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HISTORIA DE UN PESO Salvador García Lima

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HISTORIADE UN PESO

Salvador García Lima

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HISTORIADE UN PESO

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Este Cuaderno del Museo Numismático Nacional reproduce un trabajo periodístico de 1896. A través de él nuestro público podrá encontrar una amena descripción de las principales operaciones del proceso de amonedación que resulta interesante por dos motivos: el primero de ellos es que nos permite constatar que las labores descritas se desarrollaron casi de la misma manera a lo largo de los 140 años en que funcionó la Casa de Moneda de México en Apartado hasta su cierre técnico en 1992; el otro motivo de interés es acercarnos a una forma de redactar hoy en desuso, el lenguaje periodístico del Siglo XIX en el que veremos un lirismo que muchas veces corresponde más a las emociones del reporter que a la mera descripción de los hechos.

HISTORIA DE UN PESO

Presentación

Guillermo Hopkins GámezDirector General de Casa de Moneda de México

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L a revista El Mundo Ilustrado creada por Rafael Reyes Spíndola en 1894 y que se convertiría en la práctica en una gaceta semi-oficial del porfirismo, publicó el 13 de septiembre de 1896 lo que se

anunciaba como una nueva serie de reportajes que tendrían como protagonistas a objetos de uso común, dando inicio a dicha serie la Historia de un peso.

El reportaje hace una descripción de las labores de la Casa de Moneda de México en la época en que comienza a ser operada por el Gobierno mexicano tras su recuperación de los arrendatarios apenas un año antes; funciona como Casa de Moneda y Apartado de México y co-existe con las Casas de Moneda de Culiacán (1846-1905), Guanajuato (1824-1900) y Zacatecas (1824-1905). En este momento no se han hecho mayores reformas al edificio como no sea la ampliación hacia el lado sur que se menciona hacia el final del reportaje, y la maquinaria es prácticamente la misma con que se equipó la Ceca al trasladarse de la Calle de Moneda al Apartado en 1848.

La descripción que se hace del Departamento de Apartado es de gran valor, toda vez que se trata de la única que se conoce de la labor de apartar el oro de la plata, actividad que dejó de hacerse en el interior de la Casa de Moneda en el año 1907. El reportaje apareció ilustrado con nueve fotografías y dos dibujos; de las fotografías publicadas, sólo siete impresiones se conservan en el acervo fotográfico de la Casa de Moneda de México y fueron digitalizadas para que aparecieran aquí con una mejor definición; las dos faltantes fueron tomadas directamente del original.

La transcripción que publicamos respeta la puntuación y ortografía del impreso y las imágenes aparecen con los pies de foto originales. Todos los espacios descritos existen y forman parte del Museo Numismático Nacional de la Casa de Moneda de México.

Agradecemos las facilidades otorgadas por la Biblioteca Lerdo de Tejada de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para realizar la transcripción del reportaje y la digitalización de imágenes.

Introducción

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Este Cuaderno del Museo Numismático Nacional reproduce un trabajo periodístico de 1896. A través de él nuestro público podrá encontrar una amena descripción de las principales operaciones del proceso de amonedación que resulta interesante por dos motivos: el primero de ellos es que nos permite constatar que las labores descritas se desarrollaron casi de la misma manera a lo largo de los 140 años en que funcionó la Casa de Moneda de México en Apartado hasta su cierre técnico en 1992; el otro motivo de interés es acercarnos a una forma de redactar hoy en desuso, el lenguaje periodístico del Siglo XIX en el que veremos un lirismo que muchas veces corresponde más a las emociones del reporter que a la mera descripción de los hechos.

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Pasta de la revista El Mundo Ilustrado.

13 de Septiembre de 1896

Portada de la revistaEl Mundo Ilustrado.13 de Septiembre de 1896

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M anuel Gutiérrez Nájera, el exquisito Duque Job, escribió, hace mucho

tiempo, la conmovedora historia de un peso falso: Un peso falso puede, en efecto, tener historia, quizá trágica, acaso cómica........ mas ¿un peso de buena ley, un peso de honorable procedencia, no tendría, asimismo una biografía intere-sante? Sin duda alguna.

Desde luego tenemos que concederle una importancia capital: el peso es el rey del mundo; esa rueda acuñada cuyo sonido metáli-co hace latir tantos corazones, es el símbolo del bienestar.

Económicamente hablando, el peso constituye un objeto de cambio; mas considéresele bajo otros aspectos y se verá el gran papel que desempeña en la vida.

Un proloquio bien conocido, dice: Dios en el cielo y un peso en la bolsa......

El peso es la llave que abre todas las puertas; el peso es la rueda de la fortuna. Su signifi-cación es, pues, sin duda, mayor de lo que parece.

a revista El Mundo Ilustrado creada por Rafael Reyes Spíndola en 1894 y que se convertiría en la práctica en una gaceta semi-oficial del porfirismo, publicó el 13 de septiembre de 1896 lo que se

anunciaba como una nueva serie de reportajes que tendrían como protagonistas a objetos de uso común, dando inicio a dicha serie la Historia de un peso.

