las canteras del «culo del mundo» (ii)

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LAS CANTERAS DEL «CULO DEL MUNDO»(II) José Luis Vicente González 5. OTRAS CANTERAS DE ÉPOCA ROMANA EN EL ENTORNO DE ZAMORA En el Teso de la Mora (Molacillos) se localiza otra im- portante cantera de piedra arenisca que, según nuestras investigaciones, fue explotada por los romanos para ex- traer la piedra con que se cimentó una parte importante de las calzadas que atraviesan la Tierra de Campos zamorana (Fig. 10). La ocupación romana de la cantera está bien documen- tada, pudiéndose fechar el periodo de explotación, en base a los sellos de la sigillata recuperada, entre los años 20 a.C. y 20 d.C., es decir, durante cerca del medio siglo trans- currido tras la finalización de las Guerras Cántabras 1 . La existencia de la cantera ya fue advertida por D. Virgilio Sevillano cuando visitó las «cisternas» romanas situadas en lo más alto del Teso de la Mora en 1971 2 . Estas mal llamadas cisternas son, en realidad, el decantador de un acueducto que tenía sus fuentes en Villalube. Un pequeño embalse, cuyos arcaicos vestigios son todavía bien visi- bles, fue construido para regular el caudal del arroyo de las Fuenticas, que surtía el acueducto, en las inmediacio- nes del pago en el que siglos más tarde se edificaría la ermita del Lenguar, hoy ya desaparecida, que reapro- vecharía material de origen romano para cubrir sus necesi- dades constructivas. En un primer momento pensamos que el acueducto ha- bría sido proyectado únicamente para asegurar el suminis- tro de agua potable de buena calidad para los trabajadores de la cantera y las bestias de carga que tiraron de las ca- rros con los que se transportaría la piedra, así como para cubrir las necesidades del destacamento militar que debió responsabilizarse del funcionamiento de la explotación. Sin embargo, según los últimos indicios que vamos constatando, el acueducto habría tenido, además, otra im- portante función: aportar el caudal de agua necesario para agilizar las labores extractivas, lavando la tierra sobrante existente en el terreno, y disgregando la arenisca en blo- ques fáciles de manipular por métodos manuales. Un dato que contribuye a apoyar esta hipótesis, avalada también por el notable volumen de material pétreo extraído del teso, es el hecho de que las tropas acantonadas en Molacillos formaran parte de las mismas legiones que posteriormente se encargarían de supervisar la ejecución de toda la infra- estructura hidráulica desplegada para facilitar la explota- ción aurífera del occidente leonés (Las Médulas, Sierra del Teleno, etc.) 3 . Según nuestras últimas observaciones sobre el terreno, las canteras de Las Contiendas también habrían sido ex- Figura 10: Teso de la Mora (Molacillos). Cantera romana de arenisca. El impacto de las actividades extractivas es bien visible en las laderas del cerro, y la memoria de las mismas pervivió en el nombre del pueblo aledaño (MOLA CELLA, en latín, viene a significar algo parecido a «almacén de piedras»). Figura 11: Ortoimagen del Teso de la Mora (vuelo PNOA 2007, pixel 25x25 cm). Se han remarcado, de izquierda a derecha, la zona de cantera explotada por los romanos, el decantador del acueducto que surtió de agua potable a los trabajadores, a sus guardianes y a los animales de tiro que trasladaron la piedra extraída hasta sus destinos finales (las calzadas), y la enigmática estructura ortogonal que muy bien pudo ser la zona de habitación y también de estabulación del ganado. Este paraje mantiene todavía un topónimo muy sugerente: Dehesa de Carricueva.

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Page 1: LAS CANTERAS DEL «CULO DEL MUNDO» (II)

LAS CANTERAS DEL «CULO DEL MUNDO»(II)

José Luis Vicente González

5. OTRAS CANTERAS DE ÉPOCAROMANA EN EL ENTORNO DE ZAMORA

En el Teso de la Mora (Molacillos) se localiza otra im-portante cantera de piedra arenisca que, según nuestrasinvestigaciones, fue explotada por los romanos para ex-traer la piedra con que se cimentó una parte importante delas calzadas que atraviesan la Tierra de Campos zamorana(Fig. 10).

La ocupación romana de la cantera está bien documen-tada, pudiéndose fechar el periodo de explotación, en basea los sellos de la sigillata recuperada, entre los años 20a.C. y 20 d.C., es decir, durante cerca del medio siglo trans-currido tras la finalización de las Guerras Cántabras1. Laexistencia de la cantera ya fue advertida por D. VirgilioSevillano cuando visitó las «cisternas» romanas situadasen lo más alto del Teso de la Mora en 19712. Estas malllamadas cisternas son, en realidad, el decantador de unacueducto que tenía sus fuentes en Villalube. Un pequeñoembalse, cuyos arcaicos vestigios son todavía bien visi-bles, fue construido para regular el caudal del arroyo delas Fuenticas, que surtía el acueducto, en las inmediacio-nes del pago en el que siglos más tarde se edificaría laermita del Lenguar, hoy ya desaparecida, que reapro-vecharía material de origen romano para cubrir sus necesi-dades constructivas.

En un primer momento pensamos que el acueducto ha-bría sido proyectado únicamente para asegurar el suminis-tro de agua potable de buena calidad para los trabajadoresde la cantera y las bestias de carga que tiraron de las ca-rros con los que se transportaría la piedra, así como paracubrir las necesidades del destacamento militar que debióresponsabilizarse del funcionamiento de la explotación.

Sin embargo, según los últimos indicios que vamosconstatando, el acueducto habría tenido, además, otra im-portante función: aportar el caudal de agua necesario paraagilizar las labores extractivas, lavando la tierra sobranteexistente en el terreno, y disgregando la arenisca en blo-ques fáciles de manipular por métodos manuales. Un datoque contribuye a apoyar esta hipótesis, avalada tambiénpor el notable volumen de material pétreo extraído del teso,es el hecho de que las tropas acantonadas en Molacillosformaran parte de las mismas legiones que posteriormentese encargarían de supervisar la ejecución de toda la infra-estructura hidráulica desplegada para facilitar la explota-ción aurífera del occidente leonés (Las Médulas, Sierradel Teleno, etc.)3.

Según nuestras últimas observaciones sobre el terreno,las canteras de Las Contiendas también habrían sido ex-

Figura 10: Teso de la Mora (Molacillos). Cantera romana de arenisca.El impacto de las actividades extractivas es bien visible en lasladeras del cerro, y la memoria de las mismas pervivió en el nombredel pueblo aledaño (MOLA CELLA, en latín, viene a significar algoparecido a «almacén de piedras»).

Figura 11: Ortoimagen del Teso de la Mora (vuelo PNOA 2007,pixel 25x25 cm). Se han remarcado, de izquierda a derecha, la zonade cantera explotada por los romanos, el decantador del acueductoque surtió de agua potable a los trabajadores, a sus guardianes y a losanimales de tiro que trasladaron la piedra extraída hasta sus destinosfinales (las calzadas), y la enigmática estructura ortogonal que muybien pudo ser la zona de habitación y también de estabulación delganado. Este paraje mantiene todavía un topónimo muy sugerente:Dehesa de Carricueva.

