la naturaleza del bien: san agustín

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  • 8/18/2019 La Naturaleza Del Bien: San Agustín

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    LA NATURALEZA DEL BIEN

    Contra los maniqueosTraductor: Mateo Lanseros, OSA

    Revisión: Miguel Fuertes Lanero, OSA

    CAPÍTULO I 

    DIOS,  BIEN SUPREMO E INMUTABLE,  DEL CUAL PROCEDEN TODOS LOS DEMÁS BIENES ESPIRITUALES Y CORPORALES 

    Dios es el supremo e infinito bien, sobre el cual no hay otro: es el bien inmutable y,por tanto, esencialmente eterno e inmortal. Todos los demás bienes naturalestienen en él su origen, pero no son de su misma naturaleza. Lo que es de lamisma naturaleza que él no puede ser más que él mismo. Todas las demás cosas,que han sido hechas por él, no son lo que él es. Y puesto que sólo él es inmutable,todo lo que hizo de la nada está sometido a la mutabilidad y al cambio. Es tanomnipotente, que de la nada, es decir, de lo que no tiene ser, puede crear bienesgrandes y pequeños, celestiales y terrestres, espirituales y corporales.

    Es también sumamente justo. Por eso, lo que sacó de la nada no lo igualó a lo queengendró de su propia naturaleza. De ahí que todos los bienes concretosparticulares, lo mismo los grandes que los pequeños, cualquiera que sea su gradoen la escala de los seres, tienen en Dios su principio o causa eficiente.

    Por otra parte, toda naturaleza, en sí misma considerada, es siempre un bien: nopuede provenir más que del supremo y verdadero Dios, porque todos los bienes,los que por su excelencia se aproximan al sumo Bien y los que por su simplicidadse alejan de él, todos tienen su principio en el Bien supremo.

    En consecuencia, todo espíritu está sujeto al cambio, y todo cuerpo proviene deDios, y a espíritu y materia se reduce toda la naturaleza creada. De ahí se siguenecesariamente que toda la naturaleza es espíritu o cuerpo. El espíritu inmutablees Dios. El espíritu sujeto a mutación es una naturaleza creada, aun cuando essuperior al cuerpo. A su vez, el cuerpo no es espíritu, si bien en sentido figuradose da al viento el nombre de espíritu, porque, no obstante que nos es invisible,sentimos claramente sus efectos.

    CAPÍTULO II 

    BASTAN ESTOS PRINCIPIOS PARA REFUTAR A LOS MANIQUEOS 

    Hay hombres que, no comprendiendo que toda naturaleza, espíritu o cuerpo, esesencialmente buena, porque ven cómo el espíritu es víctima de la iniquidad y elcuerpo lo es de la mortalidad o corrupción, tratan de defender que Dios no es elautor ni del espíritu malo ni del cuerpo mortal. Pienso que esto ha de serles útil, yaque admiten que el bien no puede provenir más que del Dios supremo yverdadero, lo cual es una verdad indiscutible, y si ellos se detienen a examinarlaen sí misma y en sus consecuencias, basta para sacarlos del error.

    CAPÍTULO III 

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    LA MEDIDA,  LA BELLEZA Y EL ORDEN,BIENES GENERALES, QUE SE HALLAN EN LAS CRIATURAS 

    Nosotros los cristianos católicos adoramos a Dios, de quien proceden todos losbienes, grandes y pequeños: él es el principio de todo modo, grande o pequeño; elprincipio de toda belleza, grande o pequeña; el principio de todo orden, grande opequeño.

    Todas las cosas son tanto mejores cuanto son más mesuradas, hermosas yordenadas, y tanto menos bien encierran cuanto son menos mesuradas, hermosasy ordenadas. Estas tres cosas, pues: la medida, la forma y el orden-y paso ensilencio otros innumerables bienes que se reducen a éstos-, estas tres cosas,pues: la medida, la belleza y el orden, son como bienes generales, que seencuentran en todos los seres creados por Dios, lo mismo en los espirituales queen los corporales.

    Por tanto, Dios está sobre toda medida de la criatura, sobre toda belleza y sobretodo orden, no con superioridad local o espacial, sino con un poder inefable ydivino, porque de él procede toda medida, toda belleza, todo orden. Donde se

    encuentran estas tres cosas en grado alto de perfección, allí hay grandes bienes;donde la perfección de esas propiedades es inferior, inferiores son también losbienes; donde faltan, no hay bien alguno. De la misma manera, donde estas trescosas son grandes, grandes son las naturalezas; donde son pequeñas, pequeñaso menguadas son también las naturalezas, y donde no existen, no existe tampocola naturaleza.

    De ahí se concluye que toda naturaleza es buena.

    CAPÍTULO IV 

    EL MAL ES LA CORRUPCIÓN DLA MEDIDA, DE LA BELLEZA Y DEL ORDEN 

    Por eso, antes de preguntar de dónde procede el mal, es preciso investigar cuál essu naturaleza. Y el mal no es otra cosa que la corrupción de la medida, de labelleza y del orden naturales.

    La naturaleza mala es, pues, aquella que está corrompida, porque la que no estácorrompida es buena. Pero, aun así corrompida, es buena en cuanto esnaturaleza; en cuanto que está corrompida, es mala.

    CAPÍTULO V 

    LA NATURALEZA DE UN ORDEN SUPERIOR,  AUNQUE ESTÉ CORROMPIDA,AVENTAJA A TODA OTRA NATURALEZA DE ORDEN INFERIOR, AUNQUE INCORRUPTA 

    Puede suceder que una naturaleza que ha sido ordenada con mayor perfección encuanto a la medida y a la belleza naturales, aun estando corrompida, sea mejorque otra incorrupta, pero de orden inferior por su medida y su belleza. Y así ocurreque, por razón de la cualidad que va unida a la presencia exterior, es másapreciado por los hombres el oro deteriorado que la plata, aun cuando no estédeteriorada, y es más estimada la plata deteriorada que el plomo pulido.

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    Del mismo modo, en el orden de las naturalezas superiores y espirituales, es másexcelente el espíritu racional corrompido por la mala voluntad que la substanciairracional incorrupta. Y cualquier espíritu, aunque esté corrompido o viciado, essuperior a cualquier cuerpo, aunque éste no haya sufrido corrupción alguna; pueses de mayor prestancia aquella naturaleza que por su condición da la vida a un sercorporal que éste que la recibe. Por muy corrompido que se halle un principio vitalcreado, siempre puede vivificar al cuerpo, y así por esta cualidad, aunque estécorrompido, es siempre superior en perfección a aquélla, aunque permanezca en

    su integridad.

    CAPÍTULO VI 

    LA NATURALEZA INCORRUPTIBLE ES EL SUMO BIEN;LA QUE PUEDE CORROMPERSE ES UN BIEN RELATIVO 

    Si la corrupción destruye en las cosas corruptibles todo lo que constituye en ellasla medida, la belleza y el orden, por el mismo hecho destruye o suprime lanaturaleza.

    De esto se sigue que la naturaleza que es esencialmente incorruptible es Dios.

    Y, por el contrario, toda naturaleza sujeta a la corrupción es un bien imperfecto orelativo, ya que la corrupción no puede dañarle más que suprimiendo odisminuyendo la nota o el carácter de bondad que hay en ella.

    CAPÍTULO VII 

    LA CORRUPCIÓN DE LOS ESPÍRITUS RACIONALES ES VOLUNTARIA O PENAL 

    Dios concedió a las criaturas más excelentes, es decir, a los espíritus racionales,

    que, si ellos quieren, puedan permanecer inmunes de la corrupción, o sea, si seconservan en la obediencia al Señor su Dios, permanecerán unidos a su bellezaincorruptible; pero, si no quieren mantenerse en esa dependencia o sumisión,voluntariamente se sujetan a la corrupción del pecado e involuntariamente sufriránla corrupción en medio de los castigos.

    Dios es para nosotros un bien tan grande, que todo redunda en beneficio de quienno se separa de él. Del mismo modo, en el orden de las cosas creadas, lanaturaleza racional es un bien tan excelente, que ningún otro bien puede hacerladichosa, sino Dios. Los pecadores, que por el pecado salieron del orden, entran denuevo en él mediante la pena. Como este orden no es conforme a su naturaleza,

    por eso implica la razón de pena o castigo. Se le denomina justicia, porque es loque le corresponde a la culpa o falta.

    CAPÍTULO VIII 

    LA BELLEZA DEL UNIVERSO RESULTA DE LA CORRUPCIÓN  Y MUERTE DE LOS SERES INFERIORES 

    Las demás cosas, que han sido hechas de la nada y que, ciertamente, soninferiores al espíritu racional, no pueden ser ni felices o dichosas ni infelices. Pero

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    como son buenas en cuanto a su orden y a su belleza y del sumo Bien, es decir,de Dios recibieron la existencia y la bondad, por muy pequeña e insignificante queésta sea, han sido ordenadas de tal suerte que las más débiles se subordinan alas más fuertes, las más frágiles a las más duraderas, las menos potentes a lasmás poderosas, y así también lo terreno se armoniza con lo celestial ensubordinación de inferior a superior y más excelente.

    Dentro del orden temporal hay una cierta belleza relativa en los seres, que

    aparecen y desaparecen. Así, los que perecen o dejan de ser no desfiguran operturban la medida, la belleza y orden del conjunto o universales. Sucede aquí lomismo que en un discurso bien compuesto y elegante, cuya belleza resulta de lasucesión armoniosa de las sílabas y de los sonidos que se van produciendo ydesvaneciendo.

