Lic. Gabino Cué MonteagudoGobernador Constitucional del Estado de Oaxaca

Mtro. Francisco Martínez NeriSecretario de las Culturas y Artes de Oaxaca

Lic. Guillermo García ManzanoDirector General de la Casa de la Cultura Oaxaqueña

Lic. María Concepción Villalobos LópezJefa del departamento de Promoción y Difusión

Lic. Rodrigo Bazán AcevedoJefe del departamento de Fomento Artístico

Ing. Cindy Korina Arnaud JiménezJefa del departamento Administrativo

C.P. Rogelio Aguilar AguilarInvestigación y Recopilación

Un personajeindeleble

Toda comunidad posee una memoria histórica, el relato de hechos, personajes y aconteceres que en el devenir del tiempo van dejando hue-

llas indelebles, cuando en su transitar aportan valo-res y múltiples hechos concretos que no solamente realzan su esplendor, sino que también van integran-do paso a pasito la identidad de un pueblo.

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Si bien es cierto que se pueden narrar hechos so-bresalientes en el cotidiano vivir de las comunidades, también es importante resaltar a aquellas personas que nos dieron tantas y tan trascendentales aporta-ciones, que no pueden quedar fuera de la memoria histórica, de la crónica circunstancial y del análisis que con respecto a ellas se realiza. El maestro Ga-bino García Aranda es uno de esos personajes oa-xaqueños que habiendo sido todo un caballero de inmensa modestia, de trato amable y de sapiencia musical, derrochó ante todos aquellos que lo cono-cieron, la bondad de sus principios y la transmisión de los más depurados conocimientos de su arte.

Los que escribimos tenemos una natural tenden-cia a ensalzar la grandeza, la presencia contundente de algunos hechos que no pueden quedar guardados en recóndito y oscuro baúl de los recuerdos; somos muy dados a dejar a un lado las cosas que a nuestro parecer son modestas y por lo tanto, candidatas al olvido, o lo que es peor, al ostracismo; pero es preci-samente en esos modestos hechos o personas, don-de podemos localizar el esplendor más grandioso de nuestro modo de ser cotidiano, de nuestro modo de pensar y sentir y de nuestra formación a través del tiempo.

El maestro Gabino García Aranda fue un perso-naje al que le tocó vivir en tiempos en donde el ar-tista, para ser reconocido en toda su grandeza, tenía que recurrir a otras latitudes, donde se centralizaba el acontecer artístico de México. Pero eso no quiere decir por ningún concepto que la grandeza solo sea reconocida a través de las instituciones nacionales o extranjeras, que siempre han contado con la publici-dad y la promoción de significativa constancia. En el caso de don Gabino, el reconocimiento en su amada tierra fue permanente y ha trascendido en el tiem-po; lo mismo sucedió del reconocimiento que tuvo a bien recibir por afamados músicos mexicanos, los que le profesaron amistad, admiración y respeto.

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Don Gabino, como lo cita Manuel Zárate Aquino, formó parte como primer violín en varios conjuntos orquestales, incluyendo la sinfónica del Instituto De Ciencias y Artes del Estado. Formó estupendo trío con el insigne violinista y compositor Silvestre Re-vueltas y con el gran pianista Acuña. Actuó como violín concertino en la sinfónica del maestro José Ives Limantour. Su modestia, su amabilidad, su ho-norabilidad, corrieron parejas con su extraordinaria calidad de artista. No ha mucho tiempo que el H. Ayuntamiento Constitucional de Oaxaca de Juárez, le otorgó el reconocimiento como Ciudadano Inolvi-dable, basado en toda la trayectoria artística de un gran músico que fue maestro de muchísimas familias oaxaqueñas desde principios del siglo XX, hasta que un día nos dejó en aquel triste 19 de abril de 1958.

García Aranda tuvo en su haber la composición de muy hermosas canciones de alta calidad, de con-ciertos para piano y chelo, entre ellos el que dedi-có a una de sus más destacadas alumnas, la pianista María Teresa Manzano Trovamala; múltiples fueron también los himnos dedicados a nuestros héroes y a destacar musicalmente nuestro calendario cívico. No existe templo católico en la ciudad de Oaxaca, que no dejara oír aquellas inspiradas interpretacio-nes religiosas y clásicas de don Gabino en el desa-rrollo del culto y la misa; por cierto, muchas de sus interpretaciones las ejecutaba de memoria, pues en los últimos años de su fecunda vida, había perdido ya la mayor parte de su visión. En algún momento los cuatro hijos que procreó con su esposa, la “Bichita” Ana María Pujol Stiballet, Gabino, Fernando, Miguel y Fausto, tuvieron la fortuna de presenciar la deve-lación del busto que el H. Ayuntamiento de nuestra ciudad, dispuso primeramente en el Jardín Sócrates o de la Soledad, quedando junto a otros dos gran-des músicos oaxaqueños, Samuel Mondragón y José López Alavés; bustos que fueron dispuestos poste-riormente en la primera calle de Allende, frente al imponente templo de Santo Domingo de Guzmán y que a capricho de cierto personaje del arte universal,

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los quitaron y arrumbaron en un patio de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, donde después de algún tiempo fueron colocados en el acceso a ese hermoso ex con-vento de San José.

