la naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / abraham arias larreta (1951)

60
La Naturaleza y su expresi6n, en la literatura peruana DE Arist6teles a nuestros dias se debate en torno a la acci6n del medio natural, en la vida del hombre. Recordemos que Hip6cra- tes crey6 en el cambio de las estructuras morales bajo el influjo dis- par de la tierra que sirve de morada a los pueblos. Vico hizo la afir- maci6n audaz de que es la gama climitica del mundo la responsable de los diversos tipos de pueblos y religiones. Basindose en ideas aristotelicas, Jean Bodin establecia diferencias en la mentalidad de montafieses y llaneros. Buffon, Mead, Arbulnot, insisten en la vigo- rosa influencia del clima, al igual que Montesquieu, Ferdinand Denis y Humboldt. Faustino Sarmiento negaba solidez a toda interpre- taci6n humana o social, en la vida o la literatura, sin previa consi- deraci6n del ambiente. Antes del pensador argentino, habia publi- cada Unanue Las influencias del climna sobre el ingenio y, casi paralelamente al autor de Facundo, H. T. Buckle sostuvo entu- siastamente el hecho de la acci6n favorable de la Naturaleza sobre la mente y el espiritu humanos. Hip61ito Taine es nombre clisico, co- mo sostenedor de la teoria que explica el arte de cada pueblo por la acci6n concertada y determinista del medio y otros factores. Y en nuestro siglo R. Lowie, Sorokin, Toynbee, para no citar sino unos. cuantos, reiteran la importancia y las proyecciones del clima en la evoluci6n de las culturas. A Indoamerica no le faltan autores representativos, a este res- pecto, posteriores a Unanue y Sarmiento. Destacan los que asimila- ron las lecciones del positivismo, y entre ellos se distinguen los que

Upload: lo-gris-contra-lo-gris

Post on 03-Jan-2016

91 views

Category:

Documents


9 download

DESCRIPTION

Revista IberoamericanaVol. XVI, Núm. 32Enero 1951

TRANSCRIPT

Page 1: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

La Naturaleza y su expresi6n,en la literatura peruana

DE Arist6teles a nuestros dias se debate en torno a la acci6n delmedio natural, en la vida del hombre. Recordemos que Hip6cra-

tes crey6 en el cambio de las estructuras morales bajo el influjo dis-par de la tierra que sirve de morada a los pueblos. Vico hizo la afir-maci6n audaz de que es la gama climitica del mundo la responsablede los diversos tipos de pueblos y religiones. Basindose en ideasaristotelicas, Jean Bodin establecia diferencias en la mentalidad demontafieses y llaneros. Buffon, Mead, Arbulnot, insisten en la vigo-rosa influencia del clima, al igual que Montesquieu, Ferdinand Denisy Humboldt. Faustino Sarmiento negaba solidez a toda interpre-taci6n humana o social, en la vida o la literatura, sin previa consi-deraci6n del ambiente. Antes del pensador argentino, habia publi-cada Unanue Las influencias del climna sobre el ingenio y, casiparalelamente al autor de Facundo, H. T. Buckle sostuvo entu-siastamente el hecho de la acci6n favorable de la Naturaleza sobre lamente y el espiritu humanos. Hip61ito Taine es nombre clisico, co-mo sostenedor de la teoria que explica el arte de cada pueblo por laacci6n concertada y determinista del medio y otros factores. Y ennuestro siglo R. Lowie, Sorokin, Toynbee, para no citar sino unos.cuantos, reiteran la importancia y las proyecciones del clima en laevoluci6n de las culturas.

A Indoamerica no le faltan autores representativos, a este res-

pecto, posteriores a Unanue y Sarmiento. Destacan los que asimila-ron las lecciones del positivismo, y entre ellos se distinguen los que

Page 2: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

RE V I S T A B E R O A E RI CAN A

abrazaron un determinismo pesimista -como Bulnes- y aquellosque limitan las generalizaciones "fatalistas" en relaci6n al papel deltr6pico en el futuro cultural del Continente (Carlos Bunge). Entrelos posteriores -B. Sanin Cano, J. C. Maritegui, Ricardo Rojas, L.A. Sanchez, Gabriela Mistral, Benjamin Carri6n, Raimundo Lida,Mariano Pic6n Salas-, admiten la acci6n decisiva aunque parcial dela naturaleza en la creaci6n artistica; reconocen el peculiar acentoclimitico de las regiones -reforzado, atenuado o contradicho porlos demis factores del medio humano y social- y refutan la teo-ria que juzga al tr6pico escenario negativo para un optimista desarro-110 de la cultura.

En definitiva, se debate en torno a la 6rbita y en cuanto a labondad o el perjuicio de la influencia del medio natural; no se discu-te el hecho en si. En una u otra formas, con mayor o menor inten-sidad, la garra de la Naturaleza aparece condicionando la creaci6n ar-tistica, puesto que interviene en todo el acaecer biol6gico y espiritualdel hombre y las sociedades. Bien se ha dicho que la tierra creaformas de vida que constituyen el elemento comin de observaci6ny 'reacci6n del espiritu creador. El relieve, la luz, los perfiles delpaisaje, la extensi6n del horizonte, el juego c6smico de los elemen-tos naturales, producen sensaciones, excitan sentimientos, motori-zan ideas, generan vivencias con energia suficiente para actuar en elcomplejo mecanismo expresivo de la sicologia individual y social.La sensibilidad es influida, al igual que imaginaci6n y lenguaje. Laactividad literaria no puede escapar a la universal influencia, aun-que tal acci6n no se ejerza en ella con rigor mecanicista. Esto ilti-mo se explica si tenemos en cuenta que la literatura, por su cate-goria espiritual, es m6vil, cambiante, a veces contradictoria, en lasreacciones con que sus creadores responden a los estimulos delmedio ambiente.

No obstante es dificil, si no imposible, trazar un cuadro pre-ciso que demuestre las influencias aisladas del medio natural enuna literatura. Y es que la creaci6n literaria esti condicionada porla geografia y los agentes naturales; pero en su proceso se cruzan otrasinfluencias de igual o mayor importancia prdvenientes de la raza,el momento hist6rico, la tradici6n individual y colectiva, el lengua-je, la cultura, el ambito econ6mico, politico y social. El medio na-

286

Page 3: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ESTUDIOS

tural es, pues, s61o un factor, y su influjo sobre los creadores siem-pre aparece conjugado con el de los otros decisivos elementos.

Se puede hablar, en cambio, de observaciones generales, paramostrar sin rigor dogmitico ciertas caracteristicas que parecen de-rivadas del clima, el paisaje, la regi6n, en generos y autores de laliteratura peruana.

Luis Alberto Sanchez, en Nueva historia de la literatura amne-ricana, escribe para Indoamirica: "en la mayor parte de los casos,las meditaciones mas s61lidas y maduras provienen de la sierra; laelegancia y el brillo de la costa. La costa es mas bien critica e ir6-nica: la literatura de la sierra ma's dramttica y lirica, a pesar de suraigambre campesina". Concrettndonos al caso peruano, los fil6sofosAntenor Orrego e Iberico Rodriguez, el precursor Stnchez Carri6n,el arque6logo Tello, Hermilio Valdizan, Deustua y Mariano Corne-jo, darian la razdn a Luis Alberto Sinchez, como representantes delpensamiefito sdlido y maduro salido de la sierra. Pero esto es "enla mayor parte de los casos", no siempre, pues. en la costa nos en-contramos con hombres tan representativos como Manuel GonzalezPrada, Jose Carlos Mariitegui, Haya de la Torre, el propio Sanchez.La diferencia no es de solidez, en este -caso; es mas bien de estilo.Mejor ain: de expresi6n. Al reves de los autores serranos, pocopreocupados de la forma, Gonzalez Prada tall6 una prosa marm6-rea para encerrar su pensamiento y Mariategui expres6 el suyo enmoldes de una castigada elegancia verbal. Ni Haya, ni Sanchez, niBasadre descuidan el aspecto formal. Extremando el remilgo adjeti-vista y Ilevando al periodo una pomposa morbidez otofial, sin elcontrapeso vital del sentimiento o la idea, hay toda una "escuela es-tilistica" fundada por J. de la Riva Agiiero y ardorosamente culti-vada por sus retofios colonialistas.

La poesia marca posiblemente mas diferencias. Poetas serra-nos, de Melgar a Florian, de Vallejo a Mercado o Garrido Malaver,tienen una t6nica inconfundible. La expresi6n es parca o tumultuo-sa, segfin los casos, pero fluye y borbota con un ritmo espontineo,semejante al estilo de la Naturaleza, al impulso de las acciones hu-manas en escenarios vastos y al aire libre. La desenvoltura de eseritmo nos recuerda el paso del agua corriente o de los torrentes cum-breros, el compis de un voleo de siembra o el de las trillas ritmicas.

Se advierte claro y distinto el acento fresco, primitivo, liberrimo.

287

Page 4: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

REVISTA IBEROAM ERICANA

Hay una instintiva repulsi6n al grito ret6rico, al sentimiento amaes-trado, al sobajeo pulidor del lenguaje. Unos encadenan las metifo-ras pautadas, otras las sueldan al paso o las ubican sin conciertodando sorpresivos tajos de luz, como desarrollando una t&cnicaaprendida en las lecciones animadas del paisaje. El dejo romanticoes suave o desgarrado; pero lo declinan en una conjugaci6n viril.Los poemas picos tienen aristas, impulsos, resonancias imposiblesde hallar en la poesia del llano. Es un lirismo acendrado de nerviodramtico, con amplios y persistentes ecos de la Naturaleza. Puedevaler la forma, pero no es lo primordial. La sugerencia no esti en elvaso, sino en la savia, los jugos, el sabor de la efusi6n po&tica quese da al mundo labrando su propio cauce expresivo. Es la poesiaserrana, particularmente en la filtima generaci6n, la que esti pro-porcionando la nueva sangre, el dinamismo, la trascendencia drami-tica y la alegria -soberbia conquista no valorada suficientemente-para vitalizar el mensaje de la poesia peruana, cuyo "rostro pi-lido -segfin confesi6n de J. Jimnez Borja- recibi6 la primeraoleada de sangre roja" con las voces serranas de Guill6n e Hidalgo,dos Albertos arequipefios.

Guillermo Mercado es de Arequipa; Julio Garrido Malaver, deCelendin; Luis Nieto, de Sicuani. j Es coincidencia sin explicaci6ngeografica el que los tres manipulen una poesia vibrante, optimista,iluminada por un bello golpe plistico de metiforas ? Son cholos nacidosen un mapa paisajista, cordial y soleado. No se ha hecho hasta hoy unestudio del sol serrano como elemento estetico ni se intenta interpre-tar la estetica de nube y tempestad, para explicarnos muchas moda-lidades animicas del hombre de los Andes, como hace tiempo re-clama Uriel Garcia. 1 Alejandro Peralta pertenece a la meseta delCollao y sus versos, aunque de vitalidad agresiva, comenzaron trans-parentando una pesadumbre desolada. Recordemos "la melancoliaesteparia del Kollao, la meseta con su panorama metafisico quesustenta el fondo instintivo de sus gentes". Otro puiefio, EmilioVasquez, resbala de la meseta al valle de Arequipa y alli crea unapoesia distinta a la de Mercado y Peralta. De la estepa trajo suenergia lirica que, combinada a la radiosa cordialidad del valle, dapaso a las modulaciones dinimicas de una voz que tiene el gritotriunfal del Haylle, la flexi6n estimulante del aymoray rural, eldejo romantico de los harawis quechuas. Luis de Rodrigo, punefio

288

Page 5: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ESTUDIO OS

tambidn, siente los ramalazos c6smicos del vasto escenario, que gra-vita omnipotentemente con su juego de espacios y volimenes; pero,ganado por la vasta sugerencia paisajista del lago Titicaca, creaa sus orillas aguafuertes radiosos y plisticos.

La costa ha dado a veces una poesia de mns. pericia t&cnica,mayor euforia verbal, mejor despliegue de tropos. Alli esttn Gon-zalez Prada, Santos Chocano, Jose Maria Eguren. Observese queGonzilez Prada nunca descompone ni arruga su tersura parnasiana;Santos Chocano se consume en los orgasmos de una lujuria verbalque se vierte violentamente en amplios rieles ret6ricos; Jos MariaEguren se fuga al planeta simbolista donde baraja el naipe de susfigulinas descarnadas; pero, al compas de una sonaja ritmica, es-meradamente batida. Con frecuencia, la costa engendra una poesiade puro paramento, a excepci6n de la que busca la entrafia popular,alcanza la destilaci6n de una calificada ironia o cuaja en el senti-miento social de la protesta (Juan Jose Lors, Nicanor de la Fuente,Francisco Sandoval, Carnero Hoke, Juan Luis Velasquez, Luis Car-nero, Ricardo Tello, Mario Puga). Prada, Chocano, Eguren son tresejemplos de la misma aspiraci6n constante por la forma cernida,el brillo, la elegancia estilizada, respectivamente, pero poetas de dis-tinta suerte en la empresa de concertar las calidades esteticas de laforma y el fondo.

En Lima, particularmente, la forma bien cuidada encierra unfondo baladi o manido. A veces es un intimismo bien pulsado -Gal-vez, Ureta, Valdelomar-, llenos de finos matices y femenino fluir,como "el de la garia limefia que desciende del cielo opalino". Haycasos en los que encarna a su demos criollo -Palma, Segura, Aro-na, Fuentes, Yerovi, los copleros- y es la versi6n poetica de unfolklore trascendente, de un costumbrismo constructivo, o un meroejercicio acrbbitico de sitiras y epigramas. Hay ejemplos de queel influjo del clima, morigerador y enervante, tuerce la explosi6n delas rebeldias a la desembocadura sublimada de la sitira criolla,un juicio rotundo del propio Chocano al respecto, cuando cuenta ensus Memorias "una vida cortesana en una ciudad sin nieves, sinIluvias, sin rayos ni truenos, sin estaciones bien marcadas, sin gran-des calores ni grandes frios, ha de engendrar una literatura de elegan-cia estirada y ceremoniosa, de la que todo el que tiene genio se de-fiende esgrimiendo la sttira, que se vulgariza hasta hacer del am-

289

Page 6: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

SREVIS TA I BER OA MERI C A N A

biente pfiblico un constante epigrama. El madrigal no encuentraambiente". 2 Lo comfin, sobre todo en la filtima generaci6n, es quela poesia limefia sea una poesia de fuga, cosmopolita, desarraigada.En insulas, moradas, torres de marfil viejos y nuevos poetas siguenproponiendo teoremas puristas de una pretendida angelizaci6n dela poesia.

Horacio Urteaga escribia, al tratar de las civilizaciones pre-colombinas de la costa: "el simbolismo costefio llevando a la estili-zaci6n, paraliza el movimiento espontineo del arte, apaga la iniciati-va y la originalidad creadoras". 3 Uriel Garcia afirmaba despuis: "Lacosta convierte la dramaticidad de la vida andina en voluptuosoabandono y blando regocijo de formas y colores; el Arte se resuelveen la alegria ornamental, en el humorismo decorativo, en la exube-rancia barroca. No hay nada telirico en la cerimica de Chavin, en lostejidos de Parakas, en los arabescos de Chan-Chan." 4

Debemos tomar con cuidado esas afirmaciones. Creer que laestilizaci6n es negativa para el arte, es caer en la absurda confusi6nde Ortega y Gasset, para quien estilizacion es un franco sin6nimode desvitalizaci6n o deshumanizaci6n del arte. La estetica contempo-rinea afirma ya que estilizar es, en simple f6rmula, depurar la rea-lidad de elementos no esteticos; mejor ain: emancipar la realidadde sus condiciones prActicas, para que se muestre en sus puros va-lores expresivos. Tampoco es admisible el rigorista determinismogeogrifico, y aun social, que parecen implicar las afirmaciones deU rteaga y Garcia. No existen islas privilegiadas o escenarios mal-ditos en el origen y evoluci6n de las culturas. El medio natural notiene la preponderancia totalitaria que le asignaban conclusiones dog-miticas de hace un siglo. Nadie pone en duda su influjo; pero suacci6n no es inica ni se ejerce aisladamente sobre el hombre y superipecia social. El hombre, ademas, no se cruza de brazos ante laNaturaleza y su persistencia en el mundo es el resultado de su ac-titud dinimica y transformadora, cumpliendo las viscisitudes de sulucha inmemorial por conocer, seguir y dominar el medio que habita.

