leyendas y creencias de motul y yucatán

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1 W á a y P ó o p X t a b a y W á a y C h i v o W á a y P e c k Leyendas, mitos y creencias de Motul y Yucatán Edición Especial 3 ValerioBuenfilyMéndez

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Wáay Póop

XtabayWáay Chivo

Wáay Peck

Leyendasde Motul

Leyendas, mitos y creenciasde Motul y Yucatán

Leyendas y Creenciasde Motul y Yucatán

Edición Especial 3

Valerio�Buenfil�y�Méndez

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La Leyenda de la Virgen del Carmen.Valerio Buenfil ............................................................................................ 6

La Leyenda de UcíEulogio Palma y Palma .......................................................................... 16 La Leyenda de la XtabayAutores varios ........................................................................................... 26

La Leyenda de los Huevos MotuleñosValerio Buenfil........................................................................................... 38

La Leyenda de los PanuchosValerio Buenfil .......................................................................................... 56

La Leyenda de Juan TulManuel Can May ................................................................................... 64

El Mito del Pájaro XóochVeronica Ruelas ....................................................................................... 70

El Way PopValerio Buenfil .......................................................................................... 78

Las Way PopMiguel Ángel Aguilar y Palma ............................................................. 82

El Way ChivoValerio Buenfil .......................................................................................... 84

Rafaela la Way Chiva de Telchac PuebloFelipe Pool ................................................................................................ 86

Índice

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El Way PecValerio Buenfil y Manuel Can May ................................................... 90

Los AluxesManuel Can May ................................................................................... 92

El Ánima de Rogaciano de Kiní Jesús Hernán Puerto Simá .................................................................... 98

Espantan en el ChaletManuel Can May ................................................................................. 100

La Ouija Jesús Hernán Puerto Simá .................................................................. 104

Nunca Prometas lo que no vas a Cumplir.Jesús Hernán Puerto Simá .................................................................. 108

La Cruz DoradaKarina Tamallo Castillo ......................................................................... 112

El Alma Viviente se Divierte en una FiestaGeny Milly Castillo .................................................................................. 116

Fanático de Troles y Duendes Carolina Cauich Tamayo .................................................................... 120

Eustacia la Novia de la HaciendaGeyder Canto Rodríguez ..................................................................... 126 Alma Cristiana sal de este MundoJesús Hernán Puerto Simá .................................................................. 130

Las Ánimas nos Enseñan a RespetarlasJesús Hernán Puerto Simá ................................................................... 132

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La Leyenda de la Virgen del Carmen,

Reina de la ciudad de Motul.

Valerio Buenfil

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La Virgen del Carmen es una de las advocaciones más antiguas a la Virgen María desde su aparición en forma de nube en el Monte

Carmelo, desde ahí se propagó su fe como modelo de oración, de contemplación y de dedicación a Dios. Por las invasiones sufridas, los Carmelitas que vivían en el Monte Carmelo, se vieron obliga-dos a escapar. Una antigua tradición dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina, ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Con este bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como estrella junto al mar. Así se propagó la devoción a la Virgen del Carmen.

Hace cientos de años, fueron grupos de marineros que depen-dían de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso océano, quienes adoptaron a la Virgen del Carmen, implorando su protección como la Estrella del Mar.

La Conquista española se inició con la dominación militar impues-ta por las armas. Detrás de los caballeros españoles que imponían la espada, venían los misioneros de la Orden de los Franciscanos que imponían el “Santo Leño de la Cruz” para iniciar la Conquista espiritual. Después de la Cruz como símbolo de la Evangelización, apareció María, la Madre de Dios. Primero como rezo: el Ave María y la Salve, luego, como culto; después, como doctrina y más tarde llegaron las advocaciones y las devociones particulares.

Cuando partían los galeones españoles del puerto de Sevilla en busca de un nuevo mundo, algunos marineros y franciscanos traían consigo imágenes de la Virgen del Carmen y de otras advocaciones a la Madre de Dios desde sus puntos de origen. En esta ciudad tras-cendió la devoción a la Virgen del Carmen, que tuvo afecto entre las misiones de franciscanos del Convento de San Juan Bautista de Motul.

Ante la resistencia maya de abandonar su fe y sus dioses, los franciscanos optaron por imponer el cristianismo sobre las propias

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creencias y rituales mayas. Así fue surgiendo el catolicismo popular de nuestra ciudad y de la región.

El obispo Crescencio Carrillo y Ancona narró el inicio de la Evan-gelización “El templo de los ídolos fue transformado en Iglesia, pues Cortés mandó erigir un altar, que fabricaron de mampostería arqui-tectos indígenas, y dispuso que dos carpinteros españoles trabajasen una gran Cruz de madera, la cual fue plantada sobre un trono en un alto nicho que allí había, colocándose sobre el altar erigido la imagen de la Inmaculada Virgen María que el mismo Cortés había traído consigo”.

Entre los franciscanos había hermanos que creían necesario Evan-gelizar a los mayas mediante la prédica y el ejemplo; para lograrlo aprendieron la lengua, las costumbres, las tradiciones y la fe del pueblo y empezaron a tratar humanamente a las personas.

Nuestros antepasados mayas celebraban el inicio de su calenda-rio el 16 de julio, dedicado al Año Nuevo Maya, al respecto Eulogio Palma y Palma en su libro Los Mayas dice: “la fiesta principal era la de Año Nuevo, dedicada a todos los dioses, para la cual se prepara-ban anualmente con abstinencias, ayunos, ofrendas y plegaria, cuya duración variaba según la devoción de cada individuo. Había quienes se preparaban con tres meses de anticipación; y los más indiferen-tes acostumbraban guardar trece días de ayuno. Además, los cinco últimos días del año eran de recogimiento y de pública penitencia.

En la mañana del Año Nuevo, después de los sahumerios y ofren-das del templo, se dirigía la concurrencia junto a la gran cúpula de madera, que convidaba a los devotos, con sus puertas de par en par, y sus muros engalanados. Cuando todo el pueblo hormigueaba en derredor, subía un sacerdote al asiento preparado sobre un ce-rro de leña, y desde la altura, al compás del tunkul, entonaba una canción quejumbrosa que repetía estrofas sin cesar en el mismo tono, resonaban melancólicamente bajo la bóveda. Al escucharse

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la voz clamorosa del cantor, el baile se organizaba, y los devotos, con manojos de varillas secas y sonoras en las manos, se colocaban en filas, y, con gesticulaciones, brincos y acompasados saltos, iban entrando y saliendo en interminables hileras por las puertas de la cúpula: hora por hora, las filas se iban prolongando, haciendo vuel-tas y tornos como una inmensa serpiente. A un cantor sucedía otro, y a los danzantes fatigados otros que llegaban frescos; y así, hasta la tarde, el baile seguía sin interrupción, escuchándose en acorde concierto, los ecos de los cantos y la resonancia del tunkul monó-tono y quejumbroso.

Al caer la tarde, daban ligera pausa al baile para descansar y co-mer; más apenas entraba la noche volvía la multitud con hachones y teas en las manos, y acercándose al edificio con total veneración, le pegaban fuego por distintos lados. Crecían las llamas y en breve el gran cerro de leña, y la construcción toda quedaban convertidas en inmensa hoguera. Cuando todo estaba reducido a cenizas, los devotos más fervientes continuaban el baile, pisando sobre las ca-lientes cenizas, como si danzaran sobre un pavimento de frió már-mol. Después se les veía con las quemaduras y excoriaciones natu-rales, las cuales sufrían con valor, como cosa muy agradable a sus ídolos, y como medio de atraerse benevolencia y amparo contra los malos agüeros. Terminaba el baile, como otras veces, bebiendo sin medida el vino del balché, hasta perder el sentido”.

Los franciscanos, valorando la fortaleza espiritual del pueblo maya, decidieron reconocer su fiesta principal, uniéndola con la her-mosa devoción al Santo Escapulario de la Virgen del Carmen, y por eso constituyeron una Cofradía en la parroquia de la ciudad, preci-samente en la fecha más importante del calendario maya, el 16 de julio, fiesta del Año Nuevo dedicada a todos los dioses. Se unieron las tradiciones mayas con las creencias españolas y con los años, poco a poco se fueron transformando las creencias, los ritos, los bailes y las danzas de la fe popular maya en las actuales celebracio-nes a la Virgen del Carmen que se caracterizan por sus gremios, sus

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novenas, procesiones, vaquerías, juegos pirotécnicos y corridas de toros, así surgieron nuestras tradiciones.

La actual imagen de la virgen del Carmen, es una escultura pe-queña, tallada en madera, de cuarenta centímetros de altura sobre una base. Como no se tiene fecha precisa de su arribo a Motul, pue-de tratarse de una de las primeras imágenes de la Virgen del Carmen que llegaron a Yucatán al principio de la Colonización en el siglo XVI, en este sentido, el párroco Pbro. Luís Ángel Espínola afirmó “era el tipo de imágenes que se traían de España en esos tiempos”.

Según la leyenda con licencia eclesiástica de la Virgen del Car-men, “era la Patrona de los soldados, quienes en aquella época se llamaban “Las Milicias del Rey”. Con los años, la devoción entre los soldados fue aumentando día con día.

En los años de 1832 a 1842, después de la lucha de Independen-cia, hubo una asonada o brote revolucionado en la ciudad de Cam-peche, y se llevó soldados de todas partes, naturalmente también se llevaron soldados de aquí de la ciudad de Motul. Lo anterior causó consternación, pena y tristeza entre madres y esposas, debido a que en aquellos tiempos la distancia de Motul a Campeche, parecía como de aquí al fin del mundo”.

Estando los soldados de Motul en Campeche, sucedió lo siguien-te. En aquellos tiempos los servicios de correo se hacían por ciertas personas a pie, que iban de un pueblo a otro. En cierta ocasión, a una de estas personas que hacia este servicio de Mérida a Campe-che, se le hizo de noche, pero no le importó y prosiguió su camino sin miedo alguno. De pronto, levantando la vista, vio desde lejos una lucecita que le llamó la atención y que se le acercaba cada vez más hasta que se encontraron frente a frente. ¡Qué sorpresa la suya al darse cuenta que era una hermosa señora con su Hijo en un brazo y en el otro un escapulario del que salía una lucecita que le alumbraba el camino!.

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Saludó el hombre y le contestó la señora con mucho afecto. Pre-guntó a la señora de dónde era y de dónde venía y ella le contestó de Motul y que venía de Campeche de ver a otros hijos que estaban allí. Cruzando algunas palabras más, se despidieron deseándose en-tre sí buen viaje.

Aquél siguió su camino para Campeche, pero no se le quitaba del pensamiento el recuerdo de la señora a quien vio y así llegó a Campeche. Al amanecer del siguiente día, aquel hombre averiguó en que cuartel estaban los soldados motuleños, y encontrándolos contó lo que vio en el camino la noche anterior. Entonces los solda-dos al oír este relato recordaron que la noche anterior vieron pasar entre ellos a una señora con su hijo abrazado prodigándoles consue-lo y animándolos a no preocuparse por su situación ya que pronto estarían de regreso en su pueblo sanos y salvos. Ellos entre sí co-menzaron a pensar que la única que podía ser aquella señora era la Virgen del Carmen a quien se encomendaron al salir de Motul. Dicho y hecho, al poco tiempo se aplacó aquella asonada y todos volvieron sanos y salvos a Motul. Con esto creció más y más la devoción de los soldados a la santísima Virgen del Carmen. Esto lo contaba Don Pedro Alcántara Pinto que nació el 17 de octubre de 1805 y murió el 10 de noviembre de 1895, justamente a la edad de noventa años.

En el año de 1847 estalló la llamada Guerra de Castas, encendida por los mayas, cuyo plan era acabar con la raza blanca, o sea, los descendientes de españoles, comenzando su obra de salvaje des-trucción en Valladolid e Izamal, amenazando luego a Motul y a Mé-rida, pero afortunadamente los motuleños, viendo de inmediato el peligro que venía, organizaron tropas de todas partes capitaneadas por personas caracterizadas por su valor y lealtad, entre ellos Don Diego Moreno como Capitán y Don José María Pinto Martínez como Cabo y otros soldados, como Don José María Méndez y Don Lázaro Pech, y otros muchos de esta ciudad. Todos ellos antes de partir imploraron la protección de la Santísima Virgen del Carmen como patrona de los soldados”.

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Las tropas defensoras consiguieron alejar a los sublevados hasta los bosques de Quintana Roo en el actual Felipe Carrillo Puerto, después de cuatro años de lucha y peligro hasta llegar al actual Ba-calar, donde fueron dados de baja, y no poder regresar por tierra, pues el camino estaba infestado de rebeldes, se fueron a Belice. Allí se embarcaron y se dirigieron a Telchac Puerto en donde desembar-caron sanos y salvos”.

Don José María Pinto Martínez, Don José María Méndez y Don Lázaro Pech y otros que ya están olvidados, pero que también sa-lieron ilesos en los combates y peligros lo atribuyeron a la maternal protección de la Santísima Virgen del Carmen. En acción de gracias por el favor tan grande que recibieron, organizaron un novenario en su honor que comenzó a repetirse cada año.

Este novenario con el correr de los años fue celebrado con mu-cho entusiasmo por los soldados, que en ese tiempo se llamaban “Guardia Nacional”, y al fin decidieron ellos que la Imagen estuviera con ellos en el Cuartel. En el año de 1865, aprovechando las Leyes benignas de la Iglesia, en tiempo del Segundo Imperio Mexicano, o sea en tiempo del Emperador Maximiliano, se trasladó la Imagen al Cuartel como lo deseaban los soldados, previo permiso de las auto-ridades eclesiásticas y civiles, y le eligieron un cuarto cabecero que había y que fue habilitado para Capilla de la Sagrada Imagen. Este cuarto cabecero habilitado para capilla estaba en el ángulo suroeste del actual Mercado “20 de Noviembre”.

Al ser trasladada la Sagrada Imagen al cuartel, fue designado Patrón o responsable de ella a Don José María Pinto Martínez. La obligación del Patrón era abrir la capilla todo el día cada sábado.

“Al cabo de pocos años la capilla resultó insuficiente para la can-tidad de gente que acudía a las misas y rosarios, y para solucionar esta dificultad, dispusieron llevar la imagen al Templo Parroquial

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durante el Novenario y regresaría a la capilla después de dicho No-venario. Fue entonces cuando se establecieron las “bajadas” antes del Novenario, y las “cerradas” después. Esto duró hasta el año de 1900.

En el año de 1887 murió don José María Pinto Martínez y le su-cedió en el patronato de la imagen su yerno Don José Antonio Kú quien a los pocos años renunció por tener que atender sus intereses personales, siendo nombrado Don Manuel Sosa quien continuó en el patronato hasta el traslado de la imagen a la capilla de San Juan.

En el año de 1900 las autoridades civiles notificaron a los solda-dos que tenían que devolver la imagen al Templo Parroquial, pues por orden superior, en los edificios públicos no podía aceptarse nada que tuviera conexión con lo religión.

Se formaron entonces dos partidos: unos a favor de llevar la ima-gen al Templo Parroquial y otros en contra. Triunfaron los últimos a quienes guiaba el afán de impedir el que los señores sacerdotes mandasen sobre la imagen. Propuso este último grupo levantar una capilla en el cabo de la población o sea en la actual colonia Felipe Carrillo Puerto, y encomendar la imagen mientras se concluía su propia capilla, en la casa particular de don Julián May Perera, al oriente del pueblo, llamada capilla de San Juan. Al ser trasladada allí la imagen, asumió el patronato Don Julián May Perera.

Se comenzó la construcción de la capilla con mucho entusiasmo contribuyendo todos con dinero y materiales y en menos de un año se hizo lo que puede verse ahora. Esta obra que se ve ahora como ruinas ha sido destinada para otros usos.

¿Por qué no se terminó la capilla durante los 64 años? ¿Por qué nadie aportó ni un centavo más, ni contribuyó con material para la construcción? Sólo Dios sabe…

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Tal vez Dios Nuestro Señor no quiso que la imagen de su Santísi-ma Madre fuese a permanecer en el monte, pues en aquel tiempo, toda esa parte estaba deshabitada, habiendo un magnífico templo en el centro de la ciudad donde podría ser venerada con mayor dig-nidad y decoro. Este hecho puede servir para convencer a aquellas personas que se oponían a que los señores sacerdotes mandasen sobre la sagrada imagen.

El 4 de junio de 1910 estalló en la ciudad de Valladolid la primera chispa de la Revolución Mexicana que causó consternación en Yu-catán y en toda la nación. Para enfrentar la situación, se organizó una leva, llevando a muchos como soldados con el consiguiente sentimiento, pesar y tristeza entre madres y esposas quienes pen-saban no ver de nuevo con vida a sus hijos y esposos. Estas madres y esposas organizaron enseguida un novenario privado en honor a la virgen del Carmen, implorando su protección para aquellos que fueron llevados a las filas. Todos ellos volvieron vivos y sin heridas.

El 10 de octubre de 1917 murió don Julián y le sucedió en el cargo de patrón su hijo Don Remigio May Pinto, heredero de aquel lugar. Dicho señor don José Remigio May Pinto murió el 10 de mayo de 1929 quedando la imagen a cargo de su viuda Doña Orencia Can quien al año siguiente renunció pues no quería ser responsable de la imagen.

En esta situación, no habiendo a quien entregar la imagen, ya que los soldados habían sido retirados, los presidentes de los diver-sos gremios acordaron dejar la imagen en casa del presidente del primer Gremio un año, y al año siguiente en la casa del presiden-te del segundo gremio y así sucesivamente hasta que les tocara a todos los gremios. En aquel año fue presidenta del primer gremio de mestizas la señora Pastora Mendoza en cuyo domicilio estuvo la sagrada imagen hasta el novenario de 1932.

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Terminadas las festividades de ese año correspondió cuidar la imagen al gremio siguiente, pero a todos pareció que la casa del Presidente de ese gremio no era lo suficientemente digna para tener la sagrada imagen y resolvieron dejarla en casa de la mencionada señora mientras se resolvía qué hacer.

Fue entonces cuando los presidentes de los gremios se incitaron en discusiones afirmando unos que la señora Mendoza no era digna de tener más la sagrada imagen, señalando otros que se trasladara la imagen a la iglesia, a lo cual todos los demás se oponían para que “los señores sacerdotes no mandaran sobre la imagen”, y pidiendo otros que se hiciera una capilla. Alguien hizo llegar el asunto al sr. Presidente Municipal que era entonces don Manuel Jesús Barceló. Este señor citó a todos los litigantes, y cada uno expuso ante él sus razones, decidió que no era asunto civil, sino federal. Pasó el asunto al señor Agente del Timbre que era don Pedro Pablo Gómez, quien ocupaba el mismo cargo actualmente en la ciudad de Tekax. Este señor, oído del asunto ordenó a la señora Mendoza traer la imagen y entregarla bajo acta y trámites legales, y riguroso inventario al Sr. Cura párroco Pbro. Cayo Castillo Suárez. Esto fue en el año de 1932”

La versión de esta leyenda está basada en la “Leyenda Histórica de la Imagen de la Virgen Del Carmen” proporcionada por doña Lidia Flota Paredes, quien la encontró como herencia de su abuelo Don Canuto Paredes, la cual goza de Licencia Eclesiástica, fue escrita en esta ciudad en abril de 1961, por el nieto de don Pedro Alcántara Pinto y nieto también de don José María Pinto Martínez, ambos protagonistas de estos sucesos. Para enriquecerla nos hemos apo-yado en distintas investigaciones, principalmente en “El Obispado de Yucatán: historia de su fundación y de sus obispos” escrita por el Obispo Crescencio Carrillo y Ancona en el año de 1892, y en los trabajos de Don Eulogio Palma y Palma publicados en el año de 1901 en su libro “Los Mayas”.

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La leyenda de Ucí

Eulogio Palma y Palma

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Dos millas al norte de esta ciudad, con alguna desviación al nordeste, existe una aldea habitada casi en su totalidad de mayas, llamada Ucí. Su aspecto es agreste y pintores-

co como lo son generalmente las pequeñas poblaciones en que la naturaleza desenvuelve con más libertad todos sus atractivos y su seductora magia.

Pero ninguna en esta parte del país a lo menos, presenta más her-mosos paisajes porque en su recinto se levantan varios gigantes cerros a más de muchas pequeñas alturas diseminadas en torno de estos en un radio que, por lo inculto del terreno, no es fácil deter-minar.

En la estación seca los deshojados árboles y la muerta y pardusca hierba de los solares, dejan entrever desde la carretera que la cruza o desde las onduladas y estrechas callejuelas las formas y perfiles de aquellas prominencias circulares unas, oblongas otras, cuadrangula-res muchas y cónicas las más altas terminando en puntas o mesetas más o menos anchas; pero en la estación lluviosa, todo lo cubre un manto verde que más tarde labran de magníficos matices las flores silvestre de la época.

Entonces las líneas geométricas y los restos de gruesos paredones se borran quedando sólo señalados bajo el florido tapiz y los cortinajes de las enredaderas, las depresiones y las alturas a que el nacimiento o la puesta de sol con sus raudales de luz y sus líneas y fajas de sombra, dan un aspecto indescriptible. En una de las planicies más anchas adyacentes a un cerro coronado por una meseta pequeña, se ven abundantes flores de San Diego que hace una preciosa labor color de rosa sobre los márgenes verde-oscuras de la explanada.

Tal vez esta enredadera fue plantada por los mayas en el atrio del templo pagano, cuando este magnífico se levantaba en medio de la Menphis yucateca allá en remotos tiempos; pero los actuales que han perdido memoria de esto y hasta de que el momento fue

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construido por sus mayores, suponen ahora la oculta mansión de un misterioso genio cuyo palacio aparentan en su interior; el cual por ser el más grande y por la particularidad de cubrirse en una parte del año de flores de San Diego, lo creen también la morada del Dios principal de la ciudad muerta por lo que verá después.

Ahora conviene dar algunos detalles más que son necesarios para la mejor inteligencia del lector. Cerca de una de estas moles gigantes, existe una cueva o cenote que los mayas en su idioma denominan Popolá. Es una depresión de unos quince o dieciséis metros de an-chura y once o doce de profundidad. Para bajar es preciso asirse de las piedras salientes y de las raíces que descienden hasta el fondo en donde se ve una pequeña porción de agua cenagosa que brota bajo la enorme peña.

