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Laura Gracia Cortés Marta Franco Abad Rut Espinosa Castells TEMA 17.EVALUACIÓN DEL PACIENTE CON

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Laura Gracia Cortés

Marta Franco Abad

Rut Espinosa Castells

TEMA 17.EVALUACIÓN DEL PACIENTE CON

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EN SÍNTESIS:

En este tema abordaremos los siguientes aspectos:

1. Importancia de la enfermedad renal crónica para el anestesiólogo y valoración de

la misma en el preoperatorio.

2. Evaluación preoperatoria de la función renal mediante aspectos clínicos,

diagnósticos y valoración de los factores de riesgo en cada paciente.

3. Estratificación de la enfermedad renal crónica, para poder valorar en el

preoperatorio el tipo de paciente ante el que nos encontramos y aplicar las

debidas medidas protectoras de la función renal durante el intra y el

postoperatorio.

4. Medidas a aplicar durante el perioperatorio para evitar el daño renal isquémico.

5. Fármacos que podemos utilizar, o bien fármaco a evitar, con el fin prevenir el

empeoramiento de la función renal en el postoperatorio.

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ÍNDICE

1. Introducción

2. Etiología de la insuficiencia renal

3. Evaluación preoperatoria de la función renal

3.1 Estratificación de la enfermedad renal

3.2 Factores predictores de insuficiencia renal en el

perioperatorio

3.3 Evaluación clínica y pruebas diagnósticas

3.4 Riesgo cardiovascular y enfermedad renal crónica

4. Medidas de protección renal

4.1 Objetivos de las medidas de protección renal

4.2 Fisiopatología del daño renal isquémico

4.3 Medidas farmacológicas

4.4 Medidas no farmacológicas

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1. INTRODUCCIÓN

El manejo perioperatorio de los pacientes con enfermedad renal crónica es complejo,

especialmente en relación al mantenimiento del equilibrio hidroelectrolítico y la

dosificación de fármacos. Son pacientes de elevado riesgo debido a la propia

disfunción renal y a la patología asociada. Es sabido que el deterioro brusco de la

función renal en el postoperatorio se asocia a un peor pronóstico e incremento de la

morbimortalidad, siendo la edad y la función renal preoperatoria disminuida los

principales factores de riesgo.

La enfermedad renal crónica (ERC) se ha convertido en un problema de salud pública

de primer orden, tanto por el incremento progresivo de su prevalencia como por su

elevada morbimortalidad cardiovascular. La ERC afecta a un porcentaje cada vez

mayor de la población debido a que sus principales causas son transtornos de alta

prevalencia como la diabetes, la hipertensión y la enfermedad cardiovascular, teniendo

en cuenta además el aumento de la esperanza de vida y el envejecimiento de la

población. La evolución de la ERC es la progresión hacia la enfermedad renal crónica

terminal y la consiguiente necesidad de tratamiento sustitutivo mediante diálisis o

trasplante renal.

Todos estos aspectos nos conciernen a los anestesiólogos, ya que una adecuada

evaluación preoperatoria nos dará la oportunidad de adoptar estrategias de detección

precoz y tratamiento preventivo.

Por lo tanto, en la valoración preoperatoria de estos pacientes deberemos valorar la

función renal preoperatoria del paciente mediante la estimación del filtrado glomerular

utilizando las ecuaciones recomendadas. Además, familiarizarnos con estas

ecuaciones nos facilitará el ajuste de las dosis de fármacos con eliminación renal. Es

muy importante identificar a los pacientes de riesgo renal para poder planificar

medidas dirigidas a evitar o al menos minimizar el daño renal durante el proceso

quirúrgico y el consiguiente empeoramiento de la función renal en el postoperatorio

,disminuyendo así la morbimortalidad perioperatoria en estos pacientes.

Finalmente, tenemos que considerar que todo paciente con ERC es un paciente de

alto riesgo cardiovascular y evaluarlo como tal.

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2. ETIOLOGÍA DE LA INSUFICIENCIA RENAL

El fallo renal puede estar causado por multitud de mecanismos. Estos pueden ser de

origen pre-renal, renal o post-renal:

Causas pre-renales ( 35%): Por disminución de la perfusión renal.

