lafferty raphael a - maldición de eurema (hugo 1973).txt

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  • La maldicin de EuremaLa maldicin de EuremaR. A. Lafferty Titulo original: Euremas DamTraduccin: M. Gimnez Sales, Francisco Blanco y Hernn SabatDel libro Los premios Hugo 1973 - 1975 1972 by Harlan Ellison Ediciones Martnez Roca, S. A., 1988Gran va, 774, 7., 08013 BarcelonaISBN 84-270-1212-8Edicin digital de Sugar Brown Comentario de Asimov Los escritores de ciencia ficcin nacen, no se hacen. Al menos, eso es lo que yo pienso. Mi afn de escribir ciencia ficcin empez tan pronto que no me acuerdo de ello, y eso es lo que les ocurre a casi todos los dems. Muchas veces recibo cartas escritas a lpiz, en grandes hojas de papel rayado, que dicen aproximadamente: Estimado doctor Asimov:Estoy en primer curso y me gustara escribir ciencia ficcin. Podra decirme qu he de hacer para registrar como propiedad literaria mis manuscritos? Asimismo, le agradecer que me d los nombres de cinco editores que puedan comentar conmigo mis relatos y me garanticen, bajo juramento, que no me robarn las ideas. Por favor, escrbame. Tengo cinco aos. Incidentalmente, he observado que todos los individuos menores de veinte aos dicen: Por favor, escrbame. He tenido que buscar el verbo contestar en el diccionario para asegurarme de que no se haba perdido o cambiado de lugar y. naturalmente, all est. Como una prueba ms de mi aseveracin, me acuerdo del pequeo Bobby Silverberg en la poca en que no llevaba barba y no publicaba ms de dos o tres relatos de ciencia ficcin al mes, y del bueno de Haran Ellison en los das en que todava morda las rodillas de los transentes (o los muslos si se pona de puntillas). Naturalmente, cada vez que aparece un nombre nuevo en ciencia ficcin, suspiro y pienso: ya viene otro mocoso a quitarme el pan de la boca. En consecuencia, cuando estuve en la 31. Convencin y alguien se ofreci para presentarme a la nueva sensacin, R. A. Lafferty, me dispuse a habrmelas con un jovencito de escuela primaria y mejillas sonrosadas, al que acariciara la cabeza dicindole, graciosamente, que esperaba que continuara escribiendo ciencia ficcin cuando fuese mayor. Imaginen, pues, mi horror cuando me vi delante de un elegante caballero, ya entrado en aos. Esto es lo que realmente pone la guinda en la bebida: cuando una persona de mediana edad, que debera estar jugando al golf, por ejemplo, entra en el campo de a ciencia ficcin para quitarme el pan de la boca. Era casi el ltimo de ellos. Qu? El ltimo de los grandes individualistas? El ltimo de los verdaderos genios creativos del siglo? El ltimo de los precursores absolutos? No. No. Era el ltimo de los tontos. Los nios nacan cada vez ms inteligentes cuando l lleg al mundo, y as sera eternamente. El era el ltimo de los bobos recin nacidos. Hasta su madre tena que admitir que Albert era un nio lento. Qu otra cosa se puede decir de un chico que no comienza a hablar hasta los cuatro anos, que no aprende a manejar una cuchara hasta los seis, que no sabe abrir una puerta hasta los ocho? Qu otra cosa se puede decir de un nio que se pone el zapato derecho en el pie izquierdo y sufre cuando camina? Y a quin se le tiene

  • que decir que cierre la boca despus de bostezar? Algunas cosas siempre estaban fuera de su alcance... como distinguir la aguja pequea de la grande en el reloj. Pero eso no tena importancia. A l no le importaba saber la hora. Cuando tena ocho aos y medio hizo un progreso notable, llegando a distinguir su mano derecha de la izquierda. Pero lo hizo por medio de las ms ridculas asociaciones. Tenan que ver con la forma en que los perros se dan la vuelta antes de echarse, la direccin de los remolinos y tornados, el lado en el cual se ordea una vaca y se monta un caballo, la direccin en que se agitan las hojas