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360 lecturas Comentarios sobre Debates en torno a una metodología feminista Las ciencias sociales y el feminismo María J. Rodríguez-Shadow E n años recientes las preocupa- ciones metodológicas dentro de la investigación feminista han sido planteadas en diversas obras editadas en el extranjero, entre és- tas pueden mencionarse las de Diane Wolf (ed.), Feminist Dilemmas in Fieldwork (1996); Shulamit Rein- harz, Feminist Methods in Social Research (1992); Mary Fonow y Judith Cook (ed.), Beyond Methodo- logy; Feminist Scholarship as Lived Research (1991); Joyce McCarl Nielsen (ed.), Feminist Research Methods (1991); Nancy Tuana (ed.), Feminism and Science (1989); Sandra Harding (ed.), Feminism and Metho- dology (1987); y Teresa de Lauretis (ed.), Feminist Studies/Critical Studies (1986), entre otras. A pesar de la obvia importancia de los textos citados arriba, lamen- tablemente, en nuestro país son poco conocidos por el público en general y aun por algunos estudio- sos no familiarizados con el idio- ma en el que están publicados. Esto explica el éxito que han tenido li- bros y revistas en los que han apa- recido traducciones de ensayos que se han convertido en referencia obligada, por ejemplo las compi- laciones de Carmen Ramos, El gé- nero en perspectiva, de la dominación universal a la representación múltiple (1991); la de Olivia Harris y Kate Young, Antropología y feminismo (1979); de Marta Lamas, El género: la construcción cultural de la diferen- cia sexual (1996); el libro de Martin y Voorhies, La mujer: un enfoque an- tropológico (1979); y el número 30 de la revista Nueva Antropología (1986), entre otros. En México, esta problemática ha llamado la atención de algunas es- tudiosas que han publicado algu- nos ensayos. Sin embargo, el material disponible es escaso y dis- perso. Los ensayos incluidos en la compilación Debates en torno a una metodología feminista vienen a lle- nar este vacío, carencia largamente lamentada tanto por metodólogos como por estudiantes. Se trata de una antología com- puesta por nueve ensayos, cada uno de los cuales aborda aspectos y ángulos importantes en torno al debate relacionado con las preocu- paciones metodológicas dentro de la investigación feminista. El pro- blema que se plantea en esta obra es un tema de candente actualidad en las ciencias sociales en general

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lecturas

Comentarios sobreDebates en torno auna metodologíafeminista

Las ciencias sociales y elfeminismo

María J. Rodríguez-Shadow

E n años recientes las preocupa-ciones metodológicas dentro

de la investigación feminista hansido planteadas en diversas obraseditadas en el extranjero, entre és-tas pueden mencionarse las deDiane Wolf (ed.), Feminist Dilemmasin Fieldwork (1996); Shulamit Rein-harz, Feminist Methods in SocialResearch (1992); Mary Fonow yJudith Cook (ed.), Beyond Methodo-logy; Feminist Scholarship as LivedResearch (1991); Joyce McCarlNielsen (ed.), Feminist ResearchMethods (1991); Nancy Tuana (ed.),Feminism and Science (1989); SandraHarding (ed.), Feminism and Metho-dology (1987); y Teresa de Lauretis(ed.), Feminist Studies/Critical Studies(1986), entre otras.

A pesar de la obvia importanciade los textos citados arriba, lamen-tablemente, en nuestro país sonpoco conocidos por el público engeneral y aun por algunos estudio-sos no familiarizados con el idio-

ma en el que están publicados. Estoexplica el éxito que han tenido li-bros y revistas en los que han apa-recido traducciones de ensayos quese han convertido en referenciaobligada, por ejemplo las compi-laciones de Carmen Ramos, El gé-nero en perspectiva, de la dominaciónuniversal a la representación múltiple(1991); la de Olivia Harris y KateYoung, Antropología y feminismo(1979); de Marta Lamas, El género:la construcción cultural de la diferen-cia sexual (1996); el libro de Martiny Voorhies, La mujer: un enfoque an-tropológico (1979); y el número 30de la revista Nueva Antropología(1986), entre otros.

En México, esta problemática hallamado la atención de algunas es-tudiosas que han publicado algu-nos ensayos. Sin embargo, elmaterial disponible es escaso y dis-perso. Los ensayos incluidos en lacompilación Debates en torno a unametodología feminista vienen a lle-nar este vacío, carencia largamentelamentada tanto por metodólogoscomo por estudiantes.

Se trata de una antología com-puesta por nueve ensayos, cadauno de los cuales aborda aspectosy ángulos importantes en torno aldebate relacionado con las preocu-paciones metodológicas dentro dela investigación feminista. El pro-blema que se plantea en esta obraes un tema de candente actualidaden las ciencias sociales en general

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y en especial en los debates en lasdisciplinas de la antropología, lasociología, la historia y la filosofía.Esta obra constituye un esfuerzoconjunto de destacadas especialis-tas en estudios de género que tra-bajan en nuestro país, cada una delas cuales ha sobresalido en su res-pectiva disciplina, tanto por sucompromiso científico, como porla profundidad de sus conocimien-tos y sus aportes al avance de losestudios e investigaciones en tor-no a las mujeres, su historia y sucondición.

El propósito de esta compila-ción es poner en la mesa de deba-tes una discusión todavía inacabadarespecto al carácter de los vínculosy las relaciones que se establecenentre las investigadoras y los suje-tos femeninos “investigados”, poruna parte, y la cuestión teórico-metodológica, por la otra. La mo-tivación tras la puesta a punto deesta obra es contribuir a la contro-versia en torno al nexo ciencia-política.

La “Presentación” de Eli Bartraofrece de manera sintética una pa-norámica del estado del debate ydescribe el contenido de los ensa-yos que componen la antologíahaciendo, además, algunas anota-ciones puntuales en relación conla traducción y los conceptos em-pleados. De entrada se estableceque en la cuestión de la metodolo-

gía feminista no existe un consen-so, pero se sientan las bases parauna discusión.

En la segunda sección, “¿Existeun método feminista?” SandraHarding, conocida filósofa estado-unidense, profesora de la Univer-sidad de California en Los Ángeles,discute y aclara las diferencias queexisten entre método (técnicas derecopilación de información), me-todología (teoría y análisis de losprocedimientos de investigación) yproblemas epistemológicos (cues-tiones relacionadas con la teoría delconocimiento adecuado o estrate-gias de justificación del conoci-miento), para concluir que, desdesu perspectiva, sí existe un méto-do de investigación feminista.