Injusta es, igualmente, la alusi6n de las civilizaciones precolom-binas. El arte antiguo de los yungas no es inferior al arte serranoquechua, aymara o chavin. Es diferente, si. Arte serrano y artecosteio tienen, no obstante, predominante acento telirico, identi-ficaci6n c6smica, espiritu social y fines colectivos. Para comprobarlo

290

Page 7: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ESTUDIOS 2

basta contemplar e interpretar las decoraciones de las vasijas mo-chicas, las telas de Parakas, los ceramios nazcas, maravillosas crea-ciones del pensamiento mgico. En ellos estin ordenados todos losconocimientos del clan, del mundo real y de las relaciones ocultasde las cosas. Constituyen, asimismo, una suerte de c6dices donde seformulan minuciosamente las ceremonias, los ritos, las costumbres,los deberes del hombre, la ciencia migica. Podemos decir que sonplegarias escritas en simbolos o hechizos, para el triunfo de las. mtsapremiantes necesidades humanas (empresas agricolas, guerreras,de pesca). Por eso cada iconograma es a la vez un encantamiento dela agricultura, de la pesca, de la creciente fluvial, relacionindose conproblemas fundamentales de la vida material. Esto se explica sabien-do que la magia no es una ciencia especulativa, sino un medio desefiorear sobre los hombres, las. cosas y sus espiritus. Al lado delfin prtctico (el arte primitivo es, gracias a la magia, fantasia yacci6n) se revela la emoci6n estetica, el genio artistico, en la sor-prendente armonia de los colores, la certera linea de los trazos, larica estilizaci6n de las figuras, los severos esplendores cromaticos.La existencia de este formidable archivo espiritual hizo decir a Gu-tierrez Noriega que su estudio "podria ser la base de una teoriahumanista del arte antiguo". 5

Si es dogmttica la afirmaci6n de Uriel Garcia en relaci6n con eldisolvente influjo de la costa, no es menos dogmatica, ademis depretenciosa, la declaraci6n de un autor costefio hablando desde unatrinchera intolerante y exclusivista: "La costa del Peru no s61o esla parte principal del pais, sino el nuicleo generador de su cultura.Lo fue desde la ipoca prehist6rica y lo nums refinado del arte que nosenvian aquellos siglos oscuros es un mensaje costefio". "La costaha hecho la poesia lirica y la narraci6n del arte: lo mejor de aquellasletras." 6 Acabo de refutar a quienes parecen subestimar el arteprecolombino de la costa, y hay que contradecir ahora al superesti-mador del pasado y presente costefios. No vale la pena empleartiempo en defender el arte incaico, cuya altitud, profundidad y tras.-cendencia han estudiado multitud de arque6logos e historiadores.SEl lector no sonreir. compasivamente oyendo que la costa fue elnuicleo generador de la cultura peruana desde la era prehist6rica?Estimo que si, pues hay nociones elementales demasiado difundidas

sobre la historia peruana de nuestros origenes. En cambio, por re-

291

Page 8: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

REVISTA IBEROAMERICANA

lacionarse el tema con nuestro ensayo, hay que salir al encuentrode la candida afirmaci6n contenida en primera instancia: que tipode poesia lirica, en que periodo y con que autores? El autor no lodijo entonces ni lo ha dicho despus. No podria sostenerlo ni en elterreno estetico ni en el hist6rico ni en el de la cantidad y calidad delos autores.

La poesia lirica no ha sido ni puede ser patrimonio de unaregi6n peruana. No lo ha sido en ninguna regi6n del mundo ni loes en el Peru. Costa y sierra peruanas han tenido y tienen liricosmediocres y de categoria. Se puede establecer diferencias de logroestetico, de mayor o menor ascendramiento subjetivo, de alta obaja embocadura pQetica y aun distinciones de temitica y tecnicaformal; pero no, desde ningn punto de vista, se podria seialar zo-nas de privilegio para el cultivo de los generos literarios. La sierraperuana tiene el antecedente lirico mas remoto en nuestra literatura,con la memorable poesia de amautas y haravicus. Del Cuzco, Hun-nuco, Arequipa salieron los mensajes liricos inobjetables de Garci-laso, Amarilis y Miariano Melgar; pero la costa brinda aportes tansignificativos como los de Gonzalez Prada, Chocano, Martinez Lu-jan, Ureta, Gilvez, Yerovi. Y si de los pueblos serranos vienen lasvoces perdurables de Hidalgo, Guillen, Vallejo, Parra del Riego, Mo-rales de Rivera, Atahualpa Rodriguez, Gibson, Magda Portal. Se-rafin del Mar, la costa presenta sus representativos: Eguren, Valde-lomar, Barreto, Spelucin, Lora, De la Fuente, Alejandro Hernan-dez, Perez Trevifio. En las siguientes promociones hay una buenalirica costefia que registra los nombres de Pefia Barrenechea, Xa-vier Abril, Eielson, Carnero Hoke, y una poesia serrana tan tras-cendente como la que representan Peralta, Vega, Mercado, Vasquez,Rodrigo, Garrido Malaver.

No ha existido ni existe monopolio lirico de la costa. Se podriacalificar de ingenua la afirmaci6n contraria, si no supiesemos lamala intenci6n que se agazapa en las palabras de Borja. En realidad10 que quiere decir es que la costa, principalmente Lima, es la pa-trona espiritual del Peru, o sea, tambien, que la capital del colo-nialismo es la incubadora de los mejores talentos y las mas altassensibilidades. De ahi le vendria el absolutista privilegio de "crear"la cultura y gobernar culturalmente a las provincias. Y esto es larevelaci6n candida pero altanera del viejo y estuipido prejuicio que

292

Page 9: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ESTUDIOS

mantiene desde la Colonia el tozudo y ultramontano conservadoris-mo antiperuano. Borja, con Riva Agiiero y sus ac6litos, integran endistintos campos, pero por iguales determinaciones, los exponentesliterarios de la feudalidad, el coloniaje politico, la cultura confesio-nal. Ellos, como tantos poetas y escritores de la misma argolla re-tardataria y petulante, son los conocidos literatos que admiten lajerarquia bestial de la economia feudalista, la garra del gendarmenecesrio o del hombre fuerte en el Gobierno, y cuya mentalidad vis-te afin, gloriosamente, el hibito morado de cualquier Sefior de losMilagros. Pero no representan a la Lima renovadora y perdurable deGonzilez Prada, Palma, J. C. Mariategui. Menos se pueden abrogarla representaci6n de la costa peruana. De ahi que por ellos no sepuede subestimar a Lima y a la regi6n costefia, en sus aportes a laliteratura peruana.

El valor de la personalidad humana se mide por la categoria desus realizaciones, en funci6n de su 6mbito. Ellas pueden ser entor-pecidas o estimuladas por el juego hist6rico de su tiempo y su es-pacio, pero no son producto unilateral de la raza, el clima, la tradi-cion. Si se admite el influjo sedante del clima de la costa -de Lima,en especial- no se debe olvidar que otros factores -el humano,el social, el cultural, el moral- pueden neutralizar, sobre todo enla juventud, como decia Unanue, la acci6n climttica enervante ynegativa. Arequipa posee un clima estimulante y una atm6sfera satu-rada de radiaciones magneticas, pero seria infantil atribuir a esesolo hecho la dilatada trayectoria insurgente de sus habitantes y sucontradictorio catolicismo, rijoso y pantorrilludo. En la costa seobserva la personalidad blandengue, indefinida, desarraigada, degrandes sectores humanos, y no s6lo es el clima, sino la miseriaclamorosa; no es la temperatura de escasas transiciones, sino elanalfabetismo y la opresi6n; no es simplemente el medio clido, sinola tisis y la sifilis; y no son solamente el desierto y la pobre Natura-leza, sino la hist6rica servidumbre de la conciencia, los que carco-men los vigores biol6gicos y las potencias espirituales de los pueblos.

Valedero todo lo dicho para refutar una injusta subestimaci6nde las regiones, no niega naturalmente las evidencias del influjode la Naturaleza sobre la creaci6n literaria, con las limitaciones yasefialadas. Apuntamos ya ciertas modalidades de la poesia costefia re-ferentes al cuidado de las formas, la estilizaci6n de las representacio-

293

Page 10: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

L E VIS T A IB E R O A MERI C A N.A

nes y el sentido de fuga o evasi6n, particularmente observable en elgrupo purista. Con las excepciones de siempre, el poeta costefio tiendea eludir cualquier clase de patetismo, para salvar la tersura del ver-so o mantener la elegancia de la dicci6n. Ritmo lento y amaestrado,dirige las composiciones de esta poesia bien peinada, que ha desterra-do el ap6strofe y cuyos temas rebotan del amor a la muerte, del dolora ,la rosa. Al preferir las formas consonantadas o asonantes, desonetos,- redondillas, baladas u otros metros de tono menor, denun-cian su evidente inclinaci6n a los moldes breves, compendiosos, limi-tados, como imitando a la Naturaleza que prefiri6 expresarse en laobra menuda, concisa, esquemitica del vallecito costefio. Muy pocaperspectiva paisajista tiene el panorama costefio: lo acorralan losAndes, el arenal y un mar que no tiene "cola refulgente" como elmar de Paul Valery. La costa no es el reino del aguafuerte, de laacuarela de colores primarios, aunque cada valle parezca una mara-villa tropical en miniatura. Su cielo luce azules desvaidos cuando noesti encapotado de bruma. En esas caracteristicas del paisaje hanquerido ver algunos autores el origen del persistente intimismo delos liricos costefios o la raz6n de su fuga a los espacios deshumaniza-dos o a las lejanias temporales que, por lo general, anclan en laColonia. Lo inocultable es que la Naturaleza parca, el paisaje menudoy imitado, el clima sedante y sin grandes fluctuaciones, tienen .quever con el intimismo, los moldes pulidos, el desperezo sensual delritmo, el pulso asordinado, el frecuente acento cerebral de la poesiacos.teia.

Abundan las observaciones sobre poetas de climas .frios y ca-lidos, prosadores de la selva y los Andes, cuentistas de medio urba-no o campesino, autores procedentes del valle costefio o de la que-brada andina, de zonas pastoriles o agricolas, del litoral y la meseta.Bastan las referencias anteriores; todas las que, conviene decirlo,no tienen caricter definitivo ni encierran afirmaciones dogmiticas.Nos permiten, sin embargo, manifestar de nuevo la indiscutible evi-dencia de esta suerte de insinuaci6n c6smica, condicionamiento te-WIirico, rigorista influjo ambiental en la literatura. Otra cuesti6n essaber si los creadores literarios revelan interes por- el paisaje y soncapaces de revelarlo; si asimilan y expresan el sentimiento de laNaturaleza. Se sobreentiende que hablo del paisaje en si, como reali-dad objetiva, y tambien "en cuanto muestra, intuici6n de la Natura-

294

Page 11: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ESTUDIOOS

leza como representaci6n est&tica", lo que implica adentrarse, sentiry expresar el ambito, "descubriendo el alma del paisaje y sus gra-dos de belleza".

Respondiendo a esta nueva cuesti6n conviene tratar el tema porregiones, en consideraci6n a la definida personalidad de nuestraszonas geogritficas. Los autores peruanos cantan o describen mejorsu propia regi6n, l6gicamente, pero abundan los casos de poetas ynovelistas que cambian de residencia o viajan constantemente, ins-pirindose en motivos ajenos a su imbito. Es excepcional el caso decreadores que cumplen toda una vida en el mismo escenario. Perodondequiera que vayan, bien es cierto, llevan la garra de su mapa,la impronta de su paisaje natal. Algunos eluden o desnaturalizan laexpresi6n de esta autentica carta de ciudadania espiritual y geogrt-fica. Nunca lo hicieron ni lo hacen los honestos, los leales, los ver-daderamente creadores.

Antes de iniciar el estudio de la expresi6n de la Naturaleza, porregiones, citemos a los autores que han tratado de cantar, novelar odescribir el Perl en su triple realidad regional. J. Santos Chocanoy Julio Garrido Malaver lo intentan en poesia, con las diferencias detono, actitud y calidad que anotaremos en la secci6n correspondien-te. Jose Ferrando y Ciro Alegria tuvieron el mismo prop6sito en lanovela: el primero con intenci6n directa cruzando el mapa peruanoa lo ancho, del mar a la selva, en la coordinaci6n de una novela degran aliento nacionalista (Panorama hacia el alba); el segundo conla emigraci6n de sus personajes a los llanos y la floresta (El mundoes ancho y ajeno). En el relato puramente objetivo, prefiriendo ellado hist6rico o turistico a la realidad humana y social, han escritoAlayza y Paz Soldan (Mi pais), Aurelio Miro Q. (Costa, sierra ymontaiia). Emilio Romero tiene un libro de dudoso gusto literarioen la exaltaci6n, de las tres regiones (Geografia nuestra). HoracioUrteaga reuni6 en Visiones del Peri los relatos dispares de Luis Ca-rranza, Luis Bustamante y Rivero, Carlos Nicholson, F. Romero,Jorge Polar, J. de la Riva Agiiero, Tadeo Hanke, Paul Morand, A.Humboldt, Rivero y Tschudi, M. Paz Soldan, Sebastian Lorente,A. Raymondi. Acaso el mejor documento de este tipo, aitamente re-comendable para estudiosos y literatos, sea aquel pequeio libro ElPeru en marcha, superior contribuci6n al conocimiento real del Perigeogrtfico y las fuerzas vivas que sobre e1 operan.

295

Page 12: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

R E V I S T A I B E R O A M E RI C A NA

LA REGION DE LOS LLANOS

El mapa fisico del Peru tiene como eje la cordillera de los An-des, y consta de tres regiones dispuestas en bandas paralelas: costa,sierra y selva. En realidad, s61o la sierra tiene vida geogrifica pro-pia: la costa es una faja entre la sierra y el mar; la selva es el decli-ve de la sierra a la hoya amaz6nica. Geogrifica aunque no politicay econ6micamente -por hoy- la sierra es el Perd.

Al estudiar la residencia de las civilizaciones andinas, Julio Te-llo reconocia tres grandes fajas climiticas, casi paralelas, siguiendola direcci6n longitudinal de los Andes. La primera es la occidental:arida, desertica, en el estrecho llano que bordea el litoral del Paci-fico; azotada a largos plazos por fuertes precipitaciones en el ladoNorte y humedecida anualmente por una lluvia menuda en su por-ci6n central. Esta sequedad decrece, a medida que asciende sobre elflanco occidental de la cordillera, salvo en la porci6n que correspondea la meseta del Collao donde, por la elevaci6n y anchura de los va-Iles, es seca, fria y arida. La segunda faja es muy himeda y calientey de abundantes precipitaciones en el llano oriental, salvo en su por-ci6n Sur contigua al Altiplano, donde las precipitaciones son muymoderadas. La tercera faja central goza de un clima excepcional:tipo intermedio, templado y suave, de peri6dicas precipitaciones. Niseco y caliente, como en la costa, ni himedo y caliente como en elliano amaz6nico. Es el de la sierra.

La costa peruana es arida en su mayor extensi6n. Vientos friosque soplan de los Andes y frescas brisas marinas que llegan sobrela corriente de Humboldt, absorben la humedad atmosf&rica y dejanenjugadas las tierras de su mapa seco y salubre. Descontando losardientes estios, el clima es templado y de escasas fluctuaciones.S61o en la estaci6n invernal nieblas bajas y tenaces trashuman porlos midanos o ascienden a entoldar el cielo. Alli se cierne la finagarua que chispea sobre las ciudades y hace brotar la leve vegetaci6nsilvestre de las lomas. La larga faja gris estt cortada, trecho a tre-cho, por el tajo perpendicular de los rios serranos. A sus margenes

surgieron los valles y, a pocos kil6metros, pueblos y ciudades. Valle,pueblo y campifia, constituyen los oasis del panorama des6rtico,batido por virazones, terrales, waiwas y parakas. Hacia el mar, cada

296

Page 13: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ESTUDIOS

oasis tiene el complemento del puerto o la caleta. Hilvanando losegiptos miniisculos -unidades costefias de valle, rio y pueblo- sedesdobla la carretera longitudinal de Tumbes a Tacna. Al Este co-mienza la vegetaci6n perenne entre las primeras estribaciones delos Andes, cuyas cumbres occidentales presiden el panorama. Frentea un mar de aguas densas, moteado a largos trechos por las manchasoscuras de las islas guaneras; bajo un cielo opaco o de discreto solla mayor parte del afio -pero sugestivo e impresionante en losvesperos estivales- el litoral peruano desenvuelve su extensa lineade pequeios meandros, rota profundamente s6lo en algunos puntospor anchas bahias naturales.

