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REVISTA PSICOGENTE Corporación Educativa Mayor del Desarrollo Simón Bolívar 2003 No. 11 65-69 LITERATURA Y TRANSFORMACiÓN SOCIAL JOSÉ SARAMAGO* RESUMEN Dos opciones, con sus pros y sus contras, propone el importante escritor portugués para res- ponder la pregunta de si la literatura, ya que no de manera material, puede transformar ética y axio- lógicamente la vida humana: al afirmarlo, encuentra que la expresión estética verbal, a pesar de haberse empeñado en ello en momentos precisos [la ilustración, el romanticismo, el realismo social] no ha transformado la sociedad de manera definitiva, pues, el mundo seguiría siendo como es sin la obra, por ejemplo, de Goethe. Al negarlo, basándose en la idea de que es la sociedad la que transforma la literatura, halla que esta es en sí un arte irresponsable, al que no se le puede achacar ni el bien ni el mal, y, por tanto, no es posible juzgarla, como pareciera ocurrir hoy día, como un arte frívolo que refleja la ideología vigente. Ante esta disyuntiva irresoluble, el autor propone, finalmente, dirigir la atención no al compromiso de las obras, sino de los autores mismos con su tiempo. Palabrasclave: literatura, transformación social, compromiso, irresponsabilidad ABSTRACT Two options, with their pros and cons, proposes the important Portuguese writer to respond the question of if Literature, since not in a material way, can transform ethics and human life: when affirming it, he finds that aesthetic verbal expression, in spite it has pawned on it at precise moments [the Enlightenment, the Romanticism, the Social Realism has not transformed society in a definitive way, since the world would continue being as it is without the work, for example, of Goethe. When denying it, basing on the idea that it is the society the one that transforms Literature, he finds that this is by itself an irresponsible art, to which neither good nor evil can be attributed, and, therefore, .'. Escritor portugués. Premio Nobel de Literatura. Autor de maravillosas novelas en lomo a las problemáticas sociales de la actualidad. entre otras: El tII/" de la muerte de Ricardo Reis, El evungelio según Jesucristo. La c"rem". Ensayo de la lucidez. El texto presente. aunque leído en el evento Foro Joven. realizado en Mollina (Málaga. España) en 1993. se publica por primera vez..

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REVISTA PSICOGENTECorporación Educativa Mayor del Desarrollo Simón Bolívar2003 No. 11 65-69

LITERATURAY TRANSFORMACiÓN SOCIAL

JOSÉ SARAMAGO*

RESUMEN

Dos opciones, con sus pros y sus contras, propone el importante escritor portugués para res-ponder la pregunta de si la literatura, ya que no de manera material, puede transformar ética y axio-lógicamente la vida humana: al afirmarlo, encuentra que la expresión estética verbal, a pesar dehaberse empeñado en ello en momentos precisos [la ilustración, el romanticismo, el realismo social]no ha transformado la sociedad de manera definitiva, pues, el mundo seguiría siendo como es sin laobra, por ejemplo, de Goethe. Al negarlo, basándose en la idea de que es la sociedad la que transformala literatura, halla que esta es en sí un arte irresponsable, al que no se le puede achacar ni el bien niel mal, y, por tanto, no es posible juzgarla, como pareciera ocurrir hoy día, como un arte frívolo querefleja la ideología vigente. Ante esta disyuntiva irresoluble, el autor propone, finalmente, dirigir laatención no al compromiso de las obras, sino de los autores mismos con su tiempo.

Palabrasclave: literatura, transformación social, compromiso, irresponsabilidad

ABSTRACT

Two options, with their pros and cons, proposes the important Portuguese writer to respondthe question of if Literature, since not in a material way, can transform ethics and human life: whenaffirming it, he finds that aesthetic verbal expression, in spite it has pawned on it at precise moments[the Enlightenment, the Romanticism, the Social Realism has not transformed society in a definitiveway, since the world would continue being as it is without the work, for example, of Goethe. Whendenying it, basing on the idea that it is the society the one that transforms Literature, he finds thatthis is by itself an irresponsible art, to which neither good nor evil can be attributed, and, therefore,

.'. Escritor portugués. Premio Nobel de Literatura. Autor de maravillosas novelas en lomo a las problemáticas sociales de la actualidad.entre otras: El tII/" de la muerte de Ricardo Reis, El evungelio según Jesucristo. La c"rem". Ensayo de la lucidez. El texto presente. aunque leídoen el evento Foro Joven. realizado en Mollina (Málaga. España) en 1993. se publica por primera vez..

