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La noción clásica de culpa. Domat. Código civil francés. Código civil
argentino
Año 2009 / N° 1 / Pag. 35 /
Trigo Represas, Félix A.
1. Inexistencia de la "culpa" en los pueblos primitivos
Corresponde señalar ante todo que hoy ya no se discute que la
"culpabilidad", en cuanto elemento y fundamento de la responsabilidad
civil, recién llegó a aceptarse luego de una lenta evolución de los conceptos
jurídicos.
En efecto, en los primitivos pueblos orientales, como Babilonia,
Israel, Egipto, China, India y Persia, la responsabilidad era objetiva
y resultaba de un sistema imputativo elemental, fundado en la causalidad
material [1]. Nacía de la mera circunstancia de haberse ocasionado un daño
a otro, lo que por sí solo acarreaba, sin discriminación sobre los factores que
podían haberlo provocado, la imposición de la o las penas: al autor del
hecho, a veces al jefe del grupo, e inclusive colectivamente a toda la tribu o
familia a la que pudiese pertenecer el primero [2].
Además, lo mismo había sucedido también en el antiguo Derecho Romano.
2. Los primeros atisbos de la idea de culpa
Se advierten en cambio algunos antecedentes de responsabilidad por culpa:
en Egipto, en los artículos 72 y 75 del Libro XI del Código de Hammurabi, y
en el Código de Manú [3].
Y según Peña López, el origen de la culpabilidad como criterio moral
de valoración de un comportamiento estaría íntimamente vinculado
con una nueva visión de la realidad que aparece por primera vez en la
Grecia clásica. Puesto que al considerarse al hombre como un individuo
libre y capaz de decidir su propio destino (principio del libre albedrío) se
posibilitó pensar en un sistema moral, en el que cada hombre debiese
responder personalmente por no haberse comportado de acuerdo con los
principios aceptados. La responsabilidad por culpa en dicho sistema
viene a constituir el necesario correlato de la exaltación de la
libertad personal [4]. Y tan así es que dicha idea aparece igualmente en
algunas obras del teatro griego de Esquilo y Sófocles [5].
No obstante, cabe coincidir con De Cupis en que en las primeras fases del
Derecho no se prestó mayor atención a la culpa. Se estimaba suficiente
para que el daño pudiese dar lugar a una reacción jurídica que hubiera sido
el resultado de un obrar humano que infringiese el orden jurídico, pero sin
llegarse a investigar la situación psicológica del autor. Bastaba, podría
decirse, con que el hecho pudiera reconducirse materialmente a una
persona [6].
3. Aparición del concepto en el Derecho Romano
En la época clásica de Roma, y merced a una interpretación cada vez más
amplia de las disposiciones de la Lex Aquilia, los jurisconsultos habrían ido
introduciendo el concepto de la "culpa", que luego recibiría el Derecho
justinianeo como parte integrante de la idea más general de la
imputabilidad moral.
En los textos romanos, la "injuria" a la que se refería la Lex Aquilia equivalía
al daño causado por la culpa de quien no quería causarlo -igitur iniuriam hic
damnum accipiemus culpa datum, etiam ab eo, qui nocere noluit-. El ilícito
requería la vulneración de una norma jurídica imperativa, protectora de
intereses ajenos; y a su turno, la culpa del sujeto agente fue pensada por
los clásicos como la inobservancia de la prudencia exigible [7].
Los autores reconocen uniformemente la importancia de la Lex Aquilia, pero
en cambio no están de acuerdo sobre si, en definitiva, la misma introdujo o
no a la culpa como requisito esencial del derecho a la reparación.
Así, por ejemplo, Schipani ha sostenido que "el sistema romano de la
responsabilidad extrae de la interpretación de la Lex Aquilia el principio
según el cual la culpa es punible por los daños provocados injustamente al
margen de una relación preexistente obligatoria, lo que constituye el
principio general de la denominada responsabilidad extracontractual,
llamada también, en consideración a su origen, aquiliana" [8].
Son en cambio muchos, por cierto, los autores que, junto a los hermanos
Mazeaud, insisten en que en el Derecho Romano nunca se llegó a
formular una teoría general de la responsabilidad civil, y que la
"culpa" constituyó siempre un concepto huidizo, cuya necesidad nunca se
planteó en forma global; amén de existir siempre casos de responsabilidad
sin culpa [9]. En este sentido los Mazeaud y Chabas han expuesto que "...el
Derecho Romano no pudo llegar a imaginar un principio general de
responsabilidad civil. Los textos hacen obligatoria la composición y le fijan el
monto para tal o cual daño. Sólo los daños contemplados acarrean la
responsabilidad de su autor. Sin duda, los jurisconsultos romanos se
esforzaron por evitar los inconvenientes de este sistema por una
interpretación amplia, del texto más general de la Lex Aquilia, pero nunca lo
lograron completamente" [10].
Y completando esa idea ha sostenido entre nosotros Niel Puig que "la Ley
Aquilia no desarrolló el concepto de culpa, ni sentó los principios para
que ésta resultara un factor para establecer la responsabilidad de su autor y
graduar la extensión del deber de reparar" [11]. Por lo que puede decirse,
siguiendo a López Mesa, que para los romanos no existió nunca "la
culpa", sino "las culpas", esto es, no un principio general de raigambre
teórica, sino una multitud de casos concretos y puntuales, donde se
evidenciaba que una persona había obrado con negligencia crasa o
ignorancia supina y, por ende, debía ser condenada a resarcir el daño que
causara [12].
Es más, cabe recordar lo señalado por López Peña sobre la verdadera
incidencia de la "culpa" en la Lex Aquilia, cuando sostiene que ella nunca
llegó a eliminar por completo al originario elemento objetivo que encerraba
el concepto de iniuria, y que por el contrario este último sobrevivió,
manteniéndose inclusive en la compilación justinianea [13].
4. El Derecho Canónico
La exigencia de culpa como requisito indispensable de la responsabilidad se
mantuvo en el Derecho Canónico, aunque confundida o indiferenciada con
la idea de pecado, habiéndose señalado por Fernández Gabriel que "se
pagaba porque se había pecado [...] la disciplina canónica de la
responsabilidad se dirigía más a sancionar conductas individuales inmorales
que a reparar los perjuicios sufridos por la víctima" [14].
Pero además los glosadores no mantuvieron intacta la elaboración romana
de la culpa, sino que formularon un replanteo del esquema original de
éstos, añadiendo un grado más de culpa: la levísima, que se caracterizó
como omisión de los cuidados de un "muy buen padre de familia". Culpa
levísima de la que respondía el deudor solamente en los contratos hechos
en su exclusivo beneficio, como sucede por ejemplo con el prestatario, en el
caso del préstamo gratuito.
Finalmente, el trabajo de conceptualización y sistematización de la culpa
fue llevado a sus más extremas consecuencias por la labor de los
comentaristas, quienes renovaron los viejos textos romanos y crearon una
nueva sistemática de la culpa [15].
5. El aporte de la escuela del Derecho natural
Pese a los anteriores antecedentes, la idea moral de culpa, entendida en su
subjetividad como un reproche de conciencia, es en realidad un aporte de la
denominada escuela del "Derecho natural" [16].
Dicha corriente doctrinaria se inicia con Hugo Grocio en la primera mitad del
siglo XVII, cuando éste sostiene, por vez primera, que cada uno debe
reparar "el daño cometido por su culpa" [17], continuándose luego a lo largo
de toda esa centuria con Puffendorff y Espinoza, para trasladarse finalmente
al siglo XVIII con autores como Wolf, Tomasius y Heineccio, en este último
ya con mayor vinculación a las ciencias jurídicas.
