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5 La movilizaciôn identitaria y el recurso de la memoria (Narifio, Pacffico colombiano)' Odile Hoffmann Institut de Recherche pour le Développment Unioersidad del Valle L as nuevas condiciones de acceso a las tierras y al territorio suscitan una inmensa redefinici6n identitaria en el Pacffico colombiano. Per- sonas negras, que nunca se habian percibido 0 "llamado".de esta manera en su propio entorno, sine como "libres'" 0 en referencia a nombres de lugares y rios en los que viven desde haee mas de un sigle sin titulos de propiedad, "se convierten" en negras para garantizarse asi una relativa seguridad territorial, en aplicaci6n de la Ley 70 de 1993 que contempla la atribuci6n de titulos colectivos de propiedada las "comunidades negras rurales riberefias del Pacffico". Por razones similares, algunos grupos 0, individuos blancos buscan asociarse (i.asimilarse?) a los negros, sin mas. cuestionamiento (en el Alto Mira, Tumaco), 0, por el contrario, luegode una profunda mutaci6n de sus ansiguos valores racistas (en la costa norte de Narifio). Incluso, algunos mestizos, a menudo cercanos a los indïge- nas, llegan a reivindicarse como r"negros" luego de muchas reflexiones y discusiones, provocando reacciones de incomprensiôn y malestar, tanto entre sus vecinos como entre los funcionarios (blancos). Estos replanteamientos identitarios, provocados inicialmente por pre- ocupaciones relacionadas con el acceso y el control de tierras, desembocan 1 Traducci6n deI francés por M6nica Silva, . 2 La categoria "libre" puede pensarse en oposici6n a los esclavos. No obstante, en la Colonia abarcaba un sentido muydiferente, puesto que inclufaa cualquier persona que no estuviese directamente relacionada con un "estamento" social reconocido: losblancos con sus prerro- gativas econ6micasy polîticas, los indfgenas que se encontrabanen los resguardos 0 trsba-: jando para los blancos, los negros esclavos 0 trabajadores por contrato. Histérieamente,la categorfa "lib re" se asimilarfa mas a la deI "mestizo" 0 "por fuera de las categorfasest'âble-. cidas" (indfgenasy negros de ruera de las resguardos, no esclavos ni trabajadores que a la de no-esclavo; en tock> easo, no se reduce a la poblaci6n negra. .'

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5

La movilizaciôn identitaria y el recursode la memoria

(Narifio, Pacffico colombiano)'

Odile HoffmannInstitut de Recherchepour le Développment

Unioersidad del Valle

Las nuevas condiciones de acceso a las tierras y al territorio suscitanuna inmensa redefinici6n identitaria en el Pacffico colombiano. Per­

sonas negras, que nunca se habian percibido 0 "llamado".de esta maneraen su propio entorno, sine como "libres'" 0 en referencia a nombres delugares y rios en los que viven desde haee mas de un sigle sin titulos depropiedad, "se convierten" en negras para garantizarse asi una relativaseguridad territorial, en aplicaci6n de la Ley 70 de 1993 que contempla laatribuci6n de titulos colectivos de propiedada las "comunidades negrasrurales riberefias del Pacffico". Por razones similares, algunos grupos 0,

individuos blancos buscan asociarse (i.asimilarse?) a los negros, sin mas.cuestionamiento (en el Alto Mira, Tumaco), 0, por el contrario, luegodeuna profunda mutaci6n de sus ansiguos valores racistas (en la costa nortede Narifio). Incluso, algunos mestizos, a menudo cercanos a los indïge­nas, llegan a reivindicarse como r"negros" luego de muchas reflexiones ydiscusiones, provocando reacciones de incomprensiôn y malestar, tantoentre sus vecinos como entre los funcionarios (blancos).

Estos replanteamientos identitarios, provocados inicialmente por pre­ocupaciones relacionadas con el acceso y el control de tierras, desembocan

1 Traducci6n deI francés por M6nica Silva, .2 Lacategoria "libre" puede pensarse en oposici6n a los esclavos. No obstante, en la Coloniaabarcaba un sentido muydiferente, puesto que inclufa a cualquier persona que no estuviesedirectamente relacionada con un "estamento" social reconocido: losblancos con sus prerro­gativas econ6micasy polîticas, los indfgenas que se encontraban en los resguardos 0 trsba-:jando para los blancos, los negros esclavos 0 trabajadores por contrato. Histérieamente, lacategorfa "lib re" se asimilarfa mas a la deI "mestizo" 0 "por fuera de las categorfasest'âble- .cidas" (indfgenasy negros de ruera de las resguardos, no esclavos ni trabajadores cens~9B)1que a la de no-esclavo;en tock> easo, no se reduce a la poblaci6n negra. . '

3 En este trabajo me refiero, unicamente, a ciertas âreas deI pacîfico suroccidental dondetrabajo desde 1996. No por eso pretendo que s610 ahi se de este tipo de dinâmica. Como 10mencion6 C. Agudelo al revisar este texto: "la memoria no s610 esta. en los rios, en el mar, enlas haciendas. El barrio, la esquina, la fâbrica, ladiscoteca, el parque, el campo de futboi, lacârcel y otros escenarios de 10 urbano también son espacios llef!os de historias, de memoriasde 10 negro construidas en medio y con los demâs colores e inf1uencias de la sociedad ya nos610nacional sino global". .4 Definida por Pierre Nora como '~lo que queda dei pasado en 10 vivido por los grupos 0 bien

. loque estos grupos hacendel pasado" (citado por Le Goff 1991: 178).

en un vuelco de las relaciones de poder local, en el campo simb6lico (i..ypronto politico?), entre las categorias raciales establecidas, con susjerar­quias, en la sociedad global regional, nacional e internacional. Pero muta- .ciones como estas no se producen sin dificultad ni se dan de la noche a lama:fi.ana. Por una parte, suceden én un contexto de fuerte discriminaci6nracial (aun si esta nunca fue institucionalizada como en otras latitudes)que expij~a en parte la amplitud y la relativa rapidez de las adhesiones degruposypersoIlas' que ven en estos procesos una posibilidad de revertirlas tendencias a la marginalizaci6n que han sufrido desde siempre. Porotra parte, exigen un verdadero "trabajo" de reconstrucci6n identitaria(Wade 1999), trabajo queimplica inversiones, incluidas las monetarias yfinancieras, y riesgos asumidos de manera diferencial por los diversosactores locales presentes. A nivel te6rico estas mutaciones alimentan -yal mismo tiempo dependen de-los avances y estancamientos deI debatenacional e internacional sobre etnicidad, derechos étnicos ypoliticasparticularistas.

En este articulo intentaré explorar algunas vias tomadas por unos yotros en esta reconstrucci6n identitaria3

, vias que siempre integran refe­rencias li la memoria comofuente primera de legitimaci6n: "La memoriahist6rica es consubstancial con la identidad étnica y con su expresi6n po­litica: la etnicidad" (BoIifil, citado por Iturralde 1998). El grupo étnico,aun concebido, seg(m Barth (1995), como la expresi6n de una red derelaci'ones sociales y sus fronteras, mas que como una entidad fija, necesi~ta una inemoria colectiva4 tanto para asumrrse frente a los demas comopara llamarse y reconocerse a si mismo. La identidad étnica, por esenciade tipo relacional y oposicional (defmici6n de un "nosotros" diferente yquè se opone a los "otros"), requiere de un discurso basado en una expe­riencia compartidli (reai, inventada 0 mitica), puesta en palabras niedian­te el recurso a la memoria.

