la política pesquera común 2008

40
La política pesquera común GUÍA DEL USUARIO Comisión Europea

Upload: asoar-armega

Post on 17-Jan-2015

512 views

Category:

Education


7 download

DESCRIPTION

 

TRANSCRIPT

Page 1: La política pesquera común 2008

La política pesquera comúnG U Í A D E L U S UA R I O

Comisión Europea

Page 2: La política pesquera común 2008

Europe Direct es un servicio que le ayudará a encontrar respuestas

a sus preguntas sobre la Unión Europea.

Número de teléfono gratuito (*):

00 800 6 7 8 9 10 11

(*) Algunos operadores de telefonía móvil no autorizan el acceso a los números 00 800

o cobran por ello.

Manuscrito finalizado en diciembre de 2008.

Más información sobre la Unión Europea, en el servidor Europa de Internet

(http://europa.eu).

Al final de la obra figura una ficha bibliográfica.

Luxemburgo: Oficina de Publicaciones Oficiales de las Comunidades Europeas, 2009

ISBN 978-92-79-09875-8

DOI 10.2771/71365

© Comunidades Europeas, 2009

Reproducción autorizada, con indicación de la fuente bibliográfica.

Printed in Belgium

IMPRESO EN PAPEL BLANQUEADO SIN CLORO

Page 3: La política pesquera común 2008

La política pesquera comúnG U Í A D E L U S UA R I O

Page 4: La política pesquera común 2008

Áreas de pesca en la UE

I Mar de BarentsIIa Mar de NoruegaIIb Spitzberg e Isla de los OsosIIIa Skagerrak y KattegatIIIb SundIIIc BeltIIId Mar BálticoIVa Mar del Norte SeptentrionalIVb Mar del Norte CentralIVc Mar del Norte MeridionalVa IslandiaVb Feroe

VIa Oeste Escocia (reserva de Clyde)VIb RockallVIIa Mar de IrlandaVIIb Oeste IrlandaVIIc Porcupine BankVIId Mancha OrientalVIIe Mancha OccidentalVIIf Canal de BristolVIIg Sureste IrlandaVIIh Little SoleVIIj Great SoleVIIk Oeste Great Sole

VIIIa Sur BretañaVIIIb Sur VizcayaVIIIc Norte y noroccidental EspañaVIIId Vizcaya centralVIIIe Oeste VizcayaIXa Costa de PortugalIXb Oeste PortugalX AzoresXII Norte AzoresXIVa Este GroenlandiaXIVb Sureste de Groenlandia

X

XII

IXb

VIIIe

IXa

VIIIcVIIId

VIIIa VIIIb

VIId

IVc

IVb

VIIf

VIIg

VIIk

VIIc

VIbVIa

VIIb

VIIa

XIVb

Va

Vb2

Vb1IVa

IIa

IIb

XIVa

IIIc

IIIbIIIa IIId

VIIh

VIIeVIIj

Existen siete Consejos Consultivos

Regionales en el marco de la PPC.

Cinco están centrados en zonas

geográfica y biológicamente

homogéneas. Los dos restantes

se basan en la explotación

de determinadas especies;

por un lado, las pelágicas de las

aguas comunitarias (salvo en el

Mediterráneo y en el mar Báltico)

y, por otro, las de pesca de altura

fuera de las aguas comunitarias.

CCR del mar Báltico (IIIb, c, d)

CCR del mar Mediterráneo

CCR del mar del Norte (IV, IIIa)

CCR de las aguas occidentales septentrionales (Vb (aguas comunitarias), VI, VII)

CCR de las aguas occidentales meridionales (VIII, IX, X, 34.1.1, 34.1.2, 34.2)

CCR sobre especies pelágicas

CCR sobre la pesca de altura

Page 5: La política pesquera común 2008

3

Índice

Prefacio del Comisario Borg

Redefinición de la política pesquera común para el siglo XXI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4

1. Cómo gestionamos nuestra pesca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6

2. Mares sanos para una industria floreciente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8

3. Socios en la sostenibilidad: las partes interesadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

4. Socios en la sostenibilidad: Europa y sus Estados miembros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

5. Socios en la sostenibilidad: científicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

6. Planificación a largo plazo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

7. Medidas técnicas, reglamentos específicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

8. Una flota para el futuro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

9. Control de la pesca para el bien común. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21

10. Pescar en aguas más extensas: los frutos de la alianza. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24

11. Pescar en aguas más extensas: líderes en la escena internacional . . . . . . . . . . . . . . . . 26

12. La acuicultura en la UE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28

13. Apoyo a una industria en transición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30

14. El producto final: productores, procesadores, consumidores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32

15. Más allá del principio de precaución. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34

El camino a seguir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36

Page 6: La política pesquera común 2008

4

La historia de la Unión Europea (UE) es una historia de unidad

dentro de la diversidad. La UE brinda a sus Estados miembros los

medios necesarios para que combinen su influencia y presenten

una postura unida ante el mundo en cuestiones de gran impor-

tancia para nuestra paz, prosperidad y bienestar económico. Pero

lo hace sin anular las diferencias existentes entre sus distintos Es-

tados miembros y regiones: en vez de ello, procura preservar la

diversidad de sus culturas y sus tradiciones.

Lo mismo se puede decir de la política pesquera común. La indus-

tria pesquera de la UE es una de las más variadas del mundo.

La flota europea engloba desde arrastreros-factoría que pescan

bacalao polar con un viento de fuerza nueve, hasta palangreros

de diez metros que capturan sardinas en aguas tranquilas a unas

cuantas millas de la costa adriática y cerqueros que buscan atún

bajo el calor tropical del océano Índico. La política pesquera co-

mún tiene que adaptarse a un sector que abarca desde la pesca

recreativa privada en un extremo, hasta compañías cotizadas en

varios millones de euros en el otro, y que engloba toda la cadena de

mercado, desde el punto de captura hasta la venta final, pasando

por el desembarque, el transporte, el procesado y la distribución.

En mi opinión, tenemos motivos suficientes para preservar esta

diversidad conforme avanza el siglo XXI. La pesca no es tan solo

una actividad económica: también constituye un medio de vida.

Estrechamente ligada a las características únicas de los distintos

ecosistemas marinos, resulta fundamental para la identidad y la

prosperidad de numerosas comunidades costeras.

No obstante, dicha prosperidad se enfrenta en la actualidad

a diversos desafíos. Mientras que el consumo de pescado y produc-

tos de la pesca está experimentando un crecimiento sin precedentes

en Europa, las nuevas técnicas y las estructuras comerciales gracias

a las cuales se ha podido satisfacer dicho aumento de la demanda

han originado asimismo un incremento masivo de la presión

pesquera en las aguas europeas. Como resultado de ello, mu-

chas poblaciones de peces están sobreexplotadas y los ecosistemas

de los cuales constituyen una parte integral están amenazados.

No se trata de un fenómeno exclusivamente europeo. La industria

pesquera es en la actualidad un negocio auténticamente globaliza-

do, y se puede observar una pauta similar de los acontecimientos

en todo el mundo. Pero también es un problema europeo, y una

solución europea puede ayudar a superar el reto que supone la

restauración de la industria hasta un nivel de rentabilidad soste-

nible, a la vez que se preservan la diversidad y la vitalidad de

nuestras comunidades y culturas pesqueras.

Al hacerlo, debemos recordar una característica importante de la

política pesquera común. Su objetivo nunca ha sido imponer un

modelo uniforme para gestionar las industrias pesqueras euro-

peas. En vez de ello, pretende establecer un marco básico dentro

del cual sea posible cultivar la diversidad y anticiparse a los con-

flictos, sobre la base de una serie de principios comunes. Nacida en

los años setenta para prevenir y resolver disputas entre los Estados

miembros de la UE acerca de cómo compartir los recursos, ahora

sirve de foro para definir una base de referencia común para la

pesca sostenible y para la asignación de fondos destinados a apoyar

las metas que se han fijado la UE y sus Estados miembros.

La política pesquera común no representa, por ende, un corpus

fijo de normas sino que es más bien una obra en curso que ha de

adaptarse a unas circunstancias biológicas y políticas cambiantes.

Dentro de este contexto, todas las decisiones importantes relevantes

las toman los gobiernos de los Estados miembros en el Consejo,

previa consulta con los Miembros del Parlamento Europeo. Todas

las medidas propuestas están sustentadas por una aportación

sustancial de expertos independientes y representantes de las partes

interesadas.

Cuando me nombraron Comisario europeo de Pesca en 2004,

la política pesquera común se encontraba en una situación de

desconcierto optimista. En 2002 había sido objeto de una im-

portante reforma y todavía se estaban abordando muchas de

sus consecuencias. Desde entonces, he tenido la satisfacción de

guiar la realización de una serie de iniciativas que, a mi juicio, en

el futuro dotarán a la pesca europea de mayor sostenibilidad de

la que ha tenido en el pasado reciente. Actualmente poseemos un

mayor número de poblaciones gestionadas mediante planes a largo

plazo. También tenemos unos objetivos biológicos más claros en

materia de sostenibilidad y, sobre todo, hemos contado con una

participación más estrecha que nunca de las partes interesadas

en el proceso de formulación de las políticas.

No obstante, a pesar de estos avances, la mayor parte de las pobla-

ciones comerciales de peces de las aguas de la UE siguen siendo

motivo de preocupación. En 2007, científicos independientes

especializados en pesca evaluaron las condiciones de 33 de las

poblaciones comerciales de peces más importantes de Europa

y llegaron a la conclusión de que 29 (aproximadamente el 88 %)

Prefacio del Comisario BorgRedefinición de la política pesquera común para

Page 7: La política pesquera común 2008

5

estaban sobreexplotadas, en comparación con la situación fuera

de la UE notificada por la Organización de las Naciones Unidas

para la Agricultura y la Alimentación (FAO), donde el promedio

mundial es del 25 % de poblaciones sobreexplotadas. Sin embar-

go, a pesar de estas señales de alarma, en las decisiones relativas

a los niveles de captura sigue imperando el pensamiento a corto

plazo, y la capacidad de captura de la flota europea sigue siendo

de más del doble de la necesaria para la explotación sostenible de

nuestras propias poblaciones de peces.

Esta situación no vaticina nada bueno para el pescado ni para

la biodiversidad marina. Tampoco son buenas noticias para los

pescadores ni para ninguna de las industrias conexas que de-

penden del sector pesquero tradicional. La reducción de las cap-

turas, el incremento de los costes y la necesidad de trasladarse

más lejos y pescar durante más tiempo para capturar menos peces y,

a menudo, de menor valor, se traduce en que en ciertos sectores de

la industria algunos barcos faenan con déficit, o cerca del déficit.

El fomento de la acuicultura es, sin lugar a dudas, una alternativa

importante que merece nuestro pleno apoyo a través de las medi-

das reguladoras, la sensibilización y unas medidas de mercado

adecuadas, así como con la ayuda de un apoyo financiero específico.

Considero muy favorable el papel cada vez más importante que

está desempeñando la acuicultura en la UE y más allá, pero todavía

ha de pasar mucho tiempo hasta que compense la escasez del

suministro, si es que algún día la compensa.

A la luz de la situación de deficiencia de tantas poblaciones de peces,

es justificable y comprensible que sean numerosas las personas que

piden un cambio decisivo en el modo en que se gestiona la pesca,

tanto a escala de los Estados miembros como a escala europea.

La Comisión Europea anunció en 2008 su intención de la lanzar

una nueva revisión radical de la política pesquera común. El Libro

Verde, que se está elaborando en la actualidad y que será publicado

a finales de 2009, impulsará un debate radical y de gran alcance

con nuestras partes interesadas y nuestros ciudadanos acerca del

mejor modo de gestionar la pesca europea con el fin de garantizar

los máximos beneficios para la sociedad a largo plazo. La reforma

de 2002 introdujo una nueva orientación hacia la sostenibilidad en

la política pesquera común: pero no previó ni anticipó todos los

obstáculos que se interponen en el camino hacia la consecución

de esta meta, tanto a escala económica como institucional. Si

queremos salvar dichos obstáculos y crear unas condiciones que

favorezcan una industria pesquera comunitaria realmente viable

y sostenible, tenemos que estar preparados para cuestionar todos

los aspectos relativos al funcionamiento del sistema actual.

También tendremos que aceptar que ya no es posible abordar la

industria pesquera aislándola del paisaje marino más amplio, en el

cual no es más que uno de muchos actores. La próxima refor-

ma de la política pesquera común debe situarla dentro del con-

texto de la política marítima integrada de la UE, centrándola en

el crecimiento sostenible de las regiones costeras. Aquí existen nu-

merosos bucles de retroalimentación positivos y círculos vir-

tuosos por explorar. Pero, cuando abordemos este enfoque más

conjunto de la formulación de políticas, tenemos que mantener

una mentalidad abierta. También hemos de ser conscientes de

las nuevas obligaciones inherentes a dicho enfoque, las cuales

repercutirán sobre nuestro sector pesquero. En mi opinión, la

pesca desempeña un importante papel con respecto a la conse-

cución de los objetivos de la Directiva marco sobre la estrategia

marina, que obliga a los Estados miembros a garantizar el

buen estado medioambiental de los mares bajo su jurisdicción

para 2021. Y los beneficios tampoco serán unidireccionales,

pues cuanto más sanos sean nuestros mares, más fuertes serán

nuestras poblaciones de peces y, por consiguiente, más rentable

será nuestra industria pesquera.

Ante todo, la inminente reforma de la política pesquera común

que estamos preparando exigirá la participación activa de todos

quienes vayan a verse afectados por sus resultados. En Europa,

la gestión de la pesca a escala regional, nacional y comunitaria

se rige cada vez más por los conocimientos y los dictámenes

generados desde abajo. El proceso de revisión que hemos lanzado

tampoco requerirá tan solo una amplia consulta con las partes

interesadas, sino que también precisará de un apoyo público de

base amplia si con él se pretende elaborar un marco de gestión

de la pesca capaz de imponer el bien común a los intereses na-

cionales y/o sectoriales más específicos.

Ante este panorama, espero que la presente guía sirva para un

doble propósito. Por un lado, describe y explica la situación en

la que nos hallamos actualmente en nuestro camino hacia la

consecución de una pesca sostenible en Europa, así como el

funcionamiento actual del marco de gestión de la política pes-

quera común. Pero, por otro lado, también expone, de un modo

franco y abierto, los problemas a los cuales tenemos que seguir

haciendo frente y el camino que nos queda por recorrer.

Les invito a todos a que se unan a nosotros para definir la ruta

que vamos a seguir en el futuro pues, tanto si trabajan en el sec-

tor, como si luchan por su reforma o simplemente consumen los

maravillosos y nutritivos productos que nos ofrece, su contribu-

ción y su apoyo serán de vital importancia para definir el futuro

de la política pesquera común.

Joe Borg

Comisario Europeo de

Asuntos Marítimos y Pesca

el siglo XXI

Page 8: La política pesquera común 2008

6

CA

TU

LO

1

La política pesquera común (PPC) se esta-bleció formalmente en 1983, si bien sus

orígenes se remontan hasta comienzos de los años setenta, cuando la pesca constituía, originalmente, una parte de la política agrí-cola común. En aquella época, la principal preocupación de los ministros era evitar conflictos entre las naciones en un momen-to en que eran muchos los países de todo el mundo que estaban ampliando sus aguas territoriales, hasta culminar con la creación de Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) que alcanzaban hasta 200 millas náuticas desde sus líneas de base. Si las naciones de la Unión Europea se hubiesen limitado a se-guir esta tendencia sin ningún tipo de coor-dinación, las consecuencias podrían haber sido caóticas y desastrosas. La pesca euro-pea ya era altamente «internacional», y se utilizaban muchas flotas para pescar a una distancia muy alejada del hogar. Para evitar la enorme alteración que podría haber oca-sionado el nuevo régimen de ZEE, las nacien-tes instituciones europeas negociaron un acuerdo por medio del cual los Estados miembros convenían en conceder un acceso libre y mutuo a sus aguas, con el fin de pre-servar los caladeros y las prácticas tradicio-nales de cada nación.

Así, la PPC vio la luz no como un ejercicio radical en la reglamentación supranacional sino como un intento de preservar la diver-sidad que caracterizaba al tejido tradicional de la industria europea. Y los problemas que pretendía resolver son ahora más rele-vantes que nunca, si cabe. Muchas de las flotas europeas siguen pescando lejos del hogar, si bien lo hacen dentro de aguas de la UE. Como resultado de ello, si no existiese la PPC, sería necesario inventar algo similar para abordar la complejidad y superposi-ción de las tendencias del acceso mutuo del que depende la pesca europea.

Los buenos resultados de la política se reflejan en el hecho de que un cuarto de siglo des-pués damos por descontado que las disputas entre los Estados miembros sobre cuestiones relativas a la pesca se resuelven a través de la negociación y no de la guerra. Ahora, nos centramos en el alarmante descenso de las poblaciones de peces en las aguas europeas, el cual está debilitando también al sector extractivo. Es evidente que hay que hacer algo para invertir esta tendencia: necesita-mos, más que nunca, una industria pesquera europea que sea sostenible y rentable.

No cabe duda de que no es un problema nuevo. Durante la última década, la con-ciencia de la grave amenaza que acecha a las poblaciones de peces, no solo en aguas europeas sino en las de todo el mundo, ha ido en aumento. La pesca sostenible ocupa

ahora un firme lugar prioritario en la agen-da de la pesca internacional, inclusive en la UE. Como resultado de ello, los reglamentos comunitarios anuales que fijan los totales admisibles de capturas (TAC) y las cuotas correspondientes a las especies comercia-les más importantes han dejado de ser un simple mecanismo para el reparto de un recurso común. Ahora también se recurre a ellos para proporcionar un sistema exhaus-tivo de normas destinadas a la protección y la preservación de las poblaciones de peces vulnerables.

¿Se está pidiendo demasiado? En muchos sentidos, nuestros esfuerzos por garantizar que los intereses de los pescadores se ajusten a los del pescado se ven obstaculizados por el hecho de que las herramientas de que disponemos fueron diseñadas en un con-texto muy distinto. Se crearon para repartir un recurso que se suponía que era fiable y abundante, y no para gestionar sistemas biológicos complejos e impredecibles en épocas de escasez y de crisis.

La industria también ha cambiado. La can-tidad de capital utilizado en el sector se ha multiplicado por numerosos factores, a la vez que los avances tecnológicos han

incrementado radicalmente la capacidad de los pescadores de capturar y comercializar el pescado.

El resultado es un sistema en el que, en muchos sentidos, los incentivos han adqui-rido una dirección errónea. Un sistema en el que los distintos empresarios obtienen a menudo ventajas ocultando información a las autoridades, en vez de compartiéndo-la, y en el que el interés individual tiende a primar sobre el bien común cuando ambos entran en conflicto. Si a esto se aña-de una flota con capacidad para capturar unos volúmenes que superan con creces el rendimiento sostenible de nuestros mares y unos sistemas de control en los cuales las sanciones por ignorar las normas son a menudo tan leves que pueden tratarse como costes operativos «normales», obte-nemos la sobrepesca.

Es evidente que hace falta un enfoque nue-vo, uno que permita conservar los mejores logros alcanzados con la PPC hasta la fecha, y a la vez proporcione nuevas herramientas más claramente centradas en el fomento de la sostenibilidad de la industria pesquera europea a largo plazo. El primer paso en esta dirección se dio en 2002, cuando la Unión

Cómo gestionamos nuestra pesca

Uno de los elementos más antiguos de la PPC es el principio de «estabilidad rela-tiva». La cuestión de cómo dividir las posibilidades de pesca en cuotas nacio-nales surgió a raíz de que la Comisión de la Pesca del Atlántico Nordeste (CPANE) fijara de los primeros límites de capturas que afectaban a las flotas de la UE en 1975. Tras la Declaración de la Haya de 1976, el Consejo definió el sistema de estabilidad relativa en 1980. Los criterios clave utilizados fueron las capturas du-rante el período de referencia (1973-1978), las preferencias por determinadas flotas en Escocia e Irlanda (y en Groenlandia, que en aquella época todavía era miem-bro de la Comunidad Europea) y la com-pensación de las pérdidas experimentadas en aguas de terceros países. La estabi-lidad relativa se puso en práctica por vez primera en 1983 con la adopción de la PPC.

De acuerdo con este sistema, los Estados miembros comparten los totales admisi-bles de capturas (TAC) de cada población de peces de conformidad con una clave de reparto fija basada en su historial de capturas. El objetivo de la estabilidad

relativa es, como su nombre indica, evitar las reiteradas discusiones acerca del repar-to de las cuotas, así como proporcionar a los pescadores un entorno estable en relación con el estado global de la po-blación en cuestión.

Al igual que cualquier otro intento por gestionar una situación compleja y mul-tifactorial por medio de una fórmula relativamente simple y directa en lo que a su comprensión y su aplicación res-pecta, el principio de estabilidad rela-tiva presenta ventajas e inconvenientes. La opinión más extendida es que insta a la toma de decisiones a corto plazo y a centrar la atención en las cuotas nacio-nales, a expensas de los intereses comunes a largo plazo, y algunas críticas van incluso más allá, hasta declarar que es incompa-tible con el compromiso comunitario del mercado único. No obstante, los Minis-tros de Pesca de la UE han defendido rei-teradamente el principio de estabilidad relativa como base del reparto de cuotas en virtud de la PPC, y la clave de reparto se ha ido adaptando con el transcurso de los años para dar cabida a los derechos de los nuevos Estados miembros.

Estabilidad relativa

Page 9: La política pesquera común 2008

7

Europea realizó una reforma sustancial de la política pesquera común.

Gracias al proceso de reforma de 2002 se diagnosticaron una serie de problemas específicos. La flota europea había alcanza-do unas dimensiones excesivas en compara-ción con las poblaciones de peces cada vez más reducidas de nuestros océanos, y era capaz de capturar cantidades de peces muy superiores a dichas poblaciones. Demasia-das decisiones relativas a la gestión, tanto a escala nacional como de la UE, eran medi-das a corto plazo, tomadas a menudo bajo presión política y sin contar con el respaldo de ninguna estrategia coherente a largo pla-zo. Y los reglamentos y las normas existentes apenas se respetaban: en algunos casos, debido a que resultaba muy difícil ejecutar-los, en otros, simplemente porque se carecía de la voluntad y los recursos para hacerlo. En el fondo de todas estas deficiencias sub-yace una falta de confianza entre las partes interesadas y los reguladores, la cual parecía ensombrecer incluso aquellos aspectos de la PPC que funcionaban correctamente.

