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cuento

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  • La Sombra

    Ilustraciones: Juan Gedovius

    Alfonso Orejel Soria

  • Primera edicin: 2009 AndrAvAl EditorEs Alfonso orEjEl soriA

    Cuidado de le edicin: MAritzA isAbEl lpEz lpEz

    Diseo editorial: Alejandro Mojica / El Alquimista

    ISBN:

    Hecho en MxicoPrinted in Mexico

  • 5I

    Armando siempre tuvo miedo de dormir solo

    en su cuarto, pero como le daba vergenza

    que se dieran cuenta, prefiri ocultarlo. No le pareca bien que sus compaeros de primer

    grado se burlaran de l que haba cumplido ya seis

    aos de vida. Cada maana le peda a su mam, Liliana, que le soltara la mano una cuadra antes de llegar a la

    escuela y que no le anduviera diciendo Cielito delante

    de los dems nios. Era un nio de pocas palabras, callado y de

    mirada recelosa. En el recreo prefera quedarse solo comindose su torta de jamn y haciendo burbujas en su malteada de chocolate, hasta que stas se

  • 6

  • derramaban por la orilla del recipiente. La maestra lo vea aislado y sin ganas de jugar con los dems nios que se dedicaban a pasear en los columpios, a

    correr por el patio o a pegarse la roa. Ni el sonido del timbre, justo a las 12 y media, le haca sonrer como

    a la mayora de los alumnos que armaban un gran

    alboroto celebrando la hora de salida.Mam lo esperaba tras la reja, estirando la

    cabeza como un avestruz que busca a su cra entre

    la multitud. Le daba un abrazo como si no lo hubiera visto en aos y le arreglaba el cuello de la camisa. Despus esperaba a Sofa, su hermana, que cursaba

    tercer grado y regresaban a casa. Coman, descansaba un poco en el amplio sof de la sala y enseguida se pona a hacer la tarea que generalmente le pareca

    aburrida e interminable. Se pasaba la tarde viendo en la tele sus programas

    favoritos de caricaturas. Eso, mientras pap no estuviera en casa, porque llegando a ella se adueaba

    completa y exclusivamente del control del televisor y

    no haba quin se lo arrancara de la mano. Entonces

    7

  • Armando se pona a jugar Damas chinas con su

    hermana que era dos aos ms grande. El silencio era algo que ambos compartan. No tenan ms amigos que el desvergonzado Conejo Bugs, la fea y enamoradiza Helga y la mueca de sonrisa eterna que

    acompaaba a Sofa cada noche en su cama, y a quien

    abrazaba contra su pecho, sobre todo durante las

    noches llenas de ruidos extraos. En punto de las 9 de la noche, Armando y Sofa ya

    estaban listos para meterse a la cama. A l le gustaba demorarse el mayor tiempo posible para que su

    mam estuviera a su lado.Cuntame un cuento, ndale, mam, no seas mala.Ella respiraba hondo. Y sin estar muy convencida

    responda:

    El cuento del conejo blanco.Otro.El de La zorra enferma.No. El de La caverna lluviosa.No, porque luego tienes pesadillas y no dejas

    dormir.

    8

  • No me da miedo, mam. ndale!

    Tengo que darle cena a

    tu pap. Lleg muy cansado del viaje.

    Ella trataba de complacerlo,

    pero como no cerraba sus

    ojos fcilmente, acababa abandonando la habitacin pidindole que se

    durmiera ya porque

    tena que levantarse

    muy temprano por la

    maana. Aplastaba el apagador y solamente la

    lejana luz que escapaba

    de un farol alcanzaba a

    colarse dbilmente por su

    ventana.Fue esa noche cuando

    vio a La Sombra por primera

    9

  • 11

    vez. II

    Tena rato observando el segundero

    fosforescente del reloj que se mova de

    izquierda a derecha y devoraba insaciable los

    minutos, pero no lograba dormirse. Se daba vuelta de un lado al otro, tratando de encontrar la

    postura ms cmoda. Sin embargo, no sala siquiera un bostezo. Estaba mirando la lmpara apagada que se encuentra encima del bur cuando de repente le pareci ver que algo cruzaba la pared.

