laudato si’ y la ultimavisiÓn del apocalipsis en …

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1 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE TEOLOGÍA CARRERA DE TEOLOGÍA LAUDATO SI’ Y LA ULTIMAVISIÓN DEL APOCALIPSIS EN DIALOGO CON EL CALENTAMIENTO GLOBAL Matthew Holland, SJ BOGOTÁ, COLOMBIA 2016

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

FACULTAD DE TEOLOGÍA

CARRERA DE TEOLOGÍA

LAUDATO SI’ Y LA ULTIMAVISIÓN DEL

APOCALIPSIS EN DIALOGO CON EL

CALENTAMIENTO GLOBAL

Matthew Holland, SJ

BOGOTÁ, COLOMBIA

2016

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

FACULTAD DE TEOLOGÍA

CARRERA DE TEOLOGÍA

TRABAJO DE GRADO

LAUDATO SI’ Y LA ULTIMAVISIÓN DEL

APOCALIPSIS EN DIALOGO CON EL

CALENTAMIENTO GLOBAL

Presentado por: Matthew Holland, SJ

Dirigida por: Juan Alberto Casas

BOGOTÁ, 2016

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3

TABLA DE CONTENIDO

Introducción ........................................................................................................................ 4

Capítulo I ............................................................................................................................ 8

Laudato Si’ y el desafío del calentamiento global antropogénico ...................................... 8

1.1 Laudato Si’ ................................................................................................................ 8

1.2 la negación del cambio climático ............................................................................ 10

1.3 El mundo como lugar de la Revelación .................................................................. 10

1.4 El don de la vida en la Tierra .................................................................................. 13

1.5 El cambio climático antropogénico y sus efectos ................................................... 19

1. 6 El paradigma tecnocrático...................................................................................... 24

1.7 Conclusión: los límites de la situación actual ......................................................... 28

Capítulo II ......................................................................................................................... 29

La esperanza en el cielo nuevo y la tierra nueva .............................................................. 29

2.1 La Sagrada Escritura: la fuente normativa de la revelación ................................... 29

2.2 ¿Por qué el libro del Apocalípsis? .......................................................................... 30

2.3 La experiencia de fe profunda del Apocalipsis ....................................................... 35

2.4 Una esperanza para el futuro de la creación ........................................................... 40

2.5 ¿Babilonia o la nueva Jerusalén? ............................................................................ 47

2.6 Conclusión: El camino hacia nuestro destino ......................................................... 50

Capítulo III ........................................................................................................................ 51

La esperanza dentro de la crisis y pautas pastorales ......................................................... 51

3.1 La fusión de horizontes ........................................................................................... 51

3.2 La esperanza en medio de la crisis .......................................................................... 53

3.3 Líneas de acción ...................................................................................................... 62

3.4 Conclusión: La esperanza en acción ....................................................................... 69

Cierre................................................................................................................................. 70

Bibliografía ....................................................................................................................... 72

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4

INTRODUCCIÓN

Yo crecí en Seattle, Washington, Estados Unidos, en una ciudad rodeada por la

cordillera de las montañas Olímpicas, la cordillera de las Cascadas, el Canal Puget, el Lago

Washington, el Lago Unión y el Río Duwamish. Es un centro urbano que intencionalmente

ha tratado de integrar los elementos de la naturaleza con la ciudad: parques, áreas verdes,

acceso rápido y fácil a las montañas, los ríos, los lagos y el mar. Por eso, yo salía

frecuentemente con mi papá para pescar salmón en el Canal Puget y para hacer excursiones

y acampar en las montañas. Fue durante estas excursiones cuando empecé a experimentar

el misterio de Dios en la creación. Encontré una presencia más allá de mis preocupaciones,

un creador de elementos bonitos, maravillosos y misteriosamente interconectados: desde

los bosques de árboles de abeto y los rododendros hacia los alces, los osos y las águilas.

La naturaleza ha tenido un papel fundamental en mi imaginación y en mi oración.

La tenacidad de los salmones para nadar corriente arriba me inspiró a continuar con los

Ejercicios Espirituales en el noviciado a pesar de mi cansancio en ese momento. Y una

hoja cayendo en el otoño parecía como si estuviera bailando en el viento, recordándome de

alguna manera el cuidado de Dios y de su presencia inminente en tal momento. Mi relación

con Dios está fundamentalmente mediada por la naturaleza.

Hoy en día la naturaleza que he disfrutado desde mi juventud está en peligro. Las

especies de estrella de mar nativas del Canal Puget están desapareciendo con ostras y otras

especies de bivalvos. Por una parte, es consecuencia de la sobrepesca; pero los biólogos

están midiendo un aumento de los niveles de acidez en el Canal Puget como resultado de

la absorción de carbono de la atmósfera. Al mismo tiempo los biólogos, científicos

atmosféricos y los científicos del clima están estudiando los efectos de los cambios

climáticos en el Monte Rainier en la codillera de las Cascadas, cerca de Seattle. Es un lugar

que conozco bien. Su topografía es hogar de diversos hábitats y los científicos están

investigando los diferentes efectos de los cambios climáticos en cada hábitat. Pero una cosa

resulta obvia: los glaciares del Monte Rainier se están derritiendo y esto tiene el potencial

de cambiar la geografía de la región mediante avalanchas, inundaciones, y alteraciones a

la temperatura de la región.

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5

Recientemente, durante las misiones de la Semana Santa y de la Navidad en

Colombia, he encontrado comunidades estrechamente vinculadas con la tierra y he visto

las conexiones entre las estructuras del uso del suelo y la justicia humana. En la región de

San Pablo en Magdalena Medio, los pescadores y campesinos se están enfrentando con la

industria de la palma africana. Los dueños de las fábricas, para procesar el aceite de la

palma, siempre requieren más tierra para cultivar la palma de una manera en que puedan

tener mayor ganancia y por eso, ellos están desplazando a los campesinos de sus tierras.

También he conocido a algunos campesinos cultivadores de café en el valle del Cauca, que

están a expensas de las fluctuaciones del mercado que determina el precio del café. Ambos

productos, la palma y el café, y también la caña, fueron importados a Colombia y han

cambiado profundamente la cultura, la economía, la geografía y la gastronomía del país.

Son una de las fuentes principales de dinero al país y prometen una ganancia a un pequeño

número de dueños mientras que los campesinos trabajan incansablemente para sobrevivir.

Además, los cultivos de caña, café y palma africana son vulnerables a los recientes cambios

climáticos.

Habiendo sido testigo de algunos cambios en tan poco tiempo, la inmediatez de las

consecuencias del cambio climático antropogénico – o el aumento del efecto invernadero

por el consumo de combustibles fósiles – quiero poner en diálogo esta realidad crítica con

la teología. Un texto bíblico que integra muchos temas bíblicos, incluso el tema de la nueva

creación, es el de Apocalipsis 21,1-4 que dice:

Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera

tierra habían desaparecido y el mar ya no existía más. Y vi la Ciudad santa, la

nueva Jerusalén, que bajaba del cielo y venía de Dios, preparada como novia

embellecida para su esposo. Y oí una potente voz desde el trono que decía: “¡Esta

es la morada de dios entre los hombres! Él habitará entre ellos, ellos serán su

pueblo y Dios mismo estará con ellos. Él secará toda lágrima de sus ojos y ya no

habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor, porque todo lo antiguo ya pasó.”1

Este texto nos presenta una visión del cielo nuevo y la tierra nueva. En este trabajo,

entonces, investigo la pregunta: ¿Cuáles son las contribuciones de las imágenes del cielo

nuevo y la tierra nueva (presentes en Ap. 21,1-8) a la crisis ecológica y social actual

causada por el cambio climático? Se debe tener en cuenta que la esperanza es la clave de

1 Biblia de la Iglesia en América.

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6

lectura que puede ofrecernos pistas para entender la realidad del calentamiento global

antropogénico con el fin de cuidar mejor la creación y mitigar dicho fenómeno. Voy a usar

el método de la investigación documental y voy a seguir la estructura del método pastoral

latinoamericano de ver, juzgar y actuar.

En el primer capítulo de esta investigación, voy a presentar un breve resumen del

desafío del cambio climático articulado en la encíclica del Papa Francisco Laudato Si’. Es

decir, en este capítulo voy a tratar de proveer un panorama del contexto actual de la crisis

que nos presenta el cambio climático y la responsabilidad humana de esta crisis. Para poder

empezar el diálogo entre la teología y la ciencia del clima, voy a desarrollar el presupuesto

de que el mundo es el lugar de la Revelación, que Dios se nos comunica a través de palabras

y hechos a través de la historia y desde nuestro contexto actual del cambio climático.

Después, voy a hacer un breve resumen de la historia de la naturaleza con énfasis en el

milagro de la vida, su fragilidad y su evolución hacia una especie consciente como lo es el

ser humano. Desde allí, voy a describir algunos de los efectos catastróficos del cambio

climático. Finalmente, voy a argumentar, como el Papa Francisco en Laudato Si’, que el

paradigma tecnocrático y las políticas que surgen de la ideología neoliberal son

responsables de la continua dependencia de combustibles fósiles, lo que contribuye al

efecto invernadero y al calentamiento global con todas sus consecuencias, como lo es el

cambio climático.2

En el segundo capítulo voy a tratar de hacer una comparación entre nuestro contexto

actual y el contexto de las comunidades receptoras del libro del Apocalipsis. Ambos, las

comunidades que recibieron el Apocalipsis y nosotros hoy en día, estamos confrontados

con unas estructuras políticas y económicas con pretensiones totalitarias. La respuesta a

este desafío presentado en el Apocalipsis puede ayudarnos hoy en día a como un fuente de

inspiración para formular lineamientos de acción a la crisis del cambio climático. Dos

temas en particular que podemos encontrar en el Apocalipsis pueden darnos pautas: la

afirmación de la creación y la esperanza activa dentro de la crisis. Voy a desarrollar estos

temas en las secciones siguientes.

2 Francisco, Laudato Si’, nº 107.

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7

Finalmente, el tercer y último capítulo presenta razones para tener esperanza desde

el contexto actual del cambio climático partiendo de los temas del Apocalipsis

desarrollados en el capítulo dos. Estas razones nos llevan a considerar la esperanza, que

nos llama a un compromiso a la acción para transformar la realidad actual. La segunda

sección de este capítulo presenta algunas recomendaciones prácticas y concretas para

mitigar los efectos más funestos del calentamiento global.

Esta investigación es importante porque se acerca a una realidad que afecta a todos.

Quizás es una lectura apocalíptica de la realidad actual que necesitamos hoy en día para

despertarnos y asumir la acción transformadora, y así construir relaciones más justas entre

seres humanos y entre la humanidad y la creación.

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8

CAPÍTULO I

LAUDATO SI’ Y EL DESAFÍO DEL CALENTAMIENTO GLOBAL ANTROPOGÉNICO

Como dice el sociólogo Zygmunt Bauman, estamos viviendo en una “época de

incertidumbre.”3 Los pronósticos de los científicos del clima describen una situación que,

en el sentido popular de la palabra, parece apocalíptica. Los encabezados de los periódicos

a veces hablan de que hemos llegado al precipicio o al punto de no retorno en la crisis del

calentamiento global.4 Para la cultura en general la palabra “apocalíptico” connota la

devastación y destrucción de los últimos tiempos. Pensar apocalípticamente en el sentido

popular, entonces, es pensar catastróficamente al hacer el análisis sobre el futuro, y las

investigaciones de los científicos del clima actuales nos dan muchas razones para pensar

así. El calentamiento global plantea una amenaza a nuestras sociedades, a nuestros modos

de vida y al mundo entero. Como cristianos, ¿qué hacemos frente de esta amenaza? ¿En

qué podemos esperar cuando planeamos e imaginamos el futuro? ¿Cómo hemos llegado a

esta realidad? ¿Es posible mitigar los efectos devastadores del calentamiento global?

Cuando los científicos del clima y científicos sociales predicen un futuro tan sombrío y

desolador, ¿en qué podemos poner nuestra esperanza?

1.1 Laudato Si’

En su primera encíclica independiente, Laudato Si’: Sobre el cuidado de la casa

común, el Papa Francisco utiliza una de las más altas formas de enseñanza de la Iglesia,

cuya autoridad sólo es superada por los documentos de un concilio ecuménico o por una

declaración dogmática pronunciada ex cathedra, para hacer un llamamiento a la

inmensidad y la urgencia del desafío que el calentamiento global presenta a todos los seres

humanos y al mundo. Laudato Si’ es una encíclica de la enseñanza social de la Iglesia y

sigue en la tradición de Rerum Novarum, de León XIII, que habló sobre los derechos de

los trabajadores en el siglo XIX; de Pacem in Terris, de Juan XXIII, que denunció la

proliferación nuclear y el peligro de la guerra en los años sesenta y de Populorum

3 El título del libro de Bauman es Tiempos Líquidos: vivir en una época de incertidumbre. 4 Hansen, “Game Over for the Climate”. McKibben, “Global Warming’s Terrifying New Math”. Holthaus,

“The Point of No Return: Climate Change Nightmares Are Already Here”. Knefel, “Apocalypse Soon: 9

Terrifying Signs of Environmental Doom and Gloom”.

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Progressio, de Pablo VI, que apoyó las aspiraciones de los pobres en los países en

desarrollo. Como una encíclica, Laudato Si implica la obligación por la parte de los fieles

católicos de estudiarla y reflexionar sobre sus implicaciones para la vida de los seguidores

de Jesús hoy en día. El Papa Francisco es muy claro: él no ahorra palabras para decir que

la explotación y degradación del medio ambiente y sus efectos sobre los pobres es el tema

crucial de nuestra época.

De hecho el Papa Francisco empieza con una presentación de la realidad, evitando

la evasión y aceptando la realidad como las investigaciones científicas la presentan: “Hay

un consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un

preocupante calentamiento del sistema climático.” 5 Empezando con esa realidad y

poniendo en diálogo las investigaciones científicas, sociales y teológicas, el Papa acepta

las conclusiones de la ciencia de que la actividad industrial de los seres humanos es

responsable por el calentamiento global en nuestra época, que el calentamiento es un

resultado de nuestra “cultura del descarte”.6

Hoy en día, el calentamiento global nos plantea un gran desafío. Nos pone frente a

necesidad de cambiar radicalmente nuestra manera de estar en el mundo si deseamos que

éste tenga continuidad. Por un lado está la realidad de una llamada a la conversión

ecológica hacia una ecología integral, que reconoce la interconexión de todas las cosas,

especialmente la necesidad de combinar el bienestar de los seres humanos con el bienestar

del planeta, como el Papa Francisco describe en Laudato Si’.7 Es decir, que “no hay dos

crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-

ambiental”.8 El calentamiento global antropogénico es un acontecimiento ecológico que

toca e implica cada ser humano. Los efectos de este calentamiento tocan especialmente a

los más vulnerables, pobres y excluidos. Los seres humanos son una parte integral de la

creación y, por eso, el cuidado de la naturaleza es también el cuidado del bienestar humano.

Por otro lado, están los que niegan que los seres humanos son responsables de los cambios

climáticos. Usualmente son los que tienen un interés en mantener el statu quo con sistemas

5 El Papa Francisco, Laudato Si’, 23. 6 Ibid., 22. 7 El Papa Francisco introduce el término de la “ecología integral” en el no. 124 de Laudato Si’. 8 El Papa Francisco, Laudato Si’, 139.

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del consumo de energía que dependen de combustibles fósiles y de las empresas

multinacionales que extraen estos combustibles de la tierra, los refinan y los venden en el

mercado, con lo que obtienen grandes beneficios.

1.2 la negación del cambio climático

Es importante notar aquí que negar el consenso científico sobre el calentamiento

global antropogénico, o el consenso de que las actividades humanas han contribuido al

calentamiento global, es algo muy diferente que ser escéptico frente a la ciencia. El

escepticismo es una parte fundamental del método científico, es un principio fundamental

de la ciencia. El escéptico considera la evidencia y llega a una conclusión, negando lo falso

y respaldando lo verdadero. Los que niegan la ciencia actual han llegado a la conclusión

de que el calentamiento global en nuestra época es solamente el resultado de procesos

naturales antes de considerar la evidencia. Ellos niegan cualquiera evidencia que va en

contra de sus creencias e intereses o en contra de su conclusión inicial. Hoy en día, una

minoría de voces tiene una influencia desproporcionada sobre el discurso del calentamiento

global. Ellos se benefician del statu quo, en donde la gran mayoría de nuestras industrias

depende del consumo de los combustibles fósiles (el carbón, el petróleo y gas natural),

dentro del crecimiento sin límites de sus mercados, y tienen un interés en mantenerlo.

1.3 El mundo como lugar de la Revelación

Antes de acercarnos a la realidad actual del calentamiento global con más detalle,

es importante destacar que es propiamente dentro de esta realidad, con todos sus retos y

desafíos donde podemos encontrar a Dios. Como cristianos, la reflexión teológica empieza

con la cristología, con la doctrina de la Encarnación y con el kerigma de la vida, muerte y

resurrección de Jesucristo. San Pablo enfatiza el fenómeno de la humanización de Dios en

la persona de Jesucristo: “Este evangelio se refiere a su Hijo, descendiente de la familia de

David, según la condición humana, constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu

santificador, a partir de la resurrección de los muertos: ¡Jesucristo, nuestro Señor!” (Rm

1,3-4). 9 Jesús nos revela a un Dios que participó en la condición humana hasta la muerte:

9 Biblia de la Iglesia en América.

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“Que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, que fue sepultado y que

resucitó al tercer día, según las Escrituras, que se apareció a Cefas y, más tarde, a los Doce”

(1 Co 15,3-5).

El Cristo que conocemos a través del misterio pascual es la Palabra divina de Dios,

la comunicación de Dios para nosotros y para toda la creación. La Palabra es el Λογος del

prólogo del evangelio de Juan, que participa en el acto de la creación y en el sostenimiento

de la vida en el mundo. En el misterio de la Encarnación, la Palabra encarnada de Dios se

convirtió en una criatura de la tierra, una unidad compleja de minerales y fluidos, un

elemento en los ciclos del carbono, oxígeno y nitrógeno, un momento en la evolución

biológica del planeta como todos los seres humanos. Jesús llevó dentro de sí mismo la

firma de las supernovas y la geología de la historia de la vida de la tierra.10 Dios se entregó

y entró en la historia; es decir, entró en un espacio y un tiempo particular, con todas sus

contingencias, que tiene por detrás toda la historia del cosmos y todo el proceso de

evolución hasta este punto. Como dice el Papa, la Palabra entró en nuestro contexto

particular:

Una Persona de la Trinidad se insertó en el cosmos creado, corriendo su suerte con él

hasta la cruz. Desde el inicio del mundo, pero de modo peculiar a partir de la encarnación,

el misterio de Cristo opera de manera oculta en el conjunto de la realidad natural, sin por

ello afectar su autonomía.11

Según los evangelios, Jesús, como Dios humanizado, es un acontecimiento y una

revelación de la divinidad radical en su identificación no solamente con toda la creación y

con los seres humanos, sino explícita y particularmente con los marginados, los pobres y

los excluidos. Utilizando categorías bíblicas, el teólogo José María Castillo explica que

Jesús es la imagen de Dios, la reproducción de la realidad de Dios, la Palabra de Dios, la

encarnación de Dios, el conocimiento de Dios, la debilidad y la locura de Dios, el

anonadamiento de Dios y un Dios que se identifica con el ser humano.12 En la persona

concreta de Jesús de Nazaret, encontramos a un Dios que sufre con nosotros pero que

también nos revela su plan de salvación, “con palabras y gestos.”13 Él nos despierta a

10 McDonagh, The Care for the Earth, 118-119. 11 El Papa Francisco, Laudato Si’, 99. 12 Castillo, La Humanización de Dios, 123-141. 13 Constitución Dogmática Dei Verbum Sobre la Divina Revelación, 2.

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confrontar las situaciones injustas y nos convoca en solidaridad para hacer el compromiso

de cambiar la situación.

