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OLSEN A. GHIRARDI Je a la . Iilofolía Jet

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OLSEN A. GHIRARDI

Le~~ionet Je

in'roJu~~ión a la .

Iilofolía Jet Jere~lo

LECCIONES

DE

INTHODUCCIÓN

A LA

FILOSOF1A DEL DERECHO

Colección

FILOSOFíA Y DERECHO

7

OLSEN A. GHIRARDI Profesor de Filosofía del Derecho

en la Unhersidad Católica de Córdoba

Lecciones de

introducción a la

filosofía del derecho

0000 EDITORIAL ASTREA

DE ALFREDO y RICARDO DEPALMA

m:nc:>os AIRES

1980

© EDITOl1IAL ASTREA

DE ALFREDO y RICARDO DEPALMA S. R . L .

LavalIe 1208 - Buenos Aires

Queda hecho el depósito que previene 111 ley 11,723

IMPRESO E)! LA ARGECi'TI)!A

PRÓLOGO

Dedico a mis abmnos estas muv breves leccio­nes introductorias él la Filosofía del Derecho. Ellas tienen el modesto propósito de presentar en forma sencilla los problemas que salen al paso en un pri­mer momento.

El Capitulo Primero tiene por objeto asistir al nacimiento de la Filosofía del Derecho. El período sofístico es presentado en su contexto histórico. Cobran relieve, de manera somera pero relevante, las figuras de Protágoras y Sócrates. No desarro­llamos el momento en que la disciplina iusfilosó­fica se constituye como ciencia, ya que ello lleva­ría una extensión no coincidente con nuestro pro­grama de estudio.

El Capítulo Segundo introduce al saber en general para mostrar luego la materia propia de la Filosofía del Derecho. La división del saber en especulativo y práctico nos permite poner de relieve la prioridad ontológica del primero. La raíz meta-

8 PRÓLOGO

física de la aCClOn moral y la subordinación de la Filosofía del Derecho -que en nada disminuye su jerarquía- conducen, por último, a la especifi'cidad del saber jurídico.

El Capítulo Tercero pretende ubicar a la Filo­sofía del Derecho dentro del conjunto del saber. Hemos ubicado en notas fuera de texto de manera inusualmente extensa, algunos datos y reflexiones que pueden ser útiles a quien desee ampliar los tó­picos tratados.

Finalmente, agregamos un esquema gráfico que, esperamos, contribuya a hacer más inteligible algu­nas cuestiones fundamentales.

OLSEX A. GIIIRARDI

íNDICE GENERAL

C\f+rULO Fm!\u:nu

LA SOFíSTICA Y EL ORIGEN DE LA FILOSOFíA DEL DERECHO

:\) La Grecia de los oofisLl., ...... """".,.,'., 1:3

l. El medio fbe(j " .... , ....... ,., .. .

2.

3,

4.

El medio temporal """"""""

La Atenas de Perieks

La vida en la ciudad

B) La sofísliea

1'.' ,)

14 16

17

18

1 , Protágoras y el desplazamiento de los temas ] \)

2, Los sofistas y el eam bio "."",."""", 21

3, Protágoras, los sofistas y la educación, La justicia y el hombre "".,."".".,.,.,. 22

ÍNDICE GENERAL

Los sofistas y el derecho .................... 24

l. La religión y la conducta humana ......... 24

2. Protágoras, la religión y la cultura (Acerca de los dioses) ........................... 26

3. El relativismo de Protágoras. Su máxima fun-damental (Acerca de la ve;'dad) ......... 27

4. El principio de la rcLtiviebd de la ley ... 29

5. El advenimiento de la filo~~una del derecho 30

Naturaleza y Derecho. La contrapusición de

Physis y !\íónns ............................. 33

l. La filosofía de la. cultura y la filosofía del derecho 33

2. Pródico de Ccos ........................ 34

3. Hippias de EHs ......................... 33

4. Antifonte 36

5. Conclusión .............................. 37

Sócrates, L, sabiduría, la virtud y la justicia .. 38

CAPÍTULO Ir

EL SABER ESPECULA TlVO y EL SABER PRACTICO

El saber .................................... 43

l. Saber vulgar ............................ 44

NDICE GENERAL

B)

e)

2.

3.

Los

1.

2.

3.

4.

5.

6.

El

1.

2.

3.

4. . 5.

Saber científico

Saber filosófico

tipos de saber científico y filosófico .......

El pluralismo metodológico . . .... . ........ El saber especulativo; Sus grados ......... El saber práctico . . .. . .................. . I() ) La filosofía práctica en general, o fílos;}-

ría moral ........... .. . . ............ 29 ) La ciencia práctica en general (o cien-

CJa moral) . . ......... . .. .. . ., . . ...... Las clases de saber práctico .............. F') El hacer humano . . ... . . , . . .. ........ 20 ) El obrar humano . . .... . .. . ......... Las ciencias prúcticas en particular ........ La acción concreta y singular . . ..... . .. , .

saber jurídico . . .. . . , . ..... . ........ . .....

La raíz metafísica eJe la acción moral . . ... La subordil'ación del sabcr jurídico a la fi-losofía moral .. . ...... . .... . . , .. ., . .... . Saber jurídico y lllct:lfísica ....... . ....... Los grandes o~]jdivos del saber jurídico ., .

La espccific:id:,d (:cI saber jurídico . . ......

II

45

46

48

48

50

5:3

53

55

57

57

58

.58

59

60

60

62

64

67

69

12 ÍXDICE GENERAL

FILOSOFíA Y FILOSOFÍA DEL DERECHO

A) Di Vj~iÓll de la Filosufía, Uhicación ele In Filo-sofía del Derccll~) " .. , ....... , ........ " ... .

l. Lógica

2, Filosofía c'ipecl1lati\'a ......... , .... , .... .

3. Filosofía práctica ., ..... .

TI) La Filosofía y bs ('i("](']",. [l~lrt iCllLue'i

77

78

78

80

1. Advertencia previa ... , ................ ,.. 80

2. La ciencia y las C"'.U~as , ............... ", 8:3

3, La filosofía y las CaUSYi 87

C) La Filosofía del Derecho ............ , ..... " 89

1 , La voz derecho: Sus significados """'" 89

2, La Filosofía del Derecho y la Ciencia del Derecho 92

Esquema gráfico ... ,............................ 102

Apéndice primero ..... ,........................ lO.5

Apéndice segundo ............................... 109

Bibliografía general , ..... ,....................... 113

Bibliografía consultada ... , ... , ..... , .. ,."....... 117

GWÍTULO PRL\IERO

LA SOFíSTICA Y EL ORIGEN DE LA FILOSOFíA DEL DERECHO

A) La Grecia de los sofistas

1. El medio físico

La Grecia del período sofístico se ubica funda­mentalmente en tres pellÍnsulas: la Grecia propia­mente dicha, el occidente de] Asia \Ienor, y el sur de Italia. Y en la cercanía de las semi-isÍas, que son las penínsulas, una serie de islotes diseminados en el archipiélago que se extiende entre Grecia y Jonia, y otros, ciertamente mayores, como el de Creta, o la enorme isla de Sicilia dividiendo el mar Mediterráneo. Éste, en suma, es un mar griego en su cuenca oriental, aunque la occidental, pese a los cartagineses, tampoco es extraña.

14 LA SOFÍSTICA Y EL ORIGli\

En ese medio físico, donde el agua está ca~ siempre presente, la montafla no es un ausente Las ciudades griegas se habían desparramado el

las costas o en los valles cerrados por agrestes ce. rros. En principio, pareciera que el aislamienb: debiera ser el sino fatal de la ciudad griega; l1e

obstante, esto sirve de acicate para vencer tale~ obstáculos, porque las ciudades tenían muchas co. sas en común, que el ciudadano griego, sin impar. tar el lugar de su nacimiento, sentía consciente· mente en forma profunda: el origen, la lengua, ia religión, y, en definitiva, la forma de vivir 1.

Atenas en el Ática, Abdera en el norte, Milete y Éfeso en el Asia Menor, Crotona y Elea en b ñlagna Grecia (sur de Italia), y Siracusa en Sicilia. eran ciudades que tenían singular importancia er: el momento en que los sofistas advienen al mundo griego 2

2. El medio temporal

El persa Daría, que había heredado el afán dE someter el mundo griego, y quizá repartírselo COll

la fenicia Cartago, murió el año en que en AbderD había nacido Protágoras (ca. 485-415 a. J. C.), el

1 F. Van del' !\Ieel', Panorama . .. , p. 11.

2 Pausanias, Descripción... - R. ~Iénard y C. Sauvageot, Lo' pueblos . .. , ts. II y VIII.

DE LA FILOSOFÍA DEL DERECHO

primer gran sofista. Antes de su muerte, Da: había tenido tiempo de destruir la múltiple MilE en el Asia Menor (49,1 a. J. C.), donde casi un si~ antes, Tales, el padre de la ciencia y de la filoso~ había hecho la predicción del primer eclipse q fuera descrito científicamente (58.5 a. J. C.), lo C! había llenado de admiración a los griegos y asombro a los egipcios, ya que este griego hal descubierto que podía calcular racionalmente altura de una pirámide sin medirla en forma direc

Cuando nuestro Protágoras tenía cinco añ Jerjes, el nlWVO mandatario persa, aparece ante mundo heleno con más de dos millones de soldac y con un equipo auxiliar que hace ascender el te a más de cinco millones de uersonas, si ha de ere

J..

se a Herodoto. La orgullosa Atenas es incendié y saqueada.

Pero desde la batalla naval de Salamina, la cu: de la historia inicia el ascenso nolÍtico de la -.1. _

queña Atenas. La ciudad es reconstruida. So) las cenizas y la muerte, el mármol, el oro y la pI hacen un mundo nuevo en manos del genio grie

Los persas son expulsados de Grecia y se tiran de Tracia cuando Protágoras llega a la ee de diez años. La victoria de la Europa nade es la victoria, por una parte, contra el Asid, y ] Ja otra, contra el África, ya que la fenicia Cart; deberá retirarse también, con el tiempo, de Sic1

16 LA SOFÍSTICA Y EL ORIGEN

,'3. La Atenas de Pericles

Atenas, a mediados del siglo v (a. J. C.) es ya la Atenas de Periclcs. Y Protúgoras, que también se había prestigiado en su ciudad natal, se encamina al centro político del mundo griego. Atenas lo ve llegar alrededor del aúo 444 a. J. c., y Pericles lo hace su amigo, encargándole la redacción de la constitución de la colonia griega de Turios ( sur de Italia).

Con todo, dada la importancia de la inquietan­te Atenas, ésta es todavía una ciudad peqneüa. Incluso, es poca la población total del Ática. Se­gún parece, no tiene más de 315.000 habitantes, de los cuales, 43.000 son ciudadanos; 115.000, es­clavos, y 28.000, metecos 3. Todo el trabajo físico -o casi todo- es realizado por esclavos 4.

No existen máquinas importantes. No hay me­canización propiamente dicha. Los esclavos son siempre el pilar fundamental en el trabajo. La in­dustria no es sino incipiente, y apenas cuenta. Se citan como excepción la fábrica de escudos de Ce­falo, con 120 obreros; la de calzado de Timarco,

3 \'l. Durant, La vida ... - 1\1. Rostovtzeff, Historia ...

4 \V. Durant, La vida .. . , p. 418 Y SS.; Jenofonte, Economía . .. , IV, 2.

DE LA FILOSOFh DEL DEHECIIO 17

con 10; la ebanistería de Demóstenes, con 30, y una fábrica de arneses, con 30 5.

La moneda circula. La efigie de las lechuzas atenienses grabadas en la plata son famosas en ese período, aunque, en verdad, desde la época de Solón, se había acuüado una moneda de plata digna de confianza. Surgen los pequeños banqueros; qui­zá, más que tales, cambistas. Y el templo de Apolo en Delfos atesora el capital metálico griego 6.

Las minas de plata del Lamio -descubiertas en 483 a. J. c.- aportan su riqueza para hacer ele ésta la ciudad digna de ser visitada. La plata corre en la ciudad bulliciosa entre el mármol del Pentélico, haciendo agradable la viela del ciucla­chmo, endulzada con la miel del Himeto, y bajo la sombra ele los olivares que se extienden por doquier.

4. La rida en la ciudad

Políticamente, la forma de vida oueda condicio-.L

nada por la ciudad. Ésta es el centro ele la vida humana, y sólo en ella el hombre puede realizarse plenamente como tal, según lo enseüaria Aristóteles en su Política. Por consiguiente, es menester ade-

5 \V. Durant, La Lida ... , p. 409 Y ss. (La fuente es la ohm de Glotz, Le trawil ... )

6 \V. Durant, La 1;:<10 .. . , p. 414 Y ss.

2. Ghirard¡. Lecr.

18 LA soFÍSTIC\ y EL OlUGE~

cuar toda la estructura de la vida política para con­seguir ese objetivo, y éste será logrado cuando todos los homhres participen plenamente en la tarea.

La dudnd antigua había descansado sobre dos vrandes sillares: ia vida fanlilia1' y las creencias 1'e-o •

ligiosas. La polis había sido, en primer lugar, un recinto fortificado con sus dos caras: la acrópolis, en su parte alta y sagrada, y el asty, la parte baja y profana, la plaza del mercado. El homhre libre era principalmente un soldado en la ciudad forti­ficada. Por eso, es ante todo un soldado. La or­ganización política deviene, en consecuencia, de la organización militar. La leyes, fundamentalmen­te, el lazo sagrado que abreva en la fuente religiosa.

Destruida la ciudad durante las guerras con medos y persas, los saqueos e incenuios la conmue­ven hasta sus cÍmientos. No sólo ella fenece como dudad: concluve una forma de vida. La ciudad

.'

nueva, reconstruida, tendrá otros muros, y los mu-ros serán levantados y sostenidos por otros hombres de espíritu más abierto. Todos los ciudadanos ha­bían sufrido en carne propia la destrucción de lo antiguo; de ahí que todos, también, quieran parti­cipar en la reconstrucción; es decir, en la forma de vida nueva, o, lo que es lo mismo, en el arte de gobernar. La ciudad tiene su crisis. Los per­sas, al retirarse, dejaron en las cenizas un cahallo de Troya invisible, que, por tanto, no es de ma­dera; pero tiene lados, ángulos, )' una forma, en fin,

DE LA FILOSOFÍA DEL DEHECRO 19

que cada uno verá desde su particular punto de vista.

La Asamblea o Ekklesia es ahora multitudina­ria. A pesar de que no todos los ciudadanos con­curren a ella, tiene en sus sesiones, de dos a tres mil ciudadanos. Y cuando la democracia adviene en sus sucesivas modalidades, la forma de designa­ción de los jurados será el sorteo. Cualquier ciu­dadano tiene acceso así a las magistraturas. El azar provee los recursos humanos de las nuevas ins­tituciones 7.

B) La sofística

l. Protágoras y el desplazamiento de los temas

El advenimiento del nuevo régimen planteaba el problema de su funcionamiento, ya que era me­nester poseer ciertos conocimientos para ejercer los cargos. Los conocimientos debían ser positivos y pragmáticos, y debían ser adquiridos rápida y ur­gentemente. El estudio de las leyes, por ejemplo, y el arte de la palabra hablada, merecen el primer lugar. La vida ciudadana exige una enseftal1za ra-

7 G. de Reynold, La fOlmación... Cfr., también, P. Jouguet, L'impéria/i¡,me . ..

20 LA SOFÍSTICA Y EL ORIGEN

cional y metódica, en el centro de cuyas preocu­paciones, al margen del nacimiento de una verda­dera ciencia pedagógica, se yergue siempre la idea de la ciudad, que es una forma de vida.

Así, el régimen necesitó un nuevo hombre, hombre que debía ser formado. Y aquí aparecen los maestros, formadores de este nuevo griego: esos maestros fueron llamados sofistas. El vocablo era muy antiguo. Ya lo había usado Homero en la [líada, cuando puso la palabra sofía en boca de un constructor de naves. Otras actividades también merecen la adjetivación de sofás. Lo común es el "dominio de una técnica y su aplicación" s.

Los que fueron llamados sofistas, en general, eran extranjeros venidos de los confines del mun­do griego. Viajeros sempiternos -con el espíritu sutil que da la vida sin ataduras y el afán de anali­zarlo todo para mostrarlo en su entraüa-, no tenían arraigo ni compromisos.

En la época en que Protágoras llegó por pri­mera vez a Atenas (444 a. J. C.), la ciencia y la fi­losofía de la ahora vieja Jonia eran casi desconoci­das. Por eso, los sofistas, que, cobraban por sus enseñanzas, comienzan vulgarizando el conocimien­to científico y filosófico. Pero los perspicaces so­fistas se adaptan a la circunstancia. El centro de interés del pensamiento jónico -el problema cos-

2 W. Nestlé, Historia .. . , p. 23.

DE LA FILOSOFÍA DEL DERECHO 21

mológico- es desplazado por el centro de interés de la nueva Atenas, que está siendo reconstruida (el problema antropológico). Y, así, la ley, el no­mos) sustituye a la Physis o naturaleza. Lo que el hombre hace, interesa más ahora que lo que es producido por la naturaleza.

En un notable estudio, Nestlé resume así un triple desplazamiento:

19 ) El desplazamiento de los temas: de lo fí­sico a lo espiritual, y de lo religioso y artístico a 10 intelectual y racional;

29 ) El desplazamiento del auditorio: la prolon­gación de la educación en los jóvenes y adultos;

39 ) El desplazamiento del método: de las es­peculaciones deductivas a la inducción, con el con­siguiente giro hacia un relativismo creciente.

