la Última despedida de ‘federico sÁnchez’ · tiempo de las formaciones homólogas en ita-lia...

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Por A. S. H ay que partir del hecho de que el fracaso de la revolución comu- nista no significa que la sociedad actual sea una sociedad justa. Significa que por esos métodos no podremos y que hay que inventar otros. La economía de mercado provoca cada día injusticias y focos de desigualdad. El hecho del fracaso ideoló- gico y moral del leninismo no te autoriza a cualquier cosa. Hay que reconocer que el mercado es fuerte, pero no se puede capitu- lar ante la realidad capitalista. Lo importante es reconocer que existe y elaborar una estra- tegia que no tiene nada que ver con el leni- nismo”, explicaba Jorge Semprún en una de sus últimas entrevistas –en este caso, al dia- rio Público, en noviembre del año pasado. El intelectual que perteneció al Partido Co- munista de España durante 22 años y que, tras su expulsión, en 1964, haría público y uni- versal su distanciamiento con esa ideología, aún conservaba altas dosis de rebeldía con- tra un sistema que, sin embargo, con excep- ción hecha de su paso durante 15 meses (1943-1945) por el campo de reeducación de Buchenwald –él mismo explica que no se tra- taba de un campo de concentración, sino de un centro en duras condiciones ideado por los nazis para ‘hacer cambiar de opinión’ a disidentes, comunistas y antifascistas-, no le había tratado, personalmente, demasiado mal. Nacido en una familia muy acomodada en Madrid, en 1923, era hijo de Susana Maura Gamazo –hija a su vez de Antonio Maura, po- lítico conservador que ejerció en cinco oca- siones la presidencia del Gobierno bajo el rei- nado de Alfonso XIII–, y de José María Sem- prún y Gurrea, un intelectual republicano que ocupó diversos cargos, y que durante la Gue- rra Civil ejercía como embajador en La Haya, razón por la que el joven Jorge Semprún no tuvo que vivir ese amargo momento en nues- tro país. Al término de la contienda se trasla- da con su familia a la que sería la ciudad de su vida, París, donde pasó la mayor parte de su tiempo y donde ha terminado sus días. La casi inmediata ocupación alemana lo empujó a las filas de la Resistencia, donde, como muchos otros exiliados republicanos españoles, combatió a los nazis. Detenido en 1943, fue enviado al anteriormente mencio- nado centro de reeducación, hasta el fin de la II Guerra Mundial. Como él mismo reconocería durante toda su vida, y en buena parte de su obra literaria, su paso por Buchenwald constituye el hecho que marcaría su existencia, según sus decla- raciones, incluso más que su peripecia de más de dos décadas en el seno del PCE, del que llegaría a ser uno de sus máximos dirigentes, hasta su enfrentamiento con el entonces se- cretario general de esta formación, Santiago Carrillo, lo que implicó su expulsión –junto a la de Fernando Claudín–, en 1964. Federico Sánchez –el nombre de guerra que Semprún tenía en la clandestinidad– siempre acusó a Carrillo de haberlo expulsado por pro- poner un cambio en la línea estratégica de los comunistas, muy similar a lo que años más tarde sería conocido como eurocomunismo, y que el propio Carrillo impulsaría en Espa- ña y en Europa, junto a los líderes de aquel tiempo de las formaciones homólogas en Ita- lia y Francia, Enrico Berlinguer y George Mar- chais, respectivamente. Pese a reclamar de algún modo la paterni- dad de aquella idea, Semprún no dejó de ajus- tar cuentas con sus antiguos camaradas du- rante el resto de su vida, como se puede apre- ciar en varios de sus textos –especialmente en Autobiografía de Federico Sánchez (premio Planeta en 1977)– y en múltiples declaracio- POLITICA 40 13–19 de junio de 2011. nº 930 Jorge Semprún recibe el reconocimiento de amigos y ‘enemigos’ LA ÚLTIMA DESPEDIDA DE ‘FEDERICO SÁNCHEZ’ Francés en España y español en Francia. Así se sentía Jorge Semprún por esas cosas “de las contradicciones” que tanto había reivindicado a lo largo de su vida. De alta cuna, militante comunista, más tarde propagandista contra el PCE, ministro de Cultura con Felipe González, y siempre escritor –desarrolló igualmente una notable faceta como guionista cinematográfico–, el clandestino Federico Sánchez escribía su última página en el París de sus amores, capital de un país tan suyo como España –la mayor parte de su extensa obra está escrita en francés–, y tras su desaparición, junto con algún secreto, se lleva el halago de quienes lo temieron, de muchos de sus adversarios y de casi todos sus amigos. La vida de Semprún estuvo marcada por su estancia en el campo de

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Por A. S.