del roble y el sicmoro, el complicado laberinto que forman el moho de las rocas y rboles, las grietas de las calizas, la direccin de los giros del halcn, la forma en que caza el alcaudn, y el serpenteo de la vbora (recuerden que la Mountain Boomer es una excepcin), la orientacin de los montes de cedros y blsamos, el contorno irregular del agujero cavado por la mofeta y el tejn (recuerden que. a veces, las mofetas usan las cuevas de los tejones). Bien. Albert aprendi finalmente a diferenciar la derecha de la izquierda, pero un chico listo poda aprender cul era su mano derecha y cul su izquierda sin tantas tonteras. Albert nunca aprendi a escribir de una forma legible. Haca trampas en el colegio. Con el contador de velocidad de una bicicleta, un motor de juguete, unas diminutas levas excntricas y unas bateras robadas del audfono de su abuelo, hizo una mquina que pudiera escribir por l. Era pequea como una hormiga len y se poda colocar tanto en un lpiz como en un lapicero ocultable entre los dedos. Formaba las letras maravillosamente, ya que Albert haba colocado las levas de modo que siguieran el modelo de los cuadernos de caligrafa. Haca el cambio de letra con llaves no ms grandes que un bigote de ratn. Era deshonesto, es cierto, pero qu puede hacer uno cuando es demasiado tonto para poder escribir de forma pasable? Albert no poda calcular. Tuvo que hacer una mquina que calculara por l. Caba en la palma de la mano; sumaba, restaba, multiplicaba y divida. Al ao siguiente, cuando tena nueve, le ensearon lgebra. Tuvo que inventar un dispositivo que, adosado a su aparato, resolva simultneamente las ecuaciones de cuarto grado. Si no hubiera sido por todos esos trucos, Albert jams hubiera conseguido buenas notas en el colegio. Tuvo otra dificultad, a los quince aos. Bueno, decirlo as es poco. Tiene que haber una palabra ms fuerte que dificultad para eso. Le tena miedo a las mujeres. Qu hacer? Construir una mquina que no tenga miedo a las mujeres dijo Albert. Y puso manos a la obra. Casi la haba terminado cuando se le ocurri algo. Pero si ninguna mquina teme a las mujeres. Esto no ayudar a solucionar el problema. Su lgica era errnea y la analoga lo demostr. Hizo lo que siempre haca. Trampas. Sac los rodillos de programacin de una vieja pianola que estaba en el desvn, encontr una caja de engranajes que an servan, us placas magnticas en lugar de los rollos perforados de msica, aliment la matriz con un ejemplar de la Lgica de Wormwood y tuvo lista una mquina de lgica que podra contestar sus preguntas. Qu me pasa que le tengo miedo a las mujeres? pregunt Albert a la mquina de lgica. No pasa nada contigo le dijo la mquina de lgica. Es normal tener miedo a las mujeres. A m tambin me asustan un poco. Pero qu puedo hacer? Esperar el momento y la situacin. Seguro que no son muy vivas. Pero si quieres hacer alguna trampa... S, s; entonces, qu? Construye una mquina igual a ti. Albert, que hable como t lo haces. Pero hazla ms viva y menos tmida. Y, Albert, hay una cosa especial que es

  • mejor que le coloques por si las cosas no salen como es debido. Te lo dir al odo. Es peligroso. Entonces Albert hizo a Pequeo Danny. un mueco que se pareca a l y hablaba como l. slo que era ms vivo y careca de timidez. Llen a Pequeo Danny con chistes de las revistas Mad y Quip, y entonces ambos estuvieron listos. Albert y Pequeo Danny fueron a visitar a Alice. Oh, es maravilloso! dijo Alice. Por qu no puedes ser as, Albert? No es cierto que eres maravilloso. Pequeo Danny? Por qu tienes que ser tan estpido, Albert, cuando Pequeo Danny es tan maravilloso? Yo, hip, hip, no lo s dijoAlbert, hip, hip, hip. Cuando tiene hipo parece un pescado dijo Pequeo Danny. Y lo es, Pequeo Danny, realmente lo es! exclam Alice. Por qu no puedes decir cosas inteligentes como Pequeo Danny? Por qu