A don Gabino García Aranda lo vivió la música. En su violín sin caja acústica, movía sus dedos ágiles para producir acordes que sonaban en su mente y se plasmaban en notas bailarinas en el pentagrama. Su original sencillez y modestia lo llevaron de la mano por la vida, sin que los demás apreciaran su geniali-dad, que derrochó en la enseñanza y también en la bohemia.

Sus composiciones, que abarcan los más diversos temas, todavía duermen en los archivos del pasado y no son valoradas en todo lo que significan. Tam-poco son conocidas sus valiosas intervenciones en los mejores eventos que se dieron en su época, ni se entonan sus composiciones musicales dedicadas a los escolares oaxaqueños.

Tal vez la música de los grandes compositores oaxaqueños como Macedonio Alcalá, Samuel Mon-dragón y Gabino García Aranda, ya no son compati-bles con los gustos musicales de nuestra época, y “El Nito”, “Tortolita Cantadora”, “Cántaro de Coyotepec” y los valses y canciones que revitalizaron nuestra identidad oaxaqueña, solo queden para ser interpre-tadas en espectáculos de dudosa calidad folklórica.

Sin embargo, estamos seguros, que don Gabino García Aranda, desde el sitio que le ha deparado el Supremo Creador, continuará digitalizando con maestría en las cuerdas sublimes de su violín astral y componiendo melodías que llenan de alegría su alma noble y humilde de músico oaxaqueño.

Guillermo García ManzanoR.A.

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Carta devida

AUTOBIOGRAFÍA

El reloj que donó a la Antequera Carlos III detiene el tiempo y regresa el pasado, como dijera el poeta, para hablar del año de 1879 (19 de Febrero) en que el sino que todos los humanos tenemos reservado, me hizo nacer en esta tierra oaxaqueña que me es tan querida donde descansan los huesos de mis padres, que fueron José del Carmen García y Soledad Aran-da de García.

En este fúlgido valle crecí lleno de urgencias mu-sicales, pues a los nueve años mi temperamento, adi-vinado por mis padres, me llevó a estudiar música en la Escuela Correccional, donde era el titular de la clase un músico preclaro: Don José Alcalá.

En un año y medio aprendí la clave de Sol y par-tes de la clave de Fa en 4ª, y cuando cerraron las puertas de los hospicianos por orden del entonces Gobernador del Estado o del General Zertuche, me inscribí en las clases gratuitas que ofreció darnos, en la Escuela de Artesanos (hoy teatro Cinelandia), el mismo maestro Alcalá; pero no con mucho éxito, por circunstancias especiales de confesar, y dejé de to-marlas durante más o menos un año; finalmente mi padre me llevó con don Valentín Cataneo, encargado del coro de la Catedral y al poco tiempo, durante mi estancia en una breve temporada en la capital del país, cambié nuevamente de profesor para recibir clases con Don Pedro Manzano, primer violín en Mé-xico; al regresar a Oaxaca me incorporé a la cátedra

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de don Francisco Rodríguez, en cuya casa fue deci-siva la afirmación a mi carrera, al ver a sus alumnos, compañeros míos de otros tiempos que ya tocaban bastante. De ahí en adelante todo fue estudiar con constancia y amor. Yo sentía que un afán empujaba mi ser: llegar a figurar como violinista.

Hizo el tiempo, la constancia y el amor, lo que el afán buscaba. Llegué a tocar en un sinfín de ocasio-nes. Ante mis ojos aún desfilan recuerdos que, en-lazados, podrían formar un libro; pero ahora solo quiero tocarlos con un breve esbozo, porque mis memorias me envuelven con invisibles telas, de las que quiero despojarme con los ojos húmedos de una emoción realista que los empaña, con lo que a los viejos nos brota con la misma facilidad que a los ni-ños: las lágrimas.

En el año de 1894, llegaron a Oaxaca las compa-ñías de drama. Por primera vez vino Virginia Fábregas con su elenco, todos muy buenos artistas. Figuraba como primer actor D.Francisco Cardona, esposo de la eximia actriz, representando obras españolas de los más modernos autores.

En el año de 1895, llegó la compañía de drama “Figuerola”, trayéndonos la novedad de un niño vio-linista de 12 años, muy notable, Juanito Manén, quien tocaba obras de Sarasate, la balada y polonesa de Vieuxtemps. El padre de este prodigio artístico era el señor Don Juan Manén, pianista y quien en aquella ocasión hizo un arreglo de los Aires Nacionales Mexi-canos y uno del Dios Nunca Muere, para que Jua-nito luciera sus magistrales aptitudes de violinista. Oyendo tocar a este niño nació en mí el amor por la música de Sarasate. Años después yo escribí el Dios Nunca Muere, en la forma en que lo oí tocar a Juanito Manén en su violín.