-Hipovolemia

-Disfunción cardiaca

-Vasodilatación periférica por sepsis o cirrosis

Causas renales (50%) : Necrosis tubular aguda

-Hipoperfusión

-Sepsis

-Nefrotoxinas

Causas post-renales ( 10%)

A) Extrínsecas:

- Obstrucción de sonda urinaria

- Hiperplasia prostática

-Tumores o hematomas comprimiendo uréteres o uretra

B) Intrínsecas:

- Obstrucción cuello vesical

- Cálculos renales o ureterales

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3. EVALUACIÓN PREOPERATORIA DE LA FUNCIÓN RENAL

3.1 ESTRATIFICACIÓN DE LA ENFERMEDAD RENAL

La enfermedad renal crónica se estratifica en cinco estadíos basados en la estimación

del filtrado glomerular y la documentación del daño renal (Tabla 1).

ESTADIO ERC DESCRIPCIÓN FG ml/min/1,73m2 Sinónimos

1 Daño renal con FG

normal o ↑

≥ 90

2 Daño renal con FG

levemente ↓

60-89

3 Moderado ↓ de FG 30-59 Insuficiencia renal

crónica moderada

4 Severo ↓ de FG 15-29 Insuficiencia renal

crónica avanzada

preterminal

5 Fallo renal < 15 Fallo renal, uremia,

Insuficiencia renal

terminal

Tabla 1. Estratificación de la enfermedad renal crónica.

Todo paciente con filtrado glomerular inferior a 60 ml/min/1,73 m2 durante más de tres

meses se clasifica como portador de enfermedad renal crónica. Filtrados menores de

60 suponen la pérdida de más de la mitad de la función renal normal y se asocian con

un riesgo mayor de progresión y comorbilidades. Debido a que el filtrado glomerular

disminuye con la edad, sólo cuando hay evidencia de daño renal (biopsia patológica o

proteinuria o hematuria) se puede hablar de enfermedad renal crónica en presencia de

filtrados superiores a 60 ml/min/1,73m2.

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Aproximadamente el 3% de la población presenta enfermedad renal crónica en

estadíos 1-2 y un 4,7% presenta estadíos 3-5 con filtrados menores a 60

ml/min/1,73m2. Las causas más frecuentes de este daño renal son diabetes mellitus

(40%) y enfermedad renal hipertensiva (27%).

En la práctica clínica, la creatinina es el índice de función renal más ampliamente

usado, aunque es un marcador relativamente insensible porque depende del

metabolismo de la creatinina muscular (según la masa muscular, la edad y el estado

nutricional) y de la excreción renal (filtrado glomerular + secreción tubular) y

extrarrenal (heces). Además la relación entre el filtrado glomerular y la creatinina

sérica no es lineal, lo que se traduce en una baja sensibilidad diagnóstica para la

detección de enfermedad renal crónica, de manera que cuando la concentración de

creatinina se eleva ya existe un descenso del filtrado glomerular del 50%.Un aumento

de la creatinina siempre indica deterioro del filtrado glomerular, pero un porcentaje

elevado de pacientes, como pacientes ancianos o crónicamente debilitados, tienen un

filtrado glomerular disminuido con cifras normales de creatinina. Por lo tanto, en la

valoración preoperatoria deberemos tener en cuenta que la creatinina sérica, como

parámetro aislado, no es buen indicador de la función renal.

Actualmente se considera que el mejor índice para evaluar la función renal es la

estimación del filtrado glomerular a partir de ecuaciones basadas en la concentración

de creatinina sérica y algunas variables demográficas y antropométricas.( Tabla 2).

Ecuación de Cockroft-Gault

Aclaramiento de creatinina estimado

(ml/min) = (140-edad) x kg x (0,85 en

mujeres)/ 72 x Cr sérica( mg/dl).

Ecuación MDRD 4- IDMS

eFG =175 x (creatinina/88,4)-1,154 x

(edad)-0,203 x

(0,742 si mujer) x (1,210 si raza negra)

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Ecuación CKD - EPI

Mujeres

Si creatinina ≤ 62 μmol/l, eFG = 144

x([creatinina/88,4/0,7]-0,329) x

0,993edad

Si creatinina > 62 μmol/l, eFG = 144 x

([creatinina/88,4/0,7]-1.209) x 0,993edad

Varones

Si creatinina ≤ 80 μmol/l, eFG = 141 x

([creatinina/88,4/0,9]-0,411) x 0,993edad

Si creatinina > 80 μmol/l, eFG = 141 x

([creatinina/88,4/0,9]-1,209) x 0,993edad

Tabla 2. Ecuaciones para el cálculo del FG.

