leo strauss: el arte de leer

350

Upload: olinzher-nagashi

Post on 06-Oct-2015

182 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Hilb Claudia

TRANSCRIPT

  • CLAUDIA HILB

    LEO STRAUSS: EL ARTE DE LEER

    Una lectura de la interpretacin straussiana de Maquiavelo, Hobbes,

    Locke y Spinoza

    FONDO DE CULTURA ECONMICA

    MXICO - ARGENTINA - BRASIL - CHILE - COLOMBIA - ESPAA ESTXOOS UffoasOf.AMf.xcn- GVATTMMA - PER- VENEUSOA

  • Primera edicin, 2005

    Hilb, Claudia Leo Strauss, el arte de leer: Una lectura de la interpretacin straussiana de

    Maquiavelo, Hobbes, Locke y Spinoza - 1* ed. - Buenos Aires : Fondo de Cultura Econmica, 2005.

    360 pp . ; 20x13,5 cm. (Colee. Filosofa)

    ISBN 950-557-641-2

    1. Filosofa Poltica I. Ttulo CDD 320.

    D. R. 2005, FONDO DE CULTURA ECONMICA DE ARGENTINA, S.A. El Salvador 5665 / 1414 Buenos Aires [email protected] / www.fce.com.ar Av. Picacho Ajusco 227; 14200 Mxico D.F.

    ISBN: 950-557-641-2

    Fotocopiar libros est penado por la ley.

    Prohibida su reproduccin total o parcial por cualouier medio de impresin o digital, en forma idntica, extractada o modificada, en castellano o en cualquier otro idioma, sin la autorizacin expresa de la editorial.

    IMPRESO EN I A ARGENTINA - PRINTBD IN ARGENTINA Hecho el depsito que marca Ja ley 1 J.723

  • LISTA DE ABREVIATURAS DE OBRAS CITADAS*

    CM: The City and Man GS: Gesammelte Schriften

    JPCM: Jewish Philosophy and the Crisis ofModernity - Essays and Lectures in Modern Jewish Thought

    LAM: Liberalism Ancient and Modern NRH: Natural Right and History

    OT: On Tyranny PAW: Persecution and the Art of Writing

    RCPR: The Rehirth ofClassical Political Rationalism: An Introduction to the Thought ofLeo Strauss

    PPH: The Political Philosophy ofHobbes SA: Scrates and Aristophanes

    SCR: Spinoza's Critique of Religin SPPP: Studies in Platonic Political Philosophy

    TM: Thoughts on Machiavelli WIPP: What is Political Philosophy?

    "Los libros de Leo Strauss se citan en el cuerpo del texto con sus iniciales, en cursivas y entre parntesis, seguidas del nmero de pgina correspondiente, excepto en la primera mencin, donde se indican en nota al pie los datos bibliogrficos completos y la abreviatuta que se utilizar. Los artculos y conferencias se citan en nota al pie y a continuacin se menciona de forma abreviada el ttulo de la obra a la que pertenecen. Una lista completa de las obras de Leo Strauss puede consultarse en las pginas 335-339. Todas las citas de Leo Strauss han sido traducidas por Claudia Hilb (N. del E.).

    7

  • AGRADECIMIENTOS

    Este libro constituye una versin ligeramente modificada de mi tesis de Doctorado defendida en junio de 2004 en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Ni aquella tesis ni este libro hubieran llegado a conclusin si, durante los ms de cuatro aos en que dediqu la mayor parte de mi tiempo de trabajo a su elabora-cin, no hubiera contado con el apoyo constante de algunas institu-ciones y muchas personas cercanas.

    En la Facultad de Ciencias Sociales y el Conicet encontr, de di-versas maneras, la estabilidad profesional que me permiti dedicar-me de manera duradera a un proyecto intelectual de largo aliento, en aquellos aos de la Argentina en que la estabilidad fue un bien ms valioso de lo que es posible describir.

    Mis colegas profesores, becarios y alumnos- del Proyecto UBACYT "Conservadores y contrarrevolucionarios. La crtica antimoderna de la modernidad poltica" me proporcionaron durante todo ese lapso un mbito de discusin grupal privilegiado, con esa combinacin extraordinaria de camaradera y rigor intelectual que nuestra Univer-sidad de Buenos Aires es, para nuestro orgullo y tal vez para nuestra sorpresa, siempre capaz de generar y regenerar.

    En el Centro de Investigaciones Filosficas de la calle Miones encontr un refugio de incomparable tranquilidad para trabajar, una biblioteca de gran riqueza, la compaa estimulante de mis colegas y la generosidad personal e intelectual de Leiser Madanes.

    Los integrantes de la Ctedra "Problemas de legitimidad en el orden poltico contemporneo" de la Carrera de Ciencia Poltica de la Facultad de Ciencias Sociales me ofrecieron durante todos esos aos un apoyo incondicional. Fueron, como siempre, interlocutores exigentes para mis ideas y soportaron con resignacin y humor mi creciente straussianizacin.

    9

  • 1(1 LEO STRAUSS: EL ARTE DE LEER

    Diego Rossello y Alejandro Bonvccchi me brindaron su ayuda es-pontnea y generosa desde Chicago y Pars. Dcnis Baranger, Isidoro Cheresky, Vicente Paiermo y muchos amigos y colegas ms me acom-paaron y alentaron durante todo ese tiempo, interesndose por un trabajo que yo imaginaba deba resultarles abstruso. Mabel Kolesas, desde la Biblioceca del Instituto Gino Germani, respondi a mis pe-didos ms inslitos con tanta eficiencia como buena disposicin.

    Mi director de tesis, Juan Carlos Portantiero, supo siempre cmo y cundo ayudarme para llegar hasta la conclusin de mi trabajo. Las observaciones de los integrantes del jurado de tesis, Horacio Gonzlez, Leiscr Madanes y Hugo Quiroga, constituyeron un estmulo podero-so para intentar transformar aquella monografa en este libro. En Fon-do de Cultura Econmica, mi editora, Mariana Rey, hizo fcil lo que yo tema imposible.

    Por fin, mi marido y mi hija no slo me soportaron estoicamente en los peores momentos de estos aos. Emilio me alent desde el primer da y fue -como desde hace aos, y ms que nunca- un interlocutor y lector generoso, inteligente y pleno de humor. Julia fue, ntima-mente, el motor que me impuls para llevar a conclusin un designio varias veces postergado. A ellos dos, y a la herencia de mis padres, les agradezco haberme llevado hasta aqu.

    Buenos Aires, noviembre de 2004

  • INTRODUCCIN

    I concluded in other words that we muse learn co consider seriously, i.e. detachedly, the possibility that Swift was right when he compared die modern world to Lilliput and che ancient world to Brobdingnag.

    LF.O STRAUSS, The Poltica!' Phibsopy ofHobbes '

    I. CMO LEER A LEO STRAUSS?

    Quienquiera haya incursionado alguna vez, aunque sea lateralmente, en la lectura straussiana de los pensadores modernos tal vez haya sido ganado en primera instancia por la misma perplejidad que experi-ment yo en mi contacto inicial con Leo Strauss.

    Me encontr por primera vez con el nombre de Strauss hacia 1982 o 1983, a travs de los textos y los seminarios de Claude Lefort. Mi admiracin por Lefort, quien se refera a Strauss a la vez con enorme respeto pero tambin con lejana, me llev a procurarme no sin difi-cultad una fotocopia de la edicin en francs de Natural Right and History, fechada en 1954, agotada y sin reeditar para aquella poca. Lo le casi todo y entend muy poco; ni siquiera, creo, comprend por qu no lo entenda. Sin amilanarme me procur Persecution and the Art of Writing, que por momentos cre entender algo ms, y de ma-nera asistemtica y parcial, siempre en traduccin francesa, le tam-bin On Tyrannyy The City and Man, que nuevamente me resultaron

    En otras palabras, llegu a la conclusin de que debemos aprender a considerar seriamente, es decir, desinteresadamente, la posibilidad de que Swift estuviera en lo cierto cuando comparaba el mundo moderno con Lilliput y el mundo antiguo con Brobdingnag." Leo Strauss, The Political Phibsophy ofHobbes: Its Basis and Its Gnesis, Chicago, University of Chicago Press, 1952, p. XV (en adelante PPH).

    11

  • 12 LEO STRAUSS: EL ARTE DE LEER

    completamente hermticos. Cuando aos despus, en una librera de la ciudad de Crdoba, hall un ejemplar en castellano de Qu es filo-sofa poltica tuve la sensacin de reencontrarme tras largo tiempo con un viejo conocido. Ese ejemplar, que conservo con particular cario, ya bastante maltrecho, debe ser uno de los pocos de la vieja edicin de Guadarrama en circulacin en nuestro pas.

    En 3 996, con un grupo de jvenes colegas y becarios de Ja Facul-tad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, nos pro-pusimos organizar un seminario destinado a leer de manera sistem-tica NaturalRight and History. Creo que nunca superamos el captulo dos, pero s tambin que fue entonces cuando empec a vislumbrar qu era lo que hasta ese momento haba obturado mi comprensin de la obra de Strauss: en el curso de aquellas discusiones descubr que, para comprender a Strauss, haba que proceder de la manera como el propio Strauss indica que debemos proceder respecto de Spinoza: si rechazamos a litnine la creencia de Spinoza de que su sistema es el sistema verdadero, subraya Strauss en How to Study Spinoza's Theological Political Treatise, nunca podremos comprender-lo porque careceremos del incentivo necesario para ello. En otras pa-labras, entend que para comprender a Strauss deba partir de la base de que Strauss poda tener razn.

    Con respecto a qu era preciso estar dispuesto a pensar que Strauss poda tener razn? Esencialmente, haba que admitir la posibilidad de acordar validez a una mirada que se inclinara crticamente sobre el pensamiento moderno sin dar por adquiridas las premisas mismas de este pensamiento. Esto es, era preciso hacer el esfuerzo de no aceptar como evidentes los presupuestos sobre los que se asienta la moderni-dad; slo as estara uno en condiciones de tomar en serio la afirma-cin straussiana de la posibilidad -y la necesidad de reabrir la quere-lla entre Antiguos y Modernos. En otras palabras, para entender a Strauss era necesario acordarle a posibilidad de que, como lo indica la afirmacin que cierra el prefacio de 1962 a la traduccin en ingls de su libro sobre Spinoza, el retorno al pensamiento premoderno fiera posible.

  • INTRODUCCIN 13

    2. LEO STRAUSS Y EL PENSAMIENTO POLTICO MODERNO

    Sin lugar a dudas, la obra de Strauss puede ser abordada de manera fructfera a travs del eje de su confrontacin con el pensamiento poltico moderno. Su mirada descentrada respecto de la modernidad su anclaje en el pensamiento antimoderno, o premoderno, su des-naturalizacin de las premisas sobre las que se asienta el pensamiento moderno es a mi entender la clave de la riqueza extraordinaria que, pese a su carcter muchas veces controvertible, posee su lectura de los autores modernos: porque Strauss los mira desde donde no los ha mirado nadie, la obra de los clsicos de la modernidad nos libra sen-tidos que nadie antes haba descubierto. Si bien por motivos que sern explicitados ms adelante esta investigacin no se ha propuesto abordar de manera frontal el eje de la Auseinandtrsetzung de Strauss con el pensamiento moderno, he credo de todos modos oportuno exhibir en esta introduccin, aunque sea de manera sinttica, ciertos elementos centrales que se articulan en torno de dicho eje a fin de facilitar al lector poco familiarizado con Strauss el ingreso al arduo universo de su pensamiento.

