargasen los indios y excusar hartas muer­

tes suyas", y solicita carneros, ovejas marinas y una cierta

c a n t i d a d de asnos para que se vendiesen o entregasen a ca-

47 CUEVAS, 1914, p. 58. Toribio de Benavente precisa, por su lado:

*'después que los cristianos vinieron han salido grandes pintores, des­

pués que vinieron las muestras e imágenes de Flandes e de Italia que

los españoles han traído, —porque adonde hay oro y plata todo lo per­

fecto y bueno viene en busca del oro— no hay retablo ni imagen pri­

ma que sea que no saquen y contrahagan, en especial los pintores de

México, porque allí va a parar todo lo bueno que de Castilla viene.

Y de antes no sabían pintar sino una flor o un pájaro; y si pintaban

un hombre o un caballo, hacíanlo tan feo, que parecía monstruo;

agora hacen tan buenas imágenes como en Flandes". MOTOLINÍA, 1971,

p. 240.

48 Segundo parecer de Zumárraga al Consejo de Indias, en GARCÍA

ICAZBALCETA, 1947, ni, p. 144. E l interés del arzobispo por promover y

proporcionar el cultivo y producción de la seda —que es "su gran­

jeria principal entre los indios, por ser ricos en ésta"— es constante

e interesante. L a política emigratoria del estado intentaba cerrar las

Indias a moriscos —libres o esclavos (los calificados "esclavos blancos"

o "esclavos berberiscos")— para evitar tanto posibles regresiones al

islamismo como su ejemplo en la población indígena. Zumárraga co­

nocería perfectamente que existían prohibiciones concretas al respecto:

entre ellas, de 1513 (Real cédula de Valladolid, 23 sep.), en KONETZKE,

1953-1958, i , p. 59; de 1539 (Real provisión, Madrid, 3 oct.), en K O ­

NETZKE, 1953-1958, i , p. 192; y 1543 (repetidas en 1550, en 16 de mayo,

en las Instrucciones dadas al virrey don Luis de Velasco) , en HANKE

y RODRÍGUEZ, 1976-1977, i , p. 140. No obstante, Zumárraga persista en

su intención, solicitando el paso de moriscso y de expertos en la fa­

bricación de la seda. Incluso encargó al chantre de la catedral dé

Oaxaca, Alonso de Figuerola, escribir un libro sobre la industria sedera

para que sirviese de referencia y norma. RICARD, 1933, p. 174.

314 F R A N C I S C O D E S O L A N O

ciques y p r inc ipa les , 4 9 l o mismo que utensil ios y aperos de

labranza. A su sobrino García de La r rava l , en Durango , en­

carga Zumárraga le envíe "cuchil los sin pun ta , como los

que hay en Vergara; y cajas de escribanía, que se hacen

m u y buenas allí; y tijeras largas, escribanías de asiento como

de cortar l ienzo y de barberos, y hacer piezas de lienzos

delgados. Y mejor sería hechas camisas para estos caciques,

que hay en Guipúzcoa y en Durango . Y azadones que allí

se hacen para cavar los manzales, porque a los ind ios se les

hacen pesados los que acá se hacen y v ienen de Casti l la , y

hachas, y u n a docena de sierras francesas". 5 0 Úti les para los

labradores, sastres, escribientes y carpinteros indígenas, ta l

como aparecen dibujados en el m a l l l amado Códice Osuna 5 1

y por los discípulos de Sahagún.

Por o t r o lado, los franciscanos, en los pueblos cabecera

y sus anejos, realizaban u n a profunda transformación del

paisaje r u r a l novohispano. Esos lugares, aunque resultasen

u n elemento quebrantador de las costumbres y tradiciones

prehispánicas, representaron "los grandes centros de ense­

ñanza de las técnicas agrícolas españolas, los centros donde

se ac l imataron las plantas europeas y se d i f u n d i e r o n impor ­

tantes conocimientos práct icos" . 5 2 En efecto, por u n lado en

esos centros se l levaba a cabo la enseñanza práctica de las

técnicas agrícolas ibéricas, a l a par que se producía l a am-

49 GARCÍA ICAZBALCETA, 1947, m, p. 143. 50 GARCÍA ICAZBALCETA, 1947, ni , p. 229 .

51 Así bautizó a la Pintura del gobernador, alcaldes y regidores in­dígenas de la ciudad de México su primer editor (Madrid, 1 8 8 7 ) , y que repitió su segundo, Luis Chávez Orozco (México, 1 9 4 7 ) . No es un códice. E n realidad se trata de una parte de la documentación de la visita efectuada por el licenciado Jerónimo Valderrama a la audiencia U t íVAUA-i cr CJULIC i 3 u r y í a u u . JLJX IIUÍUUIV. KXK* v b u i i a a . p J u i A > , p u i í i d U C i

pertenecido el documento, hasta 1884, a la biblioteca del duque de Osuna. Dicho manuscrito —hoy en la Biblioteca Nacional de M a d r i d -ha sido publicado en facsímil, en soberbia edición, por el Ministerio de Educación y Ciencia (Madrid, 1973, 1976, 2 vols.) con ilustrativo prólogo y estudio de Vicenta Cortés Alonso.