En el año de 1897 vinieron dos compañías de Ópe-ra Italiana una de ellas llamada “popular”, porque sus artistas eran elementos mexicanos, habiendo entre

ellos un solo tenor Italiano, quien vivía en Puebla de los Ángeles, porque había instalado en esa Ciudad una sastrería. Esta compañía dio representaciones inolvidables de las obras de Verdi, como “Aida”, “Bai-le de Máscaras”, etc. Recuerdo que en esa tempora-da enfermó el contrabajista y me tocó a mí cubrir su plaza.

La compañía de la diva Pina Penottí era la otra, en ella había excelentes figuras de artistas de gran re-nombre: José Robles Vigil, tenor dramático; Leandro Díaz, Barítono; Parra, el Bajo, y la simpática y muy graciosa tiple andaluza Salud Martínez; el tenor có-mico Pedro Castell y un magnifico cuerpo de coros de ambas voces que dieron a conocer las mejores operetas de género grande y chico, “La Verbena de la Paloma”, “De Vuelta del Vivero”, “La Marcha de Cá-diz”, “La 4ª Plana”, obra mexicana del maestro Curtí.

De estas obras recuerdo que en el año 1895, en la temporada de Pascua, actuó en el Teatro Juárez la compañía infantil en la que figuraba la graciosa tiple Esperanza Iris; Pardavé, el viejo, y muchos jovencitos que destacaban como excelentes artistas. En esta compañía vino como Director y Concertador el Maes-tro Austri y Palacios, que nos dejara gratos recuerdos.

En el año de 1899 teníamos formado un cuarteto clásico compuesto de Violín 1º, Amando Fuentes, muy inspirado violinista; Violín 2º, Samuel Arenas; Viola, Gabino García Aranda y violoncello, Gregorio Caba-llero, notable chelista. Gracias a estudios obstinados, llegamos a tener un repertorio regular de música de varios autores alemanes e italianos. La parca disgregó el grupo porque en agosto de 1899, Amando le rin-dió el consabido tributo. Permanecimos unidos algún tiempo más; ocupé el lugar de Amando, y el mío lo ocupó un compañero violinista, José G. Vargas.

En las veladas literarias que celebraba el Institu-to de Ciencias y Artes del Estado, tomamos parte cuatro cellistas: Don José Alcalá, Higinio Sánchez, un

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señor de Puebla y yo, nuestras intervenciones en los programas eran en los cuartetos obligados de cellos.

En el año 1909, se inauguró el Teatro Luis Mier y Terán con la ópera “Aida”, siendo Gobernador el muy ilustre Lic. Don Emilio Pimentel. Muchas compañías de Ópera de renombre desfilaron por el proscenio del recién estrenado coliseo.

Poco después llegó la señorita Esperanza Rodrí-guez, magnífica pianista, a la que conocí desde niña, haciéndome el honor de invitarme a tomar parte en un concierto, ejecutando en él dos obras clásicas. En aquel 1909, el pianista Emilio Díaz Ortiz me hizo la invitación para tomar parte en un recital con la cita-da señorita Rodríguez, tocando él, la señorita y yo; ejecuté en este recital seis conciertos y seis piezas con reprises. Una alumna mía tocó en el Teatro M. Al-calá (así llamado por aquel entonces) en una velada cultural el concierto de la Ópera “Fausto”, arreglo de Sarasate, acompañando la Banda del Estado, la que tuve la honra de dirigir.

Un duelo más enluta el corazón: muere el maes-tro José Alcalá en 1915. Más adelante se preparó con elementos jóvenes y entusiastas de ambos sexos, la Ópera “Bohemia” de Puccini, bajo la dirección del maestro Heriberto Sánchez. En esta función de Ópe-ra, como en otras ocasiones, desempeñé el papel de violín concertino.

Todo esto pertenece al pasado, y el tiempo regre-sa al momento actual. Hace 55 años que doy clases de piano y de instrumentos de cuerda. Lo hago hoy en la Escuela Oaxaqueña de Bellas Artes, creada por el inolvidable y nunca bien llorado Lic. Eduardo Vas-concelos.

Llevo de servir al gobierno, a través del Departa-mento de Educación, treinta y dos años, actualmente como supervisor de música al lado de mis compañe-ros en muchas de las Escuelas Oficiales.

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Enseñar es lo que ha sido para mí más satisfac-torio.

Gocé de las delicias de un hogar ejemplar al lado de mi compañera de siempre Anita Pujol. Tuve hi-jos, dichas, contrariedades, alegrías y dolores, como todos. Ahora tengo nietos que acarician mis canas como dijera el desaparecido periodista Jacobo Dale-vuelta; el arco y las notas son para mí un símbolo que enternece los últimos días de mi vida.

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En el orden acostumbrado, de pie, Gabino, Fernando y Fausto García Pujol. Sentados Guadalupe García Pardo, el maestro Gabino García Aranda y su esposa Ana María Pujol Stiballet.

Cuando mi destino se cumpla, me remontaré en el piélago del más allá inescrutable y aterrador, rogán-doles a ustedes, paisanos míos que en lugar de res-ponsos litúrgicos, hagan sonar armónicas notas de nuestras canciones y de nuestra música oaxaqueña, para que mi alma descanse en paz.

