liz rodriguez16 - ladrona de oro

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  • 8/15/2019 Liz Rodriguez16 - Ladrona de Oro

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    Ladrona de Oro

    Story: Ladrona de OroStorylink: https://www.fanfiction.net/s/11444185/1/Category: Twilight

    Genre: Romance/DramaAuthor: Liz Rodriguez16Authorlink: htt ps://www.fanfiction.net/u/4429980/Last updated: 01/28/2016Words: 4704Rating: MStatus: CompleteContent: Chapter 1 to 2 of 2 chaptersSource: FanFiction.net

    Summary: Bella era una editora de 24 años y virgen. Ella tenía unavida solitaria y aburrida en Forks donde solo estaba por su trabajo.Pero una noche cambió todo, tuvo que ir a un viaje de trabajo yconoció a Edward Cullen, con quién perdió la virginidad. Ambostomaron sus caminos, hasta que ella comenzó con vómitos y

    nauseas. Así que fue a buscar al padre de ese bebé.

    https://www.fanfiction.net/u/4429980/https://www.fanfiction.net/u/4429980/https://www.fanfiction.net/s/11444185/1/

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    *Chapter 1*: Ladrona de Oro

    "Ladrona de Oro"

     Historia beteada por Flor Carrizo.

    ella POV 

    Su cuerpo se mecía sobre el mío con dureza, me sentía en el cielo yal mismo tiempo como si le hubiera vendido mi alma al diablo. Sesentía maravilloso, su piel rozando la mía, sus manos recorriendomis costados, mientras él se perdía en mi interior.

     —¡Ah! —gemí mientras lo sentía más dentro de mí. Pensar quehacía sólo unas horas era una virgen que quería llegar así almatrimonio, y ya había perdido la gran V , y con un perfectodesconocido. Pero su forma de atraerme, de pegarme a su cuerpomientras bailábamos y su forma atrevida de besarme contra la pared…

    Vamos a mi apartamento, fue la frase que me hizo llegar ahí,firmando mi sentencia y perteneciéndole a un hombre que quizá novolvería a ver.

     —Eres tan estrecha —dijo con voz ronca, mientras me penetrabacon rudeza. Él ni siquiera notó que esa era mi primera vez, a pesar de que me dolió como el infierno no dije nada, no grité y no hicemás que tensarme por un momento. Él siguió sin detenerse y en esemomento ya sólo sentía puro placer, así que decidí que eso noimportaba—. Tan jodidamente estrecha. —Sus estocadas eranfirmes y certeras, él sabía qué debía hacer para volver loca a unamujer.

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     —Edward —gemí con fuerza cuando sentí mi cuerpo enterotensarse y subir hasta la cúspide, para después bajar con paz ytranquilidad, saboreando la sensación. Sentí como él llegaba a suorgasmo mientras yo llegaba al mío, dejando su semilla derramarse

    en mi interior, pero en ese momento no fui consciente, sólo queríadisfrutar esa noche.

    Él besó mis labios tiernamente cuando estuvimos más tranquilos,apoderándose de ellos como lo había hecho con todo mi cuerpo; élme poseía de una forma que ni yo misma podía describir.

     —Duerme, ma femme. — Con aquellas palabras caí en un profundo

    sueño entre sus brazos, bajo las finas sábanas, con su pecho pegadoa mi espalda y nuestras piernas enredadas en las del otro.

    Pero al despertar no había nada, sólo una nota:

     Fue una gran noche, un taxi te espera abajo, te llevará a donde

    quieras. Un gusto, Isabella.

    ¿Así de fácil? ¿No merecía al menos un adiós en persona? Me sentíausada y, aunque yo me había entregado a él con totalconsentimiento, él me había hecho sentir como una cualquiera conesa nota.

    Me levanté y me puse el vestido azul que había llevado la nocheanterior. Mientras me vestía buscando mi ropa interior, noté la gran

    mancha sobre las sábanas blancas y me ruboricé completamente;ahí estaba la muestra de que ya no era virgen. ¿Él la habría visto?Tal vez no, el edredón la cubría y sólo si lo movías veías las sábanasmanchadas. Suspiré avergonzada y terminé de vestirme, lavé mirostro y salí de aquel lujoso lugar sin mirar atrás. El taxi, como prometió, estaba ahí, le di mi dirección y me llevó hasta donde le

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     pedí.