El reportaje hace una descripción de las labores de la Casa de Moneda de México en la época en que comienza a ser operada por el Gobierno mexicano tras su recuperación de los arrendatarios apenas un año antes; funciona como Casa de Moneda y Apartado de México y co-existe con las Casas de Moneda de Culiacán (1846-1905), Guanajuato (1824-1900) y Zacatecas (1824-1905). En este momento no se han hecho mayores reformas al edificio como no sea la ampliación hacia el lado sur que se menciona hacia el final del reportaje, y la maquinaria es prácticamente la misma con que se equipó la Ceca al trasladarse de la Calle de Moneda al Apartado en 1848.

La descripción que se hace del Departamento de Apartado es de gran valor, toda vez que se trata de la única que se conoce de la labor de apartar el oro de la plata, actividad que dejó de hacerse en el interior de la Casa de Moneda en el año 1907. El reportaje apareció ilustrado con nueve fotografías y dos dibujos; de las fotografías publicadas, sólo siete impresiones se conservan en el acervo fotográfico de la Casa de Moneda de México y fueron digitalizadas para que aparecieran aquí con una mejor definición; las dos faltantes fueron tomadas directamente del original.

La transcripción que publicamos respeta la puntuación y ortografía del impreso y las imágenes aparecen con los pies de foto originales. Todos los espacios descritos existen y forman parte del Museo Numismático Nacional de la Casa de Moneda de México.

Agradecemos las facilidades otorgadas por la Biblioteca Lerdo de Tejada de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para realizar la transcripción del reportaje y la digitalización de imágenes.

Sin duda nuestros lectores, al internarse por la calle del Apartado, dando vuelta á una de las últimas del Reloj , habrán visto, á la derecha un grande y viejo edificio de anchuroso patio, limitado por vastos portales, y cruzado por rieles.

Ahí se halla la Casa de Moneda de México, la gran productora de ese dinero que se difunde por la capital, por el país, por el mundo entero, valiendo aquí más, allá menos, merced al cambio; llevando al hogar pobre la seguridad de la pitanza, amontonándose en la caja fuerte del rico, para salir después á adquirir ya el rico tapiz, ya el tren lujoso, ya la seda crujiente, ya el encaje ó la blonda, que parecen hechos de nubes. Nada parece indicar en el viejo caserón la riqueza que contiene. En el ala derecha, en primer término, el curioso se encuentra con las oficinas de la dirección: algunos escritorios, un contador, empleados serios que escriben .....

Pero demos principio á la historia del peso, y para proceder lógicamente, digamos algo de

Aquí y ahí, barras blanquecinas que parecen grandes panes de jabón y que pudieran á su vez referir una historia muy interesante, la serie de procedimientos que fue preciso emplear para extraerlas de la hondísima y oscura sima de la mina: son barras de plata, listas para su acuñación.

PRELIMINARESCASA DE MONEDA DE MÉXICO

No obstante, los que merced á un trabajo más ó menos asiduo han logrado adquirir una ó muchas más de esas ruedas de plata que tanto significan, ¿saben acaso qué serie de procedimientos se emplearon para que llegasen á sus manos, ostentando en una faz nuestra heráldica águila caudal, en la otra el simbólico gorro frigio y en el canto un cordón perfectamente acabado? ¿suponen siquiera el número de esos procedimientos químicos y mecánicos que preceden al “nacimiento” de un peso á la vida de la circulación? No, sin duda, y estamos seguros de que desearían saberlo. He aquí porqué en este artículo, que será el principio de una serie curiosa, vamos á referir tal historia de sobra instructiva. Ya se verá que las cosas sin alma pueden enseñarnos mucho en su lenguaje mudo. Las interrogaremos y nos responderán.

El peso pide desde luego la palabra: mañana acaso la pedirá el cigarro, una persona muy relacionada y que sabe tanto!... después... el sombrero, pongamos por caso; un sombrero, merced á su elevada posición, ve muchas cosas... Y así sucesivamente. Ya verán ustedes cómo la colección de “biografías” vale la pena.

Hoy República de Argentina.

Hoy, ese local forma parte de la Galería Numismática.

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La elocuencia es plata; dice la máxima árabe; pero aquí precisamente se trata de evitar las consecuencias de la plata, que no sirve de desahogo, sino de lo contrario, y se prescinde de la elocuencia.

Pero no divaguemos. Las barras de plata échanse en las ollas de fierro, las cuales tienen 100 kilogramos de capacidad cada una, estas ollas contienen ácido sulfúrico, merced la cual se forma un sulfato de plata y el oro que en mayor ó menor cantidad contienen las barras, queda en el fondo . De ahí se retira y pasa á otras ollas de platino, en tanto que el sulfato de plata, se cambia á unas tinas de plomo, donde se mezcla con láminas de cobre, agua y ácido sulfúrico, para que la plata se precipite y quede en disolución el sulfato de cobre.

La plata que así resulta se lava y seca, quedando en forma de tierra, una tierra esponjosa, entreverada de hilos de escarcha.El oro en tanto se lava en las ollas de platino varias veces con ácido sulfúrico y luego se funde, saliendo casi puro. La plata á su vez es llevada á los hornos de fundición.

Estos son dos, cada uno con su crisol correspondiente y su gran chimenea de ladrillo. Ambos hornos se encuentran en una sección del departamento de Apartado á la derecha un amplia plataforma y frente por frente de las rieleras, de las cuales nos ocuparemos después.

