las nociones de mando y obediencia en la teoría política de julien freund

28
Disponible en: http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=72012329011 Redalyc Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal MOLINA-CANO, JERÓNIMO Las nociones de mando y obediencia en la teoría política de Julien Freund Díkaion, Vol. 23, Núm. 18, diciembre, 2009, pp. 269-295 Universidad de La Sabana Colombia ¿Cómo citar? Número completo Más información del artículo Página de la revista Díkaion ISSN (Versión impresa): 0120-8942 [email protected] Universidad de La Sabana Colombia www.redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

Upload: emboskado

Post on 03-Oct-2015

10 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

JULIEN FREUND

TRANSCRIPT

  • Disponible en: http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=72012329011

    RedalycSistema de Informacin Cientfica

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal

    MOLINA-CANO, JERNIMOLas nociones de mando y obediencia en la teora poltica de Julien Freund

    Dkaion, Vol. 23, Nm. 18, diciembre, 2009, pp. 269-295Universidad de La Sabana

    Colombia

    Cmo citar? Nmero completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista

    DkaionISSN (Versin impresa): [email protected] de La SabanaColombia

    www.redalyc.orgProyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

  • JERNIMO MOLINA-CANODoctor en Derecho. Profesor de Poltica Social, Universidad de Murcia, Espaa.

    [email protected]

    Recibido agosto 19 de 2009, Aceptado septiembre 30 de 2009

    Dkaion, iSSN 0120-8942, Ao 23 - Nm. 18 - 269-295 - ChA, ColombiA - DiCiembre 2009

    las noCiones de mando y obedienCia

    en la teora poltiCa de julien freund

    Notions of Command and Obedience on Julien Freunds Political Theory

  • 270

    JerNimo moliNA-CANo

    Dkaion - iSSN 0120-8942

    resumen

    Este estudio, encuadrado en una investigacin mucho ms amplia sobre el realismo poltico en autores antiguos y modernos (desde kAutilyA y tuCDiDeS a Raymond AroN y Carl SChmitt), presenta uno de los aspectos centrales de la filosofa poltica de Julien FreuND: la dialctica mando-obediencia, tomada por el escritor francs en el sentido de un presupuesto de toda accin po-ltica. El punto de partida de FreuND es que existe una naturaleza humana, dato esencial de lo poltico. A lo poltico pertenece el poder, pero no como mera cosa, sino como una realidad sumamente dinmica que condiciona la poltica en un doble sentido. Siempre hay poder, lo detente quien lo detente, y forma parte de su esencia una divisin esencial entre los hombres: unos mandan y otros obedecen, de modo que la poltica siempre se caracteriza, al menos en este plano, por una inexorable sumisin de voluntades. Algu-nas ideologas contemporneas han despreciado toda expresin de poder, presuponiendo su maldad intrnseca. En esta trampa han cado, dice Fre-uND, ciertas concepciones normativistas del Derecho pblico, que no tienen en cuenta que el mando comprende un momento decisionista, irreductible por tanto a cualquier intento de judicializacin ordinaria.

    Palabras claveJulien Freund, poder, violencia, soberana, decisionismo, Derecho de resistencia.

  • Ao 23 - Nm. 18 - ChA, ColombiA - DiCiembre 2009

    las noCiones de mando y obedienCia en la teora poltiCa de julien freund

    271

    abstraCt This study, framed in a much broader investigation of political realism in ancient and modern authors (from kAutilyA and thuCyDiDeS to Raymond AroN and Carl SChmitt), presents one of the more important aspects of political philosophy by Julien FreuND: the dialectic command-obedience, adopted by the French writer as supposition of any political action. According to Freund, human nature exists and is an essential fact in politics. Power is a part of politics, not as a mere thing, but as a highly dynamic reality that determines the politics in a double sense. There is power always, regardless of who holds it. An essential division among men is part of the essence of power: some people command and others obey; consequently politics is always characterized, at least on this sense, by an inexorable submission of wills. Some contemporary ideologies have looked down on any expres-sion of power, assuming its intrinsic evil. Certain normative conceptions of public law have fallen into this trap, as FreuND affirms; because they do not take into account the fact that command includes a moment of decision which cannot be reduced to any attempt of ordinary judgment.

    Key WordsJulien Freund, power, violence, sovereignty, decisions, right of resistance.

  • 272

    JerNimo moliNA-CANo

    Dkaion - iSSN 0120-8942

    Sumario: 1. Julien Freund, un pensador incmodo; 2. El antidecisionismo como ideo-

    loga contempornea; 2.1. La adjetivacin del poder no modifica su esencia;

    2.2. La irresolucin del poderoso; 3. Los atributos del mando poltico; 3.1.

    La distincin entre fuerza y violencia y entre poder y potencia; 3.2. El n-

    cleo de la nocin de soberana: voluntarismo, discrecionalidad y potencia

    del mando; 4. Pseudorrevolucin y poltica; 4.1. El mito revolucionario;

    4.2. El mito de la crtica; 5. Dimensiones de la obediencia poltica; 5.1. El

    reconocimiento de la necesidad de obedecer; 5.2. La obediencia como some-

    timiento de voluntades; 5.3. La desobediencia como posibilidad y el dere-

    cho de resistencia; 6. Conclusin: virtualidad del mando y actualidad de la

    obediencia; Bibliografa.

    El pasado mes de septiembre se cumplieron diecisis aos de la muerte del filsofo, escritor poltico y polemlogo francs Julien FreuND, autor de una de las grandes ontologas europeas de lo poltico: Lessence du politique1. Estas pginas quieren servir de homenaje a su pensamiento, y de estmulo de nuevas investigaciones sobre las distintas facetas de su obra. He elegido para esta contribucin una revi-sin de la temtica del mando y la obediencia polticos, un presupuesto central de su doctrina sobre lo poltico.

    1. Julien Freund, un pensador incmodo

    FreuND, hijo de un pen ferroviario, haba nacido en 1921 en el pueblo lorens de Henridorff. Su juventud estuvo marcada por el internamiento en diversos campos de prisioneros, la integracin en la Resistencia y el partisanismo, y una profun-da decepcin poltica que le apart del utopismo izquierdista del que provena2. El estudio de lo poltico, estimulado por los escritores de la tradicin del realismo poltico, desde AriStteleS a Raymond AroN, desde mAquiAVelo a Carl SChmitt, le ayud precisamente a superar su decepcin, una ms entre las cinco que jalonan su vida3: adems de la poltica, la decepcin religiosa (deriva de la Iglesia despus del Concilio Vaticano II), las acadmicas (frustracin de su vocacin de historia-dor; revuelta de los estudiantes en mayo del 68; trampas de la vida universitaria en su alma mter estrasburguesa, en la que se desempe como catedrtico de sociologa), y la relativa a la marcha del mundo que l haba conocido, cuya trans-formacin o descomposicin acelerada lo determin a inquirir sobre un tpico in-telectual de todas las horas crticas: la decadencia.

    1 Vase Julien FreuND, Lessence du politique [1965], Postfacio de P. A. Taguieff, Pars, Dalloz, 2004. 2 No hay una biografa de FreuND. Tiene mucho inters, del mismo FreuND, su bauche dune autobiographie intel-

    lectuelle, en Revue Europenne des Sciences Sociales, vol. XIX, nm. 45-46, 1981. Algunos de los aspectos ms relevantes de su experiencia vital e intelectual en Jernimo moliNA, Julien Freund, lo poltico y la poltica, Prlogo de Dalmacio Negro, Madrid, Sequitur, 2000, pp. 7-23. Sobre todo, Juan Carlos VAlDerrAmA, Julien Freund. La imperiosa obligacin de lo real. Estudio bio-bibliogrfico, Prlogo de Rafael AlVirA, Murcia, Sociedad de Estudios Polticos, 2006.

    3 Vase Piet tommiSSeN, Julien Freund vu sous langle de quatre dceptions. Suivi dun texte indit de Freund, en Mohamed CherkAoui (dir.), Histoire et Thorie des Sciences Sociales. Mlanges en lhonneur de Giovanni Busino, Ginebra, Librairie Droz, 2003.

  • Ao 23 - Nm. 18 - ChA, ColombiA - DiCiembre 2009

    las noCiones de mando y obedienCia en la teora poltiCa de julien freund

    273

    En 1993 FreuND viva retirado de la ctedra universitaria. Refugiado desde princi-pios de los aos ochenta en su San Casciano de los Vosgos, Vill, una poblacin tpicamente alsaciana, segua manteniendo una intensa actividad intelectual, li-berado de cualquier servidumbre administrativa. Su muerte, no obstante, apenas trascendi de los crculos de sus discpulos y amigos. Una gavilla de necrolgicas y la edicin pstuma de un lcido ensayo sobre Lessence de lconomique4 des-pidieron a quien, con toda seguridad, ser recordado como uno de los ltimos ontlogos de lo poltico.

    Pero desde 1993 ha crecido el inters por su obra, primero en Espaa, Italia y Argentina5, despus en Francia, en donde se le dispensa el trato reservado a los pensadores libres e independientes: el silencio acadmico.

    Julien FreuND tuvo entrada en Espaa, con el espaldarazo de Carl SChmitt, en los aos setenta, gracias a la traduccin la nica integral hasta la fecha de su opera magna, La esencia de lo poltico6. Espaoles han sido tambin el primer es-tudio sobre el pensador francs7 y el nmero monogrfico que le dedic la revista Empresas polticas8. Mencin aparte merece la tesis doctoral de J. C. VAlDerrAmA, La esencia y el orden: principios fenomenolgicos de la filosofa poltica de J. Freund, que ha de defenderse prximamente en la Universidad de Navarra.

    En Italia, donde los estudios sobre FreuND han tenido ltimamente ms recorrido y difusin, sobresalen el nmero especial que le consagr la revista Studi Perugi-ni9, as como las antologas al cuidado de A. CAmpi10.

    En Argentina, gracias al esfuerzo de Nstor L. moNtezANti, de la Universidad Nacio-nal del Sur, y Juan Carlos CorbettA, de la Universidad Nacional de La Plata, han aparecido algunas traducciones y estudios crticos sobre el pensador francs11.

