la persona

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República Bolivariana de Venezuela Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria Universidad Latino Americana y del Caribe Doctorado en Ciencias de la Educación Unidad Curricular: Epistemología PERSONA: APERTURA Y TRASCENDENCIA Alu mna: Álvarez Núñez Menfis del Carmen C.I.V-10.784.470

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Page 1: La persona

República Bolivariana de VenezuelaMinisterio del Poder Popular para la Educación Universitaria

Universidad Latino Americana y del CaribeDoctorado en Ciencias de la Educación

Unidad Curricular: Epistemología

PERSONA:

APERTURA Y TRASCENDENCIA

Alumna: Álvarez Núñez Menfis del Carmen

C.I.V-10.784.470

Caracas 09 de Mayo de 2014

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1.- ANTECEDENTES

En el libro, Ser Persona de Mikel de Viana, Moisés Pérez y Luis de

Diego, todos ellos participantes de la congregación religiosa “Compañía de

Jesús” o llamados también jesuitas, se puede percibir en el planteamiento

general la pretensión teleológica, la preocupación pedagógica – educativa de

estos autores en cuanto a lograr expresar el sentido y significado de la

persona humana como ámbito primero y fundamental ante la vida, la

sociedad así como la profesionalidad. En Principio dirigido a los estudiantes

de la UCAB sin ser excluyentes con todo aquel que se proponga realizar la

reflexión filosófica, educativa y teológica cristiana.

Antes que decidir ser un profesional en cualquier área del saber e

inclusive en cualquier espacio elaborado y construido por la sociedad,

primero se es persona. Ello es un eje fundamental en el ejercicio de la

existencia y en el planteamiento expuesto por los autores.

La bibliografía en cuestión se encuentra armónicamente conformada

por tres apartados vinculados íntimamente en el hombre que se quiere

formar sobre la base de unos principios éticos y morales que van a ser la

expresión de una estructura de pensamiento cristiano, desde luego

influenciado bajo la visión conceptual de la modernidad, entendiendo por

modernidad ese momento histórico que nace de forma aislada y fragmentada

en el seno de la baja edad feudo aristocrática cristiana, como una forma de

vida que busca la manera de sustentarse en medio de la gran crisis que

empezaba a surgir en el siglo XII y principios del siglo XIII cuando ya el modo

de vida feudalista o monárquico no lograba sostener a un grupo humano

significativo dentro de la estructura social medieval y por lo tanto, comienzan

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estos pequeños burgos a practicar una forma de vida aislada del

conjunto de la totalidad social. Se ubican en las encrucijadas de los caminos

a intercambiar productos, alimentos e igualmente enseres. Así mismo

comienza progresivamente el uso de la moneda como sustento y garantía de

las relaciones que empiezan a establecerse convirtiéndose en una forma de

obtener esos productos, hasta que fue generalizándose y ocupando mayores

espacios así como mayor cantidad de personas alrededor de esta práctica

burguesa que se fue anclando al pasar de los años, como un modo real,

histórico y concreto de entender y concebir el mundo. El mercado y las

relaciones de producción fueron dejando en el olvido al hombre

“dependiente de Dios” para colocarse al centro de la historia de forma

antropocéntrica y desde la razón del ser, ya no en relación con lo divino, sino

en cuanto a individuo racional en el mundo.

Es así que aunque los autores del libro; La Persona, se encuentren

marcados efectivamente por la experiencia y vivencia cristiana, los mismos

realizan un esbozo a partir del ser moderno como horizonte epistemológico.

El trabajo se encuentra estructurado en tres partes: una primera, cuyo

autor es Mikel de Viana, señala los orígenes de la universidad en general,

insistiendo en el capítulo 1, en la Misión de la Universidad Católica,

expresando que la UCAB no sólo quiere preparar profesionales, sino formar

integralmente, hombres y mujeres capaces de desarrollar su profesión en el

marco de un modo de vida ética y moral en la sociedad actual. Estas

reflexiones se alimentan con los postulados referentes al cuestionamiento

humano sobre el sentido de la existencia visto desde dos modelos de

pensamiento: el positivismo y el marxismo, los cuales son entendidos a

través de un análisis crítico que orientan hacia una nueva conciencia

originada por los interrogantes que traen consigo otros nuevos retos a partir

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3

de la postmodernidad. En el planteamiento aparece de forma clara la

necesidad de una verdadera autoconciencia, vinculada con el

autoconocimiento y el papel de la ciencia en ello.