En el Pacifico colombiano la poblaci6n negra, mayoritaria en mime­ro, ViVi6 marginada por mucho tiempo --en el pIano geografico y politico­de la sociedad nacional. A partir de la abolici6n legal de la esclaVitud(1851-52) las ttligraciones de ex esclavos, pero también de libres, se in­tensificaron hacia las selvas humedas dellitoral Pacffico, entonce'S PQCO

pObladàs y sin vias de coinunicaci6n, para clar lugar a asentamientos rurales

98 . MEMORIAS HEGEMÔNICAS, MEMORlAS DI8IDENTE8

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La movilizaci6n identitariay el recur80 de la memoria (Narifio, Pacifico colombiano) 99

a 10 largo de los rios. Alli los pobladores negros practicaban la agricultura,la caza, la pesca, el lavado deI oro, en interacci6n frecuente, aunque dis­tante, con los grupos indigenas -embera y waunana en el norte y en elcentro, y awa en el sur- y, de manera episodica, con comerciantes blancosque les compraban productos de recoleccion forestal (caucho, corteza demangle para la curtiembre, tagua) y, a partir de los aDos 1950, maderapara la construccion. La fase de la esclavitud desaparecio de la memoriahablada de esta historia particular: esta especie de amnesia colectiva quepretende borrar sufrimientos y humillaciones, este olvido -0 "silencio",como mostraré mâs adelante- necesario para la recomposici6n socialposesclavista (Losonczy 1996), funciona igualmente como un non-dit co­lectivamente asumido que constituye un elemento de union identitariaentre pobladores originarios de partès tan variadas (las haciendas deI al­tiplano, las minas deI piedemonte, las plantaciones, las casas de ciudad,sin hablar de origenes anteriores de los que poco se conoce), con expe­riencias disimiles que s6lo a partir deI siglo XIX empiezan a "compartir"una historia regional comun: la deI Pacifico. En un texto de gran fuerza,Villa (1998: 435) describe las migraciones de los siglos XVIII y XIX comoel gran viaje emprendido por los negros "por rehacer su cultura" , cuando,"en busca de las tierras bajas donde puedan vivir en libertad, en su viajerecorren playas y firmes que van poblando con los seres imaginarios he­redados de sus ancestros", cuando "acontecimientos e historias de rios yesteros lejanos comienzan a alimentar la memoria colectiva", cuando, final­mente, reinventan "su propia forma de gobierno en la busqueda por ha­cer de nuevo la historia".

Mâs -alla de esta unidad fundamental, el poblamiento se realiza se­gl1n el modelo de un archipiélago de pequenas comunidades distribuidasa 10 largo de los rio&, aut6nomas y regidas por el parentesco, en las que lamemoria se construye con base en referencias exc1usivamente locales ycontextuales, en funci6n de las relaciones que se establecen con las po­blaciones vecinas, los recursos y los territorios disponibles: "la autoctoniaen el territorio se vuelve onto16gica y compartida con los demâs" (Losonczy1996:170). En estas condiciones, "la metnoria "negra" surge en plural:una multiplicidad de temporalidades [y, diria yo, de espacialidades] yuxta­puestas, articuladas en matrices culturales diversas (Losonczy 1996: 171).Losonczy (1996:165) también habla de un "régimen de memoria disper­so y discontinuo", asociado con "identidades de crisol de fronteras abier­tas y movedizas".

lComo, entonces, partiendo de esta memoria fluida y m6vil, cons­truir una unidad que se ha vuelto necesaria por la evoluci6n deI contextopolitico y social? En efecto, la Ley 70 de 1993 defme la poblaci6n benefi­ciaria de acuerdo con particularismos geogrâficos (habitantes riberenosdellitoral Pacifico) y raciales (poblaciones negras), al tiempo que se pre­ocupa por defmir "la comunidad negra" como "el conjunto de familias de

MEMORIAS HEGEMÔNICAS, MEMORIAS DI8IDENTE8100

ascendencia afrocolombiana5 que poseen una cultura propia, compartenuna historia y tienen sus propias tradiciones y costumbres dentro de larelaci6n coma poblado, que revelan y conservan conciencia de identidadque la distingue de otros grupos étnicos" (Ley 70 de 1993, articulo 2,pârrafo 5). En este casa memoria y etnicidad también estân claramenteasociadas, sujetando la aplicaci6n de la Ley a la pertenencia a esta comu­nidad negra legalmente instituida6

. Si bien la categoria de "coml}.nidad negra" es de aparici6n recienteen los discursos, no se puede negar la existencia muy anterior de unanoci6n similar en cuanto se basa en el reconocimiento mutuo de indivi·duos que comparten aspiraciones y experiencias diarias que no conocenotros individuos, los no-negros. Este "compartir", aunque frecuentemen­te no expresado (la esclavitud, como he mencionado, pero también la con­frontaci6n diaria de la discriminaci6n racial y de la exclusi6n), forja unsentimiento de pertenencia a un conjunto social de fronteras difusas, nonombrado, construido en oposici6n a otros conjuntos que si son identi­ficables: los blancos, principalmente; los poseedores; los dominantes; loshabitantes de los Andes; los indigenas. Combinando de manera desorde­nada criterios geogrâficos, socioecon6micos, raciales, esta "proto-comuni­dad" negra se traduce en la vida cotidiana, por ejemplo, en las expresionesvocativas de usa coml1n y exclusivo de las poblaciones negras: "primo", "fa­milia", "mi sangre", "mi raza" son expresiones empleadas frecuentementeentre personas deI Pacffico que apenas se conocen 0 que simplemente secruzan sin conocerse. Asi mismo, dos j6venes negros en las calles de Bo­gotâ tendrân tendencia a saludarse, aunque sea simplemente levantandolas cejas, significando asi reconocimiento mutuo y connivencia silenciosafrente a una poblaci6n mayoritaria no negra de la que habria que de­fenderse -cosa que no se veria en Cali, por ejemplo, donde la poblaci6nnegra alcanza 25% de la poblaci6n total (cf. Barbary 1999; para BogoMvéase Mosquera 1998). Lejos de reivindicar un "esencialismo" negro, es­tas anotaciones apuntan a 10 que Gilroy (1993, citado por Rappaport 1998)

DEI Articulo Transitorio 55 de la Constituci6n de 1991 no utilizael término "afrocolombiano"sino "comunidades negras". 19ualmente, la Ley 70 siempre habla de "comunidades negras",aexcepcion de tres casos: el aqui citado acerca de la defmicion de comunidades negras (art. 2),otro acerca de la creaCi6n de una "câtedra de estudios afrocolombianos" (art. 39) Ycl:'andose trata de investigaciones sobre "cultura afrocolombiana" (art. 43). Es decir, restringe eluso de "afrocolombiano" al limbito estrictamente cultural (reconocimiento de las raicesafro). Por el contrario, varios estudiosos y grupos negros organizados reivindican este cali­ficativo para subrayar tanto la especificidad "étnica" (afro) coma la inserci6n en la nacion(colombiano) en todas las dimensiones de la vida de las poblaciones negras, sin que exista ala fecha un consenso total a este respecta entre las distintas vertientes deI movimiento negro.8 No se trata de negar la anterioridad de una consciencia negra (distintaa la de hoy), ni laexis~nciahistOrica de una comunidad particular, sino de precisar las condiciones en las queemergen, en el escenario politico, social y cultural colombiano, nuevas modalidades de expre­sién y legitimaci6n.

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La movilizaci6n identitariay el recurso de la memoria (Narino, Pacifico colombiano) 101

califica de doble consciencia de los norteamericanos negros (cuando cual­quier calificativo -rico, pobre, estudiante, etc,- esta sistematicamente "do­blado" en la menci6n ".0. y negro"), interpretândolo como un rasgo de laexperiencia subalterna de la modernidad. Por su parte, Rappaport (1998:

:21), refiriéndose a su trabajo con comunidades indigenas deI Cauca, pre­,dsa que "nuestra fijaci6n narcisista con la fluidez de las fronteras étnicas,pese a la elegancia de la teorizaci6n de estudiosos como Bhabha (1994),oculta la sensaci6n palpable de un "adentro" experimentado por 10 gru­pos subalternos". Este "adentro" estaria expresado a través los "huecosde la memoria" mencionados par Losonzcy (1999), que no son realmente"olvidos" sino mas bien "silencios" (acerca de la esclavitud, de los gestos

'. cotidianos de discriminaci6n); es decir, no son sustracciones a la memoriacolectiva sino sus elementos, tanto ayer como hoy7.

Asi, las construcciones identitarias se apoyan en un capital comun.hist6ricamente constituido pero nunca explicitado, al mismotiempo quese inscriben, por el contrario, en un contexto tnuy reciente, en el que se

. puede observar en tiempo real c6mo s.e efectuan, a nivel local, las rede­fmiciones identitarias ligadas a modificaciones de los textos legislativos ya reformas de las politicas nacionales, incluso supranacionales (cf.Hoffmann 1998a). Mediante la exposici6n de datos empiricos8 analizarédiversas maneras de elaborar la identidad -y de manejar la memoria­alrededor de un mismo grupo identitario-racial (negro) y en una mismadimensi6n espacio-temporal', al menos a una cierta escala: la regi6n Paci­fica sur colombiana en los afios 1990. Los procesos analizados ponen enjuego actores diversificados que intervienen con sus propios objetivos ysus propios recursos. En un primer caso, veremos c6mo busca construirseuna identidad étnica renovada -empezando por elaborar y justificar elcaracter "étnico" de las poblaciones negras- a partir de la recuperaci6nde una memoria colectiva, supuestamente compartida por el conjunto del~ poblaci6n interesada. Los instrumentos de esta recuperaci6n recurrena diversos registros (cultura erudita y tradici6n oral), segl1n si estos ins­trumentosson utilizados por los intelectuales 0 por las poblaciones debase. En un segundo caso, recurrir a la memoria colectivano busca tantoconstruir una identidad étnica como hacer valer derechos ligados a unterritorio. Es, pues, un enfoque mas pragmatico e instrumentalista, 10que no impideque ponga en juego, de paso, procesos de redefmici6nidentitaria que superan rapidamente los estrictos objetivos de seguridaden la tenencia de la tierra.

