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La reconversión hotelera en las regiones turísticas españolas. Rasgos y efectos
generales
Pablo Rodríguez González (Dep. Sociología ULL; [email protected])
Manuel A Santana Turégano (Dep. Sociología ULL; [email protected])
Resumen: Se analiza en este trabajo el proceso de reconversión de los alojamientos
hoteleros en las cinco principales regiones turísticas españolas durante el periodo 2002-
2012 mediante distintos indicadores de la Encuesta de Ocupación Hotelera del INE.
Dicho proceso ha estado institucionalmente inspirado por el objetivo de la
recualificación, incentivando por distintas vías el crecimiento de la oferta de mayor
categoría en la creencia de que esto incrementaría el valor añadido obtenido por la
industria y generaría, en último término, efectos sociales positivos en las poblaciones
receptoras. Los resultados muestran que muchas de las consecuencias que se esperaban
de este proceso de cambio institucional no han llegado a materializarse en la realidad.
Introducción
La actividad turística tiene una destacada importancia en España, llegando a presentarse
como la primera industria del país, con un peso del 10,2% del PIB español y un 11,4%
del empleo en 2010 (SET, 2012: 13). El protagonismo del turismo en las estrategias de
desarrollo económico español que comienza a finales de los años 50 del siglo XX
comenzó a ser cuestionado desde posiciones académicas (Gaviria, 1974) y políticas
(Fernández Sánchez, 1999) ya en la década de los 70, apareciendo la idea del
agotamiento del modelo turístico español. En la década siguiente esta idea se
incorporaría plenamente al discurso oficial y a la planificación turística con la aparición
de los primeros planes autonómicos de renovación o cualificación (Barke y Towner,
2004; Vera Rebollo y Monfort Mir, 1994). Desde entonces, un mismo argumento ha
venido repitiéndose durante más de treinta años: el turismo español afronta una
situación de decadencia (desaceleración de la tasa de crecimiento) porque determinados
factores endógenos (relacionados con el tamaño y tipo de oferta turística) y exógenos
2
(relacionados con las expectativas de la demanda y las estrategias de los distintos
actores de la industria) han dado lugar a un producto obsoleto necesitado de renovación
o reconversión. En los diagnósticos que han dado pie a las distintas estrategias de
renovación turística, el turismo masivo de sol y playa ha sido el principal acusado en el
banquillo de las debilidades y amenazas, facilitándose institucionalmente todo tipo de
productos alternativos1 que posteriormente se han difundido ‘de arriba abajo’ de una
forma que recuerda mucho a las modas de gestión (Abrahamson, 1996; Alonso y
Fernández Rodríguez, 2006). En la Ilustración 1 recogemos la versión más reciente de
este macrorrelato del turismo español y sus problemas, extraída literalmente del Plan
Nacional Integral de Turismo, recientemente promulgado por el gobierno popular. En
respuesta a este diagnóstico, la máxima autoridad turística nacional reclama un punto de
inflexión que, a partir de la innovación, permita “impulsar la competitividad de las
empresas (…), renovar el liderazgo mundial (…) y contribuir a la generación de
riqueza, empleo y bienestar de los ciudadanos” (SET 2012: 13).
Ilustración 1 La situación competitiva del turismo español según el PNIT (SET,
2012: 21)
Sin embargo, pese a todos los diagnósticos de su mala salud, el turismo de sol y playa
ha continuado siendo el motor de la industria turística española, de forma que a nivel
agregado las cinco regiones españolas con litoral templado donde arrancó el desarrollo
turístico continúan hoy en día capitalizando las llegadas turísticas y la oferta alojativa 2.
1 En los años 80, el turismo de litoral extensivo (apartamentos, villas) y los primeros desarrollos del turismo urbano y de eventos (Expo92 y Olimpiada) como alternativa al turismo hotelero masificado e intensivo; en los años 90, el turismo rural y el turismo de golf permitirían a los turistas huir de las costas saturadas; en la primera década del s.XXI, entre otros, el turismo residencial, los hoteles de lujo, las grandes infraestructuras con uso turístico (centros de congresos y exposiciones). 2 Andalucía, Baleares, Cataluña, Comunidad Valenciana y Canarias sumaron en 2012 48 de los 57,7 millones de turistas extranjeros, a los que cabría añadir los 4,5 millones de Madrid que, aún siendo una región ajena al modelo litoral, sí cumple con los parámetros de un destino masivo, aunque en este caso del turismo urbano de grandes capitales. (Datos de FRONTUR, resultados provisionales de 2012.
3
Desde luego, esto no ha sido porque el turismo masivo de litoral haya desaparecido de
estas regiones, aunque lo cierto es que ya no se organiza de la forma en que lo hacía en
los años del desarrollismo. Algunos de los cambios en la pautas de organización de los
sistemas locales de producción turística son obvios: acuden muchísimas más personas
que entonces a estos destinos aunque la mayoría ya no se aloja en hoteles, muy pocos
han comprado sus vacaciones a un agente de viajes y la mayoría viaja sin un programa
cerrado de actividades. Otros cambios son menos visibles: los sucesivos cambios en la
legislación laboral han permitido flexibilizar en gran medida las condiciones de
empleo(Castellanos y Pedreño, 2006); la liberalización de las figuras empresariales ha
espoleado simultáneamente la concentración empresarial y la fragmentación de los
procesos productivos(Claver et al., 2006; Huybers y Bennett, 2003); la informatización
de los procesos administrativos y de gestión comercial ha adelgazado la capa media de
las organizaciones y ha acelerado los flujos de información permitiendo el control en
tiempo real de unos procesos productivos crecientemente tecnificados (Brunet y
Alarcón, 2007); esto también ha favorecido el rediseño y racionalización de dichos
procesos, con consecuencias no siempre positivas (Ritzer, 2002).
De forma general, estos cambios no difieren en gran medida de los procesos
generalmente encuadrados en la reestructuración productiva desencadenada por la
globalización económica (Gereffi, 2005), un amplio abanico de nuevas estrategias
organizativas de difícil clasificación. En el caso del turismo ha ganado cierto consenso
la noción de turismo posfordista (Hjalager, 2007; Ioannides y Debbage, 1997; Urry,
2002), aunque a riesgo de una considerable dispersión en las dimensiones que incluye el
concepto, ya sea por las unidades de análisis (oferta o demanda, destinos, empresas,
trabajadores, consumidores) o los objetos de atención (flujos económicos, regulaciones
institucionales, estructuras organizativas, estrategias, actividades, percepciones y otros
fenómenos culturales)3.
En este trabajo nos centraremos en una estrategia de reestructuración muy concreta, la
recualificación hotelera, que afecta a uno de los eslabones centrales de la cadena de
valor turística, el alojamiento. Como veremos a continuación, la configuración de la
oferta alojativa es fundamental en la gobernanza de los sistemas de producción turística,
Disponibles en http://www.iet.tourspain.es/es-ES/estadisticas/frontur/ , acceso el 8/4/2013). Véase, más adelante, información sobre la oferta alojativa. 3 Para una discusión de estas ideas, ver (Santana Turégano, 2000)
4
en la medida en que marca de forma decisiva el nivel de competencia y las barreras de
entrada para los productores de otros componentes del agregado turístico, afectando a la
sostenibilidad social del desarrollo turístico (Russo y Segre, 2009). En trabajos
anteriores hemos abordado iniciativas concretas de recualificación alojativa, que cabe
asimilar al upgrading en la literatura sobre la reestructuración industrial, mostrando que
sus objetivos declarados y sus consecuencias no previstas son el resultado de conflictos
entre distintas categorías de actores y su traslación a la regulación institucional (Marrero
Rodríguez y Santana Turégano, 2008; Rodríguez González y Santana Turégano, 2012b;
Santana Turégano, 2005). Asimismo, hemos mostrado cómo el discurso de la
recualificación adquiere fuerza moral y eficacia retórica a través de su naturalización
como estrategia “ganadora” en los discursos de gestión, funcionando como elemento
legitimador de cambios organizativos poco consecuentes con el pretendido fin último de
la recualificación (el bienestar social de las poblaciones receptoras de
turismo)(Rodríguez González, 2011). Se trata, en todos los casos, de estudios de alcance
regional (referidos a Canarias o Andalucía) o local (distintas islas o destinos concretos)
cuyas conclusiones nos proponemos examinar de manera exploratoria y agregada en
un marco interregional: las seis Regiones Turísticas Españolas (RTE)4.