2 . Los sofistas y el cambio

Los sofistas, como no podía ser de otra manera, reflejan con fidelidad el clima de su tiempo. La Grecia se trasforma cada vez más. Es la época del ·cambio. En un período increíblemente breve, se producen acontecimientos verdaderamente catastró­ficos. La ceniza y la sangre se encuentran dema­siado cerca de la plata y del mármol. La aparición de abundante moneda, las Guerras Médicas, la caÍ­da del régimen aristocrático y la lucha por instau-

22 LA SOFÍSTICA Y EL ORIGE:S-

rar la democracia, con la consiguiente agitación popular, se dan velozmente. Y en medio de todo ello, el triunfante régimen de Pericles, con la eclo­sión de la hegemonía ateniense, es una luz suma­mente vívida, tanto que los sofistas de todos los confines se sienten atraíllos como las libélulas, v

como ellas serán a.trapaJos por el resplandor de Atenas.

La trasformación veloz, que es virtual revolu­ción, al;Jerga dentro de sí la lucha de las dos co­rrientes; la conservadora, aristocrática, partidaria del viejo régimen político, )' la renovadora, demo­crática, abierta a los nuevos vientos. Y, en el cen­tro del vórtice, los sofistas.

3. Protágoras, los sofistas y la educación. La justicia y el homúre

Cuando llega Protágoras a Atenas,' no obstante la connotación peyorativa que tendrá luego el vo­cablo sofista, es un hombre apreciado y respetado. Lo respeta y distingue Pericles, y lo respeta el pro­pio Sócrates.

Pero Protágoras hace pública confesión de su arte sofístico. Después de afirmar que ese arte es tan antiguo como Homero o Hesíodo, dice : "Yo afirmo abiertamente que soy un sofista y un edu-

DE LA FILOSOFÍA DEL DET1ECHO 23

cado/''' 9. Y luego, refiriéndose a los jóvenes, aiía­de: "Junto a mí, el único objeto de estudio será lo que ellos vengan a buscar en mi. El objeto de la enseí'ianza es la prudencia que todos deben tener para la administración de su casa, y, en lo refe­rente a las cosas de la ciudad, la capacidad de lle­varlas a la perfección por medio de las obras y de las palabras" 10. Dicho de otra manera: A. los ¡ó­venes se les debe ensc¡?ai' a pensar, a hablar y a obrar correctamente, y a cG1n{ucir los asuntos pri­mdos !I públicos de la forma más correcta.

Éste es el ohjetivo de un sofista como Prohí.­goras: formar buenos ciudadanos, y educar a los jóvenes en la virtud, en la excelencia (([reté). Tan­to es esto aSÍ, que desarrolla todo un mito para de­mostrarle a Sócrates que el arte de la política, de la virtud ciudadana, de la excelencia de la vida de la ciudad, puede ser enseüac1o. La máxima de oro es ésta: Todo hOlnbre tiene parte en la justicia pOI' el solo hecho de ser hombre.

La educación en el arte de la vida, el dominio de la vida, es un objetivo que no debe perderse de vista. Y la raíz democrática de Protágoras se encuentra en el hecho de que, en definitiva, acepta que la virtud se encuentra cuantitativamente, ad­mitiendo la validez de la opinión mayoritaria en

9 Cfl'. Platón, Protágoras, 317, c. 10 Cfr. Platón, Protágoras, 319, a.

24 LA SOFÍSTICA Y EL ORIGEN

la asamblea de la ciudad. Pero, por cierto, la cantidad que nos da la virtud, debe basarse en la suma de buenas cualidades de los ciudadanos.

y cuando redacta la constitución para la colonia griega de Turios, no vacila en llevar a la práctica su enseñanza, haciendo que la propia ley estatuya su teoría en reglas imperativas: la enseñanza esco­lar es obligatoria para los hijos de los ciudadanos, y los maestros deben ser pagados por el Estado.

C) Los sofistas y el derecho

l. La religión y la conducta huma1la

Todo el orden ético y la religión eran una sola y misma cosa en la época de Homero. Las teogo­nías griegas absorbieron dentro de la religión él la moral, a las costumbres y al derecho. Es decir, todo aquello que era conducta humana, de una manera u otra, estaba dominado y reglado por la religión.

Es probable que la guerra de Troya deba ubi­carse en el siglo XII a. J. c.; Homero, en el IX, Y Hesíodo, en el VIII. Pues hien: el orden social, para Homero, según surge ele la lHada y la Odisea,

DE LA FILOSOFÍA DEL DERECHO 2'5

mana de Themis, esposa de Zeus y consejera de éste. La fuente es apenas distinta del omnipotente dios que ordena el cosmos todo, y, por extensión, la naturaleza y los actos de los hombres.

La cuestión tiende a cambiar en Hesíodo. En La teogonía aparece Dike -siguiendo siempre la concepción antropomórfica- como portadora del derecho para difundirlo entre los hombres, junta­mente con sus hermanas Eunomia (el buen orden) y Eirene (la paz). Pero su labor se ve obstacu­lizada por Eris (la pendencia), Bía (la fuerza) e H!Jbris (1a incontinencia) 11.

En Las obras y los días, Hesíodo nos muestra un mundo regido por leyes (nómoi) de origen di­vino. Advertimos, es cierto, un notorio progreso en las distinciones) ya que la naturaleza irracional es regida por Bía (la fuerza), mientras que el hom­bre -en su esencia racional- es gobernado por Dike (el derecho), que es descubierto al pasar a ser costumbre y legislación 12.

y el proceso culmina, en esta primera etapa) con Solón, electo arconte de Atenas en el afio 594 a. J. C. En sus Leyes trata de ganar un equilibrio, un orden legalequiliprado o Eunomia; pero, para que éste pueda perdúrar, el astuto Solón hace a

11 Hesíodo, La teogonía. 12 Hesíodo, Las obras y los días.

26 LA SOFÍSTICA Y EL OInGE~

Bía aliada de Di!;e. En otras palahras, la ley, en cuanto es justa, debe recibir el apo)"o ele la fuerza 11.

2, Protágoras, la ]'ciigióll y la cu{tura (Acerca de los dioses)

Al influio ele sus arraigados sentimientos rcli­<riosos v gl:acías también a la victoriosa lucha por j~ SUI;c~vh.encja durante las el/erraS ?\ lédicas,los atenienses se mostraron asradccidos a sus dioses. Durante la recons1.rucción de Atenas quisieron dar pruebas ele este agradecimiento, y, entre otros tem­plos, construyeron el Partenón. Quizá esto sea fru­to del azar; pero lo cierto es que el Partenón, co­menzado el ailo ·H7 a. J. c., se concluye cuando estalla la fraterna Guerra del Pc]oponcso (4.31 a. J. C.).

Protágoras, por S1l parte -probablemente, con ]JH;YCS intervalos-, segnía su ense¡-Ianza dc sofista. Si bien es verdad que mucho de 10 que afirma puede ser aceptado, tambit~n ]0 es que merece ser considerado el gran socavador de fundamenta­les instituciones atenienses. A despecho del em­peüo (lue ponen los arquií'ecto5 elel Partenón para construirlo en lo alto de la Acrópolis, Protágoras ataca sistemáticamente a la religión.

En su libro Acerca de los dioses se revela como

1:l :\. VeldlO"S, La filosofía" '. p, 14,

DE LA FILOSOFÍA DEL DEHECHO 2T

un tenaz escéptico, al decir: "No puedo saber de los dioses ni si existen, ni cuál es su forma y natu­raleza. Pues hay muchos obstáculos en esta inves­tigación: tanto la oscuridad de la cosa cuanto la brevedad de la vida hmnana" ¡.\. No se detiene en esto solamente. La crítica se extiende también a las representaciones religiosas, al culto y a la li­turgia.

Se preocupa por estudiar el origen de la religión, y en su lahor, que se expande él otras áreas ele la cultura, funda illJtl \Trcladera filosOff(l de la cultura, basada en el examcn profundo ele todo lo que es producto del }¡('mhrc. No escapa a sus análisis un huceo en la naturalcza de las profecías, tan caras él

los griegos, y su incursión las aniquila totalmente, cuando proclama que la razón :' la comprensión son las "mejoras profetisas".

De~acraJi;,:a él la religióll v la concibe como un producto cultural, COI11~ obl:a del hombre, de la misma manera (lue el arte, el lenguaje y el derecho.

:3. El rclaticisllIo de Protágoras. Sil máxima fU1ldamental (¡\cerca de la t~erdad)

Sí Protágoras se hubiera limitado a atacar a la religión, hahrÍa construido solamente un Anti-par-

14 Fragmento citado por DíógenC's Laercío. Edición de textos. Ilotas y bil1]¡ografía por .\. Clpizzi. Le testirnoníanz.e . ..

28 LA SOFÍSTICA Y EL ORIGEN

tenón en la conciencia de muchos atenienses, lo que, en definitiva, habría sido ya extremadamente peligroso. Pero también atacó a la Metafísica, que alrededor de medio siglo antes había fundado el gran Parménides de Elea, nacido ca. 540 a. J. C. 15

Este filósofo, que escribía sus pensamientos en poe­mas, enuncia una premisa fundamental, una verdad primera, de la cual se deducen las demás: "El ser, es; el no ser, no es". Esta premisa es el prin­cipio de identidad (ontológico y lógico), y desde ahí deduce las otras verdades: que el verdadero ser es único, es inmóvil, es eterno y es infinito 16.

Parménides había llegado a esa conclusión ana­lizando las manifestaciones de Heráclito de Éfeso (Asia Menor), nacido ca. el año 544 a. J. C. Herá­clito había sostenido que todo fluye, que todo cam­bia permanentemente, hasta tal punto que no nos podemos bañar dos veces en un mismo río. El ser es dinámico, es un constante devenir. Las cosas no son; devienen.

Protágoras toma este último partido. Influido por Heráclito -dice Platón-, en la obra Acerca de la verdad Protágoras afirma: "El hombre es la medida de todas las cosas (chrémata), de las que son en cuanto son, y de las que no son en cuanto

15 G. S. Kirk y J. E. Raven, Los filósofos .. . , dan la fecha de .515-510 a. J. C.

16 CfL G. S. Kirk y J. E. Raven, Los filósofos . . " p, 377 Y ss.

DE LA FILOSOFÍ.\ DEL DEHECHO 29

no son". Con agudísima perspicacia, Nestlé inter­preta este juicio en el sentido de ser, no un juicio existencial, sino un juicio de valor. No se refiere, pues, a las cosas concretas, sino a las cualidades de las cosas, a las instituciones y a las ordenaciones sociales 17. Las valoraciones humanas son simple­mente impresiones, y éstas no tienen valor absoluto alguno, cualquiera sea el área que abarquen.

4 . El principio de la relatividad de la ley

Después de los prinCIpws formulados en las obras citadas, resultan obvias las consecuencias: si en materia de religión todo es invención humana, y en el terreno metafísico nada hay absoluto, las leyes y costumbres (nómoi) también son l'elatioas y a la medida de cada pueblo y de cada sociedad.

El contacto frecuente de los griegos con pue­blos diversos -sobre todo, a partir de las Guerras Médicas- apoya el argumento sobre base empírica. Jonios y lacedemonios, sicilianos y tracios, persas y egipcios, tienen entre sí gran disparidad de leyes y costumbres. Más aún: a veces las leyes y cos­tumbres son contradictorias, cosa que hacía notar Eurípides cuando citaba en el Eolo el caso del mu-

17 W. Nestlé, HíMoria .. . , p. 118 y 's.

:10 L\ S()ViSTI(.\ y r:I. ()i{iC,é:-'

trimonio entre hermanos, perllli ¡ido por los egip­cios, y prohibido como un crilnell cnlre Jos griegos.

Las leves \" costumhres no devienen de la ll:,tn-. . raleza, sino de simples invcncimk'S (l de l'dIlVen­

dones entre las partes. Su \alideL deja ele ser abso­luta, y queda limitada en el espacio ~i en el tielnpo. En otras palabras, en el C1mi)() del derecho, Protá­goras funda el jJl'Íllci¡;io de la J'c!a!icir/ac! de 1(/ ley.

La negadóll ele \ln absoluto meta físico entraJia como su legítima consecuencia, según el sofista. la afirmación de la relatividad del jnicio ele valor, y de ello se sigue la rebtividacl de la ley, la que quP<.la reducida a una silllple fllIlCi~;1l /,('f'ulado/"{/ ele la vida social.

5 El adcc¡¡illlicilto de la filosofía del dereclw

Como se advierte, Prot(lgoras asestó UlI golpe mortal a la cOllcepción de vida de los griegos, que estaban consm;tanciados CUlJ Homero \' Hesíodo. Aniquilado el sentimiento religioso, tanto la n:oral como el derecho se illdepclldizarcm,

Lo moral y 10 jurídico aparecen COlllO lo con­veniente o útil en un mOlnento dado. Cada puehlo tiene y crea Sil derecho. 0;0 existe un derecho na­tural absoluto; existe solamente un derecho positivo yariable. Con esto había nacido la filosufía del

DE L\ ¡:¡l.(l~()VJ.\ IlFI. IlL!;E( IJ(,

derecho como tllW discipli:l:J (11!C" ell algl:1w medi­

da, <;1Jstituía a b lllctdí-;ica, en esta COlIL'ep' i(l,¡ Pll­rarl1entc pr:~f~ll:~lL:(\:L

Fl (¡rrll'}'" ,S()l,]','ll s,,' 1,·, "~o "\"';\)l~' ')()'l"'¡' ('l '1") '1 • ~ ... tc:.t" '- 1) ~.HI '-~ 1 1 j_l,,", ,'" L -

brc (Tl'~¡ ei St'l¡tillli~'l1t(J de }dondidad (ui:lris \ di­ké). Este urden !lO ('s. Cl nnllcra ~~¡glln~l, antina­

turaL es un orden t,lil C0I1YC1!Íente como lo E'S el orden fí~ic() en Lt lla~ ,: r~llc·/a. El ilt; mm, tntal­mente dcsp')jado de ~()cla e<lJmotación reli~i()sa, deja

de scr ordeIl divillo, p¿lri! ser simplemente HU orden

humano.

Si (luis¡ér~llll()S feStllllir la:, {'(jll~l'Ct1e}l('ia:-; dc (";ta , 1 . 1 1 ' postura, PO( namos n:lC~'r o ,1SI:

1 l.') Orden religioso: l)l'(.'·clíc~l del ateísmo, Los dioses no admiten <,1/ eü~tcllcia desde d punto de vista racionaL

2") OrdelJ lIalmal: pri·dica de la explicacióll r,)­donal 111ediante el pri!lci;,io de c,ws,didad, ~o

ohstante, la \'enbcl ~lparecc COlllO illalc~lll~ahle, :­asoman por doquier 1m sl1hjdiyismo ,\ llll l'('h ti vi::-

1110 proclives al esceptidsl'lO 13:

:3U) Orden social: pn"di,,'a de U1I orden l'UtlW'lj­

donal que exagera la <H:tOI1Olilla del indidduo ('):1-

tra la sociedad. Por cOllsigllientc, la crítica ~;()(:i~d

muerde en la ('ostlll,lhre \ el, la ley pa;'a relatiYi·

larlas. Todo ello l)J'oduce un~t eOl1:·,t .. lllte \' DL'nlU-, ,

I

32 L" SOFISTICA Y EL OiIICE"

nente inconformidad en el individuo, que se tra­duce en un aluvión de reforwas. Las instituciones políticas sufren así también las comccuencias 19.

Como se ve, los soListas produjeron un cambio en las estructuras, como lo propugnan algunos hombres de nuestros días. Pero el proceso escapará de sus

19 E. \\7o:f, El Oi'ige!l ... , t. 11, p. 131 )' ss. - Cfr. PmL',­goras, Fragmentos .. . , con trad. del griego, inlroduccióll y noías el .. José B,urio Gutiérrez, que en b nota 62 (p. 85-86) dice: "En este texto Cicerón, como ha s:c1o demostrado por Untersteiner, se oponc a las tesis protagóricas sobre la naturaleza del derecho. Para el sofista no existe el derecho natural, y toda norma es producto del convencionalismo social. Por el contrario, Cicerón defiende la exis­tencia ele un derecho y una moral natur<lles, y por bnto, inmutctbles. Se ha intcnt"do reconstruir cuál sería, siquiera de un modo aproxi­mado, el texto de Prolágoras que dio lugar a la r¿'plica de Cicerón, y que aparecería incluido en el texto ciceroniano a que aludimos; y ésta ha sido la reconstrucción del texto del filósofo griego: 'EI derecho tiene S11 fundamento en el deseo ele los pueblos, ('11 los decretos de los gobernantes y en las Sé'ntencias de los jueces; es, en consecuencia, aprohado por los votos o los decretos de la mayoría. Tan gnmde es el poder de las sentenci'ls y de los desé'os, que Lt naturaleza de bs cosas es müc\jf¡cüda por el voto. La ley puedl' hacer justo lo que es injusto. Es la opinión la que dictamina lo que es moral y lo que es inmoral. La perfeccilJll de un itrbol o d" un caballo depende elc la opillión; si la perfección en gener,¡J de­pende ele la opiniém, igualmente les sucederá a sus especies. Las cualidades nüturales, y las virtudes y los vicios de que elbs derivan, ¿deberán ser juzgadas de modo distinto? Imludablemente, sí. La.; cualid'l.des naturales derivan cle la naturaleza misma; las virtudes \' los vicios deben juzgarse con olro criterio. Lo moral y lo im11or,~1 no tienen que ser referidos a la naturaleza. El bien depende ele la Opll1lün. Existe pluralidad de opiniones y disensión entre los hombres; y, dado que no acontece lo mismo con relación a los sentidos, cree­mos con razón que éstos son veraces por naturaleza. Por el contrario consideramos que aquéllas son producto dc la imaginaci~)n, ya que s~ manifiestan en unos de una manera, y en otros, de otra, pero nunc:a de un mismo modo. La madre, la nÜ1era, el maestro, el poeh\, el

DE L\ FlLOSOFÍA DEL DEhECIIO 3:3

manos y se volveú contra ellos. Y, corno ocurre siempr~ en estos cu:;os, todo acahar:l con un C011-

nl'Í ct'lC101' e,tl"ln;e"o '-1 l "-' i .... ~ ~-.,.,~ -J .1 •

D) Naturaleza y Derecho.

