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Este trabajo examina un período de la histo-ria urbana cuyo producto más destacado es unaciudad nueva argentina que combina las cuali-dades y elementos de dos modelos urbanísticosdiferentes. El primero es el cerrado, holístico ytradicional modelo hispanoamericano, la “ciudadindiana”. El segundo es el modelo abiertodecimonónico, llamado “progresista” por Choay,la “ciudad higiénica”.

Nuestro caso, La Plata, no es sólo único poresa particularidad sino porque, además, permiteidentificar y leer claramente las raíces y los ele-mentos que participan de su creación. En gene-ral, aún en el examen de ciudades nuevas, crea-das en un corto período y de acuerdo a un planpreconcebido, es usual la dificultad en descubrirsus raíces y las fuentes que inspiran su diseño.

EL MODELO HISPANOAMERICANO

Variados estudios (Solano, 1983) (Wilhelmyund Borsdorf, 1984/85) (Alomar, 1987) (Terán,1989) muestran que, al colonizar América, losespañoles fundaron centenares de asentamien-tos, según reglas establecidas tempranamente

como instrucciones a los conquistadores, reglasque fueron codificadas en 1573 por Felipe II ensu “Real Provisión sobre Nuevos Descubrimien-tos y Poblaciones” (Real Provisión). Los 105 ar-tículos de su capítulo “Nuevos poblamientos” de-finen el modelo de la ciudad hispanoamericana,estudiado, entre otros, por Hardoy (Hardoy, 1975)(Hardoy y Aranovich, 1969) (Fig. 1A).

El asentamiento allí definido es una cuadrí-cula regular de calles rectas y manzanas, en sumayoría cuadradas. Excepto en los puertos, esaciudad debía poseer de una plaza central oblon-ga con sus lados en relación 2 a 3. Además de-bía rodearse de un espacio abierto cuadrado, el“ejido”, dedicado a actividades agropecuarias,que suplieran las necesidades básicas y la eco-nomía local. Empero, al fundar nuevos poblados,los españoles no respetaban la Real Provisión.El modelo teórico allí definido no fue el emplea-do, siendo simplificado. El utilizado, conocidocomo el modelo clásico de la ciudad hispano-americana, fue sólo una versión menos elabora-da del anterior (Alvarez Lenci et al., 1985) (GarcíaFernandez, 1985) (Kühn, 1933) (Fig. 1B). Esta

LA PLATA: DE LA CIUDAD INDIANA A LA CIUDAD HIGIÉNICA

Julio Angel Morosidibujos: Graciela A. Molinari

Resumen

El objetivo de este trabajo es examinar el afortunado transvase del modelo de la ciudad indiana al modelo de laciudad higiénica, cuya concreción, en un lugar imprevisto y marginal como era la Argentina de entonces, da lugara la creación de la ciudad de La Plata, que se constituye así en un ejemplo complejo y único en la historia delUrbanismo.Palabras clave: La Plata - urbanismo decimonónico - modelo progresista - ciudad higiénica

Figura 1: Los modelos de la ciudad hispanoamericana.

A: Modelo teórico según la Real Provisiónde 1573. Op. cit.

B: Modelo clásico en Argentina segúnKühn, F., 1933. Op. cit.

C: Modelo republicano establecido en1826 (según Decreto...). Op. cit.

Iglesia Edificios públicosPlaza principal o plaza mayor Plazas secundarias vinculadas a monasterios Manzanas urbanas

Quintas ChacrasEmpalizada o muro de la ciudad Límite del ejido

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sorprendente dicotomía fue estudiada por Hardoy(Hardoy, 1968/72) (Hardoy, 1975). En el modeloclásico la plaza mayor central adopta la formacuadrada de las manzanas normales de edifica-ción. Ello permite trazar una cuadrícula absolu-tamente regular, que se extiende por todo el asen-tamiento en manzanas cuadradas idénticas.

Cuatro siglos de aplicación de este modelosirvieron de enorme laboratorio urbano, permi-tiendo la acumulación de una amplia experien-cia. Ello fue factible puesto que los países his-panoamericanos aceptaron las normas urbanís-ticas coloniales tras su independencia. El con-solidado modelo normativo, empleado para tra-zar los nuevos poblados, calaba tan hondo en lacultura de la sociedad criolla que las normas re-publicanas sólo introdujeron modificaciones deforma, aunque no de fondo, a las rancias orde-nanzas reales (Bravo Lira, 1984) (Morosi yVitalone, 1988). El modelo clásico de la cuadrí-cula colonial sobrevivió con ligeras alteracionesy fue incorporado a la legislación republicana,en Argentina e Hispanoamérica.