En el artículo “Feminismo e in-vestigación social. Nadando enaguas revueltas”, Mary Goldsmith,profesora investigadora del áreaMujer, Identidad y Poder de laUAM-X, explora, con la erudiciónque la caracteriza, algunos aspec-tos del debate en torno a la investi-gación feminista, y expone algunasde las críticas feministas a las prác-ticas metodológicas en las cienciassociales en general y en especial enla antropología. También se ocupade explorar la relación entre la aca-demia y la política feminista.

En el ensayo “¿Investigaciónsobre las mujeres o investigaciónfeminista? El debate en torno a la

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ciencia y la metodología feminista”,Maria Maies responde a las críticasque se han hecho a un artículo suyopublicado anteriormente. Exponevarios ejemplos que ilustran la for-ma en la que se vincula el trabajode campo, la praxis y la investiga-ción feminista.

Teresita de Barbieri, investigado-ra del Instituto de InvestigacionesSociales de la UNAM, autora de laquinta sección que trata “Acerca delas propuestas metodológicas femi-nistas” explora los problemas de lateoría del conocimiento, las cues-tiones metodológicas sobre la re-colección de la información yanaliza aspectos propios de la so-ciología del conocimiento en variasautoras feministas.

En “Reflexiones metodológicas”,Eli Bartra analiza el estado del de-bate en torno a la existencia de unmétodo de investigación que pue-da ser llamado con toda propiedadfeminista. Menciona las posturasde algunas teóricas y concluye quesí existe un método feminista yaque una investigación de este cor-te dará prioridad a algunos aspec-tos de la realidad social sobre otros,distinguiéndose porque utilizaráun marco conceptual distinto yunas técnicas de recolección deinformación específicas. Desde lue-go, como ella misma apuntó du-rante la presentación de este libro,evento que se llevó a cabo en la

Benemérita Universidad Autónomade Puebla, sus propuestas son pro-visionales y están sujetas, comotodo conocimiento científico, a de-bate y discusión.

Anna M. Fernández Poncela, en“Hilvanando palabras y cifras. Unejemplo sobre política, mujeres yhombres”, se propone un acerca-miento y entendimiento de la cul-tura y la participación política dehombres y mujeres en nuestropaís. Aquí se plantea que los ins-trumentos que se han usado paraesto han sido la encuesta y el testi-monio, que constituyen “un ma-trimonio metodológico”. Estaantropóloga española, profesorainvestigadora del área Mujer, Iden-tidad y Poder de la UAM-X, ilustrasu trabajo con los resultados de susentrevistas.

En “Cuando hablan las mujeres”Ana Lau Jaiven, investigadora delInstituto Mora, célebre autora de Lanueva ola del feminismo en México,explica en qué reside el valor de larecopilación de los testimonios fe-meninos, examinando para ello laslíneas actuales de discusión acercade cómo se estudia a las mujeres ylas formas de acercarse a la inves-tigación a partir de las entrevistasde historias de vida para la produc-ción de conocimientos.

En el artículo “Historia de lasmujeres del siglo XIX: algunos pro-blemas metodológicos” Ana Lidia

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García, historiadora adscrita al Co-legio de México, plantea la histo-ria oral como el método idóneopara recuperar y analizar los con-textos de poder en los que se pro-ducen las relaciones entre losgéneros. Esta reconstrucción de “lovivido” permite un acercamientoa las representaciones sociales yla experiencia vital de los sujetossociales.

Al reunir los ensayos que com-ponen esta obra, Eli Bartra eligiócon cuidado a las competentes es-pecialistas que se encargaron de ela-borar sus contribuciones desde lahistoriografía, la filosofía, la socio-logía y la antropología, así como latemática que debería ser abordadapor cada una de ellas. De estemodo, consiguió que académicasde mucho prestigio y renombre enla construcción y la difusión delpensamiento y la militancia femi-nista en México colaboraran con suerudición en una obra que marcaráun hito en los estudios de géneroen nuestro país. En esta compila-ción se incluyeron asimismo dosartículos, traducidos del inglés,cuya lectura resulta imprescindi-ble.

Una de las muchas virtudes queposee esta compilación es que losmateriales presentados en cada unode los artículos se basan en análisisnovedosos e investigaciones ori-ginales realizadas por las autoras.

Otra de sus cualidades, no me-nos importante, es que la redacciónde los ensayos ha sido muy cuida-da, de manera que tanto ésta, comola exposición de los datos y argu-mentos es clara, sistemática y co-herente, lo cual permite que losconceptos teóricos y categorías ana-líticas expuestos sean accesibles aun público amplio, sin que por ellopierdan relevancia y utilidad paralos académicos especialistas en lasáreas de referencia. Lo anterior dacomo resultado que la compilaciónse caracterice por el desarrollo sis-temático de los resultados de losestudios y la coherencia expositivay temática.

Su lectura resultará de gran uti-lidad a los metodólogos y a las es-pecialistas y estudiosas de lasciencias sociales, sean o no femi-nistas, puesto que con este libro enmano podrán debatir los argumen-tos de las autoras o encontrar unarespuesta a sus propias inquietu-des metodológicas.

Sin ninguna duda, la publica-ción de este libro constituye unparteaguas en la investigación so-cial en nuestro país puesto quecontribuirá de manera significati-va al planteamiento de una serie decuestiones que están siendo deba-tidas de manera acalorada en forosmás amplios en el nivel mundial.Felicito sinceramente a Eli Bartrapor la selección tan atinada de los

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artículos que componen esta com-pilación y a las autoras por su ex-traordinaria calidad expositiva. Porla forma en que está escrito, sutema controvertido y los enfoquesadoptados se trata de un libro queno sólo es útil para el aprendizajey el debate sino, sobre todo, parasu disfrute.

¿Hacia una metodologíafeminista?

Martha García Amero

Suele ocurrir que cuandoasistimos al despliegue cuida-

doso de un conjunto de reflexio-nes acerca de algún asunto endonde el rigor, la sinceridad y lapasión son concitadas, se nos des-pierta una atención equivalente quenos obliga a esforzarnos por seguirlas reflexiones aun si el asunto ver-sa sobre temáticas que nos seanpoco familiares.

Una reflexión pública, rigurosay apasionada es, desde mi puntode vista, un acto de generosidadformidable. El esfuerzo intelectualofrenda sus frutos con el único afánde hacerse él mismo inteligible.Merece por eso el respeto que sevuelca en la lectura atenta.