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is not possible to judge it, as it seems it ishappening nowadays, like a frivolous art thatreflects the effective ideology. Faced with thisindecisive dilemma, the author proposes, finally,to direct the attention not to the commitment ofworks, but to the own authors with his time.

Key words: Literature, social transfor-mation, commitment, irresponsibility

Repito estas palabras lentamente (literatu-ra, transformación social), pronuncio las sílabascomo si en cada una de ellas todavía se escon-diese un significado secreto esperando ser reve-lado o simplemente reconocido, intento reenca-minarlas para la integridad de un sentido prime-ro, restaurarlas del desgaste del uso, purificarlasde las vulgaridades de la rutina, y me encuentro,sin sorpresa, ante dos vías de reflexión, quiénsabe si las únicas posibles, recorridas ya milveces, es cierto, pero a las que nuestro ineludibledestino regresa siempre, cuando la continua cri-sis en la que viven los seres humanos (seres decrisis por excelencia, y humanos quizás por esomismo) deja de ser cónica, habitual, para volver-se aguda y, en poco tiempo, culturalmente insus-tentable. Como parece ser la situación del hom-bre que hoy somos y de este tiempo en el quevivimos.

La primera vía de reflexión, que desdeahora, y pidiendo perdón a quien piense lo con-trario, calificaría de ingenua e idealista, será lade una tendencia muy corriente que consiste enincluir a la literatura entre los agentes de trans-formación social, entendiendo tal denomina-ción, en este caso, no tanto como referida a lasconsecuencias sociales de los factores estéticos,pero sí a supuestas influencias determinantes,en el orden ético y en el orden axiológico, inde-pendientemente del carácter positivo o negativo

de sus manifestaciones. De acuerdo con estemodo de pensar, y extrapolando, en beneficiodel raciocinio, contenidos y formas histórica-mente diferenciados, para poder recoger en unaúnica visión de enseñanza, la literatura y la cul-tura en general, tendríamos que coincidir hoy,ya pesar de los desmentidos trágicos de la reali-dad, con la panglossiana convicción de nuestrosochocentistas y optimistas abuelos, para quienesabrir una escuela equivalía a cerrar una cárcel.Que vengan las estadísticas escolares y judicia-les a decirnos si la masificación de la enseñanzase ha configurado, de hecho, como suficienteprevención o como antídoto eficaz contra la ma-sificación de los crímenes, que es, sin duda, unade las características de nuestro fin de siglo ...

Dejemos entonces las escuelas a un lado,dejemos a otro lado la cultura en general, deje-mos el arte, la filosofía y la ciencia, para cuyaadecuada ponderación me faltarían el saber y laautoridad, y volvamos a la literatura ya su rela-ción con la sociedad. Vamos a mantenernos dis-cretamente en los dominios de lo ético y lo axio-lógico (sin los cuales, hay que reconocer quecualquier examen de una transformación socialdeterminada, sea cual sea su época, tendría quesatisfacerse con poco más que una tabla de pesosy medidas) y reconozcamos, por mucho que esaverificación castigue nuestra confianza que lasobras de los grandes creadores del pasado, deHomero a Cervantes, de Dante a Shakespeare,de Camoes a Dostoievski, a pesar de la excelen-cia de pensamiento y fortuna de belleza que di-versamente nos han propuesto, no parece haberoriginado, en sentido pleno, ninguna transfor-mación social efectiva, aún teniendo una fuertey a veces dramática influencia en comporta-mientos individuales y de generación. En elplano de la ética, de los valores, del respeto hu-mano, apetece decir, sin cinismo, que la humani-dad (me estoy refriendo, está claro, a lo que sole-mos designar mundo occidental) sería exacta-

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mente lo que es hoy si Goehte no hubiera venidoal mundo. Y que, reforzando esta idea, no constaque la lectura de los "Fioretti" de San Franciscode Asís hubiese salvado la vida a ninguna delas víctimas de la Inquisición ...