EVOLUCIÓN DEL MODELO INDIANO EN AR-GENTINA

Un estudio de la evolución del modelo india-no en el período republicano permite observar,pues, una sorprendente persistencia de las nor-mas coloniales sobre la creación de nuevos a-sentamientos (Morosi y Vitalone, 1988).

1. La elección del sitio

La Real Provisión de Felipe II contiene, parti-cularmente en sus artículos 1 y 112 (Real Provi-sión), reglas detalladas para la elección del sitioadecuado para fundar un poblado. Dos siglos ymedio más tarde esas normas fueron ratificadaspor la legislación republicana. Varias alternati-vas fueron ensayadas, desde este punto de vis-ta, en la Argentina del siglo XIX. Las mismas serelacionaban básicamente con la aptitud de lasunidades territoriales asociadas a una nueva ciu-dad, según el uso agropecuario que se lesasignare, en su capacidad de suplir a las nece-sidades primarias y a la economía del asenta-miento. La Ley de Inmigración y Colonización de1876 constituye un buen ejemplo (Morosi yVitalone, 1988). Dicha Ley, respuesta al proble-ma planteado por la ola inmigratoria europea quealcanzaba al país en las últimas décadas del si-glo XIX, intentaba regular la colonización de losvastos territorios arrebatados al indígena, facili-tando la radicación de esos inmigrantes.

2. El territorio. Su extensión y planeamiento

En relación con la extensión y el planeamien-

to del territorio, la influencia de las Leyes de In-dias fue evidente a lo largo del siglo XIX. En laReal Provisión de Felipe II (artículos 112 a 137)y en la legislación republicana que le sucedió, latraza urbana consistía en una cuadrícula com-puesta por manzanas cuadradas, parceladas enlos tradicionales solares que cubrían un cuartode las mismas cada uno. El área que rodeaba alnúcleo urbano servía a propósitos agropecua-rios. Ambos elementos, constituidos en una uni-dad, llamada por los españoles “ejido”, integra-ban el concepto de ciudad territorio. Durante elperíodo republicano en la Argentina, el ejido con-sistía en un cuadrado de aproximadamente diezkilómetros (dos leguas) por lado, comparado conel colonial de unos veinte kilómetros (cuatro le-guas) por lado (Morosi y Vitalone, 1988) (Fig. 1C)(Fig. 2A) (Fig. 2B).

El sector no urbano del ejido, dividido en cha-cras mayores y quintas menores, que rodeabanal núcleo urbano, garantizaba el aprovisiona-miento diario del asentamiento. Ese sector fun-cionaba, en casos excepcionales, como el co-mún de la ciudad, destinado básicamente al pas-toreo del ganado. Las Leyes de Indias como lasnormas republicanas asociaban así la ciudad yel territorio que la rodeaba en forma directa yfuncional, respondiendo a un maduro conceptode ciudad territorio.

3. La traza urbana

En el modelo clásico indiano como en el apli-cado en el período republicano las reglas fueronlas vinculadas a la Real Provisión de Felipe II.Esas normas indican (Real Provisión): “...Aviendo hecho el descubrimiento elegido se laprovincia comarca y tierra que se oviere de po-blar ... se haga la planta del lugar repartiendolapor sus plaças, calles y solares a cordel y regla,començando desde la plaça mayor, y desde allisacando las calles a las puertas y caminos prin-cipales, y dexando tanto compas abierto que aunque la poblacion vayan en crecimiento se puedasiempre proseguir en la misma forma ... “ (art.111). “... y siendo en lugar mediterraneo, en me-dio de la poblacion, la plaça sea en quadro ...”(art. 112). “... De la plaça salgan quatro callesprincipales, una por medio de cada costado dela plaça, y dos calles por cada esquina de la plaça,las quatro esquinas de la plaça miren a los quatrovientos principales ...“ (art. 115).

El modelo de la ciudad indiana es ideal y nor-mativo, el “sueño de un orden”, como se ha lla-mado acertadamente (Terán, 1989). Ninguno delos rasgos que aseguran la comodidad, estéticay salubridad parece haberse olvidado. El mode-

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lo indiano corresponde a una visión finalista conraíces en la filosofía platónica, en la concepciónllamada por los griegos “eunomia”, entendidacomo el orden regular y armónico de las cosas.Algunos autores como Jaeger (Jaeger, 1942/45)consideran ese concepto como un todo comple-jo y ordenador, derivado de la proyección sobrela naturaleza de la idea de un orden regular yarmonioso, preconcebido y prefigurado en lamente humana.