No se ve más, pero si se arroja una piedra por una oquedad de la roca a que me refiero, su caída produce un ruido extraño, terrorífico, que se propaga a gran distancia revelando así que en aquella cavi-dad existe un gran caudal de agua.

Estos ecos cavernosos que produce la caída de un cuerpo sobre el invisible líquido, aterroriza hasta hoy día a los sencillos y supersti-ciosos moradores del pueblo de Ucí, quienes creen a pie juntillas que un día u otro saliendo de su cauce, cual una enorme tromba, lo destruirá todo. Pero pueden tener razón, toda vez que así sucedió en otra ocasión según reza la leyenda que ya es oportuno relatar aquí. Voy a hacer la versión del modo que me la refirió uno de los mayas más ancianos del pueblo de Ucí.

En remotos tiempos, el lugar que ocupa este pueblo, lo ocupaba una gran ciudad gobernada por un hombre poderosísimo a quien obedecían muchos pueblos de la región. Éste tenía una hija hermosa como un sol. Amén de su belleza, era mujer por demás muy enten-dida, pues hilaba como una diosa y hacía también mil primores con la aguja.

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La fama de sus habilidades y de su hermosura se extendió rápi-damente y de muy lejos venían los hijos de otros gobernantes a pe-dirla en matrimonio. Pero ninguno pudo cautivar su corazón y este menosprecio ocasionó frecuentes guerras con los padres de los que se creyeron ofendidos.

Un día (pues ha de saberse que era muy aficionada a la caza) la animosa joven se paseaba en los montes de las cercanías acompa-ñada de su asistente predilecta, cuando vio un joven cazador ejecu-tar tantas proezas, que se enamoró de él.

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Desde entonces la incauta princesa no faltó un sólo día en aquel paraje, en donde en compañía del doncel pasaba horas enteras en amorosas pláticas. Pero yendo y viniendo los días, le llegó la noticia al gobernante de lo que pasaba, indagó escrupulosamente quien era el que había logrado avasallar el alma de su hija, y se asombró al saber que era un simple oficial de su ejército. Entonces indignado le prohibió que lo siguiese amando.

Ella se quedó sorprendida. No comprendía aquella intimidación en boca de un padre que había aceptado guerras sangrientas por no sacrificar su corazón que había dejado libre para amar al que qui-siese. Y el suyo había elegido al más hermoso y más valiente de los jóvenes de toda la tierra ¿No bastaba esto? ¿No era por ventura lo más justo? ¿Y porque no había de poder elevar a aquel joven a las mayores dignidades cuando los dioses se habían complacido en do-tarlo de tanta belleza como intrepidez? Lloró, se desesperó, hallan-do siempre la razón de su parte. Pero todas estas protestas habían sido mudas. Nunca se hizo llegar una queja hasta el autor de sus días que la creía resignada. Transcurrieron así muchos días sin que la princesa saliese de su habitación; pero llegó uno en que no pudo resistir a la tentación de ver al que tanto amaba y marchó al monte.

Allí lo encontró, pero ¡Que cambiado estaba! Su semblante había empalidecido. Temblaban sus miembros de ira y sus ojos parecían arrojar llamas. La princesa retrocedió de espanto y de dolor. Su mar-chito semblante se puso aún más pálido que el de su amante y no pudo articular una sola palabra.

Sentía más que nunca el peso de su desgracia. Mediaba, efecti-vamente, un abismo infranqueable entre los dos: ella era princesa y él un oscuro soldado. Y, sin embargo, se amaban y su amor los consumía. Llevó las manos a los ojos, bajó su hermosa cabeza y rompió a llorar.

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Entonces el obstinado joven acercándose a ella exclamó con tem-blorosa y entrecortada voz –Veo que no hay remedio. Yo vivo de la luz de tus ojos. Mi perdición esta decretada. Deseo morir, pero he de morir vengado.

La princesa lo miró con asombro. ¡Ah!- continúo con valor- áma-me siempre y moriré digno de ti. Júrame que me amas, que me amarás mientras tú vivas. La joven subyugada por aquella expresión de energía salvaje, levantándose de pronto exclamó. ¡Si lo juro: o tú o la muerte! La estrechó entonces contra su pecho delirante, pero la emoción producida por la respuesta le había quitado el conoci-miento.

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Esta entrevista debía de traer funestísimas consecuencias. Efec-tivamente, el joven tan audaz como insensato que había arrancado aquel juramento a la princesa, llevado de su locura amorosa, iba a tentar hasta los mismos dioses que a su juicio le negaban su pro-tección injustamente.

El sol acababa de meterse por los montes de occidente, cuando una sombra deslizándose cautelosamente por las calles de la ciudad, se detuvo al pie del cerro que habitaba el más poderoso dios protec-tor de la ciudad, el dios de las riquezas. Él con tanta cautela había llegado hasta aquel lugar, no era otro que el héroe de esta historia. Llevaba como de ordinario su funda llena de saetas, su arco y una pala de piedra. En aquel momento la luna se alzaba por el oriente

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bañando con su suave luz los montículos que proyectaron conos de sombra hacia el otro lado. El joven se refugio en la sombra y comen-zó a socavar queriendo llevar a acabo un atentado inaudito.

El Loco, así debe de llamársele, socavó con tal valor la falda del montículo, que perforándolo por completo, se hizo visible un vastísi-mo palacio, la mansión del dios de las riquezas. En el centro de una espaciosa sala había un arca abierta de la cual manaba oro como de una fuente. El cazador quedó pasmado al ver brillar tanto oro a los rayos de una luz intensísima que iluminaba todo el palacio; pero recobrando su valor, entró resueltamente. Entonces vio al dios cru-zado de brazos mirándolo frente a frente.

El temerario continuo andando, más se detuvo al escuchar la voz fuerte del dios que le preguntaba. ¿Qué te trae por aquí, mortal insensato? Al cual contestó: Te pedí tu protección y me la negaste. Demandé justicia y te hiciste sordo a mis ruegos. Quise el oro y el renombre de un rey y no hiciste caso de mí. Me has hecho nacer para sufrir sin razón y yo me vengo de ti. Si eres inmortal, quítame esta vida que me pesa, pero si no, muere dios desnaturalizado, dios cruel, por tu maldad.

Y dirigiendo su arco al pecho del genio inmortal, disparó la flecha que describió una curva, volvió hacía él y atravesándole el corazón, lo hizo caer en tierra sin vida. La noche que tuvo lugar la escena que acabo de referir, la princesa no había podido conciliar el sueño, no obstante que la estrella de la mañana estaba cerca de aparecer por el oriente. Sentía una emoción extraña. Un presentimiento le indicaba que debía de tener lugar un acontecimiento terrible, ex-traordinario, como sucedió en efecto. De improviso vio su alcoba ilu-minada de una luz vivísima apareciendo en aquel foco de resplandor la cara del dios de las riquezas. La princesa se quedó pasmada ante aquella visión y automáticamente se postró de rodillas extendiendo los brazos hacia la deidad.

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Vio entonces que a sus pies yacía el cazador con el corazón atra-vesado de una saeta; pero su morado semblante aún expresaba la contracción suprema de una rabia feroz helada por la muerte. Sintió que iba a perder el conocimiento y en medio de su congoja, sólo pudo dar un ahogado grito de dolor. Más aquel gemido lastimero fue apagado por una voz de trueno que decía.

Tú, princesa indigna, has conducido a su perdición a este joven insensato. Lo llenaste de esperanzas vanas y lo enloqueciste. Él ha pagado la pena de su osadía y tú también recibe el castigo que te toca. Se oyó entonces un estruendo formidable y un instante des-pués yacían en el suelo dos cadáveres informes: el del joven cazador y la princesa.

Cuando la luz del nuevo día apareció en el oriente, iluminó una de las escenas más espantosas que jamás haya tenido lugar: Una columna de agua que durante la noche había brotado de Popolá, había inundado la ciudad arrasándolo todo con su irresistible empu-je. Sobre el inmenso lago que la sumergía nadaban centenares de millares de cadáveres.

En la cúspide del más grande los cerros se veía al dios de las riquezas paseando una mirada de satisfacción sobre aquel cuadro de horrores. Cuando, al cabo de algunos días, se resumieron las aguas, la ciudad estaba del todo arruinada quedando tan solo la mansión de los dioses.

Memphis es una ciudad del estado americano de Tennessee, si-tuada en el río Misisipi en su unión con el río Wolf. Esta situada en el condado de Shelby.

Apunta Eulogio Palma y Palma al pie de la leyenda que “entre las creencias se dice que para San Juan los que suben a la cima del cerro más grande o se acercan mucho, perciben una música muy melodiosa y agradable, porque ese día es de regocijo para el genio

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que vive en el cerro. También los mayas veneraron mucho una cruz cuya pequeña capilla estuvo muchos años sobre el mismo montí-culo sin que esto motivase el olvido del duende que vive ahí. Hoy mismo a la vez que practican el culto católico a su manera, creen en el Yummil muul que suele aparecer en forma de moscón negro anillado de amarrillo, (Holon) en el Yummil Kaax, (dueño o dios de los montes) en el Yumil col (dios de las siembras), en el Yumil chaac (dios de la lluvia) etc. A quienes ofrecen el zacá, el kool y el bal-ché en ciertas ocasiones para hacerlos propicios. Esto la hacen los sacerdotes (xmenes) a quienes también llaman kines. Con muchas ceremonias supersticiosas en parajes ocultos donde no asisten las mujeres, ni consienten la presencia de los blancos de cuyas creen-cias recelan siempre. Este acto de ofrecer comidas y bebidas a los genios protectores se llama tidch.

Esta leyenda fue tomada del original de don Eulogio Palma y Pal-ma de su libro Los Mayas, editado en 1901. Tiene breves ediciones del original para facilitar su comprensión.

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La Leyenda de la Xtabay

Valerio Buenfil

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La leyenda de la Xtabay es una de las creencias populares más arraigadas en la ciudad de Motul y en las poblaciones de todo Yucatán. Este mito tiene un origen ancestral, forma parte de la imaginación popular, del espíritu de

la cultura popular, de la cosmovisión maya. Esta creencia se ha trasmitido por generaciones a través de los abuelos de nuestros abuelos hasta la actualidad. En realidad poco se sabe de la Xtabay, las descripciones sobre ella son breves y vagas, sin embargo es muy temida, de dice que es un aire, un ser maligno, una hechicera que con su belleza seduce a los hombres y los atrae para matarlos. Lo que sabe de ella son narraciones de sus víctimas que se libran de ella. Es una mujer misteriosa.

Es una creencia que vive en el recuerdo de miles de motuleños y de yucatecos, existen distintos testimonios de sus apariciones en varias comunidades. Es un mito que vive en el sentimiento popular, es un temor que vive la comunidad y lo transmite oralmente con distintas variaciones.

La leyenda de la XTabay es una leyenda viva. La comunidad participa. Actualmen-te es común oír las anécdotas de sus apariciones, contadas siempre por familiares y amigos, es frecuente la frase entre conocidos “hace años a mí abuelo se le apa-reció y me lo contó”. Es una creencia que vive en boca de la gente. Vive de oídas.Se afirma que a los incrédulos y a los borrachos se les aparece principalmente.

Existen múltiples testimonios, muchos de ellos registrados en los medios de co-municación, principalmente la prensa escrita y la radio, que gustan recrear los testimonios de las apariciones de esta enigmática hechicera maya.

La referencia más antigua que encontramos la elaboró Eulogio Palma y Palma en su obra “Los Mayas”, publicada en 1901 en su imprenta en esta ciudad, afirma en la página 278 de su libro: “también tenían una legión de brujos como la Xtabay…y creían en la existencia de animales fabulosos y de ciertos vientos que causaban daños y enfermedades”.

Cabe destacar la labor de investigación y recopilación que realizó Don Manuel Antonio Palma Medina a mediados del siglo XIX (1850), padre de Eulogio Palma y Palma. Consideramos que Don Manuel fue uno de los estudiosos de la historia de la ciudad, él cultivó una sólida relación con varios intelectuales yucatecos, su obra la heredó Eulogio.

Manuel Palma y Palma, hermano de Eulgio figuró en 1861 como “Agente de Motul” en el directorio de la célebre revista yucateca “El Repertorio Pintoresco”,

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orientada a la religión, la filosofía, la industria y las letras, publicada en la ciudad de Mérida, dirigida por el Editor José Espinosa Rendón, quien tuvo como Redactor Secretario al obispo Crescencio Carrillo y Ancona.

En el año 2000, los hermanos Manuel y Rodolfo Chuc Pinto, publicaron un libro titulado “Sucesos Insólitos del Cacicazgo de Ceh Pech”, en el que registraron 3 apariciones de la Xtabay, con los subtítulos: “El encuentro de los hermanos Chuc Salazar con la Xtabay” y “Se la llevó la Xtabay”. Único relato que encontramos donde la víctima es una mujer.

El tercer cuento forma parte de la segunda narración, aquí la presentamos con el subtítulo “La Xtabay de San Juan Koop”, el libro estuvo ilustrado con dibujos del periodista motuleño Felipe Villanueva y fue patrocinado por la Dirección de Culturas Populares de Yucatán.

Para ilustrar las diferentes versiones que existen ofrecemos algunas de ellas, prin-cipalmente de cronistas populares y antropólogos que recogen de manera directa las expresiones de esta creencia.

Citamos las apariciones de la Xtabay registradas por Don Evaristo Balam Nah, que publicó en 1994 con el apoyo de la Dirección de Culturas Populares de Yucatán el libro “Hechos Históricos de Uayma”; del antropólogo Jardow Pedersen, citado por Carlos Evia Cervantes en su libro “Selección de Mitos”, publicado en el 2009 por la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY); y de Miguel Ángel Orilla Canché, de su libro “Cosas del Mayab”, publicado en el 2002, con el patrocinio de la Dirección de Culturas Populares.

Es importante afirmar que la leyenda de la Xtabay es uno de los mitos populares más difundidos y conocidos dentro de la tradición literaria yucateca contemporá-nea, la versión más popular es la de Luis Rosado Vega, titulada “El origen de la mujer Xtabay” publicada en su libro “El alma misteriosa del mayab”; Don Antonio Mediz Bolio en su libro “La tierra del faisán y del venado” ofrece una bella versión poética sobre la Xtabay.

Muchos motuleños están seguros que la Xtabay si existe, así lo afirmó Don Ma-nuel Chuc Salazar “lo que pasa es que en la actualidad no se le ve porque todo lo que era monte ya está poblado y hay luz por todas partes, por eso todas las “cosas malas” ya se alejaron. Pero si quieres ver “algo”, sólo tienes que alejarte en el monte; ahí por las noches muchas cosas pasan, allí lejos donde no hay luz ni gente, allí podrás ver todo lo que existe”.

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La Leyenda

La leyenda cuenta que en un pueblo vivían dos hermanas de gran belleza, una de ellas era Xtabay conocida como XKEBAN (la pecadora), porque se entregaba al amor fácil y pecaminoso. Las personas del pueblo la despreciaban y le huían como algo desagradable, aunque su cuerpo y su pasión la maldecían, su corazón la redimía, ya que era noble y de buenos sentimiento, curaba a los enfermos, y amparaba a los más desprotegidos, así como amaba a los animales. Su herma-na conocida por el mismo pueblo como UTZ-COLEL (mujer buena), era todo lo contrario, pura, justa, y jamás había hecho algo malo que disgustara o juzgara el pueblo, la gente la apreciaba. Pero en su interior era rígida, y dura de corazón, incapaz de amar a sus semejantes por considerarlos inferiores. A los enfermos los consideraba repugnantes, dura como piedra, estricta así era esta hermosa mujer.

Un mal día la gente no vio salir a la XKEBAN de su casa. Así pasaron días. Los pobladores acudieron a su casa de la cual salía un aroma agradable. En el interior descubrieron su cuerpo sin vida en el suelo el cual aún se conservaba gracias a los animales que velaban el cuerpo inerte de XKEBAN a lo cual UTZ-COLEL le-jos de sentir dolor solo expreso esto es cosa del diablo y añadió si el cadáver de una pecadora puede desprender aromas tan agradables, mi cadáver destilara un perfume mucho más agradable y sonrió. Al entierro solo fueron los enfermos que había sanado, al día siguiente su tumba amaneció cubierta de flores hermosas llenas de color y de sutil aroma.

Después de un tiempo falleció UTZ-COLEL. Aun virgen seguro alcanzaría la gracia de Dios. Tan rápido como falleció su cuerpo empezó a desprender un olor fétido. Enseguida la enterraron y todo el pueblo estuvo presente. Le adornaron la tumba con hermosas flores, que al amanecer habían marchitado y su olor era desagra-dable. Los pobladores dijeron entonces esto es cosa del diablo.

En la tumba de la XKEBAN brota una flor tan singular llamada FLOR DE XTABEN-TUN. El néctar de esa flor embriaga dulcemente como una vez lo hizo su amor y su pasión. Mientras que en la tumba de UTZ-COLEL broto una FLOR DE TZACAM la cual es un cactus con espinas que al tocarla es muy fácil punzarse y de la cual brota una flor hermosa sin perfume alguno.

Así como fue en vida una hermosa mujer sin alma sin esencia. Era tanto su odio a su hermana que después de su muerte logro regresar con la ayuda de los ma-los espíritus, enfadada por el desigual destino que habían tenido UTZ-COLEL se convirtió en la mala Xtabay la cual surge del TZACAM para imitar a su hermana en vida, ofreciendo su mundano amor a los hombres, la cual los aguarda en las ceibas, peinando su larga cabellera con un trozo de TZACAM erizado de púas.

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Sigue a los hombres hasta que consigue atraerlos, los seduce luego y al fin los asesina en el frenesí de un amor infernal.

“El encuentro de los hermanos Chuc Salazar con la Xtabay”

Don Manuel Chuc Salazar motuleño de 76 años de edad, hombre de campo de toda la vida, asegura que hace como veinte años su hermanito Edilberto y él se encontraron con la Xtabay cuando se dirigían al trabajo y lo relató de la manera:

“esto nos sucedió hace como veinte años, mi hermano Edi me chifló, como todas las madrugadas para irnos al trabajo. Cuando desperté sentí como si no hubiera terminado de dormir, porque estaba bostezando mucho.

Después de que subimos el truck sobre las rieles y alistamos el caballo, nos enca-minamos a la finca de Santa Teresa para hacer el chapeo. Como a un kilómetro antes de llegar a nuestro destino, con la ayuda de la luna llena que había, pudi-mos ver a lo lejos, a una señora que salía debajo de una gran ceiba, cruzar las rieles al otro lado del camino, como dirigiéndose hacia la finca.

¡Ahí cruzó una señora! ¡Ahí salió debajo de la ceiba! Le dije a mi hermano Edi.

- ¡Ah! creo que es doña Anselma – me contestó Edi- seguro que su marido don Asunción Lara está borracho, cuando la alcancemos, la subimos al Truck para llevarla.

Cuando la alcanzamos, pasamos tan cerca, como a seis metros de ella, aquella mujer llevaba un rebozo que le cubría la cabeza y por el reflejo de la luna, no le pudimos ver la cara. Cuando me di cuenta que era cosa mala, todo mi cuerpo se erizó, el caballo retozó, como si sintiera la “mala presencia”, y por nuestro mismo miedo quedamos callados, no hablamos para nada, ni mucho menos intentamos subirla.

Al llegar a la primera casa de la finca, encontramos a don “Petín” (Petronilo) Dzul, lavando su nixtamal, y recordamos que era día de los fieles difuntos.

¡Ahí viene una señora! Le dije a don “Petín” y nos contesta ¡no es una señora!¡es la Xtabay!, con ustedes ya van tres veces que la ven, ella da vuelta en la siguiente esquina y desaparece en una sascabera, en los planteles de la pequeña propiedad de la finca ¿ A dónde van ustedes a éstas horas?, preguntó don Petín.

-Pues vamos a trabajar-, le respondí.

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-Pero si son la una de la madrugada-, nos dijo don Petronilo. Edi y yo nos mi-ramos sorprendidos y pensé que el destino nos tenía preparado aquello que nos pasó y que nunca olvidaremos en toda nuestra vida”

Se la llevó la Xtabay

Doña Tomasita Manzano Rosado y su hija fueron otras de las personas que vi-vieron una horrible experiencia, hace como cuarenta años, cuando la Xtabay se llevó a su pequeña hija de apenas cuatro años de edad y lo contó de éste modo.

“Apenas eran alrededor de las seis de la tarde, cuando después de bañar a mi pequeña hija “Morena”, la acosté dormida en su hamaca y me fui a la tienda por un poco de azúcar para el café.

Cuando al regresar, vi que mi hija no se encontraba acostada en la hamaca. En-tonces comencé a llamarla a gritos, hasta que la vecina me dijo que hace algunos momentos vio que la niña se dirigía hasta el fondo del solar, tomada de la mano de una señora mestiza de larga cabellera. Fue hasta entonces que escuché los llantos de la niña que provenía del fondo del terreno.

Cuando llegué donde ella estaba, la encontré en medio de una nopalera, y com-prendí inmediatamente que se trataba de la Xtabay, que entró en la casa para lle-varse a “Morena”, porque la niña se hallaba sin zapatos llorando dentro de nopa-les, donde no había camino para entrar. Estoy segura que sí es la Xtabay, porque ésta mala mujer había sido vista por otras personas, por estos mismos lugares”.

La Xtabay de San Juan Koop

Otra experiencia parecida a la anterior fue la que vivo Miguel Ángel Escareño, de la ex hacienda de San Juan Koop del municipio de Muxupip.

“Esto me pasó hace como treinta años, cuando llegué de mi trabajo como a las 11 de la noche y me puse a tomar las copas con unos amigos a las puertas de mi domicilio. Estuve con ellos como menos de una hora, cuando ellos decidieron marcharse a sus casas. Entonces decidí también entrar a dormir. Como a unos 4 o 5 minutos después de que se fueron, apareció de pronto frente a mis ojos una hermosa mujer de larga cabellera, vestida de mestiza.