7 Agradezco a Emilia Velâquez (CIE8AS, México), quien me lIam6 la atenci6n sobre esteaspecto.BLos datos provienen de un trabajo de campo efectuado en el marco deI programa deinvestigaci6n "Identidades, movilidades y urbanizaci6n de las poblaciones afrocolombianasdeI Pacifieosuroccidental" (1996-2000), realizado en Cali conjuntamente por el IRD (antesOR8TOM) y la Universidad deI Valle.

Recuperaci6n de la memoria e identidad étnica:la transici6n de la oral a la escrit09

,

el roI de la cultura erudita

. MEMORIAS HEGEM6N1CAS, MEMORlAS DI8IDENTE8102

9 S610 me refiero aqui al campo de la construcei6n y de la transmisi6n de la memoria colectivanegra deI Pacifico rural. En términos mas generales, esta transici6n de 10 oral a 10 escrito nodata de estos (l1timos aflos, ni en el Pacffico en general, en donde los intelectuales negrosdejaron huellas desde el siglo XIX (poesia, literatura y politica), ni en otras regiones deI pais,mas integradas a la modernidad naciente, en donde los individuos negros ya cumpHan en laColonia oficios y raIes que los incluian en el registro de la comunicaci6n escrita (trabajadoreslibres, artesanos). Un objeto de investigaci6n seria, precisamente, encontrar y contextualizardichos escritos, hasta el mo~ento poco valorados.10 De alH el rasgo de "invisibilidad" asociado con las poblaciones negras latinoamericanas enlos contextos nacionales, coma 10 han senalado, en los diferentes paises, los antrop610gos ysoci610gos que trabajaron este tema: en Colombia Friedemann (1984), en Bolivia Molina(1996, citada por Iturralde 1998), en México Martinez (1997) y en Argentina Grosso (1997).11 Ver, por ejemplo, los numerosos textos escritos por los sacerdotes en ejercicio en parroquiasdellitoral Pacifico, a menudo en el marco de estudios en antropologia en el IMA (lnstitutoMisionero de Antropologia, de Medellin), 0 en los informes entregados a sus respectivas6rdenes, la de las Carmelitas en Tumaco.y la de los Franciscanos en Guapi (cf. Arbilla 1979;Garrido 1981; Gonzâlez 1982).

Aunque durante. mucho tiempo fue ignorada como tal10, desde los aiios 40la poblaci6n negra deI Pacffico ha sido objeto de estudios cientfficos quehan fOIjado algunas imâgenes fuertemente articuladas alrededor de con­ceptos claves: comunidades rurales dispersas, capacidad de adaptaci6n aentornos eco16gicos y socioecon6micos adversos, organizaci6n social fun­dada en las relaciones de parentesco, prâcticas productivas tradicionales

. (cf. Restrepo 1997), rasgos culturales especificos (danza, nùlsica, gestual,ciertos rituales). Este discurso, sin ser falso pero fijado en la ruralidad einspirap.o en los modelos indigenas, ha demostrado una gran eficacia,.puestoque ha influenciado de manera considerable la concepci6n y la redacci6nde los textos constitucionales y legislativos relativos a·las comunidadesnegras (cf. Wade 1996; Hoffmann 1998a).

La esfera erudita (antrop6logos, fundamentalmente, pero tambiénsacerdotesll , legisladores, hombres y mujeres de la politica -blancos y ne­gros-, asesores de las organizaciones no gubernamentales) ha producidodesde hace unos cincuenta aiios un conjunto de representaciones identi­tarias limitadas que excluyen a un buen numero de individuos y gruposnegros en su busqueda actual por posicionarse en la sociedad nacional.Contrariamente a 10 que muestran las imâgenes construidas a partir delas experiencias rurales deI Pacffico, la mayor parte de la poblaci6n negracolnmbiana vive, en efecto, en las ciudades y/o por fuera de las "regionesnegras" reconocidas tradicionalmente: la poblaci6n rural deI Pacifico erade 550.000 personas en 1993 (censo DANE), mientras que la poblaci6ndeI conjunto de los municipios dellitoral tomados en cuenta por el PlanBacffico rebasaba el mill6n de habitantes (sin incluir Cali). En la prâctica,

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. .'La movilizaci6n identitariay el recurso de la memoria (Narino, Pacificocolombiano) 103

este desfase se tradujo en el hecho de que las poblaciones urbanas, las deIinterior deI pais y las de la costa Caribe, noentran fâcilmente en el es­quema propuesto por la Ley 70.

La mayoria de estos discursos se presentan coma "descripciones cien­tificas" que parten deI principio de una alteridad fundamentalde"losnegros" y se dediean a subrayar sus particularidades: en el hâbitat, en laspracticas matrimoniales, en las relaciones de familia, en las prâcticas pro­ductivas, en la forma de acceder a la tierra y al territorio. De esta manera,tienden a generalizar y omiten describir fen6menos que atestiguan lainfinita vitalidad y diversidad de las prâcticas sociales, culturales, p6liti­cas y econ6micas, de una regi6n a otra y, sobre todo, de una época a otra.Dos ejemplos ilustran estos desfases. Por una parte, la matrifbcaliâad,c1âsicamente presentada como un rasgo cultural dominante yespecfficodé las poblaciones negras, no es constatada en los estudios etnogrâficosrecientes (cf. Hoffmann 1998b). El debate continua abierto en cuanto ala interpretaci6n de estas diferencias en términos deevoluci6n social (lamatrifocalidad no se adapta a las condiciones actuales de reproducci6necon6mica y social y desaparece) ode cuestionamiento de los esquemas deanâlisis anteriores (sobreinterpretaci6n probable de los autores, en bus~

queda permanente de alteridad). Por otra parte, la "ancestralidad", asu­mida por muchos individuos -tanto lideres coma politicos- como factor de .legitimidad, no se'verifica siempre en las prâcticas de hoy: las referenciasmultiples de la Ley 70 a los modos tradicionales de cultivo no reposan ya,en muchas partes, en practicas concretas de explotaci6n deI medib am~

biente que sean respetuosas de la biodiversidad. De la misma manera,sesuelen mencionar coma "tipicas" ciertas formas de regulaci6n social basa­das en la familia "tradicional", cuando de hecho éstas se encuentran aho­ra totalmente impregnadas de los valores difundidos por la escuela, elcapital 0, mas ampliamente, por el Estado moderno -10 que Villa (1998:447) califica de "sociologismos ilusorios".. La flexibilidad de las prâcticas se ve asi anulada en beneficio de unaconstrucci6n intelectual coherente y cercana a los esquemas de organiza­ci6n social ya conocidos, mas fâciles de transmitir tanto entre los polfticosy académicos como entre el publico en general. El "éxito" de estas repre­sentaciones, mutiladas asi de su modernidad, se explica por dos factoresprincipales. Por un lado, se ven inmediatamente legitimadas, ya que sondifundidas desde la esfera académica, en una sociedad moderna que reco­noce la palabra erudita como palabra verdadera, sobre todo cuando lossujetos/objetos deI discurso se perciben como retrasados en la carrera ha­cia el desarrollo, marginales, cercanos a la Naturaleza y alejados de laCultura. Mas recientemente, este "poder de palabra" se traduce en poder"a secas", cuando el discurso sale deI campo académico 0 folklorista paraparticipar en los debates politicos (debate de la Constituyente y deI Arti­culo Transitorio 55 en 1991). Porotro lado, la eficacia de estas répresen-

Para muchos intelectuales negros colombianos recuperar la memoria-y seleccionar asi làs zonas dejadas en olvido- y ponerla por escrito seinscribe explicitamente en el marco de una conquista de poder, en un

(...) la memoria colectiva, sin embargo, no es s610 una conquista: es uninstrumenta y una mira de poder (...) Apoderarse de la memoria y deiolvido es una de las maximas preocupaciones de las clases, de los·grupos, delos individuos que han dominado y dominan las sociedades hist6ricas [0,diriayo, aspiran a hacerlol

MEMORIAS HEGEMÔNICAB, MEMORIAB DISIDENTES104

taciones proviene, en gran medida, deI hecho de que funcionan como laprimera memoria escrita de dichas sociedades, hasta entonces inscrita enlos registros de la comunicaci6n oral. Esta memoria escrita, mas "legible"a losojos de los contemporâneos, se convierte rapidamente en "verdad"ineludible, puesto que no existe.una real contraposici6n que emane deotros "autores" 0 esferas.