La escuela clásica del Derecho natural fundaba sus desarrollos en la
autonomía de la voluntad, el principio de la libre determinación del hombre;
y este principio también había llevado a que se admitiera que los hombres
se ligaban o ataban entre sí mediante el contrato, al que juzgaban
esencialmente justo.
Por ello esta escuela, que rendía culto a la autonomía de la voluntad,
mal podía aceptar la imposición de una condena indemnizatoria por un
hecho distinto a la actuación voluntaria y deliberada del individuo. Y
de ahí que, al no aceptar los racionalistas que pudiese existir
responsabilidad civil cuando el perjuicio había sido ocasionado sin voluntad
ni intención de dañar, o por lo menos sin imprevisión, va de suyo que
tampoco podían admitir que se pudiese sancionar a alguien, si de su parte
no había mediado culpa.
De manera que la idea de culpa como factor de atribución de la
responsabilidad terminó de desarrollarse orgánicamente con las
elaboraciones de la escuela clásica del Derecho natural racionalista
[18]. O sea que, como bien lo apunta Peña López, si entre los principios
esenciales de las concepciones racionalistas se encontraba el
de "no causar a otro un daño culpablemente", de dicho principio
deriva la máxima consistente en que todo perjuicio inferido con culpa a los
bienes ajenos debe ser reparado [19].
6. La recepción en Francia de tales ideas: Domat y Pothier
Aquellas enseñanzas tuvieron a su vez muy buena acogida en Francia, lo
que motivó igualmente la recepción de sus postulados en el mundo jurídico,
especialmente en las obras de Domat y Pothier.
Domat sistematizó muy bien aquellos desarrollos, expresando que el eje
de la responsabilidad era la faute (o, en español, la "culpa"), estando en
cambio completamente desplazada del ámbito de la responsabilidad la
iniuria objetiva. Y como además era solamente la faute la única que podía
posibilitar la imputación o atribución del daño a alguien, ello lo llevó a
afirmar que si no se podía demostrar que había habido culpa en
la realización de un hecho dañoso, debía presumirse que "el
acontecimiento tendrá alguna otra causa que anduvo unida a aquel
hecho inculpable, como la imprudencia del que habrá sufrido el
daño o algún caso fortuito" [20].
Y tanto en Domat como en Pothier [21] la iniuria objetiva desaparece,
entronizándose la faute como el elemento fundamental de la
responsabilidad derivada del Derecho natural.
A través de aquéllos esas ideas llegan en definitiva al Código Civil
francés, en el cual va a recibir consagración expresa el principio pas de
responsabilité sans faute ("no hay responsabilidad sin culpa") [22], muy
especialmente en el texto de su artículo 1382 que reza: "Todo hecho del
hombre que causa a otro un daño, obliga a repararlo a aquél por culpa del
cual haya sucedido" [23].
Sin perjuicio de lo cual, fácil resulta advertir el profundo parentesco
existente entre la teoría de la responsabilidad subjetiva fundada en la
"culpa" y el principio de la autonomía de la voluntad, dogma del Derecho
contractual clásico [24], ya que ambos no son, en definitiva, más que
diferentes manifestaciones de las concepciones del individualismo jurídico
que inspirara al Derecho de las Obligaciones, tanto en el Derecho Romano
como en la época clásica de las codificaciones, como así también del
liberalismo económico plasmado con la triunfante Revolución Francesa de
1789.
Del Código Civil francés la responsabilidad con base en la culpa pasó
después a la mayoría de los códigos de Europa y América que en él se
inspiraron, y entre ellos, va de suyo, el Código Civil argentino.
7. La culpa en nuestro Código Civil
a) Concepto
Nuestro Código Civil ha definido la culpa en su artículo 512, que al
ocuparse de las obligaciones nacidas de los contratos dice: "La culpa del
deudor en el cumplimiento de la obligación consiste en la omisión
de aquellas diligencias que exigiere la naturaleza de la obligación,
y que correspondiesen a las circunstancias de las personas, del
tiempo y del lugar".
Se trata de una preceptiva que ha merecido justificados elogios de la
doctrina [25] y ha sido además adoptada casi literalmente en la primera
parte del artículo 1104 del Código Civil español y en otros como el cubano
de 1889 (art. 1104), filipino (art. 1173), puertorriqueño (art. 1057) y
peruano de 1984 (art. 1320) [26]. Aunque en rigor en éstos se mejoró el
texto argentino, al reemplazarse el sustantivo plural "diligencias", que
implica tramitaciones o gestiones, por el singular "diligencia", que en cuanto
"sinónimo de cuidado o actividad" resulta mucho más apropiado [27].
A mayor abundamiento, atento a que el principio del artículo 512 del Código
Civil toma en cuenta, entre otras, las "circunstancias de las personas", va de
suyo que las condiciones particulares del agente han de ser
tenidas en cuenta a los efectos de estimar el mayor o el menor
deber de previsión [28]. Y de esta forma, lo dispuesto por el citado
artículo 512 debe ser correlacionado con lo previsto en el artículo 902 del
mismo Código, que establece una mayor responsabilidad "cuanto
mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de
las cosas" [29]. E igualmente, aunque sólo para el ámbito contractual y
para los contratos intuitu personæ a los que aluden los artículos 626 y 730
del Código Civil, con el artículo 909 del mismo Código, que dispone que
"en los contratos que suponen una confianza especial entre las partes" el
grado de responsabilidad se habrá de estimar " por la condición
especial de los agentes", lo cual se advierte muy especialmente cuando
se trata de contratos celebrados con profesionales de nota, con una
competencia ostensible y a veces declarada, como ser: especialistas,
profesores, etcétera, en cuyo caso se justifica sin duda una exigencia mayor
a su respecto que con relación a los profesionales corrientes u ordinarios, en
tanto en cuanto aquellas especiales condiciones hubiesen sido tenidas en
cuenta y gravitado en la respectiva contratación [30].
Y aunque el artículo 512 del Código Civil se refiere específicamente al
incumplimiento de obligaciones contractuales, el concepto de "culpa"
que nos brinda resulta ser, sin embargo, el mismo que caracteriza a la
culpa como elemento de imputabilidad en materia cuasidelictual [31].
A tenor de lo expuesto, para establecer en qué consiste la "culpa" será
menester previamente precisar qué se entiende por "diligencia"; tal como lo
sostiene Messineo cuando afirma que el concepto de culpa contractual no
se comprende si no se lo pone en relación con el deber de diligencia
(contractual), que significa el cuidado que el deudor debe emplear en el
desenvolvimiento de su actividad, para ponerse en situación de poder
cumplir exactamente con su obligación [32]. O, dicho en otras palabras:
diligencia es el adecuado empleo o despliegue de las energías y
medios útiles o idóneos para el logro de un determinado fin [33],
que en el tema que nos ocupa habrá de ser el cumplimiento de la
prestación pactada y debida, y en punto a la responsabilidad
extracontractual: el deber de comportarse en el quehacer cotidiano con la
prudencia y diligencia necesarias para que el obrar de uno no perjudique a
otras personas.
b) Lo esencialmente antijurídico de la culpa
Y así llegamos al punto en que se puede intentar precisar en qué consiste lo
esencialmente antijurídico de la culpa.
Según López Olaciregui, los individuos tienen el deber de cumplir sus
obligaciones contractuales, que para ellos constituye "una regla a la cual
deben someterse como a la ley misma" (art. 1197), y tienen asimismo el
deber de conducirse en la vida en sociedad con la prudencia y diligencia
que corresponda, de forma tal que el comportamiento de cada uno no
cause daños a los demás [34]; es decir: el neminem lædere de la
compendiosa fórmula de Ulpiano, o deber de "no dañar a los demás", o de
conducirse en la vida en sociedad con prudencia y diligencia, de forma que
el comportamiento de cada uno no perjudique a los demás, sea en sus
personas o en los bienes y cosas de su pertenencia [35].
