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1 "He buscado comprender la vida y explicar su sentido. También he querido ayudar a otros a explicársela ". Munch a los setenta años. Podría suponerse que el pintor y grabador noruego Edvard Munch (1863-1944) fue conocido en Estados Unidos, como muchos otros innova- dores en las artes visuales, antes de la enorme Armory Show de 1913, donde estaba modestamente representado por unas pocas litografías y grabados en madera. Ahora, como en 1896, un crítico estadounidense residente en Noruega informa en un magazine neoyorkino que Munch ha ofendido los sentimientos morales de sus com- patriotas exhibiendo cuadros indignos de ser vistos por jovencitas. El crítico añadi6 comprensivamente que sería "una absurda tontería limitar el arte a la imaginaci6n de la juventud". Las pinturas de Munch llegaron a América en 1890; probablemente s610 las vieron íntimos amigos de su nuevo poseedor, el coleccionista Richard A McCurdy, presidente de la compañía de Seguros de Vida de Nueva York. En diciembre de 1922, meses antes de la apertura de Armory Show, Munch integró la exposici6n «Arte Contem. poráneo Escandinavo» y sus seis telas fueron elogiadas por críticos locales. , La reseña del Sun, de Nueva York, afirmaba que en Munch había una cosmovisi6n y unos sujetos similares a los de Strindberg e Ibsen. El crítico del7Imes, de la misma ciu- dad, escribi6 que Munch era, "sin ob- jeci6n", el pintor ~ vigoroso de la muestra, yagreg6 que "maneja el pincel con una tan profunda estimaci6n de su LA OBRA GRAFICA DE EDVARD MUNCH Por Alfred Werner eficacia instrumental, que extrae de su pigmento tal cantidad de variados re- cursos, que un colega ante su obra tomaría la súbita determinaci6n de en- contrar ese pincel casualmente y sen- tir lo que se puede hacer con él". J. Nielsen Laurvik (1915) elogi6 mucho a Munch, en el catálogo que acompañ6 la muestra de arte escandi- navo en la Panamá-Pacific Exposi- ci6n de San Francisco: "Su independencia ha dado a otros valor interior. Revolucionario, original y perturbador, ocupa, en el arte noruego, una posici6n análoga a la de Ibsen en la literatura noruega: los dos han encontrado un reconoci- miento similár. Aceptado y conocido en el exterior como uno de los más grandes artistas de la época moderna, es rechazado y despreciado por la mayoría de sus compatriotas: s610 ven locura y per- versi6n en sus magistrales revelacio- nes de la verdad del alma". Munch exhibi6 56 grabados y ob- tuvo un premio. Cuatro años después 89 mostró 57 grabados en las New York's Bourgeois Galleries. Sofisticados norteamericanos supieron de Munch, por estos días, en las páginas consa- gradas a él por un respetado hombre de letras (James Gibbons Huneker, de Filadelfia) quien en Ivory, Apes and Peacocks, un conjunto de artículos periodísticos, incluy6 párrafos indu- dablemente positivos -de 1901-acer- ca de la exposici6n Munch Secesión: "Un cuarto lleno de Munches" (sic!) origin6 en los visitantes de esta "cá- mara de horrores risas y exclamacio- nes de disgusto". Huneker mantuvo vigorosamente su opini6n: "En sus paisajes -un visionario en una Arcadia- lo repulsivo se eleva a trágico; trágica es, también, su repre- sentación del prójimo; como en un fU- nera4 los incidentes de cada dfa se transfiguran en el sardónico humor de este pesimista ... Sus escenas de morge describen incomparablemente la ma- lintencionada atmósfera de la última hora. Sus retratos son psicológicos - en el verdadero sentido de esa degra- dada palabra ... Cuán estupendamente representa Munch la envidia, los celos, la hotilidad, la codicia y la sanguijuela que algunas veces se esconde en el al- ma de mujer; nunca sugiere enigmas (como el resto de los experimentales) a pesar de que distorsiona y deforma, y de que modula a voluntad su material con su vigorosa, fluida línea. Munch sugiere lo erótico, nunca la lascivia. Reflexivo e imaginativo, es el único hombre del norte que recuerda las de- sagradables pero densas verdades de Henrik Ibsen". Los entendidos se identifican hoy con el maestro de Oslo; miran sus te- las y grabados como terribles yexpre- sivos símbolos del trance del hombre.

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1"He buscado comprender la vida y

explicar su sentido. También hequerido ayudar a otros a

explicársela ".Munch a los setenta años.