Los crisoles, que tienen la misma forma que los pequeños de barro, que sin duda conocen nuestros lectores, son de hierro bien templado, de una capacidad de 850 kilogramos, cuesta cada uno como quinientos pesos, y resiste regularmente hasta cuarenta lances.

Casa de Moneda de México.- Despacho

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Si el curioso se aventura por el segundo patio, si recorre las diversas salas que se hallan en el fondo del edificio, entonces el espectáculo cambiará de aspecto: la quietud se convertirá en movimiento: aquí el horno inmenso vomita humo, y ahí el troquel se eleva y abate con vertiginosa rapidez; aquí el crisol henchido de fuego, crepita, ahí un sacabocados circular muerde la lámina argentina.... y todo ese movimiento se traduce en producción de moneda, mucha moneda.

Antiguamente la casa acuñaba un millón de pesos al mes, regularmente y en circunstancias especiales llegó á producir un millón ciento y tantos mil pesos; mas últimamente y á consecuencia del desastre de Pachuca, uno de más grandes centros productores, solo se acuñan de setecientos á novecientos mil pesos al mes.

Apenas recibidas las barras, pasan al Apartado, donde deberán sujetarse al procedimiento inicial de la larga serie por la cual pasarán, semejantes á una alma que transmigra y que va asumiendo las formas más diversas y extrañas.

Llámase Apartado á un vasto departamento dividido del de Fundición únicamente por la diferencia del nivel del piso, que en este último hace una plataforma donde se encuentran los hornos y las rieleras de que ya nos ocuparemos ; departamento que recuerda aquellos grandes laboratorios de los químicos medioevales, rodeados de medroso prestigio por la ignara fantasía del vulgo.

Aquel pan de jabón de que hablamos antes, la barra de plata en bruto, al ser recibida en la Casa de Moneda se pesa, alcanzando normalmente una cifra de 29 á 30 kilogramos de metal blanco, que valen unos 400 pesos. Si la barra tiene la ley requerida, se entrega su valor en dinero acuñado al introductor que la ha llevado ; de otra suerte, se le devuelve á menos que la diferencia sea muy pequeña, en cuyo caso las barras se funden nuevamente en un departamento especial .

CIFRAS CURIOSAS

APARTADO

LA BARRA EN BRUTO

Esto nos habla del sistema de libre acuñación, vigente hasta la promulgación de la ley monetaria de marzo de 1905. Bajo ese régimen cualquier particular podía introducir metales a la Casa de Moneda, a partir de la reforma monetaria, los metales serán comprados por el gobierno directamente a las compañías mineras.

Se refiere á la “Fundición de Introductores”, separada de la propia de la Casa.

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El local descrito es actualmente la sala de usos múltiples..5

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Departamento de Apartado.- Tinas de lavado

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Aquí y ahí, barras blanquecinas que parecen grandes panes de jabón y que pudieran á su vez referir una historia muy interesante, la serie de procedimientos que fue preciso emplear para extraerlas de la hondísima y oscura sima de la mina: son barras de plata, listas para su acuñación.

Circundada de grandes ollas de plomo y de platino, yérguese una chimenea colosal y en aquellos recipientes, efectuándose las operaciones iniciales que dejarán el tejo de plata hábil para ser fundido.

Flota en todo el departamento una atmósfera pesada, impregnada de ácido sulfúrico: un vapor blanquecino, que introduciéndose por las vías respiratorias, produce una tos pertinaz y penosísima. Quien entra ahí sin saber el procedimiento, la materia que hay que emplear para librarse de los malos oficios de la insoportable atmósfera, es hombre al agua: la tos acabará por ser insoportable, la laringe se irritará horriblemente, y el infeliz semi-asfixiado volará en busca de una bocanada de aire puro, y por algunos días guardará como recuerdo de su presencia en aquel laboratorio sombrío, una garraspera infernal.

Empero, en tanto que él se agita con las convulsiones de la tos, los empleados del departamento pasean tranquilos en medio de la asfixiante atmósfera; van y vienen atendiendo á sus labores y ahí, entre la blanquecina nube que ahoga, permanecen... todo el día! ¿Cómo logran semejante inmunidad?

Sencillamente graduando la respiración y sellando los labios, es decir, dando de mano á la charla. Merced al primer procedimiento, se evita que los vapores del ácido sulfúrico penetren demasiado á las vías respiratorias, cortándose así la tos; el silencio no creemos necesitar decir porqué es útil: en boca cerrada no entra mosca: aquí, en boca cerrada no entra ácido sulfúrico.

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La elocuencia es plata; dice la máxima árabe; pero aquí precisamente se trata de evitar las consecuencias de la plata, que no sirve de desahogo, sino de lo contrario, y se prescinde de la elocuencia.

Pero no divaguemos. Las barras de plata échanse en las ollas de fierro, las cuales tienen 100 kilogramos de capacidad cada una, estas ollas contienen ácido sulfúrico, merced la cual se forma un sulfato de plata y el oro que en mayor ó menor cantidad contienen las barras, queda en el fondo . De ahí se retira y pasa á otras ollas de platino, en tanto que el sulfato de plata, se cambia á unas tinas de plomo, donde se mezcla con láminas de cobre, agua y ácido sulfúrico, para que la plata se precipite y quede en disolución el sulfato de cobre.

