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LA NOBLEZA CASTELLANA ANTE LA CRISIS DEL SIGLO XIV SEGÚN LAS CORTES DE 1351 UNA APROXIMACIÓN AL TEMA JOSÉ IGNACIO MORENO NÚÑEZ 1. INTRODUCCIÓN Hace unos años la Profesora María Isabel Pérez de Tude- la dijo que el siglo XIV es uno de esos momentos históricos que, por los rasgos que lo configuran, permite la floración de personalidades singulares, y que la crisis que afecta a las sociedades europeas de la centuria se proyecta en las exis- tencias de los hombres de la época, tiñéndolas de dramatis- mo (1). Estas palabras hacen referencia, de forma precisa, a un tiempo histórico particularmente difícil y a un personaje que fue, sin duda, el más dramático y controvertido de sus prota- gonistas: Pedro I, rey de Castilla entre 1350 y 1369. Tiempo y persona, cuyos perfiles históricos todavía se nos presentan, pese a los siglos transcurridos y a los estudios a ellos dedica- dos, insuficientemente definidos; pues el reinado del rey Pedro fue mucho más que un largo conflicto dinástico con su her- 7 HIDALGUÍA. AÑO LVII. 2010. Núm. 338 (1) M. I. PÉREZ DE TUDELA Y VELASCO: «Las mujeres en la vida del Rey Pedro I de Castilla», Anuario de Estudios Medievales, 19 (1989), pág. 369.

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LA NOBLEZA CASTELLANA ANTE LA CRISIS

DEL SIGLO XIV SEGÚN LAS CORTES DE 1351

UNA APROXIMACIÓN AL TEMA

JOSÉ IGNACIO MORENO NÚÑEZ

1. INTRODUCCIÓN

Hace unos años la Profesora María Isabel Pérez de Tude-la dijo que el siglo XIV es uno de esos momentos históricosque, por los rasgos que lo configuran, permite la floraciónde personalidades singulares, y que la crisis que afecta a lassociedades europeas de la centuria se proyecta en las exis-tencias de los hombres de la época, tiñéndolas de dramatis-mo (1).

Estas palabras hacen referencia, de forma precisa, a untiempo histórico particularmente difícil y a un personaje quefue, sin duda, el más dramático y controvertido de sus prota-gonistas: Pedro I, rey de Castilla entre 1350 y 1369. Tiempo ypersona, cuyos perfiles históricos todavía se nos presentan,pese a los siglos transcurridos y a los estudios a ellos dedica-dos, insuficientemente definidos; pues el reinado del rey Pedrofue mucho más que un largo conflicto dinástico con su her-

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HIDALGUÍA. AÑO LVII. 2010. Núm. 338

(1) M. I. PÉREZ DE TUDELA Y VELASCO: «Las mujeres en la vida del ReyPedro I de Castilla», Anuario de Estudios Medievales, 19 (1989), pág. 369.

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mano bastardo Enrique de Trastámara, durante el cual se co-metieron, por ambas partes, todo tipo de excesos.

Retomando la problemática que suscitan el citado monar-ca y su época, me ha parecido conveniente hacer una serie deconsideraciones sobre la actitud de la nobleza castellana —losricoshombres especialmente— ante la profunda crisis queatravesaba Castilla en aquellos momentos. Para ello me basa-ré en documentación del reinado, en especial los Ordenamien-tos de las Cortes de 1351 (2), y en estudios monográficos sobrePedro I y su tiempo, algunos de los cuales, sobre todo los pu-blicados últimamente, nos permiten al menos un acercamien-to a la realidad histórica del momento, que es, en definitiva, lalabor específica de todo historiador (3).

2. EL TIEMPO HISTÓRICO: EL SIGLO XIV, TIEMPO DE CRISIS

Durante el siglo XIV Europa es sacudida por una profunda cri-sis que afectó a todas las estructuras medievales: políticas (Gue-rra de los Cien Años), espirituales (Cisma de Occidente), econó-micas (fin de la expansión económica del pleno Medioevo) y so-ciales (levantamientos populares, antisemitismo). Desde posturashistoriográficas encontradas, los historiadores han intentado unaexplicación de las causas: en síntesis, para unos es consecuenciade una profunda recesión económica; para otros, se trata de unfenómeno mucho más amplio: la crisis del sistema feudal, que,sin embargo, como modo de producción, permanecerá vigentehasta las revoluciones burguesas de la Edad Moderna.

En cualquier caso, la crisis no se circunscribe a la decimo-cuarta centuria, sino que sus orígenes hay que buscarlos en las

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(2) Cortes de los antiguos Reinos de León y Castilla, t. II. Madrid, R.A.H.,1863.

(3) Dado que el origen del presente trabajo es una conferencia, reduzcoal mínimo el aparato crítico y remito al lector a las fuentes y a la selecciónbibliográfica que se incluyen en los apéndices del mismo, bases de las infor-maciones y testimonios que avalan lo aquí dicho, y cuya consulta comple-tará su información.

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últimas décadas del siglo XIII y se prolonga, con algunos perí-odos de auge durante el XV, hasta principios del siglo XVI, mo-mento en el que ya se aprecian claros síntomas de recupera-ción. Dentro de este arco cronológico los momentos más agu-dos hay que situarlos a mediados del siglo XIV, en torno alreinado de Pedro I, pues es entonces cuando los factores queconcurren en la crisis se manifiestan de forma virulenta. De-bemos hablar, por consiguiente, de crisis bajomedieval, puesafecta de lleno a las dos últimas centurias de la Edad Media.

Claro es que un fenómeno tan complejo no responde a unaúnica causa, sino que son varios y diversos los factores quenos ayudan a explicarlo. De forma sucinta serían los siguien-tes:

a) La fuerte depresión económica que sufre gran partede Europa desde la segunda mitad del siglo XIII, momento enque las fuerzas expansivas, que habían conseguido un consi-derable crecimiento durante la plena Edad Media, llegan al lí-mite de sus posibilidades: se paralizan las innovaciones técni-cas y disminuyen los recursos, en tanto que la población siguecreciendo, originando un problema de superpoblación. En elcaso concreto de Castilla, además, desde el reinado de AlfonsoX se produce la paralización de su expansión territorial, impi-diendo el normal desarrollo del sistema económico plenome-dieval, basado fundamentalmente en la tierra. En esta situa-ción, ya de por sí grave, inciden nuevos elementos, apreciablessobre todo desde principios del siglos XIV:

b) Alteraciones climáticas: lluvias y fríos excesivos y adestiempo, que agudizaron aún más un panorama económicoadverso. Se constatan abundantes lluvias en 1310, 1325, 1343y 1346, particularmente en Castilla. Las Cortes de Valladolidde 1351 se refieren a «los malos temporales... que han acaesçi-

do» en años anteriores. Estos fenómenos atmosféricos provo-can una disminución de la producción, un aumento de los pre-cios, hambre...

c) Conflictos bélicos. Durante todo el siglo XIV granparte de Europa sufrió las consecuencias de las guerras, en-

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tre las que destacan la de los Cien Años (1339-1453) y, enCastilla, la Guerra Civil entre Pedro I y Enrique II (1366-1369). Los saqueos y las destrucciones fueron constantes so-bre todo en el ámbito rural, determinando una merma de lapoblación, una disminución de la producción y una altera-ción de los precios.

d) Epidemias o «pestes», siendo la más importante detodas la Peste Negra que, procedente de Crimea, diezmó granparte de la población europea a partir de 1348; pero sin olvi-dar otras anteriores, a partir del siglo XIII, cuyas secuelas se-guramente incidieron en una mayor agresividad de ésta. Es di-fícil cifrar con exactitud las pérdidas de población, pero fue-ron muy importantes, variando según las regiones y losmedios rural y urbano. Aunque afectó a todos los grupos so-ciales, algunos autores insisten en que fue una epidemia esen-cialmente proletaria e infantil. Estas mortandades pudieronhaber servido como válvula de escape al excedente de pobla-ción que Europa venía padeciendo desde fines de la centuriaanterior, pero el despoblamiento originó a su vez una conside-rable disminución de mano de obra agraria en unos momen-tos en que era necesario incrementar la producción para supe-rar la crisis económica. Por demás, no debemos olvidar las«recurrencias de la peste», ya más débiles y con efectos máslocales, (1363, 1374, 1383 y en el siglo XV), que impedían lanormal recuperación demográfica. Con todo, la moderna his-toriografía no considera la Peste Negra como la causa desen-cadenante de la crisis, sino como un factor exógeno que se en-sañó en una población con una capacidad biológica debilita-da, tras la etapa crítica de la década anterior, agravando unpanorama ya de por sí difícil.

e) Finalmente, como factor político particularmente im-portante en Castilla, tenemos que referirnos a la pugna noble-za-monarquía, que, desde el reinado de Alfonso X hasta el delos Reyes Católicos, incidirá también en la crisis bajomedieval.El panorama antes descrito se agudizará con las revueltas no-biliarias contra la monarquía: rebelión de Sancho IV y deposi-ción de Alfonso X, minorías de Fernando IV y Alfonso XI, la

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propia guerra civil que acabará con la vida de Pedro I y la su-bida al trono del primer Trastámara, etc.