    Se sorprendi un poco pero pens que era la sombra de alguna lechuza que atravesaba la calle. Nunca le gustaron las lechuzas, ni los tecolotes, ni los murcilagos y ni todas esas criaturas que prefieren las

  • tinieblas. No, era demasiado grande para pertenecer a una lechuza. Trat de pensar en el conejo blanco. Quedito empez a decir: Conejo blanco, conejo blanco, conejo...

    Cerr los ojos. Trat de no pensar en los bichos nocturnos. Mientras los mantena as, tuvo la sensacin de que haba una presencia extraa en el cuarto. Los abri. Mir a su alrededor. Todo pareca normal: el cartel del rey Arturo en la pared desenvainando

    su espada, el uniforme escolar encima de la silla, los

    zapatos recin boleados, el televisor apagado, los

    pocos libros que reposaban en su librero y la puerta

    cerrada. Supo que slo se estaba imaginando cosas. Quiso con todas sus ganas que le diera sueo. Se cubri hasta la cabeza con la sbana y repiti durante algunos minutos las palabras: Conejo blanco, conejo blanco. De su garganta brot un largo bostezo. Sin darse cuenta, se qued dormido.

    12

  • 13

    III

    Al da siguiente, su vida continu igual que siempre. Fue a la escuela, estuvo solo en una banca durante el recreo, no quiso hacer

    amigos, regres a casa, se comi a medias la sopa que le sirvi su mam, hizo la tarea, vio la tele y hoje un libro. A las ocho y media se puso la pijama, se lav los dientes a regaadientes, acomod sus tiles escolares y cuando ella le dio el beso de las buenas

    noches l le pidi que le contara otro cuento. Ya te cont todos los que me s.No le hace mam, cuntame otra vez el mismo.Lo que Armando quera en el fondo era que no

    se fuera, que lo acompaara hasta que se quedara

  • dormido. As se evitara la angustia de aguardar en medio de la oscuridad a que apareciera el

    desagradable visitante del da anterior. Pero cuando su mam termin de contarle el cuento l segua sin una gota de sueo.

    Apag la luz y el cuarto qued a oscuras; slo alumbrado levemente por las astillas luminosas que

    arrojaba el farol de la esquina. Suspir hondo. Todo era normal, nada pareca amenazante. Cerr los ojos para convidar al sueo. A la oscuridad del cuarto agreg la oscuridad que le brindaban sus prpados cerrados. Pero no consigui dormirse. No quera abrirlos, temiendo que al hacerlo apareciera de

    repente la sombra. Los abri. El reloj marcaba las 9:42. Ech un vistazo a su alrededor y respir satisfecho al darse cuenta de que esa noche no apareci. Logr dormir despus de acomodarse la almohada.

    En los das siguientes pas lo mismo. A las dos semanas olvid a La Sombra. Como si nunca hubiera aparecido. Fue hasta el sbado 14 cuando se pele con Sofa y le jal el cabello porque le mordi la goma de

    14

  • borrar a su lpiz que el ambiente se enrareci otra vez. Su mam los separ, mand a Sofa a dormir a su recmara antes de la hora acostumbrada y sin cenar, y despus de jalonear a Armando lo oblig a refugiarse en su habitacin.

    Apenas la noche se haba desparramado por la

    ciudad. No hubo cuento ni mam que le estuviera vigilando el sueo. Se sinti ms solo que otras veces. El cuarto se encontraba de nuevo a oscuras. Mir a su alrededor y no observ nada extrao. Se acomod de costado, sobre el hombro, y trat de dormir.

    Canija Sofa! Deveras se pasaba! Uno de estos das pens le iba a meter un chicle masticado en su Diario para que se le quitara. Por su culpa tena que acostarse a las ocho y ni siquiera tena una pizca de sueo.

    Pas ms de una hora y media con los ojos abiertos. Al dinosaurio que lo amenazaba desde otro cartel engrapado en la pared parecan brillarle los

    ojos vidriosos. Cualquier da de estos lo iba a cambiar por un cartel menos feroz. Alcanz a escuchar voces en la cocina. Su mam platicaba. Sinti que las tripas

    16

  • le gruan de hambre. Cmo se le antojaba un cereal! Pero saba que cuando su mam se enojaba, se enojaba. Tuvo que aguantarse el hambre y un rato ms tarde alcanz a darse cuenta de que apagaron la luz del pasillo mirando a travs de la rendija de la

    puerta. Lo asalt la sensacin de que el ambiente se volvi peligroso. Se cubri con la sbana hasta la cabeza y cerr los ojos. Escuch un ruido. Se descubri y en ese momento alcanz a observar a La Sombra deslizndose sobre la pared enfilando hacia su cama. Se cubri de inmediato y empez a temblar.