Éste es el mérito indudablemen-te primero, y no único, del libro

que hoy comentamos. Puesto queDebates en torno a una metodologíafeminista reúne los atributos quemencionamos, es un libro que hayque leer de principio a fin, pero conciertas recomendaciones.

La primera, leerlo sin permitirque un juicio apresurado nos de-tenga o nos haga abandonarlo, sinceder a los pronunciamientos apa-sionados que tienen la fuerza sufi-ciente para hacernos querer tomarpartido antes de entender. La se-gunda, leerlo anticipando con ple-na seguridad que al hacerlo, aunsi somos “neófitas” o legos, estare-mos en posibilidades de que eldebate nos sea inteligible, e inclu-so de enterarnos de las polémicasactualizadas en el campo de losestudios de género.

Debo decir que intenté una lec-tura “desde fuera”, con la distan-cia necesaria que me permitieraterminar el libro sin la sensaciónde haber comprometido el juiciocon alguna de las posturas, o ha-ber cometido la impertinencia deopinar sin venir a cuento. Enterar-me o comprender qué se debate ypor qué antes de otorgar simpatíasinnecesarias.

Así, lo que resulta claro de in-mediato es que el debate está encurso, que las polémicas que seexponen tienden a elaborar la ma-teria sobre la que ulteriormentehabrá de debatirse mucho más. Ytambién es claro para las autoras

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que ahí es donde habrá de decidir-se la problemática que se presenta,al más alto nivel teórico.

Entiendo que ésa es la razón porla que una y otra vez lo mencio-nan, pero no desenvuelven su ar-gumentación. El libro no aborda lascuestiones propiamente en el ni-vel de la epistemología o la teoríadel conocimiento (Teresita deBarbieri, p.105), o en el nivel de larelación entre “la política y la filo-sofía” aunque se considere que lametodología expresa esta relación(Eli Bartra, p.146).

Debates en torno a una metodologíafeminista tiene el mérito enorme deorganizar la polémica documentán-dola con las aportaciones que la hanalimentado y que dan origen a lapregunta eje del propio libro: la pre-gunta por una metodología feminis-ta. Las primeras cien páginas nosinforman sobre esas vigorosas apor-taciones y su consecuente impacto.

Y, entonces, justo a la mitad dellibro se abre paso otro tono en lareflexión que nos permite apreciarque son 30 años de elaboración in-tensa, que distingue, define y dotade un enorme rigor argumentativoa la polémica. El solo tono del do-cumento da cuenta de la madura-ción del campo cognoscitivo,contrasta para bien con los que lepreceden. A partir de ahí la polé-mica está domiciliada en nuestrasinstituciones.

En un libro apasionado comoéste, la pasión es la que dibuja lasposturas que, desde mi punto devista, no son correctamente desig-nadas porque no constituyen ne-cesariamente polaridades.

Se presentan en él, con granhonestidad de autoría original, po-siciones encontradas respecto a laexistencia de una metodología fe-minista. Aparentemente una posi-ción diría que sí y su contraria lonegaría. No hay, pues, acuerdoacerca de si existe una metodolo-gía feminista. Así, no se debate entorno a ésta sino en torno a su exis-tencia como tal. Es decir, la polé-mica expresa claramente que nohay todavía una metodología fe-minista, pues si la hubiera el de-bate tal vez se centraría en susuficiencia, sus alcances o sus lí-mites, quizá en la manera en queestá fundamentada, pero no enresolver la duda acerca de su exis-tencia.

Desde mi punto de vista, el li-bro nos permite enterarnos de queefectivamente existe un campo deproblematicidad en el que concu-rren distintas ciencias sociales, nin-guna de las cuales puede darcuenta, por sí sola, de la compleji-dad de las cuestiones que se for-mulan desde los estudios degénero. Por el contrario, esa com-plejidad ha terminado por cuestio-narlas a ellas severamente.

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A lo largo de 30 años, el campoha ganado en profundidad, exten-sión y rigor al punto de que gozaya del reconocimiento generalacerca de la emergencia de esoscuestionamientos originales, delreconocimiento de la legitimidadde las formas y el rigor a que obli-gó la necesidad de ensayar proce-dimientos igualmente originales,cuyo fruto la reflexión cosecha.

Me parece que es el éxito de quie-nes lo han cultivado lo que les si-túa en condiciones de sistematizarla originalidad de su contribucióncognoscitiva e interrogarse por susentido. En este punto, tuve la dudaacerca de si la pregunta le hace jus-ticia a la envergadura de la tarea.Me temo que no.

Los criterios con los que se afir-ma que sí existe una metodologíafeminista son distintos de los quemanejan quienes dicen que por elmomento no, pero no dicen porqué no. A una lectora externa sólole queda claro que no hay criteriosunificados, que hace falta la elabo-ración teórica que las mismas au-toras una y otra vez señalan quedebe hacerse. Y que es, ni dudacabe, elaboración epistemológica.

Sin la realización de esta tarea noes posible dilucidar la preguntacrucial que la madurez del campode problematicidad de los estudiosde género arroja y que es, desde mipunto de vista, ¿cuál es el sentido

de su aportación cognoscitiva? Todoello en la inteligencia de que su ori-ginalidad no está puesta en duda.

Es esta contribución la que, me-diante la polémica, el libro pone anuestro alcance. En la historia y lasociología, en el saber comprome-tido con la acción, en la aspiraciónfinal que creo que todos comparti-mos, ahí está dibujada esa labor.La respuesta a la pregunta es, almenos en esta ocasión, todavía unadeuda.

Los últimos renglones de laobra nos dejan saber del ambicio-so horizonte en donde ese senti-do habrá de desplegarse; citoparafraseando: “Hace falta inser-tar esta contribución tan rica yoriginal en procesos globales, for-mular un verdadero conocimientoincluyendo a hombres y mujeresen los procesos sociales que hanido conformando este complejomosaico llamado México” (AnaLau Jaiven, p. 228).

En esa tarea nada se niega poranticipado. Es un propósito fecun-do en el que se sistematiza y se eva-lúa lo conseguido en términos dela propia inteligibilidad, la vigen-cia de metas o el establecimiento deotras nuevas y mejor sustentadas.El libro encuentra en este esfuerzosu sentido pleno y cumple a satis-facción lo que en el título promete.Si, como suponemos, tiene el éxitode público que merece, la investi-

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gación de género y el propio femi-nismo se verán ampliamente bene-ficiados.