La ecuación de Cockroft-Gault ha sido tradicionalmente la más utilizada.

Posteriormente, a partir del estudio Modification of diet in renal disease, se desarrolló

la ecuación MDRD 4-IDMS.

Años después los mismos autores la modificaron utilizando el registro de creatinina

sérica, edad, sexo y raza, para obtener la ecuación CKD-EPI. Esta última ecuación se

considera la más precisa para establecer el estadio de la enfermedad, orientar la

evaluación del riesgo quirúrgico y las intervenciones y para evitar su progresión.

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Sin embargo, la utilización de estas fórmulas tiene algunas limitaciones, pues

proporcionan valores aproximados del filtrado glomerular pero no una medida exacta.

No son fiables en pacientes con FG superior a 60 ni en situaciones en las que el

balance de creatinina no es estable, como pacientes con fallo renal agudo, o su

producción está claramente disminuida como ocurre en edad avanzada, anorexia,

amputaciones, malnutrición o cirrosis entre otros.

En los últimos años se han identificado nuevos biomarcadores para estimar en el

preoperatorio la presencia y magnitud del daño renal, como la Cystacina-C, Proteina C

reactiva, Homocisteina y NGAL.

La cystacina-C es una proteasa que es filtrada por el glomérulo y posteriormente

reabsorbida y catabolizada en el túbulo proximal. A diferencia de la creatinina, cuya

producción se correlaciona con la masa muscular, la cystacina C es producida por

todos los tejidos y por tanto su producción es relativamente constante. Los niveles

séricos de cystacina C parecen correlacionarse mejor con la tasa de filtrado glomerular

que los niveles de creatinina, sobre todo con filtrados altos. Varios estudios han

demostrado que la cystacina C es un mejor predictor de muerte y eventos

cardiovasculares que la creatinina, sobre todo en ancianos. Este marcador también se

ha usado con éxito en cuidados críticos y trasplante como marcador de fallo renal

agudo. Sin embargo, los rangos de referencia de laboratorio de este biomarcador aún

no se han estandarizado, haciendo que su uso clínico sea dificultoso. Por tanto, son

necesarios más estudios para poder utilizar estos biomarcadores para la valoración

preoperatoria de forma estandarizada.

3.2 FACTORES PREDICTORES DE IR EN EL PERIOPERATORIO

Los factores predictores de insuficiencia renal que deberemos valorar en pacientes

sometidos a cirugía se pueden clasificar como factores preoperatorios, intraoperatorios

o postoperatorios.(Tabla 3)

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FR preoperatorios FR intraoperatorios FR postoperatorios

Enfermedad crónica

• Diabetes Mellitus

• ERC

• IC crónica

• Enfermedad

vascular periférica

• Enfermedad

hepática crónica

Tipo de cirugía

• Cardiaca

• Aórtica

• Vascular periférica

• Trasplante órgano

sólido

• IC aguda

• Hipovolemia

• Hemorragia

• Sepsis

• Rabdomiolisis

• Hipertensión

intraabdominal

• Fallo multiorgánico

• Fármacos

nefrotóxicos

Edad avanzada Cirugía cardiaca

• By-pass

prolongado

• Cirugía urgente

• Cirugía cardiaca

previa

Sexo femenino Cirugía aórtica

• Lugar de clampaje

• Contraste

intraoperatorio

Factores genéticos

Situaciones agudas

• Sepsis

• Hipovolemia

• Fallo multiorgánico

• Balón de

contrapulsación

Tabla 3. Factores de predictores de fallo renal.

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3.3 EVALUACIÓN CLÍNICA Y PRUEBAS DIAGNÓSTICAS

Las indicaciones quirúrgicas en pacientes con enfermedad renal pueden ser las

específicas de la enfermedad (trasplante renal, paratiroidectomía, fístulas

arteriovenosas) o no específicas (cirugía cardiaca, vascular periférica,

colecistectomía…).