    CAPÍTULO IX 

    INSTITUCIÓN DEL CASTIGO PARA REINTEGRAR AL RECTO ORDEN A LA NATURALEZATRANSGRESORA 

    Es de incumbencia del juicio divino y no del humano fijar o determinar la cualidado naturaleza y la cuantidad o gravedad de la pena debida o correspondiente a unafalta. Cuando se les perdona a los pecadores el castigo que merecen, efecto es dela bondad infinita de Dios; pero no hay iniquidad o injusticia en él si les hiere con elcastigo merecido, porque la naturaleza resulta más ordenada cuando sufre

     justamente en el castigo que cuando se regocija impunemente en el pecado.

    No obstante, la naturaleza es siempre buena en cualquier circunstancia en que seencuentre, mientras conserve la medida, la belleza y el orden. Dejará de serbuena si pierde totalmente la medida, la belleza y el orden, porque en ese casodejará de existir.

    CAPÍTULO X 

    LA NATURALEZA ES CORRUPTIBLE, PORQUE FUE HECHA DE LA NADA 

    Todas las naturalezas corruptibles en tanto son naturalezas en cuanto que hanrecibido de Dios el ser; pero no serían corruptibles si hubieran sido formadas de él,porque entonces serían lo que es el mismo Dios. Por consiguiente, sea cualquierala medida, la belleza y el orden que las constituye, poseen o encierran estosbienes porque fueron creadas por Dios, y si no son inmutables es porque fueronsacadas de la nada. Sería una audacia sacrílega igualar a Dios con la nada,

    haciendo que lo que procede de Dios sea como lo que procede de la nada.

    CAPÍTULO XI 

    A  DIOS NO SE LE PUEDE INFERIR NINGÚN DAÑO,NI PUEDE PERJUDICARSE A OTRA NATURALEZA SI NO LO PERMITE ÉL 

    Por lo cual, ninguna cosa puede damnificar a Dios en manera alguna, ni se puedeperjudicar injustamente a otra cualquiera naturaleza sometida a Dios.

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    En efecto, si se perjudican unas a otras, les es imputada como culpable lavoluntad injusta.

    Mas la capacidad de causar daño es también obra de Dios, que, aun ignorándoloellos, conoce los castigos que merecen aquellos a quienes él permite llegar aobrar mal.

    CAPÍTULO XII 

    TODOS LOS BIENES PROCEDEN DE DIOS 

    Si nuestros adversarios, al admitir la existencia de una naturaleza que no ha sidocreada por Dios, quisieran reflexionar sobre estas consideraciones, tan claras yciertas, no abundarían en blasfemias tan horribles cuales son el atribuir al sumomal tantos bienes y a Dios tantos males.

    Como he indicado antes, bastaría para corregir su error que quisieran darsecuenta -y la verdad les obliga o fuerza a confesarlo- de que el bien no puedeproceder sino de Dios. Es absurdo que los grandes bienes provengan de un

    principio y de otro distinto los pequeños; pues unos y otros, grandes y pequeños,tienen su origen en el sumo y soberano Bien, que es Dios.

    CAPÍTULO XIII 

    DIOS ES EL PRINCIPIO DE TODOS LOS BIENES EN PARTICULAR, GRANDES Y PEQUEÑOS 

    Enumeremos cuantos bienes nos sea posible y que dignamente podamosatribuirlos a Dios como a su autor, y veamos si fuera de ellos queda algunanaturaleza.

    Toda vida, sea grande o pequeña; todo poder, sea grande o pequeño; toda salud,sea grande o pequeña; toda memoria, grande o pequeña; toda fuerza, grande opequeña; todo entendimiento, grande o pequeño; toda tranquilidad, grande opequeña; toda riqueza, grande o pequeña; todo sentimiento, grande o pequeño;toda luz, grande o pequeña; toda suavidad, grande o pequeña; toda medida,grande o pequeña; toda belleza, grande o pequeña; toda paz, grande o pequeña,y si hay algún otro bien semejante a éstos, y principalmente los que se encuentranen todas las cosas, lo mismo en las espirituales que en las corporales; todamedida, toda belleza, todo orden, sea grande o pequeño; todo ello solamentepuede provenir de Dios.

    Si alguno quisiera abusar de estos bienes, sufrirá el castigo impuesto odeterminado por el juicio divino. Y si no existe ninguno de estos bienes, no existirátampoco ninguna naturaleza.

    CAPÍTULO XIV 

    POR QUÉ LOS BIENES INFERIORES RECIBEN NOMBRES OPUESTOS 

    Entre todos estos bienes hay algunos de orden inferior que se denominan connombres opuestos cuando se les compara con los que son de un orden superior.

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     Así sucede que en relación con la forma humana, que tiene gran belleza oprestancia, en su comparación la belleza de la mona es deforme. Lo cual daocasión a que los ignorantes se equivoquen y juzguen que aquélla es un bien yésta un mal, sin fijarse en la medida que es propia y conveniente al cuerpo de lamona, la proporción de sus miembros, la simetría de las partes, el cuidado de suconservación y otros detalles que sería prolijo enumerar o describir.

    CAPÍTULO XV 

    LA BELLEZA CORPORAL DE LA MONA ES UN BIEN, AUNQUE DE ORDEN INFERIOR 

    Con el fin de que se me entienda lo que vengo diciendo, y lo entiendan aun losmás rudos, y los pertinaces y los que se obstinan en negar la evidencia de laverdad se vean obligados a confesarla o admitirla, pregúnteseles si la corrupciónpuede perjudicar al cuerpo de la mona. Si puede perjudicarle, de suerte que lohaga más deforme, ¿qué es lo que en él disminuye, sino el bien de la belleza?Pero todavía habrá alguna belleza, mientras subsista la naturaleza corporal. Porconsiguiente, como la naturaleza se destruye al desaparecer el bien, hay queconcluir que la naturaleza es de por sí buena.

    De la misma manera decimos que la lentitud es contraria a la rapidez; mas nopuede decirse que es lento lo que de ningún modo se mueve. Así tambiéndecimos que la voz grave es contraria a la voz aguda, o la áspera a la armoniosa;pero, si suprimes absolutamente toda especie o forma de voz, habrá silencio,porque no existe ningún sonido. Por eso, porque no hay ningún sonido, el silenciosuele ser considerado como lo opuesto o lo contrario de la voz.

    Del mismo modo, las cosas luminosas y las oscuras se consideran comocontrarias, aunque las oscuras no carecen totalmente de alguna luz, porque, sicarecieran en absoluto de toda luz, la ausencia de ésta serían las tinieblas, como

    el silencio es la ausencia de todo sonido.

    CAPÍTULO XVI 

    DIOS HA ORDENADO CONVENIENTEMENTE LA PRIVACIÓN DEL BIEN EN LAS COSAS 

    De tal manera están ordenadas en el conjunto de la naturaleza las privaciones dealgún bien en las cosas, que no dejan de ejercer convenientemente sus oficiospara quienes sabiamente las consideran. Pues haciendo Dios que endeterminados lugares y tiempos no existiera la luz, hizo tan convenientemente lastinieblas como los días.

    Si nosotros, conteniendo o regulando la voz, podemos interponerconvenientemente el silencio en el lenguaje, ¿con cuánta mayor razón no realizaráconvenientemente la privación del bien en algunas cosas el que es perfecto

     Artífice de todas ellas? Por eso, en el himno o cántico de los tres jóvenes, la luz ylas tinieblas alaban a Dios, es decir, una y otras hacen brotar la alabanza divina enlos corazones de los que saben contemplarlas.

    CAPÍTULO XVII 

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    NINGUNA NATURALEZA, EN CUANTO TAL, ES MALA 

    Ninguna naturaleza, por lo tanto, es mala en cuanto naturaleza, sino en cuantodisminuye en ella el bien que tiene. Si el bien que posee desapareciera porcompleto, al disminuirse, así como no subsistiría bien alguno, del mismo mododejaría de existir toda naturaleza, no solamente la que inventan los maniqueos, enla que se encuentran aún tantos bienes que causa asombro su obstinada ceguera,sino que perecería toda naturaleza que cualquiera pudiera imaginar.

    CAPÍTULO XVIII 

    EL «HYLE», QUE LOS ANTIGUOS LLAMABAN MATERIA INFORME, NO ES UN MAL 

    Ni tampoco debe decirse que sea mala aquella materia que los antiguosdenominaron hyle. No me refiero precisamente a la materia que Manes, con loca

     jactancia y sin saber lo que dice, llama hyle, y que, según él, es la formadora ocreadora de los cuerpos, por lo que justamente se le atribuye que supone ointroduce la existencia de otro Dios, ya que únicamente Dios puede modelar ocrear los cuerpos. Estos, en efecto, no son creados sino cuando empieza a

    subsistir en ellos la medida, la belleza y el orden, cualidades que, por ser buenas,ni existen ni pueden existir sino por Dios. Pienso que también los maniqueosconfiesan esto.

    Pero llamo yo hyle a una cierta materia absolutamente informe y sin cualidadalguna, de la que se forman todas las cualidades que nosotros percibimos pornuestros sentidos, como lo sostuvieron los antiguos filósofos. Por eso la selva obosque se denomina en griego ὕλη, porque es materia apta para  que la trabajen omodelen los artífices, no para que ella produzca de por sí alguna cosa, sino paraque de ella sea hecho algo. No debe decirse, por consiguiente, que sea malaesa hyle,  que de ningún modo puede ser percibida por nuestros sentidos y que

    apenas puede concebirse por la privación absoluta de toda forma.