    4 Presses Universitaires de Strasbourg, Estrasburgo, 2003.5 Una bibliografa completa de FreuND (hasta 2006) en Juan Carlos VAlDerrAmA, Julien Freund. La imperiosa obli-

    gacin de lo real, ob. cit., pp. 99 ss.6 Julien FreuND, La esencia de lo poltico, Madrid, Editora Nacional, 1968.7 Vase Jernimo moliNA, Julien Freund, lo poltico y la poltica, ob. cit. Este libro procede de la tesis doctoral del

    autor, defendida en la Universidad Complutense en 1998.8 Vase Empresas polticas 5, julio-diciembre, 2004.9 Vase Studi Perugini 1, enero-junio, 1996.10 Vanse Julien FreuND, Il terzo, il nemico, il conflitto. Materiali per una teoria del politico, Introduzione de A. Cam-

    pi, Miln, Giuffr, 1995; Voci di teoria politica, a cura di A. CAmpi, Antonio pelliCANi (ed.), Roma, 2001; La guerra nelle societ moderne, a cura di Alessandro CAmpi, Marco Editore, Lungro di Cosenza, 2007. Tambin Alessandro CAmpi, Schmitt, Freund, Miglio. Figure e temi del realismo politico europeo, Florencia, Akropolis-La Roccia di Erec, 1996

    11 Vanse Julien FreuND, Qu es la poltica?, Baha Blanca, UNS, 1996; El derecho actual, Baha Blanca, UNS, 1998; Poltica y moral, Baha Blanca, UNS, 1998. Las ediciones bahienses han estado al cuidado del catedrti-co de Derecho poltico N. L. Montezanti. Tambin: Julien FreuND, Qu es la poltica?, Buenos Aires, Struhart y Ca., 2004; Vista de conjunto sobre la obra de Carl Schmitt, Buenos Aires, Struhart y Ca., 2002. Vase adems Jernimo moliNA, Conflicto, gobierno y economa. Cuatro ensayos sobre Julien Freund, Prlogo de J. C. Corbetta, Buenos Aires, Struhart y Ca., 2004. De las ediciones de Struhart se ha ocupado el catedrtico de Derecho po-ltico J. C. CorbettA. La editorial Prometeo prepara la edicin de un volumen colectivo dedicado a FreuND.

    Dkaion, Ao 23 - Nm. 18 - 269-295 - ChA, ColombiA - DiCiembre 2009

  • 274

    JerNimo moliNA-CANo

    Dkaion - iSSN 0120-8942

    Menos xito han tenido otras iniciativas12 de divulgacin acadmica o polmica en Mxico13, Chile14 o Colombia15.

    En 2004 apareci por fin en Francia una monografa dedicada al solitario de los Vosgos, un buen estudio de Sbastien de lA touANNe: Julien Freund. Penseur ma-Penseur ma-chiavlien de la politique16. Unos meses antes, DAlloz haba reeditado Lessence du politique, edicin que respetaba la ltima cuidada por FreuND17, pero que inclua un importante posfacio, tanto por su contenido como por el autor del mismo, el prol-fico Pierre-Andr tAGuieFF18. Desgraciadamente, esos esfuerzos no tuvieron verda-deros efectos revulsivos, permaneciendo como en sordina el nombre de FreuND y su pensamiento. En 2008, la coleccin Contretemps, dirigida por Chantal DelSol19, discpula de FreuND, para La Table Ronde public Julien Freund. Au coeur du poli-tique20, de tAGuieFF, una ampliacin de su posfacio citado a Lessence du politique. Unas pocas reacciones saludaron este libro, hasta donde yo s: la breve glosa de Le Figaro Magazine de Rmi Souli21, el artculo de Alain de beNoiSt para Le spec-tacle du monde22, y mi comentario en lments23. Muy lejos, desde luego, de lo que

    12 Sobre la recepcin de FreuND en Hispanoamrica: Jernimo moliNA, Julien Freund, del realismo poltico al maquiavelianismo, en Anales de la Facultad de Ciencias sociales de la Universidad Catlica de la Plata, 2004. Tambin Nstor Luis moNtezANti, Mi amigo Julien (o FreuND), en Empresas polticas 5, 2004, y Luis oro tApiA, Julien Freund en Chile, en Empresas polticas 5, 2004.

    13 Jos Luis oNtiVeroS, con intencin polmica, quiso dar a conocer en Mxico el pensamiento freundeano: vanse sus artculos Freund y el mito economicista, en Uno ms uno, 17 de agosto de 1997; Realismo poltico, en Uno ms uno, 30 de noviembre de 1997; Revalorizacin de lo poltico, en Uno ms uno, 30 de abril de 2000, y Reivindicacin de la poltica, en Uno ms uno, 24 de diciembre de 2000. Hace unos meses apareci el estudio de Adrin Velzquez rAmrez, La reconfiguracin de lo pblico y su consecuencia en lo poltico, Prlogo de Alberto J. Olvera, Puebla-Veracruz, Universidad Iberoamericana, 2008. En este libro y su argumentacin politolgica, ocupa un lugar principal la obra de Julien FreuND.

    14 Vase Fernando thAuby GArCA, Guerra y globalizacin, en Revista de marina 2, 1998, y Hernn CouyoumDJiAN berGAmAli, Paz, seguridad y estabilidad. Piedras angulares para la prosperidad, en Revista de marina 5, 1998.

    15 En la literatura cientfica colombiana slo conozco dos referencias freundeanas, ambas de la autora de mi co-lega de la Universidad EAFIT Jorge GirAlDo, un artculo, Los otros que no son el enemigo. Situacin polmica y terceros en Schmitt, Freund y Bobbio, en Estudios polticos 14, enero-junio, 1999, y un libro, El rastro de Can. Una aproximacin filosfica a los conceptos de guerra, paz y guerra civil, Bogot, Foro Nacional por Colombia, 2001.

    16 Sbastien de lA touANNe, Julien Freund. Penseur machiavlien de la politique, Pars, L hArmAttAN, 2004. Cfr. la recensin de J. C. VAlDerrAmA en Empresas polticas 5, 2004, pp. 233-236.

    17 Vase Julien FreuND, Lessence du politique, Pars, Sirey, 1986.18 Vase Pierre- Andr tAGuieFF, Julien Freund, penseur du politique, en Julien FreuND, Lessence du politique,

    ob. cit., pp. 829-867.19 Vase Chantal DelSol, Julien Freund, un espritu libre, en Empresas polticas 5, 2004.20 La Table Ronde, Pars 2008.21 Vase Alain De beNoiSt, Julien Freund. Penseur du politique, en Le spectacle du monde, junio de 2008.22 Vase Jernimo moliNA, Le grand retour de Julien Freund, en lments 128, 2008. Mi artculo, acaso decep-

    cionado pues esperaba algo ms de tAGuieFF, pero en modo alguno adverso, no gust al autor, que me hizo llegar su airada rplica. Mucho mejor hubiera sido un intercambio de impresiones, dentro de las reglas del g-nero, para dilucidar la cuestin central, objeto de mi crtica: que tAGuieFF, con muy buenas intenciones, sin duda, ofrece un perfil polticamente presentable de FreuND. La alternativa no es, desde luego, como l me reprocha, mantener para FreuND la etiqueta de maudit. Tampoco sostener una interpretacin arbitraria de su doctrina, sino abrir el dilogo. Eso es lo que vengo practicando, sin celo de jesuita, ms bien con paciencia franciscana, desde la revista Empresas polticas y la modestsima coleccin sobre El realismo poltico europeo. Es una lstima que tAGuieFF se haya encastillado en su patente parisina de intellectuel, frustrando una correspondencia acad-mica prometedora sobre el caso Freund, no muy distinto, a la sazn, de otros escritores polticos au-dessus de la mele politiquera.

    23 Vase Thierry pAquot, Julien Freund, lintellectuel-frontire qui na pas de frontire, en Revue de Sciences So-ciales 40, 2008. No creo que haya mucho ms destacable en la literatura freundeana francesa de los ltimos aos, salvo una imperdible entrevista, ficticia pero autntica, de Pierre Brard al solitario de los Vosgos: vase

  • Ao 23 - Nm. 18 - ChA, ColombiA - DiCiembre 2009

    las noCiones de mando y obedienCia en la teora poltiCa de julien freund

    275

    el ensayo de tAGuieFF hubiera merecido. Sin relacin directa con la obra de tAGuieFF apareci en Revue de Sciences Sociales, fundada por FreuND en la Universidad de Estrasburgo (hoy Marc Bloch), un artculo de inters del profesor Thierry pAquot sobre la aproximacin de FreuND a Georg Simmel24.

    El hecho es que para muchos politlogos, FreuND sigue siendo el intelectual inc-modo. No hay otra razn, ms bien sinrazn, que pueda explicar la indiferencia, el silencio o el vaco: FreuND, sencillamente estorba. Estorba desde luego al consenso cientfico politolgico, el Political Science o Science politique amricanise, segn la terminologa de FreuND. Pero el lorens molesta tambin a los representantes y portavoces de la opinin pblica poltica (opinin publicada), especialmente in-tolerantes con todo discurso o narracin poltica que ponga en solfa los lemas y las verdades establecidas legitimadoras de los regmenes europeos de la segunda posguerra: universalizacin de los regmenes partidocrticos; homogeneizacin demoliberal de toda forma de gobierno; simulacin del fin de toda enemistad u hostilidad polticas; universalismo pacifista; reeducacin poltica de los pueblos europeos.

    2. El antidecisionismo como ideologa contempornea

    En cierto modo, el poder est ausente en la literatura poltica o jurdica contem-pornea, no obstante la obsesin por el poder como mero instrumento disponible. Han escaseado, en particular, los que Julien FreuND denomin estudios positivos sobre el poder, es decir, anlisis en los que se toma al poder por lo que es y se responde en consecuencia a las dos preguntas decisivas: por qu hay mando (y obediencia), y por qu el mando (y, as mismo, la obediencia) estn presentes en todas las sociedades. Es comprensible, hasta cierto punto, que la mentalidad so-ciologista se haya ahorrado la azorante tarea de escudriar en la naturaleza del mando. Socilogos, politlogos y juristas polticos han preferido, por regla gene-ral, darse al estudio de cuntos y quines mandan, y de cmo lo hacen. Al me-nos formalmente, esta temtica constituye el objeto de la Cratologa25, que podra definirse como el saber sobre la conservacin, el acrecentamiento y la justificacin del poder constituido o emergente. Su estatuto es mitad cientfico, mitad ideolgico o justificativo. Sin embargo, el poder cosificado de muchos manuales o tratados de Sociologa poltica, Ciencia poltica o Derecho constitucional, slo es un reflejo deformado de la facticidad del mando; expresin del rechazo de la realidad del po-der por la sensibilidad contempornea, dominada por una esttica individualista e igualitaria. FreuND lleg a sugerir incluso la pura comodidad del cientfico como causa del desprecio por el mando, pues,

    Pierre brArD, Conversation avec Julien Freund, en VV. AA., Liber Amicorum Alain de Benoist, Pars, Les Amis dAlain de Benoist, 2004.

