lectura 7 -el mundo del trabajo en américa latina corregido

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El Mundo Del Trabajo

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  • Materia: Historia del Trabajo

    Profesores: Javier Moyano y Leandro Inchauspe- 1 -

    El mundo del trabajo en Amrica Latina. Orgenes y trayectorias en el siglo XX Dr. Javier Moyano Prof. Leandro Inchauspe

    Presentacin: planteo de problemas y criterios de periodizacin para una historia del sindicalismo y el movimiento obrero latinoamericano

    En esta lectura profundizaremos el anlisis de la cuestin, ya considerada tangencialmente en la lectura anterior, del papel del sindicalismo y del conjunto del movimiento obrero en Amrica Latina durante el siglo XX. Para ello procuraremos rescatar, al igual que en algunos pasajes de la lectura anterior, los aportes del acadmico Ian Roxborough en su trabajo La clase trabajadora urbana y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930 incluido en el Volumen N12 de la Historia de Amrica Latina, dirigida por el profesor ingls Leslie Bethell.

    En funcin del objetivo de analizar la historia del sindicalismo y del movimiento obrero, consideraremos aspectos comunes al conjunto del continente, a la vez que rescataremos algunas especificidades propias de los diferentes casos nacionales, en especial de los pases que, como Brasil, Mxico y Argentina, experimentaron mayores niveles de crecimiento industrial. Previamente analizaremos, recurriendo a los aportes de diferentes autores, el contexto econmico que permiti el crecimiento industrial que sirvi de marco a la accin del sindicalismo y el movimiento obrero en el continente. Una vez cumplido ese propsito, nos concentraremos en las diferentes etapas de la historia del movimiento obrero latinoamericano.

    En un primer momento, analizaremos la actuacin del sindicalismo y el movimiento obrero en los aos previos a la crisis de 1930. En un segundo momento concentraremos nuestra atencin en la etapa transcurrida entre dicha crisis y la finalizacin de la Segunda Guerra Mundial. Posteriormente sintetizaremos los principales problemas propios del perodo transcurrido entre el fin de la guerra y el inicio de la llamada guerra fra que enfrent a Estados Unidos con la Unin Sovitica durante varias dcadas. En un cuarto momento analizaremos el denominado corporativismo de las dcadas de 1950 y 1960. Luego nos ocuparemos del sindicalismo surgido desde fines de la dcada de 1960. Finalmente, consideraremos algunas perspectivas actuales respecto a la problemtica planteada en torno a la articulacin entre sindicalismo, movimiento obrero y tipo de Estado en diferentes pases del continente.

    Clase trabajadora urbana y movimiento obrero en Amrica Latina antes de 1930

    La industria en Amrica Latina antes de 1930. El crecimiento inducido por las exportaciones

    Como seala Colin Lewis en su trabajo La industria en Amrica Latina antes de 1930 (tambin incluido en la citada compilacin de Leslie Bethell, en este caso en el Volumen N 7), la preocupacin por la industria fue temprana entre los pensadores latinoamericanos, muchos de los cuales vean en ella la posibilidad de modernizar a las sociedades del continente. Al respecto, aunque durante mucho tiempo fue un lugar comn en la historiografa la asuncin de que en Amrica Latina no hubo industria antes de la profunda crisis que vivi el capitalismo mundial en 1930, antes de esa fecha pueden ubicarse significativos antecedentes, vinculados con las necesidades de una poblacin urbana en expansin y con las posibilidades existentes de aadir

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    valor agregado a algunos productos agropecuarios. Adems, anteriores crisis econmicas internacionales ya haban generado en el continente, respuestas que anticipaban los cambios experimentados en la etapa de industrializacin por sustitucin de importaciones (Lewis, C.: La industria en Amrica Latina antes de 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 231-233) Segn Lewis, si tenemos que distinguir etapas para analizar el proceso de crecimiento industrial latinoamericano antes del modelo de industrializacin por sustitucin de importaciones (ISI) posterior a 1930, es posible distinguir un primer momento con los reajustes que las guerras de independencia implicaron, en la primera mitad del siglo XIX, para las industrias artesanales coloniales; un segundo momento en que la insercin latinoamericana en el mundo como regin exportadora de materias primas y alimentos vino de la mano con una significativa dotacin de infraestructura y con nuevas demandas de una poblacin en crecimiento; y un tercer momento en que la dislocacin de la economa internacional con motivo de la primera guerra mundial oblig a ensayar respuestas que trajeron consigo un incipiente crecimiento industrial en algunos pases del continente. (Lewis, C.: La industria en Amrica Latina antes de 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 233-234)

    En referencia al primer momento, el autor hace notar que los obrajes, establecimientos donde se producan textiles con trabajadores en condiciones semiserviles, tenan una larga historia en las reas coloniales ms pobladas con mano de obra de origen indgena (Mxico, Per, Ecuador). Tambin seala que, en parte con el fin de evadir el control de los funcionarios coloniales, desde fines del siglo XVIII muchos obrajes se haban alejado de las grandes ciudades. En ese contexto, las guerras civiles que siguieron a la independencia, unidas a los efectos de la competencia extranjera, fragmentaron an ms a las industrias preexistentes, relegadas ahora al mbito regional. (Lewis, C.: La industria en Amrica Latina antes de 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 234-236)

    Sin embargo, el autor destaca que la demanda internacional favoreci el desarrollo de algunas industrias incipientes. El ejemplo ms significativo de ello es el de los saladeros en el Ro de la Plata, los cuales eran productores de cueros destinados a Europa y de carne salada cuyo mercado se encontraba en las plantaciones de esclavos de Brasil y del Caribe. Con el tiempo, la organizacin del trabajo en los saladeros fue adquiriendo caractersticas fabriles. A ello posteriormente se agregara el lavado de lana y la elaboracin de sebo ovino. (Lewis, C.: La industria en Amrica Latina antes de 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 236)

    Segn Lewis, del mismo modo que en las economas europeas en vas de industrializacin en esa etapa, durante la segunda mitad del siglo XIX el principal producto manufacturado latinoamericano fueron los textiles, en un primer momento de lana, pero luego en algunos pases se produjo una considerable expansin de la elaboracin de textiles de algodn. Tambin las tcnicas empleadas eran similares, en gran medida, a las de pases europeos. Los casos ms significativos de este tipo de crecimiento industrial en el continente fueron los de Mxico y Brasil. (Lewis, C.: La industria en Amrica Latina antes de 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 235)

    Aunque la produccin de metales preciosos se vio afectada negativamente por las guerras de independencia y tardara dcadas en recuperarse, la industria minera fue otro caso significativo, especialmente en Chile con la industria del cobre, destinada a satisfacer la demanda local, la britnica y la asitica. En este caso nacional, las actividades extractivas produjeron

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    eslabonamientos con el desarrollo de las fundiciones y con otras ramas de la fabricacin de metales. (Lewis, C.: La industria en Amrica Latina antes de 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 235-237)

    Cuando, a partir del ltimo tercio del siglo XIX, la insercin del continente (como regin exportadora de productos agropecuarios y mineros) en la economa internacional fue mucho ms profunda, aunque sobrevivieron muchas industrias preexistentes, el nuevo escenario fue propicio para la aparicin de nuevas y ms modernas industrias. El caso ms notable fue el de la industria del cobre en Chile, donde llegaron a desarrollarse las explotaciones (tanto a cielo abierto como subterrneas) ms grandes del mundo. Pero tampoco puede ignorarse la relevancia de la industria crnica argentina a partir de la incorporacin, en gran medida con capitales britnicos y norteamericanos, de los procesos de enfriamiento y congelamiento de carnes en los frigorficos, comparables a los que en esa misma poca operaban en la ciudad norteamericana de Chicago. (Lewis, C.: La industria en Amrica Latina antes de 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 238-239)

    La existencia de fbricas cuya produccin se destinaba a un mercado interno tambin fue caracterstica de este perodo de insercin latinoamericana en los mercados mundiales. Ello se deba al crecimiento urbano y a la diversificacin de la demanda de la poblacin, en algunos pases, como en Argentina, compuesta por inmigrantes ultramarinos, quienes constituyeron, adems, un alto porcentaje de los empresarios industriales en esta etapa. En ese contexto surgieron algunas fbricas de alimentos, como los establecimientos productores de cervezas ligeras, que llegaron a contarse entre los ms importantes del mundo a principios del siglo XX. (Lewis, C.: La industria en Amrica Latina antes de 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 240)