Como me encontraba solo, decidí acompañarla hasta el lugar donde ella se dirigía, tratando de pegarme más a la mujer para conversar. Pero por más que apresuraba

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el paso no lograba alcanzarla, porque la mujer parecía que flotaba, eso lo recuer-do muy bien a pesar que llevaba algunas copas encima.

Ella se dirigía a las afueras de la población, en realidad en dirección al cementerio, pero yo estaba envalentonado por el alcohol que había tomado que decidí conti-nuar tras de la mujer, hasta que ella se detuvo para entrar a un terreno lóbrego, con mucha hierba, que cuando traté de atravesar para salir de ahí, me dí cuenta que se trataba de nopales”.

La Xtabay del camino a Kopté

Manuel Can May.

Kopté es una comisaría de Motul al suroriente de la cabecera distante de unos siete kilómetros. En el tramo entre Chan Sabacnah y el entronque a Kancabchén Rancho, existe una cruz de madera que fue colocada el 18 de diciembre de 2013 por don Isidro quien vive en Kopté y nos relató que él puso la cruz, incluso invitó al sacerdote para que la bendijera ya que en ese punto, le ha tocado observar en innumerables ocasiones la figura de la Xtabay.

Relató que cuando tiene que venir a Motul entre 4 y 4:30 de la mañana por mo-tivos de su trabajo, al acercarse a ese sitio, ve una imagen blanca de larga cabe-llera que atraviesa la carretera como flotando, “cuando llegó a unos 20 metros de distancia desaparece, siempre se presenta cuando estoy sólo y no cuando vengo acompañado” recalcó.

Continuó diciendo que en ese tramo carretero han ocurrido muchas muertes, accidentes que no tienen razón de ser ya que es un tramo recto sin curvas y que por más ahí ocurren muchos accidentes, propiciados por la Xtabay, ahí fue el ac-cidente del Dr. Kuk cuando perdió la vida recordó.

Es por ello que colocó la cruz de madera y la mandó a bendecir, con esto se ha reducido los accidentes y desde ese entonces no he vuelto a ver esa imagen.

No sabemos si por coincidencia pero en los alrededores del lugar abunda la planta de la flor del X´tabentún la cual según la leyenda está relacionada con la Xtabay.

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La Xtabay de Uayma

Evaristo Balam Nah

“La Xtabay es una hermosa mujer que por las noches se aparece generalmente junto a una ceiba, sobre todo en las noches de luna, porque dicen que sale a peinarse a la luz de la luna y se esconde en las sombras que hacen las ramas de los arboles. Llama insistentemente a los hombres trasnochadores que pasan por ahí. Ella se aleja un poco, el hombre la sigue y ella se vuelve a alejar, hasta que lo lleva donde hay una cueva y lo abraza y lo envuelve con su cabellera muy larga. El hombre se desmaya y lo avienta al fondo, donde siempre hay espinos. Amanece adolorido, con fiebre, ha llegado a veces a padecer enfermedad o morir. Necesita que los cure el H´men.

La Xtabay de Xocen

Max Jardow Pedersen

Otro relato del oriente de Yucatán lo recabó el antropólogo Jardow Pedersen en los setentas del siglo XX (1970), el texto lo cita Carlos Evia Cervantes en su libro “Selección de Mitos”, publicado en el 2009 por la Universidad Autónoma de Yu-catán (UADY).

“Dicen que la Xtabai se guarda en la espalda del Yaxché (ceiba). Aparece en la noche. Se ve como una mujer desnuda con cabello largo. Don José Liberato me platicó cómo quiso la Xtabai llevárselo a él: Me emborraché en Chichimilá, en la noche comencé a caminar a Xocén. Pero como estaba muy borracho pues me quedé a dormir en el camino en un altillo.

Me di cuenta que una mujer me llamó diciendo: ¡Vamos José, despiértate! Vi una mujer que tuvo su cabello largo, arrastrando hasta el suelo. Entonces pregunté a la mujer ¿De dónde vienes? Me contestó: No sé, pero vamos José ¡Ya es tarde! Le dije: ¡Dame tu mano! No quiso darme su mano porque por sus manos se sabe si es mujer carnal.

Me agarró mi brazo. Sentí que su mano era muy fría. Helada. Pero no quiso en-señármela ¿Por qué? Porque la Xtabay tiene tres dedos, nada más. Tres dedos, más el grande. Le pregunté otra vez ¿De dónde chingao vienes?¿De dónde eres? Diciendo esto, desaté mis alpargatas y le grité: ¡Diabla, diabla, espérame si eres diabla! Pero cuando vio ella que estaba desatando mis sandalias para pegarle, no quiso esperarme. Se arrancó, corrió ¡Mare! Me puse mis alpargatas otra vez y co-mencé a caminar. Pero ¡Como me asustó! Cada rato temblaba, sentía miedo. Me

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parecía que estaba viniendo otra vez, seguramente me quiso llevar a un cenote y allí me iba a empujar”.

La XTabay de Maxcanú

Miguel Ángel Orilla Canché

En días pasados estuvimos en Maxcanú, en el hogar del Sr. Asunción Canul y luego de compartir el pan y la sal en compañía de su familia en amena charla de sobremesa nos contó en fluida lengua maya, una sugestiva leyenda que a través de la tradición oral, se ha ido observando de generación en generación: el origen de la Xtabay.

Cuenta el popular don “Chon” que hace muchos, muchísimos años tantos que no logra recordar cuál de sus abuelos se lo relató, que en una pequeña comunidad yucateca existió una joven y guapa doncella de figura esbelta y porte gallardo que le da un aire de ser una autentica reina indígena. En la región y sus alrededores era la flor más bella del mayab.

Esta kiichpam ch´upal (bella mujer) por su carácter alegre y vivaz era muy popular y por consiguiente asediada por los hombres. Sabedora de sus encantos femeninos acostumbraba coquetear por las calles pedregosas del pueblo.

Su bien arreglada casita de paja era un verdadero vergel en donde florecían janloles, xjailes, azucenas y en su amplio patio correteaban alegremente kambu-les, beches y otras especies de animales silvestres. En las ramas de los arboles cantaban dulcemente el chac-dzi-dzi, la x-kok, la yuya y la mucuy.

Las jóvenes muchachas de la aldea se sentían celosas por que les quitaba a sus novios, y a las casadas porque sus maridos enseguida que la miraban quedaban prendados a ella y se distraían. Los ancianos mayas decían que era una verdadera kas loca.

Se comentaba que el hogar de esta kiichpam chúpal era frecuentado por apuestos y bravos guerreros de las tribus cercanas y que ahí con frecuencia se realizaban fiestas en las que el líquido de la flor de x´tabentún y el balché corrían a raudales como si se sacara un cenote de fuente inagotable.

Esta situación resultó intolerable por el mal ejemplo que causaba entre la ju-ventud esta guapa muchacha, y se reunieron para elevar sus quejas ante el Batab,

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quien como autoridad, decidió con la aprobación de la mayoría expulsarla de la comunidad.

Así lo hicieron y la corretearon hasta el cabo del pueblo. La pobre muchacha no tuvo más remedio que refugiarse en una oscura y tenebrosa cueva.

Pasaron los días. Una noche los habitantes vieron que sobre el poblado el pájaro maligno tatakmó alzó el vuelo y con asombradas miradas se preguntaban qué era lo que pronto había de suceder.

De igual manera, de repente, la x-kok dejó de cantar y las mucuyes huyeron a los montes y en aquel lugar donde antes todo era algarabía cesó la diversión y un manto de silencio y misterioso cubrió aquella choza.

Entonces los vecinos empezaron a comentar entre sí qué era lo que había su-cedido con la bella doncella. Se organizaron y fueron averiguar y cuál no sería su sorpresa al encontrarla muerta tirada en medio de la cueva con una flecha que le atravesaba en el pecho.

Al parecer manos desconocidas y criminales había cegado en plena juventud la vida de esta criticada dama y Ah-Puch (dios de la muerte) la había en su regazo.

Los vecinos se dieron a la tarea de enterrarla debajo de una vieja mata de yax-ché(ceiba) y como consideraron que había pecado mucho, como castigo, sobre su tumba le colocaron espinos de “tzacam”.

A los tres días de haber dado sepultura, los aldeanos se dieron cuenta que en el lugar donde habían dejado el “tzacam” florecían frescas y fragantes rosas rojas como señal elocuente de que esta mujer se le había juzgado muy a la ligera.

Desde entonces cuentas los viejos del pueblo que el espíritu de la kiichpam ch’upal ronda por toda la comunidad y que por las noches, sobre todo cuando hay luna llena, se le puede ver peinando su larga y brillante cabellera debajo de una frondosa ceiba en espera de seducir a los hombres y a todo aquel que se adentre solidariamente en el monte o caminos poco frecuentados.

Esta mujer a quien la voz popular bautizó con el nombre de Xtabay, dicen que siempre invita con seductora discreción a que se le siga y cuando el impru-dente galán parece darle alcance, desaparece. Quienes logran sus favores al día siguiente amanecen muertos en el peor de los casos, mueren de fiebre o pierden la razón por que su alma ya no les pertenece.

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Por eso, hasta hoy, cuando en la espesura del monte alguien pierde la vida en circunstancias algo misteriosas, el campesino maya sólo escucha, calla y con una leve sonrisa parece adivinar quien fue la causante.

Por ese motivo, cuando ese mismo campesino se topa en su camino con una mata de yaxché, se quita el sombrero, se santigua y con paso presuroso cambia de ruta.

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La Leyenda de los Huevos Motuleños

Valerio Buenfil

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P r e s e n t a c i ó n

Uno de los elementos que conforman los rasgos de nuestra iden-tidad, son los huevos motuleños, una de las estrellas de la gastro-nomía internacional yucateca. Destacado lugar se ha ganado este platillo de la ciudad en el concierto internacional de las naciones. Su presencia en los menús de los mejores restaurantes del mundo le merecen especial distinción de los comensales que gustan saborear esta comida, principalmente en el desayuno, momento ideal para disfrutarlos.

Los huevos motuleños son un platillo exquisito, delicioso, sencillo de preparación. La facilidad de su elaboración justifica sus distintas expresiones. Es un platillo con mucha plasticidad, su elaboración se adapta a los ingredientes disponibles al momento. Pueden ser hu-mildes y sofisticados. Su origen ancestral proviene de una costum-bre culinaria de los mayas, modernizada a principios del siglo XX por la influencia de la gastronomía libanesa.

La ciudad de Motul está situada estratégicamente al norte de la península de Yucatán, esta ubicación, le ha dado un liderazgo en el Golfo de México, el Caribe y la Costa Este de los Estados Unidos. A lo largo de la historia ha recibido distintas migraciones desde el periodo maya hasta los tiempos de la Conquista, cuando llegaron los españoles, después vinieron franceses, italianos, alemanes, liba-neses, cubanos, chinos, africanos, coreanos y de todas partes del mundo.

Sin lugar a dudas fue la generosa influencia de distintas cultu-ras, la que propició el surgimiento del exacerbado orgullo motuleño, cultivado por muchos años en la ciudad. Son compartidas muchas afirmaciones en este sentido, tales como la convicción de que la ciudad es el centro del mundo, el “tuch” (ombligo) del universo; o frases como “Después de París, Motul”.

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Lo cierto es que los huevos motuleños son uno de los elementos que conforman el orgullo de nuestra identidad, un rasgo que nos caracteriza, tal vez por esta razón, nos sentimos ofendidos por un artículo titulado “El huevo motuleño no es de Motul”, publicado en el Diario de Yucatán el domingo 21 de enero de 1990 en la segunda parte de la sección Local, en el que se afirma que los huevos motu-leños no nacieron en Motul, sino en Telchac Puerto.

Indignados por semejante aseveración, iniciamos un trabajo de investigación con el propósito de refutar las afirmaciones vertidas en el citado artículo. Revisamos la información existente sobre el tema y encontramos que se trataban de notas y reportajes publicados en los periódicos de circulación estatal durante los setentas, ochentas y noventas del siglo XX.

Decidimos empezar con la valoración de esos materiales y re-currimos a los decanos de la Academia Yucatanense de la Lengua: Gonzalo Navarrete Muñoz, Roldán Peniche Barrera, Jorge Álvarez Rendón y Martiniano Alcocer Álvarez, quienes nos dieron la opor-tunidad analizar la información existente en una reunión de trabajo realizada en el Archivo Histórico de la Ciudad de Mérida.

Con sus aportaciones se lograron establecer las imprecisiones de la información periodística de referencia y se desecharon por sus inconsistencias históricas. El 7 de noviembre del 2008 en la edición 130 de La voz de Motul, publicamos un primer artículo sobre el tema titulado “A 134 años de su natalicio: Felipe Carrillo Puerto y la le-yenda de los huevos motuleños”.

Meses después, el viernes 20 de febrero del 2009, en la edición 145 de La voz de Motul, publicamos con motivo del 137 aniversario de la Erección de la ciudad, un ensayo titulado “La historia de los huevos motuleños y la sopa socialista de Motul”, en el que publica-mos los avances de las investigaciones realizadas.

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La historia fue bien acogida por los medios de comunicación, principalmente la radio, que le dio buena cobertura a la leyenda, el éxito pasó a las redes sociales y generó el actual movimiento turístico gastronómico que acude a la ciudad que ha convertido al mercado 20 de noviembre en la catedral de los huevos motuleños y la gastronomía yucateca.

Con motivo del 142 aniversario de la Erección de la ciudad ce-lebrado el 22 de febrero del 2014, decidimos elaborar una tercera edición titulada La Leyenda de los Huevos Motuleños, en la que per-filamos la versión más completa de ésta historia con los resultados de las últimas investigaciones realizadas.

Por el momento aseveramos que es una leyenda, porque una parte de sus afirmaciones descansan en testimonios de memoria oral, las pruebas documentales no son suficientes para darle valor académico. Lo que es indiscutible, es que los huevos motuleños son parte de nuestra identidad. Memoria. Un recuerdo. Nostalgia de Mo-tul, y por supuesto un rico desayuno que compartimos con orgullo con todos los visitantes de esta bella ciudad.

La Perla de la Costa

La ciudad de Motul está ubicada estratégicamente al norte de la península de Yucatán. Esta situación le ha permitido tener a lo largo de su historia el liderazgo de la región. En tiempos de los mayas fue capital del Cacicazgo de Ceh Pech. Durante la Colonia fue cabecera de doctrina y asiento del convento franciscano y de la iglesia en honor a San Juan Bautista.

Motul es la verdadera cuna del mestizaje yucateco, así se narra en las Crónicas de “Chac Xulub Chen” escritas por Ah Nakuk Pech en el siglo XVI y lo confirma el Diccionario Calepino de Motul que resume la fusión de la cultura maya y la española recopilado por

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Fray Antonio de Ciudad Real en el convento de la ciudad a principios del siglo XVII.

En el siglo XIX, pasadas las luchas de Independencia y la Guerra de Castas, la ciudad desarrolló una economía propia basada en el cultivo del henequén, fibra que revolucionó la vida económica, polí-tica, social y cultural de Motul, la región y Yucatán.

A principios del Siglo XX con el auge henequenero la ciudad vivió momentos de grandeza y llegó a ser conocida en el Golfo de México y el Caribe como La Perla de la Costa. La historia de la creación de los huevos motuleños se ubica en esta etapa del esplendor hene-quenero, llamado también el “Oro Verde”.

Para recrear el ambiente de la ciudad y la vida cotidiana en esos años citemos pasajes de la obra “La Familia Carrillo Puerto de Motul con la Revolución Mexicana” escrita por Don Acrelio Carrillo Puerto “cuando en nuestro estado comenzó a incrementarse la siembra del henequén, los agricultores de la ciudad de Motul y sus alrededores, se dedicaron con verdadero tesón y entusiasmo que mucho enal-tece, al cultivo y explotación de este precioso agave, lo que con el correr del tiempo hizo que esta región fuera considerada como la más importante del estado, por sus numerosas y ricas fincas hene-queneras, resultando de esta actividad que hasta el decenio de 1910 a 1920, los hacendados tuvieran sus hogares bien amueblados con vistosas salas de recibo, mueblaje austriaco; estantería fina de ma-nufactura francesa para sus recámaras; sus carros de victoria “Retif” traídos de París, pianos alemanes, buenos caballos para montar y un servicio doméstico de muchachas lindas, ya que se tenía cuidado de ataviarlas para lucirlas. Recordemos a algunos, sin el deseo de me-nospreciar a los que involuntariamente olvidemos: los Campos Con-treras, los Campos Palma, Doña Rita Puerto de Novelo, Doña Va-lentina Puerto de Palma, Doña Tomasa Puerto de Espejo, la familia Sánchez Ojeda, la familia Palma y Palma, familia Ojeda Cuevas, Don Herculano Gutiérrez, Don Julián May, Don Canuto F. Paredes, Don

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Tomás Can y tantos y tantos que se escapan a la memoria, para los que igual que los nombrados, siempre hay grato y justo recuerdo”. “La ciudad de Motul tuvo gran importancia comercial, porque aquí hacían sus compras los comerciantes de los pueblos circunvecinos, el comercio había cimentado su crédito tanto en nuestro país, como en el extranjero y existían casas comerciales que giraban grandes capitales, como las firmas de Don Sabas Alpuche, Don Anastasio Euán, Don J. Gerónimo Pérez Cervera, Don Juan Gamboa y her-mano, Don Casiano Sauri, Don Carlos Echeverría, don Crescencio Novelo y no menos de diez casas especializadas en el comercio de lienzos y telas finas de árabes que se familiarizaron con el medio nuestro, como Don Salomón Mena, Don Nicolás Mena, Don Jorge Mena, Don Elías Simón, Don Jorge Siqueff, Doña Rosa Dergán, Don Manuel Estéfano, Don Miguel Abraham y la prolífica familia Raful”.

“Nuestro original parque José María Campos, cubierto de viejos y perfumados naranjos; el hermoso Circo Teatro Motuleño, en el que se lidiaron las primeras corridas de toros con ganado de primera de Piedras Negras y Tepeyahualco, anunciadas con carteles importados de España y toreros españoles y nacionales, todos de renombre como el “Cheche”, “Agualimpia”, la “Guerrita” y un famoso saltador de toros francés cuyo nombre no recuerdo, que sólo pudo actuar una vez, por haber sido llamado al servicio militar de su patria. Tam-bién nos visitaron compañías de dramas, óperas, operetas, zarzue-las, y otros artistas de gran prestigio. Contábamos también con el magnífico Teatro Motul, el Cine Olimpia, el Cine Ideal, más la visita de grandes circos como el Chiarini y el circo Ricardo Bell.”

A principios del siglo XX, la cocina popular motuleña de origen maya, había recibido durante más de 350 años la influencia de la coci-na española, y en las décadas de 1890 a 1920 se introdujeron las costumbres culinarias de los libaneses que se avecindaron en esta ciudad, basadas en la utilización de cebollas, ajo, aceite de olivo, trigo, berenjenas, garbanzos, lentejas, yogurt, carne de carnero y

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varias especias, así como el gusto de comer los huevos fritos sobre el pan árabe.

En la cocina popular motuleña y la yucateca, existían como ingre-dientes cotidianos las tortillas, el frijol, los huevos y los tomates que provenían de las milpas y de los patios de las casas que eran huertos familiares. Estos ingredientes básicos conforman la base de la dieta popular de la comunidad.

Los huevos motuleños surgen en la vida cotidiana de la necesidad de improvisar una comida con los ingredientes disponibles, así se explica el surgimiento de este platillo y la existencia de varias rece-tas similares en la ciudad, este platillo es un patrimonio compartido por la comunidad Motuleña.

El Siqueff de Motul

En el año de 1896 arribó a la ciudad procedente del Líbano Don Jor-ge Elías Siqueff Simón, un comerciante de telas que se estableció en una casa ubicada sobre la calle 27 por 28 y 26. Años más tarde en la mera esquina de la 27 con 28 abrió una Mercería. Cabe señalar que Don Jorge Elías fue uno de los pioneros inmigrantes libaneses que ayudaron y promovieron el arribo de varias familias de sus paisanos a esta ciudad que llegó a tener una comunidad libanesa grande. Se casó con doña Mercedes Febles Revueltas, de ese matrimonio nacieron María Demetria, Amina Elvira y Jorge Farid Siqueff Febles. Don Jorge Farid Siqueff Febles mostró desde temprana edad un gusto por la cocina y la panadería. Desde joven se dedicó a profesar su vocación y a un lado de la misma casa paterna, a unos pasos del parque José María Campos abrió un café restaurante que con los años llegó a ser conocido como “Siqueff” que tenía adjunta una pa-nadería llamada “La Sin Rival”, contó siempre con el apoyo invalua-ble de su esposa Doña Dea Margarita Alonzo Villanueva y su cuñada Rosita, quienes tenían un gusto por la cocina y un excelente sazón.La calidad de sus productos pronto cobró fama y prestigio. Sus file-

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tes de venado a la mantequilla, los huevos motuleños, sus panes: cepillo, escotafi, biscotelas, pan kéke, las galletitas de manteca, los cocotazos y el pan francés de huevo, convirtieron a este restaurante y panadería en punto de obligada visita para los turistas que llega-ban a Motul y por supuesto, fue lugar de encuentro de hacendados, comerciantes, políticos y de los gobernadores cuando visitaban la ciudad.

El creador

Afirma el maestro Ariel Avilés Marín, que Don Juan N. Cuevas, des-tacado profesor oriundo de esta ciudad, quien fue contemporáneo de Felipe Carrillo Puerto, le relató que en la visita que realizó a fines de 1921 por el estado de Yucatán José Vasconcelos, Secretario de Educación Pública en el gobierno del Gral. Álvaro Obregón, con el propósito de conocer las transformaciones políticas y pedagógicas que implementaba el gobierno socialista de Carrillo Puerto, prin-cipalmente en el terreno educativo con la promoción de la escuela racionalista y el impulso a la educación bilingüe maya-español; fue invitado de manera especial por el gobernador a un desayuno en el cenote Sambulá de esta ciudad.