"No conozco nada mats triste que este clima de desolaci6n, estepaisaje de penitencia y estos arboles quemados por el sol, que rodeana Lima la ardiente, con su ramillete de campanarios." Estas frasesdel frances Paul Morand 8 no distan mucho de las que aplica a todala costa Luis Carranza: "zona no visitada por las lluvias y donde laconstante inmutabilidad del paisaje esta acompafiada por la calmainalterable del mar y de la atm6sfera". 9 MAs amable es la visi6n deSebastian Llorente: "En la costa, el magnifico especticulo del granoceano realza o suple las bellezas del litoral, pero hay hermosos oa-sis que se adornan con las galas del tr6pico." Un pintor, Jose Sabo-gal, la mira de este modo: "siendo el lecho de la arenosa costa elAnde mismo, resulta de visi6n fantistica el gigantesco p.ramo conaltos medanos y extensas ondulaciones de rizadas arenas. Es comoun paisaje de luna, salpicado de crestas y colinas crudas, metalicas,oxidadas en tonos bermejos, morados, negruzcos, dorados, calci-reos, que forman anfiteatros o hileras que avanzan hacia las orillasdel mar construyendo ensenadas, bahias, farallones, para aparecer aveces mar afuera en rispidos islotes donde anidan las ayes gua-neras". 10

Bowman Tsahiah, explorador extranjero, es el que nos da larnis bella descripci6n de este paisaje, descendiendo los Andes: "Alviajero que viene de la helada sierra, los clidos y breves vallescostaneros le parecen de una pintoresca belleza. Los campos culti-vados parecen jardines hinduis y, de vez en cuando, se percibe el dis-tante reflejo del sol sobre el agua. En algunos sitios toda la tierra est4cultivada desde una pared del valle hasta la otra. En otras partes loscampos se limitan a estrechar bandas entre el rio y las pendientes

297

Page 14: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

R EVISTA IBEROAMERICANA

ariscas de un angosto cafi6n. El cuadro est animado por los colores:chorros de lava color del castafio suspendidos en las mrgenes delvalle; riscos gris-castaio y toda la gama del verde, desde el matizverde-obscuro del algarrobo, el olivo y la higuera, hasta el brillantede la alfalfa reci in regada". 11

El primer poeta peruano que se atreve con la costa es Juan deArona. Y la castiga con una ruda ironia: "Dizque Dios al pasar lacosta nuestra -i Quita alli!, dijo, y la pas6 de un tranco- y espor esta raz6n pigina en blanco- de Natura en obra tan maes-tra.. .". 12 Cuando quiere cantarla en serio se arramplona en unaaburrida versada que comienza: "Cantare con metro diferente -laverde alfombra del maiz naciente - y del yucal dormido - el vagoy apacible colorido...". 13 El poeta, muy estimable en otros senti-dos -fil6logo, poeta satirico, escritor- no logr6 superar el simplis-mo virgiliano, desabrido y enumerativo, en sus versos a la Natura-leza. Quiso captar el paisaje y se qued6 en el mero registro de lafauna y la flora. Menos aciertos tuvo en sus esfuerzos por la revela-ci6n de la vida rural. Hay que esperar la llegada de Chocano, paraconocer los primeros atisbos artisticos en la interpretaci6n, al menosla captaci6n, del paisaje y sus elementos animados ("Campesina","En el potrero", "La Quebrada", "El inorro", "Playera", "A unarbol", versos del libro En la aldea). Avanzando en tiempo encon-tramos la poesia de Jose Gilvez y su suave prendimiento del mediotono paisajista limefio, en varias composiciones de Bajo la luna yJardin cerrado. Menos experto, pero mis entusiasta y directo en latarea, es Daniel Ruzo, poeta que aparece en 1917 con una frescacolecci6n de estampas: Asi ha cantado la Naturaleza.

Una fecha significativa en la historia de los reveladores po&i-ticos de la costa es la que corresponde a la presentaci6n de AbrahamValdelomar y Alcides Spelucin. Valdelomar perteneci6 a los col6-nidas; Spelucin sali6 del Grupo del Norte, hermano revolucionariode los nucleos de la insurgencia literaria provinciana. Con ellos co-mienza a sonar verdaderamente el mar, en la literatura peruana. Ac-tor cosmog6nico de las leyendas yungas, personaje de rango en lahistoria nacional, simb6lica presencia en telas y ceramios precolom-binos, matriz y rumbo final de la residencia terrestre del mito incai-co de Viracocha, el mar no se aparta de la dilatada peripecia humana

vy social del Perit. S61o los antiguos peruanos lo habian incorporado

298

Page 15: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ESTUTDIOS

activamente al Arte y a la Mitologia. En dos periodos, colonia y

Repuiblica lo arrinconaron a la historia. Nadie se atrevi6 a movili-

zarlo de los anales a la creaci6n artistica, de la cr6nica al verso, de

la prosa muerta a la lirica dintmica o a la pica. La voz transplan-

tada de Mlgar, la declamatoria alusi6n de los llamados rominticos,

las referencias de Chocano, no lo sacaron del anonimato literario.

El mar esperaba su reivindicaci6n. La comienzan con distinto pulso

y dispar acierto, pero con igual sinceridad, Valdelomar y Spelucin.

Puntualizemos, desde ahora, una diferencia: Valdelomar no es el

directo ni completo cantor del mar; estat impregnado de sus vivencias

y ellas circulan insistentemente en su obra literaria, pero no se tra-

ducen en un poema organico. El poeta de Caucato-no tiene un solo

poema al mar, aunque fue uno de sus mats fieles y sensitivos aman-

tes. Spelucin es quien establece con el mar aquella sostenida identi-

ficaci6n cordial y creadora que se traduce en las meditaciones liricas

alineadas en El libro de la nave dorada.

Aunque diferenciados por el tono sociol6gico de su "experien-

cia" marina y por la magnitud de las realizaciones, ambos se iden-

tifican en un hecho no advertido hasta hoy: la comin tristeza deca-

dentista. Ella cierne su garia persistente empafiando visiones e in-

terpretaciones del mar. Y es que ambos se enfrentan al gran tema,

con la misma sensibilidad inquieta, iconoclasta, conturbada por las

distintas influencias literarias y psicol6gicas que asimil6 la genera-

ci6n de nuestro siglo. Representantes del "descontento literario",

son tambien expresadores del instante critico en que opera la tras-

mutaci6n de valores esteticos de la vieja a la nueva conciencia. El

malestar de aquella primera generaci6n es buena clave para averi-

guar la descomposici6n de un cultura, el tramonto de una sensibili-

dad. Valdelomar y Spelucin pulsan una inconfundible sensibilidad

de transici6n. Tienen el alma disputada por las solicitaciones de

una era en liquidaci6n y los llamados de una etapa naciente e im-

precisa. Ellos no cantan ni sienten el mar bajo la luz del nuevo

mundo. Lo hacen antes de pasar la raya crucial. De ahi la t6nica de

otoio y el signo crepuscular que tienen sus creaciones. De ahi su

tristeza, digamos mejor. Ya no la tristeza romntica, la tristeza

sentimental de los romanticos, sino la tristeza sensual e intelectual

que trajo el simbolismo. Valdelomar lo declara a menudo:

299

Page 16: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

REVISTA IBEROAMERICANA

Dabame el mar la nota de su melancoliaY lo que el me dijera aun en mi alma persiste.

("Tristitia")

Un dia yo me volvi triste para siempreSrecordais?

("A mis hermanos")

Esta tristeza casi se convierte en una neurosis que vibra ininterrum-pidamente en vida y obra de Valdelomar, vertida en los presagios ffi-nebres, las alusiones agoreras, el manoseo lirico de la Muerte. Laobsesion macabra esta en Yerbasanta, Los ojos de Judas, La ciudad

de los tisicos 14 y se revela en su contribucion al celebre baile deNorka Rouskaya, una noche de luna en el cementerio limeio. Esto

no quiere decir que toda su obra sea un manojo de temas flunebresy argumentos tragicos; pero si que toda ella se escribi6 bajo un

signo inescapable: el de la tristeza sensual e intelectualizada que

procre6 el simbolismo.

La tristeza es mas liviana en Spelucin. Tiene otro leit motiv

tambien: afioranza por el mapa marino que transit6 en la adolescen-

cia, junto a la romantica ansiedad por el misterio de nuevos y des-

conocidos horizontes:

Desde esta roca brava que atalayala orilla del marquiero dar mi canci6n.Quiero darla al oido de los puertos lejaniosque apuntara la quilla de mi embarcaci6n,una tarde dorada, oxidada, amarilla,en que ardia la pipa de la evocaci6n.Puertos maravillosos, sofiados o entrevistos,que juzgara increibles catedrales de espuma,donde monjes hurafios salmodiaran a Cristoscelestes, en marinas antifonas de espuma

("El salmo de los puertos". Ob. cit.)

A fuerza de vivir y sofiar con el mar y sus caminos, Spelucin

va impregnando su canto de un yodo t6nico' y airea su melancolia

con la estimulante serenidad del panorama. No ascendra su tristeza,

como Valdelomar, ni le obsesiona la Muerte y su mas alli. Por eso

pudo recoger mas limpio el mensaje del mar y expresarlo en moldes

plasticos :

300.

Page 17: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

E S T U D I10 S

En mi playa hubo dulces orfeones de olas,danzas de caracoles y murmullos de afiil.Era un coro fantistico de fantisticas violasjunto al peii6n que hacia de quimerico atril.

("La barca rosa". Ob. cit.)

No obstante "su lepra de luna" y "su acre mnelancolia", J. C.Mariategui dijo que El libro de la nave dorada disfruta de salud,no tiene estados m6rbidos. Eso capacit6 a Spelucin para captar acor-des mayores de la vasta y solemne sinfonia del mar. Valdelomarproyect6 al mar su tristeza cong6nita; lo contempl6, acaso lo sinti6,con 6rganos baldados por los prejuicios de su sensibilidad. Ni cuan-do el mar es personaje en El hipocampo de oro, logra tener fazjubilosa. "La alegria nadie me la supo enseiar", dijo en "Tristitia".Como si tal magisterio pudiera ejercerlo el paisaje, sefial6 al marcomo profesor de su melancolia.

No los dos poetas costefios, sino una poetisa serrana, fur laque hundi6 la garra patetica en el tema marino, para darnos estosversos, en 1927:

Y estoy aqui enorme mar,humano mar,mar mio.Tfi, el fnico libre bajo el cielo.Alarido del mar;detris de las colinas azules,el sol, compafiero de todos los dias,me saluda en el don de la mafiana,y la ancha olahunde en la playa de mi coraz6nsus rojos dedos libertarios.

("Una esperanza y el mar")

Y dieciocho afios despues:

Todo viene de ti, Mar,toda vida te pertenece;el cielo que te copia, la tierra que te hurta,el hombre que te teme.Las ciudades crecen a tu vera,tu color le da vida a la tierra sombria;tifies de gloria al horizonte y surgennuevos mundos a tus orillas.

("Clamor", Costa sur)

301

Page 18: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

E V I STA IBEROA MERICAN A

Son versos de Magda Portal, la mas vigorosa personalidadpo&tica que ha dado el Perti. La inica poetisa, segin Mariategui.Para ella y Spelucin, ,mas que para Valdelomar, prepondera el marcomo tema o sentimiento. No sucedert lo mismo con los poetas pos-teriores, serranos y costefios. No se excluye ni a Juan Parra delRiego, cuyo gran polirritmo "El capitin Slukin", merece un primerpuesto en cualquier antologia de poemas marinos. Con el vigor, laexaltaci6n romintica, la agilidad expresiva de esta creaci6n, Parradel Riego no ilega a la alegria del mar; pero rebasa los logros de Val-delomar y Spelucin, si juzgamos por este fragmento:

Porque la mar fue tuyacapitin, capitan,

y mas alli de donde la muerte pira su arbolamarillo de pajaros que nunca cantarin.Tuya sobre la espalda de la sirena locay el amor de la pobre mujer abandonaday esa luna que toca la cara pensativa y delicadadel ahogado perdido .. Tuya en la marejadade mares de un salvaje f6sforo azul, sonoro,donde el tibur6n baila su cola de alquitrin.Tuya en el arpa limpia con su sonido de oroque hace cantar las islas que no se encontrarin,y en esas soledades dramiticas del Polodonde la muerte tiene su ciudad de cristal.

(Tres polirritmos ineditos, Montevideo, 1937)

Motivo de la misma familia temitica es el marinero. Lo han

cantado Anaximandro Vega y Cesar Mir6. "Anoche el puerto se

rob6 un marinero", comienza el poema que le dedica Vega ("Mari-nero ausente"). Cesar Mir6 saluda su arribo: "Llegas en blanquisi-mo caballo de olas - ondulante de puertos, mojado de tormentas -y la agil geometria de tu cuerpo - ancla un retazo de madrugadaen la ciudad" ("Perfil de marinero"). 15

"Los puertos de Dios, tirados como los caracoles sobre la are-na parda, por aqui, por ally -como dijera Spelucin-- volvieron aser cantados por Nicanor de la Fuente y Antenor Samaniego, perosu mas reciente y novedosa visi6n la di6 Fernin Cisneros en estasobria y rotunda estampa:

302

Page 19: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ESTUDIOS S

La mafiana se despiertay entra el diavestido de marinero.La bahia se despereza en olasy hay un bostezo sin orillas,alegria de frutas mojadas.El hermano pescador ha vueltode ordefiarle los pechos a las estrellasy se trae un retazo de suefio entre la red.Su mujer y sus hijoshan arrodilladotres dias un padrenuestro.En el lago de los ojos de las mujeresestin corriendo una regatalos pafiuelos de la despedida.Aquel remero fuertede m isculos corredizosest, pugnando por salirse del paisaje.Puerto:jinete de rutas.

("Puerto", Breve antologia podtica. A. Guillkn.)

Motivos marinos aislados o meras metiforas de inspiraci6n

marina tienen Oquendo de Amat, E. Pefia Barrenechea, Loayza La-

gos, Carnero Hoke, Ricardo Tello. Presentan distinta modalidad,

pero no aportan nuevos hallazgos en la versi6n estetica del mar.

Samaniego, poeta de-la sierra, yuelve al tema del crepisculo a lahora en que las olas "braman sus requiems dorados, azules, berme-

jos" (Spelucin). Pero nos lo da funeralmente, en el nicho esbeltode un soneto que tiene este cuarteto: "Sucumbe el sol y su divinocetro - rueda en cenizas. Nieblas sollozantes - conducen al ocaso

su feretro - blasonado de rosas y diamantes" (xIv. El pais ine-

fable).

Gran tema socorrido este del crepisculo, aun para la poesia

festiva. Se podria hacer una verdadera antologia del crepuisculo no

tan s61o para conocer las posibilidades esteticas de tal estaci6n del

dia, sino para estudiar las sensibilidades poeticas que vibran mejor

en esa hora ag6nica de la naturaleza. El crepusculario del mar, la

emoci6n aldeana de los atardeceres, el mundo vesperal de las cam-

pifias agobian con su frecuencia las pocas notas cordiales, luminosas,

alegres o serenas de la poesia reveladora del paisaje costefio. En

303

Page 20: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

REVISTA IBEROAMERICANA

tardes de Trujillo fue donde Cesar Vallejo capt6 aquellas cuatrovariaciones de tema campesino que tienen estos pies de verso:

En los paisajes de Mansiche labraimperiales nostalgias el crepisculo.

Llega el canto sin sal del mar labradoen su mascara bufa de canallaque babea y da tumbos de ahorcado.

La niebla hila una venda al cerro lilaque en suefios miliarios se enmurallacomo un huaco gigante que vigila.

Como viejos curacas van los bueyescamino de Trujillo meditando.

Ya en las viudas pupilas de los bueyesse pudren suefios que no tienen cuando.

("Nostalgias imperiales". Los heraldos negros.)

Son los mismos bueyes -tema tan explotado como el crepfiscu-lo-, los que Jose Galvez ve legar "magnificos, solemnes, casi sacer-dotales"-: "Sobre sus ojos rojos de sol y de fatiga - deja caerla noche como piadosa amiga - la misericordiosa claridad de unlucero", ("Los bueyes", Mercurio Peruano). Vallejo les adivina"afiorando su edad viril de toros", repitiendo la observaci6n anteriorde Chocano cuando ve correr al novillo para amar a su hembra,mientras el buey que contempla la escena desde un abrevadero: "secubre de un sudor de fragua, - tiembla, los ve con ojos vergonzan-tes - inclina la cabeza y bebe su agua" (En la aldea).

Valdelomar tiene un amable cuadro de la playa cuyo cuartetoinicial dice:

Sobre la arena m6rbida que inquieto el mar azotasombreando la cabafia vigila una palmera,La "paraka" despeina su verde cabelleray junto al pescador gira la alba gaviota.

(Selecci6n. Hora del hombre, 1947.)

Pero el tono melanc6lico y la alusi6n al creplisculo reaparecen alevocar el transito aldeano de su nifiez:

304

Page 21: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ESTUD U D IOS

Mi infancia que fue dulce, serena, triste y sola,se desliz6 en la paz de una aldea lejana,entre el manso rumor con que muere una ola

y el tafier doloroso de una vieja campana.

Dibame el mar la nota de su melancoliay la muerte del sol una vaga tristeza.

("Tristitia". Las voces mdltiples. 1916.)

En definitiva, el mar es el tema poetico mas explotado, perosu versi6n es incompleta, pese a los libros que le dedican Speluciny Magda Portal. Quedan ineditas muchas variaciones del terma, comolas que revela el frenesi lirico de Sabat Ercasty, la voz del belgaVandercammen, la trascendente poesia marina del venezolano JuanLizcano. Desdefiadas o en los esbozos iniciales permanecen igualmen-te las demis sugerencias emotivas de la Naturaleza costefia, cuyo in-ventario hiciera tan entusiastamente Juan de Arona.

