las lágrimas del humor - revista de la universidad de méxico · 2013-09-13 · desatinos del...

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I N T RO D U C C I Ó N Estamos inmersos en un punto crítico de la historia en el cual o nos renovamos de manera radical, o Tánatos, lla- mado por Freud pulsión de anticultura e insociabilidad, continuará mirándonos frontalmente con una sonrisa triunfal. Nuestro mundo es básicamente unipolar, con m o n s t ruos fabricados por el doctor Frankenstein para, con la excusa de acabarlos, masacrar pueblos, así como acabar con las huellas históricas de las grandes aport a c i o- nes de nuestros antepasados. El hambre y la destrucción ecológica crecen exponencialmente. Globalizar ha signi- ficado la masificación de la diversidad cultural. Si segui- mos los libros de Sigmund Freud, personalmente nos quedan algunas opciones: hundirnos en la melancolía porque el super yo (instancia parental introyectada), ac- tuando tiránicamente, con dedo flamígero nos hace sen- tir culpables de la historia, impotentes y hundidos en las arenas movedizas del nihilismo. Nos miramos en el es- pejo y nos devuelve una horrenda imagen: Narciso se metamorfosea en un fenómeno de circo atribulado por la pesadumbre y sus desgracias, indigno de seguir vege- tando, como tantos otros, en este valle, ahora sí, de lágri- mas. O quizá, sádicamente, dejemos salir al hombre lobo del hombre, esto es, nos mofemos sarcásticamente con un dejo burlesco que nos confiere una situación de superioridad: nos elevamos prepotentemente, y, por lo mismo, Tánatos gana la partida. O bien, la conciencia 46 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO Las lágrimas del humor Una negra paráfrasis de Swift María Rosa Palazón Para María Rosa Palazón —maestra de la Facultad de Filosofía y Letras e investiga- dora del Instituto de Investigaciones Filo- lógicas de la UNAM— el humor, categoría acuñada por Aristóteles, es un ave rara que se mueve en los terrenos pantanosos de los desatinos del inconsciente. El humor se erige pues como una barrera contra el sufrimiento, efímero intento al fin de enmendar la realidad. Ante sus salidas fantasiosas, Swift declaró que quiso ser “un loco entre pícaros”. ¿Será la locura de la risa la que nos salve de la melancolía? Jonathan Swift

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Page 1: Las lágrimas del humor - Revista de la Universidad de México · 2013-09-13 · desatinos del inconsciente. El humor se erige pues como una barrera contra el sufrimiento, efímero

IN T RO D U C C I Ó N

Estamos inmersos en un punto crítico de la historia en elcual o nos re n ovamos de manera radical, o T á n a t o s, lla-mado por Freud pulsión de anticultura e insociabilidad,continuará mirándonos frontalmente con una sonrisatriunfal. Nu e s t ro mundo es básicamente unipolar, conm o n s t ruos fabricados por el doctor Frankenstein para,con la excusa de acabarlos, masacrar pueblos, así comoacabar con las huellas históricas de las grandes aport a c i o-nes de nuestros antepasados. El hambre y la destru c c i ó necológica crecen exponencialmente. Globalizar ha signi-ficado la masificación de la diversidad cultural. Si segui-mos los libros de Sigmund Freud, personalmente nos

quedan algunas opciones: hundirnos en la melancolíap o rque el super yo (instancia parental introyectada), ac-tuando tiránicamente, con dedo flamígero nos hace sen-tir culpables de la historia, impotentes y hundidos en lasa renas movedizas del nihilismo. Nos miramos en el es-pejo y nos devuelve una horrenda imagen: Na rciso sem e t a m o rfosea en un fenómeno de circo atribulado porla pesadumbre y sus desgracias, indigno de seguir ve g e-tando, como tantos otros, en este valle, ahora sí, de lágri-mas. O quizá, sádicamente, dejemos salir al hombrelobo del hombre, esto es, nos mofemos sarc á s t i c a m e n t econ un dejo burlesco que nos confiere una situación desuperioridad: nos elevamos prepotentemente, y, por lomismo, T á n a t o s gana la partida. O bien, la conciencia

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Las lágrimasdel humor

Una negra paráfrasis de Swift

María Rosa Palazón

Para María Rosa Palazón —maestra de laFacultad de Filosofía y Letras e investiga-dora del Instituto de Investigaciones Filo-lógicas de la UNAM— el humor, categoríaacuñada por Aristóteles, es un ave rara quese mueve en los terrenos pantanosos de losdesatinos del inconsciente. El humor se erige

pues como una barrera contra el sufrimiento, efímero intentoal fin de enmendar la realidad. Ante sus salidas fantasiosas,Swift declaró que quiso ser “un loco entre pícaros”. ¿Será lalocura de la risa la que nos salve de la melancolía?