Jesús nos revela a un Dios en sí trino, cuyas personas son interdependientes entre

sí y que intrínsecamente forman una comunidad. Dios trino (Padre, Hijo y Espíritu) nos

invita a la comunión entre nosotros y con Él mismo. La interdependencia y comunión entre

las procesiones de la Trinidad es modelo para nuestro actuar en el mundo, es decir, que

somos individuos y que vivimos en comunidades, pero la vida en común no pone en peligro

nuestra individualidad. El Papa Francisco dice que las narraciones bíblicas sugieren que

“la existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente conectadas:

la relación con Dios, con el prójimo y con la tierra.”14 A lo largo de las narraciones bíblicas,

el mundo viene de Dios y pertenece a Dios: “De Yahvé es la tierra y cuanto la llena, el orbe

y cuantos lo habitan” (Sal 24,1). Dios crea el orden, el balance y el equilibrio de la

naturaleza y nunca se retira de ella. Dios busca compartir el trabajo de la naturaleza con

los seres humanos, siempre fiel a su alianza. Nosotros somos llamados a vivir en relación,

en comunidad con el orden creado y con el Creador.15 La importancia de la comunión entre

los creyentes y con Dios ha sido un mensaje central de la predicación desde las primeras

comunidades cristianas: “eso que hemos visto y oído también se lo anunciamos a ustedes,

para que vivan en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre

y con su Hijo Jesucristo” (1 Jn 1,3). El teólogo Ronaldo Muñoz resume este texto diciendo

que “Dios nos acompaña en comunidad y en la comunidad nos alimenta la esperanza. Él

nos impulsa con su Espíritu de ánimo y cohesión, claridad y coraje para iniciar una nueva

vida y convivencia, para cambiar nosotros la situación opresiva y construir una sociedad

en solidaridad y justicia”.16

La humanización de Dios, o el vivir en comunión con la creación, tiene

consecuencias éticas y morales profundas. Si Dios se identifica con nosotros radicalmente

en su encarnación y anonadamiento, entonces nos encontramos a Dios en lo más

profundamente humano, en nuestra cotidianidad y en la experiencia de salir de nosotros

mismos para acercarnos a los demás, especialmente a los abandonados y a los más

14 El Papa Francisco, Laudato Si’, 66. 15 Acosta Rodríguez, Dios, Hombre, Creación: Hacia una Ecoteología Bíblica, 43-44. 16 Muñoz, 125.

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necesitados. Jesús, a través de su predicación y actuación, así como por el acontecimiento

de su muerte y resurrección de entre los muertos, nos invita a seguirlo para que el mundo

y toda la creación sean reconciliados con Dios definitivamente. Para saber cómo seguirlo

en nuestra época y dentro de nuestros contextos corrientes, tenemos que empezar con la

realidad del mundo para determinar las acciones morales que han de realizar los seres

humanos reales en el mundo real.

La fe cristiana es una fe íntimamente marcada por esta encarnación: “Para la

comprensión cristiana de la realidad, el destino de toda la creación pasa por el misterio de

Cristo, que está presente desde el origen de todas las cosas: « Todo fue creado por él y para

él » (Col 1,16).”17 De hecho nos encontramos con la Revelación de Dios en el mundo tal

como es. Nuestro trabajo teológico, entonces requiere que leemos los signos de los tiempos

a partir de los misterios de la encarnación y de la Santísima Trinidad.

Ahora bien, leyendo los signos de los tiempos, la realidad del calentamiento global

antropogénico, o el calentamiento climático por causa de decisiones y actividades

humanas, es un tema extremadamente urgente para el mundo tal como es, para nuestras

sociedades, para los pobres y excluidos y para toda la vida en el planeta Tierra. Por eso,

vale la pena tomar en cuenta la larga duración de la Tierra para apreciar mejor su unicidad

y la precariedad del don de la vida. Como lugar de revelación, vamos a investigar la

problemática social actual de los desafíos planteados por los cambios climáticos dentro de

un contexto de la absolutización de la lógica del mercado y de los niveles excesivos de

consumo.

1.4 El don de la vida en la Tierra

El planeta tierra es muy especial. Es un bien en sí mismo y: “un bien común, de

todos y para todos. A nivel global, es un sistema complejo relacionado con muchas

condiciones esenciales para la vida humana.”18 La Tierra ha visto, en sus 4.6 mil millones

de años de existencia, las maravillas de la historia de la vida acontecidas en enormes

intervalos de tiempo. En un cosmos inmenso y en expansión, la Tierra es el único planeta

17 Francisco, Laudato Si, 99. 18 Ibid., 23.

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que conocemos que tiene las condiciones adecuadas para sostener la vida. Si la vida surgió

por la acumulación de muchos accidentes químicos específicos en un solo lugar, como

algunos científicos creen, es fácil imaginar que sólo uno de cada mil millones de planetas

habitables podría acoger la vida.19 La tierra tiene una atmósfera, el océano, y plantas que

regulan la temperatura del planeta. El agua es uno de los elementos que hace posible la

vida. El agua cubre tres cuartas partes de la superficie terrestre de la Tierra en forma salada

y fluye en ríos, acuíferos subterráneos y pozos como agua dulce. También, corre por el

torrente sanguíneo de las creaturas y está presente en cada célula; el agua es esencial para

la vida biológica de toda criatura. Privados de agua, los seres vivos se marchitan;

alimentados por ella, se actualizan.”20 No habría vida sin agua.

La atmósfera y el océano, junto con el carbono, otro elemento básico y decisivo

para la existencia de la vida, contribuyen a un balance de la energía llamado “efecto

invernadero”. Sin el efecto invernadero, la Tierra sería un globo de hielo, de gases

congelados. Con sólo trazas de carbono en la forma de gas, anhídrido carbónico o CO2,

metano, óxidos de nitrógeno y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera, la

atmósfera funciona como una cobija, que asegura que no toda de la radiación del sol se

escape hacia el espacio.21 Estos gases atrapan el calor en la atmósfera. En otras palabras,

el efecto invernadero es la captura del calor del sol en la parte inferior de la atmósfera del

planeta debido a la mayor transparencia de la atmósfera a la radiación visible del sol que a

la radiación infrarroja emitida por la superficie del planeta. Los gases de efecto invernadero

permiten que la luz del sol y la radiación solar pasen a la superficie del planeta, pero son

opacos a la radiación infrarroja y no permiten que toda la radiación infrarroja de la

superficie del planeta se escape de la atmósfera hacia al espacio.22

En un balance de la energía muy delicado, llamado el ciclo del carbono, el planeta

Tierra tiene las condiciones necesarias para acoger la vida. Los Volcanes, la

descomposición de animales y plantas y fenómenos como los incendios forestales emiten

19 Davies, “Are We Alone in the Universe?” 20 Johnson, Ask the Beasts: Darwin and the God of Love, 135. 21 Cuando el carbono, por ejemplo, compone sólo 3 de cada 10,000 moléculas de la atmósfera o un 300ª de

1% de la atmósfera. 22 Por más información ver a Houghton, Jenkins y Ephraums, Climate Change: The IPCC Scientific

Assesment, 7 y Maslin, Global Warming: A Very Short Introduction.\

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carbono a la atmósfera en la forma de CO2. En procesos naturales como los de la

fotosíntesis las plantas captan y guardan CO2 de la atmósfera. El océano absorbe CO2 desde

la atmósfera y lo guarda como un mineral. Especies de algas coleccionan el CO2 absorbido

en el agua para construir sus conchas protectoras. Eso, con el paso del tiempo se transforma

en corales y después de miles de años en tiza y piedra caliza. De esta manera, el carbono

ha sido guardado como piedra caliza por eones, manteniendo la balanza delicada que hace

posible la vida en el planeta tierra. A veces, cuando las plantas y los animales mueren, son

enterrados en el fondo del océano o en el subsuelo y no se descomponen. Durante millones

de años, la calefacción y la presión los transforman en carbón, petróleo o gas natural.23

Grandes depósitos de carbón fueron formados en periodos diferentes y en lugares distintos.

En el periodo carbonífero, hace 359-299 millones de años, cuando algunos insectos y los

ancestros de pájaros, mamíferos y reptiles vivían en el tierra, bosques pantanosos

provinieron las condiciones ideales para la formación de carbón, captando su vegetación

(y el CO2 sintetizado en la vegetación) y transformándola en carbón, luego guardado muy

por debajo de la tierra en lo que hoy es Europa y la parte occidental de los Estados Unidos.24

La Tierra forma una parte integral del balance del ciclo de carbono. La Tierra está

viva, se respira. Él hemisferio del norte, con la mayoría de árboles de hoja caduca, permite

que el planeta inhale, los bosques con hojas nuevas en la primavera inhalan el CO2 de la

atmósfera. En el otoño, el planeta exhala cuando las hojas se caen y se desmoronan,

exhalando CO2 a la atmósfera de nuevo. Eso ha ocurrido decenas de millones de años y

forma otra parte de la balanza delicada de la vida; se llamada el ciclo global del carbono.25

Los árboles de los bosques, las algas del océano, los corales y el océano son depósitos de

carbono. El ciclo global del carbono mantiene el balance delicado que posibilita el

florecimiento de la vida en el planeta tierra. En Laudato Si, el Papa Francisco ofrece un

sumario de estos ciclos naturales que buscan el equilibrio:

Nos cuesta reconocer que el funcionamiento de los ecosistemas naturales es ejemplar:

las plantas sintetizan nutrientes que alimentan a los herbívoros: estos a su vez alimentan

a los seres carnívoros, que proporcionan importantes cantidades de residuos orgánicos,

23 Post, Peng, Emanuel, King, Dale y DeAngelis, “The Global Carbon Cycle”. 24

Andrews. Killing for Coal, 29-30. University of California Museum of Paleontology:

http://www.ucmp.berkeley.edu/carboniferous/carboniferous.php (accedido 12 de agosto 2015). 25 Tyson, Cosmos.

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16

los cuales dan lugar a una nueva generación de vegetales.26

Los otros planetas de nuestro sistema solar no tienen el mismo balance y,

consecuentemente, no tienen la vida como aparece en la Tierra. Venus, por ejemplo, el

planeta más próximo a la Tierra, tiene una atmósfera noventa veces más densa que la de la

Tierra. Sus nubes de ácido sulfúrico y su densa atmósfera de CO2 bloquean el flujo de

energía y no permiten que la radiación del sol se escape. Venus tiene un efecto invernadero

desbocado, es abrasador y no es hospitalario con la vida. La Tierra y Venus iniciaron más

o menos con la misma cantidad de CO2 en sus atmósferas. Con un desequilibrio, aunque

sea sutil, la atmósfera que hemos disfrutado podría transformarse en algo muy hostil a la

vida.27

Cuando hablamos de estas transformaciones o cambios climáticos, es importante

distinguir entre el tiempo – o la meteorología – y el clima. El tiempo es el estado del clima

en un lugar concreto y en un espacio concreto. Los meteorólogos pueden medir, por

ejemplo, la temperatura actual, la nubosidad, la presión del aire, la dirección o la velocidad

del viento; o la velocidad, la cantidad de lluvia o la precipitación de nieve en un lugar

específico en un momento específico. Por contraste, el clima es el tiempo meteorológico

promedio durante un largo período temporal. Los científicos del clima pueden determinar

la alta y baja temperatura promedio para una fecha determinada en un lugar determinado,

los máximos y mínimos de las cantidades y tipos de precipitación y la variación estacional

en un lugar determinado. Para medir los cambios en el clima, es necesario calcular los

promedios y las tendencias a largo plazo en los datos del tiempo pasado. Los científicos

del clima están observando un cambio detectable de la temperatura media, o del clima, de

la tierra que procede de la actividad humana. Y no es que estos cambios vayan a ser un

problema en el futuro: ya el clima está cambiando y estos cambios son ya un problema.

Los científicos dicen que hay un cambio en el clima observado y de allí ellos hacen

proyecciones de cambios climáticos en el futuro.

Por cierto, el clima de la Tierra siempre ha cambiado. Dentro del delicado balance

de la energía en el efecto invernadero, el clima ha cambiado con el tiempo. Estos cambios

usualmente han ocurrido por erupciones volcánicas masivas, que vomitan nubes de ceniza

26 Papa Francisco, Laudato Si’, 22. 27 Tyson, Cosmos.

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17

que bloquen la luz del sol y hacen un clima más frio para periodos largos. También los

cambios ocurren por la inclinación del eje de la Tierra, que afecta la cantidad de energía

solar que la tierra capta. También el clima ha cambiado por meteoritos que golpean la

superficie de la tierra. Todo eso es para decir que el clima es dinámico y cambia por razones

naturales, sin la interferencia de los seres humanos. Cinco de estas estancias de cambios

climáticos resultaban en extinciones masivas; los cambios producen mucho estrés para las

creaturas. Plantas y animales no son capaces de adaptarse cuando los cambios ocurren

rápidamente.28 Con todo, a pesar de las extinciones causadas por los cambios, la vida ha

encontrado una vía para avanzar y para multiplicarse. Con la variación genética y la

selección natural, la materia ha evolucionado en la dirección de la vida. Los científicos

proyectan que el clima corriente y muy hospitalario a la vida debería durar otros 40,000

años sin rupturas; es la expectativa de vida en el planeta Tierra.29

Todo ser vivo hoy proviene de la síntesis de un proceso evolutivo marcado por el

nacimiento, el cambio y la muerte. La Tierra no solamente soporta una gran diversidad de

formas de vida sino una vida muy compleja, que incluye la singularidad y el hasta ahora

culmen del proceso evolutivo: los seres humanos. Empezando con la teoría de evolución,

o de la selección natural de Charles Darwin, entendemos que la vida se orienta hacia una

vida comunitaria. La vida en el cosmos muestra una interdependencia entre los seres. Cada

especie surge desde otras especies y beneficia a otras por igual. No habría ninguna

evolución sin especies constantemente relacionándose entre sí en su entorno particular.30

La vida en la Tierra es profundamente interdependiente: “todas las criaturas están

conectadas, cada una debe ser valorada con afecto y admiración, y todos los seres nos

necesitamos unos a otros”. 31 Como observa Darwin, “es un hecho extraordinario, lo

extraordinario del cual tenemos propensión a pasar por alto por estar familiarizados con él,

que todos los animales y todas las plantas, en todo tiempo y lugar, estén relacionados entre

sí en grupos subordinados a otros grupos, en la manera en que los contemplamos por

doquier.”32

28 Houghton, Jenkins y Ephraums, Climate Change: The IPCC Scientific Assessment, 283. 29 Tyson, Cosmos. 30 Johnson, Ask the Beasts: Darwin and the God of Love, 120. 31 El Papa Francisco, Laudato Si’, 42. 32 Charles Darwin. On the Origin of Species, 123.

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18

Hemos tenido las condiciones ideales para que la evolución siga en marcha y en un

resultado inesperado, este proceso ha llegado a un animal consciente, la especie homo

sapiens que surgió entre hace 100,000 y 200,000 años en África. Los biólogos dicen que

con los seres humanos el universo se ha vuelto consciente de sí mismo. La materia física

de las galaxias ha evolucionado hacia la vida biológica de las especies vivas que, a su vez,

ha evolucionado hacia la conciencia y autoconciencia. 33 Homo sapiens es la primera

especie auto-reflexiva, con capacidades lingüísticas y simbólicas sin precedentes. Con la

conciencia vinieron las sensaciones de gozo y sufrimiento, placer y dolor. Los seres

humanos son capaces de interpretar estas sensaciones y experiencias para darle sentido a

sus vidas. Juan Masiá Clavel sugiere que “lo característico humano no es situarse por

encima de otras especies animales, sino oscilar en una doble posibilidad: colocarse por

encima o por debajo, humanizarse o deshumanizarse.”34 Ahora bien, el ser humano, “no es

solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse, de darse libremente y de

entrar en comunión con otras personas”.35 Esta doble posibilidad nos pone frente algunas

de las dualidades que habitan la mente humana. Los seres humanos tienen la libertad para

elegir entre la formación de vidas interrelacionadas en comunidades y el egoísmo, la

destrucción de la vida de los demás, del medio ambiente y de sí mismos. Pueden ver la

creación con ojos arrogantes, objetivarla en una manera utilitaria o con ojos pacientes y

amorosos, prestarle especial atención a la realidad de una manera que la reverencie. Son

también capaces de alabar a Dios con la conciencia de que están siendo creados y

mantenidos en la existencia por la Palabra de Dios, que su vida y la vida de su entorno es

un don gratuitamente derramado. Pero también son capaces de negar está realidad

trascendental. Y desde la perspectiva teológica, como hemos indagado arriba, Dios se

entregó y se encarnó como uno de estos seres humanos, Jesús de Nazaret.

El clima y los ciclos naturales tienen un rol esencial en la evolución de la vida y en

el florecimiento de los seres humanos. El periodo holoceno que estamos aprovechando

actualmente entre épocas glaciales está caracterizado por un clima extremamente favorable

a la vida. Este periodo ha sido provechoso para el descubrimiento de la tecnología necesaria

33 Johnson, Ask the Beasts: Darwin and the God of Love, 290. 34 Masiá Clave, “Sentirse culpable ante alguien”, 6. 35 Catecismo de la Iglesia Católica, 357.

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19

para la agricultura y ha visto la transición del nomadismo a la división del trabajo, las

ciudades, la cultura, las civilizaciones y los imperios. Todos los sistemas que tenemos

actualmente, como el agrícola o el urbano, dependen de este clima muy estable. Pero es

cada vez más evidente que nuestro uso de los recursos naturales dentro de estos sistemas

no refleja los procesos naturales por los cuales todas las cosas nacen, crecen, mueren y

vuelven a la tierra para formar un nuevo comienzo y una nueva creación porque el aumento

del carbono en la atmósfera no corresponde con los ciclos naturales. Estamos perturbando

el equilibrio natural y esto está teniendo consecuencias desastrosas.

1.5 El cambio climático antropogénico y sus efectos

Hoy en día los científicos del clima están observando y midiendo un rápido

aumento, sin precedentes en la historia humana, de CO2 en la atmósfera terrestre y un

calentamiento del clima a nivel global. La Tierra no ha visto algo así desde hace tres

millones de años. El oceanógrafo Charles David Keeling observó por primera vez un

impresionante aumento de los niveles de CO2 que prevaleció durante el auge de la

agricultura y de la civilización en 1958 a partir de mediciones tomadas desde su

observatorio de Mauna Loa, Hawaii.36 La “Keeling Curve” o la curva de Keeling es una

gráfica que mide la concentración de CO2 en la atmósfera a través del tiempo. Otra gráfica

más reciente, el “hockey stick graph” o “gráfica de palo de hockey” del científico del clima

Michael Mann, demuestra cómo la temperatura media mundial empezó a aumentar de

manera inesperada en el siglo XX. Ese aumento coincide con la emisión, sin precedentes,

de CO2 y otros gases invernaderos a la atmósfera, lo que lleva a la conclusión de que el

calentamiento es el resultado de la actividad industrial a partir de la revolución industrial.

Cada generación ha consumido más combustibles fósiles y ha expulsado más gases

invernaderos a la atmósfera. Y existe una relación directa entre la emisión de gases

invernaderos y el calentamiento; con más gases invernaderos en la atmósfera viene más

calentamiento, con los efectos más devastadoras para la vida que hemos conocido. Con la

deforestación y la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural), estamos

36 Howe. Behind the Curve: Science and the Politics of Global Warming, 20.

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20

alterando el equilibrio. Estamos extrayendo el carbono de la tierra y lo estamos poniendo

en la atmósfera de una manera tan rápida que los procesos naturales no pueden quitarlo. El

estilo de vida en las sociedades postindustriales, que depende del consumo desordenado de

combustibles fósiles, está perturbando el ciclo de carbono. Los árboles, el océano y la

atmósfera no pueden contener todos los gases invernaderos que estamos emitiendo. En

consecuencia, estamos también perturbando el efecto invernadero y estamos provocando

un calentamiento cada vez más rápido del planeta. Una estimación muy confiable es que

la temperatura media de la tierra ha aumentado 0.93º C entre los años cincuenta y 2005.37

No parece mucho, pero es un cambio que se está realizando rápidamente y aún pequeños

cambios en la temperatura media de la tierra vienen con efectos adversos para la vida tal

como hoy la conocemos.

Hoy en día, 97.1% de las investigaciones publicadas y revisadas por expertos o

científicos del clima atribuyen los recientes aumentos de gases de efecto invernadero en la

atmósfera y el subsiguiente calentamiento global a las actividades humanas, a saber,

nuestra dependencia de los combustibles fósiles para la energía. Una de las fuentes más

confiables de información sobre las investigaciones científicas actuales es The

Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC). Es el organismo internacional

principal para la evaluación del cambio climático, establecido por la Organización de las

Naciones Unidas (ONU) y the World Meterorological Organization (WMO) en 1988 para

proveer un panorama científico sobre el estado actual del conocimiento de los cambios

climáticos y sus impactos medio ambientales y sociales potenciales.38 Según el IPCC,

cuando hablamos del calentamiento global, estamos hablando del aumento de la

temperatura promedio global. Estamos añadiendo energía al sistema climático y eso crea

un clima más cálido y húmedo. En la comunidad científica hay un consenso de que hay un

factor antropogénico que contribuye el calentamiento global que la Tierra ha

experimentado desde la revolución industrial hacia el presente.39 La comunidad científica

llega a su consenso mirando la convergencia de varias líneas independientes de evidencia

37 Rohde, Muller, Jacobsen, Muller y Perlmutter, “A New Estimate of the Average Earth Surface Land

Temperature Spanning 1753 to 2011”, 1. 38 IPCC, http://ipcc.ch/organization/organization.shtml. 39 Cook, Nuccitelli, Green, Richardson, Winkler, Painting, Way, Jacobs, Skuce. “Quantifying the

Consensus on Anthropogenic Global Warming in the Scientific Literature”, 6.