Por todo lo cual, quien no adopta esos cuidados o medidas
con relación a las consecuencias previsibles de su propio obrar ya
estaría infringiendo su deber de diligencia para con
los demás; y si la violación de tal deber es el presupuesto de toda
responsabilidad, va de suyo que de esa manera estará incurriendo desde el
vamos en responsabilidades virtuales, que recién se tornarían efectivas
si de tal violación se deriva finalmente un daño a otro u otros
[36].
Constituye ésta, por otra parte, la doctrina resultante de lo establecido en el
artículo 1109 del Código Civil, el cual se acepta hoy en día que tiene
además verdadera jerarquía constitucional [37], con ajuste en lo
preceptuado en el artículo 19 de la Constitución Nacional, cuando excluye
de "la autoridad de los magistrados" a "las acciones privadas de los
hombres" que no "perjudiquen a un tercero", tal como muy bien lo
resolviera el fallo de la Corte Suprema nacional del 5 de agosto de 1986,
recaído en los autos "Gunther c/Estado Nacional", en cuyo considerando
14 se sostiene que "la responsabilidad que fijan los artículos 1109 y 1113
del Código Civil sólo consagra el principio general establecido en el artículo
19 de la Constitución Nacional que prohíbe a los 'hombres' perjudicar los
derechos de un tercero. El principio del alterum non lædere,
entrañablemente vinculado a la idea de reparación, tiene raíz constitucional
y la reglamentación que hace el Código Civil en cuanto a las personas y las
responsabilidades consecuentes no las arraiga con carácter exclusivo y
excluyente en el Derecho Privado, sino que expresa un principio general
que regula cualquier disciplina jurídica" [38]. Coincide al respecto Mosset
Iturraspe, aunque partiendo para ello desde una óptica inversa, cuando
afirma que "toda persona tiene un derecho 'a no ser dañado' y, a contrario
sensu, que nadie tiene un derecho a dañar" [39].
La culpa se presenta así, de acuerdo a su definición, como una omisión
de diligencias que imponía la naturaleza de la obligación,
reflejando una conducta del agente contraria a lo que era dable exigir en las
circunstancias del caso y que provoca el perjuicio de un interés ajeno
jurídicamente tutelado [40]. Esto empalma con el concepto de culpa
expuesto por los hermanos Mazeaud y su actualizador André Tunc, cuando
dicen que "la culpa (cuasidelictual) es un error de conducta tal,
que no lo habría cometido una persona cuidadosa situada en
las mismas circunstancias 'externas' que el autor del daño"
[41]; el cual ha sido recogido por nuestra jurisprudencia [42].
Avanzando un paso más, cabe señalar que en la doctrina se ha
caracterizado a la "culpa" por sus dos manifestaciones o elementos
igualmente negativos: falta en ella o está ausente la voluntad o
intención de dañar, y también falta o hay omisión de la "diligencia"
debida conforme a las circunstancias del caso, para poder evitar la
producción de perjuicios [43]. Hay "culpa", en suma, cuando no se previó
aquello que con diligencia hubiera debido preverse, y de ahí que el artículo
904 del Código Civil responsabilice aun por las consecuencias mediatas,
"cuando empleando la debida atención y conocimiento de la cosa, (se) haya
podido preverlas" [44].
c) Culpa, negligencia, imprudencia e impericia
Habitualmente en la doctrina se alude a la culpa como sinónimo de
negligencia, imprudencia, impericia, inobservancia de
reglamentaciones, etcétera, y tal es lo que resulta también de los
artículos 84 y 94 del Código Penal, que se ocupan del homicidio y de
las lesiones "culposos". Pero en rigor no se trata de una sinonimia, sino de
distintas facetas bajo las cuales se puede presentar la "culpa".
La mencionada en primer término es la "negligencia", que es en verdad
la específicamente aludida en la definición del artículo 512 del Código Civil,
y que consiste en la omisión por parte del sujeto de cierta actividad que
podría haber evitado el resultado perjudicial; es decir que el agente no hizo
lo que debía hacer, o hizo menos de lo debido.
Existe "imprudencia" cuando, por el contrario, se obra precipitadamente,
sin preverse las consecuencia que se pueden derivar de ese accionar
irreflexivo: se hace lo que no se debe, o más de lo que hubiese
correspondido hacer [45].
Y ya con relación concretamente a los profesionales, puede aparecer como
"impericia" o desconocimiento de las reglas y métodos propios de la
profesión de que se trate, dado que todo el que ejerce una profesión debe
poseer los conocimientos técnicos y prácticos de la misma, debidamente
actualizados, y obrar con previsión y diligencia con ajuste a aquéllos [46].
Corresponde señalar que acá la directiva del artículo 512 del Código Civil
ha de complementarse con la del artículo 902 del mismo Código, que
establece una mayor responsabilidad cuando mayor sea el deber de obrar
con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, tal como sucede
precisamente en el caso de los profesionales, quienes sin duda poseen (o
deben poseer) un nivel de conocimientos y aptitudes superiores a los del
común de la gente.
d) La unicidad de la culpa civil
A través de lo dicho se desprende que para nosotros, como para la mayoría
de la doctrina moderna, la "culpa" es una sola e idéntica, sea en el
incumplimiento contractual, sea en los hechos ilícitos, ya que
siempre consiste en la omisión de la "diligencia" debida [47].
En cambio, otra postura minoritaria distingue la culpa contractual de la
extracontractual, considerando que se trata de conceptos distintos, que
tienen y deben tener una distinta regulación normativa [48].
Pero en rigor lo que sucede es que, si bien la culpa es una noción unívoca, el
Derecho la ha tratado diversamente a través de dos diferentes regímenes
de responsabilidad, tal como así resulta de lo dispuesto en el artículo 1107
del Código Civil y también de la circunstancia de que existan entre ambas
responsabilidades algunas pocas diferencias prácticas. O sea que, en suma,
como lo señala Llambías, hay una sola culpa pero un doble régimen de
responsabilidad culposa [49], lo cual de todas maneras es por cierto algo
bastante distinto a la pretendida existencia de dos diferentes "culpas"
civiles.
e) Apreciación de la culpa
La apreciación de la culpa consiste en determinar en cada caso concreto si
ha existido o no culpa [50], y de ser afirmativa la respuesta, en precisar su
magnitud o intensidad [51].
El sistema construido con esa finalidad arranca desde el Derecho Romano y
se conoce como teoría de la prestación de la culpa.
En Roma se había concebido un sistema rígido, que hacía una tipificación
predeterminada de todas las situaciones posibles, clasificándose la culpa en
dos grados: la grave o lata y la leve. La culpa grave era la falta grosera,
consistente en no haber tomado las precauciones mínimas que
cualquiera, hasta una persona torpe, habría adoptado: non intelligeri quod
omnes intelligiunt. A su vez, la culpa leve podía ser apreciada de dos
maneras distintas: in abstracto e in concreto, consistiendo la primera en la
no observancia de los cuidados de un buen padre de familia (bonus
o studiosus pater familiæ), lo que en verdad importaba recurrir a un tipo
ideal o imaginario: el del hombre prudente y diligente normal o término
medio; en tanto que la apreciación in concreto tomaba en cuenta no
haberse puesto en el caso dado los mismos cuidados que el obligado
acostumbraba poner en la atención de sus propios asuntos o
negocios (qualem in suis rebus adhibere solet). Por último, los glosadores,
según ya se ha dicho, habrían sumado un grado más, el de la culpa
levísima, caracterizada por la omisión de los cuidados de un "muy buen
padre de familia", es decir de una persona muy atenta y cuidadosa.