3. REPERCUSIONES DE LA CRISIS

Los factores antes descritos afectaron muy negativamentea todos los ámbitos de la vida europea. Ya desde fines del sigloXIII, la documentación castellana nos da cumplidas noticias desus efectos: así, por poner un ejemplo, en los cuadernos deCortes se habla de la tierra «pobre, astragada, yerma» o de «tie-

rra yerma y despoblada». Y es que se produjo un apreciabledescenso demográfico que afectó sobre todo al campo, que, enconsecuencia, quedó en gran parte inculto por falta de manode obra; lo que, a su vez, determinó un brusco descenso de laproducción agraria, que era la base de la economía medieval;consecuencias lógicas de lo anterior son la carestía de los ali-mentos, con serios problemas de abastecimiento, el incremen-to excesivo de precios y salarios y las alteraciones monetarias,con manipulaciones en el curso de la moneda y frecuentes de-valuaciones que paliaban, sólo en parte y de forma pasajera, lacrisis económica. Los testimonios sobre esta problemática sonmuchos, pero uno de los que mejor la reflejan es el siguientede la Cortes de Valladolid de 1351:

«...me ffue dicho e querellado que los de la mi tierra et delos mis rregnos que passavan muy gran mengua, porque ssenon labravan las heredades del pan et del vino et de las otrascosas que sson mantenimiento de los omes. Et esto que venie,lo uno porque andavan muchos omes e mugeres baldíos etque non querian labrar et lo otro por que aquellos que yvanlabrar demandavan tan grandes preçios et ssoldadas et jorna-les, que los que avian heredades non las podian conplir; etpor esta rrazon que las heredades avian ffincar yermas et ssinlavores» (pág. 75).

En tales condiciones, se produjo un empobrecimiento ge-neral de la población, en particular de las clases menos pu-dientes, que, según las Cortes de Burgos de 1367, «estan muy

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pobres por los grandes dapnos e males que han resçebido fasta

aqui» (pág. 145), agravando su situación el cobro de excesivosimpuestos por parte de la monarquía y de los grupos privile-giados. Las huidas de sus lugares habituales de residenciapara evitar los abusos, el ejercicio de la mendicidad y el recur-so de robar para sobrevivir fueron prácticas habituales de lapoblación pechera.

Todos los grupos sociales sufrieron las consecuencias de lacrisis. Pero, sin duda, los grupos privilegiados, al tener más re-cursos, soportaron sus efectos de forma más holgada y, al te-ner más capacidad de maniobra, pudieron tomar medidaspara hacerle frente de forma más eficaz. Veamos cómo lesafectó, para luego centrarnos en las medidas que intentanaplicar para superarla.

Durante la fase de expansión económica de la plena EdadMedia se produce la transformación de la economía señorialclásica, que consistió en una reducción de la reserva señorialen beneficio de la parte del gran dominio explotada por los co-lonos, que ahora conmutan sus prestaciones laborales por unarrendamiento a censo, ya que los grandes propietarios prefie-ren obtener un ingreso fijo anual a depender de las oscilacio-nes en el mercado de los productos agrícolas; es decir, la no-bleza territorial evoluciona desde su condición de explotado-res directos a la de rentistas acaudalados de la tierra. A estasrentas hay que añadir las puramente jurisdiccionales, en unmomento —el tránsito de la plena a la baja Edad Media— enque este tipo de señorío —el llamado jurisdiccional pleno— seva generalizando.

Pero ahora, en plena crisis, las rentas que por esos con-ceptos percibían disminuyen bruscamente, porque gran partede sus tierras no se cultivaban al disminuir el número de co-lonos, como consecuencia del descenso demográfico, el enca-recimiento de la mano de obra, la caída de la producción ytambién de los ingresos de tipo jurisdiccional, a la vez que au-mentan los gastos que su condición social y política exigía yque la propia crisis, para ser superada, demandaba. Ante talsituación, intentarán enderezar su posición mediante una se-

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rie de medidas que más adelante comentaremos, pero tam-bién poniendo en práctica otros recursos, que, en definitiva,no son otra cosa que una necesaria reconversión económica.En Castilla, a partir de ahora, será la ganadería lanar, ligadaal comercio internacional de la lana, la actividad económicaalternativa, y, en menor medida, la comercialización de otrosproductos como el vino y el aceite. Los grandes señores, tan-to laicos como eclesiásticos, principales propietarios de reba-ños de merinas, encontraron en el aumento del número desus ovejas una compensación de la pérdida de vasallos y deldescenso de sus rentas. En tal sentido, algunos historiadoreshan lanzado la hipótesis de que la merma de población pro-vocó un aumento de la cabaña ganadera, estableciendo la co-rrespondiente relación entre despoblación y aumento de tie-rras dedicadas al pastoreo, que parece evidente en otros terri-torios de Europa. En el caso de Castilla, además, podemosdecir que existían unas condiciones favorables para el des-arrollo de este tipo de ganadería que venían de atrás, particu-larmente desde que Alfonso X, en 1273, fundó el HonradoConcejo de la Mesta.

No pensemos, sin embargo, que la economía agrícola tra-dicional fue abandonada. La nobleza intentará por todos losmedios poner de nuevo en explotación sus dominios, funda-mentalmente mediante el procedimiento de contratos dearrendamiento de larga duración o incluso a perpetuidad, ase-gurándose al menos unos ingresos fijos, aunque, precisamentepor ello, perdieran su valor inicial, a causa de las sucesivas de-valuaciones monetarias.

En fin, como resumen de cuanto queda dicho en este apar-tado, creo conveniente concluir citando al Profesor SuárezFernández, quien en pocas líneas ha expresado lo esencial dela cuestión aquí planteada: «Ella (la nobleza) advierte, másque nadie, el deterioro de las rentas de la tierra, consecuencia,primero, de su transformación en dinero y, después, de la ele-vación de precios y la acelerada caída del maravedí. Por vezprimera, en torno a 1282 (deposición de Alfonso X por su hijoSancho IV, apoyado por los nobles), la nobleza ha descubierto

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que para conservar su status de vida y el poder adquisitivo desus rentas, necesita vincular éstas a los derechos señoriales ymantenerse constantemente en el poder. De ahí surge la ten-dencia, característica de la primera mitad del siglo XIV, a par-ticipar en todas las decisiones de la Corona y a reducir a ésta,siempre que fuera posible, a un papel de simple ejecutora delos intereses de los nobles». Vemos imbricados en estas pala-bras los problemas económicos que comenzaba a padecer lanobleza con los políticos que se derivan del proceso de afian-zamiento del poder monárquico, que las teorías romanistassustentaban.

4. LA NOBLEZA CASTELLANA EN EL HORIZONTE SOCIAL DE LA BAJA

EDAD MEDIA

Para una mayor comprensión del tema que nos ocupa, con-viene especificar que, al hablar de nobleza, me estoy refirien-do particularmente a los ricoshombres, aquellos que, segúnSalvador de Moxó, «representaban en los reinos hispanocris-tianos de la Plena Edad Media la nobleza más elevada y pode-rosa, sobre la que se alzaba tan sólo la propia familia real. Así,las crónicas reales de Castilla, y en especial la de Alfonso XI,mencionan con frecuencia sus nombres como personajes queeran los de mayor rango del país. El término “ricohombre”sustituye y rebasa al concepto del antiguo magnate en su acep-ción más plena y en un más estricto sentido jurídico, lo quehace de tales ricoshombres figuras indispensables para com-prender la estructura social y política del Reino desde el sigloXII».

El infante Don Juan Manuel (1282-1348), nieto de Fernan-do III y de Beatriz de Suabia, miembro destacado del grupo yprotagonista de los hechos más relevantes de la primera mitaddel siglo XIV, en su Libro de los Estados (4), al contraponerlos

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(4) Biblioteca de Autores Españoles, vol. LI, caps. LXXXIX y XC.

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a los hombres simplemente ricos (burguesía mercantil), noslos define así:

«Señor infante, debedes saber, que así como les dicen ri-cos homes, les pudieran decir homes ricos; ca rico home ethome rico a do paresce que es uno, mas ha entre ellos grantfiferencia; ca en diciendo home rico, entiéndese cualquierhome que haya riqueza, también ruano como mercadero; casi quiera manera es de fablar cuando dice uno a otro: ¿vies-tes fulano cómo es home rico? Mas cuando dicen rico home,ponen la riqueza, que es honra, delante, et quiere decir que esmás honrado que las otras gentes, por los caballeros que hapor vasallos et por el pendon que puede traer...» (Cap.LXXXIX).

Dentro de este grupo social homogéneo también existíansutiles distinciones. En la cúspide estaban los familiares direc-tos del rey y los personajes de su entorno, que ejercían los al-tos cargos de la Corte: eran los nobles «de dignidad»; otro gru-po, igualmente ricoshombres de sangre y linaje, se denomina-ban «de estado», ya que eran titulares de un señorío (estado),concedido por el rey, y también disfrutaban del privilegio detener «pendón y caldera» (ejército privado) y vasallos. Sobrelas distinciones entre los ricoshombres nos dice Don Juan Ma-nuel:

«Et estos ricos homes non son todos de una guisa ninson todos eguales en linaje nin en honra nin en poder; que al-gunos dellos hay que son de muy grant sangre et vienen del li-naje de los reys; et otros que, como quier que non son del li-naje de los reys, que casan los fijos et las fijas con los fijos etlas fijas de los reys, et hay otros que son de grant sangre, masnon tanto nin tan honrados como estos que de suso dicho es.Et hay otros que son ricos homes, pero han a guardar et an-dan en pos ellos otros ricos homes, et non se tienen en ellopor mal trechos...» (Ibidem).