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plotadas por los romanos con la ayuda de importantesinfraestructuras hidráulicas, algunas trazas de las cualespueden rastrearse todavía «in situ», al igual que ocurrecon la zona de estabulación del ganado que propulsaríalos trenes de carga que transportaron el material extraídoen estas explotaciones, ubicada, muy posiblemente, en elpago denominado Las Cuadras en la cartografía 1/25.000actual.

Otras canteras de piedra arenisca explotadas en épocaromana, según los datos que manejamos, se localizaríanen las proximidades de la localidad zamorana de Tardobispo(areniscas rojas de El Puerto), así como en el entorno de laruta 27 a su paso por la localidad de Aguilar de Campos.Mención especial, por su dilatada y profusa explotación,merecen las canteras de piedra caliza de Villalonso (Zamora),que dominan el tramo común de las rutas 24 y 26 existenteentre Zamora y Valladolid, y la cantera de piedra caliza deMontealegre de Campos (Valladolid), en el trazado de laruta 27 del Itinerario.

6. LAS LEGIONES DE AUGUSTO:GENOCIDAS SIN ESCRÚPULOS,

Y AUDACES Y FORMIDABLES INGENIEROS

El estudio de la red viaria antigua y de su evolución a lolargo de los siglos permite progresar significativamente enla comprensión de numerosos interrogantes históricos, quetrascienden los aspectos más directamente relacionadoscon la génesis y construcción de las calzadas romanas o,incluso, la época histórica concreta en que estas fueronproyectadas y realizadas.

Vamos a centrarnos seguidamente en el análisis de unode dichos interrogantes en concreto, como es el porqué dela estancia en el noroeste ibérico durante más de mediosiglo4 de un inusitadamente importante contingente legio-nario tras la finalización de las Guerras Cántabras5.

En las conclusiones de la comunicación que presenta-mos en el X Congreso Internacional de Caminería His-pánica incluíamos los siguientes párrafos6:

Para dominar y poner en explotación para la produc-ción cerealista a gran escala los feraces terrenos que con-forman la amplia comarca de Tierra de Campos, los roma-nos se vieron inexcusablemente obligados a construir ki-lómetros y kilómetros de calzadas dotadas de una espec-tacular cimentación, integrada por grandes mendrugosde piedra arenisca arrancados a golpe de pico de losafloramientos que salpican la cuenca sedimentaria queconforma buena parte de la meseta castellano-leonesa.La presencia de «bolos» sueltos de arenisca en el terreno,al no producirse de modo natural, delata el trazado deestas vías...

...Un alarde de ingeniería tan poco común como elque hemos apuntado, fue imprescindible para poder ga-rantizar la exportación del cereal cultivado en los fundosestablecidos en la fértil campiña vaccea hacia Roma uotros puntos donde interesase su traslado a la adminis-tración imperial tras la recolección (las guarnicionesacantonadas en el Limes, por ejemplo), cuando las llu-vias otoñales convierten la comarca terracampina en unbarrizal impenetrable, impracticable, aún hoy, para todotráfico rodado «campo a través» hasta que las lluvias

remiten al acercarse el estío. De igual modo, parte deestas calzadas serían utilizadas para el traslado de lasal extraída en las salinas de Villafáfila hacia sus puntosde distribución.

Otro destino posible de parte de los excedentes decereal producidos en la zona pudo estar en las áreasmineras del noroeste peninsular, o incluso de la BETICA,donde sabemos por autores romanos como Plinio oDiodoro que la minería empleaba muchísima mano deobra. En la cercana comarca del «Bierzo» (¿BERGIDO?)escasea el terreno cultivable, y la mayoría de la pobla-ción, dedicada a tiempo completo a la extracción del oroy otros minerales, no podría autoabastecerse de alimen-tos...

...a nuestro juicio, el Itinerario de Antonino recopilalas grandes rutas de interés para el Imperio, e ignora losrecorridos de carácter local o incluso provincial (nosreferimos, en este caso, a la antigua provincia romana deHispania), que podían, no obstante, tener una importan-cia socioeconómica muy notoria a las escalas señala-das, y disponer, por otra parte, de una destacable infra-estructura viaria sufragada por municipios y particula-res.

Las rutas del Itinerario serían, según esta hipótesis,las grandes arterias que permitían explotar y exportarhacia Roma los recursos cuya obtención fue, en última

Figura 12: legionario romano (25 a.C.).Fuente: http://www.imageshack.com.

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instancia, la verdadera razón que movió a la clase diri-gente romana a emprender sus campañas de conquista.

A la vista de las evidencias arqueológicas que van veri-ficándose, parece quedar bien claro que la relación de lared viaria romana con el aprovechamiento de los recursosdel NW ibérico ha de enfocarse bajo las claves anterior-mente señaladas, y no bajo el prisma de su presunta im-portancia como vía de exportación del metal obtenido enlas explotaciones mineras auríferas o de otro tipo existen-tes en la zona, que es la idea más extendida a nivel popular.Baste decir al respecto que, según las estimaciones reali-zadas por los más reputados especialistas en la materia7,los romanos obtuvieron un total aproximado de 290 tone-ladas de oro del noroeste hispano durante más de 200 añosde explotación de las minas; es decir, la cantidad media deoro anual a transportar hacia Roma no debió alcanzar, enlas épocas más fecundas, magnitudes superiores a los 7.000Kg.

Este dato es confirmado por el testimonio directo de unautor contemporáneo de las labores, como es el caso dePlinio el Viejo, que visitó la zona personalmente durantesu etapa de procurador de la Provincia Tarraconense enépoca Flavia hacia el año 74 d.C., y tuvo acceso franco alos archivos estatales. Plinio dejó escrito que la produc-ción anual de oro de Asturia, Gallaecia y Lusitania, en loque debió ser el comienzo de su época más fructífera, tota-lizaba 20.000 libras anuales (6.549 Kg)8; evidentemente,para trasladar tal cantidad de oro a Roma cada año nohubieran hecho falta, ni mucho menos, unas alforjas tanformidables y costosas como las conformadas por la com-pleja red de calzadas que el Imperio desplegó en el cua-drante noroccidental de la Península Ibérica.

De acuerdo con nuestras hipótesis, sustentadas en laspropias evidencias observadas sobre el terreno relaciona-das con la construcción y desarrollo de la red viaria, y en elanálisis de la documentación arqueológica e historiográficaa la que hemos podido tener acceso, desde la finalizacióndefinitiva de las Guerras (que según las fuentes greco-latinas se debe fechar de forma incuestionable en el año 19d.C. 9 ) las legiones acantonadas en las actuales provinciasde Zamora y León habrían estado realizando mayorita-riamente funciones directamente relacionadas con el dise-ño, el replanteo y la construcción de las infraestructuras

necesarias para explotar la extraordinaria riqueza mineradel área recién conquistada10.