    24 Interesantes consideraciones sobre la deriva cratolgica de la ciencia poltica en Rodrigo FerNNDez-CArVAJAl, El lugar de la ciencia poltica, Murcia, Universidad de Murcia, 1981, p. 89.

    25 Julien FreuND, Lessence du politique, ob. cit., p. 102.

  • 276

    JerNimo moliNA-CANo

    Dkaion - iSSN 0120-8942

    dada la abundante documentacin de la que hoy disponemos, resulta ms atractivo y ms fcil hacer observaciones y conjeturas sobre la sucesin o la coexistencia de acontecimientos histricos, que analizar un presupuesto que est ms all de las determinaciones causales concretas y del mtodo crtico convencional de las Cien-cias humanas, puesto que es la condicin absoluta de una esencia26.

    2.1. La adjetivacin del poder no modifica su esencia

    Nuestro tiempo ha amalgamado, en la sociologa, el puro empirismo con una voca-cin moralizadora. As, nuestro siglo se ha visto sorprendido por la disyuntiva de los modernos aspirantes a consejeros de prncipes: el poder es conservador o es revolucionario? FreuND expuso el problema con una claridad de concepto insupe-rable. En su artculo Le pouvoir est-il rvolutionnaire ou ractionnaire?27 distin-gua entre las ficciones que moralizan el poder y las que, utpicas, lo niegan. Las primeras son producto de una escisin de la opinin inherente a toda poltica, pues todo partido o faccin pretende hacer creer a la opinin pblica que el poder ostentado por el adversario es corruptor, mientras que el poder al que aspiran los que an no lo tienen ser benfico28. Segn FreuND, el problema de las utopas negadoras del poder es mucho ms sutil. No se trata ya de dirimir si el poder es democrtico, progresista o salvador si lo tienen unos, o tirnico, reaccionario o pecaminoso si lo ejerce el enemigo. El utopismo crata considera que todo poder es nefasto, que el poder es un mal en s mismo. Curiosa mentalidad esta que ve en el poder un atavismo contrario a la epifana de la humanidad.

    Entre quienes creen que no debe haber poder pueden contarse aquellos que ase-guran que el poder revolucionario est tocado con una virtud extraordinaria: la de su propio desfallecimiento, proceso determinado por el desplazamiento del poder reaccionario y la emancipacin del hombre nuevo29. Una cosa es cierta: para des-gracia suya, el poder revolucionario cae en la rutina del poder reaccionario que l mismo denuncia30. Ni un slo poder revolucionario, recuerda FreuND, ha conse-guido que perezca el poder. Frente a la pedagoga revolucionaria de la emancipa-cin del ser humano, FreuND remachaba que todos los poderes del siglo que se han denominado revolucionarios han sido dictaduras. Sean stas reaccionarias o sean progresistas, no existe la dictadura buena que propugnan las ideologas totalitarias. La aureola humanitaria del poder revolucionario, por otro lado, ni-camente sirve para enmascarar poderes opresivos. La cuestin de fondo es sim-plicsima: si el poder revolucionario es un poder, por qu milagro escapar a la maldicin de todo poder?

    26 Julien FreuND, Politique et impolitique, Pars, Sirey, 1987, pp. 25-41.27 Ibdem, p. 27.28 Sobre el hombre nuevo y sus consecuencias polticas, vase Dalmacio NeGro pAVN, El mito del hombre nuevo,

    Madrid, Ediciones Encuentro, 2009.29 Julien FreuND, Politique et impolitique, ob. cit., p. 30.30 Ibdem, p. 32.

  • Ao 23 - Nm. 18 - ChA, ColombiA - DiCiembre 2009

    las noCiones de mando y obedienCia en la teora poltiCa de julien freund

    277

    Si alguien se da de entrada un poder violento y exclusivo sobre la economa, la prensa, la cultura y las creencias, no se est en condiciones de debilitar el poder. Me gustara que me explicasen escribe FreuND cmo se puede hacer desaparecer un poder reforzndolo. El poder se conquista para ejercerlo, no para suprimirlo31.

    La adjetivacin del poder, deca FreuND, no modifica su esencia. Sin embargo, ciertas consignas, divulgadas machaconamente por la propaganda, han logrado hacer mella incluso en la concepcin que tienen del poder los titulares de las ma-gistraturas polticas occidentales. Adems, a las extravagantes creencias sobre el poder de muchos estadistas, hay que aadir la confusin del ciudadano sobre las posibilidades del mismo. El compendio de todo esto cobra forma en lo que FreuND llam la ideologa del anti-decisionismo32.

    2.2. La irresolucin del poderoso

    En la actualidad se puede hablar de un complot intelectual contra la nocin de decisin, como si hubiese que clasificarla entre los conceptos ticamente impuros33. El autor atribua este estado de cosas, entre otros motivos, a la pujanza de las vagas ideologas de la participacin, transformadoras de la democracia (rgimen poltico) en democratismo (ideologa igualitaria de las relaciones sociales que diluye, al menos de concepto, las categoras de la responsabilidad poltica y de la decisin poltica)34. El democratismo dominante que, segn sus palabras, preconiza como mtodo de gestin de las relaciones entre los hombres la concertacin, el dilogo, la contestacin y la autogestin, ha elevado la no decisin al rango de principio de la convivencia humana, as como del supuesto porvenir armonioso de las so-ciedades del maana. Qu sentido tiene la insistencia del democratismo en la descalificacin de los poderes supuestamente no-democrticos? Poco o ninguno, pues, en efecto, la democracia es una cracia, lo que etimolgicamente significa la disposicin del poder a mandar y decidir35.

    Se dira que un extrao remordimiento poltico asedia a los titulares del poder al menos en Occidente. pAreto dira que ese es consecuencia de la debilidad de la lite rectora, efecto del sentimentalismo y de una pedagoga humanitarista. Los es-tadistas parecen haber olvidado que no hay progreso en el poder, que ste siempre es el mismo, que son los regmenes y, en ltima instancia, las lites los que son removidos por un poder y una lite ms eficaces. La ideologa de la no-decisin ha adoptado en las democracias occidentales la forma del consensualismo36; se habla as, segn los pases, de gobernabilidad, de estabilidad, de consenso, terminologa

    31 Ibdem, p. 71.32 Idem.33 Sobre la distincin entre democracia y democratismo puede verse Jernimo moliNA, Conflicto, gobierno y econo-

    ma, Buenos Aires, Struhart y Ca., 2004.34 Julien FreuND, Politique et impolitique, ob. cit., p. 71.35 La proliferacin de todo tipo de gabinetes de asesores con los que, en ocasiones, el poltico encubre su incapa-

    cidad para decidir, est relacionada con el consensualismo. Lo mismo puede decirse de la moderna tendencia hacia la gobernanza, sutil dictadura del consenso que administra una nueva casta de polticos transnacionales.

    36 Julien FreuND, Politique et impolitique, ob. cit., p. 82.

  • 278

    JerNimo moliNA-CANo

    Dkaion - iSSN 0120-8942

    propia de las situaciones polticas. Mas con esta retrica se diluye la decisin en el igualitarismo de una multiplicidad abusiva de instancias decisorias, en perjui-cio de la necesaria jerarqua37. Sobreviene entonces la incertidumbre: cundo procede una verdadera decisin poltica? Cundo el simple arbitraje o el acuerdo de naturaleza ordinaria? Por comodidad o por miedo del poderoso, la transaccin (compromis) es sustituida con demasiada frecuencia por los arreglos, tan estriles como descorazonadores (compromissions aussi striles qucourantes)38. El poder que no se decide a decidir constituye en realidad

    una manera de anular, en nombre de una idea no conflictiva de la sociedad, no slo al enemigo exterior, sino tambin al enemigo interior y a las opiniones divergentes. Desde este punto de vista prosigue FreuND, el centrismo es histricamente el agen-te latente que, con frecuencia, favorece la gnesis y la formacin de conflictos que pueden degenerar, ocasionalmente, en enfrentamientos violentos39.

    La potencia puede ser mala, pero la impotencia es an peor. La experiencia de-muestra que si bien la primera no es en todos los casos fuente de felicidad (o li-bertad o seguridad), la segunda s que lo es siempre de infortunio40.

    3. Los atributos del mando poltico La ideologa del antidecisionismo ha desorientado a la dirigencia poltica. En su indecisin, recurren a una amplia gama de expedientes no polticos (economicismo, juridicismo, tecnocracia) que les permitan mandar o hacer que mandan. El impac-to en los rdenes intelectuales y acadmicos ha sido tambin enorme. El mando no es el precipitado del poder social; tampoco debe confundirse con lo poltico, ni siquiera con el Estado. Por otro lado, el atasco intelectual sobre el concepto y sobre su realidad misma no reside tan slo en los principios. En un nivel ms inmediato, la imprecisin de los trminos cientficos y la confusin sobre la signi-ficacin del lxico poltico tradicional son el momento de la verdad para muchas teoras. FreuND fue enemigo de transigir con la labilidad semntica. En su opi-nin, es conveniente una especie de desinfeccin de los conceptos, para despejar ciertas confusiones, a menudo fomentadas adrede con el fin de desacreditarlos alterando su sentido41. El anlisis del mando como presupuesto de lo poltico exi-ge una definicin previa de conceptos prximos tan usuales como, en ocasiones, equvocos. Es lo mismo la fuerza que la violencia? Y la potencia, es equiparable al poder o a la autoridad? Finalmente, es asimilable el mando a cualquiera de las nociones anteriores?