La reforma de 2002 abordó estas cuestiones a través de cuatro vías principales:

fomentó una mayor participación de las partes interesadas en todos los aspectos de la formulación de políticas tanto por medio de los canales existentes como por medio de un nuevo e importante ejercicio de consulta permanente: la creación de los Consejos Consultivos Regionales (CCR);

hubo una cuidadosa desviación de las subvenciones destinada a apoyar la vida de las comunidades costeras mientras que se reducía la capacidad de la flota y se reestructuraba la industria: se interrumpió la ayuda para la creación de mayor capacidad, a la vez que se volvió a otorgar la responsabilidad de la gestión de la capacidad a los Estados miembros;

se simplificaron los reglamentos, que además se sometieron a una racionaliza-ción de carácter global, con el fin de reducir la carga de pescadores y administradores y de garantizar una igualdad de condiciones con respecto al control y la ejecución;

las decisiones anuales relativas a los TAC y a las cuotas se vieron cada vez más subordinadas a compromisos estratégi-cos a largo plazo, por medio de la elaboración de planes plurianuales.

Estos nuevos principios introdujeron una serie de cambios sustanciales tanto en el fondo como en la forma de la gestión de la pesca de la UE. Actualmente, numerosas

poblaciones de peces importantes están sujetas a planes de gestión a largo plazo. Algunas pesquerías han experimentado considerables mejoras en el control y la eje-cución, y algunos Estados miembros han ajustado sustancialmente el tamaño de sus flotas para adaptarlas mejor a la condición actual de los recursos.

No obstante, la pesca de la UE sigue carac-terizándose por una toma de decisiones a corto plazo y una conducta con poca visión de futuro. Los TAC se siguen fijando muy por encima de los niveles sostenibles reco-mendados por los científicos, la sobrepesca y la pesca ilegal siguen perjudicando consi-derablemente a numerosas poblaciones de peces, y son muchas las flotas cuyo tamaño todavía resulta excesivo con respecto a los recursos disponibles. Como resultado de ello, el nivel de rentabilidad de la industria en su conjunto se mantiene muy por deba-jo de lo que debería ser. De hecho, en los últimos años, debido a que la subida vertigi-nosa del precio del combustible ha ejercido presión sobre los márgenes de los empresa-rios, se ha puesto claramente de manifiesto que la práctica de anteponer los intereses económicos y sociales a corto plazo a los imperativos ecológicos a largo plazo ha terminado por socavar aquellos intereses económicos que tenía por objeto proteger.

Para que la industria pesquera de la UE sobreviva y prospere en el siglo XXI, necesi-tamos un sistema de gestión de la pesca

capaz de reajustar los intereses económicos del sector al interés social a largo plazo por unos mares sanos y unas poblaciones de peces prósperas. Ello podría traducirse en unos cambios radicales respecto al modo de gestión de la pesca europea: unos cam-bios que invertirán el sentido de los incen-tivos económicos e institucionales de la sobrepesca y los sustituirán por un sistema que inste positivamente a una administra-ción óptima de nuestros océanos y nues-tros mares por parte de todos quienes vivan de ellos. Por este motivo, la Comisión presentará en 2009 un importante ejercicio de consulta acerca del futuro de la PPC. La Comisión tiene la obligación legal de revisar los elementos relativos a la con-servación y a la flota de la PPC para 2012. No obstante, si realmente queremos hacer frente a los factores que han provocado que nuestras poblaciones de peces se encuentren en unas condiciones tan defi-cientes y han debilitado la rentabilidad del sector, tendremos que examinar todos y cada uno de los aspectos de la política y estar preparados para cuestionar todas nuestras suposiciones.

El objetivo principal de la presente guía es proporcionar una descripción de cómo funcionaba la política pesquera europea a comienzos del año 2009. Pero también pretende señalar algunos de los problemas y contradicciones pendientes de resolver que tendrá que abordar toda reforma ulterior de la PPC.

© L

ion

el F

lag

eu

l

7

Page 10: La política pesquera común 2008

8

El texto jurídico comúnmente conocido como «Reglamento de base» establece

claramente los principios básicos que susten-tan actualmente la PPC. Desde su adopción en 2002, el Reglamento (CE) n° 2371/2002 del Consejo sobre la conservación y la explotación sostenible de los recursos pesqueros en virtud de la política pesquera común ha propor-cionado la base jurídica principal para toda la legislación ulterior en materia de pesca a escala de la UE.

De acuerdo con dicho texto, acordado por los Ministros de Pesca de los 15 países que entonces conformaban la UE, el objetivo de la PPC es fomentar:

una pesca y una acuicultura sostenibles en un

entorno marino sano susceptible de soportar una

industria económicamente viable que proporcione empleo y oportunidades a las comunidades costeras.

La intención de los autores de este texto es que estos tres objetivos se complementen

entre sí, y así lo hacen cuando todos funcio-nan bien. Pero esta sinergia entre ellos depende de un círculo virtuoso. Cuando dicho círculo se rompe, surgen los conflictos entre las medidas a medio y largo plazo necesarias para restaurar el equilibrio ecoló-gico y las necesidades a corto plazo del sector para el mantenimiento de la rentabilidad. Esto puede resultar en varias alternativas comple-jas. En la mayoría de los casos, el único modo de retornar al círculo virtuoso es dar a la naturaleza tiempo y espacio para que haga su trabajo o, dicho de otro modo, mientras que la sostenibilidad económica y social constituyen unos objetivos básicos de la PPC, la sostenibilidad ecológica es, necesa-riamente, más fundamental, puesto que es el ciclo biológico de reproducción y reno-vación el que determina si las actividades humanas basadas en él son sostenibles o no. Muchos de los problemas de la PPC derivan de la creencia bien intencionada pero equi-vocada de que, cuando las poblaciones de peces estén gravemente diezmadas, todavía será posible reconciliar los impe-rativos económicos y medioambientales inmediatos, sin dar prioridad a corto plazo

CA

TU

LO

2

Mares sanos para una industria floreciente

a los fundamentos ecológicos sobre los que se sustenta el futuro económico del sector pesquero.

En la política pesquera común, cuando nos referimos a la «conservación» no hablamos de preservar el pescado en gelatina ni de convertir los océanos en reservas naturales donde solo sean bienvenidos los amantes de la naturaleza y los turistas. Al hablar de conservación nos referimos a la explotación sostenible de los productos del mar de modo que los recursos que utilicemos sean capaces de reponerse por sí mismos y sean lo suficientemente fuertes como para soportar otros impactos externos sobre los que nuestro control directo sea mínimo o nulo, tales como el impacto del cambio climático. Al optar por la sostenibilidad de la pesca, optamos por dejar algo no solo para las generaciones futuras sino también para el año próximo.

© L

ion

el F

lag

eu

l

Page 11: La política pesquera común 2008

9

CA

TU

LO

3

La confianza entre las partes interesadas y los responsables de la gestión de la

pesca va a desempeñar un papel crucial en el futuro de la PPC. Sin una colaboración activa entre ellos, apenas se puede conse-guir nada, ni siquiera con los reglamentos mejor redactados, fundamentados en la ciencia mejor investigada y sustentados por subvenciones cuidadosamente enfocadas. Lo buena o mala que sea una política depende de su aplicación. Y en el análisis final, son los individuos que trabajan en la pesca los que tienen que hacer de dicha política una realidad, adoptándola plena-mente en su trabajo diario.

Garantizar que se tenga en cuenta la opi-nión de estos individuos es una parte inte-gral del marco de gestión de la PPC. Los responsables de la gestión de la pesca han de beneficiarse plenamente de la experien-cia y los conocimientos que solo pueden aportar las partes interesadas. Y las partes interesadas han de confiar en que las deci-siones adoptadas por las instituciones euro-peas respeten sus intereses reales a largo plazo y reflejen sus necesidades. Todos los afectados por la pesca tienen algo que aportar: tanto los que se ganan la vida como tripulantes de arrastreros como los que pes-can lubinas por placer los fines de semana, los trabajadores de una fábrica de transfor-mación o los activistas que luchan por la protección de los ecosistemas frágiles. Tal vez no siempre estén de acuerdo entre ellos, pero todos desempeñan una función en la salvaguarda de los recursos marinos vivos y en la creación de un futuro sostenible para nuestra industria pesquera.

La Comisión ha prestado atención a las pre-ocupaciones del sector desde el principio, y no solo a través del Comité Consultivo de Pesca y Acuicultura (CCPA, véase el recua-dro) creado a comienzos de los años seten-ta, sino también a través de un espectro de foros y reuniones ad hoc convocados en función de las necesidades con el fin de abordar cuestiones específicas. Y la creación de los Consejos Consultivos Regionales (CCR) en 2004 traslada este principio a un nivel superior, al brindar a un amplio abanico de partes interesadas una auténtica oportu-nidad de influir en la formulación de las polí-ticas de un modo permanente.

Los CCR son organizaciones lideradas por las partes interesadas: la creación y el fun-cionamiento de dichos consejos depende de las propias partes interesadas. Están organizados geográficamente y/o por pes-quería: existen un total de siete (cinco que abarcan las diferentes zonas marítimas que rodean Europa, uno para el sector pelágico, cuyas embarcaciones varían ampliamente,

y uno para las flotas de larga distancia que pescan fuera de las aguas europeas).

Todos los CCR congregan a representantes del sector pesquero y otros grupos de inte-rés, tales como organizaciones medioam-bientales, consumidores, pescadores de pesca deportiva y acuicultores. Su función es asesorar a la Comisión en la toma de decisio-nes políticas estratégicas, basándose en la experiencia práctica de sus miembros en las aguas y/o pesquerías en cuestión.

Los CCR no gestionan la pesca, si bien ha habido peticiones procedentes de distintas esferas para que participen más directa-mente en la forma en que se ejecuta la PPC. Pero, no obstante, desempeñan un papel crucial no solo en el establecimiento del diálogo con la Comisión, sino también en la colaboración directa con otras partes. Su estructura regional, reflejo de los recientes avances en la PPC (medidas técnicas, véase el capítulo 7) y en la política medioambiental (Directiva sobre la estrategia marina, véase el capítulo 15 y la ficha informativa sobre la dimensión medioambiental), puede servir de clave para gestionar la pesca europea de un modo más eficaz en el futuro.

Actualmente, los CCR proporcionan a los responsables de la gestión de la pesca de los Estados miembros una opinión sobre las cuestiones que podrían afectar a sus flotas, pero que también van más allá de sus fron-teras nacionales. Sirven de foro en el que los pescadores pueden empezar a colaborar más estrechamente con los científicos y superar la desconfianza existente entre ellos. Y, tal vez lo más importante, brindan una oportunidad real a las partes interesadas procedentes de diferentes sectores y dife-rentes países de reunirse periódicamente para debatir sus diferencias y abordar sus intereses y problemas comunes. Porque el futuro de la industria pesquera europea depende de nuestra capacidad de poner fin a los conflictos y las sospechas, identificar nuestros intereses comunes y trabajar juntos por conseguirlos.

En junio de 2007, el Consejo de Ministros de Pesca de la UE reconoció el gran valor del trabajo realizado por los CCR transfor-mando el fondo de puesta en marcha que únicamente se concedía durante los cinco primeros años de funcionamiento en una asignación anual permanente para el res-paldo de sus actividades.

Socios en la sostenibilidad: las partes interesadas

El Comité Consultivo de Pesca (y ahora también de Acuicultura, CCPA) fue creado en 1971 con el fin de proporcio-nar dictámenes industriales a la Comi-sión en cuestiones relativas a la pesca y de fomentar un diálogo permanente. Su composición se ha modificado en varias ocasiones desde entonces, como reflejo de la evolución del sector y de la propia PPC. En la actualidad, los 21 miembros del comité proceden de organizaciones que representan no solo al sector de la producción, la industria de transforma-ción y el comercio de productos de la pesca y la acuicultura, sino también los intereses de los consumidores, el medio ambiente y el desarrollo. Los miembros son nombrados por la Comisión a pro-puesta de las principales organizaciones representativas a escala europea.

El CCPA realiza su labor a través del propio comité junto con cuatro grupos de trabajo formados por expertos que elaboran los dictámenes del comité. Los plenos del CCP cuentan con represen-tantes de los grupos de trabajo y tam-bién del Comité de Diálogo Sectorial, que agrupa a los interlocutores sociales.

Los cuatro grupos de trabajo son los siguientes:

Grupo 1: Acceso a los recursos y gestión de las actividades pesqueras

Grupo 2: Acuicultura: cría de peces, crustáceos y moluscos

Grupo 3: Mercados y política comercialGrupo 4: Asuntos generales: economía

y análisis sectoriales.

El CCPA emite actualmente entre 7 y 8 dictámenes al año, tras ser consultado a instancias de la Comisión o de uno de sus miembros. En los últimos años, estos dictámenes han guardado relación con casi todas las esferas de la PPC, des-de los instrumentos de gestión basados en los derechos de pesca hasta el Fondo Europeo de Pesca, desde el Libro Verde sobre política marítima hasta las pro-puestas de la Comisión de planes de gestión de la anguila. Junto a los CCR, el CCPA sigue siendo una herramien-ta vital a través de la cual la Comisión puede entablar diálogos con el sector y comprender los puntos de vista de las partes interesadas.

Una larga tradición de asesoramiento

Page 12: La política pesquera común 2008

10

Los CCR son órganos «consultivos», pero están muy lejos de ser puramente reactivos. De hecho, proporcionan un instrumento a través del cual las partes interesadas pueden ayudar a establecer la agenda en virtud de la PPC. Además de participar en las consultas organizadas por la Comisión y dar respuesta a las propues-tas de políticas nacionales y comunitarias, los CCR también pueden actuar por ini-ciativa propia para proponer soluciones a problemas que consideran que deben ser abordados.

Así, el CCR del mar Báltico convocó una importante conferencia sobre con-trol y cumplimiento en el mar Báltico en Copenhague, en marzo de 2007. Dicha conferencia se organizó a raíz de un in-forme muy negativo elaborado por los inspectores de la Comisión acerca de desembarques no declarados en la pesca de bacalao del Báltico, lo cual confirmaba las sospechas de los científicos de que la no comunicación de datos sobre captu-ras estaba alcanzando cuotas de hasta el 45 %. No obstante, fue el CCR el que asu-mió el liderazgo y congregó a las diferen-

tes partes afectadas en torno a una mesa con el objeto de intentar alcanzar una postura común acerca del mejor modo de resolver tan importante problema.

En la conferencia se llegó a la conclusión de que los desembarques no declarados de bacalao del mar Báltico entrañaban una serie de efectos perjudiciales tanto para la pesca del Báltico como para el modo en que se gestionaba. Los asisten-tes convinieron en que todas las partes deberían colaborar para poner fin a los desembarques no declarados por medio de medidas concretas y específicas, entre ellas, el ajuste de la capacidad pesquera a un nivel más acorde con los recursos disponibles, sistemas más transparentes de utilización de las cuotas nacionales, medidas de control más eficaces y armo-nizadas, incluidas las medidas de control de mercado, y la aplicación eficaz de los reglamentos destinados a proporcionar un sistema de trazabilidad.

Si bien es cierto que el debate no eliminó todas las diferencias de opinión existen-tes entre los grupos representados, las

conclusiones representan, por sí mismas, un poderoso mandato de los afectados por el futuro de la pesca en el mar Báltico destinado a la aplicación de medidas rea-les y concretas para eliminar esta gran amenaza para la supervivencia del baca-lao del Báltico como una pesca comer-cialmente viable. Esto constituye una prueba tangible del poder de los CCR para reemplazar los conflictos y la des-confianza por un diálogo a través del cual se identifican los intereses comunes. También supone un buen augurio para el futuro de la pesca en uno de los ecosiste-mas más frágiles de Europa. Aunque aún es muy temprano para valorar el impacto total de esta iniciativa, los sucesos más recientes sugieren que, desde entonces, los desembarques ilegales en el Báltico han descendido considerablemente.

El CCR del mar del Norte emuló poste-riormente el ejemplo del CCR del mar Báltico y se unió al Gobierno de Escocia para convocar una reunión similar acerca de las medidas de control y ejecución en el mar del Norte en febrero de 2008.

Asumiendo el liderazgo del control

© L

ion

el F

lag

eu

l

Page 13: La política pesquera común 2008

11

Socios en la sostenibilidad: Europa y sus Estados miembros

CA

TU

LO

4

La Comisión Europea desempeña una función de liderazgo en la redacción de

la legislación de la UE. Todas las propuestas presentadas por la Comisión están susten-tadas en dictámenes científicos y posterior-mente basadas en consultas a un amplio espectro de partes. La forma final que adop-ta la política la deciden los gobiernos elec-tos de la Unión Europea a través de sus representantes en el Consejo de Ministros de Pesca y previa consulta con los represen-tantes electos del Parlamento Europeo.

De hecho, las autoridades nacionales parti-cipan estrechamente en el proceso de la formulación de políticas. El diálogo entre la Comisión y el Consejo no se limita a las grandes reuniones ministeriales, sino que sirve de consulta permanente a través de los grupos de trabajo del Consejo, donde se debaten y critican los proyectos, se descri-ben las posturas y se definen los posibles compromisos. Además, de este modo, la Comisión se mantiene informada no solo de las posturas de los gobiernos, sino también de las aportaciones que han recibido de sus grupos de partes interesadas nacionales. La Comisión también consulta directamen-te con expertos de los Estados miembros a la vez que pide asesoramiento a las partes

interesadas. Este estrecho intercambio de puntos de vista es esencial, pues son los Estados miembros quienes deben aprobar, en última instancia, toda legislación que se proponga. Una propuesta que resulte inaceptable a una mayoría cualificada de los gobiernos electos de la UE nunca podrá ser adoptada.

Y lo que es tal vez más importante, los Esta-dos miembros son responsables de la aplica-ción y el control de la política pesquera. Habiendo fijado unas metas comunes por medio de sus decisiones en el Consejo, junto con unas condiciones mínimas que se han de cumplir y unos criterios que se han de res-petar para garantizar una igualdad de condi-ciones, cada una de las naciones de la UE tiene que determinar el mejor modo de tras-ladar dichas directrices a la práctica. Son sus administraciones pesqueras las que deciden y se encargan de la aplicación detallada de cada política. Y es sobre sus autoridades que recae la responsabilidad exclusiva del con-trol y la ejecución, uno de los aspectos más complejos y cruciales de todo régimen exito-so de gestión de la pesca.

La diversidad debería constituir un foco de fortaleza, no una debilidad. Por este motivo,

dentro de las normas ecológicas comunes establecidas a escala de la UE, cada Estado miembro es libre de elegir el tipo de indus-tria pesquera nacional que desea fomentar, en línea con sus opciones económicas fun-damentales, sus prioridades sociales y sus tradiciones culturales. La función de las insti-tuciones europeas, y más concretamente de la Comisión, no consiste en imponer un modelo industrial uniforme, ni en microges-tionar las tareas que pueden ser ejecutadas de un modo mucho más eficaz y transpa-rente por quienes se hallan más cerca del terreno, sino en garantizar que no se haga un mal uso de dicha libertad para distorsionar la competencia y beneficiar injustamente a los ciudadanos de un país con respecto a los de otros.

El Parlamento Europeo proporciona un nivel superior de control democrático. Sus miem-bros desempeñan una importante función de revisión y enmienda de la legislación propuesta, a través de un escrutinio detalla-do de la Comisión de Pesca del Parlamento (y de otras comisiones cuando los asuntos en cuestión repercuten más allá del ámbito de la pesca) y los consiguientes debates en sesión plenaria.

© D

EV

I

Page 14: La política pesquera común 2008

12

La votación por mayoría cualificada es un sistema diseñado para garantizar que las decisiones adoptadas por los Ministros de los Estados miembros en el Consejo sean legítimas a los ojos de los ciudadanos de Europa. Esto quiere decir que en vez de asignarse sencillamente un voto a cada Es-tado, independientemente de su tamaño, se realiza una ponderación del número de votos atribuido a cada Estado miembro con el objeto de reflejar su situación demo-gráfica. Como resultado de ello, tras la am-pliación más reciente de la Unión que tuvo lugar el 1 de enero de 2007, el número ac-tual de votos es de 345. Los Estados miem-bros con mayor número de habitantes poseen entre 27 y 29 votos, los países de ta-maño medio poseen entre 7 y 14 votos y los países pequeños poseen 3 o 4 votos.

En la actualidad, para alcanzar una ma-yoría cualificada son necesarios 255 vo-tos. Esto implica que todas las decisiones adoptadas por votación por mayoría cualificada representan la elección de la mayoría de los Estados miembros y de más del 62 % de la población de la UE en su conjunto. En caso de duda, cual-quier Estado miembro puede solicitar la verificación de que se ha alcanzado real-mente el umbral del 62 %. En caso con-trario, la decisión no se adopta.

La votación por mayoría cualificada sustituyó al sistema anterior de toma de decisiones por unanimidad utilizado en los comienzos de la UE cuando el núme-ro de Estados miembros era mucho más reducido.

La toma de decisiones en una Europa ampliadaAdemás del Parlamento, el Comité Econó-mico y Social Europeo y el Comité de las Regiones también reciben las propuestas legislativas presentadas por la Comisión y tienen la oportunidad de manifestar su opinión acerca de las mismas. Las propues-tas también se comunican a los parlamen-tos nacionales y regionales de los 27 Estados miembros, y el proceso legislativo de la UE tiene unos estrictos plazos mínimos diseña-dos específicamente para que los miembros electos de estos órganos tengan tiempo para consultar y facilitar directrices a sus gobiernos acerca de cómo negociar en su nombre en el Consejo.

Así pues, la PPC ha sido más bien concebida no como un corsé burocrático impuesto por «Bruselas», sino como un trabajo conjunto en curso en el que las partes interesadas, los administradores y los políticos electos procedentes de toda Europa colaboran en el establecimiento de medidas de gestión que sean a la vez científicamente justifica-bles y políticamente viables. La Comisión no es más que un actor de este proceso. En el futuro es muy posible que presenciemos una simplificación más radical del marco de gestión de la pesca a escala de la UE, e inclu-so una mayor delegación de responsabili-dades a los ámbitos regional y nacional.