EL MODELO PROGRESISTA

La concepción mecánico-determinista, quesucedió al paradigma cristiano clásico, inspira-dor del modelo ideal de la ciudad hispanoameri-cana, se inició con la revolución científica del Re-nacimiento. Ella conduciría finalmente a la revo-lución industrial y a la era tecnológica en quevivimos. El modelo progresista urbano, corres-pondiente a estas últimas corrientes, resulta deaplicar el moderno método científico a la solu-ción de los problemas urbanos.

Los principios que guiaron dicha visiónrenacentista, como los vinculados a la Reformay la Contrarreforma del mundo cristiano, puedenresumirse en tres ideas clave (Wright, 1986: 43-54). La primera se vincula con la relación entreel ser humano y la Naturaleza. El ser humano esel sujeto y la Naturaleza el objeto. El primerodomina la Naturaleza, ya no es el observadorsino el manipulador de la Naturaleza. La segun-da idea está ligada con la introducción de unanueva relación entre el todo y sus partes. El todo

es entendido a través de sus partes y noinversamente. Ello implica abandonar toda posi-ción finalista o teleológica. Esa actitud conduceal desarrollo de los métodos científicos de análi-sis y síntesis y a una nueva y progresiva con-cepción fragmentaria de la Naturaleza y de suanálisis. La aceptación de las dos ideas previasimplica el surgimiento de la tercera: el métodoinductivo, el experimento y el estudio de las re-laciones causales, como propusiera Lord Bacona comienzos del siglo XVII. La adhesión a losprincipios expuestos introduce inexorablementeen un progresivo e irrestricto desarrollo tecnoló-gico. En palabras de Wittgenstein: “... Nuestracivilización está caracterizada por la palabra pro-greso. El progreso es su forma. Su actividad con-siste en la construcción de una estructura quepermanentemente se va tornando más y máscomplicada ...” (citado por Wright, 1993: 32).

Analizando la aplicación de estas ideas al pla-neamiento urbano, se advierte, con Choay(Choay, 1969: 31), que: “... el urbanismo ... fueprecedido por una forma de planeamiento pura-mente teórica que lo anticipó. Especulaciones deesta naturaleza fueron introducidas por un grupode pensadores sociales y políticos que aspira-ban a una completa reestructuración de la socie-dad ... Sus ciudades eran utopías ... ellos intro-dujeron las dos modalidades básicas de organi-zación espacial que luego serían retomados porel urbanismo. Uno de esos modelos ... estabainspirado por una visión de progreso social, lodenominaremos progresista. El otro, de corte

Figura 2: Ejemplos de trazados decimonónicos argentinos.

A: San Vicente (1854) según Legajo nº 35, 1854. Op. cit. B: Chivilcoy (1868) según Legajo nº 34, 1868. Op. cit.

Plaza principal

Plazas secundarias

Iglesia

Edificios públicosQuintas

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nostálgico, estaba inspirado por una visión decomunidad cultural y puede ser llamado por elloculturalista ... El concepto progresista del espa-cio rompe con el previo orden continuo de lascosas ... Aire, luz y verde se convirtieron en sím-bolos de progreso y la dispersión fue considera-da esencial para la higiene física ...”.

El paradigma progresista es la ciudad higié-nica, imaginada mediante la aplicación de losdescubrimientos científicos al planeamiento ur-bano. Como sostenía el higienista británicoRichardson (Richardson, 1876: 17-18): “... Elseñor Chadwick nos ha manifestado ... que pue-de construir una ciudad que alcanzará una ciertamortalidad dada, que partiendo de cincuenta ocualquier monto mayor llegara a cinco o tal vezalguna cifra menos por mil ... procuraré una sim-ple y agradable visión de una comunidad no abun-dantemente favorecida por recursos naturalesque, bajo la guía del conocimiento científico ad-quirido en las dos generaciones pasadas ha al-canzado una vitalidad no perfectamente natural,pero cercana a ese nivel ...”.

LA CREACIÓN DE LA PLATA

Tras la derrota de la provincia ante fuerzasfederales en 1880 y la consecuente cesión deBuenos Aires, aquella debió procurarse una nue-va capital. Dardo Rocha fue elegido gobernadorun año más tarde, fundando su campaña electo-ral en la promesa de la inmediata creación deuna capital que superarse a la perdida.