    Tiene, pues, en sí esa materia capacidad o aptitud para recibir determinadasformas, porque, si no pudiere recibir la forma que la imprime el artífice,ciertamente no se llamaría materia. Además, si la forma es un bien, por lo cual sellaman mejor formados los que por ella sobresalen, como se llaman bellos por labelleza, no hay duda de que también es un bien la misma capacidad de recibir laforma. Porque así como es un bien la sabiduría, nadie duda de que también lo esel ser capaz de sabiduría. Y como todo bien procede de Dios, a nadie le es lícitodudar de que esta materia informe, si es algo, solamente puede ser obra de Dios.

    CAPÍTULO XIX 

    SÓLO DIOS ES EL VERDADERO SER 

     Así, pues, magnífica y divinamente nuestro Dios dijo a su siervo: Yo soy el quesoy, y Dirás a los hijos de Israel: El que es me envió a vosotros 1.  El esverdaderamente, porque es inmutable.

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    Todo cambio o mudanza hace no ser a lo que era. Por lo tanto, aquél esverdaderamente el que es inmutable, y las demás cosas que por él han sidohechas, de él han recibido el ser, según su medida.

    Síguese que el sumo o soberano Ser tan sólo puede tener como opuesto al noser, y por eso, así como por él existe todo lo que es bueno, así también por élexiste todo lo que naturalmente es o toda naturaleza, porque todo lo quenaturalmente existe es bueno. Como toda naturaleza es buena y todo bien

    procede de Dios, conclúyese que toda naturaleza proviene de Dios.

    CAPÍTULO XX 

    E L DOLOR SOLAMENTE SE HALLA EN LAS NATURALEZAS BUENAS 

    El mismo dolor, que algunos consideran como el principal de los males, ya se déen el alma o en el cuerpo, no puede existir más que en las naturalezas que de porsí son buenas. En efecto, todo lo que resiste al dolor rehúsa en cierto modo no serlo que era, porque era algún bien. Mas el dolor es útil cuando fuerza a lanaturaleza a ser mejor; pero si la conduce a ser menos buena, entonces es inútil.

    La resistencia de la voluntad a un poder superior produce el dolor en el alma, y laresistencia de los sentidos a un cuerpo más poderoso lo origina o causa en elcuerpo. Pero hay males que son peores si no producen dolor, porque peor esalegrarse de la iniquidad que dolerse de la corrupción. Sin embargo, semejantegozo no puede ser efecto sino de la adquisición de bienes inferiores, mientras quela iniquidad es la deserción o abandono de los bienes superiores.

    Del mismo modo, tratándose del cuerpo, mejor es la lesión o herida con dolor quela putrefacción sin dolor, que propiamente se llama corrupción, la cual no vio, estoes, no padeció el cuerpo muerto del Señor, conforme había sido predicho en una

    profecía: No dejarás que tu santo experimente la corrupción2 

    . Porque el que fueseherido por los clavos y traspasado con la lanza, ¿quién lo negará?

    Y también la misma putrefacción, que propiamente es designada con el nombre decorrupción, si aún le resta en lo interior algo que consumir, aumenta a medida queva disminuyendo el bien. Si éste fuera totalmente destruido o aniquilado, así comono quedaría ningún bien, tampoco permanecería naturaleza alguna, porque nohabría ya nada que pudiera sufrir la corrupción, y así ni siquiera habría corrupción,porque faltaría el ser en el cual pudiera darse.

    CAPÍTULO XXI 

    MÓDICO SE DERIVA DE MODO 

    Por eso ciertamente se llaman módicas, según el lenguaje ya común, las cosaspequeñas y exiguas, porque todavía hay en ellas algún modo o medida, sin la cualni siquiera serían módicas y de ningún modo existirían. En cambio, todas aquellasotras que por el excesivo desarrollo se llaman desproporcionadas, son criticadaspor su mismo exceso. No obstante, es preciso que estén limitadas o coartadas poralguna medida, en cuanto que están sujetas a Dios, que todo lo dispuso connúmero, peso y medida.

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    CAPÍTULO XXII 

    ¿CONVIENE A DIOS LA MEDIDA BAJO ALGUNA RAZÓN? 

    No puede decirse que en Dios se dé alguna medida, como si se le asignasealguna limitación. Mas no por eso es desmesurado o desmedido, siendo él quienda la medida a todas las cosas para que de alguna manera puedan existir. Nitampoco puede decirse que Dios sea «mesurado», como si hubiera recibido de

    otro alguna medida.

    Pero acaso afirmemos de él algo verdadero, diciendo que es «la suma medida», sipor ello entendernos el sumo bien. Toda medida o modo, efectivamente, es unbien en sí. De ahí que ninguna cosa puede llamarse mesurada, modesta omodificada sin incluir en ello una justa alabanza, aunque en otro sentidoentendamos por medida el límite o fin, y así decimos que carece de medida lo queno tiene fin, cosa que se dice a veces con alabanza, como lo indican aquellaspalabras: Y su reino no tendrá fin3. También podría decirse: «No tendrá límite omedida», entendiendo por medida el fin; pues quien de ningún modo o medidareina, éste ciertamente no reina.

    CAPÍTULO XXIII 

    POR QUÉ SE DICE A VECES QUE LA MEDIDA, LA BELLEZA Y EL ORDEN SON MALOS 

    Cuando se dice a veces que la medida, la belleza y el orden son malos, o esporque son menos perfectos de lo que debían ser o porque no se acomodan a lascosas a las que corresponden, de suerte que se dicen malos porque sonimpropios o inconvenientes. Así se dice de alguno que no ha obrado con buenasmedidas, o porque hizo menos de lo que debió hacer, o porque hizo lo que en talcaso no debió hacer, o porque hizo más de lo que convenía, es decir,

    inconvenientemente, de manera que lo que se reprende como mal hecho, no sereprende por otra razón sino porque no se ha guardado e! modo debido.

    Igualmente se dice que la belleza es mala, ya en comparación con otra bellezamayor, siendo aquélla menor y ésta mayor no por la cantidad, sino por elesplendor, o ya porque no corresponde a la cosa a la que se le ha aplicado, desuerte que parece impropia o inconveniente, como no sería decoroso que unhombre paseara desnudo por la plaza, mientras que no es ofensivo verlo en elbaño.

    Del mismo modo, el orden se dice malo cuando se observa menos de lo debido,

    de manera que no es malo el orden, sino el desorden, o porque el orden es menorde lo que debería ser o porque no es como debería ser. No obstante, en dondeexiste alguna medida, alguna belleza y algún orden, allí hay algún bien y algunanaturaleza; mas donde no hay ninguna medida, ninguna belleza y ningún orden,no hay tampoco bien ni naturaleza alguna.

    CAPÍTULO XXIV 

    SE PRUEBA CON TESTIMONIOS DE LA SAGRADA ESCRITURA QUE DIOS ES INMUTABLE  Y QUE EL HIJO ES ENGENDRADO Y NO HECHO 

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    Las verdades que profesa nuestra fe y que de algún modo ha investigado la razón,deben ser corroboradas con testimonios de las Sagradas Escrituras para queaquellos que no pueden penetrarlas por estar dotados de entendimiento más cortolas crean por la autoridad divina y así merezcan comprenderlas. Pero los que lasentienden, estando menos instruidos en las sagradas letras, no piensen quenosotros las profesamos más por obra de nuestro entendimiento que por hallarsecontenidas en aquellos libros.

    Y así, que Dios es inmutable se expresa del siguiente modo en losSalmos: Mudarás las cosas y se cambiarán; pero tú eres siempre el mismo

    4. Y enel libro de la Sabiduría sobre la misma Sabiduría: Permaneciendo la misma, todolo renueva5 . De donde el apóstol San Pablo: Al único Dios, invisible eincorruptible6 . Y el apóstol Santiago: Todo buen don ytoda dádiva perfecta vienede arriba, desciende del Padre de las luces, en el cual no se da mudanza nisombra de alteración7 . 

     Además, porque lo que engendra de sí es idéntico a él, dice brevemente el mismoHijo: Yo y el Padre somos una sola cosa8 . Mas como el Hijo no ha sido hecho yporque por él han sido hechas todas las cosas, está así escrito:  Al principio existía

    el  Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Estaba al principio conDios. Todas las cosas fueron hechas por él, y sin él no se hizo nada9, es decir,nada ha sido hecho sin él.

    CAPÍTULO XXV 

    AQUELLO DEL EVANGELIO:  «NADA HA SIDO HECHO SIN ÉL»,  MAL ENTENDIDO PORALGUNOS 

    No deben ser escuchadas las interpretaciones extravagantes de los que,fundándose en que el término nihil  (nada) está colocado al final de la frase,

    pretenden que ha de ser entendido aquí en sentido positivo de algo, y piensan quede este modo atraerán a alguno a esta vana opinión. Alguna cosa -dicen- ha sidohecha, y puesto que ha sido hecha, la nada es algo.

    Parece que han perdido el juicio por el afán de contradecir, y no entienden quenada importa que se diga: Sin él no se ha hecho nada o  Sin él nada ha sidohecho, porque, aunque se dijera en este orden: Sin él nada ha sido hecho, podríanargüir, no obstante, que el nihil  es alguna cosa, porque ha sido hecho. Pues lo queverdaderamente es algo, ¿qué importa que se diga: «Sin él ha sido hecha lacasa», o bien: «Sin él la casa ha sido hecha», con tal que se entienda que sin élalgo, como es la casa, ha sido hecho?