El argumento a explorar es el siguiente: a) Durante la última década, la industria
turística española ha llevado a cabo un importante proceso de reconversión mediante
la expansión del alojamiento hotelero de categoría superior. b) Aunque el objetivo
declarado de este proceso era obtener una oferta de mayor calidad con un menor
nivel de competencia, el resultado final ha sido una competencia interregional similar
a un nivel más elevado de calidad. c) Este resultado conduce a una commoditización
del alojamiento de lujo que pervierte los beneficios sociales que justifican el apoyo
institucional a la recualificación.
Tras plantear la vinculación de esta investigación con la sociología económica y detallar
el marco de análisis de la reestructuración hotelera adoptado, presentaremos los datos
secundarios utilizados y los indicadores elaborados. El análisis de los datos seguirá la
estructura esbozada en el párrafo anterior: descripción del proceso de reconversión,
análisis del efecto de la reconversión en el régimen de propiedad de las regiones e
identificación de los efectos sociales de la reconversión.
4 Ver nota 2.
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Marco teórico
El turismo y la Sociología Económica
En una reflexión teórica acerca de las perspectivas sociológicas sobre el turismo,
planteábamos que el turismo es, básicamente, un sector económico (Rodríguez
González y Santana Turégano, 2012a). Por mucho que en el análisis de sus
condicionantes y consecuencias sea necesario un enfoque multidisciplinar en el que
tienen mucho que aportar las distintas ciencias sociales (al menos, economía,
antropología, psicología social, sociología, geografía y ciencias jurídicas), la cuestión de
fondo es cómo se organiza la producción de un agregado de productos y servicios que,
convencionalmente, denominamos el producto o la experiencia turística.
Dicho agregado, para considerarse turístico, debe incluir al menos un desplazamiento
del consumidor fuera de su lugar de origen y una pernoctación en el lugar de destino de
ese desplazamiento (OMT, 2012). Sin embargo, aceptar la naturaleza económica de la
actividad turística no lleva a aceptar que deban utilizarse explicaciones econó micas para
dar cuenta de su discurrir. La manera en que ambos componentes, transporte y
alojamiento, son puestos a disposición de una demanda de turistas que los utilizan para
realizar una amplísima gama de actividades en los lugares en que pernoctan es uno de
los campos en los que mejor se han puesto de manifiesto las debilidades de los modelos
econométricos de corte neoclásico y donde más han proliferado los análisis de la
economía no ortodoxa. Las funciones de la oferta y la demanda turísticas parecen ser un
campo especialmente abonado para las utilidades subjetivas, las preferencias
dependientes de las referencias, la información asimétrica, las barreras institucionales,
la dependencia de la trayectoria, los resultados no lineales o clasistas y demás
acontecimientos extraeconómicos en los que distintos procesos sociales condicionan el
comportamiento económico. Como ha planteado recientemente Portes (Portes, 2010)5,
la tarea de la sociología económica es poner de manifiesto como el poder, las
instituciones y las redes sociales estructuran socialmente (canalizan la acción en) los
mercados y las actividades económicas. En nuestro caso, vamos a interesarnos por la
intervención de distintos factores sociales en los mercados turísticos, particularmente en
la configuración de su oferta.
5 Aunque la idea ya estaba presente de forma casi literal en (Dobbin, 2005)
6
La sociología económica ha provisto una buena cantidad de conceptos para abordar la
compleja configuración de la oferta turística. En primer lugar, la noción de agregado de
productos y servicios entronca con la idea de los campos organizacionales de Powell y
Di Maggio, como concepto con el que describir las industrias y su configuración como
sistemas de acción socialmente estructurados a distintos niveles (interorganizacional,
intraorganizacional, interpersonal) en los que múltiples actores (administraciones,
empresas suministradoras, productoras y compradoras, categorías de trabajadores,
individuos) deben ajustar sus comportamientos egoístas a un entorno institucional de
valores, marcos cognitivos, normas, instituciones, roles y rutinas (DiMaggio y Powell,
1983; Nee, 2005). Aplicada a la oferta turística, la noción de campo organizacional lleva
a contemplar el sector como un campo en el que las organizaciones que se encargan de
la producción del agregado turístico cooperan y compiten entre sí y se ven constreñidas
por una cultura organizacional específica, con una vertiente formal y normativa (reglas
acerca de las barreras de entrada, estándares productivos, etc.) y otra informal y más
difusa (valores morales, marcos cognitivos) (Rodríguez González, 2011). Para dotar de
contenido a esta noción, caben dos direcciones.
Una, global, lleva a seguir los procesos productivos desde sus componentes esenciales
hasta su consumo final e incluso más allá, identificando cadenas de valor y atendiendo
a las pautas de localización de las distintas partes de la producción en territorios
distantes, un proceso de desintegración de la producción que divide internacionalmente
el trabajo. En los análisis de las cadenas globales de valor (global value chain), la
cuestión clave gira en torno a la capacidad de los estados y de las multinacionales para
dirigir o retener en determinados territorios o enclaves los procesos que generan mayor
valor añadido en la cadena (y sus rentas fiscales), las estrategias de desarrollo orientadas
al upgrading (Gereffi, 2005). Su traslación al turismo tiene una larga tradición, ya que
el turismo ha sido una actividad pionera en la internacionalización de los flujos
económicos que ya llamó la atención a los investigadores del desarrollo desde el
enfoque de la dependencia, con la noción de la periferia del placer (Britton, 1996;
Turner y Ash, 1975). Entre los estudios recientes de las cadenas de valor turísticas cabe
mencionar a (Clancy, 1999; Santana Turégano, 2009)
La otra dirección se centra en lo local, atendiendo a la organización de los procesos
productivos dentro de los territorios en que se asientan. Esto lleva a examinar la
combinación específica de fórmulas organizativas y arreglos institucionales que
7
conducen a las ventajas o desventajas competitivas de los enclaves productivos. Nos
interesa particularmente el concepto de distrito industrial como sistema local de
producción en el que un colectivo productores locales llevan a cabo distintas partes de
un proceso productivo estableciendo simultáneamente relaciones de competencia y
cooperación con un importante componente de capital social (Becattini, 1989; Paniccia,
1997; Portes, 2010; Portes y Vickstrom, 2011). La aplicación del concepto a los
destinos turísticos ha tenido bastante difusión (Aurioles Martín et al., 2008; Ingram y
Roberts, 2000; Marrero Rodríguez, 2004; Martínez Pérez et al., 2010) y recientemente
se ha llamado la atención sobre su relevancia en el análisis de la innovación turística
(Williams y Shaw, 2011)6 o las pautas de internacionalización de las cadenas hoteleras
(Jacob y Groizard, 2007; Johnson y Vanetti, 2005). De singular interés para este trabajo
son las aplicaciones del concepto al examen de las relaciones entre la gobernanza de
estos sistemas locales y su configuración empresarial o sus regímenes de propiedad, ya
sea como modelo alternativo al manido ciclo de vida del destino turístico (Ma y
Hassink, 2013) o como alternativa teórica a los modelos de upgrading vigentes (Russo
y Segre, 2009).