Los testimonios populares que cuentan nuestros abuelos y trans-miten a las nuevas generaciones, narran del afecto personal que “Felipe”, como le llamaban sus partidarios socialistas de la Ligas de Resistencia, tenía por los desayunos de trabajo que realizaba en la mesa de granito del cenote, y de su gusto por los huevos con frijoles refritos acompañados de chiltomate y tortillas, desayuno popular en las casas de la ciudad.

Felipe Carrillo influenciado por la hermandad de los masones, gusta-ba usar el lenguaje simbólico para destacar hechos trascendentes de su vida política. El uso del triangulo, los pañuelos rojos y los huevos motuleños son prueba de ello. Para esa ocasión notable, debido a que Vasconcelos venía acompañado en toda su gira por Yucatán por

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Diego Rivera, Roberto Montenegro, Adolfo Best Maugard, Jaime To-rres Bodet, Carlos Pellicer y Pedro Enríquez Ureña; le encargó a Don Jorge Siqueff Febles, uno de los mejores cocineros en toda historia de la ciudad, la elaboración de un platillo especial para agasajar a tan distinguidos invitados.

Don Jorge Siqueff, conocedor de los gustos personales de Felipe Carrillo Puerto, decidió para esa ocasión tan memorable, mejorar la elaboración del desayuno preferido del gobernador motuleño. En vez de hacer el chiltomate, que es una salsa de tomate machacado; la afinó, friendo primero la cebolla en aceite oliva, a la que le agregó el tomate picado y el jamón español ahumado, también picado en cuadros; al final del cocimiento le añadió los chícharos. Para realzar el platillo lo sirvió con abundante frijol refrito y doble tostada, ade-rezados con la salsa especial que había preparado para esa ocasión. El desayuno se realizó el sábado 3 de noviembre. Les gustó tanto a los distinguidos comensales, que el gobernador fue felicitado am-pliamente por el exquisito manjar, y por supuesto varios invitados le preguntaron cómo se llamaba el platillo que habían comido, y Ca-rrillo Puerto orgulloso les contestaba son “huevos motuleños”, y que a partir de ese momento se les empezó a conocer así.

Para acompañar los huevos motuleños Don Jorge Siqueff preparó también “La sopa socialista”, que fue una sopa de verduras o juliana a la que se le agregó abundante remolacha para matizarla de rojo. Felipe quedó tan complacido con el desayuno que los hizo su co-mida preferida, hasta que fue cobardemente fusilado por militares alzados de las fuerzas armadas, siendo Gobernador Constitucional del Estado de Yucatán en funciones.

De Don Juan N. Cuevas, relator de esta historia, debemos de men-cionar que fue profesor fundador desde el año de 1913 de la Escuela Modelo de la ciudad de Mérida, y que en el período de 1962-1970 fue su director. El Prof. Cuevas fue impulsor del deporte en todo el

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estado, se le considera el pionero del fútbol en Yucatán y por su labor en el ámbito deportivo se le llamó “El Forjador de Atletas”.

El promotor

Otro de los méritos indiscutibles de Don Jorge Siqueff, fue ser un promotor incansable de este platillo y hacerlo la estrella culinaria de sus restaurantes. Primero desde el restaurante “Siqueff” de Motul, que junto con la panadería “La Sin Rival”, eran un santuario gastro-nómico al que venía para rendir culto al paladar miles de comensales de todo el estado y turistas que visitaban la entidad.

La calidad de la cocina, panadería y repostería, lo convirtieron en un ícono de la prosperidad de Motul en la época del auge hene-quenero. Sus famosos filetes de venado en mantequilla, el kibi, las hamburguesas, las papas a la francesa, en fin, todo eran delicias y manjares para el paladar. En el seno de esta cocina crecieron los huevos motuleños, bajo la supervisión y el cuidado de su más celoso promotor, Don Jorge Siqueff Febles, quien afirmaba que “La salsa es el espíritu de los huevos motuleños” y dedicó parte de su vida a promocionarla y cuidarla.

El turismo gastronómico

Durante muchos años el restaurante “Siqueff” fue un atractivo turís-tico de Motul. Existen testimonios que cuentan visitas inolvidables, como las que hacía el popular Pedro Infante, quien llegaba en su motocicleta Harley Davidson, con la que viajaba hasta el paradisiaco puerto de Telchac. Entre otros personajes que vinieron figuran: Gas-par Henaine “Capulina”, Roberto Cañedo, el cómico “Chicote”, los comediantes regionales “Ponso” y “Chela” etc.

Alrededor de los años cincuentas del siglo XX, en los tiempos del popular alcalde motuleño Don Mario H. Cuevas, se gustaba halagar a los políticos regalándoles el panqué llamado “Cepillo”, elaborado

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en “La Sin Rival”, en especial al gobernador José González Beytia. Su nombre viene por que se usaba el pan como regalo para compla-cer y halagar o “cepillar” como decían aquí a la lisonja política, esta costumbre trascendió a la comunidad y la gente regalaba a sus fami-liares el pan cepillo. Era un panqué tan exquisito que incluso había gente que venía de Mérida y otros lugares sólo a comprar este pan.

En esos años vivían en esta ciudad Don Alberto Bojórquez Pérez y Doña Delfina “Fina” Patrón Mendoza, su domicilio se ubicaba so-bre la calle 26 entre 27 y 25 a media cuadra del centro, ahí tenían una tienda de perfumes y cosméticos, eran los únicos especializados en ese ramo. Hicieron amistad con la familia de Don Jorge Siqueff Febles. Ellos tenían la idea de hacer viajes de excursión, cuando el matrimonio Bojórquez-Patrón inició las promociones de sus primeras salidas de viajes a principios de los sesentas, contaron con el apoyo de las amplias relaciones que Don Jorge había cultivado a través de su restaurante y de su generosa personalidad.

Años más tarde, cuando Don Alberto Bojórquez y Doña “Fina” Patrón, en la época del gobierno de Luís Echeverría Álvarez y Doña Esther Zuno lograron el éxito en el ámbito turístico, con sus excur-siones de Yucatán a varias partes de la república y luego con sus hoteles Bojórquez de Cancún y Mérida; correspondieron generosos el apoyo recibido por Don Jorge y lo apuntalaron para impulsar la promoción de los huevos motuleños en la naciente industria hote-lera peninsular. Duro luchó Don Jorge Siqueff para convencer a los funcionarios de turismo federal de aceptar la inclusión en los menús de los hoteles de los huevos motuleños. El lugar que hoy tienen los huevos motuleños en la gastronomía turística es producto del esfuerzo y la tenacidad de su creador y promotor, y el apoyo indis-cutible y el amor que le tuvieron a Motul Don Alberto Bojórquez y Doña “Fina” Patrón.

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Don Jorge Siqueff

Don Jorge Siqueff Febles tuvo el arte de la buena cocina y alcan-zó la maestría que le permitió formar discípulos. Bajo su dirección se hicieron excelentes cocineros que lograron fama en esta ciudad y en otros lugares. Por mencionar a algunos de ellos nos referiremos a Eugenio “Ux” Lugo, quien fue uno de sus discípulos más prestigia-dos, que trabajó hasta los últimos años de su vida en el restaurante “Siqueff” de Motul. Existen testimonios que afirman que Olegario Kantún, quien cobró fama como cocinero en la ciudad de Mérida en los años cincuentas y sesentas sirviendo banquetes a empresarios y políticos; inició primero como cocinero de Don Nazario Campos dueño de la hacienda Timul de esta ciudad. Se dice que Don Naza-rio como cliente del restaurante “Siqueff” y por su amistad con Don Jorge le encargó a su novel cocinero para que aprendiera las artes del oficio.

Carlos “Japonés” Alonzo fue otro cocinero hecho bajo el cuidado de Don Jorge, por cierto fue su cuñado. Al cierre del restaurante “Siqueff” de Motul, “Japonés” se independizó y se convirtió en un prestigiado cocinero, sirviendo banquetes en la ciudad, la región y en Mérida.

Don Amelio Silveira hizo historia con los huevos motuleños en el restaurante “Mirador” de Campeche, desde ahí, a través de Gaspar Gómez que trabajaba como mesero del restaurante del hotel Baluar-tes, enseñó la famosa receta a los cocineros campechanos. En los años setentas y ochentas se volvieron famosos los desayunos en ese restaurante, cuando uno entraba se distinguía que en las mesas do-minaban los platillos de los exquisitos huevos motuleños; políticos y turistas se daban cita todas las mañanas en ese lugar; Don Amelio también se formó bajo la tutela de Don Jorge en el restaurante Si-queff de Motul.

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Don Jorge Siqueff fue un creador y un promotor nato de la gas-tronomía y la panadería. Desde su restaurante en Motul concibió a la hoy famosa panadería “Montejo” de la ciudad de Mérida. Don Jorge inició el proyecto derribando las casas que había en el sitio que ocu-pa actualmente la panadería frente al monumento a la Patria en la ciudad de Mérida. En ese entonces muchos se preguntaban qué se iba a terminar primero, si la panadería o el monumento a la Patria que esculpía el maestro colombiano Rómulo Rozo. Lo cierto es que en sus inicios la panadería Montejo recibió a los maestros panaderos motuleños que enseñaron las recetas de la panadería “La Sin Rival” y capacitaron a la gente de Mérida.

La Receta Original

Cuenta Don Jorge Siqueff Alonzo, hijo de don Jorge Siqueff Fe-bles, que su padre cuidaba mucho la elaboración de la salsa de los huevos “Cuando íbamos a Mérida, con esmero mi padre selecciona-ba los mejores jamones con Henry Boyancé, para preparar la salsa”. Siqueff Alonzo afirma que su padre decía “la salsa es el espíritu de los huevos motuleños”.

Afirma Siqueff Alonzo que “un error común en la elaboración de los huevos motuleños es hacer la salsa licuada. Además, la receta original no lleva plátanos fritos. En los años cincuentas en Mérida, en el café Express, en el “Ferráez” de Lalo Alcocer y en el Peón Contre-ras, se preparaban los huevos motuleños de manera diferente. A la salsa de tomate le picaban jamón cocido, le ponían chícharos, queso y pimiento morrón, pero esta es otra receta y el sabor es diferente. En esos años los camioneros se juntaban en el café de Lalo Alcocer en la ciudad de Mérida y a su padre le gustaba frecuentarlos.

El Siqueff de Mérida

Con la seguridad de la fama ganada en años de trabajo, Don Jorge Siqueff Febles decidió establecer en el año de 1959 un res-

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taurante en la ciudad de Mérida, al que bautizó con su prestigiado apellido “Siqueff”. En poco tiempo, platos como los huevos motu-leños, el filete a Caballo ó el pollo frito a la francesa, junto con sus platillos libaneses, se convirtieron en auténticos íconos de la oferta gastronómica de Mérida de esos años.

Actualmente los huevos motuleños se preparan con dos huevos fritos montados sobre una tostada frita recubierta de frijoles refritos, bañados con abundante salsa de huevo motuleño, acompañados de plátanos fritos. Afirma Don Jorge Siqueff Alonzo que los huevos motuleños deben de comerse con la tostada crujiente. Y que los plátanos es un gusto que la gente pide para acompañar este platillo. El restaurante “Siqueff”, se ubica en Mérida en la calle 60 número 350 x 35 y 37 y sus teléfonos son 9 25 50 27 y 9 25 42 63.

Ofrecemos este modesto trabajo de recopilación como un reco-nocimiento y un homenaje a la generosa trayectoria de Don Jorge Siqueff Febles, quien logró con la promoción de los huevos motule-ños, fortalecer el orgullo y la identidad de la comunidad motuleña. Actualmente el restaurante “Siqueff” es atendido en su tercera generación por su nieta María José Siqueff Villanueva y su padre Don Jorge Siqueff Alonzo. También debemos de tener presente que le corresponde al restaurante “Siqueff” ser uno de los pioneros en la península de Yucatán de la promoción de la comida libanesa a lo largo de todo el siglo XX, pero referir este hecho ameritaría un trabajo especial.

La receta de la maestra Evelia Arce y Escamilla

Actualmente en la ciudad de Motul la receta de la maestra Evelia Arce y Escamilla es la que goza de mayor reconocimiento y pres-tigio. En el mero corazón de Motul, en el interior del mercado 20 de Noviembre, que se ha convertido en la “catedral de los huevos

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motuleños”, se ubica su cafetería denominada “Evelia” especializada en la cocina de los huevos motuleños.

Regularmente ofrecen servicio todos los días a partir de las 7 de la mañana, sus teléfonos son 9919 59 00 61. El sazón de los huevos motuleños que prepara se merecen el respeto de sus comensales. La maestra Evelia nos contó que en su casa se comían los huevos motuleños desde hace muchos años. Cuando ella estudió la secun-daria en la escuela Eulogio Palma y Palma, la maestra del taller de repostería y cocina era Doña Francisca “Chita” Ramírez Vera, quien enseñaba en sus clases el modo de preparar los huevos motuleños. La maestra Evelia recordó que la receta original no lleva plátanos fritos, sin embargo, reconoce que existen en muchos hoteles cartas que ofrecen huevos motuleños acompañados de plátanos fritos y que a mucha gente los pide. En este sentido manifestó que el gusto es variado. Algunos se deleitan al espolvoréales queso de bola o el sopero, media crema o con queso fundido. En muchos restaurantes se sirven con la salsa de tomate frito y chícharos de lata al plato y jamón cocido.

La receta de la maestra Evelia, a diferencia de la receta origi-nal, va acompañada con un chile habanero que se agrega al final del cocimiento de la salsa y cuando se sirve se le pone encima para decorarlo. Debemos de tener en cuenta que el chile habanero de Yucatán es de un sabor especial y recientemente recibió la denomi-nación de origen, por lo que la receta de la maestra Evelia hace una aportación a la receta original de Siqueff.

Su éxito es la salsa que prepara. Nos explicó que primero se pica el tomate, la cebolla y el jamón y se ponen a cocer, cuando el tomate llega a medio cocer, se le añade aceite y sal a gusto. Al final del cocimiento, se le agregan los chícharos y el chile habanero, se termina de hervir y se le apaga.

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Después se fríen los huevos con la yema tierna, o bien al gusto (estrellados). Se le unta a la tostada fríjol refrito al gusto y se le ponen los huevos encima. A otra tostada se le pone siempre fríjol al gusto y se tapan los huevos. Encima se bañan con la salsa de manera abundante cubriendo toda la tostada. Y se decora con un chile habanero. Los ingredientes de la receta son: tómate, cebolla blanca, chicharos, jamón ahumado, frijol refrito, tostadas y chiles habaneros.

El éxito no tiene muchos secretos. Lo único que distingue a la maestra Evelia, es que cuida con celo la calidad de sus ingredientes. Siempre busca lo mejor; ni siquiera la salsa sacrifica preparándola con tomates de segunda, incluso para ello exige la mejor calidad, el mejor tomate. No sólo son los ingredientes, mucho importa la ela-boraciónón del platillo, cuidar todos los detalles.

La constancia es la base del ééxito. Todos los días, ¡Sí!, todos los días de la semana, sábados, domingos y días festivos está ofre-ciendo su servicio. En las tardes prepara con esmero los ingredientes para sus platillos. Su oferta incluye el pan de nata que elabora la panadería “El Negrito” y el francés cocido con leña.

Todos los días su comida tiene la misma calidad, no cambia el sabor. Mantiene un nivel alto. El trato es amable y cordial, no abusa de sus clientes ni los engaña, ni les cobra de más. Sus clientes re-ciben un trato amable y esmerado, cordial. Sus precios con relación a la calidad y al servicio son buenos, éste es uno de sus atractivos.

La receta del restaurante María José

En la ciudad el restaurante María José que tiene tradición, calidad y prestigio ofrece los huevos motuleños en su menú. Acerca de su re-ceta conversamos con Blanca Bacelis Aguilar, Ingeniera en Bioquími-ca en Conservación de Alimentos egresada del Instituto Tecnológico

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de Mérida quien es la jefa de cocina de ese prestigiado restaurante, nos comentó que la receta que ofrecen fue de su abuela Manuela Campos, la cual adaptaron a las exigencias de los comensales, que son en su mayoría turistas. Nos indicó que este hecho los ha obliga-do a cuidar mucho la presentación.

Nos explicó “Es importante poner cuidado en la elección de los tomates, no deben de estar muy rojos, porque cuando se elabora la salsa se les puede desprender la cáscara del meollo de tomate y queda como salsa licuada y les quita presentación. A medio coci-miento de los tomates se les pone las cebollas y el jamón ahuma-do. Los chícharos se les pone al servirlos para que tengan color y presentación, después de les espolvorea queso para darle un mejor sabor. Nuestra receta va acompañada de plátanos fritos, arroz y una guarnición de verduras compuesta de zanahoria, lechuga, pepino, y tomate”. Este restaurante ofrece servicios todos los días su teléfono es el 01 (991) 915 08 28 y ofrecen servicio todos los días de 8 de la mañana a 5 y media de la tarde.

La Sopa Socialista

Por razones de memoria colectiva, cuando se investiga acerca de los huevos motuleños surge la breve historia de la sopa socialista. Este guiso no corrió la misma suerte que los huevos motuleños, tal vez por su abierta connotación política. Sin embargo Don Jorge Si-queff siguió promocionándolo en ocasiones especiales, así lo hizo el 24 de noviembre de 1948, cuando ofreció una cena en su domicilio particular para la conformación del Club Rotario de Motul, esa noche sirvió los huevos motuleños acompañados de la sopa socialista evo-cando aquella fecha histórica. Entre los Rotarios fundadores estaban entre otros el Dr. Sebastián Díaz y Díaz, quien fue amigo personal de Felipe Carrillo Puerto y uno de sus admiradores. Gustó tanto ese hecho, que Dona Bertha Ofelia Avilés Aguilar de Ramírez “Monina”, quien fuera esposa del Lic. Manuel Ramírez Vera, decano educador y uno de los fundadores del Club Rotario de Motul, la adoptó como

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propia para las cenas que le tocaba ofrecer en su casa, por este hecho se conserva aún la memoria de este guiso en la comunidad.

La gastronomía motuleña

Hoy es tiempo de conocer y reconocer la amplia variedad de la gas-tronomía motuleña que tiene su raíz en la comida maya, que fue enriquecida por la influencia de la gastronomía española por más de 5 siglos y refinada por las prácticas culinarias de los libaneses que se radicaron en Motul desde hace más de un siglo.

Esta ciudad es cuna indiscutible de grandes y prestigiados cocineros que han hecho fama en muchos lugares de México y del mundo. Los huevos motuleños, el fríjol con puerco, la cochinita pibil, el mon-dongo, el puchero, el chocolomo, el relleno negro, relleno blanco etc. Y la amplia variedad de los guisos de la costa, tienen un sazón especial en las manos de los cocineros motuleños.

El mercado 20 de noviembre es un espacio de expresión de la mejor calidad de la cocina de Motul; es un universo de sabores, olores que debemos de conocer para disfrutar: la cochinita pibil, los tacos de chicharra, de queso relleno, los polcanes, panuchos, tostadas, sal-butes y empanadas, en fin, verdaderos manjares ofrece el mercado 20 de noviembre para ser disfrutados por los refinados paladares de los ávidos glotones de aquí, allá y acullá.

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LA LEYENDA DE LOS PANUCHOS

Ermita de Santa Isabel en Mérida.

Valerio Buenfil

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El panucho es uno de los antojitos de la gastronomía tradicional de Yucatán. Tienen su origen en Mérida, la capital del Estado, frente a la Ermita de Santa Isabel, cerca del aguerrido barrio de San Sebastián. La memoria oral narra que en el siglo (XVIII) allá por mil setecientos sobre el “Camino Real” que transitaba el carruaje rumbo a

la ciudad de Campeche, tenía una hostelería para viajeros Don “Ucho”, un parroquiano que atendía a los paseantes que cruzaban el rumbo.

Se dice que en una ocasión unos viajeros llegaron de madrugada de Campeche, se detuvieron tocaron la aldaba del conocido lugar y suplicaron les vendieran algo para comer. Don “Ucho”, dueño del negocio quien vivía y dormía ahí, semidormido abrió el postigo y les advirtió que no tenía nada. Sólo quedaba un resto de masa, frijol duro y tomates.

Ellos le suplicaron ¡Dzaten pan “Ucho”! pedían que los atendiera, que comerían lo que fuera, cualquier cosa que les dieran. Ante los hambrientos comensales que insistían ¡Dza-ten pan Ucho!, don “Ucho” levantó a una mestiza para que elaborara unas tortillas a las que coció hasta que inflaron y les salió el hollejo.

Después las rellenó con el frijol duro que le quedaba y las frió a fuego lento. Sobre el carbón asó unos tomates y después los hizo cut (machacó) para hacer una salsa que le sirvió para aderezar el improvisado antojito.

Los viajeros agradecidos le dijeron “Que sabroso está tu pan “Ucho”. Pronto empezó a ser solicitado y empezaron a pedir el pan de don “Ucho”. El antojito gustó y cobró fama.

El panucho por sus ingredientes tiene su raíz en la gastronomía maya. El maíz, el frijol y los tomates son productos básicos que provienen de la tradicional milpa yucateca.

Originalmente el panucho es un antojito simple, sencillo, pequeño. Es una tortilla de maíz de aproximadamente de 8 centímetros diámetro, rellena de frijol duro, frita a fuego lento.

Años más tarde, a fines del siglo XIX con la influencia de la cocina libanesa que recibió la gastronomía yucateca se le agregó como aderezo la cebolla curtida en naranja agria. Según la memoria oral así nació este platillo. Con el tiempo la expresión se contrajo y le empezaron a decir panucho.

Es una historia que se transmite oralmente y tiene distintas versiones afirmó Don Luís Herrera Herrera fundador de “La Susana Internacional”, de Kanasín, catedral de los panu-chos yucatecos.

El viernes 5 de febrero tuvimos el privilegio de conocer a Don Luís Herrera Herrera, un carismático personaje originario de la bella ciudad de Kanasín. Don Luís es un hombre de 85 años. Un humanista. Un hombre sabio. En la charla nos acompañó su esposa la señora Rita Rejón Rosales y su nieta Clara Susana Correa Herrera, Gerente actual de la Susana Internacional.