    La oposicin de Strauss al pensamiento poltico moderno puede ser leda a travs de la conjuncin de ttes tipos de diferencias estrechamen-te entrelazadas: diferencia respecto de la comprensin del hombre, di-ferencia respecto de la comprensin del conocimiento^ diferencia res-pecto de la comprensin de la poltica. Ninguna de estas diferencias puede ser cabalmente comprendida si no es en relacin con las otras dos. La presentacin que de ellas se realiza a continuacin es necesaria-mente esquemtica y no toma en cuenta la manera como, en la lectura de Strauss, los distintos pensadores polticos modernos, aun en sus se-mejanzas, representan respuestas diferentes respecto a cada una de estas confrontaciones. Esto ltimo ser tratado ms adelante.

  • M LEO STRAUSS.- EL ARTE DE LEER

    a. La diferencia respecto de la comprensin del hombre

    La comprensin moderna del hombre est anclada, sostiene Strauss a travs de toda su obra, en el divorcio de la comprensin de los fines del hombre respecto de la comprensin de los fines de la naturaleza, y en la concomitante colocacin del hombre como centro del univer-so; para el pensamiento moderno la naturaleza y los fines del hombre ya no son comprendidos en relacin con la naturaleza y los fines de un todo que lo trasciende. El humanismo moderno -el pensamiento con centro en e hombre- es indisociable de la ruptura con una con-cepcin releolgica del universo.

    El igualitarismo moderno debe ser comprendido a la luz de esta ruptura: ai disociarse la naturaleza y los fines del hombre de su ins-cripcin en un too que lo trasciende se destituye la posibilidad de reconocer en las diferencias entre los hombres una jerarqua ordena-da segn su perfeccin, es decir, segn su mayor o menor correspon-dencia con su finalidad natural determinada por un estndar que trasciende al hombre. De ello derivan dos consecuencias distintas pero a la vez, nuevamente, estrechamente relacionadas: por un lado, la desestimacin de toda diferencia entre los hombres en trminos de una mayor o menor perfeccin y su comprensin en trminos de una manifestacin de simples preferencias no susceptibles de valoracin desigual. Por otro, la interpretacin de las diferencias entre los hom-bres a partir de una jerarquizacin ya no de los fines, que no pueden ser ordenados segn su mayor o menor valor, sino del modo como la accin de elegir, de decidir ella misma es llevada a cabo de manera ms o menos determinada, seria, genuina.

    El pensamiento moderno niega que podamos poseer un saber lti-mo respecto de los principios ltimos de nuestras elecciones: stas no tienen otro soporte que nuestras preferencias arbitrarias individua-les, culturales, epocales. La consecuencia que e) liberalismo moder-no, hijo legtimo del igualitarismo de la Ilustracin, extrae de esta afirmacin, entiende Strauss, es la promocin de la tolerancia de to-das las preferencias: para ser coherente con su rechazo de rodo esrndar,

  • INTRODUCCIN 13 |a tolerancia debe abarcar incluso la tolerancia de la intolerancia. El respeto del cultivo indiscriminado de Ja individualidad lleva a consti-tuir a la tolerancia en un valor ms, sin mayor legitimidad que la intolerancia: la igualacin de todos los valores, incluidas la tolerancia y la intolerancia, en nombre de la afirmacin del individuo es la con-secuencia necesaria de un humanismo moderno consecuente.

    b. La diferencia respecto de la comprensin del conocimiento

    La concepcin moderna del hombre, la negacin de su inscripcin en una naturaleza que lo trasciende, est afirmada dogmticamente por el pensamiento moderno: ste es un segundo eje que, en estrecha consonancia con lo expuesto ms arriba, recorre la obra de Leo Strauss.

    La reapertura, por parte de Strauss, de la querella entre Antiguos y Modernos est sostenida de manera permanente sobre la afirmacin de que la concepcin moderna del hombre, lejos de estar sostenida sobre la refutacin de las pretensiones de la teologa o la teleologa clsicas, est asentada sobre su rechazo dogmtico. Como lo veremos a lo largo de nuestro trabajo, ste es un eje permanente de la discu-sin que Strauss entabla con los autores clsicos de la teora poltica moderna. El pensamiento moderno, al no ser capaz de refutarla, ha querido expulsar a la teologa ridiculizndola, y cuando ha credo refutar a la filosofa clsica slo la ha emprendido contra una com-prensin errnea de ella. Para Strauss, la vitalidad del pensamiento occidental premoderno reside precisamente en la imposibilidad de la filosofa de refutar a la teologa, y en la no menor imposibilidad de la teologa de refutar a la filosofa. El pensamiento moderno cree haber logrado superar a ambas, pero un examen desprejuiciado de sus pretensiones habr de revelar que esa pretendida superacin se reduce a la afirmacin dogmtica de su imposibilidad.

    El dogmatismo de la filosofa moderna, que se expresa en la nega-cin dogmtica de una naturaleza teleolgica y en la afirmacin de un hombre enfrentado a una naturaleza hostil, tiene como primer

  • J6 LEO STRAUSS: EL ARTE DE LEER

    corolario la disociacin del conocimiento de los fines del hombre del conocimiento de la naturaleza y la transformacin de la bsqueda clsica del conocimiento -el conocimiento del todo, el conocimiento de los fines en epistemologa y metodologa. La ciencia moderna de la naturaleza es, segn Strauss, en sus inicios la heredera la hija dilecta, y no la madre de esta transformacin en la comprensin de la rela-cin entre hombre y naturaleza; con el desarrollo de la ciencia natural no-teleolgica en la brecha abierta por la disociacin de los fines del hombre y los fines de la naturaleza, el conocimiento de los fines cede-r el lugar al conocimiento de los mecanismos; el conocimiento del qu dar paso al conocimiento del cmo. La transformacin en la comprensin del conocimiento imprimir a su vez una marca indele-ble sobre las modernas ciencias del hombre: divorciadas de la com-prensin del Todo de la naturaleza, stas sern o bien humanistas orientando sus fines exclusivamente por su comprensin del hom-bre y no por la ciencia moderna, no-teleolgica de la naturaleza o mecnicas -orientadas sobre el modelo de las ciencias naturales. Este desarrollo en la comprensin del conocimiento, recordamos, ha sido entonces a ojos de Strauss tributario de un presupuesto dogmtico: el de una separacin infranqueable entre los fines del hombre y la natu-raleza.

    La crtica straussiana tendr por objeto, entonces, sacar a la luz eJ carcter dogmtico de las premisas sobre las que se apoya el pensa-miento moderno. Pero tendr tambin la finalidad de restituir lo que es, segn Strauss, el carcter ms profundo de la filosofa clsica fren-te a la errnea interpretacin que de ella ofrece el pensamiento mo-derno: para nuestro autor la filosofa clsica, lejos de ser dogmtica, es propiamente zettica: no consiste ni en la afirmacin dogmtica del conocimiento del todo, ni en su negacin igualmente dogmtica, sino en la bsqueda de conocimiento del todo. Es precisamente su carc-ter no dogmtico que la expone a la imposibilidad de refutar las pre-tensiones de la revelacin y que la expone tambin, como veremos ms adelante, a la necesidad de hacerse cargo de la divulgacin res-ponsable de su saber.

  • INTRODUCCIN 17 c. La diferencia respecto de la comprensin de los fines de la poltica

    Para el pensamiento moderno, sostiene entonces Strauss, no existe una jerarqua natural entre los hombres. La indagacin de los fines de los hombres debe anclarse ya no en una finalidad que los trasciende y ios conduce hacia su perfeccin sino en su naruraleza primera; no en aquello que los distingue unos de otros, sino en aquello que los asemeja: en sus pasiones. La preocupacin moderna por el orden po-ltico estar en consecuencia orientada en funcin de la realizacin del orden ms capaz ya no de conducir a los hombres a la felicidad entendida como perfeccin, sino a la felicidad entendida en los tr-minos de la realizacin de sus pasiones comunes ms poderosas -de lo que los hombres son y no de lo que deben ser.

    Como habremos de observar reiteradamente a lo largo de los dis-cintos captulos de este libro, para Strauss la reorientacin de los fines de la poltica liga de manera indisociable la postulacin de la ausen-cia de jerarquas naturales el igualitarismo moderno- con la com-prensin moderna de la filosofa poltica. Para la filosofa clsica, en-tiende Sttauss, el fin de la ciudad est ordenado con miras a promo-ver la vida ms conforme a la naturaleza de los hombres, esto es, con miras a promover la ms alta perfeccin de los hombres perfeccin que ttasciende a la polis- peto en conocimiento, a la vez, de que la vida humana slo es posible en la polis. Slo algunos pocos hombres pueden alcanzar la ms alta felicidad, la que provee la vida contem-plativa. Pero aun estos pocos necesitan, para ello, la existencia de la ciudad. La existencia estable de la ciudad exige a la vez que perma-nezca oculta a los ojos de la gran mayora su incapacidad de alcanzar la felicidad ms elevada. Y exige sobre todo que permanezca oculto a sus ojos aquello que se torna visible para los mejores: que la filosofa no consiste en la contemplacin de ia verdad sino en la bsqueda permanente del conocimiento de la verdad, del conocimiento del todo. En otras palabras, que la filosofa no est en posesin del estndar ltimo que permite determinar de manera definitiva qu es lo justo, qu es el bien. O ms precisamente, que los estndares que la ciudad

  • S LEO STRAUSS: EL ARTE DE LEER

    necesita para vivir, y para vivir bien -los estndares de la moral y la justicia-, son aquellos que el filsofo sabe que son necesarios pan la ciudad, que deben ser afirmados como naturales, pero que no son propiamente conocidos como tales.

    La Filosofa moderna, al eliminar a jerarqua de las formas de vida, elimina tambin la responsabilidad del filsofo respecto del sosteni-miento de la ciudad sobre la base de mentiras nobles. La tarea del filsofo poltico es identificar en las pasiones de ios hombres a pa-sin fundamental y determinar a partir de all las vas por las cuales es posible alcanzar la satisfaccin de la mayora. No cabe al filsofo moderno mayor dignidad, ni mayor responsabilidad, que a cualquier otro individuo en el sostenimiento de la ciudad: su contribucin, podemos decir, es tcnica antes que poltica. Para Ja mirada de la filosofa poltica moderna el fin de la ciudad es la felicidad del mayor nmero y no la promocin de la ms alta perfeccin de quienes la componen: el filsofo ya no debe justificarse ante el tribunal de la ciu-dad. Si en algunos pensadores modernos sobrevive la necesidad de la mentira edificante -si no creen a ciegas en la educacin popular-, esta necesidad est ordenada ahora en runcin de la mera estabilidad de la ciudad y no ya en funcin del ordenamiento de la ciudad en aras de la promocin y la proteccin de la forma de vida ms perfecta.

    La diferencia entre ciudades se torna una diferencia de preferen-cias, de afectos; los ideales de las sociedades canbales, afirma nuestro autor, son as tan defendibles como los ideales de sociedades civiliza-das. Pero las consecuencias del relativismo moral para la poltica son, entiende Strauss, radicales: una vez que hemos tomado conciencia de que los principios de nuestra accin no tienen otro sustento que nues-tra preferencia ciega ya no podremos creer verdaderamente en ellos. Cuanto ms cultivemos la razn tanto ms nihilistas seremos, y tanto menos podremos mantener nuestra condicin de miembros leales de nuestra sociedad. La contracara del nihilismo es el oscurantismo fan-tico que se aferra a ideales que es incapaz de justificar racionalmente.

