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Eugenio Montale:Retratos de sabiduríay belleza
Eugenio Montale no es solame~te uno. delos mayores poetas de nuestro tlempo, Silla
también un excelente crítico y -faceta quedesconocíamos sus lectores en México- unbrillante narrador, según lo demuestra ellibro de relatos La mariposa del café de laPlaza* (en italiano Farfalla di Dinard) publicado recientemente por una editora española.
La narraciones de La mariposa. ... guardan una estrecha relación con el resto de laobra de MontaJe. En ellas, se distinguenclaramente las mismas preocupaciones eideas que han alimentado su pensamiento:el escepticismo ante las "conquistas" del"progreso", los sistemas filosóficos que encasillan al hombre o aquellos otros quepredican la noción de la Felicidad.
Lo que Montale nos ofrece en estaspáginas está más allá de todo esto. A travésde un lenguaje impecable, nos habla de esaescurridiza verdad humana intuida a travésdel conocimiento de los otro, que al fin yal cabo se convierte en el conocimiento deuno mismo. Sus narraciones -y no importaaquí cuál sea el uso gramatical dc lospronombres- están escritas siempre en unatercera persona (el hombre) o, mejor dicho,en una primera persona plural: nosotros.Simples anécdotas -si prefiere llamárselesasí- que develan una profunda experienciadel mundo y de la vida.
Todos los relatos de este libro mantienen una profunda coherencia entre sí unhilo conductor (incluso algunos de ~llostienen como protagonistas a los mismospersonajes) que, a final de cuentas, nopretende llevarnos a ningún sitio que no seael del encuentro con nosotros mismos.
Montate convierte un simple recuerdo enun importante acontecimiento, un sucesotrivial en una experiencia trascendente. Talvez muy pocos autores consiguen darnoscomo él, una visión de la vida tan aguda;penetrante. El lector no puede esperar encontrarse con textos entretenidos o divertidos, y sin embargo, puede prepararse agozar detenidamente de cada uno de estos"paisajes" (es increlble pensar que todosellos hayan sido concebidos como "notas"para la tercera página de uno- de tantosdiarios italianos).
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Si la literatura es esa llave que intentaabrirnos las puertas al conocimiento de lavida (como lo son El Quijote, Fausto, o LaDivina Comedia) no cabe duda que Montalees uno de los clásicos de la literaturamoderna. Son muy pocos los autores que,como él, enriquecen al lector en cada unode los terrenos que pisa.
La traducción, a cargo de Enrique Malina, es bastante buena; capta claramente elambiente de cada relato (aunque, es necesario decirlo, podría lograrse mucho más,como lo demuestra una traducción previade uno de los relatos del libro, "El hombreen pijama", hecha por Alejandro Rossi doso tres años atrás en un número de Plural).
Sin duda, podemos decir que es unhecho relevante la publicación de este libro(aún con diecisiete arios de retraso) portodo lo que ello significa para el lector delengua castellanai el acceso a un mundopoético de inconmensurable sabiduría.
Rafael Vargas.
La mariposa del café de lo Plaza. Eugenio Montale, Barcelona, Espaiia. 1976. Editorial Argos/Vergara. 249 pp.
Auden: la manodel escritor
La literatura de habla inglesa de este siglocontempla la interrelación y el desarrollode la literatura y la crítica y se diversifica apartir del momento en que poetas comoEliot, Pound y W. H. Auden incursionan enuno y otro campo, y lo enriquecen.
En algunos momentos, la obra crítica deAuden comparte la línea de pensamientode los dos primeros, pero contiene, esencialmente, características particulares. LaMano del Teñidor bien puede avalar estaaseveración. Es una especie de "credo", ladefinición de una actitud ante la literaturay, consecuentemente, ante la vida.
En el prólogo, Auden aborda dos temas:"Leer" y "Escribir"; propone que "leer estraducir" -por aqueRo de los marcos dereferencia-, que el valor literario de untexto se funda en su capacidad de permitirlecturas diversas y ve en la crítica que seguía por o se basa en el placer a la que,eventualmente, puede ser más certera. Lafunción del críticq, para Auden, es presen-
Pintura de Hans Hartung
tar obras o autores desconocidos, dar lugara reconsideraciones sobre estos, relacionarlos histórica y culturalmente, ahondar en lacomprensión de los textos, '~arrojar luzsobre la 'factura' artística" y "sobre larelación del arte con la vida, la ciencia, laeconomía, la ética, la religión, etc."