Fiel a su promesa Rocha reunió informaciónsobre las tendencias urbanísticas en Europa yAmérica. Llegado al poder, reorganizó el Depar-tamento de Ingenieros provincial de modo queuna veintena de los mejores ingenieros, arqui-tectos y agrimensores del país actuaron allí. Al-gunos de ellos habían estado ligados largamen-te al organismo y a sus precedentes y mante-nían viva la herencia española, ese método nor-mativo de diseñar nuevas ciudades, practicadorepetidamente al ocupar el territorio arrebatadoal indígena. Recordemos que estas conquistaspermitieron que el territorio bonaerense duplica-ra holgadamente su superficie entre 1830 y 1879(Randle, 1969: 1-32). Ello condujo a la funda-ción, en ese territorio, de cincuenta nuevas ciu-dades entre 1779 y 1879 (Randle, 1969: 1).

En ese proceso se reiteró la “receta”, en dis-tintos puntos de las pampas conquistadas al abo-rigen, empleando el método normativo, ensaya-do y ajustado por los españoles durante más detres siglos. Por otra parte, los profesionales delDepartamento de Ingenieros estaban bien infor-mados acerca del modelo progresista y de las

ideas decimonónicas en torno a la ciudad higié-nica, desarrolladas en Europa y Norte América.Esas ideas fueron difundidas por un influyentegrupo de higienistas (Morosi, 2002) encabezadopor Guillermo Rawson (1821-1890) (Rawson,1876). Este famoso médico, estadista y profesorde la Universidad de Buenos Aires, fue vicepre-sidente del Congreso Internacional de Higienede París de 1878 y delegado oficial al Congresosimilar, con motivo de la Exposición Universal enla capital francesa en 1889, aunque en este casosu estado de salud le impidió ejercer su misión.

Entre los profesionales del Departamento deIngenieros destacaremos a Pedro Benoit (1838-1897), polifacético agrimensor, ingeniero y arqui-tecto, hijo de Pierre Benoit, arquitecto francésradicado en la Argentina en 1818. El primero en-cabezó el equipo que planificó, diseñó y cons-truyó La Plata, en el seno del Departamento.

En mayo de 1881, en la primer semana de sugobierno, Rocha demostró su firme voluntad decumplir con sus promesas electorales. Comen-zó designando una comisión para aconsejar lalocalización de la nueva capital. Esa comisiónera presidida por un senador nacional e integra-da por dos ingenieros (presidentes del Departa-mento Nacional y Provincial de Ingenieros res-pectivamente), tres médicos higienistas, dos abo-gados y dos diputados nacionales (Salvadores,1932: 47). Un par de días más tarde Rocha con-formó otra comisión encargada de organizar unconcurso internacional para el diseño de los prin-cipales edificios públicos de la nueva capital (Sal-vadores, 1932: 99). Encabezaba esa comisiónel Presidente del Departamento Provincial deIngenieros y la integraban dos profesionales delmismo, dos renombrados arquitectos dedicadosa la práctica privada, un higienista, un conocidoabogado y dos comerciantes.

Tres días después Rocha encomendó al De-partamento de Ingenieros la tarea más importan-te, el diseño de varios trazados alternativos dela nueva ciudad, sin indicar en el respectivo de-creto su naturaleza morfológica y disponiendoque los planos fuesen “... conformes a los traza-dos de las ciudades más modernas que el climay las condiciones generales del país así comolos hábitos y recursos locales permitan ...”. Asi-mismo “... se consultará ... la mayor comodidadde los habitantes, la posibilidad de mantener lahigiene, en cuanto lo permitan los últimos ade-lantos científicos y la belleza de sus calles y pla-zas ...”. Además debía asegurarse la expansiónde la ciudad, así como dotarla de un sistema efi-ciente de eliminación de todo tipo de residuos yconstruir una completa red de provisión de agua

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potable. El mismo decreto encargaba al Depar-tamento de Ingenieros diseñar los edificios pú-blicos no incluidos en el llamado a concurso in-ternacional (Salvadores, 1932: 100).

Rocha supervisó personal y ansiosamenteesas tareas. Tras un año de trabajo, el emplaza-miento de la nueva capital fue decidido y uno delos tres trazados alternativos que conocemos fueaprobado. El decreto respectivo no explica lasrazones de la elección. La trazas de las dos al-ternativas rechazadas (Fig. 3) consisten en com-binaciones de una cuadrícula y un modelo ra-dio-concéntrico. Es razonable suponer que elgobernador se inclinó por la alternativa más próxi-ma al modelo tradicionalmente aceptado en elpaís. Esa hipótesis se ve reforzada por la refe-rencia de Rocha a la tradición urbanística colo-nial, en su discurso en el día de la fundación deLa Plata (Salvadores, 1932: 460-468).