    En una palabra, confrontadas con el relativismo y con la irrespon-sabilidad moral de la filosofa poltica moderna, las mentiras nobles

  • INTRODUCCIN 19

    de la filosofa clsica proveen, bajo la forma de leyes naturales, las reglas morales a las que la gran mayora ha de adherir para sostener la paz y la estabilidad de la ciudad. Los filsofos estn en posesin de un saber que, en aras de la ciudad pero tambin en defensa de la vida filosfica, debe permanecer oculto a la gran mayor/a; saben, simult-neamente, que la ms alta felicidad que ellos experimentan la que provee la vida dedicada a la contemplacin est fuera del alcance de los ms; que la ciudad es necesaria para la vida, y para la vida buena; y que en aras de la estabilidad de la ciudad, deben proveer a las reglas de justicia el carcter indemostrable de estndares naturales. Porque saben tambin qu es lo que ignoran; saben que el conocimiento del todo no est a su disposicin.

    3- El- ARTE DE ESCRIBIR: LA NECESIDAD DE LA ESCRITURA ESOTRICA

    La interpretacin straussiana de la filosofa poltica tal como la en-tiende la filosofa clsica constituye la llave que permite penetrar en la importancia que nuestro autor acuerda a la distincin entre escri-tura esotrica y exotrica. Como mostraremos en el captulo iv, Strauss se fue persuadiendo de la relevancia de esta distincin para la com-prensin de la filosofa clsica a travs de la lectura de los filsofos islmicos y judos medievales, y su propia interpretacin de la filoso-fa poltica clsica se abre hoy a nuestra mirada con notable limpidez si la observamos a travs del prisma de la filosofa de Al-Farabi.

    La distincin entre escritura esotrica y exotrica nos franquea la entrada a la lectura straussiana de os autores clsicos y modernos, de Platn y de Maimnides, pero tambin de Maquiavelo, Hobbes, Spinoza o Locke, a la vez que nos franquea tambin el acceso a la propia manera en que debemos nosotros leer a Strauss. Existen, en efecto, dos planos permanentemente superpuestos en la intrincada escritura de Strauss: por un lado, nos hallamos frente a una mirada sobre los autores que, sostenida sobre la conviccin de la importancia que posee la distincin entre escritura esotrica y exotrica para los

  • 20 LEO STRAUSS: EL ARTE DE LEER

    autores estudiados, descubre sentidos en los textos clsicos nunca an-tes sealados, significados muchas veces contrarios a los aceptados cannicamente y claves de interpretacin controvertidas. Por otro, Strauss ejerce l mismo e\ arte de escribir que reconoce en os autores clsicos, y es la tarea del intrprete de Strauss abordar sus textos de la manera en que l mismo aborda los textos ajenos.

    La importancia acordada en su interpretacin a la distincin, olvi-dada segn Strauss por la crtica moderna, entre escritura esotrica y exotrica aade a la originalidad de la mirada straussiana -originali-dad, como sealamos ms arriba, conferida por su punto de vista antimoderno un elemento parricular. Gran parre dla crtica que se ha realizado a la lectura straussiana de los Modernos ha estado cen-trada precisamente en la desestimacin de la importancia de esa dis-tincin, y en la consiguiente evaluacin de que la interpretacin de Strauss aparece como antojadiza e inverosmil. Strauss, por su parte, ha respondido que la incapacidad de la crtica moderna para dar cuenta de las contradicciones muchas veces reconocidas en los textos de los autores clsicos propone, de hecho, interpretaciones mucho ms in-verosmiles an: el desconocimiento de la importancia que posee la distincin entre pensamiento esotrico y exotrico para los autores de la modernidad temprana, argumenta Strauss, lleva a atribuir las dificultades de los textos a a distraccin, ia incoherencia, ia confu-sin o la falta de claridad de sus autores; en suma, lleva a atribuir a autores justamente considerados como clsicos un cmulo de errores que esa crtica moderna no se atrevera a atribuir siquiera a autores contemporneos de mucho menor rango. La distincin entre escritu-ra esotrica y exotrica posee a su vez, como veremos, en la lectura de Strauss por lo menos dos dimensiones distintas: por un lado, remite a la necesidad de proteccin personal del filsofo -a su necesidad de protegerse de la persecucin, y por el otro y ms profundamente, remite a la necesidad de la filosofa de ocultar el carcter subversivo de su bsqueda de la verdad, de defender a la ciudad del poder disruptivo de la bsqueda de conocimiento y de defenderse ella mis-ma ante el tribunal de la ciudad.

  • INTRODUCCIN 21 Precisamente en ese sentido, el ejercicio del arte de escribir por pane

    del propio Strauss nos devuelve a su comprensin de la filosofa, y con ella de la filosofa poltica: cul es la necesidad, para el filsofo que es tambin ciudadano de una democracia liberal del siglo xx, de ocultar su pensamiento profundo bajo los pliegues de la escritura exotrica? La acritud que se adopte respecto de la libertad de la discusin pblica, sostiene Strauss en Persecution and the Art ofWriting, depende decisiva-mente de lo que se piense de la educacin pblica y sus lmites: los filsofos posteriores al siglo XVII creyeron en general que era posible abolir la persecucin, que sta era el resultado accidental de una cons-truccin poltica deficiente, y que la educacin popular era el camino por el cual la verdad dejara de ser polticamente nociva para volverse por el contrario saludable para todos. Strauss, por su parte, declara pertene-cer al linaje de los escritores antiguos, de quienes no consideran que la reserva en la expresin pblica responda slo a una necesidad de pro-teccin personal frente a la persecucin poltica, al linaje de aquellos que entienden por el contrario que la comunicacin pblica de la ver-dad filosfica es indeseable en todos los tiempos debido a que la filoso-fa es necesariamente odiosa para los ojos de la mayora. Para el filsofo contemporneo que cree que un abismo separa a los sabios del vulgo, la transmisin encubierta de la enseanzay la defensa pblica de ciertas mentiras nobles", como la afirmacin de que "los hombres nacen li-

    bres e iguales por naturaleza"- es tan esencial polticamente como lo era para los Antiguos, entiende Strauss, aunque en lo que concierne al nesgo personal ste no sea en su caso el de la hoguera o el destierro sino tan slo el del ostracismo social. Hoy, como siempre, entiende Strauss, hay verdades filosficas slo accesibles sin riesgo para los pocos, que deben responsablemente ser polticamente diluidas. La responsabili-dad poltica del filsofo se ha hecho tanto ms evidente, juzga nuestro autor, a la luz de las catstrofes del siglo XX que iluminaron de forma aterradora las consecuencias polticas -relativismo, nihilismo, oscuran-tismo fantico- de la fe conquistadora y el optimismo igualitarista de ia razn iluminista, y de su posterior crisis y autodestruccin.

  • 22 LEO STRAUSS: EL ARTE DE LEER

    4. EL PROPSITO DE ESTE UBRO

    Como lo sealaba al comenzar, mi primera incursin en la lectura straussiana de los pensadores modernos estuvo signada por la perple-jidad: los textos de Strauss se me hacan en muchos puntos incom-prensibles, su interpretacin de autores que yo me jactaba de conocer razonablemente bien me resultaba impenetrable. Como sealaba, el descubrimiento de que no lograra comprenderlo hasta tanto no es-tuviera dispuesta a intentar "comprenderlo como el se comprendi a s mismo" me impuls a tratar de hallar en su obra misma la clave que me abriera las puertas de su interpretacin de los pensadores moder-nos.

    En la medida en que fui creyendo comprender mejor a Strauss conceb la idea de contribuir a darlo a entender. Comenc este traba-jo plantendome un objetivo que rpidamente se revel desmesura-do: el de elucidar la manera en que Strauss lee a todos y cada uno de los filsofos polticos modernos a los que destina por lo menos un artculo en su obra. Ms all de esa desmesura, ei propsito era desde el inicio el mismo que me gui hasta aqu: ayudar a la inteligencia de la interpretacin straussiana de los principales pensadores de la mo-dernidad, encontrar a la vez la clave de la cerrazn de esos textos y tambin la llave de su apertura, en sntesis, dar a ver cmo lee Strauss a cada uno de ellos. Rpidamente, deca, descubr que elucidar a lectura straussiana de cada uno de los autores implicara una tarea interminable y resolv acotar mi emprendimiento a tres autores, Maquiavelo, Hobbes y Locke, es decir, a aquellos autores estudiados por Strauss en el contexto de lo que l denomin la "primera ola de la modernidad". Como sealo ai comienzo del captulo rv, finalmence decid incluir tambin un captulo que diera cuenta, aunque de ma-nera ligeramente descentrada respecto del eje de abordaje de los de-ms autores, de la lectura straussiana de Spinoza, contemporneo de aquella primera ola. Quisiera evitar, con todo, que esta descripcin del recorte realizado pudiera inducir a error: este trabajo no se propo-ne brindar una interpretacin de aquello que Strauss denomina "la

  • INTRODUCCIN 23

    primera ola de la modernidad", primera ola que slo toma su sentido pleno en el contexto de la interpretacin global del pensamiento moderno y de su confrontacin con eJ pensamiento clsico por parte de Strauss. Si he remitido el recorte de los autores abordados a su pertenencia a esta "primera ola" es sobre todo porque he estimado conveniente que, dado que un recorte de mis ambiciones desmedidas se haca necesario, ste hallara de alguna manera su coherencia en la propia obra de nuestro autor.

    Desde el inicio me propuse resueltamente no leer a los autores tratados en la obra de Strauss como si fueran ejemplos o ilustraciones de su pensamiento global: como sealaba ms arriba, el objetivo es sacar a luz la clave de la interpretacin que hace Strauss de cada uno de ellos, intentar comprender cada vez cmo los lee Strauss, y contri-buir en cada caso a la elucidacin de la lectura straussiana a partir de la obtencin de una mayor visibilidad del punto de mira desde el cual Strauss los aborda. En otras palabras, no intento en primera instancia poner la lectura de la interpretacin straussiana de Hobbes, Locke, Spinoza o Maquiavelo al servicio de la comprensin de la filosofa poltica de Strauss sino que por el contrario intento poner la com-prensin de la filosofa poltica de Strauss al servicio de la elucidacin de su lectura de cada uno de los autores abordados. Este trabajo se distingue de otros que, como los de Shadia Drury, The Poiitical Ideas of Leo Strauss, o de Raimondo Cubbeddu, Leo Strauss e la filosofa poltica moderna, se han propuesto eer la interpretacin straussiana de los Modernos en el marco de una interpretacin global de la com-prensin straussiana de la filosofa poltica.

    En suma, el presente libro pretende contribuir a la explicitacin de cmo ley Strauss a Maquiavelo, Hobbes, Locke y Spinoza, haciendo inteligible la muchas veces difcilmente penetrable escritura de Strauss. Strauss, lo advertamos, escribe l mismo como lee: su escritura es de-liberadamente esotrica, plagada de insinuaciones, ironas, claves de lectura, pistas verdaderas y tambin, por qu no, pistas falsas. Este tra-bajo se propone hacer inteligible la interpretacin straussiana de los autores abordados y procura desbrozar los caminos de la escritura

  • 24 LEO STRAUSS: EL ARTE DE LEER

    straussiana para acceder a lo que ha aparecido como el eje articulador de la lectura de cada uno de ellos. Es un camino, el que he trazado, muchas veces sembrado de incertidumbre: como se ha dicho del arte de leer del propio Strauss, mi lectura se asemeja a la labor de un detective que busca descubrir y sacar a la luz el verdadero pensamien-to de un criminal; cuando finalmente creemos haber descubierto la verdad nos encontramos con que el criminal ha muerto y que no nos es posible corroborar nuestro descubrimiento con la confesin. La complejidad de la interpretacin de la obra de Strauss se pone de evidencia en la extraordinaria distancia que separa a muchos de sus ms renombrados intrpretes: Strauss es ateo para unos, pensador profundamente judo para otros, nietzscheano, platnico o aristotlico, honesto defensor de la democracia liberal americana o consejero po-tencial de gobiernos autoritarios. Por mi parte no me he propuesto terciar explcitamente en ese debate; he entendido que acallado el criminal la nica corroboracin para este trabajo ha de ser su consis-tencia: en la medida en que mi lectura sea capaz de sostener el desafio de proponer un sentido general para la interpretacin de Strauss que permita a la vez dar cuenta de sus manifestaciones particulares ms contradictorias y hermticas habr adquirido el derecho de creer que me encuentro en la buena senda.