Jonathan Swift

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vigilante nos incita a denunciar en su cru d eza la tragediaque nos agobia: la dejamos en el pasado reciente y la en-caramos, dándonos un poco de ánimo centrado en lap o i e s i s o creación, y en la utopía que anuncia un futurop rofético impulsado por Eros, la vida, contra T á n a t o s,su opuesto simétrico: este tono pesimista ni es suicida,n i se instala en el nihilismo, sino que invita a la p ra x i st r a n sformadora, porque, con perdón de los dramaturgosg r i egos, el destino no lo determinan los dioses.

Otra salida es dejar que los dislates del inconsciente seasomen en el chiste, acudido efímero que provoca sonorasc a rcajadas; abandona una idea preconsciente al incons-ciente, anunciando lo cómico. Con su dosis de chanza,b roma y caricatura, el chiste es una válvula de escape efí-mera que pro m u e ve, frecuentemente, la inmov i l i d a dsocial, la permanencia en una ideología y unas prácticas co-l e c t i vas aberrantes. Lo risible entonces son descargas pla-centeras manipuladas, un permiso de carcajearnos bajoindicación precisa, unas triquiñuelas del dominio. Si oca-sionalmente el chiste cimbra la organización social, otrasveces la cementa mediante la catarsis. O quizás el serhumano puede escribir una obra cómica no efímera, paraque la risa no opere como instrumento de control, sinocomo la fuerza liberadora, que lleva una dosis de bro m ay chiste a expensas de personajes imaginarios o simbólicos,f rente a los cuales experimentamos una superioridad, almargen de la compasión y del miedo. Nuestra explosiva

risa, de alguna manera amigable y simpática, ataca fanta-sías que, indirectamente, aterrizamos en la realidad —ladel texto y la de nuestras inhibiciones. Sin duda que ex-ternamos re p resiones con un grado de cru d eza y agre s i-vidad. Breton rememora el siguiente chiste muy elabo-r a d o. El non plus ultra de la sabiduría, el beneméritodoctor Je a n - Pi e r re Brisset ha descubierto la línea evo l u-t i va del hombre: procede de la rana o ¿acaso el semenhumano no se parece a un charco lleno de re n a c u a j o s ?

Tal vez embozados tras la máscara de un inocentecuento maravilloso, cuestionamos la realeza y las prác-ticas de la corte, en medio de disquisiciones matemáti-cas (Alicia en el país de las mara v i l l a s, de Lewis Carroll); odenunciamos los inhumanos fraudes mercantiles y laenajenación en el dinero (Pinocho), o satirizamos mor-dazmente el imperio inglés en aventuras descabelladas(los Viajes de Gulliver de Swift).

Lo cómico y los géneros cómico-serios, estru c t u-r ados como diálogo, diatriba, soliloquio o simposio,en clasificación de Bajtín, critican, desde un pre s e n t ey en posición discordante, las injusticias. Carnavaliza-mos la cotidianidad sin soslayarla melancólicamente.Como escritores o lectores, nuestra risa festiva subv i e rt elas jerarquías. Si se trata de una obra, ampliamos nues-tra visión y la del lector sobre hechos y discursos nefastos.Con un cúmulo de instrumentos retóricos desacredita-mos los hábitos, la normalidad absurda y deshacemos

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LAS LÁGRIMAS DEL HUMOR

William Turner, Londres, 1809

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confusiones. Lo que ponemos en tela de juicio segura-mente rebasa lo personal y se adentra en lo anticomuni-tario. Por fantasioso o ficticio que parezca el texto, car-ga con una dosis de verosimilitud sobre la multiformeconvivencia humana. Crear e interpretar, actos creati-vos, detectan una herramienta que desvaloriza lo coti-diano y sus raíces enclavadas en el dominio.