Don Luís es uno de los promotores más importantes de los panuchos y la gastronomía yucateca de los últimos años en Yucatán. Su cocina es variada, además de su platillo es-trella el panucho, ofrece salbutes, caldos, sopas, sopa de lima, papadzules, tortas, relleno negro, cochinita, horchata, jugos y postres. Una amplia variedad de guisos yucatecos ela-borados con la más alta calidad.

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Recordó sus inicios en el año de 1961, cuando el mercado municipal de Kanasín se

ubicaba al costado norte de la iglesia sobre la calle 19 entre 18 y 20. Se vendía carnes y verduras. Ese sitio se inundaba en tiempos de lluvia y el puesto se llamaba “Laguna de Pesares”, una refresquería que vendía granizados, machacados, sorbetes y galletas.

Cuando el mercado cambió su ubicación, don Luís Herrera decidió cambiarse a su sitio actual, un predio de su tía que tenía una casita de paja ubicado sobre la calle 21 número 89 entre 16 y 18. También cambió el nombre de su negocio, le puso “La pequeña Susana” por ser el nombre de su hija primogénita.

Además de sorbetes empezó a vender panuchos sencillos de tortilla y frijol aderezados con cut de tomate y cebolla, la receta original, la cual fue mejorando poco a poco con nuevos ingredientes que le dieron una calidad especial y un prestigio que logró fama na-cional e internacional.

Contó con el apoyo invaluable de su esposa doña Rita Rejón una cocinera excepcional que apoyó sus innovaciones culinarias y el cuidado de la calidad de los productos con los que se preparaban los alimentos, los postres y las bebidas.

Don Luís afirma que su vida es como la de un partido de futbol. Esta dividida en dos tiempos. Primero una etapa que vivió en el monte y se dedicó a la actividad henequenera, industria dominante en esos años, donde aprendió varios oficios del trabajo henequenero: tender sosquil, ayudante de bagacero, tirar bagazo y trabajar con el sosoc.

Fueron años difíciles para su vida, recuerda Don Luís “Tomaba mucho, estaba alejado de mi familia, sentía que mi vida no tenía rumbo y me estaba destruyendo. Hasta que tuve un llamado. En una ocasión estaba alcoholizado, parado en medio del marco de la puerta de entrada de mi casa, agarrado para no caerme. Cuando sentí una presencia, volteé y vi como una bola se movía e iba a pegarme.

Algo pasó. Extendí mis manos y exclamé a Dios `Será que así voy terminar mi vida. Soy lo peor´. Al poco tiempo me llegó el llamado de los Alcohólicos Anónimos (AA) y cambió mi vida. Tomó otro sentido, aprendí el valor de la amistad y de ayudar al prójimo. Creo que lo más valioso que tengo son mi familia y mis amigos. Es una bendición que le agradezco mucho a Dios”.

Así empezó el segundo tiempo de su vida. Explicó que el secreto del éxito es tener hambre de trabajo, ganas de tener algo. Hacer las cosas con gusto, con amor y hacer las cosas bien, de la mejor calidad, con los mejores ingredientes. Es importante cuidar la ca-lidad de todos los ingredientes con los que se cocina, tanto las carnes como los recados.

El frijol hay que limpiarlo, sancocharlo, ponerle su punto de sal y epazote. Machacarlo o licuarlo, se cuela y se vuelve a cocinar con manteca de cerdo cebolla picada y frita. Se le debe de espesar para que tenga consistencia y le de cuerpo al panucho.

Don Luís cree que parte de su éxito fue por la gente de Mérida que llegaba a Kanasín a comprar carne de res, de cerdo y verduras, ellos fueron sus primero clientes que aceptaron

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El promotor más importante del panucho yucateco Don Luis Herrera Herrera acompañado de su esposa la excepcional cocinera Doña Rita Rejón Rosales.

sus innovaciones culinarias. Una de las características de su negocio es la higiene y la limpieza, la pulcritud del lugar y sus colaboradores.

El despegue de su negocio y de su fama se dio en los años ochentas del siglo XX (1980), en ese tiempo le cambio nue-vamente el nombre a su negocio, gracias a la sugerencia de un amigo que había estado en Mazatlán, Sinaloa y que ahí oyó la fama que ya tenía su cocina, le dijo: `ponle mejor La Susana Internacional´, me gustó la idea y así lo hice, cambié nueva-mente el nombre y así se quedó hasta la actualidad”.

Explicó que el panucho tiene su sazón. Se cuece a fuego lento. A diferencia del salbut que para su adecuado cocimiento debe de estar hirviendo el aceite para que se sumerja en la fritura. La receta que ellos elaboran lleva lechuga, tomate manzano grande, cebolla, carne, pepino y aguacate.

Olga Breeskin con Susana Correa Herrera, Gerente de

“La Susana Internacional”.

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Al frente de negro Susana Correa Herrera, Gerente de “La Susana Internacional” acompañada del equipo de trabajo de la empresa.

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El promotor más importante del panucho yucateco Don Luis Herrera Herrera acompañado de su esposa la excepcional cocinera Doña Rita Rejón Rosales.

Al principio la carne era de gallina asada y ahora es de pavo. Originalmente el panucho se come con horchata, ahora muchos prefieren refrescos embotellados. También vendía empanadas.

La mejor promoción que tiene es por la calidad de su atención, entre sus comensales famosos que han visitado su restaurante se puede mencionar a figuras como Armando Manzanero, Valentín Trujillo, José José, Pedrito Fernández, Yuri, Johnny Laboriel, Chabelo, Olga Breeskin, Kalimba y la “Tetanic”.

Su trabajo le ha dado fama a la cocina yucateca. Sin lugar a dudas es el promotor más importante de los panuchos, su restaurante es la catedral de los panuchos en Yucatán y su receta es una de las más reconocidas internacionalmente.

Es tal la calidad que en su restaurante en un cartel visible se lee la siguiente frase “Atención amigos que nos visitan, absténganse de pedir demasiado, porque aquí se sirve bien. Gracias”.

Pese a su noble aportación a la cultura y a la identidad del ser kanasinense y yucate-co, no ha tenido ningún reconocimiento oficial por ninguna institución pública o privada y por ninguna autoridad. Actualmente tiene 85 años. El 21 de junio de este año cumple el negocio 55 años.

El mayor reconocimiento lo recibe de sus amigos, entre los que mencionó a: Roberto Macswiney Salgado, Tony Espinosa, los Tachos de Valladolid, Juventino Pérez de Ticul y muchos más.

Don Luís cree que el panucho fue el destino que Dios le deparó, porque le gustaba la heladería y la electricidad. Con su esposa procreó cuatro hijos: Clara Susana, Severiana de los Ángeles, Diana Herlinda y Luis Enrico Herrera Rejón.

Comentó también el origen de los papadzules “este platillo surgió con la llegada de los españoles, fue elaborado para agasajarlos. Se elabora con huevo, tortilla y pepita (semilla) de calabaza. Se decía que era comida `para dzules´, expresión que con el tiempo se con-trajo para quedar como papadzules.

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Al frente los fundadores Doña Rita Rejón Rosales y Don Luis Herrera Herrera, al fondo“La Pequeña Susana” catedrál inicial de los panuchos yucatecos.

Don Luís de pequeño quedó huérfano de padre quien se llamó Bonifacio Herrera He-rrera originario de Kanasín y su mamá Severiana Herrera Tamayo oriunda de Mocochá, Yucatán.

Comentó que Kanasín tuvo influencia española, recordó a Don Manuel Álvarez, Jefe de la Estación de Ferrocarril y dueño de la planta eléctrica y también tenía molinos de nixta-mal. La corrida del ferrocarril a la ciudad de Mérida se hacía en 10 minutos.

Sin lugar a dudas Don Luís es un sabio “nunca estudié. Aprendí de mis amigos que supieron aconsejarme, ellos suplieron lo que mi papá no me dio”. Cuestionado sobre la política afirmó que “a la ciudad de Kanasín le ha faltado un buen alcalde. Ni PAN ni PRI, nada nos ha servido pero mejorar a la comunidad, seguimos igual o peor”.

Don Luís a sus 85 años luce como un hombre de 30 “mi vida es el trabajo”, afirmó. Un amigo le decía una frase que le gustaba “De apellido Herrera en Kanasín hay muchos, pero Luís Herrera sólo hay uno”.

“La Susana Internacional” catedral de los panuchos yucatecos trabaja todos los días del año de 5 y media de la tarde a 12 de la noche, la dirección es calle 21 número 89 entre 16 y 18 en el centro de Kanasín el teléfono es 988-01-00, con la atención personal de Susana Correa Herrera y como anfitrión especial Don Luis Herrera Herrera.

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La Leyenda de “Juan Tuul”

Manuel Can May

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Es éste un personaje legendario posterior a la conquista, que tuvo su origen en el más antiguo Huay Tuul, divinidad cam-pestre semejante al Balaam.

De acuerdo a la leyenda era un caporal que estaba obsesionado por aprender y dominar las artes del manejo de los animales (caballos y ganado) para ser el mejor en su trabajo; se dice que para conse-guirlo efectuó un trato con el demonio, para poder obtener poder y dominio sobre los ganados, lo invocó varias noches hasta que se le apareció, para concedérselo él tenía que pagar con la vida de un ser querido, aceptó el pacto y le fue concedido su deseo.

Pasado el tiempo se arrepiente y se niega a cumplir el pacto con el maligno, por lo que éste para cobrarse toma su vida y lo hace su sirviente, es por ello que para conceder algún deseo él también pide en pago la vida de un ser querido

Se dice que se manifiesta como un jinete vestido de charro negro que aparece para ofrecer algún deseo, sobre todo poseer dominio sobre el ganado, en algunas ocasiones cuando alguien desea con-vertirse en un gran torero, lo invoca de noche hasta que se mani-fieste en forma de toro, se cree que para conseguirlo es necesario dominar su miedo y enfrentarlo capote en mano, darle tres pases y si lo logra, podrá dominar a cualquier toro sin que le pase nada, pero vencido el pacto un toro también lo matará para tomar su vida.

Juan Tuul se apareció en San Eduardo

San Eduardo es una comisaría del Municipio de Dzemul ubicado a un costado de la carretera Telchac Pueblo-Telchac Puerto.

Nos relatan quienes vivieron la aparición, que en las fiestas del año pasado (2014), fueron contratados para tocar un sábado por la no-che ya que trabajan para un equipo de Luz y Sonido de Motul.

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Relatan que la tarde del sábado llegaron como es costumbre y ar-maron su equipo, durante la noche tocaron de manera normal ter-minando alrededor de las tres de la madrugada.

Como a la mañana siguiente, también serviría el sonido tomaron la decisión de quedarse a dormir para no desarmar, viajar y regresar a escasas horas por lo que se dispusieron a descansar debajo del templete el cual rodearon con una lona.

Eran entre las cuatro y cuatro y media cuando comenzó a soplar un fuerte viento, por lo que decidieron salir a asegurar las lonas que se habían soltado, al salir vieron como a unos 20 metros de ellos se encontraba una figura blanca como de humo con forma de un cha-rro con un sombrero grande que miraba hacia ellos.

Les dio temor por lo que volvieron a entrar a su refugio, desde don-de escucharon cómo una estampida de ganados pasaba corriendo a un lado del lugar donde se encontraban, pero era una gran cantidad de ganados.

Pasado esto, el aire cesó por lo que decidieron salir a investigar so-bre lo que habían escuchado. Para comenzar ya no se encontraba la figura que habían visto, al comenzar a buscar los ganados que escu-charon tampoco pudieron localizar alguno, no sus huellas, por lo que les dio miedo y volvieron a meterse a descansar en tanto amanecía.

El relato me lo hicieron apenas una semana después de haberla vivido por lo que todavía no sabían de qué se trataba y todavía se reflejaba el temor en el momento de relatarlo.

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En chan sabacnah fue visto Juan Tuul

Nos relata una persona que creció en el que en antaño le llamaban “El Sitio”, en lo que es chan sabacnah, que era un rancho ganadero, era una niña que tenía apenas 12 años de edad cuando una noche en que había mucho calor por lo que nuestra interlocutora nos dice “salía a acostarme en una hamaca que se encontraba en una pa-lapita cerca de la casa, cuando de pronto vi como un toro blanco muy bonito se acercaba, me miraba pero no se mostraba agresivo, yo sabía que a esa hora todos los ganados estaban encerrados en el corral, no me daba miedo pues el animal se veía manso. En ese momento con un grito me llamó mi mamá, por lo que fui rápida-mente a la casa, al entrar le pregunté si habían dejado fuera a un toro, le conté lo que había visto y lámpara en mano salimos a verlo pero ya no estaba, fuimos al corral y contamos los toros y estaban completos.

Regresamos a la casa y me dijo, niña eso que viste no es un animal, es una persona que está transformada y se acercaba para ofrecer-te lo que le pidas y te lo iba a conceder pero te iba a pedir algo a cambio”.Después jamás volvió a ver a ese animal.

Habitantes de Chacabal eran atemorizados por “Juan Tuul”

Juan B. Can “El pato” oriundo de Dununcan, nos relató que hace mucho tiempo el camino que se utilizaba para ir a la comisaría motuleña de San Pedro Chacabal, era por Dzununcan y pasaba por una hacienda llamada “Chun Puus” (En lengua maya Chun es tronco y Puus es un árbol grande como el ceibo, por lo que se traduciría como “El troco del Puus”) la cual fue la primera finca que tuvo don Vitaliano Campos dueño de Dzununcan y en la cual tenía bastante ganado y contaba con una raspadora la cual se alimentaba hoja por

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hoja, raspaba la mitad de la hoja, luego se viraba y raspaba la otra parte, por lo que al día solo raspaba unas cinco mil hojas.

Se dice que por las noches se escuchaba cómo Juan Tuul arreaba al ganado, muchos lo vieron, era un charro montado a caballo que

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atemorizaba a los habitantes de Chacabal cuando tenían la necesi-dad de pasar por la noche en ese camino.

Los que iban a chapear por la madrugada y los que iban de cacería lo veían, corria en su caballo por el monte, pero no era una persona era “aire”.

Al construirse Dzununcan, cae en desuso esa hacienda y se abando-na por lo que ahora está en ruinas, lo mismo sucede como camino principal a Chacabal, al construirse la carretera de Ucí a Santa Tere-sa y de ahí a Chacabal, se abandona ésta vía como camino principal.

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El mito del Pájaro Xooch’ en Motul

Veronica Ruelas

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El siguiente artículo tiene la finalidad de exponer los resultados obtenidos a partir de la tesis El mito del Pájaro Xooch’ en Mo-tul, Yucatán, debido a que recientemente concluí la licenciatu-

ra en antropología social por haber presentado dicha investigación. Si bien, el mito del pájaro Xooch’ narra sobre un ave diferente a todas las demás, pues vuela con el pico hacia arriba; se dice sobre-vuela las casas en donde habitan recién nacidos para provocarles enfermedades e incluso la muerte. Sin embargo, existen formas para evitar sus efectos nocivos, como colocar tijeras debajo de la hamaca o acostar al niño de lado.

Convencida de que Motul de Felipe Carrillo Puerto era el espacio ideal para mi tesis de licenciatura, realicé mi trabajo de campo en esta ciudad durante el primer semestre del 2012. En Motul realicé entrevistas a mujeres, hombres, niños y niñas; participé en activida-des con El Semanario La Voz de Motul, conocí parteras de la ciudad a quienes también entrevisté, y asistí al programa “Abuelito cuenta cuentos” organizado por el DIF del municipio de Motul.

A partir de la asistencia a estas reuniones, conseguí una plática con la maestra Tayde Campos Pacheco, escritora y maestra oriunda de Motul. La maestra Tayde facilitó el manuscrito inédito “Costumbres y Creencias Mayas (sobre el embarazo)” que ella misma escribió; este manuscrito me sirvió como uno de los primeros acercamientos a las tradiciones y saberes tradicionales al respecto de la mujer y el embarazo pues en él se relatan ciertas costumbres al respecto de la etapa de embarazo y lactancia en la mujer. Fue a partir del conjunto de estas actividades que la tesis El Mito del Pájaro Xooch’ en Motul, Yucatán contiene 48 versiones del mito del pájaro Xooch’. Algunos ejemplos de las versiones obtenidas son los siguientes testimonios:

La primera versión fue obtenida a partir de la entrevista a Margari-ta Puc de 48 años de edad; en la cual se mencionó que los niños deben ser protegidos de aires malos al colocar una tijera debajo de la hamaca donde duermen los niños. También debe colocarse una

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cruz de henequén en la ventana y el techo; pues si el pájaro malo llegase a volar a las 12:00 a.m. o 12:00 p.m. y los niños no están protegidos, éstos se enfermarán o morirán. Otro nombre del ave es Xooch’ y según Doña Margarita es un ave blanca que vuela “boca arriba” y rapta a los bebés (Comunicación personal, Margarita Puc).

Doña Lucy Chim de 65 años, ama de casa y partera; me contó que el Xooch’ es un ave de mal agüero, pues según, en la casa donde se posa habrá muerte; asimismo se cree son señores mandados por Dios para anunciar el fallecimiento de alguna persona. Con respecto al infante, esta ave le rompe o le roba el corazón, y para evitarlo se acuesta al niño sobre su costado de tal manera que tenga el cora-zón cubierto. También deben colocarse una alpargata vieja, una coa vieja, una tijera abierta en forma de cruz y una jícara en la mollera. Según Doña Lucy, el ave vuela hacia atrás, con el pico hacia arriba, es blanco, peor que el búho y al pasar sobre las casas grita su propio nombre (Comunicación personal, Lucila Chim).

Otra versión es la otorgada por Eulolia Can de 82 años de edad y partera de la comisaría de Kaxatah, Motul. Doña Eulolia comentó en la entrevista sobre un Pájaro Malo que vuela durante las noches en las casas donde habita un bebé, esta ave provoca llanto intenso en los niños al grado de causarles la muerte. Para evitar las afecciones, se debe colocar al niño sobre un costado, a modo de no posicionar-lo boca arriba. El pájaro malo es de aire, como el búho y de canto similar al llanto de un recién nacido. Se dice, se trata un bebé que no llegó a término, y por no recibir agua bendita, ahora afecta a otros niños. Doña Eulolia resalta la obligación de cuidar a los recién nacidos por el hecho de ser bebés (Comunicación personal, Eulolia Can).

La cuarta versión más completa se debió a la entrevista en don-de participaron Alba Noh de 40 años y su madre; en la narración se describe al Xooch’ como un búho blanco que vuela de noche y con el pico hacia arriba, produce un sonido similar a cómo es su

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nombre; y habita mayormente en los parques, pues se alimenta de pájaros pequeños. Ésta ave augura la muerte de alguna perso-na. En relación con los infantes, éstos cuando son recién nacidos deben dormir de lado y cubiertos con un cobertor o una almohada en la espalda; así cuando el Xooch’ vuele sobre la vivienda de los infantes, no les provoque daño. Según, existe otro pájaro llamado Cuñe, el cual habita en el monte cerca de Buctzotz y Tizimín, canta como si fuera un niño llorando y tira una pluma encima de la casa, causando la muerte del infante (Comunicación personal, Alba Noh).

A su vez, Gabina Dzib de 50 años de edad, comentó la existencia del Ch’íich’, pájaro blanco que vuela sobre los techos por la noche y llora como si lo hiciera un bebé; su canto augura y provoca la muerte de los infantes. Si el niño llora, el ave le contesta; por esta razón, no hay que dejar a los niños llorando. La entrevistada recono-ció al Xooch’, el pájaro Malo, el Tatacmó y el Cuñe como la misma ave, aun cuando tengan distintos nombres. Según, el secreto para impedir el rapto de los niños a causa del ave, es utilizar la pluma del mismo pájaro; a partir de ésta se prepara una infusión, y el niño deberá tomarla (Comunicación personal, Gabina Dzib).

Karla Hernández de 8 años de edad proporcionó una de las versiones más completas; según el mito le fue narrado por su mamá y por un primo, incluso escuchó cuando su hermana le contó el mito a su hermanito. Karla mencionó haber escuchado y visto al ave; ella sabe que cuando el Xooch’ grita su propio nombre alguien muere, es blanco, vuela con las alas al revés y pasa durante la noche, asimis-mo, para proteger a los niños se deben colocar tijeras abiertas cuan-do los niños duermen (Comunicación personal, Karla Hernández). En la entrevista a Guzmán Canul de 69 años, también se obtuvo que el Pájaro Malo aparece de noche o cuando llueve, es de aire y vuela de forma embrocada, lo cual provoca la muerte del recién na-cido, pues el infante “carga aire”, llora intensamente, se cansa y no toma agua ni alimentos. Según Don Guzmán, cuando la madre no puede cuidar al niño, el padre debe cuidar a su esposa y a su hijo.

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Asimismo, el entrevistado menciona que el Xooch’ es otro pájaro, pequeño en comparación con el pájaro malo; según, el Xooch’ tam-bién es búho, vuela de noche y en días nublados. Para proteger al niño, se deben poner tijeras abiertas o alpargatas en forma de cruz debajo de la hamaca, así el ave o los malos vientos no asustarán o perjudicarán al infante (Comunicación personal, Guzmán Canul).

Una última versión es la de Ana Canul de 28 años de edad y em-barazada en el momento de la entrevista, comentó sobre un pájaro malo; según, en su estado no debía dormir boca arriba pues al pasar el ave, ésta le provoca daño al bebé provocando que no llegue a su tiempo. Ana comentó haber visto al Ch’íich’, según es como una paloma blanca, la cual pasa de noche, indica la muerte de cualquier persona y vuela boca arriba. Al revolotear por el hogar de un recién nacido o de una embarazada, el Ch’íich’ habla o produce un sonido similar al llanto de un bebé, con lo cual afecta al niño. La entre-vistada reflexiona que el Xooch’ y el Ch’íich’ son la misma ave, aun cuando las personas le llamen de diferente forma. Para proteger tanto a los niños como a las embarazadas, se deben colocar tijeras abiertas o herraduras de caballo debajo de la hamaca o la cuna; el huano bendito también sirve como un amuleto para proteger a todos los residentes de la casa ante cualquier mal (Comunicación personal, Ana Canul).