Al hablar de infraestructuras, básicamente nos referi-mos a las calzadas que asegurarían el abastecimiento delos recursos logísticos imprescindibles para el manteni-miento del ejército y del personal al servicio de las minas,y a las redes de canalizaciones hidráulicas que facilitaronla remoción de millones de toneladas de áridos en las áreasmineras y en las canteras de arenisca y de caliza que sur-tieron la piedra necesaria para cimentar las calzadas quepermitieron terminar de dominar la Tierra de Campos, con-virtiéndola en un importante centro de producción y ex-portación de cereales.

Estas funciones habrían tenido dos vertientes bien di-ferenciadas:

1. Asistencia técnica prestada por los especialistas en-cuadrados en las legiones (architecti, preafectus fabrum,fabri, libratores, gromatici, curatores operum, etc.), apo-yados por el resto de la tropa en las labores que fueranecesario 11.

2. Sometimiento y represión de las multitudes de escla-vos indígenas utilizadas en los años inmediatamente pos-teriores a la conquista para realizar las tareas más duras yde menor nivel de especialización de las obras.

Últimamente tiende a ganar adeptos la teoría que pre-tende considerar un tópico sin fundamento la explotaciónde las minas del NW hispano por medio de mano de obraesclava12. Los autores que defienden esta visión no esta-blecen ninguna diferenciación cronológica en su enfoque,a pesar de que es claramente evidente que las condicionessocioeconómicas del mundo romano del siglo II d.C. tie-nen bien poco que ver con las correspondientes a finalesdel siglo I a.C. y principios del siglo I d.C. Así lo reflejanautores que han estudiado detenidamente las informacio-nes que las fuentes de la época refieren al respecto, comoes el caso del catedrático de Derecho Romano RodríguezEnnes13.

Nosotros pensamos que uno de los principales facto-res que favoreció el establecimiento de la «pax romana» enlos territorios conquistados por Roma fue el exterminioradical de todo vestigio de población potencialmente opo-sitora. Los individuos encuadrados en este grupo habríanperecido en combate o víctimas de las represalias subsi-guientes a la victoria de las armas romanas, o bien habríansido vendidos masivamente como esclavos. Así lo afirmantodas las fuentes clásicas que dan noticia de las GuerrasCántabras14:

Matanzas:DION CASSIO, 54, 5, 1: ...de los cántabros no se co-

gieron muchos prisioneros; pues, cuando desesperaronde su libertad, no quisieron soportar más la vida, sinoque incendiaron antes sus murallas; unos se degollaron,otros quisieron perecer en las mismas llamas. Otros ingi-rieron un veneno de común acuerdo, de modo que lamayor y más belicosa parte de ellos pereció.

DION CASSIO, 54, 11, 5: (Agrippa 19 a.C.) exterminóa todos los enemigos en edad militar y a los restantes losquitó las armas y los obligó a bajar de los montes alllano...

Figura 13: Cereal de Tierra de Campos¿el «oro» que más transitó las vías del noroeste de Hispania?

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FLORO, II, 33, 50: Al final tuvo lugar el asedio delMonte Medulio, que fue rodeado por un foso continuo de15 millas. Avanzando a la vez y por todas partes el ejérci-to romano, los bárbaros al fin se dieron cuenta de queestaban en una situación desesperada y se vengaron enmedio de un festín, dándose muerte a sí mismos a porfía,con el fuego, el acero y el veneno que comunmente obtie-nen de los arboles del tejo, librándose la mayor parte dela esclavitud, que estimaban por entonces ser más onero-sa que la propia muerte.

OROSIO, VI, 21, 5: ...huyeron al Monte Vinnio (Vindio)por su naturaleza inexpugnable, donde por el hambre acausa del asedio, acabaron pereciendo casi en su totali-dad.

OROSIO, VI, 21, 7: Asediaron efectivamente, mediantela construcción a su alrededor de una fosa de 15 millas,el monte Medulio, que se levanta sobre el río Miño, y enel que se había fortificado una gran multitud de perso-nas. El resultado final fue que, cuando esta raza de gen-tes, cruel y feroz por naturaleza, comprendió que elloseran insuficientes para aguantar el asedio e incapacesde aceptar un combate, se suicidaron por temor a la es-clavitud. Se mataron en efecto casi todos a porfía, confuego, hierro y veneno.

ESTRABÓN, III, 165: Se cuenta también de loscántabros este rasgo de loco heroísmo: que habiendosido crucificados ciertos prisioneros, murieron entonan-do himnos de victoria.

Esclavizaciones:FLORO, II, 33, 51: Después el mismo en persona hizo

bajar a unos de los montes, a otros los tomó como rehe-nes y a otros los vendió en subasta, según el derecho deguerra....

FLORO, II, 33, 60: Así los astures, esforzándose enexcavar la tierra para el provecho de otros, empezaron aconocer sus recursos y riquezas.

DION CASSIO, 53,25, 3: Apresó a todos los que esta-ban en edad de llevar armas y los vendió con la condi-ción de que ninguno sería sometido antes de veinte años.

DION CASSIO, 54, 5, 1: Derrotados por el (CaiusFurnius 22 a.C.) ambos pueblos, puesto que socorrió tam-bién a Carisius (legado de la Lusitania), fueron reduci-dos a esclavitud...

DION CASSIO, 54, 11, 2: Pues los Cántabros hechosprisioneros en la guerra y vendidos como esclavos asesi-naron a sus dueños y regresaron a sus casas...

DION CASSIO, 54, 11, 3: Pues su esclavitud (de losCántabros) les había dado experiencia y sabían que, deser cogidos, no conservarían la vida...

En el caso del NW ibérico, la magnitud de los trabajosque debió afrontar esta mano de obra esclava y lo penosode sus condiciones de vida, puestas de relieve en las fuen-tes clásicas reiteradamente, habrían sido la causa de quesu esperanza de vida fuera bastante reducida15.

Estos contingentes de esclavos no habrían dejado ape-nas vestigios arqueológicos de su presencia16, ya que susposesiones en vida habrían sido prácticamente inexistentes,y su destino posterior habría sido una fosa común a la quehabrían sido arrojados prácticamente desnudos, con todaprobabilidad, por sus propios compañeros de infortunio.La naturaleza ácida imperante en los suelos de la regiónhabría impedido que llegaran hasta nuestros días ni si-quiera unos restos mínimamente conspicuos de susenterramientos.

La hipótesis anteriormente expuesta no está reñida conla posibilidad, bastante bien documentada, de que a partirde finales del siglo I d.C. o principios del siglo II d.C. elcontingente de trabajadores de las minas incluyera cuadri-llas de hombres libres, aunque es muy posible, por lo querefieren los textos clásicos, que los trabajos más durosfueran reservados también en estas épocas para reos con-denados a trabajos forzados17.

Según nuestra interpretación, al finalizarse la construc-ción del grueso de las infraestructuras viarias y minerasimplantadas en las áreas conquistadas durante las Gue-rras Cántabras, la presencia de las tres legiones hastaentonces destacadas en Hispania ya no fue necesaria, por

Figura 14: Reverso de DVPONDIO acuñado con motivode las Guerras Cántabras (Milles de la Polvorosa).