No obstante, la Comisión sí desempeña una función muy específica en la que actúa por iniciativa propia y sin consultar con las demás instituciones. Como guardiana de los Trata-dos europeos, la Comisión es responsable de garantizar que la legislación de la UE sea apli-cada de forma correcta y equitativa en toda la Unión Europea, y que el incumplimiento de ese deber no provoque la discriminación de los ciudadanos de un Estado miembro por tener que cumplir unas condiciones que otros no cumplen. Una de las principales quejas manifestadas por las partes intere-sadas contra la PPC es que, en la práctica, no favorece la igualdad de oportunidades.

La Comisión desempeña por ende una fun-ción vital para garantizar que, cuando los Estados miembros hayan acordado una polí-tica, todos respeten ese compromiso por igual.

En la actualidad, la Comisión está facultada para incoar procedimientos contra los Esta-dos miembros ante el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (TJCE) si no aplican la PPC correctamente. Las recientes críticas recibidas acerca del control y la eje-cución de la PPC procedentes de, entre otros, el Tribunal de Cuentas Europeo, plan-tea la pregunta de si cabría incrementar las facultades de la Comisión en esta área espe-cífica a fin de que pueda actuar de un modo más oportuno y eficaz para salvaguardar la pesca sostenible. Ésta será una de las cuestiones que probablemente sean objeto de un importante debate durante la elabo-ración de la próxima reforma de la PPC.

Page 15: La política pesquera común 2008

13

Toda población de peces marinos salvajes constituye tan solo un elemento de un

sistema biológico complejo cuyo comporta-miento es necesariamente difícil de predecir. Son tantos los factores que intervienen en la determinación de la distribución de una población, y del nivel de éxito con que se reproduce, que apenas se puede afirmar nada con seguridad sobre su evolución. Por otro lado, la complejidad de los factores que intervienen, lejos de disminuir, va en aumen-to debido al impacto del progreso tecnoló-gico, desde los innovadores artes de pesca y los sofisticados equipos de seguimiento de peces utilizados por algunos pescadores comerciales, hasta los impactos, más exten-didos, de la contaminación marina, el desa-rrollo de las zonas costeras e incluso el calentamiento global. De hecho, el ritmo y el alcance de dichos cambios son, en parte, lo que tanto dificulta a las ciencias marinas el seguimiento y el establecimiento de mode-los de los sistemas vivos que conforman nuestros océanos.

Los pescadores poseen grandes conocimien-tos acerca del comportamiento de las pobla-ciones de peces, un tipo de conocimiento que es difícil adquirir de otro modo. Es vital que los responsables de la gestión de la pes-ca se basen en su experiencia para la formu-lación de la política de conservación. Pero, si bien conocen muchos datos que se escapan a otros observadores, los pescadores sola-mente ven una parte de lo que sucede en los océanos. El significado pleno de su experien-cia solamente sale a la luz cuando se enmar-ca en un contexto más amplio, no solo el conformado por otras embarcaciones y otras pesquerías sino también el proporcionado por las disciplinas científicas que estudian los ecosistemas dinámicos ocultos bajo la superficie de nuestros mares.

Socios en la sostenibilidad: científicos

El Comité Científico, Técnico y Económi-co de la Pesca (CCTEP) se constituyó en 1993 (Decisión 93/619/CE de la Comisión) y fue renovado en 2005 (Decisión 2005/629/CE de la Comisión).

Los objetivos principales del CCTEP son los siguientes:

mejorar la calidad de las decisiones políticas y acelerar el proceso de toma de decisiones;

proporcionar mecanismos de respuesta rápida a las necesidades políticas urgentes; y

fomentar la participación de los investigadores en la escena política.

El CCTEP elabora un informe anual sobre la situación actual de los recursos pesqueros y su futuro potencial, que se utiliza como base para fijar los TAC y las cuotas anuales. También se puede apelar al mismo en cualquier momento para que exponga su opinión sobre pro-puestas y datos relativos a la pesca y ase-sore a la Comisión acerca de la mejor línea de actuación en determinados casos. Asimismo, el CCTEP desempeña una función de liderazgo a la hora de ayudar a la Comisión a formular políticas que engloban desde planes a largo plazo hasta cierres de emergencia, para lo que propor-ciona una opinión científica autorizada

y altamente específica que va mucho más allá de la dimensión puramente biológica y puede ponerse a disposición a corto plazo.

También proporciona un amplio aseso-ramiento económico y social, no solo acerca del impacto de las propuestas po-líticas sino también como un apoyo para mejorar la gestión (por ejemplo, sobre el impacto de los descartes), o sobre la di-námica de las flotas y el rendimiento económico.

Los miembros del Comité, que debe pre-sentar sus resultados a la Comisión, son nombrados por ésta entre el personal más cualificado de los campos científico, tec-nológico y económico. En muchas oca-siones, especialmente en el caso de los biólogos y especialistas en artes de pesca, los miembros del CCTEP pertenecen también a los grupos de trabajo u otros grupos del Consejo Internacional para la Exploración del Mar (CIEM) (véase el recuadro de la pág. 14). Por consiguiente, el CCTEP no puede actuar como organis-mo totalmente independiente del CIEM, pero proporciona una auténtica segunda opinión acerca de los dictámenes facili-tados por el CIEM, y a menudo vierte opiniones que discrepan de los análisis propuestos por el CIEM, o bien de las conclusiones extraídas de los mismos.

Asesoramiento independiente

Hasta no hace mucho, los pescadores y los científicos tendían a vivir en dos mundos diferentes y, a menudo, se miraban con recelo. Pero en los últimos años se ha obser-vado cómo estas barreras empezaban a desplomarse. Se trata de un paso funda-mental hacia una pesca más sostenible en Europa. El número de biólogos marinos nunca alcanzará al de los pescadores, quie-

nes, además, pasan mucho más tiempo en el mar. Los científicos han de aprovechar la riqueza de las opiniones que puede aportar la experiencia de los pescadores; los pesca-dores han de comprender cómo alcanzan los científicos sus conclusiones. Sólo enton-ces podrán ambas partes confiar en los resultados de esta investigación y las políti-cas pesqueras subyacentes.

CA

TU

LO

5

© S

PL

Page 16: La política pesquera común 2008

14

Fundado en 1902, el Consejo Internacio-nal para la Exploración del Mar (CIEM) congrega a más de 1 600 científicos mari-nos procedentes de 20 países para la coor-dinación y la promoción de la investigación de los ecosistemas del Atlántico Norte. Como tal, es el principal proveedor de ase-soramiento técnico de los gobiernos y las organizaciones gubernamentales respon-sables de gestionar la pesca en el Atlántico Norte y las zonas adyacentes (incluidos el mar del Norte y el mar Báltico).

Con secretaría permanente en Copenha-gue, Dinamarca, la mayor parte del tra-bajo del CIEM la realizan un total de más de 100 grupos de trabajo, cada uno de los cuales se dedica a un tema específico de investigación. Las conclusiones de los grupos de trabajo que se dedican a la evaluación de las poblaciones se incor-

poran a continuación a las deliberaciones del Comité Asesor (ACOM), que se reú-ne periódicamente a lo largo del año, de forma virtual o presencial, con el objeto de revisar y aprobar las recomendaciones finales.

El ACOM proporciona dictámenes pe-riódicos sobre la explotación de alrede-dor de 135 especies de peces y crustáceos de la zona del Atlántico Norte. Para ello, se basa en una amplia variedad de datos, los cuales incluyen, cada vez más, infor-mación proporcionada por los propios pescadores.

Todos los dictámenes del CIEM, junto con los estudios que los sustentan, se publican y están accesibles en el sitio de Internet del Consejo en la siguiente dirección: www.ices.dk.

Explorando el mar

La UE no es un simple usuario de la cien-cia de la pesca, sino un importante facili-tador y financiador de la investigación en todos los dominios que guardan relación con la pesca y con los mares. Los fondos se proporcionan a través de dos canales fundamentales: apoyo a los programas nacionales de recogida de datos relativos a la pesca, junto con los estudios conexos; y financiación de proyectos de investi-gación avanzados a escala de la UE ges-tionados dentro del Programa Marco de Investigación (véase la ficha informativa sobre investigación en materia de pesca).

La recopilación de datos puede parecer una tarea bastante sencilla, pero en el ámbito de la pesca puede resultar algo complejo y caro a la vez. Como parte del funcionamiento central de la PPC, la UE define los datos biológicos y económicos que deben ser proporcionados por los Estados miembros para apoyar el proce-so de asesoramiento científico. (Los da-tos científicos se recopilan de un modo totalmente independiente de la captura de datos que deben ser suministrados por los Estados miembros a la Comisión para la gestión de los TAC y las cuotas).

Desde 2001, la UE presta asimismo un apoyo financiero sustancial destinado a los programas nacionales de recopilación de datos. Dentro del primer marco de re-copilación de datos, en vigor entre los años 2000 y 2008, el apoyo financiero pro-porcionado por la UE ascendió a 30 mi-llones de euros al año aproximadamente. Un nuevo marco que abarca el período comprendido entre 2009 y 2013 ha incre-mentado el total del gasto de la UE a alre-dedor de 50 millones de euros al año.

El nuevo Reglamento amplía el abanico de los programas nacionales a los que da apoyo, en concordancia con los nuevos requisitos surgidos a partir de la reforma de la PPC. Esto quiere decir, más concre-tamente, el lanzamiento de trabajos en los siguientes campos:

gestión basada en las flotas, el enfoque de los ecosistemas, enfoques regionales de la gestión de la pesca,

mejora del acceso a los datos.

Asimismo, el nuevo Reglamento brinda apoyo no solo para la recopilación física

de los datos, sino para todo el proceso, desde la recopilación hasta el procesa-miento, el análisis y el dictamen. Antes, los científicos solo tenían acceso a los da-tos agregados, lo cual representaba un gran obstáculo para sus estudios. El nuevo Reglamento establece unas normas claras para la transmisión de datos y además garantiza que los científicos tengan un ac-ceso mucho más amplio a los datos reco-pilados tanto de conformidad con este reglamento como por medio de otros ins-trumentos (por ejemplo, los datos del SLB). Bajo determinadas condiciones, es posible disponer de datos detallados, no solo para fines de elaboración de dictáme-nes científicos para los responsables de la gestión de la pesca, sino también para in-formar el debate con las partes interesadas y para su utilización en publicaciones científicas. Las normas también garanti-zan la existencia de las medidas adecuadas para proteger la privacidad de todas las partes afectadas. Al ampliar el acceso a es-tos datos básicos, la UE ha dado un paso importante hacia la mejora del nivel de debate sobre la gestión de la pesca y lo ha abierto a un espectro de actores y de opiniones más amplio.

Datos relativos a la financiación

La Comisión recibe dictámenes científicos en materia de pesca de la UE procedentes de su Comité Científico, Técnico y Econó-mico de la Pesca (CCTEP, véase el recuadro de la pág. 13). El CCTEP está formado por expertos y científicos independientes repre-sentantes de un amplio abanico de opinio-nes, y se le consulta sistemáticamente antes de la redacción de todas las propuestas. El papel del CCTEP tampoco está limitado a lo estrictamente científico; entre sus miem-bros también figuran expertos en cuestiones económicas y sociales.

En cuestiones biológicas, el CCTEP depende en gran medida de los dictámenes emitidos por el Consejo Internacional para la Explora-ción del Mar (CIEM, véase el recuadro) para el Atlántico Nororiental, el mar del Norte y el mar Báltico. (El CCTEP también proporciona dictámenes, cuando procede, en asociación con investigadores nacionales y grupos de consulta ad hoc, en relación con la pesca en el Mediterráneo y en el mar Negro, los cuales no abarca el CIEM). Los dictámenes facilita-dos por el CIEM incluyen evaluaciones de las poblaciones y análisis más exhaustivos que sirven a la Comisión tanto para sus reco-mendaciones anuales y la fijación de los TAC y las cuotas como para sus propuestas a más largo plazo acerca de la gestión sostenible de la pesca en aguas europeas. El CIEM tam-poco se limita al mero análisis de las condi-ciones de determinadas poblaciones de peces, y cada vez proporciona dictámenes más integrados a escala de los ecosistemas apoyando así el cambio hacia un plantea-miento más integral de la gestión de los mares europeos (véase el capítulo 15).

El trabajo del CIEM consiste en comparar y cotejar los datos adquiridos de modos

distintos y procedentes de diversas fuentes. Parte de la información procede de pesca-dores, parte de cruceros de investigación específicos y otra parte de las autoridades pesqueras de los Estados miembros del CIEM. Todos los países europeos poseen grandes programas de recopilación de datos y toma de muestras destinados a la evaluación de las capturas y los desembar-ques específicamente para fines de investi-gación y la UE apoya directamente estos programas por medio de su Reglamento sobre recopilación de datos.

La labor del CCTEP es esencial para garanti-zar que todas las propuestas de la Comisión estén sustentadas por unos datos y un razonamiento sólidos. Pero, si bien los conocimientos científicos y técnicos deben preservar su independencia, no pueden mantenerse aislados de cuestiones de más amplio alcance. Por ese motivo los dictá-menes del CIEM y del CCTEP se comunican sistemáticamente a los CCR y el Comité Consultivo de Pesca y Acuicultura (CCPA) para que los debatan y expongan sus comentarios.

Page 17: La política pesquera común 2008

15

En el pasado, el eje de la PPC era el ejerci-cio anual de fijación de los TAC y las cuo-

tas. Los Ministros de Pesca de los Estados miembros se reunían en Consejo a finales de diciembre, justo antes de las vacaciones de Navidad, y debatían hasta bien entrada la noche sobre cuántas toneladas de eglefi-no o de lanzón podrían conseguir cada uno de ellos.

Aunque este sistema funcionaba bien cuan-do constituía meramente un modo de dis-tribución de las posibilidades de pesca entre los Estados miembros, no es la mejor manera de hacer frente a los importantes desafíos en materia de conservación que cada vez afectan más a la UE. La industria se queja de que el «tira y afloja» anual no hace más que añadir otro nivel de incertidumbre a un comercio que ya es bastante impredeci-ble de por sí, puesto que las cuotas se reducen o se amplían a la luz del dictamen científico más reciente; mientras que los científicos y los expertos en medio ambiente argumentan que la sostenibilidad nunca se logrará si no se fijan y se cumplen unas metas a largo plazo.

El cambio hacia un plan de gestión plu-rianual basado en metas coherentes a largo plazo ya supone un primer paso que se aleja de la toma de decisiones a corto plazo. Estos planes han sido rediseñados para garantizar una explotación sostenible y, en la medida de lo necesario, para ayudar en la recupera-ción de las situaciones cercanas al agota-miento. Estas tareas se han abordado de un modo gradual, con el objeto de impedir una alteración económica y social excesiva cuando la situación de la población no sea crítica. A partir de su experiencia anterior con medidas de gestión a largo plazo para poblaciones compartidas con Noruega y el mar Báltico, en 2003 la UE adoptó sus pri-meros planes a largo plazo para la recupera-ción de la merluza del norte y de ciertas poblaciones comerciales importantes de bacalao, entre ellas, la simbólica población de bacalao del mar del Norte, que ha gozado de gran popularidad entre los consumidores del Europa del Norte hasta hace muy poco, y que los científicos temían que estuviese cerca del agotamiento.

Desde entonces, el principio de gestión a lar-go plazo basada en unas metas biológicas y unas medidas de acompañamiento clara-mente definidas se ha ampliado con el objeto de abarcar un número mayor de poblaciones comerciales de peces, y la Comisión planifica periódicamente nuevas propuestas. Con ello se pretende incorporar todas las pobla-ciones más importantes de la UE al régimen de gestión plurianual. Ello incluye a las especies que pasan parte de su ciclo de vida en agua dulce, tales como la anguila y el

salmón, y a especies poco longevas, tales como la anchoa, cuya abundancia depende en gran medida del número de ejemplares jóvenes que entran en la población cada primavera. Tal vez resulte paradójico que se hable de planificación a largo plazo en el caso de poblaciones conformadas por indi-viduos que únicamente viven unos años, pero incluso las pesquerías donde el número de peces de la población puede variar, y de hecho varía drásticamente de año en año, se beneficiarán de unos parámetros estables

CA

TU

LO

6

Planificación a largo plazo

En su declaración política anual sobre las posibilidades de pesca para 2007, la Comisión revisó la evolución de los dictámenes científicos y de los límites de capturas adoptados por el Consejo desde 2002. Las conclusiones fueron claras: el número de poblaciones «en riesgo» presentaba pocos síntomas de mejora, y rebasa los límites biológicos de seguridad en unas cuatro quintas partes de las poblaciones. Esto no sor-prende demasiado dado que los TAC fijados cada año se han mantenido constantemente muy por encima de los niveles aconsejados por los científicos (en un promedio superior al 40 %) a lo largo del mismo período. Como resulta-do de ello, todos los intentos por recobrar la salud y la productividad óptimas de las poblaciones se vieron gravemente obstaculizados, si no imposibilitados.

En palabras de la propia Comisión, la toma de decisiones a corto plazo ha dado lugar a «un descenso muy reducido del impacto de la pesca. Sólo tres pobla-ciones sometidas a TAC (eglefino del mar del Norte, carbonero del mar del Norte y gallo del Golfo de Vizcaya) son explota-das con arreglo a los compromisos sobre el rendimiento máximo sostenible contraídos en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas celebra-da en 2002 en Johannesburgo. El hecho de seguir fijando los TAC a niveles mucho más elevados que los preconizados supone un elevado riesgo para la pesca, teniendo en cuenta especialmente que muchos de estos TAC se superan con creces debido a la insuficiente ejecución de las normas».

Comunicación de la Comisión al Consejo titulada

«Posibilidades de pesca para 2008. Declaración política

de la Comisión Europea», COM(2007) 295 final.

Pasarse de la raya

Los detalles de los planes plurianuales propuestos por la Comisión varían en función de las diferentes poblaciones, pero todos comparten una serie de prin-cipios fundamentales:

establecen normas de control de explotación de las poblaciones, sobre la base de unas metas biológicas claras y cuantificables y un enfoque gradual para la consecución de las mismas a lo largo del tiempo;

normalmente limitan la variación máxima interanual de los TAC al 15 % en ambas direcciones, a menos que exista un riesgo inminente de agotamiento de la población, con el fin de

Principios para el largo plazo

proporcionar una estabilidad mínima para la industria; y

los TAC y las cuotas van acompañados de un programa destinado a limitar el esfuerzo en concordancia con los cambios anuales en las posibilidades de pesca.

Atendiendo a un reciente dictamen emi-tido por el CCTEP, la Comisión propone ahora que los límites de la variación inte-ranual de los TAC sean más flexibles en 2009, con el objeto de permitir que se adopten medidas más eficaces en relación con las poblaciones en riesgo de agota-miento, y que los pescadores obtengan mayores beneficios en los casos en que una población sea claramente próspera.

para la toma de decisiones, algo que ayudará a proporcionar a los pescadores la visibilidad mínima que necesitan para la planificación del futuro.

En vez de volver constantemente al argu-mento político de cómo dar respuesta a los dictámenes científicos, los planes plurianua-les proporcionan unas sencillas normas que definen el modo en que se han de traducir las estimaciones de los científicos relativas a las poblaciones en posibilidades de pesca

Page 18: La política pesquera común 2008

16

para el próximo año. Esto no solo supone un elemento sólido de previsibilidad de año en año, sino que también se traduce en mayor tiempo para la consulta y el debate exhausti-vos sobre los principios subyacentes mien-tras se forja el plan. El resultado es un proceso que es a la vez más transparente y más sus-ceptible de facilitar, con el tiempo, un verda-dero consenso acerca de cómo gestionar la pesca europea de un modo sostenible.

Los planes a largo plazo han reforzado asi-mismo la función que desempeña la limi-tación del esfuerzo pesquero de la UE. La restricción de los días que pueden pasar los buques en el mar conforma ahora un ele-mento sistemático de todo plan a largo plazo y proporciona un modo adicional de cober-tura mediante el cual se reduce la presión que ejerce la pesca sobre las poblaciones sensibles. No obstante, una serie de estu-dios realizados ponen de manifiesto que el impacto del régimen de días de mar existente podría ser limitado (véase el recuadro). La Comisión está por tanto estudiando formas alternativas de medir y reducir la presión que ejerce la pesca durante los momentos de exceso de capacidad de la flota.

El enfoque a largo plazo de la gestión de las poblaciones también se ajusta al compro-miso, contraído por los Estados miembros de la UE en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible de las Naciones Uni-das celebrada en 2002 en Johannesburgo, de restablecer todas las poblaciones de peces europeas hasta niveles que garanti-cen un rendimiento máximo sostenible (RMS) para 2015. En 2006, la Comisión lanzó un debate sobre el mejor modo de aplicar este compromiso dentro del marco de la política pesquera común. Los planes plu-rianuales ya contemplan dos características que resultan esenciales para cualquier enfo-que basado en el RMS: objetivos fijados en términos de índices de mortalidad por pes-ca (esto es, la ratio en que se extraen los peces de la población a causa de la pesca) y una auténtica perspectiva a largo plazo que respeta el derecho de las generaciones venideras a beneficiarse de la riqueza del mar tanto como nosotros.

Los planes plurianuales no son una panacea, si bien pueden funcionar si se aplican correc-tamente. Un ejemplo es el caso de la pobla-ción de la merluza del norte, que en 2003 necesitaba una recuperación. La población se encuentra en unas condiciones tan ópti-mas que, en 2008, la Comisión ha propuesto un plan de gestión a largo plazo para reem-plazar al plan de recuperación actual.

No obstante, las críticas siguen señalando hacia una contradicción existente entre la perspectiva a largo plazo de dichos planes y otras características del marco institucional que siguen fomentando el pensamiento y la toma de decisiones a corto plazo tanto por parte de los políticos como de las partes interesadas. Más concretamente, todavía es frecuente que se incluyan cuestiones de

principio y detalles operativos en un mismo procedimiento de toma de decisiones, en el cual éstos pueden interponerse fácilmente sobre aquéllas. Por este motivo, la Comisión sigue reflexionando acerca del mejor modo de ajustar los incentivos institucionales al desarrollo sostenible a largo plazo de la industria pesquera.

También es necesario explorar otras vías paralelamente, entre ellas, la transferencia de una mayor responsabilidad de las auto-ridades públicas a la propia industria con respecto a la garantía del uso sostenible de los recursos. Un ejemplo de dicha gestión «basada en los resultados» es la nueva polí-tica de la UE destinada a eliminar los descar-tes en la pesca de la UE que se lanzó en 2007 (véase la ficha informativa sobre descartes).