No es posible decir que la prosa tenga mayores o mejores acier-tos. Aparte las diferencias de ginero, el creador actla con mts des-envoltura manejando el cuento, la novela, la estampa literaria; perola acci6n y sus personajes plantean exigencias absorbentes que, fre-cuentemente, oscurecen o anulan la presencia del escenario. A la in-versa, el paisaje puede convertirse en el personaje principal, opa-cando o comandando a los demas actores. Lo primero es ms co-rriente en nuestro relato costefio; lo segundo no se ha presentadocabalmente hasta ahora. Entre ambos extremos ha ido avanzando untipo de novela, cuento, estampa que intenta concertar la presenciay la dintmica de los dos. elementos principales. Paisaje y acci6ntendrian en lo posible rango, 6rbita, expresiones equilibradas. Ade-mts de sus fines literarios expresos, este tipo de relato llevaria impli-cita la tarea docente de hacer conocer nuestros tipos humanos y lasbellezas del paisaje, suscitando el interes y la pasi6n por nuestra tie-rra y sus realidades, al estilo de esa formidable escuela de cuentistaschilenos que tiene, entre otros calificados creadores, a Federico Ganay Baldomero Lillo, Mariano Latorre, Manuel Rojas, Marta Brunet,Fernando Santivin, Maria Luisa Bombal, Gonzalez Vera, OscarCastro, Luis Duran, Andr6s Sabella.

Artistica, constructiva y urgente es la empresa; no alcanza aperfilarse plenamente. Exploradores, sabios, viajeros de los siglosanteriores, pusieron la primera piedra escrita, en esta revelaci6n de

305

Page 22: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

0.E VISTA I BEROAMERICANA

la geografia peruana, colaborando para definir el sentido territorialde patria. Dejando aparte las escasas muestras de novela urbana, lacosta esperaria la llegada del siglo xx para sentir, por primera vez,la curiosidad literaria que la llev6 a la indagaci6n de sus realidadespaisajistas. Intentos sin consecuencias se vieron antes de AbrahamValdelomar. A l1, despues de Garcilaso, le corresponde la tentativamis cordial, para traducir el sentido emocional del paisaje. No im-porta que lo haya hecho con sus limitaciones de estilo y sus prejui-cios de sensibilidad. Comprobemos que no se contenta con la suge-rencia geogr.fica inmediata, con la visi6n del primer piano; se es-

fuerza por sorprender el mensaje rec6ndito, la tensi6n dramttica,el pathos del paisaje. Asi frente al mar, el campo y la aldea. Vale elintento, pues otra cosa es que, a veces, s6lo nos diera una mera ver-si6n de su estado de .nimo frente a una naturaleza muerta. Su dra-ma campesino Verdolaga se distingue netamente como expresi6n di-

nimica de la geografia, siendo el mis logrado ejemplo, si no el uini-

co, de su tentativa por captar la emoci6n de la Naturaleza. Su amor

a la tierra, aunque peque de contradictorio en sus actitudes -a vecesinuy intelectualizado, otras antirret6rico, sorpresivamente de un cris-talino panteismo expresivo en ciertas ocasiones- recorre por iguallas creaciones de Yerbasanta, Hipocampo de oro, El caballero Car-

zm/,elo. 16

Fernando Romero (Cuentos de mar y playa) y Jose Felix de laPuente. (Las islas azules) han ido tan lejos como Valdelomar en elhallazgo literario de tipos y escenarios. Lo superan en agilidad ypatetismo, al revelar el medio tspero y yodado del litoral, con eldrama de las comunidades pescadoras. Ambos dosificai con periciala acci6n de los personajes y el juego de los elementos naturales. Nose encuentran tan bien definidas esas cualidades en Maria Rosa Ma-cedo (Rastrojo, I-ombres de tierra adentro), autora que suple enparte la flojedad descriptiva y el moroso tempo del relato, con laemoci6n humana de los nuevos tipos que trae de los campos de Icaa la novela peruana.

Jos6 Ferrando (Panorama hacia el alba) es el tipo del paisajis-ta, del autor con apetito descriptivo. En el primer capitulo de sunovela traza como un aguafuertista el paisaje urbano y marino delCallao, tratado en otra forma por Diez Canseco (El gaviota). A la in-

versa, Enrique Ldpez Albijar tiene una garra envidiable para la

306

Page 23: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

EsTU )10S

captaci6n y el desplazamiento de sus personajes en Matalach ; perono aclara los perfiles del clido valle piurano que sirve de escenarioal vigoroso relato. Con una discreta pero sugestiva insinuaci6n, apa-rece el valle costefio en Simache (J. Ortiz Reyes) ; el arenal, vistopor J. Diez Canseco (Jijuna) ; el paisaje islefio en Prisiones juntoal mar (,Armando Baz.n); la campifia, con A. Jimenez Borja (Mo-che), Rosa Maria Macedo (Ranchos de cala), Valle algodone-ro (A. Manco Campos); el ambiente urbano provinciano con Lagringa (Julio Senisse), Senda abajo (Santiago Vallejos), El chequefalso (Nestor Martos), Nicasio (Arturo Cabrejos F.) y La mnaestrade escuela (Carlos Castro Romero).

Tenemos novela, cuento y estampa con acci6n en la urbe, Lima,pero con escasa, debil o nula intervenci6n del escenario. No pertene-cen propiamente a este estudio las novelas de Mercedes Cabello deCarbonera, Angelica Palma, ni los cuentos de Clemente Palma, Ma-ria Wiesse o Beingolea. Convendria citar, como muestras en la re-velaci6n parcial del medio natural, La ciudad del rio hablador (CesarMir6), La ciudad evocadora (Ezequiel Balarezo Pinillos), Las Es-tampas limefias de Jos6 Gilvez, La Cruz de Santiago y Mi molino(C. Camino Calder6n); los cuadros costumbristas de El tunante(Abelardo Gamarra) y los cuentos no reunidos en volumen, de Fal-coni Sevilla, R. Alcalde, Hohaguen D. C.

La estampa folkl6rica o puramente literaria merece citarse aqui,porque aparece impregnada de la emoci6n paisajista en su tenden-cia creciente a describir el medio natural del pueblo y las campifias.Como el logro mis. organico, mencionemos las bellas captaciones deChancay, Provincia nuestra, las obras de Guillermo Fonseca, ColanSecas, L6pez Romero, J. Ortiz Duefias, Isaias Nicho, Luis Chavez Re-yes. Pero ella como el cuento y la novela tienen por delante muchatarea ain. Apenas se han explotado las canteras temticas de la costa.El valle, los arenales, el litoral, la quebrada costefia, los puertos ycaletas, el rio, la ceja de costa, las islas guaneras, son escenarios depersonalidad definida y contrastada que permanecen in6ditos o par-cialmente revelados. En la misma condici6n estin sus tipos humanos,personajes cuya peripecia social, tonos folkl6ricos, psicologia, moda-lidades expresivas pueden llenar, sin embargo, un largo y sugestivocapitulo de nuestra literatura. No se ha escrito afin, por ejemplo, aque-la obra tan ardientemente sofiada por Jose Ferrando: para que, como

307

Page 24: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

RE VIS TA IB E ROA ME RICANA

una "Ave rumbera" (nombre que proponia) fuera hilvanando la

elocuente y horizontal sugesti6n de los temas virgenes -desde elPetr6leo de Piura hasta los Olivos de Moquegua, pasando por elarroz lambayecano, los aziicares de Chicama, el algod6n de Lima, las

vides de Ica- en una gran novela sintesis, reveladora de geografia,

vida y pasi6n de la costa peruana.

Quizas sea empresa reservada para inquietud y acciones de la

nueva generaci6n costefia de relatistas, sin producci6n recogida en

volumen, pero que revela capacidad creadora y responsabilidad con

el futuro literario peruano. Es la generaci6n donde figuran Jorge

Moscol, Arturo Bricefio, Mario Negro, Juan Camino Varela y

F. Miranda.

LOS ANDES

Clemente Markham abria el elogio a nuestra sierra, con estaspalabras: "La grandeza y el esplendor del panorama no tienen rival

en el mundo". 17 Sebastian Lorente explica; "Cada paso ofrece un

nuevo paisaje; a cada vuelta cambia por completo la escena; hasta

los cielos parecen otros. Los valles serranos tienen los paisajes mi-gicos que hacen gozar simultineamente de cuantos cuadros supoforjar la imaginaci6n ms rica". 18

"Alli esti el paisaje con sus completos atributos: luz de todos

los tonos, plural perspectiva, colores de paleta cabal. De barro y pie-

dra es la trabaz6n del suelo que evoluciona en pampas, laderas, co-

linas, altozanos, precipicios. El verde es enirgico en mrontes, yerbalesy arboledas. En ninguna otra regi6n eleva el sol con mas alucinantenovedad su marea luminosa cada madrugada, decretando la resurrec-

ci6n del panorama. El clima sofoca en los bajios, estimula en lasierra intermedia, muerde en las alturas con sus frios t6nicos, sacudesiempre con sus ramalazos vigorosos la vida de vegetales y anima-les. Personaje cotidiano es el viento con su escala liberrima que vade la brisa al ventarr6n. La tempestad y su atuendo de epopeyabarbara es el especticulo mas grandioso. Como ella todo es violento,primordial, c6smico en el mapa serrano. El paisaje tiene una energiafresca, voluntariosa, agresiva. Energico es el rio. La faz de los cami-nos, el perfil de las montafias. Elocuentes los verdes de abajo y

308

Page 25: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ESTUDIOS

persuasivos los afiiles densos del cielo. Y en el hombre, sobre faunasy flores, en la propia tierra brava e impulsiva se enraiza un vastoanhelo de ascender,. de elevarse, de subir, siguiendo el impulso ver-tical uninime del panorama". 19

La sierra estt enclavada en los Andes. Para advertir sus dife-rencias de clima, fauna y flora, hay que trazarse un diagrama ver-tical que, comenzando en los temples cylidos y profundos, siga a lasierra intermedia, pase a la jatca frigida y entre a la puna de losparamos, vecina de las nieves eternas. Es un mapa fragoroso, denaturaleza ruda y contrastada, con paisajes de luces violentas ybravo perfil. Lluvias, vientos y soles labran atin, con tenaz entusias-mo, las caras del panorama y juntan su acci6n al acento telirico delescenario, comandando la peripecia humana y social del hombre. Masviolenta aparece la cordillera surefia para la que no termina ain elciclo volcnriico. En el centro no hay cumbres altisimnas, aunque allise encuentran los valles mis profundos. Como si remansara untanto la aspereza cordillerana; el panorama del Norte es menos aspe-ro. Esto es relativo, pues aunque no presenten volcanes ni grandesmesetas, los Andes regionales muestran impresionantemente el tipicoentrevero de cumbres desmesuradas, simas inmensas, lomadas ili-mites.

Conforme a las justas palabras de Uriel Garcia: 20 el paisajecunti es el de la puna, en el coraz6n mismo de los Andes, que vadesde la puna glacial hasta el vallecito de las hondonadas. Arriba,sobre las cumbres, se formaron los mitos andinos, entre la tempes-tad y la perspectiva de las alturas. El primer culto fur a la nocheestrellada, porque las noches de la puna tienen una sublimidad in-comparable. Si fu trgica la- visi6n religiosa del mundo desde losinmensos pedestales andinos, vino a ser emocin menos atormentadacuando, al bajar al lano mas clemente, fij6 el hombre su chozajunto al agro f rtil, al borde del lago. Desde ally el universo es uncaos Ileno de fuerzas destructivas: la tempestad, el rayo, la helada;desde aqui, el campo radioso muestra al mundo mejor ordenado. Enla altitud la vida es n6made, trashumante, pastoril; en el bajio, se-dentaria, arraigada, agricola. El nevero que sefiorea a lo lejos, el be-rroquefio suspendido sobre el abismo, el rio que cursa torrente abaj.oicomo el kuntur que surca el firmamento o el puma que acecha.desde

309

Page 26: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

REVIS TA IB EROA M ERICAN A

el bosque, son voluntades teliricas que han trazado para siempre eldestino humano.

La poesia peruana de los Andes no ha roto sus raices c6smicas,el cord6n umbilical con que esti unido a la naturaleza, el caminoleal por donde le circula la emoci6n telirica. Las cabeceras de supanteismo estin en el Imperio, en las efusiones memorables de losharavicus. Se perciben luego, bien que cernidas sobre el nuevo len-guaje, en el alma de los yaravies de Melgar. Las tierras de. aluvi6nque cayeron sobre vida y espiritu del aborigen, no pudieron ahogarlas voces de los nimenes c6smicos que tutelan la sensibilidad de losandinos. Hay largas etapas de olvido, o generaciones enteras queapenas aluden al paisaje, por ejemplo; pero el sentimiento de laNaturaleza. reaparece triunfador, a la larga, con sus viejos y creado-res impulsos, para rescatar presencia y categoria literarias.

La estepa andina, circunscrita a su vasto ejemplo peruano -lameseta del Titicaca- es el Ambito natural de la poesia kolla o kolla-vina. El vuelo lirico, la altitud de las efusiones, la mera existenciade esta poesia contradicen categ6ricamente aquellas palabras de Al-cides Arguedas: "En la meseta se siente tal abandono, tal soledad,que el espiritu no tiene animo de remontarse, de sofiar. De ahi laausencia de poesia en las razas que lo pueblan". (Pueblo enfermo.La Paz, 1930.)

Del grupo kollavino es Alejandro Peralta. Un poderoso alientoc6smico sustenta toda su obra, precursora de la reivindicaci6n litera-ria del indio en nuestro siglo. El indio y su medio, la humanidadcolla en funci6n de su escenario inmemorial se adelantan en la poe-sia de Peralta. Su voz transparenta, inicialmente, cierta pesadumbredesolada; luego entona su vibraci6n y es patetica, y no 1gubre;dramitica, mas no pesimista. Es el vital mensaje extraido del "in-dio" que no pudo dar Cesar Abraham Vallejo -poeta mestizo y deuina realidad mestiza, no india-, aunque digan lo contrario los cri-ticos aventureros que hacen partir la reivindicaci6n lirica indigenade sus Heraldos negros. Ya veremos que otras son las precursorasreivindicaciones de Vallejo.

Hombre y medio, indio y paisaje en maciza comuni6n, desfilanplisticamente en un vasto escenario donde "todo se torna volumen,gravedad, dimensi6n; hasta el tiempo deviene espacio". La poesiaparece recibir la energia, la voluntad dinimica, Ia motorizaci6n tras-

310

Page 27: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

EsTUDIos

humante de los pastores collas, Veamos esta movilidad po6tica, anti-

poda del sedentarismo lirico que a veces hace anclar al poeta de losvalles, en este itinerario de una travesia:

El silencio se desmorona frente a la cabalgata.Marejada de relinchos.Brinca el amanecer sobre las pefias.La aldea desnuda sus vertebras de piedra.Bebemos el primer alcohol matinal,

La pampa abre sus tiendas de montafias.

Del Norte viene una polvareda de palomasy en lo alto estalla

la pirotecnia de los loros.

Un cortejo nupcial de indios de la comarcacifie la cintura del cerro de gala.Moriteras de gerineos, rebozos como Ilamaradas,refulgen pitos y tamboriles.Vicentina, la novia, espolvorea amapolas y espigasen la maiiana de lentejuelas.La llanura esta verde de cantares.A carrera abiertallevamos el paisaje sobre la grupacomo un poncho de colores.

Fogones de anochecerlenan el cielo de farolas.Salvas de ladridosgolpean la sien del pueblo.El camino sacude sus espaldas.

(De "Travesia andina" El Kollao)

Emilio Vasquez, otro poeta del grupo kollavino, nos dara unaefusi6n mas fresca, menos trabajada, pero de identico dinamismo,en estos fragmentos:

En la puerta lila de la madrugadala estancia calienta sus senos.Un rosario de golondrinas

viaja a escribir en las nubesla fecha embriagada

del casamiento de la Santusa.

Todos juegan a la cinta morada de sus .suefiosGregorio Santusa Gregorio Santusa

Wiphala

wiphalitahooo!

("El casamiento" Altipampa.)

311

Page 28: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

RE VISTA IBEROA.MERICANA

El rio veterano nos enviaen su cintaro de barroel mensaje de tu pureza rediviva.Inician ya las estrellassus sonrisas fraternas.Hoy el cielo lampadariotiene brazos amables.Alerta, coraz6n de escarcha:hay que templar el charango de la alegriapara el zapateo del coraz6n alocado.

("Signo". Kollasuyo.)