    Se hizo de nuevo el silencio. Respiraba agitado. Tena miedo. A travs de la sbana trat de distinguir la silueta que se mova dentro de su habitacin pero no lo pudo hacer. Fue cuando sucedi. Un golpe cay sobre l, y enseguida otro ms, y detrs de ese segundo lleg un tercero que tambin se dirigi hacia su cuerpo. Levant los brazos tratando de cubrirse pero tres o cuatro golpes ms cayeron encima de l. Llor de dolor. Y sus sollozos parecieron detener a La Sombra a la que logr mirar que se alejaba cuando

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  • quit la sbana de encima. Sus lgrimas eran acompaadas por espasmos que hacan que el pecho le brincara. Nadie vino a auxiliarlo. Llor durante mucho rato, hasta que las lgrimas se secaron sobre sus mejillas y el cansancio lo hundi en un sueo profundo y reparador.

  • 21

    IV

    Al da siguiente estuvo ms callado que de costumbre. No tena apetito a pesar de que se qued sin cenar el da anterior. Su mam casi lo oblig a comerse el huevo revuelto que

    Armando paseaba de un lado a otro del plato con el

    tenedor. Sofa lo miraba de reojo, pero l no quera ni siquiera cruzar su mirada con la de ella. Cuando su mam fue a la cocina para apagar el quemador de la estufa donde calentaba tortillas, Sofa le sac la lengua pero l no le hizo caso.

    Pelona! le dijo, porque cada vez se le caa un poco de cabello. Siempre dejaba el cepillo lleno de asquerosos cabellos.

  • Su semblante era realmente triste y se hallaba

    cabizbajo, como si no tuviera fuerzas para

    levantar la cara. Tmate el jugo, siquiera le dijo

    su mam al notar que dej el desayuno entero.

    l le dio un trago y puso el vaso

    sobre la mesa. Tom su mochila y sali aprisa hacia la calle con rumbo

    a la escuela. Sofa lo sigui advirtindole que no caminara tan

    rpido porque lo poda aplastar un auto.

    Esprate,

    Armando. Pues qu prisa tienes ahora por llegar? Deja

    tomarme la medicina. ndale, dame la mano le exigi su mam.

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  • Armando se resisti en un primer momento pero despus acab dndosela para que no hiciera escndalo. Todo ese da estuvo de mal humor en la escuela. Hasta empuj a un nio que se cay en el lodo que se forma alrededor del bebedero porque le

    estuvo preguntando por qu tena esa cara. Regres a casa con un reporte. No se lo quera ensear a su

    mam pero saba que si se lo ocultaba maana no lo dejaran entrar.

    Adems Sofa era muy mitotera, por eso le caa tan gorda.

    Estaba perdido. Su mam no se lo perdonara. El resto

    del da se

    port lo mejor

    que

    pudo.

  • Evit contrariarla. Se comi toda la sopa y hasta tuvo la valenta de pedirle que le llenara el plato otra

    vez. Como nunca lo haca, levant su plato y lo llev al fregadero. Le brind su mejor sonrisa. Se puso a hacer la tarea ms rpido que de costumbre y hasta fue al patio a darle de comer a Monet, la perra, y a

    limpiar las cacas secas que tanto asco le daban. A su mam tanta amabilidad y acomedimiento le pareci sospechoso.

    Algo se trae este nio entre manos.Sofa, que todava no terminaba la tarea ni tena

    muchas ganas de apurarse, dej de chupar el lpiz y exclam con sangre fra:

    Es que lo van a correr de la escuela si maana no

    hablas con el Director. En ese momento, Armando entr en la sala

    sacudindose la ropa a la vez que le preguntaba a su

    mam:Quieres que junte los papeles del bao?

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  • 25

    V

    La mam de Armando se comprometi a impedir que ste volviera a dar problemas

    en la escuela. Asegur que ella se encargara

    personalmente de eso y

    por ltimo se disculp ante el Director un

    hombre con tres

    capas de papada

    pues nunca antes

    el nio le haba

    dado lata.