Y la responsabilidad del deudor variaba, como lo recuerda Vélez Sársfield en
su nota al artículo 512, según fuese o no a obtener el mismo algún
provecho del contrato en cuestión: si no sacaba ningún beneficio, respondía
solamente por la culpa grave; si ambas partes obtenían provechos o
ventajas, también respondía el deudor por la culpa leve, y si era en realidad
este último el único beneficiado -caso por ejemplo de un mutuo gratuito-,
respondía aun de la culpa levísima.
En el Derecho francés, donde la cuestión se ha centrado en torno a la
interpretación del artículo 1137 del Código Napoleón, la doctrina más
moderna considera que en el mismo no se ha seguido la clasificación en los
tres tipos de culpa que efectuaba el Derecho Romano [52]; pero se acepta
en cambio que sí se ha adoptado el tipo de apreciación en abstracto,
tomando como modelo al buen padre de familia [53], siendo esto seguido
también por el Código Civil italiano de 1942 [54].
Pero nuestro Código Civil se apartó de todo sistema de tipificación
anticipada y abstracta de la culpa [55], y en la mencionada nota al
artículo 512, invocando equivocadamente a Barbeyrac ya que se trata en
verdad de una cita de Bigot de Premeneau, Vélez Sársfield explicó las
razones que lo guiaron al desarrollar esta cuestión diciendo que "La división
de las culpas es más ingeniosa que útil en la práctica, pues a pesar de ella,
será necesario a cada culpa que ocurra, poner en claro si la obligación del
deudor es más o menos estricta, cuál es el interés de las partes, cuál ha
sido su intención al obligarse, cuáles son las circunstancias todas del caso.
Cuando la conciencia del juez se halle convenientemente ilustrada sobre
estos puntos, no son necesarias reglas generales para fallar conforme a la
equidad. La teoría de la división de las culpas en diferentes clases, sin poder
determinarlas, sólo sirve para derramar una luz falsa y dar pábulo a
innumerables contestaciones".
Ahora bien, en nuestro país la generalidad de la doctrina (Aguiar, Alterini-
Ameal-López Cabana, Boffi Boggero, Busso, Bustamante Alsina, Colombo,
Galli, Lafaille, Llambías, Rezzónico, Salvat-Acuña Anzorena) se ha inclinado
a sostener que el artículo 512 del Código Civil ha adoptado el sistema de la
apreciación en concreto, por cuanto toma en cuenta las circunstancias
de las personas, del tiempo y del lugar [56]. Para nosotros, en cambio,
en coincidencia con Cazeaux, Mayo y Orgaz [57], ello no es tan
exactamente así, según se habrá de ver a continuación.
En efecto, toda labor de apreciación exige necesariamente comparar, lo
cual requiere para poder hacerse de algún modelo que sirva de tipo o punto
de comparación. Es así que para juzgar la diligencia o negligencia de un
comportamiento dado, el juez también debe comparar la conducta del
obligado en el caso en cuestión, de la que obviamente no puede
prescindirse, con otro punto de referencia que habrá de ser igualmente
alguna conducta humana, atento a que los extremos a comparar han de ser
similares y no dos cosas distintas. Es por ello que el hecho de tomar en
cuenta las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar en
cada caso dado, tal como lo indica el artículo 512 del Código Civil, no
constituye nada más que uno de los extremos a comparar, que no permite
por sí solo, en manera alguna, inducir si tal apreciación habrá de
llevarse a cabo "en abstracto" o "en concreto".
Ahora bien, si en el caso en cuestión se va a realizar la comparación de lo
obrado conforme a las circunstancias de las personas, del tiempo y del
lugar, con la conducta de un tipo ideal o paradigmático imaginario: el bonus
pater familiæ o "el hombre de diligencia ordinaria o común", tal apreciación
habrá de ser "en abstracto", dado precisamente que el modelo de
comparación no existe en la realidad y debe ser imaginado [58]. Mientras
que si, por el contrario, se va a comparar la conducta en tela de juicio con el
quehacer habitual del propio obligado en su vida diaria, con su proceder
corriente en la atención de sus negocios, la apreciación habrá de ser "en
concreto", puesto que no puede haber nada más concreto que la propia
persona del deudor y su habitual comportamiento cotidiano [59].
A este último tipo de apreciación se refiere el Código Civil en algunos casos,
como por ejemplo en el artículo 2202 respecto del depositario, o en el
2291 en cuanto al gestor de negocios, con relación a los cuales se exige
al deudor poner en el cumplimiento de sus obligaciones el mismo "cuidado
que en las cosas propias". Pero, por el contrario, la apreciación resultante
del artículo 512 llevada a cabo entre lo obrado por el causante del daño y
lo que hubiera debido hacer para no incurrir en culpa requiere tomar como
modelo una conducta "normal" u "ordinaria" término medio, máxime
teniendo en cuenta que en principio no cabe computar la condición especial
o facultad intelectual del obligado (art. 909, Cód. Civ.), para que no resulten
en mejor situación los necios que los sabios; y esto es, y no puede ser otra
cosa, que "apreciación en abstracto", ya que la diligencia del hombre medio
o normal no es sino la del "buen padre de familia", como bien lo señalara De
Cupis [60].
Pero, por otra parte, corresponde admitir la proximidad existente entre esos
dos sistemas de apreciación de la culpa, los que en rigor no se contradicen
sino que más bien se complementan e integran recíprocamente, según lo
destacan, entre otros, Bustamante Alsina, Cazeaux, Colmo, Mosset
Iturraspe, Orgaz y Pizarro-Vallespinos [61]. De forma tal que bien puede
concluirse, con palabras de Bueres, que "la culpa se aprecia
inicialmente en concreto, sobre la base de la naturaleza de la obligación
y de las circunstancias de personas, tiempo y lugar. Las condiciones
personales del agente deben ser tenidas en cuenta a los efectos de
estimar el mayor o el menor deber de previsión con arreglo a lo
dispuesto por el artículo 902 [...] Con estos elementos concretos el juez
conformará un tipo abstracto de comparación, flexible, circunstancial,
específico, que represente la conducta que debió obrar el agente en la
emergencia. Y de la confrontación entre el actuar real y el actuar debido
(idealmente supuesto) surgirá si hubo o no culpa"; o sea que "la culpa se
aprecia en concreto pero utilizándose un tipo comparativo
abstracto -que se tornaría elástico, flexible, adaptable a cada
situación particular-" [62].
Es que debe tenerse presente igualmente que la diligencia, prudencia o
pericia que se le exija a una persona no puede ser siempre la misma en
todas las circunstancias de la vida, sino que ellas varían, es decir se
gradúan, según la naturaleza del deber, las personas, el tiempo y el lugar.
Pues sucede que en rigor nuestro Código Civil no ha eliminado las
diferencias de intensidad de la culpa, cuando ésta es concretamente
examinada, en su individualidad, en cada específico caso que se juzgue,
atento a que por cierto no se opone a que, entonces, se pueda calificar a la
conducta del obligado como de culpa grave o leve, puesto que mal podría
haber eliminado tal distinción que está ínsita en la misma naturaleza de los
hechos. En este sentido basta detenerse en la nota al artículo 512 para
convencerse de que lo que el Codificador entendió superar fue la
clasificación de la culpa en grados en abstracto y anticipadamente , pero
no a posteriori de haberse juzgado el caso concreto, puesto que en dicha
nota se cita a Zachariæ, y éste dice: "...no hay culpa que considerada en sí
misma, prescindiendo de las circunstancias del lugar, del tiempo y de las
personas, pueda ser clasificada por datos abstractos y por una medida
invariable y absoluta como culpa grave, como culpa leve o como culpa
levísima"; pero agregando para aclarar bien los conceptos: "Sin duda hay
culpas, que por razón de las circunstancias, de la posición de las partes [...]
son más graves o más ligeras"; "La gravedad de la culpa [...] está siempre
en razón [...] con las circunstancias en las cuales ella se produce" [63]. Y por
todo ello es que una vez apreciada la culpa en el caso en cuestión, entonces
sí se la puede luego calificar de grave o leve, como que los hechos de la
vida no son todos iguales, y los hay más graves y más leves, y aun algunos
carentes por completo de relevancia [64].