EL H U M O R

En la oferta cultural existe el humor (categoría acuña-da por Aristóteles), una excepción, ave rara, un “raro yp recioso talento” ,1 ubicado en una zona pantanosa; en-gulle los recursos del drama, las ocurrencias chistosas ycómicas, pero deja en claro su diferencia específica. Losescritores humoristas emplean condensaciones y des-plazamientos sin un ápice de candor ni de inocencia: noexternan frases que semejan chanzas o los malos juegoslingüísticos de la infancia, aunque el humor no aban-dona ciertas dosis de lo reprimido, salpicando su decircon algunas bromas y acciones y frases cómicas. Empe-ro va más lejos. Tras interpretar el discurso humoristaexperimentamos el regusto de la inteligente sucesiónde agresividad y defensa ofrecida por quien se sabe mal

herido y responde con un producto, sumamente elabo-rado, que espejea su actitud sublime de tristeza supera-da, que acompaña con el sello de la agresión. El humo-rista, afirma Taine, viste con traje de arlequín ideas tanserias que nos apuntan con un re v ó l ve r. Como en lo trá-gico-cómico, mueve a la sonrisa amarga, no jovial, si poresta palabra entendemos la apacibilidad del tempera-m e n t o. Esta reacción del humorista la ejemplifica Sw i f t .No motiva ninguna risa colectiva: “a este precio es comoel humor (...) puede exteriorizar el elemento sublime” .2

La mente adulta del autor y del receptor empíricos noahorran el gasto psíquico inteligente, que por su luci-dez nunca vacila ni se disculpa de su fondo sangrientoo cáustico que resquebraja situaciones y va l o res em-p eñados en presentarse como incambiables. Con suprotesta, el humorista y sus ecos variables, sus herme-neutas, patean a las lacras sociales, a los timoratos y alconformismo. El autor instruye al hermeneuta.

El humor es una complejísima amalgama de siste-mas psíquicos, aunque acusa la preeminencia del pre-consciente consciente y del super yo, que incita a admi-rar la agudeza de quien lo maneja. Freud expone un casoe xcepcional, a saber, el humor que se agota en el hablan-te. Un lunes, el reo conducido a la horca exclama “Lin-da manera de empezar la semana” ;3 su enunciado admi-

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1 Sigmund Freud, El porvenir de una ilusión, Obras completas(1916-1938) (1945), Luis López-Ballesteros y de Torres traducción,Jacobo Numhauser Tognola ordenación y revisión, Biblioteca Nueva,Madrid, 1973, p. 3000.

2 André Breton, Antología del humor negro, Joaquín Jordá traduc-ción, Editorial Anagrama, Barcelona, 1966, p. 15.

3 Freud, op. cit., p. 2997.

William Turner, El paso de San Gotardo, 1804 William Turner, Castillo Dolbadern, 1802

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r a t i vo es grandioso: triunfa el narcisismo porque afirmala invulnerabilidad del yo que rehúsa a dejarse ofender odespeñarse en el abismo del sufrimiento por el trauma,demostrando que sólo le significa motivo de placer. Sihubiera dicho “Me importa poco. ¿Qué más da si cuel-gan a un tipo como yo? Por eso no se vendrá abajo elm u n d o” ,4 su discurso re velaría superación del horro r(saber el día y la hora de su fin; este alegato contra la pe-na de muerte lo tomo de Séneca), las palabras de este re oserían muy sabias, justificadas, pero sin pizca de humor.5

El humor no es resignado, sino rebelde. En tantomuestra el triunfo del yo lleva, adicionalmente, la fuerz adel placer. Desde el punto de vista económico o energé-tico, pone al descubierto la fuente de su defensa contrael dolor, su ahorro de gasto emocional. En esencia, elhumor es el despliegue afectivo ahorrado. El triunfodel narcisismo torna la obra en algo “grandioso y exal-tante”6 que falta en otra clase de manifestaciones.

Otra vía de comunicación del proceso humorísticoinvita al espectador a asumir la misma actitud diverti-da, aprovechándose de los mensajes desde la distan-cia. Así, el emisor y receptor se benefician de los efectosplacenteros. El último se experimenta concernido conla descripción de personajes reales o imaginarios, hablan-tes o actuantes, que no exhiben una actitud humorista,pero sin ninguna reacción empática. El receptor copar-ticipa análogamente de la posición de quien emite laocurrencia. El humor escrito se dirige al auditorio, aquienes puedan leerlo. Uno de los excelsos maestros de