La segunda parte, cuyo autor es Moisés Pérez, se organiza en tres

capítulos que ubican las dimensiones de la existencia humana y al fenómeno

de la autotrascendencia. La vida humana, la libertad, sociabilidad, el

conocimiento, el lenguaje y muy especialmente la corporeidad son tratados

coherentemente desde una postura de Antropología Filosófica, con una

perspectiva fenomenológica integral. La corporeidad tiene diferentes

dimensiones que se manifiestan en el mundo. El sentido de ser persona

como corporeidad concibe al cuerpo como principio ontológico unificador de

lo que concebimos como sujeto. Finalmente se considera al fenómeno de la

autotrascendencia a través de la búsqueda de la justificación del

comportamiento del hombre que pudiera determinar su esencia, aunque

exigente el objetivo. El planteamiento es verdaderamente enriquecedor.

Luego Luis de Diego, aborda la religión, pensada como potenciadora, en el

contexto de los estudios universitarios, de la solidaridad humana y de la

donación. Considera a la religiosidad humana como “un hecho cultural

universal”, se plantea la reflexión a profundas interrogantes como el hecho

de si es posible ignorar lo que ha sido la búsqueda religiosa a través de los

siglos, como experiencia extrema, así como si es necesaria la experiencia

religiosa. Culmina sus planteamientos con la afirmación de que la solidaridad

es un profundo logro de esa experiencia, felicidad y solidaridad constituyen el

eje central de esta parte del libro, abordado desde un enfoque dialógico

como condición necesaria para el desarrollo del hombre como persona.

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El mensaje y los contenidos de este libro encontrarán resonancia

especial en aquellos considerandos que invitan a la inclusión del lado

humano en la vida académica.

Es importante señalar que esta publicación ha sido pensada y

realizada en un momento histórico concreto (2002), cuando se despertaba en

el país una serie de inquietudes en el orden social, económico, político,

educativo, entre otras. Hoy aunque el planteamiento de esta publicación no

pierde totalmente vigencia, sin embargo Venezuela se encuentra sumida

dentro de unas situaciones de origen social, político y económico mucho más

complejas y bajo una dirigencia con unos postulados y modelo específicos

desde donde tendrían que apuntar los nuevos retos y el análisis

antropológico y social.

2.- Modernidad y postmodernidad

El análisis fenomenológico de la modernidad desvela el último

fenómeno, aquel más allá de cual no hay otro fenómeno, y que es, por tanto,

la esencia y el sentido del fenómeno modernidad, del que se partió, esta vez

el análisis no lo hace un analista mediante procesos de conocimientos, sino

que lo hace la realidad misma; la historia del desenvolvimiento de la

modernidad hace el análisis de ese fenómeno llamado modernidad dejando

al desnudo el fenómeno último que es precisamente el mercado.

Es tan así que en la economía financiera los poderes políticos no

tienen capacidad de intervención. Los gobiernos han aceptado

voluntariamente suprimir su soberanía en este sentido. Muere entonces el

poder político, pero no por decreto de un proceso de conocimiento

postmoderno, sino hecha por la realidad misma. El poder político

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secuestrado por el poder económico. En lo económico los gobiernos

no gobiernan, el mercado se gobierna a sí mismo, pero el mercado gobierna

toda la realidad social. Es así que la política ha muerto eliminada en la

progresiva afirmación del mercado, estrategia fatal inscrita en la modernidad

desde sus inicios.