    Y así porque se ha dicho: Sin él no se ha hecho nada, como quiera que la nada noes alguna cosa, cuando se usa con verdadera propiedad, no importa que sediga: Sin él no se hizo nada, o bien: Sin él nada ha sido hecho. 

    Porque ¿quién querrá hablar con hombres que, al oír lo que he dicho: «Nadaimporta», contestaran: «Luego importa algo, porque ese nada es algo»?

    Mas los que conservan sano y equilibrado el juicio, clarísimamente ven que lomismo se entiende cuando dije: «Nada importa», que se entendería si hubiera

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    dicho: «No importa nada.» Pero si aquéllos preguntasen a alguno: «¿Qué hashecho?», y éste les respondiese que nada había hecho, consecuentementepodrían calumniarle diciéndole: «Luego has hecho algo, porque nada has hecho,pues ese nada es algo». Pero tienen al mismo Señor, que pone esta palabra al finde una sentencia, diciendo: Y en secreto no he hablado nada10 . Lean, por tanto, ycallen.

    CAPÍTULO XXVI 

    LAS CRIATURAS HAN SIDO HECHAS DE LA NADA 

    Como todas las cosas que Dios no engendró de sí, sino que las hizo por su Verbo,no las hizo de cosas que ya estaban hechas, sino de lo que no existía de ningúnmodo, es decir, de la nada, por eso se expresa así el Apóstol:  El cual llama a lascosas que no son para que sean11. Y más claramente está escrito en el libro de losMacabeos:  Ruégote, hijo, que mires al cielo y a la tierra, y veas cuanto hay enellos, y entiendas que no existía aquello de lo cual nos hizo el Señor Dios 12 . Ytambién lo que está escrito en los Salmos: El lo dijo, y todo fue hecho13. 

    Manifiesto es que no engendró de sí estas cosas, sino que las hizo en virtud de supalabra y mandato. Mas lo que no hizo de sí, ciertamente que lo hizo de la nada;pues no existía cosa alguna de la cual pudiera sacarlo, como abiertamente dice el

     Apóstol: Porque de él y por él y en él son todas las cosas 14. 

    CAPÍTULO XXVII 

    LA EXPRESIÓN «DE ÉL» («EX IPSO») NO ES IDENTICA CON «NACIDO DE ÉL» («DE IPSO») 

    La expresión ex ipso (de él) no significa lo mismo que de ipso (nacido de él). Todolo «nacido de él» puede decirse que es «de él». Pero no todo lo que es «de él»

    puede con verdad decirse que «ha nacido de él». De él vienen el cielo y la tierra,puesto que él los hizo. Pero no los sacó de sí mismo, puesto que no son de sumisma sustancia.

    Como si un hombre engendra un hijo y hace una casa: de él viene el hijo y de élviene la casa; pero el hijo es o sale de él, y la casa es de tierra y de madera. Masesto último sucede así porque es hombre y no puede hacer cosa alguna de lanada; pero Dios, de quien, por quien y en quien son todas las cosas, no teníanecesidad de materia alguna que él no hubiera hecho, para ayudar a suomnipotencia.

    CAPÍTULO XXVIII 

    EL PECADO NO ES OBRA DE DIOS, SINO DE LA VOLUNTAD DE LOS PECADORES 

    Por lo tanto, cuando oímos decir que todas las cosas son de él, por él y enél, debemos entender ciertamente que se refieren a todas las cosas quenaturalmente existen. Pues no existen por él los pecados, que no conservan lanaturaleza, sino que la vician y corrompen.

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    De muchas maneras atestigua o prueba la Sagrada Escritura que los pecados sonobra de la voluntad de los pecadores, especialmente en aquel pasaje en el quedice el Apóstol:¿Y piensas tú, que condenas a los que eso hacen y, con todo, lohaces tú, que escaparás al juicio de Dios? ¿O es que desprecias las riquezas desu bondad, paciencia y longanimidad, desconociendo que la bondad de Dios teatrae a penitencia? Pues conforme a tu dureza y a la impenitencia de tu corazón,te vas atesorando ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,que dará a cada uno según sus obras15 . 

    CAPÍTULO XXIX 

    DIOS NO ES MANCILLADO POR NUESTROS PECADOS 

     A pesar de estar en Dios todas las cosas que ha creado, no pueden los que pecanmancillarle a él, de cuya sabiduría se dice: Se extiende y lo penetra todo a causade su pureza, y en ella nada hay manchado16 . 

    Es necesario, pues, que así como creemos que Dios es incorruptible e inmutable,creamos también, consiguientemente, que no puede ser mancillado.

    CAPÍTULO XXX 

    LOS BIENES MÁS IMPERFECTOS Y TERRENOS SON TAMBIÉN OBRA DE DIOS 

    Que también hizo Dios los bienes inferiores, esto es, los terrenos y caducos, loenseña claramente el Apóstol en aquel pasaje en donde, hablando de losmiembros de nuestro cuerpo, dice:  De esta suerte, si un miembro es honrado,todos los otros a una se gozan, y si padece un miembro, todos los miembros

     padecen con él; y también dice en el mismo lugar: Dios ha dispuesto los miembrosen el cuerpo, cada uno de ellos como ha querido y Dios dispuso el cuerpo dando

    mayor decencia al que carecía de ella, a fin de que no hubiera escisiones en elcuerpo, antes todos los miembros se preocupen por igual unos de otros17 . 

    Y todo esto que así ensalza el Apóstol en la medida, en la belleza y en el orden delos miembros de nuestra carne, se halla también en el cuerpo de todos losanimales, lo mismo en los más grandes que en los más pequeños; pues la carnepertenece a la categoría de los bienes terrenos y, por consiguiente, a la de losmás imperfectos.

    CAPÍTULO XXXI 

    CORRESPONDE A DIOS LO MISMO EL CASTIGAR QUE EL PERDONAR LOS PECADOS 

    Y así, porque pertenece al juicio divino y no al humano el determinar la cualidad yla cantidad de la pena debida a cualquiera culpa, está escrito: ¡Oh profundidad dela riqueza de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus

     juicios y cuán inescrutables sus caminos! 18  

    Y también quepor la bondad de Dios son perdonados los pecados a losarrepentidos, lo demuestra suficientemente el hecho de haber sido enviadoJesucristo, el cual murió por nosotros, no en su naturaleza divina, sino en la

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    nuestra, que tomó de la mujer. El Apóstol ensalza en estos términos la bondad deDios y su amor hacia nosotros: Dios probó su amor hacia nosotros en que, siendo

     pecadores, murió Cristo por nosotros. Con mayor razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos de la ira, porque si, siendo enemigos, fuimosreconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, reconciliados ya,seremos salvos en su vida19. 

    Y para demostrar que no hay iniquidad en Dios cuando inflige a los pecadores el

    castigo merecido, dice así: ¿Qué diremos? ¿Es por ventura Dios injusto aldescargar su cólera?20  

    Finalmente, con breves palabras advierte en otro lugar que tanto la bondad comola severidad son obras de Dios, diciendo: Considera, pues, la bondad y laseveridad de Dios: la severidad para con los caídos, para contigo la bondad si

     permanecieres en la bondad 21. 

    CAPÍTULO XXXII 

    EL MISMO PODER DE HACER DAÑO PROCEDE DE DIOS 

    De igual manera, porque también el poder de los que hacen dañono procede sinode Dios, dice la Sabiduría: Por mí reinan los reyes y por mí los tiranos sujetan latierra22 . Y el Apóstol: No hay potestad sino de Dios23. Y que esto se hace

     justamente, está confirmado en el libro de Job: El que hace reinar al hipócrita acausa de la perversidad del pueblo24.Y del pueblo de Israel dice el mismo Dios: Yoles he dado un rey en mi cólera25 . 

    No es, pues, injusto que se dé a los malvados la potestad de dañar para que sepruebe la paciencia de los buenos y sea castigada la iniquidad de los malos. Y así,por el poder concedido al diablo, fue probado Job para que apareciera justo

    26, y

    Pedro tentado para que no presumiera de sí27

    , y Pablo sufrió el aguijón de la carnepara que no se ensoberbeciese28, y Judas condenado para que se ahorcase29. 

    Por lo tanto, el mismo Dios ha hecho justamente todas estas cosas por el poderque concedió al demonio; sin embargo, no porque hayan sido justamenterealizadas, sino por la inicua voluntad de dañar del demonio, es por lo que sufriráel suplicio eterno al fin de los tiempos, cuando se diga a los impíos queperseveraron en el asentimiento de su maldad: Id al fuego eterno, que mi Padre ha

     preparado para el diablo y para sus ángeles30 . 

    CAPÍTULO XXXIII 

    LOS ÁNGELES MALOS NO FUERON PERVERTIDOS POR DIOS, SINO POR SU PECADO 

    Y porque los ángeles rebeldes no fueron creados malos por Dios, sino que sepervirtieron por el pecado, dice así el apóstol San Pedro en su epístola:  Si, pues.Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, precipitados en el tártaro,los entregó a las prisiones tenebrosas, reservándolos para el día del juicio31. Conlo que prueba San Pedro que aún les espera la pena del último juicio, de la cualdice el Señor: Id al fuego eterno, que está, preparado para el diablo y susángeles. Aunque ya han recibido en castigo y como cárcel este infierno, es a

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    saber, la región inferior y caliginosa del aire, el cual, sin embargo, como tambiénse llama cielo, no el cielo en que están las estrellas, sino este más bajo, en cuyaoscuridad se aglomeran las nubes y vuelan las aves -de ahí que se pueda hablardel «cielo nublado» y de «aves del cielo» -, por eso es por lo que el apóstol SanPablo llama  espíritu de maldad en los cielos32  a estos mismos inicuos espíritus,que son envidiosos de nuestro bien y contra los cuales peleamos viviendopiadosamente. Para que esto no se entienda de los cielos superiores, diceclaramente en otra parte: Conforme al príncipe del imperio del aire, que ahora obra

    sobre los hijos de la infidelidad 33. 