En la valoración preoperatoria de estos pacientes es necesario detectar

comorbilidades a través de la historia y la exploración física.

Historia Clínica: analizar la presencia de edemas, hipertensión arterial, insuficiencia

cardiaca, pericarditis, arritmias, neuropatía periférica, encefalopatía y disfunción

autonómica.

Pruebas de laboratorio:

• Electrolitos: especialmente sodio, potasio, magnesio, calcio y fósforo.

• Equilibrio ácido-base para detectar acidosis metabólica.

• Función renal: urea y creatinina

• Anemia, disfunción plaquetaria.

• Glucosa y amilasa

Exploraciones complementarias: electrocardiograma y valorar prueba de esfuerzo en

placientes con clínica o diabéticos.

La albuminuria es el mejor marcador de daño renal y la manifestación más precoz en

la diabetes, glomerulopatías y nefroesclerosis hipertensiva. Valores patológicos se

describen como microalbuminuria si > 30 mg/g (varón >20 mg/g) y proteinuria clínica >

300 mg/g.

Es necesario conocer la fecha de la última hemodiálisis, que se recomienda que se

realice el día previo a la cirugía electiva, la última dosis de heparina, la potasemia y el

peso pre y postdiálisis

3.4 RIESGO CARDIOVASCULAR Y ERC

Los pacientes con enfermedad renal crónica tienen un mayor riesgo de complicaciones

cardiovasculares (infarto de miocardio, arritmia, disfunción ventricular o muerte de

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origen cardiaco). El riesgo dependerá de la clase funcional previa del paciente, el

estadío de su enfermedad y del tipo de cirugía.

Para la valoración preoperatoria del paciente cardiópata que va a ser llevado a cirugía

no cardiaca , existen múltiples índices de predicción de complicaciones

cardiovasculares .Uno de los más utilizados es el índice de riesgo cardiaco revisado

de Lee, en el que se identifica la enfermedad renal ( creatinina >2 mg/dl) como un

factor de riesgo independiente para complicaciones cardiovasculares perioparatorias

(infarto agudo de miocardio, eventos cerebrovasculares, insuficiencia cardiaca y

muerte).

Por lo tanto, la historia clínica se debe dirigir siempre a identificar condiciones

cardiacas activas (infarto agudo de miocardio activo o reciente, insuficiencia cardiaca

descompensada, enfermedad valvular severa o arritmias complicadas). Se debe

establecer la capacidad funcional preferentemente expresada en equivalentes

metabólicos (MET) según la clasificación adoptada por la AHA. (tabla 4).

FARMACO LUGAR DE ACCIÓN

ANFOTERICINA B Túbulo intersticial

ANTIBIÓTICOS Aminoglucósidos: Túbulo

Beta-lactámicos: Nefritis intersticial

Sulfamidas: depósito de cristales

AINE´s Glomérulo

Disminución del flujo intrarrenal

ANTIVIRALES Foscarnet : Tubulo

Aciclovir: depósito de cristales

CONTRASTES YODADOS

Tubulo

Disminución de flujo intrarrenal

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IECA´s y ARA-II Glomerulo

Disminución de flujo intrarrenal

QUIMIOTERAPIA Cisplatino: Tubulo intersticial

Metotrexate: Depósito de cristales

Tabla 4. Fármacos nefrotóxicos y su mecanismo de daño renal.

En ella los pacientes con capacidad funcional < 4 MET habitualmente requieren

estudios adicionales para evaluar el riesgo cardiovascular.

Basado en el principio de valoración de la severidad de la enfermedad renal y la

intensidad quirúrgica programada, se ha sugerido lo siguiente:

• Pacientes con enfermedad renal crónica en estadíos 1-2 y capacidad funcional

> 4 MET llevados a cirugía de riesgo bajo o intermedio: no requieren estudio

adicional.

• Pacientes con enfermedad renal crónica estadíos 3-4-5 o aquellos que van a

ser sometidos a cirugía de alto riesgo: asociar a la valoración inicial

(electrocardiograma, hemograma, radiografía de tórax) glucemia, nitrógeno

ureico, creatinina, albúmina y electrolitos (si tienen algún impacto en el

tratamiento) .

• Pacientes con terapia de reemplazo renal sometidos a cirugía de riesgo

intermedio o alto: se recomienda control de electrolitos y tiempos de

coagulación después de 2 h de la última sesión de diálisis para optimizar los

requerimientos perioperatorios.