Esta situaci6n comenzo a cambiar en los 80 con la organizaci6n deciertossectores de la poblaci6n negra y la toma de la palabra por eUos,primera en escenarios regionales 0 locales (principalmente en la partenorte deI Pacifico, el Choc6) y, desde el debate sobre la Constituci6n y laredacci6n de la Ley 70 (1991·1993), en el escenario nacional. En el mar·co dé esta movilizaci6n politica, pero también mas alla de eUa, nacio undiscurso erudito propio que no es homogéneo y enfatiza, segl1n los au­tores, aspectos como la politica, la recuperaci6n de la historia, la conscien­tizaci6n étnica, el manejo de la biodiversidad12 • Si bien estos nuevosdiscursos hacen sistematicamente referencia a las construcciones inte­lectuales anteriores y, a veces, incluso, no logran desprenderse de eUas,comienzan a abordar nuevos temas desde nuevas perspectivas, a me­nudomenos etnogrâficas y mas involucradas en los debates politicosnacionales. Uno de los objetivos claramente expresado por estos nue­vos "maestros de la verdad"lS es, precisamente, reapropiarse cie la .pa­labra, que consideran como muy frecuentemente confiscada por losintelectuales blancos, y a partir de aUi construir una memoria colectivaindispensable para darle a las "comunidades negras" un lugar visibley decible al interior de la complejidad social nacional.

Esta reapropiaci6n de la memoria, condici6n deI reconocimiento, seconvierte rapidamente en punta de lucha contra la dominaci6n y la discri­minaci6n. Como 10 precisa Le Goff (1991: 134, 181):

12.Por·ejemplo, Cifuentes, Ed. (1986), Grueso et al. (1997), Vanfn (1996) y Villa (1998).12 Término ~tilizadopor Detienne (1967, citado por Le Goff1991) en relaci6n con poetas dela antigüedad; parece apropiado para la cultura negra deI Pacffico, cultura esencialmenteoral en là qùe los poetas y cuenteros ocupaban un lugar preponderante en la transmisi6n deIOBsaberes e "historias" (constructores de memoria) y son, en la actualidad y s610 parcial­mente, sustituidos por los intelectuales (ver mas adelante en el texto).

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movilizaci6n identitariay el reeurso de la memoria (Narino, Pacifieo eolombiano) 105

.eont~xto politico que abre por primera vez en la historia de Colombia·~$pacios de interlocuci6n y de reconocimiento a las poblaciones negras y a

sus representantes (cf. Agudelo 1999).VC ll{Yl Pero esta re~conquistade 10 escrito significa modificar las jerarquias,S0ciales que involucran a los portadores de memoria y palabra, 10 que-supone, para los intelectuales comprometidos en esta aventura, un doble'fêta: frente a los intelectuales no negros (académicos, politicos), con el finfdeiafirmar su lugar y su legitimidad para producir un discurso propio, y.mente a las poblaciones negras, para comprobar la "verdad" de sus posi­J:eiones ydivulgar la nueva palabra.

La construcci6n de una memoria colectiva,los debates· cotidianos

La intensa movilidad que registra en la actualidad la regi6n deI Pacifico sejpici6 en 10s·alloS 80 por preocupaciones de supervivencia material (luchapor el territorio y petici6n de seguridad territorial, como 10 mostraronlasprimeras grandes movilizaciones en el Choc6, apoyadas en gran parte porla Iglesia) pero ha desbordado ya ampliamente el campo de las reivindica­ciones materiales para provocar un vasto cuestionamiento identitario quetoca hasta los pueblos mas aîslados.

El debate principal gira en torno a las nociones de identidad y deterritorio, cuya asociacion es planteada como evidente por los textos legis­lativos y que condiciona el reconocimiento de los derechos territoriales.Sin embargo, es valido cuestionar esta asociacion, sobre todo en el casa desociedadeshasta hace poco fragmentadas en una infinidad de "territo­rios" concretos discontinuos, dispuestos, coma ya se ha dicho, a 10 largo delos rios, paralelos entre si y perpendiculares a la costa. lExistirian tantasidentidades negras coma territorios locales 0 s610 existe un unico y mismo"territorio étnico" comun a todas'las poblaciones negras dellitoral? Estaspreguntas obligan a repensar cada unode los términos y a explicitar susrelaciones para construir un discurso especifico de las "comunidades ne­gras" ahora instituidas que tome distancia frente a los modelos indigenas,a la vez que integre las modalidades concretas de su vida como poblacio­nes riberenas (modos de poblamiento, practicas deI espacio,organizacio­nes sociales). Se trata, en efecto, no hay que olvidarlo, de reivindicar de­rechos que para ser ejercidos implican la participacion de las poblacionesde base en la implementacion denuevasreglas concretas ycotidianas denegociaci6n y de autoridad local. La busqueda de un nuevo discurso nosignifica, pues, una especulaci6n intelectual sino que pertenece al campode 10 concreto; esta elaboraci6n se forja en 10 cotidiano y exige un consen­so entre las partes que, apesar de estar de acuerdo en reivindicar identi­dades y territorios, tienen prioridades·y objetivos a menudo distantes:

(...) canto y danza se integran a la dimensi6n deI encuentro poIitico, losviejos cuentan la historia deI poblamiento deI rio, en el mapa van marcan­do los sitios donde se asentaron los primeros mayores, enseftan sobre histo­rias de esc1avos y amos, sobre comidas y fiestas deI pasado, sobre indios ynegros, sobre la historia que en el encuentro es portadora de identidad.

14 Las descripciones e interpretaciones aquf plasmadas se derivan de mi asistencia/participa­ci6n en varias de estas reuniones: asistencia en cuanto "observadora" invitada por lasorganizaciones negras dei Bajo Mira (Tumaco); participante en cuanto asesora para elabo­rar la parte cartogrâfica dei expediente de solicitud dei territorio colectivo para el Alto Mira(Tumaco). Ademas, asistf a otras reuniones y discusiones informales entre asesores y miem­bros de otros Consejos comunitarios de la regi6n de Tumaco, entre 1997 y 1999.15 Como entre los griegos, "la poesfa, identificada con la memoria, hace de ésta un saber eincluso una sabiduria..." (Detienne, citado par Le Goff1991: 145).

Estos "momentos" funcionan como lugares de construccion de la me­moria colectiva, en los q~ los poetas juegan un roI determinante15 • En elPacllco los decimeros y copleros cuentan en versos el pasado y se burlande los presentes, ironizan a los poderosos y defienden a los mas déblles.Aqui se encuentran las caracteristicas relacionadas con las sociedades oralesen general, en las que la memoria colectivase transmite seg(J.n procedi­mientos de "reconstruccion generativa" (y no memoria mecânica, palabrapor palabra), en las que la dimension narrativa es fundamental y otorga ala mempria una gran creatividad (Le Goff 1991: 135-145). Contar sinrepetir, inventar, transformar hechas 0 palabras para transmitir los men­sajes, todos estos rasgos de memoria corresponden a la libertad y la flexi-

MEMORIAS HEGEM6NICAS, MEMORIAS DISIDENTES106

necesidades a corto plazo, incluso inmediatas (acceder a la tierra y prote­ger territ~rios)para unos, ambicion teorica y poHtica de gran alcance (ladefinicion de una "identidad negra" unificada) para otros.

Los acuerdos se elaboran, en la prâctica, durante encuentros yasambleas organizados en los pueblos por las organizaciones de base,los consejos comunitarios (cuando existen) y, en el caso de Tumaco, la coor­dinaci6n Regional de Palenque, para divulgar el contenido de la Ley 70 yponer en marcha los mecanismos para su aplicacion14• El-desarrol1o deestas reuniones, a menudo MUY concurridas (entre 50 y 200 personasreunidas durante dos mas en un caserio 0 una vereda), da fe de la riquezade los intercambios, a través de la yuxtaposicion de formas de comunica­cion pertenecientes a registros MUY diferentes. Los· cuenteros y poetaspopulares siempre tienen alH su espacio reservado, los tableros de la es­cuela sirven de apoyo a las explicaciones de los asesores venidos de laciudad, circulan listas de asistencia y algunas veces las discusiones dege­neran en arreglos de cuentas internos. Una peHcula de video puede ce­rrar lajornada (usando baterias cuando no hay luz) y, mas tarde, cadaquien encuentra un espacia donde colocar su estera para pasar la noche.