Hay que juntar la vitalidad panteista de Peralta a la energialirica de Vasquez y afiadir las virtudes de una expresi6n diafana,

para dar con el mts logrado cantor del Titicaca: Luis de Rodrigo.Basta la elocuencia de una muestra, en la que parece aludir a laprincesa del Olimpo indio, sentada a la vera de Viracocha, con la be-lla misi6n de repartir los dones de la lluvia, segfin la leyenda:

Laid de tus manos en el meridiano azuloso

nifia de bronce que desmenuzas las nubes;porque aqui vino el viento pampero con sus gerineos

y ya tienen sabor de campo tus trenzas oscuras.

Aire Titikakavela pirpuracon h6meda carne en que hincas tus dientes indigenas,balsera de los jibilos rurales, pecho al vientoentre la buena canci6n lacustre de Kapachica.

Aqui bajan los cerros a mojar su coraz6n ardido,cobijalos, oh copa azul de lagrimas sin sol, de que ojosremotos caidos del cielo o que sangre de la Tierra.

Han venido zurciendo el rio las gaviotas de tu orillaen pos de tus ojos, lechera de los ayllus eglogales,trepemos la rosa vertical del dia: dame la mano.

Amarrado al golfo del cieloregistra sus timbales de plata el Titikaka.

("Kaleidoscopio Titikaka", N9 3, Puna)

Luis de Rodrigo tiene otras revelaciones de su paisaje natal.Forman toda una rica y sugerente galeria de motivos de la estepa("Poemas agrestes", "Aguafuertes andinos", del libro citado). Enla mayor parte de sus poemas el medio es inseparable del personaje-un actor mis, en acci6n combinada y cordial, como en la reali-

312

Page 29: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

EsTUDIOS

dad-, pero tiene composiciones consagradas netamente al paisaje.Son bellas traducciones de la puna, la nevada, las kantutas. En ellasluce el mismo impulso diestro con que se enfrenta a las plisticassugerencias del Lago Sagrado.

Emoci6n panteista de primera agua destilan los versos de otroskollavinos: Emilio Armaza, Dante Nava, Aurelio Martinez, Cuentas.Por ellos y los anteriores, la nueva poesia del kollao es una poesia depie, actuante, voluntariosa, realizadora. Han redescubierto, ademis, laveta de la alegria kolla, escamoteada por la sensibilidad enfermizade los transeintes del verso y dada por difunta en la prejuiciosaopini6n de los que ain tartamudean la muy canalla creencia en laraza "vencida y degenerada". No sert una alegria que llegue al fre-nesi o que se convierta en nota predominante de la lirica kollavina.Es una suerte de serena y saludable alegria, producto de la cordialidentificaci6n con el ambito y de la vitalidad espiritual de los creado-res. Poetas y personajes pueden reir, y gritar, protestar, maldecir,que son tambien formas gozosas, afirmativas y liberadoras. Paraexpresar la sentimentalidad del hombre andino se ha hecho propa-ganda el afiche estipido de un indio vencido que se desangra ensollozos como una quena. La poesia correspondiente, era una dolidaconjugaci6n del i ay!, en todas sus quejumbrosas declinaciones. Porlas muestras de la poesia kollavina vemos que se est., liquidandouna larga etapa de mistificaci6n poetica. Si pusieramos ejemplos deotras facetas de esa poesia -no propias de este ensayo, sino deldedicado al personaje- encontrariamos al hombre en funci6n de lacomunidad y su drama, clave fiel del patetismo viril y esperanzado,no fatalista ni de rodillas, que alienta por igual la dinimica creadorade los nuevos poetas.

Otro escenario corresponde a Guillermo Mercado (Arequipa),Luis Nieto (Sicuani), Julio Garrido Malaver (Celendin). Es la sierraintermedia, de tipo agricola, con valles cordiales, atm6sfera diifana,perspectiva vertical y contrastada del paisaje. De la matriz solarnace el entusiasmo, la riente armonia, los afluentes primarios delcolor que vibran en el paisaje. Esta iluminaci6n no es "a giorno",como veremos luego, cuando la sienten y la expresan los poetas. Yque su luz -generadora de energia y de fe- no disimula sino des-taca las lineas rudas del drama campesino o urbano.

313

Page 30: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

REVISTA IBEROAMERICANA

La plastica modernista de Atahualpa Rodriguez dej6 aquel ro-tundo soneto que se inicia:

El sol como un le6n salta los horizontestremolando en los vientos su melena de miel.

("Tarde antigua". La torte de las paradojas)

Es el mismo radioso personaje "picaro sol de feria", iluminandaal aire libre los versos de Luis Nieto:

Ya van llegando a la ferialos vientos cordilleranos,se han traido sus pututosy en los ojos dos pefiascos.Los acompafian las brisascon su carnaval de huaynos.Rocio de risas cholasse dispara pot los campos.

Los indios tienden al sollindos ponchos colorados.En las cabezas los chullosde alegria estan cantando;es como si el arcoiristuviera mil campanarios.El dia brinca de jubilocomo en las fiestas del chaco.En un miting de coloresla plaza se esta quemando.

("Romance de la Feria de Sicuani". Charango.)

El golpe de luz espejea lo mismo en la poesia de Mercado:

El pe6n don Julian, que se ha colado de ponchoun pedazo de crepusculo olvidado en el campo,boy ha vuelto en francachelaabrazado a la cintura de su joven querida, la guitarra.

("Jarana". Un chullo de poemas.)

0 estalla frente al cenit, en la juventud de unos labios de mujer:

Al mediodia en punto, en el maizal a todo vientode tu edad,florece el choclo bien granado de tu risa.

(De "Cholita". Ob. cit.)

314

Page 31: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ESTUDIOS

Rara vez surge en los surefios la nota aislada del paisaje. Elescenario finese al hombre en un abrazo estrecho, permanente y ac-tivo. Los argumentos del verso se adaptan tan fraternalmente a lasmutaciones de la luz y a las evoluciones de la geografia, o unas. yotras fajan y decoran con sus tonos y relieves la emoci6n del dis-curso lirico. Veimoslo en otro fragmento de Mercado

Veinte y tantas leguas de camino, arriero sudorosote traes encinchadas sin saberlo a la cintura,tambien te traeras los paisajes que chocaron

en tu pecho al doblar cuestas bravas, amigo.

C6mo se ve que un frio cortante ha despellajado

a tu voz que arreaba noche y dia, y que el solarriero de pampas ha venido galopando a tus espaldas.

Te has traido en los ojos la dureza de los cerrosy en tu rostro quemado el beso gris de las distancias.Un gir6n de cielo alegre se envuelve en el pafiueloazul de tu cuello, y aun se siente pasar por tus hombrosla invisible caballeria del viento.

En el mismo paisaje arequipenio, donde el sol tiene 9 horas,segfin Mostajo, escribi6 Alberto Guillen sus hai-kais. Cientos de ellosse inspiraron en la naturaleza. Son breves y certeras visiones quepueden hilvanarse para formar un bello compendio lirico de geogra-fia animada. No son simples pinceladas paisajistas. En todos se con-densa la meditaci6n amable o ir6nica de Guillen:

Cada surco En Ia misma praderaes un verso muge la vacaen bruto. y el pijaro instala su academia.

El viento trae en las crinesla serpentina de los caminosy los confines.

Un gorri6ncomo un chico en un silabariole repite al Arbol su lecci6n.

Un burroesta aserruchando el paisajecon su rebuzno.

La acequia Iloracomo si fuerauna guitarra mora.

El agua es ahora tan blanca:es la lechede la vaca azul de la montafia.

Me pulsa el cielocomo si yo fuera un arbolo un violoncelo.

Angelus:la tarde es una vacael badajo la luz.

La mafiananos da a luz todos los diascomo una muchacha.

315

Page 32: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

REVISTA IBEROAMERICANA

Mi gallito blanco

se echa'al pecho el fusil

para disparar al cielo su canto.

Al sol muerto

lo han llevado a enterrar

y el responso se lo hace un lucero..

El sol esta brotando vivo

en el canto grana de los gallos.

Como anoche ha Ilovido

se le ha refrescado la voz

al rio.

Gallinazos de asuetocomo los chicosdan volatines en el cielo.

Llega la nochecitay la tarde Salomese lleva a la caderaun sol bautista.

El ternerito alegrecon hociquito hfimedoes un nino que deletrea el verde.

Los aullidoscomo panuelos a la orillasefialan el camino.

(De "Hai-kais". Cancionero.)

Al otro extremo del Perui, Julio Garrido Malaver nos lleva dela mano a la revelaci6n trascendente de su tierra, en un poemade amplio registro:

Esta es mi tierra, hermano... Ponte un poncho de lanaun bolo luminoso de .coca y cal'y formemos un rezo en esta tempestad.

, Oyes esos rugidos?SiOyes como se rien las piedrasen las venas hinchadas de los rios?j No sientes esos gritosgirando en sus talones de granito?

SNo sigues el tropel que arrastratan violento atardecer?

Para cuando se llegue a la ciudad, el poeta promete:

Hahra campana de oro, la oiras.Se posaran las aves en tus labiosllenandote los ojos con sus trinos.Te haran ronda los perros.Te miraran los bueyes.Becerros y potrillos correran a la fuentepara ofrecerte el agua.Y las blancas ovejasizaran sus banderas de balidos azules.

Esta es mi tierra, hermanode cielo azul y sol.

316

Page 33: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ESTUDIOS S

Y ahora llega la orgullosa invitacion para sentir la ruda ternura delpaisaje

Corre sobre las yerbas con tus pies de emoci6n.Vete por las campiiasy duerme en las alfombrasde pasto floreado.Anda por los caminosguiado por los trinos de los pajaros libres.Y bfiate en mis riosy tu came morena se ha de sentirpoblada de sonidos...

No podia faltar la nota vibrante en que se conjuga la emocionadaconstatacion de la tierra provida y el vasto seioreo de la injusticia.Es el patitico ofrecimiento:

En la tarde,te ensefiare pafiuelos ajenos de las siembras,los ajenos pafiuelos de los trigos maduros.

Te invitare a llorar pensando juntosque con estos paniuelosse podria enjugar las lagrimas del mundo.Te ensefiare el pan de horizonte a horizonte.

Te invitare a llorar como hombrepensando que con ese panse moriria, sin matar, el Hombre ...

("Sierra". Palabras de tierra.)

Con sentimiento cortamos la unidad del magnifico poema, porentresacar lo que ilustra a este ensayo. Pero ello basta para advertirel temple y los rangos de esta efusion poetica. El autor -sobre quienvolvemos mas adelante- sigue fiel a esa t6nica, respondiendo a suvaronia civica y a los deberes muy bien confrontados de una esteticasincera y trascendente.

C6sar Abraham Vallejo no puls6 este alto bord6n dramatico enuna expresi6n coral del hombre, la comunidad y el paisaje. Los zu-mos disolventes de su decadentismo inicial contuvieron la explosi6nde aquel patetismo lirico que escarb6 en el hombre -en si mismo-y sonde6 despues en la entrafia social, para crear su perdurable poe-tica. Una tristeza que lo emparenta con Valdelomar, mas que conSpelucin, empafia toda la producci6n que creo en Santiago de Chuco,su tierra natal. Vallejo recoge de modo insistente todas las tonali-

317

Page 34: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

REVISTA IBEROAMERICANA

dades tristes del dia, o proyecta su tristeza al paisaje opactndolo.Grises, lilas, oros atardecidos, gualdas o trigicos azules, predomi-nan en los versos. "Se otofian de sombra las esquilas", "la zagalallora un yaravi a la aurora", un gallo aletea la pena de su canto,"mientras cual dos gotas de llanto, tiemblan sus ojos en la tardemuerta"; en la penumbra ilora un trtgico azul de idilios muertos; seduermen "los Alamos de sangre, como hiertticos bardos prisioneros".De su rec6ndita tristeza no se despercude Vallejo sino para trazarel "Terceto aut6ctono de la fiesta del Pueblo", o por urdir la serenadulzura de aquella conocida estampa de afioranza que comienza:

Qu6 harks a esta hora mi andina y dulce Ritade junco y capuli

o para chivatear excepcionalmente en aquella estampa rural:

Vierte el humo domestico en la aurorasu sabor a rastrojo;y canta haciendo leia la pastoraun salvaje aleluya.Sepia y oro.Humo de la cocina, aperitivo,el iltimo lucero fugitivolo bebe, y ebrio ya de su dulzor,i oh celeste zagal madrugador!,se duerme entre un gir6n de rosicler.

("Mayo". Los heraldos negros.)

Cerrado ese parentesis, vuelve, la visi6n doliente, nostalgica, apesa-dumbrada:

Lejana vibraci6n de esquilas mustiasen el aire derramala fragancia rural de las angustias.En el patio silentesangra su despedida el sol poniente.El mbar otofial del panoramatiene un frio matiz de gris aoliente.

("Aldeana". Ob. cit.)

Ni el sol euf6rico, ni los colores estimulantes, ni la vasta ale-gria de los cielos serranos, ni el j ibilo rural, ni las madrugadas glo-riosas deslumbran o motorizan su inspiraci6n por otros caminos.

318

Page 35: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

EsTUDIOS

Estas palabras no quitan ni dan nada a Vallejo, como genuino crea-

dor. Estoy haciendo verificaciones en la traducci6n estetica o pic-

t6rica del paisaje por parte de los poetas peruanos. Puedo sostener,

por ello, las afirmaciones anteriores y repetir que la tristeza conge-

nita de Vallejo limit6 las captaciones de la naturaleza serrana en

Los heraldos negros. Jose Carlos Mariategui no la llama tristeza

sino "ascendrada nostalgia" que-se resuelve en "protesta sentimen-

tal" o en "protesta metafisica". Pero, ahasta d6nde esta nostalgia

es uno de los rasgos mas netos y claros del indigenismo de Vallejo,

en caso de aceptar que lo muis fundamental de su arte es la nota

india, como quiere el mismo Mariategui? Es un tema de amplitud

y envergadura que no conviene a este ensayo y sus fines, pero quees tentador y he de tratarlo en el trabajo El hombre peruano: actory autor en la Literatura.

Nacido en la misma provincia que Vallejo -Santiago de Chu-

co-, Felipe Arias Larreta tiene traducciones mts cristalinas del

paisaje:

Es enero que Ilega

entre el rumor fragante de la gleba,

con el musgo mis fino en las junturasde la estrella y el agua;

por eso esa alegria menuda en las majadas

y ese don de cristal y esperanza en el aire.

Es enero que ha vuelto de no se sabe d6ndeigual que un ser querido,con guitarras y flautas vaciadas en el ritmoplural del aguacero,y un sabor de trigal precoz en la memoria;por eso iris y trino van quebrando el letargode oro del rastrojoy tejiendo en las quiebras telarafias de plata.

("Poema V". Antara.)

Y una segunda muestra con el fragmento de una novedosa despedi-da del paisaje hasta la resurrecci6n que decrete la lluvia:

Se va la mansedumbre boyuna de los cerroshasta el oro remoto que nunca le recuerdeel estertqr de su agua, la fuga de su verdeni la tarde pulsada por alas y cencerros.

319

Page 36: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

REVISTA IBEROA MERICANA

Seri hasta el mes del tribol, cantaron las palomas,cuando los nuevos nidos se tejan con aromas.Seri hasta el aguacero, musitaron los sauces.

("Soneto II". Ob. cit.)

De la misma regi6n es Mario Florian (Contumaza). Honda ymel6dica su poesia, se enorgullece de una entrafiable vinculaci6n a latierra y al hombre. Por ello ha podido darnos esa bella versi6n po&-tica del idilio andino, en pastoralas que resucitan la cernida dulzu-ra sentimental y el pulido parlar enamorado de los haravicus:

PastoralaPastoralaMas hermosa que la luz de la nieveMas que la luz del agua enamoradaMas que la luz de fiesta en los arco-iris.

zQu6 acento de trilla-taqui tan sentido,que gozo de whifala tan directo,que desciende -amancay-. a fondo de almacomo a la mia tu recuerdo?PastoralaPastorala.

("II". Urpi.)

Al lado de Urpi I -hazafia lirica que le vali6 el Premio Nacio-nal de poesia- Florian tiene otros libros significativos (Tono defauna, Noval). Espigando en su producci6n nos damos con unanutrida colecci6n de muestras,.donde la Naturaleza se revela rotun-damente a traves de personajes que rescatan e imponen una pre-sencia trascendente, con voz y voto. Ser. la visi6n de los sembrios ensaz6n, la apertura matinal de los apriscos, el rio que borda nicarsobre llicllas de junco, las Agiles corrientes iluminadas de la cose-cha que remansa al mediodia, Ia siega ritmica, el cuadro impresionis-ta de la trilla, sobre la que "alegre como minga florece un sol detrigo". Este es el mismo sol estimulante de Arequipa y Sicuani;s61o que esti en el distrito solar de Contumaza. Pero alli repite elsol su diario alumbramiento, anunciado por "las gargantas juntas deflores y horizontes y kuntures y arenas":

y se despiertan a mirar el tiempo,la voz, el eco, ceguedad, el agua,y en el antiguo coraz6n del hombre-gil de f uerza- un cantico de tierra.