En la enfermedad renal crónica terminal el electrocardiograma puede mostrar cambios

inespecíficos como hipertrofia ventricular, transtornos electrolíticos y pericarditis

urémica, dificultando la evaluación de la enfermedad coronaria. Algunos estudios han

detectado por ecocardiografía que el 15% de los pacientes con enfermedad renal

crónica tienen disfunción sistólica, el 32% dilatación ventricular y el 74% hipertrofia

ventricular, cada una de ellas con una clara correlación con enfermedad coronaria,

hipocalcemia, hiperfosfatemia o hipoalbuminemia.

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Según las guías de evaluación perioperatoria de la AHA, es recomendación IIB realizar

prueba de estrés no invasivo a pacientes con uno o más factores de riesgo y

capacidad funcional <4MET. El ecocardiograma de estrés con dobutamina presenta

mayor sensibilidad y especificidad que otras pruebas y parece acercarse al diagnóstico

de enfermedad coronaria en pacientes con enfermedad renal crónica; en estudios

realizados en candidatos a trasplante renal se encontró una especificidad entre el 71 y

el 95% y una sensibilidad entre el 37 y el 95%.

4. MEDIDAS DE PROTECCIÓN RENAL

4.1 OBJETIVOS DE LAS MEDIDAS DE PROTECCIÓN RENAL

• Identificar y optimizar en el preoperatorio a pacientes de riesgo.

• Desarrollar un plan anestésico apropiado.

• Monitorización hemodinámica y de la diuresis para detectar y corregir la

hipovolemia.

• Tomar medidas eficaces si la función renal empieza a deteriorarse, a pesar de

la prevención.

Las medidas preventivas para evitar el deterioro de la función renal pueden clasificarse

en:

• Prevención primaria: estrategias para reducir la incidencia de daño renal en

pacientes sin evidencia de daño renal agudo.

• Prevención secundaria: estrategias para evitar el empeoramiento del daño

renal, en situaciones de disfunción renal aguda establecida.

4.2 FISIOPATOLOGÍA DEL DAÑO RENAL ISQUÉMICO

Las medidas de protección renal son importantes especialmente en pacientes con

enfermedad renal no terminal, ya que tienen un alto riesgo de sufrir un empeoramiento

agudo de la función renal en el perioperatorio, con el consiguiente aumento de la

mortalidad. La principal causa de IRA perioperatoria es la necrosis tubular aguda

(NTA). Para evitar la IRA, lo más eficaz es la prevención, por lo que hay que conocer

la fisiopatología de la NTA y las medidas preventivas que tenemos para evitarla.

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Los riñones reciben el 20-25% del gasto cardiaco, que es el factor determinante del

flujo sanguíneo renal (FSR). El córtex renal recibe más del 90% del FSR para la

filtración y la reabsorción de solutos, pero solo extrae el 18% del oxígeno de la sangre

arterial. Sin embargo, la médula recibe mucho menos FSR, pero extrae el 79% del

oxígeno. La NTA se inicia por un inadecuado FSR debido a una disminución del gasto

cardiaco; estenosis u oclusión de la arteria renal o lesiones intrarrenales de pequeños

vasos como arterioesclerosis, ateroémbolos o vasculitis. La lesión renal es

directamente proporcional a la gravedad y duración de la isquemia.

Generalmente, la NTA es una forma aguda reversible de IRA, con oliguria y uremia,

que se produce con la disminución del 40-50% en el FSR y se resuelve en 10-20 días.

Sin embargo, periodos prolongados de isquemia inducen necrosis cortical e infarto,

pérdida de arquitectura renal e IRA irreversible.

Hay que recordar también que en la génesis de la IRA es frecuente la sinergia entre

hipoperfusión renal y agresiones tóxicas.

Por lo tanto, el medio de prevención más efectivo es asegurar un volumen

intravascular y gasto cardiaco adecuado, ya que la deshidratación y la hipoperfusión

renal son los principales estímulos de la concentración urinaria que predisponen a la

lesión medular hipóxica. Además, hay que evitar agentes potencialmente nefrotóxicos

y realizar profilaxis específica con fármacos protectores.