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21

como el aumento de la temperatura a lo largo del tiempo, la disminución glaciar, la

disminución del hielo marino, el aumento en el contenido de calor del océano y el aumento

del nivel del mar. Los científicos del clima usan métodos e instrumentos como el análisis

de los conjuntos de datos paleo-climáticos de los anillos de árboles – núcleos de hielo y

coral – los datos históricos y las lecturas del termómetro del pasado reciente. Ello los ha

llevado a la conclusión de que la Tierra se está, sin duda, calentando. El océano está

absorbiendo carbono desde la atmósfera y está cambiando la química del mar. La tasa

actual de cambio en el pH del océano es más rápida que en cualquier otro momento de los

últimos 65 millones de años, si no de los últimos 300 millones años, lo que amenaza la

vida de corales y peces. Las capas de hielo en la Antártica y en Groenlandia están perdiendo

hielo a una tasa creciente y el flujo de hielo descargado al océano se está acelerando y va

produciendo un “feedback loop” que consiste en que la oscura superficie del océano

absorbe más radiación que la superficie pálida del hielo y de la nieve; y cuando hay más

superficie oscura, el océano absorbe más calor, lo que da lugar a un calentamiento global

más rápido. Los satélites miden la gravedad cada vez más débil sobre los glaciares, ya que

se derriten. El reciente derretimiento de los glaciares es el más grande que habido en los

últimos 4000 años. Los científicos también han observado temperaturas medias mensuales

de niveles récord, o máximas históricas. Algunos lugares geográficos han experimentado

olas de calor cuando estas altas temperaturas duran tres días o más.40 Aunque los científicos

sistemáticamente tienden a subestimar los efectos e impactos de los cambios climáticos,

porque quieren contrarrestar las tendencias alarmistas, los modelos climáticos de los

expertos proyectan más calentamiento en el futuro con consecuencias desastrosas si

continuamos consumiendo combustible fósil como lo hacemos hasta ahora.

Es importante recordar, sobre todo, que los pobres y excluidos sufren las

consecuencias del calentamiento global desproporcionadamente y a veces los cambios

climáticos directamente amenazan sus vidas.41 El cambio climático no siempre se genera

donde su impacto se sintió más. Es decir, la mayoría de la población mundial que no vive

en los países de alto desarrollo industrial sufre desproporcionalmente los efectos del

40 Coumou , Robinson y Rahmstorf, “Global increase in record-breaking monthly-mean temperatures,” 1. 41 Pontificia Academia Scientiarum, “Declaration of Religious Leaders, Political Leaders, Business

Leaders, Scientists and Development Practitioners”.

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22

calentamiento global, aunque no son los más responsables (no consumen mucho de

combustibles fósiles en sus vidas cotidianas) del calentamiento. Las diferencias en la

vulnerabilidad y en la exposición a dichos cambios climáticos se deben a factores no

climáticos como las desigualdades sociales producidas por los procesos de desarrollo

desiguales. Las personas que son marginadas social, económica, cultural, política e

institucionalmente son especialmente vulnerables al cambio climático. Su vulnerabilidad

usualmente es debida a las desigualdades en el estatus socioeconómico y a la

discriminación por motivos de género, clase, etnia, edad y capacidad. Un informe de la

Pontificia Academia Scientiarum advierte con urgencia que:

Este siglo está en camino de ser testigo de cambios ambientales sin precedentes. En

particular, los cambios climáticos proyectados o, más apropiadamente, perturbaciones del

clima, cuando se combinan con las extinciones de especies masivas y la destrucción de

los ecosistemas, dejarán, sin duda, sus marcas indelebles en la humanidad y la naturaleza.

Ya en 2100, habrá una probabilidad no despreciable de los impactos climáticos

irreversibles y catastróficos que pueden durar más de miles de años, planteando la

cuestión existencial de si la civilización tal como la conocemos se puede extender más

allá de este siglo. Corremos el riesgo de aumentar la probabilidad de impactos graves,

generalizados e irreversibles para las personas y los ecosistemas.42

El calentamiento global antropogénico ya está poniendo en una crisis de seguridad

a toda la comunidad de vida en el planeta Tierra. Aunque la distancia de los problemas

inmediatos en el espacio y el tiempo puede hacernos inconscientes o indiferentes, la verdad

es que el calentamiento global nos implica a todos y tenemos que encontrar una manera de

asumir colectivamente la solución del problema. Las malas decisiones que tomamos hoy

tendrán consecuencias para al menos las próximas 300 generaciones de seres humanos;

porque cada vez que hay una cantidad excepcional de CO2 en la atmósfera, se necesita

mucho tiempo para eliminarla.43

Los sectores afectados por los cambios climáticos son la agricultura, el agua, la

salud humana, la energía, el transporte, los bosques y los ecosistemas.44 Por un lado, el

aumento del CO2 contaminante en la atmósfera provoca un peligro para la salud pública,

que aumenta el riesgo de enfermedades respiratorias. En varias regiones, los cambios en la

42

Dasgupta, Ramanathan, Raven, Sánchez Sorondo, Archer, Crutzen, Léna, Lee, Molina, Rees, Sachs y

Schellnhuber, “Climate Change and the Common Good: A Statement of the Problem and the Demand for

Transformative Solutions”, 1.

44 Melillo; Richmond e Yohe, Eds., Climate Change Impacts in the United States, 68.

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23

precipitación o el derretimiento de la nieve y el hielo están alterando los sistemas

hidrológicos y están afectando los recursos hídricos en términos de cantidad y calidad. Por

el otro lado, el ascenso del nivel del mar, por ejemplo, podría desplazar hasta 850 millones

de personas que viven en áreas costeras e islas. Es muy probable que, con un aumento de

entre 2º C y 4º C en las décadas subsiguientes, vayamos a ver migraciones masivas de estos

desplazados. El ascenso del nivel del mar hace más probable que las mareas de tormenta

de huracanes alcancen cada vez más lejos a la tierra adentro y causen más destrucción. Las

islas del pacífico de baja altitud van a estar en más riesgo de tormenta, mareas altas y de

inmersión total. Una atmósfera más cálida sostiene más humedad, lo que crea un mayor

riesgo de fenómenos meteorológicos extremos como ciclones y huracanes. Ahí tenemos el

caso del huracán Sandy que causó pérdidas por $18 millones de dólares, según algunas

estimaciones, en la costa este de los Estados Unidos en 2012. Habrá vientos más fuertes

con velocidades máximas más rápidas. También se hace probable que caigan lluvias más

intensas y se produzcan inundaciones repentinas. Las zonas húmedas serán más húmedas

y las secas, más secas. Habrá una mayor probabilidad de calor, de sequías, de incendios

forestales y de pérdida de cosechas. Las temperaturas del calor récord se producirán con

más frecuencia y durarán más. Además, las poblaciones de los escarabajos de pino que

consumen y matan la corteza de los pinos están aumentando porque pueden sobrevivir a

los inviernos más cortos y más suaves. Otras plagas que destruyen la cosecha, como el

tizón de la papa y la polilla de la vid europea, así como los cambios en las estaciones de

cultivo pueden dar lugar a la escasez de alimentos y a la hambruna. Con el océano

absorbiendo CO2 de la atmósfera, el consiguiente aumento de los niveles de su acidez está

poniendo en riesgo la fauna marina y la pesca, una fuente de alimentación y de trabajo para

un gran porcentaje de la población mundial. Muy probablemente habrá extinciones masivas

de especies de plantas y animales. Algunos científicos están diciendo que estamos ya

entrando en la sexta gran extinción en la historia del planeta Tierra. Hasta el 40% de las

especies podría estar en riesgo de extinción a finales del siglo, porque hay límites en la

capacidad de una especie para adaptarse al rápido cambio climático.45

45 Climate Change 2014: Impacts, Adaptation, and Vulnerability.

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24

En resumen, los impactos del clima que los seres humanos van a sentir más incluyen

la alteración de los ecosistemas; la interrupción de la producción de alimentos y el

suministro de agua; daños a la infraestructura y los municipios; la enfermedad y la

mortalidad. Como vemos, todo esto trae consecuencias para la salud mental y el bienestar

humano. Riesgos relacionados con el clima exacerban otros factores de estrés, a menudo

con resultados negativos para los medios de vida, especialmente para las personas que

viven en la pobreza. Riesgos relacionados con el clima afectan a la vida de los pobres

directamente a través de impactos en los medios de vida, la reducción de la producción de

los cultivos, o la destrucción de viviendas. Los pobres serán afectados indirectamente, por

ejemplo, a través del aumento de precios de los alimentos y la inseguridad alimentaria.

Existe también una vinculación entre los cambios climáticos y el aumento de los conflictos

violentos. Según un estudio de los proceedings of the National Academies of Science, una

sequía en la región alrededor de Siria puso a los ciudadanos de Siria en una crisis

económica aumentada por el influjo de emigrantes huyendo de la violencia en Iraq. Esto

provocó el descontento y generó protestas violentas y finalmente jugó un papel, entre otros

factores, en el estallido de la guerra civil que comenzó en el país en 2011.46 En otras

palabras, el calentamiento global antropogénico plantea un riesgo grave para la civilización

tal como la conocemos.

1. 6 El paradigma tecnocrático

El calentamiento global antropogénico y la crisis ecológica de la Tierra no

son una casualidad. Como dice Antonio González, la crisis no es el producto de, “simples

decisiones individuales de personas perversas”. 47 Es decir, que la crisis es una

consecuencia del pecado estructural, o de las “estructuras de iniquidad” en donde nos

comprometemos, a veces inconscientemente.48 En cierta medida, el peligro que corre la

Tierra y las sociedades humanas emerge no sólo por hechos intencionales y malvados sino

también por una sumisión a las fuerzas que parecen independientes y científicas, fuerzas

económicas, políticas y tecnológicas. Es la consecuencia de “la tendencia, no siempre

46 Kelley; Mohtadi; Cane; Seager y Kushnir. “Climate change in the Fertile Crescent and implications of

the recent Syrian drought,” 3241-3246. 47 González, 68. 48 El Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 59. 202.

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25

consciente, de constituir la metodología y los objetivos de la tecnociencia en el paradigma

de comprensión que condiciona la vida de las personas y el funcionamiento de la

sociedad”.49 No obstante, hay que tener en cuenta que es sólo una minoría quien aprovecha

esta tendencia desde posiciones de poder. Esta minoría tiende a usar su influencia de

manera desproporcionada para mantener el statu quo. Esta minoría es defensora de nuestra

manera de organizarnos como sociedades, que el Papa Francisco denomina el “paradigma

tecnocrático” y que está dominada por las teorías e ideologías del mercado y del flujo de

dinero. Dentro de este paradigma, maximizar ganancias y promover el crecimiento de los

mercados por el consumo tienen prioridad sobre el bien común de los seres humanos y el

bienestar de la creación. Es un sistema que, “estando obligado a crecer, no dispone en sí

mismo de ningún mecanismo para paliar las consecuencias medioambientales de ese

crecimiento”.50 Este sistema no tiene en cuenta el bien común ni los límites que la realidad

ecológica le impone y causa la perturbación del equilibrio de los sistemas naturales,

especialmente el del carbono y del efecto invernadero. Como consecuencia, el ambiente

humano y el ambiente natural se deterioran juntos.51

Dado que existe una relación directa entre el consumo de combustibles fósiles, la

destrucción de los bosques y el calentamiento global, y dado que el clima de la Tierra se

está calentando, debería ser obvio que los países postindustriales y las grandes industrias

frenaran su consumo de combustibles fósiles e invirtieran en la investigación y desarrollo

de energías alternativas. Pero todavía no han optado por energías alternativas y, en general,

están optando por mantener el statu quo. Como dice Laudato Si:

El sistema industrial, al final del ciclo de producción y de consumo, no ha desarrollado la

capacidad de absorber y reutilizar residuos y desechos. Todavía no se ha logrado adoptar

un modelo circular de producción que asegure recursos para todos y para las generaciones

futuras, y que supone limitar al máximo el uso de los recursos no renovables, moderar el

consumo, maximizar la eficiencia del aprovechamiento, reutilizar y reciclar.52

Aunque existe un consenso científico y las Naciones Unidas y el Papa Francisco

aceptan la ciencia y la conexión integral entre el bienestar del planeta y el bienestar de los

seres humanos, una minoría poderosa con un interés personal está resistiendo cualquier

49 El Papa Francisco, Laudato Si’, 107. 50 González, Reinado de Dios e Imperio, 68. 51 El Papa Francisco, Laudato Si’, 48. 52

Ibid., 22.

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26

acción para mitigar la situación.53 Este grupo, compuesto por petroleros y miembros de las

industrias del carbón y de la energía eléctrica, está realizando una campaña para generar

incertidumbre sobre la ciencia y últimamente para negar que los seres humanos sean

responsables de los cambios climáticos actuales y futuros. Ellos quieren hacer tanto dinero

como pueden mientras todavía esté allí para tomarlo. Esto significa que ellos tienen el

interés, en general, de extraer todo el carbón, petróleo y gas natural posible a pesar de que

ésta es la acción que acelera el ritmo del cambio climático y agrava sus consecuencias

calamitosas.

Los petroleros y los políticos que los apoyan están dentro del paradigma

tecnocrático, o dentro de la lógica del mercado capitalista, neoliberal.54 El neoliberalismo

está caracterizado por sus políticas de desregulación, por la libertad económica como un

absoluto, por la teoría económica del derrame, por el rechazo sistemático de la intervención

o de inversiones sociales del Estado, por la ignorancia del bien común o de la ética de la

economía, por la reducción del ser humano al consumo y por el crecimiento incontrolado.55

Según este paradigma, el ser humano individual es la medida de todas las cosas, está

encima de toda la creación. Sus defensores tienen una noción distorsionada de la

individualidad en cuanto que estiman que el interés individuo supera el bienestar de la

comunidad, la sociedad o la naturaleza. Todas las cosas se vuelven objetos para utilizar y

para vender. Se considera que los deseos del individuo están por encima de la humanidad

de los demás y de las estructuras de la realidad. Es un paradigma motivado por el ideal de

la estandarización de la producción, de los mercados y del consumo. Depende de una

noción de que los recursos son ilimitados y entiende el desarrollo humano como el

crecimiento del control y dominio sobre la naturaleza.

Las relaciones internacionales de globalización tienen en su fondo toda la historia

de la ilustración y de la modernidad en Occidente. El mayor logro de esta versión de la

historia no son la persona ni la tierra o la creación, sino el progreso material ilimitado. Es

un proceso de descubrimientos científicos y una visión del mundo empírico-racional que

ha facilitado la transformación de elementos de la tierra en mercancías y productos para

53 Ver el UN Framework Convention on Climate Change, el Kyoto Protocol y Laudato Si. 54 Francisco, Laudato Si’, 109. 55 Klein, This Changes Everything: Capitalism Vs. The Climate, 39-40. El Papa Francisco, Evangelii

Gaudium, 54-54; 202-203. González, Reinado de Dios e Imperio, 69.

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27

vender y para consumir. Eso implica la mercantilización y la explotación de la naturaleza

y de los campesinos que trabajan con la tierra. Todo existe como un recurso, ya sea como

recurso material o como recurso humano, para ser explotado en beneficio inmediato de los

dueños de las propiedades y de los que controlan la tecnología.

En otras palabras, el neoliberalismo alienta un proceso de explotación donde una

minoría gana a costa de los demás. Este proceso se está moviendo hacia una mayor

privatización – la minoría de ricos y poderosos usa las estructuras del Estado para proteger

su estatus y para legitimar sus reclamaciones. En esta visión, el Estado opera facilitando

los intereses de esta clase, no para el bien común sino para su bien. Las personas se pierden

en este sistema, son reducidas a fungir sólo como obreros y consumidores; y aunque los

productores y consumidores están estrechamente vinculados, su relación está sostenida por

los mecanismos del Estado: impuestos, tratados, concesión de licencias, deudas, etc. En

palabras del Papa Francisco, es una “economía de la exclusión”. 56 La lógica del

neoliberalismo genera una desigualdad creciente. El consumo excesivo de los países

postindustriales no es sostenible y “llevaría a situaciones regionales complejas, por las

combinaciones de problemas ligados a la contaminación ambiental, al transporte, al

tratamiento de residuos, a la pérdida de recursos, a la calidad de vida”.57

En las relaciones actuales de globalización, caracterizadas por las leyes del

neoliberalismo, la humanidad y personalidad del otro están reducidas a su capacidad de

contribuir al funcionamiento de la economía o, mejor dicho, a su capacidad de consumo.

El advenimiento de identidades nacionales y el nacionalismo, la creación de los estados

constitucionales y el proceso de globalización marcado por la importancia de la economía

controlada por la banca internacional con sistemas de impuestos y acuerdos

internacionales, así como la homogenización o aplanamiento de estas relaciones de

intercambio, tienden a esconder al pobre y a la naturaleza en la base de todas estas

relaciones. Los obreros, mantenedores esenciales de este sistema, están enterrados bajo la

burocracia, las regulaciones y las instituciones.

56 Francisco, Evangelii Gaudium,202. 57 Idem., Laudato Si’, 50.

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28

Los promotores de este sistema no se oponen a sembrar la desconfianza, a la

manipulación, la dominación, la opresión social y aún al empleo de la violencia para

mantener su posición de poder en relación con los demás. En el capitalismo, los mercados

siempre necesitan expandirse para poder competir mejor con los demás y, con ello, pare

sobrevivir en medio de la selva social.58 Muchas veces se involucran con un pensamiento

miope y con una mala planificación en la búsqueda de beneficios inmediatos. El comercio

internacional y los patrones de consumo se inclinan a su favor con mercados globales de

intercambio que requieren el embarque de mercancías de puerto a puerto y el consumo de

mucho carbón. Esto es un uso ineficiente y derrochador de los recursos. Su gestión y

regulación está típicamente inadecuada y no se prioriza la protección de las necesidades de

los más pobres. Los grandes empresarios representan y perpetúan una comercialización sin

control, pero dentro de un medio ambiente que tiene límites reales.

1.7 Conclusión: los límites de la situación actual

Hemos llegado desde la búsqueda del equilibrio en el orden natural a una situación

de desorden, caos, desequilibrio y desigualdad. La vida en la Tierra, que tiende a la

interrelación y a la colectividad está dando paso a la valoración del individualismo de los

seres humanos. En el paradigma tecnocrático, el desarrollo equivale al consumo de más

recursos del medio ambiente, incluso de los combustibles fósiles (una acción que está

generando el efecto invernadero y que está calentando la Tierra). Hemos llegado a los

límites del crecimiento y el statu quo no es sostenible. Además, la crisis medioambiental

actual es la responsabilidad de las acciones humanas, no un castigo de Dios. Pero, dado

una realidad que parece, en el sentido popular de la palabra, ‘apocalíptica’, ¿en qué

podemos poner nuestra esperanza?

58 González, Reinado de Dios e imperio: Ensayo de teología social,

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29

CAPÍTULO II

LA ESPERANZA EN EL CIELO NUEVO Y LA TIERRA NUEVA

El capítulo anterior describió los fenómenos de la creación y la evolución en el

planeta Tierra como una narración de ascenso hacia la conciencia de la creación misma en

la especie homo sapiens y de una cierta decadencia cuando los seres humanos empiezan a

apartarse de los ritmos de la creación y del equilibrio de la naturaleza, a transformar la

creación en propiedad privada y mercancía. De hecho, el dominio, la manipulación, la

explotación y el deterioro de la creación ha llegado a los límites. En particular, el consumo

de combustibles fósiles ha aumentado el efecto invernadero y, por consecuencia, el planeta

Tierra se está calentando. Y, lo que es más, el calentamiento global pone a la creación y la

vida en la Tierra en riesgo. Seguramente, las culturas occidentales y posindustriales están

fundamentadas en las relaciones del mercado y del consumo y los cristianos también

pertenecen a estas culturas.

La pregunta, entonces, es, tomando las palabras de Ernst M. Conradie: “¿qué

deberían hacer los cristianos cuando ya es demasiado tarde para evitar un desastre

climático? ¿Qué pasa si ellos están profundamente implicados en las causas fundamentales

del cambio climático?”59

2.1 La Sagrada Escritura: la fuente normativa de la revelación

Para empezar a contestar estas preguntas, vamos a acercarnos a la fuente normativa

de la revelación, la Sagrada Escritura. Como dije arriba, la constitución dogmática Dei

Verbum, del Segundo Concilio Vaticano enfaticé que Dios se revela, “con palabras y

gestos.”60 Discernir la revelación de Dios dentro de nuestros contextos es, entonces, un

trabajo activo no la recepción pasiva de algunos dogmas. Tenemos que poner la Sagrada

Escritura en diálogo con los contextos y los signos de nuestros tiempos. El Papa Benedicto

XVI, en su Exhortación Apostólica Postsinodal, Verbum Domini, recomienda que

59 Conradie, “Formas contemporáneas apropiadas de apocalíptica”, 425. 60 Constitución Dogmática Dei Verbum sobre la Divina Revelación, 2.