320

Page 37: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ESTUDIos

Tras la sinf6nica y plhstica resurrecci6n del panorama, el sol des-ciende paternal, "las techumbres clarean, la pampa es un erial derisa gualda, al igual que el horizonte, cielo y aire", y el propio poe-ta, transido de emoci6n, instala su voz en el concierto jubiloso paraexclamar :

SEl sol, el sol, el sol!

(Nosotros le abrazamos;e1 nos abraza).Expiran los rocios

Ciegan las espumasDiafanidad y coloresPijaros y rebafiosiAl pie del mediodiael cntico es silencio!

(P6rtico del "Himno al sol". Poesia en la tierra.)

Es en la traducci6n del sentimiento, de la angustia social, dela esperanza rec6ndita del hombre comt'n, en la siega de su im-placable drama cotidiano, donde las realizaciones liricas de Florianalcanzan una extraversi6n poderosa y convincente, como ha de verseen mi ensayo sobre el hombre en la literatura peruana.

Cuando Antenor Samaniego cre6 su libro de poemas Cdntaro leacompafiaron lealmente las inspiraciones de la tierra y el pueblo.De entonces, no de ahora, son las viriles alusiones paisajistas a laSierra del Centro. Fueron los cintos al "agua, mujer de luz nacidaen cielo"; a la "tragedia de la sequia, cuando "la pampa es una bocaque arde, que grita, ciega, bajo los ramalazos del sol"; a la tierra queadonde quiera queremos llevar en la sangre; a la hora sensualde una geografia recien llovida, con su paisaje oliendo."a yemasdesfloradas, a senos, a vigor, a pura entrega"; o a la mafiana se-rrana que prende el migico renacimiento de la vida, cuya energiadesborda, salvaje y dpica, en el duelo de un par de toros j6venes"con espumosos belfos y lenguas de granada".

Deploro no tener a la mano poemas de Serafin Delmar, Clodo-aldo Espinoza Bravo, Ambrosio Casquero, Alejandro Tafur, Ga-briel Delande, Florencio de la Sierra, representativos de la Sierradel Centro (Junin y Ancash) y poemas aprovechables de la corrien-te costumbrista que siguen, con tanto entusiasmo, Francisco Mosta-jo y Julio Cesar Vizcarra, en Arequipa.

321

Page 38: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

REVISTA IBEROAMERICANA

Aqui es imprescindible la menci6n de Jose Santos Chocano,Magda Portal, Vallejo, Garrido Malaver. Poetas serranos, desciendena los llanos y brindan a la poesia peruana sus impresiones de lacosta y el mar; Chocano, poeta limeio, volte6 la vista a los Andesy su vasta temitica para alinear un novedoso capitulo a su obra.Santos Chocano estaba verificando, entonces, el gran intento deconjugar poeticamente todas las expresiones de la Naturaleza perua-na, tal como intentaria mis tarde, ya en amplia escala, fundir enlas voces de su lira el alma de la "Am6rica aut6ctona y salvaje".Fall6 disparmente, bien se sabe, en ambas empresas; pero nadiepuede negarle el intento precursor -tras Gonzalez Prada y Juande Arona- en la versi6n artistica del paisaje. No es posible discu-tir, igualmente, la superioridad de sus medios expresivos para taltarea, a la par que su mayor dedicaci6n a la tematica de la Natura-leza. De Juan de Arona a Chocano hay un abismo en inspiraci6ny realizaciones. La reivindicaci6n poetica del paisaje comienza par-cialmente con Gonzalez Prada, pero se concreta mas propiamentecon Chocano. No importa lo mucho o lo poco que haya hecho. Pue-de o no satisfacernos su contribuci6n -como su vida-, pero ellainicia un ensanchamiento de la perspectiva poetica peruana, contri-buyendo a la obra de expansi6n nacional y autonomia espiritualemprendida por Gonzilez Prada, Clorinda Mato, Abelardo Ga-marra.

Este desplazamiento de la curiosidad poetica de Chocano haciala sierra peruana, di6 sus primeros frutos en sonetos a los Andesy las punas. El paisaje andino fu6, luego, escenario para sus poe-mas "El idilio de los c6ndores", "Las vicufias", "Los toros pasan","El amor de los mios", "Bajando la cuesta". Al final, tratando derevelar el alma del indio, forj6 aquellas composiciones que no des-defia ninguna antologia: "Quien sabe", "Ahi no mais...", "Asisera".

Alguien ha repetido el intento de expresar poeticamente lastres regiones naturales del Peri: Julio Garrido Malaver. Entre e1 yChocano, hay la misma distancia que de Chocano a Juan de Arona.Su triptico "Costa, Sierra, Selva (Palabras de tierra)" es hastahoy el mais vigoroso mensaje nacional del hombre, el paisaje y lacomunidad en sus tres recados regionales. Reservamos esos poemaspara darlos en las secciones correspondientes. Ahora conviene reve-

322

Page 39: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

EsTU DIo IOS

lar en parte su "Canto a la primavera, en varios momentos", tra-bajo que le conquist6 laurel de oro y consagraci6n poetica nacionalen los Juegos Florales de la Juventud (1941). Es el finico poemaperuano en esta suerte de revelaci6n solidaria del paisaje. Su limi-taci6n est. en el tiempo, consagrado a la primavera, en las tres bandasgeogrificas peruanas.

Tras las "Voces de mando" que ordenan "lavarse las manos ytambien el coraz6n; tomarse las manos y pulirse la voz, que ha sona-do la campana de oro de la Creaci6n", desfilan las mafianas consu vida intima y las realizaciones:

"Amanecer de' la sierra":

En la cumbre elevada de la palabra clarabailan botellas blancas con agua niquelada.Los c6ndores arrojan sus volantes de plata.La luz se tiende alfombra con vibraciones de agua.Y la tierra morena rasgando sus enaguasse viste chola moza con percal escarlata.

Vida intima: Las fuentes ban dicho sus nuevos sonidos.Las blancas ovejas sus buenas estrellasLa Rita de junco su duefio futuro.

Realizaciones:

"Amanecer de

Vida intima:

Las guitarras de la Sierracon las flautas y las quenas,el redoblante y la antara,han inundado la patriadel trigo y de la cebada.Color de nieve y de cielose despert6 la mafiana,nifia de came morenay la piel de yerbasanta.

la costa":Bandera de gaviotas se agiganta en la Costay los nifios de arena se dan mil volteretas.Traen las multitudes de violentas olasencendidas sus manos de metalicas rosas.Despiertan las ciudades rodando de fraganciaspor el sur de la Luna, pandereta de plata.

Los peces diciendo estinque hoy dia no es permitido 1lorar.Los barcos han 11egado a invitaral que quiera conocer el mais allk.

323

Page 40: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

REVISTA IBEROAMERICANA

Realizaciones:Los edificiostocan al cielocon dedos limpiosEn avenidasse han dado citaslas alegrias.Y en las plazuelasdicen lindurasflores morenas.

"'Amanecer de la montafia":El viento es bandera verde flameando en la Montafiay las hojas manos verdes suspendiendo la mafiana.Las palmeras son las nifias con delantal de esmeraldabailando mientras aplaude la alegria de las hojas.Los violines dorados de las ayes de la selvaejecutan las doctrinas de sus bellezas eternas.

Vida intima:Las flores de la Montafia se han reunido en Congreso.Las flores de la Montafia estin hablando en secreto.Las flores de la Montafia ya lanzaron su proclamaimpresa en papel de Luna y con tinta colorada.

Realizaciones:Las mariposas bordan al viento,geografias de sus ensuefios.Tienen las fieras y las culebraslas lenguas verdes, carne de seda.Y hasta los monos, siempre de suefio,ensayan rondas y gestos nuevos.

Coro final:

i Que repiquen las campanasde Ia torre universal!iY llenemos con estrellasel vaso primaveral!

("Canto a la primavera, en varios momentos".)

Novela, cuento, estampa literaria, no han quedado a la zagaen la traducci6n y registro del medio natural. Sierra del Norte sus-tenta y anima el relato de Los perros hambrie 'tos y El mundo esancho y ajeno (Ciro Alegria). La serpiente de oro, del mismo autor,es la novela del Marafi6n; pero no la novela absoluta de la selva.

Ms propiamente, es la novela de la Ceja de Montafia. El rio Mara-

fi6n divide, y confunde a veces, las dos zonas geogrficas. A una

324

Page 41: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ESTUDIOS 3S

banda, "la tierra se solaza dando frutos y es una fiesta de color la

Naturaleza en todas sus gradaciones del verde lozano, contrastando

con el rojo vivo de las pefias ariscas y el azul blanco lechoso de

las piedras del rio". Alli esta la iltima avanzada de la sierra, con

el violento declive de los farallones en que se recuesta la playa. A la

otra banda comienza el mundo verde, donde, aparte del instinto, no

hay mas orientaci6n que la de la palmera "brijula apuntada hacia

el polo de la selva: el sol". El vigoroso relato de Alegria discurre

en el bello paisaje de la primera banda -a excepci6n de los pasajes

selva adentro- a la sombra de los Arboles "que se abrazan y se

mecen en una ronda interminable", mientras les "canturrea volup-

tuosamente el viento haciendo circular el polen" y centenares depajaros ebrios de vida, entonan la gran sinfonia "que acompaila elMarafi6n con su bajo tono mayor".

Alegria no se queda en la objetiva captaci6n del sugestivo es-

cenario. Con su dinimico impresionismo recoge y vierte la viva

emoci6n de aquella naturaleza voluntariosa y pr6diga, que respira asus anchas a travs. del alma, las peripecias, el destino de sus hom-

bres. Son personajes de tan intima y cordial ligaz6n a su mbito,que se desplazan con el mismo ritmo espontineo y tenaz del viento,la lluvia, el rio, el pajaro o la fiera. Como ellos, aman y retan cor-dialmente a la Naturaleza. Tampoco se fugaran de su escenario. Seatienen a su destino y lo enfrentan tan corajudamente que declarancon orgullo afirmativo: "Hemos nacido aqui y sentimos en nuestrasvenas el violento y magnifico impulso de la tierra" (Ptg. 239, Laserpiente de oro).

La novelistica peruana no se habia topado hasta hoy con crea-

dor de tan honda efusi6n panteista. Alegria combina el poder des-

criptivo con la facultad impresionista y avanza a manipular unaespecie de expresionismo parco pero persuasivo. Le interesa el por-menor realista, el registro objetivo de hechos, cosas, paisajes; peroe1 y sus personajes saben utilizar tambien percepci6n y fantasia,para sentir y expresar la vida circundante. No eran suficientes, pare-ce, ambos recursos. Alegria rebasa a veces el mero realismo y dina-miza la visi6n pasiva de la estampa impresionista. Sus personajesdesplazan entonces una trayectoria donde la personalidad actia enfunci6n del mundo, y no a la inversa. En cualquiera de los casos-espectando, emocionando o determinando el drama humano-, la

325

Page 42: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

RE V IS TA IB E R OAM E R I C A N A

presencia de la Naturaleza se torna elocuente y definitiva. Alegriala vierte con una efusi6n amorosa y cristalina, desde las bandas delMarafi6n hasta la altiplanicie venteada y ondulante de las jalcaspastoras.

Ceja de MontaFia, puna, temple, jalca, paisaje de la cuesta ydel valle, estampas del altozano, la pampa y las lomadas, todo elpanorama vertical que asciende desde "el pais caliente del naranjohasta la patria lluviosa del tungsteno", luce cabal en el fiel inventa-rio de Alegria. Pero no hubiera sido posible aprehender su vigorososentimiento c6smico, el gran aliento telirico, las revelaciones est&-ticas del paisaje, sin la entrafiable pasi6n del autor por la Naturalezaserrana. Como en cualquier literatura, s6lo la potencia y las calida-des expresivas de ese amor entrafiable dan la dlave del secreto. Esamisma pasi6n ejemplar, con sus naturales diferencias de tono psicol6-gico y expresivo, encontraremos eri Jose Maria Arguedas (Agua,Cuzco), Serafin Delmar y sus relatos reveladores de la Sierra delCentro (La Tierra es el hombre, Sol, estin devorando a tus hijos, Loscampesinos y otros condenados), Enrique L6pez Albijar (Cuentosandinos, Nuevos cuentos andinos), Julio Garrido Malaver, exhibien-do la jalca pastora, en La Guacha, (Celendin); J. Beltran Robles, ensu registro de un retazo de geografia surefia (Sara, Cosecho, Som-bras de arcilla, Apurimac; Hugo Pesce (Latitudes de silencio) yel autor de las estampas andinas mas plhsticas de la sierra norteija:Jose Eulogio Garrido (Carbunclo, Crdnicas de andar y ver).

El apego a la tierra y sus realidades acompafia a todo autorserrano. No todos la evidencian en la forma de los ya citados. Estehecho hay que explicarlo por la diversa capacidad expresiva, la per-sonal actitud humana frente a la Naturaleza y las diferentes direc-tivas literarias que presiden el trabajo literario. Algunos encallanen meras enumeraciones o en una desabrida descripci6n; otros separapetan en prejuicios mentales para esquivar el "peligroso" rama-lazo panteista en el espiritu de sus personajes; los demis acomodanel paisaje al patr6n literario de sus predilecciones, lo hacen girar alcompas de su estado de animo o se reducen a ponerlo de arrastrea la cola de la acci6n.

Al lado de los autores ya mencionados, con las diferencias decalidad, y de tono regional que es de suponer, podemos alinear alos cuentistas Porfirio Meneses (Cholerias, Ayacucho), Alfonso

326

Page 43: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ESTUDIOS

Pelhez Bazin (Tierra mia, Celendin), Francisco Izquierdo Rios

(Tierras del alba, Ande y selva, (Saposoa), Emilio Romero

(Balseros del Titicaca), Pedro Barrantes Castro (Cumbres del

mundo, Cajamarca); Ernesto More (Kilisani, Puno), Blanca

del Prado (Caima, Arequipa), Guillermo Mercado (El Donato,

Arequipa), Augusto Mateu Cueva (Lampadas de minero, Junin),Julio Gonzalez Barandiarin (Sierra mia, Junin). Completandoeste inventario de la geografia serrana, tienen puesto significativolos cultivadores de la estampa literaria: plistico, breve y promete-dor genero que junta cordialmente costumbre y paisaje en una bellasintesis expresiva: Sergio Quijada Jara (Estampas huancavelicanas),

Jorge Dulanto Pinillos (Estampas de la sierra), Ernesto Bonilla delValle (Jauja), Alberto Ormefio (Estampas andinas).

Aleccionadora es la actitud de Ciro Alegria y de los que con

e1 comparten la identificaci6n a las realidades objetivas y subjetivas

del paisaje. Eso, no s61o por el mensaje estetico que captan y ex-

presan, sino por la proyecci6n docente de su actitud en el espiritu

de la nueva generaci6n. En la revelaci6n literaria de esa actitud,Alegria esti a la cabeza de los relatistas peruanos. En ella destacan

dos cualidades de rango decisivo: el optimismo y la fruici6n de lasversiones. S61o Jose Ferrando, novelista de la costa, lo iguala enla nota optimista y euf6rica (Panorama hacia el alba). Otro autorcostefio que ha demostrado saber sentir la sierra -Enrique L6pezAlbijar- le disputa, mis que el rudo realismo descriptivo de losAndes (Cuentos andinos), la golosa y entonada efusi6n de las im-presiones paisajistas del valle serrano ("El hechizo de Tomaiqui-chua", Hudnuco). Pero Alegria no es ni remotamente amanerado,

para distinguirse del incipiente retoricismo de Ferrando, ni compar-te el escepticismo sincero pero fatalista de L6pez Albijar, frenteal elemento humano. De ahi la neta persuaci6n de sus cuadros de laNaturaleza en funci6n de escenario y la despercudida visi6n del por-venir mestizo. Alli encontraremos, tambien, las raices justas deaquella placida ternura con que Alegria acostumbra revelarnos lagozosa solidaridad del hombre con la tierra.