La plata que así resulta se lava y seca, quedando en forma de tierra, una tierra esponjosa, entreverada de hilos de escarcha.El oro en tanto se lava en las ollas de platino varias veces con ácido sulfúrico y luego se funde, saliendo casi puro. La plata á su vez es llevada á los hornos de fundición.

Estos son dos, cada uno con su crisol correspondiente y su gran chimenea de ladrillo. Ambos hornos se encuentran en una sección del departamento de Apartado á la derecha un amplia plataforma y frente por frente de las rieleras, de las cuales nos ocuparemos después.

Los crisoles, que tienen la misma forma que los pequeños de barro, que sin duda conocen nuestros lectores, son de hierro bien templado, de una capacidad de 850 kilogramos, cuesta cada uno como quinientos pesos, y resiste regularmente hasta cuarenta lances.

A pesar de que el autor del reportaje enlista el Apartado como la fase inicial del proceso de amonedación, en realidad se trata de operaciones distintas, ya que no todo el metal apartado será amonedado, sin embargo esta labor se desarrollaba en la Casa de Moneda a partir de su concesión a particulares en 1848. Para tratar de subsanar el problema representado por la atmósfera descrita, existían en el extremo oriente de este salón, las llamadas cámaras de recuperación, un gran local forrado de plomo en el que se condensaban los gases y vapores. Hoy día el lugar de las cámaras está ocupado por las bóvedas del Museo Numismático.

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Este es el propósito del apartado; desde finales del Siglo XVI quedó de manifiesto que la mayor parte de la plata novohispana era aurífera, desde esa época se instauró el Apartado, encargado de apartar literalmente el oro de la plata. El método descrito en el reportaje involucra el uso de ácido sulfúrico, este sistema fue introducido a México por Lucas Alamán en los primeros años del México independiente.

Aquí inicia propiamente el proceso de amonedación.

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Aquel pan de jabón de que hablamos antes, la barra de plata en bruto, al ser recibida en la Casa de Moneda se pesa, alcanzando normalmente una cifra de 29 á 30 kilogramos de metal blanco, que valen unos 400 pesos. Si la barra tiene la ley requerida, se entrega su valor en dinero acuñado al introductor que la ha llevado ; de otra suerte, se le devuelve á menos que la diferencia sea muy pequeña, en cuyo caso las barras se funden nuevamente en un departamento especial .

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La gruesa lámina que constituye sus paredes, se va adelgazando rápidamente, sin que sea posible preveer con exactitud cuando ha llegado el espesor al mínimun. La práctica de los encargados de la fundición, acierta muchas veces en su cálculo, más, naturalmente suele errar algunas otras, y si el crisol, demasiado débil y frágil ya, recibe un nuevo lance, rómpese, y el metal fundido, como inmenso dragón de lumbre centelleante, escápase por todos los resquicios, por todas las hendiduras, con la impetuosidad de un huracán, de un huracán de oro; suele romper la férrea puertecilla de su horno y entonces la áurea marejada se difunde por el exterior, inunda los pisos corre entre las rieleras, húndese en el subsuelo por las hendiduras de las láminas de hierro del piso, y por fin, fría ya, recobrando su color argentado, fíjase sobre las superficies que ha inundado, como un tejido de venas metálicas, quedando allí inmóvil.

¡Ay del obrero á quien sorprendió esa marejada! El monstruo llameante lamerá sus ropas y su piel con sus múltiples lenguas de metal líquido, dejando como huella de su paso cintas de plata adheridas á las carnes!

Tales percances, empero, no son muy comunes; la práctica y el tino de los fundidores los hacen raros.

Una vez fundidas las barras, el aspecto que presentan los crisoles y los hornos es verdaderamente hermoso: el blanco metal forma un lago de ascuas chispeantes que, al contacto de las rudas tenazas que las manejan, irradian efluvios de hornaza, llevando en un momento al rojo el color de los hierros.

Aquella superficie espejeante, exhalando vahos de horno, recuerda las fraguas internas del planeta divinizadas por el paganismo; nos habla de las viejas combustiones cósmicas que encendían y encienden aún el éter infinito con sus relámpagos y lamen el vacío imponderable con sus lenguas de gases inflamados.

Bien poco falta, por cierto, en aquellos crisoles de hierro, para que el líquido metálico aguijoneado por la temperatura, se convierta en gas y arda, como arden los metales en las hornazas siderales de los astros. Aún se estremece uno cuando se levanta la tapa del horno, temiendo que aquel mar rojo y centelleante convertido en ala de lumbre, escape......