4.3 MEDIDAS NO FARMACOLÓGICAS

EXPANSIÓN DEL VOLUMEN INTRAVASCULAR:

La hidratación y el aporte de sales reducen el trabajo de concentración urinaria y

estimula los sistemas de protección intrarrenales (como la síntesis de prostaglandinas

y dopamina).

El volumen intravascular debe monitorizarse mediante la PAM, gasto urinario, PVC, y

en ciertas situaciones de alto riesgo, la presión media en arteria pulmonar(PAMP).El

objetivo es mantener dichos parámetros en determinados rangos ( PAM >65-70

mmHg; PVC 10-15 mmHg; Diuresis >0,5 cc/kg/h; PAMP 10-15 mmHg).

En cuanto a la vía de administración de fluidos, se ha visto que la hidratación

intravenosa con salino es más efectiva que la ingesta oral no restrictiva de fluidos.

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La controversia sobre el uso de coloides o cristaloides sigue vigente. Mientras algunos

estudios sugieren que los hidroxietilalmidones de bajo peso molecular no tienen

influencia negativa en la función renal, a pesar de sus repercusiones sobre la

coagulación, otros estudios muestran mayor incidencia de daño renal agudo en

pacientes críticos con coloides que con solución Ringer Lactato.

Para prevenir la nefropatía inducida por contrastes, la administración de soluciones

isotónicas antes y después de la administración del contraste parece ser más eficaz

que un volumen equivalente de solución hipotónica o salina. La incidencia de esta

nefropatía (definida como un incremento del 25% de la creatinina sérica basal en 48H

tras la administración de contraste) puede minimizarse con la administración de

bicarbonato sódico. Se han demostrado beneficios con la utilización del menor

volumen posible de contraste no iónico e iso-osmolar, en combinación con fluidos

isotónicos intravenosos.

MANTENIMIENTO DEL FLUJO SANGUÍNEO RENAL (FSR) Y LA PRESIÓN DE

PERFUSIÓN RENAL.

El flujo sanguíneo renal depende del gasto cardiaco y de la presión arterial sistémica.

Por ello, hay que evitar la hipovolemia como se ha dicho antes y,en caso de necesitar

drogas vasoactivas para aumentar el gasto cardiaco, la noradrenalina puede utilizarse

como vasopresor de primera línea. Vasopresina y Telipresina pueden ser útiles en el

shock vasodilatador refractario a catecolaminas. Se recomienda mantener una PAM

entre 65-75 mmHg. En pacientes con hipertensión crónica esté límite puede elevarse,

ya que la autorregulación del FSR está alterada. La llamada” hipotensión controlada”

durante la anestesia estás contraindicada en pacientes con enfermedad renal crónica.

EVITAR FARMACOS NEFROTÓXICOS

Minimizar la exposición perioperatoria a sustancias nefrotóxicas es crucial para

prevenir el fallo renal agudo. En la tabla 4 se muestran los principales agentes

nefrotóxicos a evitar y su mecanismo de daño renal.

Los IECA´s y los ARA-II interfieren con la autorregulación del flujo sanguíneo renal y la

tasa de filtración glomerular. Por tanto, los pacientes en tratamiento crónico con

IECA´s tienen un mayor riesgo de disfunción renal postoperatoria. Estos fármacos

deben suspenderse un mínimo de 10 horas antes del procedimiento y solo reiniciarse

en el postoperatorio en estado euvolémico y sin evidencia de lesión renal aguda. Los

antiinflamatorios no esteroideos inhiben la ciclooxigenasa tipo I o II y pueden disminuir

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el flujo glomerular, así como el flujo sanguíneo periférico. Los antibióticos que

habitualmente se relacionan con nefritis intersticial aguda son las Cefalosporinas,

Aminoglucósidos y Vancomicina. Aminoglucósidos como la gentamicina pueden

causar necrosis tubular aguda y la administración de una dosis única diaria puede

disminuir la toxicidad sobre las células tubulares. La dosificación debe basarse en el

aclaramiento de creatinina. La Anfotericina B se considera potencialmente nefrotóxica

pero sus formulaciones lipídicas son menos lesivas. El uso de aprotinina durante la

cirugía cardiaca con circulación extracorpórea se ha asociado con un mayor riesgo de

fallo renal agudo y necesidad de diálisis.