52 MORENO TOSCANO, 1968, p. 78 .

L A M O D E L A C I Ó N SOCIAL 315

pl iac ión de las posibil idades económicas de l a región con

l a introducción de nuevas plantas, ensanchando, a su vez, las

d i sponib i l idades al imenticias de l indígena con numerosos

productos de huer ta . L a participación franciscana es par­

t i cu la rmente fecunda en ambos sentidos, siendo destacada

p o r el c u l t i v o de los frutales. Crearon "buenas huertas, así

de hortalizas como de árboles de pepita , como son perales,

manzanos y membr i l los , etc. Y de árboles de hueso, como

duraznos, melocotón, c i ruelas" , 5 3 plátanos y l imas, l imones

de varias clases; 5 4 beneficiaron palmeras y los dátiles —4'que

si los curasen y adobasen serían buenos. Los indios, como

son pobres, los comen; no se curan m u c h o de los curar:

hál lanlos buenos porque los comen con salsa de hambre"— 5 5

almendros, albaricoques, sarmientos y otros muchos , 5 6 "árbo­

les de agro, parras, higueras grandes, melones, pepinos, be-

r e n g e n a s " 5 7 y cañafístola: "—este árbol p l an t a ron en l a

Española los frailes menores p r i m e r o que o t ra persona

a lguna, y acá en la Nueva España los mesmos frailes plan­

taron cuasi todos los f ru ta les" . 5 8

L l e g a r o n hasta l a clase práctica sobre conocimientos

agrícolas, como las que se i m p a r t e n para l a enseñanza de

l a técnica de los i n j e r t o s 5 9 o como las que efectuaba fray

J u a n de San M i g u e l con los niños michoacanos, "y esto a

manera de regocijo y juego y pasatiempo, una hora o dos

cada día, aunque se menoscabe l a hora de doctr ina, pues

esto también es doc t r ina y m o r a l de buenas costumbres"; 6 0

53 MOTOLINÍA, 1971, p. 378.

54 L A R E A , 1882, p. 109.

55 E l mismo Motolinía se encargó de plantarlas: "se han hecho

palmas de los dátiles que vienen de Castilla, y en muy breve tiempo

han venido fruta. Yo las puse en el monasterio de Cuauhnauac y den­

tro de once años vinieron con fruta". MOTOLINÍA, 1971, p. 218.

56 GARCÍA ICAZBALCETA, 1947, in, p. 260.

57 MOTOLINÍA, 1971, p. 378.

58 MOTOLINÍA, 1971, p. 218.

59 ídem. 60 L A REA , 1882, p. 111.

316 F R A N C I S C O D E S O L A N O

enseñanza que se complementa y se completa con l a direc­

c ión de obras hidráulicas, el encauzamiento de vías de

agua 6 1 y el modo de irrigación, las construcciones de acue-

ductos.^ 2 Ambas orientaciones —enseñanza práctica experi ­

m e n t a l y construcciones— h ic ie ron que se ampliase l a base

económica y social del indígena, r edundando en su dieta

a l imen t i c i a —limitada antes de su llegada al c u l t i v o del maíz,

d e l f r i j o l , de la calabaza y del chi le . E l mis ionero intentó,

también, ensanchar esta imagen con el c u l t i v o de l t r igo y

d e l centeno. Pero el t r igo entrar ía con l e n t i t u d en el ám­

b i t o a l imet ic io del indígena, aunque le sirvió —cultiván­

dolo— para c u m p l i r con sus compromisos con el europeo,

d e l que fue, en sustantiva medida, su abastecedor, sobre

todo en zonas idóneas, como en Michoacán, en donde

. . -por ser tierra tan fértil que en todo su circuito se está

sembrando, cogiendo, espigando y naciendo el trigo en todos

los tiempos del año, porque ayuda la fertilidad del suelo, siem­

pre está dando fruto, y así se v e n en todo el contorno a unos

segando, a otros sembrando y a otros aventando el trigo a u n

mismo t iempo. 6 3

E n todos los pueblos, pues, j u n t o a l convento, se i n i c i a

l a transformación: p r i m e r o a escala exper imenta l , después

captando el m u n d o del indígena esas nuevas plantas y nue­

vas técnicas de cu l t i vo . Métodos complementarios, pero de­

f in i t i vos todos, en el proceso evangelizados L a canalización

de l a d i d á c t i c a 6 4 como medios paralelos para obtener que

61 L A R E A , 1882, pp. 114ss.

62 Como el que fray Francisco de Tembleque construyó, en solita­

rio, en O tumba, para combatir la sequedad de la región, "largo de

170 496 tercias, que son quince leguas. Pasa por tres puentes, que edi­

ficó en tres barrancas: la primera, de 46 arcos; la segunda, de trece;