Podría suponerse que el pintor ygrabador noruego Edvard Munch(1863-1944) fue conocido en EstadosUnidos, como muchos otros innova-dores en las artes visuales, antes de laenorme Armory Show de 1913, dondeestaba modestamente representadopor unas pocas litografías y grabadosen madera. Ahora, como en 1896, uncrítico estadounidense residente enNoruega informa en un magazineneoyorkino que Munch ha ofendidolos sentimientos morales de sus com-patriotas exhibiendo cuadros indignosde ser vistos por jovencitas. El críticoañadi6 comprensivamente que sería"una absurda tontería limitar el arte ala imaginaci6n de la juventud".

Las pinturas de Munch llegaron aAmérica en 1890; probablemente s610las vieron íntimos amigos de su nuevoposeedor, el coleccionista Richard AMcCurdy, presidente de la compañíade Seguros de Vida de Nueva York.En diciembre de 1922, meses antes dela apertura de Armory Show, Munchintegró la exposici6n «Arte Contem.poráneo Escandinavo» y sus seis telasfueron elogiadas por críticos locales.

, La reseña del Sun, de Nueva York,afirmaba que en Munch había unacosmovisi6n y unos sujetos similaresa los de Strindberg e Ibsen.

El crítico del7Imes, de la misma ciu-dad, escribi6 que Munch era, "sin ob-jeci6n", el pintor ~ vigoroso de lamuestra, yagreg6 que "maneja el pincelcon una tan profunda estimaci6n de su

LA OBRA GRAFICA DEEDVARD MUNCH

PorAlfred Werner

eficacia instrumental, que extrae de supigmento tal cantidad de variados re-cursos, que un colega ante su obratomaría la súbita determinaci6n de en-contrar ese pincel casualmente y sen-tir lo que se puede hacer con él".

J. Nielsen Laurvik (1915) elogi6mucho a Munch, en el catálogo queacompañ6 la muestra de arte escandi-navo en la Panamá-Pacific Exposi-ci6n de San Francisco:

"Su independencia ha dado aotros valor interior. Revolucionario,original y perturbador, ocupa, en elarte noruego, una posici6n análogaa la de Ibsen en la literatura noruega:los dos han encontrado un reconoci-miento similár.

Aceptado y conocido en el exteriorcomo uno de los más grandes artistasde la época moderna, es rechazado ydespreciado por la mayoría de suscompatriotas: s610 ven locura y per-versi6n en sus magistrales revelacio-nes de la verdad del alma".

Munch exhibi6 56 grabados y ob-tuvo un premio. Cuatro años después

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mostró 57 grabados en las New York'sBourgeois Galleries. Sofisticadosnorteamericanos supieron de Munch,por estos días, en las páginas consa-gradas a él por un respetado hombrede letras (James Gibbons Huneker, deFiladelfia) quien en Ivory, Apes andPeacocks, un conjunto de artículosperiodísticos, incluy6 párrafos indu-dablemente positivos -de 1901-acer-ca de la exposici6n Munch Secesión:"Un cuarto lleno de Munches" (sic!)origin6 en los visitantes de esta "cá-mara de horrores risas y exclamacio-nes de disgusto".

Huneker mantuvo vigorosamentesu opini6n:

"En sus paisajes -un visionario enuna Arcadia- lo repulsivo se eleva atrágico; trágica es, también, su repre-sentación del prójimo; como en un fU-nera4 los incidentes de cada dfa setransfiguran en el sardónico humor deeste pesimista ... Sus escenas de morgedescriben incomparablemente la ma-lintencionada atmósfera de la últimahora. Sus retratos son psicológicos -en el verdadero sentido de esa degra-dada palabra ... Cuán estupendamenterepresentaMunch la envidia, los celos,la hotilidad, la codicia y la sanguijuelaque algunas veces se esconde en el al-ma de mujer; nunca sugiere enigmas(como el resto de los experimentales) apesar de que distorsiona y deforma, yde que modula a voluntad su materialcon su vigorosa, fluida línea. Munchsugiere lo erótico, nunca la lascivia.Reflexivo e imaginativo, es el únicohombre del norte que recuerda las de-sagradables pero densas verdades deHenrik Ibsen".

Los entendidos se identifican hoycon el maestro de Oslo; miran sus te-las y grabados como terribles yexpre-sivos símbolos del trance del hombre.