Page 30: LAUDATO SI’ Y LA ULTIMAVISIÓN DEL APOCALIPSIS EN …

30

pongamos la sagrada Escritura en diálogo con la Creación y que miremos a la Creación a

través del prisma de la revelación:

El compromiso en el mundo requerido por la divina Palabra nos impulsa a mirar con ojos

nuevos el cosmos que, creado por Dios, lleva en sí la huella del Verbo, por quien todo fue

hecho (Jn 1,2). La revelación, a la vez que nos da a conocer el plan de Dios sobre el

cosmos, nos lleva también a denunciar las actitudes equivocadas del hombre cuando no

reconoce todas las cosas como reflejo del Creador, sino como mera materia para

manipularla sin escrúpulos. (…) En esta perspectiva teológica, deseo retomar las

afirmaciones de los Padres sinodales, que han recordado que “acoger la Palabra de Dios

atestiguada en la sagrada Escritura y en la Tradición viva de la Iglesia da lugar a un nuevo

modo de ver las cosas, promoviendo una ecología auténtica, que tiene su raíz más

profunda en la obediencia de la fe…, desarrollando una renovada sensibilidad teológica

sobre la bondad de todas las cosas creadas en Cristo”. El hombre necesita ser educado de

nuevo en el asombro y el reconocimiento de la belleza auténtica que se manifiesta en las

cosas creadas.61

La sagrada Escritura, entonces, puede ayudarnos a ver la realidad de crisis ecológica con

ojos nuevos. Vamos a hacer una reflexión a partir del texto del libro del Apocalipsis 21,1-

8 en clave de esperanza para poner en evidencia sus aportes a nuestra lectura de la realidad

del calentamiento global antropogénico.

2.2 ¿Por qué el libro del Apocalípsis?

Nos vamos a acercar al libro de Apocalipsis. “Apocalíptico” es un término

ampliamente usado en la cultura popular, en donde algunos periodistas y comentaristas

describen estos tiempos y los tiempos que vienen como tiempos apocalípticos. Para ellos,

el adjetivo apocalíptico connota la devastación y las guerras de la condenación final. Ellos

usan el adjetivo apocalíptico para describir una situación de límite y una situación con

grandes desafíos, una situación en donde algunas fuerzas tienen el potencial de transformar

nuestra realidad, de destruir el mundo tal como lo conocemos. Es una descripción razonable

dados los pronósticos de los profetas de nuestra época, los científicos del clima y los

sociólogos que estudian los efectos del calentamiento global:

la escasez crónica de agua, la desertización, las inundaciones, las altas temperaturas en

todo el interior que producirán pérdidas constantes de las cosechas, la afluencia de los

refugiados por el clima a las zonas costeras que ya están densamente pobladas, los

conflictos por la escasez de recursos y la protección de los privilegiados en comunidades

valladas.62

61 Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Postsinodal Verbum Domini, no. 108. 62 Conradie, “Formas contemporáneas apropiadas de apocalíptica”, 424.

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31

Este uso del adjetivo apocalíptico de esa manera demuestra la influencia perdurable

del libro del Apocalipsis a lo largo de la historia. Muchas personas asocian el Apocalipsis

con sus visiones fantásticas de los cuatro caballos, blanco, rojo, negro y amarillento (Ap

6,1-8); del “granizo y fuego mezclado con sangre” (Ap 8,8); de las “langostas de la

humareda” (Ap 9,3); del Dragón y su batalla en el cielo contra Miguel y sus ángeles (Ap

12); de una bestia que sale del mar y de una bestia que sale de la tierra (Ap 13); de siete

plagas destructivas sobre la tierra (Ap 15-16) y del juicio final de Satanás (Ap 20,7-10).

Estas imágenes juegan un papel importante en la trama del Apocalipsis; pero, más que un

mensaje de destrucción y muerte inminente, el Apocalipsis tiene un mensaje extremamente

esperanzador para los que están en situaciones difíciles.

Además, en lugar de leer el Apocalipsis como un libro de la muerte, un libro en el

que vemos la actualización de un pasado destructivo, deberíamos, en cambio, interpretarlo

como una declaración de lo que Dios todavía tiene reservado para la creación, una

declaración de lo que Dios ha hecho y que todavía va a hacer para que la creación sea la

santa morada de Dios. El Apocalipsis está orientado hacia el fin de la historia y al juicio

final. Y así, como después del diluvio relatado en el libro del Génesis, no todo quedará

destruido (Gén 9,1-17). El clímax del libro del Apocalipsis es la visión de “un cielo nuevo

y una tierra nueva” y de una “nueva Jerusalén” (Ap 21,1-2).

Los intérpretes tratan de identificar esquemas de la estructuración del Apocalipsis

para ver cuál parte del libro funciona como el clímax de la narración. Aunque casi cada

intérprete ha encontrado un esquema diferente para estructurar el texto del libro, la del

biblista Ralph J. Korner tiene mucha razón. Korner divide el texto en siete visiones

mayores y cuarenta visiones menores. Para Korner, el autor del libro utiliza una convención

semántica y literaria común entre textos apocalípticos del tiempo del segundo templo del

judaísmo, textos como 4 Esdras, 2 Baruch, 1 Enoc y Daniel.63 El texto del apocalipsis usa

la convención μετἀ ταῦτα εἶδον, “después de esto tuve una visión” o “después de esto vi

...” para indicar una nueva visión.64 Esta frase, o variaciones de esta frase ocurre en Ap 1,9;

4,1; 7,1; 7,9; 15,5; y 18,1 para un total de siete visiones mayores.65 Según el esquema de

63 Korner, ““and I Saw . . .” An Apocalyptic Literary Convention for Structural Identification in the

Apocalypse”, 164. 64 Ibid., 162. 65 Ibid., 172.

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32

Korner, dentro de cada visón mayor, la convención και εἶδον, o “y vi” o “entonces vi”

indica una visión menor que tiene una relación con la visión mayor.66 Si aceptamos el

esquema de Korner y si aceptamos el significado simbólico del número siete (totalidad,

plenitud) a través del Apocalipsis, el número de visiones no es accidental. El vidente está

gradualmente recibiendo las visiones hasta su plenitud y la culminación de la revelación

de Jesucristo. El hecho de que el cielo nuevo y la tierra nueva y la nueva Jerusalén aparecen

dentro de la séptima y última visión posiblemente indica que las visiones gradualmente se

acercan a su clímax con el triunfo mesiánico de Jesús, la destrucción final de Satanás y de

la muerte y la nueva creación.

Entonces, dada la visión de la esperanza en el Apocalipsis y su clímax en la visión

de la nueva creación, ¿por qué el libro del Apocalipsis?, ¿Qué tiene que decir el Apocalipsis

a la situación actual de la crisis de los cambios climáticos? y ¿por qué el capítulo 21 del

Apocalipsis? Ante todo, una lectura de la última visión del Apocalipsis nos lleva a las

siguientes conclusiones: 1) La experiencia de fe que se transmite en el fondo del

Apocalipsis se asemeja a la experiencia actual. En ambos ámbitos, personas de fe están

buscando esperanza dentro de situaciones de dificultades, de sufrimiento y de grandes

desafíos frente el futuro. 2) El Apocalipsis nos invita a ver la realidad a través de nuevos

filtros y nos presenta visiones y símbolos que pueden ayudarnos repensar nuestra relación

con nuestro prójimo y con la creación. Sobre todo, el Apocalipsis nos presenta una

valoración positiva de la creación y una esperanza para el futuro de la creación, una visión

de Dios bajando para permanecer con nosotros y con toda su creación. 3) El Apocalipsis

nos presenta dos conjuntos de valores, los valores de la ciudad de Babilonia, o la gran

Prostituta (Ap 17-18) y los valores de la nueva Jerusalén, la Ciudad Santa (Ap 21-22),

especialmente en relación con sus actitudes en torno a la creación. El Apocalipsis nos llama

a decidir entre estos dos conjuntos de valores. Dios nos revela su voluntad y su plan para

nosotros a lo largo de la historia de la salvación y, en el último libro del canon bíblico, nos

ofrece una visión de nuestro último telos o de nuestra meta y nos invita a acoger la

responsabilidad de trabajar con Dios para la realización de esta visión en nuestras vidas

hoy en día y en el futuro. Es la idea de Jürgen Moltmann de una creación abierta, de que la

66 Ibid., 162.

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33

realidad escatológica de la nueva creación que todavía está en el proceso de creación es

contingente a la respuesta humana y a la cooperación en la actualización del proceso

creativo continuo.67

El libro de Apocalipsis termina con una visión supremamente esperanzada de la

realización de la salvación. Aunque no aparece la palabra esperanza en el capítulo 21 del

libro, la perícopa está repleta con el sentido de la esperanza con sus imágenes de la morada

de Dios entre los hombres; el fin de todas las lágrimas, de la muerte, el llanto y el dolor; y

el agua de la vida ofrecida gratuitamente. La visión del cielo nuevo y tierra nueva evoca el

más allá de una renovación, evoca la posibilidad de la transformación total de nuestra

experiencia de sufrimiento y de límite. Aquí entendemos la esperanza como la confianza

en Dios, cuya bondad y misericordia son para confiar y cuyas promesas no pueden fallar.68

En contraste con nuestros tiempos, la cultura mediterránea de los tiempos bíblicos

tenía la convicción de que los seres humanos no controlan la naturaleza y que muchos

aspectos de la vida cotidiana están fuera de su control. En esta situación, ellos buscaban

seguridad en alguien o en algo con quien pueden confiar y poner su lealtad, en quien pueden

basar su esperanza. Esperanza, entonces, es este valor que sirve como medio para lograr

una existencia honorable, cuando la fuente es confiable y segura. La esperanza siempre

tiene la dimensión de una relación interpersonal y está arraigada en la seguridad que viene

de una relación sólidamente fiable. Solamente Dios es confiable y fidedigno.69 Sólo Dios

es digno de nuestra confianza y esperanza. En el libro de Apocalipsis la creación tiene una

dimensión escatológica, el cielo nuevo y la tierra nueva son el lugar del cumplimiento de

las promesas de Dios. La misma creación de Dios y su culminación en el nuevo cielo y la

nueva tierra son un acto de liberación para los seres humanos y un acto de reconciliación

entre los seres humanos, la creación y Dios. Solamente Dios controla el cumplimiento de

esta creación. Estamos esperando, con confianza en Dios, que Dios actúe poderosamente

en nuestro favor, como en el pasado y a lo largo de la historia de la salvación.

Ni el sustantivo griego ἐλπὶς, esperanza, ni el verbo griego ἐλπιξειν, esperar

aparecen en el libro de Apocalipsis; pero la noción de la esperanza está comunicada por la

67 Moltmann, The Future of Creation, 110. 68 Freedman, Anchor Bible Dictionary, 3694. 69 Pilch y Molina, Biblical Social Values and their Meaning, 179.

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llamada a la perseverancia frente a las tentaciones de acomodarse con la idolatría dentro

del imperio romano, la tentación de poner la confianza en alguien o algo que no sea Dios.70

Los cristianos están llamados a confiar en Dios y perseverar en esta confianza dentro de un

ámbito lleno de la tentación de confiar en otras cosas como el dinero, el poder o el sistema

del mercado y del consumo. La esperanza siempre está enraizada en la relación con Dios.

Dios ha revelado el camino a la salvación en la predicación de Jesús del reinado de Dios y

de su llamada a la conversión con miras a la inminencia de este reinado. Dios ha revelado

su designio en la resurrección de Jesús de entre los muertos, que a la vez marcó el comienzo

del "final de los tiempos" y prefigura la espera de la propia resurrección creyente. Entre la

resurrección de Jesús y de su alabanza, la tensión causada por las dimensiones del "ya" y

el "todavía no" de esta salvación devuelve al discípulo a la esperanza, a confiar en Dios.

La esperanza tiene un carácter histórico. Está orientada a remediar el pecado dentro

de la historia humana. Está situada en la secuencia de la creación-caída-redención,

reconciliación y consumación. El cristiano está descontento con el presente, en lo personal

y en las estructuras sociales, reacio a permanecer herido y a causar heridos. El remedio

incluye dimensiones corporativas, personales y cósmicas, todas partes integrales de la

salvación de Dios. La esperanza deriva del trabajo acumulado del Mesías y por lo tanto

experimenta la tensión entre las bendiciones presentes y futuras. En este orden injusto, los

relativamente inocentes sufren, mientras que los malvados permanecen impunes. Pero,

como dice el Papa Benedicto XVI, deberíamos esperar en un futuro mejor y vivir de una

manera distinta para que este futuro sea una realidad:

En este caso aparece también como elemento distintivo de los cristianos el hecho de que

ellos tienen un futuro: no es que conozcan los pormenores de lo que les espera, pero saben

que su vida, en conjunto, no acaba en el vacío. Sólo cuando el futuro es cierto como

realidad positiva, se hace llevadero también el presente. De este modo, podemos decir

ahora: el cristianismo no era solamente una “buena noticia”, una comunicación de

contenidos desconocidos hasta aquel momento. En nuestro lenguaje se diría: el mensaje

cristiano no era sólo “informativo”, sino “performativo”. Eso significa que el Evangelio

no es solamente una comunicación de cosas que se pueden saber, sino una comunicación

que comporta hechos y cambia la vida. La puerta oscura del tiempo, del futuro, ha sido

abierta de par en par. Quien tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una vida

nueva.71

70 Freedman, Anchor Bible Dictionary, 71 Benedicto XVI, Carta Encíclica Spe Salvi, 2.

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35

Los más vulnerables y los pobres sufren y van a sufrir los efectos del calentamiento global

de manera desproporcionada. Con una esperanza cristiana, tenemos que imaginar y trabajar

para un futuro mejor para ellos, un futuro con justicia y con reconciliación entre los seres

humanos, entre los seres humanos y la creación y entre toda la creación y Dios. Esta es la

visión del libro de Apocalipsis.

Y, lo que es más, la justicia no es meramente el castigo de los malvados, porque

ninguna cantidad de sufrimiento dirigida al culpable va a reparar las cosas o a hacerlas

justas. El Dios de la justicia promete restaurar la suerte de los oprimidos llevando un mundo

en el que la justicia mora. Vivimos en la esperanza de la venida del reinado de Dios como

la verdad última que tiene que prevalecer sobre todo lo que se opone a este reinado de Dios

en el presente. En la restauración Dios hará nuevas todas las cosas (Ap 21, 4-5). La purga

y la renovación de Dios son tan extensas que pueden hacer una "nueva creación (Ap 21,1),

volcando los efectos del pecado y cumpliendo lo que el pecado impidió. Ni el pecado ni

Satanás frustrarán a Dios del fruto eterno del fin que estableció para la creación (Ap 21-

22).72

2.3 La experiencia de fe profunda del Apocalipsis

Antes de proponer elaboraciones cristológicas o teológicas, los textos bíblicos

responden a la realidad coyuntural de la comunidad en donde nacieron. Raymond Brown

afirma esta clave hermenéutica en su estudio sobre la comunidad detrás del evangelio de

Juan: “Wellhausen y Bultmann fueron los pioneros al insistir que los evangelios nos hablan

primariamente acerca de la situación de la Iglesia en que fueron escritos y solo

secundariamente acerca de la situación de Jesús que ellos describen”. 73 El libro del

Apocalipsis no es una excepción. El Apocalipsis pertenece a un género literario judío-

cristiano de literatura apocalíptica. Es literatura que aborda las preocupaciones reales de la

lucha de la comunidad del libro de Daniel para la sobrevivencia judía contra el imperio

seléucida de Antíoco Epífanes (175-163 a. C.) o de los conflictos con el imperio romano

72 Kevin J. Vanhoozer, Dictionary for Theological Interpretation of the Bible, 306. 73 Brown, La comunidad del discípulo amado,16, en Sarasa Gallego, S.J., “Las comunidades juánicas: la

original diversidad”, 213.

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36

alrededor del primer siglo y en el libro del Apocalipsis. 74 Había una contradicción

inherente y un conflicto entre el concepto de un Dios soberano sobre la historia y las

pretensiones de soberanía de los reyes imperiales. Los judíos y las primeras comunidades

de cristianos sufrieron, a pesar de su adhesión rigurosa a los mandamientos y a la Alianza,

y la literatura apocalíptica ofreció una teodicea. Trató de revindicar la bondad de Dios a

pesar de estos sufrimientos. La literatura apocalíptica es literatura de crisis, que responde

a estas situaciones de convulsión social y de agitación política y que surge dentro de un

contexto de persecución, en donde un grupo minoritario dentro de la sociedad se siente

alienado y busca expresar sus esperanzas para el futuro en términos de un universo

simbólico alternativo. Es literatura que aborda las preocupaciones reales sobre el futuro

destino de los seres humanos ante una gran incertidumbre.75 Los textos apocalípticos son

también textos subversivos y textos de la resistencia en contra de los poderes que se oponen

al plan salvífico de Dios.

Para Christopher Rowland, la literatura apocalíptica asume una conformidad con

un modo común de experiencia religiosa en donde lo oculto de Dios puede ser dado a

conocer a través de la comunicación directa con la realidad celestial.76 J. J. Collins ofreció

la definición clásica del género de literatura apocalíptica en su libro The Apocalyptic

Imagination:

Apocalipsis es un género de literatura de revelación con una estructura narrativa en el que

una narración se transmite a un destinatario humano a través de un ser de otro mundo,

revelando una realidad trascendente que es temporal en tanto que prevé la salvación

escatológica, y espacial, en tanto que supone un mundo distinto y supernatural.77

Es literatura que tiene los elementos de una escatología cósmica y política, una reseña de

la historia, y un viaje sobrenatural. La reseña de la historia en la literatura apocalíptica

usualmente tiene su punto culminante en el día del juicio final que precede a la culminación

de la historia. En Apocalipsis este juicio ocurre con una batalla escatológica que termina

con la derrota del dragón, el satanás o el seductor del mundo entero y el símbolo del mal

74 Rowland, The Open Heaven: A Study of Apocalyptic in Judaism and Early Christianity, 9. 75 Gruenwald, Apocalyptic and Merkavah Mysticism, 89. 76 Rowland, The Open Heaven: A Study of Apocalyptic in Judaism and Early Christianity, 14. 77 Collins, The Apocalyptic Imagination: An Introduction to Jewish Apocalyptic Literature, 9.

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37

en la historia del mundo. Después del juicio final, Dios marca el inicio del nuevo cielo y

de la nueva tierra.

John Barton sugiere que la literatura apocalíptica utiliza la imaginación teológica

para llamar a sus oyentes y lectores a ver las cosas de una manera diferente. Su propósito

es revelar la verdad desde la perspectiva de Dios dentro de un mundo en donde la

percepción del mundo está controlada por el poder y por la propaganda del sistema político

y económico dominante.78 Una mejor traducción de la palabra griega ἀποκάλυψις es

‘revelación’. El Apocalipsis de Juan de Patmos empieza así: “Revelación que Dios confió

a Jesucristo para mostrar a sus servidores lo que está a punto de suceder” (Ap 1,1). Jesús,

el que estuvo muerto, pero ahora es el viviente, dice directamente a Juan: “Escribe, pues,

lo que acabas de ver, lo que ya es y lo que va a suceder después de esto” (Ap 1,19).

Entonces, podemos decir que el libro de Apocalipsis ofrece una lectura de la realidad

corriente del autor y de su audiencia y una visión de esperanza, o confianza en Dios, hacia

el futuro.

El Apocalipticismo está estrechamente relacionado con los profetas del Antiguo

Testamento, los que fueron llamados para ser portavoces de Dios, ofreciendo una

conciencia alternativa a la del statu quo, con su crítica de la opresión y a la afluencia y la

idolatría de los reyes de Israel y de Judá.79 El libro del Apocalipsis de Juan no es una

excepción. El Apocalipsis interpreta a Jesús y a la Iglesia a través del filtro de los profetas

veterotestamentarios, especialmente Isaías y Ezequiel. El Apocalipsis tiene más referencias

al Antiguo Testamento que cualquier otro libro del Nuevo Testamento, usualmente en la

forma de alusiones y nunca como citas directas.80 Especialmente en la visión del nuevo

cielo y de la nueva tierra en capítulo 21, las profecías del Antiguo Testamento aparecen

como ya cumplidas y universalizadas. En su relectura de la historia de la salvación, el autor

de Apocalipsis presenta la culminación de la misma tradición bíblica.

La importancia del apocalipticismo para los cristianos se centra en la creencia

cristiana por excelencia: la resurrección de Jesús de entre los muertos. Los primeros

cristianos nunca consideraban la resurrección como un milagro aislado, sino como un

78 Bauckham, “Revelation”, en Barton, The Oxford Bible Commentary, 1287-1288. 79 Brueggemann, The Prophetic Imagination, 30. 80 Beale y McDonough, “Revelación”, 1082.

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38

evento revelador que proporcionaba una nueva perspectiva de la vida y de la historia.81

Como todos los libros del Nuevo Testamento, el Apocalipsis ofrece una interpretación de

la resurrección de Jesús desde el contexto específico de su autor. En el Apocalipsis los

cristianos son constituidos como el reinado de Dios por la muerte y resurrección de Cristo,

representado simbólicamente por el cordero degollado de pie y por los vestidos blancos,

limpiados con la sangre de Cristo. Como en la cristología del evangelio de Juan, la

crucifixión es también la exaltación de Cristo. En su auto-entrega, Jesús se torna un rey

universal del reinado de Dios. En su muerte, Cristo entregó su Espíritu de la verdad para

ganar a todos para Dios y para constituir el reino de Dios en oposición del sistema político

del imperio romano, el anti-reino que estaba cerrado a Dios.82 Sólo Dios y sólo su hijo

Jesucristo son dignos de nuestra esperanza.