la tercera, de 68 tercias". Por ello, de esta empresa "se pueden pon­

derar tres cosas: su admirable ingenio e industria; su extremado ánimo

y su increíble perseverancia, pues duró dieciséis años". MENDIETA, 1973,

I I , pp. 206-207.

63 L A R E A , 1882, p. 112.

64 KOBAYASHI, 1974.

L A M O D E L A C I Ó N SOCIAL 317

l a cristianización se verificase con acentos de perennidad.

Canales éstos en los que l a polí t ica indigenista l levada a

cabo por las órdenes mendicantes en general, y l a de San

Francisco en par t icular , adquiere objetivos específicos: la

modelación social según los moldes europeos, j u n t o al des­

a r r o l l o de los elementos de conocimientos técnicos y agro­

pecuarios sostendrían tanto las aldeas indígenas como a sus

habitantes: conseguido esto la conquista espi r i tual se encon­

t r aba asegurada. E n verif icar e l proceso se gastaron cincuen­

t a años. M e d i o siglo de grandes realizaciones, verdadera

edad dorada que desde 1575 adquirir ía o t ra coloración

—verdadero cambio 6 5 en e l que intervendrían otras circuns­

tancias, con resultados diversos a pa r t i r de entonces.

Consideraciones finales

L a actuación de los franciscanos en Nueva España —tan­

t o desde su n i v e l corpora t ivo de orden mis iona l como con

las voces del p r i m e r obispo y arzobispo de México fray Juan

de Zumárraga—- adquieren u n a gran categoría en sus in ten­

cionalidades, tendientes a l a aculturación y modelación so­

c i a l del indígena, como los medios indispensables para cris­

t ian izar lo d ignamente . Su política indigenista fue parte

integrante de su metodología mis iona l , convencidos de que

para que l a cristianización perdurase el aborigen debía

aprender los conocimientos agrícolas y técnicos necesarios

pa ra su sostén, l o mismo que conv iv i r en unos núcleos ur-

65 Una serie de circunstancias coyunturales motivaron sucesivos cam­bios políticos y socioeconómicos que ponían en peligro de deterioro el creativo espíritu de iglesia primitiva que se había desarrollado en las Indias gracias a la dedicación de las órdenes mendicantes. Estos cri­terios comenzaron a modificarse a partir de 1564 con la iniciación de las reformas tridentinas y, sobre todo, después de 1573 con la apli­cación de las Nuevas ordenanzas de descubrimiento y población. Una mudanza, en fin, en la poltica religiosa del Consejo de Indias que fo­mentaba el cambio de la estructura misional por la diocesana. SOLA­

NO,. 1977.

318 F R A N C I S C O D E S O L A N O

baños formados a semejanza e imagen de los castellanos. E l

poder del común, e l va lor de l a p rop iedad comunal y el

fe rvor po r e l e j ido —que encuentra elementos coincidentes

c o n e l calpulli— s i rvieron de elementos reforzantes en los

programas misionales. E l franciscano para conseguir estos

programas l levaba u n a disposición personal, activada por la

práct ica de u n a esp i r i tua l idad intensa y u n a práctica v iva

d e l evangelismo y cr is t ianismo p r imi t i vos , como de iglesia

nueva. Y con estos objetivos los franciscanos i n f l u y e r o n y

m o d e l a r o n l a men ta l idad y l a fo rma de v ida indígena, en­

cauzándola evangélicamente, n o sólo con el prosel i t ismo

p r o p i o de su minis te r io , sino a través de una pedagogía

práct ica, or ientando a la masa indígena hacia u n campesi­

nado especializado, u n artesanado eficaz y unos oficios. M i e n ­

tras, a l m i smo t iempo, se proporc ionaba cu l tu ra lmente a u n a

minor ía , los hi jos de l a aristocracia indígena, para ser am­

bos, dir igentes y d i r ig idos , los factores integrados y eficaces

de u n impor t an te sector de la sociedad novohispana.

S I G L A S Y R E F E R E N C I A S

CdeR Cartas de religiosos — 1539-1555, México, 1941. «Nue­va Colección de Documentos para la Historia de México», Joaquín García Icazbalceta, ed.

BATAILLON , Marcel

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