  • No volver a suceder, seor, descuide. Gusto en conocerlo. Gracias.

    Cuando salieron de la oficina, ella le advirti que no contara nada de esto a su pap pero que era la primera y ltima que le pasaba.

    No te voy a castigar le dijo en voz queda, pero no lo vuelvas a hacer. Se le qued mirando a los ojos y enseguida le dio un abrazo dicindole:

    Te quiero.A Armando no le importaba mucho que lo

    castigaran, que lo dejaran sin postre, que no le

    permitieran jugar con Monet en el jardn, que no

    le dejaran ver al Conejo Bugs o que no lo llevaran al cine el fin de semana; lo que realmente le resultaba un castigo inexplicable era la presencia de aquella

    sombra en su cuarto. As, por todos los medios, evitaba entrar en l y sola pasarse buena parte del da

    en la sala o en el porche. Su hermana le pareca una tonta pues cada vez que pasaba a su lado le sacaba la

    lengua y se rea burlonamente. Le daban unas ganas de estrangularla pero se aguantaba!

    26

  • Desde la primera ocasin que apareci La Sombra tuvo ganas de decirle a su mam que esa casa estaba embrujada, que un espritu maligno viva ah y que

    l lo haba visto. En la televisin pasaban programas relacionados con casas siniestras donde los espritus

    trataban a toda costa de echar afuera a sus habitantes. Esper a quedarse a solas con ella en la cocina y se lo dijo. Su mam, abriendo los ojos ms all de lo comn, le aconsej:

    Deja ya de ver tantas caricaturas japonesas, te

    estn comiendo el cerebro!Pero si es cierto respondi l.Qu espritus ni qu ocho cuartos! Es tu

    imaginacin! Ahora resulta..!Armando se dio cuenta de que si su mam no le

    crea, mucho menos lo hara cualquier otra persona

    y, por lo tanto, tena que lidiar a solas con la mugrosa

    sombra.A partir de ese da su nimo fue cayendo cada

    vez ms y ms. Pareca un castillo de arena desmoronndose ola tras ola. La llegada de la noche y

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  • su correspondiente hora de ir a la cama le empezaron

    a angustiar como nunca. Se demoraba hasta donde la paciencia de su mam se lo permita porque lo que menos deseaba en este mundo era encontrarse de

    nuevo con la desdichada sombra. Pero la sombra no apareci por ah durante las dos semanas siguientes.

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  • 29

    VI

    La noche era ms densa que otras. Slo la voz angustiada de un grillo cortaba el aire. Armando miraba el techo detenidamente: una

    araa en el rincn, un fragmento de pintura a punto de desprenderse una grieta en la pared que

    pareca rerse de l. Ya haban pasado varios das y La Sombra segua ausente. Dese con todas sus fuerzas que slo fuera una criatura de su imaginacin, o que finalmente no regresara ms a su cuarto. Haba tantos nios en el mundo y slo a la maldita sombra se le antojaba un nio como l! De cualquier modo, aunque

    La Sombra ya no lo haba atacado, Armando no se senta seguro. Presenta que algo terrible iba a ocurrir.

  • Se haba comportado exageradamente bien. Tanto que hasta su mam le peda que no se esforzara ms, que ya estuvo bueno.

    El viernes, casi a la medianoche, La Sombra regres. La mir como una mancha hmeda recorriendo la pared. Su cuerpo fue asaltado por temblores, los dientes le castaeaban haciendo un ruido montono. Trat de morderse el labio para no llamar la atencin, pero fue en vano. De repente, La Sombra se ech sobre l y empez a golpear su cabeza.

    No, no, no, ya, por favor! grit.Fueron tres o cuatro golpes nada ms. Suficientes

    para dejarle un morete en el pmulo derecho. Nadie vino en su auxilio. Y as como La Sombra apareci en el cuarto, igualmente se esfum: sin dejar la menor huella. Al fin y al cabo solamente era una sombra.

    Fue durante el desayuno cuando su pap, que ya haba regresado de otro viaje, not que tena la piel morada cerca del ojo derecho.

    Qu te hiciste? Armando no contest.

    30

  • Espero que no hayas peleado en la escuela.Y enseguida, dirigindose a su esposa, le dijo:Liliana, tienes que estar ms pendiente de este

    nio!