Figura 15: Corona de Boisán, en la Maragatería(vuelo PNOA 2008, pixel 25x25 cm): ¿castro o presidio?

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lo que el contingente militar romano se redujo a una le-gión, que estableció su campamento en el estratégico em-plazamiento donde se asienta la actual ciudad de León, alno ser imprescindible ya la inmediatez a las cuencas mine-ras del total de las tropas antes requerida. Esta legión esta-ría apoyada por algunos destacamentos de tropas auxilia-res estratégicamente distribuidos por las inmediacionesde las áreas auríferas, como el ala de caballería II Flavia,acuartelada en Petavonivm18.

En esta nueva fase de la dominación romana, el contin-gente legionario habría desplazado ya buena parte de suactividad a reclutar y adiestrar entre la población local tro-pas auxiliares, que posteriormente serían trasladadas aguarniciones situadas en las fronteras del Imperio19, y a lacomisión de labores de tipo policial, aunque sin dejar decolaborar, en mayor o menor medida, en la administraciónde las minas, como atestiguan la epigrafía20 y el recorridode algunas vías romanas que hemos localizado.

7. LA MALA CONCIENCIA DE TÁCITO.

Los escritos de Tácito, autor romano contemporáneode Plinio el Joven, con el que mantuvo una buena amistady abundante correspondencia, parecen avalar la visión ge-neral de los hechos que defendemos a lo largo de esteartículo. Es conveniente advertir, para los lectores menosfamiliarizados con la historia romana, que Tácito es unautor que escribe durante la plenitud del Alto Imperio (se-gunda mitad del siglo I d.C. y principios del siguiente), yque perteneció a la clase dirigente romana, pues fue sena-dor, cónsul y gobernador.

Tácito, en la obra DE VITA IVLII AGRICOLAE, que de-dica a su suegro, gobernador de Britania entre los años 77y 84, denuncia la brutal realidad sobre la que se asienta elImperio a través del héroe caledón Calgacus, en cuyaboca pone las siguientes palabras, referidas al puebloromano:..RAPTORES ORBIS, POSTQVAM CVNCTAVASTANTIBVS DEFVERE TERRAE, MARESCRVTANTVR: SI LOCVPLES HOSTIS EST, AVARI, SIPAVPER, AMBITIOSI, QVOS NON ORIENS, NONOCCIDENS SATIAVERIT: SOLI OMNIVM OPES ATQVEINOPIAM PARI ADFECTV CONCVPISCVNT. AVFERRE,TRVCIDARE, RAPERE FALSIS NOMINIBVS IMPERIVM,ATQVE VBI SOLITVDINEM FACIVNT, PACEMAPPELLANT (Tacitus, De Vita Iulii Agricolae, 30.4-5).

[ ..Bandoleros planetarios, ahora que ya se han que-dado sin tierra que devastar, escudriñan el océano. Si elenemigo es rico, quieren su riqueza, y si es pobre, su do-minio. Ni oriente ni occidente han podido saciarles: soloellos desean la riqueza y la pobreza con la misma inten-sidad. A saquear, asesinar y robar llaman por falso nom-bre «imperium», y allá donde crean un desierto, hablande «paz»]

Una sentencia similar, demoledora para el tantas vecesinvocado concepto de PAX ROMANA, es atribuida porTácito al caudillo bátavo Civil, que se sublevó en el año69 en el occidente del Rin; en las HISTORIAS, este jefebárbaro resume el maltrato sufrido durante los años deromanización mediante la frase siguiente: ...MISERAM

1 BALADO PACHÓN, A. y MARTÍNEZ GARCÍA, A.B., 2008,op.cit.: «Sobre el temprano asentamiento militar romano de «ElTeso de la Mora» en Molacillos (Zamora) y la ubicación de lamansio de Vico Aqvario». BSAA Arqueología, LXXIV, 2008, pp.149-195.2 SEVILLANO CARBAJAL, V. J., 1978, op.cit.3 Para obtener más detalles sobre la infraestructura hidráulica cita-da, consultar las siguientes publicaciones:

+ MATÍAS RODRÍGUEZ, R.: «La Minería Aurífera Romana delNoroeste de Hispania: Ingeniería minera y gestión de las explota-ciones auríferas romanas de la Sierra del Teleno (León-España)»,Nuevos Elementos de Ingeniería Romana, III Congreso de lasObras Públicas Romanas, Astorga, 2006, pp. 213-263.

+ SÁNCHEZ-PALENCIA, F. J.; OREJAS, A.; SASTRE, I. y PÉREZ,L.C.: «Las zonas mineras romanas del noroeste peninsular. Infra-estructura y organización del territorio», Nuevos Elementos deIngeniería Romana, III Congreso de las Obras Públicas Roma-nas, Astorga, 2006, pp. 265-285.

4 Enmarcada en esta dinámica se inscribe el abandono del solarhispano por parte de las legiones II Augusta y V Alaudae, posible-mente en el 15 a. C., y I y IX Hispana, desconociéndose el momen-to en qué pudieron hacerlo estas últimas. De esta manera, desdelos albores del siglo 1 d. C. el ejército hispano estará formado portres unidades legionarias -IIII Macedonica, VI Victrix y X Gemina-, apoyadas por un número indeterminado de auxilia... ...La primera unidad legionaria en ocupar un asiento permanen-te será la legio IIII Macedonica que desde el 20/15 a. C. hasta el

Figura 16: …ATQVE VBI SOLITVDINEM FACIVNT,PACEM APPELLANT

SERVITVTEM FALSO PACEM VOCARENT (Tacitus,Historiae, 4.17).

[...una esclavitud miserable que se equivocaban enllamar «paz».]

* José Luis Vicente González esIngeniero Técnico Forestal. Consultor SIGMilles de la Polvorosa (Zamora, ESPAÑA).

[email protected]

* Mapas elaborados a partir de información original pro-piedad del Instituto Geográfico Nacional (IGN) y el InstitutoGeológico y Minero de España (IGME).

** Muchos de los artículos citados en este texto puedenlocalizarse en Internet mediante Google u otro motor de bús-queda similar, y descargarse gratuitamente en formato .pdfde Adobe.