Suponer que esta sistematiza-ción pueda desembocar ulterior-mente en una metodología de lasciencias sociales tampoco puedecancelarse por anticipado. Es legí-timo aspirar a las más altas metasde la elaboración teórica. Por su-puesto que se tiene presente queuna propuesta semejante se com-promete a formular la inteligibili-dad del campo disciplinario de lasciencias sociales sobre bases mássólidas y configurar mejores hori-zontes para su desarrollo, con todala inmensa labor que cabe entreesos puntos.

Pero todavía más,

la solución a una pregunta, expresadaen los términos de la propia pregun-ta, no altera necesariamente las cate-gorías y conceptos que sirven de basepara formular la pregunta; si acaso lesañade autoridad y alarga su vida [...]Un punto de inflexión significaría algodistinto: un cambio radical en el mar-co conceptual en el que las preguntasse habían planteado; nuevas ideas,nuevas palabras, nuevas relaciones envirtud de las cuales los problemas an-tiguos no son siempre resueltos, sinoque aparecen como algo remoto, ob-

soleto, a veces hasta ininteligible, demanera que las dudas y problemasangustiosos del pasado parecen extra-ñas formas del pensamiento, o con-fusiones pertenecientes a un mundoya desaparecido.1

Así pues, la nueva perspectiva,llámese genericidad, teoría de ladiferencia o visión feminista, aspi-ra a constituirse en un punto deinflexión. Sin duda la tarea apenascomienza.

También hará falta apoyarse ybeneficiarse de las contribucionesdel quehacer filosófico contempo-ráneo, no sólo la crítica que hadecantado la contribución del po-sitivismo (Leszek Kolakovski, porejemplo) o del cartesianismo (Ryleo Stroud, también por ejemplo),sino las fecundas aportaciones dela filosofía del lenguaje, al menosen la teoría del conocimiento, lanoción de lo simbólico e, inclu-so, los riesgos epistemológicos deiniciar la reflexión con una dico-tomía. Por eso resulta sumamen-te alentador que una filósofa, EliBartra, propicie el debate feminis-ta con miras tan ambiciosas y uninicio generoso. Enhorabuena.

1 Isaiah Berlin, El sentido de la realidad, Taurus, Madrid, 1998.

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Desmontando viejas ynuevas versionesdel pensamiento único

María Eugenia D’Aubeterre

Festejamos hoy la presenta-ción en Puebla del libro Deba-

tes en torno a una metodología feminis-ta editado por la UAM-Xochimilco yque ha compilado Eli Bartra, pio-nera en las investigaciones femi-nistas en México, autora de uno delos artículos en el mismo volumen,junto con otras investigadoras quecuentan como ella con una impor-tante trayectoria en los estudios yla militancia feminista. Tal es el casode Teresita de Barbieri, MaryGoldsmith, Ana Lau Jaiven, pro-fesoras e investigadoras que hancontribuido a la construcción y di-fusión del pensamiento feministaen el país. El libro incluye tambiénlos textos de Anna FernándezPoncela, antropóloga, estudiosa dela participación y cultura políticadesde una perspectiva de género yde Ana Lidia García, historiadoraque se ha se dedicado a la historio-grafía de las mujeres mexicanas enel siglo XIX. Completan este volu-men las traducciones del artículo dela filósofa estadounidense SandraHarding y de un polémico texto dela holandesa Maria Mies, escrito en1991, en el que la autora da respuesta

a las críticas que despertó un artí-culo escrito una década atrás, en1981, titulado “Hacia una metodo-logía de la investigación feminista”.

Debo decir que el libro me hizoevocar aquellos días de las acalora-das discusiones que se suscitabanen los cursos de epistemología ymetodología que dictaba el maes-tro Enrique Carpena en la Facultadde Filosofía y Letras de la UAP, ainicios de los años ochenta. Losfilósofos del Círculo de Viena seaposentaban en nuestra aula y KarlPopper blandía su espada desen-vainada contra el psicoanálisis, elmarxismo y todo aquello que olie-ra a relativismo y se tambalearafrente a los embates de los ejem-plos en contrario. Y qué decir deMario Bunge que nos persiguiódesde la licenciatura hasta los cur-sos de metodología del doctoradoen la rumbosa Escuela Nacional deAntropología e Historia, con suinveterado afán de convencernos dela existencia de un método cientí-fico, sólido e inexpugnable cualfortaleza medieval, como lo era sudescomunal decálogo de pastas azu-les sobre la materia que los estudian-tes tuvimos que fichar con lapaciencia de un monje en los tiem-pos de la maestría que se impartíapor aquellos años en la Facultad deFilosofía de esta universidad. Re-cuerdo que en los pasillos y en lastertulias del café circulaba el rumor

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de que la fobia que trasudaban losescritos de Bunge frente al psicoa-nálisis, obedecía a que fue abando-nado por su esposa después de queella se iniciara en la terapia analítica.

En honor a la verdad, hay quedecir también que los cursos deCarpena nos brindaron después laoportunidad de leer a Thomas Kuhny de saber que existía un irreveren-te como Feyerabend. Su lectura nosconvenció de la insensatez de tratarde deslindar eso que llaman el con-texto de descubrimiento del contextode justificación en la tarea de de-sentrañar la lógica del proceso deinvestigación científica. Se trataba,a mi humilde entender en la mate-ria, de posturas que liberaban a laepistemología de su coraza autori-taria y de su papel como policía dela ciencia y del quehacer científico,que reconocían el carácter lúdico delconocimiento por encima de sus fi-nes instrumentales, así como las pa-siones, los intereses y las utopíasque atravesaban el corazón, no sólode los investigadores en lo particu-lar, sino de las comunidades sobrelas que recae la producción teórica,por aquello de la división del traba-jo en las mal llamadas sociedadescomplejas.

Fue por esos años también enlos que me topé con el feminismo,con las discusiones que se desa-rrollaban en los cursos del taller deantropología de la mujer que se

dictaban en la misma facultad, enel Colegio de Antropología. En ellospude percatarme de que, específi-camente en el campo de la antropo-logía, años atrás, algunas estudiosasya habían iniciado el desmontaje desus tradiciones disciplinarias en unproceso que ponía al descubierto elsesgo androcéntrico no sólo de lasinstituciones que regulan la vida so-cial, la familia, el estado, sino de laciencia misma y de los conocimien-tos a los que se acuerda una vali-dez universal. Resultaba entoncesque la Razón, no sólo era patrimo-nio del Occidente y prerrogativa delos blancos, sino que además erasustancialmente masculina. ConOlivia Harris, Kate Young, SallyUnton, Sherry Ortner, MichelleRosaldo, Gayle Rubin y otras más,pioneras de la investigación femi-nista en el terreno de la antropolo-gía, íbamos descorriendo los velosde interpretaciones y modelos quehabían secuestrado a las mujeres,manteniéndolas en la penumbra dela historia, que ocultaban o subes-timaban sus saberes y presencia enla creación de la cultura al privile-giar, como objeto de estudio, esasáreas de la vida social reservadas alos varones: la política con mayús-culas, las grandes gestas civiliza-doras, en suma, el mundo de latrascendencia.