    Me duché y me senté en la sala de mi pequeña habitación en elhotel, sólo estaría ahí un poco más y luego volvería a mi casa enForks, ese era un viaje de trabajo y al día siguiente volvería a mirealidad, esa donde era una aburrida editora de libros, donde nohabría noches de fiestas que terminaran con una nota, dondeEdward no existía.

    Al regresar a Forks seguía con la sensación de vacío en mi interior, pero podía con eso. Por Dios, a mi edad no debía preocuparme por no ser virgen, es decir, tenía 24 años, ¿cuál era mi problema?

    Un mes más tarde comencé con náuseas y vómitos, el cansancio seapoderaba de mi cuerpo y estaba atrasada en mi periodo, estabatotalmente asustada. Si era lo que yo creía, ¿qué haría sola con un bebé? ¿Debía buscar a Edward? Dios, estaba armando planes y nisiquiera estaba segura.

    Me hice una prueba y salió positiva, entonces sí entré en pánico.Estaba sola y con un bebé en camino, así que decidí que no seríaasí, ese bebé fue hecho por dos y él se haría responsable, quisiera ono.

    Comencé a buscarlo como una loca, aunque como no sabía suapellido, eso me dificultaba la búsqueda. Entonces, un par desemanas después, mientras veía la televisión lo vi, mis ojos se

    abrieron desmesuradamente y me quedé tiesa. ¿Edward era famoso?Al parecer sí, era un prestigioso empresario dueño de las empresasCullen, era uno de los hombres más ricos del país.

    Comencé a investigarlo en internet y había miles de páginas quemostraban sus supuestas conquistas, salidas con cualquier modelo

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    que conocía, mujeres que aseguraban haber salido con él. Habíafotos suyas por toda la red, con miles de mujeres diferentes y yoentré en pánico. Si él salía con tantas mujeres como aseguraban lasrevistas y las páginas de internet, ¿él se acordaría de mí, una simple

    chica con quien salió una vez? Ni siquiera era una modelo a la que pudiera recordar y, aún más importante, ¿él me creería? Siendo tanrico y famoso, ¿cuántas veces alguna mujer habría ido a su casadiciéndole que esperaba un hijo suyo?

    Por las páginas de fans conseguí su dirección, al menos esperabaque sí fuera esa, así que una semana después de mi descubrimientome tomé unos días en el trabajo y salí rumbo a Londres en su

     búsqueda. Mi deber era decírselo, no sólo por mi hijo, sino también por él, después de todo era su hijo y merecía saberlo.

    Me hospedé en un hotel pequeño y empecé a buscarlo. La primeravez que fui a su casa me trataron como si fuera una fan más queintentaba meterse a la casa. La siguiente vez que lo intenté, medijeron que él no estaba pero que le darían mi mensaje. Para la

    tercera ya estaba cansada y sólo quería hablar con él de una vez. Alllegar vi una camioneta entrar al lugar, pregunté por él y el hombre,que estaba harto de verme, bufó molesto y dijo que no me queríaahí y que dejara de insistir.

     —¡Le digo que es importante! —le grité molesta. Él me mirófurioso y mandó al representante de Edward a recibirme.

    Él hombre me hizo entrar a una oficina y me dijo que Edward no seencontraba, pero que él atendería cualquier asunto que fuera tanimportante como para molestar en su casa durante tres díasseguidos.

     —Señorita, si lo que quiere es llamar la atención de Edward le diré

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    que él ni siquiera está en el país…

     —No es eso, lo que tengo que decirle es realmente importante — dije mirando al hombre, él esperó una explicación—. Y creo quesólo él debería saberlo.

     —Si es tan importante para Edward, lo es para mí, ya que yo debocuidar su imagen y por eso debo saber todo de su vida.

     —Tal vez, pero preferiría decírselo a él y…

     —Será mejor que se vaya —dijo cansado.

     —No, espere… —susurré cuando los hombres se pararon en la puerta para sacarme de ahí—. Estoy embarazada —afirmédesesperada porque me dejara hablar con él aunque fuera por unsegundo.

     —¿Qué? —preguntó el hombre deteniendo a los otros que meesperaban en la puerta.

     —Estoy embarazada y Edward es el padre —aseguré aún nerviosa,amás en mi vida creí verme en esa situación.

     —¿Sabe cuántas mujeres intentan hacer parecer que estánembarazadas de Edward Cullen? —dijo él levantándose obviamentemolesto, pero a la vez parecía interesado en saber si mi historia era

    cierta. —No, pero me lo imagino. No espero que me crea ahora mismo, pero me haré las pruebas que quiera para que confirme que es suhijo —dije firme. Él me miró y negó.