Cumplido el proceso descripto, seis mesesdespués, el 19 de noviembre de 1882 se funda-ba La Plata. El sitio elegido, las Lomas de la En-senada, lo fue, por sobre todo, por su vecindadal mayor puerto natural en la margen oeste rio-platense. La construcción de la ciudad avanzóvigorosamente. Apenas seis años más tarde LaPlata alcanzó los 60.000 habitantes. El ritmoedificatorio fue velocísimo, en relación a los ma-gros recursos técnicos de la Argentina de enton-ces. Recordemos que, tras la Segunda GuerraMundial, las new towns inglesas demandaronmás tiempo para su planeamiento y para alcan-zar igual población (Osborne & Whittick, 1963).

EL TRAZADO DE LA PLATA

La traza platense se inspiró en ambos mode-los descriptos previamente. El diseño aprobadopor Rocha consiste en una elaborada cuadrícu-la simétrica de calles y avenidas, combinada conun sistema más ralo de diagonales, cuadrículaque, en conjunto, cubre un cuadrado de una le-

gua (5.196 m) por lado. La posteridad estimó queese elegante esquema geométrico era un tardíoproducto académico barroco con influencia fran-cesa (Lavedan, 1952: 212) (Hardoy, 1967) o nor-teamericana (Kostof, 1991: 148) (Haupt, 1877),esto último en relación a Washington o a mode-los teóricos como la traza de Haupt. Estudiosrecientes (Morosi y Vitalone, 1988) (Morosi, 1999)han revelado que, desde un enfoque morfológico,la traza platense es una descendiente, tardía ylejana pero directa, de la prolífica y homogéneafamilia constituida por el modelo de la ciudad in-diana (Stanislawski, 1947) (Wilhelmy undBorsdorf, 1984/85) (Terán, 1989). Esos estudiosverificaron que La Plata es, al mismo tiempo, unode los primeros casos en que fue ejecutado elmodelo progresista decimonónico, la ciudad hi-giénica, definida por Choay (Choay, 1965: 16-20) (Choay, 1969: 31-102) (Coni, 1887: 160-164).

Todo ello sustenta la hipótesis de que cuan-do, de acuerdo a su época, los técnicos del De-partamento de Ingenieros trataron de diseñar LaPlata como avanzada ciudad higiénica descubrie-ron que el tradicional modelo indiano podía serfácilmente adaptado a las demandas de “regula-rización” y de “aire, luz y verde” (Choay, 1969: 15y 32) que implicaba el modelo progresista.

Aunque La Plata ofreció una de las últimasoportunidades para la aplicación del modelo dela ciudad hispanoamericana, en su traza son bienperceptibles los rasgos de las teorías urbanísti-cas decimonónicas (Morosi, 1982). Al mismotiempo se advierten en ella los signos que anun-cian el fin del modelo indiano. La idea de “pro-greso” y la fe ciega en el método científico, ca-racterísticas del positivismo decimonónico, difí-cilmente podían compatibilizarse con el rígidométodo normativo de la ciudad indiana. La adop-ción del método científico obligaba al urbanistaa justificar racionalmente las formas de sus di-seños y le impedía aceptar ciegamente una ruti-

Figura 3: Trazados alternativos de La Plata desechados, conservados en la Dirección de Geodesia del Ministerio de ObrasPúblicas de la Provincia de Buenos Aires.

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na como la fijada por un método rígidamentenormativo. La única descripción de la traza, es-crita por Benoit (Benoit, 1885), ilustra sobre esanueva actitud: “... El perímetro de la ciudad esun cuadrado perfecto, limitado por un boulevarde circunvalación de 100 metros de ancho ... Laforma general de las manzanas está representa-da por cuadrados de 120 metros por costado,habiéndose dividido la ciudad en el centro pordos boulevares de 30 metros de ancho. Entreestos dos boulevares se hicieron manzanas de120 metros por costado y de cada lado de estosse proyectaron otras que empezando por 60metros de ancho por 120 de fondo, aumentabanprogresivamente de 10 metros hasta tener la for-ma general de 120 metros por costado. Esta di-visión se hizo teniendo en vista la aglomeraciónde la población y el mayor movimiento que exis-tiría en esa parte central ... Diagonales. Se pro-yectaron dos diagonales de 30 metros que cor-tan de un extremo a otro la ciudad y seisdiagonales más que unen entre si las plazas prin-cipales y los grandes parques . Plazas. Se hanproyectado veintitrés plazas inclusive los parques.Sus formas son diversas y sus superficies varíandesde una hasta ocho manzanas. Edificios pú-blicos. En las manzanas comprendidas entre losdos boulevares del centro fueron reservados losterrenos para la construcción de varios edificiospúblicos, distribuidos sistemáticamente, para queal mismo tiempo que con los demás proyectadosen los boulevares que cortan perpendicularmen-te a estos, se distribuyera la población en variasdirecciones, evitando así la aglomeración de edi-ficios en un mismo punto, lo que a no dudarlohabría perjudicado el adelanto de la capital . Con-sideraciones que presidieron a la confección delplano de la ciudad ..". (Aquí siguen las justifica-ciones racionales como las subrayadas) (Fig. 4).