De allí que mercado e individuo no son dos fenómenos separados, es

el mercado individualizado, hecho individuo eminente en sí mismo, liberado

de toda otra independencia, suelto, libre, narciso, justificado por su puro

aparecer, la red que nos es dada y en la que tenemos que aprender a

movernos. Es por eso que el mercado es el único meta-relato que se

encuentra de pie, no como nuevo sino como núcleo verdadero y central de

sentido inscrito en la modernidad desde el primer momento y que la historia

ha ido desvelando. Desde este enunciado, la postmodernidad en su

manifestación y aparición fenoménica es el verdadero sentido de la

modernidad. El mercado se revela así como lo más allá de lo más allá y por

ello globalizante y mundializante. Es por ello que el discurso postmoderno

aparece entonces como ideología encubridora de las consecuencias de un

mercado ya totalmente descubierto. Pero el mercado no necesita ser

encubierto. Se siente tan firme que se proclama abierta y transparentemente

como es. De esta forma se articula una economía liberada, purificada, hecha

para economía, puro mercado.

En la ciencia, se encuentra bajo examen la teoría, la producción de

teoría (todo el problema de los paradigmas, de la epistemología y los

horizontes donde se produce conocimiento). Del análisis se sigue la caída de

la teoría global y general. Se re articula como teorías parciales. Todo

directamente encaminado a la liberación de la técnica. La teoría de la zaga

de la técnica sostenida sobre teorías de por sí.

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Basta detenerse en la ética. Bajo examen los grandes relatos

generadores de la ética de la modernidad; la razón, la libertad, el desarrollo

humano, el sentido universal del hombre. Cae todo lo universal, la meta-

teorías válidas sobre las cuales fundamentar un sistema de normas. Se

rearticula como politeísmo de valores, multiplicidad de prescripciones, juicios

momentáneos repetidos, ética débil, blanda, provisional, que favorezca

consensos locales, temporales, rescindibles, propia para un sujeto entregado

a la seducción de lo múltiple y diverso, del momento inédito, constituido en

individuo autónomo, sumergido en la vivencia del ahora, con su historia, su

fin y su auto vivencia.

¿Qué tiene que ver en realidad todo esto con el mercado? Todo lo que

sea meta-mercado lo somete; desarrollo, ética e inclusive las prescripciones

universales. La liberación del mercado exigiría la supresión de todo lo meta.

Hasta ahora existía una lucha, por lo menos en algunas partes del mundo,

porque el mercado estuviera sometido a valores humanos que lo

trasciendan. Por eso la meta para la postmodernidad, ha perdido incluso la

posibilidad de ser pensado. El sujeto fuerte estaba por encima del mercado,

el cual se ponía supuestamente a su servicio. Muerto éste y rearticulado

como sujeto débil, queda sometido a la lógica del mercado, de los medios de

comunicación, de lo que el mercado ofrece en cada momento. Por tanto, el

sujeto postmoderno es el que corresponde a la multiplicidad de producto que

el mercado ofrece, a su permanente cambio. Así, el mercado sale purificado

y convertido en el único meta, sin rivales. Ahí desemboca la crisis. Entonces,

¿se trata de una crisis de modernidad a otro momento llamado

postmodernidad? La filosofía postmoderna es la que se ha ido formando.

Desde luego que es una sociedad abocada a la muerte, pues, si hay

sociedad, estará por encima del mercado, y a re articularse de manera tal

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que no entrabe la libertad del mercado. El discurso postmoderno

aporta los insumos de pensamiento para que ese proceso se realice sin

obstáculos y para que sea aceptado sin oposición ni lucha, sin crítica. Todo

esto es el proceso, el producto y el problema de un mundo determinado, el

mundo de la modernidad. Ahora bien, surge una pregunta importante: ¿El

mundo moderno es el mundo de vida del venezolano? Mikel de Viana ha

expresado contra la ética como compromiso, como eso de comprometerse

con el pobre, solo le resulta aceptable un compromiso a partir de una

postmoderna alegría mística. Y sin negar la mística, pero la mística cristiana,

que en realidad acaba en alegría, una alegría nada postmoderna, pasa por

los caminos de la noche “oscura”. El compromiso cristiano con los pobres es

ciertamente alegre pero con la alegría del que se comprometió hasta la cruz.

¿Cómo combinar la alegría de la postmodernidad con la cruz de Jesucristo?