Un escalón inferior dentro del grupo nobiliario es el co-rrespondiente a la Baja Nobleza (infanzones e hidalgos), quese caracterizaban por su profesionalización como jinetes, sien-do los artífices de la denominada reconquista mayor, es decir,

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de los valles de los ríos Tajo, Guadiana y Guadalquivir. Aunquegozaban de igual status jurídico que la alta nobleza, se dife-renciaban de ella por su posición económica, pues no alcanza-ban su grado de riqueza, y por su influencia política, al no des-empeñar los altos cargos de la Corte. También de ellos hablaDon Juan Manuel:

«Señor infante, dijo Julio, en pos de este estado de los ri-cos homes ha otros que llaman en Castiella infanzones et enAragón llámanlos mesnaderos; et estos son caballeros queluengo tiempo ha que por sus buenas obras ficieron los seño-res más bien et más honra que a los otros sus eguales, et poresto fueron más ricos et más honrados que los otros caballe-ros. Et los que son dichos infanzones derechamente son desolares ciertos, et estos casan sus fijas con algunos de aque-llos ricos homes que de suso vos dije...» (Cap. XC).

Pero ricoshombres e infanzones no formaban dos grupostotalmente cerrados, sino que de alguna forma se podía acce-der a ellos. La reforma administrativa de las villas de realengollevada a cabo por Alfonso XI permitió que los caballeros vi-llanos ejercieran el poder en los concejos a través de los regi-mientos, lo que indica que este grupo social urbano se habíaintegrado en el grupo nobiliario, dando lugar a una noblezaurbana que desempeñará un importante papel en aconteci-mientos posteriores. Por otra parte, algunos infanzones acce-dían a la ricahombría por deseo de los reyes, que de esta for-ma recompensaban determinados servicios prestados. A ellose refiere Don Juan Manuel cuando argumenta:

«...Et hay otros que seyendo caballeros o infanzones porprivanza que han de los reys, tienen los reys por bien de lesdar vasallos et pendón, et llámanse ricos homes; mas digo vosque oí decir a don Johan, aquel mi amigo, que él viera enCastiella et en Aragón pieza dellos que fueran fechos ricos ho-mes de los reys, que nunca sus fijos fueron tenidos por ricoshomes...» (Cap. LXXXIX).

El grupo social al que me vengo refiriendo alcanza, entrelos siglos XI al XIII, su plena configuración jurídica y social. La

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directa y eficaz participación de determinados linajes en elavance castellano hacia el sur —la denominada reconquistamayor—, su colaboración en la repoblación tardía de espaciosvacíos en la retaguardia y el desempeño de los principales car-gos de administración central, territorial y local son los facto-res concurrentes que posibilitaron el incremento de su patri-monio económico, el auge de su influjo político y el aumentode su propio orgullo familiar, rasgo éste de singular importan-cia en el panorama social e ideológico de la época. No es deextrañar, por consiguiente, como afirmó el profesor Salvadorde Moxó, que «durante los siglos XIII y XIV la nobleza castella-na, ya poderosa, se hallara en condiciones de inquietar a la re-aleza, con la que procurará mantener una rivalidad políticahasta el fin de la Edad Media, provocando una tensión queprincipalmente se explica a causa del enriquecimiento y pres-tigio de aquélla». Todo ello en un momento en que, de formaparalela, se produce un incremento del poder real, consecuen-cia de la recepción en Castilla de las teorías romanistas, queexaltaban la autoridad del príncipe.

Ya desde finales de la decimotercera centuria asistimos amomentos de duro enfrentamiento: la rebelión de Sancho IVcontra su padre, apoyado por gran parte de la nobleza, que seresolvió con la deposición del Rey Sabio en 1282; más tarde,en los albores del siglo XIV, las sucesivas minorías de Fernan-do IV y Alfonso XI suponen nuevos momentos de tensión,pues los ricoshombres, representados por figuras descollantesde su grupo, pretenden hacerse con las tutorías regias, comoforma a la vez de controlar y ejercer el poder.

La mayor edad de Alfonso XI, a partir de 1325, supone uncambio de signo. El nuevo monarca insistirá en el proceso dereafirmación del poder absoluto del rey, enfrentándose decidi-damente a los nobles, algunos de los cuales sufrirán, de formaextrema, la justicia regia. Esta actitud ha hecho afirmar a al-gunos historiadores que Alfonso XI fue un rey antinobiliario;en realidad, pienso que lo que pretendió y en parte consiguiófue doblegarlos, implicándolos en nuevas empresas reconquis-tadoras, que les abrían nuevas perspectivas de hacer carrera al

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servicio del rey, quien, por otra parte, los recompensó amplia-mente, permitiendo, además, que miembros de la baja noble-za —hidalgos y caballeros— y letrados burócratas de la Corteascendieran a la categoría de ricoshombres, iniciándose ahorael relevo de la «nobleza vieja» por la «nobleza nueva», que cul-minará con el advenimiento de la dinastía Trastámara.

La situación durante el reinado de Pedro I hay que enten-derla también dentro de este proceso de enfrentamiento no-bleza-monarquía que caracteriza la Baja Edad Media castella-na. Dejando a un lado la controversia suscitada ya en su pro-pio tiempo en torno a su extrema crueldad o excesiva justicia,creo que Pedro I era, por personalidad y educación, más aúnque su padre, un monarca autoritario, personalista, durantecuyo reinado continúa el proceso de renovación nobiliaria: élmismo se rodeó de miembros de la baja nobleza y de legistasburócratas; en frente, la mayoría de los ricoshombres, en tor-no a su hermano bastardo Enrique de Trastámara. El decursode los acontecimientos y su desenlace, cuyos pormenores noes el caso narrar aquí, es de todos conocido. Comparto la opi-nión del profesor Valdeón de que «la guerra civil castellana tie-ne una interpretación preferentemente social: fue el cauce através del que la clase señorial pudo consolidar su posición he-gemónica en la estructura social de Castilla».

Esta pugna nobleza-monarquía alcanzará su momento ál-gido en la decimoquinta centuria, pero, como acertadamenteha dicho el profesor Valdeón, lejos de manifestar contradic-ciones realmente antagónicas entre ambas fuerzas, «se limita-ba a un contencioso por asegurar, en el caso de la nobleza,una mayor participación de su propia clase en la gobernacióndel reino, o, en el caso de la monarquía, por fortalecer su “po-derío real absoluto”. Pero en el fondo ambas, nobleza y mo-narquía, se necesitaban. La progresiva fuerza adquirida por lamonarquía, en el terreno estrictamente político, era, en ciertomodo, la condición necesaria para poder resolver las contra-dicciones sociales, y en definitiva para amparar a la clase feu-dal, a la que ella misma había ayudado a salir triunfadora dela crisis».

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Y en este contexto de crisis a todos los niveles, al mediar elsiglo XIV, hay que tener en cuenta, además, un nuevo factoradverso: la ya mencionada Peste Negra, que provocó la muer-te de Alfonso XI, el temprano advenimiento de Pedro I y, sobretodo, agravó la situación social de Castilla. Ante esta situaciónde postración, agobiante, ¿cómo reaccionó la nobleza? LasCortes de 1351 nos proporcionan algunos elementos de juicioque a continuación analizo.

5. LA NOBLEZA EN LAS CORTES DE 1351

Los cuadernos o actas de las Cortes celebradas a lo largodel siglo XIV son una fuente de primer orden para estudiar lasmanifestaciones de la crisis en Castilla (5). Inmediatamentedespués de la gran mortandad producida por la Peste Negra,se celebraron en Valladolid, en 1351, las primeras y únicasconvocadas por Pedro I, en un intento de organizar el reino entiempos desfavorables. Su proximidad a un acontecimiento detal magnitud nos permite captar con mayor nitidez los proble-mas que tenía planteados la nobleza en esos momentos, quequedaron reflejados en el Ordenamiento de Fijosdalgo (6). Enaras a una mejor comprensión, lo analizaremos agrupandopor temas las peticiones de los procuradores y las correspon-dientes respuestas regias.

La atenta lectura de las 28 peticiones que los nobles elevanal rey nos lleva a la conclusión de que sus preocupaciones sonesencialmente de tipo económico, lo cual es comprensible por-que, como ya he adelantado, la crisis había erosionado su pa-trimonio, elemento primordial en su caracterización comogrupo social rector. Ahora, además, su situación se ve agrava-

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(5) Una visión global en la conferencia que el Prof. Ricardo IzquierdoBenito pronunció en Montiel (Ciudad Real) en 1993: El reinado de Pedro I deCastilla: una época de crisis. (Inédita).

(6) Cortes, II, Ordenamiento de Fijosdalgo, págs. 132-144. Se publicacomo apéndice documental para facilitar su consulta.

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da por el factor exógeno de la Peste Negra y sus secuelas, quehacen que sus rentas disminuyan considerablemente.

Al inicio del ordenamiento (pet. 2) se aborda el tema sinmás preámbulos:

«...e que agora los logares que avien en que se mantenien,que les hermó lo más dello por la mortandad que acaesçió, eque por esto que les non ha fincado nin han otro remedio si-non a mi e a la mi merçed; e pedieronme que tenga por biende les mandar cresçer en las tierras e en las quantias a los quelas de mi tienen, según las faziendas que cada uno dellos hanpara mi seruiçio, e que a los que non tienen tierra, que gelamande librar, porque todos los fijosdalgo del mio sennorio sepuedan mantener e estar guisados de cauallos e de armaspara mio serviçio».