En esta línea, hemos desarrollado previamente la idea de que la elección del modelo
urbanístico que convierte el suelo no urbanizado en suelo de aprovechamiento turístico
estableciendo unos determinados parámetros de edificabilidad marca de forma crucial la
senda (el path) de los destinos turísticos (Santana Turégano, 2007)7. En esta operación
inicial y sus subsiguientes adaptaciones se establecen las barreras de entrada al negocio
alojativo y, por extensión, al resto de actividades en el destino8: el tamaño y tipología de
los alojamientos establecidos por la planificación va a marcar la entrada o no de
emprendedores locales en los distintos productos y servicios que componen el agregado
turístico, ya sea en el negocio alojativo (alojamiento no reglado en manos de
6 Estos autores examinan los vínculos entre internacionalización e innovación en el sector turístico. Destacan la complejidad de las cadenas de valor turísticas y su despliegue en los territorios turísticos, en el que no solo interviene la oposición estandarización/localización productiva, sino que es muy importante la oposición entre difusión/distribución del conocimiento. Esto lleva a tener en cuenta múltiples actores, no sólo las multinacionales turísticas sino también pequeños emprendedores (p.e. empresarios étnicos transnacionales) y consumidores co-creadores del producto. 7 Cabe apuntar que esta operación de urbanización es el primer paso en la cadena de transformación del producto turístico, al convertir el territorio en espacio turístico susceptible de aprovechamiento económico. 8 En este sentido y como veremos más abajo, Russo (2009) plantea que el modelo alojativo condiciona el nivel de competencia en el destino y, en último término, la apropiación local de la riqueza mediante la participación en la producción turística.
8
micropropietarios, turismo residencial), la restauración (alternativas a la pensión
completa o el todo incluido) y el ocio (zonas de ocio nocturno ajenas a los hoteles,
actividades deportivas o de salud, compras, excursiones). Nuestra investigación sobre la
“Moratoria turística”9 en Canarias muestra como una iniciativa de reestructuración que
pasa precisamente por la vía de las barreras de entrada (tipos de alojamiento permitidos)
supone una solución política (con perdedores y ganadores) a un conflicto entre
fracciones del empresariado (grandes cadenas hoteleras y apartamentos pequeños de
propiedad fragmentada, pero también inversores locales con intereses en la
construcción) con base insular (es decir, que gozan de contactos políticos en las islas en
las que tienen mayor fuerza) que posteriormente es legitimada como la “única” solución
“racional” y “sostenible” (Rodríguez González y Santana Turégano, 2012b).
Calidad y flexibilización en el alojamiento turístico
De los planteamientos anteriores, es central en nuestra investigación lo relativo a que el
alojamiento es el elemento crucial de la cadena de valor turística que se asienta en las
regiones y localidades receptoras. La forma en que se regula institucionalmente la
organización económica de esta actividad condiciona por completo la configuración del
resto del campo organizacional turístico. Asimismo, en los comentarios sobre la
Moratoria de la nota 8 hemos mencionado la intención del gobierno canario de restringir
el crecimiento de la oferta alojativa a los hoteles de 5 estrellas, quizás la más extrema de
un conjunto de iniciativas públicas que en las distintas RTE han fomentado e
incentivado, de distintas maneras, la recualificación de la oferta alojativa.
La situación de la oferta alojativa española es sumamente heterogénea, presentando
multitud de situaciones específicas y algunos rasgos difusos. En primer lugar, existe una
amplia disparidad de tipologías alojativas oficiales (hoteles, apartamentos,
campamentos, alojamiento rural) con subcategorías y modalidades específicas fijadas
por las administraciones turísticas regionales. En segundo lugar, queda por delimitar en
qué medida el voluminoso parque de segundas residencias se incorpora o no al mercado
9 La Ley de Directrices de Ordenación del Territorio y del Turismo de Canarias de 2002 inauguró un periodo sumamente restrictivo en la legislación canaria sobre el desarrollo turístico. Esta ley planteaba un objetivo de crecimiento cero de la oferta (una moratoria al crecimiento turístico) y limitaba la autorización de nueva oferta alojativa a excepciones muy puntuales ligadas al turismo de calidad o la reconversión de oferta obsoleta. Como veremos más adelante, la Moratoria fracasó completamente en la consecución de su objetivo. En la actualidad el Gobierno Canario está abordando una nueva reformulación de la Moratoria que abre la puerta al crecimiento, siempre que este se oriente hacia las tipologías alojativas de mayor calidad, específicamente, hoteles de 5 estrellas y gran lujo.
9
de alojamiento turístico y a la oferta de apartamentos y “villas” a través de la economía
informal.
Un tercer aspecto tiene que ver con la elevada heterogeneidad de los alojamientos
dentro de las distintas tipologías. Para el alojamiento hotelero encontramos una primera
trama de hoteles y pensiones urbanos de la etapa pre-turística, los hoteles verticales del
primer boom del desarrollo turístico y las distintas modalidades de diseño racionalizado
que surgen en la década de los 90 (hotel ressort, rehabilitación de edificios antiguos,
hotel objeto, hoteles low cost, …). De forma que, por ejemplo, la oferta hotelera
andaluza presenta una clara dicotomía entre alojamientos viejos y nuevos , con un 40%
de sus plazas en establecimientos construidos en las dos últimas décadas que contrasta
agudamente con un 16% de las plazas en establecimientos con más de 40 años
(Rodríguez González, 2011: 158) que coincide, además, con diferencias en la categoría
(nº de estrellas) de viejos y nuevos hoteles (Pellejero, 2006). La reconversión o
renovación de esta oferta alojativa anticuada u obsoleta, de menor calidad e inspirada en
su concepción inicial por unos parámetros de demanda ya desfasados es, como ya
hemos planteado en la introducción, una demanda omnipresente en los distintos planes
de reestructuración turística.
La idea básica de la reconversión apunta a la sustitución (o rehabilitación) de
alojamientos obsoletos por nuevos alojamientos de categoría superior, preferiblemente
cuatro o cinco estrellas, en la creencia de que permitirán la implementación de
estándares productivos adaptados a la demanda actual, generarán mayor valor añadido
al dirigirse a segmentos de alto poder adquisitivo y contribuirán al desarrollo local al
hacer un uso intensivo de mano de obra comparativamente mejor cualificada.
Básicamente, puede asimilarse a una estrategia de upgrading por la que un determinado
territorio o empresa busca especializarse en los productos de “gama alta” de su
industria.
Se trata del proceso que vamos a examinar en la parte empírica de este trabajo, por lo
que nos detendremos algo en contextualizarlo mejor. Cabe rastrear la disyuntiva entre
calidad y costes hasta las teorías de la planificación estratégica de Porter (Porter, 1979;
1998), cuyas ideas fueron incorporadas a los diagnósticos sobre la situación competitiva
del turismo español durante los años 80 y se convirtieron en el eje de las políticas
sectoriales de turismo, de forma que los distintos “Planes de Modernización Hotelera”
10
de los 70 acabaron dando lugar al “Plan Marco de Competitividad del Turismo
Español”, aprobado en 1992 (Monfort Mir, 2000; Pellejero, 2002) y al que habían
precedido algunos planes autonómicos similares (Barke y Towner, 2004). Este plan
marco, cuyo objetivo global era “aumentar la calidad de vida […]y conseguir un sector
más competitivo y rentable que contribuya de forma sostenida y equilibrada al
crecimiento económico” (Pellejero, 2002: 262) planteaba cinco planes operativos de los
que dos son especialmente relevantes para nuestro tema: el plan de Modernización e
Innovación Turística y los planes de Excelencia y Dinamización turísticas.
Particularmente, los planes de Excelencia Turística,
”tendían a la recuperación y regeneración de los destinos maduros. Eran un
intento de promover la excelencia de los destinos turísticos globalmente
considerados, impulsando proyectos que tenían un importante efecto de
demostración, imitación y prestigio” (Pellejero, 2002: 262)
Como puede verse, la reestructuración en busca de competitividad a través de la
excelencia se había convertido en el tema central del entorno institucional del sector.