La conlraposid¿'n de Phy~is y Nómos

1 La filosofía de la cu!iui'(/ 7 j'" (/ 1 1 7 1 Y ¡(/ uoso¡ i([ (d!! {¡CI'CC!U

En 10 que atmle al derecho, se ha dicho que la torna ele e:oncienda, la toma de razón y la hiper­crítica conducen a una filosofía de la cultura, en detrimento del interés por la naturaleza. Y, para-o lelamente él esa filosofía de la cultura, se desarrolb -como parte de ella- una filosofía del derecho.

Adern{ls de Protúgoras, muchos otros sofista" concurren a ese objetivo. No quiere decir que to­dos hayan opinado lo mismo. Muy por el contra­rio, obedeciendo a su ley disgregante, a veces las ideas son de lo 1m15 dispares 2a.

teatro, lnfol n121l y 111odc1 .. l11 Lts a!nlas ln¡l~CablL'~ e inexpt'rtas (Iue h .. llJ recibido'''. El texto ele Cict-re'm: SulJrc 1118 leyes, 1, XVI-X\i!, ·13---'7.

20 F. Elías de Tejada, Historia .. . , p. 72 y ss.

3. Ghirarcli. Lecc.

34 LA SOFÍSTICA Y EL ORIGEN

2. Pródico de Ceas

Pródico, nacido probablemente entre los años 470 a 460 a. J. C., en la isla de Ceos, perteneciente a la segunda generación de sofistas y discípulos de Protágoras, sostuvo que es falsa la oposición entre Physis y N ómos. La naturaleza y el derecho no son, necesariamente, opuestos.

El pensamiento de Pródico acerca de la virtud es desarrollado en un famoso apólogo denominado "Hércules en la encrucijada". La virtud y el vicio se disputan a Hércules, y éste, finalmente, decide y lo hace por la virtud.

El apólogo mencionado contiene la médula de la ética de Pródico. Algunas de sus sentencias son famosas: "Nada que sea bueno y hermoso conce­den sin trabajo y esfuerzo los dioses a los hombres". "Ninguna acción bella, sea divina o humana, tiene lugar sin mi ayuda (virtud)".

En 10 que nos interesa, José Barrio Gutiérrez nos resume, en su prólogo a los fragmentos, las ideas fundamentales, diciendo que "tanto la natu­raleza como la ley -en Pródico- exigen la prác­tica de la virtud" 21. Es decir, naturaleza y derecho no están en contraposición, sino en una misma línea continua.

21 Cfr. Pródico e Hippias, Fragmentos .. . , con trad. del griego, prólogo y notas de José Barrio Gutiérrez, p. 23-24.

DE LA FILOSOFÍA DEL DERECHO 35

3. Hippias de Elis

Por el contrario, Hippias de Elis, nacido en Elis hacia el año 443 a. J. c., perteneciente también a la segunda generación de sofistas, abraza 10 que fue una característica general de la sofística, contra­poniendo la Physis y el Nómos, la naturaleza y la ley 22.

Para Hippias, la ley positiva es una convención humana. Las verdaderas leyes son las leyes no escritas (ágmfoi nómoi); tienen validez en todos los países, porque derivan de la propia naturaleza del hombre. En consecuencia, el derecho positivo, que no se conforma con el derecho natural, es efímero en su contenido, pues las leyes son a menudo dero­gadas y sustituidas por otras. En verdad, esta con­tcaposición -acotamos nosotros- no hace sino re­saltar la universalidad y la validez de la ley natu­ral, pues si la ley positiva no se conforma con la natural, se torna meramente convencional y no ab­solutamente válida.

José Barrio Gutiérrez encuentra el fundamento de la distinción en el relativismo de Hippias, que

22 ]enofonte, Memorias, IV, 4, 5 y ss., recogió, en diálogo entre Hippias y Sócrates, las ideas fundamentales que llegaron hasta nosotroS. La otra fuente, como se sabe, es Platón.

36 L\ SOFÍST[CA y EL OlUGEl-<

le hace destacar dos tipos de conoe imientas dis­tintos:

19 ) El conocimiento lIlaterr;hico, que es absolu­to (necesario y universal);

2(?) El conocimiento axiológico, con "matiz so­ciológico", que es relativo, ya que "lo justo y lo in­justo varían según los individuos y pueblos" n.

Nestlé opina que liippias predica "en cierto sen­tido la vuelta a la naturaleza". "Ya él contrapone un derecho natural al dominio violento del dere­cho positivo y la costumbre" :'. Es decir, lo ideal sería una lev IJositiva equilibrada Dor la ley na-

.1 L.

tura1.

4. Antifonte

I :r- . • 1 \ 01' • / 1 ilpplas es seguwo por: ntEornc \ segUI1( a ge-neración)., autor de una obra titu]a(Lt La verdee!. Partiendo de la contraposición del ser v la anuriel1-

.1 .L

. t b" 1 lJh' 1 ~7' '" cla, con rapone tam len a. ySiS y el n amos. Las leves de la naturaleza son necesarias v eSI)ontá-

.1 .1

neas, mientras que el derecho positivo es obra de la convención, sus leyes son arbitrarias y artificia­les, un encadenamiento de la naturaleza" 2~. Por

23 Jenofonte, Memorias, cit., p. 40-41. 24 W. Nestlé, Historia . .. , p. 129-31. 25 W. Nestlé, Historia . .. , p. 139.

DE LA FILOSOLl/Ic DEL DEHECHU 37

eso, el derecho positivo, en c~:allto ~e OpC)HC al de­recho natural, rner~ce ser viobdo.

5. Conclusión

Todo esto, en definitiva, nos hace pensar que 1 t .. I t n 7 • ... 7 ' I a con TapoSlClOn en re 1 nys/s y ¡\ cmos ['fa Jn8.S

bien una postura con raíces ]T]etaE~;~ca5. Dicho en­frentamiento es adverticlo por el hombre cmilO fruto de la cultura, y se desarrolla con ella; pero, a la postre, se propugna que el homhre, para no per­derse en esa misma cultura, no tlek~ olvidar el fin señalado por la naturaleza. En oi:ro.s palabras, si b- L , 1 len nos enCOl1lranlOS con que, a vece,>, r:axuralCza y ley se contraponen, deLelw.s equilibrar a ésta con 1 fo ff °d n 1lX" e .. ln perse¿.,11F o por a'iL .... J8..

En conclusión, la contrapOSlCiOl1 no es real en el pensamierl to l~e estos sofistas. Es advertida en la realidad social y ansían corregirla 26.

26 Cfr., también, el pensamiento de Gorgias y Critias. También han sido publicadas: Gorgias, F/agmentos ... , y Critias, Fragmen­tos . .. (En ambos casos, con prólogo de José Barrio Glltiérr8z.) - El especialista \V. Jaegcr, en Los orígenes, dice que "el rasgo dominante del pensamiento jurídico griego, desde sus comienzos hasta las altas cumbres de la filosofía jurídica, consistió en referir la ley y el dere­cho al ser; es decir, a la unidad objetiva del mundo en cuanto cosmos, en cuanto orden ontológico y permanente de cosas que al propio tiempo es el orden ided de todos les vabres, y el funda­mento de la vida y de la libertad del nnr:ibte .. , Tecle\ una tradk;ól1 occicJcr;tal dc~can~a sol)fE:' (";L'. cor:~·t:r(( i;' li :~':l. c~.·~sic_t elel n";untIo

38 LA SOFÍSTICA Y EL ORIGEN

E) Sócrates. La sabiduría, la virtud y la justicia

Y, finalmente, en esta nave que navega al ga­rete en el proceloso mar Jónico, aparecerá un hom­bre que logrará echar el ancla primero, para volver a hacerla surgir airosa y triunfante más allá de su tiempo. Esa ancla será el concelJto, sobre cuya base podrán ser contenidos el relativismo de Pro­tágoras y el escepticismo de Gorgias. La sabiduría y la virtud serán sus consecuencias.

Quien forjó esa poderosa ancla fue Sócrates ( 470-399 a. J. C.). Dice de él Giorgio del Vecchio que "fue más un sabio de la vida, que un filósofo teorético" 27. Para elaborar una teoría del concep­to, distinguió aquello que es sólo impresión de los sentidos, de lo que es producto de la razón. El concepto, si bien tiene su punto de partida en la experiencia y en los sentidos, es una elaboración racional que alcanza universalidad, escapando a la relatividad de los datos sensoriales. Desde esta base se llega a la ciencia, y de ésta a la virtud, que no es sino la verdad en su aplicación al caso con­creto, práctico.

del derecho, que presupone un cosmos en el cual el individuo humano es referido a un orden divino".

'}.7 G. del Vecchio, Filosofía .. . , t. 1, p. 85 Y ss.

DE LA FILOSOFÍA DEL DERECHO 39

En una breve pero lúcida obra, Rodolfo Mon­dolfo 28 ha expresado que la clave para llegar al espíritu de Sócrates es "su inspiración religiosa, que puede llamarse mística" 29. Por eso, luego de la caótica dispersión moral e intelectual que los so­fistas dejaron en las mentes atenienses, cobra re­lieve la pugna de Sócrates. Éste se propone re­constituir los fundamentos de la filosofía (de la ciencia), y el camino que encuentra es la purifica­ción del alma 30. El hombre debe primeramente conocerse a sí mismo, adquirir conciencia de su propia ignorancia, para ir después en pos de la sabiduría.

Para llegar a la ciencia es preciso lograr cono­cimientos que tengan carácter universal; es decir, que se presenten válidos para todos. Sobrepasan­do el conocimiento sensible es como se alcanza el universal. Preferible es dejar las cosas de la natu­raleza, y profundizar en el estudio del ser humano. "Acerca de las cosas humanas hallaba dentro de nuestra conciencia misma la existencia de princi­pios universales (conceptos, leyes) alcanzables por el examen, la reflexión y la discusión. Por eso, dice Jenofonte: "Razonaba siempre sobre cosas huma­nas, buscando qué es la piedad y la impiedad, qué

28 R. ~.!ondolf(), Sócrates.

29 R. ~I()ndolfo, Sócrates, p. 27.

30 R. I .. Iondolfo, Sócrates, p. :30.

L.\ ~()FÍSTlCA y EL OlilGEX

es lo bello y qué es lo feo, qué es lo justo y qué lo injusto, qué es la sabiduría y qué la locura, qué es el valor y qué la cohardía, qué es el Est<J.do, qué el hombre de Estado, y a~í otras cosas C1::·0

conocimiento juzgaba carJcL~rizar al hOIl}l,:q·e ca­paz, y cuya ignorancia creía definirse justamente como condición de esclavitud cspidtucÚ" 31.

Lo móvil, que tanto aparece ~n el mundo na­tural, nos revela lo que sólo es digno de una sim-1 .. , l' t '1 1 j 1 P e opUllon; o 111ll1U aOte puc(,e ser cnconmwo en

el hombre mismo, en sus acciones, en las cosas morales, y liegar a una definición que nos revele ]0 universal. Así, buceaba en las esencia, de las

S· 't b 1 1 .¡ 1 J . , cosas. 1 se pum ea a e ]'HW!ema Cie 10 ¡us,o, trataba de llegar a su esencia, a eso que está 111ÚS

allá de los caracteres singulares, a aquello que reúne los caracteres específicos, e involucra a toda la especie en una unidad.

Así se perfila el camillO de la denc;a en el paso de la mllltinliciuad ele Jos P~i'·~iclllarc:) a la llllidad

.1. ~

de lo universal, por ;a i,dvccián. y en la detcr¡llÍ-nación exacta ele ('se "'1 i vr'rS'l.i')ür ]:> dr>fi"l;drh "- (.. .' -' (.A·" -". , ,../~ , ... i 1 _". ,/} ,,1 'lo- ./ 'o, { )

los dos elementos eh1 método ci~'ntlfico, C11)'0 mé­rito Aristóte1c:.; (Metaf., XIII, !±, 1078) declara que corresponde a Sócratc~;. "Dos cosas pueden con derecho atribuirse a Sócratc,: los razonamientos in-

DE LA FILOSOFÍA DEL DEHECIIO

ductivos y las definiciones de Jo l1niversal, pll:~S ambas conciernen al principio de la ciencia" 32.

En lo que ataüe a la conducta humana, y, por consiguiente, al derecho, Sócrates hl1scaba también la universalidad. Por sobre las normas jurídica'l singulares, buscaba el concepto de justicia. Qu; es la justicia es, pues, para él, un tem.a fundamental.

La virtud se encuentm en la cienda. Quien es sabio, es virtuoso, v auien es virtuoso, es necesa-. ... riamente justo. Los ({ne saben a conciencia -ctc-era Sócrates- lo que hs leyes ordenan, hacen cosas jnstas.

Platón v Aristóteles consolidarán el) el futuro in­medbto esta postura so;:'rática. Pero Sócrates ha­bía ya enseriado que de b concepción de la justic'h se puede derivar la consecuencia de nO:i'Jna~) s:!PC­riGres a la" leves escritas, DOrCll:C la 'Illsdcla nos

J L ~ .

Heva al orden y a la m!nO:l;~'. nniversales\3. Por C~;:l, la norma deh; scr¡nsLl, v en cuanto es just:l, del/e <;(W cwrn1irh ',4 , .' ~ , '.1. .. \~ (" •

32 R. MOlldoJfo, Sócrates, p. 41.

33 J. Corts Gran, Historia ... , t. J, p, 85 Y ss. 34 L. L,gaz y LacamLra, ¡hoto:!" ... , p. ·11:3.

CAPÍTULO II

EL SABER ESPECULATIVO Y EL SABER PRÁCTICO

A) El saber

El hombre, por el solo hecho de ser tal, sintió desde su aparición sobre la tierra la necesidad de saber. Lógicamente, en sus comienzos, todo el sa­ber estaba reunido en un amasijo indiferenciado de conocimientos. Y esto aún permanecía así en la antigua Grecia, cuando Homero escribía sus libros.

Con el andar del tiempo, una lenta labor de acumulación del saber condujo a diversas distin­ciones, y a una mayor precisión en el uso de los vocablos.

Si se quisiera hacer, en nuestra época, un es-

EL SABER ESPECULATIVO

quema de los distintos tipos de saber, se podrían lograr los siguientes distingos:

10\,., V 19 u .. ar;

2',») Científico;

3(,)) Filosófico.

¡. Saber 1./11lgor

Este saber tiene las características que se seña­lan a continuación:

l(J) En g;eneraI, es logrado por toda persona;

20 ) Por lo común, es un amasijo de informa­ciones sin mayor orden ni concierto;

3(.') Tiene por objeto diversos conocimientos sin criterio determinado;

40 ) No interesa, de manera primordial, la expli­cación causal.

El saber vulgar es el saber que se adquiere en h vida diaria por el simple hecho de vivir. Toda persona, aun la analfabeta, reúne, a lo largo de su vida, un cúmulo de experiencias que constituyen ~;u saber, ya sea por desempeñarse en un oficio, por realizar trabajos o por simple necesidad de subsistir, cualquiera sea el medio que habite. Y, por otra parte, el sabio más grande -dejando de I 1 • l' 1 1 . ...' r· f"1' r· , iac:o su espeCla,luaa CIentiJl;:a o .1105011ca- reU1l8

45

también una serie de conocimientos que constitu­yen -aparte del científico o filosófico- el saber vulgar. Es connatural en el hombre, porque se logra sin ser buscado.

2 , Saber científico

Pero cuando un día el hombre buscó, intencio­nalmente, determinado saber, la ciencia germinaba. El conocimiento científico es el saber que es bus­cado, y, en su virtud, nos preguntamos por las razones y por las causas de las cosas y de los fenó­menos. Si bien es cierto que, en algunas ocasiones, el hombre de ciencia se conforma con saber cómo ocurre el fenómeno, las más de las veces inquiere también el porqué.

Este saber puede ser caracterizado de esta ma-nera:

19 ) Es logrado solamente por ciertas personas;

29 ) Consiste en una serie de informaciones y de datos clasificados y ordenados;

:39 ) Para lograr este conocimiento se utiliza un método adecuado;

49 ) Interesa, fundamentalmente, una explica­ción del objeto o fenómeno estudiado, que, gene­ralmente, es causal.

46 EL SAllEn LSPECl;L\T1YO

3. Saber filosófico

En su origen, en la época de Hornero (siglo x a. J. C.) y, quizá, en la de Tales de .\Iíleto todavía (florece en el ailo 585 a. J. C.), el saber filosófico incluía también el saber que hoy denominamos científico. Pero con el aumento del caudal de co­nocimielltos, las ciencias se fueron separando de la filosofía.