Así evaluada la culpa después del examen del hecho concreto, resulta
entonces perfectamente posible graduar su real trascendencia o, como
también se ha dicho, apreciar y valorar la distinta composición o integración
de la diligencia debida, en atención a las especiales circunstancias de cada
caso [65].
A todo lo cual cabe agregar que además existen algunas normas legales
que hacen expresa referencia a la culpa grave, lo que importa una
implícita aceptación de las gradaciones que puede tener la culpa. Tal como
ocurre con el artículo 461 del propio Código Civil y con el artículo IV, párrafo
2° de la Convención de Viena sobre daños nucleares, ratificada por la
ley 17.048; el artículo 70 de la Ley de Seguros 17.418; el artículo 87 de la
Ley 20.744 de Contrato de Trabajo; el artículo 99 de la Ley de Concursos
24.522, que repite el texto del artículo 103 de la anterior Ley de Concursos
19.551; el artículo 34 de la Ley de Cheques 24.452; el artículo 274 de la Ley
de Sociedades 19.550, y el artículo 255 de la Ley de Concursos 24.522,
que autoriza la remoción del síndico incurso en falta grave [66].
1 ANDORNO, Luis O., El factor subjetivo de imputación, en Responsabilidad civil.
Presupuestos, dir. por Carlos G. Vallespinos, Advocatus, Córdoba, 1997, p. 153; TRIGO
REPRESAS, Félix A. y LÓPEZ MESA, Marcelo J., Tratado de la responsabilidad civil, La Ley,
Buenos Aires, 2004, t. I, p. 682, N° 1.4.c.
2 ALTERINI, Atilio Aníbal, Responsabilidad civil, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1970, p. 89, N°
93; BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, Teoría general de la responsabilidad civil, 9 ' ed., Abeledo-
Perrot, Buenos Aires, 1997, p. 27, N° 1 y ps. 42 y ss., N° 40 y ss.; COLOMBO, Leonardo A.,
Culpa aquiliana (Cuasidelitos), 2 ' ed., Tea, Buenos Aires, 1947, ps. 95 y ss., N° 26 y ss.;
HORVARTH, Pablo A., La responsabilidad objetiva en el Derecho Privado, en J. A. Doctrina
1970-554 y s., N° IV; PEIRANO FACIO, Jorge, Responsabilidad extracontractual, Temis, Bogotá,
1979, p. 99, N° 57.
3 BOFFI BOGGERO, Luis María, Tratado de las obligaciones, Astrea, Buenos Aires, 1973, t. 2,
p. 101, § 461.
4 PEÑA LÓPEZ, Fernando, La culpabilidad en la responsabilidad civil extracontractual,
Comares, Granada, 2002, p. 11.
5 SALERNO, Marcelo U., Culpa y sanción, en Derecho de Daños. Segunda Parte. Homenaje al
profesor Dr. Félix A. Trigo Represas, La Rocca, Buenos Aires, 1996, p. 281.
6 DE CUPIS, Adriano, El daño. Teoría general de la responsabilidad civil, trad. de la 2 ' edición
italiana por Ángel Martínez Sarrión, Bosch, Barcelona, 1975, p. 188, N° 21.
7 FERNÁNDEZ GABRIEL, José, Prólogo a Derecho de Daños, de José Luis Concepción
Rodríguez, Bosch, Barcelona, 1999, p. 11.
8 SCHIPANI, Sandro, El sistema romano de la responsabilidad extracontractual: el principio de
la culpa y el método de la tipicidad, en La responsabilidad. Homenaje al profesor doctor
Isidoro H. Goldenberg, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1995, p. 22.
9 MAZEAUD, Henri y Léon y TUNC, André, Tratado teórico y práctico de la responsabilidad civil
delictual y contractual, trad. de la 5 ' edición francesa por Luis Alcalá-Zamora y Castillo, Ejea,
Buenos Aires, 1962, t. 1, vol. I, p. 44, N° 28; BUSTAMAN-TE ALSINA, Teoría general de la
responsabilidad civil cit., ps. 36 y ss., N° 20 y ss., y ps. 42 y ss., N° 41 a 43; PEIRANO FACIO,
Responsabilidad extracontractual cit., p. 112, N° 63.
10 MAZEAUD, Henri, Léon y Jean y CHABAS, François, Derecho Civil. Obligaciones, trad. de
Luis O. Andorno, Zavalía, Buenos Aires, 1997, t. I, ps. 472 y s.
11 NIEL PUIG, Luis, Culpa-culpa grave, en Homenaje a Dalmacio Vélez Sársfield, Academia
Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, Córdoba, 2000, t. II, p. 542.
12 LÓPEZ MESA, Marcelo J., La doctrina del riesgo creado y su posibilidad de aplicación al
Estado (Análisis de la jurisprudencia francesa, española y argentina actual), en Revista de
Derecho Administrativo, Depalma, Buenos Aires, 1998, Año 10, N° 27/29, p. 439; ídem, Curso
de Derecho de las Obligaciones, Depalma, Buenos Aires, 2002, t. III, p. 73.
13 PEÑA LÓPEZ, La culpabilidad en la responsabilidad civil extracontractual cit., 15.
14 FERNÁNDEZ GABRIEL, Prólogo cit., p. 11.
15 PEÑA LÓPEZ, La culpabilidad en la responsabilidad civil extracontractual cit., 20.
16 CAZEAUX, Pedro N. y TRIGO REPRESAS, Félix A., Derecho de las Obligaciones, 3 ' ed.,
Platense, La Plata, 1994, t. IV, p. 488, N° 2410; PEIRANO FACIO, Responsabilidad
extracontractual cit., ps. 121 y ss., N° 68; MOSSET ITURRASPE, Jorge, Responsabilidad por
culpa y responsabilidad por riesgo creado, en Estudios sobre responsabilidad por daños,
Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1980, t. I, p. 18, N° 2; CNCom., sala B, 21-3-89, "Salís c/Santa Rita-
Curti y Dubini", L. L. 1989-D-504.
17 GROCIO, Hugo, Del derecho de la guerra y de la paz, trad. española, Reus, Madrid, 1925, t.
III, ps. 7 y s.; conf. NICOLAU, Noemí Lidia, Panorama de la responsabilidad civil en el Derecho
occidental: retrospectiva y tendencias, en La responsabilidad. Homenaje al Prof. Dr. Isidoro H.
Goldenberg cit., p. 48, N° 3.
18 TRIGO REPRESAS y LÓPEZ MESA, Tratado de la responsabilidad civil cit., t. I, ps. 687 y s. y
nota 235.
19 PEÑA LÓPEZ, La culpabilidad en la responsabilidad civil extracontractual cit., p. 24.
20 DOMAT, Jean, Las leyes civiles en su orden natural, trad. española, Librería Pujal,
Barcelona, 1861, t. II, ps. 77 y ss.
21 POTHIER, Robert Joseph, Tratado de las obligaciones, trad. española, Atalaya, Buenos
Aires, 1947, ps. 72 y ss.