eres tan estpido? El asunto no marchaba del todo bien, pero Albert sigui con l. Program a Pequeo Danny para que tocara el ukelele y cantara. Deseaba poder programarse a s mismo. A Alice le fascinaba todo lo que Pequeo Danny haca, pero no le prestaba ninguna atencin a Albert. Y un da la paciencia de Albert se vio colmada. Pa-pa-para qu necesitamos este mueco? pregunt Albert. Lo constru para que te divirtieras y te hiciera rer. Vamonos de aqu y dejmoslo. Irme contigo, Albert? pregunt Alice. Pero eres muy estpido, ya te lo he dicho muchas veces. Vamonos t y yo. Pequeo Danny, y dejemos a Albert. Nos divertiremos mucho ms sin l. Quin lo necesita? pregunt Pequeo Danny. Lrgate, fracaso. Albert se alej de ellos. Se alegraba de haber seguido el consejo de su mquina lgica: poner un dispositivo especial dentro de Pequeo Danny al construirlo. Camin cincuenta pasos. Cien. Es suficiente se dijo, y apret el botn de su bolsillo. Nadie, salvo Albert y su mquina de lgica, supieron qu haba provocado la explosin. Diminutos engranajes de Pequeo Danny y pedacitos de Alice cayeron por todas partes, pero no los suficientes como para que alguien pudiera identificarlos. Albert haba aprendido una leccin de su mquina de lgica: nunca construyas algo que no puedas destruir. Bien, al fin Albert se hizo un hombre, al menos en edad. Siempre hubo en l algo de aquel adolescente torpe, y aun as libr su propia batalla contra los adolescentes de su poca, y les venci por completo. Nunca se haba llevado bien con ellos. No haba sido un adolescente muy equilibrado y odiaba ese recuerdo. Tampoco nadie lleg nunca a confundirle con un hombre equilibrado. Albert era demasiado torpe para ganarse la vida con un trabajo honesto. Se vio obligado a negociar sus trucos y artificios con leguleyos y representantes. Pero se vio rodeado de una cierta fama y abrumado por la riqueza. Era demasiado estpido como para manejar sus asuntos econmicos, pero construy una mquina para que se ocupara de sus inversiones y se hizo rico por accidente. Haba construido aquella maldita cosa demasiado bien, y se arrepenta. Albert se transform en uno ms del grupo furtivo que nos ha llenado de cosas de poco valor a travs de toda la historia. Estaba ese cartagins que no poda aprender la gran variedad de caracteres jeroglficos e invent ese alfabeto pobre y reducido, apto para mediocres. Estaba aquel rabe sin nombre que no poda contar hasta diez y que desarroll un sistema decimal para nios e idiotas. Estaba aquel dos veces flamenco, quien con sus tipos movibles llen el mundo de libros intiles. Albert perteneca a ese grupo miserable. El no serva para nada, pero posea una despreciable destreza para hacer mquinas que servan para todo. Sus mquinas hacan unas pocas cosas. Es posible que ustedes recuerden que, antiguamente, las ciudades estaban cubiertas de smog. Oh, era posible eliminarlo del aire con bastante facilidad. Todo lo que se necesitaba era un

  • filtro. Albert hizo una mquina filtradora. La colocaba en el exterior todas las maanas. Limpiaba el aire de un rea de unos trescientos metros alrededor del cobertizo donde viva, y reciba un poco ms de una tonelada de residuos cada veinticuatro horas. Este residuo era rico en grandes molculas polisilbicas que una de sus mquinas consuma. Por qu no limpia toda la atmsfera? le preguntaba la gente. Porque este residuo es mucho ms de lo que Clarence Desoxirribonucleico necesita por da contestaba Albert. se era el nombre de esa particular mquina qumica. Pero el smog nos matar le dijo la gente. Tenga piedad de nosotros. Oh, de acuerdo dijo Albert. Y entreg la mquina filtradora a una de sus mquinas duplicadoras para que hiciera tantas copias como fuera necesario. Recuerdan que alguna vez hubo problemas con los adolescentes? Recuerdan cmo eran esos pequeos bribones? Albert estaba