     —No, usted se irá de aquí y no volverá a buscar al señor Cullen

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    nunca más —afirmó, los hombres de seguridad me movieron parasacarme de ahí.

     —No, por favor. Necesito hablar con él… —El hombre ni siquierase inmutó por mi pedido y me sacaron de ahí, ¿qué más podíahacer?

    Pero decidí que no me iba a rendir, mi bebé merecía un padre yEdward debía saber que iba a tener un hijo, así que decidí que nome iba a ir de Londres. Llamé a mi trabajo y mi jefe me dejó enclaro que si no volvía el lunes me despediría, así que me estabaugando todo porque Edward me escuchara. Durante la noche fui a

    una cafetería a pensar un plan o algo así.

    El hombre que me había atendido obviamente había mentido, pues por las revistas sabía que Edward estaba en la ciudad. En una de lastantas revistas que había visto comentaban que iría a una cena benéfica esa noche, así que decidí que si quería verlo ese sería ellugar. Conseguí un lindo vestido de noche y me arreglé lo más que

     pude, esas cenas debían ser muy importantes.Al llegar pasé entre un tumulto de gente, pues no tenía invitación, ylo busqué entre la gente pero no lo veía. Entonces, cuando creía queeso no había valido la pena, lo vi. Él iba entrando al lugar,impecable y llamando la atención a su paso, con una mujer de su brazo. Ella era una mujer de cuerpo perfecto y rostro hermoso,encajaban perfectamente y eso, por alguna razón, me dolió.

    Durante la noche esperé que él estuviera solo para acercarme, asíque cuando salió a una de las terrazas del lugar corrí hasta dondeestaba, esa era mi oportunidad. Al entrar a la terraza él sesorprendió de verme.

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     —Lo siento —dije por haberlo asustado.

     —No se preocupe, señorita, sólo fue un susto —respondió con unasonrisa, la misma que me había llevado a su cama.

     —¿Sabes quién soy? —pregunté mirándolo fijamente. Él frunció elceño y me miró confundido.

     —¿Debería? —preguntó mirándome aún extrañado por mi pregunta.

     —¿En serio no me recuerdas? —cuestioné y sentí miedo a surespuesta.

     —Lo siento, pero no —dijo y sentí como si algo dentro de mí serompiera porque aquel hombre era mi primero, mi único y el padrede mi bebé, y él ni siquiera me recordaba.

     —Soy Isabella Swan —susurré mirándolo, esperando que algo en míle hiciera recordar esa noche, pero él negó.

     —No, lo siento —respondió mirándome como si estuviera loca.

     —En Seattle, hace casi dos meses —expliqué intentandodesesperadamente que él me recordara.

     —Cariño, tendrás que ser más específica —dijo burlón, ¿eso queríadecir que había más mujeres?

     —¿A qué te refieres? —pregunté confundida.

     —Fue una larga semana, ¿sabes a que me refiero? —interrogó conuna sonrisa, yo me sorprendí ante su desvergonzada respuesta.

     —Sólo necesito hablar contigo —dije pesadamente, aunque sabía

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    que corría el riesgo de recibir el mismo trato de su parte que el querecibí de su representante debía arriesgarme por mi bebé.

     —Claro, has una cita con mi representante y…

     —Intenté hablar con él, pero no me dejó.

     —Por algo debió ser —afirmó alejándose.

     —Por favor, sólo unos minutos. —Me sentía estúpida rogando suatención, pero necesitaba decírselo.

     —Escucha, cariño, casi a diario vienen mujeres creyendo que lanoche que tuvimos fue especial  y que nos casaremos, pero no seráasí. Ahora debo volver adentro y dejar de hacer esperar a mi cita. —Él se fue sin escucharme, quise gritarle que estaba embarazada, pero eso sólo pondría más en mi contra, seguro creería que sólo buscaba dinero o fama, así que me guardé el coraje.

    Lo vi bailar toda la noche al lado de esa preciosa mujer, seguro

    tendría la misma suerte que yo aquella noche. Con un suspiro salídel lugar, tal vez debía rendirme e intentar seguir yo sola con mi bebé.

    Al llegar a mi hotel estaba completamente cansada y harta deintentar e intentar que él me escuchara, así que decidí que la últimavez que lo intentaría sería al día siguiente, iría a su casa y esperaría

    a que él llegara si era necesario y le diría que estaba embarazada; enél estaría creerme o no. Yo no iba a rogarle que me ayudara, estabacansada de rogar, sólo le diría lo que era mi deber decirle.