No se trata de que el cristianismo, negocie con la postmodernidad,

como si el mundo de ella fuera, como siempre ha pretendido la modernidad,

el “único mundo humano”, realmente humano y no el de una parte mínima de

las personas que habitan esta tierra venezolana.

Desde luego que no se trata de desconocer los problemas de la

modernidad y postmodernidad, pero los verdaderos temas y problemas han

de ser los del mundo de vida del hombre venezolano, el mundo de la gran

mayoría sometida y dominada por el poder de unos pocos. Aquí radica una

postura realmente ética totalmente otra a la ética proclamada por los

pensadores postmodernos en Venezuela.

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3.- Dimensiones de la humanidad

La persona, no es un agregado de elementos. El ser humano es un

todo integrado. Es una realidad dinámica formada por muchos aspectos que

se encuentran armónicamente entrelazados: el biológico, social, cultural,

ético-moral, y el espiritual. Todos juntos incorporados constituyen la

personeidad. Por ello, la complejidad y unicidad de la persona requiere

también una interpretación diferente del concepto de ciencia, con su

fundamentación filosófica y rigurosa metodología.

Rogers por ejemplo, repitió muchas veces, su deseo de anteponer y

valorar la persona por encima de todo. Estaba entendiendo a la persona en

su singularidad, con sus características de unicidad, autonomía, dignidad y

responsabilidad, como en su carácter relacional interpersonal de interacción

con otras personas, por cuanto toda persona, nace, se desarrolla y muere

estando en relación con otros seres humanos, de los cuales depende

continuamente. Estos aspectos relacionales y sociales constituyen su propia

esencia y existencia y se viven intensamente, según las dificultades de la

misma.

Es por ello que el trabajo denso de Moisés Pérez a partir del análisis

fenomenológico trascendental es una apuesta a entender la consideración

antropológica, buscar hacia dentro y preguntarse por el hombre y su

significado. Una tarea profunda e interesante para quien quiera proponerse

reflexionar sobre las condiciones fundamentales del ser humano.

Al trabajar las dimensiones del ser humano se intenta aportar un

conocimiento de la persona desde donde se logre posteriormente elaborar

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cualquier desarrollo a partir de la ética y otras construcciones desde

el ámbito humanístico. Es una propuesta que tiene como fin el intercambio

de un diálogo entre educador y educando en vista a ahondar referente a los

existenciales del ser humano y su ubicación en el mundo. Así mismo, el autor

busca que su propuesta no sea absoluta ni fragmentada, sino una forma de

llamar a la reflexión y la discusión de temas tan fundamentales en el

desarrollo humano y social del hombre.

Desde luego todo planteamiento a partir de la persona debe partir

indudablemente de la pregunta por el quién de la persona, su mundo, su

sentido en él. Esas interrogantes que cualquier persona en amplia reflexión

de la vida se hace.

El hombre es un ser situado e histórico que se encuentra en medio de

circunstancia que le hacen preguntarse y tomar posturas frente a las mismas,

ya que el solo hecho de vivir significa entrar en la interacción con una serie

de situaciones agradables pero también dolorosas que llevan inmersos la

vida como problema. Los problemas de la cotidianidad hacen de alguna

forma que la persona entre en crisis y se plantee el sentido del vivir mismo.

Allí se fundamenta el planteamiento de qué es el hombre y el para qué de su

existencia. Estas problemáticas del hombre histórico y concreto le invitan o

impulsan a darse respuestas y por lo tanto a tomar decisiones

fundamentales.

Tomando en cuenta que la persona no se encuentra en el aíre como

ente aislado y abstracto, es menester entender que cada persona pertenece

a una cultura y como decía Ferrarotti en su obra del método biográfico “cada

cultura está en la persona que la vive” Por lo tanto la persona es partícipe de

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un mundo social y cultural que le ubica en el mundo con una forma de

habérselas con el mundo y por ende con sus pares.