Los siete mensajes dirigidos a las siete Iglesias, o, por el uso del número siete como

símbolo de la plenitud, a la Iglesia universal (Ap 2,1-3,22), muestran conflictos internos

entre los judeo-cristianos, y conflictos externos, con el mundo circundante, incluso ciertas

persecuciones o dificultades con el imperio romano. Dentro de las comunidades, los

cristianos se enfrentaron con la tentación de relativizar la obra redentora de Cristo, de tomar

a Cristo como un personaje celeste sin incidencia en la historia y en la realidad. También

se enfrentaban con la tentación del laxismo moral o de una actitud ambigua frente la

práctica de la vida cristiana, lo que el autor del Apocalipsis llama tibieza en la carta a la

Iglesia en Laodicea: “Conozco tu conducta: no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o

caliente! Pero eres tibio y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca” (Ap 3,15-16). Las

comunidades judío-cristianas alrededor de Juan de Patmos estaban enfrentadas con la

decisión de defender sus creencias en el ámbito público o recluirse en el ámbito privado.

La crisis externa de las comunidades puede ser descrita como “el choque inevitable entre

la fe cristiana y el imperio romano”.83 Una crisis comunitaria surgió porque mientras

algunas comunidades toleraban pacientemente a los malvados y la tribulación que viene

por mantener la fe en Jesucristo, otras comunidades estaban más débiles frente la tentación

de transigir en su fe para participar en la vida civil y adaptarse a las convenciones del

81 Collins, The Apocalyptic Imagination: An Introduction to Jewish Apocalyptic Literature, 207. 82 Gaitán Briceño y Jaillier Castrillón, Apocalipsis: Fe y Resistencia., 100. 83 Contreras Molina, Casa de la Biblia: Comentario al Nuevo Testamento, 696.

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imperio romano como el culto del emperador.84 La precariedad de la integridad de estas

comunidades probablemente causó ansiedad en torno a la continuidad de estas

comunidades hacia el futuro. Este ámbito de crisis interna y externa era terreno fecundo

para una esperanza en un futuro mejor.

Durante la mayor parte de la historia de la interpretación, se pensaba que el libro de

Apocalipsis había sido escrito en un momento en que las iglesias estaban sufriendo una

gran persecución bajo el reinado del emperador Domiciano (81-96 d.C.). Se pensaba que

el Apocalipsis había sido escrito para ayudar a los seguidores de Jesús a mantener su fe en

medio de la angustia, con la promesa de que la inminencia del fin del mundo y de los

tiempos traería el fin de su gran tribulación. Esta visión tradicional no encaja con el

consenso emergente entre los historiadores, que no encuentran evidencia de una

persecución generalizada o sistemática de los cristianos en el primer siglo en las provincias

romanas de Asia. Robert Moberly, Thomas Slater y Gonzalo Rojas-Flores, por ejemplo,

sugieren unas fechas de composición del Apocalipsis más temprano, entre 54 y 69 d.C.85

Más bien, la evidencia de ambos documentos históricos y el texto del propio

Apocalipsis sugieren que se trata de la persecución local y esporádica o la seducción por

el imperio romano dentro de un contexto de relativa comodidad, más que de aterradora

persecución. Los seguidores de Jesús se erigieron como una asamblea de ciudadanos

alternativos a las asambleas cívicas del imperio. Se apropiaron la palabra griega para

designar una asamblea, del ámbito político, ἐκκλεςία. Sin embargo, las atracciones del

imperio comenzaron a atraer a algunos miembros de la ἐκκλεςία y los llevaron a

acomodarse a las asambleas de Roma.

El Apocalipsis revela la verdad sobre el imperio y desenmascara la realidad de que

“debajo del imperio romano, que pretende erigirse en absoluto, se esconde y actúa una

fuerza demoníaca”.86 El Apocalipsis ofrece un llamado a tener fe, confianza y esperanza

en Dios en lugar de confiar en el imperio y sus valores, y planteaba el desafío de optar por

el camino del testimonio del poder de Cristo resucitado en lugar de hacer un compromiso

84 Álvarez Cineira, “El Cristianismo en el Imperio Romano (siglos I – II),” en Aguirre, Así empezo el

cristianismo, 424-425. 85 Ver a Moberly, “When was Revelation conceived?”; Slater, “Dating the apocalypse to John”; Rojas-

Flores, “The Book of Revelation and the First Years of Nero’s Reign”. 86 Contreras Molina, Casa de la Biblia: Comentario al Nuevo Testamento, 698.

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con la cultura imperial diabólicamente inspirada. Es el mismo llamado que los cristianos

tienen hoy en día frente la tentación de acomodarse a todos los sistemas de destrucción,

división e injusticia que aceleran el calentamiento global. Los cristianos están llamados a

poner su esperanza en Dios más que en las riquezas, y más en el Dios de la vida que en el

statu quo del consumo que no respeta los límites de la naturaleza. En resumen, el libro del

Apocalipsis está destinado a cristianos que corren el riesgo de entregarse en manos de la

cultura y forma de vivir de Roma o de cualquier poder que trabaja en contra del plan

salvífico de Dios, ya sea del primer siglo antes de Cristo o del siglo veintiuno.

2.4 Una esperanza para el futuro de la creación

Si aceptamos que el libro del Apocalipsis fue escrito para comunidades de judeo-

cristianos para darles una palabra de esperanza y animarles a aferrarse en su confianza en

Jesús frente de las tentaciones de acomodarse a los ídolos del dinero, del poder y del

imperio, ahora vamos a ver este mensaje de esperanza con más detalle. Sobre todo, el libro

del Apocalipsis invita al oyente o al lector a ver su realidad de una manera nueva. A lo

largo del libro del Apocalipsis, el autor utiliza la palabra griega ὁραῶ, usualmente

traducido como “yo veo”. Pero ὁραῶ y εἲδον, el aoristo traducido como “vi” que aparece

tres veces en Ap 21,1-2, significa más que la sensación de ver con los ojos físicos. La

palabra griega ὁραῶ significa experimentar, ver con los ojos de la fe y percibir con el

sentido interior y espiritual. El autor del libro del Apocalipsis está invitando al oyente o al

lector a ver la realidad con los ojos de la fe. Y desde la perspectiva de la fe en la muerte y

la resurrección de Jesús, Dios está haciendo algo nuevo. Este acontecimiento central de la

fe va a crear un cielo nuevo y una tierra nueva donde Dios morará cara a cara con su

creación. Ap 21,1-8 ofrece una valoración extremamente positiva de la creación.

El nuevo cielo y la nueva tierra presuponen el primer cielo y la primera tierra. En

el mundo narrativo del libro de Apocalipsis, Dios creó tanto el cielo como la tierra para

que sus creaturas realizaran su voluntad: estar en su presencia para darle adoración. La

visión de la liturgia celestial en el capítulo cuatro precede a la revelación de los hechos

históricos de Dios y prefiguran el último fin de la creación revelada en la visión del nuevo

cielo y la nueva tierra en el capítulo veintiuno. En la adoración litúrgica, que tiene lugar

alrededor del trono de Dios en el cielo, que significa la soberanía de Dios, los cuatro seres

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vivientes, símbolo de los cuatro puntos cardinales o de la totalidad de lo que existe, alaban

a Dios sin cesar: “¡Santo, santo, santo es el Señor Dios todopoderoso, el que era, el que es

y el que viene!” (Ap 4,8b). Y los veinticuatro ancianos postrados delante del trono, símbolo

de los doce tribus de Israel más las doce apóstoles de Jesús en la síntesis o la reconciliación

entre la antigua alianza y la nueva alianza, exclaman: “Digno eres, Señor y Dios nuestro,

de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado todas las cosas, las que

existieron y fueron creadas conforme a tu querer (Ap 4,11)”. Dios, entonces, ha creado el

cielo y la tierra para que su creación y sus criaturas puedan alabar a su Creador y darle toda

la gloria, todo el honor y todo el poder. El texto utiliza el verbo griego ἒκτίζας, un verbo

que, cuando se aplica al Creador, da a entender que Dios hace el mundo como una

expresión voluntaria y personal de su amor.87 Dios todopoderoso creó el cosmos y todo lo

que hay en él y todo fue creado bueno para reflejar su gloria. La corona de la creación,

como el culmen del proceso de evolución, es la humanidad, y la corona de la humanidad

es el Mesías, el Cordero de Dios resucitado. Los que permanecen fieles compartirán su

reino y gloria.

En la visión del trono de Dios, el trono está rodeado “de un arco iris con el aspecto

de esmeralda” (Ap 4,3). El arco iris es un símbolo de la alianza que Dios estableció con

toda la vida que existe sobre la tierra y que está expresada en Génesis 9, 8-17. Esta alianza

universal posdiluviana promete un nuevo cielo y una nueva tierra. Igual que en Génesis,

en el Apocalipsis este nuevo cielo y esta nueva tierra vienen después de una des-creación

o la destrucción de “los que destruyen la tierra” (Ap 11,18). Dios va a acabar con los que

tratan de dominar la tierra y dará paso a una nueva era de reconciliación entre todos los

seres de la creación. La última palabra de Dios no es la destrucción, sino la promesa de una

comunidad perpetua, cósmica y perfecta entre Dios, los seres humanos y los cosmos, es

decir, entre todos los seres de la creación.88

En esta visión de la liturgia cósmica, los siete espíritus de Dios, o el Espíritu Santo,

permea y sustenta todas las cosas (Ap 4, 5).89 Dios es el Pantocrátor, el soberano de todo

que ejerce su soberanía a través de Jesús resucitado: “el Cordero de pie, como degollado,

87 Kittel, ed., Compendio del Diccionario Teológico del NT, 376. 88 Acosta Rodríguez, Dios, Hombre, Creación, 75. 89 McDonough, Cosmology and New Testament Theology, 185.

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que estaba entre el trono, los cuatro seres vivientes y los ancianos” (Ap 5,6). Al final de la

liturgia cósmica, toda la creación cumple la voluntad de Dios: “Y oí que todas la criaturas

que están en el cielo y en la tierra, debajo de ella y en el mar, y todo lo que hay en ellos,

decían: «Al que está sentado en el trono y al Cordero, la alabanza, el honor, la gloria y el

poder por los siglos de los siglos» (Ap 5,13).

Pero el mismo cielo y la misma tierra creados para dar la alabanza, el honor y la

gloria a Dios y a Jesucristo se encuentran como el lugar de una lucha contra las tentaciones

de la Bestia y sus secuaces. El hecho de que sólo el Cordero puede abrir el libro sellado

que contiene la voluntad de Dios para el mundo implica que el mundo está bajo el poder

de Satanás y que el Cordero lo ha liberado.90 El acto de abrir el libro da comienzo al proceso

de la realización del nuevo cielo y de la nueva tierra, un proceso en donde el primer cielo

y la primera tierra desaparecen en el juicio final. El gran trono blanco aparece de nuevo en

el capítulo 20: “Y la tierra y el cielo huyeron de su presencia sin dejar rastro alguno” (Ap

20,11). El asunto de que la tierra y el cielo huyeron de la presencia de Dios en su trono de

juicio y soberanía no es para decir que el primer cielo y la primera tierra no son buenos y

necesitan ser reemplazados, sino para subrayar la exhaustividad del juicio final de Dios. Es

un juicio de los vivos y los muertos, e incluso se extiende a la personificación de la muerte

en sí, “la Muerte y el Abismo” (Ap 20,13). Decir que la tierra y el cielo “huyeron de su

presencia sin dejar rastro alguno” significa simbolizar el hecho de que nada ni nadie puede

esconderse del juicio de Dios.91 La tierra y el cielo y todas las personas y las cosas van a

ser juzgados ante el gran trono blanco de Dios y no hay escape: “Y el Diablo, que los había

seducido, será arrojado al lago de fuego y azufre, donde están también la Bestia y el falso

profeta. Allí serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos. . . .Y la Muerte y

el Abismo fueron arrojados al lago de fuego. Y quienes no estaban inscritos en el Libro de

la vida fueron arrojados al lago de fuego” (Ap 20, 10.14). Este juicio es una buena noticia,

porque el final del mundo actual, el lugar de la lucha contra el mal, señala el amanecer del

nuevo mundo. Después de la des-creación viene una re-creación, cuando el mundo por fin

alcanza el objetivo señalado por Dios en la Nueva Jerusalén.

90 Kittel, Compendio del Diccionario Teológico del NT, 376 91 Heide, “What is New About the New Heaven and the New Earth?”, 41.

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43

El nuevo cielo y nueva la tierra en el capítulo veintiuno señalan enfáticamente que

Dios interviene radicalmente a favor de su creación. Significa la presencia radical y

transformadora de Dios para que la creación pueda ser lo que Dios quiere que sea. La

presencia de Dios bajará del cielo y la destrucción y la mortalidad cesarán. La presencia de

Dios da una nueva forma al presente orden creado, una forma que tiene existencia más allá

de toda la amenaza del mal y del sufrimiento: “Él secará toda lágrima de sus ojos y ya no

habría muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor, porque todo lo antiguo ya pasó” (Ap 21, 4). Aquí,

la plenitud de la vida alcanza su realización más completa. Que la presencia de Dios haga

nuevas todas las cosas es la intención plena de Dios para la creación. Puesto que Dios es el

Alfa y la Omega de la existencia (Ap 1,8; 21,6; 22,13), el significado de la creación, su

intención y propósito, finalmente, debe encontrarse en el deseo de Dios.92

En la nueva creación el mar no existirá más (Ap 21,1). La presencia de Dios elimina

toda amenaza a la vida. Es un mundo no sólo después de la inundación, como en el mito

de Noé, sino un mundo más allá de cualquier amenaza de inundaciones.93 La declaración

“el mar ya no existía más” también se puede leer a la luz del tema del éxodo que se

encuentra en Isaías y en otros textos proféticos, donde el agua actúa como un obstáculo

para la entrada en la tierra, una barrera que se elimina. En Is 51,9-10, por ejemplo, la

desecación del “Mar” se ve como la victoria de Dios sobre los poderes primordiales del

caos y el preludio para la entrada en Sión. La desecación del Mar, que significa el caos y

el mal, elimina la barrera que separa el pueblo de Dios de su entrada en la nueva Jerusalén,

en donde no hay ni tristeza ni aflicción.94

Dios valora su creación tanto que su presencia en la nueva Jerusalén baja del cielo:

“¡Ésta es la morada de Dios entre los hombres! Él habitará entre ellos, ellos serán su pueblo

y Dios mismo estará con ellos” (Ap 21, 3). Luego, habiendo descrito la belleza y

dimensiones de la ciudad, el autor continúa diciendo que la presencia de Dios es tan intensa

que la ciudad “tampoco necesita sol ni luna que la alumbren, ya que la gloria de Dios la

ilumina y su lámpara es el Cordero" (Ap 21,23). El nuevo cielo y la nueva tierra representan

un mundo que aún no hemos visto, que no podemos ver, de hecho, hasta que nuestra

92 Wirzba, The Paradise of God: Renewing Religion in an Ecological Age, 58. 93 McDonough, Cosmology and New Testament Theology, 184. 94 Mathewson, “Isaiah in Revelation”, 202.

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percepción esté llena del deseo de Dios para que Él llegue a ser nuestra luz y nuestro guía.

Según la última visión del Apocalipsis, Dios va a eliminar los límites espaciales que

separan a Dios y a su pueblo. El trono de Dios será en la tierra y la Jerusalén celestial será

la presencia inmediata de Dios entre los hombres.95 La boda del Cordero y su novia, el

matrimonio del cielo y de la tierra, ya anunciado en Ap 19: 7-8 va a ocurrir. El misterio de

la Encarnación nos muestra que la creación es el espacio de la revelación de Dios en

Jesucristo. Según el libro del Apocalipsis, la creación es también el espacio y el lugar de la

salvación y del cumplimiento del plan salvífico de Dios, cuya manifestación es que toda la

creación esté con Dios para darle la alabanza, el honor y la gloria para siempre.

Este orden creado es nuevo no porque el orden viejo haya desaparecido: “el primer

cielo y la primera tierra habían desaparecido” (Ap 21,1), sino porque somos capaces de

percibir el viejo orden y participar en él de una forma completamente nueva. En lugar de

ver la creación a través del prisma de un cálculo destructivo o utilitario y con el deseo de

dominarla, estamos invitados a ver la creación como la morada de Dios. El texto griego

utiliza el adjetivo καινὸν, o nuevo, para denotar “lo nuevo y maravilloso que es introducido

por la edad de la salvación. Es por ello un término teológico clave en la promesa

escatológica”.96 Es un término para denotar “una condición del todo nuevo gracias a la

salvación del Mesías”.97 Dice Francisco Contreras Molina: “Para insistir en la índole de

esta radical novedad, apenas si logramos acertar con las palabras justas que nos la pueden

definir certeramente. No se trata de repetir de nuevo, tampoco de hacer para mejorar: es

una plena transformación creadora, una instauración total”.98 Con lo “nuevo” se trata de

vislumbrar una realidad que está por encima de toda analogía. La resurrección de Jesús

inauguró esta comprensión de lo “nuevo”: “el futuro de lo nuevo es el futuro de Dios, cuyas

posibilidades aparecen en el horizonte cuando agotan todas las posibilidades de la

historia”.99 El autor del libro de Apocalipsis alude a la profecía de la nueva creación de

95 Molina, La Nueva Jerusalén: Esperanza de la Iglesia, 66. 96 Kittel, Compendio del Diccionario Teológico del NT, 303. 97 Ibid. 98 Contreras Molina, La Nueva Jerusalén: Esperanza de la Iglesia, 80. 99 Moltmann, Esperanza y Planificación del Futuro, 292.

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Isaías para enfatizar que lo nuevo será cualitativamente nuevo en el nuevo acto creador de

Dios. (Is 65, 17-25; 26, 18-24).100

Esto lo vemos muy bien en el Segundo y Tercer Isaías. Aunque el pueblo de Judá

había experimentado la desolación de su tierra y su esperanza con el exilio de Babilonia,

sin embargo, la redención que viene de Dios es cierta. Se trata de una redención que abarca

todo y que se basa en el señorío de Dios sobre toda la creación (Is 40, 21-23). El control de

Dios sobre la historia viene con el control de Dios sobre la tierra: "Yo hice la tierra y creé

al hombre en ella. Yo extendí los cielos con mis manos y doy órdenes a todo su ejército."

(Is 45, 12-13). El emperador Ciro derrotó a los babilonios y luego permitió a los judíos

regresar a casa, un evento interpretado por el profeta como la acción salvífica de Dios. Dios

abrirá un camino a través del desierto a su casa en Sión. Este "nuevo éxodo", sin embargo,

hace que la primera salida de Egipto se vea pálida en comparación con este nuevo éxodo,

porque Dios traerá vida al desierto y lo transformará en un jardín (Is 41,18-19).

La visión redentora ofrecida en el apocalípsis lo abarca todo: "¿No se acuerdan de

lo pasado, ni caen en la cuenta de lo antiguo? Pues bien, voy a hacer algo nuevo: ya está

en marcha, ¿no lo reconocen? Sí, abriré en el desierto un camino, alumbraré ríos en el

páramo. Me honrarán los animales campestres, los chacales y los avestruces; pues llenaré

de agua el desierto, alumbraré ríos en el yermo, para abrevar a mi pueblo, mi elegido, ese

pueblo que yo me he formado. Él proclamará mis alabanzas." (Is 43,18-21). Se trata de una

visión centrada en la fundación de la autoridad y el poder continuo y creador de Dios.101 Y

así es en Dios y no en nosotros mismos ni en otros poderes que tenemos que poner nuestra

esperanza.

Aunque existen discontinuidades obvias entre el viejo orden y el nuevo orden, la

nueva Jerusalén comparte un nombre y, hasta cierto punto, una identidad con la Jerusalén

terrena.102 Y Dios declara: La pieza central de la nueva creación es la nueva Jerusalén, que

evoca a la vez el pueblo de Dios, el lugar de Dios y la presencia de Dios. En un nivel, la

ciudad representa al pueblo de Dios, en la descripción de la ciudad como una "novia" (Ap

21,2), junto con sus puertas y fundaciones que se nombran para las doce tribus de Israel y

100 Mathewson, “Isaiah in Revelation”, 201. 101 Wirzba, The Paradise of God: Renewing Religion in an Ecological Age, 58. 102 McDonough, Cosmology and New Testament Theology, 188.

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los doce apóstoles del Cordero (21,12-14). Pero es igualmente el lugar de Dios, la Ciudad

Jardín, donde la naturaleza y la cultura por fin se encuentran en armonía. Las dimensiones

masivas de la ciudad pueden sugerir que es en sí misma la totalidad del cosmos renovado.