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El"arte para el hombre" -de Munch-nos parece, en esta época de crisis,más estudiable que la plástica aisla-da, y casi menos neurótica, de suscontemporáneos Matisse, Bonnard oVuillard. Estos, las palabras son delfamoso manifiesto de Matisse, soña-ron con "un arte equilibrado, puro ysereno, desprovisto de los conflictosy ansiedades de su protagonista".Además, Munch no imaginó suplástica para ser apreciada desde"un cómodo sillón en el cual sedescansa" -como es el caso de Ma-tisse (1).

Aunque Munch vivió tanto enFrancia como en Alemania, fue másaceptado en los círculos artísticos pro-gresistas de Berlín. Pronto, en 1892,produjo una ruptura entre los artistasalemanes: provoc6 a los más viejos(más conservadores) con su plásticaextraordinaria y congregó a su alrede-dor la joven, inquieta, rebelde y va-liente vanguardia. Munch se convirtióen uno de los "padres" del expresio-nismo austriaco y alemán, influyendomás que Gauguin o Van Gogh, cuyasobras eran desconocidas en la EuropaCentral. Se afirmó: "Sin conocer aMunch no se puede entender el Ex-presionismo".

Como el Expresionista, el arte deMunch versa sobre la crisis espiri-tual. Sus obras eran autoliberacio-nes, compuestas por almas yconciencias perturbadas por el climaque conduciría a la Primera GuerraMundial. Obvio: la mayoría de losexpresionistas tenían orientaciónpolítica, se manifestaban anticon-vencionales, anhelaban una críticade los patrones y se esforzaban porexponer el mal social; pero Munchera el gran introvertido; no se agru-pó en torno a ningún programa po-lítico o estético. Quizá pensaba enél el suizo Oskar Pfister cuando, al-rededor de 1922, caracterizó a losexpresionistas como "creadores aje-nos a la intensidad de las cosas por-que se sabían en la interioridad".

(1) Ver el texto de Ducbampsobre Malisse, o el deUdlinde sobre "Ducbamp y Malisse", ea la mvisIaGradiva No. 9, Colombia, Sept. 1990 (N. del F.).

Pfister añadió: "Pintar las cosases reproducir el interior de las co-sas, elAbsoluto. El artista crea co-mo Dios: no su interior, no susemejanza ... siempre la autorre-presentación de su psiquis... suscuadros son realizaciones de se-cretos, inconscientes deseos ...Quien ve la obra de los expresio-nistas, es consciente de una emo-ción que prueba el sentimiento desu propio dolor." La más suscintadescripción de la obra de Munch-hay una abundante bibliografía-se encontrará en el libro Funda-mentos psicológicos y biológicosdel arte expresionista (escrito porPfister): "un grito de dolor, seme-jante a un aluvión de lava, brotan-do del alma-y una famélicanecesidad de amor". Significativa-mente, una de sus más celebradas,publicadas imágenes sobrelleva eltítulo "Skrig" (noruego), trad uci-ble como "Grito". ("Sólo esta pa-labra connota el interminable,penoso, discordante y violento pa-roxismo emocional y humano queMunch proyectó en el paisaje de losfiordos", explicó Reinhold Heller en1973).

Un joven de sexo incierto de piesobre un puente: escena típicamentenorteña, austera como tantas deMunch. La boca contraída, oval, quegrita y reverbera en el descoloridoescenario representa al individuopresa del demonio. La obra reprodu-ce una experiencia del artista. En undibujo previo éste se retrató inclina-do sobre la barrandilla. Vi el cielo-recordó- "como sangre y llamas -temblando de miedo" sobre la som-bría ensenada; "sentí la naturalezallena de mi poderoso, interminablegrito"; en la versión litográfica -ne-gra y blanca- la "sangre" y las "lla-mas" son visibles. Puede decirse queel Expresionismo nació con "El Gri-to", el más impresionante retrato de10 que Auden llamó La Edad de laAnsiedad.

En la moderna sociedad parte dela misión del arte consiste en mejo-rar la vida del creador y del espec-tador y en expresar y hacerconscientes emociones reprimidas.Goethe describió este rasgo en su

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drama Torquato Tasso, en el que elatormentado poeta renacentista ita-liano dijo que otros se hechizan ensilencio con el sufrimiento pero quea él Dios le habla permitido expre-sarlo. El testimonio de la "anorma-lidad" de Munch -su narcisismo, suansiedad- se expresaron en un artepersonal, franco y embrujador, novisto antes. Freud observó el poderque tiene el arte para moldear fanta-sías "en nuevas realidades que sonaceptadas por el público como ver-daderas". Un crítico apodó a Munch"el Sigmund Freud de la plástica"pues transfiguró su mundo internoen formas terribles y liberadoras.