Las que iniciaron ese desmon-taje de los saberes y del oficio de la

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tradición antropológica y de la his-toriografía, para sólo mencionardos disciplinas de las ciencias so-ciales, eran, desde luego, herede-ras de la modernidad, de las luchasemprendidas a partir del siglo XVIII

por esas mujeres empeñadas enensanchar los espacios de la polí-tica, en lograr el reconocimiento deuna ciudadanía plena, de la quehabían quedado excluidas cuandoemergieron las modernas socieda-des concebidas en el crisol de losprincipios de la Ilustración. Pero,al mismo tiempo, eran tributariasde esa atmósfera de desencantofrente a las ventajas del progreso,de ese malestar que compartieroncon los varones y que comenzaba arespirarse en las universidades enlos años sesenta de este siglo quefenece. Sospechaban, con sobradarazón, que el reclamo de objetivi-dad de las ciencias sociales se tra-ducía en el mejor de los casos, enun objetivismo ramplón, y en elpeor, en un conocimiento sexista,llanamente truculento.

Dotadas de una nueva concien-cia crítica frente a los cánones deuna ciencia aséptica, alentadas porel proyecto político y cultural delnuevo feminismo que irrumpió enlos años setenta, se dieron al es-crutinio de los grandes paradigmasde las ciencias sociales, de leer en-tre líneas las teorías heredadas delos padres fundadores. Algunas,

convictas y confesas, asumieronque se trataba de un parricidio,para otras, se trataba más bien deun recorrido del que se vuelveapertrechadas con renovadas in-certidumbres y un montón denuevas preguntas. Como quieraque haya sido, la pregunta flotabaen el aire, ¿es posible, o existe, unametodología feminista? E, inclu-so, ¿podemos hablar de investiga-ción feminista?

Precisamente el libro que tene-mos entre las manos retoma éste yotros interrogantes que rodean lacuestión: una de las coordenadascruciales del debate es la relaciónsujeto-sujeto o, dicho de otra ma-nera, el cruce y la sintonía de sub-jetividades, ¿es posible remontarlas fronteras étnicas, de clase, cul-turales y en calidad de investiga-doras lograr identificarnos con lasexperiencias de las otras, de lasinvestigadas? ¿Podemos seguirabogando por una perspectiva crí-tica feminista por encima de lasdiferencias que nos separan comomujeres a pesar de los feminismosrealmente existentes? ¿Las técnicascualitativas son inherentementeparte del método feminista? ¿Sonéstas preferibles para dar cuenta delas experiencias de las mujeres yofrecer un conocimiento menossesgado que el que ofrecen las téc-nicas cuantitativas? ¿Basta simple-mente con dar voz a las mujeres

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para convertirlas en sujetos y ha-cer etnografía feminista? ¿Hablanpor sí solos los testimonios, o re-querimos marcos conceptualespara interpretar o traducir las ex-periencias de las mujeres? ¿Sonlas historias de vida realmente au-tobiografías? ¿Qué nuevas lecturaspodemos darle a las fuentes his-toriográficas y cuáles son los ma-teriales inéditos de los que se valela historiografía en su intento poresbozar una arqueología femeninade la vida cotidiana? ¿Ha podidola etnografía feminista trascenderlos problemas de la autoridad yde la autoría de los textos que pre-ocupa a los posmodernos? ¿Es su-ficiente añadir el punto de vistade las mujeres para formular unainterpretación más totalizante de larealidad? ¿Podemos concederle alpunto de vista de las mujeres el mis-mo estatuto que a la perspectiva delos hombres? ¿Es el feminismo unanueva versión del relativismo? ¿Pue-den los hombres hacer investigaciónfeminista?, y, desde luego, una delas preguntas más candentes: ¿po-demos producir conocimientos nosexistas sin estar a favor de las mu-jeres? ¿Hacer investigación feminis-ta para qué?

Si bien es cierto que las preocu-paciones de los estudios feminis-tas en Latinoamérica han seguidootros derroteros, cabe reconocerque, tras bambalinas, todas o al

menos algunas de estas preguntasnos salen al acecho en algún mo-mento, aunque las investigacionesfeministas en América Latina nohayan discurrido sistemáticamen-te sobre estos asuntos. Pasa un pocolo que le ocurría a Newton con laidea de dios en su búsqueda de laexplicación de las leyes del univer-so, cuando creía haberla sacado porla puerta, le saltaba por la ventana.

Tal como lo advierte Eli Bartra,el trasfondo de este debate remitea la relación entre ciencia y políti-ca. Desde luego el tema no es no-vedoso, y Teresita de Barbieri,autora de uno de los artículos dellibro, se encarga de reiterarnos surecomendación de volver a leer aWeber. No obstante, estimo quedebemos admitir que los términosde esta relación conflictiva entre laciencia y la política, involucran anuevos actores, y que las cintas delcorsé de la política, por fortuna, sehan aflojado un poco. El propiomovimiento feminista ha contribui-do a esta redefinición de los térmi-nos clásicos, y las respuestas quehan formulado los distintos femi-nismos al respecto, desde los añossetenta a la fecha, son de tinte muyvariado. El libro da cuenta del es-tado de esta discusión abordadadesde distintos niveles, en el terre-no específicamente epistemológicoy de la reflexión metodológica, yen el campo de dos de las tradicio-

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nes disciplinarias en las que hanproliferado las investigaciones fe-ministas: la antropología y la his-toriografía.

A la vuelta de 30 años, este de-bate sobre el que no se ha dicho laúltima palabra ha dado origen auna abundante literatura generadabásicamente en Estados Unidos yen Europa, aderezada en la últimadécada con nuevos ingredientesprovenientes del posmodernismoy de la crítica al esencialismo en elhorizonte de sociedades que seautodefinen como multiculturales,pluriétnicas, poscoloniales e inclu-so posfeministas. Por cierto, y val-ga el paréntesis, resulta paradójicoque en este horizonte social tan le-jano a nuestras formaciones socia-les latinoamericanas, GermaineGreer, la autora australiana que re-cordamos por su libro El eunucofemenino, vuelva por su fueros conun nuevo libro que ocupa el pri-mer lugar de ventas en Londres,en el que al parecer les recuerda asus congéneres mujeres que, a pe-sar de todos los post que le quieranendilgar a sus sociedades, el cuer-po femenino sigue siendo el lugarprivilegiado en el que se trenza ladominación masculina.