22 MAZEAUD, Henri, Léon y Jean, Lecciones de Derecho Civil, trad. de Luis Alcalá-Zamora y
Castillo, Ejea, Buenos Aires, 1960, Parte II, t. II, ps. 15 y ss., N° 378; MAZEAUD y TUNC,
Tratado teórico y práctico de la responsabilidad civil delictual y contractual cit., t. 1, vol. I, ps.
51 y ss., N° 36 y ss.; PEIRANO FACIO, Responsabilidad extracontractual cit., ps. 123 y ss., N°
69 a 72; MOSSET ITURRASPE, Estudios sobre responsabilidad por daños cit., t. I, p. 41, N° 3.
23 Ver dicho texto en MAZEAUD, Lecciones de Derecho Civil cit., Parte IV, vol. IV, p. 500.
24 DEMOGUE, René, Traité des obligations en général, Arthur Rousseau, Paris, 1924, t. III, p.
462, N° 277; FRIEDMANN, Wolfgang, El Derecho en una sociedad en transformación, trad. de
Florentino M. Torner, Fondo de Cultura Económica, México-Buenos Aires, 1965, p. 143;
KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aída, en Código Civil y leyes complementarias. Comentado,
anotado y concordado, dir. por Augusto C. Belluscio y coord. por Eduardo A. Zannoni, Astrea,
Buenos Aires, 1984, t. 5, p. 30, § 3.
25 ALTERINI, Atilio Aníbal; AMEAL, Oscar José y LÓPEZ CABANA, Roberto M., Derecho de
Obligaciones. Civiles y comerciales, 4 ' ed., Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2008, p. 197, N°
427.
26 ALTERINI, AMEAL y LÓPEZ CABANA, Derecho de Obligaciones. Civiles y comerciales cit., ps.
197 y s., N° 427; ALTERINI, Atilio Aníbal, Aspectos de la teoría de la culpa en el Derecho
argentino con referencia al Código Civil español y en ocasión de su centenario, en Derecho de
Daños, de Atilio A. Alterini y Roberto M. López Cabana, La Ley, Buenos Aires, 1992, p. 122, N°
1 y nota 3; MOISSET DEESPANÉS, Luis, Derecho Civil español y americano. Sus influencias
recíprocas, Córdoba, 1973, p. 26.
27 ALTERINI, Aspectos de la teoría de la culpa... cit., p. 122, N° 2; BUERES, Alberto J., en
Código Civil y normas complementarias. Análisis doctrinario y jurisprudencial, dir. por Alberto
J. Bueres y coord. por Elena I. Highton, Hammurabi, Buenos Aires, 1998, t. 2-A, p. 150, § 8;
LAFAILLE, Héctor, Tratado de las obligaciones, Ediar, Buenos Aires, 1947, t. I, p. 176, N° 183;
ORGAZ, Alfredo, La culpa (Actos ilícitos), Lerner, Córdoba, 1970, p. 98, nota 1.
28 BUERES, en Código Civil... cit., t. 2-A, coment. art. 512, p. 151, § 8-B; BUSSO, Eduardo B.,
Código Civil anotado, Ediar, Buenos Aires, 1949, t. III, p. 281, N° 36.
29 ALTERINI, AMEAL y LÓPEZ CABANA, Derecho de Obligaciones... cit., p. 886, N° 1843;
BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, Responsabilidad civil de los médicos en el ejercicio de su
profesión, en L. L. 1976-C-65, N° II, y Responsabilidad civil y otros estudios, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1984, p. 448, N° II; REZZÓNICO, Luis María, Estudio de las obligaciones, 9 ' ed.,
Depalma, Buenos Aires, 1961, t. II, p. 1516; CNCiv.,sala G, 6-6-83, "Domínguez c/Jalikis", E. D.
107-170; Trib. Ética Forense, 3-3-83, "G., V. A.", L. L. 1984-A-314, J. A. 1984-I-69 y E. D. 105-
668.
30 COLOMBO, Culpa aquiliana... cit., ps. 269 y ss., N° 93-7; CNCiv., sala G, 6-6-83,
"Domínguez c/Jalikis", E. D. 107-170; sala H, 13-3-96, "Rissola c/Cordiviola",J. A. 1997-III-8;
Trib. Ética Forense, 3-3-83, "G., V. A.", L. L. 1984-A-314, J. A. 1984-I-69 y E. D. 105-668; CCiv.
1 ' de Capital Federal, 30-6-38, "García González c/Sansot", J. A. 62-702 y L. L. 11-125.
31 ALTERINI, Responsabilidad civil cit., ps. 92 y ss., N° 99 y 100; BORDA, Guillermo A.,
Tratado de Derecho Civil. Obligaciones, 9 ' ed. actualizada por Alejandro Borda, La Ley,
Buenos Aires, 2008, t. II, p. 278, N° 1361; BUSTAMANTE ALSINA, Teoría general de la
responsabilidad civil cit., ps. 85 y ss., N° 141 y 143 y ps. 337 y s., N° 790; COLOMBO, Culpa
aquiliana... cit., ps. 77 y ss., N° 76; COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén H., Manual de
obligaciones, Astrea, Buenos Aires, 1997, p. 129, § 91; LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, Tratado de
Derecho Civil. Obligaciones, Perrot, Buenos Aires, 1967, t. I, p. 177, N° 159 bis y t. III, p. 696,
N° 2275; MAYO, Jorge A., en Código Civil y leyes complementarias. Comentado, anotado y
concordado, dir. por Augusto C. Belluscio y coord. por Eduardo A. Zannoni, Astrea, Buenos
Aires, 1979, t. 2, ps. 631 y s., coment. art. 512, § 31; MOSSET ITURRASPE, Jorge,
Responsabilidad por daños, Ediar, Buenos Aires, 1971, t. I, ps. 79 y ss., N° 32 y nota 58;
REZZÓNICO, Estudio de las obligaciones cit., t. II, p. 1324; SALVAT, Raymundo M. y ACUÑA
ANZORENA, Arturo, Tratado de Derecho Civil argentino. Fuentes de las obligaciones, 2 ' ed.,
Tea, Buenos Aires, 1958, t. IV, p. 130, N° 2787 y nota 2-d y p. 1227, N° 2785; CNCiv., sala C,
25-8-99, "E., M. E. c/E. G., A. E.", E. D. 186-327, J. A. 2000-II-269 y R. C. y S. 2000-542; etc.
32 MESSINEO, Francesco, Manual de Derecho Civil y Comercial, trad. de Santiago Sentís
Melendo, Ejea, Buenos Aires, 1955, t. IV, p. 234, N° 3; MAYO, en Código Civil... cit., t. 2, ps.
625 y s., coment. art. 512, § 26.
33 LAFAILLE, Tratado de las obligaciones cit., t. I, p. 168, N° 176; MAYO, en Código Civil... cit.,
t. 2, p. 626, coment. art. 512, § 26.
34 LÓPEZ OLACIREGUI, José María, Notas sobre el sistema de responsabilidad del Código Civil.
Balance de un siglo, en Revista Jurídica de Buenos Aires, N° IV, Facultad de Derecho de la
UBA, 1964, ps. 77 y s., N° 69; CNCiv., sala C, 6-9-89, "Parrás c/Arzobispado de Bs. As.", L. L.
1989-B-491.
35 ALTERINI, Responsabilidad civil cit., ps. 72 y ss., N° 74; BOFFI BOGGERO, Tratado de las
obligaciones cit., t. 2, ps. 93 y ss., § 396; BUERES, Alberto J., El daño injusto y la licitud e
ilicitud de la conducta, en Derecho de Daños. Homenaje al profesor Dr. Jorge Mosset
Iturraspe, La Rocca, Buenos Aires, 1989, ps. 149 y ss., N° 3 y 4; BUSTAMANTE ALSINA, Teoría
general de la responsabilidad civil cit., p. 111, N° 177; GHERSI, Carlos Alberto, Reparación de
daños, Universidad, Buenos Aires, 1989, ps. 175 y ss., N° 1 y 2; KEMELMAJER DE CARLUCCI,
en Código Civil... cit., t. 5, p. 5, § 8; LLAMBÍAS, Tratado de Derecho Civil. Obligaciones cit., t.