11"Todo es contenido, como la

saeta en la herida".Franz Kafka

Si el padre de Munch no hubierasido un médico fanático y si el jovenhubiera evitado la bohemia de Osloquizá su vocación de artista cambia-ra. A tal punto se opuso al determi-nismo filosófico el muchacho queimpidió cualquier desvío en su ca-rrera. Aunque vivía al borde delabismo el Fatum no lo arrastró; apesar de sus tendencias patológicas-alcoholismo, misoginia, conductaasocial- mantuvo activa su creación.Sabiamente buscó la cura cuando fuenecesaria y se autocontroló hasta sumuerte, a los 81.

Munch nació en una granja, alsur de Noruega, el12 de Diciembrede 1863; su familia se trasladó a lacapital (Christina o Kristina).Constantemente el sufrimientopersiguió a Munch. "Los ángelesnegros de la enfermedad y de lalocura guardaron mi cuna" - dijo."Sentí que se me había hecho in-justicia". Perdió a su madre a los5 años; la tuberculosis, que Edvardpadeció, aniquiló a una de sus her-manas; otra hermana enloqueció;su único hermano murió en la ju-ventud. Su padre 10 llevaba a losarrabales de la capital porque creíaque el hijo debía conocer la pobre-za, la enfermedad y la muerte. Larigidez del doctor Munch -un lute-

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rano a ultranza-lo llevó a ser "casiinsano en su violencia" (Munch)

!.cuando castigaba a sus hijos.Edvard se rebeI6 contra este có-

digo estricto, en el cual el placerestaba proscrito; el peregrinaje conel padre buscaba prepararlo para lavida futura. Munch pintó, se unióa la bohemia ante la consternacióndel puritano progenitor. Vivamen-te, se discutía el positivismo, elanarquismo, el socialismo, en som-bríos cafés. Había alcohol, drogas;se profesaba y se practicaba elamor libre. El líder del grupo -Hans Jager- publicó una novelaque -para el tiempo y el lugar-describía demasiado francamenteel sexo; la autoridad actuó; se re-cogió el libro, se encarceló al au-tor. En la cárcel, Jager escribió unentusiasta artículo sobre Munch(de sólo 22 años): uno de los pocosestímulos que éste recibi6 en el co-mienzo de su carrera.

Hasta mediados los 40 la vidade Munch fue similar a la de su

. contemporánco mayor Van Gogh:inquieta, errante, en busca deamor; Vincent deseó desesperada-mente casarse y fundar una fami-lia, Munch abandonó la relacióncada vez que se sintió cautivo ...Una mujer -con quien rompió acausa de su deseo matrimonial- leescribió contándole que estaba mo-ribunda y deseaba hablar con él porúltima vez. El artista la encontródentro de un féretro, envuelta enun sudario, flanqueada de cirios.Dijo triunfalmente: "Sabía quevendrías". Viendo a Munch irrita-do por su fraude y a punto de aban-donarla decidió apuntarle al pechocon un rev6lver; Munch puso sumano en la boca del cañon; la balalo hirió en el dedo medio.

Acaso Munch imagin6 y pint6esta escena. Su obra puede ser acu-sada por histérica autocompasión.

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Pero, ¿por qué escondería un artistasus emociones? Munch sólo podíaofrecer su corazón desnudo; en suscuadros su autobiografía puede serleída.

Munch compuso un centenar dercvcladorcs, sinceros autorretratosen los cuales constantemente sepreguntó: ¿Quién soy? ¿Qué soy?Marginado social, con sus escasosamigos impidió una real intimidad;como las figuras que pinta en lascalles de Oslo y en los paisajesnórdicos, Munch -pálido, estraga-do- era un solterón taciturno, mór-bidamente aislado en relación,silencioso en sobriedad y agresivosi estaba borracho (accidentalmen-te mató a un hombre en una riña).Un retrato de 1906 lo representa:introvertido, sentado en un café va-cío frente a una botella de vino.Dos años después -a los 45, edaden que, aún los artistas, se aclima-tan- era todavía un vagabundo de

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carácter destructivo (autodestructi-vo). En estos años, en Copenhagen,aterrado ante la inminencia de la lo-cura consult6 a un psiquiatra, quienlo intern6 en un sanatorio varios me-ses.