En este texto se recogen una serie de elementos que confir-man lo ya dicho sobre la situación por la que atravesaban losnobles: la gran mortandad y el consiguiente despoblamientodeterminaron que gran parte de sus tierras quedaran incultas,lo cual, a su vez, incidió en una fuerte disminución de sus ren-tas, consecuencia lógica de la baja productividad por la esca-sez de mano de obra. La solución es acudir al rey para que lesconcediera más tierras, con las que aumentar su patrimonio(señoríos), principal motor del incremento de la renta. No de-bemos olvidar al respecto que el freno de la expansión territo-rial, consecuencia de la casi detención del proceso reconquis-tador, trajo consigo una disminución de las concesiones realesde lotes territoriales a la nobleza, pues su servicio militar, entanto que vasallos del rey, se recompensaba con tierras, demodo que el patrimonio de algunos nobles era ahora bastanteexiguo o insuficiente en comparación con su categoría social ylos servicios que debían prestar al monarca. Pedro I no estabaen condiciones de responder favorablemente y promete estu-diar la cuestión («tengo por bien de ver las tierras e las rentas

como estan») y luego tomar una decisión que resolviera lacuestión planteada, de la forma que más beneficiase a los no-bles («e delo ygualar e partir entrellos e les fazer merçed en ma-

nera que pasen muy bien»).

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Pero el problema de los patrimonios señoriales era máscomplejo y en él repercutían otros problemas que tambiénahora se quieren solucionar. No sólo se habían estancado suspropiedades territoriales, sino que también menguaban comoconsecuencia de las frecuentes enajenaciones de tierras en fa-vor de las iglesias (del abadengo) e incluso del propio realen-go, ingresando así en un régimen fiscal diferente, y ocasionan-do el correspondiente retroceso de la renta feudal. Por ello, losnobles piden al rey:

«...que por la mortandad que acaesçió, que muchos la-bradores e otras personas que enagenaron e enagenan mu-chas de la heredades pecheras que son de las sus behetrias edelos su solariegos, dandolas a las yglesias e a algunos fijos-dalgo e a algunos de sus parientes clerigos, e faziendo dellasvendidas engannosas, ynfintosas, e dandolas otrosi por cape-llanias e aniversarios e a cofradias e por treyntanarios; e po-rende que pierden sus derechos e que se les yerman los sus lu-gares e resçiben en ello muy grande agrauio; e que tenga porbien e mande que esto que non pase asi de aqui adelante, eque por lo pasado queles mande dar mis cartas porque lo co-bren». (Pet. 6).

En este caso la solución que ofrece el rey es categórica: am-parar los derechos de los nobles, permitiéndoles recuperar loque les fue enajenado en favor de las instituciones eclesiásti-cas, pero sin aludir a las tierras que pasaron al realengo, quebeneficiaban a la monarquía:

«A esto tengo por bien quelas heredades pecheras que al-gunos destos sobredichos labradores dexaron a yglesia e ab-badengos, que los sennores delas behetrias e delos logares eheredades solariegos que puedan entrar e tomar lo que fuedado e mandado a las yglesias, segunt es fuero.»

Pero no sólo intentan los nobles evitar las enajenaciones desu patrimonio en favor del abadengo, sino también las comprasrealizadas por otros grupos sociales, en concreto ciudadanos ymiembros de las Órdenes, que se venían realizando desde el rei-nado anterior con la anuencia de Alfonso XI, pese a la fuerte

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oposición de los nobles, que entendían que ello iba contra susderechos y sus rentas, como se desprende de la petición 9:

«A lo que me pidieron por merçed porque dizen que algu-nos omes de villas e de Hórdenes que conpraron e conpranheredades algunas delos sus solariegos e cotos, e que por estoque han perdido e pierden los sus tributos e derechos que de-llos auian auer, e que el Rey mio padre, que Dios perdone,que puso plazo contra su fuero e contra su voluntad en que-les fizo agrauio, en lo qual ellos dizen que non consentieron,en que mandó que estos atales que asi conpraron, que lo ven-diesen a labradores fasta tres annos, e si lo ansi no feziesen,que gelo pudiesen entrar...»

La solución dada por el rey a esta petición consistía en re-vender tales tierras «a los labradores solariegos e de behetrias»,

que dada su condición jurídica, debían satisfacer los corres-pondientes tributos a sus respectivos señores; incluso permiteel rey que, en caso contrario, los afectados pudiesen «entrar e

tomar» dichas heredades por la fuerza.Pero, en relación con las propiedades y derechos nobilia-

rios, es el tema de las behetrías el que más les preocupa, demodo que campea por todo el ordenamiento. La importanciay peculiaridad de estos lugares, circunscritos preferentementeal área castellano-leonesa del valle del Duero, determina elafán de la nobleza por controlarlos. La behetría (benefactoríao benfetría) podemos definirla como una encomienda territo-rial por la que un pequeño propietario libre se acogía a la pro-tección de un magnate, a cambio de la cesión de una parte desus tierras y determinados tributos. Como acertadamenteapunta el Profesor José Luis Martín, los campesinos castella-nos, originariamente libres, «perdieron entre los siglos XI y XIV

una parte de su independencia; fueron obligados —por la fuer-za militar o por la situación social y económica— a encomen-darse, a aceptar un protector o señor cuyos derechos se reco-nocían y pagaban mediante la entrega de unos tributos ini-cialmente debidos al rey. En el siglo XIV podía elegirse señoren todos los lugares de behetría, y adjudicarlos con carácterperpetuo a un noble equivalía a suprimir los restos de libertad

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campesina que aún perduraban en Castilla, y perjudicaba gra-vemente al monarca, quien —además de renunciar a la admi-nistración de justicia— perdería la parte de impuestos quepercibía en estos lugares». Es decir, los campesinos libres pe-queños propietarios se convertían en hombres de behetría, de-pendiendo de un señor, laico o eclesiástico, que pasaba a tenersobre ellos una serie de derechos, en principio reservados alrey. Si tenemos en cuenta que estos lugares representabanpara algunos nobles su principal fuente de ingresos, es lógicopensar que no cejaran en su control efectivo.

Varias peticiones del ordenamiento que comentamos se re-fieren al tema. En las peticiones 4 y 5 los nobles solicitan alrey que prohíba que los «fijosdalgo que non son naturales» ylos «omes de villas o de Hórdenes o otros omes que non sean fi-

josdalgo» compren «heredades en las sus behetrias» porque, delo contrario, pierden sus derechos. La solución del monarcaes, en el caso de los fijosdalgo, «que paguen aquello que de fue-

ro deuen aver», y que puedan recuperar incluso por la fuerza(«que gelo entren») lo comprado por los otros grupos sociales.

Pero lo que realmente pretendían los nobles sobre los luga-res de behetría lo plantean abiertamente en la petición 13, enconcreto, que se les repartan, incluyendo la administración dejusticia, derecho exclusivo del rey; es decir, solicitan convertir-los en señoríos inmunes o jurisdiccionales. Aducen que de estaforma se evitarían los enfrentamientos habidos entre ellos acausa de estos lugares. He aquí el texto de la petición:

«Otrosí a lo que dizen que veyendo ellos quelos omeziellose muertes e peleas e contiendas que entre ellos han acaesçidofasta agora, que lo mas dello fue e es por las behetrias queovieron..., que acordaron quelas behetrias sean partidas entrelos naturales dellas e que las ayan cada uno delos naturales loquele y copiere por solariegos, faziendoles yo merçed e dando-les el derecho que en ellas he..., e que sea mi merçed deles darlos derechos e justiçia que en las dichas behetrias he...»

Proponen a continuación que se forme una comisión deprelados, caballeros y algunos hombres de las villas (ciudada-

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nos), sin derechos sobre dichos lugares, que confeccionase uninventario de los lugares de behetría («que vayan a todas las

behetrias e sepan quales e quantas son e en que comarcas»), yluego, una vez recogida toda la información, que se repartie-ran («quelas parta e yguale entre los naturales dellas, e dando a

cada uno la parte que oviere a auer segun la naturaleza que y

oviere»).

Según el canciller Pedro López de Ayala, en su Crónica del

Rey Don Pedro (7), el promotor de esta pretensión de los no-bles fue el Privado del Rey, don Juan Alfonso de Alburquerque,porque pensaba «que avría grand parte dellas, lo uno por la pri-

vanza e poder que avía con el rey, e otrosí porque era muy natu-

ral de las behetrías por su mujer doña Isabel, que era fija de don

Tello de Meneses, que era muy natural en Campos e en otras par-

tes: e por ende entendía él aver grand parte en las behetrías...».

Sin embargo, la oposición de parte de la nobleza, encabezadapor don Juan Rodríguez de Sandoval, que temía que el repar-to no fuera equitativo, impidió la iniciativa del de Alburquer-que, de modo que las behetrías «fincaron como primero esta-

ban».

En cualquier caso, el rey, aunque se negó a ceder la justiciay otros derechos, consintió en nombrar la comisión solicitada,fruto de la cual fue la realización de un inventario (8), que enrealidad es un índice fiscal, pues en él aparecen, además de loslugares de behetría y sus correspondientes señores, los tribu-tos pagados por los campesinos.

Este inventario nos ofrece información precisa sobre as-pectos muy concretos de las behetrías, dándonos una ideaajustada de la situación del campesinado de behetría en estaépoca. Por ejemplo, los tipos de behetría: a) de mar a mar:

aquellos lugares cuyos habitantes podían elegir como señor a

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(7) Pero LÓPEZ DE AYALA: Crónicas, Editorial Planeta, Barcelona, 1991,Crónica del Rey Don Pedro, cap. XIII, pág. 40.

(8) G. MARTÍNEZ DÍEZ: Libro Becerro de las Behetrías. Estudio y texto crí-tico, 3 vols., León, 1981. Más reciente C. ESTEPA DÍEZ: Las Behetrías castella-nas, 2 vols., Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, Va-lladolid, 2003.

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un miembro de cualquier linaje castellano, b) de linaje, en lasque el señor debe elegirse entre los miembros de una determi-nada familia o linaje, y c) sin naturales, pues algunos lugarestenían libertad para elegir y cambiar constantemente de señor.