De conformidad con la PPC, actualmente se fijan limitaciones del esfuerzo pesquero en las aguas occidentales, las poblaciones de aguas profundas y las poblaciones sujetas a planes de gestión a largo plazo y plurianuales.

Según los datos nacionales facilitados al CCTEP, el esfuerzo pesquero global des-plegado en 2005, en comparación con el año 2000, experimentó un descenso en torno al 15 % en el Kattegat, de un 20 % en el mar del Norte, el Skagerrak y la Mancha oriental; de aproximadamente el 35 % en el oeste de Escocia y de un porcentaje similar en el mar de Irlanda.

Al mismo tiempo, los cambios en los ar-tes de pesca, tales como una mayor utili-zación de redes de arrastre de dimensión de malla grande (más de 100 mm), tam-bién han reducido el esfuerzo pesquero global. No obstante, en cierta medida, esto ha sido compensado por un incre-mento en el esfuerzo desplegado por medio de redes de arrastre de dimensión de malla más pequeña (70-89 mm), lo que posiblemente haya provocado la captura de un mayor número de bacalaos pequeños.

Sin embargo, la Comisión cree que la disminución del esfuerzo que se ha ex-perimentado podría no estar totalmente relacionada con la política de reducción

del número de días que pueden pasar los buques en el mar. La disminución se inició mucho antes de la implantación de la limitación del número de días de mar y no se registró ningún cambio del porcentaje de disminución al implantarse el régimen. De hecho, según los datos nacionales, en 2006 solo se desplegó el 72 % del esfuerzo pesquero autorizado, lo que indica que, en términos genera-les, la reducción de la actividad de la flota se debe en gran medida a factores no reglamentarios.

Todo ello sugiere que la contribución de la limitación del número de días de mar sigue siendo limitada con respecto a la recuperación de las poblaciones de pe-ces. La gestión del régimen ha planteado también dificultades tanto a los Estados miembros como a la Comisión. Se ha tachado de demasiado complicado, poco transparente y difícil de controlar. Tam-bién existe un problema de solapamiento con otros regímenes aplicables al esfuerzo pesquero.

A pesar de estas reservas, el régimen de gestión del esfuerzo ha permitido, cuando menos, comprender mejor la actividad de las flotas pesqueras, y podría servir de punto de partida para el diseño de instrumentos de gestión más eficaces en el futuro.

¿Un esfuerzo malgastado?

© L

ion

el F

lag

eu

l

Page 19: La política pesquera común 2008

17

CA

TU

LO

7

Una expedición de pesca constituye una operación compleja que conlleva una

completa cadena de elecciones que han de decidir el patrón y la tripulación. ¿A qué caladero deberíamos dirigirnos hoy? ¿Cuá-les serán las condiciones del mar y las con-diciones meteorológicas? ¿Cuáles son las poblaciones más habituales en esta época del año? ¿Y cuáles de ellas ofrecen el mejor potencial de captura?

Las decisiones que tome el patrón deter-minarán si su embarcación regresa a casa a tiempo, segura y con una captura rentable y una tripulación satisfecha. En el núcleo de estas decisiones subyace la necesidad de abordar las actividades pesqueras del buque de modo que se maximicen los beneficios y se minimicen los costes. No se trata de una decisión sencilla, pero está implí-cita en todas las etapas, desde que se traza el mapa del curso a seguir cuando la embarca-ción abandona el puerto, hasta la decisión del tipo de arte de pesca que se va a utilizar, cómo disponerlo, y cuándo recoger las redes.

Las elecciones de los pescadores también acarrean importantes consecuencias más allá del éxito o el fracaso de una determinada marea. Si capturan una cantidad considera-ble de peces pertenecientes a especies para las que no se les ha asignado ninguna cuota,

o que sean demasiado pequeños para su desembarque y comercialización, tendrán que devolverlos al mar, incluso aunque sepan que serán muy pocos los que sobrevivirán. El resultado es un auténtico desperdicio: la destrucción sin beneficios de ningún tipo de los mismos recursos de los que depende el futuro de la pesca. Por otro lado, si captu-ran una cantidad considerable de peces comercializables, pero lo hacen arrastrando las redes sujetas con pesadas barras metáli-cas por ecosistemas frágiles como arrecifes de coral o chimeneas termales, podrían des-truir sin querer el entorno irreemplazable que nutre a las poblaciones de peces de las que ellos mismos dependen.

En cualquiera de los casos, los métodos de pesca descuidados y rudimentarios pueden hacer peligrar el sustento de otros pescado-res y comprometer el futuro de la industria. Por este motivo, la PPC no se limita a esta-blecer unas normas que limitan la cantidad que pueden capturar los pescadores de conformidad con lo que los sistemas bioló-gicos subyacentes pueden ofrecer de un modo sostenible. Además, proporciona un marco cualitativo destinado a proteger a las poblaciones de peces y a los ecosiste-mas en los que viven, fomentando ciertos tipos de prácticas pesqueras y desaconse-jando o prohibiendo otros.

Estas normas cualitativas se conocen en su conjunto como medidas técnicas, un con-cepto que engloba un amplio y variado aba-nico de medidas, muchas de las cuales podría parecer, a simple vista, que apenas tienen nada que ver entre sí. Entre los tipos princi-pales de medidas utilizadas cabe citar las siguientes:

dimensiones de malla mínimas para las redes,

zonas y períodos de veda, talla mínima de desembarque, límites de las capturas accesorias

establecidos como un porcentaje de la captura total, e

incentivos para la adopción de determi-nados tipos de artes de pesca que han demostrado que reducen las capturas accesorias de organismos no deseados.

Lo que todas tienen en común, no obstante, es el hecho de que obligan, o instan, a los pescadores a ser más selectivos en cuanto al modo en que intentan capturar los peces. O, dicho de otro modo, orientan y canalizan el esfuerzo pesquero para que sea aplicado de forma que se maximice el beneficio que obtienen los pescadores y se minimicen los daños no deseados del recurso común del que dependen todos los pescadores.

Medidas técnicas, reglamentos específicos

Uno de los mayores escándalos de la pesca contemporánea es el número de peces que se descartan, es decir, que sencillamente se vuelven a arrojar al mar sin ser desem-barcados.

Esto puede ser debido a diversos motivos, ya sea porque los peces están por debajo de la talla mínima de desembarque, por-que pertenecen a especies para las que no se ha asignado ninguna cuota al buque, porque no pertenecen a las especies que ha decidido capturar el patrón, o bien por-que, aunque tengan el tamaño suficiente para el desembarque, se rechazan para hacer espacio para otros peces en la bo-dega, otros peces más valiosos («high grading» o selección).

El alcance absoluto del fenómeno del des-carte no está claro y varía ampliamente entre las distintas pesquerías. No obstan-te, en un estudio de 2005 publicado por la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) se estimaba que la cantidad de descartes en el Atlántico Norte ascendía a 1 332 000 toneladas al

año, el 13 % de las capturas. El total esti-mado de los descartes correspondientes tan solo al mar del Norte oscilaba entre 500 000 y 880 000 toneladas. En la zona occidental de Irlanda y Escocia, los des-cartes oscilaban entre el 31 % y el 90 % de las capturas, dependiendo de las flotas, las especies objetivo y la profundidad. Las cifras correspondientes a otras zonas son muy inferiores: en el mar Negro y el Mediterráneo, la FAO fija los descartes en 18 000 toneladas o el 4,9 % de las capturas. En el Báltico, el porcentaje alcanzaba solo un promedio del 1,4 %. No obstante, todas estas cifras deberían tratarse con precaución, pues son suscep-tibles de subestimar el verdadero alcance del problema.

No obstante, independientemente de cuál sea la situación real, está claro que este nivel de descarte de peces no desea-dos, muchos de los cuales no lograrán sobrevivir a la experiencia, constituye un desastre tanto ecológico como económico, y está debilitando el futuro de la indus-tria pesquera.

En 2007, la Comisión publicó una Co-municación relativa a la reducción de las capturas accesorias y la eliminación de los descartes en las pesquerías europeas. La política expuesta en dicha propuesta supone una innovación radical con res-pecto a la PPC, pues propone abordar el problema de los descartes sobre la base de los resultados que se pretenden obtener y no de los medios que se pretenden utili-zar. Así, en vez de especificar el arte de pesca que deberían utilizar los pescadores, o las zonas en las que no deberían pescar, la UE sencillamente fijaría el objetivo de una reducción gradual de los descartes has-ta alcanzar el nivel mínimo viable, y dejaría que fuesen los pescadores y las autoridades nacionales quienes determinaran el modo de alcanzar dicho objetivo.

En el momento de la publicación del pre-sente documento, la Comisión tenía la in-tención de introducir su primera propuesta relativa a las «prohibiciones de descarte» de este tipo mediante un método pesquería por pesquería a lo largo de 2009.

Descartes: una calamidad económica y ecológica

Page 20: La política pesquera común 2008

18

La pesca selectiva es una tarea compleja cuyo éxito depende en gran medida de las condiciones específicas que prevalezcan en un caladero determinado. Como bien saben los pescadores y los científicos, el desarrollo de artes de pesca selectivos que resulten eficaces y comercialmente viables es un proceso largo, lleno de desilusiones y falsas esperanzas. No obstante, dichos artes exis-ten y, con los incentivos adecuados para que los adoptasen los pescadores, podrían ser utilizados más ampliamente.

También existen otras medidas técnicas que podrían marcar una gran diferencia en cuanto a las posibilidades reproductivas de una población y a la integridad de su entor-no. Pero en todos los casos es imprescindi-ble que las medidas se adapten de la mejor manera posible a las condiciones de los dis-tintos mares y de las diferentes pesquerías. Esto se traduce en tomar en consideración lo que nos digan las partes interesadas acerca de las variaciones regionales y la naturaleza específica de determinados ecosistemas. También en tomar solo las decisiones más esenciales a escala europea, dejando que sean los que saben por experiencia qué es lo que funciona y lo que no en la práctica quienes adopten los métodos más adecua-dos para una pesca concreta, con sujeción al cumplimiento de unas normas mínimas de rendimiento medioambiental y conser-vación.

En el pasado, la UE ha adoptado numerosas medidas técnicas, a menudo de un modo ad hoc. La introducción de planes de ges-tión plurianuales a partir de 2002 no hizo más que complicar la situación, pues cada uno de ellos trajo consigo un nuevo paque-te de medidas anexas. El resultado fue un laberinto legislativo: un cúmulo de dispo-siciones solapadas y, en ocasiones contra-dictorias, que contemplaban numerosas exenciones y excepciones, dispersas en un amplio abanico de textos jurídicos muy diferentes entre sí.

Una de las prioridades de la Comisión durante los últimos cinco años ha sido, por ende, simplificar estas normas para que a los pescadores les resulte más fácil aplicarlas y a los inspectores y gestores hacerlas cumplir. Esto ha significado:

reconocer la especificidad de los distintos mares y océanos europeos, agrupando las medidas técnicas en reglamentos regionales;

garantizar que todas las normas aplicables a una región concreta puedan hallarse en un solo reglamento, y sean coherentes entre sí; y

distinguir claramente entre unas cuantas normas globales y generales que han de ser establecidas a escala de la UE (por ejemplo, la talla mínima de desembarque o la prohibición de las prácticas pesqueras destructivas), y las normas más detalladas y específicas de cada contexto que deberían fijarse a escala regional.

Como resultado de ello, ahora tenemos tres reglamentos del Consejo que recogen las medidas técnicas correspondientes al mar Báltico, el Mediterráneo y el Atlántico Nororiental (incluido el mar del Norte). Los reglamentos correspondientes al mar Báltico y al Mediterráneo fueron adopta-dos en 2005 y 2006, respectivamente.

El reglamento actual relativo al Atlántico Nororiental, entretanto, abarca una parte amplia y diversa del océano. La Comisión ha introducido actualmente una propuesta destinada a simplificar esta situación a través de su división en un reglamento general que recoja las disposiciones fundamentales apli-cables a la totalidad de la zona, acompañado de cuatro reglamentos «regionales» que puedan establecer unas normas más deta-lladas específicas de cada pesca. Los cuatro

reglamentos complementarios dividirán estas aguas en función de las zonas que abarquen los Consejos Consultivos Regiona-les correspondientes: mar del Norte, aguas noroccidentales, aguas suroccidentales y las pesquerías que engloba el CCR de pobla-ciones pelágicas.

Esta división simplificará las normas exis-tentes aplicables a estas zonas y facilitará la formulación de normas nuevas basadas en conocimientos de primera mano de los pes-cadores afectados por medio de un proceso ascendente impulsado por los propios CCR.

Resulta difícil diseñar artes de pesca se-lectivos que puedan alcanzar la escala comercial, pero cuando funcionan, pue-den tener un gran impacto tanto en la economía de una pesquería como en su impacto medioambiental. La costa sue-ca de Skagerrak es famosa por sus ciga-las. Las capturas accesorias de bacalao solían constituir el 50 % de las capturas. La población de bacalao en esta zona es tan frágil que es objeto de un plan de recuperación de la UE.

Se prohibió el uso de redes de arrastre en una zona de exclusión de 4 millas náuti-cas en un esfuerzo por salvar el bacalao. El resultado fue que los pescadores ya no podían acceder a una gran parte de sus caladeros tradicionales de cigalas.

El laboratorio de pesca de Lysekil comen-zó a estudiar formas de impedir la captura accesoria de bacalao para así permitir la continuación de la pesca de las cigalas costeras. La solución a la que llegaron fue una malla cuadrada que incorporaba una «rejilla» selectiva de 35 mm. La rejilla deja fuera cualquier organismo de un tamaño superior, incluidos casi todos los bacalaos, mientras que la malla cuadra-da permite que los peces más pequeños escapen ilesos.

Estas rejillas son ahora obligatorias para todas las embarcaciones que fae-nen cerca de la costa sueca. Desde su in-troducción, las capturas accesorias han descendido del 50 % al 5 % del total de la captura, y se ha salvado la pesca costera.

La selectividad salva a la pesca

Page 21: La política pesquera común 2008

CA

TU

LO

8

19

Uno de los problemas principales a los que ha de hacer frente la industria pes-

quera a escala mundial es la existencia de demasiadas embarcaciones que intentan capturar demasiados pocos peces. No se trata de un problema exclusivamente euro-peo. Ya en 1992 la FAO estimó que la capaci-dad pesquera total de la flota mundial era aproximadamente el doble de lo requerido para explotar los océanos al nivel más alto sostenible a largo plazo. Y estudios análo-gos realizados a escala de la UE concluyen que numerosas flotas europeas pueden ejercer una presión pesquera dos o tres veces superior al nivel sostenible.

Al igual que sucede con cualquier otro aspec-to de la pesca, la sostenibilidad ecológica, social y económica se relacionan entre sí de forma inextricable. El exceso de capacidad no constituye tan solo un problema para las poblaciones de peces, sino también para los pescadores. Agrava la competencia en una serie de pesquerías, hasta un punto tal que resulta casi imposible vivir de ello. Mientras no haya una reducción permanen-te de la flota hasta alcanzar unos niveles más sostenibles, siempre existirá, para algu-nos pescadores, la poderosa tentación de saltarse las normas, excederse en las cuotas

Una flota para el futuro

La Comisión elabora todos los años un informe en el que analiza el progreso de los Estados miembros para «alcanzar un equilibrio sostenible entre capacidad y posibilidades de pesca». Dicho informe se basa en los informes proporcionados por los Estados miembros junto con da-tos recogidos del registro comunitario de la flota pesquera.

La flota de la UE se gestiona mediante lo que se conoce como el régimen de «entra-das y salidas», que establece un número reducido de principios sencillos diseña-dos con el objeto de garantizar que la ca-pacidad de la flota en toneladas no supere el nivel del 1 de enero de 2003 (o, en el caso de los Estados miembros que se unieron a la UE el 1 de mayo de 2004, por encima de su nivel en dicha fecha).

Este límite de la capacidad de la flota en términos nominales se complementa con la obligación de los Estados miembros de adaptar la capacidad de sus flotas a los

recursos a los que tengan acceso. Lo ideal sería que esta adaptación tuviera en cuenta el perfeccionamiento de la tecno-logía, el cual hace que el mismo tonelaje implique una mayor capacidad pesquera con el paso del tiempo.

En sus informes más recientes, la Comi-sión ha concluido que, si bien la capa-cidad pesquera global de la UE está experimentando un descenso, la reduc-ción está siendo demasiado lenta (un promedio anual de entre el 2 % y el 3 % durante los últimos 15 años) como para tener un impacto sustancial sobre la presión pesquera y aliviar así la situa-ción deficiente en que se encuentran muchas poblaciones de peces de la UE y, más concretamente, las poblaciones de demersales. Se calcula que el perfec-cionamiento tecnológico avanza a un ritmo aproximado que oscila entre el 2 % y el 4 % anual, neutralizando así los efectos de cualquier reducción nominal.

¿Respeto de los límites?

© L

ion

el F

lag

eu

l

Page 22: La política pesquera común 2008

20

y no declarar las capturas, con el único fin de sobrevivir.

Las subvenciones y las ayudas de otra índo-le han desempeñado a menudo una fun-ción perversa al mantener la capacidad pesquera por encima de los límites justifi-cables desde el punto de vista económico y ecológico. Con el pretexto de ayudar a las comunidades necesitadas de ayuda, unos programas mal diseñados pueden llevar a la creación de empresas que tal vez nunca puedan operar de un modo viable, o sim-plemente transferir la presión pesquera de una pesquería a otra, desplazando así el problema sin resolverlo.

Es preciso ajustar la flota europea a los recursos de nuestros mares. Dicha reestruc-turación ha constituido una prioridad de la PPC durante muchos años, y la reciente y drástica subida de los precios del combus-tible que desde 2002 ha alcanzado el 240 % en algunos Estados miembros simplemente ha puesto de manifiesto la urgente necesidad de actuar. No obstante, toda reestructuración emprendida dentro del marco de la PPC es ahora responsabilidad de los Estados miem-bros y de los empresarios afectados: son los Estados miembros quienes se encargan de la fijación de regímenes de desmantela-miento y son los empresarios los que tienen que solicitar los desmantelamientos dentro de este marco. Las instituciones de la UE no poseen ningún poder unilateral para redu-cir el tamaño de las flotas nacionales. Por tanto, para que exista un progreso real hacia una pesca más sostenible a largo plazo se requerirá un compromiso real por parte tanto de las autoridades nacionales como de las partes interesadas en pro de la creación de una flota europea más rentable económi-camente y más sostenible ecológicamente.

El Reglamento de base de 2002 introdujo una serie de importantes normas nuevas destinadas a mejorar el equilibrio entre capacidad de la flota y recursos y, más con-cretamente, a impedir cualquier expansión de la flota de la UE:

los Estados miembros aplicarán medidas para ajustar la capacidad pesquera de sus flotas con el fin de alcanzar un equilibrio entre esa capacidad y sus posibilidades de pesca;

no se pueden destinar fondos públicos a la creación de capacidad nueva ni a la «modernización» de las embarcaciones con el fin de que sean máquinas pesqueras más eficaces;

los fondos públicos tampoco se pueden destinar a la «exportación» del exceso de capacidad a terceros países;

no se puede introducir capacidad nueva en la flota por medio de fondos privados a menos que se retire como mínimo una capacidad equivalente, también por medio de fondos privados; y

la retirada de capacidad con fondos públicos (programas de desmantela-miento) no puede ser reemplazada (*).

Estas modificaciones se incorporaron inme-diatamente a los instrumentos financieros disponibles para apoyar la política pesque-ra de la UE. El Instrumento Financiero de Orientación de la Pesca (IFOP), que estuvo en funcionamiento hasta finales de 2006, fue enmendado en consecuencia. Y el Fon-do Europeo de Pesca (FEP), que entro en vigor a partir del 1 de enero de 2007, se ha diseñado de un modo ascendente con el fin de apoyar la transición hacia una flota que se adecue al nivel actual de recursos. En julio de 2008, el Consejo adoptó una serie de excepciones temporales al FEP para faci-litar a los Estados miembros que se sumen al proceso de reestructuración de la flota en respuesta a la «crisis del combustible» que se estaba extendiendo por toda la industria. Entre dichas excepciones figuraba la crea-ción de planes de adaptación de la flota, los cuales proporcionan apoyo adicional para fomentar unas reducciones de capacidad sustanciales en los segmentos de la flota que consuman más combustible. Estas excepciones durarán cuatro años y estarán sujetas a una vigilancia y una evaluación permanentes.

Es obvio que hay que reforzar los incentivos destinados a la reducción de la capacidad. En la actualidad, los incentivos principales que se proporcionan a escala de la UE son dos: una zanahoria y un palo. El palo es el incentivo negativo proporcionado por los regímenes de limitación del esfuerzo aso-ciados a los planes de gestión a largo plazo. La zanahoria son los fondos que se ponen a disposición para la eliminación de capaci-dad dentro del marco del FEP. Pero depen-de de los Estados miembros tanto la elección de sus prioridades con respecto a la finan-ciación del FEP como garantizar que las limitaciones del esfuerzo sean aplicadas y respetadas adecuadamente.

Cabría señalar que en ciertos Estados miem-bros se ha logrado una consolidación eficaz de la flota a través de la creación de derechos de propiedad relativos a las posibilidades de pesca, sin necesidad de invertir fondos públi-cos. Dichos derechos de propiedad, concebi-dos adecuadamente, pueden constituir un poderoso instrumento para ajustar los inte-reses de la industria a los de la conservación a largo plazo, si bien siguen siendo polémicos,

ya que puede parecer que pretenden pri-vatizar un recurso público. En la actualidad, las decisiones acerca de la utilización de dichos instrumentos siguen dependiendo de cada Estado miembro individualmente. La Comisión lanzó un debate público sobre los argumentos a favor y en contra de emu-lar dicho enfoque durante 2007 y es previsi-ble que perduren los debates en el contexto de las consultas precedentes a la próxima reforma de la PPC.

En cualquier caso, independientemente de cómo se logre, la reducción sustancial del tamaño de la flota de la UE exigirá la toma de decisiones firmes y dinámicas por parte de los Estados miembros de la UE. Una industria pesquera más sostenible no puede ser simplemente legislada en las condiciones existentes: se precisa un verdadero cambio cultural en el modo como pensamos en la pesca europea.