Aparentemente era un hombrenuevo al dejar el sanatorio. Ni fuer-tes licores, ni errancia frenética. Re-gres6 a la tierra natal y un poco mástarde se radic6 para siempre cerca aOslo -en Skyen-; atiborr6 las cua-renta habitaciones de su amplia casaEkely ("Bosquecillo de robles") conlienzos, dibujos y grabados. Gra-dualmente se convirti6 en una espe-cie de héroe nacional; la Univer-sidad de Oslo le encarg6 enormesmurales; desdeñado antes por loscríticos vernáculos, recibía ahoraapasionado reconocimiento. En laFeria Mundial de París, 1973, su co-laboraci6n en el pabe1l6n noruegofue la mayor.

La reclusi6n consigui6 librar aMunch de las tentaciones que inspi-raban su obra, o su fuego mengu6 conla edad; porque aquella -desde 1909hasta su muerte, 35 años después-perdi6 la vitalidad, la violencia de laimaginaci6n; la paleta se aclar6, lalínea se hizo natural, solar y la fuenteemocional desapareci6; desapareci6,también, lo que un poeta alemán lla-m6 "el principio activo", el "inapela-ble deseo". Apagada estaba la llamade quien escribi6: "para mí pintar esestar enfermo o intoxicado; no quieroprescindir de mi enfermedad, de miintoxicaci6n".

Imposible imaginar a Van Gogh,a Toulouse-Lautrec, a Modigliani oa Pascin como pr6speros caballeros;el deterioro de Munch fue diferenteal de figuras patéticas, casi ridículas,como James Ensor y Maurice Utri-1I0.Es incomprensible c6mo el per-turbado maníaco -admirado ytemido entre artístas de París y Ber-lín- se transform6 en un manso, hi-pocondríaco recluso que sufría si latemperatura de su cuarto en Ekelyvariaba, que se metía a la cama sinotaba que no lucía bien; asombraque "esta enciclopedia del pesimis-mo de fin de siglo" compusiera tran-quilos, claros, coloridos murales quealaban la fuerza creadora de la na-

turaleza y saludan al hombre como unobrero de la sociedad.

Los 8 meses de sanatorio habíancambiado a Munch. Con la edad,perdi6 casi todo. Nunca, quizá, 01-vid6 la conmoci6n pasada; en losochenta -en el trance de quien haceel balance- pint6 un autorretrato(Entre el reloj y la cama, 1940-42,Museo Munch): un hombre alto ymacilento, aún atrevido, orgulloso,está de pie entre un reloj de pénduloy una cama cubierta con un cubre-lecho a rayas negras y rojas; encimade la cama.cuelga un cuadro de unamujer desnuda -símbolo de la vida,como el reloj lo es de la muerte; ésteno es humano pero oíamos su exas-perante tic-tac ...- ¿Cambi6 Munchs610 formalmente? En este lienzo laexpresi6n facial -desafiante, orgu-llosa y paranoica- es similar a la delautorretrato de sus días de estudian-te. Acaso Munch conserv6 sus dotes

hasta la vejez; en ocasiones regres6al pasado y lo recre6 -con el entusias-mo de sus cuadros y grabados de1900-, pero sin la pasi6n y la imagi-naci6n de entonces.

De todas maneras, de 1884 a1909 cre610 suficiente para hacerseun lugar en la historia del arte mo-derno: fue un artista de transici6nentre el Naturalismo y el Impresio-nismo de fin del XIX y el núcleodel Expresionismo y el Simbolismodel siglo XX. No es exagerada suafirmaci6n ("abrí una nueva sen-da") respecto de La joven enferma,pintada a los 22 años. A los 26, enParís, anot6 en su diario: "Debería-mos crear gente que respire, sienta,sufra y ame". Con su pintura queríallevar al espectador a "quitarse elsombrero como si estuviera en untemplo".

Munch comparti6 sus conviccio-nes con el ardiente Van Gogh. No mu-

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cho antes, otro artista francés, Mauri-ce Denis, afirmó en su famoso mani-fiesto que un cuadro eraesencialmente "un plano cubierto decolores, dispuestos ordenadamente ".Esta declaración -esencial para elPostImpresionismo y la plástica si-guiente- culminó en el abstraccionis-mo y la impersonalidad de mediadosdel siglo veinte.

Algunas veces combinó los dosmétodos. Aunque no se vea la pri-mera vez, su mejor obra amalgamalas bellas cualidades de la "abstrac-ción" y el "realismo", lo que facilitala relación con el espectador. Parano sacrificar la forma a la idea con-densó, sintetizó, simplificó y supri-mió detalles en rostros y paisajes.Escogió sus colores por sus atribu-tos emocionales y simbólicos: púr-puras, rojos fuertes,verdes ásperos,pavorosos negros, azules místicos.Como muchos artistas de los cin-cuentas usó la pincelada violenta, lamancha, así esta técnica accidentaldeformara la "belleza" (se usa la pa-labra en su sentido trdicional) de lasuperficie.

