la página viva la serpiente de níquel · preso de su condición misma, roedor de los muros de la...

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REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 103 Han dejado descansar mi cuerpo dos días, sin dolor, sin exploraciones. Lo último ha sido algo que se llama peritoneomía: una ventanita que el cirujano abre arriba del ombligo y por don- de introduce algo como una resplandeciente y sinuosa anguila de níquel con la que averi- gua cómo van las cosas ahí dentro. Uno sien te el tacto ciego de esa inteligencia metálica que invade la noche subcutánea, su ensangren- tado ir y venir en derredor de las masas ana- tómicas, olfateándolas, mirándolas en las ti- nieblas con su sistema Braille, hasta tocar el hígado como a un planeta oscuro que el as- trónomo ya tendría previsto dentro de su ine- luctable campo visual. La serpiente de níquel repta en mi interior, reflexiona, mide, se des- liza, ronda cautelosa en torno a su anhelada manzana del Paraíso, con la tensa precisión de un agente secreto, mas de pronto arranca en vivo el pequeño pedazo, una muestra que se necesita para los análisis de laboratorio. Lanzo un alarido que parece de júbilo, con la mis ma pureza inocente y zoológica del doble alarido que habrán lanzado Adán y Eva al morder el fruto del Árbol de la Ciencia. Me doy cuen- ta de que es un perro dentro de mis entrañas, la mordida de un perro abstracto e inopina- damente colérico. —Ya vamos a terminar, ya vamos a terminar —trata de calmarme el ci- rujano. —No importa; pero haga cualquier cosa contra el dolor —le pido. José Revueltas, “Cama 11”, en Material de los sueños. * * * Fortalecido y no endurecido de una pri- sión en otra, de un grupúsculo marxista en otro, y contrario a cualquier servidumbre ideológica, pero fiel siempre a su dolorida, gozosa veneración de la condición huma- na, a su marxismo tan racionalizado como atormentado y cuestionado sin cesar, José Revueltas tenía pasión interrogativa tanto por la condición social y política de los hom- bres como por la cabal condición humana puesta en situación, en la crisis del hombre preso de su condición misma, roedor de los muros de la realidad en busca de la libertad de los otros entendida como condición de siempre buscada y cuestionada libertad pro- pia. Por eso el tema central, explícito o im- plícito, de su obra literaria sería la prisión, o mejor: el apando, esa prisión dentro de la prisión, donde el hombre está solo, aferrado a su pensamiento como a un clavo ardien- te y manteniéndose leal a su quebranto. Quebranto, palabra muy de Revueltas. Quebranto: ¿no suena a palabra porte- manteau en la que se unirían quebradura y llanto? Quebranto: el momento en que nos que- bramos, en que nos “sentimos”, como se “siente” (se resquebraja) el jarro de arcilla: esa zigzagueante grieta por donde el dolor respira y habla o aúlla. El dolorido pensar de Pepe Revueltas se movía en constante quebranto y en la in- tención de reinventar la esperanza. Pepe Revueltas era comunista, y un co- munista heroico… pero, ¿fue del todo mar- xista?, ¿o marxista-leninista? Más allá o más acá de su fervor teórico, de su partidarismo discutido y autodiscutido, siempre puesto en crisis a la luz de un sentir más que a la de un razonar dialéctico, él tenía en todas sus páginas la dostoievskiana, la esencialmente cristiana fascinación por el dolor, y la lu- cha íntima contra todas las prisiones, rea- les o abstractas. El relato autobiográfico“Cama 11” —en el que narra una experiencia clínica unien- do recuerdos, la compañía de otros enfer- mos, el paisaje crepuscular visto a través de la ventana y las alucinaciones de la fiebre, y todo entreverado por la pasión narrati- va— surge de una situación intensa y do- loridamente física: la intrusión y el viaje en su cuerpo de un instrumento médico, esa predatoria sonda de la perineotomía a la que metaforiza como una anguila de ní- quel, como una serpiente metálica que lee “ahí dentro”, como a un perro que muer- de en la visceral noche para arrancar una par tícula carnal como prueba del viaje in- dagador y acaso sanador de los adentros. Y se diría que ese íncipit del relato es una me- táfora en la que el autor nos promete el se- creto de su escritura, de su exploración del paisaje interior, de su desesperada esperan- za a través del dolor que lo apresa en la ine- vitable animalidad… y de su busca del ma- nantial de los sueños. La página viva La serpiente de níquel José de la Colina José Revueltas