Ha llegado la hora en que la masa líquida debe tomar más forma. Es preciso que pase del vasto seno del crisol al molde, del cual ha de surgir convertida en lámina; mas antes hay que saber cual es la cifra de la liga. Nuestros lectores saben, en efecto, que la plata de suyo es dúctil, maleable, poco resistente y que, para remediar esa fragilidad que sería un gran inconveniente en la moneda, y en general cualquier objeto, se liga este metal con una mínima cantidad de cobre. Ya en el crisol esta liga existe, mas se desea saber si alcanza la ley justa y requerida; y con este fin se retira del horno antes de vaciarse, una ligera cantidad que se lleva al ensaye, en donde se ve el cobre que falta ó sobra para la liga. Si esta no es la requerida, el lance se retarda hasta que se ha establecido el conveniente equilibrio entre los dos metales, consiguiendo lo cual, se procede á vaciar, abriéndose la puerta del horno, que da salida á una llamarada viva y á vahos candentes de ígneo líquido. Los vulcanos de aquellas fraguas, peones robustos y atezados, mantiene cada uno consigo, una gran barra de hierro, rematada por un cucharón, en el que bien puede caber un litro de metal líquido.

EL LANCE

Departamento de Fundición.- Rieleras

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Para manejar estos fierros que presto con el contacto de la plata fundida, vuélvense quemantes, usan burdas manoplas de costal, rellenas de trapos, tan gruesas como el guante de un boxeador, y además, por vía de precaución , llevan ayates de jarcia que les resguardan el pecho. Abierto el horno, acercándose con la cuchara en ristre, en tanto que un empleado da un vistazo largo á las rieleras. Son estos unos cajetines de fierro, largos y sólidos, unidos por tornillos, de suerte que cada par de cajetines viene á formar un molde largo y delgado, en la cual la plata se convertirá en lámina.

En la basta plataforma de que ya hemos hablado, frente por frente de los hornos, hállanse estas rieleras, verticalmente alineadas de 14 ó 15 en fondo y dispuestas á recibir el líquido. Los obreros hunden sus cucharones en el piélago de plata contenida en los crisoles, y luego, con poderoso esfuerzo, los retiran colmados y los acercan á las bocas de las rieleras, que van á tragar aquel brevaje plutónico.

El guante descrito siguió usándose hasta 1992, se le conocía como “Guante de molletón”.

Tiempo después la jarcia sería remplazada por cobijas de lana como protección, las cuales se siguieron empleando a pesar de la aparición de las prendas de asbesto a mediados del siglo XX

Este sistema de rieleras duraría poco. En 1906 el ingeniero Bartolomé Vergara, ingeniero al servicio de la Casa de Moneda, inventaría un nuevo sistema, llamado “De doble revólver”, mismo que operaría hasta 1992.

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LA LÁMINA Entonces, basta inclinar un poco el cucharón para que el metal escape silbando, y se hunda como serpiente de fuego en aquel cubil de hierro. El espectáculo es en tales momentos verdaderamente impo-nente é inolvidable. Nadie que haya visto aquel chorro dorado, aquel caudal de oro pálido, aquella linfa centelleante, como gnomo airado busca su guarida, que lanza silbos de dragón herido y arroja por donde quiera siniestros fulgores, podrá olvidar la escena.

Las rieleras una á una vanse colmando, los cucharones pasan lentamente saciando aquellas bocas ávidas de fuego, y cuando el contenido de los crisoles se ha agotado, la escena cambia por completo. Pasó ya el reinado del elemento ígneo, de la llama, del efluvio; tócale su turno á la lámina incubada en las entrañas de la rielera por aquel germen argentífero.......En un momento dado, los obreros desatornillan los cajetines de cada rielera y con unas tenazas extraen su contenido, una lámina tersa y luciente de plata.

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Hasta aquí los preliminares han sido vagos, incomprensibles acaso las diversas etapas genésicas del peso.

Hoy, empezamos ya á ver claro: la lámina, contiene á la rueda; de ella saldrá el disco que merced á una serie aún larga de procedimientos, se convertirá en moneda. Al surgir de las rieleras, las láminas están naturalmente á una temperatura elevadísima; no os aconsejaríamos que las tocarais; esas tersas, esas bruñidas superficies, abrasan.

A medida, pues, que las tenazas las extraen de sus moldes, vanlas arrojando á un pequeño estanque, situado á la izquierda de los hornos y al nivel del suelo. Al caer sobre la líquida superficie, el agua hierve á grandes borbotones; la lámina silba al enfriarse y levanta torbellinos de espuma; el agua silba también al calentarse y azota las paredes del estanque.

Departamento de Amonedación.- Laminadores

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La operación que desde luego procede es el recalentamiento de las láminas. Es preciso recocerlas para que sean más fáciles de grabar, y con este fin se llevan al departamento de hornos, en carritos de fierro que se deslizan por rieles á propósito.

En esos hornos, la plata, vuelve á perder su brillo límpido, su color blanquecino, para encenderse toda hasta formar la lámina una banda llameante, de un espléndido rojo.Tórnase á enfriarla y entonces son llevadas á los cortes.

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Una vez frías las láminas, son llevadas á un departamento completamente distinto del en que fueron formadas, á una gran sala donde una sucesión de máquinas diversas, concluye la labor iniciada en el departamento de fundición.

El primer tratamiento á que va á someterse a las lucientes láminas es el adelgazamiento. Ah! si supieran... si pudieran darse cuenta del suplicio á que se les va á condenar... Nada menos que al adelgazamiento! Como si dijéramos, al descoyuntamiento de todos sus miembros argentinos.