    37 Ibdem, p. 83.38 Julien FreuND, Liberalismo, socialismo, conservadurismo. Un ejemplo de la confusin entre la poltica y la ec-

    noma, en Veintiuno 33, 1997, p. 103.39 Julien FreuND, Politique et impolitique, ob. cit., p. 57.40 Ibdem, p. 49.41 Ibdem, p. 50.

  • Ao 23 - Nm. 18 - ChA, ColombiA - DiCiembre 2009

    las noCiones de mando y obedienCia en la teora poltiCa de julien freund

    279

    3.1. La distincin entre fuerza y violencia y entre poder y potencia

    La fuerza, ha escrito FreuND, es un puro dato de la realidad social consistente en la capacidad de un individuo para actuar o reaccionar. Sus elementos, por de-cirlo de algn modo, tienen un contenido fsico y son sumatorios. Pertenece, pues, a los rdenes que el autor denomina de la adicin. Slo la poltica transforma la fuerza y la hace operativa para el cumplimiento de sus fines especficos. Se habla entonces de potencia.

    Existe, sin duda, un ensimismamiento de la fuerza. Pero tambin hay una suerte de fsica de las fuerzas, pues stas no estn aisladas, lo que es la condicin de su operatividad. Lo decisivo es cmo se usa la fuerza para sacarle el mejor partido. En efecto, fuerzas numricamente dbiles pueden desplegar una potencia capaz de barrer a una fuerza superior. La historia nos ofrece abundantes ejemplos de esta espontaneidad multiplicadora de la potencia, triunfante sobre fuerzas impresio-nantes en cantidad42. As, la manera de usar la fuerza no slo est condicionada por su dimensin puramente cuantitativa; tambin lo est por aspectos cualita-tivos. Se trata, en el fondo, del elemento moral puesto en evidencia por ClAuSewitz en su teora de la guerra. Los encuentros blicos, las relaciones diplomticas, el compromiso, la poltica toda, son en buena medida apuestas de la voluntad, factor imprevisible, irracionalizable. Por eso, lo que verdaderamente distingue potencia y fuerza es el carcter puramente actual de esta ltima. La fuerza slo vale por sus efectos43. As pues, la potencia pertenece a los rdenes de la multiplicacin . Aunque en trminos praxeolgicos la fuerza es el medio de la poltica, la historia poltica no es una mecnica sucesin de fuerzas que prevalecen segn cierto cl-culo cuantitativo, sino una constelacin de potencias emergentes y desfallecien-tes, con un amplio margen para los imponderables de la voluntad, del azar, etc. A la luz de estas precisiones iniciales, el problema de la violencia adquiere un nuevo sentido. Es un error asimilar la violencia con la fuerza, pues la violencia consiste en una relacin de potencia y no simplemente de fuerza44. Una finalidad de la poltica es, precisamente, dominar o encauzar la violencia, manifestacin inexorable de la diferente cualidad y alcance de las potencias45. Lo que no quiere decir que la primera, la poltica, sea la prolongacin o el medio de la segunda. La creencia de que la violencia es promovida por la potencia es errnea, ya que pre-supone una continuidad inexistente entre ellas. Ms bien, las cosas suceden de otro modo: la potencia que no se puede controlar genera fcilmente violencia46. La violencia no es, empero, el nico recurso para dirimir los diferendos entre po-tencias rivales, ni en la vertiente interna ni en la vertiente externa de la unidad poltica. Ntese el contraste entre la nocin freundeana del estado agonal en el que se incorpora al tercero, o los supuestos del jus gentium europaeum, y la defi-nicin de la violencia del propio FreuND.

    42 Julien FreuND, Lessence du politique, ob. cit., pp. 708 y 710.43 Julien FreuND, Sociologie du conflit, Pars, PUF, 1983, p. 98.44 Ibdem, p. 97; tambin en Lessence du politique, ob. cit., p. 514. En trminos parecidos: lvaro DorS, La vio-

    lencia y el orden, Madrid, Dyrsa, 1987, p. 74.45 Julien FreuND, Utopie et violence, Pars, Marcel Rivire, 1978, pp. 142-143.46 Julien FreuND, Lessence du politique, ob. cit., p. 139.

  • 280

    JerNimo moliNA-CANo

    Dkaion - iSSN 0120-8942

    La violencia tiene lugar entre diversos seres (como mnimo dos) o entre grupos de dimensin variable, que renuncian a otras formas de relacionarse para forzar al otro, directa o indirectamente, a actuar contra su voluntad y a ejecutar los designios de una voluntad ajena, bajo las amenazas de la intimidacin y de medios agresivos o represivos, capaces de perjudicar la integridad fsica o moral del otro, sus bienes materiales o sus valores, con riesgo de aniquilacin fsica en caso de resistencia supuesta, deliberada o persistente47.

    Entre poder y potencia no hay una conexin forzosa, puesto que, en ocasiones, el poder puede ser la expresin palmaria de una potencia declinante. La relacin del poder con el mando es, sin embargo, muy distinta. Segn FreuND, el poder es el aparato que organiza la fuerza para su utilizacin en diversas circunstancias, previsibles o no. El papel del poder es producir y gobernar las fuerzas, velar por su disponibilidad y arbitrar los medios necesarios que faciliten una cohabitacin equilibrada de intereses en el seno de una colectividad. Dicho de otra manera, el poder es el mando socialmente estructurado48.

    El poder es la realidad sociolgica que presupone el mando. Y el mando, escribe FreuND, constituye una relacin jerrquica establecida en el seno de un grupo por la potencia de una voluntad particular ejercida sobre otras voluntades parti-culares; dicha relacin modela la cohesin del grupo49. En la literatura cientfica convencional predomina el anlisis del mando, incluso del poder, desde la ptica de la personalidad de su titular. ltimamente, como efecto tal vez del antidecisio-nismo, hasta la caracteriologa del poltico ha pasado a considerarse un tem ms del proceso de decisin y ejecucin de las polticas pblicas, el policy de los an-glosajones. En consonancia con los criterios de su mtodo fenomenolgico, FreuND examin el mando como presupuesto que es de lo poltico. Los resultados de esta fenomenologa suya son los que se pueden denominar atributos del mando: como relacin jerrquica en el seno de una comunidad, el mando es una potencia sobe-rana y monocrtica que presupone una voluntad individual y personal.

    3.2. El ncleo de la nocin de soberana: voluntarismo, discrecionalidad y potencia del mando

    Ni el juridicismo constitucionalista que equipara poder y mando, ignorando sus implicaciones respectivas, ni la masificacin de la poltica, producto del demo-cratismo, han alterado la condicin irreductiblemente voluntarista y personal del mando. En este sentido, conviene no confundir la despersonalizacin o racionali-zacin del poder con la imposibilidad de enmascarar esa especie de individualismo del mando50. La teora del Derecho de kelSeN es una soberbia despersonalizacin del poder a partir de la hiptesis de la norma fundamental hipottica, sustituto

    47 Julien FreuND, Sociologie du conflit, ob. cit., p. 97.48 Julien FreuND, Lessence du politique, ob. cit., p. 108.49 Ibdem, p. 108.50 Ibdem, p. 111.

  • Ao 23 - Nm. 18 - ChA, ColombiA - DiCiembre 2009

    las noCiones de mando y obedienCia en la teora poltiCa de julien freund

    281

    prctico del voluntarismo de la decisin que, segn su rival SChmitt, requiere toda constitucin en sentido positivo51.

    Como voluntad personal, el mando no excluye algn momento de arbitrariedad en la consideracin de las prioridades polticas. El mando, si bien requiere de ciertas dosis de conocimiento, es mayormente decisin para la accin que sabe imponerse al grupo en virtud de una cierta dosis de confianza52. La referencia a la discrecionalidad del mando, y a la imprevisibilidad de sus mani-festaciones decisivas, nos acerca a uno de sus atributos esenciales: la soberana. Segn FreuND, son muy escasos los estudios propiamente polticos sobre la sobe-rana. En la mayor parte de los casos, segn un dudoso criterio historiolgico, se tiende a circunscribir la nocin de soberana al ciclo de la modernidad, como si la eventualidad de una situacin de excepcin del orden poltico y jurdico fuese as mismo moderna. La soberana escribe FreuND, no naci con el Estado mo-derno ni est destinada a desaparecer con l. La soberana es inherente al ejerci-cio del mando poltico53. Tanto o ms insuficientes resultan las teoras de sesgo moralizador, para las que la soberana constituye la piedra de escndalo de las relaciones entre poltica y tica. En el caso de la teora sociolgica, es sabido que las escuelas de inspiracin marxista hicieron de la soberana una manifestacin superestructural de las condiciones materiales de la existencia.

    Las posibilidades de racionalizar el ejercicio del poder no son extensibles al man-do. La aspiracin moderna de reglamentar lo poltico segn pautas de previsibi-lidad, la atribuye FreuND a los intentos de boDiNo de definir la soberana como un fenmeno del Derecho, aun a sabiendas de que se trata de una nocin poltica. Al menos en este aspecto, boDiNo fij las bases del Derecho poltico moderno.

    La soberana, cuyo contenido es la decisin, presupone la discontinuidad entre la poltica y el Derecho. En la teora del Derecho de FreuND el orden jurdico, en el sentido de ordenamiento, est supeditado a la normatividad de la poltica como orden, de la que se nutre, pues el Derecho y la ley pueden existir sin el Estado, pero no sin la poltica. As se explica la perplejidad del autor ante la frmula so-berana del Derecho, que sustituye seguramente a la idea de imperio de la ley. Dicha consigna slo puede significar una cosa: la justificacin de un poder. Se suele proclamar la soberana del Derecho o de la constitucin en los interregnos polticos, situaciones en las que todava no se ha dilucidado la titularidad efecti-va del mando. En esto reside, en el fondo, todo el dramatismo de la legalidad54. Una de las consecuencias de mayor alcance del decisionismo de la soberana es que, si bien las modalidades de ejecucin de una decisin pueden ser reguladas, no sucede lo mismo con la propia voluntad que decide. La famosa definicin sch-

    51 Vase Carl SChmitt, Teora de la constitucin, Madrid, Alianza Editorial, 2001, pp. 45 ss.52 Julien FreuND, Lessence du politique, ob. cit., pp. 141 y 115.53 Ibdem, p. 127.54 Vase Guglielmo Ferrero, El poder. Los genios invisibles de la ciudad, Madrid, Tecnos, 1991. Cfr. Carl. SChmitt,

    Legalidad y legitimidad, Madrid, Aguilar, 1971.