Nos proporciona también un registro de los impuestos rea-les y señoriales. Muy variados, su cobro dependía de las zonasy lugares de behetría. El Rey cobraba, entre otros, la justicia,moneda, martiniega, fonsadera, servicios y el yantar. Por suparte, los nobles el nuncio, infurción, mañería, portazgos ymoneda banal, tributos todos estos muy codiciados por sus re-percusiones económicas y más en una época en que sus rentashabían disminuido.

La reorganización de la economía señorial pasaba, ade-más, por regularizar otros aspectos de la misma, de los quetambién se ocupa el Ordenamiento. Es el caso de los precios ysalarios, en un momento en que la mano de obra era escasa y,por tanto, muy cara. En un intento de poner coto salarial a suspropios trabajadores, los nobles abordan el problema en la pe-tición 11:

«A lo que me pidieron por merçed en razon delos menes-trales, por que dizen que por la mortandad que ovo en el tiem-po pasado, los dichos menestrales e los labradores que han alabrar las heredades, que son encaresçidos en tal manera,quelos mas delos que biuen en el mio sennorio dexan de la-brar las heredades que han, por la careza delos menestrales elabradores, e por ende que son yermas las mas delas hereda-des que han; e que tenga por bien de fazer hordenamiento enque sea puesto coto conuenible en los menestrales e labrado-res que labran las heredades, porque se les non yermen lo quehan.»

Al respecto, el rey responde que había hecho el correspon-diente Ordenamiento de menestrales en estas mismas Cortes.Se trata de una regulación minuciosa de precios y salarios nosólo de la agricultura y ganadería, sino también del comercioy artesanía, siendo la cuantía diferente según las regiones delreino, seguramente establecida en función de su correspon-diente nivel de vida.

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Además de estos remedios, los nobles intentan la concesiónde determinadas exenciones fiscales. Así, en la petición 8, soli-citan al rey que les exima de pagar fonsadera: «e que non pe-

chen fonsadera nin ningunos otros pechos en que non pechen fi-

josdalgo». La fonsadera era una compensación económica porel deber de participación militar bajo las órdenes del rey, quese cobraba en momentos de guerra, salvo a los que prestabanservicio militar personalmente. En palabras de Pedro I en es-tas mismas Cortes (cuaderno 11, pet. 39), «es pecho más afora-

do e que más debido me es», aunque había exenciones concedi-das por el rey. De hecho, en su respuesta Pedro I concede estaexención a los «que son fijosdalgo de padre e de abuelo», excep-tuando a «los fijosdalgo que moran en las çibdades e villas e lu-

gares de la frontera, porque han de seruir por las heredades que

han, segun los fueros con quelas ovieron».

Lo mismo intentan con el yantar, obligación de alojar y fa-cilitar alimento al señor cuando acudía a un lugar de señorío,redimible en metálico, bajo la forma de yantar, que general-mente se cobraba una vez al año. Dado que era un pecho afo-rado y perteneciente al rey, era éste el que podía determinarlas posibles exenciones. Los nobles piden al rey (n.º 18) «que

en los lugares en que ellos han sennorio e la justiçia, asi de lo

que fue regalengo como en lo que tienen por su vida delo aba-

dengo, que quando por y paso, quelos mis omes queles deman-

dan yantar, e que me piden que gela non demanden». Exenciónque el rey le otorga.

Finalmente, nos encontramos con unas concesiones de ca-rácter jurídico, acordes con la peculiar condición jurídica dela nobleza, que, junto con su patrimonio, la privanza y el or-gullo familiar, es el rasgo que mejor la caracteriza como gruposocial rector. Así, el rey les otorga su petición (n.º 14) de «que

mande a los mis alcaldes de la mi corte que por querellas que

dan los fijosdalgo los unos delos otros por cosas que non sean

fechas aqui en la mi corte, que sean demandados ante los alcal-

des delos fijosdalgo, que son aqui en la mi corte o ante qualquier

dellos». Es decir, que las causas entre nobles fueran juzgadaspor sus propios tribunales de acuerdo con su propio status ju-

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rídico. Igualmente, se aseguran el control de la justicia al soli-citar al rey y éste concederles que las denuncias contra ellos delos labradores de señorío, abadengo y realengo «queles non

sean demandados por los alcaldes de la mi corte, mas quelos de-

manden ante los alcaldes dela comarca onde fueren aforadas las

heredades, segun que lo han de fuero». (Pet. 15).

6. CONSIDERACIONES FINALES

Los casos hasta aquí planteados —incremento de señoríos,enajenaciones y compras de tierras, el reparto de las behetrías,regulación de precios y salarios, exenciones diversas— nosmuestran el afán de la nobleza por enderezar su economía yafianzar su poder, que habían experimentado un paulatino de-terioro durante la fase depresiva que se inicia en las últimasdécadas del siglo XIII. Ahora, en el momento más agudo de lacrisis, los señores necesitan reconstruir sus patrimonios e in-crementar sus rentas, acudiendo para ello a las típicas prácti-cas feudales: aumento de sus propiedades territoriales y fuer-tes cargas señoriales a costa de los hombres de solariego y be-hetría. Esto último se manifiesta en la huida de vasallos alugares de realengo y abadengo (pet. 21), ingresando así en unrégimen fiscal diferente, más llevadero.

Así pues, con las medidas que ahora se adoptan, los noblesintentan superar la crisis bajomedieval con el concurso de lamonarquía, pues, como ya se ha apuntado, pese al contencio-so que las enfrentaba, nobleza y monarquía no eran fuerzasantagónicas. Dentro de la crisis general de la sociedad caste-llana, la reacción de la nobleza hay que entenderla como unintento de refeudalización potenciado precisamente por lapropia crisis, de modo que no comparto las tesis de algunoshistoriadores sobre la falta de capacidad de transformacióndel régimen señorial ante los problemas planteados o que lacrisis significó el fin de la economía feudal. En todo caso, cabehablar de una inicial y en parte lógica resistencia de la noble-za al cambio que las nuevas circunstancias imponían. Pues en-

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tiendo que la clase señorial —más correctamente habría quehablar de la clase feudal— comprendió la situación y recabó lapuesta en marcha de medidas de todo tipo, que los nuevostiempos reclamaban, para reconstruir su economía y aumen-tar su influjo en el marco de una sociedad típicamente feudal.De hecho, después, no mucho más tarde, acrecentó su poder.

APÉNDICE DOCUMENTAL

Ordenamiento de Fijosdalgo otorgado en las Cortes de

Valladolid celebradas en la era de MCCCLXXXIX (año 1351) (9)

Sepan quantos este quaderno vieren, cómo yo don Pedropor la graçia de Dios Rey de Castiella, de Toledo, de León, de

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(9) Las diligencias practicadas en los archivos con el fin de encontrarlos cuadernos de fijosdalgo otorgados en las Cortes de Valladolid de l351, nohan dado resultado alguno. Ésta es la razon por que tenemos que recurrir acopias más o ménos antiguas. La más completa y correcta es la que se en-cuentra en un códice de fines del siglo XV, que perteneció al conde de Cam-pomanes y poseen sus herederos. Hállase escrito en vitela, con mucho es-mero, y sus iniciales están iluminadas y doradas. Contiene principalmenteordenamientos de las Cortes de D. Alfonso XI y del rey D. Pedro. La copiadel cuaderno de fijosdalgo, inserta en este precioso códice, consta de veintey ocho peticiones, al propio tiempo que encontramos en la Colección deCortes de D. Miguel de Manuel y Rodríguez, de que tantas copias se han he-cho, dividido en dos este mismo ordenamiento y cada uno con distinta data.Las trece primeras peticiones forman el primer cuaderno, con fecha del 29de Agosto de l351. Dícese en aquella Colección, que esta copia se tomó de uncódice del Escorial, señalado Z-ij-8; pero en él no se encuentra tal copia, nosabemos si porque haya cambiado de signatura o por estar equivocada lacita de Manuel y Rodríguez. No es, sin embargo, arbitraria esta división,porque entre las copias de otro códice del siglo XV que perteneció a la bi-blioteca de D. Luis de Salazar y Castro, se encuentra un segundo cuadernode peticiones presentadas por los fijosdalgo y respondidas por el Rey, con lafecha del día 31 de Octubre del mismo año, y en el que se hace mención delprimero: «Porque en estas Cortes que yo fize agora en Valiadolid, me fuerondadas algunas peticiones demás de las respondidas en el último ajuntamien-to, que son presentadas por el mismo ynfante don Fernando de Aragón...»Este segundo cuaderno se compone de las peticiones XIV a la XXVIII del or-denamiento que publicamos. El colector formó de dos cuadernos uno, de la

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Gallizia, de Sevilla, de Córdova, de Murcia, de Jaén, del Algar-ve, de Algezira, e sennor de Molina: porque en estas Cortesque yo agora fiz en Valladolid, el Infante don Fernando deAragón, marqués de Tortosa mío primo, adelantado mayor dela frontera, e los ricos omes e cavalleros e fijosdalgo de la mitierra que heran comigo e que yo mandé llamar a las dichasCortes, me fezieron algunas petiçiones, a las quales respondíen la manera que se en este quaderno contiene.

1. Primeramiente a lo que me pedieron por merçed queles mandase confirmar e guardar sus fueros e privillegios ebuenos usos e buenas costunbres e cartas de donaçiones econpras que ovieron e han, dados e confirmados de los reyesonde yo vengo e del Rey mío padre que Dios perdone, e de mí.

A esto respondo que lo tengo por bien, e que ge los confir-mo.