Es necesario por tanto sustituir estos fármacos por equivalentes no nefrotóxicos. Por

ejemplo, los AINE´S pueden ser sustituidos por opiáceos o paracetamol; los contrastes

radiológicos por pruebas no nefrotóxicas como RM o exploraciones isotópicas; los

antibióticos tóxicos por otros como betalactámicos, quinolonas,azoles..;escoger los

quimioterápicos menos nefrotóxicos, como micofenolato, monoclonales o retrasar su

inicio, si es posible hasta la recuperación de la función renal.

CONTROL ESTRICTO DE LA GLUCEMIA

El control estricto de la glucemia durante el perioperatorio mediante insulinoterapia

intensiva ha demostrado mejorar la supervivencia y reducir la incidencia de daño renal

agudo subsidiario de tratamiento renal sustitutivo. La hiperglucemia perioperatoria en

cirugía cardiaca y vascular se asocia a un incremento de la morbilidad renal y la

mortalidad global.

MANEJO ADECUADO DE COMPLICACIONES POSTOPERATORIAS

El diagnóstico y tratamiento precoz de complicaciones postoperatorias como la

insuficiencia cardiaca aguda, hemorragia, sepsis o hipertensión intraabdominal es

esencial para prevenir el fallo renal agudo. En el shock hemorrágico y séptico la lesión

renal es directamente proporcional a la severidad y duración de la isquemia. Por tanto,

la detección precoz y la intervención hemodinámica agresiva pueden disminuir la

morbilidad y mortalidad de la IRA. En el shock séptico, para proteger la función renal

hay que eliminar el foco séptico, monitorizar y mantener de forma agresiva el volumen

intravascular normal, con uso precoz de fármacos vasoactivos (noradrenalina), control

estricto de la glucemia y evitar los nefrotóxicos.

18

4.4 MEDIDAS FARMACOLÓGICAS

VASODILATADORES

Tienen un papel muy importante en el mantenimiento de la integridad tisular renal,

mediante la preservación del flujo sanguíneo.

• Agonistas dopaminérgicos:

Fenoldopam a dosis de 0,03-0.1µgr/kg/h actúa como vasodilatador esplácnico y

renal y a diferencia de la dopamina, sí ha demostrado reducir la mortalidad y la

incidencia de terapia de reemplazo renal, aunque le faltan datos sólidos que lo

confirmen de forma independiente.

• Antagonistas de la Adenosina (Teofilina):

Actúan disminuyendo la vasoconstricción renal tras la administración de contaste

radiológico.

• Bloqueadores de canales de calcio:

Producen dilatación arteriolar preglomerular, produciendo aumento de flujo

sanguíneo renal y del filtrado glomerular.

DIURÉTICOS

• Diuréticos de Asa:

Pueden convertir el fallo renal agudo oligúrico en no oligúrico. Furosemida es el

más utilizado y la dosis no debe exceder los 1000mg/kg. Sin embargo, la

evidencia sugiere que los diuréticos del Asa no se asocian a una mayor

recuperación de la función renal ni a un aumento de la supervivencia.

• Diuréticos osmóticos:

El Manitol no tiene soporte preoperatorio y es más importante su indicación

durante la cirugía, siendo especialmente útil en situaciones de rabdomiolisis o

en el trasplante renal, donde disminuye la incidencia de fallo renal agudo post-

trasplante. Sin embargo, puede producir deplección de volumen e

hipernatremia.

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PÉPTIDOS NATRIURÉTICOS (ANP,BNP):

Tienen un papel protector sobre la función renal por producir vasodilatación

sistémica y renal, inhibición de la reabsorción tubular de sodio, disminución de

la actividad del sistema renina-angiotensina-aldosterona y disminución de la

demanada de oxígeno en la nefrona.

ANTIOXIDANTES

N-acetylcisteina: previene el fallo renal agudo tras cirugía cardiaca y evita la

nefrotoxicidad por contastes, administrada a dosis de 600mg/ 12 h v.o 24 horas

previas a la intervención y durante 48 h tras el procedimiento.

OTROS

Otros fármacos con resultados prometedores en cuanto a protección de la

función renal son las estatinas, los factores de crecimiento o la eritropoyetina

en cirugía cardiaca o trasplante renal.

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