En fin, volviendo al libro que nosocupa, se trata de un debate espi-noso que se complica, además, porla falta de nitidez y de consenso enla delimitación de los conceptos cla-

ve en la discusión. Tal como lo ad-vierten varias de las autoras del vo-lumen, las nociones de método ymetodología se traslapan con fre-cuencia, y las sajonas emplean elvocablo “método” como equivalen-te a técnicas; asimismo, los nexoscon la epistemología no siempre sehacen explícitos. Precisamente el ar-tículo de Sandra Harding, publica-do en su versión original en el añode 1987, se propone definir cadauno de estos términos en un inten-to de poner un poco de orden en ladiscusión. Sandra Harding argu-menta en contra de la existencia deun método feminista, aunque reco-noce la existencia de metodologíasfeministas sustentadas en diferen-tes modelos de explicación propues-tos por la teoría social, que han sidosometidos a un ajuste de cuentasen el intento por formular análisislibres de las distorsiones de géne-ro. Quiero comentar sólo un par decosas sobre este artículo: ya he men-cionado que uno de sus méritos esel intento de aclarar los componen-tes de la discusión. No obstante, talcomo lo advierte Eli Bartra, me pa-rece que el empleo de la noción demétodo como equivalente a técni-cas de recolección de datos condu-ce inevitablemente a desechar, sinvacilaciones, la idea de que existaun método específicamente femi-nista de investigación. Esta nociónestrecha de método viene a compli-

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carnos la pelea que libramos casicotidianamente con los estudiantesen la tarea de formular los proyec-tos de investigación, pues deja delado tanto los procesos lógicos quesubyacen a la construcción del co-nocimiento (sean éstos objeto de lareflexión o no por parte de quieninvestiga) y, a la vez, omite consi-derar como parte del método esoque Eli Bartra llama “el punto dearranque” o el punto de partida delproceso de investigación; esa pers-pectiva crítica feminista a la quetambién alude Mary Goldsmithque supone la comprensión delmundo desde el lugar social ymaterial en el que se ubica el suje-to del conocimiento y que Teresitade Barbieri, a su vez, sólo recono-ce como una opción política queorienta la producción de conoci-mientos hacia la comprensión delas relaciones de poder, pero queella considera que no constituye ensí una propuesta teórico-metodoló-gica. Estimo que es igualmente re-ducida la definición que proponeHarding de epistemología exclu-sivamente entendida como teoríadel conocimiento.

En cambio, me parece que lasegunda parte de su artículo cons-tituye todo un esfuerzo por hacerepistemología en el sentido cabaldel término, lo que comprendeconsiderar, al mismo tiempo, losaportes de la historia de la ciencia;

en fin, es un intento de trazar ana-líticamente el recorrido de las in-vestigaciones feministas, poniendoal descubierto los modelos y losenfoques que organizan estos es-tudios. A la manera de Kuhn, iden-tificando las nuevas preguntas, losdislocamientos de los enfoquesempleados, la autora identificaríaun corte, una discontinuidad en elcurso de esta trayectoria que hacomportado —aunque no sé si sepueda decir de manera tan categó-rica— la superación de los enfo-ques de sumar o agregar a lasmujeres en las estadísticas, de re-saltar sus contribuciones en la es-fera de la vida pública, así comolas limitaciones de las orientacio-nes que han focalizado a las muje-res básica o exclusivamente comovíctimas de la dominación mascu-lina, confinadas en su posición desubalternidad, sin ningún margende maniobra o resistencia frente alpoder.

No quiero alargar más mi inter-vención con mis comentarios de to-dos y cada uno de estos artículos,sólo quiero añadir, por último, quese trata de un libro que nos hacíafalta, que retoma viejos tópicosque animaban las controversiasentre los defensores de los mode-los ideográficos y nomotéticos deciencia, sumidos en la disyuntivade formular una ciencia interpre-tativa o explicativa de la realidad

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social en una polémica que acapa-ró la atención y los días de los fi-lósofos desde los albores delnacimiento de las ciencias socia-les en el siglo XIX. Viejos tópicosque resultan resignificados al seranalizados desde nuevas perspec-tivas en la medida en que los otros,a los que pensaba la teoría socialen calidad de objetos del conoci-miento, han devenido en nuestrosdías sujetos de conocimiento, en lamedida en que las mujeres, los nooccidentales, los otrora exóticos na-tivos de lejanas latitudes y otras ca-tegorías de anómalos, incursionanen la producción de conocimientosy desmontan los subterfugios de lasviejas y nuevas versiones del pen-samiento único, de añejo o reno-vado cuño, empeñados en cancelarla historia, los sueños y otras for-mas de felicidad que no sea la deeufóricos consumidores hermana-dos por los principios del merca-do global. Felicito a Eli por suesfuerzo de reunir todos estos tex-tos, por proporcionarnos este libropolifónico, plagado de discrepan-cias, de voces procedentes de reali-dades muy disímiles, pero de igualmanera comprometido con la cons-trucción de un nuevo mundo en elque quepamos, en condiciones deequidad, todas y todos, el Norte y,desde luego, el Sur.

¿La mente no tiene sexo?

Antonella Fagetti

E star aquí para comentar ellibro Debates en torno a una me-

todología feminista, compilado porEli Bartra, es un hecho importantepara la comunidad académica lo-cal y, especialmente, para quienes,estudiantes y docentes, de algúnmodo, con mayor o menor inten-sidad, hemos estado interesados enlos estudios sobre las mujeres. Elfervor con el cual nos acercamoshace ya casi dos décadas al femi-nismo lo hemos sentido y practi-cado igualmente en nuestra laborcomo estudiantes y después en lainvestigación y la docencia.

Es un hecho importante la pu-blicación de los artículos reunidosen este libro, que expresan diferen-tes puntos de vista y reflexiones so-bre diversos temas relacionadosentre sí: el feminismo, los estudiosde género, la metodología feminis-ta, la relación entre investigación ypolítica, entre varios más. Nece-sario también, porque ofrece paraquienes estudian a las mujeres unpanorama bastante articulado delestado de la discusión acerca de laexistencia o no, de la posibilidado no, de hablar de una “metodolo-gía feminista” o de una metodo-logía “de los estudios de género”,

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además de ejemplos particularesde la aplicación de principiosmetodológicos y de técnicas par-ticulares que facilitan y propicianotro tipo de acercamiento al suje-to de estudio.