Si bien, la participación de la población fue de gran importancia, pues su colaboración fue determinante para obtener el suficiente material de análisis. El pasado 21 de agosto del 2015 en la Facultad de Ciencias Antropológicas presenté y defendí la tesis ante un grupo de maestros antropólogos dejando como resultado mi titulación.

Para finalizar, quisiera agradecer a las personas que atentamente contestaron a mis preguntas y me permitieron realizar la investiga-ción a partir de sus saberes tradicionales. Hubo quienes me permi-tieron convivir con ellas y con su familia; personas que me abrieron las puertas de su hogar sin mayor interés que el ayudarme con “mi

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tarea de la escuela”, que para mí significó la conclusión de un ciclo de mi vida como estudiante y ahora profesional. Mi más sincero agradecimiento por compartir conmigo sus anécdotas y reflexiones, pues con ello considero haber alcanzado parte de la amplia riqueza cultural de la tradición oral de Motul de Felipe Carrillo Puerto.

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EL WAAY POP

Valerio Buenfil

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Una de las creencias arraigadas en la ciudad es la leyenda del Wáay Poop que existión en Motul a mediados del siglo XX. Un siglo antes, a me-diados del siglo XIX, Eulogio Palma y Palma realizó trabajos de rescate de memoria histórica. En su obra “Los Mayas” documentó la existencia

de una fiesta dedicada al “Zac uaye-yab”, brujo blanco, dios de los abismos, en sus escritos relata que existía una figura de barro que lo representaba a la que le rendían culto.

Esta creencia se basa en la cosmogonía maya, o sea en la forma de concebir el mundo por los mayas que sostiene que existe un solo Dios llamado Hunab Kú (Único Dios) o Halal Kú (Verdadero Dios). Al mundo lo sostienen 4 Bacabes o guardianes. En contraparte y en permanente lucha, existen los uayeyabes, seres mitológicos que reinan el inframundo.

Estos seres son recordados en la ciudad como los wayes. Así lo relataron varios abuelos. Los wayes son brujos. Seres mitológicos que cobran forma humana o animal y conviven con los humanos. Se presentan a las personas de distintas maneras.

En Motul se conocen varias leyendas de las distintas formas que cobran estos seres: el Wáay Poop, el Wáay Peck y Wáay Chivo; existen también otros seres sobrenaturales como Juan Tul, los Aluxes y la Xtabay.

Una creencia es un pensamiento que vive en la mente de las personas y se expre-sa como un sentimiento que se comparte, ahora le llaman “el imaginario colecti-vo”. Es algo que existe pero que no puede probarse. La creencia de los wayes se comparte en muchas poblaciones y ciudades de Yucatán y de toda la península. Es nuestra herencia maya.

Encontramos un relato de 1829 de Don Claudio Padilla, el Wáay Poop de la Villa de Yaxcabá, un comerciante que llegó a ser alcalde de ese municipio. Se dice “que su enorme almacén siempre estaba lleno de mercancía procedente de Beli-ce. Desde esa época ya había clientela que podía comprar esa clase de productos despachados por hermosas muchachas empleadas por el dueño.

Pero la gente no veía como llegaba la mercancía, sino que de un día para otro aparecían los productos; entonces los habitantes de Yaxcabá se preguntaban ¿Cómo llegaban a su establecimiento? A manera de explicación al misterio se cuenta que don Claudio por las noches se transforma en un pájaro gigante, se-guido por centenares de palomas de su propiedad. Desde Yaxcabá salían rumbo a Belice para cargar los productos, acarreándolos hasta su tienda. De esta forma al amanecer ya la tenía surtida” (Evelio Tax Góngora).

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En la ciudad existe el recuerdo de Don Severiano Sánchez, un próspero comer-ciante que fue conocido como el Wáay Poop. Su historia es similar a la de Don Claudio de Yaxcabá. Don Severiano tenía una ferretería magníficamente ubicada sobre la calle 27, casi en contra esquina del parque José María Campos del centro, el lugar que ocupa actualmente el hotel “Motul”.

Cuentan que la tienda de Don Severiano era una de las más surtidas. Siempre había todo tipo de mercancías. Su propietario se ufanaba de eso, pero era el que más caro cobraba. Severiano era bajo, de complexión gruesa, claro de color y de ojos claros. Vestía siempre de camisa blanca.

Un hombre formal y misterioso. No frecuentaba cantinas, no era de amigos. Siempre estaba cuidando con celo y devoción su ferretería. Su establecimiento se distinguía por sus enormes mostradores que custodiaban la venta.

Primero empezaron los rumores de la existencia de un Wáay Poop en la ciudad. Varios clientes que se sorprendían de encontrar todo en la tienda, aseguraban que era un Wáay Poop. Poco a poco crecieron los chismes y se generó un problema con el sindicato de cargadores.

En esos años en la ciudad existía un sindicato de carga y descarga que controlaba todas las maniobras del ramo. Tenían el monopolio. Si alguien bajaba su mercan-cía, estaba obligado a pagarle el servicio al sindicato. Nadie se escapaba del pago.

El misterio creció por la forma como surtía su ferretería. Nadie se lo explicaba. Nunca se le vio de día descargar sus mercancías. Se cuenta que los cargadores molestos por la situación, decidieron montar guardia día y noche para sorprender al abusivo comerciante que les burlaba el pago de la descarga.

Se apostaron en las bancas del parque frente a la ferretería. Como eran muchos no tuvieron problemas para montar las guardias. Estaban seguros de pillar al co-merciante. Cuentan que algunos festejaron la estrategia.

Pasaron los días, las noches y las semanas y no lograban sorprender a Don Seve-riano. Cansados después de varios meses decidieron abandonaron la lucha y se rindieron ante su misterioso rival.

Fue en esos años que cobró mayor fama como el Wáay Poop. Un recuerdo que todavía existe. Personas mayores de 60 años tienen distintas versiones de éste relato. Don Severiano fue un hombre admirado. No era malo. Era un hombre

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recto y de buenas costumbres. Su único pecado fue la misteriosa forma de surtir su tienda.

Se afirma que Don Wilfrido Bacelis Campos además de trabajador,fue un hombre afortunado. Además de su tenacidad, tuvo varios golpes de suerte que le cambia-ron la vida. Uno de ellos fue la compra de la casa a Don Severiano. Pagó $ 100 mil pesos por la propiedad.

Se dice que Don Severiano salió de su ferretería sólo con sus bienes personales. Dejó la propiedad con material en sus bodegas: tubos, palas, picos, veletas, mu-chas cosas encontró Don “Fido” para vender y recuperar con creces su inversión. Varios de los albañiles que construyeron el hotel Motul, aseguran que cuando cavaron los cimientos aparecieron ollas con centenarios de oro. Se cree que hubo un entendimiento entre Don Severiano y Don Fido.

Referencias:Chuc Pinto Manuel y Rodolfo.- “Sucesos Insólitos del Cacicazgo de Ceh- Pech”, Instituto de Cul-tura de Yucatán y la Dirección General de Culturas Populares. Evia Cervantes, Carlos Augusto.- “Selección de mitos”. Facultad de Ciencias Antropológicas (UADY). 2006Palma y Palma Eulogio.- “Los Mayas”, imprenta Justo Sierra de Motul, 1901. Disponible en www.bibliotecavirtualyucatan

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Las Wáay Póop

Miguel Ángel Aguilar y Palma

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En una población cercana a una gran ciudad vivían dos mujeres jóvenes que nun-ca trabajaban, pero llevaban una vida de ricas. Cada 15 días de iban de compras. Allá donde ellas vivían es una casa grande y antigua, enfrente vivía una familia de dos personas muy pobres.

Ella trabajaba en casa de un hacendado, pero le pagaba poco y no le alcanzaba para comer. Un día se llenó de valor y le dijo a su mamá que con el dinero que ella ganaba no le alcanzaba para comer “ya lo pensé bien, voy a pedirle trabajo a las muchachas de enfrente”.

Al día siguiente fue a la casa de enfrente y tocó la puerta, salió la muchacha y le pre-guntó ¿que se te ofrece?, ella contestó “vine para que me des trabajo, quiero trabajar para que yo viva como ustedes sin problemas”.

Una de las muchachas le dijo vente a las 11 y media de la noche aquí a mi casa. Llegó la hora y la joven fue a la casa de enfrente. Llegó entró y la invitaron a sentarse, le explicaron cual era el trabajo que ellas desempeñaban, y le preguntó a la muchacha si no tenía miedo.

“Porque mientras nos convertimos en pájaros gigantes, con plumas, pico y pies de pá-jaro y volamos para ir a la ciudad para robar joyas de oro en las casas comerciales, tú tienes que ayudarnos”. En la casa, a un lado está una piedra preciosa donde se paraban en medio y le pregun-taron a la muchacha si estaba segura de lo que quería, ella contestó que sí. Le dijeron entonces, pues sube a la piedra.

Una de ellas se subió y le dijo a la muchacha, tienes que dar nueve vueltas a la dere-cha y te convertirás en un pájaro gigante y le dijeron a la joven que en la parte de sus hombros allá van a colgar la bolsa y luego volaron para la ciudad. Volaron en los altos de los edificios, pasaban de un lado a otro.

Había una puerta que servía para reparar el techo cuando se humedecía. Los pájaros llegaban, abrían la puerta, había una escalera donde bajaban al piso y así robaban.

Así pasaron los días y siguieron robando, hasta que un día dijeron “hoy no vamos hasta mañana”. Llegó la noche y se transformaron en pájaros y volaron a la ciudad, llegaron al edificio y llenaron sus bolsas con oro.

Antes de salir, una muchacha le dijo a la joven, si no tienes fuerza para volar o para salir habla al diablo que él te ayudará. Las dos muchachas salieron de primero y ella se quedó y fue subiendo la escalera, pero cuando le faltaban dos escalones para salir, resbaló y cayó, pidió auxilio “Hay Dios mío ayúdame!, y en ese momento cayó muerta.

Miguel Ángel Aguilar y Palma

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EL WAAYCHIVO

Valerio Buenfil

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Es otro de los Wayes conocidos. Se tiene el reporte realizado en el trabajo de Manuel y Rodol-fo Chuc Pinto titulado “Suce-

sos Insólitos del Cacicazgo de Ceh Pech” en el que se relata el testimonio de don Nazario Chalé May del municipio de Mu-xupip, quien fue compañero de Santiago Conde, uno de los brujos verdaderos que existió en la zona henequenera, un hom-

bre misterioso que cobraba forma de chivo y de culebra para enfrentar a sus rivales.

Dos son los de las agresiones del Wáay Chivo conocido como “San Conde”, una realizada al padre de Nazario por una discusión “llegó

convertido en Wáay chivo, y peleó con la ayuda de su machete; entonces tomé la escopeta y logré asustarlo, de lo contrario hubiera matado a mi papá” afirmó Nazario Chalé.

La otra “Recuerdo claramente cuando “San Conde” convertido en Wáay Chivo peleó contra Antolín Méndez, quien sólo porque te-nía preparado un rifle, logró ahuyentar al brujo”.

En una parte de su testimonio Nazario cuenta “Cuando el brujo quería echarse su resaca (aguardiente), siempre utilizaba a un cha-

maco para el mandado. Le daba una hoja de una mata de campo, y el chiquito a su regreso hasta vuelto le entregaba. ¡Eso fue verdad: yo fui testigo”, así se aseguró.

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Rafaela la “Wáay Chiva” de Telchac Pueblo

Hace muchos años, cuando la electricidad estaba empezando a llegar al Pueblo de Telchac, existió una mujer llamada Rafaela, que se de-dicaba a la magia negra, quien tenía el poder de transformarse en el animal que ella quisiese, pero prefería hacerlo en chiva, ya que así la conocieron en la comunidad, la “Wáay Chiva”.

Rafaela era una mujer normal, no daba muestras que fuese una bruja, ya que durante años tuvo engañado a su esposo don Severiano Tzec, mejor conocido en el pueblo como don “Tula” quien no se imaginaba lo que su esposa hacia por las noches, ya que aprovechaba que llegaba cansado de tanto trabajar durante el día en su paraje y que solo terminaba de cenar y se disponía a irse a recostar para descansar.

Mientras, Rafaela se quedaba en la cocina a lavar los trastes. Al ver que su mari-do se dormía, se quitaba la cabeza invocando al diablo, para convertirse en una chiva, luego iba donde su marido dormía, daba nueve brincos a la derecha y otros nueve a la izquierda para que tuviera un sueño profundo y no despertase hasta la mañana siguiente.

Felipe Pool

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Para que no se diera cuenta que su esposa salía a asustar a cuanto infortunado se encontraba en la noche. Con un berrido infernal recorría las calles de Telchac, por lo que la gente ya no salía por miedo a este “Wáay”.

Muchos lugareños se organizaron para cazar a la Wáay chiva, pero era inútil, las balas no le hacían nada, y los valientes cazadores termi-naban cargando mal aire y morían, por lo que la gente de Telchac le tuvo miedo a este ser maligno y nadie se atrevía a terminar con él.

Un día don Tula se encontró a su ve-cino don “Tacho”, quien le comentó que todas las noches escuchaba los berridos de un extraño ser, que provenían del rumbo por donde él vivía. Don Tula le contes-tó que él no escuchaba nada ya que cuando se acostaba se quedaba profundamente dormido hasta la mañana siguiente.

Una tarde, cuando la no-che empezaba a caer, don Tacho regresaba de haber bebido en la can-tina del pueblo, pero las copas se le bajaron al ver que en la casa de don Tula salía un extraño ser con cuerpo de mujer pero con cabeza de chiva, al dar-se cuenta que era la “Wáay Chiva”, corrió despavori-do y como pudo entró a su casa y

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le contó a su esposa que se dio cuenta que su vecina era la bruja que asustaba en el pueblo.

Los dos decidieron callar que Rafaela era la “Way Chiva”, por miedo a que les hiciera algún daño. Loos rumores en el pueblo empezaron a salir, hasta que un día don Tula, regresando de su trabajo decidió pasar a visitar a su madre, al verlo la señora se dio cuenta que su hijo estaba enfermo, sin peso y todo demacrado.

La señora había escuchado los rumores de que su nuera era una bruja, y le dijo a su hijo lo que se contaba de Rafaela en el pueblo. Don Tula no solo no le creyó, sino que se fue molesto con su madre, pero la señora le insistió que vigilara lo que su esposa hacia por las noches.

Durante el camino don Tula estaba pensando todo que había escuchado. Esa mis-ma noche después de cenar, se fue a recostar a su hamaca y fingió que estaba dormido, al ver que su esposa tardaba mucho en no entrar a dormir salió a ver lo que hacia, pero fue grande su sorpresa al ver a su esposa sin ropa, hincada y diciendo una especie de oración que no entendía, don Tula le habló, pero Rafaela no le hacía caso.

Al ver que entraba en trance y se quitaba la cabeza, don Tula de miedo cayó al suelo por lo que sus ojos estaban viendo. Cuando vio que le crecían pelos por todo el cuerpo, y en los pies y las manos le salían pesuñas y cabeza de chivo, como pudo don Tula salió de su casa aterrorizado por lo que vio.

Corrió a casa de su madre, quien se levantó para abrir la puerta, para ver quien estaba por tirarla de los golpes que le daba. Al ver que era su hijo y del estado de cómo venia, se asustó y más cuando don Tula le contó todo lo que su esposa hacia.

Le pidió a su madre que fueran a su casa. Al llegar, vieron la cabeza de Rafaela en el suelo. La mamá de don Tula agarró sal y ruda y se la untó por todo el cuello, y se esperaron el retorno de la bruja.

Cuando empezaba a amanecer, escucharon los berridos que se acercaban a la casa. Al momento de entrar y tomar su estado normal, quiso colocarse la cabeza, pero no pudo, ya que no pegaba; al ver lo que le habían hecho, pego un fuerte grito y nuevamente se convirtió en chiva y salió corriendo de la casa.

Cuando el pueblo se enteró de lo que había pasado, fueron a casa de don Tula, quemaron la cabeza de la bruja, y salió una batida para cazar a la Wáay Chiva, las balas que utilizaron fueron bendecidas con agua bendita y sal.

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Cazaron a la bruja Rafaela cerca de los montes de Yobain, recobrando su estado normal. La trajeron hasta Telchac donde la quemaron, se dice que sus cenizas fueron puestas en una cripta en la iglesia, donde se puso una inscripción en latín, para que ya no vuelva a salir a asustar al pueblo. Esta leyenda la escuché de mi abuelo, quien tenia muchos conocidos de Telchac quienes le contaron de la bruja Rafaela.

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EL WAAY PEK

Valerio Buenfil y Manuel Can May

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El Wáay Peck es uno de los wayes conocidos en la ciudad. La creencia se rescató entre los matadores del rastro municipal que en los años sesentas (1960) del siglo XX acudían todas las noches a ese sitio ubicado en las afueras de la ciudad.

El Wáay Peck no es un ser maligno. No mata, no lastima, no agrede. Sólo asusta. No existen reportes de agresiones. Se trata de brujos que se quitan la cabeza y la sustituyen por una de perro, cobrando una forma sobre humana que cuando se presenta a las per-sonas las asusta. Son seres justicieros o vengativos que tienen una misión.

El reporte principal es de su labor chocarrera y burlona. Su tarea primordial es fastidiar a las personas. Don Juan Chan, matador de cerdos en el rastro contaba algunas de esas historias de apariciones. Otro de los reportes es el de “Musa”, un personaje que cobró fama como Wáay Peck a fines del siglo XX.

Esto sucedió a una familia motuleña hace unos 20 años, cuando por la actividad a que se dedicaban, fueron a vender a Huhi.

Ellos se dedicaban a la venta de artículos por abonos en el método de cambaceo, por lo que en esa ocasión les tocó ir a vender a Huhi, nos relata Cristina que fueron en la camioneta de su hermano Pepe, ella fue con sus hijos y su esposo, al concluir con su labor por la tarde, al intentar retornar del poblado, la camioneta falló y no arrancó, se encontraban a la salida del pueblo, como eran varios intentaron arrancarla empujándola, pero avanzaron y nada, como ya había caído la noche, optaron por dormir ahí, es por ello que su esposo regresa al pueblo a comprar algo para que comieran.

De regreso sintió como que alguien lo observaba pero a pesar que era una de esas noches sumamente obscuras en que no hay luna, al voltear a ver hacia el monte pudo observar como un enorme perro negro con unos ojos rojos como de fuego que lo obser-vaba parado en dos patas, por lo que lleno de pánico corrió hacia la camioneta donde se encontraba el resto de la familia. Al llegar todos subieron a la cabina y vieron como aquel enorme animal “era del tamaño como de un caballo, totalmente negro y con ojos rojos, nos rodeó y acechaba por la ventanilla, después de tres vueltas se internó nuevamente en el monte, yo tenía tanto miedo que cerraba los ojos para no verlo” nos relató.

Al poco rato un viejito que venía caminando hacia el poblado, se detuvo y nos dijo “eso que ustedes vieron no es un animal, es un brujo que se encuentra transformado en Huaay pec, no les hará nada si ustedes no le hacen nada” dicho esto prosiguió su camino”.

“Esa noche casi no pudimos dormir de la impresión, al día siguiente reparamos la camioneta y retornamos, pero lo visto esa noche jamás se nos va a olvidar a todos aquellos que vivimos esa terrorífica experiencia” concluyó.

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Los Aluxes de Yucatán

Manuel Can May

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Estos seres que se conocen en Yucatán como Aluxes, de acuerdo a la mitología maya, son seres creados por los X´-men o sacerdotes mayas, a partir de barro virgen, es decir barro de cuevas en donde nunca ha pisado una mujer, que se pone a reposar durante 9 noches posteriormente se le

ponía una preparación a base de miel, flores silvestres e incluso san-gre humana, luego se pone en un altar con “sacá” (Bebida a base de masa de maíz) durante otras nueve noches cuidando que el sol no llegue a ellos, para después con ciertos ritos cobraban vida y se les asignaba su misión la cual por lo general consistía en cuidar las milpas, para evitar que sean robadas las cosechas.

Su apariencia es como de niños, visten alpargatas y sombrero e in-cluso tienen un perro y viven al interior de las cuevas cercanas a las milpas o en el monte, ellos no son malos, simplemente que al ser como niños también son muy traviesos, les gusta jugar y correr por todo el lugar.

Hoy en día se dice que estos pequeños seres salen de sus cuevas al caer el sol y regresan a sus guaridas antes de que el sol salga de nuevo, sus perros también están hechos de los mismos materiales que ellos.

Algunos de los casos recientes sobre sus manifestaciones se relatan a continuación.

El caso del puente de Cancún

Este es uno de los casos más recientes en el que se reconoció de manera extraoficial la intervención de los Aluxes en la ciudad de Cancún.

A principios de los 90s se comenzó a construir el Puente Cancún-Ni-zuc que da acceso al Aeropuerto Internacional de la ciudad, todo iba bien, la obra avanzaba de manera normal, sin embargo al co-

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lar la cimbra del puente, de manera extraña las bases presentaban grandes grietas, por lo que se tuvo que reparar, sin embargo a la mañana siguiente de nueva cuenta presentaba el deterioro como si no se hubiera reparado.

Los ingenieros de la obra quedaron desconcertados, teniendo que tirar el tramo para volverlo a construir.

Sorprendentemente la nueva construcción también presento la mis-ma falla, se dice que el puente fue tirado en tres ocasiones sin poder resolver el problema que cada vez se agarbaba más.

Gente de la región sugirieron a los constructores que recurran a un sacerdote maya, pues pensaban que los daños eran obra de los Aluxes. Incrédulos a los constructores no les quedó más opción que traer a un X´men o sacerdote maya, quien confirmó las sospechas de

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los autóctonos, efectivamente, el terreno que atravesaba la cons-trucción estaba protegida por Aluxes, explicó que ellos no preten-dían hacer daño solo protegían el terreno que tenían en resguardo, por lo que propuso construirles una casa y realizarles una ceremonia para entregárselas.

No quedándoles más opción, construyeron debajo del puente una pirámide con una casita estilo maya en la parte superior todo de piedra y se realizó la ceremonia para cederles la casa y pedirles per-miso para continuar la construcción.