En el comienzo de la carrera deMunch, uno de sus profesores, Chris-tian Krohg, lo defendió de sus mu-chos detractores así: "Esto es música,no plástica". Krohg acertó; las li-bres, espontáneas canciones de amory odio de su alumno describían unhombre profundamente herido; losExpresionistas de Europa Central -que vieron un mentor en Munch- ex-presaron menos trágicamente la vidapues hasta en los árboles el artistanoruego personificaba el estado me-lancólico de su mente.

¿Canciones de amor? Uno de losobvios rasgos del arte de Munch essu antifeminismo. Para él la mujeres un vampiro que ahoga al hombrecon su largo cabello; es más des-tructora que generadora. "La muer-te de Marat", de tema histórico,muestra a la mujer como una ase-sina ... A pesar de todo, la mujer esquizá un símbolo: que representael mundo físico y moral y drama-tiza los conflictos internos de unhombre hipersensible que luchacontra una espantosa fuerza vital

enfrentando a ansiedades y deseosabolidos.

La misoginia de Munch fue, acasoun antídoto contra la sensualista ve-neración de la mujer, corriente en laBella Epoca, un período de estrepito-so júbilo ahogado por la guerra y larevolución. Como Van Gogh, Munchidentificó la mentira del confort;aquel escribió "Vivimos en el últimocuarto de un siglo que, otra vez, ter-minará en una enorme revolución.Dios mío, qué ansiedades. En el mun-do moderno todos estamos contami-nados".

Munch se contagió: como hom-bre, como artista independiente,como amante; supo que a Goring,ministro del Reich, en una visita alKronprinzen Palast (equivalenteen el Berlfn de principios de la Se-gunda Guerra al Museo de ArteModerno de Nueva York) le habíandisgustado sus cuadros, que no loscreyó característicamente nórdi-cos. Rotuladas como "degenera-das", las 8 piezas que habíanadquirido los museos alemanesfueron confiscadas (1937). Ellfderfascista noruego Vidkun Quislingquizo invitar al famoso artista -septuagenario- a formar un conce-jo artístico honorario pro-Nazi.Naturalmente, Munch se rehusó.Un día dos oficiales alemanes lle-garon a su casa, el artista ignoró sila visita se debió a curiosidad, sitenía un designio siniestro; comopor muchos años había guardadocelosamente su soledad se sintióansioso; temió que los dos oficialesregresaran con camiones a acarrearsu tesoro para prenderle fuego. Eldesorden que vieron asustó aparen-temente a los emisarios; no regre-saron.

El artista no vio la liberación desu país (1945), porque murió el 23de febrero de 1944. Tal vez prefi-guró una nueva era ya que dejó to-da su obra -mis "niños", decfa- ala ciudad de Oslo: más de 1.000óleos, más de 4.000 acuarelas y di-bujos y más de 15.000 ediciones desu obra gráfica; la obra suya en poderde su hermana también fue legada ala ciudad. Esos tesoros se guardaronen una moderna galería -el Museo

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Munch, de Oslo- inaugurada en 1063.Los coleccionistas privados han enri-quecido la colección, que se exhibeperiódicamente.

III

"Por su continua busca de nuevosprocedimientos, hemos reconocido

en Munch a un gran plástico denuestro tiempo, comparable a

Dürer, a Rembrandt, a Goya, aHokusai".

J.P. Hodin, "Edvard Munch",1972.

Munch afirmó que caminaba alborde de un abismo; aceptar esto esquizá creer otra presunción: que po-día desenmascarar al hombre. Es máspeligrosa la vida clarividente que lacomún. Es corriente, esto es signifi-cativo, que los Impresionistas se in-teresaran en silenciosos paisajes, noen la psiquis del hombre, y que pres-taran poca atención al arte del gra-bado (Claude Monet, su Ifder,desdeñó el grabado). Tampocoasombra que entre los inquietosPost-Impresionistas viviera uno delos más prolíficos grabadores de to-dos los tiempos (Henri Toulotise-Lautrec), quien, en una corta y febrilcarrera, compuso cientos de agua-fuertes y litografías similares a losde su contemporáneo noruego. Gau-guin -otro gran Post-Impresionista-no hizo muchos grabados en made-ra; la dureza de estos, su violenciaprefiguran los del muy jovenMunch; éste -acaso siguiendo aGauguin, creyó que el grabado enmadera debía ser planeado, cortadoe impreso por el mismo artista y queuna áspera superficie era deseablepor el reto que ofrece a la herramien-ta de aquél.