    Ella se qued mirando a los ojos a Armando con cierta dureza y le reclam:

    Y ahora con quin te peleaste, eh? Espero que no me llamen de la Direccin porque entonces no te la voy a perdonar, Jos Armando.

    Luego volte hacia su marido, lo abraz por detrs y al tiempo que le daba un beso en la mejilla le dijo:

    No te preocupes, no es para tanto. Yo me encargo.

    Fue hacia el botiqun, tom una pomada transparente y le pidi a su hijo que levantara la barbilla para untarle un poco.

    Sana, sana, colita de rana, si no sana ahora,

    sanar maana! Mir el plato vaco de su esposo que deslizaba un trozo de tortilla sobre l buscando los

    ltimos restos de frijol y le dijo:Te sirvo ms?

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  • 33

    VII

    Una noche particularmente fra, Armando se

    levant para ir al bao. Sali de su cuarto y dej la puerta entreabierta. Eran alrededor de las doce de la noche. Por la ventanita

    alcanz a distinguir la luz roja girando de una patrulla de polica. Le dieron ganas de llamarla de algn modo pero los agentes no creen en sombras ni en

    fantasmas. Adems, Bastante trabajo tienen con la gente que hace cosas malas, deca su pap. Baj la palanca y observ cmo la taza daba su ruidoso trago. Iba a salir cuando de pronto se detuvo aterrado. Se qued inmvil. Por la pared exterior de su cuarto La Sombra se deslizaba lentamente. Entr en l. Sali. Se

  • dirigi al cuarto de Sofa y desapareci a travs del filo de su puerta. Se encerr en el bao y le puso llave. Su cuerpo de nuevo empez a temblar como las gelatinas que antes tanto le gustaban.

    Se sent sobre la tapa del excusado y esper. Alcanz a escuchar un grito de su hermana. Esperaba que tambin lo escuchara su mam. Recarg el odo sobre la superficie de la puerta y alcanz a or sollozos, pero no se atrevi a salir.

    Los rayos de sol que entraban por la pequea ventana lo despertaron. Todos dorman an cuando se meti a su habitacin a quitarse la pijama y ponerse el uniforme para ir a la escuela. A su mam le extra encontrarlo de pie tan temprano. En la mesa, los dos nios slo picaron el huevo con jamn mientras l trataba de mirarla a los ojos pero Sofa se mostraba

    evasiva. Su mam le pas el cepillo por el cabello y ella se

    quej. No te estoy peinando recio le dijo. Volvi a

    pasarle el cepillo y not que quedaban en l ms cabellos que de costumbre.

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  • Se te sigue cayendo el pelo, Sofa!, no ests usando el champ de Chile Chipotle que te di! verdad? Y tan caro que me cost!

    Sofa no respondi. Se incorpor, tom su mochila y solamente exclam:

    Vmonos ya.Armando la segua buscando con la mirada pero ella

    no lo permiti. Tena que hablar con ella. Quera saber qu le haba hecho La Sombra. Tuvo que esperar hasta la tarde para hacerlo. Mam sali a comprar la medicina que tomaba y aprovech ese momento:

    Se meti tambin a tu cuarto anoche, verdad?

    Sofa abri la boca y le ense el labio inferior por dentro. Tena una herida fresca que se le haba puesto blanca. Luego levant la barbilla, se qued mirando fijamente sus ojos y, no aguantando ms, estall en llanto mientras abra los brazos para estrecharlo. Ambos lloraron. Y las lgrimas que derramaron les dieron a los dos la sensacin de que se liberaban de algo oculto, oscuro y secreto que llevaban adentro.

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  • 37

    VIII

    Tuvieron que guardarse ese secreto que

    los estaba atormentando. Su mam no les crea, y su pap, menos. Pero ella se empez a preocupar seriamente cuando la

    maestra de Armando la hizo llamar a su saln para hablar de manera personal. Le tom slo algunos minutos decrselo. El nio mostraba un comportamiento extrao. Enseguida sac un cuaderno, lo abri y le mostr un dibujo hecho con lpices de color. Era una criatura semejante a un

    monstruo sin rostro, con el cuerpo

    negro, que tena extendidos los

  • brazos o las alas como un murcilago. Y frente a ste un nio permaneca en su cama, aterrado. La imagen se repeta al menos ocho o diez veces, algunas veces

    en menor tamao, otras, ocupando la pgina entera. Llamaba la atencin la intensidad con la que hunda el lpiz en la hoja: muy marcada, al grado que casi la rompa.