Gabino García ArandaOaxaca, Oax., a 15 de Abril de 1954

SOBRE DON GABINO GARCÍA ARANDA, GUILLERMO ROSAS SOLAEGUI ESCRIBIÓ:

El maestro García, casó con la respetable dama Ana Pujol, procreando cinco hijos: Gabino, Fernando, Fausto, Miguel y Manuel, éste último fallecido. Ade-más el hoy Teniente Coronel José García P. y Guada-lupe García Vda. De González.

Por los años cincuenta, solía verlo cansado y en-fermo de sus ojos, en las mañanas tempraneras, enfi-lando para alguno de los templos, con su carpeta de música sacra bajo el brazo y su violín. Ya casi no leía las notaciones de la pauta, memorizaba, guiado por finísimo oído. Modesto, sufrido, nunca se le oía una queja.

Gustaba de la broma con sus compañeros y ami-gos; ingenioso y amable, ejemplar esposo y padre; muy querido de los oaxaqueños.

Olvidaba citar que fue un gran instrumentista. Es digno de que se le rinda un homenaje a su memoria, como ya se ha hecho con otros compañeros: Alavéz y Mondragón.

El día 22 de febrero de 1958, dejó de existir. Vistie-ron de luto, las redondas, las blancas, las negras y las corcheas, de esa pauta que lo hicieron cegar, pero en cambio como lo deseara siguen sonando las armóni-

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cas notas de nuestras canciones y de nuestra música, para que su alma descanse en paz.

Oaxaca de Juárez, Julio de 1973Oaxaca Gráfico

CURIOSAS E INTERESANTES ANÉCDOTAS DE UN GRAN MÚSICO OAXAQUEÑO

La vida de Don Gabino, como músico y maestro de varias generaciones, llena un capitulo de sabrosas anécdotas…

En la madrugada del día 12 de enero de 1924, la ciudad despertó sobresaltada por las innumerables descargas de fusilería que hacían las fuerzas serra-nas, tratando de tomar por asalto la plaza de Oa-xaca, siendo en aquel entonces Gobernador Cons-titucional del Estado, el inolvidable General Manuel García Vigil, de feliz memoria.

Por la parte posterior de la casa del maestro Gabi-no García Aranda, se miraba hacia los cerros del Fortín y del Crestón, casa que por su aspecto colonial deno-taba haber formado parte del antiguo Convento de la Sangre de Cristo. Hacia el poniente había una ventana pudiéndose mirar la escena del combate, de cuyos ce-rros las fuerzas serranas se habían posesionado.

El combate se generalizó bien pronto entre am-bos bandos; los proyectiles pegaban en la parte pos-terior de la casa del Maestro, mientras la esposa an-gustiada reunida con sus hijos, rezaba en unión de los vecinos; en esos instantes el Maestro Don Gabino, en ropa ligera, se encontraba en el descanso de la escalera ejecutando en su violín por vía de estudio y en forma magistral el “MOVIMIENTO PERPETUO” de Paganini. A él no le importaban las balas que caían hacia el patio de su casa, ni la aflicción de la familia, ni tampoco el almuerzo que consistió en aquella aciaga

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mañana, en unas cuantas tortillas tostadas y un poco de arroz cocido en agua, ya que no había manera de proveerse de lo necesario, ni tampoco salir a la calle por el combate que era cada vez más enconado. Así que en esa mañana, al maestro lo atrajo mejor su vio-lín, olvidándose de las miserias y egoísmos humanos, elevando así su alma en pos del arte excelso que con tanto afán amó y cultivó…

El maestro despertó grandes afectos y uno de ellos era el que le profesaba el insigne violinista y compositor Silvestre Revueltas, quien de cuando en cuando llegaba a esta ciudad en unión del maestro Acuña, prestigiado pianista y acompañante estupen-do en los conciertos, quien poseía una rara habilidad, cuando al ejecutar en un solo golpe un acorde en la parte central del piano, este acorde se multiplicaba simultáneamente en todos los registros del teclado, el grave, el medio y el agudo, motivando el aplauso de los concurrentes... ¡una maravilla!

Don Gabino flanqueado por Joel Méndez a su izquierda. A su derecha, otro de sus compañeros en el arte musical.

Pues bien, en aquel entonces don Damián Ávila, tenía una cantina en la esquina que forman las calles de Las Casas y 20 de Noviembre, desde cuyo inte-rior se dejaban oír las notas de una vieja pianola….ahí se daban cita estos famosos bohemios: Silvestre Revueltas, con su violín, Don Gabino con el suyo y el maestro Acuña a la pianola. Daba verdadero gusto oír este trío de titanes que, en duelo a “muerte” mu-sical, hacían prodigios.

El maestro Don Gabino se lucía con esa modestia tan gentil, haciendo alarde de técnica personalísima en su violín, pues en pasaje difíciles “pespunteaba” con la mano izquierda, mientras que con el arco sos-tenía la melodía. Y no se diga del maestro Revueltas, cuyas interpretaciones eran toda una técnica incom-parable.