    CAPÍTULO XXXIV 

    EL PECADO NO ES DESEO DE UNA NATURALEZA MALA, SINO ABANDONO DE OTRA MEJOR 

    Del mismo modo, porque el pecado no es deseo de naturalezas malas, sinoabandono o renuncia de otras mejores o más perfectas, se halla escrito así en lasSagradas Escrituras: Toda criatura de Dios es buena34. Por eso todos los árbolesque Dios plantó en el paraíso son ciertamente buenos.

    El hombre, por lo tanto, no apeteció ninguna naturaleza mala cuando tocó el árbolprohibido, sino que cometió una acción mala al dejar lo más perfecto; pues mejorque todas las cosas creadas es el Creador, cuyo mandato no debió serquebrantado por gustar de lo prohibido, aunque era bueno, porque, abandonado lomás perfecto, se apetecía una cosa buena, que era probada contra el precepto delCreador.

    No había plantado, pues, Dios un árbol malo en el paraíso, sino que él mismo, quehabía prohibido tocarlo, era más perfecto.

    CAPÍTULO XXXV 

    EL ÁRBOL FUE PROHIBIDO A ADÁN NO PORQUE ERA MALO,SINO PORQUE ERA BUENO AL HOMBRE ESTAR SOMETIDO A DIOS,

    Le había hecho, en efecto, la prohibición con el fin de demostrarle que lanaturaleza del alma racional no es ser independiente, sino que debe estarsometida a Dios y conservar por la obediencia el orden de su salvación y noviolarlo por la desobediencia.

    He ahí por qué al árbol, que prohibió tocar, lo llamó el árbol del discernimiento delbien y del mal 35 , para que, cuando el hombre lo tocase contra su prohibición,

    experimentara la pena del pecado y de este modo conociese la diferencia queexiste entre el bien de la obediencia y el mal de la desobediencia.

    CAPÍTULO XXXVI 

    NINGUNA CRIATURA DE DIOS ES MALA, SINO QUE EL MAL CONSISTE EN HACER MAL USODE ELLA 

    ¿Quién, pues, sería tan necio que llegara a creerse en el deber de vituperar a unacriatura colocada por Dios en el mismo paraíso, puesto que ni las espinas ni los

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    abrojos, que la tierra produjo, según la voluntad justiciera de Dios, para hacer másfatigoso el trabajo del pecador, pueden ser rectamente vituperados? Porque taleshierbas tienen también su medida, su belleza y su orden, que no dejará deencontrar muy laudables quien discretamente las considere; pero son cosas malaspara aquella naturaleza que era necesario castigar de este modo a causa de supecado.

    Por consiguiente, el pecado no consiste, como ya he dicho antes, en el deseo de

    una naturaleza mala, sino en el abandono de otra más excelente, de manera queesa misma preferencia es el mal o el pecado y no la naturaleza, de la cual seabusa al pecar.

    El pecado, pues, consiste en usar mal del bien. Por eso el Apóstol censura oreprende a los ya condenados por el juicio divino, que  adoraron y sirvieron a lacriatura en lugar del Creador 36 . No condena a la criatura, y el que esto hiciereharía una injuria al Creador; sino que condena a aquellos que abusaron de unbien, renunciando o abandonando otro de orden superior.

    CAPÍTULO XXXVII 

    DIOS CONVIERTE EN BIEN EL MAL DE LOS PECADORES 

    Por lo tanto, si todas las naturalezas conservaran la medida, la belleza y ordenque les es propio, el mal no existiría; pero si alguno quisiera abusar de estosbienes, no por eso triunfará sobre la voluntad de Dios, el cual sabe cómo hacerentrar justamente a los pecadores en el orden universal, de manera que, si ellospor la perversidad de su voluntad abusaran de los bienes de la naturaleza, él porla justicia de su poder, sacará bienes de los males, poniendo en rector orden concastigos a los que se desordenaron con pecados.

    CAPÍTULO XXXVIII 

    EL FUEGO ETERNO, QUE ATORMENTA A LOS IMPÍOS, NO ES UN MAL 

    Ni el mismo fuego eterno, que ha de atormentar a los réprobos, es de por sí unanaturaleza mala, porque tiene también su medida, su belleza y su orden, y no hasido depravado por ninguna iniquidad. Pero el tormento es un mal para loscondenados, que lo han merecido por sus pecados. La misma luz atormenta a losque tienen los ojos enfermos, y no es una naturaleza mala.

    CAPÍTULO XXXIX 

    DÍCESE QUE EL FUEGO ES ETERNO,NO CON LA ETERNIDAD DE DIOS, SINO PORQUE NO TIENE FIN 

    El fuego es eterno, pero no del mismo modo que lo es Dios; pues aun cuando noacabará nunca, tuvo, sin embargo, principio, y Dios no lo ha tenido. Además, sunaturaleza está sometida al cambio, no obstante haber sido destinado a servir decastigo perpetuo a los pecadores. La verdadera eternidad es la verdaderainmortalidad, o sea, la suma inmutabilidad, que es un atributo exclusivo de Dios, elcual es absoluta y esencialmente inmutable.

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    Una cosa es no cambiar, a pesar de la posibilidad de mutación, y otra muy distintael no poder cambiar. Así se dice de un hombre que es bueno, aunque no lo es conla bondad de Dios, del cual se ha dicho: Nadie es bueno, sino sólo Dios

    37 . Se diceque nuestra alma es inmortal, pero no como lo es Dios, de quien está escrito:  Elque solo tiene inmortalidad 38 . También se dice que el hombre es sabio; mas no loes como Dios, de quien se dice: Al Dios sólo sabio39, igualmente se dice que elfuego del infierno es eterno, no como lo es Dios, cuya inmortalidad es la verdaderaeternidad.

    CAPÍTULO XL 

    NADA PUEDE PERJUDICAR A DIOS NI A NINGUNA CRIATURA,SIN LA JUSTA ORDENACIÓN DE DIOS 

    Siendo esto así, la fe católica y la verdad bien entendida proclaman o enseñanque nadie, puede perjudicar a la naturaleza de Dios, que la naturaleza de Dios noinfiere daño injusto a nadie y que no permite que ninguna injusticia quede sincastigo. Como dice el Apóstol: El que hace injusticia, recibirá lo que hizoinjustamente, porque en Dios no hay acepción de personas40 . 

    CAPÍTULO XLI 

    BIENES QUE LOS MANIQUEOS ATRIBUYEN A LA NATURALEZA DEL MAL   Y MALES QUE ATRIBUYEN A LA NATURALEZA DEL BIEN 

    Si los maniqueos se decidieran a reflexionar sobre estas consideraciones sindejarse influir por el nefasto prejuicio de justificar su error y tuvieran presente eltemor de Dios, cesarían en sus impías blasfemias y no defenderían ni enseñaríanque hay dos naturalezas: una buena, a la cual llaman Dios, y otra mala, que Diosno ha creado.

    Es tan grande su error, su delirio y, más propiamente, su locura, que no ven queen lo que ellos llaman la naturaleza del sumo mal suponen al mismo tiempomuchos bienes, como son: la vida, el poder, la salud, la memoria, la inteligencia, latemplanza, la fuerza, la riqueza, el sentimiento, la luz, la dulzura, las dimensiones,los números, la paz, la medida, la belleza y el orden. Y, al contrario, en lo quellaman el sumo o soberano Bien suponen innumerables males: la muerte, laenfermedad, el olvido, la locura, la perturbación, la impotencia, la pobreza, lanecedad, la ceguera, el dolor, la iniquidad, el deshonor, la guerra, ladestemplanza, la deformidad, la perversidad.

    Y así sostienen que los príncipes de las tinieblas vivieron en su pura naturaleza yque en su reino disfrutaron de salud, de memoria y de inteligencia. Según suopinión, el príncipe de las tinieblas pronunció alguna vez un discurso de tal índole,que sin la ayuda de una gran memoria y de una gran inteligencia ni él hubierapodido declamarlo ni sus oyentes comprenderlo. Y añaden que existía en ellosuna concordia perfecta entre las almas y los cuerpos; que reinaron por elesplendor del poder; que poseyeron inmensas riquezas y que tenían ojos dotadosde gran perspicacia, con los que alcanzaban a ver a mucha distancia, aunquenecesitaban la luz para poder ver, y por eso recibieron el nombre de luminares; y,

    http://www.augustinus.it/spagnolo/natura_bene/natura_bene_note.htm#_ftn37http://www.augustinus.it/spagnolo/natura_bene/natura_bene_note.htm#_ftn37http://www.augustinus.it/spagnolo/natura_bene/natura_bene_note.htm#_ftn37http://www.augustinus.it/spagnolo/natura_bene/natura_bene_note.htm#_ftn38http://www.augustinus.it/spagnolo/natura_bene/natura_bene_note.htm#_ftn38http://www.augustinus.it/spagnolo/natura_bene/natura_bene_note.htm#_ftn39http://www.augustinus.it/spagnolo/natura_bene/natura_bene_note.htm#_ftn39http://www.augustinus.it/spagnolo/natura_bene/natura_bene_note.htm#_ftn40http://www.augustinus.it/spagnolo/natura_bene/natura_bene_note.htm#_ftn40http://www.augustinus.it/spagnolo/natura_bene/natura_bene_note.htm#_ftn40http://www.augustinus.it/spagnolo/natura_bene/natura_bene_note.htm#_ftn39http://www.augustinus.it/spagnolo/natura_bene/natura_bene_note.htm#_ftn38http://www.augustinus.it/spagnolo/natura_bene/natura_bene_note.htm#_ftn37

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    finalmente, que disfrutaron de la dulzura de todo placer y que tenían miembros deunas ciertas dimensiones y habitaciones fijas.

