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LA TRAGEDIA MINERA DE PIQUECHICO

04Sbadoabr 2009

PostedbyPueblo MrtirinHISTORIA9 comentariosEtiquetasCerro de Pasco,Cesar Perez Arauco,Historia de Pasco,Pueblo Martir,Tragedias mineras

La aciaga maana del 23 de enero de 1910 comenzaba a mostrarse completamente nublada. Las oscuras cerrazones que cubran los cielos -negro presagio- parecan haber hecho descender los nubarrones, que podan tocarse con las manos. Se iniciaba un domingo sombro y, no obstante ser da de guardar, las gentes presurosas iban de un lugar a otro, con sus inquietudes y sus ansiedades. Para este poblado minero no hay tregua posible. Los msculos activos y diligentes no guardan, no pueden guardar un domingo. La avidez de la compaa no puede permitirse ese lujo. El activo poblado minero de Goyllarisquizga -Donde cay una estrella- ha aglutinado a numerosos hombres venidos de diferentes lugares, ofrecindoles el riesgoso trabajo en sus negras galeras. En sus socavones, seguirn como obsesos, la veta carbonfera del yacimiento.Son las seis con treinta minutos de la maana, y da la impresin de que el resto del da transcurrir con el acostumbrado ritmo cotidiano, cuando un remezn sordo, como producido por el ms terrorfico terremoto, estremece las casas hacindolas temblar desde sus cimientos. Las gentes alarmadas ganan las calles y, mudas de espanto, se interrogan con las miradas. De la parte baja donde se aposenta la mina, se eleva un humo negro, denso y acrrimo, que empieza a envolverlo todo, produciendo irritacin y escozor en narices y ojos. Una vieja mujer, desencajada y plida, figura de un negro presagio, grita:-!!!La mina!!!!Y las madres y las esposas y las hermanas y los hijos y las hijas, corren desaforados a la puerta del socavn, dejando un reguero de gritos y lamentos. La carrera calle abajo es desesperada y angustiosa. En el trayecto se encuentran con un hombre que, desencajado, con los ojos desmesuradamente abiertos de terror, tartajea en los umbrales de la inconsciencia-Elpique..chico..de la mina..se ha hundido!!! -Y suelta el dique de su emocin, en un llanto irrefrenable.La desesperacin y la angustia se apoderan de todos. Algunos hombres, con fuerte presencia de nimo, impiden que las mujeres entren en la mina. Estn como locas. Ya han llegado ms hombres y presurosos, cubrindose las narices con unos simples pauelos, ingresan en el socavn a salvar a sus compaeros. Muchos de estos abnegados valientes no volvern a salir. El gas gris en toda su mortal intensidad sigue cobrando ms vidas.Pasado un tiempo llegan el superintendente Cowans y el comisario Gabriel Saco, que de inmediato disponen -con el poco y deficiente equipo con que cuentan- la conformacin de brigadas de rescate. El trabajo de estos hombres debidamente preparados para casos como ste, es arduo y arriesgado. Imbuidos de amor fraternal, suplen las deficiencias materiales con el calor humano del esfuerzo. Tres horas despus, en un tren expreso de la Minning Company, llega desde el Cerro de Pasco, el mdico de la Compaa, el Doctor Arthur Shaw y, veinte policas al mando del inspector Enrique Snchez Burgos. Transportan numerosos atades.La labor de rescate es cada vez ms dura y desesperante. Entre un humo asfixiante que nubla todo el trayecto de las labores, se oyen mezcla de rdenes, gritos, lamentos, llantos y quejidos desesperados. Los hombres que han entrado -ojos llorosos y temblor en los pulsos- sacan cadveres mutilados, sin cabeza, sin brazos, sin piernas, y los amontonan a la puerta de la galera. Los heridos, exanges y jadeantes, soportan estoicamente, hasta el lmite de lo humano, el tremendo dolor de sus heridas.Los voluntarios del rescate ya estn agotados; sin embargo, para insuflarles ms nimos en el cumplimiento de la tarea, les dan colmados pocillos de aguardiente a cada uno de ellos. Desatinada disposicin que va a originar un amago de linchamiento del Superintendente y el staff que lo acompaa. Felizmente, la oportuna y enrgica accin de la polica, evita que ocurra semejante desenlace. No