(*) El FEP contempla la ayuda para la renovación de los

motores, aunque con el requisito de que se reduzca el

tamaño del motor nuevo en comparación con el del

viejo, y las medidas de reestructuración de emergencia

de julio de 2008 para abordar la crisis del combustible

en el sector incluían una excepción que contempla el

«desmantelamiento parcial» como parte de los planes

de adaptación de la flota.

Page 23: La política pesquera común 2008

21

En los primeros días de la PPC, la principal preocupación de los gobiernos euro-

peos no era conservar las poblaciones de peces sino evitar conflictos. Y esto era apli-cable a las políticas pesqueras no solo en Europa, sino en todo el mundo. Como resul-tado de ello, el control y la ejecución queda-ban relegados a los últimos lugares en las agendas de los responsables de la gestión de la pesca. El objetivo de la política pes-quera era proteger la continuidad de las industrias nacionales en una época de cam-bios acelerados, no cargarlas con «restric-ciones» adicionales.

Esta percepción ha cambiado desde enton-ces. Como cada vez se constata más el des-equilibrio existente entre las poblaciones de peces y la capacidad pesquera y su impacto ha empezado ha reflejarse en el deterioro de la rentabilidad de la industria, y el incentivo de ignorar e incumplir las nor-mas ha ido en aumento. Para la inmensa mayoría de pescadores honestos, las accio-nes de la reducida minoría que incumplen las normas constituyen un modo de com-petencia desleal y un obstáculo adicional para la supervivencia de sus negocios, que cada vez son más frágiles.

Control de la pesca para el bien común

CA

TU

LO

9

La Comisión cuenta con 25 inspectores empleados a tiempo completo que, entre todos, realizan aproximadamente 130 ins-pecciones al año. Su función consiste en comprobar los sistemas de inspección na-cionales, en concreto sus defectos y sus lagunas. Su trabajo exige el mismo nivel de atención y precisión que el de los ins-pectores nacionales, sobre todo en los ca-sos en que se detectan fallos importantes. Los resultados que obtienen son cruciales a la hora de dotar a la Comisión de una base sólida de actuación contra los Esta-dos miembros, cuando procede, y deben ser capaces de soportar los procedimien-tos jurídicos más estrictos.

Por consiguiente, en 2007, cuando la Comisión sospechó que existían defi-ciencias importantes en las declaraciones de los desembarques de bacalao del mar Báltico, fueron los inspectores de la Comi-sión los que visitaron los puertos de la costa y comprobaron los resultados de la declaración nacional y los sistemas de ins-pección. Y fueron sus análisis y sus esti-maciones del peso real de los desembarques no inspeccionados los que conformaron la base de la decisión de la Comisión de clausurar la pesquería y de las consiguien-tes medidas de devolución de la cuota de sobrepesca por parte de un Estado miem-bro. Ese mismo año, también desempeña-ron una importante función con respecto a la demostración de que varios Estados miembros no habían tomado las medi-das adecuadas para respetar los límites de las capturas en la pesca de atún rojo en el Mediterráneo.

Los inspectores de la Comisión constitu-yen un órgano reducido en comparación con los sistemas nacionales de inspec-ción que controlan y por ello tienen que definir cuidadosamente sus misiones para garantizar que tengan el máximo impacto. Su grado de influencia sobre la mejora del control y la ejecución de la PPC está ligado a una elección acertada de sus objetivos. Así, en el período com-prendido entre 2003 y 2005, uno de sus objetivos fue el sistema de pesaje de los desembarques de especies pelágicas, el cual se rige por complejas normas sus-ceptibles de ser malinterpretadas, ya sea deliberadamente o no. Al finalizar este programa trianual, se había observado una destacada mejora de la información notificada, especialmente en el caso de Irlanda y el Reino Unido, donde las auto-ridades nacionales pudieron identificar las declaraciones falsas y sistemáticas que estaba sufriendo la industria desde hacía muchos años, y acabar con ellas.

Gracias en parte a la tenacidad y el enfo-que de los inspectores, la Comisión pudo persuadir a Noruega y a las Islas Feroe, con quienes se compartían estas pobla-ciones, para que adoptasen medidas de control similares a las de la UE para esta pesca. Esto constituye un paso significa-tivo hacia el aseguramiento de la igualdad de condiciones en estas pesquerías entre los pescadores de la UE y los procedentes de países de fuera de la UE.

Controlar a los que controlan

© L

ion

el F

lag

eu

l

Page 24: La política pesquera común 2008

22

de condiciones para todos los pescadores europeos. Procesa los datos relativos a la captura y el esfuerzo notificados por los Estados miembros y está facultada para cerrar pesquerías cuando se agoten las cuotas. Publica dos informes periódicos, uno en el que se resumen las conclusiones de las ins-pecciones de sus propios inspectores y otro en el que se comparan las sanciones impuestas por los distintos Estados miem-bros a las infracciones cometidas contra las normas de la PPC que son catalogadas de «infracciones graves».

Y, por supuesto, en los casos en que un Esta-do miembro haga peligrar gravemente la gestión sostenible de los recursos al no apli-car las normas acordadas a escala de la UE, la Comisión puede interponer un recurso ante el Tribunal de Justicia de las Comuni-dades Europeas (TJCE), lo cual constituye un paso muy serio y que conlleva unas demandas muy exigentes para los limitados recursos de la Comisión. No obstante, cuando se recurre a esta medida, las consecuencias pueden resultar muy disuasorias si se confir-ma la demanda y tienen por tanto poder real para introducir cambios de mejora.

En los últimos años se ha avanzado mucho en la mejora del marco de control de la PPC. La UE también ha desempeñado una fun-ción de liderazgo en la promoción de nuevas tecnologías que han ayudado a mejorar la eficacia y la rentabilidad del control y la vigi-lancia. Los sistemas de localización de

buques vía satélite (SLB) constituyen ahora una herramienta estándar de la inspección pesquera en todo el mundo, pero la pionera fue la UE, que se convirtió en la primera autoridad pesquera en aplicar la obligación de equipar todos los buques de grandes dimensiones de su flota con un dispositivo de rastreo SLB. En este caso, la Comisión desempeña una doble función, ayuda a crear el marco jurídico necesario y garantiza su coherencia entre los distintos Estados miembros y también canaliza los fondos con el fin de garantizar que todos los Estados miembros posean los medios para adquirir los equipos más avanzados y formar a su personal en su manejo.

Y el reciente Reglamento sobre los sistemas electrónicos de notificación de datos y las tecnologías de teledetección es, una vez más, reflejo de que la UE irá a la cabeza a escala mundial en la puesta en práctica de la notifi-cación de datos y la vigilancia a tiempo real.

Y lo que es más, la creación de la Agencia Comunitaria de Control de la Pesca en 2006 tiene por objeto cambiar radicalmente el modo en que colaboran los servicios nacio-nales de inspección de la UE, mediante la coordinación de la colaboración transfron-teriza con la ayuda de inspectores comuni-tarios procedentes de los Estados miembros (véase el recuadro de la pág. 23).

No obstante, tal y como se señala con cierto grado de detalle en informes recientes de la Comisión y del Tribunal de Cuentas Europeo, los resultados siguen siendo decepcionan-tes. Los sistemas nacionales de registro de capturas presentan numerosos defectos. Los datos básicos son incompletos y poco fidedignos. El marco jurídico es inadecuado y los Estados miembros no lo aplican correc-tamente. Como consecuencia, la Comisión es incapaz de detectar errores y anomalías y de adoptar oportunamente las decisiones necesarias.

Tal y como señaló la Comisión en su momen-to: «Los sistemas de inspección no garanti-zan una prevención o detección eficaces y faltan normas generales de control. Los Estados miembros no aprovechan de mane-ra óptima sus actividades de inspección, al dedicar demasiados recursos a los controles durante las capturas en alta mar y no los sufi-cientes a los controles en el desembarque y comercialización del pescado. Los controles realizados son a menudo ineficaces e insufi-cientes. Los procedimientos de seguimiento no garantizan la imposición de sanciones. Las sanciones, o no existen o no son disuasi-vas. [El resultado es] una “cultura de infrac-ción” en el sector y en las administraciones que pone en peligro a la PPC.»

La necesidad de un cumplimiento eficaz de las normas ya se ha aceptado a escala uni-versal. Y no son únicamente los Ministros de Pesca y los responsables de la gestión de la pesca los que solicitan mejoras en el control y la ejecución de la PPC. También los pesca-dores son conscientes de que su sustento a largo plazo depende de que el esfuerzo pesquero se mantenga dentro de unos lími-tes sostenibles. De hecho, lo que la industria quiere es asegurarse de que las normas relativas a la pesca sean aplicadas con el mismo rigor en toda la UE, y que a todos se les apliquen las mismas restricciones.

Y en eso consiste la función de la Comisión Europea. El aseguramiento de la ejecución diaria de las normas de la PPC y de que aquellos que las incumplan sean sanciona-dos corresponde a los Estados miembros. Los organismos de inspección nacionales son los encargados de vigilar qué artes de pesca se utilizan o cuántas toneladas de peces se capturan y posteriormente se des-embarcan. La Comisión cuenta con sus pro-pios inspectores, pero éstos no vigilan a los pescadores. Su función consiste en inspec-cionar los sistemas de control aplicados por los Estados miembros y en garantizar una ejecución eficaz y equitativa de las normas de la PPC en toda la UE.

Además de la vigilancia sobre el terreno de la eficacia de los sistemas nacionales de ins-pección, la Comisión también realiza otras acciones destinadas a garantizar una igualdad

La facultad que posee la Comisión para demandar a los Estados miembros es una de las armas más importantes que conforman su arsenal. Y el precio que han de pagar los que no se la toman en serio puede ser sustancial. El ejemplo más destacado es la resolución adoptada por el TJCE contra Francia en julio de 2005 por no haber puesto fin a la captura sistemática y el desembarque de merluza de talla inferior a la legal. El Tribunal impuso una sanción de 20 millones de euros a Francia, junto con una multa pe-riódica de 57 millones de euros cada seis meses hasta que se subsanaran las faltas.

Este caso puede resultar excepcional pues es, con mucho, la sanción más alta jamás impuesta por el TJCE en un caso relacionado con la pesca pero ilustra el poder disuasorio que pueden ejercer estos procedimientos. Los casos de este

tipo conllevan una pesada carga de tra-bajo y también una carga de la prueba muy elevada, de modo que no se pue-den incoar a la ligera. Pero constituyen un último recurso de vital importancia cuando fallan el diálogo razonado y los procedimientos administrativos. En 2007, la Comisión emprendió tres nuevos e importantes procedimientos de infracción relacionados con unos fallos de control que habían provocado deficiencias en las declaraciones de des-embarques y sobrepesca: contra Italia y Francia en relación con la pesca de atún rojo y contra Polonia en relación con la pesca de bacalao del Báltico.

La Comisión tiene la obligación de ac-tuar para velar por la ejecución adecuada de la PPC, especialmente si peligra la su-pervivencia de las pesquerías históricas europeas.

Toda la fuerza de la ley

Page 25: La política pesquera común 2008

23

Así pues, no es de extrañar que el CIEM haya declarado que se «desconocen» las condi-ciones biológicas del 57 % de las poblaciones comerciales de peces europeas, debido, en gran medida, a la poca fiabilidad de los datos básicos relativos a las capturas.

Por este motivo, a finales de 2008, la Comi-sión propuso una revisión exhaustiva del marco de control de la PPC. Si se adopta, el nuevo reglamento agregará valor añadido a una serie de esferas:

Simplificación del marco jurídico: el reglamento reunirá las normas de control de todas las reglas de la PPC. Establece los principios, mientras que la definición de los detalles se deja a un único reglamento de aplicación.

Ampliación del alcance del control: el reglamento englobará ámbitos que hasta ahora se habían desatendido (transporte, mercados, introducción de un sistema de trazabilidad integral, vigilancia) y aborda nuevas necesidades de control que han surgido (tales como los descartes, la pesca deportiva o las zonas marinas protegidas).

Fomento de la igualdad de condiciones: la introducción no solo de procedimientos de inspección armonizados, sino también de sistemas de penalización armonizados y disuasorios (incluida la introducción de un sistema de puntos de penalización), garantizará un trato justo de los pescadores dondequiera que operen, y fomentará la confianza en el sistema entre todos los actores.

Racionalización del enfoque: el uso sistemático de la gestión de riesgos y de tecnologías modernas, para garantizar el control cruzado rutinario de todos los datos recibidos, permitirá a los Estados miembros y a la Comisión centrar sus recursos de control en las zonas en las que el riesgo de infracción sea más elevado. También hará que el sistema sea más rentable.

Reducción de la carga administrativa: el nuevo sistema será más rápido, más preciso y menos caro y permitirá el procesamiento automático de los datos. La eficacia y la eficiencia de los sistemas de validación de los datos de las capturas mejorará enormemente. Con respecto a los pescadores, el uso

de tecnologías modernas se traducirá en una reducción de la carga administrativa y un ahorro de tiempo.

Aplicación más eficaz de las normas de la PPC: las nuevas herramientas puestas a disposición de la Comisión y de la Agencia garantizarán una reacción más rápida y más firme cuando se detecte alguna infracción, y ambos organismos podrán ejecutar sus misiones con mayor eficacia. La Comisión elaborará un enfoque de macrogestión y reorientará sus tareas hacia el control de los sistemas de control de los Estados miembros.

Estas medidas deberían posibilitar un control real y efectivo. Existen ejemplos de pesquerías en las que se han logrado importantes mejo-ras en el control y la ejecución en plazos muy reducidos. La Comisión desea ahora alcanzar una mejora similar no solo en pesquerías individuales sino a escala global europea.

Al mismo tiempo, la Comisión se compro-mete a abordar el problema desde la raíz: en la cultura de la sobrepesca y el comporta-miento irresponsable regida por incentivos sistémicos más amplios, y no solo por siste-mas de control deficientes. Si podemos crear una cultura de cumplimiento, en vez de una de coacción, obtendremos mejores resultados en la aplicación verdaderamente eficaz de las normas de la PPC. Si los pesca-dores ven los reglamentos de la UE como herramientas al servicio de sus propios inte-reses, en vez de restricciones que se han de evitar en la medida de lo posible, la tarea de las autoridades de ejecutar dichos regla-mentos se verá enormemente simplificada. La asociación de las partes interesadas, y sobre todo de los pescadores, con cada una de las etapas del proceso de formulación de las políticas, no solo garantizará la transpa-rencia de las decisiones tomadas a escala de la UE, sino que también ayudará a forjar un auténtico consenso con respecto a lo que es mejor para la industria pesquera, así como para los peces que habitan en el mar.

Dado que los mares son muy extensos y, comparadas con ellos, las embarcaciones que navegan por sus aguas para buscarse la vida son muy pequeñas, el único modo de garantizar el respeto permanente de la PPC en la práctica es asegurarse de que los pes-cadores perciban que cumple verdadera-mente su función: un garante de equidad entre las naciones, las flotas y los individuos, y una garantía de sustento sostenible para ellos, ahora y en el futuro.

En abril de 2005, el Consejo de Minis-tros acordó la creación de una Agencia Comunitaria de Control de la Pesca (ACCP) como parte fundamental de la iniciativa de mejora del cumplimiento de las normas de la política pesquera común (PPC). El principal objetivo de la Agencia es resolver los fallos de apli-cación ocasionados por la disparidad de medios y prioridades entre los sistemas de control de los Estados miembros.

A través de la ACCP, los Estados miem-bros pueden poner en común sus recursos de control y vigilancia, tanto los recursos humanos (inspectores) como los medios físicos (buques, aviones, infraestructura, etc.). Estos medios se movilizan a conti-nuación por medio de planes de desplie-gue conjunto destinados a pesquerías específicas que afectan a más de un Estado miembro. La ACCP actúa como asesora y coordinadora, colaborando con los Estados miembros correspon-dientes en la selección de las pesquerías que se van a abordar, elaborando un plan de operaciones y supervisando su ejecución. No obstante, toda la labor de inspección y control la realiza personal de los propios Estados miembros. La función

de la ACCP consiste en instar a la co-operación y la coordinación entre los órganos de inspección nacionales y no reemplazarlos por una agencia de control paneuropea. De este modo, contribuye al mandato de la UE en términos de control y ejecución, para garantizar la igualdad de condiciones entre los ciudadanos europeos y fomentar una cultura de cumplimiento. La creación de la Agen-cia no supone ningún cambio en las obligaciones de ejecución de las me-didas de la PPC por parte de los Estados miembros, ni en las de la Comisión Euro pea de garantizar el cumplimiento de dichas obligaciones por parte de los Estados miembros.

En julio de 2007, la ACCP presentó su primer plan de despliegue conjunto en el mar del Norte, destinado a la ejecución del plan de recuperación del bacalao. Para este ejercicio se reunieron recursos procedentes de siete Estados miembros de la UE: Alemania, Bélgica, Dinamar-ca, Francia, los Países Bajos, el Reino Unido y Suecia. Todos ellos se turnaron para dirigir cada una de las sietes cam-pañas de inspección, con el respaldo de la Agencia.

La puesta en común de nuestros recursos

Page 26: La política pesquera común 2008

24

La flota europea posee una larga experi-encia en cuestiones de pesca fuera de las

aguas europeas. En la actualidad, la flota de la Unión Europea (UE) obtiene aproximada-mente el 40 % de sus capturas (en términos de peso) dentro del marco de los acuerdos firmados con países asociados, y otro 20 % procede de sus capturas en alta mar. Se calcula que los acuerdos bilaterales propor-cionan por sí solos empleo directo a aproxi-madamente 40 000 trabajadores de la UE, y posibilidades de pesca a unas 3 000 em-barcaciones.

Los beneficios tampoco son unilaterales. Los acuerdos bilaterales se sustentan sobre el principio de reciprocidad, tanto si se tradu-cen en acceso a las aguas y las poblaciones de peces de la UE para los empresarios de un país asociado, como en apoyo tanto finan-ciero como técnico– a la pesca sostenible en las aguas territoriales de dicho país.

Las relaciones de la UE con sus vecinos del norte, especialmente Noruega, Islandia y las

Islas Feroe, están marcadas por unos acuer-dos basados en un intercambio de posibili-dades de pesca. Tenemos un amplio historial de coincidencias mutuas en materia de pes-ca con estas naciones. Desde la creación de la política pesquera común, la UE ha nego-ciado el intercambio anual de las cuotas en representación de los Estados miembros, entre quienes se reparten posteriormente sobre la base de la estabilidad relativa (véase el recuadro). Al igual que la propia PPC, estos acuerdos desempeñan una función vital con respecto a la preservación de la continuidad de la pesca tradicional para ambas partes, tras la declaración de ampliación de las zona económica exclusiva (ZEE) a 200 millas. Gra-cias a ellos, las flotas pueden seguir pescan-do en las aguas de las demás partes. De hecho, uno de los objetivos principales de estas negociaciones consiste en permitir el acceso mutuo a poblaciones de peces que se extienden a ambas orillas de las fronteras territoriales, y que se mueven entre las aguas de la UE y las de nuestros socios dependiendo de la época del año.

CA

TU

LO

10

Pescar en aguas más extensas: los frutos de la alianza

Las relaciones pesqueras de la UE con sus vecinos del norte constituyen una importante dimensión de la política pesquera común, especialmente las re-laciones con Noruega. El acuerdo entre la UE y Noruega se remonta a 1981 y actualmente proporciona un acceso compartido a aproximadamente 750 000 tone la das de pescado, que equivalen a más de 2 000 millones de euros.

Además de estos acuerdos bilaterales, también existen acuerdos multilaterales: los denominados acuerdos con los «Estados ribereños». Dichos acuerdos afectan a tres poblaciones de especies pelágicas: arenque atlántico-escandinavo (que desova en primavera) (1 266 000 toneladas), caballa (385 366 toneladas) y bacaladilla (1 250 000 toneladas).

Socios del norte

© L

ion

el F

lag

eu

l

Page 27: La política pesquera común 2008

25

La UE mantiene una relación especialmente estrecha con Noruega, una de las principa-les naciones pesqueras del mundo. Siete de las poblaciones (bacalao, eglefino, carbone-ro, merlán, solla, caballa y arenque) que pes-can tanto las flotas de la UE como las de Noruega están sujetas a la gestión conjunta dentro del marco de acuerdos a largo plazo. En el caso del eglefino y el carbonero, este enfoque ha sido destacadamente exitoso a la hora de garantizar un elevado rendimien-to sostenible. Para el beneficio mutuo de ambos socios, la Comisión sigue estudiando la posibilidad de ampliar los principios de gestión a largo plazo a tantas de estas pobla-ciones gestionadas conjuntamente como sea posible.

Estas asociaciones basadas en el intercam-bio de cuotas desempeñan una función vital a la hora de proporcionar posibilidades de pesca a numerosas flotas de la UE. No menos importantes son los acuerdos de asociación que celebramos con naciones que no tienen ningún interés en pescar en aguas de la UE, pero que pueden beneficiarse de nuestro apoyo financiero y técnico en su intento por desarrollar su propio sector pesquero nacio-nal sobre una base sostenible. Muchos de estos acuerdos de asociación en el sector pesquero (AAP), aunque no todos, se cele-bran con países en vías de desarrollo.

Un AAP consta de dos componentes princi-pales: un acceso cuidadosamente regulado de la flota de la UE a los recursos que la industria nacional del país asociado no pue-de explotar plenamente, y una aportación financiera de la UE de la cual una gran parte (en ocasiones el 100 %) se destina a apoyar la política pesquera nacional del país asocia-do, a luchar contra las operaciones de pesca pirata, y a reforzar las prácticas pesqueras sostenibles dentro de su ZEE. Tanto si ello se traduce en ayudar a instalar nuevos sistemas de control y vigilancia, o en brindar asesora-miento en cuestiones de investigación cien-tífica o apoyar a la modernización de la flota local, los AAP pueden aportar una contribu-ción significativa no solo al sector pesquero del país, sino, en términos más genéricos, a sus objetivos globales de desarrollo.

Al mismo tiempo, también existen obliga-ciones que estipulan que las embarcaciones de la UE han de contratar a pescadores loca-les, o desembarcar una cierta parte de su captura para su transformación en el país asociado. Las cláusulas de exclusividad –que prohíben a los empresarios de la UE firmar acuerdos privados con las autorida-des de los terceros países con los que la UE posea un AAP– garantizan el cumplimiento de este enfoque responsable por parte de todas las embarcaciones europeas que fae-nen en aguas de nuestros socios. Y la UE es la única potencia pesquera del mundo que aborda sus relaciones con terceros países con total transparencia, poniendo todos los detalles de las mismas a disposición pública.