    La expansin de vas frreas, cuyo principal objetivo era facilitar las exportaciones de alimentos y materias primas, tambin contribuy a cierto desarrollo industrial, a partir de la instalacin de numerosos talleres de reparacin. (Lewis, C.: La industria en Amrica Latina antes de 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 242)

    Excepto algunos emprendimientos, sobre todo, mineros o textiles, en la mayor parte de los casos las fbricas en esta etapa eran establecimientos pequeos. (Lewis, C.: La industria en Amrica Latina antes de 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 240-241)

    En ese contexto de crecimiento industrial previo, la Primera Guerra Mundial constituy un poderoso estmulo al desarrollo industrial en el continente. Ello se deba a la profundidad de la interrupcin del intercambio comercial con los pases industrializados. Entre 1914 y 1929, la expansin industrial en Amrica Latina fue irregular pero espectacular. En algunos casos ello vino acompaado de un cambio cualitativo en la industria, pues creci la participacin de empresas mayores, mientras que la importancia de los artculos de consumo corriente experiment un descenso relativo dado el mayor crecimiento de la produccin de bienes de consumo durable, bienes de produccin y bienes de capital (Lewis, C.: La industria en Amrica Latina antes de 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 243-244)

    En un marco de mediano crecimiento industrial, cabe preguntarse por la situacin de la clase obrera latinoamericana.

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    La clase trabajadora urbana latinoamericana antes de 1930. Caractersticas principales

    Como sealan Michael M. Hall y Hobart A. Spalding Jr. en su trabajo La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina (tambin en el Volumen N 7 de la citada compilacin de Leslie Bethell), si bien la poblacin segua siendo abrumadoramente rural, en el perodo que va de 1880 a 1930 los trabajadores urbanos se convirtieron en una fuerza significativa en la vida nacional de la mayora de los pases latinoamericanos. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 281) Ambos autores sealan que, en el caso de la ciudad de Mxico, artesanos y obreros ya representaban una sexta parte de la poblacin econmicamente activa en 1910. Adems, esa proporcin era ms o menos similar en las principales ciudades del continente. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 282-283) El resultante protagonismo de los trabajadores no implic, necesariamente, un papel uniforme de stos en las luchas polticas y sociales del perodo. Incluso en regiones cercanas, los trabajadores de una misma rama de actividad podan asumir posiciones radicalmente diferentes. Al respecto, en referencia a los trabajadores brasileos, Hall y Spalding sostienen que Los estibadores y los trabajadores portuarios de Santos () siguieron contndose entre los miembros ms combativos y unidos del movimiento obrero brasileo durante gran parte del siglo XX; los portuarios de Ro de Janeiro, en cambio, se convirtieron en un bastin del reformismo. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 282)

    Tambin era heterognea la composicin de la clase trabajadora porque, al igual que en casos europeos ya analizados en el Mdulo N 2, en algunas reas del continente coexista un incipiente proletariado fabril con un significativo remanente de artesanos tradicionales. Hall y Spalding hacen notar al respecto que, en el caso de Mxico, hacia fines del siglo XIX haban sobrevivido decenas de miles de tejedores que usaban telares manuales, aunque esa cifra se haba reducido drsticamente hacia 1910. Esa temprana presencia de la artesana explica que Mxico fuera, hasta el ltimo tercio del siglo XIX, el pas con mayor cantidad de trabajadores urbanos en el continente. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 282-292)

    No obstante, los artesanos, aprovechando la posicin que la naturaleza de sus actividades (trabajo calificado) les reservaban en el mercado de trabajo, desempearan un papel relevante en el movimiento obrero latinoamericano, incluso luego de 1930. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 283)

    El proletariado fabril, en cambio, haba hecho aparicin ms o menos recientemente y, como sealan Hall y Spalding, en ninguna parte ocupaba un lugar central en la economa nacional antes de 1930 Incluso en aquellos casos en que puede hablarse de proletariado fabril, una proporcin importante trabajaba en talleres pequeos, cuya mano de obra empleada no superaba los diez dependientes. En consecuencia, el papel del proletariado fabril fue modesto, y en algunos casos ausente, en las luchas sindicales del perodo. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase

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    trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 283)

    Respecto a la procedencia de esa clase trabajadora en formacin, en casos como el argentino, el uruguayo o el del sur brasileo, reas vacas demogrficamente hasta fines del siglo XIX, predominaban los inmigrantes ultramarinos, especialmente provenientes del sur de Europa, mientras que en regiones de ms antigua ocupacin, como Mxico o Per, la clase obrera se nutra de migrantes internos, indgenas y mestizos, que abandonaban las reas rurales. En casos como el de Brasil, la tarda abolicin de la esclavitud, finalmente decretada en 1888 tras varias dcadas de decadencia tras la prohibicin del trfico de esclavos en la dcada de 1850, repercuti sobre la composicin de la clase obrera, en parte integrada por antiguos esclavos de las plantaciones.

    En ese contexto de mediano crecimiento industrial, tuvieron lugar las primeras experiencias de organizacin de la clase obrera. Tales experiencias se remontan a mediados del siglo XIX con la fundacin de entidades de ayuda mutua, aunque estas asociaciones solan incluir a trabajadores y a pequeos propietarios. Estas sociedades tendieron a confluir entre s en la conformacin de entidades ms amplias y abarcativas del conjunto de los trabajadores, aunque la existencia de estas ltimas fue ms bien inestable en un primer momento. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 292)

    En algunos casos, las relaciones entre las mutualidades y los gobiernos autoritarios de la poca fueron predominantemente de colaboracin recibiendo, en ocasiones, subvenciones gubernamentales. Sin embargo, tambin fue temprana la presencia anarquista en tales sociedades, al igual que la actuacin de militantes enrolados en diferentes variantes del socialismo utpico a partir de la presencia de numerosos exilados europeos (que huan de la represin en el viejo mundo) con experiencia social y poltica. La emergencia de conflictos internos fue una de las consecuencias de esa heterogeneidad en la composicin ideolgica de las primeras organizaciones obreras. Tambin se generaron antagonismos entre anarquistas y marxistas en el interior de tales organizaciones. Aunque produjeron conflictos en su seno, las primeras huelgas estuvieron a cargo de sociedades de ayuda mutua. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 292-294) La progresiva agudizacin, con el desarrollo capitalista, de las dificultades para conciliar intereses entre trabajadores industriales y pequeos propietarios, gener la crisis de las sociedades mutualistas como principal expresin organizativa de la clase obrera. Su sustitucin por los sindicatos, en un primer momento denominados sociedades de resistencia, fue la consecuencia esperable de este proceso. La organizacin de los primeros sindicatos tom como modelo las experiencias europeas que en la materia se haban desarrollado en dcadas anteriores en diferentes pases del viejo mundo. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 293-294)

    Dentro del sindicalismo coexistieron organizaciones lideradas por anarquistas con otras conducidas por socialistas, stos ltimos con diverso grado de radicalizacin segn el pas. En efecto, mientras en Argentina predomin una estrategia moderada y parlamentarista que termin aislando al Partido Socialista de la clase obrera, en Chile los socialistas fueron adoptando, progresivamente, posiciones decididamente anticapitalistas. Paralelamente, desde la Iglesia

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    catlica se procur, con escaso xito, conformar asociaciones obreras con el fin de neutralizar la incidencia de las ideas de izquierda entre la clase trabajadora. Las diferencias ideolgicas constituyeron un obstculo para la conformacin de federaciones obreras o bien para el mantenimiento de la unidad dentro de tales federaciones, al punto que en algunos casos, como el argentino, llegaron a coexistir ms de una federacin de trabajadores al mismo tiempo. De todos modos, el crecimiento de la afiliacin a sindicatos y el incremento de la actividad gremial fueron considerables en diferentes pases latinoamericanos (Argentina, Chile, Brasil, Mxico) entre fines del siglo XIX y principios del XX. En otro orden, la incidencia de partidos polticos en la organizacin sindical fue en general escasa en esta etapa. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 297-302)

    Desde principios del siglo XX fue cobrando importancia, dentro de los sindicatos, la denominada corriente anarco sindicalista, una reaccin contra lo que muchos militantes obreros consideraban una excesiva moderacin de los socialistas, pero tambin contra la ineficacia de los mtodos anarquistas a la hora de obtener mejoras en las condiciones de vida de la clase obrera. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 294)

    Cabe preguntar acerca de la composicin de la dirigencia sindical. Al respecto, los primeros dirigentes obreros salieron de las filas del artesanado especializado, pero los cambios en la organizacin del trabajo (ver Mdulo 2) fueron relegando la presencia de este tipo de trabajadores en gran parte del continente.