es para menos. Todos los all presentes estn angustiados, desesperados, impotentes; sintindose solidarios con las vctimas y sus familiares. Es ms. Cuando al calor del desastre, los obreros haban presentado su reclamo, el Superintendente les inform que no se angustiaran, que la Compaa indemnizara a los familiares con cincuenta soles por cada muerto. La reaccin no se hizo esperar y -como dijimos- de no contarse con la fuerza del orden, se habra tenido que lamentar una sangrienta asonada.As, en un ambiente de tensin anmica y humo asfixiante que cubra todo el poblado, se dio por finalizado la tarea de rescate, a las tres de la tarde. En el pequeo hospital e improvisadas instalaciones adyacentes, 56 heridos graves se debatan entre la vida y la muerte. En el corredor quedaban apilados 29 cadveres, mutilados e irreconocibles, resultado del doloroso holocausto minero.Aquella maana, faltando treinta minutos para la salida, el italiano Pietro Gava, exigente capitn de minas, haba ordenado que se enciendan los tiros en el nivel G de Pique Chico, para dejar expedito el trabajo a los obreros que deban entrar en el turno de las siete. Los hombres que lo acompaaban -alrededor de cien- haban trabajado intensamente esa noche y, la orden de cargar los tiros de dinamita, se supone que lo haban efectuado con cisco de carbn hmedo y no con la arcilla reglamentaria. Este desatinado y arriesgado reemplazo, es lo que origin tan fatdica y cruenta explosin. La chispa que ocasion el ensordecedor estallido de gris, recorri la galera ms de 1,400 pies, destrozando el maderamen, las instalaciones de alumbrado elctrico y la lnea Decauwille. A lo largo de la siniestra galera, quedaban regados los cuerpos y miembros mutilados de los mineros.Recin entonces, la prensa peruana repar en el significado de la horrible tragedia. Todas las organizaciones gremiales, culturales y sociales, se solidarizaron con los familiares de los cados. El Gobierno tom en serio el control de las compaas mineras de entonces a fin de que cumplan con las leyes vigentes de seguridad. La primera medida adoptada, fue la de suspender el trabajo en las minas de Goyllar, hasta el nueve de agosto de 1919. En siete meses quedara expedito un sistema de seguridad que garantizara la vida de los mineros. As lo hicieron saber al organismo rector que, previa revisin despus de los siete meses- autoriz para que continuaran los trabajos.Lo que son las cosas.Al da siguiente de emitida la ordenanza, -10 de agosto de 1,910- se reiniciaban las labores. Haba plena confianza en todas partes por las medidas de seguridad adoptadas. Sin embargo, siendo las cinco menos cinco de la tarde, se produjo una segunda horripilante explosin, ms dantesca que la primera, en el nivel F. Esta vez con 310 hombres dentro, al mando del capitn Carlos Valle. Despus de las sacrificadas tareas de salvataje, fueron contabilizados: 72 muertos y 60 heridos. Del resto, 168 hombres- nunca ms se supo nada.La prensa nacional que ya haba tomado conciencia del significado de ambos holocaustos acaecidos en Goyllar, publicaron el testimonio de un testigo de excepcin que haba visto todo lo ocurrido despus de la segunda explosin. Este testimonio se sintetiza as:Muchos muertos fueron arrojados a los pesebres, de donde los hizo extraer el Prefecto, tan pronto como se dio cuenta de ello, por la protesta de los deudos y dems operarios.La empresa mand fabricar inmediatamente cajones grandes cuadrilongos en los cuales se depositaron los muchos miembros aislados que se encontraron junto al punto crtico de la explosin. Entre los sucumbidos haba un padre que abrazaba a su hijo de quince aos de edad. Los cadveres horriblemente mutilados, se velaron en las habitaciones de los obreros que son unos cuartuchos estrechos de 2 y medio varas de fondo por dos de ancho. All permanecieron 48 horas despidiendo hedores insoportables. Al entierro de las vctimas no asisti nadie de la empresa. Ni la presencia del dolor fue capaz de despertar en el corazn de los capitalistas un impulso de fraternidad hacia