Es admisible, entonces, afirmar que laLiteratura, aun cuando, por razones religiosaso políticas, se dedicó a un misionerismo de bue-nos consejos y a una ingeniería de almas nuevas,no solo no contribuyó, como tal, para una modi-ficación positiva y duradera de las sociedadescomo provocó, muchas veces, insanos senti-mientos de frustración individual y colectiva,resultantes de un balance negativo entre las teo-rías y las prácticas, entre lo dicho y lo hecho,entre una letra que proclamaba un espíritu y unespíritu que no se reconocía en la letra. Bastantemás fácil sería, para quien se lleve a pecho des-cubrir en todas la cosas mutuas relaciones decausa-efecto, juntar pruebas de la maléfica in-fluencia de la literatura (de una parte de ella,por lo menos) en las costumbres y en la moral,y por lo tanto en la sociedad, tarea, además, bas-tante favorecida por la presencia obsesiva, porejemplo, de alguna de esas obras y alguno deesos autores en el imaginario sexual de millonesde personas, alimentando fantasmas y fantasíasél los que, de otro modo, faltarían referencias,modelos. en otras palabras, una completa filoso-fía de la vida. Entendidas así tales relaciones, yadoptando la actitud más común de lo que seimagina, de aquellos que creen que algo solotiene verdadera existencia a partir del momentoque existe la palabra que lo nombra, el sadismose habría revelado al mundo cuando el Marquésde Sade, siendo un niño, le arrancó, por primeravez. las alas a una mosca, y el masoquismo tam-bién tuvo que esperar el día en que la pequeñaalma de Sacher-Masoch, también en esa mismaedad, e imitando, sin saberlo, el ejemplo de losmísticos de todas las religiones, entendió, queera posible pasar del sufrimiento en el placer al

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placer en el sufrimiento. Al cabo de eras y mile-nios, después de una larguísima espera, de tantotiempo perdido, el sádico y el masoquista pudie-ron finalmente encontrarse, reconocerse comocomplementarios, y, de esta forma, inaugurarla felicidad.

Este camino, tan breve, por la primera delas vías de reflexión que se nos presentan, aque-lla que se asentaba en el presupuesto de que laliteratura, independientemente del significadomoral o amoral de sus expresiones, habría ejerci-do o ejercería todavía influencia en las socieda-des, al punto de constituirse como uno de susagentes transformadores, nos ha conducidocreo, a una conclusión pesimista e intransponi-ble: la de su irresponsabilidad esencial. Irres-ponsabilidad, digo, en el sentido restringido deque no será legítimo atribuir al ciclo de La gue-rra de las dos rosas de Shakespeare. Tomemoseste ejemplo, la culpa de un eventual aumento,en número y en gravedad, de los crímenes públi-cos o privados en general, como de la mismamanera no tendremos derecho de acusar al autory a la obra de no haber podido lograr, gracias alo que se espera ser la lección sancionadora yedificante de toda la tragedia, que los reyes ylos presidentes se mataran menos y los particu-lares se respetasen más. Faltó decir, unos a losotros y a sí mismo.

Si la literatura es de hecho irresponsable,en la doble acepción de que no le puedan serimputados aunque solo parcialmente, ni el bienni el mal de la humanidad, y por lo tanto no es-tar obligada, tanto para penitenciarse como parafelicitarse, a prestar declaración en ningún juiciode opinión, si, por el contrario, actúa, en su ha-cerse como un reflejo más o menos inmediatodel estado de las sociedades y de sus sucesivastransformaciones, entonces, la segunda vía dereflexión propuesta, aquella que, quizá por exce-sivo radicalismo, precisamente acabaría por

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enseñar la literatura como mero y obediente su-jeto, hasta en sus revueltas, esa vía se interrumpecuando aún no habíamos dado los primeros pa-sos, reconduciéndonos así irónicamente al puntode partida, a la bifurcación de los caminos, a laeterna interrogación sobre lo que debe ser y paraqué debe servir la literatura cuando, en la vidacultural de los pueblos, se instala el sentimientoinquietante de que, no habiendo aparentementedejado de ser, manifiestamente dejó de servir.

