la perspectiva regional en el desarrollo economico
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LA PERSPECTIVA REGIONAL EN EL DESARROLLO ECONOMICO
1.- El auge de las concepciones sobre el desarrollo económico en América Latina
surgieron a partir de los años 60 del siglo pasado. Eran visiones que abordaban el
conjunto de la economía y que contemplaban estrategias sectoriales y sociales, así como
políticas vinculadas a la inserción externa de la región, todo lo cual se articulaba en
Planes Nacionales de Desarrollo.
Esos intentos de carácter estructuralista, seguían haciendo hincapié en que el motor del
desarrollo dependía de la dinámica industrial. Pero por oposición al previo proceso
industrializador de sustitución de importaciones introducía nuevos elementos que se
habían descuidado o, peor aún, que habían sido relegados en la visión de desarrollo. Por
ejemplo, se introducían ahora interrogantes y alternativas para las prioridades, en
especial, en lo referente a la industria manufacturera. También se planteaban cuestiones
respecto al papel del sector público y se consideraban temas sociales tales como la
marginación asociado al crecimiento urbano y a los crecientes problemas educativos , de
vivienda y acceso a servicios básicos.
2.- Sin lugar a dudas, entre los déficit más notorios que eran achacables al proceso de
sustitución de importaciones se destacaba que el mismo había dependido en buena parte
de las divisas provenientes de las exportaciones y de los alimentos a bajo precio que
provenían del sector agropecuario, sector que había quedado, por lo tanto, subordinado a
la dinámica industrial . Ello provocaba desigualdades en materia de ingresos y
capitalización en detrimento del sector primario y de quienes dependían del mismo.
Desde un ángulo más amplio , entonces, surgieron en esos años análisis dirigidos a
superar un enfoque meramente sectorial de la agricultura y avanzar hacia un esquema
más amplio de desarrollo rural integrado. Esta concepción involucraba aspectos
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vinculados a relaciones productivas y sociales, así como nuevas opciones en materia de
organización e inclusive de propiedad en el medio rural.
3.- En el curso de los años 70 comenzaron a debilitarse las concepciones del desarrollo y
la planificación económica en América Latina. También se perdió el impulso a favor de
la búsqueda de soluciones a la problemática rural., aunque en el caso de México no se
abandonó el procurar alternativas, sobre todo desde un enfoque más productivo de los
ejidos y el apoyo a las organizaciones campesinas. En cambio, en ese proceso, cobraron
fuerza los temas de la pobreza que impulsaba el Banco Mundial . Con el auge sobre las
informaciones e investigaciones sobre la pobreza y la satisfacción de las necesidades
básicas , la cuestión agrícola se fue diluyendo en su vertiente económica y pasó a
analizarse progresivamente bajo la óptica de las políticas sociales. En ese contexto,
empezó a enfatizarse la necesidad de proyectos de descentralización y de infraestructura
en los cuales adquirió cierto vigor el estudio de las disparidades regionales.. A esa altura,
sin embargo, la brecha entre regiones en materia de dinamismo y desigualdades, no
demostraba haberse ampliado, tanto en México como en aquellos países
latinoamericanos que presentaban inequidades manifiestas entre regiones.
4.- El panorama en materia del sector agrícola y la preocupación sobre las
desproporciones y diferencias regionales cambiaron radicalmente en los umbrales de los
años 80. como consecuencia de la crisis de la deuda externa que conmovió a
toda América Latina . En particular, esa crisis afectó con mucho más dramatismo y
efectos nefastos a México, país donde detonó esa crisis. Las políticas de ajuste que
surgieron entonces como resultado de ese proceso crítico alteraron profundamente el
funcionamiento de las economías y las agendas de los gobiernos. Sin la intención de
atender a todas las consecuencias que produjo esa crisis, vale la pena señalar que la
misma modificó el contenido de las políticas económicas. Por una parte, determinó que
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las políticas macroeconómicas pasaran cada vez más a ocupar todo el espacio de los
objetivos de las políticas públicas , priorizando sobre todo la contención del déficit
fiscal y la mejora en la balanza comercial para cumplir con las obligaciones externas.
Los equilibrios internos se quebraron produciendo una disminución de ingresos de vastos
sectores de la población y eliminando mecanismos de protección social, en particular, los
que atendían al ámbito rural. En el caso mexicano, el sector agrícola comenzó así un
descenso permanente en su participación tanto en términos de producción como de
empleo de una mano de obra que pasó a alimentar aún más las corrientes de emigración
hacia los Estados Unidos.