Iniciativas posteriores, como el II Plan Marco (1997) y el Plan Integral de Calidad
Turística Española (2000) pondrían el acento en la calidad como estrategia competitiva
preferente (Monfort Mir, 2000). Por su parte, las empresas hoteleras se encontraban en
una disyuntiva respecto a la calidad: para las empresas grandes (cadenas hoteleras), que
poseían multitud de establecimientos, constituía una estrategia de inversión y gestión
sumamente atractiva. Como han mostrado Brunet y Alarcón, desde la perspectiva de los
directivos hoteleros catalanes las iniciativas de certificación de la calidad tienen efectos
más relevantes en la gestión de los recursos humanos (gracias al mayor control sobre los
procesos certificados) que en su supuesto objetivo principal, la satisfacción del cliente
(Brunet y Alarcón, 2007). Esta reorientación del modelo alojativo hacia las categorías
superiores levanta barreras de entrada a los pequeños capitales y favorece la
concentración empresarial por distintas razones. En primer lugar, los requisitos de la
inversión son bastante mayores, ya que estos establecimientos requieren un tamaño
importante para que sus servicios adicionales funcionen a una escala adecuada. En
segundo lugar, requieren conocimiento y experiencia muy especializado del segmento
en que operan, dificultando la entrada de emprendedores ajenos al sector10. Además, es
10 Es de destacar que ambos obstáculos se han salvado gracias a la flexibilización de las figuras empresariales: los capitales ajenos al sector (p.e. constructores, cajas de ahorros) y las cadenas
11
en este segmento de gama alta donde más necesarias son las garantías adicionales que
ofrecen las grandes marcas hoteleras. Como señalan Williams y Shaw, el control sobre
la marca y los sistemas de reservas sitúa a las cadenas hoteleras internacionalizadas en
ventaja respecto a sus socios locales (Williams y Shaw, 2011).
Generalizando esta idea de que la recualificación hotelera se relaciona con la
concentración empresarial, el modelo teórico que plantean Russo y Segre construye dos
tipos ideales cruzando el modelo alojativo y el régimen de propiedad y evalúan sus
hipotéticos efectos en la sostenibilidad (Russo y Segre, 2009). Por una parte, los
“ressorts 5 estrellas”, que cabría identificar idealmente con una isla tropical en la que
una única empresa presta todos los servicios que precisan los turistas en la isla
(mantenimiento de las playas, alojamiento, comida, entretenimiento diurno y nocturno).
Estos destinos basan su ventaja competitiva en la diferenciación cualitativa de su
producto, por lo que están profundamente interesados en la sostenibilidad ambiental del
desarrollo turístico, pero tienen una estructura de propiedad concentrada que fija
precios monopolísticamente y que, en consecuencia, es poco sostenible socialmente. Por
otra parte, los “destinos de masas”, en los que multitud de empresas se concentran en el
destino existiendo poca coordinación vertical u horizontal entre ellas. Estos destinos
buscan la ventaja competitiva a través de las economías de escala, de forma que hay una
presión constante para abaratar los precios y aumentar la afluencia turística. En
consecuencia, estos destinos tenderán a crecer tanto vertical como horizontalmente
generando importantes costes ambientales, pero a cambio supondrán una importante
inyección de capitales foráneos que, dado lo fragmentado del régimen de propiedad,
tendrán un impacto social relevante en la sociedad de acogida. La ilustración 2 recoge
los dos tipos ideales de Russo y Segre en los ejes de calidad y competencia, mientras
que la Ilustración 3 sitúa a un conjunto de destinos turísticos en unas curvas de iso-
sostenibilidad que vinculan alta calidad con regímenes de propiedad de competencia
limitada y baja calidad (o masificación) con elevada competencia.
hoteleras firman acuerdos estratégicos por los cuales los primeros financian la construcción del hotel (y su propiedad) y las segundas asumen la gestión (aportando su know-how y sus canales de distribución). Esto permite a las cadenas crecer (o decrecer) muy rápidamente sin endeudarse ni adquirir compromisos a largo plazo con los destinos.
12
Ilustración 2 Calidad de la oferta alojativa y régimen de propiedad. Tipos ideales.
(Russo y Segre, 2009: 591)
Ilustración 3 Categoría hotelera y densidad turística. (Russo y Segre, 2009: 592)
No es posible detenernos a valorar aquí los méritos y defectos del trabajo de Russo y
Segre, pero debemos reconocer su interés para conceptualizar un problema clave: el
impacto en el desarrollo de los destinos turísticos de las estrategias de recualificación, lo
que sería pasar del cuadrante inferior derecho al cuadrante superior izquierdo (Keane,
1997; Tribe y Xiao, 2013; Xin et al., 2011). Nuestras mayores reservas tienen que ver
con la operacionalización empírica del modelo que recoge la ilustración 3. No parece
13
justificado tomar la densidad territorial de la oferta alojativa (número de camas por
kilómetro cuadrado) como un indicador de la intensidad de la competencia que plantean
los autores en el modelo de la ilustración 2. En todo caso, esta densidad nos mostrará el
nivel de masificación de los destinos (una cualidad implícita en el tipo ideal) pero no el
régimen de propiedad que se asocia a nivel teórico con la recualificación de la oferta.
Siguiendo la noción convencional, un mercado será más competitivo cuanto mayor
número de ofertantes concurran para una demanda dada (Samuelson y Nordhaus, 2003),
por lo que será preciso examinar el modelo con un indicador más adecuado de la
intensidad de la competencia, que en nuestro examen de las RTE mediremos a través
del número de empresas presentes en el destino turístico para un nivel de demanda
determinado11. No debe perderse de vista que preguntarnos por la intensidad de la
competencia es lo mismo que indagar sobre la concentración empresarial, de forma que
es lícito preguntar si los efectos de la estrategia de recualificación pueden verse como
neutrales, en términos de economía política y reparto del poder económico, o conllevan
un cambio en la concentración de la propiedad y la competencia con ganadores y
perdedores.
En conexión con este debate, cabe plantear también la manera de entender la base de la
rentabilidad en los dos modelos. Russo y Segre plantean que los “resorts 5 estrellas”
tienden a concentrar los distintos procesos productivos del agregado turístico dentro del
alojamiento (p.e. alimentación, ocio, lavandería, cuidados personales, actividades
deportivas) y que esa es la base de la exclusión de los competidores en estos mercados
colaterales al negocio alojativo12. De manera que un “destino de masas” que quiera
recualificarse deberá expulsar a los pequeños productores locales del alojamiento y los
negocios complementarios para poder obtener rentabilidad de su diferenciación. Este
movimiento presupone, por tanto, que la densidad turística o la masificación
disminuirán con la recualificación, algo que en principio cabe esperar tanto por el mayor
consumo de superficie por plaza de alojamiento de los establecimientos de mayor
categoría como por los límites marcados por las distintas políticas de recualificación13.
11 Ver el apartado correspondiente para más detalles sobre esta decisión. 12 Simplificando: vienen a estos destinos turistas que quieren cosas muy especiales que sólo el alojamiento de alta categoría está especializado en producir. 13 En este sentido, la regulación institucional de la recualificación pretende o prevé que el cambio de tipología alojativa reduzca la oferta mediante, por ejemplo, el “esponjamiento” de la trama urbana del destino masificado (Palma de Mallorca, AMER, XXXX) o la fijación de rat ios de conversión de plazas
14
Sin embargo, si atendemos a la lógica de desbordamiento que caracteriza la expansión
territorial de los destinos turísticos, cabe plantear que la recualificación puede
producirse a la vez que aumenta la oferta turística (Barke y Towner, 2004). Pongamos el
caso de un destino masificado como, por ejemplo, Benidorm, ubicado dentro de un
distrito turístico más amplio (la Costa Blanca de Alicante). Pocos discutirán que este
destino es un paradigma de masificación, de forma que en su trama urbana no queda
sitio para hoteles de 5 estrellas con amplias piscinas y campos de golf. Pero el que no
haya sitio en el término municipal (Benidorm) no quiere decir que la recualificación de
la oferta tenga que pasar por una disminución de su tamaño: el hotelero que quiera
recualificarse puede abrir un ressort 5 estrellas en un municipio adyacente dentro del
distrito turístico (la Costa Blanca), aprovechando la escala alcanzada (p.e. vuelos más
baratos por la alta ocupación de las rutas) y diferenciando su producto. Cabe plantear, y
esta es la tesis que pretendemos examinar abriendo esta línea de investigación, que a un
mayor nivel de agregación territorial el resultado de la recualificación podría llevarnos
hacia el cuadrante superior derecho de la Ilustración 1: un destino masificado con una
oferta de mayor calidad, en el que los costes ambientales seguirían siendo insostenibles
y que, además, sería menos rentable socialmente.