harto de ellos. Haba algo torpe en ellos que le recordaba demasiado a s mismo. Se construy su propio adolescente. Era grosero. Para los jvenes era uno ms de ellos: el aro en la oreja izquierda, las patillas largas, las manoplas y los estiletes, y la pa de guitarra para pinchar los ojos. Pero era incomparablemente ms grosero que los adolescentes humanos. Aterroriz a todo el vecindario y les hizo actuar y vestirse como personas normales. Haba algo especial en la mquina adolescente que Albert haba hecho. Estaba constituida de metal polarizado y cristal, y slo era visible para los adolescentes. Por qu su vecindario es diferente? le preguntaba la gente, Por qu los adolescentes son tan buenos y amables en su vecindario y tan distintos en los otros? Parece como si algo hubiera asustado a los de aqu. Oh dijo Albert. pens que yo era el nico al que no le gustaban. Oh, no, no dijo la gente. Si hubiera alguna cosa que usted pudiera hacer. Albert entreg el mejor de sus adolescentes invisibles a una de sus mquinas duplicadoras para que hiciera tantas copias como fuera necesario, y envi una a cada vecindario. Desde ese da los adolescentes son todos buenos y amables y un poco asustadizos. Pero no hay ninguna evidencia de que lo que los mantiene en ese estado sea un ojo colgando de una mejilla, provocado por una pa invisible de guitarra. As, dos de los problemas ms serios de la segunda mitad del siglo veinte fueron solucionados, pero de una manera accidental, y no hay que exagerar sus mritos. Con el paso de los aos Albert comenz a sentirse cada vez ms inferior en presencia de sus mquinas, sobre todo con las de forma humana. No tena la urbanidad, ni la viveza, ni la inteligencia de ellas. Era un zoquete a su lado y as se lo hacan sentir. Por qu no? Uno de sus aparatos se sentaba en el gabinete presidencial. Otro era el Gran Consejero de los Observadores que preservaban la paz mundial. Otro presida Riqueza Ilimitada, ese instrumento pblico-privado internacional, que garantizaba riquezas razonables para todo el mundo. Y otro era el conductor de la Fundacin para la Salud y la Longevidad que se preocupaba de que estas cosas llegaran a todos. Por qu esas esplndidas y triunfales mquinas se ocuparan del miserable to que las haba construido? Soy rico por accidente se dijo Albert un da y reverenciado por un error de las circunstancias. Pero no tengo en el mundo, sea hombre o mquina, un solo amigo. Hay libros que explican cmo hacer amigos, pero no me sirven. Tengo que hacerlo a mi manera. Y Albert se construy un amigo. Hizo a Pobre Charles, una mquina tan estpida, torpe e inepta como l

  • mismo. Ahora tendr un compaero se dijo Albert, pero no funcion. Ponga dos ceros juntos y an tendr cero. Pobre Charles era demasiado parecido a Albert para servir para algo. Pobre Charles! Incapaz de pensar hizo una (pero espere un poco, hombre, eso no va a resultar), hizo una mqui (pero no es esto el mismo maldito asunto, de nuevo?), hizo una mquina que pensara por l y... Basta, basta! Es suficiente. Pobre Charles fue la nica mquina hecha por Albert que era lo suficientemente tonta como para hacer algo as. Bueno, fuera lo que fuese, la mquina que Pobre Charles hizo tena el control de la situacin y de Pobre Charles cuando Albert los encontr accidentalmente. La mquina de la mquina, el aparato que Pobre Charles haba construido para que pensara por l, lo estaba sermoneando en una forma humillante. Slo los ineptos y deficientes inventan deca la maldita mquina con voz montona. Los griegos, en su poca de oro, no inventaban. No usaban energa suplementaria ni instrumentos. Usaban, como todos los hombres o mquinas siempre usan, esclavos. No tuvieron que humillarse con los aparatos. Ellos, que hacan lo difcil con facilidad, no buscaron el camino fcil. Pero los incompetentes inventan. Los