Aunque el determinismo de la conclusiónpuede humillar ciertas vanidades literarias, másinclinadas de lo que aconsejaría la modestia amagnificar su papel en la República de las Letrasy en la sociedad en general, pienso que no ten-dremos más remedio que reconocer que la litera-tura no transformó ni transforma socialmenteal mundo, y que el mundo es el que transformóy va transformando, y no solo socialmente, a laliteratura. Puesta así la cuestión, en términossimples se objetaría que después de que nos ha-yan cerrado los caminos, vienen ahora a cerrar-nos las puertas, y que encerrado en este círculo,sobre todo vicioso y perverso, nada más le que-dará al escritor, como tal, que trabajar sin espe-ranza de venir realmente a influenciar en la vidade su época, limitado a producir los libros quela necesidad de diversión de la sociedad, sin suparecer, le va encargando, y con los cuales sevan a satisfacer él y ella, o, en el caso de habersido contemplado con una porción suficiente degenio, en su escasa distribución por el cosmos,escribir obras que su tiempo comprenderá malo le será hostil, dejando al futuro la responsa-bilidad de un juicio definitivo que, eventual-mente seguro y justo en ese caso específico? de-sembocará, infaliblemente, en errores de apre-ciación cuando, hecho ya presente, sea llamadoa pronunciarse sobre las obras contemporáneas.En verdad, el escritor cuando escribe no se en-cuentra solo, está también rodeado de oscuridad,y creo que no abusaré de mi limitada facultad.

de imaginar si digo que hasta la propia luz dela obra (poca o mucha, todas la tienen), lo ciega.De esta particular ceguera no lo podrá curar nin-guna crítica, ningún juicio, ninguna opinión, pormás fundamentos útiles que se le presenten, yaque son emitidos, todos ellos, desde otro lugar.

¿En qué quedamos entonces? Si las socie-dades no se dejan transformar por la literatura,aunque esta en alguna que otra ocasión, puedahaber tenido en las sociedades alguna influenciasuperficial, o si por el contrario, es la literaturala que se encuentra permanentemente acosadapor sociedades como son estas de hoy, que nole exigen más que las fáciles variantes de unamisma anestesia del espíritu que se llaman frivo-lidad y brutalidad, ¿cómo podremos hacerlonosotros, sin olvidar las lecciones del pasado ylas insuficiencias de una reflexión dicotómicaque se limitaría a hacernos viajar entre la hipó-tesis, nunca satisfactoriamente verificada, deuna literatura, esta otra, que no parece ser capazde hacer más que recoger los destrozos y en-terrar las víctimas de las batallas sociales? ¿Có-mo podremos nosotros, insisto, aunque provo-cando la burla de las futilidades mundanas y elescarnio de los señores del mundo, volver a undebate sobre la literatura y compromiso, sin queparezca que estamos hablando de restos fósiles?

Espero que no falten respuestas a esta pre-gunta y que cada una de ellas o todas juntas,puedan hacernos salir del doloroso y resignadoparálisis de pensamiento y acción en que pare-cemos complacernos. Por mi parte, me limito aproponer, sin más rodeos, que regresemos al Au-tor, a esa concreta figura de hombre o de mujerque está por detrás de los libros y sin la cual laliteratura no sería nada, no para que nos digacómo escribió sus grandes o pequeñas obras (lomás cierto es que él mismo no lo sepa), no paraque nos eduque y nos guíe con sus lecciones(que muchas veces él no es el primero que las

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sigue), sino, simplemente, para que nos digaquién es, en la sociedad que, él y nosotros, so-mos, para que se muestre todos los días comociudadano de este presente, aunque, como escri-tor, piense estar trabajando para el futuro. Elproblema no está en que, supuestamente, sehayan extinguido las razones y las causas deorden social, ideológico o político que, con re-sultados estéticos tan variables en cuanto a lasintenciones, llevaron a lo que se llamó literaturade compromiso, en el sentido moderno de laexpresión; el problema está, más crudamente,en que el escritor, regla general, ha dejado decomprometerse y que muchas de las teorizacio-nes en que hoy nos dejamos envolver no tienenotra finalidad que constituirse como escapesintelectuales, modos de ocultar, a nuestros pro-pios ojos, la mala conciencia y el malestar deun grupo de personas (los escritores) que, des-pués de haberse observado a sí mismos, durantemucho tiempo, como luz divina y farol del mun-do, añaden ahora a la oscuridad intrínseca delacto creador, las tinieblas de la renuncia y de laabdicación cívicas.

Después de muerto, el escritor será juzga-do según aquello que hizo. Reivindiquemos, encuanto está vivo, el derecho de juzgarlo poraquello que es.