El maestro Don Gabino poseía también un violín muy original, silencioso pues carecía de caja acústi-ca y era destinado sobre todo para el estudio en la noche. Después de la cena se deleitaba “haciendo dedos” en la sala de la casa, sin aturdir a los que se entregaban al descanso.

Benito García HernándezRevista Oaxaca, 1967. Enero pags. 9 y 34

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LA PRIMERA GRABACIÓN EN OAXACA

Los hermanos Zorrilla trajeron a Oaxaca los pri-meros fonógrafos que causaron tanta admiración a nuestros abuelos y a nuestros padres. Este fonógrafo de Edison, como se le llamaba, era un aparato ins-criptor y reproductor de toda clase de sonidos; que en lugar de disco contaba con un cilindro de cartón cubierto en cera endurecida por un ácido, y en al-gunas ocasiones, por un cilindro de ebonita, que era caucho también endurecido; sobre éste se realiza-ban las antiguas grabaciones.

Pues allá en el número 403 de la calle de Alcalá, antigua de Benito Juárez, el maestro Gabino García Aranda y su hijo Fernando García Pujol “El Biche”, realizaron entre 1918 y 1920, la primera grabación en Oaxaca, de la que aún se conservan pequeños frag-mentos. Fueron los Aires de Sarasate aquellos que dejaron escapar del violín de don Gabino límpidas notas; su ejecución no tuvo tacha alguna; en ella se advierte una técnica muy depurada que hubiera de-jado boquiabiertos a los mejores maestros forma-dores de violines concertinos. Miguel, su hijo, quien siempre estuvo interesado en todas aquellas activi-dades que fueran emanadas del progreso tecnoló-gico, fue quien rescató alguno de estos cilindros de ebonita y logró conservar la primera grabación que se realizó en Oaxaca, aún cuando en ella se advierten las huellas del tiempo.

Guillermo García ManzanoOaxaca, Espacios Culturales 15

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Una muestra del talento de Gabino García Aranda

La música de Gabino García Aranda resume mu-chos de los valores propios de la época que le correspondió vivir, los cuales fueron utilizados

con mesura y delicadeza. Una época en la que so-plaban aires de revuelta política y en la que los oa-xaqueños suscribían galas a beneficio de los artistas vocales, veladas de buena sociedad y publicaciones de interés declarado, donde se registraba con detalle de crónica sentimental, todo el anecdotario minús-culo de las cantantes y las discretas conmociones públicas que originaban.

La poética oaxaqueña de aquellos días está de-dicada profusamente a las divas del canto que pa-seaban por “El Llano” en la mañana y desfallecían de sentimiento por la noche, entre arias, actuacio-nes musicales y corazones enamorados. Las publi-caciones que mencionamos en el párrafo anterior fueron dos pequeños periódicos: “La Batuta” y “La Ópera”, partidario cada uno de las principales divas. Se formaron dos bandos para la promoción de Elisa D’Aponte, soprano y Luisa Marchetti, contralto.

De este ambiente musical oaxaqueño se aprecian los resabios en algunas de las obras de Gabino Gar-cía Aranda, huellas de la música romántica mezclada con la música escénica que había ingresado a Oaxaca con las compañías de ópera y zarzuela en las cuales el maestro García Aranda participó como instrumen-tista y violín concertino. Esta mezcla de melodías y formatos originó sus valses, lieder y otras composi-ciones que fueron utilizadas como música de teatro

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y de salón, pues el elenco operístico alternó en varios convivios de la sociedad oaxaqueña, como el cum-pleaños de la Marchetti que celebraron en el hotel donde se hospedaban los cantantes y donde nues-tros artistas locales lucieron su habilidad musical y los poetas mostraron su inspiración ante la belleza de las divas.

También la compañía operística y su orquesta de músicos oaxaqueños, cantó varias partituras religio-sas en la catedral con motivo de la festividad de San Pedro y San Pablo. El público se amotinó para escu-char a los cantantes en la modalidad de la música sa-cra y también ofrecieron una función extraordinaria de “El Trovador” a beneficio del recién inaugurado hospicio del Ayuntamiento.

El 20 de noviembre de 1919 se estrena en el Mier y Terán, en gran función de gala, La Bohemia de Gia-como Puccini, con artistas locales: la soprano Julia Fernández en el papel de Mimí, la bellísima y tam-bién soprano Carolina Sólomon como Musetta, Anto-nio Ruiz fue Rodolfo, Carlos Rendón como Marcelo, Rafael Parada como Colline, José Antonio Calderón como Shanuard, Moisés Morales en el rol de Alcin-doro y Juan Mendoza, Benoit. En los coros estaban Josefina Gamboa, Angelina y Carmen Osorio, Josefi-na Jaúregui, Raquel de la Llave, María Pérez Allende, Josefina Villasante, Josefina Reyes Sandoval, Gua-dalupe Canseco, Guadalupe Larrañaga, Elena Pala-cios Fernández, Concepción León Ramos, María Ines Salinas, Eva Avendaño, Ramiro Ruiz Bravo, Alejandro Berges, Fernando Iturribarría, Aurelio Martínez Rin-cón, Fernando Magro, Alvaro Rueda Ramírez, Gusta-vo Mendoza, Alfonso Tort, Jesús Barranco, José La-rrañaga, Guillermo Sánchez y Patricio Lombera, las niñas Luz Gamboa y Magdalena R. Palacios.