El hombre como ser trascendente en el encuentro con el otro, posee la

capacidad de salir de sí y optar en libertad por aquella experiencia relacional

divina. En la historia son muchos por no decir todos los episodios donde el

hombre de acuerdo a sus propias creencias establece una relación con lo

que está fuera de lo humano. Es una suerte de destino coherente de que la

procedencia de su existencia no puede estar dada por un puro fenómeno

natural o cosmológico sino por algo o alguien que lo sustente. Desde luego

que las experiencias han sido distintas en cada cultura o mundo de vida en

general. Sin embargo el llamado, la necesidad de salir de sí para encontrarse

con una experiencia supra, ha sido una constante en el hombre y las

culturas; unas más ortodoxas, otras más flexibles, unas con prácticas más

ateas y otras enchumbadas en aguas de divinidad absoluta, entre otros

aspectos.

En el camino antropológico nos encontramos igualmente con una serie

de experiencias y vivencias internas o externas que llevan consigo la

admiración por lo nuevo, lo inesperado, lo distinto o la majestuosidad de la

naturaleza en sus detalles y totalidad. Así mismo es la experiencia de la

frustración frente al fracaso o lo inesperado. Por ejemplo, la experiencia de la

muerte como límite y extra humano. La imposibilidad de no retroceder ni

adelantar el tiempo. Todas, experiencias que más allá de la racionalidad, nos

confrontan en la realidad de la vida.

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4.- Existenciales de la persona

La persona se constituye por una serie de existenciales reales que van a ser

su manera de estar en el mundo, su manera de ser-hombre. En adelante

haré un esfuerzo de recoger y apalabrar a partir del planteamiento de Moisés

Pérez, algunos existenciales constitutivos del ser humano.

La corporeidad.

El cuerpo como hecho importante de la realidad humana es un dato

importante para la reflexión, pero no el cuerpo como una presencia objetiva,

material o física, sino la corporeidad como aspecto trascendental del hombre.

En este sentido al principio de una descripción fenomenológica de

hombre, la primera realidad con la que nos encontramos no es precisamente

el alma, sino el cuerpo. Por lo tanto es sobre este donde fijamos nuestra

atención, para tratar de captar todas los acontecimientos y detalles que

puede presentar la corporeidad a través de la descripción fenomenológica.

En realidad como ya he señalado, hablar de hombre o ser humano es,

en última instancia, es hablar de sí mismo como realidad; el punto de partida

con respecto a una reflexión del cuerpo debe ser vivencial.

La realidad corpórea del hombre, es una experiencia que se hace

patente en todas las demás dimensiones que configuran lo humano. Por eso

se puede hablar del hecho de la conciencia, entre otros, que no se da de

forma pura y transparente. La conciencia se da como acompañada de un

contacto concreto y real con las cosas, con los demás cuerpos y con las

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personas de tal manera que aquellas cosas que afectan a lo humano y con

las que no se puede ejercer el contacto directo forman parte del inconsciente.

Ese contacto concreto y real con las demás cosas y personas es posible

gracias a que el sí mismo posee esa realidad corpórea, que aunque da

constitución material de cuerpo, llega a ser mucho más que solo cuerpo.

El hecho de la expresión del pensamiento. Todo pensamiento se

expresa inevitablemente por el lenguaje, y el lenguaje por la palabra. Dando

cuenta de que la palabra representa al pensamiento dándole expresión, y

esa expresión es tanto, como buscar corporeizar el pensamiento, es decir,

hacerlo material para que interactúe en ese espacio real. Por otro lado entra

en juego la cultura humana como ese núcleo de transformaciones e

intervenciones que el hombre realiza en su mundo, de tal forma que se

pueda procurar una humanización del mundo como camino necesario para la

realización personal y comunitaria. Así, no solo nos percataríamos de que el

cuerpo se hace condición de posibilidad para relacionarse con el mundo sino

que la unidad con el cuerpo facilita el intercambio cultural con otros seres

humanos en el mundo y en integración con otros seres humanos. Para

finalizar podemos afirmar que existe la dimensión existencial que consiste en

que la experiencia humana no admite una interpretación fragmentada ni

instrumental. El hombre no puede verse como dos seres arbitrariamente

unido. El hombre es un solo ser, un organismo vivo que despliega y vive su

existencia concreta en el cuerpo y a través del cuerpo en la medida de que la

corporeidad posibilita la relación con los demás seres del mundo, se hace

condición de la existencia como punto de unidad en el mismo mundo.