  • I. MAQUIAVELO, EL MAESTRO DEL MAL

    This is not to deny that some grcat writers might have scated certain important truths quite openly by using ai a mouchpiece somc disrepucabJe character: they would thus show how much they disapproved of pronouncing the truths in question.

    LEO STRAUSS, Persecution and theArt of Writing'

    Thoughts on Machiavelli, publicado por primera vez en 1958,2 proba-blemente sea el libro en el que Leo Strauss despliega con mayor bro su arte de leer y, simultneamente, su arte de escribir. Su recorrido representa un desafo permanente para el lector, enfrentndolo a la mproba tarea de estar a la altura de la erudicin de Leo Strauss, de su interpretacin simultnea de Maquiavelo, de Tito Livio, y de la lec-tura intencionada que hace Maquiavelo de Tito Livio, mientras pro-cura -el lector desentraar al mismo tiempo la lectura intencionada que hace Leo Strauss de Maquiavelo, lectura cuyas claves esotricas ha de buscar en las mismas coordenadas de la escritura que Strauss atribuye a Maquiavelo: citas ligeramente modificadas o incompletas,

    No se trata de negar con ello que algunos escritores pueden haber pronunciado algunas verdades importantes bastante abiertamente utilizando como portavoz a al-gn personaje de mala reputacin: de esa manera habran manifestado cunto desaprobaban el proferir dichas verdades." Leo Strauss, Persecution and the Art of Writing, Chicago, University of Chicago Press, 1998, p. 36 [en adelante, PAWJ.

    Leo Strauss, Thoughts on Machiavelli, Chicago, The University of Chicago Press, 1978 [1958] (en adelante TM). Los otros textos que Strauss consagr de manera par-ticular a Maquiavelo son "Niccolo Machiavelli", en: Leo Strauss y Joseph Cropsey (comps.), History ofPoliticaiPhilosophy, Chicago, Rand McNally, 1972 [ 19631 (inclui-do tambin en Leo Strauss, Studies in PLuonic PoliticalPhilosophy, Chicago, University of Chicago Press, 1983, pp. 210-228 [en adelante, SPPP)); "Walker's Machiavelli", Review of Metaphysics, vol. vi, 1953, pp. 437-446; "Machiavelli and Classical Literature", Review of 'NationalLiteratura, vol. 1, num. 1, primavera de 1970, pp. 7-25-

    25

  • 26 LEO STRAUSS-. EL ARTE OE LEER

    contradicciones, omisiones sorprendentes, errores manifiestos. En este captulo no me propongo restituir de manera exhaustiva la lectura que hace Strauss de la obra de Maquiavelo, lectura que, como lo han sealado algunos de los ms importantes intrpretes contemporneos de la obra del florentino, exhibe, ms all del carcter discutible de muchas de sus tesis, una riqueza extraordinaria por su minuciosidad y su perspicacia.3 No me propongo exhibir el contenido de aquello que lee Strauss en Maquiavelo, sino tan slo, de manera ms acotada, cmo lee Strauss a Maquiavelo.

    Quien es el Maquiavelo de Strauss? El recorrido de la interpretacin straussiana provee varias respuestas, que muchas veces toman forma de paradoja: Maquiavelo es un maestro del mal / Maquiavelo es un filsofo, Maquiavelo no dice nada que los clsicos no hayan dicho ya / Maquiave-lo es un revolucionario que se propone sustituir la ley antigua por una nueva ley. En mi lectura pretendo hacer comprensibles estas afirmacio-nes aparentemente incompatibles, situndolas en el marco de otras dos afirmaciones esenciales de la lectura straussiana de Maquiavelo: en pri-mer lugar, la reflexin de Maquiavelo se inserta en una comprensin de un mundo no-teJeolgico, en lo que Srrauss llama una "contraccin del horizonte" de la filosofa clsica. Este "horizonte contrado" es el resulta-do de la reaccin maquiaveliana contra ia teologa cristiana y, ai mismo tiempo, es conceptualmente tributario de sta. La distancia de Maquia-velo con la filosofa clsica debe comprenderse, por ende, a travs del doble prisma de la postulacin de una naturaleza no-releolgica y de la herencia conceptual del cristianismo contra el que se alza.

    ' Vase por ejemplo J. G. A. Pocock, "Prophet and inquisitor", Political Thtory, vol. 3, niim. 4, noviembre de 1975. pp. 385-401; Ciaude Lefort, Le travaildel'oeuvrt MachiaveL, Pars, Gallimard, 1972. En un excelente comentario a Thoughts on Machiavelli, John Halloweil afirma que "ninguna resea puede reproducir la sutileza del argumento del profesor Strauss y es difcil transmitir la excitacin intelectual que se siente mientras se sigue la lgica del argumento con el texto a su lado. AJ mismo tiempo, debe decirse que uno no est seguro si la fascinacin que experimenta brota del ingenio de Maquiavelo o del ingenio del Profesor Strauss". John Halloweil, "Review, Thoughts on Machiavelli, by Leo Strauss", Midwest Journal ofPolitical Science, vol. ni, 1959, pp. 300-303.

  • MAQUIAVELO, EL MAESTRO DEL MAL 27

    1. "EL OLVIDO DE LO MAS IMPORTANTE"

    La interrogacin que ordena este captulo podra formularse de la ma-nera siguiente: cul es la distancia que separa a un Maquiavelo-maes-tro del mai de un Maquiavelo-filsofo? A esa pregunta podramos res-ponder con un nombre: esa distancia es "Scrates". En Thoughts on Machiavelli, el "olvido de Scrates" parece articular todo el argumento straussiano sobre un eje doble y complementario: el maquiaveliano "olvido de Scrates" es, en primer lugar, el olvido de la necesaria mode-racin que ha de guiar al filsofo, sabedor de que para ser tiles para la ciudad las exigencias de la sabidura han de ser calificadas o diluidas en su enseanza pblica de la filosofa. Pero el olvido o abandono de la moderacin es a la vez el indicio de un segundo y fundamental "olvido de Scrates": el olvido o el abandono de la conviccin de que la dilu-cin de dichas verdades es una exigencia no slo para la ciudad en tanto tal, sino tambin para la vida del filsofo y, ms precisamente, para la vida ms conforme a la perfeccin de la naturaleza. El primer "olvido de Scrates" -el olvido del carcter moderado y prudente que debe tomar la enseanza de la verdad- es tributario de un segundo olvido que hace ya no a la enseanza en tanto tal, sino al principio que la sustenta: el mejor individuo se halla, moral e intclectualmente, en un plano superior al de la mejor ciudad. El orden poltico mejor se ordena en funcin de la vida ms alta. O tambin: el orden adecuado del alma tiene preeminencia por sobre el orden adecuado de la ciudad.

    En esta primera seccin nos detendremos esencialmente en el pri-mer olvido, el olvido de la moderacin en la transmisin de la ense-anza, y anunciaremos apenas algunos elementos correspondientes al segundo "olvido de Scrates", que consiste en la negacin por par-te del Maquiavelo straussiano de la supremaca de la vida dedicada a la contemplacin, que ser objeto de la tercera seccin. Entre ambas, consagraremos unas pginas a la lectura por parte de Strauss de la relacin de Maquiavelo con la religin a fin de avanzar en la elucida-cin de este verdadero "duelo de tres" que establece nuestro autor entre filosofa clsica, teologa y modernidad.

  • 28 LEO STRAUSS: EL ARTE DE LEER

    a. Maquiavelo, maestro del mal

    Como lo han sealado numerosos lectores de Thoughts on Machiavelli, el libro provoca cierta perplejidad en el lector algo desprevenido: a lo largo de trescientas arduas pginas avanza pausadamente para demos-trar la resis del carcter diablico, inmoral, de la enseanza poltica de Maquiavelo. Abunda en demostraciones sutiles y alambicadas res-pecto de la manera como Maquiavelo ira descubriendo muy velada-mente el carcter inmoral de su teora, de modo tal que llevara al lector a descubrir entre lineas su tenor subversivo sin exponerse al mismo tiempo al peligro de la petsecucin poltica. La perplejidad del lector es doble: en primer lugar, a tesis de la inmoralidad de la teora de Maquiavelo est lejos de ser novedosa; ms an, es, podra decirse, la intetpretacin ms banal y superficial de la obra de Ma-quiavelo -"la opinin anticuada y simple", en palabras del propio Strauss (TM, 9). En segundo trmino, si ia inmoralidad de la ense-anza de Maquiavelo es un lugar comn de la opinin respecto de esta obra, todo el andamiaje interpretativo puesto por Strauss al ser-vicio del descubrimiento de una enseanza velada parece un ranto absurdo: el lector ms superficial ha detectado sin ningn trabajo aquello mismo que segn Leo Strauss est oculto a la mirada del lego o del censor, y que slo se revelara poco a poco a un lector especial-mente atento.4

    Efectivamente, Sttauss declara desde el primer rengln su incli-nacin a aceptar la "opinin anticuada y simple" que afirma que Maquiavelo es un maestro del mal. Pero indica muy rpidamente que esa opinin, aun siendo verdadera, no es exhaustiva. El camino de Thoughts on Machiavelli consistit en el ascenso desde la "opi-nin" sobre Maquiavelo hacia el conocimiento de la obra de Ma-

    4 Aun un no-straussiano tan respetuoso de la obra de Strauss como Lefort no

    puede evitar sealar que "Strauss despliega una ingeniosidad inigualada para descu-brir enterrado en las profundidades del discurso aquello que es visible en su superfi-cie". Claude Lefort, travail de L'oeuvre MachiavcL, op. cit, p. 302.

  • MAQUIAVELO, EL MAESTRO DEL MAL 29

    auiavelo,5 y ese ascenso ir mostrando que si Maquiavelo es, en efecto, ese maestro del mal que la opinin anticuada y simple crey reconocer en l, lo es de una manera an ms diablica: Maquiave-lo no es, simplemente, un consejero poltico que propone consejos inmorales; es un filsofo que, desde el seno de la filosofa, expone a sta a la posibilidad de su degeneracin.6

    La "opinin anticuada y simple" que afirma la maldad de la ense-anza de Maquiavelo se sostiene en la conviccin de que slo un hombre malvado podra dar lecciones tales como que los prncipes deben matar a sus oponentes antes de robarles sus propiedades, ya que los muertos son incapaces de vengarse; que quien tuviera que elegir entre infligir daos menores o mayores debera optar por los mayores; que un general victorioso que temiera no ser adecuadamen-te recompensado por su prncipe hara bien en anticiparse a su ingra-titud rebelndose contra l, etc. Estas "mximas de gangsterismo p-blico y privado [que] nos obligan a decir que Maquiavelo era un hom-bre malvado" (TM, 9) no fueron sin embargo proferidas por primera vez por ste. Opiniones como sas, recuerda Strauss, son puestas ya en boca de sus personajes, de Trasmaco y de Calicles, por Platn. Pero en la Repblica o en el Gorgias, Platn, lejos de proferir esas afirmaciones en su propio nombre, las pone en boca de otros, de

    5 "No es el desprecio de la opinin simple, ni la indiferencia respecto de sta, sino

    el atento ascenso a partir de ella lo que conduce al ncleo del pensamiento de Ma-quiavelo" (TM, 13).