El compositor Heriberto Sánchez, autor de las po-pulares “Mañanitas Oaxaqueñas”, fue director y con-certador; el apuntador, Arcadio Ortega Domínguez; director de escena, el dramaturgo Rafael Aguilar y el

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violín concertino de la orquesta, formada por treinta ejecutantes, el maestro Gabino García Aranda.

De las anteriores experiencias, el maestro García Aranda pudo componer, instrumentar y ejecutar for-mas musicales de corte clásico o semi clásico, pero también participó en los populares “Gallos” o sere-natas, tan bien aceptados en la época. Los organi-zadores de esos eventos llevaban un electricista que conectaba uno o varios potentes focos para alum-brar la calle de la dama o damas agraciadas con la serenata, sillerío o asientos plegables que se coloca-ban en las aceras para comodidad de los asistentes, no siendo inusitado que a esos “Gallos” asistieran damas que preparaban y repartían tortas, tamales, refrescos y bebidas espirituosas, naturalmente. La audición casi siempre comenzaba a las once de la noche, con los miembros de la orquesta en su sitio, prestos a iniciar el evento a la primera indicación de la mano directora. En un camión se transportaban los comestibles y los buenos licores, desde coñac, baratísimo entonces, cerveza Xico, oaxaqueña, y ese plateado y famoso mezcal “de cordón” con burbujas.

Algunas de las damas, consideradas como las más bellas y frescas flores del pensil oaxaqueño que recibieron el homenaje de un “Gallo”, fueron las her-manas Manzano Trovamala, Pilar Gómez, hermanas Villasante, Elvirita Canseco Landero, Josefina Solana y Carolina Sólomon, quienes soportaron la musical desvelada pues el “Gallo” terminaba en las primeras horas del día, cuando comienza a parpadear la luz solar.

El maestro Gabino García Aranda también parti-cipó como integrante e instrumentista en la orquesta sinfónica “Instituto de Ciencias”, formada a partir de un proyecto presentado a la Academia de profesores por el Director del Instituto de Ciencias y Artes del Estado, Lic. Ernesto Carpy Manzano en septiembre de 1941. El proyecto se aprobó con aplauso unánime y de darle vigencia se encargó al profesor Ricardo

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Vera Castro, quien con la cooperación de los señores profesor Juan Canseco y don Gabriel I. Carsolio, or-ganizó la orquesta. Fue marcado el entusiasmo con que la sociedad oaxaqueña y particularmente los fi-larmónicos locales acogieron ese impulso, de manera que, a fines del mismo mes de septiembre, iniciaban sus ensayos el grupo de cuarenta y cinco elementos que integraron la Sinfónica, con los señores Canseco como Director titular, Carsolio como sub director y Vera Castro como gerente y concertador.

Como dice el señor Everardo Ramírez Bohorquez (Gentes y cosas de Oaxaca), hablar de la Orquesta Sinfónica del Instituto requeriría capítulo especial; pero baste decir que el conjunto actuó durante los dos años del periodo de Carpy Manzano, en toda función académica y de divulgación artística; que dio una serie de conciertos, teniendo uno de ellos como huésped a la batuta del maestro Eduardo Hernández Moncada, a la sazón director de la orquesta sinfónica de México y que ya concluido el mandato del Lic. Carpy Manzano, la orquesta continuó presentándose y que en una de esas ocasiones fue dirigida por el maestro José Ives Limantour, quien a poco y con ele-mentos que sacó de la misma, reforzaba en Veracruz la orquesta sinfónica de Jalapa.

El sostenimiento de la sinfónica “Instituto de Ciencias” no podía ser más modesto: con una dota-ción de seis cientos pesos mensuales, como máximo, se gratificaba a los filarmónicos por sus asistencias a los ensayos y se adquirían partituras. No gravita-ba, pues, en forma onerosa sobre la economía del plantel. Sin embargo, la Dirección que siguió a la de Carpy Manzano, estimó que además de costosa, la orquesta sinfónica del Instituto nada significaba para los fines de la cultura, y de una plumada su Consejo Técnico acabó con obra tan apasionadamente es-tructurada.

Algunos de los filarmónicos que vivieron esta aventura al lado del maestro García Aranda fueron:

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los hermanos Caballero, chelista y violinista; Arturo Flores, contrabajista y violinista; Fidel Torres, ins-pirado violinista mixteco, conocido como “El Biche Torres” que luego triunfó en el México cosmopolita; Gonzalo Gutiérrez, “El Chamaco”, marimbista y gui-tarrista sin par, que se convirtió en la capital mexica-na en uno de los mejores arreglistas e instrumentis-tas; Evaristo Velasco, nativo de Xoxo, trompetista de la Banda de Música del Estado como pocos ha habi-do y por último, Rafael Coronado, el mejor timbalero que ha tenido Oaxaca.