Cuatro laminadoras aguardan las gruesas fajas de plata. Cada una tiene dos rodillos que giran sobre su eje, separados por un espesor mínimo. Entre esos rodillos implacables, pasará la lámina sufriendo una presión de 4 á 5 caballos de fuerza..... Ahí irá estirándose, estirándose lenta, lentamente, perdiendo á cada paso una línea de espesor, hasta convertirse en delgada cinta luciente y perfectamente satinada.

No ha cesado aún empero, su martirio. Mucho han adelgazado; pero no basta eso; es preciso que su espesor sea determinado, fijo, sin una línea más ni una línea menos de las requeridas, pues un aumento ó una disminución, por ligeros que se les suponga, significarían mucho en el peso de la moneda que surgirá de la lámina; mas cómo obtener ese espesor perfectamente determinado?

Usase para este fin de una máquina llamada hílera, cuyo manejo comprenderán nuestros lectores con solo ver el grabado respectivo; el procedimiento es semejante al de las laminadoras, la presión; nada más que aquí esta presión se ejerce con medida exacta, disminuyendo con una precisión completísima el espesor de las láminas hasta que quedan de igual longitud y peso.

Estas, con intervalos reducidos y en haces enteros, se han estado llevando á unos hornos especiales que hay en el mismo departamento y ahí se recalientan para hacerlas más maleables.

Ahora va á iniciarse un procedimiento diverso y no menos interesante que los anteriores: nos acercamos cada vez más al peso, y ahora veremos ya desprenderse su disco (ese disco que da el vértigo á tantas conciencias) de la lámina en que estaba contenido.

EL DISCO

Departamento de Amonedación.- Hileras

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El obrero encargado de esta faena, va cogiendo las láminas y pasándolas con entera precisión por el filoso sacabocados que las recorta, arrojándolas en seguida al suelo, vueltas un arnero de plata. Estas láminas constituyen uno de los desperdicios principales de la Casa de Moneda; se refunden y pasan por toda la serie de procedimientos indicados arriba, para llegar de nuevo al sacabocados convertidos en cintas tan tersas y pulidas como las anteriores.

Al ser recortado el primer disco, llévase á una pequeña balanza para verificar el peso. Si sobra, llévase á otro corte infinitesimalmente menor en circunferencia que el anterior, de donde sale justo; si falta, se refunde; si el peso es exacto, prosíguese el corte, pero ningún disco pasa al cordón y al troquel sin ser pesado.

Si nuestros lectores se fijan en la fotografía en que estos cortes están representados, verán que se trata simplemente de un gran sacabocados movido por vapor, que cae á intervalos regulares sobre la lámina, desprendiendo de ella á cada golpe un disco, que por un conducto cilíndrico pasa á un depósito.

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Las pequeñas diferencias en los diámetros de estos cospeles desaparecían a pasar por el proceso de labiado que se describe más adelante..

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Departamento de Amonedación.- Horno de recalentar láminas

Departamento de Amonedación.- Sacabocados

Departamento de Amonedación.- Balanzas

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Aquellos discos marfilinos, que producen no obstante su apariencia engañadora al chocar entre sí, el tentador retintín de los pesos, pasan luego á los secadores ó comales como se les llama en el patio del taller. Estos son comales á modo de anchas charolas de hierro calentadas por debajo, y en ellas se van extendiendo los discos, que después se enjugan con lienzos.

La operación que desde luego procede es el recalentamiento de las láminas. Es preciso recocerlas para que sean más fáciles de grabar, y con este fin se llevan al departamento de hornos, en carritos de fierro que se deslizan por rieles á propósito.

En esos hornos, la plata, vuelve á perder su brillo límpido, su color blanquecino, para encenderse toda hasta formar la lámina una banda llameante, de un espléndido rojo.Tórnase á enfriarla y entonces son llevadas á los cortes.

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En un departamento anexo al gran salón en que se encuentran las grandes máquinas que últimamente hemos descrito hay tres tinas: una con ácido sulfúrico, mostrando su color verdoso, que recuerda el mar visto de lejos; y las otras dos con agua, constantemente renovada.

Los discos se introducen en un cilindro de madera, lleno de pequeños orificios, al cual se hace girar en la tina, de suerte que el ácido sulfúrico se introduzca perfectamente.

Del ácido sulfúrico pasan los discos para lavarse, al agua de las dos tinas siguientes, y cuando se retiran de ellas, semejan, tal es su blancura, ruedas de marfil. El brillo de la plata ha desaparecido y una capa blanca cubre ambos lados de la rueda: la similitud de esta con una ficha de juego es notable.

A principios del Siglo XX se introducirían tinas mecánicas de bronce para el lavado de los cospeles así como máquinas de fuerza centrífuga para el secado..

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Ya secos, van á la máquina de acordonar. ¿Quién de nuestros lectores no conoce el cordón de un peso? De seguro todos ven con curiosidad ese dibujo eslabonado que recorre todo el canto de la moneda y que se hace notable por su perfección. Sencillísimo es sin embargo el mecanismo que el cordón exige. Imagínense ustedes una superficie de acero en la cual giran, en sentido inverso, dos círculos de acero también, cuyos cantos ostentan el dibujo que llevará el peso.