A partir de la fenomenología, las funciones del cuerpo son la

consecución de toda actividad humana y no existe ninguna función humana

independiente del cuerpo. En efecto la corporeidad es un componente

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fundamental de existir, vivir, del conocer, del deseo, del lenguaje hablado, del

hacer y el tener. Sin cuerpo, el hombre no podría alimentarse ni reproducirse

ni aprender, no puede comunicarse. Algunas funciones tienen más

importancia para la comprensión de la naturaleza específica del hombre. Así

pudiéramos resumir cada una de estas en mundanización, intersubjetividad,

función epistemológica y económica.

La mundanización consiste en que se concibe el ser en el mundo en la

medida en que posibilita el acercamiento a las cosas y demás personas en el

contacto. Esta función se ejecuta en los niveles de la materialización y en

existencia.

La materialización: El hombre forma parte del mundo como

todas las cosas materiales, animales y personas, de tal forma

que se reconoce en un cuerpo como constituido por los mismos

elementos materiales del mundo, sometido a sus mismas leyes

y suertes. Con esto se quiere decir que el hombre no es

sustancia ni esencia sola sino una forma de realidad materia.

La intersubjetividad: Existir es coexistir. En el sentido en que

se ha explicado la existencia humana como ser en el mundo, el

hombre y el mundo no estás aislado sino que constituyen una

unidad de enlaces recíprocos. Esta idea viene expresada con el

concepto, el cual con su función de mundanización es

participación de los elementos e intencionalidad sobre el

mundo.

Ahora, el hombre está llamado a hacer algo con los otros, en el

sentido trascendental, un sentido en el que las explicaciones

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valen no solo para un individuo sino para todos aquellos que, de

alguna manera, tienen una constitución ontológica.

Función epistemológica: El cuerpo es lo que posibilita la

relación con el mundo y con los demás. Es evidente que la

relación, conocimiento es posible por la relación con el cuerpo,

sin embargo, muchas de las discusiones del pensamiento

humano se centran en cómo se produce este. En fin se tendrá

que tomar en cuenta que el papel del cuerpo es de suma

importancia en el proceso de constitución del conocimiento

como fenómeno propio del ser hombre. No podemos estar en el

mundo sin conocer lo que nos rodea. De tal forma, nos

conducimos por el mundo dando significado, y esa forma de

conducir y dar significado es posible conociéndolo. Sin

embargo, para conocerlo, es necesario tener contacto con él, y

ese contacto es gracias a nuestra condición corpórea.

Función económica: Con el ejercicio de la función económica

del cuerpo, se tiene la impresión de que este es una

prolongación hacia las diversas cosas del mundo. Por este

motivo se consideran las cosas como posibles prolongaciones

de nuestro cuerpo.

Por lo tanto, la persona es una unidad total y auténtica que puede ser

percibida como una unidad corpórea.

Page 16: La persona

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La Libertad.

La libertad no es hacer lo que se quiere, lo que se venga en gana,

aunque pueda ser un pensamiento común. Basta que pensemos un poco del

para qué de nuestro transitar por este mundo y nos demos cuenta de que si

existimos es para algo. No estamos en el mundo para ser movidos por

cualquier viento, no es posible que todas las fuerzas internas del hombre lo

dejen sin sentido y sin orientación, como si el hombre fuese una suciedad

que se arrastra por toda la calle sin sentido. La libertad sería entonces la

capacidad y la fuerza de orientación hacia lo que es más importante en la

existencia, hacia la lucha del bien de los demás. La libertad debe estar

integrada en la totalidad de la persona y debe seguir sus orientaciones y su

realización. De otra manera la libertad no estaría a favor del hombre sino en

su contra. Si lo más importante es la orientación hacia los otros, la libertad

debe tener en cuenta a los demás. La libertad es libertad para, ella no solo

está dentro del ser o de la persona viéndose a sí misma sino que se

encuentra dentro mirando hacia fuera. En el afuera se encuentra la

posibilidad de ser libre, en el encuentro con los otros y en la interacción con

el mundo.