El libro da cuenta de las discu-siones que se han dado en otrospaíses, incluye una amplia biblio-grafía sobre el tema (a la cual des-de aquí no siempre podemos,desafortunadamente, tener acceso),y los puntos de vista de académi-cas que escriben tomando en cuen-ta los grandes debates que se handado en el nivel internacional, perotambién ubicándose en la realidadde nuestro país. Es muy útil, sinduda, para estudiantes, docentes einvestigadoras de los estudios degénero, no sólo para estar al tantode la discusión actual sino, sobretodo, como una guía que ofrecevarios recorridos posibles, unametodología aplicable e interpre-table desde distintos ángulos o en-foques e ideas sobre cómo utilizarlas técnicas de investigación. Creoque por esto mismo un libro así yahacía falta.

La reflexión sobre el quehacer delas académicas que considerancomo prioridad el estudio de losseres humanos que viven en socie-dad en tanto mujeres u hombres,es un hecho que ha subvertido yrevolucionado el hacer ciencia ensu sentido tradicional, porque ha

logrado superar esa visión an-drocéntrica que no hacía distincio-nes de sexo y asimilaba a todos,mujeres y hombres, en la mismacategoría, la del Hombre, que aun-que escrita con letra mayúscula, so-lamente puede denotar, en elidioma español, a un individuomasculino. La mujer no es un hom-bre, es un ser humano, como elhombre. Esa visión androcéntricaen la antropología, en la sociolo-gía, en la historiografía, en la psi-cología, sumió a las mujeres nodiría siempre en la invisibilidad—pensando, por ejemplo, en lasinvestigaciones antropológicas—porque las mujeres allí estaban,aunque difícilmente se les daba yse les reconocía su lugar como mu-jeres, hasta que Margaret Mead, aquien debemos reconocer como pio-nera en la antropología de los estu-dios sobre el género, demostrócómo cada cultura elabora a partirde la diferencia sexual diferentespapeles para hombres y mujeres.

A partir de los años setenta, sur-gió el interés por conocer más decerca a las mujeres, reconocidascomo sujetas de la dominaciónmasculina, el interés por compren-der lo que piensan, sienten, haceny dicen esas mujeres invisibles,olvidadas, ignoradas por la Cien-cia, con mayúscula. A una distan-cia de veinticinco años, el debatese ha vuelto claramente contra los

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supuestos pilares inamovibles, losdogmas irrefutables de la Ciencia,de nuevo con mayúscula: la obje-tividad, la neutralidad, la raciona-lidad, el orden, la exclusión delsujeto. Los vientos de la posmo-dernidad han traído nuevas mane-ras de ver la investigación científica,con más realismo y menos preten-siones, reconociendo sus distintasfacetas: la subjetividad, la pasión,lo espontáneo, lo impredecible, lossujetos implicados...

El debate en este libro toma encuenta todos estos nuevos supues-tos del hacer investigación. Quie-nes realizan investigaciones sobrelas mujeres parten del contextoparticular en que ellas se desem-peñan como mujeres, eligen losmétodos propios de las distintasdisciplinas, utilizan los estudioscuantitativos o cualitativos, o com-binan los dos, emplean las diferen-tes técnicas conocidas y aplicadaspor todos, prefiriendo en muchoscasos las entrevistas a profundidady las historias de vida, pero hacentodo esto a partir de ciertas premisasmetodológicas que le imprimen ala investigación en ciencias socia-les una visión innovadora y másabarcadora. En primer lugar, con-vienen con la necesidad de pensaren la relación entre investigadora einvestigada y en la subjetividad deambas que debe ser reconocida yestar presente a lo largo de la in-

vestigación. En la relación que lainvestigadora establece con sus in-formantes debe prevalecer el respe-to, una actitud abierta y clara hacialos objetivos que se persiguen, ras-gos que además —como lo hacenotar Teresita de Barbieri— no de-ben ser exclusivos de la investiga-ción feminista, sino de cualquierestudio social.

Hay algo que comparto plena-mente con una de las autoras, MariaMies: la idea de “identificaciónparcial”. Surge entre la investiga-dora y el sujeto de estudio, lo cualno significa que la primera intente“volverse como las otras, las mu-jeres informantes”, sino más bien,como yo lo veo, se trata de estable-cer una relación donde se logre laempatía sobre la base del reconoci-miento de la investigadora de símisma como mujer, de sí mismacomo sujeto “ubicado” en una cla-se, una cultura e, igualmente, de lasmujeres estudiadas, estableciendoun área de comprensión mutua,que haga posible la comunicaciónintersubjetiva, lo cual se logra sólosi la investigadora se acerca a sus in-formantes dispuesta, por un lado, aser —como sugiere Clifford Geertz—un actor implicado y, por otro, unobservador imparcial. Esto signifi-ca que la investigadora debe esfor-zarse por actuar de una maneracomprometida y, al mismo tiem-po, analítica. Debe aprender a mi-

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rar la realidad con ojos a la vezfríos e interesados, de alguienimplicado moralmente, pero tam-bién interesado en la observacióncientífica, en la comprensión delo que está sucediendo a su alre-dedor.

Me parece que en la discusiónsobre si existe o no un método fe-minista lo que aparece claramentees un punto fundamental que leconfiere una identidad precisa aestos estudios, un elemento rector,y es el hecho de que la investiga-ción que tiene como sujeto de es-tudio a las mujeres parte de laubicación precisa de estos sujetos:mujeres partícipes de una cultura,una sociedad y un tiempo deter-minados.

Más allá de esto, no sé si la dis-cusión sobre una metodología fe-minista sea realmente fructífera. Entodo caso me parece que habría quepensar más a fondo sobre el mis-mo término “feminista”, porque yolo entiendo más en un sentido po-lítico que académico y me pareceque la política y la investigación novan necesariamente ligadas. Ade-más, el término feminista podríaexcluir a más de una investigaciónque se ha hecho sobre las mujeres.No creo que la investigación sobremujeres y la investigación feminis-ta sean lo mismo, simplementeporque muchas de las sociólogas,antropólogas, historiadoras, etcéte-

ra, que estudian a las mujeres nose reconocen como feministas, di-gamos, no se ponen la camiseta.Es decir, que el término feminis-mo siempre ha implicado una pos-tura política precisa, en este casose tendría que ligar necesariamentela investigación a la acción políticay creo que no todas las investiga-ciones que se realizan con mujereso sobre las mujeres tengan comoobjetivo buscar una aplicaciónpráctica de los conocimientos al-canzados a favor de los grupos es-tudiados. Tal vez, al hablar demetodología feminista se recorta anivel del lenguaje algo que a nivelteórico-metodólogico está incluido,es decir, a todas esas investigacio-nes que incorporan y privilegianla llamada perspectiva de género.