Aquellas disciplinas que limitaron el ob¡eto de su estudio, se convirtieron en las primeras ciencias que se separaron de la filosofía. En tiempo de Pitágoras, la Aritmética queda consti tuida como ciencia de los números o de las relaciones cuanti­tativas. La Biología -aunque no ignoramos Jos escritos de Aristóteles al respecto- se constituye como ciencia de los seres vivos o ciencia de la vida, virtualmente, en nuestra época, y podría de­cirse que es tal desde J. B. Lamarck (aproximada­mente, en el ailo 1800). Y, para no citar sino un tercer caso, la Sociología, como ciencia de la vida social, nace con Augusto Comte, a mediados del siglo XIX.

Al separarse las que se llamaron ciencias parti­culares, quedó la filosofía caracterizada como saber universal, que no limitó su objeto. Por consiguien­te, el saber filosófico es un saber que:

19 ) Pretende alcanzar las últimas causas de to­das las cosas;

47

29 ) Es un saber de la totalidad de las cosas.

La Filosofía es un saber fundamental que abar­ca la totalidad de lo real. Pretende analizarlo todo, y trata de realizarse como saber sin supuestos. Por el contrario, el conocimiento científico es un siste­ma de conocimientos limitados a un objeto que presupone la capacidad de la mente para conocer, la validez de las leyes lógicas, y los principios pri­meros del ser en que éstas se basan.

Si quisiéramos definir la Filosofía, podríamos decir que

es 1m conocimiento mciollal, de todas las cosas, por SIlS causas y principios supremos.

Las notas más destacahles ele este saber -valga la repetición- son las que anotamos:

1 q) Abarca la universalidad de las cosas;

29 ) Es un saber fundamental, ya que mtenta llegar hasta las raíces más profundas del ser, y trata de penetrar los primeros principios.

"Filosofar será, pues, evadir los límites de la ignorancia, para arrojarse, no a la posesión actual, sino al anhelo y la esperanza de un saber total" l.

1 El párrafo pertenc(;e a ~l. C. Casas (cfr. su Introdllccióll .. .. p. 11), quien añade, seguidamente: "La filosofín ya es P'U'c¡ los griegos, desde el primer momento, sinónimo de ciencia universal, y

quiere decir dos cosas: el conocimiento propio de lo que llamamos

EL S.\llEil ESPECUL\llVO

B) Los tipos de saber

científico y filosófico

l. El pluJ'alísmometodológico

De una manera muy general, contemplando la totalidad del saber, se ha dicho que existe un sa­ber vulgar, un saber científico y un saber filosófico. Pero, de manera más estricta, nos interesan los dos últimos.

A poco que analicemos el saber científico, ad­vertimos que existen muchas ciencias, y que éstas han aparecido en diversos períodos de la historia. Al mismo tiempo, fácil es advertir de inmediato que cada ciencia tiene un método propio, y que éste debe ser adecuado a la especial naturaleza de cada saber.

De ahí se explica que el principio fundamental de toda epistemología sea el pluralismo metodoló­gico 2.

La fundamentación del aserto precedente se en­cuentra en la distinción entre objetos materiales y objetos formales. El objeto material es aquel "so­bre el cual recae una actividad cualquiera -acti-

ciencia, el conocimiento de la realidad en lo qHC la re,¡]ichd es, e inclusive en ]0 que es su último fundamento".

2 J. }'britain, Los grados .. . , caps. II y IV.

y EL SABER PRÁCTICO 49

vidad cognoscitiva, por cierto-, prescindiendo del modo en que se hace". El objeto formal "es el especial punto de vista, es el particular aspecto desde cuyo ángulo el ente es aprehendido" 3. Así, un mismo ente -Pedro, por ejemplo- puede ofre­cerse como objeto material a la Biología, a la An­tropología, a la Psicología, etcétera; ciencias que lo estudiarán desde su especial punto de vista u objeto formal. Maritain ha insistido en la no siem­pre advertida importancia del tema 4.

Quiere decir que cuando el ente individual in­gresa al universo de los objetos científicos, puede ser alumbrado desde diversos puntos de vista. Se­gún sea ello, será objeto de tal o cual ciencia, y según sea ésta, será el método utilizado para su estudio.

Pero a nosotros, por ahora, nos interesa una nueva distinción, que abarca tanto el saber cientí­fico como el filosófico. Así, es posible, desde cierto punto de vista, distinguir dos tipos de saber: un saber especulativo, y un saber práctico. El prime­ro es fundamentalmente explicativo; es el saber que indaga por la cosa y el fenómeno, sin otro propó­sito. El segundo es un saber para dirigir la con­ducta y la acción del hombre.

3 O. Derisi, "Actualidad ... " 4 Su antecedente es Santo Tomás, Comentario .. . , V, 1.

4. Ghirardi. Lecc.

50 EL SABER ESPECULATIVO

2. El sabef especulativo: Sus grados

El saber especulativo da origen a las ciencias especulativas. Por medio de ellas, el hombre desea conocer, simplemente para conocer. El vocablo especulativo proviene de la palabra speculum (es­pejo ); es decir, se aspira a la verdad, al logro del fiel reflejo de la realidad.

En cuanto el hombre intenta conocer, el en­tendimiento va en pos de lo inteligible. En el mundo de la realidad, de la existencia, se encuen­tran los inteligibles, alimento natural de la inteli­gencia humana.

y en esa búsqueda, la inteligencia procede por abstracción, develando diversos niveles, en un lento aproximarse a la aprehensión de lo que la cosa es. Hay, pues, distintos niveles, distintos grados de abstracción.

Los grados de abstracción comportan, por con­siguiente, en su búsqueda de hondura, tres grados de "inmaterialidad o inmaterialización del objeto" s, que Jacques Maritain, en su Filosofía de la natu­raleza, sintetiza así:

"En el primer grado, el de la física (física en el sentido general, muy universal, que esta palabra tenía para Aristóteles, puesto que abarca tanto la filosofía de la naturaleza corno las ciencias de la

5 Abstraer significa separar mentalmente.

y EL SABER PRÁCTICO 51

misma), el espíritu hace abstracción de la materia singular e individual, pero solamente de ésta: y el objeto que a sí mismo se presenta, no puede existir sin la materia sensible, ni ser concebido sin ella; su noción encierra constituyentes material-sensibles. Este objeto es el ser en cuanto sometido a muta­ción, por lo que Aristóteles decía: 'Ignorar el movi­miento es ignorar la naturaleza'.

"En el segundo grado de abstracción tenemos el conocimiento matemático. Aquí el espíritu hace abstracción de la materia sensible -es decir, de la materia en cuanto revestida de cualidades activas que caen bajo el dominio de los sentidos-, y el objeto que se presenta a sí mismo es la cantidad abstracta que no puede existir sin la materia, pero que puede ser concebida sin la materia sensible; su acción no encierra la materia sensible.

"En el tercer grado de abstracción llegamos al nivel metafísico. En éste el espíritu hace abstrac­ción de toda materia, tanto de lo que los antiguos llamaban materia sensible, propia del primer orden de visualización, como de la materia inteligible -es decir, de la extensión, de la cantidad misma, propia del segundo orden de visualización abstractiva-, y el objeto al cual conduce el saber es entonces el ser en cuanto ser, que no sólo puede ser conce­bido, sino que puede existir sin la materia" 6.

6 J. Maritain, Filosofía .. . , p. 25.

52 EL SABER ESPECULATIVO

Quiere decir que, en el primer grado de abs­tracción, el grado menos profundo de la intensidad abstractiva, la razón pone aparte únicamente la ma­teria individual, y trata de penetrar la naturaleza del ser en cuanto móvil (del ser físico). Es el campo propio de las ciencias naturales y de la Filo­sofía de la Naturaleza.

En el segundo grado de abstracción, la razón penetra ya más intensamente, pone aparte también toda materia -no sólo lo individual-, y se queda únicamente con la cantidad, tratando de penetrar la naturaleza del ser en cuanto extenso. Es el cam-po propio de las Ciencias Matemáticas. .

En el tercer grado de abstracción, la razón llega a lo más profundo, y pone apmte absolutmnente todo, y se queda únicamente con el ser en cuanto ser. Es el campo propio de la Metafísica.

Como fruto de este conjunto gradual y en vir­tud de su inter-relación aparece una ciencia inter­media, híbrida; una ciencia cuya materia es dada por la realidad física, por las medidas que se en­cuentran en ella, pero cuyo objeto formal y proce­dimientos son matemáticos. Se ha dicho que esta ciencia intermedia, o simplemente media, es mate­rialmente física y formalmente matemática 7.

7 Cfr. nuestra Hermenéutica . ..

, y EL SABER PRACTICO 53

3. El saber práctico

19 ) La filosofía práctica en general, o filosofía moral. Habíamos dicho que el saber especulativo es fundamentalmente explicativo, que interesa a ese saber lo inteligible en toda su pureza, y que, por vía de la abstracción, la inteligencia se eleva desde la ciencia empírica hasta la metafísica, alcanzando niveles cada vez más alejados de la materia.

Pero si la inteligencia aspira a lo inteligible ale­j:lnelose ele la materia, el hombre no es sólo espíritu, sino un compuesto del espíritu y materia. Logrado el saber especulativo, en algo así como una pará­bola, se produce un movimiento de retorno al uni­verso de la existencia humana. En este nuevo con­tacto con lo real sensible, se da, entonces, un nuevo tipo de saber. Es el saber práctico. Y se denomi­na así por cuanto no nos lleva fundamentalmente al saber en cuanto tal, sino al saber para obrar y para hacer 8.

No debe entenderse, sin embargo, que el saber de tipo práctico tira por la borda los principios adquiridos por la vía del saber especulativo. Como el hombre es un ser que participa del orden natu­ral y 10 conoce, no puede abdicar -a los fines del saber práctico- de las razones de ser y de las es­tructuras inteligibles que le son propias. La filo-

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8 J. ~Iaritain, Los grados . .. , t. II, p. J 09.

54 EL SABER ESPECULATIVa

sofía práctica es un saber que tiene por objeto la acción -y, por ende, la conducta-, y, como tal, no solamente prescriptiva.

Diríamos de manera lapidaria: lo prioritario to­davía es el saber; lo que le sigue es la prescripción en orden a ese saber. Y a esto tiende el saber práctico.

De ahí que se diga que este saber de la filosofía práctica regula desde letos la acción, porque su "modo de discernimiento de lo verdadero es toda­vía típicamente especulativo" 9. El juicio que for­mula la filosofía práctica es siempre un juicio de conocimiento. Su verdad es formalmente cognos­citiva, aunque, evidentemente, se trata ele un co­nocer como fundamento de la acción. Es aún un juicio de conocimiento, pero para dirigir la acción.

Si el propósito es conocer con ese fin, natural­mente que ese conocimiento ha de influir sobre la voluntad. Desde lejos se opera este objetivo siem­pre presente en todo el proceso, porque el cono­cimiento vace v subyace en la conciencia de cada

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persona. Es legítimo aseverar, entonces, que desde el pri­

mer momento la filosofía práctica se dirige <'hacia lo operable en cuanto tal, y hacia la posición del acto en la existencia" JO. La filosofía moral pro-

9 J. Maritain, Los grados ... , p. llO. 10 J. Maritain, Los grados . .. , p. 330.

y EL SABER PRÁCTICO 55

cede de modo especulativo en cuanto a los medios de aprehender y de juzgar, y de modo práctico en cuanto a las condiciones del objeto conocido y a la marcha del razonamiento 11.

El fin de la filosofía práctica es la regulación de las acciones humanas mediante los principios supremos para lograr el bien absoluto del hombre (bien absoluto naturalmente cognoscible) 12.

Coherentemente, una cuestión que se plantea la filosofía práctica o filosofía moral es ésta: ¿Cuál es el bien absoluto del hombre? Para ello debe indagar en qué consiste en el orden natural el fin último del hombre. De ahí que no pueda renun­ciar jamás al estudio de la persona humana, al aná­lisis de los actos humanos, su naturaleza y meca­nismo, en miras a su dirección, distinguiendo lo bueno de lo malo. Por consiguiente, será preciso conocer la regla suprema de esos actos (o sea la ley eterna, la ley natural) y las reglas inmediatas (es decir, las cuestiones que conciernen a la con­ciencia) 13.

29 ) La ciencia práctica en general (o ciencia moral). Cuando después de haber remontado por la vía explicativa el conocimiento del ser, descen­demos por la vía del conocimiento de la acción

11 J. Maritain, Los grados . ... , p. 331. 12 Cfr. J. Maritain, Introducción .. . , p. 124. 13 J. Maritain, Introducción .. . , p. 232-33,

56 EL SABER ESPECULATIVO

hacia la experiencia diaria, tomamos contacto nue­vamente con lo concreto y singular. Nuestra inte­ligencia viene enriquecida, indudablemente, para tomar partido con las cosas en el universo de éstas, móvil y cambiante. Es un universo de acciones humanas en un mundo temporal.

Hay todavía aquí un saber, no ya filosófico, sino estrictamente científico, en cuanto la inteligencia aspira a regular la acción. Mientras la filosofía práctica es aún explicativa, el saber es prioritario, en la ciencia práctica el saber de;a de ser priori­tario, y pasa a equilibrarse con lo pl'escriptivo. Actúa la ciencia práctica como reguladora de la acción en lo singular y concreto. Es llamado por .\laritain saber pl'áctica1nente práctico; pero se vale todavía del "universal y de las razones de ser" 14.

Aquí el modo de saber es práctico, pues "se trata de preparar la acción y de señalar sus reglas pró­ximas" 15.

Los conceptos y las nociones en las ciencias prácticas tienen un sentido muy distinto del que tienen en las ciencias especulativas. En éstas su valor es de pura inteligibilidad; en aquéllas los con­ceptos no son de pura inteligibilidad, sino que tra­tan de componer los medios para que la acción llegue a la existencia singular y concreta 16.

14 J. Maritain, Introducción .. . , p. 114. 15 ]. ~Jaritain, Introducción .. . , p. 114-15. 16 J. ~li:ritain, Introducción .. . , p. 132,

y EL SABER PRÁCTICO 57

En las ciencias prácticas las nociones y defini­ciones tienden a ser operativas. El modo según proceden es compositivo o reali;wcloT, y ello tiene prioridad sobre lo inteligible en cuanto tal. La verdad se orienta ahí según la dirección fundamen­tada en el conocer. La verdad consiste en dirigir lo que debe hacerse 17. Y esta dirección se ejerce desde cerca, por oposición al nivel de la filosofía práctica, que la ejerce desde lejos.

4. Las clases de saber nráctico I

Existen dos clases de saber prc1ctico: hacer humano; 29 ) El obrar humano.

l o \ r,1 . j ~1

19 ) El hacer humano. E:c:te tipo de saber rc­gula la obra que se va a producir; tiene por fin dar las normas que deben regular las acciones hu­manas, en cuanto éstas nos conducen a una deter­minada obra. Queda involucrada aquí toda accióll que produzca objetos artificiales, desde una obra de arte hasta una estación espacial, pasando por el refrigerador o el tenedor. Con estas acciones se crean entes artificiales, manipulando la materia. Es la filosofía o ciencia del hacer, simplemenlc del hacer.

En este campo no se tiene presente el bien ab-

17 J. '\Iaritain, Illfrodllcchín . .. , p. 111, nota 9; p. :327.

58 EL SABER ESPECULATIVO

so luto del hombre, sino un bien particular (lo útil, lo agradable, la recuperación de la salud, la segu­ridad y el orden de las relaciones humanas, etcé­tera ) . Las nociones se orientan exclusivamente a dirigir la obra que se ha de hacer. Es el fruto de la acción humana el que monopoliza la atención, Todo el saber se dirige a un mejor logro del ente creado artificialmente. Prescindimos del uso del libre albedrío, y orientamos nuestras acciones a la ejecución de la obra, a lo factible 18.

29 ) El obrar humano. El otro tipo de saber práctico es el del obrar humano. Procura el bien puro y simple; tiene como objeto "la perfección misma del hombre que opera, o bien el libre uso que hace de sus facultades"; ello "hace que sea propiamente la ciencia del obrar, la ciencia de los actos humanos (del agibile)". Ésta es la filosofía práctica propiamente dicha 19,

5. Las ciencias prácticas en particular

Nosotros nos hemos referido hasta aquí sola­mente a la filosofía y a la ciencia práctica, en ge­neral, sin hacer referencia a las ciencias prácticas

18 J. Maritain, Introducción .. . , p. 230. - Cfr., también, J. de Finance, Ensayo . .. , e igualmente, M. G. Casas, Introducción ...

19 J. Maritain, Introducción . .. , p. 227 y 230.

y EL SABER PRÁCTICO 59

en particular. No nos interesa dilucidar aquí si son verdaderas ciencias o no 2(); simplemente impor­ta conocer su existencia, y admitir que constituyen un todo ordenado de conocimientos que también tienen por objeto los actos humanos.

Pero si la ciencia práctica en general tiene por fin, en definitiva, el soberano bien del hombre, las demás ciencias prácticas (en particular) buscan un bien partícular del hombre. Por esa misma razón, éstas deben estar subordinadas a las ciencias espe­culativas, en cuanto dependen de ellas, puesto que nos revelan la verdad v la naturaleza de las cosas,

.'

y, además, porque es preciso conocer el orden na-tural, para revelar si el fin particular y práctico que se persigue es bueno o malo. En ese sentido, el derecho, la medicina, la ingeniería, etcétera, son ciencias prácticas 21.

En definitiva, las ciencias prácticas en particu­lar buscan un bien particular del hombre.

6. La acción concreta y singular

La acción humana singular y concreta se realiza en la existencia. Aquí el conocimiento práctico está en contacto con la acción misma. No hay ya

20 J. }'Ir.ritain, Introducción . .. , p. 224.

21 J. Maritain, introducción . .. , p. 226-27.

60 EL SABER ESPECULATIYO

ciencia, pues estamos en un nivel de acciones sin­gulares, realizadas por seres humanos singulares, dirigidos por la voluntad que pertenece a una per­sona determinada 22.