    La accin predominante de las nuevas organizaciones sindicales fue el recurso a la huelga, e incluso, en las grandes ciudades del continente, a la huelga general. El resultado de la accin colectiva de los trabajadores fue modesto en esta etapa formativa de las organizaciones sindicales y del movimiento obrero. Al respecto, ms de la mitad de las huelgas concluyeron sin obtener ninguna de las reivindicaciones que se reclamaban. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 298)

    La capacidad de esta emergente clase obrera (proletariado fabril y remanentes del artesanado) de hacer or sus reclamos dependa de varios factores. En primer lugar, en aquellos pases, como Mxico, en que se haba modernizado la agricultura, la expulsin de mano de obra hacia las ciudades expandi la oferta de trabajadores en desmedro de la capacidad de presin de los mismos. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 294)

    En otro orden, la clase poltica al frente del estado estuvo generalmente aliada con la clase capitalista, cuyos intereses eran defendidos, en esta etapa, mediante la represin a cargo de las fuerzas policiales y en algunos casos tambin del ejrcito. Esos altos niveles de represin podan llegar, incluso, hasta la comisin de matanzas de trabajadores; el impulso de la deportacin, favorecido por campaas nacionalistas que en algunos casos, como Argentina o el sur de Brasil, debilitaron a un movimiento obrero integrado mayoritariamente por inmigrantes europeos o el encarcelamiento de los mismos. Algunos ejemplos que puede citarse son la masacre de Iquique, en el norte de Chile, en 1906; la brutal represin del porfiriato mexicano contra los trabajadores textiles de Ro Blanco y contra los mineros de Cananea en 1907; la aplicacin de la autoritaria ley

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    de residencia en Argentina, por la cual el gobierno tena facultades para expulsar del pas a trabajadores extranjeros considerados agitadores peligrosos; o el encarcelamiento de obreros brasileos en las insalubres prisiones de la regin amaznica. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 285-289)

    Muchos gobiernos de Amrica Latina alternaron sus prcticas represivas con la bsqueda, con variado xito, de la cooptacin de los dirigentes sindicales ms moderados. Sin embargo, esa capacidad del estado aun adoleca de claros lmites. En ese sentido, con la nica excepcin del Uruguay, donde durante las dos primeras dcadas del siglo XX fue profusa la legislacin social en beneficio de los trabajadores, pocas reivindicaciones laborales fueron satisfechas a pesar de tales intentos gubernamentales, pues entre las conquistas obreras slo puede citarse el descanso dominical, los horarios de trabajo, los accidentes y la reglamentacin del trabajo de mujeres y nios. Casos como el mexicano, donde la jornada laboral poda llegar a oscilar entre doce y diecisis horas, son indicativos de las condiciones de trabajo de la clase obrera latinoamericana. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 281)

    Las fluctuaciones violentas de la economa internacional, de las cuales las economas del continente eran altamente dependientes, podan complicar an ms esa difcil situacin de la clase obrera dado que un momento internacional adverso, en lo relativo a la demanda de materias primas o alimentos, generaba elevados niveles de desocupacin. Hubo casos, en algunas ramas de la produccin, en que la poblacin ocupada poda reducirse a menos de la mitad en dos o tres aos. Enormes contingentes de parados eran, de este modo, el resultado de las citadas fluctuaciones. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 291)

    La difcil situacin de los trabajadores, producto de esa ausencia de conquistas laborales, se agravaba, al punto de convertirse en poco menos que miserable, con los problemas urbansticos generados por la acelerada expansin demogrfica de las principales ciudades, en donde la dotacin de infraestructura en materia de vivienda y salubridad iba rezagada respecto a ese crecimiento de la poblacin. En Buenos Aires, por ejemplo, la mayora de los obreros habitaba en conventillos, ubicados en el centro de la ciudad. Se trataba de un tipo de vivienda en la cual cada familia ocupaba una habitacin en torno a un patio, utilizando baos comunes con sus vecinos. Aunque en menor cantidad, esa situacin era similar en otras ciudades latinoamericanas. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 289-290)

    Con esa precaria situacin conflua, en aquellos casos en que los trabajadores residan en viviendas propiedad de la empresa que los empleaba, una serie de agravios, como prohibiciones de recibir visitas y otras limitaciones. En algunos casos tales agravios contribuyeron al desencadenamiento de enconados conflictos obrero patronales. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 290)

    Si bien la expansin del tranva permiti a los trabajadores trasladarse a viviendas en reas perifricas y abandonar el hacinamiento del centro de las ciudades, la mejora en las

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    condiciones de vida, en lo relativo a viviendas e infraestructura urbana, dist mucho de ser inmediata. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 290)

    En esas condiciones, las tasas de mortalidad eran muy elevadas, incluso mayores a las de ciudades del norte africano, las cuales distaban de destacarse por la obtencin de logros en materia de salubridad. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 290)

    En este contexto, cabe preguntarse por los antecedentes de lo que, en dcadas posteriores, sera el populismo latinoamericano. Al respecto, cabe sealar que en la dcada de 1920, tuvieron lugar en Mxico las primeras experiencias tendientes a la conformacin de un sindicalismo controlado por el Estado. Aunque estas experiencias se multiplicaran por todo el continente luego de 1930, el caso mexicano constituye un antecedente en el perodo de estabilizacin que sigui a la revolucin que haba ocupado casi toda la dcada de 1910. Este proceso comenz a mediados de la dcada de 1910 con la alianza de la anarco sindicalista Casa del Obrero Mundial con la faccin constitucionalista, que sera finalmente el grupo triunfante en la revolucin y, por lo tanto, el grupo que condujo el estado mexicano posteriormente. Pero tras su victoria, los constitucionalistas procuraron subordinar a los sindicalistas aliados, recurriendo a la represin para lograr ese objetivo. La resultante derrota de las organizaciones obreras contribuy a que se fueran imponiendo, dentro de ellas, las corrientes ms partidarias de la negociacin y la colaboracin con el poder poltico. Con ello consiguieron que, en la constitucin mexicana, dictada en 1917, se contemplaran una serie de derechos de los trabajadores. Aunque el cumplimiento de estas disposiciones no fue inmediato, significaba una considerable conquista sindical. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 303-305)

    Luego de ello se form la Confederacin Regional Obrera Mexicana (en adelante CROM), central sindical que, durante toda la dcada de 1920, apoy a los gobiernos posrevolucionarios, incluso proveyendo tropas con las cuales afrontar algunos desafos armados de la oposicin. A cambio de ello, la CROM consigui diversas mejoras para sus afiliados y beneficios para sus dirigentes. Hacia fines de la dcada, la resolucin de rivalidades internas que haban surgido en el interior del grupo gobernante mexicano, aisl a la CROM, que finalmente termin por disolverse. Sin embargo, se haba sentado un precedente de colaboracin entre un estado con creciente poder y un sindicalismo dispuesto a subordinarse a cambio de algunos beneficios colectivos e individuales. Este precedente sera retomado y perfeccionado por los sucesivos gobiernos posrevolucionarios. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 305-306)

    A diferencia del caso mexicano, en gran parte de Amrica Latina tuvo lugar, entre 1917 y 1920, una explosin sin precedentes de la conflictividad obrera. Segn Hall y Spalding, el movimiento obrero, los industriales y el Estado empezaron a reformular sus estrategias y aprovecharon para ello la experiencia adquirida en el perodo 1917-1920, durante el cual la lucha de clases alcanz un nuevo nivel de intensidad () la expansin econmica irregular que en algunos pases hubo hacia 1917 cre condiciones ms favorables a la accin obrera de las que haban existido desde antes de que comenzara la guerra. Tambin el contexto internacional influyo en la situacin pues el efecto de la revolucin rusa tambin interpret un papel en los

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    acontecimientos de 1917-1920 en Amrica Latina mientras que crnicas de rebrotes revolucionarios en Alemania, Hungra, Italia, y otras partes, llenaron la prensa obrera a partir de 1918(Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 307)