la indignación trasmutada en bromas feroces y fúne-bres es Jonathan Swift, de quien analizaremos “Unamodesta proposición para evitar que los hijos de lospobres de Irlanda sean una carga para sus padres o supaís, y para hacerlos útiles al público”, parodia y sátiramordaz que sopesa, indirectamente, el centralismo in-glés y sus políticas económicas respecto a sus periferiasmiserables. Este defensor de la causa irlandesa e irlandés(un tanto misógino y misántropo, en apreciaciones deAndré Breton), entrega un texto que casi no recurre aexpresiones de vida efímera, sino que lleva el poder dela deflagración; pone el dedo en la llaga y aprieta la heri-da purulenta, invitándonos a reflexionar sobre el asun-to desde nuestro horizonte (ahora diferido), sin que asu-mamos ni la seriedad ni la solemnidad. Si somos capacesde comprenderlo, sonre i remos con un dejo de amar-g ura, no con risa estruendosa. Su humor es una cuerd afloja tendida sobre la desesperación; un Hermes bifro n-te, una de cuyas caras ha llorado mientras la otra laconsuela con una sonrisa. Ponderamos la posición deeste humorista, que Freud calificaría de sublime, por-que rechaza el padecimiento hondo y afirma lo insupera-ble de un yo libre que optimistamente sabe ponerse als e rvicio de una ilusión. No ahorra, como el chiste, tensio-nes, sino sentimientos aplastantes, que bien podríansumir a quien los experimenta en el silencio, en el llan-to, el aislamiento o en la melancolía autodestructiva.La capa de su humus recubre el suelo tras la caída de lashojas y fertiliza la tierra. Como medio latente de subli-mación, el texto cae, reposa sobre el suelo hasta que Sw i f trepara su energía compro m e t i d a ,7 p o rque no e vade lo

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4 Ibidem, p. 2998.5 Idem.6 Idem. 7 Breton, op. cit., p. 328.

William Turner, Tormenta de nieve: Aníbal y su ejército cruzan los Alpes, 1812

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injusto, sino que lo ataja, aunque sin el tono enf u re c i d oque cabría esperar. Sintetiza los males externos e inter-nos; concilia la agresión y denuncia con un optimismovelado que destina a recomponer la realidad. Se condu-ce como adulto ante el niño al reconocer la futilidad delos pesares que el pequeño juzga enormes e insupera-bles; pero lo hace con el agravante de arrogarse este pa-pel porque también se halla apesadumbrado. Si n e m-bargo, dinámicamente ha dislocado el acento psíquicod o l o roso y se presenta como capaz de defenderse. Sig eneralmente el super yo inflado y tirano intenta man-tener al yo en su dependencia, en esta ocasión trasladaeste acento, lo inmoviliza para que el yo trabaje un pro-blema serio, no únicamente como meritorio de triste-za, sino como un absurdo y, de alguna forma, trivial ymudable. Esto es, su yo se vacía del objeto aterrante. Elsevero amo, el super yo, se aviene a facilitar el goce delyo. En otras palabras, la instancia sistémica del super yoacaricia amorosamente al intimidado: “trata de conso-lar al yo con humor, protegiéndolo del sufrimiento”,8

dejando por un momento sus funciones originarias deinstancia parental estricta para que el sujeto re t i re eltono de desastre que deberían tener sus experiencias ylas convierta en festivas. Breton resume: el humor es

(...) sublime y elevado (...). Lo sublime tiende evidente-mente al triunfo del narcisismo, a la invulnerabilidad delyo que se afirma victoriosamente. El yo rehúsa dejarsea t a c a r, dejarse imponer el sufrimiento por re a l i d a d e se xternas, rehúsa admitir que los traumatismos del mun-do exterior puedan afectarle; y aún más, tengo, incluso,que pueden conve rtirse para él (y nosotros) en fuentede placer.9

También la recepción estética es liberadora y “exal-tante”; la humorista broma cruel da a entender que larealidad, peligrosa e injusta a todas luces, no es más queuna injusticia enmendable. No dudemos que en buenap a rte los acudidos de nuestro autor le hayan llegadode súbito; pero no son achacables sólo a su inconscien-te, sino a sus complejas operaciones mentales. El lec-tor, pese a su sonrisa amarga, se sabe protegido de lagravedad de aquello que Swift pone ante su mirada. Elescritor presupone la decodificación pertinente y em-

páticamente proye c t i va de un mensaje terrible y en apa-riencia cándido. Tal es su promesa (si Swift declaró queno amaba a Irlanda, expuso su fortuna, su libertad yvida por esas tierras y gentes que la habitaban, obligadasa f o r m a r, tras largas batallas, parte del Reino Un i d o ) .