En el pasado, los acuerdos de la UE con países del mundo en desarrollo fueron cri-ticados desde distintos ámbitos. Algunas

organizaciones no gubernamentales (ONG) los describen como «exportaciones» de la sobrepesca, mientras que determinados políticos acusan a la UE de «pagar en exce-so» por posibilidades de las que la flota europea no se beneficia plenamente. La generación actual de AAP pretende acallar dichas críticas, así como garantizar tanto la rentabilidad para los contribuyentes de la UE como una aportación positiva a los obje-tivos de desarrollo de nuestros socios. Aun-que se ha avanzado mucho, todavía queda mucho camino por andar.

Algunas de las expectativas asociadas a los AAP carecen de sentido: se han creado para prestar apoyo y asistencia, pero no son una herramienta que nos permita imponer a nuestros socios lo que, a nuestro juicio, son unas políticas o unos sistemas de gobernanza «adecuados». Su soberanía es siempre primordial. No obstante, sí es cierto que la UE se reserva el derecho a retirarse de un acuerdo cuando no se observen nuestros criterios, algo que se traduce no solo en unos términos financieros equitati-vos, sino también en unas garantías apro-piadas de que la pesca sea sostenible, de que no se ponga en riesgo la biodiversidad y de que los fondos se utilicen de forma que contribuyan al desarrollo de la economía local, reforzando así la seguridad alimentaria nacional.

Ahora bien, los AAP no son perfectos, y la UE insta al debate franco y abierto sobre sus

Durante los últimos años, han aparecido periódicamente artículos en la prensa europea e internacional que acusan a la flota de la UE de practicar la sobrepesca en ciertas aguas costeras del África Occi-dental en tal medida que la industria pes-quera local está ahora abocada al colapso, provocando así el aumento del número de personas que se convierten en inmi-grantes ilegales y emprenden arriesgadas travesías marítimas con objeto de entrar en Europa a través de las Islas Canarias.

Estos artículos resultan a menudo con-movedores, pero no hacen nada por ayu-dar a subsanar la difícil situación de las personas que se ven obligadas a adoptar medidas tan desesperadas, pues están basados en una serie de falsas creencias:

en el África Occidental existe sobrepesca en algunas zonas y con respecto a algunas especies, pero esto no es debido a las flotas de la UE, que representan menos del 20 % de la presión pesquera ejercida sobre la zona. Las embarcaciones de la UE que pescan dentro del marco de los AAP tienen prohibido, generalmente, pescar dentro de la zona de 12 millas que está reservada a las flotas artesanales locales;

en muchos países del África Occiden-tal, la sobrepesca es una respuesta a la inmigración económica, pero no su causa, pues los gobiernos han optado por impulsar el sector costero local, a menudo de una forma incontrolada, con el fin de absorber la circulación de mano de obra de gran escala desde las zonas rurales hasta la franja costera urbana. La presión pesquera ejercida por estas denominadas flotas «artesanales» puede ser muy superior a la ejercida por la flota de la UE en la región;

la inmensa mayoría de las personas que emprenden el viaje, ilegal y a menudo trágico, por mar hacia las Islas Canarias no son pescadores ni ciudadanos locales procedentes de otros sectores, sino personas que ya han viajado cientos, si no miles, de millas para alcanzar la costa antes de embarcarse en dicho viaje.

Erradicar la pobreza y garantizar la segu-ridad alimentaria en el África Occidental constituyen retos de gran importancia, tanto para los gobiernos de la región como para los donantes internacionales tales como la UE, pero los AAP de la UE no forman parte del problema. De hecho, pueden ser parte de su solución.

¿Se está minando la seguridad alimentaria?

posibles mejoras, particularmente dentro del contexto de la próxima reforma de la PPC. En ocasiones, solo se puede acceder a datos incompletos relativos a la pesca una vez concluido el estudio inicial de evalua-ción, ciertas disposiciones y condiciones siguen siendo «aspiraciones» cuando se comparan con el nivel actual de infraes-tructuras y recursos disponibles sobre el terreno, y se observan incoherencias en la práctica y sinergias en la teoría. Todos estos problemas merecen atención, y es necesario hallar soluciones.

La UE sigue comprometida en la creación de una auténtica igualdad de condiciones entre todas las naciones pesqueras, y a prestar ayuda a las naciones en desarrollo en la for-mulación de unas políticas pesqueras robus-tas y sostenibles que consigan un equilibrio adecuado entre la seguridad alimentaria local y el comercio y sus beneficios. Sin AAP, los buques pesqueros europeos no dejarían el África Occidental; simplemente se dejaría que se las arreglasen solos, y a la UE no le resultaría fácil controlar qué hacen allí, ni garantizar que nuestra presencia contribuya a las prioridades locales en materia de desa-rrollo. Así pues, el reto, dentro de un contex-to global que evoluciona a su vez con gran celeridad, consiste en garantizar la mejora y la adaptación permanentes de nuestro enfoque de asociación, de modo que la PPC siga brindando aportaciones reales al desarrollo de la pesca sostenible, no solo en Europa, sino en todo el mundo.

Page 28: La política pesquera común 2008

26

La ampliación generalizada de la jurisdicción nacional sobre los caladeros en los años

ochenta tuvo una gran repercusión en las ten-dencias pesqueras en todo el mundo. Pero, si bien suponía un gran cambio desde el punto de vista de la pesca, lo cierto es que solamente concernía a una pequeña parte de la super-ficie de los océanos mundiales. La inmensa mayoría, entretanto, seguían siendo aguas internacionales o lo que se conoce común-mente como «alta mar».

Como mínimo desde del siglo XVII, las aguas internacionales se habían regido por el con-cepto de la «libertad de los mares», el cual con-sistía en que, básicamente, se consideraban libres para todas las naciones y no se conside-raban propiedad de ninguna. No obstante, en los últimos treinta años, el derecho del mar ha experimentado una evolución acelerada y de gran alcance, motivada por el proceso asocia-do a la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CNUDM), que fue formalmente adoptada en 1982 y entró en vigor en 1994.

La CNUDM consagraba el derecho de las naciones a ampliar sus zonas económicas exclusivas (ZEE) hasta 200 millas náuticas des-de sus líneas de base, y supeditaba la libertad de pesca en alta mar a la voluntad de cada Estado de cooperar con otros Estados intere-sados para garantizar la conservación y la bue-na gestión de las poblaciones de peces afectadas. De hecho, la CNUDM confió la res-ponsabilidad de trasladar este objetivo a la práctica a las Organizaciones Regionales de Gestión de la Pesca (ORGP). A esto siguió en 1995 la adopción del Acuerdo de las Nacio-nes Unidas sobre las Poblaciones de Peces (UNFSA), por el cual se establecía el principio de precaución como base para la gestión de

la pesca en alta mar, así como una serie de disposiciones relativas al control mutuo por parte de las naciones pesqueras.

Las ORGP no se crearon a raíz de la CNUDM sino que, en realidad, la mayor parte de ellas se habían establecido ya inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, por medio de negociaciones directas entre los Estados interesados. Como resultado de ello, sus misiones y procedimientos se definieron mucho antes de la celebración de la CNUDM y del UNFSA. Si bien es cierto que han ido

evolucionando para adecuarse a las nuevas exigencias que se les han impuesto y al nuevo contexto jurídico en el que operan, no hay dos ORGP iguales, ni siquiera en la actualidad. No obstante, han empezado a emerger una cultura y unas normas comunes de gober-nanza y regulación, y la Unión Europea (UE) ha sido un actor destacado en este proceso. El amplio abanico geográfico de la flota europea de larga distancia implica que la UE constituye una de las pocas partes que pertenece a prácticamente todas las ORGP más importantes del mundo.

CA

TU

LO

11

Pescar en aguas más extensas: líderes en la escena internacional

La UE considera que las ORGP pueden constituir una poderosa herramienta para la protección medioambiental y también para la gestión de la pesca sostenible y buen ejemplo de ello son las medidas adoptadas unánimemente por la Comi-sión General de Pesca del Mediterráneo (CGPM) en enero de 2005 destinadas a la protección de tres hábitats de aguas pro-fundas muy sensibles no sometidas a nin-guna jurisdicción nacional.

Gracias a dichas medidas, las zonas afec-tadas están ahora cerradas a aquellos ti-pos de actividad pesquera susceptibles de representar una amenaza para los hábi-tats que albergan. Las zonas en cuestión son las siguientes: los arrecifes de coral de aguas profundas frente al Capo Santa Maria di Leuca, en Italia (Mar Jónico), que albergan un colonia única del coral blanco denominado Lophelia, las filtra-

ciones frías de hidrocarburos en la zona norte del delta del Nilo, que constituyen un ecosistema quimiosintético único, y el monte submarino de Eratóstenes situado al sur de Chipre, que alberga una serie de especies raras de coral.

Esta propuesta fue presentada por la Unión Europea sobre la base de una pro-puesta inicial del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) aprobada por el comité consultivo científico de la CGPM. Esto demuestra cómo pueden colaborar la comunidad internacional, incluidas las partes interesadas y la sociedad civil, a través de las ORGP para proteger los entornos sensibles contra los daños origi-nados por la pesca. La UE seguirá traba-jando activamente en el fortalecimiento de las ORGP existentes e instando a la creación de ORGP en zonas de alta mar donde todavía no exista ninguna.

Protección de hábitats sensibles

© V

GA

Page 29: La política pesquera común 2008

27

Las ORGP son muy criticadas. Para algunos constituyen órganos autoritarios que infringen la libertad de los Estados no ribereños de ejer-cer la libertad tradicional de los mares; para otros representan unas organizaciones débiles e ineficaces cuyo proceso de toma de decisio-nes por consenso las hace vulnerables a manio-bras de bloqueo y manipulación política que impiden que adopten las medidas necesarias para gestionar la pesca de la que son responsa-bles.

Si bien la Comisión reconoce que las ORGP pueden presentar imperfecciones en su estado actual, también considera que se pueden y se deben mejorar. Además, son los únicos órga-nos con autoridad legal para regular y controlar la pesca en alta mar en pro del bien común. El planteamiento de la UE consiste por ende en trabajar con ellas y a través de ellas con el fin de facultarlas para que se conviertan en herramientas eficaces para la gestión sosteni-ble de la pesca, sobre la base del criterio de pre-caución. En los últimos años se ha avanzado mucho en esta dirección, y han sido varias las ORGP en las que la UE es un actor clave que ha adoptado disposiciones punteras tanto para la conservación como para el control.

La pesca ilegal, no declarada y no reglamenta-da (INDNR) representa uno de los mayores retos a los que ha de hacer frente la pesca en alta mar. Debido al carácter voluntario de las ORGP, aun-que sus normas son vinculantes, solamente lo son para las partes que son miembros de las mismas. El control de las operaciones de pesca en aguas libres a varios miles de millas de la ori-lla resulta muy complejo y excesivamente caro. La situación se complica todavía más debido al hecho de que el único que posee autoridad para emprender acciones contra los buques que infrinjan las normas de pesca es el Estado de pabellón, y algunos Estados han creado un negocio lucrativo basado en el ofrecimiento de refugios seguros con respecto al derecho inter-nacional a los empresarios ilegales.

Las 17 ORGP que existen en la actualidad, o que están en proceso de creación, gestionan conjuntamente algunos de los caladeros de aguas profundas más ricos del mundo. Pero no todas las aguas internacionales poseen normas y reglamentos relativos a la pesca susceptibles de ser infringidos, y no todas las poblaciones de peces se regulan, ni siquiera en las zonas que sí poseen ORGP: algunas ORGP se especializan en determinadas espe-cies (atunes, salmón) y otras carecen de los recursos científicos y administrativos para for-mular reglamentos aplicables a otras pobla-ciones que no sean las más valiosas desde el punto de vista económico.

La pesca INDNR constituye un negocio de enor-mes dimensiones. Estimaciones recientes sugie-ren que la industria de la pesca INDNR reporta un volumen de negocios global de 10 000 millones de euros al año, lo que la convierte en una de las productoras pesqueras más grandes del mundo. Y la pesca INDNR representa un gran problema para la UE, dado que es el mayor mercado mundial de pescado. Las estimacio-nes más moderadas de las importaciones de

pesca INDNR en la UE oscilan en torno a los 1 100 millones de euros, dinero que pierden los pescadores honrados que cumplen las reglas. Pero la pesca INDNR no es tan solo un proble-ma económico, también constituye un desas-tre ecológico. Los buques de pesca INDNR que faenan al margen de toda norma, y, a menudo, sin ninguna ética, se centran deliberadamente en poblaciones sobreexplotadas (que son con frecuencia las más valiosas) y suelen hacer uso de métodos de pesca destructivos sin miedo a las represalias. Los beneficios pueden alcan-zar un tamaño tal que las operaciones de pesca INDNR de mayor alcance conforman organiza-ciones criminales de una escala y una crueldad equiparables al comercio de narcóticos.

En los últimos años se han observado iniciativas procedentes de varias ORGP para comprender y abordar el problema de la pesca INDNR y la UE ha desempeñado una función de liderazgo en dicha labor. En 2007 adoptamos un enfoque nuevo e integral destinado a erradicar las ope-raciones de pesca INDNR. El objetivo de este paquete de medidas consiste en cerrar el mer-cado de la UE a los pescadores piratas por medio de la aplicación de sistemas que no solo se centren en las inspecciones en el mar y en los puertos pesqueros, sino que proporcionen un control real a lo largo de toda la cadena de suministro, de la red al plato. Si cerramos el paso a nuestros mercados a los piratas, les daremos donde más les duele: en el bolsillo.

La pesca INDNR constituye una amenaza no solo para las poblaciones de peces, sino tam-bién, desde una perspectiva más amplia, para la biodiversidad. Gran parte de la alta mar cons-ta de aguas profundas que hasta hace muy poco estaban prácticamente sin explorar. No obstante, los científicos ya han comenzado a proyectar una imagen más precisa de cómo puede ser la vida bajo la superficie del mar, a varios miles de metros de profundidad. Aun-que todavía queda mucho por hacer, ya se ha extraído una conclusión: en el fondo del mar hay mucha más vida, y mucha más variedad de vida, de lo que se creía.

Como consecuencia de este hallazgo ha aumentado la preocupación sobre el impacto de las prácticas pesqueras destructivas sobre los hábitats marinos vulnerables de alta mar. A partir de unas recientes investigaciones tam-bién se desprende que la biodiversidad de las aguas profundas no está distribuida uniforme-mente, sino que, por el contrario, se concentra en «focos de biodiversidad» en los que las con-diciones locales son especialmente favorables a la multiplicación de diversas formas de vida. Características tales como los corales de agua fría, los montes marinos y las surgencias hidro-termales profundas actúan como concentra-dores de nutrientes y proporcionan la base de unos ecosistemas complejos, muy localizados.

Sabemos que dichos focos existen, pero no sabemos dónde están y, a menudo, lo averigua-mos cuando ya es demasiado tarde, cuando ya ha sido destruida una gran parte de la vida que albergan. Este hecho constituye una auténtica tragedia, habida cuenta, especialmente, del rit-mo pausado de crecimiento y reproducción

asociado a muchas de las poblaciones clave que habitan a tales profundidades. La forma-ción de un arrecife de coral de agua fría puede llevar varias décadas, si no siglos, y destruirlo solo cuesta unas cuantas horas.

En diciembre de 2006, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó una resolución en la que hacía un llamamiento a todos los Estados para que adoptaran medidas, tanto individual-mente como colectivamente y a través de las Organizaciones Regionales de Gestión de la Pesca de las que fueran miembros, destinadas a fomentar un auténtico criterio de precaución con respecto a las prácticas pesqueras des-tructivas en alta mar. La clave de dicho criterio radica en exigir una evaluación de impacto ambiental previa a la autorización de toda acti-vidad pesquera en aguas profundas, así como la obligación de que los buques que detecten un ecosistema marino vulnerable donde no se hubiese notificado ninguno antes se alejen inmediatamente e informen de su ubicación a las autoridades pertinentes. En las zonas don-de no existan ORGP o donde no esté prevista su creación para un futuro próximo, las Naciones Unidas también exhortaron a los Estados de pabellón a que adoptasen las medidas apro-piadas para la aplicación de los procedimien-tos pertinentes para que sus propios buques comprueben el cumplimiento del criterio de precaución. La UE desempeñó una función destacada en la aplicación de esta Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas y en 2008 el Consejo de Ministros de Pesca adoptó una serie de medidas coherentes con las directrices de las Naciones Unidas para regir las actividades de los buques de la UE que pes-quen en aguas internacionales que no estén sujetas a ninguna ORGP o a ningún acuerdo multilateral provisional.

A escala de las ORGP, la UE está ahora desem-peñando una función de liderazgo en la for-mulación de medidas y sistemas destinados a abordar este problema. Recientemente ha impulsado una serie de medidas en la Organi-zación de la Pesca del Atlántico Noroccidental (NAFO) y en la Organización de la Pesca del Atlántico Suroriental (SEAFO) destinadas al cierre de la pesca en los ecosistemas marinos vulnerables de aguas profundas, particular-mente en los asociados a montes marinos. También ha propuesto recientemente medidas ulteriores en la NAFO destinadas a prevenir los daños derivados de la implantación de nue-vas pesquerías en zonas que aún no se han explotado.

Nuestras recientes actuaciones destinadas a cerrar nuestras puertas a los productos de la pesca INDNR y a garantizar la interrupción de las prácticas pesqueras destructivas antes de que causen daños irreparables demues-tran el compromiso de la UE por ser un líder de sostenibilidad en la pesca internacional. Porque la política pesquera común no hace referencia únicamente a la protección de las poblaciones de peces de las aguas de la UE. Su objetivo es garantizar que los pescadores europeos figuren entre los más responsables del mundo, dondequiera que pesquen y cual-quiera que sea el pabellón que enarbolen.

Page 30: La política pesquera común 2008

28

CA

TU

LO

12

incrementó en un tercio, debido, en gran parte, a un crecimiento espectacular experi-mentado en Asia y América del Sur.

La demanda de pescado seguirá creciendo durante las próximas décadas conforme siga creciendo la población mundial y suba el nivel de vida global. Dado que ya se han explotado plenamente la mayor parte de pesquerías de captura salvaje, gran parte de dicha demanda tendrá que satisfacerse por medio de la acuicultura. Al mismo tiem-po, hemos de asegurarnos de que nuestro sector de la acuicultura sea realmente sostenible.

El sector de la acuicultura de la UE desem-peña un papel destacado, alcanzando actual-mente un volumen de negocios en torno a los 2 900 millones de euros y generando alrededor de 65 000 puestos de trabajo. Sin embargo, no ha sido capaz de participar del boom del milenio experimentado en la industria, pues la producción de la UE se ha mantenido más o menos constante desde el cambio de siglo (en torno a 1,3 millones de toneladas anuales en 2005).

Europa goza de una serie de ventajas en materia de acuicultura. Somos líderes en tecnología e investigación, poseemos una base empresarial robusta y muy bien for-mada, y nuestro clima es apropiado para muchas de las especies que más deman-dan actualmente los consumidores. Tal vez nuestro activo más valioso sean las estric-tas normas de calidad que hemos fijado, destinadas a garantizar que los productos de la acuicultura sean aptos para el consu-mo humano, favorables para el entorno en el que se crían y respetuosos con la salud de los propios animales.

No obstante, estas ventajas también supo-nen una serie de retos. Unas normas estrictas se traducen, inevitablemente, en unos costes elevados y hacen que a nues-tros criadores de peces les resulte más difícil competir en mercados domésticos y extran-jeros. La creciente demanda en los entornos costeros y del interior provoca un aumento de la competencia de espacios que enfren-ta a la acuicultura con otras actividades, entre ellas, las relativas a la construcción de viviendas residenciales y al turismo. Por otro

La cría de peces es una práctica antigua. Los primeros ejemplos que se conocen

se remontan a China, al año 2500 a.C. En Europa, el cultivo de peces en estanques se convirtió en una fuente común de abaste-cimiento de alimentos durante la Edad Media, cuando la captura de peces en estado natural era poco frecuente y económica-mente costosa en las zonas de interior, tendencia que se mantuvo hasta el siglo XIX.

En la actualidad, gracias a los avances reali-zados en las tecnologías de crianza y trans-formación, la acuicultura desempeña una función destacada en el abastecimiento mundial de pescado. Según las estimaciones de la FAO, el 47 % del pescado destinado al consumo humano procede actualmente de la acuicultura. Las capturas de pescado en estado natural se estabilizaron en los años ochenta, si bien las cifras de consumo de pescado se duplicaron entre 1973 y 2003. Los peces de agua dulce, los moluscos y los crustáceos, que se prestan al cultivo, han constituido la fuente principal de este incre-mento de la oferta. Entre los años 2000 y 2005 la producción acuícola mundial se

La acuicultura en la UE

Page 31: La política pesquera común 2008

29

lado, los problemas ocasionales relaciona-dos con la imagen, incluso si son a menudo infundados, siguen impidiendo que la industria coseche todos los beneficios de las rigurosas normas que ha establecido tanto para la salud pública como para la salud animal.

Mientras que la mayor parte de las fuerzas motrices del desarrollo de la acuicultura tie-nen carácter nacional o local, a la UE todavía le queda una importante labor por desem-peñar en relación con la formulación de un marco destinado al desarrollo sostenible de la industria que garantice la igualdad de condiciones para los empresarios y propor-cione una base sólida de confianza para los consumidores.

La actividad ha sido intensa desde que la Comisión adoptara su estrategia para el desarrollo sostenible de la acuicultura euro-pea en 2002, y ya se han puesto en marcha la mayor parte de las acciones que se fijaron entonces. La acuicultura sostenible consti-tuye uno de los ejes prioritarios del Fondo Europeo de Pesca. El Séptimo Programa

Debido a la creciente competencia expe-rimentada por el sector europeo de la acuicultura procedente de los países que no pertenecen a la UE, especialmente de Asia y América del Sur, la función de la investigación y el desarrollo está adqui-riendo un carácter cada vez más crucial con respecto a la agregación de valor. Para lograr su plena capacidad de pro-ducción, la cría de peces de agua dulce depende de un riguroso control de la ca-lidad del agua.