Estos dos cilindros están separados por una distancia igual al diámetro del peso, de suerte que este, al pasar por aquella especie de canal que dejan libre los dos discos, es oprimido por estos en todo su espesor, gira, y después de una vuelta completa, va á dar á un conducto cilíndrico, que por plano inclinado lo lleva á un cajón donde se encuentra á todos sus compañeros, como él acordonados y con un reborde que facilita la tarea del troquel, próxima ya. Uno de nuestros grabados representa á el acordonador; bastará darle una ojeada, para convencerse de la sencillez de su mecanismo.

El procedimiento omite el paso de separar mediante cribas llamadas “Zarandas” los cospeles defectuosos y el posterior recocido de los que se encuentran en buen estado..

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Departamento de Amonedación.- Lavaderos

Departamento de Amonedación.- Máquina para acordonar

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Hemos llegado, después de esta curiosa peregrinación, por una vía ignorada de nuestros lectores, á la operación capital, al remate de la obra, casi diríamos á el alumbramiento del peso. En efecto, hasta aquí se trató de un puñado de metal candente, de una lámina, de un disco: ahora se trata de una moneda.

El valor representativo ha sustituido al valor intrínseco, merced á una águila que abre las alas y a un gorro frigio que radia. Ya puede ir esa moneda por todo el haz de la República, santificada á veces y á veces envilecida, anudando las palpitantes escenas de su novelesca vida.

Ya deslizada por una mano de nieve, á hurtadillas entre la sombra, cumpliendo el precepto bíblico, “que tu siniestra ignore el bien que hace tu diestra,” caerá en la sucia mano del mendigo: entonces se sublimará y se santificará; ya será arrojada con otras, por el desprecio del rico, al comploir del comerciante, en pago de las vanidades inmensas del traje ó de la joya; ya, vergonzante, pagará una tercería mezquina, ó pesará en el bolsillo de una mujer joven, hermosa y desvalida, intentando ¡ay! contrarrestar el honor que se fue.

¡Oh singular y bohemia existencia de ese rey omnipotente que se llama el peso!.......

Pero tiempo es ya de asistir á su alumbramiento: nos espera el troquel. El troquel y el sacabocado no se diferencian en el mecanismo: dos cilindros de acero que se mueven con movimientos contrarios, uno hacía arriba, otro hacía abajo y que se encuentran siempre en su camino, tocándose sus bases en una de las cuáles hay el dibujo que ostenta el peso en el anverso y en el otro, el que ostente en el reverso, he ahí el troquel. Merced á un mecanismo más sencillo aún; el disco ya acordonado va á colocarse en un hueco circular donde se encuentran el cilindro que baja y el cilindro opuesto que sube, y ambos lo oprimen con fuerza, dejando en las dos caras su sello. Inmediatamente después una especie de tijera automática lleva otro disco al hueco y el primero es retirado, yendo á caer al depósito, íntegro ya y completo.

Su evolución ha terminado: hasta aquí ha pasado á través de una inmensa cadena de procedimientos para aumentar su valor:

Ahora irá lentamente disminuyendo su belleza, opacándose su brillo, manchándose su faz; irá de mano en mano, descansando lo mismo en la del avaro que en la del pródigo, en la del prócer que en la del obrero, en la del sacerdote que en la del soldado. Recorrerá el mundo y un día, ya viejo, que los pesos envejecen, liso, sucio, dejando apenas adivinar la belleza de su águila y las radiaciones potentes de su sol..... será recogido por la autoridad y ay! vuelto á fundir; pasará por el crisol que abrasa y por la rielera que oprime y por el satinador que ahoga y por la hilera que aplasta y por el sacabocado que hunde y por el troquel que dice el fiat definitivo y potente.....

Extraña resurrección, peregrinación extraña! Y durante ella cuántas tragedias y cuántos sainetes ha presenciado el peso! Si pudiera hablar! Qué conversación tan dolorosa... él ha visto toda la miseria humana, las sonrisas viles de todos los seres que se venden...

Cada troquel acuña 104 monedas por minuto, 6,024 por hora; las monedas troqueladas se pesan de nuevo y si dan el peso exacto se encierran en talegas de á mil pesos y se llevan en lotes al despacho. Ahí se toman dos monedas de cada talega y de cada lote se conserva un peso anotado.

Departamento de Amonedación.- Prensas de troquelar

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La Casa de Moneda ocupa normalmente unos 180 empleados; mas hoy que se reconstruye el edificio, el número asciende á 200. La reconstrucción será completa. Para ampliar el local se ha adquirido una porción de terreno adyacente, y se ha formado un gran patio rodeado de amplias salas donde irán el Apartado, las grandes calderas y algunos talleres. Cualquiera se imaginará que esos obreros que manejan exorbitantes cantidades de dinero, que pasan el día rodeados de tesoros, ganarán mucho; no es así empero; el jornal mayor es de 2.50 pesos y lo recibe un troquelador, cuyo cargo es de suma responsabilidad.

No sólo esta pesa sobre el obrero: el ácido sulfúrico, en la sección del apartado y el sulfato de plata constituyen dos temibles y poderosos enemigos; aquel puede quemar fácilmente al trabajador; los peligros de este son bien conocidos.