2. A lo que dizen que el Rey mío padre que Dios perdone,que les fizo mucho bien e mucha merçed; que los más fijos-dalgo del mío sennorío que heran sus vasallos e que tenían déltierras e quantías de mí e de los otros fijosdalgo, e otrosí quealgunos dellos que heran vasallos de don Juan e de don Fer-nando fijo de don Juan e de otros omes bonos del mío senno-río, e que tenían dellos tierras e quantías e les fazían merced ealgo de lo que avían, demás de las tierras que dellos tenían; eque agora los logares que avíen en que se manteníen, que seles hermó lo más dello por la mortandad que acaesçió, e quepor esto que les non ha fincado nin han otro remedio sinon amí e a la mi merçed, e pediéronme que tenga por bien de lesmandar cresçer en las tierras e en las quantías a los que las demí tienen, según las faziendas que cada uno dellos han parami seruiçio, e que a los que non tienen tierra, que gela mandelibrar, porque todos los fijosdalgo del mío sennorío se puedan

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misma manera que lo hizo con los ordenamientos de peticiones de las villasy ciudades, insertando el cuaderno primero, y a continuatión las peticionesdel segundo. Si el códice del Escorial de que se sirvió D. Miguel de Manuelpara su copia, y el que perteneció a la biblioteca de Salazar se hubieran po-dido consultar, los cuadernos de fijosdalgo se hubieran publicado por sepa-rado, y no juntos, como lo están en el códice de Campomanes.

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mantener e estar guisados de cauallos e de armas para míoserviçio.

A esto respondo que tengo por bien de ver las tierras e lasrentas cómo están, e las quanatías e tierras que tenían del Reymío padre, que Dios perdone, e tienen de mí; e de lo ygualar epartir entrellos e les fazer merçed en manera que pasen muybien.

3. A lo que mi pidieron por merçed que las tierras que demí tienen en las cartas, que mande que les sean puestas en elpresçio que valen e non en mayor quantía.

A esto respondo que lo tengo por bien, e que mandárgelashe poner e librar en menor quantía de lo que me dauan porellas en renta.

4. A lo que me pidieron por merçed, porque algunos fi-josdalgo que non son naturales, dizen que conpraron e con-pran o conprarán de aquí adelante heredades en las sus behe-trías, en guisa que les non finca cosa alguna e que pierden lossus derechos que deuen auer; que tenga por bien e mande queen esto que así compraren fijosdalgo en las behetrías de quenon fueren naturales, que ayan en ello el derecho que deuenauer, como dizen que lo ovieron sienpre desde las Cortes deNágera acá.

A esto respondo que tengo por bien que los fijosdalgo queconpraron o conpraren en las behetrías casas e heredades delos labradores, non seyendo naturales de las behetrías, que pa-guen aquello que de fuero deuen auer.

5. A lo que me pidieron por merçed que tenga por bienque lo que conpraren en las behetrías omes de villas o de Hór-denes o otros omes que non sean fijosdalgo, que gelo entren, eque dizen que ansí lo han de fuero e que el Rey mi padre, queDios perdone, que ansí ge lo guardó.

A esto respondo que tengo por bien que les sea guardadocomo lo han de fuero e lo usaron sienpre.

6. A lo que me pidieron por merçed que dizen que por lamortandad que acaesçió, que muchos labradores e otras per-sonas que enagenaron e enagenan muchas de las heredadespecheras que son de las sus behetrías e de los sus solariegos,

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dándolas a las iglesias e a algunos fijosdalgo e a algunos susparientes clérigos, e faziendo dellas vendidas engannosas,ynfintosas, e dándolas otrosí por capellanías e aniversarios e acofradías e por treyntanarios; e por ende que pierden sus de-rechos e que se les yerman los sus lugares e resçiben en ellomuy grande agrauio; e que tenga por bien e mande que estoque non pase así de aquí adelante, e que por lo pasado que lesmande dar mis cartas porque lo cobren.

A esto tengo por bien que las heredades pecheras que algu-nos destos sobredichos labradores dexaron a yglesia e abba-dengos, que los sennores de las behetrías e de los lugares e he-redades solariegos, que puedan entrar e tomar lo que fue dadoe mandado a las yglesias, segunt es fuero.

7. A lo que dizen que por la dolençia que ove seyendo enSeuilla, que algunos dellos porque non podían cobrar ningunacosa de lo que tenían de auer de las sus tierras que de mí tie-nen, e con grandes mesteres en que heran, que ovieron a to-mar e tomaron algunas quantías de las mis terçias e monedas;e que les es dicho que por esto, que mandé dar mis cartas porque los prenden e tomen lo que han por lo que así tomaron delas dichas terçias e monedas, e que les non descuenten endeninguna cosa de lo que auíen de auer, e que veían que fezieronyerro en se atreuer a tomar las dichas terçias e monedas sinmío mandado; pero que los que lo fezieron, que se atreuierona ello por los mesteres sobredichos, e por se guardar de fazerotras malfetrías; e pediéronme merçed que tenga por bien emande que lo que desta guisa tomaron, que sea descontado acada uno de lo que oviere de auer, e si demás tomó, o que lopague, e que para adelante que cada uno dellos se guardará detomar ninguna cosa de los míos pechos sin mío mandado; eque tenga por bien otrosí de lo que ovieren auer de sus tierrasdel tienpo pasado, así del tienpo del muy mío padre como delmío, que ge lo mande dar çierto e bien parado, porque se pue-dan dello acorrer para mío serviçio.

A esto respondo que ellos non lo deuieran fazer nin seatreuer a tomar sin mío mandado ninguna cosa de los míospechos e derechos, ca son por ello en gran culpa e sobresto sa-

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ben que auía ordenamiento que fizo el Rey mío padre, e yootrosí después que reyno acá, en que se contiene que qual-quier que tomare alguna cosa de los míos pechos e derechossin mío mandado, que lo torne con grand pena, el qual orde-namiento tengo por bien que sea bien guardado; pero que porles fazer merçed, tengo por bien de les quitar la pena en quecayeron por lo pasado fasta aquí, e que ayan cuenta con el the-sorero de lo que tomaron de las mis rentas, e lo que les fuerealcanzado que an de tornar, que les sea descontado de lo quede mí tienen o han de auer; e si algo ouiere de auer alguno, demás de lo que tomó, madárgelo he dar.

8. A lo que me pidieron merçed que mande guardar a losmis fijosdalgo que fuere manifiesto que lo son, que moran envillas de los míos regnos o en sus términos, e eso mismo de lasHórdenes de Cavallería, lo que es guardado a los otros fijos-dalgo de Castiella e de tierra de León en razón del fonsado, eque non pechen fonsadera nin ningunos otros pechos en quenon pechen fijosdalgo.

A esto respondo que tengo por bien de les fazer merçed, eque los que son fijosdalgo de padre e de abuelo, que non pa-guen fonsadera nin otros pechos ningunos de los que a mí hana dar en que non pechen fijosdalgo; pero que esto que se nonentienda en los fijosdalgo que moran en las çibdades e villas elugares de la frontera, porque han a seruir por las heredadesque han, según los fueros con que las ovieron.

9. A lo que me pidieron por merçed porque dizen que al-gunos omes de villas e de Hórdenes que conpraron e compranheredades algunas de los sus solariegos e cotos, e que por estoque han perdido e pierden los sus tributos e derechos que de-llos auían auer, e quel Rey mío padre, que Dios perdone, quepuso plazo contra su fuero e contra su voluntad en que les fizoagrauio, en lo qual ellos dizen que non consentieron, en quemandó que estos atales que así conpraron, que lo vendiesen alabradores fasta tres annos, e si lo ansí non fezieren, que ge lopudiesen entrar; el qual plazo dizen que es pasado e muchosmás, e que tenga por bien, pues lo han de fuero, los entra-mientos que por esta razón han fecho e fezieren de aquí ade-

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lante, que mande a los míos merinos que les defiendan en ello,e otrosí que les mande dar mis cartas quales cumplan en estarazon.

A esto respondo que tengo por bien que las heredades queansí fueron conpradas, de que son pasados los tres annos, elas non vendieron a los labradores solariegos e de behetrías,que las puedan entrar e tomar para sí segund que lo han defuero; e si algunos entramientos sobresto fezieren, que seanvalederos e mandarles he dar mis cartas, las que les cumplie-ren, en esta razón.

10. A lo que me pidieron que sea mi merçed e que mandeque se usen entrellos los cotos segund que lo han de fuero, eque mande a los míos merinos que los que dellos cayeren encotos e les fueren demandados por los que lo ovieren de de-mandar, que entreguen en los bienes de los que cayeren en loscotos al querelloso o a los querellosos, e que tomen el mío de-recho para mí segund que es de fuero.

A esto respondo que tengo por bien de dar pesquiridoressobresta razón segund que es de fuero de Castiella, e mandar-les he dar la parte de los cotos que ende deuen auer.

11. A lo que me pidieron por merçed en razón de los me-nestrales, por que dizen que por la mortandad que ovo en eltienpo pasado, los dichos menestrales e los labradores que hana labrar las heredades, que son encaresçidos en tal manera, quelos más de los que biuen en el mío sennorío dexan de labrar lasheredades que han, por la careza de los menestrales e labrado-res, e por ende que son yermas las más de las heredades quehan; e que tenga por bien de fazer hordenamiento en que seapuesto coto convenible en los menestrales e labradores que la-bran las heredades, porque se les non yermen lo que han.

A esto respondo que yo fiz hordenamiento sobrello e tengopor bien que se guarde.