Como bien 10 describe Villa (1998: 444):

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La movilizacion identitariay el recursa de la memona (Nanna, Pacifico co/.ombiano) 107

bilidad que demuestran las poblaciones negras en muchos ottos campos.A pesar de ser propia de toda tradici6n oral, esta caracteristica adquiereaqui una gran importancia en la medida en que permite a 'los habitantesrurales, a menudo poco 0 no escolarizados, participar allado de los diri­gentes en el proceso de recuperaci6n de la memoria.

Las asambleas organizadas por motivos de orden politico y territo­rial, frecuentemente cargadas de emoci6n por el caracter excepcional deestas reuniones-encuentros entre gente que se cruzaba sin conocerse,también son la ocasion de difundir las nuevas normas deI discurso hacialas poblaciones rurales, esta vez por parte de los intelectuales. En esta6ptica, la recuperaci6n y la revalorizaci6n de las practicas "ancestrales",presentadas coma prueba y condici6n de la identidad, juegan un papelcentral. A menudo esto pasa por la rememoraci6n de los términos quenombran estas practicas, frecuentemente caidos en desuso, y puede darlugar a extranos intercambios;

Durante la.s reuniones deI Consejo Comunitario deI Bajo Mira fueposible observar c6mo los lfderes regionales (en su mayoria de origen ur­bano) reapropian ciertos vocablos y luego se vuelven a difundir entre loscampesinos, quienes "aprenden" asi, de boca de los mas jovenes, el valorde practicas a menudo obsoletas: el trabajo colectivo (minga) para des­montes u otras labores hoy casi extintas; la caza colectiva cuando ya nohay venado ni tatabro que perseguir; el cambio de mana (intercambio detrabajo), hoy en dia reemplazado por un salario en las grandes plantacio­nes. Aun si las practicas son caducas, el discurso es muy actual y consagrauna inversion de autoridad entre generaciones. Los ancianos, a quienesse honra por su sabiduria y conocimiento, estan Hamados a validar el dis­curso de los mas j6venes, aun cuando tengan que silenciar sus dudas 0 susreticencias eventuales. En una de estas reuniones se present6 el casa deun anciano que solicitaba publicamente perd6n a la comunidad por haberosado contradecir a un joven dirigente en referencia a "prâcticas ances­trales" de las que él dudaba, poniendo asi en peligro la memoria y laidentidad colectiva16• En otra ocasi6n fueron estos inismos lideres quienesemplearon en una plenaria términos Hamados tradicionales coma "por­fia" (discusi6n colectiva para Hegar a un consenso), que ninguno de loscampesinos presentes utilizaba 0, incluso, comprendia. Nadie se atreviapreguntar su significaci6n y al unico que plante6 la pregunta 10 repren­dieron por su ignorancia; Hego a cuestionarse hasta su pertenencia a lacomunidad.

Este esfuerzo por reciclar y resignificar términos antiguos (mingapor "asamblea general", porfia por "seminario-taller") por parte de losintelectuales corresponde a una voluntad' deliberada de particularizarpracticas y vocabulario con el fin de afirmar una identidad que se oponga

16 Explicitamente presentado en estos térmirios por los lideres presentes.

a la de los vecinos (blancos e indigenas). Este esfuerzo busca, igualmente,tender puentes entre modernidad y tradici6n con el objeto de integrar laspoblaciones campesinas a la vasta empresa de reconstrucci6n de la me­moria, al tiempo que responde a la necesidad de los dirigentes, a menudocriados lejos deI mundo rural, de legitimar ante los ancianos practicasnuevas (la movilizaci6n y la organizaci6n politica) por su conocimiento de10 "tradicional" (el vocabulario). Asi responda a las exigencias provenien­tes de los textos legislativos -que plantean 10 tradicional como condi­cionante de la identidad- 0 a la dinamica de movilizaci6n popular ~querevaloriza practicas y valores ohridados-, la referencia a la ancestralidadse ha vuelto obligatoria e indispensable en la construcci6n identitariaétnica. Fundamentos de la memoria colectiva, los rasgos "ancestrales"son revividos, inventados a veces, siempre reelaborados y recontextua­lizados para permitir una apropiaci6n colectiva que se hace posible gra­cias a los encuentros y asambleas.

A grandes rasgos, el nuevo,discurso identitario politizado consiste enreivindicar una "esencia negra" (el Ser Negro) definida, parad6jicamen­te, como un conjunto de afirmaciones· que deben construirse, poco a poco,tomando elementos prestados de la tradici6n oral, deI discurso erudito yde la modernidad (Grueso et al. 1997): un bricolage identitario bien co­nocido pero, en este caso, en plena ebullici6n. Esta identidad étnica ne­gra se apoyaria en la existencia de un "territorio-regi6n" definido como"el espacio en donde se crea y se recrea la vida cultural, social, politica yorganizacional de las diferentes Comunidades Negras", que tendria unatraducci6n espacial -equivalente al espacio regional ocupado por las po­blaciones negras dellitoral- pero que representa, sobre todo a los ojos desus promotores, un concepto susceptible de integrar la gran diversidad delas situaciones bajo una misma categoria espacio-identitaria, mas alla delas eventuales apr6piaciones territoriales (Grueso et al. 1997).

Como se ve, los esfuerzos desarrollados por los intelectuales tiendenpor momentos hacia una normalizaci6n identitaria que pasa por unahomogeneizaci6n de la memoria, que a su vez supone una relativa confis­caci6n de las memorias populares. En contrapartida, sin embargo, nopueden ignorar la gran vitalidad y variabilidad de las practicas de las po­blaciones rurales y se ven obligados a innovar, construyendo dia a diacategorias mas elaboradas y mas "respetuosas" de las comunidades debase: la noci6n de "territorio" se ha enriquecido considerablemente conlos numerosos debates realizados en los pueblos deI litoral, integrandoelementos no naturales ni aun espaciales (el territorio coma espacio dereferencia, aunque a veces es discontinuo y controlado por otros), y ladefinici6n misma de identidad negra se ve diariamente cuestionada yenriquecida por los usos que de ella hacen los campesinos negros. Esto esla que aparece de manera explicita en ciertos procesos de manipulaci6nidentitaria -y de la memoria- que afectan, en zonas cercanas a la movili-

108 MEMORIAS HEGEM6NICAS, MEMDRIAS DI8IDENTE8

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ta movilizaci6n identitariay el recurso de la memoria (Nanno, Pacifico colombiano) 109

zaci6n negra, a poblaciones vecinas interesadas por los mismos proble­mas de definicion territorial.

La instrumentalizaci6n de la memoria

Si la agitaci6n identitaria desemboca en la definici6n de un "ser negro"cuya construcci6n incumbe a "todos los negros", lc6mo se situan aquelloscuya identidad racial no esta c1aramente definida, aquellos que no se re­conocen en ninguna de las categorias admitidas hoy en dia? lAquellosquè, finalmente, no se perciben de la forma en que los otros los califican:mestizos y mulatos con los fenotipos mas variados, campesinos blancosintegrados desde hace varias generaciones con pueblos negros con loscuales comparten un mismo modo de vida, indigenas que rechazan losresguardosy, aunque cercanos alos negros, conservan aun frente a ellosuna desconfiànza hist6rica, reciproca? Las sociedades locales deI Pacifico,particularmente originales por su historia de poblamiento, coma se havisto, albergaron todo tipo de uniones y de alianzas 0, por el contrario,establecieronlimites infranqueables entre grupos sociales distintos porsus fenotipos. Hoy en dia deben manejar dichas combinaciones sociorra­ciales bajo presiones multiples que impulsan hacia la particularizaci6h yla definici6n univoca de las identidades. Tres casos ilustrarân los debatesque de aIli resultan y las "soluciones" encontradas hasta la fecha (y quepueden cambiar maftana, en la medida·en que todo esta en plena defini­ci6n): los enclaves de pueblos blancos en la costa norte de Narifto, lospueblos mestizos deI piedemonte y los individuos blancos y/a indigenasinsertados en los territorios colectivos negros en construcci6n.

Los blancos de la costa norte

En la costa riariftense al norte de Tumaco una docena de veredas se fue­ron creando con pobladores blancos, descendientes, por una parte, dehabitantes cuyo origen se desconoce y no dejo huellas en la memoria co­lectiva dellugar (San Juan y veredas vecinas) y, por otra parte, de uncolono espaftol que compr6 ellugar conocido coma "Playa Mulato" a finesdeI siglo XVIII (Vigia, Mulatos, Amarales), transacci6n que fue registradaen los archivos locales (Barbacoas 0 Iscuandé, seglin los interlocutores; nopude tener acceso al documento, celosamente guardado por la actual Jun­ta de Herederos).