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39/40 d. C. estará acampada en la localidad palentina de Herrerade Pisuerga (Pérez González et alii, 1992). Por desgracia es prác-ticamente nula la información que poseemos acerca de las carac-terísticas de su recinto y de las estructuras ocupacionales, aunqueexiste por contra una abundante documentación sobre los distin-tos tipos de materiales arqueológicos y gracias a ella se puedeavanzar en el conocimiento de diversos aspectos de la ocupaciónmilitar del enclave (Pérez González, 1989; Morillo Cerdán, 1992;Pérez González e Illarrequi Gómez, 1994: 259-271 ; etc,). Adscri-ta a ella pudo hallarse la cohors IIII Tracum equitata (SantosYanguas, 1981: 53), si bien desconocemos en qué lugar tendría subase. Tras la marcha de la legio IIII Macedonica fuera de Hispania,en un momento que podría estimarse durante el reinado de Nerón,se instala en el antiguo solar campamental tropas de caballería,el ala Parthorum. Esta unidad, cuya permanencia se situaría has-ta finales del siglo 1 d. C. o inicios de la siguiente centuria, pudie-ra adscribirse primero a la legio VI Victrix para pasar con poste-rioridad a depender de la legio VII Gemina (Pérez González, 1996:95-96). Algunos años después de que se establezca la legio IIIIaparecerá en el valle zamorano de Vidriales la legio X Gemina. Esdifícil precisar en qué momento se produce dicha llegada, pero elanálisis de los materiales cerámicos más antiguos apuntan haciaun momento cifrado tal vez en tomo al 15/10 a. C., es decir, algoposterior al anteriormente mencionado (Carretero Vaquero, e. p.)......Fuera cual fuese el orden en el establecimiento de esta unidad,la legio X Gemina permanecerá en Hispania hasta el año 63 d. C.,año en el que momentáneamente será desplazada a Carnuntumpara volver a territorio peninsular y salir definitivamente en el año68 d. C. Se ha formulado que, tras su regreso, se ubicaría en elmediodía hispano pero los materiales recuperados en el transcur-so de las excavaciones arqueológicas practicadas en su basezamorana parecen apuntar hacia una continuidad en la secuen-cia ocupacional, lo que no permite descartar el retorno a su anti-guo recinto. Durante su estancia hispana va a contar con el apoyode la cohors IIII Gallorum y del ala II Gallorum Sebosiana(Rabanal Alonso, 1990: 18), tropas auxiliares de las que desco-nocemos sus respectivos lugares de asiento......Por último, las incógnitas existentes sobre la base de la legio VIVictrix parecen estar despejándose de forma definitiva. La recupe-ración de materiales julio-claudios en el subsuelo de León e, igual-mente, la inscripción de L. Pupius Praesens, legado presumi-blemente de esta legión al restituirse su epíteto en el adjetivoincompleto terminado en -trix (Alfoldy, 1969: 115; Le Roux, 1982:106) dejaban abierta esa posibilidad. Afortunadamente, en losúltimos años no sólo se han incrementado notablemente los ha-llazgos cerámicos fechables en momentos anteriores a la ocupa-ción de enclave entre los ríos Bernesga y Torío por la legio VIIGemina sino que además éstos han venido acompañados por eldescubrimiento de una serie de vestigios constructivos identificablescon estructuras militares. Las excavaciones realizadas en el patiodel edificio Pallarés (Miguel Hernández y García Marcos, 1993:175-206), en el barrio de San Pedro (Vida1 Encinas y GarcíaMarcos, 1996: 151) o las más recientes y aún inéditas del barriode Santa Marina arrojan una ocupación castrense de esta unidaddesde época medio-tardo augustea hasta el año 69/70 d. C., añosen el que se produce su salida de Hispania......En el 73/74 d. C. se inaugura una nueva fase definida por lapresencia de una única unidad legionaria en el territorio peninsu-lar, la legio VII Gemina, legión de reciente creación - bajo Galba-cuya bisoñez se había evidenciado en la batalla de Cremona don-de sufrió numerosas bajas. Para el levantamiento de su base per-manente se va a elegir el enclave situado en la confluencia de losríos Benesga y Torío, lugar que con anterioridad había sido ocu-pado por la legio VI Victrix. Este hecho incide nuevamente en elalto valor estratégico de dicho paraje puesto que, además deposeer una óptima posición defensiva, se ubica en un paso natu-ral entre la Meseta y el territorio al norte del macizo cantábrico yde fácil comunicación tanto con el área galaica como con el valledel Ebro. (CARRETERO VAQUERO, S.: «El ejército romano delnoroeste peninsular». Gladius, 19, Madrid, 1999. pp. 143-156).El resumen anterior sigue siendo válido a la luz de los últimos datosarqueológicos publicados: MORILLO CERDÁN, A. y MARTÍNHERNÁNDEZ, E.: «El ejército romano en la Península Ibérica. Dela «arqueología filológica» a la arqueología militar romana», Estu-dios Humanísticos. Historia. Nº 4, 2005, pp. 177-207.

5 Para una información más detallada sobre las unidades destacadasen Hispania a partir de época augustea, consultar las magníficarevisiones sobre el tema elaboradas por autores como A. García yBellido, J. M. Blázquez o, en tiempos más recientes, J. M. Solana,J. M. Roldán, N. Santos y A. Morillo, entre las que cabe destacar elsiguiente título, imprescindible a pesar de su lejana fecha de elabo-ración: GARCÍA Y BELLIDO, A.: «El exercitus hispanicus desdeAugusto a Vespasiano». Archivo Español de Arqueología 34, n.º103-104, 1961. pp. 114-160.6 VICENTE GONZÁLEZ, J. L., op.cit, 2011.7 PÉREZ GARCÍA, L. C.; SÁNCHEZ-PALENCIA, F. J. y TORRESRUIZ, J.: «Tertiary and Quaternary alluvial gold deposits ofNorthwest Spain and Roman Mining (NW of Duero and Bierzobasins)», Journal of Geochemical Exploration 71, 2000, pp. 225-240.8 PLINIO EL VIEJO, Naturalis Historia, XXIII, 78, Ed. Teubner,Leipzig, 1870: VICENA MILIA PONDO AD HVNC MODVM ANNISSINGVLIS ASTVRIAM ATQVE GALLAECIAM ET LVSITANIAMPRAESTARE QVIDAM PRODIDERVNT, ITA VT PLVRVMVMASTVRICA GIGNAT; NEQVE IN ALIA TERRARVM PARTE TOTSAECVLIS HAEC FERTILITAS. Traducción: ... por este procedi-miento Asturia, Gallaecia y Lusitania proporcionan cada añoveinte mil libras de oro, más la mayor parte proviene de Asturia;y en ninguna otra parte de la tierra se da tan gran abundanciadurante tantos siglos. Respecto a la equivalencia de la libra roma-na, se ha tomado un valor de 327,45 gramos actuales, el más eleva-do según las fuentes consultadas (CHAVES TRISTÁN, F.: «Instru-mentos de medida romanos hallados en Andalucía», Zephyrus, 34-35, 1982, pp. 219-222): El peso de la libra romana no es siempreidéntico y constante en todo lugar y a lo largo del tiempo comoapunta M. Crawford (The Roman Republican Coinage.Cambridge, 1974, p. 591). Incluso el peso teórico de ésta varíasegún los autores y según el método que hayan empleado paradeducirlo, es decir, la libra que se emplea para acuñaciones, enbalanzas, según pesas de piedra, etc. Oscila entre 327,45 grs. y322,56 grs. F. G. Lavagne prefiere asignarle un peso teórico de326,4 grs. (Comunicación personal, trabajo en prensa). Biblio-grafía oportuna sobre los pesos propuestos para la libra en M.CRAWFORD: op. cit., p. 591; también en M. LE ROY: «L’Histoirede la Monnaie ramaine de bronce d’après Pline», CahiersNumismatiques, n.° 27, 9 ss., nota 5 o M. LAZZARINI, «Metrologíaromana», Conimbriga IV, 1965, pp. 81-95.9 FLORO, II, 33, 59: Este fue para Augusto el final de sus trabajosbélicos y también el de las rebeliones de Hispania. En lo sucesivose mantuvieron fieles y gozaron de eterna paz, gracias no sólo a sutalento dispuesto para las artes pacíficas, sino también por laprevisión del César, el cual, recelando del amparo que ofrecíanlos montes en los que se refugiaban, les ordenó habitar y estable-cerse en los campamentos situados en la llanura. Allí estaba elconsejo del pueblo y aquel poblado recibió los honores de capi-tal...También Orosio dice que, después de cinco años de guerra enCantabria, se consiguió una eterna paz. Si la guerra contra losCántabros se inició en el 29 a.C. con Statilius Taurus, la maldenominada eterna paz se consolidaría en el 25 a.C.OROSIO, VI, 21, 11: Después de cinco años de guerra en Cantabria,sosegada toda Hispania y reclinándose con un cierto respiro decansancio en una eterna paz, Cesar regresó a Roma...OROSIO, VI, 21, 11: Concedió Cesar este honor a la victoria sobrelos Cántabros. Ordenó que se cerrasen entonces también las puer-tas del templo de la guerra. Así, por segunda vez en tiempo deCesar y por cuarta desde la fundación de la ciudad, se cerró eltemplo de Jano......Según el pasaje de Veleyo Patérculo, la guerra terminó en el 19a.C., pues los 50 años de paz, cifra redondeada, llevan al año 30d.C., en el que dedicó su libro al cónsul Vinicio. VELEYOPATERCULO, II, 90: Así pues, estas provincias (las Hispanias),tan extensas, populosas y rebeldes, las redujo Cesar Augusto a lapaz de estos cincuenta años...Estrabon, que vive a finales del reinado de Augusto y época deTiberio, escribe lo siguiente sobre la finalización de la guerra y lapacificación de los Cántabros:

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ESTRABON, III, 3, 8: Repito, todas estas guerras han finalizadoen la actualidad. Los propios Kantabroi, que eran, de todos lospueblos, los más aferrados a los hábitos del bandidaje, al igualque las tribus vecinas, han sido sometidos por Sebastos Kaisar(Cesar Augusto). Ahora, en lugar de devastar, como en el pasado,las tierras de los aliados del pueblo romano, llevan sus armas alservicio de los mismos romaioi, como ocurre precisamente con losKoniakoi y los Plentiousoi, que habitan hacia las fuentes del Ebro.Tiberio, por orden de Sebastos Kaisar, su predecesor, envió a estastierras un cuerpo de tres legiones, cuya presencia ya ha hechomucho, no solo pacificando, sino también civilizando una partede estos pueblos......Se produjo una pacificación efectiva, exceptuando algunas ope-raciones, como la que parece documentar una inscripción deépoca neroniana dedicada a M. Vettius Valens106. Este centuriónprimipilo de la Legio VI Victrix fue condecorado con torques,armillae y phalerae por combatir a los Astures. En función de estedocumento se ha deducido que, durante el reinado de Neron,hubo una revuelta de éstos sofocada por este personaje. ¿En rea-lidad fue una sublevación? ¿En que año tuvo lugar? En el epígra-fe se detalla su carrera militar pretoriana y legionaria. De acuer-do con los cargos desempeñados, debió llevar a cabo la expedi-ción entre el 66, datación consular del documento, y el 55 d.C.,quizás en el 58. La importancia de este enfrentamiento, si es que lehubo, no debió ser grande porque el centurión sólo mandaba unacohorte. A nuestro entender, únicamente realizó una labor de po-licía. Posiblemente los Astures se negaran a pagar los impuestosestipulados o a enviar su aportación de auxilia. Recordemos queuna Cohors mixta de Astures et Callaecorum luchó en el frentemauritano en el 46 d.C. (SOLANA SÁINZ, J. M.: «La pacificaciónde los pueblos del norte de Hispania», HAnt XXVIII-2004, pp. 25-70).10 No compartimos, por tanto, la visión de autores como SantosYanguas o Solana Sáinz, que consideran que, hasta aproximada-mente el 20 d.C., las legiones no cesaron de participar de formamás o menos continua en operaciones militares; ambos autoresconsideran que el ejército romano comienza a jugar un papel pre-ponderante en la consolidación de las formas de vida romanas en elNW peninsular a partir de la fecha antes indicada: SANTOSYANGUAS, N.: «El final de las guerras astur-cántabras y la desmi-litarización del ejército romano en territorio de los astures», Espa-cio, Tiempo y Forma, Serie II, Historia Antigua, t. 17, 2004-2005,pp. 237-250 ; SOLANA SÁINZ, J. M., 2004, op.cit..11 Discrepamos de autores como Moreno Gallo, que tienden a restarimportancia al papel de las legiones en relación con la construc-ción de calzadas y otras obras públicas, que nosotros creemos deci-sivo en las provincias recién conquistadas en época Republicana ya principios del Imperio. Otra cosa es lo que pudo suceder enHispania en momentos posteriores, o en la Península Itálica enépocas más tempranas, contextos en los que la participación de lasociedad civil en tales realizaciones podría haber sido, según dejanentrever las fuentes de la época, preponderante: ...Sin embargo, lahistoriografía nos habla reiteradamente de vías militares cuandose refiere a esta red de caminos, incluyendo la intervención de laslegiones en la construcción de las vías, en tiempos de guerra parala conquista y en tiempos de paz para la amortización de sussalarios20. Pero no existen pruebas fehacientes de que este fuera unproceso generalizado, ni aun frecuente, en la construcción de lasvías. Más bien al contrario, el ejército, entonces y ahora, no em-plea grandes recursos en la construcción de carreteras durante elproceso de conquista, de la misma forma que las estructuras depaso establecidas sobre los ríos en tiempos de guerra, siemprerevistieron un carácter de emergencia y temporalidad......Lógicamente, el ejército podía aportar en ciertas circunstanciassus estrategas, ingenieros y técnicos especialistas, pero no los mediosnecesarios para el aporte de los materiales a la obra, como laenorme cantidad de carros específicos de carga y las bestias detiro necesarias. Ni lo uno ni lo otro formaba parte de los elementosde combate, ni estaba a disposición de las legiones de formahabitual. Si desde la Administración civil las obras eran contrata-das a empresas de construcción (especialistas), como nos confir-man las noticias de Tito Livio28, nada impide que desde la Admi-nistración militar se hiciera lo mismo. (MORENO GALLO, I.: VíasRomanas. Ingeniería y técnica constructiva. Madrid, 2004).