disminuidos inventan. Los depravados inventan. Y los sirvientes inventan. Albert. en uno de sus raros momentos de ira. los mat a ambos. Pero saba que la mquina de su mquina haba dicho la verdad. Albert estaba ahora mucho ms abatido. Un hombre ms inteligente hubiera sabido cul era su error por una corazonada. Albert slo tuvo una corazonada en su vida: el saber que no era bueno para las corazonadas y que nunca lo sera. No viendo, pues, solucin, fabric una mquina y la llam Corazonador. En muchos sentidos era la peor mquina que haba hecho. Construyndola trat de expresar algo que siempre le inquietaba sobre el futuro. Era una cosa desproporcionada, tanto en mente como en mecanismo, un inadaptado. Sus mquinas ms inteligentes se reunan a su alrededor y protestaban mientras l las ensamblaba. Muchacho! Ests perdido! se mofaban. Esta cosa es muy primitiva! Extrae su energa del ambiente! Hace aos que te dijimos que eliminaras esa fuente de poder y colocaras en nosotros unidades energticas codificadas. Ejem... algn da puede haber disturbios sociales y pueden quedar bloqueados todos los centros energticos y los aparatos balbuci Albert. Pero Corazonador seguira operando aunque el mundo fuera borrado de un plumazo. Eso no concuerda con nuestra matriz de informacin asintieron. Es peor que Pobre Charles. Esta cosa estpida slo sirve para rascarse. Quiz haya un nuevo tipo de picazn para l dijo Albert. Pero ni siquiera es limpio! grit indignada la mquina de urbanidad. Mira eso! Derram sobre el piso algn tipo de lubricacin primitiva. Me recuerda mi niez, me gusta dijo Albert. Para qu sirve? le preguntaron. Ejem... tiene corazonadas balbuci Albert. Duplicacin! gritaron . Eso es para lo que t mismo sirves, y ni siquiera eres muy bueno. Sugerimos una eleccin para reemplazarte, perdona nuestras risas, en la direccin de esta empresa. Jefe, tengo la corazonada de que ahora debemos desconectarlos dijo Corazonador con un susurro inacabado. Estn fanfarroneando le contest Albert con otro susurro. Mi primera mquina de lgica me ense que nunca construyera algo que no pudiera destruir. Los tengo agarrados y ellos lo saben. Deseara que esas cosas se me ocurrieran alguna vez a m. Quiz lleguen tiempos difciles y yo pueda servir para algo dijo Corazonador. Slo una vez, casi al fin de su vida, tuvo Albert algo parecido a un

  • estallido de honradez. Hizo algo (y fue un miserable error) por s mismo. Fue la noche del segundo milenio en la que Albert recibi el Trofeo Finnerty-Hochmann, el ms alto premio que otorgaba la intelectualidad del mundo. Albert era sin duda una curiosa eleccin, pero era notorio que la paternidad de casi todos los inventos bsicos de los ltimos treinta aos poda ser adjudicada a l o alguno de los aparatos que lo rodeaban. Usted conoce el trofeo. En la parte superior est Eurema, la sinttica diosa griega de la invencin, cuyos brazos se extienden como si fuera a alzar el vuelo. Abajo un corte estilizado del cerebro mostrando las circunvoluciones. Y ms abajo el escudo de armas de los acadmicos: el Viejo Sabio rampante (plata); el siniestro Analizador Anderson (gules); el Motor-Espacial Mondeman diestro (veros). Era un trabajo muy bueno de Groven, en su novena poca. Albert tena un discurso elaborado por su mquina de escribir discursos, pero por alguna razn no la utiliz. Hizo su propia composicin y fue un desastre. Se puso de pie al ser presentado y comenz a hablar y tartamudear sin sentido. Ah... slo la ostra enferma produce el ncar dijo. y todos se quedaron con las bocas abiertas. Cmo se poda comenzar un discurso de esta manera?. O acaso tengo yo un don equivocado? pregunt Albert dbilmente. Eurema no se parece a eso! Su mirada pareca aturdida, y de pronto apunt al trofeo. No, no, ella no es as. Eurema camina hacia atrs y es ciega. Y su madre es un armatoste sin cerebro. Todos