Y como la ciudad terrena de Jerusalén, la nueva Jerusalén es el destino de la peregrinación

histórica hacia Jerusalén como estaba destinada a ser: “A su luz caminarán las naciones y

los reyes de la tierra le ofrecerán su esplendor” (Ap 21,24). La visión de la nueva Jerusalén

evoca la universalidad, la sobreabundancia y la exquisitez de la salvación.103

Como tal, el cielo nuevo la tierra nueva y la nueva Jerusalén son el cumplimiento

de las mejores promesas del Antiguo Testamento, de las promesas de las alianzas entre

Dios, su pueblo y la creación (Ex 6,7; Lv 26, 12; 2Cro 6,18; Jr 24,7; 30,22; 31,1.33; 32,

38; 37, 23; 38, 33; Ez 37, 27; Za 2,10; 8,8).104 El autor de Apocalipsis quiere decir que

Dios, en quien ponemos nuestra confianza, va a cumplir sus promesas, Él será nuestro Dios

y nosotros seremos su pueblo.

El Apocalipsis cierra con una descripción del río de agua de la vida que fluye del

trono de Dios a través de la ciudad. A uno y otro lado del río está el árbol de la vida que

produce hojas de frutas y curativas que son para cada nación (Ap 22,1-2). Es evidente que

ésta es una visión paradisíaca que alude al primer paraíso en el jardín de Edén. La

diferencia, sin embargo, es que la visión del Apocalipsis es urbana. Como nosotros hoy en

día, muchos de los oyentes y de los lectores de Apocalipsis vivían en las ciudades. De

hecho, la cultura de su tiempo habría asumido que la ciudad es el lugar donde los seres

humanos se pueden desarrollar más plenamente como personas. Pero, a diferencia de las

ciudades antiguas, el Apocalipsis describe la ciudad celestial. Es una ciudad hecha por Dios

y no por hombres que desciende del cielo como un don para los fieles y para la creación.

A diferencia de la mayoría de las ciudades modernas, la ciudad celestial integra

completamente el mundo natural. La ciudad sostiene la naturaleza dentro de sí misma para

que la ciudad pueda ser un lugar de convivencia y de vida en comunidad. La ciudad de la

nueva Jerusalén es en sí misma un paraíso, la integración de la naturaleza y la vida urbana.

Lo que tenemos que entender es que esta integración de la vida silvestre y la ciudad está

mediada y posibilitada por la presencia de Dios. Es como si dijera que, sin la presencia

103 Contreras Molina, La Nueva Jerusalén: Esperanza de la Iglesia, 73. 104 Ibid., 69.

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divina, los antagonismos de las personas entre sí y entre las personas y sus entornos

naturales no se pueden superar. La paz en la historia, al igual que la paz en la Tierra,

dependen de la creatividad, el mantenimiento, y la dirección de la presencia del Señor de

la creación. No es algo que podemos lograr con nuestro propio esfuerzo. Por una buena

razón, entonces, la visión del cielo nuevo y la tierra nueva concluye con la declaración:

"¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!" (Ap 22,20). Necesitamos la presencia de Cristo, como se

refleja en la comunidad de seguidores que continúan su ministerio, para sacarnos de

nuestras formas de auto-centramiento y ensimismamiento. Como somos liberados del

potencial destructivo de la vida desordenada, somos al mismo tiempo liberados para

participar en la celebración gozosa del paraíso de Dios. Toda la creación se convierte ahora

en lo que estaba destinada a ser desde el principio. El libro del Apocalipsis nos invita a ver

la creación de nuevo, como el lugar donde mora Dios. Y por eso ponemos nuestra confianza

y esperanza en Dios.

2.5 ¿Babilonia o la nueva Jerusalén?

Habrá que añadir que el Apocalipsis ofrece una visión clara que ayuda a los lectores

a tomar una decisión entre dos ciudades: Babilonia, y la nueva Jerusalén situada en los

nuevos cielos y la nueva tierra. Es una visión y un llamado a la toma de una decisión que

es muy actual. Como sugiere Richard Acosta Rodríguez: “para que el proyecto de Cristo

anunciado en la escatología apocalíptica llegue a ser una realidad, se hace necesario una

ética en los destinatarios”.105 Es decir, nuestra esperanza de que Dios va a cumplir sus

promesas no es una esperanza pasiva, sino una esperanza activa. Es una esperanza que

requiere nuestro compromiso y que nos propone otra manera de vivir.

La nueva Jerusalén sirve de contraste con las formas políticas que se oponían a Dios

de Babilonia, de Roma, como hacen ahora los poderes del siglo XXI. La nueva Jerusalén

presenta una economía política basada en la generosidad de Dios. Es la antítesis de

Babilonia con su imperialismo ecológico, su violencia, su comercio sin restricciones, su

idolatría y su injusticia. La nueva Jerusalén, por contraste, es una ciudad donde la vida y

105 Acosta Rodríguez, Dios, Hombre, Creación, 124.

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su esencia se dan gratuitamente, como un regalo, incluso para aquellos que no pueden pagar

por ellas. Es un lugar donde no existe “la opresión humana ni el sufrimiento de la tierra,

donde ya no hay marginados ni excluidos sociales, y tampoco destrucción, caos o

muerte”.106 Con el Cordero en la nueva Jerusalén, la creación es una sola familia, un solo

cuerpo. Es una realidad escatológica que nos invita a una nueva forma de vida, a una nueva

manera de concebir y practicar la vida en comunión.

En el mundo narrativo del libro del Apocalipsis se expresa este dualismo entre los

valores de la nueva Jerusalén y los valores de Babilonia: “Y todos los habitantes de la tierra

cuyos nombres no están escritos desde la creación del mundo en el Libro de la vida del

Cordero degollado, adorarán a la Bestia” (Ap 13,8). La designación frecuente de los

incrédulos como "habitantes de la tierra” se hace en contraste con los santos. Los incrédulos

no tienen amor por Aquel que está sentado en el cielo. Al igual que con los egipcios en el

Éxodo, van a ver con horror cómo el mundo en el que han puesto toda su confianza cae en

ruinas a su alrededor. Su intento de obtener el dominio sobre la tierra culmina en la gran

ciudad falsificada de Babilonia, el callejón sin salida del proyecto desfigurado de la

creación.

Pero el Apocalipsis enfatiza que Dios y su plan son reales, mientras que todo lo que

se opone a Dios es meramente ilusión y mentira. El cosmos actual está en pleno proceso

de des-Creación, pero nunca está destinado a ser tomado como mera ilusión a diferencia

de la Bestia, cuya nada esencial se hace deliberadamente: “la Bestia era, pero ya no es,

aunque reaparecerá” (Ap 17, 8b). Los destinatarios de las cartas a las iglesias, en contraste,

viven en ciudades con nombre y deben lidiar con las realidades sociales y políticas

concretas.107

No habría, por supuesto, ninguna necesidad de una yuxtaposición entre Babilonia

y la nueva Jerusalén si Babilonia no fuera tan atractiva o tentadora. El deseo de poder, el

prestigio y la comodidad son muy fuertes y se muevan nuestras sociedades actuales. Sin

embargo, como los profetas han dejado muy claro, la experiencia del exilio y de la

destrucción de la patria pudo haber sido necesaria para demostrar el carácter ilusorio de la

fuerza humana y de la riqueza. Como muestra el capítulo 18 del Apocalipsis, el carácter

106 Ibid. 107 McDonough, Cosmology and New Testament Theology, 185.

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destructivo de la auto-promoción tiene fuertes afectos sobre el mundo. La auto-deificación

y la idolatría son las grandes tentaciones en la que puede caer el ser humano.

Babilonia, con su violencia y opresión, con su lujo y riqueza, sirve como el símbolo de

todo lo que está mal con sus formas antropocéntricas de ordenar el mundo. El sistema

económico del imperio babilónico es perverso porque se puede comercializar todo, aún a

los seres humanos. Sus productos y mercancías incluyen:

productos de oro y plata, piedras preciosas y perlas, telas de lino y púrpura, de seda y

escarlata; maderas olorosas y objetos de marfil, toda clase de artículos de madera preciosa,

de bronce, hierro y mármol, canela, ungüento, incienso, mirra y perfumes; vino y aceite,

la mejor harina y el mejor trigo; ganado mayor y ovejas; caballos y carros; esclavos y

seres humanos (Ap 18,12-13).

El lujo y la riqueza desbordados y desenfrenados de los comerciantes y sus clientes en

Babilonia reflejan la cultura de consumo de nuestro tiempo actual. Es un consumo que

conduce a la exclusión de muchos y que genera desigualdad, hambre y opresión, porque

estos productos tienen sus límites y porque no hay suficiente para que todos puedan vivir

en esta dinámica de consumo tan desenfrenado. Los comerciantes de Babilonia se han

enriquecido de este consumo y lujo desenfrenado.

La visión del nuevo cielo, la nueva tierra y de la nueva Jerusalén nos presenta una

alternativa a este statu quo del consumo exagerado y de economías de exclusión del

imperio babilónico. El libro del Apocalipsis nos invita a vivir como si estuviéramos

viviendo en la nueva Jerusalén, con relaciones mutuas de los hijos de Dios con todos los

seres humanos y con toda la creación. Todos los seres son inherentemente dignos de

respeto. Cuando vivimos en comunión con la creación y no con la mentalidad de

explotación y de mercancía, la creación puede producir alimentos suficientes para sostener

a las creaturas: “Al que tenga sed, yo le daré gratis del manantial del agua de la vida” (Ap

21,6b). Vivir en la nueva Jerusalén significa vivir de manera alternativa al status quo.

Ni el mercado ni la política merecen nuestra confianza: sólo en Dios podemos poner

nuestra confianza y nuestra esperanza. El Apocalipsis muestra que, a pesar de las

apariencias, el gobierno de Dios sobre la tierra es supremo. Es por esto que en repetidas

ocasiones y con fuerza dice que Dios es “el primero y el último,” “el Alfa y la Omega” (Ap

1,8; 21,6; 22,13). Como Dios es el primero, el único creador de todo, así Dios es el último,

el que lleva todas las cosas a su cumplimiento. Dios es el origen y la meta de la historia.

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Como Dios preside sobre la creación, también Dios va a presidir sobre la nueva creación.

En esta nueva creación, todo el mundo va a adorar a Dios (Ap 5,13). En lugar de verse

obligada a someterse al gobierno de Babilonia o de Roma, o a los poderes del siglo XXI,

toda la creación ofrecerá libremente su alabanza al Dios soberano. El Apocalipsis nos da

un mensaje capaz de animarnos para afrontar los desafíos del calentamiento global en

nuestros tiempos.

2.6 Conclusión: El camino hacia nuestro destino

Como cristianos contemporáneos, con Juan de Patmos nos encontramos con una

decisión existencial entre la formación de una comunidad que actúe conforme con los

deseos de Dios para paz, unión y equilibrio entre los seres humanos y la naturaleza y una

sociedad basada en el egoísmo, la competencia, la codicia, el poder militar y político

opresivo y la guerra. En nuestra situación actual, el desequilibrio entre los seres humanos

y lo demás de la creación indica que tengamos cambiar. Nuestras sociedades actuales no

están sostenibles y si continuamos de la misma manera, vamos a encontrar más división,

sufrimiento y muerte. Pero la buena noticia y la esperanza que tenían las comunidades

cristianas primitivas es nuestra esperanza también. No somos estáticos. Todo cambia. Las

sociedades actuales, de una manera u otra, van a caer y si nos mantenemos abiertos para

recibir la revelación de Jesucristo en nuestros días, manifestada en los signos de los tiempos

actuales, podríamos trabajar con Dios para transformar nuestra realidad y acercar la nueva

Jerusalén que viene de Dios. La esperanza en un futuro mejor no es solamente una

esperanza de los seres humanos, es la esperanza de toda la creación.

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CAPÍTULO III

LA ESPERANZA DENTRO DE LA CRISIS Y PAUTAS PASTORALES

Hemos visto un panorama de la crisis actual del calentamiento global antropogénico

y hemos investigado posibles aportes para leer esta realidad desde el texto del Ap 21, 1-8.

El propósito que mueve la última parte de esta investigación es proponer algunas pautas

pastorales desde la lectura del Ap 21, 1-8 para poder acompañar mejor a la comunidad

cristiana en su compromiso con la creación a través de la mitigación de los efectos más

desastrosos del calentamiento global y la transformación de las mentalidades que la

originan. Para tal fin, primero vamos a investigar cuál es el rol de la esperanza dentro del

contexto actual del calentamiento global. Dentro de una crisis que nos atribuimos y que

ahora parece fuera de nuestro control, ¿cuál será nuestra esperanza? Y ¿cómo funciona la

esperanza del nuevo cielo y la nueva tierra – en la reconciliación y las relaciones justas

entre Dios, la humanidad y la creación – dentro de nuestra realidad rota y limitada? En un

segundo momento, vamos a proponer algunas recomendaciones prácticas y concretas para

mitigar el calentamiento global.

3.1 La fusión de horizontes

Para comenzar, es importante recordar que, aunque vivimos dentro de una cultura

y de un contexto muy diferente a la cultura y el contexto de las comunidades reflejadas en

el libro del Apocalipsis, también hay similitudes. El libro refleja una experiencia de fe de

comunidades concretas de judeo-cristianos dentro de la coyuntura particular; estaban

confrontados con un imperio romano que trató de demostrar su omnipotencia y de

convencer a todos que su manera de organizar la economía y la política era la única posible.

Este sistema económico y político benefició a pocos mientras que creó víctimas,

personas excluidas de los beneficios que generó el sistema. La Tierra también era una

víctima de este sistema en cuanto trastornó el balance ecológico en su excesivo uso de los

recursos naturales para alimentar a sus ejércitos y proveer a su imperio en una expansión

constante. En ese contexto de la confrontación con un sistema totalitaria, el Apocalipsis

presenta un desafío y una decisión concreta a sus destinatarios. Este libro pone a los

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cristianos frente a la opción de escoger entre la ciudad de Babilonia/Roma y la nueva

Jerusalén. Dicha opción debía ser tomada más para el tiempo actual que para el más allá.

En otras palabras, el Apocalipsis nos recuerda que siempre existe otra manera de organizar

la sociedad, que siempre existen otras posibilidades. Nos desafía a rechazar los valores del

imperio y a vivir en el reinado de Dios que Jesús predicó.108 Nos presenta la imagen de un

Dios que cumple las promesas escatológicas a su pueblo y nos regala una creación

radicalmente nueva.109 El desafío es optar para la nueva Jerusalén y mantenerse fiel a los

valores del reino de Dios, valores que confrontan directamente los valores que propone el

imperio. Y es un desafío que interpela también nuestra coyuntura actual dentro del contexto

de la crisis del calentamiento global antropogénico y un sistema totalitario neoliberal que

también deja muchas personas por afuera de los beneficios del misma sistema. Dios es el

soberano de toda la historia, no los imperios, gobiernos o los grandes empresarios cuyo

poder pasa. Podemos decir que el Apocalipsis ofreció aliento a los judíos-cristianos para

mantenerse en constancia y fidelidad a Jesucristo frente las tentaciones de transigir al culto

del emperador romano y a los valores del imperio. También nos invita a ver la realidad a

través de los nuevos filtros que proporciona la visión de la nueva Jerusalén en el cielo

nuevo y la tierra nueva y a repensar nuestra relación con nuestro prójimo y con la creación.

Para tal fin, el Apocalipsis presenta una visión de un Dios que quiere eliminar el mal y el

sufrimiento y todo lo que lo separa de su creación. Es un Dios que desciende a la tierra

para habitar allí para siempre en comunión con nosotros y con la creación. En este acto de

descenso, Dios reconcilia al mundo consigo mismo. La visión del nuevo cielo y la nueva

tierra anticipa también la reconciliación de toda la humanidad consigo misma y con el resto

de la creación. Es una visión de relaciones supremamente justas. Esta visión nos invita a

tratar de vivir estas relaciones justas aquí y ahora; nos invita a apreciar a nuestro prójimo

y a guardar la creación en nuestros tiempos. Sobre todo, la visión de la nueva creación y

de la nueva Jerusalén sirve como un punto de referencia que nos guía hacia la construcción

de una realidad alternativa del paradigma actual del consumo conspicuo de combustibles

fósiles porque es una visión de armonía entre la sociedad y la naturaleza. El “río de agua

108 “El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está llegando: conviértanse y crean en la Buena Noticia”

(Mc 1,15). 109 Georgi, The City in the Valley: Biblical Interpretation and Urban Theology, 171.

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viva, transparente como cristal” (Ap 22,1) y el “árbol de vida que da doce cosechas, una

cada mes, cuyas hojas sirven para sanar a la gente” (Ap 22,2) son parte integral de la ciudad

que están dentro de la Nueva Jerusalén. El río y el árbol proporcionan lo necesario para la

vida y evocan una imagen de una ciudad limpia y sin contaminación.

El uso de combustibles fósiles aparentemente nos ayuda y hacen la vida más fácil.

Nos ayuda con el transporte y con la industria, pero sus costos en términos ecológicos es

mucho más que sus beneficios, especialmente cuando existen fuentes alternativas de

energía. Nuestra lectura del Apocalipsis ofrece una crítica al orden establecido, a un

sistema que beneficia a unos pocos y causa graves desigualdades que pone en riesgo la vida

tal como la conocemos por su siempre creciente consumo de combustibles fósiles. El

Apocalipsis destaca que existen otras posibilidades de organización de nuestra sociedad.

Leído dentro del contexto de la crisis ecológica, el Apocalipsis nos invita a una profunda

conversión ecológica que consiste en que repensemos nuestro uso de los recursos naturales

para acercar a esta visión de armonía entre la ciudad y la naturaleza. Nos invita a una

renovación de la humanidad hacia el nuevo paradigma de lo que el Papa Francisco llama

una ecología integral.110

3.2 La esperanza en medio de la crisis

La amenaza que plantea el calentamiento global antropogénico es patente y real.

Dentro de esta crisis enorme, estamos confrontados con la tentación de perder nuestra

esperanza. Desde el punto de vista del realismo, a veces parece como si nada que

pudiéramos hacer pudiera mejorar la situación. Existen algunas excusas de corte

pragmático para continuar con el statu quo de los que se benefician de la industria de los

combustibles fósiles y de la implementación de leyes que provienen de la ideología

neoliberal. Transformar la infraestructura de nuestras ciudades desde el consumo de

combustibles fósiles hacia el uso de energías alternativas como la hidroeléctrica, la eólica

y la solar, tiene costos grandes y posiblemente va a dejar sin empleo a los que trabajan en

la extracción de combustibles fósiles. Somos confrontados con una tentación real a ver

110 Francisco, Laudato Si, nº 137 y 216.

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con indiferencia la situación que ya afecta a miles de habitantes de la Tierra,

particularmente a los más pobres y vulnerables. En nuestro contexto actual, el pesimismo

y el fatalismo son actitudes que descubrimos en muchos de nuestros contemporáneos para

no afrontar la realidad del sufrimiento del otro y de la Tierra. Si no afrontamos esta realidad,

el statu quo de nuestras sociedades que dependen del consumo de combustibles fósiles no

cambiará y nos estaremos cerrando a otras posibilidades de vivir en este planeta. El

pesimismo y el fatalismo nos impiden buscar maneras de superar la realidad de la

destrucción del planeta por nuestro consumo de combustibles fósiles.

Pero, para un seguidor de Jesucristo, la Palabra de Dios encarnada, que murió y

resucito de entre los muertos, ni el cinismo ni la indiferencia son una opción. En la

encarnación, Dios nos muestra su preocupación por su creación hasta el punto de participar

en comunión con ella con su Hijo y en el Espíritu. En su ministerio público, Jesús da

enseñanzas y realiza gestos con la intención de restablecer las relaciones y de reincorporar

a los excluidos. La última visión del libro del Apocalipsis también presenta el descenso de

Dios desde los cielos para reconciliar para siempre la humanidad y la creación.

Dios siempre toma la iniciativa. Dios actúa y nos ama primero. Nosotros, desde el

encuentro con Él y con su Palabra, somos transformados y tenemos razón para mantenernos

firmes en la esperanza. La esperanza, por nuestra parte, es la confianza en Dios y es la

disposición estable por la cual nos dejamos habitualmente jalar hacia una plenitud futura

que viene sobre nosotros. La plenitud futura y prometida viene de Dios como a nueva

Jerusalén viene de Dios y baja del cielo. Si experimentamos la esperanza como la confianza

de que Dios es bondadoso y misericordioso y quiere morar entre nosotros y reconciliarnos

consigo mismo, ya aceptamos que una realidad en contraste con el paradigma actual es

posible. Sólo desde el encuentro con Dios y desde una relación renovada con Él nos vamos

gradualmente abriendo para optar por su proyecto de salvación para nosotros y para el

mundo. Éste es un proceso de conversión constante y son las esperanzas de Dios puestas

en nosotros las que nos invitan a crecer y a responder con una cooperación más

comprometida con la actualización del proyecto o del reinado de Dios. Este proceso de

conversión hacia el plan de Dios y hacia las esperanzas que Él pone en nosotros es lo que

posibilita la transformación personal y social dentro de la historia. La esperanza, entonces,

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55

mientras que tiene una relación formal con el futuro, tiene eficacia también en el

presente.111

La nueva Jerusalén en el nuevo cielo y la nueva tierra nos presenta una visión clara

de la esperanza en una plenitud de vida que empieza en el presente y se abre hacia el futuro.