    Esta escalada en la conflictividad social se moderara en la dcada de 1920. Segn Hall y Spalding, La depresin de posguerra, que afect a la mayora de los pases latinoamericanos, contribuy a poner fin al ciclo de expansin de los movimientos obreros Asimismo, desde los grupos dominantes se procur neutralizar las posibilidades de rebrote de un ciclo de protesta, mediante los primeros ensayos de compromiso entre el Estado y los sectores negociadores del sindicalismo. Hall y Saplding hacen notar que .durante el decenio de 1920, en varios pases empezaron a hacerse intentos de crear o fomentar sindicatos que cumplieran los objetivos del estado, aunque ninguno de ellos goz del xito que la CROM obtuviera en Mxico () la mayora de los gobiernos adoptaron varias formas de legislacin social durante el decenio de 1920, deseosos de disminuir la agitacin obrera y, en algunos casos, responder a presiones electorales () la mayora de los proyectos de este tipo no se consolidaron hasta despus de 1930, se trataba de las primeras experiencias en esa direccin. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 310-311)

    La nueva orientacin de las polticas del estado contribuy al aislamiento y crisis de los grupos anarquistas, situacin sobre la que tambin incidi la percepcin, entre muchos trabajadores de que los logros del ciclo de protesta haban sido magros. Como sealan Hall y Spalding, muchos militantes consideraban que los resultados de las luchas de 1917-1920 eran escasos, especialmente en vista del tamao de las movilizaciones y el precio que el movimiento haba pagado. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 311) No obstante, la declinacin del anarquismo no slo fue aprovechada por los sectores moderados del sindicalismo sino tambin por los comunistas que vean en la reciente experiencia de la revolucin rusa un modelo ms promisorio que las utopas anarquistas.

    Hall y Spalding concluyen su anlisis sealando que en 1930 la pequea clase trabajadora urbana de finales del siglo XIX ya haba experimentado grandes cambios. En ese contexto las doctrinas de los movimientos de antes de 1930 generalmente perdieron terreno ante los movimientos populistas, nacionalistas y estatistas, que dominaron la poltica en gran parte de Amrica Latina durante los decenios posteriores a 1930. (Hall, M. y Spalding, H.: La clase trabajadora urbana y los primeros movimientos obreros de Amrica Latina, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 8). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 315) Pero esta cuestin ser objeto del prximo apartado.

    Sindicalismo y movimiento obrero entre 1930 y la actualidad

    A partir de ahora, analizaremos la situacin del sindicalismo y el movimiento obrero en Amrica Latina entre el inicio del proceso de industrializacin por sustitucin de importaciones y la actualidad. Previamente analizaremos las tendencias de la economa a travs de este largo perodo.

    La economa latinoamericana luego de 1930

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    Como seala Bulmer-Thomas, la depresin mundial que comenz a finales de los aos veinte se transmiti a Amrica Latina a travs del sector externo (Bulmer Thomas, V.: Las economas latinoamericanas, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 42). En efecto, la dislocacin de la economa internacional provoc una retraccin de la demanda de bienes exportables (alimentos y materias primas de origen agropecuario o minero) de los pases latinoamericanos, cuyas economas, al ser altamente dependientes del sector externo, se vieron seriamente afectadas por los acontecimientos internacionales.

    En ese contexto, en Amrica Latina en casi todos los casos, la recuperacin de la depresin se asoci tambin a la recuperacin del sector externo. (Bulmer Thomas, V.: Las economas latinoamericanas, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 42) Sin embargo, las consecuencias sobre la estructura interna de las adaptaciones a la nueva situacin internacional dejaron su marca en todo el continente al darse inicio al denominado proceso de industrializacin por sustitucin de importaciones.

    Ello se debi a la combinacin de varios elementos. En primer lugar, destaca la adopcin de polticas monetarias y fiscales poco estrictas. En lo atinente a la cuestin monetaria, nos referimos a la salida de la convertibilidad de la moneda con el oro que hasta entonces haba condicionado la autonoma de las decisiones en materia monetaria. Ello permiti implementar devaluaciones que hicieron ms competitiva la economa latinoamericana y, por lo tanto, tambin a la industria. (Bulmer Thomas, V.: Las economas latinoamericanas, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 42-43)

    Respecto las polticas fiscales, Bulmer-Thomas destaca que la recuperacin del sector exportador y la capacidad de importar no necesariamente implic un incremento en el valor del comercio exterior. Por tanto, el ingreso fiscal proveniente de los impuestos al comercio qued seriamente afectado Ante esa problemtica, muchos gobiernos procuraron afrontar la crisis mediante una poltica fiscal ms activa en todos los pases. Una opcin preferida fue el alza de los aranceles (Bulmer Thomas, V.: Las economas latinoamericanas, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 43-44)

    En parte producto de las citadas polticas fiscales y monetarias, tuvo lugar un cambio en los precios relativos favorables a la produccin interna que competa con las importaciones () las polticas fiscales y monetarias poco estrictas en los aos treinta sostuvieron el crecimiento de la demanda interna final, lo cual fue de enorme importancia para sacar a los pases de la depresin y proporcionar el estmulo necesario para el crecimiento de bienes importables y de bienes y servicios no comercializables en el exterior (Bulmer Thomas, V.: Las economas latinoamericanas, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 42-45)

    Todo ello favoreci particularmente al sector manufacturero en los pases ms grandes y la agricultura para consumo interno en los ms pequeos. (Bulmer Thomas, V.: Las economas latinoamericanas, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 42-45) En consecuencia, mientras en los pases ms grandes (Brasil, Mxico, Argentina, Chile) se sustituyeron importaciones industriales, en pases ms pequeos se sustituyeron, mediante la modernizacin en el campo, importaciones de

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    productos agropecuarios. En ambos casos se trababa de una produccin orientada al mercado interno.

    En la mayor parte de los pases del continente, la recuperacin de las exportaciones tradicionales cumpli un papel relevante en este proceso, por lo cual, no es correcto oponer esta fase inicial en la industrializacin por sustitucin de importaciones con la estructura anterior del sector externo. Slo en el caso argentino, el desarrollo industrial permiti a la economa nacional cierta independencia del sector externo. Sin embargo, en esta etapa la produccin industrial latinoamericana creci a un ritmo ms rpido que el resto de la economa. Como seala Bulmer-Thomas, el crecimiento industrial haba producido un cambio tanto cualitativo como cuantitativo en la estructura de las economas de las repblicas ms grandes a finales del decenio. (Bulmer Thomas, V.: Las economas latinoamericanas, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 42) De este modo, se sentaban las bases para un cambio que sera profundizado en las dcadas siguientes.

    Si consideramos que la conduccin de la poltica econmica en los aos treinta fue bastante exitosa y se compara favorablemente con la experiencia de los aos que siguieron a la segunda guerra mundial podemos entender por qu un nuevo tipo de intervencin del estado en la poltica econmica, adems de ser fundamental en ese cambio estructural, constitua un rasgo que perdurara por dcadas, convirtindose en una de las principales caractersticas del modelo de industrializacin por sustitucin de importaciones. Como seala Bulmer-Thomas, el cambio ms importante en la dcada de 1930 consisti en sustituir las polticas econmicas autorreguladoras por el uso de instrumentos de poltica que tenan que ser activados por las autoridades El anlisis de Bulmer-Thomas contina afirmando que en los aos treinta la respuesta del sector manufacturero en las repblicas ms grandes fue un saludable recordatorio de cun eficaz puede ser la poltica econmica. (Bulmer Thomas, V.: Las economas latinoamericanas, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 42-44)

    Otra cuestin vinculada al cambio en la estructura econmica fue la transformacin de la estructura social y demogrfica. Al respecto, seala Bulmer-Thomas que relacionado con este crecimiento estuvo el incremento en la urbanizacin, de modo que varias repblicas podan ser consideradas como preponderantemente urbanas a finales de la dcada de 1930. (Bulmer Thomas, V.: Las economas latinoamericanas, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 44-45)

    A modo de sntesis, cabe transcribir la conclusin de Bulmer-Thomas sobre las transformaciones experimentadas por las economas latinoamericanas en la dcada de 1930. Seala este autor que los aos treinta en Amrica Latina no pueden presentarse como una radical ruptura con el pasado, aunque la dcada tampoco representa una oportunidad perdida. En un contexto externo generalmente hostil, la mayora de pases lograron reconstruir su sector externo; casi todos expandieron la produccin de artculos importables donde era factible, y acrecentaron la oferta de bienes y servicios no comercializables en el comercio exterior. Estos cambios proporcionaron la base para el crecimiento significativo del comercio intrarregional a comienzos de los aos cuarenta, cuando el acceso a las importaciones del resto del mundo qued interrumpido (Bulmer Thomas, V.: Las economas latinoamericanas, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 46)

    Como seala Rose-Mary Thorp, la dcada de 1930 haba sido un perodo de crecimiento para Amrica Latina despus del desastre inicial de la depresin de 1929. El mayor grado de autonoma poltica que en la poca de la primera guerra mundial haba permitido escapar del

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    cors del patrn oro y las polticas que estimulaban la demanda interna y la subida de aranceles haban permitido el crecimiento de bienes no comercializables en el exterior y de los bienes que competan con la importacin... El Estado haba comenzado a penetrar en nuevas reas de actividad, a veces emprendiendo directamente la actividad industrial, y nuevos intereses industriales haban adquirido una dimensin considerable (Thorp, R.: Las economas latinoamericanas, 1939-1950, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 81). Cabe preguntarse cul fue, en ese contexto previo, el impacto de la segunda guerra mundial y de la inmediata posguerra.