le miraban con pena. Nada sube sin levadura trat Albert de explicar, pero el fermento en s es un hongo y un mal. Uno puede regularizarlo todo, lo esplndido y lo sublime. Pero no se puede vivir sin lo irregular. Un da uno muere, pero quin te dir que ests muerto? Quin inventar, cuando ya no haya ms disminuidos o insuficientes? Qu harn ustedes cuando ya no quede ningn defectuoso? Quin har elevar la masa entonces? No se siente bien? pregunt el maestro de ceremonias con rapidez. Quiere terminar con el discurso? La gente lo entender. Por supuesto que no estoy bien. Nunca lo he estado dijo Albert. Pero de qu otra manera podra ser til? Usted sostiene el ideal de que todo debe ser saludable y bien ordenado. No! No! Cuando todos estemos ordenados nos osificaremos y moriremos. El mundo se mantiene saludable slo para que las mentes insanas se oculten en l. La primera herramienta hecha por el hombre no fue un raspador o un cincel o un cuchillo de piedra. Fue una muleta, y no fue construida por un hombre sano. Quiz usted debera descansar dijo en voz baja un funcionario; nunca se haba odo antes un discurso tan disparatado en la cena de entrega de premios. Sabe dijo Albert, no fueron los bueyes de raza ni las carretas hermosas las que hicieron los nuevos caminos. Slo un becerro lisiado hace un nuevo sendero. Y todo lo que sobrevive debe ser un elemento de la incongruencia. Oiga, conoce usted a la mujer que dijo: Mi marido es incongruente, pero a m nunca me gust Washington en verano. Todos le contemplaron con estupor. Este fue mi primer chiste dijo Albert sin conviccin. Mi mquina de hacer chistes los hace mucho mejor que yo. Hizo una pausa, carraspe e inspir profundamente. Bobos! grit roncamente. Qu harn ustedes cuando el ltimo de los bobos se haya ido? Cmo podrn sobrevivir sin nosotros? Albert haba finalizado. Bostez y se olvid de cerrar la boca. Le tuvieron que ayudar a volver a su asiento. Su mquina publicitaria explic que Albert estaba fatigado por exceso de trabajo y luego distribuy copias del discurso que se supona deba de haber desarrollado. Fue un episodio infortunado. Qu dolor saber que los innovadores nunca son grandes hombres! Y que los grandes hombres no sirven para otra cosa que para ser grandes hombres!

  • En ese ao se aprob un decreto indicando que deba hacerse un censo completo del pas. El decreto era de Cesare Panebianco, el presidente del pas; era el dcimo ao apropiado para el censo y no haba nada inusual en el decreto. Se tomaron, desde luego, algunas previsiones para que los desocupados y decrpitos, que eran usualmente omitidos, fueran examinados y se investigara por qu se encontraban en esa situacin. Fue en el curso de esa operacin cuando Albert fue pescado. Si haba un hombre parecido a un desempleado y un decrpito se era Albert. Fue agrupado con los otros vagos, sentado a una mesa, obligado a responder tortuosas preguntas, tales como: Cul es su nombre? Casi no pudo pronunciar el suyo, pero se rehizo y respondi: Albert. Qu hora marca ese reloj? Le dejaron varado en su viejo punto muerto. Cul sera la manecilla de la hora? Se qued mirando con la boca abierta y no respondi. Sabe leer? No sin mi... comenz Albert. No tengo conmigo a mi... No, no puedo leer muy bien por m mismo. Pruebe. Le dieron un papel para que marcara en l preguntas verdaderas y falsas. Albert contest todas como verdaderas, creyendo haber respondido un cincuenta por ciento bien. Pero todas eran falsas. La gente comn es aficionada a la falsedad. Luego le dieron un test en el que deba colocar la palabra que faltaba de un proverbio. ... es la mejor pliza. Esto no significaba nada para l. Ni siquiera pudo recordar el nombre de la compaa de seguros con quien haba firmado sus plizas. Mejor pjaro en mano que... volando contena ms matemticas de las que Albert poda