H ay que partir del hecho de que elfracaso de la revolución comu-nista no significa que la sociedadactual sea una sociedad justa.

Significa que por esos métodos no podremosy que hay que inventar otros. La economía demercado provoca cada día injusticias y focosde desigualdad. El hecho del fracaso ideoló-gico y moral del leninismo no te autoriza acualquier cosa. Hay que reconocer que elmercado es fuerte, pero no se puede capitu-lar ante la realidad capitalista. Lo importantees reconocer que existe y elaborar una estra-tegia que no tiene nada que ver con el leni-nismo”, explicaba Jorge Semprún en una desus últimas entrevistas –en este caso, al dia-rio Público, en noviembre del año pasado.

El intelectual que perteneció al Partido Co-munista de España durante 22 años y que, trassu expulsión, en 1964, haría público y uni-versal su distanciamiento con esa ideología,aún conservaba altas dosis de rebeldía con-tra un sistema que, sin embargo, con excep-ción hecha de su paso durante 15 meses(1943-1945) por el campo de reeducación deBuchenwald –él mismo explica que no se tra-taba de un campo de concentración, sino deun centro en duras condiciones ideado porlos nazis para ‘hacer cambiar de opinión’ a

disidentes, comunistas y antifascistas-, no lehabía tratado, personalmente, demasiado mal.

Nacido en una familia muy acomodada enMadrid, en 1923, era hijo de Susana MauraGamazo –hija a su vez de Antonio Maura, po-lítico conservador que ejerció en cinco oca-siones la presidencia del Gobierno bajo el rei-nado de Alfonso XIII–, y de José María Sem-prún y Gurrea, un intelectual republicano queocupó diversos cargos, y que durante la Gue-rra Civil ejercía como embajador en La Haya,razón por la que el joven Jorge Semprún notuvo que vivir ese amargo momento en nues-tro país. Al término de la contienda se trasla-da con su familia a la que sería la ciudad desu vida, París, donde pasó la mayor parte desu tiempo y donde ha terminado sus días.

La casi inmediata ocupación alemana loempujó a las filas de la Resistencia, donde,como muchos otros exiliados republicanosespañoles, combatió a los nazis. Detenido en1943, fue enviado al anteriormente mencio-nado centro de reeducación, hasta el fin dela II Guerra Mundial.

Como él mismo reconocería durante todasu vida, y en buena parte de su obra literaria,su paso por Buchenwald constituye el hechoque marcaría su existencia, según sus decla-raciones, incluso más que su peripecia de másde dos décadas en el seno del PCE, del quellegaría a ser uno de sus máximos dirigentes,

hasta su enfrentamiento con el entonces se-cretario general de esta formación, SantiagoCarrillo, lo que implicó su expulsión –juntoa la de Fernando Claudín–, en 1964.

Federico Sánchez –el nombre de guerra queSemprún tenía en la clandestinidad– siempreacusó a Carrillo de haberlo expulsado por pro-poner un cambio en la línea estratégica de loscomunistas, muy similar a lo que años mástarde sería conocido como eurocomunismo,y que el propio Carrillo impulsaría en Espa-ña y en Europa, junto a los líderes de aqueltiempo de las formaciones homólogas en Ita-lia y Francia, Enrico Berlinguer y George Mar-chais, respectivamente.

Pese a reclamar de algún modo la paterni-dad de aquella idea, Semprún no dejó de ajus-tar cuentas con sus antiguos camaradas du-rante el resto de su vida, como se puede apre-ciar en varios de sus textos –especialmente enAutobiografía de Federico Sánchez (premioPlaneta en 1977)– y en múltiples declaracio-

POLITICA

40 13–19 de junio de 2011. nº 930

Jorge Semprún recibe el reconocimiento de amigos y ‘enemigos’

LA ÚLTIMA DESPEDIDA DE‘FEDERICO SÁNCHEZ’

Francés en España y español en Francia. Así se sentía Jorge Semprún por esascosas “de las contradicciones” que tanto había reivindicado a lo largo de su vida.