    Al respecto, Thorp sostiene que la Segunda Guerra Mundial contribuy a los ingresos de exportacin, pero haba poco en qu gastarlos, con lo que el efecto expansivo de las reservas acumuladas produjo un tipo de cambio sobrevaluado y la inflacin interna. El creciente papel de Estados Unidos fue paradjico: claramente, aument su influencia en la regin, con asesores y misiones en todas partes. Pero tambin estimul el papel desarrollista del Estado y el desarrollo de las industrias bsicas. A medida que el papel del Estado creci, tambin aument la intensidad de la relacin con el sector privado, cuya participacin creciente en el proceso de direccin poltica fue uno de los resultados ms interesantes de la guerra (Thorp, R.: Las economas latinoamericanas, 1939-1950, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 81)

    Quedaban, sin embargo, un conjunto de relevantes problemas no resueltos. la tensin entre la necesidad constante de una fuente dinmica de divisas y la necesidad de diversificar la economa, de reducir la dependencia y desarrollar fuentes internas de dinamismo, la guerra dej una situacin particularmente desafortunada de tipos de cambio sobrevaluados y presiones inflacionarias aceleradas. El miedo a la inflacin y a los efectos inflacionarios de la devaluacin en los inicios del perodo de posguerra llevaron, primero, al gasto de divisas acumuladas en importaciones y luego al empleo, bastante desorganizado, de controles para restringir la importacin... A finales de la dcada de 1940, importantes ajustes de la poltica eran urgentemente necesarios. (Thorp, R.: Las economas latinoamericanas, 1939-1950, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 81)

    Con esa problemtica de fondo, Thorp destaca que dos modelos estaban en juego para orientar la reforma. Por una parte, la concepcin estructuralista naciente propugnaba una industrializacin inducida por el estado, que utilizara una proteccin modesta y eficientemente dirigida y que confiara en los flujos de capital pblico extranjero para aliviar los obstculos y facilitar el proceso () La segunda visin responda a los intereses de Estados Unidos y a los intereses ms conservadores en Amrica Latina, y buscaba un retorno radical hacia las fuerzas del mercado con poca proteccin y una posicin que favoreciera al capital privado extranjero. Cuando estuvo claro que el capital pblico extranjero no llegara en cantidades apreciables y que las ventajas de complacer a Estados Unidos con una postura de libre comercio eran insignificantes, la poltica se consolid en una desafortunada mezcla de ambas posturas. Se busc enrgicamente el capital privado extranjero, que fue atrado por un mercado interno protegido y por una legislacin favorable. Cualquier sensibilidad previa a la deseabilidad de exportar nuevos bienes manufacturados desapareci rpidamente y la eficiencia se convirti en un factor totalmente subordinado a la necesidad de crear oportunidades significativas de ganancia a corto plazo. La insistencia de la poca blica en las industrias bsicas desapareci ante el auge del inters en la produccin local de bienes de consumo duradero. Los dirigentes tendieron a descuidar el grado en que la sustitucin de importaciones estaba produciendo crecientes gastos en tecnologa importada inapropiada y grandes necesidades de importacin (Thorp, R.: Las

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    economas latinoamericanas, 1939-1950, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 81-82)

    El modelo populista latinoamericano se caracteriz, entre otras, por la fuerte presencia del estado en la actividad econmica, tal como lo indica el texto introducido a la fotografa, se trataba realmente de un Estado Empresario. En la

    foto, el entonces Presidente Juan Domingo Pern inaugura un emprendimiento estatal. (Tomado de Nuestro Siglo. Historia Grfica de la Argentina Contempornea, Bs.As., Hyspamerica, 1984)

    Las consecuencias negativas de esta problemtica no tuvieron una incidencia directa de modo inmediato debido a varios factores. En referencia a las limitaciones de las polticas econmicas, Thorp seala que lo lejos que estaba esto de una solucin real quedara encubierto, de hecho, por el crecimiento del mercado mundial durante el auge en los aos sesenta e incluso por el crecimiento de la disponibilidad de los prstamos extranjeros durante los setenta. Finalmente, sin embargo, las tensiones se hicieron abrumadoras, cuando las implicaciones en el sistema fiscal y en la balanza de pagos del modelo subyacente se hicieron evidentes (Thorp, R.: Las economas latinoamericanas, 1939-1950, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 82). Esto ocurrira finalmente a principios de la dcada de 1980. Cabe preguntarse, sin embargo, qu ocurri durante las tres dcadas anteriores.

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    En referencia al perodo transcurrido entre 1950 y 1980 en Amrica Latina, French-Davis, Muoz y Palma sostienen que: el estancamiento de los aos ochenta oculta el desarrollo econmico comparativamente vigoroso logrado por los pases latinoamericanos durante las tres dcadas anteriores. En retrospectiva puede verse que la ISI fue coherente con las condiciones que prevalecieron en los mercados despus de la segunda guerra mundial () y con las demandas polticas planteadas por los nuevos grupos que emergan en las sociedades latinoamericanas () en su conjunto, la estrategia de la ISI fue un factor positivo que contribuy al crecimiento del PIB y al desarrollo econmico general durante los aos cincuenta, los sesenta y, en menor medida, los setenta. Un crecimiento promedio de 5,5 por 100 anual representa objetivamente un buen desempeo, y evidentemente es superior al 1,2 por 100 de los aos ochenta y al 3,1 por 100 de 1990-1996. (French-Davis, R., Muoz, O. y Palma, J. G.: Las economas latinoamericanas, 1950-1990, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 158-159)

    Cules fueron entonces, las debilidades de la ISI? hubo incoherencias en la forma en que se implant la ISI: la falta de continuidad en el diseo de las polticas econmicas, un patrn muchas veces arbitrario de proteccin efectiva y un descuido respecto de la actividad exportadora. El proteccionismo excesivo, combinado con la sobrevaluacin recurrente del tipo de cambio, desalent con frecuencia las exportaciones primarias no tradicionales y las manufacturadas () cuando se crearon oportunidades en los mercados mundiales para la exportacin de materias primas y manufacturas y las economas internas desarrollaron nuevas capacidades productivas, los pases latinoamericanos se mostraron vacilantes y lentos en adaptar la estrategia de la ISI a las nuevas condiciones. Sin embargo, desde los aos sesenta, en varios pases se implantaron cambios de poltica que acentuaron el papel de las exportaciones, principalmente de las manufacturas. Los esfuerzos de correccin de su estrategia por parte de varios pases de la regin se reflej en el crecimiento anual de las exportaciones manufacturadas, que promedi el 15 por 100 en 1965-1975 (French-Davis, R., Muoz, O. y Palma, J. G.: Las economas latinoamericanas, 1950-1990, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 159)

    Cabe apreciar que la nueva orientacin, que otorgaba mayor importancia al sector exportador, apuntaba a superar algunas de las debilidades de la industrializacin por sustitucin de importaciones. Sin embargo, otros inconvenientes neutralizaran los efectos positivos del cambio de estrategias. Segn French-Davis, Muoz y Palma, durante la mayor parte de los aos setenta, la ISI en Amrica Latina contino redirigindose al fomento de las exportaciones. Sin embargo, los acontecimientos externos como la crisis del petrleo y los crecientes prstamos bancarios a tipos de inters muy bajos, crearon fuertes incentivos para el endeudamiento en el extranjero a una escala masiva y con las consiguientes apreciaciones cambiarias, que al final desalentaron el impulso exportador durante los ltimos aos de la dcada () una significativa revaluacin del tipo de cambio a finales de ese perodo gener grandes desequilibrios internos y externos. (French-Davis, R., Muoz, O. y Palma, J. G.: Las economas latinoamericanas, 1950-1990, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 159)