manejar. Parece que hay cien incgnitas se dijo y un solo valor positivo, el pjaro. El significado del verbo volando es muy vago. No puedo resolver esta ecuacin. Ni siquiera estoy seguro de que sea una ecuacin. Si slo tuviera conmigo a mi... Pero no tena ninguno de sus artefactos o mquinas con l. Slo se tena a s mismo. Dej una docena ms de proverbios sin completar. De pronto vio la oportunidad de recuperarse. Nadie es tan tonto como para no saber una respuesta si se le hacen las suficientes preguntas. ... es la madre de las invenciones, deca. Estupidez, escribi Albert con su extraa letra. Luego se estir en el asiento con regocijo. Conozco a Eurema y a su madre dijo lanzando risitas. Hombre, vaya si las conozco! Pero ellos tambin la consideraron errnea. El haba contestado mal todas las preguntas de todos los tests. Comenzaron a ponerle una etiqueta para enviarle a un sanatorio para deficientes donde pudiera aprender qu hacer con sus manos; con su cabeza no haba ninguna esperanza. Un par de mquinas de urbanidad de Albert llegaron y le sacaron de all. Explicaron que, si bien l era un desocupado y un vago, era un desocupado y un vago muy rico. y que adems era un hombre famoso. No lo parece, pero en realidad es, perdn por nuestras risas, un tipo de mucha importancia explico una de las mquinas. Hay que indicarle que cierre la boca despus de bostezar, pero. despus de todo, es el ganador del Premio Finnerty-Hochmann. Nos hacemos responsables de l. Albert se senta un miserable mientras sus mquinas le sacaban de all. especialmente cuando le pidieron que caminara tres o cuatro pasos detrs de ellas como si no fueran juntos. Le gastaron un montn de bromas que le hicieron

  • sentirse como un gusano reptante. Luego los dej y fue a uno de los tantos escondrijos que tena. Me har saltar mis sesos de cangrejo maldeca. Esta humillacin es ms de lo que puedo soportar. Pero creo que no puedo hacerlo solo. Buscar a alguien que lo haga. Comenz a fabricar un aparato en su escondrijo. Qu est haciendo, jefe? le pregunt Corazonador. Tuve la corazonada de que vendra aqu y comenzara a construir algo. Estoy construyendo una mquina que me haga volar mis sesos de calabaza grit Albert. Soy demasiado cobarde para hacerlo yo mismo. Jefe. tengo la corazonada de que hay algo mejor que hacer. Hagamos algo que divierta. No dijo Albert pensativamente. Una vez constru una mquina de diversin. Era graciosa hasta que desapareci, pero no me haca ningn efecto. Esta diversin ser para nosotros dos. Considere a todo el mundo. Cmo cree que es? Es demasiado bueno para que yo viva en l dijo Albert. Todas las cosas y todas las personas son perfectas, y as es todo. Estn en la cspide de la civilizacin. Se lo han ganado y 1o mantienen muy pulcro. No hay lugar para un desordenado como yo en el mundo. Por eso me voy. Jefe, tengo la corazonada de que est viendo mal las cosas. Debera observar mejor. Vuelva a mirar, una exploracin real, de todo. Ahora bien, qu es lo que ve? Corazonador. Corazonador es esto posible? Es real lo que veo? Me sorprende no haberme dado cuenta antes. As que las cosas son as, vistas de cerca. Seis mil millones de simplotes esperando ser atrapados! Seis mil millones de simplotes sin defensa alguna! Un par de tipos sueltos con alguna diversin y. muchacho, caern derribados por la hola de la Improvisada Cancha de Bowling de Albert! Jefe. tengo la corazonada de que fui hecho para esto. El mundo se estaba poniendo muy aburrido. Arrojemos la hola y derribemos todas las tristezas. Muchacho, podemos hacer un strike! Inauguremos una nueva era exclam exultante Albert. La llamaremos el Giro del Gusano. Tendremos diversin. Corazonador. Nos comeremos a todos como si fueran cacahuetes. Cmo no lo vi antes as? Seis mil millones de simplotes. El siglo veintiuno comenz con esta, cmo decir, extraa nota.