    En el curso del texto esta afirmacin ir afinndose y ganando -eso espero- en matices. Esa misma tesis, sin matices, constituye la lectura final que hace Shadia Drury de la lectura straussiana de Maquiavelo: el cargo que le hace Strauss a Maquiavelo consistira en que la subversin maquiaveliana es un "inside job", una subversin lleva-da a cabo desde adentro". Pese a la catarata de crticas de la que el libro de Drury fue objeto en los crculos straussianos, comparto muchos aspectos de su lectura y conside-ro que ha logrado restituir de manera a la vez sinttica y perspicaz aspectos complejos oe la interpretacin straussiana de os autores modernos. Pero creo tambin que el atan de claridad lleva por momentos a la autora a simplificar excesivamente sus propias tesis centrales respecto del proyecto straussiano. Shadia Drury, The PoliticalIdeas ofLeo Strauss, Hampshire y Londres, MacMillan Press, 1988.

  • JO LEO STRAUSS: EL ARTE DE LEER

    quienes tienen por funcin dramtica precisamente proferir las doc-trinas malvadas, con el agregado (que, como veremos, est lejos de ser intrascendente para Strauss) de que lo hacen a puertas cerradas, lejos de los odos de la multitud.7

    En las dos primeras pginas de Thoughts on Machiavelli Leo Strauss ya nos libra uno de los ncleos organizadores de su lectura de Ma-quiavelo: lo novedoso de su enseanza no radica en su contenido, sino que radica en que "dice en su propio nombre shocking things que los escritores antiguos haban dicho por boca de sus personajes" (TM,\ J0).s Si Maquiavelo es un maestro del mal no es porque nos diga algo que no habamos escuchado nunca; es porque lo dice en primera persona y en voz alta.

    La opinin simple y tradicional sostena que Maquiavelo eta un maestro del mal porque deca "cosas escandalizantes". Aun sin ser exhaustivo, ese juicio es por cierto ms verdadero que el juicio de los estudiosos de nuestra poca, que niegan que Maquiavelo fuera un malvado maestro del mal y sostienen que es un patrioca o un cientfi-* co. El error de nuestros contemporneos, afirma Strauss, es ms pro-fundo que el de quienes profesan la opinin ms simple; herederos] de Maquiavelo, su estudio aparentemente no dogmtico del pensa-j miento maquiaveliano est sostenido en la aceptacin dogmtica dd sus premisas. La afirmacin del carcter patritico de la enseanza dq Maquiavelo pasa por alto que el patriotismo de Maquiavelo supone,] por lo menos, una reflexin en la que "la salvacin de la patria" toma preeminencia por sobre "la salvacin de las almas", de lo que resulraj como veremos, que la virtud ser definida en funcin del bien de la

    7 En nota a) pie, Leo Srrauss reenva a los caps, xvu y xvil) de El Principe, dond

    Maquiavelo, al mismo tiempo que pronuncia en su propio nombre esas mxima malvadas, muestta que los Antiguos las ponan en nombre de otros.

    " Esa misma idea -Maquiavelo no dice nada que no supieran ya los clsicos- seri repetida, de distintas manetas, a lo largo de todo el libro. Vase, pot ejemplo, TM 232, 295; o tambin "What is political philosophy?", en: Leo Strauss, What is Poltica Pbilosoplry, Chicago, University of Chicago Press, 19S8 (1959], p. 43 (en adelanto WIPP).

  • MAQUIAVELO, EL MAESTRO DEL MAL 31

    'udad y no a la inversa. Paralelamente, la afirmacin del carcter ientfico de Maquiavelo, sostiene Strauss, olvida que Maquiavelo (a

    diferencia de sus sucesores, muchos de ellos moralmente obtusos) no ienoraba que como hombres y ciudadanos no podemos desprender-nos de las distinciones morales. Maquiavelo no elimina la distincin entre mal y bien en nombre de una supuesta objetividad cientfica. l saba lo que haca cuando enseaba la indiferencia entre mal y bien. La novedad de su enseanza no es su carcter cientfico sino su carc-ter inmoral -elimina, a sabiendas, la posibilidad de orientarse por el bien y el mal- y no es patritica sino irreligiosa antepone la salva-cin de la patria a la salvacin de las almas-. Quienes leen a Maquia-velo como patriota o como cientfico han sido definitivamente co-rrompidos por l: se han vuelto "ciegos a aquello que es ms alto que el patriotismo, o a lo que a la vez lo enaltece y lo limita" (TM, 10-11).

    Maquiavelo, maestro del mal, transmisor de una enseanza inmoral e irreligiosa. Para tomar la medida de esta calificacin debemos agregar esta otra: Maquiavelo es un demonio, su enseanza es demonaca. "Pero si, y precisamente si, su enseanza es diablica y l mismo es un demo-nio, estamos obligados a recordar la profunda verdad teolgica de que el demonio es un ngel cado. Reconocer el carcter diablico del pen-samiento de Maquiavelo significara reconocer en l una nobleza per-vertida de altsimo orden" (TM, 13). A diferencia de sus herederos que corrompidos por l hacen, en el mejor de los casos, "un poco de filoso-fa {TM, 10),* la irreligiosidad de Maquiavelo no es la manifestacin de un pensamiento superficial sino de la subversin deliberada de la tradicin por parte de un carcter noble.

    Al referirse a la interpretacin usual de los estudiosos contemporneos de Ma-quiavelo, Leo Strauss sostiene que "no sera el nico caso en que 'un poco de filoso-na genera errores prodigiosos a los cuales es inmune la multitud no-filosfica". La referencia, que Strauss no completa, remite a Bacon ('Of Atheism", Essays, Oxford, Oxford University Press, 1929, p. 59): "It is true that a little philosophy inclineth man to atheism-, but depth in philosophy bringeth men's mind about to religin. Por

    nile the mind of man looketh upon second causes scattered, it may sometimes rest i n t n e m

    ' a r |d go no further; but when it beholdeth the chain of them, confedrate

    and Imked thogether, it must needs fly to Providence and Deity".

  • 32 LEO STRAUSS: EL ARTE DE LEER

    1.a insistencia de las primeras pginas de Thoughts on Machiavelli en el carcter "irreligioso", "blasfemo", "demonaco" de la enseanza maquiaveliana encubre bajo un lenguaje de connotaciones religiosas la crtica ms profunda de Strauss a MaquiaveJo: Maquiavelo es un fil-sofo que ha abierto el camino a la destruccin de la filosofa. A la vez, otorgar a Maquiavelo el rango de filsofo significa, para Strauss, in-corporarlo a la categora de los "grandes hombres", de quienes han transmitido voluntariamente una enseanza exhaustiva que ilumina la existencia de los problemas permanentes de la filosofa y la filosofa poltica. Iluminar esos problemas supone reponer las preguntas acerca de la filosofa y la polrica, la moral y la religin, preguntas que Maquiavelo, lejos de ignorar, encar, subvirtiendo las premisas fundamentales sobre las que descansaban las alternativas que la tradicin les haba ofrecido. Elucidar lo que Strauss entiende por el carcter inmoral y blasfemo de la enseanza de Maquiavelo no es otra cosa que comprender de qu manera, para Strauss, al exhibir en voz alta y en su propio nombre una doctrina que mina la certeza de la moral y de la religin, Maquiavelo emancipa al pensamiento poltico moderno y a la poltica moderna de los lmites saludables de la filosofa poltica clsica y de la religin, y manifiesta, en ese gesto, su subversin de la sustancia misma de la ense-anza clsica. El ascenso desde la "opinin ttadicional" acerca del ca-l rcter malvado de la enseanza de Maquiavelo nos llevar a trascender el mbito de la condena hecha en nombre de la moral, hacia el mbitol de la moral como guardiana de la filosofa. Srrauss, a diferencia de Maquiavelo, afirma desde la primera lnea no querer escandalizar1

    {"shock") a nadie;1" para ello reviste su lectura de Maquiavelo de los ropajes de la "opinin tradicional", y nos libra slo poco a poco las | claves de su Auseinandersetzung con el florentino.

    "' La primera frase de Thoughtson Machiavelli dice S: "XPe will noeshock anyone, e shall merely expose ourselves to good-natured or at any rate harmless ridicule, if we profess ourselves inclined to the old-fashioned and simpe opinin accotding to whichj Machiaveili was a teacher of evil" ("No escandalizaremos a nadie, apenas nos expondre-mos al ridculo amable o en todo caso inofensivo, si nos declaramos inclinados hacia la opinin anticuada y simple segn la cual Maquiavelo era un maestro del mal"] (TM, 9).

  • MAQUIAVELO. EL MAESTRO DEL MAL 33

    b. Maquiavelo, el filsofo

    Leo Strauss, sugeramos recin, otorga a Maquiavelo el rango de mayor nobleza, el de filsofo. Como siempre que leemos a Strauss, una vez aue hemos detectado una de sus claves de escritura todo parece orde-narse con cierta facilidad alrededor de ella. Probablemente, en una lec-tura rpida la imagen que podra quedarnos del Maquiavelo de Strauss estara lejos de corresponder a la de acreedor de la mayor distincin, la distincin del filsofo; el carcter malvado de Maquiavelo se impon-dra a nuestra atencin distrada. Al igual que su Maquiavelo, Strauss nos va librando su pensamiento de manera progresiva; y aquello que, una vez develado, se revela como una reiteracin insistente, tiene en el movimiento de la lectura el sabor de un sorprendente descubrimiento. Es por ello que insistir aqu en primer lugar en la repeticin -por momentos visible, por momentos ms disimulada- de esta caracteriza-cin straussiana de un Maquiavelo filsofo, para preparar el camino hacia la comprensin de lo que sera, en la interpretacin de Strauss, el ncleo de la innovacin maquiaveliana, de aquella innovacin que lle-va en el primer captulo a calificar su filosofa de demonaca, y que nos obliga, en el ltimo, a volver a interrogar la calificacin misma con que ha sido distinguido.

    "Si se trata de comprender el pensamiento de Maquiavelo", seala Strauss en Natural Right and History, "haremos bien en recordar el parlamento que la inspiracin de Marlowe le atribuy: 'Yo [...] sos-tengo que no hay ms pecado que la ignorancia'. Esto es casi una definicin del filsofo"." En otras palabras, y por otra boca, Maquia-

    Leo Strauss, Natural Right and History, Chicago, University of Chicago Press, 950, p. 177 ( e n adelante, NRH). La cita de Marlowe pertenece al prlogo de The

    lew ofMalta. Esta cita es nuevamente utilizada, con el mismo sentido, en TM, 13. Si completamos la lnea parcialmente reproducida por Strauss proferida por el Machevill

    Marlowe en esc prlogo recitado, leemos: "1 count religin but a childish toy, and d [here is no sin but gnorance". Leo Strauss, ms prudente que Maquiavelo,

    omite la referencia a la religin como un juego de nios. Volveremos sobre el sentido pe sta y otras elisiones.

  • 34 LEO STRAUSS: EL ARTE DE LEER

    velo es un filsofo (o es "casi" un filsofo?) porque el mayor bien es] para l ia sabidura, el mayor mal a ignorancia.