La voluntad coloca bajo su dependencia a la inteligencia. De ahí que sea la virtud de la pJ'll­dencia la que regule la acción singular y concreta. Todo juicio se formulará en aras de una dirección, de un obrar; la prudencia seiialará la rectitud en esa dirección, en ese obrar, v en cuanto ello sea así, <'Pl"~ \Tel'darl el'() () f.-,lc:o 2:1 -,'l .... / .. Ll. (. ... _ _' r..t w, •

C) El sab~r .it'rídico

l. La raí::. metafísica de fe acción mora!

El fundamento y la raíi: mús profunda de la acción moral es ll1etafísica, porque el conocimien­to del mundo natural es previo al conocimiento ele l' '.'

la aCClon.

22 J. I\laritain, Illiroduccíón . .. , p. 113.

23 ~Iarit¡'¡n cita en Los grados. .. (p. 331-32) los antecedentes recogidos en Santo Tomús y en Juan de Santo Tom:\s, y califica de asaz delicada toda síntesis al respecto.

y EL SABEH pnÁcnco 61

Es preciso conocer la realidad de la naturaleza material del mundo y la realidad humana, para discernir los fines ínsitos en el cosmos. Por otra parte, es menester conocerse a sí mismo, en una reversión de la inteligencia hacia la interioridad,

l)a1'a, desde ah1, intuir y nrohmdizar reflexivamente . , el destino humano y los fines perseguidos por la acción humana.

Pero, al agotar el esludio del cosmos y al em­pujar la cuestión hasta sus limites últimos, la razón humana se encuentra con cIue -salvo la caída en el panteísmo- existe un Primer Principio que no pue­de ser aprehendido sino con la inteligencia 2~.

El orden, pues, que la ciencia aprehende en la N aturaleza, obedece a leyes que están Ínsitas en la materia, y cuyo principio la trasciende. Ese or­den natural rehasa la esfera de la naturaleza n1<l­terial, y se proyecta sohre la naturaleza humana informándola. De ahí que la acción humana, que participa elel orden natural, se oriente según fines que la inteligencia discierne. Los fines persiguen la realización cada vez más perfecta del ser hu­mano en el orden material y en el orden espiritual, en el plano individual y en el plano social.

24 Aristóteles, Física, libro VIII.

62 EL SABER ESPECULATIVa

2 . La subordinación del saber jurídico a la filosofía moral

Toda ley jurídica debe suponer, por consiguien­te, el conocimiento de la realidad natural en sus leyes físicas, y la realidad humana en su vertiente moral. Así como el conocimiento del cosmos nos lleva a Dios en una parábola ascendente 25, desde ahí descendemos hacia el hombre, para delinear su conducta moral. Después de la ciencia empírica y teórica, la Filosofía de la Naturaleza, y después de ésta, la Metafísica; luego, podemos inferir una Ética que regule el obrar humano.

El saber jurídico aparece, así, como una parte de la Filosofía Práctica que tiene como dirección darnos reglas naturalmente razonadas, con el fin de lograr el bien común de la sociedad. Y el saber jurídico es una ciencia práctica, porque ordena la verdad en cuanto se dirige hacia la operación como un fin. Evidentemente, la filosofía práctica en ge­neral (o filosofía moral) y la ciencia práctica en general (o ciencia moral) son reguladoras del saber jurídico. Por eso, el derecho es parte de la Ética, aunque tiene su propio objeto formal.

El saber jurídico es una ciencia práctica por su

25 Cfr. la muy Significativa obra de C. Tresmontant, Comment ... Cfr., también, nuestra obrita Universo ... - Para la relación del co­nocimiento jurídico con el teológico, puede leerse de J. M. Martínez Dorval, La estructura . .. , Cap. lB de la Parte IlI.

y EL SABER PRÁCTICO 63

objeto; pero su modo de conocer puede ser especu­lativo o puede ser práctico. El modo es especula­tivo, cuando nos preguntamos qué es el derecho; es práctico, cuando nos preguntamos, por ejemplo, cuál es la ley aplicable en un caso determinado.

El fin del saber jurídico es la dirección de cier­tas acciones o conductas humanas que se juzgan relevantes. Hay aquí un modo especial de dirigir la acción de los hombres. La materia propia del saber jurídico -sea Filosofía del Derecho, sea Cien­cia del Derecho- es una cierta acción humana que se dirige o que es dirigida a un fin determinado; quiere decir que la acción dirigida es concebida en cuanto operable, según un modo determinado. Pero ello no excluye -antes bien, lo presupone­que se considere la acción que es definida como jurídica, para conocer de ella en cuanto jurídica. Ello implica conocer qué es el derecho, cuál es su causa, su fundamento, mediante la definición, la división y la consideración de sus predicados uni­versales.

Los principios que rigen el saber iurídico -co­mo los de todo saber práctico- "aplican la verdad y la ordenan para ponerla en la existencia, y así proceden de un modo compositivo" 26. Estos prin­cipios pueden ser principios remotos del obrar, o bien principios pl'óxinws. Pero conviene tener siem-

26 Gfr. J. Maritain, Los grados .. . , t. JI, p. 337.

64 EL SABER ESPECULATIVO

pre presente una advertencia. A medida que nos aproximamos a lo singular, al caso concreto, el sa­ber jurídico -como toda ciencia práctica- ve debi­litarse su certeza, "ya en razón de la multiplicidad de los objetos que deben considerarse, por lo cual si algo se omite, con frecuencia se yerra; ya en ra­zón de su variabilidad" 27.

De más está decir que el juicio prudencial man­tiene toda su vigencia cuando se trata de la COlÍ­

duda jurídica singular y concreta. En este nivel, si bien lo especulativo puede ser muy importante, en cuanto la prudencia es un hábito, no necesaria­mente depende sólo del saber, sino también de la pureza de la persona. La prudencia sólo considera la conducta en el caso singular y concreto, y se hace manifiesta híc ct nunc, descendiendo hasta el imperium 28.

3 Saber jurídico !I metafísica

Decíamos que el fin del saber jurídico es la dirección de ciertas acciones humanas que se juz­gan relevantes. Esa dirección se logra racionali­zando un orden mediante una autoridad. Lógico es, por supuesto, que todo ello debe ser conducente al bien común de la sociedad en que el hombre

27 }. Maritain, Los grados . .. , p. 340. 28 J. Maritain, Los grados . .. , p. 341-42.

I Y EL SABER PRACTICO 65

vive. Es inconcebible un orden jurídico para un Robinson Crusoe; el derecho supone, por ende, la vida en sociedad, la racionalización de la vida en sociedad, y es, precisamente, esa racionalización la que pone de manifiesto qué conductas, qué accio­nes humanas, son consideradas relevantes y dignas de ser dirigidas.

Pero ese orden jurídico está subordinado a la ciencia y a la filosofía moral; y la ciencia y la filo­sofía moral, a su vez, están subordinadas a la Me­tafísica 29.

Todo sistema que anatematice a la Metafísica, corre el grave riesgo de ser el más metafísico de los sistemas, y, lo que es más grave, sin proponér­selo. Generalmente -en ese caso-, se es metafísico sin pensarlo, ya que se aceptan ciertas premisas con una extensión que llevan a extrapolaciones, y con ello se dogmatiza inconscientemente. Esa dogmatización implica ya una tvletafísica. En otras ocasiones, por vía metódica, al preconizarse un mé­todo como el único válido para alcanzar el saber, la Metafísica también está implícita en los prin­cipios metódicos, 10 cual equivale a axiomatizar el punto de partida.

En otros lugares hemos insistido en la existen­cia de sistemas filosóficos que pregonan una pos­tura antimetafísica, sin advertir que la Metafísica

29 Cfr. J. Maritain, Introducción . .. , p. 222-23.

5. Ghirardi. Lecc.

66 EL SABER ESPECULATIVO

está implícita por vía de sus principios o de su método. Esto ocurre también en el saber jurídico.

Tanto el empirismo como el normativismo ju­rídico padecen de esa afección. Estimamos que el saber especulativo que se logra en esas posturas, es legítimo, pero a condición de no afirmar que ésa (cada una de ellas) es la única vía válida pará conocer el fenómeno jurídico. Y en cuanto al saber jurídico práctico, estimamos que el camino para el conocimiento del orden natural debe partir de la experiencia; pero no debe permanecer -ese saber- sumido en la experiencia (unilateralidad del empirismo). ~!luy por el contrario, la ciencia especulativa del orden natural, por vía de la abs­tracción, debe alcanzar el nivel de la Filosofía de la Naturaleza, y luego el de la Metafísica. Es aquí donde se logra el máximo grado de abstrac­ción; es éste el dominio del ser, el campo de la profundización en el estudio de las causas prime­ras y de los primeros principios. Solamente en conocimiento del orden natural y en contacto pro­fundo con la verdadera naturaleza del ser y de sus principios, puede fundarse un saber práctico, una filosofía moral legítima.

Si, por el contrario, el saber especulativo se des­vía sin alcanzar el nivel metafísico; si procede more geometl'ico; abandonando el estudio del ser, y se constituye en saber racionalista -de herencia car­tesiana y kantiana-, estudiará meramente posibili-

y EL SABER PRÁCTICO 67

dades de ser, puros seres de razón, que habrán abandonado su soporte real, y que jamás alcan­zarán juicios de existencia.

Entre un empirismo que no sale de los hechos, y un nonnativismo que analiza posibilidades fuera de la realidad, el tomismo, fiel a sus viejos princi­pios acufíados en una larga tradición filosófica, se ubica en el justo medio. Sin abandonar la expe­riencia, y asignando la debida importancia a Jos hechos; sin desechar totalmente los métodos racio­nalistas, que propugnan un análisis desde un punto de vista normativista puro; axiomatizando, en de­finitiva, formas de acción y deduciendo otras nor­mas de menor jerarquía a partir de ellas, la posición en que nos ubicamos aspira a realizar una gran sÍn­tesis de posturas que califica de parciales.

4. Los grandes objetivos del saber jurídico

Confcrme al esquema del saber, que a grandes rasgos hemos esbozado, el saber jurídico no debe perder de vista cuatro importantes hitos.

En primer lugar, el estudio del ser. El ser es el ob¡eto formal de la inteligencia; es el "objeto que ante todo y por sí mismo (pel' se primo) es alcanzado por ella, y en razón del cual se ocupa todo lo demás",

68 EL SABEn ESPECULATIVO

En segundo lugar, se debe tratar de alcanzar la verdad> como uno de los trascendentales del ser. De ninguna manera se pretende negar 10 útil y conveniente para una sociedad históricamente de­terminada, ni tampoco lo correcto en el razona­miento desde el punto de vista lógico. Pero tanto lo útil v conveniente, como lo correcto, deben tener por fUl~clamento lo verdadero, y deben estar subor­dinados a la verdad.

En tercer lugar, la pe/'s01U¡ humana debe ser considerada como tal, y debe ser reconocida como una sustancia compuesta de espíritu y materia, y con fines inalienables.

En cuarto lugar, la acción humana, como con­ducta, debe merecer toda su jerarquía, en cuanto es dirigida al bien común. Ello implica, natural­mente, el problema de la normatividad y de la justicia.

Si se pierden de vista estos hitos, como es ló­gico, se operará, por defecto o por exceso, un cuá­druple desplazamiento: se sustituirá el ser por el hecho o por formas vacías; la verdad será despla­zada por lo útil o conveniente, o bien por lo co­rrecto desde el punto de vista exclusivamente for­mal; la persona será una contingencia material, un ente de razón o un centro de imputación y nada más; y la acción humana, como corolario, no será sino un accidente en un mundo natural.

y EL SABER PRÁCTICO 69

Si negamos importancia al ser, a la verdad, a la persona y a la acción humanas, habremos qui­tado lo más excelso que tiene la humanidad.

Quedaría, no obstante, un punto común, en el saher jurídico, entre las posiciones filosóficas, que son tan dispares. Es un punto común que jerar­quiza el saber como ciencia, aunque su valoración es muy distinta. Nos referimos a la predicción o predsibilidad. Por eso, en definitiva, pese a anti­téticas posiciones en lucha, los juristas no cejan en mejorar el conocimiento, para predecir las couduc­tas futuras de Jos seres humanos y, especialmente, las decisiones de los jueces. En otras palabras, los viejos augures y profetas aún se evidencian bajo nuevas formas.

5. La especificidad del saber j1l1'ídico

Por su típica forma de acercarse al objeto de conocimiento, las ciencias del homhre se distin­guen de las ciencias naturales. Quizá, para de­cirlo desde el primer instante, haya que subrayar que los objetos son de distinta naturaleza: en el mundo de las ciencias naturales, el objeto es un inteligible, y en el dc las ciencias humanas es un operable.

Las ciencias jurídicas no escapan a esa ley ge­neral. Vierten su atención hacia lo operable, hacia

70 EL SABER ESPECULATIVO

10 que se hace o es posible hacer o no hacer. Y esto tiñe todo el conocimiento con su particular luz humana. Se diría que las ciencias del hom­bre, en nuestra época -como ha ocurrido otras veces en la historia, valga el ejemplo del período sofístico griego-, han hecho de las ciencias natu­rales sus siervas. Dicho en otras palabras: el cen­tro de gravedad ha pasado del cosmos al hombre.

¿Qué influencia tiene esto en el mundo jurídi­co? Creemos que enorme. En primer lugar, la verdad -como lógica consecuencia- ha perdido im­portancia, incluso en las ciencias naturales. Pa­reciera que, para el hombre, es primordial saber qué puede hacer con la materia, y no tanto saber qué es ella. Muchas definiciones físicas son hoy meramente operativas. Y si eso ocurre en este campo, ¿ qué no diremos de las ciencias humanas?

En lo que ataüe a las ciencias jurídicas, es cier­to que aún quedan recintos sagrados. Las facul­tades del juez en un asunto penal, difjeren nota­blemente de las del juez en lo civil que trata del mismo. En el proceso civil, el juez generalmente deja la iniciativa a las partes, aunque hay excep­ciones muy importantes. Es decir, la verdad pro­cesal queda casi totalmente en manos de las par­tes. El proceso nos mostrará una sentencia cuyo resultado ha dependido en gran medida de la dili­gencia y de la actividad de los auxiliares de la jus­ticia.

y EL SABER PRÁCTICO 71

Todo esto significa que los jueces, los juristas y los abogados aparecen con un papel protagónico, porque son los artífices genuinos de aquello que es operable. Ellos contribuyen a hacer la verdad. En la naturaleza, la verdad está ahí; es la cosa mis­ma; hay que descubrirla. En el mundo jurídico, la verdad es hecha por el hombre; y en el proceso es mostrada, para que ella se plasme en sentencia. Ésta existe porque -después- algo habrá de reali­zarse. Es decir, el conocimiento de la verdad de­viene importante en la ulterior acción que habrá de desplegarse. ~

De ahí que ciencia natural y ciencia humana deban guardar un equilibrio saludable. Si por la verdad alcanzamos el ser, en cuanto nos movemos en el mundo de la acción hume-ma, e<;a misma ver­dad dehe guiarnos todavía. La verdad que hace­mos en el proceso no tendría sentido, si no partici­pase de la justicia. El Derecho es la cosa ju,(¡ta, se ha dicho en expresión memorable. No es sólo lo justo, sino la cosa en cuanto justa, queriéndose significar -entre otras nociones- que el hombre no es soberano de un universo, sino en cuanto está en un universo, como formando parte equilibrada de él, ya que hay leyes que él no ha puesto y, sin embargo, debe acatar, so pena de no sobrevivir o de dejar de ser hombre, perdiendo incluso su ca­lidad humana.

La verdad en el proceso --sea civil, penal o de

72 EL SABER ESPECULATIVa

cualquier orden- es parte del cosmos en el cual estamos inmersos, porque -aunque en eso casi no paramos mientes- nos dirigimos hacia la cosa fusta. La labor del jurista, como hombre que es, contri­buye a hacer la verdad. De cómo se haga depende el futuro de la humanidad. Por eso, en todo pro­ceso, la verdad que hacemos puede revelarnos cómo somos y quiénes somos.

Pero aún estamos resbalando sobre el tema, sin haber entrado en él todavía. El saber jurídico, ¿tiene especificidad? En otras palabras, ¿tiene un objeto formal propio? La inteligencia humana ilu­mina de manera típica el objeto de conocimiento en cada ciencia. Hemos dicho ya que, en nuestro campo, el obJeto no es un inteligible, sino un ope­rable.

El operable hunde sus raíces en lo inteligible. En primer lugar, la cosa es; en segundo lugar, la cosa es de una manera determinada. El conoci­miento ele la cosa jurídica presupone el conocimien­to del cosmos y elel hombre, y ele éste en cuanto se relaciona con el semejante y con las cosas que lo rodean.

El hombre acciona, canaliza sus actos, y obra en consecuencia. Ciertas acciones humanas, juz­gadas relevantes, caen en el ámbito específico de lo que llamamos derecho.

La inteligencia ilumina este objeto de conoci­miento de determinada manera, y lo hace aten-

y EL SABER PRÁCTICO

diendo a su típica naturaleza. construye conceptos y nociones, define, para sentar las bases de fieo 30.