    Mir los dibujos detenidamente. De pronto, le vino a la cabeza la ocasin en que l le dijo asustado que haba visto una sombra en su habitacin y no le crey. Ahora estaba llevando la broma ms all del lmite. Pens en hacer algo.

    Yo me encargo.Qu va a hacer, seora?Le voy a quitar las caricaturas, sas que ve.Se le qued mirando directo a los ojos y opin:Tal vez no sea suficiente. Este nio necesita

    un especialista que lo atienda. Aqu en la escuela no tiene amigos y se la pasa solo, caminando por la orilla,

    pegado a la barda. Creo que su hijo necesita ms cario, tiene miedo, mucho miedo.

    39

  • Gracias, maestra respondi Liliana con falsa cortesa.

    Al salir del saln, encontr a sus hijos sentados en el borde de un macetero. Not que Armando dibujaba algo con una pequea rama sobre el suelo, pero ella

    pas encima del dibujo y orden:Vmonos. Llegando a casa, le quit los lpices de color.

    Desconect el televisor. Entr a la habitacin de su hijo y arranc de un tirn el cartel del dinosaurio en la pared. Lo arrug con coraje y lo arroj al bote de basura. Despus se dirigi hacia l y le advirti:

    No quiero que tengas un pretexto ms para andar inventando cosas. Ya ests muy grandecito para seguir creyendo en tonteras.

    Sofa estaba tan atemorizada como su hermano

    por la reaccin de su mam. De inmediato se acomidi a poner los platos y los cubiertos en la mesa. Su mam estaba tan enojada que echaba humo por las orejas. Lo mejor era no causarle ninguna molestia. No tena caso decirle que los dibujos de Armando eran verdaderos,

    40

  • que no se los estaba imaginando. El da fue ms largo de lo comn. A las siete, anocheciendo, pap lleg y se instal en su silln favorito exigiendo el control de la televisin. Sofa corri rpido a drselo. Aplast una y otra vez el botn sin que el aparato se encendiera. Sofa record que estaba desconectada as que la

    enchuf. En el momento en que el televisor se encendi, su pap respir aliviado. Liliana se apur a preparar la cena. Sali a la tienda de abarrotes a comprar leche y caf

    instantneo. Siempre deba tener caf listo para depositarlo en un termo porque l

    sala de casa si se lo exiga alguna

    emergencia, incluso a

    deshoras de la

    noche.

    41

  • 43

    IX

    Armando se mantuvo despierto. Estaba nervioso. A veces quera cerrar los ojos y no abrirlos ms. Sofa haba visto a La Sombra tres veces en el ltimo ao pero no

    se lo coment a nadie. Cuando sta la atac logr cubrirse el rostro con la almohada y eso impidi que le causara moretes. Armando estaba cansado y aquel lugar semejaba ms una mazmorra fra que una habitacin clida. Mir por la ventana las hojas del rbol que se movan bajo el viento nocturno, los tmidos rayos de luz que venan del farol de

    la esquina y la luna inmvil en el cielo. Quiso huir. Escapar por la ventana y no regresar a su casa. No

  • mientras esa sombra, ese espritu maligno se metiera

    a su lecho y lo atacara sin piedad, a golpes. Record que le haba dicho a Sofa: Lo peor de ser

    nio es que los adultos no te creen nada. Algunas ideas, como pjaros, daban vuelta alrededor de su cabeza. Mir el reloj. Las manecillas anunciaban las 9: 24. El sonido del televisor encendido y las carcajadas de su

    pap se oan en el exterior: un rato ms tarde alcanz a escuchar que sonaba su telfono celular; pens que tendra que salir de casa, una emergencia de

    seguro, como siempre. Los prpados se le cerraban de cansancio y de repente se qued dormido.