El hombre siendo libre y autónomo se implica en el hecho de que

posea voluntad y de que la inclinación en algún tipo determinado de

comportamiento y de acto sea realizada por él de forma espontánea. Esa

espontaneidad de los comportamientos humanos se sostiene en la vivencia

de los valores, ya sean los éticos, sociales o culturales, es decir, que el tipo

de acción de comportamiento ante una situación en el hombre se encuentra

mediada por su condición inter activa en la denominamos ser en el mundo.

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Así mismo el hombre no es una cosa. Existe un mundo de significados

y sentido por lo que pudiéramos concluir que la realidad existe para el

hombre, en el mundo de las cosas reina la oscuridad, pero esa oscuridad se

rompe con la aparición de la subjetividad del hombre.

La libertad del hombre sujeto implica la autonomía porque el hombre

no es producto de procesos y fuerzas sino que el ser del hombre es un auto-

ser. El ser del hombre como sujeto es un ser de sí mismo. El hombre en

tanto sujeto es subsistente y pertenece a sí mismo. La libertad del hombre

como sujeto que se pertenece a sí mismo.

Esta autonomía del hombre le confiere una superioridad inminente a

su superioridad equivalente a su racionalidad frente al mundo. Esto ya es la

luz natural a través del cual el hombre es un ser racional. Esta superioridad

del hombre como sujeto es la luz a través del cual hay significados, así pues,

ser sujeto significa en primer lugar ser libre en virtud de una racionalidad.

La Historicidad.

La historia es una realidad humana. Los pájaros, las plantas, los

animales, las piedras no hacen historia. Para hacer historia, es necesario

hacer cosas que no están hechas. Un pájaro hace todo idéntico a sus ante

pasados, una planta repite perfectamente el ciclo vital de sus iguales, un

animal no hace novedades, una piedra tendrá el desgaste propio de la

erosión pero la persona puede ser y optar ante el mundo. La historia, es una

realidad ya que la persona no está hecha, sino que se está haciendo junto a

los demás. Así la historia es nuestra historia. La historia está constituida por

el cúmulo de experiencias que se van viviendo todos los días hacia adelante.

Page 18: La persona

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La experiencia de la vida está impregnada de pasado en un presente

consciente y proyectada hacia un futuro; lo que quiere decir que la

experiencia propia es experiencia en la medida en que me empujan hacia

adelante y esto aunque la experiencia sea dolorosa y difícil.

Una experiencia amarga, pero suficientemente sopesada y

reflexionada, puede convertirse en un fuerte empuje hacia adelante. Por el

contrario, una experiencia alegre pero vivida con superficialidad puede

convertirse en negativa para el crecimiento de la persona.

Podemos afirmar que la historia es el cúmulo de experiencias vividas

que actúan en el hoy en cuanto constituyen lo que hemos podido hacer de

nosotros, y abren puertas para nuevas y enriquecedoras experiencias.

En conclusión, el hecho de que la persona sea un ser histórico trae

como consecuencia que no hay nada definitivo.

La Cultura humana.

A lo largo de la historia la cultura va transformando sus significados,

de la cultura de la naturaleza a la cultura del hombre, así el concepto de

cultura conjuga perfectamente con la concepción del hombre como proyecto;

en ella y a través de ella, donde el hombre se cultiva, se forma; es allí donde

ejecuta de manera personal su proyecto. El concepto mismo de hombre,

incluye implícitamente el concepto de cultura, no es posible ser hombre sin

tener cultura.

La cultura como producto del hombre es necesariamente indicativa e

intrínseca al ser del hombre. Se acostumbra a determinar la esencia del

Page 19: La persona

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hombre a través de sus facultades; la inteligencia, la voluntad, los sentidos,

entre otros, pero, es una limitación muy grave quedarse solamente en este

nivel, porque significaría aislar al hombre en su entorno histórico y social. La

cultura es necesaria para la comprensión del hombre. Allí concluyen y se

cristalizan todas las actividades del hombre, las prácticas y las especulativas:

la ciencia, el arte, la religión, el trabajo, la política, etc. Por tanto la cultura es

una pista importante para develar la esencia del hombre.