12. A lo que me pidieron por merçed que tenga por bien emande que por la primera carta mía que cada uno dellos ovie-re de la tierra que de mí tienen, que le recudan con la tierra porella en quanto la touieren, e que non ayan de pedir mis cartaspara en cada anno nin en cada terçio: otrosí que mande que les

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non tome la chançillería de la tierra que de mí tienen o touie-ren en cada logar do la touieren o tienen e en cada terçio.

A esto respondo que tengo por bien que les den carta paratodo el anno por que les recudan con la tierra que de mí tie-nen o touieren, e que non sean tenudos de pagar más de un li-bramiento por cada carta de las que leuaren por todo el anno,e la chançillería que la tomen en los tienpos que se han de fa-zer las pagas a los que tienen la tierra, e que la pueda tomaren un lugar do quisiere el arrendador; pero que tengo por bienque lo que tienen en las juderías, que les tome la chancilleríadello por los terçios del anno, en cada terçio lo que _ montare.

13. Otrosí a lo que dizen que veyendo ellos que los ome-ziellos e muertes e peleas e contiendas que entre ellos hanacaesçido fasta agora, que lo más dello fuer e es por las behe-trías que ovieron, e que agora por se partir de las dichas pele-as e contiendas e por venir en paz e en asosiego, así como cun-ple a mío seruiçio e a ellos, que acordaron que las behetríassean partidas entre los naturales dellas e que las ayan cadauno de los naturales lo que le copiere por solariegos, faziéndo-les yo merçed e dándoles el derecho que en ellas he; e pidié-ronme merçed que lo tenga así por bien, e que sea mi merçedde les dar los derechos e justiçia que en las dichas behetríashe, e que escoja perlados e fijosdalgo e algunos omes de villas,los que entendiere que serán sin sospecha e que non ayan par-te en las dichas behetrías, e que les mande que vayan a todaslas behetrías e sepan quáles e quántas son e en qué comarcas,e que desque esto sopieren así, que las parta e yguale entre losnaturales dellas, e dando a cada uno la parte que oviere a auersegún la naturaleza que oviere; e demás que mande tomar juradesto a quien lo encomendare, sobre la Cruz e los sanctosEuangelios, que lo ygualen e fagan e partan como dicho es,bien e verdaderamiente, sin cobdiçia e sin abbariçia e sin van-dería ninguna, dando e guardando a cada uno de los fijosdal-go su derecho so pena de la mi merçed.

A esto respondo que bien sabedes e saben todos los fijos-dalgo de mi sennorío cómo yo he en las behetrías la justiçia eparte de las martiniegas e otros derechos pero por les fazer

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merçed e por vos partir de contiendas e de omeziellos e mu-chos dannos e muertes de omes e otros muchos males que seacaesçían e fazían entre vos por la contienda que auedes sobrelas behetrías, e porque ayades en qué biuir e vos mantenermás abondadamiente e seades heredados vos e los que de vosvenieren, e los solares de cada unos de vos finquen fechos paraadelante, e porque tengo que es mío seruiçio; otorgo vos loque en esta razón me pedides. E para esto tengo por bien deescojer e tomar para lo fazer algunos perlados e caualleros fi-josdalgo e algunos otros de las villas, tales que sepan esto fa-zer e ygualarlo en aquella manera que más cunpliere, porquetodos e cada unos de vos ayades segund los estados e los sola-res el derecho que cada unos de vos auedes de auer; e de aquífasta pascua de cinquesma primera que viene o ante si ser po-diere, yo mandaré saber las behetrías quáles e quántas son equáles e quántos son los naturales dellas, e cataré omes bonospara esto e mandarlo he partir e ygualar entre vos (10).

14. A lo que me pidieron por merced (11) que mande alos mis alcaldes de la mi corte que por querellas que dan los fi-

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(10) En una copia de la Colección de Rodríguez de Manuel, que se dicesacada del códice del Escorial, señalado Z-ij-8, termina aquí el cuaderno pri-mero de peticiones de los hijosdalgo con esta fecha: «Dado en las Cortes deValladolid a veinte e nueve de Agosto de la era de mil trescientos e ochentae nueve annos.» Debemos advertir que en algunas copias de la citada Colec-ción en lugar de 29 se lee 9 de Agosto, y que esta última fecha acaso sea másexacta que la primera.

(11) En un códice de letra del siglo XV, que perteneció en otro tiempo ala Biblioteca de D. Luis de Salazar y Castro, empezaba con esta petición elcuaderno segundo de las que hicieron al rey los hijosdalgo. Tenía este enca-bezamiento: «Don Pedro por la graçia de Dios rey de Castilla, de León, deToledo, de Gallicia, de Sevilla, de Córdoua, de Murcia, de Jaén, del Algarbe,de Algeçira e sennor de Vizcaya e de Molina. Porque en estas Cortes que yofize agora en Valladolid me fueron dadas algunas petiçiones a más de lasrespondidas en el último asentamiento, que son presentadas por el mismoynfante don Fernando de Aragón, marqués de Tortosa, mío primo, adelanta-do mayor de la frontera, e los ricos omes e caualleros e fijosdalgo de la mitierra que _ eran conmigo e que yo mandé llamar a las dichas Cortes, e a lasquales yo respondí en la manera que aquí se contiene.» Seguía después conel número 1 la petición 14, y en el mismo orden las demás.

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josdalgo los unos de los otros por cosas que non sean fechasaquí en la mi corte, que sean demandados ante los alcaldes delos fijosdalgo, que son aquí en la mi corte o ante qualquier de-llos.

A esto respondo que tengo por bien que si alguno de los fi-josdalgo de Castiella quisiere fazer demanda a otro fijodalgode Castiella en la mi corte, que ge lo faga ante el alcalde de losfijosdalgo de la mi corte e non ante otro de los mis alcaldes, eel alcalde de los fijosdalgo que los oya e les guarde su fuero.

15. A lo que me pidieron por merçed que las querellasque dieren dellos o de qualquier dellos, aquí en la mi corte, la-bradores de las behetrías o de las heredades solariegas o otrosqualesquier de las mis villas o de los abbadengos, que les nonsean demandados por los alcaldes de la mi corte, mas que losdemanden ante los alcaldes de la comarca onde fueren afora-das las heredades, según que lo han de fuero.

A esto respondo que tengo por bien que respondan ante losalcaldes de las comarcas do las heredades son aforadas.

16. A lo que me pidieron por merçed que les otorgue econfirme e les guarde e faga guardar las petiçiones que el Reymío padre, que Dios perdone, les otorgó en las Cortes e ayun-tamientos que fizo en quanto reynó.

A esto respondo que lo tengo por bien e que ge lo mandaréguardar.

17. A lo que me pidieron por merçed que porque han deuso e de costunbre guardada de sienpre acá, que labren en lassus heredades solariegas e behetrías e donadíos e cotos e otrasheredades algunas en que han derecho o jurisdiçión, cada quequisieren; que mande que les sea así guardado de aquí adelan-te, e que les non pongan en ello enbargo, salvo en lo que fuederribado por mandado del Rey mío padre que Dios perdone,e mío, que en esto non puedan labrar sin mío mandado.

A esto respondo que tengo por bien que se guarde en razónde las lauores de las casas fuertes el hordenamiento que el Reymío padre fizo sobre esto; pero que si algunos quisieren labrar,que labren sin fazer agrauio nin perjuizio a mis lugares rega-lengos e a los abbadengos e a otros logares e personas quales-

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quier. E si algunos se agrauiaren, o los míos adelantados e me-rinos mayores vieren que es agrauio fazer aquella lauor, quenon labren, e los dichos adelantados e merinos, que ge lo de-fiendan e que me lo inbíen mostrar, porque yo lo libre como lami merçed fuere e fallare por fuero e por derecho.

18. A lo que me pidieron por merçed e dizen que en loslugares en que ellos han sennorío e la justiçia, así de lo que fueregalengo como en lo que tienen por su vida de lo abbadengo,que quando por paso, que los mis omes que les demandanyantar, e que me piden que ge la non demanden.

A esto respondo que lo tengo por bien e que ge lo otorgo.19. A lo que me pidieron por merçed porque dizen que

tienen por sus vidas o por tienpo çierto logares e vasallos o he-redades de las Hórdenes, e que ge las demandan non seyendoaún conplido el tienpo de las donaçiones que dellos fueron fe-chas; que les mande guardar estas donaçiones e que ge lasconfirme e que ge las non tiren fasta que sea conplido el tien-po que las han a tener, segund que en las cartas e en los otrosrecabdos que de las dichas hórdenes dizen que han, se contie-ne.

A esto respondo que lo tengo por bien e que ge lo mandaréasí guardar.

20. A lo que me pidieron por merçed que tenga por bienque las sus heredades que son solariegas o behetrías e conda-dos e ynfanzonadgos e cotos en que fue de sienpre guardadofasta aquí, que non pasó a regalengo nin a abbadengo segundel hordenamiento de las Cortes de Nájara, que esto que sea asíguardado en lo pasado e de aquí adelante.

A esto respondo que lo tengo por bien que les sea guarda-do en lo pasado e en lo por venir; e si les en algún logar vancon-tra esto, que les mandaré dar mis cartas para los mis me-rinos, las que ovieren mester en esta razón.

21. A lo que me pidieron por merçed en que dizen que al-gunos de los que moran en sus behetrías e en sus condados eynfanzonadgos, que van morar a las mis villas e a los abba-dengos, e que han de fuero que puedan entrar sus heredadesdestos atales que así se van morar; que mande a los mis meri-

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nos que los defiendan e anparen en lo que así han entrado oentraren por esta razón, porque dizen que así lo ovieron sien-pre de uso e de costunbre, e que mande guardar que sobrestoque se non den cartas de la mi chançillería contra ello.