el pobre siervo indgena.Los muertos y heridos fueron sacados en hombros, por falta de toda clase de medios. Al hecho de no estar a la mano los elementos necesarios, de debe la prdida de muchas vidas. Los norteamericanos aplicaban a los asfixiados, cido actico diluido en agua, y amonaco lquido. Uno de los titulados mdicos de la empresa diagnostic como embriaguez un caso de asfixia, ejemplo en el cual se funda la comisin oficial para opinar que el gobierno deniegue la reconsideracin pedida por la Compaa del Decreto que ordena que los mdicos empleados en los hospitales de las empresas mineras, sean profesionales recibidos, conforme a las leyes del pas.El llamado Hospital de Goyllarisquizga no es sino un lugar para atender casos urgentes en materia de accidentes, y, el Prefecto se vio precisado a llevarse consigo al Cerro de Pasco, a los heridos para que all fueran debidamente atendidos.La prensa peruana sigui preguntndose: Cabe mayor desprecio hacia la humanidad que este abandono en que dejaba la compaa millonaria del Cerro de Pasco a sus operarios?.En cuanto a las idemnizaciones, la compaa hizo todos los gastos del funeral quedando acordado con ella el inmediato abono de los saldos acreedores a los deudos y cancelacin de las cuentas a su cargo y a favor de la empresa. Por su parte, el Prefecto de Junn entreg a cada familiar una libra peruana obsequiada por el Supremo Gobierno.Como advertirn nuestros lectores sigue diciendo el periodista- la catstrofe ocurri con anterioridad a la promulgacin de la ley del 20 de enero de 1911, de manera que las demandas de indemnizacin quedaban sujetas a lo dispuesto en el artculo 12 del reglamento de locacin de servicios mineros. Respecto a los braceros provenientes de Jauja que conforman la gran mayora de las vctimas, ellos haban acordado, con el enganchador Castro, la suma de 20 libras peruanas como indemnizacin por accidente, cantidad que la empresa convino con la Comisin Oficial en abonar en Jauja a los deudos, en presencia del delegado de minera para mayor seguridad de la entrega. Sin embargo la Compaa burl este acuerdo, despachando un tren a Jauja con los deudos, que eran acuados en coches jaula como si fueran ganado sin esperar al delegado que tena que llegar al Cerro de Pasco.La curacin de los heridos, que fueron bien atendidos en el Cerro de Pasco bajo la vigilancia del Prefecto corri, como es natural, a cargo de la Compaa que se comprometi a considerar devengadas en el jornal ntegro de cada uno de ellos hasta su completo restablecimiento, y en el caso de quedar alguno imposibilitado, total o parcialmente, entregarle una indemnizacin cuyo monto estar reglado por la Delegacin de Minera.La hecatombe minera fue de tal magnitud que, el gobierno encargo a los ingenieros, seores Habich y Bravo para que emita un informe final. Alguno de cuyos acpites sealamos:EL MANEJO DE LAS LABORES.- Los taladros se cargan con uno o dos cartuchos de carbonita, explosivo permitido para minas de carbn en Estados Unidos, pesando cada cartucho, media libra inglesa. En las galeras principales se ven cajones de arcilla, destinada a atacar los tiros, pero sucede en muchos casos que los indios, mal vigilados, emplean para el objeto polvo de carbn, que es sumamente inflamable.Los capitanes dejan en un libro especial, indicaciones acerca del estado de ventilacin y gases de la mina, pero no le consta a la comisin que antes de la entrada al trabajo de cada cuadrilla, hagan una inspeccin debida a la mina.En trminos generales, el sistema de ataque es el llamado en norteamrica: descargar lo slido (shooting of the solid), que no debe utilizarse por los peligros que ofrece.En la mina hay poca provisin de agua.En las galeras principales hay luz elctrica. En las dems labores, los operarios usan lmparas sujetas a las gorras.El carbn de Goyllarisquizga es rico en gases, que se desprenden a temperaturas relativamente bajas y muy suceptible a reducirse a polvo, el que, por la sequedad de la mina, se levanta con extrema facilidad.En las lmparas debiera quemarse alcohol