    Es preciso admitir también que allí debía existir alguna belleza, porque, de otromodo, no se hubieran apasionado amorosamente por sus matrimonios ni suscuerpos hubieran conservado la proporción armoniosa de los miembros. Si esto nohubiera existido, no era posible que se hubiera realizado lo que ellos suponen ensus locos desvaríos.

    También era necesaria allí la paz, porque, de no ser así, no hubieran obedecido asu jefe o príncipe.

    Y, finalmente, si no hubiera habido allí alguna medida, no hubieran hecho más quecomer o beber, o perseguir cruelmente, o cualquier otra cosa fuera de todasociedad. Ni los que esto hacían hubieran tenido una forma determinada si nohubiera existido allí una cierta medida. Ahora bien, ellos se expresan de talmanera, que no pueden negar que pusieron sus acciones conforme a reglas omedidas convenientes.

    Debía haber allí alguna belleza, porque sin ella ninguna cualidad natural podríaexistir.

    Y debía haber algún orden, porque sin él no sería posible que unos mandaran yotros obedecieran, ni los seres vivirían en armonía con sus elementos respectivos,ni, finalmente, habría conveniencia en la disposición de los miembros para quepudieran hacer lo que éstos nos cuentan.

    En cuanto a la naturaleza de Dios, si no la suponen muerta, ¿qué es lo que ellosopinan que resucita Jesucristo? Si no la suponen enferma, ¿qué es lo que curaJesucristo? Si no la suponen olvidada, ¿qué es lo que recuerda? Si no la suponen

    ignorante, ¿qué es lo que enseña? Si no la suponen desordenada, ¿qué es lo quereintegra? Si no está vencida y cautiva, ¿qué es lo que pone en libertad? Si noestá necesitada, ¿a quién socorre? Si no ha perdido su energía, ¿qué es lo querobustece? Si no está ciega, ¿qué es lo que ilumina? Si no la atormenta el dolor,¿qué es lo que recrea con el gozo? Si no es inicua, ¿qué es lo que corrige pormedio de preceptos? Si no está mancillada, ¿qué es lo que purifica? Si no está enguerra, ¿a quién promete la paz? Si no está desenfrenada, ¿a quién impone lamoderación de la ley? Si no está deformada, ¿qué es lo que reforma? Si no estápervertida, ¿qué es lo que corrige?

    Tales son los bienes que Jesucristo reporta no a esta naturaleza creada por Dios y

    depravada por el pecado del libre albedrío, sino a la naturaleza, a la substanciamisma de Dios, que es el mismo Dios.

    CAPITULO XLII 

    BLASFEMIAS DE LOS MANIQUEOS CONTRA LA NATURALEZA DE DIOS 

    ¿A qué podrían compararse todas estas blasfemias? No es posible ningunacomparación si se analizan los errores de otras sectas, aun las más perversas. Ysi examinamos este error maniqueo desde otro punto de vista que no hemos

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    considerado todavía, descubriremos que estas blasfemias contra la naturaleza deDios implican otro carácter más execrable y de mayor ignominia.

    Sostienen, en efecto, que algunas almas, formadas de la misma substancia y de lamisma naturaleza de Dios y que no habían pecado libremente, sino que fueronvencidas y subyugadas por la raza de las tinieblas, que llaman naturaleza del mal,contra la cual descendieron a combatir, no voluntariamente, sino por imperiosomandato de su padre, sostienen, digo, que esas almas son eternamente

    atormentadas en el horrible globo de las tinieblas.

    ¡Oh nefanda e inaudita osadía para creer, decir y divulgar de Dios tan horrendadoctrina! Y pretendiendo defender estos absurdos, se precipitan ciegamente enafirmaciones más criminales y sostienen que es la mezcla de la naturaleza mala laque hace que la naturaleza de Dios, que es esencialmente buena, sufra o padezcagrandes males, pues por sí misma no puede y nunca hubiera podido sufrirlos.

    Según esto, la naturaleza incorruptible ha de ser alabada solamente porque nopuede inferirse daño a sí misma y no porque no pueda ser perjudicada por otranaturaleza.

     Además, si la naturaleza de las tinieblas ha dañado a la naturaleza de Dios y lanaturaleza de Dios a la de las tinieblas, síguese que hay dos naturalezas malasque se damnificaron mutuamente, siendo de mejor condición la de las tinieblas,porque, si fue nociva, no lo fue intencionadamente; pues no quiso dañar, sinogozar del bien de Dios. Al contrario, Dios intentó destruirla y aniquilarla, como loafirma clarísimamente Manes en la carta de su ruinoso Fundamento, Olvidado delo que poco antes había enseñado, a saber:«De tal manera estaba constituido suimperio sobre la tierra, llena de luz y bienandanza, que nadie ni nada podríaconmoverlo y destruirlo» , añade en seguida: «El Padre de la luz bienaventurada,previendo la inmensa ruina que había de surgir del profundo seno de las tinieblas

    para atentar contra su reino feliz, comprendió la necesidad de oponerles unapotencia divina que fuera capaz de superar y destruir la raza de las tinieblas, paraque, extinguida esta raza, los habitantes de la luz pudieran disfrutar de un reposoeterno». 

    He ahí cómo temió Dios la caída y la destrucción de su imperio. Pero ¿no estabafundado sobre una tierra llena de luz y felicidad, de tal modo que nada podríaconmoverlo y destruirlo? Y he ahí cómo, instigado por el temor, quiso dañar a lagente vecina, pretendiendo vencerla y aniquilarla para preparar a los moradoresde la luz un descanso y quietud eternos. ¿Por qué no añadió: «y una eternaesclavitud»? ¿Acaso no eran moradores de la luz aquellas almas que encadenó

    por toda la eternidad en el abismo de las tinieblas, y de las cuales diceabiertamente que «sufrieron la separación de su primitiva y luminosa naturaleza»? De esta manera se ve obligado a confesar, sin querer, que pecaron por su librevoluntad, él, que no quiere admitir el pecado sino afirmando la necesidad de unanaturaleza contraria, y sin saber lo que dice y como si estuviera encerrado en elmismo globo tenebroso que inventó, busca el medio de salir de él y no loencuentra.

    Pero enseñe lo que le parezca a los míseros embaucados que le honran yveneran con mayor respeto y mayor devoción que a Jesucristo para que pueda

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    venderles por el bajo precio de esos honores tan largas y sacrílegas ficciones. Afirme lo que le plazca, encierre en ese globo como en una cárcel a toda la razade las tinieblas y coloque fuera de él la naturaleza humana, a la cual prometía,después de aniquilar al enemigo, una tranquilidad perpetua.

    He ahí que es mayor el castigo de la luz que el de las tinieblas, mayor el castigode la naturaleza divina que el de la raza enemiga, porque ésta, aunque estásumida en las tinieblas, es propio de su naturaleza habitar en ellas; mas las almas,

    que fueron formadas de la misma substancia de Dios, no podían ser recibidas enaquel reino pacífico, como él lo califica,y así serán alejadas de la vida y de lalibertad de la luz santa y serán colocadas en el ya citado horrible globo, en donde -como él dice- «estas almas se unirán a aquellas cosas que amaron, abandonadasen el mismo globo de tinieblas, a que ellas se hicieron acreedoras por sus propiosméritos». 

    ¿Acaso carece la voluntad de libre albedrío? Mirad cómo, a semejanza de undemente, ignora lo que dice y, afirmando cosas contrarias, se hace a sí mismo unaguerra más cruel que la que declara a Dios la raza de las tinieblas.

     Además, si las almas de la luz son condenadas porque amaron las tinieblas,injustamente es condenada la raza de las tinieblas, que amó la luz. Y, ciertamente,los habitantes de las tinieblas amaron la luz desde el principio y quisieron noapagarla, sino poseerla, aunque violentamente; mas la naturaleza de la luzpretendió extinguir las tinieblas en la lucha y las amó después de ser vencida.

    Escoged lo que os plazca: o amó las tinieblas impulsada por la necesidad o por sulibre voluntad. Si lo hizo por necesidad, ¿por qué se la condena? Si por su librevoluntad, ¿por qué se atribuye a la naturaleza de Dios una iniquidad tan grande?Si la naturaleza de Dios fue obligada a amar las tinieblas, síguese que no venció,sino que fue vencida. Si las amó de buen grado o libremente, ¿por qué dudan

    estos infelices atribuir la voluntad de pecar a la naturaleza, que Dios hizo de lanada, para no atribuírsela a la luz que engendró de sí mismo?