    El objeto del saber de Maquiavelo es la totalidad de las cosas delJ mundo, tanto las variables "cosas del mundo" propiamente dichas como "el mundo" invariable en s mismo; tambin all se muestra como fil-I sofo {TM, 18). Cuando Maquiavelo afirma, en las epstolas dedicaron rias de El Prncipe y de los Discursos, que estos libros contienen todo lo que sabe, debemos asumir que, si bien su objeto particular son las cosas polticas y militares en sentido estricto, su enseanza es omnicompren-siva. "Esta conclusin", sostiene Strauss, "es perfectamente compatible con el hecho de que el mayor volumen de ambos libros est obviamen-j te dedicado a remas polticos en sentido estricto; hemos aprendido de Scrates que las cosas polticas, o Jas cosas humanas, son la llave para la comprensin de codas las cosas" (TM, 19). Como la de Scrates, la enseanza de Maquiavelo trasciende el objeto propiamente poltied hacia la comprensin de todas las cosas.

    Quin es el interlocutor del filsofo Maquiavelo? A quin se dirige su enseanza? A prncipes en ejercicio, o a prncipes potenciales, respond de Strauss "de manera provisoria" (TM, 29). A prncipes que lo son, y di quienes no sabemos si merecen serlo, y a jvenes que no lo son y tal vea mereceran serlo. Sin decirlo explcitamente por el momento, Strausl sugiere que Maquiavelo -educador de Uranos y de jvenes nobles- cumj pie el doble papel que Jenofonte atribuye a Simonides, interlocutor de tirano Hiern, y a Scrates, interlocutor de los jvenes de mejor natura-i leza. O tambin, que Maquiavelo opera como lo haca Piaron: as coma! Los Leyes es una conversacin del "extranjero" con dos ancianos, y Lt Repblica una conversacin de Scrates con los jvenes, cada uno de la libros -El Prncipe y los Discursos debe entenderse en relacin con un^ doble audiencia, la que corresponde cada vez a "los ancianos" y a "los jvej nes'. Maquiavelo, ai hablar en su propio nombre, es a la vez autor y perso-najes, es Jenofonte y Platn, Simonides, "el extranjero de Elea" y Scrates.''

    12 Harvey Mansfield Jr., el principal intrprete de Maquiavelo entre los discpulos

    de Strauss, ceir en parre su interpretacin en esa idea: Maquiavelo es el personaje

  • MAQU1AVELO, EL MAESTRO DEL MAL 35

    La asimilacin de Maquiavelo a Scrates, Platn o Jenofonte, que hemos ledo entre lneas en el captulo i, "The Twofold Character of Machiavelli'sTcaching", es un indicio irrefutable de la nobleza filos-fica que Strauss atribuye a Maquiavelo. Pero, a los lectores de Strauss, no puede dejar de sorprendernos el contrapunto entre ese ttulo, "El carcter doble de la enseanza de Maquiavelo", y el del ltimo cap-tulo del libro, "Machiavelli's Teaching" "La enseanza de Maquia-velo"-. Aparentemente, entre el primero y el cuarto captulo -luego de la lectura de El Prncipe en el captulo n, y de los Discursosen el ni-el carcter doble de la enseanza de Maquiavelo se ha condensado en una enseanza nica.13 Qu es lo que en ese trnsito se ha simplifica-do, se ha condensado o se ha perdido?

    Como lo anticipbamos al comienzo, lo que se ha perdido es Scrates. Para Maquiavelo, afirma Strauss, Jenofonte es el representante por exce-lencia de la filosofa clsica, y Jenofonte es a la vez quien ms parece habilitar, en su filosofa, ia apercura de a senda emprendida por Maquia-velo. Pero as como el pensamiento de Jenofonte se alza sobre dos focos, la educacin de tiranos y monarcas absolutos y la preparacin a la filoso-fa de jvenes nobles, "Maquiavelo est muy interesado en Ciro [y] olvi-da a Scrates" (TM, 291). En el trnsito a travs de la interpretacin de la obra de Maquiavelo se va explicitando el ncleo de la lectura straussiana, de lo que llam su Auseinandersetzung con Maquiavelo:

    Maquiavelo no saca a la luz ni un solo fenmeno poltico de importancia fundamental que no fuera ya completamente conocido por los clsicos. Su

    principal de su propio pensamiento, y relaciona esa idea con el descubrimiento straussiano de la "extraa sugerencia [de Maquiavelo] de que era un prncipe". Harvey ^- Mansfield, Machiavelli's Virtue, Chicago y Londres, The University of Chicago rress, J966. Para la referencia a Scrauss, vase TM, 83: "Maquiavelo] ininia a travs de esta extraa sugerencia que es un prncipe. Esta sugerencia slo parecer extraa a quienes carecen de familiaridad con Jenofonte o Platn". Recordemos a modo de ejemplo, Memorabilia I, donde Jenofonte afirma que Scrates, en cuanto filsofo, es prncipe de prncipes.

    Claude Lefort llama la atencin sobre este hecho pero le da un sentido algo aferente. C. Lefort, Le travail de l'oeuvre Machiavel, op. cil., p. 274-275.

  • 3. LEO STRAUSS: EL ARTE DE LEER

    aparente descubrimiento es ran slo Ja orra cara del olvido de lo ms ira-] portance: todas las cosas aparecen necesariamente bajo una nueva luz si se las ve por vez primera en una luz empalidecida de manera especfica. Una] prodigiosa contraccin del horizonte aparece para Maquiavelo y sus suce-l sores como un ensanchamiento maravilloso del horizonte" (TM, 295).M I

    La contraccin del horizonte maquiaveliano se puede leer como el ol-vido de Scrates: la enseanza ya no es doble y diferenciada, para loj jvenes y os ancianos, para los tiranos y los mejores de entre los jve nes. El maestro de tiranos y de jvenes habla en voz alta para todos, j

    El pasaje de una enseanza diferenciada a una enseanza nica, di dos discursos a uno solo, se resume en el olvido de Scrates o el "olvi do de lo ms importante". Antes de abocarme ms seriamente a esa olvido quisiera derenerme en otra implicancia de la cara eteriza ci] straussiana de un Maquiavelo filsofo. Seal al pasar que incorpora a Maquiavelo a la categora de filsofo, otorgarle el tango de mxima nobleza, significa, dar por supuesto que en su obra encontramos 1 transmisin voluntaria de una enseanza exhaustiva. Segn Le Strauss, es propio de la escritura de los grandes hombresque todo aquell que dicen ha sido voluntariamente dicho por ellos. Si al leerlos deted tamos contradicciones, errores, omisiones sorprendentes, debemd pensar que stas tienen un sentido deseado, que nos estn sealand algo que debemos intentar comprender. N o podemos pretendet com prenderlos mejor de lo que se han comprendido a s mismos. Ma quavelo es un filsofo, es un gran hombre, y las contradicciones, l coincidencias sorprendentes, las citas ligeramente desviadas o ios erro res manifiestos que parecen abundar en su obra nos dan la clave de si fidelidad a una ttadicin: a tradicin del arte de escribir, la ttadici de la retrica noble de la escritura esotrica. El Maquiavelo de Strau es un exprteme sealado de este arte, y su enseanza se lee entre la lneas de sus textos y entre las rapas de sus libros; nada hay en sta que no tenga un lugar en su doctrina, nada hay en ellos producto i

    11 Encontramos tambin esta afirmacin, casi en los mismo trminos, en "Wh

    is political phosophy?" (WTPP, 43).

  • MAQUIAVELO, EL MAESTRO DEL MAL 37

    un error involuntario o de un descuido. "Una y otra vez nos ha des-concertado el hecho de que el hombre que fue ms responsable que cualquier otro de la ruptura con la Gran Tradicin se mostrara, en la accin misma de romperla, como el heredero, el heredero de ninguna manera inmerecido, de ese supremo arte de escribir que aquella tra-dicin manifest en su cumbre" (TM, 120).'5 Debemos considerar la escritura de Maquiavelo como un discurso perfecto, y "el discurso perfecto no contiene negligencias; no hay en e'l hiios sueltos; no hay palabra escogida al azar; no est estropeado por errores debidos a una memoria defectuosa o alguna otra forma de descuido" {TM, 121)."* Toda contradiccin, toda coincidencia, toda omisin sorprendente debe ser interpretada significativamente. La lectura straussiana de Maquiavelo se orienta por su comprensin de la tradicin de la escri-tura esotrica -e innecesario es decirlo, nuestra lectura del propio Strauss, y muy particularmente del Strauss de los aos cincuenta y sesenta debe intentar lo propio.

    Maquiavelo rompe con la Gran Tradicin al decir en voz alta y en su propio nombre lo que aqulla slo deca por interpsitos persona-jes, y a puertas cerradas. Pero es fiel a esta tradicin porque disimula el sentido profundamente subversivo de su discurso en los pliegues de una escritura esotrica, simultneamente irnica y blasfema.17 A la vez, Maquiavelo es el inaugurador del Iluminismo: si oculta el senti-

    15 Sobre el arte de escribir, vase por ejemplo el artculo "Persecution and the art

    of writing" (PAW). Confirmando una vez ms la asociacin Maquiavelo = filsofo, recordemos

    que la escritura perfecta es, para Strauss, lo que caracteriza al libro de filosofa en contraste con la Biblia. Vase, e.a., "On the interpretaron of the Gnesis", en: Leo otrauss, Jewish Phibsophy and the Crisis ofModtrnity Essays and factures on Modern Jewish Thought (edicin e Introduccin de K. H. Green), Albany, SUNY Press, 1997, P- 374 (en adelante, JPCM). Para una excelente crtica de la teora straussiana de la escritura perfecta, vase Claude Lefort, Le travail de l'oeuvre Machiavel, op. cil., en particular pp. 289-292.

    En la lectura de Thoughts on Machiavelli, debemos considerar que para Strauss rada rase de Maquiavelo, desde la operacin de institucin/destitucin de la autori-dad de 1 ito Livio hasta el carcter abiertamente blasfemo de algunos pasajes, es

  • 38 LEO STRAUSS: EL ARTE DE LEER

    do profundo de su pensamiento lo hace nicamente por razones his-j caricas o por preocupacin por su propia seguridad, y no ya por razo-nes filosficas."' Strauss, por su parte, ser plenamente fiel a la tradi-cin: pondr las verdades desagradables en boca de Maquiaveio, yj ocultar su tenor de verdad detrs del velo de una enseanza edifi-cante, aquella que abona la "opinin tradicional y simple" de la mal dad maquiaveliana.19 Esta cudruple operacin da, una vez ms, l medida de la dificultad de la lectura, o debemos decir de la "com prensin de la enseanza", de Thoughts on Machiavelli.

    c. El olvido de Scrates

    La novedad de a enseanza de Maquiaveio, sostiene Strauss en 1 frase antes citada, no consiste en nada que no fuera conocido ya poi

    igualmente intencional y est al servicio de su "arte de escribir". Siguiendo a Straus podramos comprender a la vez el carcter abiertamente blasfemo como a manifet racin del atravesamiento de la prohibicin de decir algunas cosas pbiicamenB (vase "The problcm of Socrares", en: Leo Sitauss, The Rebrtb of Ctessical Pol''m Rationalum: An Intnduction to the Tkought o/Leo Strauss, editado porThomas P a n a Chicago, Univcrsity of Chicago Press, 1989, p. 115 [en adelante, RCPR]), y como* ocultamiento, detrs de la blasfemia escandalizante, de una destruccin an ma radical de la tradicin. Recordemos tambin que en "The problem of Scrates" Straus analiza la puesta en escena de un Scrates blasfemo y obsceno, corruptor de la tradiciones ms sagradas, por parte de Aristfanes.