o bencina, y no aceite como sucede.La explosin se produjo probablemente por no haberse humedecido bastante las labores.La comisin atribuye la causa de esta explosin como de las anteriores (la de enero y otras dos que no fueron comunicadas a la delegacin de minera y que produjeron 5 y 7 heridos) al sistema de shooting of the solid.La comisin reconoce que ha habido descuido y defectos tcnicos en los trabajos como causa de la catstrofe, que acusan carencia de versacin profesional en los encargados de ejecutarlos y, olvido de las reglas elementales de prudencia en la explotacin de yacimientos, tan conocidamente peligrosos, como son los de carbn.Con excepcin del empleo de la plvora de seguridad, la compaa minera no ha cumplido ninguna de las prescripciones contenidas en el supremo decreto del 28 de enero de 1,910; no habiendo ni un solo aparato de salvamento, ni una cuadrilla afectada a tal labor, hasta se careca de camillas para el transporte de los heridos; todo hubo de llevarse del Cerro de Pasco, con la demora consiguiente.Tampoco ha observado la compaa ninguna de las medidas dictadas por la delegacin de minera a raz del accidente anlogo del 23 de enero; lo que demuestra el poco o ningn acatamiento que merecen a la compaa las prescripciones de las autoridades correspondientes, sobre todo cuando estima dispendiosa su ejecucin.10. Medidas que deben adoptarse para evitar accidentes.Insistir en la capacidad tcnica de los directores de trabajos mineros y la inspeccin obligatoria y permanente de tales trabajos por funcionarios del gobierno.La revalidacin, sujeta a reglas severas, de los ttulos de ingeniero, a veces repartido con prodigalidad, cuando se trata del activo ejercicio de esa profesin en el exterior del pas que concede diplomas, importan una garanta indispensable de la que aparece por dems oportuno pronunciarse.Un cierto ambiente de rebelin, contina diciendo el informe, existe indudablemente en la Empresa interesada; las medidas, o son imperfectamente aplicadas o no lo son absolutamente, cuando se creen dispendiosas o molestas, y todo esto demanda una continua y enrgica inspeccin que vigile su exacto cumplimiento.Con todo, sera muy pequeo el resultado que se obtuviera, si no se estableciese una vigilancia extrema por la administracin de la mina y no se recordar constantemente al personal de trabajo en ella, los peligros a que est expuesto y los medios y precauciones que deba tomar para evitarlos, los que se lograra mediante frecuentes explicaciones por los empleados superiores de las minas.Urge desterrar de una vez y para siempre el sistema de trabajo shooting of the solid de la mina de Goyllarisquizga y reemplazarlo con el sistema undercutting o shearing.Cree la comisin que un plazo mximo de tres meses ser suficiente para la adquisicin de dichas mquinas en nmero suficiente para las necesidades de la actual explotacin.Por el momento se impone la suspensin de los trabajos en el nivel G. Otra medida indispensable es el aumento de dotacin de agua y la remocin, en forma adecuada, del polvo que forma aglomeraciones, como ha podido observarse en los niveles J y G.Las labores deben ser revisadas por los capitanes respectivos, antes de prender los tiros, para constatar si estn bien humedecidos. Es indispensable tambin, que no se proceda a prender los tiros y las lmparas de seguridad, que no detallamos aqu para no hacer demasiado extenso este trabajo, que slo servir para invitar a un estudio detenido de los procedimientos de la Cerro de Pasco Minning Company.Es indispensable que se tenga expedita siempre, por lo menos dos cuadrillas de salvamento y una provisin de tiles necesarios para el mismo objeto, que faltaron absolutamente durante la ltima catstrofe. Llegando cuatro horas despus, y todava insuficientes, del Cerro de Pasco.Debe obligarse asimismo a al compaa que lleve una total refaccin y limpieza del hospital de Goyllarisquizga. En este establecimiento slo se encontraron tres camas y la mesa de operaciones que all existe, es reveladora del notable descuido que