73

A partir de ahí, elabora juicios y un saber especí-

30 Juzgamos ele mucho P:-O\'pc!1o la lectura elel capítulo único ele la Parte Primera ele la obra de J. \1. J\!artínez Dorval citada en la nota 2,3. Y, fuera de toda duela, es de capital importancia la iectura ele la obm de J. J. Sanguinetti, La filosofía . .. Volviendo a i\lartíncz Dorval, sostiene que los tcmas capitales de la filosofía del derecho -en lo cual coincidimos, y ya lo hemos expresado más arrlb2- son la esencia del derecho, los caracteres generales del derecho, la ¡ustí­ficacióll c!0l derecho, y las causas del derecho (La eslrllctllra ... , p. 43).

CAPÍTULO III

FILOSOFíA Y FILOSOFíA DEL DERECHO

A) División de la Filosofía. Ubicación de la Filosofía del Derecho

Decíamos en el Capítulo anterior que la Filo­sofía es "un conocimiento racional, de todas las cosas, por sus causas y principios supremos". As­pira, aSÍ, a un saber total de todas las cosas.

La Filosofía es una ciencia, y, como tal, es un conocimiento del ser. Nuestra inteligencia se di­rige naturalmente hacia las cosas, y trata de apre­hender lo que ellas son. Esa tarea incesante que la razón realiza en diversos niveles y desde distin­tos puntos de vista, tiende a la aprehensión inma-

76 FILOSOFÍA

terial del objeto. Éste, a su vez, caracteriza a la ciencia.

Las cosas se muestran en su ser, y éste tiene prioridad. Primero, las cosas son, y luego, las co­nocemos. Si las cosas no fueran, no tendríamos conocimiento alguno 1.

Por tanto, la verdadera ciencia buscará primero el ser de las cosas. De ahí (Iue la ciencia funda­mental sea la :Metafísica 2.

Desde muy antigno, y a medida que el cono­cimiento del ente adquiría profundidad, se han dis­tinguido diversas partes de la ciencia filosófica. Según una actitud clásica y tradicional, cuyos ante­cedentes se remontan al propio Aristóteles (384-322 a. J. C.), podemos proponer el siguiente esquema, relativo a la división de la Filosofía:

Lógica (o Filosofía racional):

1.

2.

Formal o menor;

Material o mavor. ¡

1 J. J. Sanguinetti, La filosofía . . .

2 .1. J. Sanguinelti, La filosofía . .. , p. 51 y ss. - En la obra (Ille hemos citado de J. "-l . .\lartÍnez Dorval, La estrtlctura ... , se dice: "Tendríamos aSÍ, por lo que se refiere al conodmiento jurídico, dos tipos de consideraciones filosóficas: una, puramente especulatica, Rechtsmetaphysik y ontología jurídica, y otra prlÍctíco - normativa, integrada por la Etica (social) y la Filosofía del Derecho SeilSIt

strícto" (p. 45, nota 4.'5).

y FILOSOFÍA DEL DERECHO

Filosofía especulativa (o real):

1. Filosofía de las matemáticas;

.2 . Filosofía de la naturaleza.

3 . M eta física:

10 ) Crítica;

29 ) Ontología; .T?) Teodicea.

Filosofía práctica:

'"',., 11

1 . Filosofía del obrar (ética o moral) : Fi­losofía del derecho;

.2 . Filosofía del hacer (estética; filosofía del trabajo).

l. Lógica

El estudio de la Filosofía comienza por el es­tudio de la razón; por eso, la Lógica constituye la primera parte de ella, y así, por estudiar la razón, se denomina también Filosofía racional.

El estudio de la razón se realiza en cuanto ésta es un instrumento; es decir, desde el punto de vista de su recto uso para conocer y alcanzar la verdad. Así, dice Maritain que la Lógica intro­duce en la Filosofía, y es una propedéutica a la ciencia.

78 I ¡"ILOSOFIA

Para reafirmar el concepto, diremos que la Ló­gica nos enseña las reglas que debemos seguít para razonar correctamente.

La Lógica, que también en cierto sentido es un arte, se ocupa de la forma y de la nwtel'ía de nuestros razonamientos. Por eso, se divide en:

1 q) Lógica formal o rnenor, que estudia la for­ma o di.sposición de los razonamientos, enseñando las reglas para que sea correcto;

29 ) Lógica material o mayor, que estudia las condiciones materiales de los razonamientos; es decir, los principios de los que dependen sus con­tenidos.

2. Filosofía cspeclllatira

La Filosofía especulativa estudia las causas pri­meras de todo lo que existe, sólo para conocer. Trata de reflejar lo que es, tal cual es; de ahí que el vocablo especulativo provenga de espejo (spe­culwn) .

La Filosofía especulativa se propone alcanzar el ser de las cosas. Por eso, se denomina también Fi­losofía real. Desde cierto punto de vista, estudia las Cosas corporales, y esto desde dos ángulos:

19 ) Desde el punto de vista de lo exclusivamen­te cuantitatívo, se interesa por las cosas corporales en cuanto son extensas (longitud, latitud y profun-

y FILOSOFfA DEL DERECHO 79

didad) y en cuanto son numerables. Es la Filoso­fía de las Matemáticas.

29 ) Desde el punto de vista de lo móvil y sen­sible, se interesa por las cosas corporales en cuanto son entes materiales, en cuanto tienen movimiento y en cuanto -ciertos entes corporales- están dota­dos de vida y -aun algunos- de razón. Es la Filo­sofía de la Naturaleza.

Pero el meollo de la Filosofía especulativa es el estudio del ser en cuanto ser. Esto es, va no sólo se estudia el ser corporal, sino también aquello que existe sin ser corporal o visible. Esta parte de la Filosofía especulativa es la Metafísica. Dentro de ésta, a su vez, distinguimos:

19 ) Crítica o criteriología: Es la parte especial de la Filosofía especulativa que iuzga el propio co­nocimiento y la posibilidad del mismo;

29 ) Ontología: Es llamada también ivletafísica General, y estudia el ser en cuanto tal y sus propie­dades (unidad, verdad, bondad y belleza);

39 ) Teodicea: Es el estudio del verdadero Ser, y causa de todos los seres o Ser subsistente (Dios).

3. Filosofía práctica

La Filosofía práctica es el estudio racional de todo lo que existe para lograr por la acción el bien

80 ,

FtLOSOFIA

del hombre. Por eso, se denomina Filosofía prác­tica, pues este último vocablo significa acción. No se trata, además, de un conocimiento puro, como el especulativo, sino para obrar y para hacer.

De ahí que advirtamos dos partes:

19 ) Filosofía del obrar (ética o moral), que pro­cura el bien puro y simple del hombre. Es la cien­cia de los actos humanos ( agibile ) . Aquí, como subordinada a la Ética, ubicamos la Filosofía del Derecho;

29 ) Filosofía del hacer, que estudia la e;ecllción (lo factible) y el resultado (la cosa hecha) de los actos humanos, en cuanto se orientan a producir cosas. Podemos distinguir aquí una Filosofía del Arte y una Filosofía del Trabajo.

B) La Filosofía

y las ciencias particulares

l. Advertencia previa

Históricamente, la Filosofía es la ciencia del ente por excelencia 3. Este planteo -de vieja raigambre, ya que fue elaborado por Parménides (n. ca, 540-

3 Cfr. A. }'Iillún Puelles, Fundamentos ... , p. 46 y ~s.

y FILOSOFh DEL DERECUO 81

39) por primera vez- nos quiere significar que toda ciencia es un estudio del ente, del qué, del cómo y del porqué del ente.

Es natural, entonces, que en la medida en que se extiende el estudio del ente y se lo aprehende eH

sus más variados aspectos, aparezcan nuevos ángu­los que sirven de fundamento a diversas ciencias.

Si bien es verdad que lo que hoy llamamos cien­cias a secas (o ciencias particulares) tiene antece­dentes muy antiguos, también es cierto que sólo en los dos últimos siglos hemos asistido al nacimiento de muy diversas disciplinas científicas. Éstas, de alguna manera, también tratan de ampliar la no­ción que tenemos del ente, de las cosas. Y en cuan­to ello es así, todas las ciencias particulares (por ejemplo, la Astronomía, ia Física, la Química, b Bio­logía, la Genética, elc.) --aunque a veces no se lo quiera confe~ar- suponen una ~,IetaHsica implícit,t o explícita.

El 1 1 .. t I 1 . auge ve a CienCIa con cmporanea COIlCl!jO

muchas veces a un profundo divorcio entre Filoso­fía y Ciencia. El saher científico pretendi.ó erigirse en paradigma de todo saber; el saber filosófico co­rrió el peligro de no ser sino una reflexión sobre el conocimiento científico.

Todo ello fue posible, porque el conocimienLo científico se alejó del ser. El furibundo ataque lle­vado a cabo por David Hume (1711-76) a la no­ción de causa -ataque que la ciencia física va a

82 FILOSOFÍA

repetir en otro plano con Heisenberg 4_ pretendió borrar de la característica del conocimiento cientí­fico el ser un conocimiento por causas.

El olvido del ente, de las cosas v de las causas, .'

implicó el inicio de un derrotero que condujo a la ciencia por los caminos de la Matemática y de la Lógíca. La ciencia fue menos conocimiento de las cosas y del ente; fue más bien el estudio de la re­lación matemática (cuantitativa) y lógica de los fe­nómenos.

Cabe al empirismo inglés la responsabilidad de haber trasformado a la ciencia contemporánea en instrumento de acción v de dominio de la naturale-

J

za. Al interesar, no lo que la cosa es, sino, más bien, lo que podemos hacer con ella; al privar la ac­ción sobre el ser, se abrió la puerta a otra concep­ción de la Ciencia, v ésta se enfrentó con la Filosofía,

.'

para aniquilarla o para reducirla a su mínima ex-presión.

Todo esto debe ser advertido. Nosotros enten­demos que el proceso debe ser conocido y analizado para revertirlo. El conocimiento científico -quié­rase o no- es siempre c:onocimiento de las cosas en sus causas.

4 Cfr. C. Lumia, Empirism(l ... , cap. titulado "Significato e valOl·¡".

y FILOSOFÍA DEL DERECHO 83

2 . La ciencia y las causas

En su propio nivel, la ciencia estudia la causa de los entes. En el extraordinario marco del cos­mos, las ciencias particulares -llamadas así, porque estudian un aspecto particular de los entes- inda­gan, describen y tratan de acercarse al p01'qué de los fenómenos que acaecen. Surgen de esta mane­ra la Astronomía, la Física, la Biología, etcétera. Los sentidos nos muestran un mundo cambiante; pero la inteligencia descubre bien pronto ciertas constancias, cuyas regularidades son notorias. Los eclipses, la caída de los cuerpos, la reproducción de los seres vivos, plantean problemas cuyas causas son puestas a la luz del conocimiento científico. Hay permanencias en el cambio que sólo adquieren sen­tido cuando se aprehenden las causas de los fenó­menos que se dan en los entes, y que responden a innegables principios.

Las ciencias particulares no se contentan, según ello, con una descripción histórica de lo que se da en la naturaleza. Ha sido Aristóteles quien en su Física señaló el camino. Es menester descubrir las causas de los entes a través de los cambios acciden­tales, para aprehender la sustancia del ente y la esencia de regiones de entes que pertenecen a una misma especie o género. En los entes naturales, persiguiendo el estudio del movimiento, Aristóteles

84 I

FILOSOFIA

se eleva hasta el Ente Primero, causa incausada de todo movimiento.

Hay un punto común, en consecuencia, entre las ciencias particulares y la Metafísica. Ambas estu­dian las cosas y sus causas. En aquéllas investi­gamos algún aspecto de las cosas, en un cierto nivel de profundidad. Y las ciencias particulares se di­ferencian entre sí, porque cada una busca un cierto nivel de causa de ciertos tipos de entes, en un orden próximo. Si se trata de ciencias naturales, en virtud de que estudian preferentemente al ente en su ma­terialidad; es lógico, entonces, que el análisis de la causa material sea el más importante. Si se trata de ciencias históricas, o humanas, se indagarán las causas de los acontecimientos históricos, y se expli­carán los fenómenos humanos a la luz de este án­gulo.

En resmnen, todas las ciencias particulares es­tudian causas segundas o próximas. Son éstas las que se hallan en un nivel cercano a io que nos muestran los sentidos, bien que la inteligencia las aprehende 5.

No podemos negar, sin embargo, que especial­mente a partir de Augusto Comte (1798-1857) se ha extendido la tendencia entre los científicos a negar a la Metafísica el carácter de ciencia, para circunscribir esta noción únicamente al saber posi­tivo. Al mismo tiempo se ha intentado significar

5 J. J. Sanguinetti, La filosofía . .. , p. :JO.

y FILOSOFÍA DEL DERECHO 85

que en la ciencia no hay tal conocimiento por cau­sas; es decir, a la ciencia particular le interesarían -según decíamos más arriba- sólo las relaciones y constancias entre los fenómenos. Tal concepción reduciría notoriamente el campo del conocimiento científico, y 10 ubicaría casi exclusivamente dentro de lo empírico. Hay aquí toda una filosofía, a ve­ces implícita, a veces explícita, que excluye -en verdad- a la Filosofía propiamente dicha (incluida, lógicamente, la Metafísica) del rango de conoci­miento científico. Es la actitud positivista que ha sido calificada -v muv bien- como una filosofía

.' .'

de la inmanencia, y que al expulsar a la Filosofía especulativa del campo científico, pretende reem­plazarla con una teoría de la ciencia, con una epis­temología.

Por el contrario, nosotros mantenernos una acti­tud que reconoce corno conocimiento científico, en sentido amplio, el que nos da la Metafísica y el que nos suministran las ciencias particulares. Ciencia es uconocimiento de los entes en sus causas y por sus causas" 6.

6 J, J, Sanguinetti, La filosofía . .. , p. 6l. "Ciertamente -dice allí-, conocer algo no significa siempre preguntarse por su causa, porque en tal caso habría un proceso in infinitllm, y ]a menie no en­contraría nunca un punto en el que descansar. En sí, conocer y sa­ber consiste en detenerse en el ser de las cosas; pero en cuanto las cosas tienen menos ser, van remitiendo a causas, a lo que cs más, y así la ciencia culmina en la Causa incausada, en el Ser que como tal no tiene causa, y que es la causa de todo lo que es; es decir, en Dios".

86 FILOSOFÍA

Por nuestra inteligencia, por la razón, conoce­mos las cosas por sus causas. Estudiamos un efecto particular, y tratamos de descubrir su causa. Co­nocida esta causa, volvemos a considerar los efectos. Así, si investigamos la dilatación de un cuerpo, des­cubrimos que el calor produce tal efecto, porque es su causa. Conocida (lue sea la dilatación que el calor produce, volvemos a estudiar los efectos en los cuerpos. Nada impide luego precisar las me­didas de temperatura y utilizar instrumentos para hacerlo, y repetir este proceso con cada región de entes. No hay, como se ve, una simple mensura­cÍón y verificación de los fenómenos; se cala en ellos más profundamente, de tal manera que se induye un inteligible causal, y que advierte la relación en­tre causa y efecto. Todo ello va más allá de una mera constatación verificable y medible.

Ahora bien, el conocimiento científico -según lo que llevamos dicho- es primeramente un cono­cimiento causal, y en segundo lugar, es un conoci­miento que, en virtud de su seriedad minuciosa, se somete a un orden y a un método. Toda ciencia particular tiene un método adecuado a su objeto.

Para concluir este aspecto, diremos que el cono­cimiento de las ciencias particulares -generalmen­te, empírico- descubre sólo las causas segundas o próximas. La :Metafísica estudia las causas prime­ras en el orden del ser, y, fundamentalmente, tien­de a elevarse a la Causa incausada. Por eso, las

y FILOSOFÍA DEL DERECHO 87

ciencias particulares estudian alguna parte de los entes; la r..Jetafísica estudia a la totalidad de los entes en cuanto son tales entes, y ambas tienden a alcanzar siempre la verdad que se funda en el ser de las cosas.

3. La filosofía y las causas

El saber no se agota con el conocimiento sen­sible, ni permanece sumido en él de manera per­ÍTlanente. Si bien es verdad que el punto de partida del conocimiento filosófico es el mundo sensible, el filósofo buscará en primer lugar conocer qué es la materia sensible. Estudia las causas últimas de la materialidad -en un orden determinado, como en el caso de la Filosofía de la Naturaleza, que acabamos de citar-, o bien en toda la realidad, co­mo en el nivel metafísico. Aquí, entonces, se estu­dia qué es el ser, sus principios supremos, sus causas primeras (últimas en el orden del conoci­miento ).

Las causas en el orden filosófico que -repeti­mos- comienzan a ser estudiadas en el nivel sen­sible, nos conducen a lo invisible, más allá de la experimentación y de la observación sensible. Lo que incorpora a sí el conocimiento filosófico, es lo inteligible despojado de sensibilidad. Podemos es­tudiar una manzana desde el punto de vista cientÍ-

88 FILosoFÍA

fíeo, mostrarla en su realidad, verla, tocarla, par­tirla, representarla imaginativamente, y preguntarnos cómo se genera y a qué dará lugar su semilla; pero el problema se nos ha complicado cuando nos pIC­guntamos qué es la materia o qué es el ser. Hemos calado más profundamente en la Íl,:timidad de las cosas, y comenzamos a hucear en agua" mucho más profundas. Las causas qIJe investigamos tienen un nivel que se ha alejado notorÍ<Wlente de lo sCJ1sihle.

El conocimiento filosófico nos cDm;nce al orden inteligible; ana1i~a las raWliC:; ;.- ucce:;idadcs inteli­gihles. Es decir, pretende llegar hasLl. lo más pro­fundo e Íntimo (le las cosas, Jo (1':c sólo puede lograrse cuando el ser ell cllailZ') fa! se comtituve como ohjeto de conodmiento. Estarnos aquí en lel raíz del prohlema. Aquí analizamos al ser, sus pro­piedades, sus razones últimas. Lo real es estudiado en sus últimas estructuras inteligibles.