También se refiere al carácter manualdel ejercicio literario ("la mayor parte sehace a mano") y a los "dos partidos poéticos, el-aristocrático y el democrático", porlos que entiende no otra cosa que la poesíaculta y la coloquial. Como Pound, suponeque el poeta debe acercarse a "Doña Filología". Como Eliot, encuentra que la métricaes necesaria en un poema cuando no estiránica, desordenada, deshonesta, etcétera,y que un verso libre no es más fácil. Sipara Eliot no existe un verso realmentelibre ("impone una tensión mucho mássevera"), Auden va más allá y afirma queesta forma "es infmitamente más difícil".
Algunos juicios parecen arbitrarios, si noes que fáciles: "El único lenguaje que seaproxima al id(,al poético de los simbolistases la educada charla de sobremesa, donde elsignificado de las banalidades proferidas de·pende casi exclusivamente de las inflexionesverbales". Pero de cualquier manera, elpensamiento de Auden es directo, claro eindisociable de su poesía, que participa -yno poco- de él.
En el capítulo que da nombre al t?I?oes más señalado el carácter a las vez cntico
y autobiográfico: el cómo y a través dequiénes Audeñ se inicia en la poesía, el
- papel del azar y la casualidad en el trabajodel poeta, sus lecturas. Cuestiona la idea deMattew Arnold sobre "las piedras de toqueque ayudan a medir todos los poemas",que le parece "capaz de convertir a losleCtores en petrimetres y de arruinar a lospoetas de talento tentándolos a imitaraquello que se encuentrª más allá de susposibilidades", 10 cual es justo, sobre todoen el sentido de que permite quitarse elpeso de tantos fardos monolíticos de laliteratura.
El desarrollo de un ejercicio autocrítico,que Un poeta gana mediante su constantecontacto con la poesía, es lo que Audenllama "censor". Algunas propuestas no dejan de ser curiosas, como cuando confiesasu absoluta disposición a creer en un crítico si le gusta ver en un poema "largas listasde nombres propios", "formas poéticascomplicadas", "exageración teatral", "piezas de zalamería barroca", lo que tiene sugracia y, en última instancia, está lejos deser un juicio estricto para establecer si en
. un texto hayo no poesía."Sean cuales fueren su contenidos e
intereses actuales -afirma Auden-, todopoema se encuentra arraigado en el sobrecogimiento imaginativo. La poesía es capazde hacer mil y un cosas, puede complacer,entristecer, turbar, divertir, instruir, puedeexpresar todos los matices de la emoción ydescribir todo tipo de acontecimiento concebible, pero sólo existe una cosa que todapoesía debe hacer: debe alabar su propiaexistencia y su propio acontecimiento." Pa·ra llegar a esto, desarrolla la idea de que lapoesía es un rito verbal (por su empleo dellenguaje, "deliberado y ostentoso") con uncarácter sagrado (hecho que señala como"indefinible", pensando, con Keats, que"todo ser sagrado parece estar diciendoSoy-el-que-Soy") y que a través de estos,elementos, más otros -alabanza, palabra,imaginación, belleza, descubrimiento- seconforma un lenguaje poético. Para Auden,toda poesía implica por necesidad estosfactores -independientemente de muchosotros, más diversos.
La preocupación por lo que podría llamarse "naturaleza humana" aparece porprimera vez como centro del' discurso en elensayo La Virgen y el Dínamo. Aquí en·cuentra que "el hombre existe como unaunidad-en-tensión de cuatro formas de ser:alma, cuerpo, mente y espíritu". En tantoque' individuo, el hombre existe como alma
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y cuerpo; en tanto que ser social, comomente y espíritu. En el trabajo del poeta,indica que este presupone como "dogmasde su arte" que "la existencia de estemundo es un bien" -y el aumento en elnúmero de acontecimientos, personas y relaciones resulta "un bien adicional"-, que"el mundo histórico es un mundo caído"y, por último, "redimible". Se pronunciamás por la disciplina y el trabajo literarioque por los arranques de furor y la bohemia como método.
Sus puntos de vista en cuanto a problemas políticos son muy desafortunados, ytambién ingenuos: piensa que "hoy sóloexiste una genuina cuestión revolucionariamundial: la igualdad racial. La polémicaentre capitalismo, socialismo y comunismoes en realidad una cuestión partidaria yaque las tres posiciones comparten una me·ta". La existencia de una diferencia plausible entre fin y medios es muy dudosa. Conella, por lo menos, el autor simplifica gratuita y absurdamente una problemática mucho más honda. A pesar de Auden, laigualdad racial no es sino uno de los componentes de un proceso que, al darse, estará más allá de los meros ajustes reformistasy conciliatorios que propone.