Los personajes de sus tres novelas pueden decir a una voz quela tierra y sus frutos comienzan por ser un credo de hermandad. "Latierra es giiena", diria cualquiera de ellos, con el mismo carifioconvencido de Juan Medrano (El mundo es ancho y ajeno), repitien-

327

Page 44: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

RE VISTA IBEROAMERICANA

dolo para su pecho, con la seguridad de quien habla del "pan quele di6 y le darn la madre". Todos pueden proclamar en coro que"su destino, del nacimiento a la muerte, aun antes y despues, es latierra". Asi, se comprende llanamente la epopeya de Rumi. Y esposible comprender y sopesar, sentir tambien hasta sus iltimas con-secuencias, la lecci6n de aquel cuadro con el entierro de los prime-ros heroes campesinos:

"Casiana mira en silencio como cae la tierra y va Ilenando lasepultura que guarda al hijo que fur su esperanza. Ahora ista sehace tierra y vive solamente por la tierra. Benito Castro piensa enlos muertos. En esos y en todos los muertos que estin cobijadosbajo la tierra, hablando con los duros dientes, con las negras cuen-cas, con las rotas manos, con los blancos huesos. No sabe la cuenta.Piensa que desde Atusparia y Ushcu Pedro, y antes y despues, nose puede hacer cuenta. Mas la tierra guard6 su voz sanguinea, elpalpitar potente de su pecho bronceado, el gran torrente de voces,gritos, balazos, cantos y agonias. Diga Atusparia o diga Porfirio,diga Ushcu o diga Fidel, Benito arrodilla su voz frente a un granhimno y se enciende las sienes con su recuerdo y se hunde en sugran noche iluminada. Porque ellos han muerto de la muerte decuatro siglos y con el dolor, con el dolor total que hay en el tiempo.Y por el amor de la tierra, veraz cord6n umbilical del hombre". (Pig.505. El mundo es ancho y ajeno).

En toda la sierra destaca y se va afirmando una promoci6n derelatistas y cuentistas, cuya producci6n se reparte en peri6dicos yrevistas. Su menci6n no debe omitirse, en justicia a sus realizacio-nes y posibilidades, en la empresa de completar y acendrar la reve-laci6n de la naturaleza serrana: M. Arriola Grande, Santiago Lane-gra, A. Samaniego, Lorenzo Morachimo, Carlos Guevara, RubenBarrenechea, F. Contreras Sosa, Te6filo Espejo, R. Ord6fiez, JulioGalarreta Gonzalez, J. Santos Casanova. No en la novela ni el cuen-to, pero si en la interpretaci6n literaria y filos6fica del paisaje hayque citar las valiosas y singulares contribuciones de Antenor Orrego(Pueblo Continente, Reconstitucidn de un mundo), Uriel Garcia (Elnuevo indio), Luis Valcarcel (Tempestad en los Andes), IbericoRodriguez (Estetica del paisaje).

328

Page 45: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

EsTUDIO S3

LA SELVA

Decidida su suerte, Augusto Maqui vende su caballo, inservi-ble ya para los nuevos caminos, y marcha a pie, rumbo a la selva,Ciro Alegria trazael itinerario emocionante del hombre que vuelveespaldas al Ande y se hunde voluntariosamente en los misterios deun nuevo mundo. Avanza el h6roe de Sangre de caucherias 21 com-probando la prdida de los cerros y el encuentro inminente del ve-getal. "Poco a poco se fueron quedando atris las cumbres, los riscos,las lomas, las faldas, las laderas, las mismas piedras quedaron atras.Crecian los. vegetales en cambio. La paja se hizo arbusto, el arbus-t& matorral, el matorral manigua, la manigua selva". 22 "El hombreno alcanza a ver c6mo rematan en alto los arboles. No hay perspec-tiva vertical. Tampoco hay perspectiva horizontal. En el valle, enlas sierras, hasta en el arenal se ofrece una meta, un punto de refe-rencia a nuestro deseo de avanzar. En la selva, no. Y fatalmentehay que seguir. Entonces se cierran los ojos del alma y se embistecontra la Naturaleza, mas que se camina sobre ella. Y hay que avan-zar embistiendo sobre una tierra gredosa, traicionera, atrapadora.Los pies del caminante resbalan en ella. O se hunden atraidos porel cieno. Alli se confunde lo que produce el subsuelo, lo que caede los arboles y lo que viene del cielo. Es un gran pudridero. Unosario y una cuna. Su silencio, no es el silencio de un templo. Esmas, bien el de una alcoba. La selva es eso sobre todo. Porque entrela sabana verde de las hojas y la gredosa del suelo hay una orgiasensual. El sol aviva el deseo. Y todo el bosque se entrega silenciosa-mente a fecundar". 23

Para entender el clima de la selva con su violenta atm6sferade contrastes, disputada por rabiosas lumbraradas solares y tempes-tades que hacen funcionar sus cataratas 36 horas seguidas, hay quehaber estado en ella, hay que haberla sufrido como los personajesde Ciro Alegria, Fernando Romero, Jose Fernando. Es el agua pre-potente que lo anega todo y el sol de fuego que calcina, aniquila,aplana como un vasto tormento mas. En realidad s61o el rio puedeliberar al hombre del "embrujo verde, del agobio verde, de la pe-sadilla verde"; brindar una tregua, alcanzar un respiro, marcar

329

Page 46: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

REVISTA IBEROAMERICANA

una transici6n en el drama acesante y epico del hombre sumido en

la selva. Desde Lope de Aguirre, y aun antes, son tambien los

inicos cambios valederos para transitarla.

Al revisar el capitulo literario de la selva, sorprende advertir

que, en su mayoria, son costefios o serranos los autores que nove-

lan o intentan la interpretaci6n poetica de su mundo. Alegria es de

la sierra (Huamachuco) como Garrido Malaver (Celendin) y Ernes-

to Reyna (Huari); Jose Ferrando fur del Callao, nacieron en Lima

Jose Santos Chocano, Fernando Romero. Y ellos marcan las prime-

ras avanzadas en la revelaci6n literaria de la selva.

La serpiente de oro (C. Alegria) es la novela de la Ceja de

Selva. El escenario tiene aiin perspectiva y lo ilumina un sol ancho

y cordial, permitiendo las revelaciones plisticas del paisaje. Cuando

se alcanza ,la otra banda del rio Marafi6n y "se embiste contra las

murallas verdes", terminan cielo, perspectiva y luz. No existe sino

el ambito menudo de la trocha que abre el hombre hacia adelante,

mientras que, a retaguardia, casi pisindole los talones, avanzan la

lujuriosa restauraci6n de los vegetales macheteados. Para reencon-

trar el paisaje hay que buscar el rio, a cuyas mirgenes se albergan

los puestos, caserios y ciudades, salir a las cabeceras de la selva o

ascender a las lomas mansas y verdes que marcan la modesta pro-

longaci6n de los Andes en el infierno verde. Alli es posible sorpren-

der cuadros rigurosamente objetivos o impresionistas. Es lo que

hace Alegria, en Calemar (La serpiente de oro) y en el ingreso de

Augusto Maqui a las caucheras (El mundo es ancho y ajeno); lo

que logra Jose Ferrando al ir descendiendo a la "tierra de promi-

si6n" con sus personajes deslumbrados y corajudos (Panorama hacia

el alba, cap. III); y tambien lo que alcanza Fernando Romero, cuan-

do recoge las emotivas visiones del crepisculo y la noche estrellada

sobre uno de los anchos espejos fluviales de la selva ("El abrazo","Las tangarawas", relatos de Doce novelas de la selva). La mismaobservaci6n es extensiva para algunos cuentos de F. Izquierdo Rios(Tierra mia) y Alfonso Pelez Bazin (Tierra del alba).

En pleno coraz6n de la Selva -ya lo adelantamos- muere ter-

minantemente el panorama. "En el bosque no hay los crepisculos

que en otras partes se miran enternecidamente. Anochece antelada y

t&tricamente. El amanecer no es compas jubiloso de trinos y rayos

solares, porque la selva esta perennemente oscura". 24 "Se conoce

330

Page 47: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ESTUDIOS

bien el bosque cuando, agotada la trocha, el hombre entra a estemundo vegetal donde no hay mas huellas que las que el mismo va

dejando y que pronto serin borradas por las hojas que caen. Enton-

ces siente sobre si el abrazo tentacular de la selva, que debe resistir

con lomo firme, pie seguro, brazo fuerte y ojo claro". 25 Comienza,

tambien, el epico didlogo entre el hombre y la Naturaleza. Los per-sonajes de Alegria, Romero, Ferrando llegan a ser heroes de estedrama fascinante y birbaro. Aunque no se describa la selva, huer-fana de dimensi6n paisajista, ella misma esti hablando ya, elemental,6picamente, por el alma de Augusto Maqui, Rodolfo Navas y, enel lenguaje de una verdadera epopeya, por boca y brazos legendariosde Fitzcarrald, el Rey del Caucho (Ernesto Reyna)).

Entre los autores que proceden de la selva no hay ninguno quemuestre la naturaleza en su revelaci6n paisajista o epica. Lo queellos logran es mas bien la versi6n c6smica a traves del alma abori-

gen, en el sugestivo lenguaje de mitos y leyendas. Ejemplos califica-

dos son los libros de Arturo Burga Freytas (Ayahuasca), Arturo

Hernandez (Sangarima), Juan E. Coriat (Tunchi), F. IzquierdoRios (Ande y selva). En cabio, la selva no tiene un interprete po&-tico nativo. No se equiparan a la novela y al cuento, en categoria

y extensi6n, los intentos poeticos de J. C. Chirif ni el libro de Ar-turo Medina Pifi6n (Esquifes de la tarde). Forastero es Julio Garri-

do Malaver, autor de una de las traducciones poeticas mas inten-

sas de la selva. Para fundamentar ese juicio van a continuaci6n al-

gunos fragmentos de su poema, verdadera muestra de antologia:

Pies del hombre en la selvay llenarse sus ojos de espanto.

Pies del hombre en la selvay sentir crecer Arboles en su piel.

Y ver rios adiposos

de orilla a orillacon sus manos tendidas.

Y oir en el interior de uno mismo

un chocar de mundos

un crujir de mundos

un llorar de mundos.

Y aun mis,

pensar que no se piensa.

331

Page 48: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

332 REVISTA IBEROAMERICANA

Es la selva,y sin embargo el agua tiene sabor de plata fogueada,tiene sabor de sangre trajinada...El pan que da la tierra,la semilla que se alza hasta las venas,el fruto que se abre entre las manos,la caia que habla miel y porcelana,son el siempre del hombre;y aunque no hay nunca,ni jamis,ni nada,has de sentir la risa de tus huesosbajo una tempestad de pufialadas...

Te digo que alli en la selvahasta la sombra quema.Te digo que hasta la propia Muertete habla con idioma caliente.

Te digo que hasta el miedo quemacuando choca en la frente.

Te digo que tambikn el silenciotiene ardiendo los dedos...

Alli, si, tienes todo,pero no tienes nada,porque mientras las horasnunca tienen tamanio,mueres en t'u viajero llanto

de canoas .de palo...

Mueres si buceas centavosen los rios de peces...Si asesinas un Arbol...Si defiendes un brote claro ...Mueres por un milimetro de herida,tenuemente, .Mueres

con una rutilante corbata de serpiente.0 con una mariposa inscritasobre tus sienes.Mueres de alegria...

,Habri muerte mejor que morirse bailandosobre la propia risa? ...

En las noches sin tamaio de la selvalas estrellas son frutas colgadasbajo las hojas frescas.

Page 49: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ES. TUDIOS

En las noches sin luna de la selvavaga la luna entre las arbolescomo una medalla ebria...

En las noches inmensas de la selva,hermano, si tu suefias,amanecen tus huesossilbando como quenas.

En la selva,,para que quieres, hombre, silabarios?

iPara que quieres nfimeros?Has de morir sin lecturas ni calculos ...

La violencia de la esbelta palmera.La violencia de los frutos.La violencia de la tierra fecunda.La violencia diluvial.La violencia de los cordeles verdesLa violencia de los arboles curvos.con sus parches de flores y mariposas breves.La violencia de las hojas secas.La violencia de insectos y gusanos.La violencia de las serpientes.La violencia de animales sonidos.La violencia de la vida.La violencia de la muerte,son la violencia de lo eternamente,son la selva . . .

Alli,polen de luz metaliza la vida.Las hojas son campanas.Los frutos son racimos de sonoras campanas.El rugir de la fiera es palabra metilica.Y el trino de las ayes es una lluvia de orosobre la gran bandeja de esmeralda...

("Selva". Palabras de tierra.)

Forastero fue tambien Jose Santos Chocano, quien tiene en suhaber portico el mayor niimero de motivos de la selva desarrolladoshasta hoy. Chocano goz6 de unos sentidos agudos y potentes. Nadaescapaba a su violenta captaci6n. Otra cosa eran sus vertederosexpresivos: enf tticos, declamatorios, indisciplinados, agobiadores.Dentro de una neta objetividad literaria pueden citarse como mues-tras muchos de sus cuadros descriptivos, en especial aquellos queencontraron el molde breve y cefiido: "La magnolia", "Las orqui-

333

Page 50: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

RE V IS TA IB E R O A M E RI C A N A

deas", "Los cocuyos", "El suefio del caiman", "La danta sorpren-dida", "Visi6n de pesadilla". Pero Chocano nunca vivi6 en plenaselva. Fu un espectador de ella, desde sus cabeceras o, acaso, nave-gando algtn rio. Su fantasia suple entonces los datos de la visi6ndirecta. No es raro que, en muchos casos, una engolada ret6ricapretenda escamotear el sentimiento de la Naturaleza. Asi pasa en "Idi-lio tropical" y tambidn en "El derrumbe", suerte de largo sketch conun fondo selvAtico convencional y una trama discursiva y trivial.Con su amor turista y el arma de una caudalosa expresi6n, dispare-ja en los aciertos descriptivos y en la calidad de las metiforas, Choca-no canta a la selva en "Oda salvaje", "El paseo del jaguar", "Elamor de los rios", "La voz de la selva".

"La poesia de Chocano -dice L. A. Sanchez- reivindic6 parasi lo que podemos llamar el americanismo literario; pero se tratabade un aspecto parcial del americanismo, acaso el menos interesante:el americanismo exterior, paisajista". 26 No por parcial es menosinteresante este aspecto del americanismo. Y es indispensable en lasrevelaciones esteticas de la Naturaleza, aunque en algunos casos elautor prefiera interpretarla fundiendo paisaje y personajes en la sin-tesis expresiva de una emoci6n mas trascendente y cabal. Chocanofluctia entre paisajismo e impresionismo. En uno u otro fue ca-paz de lograr realizaciones precursoras en la poetica de la selva.Recordemos que lo mismo pas6 en lo que respecta a Costa y Sierra.Ello le sefiala un puesto de adelantado en la poesia peruana, al igualque un puesto honroso, en 6rbita mas amplia, entre los poetas quecantaron la Naturaleza americana. En justicia hay que decir, tam-bien, que la poesia de Chocano pinta, enumera, describe, pero raravez conmueve, de acuerdo a la sagaz observaci6n del argentinoGiusti. Le faltan la raiz, el nexo, acaso las afinidades con que puedealcanzar la identificaci6n cordial con geografia y espiritu de laselva. "Es un espectador elocuente de la selva, y su voz la de unforastero irnaginativo y ardoroso que cree poseerla y expresarla",como sentenci6 J. C. Mariategui. 27 El mismo autor advierte ciertasnotas de panteismo pagano en la plenitud del arte de Chocano, comoproducto de un amor exaltado aunque ret6rico a la Naturaleza. PeroChocano abandon6 ticitamente ese panteismo -matriz del discretoaliento animista con que estimulaba sus imagenes- al reconciliarsecon Roma, ideol6gicamente la hist6rica ciudadela de la reacci6n.

334

Page 51: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ESTUDIOS

"La adhesi6n al principio de la jerarquia lo reconduce a la iglesiaromana. Romtntico fatigado, hereje converso, se refugia en el s6lidoaprisco de la tradici6n y el orden, de donde crey6 partir un diapara siempre, a la conquista del futuro".

Cuento, poesia, novela han "macheteado" las primeras trochasen la literatura de la selva. Quedan muchas jornadas por delante.Acaso su expresi6n literaria cabal no surja hasta que ella misma-una selva ya conquistada, del futuro- forje sus propios creado-res. Esto se refiere especialmente a la poesia. En cuanto a la prosa-sin menospreciar lo que hasta hoy se ha hecho-, son valederasain las afirmaciones de Radiografia de la literatura peruana: "IAselva aguarda ain su Eustasio Rivera -la deslumbrada y deslum-bradora garra relatista de La vorgine- o el surgimiento de laelocuencia pllstica de algin formidable descriptor, digamos comoFlavio Herrera, el persuasivo creador centroamericano de Tigre yTempestad". 28 A menos que se animen a meterle hombro a la em-presa Ciro Alegria, Fernando Romrero, L6pez Albltjar o algincalificado relatista de las nuevas promociones. No mencionamos aJose Ferrando, muerto en la madurez de su talento, infortunadamen-te, en 1946.

ABRAHAM ARIAS-LARRETA,

Los Angeles, California.

NOTAS

1 El nuevo indio, URIEL GARCfA. Cuzco, Edit. Rozas, 1939.

2 Memorias, J. S. CHOCANO. Santiago de Chile, Edit. Nascimento,

1940.

3 El totemismo en la cerdmica yunga, HORACIO URTEAGA. Lima, 1931.

4 El nuevo indio, (ob. cit.)

5 El pensamiento mdgico en las pinturas del antiguo Peru. C. GUTIE-RREZ NORIEGA. Lima, Revista de Neuro-psiquatria, tomo II, NQ 3, 1939.