PO R LO S C A M I N O S D E SW I F T

U N E S B O ZO D E A N Á L I S I S.

La “Modesta proposición...” es una parodia, una imita-ción que anuncia un tratado serio, legible en las ins-t a ncias del Parlamento y sometido a consideración delas instancias gubernamentales. También es una sátira,un semigénero de origen romano, cuyas etimologías re-miten a lo culinario: satura, relacionada con farcimen yfarrago; después fue compendio de varias leyes. Estodice que tal género carece de cánones estrictos y mez-cla disparidades (se utiliza para sostener los aparatos ideo-lógicos del Estado, o como sátira degenerativa, o bien,como en esta obra generativa que cuestiona el domi-nio). Este a u t o r, con ceño fruncido, anticipa dolor, susto,terror y desesperación. Los lectores nos disponemos aseguirlo, a filiarnos a las emociones de un rico compa-sivo que describe el “deplorable estado actual del Rei-no”,10 bajo una economía en quiebra y una aberrantedistribución de la riqueza: la artesanía y la agriculturase hallan en el abandono; tampoco se constru yen casas.Los turistas que visitan Dublín, afirma el hablante, sonsobrecogidos porque en esa ciudad, de tamaño consi-derable, se observa una cantidad igualmente enorme depordioseras con un promedio de tres a seis hijos vesti-dos con harapos, que importunan a los visitantes pi-diendo limosna. Los partidos variopintos no lo dejaránmentir: los pro g e n i t o res, especialmente sus madres, car-gan a sus hijos en brazos, en la espalda o los llevan entrelos talones. Este horror se explica porque los nativos sehabían convertido al cristianismo desde el siglo V, ytras cinco siglos de conquista —los siglos XII al XVII—,Inglaterra se ensañó con los católicos (especialmentedespués de la Reforma).

La primera expectativa generada por la tendenciaderrotista del naturalismo es defraudada porque, con-tradictoriamente, la obra espeta que las personas se ven

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Uno de los excelsos maestros de la indignacióntransmutada en bromas feroces y fúnebres

es Jonathan Swift…

8 Freud, op. cit., p. 3000.9 Ibidem, p. 12.

1 0 Jonathan Swift, “Una modesta proposición para evitar que los hijosde los pobres de Irlanda sean una carga para sus padres o su país, y para ha-cerlos útiles al público” en André Breton, Antología del humor negro, p. 22.

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obligadas a dedicarse a la legítima ocupación de mendi-g a r. Inmediatamente el pro p o s i t i vo hablante economis-ta re g resa a la narración descriptiva naturalista de “las ac-tuales angustias del Re i n o” :1 1 las desvalidas madres estánimpedidas de trabajar por el exceso de hijos, quienes,sin duda, al crecer aumentarán el ejército de reserva. Elefecto del desempleo es la hambruna, y los pequeños“se hacen ladrones por falta de trabajo”, o abandonan sut e r ruño o “querido país natal”1 2 para vo l verse migrantesque se enrolan como mercenarios en las filas del Preten-diente de España (el reino donde no se ponía el sol, locual significa que se expandía a sus anchas dominando elmundo) o de los bárbaros. Su otra opción es el robo, cu-yos rudimentos se aprenden precozmente, aunque, conexcepciones, los críos no son aptos en este “arte” o “agi-lísima habilidad”13 hasta los seis años. Afirmación queel hablante basa en una falacia de autoridad: “un caba-llero del condado de Cavan” le comunicó que sólo co-noció a uno o dos casos de adelantados.