El Trabajo.

La acción del hombre en el mundo a través del trabajo significa una

nueva manera de comprender la existencia humana, en efecto, si en una

primera aproximación a lo que es el trabajo, resulta de una acción del

hombre sobre la naturaleza a fin de obtener de ella lo que necesita para el

consumo de un ser físico, entonces es evidente que volvemos a captar la

unidad y el enlace recíproco entre el sujeto y el mundo. Hay trabajo en

cuanto hay un mundo que transformar y en cuanto existe un sujeto activo

sobre ese mundo. Esto es una caracterización de una forma de la existencia.

El trabajo es el reflejo hecho realidad de la dignidad humana al

servicio de los otros.

4.- Conclusiones

Existe una responsabilidad del pensador venezolano y latino

americano de dedicarse a plasmar una antropología que no sólo de cuentas

de la realidad del latino americano dependiente o alienado, sino que

fundamentalmente sea capaz de proyectar la realidad u horizonte de

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conocimiento de un pueblo que posee una forma concreta e histórica

de habérselas con el mundo.

Esa antropología filosófica al fijar su mirada en el pueblo, en la gente

de la calle, de los barrios, al interesarse por los aspectos más verdaderos y

profundos de la realidad de cada día, va proyectando un futuro que

pertenece al pueblo, un futuro que le permite humanizarse. Por lo tanto es un

camino donde no faltaran las dificultades, las rupturas dolorosas, el

desamparo, la soledad, las inversiones de valores, siendo esta una exigencia

de nuestra realidad humana. En el fondo de nuestros pueblos se vislumbra

un hombre y para ellos un porvenir nuevo, auténtico y esperanzador. Desde

luego que frente a todos los tópicos tocados en este trabajo de investigación

surgen una serie de retos fundamentales en cuanto a la antropología que

yace en nuestro pueblo, las opciones de una dirigencia, la formación

educativa más deseable y asertiva para, con y desde el hombre que habita el

mundo de vida venezolano. A partir de allí emergen unas tareas que van

íntimamente vinculadas con el sujeto-pueblo. Este hecho exige la

reestructuración de todo poder desde las formas de vida del pueblo, desde

su mundo de vida. El pueblo vive en comunidades que en unos casos son

poblaciones rurales, urbanizaciones populares, barrios, comunidades en las

que convive.

Una comunidad de convivencia o de seres humanos que se ponen a

vivir juntos en un espacio, genera por el mismo hecho de producirse,

dispositivos sociales, económicos, políticos y culturales para que esa

convivencia funcione adecuadamente; garantice la vida de todos, solucione

conflictos, asegure el futuro, ente otros aspectos a considerar., se constituye

pues un país.

Page 21: La persona

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El reto de la educación y de las ciencias sociales en general es

preguntarse por el quién del hombre o antropología concreta, real e histórica

del venezolano, entendiendo más allá de abstracciones modernas, post

modernas o ajenas, su modo de ser y horizonte de fundamento

epistemológico. Ello significaría estar dispuesto así como en su momento

histórico lo estuvo el fraile español Bartolomé de las Casas en el tiempo de la

colonización en nuestras tierras, a preguntarse desde una opción ética por el

quién del venezolano. Desde luego tomando en cuenta sus dimensiones

constitutivas, su manera de habérselas con la realidad y finalmente con su

episteme como condición de posibilidad de estar en el mundo.

El punto de partida nuevamente es la antropología y por ello es tan

valioso el esfuerzo de estos tres autores del libro Ser Persona en cuanto a

dar respuestas a un grupo importante de hombres y mujeres que participan

en su proyecto educativo universitario y para todo aquel interesado en los

asuntos de formación pedagógica educativa en el país.

Definitivamente nos encontramos en un momento histórico en

Venezuela, donde hoy más que nunca las opciones éticas a partir del

hombre que se vive en nuestro pueblo son el llamado y la invitación radical a

atender.