¿Qué problema hay con que la oferta crezca a la vez que mejora su calidad? En
principio parece una solución satisfactoria: el destino ofrece un mejor producto y debe
hacerlo a un precio muy ajustado, lo que redundará positivamente en su competitividad
respecto a otros destinos. Sin embargo, a la larga, cuando la competencia copie la
estrategia nos encontraremos con que los “resorts 5 estrellas” que vendían al precio que
querían porque nadie podía ofrecer su producto tendrán que comportarse como
empresas en destinos de masas, ajustando sus precios todo lo posible para que la
demanda no opte por la oferta de lujo de otro destino masivo. Tendremos una oferta
más concentrada (y que podrá ejercer mayor presión sobre sus suministradores de, por
ejemplo, fuerza de trabajo) que, además, en momentos de sobreoferta tenderá a “nivelar
por arriba” los precios del destino, expulsando a los competidores de menor categoría.
Por otra parte, una alta presión competitiva en el segmento de gama alta puede tener
consecuencias contraproducentes. Se suele asumir que un hotel de 5 estrellas tiene más
calidad que uno de 4 estrellas por el mero hecho de tener esta categoría, pero puede
obsoletas en plazas recualificadas (Canarias, SIMANCAS, XXXX), aunque, como muestran ambos trabajos, esto es poco más que una intención retórica.
15
suceder que el hotel de 4 estrellas ofrezca un mejor producto dentro de su categoría que
el que ofrece el de 5 estrellas en la suya. La literatura general sobre la reestructuración
organizativa nos obliga a ser cautos con esta posibilidad, los alojamientos rec ualificados
pueden macdonalizarse (Ritzer, 2002), con nefastas consecuencias para sus trabajadores
(Sennett, 2008; 2009). Para el sector turístico, hemos tratado a nivel cualitativo las
consecuencias negativas de la intensificación de la producción y la profesionalización
de los trabajadores (Rodríguez González, 2011). Resumiendo: una alta competencia en
el sector del lujo puede tener como consecuencia no deseada una reducción de los
estándares de calidad de dicho alojamiento.
En el análisis de datos exploraremos ambas ideas, a saber: que puede producirse
nivelación de precios en situaciones de sobreoferta y que la recualificación puede
reducir la calidad del alojamiento,.
Aspectos metodológicos
Nuestra investigación pretende caracterizar el proceso de recualificación hotelera en
España y evaluar sus efectos en la concentración de la propiedad y en la sostenibilidad
del desarrollo turístico. Para ello utilizaremos información secundaria,
fundamentalmente la Encuesta de Ocupación Hotelera (EOH14) del INE, pero también
otras fuentes de este y otros organismos para algunos indicadores concretos (Cortina
García, 2011) (Monfort Mir, 2011). Debemos recalcar aquí que esta investigación es
una primera aproximación al problema planteado, que deliberadamente restringe el
alcance territorial y temporal de los datos utilizados para explorar la plausibilidad de las
hipótesis planteadas, que en trabajos sucesivos deberán examinarse con más
profundidad.
Pasemos, sin más, a señalar las distintos aspectos metodológicos de esta investigación:
Unidades de análisis: Estudiaremos los datos de las 6 regiones españolas con
mayor afluencia turística, a las que hemos denominado RTE. Estas son:
Andalucía, Islas Baleares, Islas Canarias, Cataluña , Comunidad Valenciana y
Madrid.
Marco temporal: Examinaremos el proceso de recualificación ocurrido en la
década transcurrida entre 2002 y 2011. Los cambios metodológicos y la
14 Al final del texto se incluye un índice de fuentes estadísticas junto a las referencias bibliográficas.
16
disponibilidad de datos impiden abordar un periodo más extenso. Para cada
región se recopilarán o calcularán los valores anuales de las distintas variables.
Variables teóricas e indicadores:
o Recualificación del alojamiento. Examinaremos, en las distintas regiones
y para el periodo considerado, el promedio anual de plazas hoteleras 15
según categoría del alojamiento. El indicador clave será el porcentaje de
plazas de 4 y 5 estrellas respecto al total de plazas hoteleras (Fuente:
EOH, INE).
o Intensidad de la competencia. Se medirá a través del número de empresas
de alojamiento (Fuente: DIRCE, INE16) por cada 10.000 turistas (Fuente:
FRONTUR, IET).
o Precios de los destinos. Siguiendo la idea de Marrero Rodríguez y
Santana Turégano (2008) de que es posible entender el valor de un
destino turístico como el dinero que los turistas están dispuestos a
gastarse en él, hemos utilizado el gasto medio diario por regiones
(Fuente: EGATUR, IET17) para evaluar esta dimensión.
o Empleo turístico. Utilizaremos este indicador para evaluar los efectos de
la recualificación en el empleo (promedio anual de empleos por
categorías) y en macdonalización del lujo turístico a través de la
intensificación del trabajo turístico (ratio entre el promedio de plazas
hoteleras y de empleados) (Fuente: EOH, INE).
o Estacionalidad. La estacionalidad de la oferta será un factor mediador
importante de la rentabilidad y de la estabilidad del empleo, por lo que
consideramos que es necesario tomarlo en cuenta. Aquí atenderemos al
coeficiente de variación del número de plazas hoteleras anuales 18
(Fuente: Elaboración propia a partir de EOH, INE).
15 Nos centramos en las plazas en establecimientos hoteleros con estrellas de oro según la clasificación del INE, lo que excluye a los hostales y pensiones del computo global de plazas. 16 Este indicador solo está disponible hasta 2009 17 Este indicador solo está disponible desde 2004. 18 La EOH recoge el número de plazas por categoría abiertas durante cada mes del año. Las variaciones en esta cifra responden al hecho de que los establecimientos, en función de la demanda, varían el número de camas que sacan al mercado turístico. El coeficiente de variación, el cociente entre la desviación típica y la media (Vélez Ibarrola et al., 2004: 61), permite obtener un indicador estandarizado de la variabilidad a lo largo del año del número de plazas de cada región y en consecuencia, de la incidencia de la estacionalidad en la oferta hotelera.
17
Análisis de datos
La reconversión hotelera en las regiones turísticas españolas: el “boom” del lujo
turístico
El primer paso en nuestro análisis será identificar el proceso de reconversión del
alojamiento hotelero ocurrido en las RTE en el periodo de análisis. Los distintos datos
se recogen en los gráficos 1 a 3. En primer lugar, es preciso señalar que nos
encontramos en un periodo en el que la oferta hotelera, al calor del periodo de
expansión económica (burbuja financiera e inmobiliaria), aumenta de forma importante
en todas las RTE (Gráfico 1). La capacidad hotelera total aumenta entre 82.127 plazas
(Andalucía) y 30.742 plazas (C. Valenciana), destacando el crecimiento en términos
relativos experimentado por Madrid (83%), Canarias (52%) y Andalucía (48%). Este
crecimiento no ha alterado la jerarquía inicial en cuanto a tamaño total de la oferta:
Baleares sigue teniendo la planta hotelera más amplia (más de 300.000 plazas), seguida
de Cataluña, Andalucía y Canarias (225.000-275.000 plazas) y a cierta distancia la C.
Valenciana y Madrid (85.000-125.000 plazas). Sin embargo atendiendo a las plazas
promedio (líneas discontinuas), que recogen el efecto de la estacionalidad, vemos que
Baleares pierde de forma clara su primera posición, siendo superada a lo largo del
periodo en plazas medias por Andalucía, Canarias y Cataluña.