La cultura cotidiana de estos pueblos (habitat, comida, practicas depesca y agricultura, religi6n, inc1uso musica) no se diferencia en nada, 0

en muy poco, de la de los pueblos negros circundantes que comparten conellos un aislamiento cr6nico y atm actual (4 horas de lancha rapida 0 12horas en canoa desde Tumaco 0 Guapi, las dos ciudades mas cercanas).

17 Entrevista hecha en octubre de 1997 en San Juan con habitantes negros, trabajadoresdependientes de blancos que viven en el barrio vecino deI mismo pueblo.18 "Capital" en la medida en que a la posesi6n y utilizaci6n de un espacio concreto se asociaun pod~rejercido sobre él y una proyecci6n politica social 0 cultural a partir de este espaciohacia otras esferas de la sociedad (cf. Levy 1994).

Sin embargo, hasta hace unos veinte alios todavia no se podia concebirningtln intercambio entre los dos grupos. Si una persona negra se aven­turaba a pisar las playas de San Juan, "era rechazada y se borraba hastala huella de SllS pasos en la arena" 0 "se quebraba el vasa en el que habiapebido"17, maneras claras de negar la existencia misma y la humanidaddeI Otro, negro. En Mulatos se les cortaba la manila de la canoa paradejarlos sin embarcaci6n y nunca se les vendia comida 0 compraba pro­ductos. Los habitantes blancos, "culimochos" como los llaman en Tumacode manera grosera y peyorativa, habian construido su dominaci6nmicrolocal en la exclusi6n y la discriminaci6n, en la afirmaci6n y la pre­servaci6n de la identidad racial (blanca en este caso, con una estrictaendogamia) y, en el casa de los habitantes de Mulatos, en el control de unterritorio heredado y conservado por mas de dos siglos. En este casa sepuede hablar de un verdadero "capital espacial"18 a partir deI cual pudie­ron garantizar su reproducci6n y una relativa expansi6n. En efecto, apartir de principios deI siglo XX algunas veredas (Mulatos y Vigia) sediferenciaron de los pueblos negros por ciertas actividades, coma porejemplo un turismo rudimentario para los ciudadanos de Buenaventuray algunos aventureros deI interior. A partir de los alios cuarenta se cons­truyeron eclificios mas imponentes ("hoteles") y una estratificaci6n econ6­mica evidente vino a sumarse a la segregaci6n racial. Mas recientemente,los habitantes de Mulatos entraron en conflicto con el INDERENA (Ins­tituto de Desarrollo y Recursos Naturales) cuando se decret61a creaci6ndeI Parque Natural Nacional Sanquianga y la instituci6n gubernamentalintent6 controlar las tierras, argumentando la no-legalidad de los titulosde propiedad que databan de la Colonia. Los mulatenos constituyeronentonces una '~unta de Herederos" de Playa Mulatos, con la participa­ci6n de numerosos profesionales originarios dellugar pero emigrados aBuenaventura, Cali 0 Bogota, y desarrollan desde entonces un discursoen el que la identidad blanca y la defensa deI territorio se juntan paraafirmar la distinci6n y alteridad fundamental frente a los vecinos negrosque no gozan de titulos legales de propiedad.

En el transcurso de los alios 80 y 90 esta microsociedad se vio seria­mente amenazada por el debilitamiento de los dos pilares que la soste­nian. Por un lado, su poder econ6mico se vio gravemente afectado por dostemblores seguidos de maremotos (en 1949 y, principalmente, en 1979)que destruyeron las instalaciones, hicieron desaparecer una parte de lastiérras, provocaron muchos muertos y la salida de los sobrevivientes que10 habian perdido todo. Por otro lado, se ha fragilizado mas reciente-

110 MEMORIAS HEGEMÔNICAS, MEMORlAS DI8IDENTES

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Lamovilizaci6n identitariay el recurso de la memoria (Narifio, Pacffico colombiano) 111

mente por la pérdida de legitimidad de sus "valores" racistas que estânèltvia de ser derrocados 0, en todo caso, ya no son avalados por el centroy el.discurso global que defiende el respeto a los derechos de las poblacio­fi~S negras Y la igualdad étnico"racial.:: ( En el casa de San Juan, los habitantes blancos y mulatos (la discrimi­n:aci6n empez6 a debilitarse hace 20 a:fi.os) enfrentan un problema quecompartian no hace mucho con los negros -la no legalizaci6n de sus titU"los de tierra- pero que estos ultimos estân en camino de resolver en eltnarco de la Ley 70. Ahora es la base misma de su supervivencia, su terri­torio, la que puede estar amenazada E!ll un futuro cercano. En efecto, laLey provee la legitimaci6n de los titulos en forma colectiva en beneficioexcIusivo de las poblaciones "negras" y prohfbe, simultâneamente, cual­quier regulaci6n territorial, en la forma que sea19, sin el acuerdo formal delas "comunidades negras" vecinas de los terrenos en cuesti6n. lAcasoestamos frente a un nuevo capitulo de la historia universal de "el regadorregado"? Los blancos dependen hoy de los negros en su afân legitimo porla seguridad territorial, a menos que ellos mism~s se declaren "negros"para beneficiarse de la ley, en la medida en que cumplen con todas lascondiciones previstas por los textos20 , excepto aquellas relativas al fenotipo.

Sin pretender aun adelantarnos demasiado, se puede observar c6moesta pequeiia sociedad reacciona a estos "infortunios" (desde su punto devista) sucesivos. Una primera opci6n consiste en abandonar la costa parainstalarse en la ciudad. Alli los individuos reconstruyen proyectos sobreotras bases, lejos de 10 rural y la pesca (y de los negros), alimentando aveces el racismo urbano 0, en ciertos casos, comprometiéndose en el cam­po de la politica, en el que comienzan a representar, a escala deI munici­pia de Tumaco, una fuerza nada despreciable21 -elecci6n garantizada deuno 0 varios consejeros municipales en cada elecci6n. Aquellos que per­manecen en los pueblos dellitoral invierten en otros sectores productivosy/o econ6micos (control deI sector de la madera y de la pesca, principal­mente), 10 que les permite mantener su superioridad microrregional fue­ra de su territorio "ancestral". Finalmente, una pequeiia minoria pareceestar dispuesta a permanecer en el pueblo, con el riesgo de tener quemodificar profundamente las antiguas practicas locales racistas, coma 10demuestran, por ejemplo, el aumento de las uniones "mixtas" y una rela-

19 Individual 0 colectiva, ya sea en forma de compra, donaci6n, atribuci6n, asignaci6n, etc.20 Ancestralidad, prâcticas tradicionales, respeto deI medio ambiente, etc.21 Desde hace mucho tiempo los blancos de la costa aspiran a un reconocimiento politico enel marco regional. En los afios setenta se negaron a integrarse al municipio que se separabaentonces deI de Tumaco (Salahonda, pequefio municipio aut6nomo desde 1973·75) Yque lescorrespondia, obteniendo su permanencia en el municipio de Tumaco (segunda ciudad deIPacffico colombiano), que de esta manera qued6 conformado por dos partes desunidas: lamayorparte deI territorio municipal se extiende desde la frontera ecuatorianahastaSalahonda,con un apéndice en la costa norte(una media docena de pueblos).

Los mestizos deI piedemonte

22 Entre las laderas de la cordillera andina y la llanura dellitoral, esta franja altitudinal"decolinas con pendientes a veces abruptas, registra una intensa pluviometrfa y es, a la vez,"frâgil" y estratégica: por una parte, los suelos son muy propensos a la erosi6n luego de ladeforestaci6n y posterior instalaci6nde cultivos 0 pastizales para ganado; por otra parte, lazona funciona coma dep6sito de agua para rios y afluentes que alimentan, rio abajo, lospueblos y la ciudad de Tumaco. Su protecci6n pretende, principal y oficialmente, preservarlos recursos hidricos a nivel regional.

MEMORIAS HEGEMONICAS, MEMORlAS DISIDENTES112

tiva disminuci6n de la discriminaci6n, notablemente enSan Juan. Ahoratienen que renunciar al discurso "ancestral" para construir otro que inte­gre las nuevas condiciones de vida compartida con los vecinos negros.

De todas IIianeras, la hegemonia de los blàncos en los territorios quecontrolaban esta fuertemente cuestionada. Hoy en dia los negros y losmulatos pueden vivir en los pueblos de "la costa". Los blancos han perdi­do gran parte de su capital espacial que ellos mismos buscan transformar10 mâs pronto posible (en capital econ6mico, en capital politico)·antes deque se extinga totalmente. La historia habra querido que, localmente, lasdinamicas econ6micas y naturales y la evoluci6n deI contexto politico glo­bal se junten para contrarrestar una microformaci6n social original, basa­da en el racismo y la segregaci6n, que pud9 reproducirse en el aislamientodurante dos siglos. .