    Mientras hubo disponibilidad de crdito, los efectos del endeudamiento no se hicieron notar. Sin embargo, esa situacin cambiara luego de 1980 con la denominada crisis de la deuda. durante los aos ochenta, la regin se vio forzada a ajustar rpidamente la demanda agregada a su capacidad de gasto. La reduccin de la demanda agregada fue tan brusca y masiva que muchos recursos productivos quedaron desocupados, sin poder ser reabsorbidos en la produccin de exportaciones. La inversin productiva se resinti fuertemente por el ambiente macroeconmico represivo resultante y por el hecho de que la regin afrontaba la necesidad de

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    hacer transferencias netas sustanciales hacia el extranjero, una parte significativa del ahorro interno se desvi del financiamiento de la inversin nacional. (French-Davis, R., Muoz, O. y Palma, J. G.: Las economas latinoamericanas, 1950-1990, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 160) Las mencionadas no fueron las nicas consecuencias de la crisis de la deuda. La intensidad de la crisis llev a las autoridades econmicas a dar prioridad a los objetivos a corto plazo en perjuicio del desarrollo a largo plazo. Como la naturaleza de la crisis estaba asociada con los flujos financieros, el papel principal fue desempeado por los agentes y mecanismos financieros a costa de la economa real. Junto con las profundas reformas de orientacin neoliberal implantadas en varios pases latinoamericanos, que generaron un pronunciado incremento en la actividad financiera, se produjeron una baja inversin real, un magro crecimiento del PIB y una peor distribucin del ingreso. Los costos del ajuste se distribuyeron desigualmente entre los diversos estratos de ingresos, lo que gener un deterioro general de la ya desequilibrada distribucin de oportunidades, ingresos y riqueza en las sociedades latinoamericanas y un drstico aumento del nmero de aquellos que vivan por debajo de la lnea de pobreza. (French-Davis, R., Muoz, O. y Palma, J. G.: Las economas latinoamericanas, 1950-1990, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 160)

    En la dcada de 1990 muchas economas latinoamericanas retomaron la senda del crecimiento. No obstante, la adopcin del neoliberalismo como gua por muchos gobiernos, unido a debilidades estructurales de las economas del continente, pusieron rpidamente en evidencia los lmites de ese crecimiento. la reanimacin del crecimiento econmico estuvo asociada con la primera entrada neta positiva de recursos financieros procedentes del resto del mundo desde 1981. Esto evidencia la persistente sensibilidad de las economas latinoamericanas a los factores externos (...) De hecho, un ciclo algo similar al de los aos setenta se reprodujo en los aos 1990-1994, que concluy con el llamado efecto tequila. Al mismo tiempo, el ritmo de la reforma estructural neoliberal se aceler. La amplia liberalizacin de los mercados y la privatizacin de empresas pblicas se extendieron en toda la regin, contribuyendo a un profundo recorte del papel del Estado. De una activa intervencin en la asignacin de recursos y las actividades productivas directas hasta los aos setenta, el Estado pas a centrarse en la poltica macroeconmica, la construccin de infraestructuras y los programas sociales. Sin embargo, en un proceso de reforma y ajuste, la capacidad del Estado para cumplir con un nuevo y ms limitado papel fue seriamente debilitada (French-Davis, R., Muoz, O. y Palma, J. G.: Las economas latinoamericanas, 1950-1990, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 160-161)

    Hemos efectuado una sntesis de las transformaciones experimentadas por la economa latinoamericana entre 1930 y la actualidad. Cabe analizar ahora, cmo repercutieron tales transformaciones sobre la clase obrera y sus expresiones de defensa sindical en las diferentes etapas mencionadas.

    El movimiento obrero y el sindicalismo entre la depresin de 1929 y la Segunda Guerra Mundial

    La depresin econmica de 1929 modific sustancialmente las caractersticas de la actividad sindical y sus relaciones con la poltica. Segn Ian Roxborough, los efectos de la Depresin de 1929 en la poblacin trabajadora de Amrica Latina fueron profundos (...) el primer efecto de la Depresin consisti en una acentuada reduccin de la actividad econmica acompaada de agitacin poltica. Si bien las races de la movilizacin poltica se remontan a los aos veinte o ms lejos, la Depresin de 1929 cambi las maneras de centrar la atencin en los conflictos polticos y econmicos. En el terreno poltico se lanz una ofensiva general contra la

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    dominacin continuada de la oligarqua y los trabajadores organizados tuvieron que reorientarse de acuerdo con estos nuevos movimientos polticos. En algunos pases se plantaron las semillas de nuevas y duraderas formas de identificarse con movimientos y partidos polticos de carcter popular. (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 140-141). Sin embargo, durante la guerra, a pesar de que haba condiciones propicias para la protesta obrera, tuvo lugar una retraccin del movimiento sindical. Segn Roxborough, caba esperar que durante la Segunda Guerra Mundial se extendiese la agitacin obrera (...) De hecho, la tendencia general fue en la direccin contraria. En la mayora de los casos el trabajo apoy a los gobiernos latinoamericanos cuando declararon la guerra a las potencias del Eje () Se consider que la contienda era en gran parte una guerra por la democracia contra la dictadura y bajo la influencia de los partidos comunistas de la regin la mayora de los movimientos obreros prometieron no declararse en huelga mientras durase el conflicto blico. As pues, las huelgas en todo el continente fueron bastante limitadas en unos momentos de expansin del empleo y fuertes presiones inflacionarias sobre los salarios reales. (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 148)

    En cierto modo, esta situacin se modificara al finalizar la guerra.

    Sindicalismo y movimiento obrero tras la finalizacin de la Segunda Guerra Mundial

    El fin de la guerra reactiv la conflictividad obrero patronal. Segn Roxborough, el descenso de los salarios reales y la promesa de no declarar huelgas durante la Segunda Guerra Mundial produjeron conjuntamente un aumento de la presin para que se hiciesen cambios importantes cuando el final de la guerra empez a ser visible. En varios pases se registr un notable incremento de huelgas. (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991)

    De parte de los gobiernos, sin embargo, haba cambiado la actitud hacia el movimiento obrero. Al respecto, sostiene Roxborough que al terminar la guerra, varios gobiernos latinoamericanos procuraron fomentar y desarrollar conscientemente la industrializacin que se haba hecho en gran parte sin una planificacin deliberada en los aos treinta y durante la contienda. Para ello era necesario controlar a unos movimientos obreros que daban muestras crecientes de descontento () La necesidad de regular e institucionalizar las relaciones laborales haba sido reconocida de modo general durante el decenio anterior (...) Ahora bien, en la posguerra inmediata era ms urgente que nunca derrotar a las tendencias radicales que haba en el movimiento obrero y llegar a algn acuerdo con las facciones ms conservadoras. (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 150)

    La creciente tendencia al conservadurismo en las relaciones laborales tena orgenes endgenos, tales como la necesidad de promover un buen clima para las inversiones con el fin de atraer capital extranjero. Por otra parte, al terminar la alianza con los comunistas formada durante la guerra, se cre el marco propicio para una vuelta a la habitual poltica anticomunista. La creciente hostilidad contra los partidos comunistas coincidi con una ofensiva ms general contra el conjunto del movimiento obrero. (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero

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    en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 151)

    Esta poltica dara lugar a la posterior institucionalizacin de las relaciones laborales bajo control del Estado.