    Durante horas estuve parada frente a la puerta de su mansión, laseguridad me pidió que me fuera pero yo no lo haría, debía hacer que él me escuchara. Finalmente, al atardecer, el hombre de la

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    última vez salió.

     —¿Sigues aquí? —preguntó con fastidio, yo lo miré mal y asentí.

     —Y seguiré hasta que me deje hablar con él —dije firme. Él sacó

    una chequera y una pluma mirándome burlón.

     —¿Cuánto quieres? —cuestionó mirando el papel en sus manos, yofruncí el ceño.

     —¿Qué?

     —¿Cuánto quieres para largarte de aquí y dejarlo tranquilo? —No sé trata de dinero —dije indignada—, él debe saberlo — afirmé furiosa. El hombre llenó el cheque y me lo tendió, no lo tomé pero él sólo puso cara de molestia y lo metió en mi bolsillo de malagana.

     —Claro. Mira, esa es una cantidad considerable para cuidar del

    supuesto bebé por unos años, ahora lárgate. —Yo iba a alegar algomás, pero la seguridad cerró la puerta dejándome del otro lado.Maldita la hora en que Edward se cruzó en mi vida.

    Decidí volver a Forks, ya no me humillaría más, ni rogaría por algoque obviamente no obtendría. Recibí un mensaje de mi jefe, al parecer estaba despedida; no había conseguido nada cuando fui a

     buscarlo y ya no tenía nada más en casa, eso era horrible.Mientras caminaba por las calles de Londres con el frío calándomeen los huesos, me di cuenta de la locura que había hecho. Habíadejado mi vida por buscar a un hombre que ni me recordaba. Mesenté en una banca y sonreí con nostalgia mirando mi pequeñovientre que todavía casi no había cambiado, lo acaricié con dulzura.

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     —Lamento haberte traído a esta locura —dije a mi bebé, y en esemomento un hombre se sentó a mi lado y me sonrió al verme.

     —Hola —saludó con ternura, sonreí.

     —Hola —dije aún con mi mano sobre mi vientre.

     —¿Puedo? —preguntó refiriéndose a tocar mi vientre. Yo lo mirésorprendida, al parecer los londinenses eran atrevidos—. Me gustasentir el vientre de las mujeres embarazadas —murmuró conternura. Sonreí y asentí dejándolo tocar mi vientre, parecía un buenhombre—. ¿Cuándo nacerá? —preguntó realmente interesado.

     —Oh, pues sólo tengo dos meses, así que aún le falta —dije bajito.

     —Bueno, viendo a la madre supongo que será un bebé hermoso — aseguró mirándome y me di cuenta de que intentaba coquetear conmigo, ¿en serio?, ¿con una mujer embarazada? Pero antes de poder decir algo, un brazo se coló por mi espalda pegándome a otrohombre. Me giré sorprendida para ver ahí a Edward, ¿qué estaba

    haciendo?

     —Nos esforzamos en hacerlo, así que seguro será hermoso —dijoEdward mirando mal al tipo a mi lado, yo me quedé sorprendida¿Qué estaba haciendo? Estaba sonrojada y confundida.

     —Oh, no sabía que estaba acompañada —susurró el hombre

    repentinamente asustado y avergonzado. —Pues ahora ya lo sabe —dijo Edward mirándolo completamenteserio. ¿Qué demonios estaba pasando? El tipo se fue casi corriendoy yo me giré para ver al hombre que me mantenía pegada a él.

     —¿Qué haces?

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     —Deberíamos ir a un lugar más privado para hablar —pidió bajito,sin despegar su mirada de mi vientre.

     —Pero…

     —Anda, vamos —dijo dulcemente jalándome a sus brazos yentrelazando nuestras manos—. Tranquila, ma fille, tout est bienmaintenan*.

    o entendía ni una palabra de lo que había dicho, pero aun así loseguí, curiosa por todo. ¿Qué hacía ahí? ¿Cómo sabía del bebé?¿Qué tenía para decir?

    Al llegar a su casa me llevó a una habitación en el piso de arriba,¿qué pretendía? Estaba preocupada y mis nervios estaban de punta,él me quitó la chaqueta y la dejó sobre la cama que estaba ahí. Yolo miraba confundida.

     —¿Quieres decirme qué pasa? —pregunté con el ceño fruncido.

     —Lamento todo lo que dije ayer —dijo, yo seguía esperando laexplicación—. Sabía perfectamente quién eras —continuó mientrasme acariciaba mi mejilla, yo me alejé de su toque.