Gráfico 1 Número de plazas hoteleras (Fuente: Elaboración propia a partir de
EOH)
Este crecimiento del volumen de la oferta se ha visto acompañado, al mismo tiempo,
por un importante cambio en la composición de la oferta por categoría del
establecimiento, al crecer el porcentaje de plazas de 4 y 5 estrellas respecto al total de
0
50.000
100.000
150.000
200.000
250.000
300.000
350.000
20
02
20
03
20
04
20
05
20
06
20
07
20
08
20
09
20
10
20
11
Andalucía (Max)
I. Baleares (Max)
Canarias (Max)
Cataluña (Max)
C. Valenciana (Max)
Madrid (Max)
18
plazas. El cambio entre 2002 y 2011 ha sido especialmente relevante en tres regiones:
Cataluña (del 28% al 48%), C. Valenciana (del 26% al 45%) y Baleares (del 22% al
37%). El cambio ha sido menos intenso en las regiones con mejor situación de partida
(Madrid, Canarias y Andalucía), aunque Canarias pasa al primer lugar en el ranking
regional en cuanto a cualificación de su oferta hotelera: el 70% de sus plazas pertenecen
a las categorías superiores (Gráfico 2). Este movimiento es aún más relevante si
atendemos al crecimiento absoluto de los hoteles de 5 estrellas, la tipología más
elevada: si en las seis RTE el número de plazas de esta categoría se ha multiplicado por
2,6, en Canarias se ha multiplicado por 3,2. Si el volumen de plazas de 5 estrellas en el
conjunto de RTE pasó de 29.950 en 2002 a 76.836, en 2011 en Canarias se ha pasado de
7.684 a 24.707, casi una tercera parte del total de plazas hoteleras de esta categoría para
ese año (Gráfico 3).
Gráfico 2 Porcentaje de plazas de 4 y 5 estrellas respecto al total de plazas
hoteleras (Fuente: Elaboración propia a partir de EOH)
20%
30%
40%
50%
60%
70%
80%
Andalucía
Balears (Illes)
Canarias
Cataluña
Comunidad Valenciana
Madrid (Comunidad de)
19
Gráfico 3 Número de plazas hoteleras de 5 estrellas (Máximo anual; Fuente:
Elaboración propia a partir de EOH)
Recapitulando, el proceso de recualificación de la oferta hotelera española ha sido
bastante intenso, máxime si tenemos en cuenta que ocurre en un contexto de
crecimiento explosivo de la oferta alojativa, tanto hotelera como extrahotelera19. Para
hacernos una idea de la intensidad de la recualificación, téngase en cuenta que en los
datos del estudio de Russo y Segre (2009) que recogemos en la Ilustración 3, la
diferencia en la categoría media20 de la oferta hotelera entre un destino masivo como
Salou (con, aproximadamente 3,2 estrellas) y un ressort 5 estrellas como Paphos o
Aruba (ligeramente por debajo de las 4 estrellas) no llega a una estrella. Reelaborando
nuestros datos para hacerlos comparables con este estudio (Tabla 1), vemos que las RTE
han recorrido en la última década en torno a una cuarta parte de ese camino, con una
mejora especialmente relevante en Cataluña (+0,36 estrellas) y la C. Valenciana
(+0,30). No obstante, lo más relevante de estos datos es que ponen de manifiesto que el
resultado agregado del proceso de recualificación ha sido una relativa convergencia
entre las RTE en la calidad media de su oferta hotelera. Si en 2002 la diferencia entre la
región con oferta más cualificada (Madrid, 3,64 estrellas) y la menos cualificada
19 Queda fuera del alcance de este trabajo considerar la heterogénea oferta extrahotelera, dentro de la cual, aparte de las distintas tipologías reguladas (pensión, apartotel, camping, casa rural, etc) han ganado especial protagonismo las viviendas de uso turístico. En este sentido, según el IET, en 2012 el 29% de los turistas extranjeros se alojó en una vivienda propia o alquilada (FRONTUR) y una proporción aún mayor de los viajes de los españoles (35%) usó esta modalidad (FAMILITUR). Solo así se entiende, por ejemplo, que Valencia, con 123.500 plazas hoteleras reciba 20,8 millones de viajes turísticos (5,3 de extranjeros y 15,5 de españoles) mientras que Baleares, con 311.000 plazas reciba 13,3 millones (10,4 extranjeros y 2,9 españoles). 20 Número medio de estrellas por cama hotelera.
0
5000
10000
15000
20000
25000
30000
Andalucía
Balears (Illes)
Canarias
Cataluña
Comunidad Valenciana
Madrid (Comunidad de)
20
(Cataluña, 3,0) era de 0,64 estrellas, en 2011 esta diferencia se había reducido a 0,46
estrellas, entre Canarias (3,77 estrellas) y Baleares (3,31).
Tabla 1 Categoría media de la oferta hotelera (Nº medio de estrellas por plaza;
Fuente: elaboración propia a partir de EOH, INE)
2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Var.
2002-11
Andalucía 3,32 3,35 3,41 3,44 3,46 3,48 3,50 3,51 3,53 3,54 0,22
I. Baleares 3,06 3,16 3,22 3,23 3,24 3,25 3,26 3,27 3,29 3,31 0,25
Canarias 3,51 3,58 3,60 3,60 3,68 3,70 3,72 3,76 3,77 3,77 0,26
Cataluña 3,00 3,07 3,12 3,17 3,19 3,22 3,24 3,29 3,34 3,36 0,36
C. Valenciana 3,01 3,07 3,13 3,17 3,19 3,24 3,28 3,29 3,30 3,31 0,30
Madrid 3,64 3,66 3,72 3,71 3,70 3,69 3,67 3,69 3,67 3,67 0,03
Rango (Max-Min) 0,64 0,60 0,60 0,54 0,51 0,48 0,47 0,49 0,48 0,46 -0,17
Reconversión turística y competencia: ¿para qué sirve el lujo turístico?
De lo dicho hasta ahora se desprende que el proceso de recualificación hotelera español
no ha seguido la senda “desmasificadora” que prevé la literatura sobre la
recualificación y la retórica política que la emplea. Medido en los términos de Segre y
Russo, que utilizan la densidad territorial de la planta alojativa (camas/km2), el tránsito
seguido en la década pasada por las RTE implica un desplazamiento de todas las
regiones hacia el cuadrante superior derecho de la Ilustración 2. No es preciso elaborar
el indicador de densidad para constatar este hecho: si la superficie regional se mantiene
constante y cambia el total de camas al tiempo que mejora su categoría, este es el único
camino posible, sea cual sea el punto de partida. Por otra parte, este indicador presenta
inconvenientes importantes en el nivel regional, derivados de la comparación entre
regiones con superficies muy dispares (pequeños archipiélagos frente a extensas
regiones) en las que la superficie efectivamente dedicada a la producción turística tienen
un peso relativo bien diferente. De igual manera, a este nivel la conexión entre la
densidad turística y la intensidad de la competencia pierde sentido (la oferta puede
crecer en el modelo de resorts concentrados en localidades no explotadas de la región),
de forma que el vínculo entre el modelo de destino y el régimen de propiedad se
difumina.
Para solventar estos inconvenientes, hemos elaborado un indicador de la intensidad de
la competencia regional referido a la actividad hotelera (CNAE 551) dividiendo el
número de empresas de esta actividad (DIRCE, INE) por el total de clientes hoteleros
21
(EOH, INE)21. Aquí los resultados sí siguen la correlación negativa (R2=-0,219) entre
recualificación y competencia sugerida por Caserta y Russo {, 2002 #801}, de forma
que, como recoge el Gráfico 4 con los años inicial y final de la serie, todas las RTE se
han desplazado hacia el cuadrante superior izquierdo.
Gráfico 4 Recualificación hotelera e intensidad de la competencia. Años 2002 y
2009 (Fuente: Elaboración propia)
Las evidencias apuntan que la recualificación no ha servido para disminuir la
masificación de estas regiones, que reciben masas aún mayores de turistas que al inicio
de la década y han aumentado su oferta en consecuencia; pero sí ha servido para
disminuir la competencia dentro del negocio hotelero, en la medida que el número de
empresas ha aumentado menos que el número de plazas y la demanda que las utiliza.
Continuando con esta indagación sobre los efectos de la recualificación, debemos
cuestionarnos por la sostenibilidad de la reorientación del modelo. Al margen de los
planteamientos formales sobre la sostenibilidad del desarrollo turístico en términos
21 Russo y Segre plantean el mismo indicador para el numerador (el número de empresas y no de establecimientos presentes en la localidad o región) pero consideran necesario incluir una dimensión espacial en el denominador. De ahí que usen el número de camas por kilómetro cuadrado. Dados los inconvenientes señalados, hemos preferido corregir el tamaño de la oferta por el tamaño de la demanda, con un indicador que muestra para cada región cuántas empresas compiten por una cuota de mercado similar.