El proyecto Fishtankrecirc congrega a ocho asociados de Austria y Bélgica con el objeto de desarrollar un sistema de tratamiento de agua basado en la técnica de «electrocoagulación» para mejorar el rendimiento de la recirculación del agua. La electrocoagulación constituye un mé-todo rentable de purificación del agua capaz de eliminar partículas orgánicas, fosfatos, nitratos, amoniaco y sustancias orgánicas solubles para permitir una re-circulación más intensiva, a la vez que se maximizan las tasas de crecimiento de los peces. El resultado será un sistema de tratamiento diseñado para abordar los retos específicos a los que se enfrenta la acuicultura europea, entre ellos, la esca-sez de recursos hídricos, la degradación medioambiental y la demanda de garan-tías sanitarias y de calidad por parte de los consumidores. Además de los bene-ficios que ofrece en relación con el coste y el espacio, la principal ventaja que presenta si se compara con los métodos

de filtrado convencionales radica en que puede funcionar sin interrupciones para fines de mantenimiento y es ade-más menos proclive a originar fallos de sistema.

A través del Sexto Programa Marco, la UE aportó más de 650 000 euros a este proyecto de investigación de dos años de duración que engloba aspectos no solo de innovación técnica sino también de investigación básica acerca del entor-no de la acuicultura y los procesos electroquímicos que participan en la electrocoagulación. Esto hizo posible la construcción de un sistema piloto de gran escala, que se instaló y se probó en dos contextos muy diferentes, en Noruega y Grecia. El trabajo sigue ahora en la siguiente fase de desarrollo, que se espera que concluya con un sistema listo para ser lanzado al mercado.

La investigación de este tipo, que no guarda la suficiente relación con el mer-cado como para obtener financiación comercial, pero que si obtiene unos re-sultados favorables puede tener autén-ticas consecuencias con respecto a la competitividad del sector, ilustra la im-portancia que puede tener la financia-ción a través del Programa Marco de la UE en relación con el fomento del futuro del sector de la acuicultura.(Para obtener más información sobre el 6º PMIDT, consúltese la ficha infor-mativa sobre investigación pesquera).

Mejora de la calidad del agua de la acuicultura de la UE

Marco de Investigación de la UE seguirá asignando un apoyo sustancial a la investi-gación en este ámbito, como continuación a los 80 millones de euros que se destinaron al apoyo de la investigación de la acuicultu-ra en el programa marco anterior. Entre las iniciativas prioritarias que se están explo-rando dentro del marco de la nueva política marítima europea, figuran los métodos de ordenación territorial, tales como la gestión integrada de las zonas costeras. Además, actualmente se han adoptado o se están ultimando una serie de propuestas específi-cas de legislación relativas al etiquetado orgánico de los productos de la acuicultura, por citar un ejemplo, o las condiciones rela-tivas a la introducción de especies foráneas en la UE.

No obstante, ninguna de estas iniciativas ha sido capaz de impedir el estancamiento

que está sufriendo el sector. De hecho, varios de los retos identificados en 2002 son todavía aplicables en la actualidad, mien-tras que la situación de mercado sigue evo-lucionando con gran celeridad. Por este motivo, en el momento de la publicación de la presente guía, la Comisión estaba traba-jando en la elaboración de una nueva estra-tegia para la acuicultura europea sustentada en una consulta de un año de duración con las partes interesadas. Mientras que muchas de las fuerzas motrices del crecimiento de la acuicultura poseen, necesariamente, un carácter regional o nacional, la Comisión sigue estando convencida de que una for-mulación de políticas más conjunta a escala de la UE puede ayudar a aprovechar mejor el potencial del sector, a la vez que se man-tienen las normas más estrictas de soste-nibilidad medioambiental, salud pública y bienestar animal.

© L

ion

el F

lag

eu

l

Page 32: La política pesquera común 2008

© L

ion

el F

lag

eu

l

30

La industria pesquera europea tiene unas grandes posibilidades ante sí, pero tam-

bién está haciendo frente a importantes retos en su intento de redefinición para el futuro; retos que todavía se han subrayado más tras el dramático aumento de los pre-cios del combustible experimentado en los últimos años.

Ajustar la capacidad y el esfuerzo pesquero al rendimiento potencial real de las pobla-ciones de peces; reorientar las actividades de la flota hacia métodos pesqueros más sostenibles y que consuman menos com-bustible; crear el potencial necesario para que la industria de la comercialización y la transformación añadan valor a lo largo de toda la cadena; desarrollar actividades de acuicultura sostenible que ayuden a satisfa-cer el aumento de la demanda; preservar el tejido social y reanimar las economías de las comunidades costeras que dependen de la pesca: el éxito en todos estos ámbitos pasa-rá por importantes cambios en la organiza-ción de la industria. Habrá, inevitablemente, un período de adaptación y, en algunos casos, es posible que el precio por un futuro sostenible y rentable deba pagarse en forma de dificultades temporales. De hecho, algunos ámbitos de la industria, ciertas pesquerías, ya están padeciendo una presión que las ha conducido práctica-mente al borde de la ruptura.

CA

TU

LO

13

Apoyo a una industria en transición

En la zona oriental de Córcega, la lagu-na de Biguglia es desde hace mucho tiempo objeto de atención de los pesca-dores. Este estrecho de agua salada de 11 km de longitud, separado del mar únicamente por un angosto cordón li-toral, presenta unas condiciones excep-cionales para el desove, lo que a su vez ha conformado la base de una industria local floreciente. No obstante, en los úl-timos años se ha observado un declive de muchas de las poblaciones de peces emblemáticas de esta pesquería, como es el caso de la cigala, la especie más importante para la industria pesquera local.

Para intentar remediar esta situación, la industria local, representada por el Comité Regional de Pesca Marítima y Cultivos Marinos (CRPMEM), pre-sentó un proyecto destinado a la mejora del hábitat del que depende la pesca por medio de la creación de una serie de arrecifes costeros artificiales. Dichos arrecifes ya están listos, tras un largo período de investigación y preparación, y pronto serán sumergidos en el mar

situado frente a la laguna. Con ello se pretende proporcionar un entorno de apoyo dentro del cual puedan crecer los alevines (peces muy jóvenes de cuyos vientres todavía cuelga el saco vitelino) hasta alcanzar la madurez.

Para garantizar el éxito en la medida de lo posible, se cerrará una zona de una milla náutica alrededor de cada arrecife no solo a los pescadores sino a cualquier tipo de navegación. El CRPMEM espera que los arrecifes sirvan para restaurar muchas de las poblaciones de peces cla-ve del ecosistema de Biguglia, y también para fomentar un cambio de actitud entre los pescadores locales . Según un portavoz: «Estos primeros arrecifes ani-marán a la industria a participar a través de una auténtica gestión de la costa de la que dependen.»

El coste total de esta primera fase del proyecto asciende a 300 000 euros, de los cuales una mitad ha sido financiada por el IFOP y la otra mitad por la Agen-cia de Medio Ambiente de Córcega y el Consejo Regional de la Alta Córcega.

Lograr la participación de los pescadores en la gestión de sus propias costas

Page 33: La política pesquera común 2008

31

La solidaridad entre los pueblos y las comu-nidades constituye uno de los pilares del proyecto europeo desde que se firmara el Tratado de Roma en 1957. Para abordar retos como aquellos a los que se enfrenta la industria pesquera europea, la UE ha elabo-rado una serie de programas denominados «Fondos Estructurales». En este contexto, el término «estructuras» hace referencia al equipamiento básico o la «planta» nece-sarios para producir, transformar y comer-cializar los productos. Los cuatro fondos existentes se utilizan para prestar apoyo a la aplicación de políticas europeas específicas, particularmente a través de la ayuda en for-ma de inversiones de capital destinadas a capacitar a los empresarios a hacer frente a nuevos retos. Al hacerlo, se pretende esti-mular el desarrollo de las regiones que se están quedando atrás, y apoyar la moderni-zación de sectores de la economía que necesitan un cambio radical.

Existe un fondo estructural específico dedi-cado a la pesca desde 1995. El Instrumento Financiero de Orientación de la Pesca (IFOP) estuvo en funcionamiento hasta finales de 2006, y, si bien supuso un éxito innegable en algunos ámbitos, en otros, los resultados fueron más ambivalentes. La tasa de utiliza-ción correspondiente a ciertas prioridades en materia de financiación, tales como la acuicultura o la diversificación económica de las comunidades costeras, fue reducida, mientras que otras parecían contradecirse, por ejemplo el apoyo destinado a la reduc-ción del esfuerzo y la capacidad pesquera por un lado, y la ayuda destinada a la moder-nización y la renovación de los segmentos más antiguos de la flota europea por otro. Si bien se invirtieron varios miles de millones de euros en la mejora de la competitividad y la sostenibilidad de la industria, dicha inversión resultó menos eficaz de lo que se esperaba debido a unos procedimientos complejos y a unas prioridades políticas encontradas.

Por todo ello se decidió introducir un instru-mento de financiación completamente renovado, en vez de volver a ampliar el IFOP sin más. El resultado es el Fondo Europeo de Pesca (FEP), que entró en vigor el 1 de enero de 2007. El diseño del FEP hace que sea más sencillo de gestionar y ejecutar que el IFOP. Se ha estructurado con vistas a satisfacer las necesidades de la UE ampliada, que ya cuenta con 27 miembros. Por encima de todo, se ha hecho a medida con el fin de prestar apoyo a los principios básicos que sustentan la PPC en línea con el Reglamen-to de base de 2002, constituyendo así una herramienta real y eficaz para alcanzar la sostenibilidad medioambiental, económica y social.

El FEP tendrá una duración inicial de siete años y el total de su presupuesto ascenderá a 3 800 millones de euros. Las principales prio-ridades de actuación que contempla son las siguientes:

ayuda a la flota a adaptar su capacidad y su esfuerzo pesquero a los recursos pesqueros disponibles;

apoyo a la acuicultura, la pesca interior, la transformación y la comercialización de los productos de la pesca y de la acuicultura;

ayuda a las organizaciones que representen los intereses colectivos del sector;

desarrollo sostenible de las zonas que dependan de la pesca; y

asistencia técnica a los Estados miembros para facilitar la prestación de la ayuda.

Serán los Estados miembros quienes decidan cómo asignar los fondos entre estas priorida-des, sobre la base de un plan estratégico nacional. Dichos planes se han diseñado en estrecha colaboración con la Comisión a fin de garantizar que se ajusten a las prioridades del Fondo. A continuación se traducen en programas operativos que han de ser apro-bados por la Comisión antes de su ejecución.

En el FEP se mantendrán muchas de las medidas contenidas en el IFOP, pero el nuevo Fondo también introduce un abanico de mecanismos innovadores en respuesta a las

necesidades cambiantes de la industria, entre ellos, unas medidas que acompañarán a la aplicación de los planes de recuperación y que instarán a unos métodos de pesca más selectivos junto con la financiación de las estrategias locales en pro del desarrollo sos-tenible de las zonas pesqueras. El nuevo Fondo presta más ayuda a la pesca interior y a la acuicultura respetuosa con el medio ambiente. Además, los Estados miembros se beneficiarán de unas normas de aplicación más sencillas y una mayor flexibilidad en la aplicación de los criterios de admisibilidad, a fin de poder adaptarlos más fácilmente a las necesidades de sus industrias naciona-les. Toda la ayuda se canalizará a través de un programa nacional del FEP, en vez de a través de los varios programas distintos que solía haber en el pasado.

Como ya se ha mencionado (capítulo 8), en julio de 2008 el Consejo adoptó una serie de excepciones temporales a las normas del FEP propuestas por la Comisión que estaban dise-ñadas para reforzar y facilitar la tan necesita-da reestructuración de la flota de la UE en respuesta a la «crisis del combustible».

Mientras dure este régimen temporal, y pos-teriormente, el FEP proporcionará un apoyo específico, transparente y flexible a la indus-tria pesquera y a las comunidades pesqueras que les ayudará a alcanzar nuestro objeti-vo común de una pesca verdaderamente sostenible.

En 2004, el Comité de Pesca de Suecia in-vitó a una serie de grupos a participar en un estudio piloto concerniente a la coges-tión de la pesca a escala local. Entre las ini-ciativas seleccionadas para participar figuraba la de la sucursal local de la Fede-ración de Pescadores Suecos del norte de Bohuslän.

La zona del norte de Bohuslän constituye un entorno marino único en Suecia. Se encuentra en el centro del fiordo de Koster, el cual posee una biodiversidad sin igual en dicha costa. No obstante, los pescadores locales estaban preocupados por los planes de creación de un parque marino nacional en torno al fiordo y por el impacto que ello podría tener sobre su medio de vida.

Dentro del marco de la iniciativa de la co-gestión, idearon un plan de gestión para la zona, el cual pretende equilibrar los in-tereses con el objeto de lograr una pesca

sostenible tanto en términos medioam-bientales como económicos. Ahora, la propuesta del parque marino nacional es-tipula explícitamente que la pesca dentro del parque constituye una actividad soste-nible. El futuro de la pesca está asegurado.

Desde entonces el IFOP ha financiado varios proyectos presentados por esta su-cursal. Además, varios pescadores han podido asistir a un curso sobre ecología marina básica impartido por el laboratorio de investigación marina de Tjärnö. Los pescadores, por su parte, han creado sus propios cursos destinados a los responsa-bles locales de la toma de decisiones y otras partes interesadas, para explicarles deta-lladamente los distintos tipos de pesca que se practican en la zona. También cabe destacar otros proyectos tales como el pilotaje de nuevos tipos de artes de pesca y el desarrollo de un sistema de autoges-tión y fácil cumplimiento de los requisitos de comunicación de capturas.

Cogestión de la pesca en un entorno único

Page 34: La política pesquera común 2008

32

fondos de apoyo al mercado que puedan utilizarse para compensar a los pescadores que trabajan en las OP cuando se experi-mente un descenso de los precios por debajo de un nivel determinado, a pesar de todos sus esfuerzos por gestionar el suministro;

contingentes arancelarios autónomos que faciliten la disponibilidad de materias primas procedentes de terceros países para la industria transformadora cuando la producción de la UE amenace con escasear.

Inicialmente, la Organización Común de Merca-dos centró su atención en garantizar un precio del pescado equilibrado que representase un trato justo para pescadores y consumidores. No obstante, con el paso de los años, el equili-brio entre la oferta y la demanda ha empezado a considerarse una cuestión ecológica tanto como económica. En este sentido, indiscutible-mente la OCM se adelantó a su tiempo, dado que el precio justo del pescado constituye intrínsecamente un impulso en favor de la sos-tenibilidad. Los precios bajos, sobre todo en una época de precios altos, son uno de los fac-tores principales que fomentan la sobrepesca a corto plazo.

La OCM se ha reformado periódicamente des-de 1977 con el objeto de adaptarla a cada uno de los pasos que se han ido dando encaminados

La mayoría de la gente, al pensar en la política pesquera común (PPC), piensa en el sector

de las capturas o, posiblemente, en la acuicultu-ra. Algunos la relacionan con cuestiones medio-ambientales más amplias, otros se centran en los retos económicos y sociales a los que hacen frente las comunidades costeras. Pero, en todos los casos, la idea básica que se tiene de la industria pesquera europea es la de un sector que extrae peces del agua para venderlos a los consumidores.

Lo que falta en dicho escenario es ese gran componente de la industria que, de hecho, constituye la mayor parte de la cadena de valor, y que desempeña una función vital en la trans-formación del pescado crudo no solo en alimen-tos nutritivos, sino también en una fuente de riqueza y empleo para la UE y sus ciudadanos.

No obstante, esta omisión no es más que un error de percepción. Desde el principio, la PPC se ha preocupado no solo de la captura de peces, sino también de su transformación y su comercialización. De hecho, la primera de las medidas promulgadas como parte de lo que acabaría por convertirse en la PPC fue la crea-ción de la Organización Común de Mercados (OCM) en 1970.

Básicamente, la pesca se diferencia de la mayoría de las demás industrias en que está basada en un recurso natural finito aunque renovable cuya abundancia, lejos de limitarse a fluctuar con el paso de los años, puede variar ampliamente de temporada en temporada e incluso de mes en mes. Las medidas clave establecidas por la OCM reconocen las condi-ciones especiales que implica el trabajar con un recurso natural «salvaje» e intrínsecamente impredecible. Se diseñaron con el objeto de ayudar a resolver las variaciones experimen-tadas en los precios y el suministro originadas por factores que quedan fuera del control de la industria y perjudican tanto a los pro-ductores como a los consumidores, además de causar importantes alteraciones en la industria transformadora.

Los instrumentos principales establecidos por medio de la OCM son los siguientes:

normas comunes de comercialización que faciliten la creación y la puesta en marcha del mercado interior de la UE del pescado y los productos de la pesca;

organizaciones de productores (OP) que congreguen a los pescadores para gestionar la distribución de las posibilidades pesqueras durante el transcurso de la temporada con objeto de estabilizar los precios de la primera venta;

CA

TU

LO

14

El producto final: productores, procesadores, consumidores

Las organizaciones de productores se asocian habitualmente a los mecanismos de intervención con los que compensar a los pescadores que se vean obligados a retirar productos del mercado cuando los precios desciendan por debajo de cier-tos niveles de referencia. No obstante, en la actualidad, la labor principal de las OP consiste en elaborar y ejecutar programas operativos integrales destinados a las pes-querías en las que trabajan sus miembros.

Dichos programas operativos se compo-nen de una serie de elementos, entre ellos, una estrategia de comercialización y un plan de capturas. Estos programas se de-ben presentar a las autoridades naciona-les dentro de un plazo de siete semanas a partir del comienzo de la campaña de pesca. El objetivo principal de la estrate-gia de comercialización y del plan de cap-turas es maximizar el valor de las capturas, tanto mediante la distribución uniforme del esfuerzo pesquero durante toda la campaña con el objeto de evitar satura-ciones, como mediante la orientación de los esfuerzos de los miembros hacia las

actividades más susceptibles de reportar los máximos beneficios. Un plan de cap-turas puede incluir disposiciones tales como límites estacionales de capturas y tallas mínimas. Los programas operati-vos también pueden incluir medidas espe-cíficas de apoyo a la comercialización de especies que son habitualmente difíciles de vender, así como sanciones internas destinadas a garantizar que los miembros cumplan con el programa.

Las organizaciones de productores tam-bién participan activamente en activida-des destinadas a mejorar la calidad de los productos de sus miembros, reduciendo, por ejemplo, las operaciones de manipu-lación a lo largo de la cadena de produc-ción, o bien reduciendo el tiempo en que el pescado permanezca a bordo entre la captura y el desembarque.

Tanto los planes de mejora de la calidad como los programas operativos pueden beneficiarse del apoyo del Fondo Euro-peo de Pesca durante la fase inicial de establecimiento.

Organizarse para maximizar el valor

© L

ion

el F

lag

eu

l

Page 35: La política pesquera común 2008

33

a la ampliación de la Unión Europea, y de per-feccionar el uso que hace de las medidas de mercado a fin de prestar apoyo a una industria pesquera europea auténticamente sostenible. Así pues, los mecanismos de intervención crea-dos hace más de 30 años se utilizan cada vez más para el almacenamiento de pescado que para su simple retirada del mercado. El por-centaje de pescado almacenado para volver a sacarlo al mercado cuando suban los precios se ha incrementado desde el 30 % en los años ochenta hasta el 70 %, y está destinado a subir más. Se trata de una transición que tiene senti-do tanto desde el punto de vista económico como ecológico. Al mismo tiempo, el objetivo principal de la organización de productores ya no consiste simplemente en prestar ayuda intervencionista a sus miembros, sino que aho-ra también se basa en el diseño y la ejecución de programas operativos de gran escala desti-nados a sus pesquerías para maximizar la ges-tión responsable de los recursos de las mismas. Una vez más, la responsabilidad financiera y la responsabilidad medioambiental se dan la mano.

Las organizaciones de productores también desempeñan una función destacada a la hora de facilitar el trabajo de la industria transforma-dora, proporcionando una fuente de apoyo interno más regular. No obstante, por muy bue-nas que sean las intenciones, no pueden com-pensar la carencia de suministro que afecta al sector transformador. En la actualidad, el 60 % del pescado crudo utilizado por las empresas transformadoras de la UE se importa de terce-ros países y en el caso de algunas especies, en ciertos períodos, esta cifra puede alcanzar el 100 %.

La OCM incluye por ende una serie de medidas destinadas a garantizar un suministro más esta-ble y predecible de esta materia prima tan vital. Una de las herramientas principales que puede utilizar la UE para este fin son los denominados contingentes arancelarios autónomos, cuyo objetivo es mejorar el acceso de los procesado-res de la UE al pescado procedente de terceros países mediante la aplicación de reducciones arancelarias en la importación de productos

específicos de los que exista un déficit de pro-ducción interna. Con dichos aranceles se pre-tende proporcionar incentivos equilibrados que den prioridad a la producción de la UE cuando la haya, a la vez que garanticen que la industria transformadora europea no reciba sanciones injustas cuando tenga que competir por sus insumos en el mercado mundial.

Uno de los objetivos de la OCM es brindar apo-yo a los productores y a los procesadores que tengan que hacer frente a las vicisitudes inhe-rentes a cualquier industria que dependa tanto de la evolución de unos sistemas naturales complejos. Pero tampoco ignora las necesida-des de los consumidores. Esto es aplicable no solo a su intento por garantizar un precio equilibrado, justo para todas las partes, sino también a la hora de establecer normas y reglas de mercado.

Una de las primeras tareas históricas de la OCM fue la formulación de unas normas comunes de comercialización para el entonces emer-gente mercado único europeo, relativas a los productos de pescado. Ello se traducía en garantizar que las descripciones de los pro-ductos –en términos de calidad, grados, enva-sado y etiquetado– fueran equivalentes en todos los Estados miembros.

En la actualidad, la trazabilidad constituye una de las aportaciones más importantes que pue-de hacer la PPC para que los consumidores sepan qué están comprando y estén seguros de que pagan un precio justo por ello. La gente quiere saber que el pescado que consume es sano y ha llegado hasta ellos a través de una cadena que respeta unas normas reales de higiene y frescura. Quieren saber que el pez fue capturado de manera justa en relación con las cuotas, que no se ha contribuido al posible colapso de una población frágil, y que no pro-cede del comercio del mercado negro ni de la pesca ilegal. En numerosas ocasiones quieren saber exactamente de dónde procede, si fue capturado en estado natural o en piscifactorías, y, en el primero de los casos, qué técnicas pes-queras se utilizaron. Cuando existen preocu-paciones medioambientales específicas acerca

En los albores de la PPC, la política co-mercial de la UE relativa al pescado se de-cidía únicamente dentro de la UE. No obstante, desde el lanzamiento del proce-so de la Organización Mundial del Co-mercio (OMC), la política comercial y los aranceles de todos los sectores económi-cos se abordan de forma multilateral y a la máxima escala internacional.