LA RELACIÓN DE LA PLATA CON LA CIUDADINDIANA

Examinaremos ciertos rasgos del modelo in-diano vinculados a la traza platense. Ya en laconsideración de los aspectos asociados a la se-lección del sitio para localizar la nueva capital,verificamos que las instrucciones de Rocha a laComisión designada para esa tarea recuerdanlas incluidas en los artículos 1 y 112 de las Le-yes de Indias (Real Provisión) (Salvadores, 1932:47). Por otra parte el propio Rocha recordó, ensu discurso al día de la fundación de La Plata, lagesta urbanística hispana en América (Salvado-res, 1932: 460-468) (Seco Villalba, 1973).

Pero esas coincidencias no son sólodialécticas, repitiéndose en el diseño de La Pla-ta. Así, por ejemplo, el ejido platense es ordena-

do, con chacras y quintas, al modo del modeloindiano (Fig. 5). Agreguemos que Rocha, al re-ferirse en sus decretos a la extensión y forma dedicho ejido, emplea la legua, antigua unidad es-pañola, pese a que el sistema métrico decimalhabía sido introducido años antes. Ello muestrala profundidad a que calaban las tradiciones his-panas en la sociedad criolla.

La Plata misma fue concebida como un cua-drado perfecto de una legua por lado, de acuer-do a la tradicional cuadrícula regular preconiza-da por el modelo clásico indiano. Se adoptó ladisposición general de dicho modelo y buenaparte de sus elementos y detalles. Se verifica lapresencia de la plaza mayor, en el centro geo-gráfico urbano, de igual modo que la de las ave-nidas principales, que alcanzan esa plaza cen-tral y la conectan con los accesos a la ciudad,constituyéndose en ejes mayores de simetría dela traza. Se observan las avenidas de cien me-tros de ancho que rodean la planta urbana almodo de la calle de ronda indiana. Asimismo severifica la orientación a medio rumbo, apuntan-do los ángulos del cuadrado a los cuatro puntoscardinales. Además se advierte el emplazamientode la Catedral y del Municipio en torno a la plazamayor, acorde con las Leyes de Indias y las nor-mas republicanas que las substituyeron.

En resumen, la ley de creación de La Plata,

Figura 4: El plano fundacional de La Plata (1882), conserva-do en el Museo y Archivo Dardo Rocha. La Plata.

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propuesta por Rocha y aprobada por la Legisla-tura en 1881, como el plan preparado por el De-partamento de Ingenieros, se ajustaban a losprincipios que guiaban al modelo indiano.

LA RELACIÓN DE LA PLATA CON EL MODE-LO PROGRESISTA

El plan de La Plata exhibe, sin embargo, cla-ros rastros de las ideas planteadas por las teo-rías urbanísticas decimonónicas. Los bien infor-mados profesionales del Departamento de Inge-nieros verificaron rápidamente que era factibleintroducir las nuevas ideas y los avances cientí-ficos al plan de La Plata, mediante un ligero ajustede los aspectos morfológicos del modelo india-no y sin verse por ello obligados a abandonareste último por completo. El producto así logra-do fue reconocido y celebrado por sus contem-poráneos como un representante genuino delmodelo progresista. La Plata fue distinguida enla célebre Exposición Universal de París de 1889con dos medallas de oro (Catalogue SpecialOfficiel, 1889: 72) (Alcorta, 1890: vol.1: 15 y 30).