reina.En vista del poco acatamiento a las disposiciones emanadas de las autoridades respectivas, es preciso establecer una enrgica sancin consiguiente al incumplimiento de tales rdenes, aconsejndose establecer una escala que pudiera comenzar una multa de 1,000 libras mnima y llegar an a la suspensin de los trabajos, por tiempo ms o menos dilatado, en caso de reincidencia y segn la gravedad de la falta.Concluye el informe, haciendo mencin de actos de nobleza realizado en el salvamento por el superintendente Frank Rally, el ingeniero Aurelio Ruz Huidobro, el sobrestante del nivel E, Luis Flores y los sargentos de la polica del Cerro de Pasco, Acosta y Ballesteros. Las autoridades respectivas y los mdicos Portella y Anchorena, prestaron, en su esfera de accin, los ms activos servicios.11. Sigue la infamia.Aunque parezca mentira, todo fue el que la comisin dejara el Cerro de Pasco, para que la compaa norteamericana dejara de cumplir lo que se haba comprometido. Es as que, el 23 de agosto de 1,910, el diputado Carlos Lora y Quionez, dirigi un oficio al Ministro de Fomento, en el cual se refiere a la denuncia hecha en los diarios de Lima, de que la Cerro de Pasco Mining, haba reanudado sus labores en la mina de carbn de Goyllar inmediatamente despus que la comisin investigadora dejara la ciudad. Como es probable, no cumplieron con las modificaciones prescritas.El seor Joaqun Capello -uno de los ms brillantes parlamentarios que nos representara- dijo en la Cmara de Senadores el 24 de octubre de 1,910, que el Decreto de Gobierno, emitido el 26 de Agosto, despus de la presentacin del informe de la Comisin Oficial, haba dispuesto que las cuentas pendientes de los que resultaron vctimas de ese accidente seran canceladas por la Empresa y que, por informe de la Asociacin Pro-Indgena publicado oportunamente en los diarios de Lima, y contradicho por nadie, se saba que multitud de esas cuentas no haban sido canceladas; que las familias de los que perecieron en la catstrofe, eran perseguidas en Jauja para que paguen lo que adeudaban, los que perdieron con su vida cuanto pudieran perder.En aquella misma sesin present el citado senador un proyecto de ley, tendiente a proteger al operario indgena contra el despotismo de los grandes industriales. Pas a una comisin parlamentaria.12. LA LEY DE ACCIDENTES DE TRABAJO.Como hemos visto, por lo ingente e imperativo que resultaba una ley de accidentes, el parlamento se puso a trabajar. Los numerossimos accidentes mineros, trgicos y luctuosos, as lo determinaron. Es as que el 18 de noviembre de 1,905, Jos Matas Manzanilla, presenta un proyecto a su Cmara que despus de debates encontrados e irreconciliables es remitido a comisiones, el eterno lugar donde duermen las aspiraciones del pueblo. Por fin, despus de tanta espera, el 2 de agosto de 1,907, los dictmenes se someten a un debate. Nada se sac en claro. El presidente Pardo, enojado por la demora, convoca a los grupos contrarios y presenta un proyecto de ley el 1 de agosto de 1,908; la discusin era acalorada, !claro! en el parlamento estaban los terratenientes, industriales y poderosos a quienes no le convena la dacin de la ley. En la defensa de la clase obrera breg ejemplarmente Manzanilla y nuestro representante Joaqun Capello. Por fin el 06 de septiembre de 1,908 se aprueba el proyecto en Diputados para pasar a Senadores y , ese da, el pueblo obrero celebra ruidosamente el primer triunfo.El proyecto fue discutido a partir del 05 de agosto de 1,910 en la Cmara de Senadores, donde Joaqun Capello tuvo un papel extraordinario. El 18 de octubre de 1,910 se aprobaba con ampliaciones, supresiones y correcciones, dndose paso a la ley No 1378, en cuyo artculo primero se deca: El empresario es responsable por los accidentes que ocurran con sus obreros y empleados en el hecho del trabajo o con ocasin directa de l.ste, indudablemente, fue un triunfo, porque hasta ese entonces los accidentes de trabajo no eran indemnizados ya que lo relativo a ellos tena vigencia los dispositivos del cdigo civil de 1,852.