Esta visión nos invita a lo que Xavier Alegre Santamaría llama una esperanza activa, a ver

al mundo como realmente es y no como tratan de convencernos los pocos que se benefician

de su statu quo.112 Pero las intuiciones de la esperanza que tenemos en Dios que es el

soberano de toda la historia aparecen a lo largo de la Sagrada Escritura. Dios también tiene

esperanzas para nosotros y para su creación.

Aunque la palabra ‘esperanza’ no aparece en todos los textos que siguen, estos

textos trasmiten el sentido de la esperanza, de la relación de confianza entre los seres

humanos y Dios. En Ex 3, 16-18, por ejemplo, Dios no es buscado, sino que Dios se deja

encontrar por el ser humano. Él confía en que Israel escuchará la voz de Moisés. En la

nueva alianza del profeta Jeremías, Dios siembra en el hombre y en la mujer la esperanza

del cumplimiento, una esperanza que ahora es interna e inherente al ser humano (Jer 31,31-

34). En la carta de Pablo a los Romanos, Pablo dice que Dios ve la salvación posible donde

el hombre sólo ve pecado y condena (Rm 5,1-11). Afirma que somos el lugar de la

manifestación de la gloria de Dios, que el Espíritu gime en nosotros – sin importar que

seamos débiles-; que Dios está de nuestra parte y ve la salvación posible en nosotros (Rm

8,18-39). En el evangelio de Marcos, Jesús presenta un niño como un ser humano que

todavía no ha aprendido la Ley y es capaz de saberla en su plenitud. Es la esperanza

auténtica de realización del Reino de Dios en la Tierra (Mc 9,33-37; 10,13-16). En el

evangelio de Mateo, los seguidores de Jesucristo son la esperanza de Dios en el mundo y

para el mundo, la sal de la tierra y luz del mundo (Mt 5,13-16). En el relato del hijo pródigo

en el evangelio de Lucas, Dios da libertad a su hijo menor para salir de su casa (Lc 15,11-

12) y a su hijo mayor para aceptar o no aceptar a su hermano menor (Lc 15, 31-32). Dios

da a sus hijos la libertad para hacer su vida e incluso para perderse. Pero tiene la esperanza

de que retornen a Él. El hijo menor confía en que su padre todavía lo ama y tiene la

111 Sobrino, Liberación con Espíritu: Apuntes para una nueva espiritualidad, 195. 112 Alegre Santamaría, “El Apocalipsis de Juan, modelo de relectura creyente de la vida”, 360.

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esperanza de que vuelva; si no, se perdería en el abandono. Aunque el hijo mayor reproche

a su padre el recibir a su hermano, se sentiría decepcionado de su padre si éste no abriera

su corazón a su hermano menor. A menos que tenga esperanza en sus hijos, la misericordia

del Padre funciona de un modo que nos puede parecer absurdo. En el evangelio de Juan,

Jesús encuentra la esperanza y la promesa en un justo llamado Natanael (Jn 1,43-51) y

muestra confianza en sus ovejas, porque las conoce y ellas lo conocen a Él (Jn 10, 22-30).

También en el evangelio de Juan, Jesús tiene la esperanza de que tengamos paz en él

porque, aunque en el mundo sus discípulos tendrán tribulación, él ha vencido el mundo (Jn

16,33). Y en el capítulo 17 de Juan, Jesús tiene paciencia porque sabe que sus discípulos

podrán vencer al espíritu del Maligno (en especial Jn 17,15-16). Si tenemos esperanza, es

porque ella viene primero de Dios. En resumen, Jesús es el portador de la esperanza, como

dice el comienzo del prólogo de la primera carta de Pedro: “Bendito sea Dios, Padre de

nuestro señor Jesucristo, quien, por su gran misericordia, mediante la resurrección de

Jesucristo de entre los muertos, nos hizo renacer a una esperanza viva …” (1P 1,3). No es

un accidente que el Apocalipsis está ubicado al final de la biblia. El capítulo 21, el clímax

de las visiones del Apocalipsis es un sujetalibros muy apropriado. Como dice el biblista

George Eldon Ladd, “todas las promesas del pacto de Dios con los hombres hechas primero

por medio de Abraham, renovadas por medio de Moisés y encarnadas en Cristo, son

finalmente llevadas a su plena realización”.113 La muerte y la resurrección del Hijo son el

culmen de las esperanzas de Dios y nuestra razón de esperar que algo nuevo sea posible,

como dice el Apocalipsis, “¡Yo hago nuevas todas las cosas!” (Ap 21,5).

Tenemos esperanza, entonces, porque la esperanza es propia del hombre con

respecto a Dios. Tenemos en la visión del nuevo cielo y la nueva tierra un punto de

referencia hacia el cual podamos esforzarnos. Esta visión nos ofrece una crítica a la realidad

actual, una realidad de un mundo roto, especialmente con la ruptura del balance de los

ciclos ecológicos y con la experiencia de las limitaciones de los seres en este mundo. La

visión también nos recuerda que otra realidad es posible y nos jalona hacia este futuro que

ya viene sobre nosotros. Por esta razón, la esperanza no es ahistórica ni una categoría

solamente espiritualista. Nuestras esperanzas están fundamentadas en lo que Dios ha hecho

113 Ladd, El Apocalipsis: Un comentario, 247.

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a lo largo de la historia de la salvación, espacialmente en el relato del Éxodo y en la muerte

y resurrección de Jesucristo. La esperanza, entonces, es mucho más que una ilusión: es una

expectativa objetiva.

Lo que ha pasado está dentro de lo posible y puede razonablemente ocurrir en el

futuro de una manera. El modelo del plan de Dios a lo largo de la Sagrada Escritura y la

reflexión e interpretación de la acción de Dios en la historia apuntan al hecho de que Dios

quiere liberarnos de la esclavitud, la opresión y la muerte. La opresión y la muerte son

categorías históricas. La esperanza y el anhelo de superar estas situaciones de límite son

también históricos. En cuanto somos capaces de imaginar lo más allá de la opresión y la

muerte, somos capaces de actuar hacia su realización. Por eso, la esperanza está ligada a la

realidad y tiene consecuencias actuales. Poner nuestra confianza en Dios y en su reinado

sobre la historia significa que actuamos de acuerdo con los valores de su reinado. Y cuando

vivimos las relaciones justas del reinado de Dios, relaciones justas entre unos y otros y con

la creación, cambiamos el curso de la historia. Es decir, que nuestras actitudes y acciones

tienen consecuencias y nuestra inacción también tiene consecuencias.

El sistema actual con su destrucción del medio ambiente, su desigualdad sistémica

y sus pretensiones de poder no es el fin de la historia, Dios tendrá la última palabra. Pero,

por nuestra parte, tenemos que confiar en Dios, rechazar los valores de cada poder en contra

de su reinado sobre la historia y su cuidado por los más necesitados y caminar hacia la

visión de la nueva Jerusalén. Cuando abrimos nuestra imaginación para incluir otras formas

de estar en el mundo, abrimos nuevas posibilidades. Concretamente, esta apertura hacia

nuevas posibilidades en el futuro es capaz de transformar nuestras actitudes y

comportamientos en el presente. Cuando cambiamos nuestras formas de vida, o nuestros

hábitos y relaciones con los demás y con la creación en el presente, empezamos a

acercarnos al horizonte de la esperanza que se inició con el amor del Padre y la muerte y

resurrección del Hijo.

Esta visión referente de la nueva Jerusalén nos hace conscientes de la necesidad de

romper con el sistema limitado y pecaminoso, que causa sufrimientos y divisiones entre

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los seres humanos y entre los seres humanos y la creación.114 Jon Sobrino afirma sobre la

esperanza: “lo que durante mucho tiempo ha parecido imposible se ofrece ahora como

posibilidad; dicho desde su contenido, esa esperanza consiste en la vida”.115 Para Sobrino,

la esperanza de la vida es: “la novedosa convicción de la posibilidad de llegar a ser hombres

y mujeres; verdaderas creaturas de Dios y no víctimas seculares de los ídolos, de poder

vivir en una sociedad no estructurada según lobos y corderos”.116 Si optamos por la

apertura a las promesas de Dios y a las nuevas cosas, las promesas empiezan a

transformarnos ahora en el presente y cuando nos transformamos, somos capaces de

transformar también la historia.

El paradigma al fondo del texto del Apocalipsis era el carácter sanguinario del

imperio en el uso de la violencia para dominar a sus oponentes. Con la eliminación de sus

enemigos, el imperio estableció el reino de la Pax Romana, en donde la idolatría de la

riqueza y el consumo conspicuo de los bienes de la naturaleza en las tierras conquistadas

era lo normal. Los oyentes originarios del Apocalipsis tal vez experimentaron el desafío de

mantenerse en la constancia y en la fe dentro de esta coyuntura. Las experiencias del límite

humano, de la vulnerabilidad, del silencio y de la ausencia de Dios frente los sufrimientos

de los seres humanos y de la Tierra nos llevan a tratar de buscar una salida a esta situación

o a superar la condición actual. Por eso, el Apocalipsis ofreció una crítica fuerte de este

paradigma en el cual “los que destruyen la tierra” (Ap 11,18) explotaron, masacraron y

vendieron los frutos de la tierra por causa de la ganancia (Ap 18,11-14.16). La actual Tierra

no es como debería ser. Es finita y enferma, y nuestras sociedades están llegando al límite

de su capacidad para sustentar la vida. Y el planeta Tierra es el único lugar de vida para el

ser humano. Cierto que la visión del nuevo cielo y la nueva tierra cuestiona radicalmente

nuestra relación actual con la tierra. Pero, más allá de la crítica, el Apocalipsis ofrece

también su visión del cumplimiento de las promesas de Dios, del restablecimiento de la

armonía entre la civilización y la tierra en la nueva Jerusalén, una visión para motivar a sus

oyentes y lectores a optar por relaciones justas en contraposición a las relaciones de

114 Alison, El Retorno de Abel: Las huellas de la imaginación escatológica, 229. 115 Sobrino, Liberación con Espíritu: Apuntes para una nueva espiritualidad, 195-196. 116 Ibid., 196.

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dominación del paradigma actual.

La categoría de la esperanza como parte de la praxis concreta es fundamental para

la teología latinoamericana de la liberación. A las tres dimensiones de la inteligencia de la

realidad que presenta Ignacio Ellacuría – hacerse cargo de la vida, cargar la realidad y

encargarse de la realidad –, Jon Sobrino añade la dimensión de la gracia o la experiencia

de Dios que engloba todo el proceso de intentar ver la realidad con los ojos de Dios para

hacer un discernimiento y llegar a la praxis de acuerdo con el plan de Dios. La dimensión

de la gracia hace posible un movimiento de corresponsabilidad y de abrirnos a algo mejor:

la esperanza trascendente. En palabras de Sobrino:

Expresiones de esta esperanza son: "Que el reino de Dios se acerca" (Mc 1, 14), que

"habrá un nuevo cielo y una nueva tierra" (Ap 21, 1). Es el modo que tienen de afirmar

que en el fondo de la realidad existe la justicia y la bondad, que a pesar de todo el bien es

más originario y poderoso que el mal. Aceptan en su misma realidad que la verdadera

salvación pasa también por su propia crucifixión, que quien da verdadera esperanza es el

siervo de Yahvé. Esa esperanza de los pobres es una pregunta por la propia esperanza

radical de quien se compromete con la liberación.117

De forma semejante al paradigma del imperio romano durante su tiempo, hoy en

día es difícil imaginar una alternativa de nuestros sistemas políticos y económicos que

dependan del consumo de combustibles fósiles y del constante crecimiento de mercados.

Pero si el Apocalipsis ofreció una crítica al paradigma de sus tiempos, si era posible antes,

también es posible hacerlo hoy en día. Podríamos considerar la visión de la nueva Jerusalén

como nuestro referente y, desde ahí, paulatinamente cambiar nuestros comportamientos

para transformar la historia.

En lugar de la contraposición entre Babilonia/Roma y la nueva Jerusalén, podemos

ver nuestra situación con más claridad si ponemos nuestro paradigma actual en

contraposición con los valores de la visión de la nueva Jerusalén. ¿Cómo somos “los que

destruimos la tierra” hoy en día? La contraposición entre Babilonia y la nueva Jerusalén

nos invita contemplar las concepciones que generalmente han gobernado nuestro discurso

público sobre nuestra relación con la creación. El paradigma actual todavía es el paradigma

de las industrias actuales: energía, defensa, comunicaciones, transporte, agricultura,

117 Sobrino, “Espiritualidad y Liberación”, 5.

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comida, salud, entretenimiento, minería, educación, derecho y gobierno. 118 Todas las

industrias son interconectadas. La industria de los combustibles fósiles es una de las más

poderosas e influyentes a nivel internacional. El paradigma actual implica nuestra

dependencia del consumo de los combustibles fósiles, el consumo que contribuye al

calentamiento global y sus consecuencias perjudiciales para la creación y para nuestras

sociedades. Es un paradigma que probablemente empezó con buenas intenciones.

En su inicio, las nuevas tecnologías alimentadas por el motor de combustión interna

llevaron consigo la promesa de suplantar la pobreza, la enfermedad y el trabajo duro con

una abundancia que permite la vida buena. Pero estas tecnologías que hoy en día damos

por hecho están fundadas en presupuestos que la visión final del Apocalipsis del nuevo

cielo y la nueva tierra cuestiona. El Apocalipsis pone de relieve el contraste entre dos

conjuntos de relaciones: con la naturaleza y en la sociedad. En la medida que conservamos

estos presupuestos, estamos sosteniendo el paradigma actual. La visión de la nueva

Jerusalén, con un cielo nuevo y una tierra nueva, presenta un conjunto de presupuestos

alternativos a los presupuestos detrás del paradigma actual. En contraste con el presupuesto

de que la naturaleza ha sido creada para ser dominada y controlada, la relación con la

naturaleza en la nueva Jerusalén está marcada por la gratuidad y la interdependencia. Los

reyes de la tierra se habían prostituido en Babilonia (Ap 17, 2) y los comerciantes de la

tierra habían tomado bienes de la tierra para vender en Babilonia (Ap 18,11-13). Ahora

podemos decir que también las naciones y los reyes de la tierra (y los comerciantes) están

quizás incluidos entre los que beben gratis del agua de la vida (Ap 21,6; 22,17), pues “a su

luz caminarán las naciones y los reyes de la tierra le ofrecerán su esplendor” (Ap 21, 24).119

Los reyes han experimentado una conversión, han salido del antiguo orden para aceptar el

nuevo orden donde hay suficiente para todos y no hay necesidad para la codicia o la

competencia. Las relaciones son renovadas, especialmente la relación entre la humanidad

y la creación, en un lugar marcado por su interdependencia ecológica y la sintonía entre la

creación y Dios. Donde antes existía la acumulación y el consumo desordenados, ahora

existe la donación y la generosidad abundantes.

118 Berry, “Does Community Have Value?”, 179. 119 Maier, “There’s a New World Coming!” 178.

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La última visión del Apocalipsis ofrece una afirmación de la creación; es,

últimamente, el lugar de la morada de Dios. El Apocalipsis nos invita a contemplar la

Shekinah, o la manifestación majestuosa de Dios, que ha descendido a "habitar" entre los

hombres como una realidad concreta. El nuevo cielo y la nueva tierra son el cumplimiento

final de la alianza entre Dios y su pueblo: “Estableceré mi morada en medio de ustedes y

no los rechazaré. Me pasearé en medio de ustedes, y seré su Dios, y ustedes serán mi

pueblo” (Lv 26,11-12). En la visión final del Apocalipsis, la presencia de Dios en medio

de su pueblo no requiere más la mediación del templo ni del tabernáculo. Dios está en

armonía con los seres humanos y con toda la creación. Dios está visible en su presencia, su

apertura, su comunicación y su comunidad con toda la creación. En la nueva creación, Dios

está visible y concretamente presente, constituyendo y manteniendo su relación de alianza

de comunión con toda su creación. Con la presencia plena de Dios, vemos al final de la

tribulación escatológica, la aniquilación de la muerte y el fin a los sistemas que causan la

muerte prematura.

Como en la visión de la nueva Jerusalén y como los profetas veterotestamentarios,

el futuro es una visión que proyectamos desde los acontecimientos históricos de Dios

narrados en la Sagrada Escritura. Los textos del Nuevo Testamento leen la experiencia de

Jesucristo resucitado para actualizarla en el presente y desde allí, vislumbrar al futuro.

También leemos el acontecimiento de Jesucristo a la luz de los acontecimientos de Dios en

el Antiguo Testamento, especialmente el relato central del Éxodo cuando, en el pasado,

Dios liberó a las víctimas – los explotados, los olvidados y los excluidos – de la esclavitud

y la opresión de la sociedad dominante. Cuando leemos el pasado, reconocemos la acción

de un Dios que es liberador, salvador y redentor. Reconocemos el modo de proceder de

Dios: Dios cuida a su pueblo con abundancia. Dios no quiere la pobreza y la miseria para

su creación, sino la riqueza y la abundancia.120 Dios tiene una preocupación especial por

los pobres y rechaza totalmente cualquier sistema social que produce la pobreza, la

exclusión, la denigración de la creación y la muerte prematura.121 No podemos reconocer

la esperanza sin ver las acciones y el modo de proceder de Dios en el pasado. Nos

120 Ver, por ejemplo, los resúmenes del Éxodo en Ex 23,9; Ex 19, 4-6; Nm 20, 15-16; Dt 4, 34; 6,20-25;

26, 5-10. 121 Lohfink, Option for the Poor: The basic principle of liberation theology in the light of the Bible, 46.

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encontramos dentro de esta narrativa del plan salvífico a un Dios que quiere sacarnos

totalmente de cualquier sistema de opresión. Lo que Dios ha hecho en el pasado, va a hacer

en el futuro.

La imagen de la llegada del nuevo cielo y la nueva tierra como reconciliación entre

Dios y toda su creación nos invita ver de nuevo la realidad alrededor de nosotros. La

creación es el lugar de la revelación en la historia, es el lugar de la acción salvífica de Dios.

La creación es el lugar donde estamos invitados a conocer y asumir nuestra realidad y

llevarla a un discernimiento con Dios para comprometer nuestra nueva conciencia con una

orientación y una acción de acuerdo con la voluntad de Dios. Tenemos una razón de tener

la esperanza: la realidad actual es contingente y otras posibilidades que ya han sido puestas

en marcha por Dios están esperando nuestro compromiso.

3.3 Líneas de acción

En el sexto capítulo de su carta encíclica Laudato Si, el Papa Francisco presenta

algunas pautas pastorales y concretas para poder acompañar mejor a la comunidad humana

(no solamente a la comunidad cristiana) en su compromiso con la creación a través de la

transformación de las mentalidades que originan la indiferencia y el consumo exacerbado.

Francisco propone la ética de lo que él llama la “ecología integral”. Esta ética presupone

una “concientización” activa por la parte de las familias, las escuelas, las parroquias, las

asociaciones y los gobiernos de que “todo está conectado” y de que el mundo es “una trama

de relaciones”. 122 El bien común de la humanidad está conectado con el bien de la

naturaleza y viceversa. El desafío urgente de nuestra generación es confesar humildemente

nuestro pecado y nuestras limitaciones con sobriedad y reconciliarnos con nosotros

mismos, con los demás, con toda la creación y con Dios. Guiados por el Espíritu, tenemos

que encontrar otros caminos para una convivencia que respete los límites de la creación.

En este momento histórico de crisis medioambiental, Dios está llamándonos a la

conversión. Esta conversión implica cuestionar nuestra fascinación cultural por la

122 El Papa Francisco utiliza la palabra “concientización” en una manera casi sinónimo con “conversión” o

“darse cuenta”. En este caso, es decir, darse cuenta de las relaciones mutuas ente los seres humanos y toda

la creación.

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posibilidad de dominarlo todo sin límite; nos lleva a cuestionar el paradigma consumista y

repensar nuestra tendencia a la auto-referencialidad, o el antropocentrismo. Y somos

invitados a caminar hacia una espiritualidad cristiana vivida en la praxis de relaciones

comunitarias justas tanto con los demás como con la Tierra. En este caso, la espiritualidad

refuerza la realidad de la interrelación de la creación y nos recuerda, especialmente a través

de los sacramentos, que Dios está íntimamente presente en toda su creación.