III, ps. 614 y ss., N° 2208-b, y nota 13; CNCiv., sala C, 15-8-89, "Polino c/Volpato", L. L. 1990-
A-334 y J. A. 1989-IV-467; íd., 6-9-88, "Parrás c/Arzobispado de Bs. As.", L. L. 1989-B-491;
SCJBA, 3-5-83, "Claudel c/Furst Zapiola", E. D. 105-174; CCCom. de San Martín, sala II, 11-11-
86, "A. Q., J. R.", D. J. 1987-1-845; CCCom. de Morón, sala II, 5-2-87, "Altamirano c/Cerámica
Martín SA", L. L. 1987-D-373; etc. Comparar: MOSSET ITURRASPE, Responsabilidad por daños
cit., t. I, p. 37, N° 16; ORGAZ, Alfredo, La ilicitud (Extracontractual), Lerner, Córdoba-Buenos
Aires, 1973, p. 28, N° 4; RIPERT, Georges y BOULANGER, Jean, Tratado de Derecho Civil según
el Tratado de Planiol, trad. de Delia García Daireaux, La Ley, Buenos Aires, 1965, t. V, p. 24,
N° 899.
36 LÓPEZ OLACIREGUI, Notas sobre el sistema de responsabilidad del Código Civil... cit., ps.
77 y s., N° 69.
37 TRIGO REPRESAS, Félix A., Los derechos personalísimos en la Constitución Nacional y el
Derecho Civil, en Anales de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos
Aires, N° 41, Buenos Aires, 2003, ps. 28 y ss., N° II.
38 CSJN, 5-8-86, "Gunther c/Gob. Nac.", E. D. 120-524, con nota de BIDART CAMPOS, Germán
J., Base constitucional del resarcimiento por daños sufrido en acto de servicio militar, y Fallos:
308:1139; y en idéntico sentido en la misma fecha: "Santa Coloma c/Ferrocarriles
Argentinos", J. A. 1986-IV-625, E. D. 120-649 y Fallos: 308:1160, y "Luján c/Gob. Nacional",
Fallos: 308:1109. El mismo criterio ha sido luego reiterado más recientemente en otros fallos
y con otras integraciones: 1-4-92, "Gómez c/Clerici"; 24-8-95, "P., F. F. c/Ferrocarriles
Argentinos", L. L. 1995-E-17; 25-9-97, "Lew, B. J. c/Policía Federal Argentina", L. L. 1998-E-528
y J. A. 1998-I-97; 17-3-98, "Peón c/Centro Médico del Sud", L. L. 2000-D-467, E. D. 181-489, J.
A. 1999-IV-256 y R. C. y S. 1999-1106; 21-9-2004, "Aquino c/Cargo Servicios Industriales SA",
L. L.2004-F-95 y E. D. 209-563; y 5-4-2005, "Ángel Estrada y Cía. SA c/La Secretaría de
Energía y Puertos", L. L. 2005-C-740.
39 MOSSET ITURRASPE, Responsabilidad por culpa y responsabilidad por riesgo creado cit., p.
22, N° 4.
40 ALTERINI, AMEAL y LÓPEZ CABANA, Derecho de Obligaciones. Civiles y comerciales cit., ps.
197 y s., N° 427 a 430; BUSSO, Código Civil anotado cit., t. III, 277, N° 1; BUSTAMANTE
ALSINA, Teoría general de la responsabilidad civil cit., 338, N° 791 y 794; CAZEAUX y TRIGO
REPRESAS, Derecho de las Obligaciones cit., t. I, p. 320, N° 211 y p. 326, N° 214; LAFAILLE,
Tratado de las obligaciones cit., I, p. 175, N° 183; LLAMBÍAS, Tratado de Derecho Civil.
Obligaciones cit., t. I, 174, N° 157; MAYO, en Código Civil... cit., t. 2, p. 627, § 26; etc.
41 MAZEAUD y TUNC, Tratado teórico y práctico de la responsabilidad civil delictual y
contractual cit., t. 1, vol. II, p. 85, N° 439.
42 CNCiv., sala G, 28-6-91, "Ceruti c/Morixe", L. L. 1992-A-91.
43 ALTERINI, AMEAL y LÓPEZ CABANA, Derecho de Obligaciones. Civiles y comerciales cit., p.
198, N° 430; BUSTAMANTE ALSINA, Teoría general de la responsabilidad civil cit., p. 338, N°
792; PIZARRO, Ramón D. y VALLESPINOS, Carlos G., Instituciones de Derecho Privado.
Obligaciones, Hammurabi, Buenos Aires, 1992, t. 2, p. 613, § 524-a.
44 LÓPEZ OLACIREGUI, Notas sobre el sistema de responsabilidad del Código Civil... cit., p.
78, N° 69; MOSSET ITURRASPE, Responsabilidad por daños cit., t. I, ps. 61 y ss., N° 23.
45 ALTERINI, AMEAL y LÓPEZ CABANA, Derecho de Obligaciones. Civiles y comerciales cit., p.
198, N° 429; ALTERINI, Responsabilidad civil cit., ps. 94 y s., N° 103; LLAMBÍAS, Tratado de
Derecho Civil. Obligaciones cit., t. III, ps. 696 y ss., N° 2275; MOSSET ITURRASPE,
Responsabilidad por daños cit., t. I, p. 200, N° 429; CNCiv., sala G, 28-6-91, "Ceruti c/Morixe",
L. L. 1992-A-91.
46 MAZEAUD y TUNC, Tratado teórico y práctico de la responsabilidad civil delictual y
contractual cit., t. 1, vol. I, p. 291, N° 206-2; PLANIOL, Marcel; RIPERT, Georges y ESMEIN,
Paul, Tratado práctico de Derecho Civil francés, trad. de Mario Díaz Cruz, Cultural, La Habana,
1946, t. 6, p. 721, N° 523; CNCiv., sala C, 22-12-77,"Malvassi", L. L. 1978-A-585 y E. D. 81-
719, sums. 56 y 58 a 60; Trib. Ética Forense, 3-3-83, "G., V. A.", L. L. 1984-A-314, J. A. 1984-I-
69 y E. D. 105-668; CCiv. 1 ' de Capital Federal, 16-3-50, "Malavolta c/Moizé", J. A. 1950-III-70;
íd., 24-9-35, "Siciliano c/Bachem", J. A. 51-888; CCiv. 2 ' de Capital Federal, 17-10-30, "Calvo
c/Fellner", J. A. 34-469; SCJBA, 30-3-59, "C., V. c/Y., R.", A. y S. 1959-I-207; etc.
47 BOFFI BOGGERO, Tratado de las obligaciones cit., t. II, p. 200, § 469; BUSSO, Código Civil
anotado cit., t. III, p. 285, N° 61; CARRERAS, Eduardo Raúl, La estructura de la culpa en el
Derecho argentino, en J. A. Doctrina 1973-274; CAZEAUX y TRIGO REPRESAS, Derecho de las
Obligaciones cit., t. I, ps. 339 y ss., N° 220; COLMO, Alfredo, De las obligaciones en general, 3
' ed., Kraft, Buenos Aires, 1944, ps. 86 y ss., N° 109 a 113; LAFAILLE, Tratado de las
obligaciones cit., t. I, ps. 170 y s., N° 178; MOSSET ITURRASPE, Responsabilidad por daños
cit., t. I, p. 79, N° 32; ORGAZ, La culpa... cit., p. 139, N° 51; SALAS, Acdeel E., Responsabilidad
contractual y responsabilidad delictual, en Estudios sobre la responsabilidad civil, Valerio
Abeledo, Buenos Aires, 1947, p. 13, N° 9.