6 Juan de Arona y la peruanidad, J. JIMtNEZ BORJA. Rev. Mercurio

Peruano, NQ 148, Lima.

7 El Perd en marcha, Edici6n del Banco Italiano. Lima, 1942.

335

Page 52: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

REVISTA IBEROAMERICANA

8 Visi6n, Paul Morand, Lima, Perdi: visiones y perspectivas. Selec-ci6n de H. Urteaga y Pedro Ugarteche, Edit. Gil, 1941.

9 Perdi: Visiones y perspectivas (ob. cit.)

10 Perdi: Visiones y perspectivas (ob. cit.)

11 Perdi: Visiones y perspectivas (ob. cit.)

12 Biblioteca de Cultura Peruana, Selec. de V. Garcia Calder6n. Paris,1938.

13 (Ob. cit.)

14 El caballero Carmelo y otros cuentos. ABRAHAM VALDELOMAR: Li-ma, Edit. de la Penitenciaria, 1918.

15 Perfil de marinero, CISAR A. MIR6, Indice de la 'poesia peruana con-tempordnea. LUIS ALBERTO SANCHEZ. Stgo. de Chile, Edit. Ercilla, 1938.

16 El caballero Carmelo (ob. cit.)

17 CLEMENTS MARKAM. Peri: visiones y perspectivas (ob. cit.).

18 SEBASTIAN LORENTE. Perd: visiones y perspectivas (ob. cit.).

19 Radiografia de la literatura peruana. Parte I. A. ARIAS-LARRETA.Trujillo, Edit. Sayari, 1947.

20 El nuevo indio (ob. cit.).

21 "Sangre de caucherias": capitulo de El mundo es ancho y ajeno. CIROALEGRfA. Santiago de Chile, Edit. Nascimento, 1940.

22 "Sangre de caucherias", pbg. 380 (ob. cit.).

23 Pr6logo de 12 relatos de la selva. Fernando Romero. Lima, Edit.C. I. P., 1934.

24 Pr6logo de 12 relatos de la selva (obh. cit.).

25 "Sangre de caucherias" (ob. cit.).

26 Nueva historia de la literatura americana. L. A. Sinchez. Buenos Ai-res, Edit. Americalee, 1943.

27 Siete ensayos de interpretaci6n de la realidad peruana. J. C. Mariite-gui. Lima, Edic. Amauta, 1929.

28 Radiografia de la literatura peruana. Parte I. A. ARIAS-LARRETA.Trujillo, Edit. Sayari, 1947.

336

Page 53: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

BIBLIOGRAFIA CLASIFICADA

COSTA, SIERRA Y SELVA

Poesia

CHOCANO, Jos6 Santos. En la aldea, Oro de Indias, Selva virgen, Selec-ci6n de Claudio Garcia, Edit. Cultura. Montevideo, 1941.

GARRIDO MALAVER, Julio. Canto a la primavera en varios momentos,Lima, Edit. Guia Lazcano, 1940.

. Palabras de tierra (Costa, Sierra, Selva), Lima, Ed. Coriat, 1944.

Novela

ALEGRIA, Ciro. El mundo es ancho y ajeno. Stgo. de Chile, Edit. Nasci-mento, 1940.

FERRANDO, Jose. Panorama hacia el alba, Lima, Edit. Universal, 1940.

Interpretaci6n literariao descripci6n geogrf ica

ARIAS-LARRETA, Abraham. Radiografia de la literatura peruana. Parte I,

Trujillo, Edit. Sayari, 1947.

ALAYZA P. S., Luis. Mi pais, Lima, Edit. Gil, 1939.

BANCO ITALIANO. El Per en marcha, Lima, 1942.

MARIATEGUI, Jos6 Carlos. Siete ensayos de interpretaci6n de la realidadperuana, Lima, Ed. Amauta, 1928.

IMIR6 Q., Aurelio. Costa, sierra, montaia, Lima, Edit. Bustamante, 1938.

SANCHEZ, Luis Alberto. Literatura del Peri, tomo I de literaturas ame-

ricanas, Buenos Aires, Imprenta de la Universidad de La Plata,

1939.

Page 54: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

REVISTA IBEROAMERICANA

URTEAGA, Horacio y URGARTECHE, Pedro. Peri: visiones y perspectivas(Selecci6n), Lima, Edit. Gil, 1941.

VALCARCEL, Luis. Ruta cultural del Peri, Mexico, Edit. Tierra Firme,1947.

REGION DE LA COSTA

Poesia

ARONA, Juan de. Poesias. Biblioteca de Cultura Peruana (Selec. de V.Garcia Calder6n). Tomo: Costumbristas y Satiricos, Paris, 1941.

CISNEROS, Fernin. Breve Antologia Poitica por Alberto Guill6n. Stgo.de Chile, Edit.

CHOCANO, Jos6 Santos. En la aldea. Colecci6n de Cultura, Edit. ClaudioGarcia, Montevideo, 1941.

GALVEZ, Jose. Jardin cerrado, Lima, Edit. Euf, 1918.

GARRIDO MALAVER, Julio. Palabras de tierra (Costa), Lima, Edit. Coriat,1944.

PARRA DEL RIEGO, Juan. Tres polirritmos iniditos. Montevideo, 1937.

PORTAL, Magda. Una esperanza y el mar, Lima, Edit. Minerva, 1927.

. Costa sur, Lima, Edit. Tribuna, 1945.

MIR6, Cesar A. Indice de la poesia peruana contempordnea, Luis AlbertoSinchez, Stgo. de Chile, Edit. Ercilla, 1938.

Ruzo, Daniel. Asi ha cantado la naturaleza, Lima, Edit. Euf., 1917.

SAMANIEGO, Antenor. El pais inefable, Edit. Universidad de San Marcos,Lima, 1937.

SPELUCIN, Alcides. El libro de la nave dorada, Edit. Norte, Trujillo,1926.

VALDELOMAR, Abraham. Poemas, Selecci6n, Lima, Edit. Hora del Hom-bre, 1947.

VALLEJO, Cesar Abraham. Los heraldos negros, Edit. de la Penitenciaria,Lima, 1918.

VEGA, Anaximandro. Indice de la poesia peruana contempordnea, LuisAlberto Snchez, Stgo. de Chile, Edit. Ercilla, 1938.

338

Page 55: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ESTUDIOS

Novela

CAMINO CALDER6N, Carlos. Mi molino, Edit. Hora del Hombre, Lima,1948.

FERRANDO, Jos6. Panorama hacia el alba, Lima, Edit. Universal, 1940.

L6PEz ALBTJAR, Enrique. Matalach6, Lima, Edit. Abancay, 1928.

MACEDO, Rosa Maria. Rastrojo, Lima, Edit. Guillermo Lenta, 1944.

Hombres de tierra adentro, Lima, Edit. C6ndor, 1948.

Novela cor ta

CABREJOS, Arturo. Nicasio. Lima, Edit. Miranda, 1946.

CASTRO ROMERo, J. Maestra de escuela, Chiclayo, 1946.

MARTOS, Nestor. El cheque falso, Piura, Edit. La Industria, 1944.

ORTIz REYES, Jos6. Simache, Lima, Club del Libro Peruano, 1941.

MANCO CAMPOS, Alejandro. Valle algodonero. Lima, Edit. Bustaman-te, 1942.

SENISSE, Julio. La gringa, Ica, 1938.

VALLEJO, Santiago. Senda abajo, Trujillo, Edit. Libertad, 1925.

Cuento

BAZAN, Armando. Prisiones junto al mar, Buenos Aires, Edit. Claridad,1943.

DE LA PUENTE, Felix. Las islas azules, Lima, Edit. Abs, 1944.

DEZ CANSECO, Jose. Estampas mulatas, Stgo. de Chile, Edit. Zig-Zag,1938.

JIMENEZ BORJA, Arturo. Moche, Lima, Edit. Lumen, 1938.

ROMERO, Fernando. Cuentos de mar y playa, Lima, Edit. C. I. P., 1940.VALDELOMAR, Abraham. El caballero Carmelo y otros cuentos, Lima,

Edit. de la Penitenciaria, 1918.

Relato literario y Estampas

BALAREZO PINILLOS, Ezequiel. La ciudad evocadora, Lima, Edit. Euforion,1921.

339

Page 56: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

REVISTA IBEROAMERICANA

GALVEz, Jos6. XX estampas limeias, Lima, Edit. Rosay, 1935.

GAMARRA, Abelardo. 100 ados de vida perdularia, Lima, Edit. Abancay,1921.

FONSECA, Guillermo y otros. Chancay, provincia nuestra, Huacho, Edit.Nicho, 1943.

MIR6, Cesar A. La ciudad del rio hablador, Lima, Edit. Ministerio deGuerra, 1944.

REGION DE LOS ANDES

Poes i a

ARIAS LARRETA, Felipe. Antara, Lima, Edit. Sayari, 1948.

-~ . Espiga de silencio, Lima, Edit. Lanegra, 1949.

ARMAZA, Emilio. Falo, Puno, Edit. Kuntur, 1928.

CUENTAS, Alberto. Rumores del Titicaca, Puno, 1929.

--. Desde la cumbre, Puno, 1937.

FLORIAN, Mario. Urpi, Lima, Edic. del Ministerio de Educaci6n, 1945.

--. Pequeda antologia, Trujillo, Edit. Blondet, 1947.

GARRIDO MALAVER, Julio. Canto a la primavera en varios momentos,Lima, Edit. Guia Lazcano, 1940.

. Palabras de tierra, (Sierra), Lima, Edit. Coriat, 1944.

GALLEGOS SANZ, M. Caima, Arequipa, Edit. Portugal, 1933.

GUILLN, Alberto. Cancionero, Arequipa, Edit. Portugal, 1934.

MERCADO, Guillermo. Un chullo de poenmas, Sicuani, Edit. Kuntur, 1928.

. Tremos, Lima, Edit. Antena, 1930.

NIETO, Luis. Charango, Lima, Edic. Ministerio de Educaci6n Piblica,1945.

RODRIGo, Luis. Puna, Lima, Edic. Ministerio de Educaci6n Piblica, 1945.

RODRIGUEZ, Atahualpa Indice de la poesia peruana contempordnea, Stgo.de Chile, Edit. Ercilla, 1938.

PERALTA, Alejandro. Ande, Puno, Ed. Titikaka, 1926.

. El Kollao, Lima, 1934.

PORTUGAL, Jose Z. Los poemas humildes, Juliaca, Edit. Kuntur, 1927.

340

Page 57: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ESTUDIOS

PAZ DE NOVOA, Alberto. Pututu, Arequipa, Edit. Port., 1934.

SAMANIEGO, Antenor. Cdntaro, Lima, Edit. Miranda, 1944.

VALLEJO, Cesar Abraham. Los heraldos negros, Edit. de la Penitenciaria,1918.

VASQUEZ, Emilio. Altipampa, Puno, Edit. Titicaca, 1933.

. Tawantisuyo, Arequipa, Edit. Port., 1934.

- . Kollasuyo, Lima, Edit. Antena, 1940.

N o v e 1 a

ALEGRIA, Ciro. El mundo es ancho y ajeno, Stgo. de Chile, Edit. Nasci-mento, 1940.

ALEGRIA, Ciro. Los perros hambrientos, Stgo. de Chile, Edit. Zig-Zag,1939.

-- . La serpiente de oro, Stgo. de Chile, Edit. Nascimento, 1936.

ARGUEDAS, Jose Maria. Agua, Lima, Edit. C. I. P., 1927.

BELTRAN ROBLES, Jose. Sara, Cosecho, Cuzco, Edit. Rozas, 1940.

LANA SANTILLANA, Pilar. En el valle de Huanchar, Lima, Edit. M6dica,1948.

Novela corta

GARRIDO MALAVER, Julio. La guacha, Lima, Edit. Guia Lazcano, 1944.

L6PEZ ALBUJAR, Enrique. El hechizo de Tomaiquichua, Edit. Scheud,Lima, 1943.

MORE, Ernesto. Kilisani, Puno, 1939.

PARRA DEL RIEGO, C. Sanatorio, Stgo. de Chile, Edit. Zig-Zag, 1938.

PESCE, Hugo. Latitudes de silencio, Lima, Edit. C6ndor, 1945.

V ALLE GOYCOCHEA, Luis. Zapatos de cordobdn, Trujillo, Edit. Blondet,1940.

Cue nto

ARIAS-LARRETA, Abraham. Cuentos cholos, Edit. Avance, Huaraz, 1932.

ARGUEDAS, Jose Maria. Yawar-Fiesta, Lima, Edit. C. I. P., 1935.

GARCIA CALDERON, Ventura. La venganza del c6ndor, Madrid, Edit.

Mundo Latino, 1921.

341

Page 58: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

R E VIS TA IB ER OA M E RI CAN A

IZQUIERDO RiOS, Francisco. Tierra del alba, Lima, Edic. Ministerio deEducaci6n Piblica, 1944.

L6PEZ ALBOJAR, Enrique. Cuentos andinos, Lima, Edit. Abancay, 1920.

----. Nuevos cuentos andinos, Stgo. de Chile, Edit. Ercilla, 1939.

IiATEU CUEVA, A. Trabajadores del campo, Lima, Edit. Barrantes, 1938.

DELMAR, Serafin. Sol, estdn devorando a tus hijos, B. Aires, Edit. Ame-ricalee, 1941.

--- . La tierra es el hombre, Buenos Aires, Edit. Americalee, 1942.

- . Los cam pesinos y otros condenados, Stgo. de Chile, Edit. Orbe,1945.

MENESES, Porfirio. Cholerias, Lima, Edic. Ministerio de Educaci6n, 1944.

OLIVARES DEL HUERTO. Cuentos loncos, Arequipa, Edit. Port., 1940.

PELAEZ, Alfonso. Tierra mia, Lima, Edic. Ministerio de Educaci6n, 1944.

MERCADO, Guillermo. El Donato, Mollendo, 1935.

ROMERO, Emilio. Balseros del Titicaca, Lima, Edit. Perui Actual, 1934.

VALLEJO, Cisar. Fable salvaje, Lima, Edit. Hora del Hombre, 1948.

Estampas

ARIAS-LARRETA, Abraham. Diez acuarelas y un pueblo, Lima, Edit. Lux,1935.

BARRANTES CASTRO, Pedro. Cumbrera del mundo, Edit. C. I. P., 1935.

GARRIDO, Jose Eulogio. Carbunclo, Trujillo, Edit. Industrial, 1947.

BELTRAN ROBLES, J. Sombras de arcilla, Cuzco, Edit. Rozas, 1940.

-- . Estampas indias, Cuzco, Edit. Rozas, 1941.

BONILLA DEL VALLE, Ernesto. Jauja, Buenos Aires, Edit. L6pez, 1947.

DULANTO PINILLOS, Jorge. Estamp as de la Sierra, Lima, Edit. C. I. P.,

1941.

ESPINOZA BRAVO, Clodoaldo. Facetas de Jauja, Huancayo, 1937.

GoNzALEZ BARANDIARAN, Manuel. Sierra mia, Lima, Edit. Salas, 1945.

ORMElNo, Alberto. Estampas andinas, Lima, Edit. Paz, 1939.

QUIJADA JARA, Sergio. Estampas huancavelicanas, Lima, Edit. Salas, 1944.

PR ADo, Blanca del. Caimna, Buenos Aires, Edit. Porter Hnos., 1933.

MATEU CUEVA, A. Lampadas de minero, Edit. C. I. P., 1941.

342

Page 59: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)

ESTUDIOS

REGION DE LA-SELVA

Poes i a

CHOCANO, Jose Santos. Coleccidn de Cultura, Edit. Claudio Garcia, Mon-tevideo, 1941.

GARRIDO MALAVER, Julio. Palabras de tierra (Selva), Lima, Edit. Coriat,

1944.

AMEDINA PIN6N, Hernin. Esquifes en la tarde, Loreto, 1938.

Novela

ALEGRiA, Ciro. El nundo es ancho y ajeno, S. de Chile, Edit. Nascimen-to, 194.

BURGA FREYTAS, Arturo, Ayahuasca, Lima, Edit. C. I. P., 1936.

HERNANDEZ, Arturo. Sangarima, Lima, Edit. Len, 1939.

FERRANDO, Jos6. Panorama hacia el alba, Lima, Edit. Universal, 1941.

REYNA, Ernesto. Fitzcarrald, el Rey del Caucho, Lima, Edit. Lent, 1943.

C u e n t o

CORIAT, Juan. Tunchi, Lima, Edit. Coriat, 1944.

IZQUIERDO Rios, Francisco. Ande y selva, Lima, Edit. Libro Peruano, 1939.

ROMERO, Fernando. 12 relatos de la selva, Lima, C. I. P., 1934.

343

Page 60: La Naturaleza y su expresión, en la literatura peruana / Abraham Arias Larreta (1951)