Munch -cuya obra conduce delPost-Impresionismo al Expresionis-mo- aprendió naturalmente -autodi-dácticamente- el grabado, después dehaber dedicado 10 años a la pinturaal óleo. Muchos de los grabadoresalemanes, más jóvenes,considera-ron a Munch una suerte de "padre".Dejó un total de 714 impresos: 378litografías, 188 aguafuertes y graba-dos yl48 grabados en madera.

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Sorprende que Munch -{Jue habíaesculpido, que mostraba considerabletalento literario- fracasara en la ex-ploraci6n del grabado; este no fue se-cundario para él Y supero sus 6leos;el bi6grafo Thomas M. Messer afirm6que cuando Munch trabaj6 el mismosujeto en el grabado yen el61eo aque-nos fueron superiores: "La fama deMunch se apoya, acaso, en su maes-tría como grabador" (Munch, 1973);Otto Benesch defendi6 en los graba-dos en madera de Munch "un poderoriginal, una natural grandeza supe-rior a la intensidad espiritual de suspinturas" (Edvard Munch, 1960).

S610después de los 30 Munch em-pezó a grabar; había pintado seria-mente, profesionalmente, más de unadécada. Un grabado no era para él elsustituto de un dibujo, sin embargo;tampoco el boceto para un cuadro nila mera reproducci6n de un dibujo oun 6leo. Para Munch un grabado erauna conclusa, perfecta e inde-pendiente formulaci6n de designiosartísticos y, como en las telas, la ex-presi6n de la conciencia Cuando unaimagen que había creado lo trabajaba-a veces durante años- el grabado fa-cilitaba ensayar y ensayar un temaplástico hasta conseguir la simplici-dad y la significaci6n y así un públicoapropiado.

Algunos procedimientos le pro-porcionaron espontaneidad dentrode una pequeña superficie, imposi-ble en los 61eos que eran vastos (los11 monumentales lienzos del para-ninfo de la Universidad de Oslo, porejemplo). Porque buscaba la libertadno sorprende que la mitad de susgrabados sean litografías. En la lisa,suave superficie de la piedra caliza,de la lámina de zinc o del papelMunch podía usar un carboncillo, unlápiz o un pincel grasos con la velo-cidad conque un hombre habla; deeste modo facilit6 la develaci6n desus violentos sentimientos y de susocultos pensamientos. Aquellas se-mejan un soñador que al correr sumano sobre una superficie descargaimágenes internas y libera los des-tructores monstruos de su subcons-ciente. Tales demonios puedenoprimir a un artista como Munch,más éste no se rindi6; los conquist6

para su arte como el primitivo queexorcisaba su miedo a los animalesferoces pintando su figura en las pa-redes de las cuevas; si un artista nologra exorcisar su demonio podrá de-sarmarlo al enfrentarlo francamente.

Munch sinti6 especial agrado porel grabado en punta seca; contrarioal aguafuerte, en el cual el ácido sir-ve para corroer las líneas necesariasen el metal - un grabado en puntaseca es marcado directamente enuna lámina de zinc o cobre con unaafilada punta de acero. La primeraaventura gráfica de Munch consisti6en dos diminutos grabados en puntaseca (Berlín, 1894). L1ev6, por untiempo, una pequeña lámina de me-tal en el bolsillo; sentado en un café,imagin6 una composici6n con la se-guridad de quien trabaja con un lápizo una pluma. A menudo mezcl6 latécnica del grabado en punta con elaguafuerte y la aguatinta, o combin6las dos últimas. Con igual métodotrabaj6 sobre un grabado terminadocon carboncillo de color o con elpincel remojado en acuarela u 6leo.

Munch ampli6, también, el alcan-ce del grabado en madera, si bienquien restaur6 ese procedimientofue Gauguin. 15 años mayor queMunch, durante su estada en Ocea-nía (1895-1903) Gauguin compusoextraordinarios grabados en maderasirviéndose de una gubia (única he-rramienta a mano) al entintar elbloque imperfectamente, para repre-sentar 10 bárbaro, lo violento y 10natural.