La UE está plenamente comprometida con el proceso de la OMC, el cual puede reportar numerosas ventajas además de las asociadas a la ampliación del libre co-mercio. Un consenso internacional sobre las normas de origen, por ejemplo, podría facilitar enormemente el comercio del pescado para la UE y sus socios, en un

momento en que la globalización está di-ficultando cada vez más la identificación exacta del origen de los productos.

El debate relativo a las subvenciones, que fue tan importante durante la Ronda de Doha, tan solo constituye uno de los as-pectos de un contexto más amplio. Si bien es demasiado pronto para emitir juicios sobre las consecuencias que podrían deri-varse del colapso de la Ronda de Doha, está claro que abre importantes perspecti-vas para futuras negociaciones. La Comi-sión mantiene su compromiso de trabajar en pro de unos resultados favorables para la industria pesquera de la UE y del fomento de una pesca sostenible a escala mundial.

El comercio del pescado en un mundo globalizadode determinadas técnicas pesqueras, quieren sentir la tranquilidad de que el pescado que ellos consumen cumple sus propios principios personales tanto ecológicos como éticos.

Existen numerosos tipos de etiquetado dispo-nibles para proporcionar este tipo de informa-ción. El nuevo Reglamento relativo a la lucha contra la pesca INDNR contempla un tipo de trazabilidad mediante el cual es posible garan-tizar que todo el pescado que se venda en la UE haya sido capturado de forma legal por buques con los permisos y las cuotas adecuadas. Otro enfoque muy distinto es el «etiquetado ecoló-gico» sobre el que la Comisión realizó una con-sulta pública de gran alcance en 2007. No obstante, si bien la UE está convencida del valor del etiquetado ecológico para ciertos segmen-tos de mercado («nichos»), también se precisa mayor transparencia en cuanto al modo en que la industria pesquera presenta y suministra todos sus productos al consumidor. Porque a los consumidores les preocupa, y con razón, la sostenibilidad de la industria pesquera en general. No solo quieren saber que existe un subgrupo especial de productos de la pesca que pueden consumir sin remordimientos de conciencia, sino también que todo el pescado que ven en los supermercados tiene, por así decirlo, el derecho de estar allí.

En última instancia, los jueces que deciden el éxito o el fracaso de la política pesquera común son los consumidores. Si la gente no quiere consumir pescado capturado por flotas euro-peas o criado en la UE, no importa lo buenos que sean nuestros pescadores a la hora de cap-turarlo, ni nuestros criadores a la hora de criarlo, ni nuestros procesadores a la hora de transfor-marlo en deliciosos productos.

Dicho esto, el reto al que habrá de hacer frente la PPC en los años venideros consistirá, en gran medida, en apoyar al sector no solo en la difícil transición hacia la sostenibilidad sino también en la restauración de la imagen del pescado como alimento que, además de ser bueno para la salud, ha sido capturado de un modo verda-deramente responsable.

La última gran reforma de la OCM se remonta a 1998, y es previsible que sea objeto de impor-tantes modificaciones durante los próximos años. Más concretamente, la Comisión conside-ra que las organizaciones de productores pue-den desempeñar una función crucial a la hora de abordar los retos principales a los que se enfrenta la industria pesquera europea. Ante el aumento de los precios de los combustibles, el estancamiento o la caída de los precios de primera venta, el incremento de la dependen-cia de las importaciones y la acuicultura, el cre-ciente poder de las principales cadenas minoristas, y la creciente complejidad de las demandas de los consumidores, junto con los retos inherentes a todos estos aspectos, las OP pueden reforzar la postura negociadora de los pescadores individuales y contribuir a una industria más viable y, por consiguiente, más sostenible. Tras una serie de ejercicios de eva-luación realizados en 2008, y una amplia con-sulta con las partes interesadas, la Comisión propondrá una reforma sustancial de la OCM en el transcurso de 2009.

Page 36: La política pesquera común 2008

34

Como hemos podido comprobar a lo largo de esta guía, las dimensiones medioam-

biental y económica de la pesca son insepa-rables. Sin unas poblaciones de peces sanas, la industria no puede ganar dinero. Si bien los beneficios y la sostenibilidad ecológica pueden contradecirse a corto plazo, si somos capaces de lograr que se complementen, conformarán un sólido círculo virtuoso a medio y a largo plazo. Unas poblaciones de peces sanas se traducen en una industria rentable. Y una industria rentable es aquella que tiene un interés natural creciente por las prácticas de pesca sostenible.

Cuando hablamos de ecología, tenemos que hablar de «sistemas». Las poblaciones de peces no están aisladas. Cada una de ellas constituye tan solo uno de los varios com-ponentes de los complejos ecosistemas en torno a los cuales se estructura la vida de

nuestros océanos. Como tales, forman parte de una extraordinaria red de conexiones e interdependencias. Cada una de las partes depende del todo, y la alteración de un solo elemento puede provocar una cadena de causa y efecto de gran alcance.

La política pesquera común (PPC) está com-prometida no solo con la sostenibilidad y la aplicación del principio de precaución en la gestión de la pesca, sino también con un «enfoque ecosistémico». Dichos compromi-sos quedan recogidos en el Reglamento de base y reiteran nuestros compromisos inter-nacionales adquiridos dentro del marco del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) y la Declaración de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible celebrada en Johan-nesburgo en 2002. Dentro del marco de estos acuerdos internacionales, la UE com-parte con muchas otras naciones el objetivo

de aplicar un enfoque ecosistémico no solo en las aguas europeas, sino en las de todo el mundo. El enfoque aplicado por la UE para trasladar esta teoría a la práctica se recoge en una Comunicación de la Comisión publi-cada en abril de 2008.

Un enfoque ecosistémico debería armonizar la extracción de los bienes y servicios que los recursos naturales ofrecen a la sociedad humana con respeto por la diversidad y la integridad de los sistemas naturales vivos, así como por las necesidades de las genera-ciones futuras. De todas las actividades marí-timas, la pesca es probablemente la que más directamente depende de la salud de nues-tros ecosistemas marinos. Por tanto, es la pesca la que más puede beneficiarse del enfoque ecosistémico. Pero dicho enfoque no puede excluir la consideración de todas las demás actividades humanas que afectan

CA

TU

LO

15

Más allá del principio de precaución

En octubre de 2007, tras una consulta pú-blica de un año de duración, la Comisión Europea publicó una Comunicación en la cual describía su visión de una política marítima integrada para la UE, junto con un plan de acción detallado que recogía un ambicioso programa de trabajo para los años venideros. Con dichos docu-mentos culminaban dos años de trabajo durante los cuales la corriente de apoyo de las partes interesadas a un enfoque in-tersectorial para gestionar los mares y los océanos de Europa había experimentado un crecimiento constante.

En diciembre de 2007, el Consejo Euro-peo refrendó esta visión sin reservas y exhortó a las futuras presidencias de la UE a que trabajaran en la formulación de una política marítima integrada velando por la consecución de los objetivos reco-gidos en el plan de acción.

El resultado de ello constituye una de las iniciativas de nuevas políticas más ambi-ciosas de la historia reciente de la UE. Las regiones marítimas de Europa gene-ran alrededor del 40 % del Producto Interior Bruto (PIB) de la UE. El sector marítimo es extenso y enormemente variado: elementos tales como el trans-porte, la navegación, el comercio, las in-dustrias costeras y portuarias, las energías tradicionales, alternativas y generadas en el mar, la pesca, la acuicultura, la investi-gación marina y el turismo, todos tratan

de coexistir y repercuten, inevitable-mente, entre sí. Todos producen asimis-mo un impacto sobre nuestros océanos y la calidad de la vida que éstos ayudan a mantener.

Una política marítima integrada consti-tuirá una herramienta clave para la con-secución de los retos de competitividad y desarrollo sostenible en el siglo XXI y para abordar las prioridades principa-les de Europa. Ayudará a la UE a sacar el máximo partido de la globalización, a combatir el cambio climático y adap-tarse a sus impactos, y a lograr la sosteni-bilidad energética. Todos estos objetivos precisan un enfoque coherente y coordi-nado si queremos aprovechar al máximo el potencial de nuestros mares y nuestros océanos de un modo sostenible.

El plan de acción recoge un espectro de acciones concretas que se lanzarán du-rante el mandato de la Comisión presidi-da por José Manuel Barroso, las cuales abarcan un amplio abanico de temas, desde el transporte marítimo hasta la competitividad de las empresas maríti-mas, el empleo, la investigación científica, la pesca y la protección del medio am-biente marino.

Resultan particularmente importantes los tres instrumentos para la elaboración de una política integrada, que son los siguientes:

una red más integrada de sistemas de vigilancia para las aguas europeas;

el desarrollo de la ordenación del espacio marítimo, con la ayuda de una hoja de ruta elaborada por la Comisión; y

una Red Europea de Observación e Información del Mar (Emodnet) que supondría optimizar y dar coherencia a las iniciativas actualmente fragmen-tadas destinadas a recoger datos sobre los océanos y los mares.

El nuevo marco de gobernanza integrada de los asuntos marítimos requiere instru-mentos intersectoriales que ayuden a los legisladores y a los agentes económicos y ambientales a asociar sus políticas, a in-terconectar sus actividades y a optimizar el uso del espacio marino y costero de una forma que resulte medioambientalmente sostenible. La mejora de los datos y la información, la ordenación así como el seguimiento y la vigilancia de nuestros océanos y mares que aportarán estas ac-ciones facilitarán el intercambio cruzado entre todas las actividades de política ma-rítima, lo que generará, en última instan-cia, un enfoque más integrado.

La Comisión pondrá en marcha proyec-tos preparatorios o piloto relativos a estos tres ámbitos. Cuando dichos proyectos es-tén en marcha, la nueva política marítima de la UE dejará de ser tan solo una idea, para convertirse en realidad.

Un océano de oportunidades

Page 37: La política pesquera común 2008

35

a los mares que nos rodean. Si protegemos nuestros arrecifes de coral y nuestros mon-tes marinos de los efectos negativos de la pesca, pero no del impacto de la perforación petrolífera o el cableado, no les estaremos proporcionando la protección que necesi-tan. Sólo es posible aplicar adecuadamente el enfoque ecosistémico si se hace dentro del contexto de una política marítima inter-sectorial.

La nueva política marítima integrada de la UE está plenamente comprometida con la aplicación de un enfoque ecosistémico para gestionar no solo la pesca, sino todas las actividades humanas que repercuten en la salud de nuestros recursos marinos.

En el núcleo del enfoque ecosistémico inte-grado subyacen dos instrumentos: la Directi-va sobre la estrategia marina adoptada en diciembre de 2007 y la Directiva sobre hábi-tats de 1992. La primera constituye, oficial-mente, el pilar medioambiental de la política marítima de la UE. Se ocupa de los ecosiste-mas a escala biorregional e insta a los Estados miembros que comparten la misma región marítima a formular conjuntamente sus normas de «buen estado medioambiental» y una hoja de ruta en la que se establezca cómo pretenden lograr tal fin. Dentro del concepto de «buen estado medioambiental» se incluye la conservación de la biodiversi-dad y también ideas más generales sobre la integridad y la salud de los ecosistemas. Por otro lado, la Directiva sobre hábitats se ocupa de hábitats específicos que poseen unas características propias y están claramente delimitados en el espacio. Para garantizar la protección de los entornos vulnerables y las estructuras vivas tanto terrestres como mari-nas, la Directiva proporciona la base jurídica para la creación de una red europea de zonas protegidas representativas.

La UE será capaz de garantizar que las poblaciones de peces de Europa tengan un entorno sano en el que crecer y desarrollar-se gracias, principalmente, a la ejecución de estas dos Directivas (véase la ficha informa-tiva sobre la dimensión medioambiental).

Ello no implica que la PPC pueda limitarse a seguir centrando su atención en la conser-vación de las poblaciones de peces, dejando el medio en el que residen a otras políticas y otros actores. Por el contrario, dentro del marco de un planteamiento cada vez más integral del sector marítimo y del entorno marino, ya se ha iniciado la integración de factores ecosistémicos en las normas de la PPC, e irá adquiriendo mayor importancia con el paso de los años. Hemos de incremen-tar la investigación orientada a las interaccio-nes entre la pesca y los ecosistemas marinos

y hemos de asegurarnos de que esta investi-gación se incluya en todas las decisiones que se adopten dentro del marco de la PPC. Y hemos de asegurarnos de que los impactos de las operaciones pesqueras sean coheren-tes con las políticas que se ejecuten a tenor de instrumentos más genéricos derivados de la Directiva sobre la estrategia marina y de la Directiva sobre hábitats, y de que las apoyen.

Más concretamente, existen tres vías a través de las cuales la gestión de la pesca puede ayudar a proteger los ecosistemas marinos y a garantizar un entorno marino sano y robus-to para todos sus usuarios.

Puede reducir la presión global ejercida por la pesca. Cuanto menor sea el tiempo que pasen las embarcaciones en el mar, y menos necesiten pescar para ganarse la vida decen-temente, menos organismos morirán, de forma deliberada o accidental, y menos alte-raciones se causarán a los medios que prote-gen y sustentan a las especies objetivo.

Puede proteger a los hábitats y especies marinas sensibles, en ocasiones, con mayor rapidez que otros instrumentos más inte-grados. La PPC se ha utilizado a menudo durante los últimos años para proporcionar protección inmediata frente a las prácticas pesqueras destructivas para los ecosistemas para los que se ha buscado protección en la Directiva sobre hábitats, sin tener que espe-rar a que concluya un proceso tan prolonga-do. Dichas medidas también pueden ser adoptadas de forma independiente con res-pecto al proceso Natura 2000, como es el caso, por ejemplo, de las medidas destina-das a proteger los montículos marinos conocidos como Darwin Mounds, al norte de Escocia, o los arrecifes de coral de la zona de las Azores, las Canarias y Madeira.

También puede tomar en consideración los factores medioambientales que repercuten en las poblaciones de peces y que, a su vez, pueden provocar mayores alteraciones en la industria pesquera. No deberíamos orga-nizar nuestra pesca de modo que se corra el riesgo de exponer tanto a las poblaciones de peces como a los pescadores a impactos negativos de gran alcance en el caso de cambios súbitos en otros elementos del ecosistema, tales como el cambio climático. Esto se traduce, por encima de todo, en no sobreexplotar las poblaciones de peces hasta un punto en que el mínimo cambio en sus condiciones medioambientales sea sus-ceptible de provocar su colapso. La gestión de los límites de la máxima sostenibilidad (RMS) a largo plazo constituye por ende una clave para garantizar un enfoque ecosisté-mico integrado.

Evidentemente, el enfoque ecosistémico es, en esencia, una manera conveniente de hacer frente a algo que se conoce desde siempre y que la industria ha practicado a menudo de manera instintiva. Los pescado-res tienden a ser muy conscientes de la natu-raleza de interdependencia de la vida marina en todas sus formas. Y saben que, a largo pla-zo, les interesa mantener unos mares sanos que puedan proporcionarles abundantes poblaciones de peces gracias a las cuales su trabajo sea un placer y no una carga.

La labor de la Comisión consiste ahora en trabajar con los pescadores y con todas las partes interesadas del sector marítimo no solo en la formulación de una política, sino también en la creación de una cultura de gestión integrada de los océanos basada en un profundo conocimiento del potencial y de las limitaciones que presenta nuestro entorno natural. Una cultura en la que se respeten los límites ecológicos y en la que el poder de los mares nos beneficie, en vez de perjudicarnos, para el bien de la generación actual y de las generaciones venideras.

Page 38: La política pesquera común 2008

36

La política pesquera común (PPC) ha avan-zado mucho desde 1982 o, mejor dicho,

desde que se desarrollaran los primeros ins-trumentos de la política pesquera europea a comienzos de los años setenta. Lo que comenzó siendo un paquete de herramien-tas destinadas a preservar las tendencias pesqueras tradicionales y a calmar la tensión entre un grupo de naciones se ha convertido en un complejo marco científico-jurídico que pretende armonizar los intereses de 27 Estados miembros, y a la vez proteger los recursos nacionales cuyo carácter finito, aun-que renovable, ya no puede ignorarse por más tiempo.

En los últimos años hemos sido testigos de numerosas mejoras. La planificación a largo plazo y el rendimiento máximo sostenible de la pesca van ahora de la mano de la función, cada vez más importante, que desempeña la acuicultura y del reconocimiento de que el valor debe distribuirse de forma justa a lo lar-go de toda la cadena de mercado. Ha habido una reorientación de la financiación para apoyar al sector durante un período de tran-sición y para ayudar a las comunidades cos-teras a preservar su carácter a la vez que diversifican su base económica. Se ha refor-zado la participación de las partes inte-resadas, así como el control y la ejecución. Y nuestra función interna nos da la oportuni-dad, y la responsabilidad, de enarbolar la bandera de la pesca sostenible dondequiera que faenen las embarcaciones de la UE.

No obstante, estos logros deben contrapo-nerse a las muchas esferas en las que todavía se requieren con carácter urgente mejoras sustanciales. El marco institucional de la PPC todavía tiende a confundir la definición de los principios a largo plazo con su ejecución diaria específica, y proporciona no solo un margen sino también incluso unos incenti-vos para la toma de decisiones irresponsable y con poca visión de futuro. La capacidad de la flota sigue siendo tan excesiva en compa-ración con el potencial de explotación soste-nible que constituye una incitación directa a la cultura de la sobrepesca, la declaración deficiente, y varios tipos de actividades ile-gales y de infracción de las normas. Tenemos que crear un marco para el sector en el que valga la pena ser responsable, en vez de uno en el que la gente pueda aprovechar su igno-rancia de las normas y la anteposición de sus propios intereses, independientemente de lo que ello suponga para los demás.

Quizás para ello sea necesario emprender una serie de cambios radicales e innovadores en el funcionamiento de la PPC, y la Comisión pretende organizar un auténtico debate público y abierto para definir los términos de la próxima reforma. Las herramientas de

gestión basadas en el mercado y destinadas a reducir el tamaño de la flota, las facultades mayores que posee la Comisión para impo-ner sanciones a los Estados miembros, una simplificación sustancial de la regulación a escala de la UE y la delegación de nume-rosas decisiones relativas a la aplicación a los niveles nacional y/o regional: ninguno de estos factores constituyen una panacea, y algunos son muy controvertidos, pero todos han de ponerse sobre la mesa cuando estudiemos el camino que debe seguir la PPC durante los próximos años.

También tenemos que hacer frente al reto y a la oportunidad que constituye la plena integración de la PPC en la perspectiva más amplia de una política marítima más inter-sectorial. Hemos de asegurarnos de que sea coherente con la Directiva sobre la estrategia marina de la UE y con el enfoque de la políti-ca marítima integrada orientada al creci-miento sostenible en las zonas costeras. La búsqueda de la mejora del estado medio-ambiental y ecológico de nuestros mares y nuestros océanos irá de la mano de un mayor apoyo, que no menor, a escala de la UE para las comunidades costeras afecta-das por este nuevo enfoque de la gestión de la pesca.

Tanto la política marítima emergente de la UE como la PPC, que acaba de celebrar su 25º aniversario, se sustentan sobre la consulta y la participación con los ciudadanos de Euro-pa. Y ambas constituyen, por su naturaleza intrínseca, un trabajo en curso. A través de las páginas del presente documento hemos intentado explicar los principios básicos que guían actualmente a la PPC, y también demostrar que ésta no es un corpus de regla-mentos inamovibles sino que constituye un

proceso en desarrollo que tanto las partes interesadas como los ciudadanos pueden criticar y perfilar activamente.

El objetivo de la PPC es garantizar que tenga-mos unas poblaciones de peces sanas en un entorno marino sano, pues sin ello, nunca podremos gozar de una industria pesquera rentable. Para lograrlo, la Comisión Europea está dispuesta a adoptar las medidas necesa-rias a fin de garantizar la colaboración entre las partes interesadas, los consumidores, los científicos y los responsables de la gestión de la pesca y de sustituir el círculo vicioso que fomentaban las políticas anteriores por un auténtico círculo virtuoso, una verdadera situación beneficiosa para todas las partes.

La PPC no es un paquete rígido de restriccio-nes, sino un marco dinámico en el que los Estados miembros y las partes interesadas pueden identificar el tipo de industria pes-quera que desearían tener, y trabajar en pro de la misma. Puesto que, al final, las únicas restricciones que cuentan son las de la soste-nibilidad biológica, y éstas no las fija ninguna institución política, sino la propia Madre Naturaleza.

El camino a seguir

El 29 de septiembre de 2008, el Consejo de Ministros de Pesca refrendó unáni-memente el llamamiento del Comisario Europeo de Asuntos Marítimos y Pesca, Joe Borg, a la puesta en marcha de los preparativos para la próxima reforma de la política pesquera común con el lanza-miento de un debate verdaderamente abierto, mano a mano con las partes inte-resadas, los Estados miembros y el público en general.

La Comisión tiene la intención de presen-tar un Libro Verde durante el primer se-mestre de 2009 en el que se proporcionarán las bases de una consulta pública de base

amplia. A comienzos de 2010 se publicará un resumen de los resultados de la Comi-sión y ésta presentará las propuestas de reforma posteriormente, durante ese mis-mo año, con vistas a su entrada en vigor en 2012.

En palabras del Comisario Borg: «Una industria pesquera sana económica, so-cial y medioambientalmente depende de unas poblaciones de peces sanas y de un equilibrio entre las flotas pesqueras y sus posibilidades de pesca. La sostenibilidad ecológica será por tanto fundamental para toda futura reforma de la PPC.»

El programa de la reforma

Page 39: La política pesquera común 2008

Comisión Europea

La política pesquera común – Guía del usuario

Luxemburgo: Oficina de Publicaciones Oficiales de las Comunidades Europeas

2009 — 36 pp. — 21 x 29,7 cm

ISBN 978-92-79-09875-8

Page 40: La política pesquera común 2008

KL-3

0-0

8-7

04

-ES

-C

ec.europa.eu/fisheries