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REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 103

Han dejado descansar mi cuerpo dos días, sindolor, sin exploraciones. Lo último ha sido algoque se llama peritoneomía: una ventanita queel cirujano abre arriba del ombligo y por don -de introduce algo como una resplandecientey sinuosa anguila de níquel con la que averi -gua cómo van las cosas ahí dentro. Uno sien teel tacto ciego de esa inteligencia metálica queinvade la noche subcutánea, su ensangren-tado ir y venir en derredor de las masas ana-tómicas, olfateándolas, mirándolas en las ti -nieblas con su sistema Braille, hasta tocar elhígado como a un planeta oscuro que el as -trónomo ya tendría previsto dentro de su ine -luctable campo visual. La serpiente de níquelrepta en mi interior, reflexiona, mide, se des-liza, ronda cautelosa en torno a su anheladamanzana del Paraíso, con la tensa precisiónde un agente secreto, mas de pronto arrancaen vivo el pequeño pedazo, una muestra que senecesita para los análisis de laboratorio. Lanzoun alarido que parece de júbilo, con la mis mapureza inocente y zoológica del doble alaridoque habrán lanzado Adán y Eva al morderel fruto del Árbol de la Ciencia. Me doy cuen -ta de que es un perro dentro de mis entrañas,la mordida de un perro abstracto e inopina-damente colérico. —Ya vamos a terminar, yavamos a terminar —trata de calmarme el ci -rujano. —No importa; pero haga cualquiercosa contra el dolor —le pido.

José Revueltas, “Cama 11”,en Material de los sueños.

* * *

Fortalecido y no endurecido de una pri-sión en otra, de un grupúsculo marxista enotro, y contrario a cualquier servidumbreideológica, pero fiel siempre a su dolorida,gozosa veneración de la condición huma-

na, a su marxismo tan racionalizado comoatormentado y cuestionado sin cesar, JoséRevueltas tenía pasión interrogativa tantopor la condición social y política de los hom -bres como por la cabal condición humanapuesta en situación, en la crisis del hombrepreso de su condición misma, roedor de losmuros de la realidad en busca de la libertadde los otros entendida como condición desiempre buscada y cuestionada libertad pro -pia. Por eso el tema central, explícito o im -plícito, de su obra literaria sería la prisión,o mejor: el apando, esa prisión dentro de laprisión, donde el hombre está solo, aferradoa su pensamiento como a un clavo ardien-te y manteniéndose leal a su quebranto.

Quebranto, palabra muy de Revueltas. Quebranto: ¿no suena a palabra porte-

manteau en la que se unirían quebradura yllanto?

Quebranto: el momento en que nos que -bramos, en que nos “sentimos”, como se“siente” (se resquebraja) el jarro de arcilla:esa zigzagueante grieta por donde el dolorrespira y habla o aúlla.

El dolorido pensar de Pepe Revueltasse movía en constante quebranto y en la in -tención de reinventar la esperanza.

Pepe Revueltas era comunista, y un co -munista heroico… pero, ¿fue del todo mar -xista?, ¿o marxista-leninista? Más allá o másacá de su fervor teórico, de su partidarismodiscutido y autodiscutido, siempre puestoen crisis a la luz de un sentir más que a la deun razonar dialéctico, él tenía en todas suspáginas la dostoievskiana, la esencialmentecristiana fascinación por el dolor, y la lu -cha íntima contra todas las prisiones, rea-les o abstractas.

El relato autobiográfico“Cama 11” —enel que narra una experiencia clínica unien-do recuerdos, la compañía de otros enfer-mos, el paisaje crepuscular visto a través dela ventana y las alucinaciones de la fiebre,y todo entreverado por la pasión narrati-va— surge de una situación intensa y do -loridamente física: la intrusión y el viaje ensu cuerpo de un instrumento médico, esapredatoria sonda de la perineotomía a laque metaforiza como una anguila de ní -quel, como una serpiente metálica que lee“ahí dentro”, como a un perro que muer-de en la visceral noche para arrancar unapar tícula carnal como prueba del viaje in -dagador y acaso sanador de los adentros. Yse diría que ese íncipit del relato es una me -táfora en la que el autor nos promete el se -creto de su escritura, de su exploración delpaisaje interior, de su desesperada esperan -za a través del dolor que lo apresa en la ine-vitable animalidad… y de su busca del ma -nantial de los sueños.

La página vivaLa serpiente de níquelJosé de la Colina

José Revueltas

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