El apoyo que las autoridades civiles y las jerar-quías religiosas dieron a la música, desde finales de la colonia y en los siguientes periodos históricos, trae felices consecuencias: en primer término, el na-cimiento de un arte musical llamado popular o tra-dicional, a veces vernáculo o folclórico, que habría de manifestarse en forma de cantos religiosos, can-ciones, sones, jarabes y, en fin, todo un cúmulo de melodías que se transforman en música mexicana o mejor, oaxaqueña, para mandar su mensaje al mun-do. Sonidos y colores revelan el alma de los creado-res anónimos.

Se utiliza un nuevo instrumental: órganos tubu-lares, las cuerdas punteadas como las vihuelas, gui-tarras, laudes, arpas y jaranas; ocasionalmente violi-nes, violonchelos y contrabajos; aerófonos como las flautas, clarinetes y chirimías, cuya doble caña o em-bocadura las asemeja al oboe en su timbre; las per-cusiones, como los tambores de todo tipo, bombos, llamados popularmente tamboras, platillos, baque-tas de madera, cilindros, gongs, maracas, raspadores y crótalos, entre otros.

Los aficionados a la música pusieron su talento y entusiasmo para aprender de los instructores y maestros el difícil arte de la ejecución instrumental; pronto surgieron los conjuntos y pequeños grupos que habrían de culminar en las bandas que en Oaxa-ca alcanzaron gran fama por el alto nivel musical y,

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en fin, la música orquestal enriqueció la vida sencilla de los pueblos para beneplácito de la sociedad.

A fines del siglo XIX, época en que comenzó a ac-tuar el maestro García Aranda, la música de diversas regiones españolas se impone al gusto de la gente. La habilidad y virtuosismo de los ejecutantes modifican el estilo de cantos y danzas de España para adoptar, con nuevos mecanismos, una música incipiente que se va abriendo paso en el universo sonoro. El ins-trumental en manos de artistas criollos, mestizos e indios adquiere una nueva manera de interpretación y de uso, como preparación y nacimiento del género popular en su más alta expresión. En estas modalida-des, el maestro García Aranda, además de la música de salón, otro de sus campos de desarrollo fue la mú-sica nacionalista la cual abordó desde diversos enfo-ques; el primero fue la composición de piezas reali-zadas con el fin de fomentar los valores nacionales, sobre todo en los niños y jóvenes en etapa escolar. Ejemplo de esto es el “Himno a Juárez”, una peque-ña obra que destaca, en la música y en el texto, las virtudes del héroe. Dentro de éste mismo campo, el otro enfoque es más lúdico y aborda la creación de canciones de corte regionalista sobre todo poniendo en música las letras de otros autores. Interesante es la canción “Chinas de mi querer”, compuesta a partir de un texto de Carlos Filio, descripción musical de las bellas mujeres del barrio de La Merced.

Del talento como docente de Don Gabino García Aranda, comenta Guillermo Rosas Solaegui (Oaxaca Gráfico, 16 julio, 1973):

“Comenzó a impartir clases de violín y de solfeo, particulares, a domicilio, aumentando cada día el nú-mero de alumnos, porque sabía enseñar y tratar al alumno. Por otra parte, nunca dejó de estudiar, en su casa, siendo para sí, maestro y alumno, logran-do dominar así, el conocimiento de instrumentos de cuerda: violín, viola, violonchelo, guitarra y contraba-jo, impartiendo también clases de estos instrumen-

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tos, y fue así como en Oaxaca, los maestros forma-ron generaciones de músicos de cuerda, muchos de ellos destacados, que emigraron hacia otros lugares de más horizonte económico, y otros quedaron en la provincia; no había escuela de músicos pero había muchos, muchísimos músicos de qué disponer, a la inversa de lo que sucede en esta década de los 70, después del asesinato de la Escuela de Bellas Artes, creada por el Gobernador Vasconcelos y de la que fuí su primer Rector.

En el año de 1954 el maestro don Gabino, cumplió 50 años de maestro de música, es decir sus bodas de oro, habiéndose llevado una sencilla pero emotiva ceremonia, imponiéndole el gobernador del Estado una presea de oro.”

El último de los campos de desarrollo musical del maestro Gabino García Aranda, fue la música de concierto, campo poco desarrollado en la música de Oaxaca; esta música está destinada exclusivamente para escucharse. De sus partituras destacan la ober-tura “Ysabel”. Es una hermosa obra de corte román-tico que fue dedicada por el maestro García Aranda a la señorita Ysabel Martínez. Como era normal en la época, la obertura expone varios temas: primero cuenta con una pequeña introducción a la que sigue un largueto en el que el violoncelo interpreta un apa-cible tema que es interrumpido por el segundo tema interpretado por los violines. Este se caracteriza por un marcado motivo rítmico que luego se desata en escalas y un tema melódico en el registro agudo. Lle-ga luego una variación del motivo que anteriormen-te presentara el violoncelo. Por último, los violines atacan con un ritmo constante que presenta el tema final, que es concluido en notas agudas y graves.