Se llegará, en consecuencia, por esta vía, al Ser Subsistente por sí mismo, al Primer Principio de todas las cosas. Por eso, decimos que la Filosofía es un saber fundamental, porque es un saber por causas, por las causas o razones últimas de todas las cosas.

El análisis de las cansas últimas tiene el propó­sito de llegar a un saber sin supuestos, cosa que el estudio de las causas en el nivel científico no puede hacer. Las ciencias particulares en cambio, investi­gan ciertas ra::::oncs y ciertos fund~1m2ntos, como,

y FILOSOFÍA DEL DERECHO 89

por ejemplo, la aptitud de la mente humana para lograr el conocimiento o la validez de las leyes ló­gicas, o la legitimidad de los métodos que utilizan. y cuando advierten estas insuficiencias -como ocu­rre en el positivismo-, se acude a una Teoría Ge­neral de la Ciencia (o de la ciencia de que se trata), a una Epistemología o a una Metodología. y estas formas del saher se convierten -en esa pos­tura- en sucedáneos de una verdadera filosofía, en las cuales jamás se llega a la investigación de las causas últimas.

C) La Filosofía del Derecho

l.. La va.:; derecho: Sus significados

No es tarea sencilla definir la Filosofía del De­recho. Las dificultades derivan de su propia natu­raleza. Si bien en la definición nos encontraremos con un sujeto cornplejo, ya que hablamos de Filo­sofía del Derecho; la situación se torna más com­plicada aún, pues nos referimos a la Filosofía de "un algo" abstracto como lo es el "derecho".

Iremos en busca del camino: como va tenemos l'm1 noción de aué es la Filosofía, trata"remos aho-

.1

90 FILOSOFÍA

]'a de dar una nOClOn de qué es el Derecho. Si llegarnos a la convicción de que es posible aclarar un poco el sujeto, más fácil será encontrar el pre­dicado correspondiente.

En general, se dice que pertenece al Derecho aquello que "está conforme o que está de acuerdo con una regla". Si hacemos un estudio etimológico, veremos que el término espaúoI derecho proviene de directum, que significa "recto"; proviene también del verbo dirigere, que significa "dirigir", "guiar". El sustantivo derecho reconoce otro antecedente en la palabra compuesta por dí y rego -díl'ígo-, que significa "regir" y "gobernar".

Por otra parte, el adjetivo jurídico proviene del vocablo latino ius, que significa "vínculo", "unión".

Conforme a todo esto, el Derecho se nos aparece como lo recto que une a los hombres. Denota una conducta que es humana, y que es "conforme a una regla", a una norma. Implica aquello que rige la conducta del hombre en sociedad.

Como dice Humberto Vázquez, "de esta arcai­ca voz derectllln (directum), de trasfondo religioso, impregnada de moral y cristianizada, proviene la palabra derecho de los pueblos de habla romance" 7.

Si hacernos una breve incursión por los diversos idiomas, veremos que la situación no varía. Ortos,

7 H. Vázquez, Derecho ... - Cfr., también, G. r-.fárquez, Filo­sofía . .. , p. 17-18.

y FILOSOFÍA DEL DERECHO 91

en griego; dil'ectUln, en latín; Recht, en alemán; right, en inglés; dmit, en francés; dil'itto, en italia­no; direito, en portugués, y derecho, en español, son términos que hacen referencia a "lo recto".

El positivismo ha intentado llamar la atención sobre el hecho de que el Derecho y la naturaleza se oponen, como se opone lo que existe "conforme a una ley" y lo que existe "naturalmente"; oposi­ción que se remonta a los sofistas, y que fue puesta de manifiesto al cuestionarse la validez de la ley y sus fundamentos. De ellos proviene la afirmación de que el Derecho es un producto de la cultura. Esperamos demostrar más adelante que este enfo­que es superficial.

Sea cual fuere la solución, lo cierto es que la definición del Derecho, su origen y fundamentos, es un tema propio de la Filosofía del Derecho.

Desde otro ángulo, el vocablo derecho se toma también como sinónimo de ley. No se trata aquí de cualquier ley, sino de la ley que versa sobre la justicia 8.

Si hacemos un breve recorrido por este camino, nos encontramos con que Ley, prima ¡acie, signifi­ca "una norma o conjunto de normas obligatorias". En ese sendero no tenemos que perder de vista que nos referimos a la ley desde el punto de vista jurí­dico, ya que, de lo contrario, nos sumergiríamos en

8 H. Kantorowicz, La defillición ...

92 FILOSOFÍA

un campo demasiado vasto (el orden religioso, el orden natural del mundo, etcétera).

Con esta referencia, vayamos a las reflexiones de algunos pensadores. Aristóteles, por ejemplo, de­fine la ley diciendo que "es el consentimiento común de la ciudad". Cicerón, que hace derivar el voca­blo ley dE' legendo, da varias nociones, y, finalmen­te, expresa que es "la recta razón grabada en el hombre por la naturaleza".

Santo Tomás de Aquino, en una definición muy conocida, indica que "es la ordenación de la razón dirigida al bien común, y promulgada por el que tjene a su cargo el cuidado de la comunidad" 9.

2. La Filosofía del Derecho y la Ciencia del Derecho

A) P1'Ílnera aproximación. A la persona que vive en sociedad y que pertenece a una cultura determinada, se le aparece algo que denomina de­recho, que la liga a las demás personas, y que, de alguna manera, la relaciona también con las cosas y el medio que la rodea.

La Filosofía del Derecho se ocupa de "ese algo"

9 Cfr. Santo Tomás de Aquino, Summa . . " I-II y U-II; G. P. ~Lll tín, Introducción . .. , y Santo Tomás de Aquino, La ley, ',ersión castellana y notas explicativas de C. Fernández - Alvar.

y l'ILOSOFh DEL DERECHO 93

que denominamos derecho, y advierte de inmediato un doble aspecto:

19 ) Derecho como ley (Hamado también dere­cho ob¡etivo);

29 ) Derecho como facultad (o derecho sub­jetivo) .

El Derecho como norma, como ley, eS un de­recho Obie! ivo. Por ejemplo, n~lestm Constitución,

/' I ,. C"l d 1 I 1 nuestro '-,OlUgO IVI y C.'h a uno (,C sus artIcu os, constituyen derecho en sentido objetivo. Es el Derecho -digamos, en forma provisional-- creado por el hombre y objetivado en la nOrE~a, que se presenta así como objeto. Compete a la Filosofía del Derecho analizar en qué medida es creado por el hombre, y en qué medjc1a es descubierto. Sieln­pre -yen cualquier caso- la Filosofía indagará su fundamento.

El Derecho como facultad, es el derecho que tiene toe1<1 persona para invocar el derecho objeti­vo, en cuanto se le reconoce la facultad de peticio­nar, para que se le acuerde o se le reconozca HU

derecho determinado. Por ejemplo, un ciudadano o un grupo de ciudadanos peticionan a la autori­dad, para que se les reconozca el derecho de reunir­se en una circunstancia dada.

En el derecho objetivo, el Derecho se ha obje­tivado en la norma, y existe independientemente de cada sujeto de derecho; en el derecho subjetivo es,

94 FILOSOFÍA

precisamente, el sujeto el que se siente titular del mismo.

El Derecho reconoce, así, dos vertientes que me­recen ser profundizadas. Pero, en este deambular, hemos visto que hicimos uso de varios vocablos. En efecto, hemos utilizado también las voces persona, sociedad y cultura.

y ello es así, porque el Derecho es descubierto o creado por la persona que se halla en sociedad, y ésta, a su vez, pertenece a una cultura determi­nada !o.

El Derecho es un fenómeno psico - social- cul­tural. Y así como el conocimiento en las ciencias naturales comienza como conocimiento sensible, lo propio ocurre en el campo del Derecho. Tanto Santo Tomás de Aquino como Kant -aunque con distintas actitudes- han coincidido en afirmar que "nada hay en la inteligencia que no haya pasado antes por los sentidos".

En consecuencia, el punto de partida está en el conocimiento sensible, en la percepción de ciertos fenómenos característicos que se nos dan en la vida social. El jllsfilósofo los definirá como pertenecien­tes al Derecho, a partir del instante en que apa­rezcan como "principios objetivos y permanentes en las relaciones humanas, que serán caracterizadas como relaciones jurídicas".

10 Véase Apéndice Primero.

y FILOSOFÍA DEL DERECHO 95

La Ciencia del Derecho tiene como tarea deli­mitar inicialmente esos principios objetivos; anali­zar sus características, que los hacen permanentes, y definirlos como relaciones iurídicas. Y, finalmen­te, corresponde a la Filosofía del Derecho el estu­diar la esencia de tales fenómenos culturales llama­dos jurídicos, su origen y sus primeras causas.

Por eso, la Filosofía del Derecho persigue, fun­damentalmente, conocer la esencia del Derecho, lo que el Derecho es verdaderamente. De ahí que exista una abundante bibliografía coincidente, y que nos demuestra que el jusfilósofo pretende dis­tinguir, en primer lugar, el fenómeno jurídico de otros fenómenos culturales, como la moral, la polí­tica, la economía ...

En esta tarea, la Filosofía del Derecho se nos da como la ciencia filosófica cuyo objeto es el es­tudio de la esencia del Derecho, su origen, su fundamento y sus primeras causas.

B) Segunda a}Jl'O:rilllación. Dividimos estas re­flexiones para irrumpir de manera cada vez más profunda en el tema. Ya hemos dicho que existe una profusa bibliografía 11, Ello nos revela cuán importante es la cuestión, y, además, que los auto­res no sE' encuentran satisfechos con lo que sus colegas escriben o repiten.

11 Véase Apéndice Segundo.

96 FILOSOFÍ.~

Decir, dentro de nuestra actitud, que la Filoso­fía del Derecho estudia las causas primeras, pro­fundas y remotas del Derecho, y sus primeros prin­cipios, y que la Ciencia del Derecho estudia las causas segundas, nos puede servir de orientación; pero no es suficientemente claro. Saben lOS (Iue entre la Filosofía y la Ciencia existe una zona gris, una región en penumbra, donde los lindes no es­tán bien marcados. En nuestro esquema hemos dicho que una de las partes fundamentales de la Filosofía especulativa era la Metafísica, y dentro de ésta, la Crítica. Esta última disciplina 12 se ocu­pa de una serie de tópicos que hacen a las Ciencias v a la Filosofía . .'

Las posturas ar:timetafísicas no pueden prescin­clir de una teoría general de la ciencia, y de una teoría de cada ciencia en particular. Véase, por ejemplo, el auge actual de la Epistemología 13, que amenaza, según algunos autores, con desplazar o reemplazar a la Filosofía.

Pero antes de retomar el hilo de nuestro proble­ma, haremos aún una advertencia. Si existen cues­tiones fronterizas entre la Filosofía y la Ciencia cuando tratamos ele las ciencias físicas o naturales, éstas se ahondan cuando se pasa de la Filosofía a las ciencias humanas. En este campo, ya no se

12 Cfr. F. Renoirte, Éléments de eriUque ...

13 Cfr. R. Blanché, L' épistémclogie.

y FILOSOFL\ DEL DEl\ECHO 97

trata sólo del ser material, el ser móvil o el ser vi­viente. El ente que es el protagonista fundamental de la aventura jurídica, es el hombre. Y el hombre es un ente en libertad. La libertad es connatural al ser hombre; se halla ínsita en su ser. Y esto se revela, consecuentemente, en el hacer y en el obrar.

El hombre no sólo es, sino que obra v hace. Los ~ .'

individuos humanos son mudahles en la elección, La acción humana es libre, )' ello tiüe todo el mun­do que el homhre co - crea en el universo del arte y del trabajo, y las instituciones que funda en el mundo jurídico.

Por consiguiente, en la tarea de por sí ardua de la Filosofía y de la Ciencia, que buscan lo nece­sario dentro de lo contingente en el mundo natural, se suma aquí otra dificultad: la de hallar la razón de ser y la verdad en el mismo acto de la acción humana en cuanto deviene jurídica.

Lo que va dicho destaca la real importancia de una Antropología en la base del estudio de las cien­cias humanas y, lógicamente, del Derecho. Pero ello no es todo ni suficiente. No debe olvidarse que más allá de una Ciencia del Derecho determi­nada, corresponde siempre indagar sobre el ser de los entes. La raíz, pues, es siempre metafísica 14,

y aún hay algo más (y he aquí una segunda

14 J. J. Sanguinetti, La filosofía ... , p. 195.

98 l'ILOSOÚA

advertencia): la Filosofía y la Ciencia del Derecho son ciencias prácticas. No son ciencias especula­tivas, puesto que éstas tratan de reflejar lo que es de manera perfecta. Las ciencias prácticas versan sobre la acción, que intenta obrar, hacer, construir o crear algo. Las ciencias práctkas son opemtivas, tienen como objetivo producir algo. Tienden al ser del ente, a la verdad, a la belleza, al bien, para obrar y pam hacer.

El Derecho participa de la Metafísica, pero a través de la Moral, porque no puede prescindir del obrar libre del hombre, y, para ello, hay que en­tender qué es el bien y cuál es el último fin del hombre, para ordenar las acciones humanas 15.

Quiere ello decir que tanto la Filosofía del De­recho como la Ciencia del Derecho, estudian el fenómeno jurídico sin poder prescindir del fin ha­cia el cual se orientan los actos humanos. El objeto material de ambas es el estudio de las acciones humanas que son verdaderamente relevantes para entrar al campo de la ciencia jurídica. El punto de partida es la experiencia. Pero el objeto formal di­fiere.

La ciencia jurídica estudia el hecho y el acto jurídicos, como fenómenos que se dan en el espacio y en el tiempo. El fenómeno jurídico es estudiado desde el ángulo de la positividad; es indagado des-

15 J. J. Sanguinetti, La filosofía ... , p. 209.

y FILOSOFÍA DEL DERECHO 99

de el punto de vista normativo, ya sea en la ver­tiente de su nacimiento como tal ley positiva, o desde el punto de vista de su aplicación al caso singular, y todo ello en su dimensión individual v social. Un capítulo de la ciencia jurídica es dedi­cado a las instituciones jurídicas, a esas formas cris­talizadas de vida social encuadradas en el marco de lo jurídico. Las normas en general, los códigos, las relaciones, las instituciones, constituyen su objeto. Aquí están las causas segundas. Desde este punto de vista, las diversas teorías a que el fenómeno ju­rídico da lugar, ocupan un espacio no desdeñable en el amplio campo de las ciencias jurídicas. Y a esa labor dedican su tiempo los juristas.

La Filosofía del Derecho considera también el fenómeno jurídico, que siempre tiene como base la acción humana. Estudia las normas, las relaciones, las instituciones, las teorías sobre todo ello, pero desde el punto de vista de su orientación, en virtud del fin del hombre. El ser humano es considerado un ente en su relación con Dios, con el cosmos -con la naturaleza toda- y con sus semejantes. Todo el universo de los entes, ordenado a un fin, confluye para que se pueda determinar cuál es el verdadero fin propio del hombre, cuál es el supremo bien) y cómo se establecen jerárquicamente los bie­nes particulares del hombre. Es ésta una experien­cia totalizadora -la Filosofía es un saber totalizador y fundamental- que emerge y se constituye como

100 FILOSOFÍA

base fundante de la Filosofía del Derecho. La ac­ción del hombre, devenida jurídica, es juzgada a la luz de una nueva perspectiva, ya no meramente instrumental o técnica, sino como saber profundo. Aquí están las causas primeras -en otro orden, re­motas- que indaga la Filosofía del Derecho.

Por ejemplo, un bien particular del hombre es la conservación de la naturaleza, para que la vida humana sea posible. Desde el momento que las ciencias especulativas lanzaron el primer grito de alarma sobre el envenenamiento de las aguas y de la atmósfera, producido por el hombre contempor{t­neo, la Ciencia del Derecho -ciencia práctica- se dio a la labor de crear normas para limitar la acti­vidad humana en ese sentido. Nacieron así las leyes ecológicas 16. Corresponde a la Filosofía del Derecho el examen de las mismas desde el punto de vista de su razón de ser, en una valoración que incluye al hombre y a todo el cosmos. Las leyes ecológicas constituyen una buena muestra de la existencia del Derecho Natural. Y no se puede ne­gar que éste no sea un tema filosófico.

Quizá tenga ahora más sentido volver a decir que la Ciencia del Derecho indaga las relaciones

16 Cfr. P. Acot, Introducción . .. , y .1. Dont, Antes. .. - Leer la política determinada por la Conferencia de Estocolmo de 1972 para combatir la contaminación, así como las opiniones expresadas en las reuniones del Consejo de Administración del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (junio de 1973, en Gine-bra). .

y FILOSOFÍA DEL DERECHO 101

humanas en cuanto se tornan jurídicas, y en cuanto son permanentes y se objetivizan. Ahí se estudian las normas y las instituciones. :Mientras qlle a la Filosofía del Derecho le compete preguntarse por qué existe el Derecho o por qué existen relaciones humanas que llamamos jurídicas, qué es en esencia el Derecho, cuál es su origen, su funclmnento, sus primeros principios y sus primeras causas 17.

17 En consecuencia, el derecho suele ser definido como el arte () ciencia de dirigh la f!Cci/)ll h1nl~:H~a p~~ra 1o:~rar el bien C0111ún.