22
ecológicos, tiende a identificarse sostenibilidad con la “capacidad previsible para atraer
visitantes y generar beneficios a largo plazo” (Russo y Segre, 2009:593). En el marco de
los planes de reestructuración turística, como el que incluimos en la Introducción, tiende
a hablarse de mejorar o mantener la posición competitiva del producto mediante la
especialización en segmentos de la demanda de alto valor añadido. Asumiendo esta
visión económica de la sostenibilidad, nos centramos en la repercusión económica
global en los destinos atendiendo a la variación en el gasto medio diario por turista
(EGATUR, IET). El punto de partida es que el dinero que los turistas están dispuestos a
gastar en el destino nos da una idea del valor de las experiencias turísticas de ese
destino, de forma que las diferencias en el gasto entre distintos destinos pueden ser una
evidencia indirecta de diferencias en la calidad de la oferta22. Atendiendo a la evolución
del gasto medio diario por turista en las RTE vemos que, al menos en términos
absolutos, el gasto turístico se ha incrementado en todas ellas, aunque existen
diferencias importantes entre el crecimiento experimentado por Cataluña (42%) y el del
resto de regiones (entre 3% y 16%). Como resultado de estos distintos ritmos de
crecimiento, se han producido cambios interesantes en el ranking de las RTE en cuanto
a gasto turístico: Madrid sigue a la cabeza, pero Cataluña ha pasado del 5º puesto al 2º,
mientras que Canarias, con una variación muy pequeña, pasa del 2º al 4º puesto.
Tabla 2 Gasto medio diario por turista (Euros) (Fuente: EGATUR, IET; IPC,
INE)
2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
% var
04-12
Andalucía 83,57 83,21 82,39 81,58 83,86 81,60 89,19 90,61 0,08
I. Baleares 95,04 91,62 95,16 106,00 105,12 102,70 109,39 108,81 0,15
Canarias 97,38 97,16 104,91 106,26 105,64 103,82 99,36 100,43 0,03
Cataluña 78,71 79,15 80,60 91,18 97,58 97,15 98,10 112,02 0,42
C. Valenciana 60,29 62,82 63,45 66,60 65,50 65,73 67,03 70,11 0,16
Madrid 140,32 152,83 153,92 144,50 132,95 139,53 150,11 161,34 0,15
22 {Marrero Rodríguez, 2008 #600}{Keane, 1997 #800}. Puede objetarse que al restringir nuestro análisis a la recualificación hotelera, utilizar el gasto turístico total para evaluar su impacto en la sostenibilidad resulta algo engañoso, ya que los cambios pueden deberse a los usuarios de otros tipos de alojamiento. Debemos señalar, en primer lugar, que queda fuera de las posibilidades de este trabajo abordar la información sobre el gasto de los turistas hoteleros o sobre los ingresos y la rentabilidad de las empresas de esta actividad. Por otra parte, no debe olvidarse que las políticas de reestructuración turística suponen que la recualificación de la oferta no solo subirá los precios que pagan los turistas por el alojamiento, sino que también dará lugar a un efecto de arrastre para el resto de actividades turísticas.
23
Inflación 100 119,7
Un primer elemento a tener en cuenta es que el aumento del gasto turístico de la
mayoría de las RTE está por debajo de la inflación acumulada durante el periodo
(19,7%; IPC, INE), de forma que el resultado de la recualificación, al menos en
términos agregados, parece haber sido un deterioro de la posición en el mercado,
especialmente aguda para el caso de Canarias (el gasto solo ha subido un 3%) y
Andalucía (8%). Por otra parte, si ponemos en relación el indicador de recualificación
de la última columna de la Tabla 1 con la variación en el gasto medio (Gráfico 5),
vemos que solo Cataluña parece haber sacado provecho de la recualificación de su
oferta hotelera, con un incremento del valor de su experiencia turística por encima del
incremento en la calidad de la oferta. Las Islas Baleares y la C. Valenciana han
realizado un considerable esfuerzo de recualificación para quedarse prácticamente en el
lugar en el que estaban, algo que Madrid ha conseguido sin apenas cambiar la
composición de su oferta. Andalucía y Canarias han tenido menos suerte.
Especialmente grave es el caso del archipiélago canario que, recordemos, cuenta con la
oferta hotelera, a priori, mejor cualificada de España: el 70% de sus plazas son de 4 o 5
estrellas y cuenta con el mayor número de plazas de esta última categoría de toda
España. Sin embargo, esto solo ha servido para que el gasto turístico crezca unos
exiguos 3€ por turistay día (con una variación máxima, entre 2004 y 2007, de 9€, Tabla
2) cuando otras regiones sacan 20€ o 30€ más. Ciertamente, la comparación entre
Canarias y Madrid o Barcelona tiene inconvenientes, ya que en estas regiones tiene
relevancia un turismo urbano de cortas estancias y gasto elevado que apenas tiene
presencia en las islas, orientadas al turismo de litoral de estancias más largas y gasto
más ajustado. Sin embargo, si atendemos al balance de ambos parámetros 23
encontramos que Canarias tampoco sale bien parada en cuanto a gasto medio por turista,
que en 2011 se encontraba incluso por debajo del nivel de 2004, tras verse afectada por
una importante caída a partir de 2008 que no ha afectado al resto de regiones (Gráfico
6).
23 Gasto diario x noches de estancia = gasto por turista
24
Gráfico 5 Recualificación hotelera y gasto turístico total (Fuente: Elaboración
propia)
Gráfico 6 Gasto medio por turista (Euros) (Fuente: EGATUR. IET)
Recualificación hotelera y empleo: la macdonalización del lujo turístico
Hemos visto hasta aquí que la recualificación no ha desmasificado los destinos
turísticos ni ha mejorado sustancialmente el valor de sus experiencias turísticas. Sí ha
coincidido, en cambio, con un cambio relevante en la estructura del sector, al reducirse
la concurrencia de empresas hoteleras para un tamaño determinado de la demanda.
600
700
800
900
1000
1100
1200
1300
2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Andalucía
Balears (Illes)
Canarias
Cataluña
C. Valenciana
Madrid (C. de)
25
Analizaremos a continuación algunos indicadores relacionados con este cambio en los
parámetros organizativos del alojamiento hotelero.
Nos encontramos con una oferta que, debido al desigual crecimiento de oferta (plazas) y
demanda (pernoctaciones turísticas), en casi todas las regiones se encuentra al final del
periodo con un peor nivel de ocupación hotelera del que tenía al inicio. Como muestra
el Gráfico 7, todas las RTE sufren un relevante deterioro en su ocupación entre los años
2006 y 2009, mientras que la recuperación posterior solo consigue mejorar la ocupación
global en Baleares (de 68,7% a 73,8%) y Canarias (de 67,2% a 70,6%).
Gráfico 7 Porcentaje de ocupación hotelera total. (Fuente: EOH, INE)
En relación con este resultado, es posible ver que el empleo generado por los hoteles no
ha aumentado en la misma medida que la oferta, de forma que la ratio entre plazas y
empleados ha aumentado de forma relevante para el conjunto de los alojamientos
hoteleros (Gráfico 8). Con mayor o menor intensidad, todas las RTE han experimentado
este cambio, que debemos tomar como una evidencia clara de la intensificación del uso
del factor trabajo en la producción hotelera. Es relevante señalar que, además, este
incremento de la ratio plazas/empleados comienza al mismo tiempo que la caída en la
ocupación mostrada en el Gráfico 7 y se atempera (pero no se reduce) con la
recuperación experimentada a partir de 2009. Cabría interpretar que la crisis de
demanda turística entre 2007 y 2009, un reflejo de la crisis económica global, ha
consagrado una manera de ajustar los balances en los hoteles (reduciendo personal) que
se ha mantenido en los años siguientes, cuando pese a que los flujos de demanda y gasto
turístico se han recuperado, continua aumentando la carga de trabajo de los empleados.