Otra obra digna de mención es el “Pequeño con-cierto para violoncelo con acompañamiento de pia-no”. Esta pequeña obra estaba destinada a su alum-na y familiar María Teresa Manzano Trovamala, y en ella podemos apreciar, por una parte, el buen nivel

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compositivo del maestro García Aranda, y por otra su grandeza como maestro, ya que en algunos mo-mentos en los que se complicaba el discurso musi-cal, “cubre” literalmente al intérprete de violoncelo y asume en el piano, que seguramente interpretaba él mismo, las dificultades de la obra. No podemos dejar de mencionar, como destacada composición de este autor, la “Serenata Oaxaqueña”, de fino corte román-tico según la apreciación del maestro y musicólogo Heriberto Sánchez Tovar.

Si la música es la parte común de toda cultura, que nos rodea y en cada lugar tiene una serie de rasgos distintivos que presentan un legado univer-sal, todo ello como parte de la imaginación y curio-sidad intelectual del hombre que la ha transformado a lo largo de su historia, entonces abre un camino hacia un arte, que despierta el interés a manera de enseñanza como parte de nosotros mismos, que pueda comunicarnos el significado de tantas cosas que derivan con absoluta independencia de la razón, del sentir del profundo espíritu humano dentro de las exigencias del inagotable mundo que siempre ha descrito a través de sus notas, como lo realizó con sencillez y humildad, el inolvidable maestro Gabino García Aranda.

Jorge Mejía TorresR.A.

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Compositor de varias obras de concierto para violín, violonchelo y piano, así como de una gran variedad de himnos y cantos escolares, en cuanto al folklor sobre el tema popular de la canción oaxaqueña, dejó un arsenal musical de obras inéditas, como podrá verse a continuación.

APORTACIONES AL FOLKLORE OAXAQUEÑO:

• Noche Oaxaqueña. Serenata. • Amor tropical.• Antequera festiva.• Centeotl. Tonada oaxaqueña.• Lunes del cerro.• El lunes del cerro. (Letra del prof. Juan G.

Vasconcelos).• El lunes del cerro. (Letra del poeta Enrique

Gil).• Jacalito.• La canción de las montañas.• Oaxaca.• Oaxaca tradicional. Lunes del cerro.• Ollita de Atzompa.• Pastorcita montañesa.• Oaxaqueña. Canción regional.• Tengo una novia en el campo.• ¿Tu amor en donde está?• ¡Viva oaxaca! (Canción festiva).• Tuxtepec.

CORRIDOS

• ¡Centinela alerta…!• Corrido del Soldado.• Canto a la Soldadera

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MARCHAS

• Carnaval oaxaqueño.• Marcha de Honor. (Dedicada al C. Presidente

de la república, Gral. Manuel Ávila Camacho, con motivo de la inauguración de la carretera internacional).

• Invicto Zaragoza.• Rebelión.• Héroe de Miahuatlán. (Gral. D. Porfirio Díaz).

MÚSICA ESCOLAR

• A Juárez.• A mi madre (10 de mayo).• Canto al Día de las Américas.• Canto al árbol.• Canto al Héroe de Nacozari.• Canto a Hidalgo.• Canto a Juárez.• Canto a Justo Sierra.• Canto a la Madre.• Canto al Maestro (diferente melodía y letra

del anterior).• Diez de mayo (Día de la Madre).• En bien de la salud.• Himno del árbol.• Himno a la bandera (Letra de autor anónimo).• Himno a la bandera de la raza (Letra del Prof.

Juan G. Vasconcelos).• Himno al Benemérito de América.• Himno al Benemérito Gral. Antonio de León.• Himno a la campaña alfabetizante.• Himno a Hidalgo. (Letra del poeta Enrique

Gil).• Himno a Hidalgo. (Letra del Prof. Florencio C.

Ramírez)• Himno a Juárez. (Letra del Prof. Adolfo

Velasco).

• Himno a Juárez. (Letra del Prof. Juan G. Vasconcelos).

• Himno al Maestro.• Himno a la O.N.U.• Los Niños Héroes• ¡Madre! (Canción escolar)• Saludo al árbol.• Saludo a la bandera (Autor anónimo).• Saludo a la bandera mexicana (Letra del Prof.

Adolfo Velasco M.).• Saludo a la bandera mexicana (Letra del Prof.

Francisco Vásquez).

MÚSICA DE CONCIERTO

• Corita (Vals).• Gavota (Obligada a violonchelo).• Esther (Danza).• Lolita (Danza).• Himno a la Diosa Centéotl.• Obertura “Isabel”.• Pequeño concierto para violonchelo con acompañamiento de piano.• Dos estudios de concierto para violonchelo,

violín y piano.• Concierto para violín y piano.

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Maestros Cipriano Pérez Cerna, Gabino García Aranda y Samuel Mondragón recibiendo el reconocimiento al Mérito Artístico,

otorgado por el Gobierno del Estado de Oaxaca

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