  • 282

    JerNimo moliNA-CANo

    Dkaion - iSSN 0120-8942

    mittiana de la soberana soberano es quien decide sobre la situacin excepcio-nal significa que el soberano decide sobre su propia competencia extraordinaria; slo a l corresponde la ponderacin de las circunstancias que actualizan el man-do. Con estas premisas, el mando no puede ser sino monocrtico. La unicidad del mando, comenta FreuND, es el corolario de su aspecto discrecional y de la singu-laridad de sus decisiones. Monocratismo del mando, sin embargo, no es sinnimo de autoritarismo. Lo primero se deriva de la propia naturaleza del mando como presupuesto de lo poltico: no puede haber dos mandos que decidan al mismo tiempo sobre una misma empresa poltica. La coexistencia de esos mandos al-ternativos y excluyentes determina una situacin de excepcin, amenaza con la guerra civil y, eventualmente, con la desaparicin de la propia comunidad poltica por desmembramiento55.

    La decisin poltica, dice en algn lugar el autor, es un acto de voluntad, pero no un acto arbitrario o incondicionado56. En contraposicin, la autocracia slo es una especie de mando que eleva la arbitrariedad a la categora de principio de gobierno57. En realidad, la autocracia est condicionada por la falta de autoridad del titular del mando. Se entiende aqu por autoridad la competencia del poder en el cumplimiento de las finalidades de la actividad poltica. El autcrata puede ser oficialmente autoridad, pero no tiene autoridad.

    El ltimo de los atributos del mando, pero no el menos importante, es la poten-cia. Que el mando es potente quiere decir que se apoya en recursos materiales, pero es independiente de ellos. Pueden sealarse, en todo caso, las dos dimensio-nes esenciales del mando desde el punto de vista de la potencia. El mando es, de una parte, potencia organizadora hacia dentro (puissance dorganisation vers le dedans). Por eso la potencia transforma un pueblo en un grupo poltico. De otra parte, es potencia desorganizadora hacia fuera (puissance de dsorganisation vers le dehors)58. Deca De GAulle, en una mxima que a veces cita FreuND, que la discor-dia hay que sembrarla donde mora el enemigo. En ltima instancia, la potencia se integra oscuramente en los destinos de un pueblo, y por eso resulta tan difcil expli-car qu determina la pujanza de una comunidad poltica y la decadencia de otra.

    4. Pseudorrevolucin y poltica

    La obediencia es el contrario fenomenolgico del mando. El descrdito de ste es correlativo al menosprecio de aqulla. Debido a que la relacin entre ambos es dialctica, no puede haber un mando sano si la obediencia est enferma y vice-versa. Los efectos de la desmoralizacin de los poderosos son bien visibles en la irresolucin de los gobernantes, en su desorientacin sobre los lmites de lo p-

    55 Julien FreuND, Lessence du politique, ob. cit., p. 132.56 La decisin, escribe FreuND siguiendo a SChmitt, slo se aclara a partir de la idea de orden concreto. Julien Fre-

    uND, Politique et impolitique, ob. cit., p. 73. Cfr. Carl SChmitt, Sobre los tres modos de pensar la ciencia jurdica, Madrid, Tecnos, 1996.

    57 Julien FreuND, Lessence du politique, ob. cit., p. 132.58 Ibdem, p. 109.

  • Ao 23 - Nm. 18 - ChA, ColombiA - DiCiembre 2009

    las noCiones de mando y obedienCia en la teora poltiCa de julien freund

    283

    blico y lo privado, o en su temor generalizado a designar, no digamos ya a com-batir, al enemigo potencial. Por lo que respecta a la obediencia, se dira que sus efectos son en apariencia ms sutiles. Puede decirse, en trminos generales, que la dimensin virtuosa de la obediencia ha sido laminada por dos de los grandes mitos polticos del siglo XX: el de la revolucin y el de la crtica.

    4.1. El mito revolucionario

    El desprestigio del poder poltico no puede ser el efecto de una causa nica. Jun-to a los demritos de los titulares del poder (por impotencia, por remordimientos, por renuncia), una mala pedagoga poltica unida a la impatience des illusions del pblico, ha contribuido tambin a minar el prestigio del mando. En la terminolo-ga de FreuND, esa impaciencia de las ilusiones hace referencia a las vagas fic-ciones de una libertad sin reglas, de una justicia ajena a toda determinacin de la voluntad, y de una organizacin colectiva sin odio y sin violencia59. Se prefiere una idlica ausencia de orden a las constricciones eternas o minerales, como deca orteGA, de los usos. La revolucin inexistente del mtico mayo de Pars, en lo que se refiere a las instituciones, resume con inslita precisin el carcter antipoltico del utopismo contemporneo.

    Trascendiendo del acontecimiento particular de las pseudorrevoluciones 1968, altermundialismo, productos tal vez de una crisis de originalidad juvenil o sin-dical o partidocrtica, FreuND vea las races del problema en los estratos ms hondos de la mentalidad contempornea60. Las formas radicalizadas de la accin y del discurso pregonan una transformacin definitiva de las condiciones de la vida humana colectiva. Sin embargo, bien se degradan en el activismo y la fra-seologa, bien sirven de coartada a una poltica apcrifa, supuesta dispensadora de todos los dones solidaridad, igualitarismo, emancipacin, que muy pronto se convierte en una poltica de mala especie. La revolucin verdadera, deca AroN en las pginas de La rvolution introuvable, es un acto poltico, no una fiesta. La pseudorrevolucin, el revolucionarismo es la retrica de una especie de revolucin que nunca llega. Reducida a gestos, supone el predominio de lo esttico, incluso de lo ertico, sobre lo poltico.

    El auge contemporneo de la crtica racionalista de toda regla, y el predominio de la idea de los derechos subjetivos de la persona, estn determinados por la impug-nacin permanente de la normatividad de lo poltico y la normalidad de lo jurdico, acompaada de la negacin del presupuesto poltico de la obediencia en nombre una revolucin emancipadora. En este sentido, los mitos de la revolucin y de la crtica resultan perfectamente complementarios.

    59 Ibdem, p. 179.60 Julien Freund, Le rvolutionnarisme, en Res Publica, vol. XI, nm. 3, 1969, p. 495.

  • 284

    JerNimo moliNA-CANo

    Dkaion - iSSN 0120-8942

    4.2. El mito de la crtica

    Aunque la poltica es siempre cuestin de autoridad y no de verdad cientfica, la poca contempornea, sobre todo a partir de kANt, elev al mximo rango terico y prctico la nocin de crtica. SpiNozA haba agrandado las distancias entre la ra-zn privada y la pblica, aunque abog, no obstante, por una libertad de crtica circunscrita a su dominio especfico, all donde la verdad permanece como cate-gora discernible. No se puede decir que los planteamientos espinozistas fuesen, en este punto, una cuestin gnoseolgica de limitado alcance prctico. Segn el parecer de SChmitt, el individualismo de SpiNozA represent la primera muerte del Leviathan hobbesiano61. Aos antes, en todo caso, Hobbes [fall] de pronto al lle-gar al punto decisivo: el filsofo ingls crea que las prerrogativas del Estado slo podan ser externas, quedando un amplio margen para las apreciaciones ntimas. La concepcin liberal de los asuntos humanos, estimul primero y amplific des-pus la crtica de la razn privada. Se daban ya todas las condiciones para que la filosofa kantiana, una vez asimilada, transformase la crtica racional en crtica social racionalista, abrindose as el siglo XIX al predominio de la creencia en la bondad inocente de la crtica. Ahora la cuestin era cmo trasladar sus preten-siones cientficas y racionalizadoras a todos los dominios de la accin humana. El prestigio de la crtica es correlativo, en cualquier caso, al cientificismo positivista que tiende a convertir toda actividad humana en una pura disciplina acadmica. De esta manera, suplantando a la ciencia, aspira a mantener parte de su presti-gio convencional.

    Ahora bien, FreuND se pregunt por qu los presupuestos de la crtica han de ser soberanos y superiores a los de lo poltico. El papel de la crtica cientfica no tiene ms valor dirimente en poltica que el que la misma pueda alcanzar en las elec-ciones de un empresario o en la maestra genial de un artista. Adems, las activi-dades humanas rechazan la aparente superioridad de cualquiera de ellas en este caso la superioridad de la ciencia. No se derivar de aqu, como sugiere FreuND, el interminable conflicto entre las actividades humanas y la crtica?62

    La idea de la crtica, en su sentido no epistemolgico de conciencia de la necesidad de corregir o reorientar lo que se es o lo que se hace, es una tpica manifestacin del espritu europeo.

    No puede negarse que en ciertos sentidos constituy un obstculo, bajo la forma de la crtica por s misma, pero, en general, fue una fuerza vivificante, como punto de partida tanto de perfeccionamientos tcnicos como de innovaciones tcnicas, a la vez que permiti medir la distancia entre las intenciones proclamadas y las con-secuencias efectivas63.

    61 Carl SChmitt, El Leviathan en la teora del Estado de Toms Hobbes, Madrid, Haz, 1941, pp. 89 ss. Tambin Reinhart koSelleCk, Crtica y crisis del mundo burgus, Madrid, Rialp, 1965, pp. 38 ss.

    62 Julien FreuND, Lessence du politique, ob. cit., p. 207.63 Julien FreuND, El fin del Renacimiento, Buenos Aires, Belgrano, 1981, p. 62.

  • Ao 23 - Nm. 18 - ChA, ColombiA - DiCiembre 2009

    las noCiones de mando y obedienCia en la teora poltiCa de julien freund

    285

    El prestigio del liberalismo y, ms tarde, del socialismo, deben ser entendidos dentro de ese espritu. En la actualidad, este sentido ms poltico de la crtica ha quedado arrumbado por el abuso sistemtico al que la han sometido los poderes y contra-poderes ms variopintos. Puede registrarse, empero, un curioso uso del trmino que permite distinguir con alguna fidelidad a los ostentadores del poder de los simples aspirantes: los adversarios del poder establecido o la oposicin le-gal hablan de crtica, mientras que el poder o el gobierno discutidos alardean de autocrtica.