Tal vez no deberíamos preocu-parnos tanto por la teoría, porquién la hace o no. Tal vez no hahabido una gran producción y re-flexión en torno a la metodologíafeminista y menos una contribu-ción importante de las antropólo-gas, sociólogas, historiadoras delpaís al pensamiento feminista. Seha producido una gran cantidad deconocimiento sobre la metodologíay epistemología feministas —seña-la Eli Bartra— pero esta producciónse ha concentrado, por lo general,en los países de lengua inglesa.“No existe —dice Eli— un desarro-llo autónomo en ese campo; vamos

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a la zaga de lo que se hace en otroslados. Vivimos, pues, en una si-tuación de neocolonización, si sequiere, intelectual. O bien podría-mos pensar —prosigue—, que eldesarrollo del pensamiento femi-nista es internacional y nosotrasparticipamos en él en la medida denuestras posibilidades”.

No creo que haya que enfrascar-se en las discusiones que quitan elsueño a otros científicos, de por quéen México no se hace teoría, porqué cierto tipo de conocimiento seha producido especialmente enciertos países, en Occidente. Opto,en todo caso, por la posibilidad desumarnos con lo que tenemos enlas manos a un conocimiento másamplio producido en otros lados.Si hay algo que le debemos a la glo-balización es poder pensar en unconocimiento universal y despro-visto de una nacionalidad. Lo quemenos nos debe importar, porejemplo, como antropólogas yantropólogos es si el pensamientode Geertz es solamente estadouni-dense, el de Simone de Beauvoir,francés, el de Vattimo, italiano y elde Gadamer, alemán. Es eso y mu-cho más de lo que tenemos que en-riquecernos, incluso, quienes nosdedicamos a estudiar a las muje-res, que muchas veces nos ence-rramos en un pequeño círculobibliográfico que da vueltas sobresí mismo y que no nos permite lle-

gar muy lejos. Hay que tomar loque nos sirve de esas teorías de lasociedad y la cultura, para enten-der más lo que estudiamos, simple-mente adaptándolas a nuestrasnecesidades, viendo y analizandosiempre todo, al igual que nuestrosdatos de campo, bajo la perspectivaque introduce una distinción entreel ser mujer y el ser hombre, queconsidera el género como un ele-mento determinante, al igual queotros como la pertenencia a unaclase o una etnia. Una perspectivaque, sin duda, debemos conside-rar como una visión más humanis-ta del mundo en que vivimos.Quienes reconocen la existencia dela explotación, la discriminaciónracial, el colonialismo, no puedenpermanecer ciegos ante las prue-bas tangibles de la particular situa-ción que viven las mujeres enMéxico y en el mundo. Los másincrédulos pueden consultar lapágina de Internet que les informa-rá sobre lo que están sufriendo lasmujeres en Afganistán.

Más que pensar en nuestra con-tribución a una teoría feministageneral podríamos explotar la in-vestigación sobre mujeres hecha encasa. Propiciar y encauzar los es-tudios que se interesan por los pe-queños detalles, los estudios enprofundidad que logran un acer-camiento a la realidad social y des-cubren esas particulares formas de

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interpretar y vivir la vida, esos de-talles ocultos que se vuelven visi-bles sólo cuando los vemos decerca, cuando logramos un acerca-miento total. Debemos estar másinteresadas en un “conocimientolocal”, en estudios que reflejen lasdiferentes vivencias de las muje-res mexicanas, de distintas edades,ocupaciones, religiones, clases so-ciales y etnias, y de allí obtener unpanorama más exhaustivo, lograrla integración de conocimientosdispersos provenientes de discipli-nas diversas que permitan la teori-zación a partir de los estudios decaso. Lograr también en el campode los estudios de las mujeres yde los hombres una perspectivatransdisciplinaria, de la que hablaMorin. Tal vez así podríamos alcan-zar a formular una ciencia nueva,una ciencia feminista con su me-todología propia.

Estudiemos lo que estudiemos,creo, debemos tener como eje cen-tral a la cultura, porque es a travésdel estudio de la cultura o las cul-turas de México que podemos en-tender cómo mujeres y hombresinterpretan o interpretaron la dife-rencia sexual y actúan o actuaronlos papeles genéricos impuestossocialmente, entender cuáles sono fueron las múltiples formas dela dominación masculina y, final-mente, comprender cómo las mu-jeres viven, piensan, actúan,

expresan o se enfrentan a su sermujer ahora como antes. Hay quepensar en lo que Bourdieu deno-mina la “paradoja de la doxa”: elhecho de que el orden del mundotal como es, con sus sanciones yobligaciones, sea grosso modo res-petado. Que el orden establecido,con sus relaciones de dominación,se perpetúe tan fácilmente y quelas condiciones de existencia másintolerables puedan aparecer comoaceptables y hasta naturales.

Es necesario tejer más fino,adentrarse más a fondo en las rela-ciones entre las mujeres y los hom-bres, en el simbolismo que tiñeestas relaciones para acercarnos yabrirnos ante una complejidadasombrosa, que descubre al hom-bre y a la mujer como seres biológi-cos, sociales, culturales, psíquicos.

Quisiera terminar refiriéndomea la frase de Poulain de la Barre—escrita en el siglo XVII— citadapor Eli en el libro: “La mente notiene sexo”. Me sumo a sus co-mentarios para decir que una men-te sin sexo no existe, o sería lamente de un ser andrógino. Nocreo que debamos aspirar a per-der nuestras características de gé-nero para ganar paridad e igualdadcon los hombres.

Las diferencias entre el hombrey la mujer son muy hondas, vanmás allá de lo corporal, son cons-trucciones sociales y culturales

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que poco a poco estamos descons-truyendo para volver a edificar re-laciones humanas más justasfincadas en un pensamiento que,a partir de la diferencia sexual, fo-mente entre hombres y mujeres la

Eli Bartra (comp.): Debates en tor-no a una metodología feminista,UAM-X, México, 1998.

cooperación y la complementarie-dad, más que el antagonismo.