5.- Ese proceso que se inició con la crisis de la deuda externa se completó durante toda la
década de los años 90. A la transformación paulatina de la política económica en política
macroeconómica- que limitaba su ámbito a objetivos presupuestales y monetario-
financieros- se añadió una estrategia de apertura externa y privatización de empresas y
servicios del sector público. Si bien esa transformación se había iniciado anteriormente,
fue en estos años donde se forjó como pensamiento y práctica dominante en muchos
países latinoamericanos, inclusive México. Se consolidó así una concepción del
crecimiento económico basado primordialmente en la capacidad exportadora de los
países , con claro menoscabo del mercado interno, y asentada también en la atracción sin
mayores condiciones y restricciones del capital extranjero. Esa visión del desarrollo
omitía expresamente objetivos de desarrollo sectorial (agricultura e industria,
especialmente) y mucho menos contemplaba objetivos que atendieran a los problemas
regionales.
6.- En el caso mexicano, ese modelo neoliberal tuvo resultados inmediatos puesto que
produjo transformaciones estructurales para el conjunto de la economía y la sociedad. Por
lo pronto, al aprobarse el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y Canadá, la
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estrategia exportadora volvió a México más dependiente que en el pasado del mercado
estadounidense. En particular , fué en el terreno automotriz y electrónico donde se
profundizó la aplicación del sistema de maquila, sobre todo en los estados norteños de
Coahuila, Chihuahua , Sonora, Tamaulipas, que luego se extendió a estados del centro
del país (p.e. Jalisco, Aguascalientes, Guanajuato y Estado de México). Ello produjo un
polo de absorción de mano de obra proveniente de otros estados. El desarrollo bancario
apoyó esa centralización económica a la que cabe coadyuvaron las políticas de inversión
pública orientadas a aquellas regiones de mayor potencial exportador y niveles de
ingresos. Desde mediados de los años noventa y por el curso de diez años, este modelo
exportador básicamente dirigido a los Estados Unidos representó para México un
modelo de exclusión de aquellos sectores y regiones que no integraban ni participaban de
este patrón productivo-exportador.
7.- Por una parte, en términos de sectores, la agricultura campesina y ejidal observó un
deterioro de sus posiciones en la economía nacional. La reforma del Art. 27
Constitucional debilitó la organización ejidal al permitir el pasaje de sus tierras al
régimen privado y facilitar la venta de los predios, en especial aquellos cercanos a los
centros urbanos . Por su parte, la economía campesina que producía productos
primarios para el mercado interno o para el autoconsumo en los estratos de menor
productividad sufrió la rebaja en los subsidios a los que accedían y asistió a la
desaparición de las instituciones bancarias públicas de fomento y las que apoyaban o
facilitaban la comercialización de sus productos.
8.- Por otra parte, la brecha entre regiones se ahondó a tal grado que se hizo más notorio
la división del país entre un Norte-Centro más dinámico (en términos de acumulación de
capital , infraestructura, servicios sociales e ingresos) en detrimento de un Sur-Sureste
que retrocedía en términos relativos en todos esos conceptos. Los estudios comparativos
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entre regiones registraron esa disparidad o desigualdad en lo económico, lo social y lo
político. Un reciente estudio así lo demuestra( “Economía y territorio en América Latina
y el Caribe. Desigualdades y políticas” CEPAL, Stgo. de Chile, marzo 2009). En ese
trabajo se distingue los estados mexicanos según territorios ganadores( los que tienen un
alto PIB por habitante y una clara dinámica económica ); los territorios convergentes ( los
que tienen un bajo PIB por habitante pero observan dinamismo económico); los
territorios estancados ( los que tienen un bajo PIB por habitante y no presentan una
dinámica económica) y los territorios declinantes (los que tienen una alto PIB pero no
demuestran dinámica económica). Pues bien, siguiendo esa clasificación ,para el período
de auge del neoliberalismo (1995-2003) surge que los estados del Sur-Sureste o
pertenecen a los territorios denominados estancados, o que más bien pueden llamarse
perdedores (Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Veracruz , Tabasco) o a aquellos denominados
declinantes (Campeche, Quintana Roo). Esas características ilustraban que esos estados
se estaban distanciando aún más respecto de los estados ganadores (preferentemente del
Centro y Norte del país). Esto confirmaba la sensación de una ruptura del país en dos
macroterritorios, uno incluyente y otro excluyente del desarrollo económico nacional.
9.-.- A tono con un estilo de economía abierta exportadora , esas diferencias regionales se
justificaban por disparidades existentes que, bajo el nuevo término acuñado de
“competitividad regional”, estimaba la capacidad de las regiones de exportar o insertarse
en la economía mundial (lo que para el caso mexicano se circunscribía fundamentalmente
a la capacidad de exportar e insertarse en la economía estadounidense ). Para ese
entonces, la práctica planificadora había sido sustituída por las habilidades empresariales
y sus atributos de gestión. En materia regional comenzó a prestarse más atención al
territorio ( como un espacio socio-económico, étnico y cultural más que geográfico) y
dar mayor importancia a los desarrollos locales. En la perspectiva de los estados sureños
de México , ello significó poner el acento en la olvidada cuestión indígena que se había
hecho presente y estallado políticamente con motivo de la irrupción y difusión del
movimiento que representó el EZLN en Chiapas. Cabe subrayar que aunque en materia
de dinámica económica esos territorios jugaban un papel muy secundario, la aparición de
los movimientos sociales e indígenas que surgieron en su seno vinieron a acicatear y
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privilegiar el interés geopolítico y de gobernabilidad de la autoridades orientado a atenuar
las crecientes expresiones de descontento que provocaba la discriminación que sufrían
diversas comunidades.