En otro tiempo, la empresa de que dependían esta Casa de Moneda y las otras de la República, acostumbraban mantener á los empleados que en el trabajo quedaban inválidos temporalmente ó para siempre. Un americano encargado del vapor, estuvo siete años enfermo á consecuencia de un accidente, y durante ese largo tiempo recibió mensualidades de cien pesos. Hoy, á los que se lastiman en el trabajo, se les da su sueldo, médico y botica.

NOTAS COMPLEMENTARIAS

Las obras concluirían en 1899. El Apartado ocuparía su nuevo local por muy poco tiempo, pues a partir de 1905 entraría en un rápido proceso de extinción. Los terrenos adquiridos corresponden a los números 12 y 13 de la Calle de Arsinas, hoy Bolivia. Actualmente ahí se albergan el archivo histórico, la biblioteca, las oficinas de gobierno del Museo y la tienda.

La de México, en particular, estaba manejada por Francisca Temple de Ajuria, hija de uno de los concesionarios originales, John Temple..

16 El puesto de guardavista existió hasta el cierre de la Planta del Apartado.

Se refiere a las llamadas “Tierras ricas” o “Barreduras”, cenizas y deshechos susceptibles de generar importantes recuperaciones.

Algunos años después Don Leandro Fernández fue nombrado Ministro de Fomento en sustitución de Don Manuel Fernández Leal quien a su vez se hizo cargo de la Dirección de la Casa de Moneda.

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Natural es que á nuestros lectores se les ocurra preguntar: ¿y ese enjambre de obreros que maneja tantos tesoros, no está sujeto á gran vigilancia? Ciertamente, responderemos: todo obrero, al salir de la Casa es registrado escrupulosamente. Además, hay cuatro guardavistas en el departamento de amonedación, uno en el de fundición y otro en el de apartado.

Se cuenta con una vieja leyenda, que en tiempos remotos había obreros que se tragaban monedas de oro que arrojaban después merced á un purgante..... Hoy, nada de esto pasa. En primer lugar es poco el oro que se acuña y luego la vigilancia ejercida nada deja qué desear; de otra suerte apenas si habría gambusino que “ganase” tanto como un obrero de la Casa de Moneda. Sólo las “basuras” bastarían á enriquecerlo. Como que las “basuras” de esa Casa valen mensualmente algunos miles de pesos ... Piensen además que en los lances, generalmente, no se aprovecha ni la mitad de la fundición, al grado de que de 30,000 kilos 10,000 kilos produce el Apartado y el resto el desecho.

No daremos fin á estas notas sin manifestar lo muy obligados que estamos al Sr. Ingeniero D. Leandro Fernández, digno é inteligentísimo director del vasto establecimiento, el cual, con amabilidad y deferencia exquisitas, se sirvió mostrarnos todos los departamentos, dándonos cuantas explicaciones solicitamos.

Merced á él reina un perfecto orden en la Casa de Moneda, desempéñanse las labores con precisión y habilidad, y acaso no esté lejano el día en que logre ver concluidas las grandes obras de ensanchamiento y reconstrucción, que ha emprendido y que prosigue con notable constancia.

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Ahora irá lentamente disminuyendo su belleza, opacándose su brillo, manchándose su faz; irá de mano en mano, descansando lo mismo en la del avaro que en la del pródigo, en la del prócer que en la del obrero, en la del sacerdote que en la del soldado. Recorrerá el mundo y un día, ya viejo, que los pesos envejecen, liso, sucio, dejando apenas adivinar la belleza de su águila y las radiaciones potentes de su sol..... será recogido por la autoridad y ay! vuelto á fundir; pasará por el crisol que abrasa y por la rielera que oprime y por el satinador que ahoga y por la hilera que aplasta y por el sacabocado que hunde y por el troquel que dice el fiat definitivo y potente.....

Extraña resurrección, peregrinación extraña! Y durante ella cuántas tragedias y cuántos sainetes ha presenciado el peso! Si pudiera hablar! Qué conversación tan dolorosa... él ha visto toda la miseria humana, las sonrisas viles de todos los seres que se venden...

Cada troquel acuña 104 monedas por minuto, 6,024 por hora; las monedas troqueladas se pesan de nuevo y si dan el peso exacto se encierran en talegas de á mil pesos y se llevan en lotes al despacho. Ahí se toman dos monedas de cada talega y de cada lote se conserva un peso anotado.

DIRECTORIO

CASA DE MONEDA DE MÉXICO

Guillermo Hopkins GámezDirector General

Miguel Ángel Donaciano Moreno TelloDirector Corporativo de Administración

Luis Manuel Robles NayaDirector Corporativo Jurídico y de Seguridad

Juana García AnayaDirectora Corporativa de Finanzas

Juan Manuel Shiguetomi VillegasDirector Corporativo de Operaciones

Sara Pérez LedesmaSubdirectora de Comercialización

MUSEO NUMISMÁTICO NACIONAL

Ángel R. Valtierra MatusSubdirector Corporativo

Jefes de proyecto

Silvia Cuevas SánchezAcervo Documental

Salvador García LimaAcervos Numismático e Industrial

Edgardo Ganado KimVinculación

Fernando Fuentes MejíaApoyo Administrativo

SELECCIÓN DE MATERIAL

Investigación y textos:

Salvador García Lima

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