    Sindicalismo y movimiento obrero en las dcadas de 1950 y 1960. La institucionalizacin del corporativismo

    Segn Roxborough, las transformaciones que, en las dcadas de 1930 y 1940, produjeron un significativo crecimiento del proletariado urbano, sucedieron simultneamente con cambios importantes del sistema poltico en varios pases, cambios que tuvieron consecuencias para la forma en que los trabajadores pudieron organizarse, tanto en el nivel sindical como en trminos de la poltica nacional. (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991) Antes de analizar esta cuestin, cabe considerar brevemente los cambios en la estructura de la fuerza de trabajo y en el nivel de sindicalizacin entre 1950 y 1970. Respecto a la primera cuestin, Roxborough seala que de 1950 a 1970 el empleo industrial aument del 19 por 100 del total de la poblacin activa en 1950 al 23 por 100 en 1970 () el empleo en los servicios aument de forma todava ms rpida del 27 por 100 en 1950 al 36 por 100 en 1970 () El crecimiento en nmeros absolutos es an ms impresionante: los trabajadores industriales correspondientes al conjunto de Amrica Latina pasaron de 10.561 en 1950 a poco menos de 20 millones en 1970. (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 160)

    En cuanto a lo segundo, Roxborough muestra que en 1946 el nmero total de trabajadores sindicados en Amrica Latina era de 3,8 millones. En 1960 haba ascendido hasta cifrarse en unos 6,6 millones, y en 1964 era de 14 millones () Las tasas de sindicacin ms altas se han registrado en la minera, las plantaciones, en el sector pblico y en las industrias dominadas por los establecimientos de manufacturacin en gran escala. Durante los decenios de 1950 y 1960 el nivel de sindicacin era muy elevado en las industrias metalrgicas y los sindicatos del sector desempeaban un importante papel de lderes del movimiento sindical en su conjunto. La rpida expansin del sector servicios tambin dio lugar a la expansin de los sindicatos y el activismo entre los trabajadores no manuales (...) Dada la importancia del sector estatal en la economa, no es extrao que haya sido uno de los baluartes del sindicalismo en Amrica Latina. (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 167)

    Realizadas estas consideraciones, es posible retomar el anlisis de las relaciones entre sindicalismo y Estado en esta etapa. Segn Roxborough, durante la posguerra muchos pases latinoamericanos ...tenan en comn experimentos de corporativismo ms o menos serios y duraderos. Las relaciones laborales en general y la organizacin sindical en particular pasaron de forma creciente a ser reglamentadas por el estado. Con frecuencia esto significaba una gran prdida de autonoma por parte de los sindicatos, aunque en algunos casos tambin supona una expansin del papel de los sindicatos en la vida nacional, una consolidacin y burocratizacin de lo que hasta entonces haban sido a menudo unos sindicatos dbiles en su organizacin y en varios pases, el comienzo de un aumento sostenido de los niveles reales de vida para, como mnimo, los sectores de la clase trabajadora que estaban mejor organizados. Este grado relativo

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    de, por un lado, institucionalizacin y, por otro, represin produjo cierta paz en el plano laboral, aunque los aos de posguerra en modo alguno fueron tranquilos... (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 160-161)

    en 1948, en la mayora de los pases de la regin, ya se haban creado las formas institucionales que encauzaran los conflictos laborales durante los dos o tres decenios siguientes. Durante este perodo relativamente largo los sistemas de relaciones laborales en Amrica Latina sirvieron eficazmente para encauzar y contener los conflictos laborales y evitar que se convirtieran en graves preocupaciones econmicas o polticas para los gobiernos. En la medida en que haya un hilo que atraviese estos aos, este hilo es la combinacin de crecimiento econmico relativamente rpido y diversos sistemas corporativistas para mediar en los conflictos laborales. (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 161)

    en toda Amrica Latina el rasgo sobresaliente de las estructuras sindicales que se crearon durante la posguerra fue el alto grado de regulacin estatal de las relaciones laborales y la actividad sindical. Y vinculado a esta organizacin de las relaciones laborales centrada en el Estado estaba el elevado grado de politizacin de la actividad sindical en la mayora de los pases los sindicatos tendan a estar estrechamente relacionados con los partidos polticos (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 165)

    Es imposible desconocer las ventajas que este sistema, a pesar de la prdida de autonoma del movimiento obrero, implicaba para las condiciones de vida de los trabajadores. Segn Roxborough, no slo se produjo una expansin del nmero de empleos en la industria, sino que, adems, en varios pases fue acompaada de leyes que favorecan la estabilidad del empleo. Aunque la estabilidad era un rasgo clave del empleo en el aparato del estado y en las industrias de propiedad estatal, tambin era considerable en las grandes empresas del sector privado... El creciente papel del estado signific una expansin ininterrumpida de los sectores estatal y paraestatal, que son campos especialmente propicios a la sindicacin en gran escala. (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 166)

    Asimismo, hay que aadir un largo perodo de crecimiento salarial para muchos trabajadores () Los salarios crecieron con la mxima rapidez y de forma casi continua en el caso de los trabajadores especializados () para los trabajadores individuales fue, por regla general, una poca de verdadera mejora del bienestar () la base de la fuerza sindical la constitua un nmero reducido de empresas muy grandes que empleaban a una proporcin importante de la poblacin activa. Los sindicatos de estos sectores pudieron obtener ventajas reales para sus afiliados durante gran parte de la posguerra, hasta en los casos en que la direccin del sindicato se haba transformado en una camarilla interesada y favorable al gobierno. Para los trabajadores de otros sectores de la economa estos aos tambin fueron de ingresos generalmente en alza... (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 167-168)

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    Otra cuestin a destacar es el desplazamiento del conflicto laboral hacia el sistema jurdico. Para Roxborough, la mayora de los gobiernos latinoamericanos casi siempre se sentan obligados a interpretar un papel activo en las relaciones laborales (...) En un nivel macroeconmico esto significaba intentos de determinar los niveles de salarios y empleo y de impedir que los conflictos laborales ahuyentasen a los posibles inversionistas extranjeros. En un nivel microeconmico las instituciones de la regulacin laboral corporativista funcionaban en gran parte por medio de los tribunales laborales y los sistemas de seguridad social. En ciertos sentidos los tribunales laborales desplazaban el escenario del conflicto del lugar de trabajo al sistema jurdico... (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 165-166)

    Sin embargo, el modelo adoleca de relevantes debilidades. Como seala Roxborough, en el mejor de los casos se logr contener los conflictos, pero no eliminarlos y el control que los gobiernos pudieron adquirir result cada vez ms frgil. Cuando los nuevos sectores industriales de Amrica Latina alcanzaron la madurez surgi una nueva generacin de trabajadores y lderes sindicales que rompieron la tregua de la posguerra y dieron comienzo a una nueva fase de activismo obrero () parte de esto fue principalmente la respuesta a los cambios habidos en la estructura industrial y ocupacional, adems de deberse a las alianzas polticas que formaron los sindicatos. Y las ventajas que se consiguieron fueron sometidas a erosin en los perodos de descenso econmico y represin poltica (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 160-161)

    el grado en que las relaciones laborales estaban organizadas de manera corporativista vari mucho a lo largo del tiempo. Los gobiernos militares que subieron al poder en muchos pases en los aos sesenta y setenta oscilaron entre la represin directa de la actividad sindical y los esfuerzos por encauzarla en un marco corporativista reactivado (...) Haba tambin tendencia, en particular en tiempos de intensa movilizacin poltica o de crisis econmica a que algunas secciones del movimiento obrero se apartaran de los sistemas de control corporativistas y crearan organizaciones ms independientes y crticas () la puesta en prctica de medidas de austeridad como parte de un programa de estabilizacin poda desencadenar protestas generalizadas de los trabajadores y dar lugar a una crisis poltica (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 165) es fcil comprender el alto nivel de politizacin de los movimientos obreros de Amrica Latina en la posguerra si se tienen en cuenta la insensibilidad econmica y poltica que empujaba a los sindicatos a concentrar la atencin en la poltica econmica del gobierno y la combinacin de debilidad en trminos de negociacin en el lugar de trabajo y las vinculaciones generalizadas entre los sindicatos y los partidos polticos (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 168-169)

    En otro orden, respecto a la composicin por sectores de la conflictividad laboral, seala Roxborough que ... en los aos setenta los trabajadores del ramo metalrgico tendan a ser los ms combativos, seguidos muy de cerca por los trabajadores no manuales del sector pblico () En el decenio de 1980 pareci como si los trabajadores del sector pblico hubiesen tomado la iniciativa en el activismo laboral Roxborough concluye el anlisis de esta etapa afirmando que pese al xito de las consolidaciones conservadoras de finales de los aos cuarenta, este largo perodo se vio interrumpido con cierta frecuencia por el estallido de conflictos (...) Los ms

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    comunes entre los detonadores de la agitacin laboral generalizada eran los brotes de inflacin elevada y la consiguiente puesta en prctica de medidas estabilizadoras (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 168-169)

    Cabe concluir que, independientemente de las debilidades del modelo, control estatal del movimiento obrero y una mediana inclusin social caracterizaron a la etapa transcurrida entre 1950 y 1970. Esta combinacin comenzara a alterarse desde fines de la dcada de 1960.