Los mestizos deI piedemonte no sqn negros, ni blancos, ni indigenas, noson de la costa ni de la sierra,' y ocupan sus tierras sin titulos legales.Ademas, son en su mayoria habitantes recientes, de dos 0 tres generacio­nes a 10 sumo, oriundos de las regiones indigenas vecinas de la sierra 0,inciuso, dellitoral. Son percibidos desde fuera como carentes de homoge­neidad social, de memoria colectiva, de derecho reconocido, hasta de unaidentidad compartida, carencia que se constituye asi. en una cargadesme­surada para estas poblaciones campesinas que vinieron a colonîzar estastierras virgenes con la esperanza de fundar alli familias y pueblos.

En este momentoel problema de seguridad territorial no puederesolvérseles sin pasar por un posicionamiento explicito en el "esquemaidentitario" previsto por los textos legislativos. Mientras. que sigan siendocalificados como una poblaci6n movil, en el espacio y en la identidad, nopueden aspirar a ning(J.n poder de interlocuci6n politica que les permitaexponer sus reivindicaciones. Deberân, entonces, entrar en el marco cons­truido desde la esfera nacional y global, que contempla tres posibles op­ciones: propiedad privada, resguardo indigena 0 tierras de comunidadesnegras.

No pueden pretender legalizar su situaci6n territorial de manera in­dividual, en forma de propiedad privada, puesto que la franja altitudinalque ocupan ha sido declarada "ârea fragil y protegida, no enajenable"22

n Juan. Ahora,otro que inte­nos negros.;erritorios ques negros y loscos han perdi­n transformaritico) antes deDcalmente, lasto poIitico glo­original, basa­el aislamiento

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La movilizaci6n identitariay el recurso de la memoria (Nanno, Paclfico colombiano) 113

por el Instituto Colombiano de Reforma Agraria (INCORA). Si insistie­ran en esta direcci6n tendrian que recurrir a presiones politicas extrarre­gionales que pudieran justificar una excepci6n a la regla 0 un cuestiona­miento de la regla, dos cosas imposibles por el momento si se considera eldébil (0 nulo) poder de negociaci6n que tienen estos campesinos.

Si bien hoy en dia el régimen de resguardos indigenas puede consi­derarse el medio mas eficaz y agi! para obtenèr y garantizar territorios enesta regi6n23 , supone en contrapartida el establecimiento y el respeto delas instituciones locales correspondientes (cabildo, gobernador) y la in­serci6n en las estructuras organizativas regionales y nacionales (ONIC;Organizaci6n Nacional Indigena de Colombia). Mâs alla de las evidentesdificultades de orden cultural e individual para efectuar una reafiliaci6nidentitaria de gran envergadura, estas poblaciones dificilmentepodrianasumir los comportamientos comunitarios necesarios, contradictorios conciertas practicas individualistas (en el habitat, los modos de explotaci6nde las tierras y, en general, las practicas de sociabilidad marcadas, porejemplo, por la ausencia de rituales colectivos) que les permitieron sobre­vivir hasta hoy en un entorno adverso. En otros términos, la adopci6n deIrégimen territorial indigena....,y de la identidad que le esta asociada- seria,en este caso, demasiado condicionante, seria de un costo social demasiadoalto.

En este contexto, y desde un punta de vista pragmatico, la soluci6n"negra" seria la mas viable. Los modos de vida (de explotaci6n de lastierras, de organizaci6n social) son objetivamente mas parecidos a aque­110s dellitoral marcados por la movilidad, la flexibilidad y cierto individua-.lismo. Las condiciones planteadas para la obtenci6n de titulos colectivosson menos limitantes que en el casa anterior en la medida en que lasestructuras organizativas regionales y nacionales negras atIn no estanconsolidadas, 10 cual deja un cierto margen de acci6n a las iniciativas einnovaciones locales. Sin embargo, visto desdeotro ângulo, el costa deesta redefinici6n identitaria es alto: reivindicarse como negro supone asu­mir la estigmatizaci6n que sigue siendo asociada con este grupo, exponer­se atIn mas a la discriminaci6n y al racismo, todavia fuertes tantoen laregi6n coma en el pais. "Volverse negro" exige reconocerse como miem­bro de un sujeto colectivo e integrar los espacios de luchas y de poder queeste nuevo actor sociallibra 0 intenta librar. Mucho mas alla de una sim­ple instrumentalizaci6n identitaria para acceder a la tierra (una arguciajuridica, de cierta forma), este nuevo posicionamiento en el espacio socialy poIitico exige un importante trabajo colectivo e individual. Aparente-

23 Desde la reactivacion de las luchas indigenas en los anos 70 y, sobre todo, desde laadopcionde la Constitucion de 1991, los indfgenas han adquirido un poder de negociacion tal, a nivelnacional, que pudieron multiplicar los territorios de los resguardos y ejercen en laactualidadel control sobre casi una cuarta parte dei territorio nacional (cf. Gros 1996).

114 MEMORIAS HEGEMÔNICAS, MEMORlAS DISIDENTES

mente no es unobstaculo prohibitivo, como 10 demuestran los inicios_demovilizacion en este sentido, apoyados por algunos sectores de la iglesiacat6lica: organizaci6n de reuniones, primeras negociaciones entre veci­nos y el indispensable trabajo de memoria que consiste en volver a trazarla historia de las migraciones y de los primeros migrantes, en localizar lascasas de los ancestros, actuales 0 ya desaparecidas, en reconstruir las ge­nealogiasde las familias y de los pueblos, en cartografiar un hipotéticofuturo territorio colectivo. En estas sesiones de reflexi6n colectiva las rai­ces indigenas, blancas, mestizas y negras se entremezclan inextricable­mente y la pertenencia a "comunidades negras" no parece entonces tanincongruente como pudiera pensarse a primera vista, ya que la historiareciente acerca a estos individuos que deben enfrentar los mismos pro­blemas de reconocimiento social y poHtico, por un lado, y de reconoci­miento territorial, pOl' el otro.

Sin embargo, el camino es largo atm y ya hay algunos que cuestio­nan el derecho deestos habitantes a reivindicarse como "negros", pre­sentando argumentos relativos a sus fenotipos: ellos no son "verdaderosnegros". El INCORA se libl'aria aSI de un casa explosivo y podria seguirconsiderandoestas poblaciones como una yuxtaposici6n de colonos ile­galmente instalados mas que como un grupo social que participa de unadinamica regionallegitimada por los textos. Incluso, a las mismas orga­nizaciones negras yaconstituidas en la costa les resulta a veces dificilreconocer que· estos grupos muy heterogéneos hacen parte de ellas ytemen una recuperacion deI proceso de movilizaci6n étnica con finesexc1usivamente pragmaticos y territoriales.

Los posicionamientos individuales

Las movilizaciones identitarias evocadas hasta ahora no solo implican de­bates de ideas 0 intereses colectivos; también suponen posicionamientosindividuales que se èonstruyen, principalmente, durante las sesiones queconvocan a los habitantes con el fin de discutir sobre la aplicaci6n de laLey 70 y la constituci6n de los territorios colectivos.

El territorio en vIa de constituci6n en el Alto Mira cuenta con unastreinta localidades, caserlos y veredas, y esta rodeado al oriente por res­guardos indigenas awas, al occidente y al norte por vastas plantaciones depalma africana 0 haciendas ganaderas, propiedades de agroindustrialesde Cali .0 Bogota, y al sur por bosques en proceso de deforestacion porestos mismos empresarios avidos de nuevas tierras, a menudo sin tltulosde propiedad 0 luego de compras no legalizadas. Presionados por sus ve­cinas tentados por la expansion territorial, los campesinos deI Alto Miradificilmente controlan su territorio, mâxime si tenemos en cuenta que loscultivos iHcitosde coca se han expandido masivamente desde hace algu-

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.ovilizaci6n identitaria y el recurso de la memoria (Nariflo, Pacffico colombiano) 115.

RPS. mos, resultando en la aparici6n de nuevos habitantes no negros,poco dados a discutir sobre derechos territoriales. Es entonces en este00ntexto de grandes tensiones que se inician y se desarrollan las discusio-nesrelativas a la organizaci6n de la poblaci6n para solicitar el reconoci­miento y la titulaci6n de su territorio.