    18 A diferencia de las "razones filosficas", que suponen que esas verdades no debei

    nunca ser proferidas pblicamente, las "razones histricas" supondran que an no h llegado el momento en que pueden ser escuchadas sin peligro. Vase "Persccurion aw the art of wtiting" {PAW, 33-34). Volveremos sobre esto repetidamente.

    19 Completemos la frase del acpite: "No se trata de negar con ello que alguna

    escritores pueden haber pronunciado algunas verdades importantes bastance abiel tamente utilizando como portavoz a algn personaje de mala reputacin: de es manera habran manifestado cunto desaprobaban el proferir dichas verdades". Hafl bra entonces una buena razn para que encontremos, en la ms grande literatura ddl pasado, cancos y can inceresances demonios, locos, pordioseros, sofistas, borracho epicreos y bufones". "Persecurion and the art of wiring" (PAW, 3G, nfasis mo). 1

  • MAQUIAVELO, EL MAESTRO DEL MAL 39

    lsicos, sino en el olvido de una parte fundamental de la ense-de stos. Nada de lo que dice Maquiavelo era desconocido para

    I nensamiento clsico. Su innovacin consiste en un olvido: el olvido A la necesaria combinacin de la sabidura y la moderacin.

    Maquiavelo, afirma Strauss, presenta l mismo su enseanza sugi-riendo que tan slo est afirmando en su propio nombre y de manera abierta una doctrina que algunos escritores antiguos haban presenta-do de manera encubierta y por boca de sus personajes (TM, 59). Al mismo tiempo que sugiere una innovacin radical, lo hace de manera disimulada, cuidando de no escandalizar a nadie.2u Pero la afirma-cin de Maquiavelo, sostiene Strauss, no hace sino "fortalecer su pre-tensin de verdad tanto como la debilita en apariencia: no se puede cambiar radicalmente el modo de una enseanza sin cambiar radical-mente su sustancia" (TM, 59, nfasis mo).

    En qu consiste, en primer lugar, este cambio en el modo de ense-anza1. Nos hemos referido ya varias veces al hecho, destacado por Strauss desde las primeras pginas de Thoughts on Machiavelli, de que Maquiavelo dice en su propio nombre y abiertamente cosas que la tradicin pona en boca de algunos de sus personajes y les haca decir a puertas cerradas. La contrastacin de la interpretacin straussiana de la obra de Maquiavelo con la de Jenofonte, que es, como nos recuerda ci propio Strauss, despus de Tito Livio, el autor ms citado en El Prin-cipe y los Discursos, nos provee un hilo conductor privilegiado.

    En su interpretacin del Hieron de Jenofonte, Strauss, como lo hace habitualmente al analizar los dilogos clsicos, se detiene con atencin en la puesta en escena dramtica. Observa que el dilogo que pone frente a frente a un filsofo, Simonides, y un tirano, Hieron, est construido de modo tal que el elogio de la tirana est a cargo del sabio y su crtica a cargo del tirano instruido. A diferencia de lo que nace Jenofonte, seala Strauss, Platn confi a Scrates el proceso

    Al afirmar que slo deca en voz alta lo que los Antiguos saban pero callaban, Maquiavelo habra procurado disimular el carcter radicalmente innovador de su ense-anza. Debemos sorprendernos de que Strauss utilice las mismas palabras "not [to] snock anyone", al referirse a su intencin (TM, 9) y a la de Maquiavelo (TM, 59)?

  • 40 LEO STRAUSS: EL ARTE DE LEER

    contra la tirana, y a hombres que no son sabios, a Calicles, Polo o Trasmaco, su defensa. De ello resulta que si el precio que paga Platn por poner el elogio de la tirana en boca de hombres que no son sabios es que estos hombres se sienten autorizados para alabar abier-tamente la injusticia, el precio que paga Jenofonte es que el Hierori\ ensea por boca del filsofo el arte de la tirana.2'

    "Si es verdad que roda la ciencia poltica premoderna descansa sobre las bases establecidas por Scrates y que toda la ciencia poltica moder-J na descansa sobre las bases establecidas por Maquiavelo", sostiene Strauss en On Tyranny, "puede decirse tambin que el Hieron marca el punte de contacto ms estrecho entre las ciencias polticas premodernas w modernas" {OT, 24-25). El elogio de la tirana puesto en boca de ud filsofo "prepara el camino para Maquiavelo, quien por otra pane re-J conoci generosamente su deuda".22 Precisamente porque es el puntoj ms estrecho de contacto entre ellas, la comparacin de las enseanzas del Hieron con las de El Prncipe nos ha de permitir "captar netamentq la diferencia muy sutil, peto por cierto la ms justa, entre la ciencia poltica socrtica y la de Maquiavelo" (OT, 24).

    Cul es la diferencia sutil entre el elogio de la tirana por parte dei sabio Simonides, puesta en escena por Jenofonte, y el elogio de a tirana en primera persona por parte del sabio Maquiavelo? La dife> rencia sutil consiste en a manera como uno y otro manifiestan la am senda de escrpulos morales. Tanto en el silencio con que Simonides escucha el discurso de Hieron, como tambin en la respuesta a es discurso, Simonides, sostiene Strauss, se presenta como un hombre liberado de todo tipo de moralidad. Pero no lo hace a travs de declsj raciones ostentosas, sosteniendo que no teme ni al infierno ni ai dia-blo, ni expresando principios inmorales; tan slo se abstiene de toma en cuenta los principios morales. La leccin de Jenofonte, sostielM

    21 Leo Strauss, On Tyranny (edicin revisada y ampliada), Chicago, University M

    Chicago Press, 2000 [1948-19631, p. 68 (en adelante, 01). 12

    "The probtem o(Scrates" (RCPR, 147). Vase tambin Leo Strauss, Xenophom Socratic Dscourse: an Interpretaton ofthe "Oeconomcus", South Bend (Indiana), Sm Augustine's Press, 1998 [1970], p. 204.

  • MAQUIAVELO, EL MAESTRO DEL MAL 41

    Brauss, es que "aun un hombre perfectamente justo que quisiera dar eios

    a u n tirano debera presentarse como un hombre desprovis-e t odo escrpulo" (OT, 56). Maquiavelo, afirma Strauss, parece-

    ra haber comprendido perfectamente la leccin de Jenofonte, pero no la habra aplicado en el espritu de este autor: segn Jenofonte, auien ensea a los tiranos debe despreciar la moral por medio de la accin -por ejemplo, guardando silencio, ignorndola- y no atacarla por medio del discurso. De esa manera, al mismo tiempo que mostrar estar liberado de la moral revelar su comprensin de las cosas polti-cas. "Jenofonte, o su Simonides, es ms 'poltico' que Maquiavelo; rehusa separar 'moderacin (o prudencia) y 'sabidura' (o conoci-miento)" (OT 56).23 Maquiavelo expresa su sabidura manifiesta estar liberado de la moral pero olvida parte de la leccin de Jenofonte: debe manifestarla con moderacin, mostrndola por medio de la ac-cin sin exponerla abiertamente por medio del discurso.

    Si considerramos que el Hieron o a la sazn, El Prncipe tiene simplemente por objeto aconsejar al tirano, tal vez podramos com-prender la leccin de Jenofonte que ensea a "despreciar la moral" como una leccin destinada a que el sabio pueda ser escuchado por el tirano sin que ste le tema o lo desprecie. Pero Jenofonte, tanto como Maquiavelo, es un filsofo concernido por el conocimiento de "las cosas del mundo": para uno y para otro, "las cosas polticas, o las cosas humanas, son la llave para la comprensin de todas las cosas". El Hieron, sostiene Strauss, lejos de ser tan slo un manual del buen tirano es ni ms ni menos que "una expresin potente del problema de la ley y la legitimidad" (OT 76, 99). El gobierno legtimo no es necesariamente un "buen gobierno", ms an, difcilmente el gobierno legtimo sea el gobierno de los Sabios (OT, 99). "La significacin terica del tratado de Jenofonte sera que "el gobierno de un tirano que escucha los consejos de un sabio es preferible en principio al gobierno de ios leyes o al poder de los magistrados electos en cuanto Pies (OT 75); pero "admitir la tesis terica respecto de la tirana es

    prrafo resume la tesis sostenida por Strauss en las pginas 55-56.

  • 42 LEO STRAUSS-. EL ARTE DE LEER

    una cosa, exponerla pblicamente es otra cosa" (OT, 76). La tesis terica subordina !a moral y la justicia a la sabidura, el poder consti-tucional al poder de un tirano que escucha los consejos del sabio (OT, 74-75).2 4 El Hieran no expone la enseanza de la "titania" pero permi-i te a su lectot desenredar - l o obliga a ello esta enseanza en las obras en las que Jenofonte habla en su propio nombre o presenta las opinioJ nes de Scrates.

    Es slo si los leemos a la luz de la pregunta planteada por el Hieran que los pasajes correspondientes de los otros escritos de Jenofonte revelan su significacin plena. El Hieron revela con todo, tal vez slo indirectamerw te, las condiciones en que la enseanza "tirnica" puede ser expuesta [...]] Jenofonte confi el nico elogio de la tirana que haya escrito nunca a un "extranjero", a un hombre que no posee las responsabilidades del ciuda-j dao y que, por otra parte, no realiza el elogio de la tirana pblicamente sino en una conversacin estrictamente privada con un rirano.25

    En Jenofonte como en Las Leyes dz Platn, el elogio de la tirana est a cargo de un exttanjero. En Jenofonte, como en Platn, Scrates guarda silencio tespecto de este asunto grave e imponente {OT7G-77).

    A travs de lo que Simonides dice y de lo que calla, Jenofonte lleva hasta el lmite las posibilidades de la enseanza clsica de la tirana guiado "pot su principio literario de decit lo menos posible acetca do lo ms elevado".26 Los silencios de la enseanza tirnica de Jenofonte

    2 La reserva expresada por Strauss respecto de la verdad "puramente" terica, n<

    as prctica, de la tesis sobre la tirana en su presentacin en On Tyranny es un manifestacin ms. si hiciera falta, de la escritura esotrica/exotrica del propio StrausS Para mayor confirmacin, cotjese con "Persecution and the art of writing" (/MW 36): "los filsofos potenciales han de ser guiados paso a paso desde los puntos a vista populares indispensables para ios fines prcticos y polticos hasta la verdad qu es meramente y puramente terica, guiados por algunos rasgos importunament enigmticos en la presentacin de la enseanza popular-oscuridad del pan, concr? dicciones, seudnimos, repeticiones inexactas de afirmaciones previas, expresione extraas, etctera-".

    25 OT [7 6-77). Vase tambin "Persecution and the art of wtiting" {PAW, 36).,

    2,1 "The problem of Scrates" {RCPR. 147).