    CAPÍTULO XLIII 

    LOS MANIQUEOS SUPONEN MALES EN LA NATURALEZA DE DIOS ANTES DE MEZCLARSE CON EL MAL 

    ¿Y a qué insistir más, si demostramos también que, antes de que se mezclara conel mal-mezcla ficticia en la que ellos tan locamente creyeron-, existían ya grandesmales en esa misma naturaleza que llaman naturaleza de luz? ¿Qué puede

    añadirse a estas blasfemias? Puesto que en ella existía, antes de que luchase,una dura e inevitable necesidad de combatir, y esa necesidad es ya un gran malantes de que el mal se mezclara con el bien, expliquen cómo pudo suceder esto,cuando todavía no se había realizado la mixtura.

    Y si no existía tal necesidad de luchar, dedúcese que la lucha fue voluntaria; masen este caso, ¿de dónde se originó tan grande mal que el mismo Dios quisieraperjudicar a su naturaleza, que el enemigo no podía dañar, enviándola paramezclarla cruelmente, purificarla torpemente y condenarla inicuamente?

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    He aquí el gran mal de una perniciosa, dañosa y cruelísima voluntad, antes de quese mezclara con ella mal alguno proveniente de la raza adversaria.

    ¿Ignoraba Dios por ventura lo que había de suceder a sus miembros, quellegarían a amar las tinieblas, haciéndose así enemigos de la luz santa, comoManes afirmó, es decir, no solamente enemigos de su Dios, sino también de suPadre, del cual habían salido? Pero ¿cómo es posible que se diera en Dios estemal tan grande de ignorancia antes de que ningún mal de la raza enemiga se

    mezclara con su naturaleza? Y si conocía que se realizaría este mal, o había en éluna crueldad eterna, si no se dolía de la futura contaminación y condenación de sunaturaleza, o vivía en continua aflicción, si se compadecía. Mas ¿de dóndeprocedía este mal tan grande de vuestro sumo Bien antes de la mezcla convuestro sumo Mal?

    Ciertamente que, si la parte de la misma naturaleza divina, que se condena a vivireternamente esclavizada en aquel globo, no sabía que le amenazaba este mal,también así se daría en la naturaleza de Dios eterna ignorancia; y si lo sabía, eraeterna su aflicción o miseria. En uno y en otro caso, ¿de dónde provenía a Dioseste mal tan grande, antes de que ningún mal de la raza enemiga se mezclara con

    él?

    ¿Acaso se complacía Dios con el gozo de una inmensa caridad, porque por mediode su castigo se preparaba un eterno descanso a los demás moradores de la luz?Quien comprenda lo absurdo de semejante afirmación, anatematícela. Si al menosobrara de este modo para no hacerse ella enemiga de la luz, quizá pudiera seralabada, no como naturaleza divina, sino como se elogiaría a un hombre quequisiera padecer algún mal por el bien de su patria, mal que evidentemente seríatemporal y no eterno. Pero ellos dicen que es eterna la sujeción no de unanaturaleza cualquiera, sino de la naturaleza divina, en el abismo de las tinieblas.Y, en verdad, si la naturaleza de Dios se alegraba de llegar a amar las tinieblas y

    hacerse enemiga de la luz santa, su gozo es el más inicuo, execrable einefablemente sacrílego.

    Mas ¿de dónde podría provenir este mal tan cruel y horrendo antes de que ningúnmal causado por la raza adversaria se mezclara con la naturaleza divina? ¿Quiéntolerará necedad tan perversa e impía cual es atribuir bienes tan excelentes alsumo Mal y males tan grandes al sumo Bien, que es Dios?

    CAPÍTULO XLIV 

    INCREÍBLES TORPEZAS IMPUTADAS A DIOS POR MANES 

    Es horrible exponer las torpezas tan sacrílegas e inauditas que les enseña esteerror, el más nefando, aunque no les convence, acerca de la parte de lanaturaleza de Dios, de la que dicen que se halla mezclada en todas las cosas, enlos cielos, en la tierra, en todos los cuerpos, secos y húmedos; en todas lassemillas de los árboles, de las hierbas, de los hombres y de los animales; pero queno está presente, como decimos nosotros de Dios, por la potencia de su divinidadsin ningún otro vínculo para gobernar y regir todas las cosas puramente,firmemente, incorruptiblemente, sino que se halla ligada, oprimida y mancillada, y

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    que ha de ser desligada, libertada y purificada no sólo mediante el curso del sol yde la luna y por las fuerzas de la luz, sino también por los méritos de sus elegidos.

    Pues dicen que las fuerzas o energías luminosas se transforman en jóveneshermosos y se colocan frente a las mujeres de la raza de las tinieblas, y que esasmismas energías se transforman en bellas mujeres y colocan frente a los varonesde la misma raza de las tinieblas para que por su hermosura se excite y enciendala deshonestísima libídine de los príncipes de las tinieblas y de ese modo la

    substancia vital, es decir, la naturaleza de Dios, a la que suponen aprisionada ensus cuerpos, huya de los miembros, aflojados por la concupiscencia, y, recogida ypurificada, se vea libre.

    Esto leen los infelices maniqueos, esto dicen, oyen y creen, y esto es lo queconsta en el libro VII de su Tesoro, como llaman a cierto escrito de Manes, en elcual figuran esas blasfemias: «Entonces aquel bienaventurado Padre, quien comolugar de reposo y grandiosas moradas tiene unas luminosas naves, siguiendo losimpulsos de su innata clemencia, le infunde poder a su propia sustancia vital. Asíqueda desembarazada y liberada de sus impías ataduras, estrecheces yopresiones. De esta manera, con una orden invisible suya transfigura aquellas sus

    potencias contenidas en la citada nave luminosa, y las hace obedecer a laspotencias enemigas, ordenadas por cada uno de los giros celestes.

    Como dichas potencias están dotadas de un doble sexo, masculino y femenino, aunas, con apariencia de jóvenes mancebos, les da orden de someterse a laspotestades contrarias femeninas; y a otras, con formas de esplendentes doncellas,de someterse a sus contrarios masculinos. El sabe muy bien que todas estashostiles potestades se dejan captar con suma facilidad a causa de su innata,mortífera y desvergonzada lujuria. Así, ante la apariencia de estas formashermosísimas, se emancipan, quedando de este modo libres de sus ataduras.

    Pero debéis saber que este nuestro Padre bienaventurado se identifica en su sercon estas potencias de que venimos hablando, las cuales transforma pornecesidad en una perfecta semejanza de mancebos o de doncellas. Se sirve deellas como si fueran sus propias armas, y por su medio es como él realiza suvoluntad. Las naves esplendorosas están llenas de estas divinas virtualidades,que están puestas contra los poderes infernales a través de una especie de uniónmatrimonial. Ellas llevan a cabo con rapidez y facilidad lo que hayan pensado. Porejemplo, cuando alguna razón pida que estas santas potestades se aparezcan ahombres, al punto muestran la apariencia de bellísimas doncellas. Y tratándose demujeres, dejan a un lado su aspecto femenino y aparecen bajo el aspecto de

     jóvenes muchachos.

     A la vista de tal hermosura, se enciende en aquellas el ardor de la concupiscenciacarnal, rompiéndose de este modo las ataduras de sus pésimos pensamientos,hecho este que el alma viva, dejada en libertad de los miembros masculinos que laaprisionaban, aprovecha para evadirse y mezclarse con su purísimo aire.Purificadas allí enteramente las almas, ascienden hasta las resplandecientesnaves, que les están preparadas para realizar la travesía hacia su patria.

    Lo que pueda restar aún, portador de las impurezas de la raza enemiga, vadescendiendo a través de los calores veraniegos en forma de partículas, se

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    mezcla con los árboles y las demás plantas y toda clase de semillas,impregnándose de los diversos calores. Y lo mismo que desde esta magnífica yfulgurante nave las figuras de jóvenes y doncellas se aparecen a las enemigaspotestades que moran en los cielos, dotadas de naturaleza ígnea; y lo mismo queuna parte de la vida contenida en sus miembros y liberada de esta hermosa visión,desciende a la tierra por las corrientes calurosas, de igual manera también aquellaaltísima potestad, que mora en la nave de las aguas vivas bajo la apariencia demancebos y vírgenes santas, se aparece, por medio de sus ángeles a las

    potestades de naturaleza frígida y húmeda, colocadas en orden por los cielos. Suaparición a las mujeres es en forma de muchachos jóvenes, y de doncellas a loshombres.

    Con tal transformación y diversidad en estas personas, divinas y hermosísimas,quedan libres de sus ataduras los príncipes de la estirpe húmeda y frígida, tantode hombres como de mujeres, huyendo lo que en ellos hay de vital. En cuanto alos residuos que aún queden, una vez sueltos, descienden a la tierra con lascorrientes frías, y se mezclan con toda clase de productos terrenos»

    ¿Quién será capaz de aguantar esto? ¿Quién creerá no ya que realmente sea así,

    sino que se hayan podido decir tales cosas? Y he aquí que hay quienes temenanatematizar a Manes, que enseña semejantes impiedades, y no temen creer queDios haya hecho y soportado estas cosas.

    CAPÍTULO XLV 

    ALGUNAS NEFANDAS TORPEZAS ATRIBUIDAS CON RAZÓN A LOS MANIQUEOS 

     Aseguran los maniqueos que esa misma parte de la naturaleza de Dios que estámezclada con el mal se purifica por medio de los elegidos, cuando comen ybeben, porque dicen que está sujeta y unida a todos los alimentos y, al tomarlos

    en la comida y en la bebida para el sostenimiento del cuerpo, como si los elegidosfueran santos, por medio de su santidad es desatada, señalada y libertada.