De manera sorprendente los daños cesaron de manera inmediata y se pudo concluir la obra, siendo inaugurada en 1991 por el entonces Presidente de la República Carlos Salinas de Gortari.

En la actualidad la gente que pasa por debajo del puente, observa la casita con arquitectura maya la cual se encuentra iluminada y piensa que tan solo es un ornamento de la construcción tomándola como un atractivo turístico, sin saber toda la historia que guarda y que ahí habitan los Aluxes.

El caso de la carretera a Kopté

Hace unos años, don Roger que trabajaba de policía y vivía en la comisaría de Kopté, acababa de salir de su trabajo era ya noche y como siempre hacía, montó su bicicleta para ir a su casa pues en esos tiempos y a esa hora era imposible conseguir como transpor-tarse a ésa comisaría motuleña. Se puso en marcha y recordaba que había una luna esplendorosa que brillaba e iluminaba su camino. Era la época en que la carretera era angosta y llegando a Kopte había unos cerritos que hacían que la carretera formara “columpios” o sea unas subidas y bajadas, cerca de donde se colocó hace unos años una cruz de madera.

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El trayecto transcurría sin contratiempos hasta llegar a la zona de los cerritos, es cuando don Roger comenzó a sentir como si lo miraran, pero continuó su camino, luego la sensación fue como si alguien lo siguiera por lo que un poco inquieto y sin detenerse, miró hacia atrás sorprendiéndose al ver la figura de algo que parecía un niño, vestido de blanco como acostumbraban vestir la gente mestiza que trabajaba el campo, con un sombrerito y montado en un caballito que asemejaba ser de madera.

Don Roger apresuró con su bicicleta y volvió a voltear a ver para cer-ciorarse si lo había dejada atrás, cuál fue su sorpresa que ahí seguía a la misma distancia como si flotara ya que el caballito no se le veía mover sus patitas.

Por la impresión aceleró aún más para ver si lo perdía pero por más que hizo no pudo dejarlo atrás, pero no pudo perderlo siempre es-taba a la misma distancia hasta que llegó a Kopté, en donde al llegar a su casa sorprendido le relató esto a su esposa e hijos.

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Aluxes en una panadería

Hace unos días, los propietarios de una panadería de Motul, relata-ron las travesuras que estos pequeños seres les realizan por las no-ches en su panadería. Señalan que por las noches, escuchan como si se cayeran las latas donde hornean el pan, lo mismo escuchan como que alguien subiera por las escaleras en incluso les han llega-do a golpear la puerta por la madrugada y al salir a averiguar nunca encuentran a nadie ni una explicación lógica sobre el origen de los ruidos.

Pero el caso más sorprendente que les sucedió fue una noche en que después de concluir con sus labores, la pareja se dispuso a tomar un merecido descanso. Por el cansancio no les fue difícil conciliar el sueño, sin embargo, alrededor de la cuatro de la madru-gada, un grito desgarrador de una mujer los despertó, sorprendidos despertaron, asombrados ya que a decir de ellos el grito provino del closet que se encontraba a escasos 60 centímetros de la cama donde pernoctan. Incrédulos y preguntándose ambos si de verdad habían escuchado el grito o era producto de su imaginación ya que todavía se encontraban semidormidos, cuando de repente volvieron a escuchar el mismo grito desgarrador y ahora sí pudieron estar seguros que el grito salía del closet, el esposo venciendo su temor abrió las puertas del closet sin llevándose una gran sorpresa, por más que buscó no había nadie en ese sitio.

El resto de la noche no pudieron volver a conciliar el sueño, pen-dientes de que ocurriera otra vez, sin volverse a repetir el suceso.

Todo esto lo atribuyen a la acción de los Aluxes que los vecinos di-cen que existen por el rumbo.

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El ánima de Rogaciano en Kiní

Jesús Hernán Puerto Simá

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El siguiente relato ocurrió en la comisaría de Kiní cuando me encontraba haciendo el reportaje de los nichos mortuorios. Sucedió un lunes al medio día cuando le tomaba fotografías al

nicho mortuorio del Sr. Doroteo Aké Tamayo, apodado “Rogaciano” por una canción muy alegre, quien fue comisario y asiduo colabo-rador de la Escuela Primaria “Miguel Hidalgo y Costilla”, en lo que tomaba las fotografías se acercó una señora mestiza, de la cual des-conozco su nombre, peguntándome que si sabía lo que hacía, a lo que le respondí que sí. ¿Y por qué me pregunta eso?, —porque ahí en el año de 1989 falleció trágicamente Rogaciano en un accidente de motocicleta, derrapó y se rompió la cabeza, pero no murió ense-guida, sino que hasta que llegaron los policías de Motul lo subieron a la camioneta y lo tiraron en el plan de lámina que estaba hirviendo y se comenzó a revolcar— O sea que aún estaba vivo, le comenté, —si, y más que eso, esos policías lo hicieron por maldad, porque les caía mal, Rogaciano tomaba mucho, pero ayudaba a la gente, y como no quería pagarles pues siempre buscaban como fregarlo.

—¿Pero que sucede en este lugar?, —mira, lo que sucede es que todas las personas que lo conocieron cuando pasan por aquí dicen que se les aparece a la orilla de la carretera como estaba vestido ese día, una camisa de cuadros y un pantalón café, en sus manos tiene agarrada una bolsa con carne, ya que el ayudaba a los pobres y te dice adiós. Debes rezarle por su descanso, porque eso quiere, ya que aunque ayudaba, muchos lo odiaban por ser bueno—. Concluyó

A Rogaciano lo conocí personalmente siendo un niño, ya que para ese entonces mi madre fue directora del plantel. Le guardo mucho aprecio, porque al menos le conocí su lado humano, fue alguien apreciado por mi familia.

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ESPANTAN EN EL CHALET

Manuel Can May

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Se escribe “Chalet”, es una palabra francesa que se refiere a una casa rodeada de jardines o en medio del campo. Esta mal escrito Shalet. El “Chalet” de la ciudad ubicado sobre la calle 29 por 34 es una de las casas más bellas de Motul. Su

arquitectura marcada de influencia francesa corresponde al periodo del auge henequenero de principios del siglo XX.

Es una casa que fue diseñada de manera especial, encierra un gusto exquisito. Por su belleza y ubicación atraen la mirada. No se tiene información de los orígenes de la propiedad. No es una casa bien afortunada, ha tenido distintas vicisitudes en su historia. Estuvo mu-chos años cerrada. Un tiempo vivió la familia Chan de la hacienda Chenchén de la Torres.

A lo largo de los años la mansión careció de mantenimiento. Se le abandonó y el monte y las yerbas amenazaron destruirla. Por la poca iluminación del rumbo y los grandes terrenos de la casa, se tiene reportado sucesos extraños de noche como sombras, gritos, lamentos y ruidos. Existen gentes que aseguraron les sigue dando miedo pasar por ese rumbo.

El “Chalet” es una casa rodeada de cierto misterio. Nadie se ha lo-grado establecer en ese sitio. Ha tenido distintos usos. Hace apenas unos años se utilizaron sus amplios patios como estacionamiento de loa autobuses que daban servicio a los empleados de Monty

Rescatamos un relato de esos sucesos extraños de uno de los ope-radores de autobuses “por la noche al llegar todos los autobuses eran acomodados en el patio, por lo que siempre estábamos todos ahí, y en la casa no había nadie, sólo estaba encendido un foco.

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En determinado momento todos se sorprendieron al ver que de manera simultánea y repentinamente, todos los focos se encendie-ron y una grabadora que comenzó a sonar a todo volumen.

Extrañados todos se preguntaron quién había encendido todo, si no había nadie en la casa, con dudas decidimos ir a averiguar y al

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entrar a la casa no encontramos a nadie, al ir a apagar la grabadora que aun se encontraba sonando a todo lo que daba, notaron que no estaba conectada a la toma de corriente y seguía sonando, por lo que todos salimos asustados del sitio”, afirmó el chofer.

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La Ouija

Cuando el hombre se abre a buscar respuestas en el campo de lo

sobrenatural, sólo hay doscaminos: Dios y el demonio

Jesús Hernán Puerto Simá

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Su origen se remonta a Grecia hace 2500 años. La palabra Ouija viene de una mezcla alemán francesa que significa: Oui (sí) y Ja (sí), que significa “si”. La Ouija es un tablero de madera en el que se encuentran grabados en la parte de

arriba todos los caracteres del alfabeto y los números de 0 a 9, y en los lados el Sí y el No; así como en la parte de abajo “adios”.

Como guía se utiliza una tablita acabada en punta o flecha que indica las respuestas. En la actualidad se venden en tiendas esotéri-cas las de fábrica, pero las “buenas” son de origen beliceño afirman sus adeptos; ya que se fabrican con madera de caja de muerto y “consagran” con sangre humana durante una misa negra.

Su juego tiene como fin el contacto de las personas con supues-tos espíritus y almas de familiares o en pena para platicar o pedir consejos mediante otro espíritu “amigo”. Consiste en poner las ma-nos sobre la guía que se desplaza lentamente sobre las letras inscri-tas en el tablero a través del “espíritu amigo” cuando se le pregunta algo.

Pero realmente lo que se logra es el contacto con demonios y no con ningún familiar. Las Sagradas Escrituras nos exhortan: “Practi-quen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. (I Pedro 5,8)”. Esta advertencia es necesaria porque el demonio realmente existe y realmente tiene acceso a nosotros por diversos medios. Puede utilizar el subconsciente para guiarnos hacia el mal, tentarnos, con-fundirnos y dañarnos.

Aunque se use la ouija por curiosidad, se está abriendo camino para el demonio y no es extraño que la persona quede espiritual-mente afectada. Las consecuenias pueden ser: dificultades para orar, fantasías, obsesiones y otras afectaciones mentales. Puede ocurrir que la persona se envicie con la ouija, en ese caso la dominación del demonio sobre esa pobre alma se hace muy fuerte.

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Algunos empiezan a jugar ignorantes del mal que hacen. Pero

lamentablemente muchos juegan por pura soberbia, pues sabiendo que ofenden a Dios continúan haciéndolo. No se puede justificar el uso de la ouija con el pretexto de entretenerse y curiosear lo oculto. La verdad es que al jugar con la ouija se abre la puerta al demonio cuyo objetivo es llevarnos el infierno.

Un defensor de la ouija afirma: “aunque se le considera un jue-go, los expertos de todo el mundo nos recomiendan que podemos disfrutar de ella, pero sin perderle el respeto”. Estos “expertos” se contradicen. Por un lado nos dicen que la ouija es solo un juego y rechazan toda advertencia de peligro contra ella, pero al mismo tiempo nos dicen que le tengamos “respeto”. Entonces, ¿es un juego o es algo peligroso?.

Los efectos dañinos que ocasiona no son inmediatos. Puede que al principio parezca un juego inofensivo. El enemigo sabe que a ve-ces es mejor esperar a que sus presas se estén más profundas en la trampa. Si tan solo logra desviar del camino correcto ya ha logrado su cometido.

¿Qué hacer?. Cuida de que la ouija NO ENTRE EN TU HOGAR. No te dejes influenciar por los que dicen que es sólo un juego in-ofensivo. Una mente consagrada a Dios tiene en Él su guía. Si al-guna vez, aunque sea por juego, has usado la ouija, arrepiéntete, confiésalo como pecado contra el Primer Mandamiento y vive de corazón el camino que Jesús nos ha dado en la Iglesia.

El Primer Mandamiento prohíbe recurrir a otro espíritu fuera de Dios. El rey Saúl recurrió a una mujer de Endor para conjurar el es-píritu del difunto profeta Samuel y fue castigado por Dios (1 Sam 28, 8-17). “De ninguna manera morirán. Es que Dios sabe muy bien que el día en que coman de Él, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal” (Génesis 3,4-5).

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Comprométete con Dios a JAMÁS RECURRIR a la superstición ni a lo oculto. Sólo Dios es fuente de Verdad. Si regresas al Señor con esta actitud NO TEMAS. Dios es infinitamente poderoso y misericor-dioso. CONFIA EN SU PERDON. Dios ha venido a salvarnos. Todos somos pecadores. Si tan solo renunciamos al pecado y entramos por el Camino de Su gracia, el enemigo nada podrá hacernos por mucho que insista.

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NUNCA PROMETAS LO QUE NO VAS A

CUMPLIR

Jesús Hernán Puerto Simá

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Hace algunos años ocurrió un suceso trágico en Motul que muchos pre-fieren olvidar por temor a que ocurra de nuevo, algunos lo recuerdan, pero no todos conocen su origen. Fue un hecho que cobró varias vidas humanas. Una tras otra. También se habla de una posesión demonia-

ca. Descartando el año en que ocurrió y cambiando los nombres reales de los participantes, contamos el relato, porque al final, el maligno demostró que con él no se juega y los que así lo desean hacer, reciben consecuencias de alto costo.

Fueron unos muchachos entre los 15 y 16 años. Hijos de familias distinguidas, ce-gados por la ambición del dinero y el poder. A su corta edad, no sabiendo lo que hacían, sellaron con su sangre un pacto con Satanás. Los hechos ocurrieron así.

Era un grupo de 10 amigos que se reunían los fines de semana a platicar y a “beber licor sanamente”, conocido como “los ricachones”. En realidad no todos lo eran, excepto uno, así que una tarde entre pláticas, uno de ellos llamado Luis, comentó acerca de su futuro, “quería vivir cómodamente y tener dinero”.

Pepe, quien era el adinerado del grupo expresó decididamente que todos lo po-drían lograr, como lo había hecho su familia; pero que para eso necesitaban hacer un “pacto de sangre” a través de un “diablito inofensivo” y que lo tenían que en-terrar en el cementerio de noche. Por un momento la mayoría dudo, pero luego de escuchar que si no lo hacían “dios nunca les iba a dar riquezas”, decidieron sellar el pacto.

Al día siguiente alrededor de las 10 de la noche se reunieron en el lugar de cos-tumbre. Pepe les enseñó el libro de rituales llamado: Codex Gigas, en donde paso a paso explicaba cómo hacer dicho pacto. Así que ya una vez enterados de cómo realizarlo, se pusieron a hacerlo.

Como lo explica dicho libro, todos se hicieron un pequeño corte y pronunciaron: “que esta sangre siempre nos una como un solo hermano, nos llene de triunfos y fortuna, y que quien se quiera salir, muera trágicamente como signo de vergüen-za y escarmiento para todos”, al término pronunciaron, “que así sea”. Bañaron el “diablito” con su sangre y partieron a enterrarlo al cementerio cerca de una fosa común, las de “tierrita”.

El tiempo pasó, ellos seguían reuniéndose normalmente. Una noche Yesi, una amiga del grupo comentó que se iba de paseo a Belice y quería comprar una ouija, para que pudiese platicar con Paco un amigo que meses antes se había suicidado, con el interés anterior en el ocultismo, le pidieron que la comprase y la pagarían entre todos.

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Unos días después Yesi regresó y trajo la ouija, afirmando que una bruja negra se la había obsequiado y que no aceptó pago alguno, ya que solamente se le obsequia a “amigos”, le pidió que la cuidara y que la quisiera mucho.

Esa misma noche se pusieron a jugarla conforme la bruja le había indicado a Yesi. Contactaron el alma de Paco y platicaron, lo que los hizo deprimirse, ya que les dijo cosas que solo ellos sabían.

El interés por el ocultismo los había sometido, así que leyeron de nuevo el libro de ritos y vieron un hechizo que los haría “invisibles” a sus enemigos, pero esto lo supo “Lucas”, un conocido del grupo.

Una noche “Lucas” llegó a la céntrica casa donde se reunían los “ricachones” y dijo, ¿así que son invisible?, ¡invisibles mis huevos!, sacó una pistola calibre .22 y se puso a jugar la “ruleta rusa”, hasta que disparó e hirió en la mano a “Paty”, por lo que la llevaron a la clínica del IMSS para que la curaran. De “Lucas” nunca se supo mas.

Estas reuniones se suspendieron un tiempo por este proble-ma, pero de nueva cuenta se comenzaron a hacer. Una noche, Yesi comentó que la ouija les había dicho que el disparo iba a suceder, pero como ya estaban borrachos, nadie le tomó importancia, y que uno de ellos pensaba abandonar el grupo. Este incidente ocasionó que por los nervios comenzaran a fumar marihuana. Llegó Diciembre, exactamente un día 23 por la noche. Se reunieron de nuevo para comenzar a festejar la navidad, y ya siendo las 4 de la ma-drugada, Pepe comentó que deseaba abandonar el pacto a costa de lo que sea, ya que su tía un día antes le dijo que soñó con la Santa Muerte vestida de novia y con un niño en los brazos; como consecuencia de todo lo que habían hecho, ella soñaba eso.

Así que para romper el “entierro” en el cementerio, nece-sitaba la sangre de todos para bañar al “diablito”. Su petición fue rechazada por todos, tratándolo de “cobarde y marica”. Molesto, agarró a la fuerza la motocicleta Rebel de “Lombriz” de uno de sus amigos asistentes y se fue al cementerio a “sacar el entierro”.

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Como no lo encontró regresó a la casa a pedir que le dieran la sangre de cada uno. Todos se la negaron. A las 5 de la madrugada, desquiciado, comenzó a circu-lar sin respetar los altos, y en céntrica calle, al volarse el alto, chocó brutalmente contra un camión y perdió la vida instantáneamente teniendo apenas 18 años de edad.

Su sepelio fue muy doloroso, pero no paró todo ahí. Posteriormente sus ami-gos, algunos murieron en accidentes, otros se suicidaron, y los que sobre-

viven, tienen trastornos psicológicos. Yesi la propietaria de la ouija quiso deshacerse de ella quemándola, pero misteriosamente volvía a aparecer

en su cuarto, en el mismo lugar donde la escondía.

Así que una conocida de ella, se enteró de lo sucedido y se la pidió prestada, y al jugarla un extraño espíritu la poseyó, por lo que no dejaba de gritar, y tuvo que ser llevada a la iglesia

San Juan Bautista de esta ciudad, donde un sacerdote le practicó una “liberación”.

Como era fuerte lo que tenía, se la llevaron a un congreso de exorcistas en el Estado de Campeche, donde ahí si la liberaron.

Quedó muy dañada de los nervios. Del entierro no se supo nada, de la ouija se sabe que fue entregada a los sacerdotes en Campeche, y ahí la destruyeron. Los familiares al comentarle al exorcista todo lo que había sucedi-do, les informó: “El precio de vender el alma es muy alto, el compra-dor es implacable y paciente para cobrar y devorar a sus víctimas. La tentación es grande, pero el precio a pagar nunca es barato”.

“Quien vende su alma al diablo es víctima de su propia debilidad y ambición, sin importarle las consecuencias, sabiendo que en algún momento tendrá que pagar su deuda. Así que termina perdiéndolo todo y condenando su ser, destruyendo su vida y todo lo que más amaba”.

Hechos básados en una historia real y por motivos de confidencialidad se cambiaron los nombres.

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LA CRUZ DORADA

Carlos llevaba años sin poner los pies en el pueblecito de Santa Cruz donde creció. La grave situación económica en la que vivía, lo obligó a desplazarse a Estados Unidos. Donde trabajó arduamente para vivir un poco mejor. Por

desgracia tenía las horas contadas, se encontraba desahuciado.

Angustiado por saber que sus últimos días los pasaría en su pueblo natal, sin saber la hora exacta en que su alma abandonaría este mundo, pasaba las noches recordando su niñez. Cuando regresó de los Estados Unidos, en la que antes fue su casa de pequeño.

Una noche antes de las celebraciones del día de muertos, decidió salir a pasear para despejarse un poco. No le importó que ya hubie-ran pasado las 12 de la noche, tenía que despejarse de sus angustias e insomnio.

Distraído con la mente en otro lado, caminaba por los abandonados caminos que llevaban al centro del pueblo, una pequeña iglesia que se cerró varios años atrás por el grave deterioro que había sufrido su tejado en una lluvia de granizo.

Karina Tamallo Castillo

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Santa Cruz antes era la última escala en la procesión del pueblo vecino, que finalizaba llevando la Cruz Dorada desde la Iglesia que había cerca de la plaza hasta allí. Pero cada vez eran menos los habitantes de Santa Cruz y el pueblo parecía una fantasmagórica visión de lo que Carlos recordaba de su niñez, por que nunca fue restaurada.

Cuando se encontraba a escasos metros de la capilla, escuchó una especie de cánticos. Su curiosidad lo acercó aún más, pero algo en su interior le decía que debía esconderse. Un frío indescriptible se le metió en los huesos y comenzó a sentir un fuerte olor a cera quemada.

Instintivamente decidió ocultarse tras unos arbustos, para contem-plar aterrado lo que parecía una romería fantasmal precedida por un hombre que con la cara demacrada portaba la Cruz Dorada en la mano.

Los demás integrantes eran aún mucho más aterradores, pues cla-ramente podía verse que estaban muertos y sus rostros eran poco más que unas calaveras que movían sus escalofriantes mandíbulas mientras entonaban un rosario.

Todos los muertos portaban una vela en su mano. Todos los inte-grantes fantasmales minutos después salían de la capilla en ruinas, y su lento paso parecía dirigirles directamente a la casa de Carlos.

Carlos, tan asustado como intrigado, decidió seguir a distancia a la cadavérica procesión, que cada vez se acercaba más a la que era su casa, el lugar donde sufria de una lenta enfermedad.

Hasta que sorprendentemente uno de los esqueletos envuelto en una túnica negra se acercó a la puerta de su casa y dejo una de las velas.

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Como hipnotizado, ante lo que veían sus ojos espero que la pro-cesión de monjes muertos se alejara, se acercó a su casa y recogió la vela que momentos antes habían dejado, y tal y como había apa-recido la vela se esfumó en ese instante entre sus manos. El resto de integrantes de esa procesión también parecieron evapo-rarse en una extraña niebla a lo lejos. Todos menos el portador de la Cruz, el primer integrante de la procesión de muertos que quedó tendido en el suelo durante unos segundos. Pasado ese tiempo se levantó, y con la cara totalmente descom-puesta por el cansancio y como si su misma vida fuera gradual-mente fuera absorbida por la compañía de los muertos, como un sonámbulo comenzó a caminar en dirección al cementerio.