    Un grito lo arranc del profundo sueo donde navegaba. Vena de afuera. Levant la cabeza y se sent en la orilla de su cama. Mir a su alrededor. Ni rastro de La Sombra. Trat de poner ms atencin en aqul peligroso silencio. No pasaron diez segundos cuando estall otro grito, y tras ste un tercero. Eran gritos que venan desde la garganta de su madre. S, no haba duda. Corri hacia la puerta y recarg el odo en ella. Despus gir la manija y la abri. Se asom

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  • al pasillo. Estaba descalzo y sin embargo camin de puntillas para no hacer ruido.

    En medio de la penumbra alcanz a ver que una cabeza se asomaba desde el cuarto contiguo. La cabeza le habl y se dio cuenta que perteneca a su hermana Sofa. Estaba tan asustada como l.

    45

  • Tambin escuch los gritos. Se refugiaron en el bao y desde ah esperaron. Sofa se llev el dedo ndice a los labios. El silencio se llen de malos presagios.

    Se ha metido con mam! exclam Armando, tenemos que hacer algo!

    Y est sola. O cuando llamaron a pap por el celular!

    Chin!No nos vamos a quedar con los brazos cruzados,

    verdad?De pronto la voz de su madre son ms fuerte. No

    gritaba pidiendo auxilio. Con claridad les llegaron sus palabras:

    Basta! Djame en paz! Armando y Sofa se miraron a los ojos,

    sorprendidos por la respuesta de su madre. No la esperaban ya. Saban que nunca les crey cuando le hablaron de aquel espritu maligno que se haba

    apoderado de la casa. Pero ahora ella la tena frente a sus propios ojos.

    46

  • Un golpe seco se escuch contra la puerta de su recmara. Enseguida algo de cristal se hizo trizas. Y despus de nuevo el silencio, un silencio que se fue prolongando como un trozo de eternidad

    y que les llen el corazn de angustia. Corrieron hacia la puerta. El silencio adentro era cada vez ms terrible, ms atroz. Sin pensarlo mucho empezaron a empujarla.

    Mam! Mamaaaaaaaaaaaaaaaaaa! gritaron los dos, desesperados, con el corazn a punto de reventarles el pecho.

    Con fuerza, con ms fuerza, con tanta fuerza que los hombros les dolieron hasta que sta cedi y casi se fueron de bruces al piso.

    Lo que sus ojos miraron los dej aterrados.La Sombra estaba asfixiando a su mam con

    una almohada. Se echaron encima de La Sombra pero sta los avent. Sofa cay de espaldas sobre el suelo, junto al tocador, y se golpe la cabeza hacindose un chichn. Armando fue lanzado como un mueco contra las persianas. Su mam aprovech

    47

  • la distraccin de La Sombra para recobrar energa y enfrentarla con una fiereza desconocida.

    Lrgate, lrgate de aqu, djanos en paz! Y levant una estatuilla de mrmol que adornaba

    el bur. Sus ojos estaban cubiertos de lgrimas y tena dos enormes moretes sobre los pmulos.

    Armando, recostado en la base de la persiana,

    pudo distinguir cmo La Sombra se agrand enormemente y pareci dar un golpe brutal y definitivo pero su mam, Liliana, dio unos pasos adelante dispuesta a atacarla para defender a sus

    hijos. Largo! Largo de aqu! Djanos en paz!De repente, La Sombra pareci empequeecerse,

    se desliz por la pared y abandon la habitacin, dando un portazo que estremeci el marco de madera. Liliana corri a abrazar a sus hijos que dejaron correr sus lgrimas y tambin estrecharon con vehemencia a su mam. Ella les brind una mirada clida desde sus ojos rodeados por dos anillos oscuros. Estaban cerca de la ventana que daba hacia la calle.

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  • Armando jal la bata de su mam para hacerla que mirara hacia afuera; entonces los tres observaron desde la ventana a La Sombra atravesando el camino que conduce de la casa a la acera.

    Sofa se limpiaba las lgrimas con el dorso de la mano. Armando era abrazado por su mam y no quera volver a salir de ese abrazo. Liliana acariciaba la cabeza de Armando y el frgil cabello de Sofa mientras observaba con

    mirada firme a La Sombra que subi al auto de su esposo, aplast el acelerador y se alej para siempre de sus vidas, perdindose en las negras entraas de

    aquella noche.

    50

  • La Sombra,de Alfonso Orejel Soria,

    se termin de imprimir en julio de 2009,en los talleres de Imprenta Pandora, S.A. de C.V.

    en la ciudad de Guadalajara, Jalisco.