    No advierten estos infelices que no sin razón se les atribuye a ellos lo que en vanotratan de negar, mientras no condenen sus libros y dejen de ser maniqueos.Porque si, como afirman, en todas las semillas está ligada y encerrada una partede la naturaleza de Dios y es purificada por los elegidos cuando comen, ¿quién nocreerá fundadamente que ellos hacen lo mismo que leen en su Tesoro que hacenlos príncipes de las tinieblas, cuando creen y no dudan afirmar que sus cuerposproceden de la raza de las tinieblas y que en ellos está ligada y sujeta aquellasustancia vital, que es una parte de Dios? Y si ésta ha de ser libertada y purificada

    al comer, como les obliga a confesar su funesto error, ¿quién no verá, quién no sehorrorizará de las muchas y nefandas torpezas que de sus doctrinas se siguen?

    CAPÍTULO XLVI 

    DOCTRINA ABOMINABLE DE LA CARTA LLAMADA DEL «FUNDAMENTO» 

    Sostienen los maniqueos que Adán, el primer hombre, fue creado por algunospríncipes de las tinieblas, que lo sujetaron para que no huyera de ellos su luz.

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    Escribió Manes en la carta que llaman del Fundamento cómo el príncipe de lastinieblas, a quien llaman padre del primer hombre, hubiera hablado y se hubieradirigido a los demás príncipes de las tinieblas compañeros suyos: «Con inicuasinvenciones dice a los que estaban presentes: ¿Que os parece de esta gran luzque nace? Mirad cómo se conmueve el polo y quebranta una verdadera multitudde potestades. Por eso es conveniente que comience preguntándoos por la luzque conserváis en vuestras fuerzas, pues así os representaré la imagen de aquelgran sol que ha aparecido en toda su gloria, y  mediante esa imagen podremos

    reinar cuando algún día seamos librados de la morada de las tinieblas.  

    Todos los oyentes, después de una madura deliberación, juzgaron que era muy justo asentir a lo que se les pedía. No confiaban, además, en que habían deconservar siempre la misma luz, y acordaron ofrecérsela a su Príncipe, esperandoque por este pacto llegarían a reinar.

     Ahora hemos de considerar cómo se desprendieron de la luz que poseían. Y estose halla expuesto en todas las divinas escrituras y todos los arcanos celestes. Yno es difícil averiguar cómo ha sido dado a los sabios este conocimiento, pues sele descubre clara y abiertamente al que con sinceridad y fidelidad quisiera

    investigarlo.

    Como entre los que estaban reunidos era frecuente la promiscuidad sexual dehombres y mujeres, los empujó a unirse entre sí, en cuyo coito unos fecundaron ylas otras concibieron. Los recién nacidos eran semejantes a sus progenitores,recibiendo mucho más vigor que sus padres, como primogénitos que eran. Elpríncipe, tomándolos, se llenó de gozo, como si fuera el mejor regalo. Y así comovemos suceder hoy todavía, que la naturaleza del mal, creadora de los cuerpos,los configura, tomando de ahí fuerzas, de igual modo el citado príncipe, recibiendola descendencia de sus compañeros dotada de la sensibilidad, la prudencia y laluz de sus padres, que les viene por generación, comienza a comérsela.

    Una vez repuestas enormes fuerzas por un tal manjar, que no solamente conteníafortaleza, sino astucia y sentido de la depravación en mucha mayor cantidad,heredada de la feroz raza de sus padres, hizo llamar a su lado a su propia esposa,brotada de su misma estirpe, y tras haber tenido con ella comercio carnal, fuesembrando, como los demás, la abundancia de males que había devorado. Añadióél una cierta influencia de su pensamiento y de su poder para que fuese suespíritu el modelador y diseñador de todos os seres que él había difundido. Sucompañera recibía todo esto como suele acoger la semilla una tierraperfectamente cultivada. Efectivamente, en su seno se iban conformando yentretejiendo las imágenes de todas las potestades celestes y terrenales, para que

    todo ser que fuera formado recibiera su semejanza, es decir, la plenitud deluniverso»

    CAPÍTULO XLVII 

    MANES OBLIGA A PRACTICAR ESTAS TORPEZAS NEFANDAS 

    ¡Oh impía monstruosidad! ¡Oh execrable perversión y corrupción de las almasengañadas! Omito el calificar lo que es decir estas cosas de la naturaleza de Dios,que así es aprisionada. Pero, al menos, fíjense estos infelices seducidos y

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    envenenados por el error mortífero en que, si por la unión de los elementosgeneradores masculino y femenino es ligada o encadenada una parte de lanaturaleza de Dios, que ellos suponen y afirman que se libra y se purifica por lacomida, fíjense en que les obliga la consecuencia necesaria de error tanabominable a declarar que no solamente es librada y purificada la parte de lanaturaleza de Dios mediante la comida del pan, de legumbres y frutas, únicassustancias que exteriormente les sirven de alimento, sino que también es librada ypurificada por el mismo medio por el que puede ser aprisionada, esto es, por el

    acto de la relación sexual, una vez que la mujer haya concebido en el seno.

    De hecho, se dice que algunos han confesado ante un tribunal que hacían ypracticaban estas cosas en la Paflagonia y en la Galia, como se lo he oído contaren Roma a un católico. Y habiéndoseles preguntado por la autoridad del libro enque ellos se apoyaban, citaron el Tesoro,  al que ya he aludido anteriormente. Ycuando se les objetan estas cosas, suelen contestar que un enemigo suyo delnúmero de los elegidos se separó de ellos y formó un cisma y fundó y propagóesta herejía tan inmunda.

    Por lo cual es manifiesto que, si hay algunos que no cometen tales torpezas, los

    que las practican lo hacen apoyándose en las prescripciones de sus libros. Arrójenlos y háganlos desaparecer, si es cierto que aborrecen las impurezas quese ven obligados a perpetrar cuando los conservan, y si, conservándolos, no lascometen, procuren vivir con mayor decencia aun en contra de lo prescrito en suslibros.

    Pero ¿cómo se conducen cuando se les dice: o purificad la luz de todas lassemillas que os sea posible, para que no os excuséis de admitir lo que afirmáisque no cometéis, o anatematizad a Manes, que os enseña que en todas lassemillas hay una parte de la naturaleza de Dios y que es encadenada por el actode la generación, y que lo que hay de luz, esto es, de la misma parte de la

    naturaleza de Dios, es purificado por el acto de la manducación, cuando llega aser comida o alimento de los elegidos? ¿Veis lo que os aconseja y todavía dudáisen condenarlo? ¿Cómo se conducen -pregunto de nuevo- cuando se les diceesto? ¿A qué tergiversaciones no recurren cuando o anatematizan doctrina tanimpía o cometen las torpezas, en cuya comparación los males intolerablesanteriormente especificados, que ellos atribuyen a la naturaleza de Dios y quepueden compendiarse en la necesidad de hacer la guerra, en que o bien estabaimperturbable en una ignorancia absoluta o estaba inquieta y agitada por un dolory angustia perpetuos, temiendo que llegara el momento de sufrir la corrupción dela mezcla y la sujeción de la condenación eterna, y, finalmente, en que, declaradala guerra, la naturaleza de Dios fue hecha prisionera, subyugada y mancillada, y

    después de una victoria ficticia ha de ser encerrada para siempre en el globohorrible y separada de la felicidad de que disfrutaba al principio, todos esos males,que en sí mismos considerados son repelentes, parecen tolerables encomparación de las abominaciones descritas?

    CAPÍTULO XLVIII 

    ORACIÓN DE AGUSTÍN POR LA CONVERSIÓN DE LOS MANIQUEOS 

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    ¡Oh cuán grande es tu paciencia, Señor piadoso y compasivo, magnánimo,misericordioso y veraz!41 Tú, que haces salir el sol sobre buenos y malos y hacescaer la lluvia sobre justos y pecadores

    42;  que no quieres la muerte del pecador,

    sino que se convierta y viva43

    ;  que corrigiendo a los extraviados les das lugar apenitencia, para que, abandonada su iniquidad, crean, Señor, en ti44; que atraescon tu paciencia a los pecadores al arrepentimiento45,  aunque muchos por ladureza y pertinacia de su corazón van atesorando ira para el día de la venganza yde la revelación de tu justo juicio, el cual ha de dar a cada uno según sus obras;

    tú, que, en cualquier día en que el hombre se convierta de su iniquidad a tu verdady misericordia, te olvidas de todas sus maldades

    46,  concédeme, Señor,

    concédeme que por este ministerio de mi enseñanza, por el cual has querido querefutara este execrable y horribilísimo error, que así como muchos se han visto yalibres de él, se vean también libres los demás.

    Haz, Señor, que todos, sea por el sacramento de tu santo bautismo o por elsacrificio del espíritu compungido y del corazón contrito y humillado, por el dolorde la verdadera penitencia, merezcan recibir el perdón de todas sus blasfemias ypecados, con los que, sin saber lo que hacían, te ofendieron. Pues tan eficacesson, Señor, tu misericordia y tu poder y la verdad de tu bautismo y pueden tanto

    las llaves del reino de los cielos confiadas a tu santa Iglesia, que no se debedesesperar de la conversión de todos aquellos que, mientras viven en la tierra,sufriéndolos tu paciencia y conociendo ellos mismos cuán grande es el mal desentir y decir de ti tales blasfemias, se mantienen todavía en su maligna profesiónpor la costumbre o por la adquisición de alguna comodidad temporal y terrena; yhaz que, amonestados por los suaves avisos de tu gracia, se refugien en el senode tu bondad inefable y antepongan a todos los halagos de la vida carnal el biende la vida celestial y eterna.

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