Cuando Auden habla a partir de la literatura cala mucho más profundo y es másveraz. "En nuestra época la sola confección
de una obra de arte es en sí un actopolítico", los artistas "recordarán a la Administración algo que los administradoresnecesitan recordar: que son personas conrostros, no integrantes anónimos; que elHorno Laborans es también el Horno Ludens". Concluye adoptando una actitudexistencial: entre la media docena de cosaspor las cuales un hombre debe morir, "elderecho al juego, a la frivolidad, no es elmenos importante". Actitud manifestada enEliot en el sentido de que "hacer lo útil,decir lo justo y contemplar lo bello esbastante para una vida de hombre", y que,por extensión, puede complementarse conel poema de Le spleen de Paris. dondeBaudelaire invita a la embriaguez, "de vino,de poesía o de virtud, como mejor lesparezca".
En Ba[¡¡am y su asna -ensayo a partirdel cual son más diversos lo temas yevidencian que no se trata de un libropensado como tal, sino de una recopilación-o Auden aborda el terreno dc la literatura clásica y el teatro -terreno en cl cualincursionó- con el fin de establcccr matices en distintas relacione. Amo y sirviente,"comunicación subjetiva" y H au torrcvelación", el yo y la experiencia amorosa, la"transmutación" del ser, la id latría, el yovolitivo y el yo cognitivo, la coexistenciade la naturaleza y el espíritu en el hombre,el "hombre puntual" (entre los cuales notarda en colocarse Auden, lo que se reflejaen su trabajo literario) y much s otrostemas, ilustrados y analizados a partir detextos que van de Goethe a Cervantes, deShakespeare a lbsen, de Moliere a JulioVeme. Cabe señalar que este es cl pasajemás denso -acaso el único-o en La Manodel Teñidor. sobre todo porque la líneadiscursiva es, en o<;asiones, arbitraria; elpaso de un tema a otro es indistinto.
La' Vicaria Culpable es una brillante esquematización sobre los lineamientos de lanovela policiaca, la cual, según Auden, "notiene nada que hacer con las obras dearte". Sin embargo, su diferenciación entrenovela policiaca y "obra de arte sobre elasesinato" -entre las que cita Crimen yCastigo y Hl Proceso- es bastante débil:considera a priori que una novela policiacaes algo así como una subliteratura -valga eltérmino- y cita a Kafka y Dostoyevskycomo artistas, aunque de ninguna manera,después de implicarlos en el género, losdivorcia de él; de esta forma, la diferenciano parte de supuestos géneros, sino deltratamiento del tema en sí mismo.
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El ensayo sobre Kafka, El yo sin símismo, es un excelente análisis, ubicado enla perspectiva ya casi mítica que ve al autorde El Proceso y El Castillo como el escritorde una vida sorda, sin alternativas, gris,inmediata, cerrada, sofocante.
El último tema del libro es la idea delEdén en cuatro escritores ingleses: Dickens,Wilde, Ronald Firbank y P. G. Wodehouse,y habla de esa expulsión del "paraíso", dela pérdida de la inocencia que, metafóricamente, se da en obras como Pickwick Papers o La importancia de llamarse Ernesto,para terminar con una sentencia que Audensupone en los textos que trata: "El Juego,la ficción, ha terminado: los jugadores yesPectadores deben ahora volver a la realidad. lo que han escuchado ha sido sólo uncuento."
La frase final del tomo es reveladora yrefuerza la idea de verlo como una exposi·ción de motivos y a la vez un acto de fe.Auden concluye: "Mi deber hacia Dios esel ser feliz; mi deber hacia mi prójimo es elproporcionarle placer y aliviar sus penas.Ningún ser humano puede hacer feliz aotro."
En muchos sentidos, puede hablarse deLa Mano del Teñidor como una crónica dela evolución de un artista -sobre todo en losprimeros tres capítulos. Son sus preocu·paciones, sus lecturas, sus (puntuales) pasiones, sus autores cercanos, sus actitudes po·líticas, sus preguntas sobre la naturalezahumana y su propio ser, que habita "comouna casa". Es el poeta que se cuestionasobre la justicia y la moral, la religión, los"sistemas de pensamiento", el trabajo, lainformación , la tecnología, pero que, sobretodo, cuestiona a su trabajo mismo.
Desde esta perspectiva, es posible trazaruna analogía entre La Mano del Teñidor yel Retrato del Artista Adolescente. Si eneste Joyce describe, en tercera persona, uncontexto social que, con determinadas características de por medio, actúa en elartista hasta llevarlo a adoptar una actitudy una actividad definida, en La Mano delTeñidor Auden puede hablar de sí mismo,de su propia experiencia y del papel delpoeta (tanto como el de la poesía) ante elmundo. Es un retrato que parte del contacto del artista consigo mismo y que, siendoindividual, se trasciende y es capaz deimplicarnos en muchas y muy distintasformas.
Roberto D. Ortega
.. W. H. Auden: La Mano del Teñidor. BarralEditores, Barcelona, 1974, 223 pp.