Esa Exposición Internacional, rememorativadel centenario de la Revolución Francesa secompletaba con variados congresos y reunionesacerca de Higiene, vivienda obrera, movimientocooperativo, participación obrera en las ganan-cias empresariales, educación pública, etc., res-pondiendo al espíritu de vanguardia de la épocay concordando con las ideas maduradas por laRevolución Francesa. Ese espíritu estaba tancomprometido con las ideas socialistas que va-rios países se negaron a enviar a París sus re-presentaciones. Similar espíritu dominaba laelección de los temas y discusiones en las re-

uniones paralelas a la Exposición. El delegadoholandés, J.C. van Marken, afirmaba que la prin-cipal atracción de la Exposición no era la espec-tacular torre Eiffel sino los congresos vinculadosa los aspectos sociales y económicos (Alcorta,1890: vol.1: 214). Es interesante advertir que fa-milia de industriales van Marken había construi-do el barrio Agneta Park en Delft (1883) parasus obreros, ejemplo temprano del modeloculturalista definido por Choay (Choay, 1969: 30),modelo decimonónico, pintoresquista y nostálgi-co en su apariencia formal e inspirado en con-ceptos esteticistas orgánicos del pasado.

El jurado de la Exposición distinguió a La Platacomo la ciudad higiénica que proponía el mode-lo progresista. La Plata constituía el mejor ejem-plo para su época de la ciudad imaginada porlos sanitaristas ingleses y franceses. Tal era, porejemplo, la opinión del médico francés CharlesAlbert Richet (1850-1935), premio Nobel en 1913.Este afirmaba en la Revue Scientifique de Parísel 7 de enero de 1888: “... una ciudad nacidacomo por encanto en la provincia de BuenosAires y que en realidad es el modelo de la ciudadhigiénica. Se trata de La Plata ...” (Richet, 1888).

Otra descripción de la ciudad higiénica, apli-cable a La Plata, es la referida a la utópica“Franceville”, imaginada en 1879 por Verne ensu novela “Los quinientos millones de la Bégum”(Verne, 1879). En ella se reproducen las ideasdel sanitarista Richardson en su ensayo “Hygeia,a City of Health” (Richardson, 1875), que defi-nía el modelo de la ciudad higiénica. Verne des-cribe “Franceville” así (Verne, 1879: 100-103): “...Y en primer lugar el planteo de la ciudad es esen-cialmente simple y regular, de manera que pue-

Figura 5: Ejido de La Plata de acuerdo con Coni, E. R., 1885. Op. cit.

Hornos deladrillos

Límite del ejido que cubre un total de 6 leguas cuadradasárea ChacrasQuintas

Pueblo deENSENADA

PuertoLA PLATA

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da prestarse a todos los desarrollos. Las calles,cruzadas en ángulo recto, están trazadas a dis-tancias iguales, tienen una anchura uniforme,están arboladas, y se las designa mediante nú-meros de orden ... Cada medio kilómetro, la ca-lle, un tercio más ancha, toma el nombre de bu-levar o avenida, y presenta sobre uno de suscostados un espacio al descubierto para los tran-vías y los ferrocarriles metropolitanos. En todoslos cruces habrá un jardín público ...”.

En nota al pie de página, Verne agradece aRichardson por estas ideas, expuestas en elCongreso de la Social Science Association enLondres en 1875. Es provechoso comparar lasconcepciones de Verne y Richardson con la des-cripción de La Plata, realizada por Benoit, citadaanteriormente (Benoit, 1885). La influencia de laciudad higiénica decimonónica y de las ideaspositivistas es notable en la descripción deBenoit. Este ya no piensa en términos de un rígi-do modelo normativo. La Plata se ha concebidocomo una ciudad razonada mediante la aplica-ción del método científico característico del es-píritu decimonónico. De tal modo la cuadrícularegular del modelo clásico indiano es metódica-mente revisada y completada con rasgos aso-ciados al modelo progresista.

Algunos de esos rasgos se vinculan al siste-ma de tránsito. Tal el caso de las diagonales quepretenden mejorar la capacidad de la red de trán-sito o el ordenamiento jerárquico de las vías cir-culatorias mediante la inserción de una avenidacada seis cuadras en toda dirección, introducien-do una primaria concepción celular de la traza.Del mismo modo la reducción de las dimensio-nes de las manzanas centrales, facilitando laaccesibilidad mediante el incremento de la rela-ción entre la superficie de los canales circulato-rios y la destinada a la edificación. Además, LaPlata fue pensada para proporcionar,eficientemente y desde su inicio mismo, todoslos servicios públicos, incluyendo el novísimoalumbrado eléctrico.

Otros elementos fueron introducidos para ase-gurar la calidad ambiental y las condiciones hi-giénicas de la ciudad. Generosas áreas verdesde diversas formas fueron emplazadas en cadaintersección de avenidas, esto es cada seis cua-dras en cualquier rumbo. El parque del casco dela estancia, que ocupaba parte del espacio quese convertiría en la nueva ciudad y que se halla-ba bien forestado, fue completado y cuidadosa-mente preservado, transformándolo en el granparque urbano de 226 hectáreas. Por otra parte,las aceras se diseñaron con un ancho que per-mitiese el libre movimiento peatonal como la in-

troducción de un frondoso arbolado (Fig. 6A).