    El anlisis de Roxborough sobre la etapa transcurrida entre finales de los aos sesenta y principios de los ochenta

    A finales del decenio de 1960 el perodo de las relaciones laborales relativamente pacficas e institucionalizada de los dos decenios que siguieron a la Segunda Guerra Mundial dio paso a un perodo de nuevos conflictos entre el capital y el trabajo () el cambio econmico produjo un nuevo sindicalismo que se caracterizaba por el aumento del activismo laboral () el crecimiento econmico haba trado consigo una expansin del empleo en industrias nuevas y de tecnologa ms moderna que a menudo eran propiedad de compaas transnacionales o del estado, tales como la del automvil, la petroqumica y la siderurgia, y el sector metalrgico. Los establecimientos eran grandes y tendan a emplear a hombres jvenes a los que pagaban relativamente bien () esta combinacin de circunstancias contribua al activismo laboral (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 175)

    Asimismo, la lucha laboral comenz a articularse con otros conflictos. Al respecto Roxborough seala que los aos setenta fueron un perodo de coincidencia entre, por un lado, luchas especficamente laborales y, por otro lado, movimientos sociales urbanos y ms amplios. En el nivel ms general, estos movimientos sociales urbanos encarnaban, por una parte, las luchas populares por la mejora del bienestar social y econmico y, por otra parte, la redemocratizacin y una forma mayor y ms completa de ciudadana. Concretamente, incluan fenmenos tan diversos como las luchas vecinales por el acceso a la tierra, la vivienda y los servicios urbanos, movimientos de promocin y defensa de la posicin de las mujeres, los homosexuales y las minoras tnicas (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 176)

    Entre las luchas por un nivel de vida decente las ms importantes eran las que giraban en torno a la cuestin urbana. La rpida urbanizacin de este perodo hizo ms apremiantes las luchas por los servicios urbanos; el acceso a tierras donde edificar viviendas y diversos asuntos de este tipo (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 176)

    Entre las claves explicativas de este fenmeno, Roxborough destaca que el mundo del trabajo y la cuestin urbana estn vinculados por dos rasgos clave en la estructura clasista: el grado de segregacin y homogeneidad residenciales de varios grupos econmicos y la medida en que las estrategias de supervivencia de la familia establecen una conexin entre la esfera del trabajo y la vida domstica (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en

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    Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 176-177)

    Las luchas contra las dictaduras militares tambin influyeron en estas nuevas articulaciones entre el movimiento sindical y otros actores. Al respecto, Roxborough sostiene que en los aos sesenta y setenta, los trabajadores organizados se han enfrentado frecuentemente, aunque en modo alguno de forma universal, a las dictaduras. Aunque a menudo los lderes sindicales han respondido tratando de llegar a algn tipo de acuerdo con el gobierno militar, las restricciones generales impuestas a la actividad sindical y la congelacin de los salarios, por no hablar de episodios de intensa represin dirigida contra los activistas de las bases, han estimulado la insurgencia de estas y han hecho que los trabajadores organizados se inclinaran a participar activamente en los movimientos a favor de la democracia... En todo el continente los esfuerzos de los trabajadores por organizar y practicar la negociacin colectiva los hicieron entrar en la corriente principal de luchas ms amplias por la democratizacin y el respeto a la ciudadana y los derechos civiles. (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 177)

    En ese contexto, el aumento del activismo de las bases amenazaba con crear nuevas organizaciones sindicales paralelas a las que existan (...) Tal vez fue este el aspecto ms destacado del nuevo sindicalismo. Dio lugar o bien a la radicalizacin de los lderes sindicales de talante conservador o a la escisin y consiguiente aparicin de nuevos sindicatos y confederaciones de sindicatos. (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 177)

    Asimismo, sostiene Roxborough que en conjunto, el decenio de 1970 presenci un aumento de los conflictos laborales y un giro hacia la izquierda por parte de la clase trabajadora (...) A menudo estas dictaduras militares fomentaban sin darse cuenta la aparicin de lderes nuevos y ms combativos. Los intentos de los gobiernos militares se centraron en desplazar el poder desde lo alto de las confederaciones nacionales hacia abajo, hacia organizaciones situadas en el nivel de la empresa o fbrica individual, expulsar a los lderes sindicales asociados con actividades polticas, mejorar la productividad laboral, facilitar el despido de trabajadores y restringir las huelgas. Si bien frecuentemente estas medidas tuvieron cierto xito durante un tiempo, tendan a facilitar la aparicin de lderes nuevos, ms jvenes y ms combativos de entre las bases. Donde as ocurra haba una clara radicalizacin del movimiento obrero (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 182)

    Roxborough concluye su anlisis sobre esta etapa afirmando que los sistemas de control institucionalizados a finales de los aos cuarenta se haban visto cuestionados de vez en cuando () a finales del decenio de 1960 y principios del de 1970 los ataques, que solan estar vinculados a una resistencia ms general a la dictadura militar, ya eran ms frecuentes y ms generalizados. El crecimiento del nmero de trabajadores industriales, junto con las continuas crisis polticas y econmicas de la industrializacin de sustitucin de importaciones, hizo crecer ininterrumpidamente el potencial de conflictos laborales (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 183)

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    Sobre este escenario en que actuaba un movimiento obrero y un sindicalismo en proceso de transformacin, repercutiran los efectos de la crisis de la deuda y la restructuracin industrial luego de 1980.

    El anlisis de Roxborough sobre la crisis de la deuda y la reestructuracin industrial en el decenio de 1980 Roxborough hace notar que en los aos ochenta tocaron a su fin tres decenios de crecimiento econmico de posguerra en Amrica Latina. En la mayora de los pases los efectos que ello tuvo en la clase trabajadora y sus organizaciones fueron profundos (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 183) Asimismo, la crisis econmica de los aos ochenta produjo una inflacin ms alta, un acusado descenso de los salarios reales, un aumento del paro y una expansin del sector informal. En algunos pases la crisis de la deuda y las respuestas del gobierno iniciaron o estimularon ms programas de reestructuracin industrial y a veces dieron lugar a la desindustrializacin. En varios pases se intent reducir la inflacin aplicando choques heterodoxos que a menudo terminaron en un fracaso poltico y econmico () Al finalizar el decenio () tratar la crisis recurriendo a la concertacin haba cedido su lugar a los esfuerzos dirigidos a reestructurar las economas de acuerdo con criterios neoliberales. En 1990 la mayora de los gobiernos de la regin ya se haban comprometido con un cambio espectacular del modelo de desarrollo basado en la industrializacin de sustitucin de importaciones. En la mayora de los pases de la regin se haban puesto en marcha programas de reforma estructural de tipo neoliberal. Componente clave de tales programas, en lo que se refera al trabajo, eran los esfuerzos encaminados a incrementar la flexibilidad el mercado de trabajo, a veces como resultado de considerables modificaciones de la legislacin laboral. El objetivo de los reformadores neoliberales era acabar con las instituciones corporativistas, despolitizar las relaciones laborales, restaurar las prerrogativas del personal directivo en la utilizacin del trabajo y hacer que la negociacin colectiva volviese del nivel nacional al del lugar de trabajo. (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 183-184)

    Los cambios estructurales repercutieron sobre la vida cotidiana de los trabajadores y, en consecuencia, sobre sus formas de organizacin y lucha. Al respecto, seala Roxborough que debido a la crisis fiscal y la degradacin general de los servicios pblicos en el decenio de 1980 la poblacin urbana tuvo que soportar una carga cada vez ms pesada al tiempo que los movimientos sociales se esforzaban por sobrellevar el deterioro de la situacin econmica. Varias asociaciones vecinales y grupos femeninos se encargaron con creciente frecuencia de nuevas tareas como, por ejemplo, la provisin de alimentos (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, pp. 187-188)

    Cul era, en esos nuevos contextos, la posicin de poder del sindicalismo? dada la magnitud del descenso de los salarios reales y los cambios considerables habidos en el empleo, al empezar el decenio de 1990 los trabajadores y sus sindicatos en toda Amrica Latina estaban en una posicin mucho peor que un decenio antes. (Roxborough, I.: La clase trabajadora y el movimiento obrero en Amrica Latina desde 1930, en Bethell, L.: Historia de Amrica Latina (vol. 12). Barcelona: Cambridge University Press y Editorial Crtica, 1991, p. 188)

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