     —¿Por qué me hiciste creer que no? —interrogué enojada.

     —Porque si yo hacía ver que me importabas, que te conocía, tú

    estarías en peligro —dijo intentando acercarse de nuevo, pero yo diun paso atrás, primero merecía una explicación.

     —¿De qué hablas?

     —El hombre que te recibió los días anteriores… —Yo asentí—. Noera mi representante.

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     —¿Esto qué tiene que ver conmigo?

     —Ellos me tenían monitoreado, cuando hablamos en la fiesta benéfica ellos nos estaban vigilando… —Un escalofrío recorrió micuerpo, estuve en más riesgo del que creía—. En cuanto te vi supequién eras —dijo acariciando mi rostro, era como si quisieraasegurarse de que estaba ahí—. Nunca quise dejarte, aunque lodudes yo no quería una sola noche de sexo, desde que te vi supeque no eras esa clase de chica —susurró bajito.

     —Pero tú… La nota…

     —Lo sé, jamás hice algo así en mi vida. Yo no deseaba otra cosaque quedarme ahí acostado a tu lado, acariciando tu hermosa piel.Me sentía completo ahí, pero entonces recibí una llamada de mi jefede seguridad, me habían encontrado, si me quedaba ahí contigo nosólo yo estaría en peligro, tú también lo estarías. Así que me fui, lafama que tengo de acostarme con cualquiera me sirvió para hacerlo.

     —¿Qué pasó entonces? —pregunté, quería saber todo.

     —Besé tu frente y dejé la nota, esperando que tú creyeras que sóloera una noche, así te alejarías y no saldrías dañada en todo esto.Pero entonces tú llegaste aquí, buscándome y siguiéndome. Supe deti la primera vez que estuviste en la casa y hablaste con él, no sabíaqué le habías dicho, pero sabía que él ya te conocía, por eso aquellanoche fingí que no te recordaba y que no me importabas, para

    quitarte de la mira.

     —¿Cómo te enteraste del bebé? —pregunté mirando sus ojos tanverdes y hermosos como los recordaba, él era el mismo cobrizodulce que estaba en mis recuerdos.

     —Las cámaras de seguridad en la oficina, mi jefe de seguridad las

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    revisó y me pidió que viera la plática con él —explicó acariciandomis manos—. Estás muy fría.

     —Lo siento —dije.

     —¿Qué? —preguntó confundido.

     —La noche de la fiesta benéfica estuve a punto de hacer unescándalo. —Él sonrió y me jaló para sentarme en su regazo y yotomé su mano con dulzura.

     —Me dolió decirte aquello, no quería que te fueras lejos y pensaras

    que yo era lo que las revistas decían de mí. Lamento todo lo que tehice pasar —dijo bajito, yo me acomodé en su pecho, su calor metraía tranquilidad—. También lamento lo que pasó esa noche. —Lomiré dolida, yo no lamentaba esa noche, era uno de los mejoresrecuerdos de mi vida—. No me malinterpretes. Amé cada momentode esa noche, adoré tu cuerpo y te sentí mía. No sabía que erasvirgen y me comporté como un bruto…

     —Lo disfruté —acepté sonrojada y él sonrió.

     —También adoro este bonito sonrojo —dijo dulcemente—. Quierointentarlo, Bella. No sólo por el bebé, también por nosotros.Durante los últimos dos meses no te pude sacar de mi mente y no sési podría pasar un día más lejos de ti.

     —Yo… Cuando te fuiste me sentía vacía y cuando vine a buscartecreí que era sólo por nuestro hijo, pero yo también deseaba verte,estaba ansiosa por volver a verte. No podía creer que sólo hubierasido importante para mí.

     —Nuestro hijo… —murmuró acariciando mi vientre—. Eso suena perfecto.

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     —¿Qué quiere decir esto? ¿Nosotros qué seremos? ¿Qué somos?

     —Yo quiero todo contigo, mon amour **, todo.

    Mi vida estaba en Forks, pero pensándolo bien ahí no tenía nada,

    me habían despedido y estaba sola en aquel lugar. Con una sonrisame acerqué a los labios de Edward y lo besé con lentitud,memorizando cada detalle de sus labios y su boca. Me separé de ély besé sus labios otra vez en un rápido beso.

     —Yo también quiero todo contigo. —Él sonrió y besó mis labios devuelta.

     —Seremos una familia, tú, yo y nuestro bebé.