En apoyo de nuestra interpretación al respecto, es muy ilustrativoseñalar que los vestigios arqueológicos no dejan lugar a dudas de lainequívoca relación existente entre las legiones de Augusto y eldespliegue de la red viaria del NW Hispano: Miliarios de Augustoconfirman la participación de legionarios en la construcción de lared viaria del norte peninsular102. De los años 9-8 a.C.: El de Sora-Ejea de los Caballeros103, de la vía Ravenate 311 (Caesaraugusta-Iturisa), que recoge la legio X Gemina. El de Castiliscar (Zarago-za)104, de la vía Ravenate 311-Ravenate 309, que menciona a lalegio IIII Macedonica. De los años 5-4 a.C.: El de Castiliscar105,de la vía Ravenate 311-Ravenate 309, que alude a la legio VIVictrix. Este último coincide con el numerario de Caesaraugusta,del año 4 a.C., en cuyo reverso se representan los estandartes y losnombres de las tres legiones X, IV y VI. Los miliarios de Augusto dePadilla de Abajo (Burgos), del 6 a.C., y el de Menaza (Palencia),del 12 d.C., también debieran aludir a la legio IIII y su participa-ción en la construcción de la red viaria de esta zona de Cantabria.(SOLANA SÁINZ, J. M., 2004, op.cit.).12 Sin embargo, los estudios recientes, sobre todo aquellos arqueo-lógicos con enfoques más actuales, como los de Arqueología delPaisaje, han dado lugar a una visión diferente del trabajo en lasminas (Sánchez-Palencia, 2000). Cada vez está más claro que laextracción del oro en minas como la de Las Médulas en León (lamás conocida) la realizaban trabajadores libres, indígenas, quetributaban a Roma por medio de jornadas de trabajo en minasque eran propiedad del Estado. Para entender esto hay que teneren cuenta, por supuesto, la falta de evidencias directas sobre es-clavos, pero hay hechos también muy importantes. (SASTRE, I.:«¿Son rentables los esclavos?», Stilus, 7, 2010, pp. 42-43).13 A comienzos del Principado y más concretamente en época deTiberio (11), se introduce la «damnatio ad metalla», pena éstaque también iba a proporcionar ingentes masas de mano de obragratuita a la industria extractiva. Aunque los motivos de apari-ción de tal condena no están muy claros, quizás, lo más lógico sealigar su creación con la puesta en marcha de un sector minero detitularidad imperial (12). Como señala MOMMSEN, la «damnatioad metalla» ocupaba en la tabla de gradación de las penas ellugar inmediatamente inferior a la capital (13) y lo mismo queésta, su aplicación debería ir precedida de la «verberatio» (14).El condenado pasaba a ser propiedad del Fisco y para distinguir-lo de los otros «servi Caesaris», los juristas lo llamaban «servuspoenae» -esclavo de la pena-; se le sometía a la marca del hierrocandente y se les tonsuraba la mitad de la cabeza, ejecutaban sutrabajo encadenados y bajo custodia militar (15). En el siglo II, lapena de minas pasa a revestir dos aspectos: «damnatio inmetallum» y «damnatio in opus metalli», la diferencia entre am-bos grados radicaba en el grosor de las cadenas o en la limitaciónde movimientos (16). Esta última modalidad -más atenuada quela precedente- data de la época adrianea y permite enviar a lasminas a personas cuyo rango, hasta entonces, les eximía de talpena (17). El condenado a trabajos forzosos a perpetuidad, quedespués de diez años no fuera ya útil para trabajar, podía serentregado a sus parientes; pero es indudable que esto no teníaotro objeto sino el de librarse de gentes que ya para nada podíanser utilizadas, y no implicaba cambio de ninguna especie en lacondición de la persona que se tratara (18). En el 325, el empera-dor Constantino prohíbe enviar a los condenados «ad cruentaspectacula» y los destina a las minas (19). Empero, los mediosextraordinarios arbitrados por el Estado para asegurar la conti-nuidad de la explotación minera no eran suficientes. Un fenóme-no típico de la época lo constituye la huída de la mano de obra delos yacimientos (20). Las condiciones laborales en las minasbajoimperiales eran tan duras que impelieron a los mineros traciosa tornar el partido de los enemigos de los romanos en la batallade Andrianópolis, que tuvo lugar el a. 378 (21). Con todo, en lasfuentes de la época la mano de obra minera está compuesta,fundamentalmente, de «damnati ad metalla» (22). Sin duda, enla escala de los trabajos duros y arriesgados el primer puesto loocupaba el de minero (23), de ahí que fuese comprensible en lamoral de la época que los destinados al mismo fuesen esclavos ycriminales de la peor calaña. Es fácil colegir que el rendimientode tales individuos fuese obtenido mediante un altísimo coste devidas humanas y merced a una rígida disciplina. Los que emplea-ban esclavos ordinarios en las minas, en lugar de criminales y

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bárbaros que trabajaban encadenados y donde el aire era siem-pre irrespirable, vengan también citados -no sin reproche- pormoralistas como Plutarco (24). Hasta el siglo II, la mano de obraprevalente -por no decir exclusiva- en las minas estaba constitui-da por esclavos, prisioneros de guerra y «damnati». Pero a partirde la era precitada comienza a recurrirse cada vez más a los«liberi mercenarii» que, aún cuando en un principio coexistencon las otras categorías de trabajadores (25), con el decurso delos años se llegan a erigir en la fuerza laboral prevalente quizás,como señala LE ROUX (26), porque los cambios de los métodosde explotación requieren cada vez más el concurso de personalaltamente cualificado. Empero, no faltan autores que han puestoen entredicho la concurrencia entre el trabajo libre y el servil (27).Sin ánimo de terciar en tamaña polémica, creemos que el testimo-nio de las fuentes que han llegado hasta nosotros permiten pro-clamar sin ambages que tal concurrencia existe a partir del sigloII (RODRÍGUEZ ENNES, L.: «Extracción social y condiciones detrabajo de los mineros hispano-romanos», Dereito Vol. III, n. º1,1994, pp. 63-73).14 Traducciones extraídas de las siguientes fuentes documentales:SOLANA SÁINZ, J. M., 2004, op.cit., BLÁZQUEZ MARTÍNEZ,J. M.: «Los astures y Roma», en Indigenismo y romanización en elConventus Asturum, Madrid, 1983, pp. 143-163; BLÁZQUEZMARTÍNEZ, J. M.: «Astures y cántabros bajo la administraciónromana», en Studia Historica. Historia Antigua (Ediciones Uni-versidad de Salamanca) 1, 1983, 43-56; GONZÁLEZECHEGARAY, J.: «Las Guerras Cántabras en las fuentes», LasGuerras Cántabras, Santander, 1999, pp. 147-169.15 A juzgar por las prácticas contemporáneas, la mano de obraempleada en todas las actividades, tanto de minas como de ex-tracción de rocas (canteras), tenía mayoritariamente estatuto deesclavo. Diodoro Sículo, célebre historiador romano, habla de lascanteras y minas de Hispania, que atraían a muchos itálicos,ávidos por hacerse ricos, los cuales obtuvieron grandes riquezasal actuar como prestamistas de mano de obra en las explotacio-nes. Las penosas condiciones de trabajo y las largas jornadaslaborales ocasionaban gran cantidad de accidentes y de falleci-mientos (ÁVILA GRANADOS, J.: El Mèdol. Las canteras de laimperial Tarraco, Madrid, 2010).16 Apuntamos la posibilidad de que los fosos de agua que rodean las«coronas» o castros mineros de la Maragatería y del Bierzo nofueran estructuras defensivas, sino artificios destinados a impedirla fuga de los trabajadores indígenas del interior de unos asentamientosque, en vez de verdaderos castros, habría que considerar presidios.Algunos de los asentamientos relacionados exclusivamente conlas operaciones de laboreo de las explotaciones mineras tienenunas estructuras defensivas múltiples muy marcadas que parecenindicar una cierta inestabilidad en la zona durante alguna etapadel funcionamiento de las minas. Estos hábitats se localizan espe-cialmente en el sector norte de la Sierra del Teleno, en dondereciben el nombre de «coronas» por su forma, de los que tambiénse encuentran paralelos en la Cuenca del Boeza (Bembibre-León)y otros lugares del Bierzo, aunque los de mayor tamaño y espec-tacularidad son los del Teleno. La integración de estosasentamientos en la explotación de los yacimientos auríferos estan profunda que ha sido utilizada la propia red hidráulica parala excavación de los fosos de defensa, razón por la cual algunosautores los han llegado a interpretar en algún momento comoestructuras propias de la explotación minera en «ocelos» (Sáenz yVélez, 1974) (MATÍAS RODRÍGUEZ, R., 2006, op.cit).17 En la escala de trabajos duros y arriesgados el primer puesto loocupaba el minero, para el que destinarían primeramente a losesclavos, pero como consecuencia de los cambios citados van aaparecer la figura de los damnati ad metalla (los condenados, losesclavos por condena) que en parte van a suplir la rentabilidad dela mano de obra esclava (ARBOLEDAS MARTÍNEZ, L.: «Fuen-tes para el conocimiento de la minería y metalurgia romana en elAlto Guadalquivir», @rqueología y Territorio nº 2, 2005, pp. 81-108).Según las fuentes greco-latinas, en determinados periodos, las con-denas a trabajar en las minas pudieron ser aplicadas, incluso, afamilias de la clase social más pudiente: Suet., Caligul., 27: MVLTOS