¿ Qué hacer? Viene la solución “m o d e s t a”, que el lec-tor se dispone a escuchar para filiarse a tales ideas. Peroel calificativo de “m o d e s t a” es desmentido por la pe-t ulancia: el ilustre pensador dice que su método es ra-zonable y útil económicamente, porque favorecerá alos mendigantes, a sus criaturas y a la totalidad de pa-d res irlandeses incapaces de mantener a sus descendien-tes. Éste, su proyecto viable, lo ha madurado y lo entre g asin que le falte ninguna de las exigencias protocolares.Dando la cara pragmática de la razón, no de los senti-mientos, sostiene: “habiendo volcado mis pensamientosdurante muchos años sobre este importante asunto, ysopesado maduramente los diversos planes de otros hace-d o res de proyectos, siempre los he encontrado gro s e-r amente equivocados en su cálculo”.14 Asegura que la“gran ve n t a j a”1 5 de su plan merecerá tanto agradecimien-to de la comunidad que debería erigírsele una estatuacomo protector de la nación.16 Siguiendo el oxímoron,tras el cambio inesperado y brusco entra en escena lacontradicción, el chiste, lo inesperado, la gran oferta esmodesta, cualidad que subraya con la siguiente insis-tencia: “p ropongo humildemente a la consideración delp ú b l i c o” mis atinadas cre e n c i as1 7 de hombre pudien-te. Veamos. Los comerciantes, a lo que añado personal-mente esclavistas, han puesto en claro que los mucha-chos no son mercancía vendible a tres libras o tres librasy media corona antes de los doce años, lo que no com-pensa ni a sus padres ni al Reino en los gastos de su ali-

mentación y en sus raquíticos harapos. Otra autoridadv i rtuosa, aparte del hablante, e igualmente amante de lapatria, dio a conocer su proyecto antecesor del que es-tamos analizando: en tanto los venados han sido caza-dos en demasía, es factible satisfacer la demanda de talcarne con mozos y doncellas no mayores de catorce nimenores de doce años, los cuales o mueren de hambreo están a punto de hacerlo “por falta de trabajo y de ayu-d a” .1 8 Ahora bien, el ínclito y modesto autor objeta “c o nla debida consideración”1 9 de quien lo precedió: los ma-chos de esa edad tienen la carne magra, correosa y de

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11 Ibidem, pp. 28-29.12 Ibidem, p. 21.13 Ibidem, p. 23.14 Ibidem, p.22.15 Idem.16 Idem.17 Ibidem, pp. 23 y 25.

18 Ibidem, p. 24.19 Ibidem, p. 25.

William Turner, Caída de una avalancha en los Grisones, 1810

William Turner, Llanberis, ca. 1800

William Turner, Staffa, caverna de Fingal, 1832

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sabor desagradable. Por lo tanto, “cebarlos no justificaría”el estipendio;20 las hembras serían una pérdida lamen-table, porque en escaso tiempo serían parideras. Porañadidura, la “gente escrupulosa” censuraría la prácti-ca, “lindante con la crueldad”, y ésta es una “objeciónfirme”,21 sentencia el humanitario enjundioso econo-mista de razonamientos madurados por largas tempora-das. En el texto, esta supuesta conmoción del hablantees una suerte de litote e hipérbole: es una declaraciónque insinúa que no dirá lo que dice (una preterición in-vertida), además de que este párrafo es un antónimo dela modesta propuesta de este pensador, del cual en algu-na esquina se ha erigido su estatua.

PROTO C O LO Y J U S T I F I C AC I Ó N D E LA P RO P U E S TA

En una época donde la ciencia se concebía sub speciequantitatis, el sabio economista en cuestión realiza suscálculos: la población irlandesa es de millón y medio;las mujeres fértiles son doscientas mil. Con los años,optimistamente restan treinta mil capacitadas de mante-ner a su prole. Aceptando, sin conceder, quedan cientosetenta mil hembras fecundas pobres. Cabe restar cin-cuenta mil de las abort i vas o cuyos “p ro d u c t o s” muere nantes del año, sea por accidente o enfermedad. Qu e-dan ciento veinte mil bebés humildes que nacen anual-mente. ¿Cómo se educará y sostendrá a tal multitud?,

inquiere. A estos antecedentes adiciona que el reciénnacido se alimenta durante veinticuatro meses exclusi-vamente con leche materna y ocasionalmente con al-gún mendrugo.

A renglón seguido trae a cuento las reflexiones inob-jetables de otra autoridad, un joven americano de buencapital que se pasea por Londres: un niño de un año sa-ludable y bien amamantado es “el alimento más deli-cioso, nutritivo y sano, ya sea estofado, asado, al hornoo hervido, y no dudo que servirá igualmente en fricasé oguisado”22 (Augusto Monterroso adaptó este párrafo ala cocina mexicana).

LO G Í S T I C A

De ciento veinte mil bebés, veinte mil se reservaráncomo pie de cría; de los cuales una cuarta parte serán ma-chos, que es más de lo que se permite en las ovejas, losvacunos y los cerdos (Irlanda aún los produce). Cadamacho embarazará a cuatro hembras; los cien mil res-tantes se ofrecerían a la venta para las personalidades decalidad social y fortuna de todo el Reino.