    La crtica, liberada de toda limitacin o disciplina, tiene efectos disolventes del orden social. A fin de cuentas, siempre puede haber una crtica de la crtica, y as sucesivamente, llegando un momento en el que queda proscrito de las esti-maciones todo decoro intelectual. En el artculo titulado Die industrielle Kon-fliktgesellschaft, FreuND responsabiliz de esta situacin a una cierta concepcin ideologizada del liberalismo. El autor deca haber odo en la radio francesa una aguda descripcin del liberalismo segn tres frmulas: quienquiera (irgendwer), dondequiera (irgendwo) y de cualquier modo (irgendwie). Trasladando el esquema al rechazo de toda regla, se obtiene un fiel retrato de nuestra poca: las ideas de un hombre son tan valiosas como las de cualquier otro, de modo que las opiniones de un orate desconocido se equiparan con las del especialista (Wissenschaft hat nicht mehr Sinn als Nichtwissen)64. Por otro lado, toda opinin parece ser sustitui-ble y extrapolable a las materias ms dispares. El religioso valora lo econmico desde los presupuestos de la fe. El economista clasifica el arte por rentabilidades. El literato y el poeta coquetean con la poltica internacional y sugieren los escena-rios geopolticos de la paz universal. El poltico pontifica sobre moral sexual, etc. Finalmente, se puede difundir masivamente una idea y persuadir al pblico de la bondad de sus contenidos mediante las tcnicas de manipulacin y propaganda, de la violencia o incluso del terror.

    La falta de un mnimo rigor en las proposiciones y acciones singulares de las ideo-logas contestatarias, termina escudndose en lo que Arnold GehleN denominaba hipermoralismo (Hypermoralismus)65. Dicho de otra manera, la debilidad de la crtica social racionalista y utpica se refugia en la moralizacin de la vida, en el sentido de marcar la meta de una nueva legitimidad ideal. Mas, en poltica, como la experiencia general ha demostrado tantas veces, el resultado final de este pro-ceso de degradacin de la crtica conduce directamente al nihilismo66.

    Las ideologas nihilistas son polemgenas, pues su nico recurso es la violencia ms o menos intelectualizada. Su operacin intelectual bsica es la contestacin permanente, es decir, el rechazo absoluto y abstracto de toda tradicin, conven-cin o institucin67. Sin embargo, por extrao que parezca, incluso en las reivin-dicaciones ms absurdas alienta siempre una vaga idea sobre el Derecho. Es ste, dicho sea de paso, uno de los presupuestos bsicos de la polemologa desarrollada

    64 Julien FreuND, Die industrielle Konfliktgesellschaft, en Der Staat, vol. XVI, nm. 2, 1977, p. 167. 65 Arnold GehleN, Moral un Hypermoral. Eine pluralistische Ethik, Wiesbaden, Athenaion, 1981.66 Julien FreuND, Die industrielle Konfliktgesellschaft, loc. cit., p. 166.67 Julien FreuND, Utopie et violence, ob. cit., p. 113.

  • 286

    JerNimo moliNA-CANo

    Dkaion - iSSN 0120-8942

    por FreuND68. La hostilidad recproca inherente a todo conflicto se refiere siempre a un derecho69. Segn FreuND, la transformacin de la idea de Derecho no es aje-na a las nuevas formas del conflicto. As, con respecto a la obediencia, los con-flictos de nuevo cuo ya no se limitan a impugnar una regla para imponer otra, normalmente la propia, inspirada en unas premisas metajurdicas ms o menos evidentes. Se cuestiona la sociedad, en todas sus manifestaciones, para liberar al hombre de sus servidumbres70. El primado del subjetivismo jurdico, es decir, de la concepcin de la persona como sujeto inherente de derechos, ha facilitado los argumentos para reivindicar todo.

    5. Dimensiones de la obediencia poltica

    El constructivismo inherente a la crtica social racionalista prescinde de los impon-derables que regulan la vida humana. Como no ve en ellos magnitudes operables, los descuenta en sus inferencias. No es sta una buena va para la ciencia poltica. Los anlisis inspirados en este tipo de planteamientos son, segn la terminologa del autor, puramente justificativos. A veces abordan la temtica de la obediencia desde el punto de vista de los ntimos motivos que la inspiran. Tngase en cuenta que una de las premisas de la mentalidad sociologista es la creencia en la trans-parencia de la accin humana. Pero, pueden realmente tabularse o reducirse a variables las dimensiones de la obediencia, de la legitimidad de la tradicin, del carisma? Difcilmente. Nada puede la razn geomtrica en el campo privativo de la razn histrico-poltica. Por las mismas razones ha escrito FreuND, las expli-caciones que priman ciertas formas de obediencia y, por ejemplo, slo consideran legtima y digna la forma democrtica, estn caducas71. Nuestro tiempo ha esta-blecido la superioridad incuestionable de un principio de legitimidad en detrimen-to de todos los dems posibles. Sin embargo los principios de legitimidad, por ser histricos, son difcilmente comparables, si no totalmente ajenos unos de otros. Por lo dems, ninguno es, en abstracto, ms legtimo que otro72.

    5.1. El reconocimiento de la necesidad de obedecer

    El punto de vista poltico descarta el socorrido recurso a los motivos que impulsan a los hombres a obedecer. A fin de cuentas, estos son extremadamente variables. Cada poca y cada generacin conoce los suyos. Incluso cada individuo puede ver-se movido por razones contradictorias. El repertorio puede ser inagotable. FreuND seala el respeto a la tradicin y a la legalidad, el abandono carismtico al jefe, el miedo, la ideologa, la utilidad, la proteccin, el herosmo. Limitar el anlisis a

    68 Jernimo moliNA, La thorie polmologique du droit de Julien Freund, en Krisis 26, 2005. Cfr. Jernimo moliNA, Gaston Bouthoul. En conmemoracin de un pionero de la polemologa, en Revista de Investigaciones Sociol-gicas 119, julio-septiembre, 2007.

    69 Julien FreuND, Sociologie du conflit, ob. cit., p. 65.70 Ibdem, p. 4.71 Julien FreuND, Lessence du politique, ob. cit., p. 160.72 Sobre esto vase Guglielmo Ferrero, El poder. Los genios invisibles de la ciudad, ob. cit., especialmente captulos

    3 y 6. Cfr. lvaro DorS, La violencia y el orden, ob. cit., p. 58.

  • Ao 23 - Nm. 18 - ChA, ColombiA - DiCiembre 2009

    las noCiones de mando y obedienCia en la teora poltiCa de julien freund

    287

    uno de ellos supondra ideologizar la explicacin, incorporando elementos ajenos a la dialctica mando-obediencia y a la propia esencia de lo poltico. El pensador maquiaveliano debe reconocer que por esencia, la obediencia es algo ms que la adicin de motivos para obedecer o la variabilidad de sus modalidades. Es decir, en poltica no se elige obedecer, obedecer se impone de suyo73. Slo as se puede concebir la obediencia como un fenmeno global del mundo poltico, que trascien-de todo rgimen particular.

    El anlisis fenomenolgico de la obediencia rechaza el recurso convencional, tan frecuente, a los motivos que supuestamente la justifican. En cuanto a las teoras que quieren dilucidar los lmites legtimos de la obediencia, stas no se avienen me-jor con un mtodo realista. En verdad apostilla FreuND, la cuestin de los lmites de la obediencia constituye la principal preocupacin del mtodo de justificacin74. Rectamente entendida, la obediencia no es ms juridificable que el mando. Dada la pluralidad de motivos que inclinan singularmente al hombre a obedecer, sera ab-surdo querer trazar una lnea de demarcacin, superada la cual estara justificada la desobediencia. En este sentido, deca leGAz y lACAmbrA, la obligacin poltica no es una obligacin jurdica, sino la condicin de todo sistema positivo de obligacio-nes jurdicas. Y no es tampoco una obligacin moral, sino el objeto posible, aunque no incondicionalmente necesario de obligaciones morales75.

    Cules son, pues, las dimensiones esenciales de la obediencia poltica? En qu consiste, desde la ptica de la esencia de lo poltico, la sumisin a la voluntad de otro?

    5.2. La obediencia como sometimiento de voluntades

    La obediencia poltica es un acto que consiste en someterse, en inters de una actividad comn dada, a la voluntad de otro; tambin en ejecutar sus rdenes o ajustar el comportamiento a sus reglamentos76. La cita recogida tiene dos puntos de inters que realzan la concepcin de su autor. De una parte, la obediencia es definida como el sometimiento real, fctico de un hombre a la voluntad de otro; todo ello en las coordenadas comunes de la actividad poltica y su finalidad especfica. De otra parte, la obediencia slo puede ser pensada polticamente como un acto.El fundamento poltico de la obediencia es, como se ha dicho, el puro reconoci-miento de la necesidad de obedecer. Ese reconocimiento no slo da potencia al mando, sino que constituye uno de los pilares del orden. Las rdenes o los dicta-dos del mando que no recaban una mnima adhesin son flatus vocis en el mun-do poltico. Es decir, nicamente podr mandar quien posea los medios (poco importa cules) para hacerse obedecer. Del mismo modo, como la obediencia no tiene una finalidad propia, necesita de una voluntad heternoma que la mueva y le d forma. No se trata, empero, de que la autoridad, exagerando el alcance ms

    73 Julien FreuND, Lessence du politique, ob. cit., p. 159.74 Julien FreuND, Lessence du politique, ob. cit., p. 169.75 Luis leGAz y lACAmbrA, Notas para una teora de la obligacin poltica, en Revista de Estudios Polticos 85, 1956,

    p. 38. 76 Julien FreuND, Lessence du politique, ob. cit., p. 154.

  • 288

    JerNimo moliNA-CANo

    Dkaion - iSSN 0120-8942

    bien limitado de toda pedagoga poltica, se atribuya la prerrogativa de la ntima conversin de los ciudadanos. Una cosa es que la adhesin hipcrita al orden es-tablecido se transforme en fidelidad del ciudadano que se siente colaborador de una obra colectiva77, y otra cosa que el poder unifique los sentimientos del p-blico sobre cualesquiera materias.