EL PAISAJE URBANO PLATENSE

Pocos edificios públicos platenses, de hechosólo dos, fueron diseñados a través del concur-so internacional, pero éstos, como los construi-dos posteriormente, se ajustaron a los mismosprincipios. Se los emplazó en manzanas com-pletas y se los rodeó con franjas verdes de va-riada extensión (Morosi, 1981) (Fig. 6B). El con-trapunto entre la arquitectura académica y ma-jestuosa de los edificios públicos y la modestaarquitectura contextual privada de una o dos plan-tas creó la imagen del paisaje urbano platense(Fig. 6C). Esa relación elemental, en combina-ción con la sencilla y aprehensible cuadrícula ycon la generosa forestación urbana, genera unasimple y armoniosa imagen al tiempo que un le-gible paisaje urbano, no sólo en lo morfológicosino también en cuanto a su significado (Morosi,Terán et al., 1983: 121-142).

Tan obvia era, para los creadores, la disposi-ción elegida para acuñar esa imagen que esti-maron innecesario adoptar normas urbanísticaspara su resguardo. El paso del tiempo, el cam-bio de ideas y técnicas, como el gradual aban-dono de los conceptos inspiradores de la crea-ción de La Plata, fueron destruyendo el delicadoequilibrio de la imagen original, sin ser reempla-zados por nuevos criterios formales. Esa ausen-cia permitió un paulatino avance de criterios téc-nicos mal digeridos y de especulativas y arrolla-doras premisas comerciales, fundadas en ruti-narios juegos de fórmulas abstractas como elFOT y el FOS. Esos juegos no guardan relaciónalguna con el tejido y el paisaje urbano que alazar determinan. El sueño de una nueva utopíaurbana y el planeamiento morfológicamenteconsciente son los grandes ausentes (Fig. 6D).El resultado es hoy, como señala crudamenteGarnier, que “... La Plata est une ville éclatée,étalée, destructurée ...” (Garnier, 1989: 130).

CONCLUSIONES

La Plata fue cuidadosamente planificada yconstruida mediante un proceso sorprendentepor la posición marginal de la Argentina en esaépoca. La ciudad fue alzada a ritmo acelerado yapelando a medidas inusuales, si se juzga se-gún las posibilidades del país de entonces. En-tre otras cosas se apeló al contrato de obreroseuropeos, particularmente italianos, para suplirla escasa mano de obra local. Hasta se importa-ron construcciones prefabricadas de maderadesde los Estados Unidos (Salvadores, 1932: LXy 411), para apresurar las primeras etapas de laconstrucción. El desarrollo de este proceso fue

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tan veloz e inesperado que Martínez Estradapudo referirse a La Plata como: “... la ciudad mi-lagro no por la rapidez con que se alzó ni por losedificios magníficos que se levantaron, sino por-que, como los milagros va contra las leyes natu-rales y tiene su realidad en la fe ...” (MartínezEstrada, 1942: vol. 2:114).

El producto de ese singular proceso fue unaavanzada ciudad que, preservando los rasgostradicionales de los asentamientos construidosen América desde la conquista, supo incorporarlas virtudes derivadas de los avances científicosdecimonónicos y dotar a su creación de una vo-luntad de forma capaz de asociar armoniosamen-te el “sueño de un orden” (Terán, 1989), a que

aspiraba la ciudad indiana, con la simple com-posición racional del positivismo. Surgía así unpaisaje urbano claro, modesto y amigable, aun-que vulnerable, el paisaje de la ciudad higiénicay progresista.

En suma, desde el punto de vista del diseñourbano, la combinación de los dos modelos ana-lizados hace que las cualidades y los elementosde La Plata la conviertan en un ejemplo comple-jo y único en la historia del Urbanismo. La pre-servación de este ejemplo demanda inexorable-mente la introducción de un planeamiento activoque no se limite a seguir dócilmente los hechosy el mercado, sino que exprese una voluntad de

forma tan simple y clara como la original.

Figura 6: Imagen urbana de La Plata.

A: Avenidas provistas de generosa forestación.

B: Zona de plaza Moreno con los edificios de la Catedral y elMunicipio.

C: Tejido generado por la arquitectura contextual original deuna o dos plantas.

D: Edificación en altura erigida a partir de la década del 40sin consideración alguna hacia el tejido preexistente y sin pla-neamiento que atienda a la morfología del paisaje urbano.

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