Los cuartos del niño son un plato delicioso, y sa-zonados con pimienta y mucha sal, o sea en cecina,aguantan cuatro días en buen estado durante el invier-no. Cada pequeño llena dos fuentes: la del manjar quese comparte con los amigos, y otra restante para la fa-milia, porque si el recién nacido pesa veinte libras, en unaño, amamantado copiosamente el último mes hastadejarlo re g o rdete, alcanza las veintiocho libras. Para re s-guardar las jerarquías, los mantecosos y más exquisitosse ofrecerán a los que tienen mucho dinero, o sea, a lost erratenientes, sibaritas caballeros de fortuna, quienesh a n acreditado sus derechos sobre los hijos al devorar alos padres.

VE N TA J A S

Los hijos dejarán de ser una carga para sus padres yla p a r roquia dará a cambio alimento, vestido y casa am iles. Se evitarán los abortos voluntarios y el asesi-n ato de hijos bastardos, sacrificio que arranca lágri-mas de piedad “en el pecho más salvaje e inhumano”;23

disminuirá el número de papistas que infestan al Reinoy demás enemigos peligrosos inclinados a entregarlo alPretendiente español, aprovechando la disminuciónd e p rotestantes que se ausentan por no pagar el diez-mo a un cura episcopal. Los arrendatarios miserablesp os e erán algo de valor o embargable, que ayudará apagar la renta al terrateniente, habiendo sido confis-c ados sus ganados y cereales, y siendo hasta ahora el di-

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20 Idem.21 Idem.

22 Ibidem, p. 23.23 Ibidem, p. 22.

William Turner, El incendio de la Casa de los Lores y de los Comunes, detalle, 1835

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nero algo que desconocen.24 Después del año, el teso-ro nacional se incrementará debido a los ahorros en lam anutención de las personas. Como la mercancía seráproducida y manufacturada localmente, las gananciasse quedarán en el Estado, colocado entre el feudalismoy el capitalismo (Swift vivió de 1665 a 1745). Para queel negocio prospere con justicia, las reproductoras per-s e verantes ganarán ocho chelines anuales, sin obligaciónde mantener al producto después de veinticuatro me-ses. El delicioso platillo atraerá clientela a las tabernas,donde los venteros se procurarán las mejores y variadasrecetas para los “distinguidos caballeros que se preciancon justicia de su conocimiento del buen comer” .2 5 Fre n-t e a esta demanda, el cocinero tendrá la oportunidad dee n c a recer el plato, que pagarán con gusto los jactanciososdel buen comer. Se estimulará el matrimonio, al que laplebe no es afecta. Dadas las ganancias sin gastos, aumen-tará la ternura por sus retoños y el cuidado de sus madre s,p o rque, afirma Swift paradójica y graciosamente, sus pe-queñuelos tendrán una “colocación segura de por vida” ,2 6

anfibología que parece un antihipérbaton. Ad e m á s ,emulará la competencia entre casadas para llevar al mer-cado la oferta más gorda y chapeada. Los esposos aten-derán a sus mujeres durante el embarazo, tanto como

ahora lo hacen con sus yeguas, vacas y marranas cuandop a ren. Te m e rosos de los abortos, incluso mimarán a susesposas embarazadas sin golpearlas, cual es costumbre .

CO N C LU S I O N E S

Esta mordacidad que corroe, siendo solidaria con unterruño y sus clases, anticapitalista y antifeudal, entre-ga reflexiones que dejan en evidencia la cosmovisión denuestro irlandés: la falta de cualquier justicia en lo cri-minal de la etapa señorial y la solapada, pero no menoscriminal, en la naciente organización llamada estado-nación. Ambas etapas, insinúa la obra, son vulnerablesy pasajeras. De alguna manera son cómicas, en tantosus bases injustas son nimiedades, no sustentables ra-cional ni afectivamente. El carácter insólito de sus pre-tensiones y su inconsistencia, trivialidad y hasta nu-lidad teórico práctica, perfila tales sociedades comorepresivas, cerradas, explotadoras e inhumanas. Violaninclusive el derecho elemental de tener cubiertas lasnecesidades básicas, mientras otros nadan en la abun-dancia y el lujo; tratan a la gente como ganado y, en vezde fomentar el sentimiento de patria o nación como her-mandad, la desacreditan con su centralismo. Lo diréadaptando a Frye: Swift nos hereda un mito de invier-no donde impera el caos, la oscuridad, la disolución, elh o r ror que, no obstante, disfraza las imposiciones con unoculto dejo de optimismo que irradia esperanza con una

LAS LÁGRIMAS DEL HUMOR

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24 Ibidem, p. 25.25 Ibidem, p. 26.26 Idem.

