la sustancia [2]

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1 La substancia (2) Bibliografía Berciano Villalibre, Modesto, Metafísica, B.A.C., Madrid, 2012, pp. 117-133. III Accidentes “A lo que ni es siempre ni generalmente a eso llamamos accidente” (Metafísica, VII, 2, 1026 b 29). Son lo que aparece de las cosas. No son una colección de atributos, porque éstos no hacen un ser único. El ente por accidente no es susceptible de definición, no goza de una esencia propia. Aunque la causa del accidente no sea conocida, el accidente tiene causas, llegan a ser por obra de algo y desde algo, como el azar y la fortuna. Hay accidentes que pertenecen a la esencia sin pertenecer a la sustancia (es inherente al triángulo el contener dos rectos). Estos pueden ser eternos. El ser por accidente presupone el otro género de ser. El per accidens es todo un mundo de complejidad y de indeterminación que hace más difícil la comprensión de la sustancia. Esta se muestra a través de sus accidentes, y éstos contribuyen a conocer la sustancia. Ambos tienen una íntima relación con el movimiento y el cambio. Las sustancias, sobre todo las vivientes, cambian, se configuran, maduran y mueren con el tiempo. IV Después de Aristóteles Parece que lo que se echa de menos es el fundamento y la existencia de la substancia finita. Cristianismo: la sustancia es creada por Dios. El hombre es el que mejor realiza la idea de substancia, considerada como sujeto (Cf. Boecio). Solo Dios es per se. Las cosas creadas son per aliud, por el acto creador de Dios. Dios es por sí mismo; las cosas tienen ser. Consecuencias: en las sustancias hay que distinguir su esencia estable y la existencia, que le sobreviene de fuera (como accidente, Avicena).

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La substancia (2)

Bibliografía

Berciano Villalibre, Modesto, Metafísica, B.A.C., Madrid, 2012, pp. 117-133.

III Accidentes

“A lo que ni es siempre ni generalmente a eso llamamos accidente” (Metafísica, VII, 2,

1026 b 29).

Son lo que aparece de las cosas. No son una colección de atributos, porque éstos no hacen

un ser único. El ente por accidente no es susceptible de definición, no goza de una esencia

propia.

Aunque la causa del accidente no sea conocida, el accidente tiene causas, llegan a ser por

obra de algo y desde algo, como el azar y la fortuna.

Hay accidentes que pertenecen a la esencia sin pertenecer a la sustancia (es inherente al

triángulo el contener dos rectos). Estos pueden ser eternos.

El ser por accidente presupone el otro género de ser.

El per accidens es todo un mundo de complejidad y de indeterminación que hace más

difícil la comprensión de la sustancia. Esta se muestra a través de sus accidentes, y éstos

contribuyen a conocer la sustancia. Ambos tienen una íntima relación con el movimiento y

el cambio. Las sustancias, sobre todo las vivientes, cambian, se configuran, maduran y

mueren con el tiempo.

IV Después de Aristóteles

Parece que lo que se echa de menos es el fundamento y la existencia de la substancia

finita.

Cristianismo: la sustancia es creada por Dios. El hombre es el que mejor realiza la idea de

substancia, considerada como sujeto (Cf. Boecio).

Solo Dios es per se. Las cosas creadas son per aliud, por el acto creador de Dios. Dios es

por sí mismo; las cosas tienen ser.

Consecuencias: en las sustancias hay que distinguir su esencia estable y la existencia, que

le sobreviene de fuera (como accidente, Avicena).

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No es posible definir la sustancia como ente por sí sin más. El per se esse de la sustancia

creada la distingue de los accidentes, pero la sustancia creada supone la distinción de

esencia y ser. El ser de la sustancia no es su esencia (S. Tomás).

“El ser en acto, el ser que tiene en sí el ser es la sustancia. Todos los demás seres lo son en

tanto refieren de algún modo a la sustancia. Lo que sería definido como siendo será su

esencia.” (Essentia propie est id, quod significatur per definitionem Tomás de Aquino, S.

Th. 29, 2ª 3).

V. Crítica de la sustancia en la Filosofía moderna

Galileo deja de lado la sustancia (empresa vana e imposible) y se centra en los accidentes

(“ciertas afecciones).

Gassendi: son los átomos.

Empirismo: Locke: la sustancia es una idea compleja observando que cierto número de

ideas simples van unidas, de ellas presuponemos que pertenecen a una sola cosa.

Hume: colección de ideas simples unidas por la imaginación. La sustancia es algo

desconocido, a lo cual se atribuyen las cualidades particulares. Su unión se basa en la

costumbre de verlas como efectos de algo único, subyacente (como con la idea de

“materia prima” o “yo”).