ESQUEMA GRÁFICO

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y FILOSOFÍA DEL DERECHO 103

El esquema gráfico tiene el propósito de Gyudar al logro de una mejor comprensión de los temas tratados en el texto. Tiene los defectos de las pretensiones de esta naturaleza; no obstante, pens~!­mas que cs útil para nuestro fin. Se señalan ahí hs disociaciones que plantean las opiniones de Hume y de Kant, qne preparan y abonan el terreno para el po,itivismo del siglo XIX. El primero, cnando, al atacar el principio de causalidad, produce la crisis cien­tífica del empirismo inglés; el s!'gundo, al tratar de fUilChmcntar un conocimiento científico de la inm:mcl1cia con Ulla consiguiente minusvalencia el!' la i\letafísica, y una s0par:',cic!l1 lleta ele ésta con la ~roral. Finalmentc -y esto ya en el C,\ll1pO elel Derecho-, Austin produce otra fune,ta disociación, al pretender constituir la Ciencia del Derecho con absoluta indcpcnd,,'licia de la moral.

APf::\DlCE pm~lERO

El derecho que mana de la persona, es imprescindible para reglar el orden social. Robinson Crusoe no tenia neeesida,\ l\e Hormas jurídicas, porque vivía solo en su isla. Sin emhargo, los nállfragos de La isla misteriosa, de Julio Verne, tuvieron ya la ne­cesidad de un jefe, quien dalla las normas y administraba justicia.

Persona -en cnanto vocablo- proviene del término latino per­sona, que significaba múscara. En la tragedia griega -recllérdc,e el amplio teatro al aire libre-, el actor llevaba nna múscara que amplificaba la voz. El personaje era el qnc encarnaba el actor con su máscara especial que lo caracterizaba. Ser persona signifieaha representar un personaje, enmascararse.

En H.oma, persolla t'S también .\ujeto legal. Es cierto q\le el término tiene tamhién UIl significado teológico y filosófico. Pero, fl\ndamentalmentc, ser pcrSOl1:l ~igllificaba ~er suieto de dC'rceho. Entre nosotros, Dalma<:io V t'kz Sársfield, en el :ll't. :30 del Ce,eI. Civil, nos dice -siguiendo el hito tL1Z:\elO por los r(l¡naWJS-- r¡1IC' "persona cs tocIo elite smc('ptihle de' adquirir derechos y contraer obligaciones". Y b r(~cicllt(~ le) Hl..);)(l (Ley de sociedades), en su art. 29 nos dice que las sociedades SO!! "S1\jctos de derecho", con el alcance que la ley determina.

La noción ele persona fue elaboratla cn el peusamiento cris­tiano a partir del Concilio de Nicea (325). Heliga en Cristo lo humano y lo divino, y, al mismo tiempo, distingue amhos aspectos. San Agustín (354-430) se encarga luego de mostrar en la icle., de persona la nota de intimidad, perdiendo el concepto su relativa exte­rioridad. Se ha dicho que la idea de intimidad -o, si se qui",re, la experiencia y la intuición de intimidad- le sirvió para lncer de

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esta relación consigo mismo, no una relación abstracta, sino una relación eminentemente "concreta" y "real".

Pero fue Boecio (480-524) quicn contribuyó, finalmente, a delimitar con mucha preeisión el vocablo. En su Líber de persona definió a la persona como "una sustancia individual de naturaleza racional". La persona es así sustancia; es decir, existe por derecho propio, es sui iuris, y, al mismo tiempo, es incomunicable.

~Iás tarde, sobre este concepto, al analizárselo en profundidad, se ha advertido que la persona es una entidad psicofísica, pero nO rednctib1e a pma entidad pSicofísica. Es deeir, si bien ése es el punto de partida (entidad psicofísica, Sil! llIris, incomunicahle), también t'S yerdad que es libre, que se comunica, (pIe se abre en la trascendel:cia.

J. Fcrrater i-,[om, en su Diccionario de fífo8ofía (voz "persona"), dice qllé' "la Tcalidad llamada persona oscila continuamente entr!"' la absoluta propiedad y la ahsoluta elltrcga. Por eso, la persona ('5 algo que se está haciendo sif'mpre, evitando por igllal el doble ("colla de la Simple individualichd psicofísica y de la pura espi­ritualidad".

y le! persona SE' realiza en sociedad. Aristóteles, en su I'olítica, ya lo había dicho. Al afirmar l}11E' "el hombre cs un animal (zuon) pulítico", quería significar que sólo en la vida de la ciudad (pulís) puedE' realizarse 11lenamentc.

Existe sociedad cuando los Sé'res racionales (hombres en sen­tido de personas) se sienten unidos. ASÍ, definiríamos a una 50-

cieelad diciendo qur "es la unión moral y constante de seres racio­nales que aspiran al bien común \ fin de la sociedad) ". SllS ele­mentos son: 1 Q) los socios; 2\') la acción social o combillac¡¿lll de las actividades de los socios; 3'.') el fin (bien común); 4V ) la autoridad; e, decir, el derecho de dirigir la acción social al fin de la sociedad.

y bien: el derecho es cre;lllo (en eu,mlo derrcho positivo) por {'] hombre para rrgbr su vida en sociedad. Y ésta, dijimos, pertenece siempre a una ('\lllma determinada. De.,de los sofistas, los hombres fueron conscientes de' la existencia de dos ór~!enes distintos: el mundo de la Natur,tlE'za y ('1 mundo de la Cultura. El derecho forma parte de este último.

Con admirable justeza Ferrater ~lora delimita el concepto de cultura en su Diccionario. Trascribiremos parcialmente su razona­miento: "La cultura se diferencia de la Naturaleza por 110 ser, como ésta, por decirlo así, mera presencia o, como Rickert, 'el conjunto

PRIJ\IERO 107

de lo nacido por sí, oriundo de sí y entregado a su propio cono­cimiento', sino objeto o proceso al cual está incorporado un valor y está subordinado a él. De ahí que un objeto natural pueda ser también un objeto de la cultura o viceversa: la estatua, que es, desde el punto de vista de la Naturaleza, un trozo de mármol cuyo caractéJ'es estudian la física y la mineralogía, es, desde el punto de vista de la cultma, una forma valiosa, un objeto al cual está incorporado el valor de la belleza o el valor de la utilidad. Los objetos de la cultura son así objeto formados -o trasformados­por el espíritu. Pero los objetos culturales no necesitan ser forzo­sarnent\.' objetos de la Naturalt'za elaborados y cultivados, como lo es el campo labrado o el trozo de mármol esculpido; pueden ser tamhién, y son en la mayor parte de los casos, objetos no representados a través de una entidad natural: mitos, leyendas, creen­cias religiocoas, organizaciones políticas, ideas científicas, prácticas morales, costumbres. Toda esa gran cantidad de objetos, pero que en todos los casos haccn referencia a \In t:{/lor o dís¡;alor, constituyen el mundo d" la cultura, cnya difC'l't'l1cia (por lo menos, conceptual) con rE'specto al mundo simplemente natural comienza a reconocerse hoy con todas sus consecucncias y con toda S11 amplitud. Pero la cultum no es solamente lo creado, lo formado y Jo trasformado; es tamhién el acto dc esa trasformación, el proceso de b actividad humana, que se objetiviza en los bienes. A este proceso se llama habitualmente espíritu suhjetim, a difercncia del espíritu objetivo, de la vida humana objetin1C]a, (jue constituye el orbe de los ohjetos culturales. Los prohlemas de la filosofía de la cultura se refieren principalmelJte, e11 primer l¡¡gar, a la creaClOn y tnlsformación de los bient's culturales: en segundo término, a los propios hienes culturales, a su estilo, forma y estructura en cuanto sc han ildc­pendizado de la vida humana y cOllstittlyen, como dice Simmel, 'la provisión de espidtualidad objeti\'ada por la especie humana en el cmm de la historia'; finalmente, se refieren a la mutua relación entre los espíritus suhjllivo y objetivo, a la formación o alteración de este último por el primero, y a hs formas de la viela hUnlana adoptadas de acuerdo con el lll\1mlo cultural preexistente. Si la vida hum:lI1a es continuamente una forll1ación y trasfofllJación el e bienes culturales según su espontanpidad originaria, es también. al misma tiempo, un vivir dentro de los biencs trasmitidos o reco­nocidos, un existir dentro de la continuidad histórica y de la tra­dición. La primera de dichas investigaciones supone una teoría de la vida, una determinación de la eseneia del hombre en el marco de una antropología filosófica; la segunda comporta un examen del

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espíritu objetivo, de sus estilos efectivos y posibles, de sus forIPas y clasificaciones; la tercera es, como la culminación de toda filo­>ofía de la cultura, el resultado de las anteriores investigaciones

'parciales, y supone, cntre otras cosas, una c1ilucithciGll de las dis-tintas forma5 del saber y una completa filosofía de la existencia",

Esa actitud existencial de un pueblo y ele una hora se revela en Ja época actual en un hacer, generahnente ll1asivo, que da Jugar a la llamada ciyilización del trallaio, Un análisis prohmdo no puede prucinclir hoy del fenómeno laboral. Y una Filosofía del Derecho, ('11 última instancia, tiene S11 raíz en este hacer, como Jo insinuamos (';1 nuestra Filosofía del fraúain (DepalllJa, Buenos :\ires, 1976),

Ahora llien; el clncdlO se nos da primeramente COlllO uu fenó­/llellO (del griego, aqUello que aparece), Así como existen fenó­nlt:nos naturales -que son estudiados por las ciencias físicas, por ejemplo-, también exislen fenómenos cultnralcs, uno de los cuales es el Derecho,

Éste se nos del, pues, como un fenómeno psico-sociul-clIltllral.

APÉ.\'DICE SEGUNDO

De la extensa bibliografía existente, sería preciso hacer una esquematización, cosa que iría más allá del propósito de este Apén­dice. Tampoco pretendemos agotar -ni mucho menos- la cita de todo lo que se ha escrito al respecto. Pero cabe destacar algunos aspectos. En primer lugar, quien se ubica en una postura meta­física, no puede menos que distinguir claramente entre Ciencia del Derecho y Filosofía del Derecho. Quizá una de las más lúcidas interpretaciones del tópico sea la de José María I\lartínez Doval, quien, en La estructura .. . , dice: "La distinción entre Filosofía del Derecho y Ciencia Jurídica no debe buscarse en el tema que cada una de ellas consideraría con exclusividad, sino en los aspectos for­ma/es que dentro del mismo tema competen a los dos modos de conocer. . . De esta manera, el objeto material, el tema propio de la Filosofía y de la Ciencia del Derecho, es el mismo. Las dos se dirigEn a la realidad jurídica tomada en su conjunto, y tratan al mismo tiempo tanto del derecho positivo como del derecho natural. Lo que distingue a una y otra es la especial formalidad que en la consideración del mismo tema compete respectivamente a cada una. . . La filosofía investiga quid ius; la ciencia jurídica, quid il/ris. El tema es idéntico; sólo los aspectos formales son dis­tintos" (p. 40-41). "El tema [de la Filosofía del Derecho], el objeto material, será la realidad jurídica tomada en su conjunto" (p. 41). "Lo que constituye formalmente a la filosofía jurídica en un grado típico de conocimiento, más todavía que el aspecto for­mal que considera en el mundo del Derecho, es el modo particular del análisis que emplea en la determinación conceptual de la reali­dad jurídica... Al analizar aquella realidad en busca de sus ra­zones explicativas y de su constitutivo inteligible, el conocimiento

no APÉNDICE

filosófico construye una serie de nociones y de juicios, que aunque siempre relativos a la conducta del hombre en cuanto objeto reali. zable, son referidos y reconducidos a los principios supremos que regulan esa conducta... En esta especificidad del análisis filosó­fico es donde debemos buscar en última instancia la autonomía propia y la tarea concreta de la Filosofía del Derecho dentro del ámbito general del conocimiento jllfídico" (p. 42-43).

Compartimos la opinión de quienes piensan que, a esta altura de los conocimientos, se pueden esquematizar todas las posiciones. Fernández-Galiano, en su Introduccitín ... , sintf'tiza así las diver­sas posturas:

19 ) Las que niegan la posibilidad de que la rf'alidad jurídica pudiera ser objeto de una consideración científica, lo cual implica rechazar igualmente un conocimiento filosófico del Derecho;

2\» Las que admiten la posibilidad de su existencia, y ad-vierten que queda como problema el de considerar las relaciones entre ambas (Ciencia del Derecho y Filosofía del Derecho);

39 ) Las que se preguntan si es posible la Filosofía del De­recho -cosa que, en verdad, no expresa así el autor citado-, y si la elahoración de la Filosofía corresponde a los filósofos o a los juristas -esto sí lo dice-, y responde luego por b afirmativa.

Para dicho autor, la solución es ésta: "[La Citc'ncia del De­recho] se enfrenta con su objeto, el Derecho, considerúndolo como ya constituido; le interesa el modo como se manifiesta, y la manera como regula determinados actos de convivencia humana; pero de su consideración se escapa la cuestión primaria del ser mismo del Derecho, de su íntima estructura entitativa ... " (p. 17). Luego añade: "Los problemas ontológicos son privativos de la Filosofía; las disciplina~ científicas estudian este o aquel ser en sus aspectos fenoménicos, pero no su carácter entitativo, atendiendo precisa y exclusivamente al ser en sí mismo, lo cual queda reservado a la Filosofía" (p. 17-18). "De suerte, pues, que halmi, por lo pronto, un problema sustraído a la competencia de la ciencia jurídica: el problema del ser del Derecho. Pero no es solamente ése el objeto de la Filosofía del Derecho, sino también la cuestión ele la funda­mentación del mismo: la Jurisprudencia estudia el Derecho tal como estú vigente en un momento y lugar determinados; pero la filosofía debe contestar a la pregunta de por qué el Derecho obliga las va· luntades de los hombres, lo cual es evidentemente una cuestión metacientífica, por lo mismo que la respuesta' a ella es, desde un punto de vista lógico, previa al Derecho mismo; esto es, al objeto

SEGUNDO 111

de la ciencia jurídica, por lo que ésta es incapaz de abordar el problema" (p. 18).

Aborda luego este autor el problema planteado modernamente por el positivismo, y opina que esta corriente hizo notables esfuerzos para remediar la insuficiencia de b ciencia jurídica: fundamenta­ción y valoración axiológica del Derecho positivo sin recurrir a concepciones metajurídicas y filosóficas, sino desde la misma ciencia jurídica: Allgemeine Hechtslehre, clesarrolbda en Alemania (:Gn 11er­kel, Somló, Berlíng, etcétera, y la Arwlytical School 01 JI/risprudellce, fundada en Inglaterra por Austin (p. 18).

En resumen, volviendo nuevamente al pensamiento propio, Fer­nández-Caliano concluye así: "La Filosofía del Derecho estudia la realidad jurídica en un phmo de abstracción, atendiendo a los problemas jurídicos con absoluta indepmdencia de todo ordenamien­to concreto, en tanto que la Ciencia del Derecho se ocupa de éste tal como se manifiesta de hecho, en lugar y tiempo determinados, o bien come: llormatividad reguladora de las relaciones humanas (derecho civil, penal, etcétera); en definitiva, la Jurispl'1ldencia () Ciencia del Derecho tiene por objeto el Derecho positil:O" (p. 19).

Las últimas reflexiones del autor hispano, que hemos citado, ponen de relieve que la situación que pI problema plante.\, se re­suelve según sea la postura del pensador. El positivismo quiso prescindir ele una Filosofía del Derecho, y le ocurrió lo que a Jos positivistas tlUe se dedican a las ciencias naturales: cuando advirtió su insuficiencia, tuvo que recurrir a un sucedáneo que llamó de muy diversas maneras. Se trató, a veces, de una Epistemología; otras, de una :\letodología, y por último, de una Teoría Gpneral. Ello demuestra la insufieiencia de la ciencia empírica por sí sola para resolver los problelllas que ella misma plantea. Por eso, todo positivismo incluye dentro ele sí problemas más graves que lus que se quieren soslayar anatematizando a la Metafísica.

Ubicado en una perspectiva histórica, Sergio eotta, en Pri/lll orientamenti. .. , sostiene que en la época antigua la Filosofía del Derecho absorbió a la ciencia jurídica; en un período medio estu­vieron divorciadas, y en la edad contemporánea la ciencia jurídica se empeña en querer absorber a la Filosofía del Derecho. Sin entrar a considerar la justeza del aserto -es ind uda ble que para el positivismo la única ciencia es la que versa sobre el único De­recho existente, o Derecho positivo-, cabe elestacar que el autor se esmera por la superación del problema. - Así, indica que la ciencia jUl'ídica tiene la tarea de estudiar el Derecho positivo -es

112 I

APENDICE

decir, el vigente-, describir sus reglas y las instituciones existentes. La Filosofía del Derecho, por su parte, estudia el derecho que debe ser, que viene propneoto con posturas críticas respecto ai Derecho vigente. Distingue así el Derecho positivo (ius conditll1n) y el Derecho que debe ser, o Derecho ideal (¡liS condendulIl) (p. 15-70). Estas ideas se hallan vertidas tamhién en la obra Prospetti¡;e . .. , del autor citado.

En este tema, finalmente, bs advertencias deben ser muchas, necesariamente. Por ejemplo, los sentidos de las expresiones "cien­cia" y "filosofía" van cambianelo, según la corriente en que se ubica el autor. Así, la "filosofía" para un positivista puede referirse meramente a una reflexión sobre el quehacer de los científicos; en tanto que para un pensador jusnaturalista la Filosofía no puede preScindir ele plantearse el problema del ser del Derecho en cuanto éste se da independientemente del hombre que lo piensa.

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