     —Nada me haría más feliz —dije con una sonrisa—. Sólo tengo unaúltima duda.

     —Lo

    que sea, mi amor.

     —¿Qué fue lo del parque? —pregunté con una ceja levantada.

     —Un ataque de celos de votre futur mari***. —Sonreí ante sus palabras aunque la verdad no había entendido la última parte—. Esehombre estaba coqueteando contigo, incluso usaba a nuestro hijo para llamar tu atención, no iba a permitírselo.

     —¿Así que eres un hombre celoso? —pregunté sonriente.

     —No tienes una idea, mon amour. —Sonreí y besé sus labios.

     —Creo que necesitaré subtítulos contigo —dije divertida.

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    **** Je te aime, tu es ma famille maintenant : Los amo, ahoraustedes son mi familia.

    ***** Anche la mia famiglia ora e io ti amo mio rame: Tambiénson mi familia ahora, y te amo, mi cobrizo

    Primero que nada quiero agradecerle a Flor por arreglar estahistoria de pies a cabeza, tanto errores ortograficos como

    muchas otras cosas. Muchas gracias Flor, eres une persona

    maravillosa y una gran beta :*

    Y gracias a todos por leer y dejar sus RR :3

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    *Chapter 2*: EPILOGO

    Epílogo

    Historia beteada por Flor Carrizo

    Bella Pov

     —¡Carlie, mi amor! —Escuché el grito de mi esposo por la casa en busca de nuestra princesa de tres años. Ella era una niña preciosa deojos tan verdes como los de su padre.

    Vivíamos en Londres los cuatro y medio. Sonaba raro pero era así,mi hermoso esposo, Edward, mi hijo Anthony de ocho años, mi princesa Carlie de tres y yo que contaba por uno y medio, ya que enmi vientre crecía nuestro tercer hijo.

    Aunque vivíamos en Londres, ya no estábamos en la casa de hacíaaños, teníamos una hermosa mansión a las afueras de la ciudad. Era

    un lugar muy bello, fue una locura aprender a vivir con todo lo querepresentaba Edward, su dinero, su fama y la prensa que queríacomernos vivos. Tuvimos que pasar por mucho para por fin estar untos.

    Cuando la prensa supo que estaba embarazada los rumorescorrieron como pólvora: El cotizado soltero de oro de Londres secasa porque embarazó a una de sus conquistas. Eso fue lo que más

    se vio en la mayoría de los periódicos y revistas.

    En ese momento de nuestras vidas aún estábamos adaptándonos aser una pareja y yo embarazada tenía las hormonas como locas, asíque cuando vi eso casi tomé un vuelo de regreso a Estados Unidos,no quería ser la zorra que lo amarró con un niño. Pero él llegó a la

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    casa, me abrazó, me arrulló en su pecho y me dijo que no creyeranada de lo que decían las revistas, él me amaba y no se imaginabauna vida sin mí. Cosas como esas me hacían amarlo cada día más.

    La primera vez que nos tomaron una foto juntos fue en la gala querealizaba su empresa para Navidad, esa velada fue maravillosa, bailamos casi toda la noche y me presentó a su familia. Deinmediato me hice amiga de sus hermanas, Alice y Rosalie, ambascasadas, Jasper el marido de Alice y Emmett el de Rose, amigos demi apuesto esposo. Esa primera foto fue una locura, todosintentaban inventar una historia sobre nosotros, decían cosas comoque el matrimonio fue arreglado o que yo quería sólo su dinero y

    que él quería un heredero.

    ueve años después, los chismes no cesaban, la prensa inventabaconstantemente supuestos engaños de ambas partes. Yo escribí mi primer libro y en una de las reuniones para publicarlo me tuve quever con James, el jefe de redacción de la editorial que lo publicaría,me vieron con él a las afueras de su empresa y casi me matan. Las

    fans de Edward me odiaron a muerte, hasta que ambos salimos aaclarar los hechos. Nunca lo habíamos hecho, pero las cosas seestaban saliendo de control y decidimos hacerlo para calmar lasaguas.

    Cuando nuestro pequeño Anthony tenía cuatro años quedamosembarazados de nuevo, esa vez de nuestra princesa Carlie y Edwardestuvo más que feliz. Él amaba a nuestra pequeña.

    Al pasar los años creíamos que sólo nos quedaríamos con esos dos, pero entonces nuestro tercer bebé apareció, el que crecía en miinterior. Tenía cinco meses de embarazo y estaba completamentefeliz.

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    Te amo, mi cobrizo.

    FIN