A esto respondo que lo tengo por bien, e mando que les seaguardado segund lo han de fuero.

22. A lo que dizen que fue mi merçed e es que los procu-radores de las mis çibdades e villas e lugares que aquí venie-ron llamados a estas Cortes, que les den a cada unos en los lu-gares onde venieron çierta quantía de mr. para la costa queaquí fizieron, a cada uno fasta que tornen a las çibdades, villase lugares que los acá enbiaron, e que cada unos dellos venie-ron a mí llamados a estas Cortes e que han fecho e fazen decada día muy grand costa, e que conuenía que fagan más fas-ta que los de aquí enbíe; e pidiéronme merçed que les mandefazer alguna merçed con que lo pasen.

A esto respondo que yo fablaré con ellos e con los de la tie-rra que aquí son, e cataré cómo les faga merçed.

23. A lo que dizen que les han fecho entender que des-pués que el otro día resçibí las petiçiones generales para res-ponder a ellas, que los perlados e las Hórdenes e los otros delas çibdades, villas e lugares que se ayuntan de cada día a fa-zer otras petiçiones, cada unos a su parte, para me mostrar epedir que ge las libre, e que algunas dellas que son contra losfijosdalgo e contra estas sus petiçiones que me aquí presenta-ron; e pídenme meçed que si los dichos perlados e Hórdenes eçibdades e villas e lugares algunas petiçiones me mostraronque sean en su prejuizio o contra estas que me ellos fazen, quetenga por bien que las non libre nin mande librar sin ser ellosprimeramiente llamados a ello ante mí e o_dos como deuen.

A esto respondo que lo tengo por bien e lo mandaré guar-dar.

24. A lo que dizen quel Rey mío padre que Dios perdone,e yo fezimos ponimientos de mr. que ovieron de auer de mí edel dicho Rey, de que dizen que tomaron sus cartas e mías deponimientos e de recudimientos para Pero Fernández, su the-sorero e mío que fue, e de los otros thesoreros e recabdadores

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e arrendadores que fueron de las mis rentas e del dicho Reymi padre, e desque les mostraron las dichas cartas, que las res-çibieron dellos e les dieron sus cartas para sus arrendadores epara sus omes para que les recudiesen con las quanatías queauían de auer; e que como quier que inbiaron allá los susomes con las dichas cartas a los sus cogedores e recabdadorese a los otros dichos sus omes, que non pudieron ende cobrarcosa ninguna e que fezieron sobrello grandes costas trayéndo-los a traspaso de día en día; e que tenga por bien e mande queentreguen a los quelos dichos ponimientos ovieron, en bienesdel dicho Pero Fernández e de los otros dichos thesoreros ecogedores e recabdadores e arrendadores de las dichas rentase derechos, e que si los dellos non podieren cobrar, que lesfaga yo ende auer enmienda e pago.

A esto respondo que yo que los faré cobrar del dicho PeroFernández e de los otros sobredichos; e si los cobrar non po-dieren, que ge los mandaré poner en lugares çiertos donde loscobren.

25. A lo que me pedieron por merçed que tenga por bienque quando oviere a fazer libramiento a los ricos omes e caua-lleros del reyno de Castiella e de León, que lo faga a los ricosomes e caualleros e fijosdalgo que moran en las çibdades e vi-llas e lugares de la frontera e de las otras comarcas de los míosreynos, e que les faga ayuda para su mantenimiento segundque ge la fazía el Rey mío padre que Dios perdone.

A esto respondo que tengo por bien que los fijosdalgo de lafrontera que me siruan por las tierras que han, según sienpreseruieron a los reyes onde yo vengo e al Rey mío padre queDios perdone.

26. A lo que me pidieron por merçed por los fijosdalgoque biuen en los valles de Famant de Genezo, que es en la me-rindad de Vezio, por que dizen que agora poco tienpo ha quelos de Castro de Ordiales que ganaron carta del Rey mío padreque Dios perdone, pechando algo a donna Leonor, porque fue-se término del dicho lugar de Castro, e que juzgasen ante lossus alcaldes e que merinase entre ellos el merino de la dichavilla de Castro e non otro ninguno; e por esta razón que pasan

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mal e que son desaforados, porque dizen que solíen auer al-caldes fijosdalgo, aquellos que la tierra escogíe, e otrosí mon-taneros que guardauan sus montes, e que merinauan entrellosel merino mayor de Castiella o el que poníe la merindad de Ve-zio; e que les mande dar mis cartas que ayan sus alcaldes e susguardas de sus montes e sus fueros segund sienpre los ovie-ron, e que merine el merino mayor de Castiella o el que el pu-siere por sí, segund que dizen que lo usaron en tienpo de losreyes onde yo vengo.

A esto respondo que pues dizen que los de Castro de Hor-diales ganaron carta sobresto del Rey mío padre que Dios per-done, que les mandaré dar mi carta sobresto porque llamen alconçejo del dicho lugar de Castro, e que oyré a amas las par-tes e les mandaré librar como la mi merçed fuere, por dere-cho.

27. A lo que me pidieron por merçed en que dizen que lesfezieron entender que los de las mis çibdades e villas entre lasotras petiçiones que me dauan, que me pedían merçed quequando alguna desabenençia auía entrellos porque me auían apedir que les diese ofiçiales de fuero, que touiese por bien de lesdar estos dichos ofiçiales de las villas e de las comarcas e nonotros ningunos, e que es entre los sus fueros porque en qual-quier tienpo que ellos se desauenieren, por los reyes onde yovengo les oviesen a dar ofiçiales de fuero, e yo después que rey-né que sienpre lo touieron e lo toue en mí para fazer merçed afijosdalgo o a omes de villas a quien fuese la mi merçed, e queesta petiçión que ge la non quiera otorgar, porque me finque lu-gar de fazer merçed a los fijosdalgo quando por bien touiere.

A esto respondo que yo que guardaré a las villas sus fueros,e a ellos que les faré merçed con derecho segund ge lo sienprefezieron el Rey mío padre que Dios perdone, e los otros reyesonde yo vengo.

28. A lo que dizen (12) que el Rey don Alfonso mío padreque Dios perdone, que ovo hordenado en las Cortes de Alcalá

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(12) Esta petición es igual a la 33 del cuaderno segundo de peticionesde las villas y ciudades del reino.

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en en las otras Cortes que fizo ante dellas, que non pasase he-redamiento de regalengo nin solariego de behetría a lo abba-dengo, ni de abbadengo a regalengo, nin solariego a behetría,e este hordenamiento que lo fizo el dicho Rey porque ge lopiederon todos los de la tierra, e porque los reyes onde el e yovenimos, fezieron sienpre este hordenamiento mismo e lomandaron guardar; e porque se non guardó, veyendo que semenoscabaua mucho la jurisdiçión e el su derecho, que ge loovieron así a pedir, e que en lugar de se guardar, que vino después manera porque se acrescentó, mas porque por lagrand mortandad que después acaesçió, todos los omes quemorían, con deuoción que ovieron, mandaron grand parte delas heredades que auían a las yglesias por capellanías o poraniversarios; así que después del hordenamiento del dicho Reymío padre acá, que es pasada por esta razón e por otras muymayor parte de las heredades regalengas al abbadengo, quenon eran pasados de los tienpos de ante; e por ende quel dichoRey mío padre estando en la çerca de sobre Gibraltar, los ricosomes e los otros fijosdalgo de las çibdades e villas que estauan_ con él en su seruiçio, sentiéndose de la mengua e del dannoque por ende venía a la su tierra e a cada uno dellos, que le pe-dieron por merçed que lo no consentiese pasar así; e sobrestoque fue mandado por él e acordado por los que eran con él enla dicha çerca, que se fiziese sobrello ordenamiento en quálmanera pasase; e que aquellos a que fue encomendado, quehordenaron que porque las heredades que heran mandadas edadas a las yglesias en tienpo de la mortandat eran muchas,que fuese dada la quantía que valían al tienpo que ovo fecho elhordenamiento, aquellos logares do eran mandados, e que fin-casen las heredades regalengas como ante heran, e esto que lopagasen los herederos de aquellos cuyas fueron las heredades,si las quisiesen conprar, e si non oviese quien las conprase,que las conprasen los conçejos; e porque el Rey mío padre es-taua en aquel mester, que non ovo lugar para fazer más sobre-llo; e pidiéronme merçed que mandase que se faga así, e otro-sí que todos los heredamientos que pasaron a abbadengo antede la mortandad e después acá contra el hordenamiento que el

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dicho Rey fizo en Medina del Campo, que tenga por bien emande que sean tornados a como ante heran, segund se con-tiene en el dicho hordenamiento, e que para esto que pongaplazo fasta que se cunpla, e si non que lo cunpla yo.

A esto respondo que bien veo que me piden mío seruiçio, epor ende yo mandaré fazer ordenamiento sobresto en tal ma-nera que mío seruiçio sea guardado e pro dela mi tierra, e a layglesia su derecho (13).

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(13) En el códice que perteneció a la Biblioteca de D. Luis de Salazar yCastro, seguía a esta petición: «Fecho en las Cortes de Valladolid a treinta eun días de Octubre, Era de mill e trecientos e ochenta e nueue annos.»

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LA NOBLEZA CASTELLANA ANTE LA CRISIS DEL SIGLO XIV SEGÚN LAS CORTES...

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Page 38: LA NOBLEZA CASTELLANA ANTE LA CRISIS DEL …en beneficio de la parte del gran dominio explotada por los co-lonos, que ahora conmutan sus prestaciones laborales por un arrendamiento

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JOSÉ IGNACIO MORENO NÚÑEZ

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