48 BORDA, Guillermo A., Problemas de la culpa contractual, en L. L. 111-925, N° 1; ídem,
Tratado de Derecho Civil. Obligaciones cit., t. I, ps.96 yss.,N° 90 y91;DE GÁSPERI, Luis y
MORELLO, Augusto M., Tratado de Derecho Civil, Tea, Buenos Aires, 1964, t. I, ps. 852 y ss.,
N° 585; REZZÓNICO, Estudio de las obligaciones cit., t. I, p. 153.
49 LLAMBÍAS, Tratado de Derecho Civil. Obligaciones cit., t. I, p. 177, N° 159 bis;ACUÑA
ANZORENA, en SALVAT y ACUÑA ANZORENA, Tratado de Derecho Civil argentino. Fuentes de
las obligaciones cit., t. IV, p. 130, N° 2787 y nota 2-e; ALTERINI, AMEAL y LÓPEZ CABANA,
Derecho de Obligaciones. Civiles y comerciales cit., ps. 201 y s., N° 439; CNCiv., sala C, 25-8-
99, "E., M. E. c/E. G., A. E.", E. D. 186-327, J. A. 2000-IV-269 y R. C. y S. 2000-542.
50 GALLI, en SALVAT, Raymundo y GALLI, Enrique, Tratado de Derecho Civil argentino.
Obligaciones en general, Tea, Buenos Aires, t. I, p. 136, N° 127-a; LLAM-BÍAS, Tratado de
Derecho Civil. Obligaciones cit., t. I, p. 180, N° 161; MAYO, en Código Civil... cit., t. 2, p. 633, §
33.
51 ORGAZ, La culpa... cit., p. 124, N° 47; MAYO, en Código Civil... cit., t. 2, p. 633, § 33.
52 BAUDRY-LACANTINERIE, Gabriel y BARDE, Louis J., Trattato teorico-pratico di Diritto Civile.
Delle obbligazione, trad. italiana, Francesco Vallardi, Milano, 1915, t. I, ps. 406 y s., N° 347, y
p. 412, N° 354 y nota 2; COLIN, Ambrose y CAPITANT, Henri, Curso elemental de Derecho
Civil, 3 ' ed. española, trad. de la 2 ' ed. francesa de la Revista General de Legislación y
Jurisprudencia, Reus, Madrid, 1951, t. III, p. 23; RIPERT y BOULANGER, Tratado de Derecho
Civil según el Tratado de Planiol cit., t. IV, p. 472, N° 794; JOSSERAND, Louis y BRUN, André,
Derecho Civil, trad. de Santiago Cunchillos y Manterola, Ejea, Buenos Aires, 1951, t. 2, vol. I,
p. 487, N° 612; MAZEAUD y TUNC, Tratado teórico y práctico de la responsabilidad civil
delictual y contractual cit., t. 1, vol. II, ps. 387 y ss., N° 681 y ss.; etc.
53 MARTY, G., Derecho Civil, trad. de José M. ' Cajica (Jr.), ed. José M. ' Cajica (Jr.), Puebla
(México), 1952, t. I, p. 199; MAZEAUD y TUNC, Tratado teórico y práctico de la
responsabilidad civil delictual y contractual cit., t. 1, vol. II, ps. 387 y ss., N° 681-2 y p. 391, N°
690.
54 MESSINEO, Manual de Derecho Civil y Comercial cit., t. IV, ps. 234 y s., § 114, N° 3.
55 CNCiv., sala D, 10-3-94, "López Alem c/Femeba", J. A. 1994-IV-462.
56 AGUIAR, Henoch D., Hechos y actos jurídicos en la doctrina y en la ley, Tea, Buenos Aires,
1950, t. II, ps. 281 y ss., N° 247; ALTERINI, AMEAL y LÓPEZ CABANA, Derecho de
Obligaciones. Civiles y comerciales cit., ps. 200 y s., N° 437; BOFFI BOGGERO, Tratado de las
obligaciones cit., t. 2, p. 199, § 469; BUSSO, Código Civil anotado cit., t. III, p. 281, N° 33 a 37;
BUSTAMANTE ALSINA, Teoría general de la responsabilidad civil cit., p. 341, N° 805;
COLOMBO, Culpa aquiliana... cit., ps. 226 y ss., N° 79; GALLI, en SALVAT y GALLI, Tratado de
Derecho Civil. Obligaciones en general cit., t. I, ps. 136 y s., N° 127-a; LAFAILLE, Tratado de
las obligaciones cit., t. I, p. 169, N° 176 y ss.; LLAMBÍAS, Tratado de Derecho Civil.
Obligaciones cit., t. I, p. 184, N° 164; REZZÓNICO, Estudio de las obligaciones cit., t. I, p. 150;
SALVAT y ACUÑA ANZORENA, Tratado de Derecho Civil. Fuentes de las obligaciones cit., t. IV,
p. 41, N° 2771-f; CNCiv., sala H, 5-4-2000, "Romano c/Ritossa", L. L. 2000-F-271; íd., 5-4-
2000, "Conditi c/La Nueva Metropol SA", L. L. 2000-F-480.
57 CAZEAUX y TRIGO REPRESAS, Derecho de las Obligaciones cit., t. I, ps. 333 y ss., N° 217;
MAYO, en Código Civil... cit., t. 2, ps. 638 y s., § 38; ORGAZ, La culpa... cit., p. 132, N° 48.
58 GALLI, en SALVAT y GALLI, Tratado de Derecho Civil. Obligaciones en general cit., t. I, p.
136, N° 136-a.
59 ORGAZ, La culpa... cit., p. 128, N° 48.
60 DE CUPIS, El daño... cit., p. 193, N° 21.
61 BUSTAMANTE ALSINA, Teoría general de la responsabilidad civil cit., p. 341, N° 806;
CAZEAUX y TRIGO REPRESAS, Derecho de las Obligaciones cit., t. I, p. 335, N° 217; COLMO,
De las obligaciones en general cit., p. 84, N° 106; MAYO, en Código Civil... cit., t. 2, p. 636, §
37; MOSSET ITURRASPE, Responsabilidad por daños cit., t. I, ps. 71 y s., N° 29; ORGAZ, La
culpa... cit., ps. 133 y s., N° 49; PIZARRO y VALLESPINOS, Instituciones de Derecho Privado.
Obligaciones cit., t. 2, ps. 620 y s., letra h.
62 BUERES, en Código Civil... cit., t. 2-A, p. 151, § 8-B, y p. 153, § 8-C; CNCiv., sala H, 5-4-
2000, "Romano c/Ritossa", L. L. 2000-F-271; íd., 5-4-2000, "Conditi c/La Nueva Metropol SA",
L. L. 2000-F-480.
63 ZACHARIÆ, K. S., Le Droit Civil français, trad. de la 5ª ed. alemana revisada y anotada por
G. Massé y Ch. Vergé, Auguste Durand, Paris, 1867, t. III, p. 399, § 548, nota 5.
64 CAZEAUX y TRIGO REPRESAS, Derecho de las Obligaciones cit., t. I, ps. 349 y s., N° 223;
PIZARRO y VALLESPINOS, Instituciones de Derecho Privado. Obligaciones cit., t. 2, p. 625, §
524, letra l.
65 CNCiv., sala D, 10-3-94, "López Alem c/Femeba", J. A. 1994-IV-462.
66 LOUSTAUNAU, Particularidades de la culpa a fin de siglo, en L. L. 1998-II-1257, N° III.4.