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Poemas fácilmenteexplicables
Que sea nuestro gran poeta, bueno. Que sugrandeza haga resaltar la pobreza de nuestracrítica, bueno. Que de nuestra ceguera seapioveche el tuerto extranjero para fmcarsu realeza, ni modo. Y sin· embargo el librode Rachel Phillips* viene a subsanar unalaguna que en nuestra crítica literaria losintentos de Monique Lemaitre (comentadoen estas páginas en el número de Julio) yde Ramón Xirau apenas sirvieron para ha·cer más profunda y más mitificada mientraslos de Yurkievich y Brotherson, ambos deuna recatada sencillez, nos han ayudado atender sobre ella los primeros aunque angostos firmes puentes.
Las estaciones poéticas de Octavio Paz,por su parte, es un texto que no tarda ensentirse arduo, adiposo, intolerablementeaburrido. Esto por la porfía que, siemprecon mucho menos habilidad, hacía cojearlastimosamente a Monique Lemaitre en supropio ensayo: la interpretación. (La interpretación literaria vacila entre la semánticay la estética. Si la tradición se inclina porlo estético, hay siempre la posibilidad dellevar nuestra atención al problema básicodel significado. Ya que la poesía dice unacosa pero significa otra, el interés básico dela interpretación se dirige hacia el significado profundo, "verdadero") Para Phillips esesignificado parece existir no obstante laestética, o mejor, la estética se muestra osucede como un avatar insoslayable perotergiversador. La poesía tiene una cara ydetrás de ella se oculta un corazón que enella se modula y se revela. Dudosa fisonomista, Phillips advierte en su introducciónque ha "tratado de percibir y comunicaralgo del mundo poético creado por OctavioPaz". Así, el intento reivindica nuevamenteel juego de la máscara: esta es tu cara perotienes otra que sólo en la visible se adivina.En la misma introducción -El buen vinodel principio, en este caso, no impidiósentir la acidia del postrero- sugiere que"no hay ninguna tantativa de· extraer ointerpretar un mensaje, sino meramente dec1arifiéar el sistema lingüístico que constitu·ye esa visión misma", y esto se proponesobre una analogía: "La música nos ofreceuna analogía adecuada para hacer accesiblela estructura básica que unifica cada uno delos poemas de Paz individualmente y suobra como un todo. La música es la fonna
artística que acepta la estructura como laforma misma, y la mente musical por exce·lencia es consciente de la relación de laspartes entre sí y de esas partes con el todo;por consiguiente, para explorar el contra·punto entre la fachada cambiante de lapoesía de Paz y el patrón constante que seesconde tras ella, he utilizado el términomusical modo en su sentido más estricto".lo que ignoro es porqué hay ensayos comoeste en los que las palabras se desmoronantristemente hasta anularse. Si lo que estádetrás de los "modos poéticos" de Paz es elde la trascendencia a través del sufrimiento,sufrimiento y trascendencia después de menocionarse diez veces igual podrían significar,en cuanto .poder sígnico, papa o candelabro. Y es que invariablemente estos ensayosculminan en su propio estupor ahogado yexultante aunque se anuncien con el leónde la fábula; como en este caso: "aislarmediante un examen de su poesía la estructura sobre la que se apoya la obra deOctavio Paz". ¿Cuál es la naturaleza de esaest ructura? Aparentemente un "núcleoconstante" cuya evidencia autoriza que asíse le considere: reiteraciones de palabras,imágenes recurrentes, giros redoblados, especie de código hermético alrededor delcual todo es fIligrana. Lagos y Poiema seevaden de su esencial simbiosis.
Empieza pues el viaje por esos modossubyacentes. El modo mítico que surgecomo respuesta a la descentralización quesufre "el hombre" después de haber destruido el mito con su racionalismo: el mitomexicano, viscosas inmersiones en el padrePortilla y en La risa de SepSetentas yparáfrasis undosas que a veces se con1<j,giandel estro lírico para apuntalar por ahí dosque tres adjetivos y, surely, "la mujer sefunde con los principios femeninos del universo" en el "análisis" de Piedra de Sol.Cuando llegamos a la sección "Mito tradicional y estilo cambiante" nos damos cuenta de que "este estudio se ocupa de larelación polifónica en la poesía de Pazentre el centro constante y la periferia enevolución" lo que agrega un pliegue a loantes anunciado: ese centro constante es lazona de las obsesiones, fans vitae, caldonutricio de toda visión romántica que substituye la pregunta ¿por qué esto significa?por la solicitud adivine mi obsesión, yluego nos enteramos (10 páginas, 20 citas)de que Octavio Paz no escribía igual en1935 que en 1970. "Mitos de la India" queavanza por la Ladera Este señalando yelucubrando decenas de divinidades y mitos