40
45
50
55
60
65
70
75
80
2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Andalucía
Balears (Illes)
Canarias
Cataluña
Comunidad Valenciana
Madrid (Comunidad de)
26
Gráfico 8 Ratio entre plazas hoteleras y empleados hoteleros. (Fuente: Elaboración
propia a partir de EOH)
Desarrollando este argumento, podría decirse que la respuesta de los hoteleros a la crisis
de demanda iniciada en 2006-07 ha pasado por una combinación de rebajas de precios
(como se desprende de los análisis sobre el gasto del apartado anterior) y flexibilización
de las plantillas de personal (con unas plantillas más ajustadas para la capacidad
productiva puesta en el mercado). De forma que la mejora en los ratios de ocupación a
partir de 2009 observada en el Gráfico 7 se ha conseguido gracias a un proceso que, al
menos en principio, va contra la lógica de la recualificación: un producto más barato
producido de forma más intensa. Cabría pensar que esto ha ocurrido al margen del
proceso de recualificación y que son los hoteles de menor categoría los responsables del
deterioro del producto. Sin embargo, los datos del Gráfico 9 nos llevan a descartar esta
posibilidad: los hoteles de 5 estrellas han experimentado un incremento más intenso de
la ratio plazas/empleado que el conjunto de la oferta hotelera de las RTE. Análisis más
detallados que no es posible incluir aquí muestran que la tasa de ocupación de esta
categoría hotelera se ha elevado de forma sustancial durante el periodo, lo que evidencia
que su funcionamiento operativo se está aproximando a los establecimientos de menor
categoría.
4,0
4,5
5,0
5,5
6,0
6,5
7,0
7,5
8,0
8,5
2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Andalucía
I. Baleares
Canarias
Cataluña
C. Valenciana
Madrid
27
Gráfico 9 Ratio plazas/empleados en los hoteles de 5 estrellas. (Fuente:
Elaboración propia a partir de EOH)
A partir de estos resultados, es posible sugerir una nueva nota al proceso de
recualificación. Sus efectos sobre el empleo, que en la retórica recualificadora se plantea
como el fin último del desarrollo turístico, no están en absoluto claros. Ciertamente, los
hoteles cualificados crean más empleo (usan más personal para una capacidad alojativa
dada) pero dichos empleos no parecen inmunes al proceso de intensificación que resulta
de la reorganización productiva. Podría decirse que dichos hoteles son más eficaces,
vista la mejora de su ocupación y su relativa convergencia con los hoteles de menor
categoría en este aspecto, pero nuestros análisis sobre el gasto turístico nos llevan a
pensar que, más bien, cabe hablar de cierta macdonalización, por usar el afortunado
concepto de Ritzer (2002), del lujo turístico. Dichos hoteles seguirían siendo rentables
(tienen mejor ocupación con menos personal) pero a costa de reducir su calidad (al
menos en lo que se refiere al componente humano de sus servicios) y sus precios,
presionando a la baja los precios de los establecimientos de menor categoría. Nos
encontramos, en suma, con la situación hipotética que apuntábamos al final de nuestra
exposición del marco teórico.
Conclusiones
Recapitulando, tal y como planteábamos en la Introducción, hemos mostrado que: a) El
alojamiento hotelero en las RTE ha experimentado un importante cambio cualitativo,
con un significativo crecimiento de la oferta de mayor calidad (4 y 5 estrellas), pero este
ha cambio ocurrido al mismo tiempo que continuaba la expansión explosiva del
conjunto de la oferta. b) Dicho proceso de recualificación ha disminuido la competencia
2,0
2,5
3,0
3,5
4,0
4,5
2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Andalucía
I. Baleares
Canarias
Cataluña
C. Valenciana
Madrid
28
dentro de las regiones favoreciendo la concentración de la oferta, pero ha acentuado la
competencia entre regiones, que convergen en sus niveles de calidad alojativa (a un
nivel superior al del inicio del periodo) y en sus niveles de precios (entendidos en
términos de gasto por turista). c) Como resultado del proceso de reorganización, los
hoteles usan comparativamente menos trabajadores para un nivel de ocupación dado, de
forma que las cargas de trabajo se han intensificado afectando a la calidad global de la
oferta.
Este trabajo aporta un balance global de la última década del desarrollo turístico
español, en el que hemos puesto en evidencia la existencia de relaciones de asociación
entre algunos parámetros clave de la actividad hotelera: calidad de la oferta,
competencia entre empresas y regiones, gasto turístico, ocupación (rentabilidad) y
generación de empleo. Nos hemos centrado en identificar tendencias comunes a las
principales regiones turísticas españolas, buscando sustentar un primer diagnóstico
negativo y crítico de la recualificación turística que, necesariamente, requiere una
justificación más profunda y detallada que no es posible desarrollar aquí.
Dicho diagnóstico pone de manifiesto las consecuencias no deseadas de los planes de
reestructuración turística y, particularmente, la existencia de actores perjudicados en un
proceso que, desde una perspectiva menos crítica, podría ser calificado de eficiente. Al
fin y al cabo, los hoteles españoles ofrecen ahora un producto que, al menos
nominalmente, puede considerarse de mejor calidad y lo hacen a un precio más ajustado
con unos trabajadores más productivos. Con esta estrategia se alcanzó la cifra record de
58,7 millones de turistas en 2007 y parece haberse capeado el temporal de la crisis con
la recuperación de esos máximos históricos en fechas recientes.24 Sin embargo, esos
trabajadores más productivos también soportan cargas de trabajo más intensas y, como
resultado de las reformas laborales y el paro generalizado (el ejército de reserva), gozan
de menor protección en su empleo. El otro colectivo directamente perjudicado por estos
cambios es el de los pequeños empresarios hoteleros que, debido a las barreras de
entrada al lujo turístico (inversiones, experiencia, marca), se han visto desplazados del
mercado por una competencia de mayor calidad que rebaja sus precios para mantener el
flujo masivo de turistas. Una primera debilidad de este trabajo es no haber aportado
información más detallada sobre la evolución de los pequeños establecimientos
24 http://www.cincodias.com/articulo/economia/espana-roza-58-millones-turistas-marca-record-ingresos/20130111cdscdseco_10/
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hoteleros. Por último, hay que señalar que en la medida en que el turismo ha seguido
consumiendo territorio, un recurso no renovable, la disponibilidad de este recurso para
las generaciones venideras también se ha visto afectada.
Hemos señalado en todo momento el carácter exploratorio de esta investigación.
Aunque hemos identificado tendencias semejantes en las distintas RTE en torno a los
rasgos y consecuencias de la recualificación hotelera, también nos hemos encontrado
con evoluciones muy dispares que requieren mayor indagación. Planteamos a
continuación una serie de debilidades de nuestra investigación que, a nuestro juicio,
constituyen líneas en las que profundizar el análisis y sobre las cuales agradeceríamos
las sugerencias y aportaciones de los asistentes al congreso.
Del alojamiento hotelero al alojamiento turístico. Nos hemos centrado en el
alojamiento hotelero por la disponibilidad de información muy fiable sobre su
estado. Sin embargo, al dejar de lado otras modalidades alojativas que tienen
mucha presencia en algunas regiones estamos perdiendo perspectiva sobre otras
estrategias de reestructuración que no pasan por la recualificación del
alojamiento hotelero.
Del nivel regional al nivel local. En un determinado momento del análisis
recurrimos a la diferencia entre el turismo urbano de Madrid y el turismo de
litoral de las restantes RTE. Esta diferencia también podría ser relevante para
explicar algunos rasgos de Cataluña y Andalucía, donde el turismo urbano tiene
cierto protagonismo. Consideramos que para solventar esta cuestión y dar
cuenta de otros aspectos poco tratados (p.e. el “desbordamiento” de las
localidades turísticas maduras) sería deseable tratar con unidades de análisis
más pequeñas que la región turística, ya sean provincias o, preferiblemente,
localidades o distritos turísticos.
De las cifras anuales a las series mensuales. En combinación con lo anterior, y
si la disponibilidad de información lo hiciera posible, sería muy interesante
tratar la información mensualmente, usando análisis de series temporales para
controlar adecuadamente los efectos de la estacionalidad.
La Laguna, 28 de abril de 2004
31
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