    Se diga lo que se diga, cuando se cede a la fuerza se est obedeciendo, al menos en poltica. El orden que impone la fuerza es el orden en su mnima expresin, pero orden a todos los efectos. Ahora bien, rara vez ha existido un orden basado slo en la arbitrariedad de la fuerza. Su extremada volatilidad condiciona su desa-rrollo: bien deja paso a la arbitrariedad de una fuerza rival, provisionalmente ms efectiva, bien se racionaliza el uso de la fuerza, en cuyo caso, no slo la necesi-dad sino tambin la razn aconsejan someterse al poder. El problema de fondo de toda obediencia poltica es, dgase ya, el de la autoridad (auctoritas). No siempre bien entendida, especialmente por las ideologas revolucionarias, antipolticas o apolticas en algn momento de su desarrollo, la autoridad es un plus sobre el reconocimiento elemental de que es preferible un orden injusto a la anarqua78. Para FreuND, la autoridad es la competencia del poder en su funcin segn las fi-nalidades de la actividad poltica79. Como quiera que la autoridad es la verdad o saber socialmente reconocido80, el problema de quin tiene autoridad se convierte en el de cmo se maneja el poder. Cuando la obediencia no es slo forzosidad o inercia de una comunidad fuera de la historia, se convierte en un factor de regulacin social de primer orden, igual que el mando. Sus efectos o, como dice FreuND, su uso, no es slo interno, pues tiene tambin una proyeccin externa81. La cohesin social determina en buena medida la potencia poltica en las relaciones interestatales. Un poder enrgico re-sulta ineficaz si no cuenta con el respaldo activo o, en alguna medida, ilusionado de los ciudadanos. FreuND llama la atencin sobre un hecho con el que se debe contar en las relaciones internacionales: a pesar de la potencia que proporciona una obediencia basada en el libre reconocimiento, existen regmenes en los que la obediencia slo es reflejo de la opresin. El margen de maniobra de los gobiernos de estos ltimos regmenes es claramente superior, de modo que puede constituir un trgico error diplomtico alimentar la creencia de que la libertad no tiene ene-migos, o que la democracia triunfar sobre el totalitarismo. Puede deplorarse que las cosas sean as, dice el autor, pero hay que tenerlo en cuenta para la aprecia-cin de la poltica internacional. No se trata de tomar partido, sino de reconocer que, en todas sus formas, la obediencia practicada en el interior de un pas in-fluye en su potencia o en su debilidad, y determina en parte la poltica exterior82.

    77 Ibdem, p. 156.78 Ibdem, p. 161.79 Julien FreuND, Politique et impolitique, ob. cit., p. 51.80 Esta es la famosa definicin de auctoritas de lvaro DorS. Puede verse en su libro Una introduccin al estudio

    del Derecho, Madrid, Rialp, 1963. Tambin en La violencia y el orden, ob. cit., p. 57.81 Julien FreuND, Lessence du politique, ob. cit., p. 166.82 Ibdem, p. 168.

  • Ao 23 - Nm. 18 - ChA, ColombiA - DiCiembre 2009

    las noCiones de mando y obedienCia en la teora poltiCa de julien freund

    289

    5.3. La desobediencia como posibilidad y el derecho de resistencia

    La obediencia es, de facto, el reconocimiento de la necesidad de la obediencia. Por eso, toda adhesin puramente exterior o meramente utilitaria satisface las condicio-nes mnimas de la obediencia. Para FreuND, sin embargo, esto no agota el contenido de su fenomenologa del acatamiento del mando. Hay una segunda dimensin de la obediencia que pasa a veces desapercibida: la posibilidad de la desobediencia.La desobediencia, real o potencial, no es un accidente del orden poltico sino uno de sus elementos constitutivos. Sin desobediencia, el acto de la obediencia se hace ininteligible. Y sin obediencia no hay poltica. FreuND ha definido la desobediencia como lo que nace

    de la falta de adecuacin entre la significacin y la intencin, reales o supuestas, del mando y las que los ejecutantes quieran dar a un acto de obediencia, lo cual les lleva a atribuir una finalidad propia a la obediencia, al menos temporalmente, hasta que se establezca un poder, en principio conforme a sus deseos83.

    Slo la desobediencia explica la persistencia de la poltica, sobre todo de la polti-ca interior, as como su irreductibilidad a una pura gestin policial. De la misma manera, la enemistad explica la persistencia de la poltica exterior. Si existiera la obediencia absoluta, sta no sera ya poltica, pues no hay poltica sin desobe-diencia real o virtual84. Desde la ptica de la significacin o trascendencia de lo poltico, la posibilidad de desobedecer confirma de otra manera una de las conse-cuencias de la teora de las esencias: ni lo poltico es todo lo social, ni lo social es todo lo humano85. Ningn rgimen, ni siquiera el ms destructivo o totalitario, ha sido capaz de gobernar todas las actividades humanas y someter con xito a sus reglamentaciones al hombre interior. Es posible y hasta cierto punto fcil, aniquilar fsicamente al hombre; mas no hay poder humano que pueda alterar su naturaleza.Existe una vieja querella del pensamiento filosfico-jurdico y filosfico-poltico so-bre la posibilidad de plantear la desobediencia como una facultad formalizable ju-rdicamente. Se trata del derecho de resistencia, cuyas relaciones contemporneas con las ideologas subversivas y pseudorrevolucionarias no pueden ser ignoradas. FreuND esboz el anlisis del derecho de resistencia segn la ptica del jurista. Sin embargo, la conclusin de su estudio tena que ser poltica, pues, aunque este derecho se ha convertido en una especie de dogma impuesto al pensamiento jurdico y poltico moderno, su concepto sigue siendo confuso y muy discutible desde el punto de vista de la teora de lo poltico86.

    No hay, en efecto, una nocin clara de este derecho. En primer lugar, la condicin del ejercicio del derecho de resistencia ha de ser un estado de opresin. Ahora bien, cundo hay opresin? Para los juristas, la opresin consiste en una coaccin

    83 Ibdem, p. 169.84 No hay poltica sin enemigo, pero tampoco sin desobediencia real o virtual: ibdem, p. 170. En cualquier caso,

    como deca lvaro DorS, La violencia y el orden, ob. cit., p. 70, acatar el poder constituido no implica tener que obedecer todas sus leyes.

    85 Julien FreuND, Lessence du politique, ob. cit., p. 176.86 Ibdem, p. 181.

  • 290

    JerNimo moliNA-CANo

    Dkaion - iSSN 0120-8942

    antijurdica, no prevista por el Derecho o contraria a l. Lstima que la hiptesis slo sea vlida con referencia a las premisas del Rechtsstaat, segn las cuales la normatividad de la poltica ha de someterse a la normalidad ordinaria del Derecho, exagerada sta por la neutralidad del Estado legislador. Pero el Derecho no es una esencia, sino una dialctica. No es ste el que configura las posibilidades de la ac-cin poltica; antes bien, es la poltica la que determina la validez de las normas jurdicas. Por eso no puede sostenerse una interpretacin meramente jurdica de la opresin: pues no hay opresin que no sea, en su raz, de naturaleza poltica. De hecho, la opresin nunca es del todo inteligible a partir de puros razonamien-tos jurdicos. Denunciar una tirana no es materia procesal sino eminentemente poltica, metajurdica cuando menos. No hay mucha ms claridad en las respuestas del jurista a las preguntas sobre la titularidad del derecho de resistencia. Hacer depositario de su ejercicio a cada ciudadano individualmente considerado, supone negar abstractamente la socie-dad poltica y justificar el terrorismo87. La atribucin del derecho de resistencia al pueblo o a una fraccin eminente del mismo no puede aportar mejores y ms rigurosas credenciales.

    Desde la ptica de la fenomenologa de lo poltico, el derecho de resistencia no es, en suma, un derecho. La insurreccin en nombre del derecho de resistencia no representa la lucha romntica entre el derecho y la fuerza, sino el combate entre dos violencias rivales88.

    6. Conclusin: virtualidad del mando y actualidad de la obediencia

    Constituye una paradoja del mundo poltico que, siendo el mando arbitrario y dis-crecional, contribuya tan eficazmente a garantizar el orden y a prevenir o, en su caso, combatir el desorden. Pero, acaso es menos sorprendente la manera que tiene el mando de hacerse realidad? El mando, dice FreuND, no es propiamente praxis ni teora. No es ejecucin, pero tampoco explicacin discursiva. Interme-diario entre la concepcin y la realizacin, el mando pertenece a la esfera de los signos, de las palabras, si se quiere de los smbolos89. Un mandato no se relacio-na directamente con el mundo de la productividad; opera sobre otras voluntades particulares, de modo que hace hacer. Con razn precisa FreuND que la potencia del mando es virtualidad ms que actualidad, disponibilidad y posibilidad ms que efectividad u obra90. La virtualidad del mando es, empero, incapaz de expli-car desde s misma la actualidad del orden de las comunidades polticas. La con-cepcin dialctica de los presupuestos de lo poltico vincula mando y obediencia en un sentido muy concreto: no hay poder humano que se preste a s mismo las

    87 Ibdem, p. 182.88 Ibdem, p. 191.89 Ibdem, p. 114.90 Ibdem, p. 140.

  • Ao 23 - Nm. 18 - ChA, ColombiA - DiCiembre 2009

    las noCiones de mando y obedienCia en la teora poltiCa de julien freund

    291

    condiciones de su propia efectividad. Cualesquiera que sean los motivos, slo es efectivo el mando reconocido por los otros91. La obediencia poltica no tiene por qu vincular al ciudadano en su fuero interno, pues el orden poltico ve satisfechas sus condiciones con el simple allanamiento personal, por cualesquiera motivos, a unas reglas que homogeneizan las relacio-nes externas de los individuos. La sumisin pasiva tiene, no obstante, un lmite elemental al que estn supeditadas las posibilidades de que la obediencia d es-tabilidad al orden y potencia al mando. La simple pasividad o resignacin no pertenece a la obediencia. Esta requiere la participacin en una obra comn, si-quiera bajo la forma de la aquiescencia tcita. En poltica, callar la discrepancia equivale a consentir.