De alta cuna, militante comunista, más tarde propagandista contra el PCE, ministrode Cultura con Felipe González, y siempre escritor –desarrolló igualmente una

notable faceta como guionista cinematográfico–, el clandestino Federico Sánchezescribía su última página en el París de sus amores, capital de un país tan suyo

como España –la mayor parte de su extensa obra está escrita en francés–, y tras sudesaparición, junto con algún secreto, se lleva el halago de quienes lo temieron, de

muchos de sus adversarios y de casi todos sus amigos.

La vida de Semprún estuvo marcada por su estancia en el campo de c

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nes públicas en las últimas décadas.En 1988 era designado ministro de Cultura

por el entonces presidente de Gobierno, Fe-lipe González, en un hecho muy criticado alsevillano, también por parte de muchos desus correligionarios, que consideraban a Sem-prún más francés que español. El intelectual,por aquellas fechas continuaba viviendo enParís, y se suponía que era ajeno a los movi-mientos culturales y a la situación en este ám-bito que se vivía dentro de nuestras fronteras.

Su fama de hombre polémico se acrecen-tó por los duros enfrentamientos que mantu-vo durante sus tres años al frente del Ministe-rio con el entonces vicepresidente del Go-bierno, Alfonso Guerra, y que, al parecer, si-guiendo su costumbre de plasmar esta clasede vivencias en sus obras literarias, quedaronreflejados en su obra Federico Sánchez se des-pide de ustedes (1993).

Novelista, ensayista, autobiógrafo, deja unbuen número de volúmenes de su creación,

la mayor parte escritos en el idioma en elque mejor se expresaba, y el que tambiénresultaba más próximo a su cultura, el fran-cés. Tan solo escribiría en castellano su au-tobiografía y su última novela, Veinte años yun día (2003).

Conocido europeísta, llegó a compartir unensayo, El hombre europeo, junto a uno delos principales líderes de la derecha france-sa, Dominique de Villepin, en 2005. Tam-bién es bastante conocida su faceta comoguionista cinematográfico, destacando sustrabajos para el director greco-francés Cons-

tantin Costa-Gavras. Para él escribió Z, Laconfesión y Sección especial, aunque tam-bién es el autor de otros guiones para otroscineastas, como Alain Resnais, Jacques De-ray, Joseph Losey o Pierre Granier Deferre.Incluso se hizo cargo de la serie televisivaespañola Los desastres de la guerra, junto aldirector Mario Camus.

Muy influido por su propia experienciapersonal, Jorge Semprún siempre fue parti-dario del rescate de la memoria histórica hur-tada por la cultura del franquismo y la tran-sición. Recientemente llegaba a declarar que“España es un país muy extraño: el régimende monarquía parlamentaria está construi-do sobre los valores que defendió la Segun-da República, y la memoria está construidaen torno a los valores de los vencedores. De-bemos aspirar a un reequilibrio. Y está cla-ro que el argumento de la derecha para nohacerlo es revivir las heridas del pasado y taly cual... Pero hoy la democracia está lo su-ficientemente consolidada como para per-mitirse el lujo de tener las dos memorias”.

En su larga trayectoria creativa, en la quefigura incluso la dirección de un largometra-je titulado precisamente Las dos memorias,Semprún cosechó un gran número de pre-mios por sus obras literarias y sus guiones ci-nematográficos. Ahora, en la última despe-dida de Federico Sánchez, aquel burgués quetrabajó en la clandestinidad, y a la luz pú-blica para la Unesco –hasta 1952–, han sidoinnumerables los testimonios de aprecio porla figura pública perdida, por el personaje,por el creador, por el pensador, pero tambiénhan abundado los reconocimientos al amigoperdido, aunque no todos los que han ex-presado este lamento hubieran ejercido esaamistad proclamada.

De él han hecho elogios muchos de susantiguos camaradas comunistas –desde lue-go, no todos–, al igual que otros más re-cientes compañeros de armas socialistas. ElMinisterio de Cultura y otras entidades delmundo de las letras han expresado su pesarpor la pérdida, como no podría ser de otromodo. Curiosamente, su figura también hasido glosada por algunos de los más desta-cados representantes de la ultraconservado-ra derecha española.

Ya no será más Federico Sánchez quiennos conmine a la recuperación de nuestramemoria. ●

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Novelista, ensayista yautobiógrafo, deja un

buen número devolúmenes, la mayoría

en francés

concentración nazi Buchenwald y por su pertenencia al PCE, del que fue expulsado por enfrentarse a Santiago Carrillo.EFE

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