Descartes, Spiniza, Leibnitz

Kant: una de las categorías de relación del intelecto. Sirve para ordenar la multiplicidad de

la experiencia. “El esquema de la sustancia es la persistencia de lo real en el tiempo, i.e., la

representación de ella como un sustrato de la determinación empírica del tiempo en

general, por tanto, lo que persiste mientras todo lo demás cambia.” CRP Madrid, 1978 B

183).

Fichte: “El Uno, eterno omnipotente, indivisible, el Dios absoluto, la absoluta Identidad.

Hegel: grado esencial en el proceso de desarrollo de la idea, en la forma limitada de la

necesidad. El espíritu pasa de la forma de substancia a la forma de sujeto.

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VI. La substancia en la Filosofía contemporánea

Nietzsche la niega como un error derivado del concepto y del sentimiento de sujeto.

Dilthey: el concepto proviene de la categoría de ser el mismo que se experimenta en el yo.

De ahí se pasa a afirmar un núcleo interior de la realidad.

Wundt: habrá que traducirlo en una idea reguladora para el conocimiento unitario del

mundo.

Trendeleburg, Brentano, Hartmann.

Heidegger contrapone otros conceptos para hablar del ente: Dasein y cosa. El primero es

un modo de ser en el mundo de la vida, con la estructura fundamental de la temporalidad,

que constituye su ser.

El Dasein es un poder-ser que realiza sus posibilidades en su ocuparse con los entes o

substancias del mundo.

Cosa: vista en el mundo de vida, no en su objetividad o en su elaboración. Entra en el

acaecer histórico del hombre y está sometido a él.

Empirismo lógico y Filosofía analítica.

Volver al concepto aristotélico.

Strawson: idea de sujeto de experiencias a partir de la distinción que cada uno de

nosotros hace entre sí mismo y los estados de sí mismo; y lo que no es sí mismo, por otro.

De otro modo no tendríamos idea de nosotros mismos.

VII Para una idea actual

Experiencia que tenemos de nuestro yo como sujeto individual (Cf. P. 130)

El hombre tiene una identidad, un yo, que permanece en sus constantes cambios, aunque

sea temporal. El hombre sería el argumento principal y más convicente para definir la idea

aristotélica de sustancia. De ahí se puede extender el carácter sustancial a todos los seres

vivos, animales y plantas, de manera análoga.

La idea de Dios creador introduce la verdadera realidad subsistente.

Lo que es realmente subsistente es el principio absoluto, del cual depende todo,

comoquiera que se lo entienda (p. 131).

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Partir de la experiencia y prestar más atención a la estructura de los objetos de la misma,

su composición y su causa.

¿Es substancia el mismo sujeto humano? Sería difícil negárselo en el sentido de

permanencia, de sujeto responsable de acciones.

Vuelta a Aristóteles: Herbart, Strawson, Brentano.

Leibnitz: aporta el dinamismo de la substancia ya presente en Aristóteles (estructura

potencia/acto).

Heidegger: aportación en el mundo de vida y el sentido histórico de la misma.

Scheler: la persona no debe ser pensada como una cosa o una substancia (objeto), sin que

determine el ser de la persona. Motivo: el concepto de persona está muy ligado a un

estar-ahí delante.

“Persona es la forma concreta en que existe el espíritu en el hombre. Persona y espíritu

son equivalentes en tanto que la primera es el modo concreto y real de existencia del

segundo”. “Denominaremos persona a la manera en que el espíritu se manifiesta en las

esferas del ser finito” (El puesto del hombre en el cosmos, p. 55). Espíritu es algo distinto

de la vida, que incluso se define por su capacidad de negar la vida, de decir “no”. Las

cualidades que lo definen son “la independencia, libertad y autonomía existencial”, la

apertura al mundo y la desvinculación del entorno, la capacidad de objetivar, de tomar las

cosas en sí mismas y no sólo por el estímulo o agrado que producen, capacidad de tomar

distancia de las cosas, de no estar atado a ellas, de no tener entorno sino mundo. (Íd. P.

55).

“La persona es la concreta esencial unidad del ser de actos de esencia diversa, que en sí

misma precede todas las diferencias de actos [ ]. La esencia de la persona funda los

diversos actos” (Ética, p. 513). La persona es esencialmente ejecutora de actos. Es la

unidad espiritual de la que brotan los actos. Su relación con los actos no es solo de

imputación, sino de fundación: esto quiere decir que dota a los actos de un carácter de

concreción que aparece en ellos siempre que se realizan, de tal modo que hacen

referencia directa a la persona, llevan su marca, lo cual los hace concretos. Pero la

persona no es algo que exista detrás o sobre los actos, sino que se da íntegra en cada acto,

sin que se agote en ninguno. De ahí que no sea necesario un ser permanente que se

conserve independientemente de los actos (una sustancia). “La identidad [personal]

reside exclusivamente en la dirección cualitativa de ese puro tornarse otro” que es la

ejecución de actos diversos” (Ética, p. 515).