  • MAQUIAVELO, EL MAESTRO DEL MAL 43

    A ben completarse con la lectura de su enseanza socrtica: slo la 1 ctura combinada de ambas nos libra la verdad de su pensamiento ompleto. En la lectura de Strauss, un doble silencio caracteriza al

    Hieron y a la Ciropedia: por un lado, Simonides corrobora el discurso inmoral del tirano "no por el discurso sino por el silencio"; por otro, Scrates est ausente en ambos textos y es slo con la lectura de la Economaye Memorabilia que el pensamiento completo de Jenofonte se hace accesible.27 En otras palabras, el Hieron revela las condiciones en que puede ser expresada la enseanza tirnica, y esta enseanza slo puede ser elucidada a travs de la obra completa de Jenofonte, es decir, en la contrastacin de Ciro/Hieron y de Scrates. El "olvido de Scrates" que distingue a Maquiavelo de Jenofonte tiene, en conse-cuencia, un carcter doble: en primer lugar, al expresar en voz alta y en su propio nombre aquello que Jenofonte pone, de manera indirec-ta, en boca de un sabio extranjero que conversa privadamente con un tirano, Maquiavelo manifiesta que considera innecesario aliar el co-nocimiento con la prudencia. En segundo lugar, si la ausencia de Scrates en el Hieron y la Ciropedia responde a un principio de escri-tura que se elucida en la lectura del resto de su obra, la "ausencia de Scrates" en la obra completa de Maquiavelo adquiere otro sentido: es la manifestacin de la anulacin de la distancia entre la enseanza tirnica y la enseanza filosfica, la anulacin de la tensin entre la filosofa y la polis, la anulacin de la distancia entre la vida contem-plativa y la vida poltica. "Aquello que en Jenofonte haba sido un principio de escritura se convierte en Maquiavelo en un principio de pensamiento."2" El cambio en el modo de enseanza se revela como un cambio de sustancia.

    Ll Scrates de Jenofonte es el representante de la excelencia transpoltica del nombre, mientras que su Ciro es el representante de aquella vida que es la superior si adherimos y nos atenemos al principio caracterstico de la poltica. La polaridad entre Scrates y Ciro corresponde a la tensin fundamental entre la filosofa y la P " Ibid, p. 148. Sobre la funcin "Scrates" en la interpretacin straussiana de Jenofonte, vase tambin infra, p. 91, n. 120.

    " Ibid, p. 147 (nfasis mo).

  • 44 LEO STRAUSS: EL ARTE DE LEER

    Qu es lo que manifiesta haber olvidado Maquiavelo al exponer pblica y abiertamente la enseanza clsica respecto de la tirana? l a "enseanza tirnica" de los clsicos, afirma Srrauss, no se propona resolver el problema del mejor rgimen poltico fomentando la tira-na, sino iluminar la naturaleza de las cosas polticas: sostena que, analizadas desde el punto de vista ms elevado, es decir, desde el pun-1 to de visra de la sabidura, la ley y la legitimidad son siempre proble-J maricas.29 Al mismo tiempo que su enseanza iluminaba el carcteJ problemtico de a ley, y que subordinaba e! gobierno constitucional al gobierno de un tirano aleccionado por un sabio y, en ltima ins-; rancia, la ciudad al individuo, Jenofonte se guardaba muy bien d< suprimir explcitamente la diferencia entre un rey y el mejor tiran "ya que apreciaba demasiado los encantos, ios beneficios ms precisa-mente, de la legitimidad. Expres este juicio suscribiendo a la mxi ma [...] segn la cual lo justo es idntico a lo legal" {OT, 182). O como sealbamos-ms arriba, Jenofonre saba que "admitir la tesii terica respecto de la tirana es una cosa, exponerla pblicamente e otra cosa". Para el pensamiento clsico, sabidura (conocimiento) ) prudencia (moderacin) son indisociables.

    Al rehusarse a separar moderacin y sabidura, o prudencia y col nocimiento, Jenofonte se revela, en trminos de Strauss, ms "polfj co" que Maquiavelo {OT 56). .Su reflexin sobre la naturaleza de la ley, su bsqueda del mejor rgimen o su interrogacin sobre la mj elevada forma de vida tiene siempre presente que la filosofa, pan poder desarrollarse plenamente, debe ser simultneamente filosofi poltica. Esto es, poltica tanto por su objeto como por su funcin.3 S en la lectura straussana de la filosofa clsica el objeto "poltcd de la filosofa remite en primera instancia a "los grandes objetivos d la humanidad, libertad, gobierno o imperio", la funcin poltica del

    M Esto quiere decir, entre otras cosas, que "!a mejor ciudad se encuentra, moral

    inteleccualmente, en un plano inferior al del mejor individuo" (OT, 99). ,u

    Vanse "What is poltica! philosophy?" (WIPP, 10) y "On classical poiitia phiiosophy" (WIPP, 93-94). Cf. infra, captulo t, punto 2, pp. 124-140,

  • MAQUIAVELO, EL MAESTRO DEL MAL 4 5

    filosofa -la filosofa como filosofa poltica- nos reenva a una fun-cin de la filosofa cuyo objeto visible es el objeto "poltica" y cuyo fin remite simultneamente a proteger a la ciudad del efecto disol-vente de la verdad filosfica, y a defender a la filosofa como tal, a proteger a la filosofa, a la vida contemplativa, como forma de vida ms elevada: a defender a la filosofa frente al tribunal de la ciudad. Filosofa poltica, poltica filosfica y escritura esotrica31 son, en este sentido, tres maneras para Strauss de referirse a una misma necesi-dad: la necesidad de la filosofa, a la que ya hemos aludido en la introduccin, de contribuir a mantener ocultas ciertas verdades bsi-cas, cuya publicitacin es nociva para la supervivencia de la ciudad y, en consecuencia, para la supervivencia del propio filsofo.

    Al decir en voz alta y en su propio nombre lo que los clsicos slo decan por boca de sus personajes y a puertas cerradas al exponer en voz alta el carcter problemtico de la legitimidad y de la ley Ma-quiavelo echa por tierra el presupuesto central de la literatura exotrica, segn el cual "hay verdades bsicas que no han de ser pronunciadas en pblico por ningn hombre decente".32 Este "olvido" de la necesi-dad de moderacin, entiende Strauss, significa que Maquiavelo ha abandonado la conviccin clsica de la existencia de una tensin inabsorbible entre verdad y opinin, de una distancia no erradicable entre la vida del filsofo y la vida de la polis, que el filsofo, en aras de la proteccin de la ciudad y de su propia defensa, debe ocultar. Para el pensamiento clsico la filosofa, al poner en cuestin las certezas sobre las que descansa la ciudad, es un peligro para sta. La modera-cin que debe acompaar a la sabidura no es otra cosa que la acepta-cin, por parte del filsofo, de la necesidad de "esta ofuscacin, esta aceptacin de la perspectiva poltica, este logro de la armona entre la excelencia del hombre y la excelencia del ciudadano, o entre sabidu-

    31 Vanse por ejemplo "What is poltica! philosophy?" (WIPP, 10. 14); "On a

    forgotten knd of writing" (WIPP, 221-222); 07", 205-206; "Persecucin and ihe art ofwritmg" (PAW, 36); NRH, 152-153.

    " "PersecurioB and ihe art ofwriting' (PAW, 36).

  • 46 LEO STRAUSS: EL ARTE DE LEER

    ra y obediencia a la ley".33 Los filsofos polticos deben mantener oculto el peligro que representan para a ciudad, convencindola de que "no son ateos, que no profanan todo lo que la ciudad considera sagrado, que no son subversivos, por fin, que no son aventureros irres-ponsables sino buenos ciudadanos e incluso los mejores entrt stos" (OZ 205-206).

    Maquiavelo ha abandonado a necesidad de moderacin porque ha abandonado la conviccin de una distancia no erradicable entre el filos fo y la polis. Al decir lo que dice, Maquiavelo no dice nada nuevo, Id novedoso es que lo diga en voz alta y que no crea necesario callarlo. Sj bien nada de lo que dice es nuevo, "todas las cosas aparecen necesaria! mente bajo una nueva luz si se las ve por vez primera en una luz cmpaln decida (dimmed) de manera especfica", citbamos ms arriba a Strausft

    "Si el filsofo ha de btindar una gua poltica debe retornar a la caverna: de la luz del sol al mundo de las sombras; su percepcin debe palidecer (ntust be dimmed); su mente debe sufrir una ofuscacin , afir] ma Scrauss en otro lado.34 No podemos sino sentirnos atrados por la utilizacin de ios mismos trminos, aplicados con furia contra Mal quiavelo y el lluminismo, y con admiracin al filsofo ateniense de LA Leyes. Maquiavelo, como el extranjero de Elea, desciende a la caverna Pero su ofuscacin es de naturaleza diferente: el ateniense sabe qu< debe callar, "olvidar" ciertas verdades, para proteger la frontera entre 1 luz y la caverna. Maquiavelo no calla nada, pues ha "olvidado" qu debe olvidar, y al olvidar el olvido ha olvidado la diferencia entre caverna y la luz, ha derribado las fronteras entre ambas -"la caverna s convierte en la 'sustancia'" (TM, 296). Esa frontera, que en la iectuij straussiana de los clsicos separa al filsofo de la ciudad, a la vida contem plativa de la polis, es derribada por el proyecto de la Ilustracin -de lluminismo, como opuesto al Reino de la Oscuridad.35 El abandonos

    " "What is polieal philosophy?" (WIPP, 32). Ibid. 55

    "Maquiavelo rompe con la Gran Tradicin e inicia el lluminismo. Dbeme considerar si ese lluminismo merece su nombre, o si su verdadero nombre es Ofu cacin" (OT, 173).

  • MAQUIAVELO, EL MAESTRO DEI. MAL 47

    parte de Maquiavelo, de la ligazn necesaria entre moderacin y obidura es el corolario del abandono del ideal contemplativo (OT, 184). Sobre esto volveremos en las ltimas secciones de este captulo.

    Maquiavelo no dice nada relevante que los clsicos no supieran ya; su aparente novedad no es sino el resultado de una mirada empobre-cida que ha reducido a un mismo plano la luz y la caverna. Y sin embargo, Maquiavelo es en palabras de Strauss "un revolucionario". La comprensin de la interpretacin straussiana de Maquiavelo pasa por la elucidacin de esta aparente paradoja: Maquiavelo no dice nada relevante que los clasicos no hayan dicho ya; al mismo tiempo, Ma-quiavelo es el fundador de nuevos modos y rdenes, Maquiavelo es un revolucionario.

    2. MAQUIAVELO, EL REVOLUCIONARIO

    "Al describir a El Prncipe como la obra de un revolucionario usamos ese termino en su sentido preciso: un revolucionario es un hombre que quiebra la ley, la ley como un todo, a fin de reemplazarla por una nueva ley que cree mejor que la vieja ley" (TM, 62). Maquiavelo se propone quebrar la ley tradicional con el fin de reemplazarla por una ley que considera superior; se propone, como lo recuerda Strauss en todo momento, crear "Nuevos Modos y rdenes" en reemplazo de los modos y rdenes antiguos: "todas las enseanzas antiguas o tradi-cionales han de ser sustituidas por una enseanza escandalosamente nueva (TM, 59)".

    Una contraccin extraordinaria del horizonte aparece a Maquia-velo y a sus sucesores como un maravilloso ensanchamiento del hori-zonte" (TA/, 295). Los nuevos modos y rdenes de Maquiavelo son efectivamente nuevos, porque expresan la realidad efectiva del hori-zonte contrado -la distancia entre la enseanza moral maquiaveliana y la enseanza moral clsica es el efecto de esta contraccin del hori-

    Qte. Si contraemos el horizonte clsico como lo contrae Maquia-i e o, obtendremos la enseanza maquiaveliana. El recorrido straus-

  • 4 8 LEO STRAUSS: EL ARTE DE LEER

    siano de la obra de Maquiavelo est puesto al servicio de la demostraJ cin de esa afirmacin.

    En la lectura de Strauss, la contraccin del horizonte clsico por parte de Maquiavelo revela su sentido pleno cuando la observamos a la luz de la reaccin maquiaveliana contra la subsuncin medieval de la poltica a la teologa. Esa reaccin buscar por un lado restituir ls latitud de la poltica propia del pensamiento clsico, pero, hereded conceptual del cristianismo que combate, terminar radicalizando 1 ruptura con la comprensin clsica de la poltica.

    a. La critica maquiavelia