11.- En razón de la enorme disparidad regional y las expresiones sociales de protesta, en
México como en otros países de América Latina ( en especial, en países con alta
población indígena como Guatemala, Ecuador y Bolivia) se estimularon medidas
tendientes a una mayor descentralización, tanto en materia de recursos fiscales como en
proyectos de infraestructura. Nuevas formas de cálculo de las participaciones de los
estados en la recaudación que aumentaron los recursos de estados y municipios, así como
megaproyectos como el de Puebla-Panamá que involucraba estados del sur-sureste y
países centroamericanos surgieron entonces en las agendas gubernamentales. Inclusive se
hicieron estudios de regionalización como los que llevaron en México a definir 5 zonas
mesoamericanas. Al mismo tiempo aparecieron nuevos aspectos que comenzaron a hacer
más compleja la coordinación en materia regional. La introducción de los problemas del
medio ambiente (que llevan a normas de ordenamiento territorial), los desastres naturales
y la formación de empresas de pequeña escala se entrecruzan entonces con los objetivos
regionales, sin llegar a construir un todo orgánico, ni mucho menos exitoso.
12.- En la actualidad se vive una realidad de profunda depresión económica con motivo
de la crisis financiera internacional. En México, más que en ningún otro país, esa
depresión es tan grave como peligrosamente extendida en materia de años, puesto que
puede llegar a afectarlo hasta el año 2011, según fuentes oficiales. Los sectores más
vulnerables son los vinculados a las exportaciones hacia Estados Unidos, vale decir, los
que eran dinámicos en el período previo a la crisis. Igualmente, el desempleo golpea con
mayor fuerza en el sector manufacturero y en los empleos formales de la economía
mexicana. Los estados anteriormente ganadores , si acaso el estudio de la CEPAL se
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actualizara hasta el presente, se definirían actualmente como declinantes(alto producto
por habitante- aunque en descenso- y menor dinamismo). En contrapartida, los estados
definidos como estancados o perdedores, lo seguirían siendo pero acortando en algo las
distancias con los estados del Centro-Norte de México. Eso ocurriría así porque los
problemas industriales y del gran comercio le serían más ajenos a los estados más pobres,
como también sus efectos sobre el mayor desempleo. Vale decir, que con motivo de la
crisis actual, aunque parezca paradójico, si nuestra hipótesis es válida, habría una tenue
convergencia regional aunque todavía exhibiendo un fuerte distanciamiento Norte- Sur.
A ello se uniría, cada vez con más intensidad, la búsqueda de una mayor
democratización de los poderes locales lo que podría entrar en colisión con las
intenciones de descargar sobre ellos las restricciones presupuestales motivadas por la
crisis. Situación ésta que de producirse, pudiera llevar a reacciones sociales expresadas
en movilizaciones subregionales.
13.- Las alternativas para que la perspectiva regional en el desarrollo económico alcancen
una mayor dimensión, dependen de muchos factores. Entre ellos, cabe priorizar la
necesidad de volver a pensar desde un enfoque amplio y nacional del desarrollo
económico y llegar a definir nuevas estrategias de crecimiento económico y social, no
basados exclusivamente en la exportación . Este factor es condición necesaria aunque no
suficiente para recobrar una perspectiva regional en los procesos económicos y sociales,
puesto que una apuesta hacia la recuperación del mercado norteamericano sólo
significaría volver a recorrer el camino que llevaría nuevamente a la exclusión y
marginación permanente de los estados o regiones rezagadas. Sin llegar a una
planificación centralizada, otro factor a tener en cuenta es la necesidad de una mayor
coordinación y participación local en los proyectos que pretenden descentralizar la
economía, la infraestructura (transporte y comunicaciones) y el desarrollo educativo y
científico-tecnológico. Eso significa lograr paulatinamente una mayor autonomía y apoyo
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gubernamental a los presupuestos de estados o zonas deprimidas y especialmente a los
poderes locales.
14.- Se debe ser consciente que avanzar hacia una menor desigualdad entre regiones en
un país dado- cuando esa desigualdad obedece a razones estructurales y a la ausencia de
una estrategia política de mayor alcance nacional- no es un recorrido fácil puesto que va
a contramano de lo que han sido tendencias históricas de larga data. Quizá lo nuevo en
ese proceso es que las demandas locales de mayor participación democrática y capacidad
en la toma de decisiones van en aumento y que las autoridades ya no pueden soslayar ese
fenómeno sin verse presionadas por movimientos sociales que reclaman no ser
marginadas en las estrategias de carácter nacional.
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