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Max Scheler rechaza la concepción sustancialista de la persona por dos motivos:

1) Sustancia está asociada a una concepción de cosa.

2) Significa una unidad estática, algo que está detrás o por encima de los actos, como

si dicha realización fuera accidental; mientras que la persona está enteramente en

sus actos y no es nada sin ellos, ella es la ejecutora de actos. No hay un ser, una

sustancia entendida como principio o resultado del obrar. Ni operari sequitur esse,

ni esse sequitur operari, sino esse est operari: el ser es el obrar. ¿Actualismo? No.

Persona implica responsabilidad, culpa, arrepentimiento, que solo se explican

desde una concepción no puramente actualista de la persona. Ni sustancialismo ni

actualismo, sigo una posición intermedia (“actualismo fenomenológico”;

“sustancialismo ek-stático”).

El Dasein como poder-ser no parece poderse desligar del concepto de sustancia. Pero

habría que ampliarlo, incluyendo aspectos históricos y dinámicos implícitos.

Al hacerlo se relativizan aspectos que se habían considerado inherentes al concepto, como

la inmutabilidad y la fijeza. La esencia humana se va construyendo en su vida temporal e

histórica.

El mismo concepto de accidente varía. No serían los accidentes una segunda cosa que se

añade a la sustancia. Lo que hay es una sustancia ampliada accidentalmente (Brentano).

No se da substancia finita sin accidentes ni accidentes sin substancia. Con el cambio de

accidentes, cambia también la sustancia (dinámica).

El tiempo, más que un accidente, es propio de la esencia del hombre.

- Tomar punto de partida en la Creación (neo-platonismo).

- Descartes

- Spinoza: una única y absoluta sustancia.

Cuestión fundamental, abierta: ¿Cuál es el fundamento, la existencia, el ser de la

substancia finita que no tiene su razón de ser en sí misma?

“En su más íntima realidad las sustancias nos son desconocidas; actúan, son y son

actos. Eso es todo lo que sabemos de ellas.” (E. Gilson, El ser y los filósofos, EUNSA,

Pamplona, 2005 (5ª), p. 71.

“Lo más real en la sustancia es aquello por lo cual está en acto. Ahora bien, una sustancia

corpórea no es lo que es por su materia… las formas naturales son la médula inteligible de

la realidad visible. Materialmente hablando un animal está compuesto de materia

inorgánica, y nada más. El análisis químico de sus tejidos no revela nada que no pudiera

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así mismo entrar en la composición de seres enteramente diferentes. Es, sin embargo, un

animal, y, por tanto, una sustancia, porque tiene un principio interior que explica su

carácter orgánico, todos sus accidentes y todas las operaciones que realiza. Eso es la

forma. Obviamente, si hay en una sustancia algo que es acto, no es la materia, es la forma.

La forma, pues, es el acto mismo por el cual una sustancia es lo que es y, si un ser es

primeramente o, como Aristóteles mismo dice, casi exclusivamente lo que es, cada ser es

primariamente o casi exclusivamente su forma. [ ] El carácter distintivo de una metafísica

del ser verdaderamente aristotélica [ ] reside en el hecho de que no reconoce ningún

acto superior a la forma, ni siquiera la existencia. No hay nada por encima del ser; en el

ser, no hay nada por encima de la forma, y esto significa que la forma de un ser dado es

un acto del cual no hay acto.. [ ].

Como la de Platón, su propia doctrina [la de Aristóteles] no tiene necesidad de los

individuos ni les da cabida…[ ] Aristóteles declara abiertamente que no le interesa

ninguna otra cosa [que los individuos], y seguidamente se dispone a probar que, puesto

que la forma es la misma para toda la especie, el verdadero ser del individuo no difiere en

ningún modo del verdadero ser de la especie.” (Gilson, op. Cit. Pp. 74-75).

“Como quiera que lo miremos, algo tiene que estar equivocado en una doctrina en la que

lo supremamente real lo es en virtud de aquello que presenta una carencia casi completa

de realidad [los individuos]. Esto es lo que necesariamente tiene que acontecerse a

cualquier realismo que se detenga en el nivel de la sustancia; no ya los individuos, sino sus

especies, se convertirán en el verdadero ser y en la verdadera realidad.” (Íd. P. 76).