    Si el mando es siempre posibilidad (potencia), la obediencia tiene que ser actua-lidad. El mando ha escrito FreuND, acta dando rdenes, es decir, signos, pero el acto verdadero est en la obediencia que ejecuta las rdenes92. Como la obe-diencia tiene que ser acto, el momento de la ejecucin de las rdenes, de la re-creacin efectiva de los signos del mando resulta decisivo para la subsistencia de todo orden poltico. Razonando del mismo modo, se obtienen idnticas conclusio-nes para el caso de la desobediencia: la insurreccin que no se actualiza es pura fraseologa. Ms all de las argumentaciones jurdicas del derecho de resistencia, hasta cierto punto imaginarias, la desobediencia tambin tiene que ser acto. Los regmenes que se desploman en medio de una inercia aparentemente continuis-ta, o en las circunstancias de una insurreccin simblica, literaria o retrica (la ideologa pseudorrevolucionaria), no refutan la opinin de FreuND. En realidad la refuerzan en su dimensin de ms delicado anlisis, aquella en la que se rela-cionan mando y obediencia. Mandar, dice el autor, es dar una orden con algn fin; obedecer es recibir esa orden y ejecutarla93. No hay pues obediencia alguna que actualizar cuando el poder no es potente. Deca AroN, repitiendo una leccin aprendida y olvidada mil veces en la historia, que nadie obedece a quien no cree en su derecho a mandar94.

    Bibliografa

    AroN, Raynold, Plaidoyer pour lEurope dcadente, Pars, Robert Laffont, 1977.

    beNoiSt De, Alain, Julien Freund. Penseur du politique, en Le spectacle du mon-de, junio de 2008.

    brArD, Pierre, Conversation avec Julien Freund, en VV. AA., Liber Amicorum Alain de Benoist. Pars, Les Amis dAlain de Benoist, 2004.

    91 Ibdem, p. 114.92 Julien FreuND, Politique et impolitique, ob. cit., p. 51.93 Julien FreuND, Lessence du politique, ob. cit., p. 155.94 Raymond AroN, Plaidoyer pour lEurope dcadente, Pars, Robert Laffont, 1977, p. 241.

  • 292

    JerNimo moliNA-CANo

    Dkaion - iSSN 0120-8942

    CAmpi, Alessandro (ed.), Studi Perugini 1, enero-junio, 1996 (volumen monogrfico dedicado a Julien Freund).

    CAmpi, Alessandro, Schmitt, Freund, Miglio. Figure e temi del realismo politico euro-peo, Florencia, Akropolis-La Roccia di Erec, 1996.

    CouyoumDJiAN berGAmAli, Hernn, Paz, seguridad y estabilidad. Piedras angulares para la prosperidad, en Revista de marina 5, 1998.

    DorS, lvaro, La violencia y el orden, Madrid, Dyrsa, 1987.

    DorS, lvaro, Una introduccin al estudio del Derecho, Madrid, Rialp, 1963.

    De lA touANNe, Sbastien, Julien Freund. Penseur machiavlien de la politique, Pars, LHarmattan, 2004.

    DelSol, Chantal, Julien Freund, un espritu libre, en Empresas polticas 5, 2004.

    FerNNDez-CArVAJAl, Rodrigo, El lugar de la ciencia poltica, Murcia, Universidad de Murcia, 1981.

    Ferrero, Guglielmo, El poder. Los genios invisibles de la ciudad, Madrid, Tecnos, 1991.

    FreuND, Julien, Qu es la poltica?, Baha Blanca, UNS, 1996. (Nueva edicin: Struhart y Ca., Buenos Aires, 2004).

    FreuND, Julien, Die industrielle Konfliktgesellschaft, en Der Staat, vol. XVI, nm. 2, 1977.

    FreuND, Julien, bauche dune autobiographie intellectuelle, en Revue Europenne des Sciences Sociales, vol. XIX, nm. 45-46, 1981.

    FreuND, Julien, Introduzione de A. Campi, Miln, Giuffr, 1995.

    FreuND, Julien, Le rvolutionnarisme, en Res Publica, vol. XI, nm. 3, 1969.

    FreuND, Julien, Liberalismo, socialismo, conservadurismo. Un ejemplo de la con-fusin entre la poltica y la economa, en Veintiuno 33, 1997.

    FreuND, Julien, El derecho actual, Baha Blanca, UNS, 1998.

    FreuND, Julien, El fin del Renacimiento, Buenos Aires, Belgrano, 1981.

    FreuND, Julien, Il terzo, il nemico, il conflitto. Materiali per una teoria del poltico, Introduzione de A. Campi, Miln, Giuffr, 1995.

  • Ao 23 - Nm. 18 - ChA, ColombiA - DiCiembre 2009

    las noCiones de mando y obedienCia en la teora poltiCa de julien freund

    293

    FreuND, Julien, Lessence de lconomique, Estrasburgo, Presses Universitaires de Strasbourg, 2003.

    FreuND, Julien, Lessence du politique [1965], Pars, Dalloz, 2004 (trad. esp. Ma-drid, Editora Nacional, 1968).

    FreuND, Julien, La guerra nelle societ moderne, A cura di A. CAmpi, Lungro di Co-senza, Marco Editore, 2007.

    FreuND, Julien, Poltica y moral, Baha Blanca, UNS, 1998.

    FreuND, Julien, Politique et impolitique, Pars, Sirey, 1987.

    FreuND, Julien, Sociologie du conflit, Pars, PUF, 1983.

    FreuND, Julien, Utopie et violence, Pars, Marcel Rivire, 1978.

    FreuND, Julien, Vista de conjunto sobre la obra de Carl Schmitt, Buenos Aires, Struhart y Ca., 2002.

    FreuND, Julien, Voci di teoria poltica, A cura di A. CAmpi, Roma, Antonio Pellicani Editore, 2001.

    GehleN, Arnold, Moral un Hypermoral. Eine pluralistische Ethik, Wiesbaden, Athe-naion, 1981.

    GirAlDo, Jorge, Los otros que no son el enemigo. Situacin polmica y terceros en Schmitt, Freund y Bobbio, en Estudios polticos 14, enero-junio 1999.

    GirAlDo, Jorge, El rastro de Can. Una aproximacin filosfica a los conceptos de guerra, paz y guerra civil, Bogot, Foro Nacional por Colombia, 2001.

    koSelleCk, Reinhart, Crtica y crisis del mundo burgus, Madrid, Rialp, 1965.

    leGAz y lACAmbrA, Luis, Notas para una teora de la obligacin poltica, en Revista de Estudios Polticos 85, 1956.

    moliNA, Jernimo (ed.), Empresas polticas 5, julio-diciembre 2004 (volumen mo-nogrfico dedicado a Julien Freund).

    moliNA, Jernimo, Gaston Bouthoul. En conmemoracin de un pionero de la pole-, Gaston Bouthoul. En conmemoracin de un pionero de la pole-mologa, en Revista de Investigaciones Sociolgicas 119, julio-septiembre, 2007.

    moliNA, Jernimo, Julien Freund, del realismo poltico al maquiavelianismo, en Anales de la Facultad de Ciencias sociales de la Universidad Catlica de la Plata, 2004.

  • 294

    JerNimo moliNA-CANo

    Dkaion - iSSN 0120-8942

    moliNA, Jernimo, La thorie polmologique du droit de Julien Freund, en Kri-sis 26, 2005.

    moliNA, Jernimo, Le grand retour de Julien Freund, en lments 128, 2008.

    moliNA, Jernimo, Conflicto, gobierno y economa. Cuatro ensayos sobre Julien Fre-und, Prlogo de J. C. Corbetta, Buenos Aires, Struhart y Ca., 2004.

    moliNA, Jernimo, Julien Freund, lo poltico y la poltica, Prlogo de D. Negro, Ma-drid, Sequitur, 2000.

    moNtezANti, Nstor Luis, Mi amigo Julien (o Freund), en Empresas polticas 5, 2004.

    NeGro pAVN, Dalmacio, El mito del hombre nuevo, Madrid, Ediciones Encuentro, 2009.

    oNtiVeroS, Jos Luis, Freund y el mito economicista, en Uno ms uno, 17 de agosto de 1997.

    oNtiVeroS, Jos Luis, Realismo poltico, en Uno ms uno, 30 de noviembre de 1997.

    oNtiVeroS, Jos Luis, Reivindicacin de la poltica, en Uno ms uno, 24 de di-ciembre de 2000.

    oNtiVeroS, Jos Luis, Revalorizacin de lo poltico, en Uno ms uno, 30 de abril de 2000.

    oro tApiA, Luis, Julien Freund en Chile, en Empresas polticas 5, 2004.

    pAquot, Thierry, Julien Freund, lintellectuel-frontire qui na pas de frontire, en Revue de Sciences Sociales 40, 2008.

    SChmitt, Carl, El Leviathan en la teora del Estado de Toms Hobbes, Madrid, Haz, 1941. (Nueva edicin Granada, Comares, 2004).

    SChmitt, Carl, Legalidad y legitimidad, Madrid, Aguilar, 1971.

    SChmitt, Carl, Sobre los tres modos de pensar la ciencia jurdica, Madrid, Tecnos, 1996.

    SChmitt, Carl, Teora de la constitucin, Madrid, Alianza, 2001.

    Souli, Rmi, Julien Freund, matre oubli, en Le Figaro Magazine, 26 de enero de 2008.

    tAGuieFF, Pierre-Andr, Julien Freund, penseur du politique , en FreuND, J., Les-sence du politique, Pars, Dalloz, 2004.

  • Ao 23 - Nm. 18 - ChA, ColombiA - DiCiembre 2009

    las noCiones de mando y obedienCia en la teora poltiCa de julien freund

    295

    tAGuieFF, Pierre-Andr, Julien Freund. Au coeur du politique, Pars, La Table Ronde, 2008.

    thAuby GArCA, Fernando, Guerra y globalizacin, en Revista de marina 2, 1998.

    tommiSSeN, Piet, Julien Freund vu sous langle de quatre dceptions. Suivi dun texte indit de Freund, en CherkAoui, M. (dir.), Histoire et Thorie des Sciences Sociales. Mlanges en lhonneur de Giovanni Busino, Ginebra, Librairie Droz, 2003.

    VAlDerrAmA, Juan Carlos, Julien Freund. La imperiosa obligacin de lo real. Estudio bio-bibliogrfico, Prlogo de R. Alvira, Murcia, Sociedad de Estudios Polticos, 2006.

    VAlDerrAmA, Juan Carlos, Recensin a S. de la Touanne, en Empresas polticas 5, 2004, pp. 233-236.

    Velzquez rAmrez, Adrian, La reconfiguracin de lo pblico y su consecuencia en lo poltico, Prlogo de A. J. Olvera, Puebla-Veracruz, Universidad Iberoameri-cana, 2008.