Carlos estaba tan petrificado por el miedo que no podía moverse estaba helado pues el portador de la cruz se parecia a él, sólo el gri-to desgarrador de una de sus hermanas le despertó del shock en el que se encontraba. El grito confirmó sus más temidas sospechas: la procesión de muertos había venido a reclamar un alma que habitaba en su casa pero nunca imagino que se trataba la de él.

Corrió tan rápido como pudo hasta su habitación, prácticamente toda la familia se encontraba en el cuarto llorando y orando delante de su cuerpo que reposaba en la hamaca. Carlos ha muerto, excla-maban su hermanos mientras salían de su cuarto.

Carlos entendió en ese momento que ya había muerto y que la imagen que vio de si mismo cargando la Cruz Dorada no era más que su alma uniéndose a la procesión de muertos con la que vagaría eternamente reclamando el alma de otros moribundos.

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El Alma Viviente se Divierte en una Fiesta

Geny Milly Castillo

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En una casita de bloques y techo de láminas, vivía Luciana, una linda chica, única hija de don Pedro y doña Rubí. Esta corta familia vivía de lo que producía el campo, pues don Pedro era agricultor y sembraba de todo. Tenía todo en la

milpa: elotes, frijoles, calabazas, ibes, espelón, camote, macal, yuca, en fin lo que produce una milpa; pero también tenía su hortaliza y en ella tenía las verduras frescas como son tomates, rábanos, cilan-tro, pepinos, sandías, chayotes, papas, chiles, repollos, colinabos, y un sinfín de cosas, que solo una persona trabajadora puede producir. Su hija Luciana le ayudaba a vender sus productos en la puerta de su casa. Tenía su mesa llena de frutas y verduras y todo aquel que pasaba, se detenía a comprar. Una tarde ya estaba oscureciendo, Luciana se asomó a media carretera a dar cambio a un cliente y otro que se estacionó de golpe la atropelló, causándole la muerte.

Ese fue el día más triste para aquella familia que acababa de perder a su única hija. La vida de aquellos seres siguió su curso. Dos años después dos jóvenes que fueron invitados a una fiesta pasaban por el lugar y a lo lejos vieron a una muchacha que les pidió un aven-tón pues era invitada a la misma fiesta. Sin pensarlo dos veces la subieron.

Ella les contó que el camión no le dio parada. Platicando llega-ron a la fiesta, fueron bien recibidos. La orquesta empezó a tocar y bailaron casi toda la noche. Amaneciendo la muchacha se quiso ir porque tenía mucho frío, uno de los jóvenes le dio su saco para cubrirla, al rato después se marcharon.

Ella al bajar a unos metros de su casa quiso devolverles el saco, pero el muchacho le dijo “no te lo quites, estas calurosa, vengo por él otro día”, así la muchacha entró a su casa y ellos siguieron.

Al día siguiente, el joven fue a buscar a la muchacha para pedirle su saco. Al tocar la puerta salió un señor que le preguntó ¿Qué desea

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joven?, él contestó ¿está su hija?, dígale que vine por mi saco, ¿mi hija? Hay joven mi hija hace dos años que murió.

¿Cuál? preguntó aquel muchacho, lo que el señor le contestó “la única que tenía, Luciana tenía 15 años y me la atropellaron aquí en la puerta”, asustado le dijo “¡No puede ser¡ si yo estuve con Luciana en la fiesta de una amiga anoche, ella fue con nosotros en el carro, porque el camión no le dio parada. Es más, cheque, para qué vea mi saco, debe estar en su casa, no le estoy mintiendo, ella entró aquí anoche”.

“Bueno si no me cree joven, pase usted a verlo si está su saco pues se lo lleva y no ha pasado nada” afirmó el señor. Entró el joven y en una silla de la cocina estaba su saco. El señor empezó a llorar, pues no podía creer lo que estaba escuchando. Fue al altar y mostró la foto de Luciana cerca de la cual había una veladora.

El joven sintió escalofríos, pues había viajado con una muerta y no se dio cuenta “¡No puede ser!, si bailé con ella, la sentí tibia” dijo y repitió ¡este señor está loco! Agarró su saco y salió apresuradamen-te de la casa. Subió a su coche y se alejó, pero al llegar a la curva apareció Luciana y le habló.

El joven ya no quería parar, pues ya no sabía si el señor estaba loco, o la muchacha no quería que su papá la viera. Le pidió que la lleva-ra y el aceptó. La subió y la llevó donde ella le dijo. Llegaron a un portón grande, que según ella, era casa de sus abuelos.

Pidió que la bajaran, se acercó al joven para agradecerle el favor, y éste le dio la mano, pero al soltarse los dedos de ella quedaron pegados en la mano del joven, quien sacudió su mano para que ca-yeran los dedos putrefactos de la muchacha.

En ese momento se escuchó un llanto muy lastimero que le decía ¡vete, vete, vete y no vuelvas por aquí nunca¡ lo que dijo mi padre

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era verdad solo te doy un consejo, entra a la iglesia y reza un Padre Nuestro y un Ave María para que yo pueda descansar, y te juro que no volverás a verme, gracias por hacerme tan feliz la noche de la fiesta y por este gran favor de haberme traído aquí, adiós, adiós.

Cuando dijo esto, se levantó una nube de polvo y desapareció. El joven cumplió la encomienda de la muchacha y cuando salió de la Iglesia se sintió libre y feliz, porque su amiga ya estaba en paz.

Esta historia termina cuando él va a casa de los papás de la muchacha y prende tres veladoras, por cada una pide perdón a la mamá y al abuelo, por haberse entrometido en la familia sin querer. Se despidió tranquilo y se fue.

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Fanático de Troles y Duendes

Carolina Cauich Tamayo

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Mucho tiempo atrás vivía un chico que era un absolu-to fan de los troles. Tenía la más increíble colección de muchos troles, aluxes, duendes y demás nombres con los que se le conoce a este singular personaje. Su

habitación parecía más un museo que el cuarto de un joven de su edad. Era un chico tímido y muy reservado, y su extraña afición lo puso en el punto de mira de un grupo de chicos indeseables que había en su pueblo.

Este era un grupo de delincuentes juveniles que se divertían gol-peando, robando y humillando al resto de muchachos, pero en su caso el acoso era continuo y diario. Sabían que el nunca diría nada a sus padres y eran lo suficientemente listos como para golpearlo en lugares en los que no quedara marca o se taparan con la ropa.

Tan continuo fue el acoso, que acabó acostumbrándose y cuando lo empezaban a molestar se alejaba del dolor pensando en su adorada colección. En sus fantasías recorría un idílico mundo donde nada ni nadie podían hacerle daño, y de esta forma aprendió a ignorar el dolor y la humillación.

Los abusadores vieron cómo los llantos y quejidos se convirtieron en una cara inexpresiva. Y lo que más los inquietaba, era que sus ojos parecían como muertos, vacíos e indiferentes a las palizas que recibía.

El líder del grupo comenzó a darse cuenta de que su comporta-miento le hacía perder el respeto de los demás, que veían como era incapaz de doblegarlo. El chico no se resistía, no luchaba, no lloraba, era como si simplemente lo ignorara. Pero lo que era aún peor… ¡Le daba miedo!.

No sabía el porqué, pero esos ojos inexpresivos con los que lo mi-raba cuando lo golpeaban, simplemente le helaba la sangre. Un día

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decidió acabar con el problema y organizó a su banda para seguir al chico hasta su casa.

Aprovechando que sus padres llegaban tarde del trabajo, pretendían infligirle tanto dolor que temblara cada vez que se acercaran a ellos. Sabía que eso no lo podía hacer en la calle porque siempre podría haber alguien que los delatara.

Y en las fechas en las que se celebran a los fieles difuntos el chico al llegar a su casa lo primero que hizo fue ponerse cómodo y dispues-to a admirar su colección de troles, como cualquier día normal. No habían transcurrido ni dos minutos cuando en la puerta golpeaban. Sin pensarlo abrió y, antes de que pudiera reaccionar, dos chicos de la banda ya lo tenían inmovilizado por los brazos.

Los delincuentes entraron a su casa y cerraron la puerta, asegurán-dose que nadie las hubiera visto. Arrastrándolo lo subieron hasta su habitación y comenzaron a burlarse de su colección mientras des-trozaban una por una sus figuras, sábanas o cualquier otro objeto que encontraban en su paso.

Pero el chico ya se había evadido mentalmente. Sus ojos una vez más se habían vuelto inexpresivos y parecían ajenos a todo dolor o vejación. Probaron apagándole cigarrillos en la pierna, con cortes en su piel, saltando sobre él… pero todo parecía inútil.

Esos ojos fijos, como perdidos, empezaron a atemorizar a todo el grupo y algunas de ellos comenzaron a decir que era mejor irse, que alguien podía llegar o cualquier otra excusa para ocultar la realidad, ¡Se morían de miedo!.

El líder no podía dejar las cosas así, y decidió acabar de una vez por todas con el problema. -¿Sabes qué fue lo que dijo ese duendecillo? – le dijo mientras metía una mano en el bolsillo.

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Pero el chico no contestó y continuó inmerso en su mundo de fan-tasía. - No puede decir nada – dijo el jefe del grupo – ¡Porque no tiene boca! – y de repente sacó una navaja abierta del bolsillo, con la que le comenzó a arrancar los labios al chico. Dejando su ropa, sus sábanas y toda su habitación de troles manchados de sangre. Pero contra todo pronóstico el chico ni se inmutó y continuó mirándolo con esos ojos sin vida. El líder de la banda asustado co-menzó a apuñalarlo en el pecho, le clavó incontables veces la navaja hasta que murió escupiendo sangre y con los pulmones totalmente perforados.

Las demás integrantes de la banda salieron corriendo, pensaron ir a asustarlo, en ningún caso habían ido para asesinarlo. Pero igual-mente eran cómplices y sabían que todos ellos podían ser juzgados. Para ocultar las pruebas que hubieran podido dejar, el líder prendió fuego a la habitación y en pocos minutos, era toda la casa la que estaba en llamas.

Pero por más que corrieran o se ocultaran nunca podrían escapar de lo que habían hecho, y sin saberlo habían despertado una sed de venganza que el chico no pudo cobrarse en vida, pero sí lo haría en la muerte y desde el más allá como un fantasma siempre en víspe-ras del día de muertos.

Todas ellos empezaron a tener horribles pesadillas en las que podían ver los ojos inexpresivos del chico asesinado mirándolos fi-jamente. Pero eso no fue más que el principio, cuanto más fuerte era el fantasma, más poder ejercía sobre ellos, y un día comenzó el verdadero sufrimiento.

Sin saber cómo, los asesinos comenzaron a sentir que cada vez les costaba más abrir la boca, hasta que un día despertaron con la

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boca como si estuviera sellada. No podían hablar, no podían comer, ni beber, y por más que intentaban forzar las mandíbulas, no eran capaces de despegarlas.

El líder fue la primero que sintió el efecto y el primero en darse cuenta al mirarse al espejo que su boca parecía difuminarse, como si se estuviera borrando, hasta finalmente desaparecer.

Parecían un dibujo de algun duende de los que estaban en el cuarto de su victima, en el que no existía la boca en el rostro del duende. Por supuesto que nadie más aparte de ellos podía ver que su cara no tenía boca. Era como si el fantasma jugara con su mente tortu-rándolos.

En un par de días los abusadores se empezaron a sentir mal, no podían beber y comenzaban a sentir los síntomas de la deshidrata-ción, tenían terribles dolores de cabeza y en sus delirios veían los ojos inexpresivos del chico mirándolos fijamente en cualquier lugar. Podían sentir como los golpeaban pero no podían gritar, y lo que era aún más inquietante, una especie de fuerza malévola les impe-día pedir ayuda. Poco a poco fueron sucumbiendo, rindiéndose al dolor y sus ojos fueron perdiendo brillo, perdiendo vida y volviéndo-se tan inexpresivos como los del chico al que humillaron, golpearon y finalmente asesinaron.

Cuando se iban rindiendo su mente abandonaba su cuerpo y en-traban en un coma irreversible. Su mente se evadía y llegaban a un idílico lugar lleno de flores y pequeñas muñecos de duendes y troles que jugaban y saltaban divirtiéndose. Era el mundo imaginario en el que el chico asesinado se evadía del dolor.

El líder de la banda fue el último en doblegarse y caer en un coma profundo. A los pocos segundos de llegar a aquel paradisíaco lugar, el cielo se oscureció y decenas de troles que jugaban distraídos se

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giraron hacía él mirándolo fijamente, con los mismo ojos sin vida que los del chico.

Había comenzado su verdadero sufrimiento, pues en este mundo no había como escapar del dolor y el chico torturado se aseguraría de que no cesara el dolor hasta que alguien los desconectara de las máquinas que las mantenían con vida en el mundo real, en un coma profundo del que nunca despertarían.

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EUSTACIA LA NOVIA DE LA HACIENDA

Geyder Canto Rodríguez

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Guillermo muy tarde aquella noche había llegado al munici-pio de Motul para trabajar en la hacienda de Dzununcan. Un amigo lo había recomendado.

Estando en los pasillos donde seleccionaban a los trabajadores, re-cordó su salida de la ciudad de Mérida, hasta que le tocó su turno. Fue uno de los admitidos por el capataz para trabajar en la hacienda. Todos los seleccionados eran citados para que se presentaran a la mañana siguiente.

Luego del largo viaje, cansado y hambriento se detuvo Guillermo en una tiendita, para comprar algo para comer. Pasaría la noche en Mo-tul para partir la mañana siguiente hacia Dzununcán.

Comenzaba a amanecer y Guillermo aún no le tomaba el sueño, pensando que estaba muy lejos de sus padres, a los que no vería por un largo tiempo, y sin imaginar cómo cambiaria su vida a partir de su llegada.

Restaba poco para que amaneciera, desenrolló su cobertor y se tapó con él. Al despertar buscó el papel del contrato que le habían entre-gado por el capataz que le autorizaba su entrada a la hacienda, para ponerse a las órdenes del patrón, y partió con sus nuevos compañe-ros.

Llegando a la hacienda su amigo que lo recomendó le había co-mentado que buscara a Salvador, quien le daría un techo mientras trabajaba en la hacienda. Despistado y sin conocer a nadie trataba de buscar que lo guiaran, hasta que atrás de él se dibujo una sombra que se bordeo a sus pies, era una bella mujer que lo observaba con curiosidad, era Eustacia, la mujer más joven y más guapa que vivía en la hacienda, a la cual la gente le llamaba la novia de la hacienda.

Él se presentó y preguntó “buenos días señorita mi nombre es Guiller-mo, tengo que ubicar a Salvador, soy nuevo en la hacienda y él me debe de dar un lugar donde vivir mientras trabajo aquí”.

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La bella chica contestó “buenos días mi nombre es Eustacia y sí co-nozco donde vive Salvador... pero primero venga a tomar un choco-late, lo invitó la hermosa mujer y Guillermo sorprendido aceptó gus-toso, comiéndose también un pedazo del pan que estaba en la mesa le platicaba de donde venia, antes de partir hacia la casa de Salvador donde ella misma lo llevaría.

Al llegar hasta donde vivía Salvador, Guillermo se despidió de Eustacia agradeciéndole el desayuno y que lo hubiera ayudado a buscar la casa donde se hospedaría. Ese día fue de ardua labor para Guillermo, sa-liendo muy de noche de la hacienda junto a sus nuevos compañeros.

Al día siguiente, a la hora del almuerzo llegaron las mujeres con las comidas, y Guillermo miraba con tristeza aquel espectáculo, hasta que vio aparecer sorprendido a Eustacia... “Aquí le traigo algo para su almuerzo”, dijo la joven y hermosa mujer. Desde ese día nació algo más de la amistad que ya tenían y fue cambiando hasta convertirse en amor para los dos. El 18 de diciembre de 1941, Guillermo formalizó su noviazgo con Eus-tacia y la boda sería en la misma hacienda, en la pequeña capilla que allí había. El día acordado para la boda, a las 5 de la tarde, el novio se había retrasado por que vendría desde el lugar de donde él era, su natal Mérida.

Pasada la hora citada llegó el cura a la hacienda y el Oficial del Re-gistro Civil. A los siguientes minutos apareció la novia, admirada por todos por su belleza y hermosura. Pasaban los minutos y el sol termi-naba de ocultarse tras los árboles de cedro. El olor de sosquil y de ra-món eran mudos testigos del crudo y trágico acontecimiento final que ocurriría más tarde. El novio no llegaba y eso comenzó a inquietar a todos. “¡Yo lo iré a buscar!”, dijo uno de sus compañeros de Guillermo.

En ese momento Eustacia se tomó el rostro presintiendo algo malo. Hasta que se escuchó una voz que traía la noticia que acabaría con sus ilusiones, “¡Mijita!, ¡lo siento!, ¡lo siento! gritaba su madre, quien

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agregó “Guillermo viene muy mal herido, se volcó de la carreta en la que venía y cayó en uno de los baches del camino y rodó hasta el fondo!”.

Cuando el cuerpo de Guillermo fue traído hacia ella, exhaló sus últi-mos suspiros en los brazos de su amada debajo, del arco que había en la entrada de la hacienda ante los invitados que habían quedado congelados por el evento que presenciaban sus ojos.

“¡Es la maldición de la hacienda! ¡Se puso celosa de Eustacia cuan-do vio que Guillermo se nos casaba!”, comenzaron a gritar los más cercanos a ellos y más ancianos, Al escucharlos, Eustacia sintió un escalofrió que la congelaba y la inmovilizaba, sacando fuerzas de su flaqueza rencor y odio que sentía en esos momentos de la hacienda por lo que había escuchado corrió y se adentro en ella.

Gritando “¡Maldita...te maldigo mil veces... te robaste al amor de mi vida... te maldigo!” gritaba hasta que su voz se perdía con el viento. Aquella noche de espanto y consternación por tal acontecimiento no fue olvidada jamás por los habitantes y vecinos.

Nadie pudo encontrar a Eustacia. Desde entonces y hasta la fecha los que pasan cerca a altas horas de la noche, creen ver y escuchar-la, rondando, gritando, maldiciendo y mencionando el nombre de su amado Guillermo con su rostro pálido y su vestido lleno de sangre. Los que le han visto aseguran que extiende sus brazos hacia ellos, tal vez buscando a su amor que le fue arrebatado para siempre.

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¡Alma Cristiana sal de este mundo!

Jesús Hernán Puerto Simá

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Lo siguiente ocurrió en el año 2010, durante el entierro de un Hermano Adorador Nocturno, el Sr. Rutilio Estrella Ruíz, en el cementerio de esta ciudad.

Después de partir de la funeraria, realizando las oraciones pertinentes de la Asociación, el cortejo fúnebre llegó al cementerio para depositar en la tumba sus restos humanos, ante centenares de familiares y amigos presentes. Antes de realizar esto, como símbo-los de la Adoración Nocturna, su presidente el Sr. Anacleto Pech se dispuso a colocarle al cuerpo del Sr. Rutilio el Distintivo Nacional de pertenencia a la Asociación, como lo indican los estatutos; una vez terminado esto se procedió a realizarle las oraciones para la buena muerte, dentro de las cuales se menciona una en particular: “Re-comendación del Alma”. Ya por la amistad del Hno. Anacleto con el Hno. Rutilio la nostalgia afloraba, entonces se me pidió que reali-zara la lectura de dicha oración, a lo cual accedí. Todo comenzó en calma, los responsorios, las letanías todo transcurría normalmente, hasta que llegada la parte en donde se recita: ¡Alma Cristina, sal de este mundo! Intempestivamente se presentó un viento fuerte, raro, porque en ese momento hacía un sol inclemente del cual no se encontraba resguardo; y sucedió en ese viento, al menos a un servidor me dio la sensación de despedida, como de un abrazo fra-ternal, como si nos hubiese dicho: “pronto nos volveremos a ver, no estén tristes”. Fue una sensación de unos 15 segundos, algo rápido. Ya una vez acabado, continuamos con las oraciones y todo siguió su curso normal.

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Las ánimas nos enseñan a respetarlas.

Jesús Hernán Puerto Simá

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Uno de los sepultureros de la ciudad, nos relató que hace unos años, un 2 de noviembre como las 8 de la noche, cuando se disponían a cerrar el cementerio, pues habían acabado el

horario de visita, al dar su rondín; antes de llegar al último pasillo, escuchó voces que provenían de ese pasillo. Advirtiendo que no había gente en el interior del Campo Santo, por lo que se detuvo a escuchar, ya que se percibía como si hubiera una gran cantidad de gente y con claridad escuchó como una persona decía a las demás, “a este no le trajeron veladoras pónganles unas” y seguidamente se escuchó como si estuvieran acomodándolas y moviendo los frascos que se emplean para las flores.

Aseguró que se escuchaba como si fueran voces de viejitos, que eran ánimas que en esos días se encuentran libres, por lo que optó por retirarse y dejar que continúen con su labor. Cerrando el cementerio general se retiró junto con el otro sepulturero.

Nos confió que la mayoría de las personas visitan a sus di-funtos y mantiene en buen estado las tumbas, recordó que existen a quienes nunca se visita y se mantienen abandonadas. Finalizó diciendo que si no les hacemos caso a esas tumbas abandonadas, ellos si lo ven y comparten sus flores y velas entre sí, como para darnos el ejemplo de que debemos atenderlos aun que se encuen-tren en otra vida ya que tarde o temprano todos nos dirigimos hacia ese mismo camino.

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José Valerio Buenfil y Méndez

La Voz de Motul: Semanario de Información y Análisis. Revista fundada el 13 de mayo del 2006. Editor Responsable: José Valerio Buenfil y Méndez. Leyendas, Mitos y Creencias de Motul y Yucatán. Certificado de Reserva Otorgado por el Instituto Nacional del Derecho del Autor número 04-2011-011910152700-102. Certificado de Licitud de Título y Contenido número 15262, otorgado el 4 de julio del 2011 por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Domicilio de la publicación y distribuido por José Valerio Buenfil y Méndez Calle: 28 x 29 altos mercado 20 de noviembre, local 74 y 75 Centro Motul, Yucatán, Tel. (991) 915 16 78.

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