Durante una asamblea dedicada a la cartografia de los Hmites, de laslocalidades, de los lugares y de los espacios que encierra este territorio, semencionaron expHcitamente los conflictos iniciados 0 larvados con los co­lonos blancos vecinos. Sin embargo, s6lo fue hasta el final deI segundo diaque los campesinos negros mencionaron la existencia de una pequenalocalidad, incluidaen el territorio y en el censo establecido por la comuni­dad negra, compuesta por una media docena de casas habitadas por agri­cultores blancos. Para los asistentes era evidente que estos se integrabanal territorio, sin necesidad de que esta cuesti6n se debatiera en asamblea.En efecto, instalados desde hace dos generaciones, estos pobladores blan­cos constituy~n una familia extensa que trabaja y vive con y como susvecinos negros, comienza a establecer con ellos uniones matrimoniales,aspira al territorio colectivo en las mismas condiciones y participa total­mente en la vida 10caI. El fenotipo no surgi6 en ningUn momento comoun rasgo pertinent~ a los ojos de los habitantes negros presentes en laasamblea parajustificar una eventual exclusi6n 0, simplemente, para cues­tionar sus derechos sobre el territorio.

A la inversa, en la misma asamblea, el segundo dia lleg6 un campesi­no indigena que pretendia participar en las reuniones, puesto que viveen un pueblo incluido en el proyecto de territorio colectivo. Un debate envoz baja se inici6 en la pieza contigua a aquella donde se encontraba elrecién llegado, para decidir sobre la actitud que se tomaria frente a éL "Elno puede participar porque no es negro", decia uno (siendo él mismo defenotipo bastante mestizado indigena-negro); "de acuerdo, pero su mujeres negra", respondi6 un segundo. "Noes una raz6n", respondi6 un terce­ro, "que su mujer venga si esta interesada, él no tiene derecho a hablar".Finalmente, luego de un cuarto de hora de conversaciones, se 10gr6 unconsenso en torno a su aceptaci6n, puesto que él era "residente activo"desde hacia mos, integrado en las redes de intercambio tradicionales in­formaIes que caracterizan la vida local (alimentaci6n, trabajo, cuidadomutuo de los ninos, ayudas puntuales, etc.) y dispuesto a participar ple­namente en el proceso de discusi6n. Ese individuo hacia parte de la me­moria de este territorio en constituci6n, tenia derecho al mismo titulo quelos demas residentes.

Los criterios de identidad que funcionan en 10 cotidiano, lejos delimitarse a los fenotipos, integran totalmente la dimension societal de losindividuos, su participaci6n en el tiempo y el espacio deI territorio y, poreso mismo, difieren de un lugar a otro. En algunos territorios los blancosson c1aramente los "enemigos" (territoriales) y no puede concebi'rse nin-

Conclusion

24 "El derecho a ser negro es también un sentimiento, la gente quiere sentir pleno orgullo deser negra. Hay un sentimîento colectivo(. ..) En los rios se deciaque un criterio a tener enc~entapara que alguien los represente es que sea y se sîenta negro" (An6nîmo1996).

glin acuerdo con ellos. En otros territorios son los indigenas quienesaparecen coma el Otro amenazante. En otros casos, finalmente, lascombinaciones son mas cornpIejas y éxigen matizar las posiciones. Es unasunto 1;>ien dificil de manejar para los lideres regionales 0 nacionales quese esfuerzan por construir "la" identidad negra.

MEMORIAS HEGEMONICAS, MEMORIAS DISIDENTES116

La construccion de una memoria colectiva se elabora en una dialécticaentre intereses individuales y estrategias coleetivas mas 0 menos explici­tas para responder a necesidades que, en el casa deI Pacifico colombiano,son tanto de orden prâctico (asegurarse el control de territorios) comapolitico (constituirse coma actor politico sobre bases étnicas) y de ordencasiafectivo ("sentirse negro" y reivindicarlo, como condici6n a la vez quecoma objetivo de la movilizacion)24. Seglin predomine una u otra dimen­sion, el énfasis se hace en la recuperaci6n de una memoria deI territorioque alimente la construcci6n de una identidad étnica negra, 0 de maneramas pragmâtica, en una memoria colectiva de la ocupaci6n de los lugaresy de las tierras que justifiqueel usa, la posesion y, finalmente, la obten­cion de titulos territoriales. No por eso se podria hablar de memoria "fic­ticia" sino reconocer la memoria coma re~lUltado y parte de procesos cadadia renovados para cumplir con objetivos variables en funci6n de losacto­res y his situaciones involucradas (cf. Quintin 1999). Pero este pragmatis­mo tampoco equivale a una instrumentalizacion oportunista y friamentecalculada: traduce el estado de las fuerzas sociales y las interacciones en­tre los distintos actores que no disponen de capitales (cultural, social,politico, territorial) èquivalentes. El dominio de ciertos discursos abre cier­tas puertas y permite acceder a ciertos recursos y, al revés, el manejo denuevos recursos implica innovaciones sociales, culturales y politicas, tan­to al interior de los grupos sociales como en sus fronteras.En la relaci6nentre los campos de la acci6n y deI discurso se modifican c6digos simb6li­cos y se reelaboran las culturaslocales. Estos cambios influyen, a su vez,en otras dimensiones de la vida colectiva. Asi, el usa de un vocabularioespecifico (la minga, la porfia) 0 el establecimiento de nuevos escenariosde interacci6n (las asambleas, las reuniones) introducen modos de comu­nicaci6n que deciden nuevas jerarquias: lquién es escuchado, a nombrede qué, quién es el pprtador de la "verdad"? En el mismo sentido, larenovaci6n de los delj)ates alrededor de la cuesti6n de la identidad, en lamedida en que esta debe desembocar en acuerdos prâcticos (lquién tiene

La movilizaci6n identitariay el recurso de la mernoria (Narino, Pacifico colombiano) 117

Referencias

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acceso a la tierra, quién representa las poblaciones negras?) obliga a unosy otros a entablar el dialogo e instala asi canales de comunicaci6n entrevarios mundos que tendian a ignorarse (rural y urbano, pero tambiéncampesino y técnico, letrados y no escolarizados, j6venes y ancianos). Sinembargo, esta nueva comunicaci6n se ve afectada por ciertas tendencias aconfiscar el discurso y la verdad por parte de algunos dirigentes que con­trolan los flujos de informaci6n -y de fondos- que llegan a las comunida-des negras rurales (cf. Agier y Hoffmann 1999). ' ..

Hoy en dia, aun si las dinâmicas iniciadas estanlejos de alcanzar susobjetivos, podemos senalar la existencia de fuerzas contradictorias queindican posib:les desarrollos futuros: entre normalizaci6n e invenci6n deIdiscurso (y de la memoria), entre rigidez y flexibilidad en las practicassociales y politicas, entre encierro identitario y apertura hacia otros gru­pos y conjuntos sociales. En conclusi6n, yale la peria subrayar que, demanera general, las categorias elaboradas por la ."gente de los rios" alrè­dedor de la cuesti6n identitaria son mas matizadas y flexibles que laspropuestas hechas desde los circulos de intelectuales y dirigentesdel mo­vimiento negro (ver, por ejemplo, las combinaciones decriterios fenotipicos,residenciales, de familia y de practicas sociales para definir quién es miem­bro de un territorio y por ende "negro"). Esto refleja, sin duda, las presio­nes hacia el particularismoque, desde 'las esferas globales deI discursomultiétnico, se imponen a los dirigentes 10cales25 , mientras que "detrasdeI escenario" (Goffman 1974; Feierman 1990) las poblaciones de baseson mas librespara elaborar sus propias normas en funci6n delas reali­dades mas complejas de convivencia (y/o conflicto) con los demâs grupossociales.

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25 Rappaport (1998:20) 10 nota a prop6sito de los intelectuales guambianos y nasa deI Cauca:(...) el esencialismo existe en una relaci6n ambivalente con la estrategia politica dentro deIcampo multiétnico (...) gran parte de su discurso [de los intelectuales indios] esta orientadohacia publicos metropolitanos que demandan que los politicos nativos intensifiquen lasdiferencias culturales en su lucha por crear un territorio politico delimitado.

igenas quienesfinalmente, laslsiciones. Es un.nacionales que

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MEMüRIAS hegem6nicas,memorias DISIDENTES

el pasado como politica de la historia

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CRI8TOBAL GNECCODepartamento de Antropologia, Universidad deI Cauca

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Bogotâ, marzo de 2000

ISBN 958-96829-1-X

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INSTITUTO COLOMBIANO DE ANTROPOLOGÎA E HISTORIAMaria Victoria Uribe, Directora .

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EDITORES:Marta ZambranoCrist6bal Gnecco

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