HONESTI ORDINIS DEFORMATOS PRIVS STIGMATVM NOTIS,AD METALLA ET MVNITIONES VIARVM, AVT AD BESTIASCONDEMNAVIT; Suet., Neron, 31: QVORVM OPERVMPERFICIENDORVM GRATIA, QVOD VBIQVE ESSETCVSTODIAE, IN ITALIAM DEPORTARI, ETIAM SCELERE CON-VICTOS, NONNSI AD OPVS DAMNARI, PRAECEPERAT.18 El ejército desempeñó un activo papel en la explotación de losmetalla, colaborando en los trabajos técnicos y en la explotacióny en la elaboración del mineral, tareas que requerían un personalespecializado, que sólo esta institución podía proporcionar demanera estable. En época flavia, el fisco imperial encargó a unProcurator de rango ecuestre su control y administración. Lasinscripciones de Villalís y Luyego acusan la presencia devexillationes de la Legio VII y de sus cuerpos auxiliares, el ala IIFlavia, la cohors I Gallica y la cohors I Celtiberorum en lasexplotaciones mineras. La vexillatio cohortis I Celtiberorum tuvocomo misión controlar los trabajos de extracción de mineral delos yacimientos del Teleno y su canalización hacia otros lugares...(SOLANA SAINZ, J. M., 2004, op.cit.).19 La presencia de efectivos astures, cántabros y galaicos en laslegiones y cuerpos auxiliares romanos está bastante bien documen-tada, destacando los trabajos monográficos publicados al respectopor Santos Yanguas, entre los que cabe citar los siguientes: SAN-TOS YANGUAS, N.: «La cohors I Asturum equitata en el ejércitoimperial romano», BIDEA, 96-97, 1979, pp. 391-410; SANTOSYANGUAS, N.: «Las alas astures en el ejército romano de épocaimperial», BIDEA, 98, 1979, pp. 643-673; SANTOS YANGUAS,N.: «Las cohortes astures en el ejército imperial romano», BIDEA,99, 1980, pp. 295-321; SANTOS YANGUAS, N.: «Soldados asturesen el ejército romano. Estudio prosopográfico», BIDEA, 98, 1981,pp. 281-311; SANTOS YANGUAS, N.: «Soldados astures en laslegiones romanas», Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, HistoriaAntigua, t. 167, 2003, pp. 141-161; SANTOS YANGUAS, N.: «LaCohorte I de astures y galaicos en territorio norteafricano», Gerión,22, 2004, pp. 245-272; SANTOS YANGUAS, N.: «El ala II de losastures en el ejército imperial romano», HAnt., 30, 2006, pp. 87-100; SANTOS YANGUAS, N.: «El ala I de los astures en el ejércitoromano», Gerión, 25, 2007, pp. 401-415.Según la bibliografía consultada, en la nómina de los auxilia de origenhispano destacan extraordinariamente por su frecuencia los cuerposde procedencia específicamente astur: 17 de los 33 desplegados enlas fronteras britanas y germanoréticas (MORILLO CERDÁN, A.:«Hispania en la estrategia militar del Alto Imperio: movimientos detropas en el Arco Atlántico a través de los testimonios arqueológi-cos», Unidad y diversidad en el Arco Atlántico en época romana I.Hombres, Territorios y Fronteras, Gijón, 2003, pp. 19-33). Por loque sabemos, nadie ha considerado hasta la fecha la posibilidad de quelos reclutas de estas unidades fueran, predominantemente, descen-dientes por parte paterna de los auxiliares y legionarios destacadosen el NW hispano. Tal eventualidad haría más fácil de entender supredisposición a integrarse en las milicias romanas, y encajaría biencon las fechas de las primeras conscripciones conocidas (F. Jordá,buen conocedor de la cultura castreña, es de la opinión de que lapoblación varonil debió ser muy mermada, como resultado de laguerra, siendo sustituida por la procedente de los auxilia romanos,fuertemente celtizada - información tomada de BLÁZQUEZMARTÍNEZ, J. M., 1983, op.cit.-).20 Otras inscripciones relacionadas con minas, cabe recordar, comolas de Villalis que prueban la presencia de destacamentos milita-res en las minas de oro, no solo para vigilar a los mineros, sino,también, para participar en las explotaciones como ingenieros deminas. Además del centurión Licinius Paternus, decurión de laCohors I Celtiberorum, a Fabius Marcianus, beneficiari del pro-curador de los Augustos, y a Iuliu Iulianus, signifer de la Legio VIIGemnia. Otras siete inscripciones halladas en Villalis recogen losnombres de otros militares acuartelados en al cuidad. Se fechanen los años 166, 167, entre 161 y 165, 175, 184 y 191. Todasconfirman el interés del emperador, en época de Marco Aurelio yde su sucesor Commodo, por estas explotaciones de oro en las queparticipaban miembros de la Legio VII Gemina (BLÁZQUEZMARTÍNEZ, J. M.: La provincia de León en la antigüedad:epigrafía y minería. Discurso de recepción del Grado de DoctorHonoris Causa por la Universidad de León, 2006).

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