Las pautas pastorales de Francisco incluyen la concientización de nuestra

interdependencia con la creación a partir de los sacramentos. Los sacramentos son un lugar

privilegiado en donde podríamos darnos cuenta de nuestra vinculación con la creación. Los

elementos del agua, del pan, del vino, de la luz y del aceite tienen el potencial para ponernos

en contacto con los misterios de la vida. Francisco también destaca la importancia de gestos

cotidianos muy sencillos como la práctica de utilizar transporte público y de estar

consciente del uso y el consumo de los bienes, recordando que usualmente lo menos y más

simple nos ayuda a apreciar cada momento y cada ser con gratitud. La conciencia de la

gravedad de nuestra crisis medioambiental, especialmente el calentamiento global, es

importante, pero requiere un salto hacia la acción. Nuestros comportamientos a lo largo del

tiempo se transforman en virtudes y, a nivel comunal, ganan fuerza. Nuestra esperanza es

que, a partir de nuestra conversión colectiva, podamos salir de los sistemas opresores y

consumidores excesivos para abrazar el nuevo camino que Dios quiere ofrecernos.123

Más concretamente, nuestro encuentro con la visión del nuevo cielo y de la nueva

tierra en Apocalipsis nos abre a otras posibilidades de relacionarnos entre nosotros y con

la creación, nos hace imaginar que otra realidad es posible. Hay por lo menos tres

transiciones que podrían restaurar las relaciones entre nuestras sociedades y la creación.

Estas transiciones podrían mitigar los efectos desastrosos del calentamiento global

antropogénico y crear nuevas realidades de relaciones justas. Estas transiciones son: una

transición de corte religioso y moral, una transición económica y una transición política.

La transición de corte religioso y moral implica una recuperación de la

sacramentalidad de la creación. Somos una especie entre muchas especies, todas

123 Francisco, Laudato Si´.

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64

interconectadas con la creación. La creación es el lugar del encuentro con Dios y el lugar

de la salvación. Es el lugar donde el plan de Dios toma forma y con el tiempo llegará a su

cumplimiento. Eso implica también que recuperemos el respeto por la naturaleza,

intencionalmente tomando el tiempo necesario para darnos cuenta del misterio de Dios en

el medio ambiente. La contemplación del misterio de Dios en el medio ambiente nos lleva

a darle gracias a Dios y a ofrecer alabanza a Dios por el gran don de la creación. Sería más

difícil continuar con modos de vida que nos separan de la creación y que tratan a la creación

como un instrumento para nuestros fines si somos capaces de hacer este giro desde el

antropocentrismo hacia una filosofía que ve la interdependencia entre los seres humanos y

lo demás de la creación. Dios, hombre y mundo son realidades implicadas; como diría

Rodríguez, es menester rescatar el sentido de comunidad antropo-teológico-cósmica, y

adoptar una perspectiva de la alianza Dios-hombre-creación.124 Más concretamente, la

recuperación de espiritualidades que muestran un profundo respeto por la creación puede

ayudarnos para hacer este giro. La espiritualidad de fondo de los salmos en donde “toda

creación es por si misma lenguaje y mensajera de la presencia de Dios” y “todo es obra del

mismo creador” es un buen lugar para comenzar.125 Los salmos son una parte fundamental

de las liturgias diarias de la Iglesia y dejan claro la relación entre Dios, hombre y mundo.

El liturgo Borobio Garcia identifica cinco facetas de esta relación mutua:

1. Los salmos hablan de Dios, poniendo de relieve sus atributos de poder, grandeza,

bondad (...) respecto a la creación. 2. Los salmos hablan del hombre, a partir de sus

sentimientos y situaciones de vida: alegría, tristeza, alabanza, enfermedad, liberación [,

esperanza]... 3. Los salmos hablan de la creación, recordando todos los elementos que la

enriquecen: sol, luna, montes, ríos, mares, animales (...) 4. La creación habla de Dios, por

sí misma y lo que entraña, por sus manifestaciones en diversidad de fenómenos climáticos,

por sus signos que manifiestan el esplendor y belleza de Dios. 5. Y la creación habla al

hombre para que alabe a Dios, ya que ha sido llamado a ser sacerdote de la creación,

liturgo que ofrece y recoge la alabanza de todo lo creado, representante máximo del

señorío de Dios sobre la creación.126

La espiritualidad franciscana y el “Cántico del hermano sol” o “alabanza de las creaturas”

(de la que Francisco tomó el título de su más reciente encíclica) nos recuerdan que “todas

la criaturas participan de Dios, son regalo de Dios, y deben ser acogidas con

124 Rodríguez, Dios, Hombre, Creación: Hacia una ecoteología bíblica, 143. 125 Borobio García, Sacramentos y Creación, 29. Ver especialment los Salmos 8,19 y 104. 126 Ibid., 32.

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agradecimiento, no maltratados con ingratitud”.127 En Laudato Si, Francisco incluye la

recuperación del ejemplo de la sabiduría y la espiritualidad de otros santos también como

Teresa de Lisieux, Buenaventura y Tomás de Aquino.128 La espiritualidad ignaciana con el

lema de encontrar a Dios en todas las cosas y la mística relación amorosa en la Trinidad a

partir de la “Contemplación para alcanzar el amor” en los Ejercicios Espirituales de San

Ignacio de Loyola también son ejemplos de una espiritualidad que nos puede ayudar a

situarnos en relación justa con nuestros hermanos y hermanas, con la creación y con Dios.

Estas espiritualidades sólo tienen peso si son operativas, si nos llevan a la praxis de la

transformación, la liberación y la construcción de un mundo nuevo.

La transición económica implica que nuestras sociedades inserten toda actividad

económica dentro de los límites de la ecología. Conlleva que busquemos una manera de

distribuir los bienes de la producción de manera equitativa y que permitamos a la naturaleza

regenerarse a sí misma.129 Esta transición implica el cambio desde las tecnologías que

dependen del consumo de combustibles fósiles hacia tecnologías que dependan de formas

de energía renovable: hidroeléctrica molinos de viento y energía solar. La transición hacia

la energía verde nos presenta la oportunidad de trasladar las infraestructuras de energía de

los intereses de las corporaciones privadas al beneficio de la colectividad.130 Tenemos que

hacer esta transición tomando en cuenta todas las familias que dependen de sus salarios de

trabajo en la industria de la energía actual. Tenemos que crear más trabajo y dividir más

equitativamente las ganancias que provienen de la producción de nuevas formas de

energía. 131 Las nuevas economías tienen que buscar el bienestar de todos los seres

humanos, especialmente de los más vulnerables, y el bienestar de la creación.

A nivel personal y social, la transición económica nos sugiere un cambio radical

del paradigma del crecimiento constante de las economías y el sueño de la movilidad

ascendente. El sueño de la movilidad ascendente deja al soñador insatisfecho porque el

127 Ibid., 44. 128 Francisco, Laudato Si, no. 230. 129 Rasmussen, “New Wineskins”, 375. 130 Klein, This Changes Everything: Capitalism vs. The Climate, 215-216. 131 Gustave Speth, The Bridge at the Edge of the World: Capitalism, the Environment, and Crossing from

Crisis to Sustainability, 148.

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individuo está siempre luchando para obtener más bienes materiales, más poder o más

comodidad en esta vida. El deseo para siempre de más cosas, más privilegios e influencia

deja un descontento. Como en la meditación de las dos banderas en los Ejercicios

Espirituales de San Ignacio, estamos invitados a rechazar la dinámica de Lucifer en

Babilonia. Es la tentación de codicia y de riqueza, la cual conduce al honor y a la soberbia.

En su lugar, somos invitados a aceptar los valores de Cristo: “pobreza contra riqueza,

oprobrio o menosprecio contra el honor mundano y la humildad contra la soberbia”.132 En

otras palabras, como en la meditación de la ciudad de la nueva Jerusalén en contraposición

de la ciudad de Babilonia/Roma en el Apocalipsis, estamos llamados a seguir las pautas de

la vida de Jesucristo, de Dios Padre y de su Ciudad Santa que “bajaba del cielo” en una

dinámica de la movilidad descendente, hacia el encuentro con el otro y con la creación.133

En contraposición del sueño de la movilidad ascendente, está la movilidad descendente, el

reconocimiento y la valoración de los dones en nuestras vidas y la comprensión de que lo

más no siempre es lo mejor. La movilidad descendente nos hace cuestionar nuestros hábitos

de consumo y nos pide, en tanto cuanto nos lleva a mejor amar y servir a Dios, a buscar

maneras de reducir el consumo de bienes materiales, especialmente de los combustibles

fósiles que contribuyen al calentamiento global. Vivir con menos es una posibilidad. En un

mundo en donde los bienes del mundo no son divididos igualmente, en donde una minoría

tiene más acceso al fruto de los mercados que la gran mayoría, vivir con menos es vivir en

solidaridad con esta gran mayoría. El mundo es capaz de proveer una abundancia de bienes

para todos, si aprendemos a vivir con menos y compartir lo que tenemos. Vivir con lo

suficiente es una opción más responsable que vivir siempre con más.

Finalmente, la transición de una política del capitalismo democrático busca cambiar

de una sociedad que fomenta la libertad para adquirir y disfrutar la riqueza virtualmente

sin restricciones y en donde el derecho a la propiedad privada y sus usos es un derecho

básico, a una sociedad en donde el gobierno funciona como una fuerza igualadora. La

visión de la nueva Jerusalén nos permite imaginar una sociedad que fomenta el bien común

a través del proceso de la democratización de lo social, lo político y lo económico de una

132 Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, 100. 133 Brackley, Downward Mobility: Social Implications of St. Ignatius’s Two Standards, 9.

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manera en que los bienes primarios de todos – la tierra, el aire, el agua y la luz – son

requisitos para el bien común. Cuando la morada de Dios está entre los hombres y habita

entre ellos, hay un aplanamiento del espacio y de las relaciones. Las relaciones jerárquicas

en la literatura apocalíptica están usualmente indicadas con los seres celestes con más

autoridad con domicilio en los niveles de los cielos más altos. En la visión del Ap 21-22,

Dios y la Nueva Jerusalén descienden de los cielos, eliminando el enfoque en las relaciones

verticales. En la visión el espacio y las relaciones horizontales reciben más atención y

enfoque. Dios está en el mismo nivel que los seres humanos y lo demás de su creación.

En su interpretación de la visión de la Nueva Jerusalén, Dieter Georgi sugiere que

la visión de la nueva Jerusalén corresponde con la ciudad helenística ideal, una ciudad que

integra el jardín con lo urbano o que valora la idea de la conciliación de la ciudad y el

campo.134 De igual manera, Michel Foucault sugiere, con su descripción de los “espacios

heterotópicos”, que desde el tiempo de los Persas el jardín ha sido un espacio sagrado que

se suponía que reunirá dentro de su espacio rectangular los cuatro extremos del mundo

alrededor de un espacio más sagrado que todo en el centro. Este espacio sagrado en el

centro era usualmente una fuente. El mundo del jardín se suponía que representaba la

perfección y la totalidad del mundo.135 En Ap 22,2, no es una fuente, sino un árbol de vida

que se halla en medio de la plaza de la Ciudad. La concepción del jardín de los persas, la

ciudad ideal de los helenistas y en la última visión del Apocalipsis, el santuario está ubicado

en el centro de la ciudad y toda la ciudad está orientada hacia el santuario. Es decir, que

todos los caminos se conducen a la plaza en el centro y la plaza es un lugar abierto y con

mucho espacio para que en la población puede comunicarse el uno con el otro.136 Es una

ciudad que ofrece espacio, agua, comida y sanación para muchos, en donde las fronteras

políticas y socioeconómicas se rompen.

No es posible decir con certeza como los oyentes del Apocalipsis en el siglo I o II

y el Apocalipsis construyeron su imagen de la Ciudad. El Apocalipsis no proporciona un

manual para construir la nueva Jerusalén y algunas de las imágenes de esta visión no hablan

a la experiencia de los lectores en el siglo XXI. Pero la necesidad urgente para planear

134 Dieter Georgi, The City in the Valley: Biblical Interpretation and Urban Theology, 182. 135 Michel Foucault, “Of Other Spaces: Utopias and Heterotopias”, 6. 136 Georgi, The City in the Valley, 184.

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ciudades en donde los ciudadanos puedan experimentar la salvación habla a personas de

cualquier generación. En dichas ciudades se integraría un respeto por la creación con

atención a las necesidades de los seres humanos. ¿La visión de la nueva Jerusalén es capaz

de transformar nuestra planeación urbana? ¿Tales ciudades en donde hay espacio, agua

limpia, alimentación y medicina para muchos son necesariamente utopías? No sé. Pero la

crisis del calentamiento global exige un intento de imaginar de nuevo nuestros conceptos

del espacio, de la propiedad y del consumo en la planeación de nuestras ciudades. Un

modelo, por ejemplo, en donde algunas familias viven en el suburbio no es muy práctico.

Requiere mucho consumo de combustibles cuando los trabajadores necesitan viajar en sus

carros o en el bus para llegar al trabajo en los centros urbanos. Las afueras fueron atractivas

como una alternativa de lo urbano con su contaminación y crimen. Las afueras, al contrario,

trató de reconciliar la necesidad de construir casas y apartamentos con los elementos

naturales del paisaje. ¿Es posible, re-imaginar esta relación entre el afuera y el centro con

respeto a nuestras ciudades? Es decir, ¿Es posible construir más espacios públicos, parques

y lugares para que los centros urbanos se parezcan más a las afueras? La relación entre los

centros urbanos y los suburbios tiene que ver con la naturaleza y con la justicia y los

derechos humanos. El suburbio es un espacio solamente para las personas con los medios

para comprar o alquilar una habitación afuera de la ciudad y viajar cada día para llegar al

trabajo. ¿Podríamos imaginar ciudades en donde todos los ciudadanos, ricos y pobres

comparten el espacio?

Para realizar tales ciudades, necesitamos una política que tenga una visión hacia el

futuro y hacia el bienestar de las generaciones futuras de la humanidad y de la Tierra, y no

sólo una visión miope de ganancias inmediatas o de lo menos controversial o lo menos

incómodo. Tenemos que abrir nuestros ojos para ver cómo nuestras políticas hoy en día

tienen amplias consecuencias para la Tierra. La política debe estar tan integrada como la

naturaleza; los cambios climáticos, la energía, la pobreza, la comida y el agua son asuntos

entrelazados en la economía del planeta Tierra. 137 Nuestro destino está íntimamente

conectado con el destino del planeta que es nuestro hogar común.

137 Gustave Speth, The Bridge at the Edge of the World: Capitalism, the Environment, and Crossing from

Crisis to Sustainability, 225.

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3.4 Conclusión: La esperanza en acción

El desafío de la crisis actual del calentamiento global es grande y, si no se controla,

se volverá una crisis que tendrá consecuencias aún más desastrosas para nuestras

sociedades y para los más vulnerables en particular. Pero tenemos razón de esperar y de

confiar en el Dios de la vida, quien también tiene esperanza en nosotros y en nuestro

mundo. Con referentes como el nuevo cielo y la nueva tierra en Ap 21,1-8, podemos

imaginar otros caminos. Desde la esperanza, podemos cambiar nuestros hábitos aquí y

ahora para hacer de esta visión una realidad.

La nueva Jerusalén, “que bajaba del cielo y venía de Dios” podría representar una

transición hacía una nueva manera de relacionarnos con Dios, los demás y con la creación.

En términos prácticos, podríamos identificar tres aspectos de la vida que requieren un tipo

de conversión: la mentalidad general, la economía y la política. La valoración de la creación

implícita en esta visión corre paralela a una oportunidad en nuestros tiempos para repensar

sobre la sacralidad de la creación y el imperativo consecuente para cuidarla. El descenso

de la nueva Jerusalén podría ilustrar un movimiento por parte de Dios que rompe las

jerarquías tradicionales y aún la división entre lo divino en el cielo y lo profano en la tierra.

A fin de bajar los consumos de combustibles fósiles, sería imprescindible adoptar un modo

de vida de movilidad descendente, usando solamente lo suficiente para sobrevivir en una

manera responsable. El descenso de la nueva Jerusalén y la morada de Dios entre los

hombres y mujeres quizás representa también un aplanamiento espacial y relacional. Una

nueva política que trabaja para el bien de todos y es siempre más democrática podría ser

un espejo de este aplanamiento y estas relaciones horizontales en la nueva Jerusalén.

La esperanza de las víctimas del calentamiento global: los que sufren sus efectos y

se enferman, los desterrados, migrantes, desplazados y los sin acceso al agua o a los

productos de la cosecha encuentran su lugar de certeza de que Dios baja para sanar su

condición de aflicción y opresión en la visión del nuevo cielo y la nueva tierra. El hogar de

Dios es con su creación y en consecuencia la creación es sagrada. Pero el mundo actual

está roto y sufre los efectos de nuestros pecados. A veces parece que el pecado es tan fuerte

que el cambio no parece nunca posible. Es el impulso para alcanzar el más allá que viene

de Dios que hace posible la esperanza en nuestros tiempos de crisis.

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CIERRE

La pregunta problemática de esta investigación es: ¿Cuáles son las contribuciones que una

lectura del Ap 21,1-8 en clave de esperanza puede ofrecer a la realidad del calentamiento

global antropogénico con el fin de cuidar mejor la creación y mitigar dicho fenómeno?

Las contribuciones de la lectura del Ap 21,1-8 en clave de la esperanza son tres. Primero,

la experiencia de fe que se transmite en el fondo del Ap se asemeja a la experiencia actual.

En el ámbito de las primeras comunidades cristianas como en el ámbito actual, personas

de fe buscan esperanza dentro de unas situaciones de dificultad, de sufrimiento y de grandes

desafíos frente el futuro. Para las comunidades en el fondo del Ap el desafío fue la tentación

hacia la idolatría y la persecución por la parte del imperio romano. Hoy el calentamiento

global es un gran desafío. Segundo, el Ap nos invita ver la realidad a través de nuevos

filtros y nos presenta visiones y símbolos que pueden ayudarnos repensar nuestra relación

con nuestro prójimo y con la creación. Sobre todo, el Ap nos presenta una valoración

positiva de la creación y una esperanza para el futuro de la creación, una visión de Dios

bajando para permanecer con nosotros y con toda su creación. Es un Dios que interviene

radicalmente a favor de su creación: “Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba

del cielo y venía de Dios . . . ¡Y la morada de Dios va a permanecer entre nosotros!”

Tercero, el Ap nos presenta dos conjuntos de valores: los valores de Babilonia o el imperio

romano o el paradigma tecnocrático y la nueva Jerusalén o la ecología integral, esp. En

relación con actitudes en torno a la creación. Tenemos que decidir entre dos valores.

Podríamos trabajar con Dios para transformar nuestra realidad y acercar la nueva Jerusalén

que viene de Dios con relaciones justas entre seres humanos y con la creación o seguir con

el estatus quo de avaricia, apatía, violencia, sufrimiento y muerte. Toda la vida en el

planeta Tierra esta interrelacionada, pero algunos aspectos de las culturas humanas han

ocultado esta interconectividad. El antropomorfismo, la individualidad y un paradigma

tecnocrático son construcciones sociales y culturales que son responsables, en parte, por el

desequilibrio y la crisis medioambiental actual de los cambios climáticos. La mayoría de

las ciudades dependen de los combustibles fósiles y los individuos dependen de ellos

también en su vida cotidiana. Este uso de combustibles fósiles está emitiendo Dióxido de

carbono en la atmósfera, causando el efecto invernadero y calentando la Tierra. Este

calentamiento ya está perturbando la vida de los seres humanos causando más incendios

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forestales, cambiando las estaciones de las cosechas y poniendo comunidades en las costas

e islas en el peligro de las inundaciones. Hemos llegado al límite de carbono que podríamos

emitir y el statu quo no es sostenible. Desde la perspectiva histórica, científica y teológica,

esta crisis no es un castigo por parte de Dios. Es una consecuencia de las acciones humanas.

Y como una consecuencia de las acciones humanas, tenemos que buscar una visión

alternativa política, económica y social. Podemos esperar que tal alternativa sea una

posibilidad.

Es posible que nuestra situación actual tenga algo en común con los cristianos

contemporáneos a Juan de Patmos. Los dos están presentados con una decisión existencial

entre vida y muerte, entre la formación de comunidad entre los seres humanos y la

naturaleza y la destrucción que venga con el individualismo, el egoísmo, la codicia y la

violencia. La esperanza para los dos es que la conversión es posible. Todavía hay tiempo

para cambiar, pero si no cambiamos la situación del desequilibrio ente los seres humanos

y la naturaleza, vamos a encontrar más división, sufrimiento y muerte. Tenemos esperanza

en un Dios que hace nuevas todas las cosas. Es la esperanza de toda la creación. Podríamos

trabajar con Dios para transformar nuestra realidad con la visión de la nueva Jerusalén que

viene de Dios como nuestra meta.

La visión del nuevo cielo y la nueva tierra en Ap 21,1-8 representa la comunión

directa y sin obstáculos entre Dios, su pueblo y toda la creación. Esto es la meta de toda

redención. Enfrentado con esta visión, podemos ver de nuevo que tenemos que cambiar

nuestras economías y políticas para poder acercar esta visión. Pero en la visión, toda la

iniciativa viene de Dios. La nueva Jerusalén, “que bajaba del cielo y venía de Dios” rompe

la división entre lo divino en el cielo y lo profano en la tierra. La visión representa para

nosotros en estos días una nueva política que trabaja para el bien de todos, especialmente

para los más vulnerables que sufren los efectos del calentamiento global. La visión nos

ofrece una declaración muy profunda: el hogar de Dios es con su creación y en

consecuencia la creación es sagrada. Si vivimos con esta realización, podríamos tener un

mejor cuidado del planeta

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