De Gauguin s610 conservamosuna docena de grabados en madera:"primitivos", imperfectos, poéticos.Munch, en cambio, produjo grancantidad de grabados. Prefiri6, co-mo Gauguin, explorar listones de pi-no -no trabajados, crudos- a pesarde que podía conseguir madera ce-pillada y preparada. Elegía largoscortes, no anchos; también us6 gra-no y marcas de sierra pues queríabuscar texturas profundas; poseíaherramientas sofisticadas pero pre-fería horadar el resistente list6n conun tosco cuchillo, pues desdeñaba elvirtuosismo mecánico que domina-ba la "perfecci6n" del grabado definales del diez y nueve: sin vigor,

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sin fuerza y sin esa dosis de fealdadsin lacual, estéticamente hablando, elarte carece de valor. Munch aplicabaocasionalmente color; hay casos dediez o más impresiones del mismograbado, todos de textura diferente; .paraelaborarungrabadoenvariosco-lores, dividía el tabl6n en piezas y lasentintaba con diferente matiz, luegoreconstruía el todo a la manera de unrom pecabezas y lo ponía en la prensa.

Para Munch, pues, el grabado enmadera era muy diferente a una des-carga subconsciente producida porsu técnica litográfica o en punta. Pa-ra grabar en madera Munch luchabapaciente y disciplinadamente con elmaterial. Si éste imponía limitacio-nes al artista, el procedimiento in-tensificaba el diálogo imaginativoentre los pesados negros y los áridosblancos. Munch nos enseñ6, admi-rablemente, que el blanco puede serun color duro y cruel, o tierno y lí-rico, y que el negro puede ser suavey dramático, o profundo y quebradi-zo. El grabado en madera constituy6la técnica apropiada para Munch, unhombre introspectivo que constante-mente interrog6 sobre la vida y lamuerte y que vio al mundo enfren-tado a conflictos y guerras; conside-rando que su interés por elprocedimiento gráfico, había dismi-nuído en 1915 6 1916, su fascina-ci6n con el grabado en madera semantuvo hasta el fin de su vida.

A veces, un artista dibuja o grabaun asunto antes de trabajarlo con unprocedimiento más lento. Munchprocedía al revés: un 61eo viejo po-día convertirse en un grabado en elque se prestaba, de la obra previa, eltema o la composici6n; nunca losasuntos eran idénticos y el trabajofinal expresaba, sutilmente, las ex-periencias psicol6gicas y estéticasrecientes del artista. Munch elabor6muchos de sus motivos favoritos envarias técnicas. Compuso su obramás popular, "El grito", antes, alpastel, en una cartulina; ese mismoaño pint6 el primer 61eo (ahora enla Galería Nacional de Oslo). Dosaños después Munch hizo la lito-grafía reproducida aquí, que cons-tituye un poderoso epítome delintenso sentimiento que deseaba

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expresar. Lejos de ser obras menoreso secundari~, los grabados derivadosde los óleos profundizan el sentido deaquéllos.

Los grabados de Munch indican,además, la evolución de la f~e ini-cial de su estética desaparecidacuando Munch se desprendió en sugráfica inicial de su obra académi-ca de estudiante y de la mezcla deNaturalismo e Impresionismo. Perolo que un historiador ha llamado la"larga, sensible, vaga línea que nosrecuerda lo subconsciente" puedeencontrarse en algunos de sus pri-meros grabados, los cuales -másimaginativos que decorativos- aso-cian a Munch con el Art Nouveau

de la Belle Epoque. Con sus actitudesfilosófi~ contribuyeron también, alSimbolismo Internacional: por su én-f~is en el sueño y el rechazo de larealidad: condujeron, finalmente, alnaciente Expresionismo y anticiparonla ruda emotividad plástica de Kir-chner, Kokoschakay Schiele.

Aunque para conocer a Munch esnecesario estudiar sus lienzos, susgrabados explican suficientementeel alcance de su arte. Si nunca hu-biera pintado habría ganado inmor-talidad por la potencia de su obragráfica. Sus temas fueron el Eros yla Muerte y sobre ellos compusomuchos autorretratos -desde la lito-grafía que lo describe vehemente,

melancólico,alos 32 años (en la basede la cual hay un esqueleto mecánico)hasta el trabajo en el que aparece alos 72, dejando el mundo.

Sus grabados muestran suficiente-mente cómo era Munch: un hombreva-liente que indagó sujetos importantes,que supo que no encontraría respuesta,pues ésta estaba tras la muerte, escon-dida también a los otros mortales....

Traducido por POLICARPOVARON del libro Graphic worksoC Edvard Munch, publicado enNueva York en 1979por DOVER

PUBLICATIONS.

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