William Turner, El incendio de la Casa de los Lores y de los Comunes, 1835

Page 9: Las lágrimas del humor - Revista de la Universidad de México · 2013-09-13 · desatinos del inconsciente. El humor se erige pues como una barrera contra el sufrimiento, efímero

fuerza de denuncia orientada a que se solucionen l o saparatos político económicos disfuncionales, viciosos yque nacieron violando los derechos humanos.

Este humor de vena paródica y relativista, con su ex-ploración formal y temática y pluralidad sistematizadade tonos, introduce lo maravilloso con hipérboles, mien-tras inspira un sentimiento profundo que desvaloriza almundo actual y a una etapa histórica de Irlanda. Contal ambivalencia, refleja los conflictos y saca la amargura,diciendo “no me afecta”. Sin concesiones, burlándosedel alma compasiva de los falsos redentores, Swift con-v i e rte en un juego lapidario de broma y seriedad trágicauna realidad social que se pretende perfecta, eterna y ex-celsa. Dirige un guiño a quien se ha llamado “el lectori d e a l” o informado que escucha ideas ajenas. En honor asu complejidad, la elevada intelectualización del textog u a rda silencio acerca de la resolución de un autor omni-sapiente que haría las veces de sabio consejero.

El tipo de lector esperado reconoce en este texto deSwift lo lúdico, la ironía, contraria a las instituciones y fa-vorable a su potencial de desintegración mientras se alejade lo panfletario. El humor irónico es un modo oblicuo,a n t inómico, o negación de aquello que comunica literal-mente. In venta negando, y así deja intuir la doble nega-ción: sobre la cort eza descriptiva, se asoma una versión co-lateral, opositora, seria y rebelde. El escarnio a lo oficial yautoritario modifica la perspectiva, cambia ve l a d a m e n t ela indiferencia y encamina hacia ideales utópicos, y estop o rque la protesta de Swift se aplica, adaptándola, a nues-tras circunstancias. En complicidad con el escritor y conlas variaciones del caso, el lector actual, sintiéndose apeladopor la curiosidad, se apropia del mensaje y lo aterriza en sup resente, interpretando tanto el drama como la condena.

Lejos de la sátira menipea, esta “modesta pro p o-s ic i ó n” comparte con ésta tres de las características men-cionadas por Bajtín: a) despierta el interés, b) inspira lasimpatía por los humillados, y c) el deseo de interrela-cionar lo excepcional con lo cotidiano, lo sublime y logrotesco, lo alto y lo bajo, lo serio y lo ridículo hasta lle-gar al extremo de lo fantástico sin frenos, desbordado,escandaloso para el lector no ideal. El de Swift es untexto excéntrico que pone la historia en el banquillo delos acusados sin que se desbarate en la paranoia, ni eldelirio de persecución o el nihilismo. Contemplandosus salidas fantasiosas, Swift declaró que quiso ser “unloco entre pícaros”,27 y dejó en herencia diez mil libraspara un hospital de alienados.

Freud compara el humor con procesos regresivosque rechazan el sufrimiento: se asemeja a procesos quese inician con la neurosis y culminan en la embriaguez,el ensimismamiento y el éxtasis delirante. No obstan-te, el humor, repleto de antónimos velados, mantienela dignidad que falta a la paranoia. Y esto hace al humo-rista una ave rara: sin la intensidad del delirio ni la d e s-carga debida a lo meramente cómico o al chiste, conv i e rt elo agobiante en algo sublime: en sus manos, la antiso-ciabilidad o Tánatos es dominado por Eros, de maneraque el primero trabaja en contra suya. Cuando l e e m o sesta proposición re c o rdamos y adoptamos aquel frag-mento de Machado:

Ya se oyen palabras viejas.Pues aguzad las orejas.28

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27 André Breton, Ibidem, p. 17.28 Antonio Machado, Poesías completas, Editores Mexicanos Uni-

dos, México, 1981, p. 250.

William Turner, Crepúsculo con nubes oscuras, ca. 1826