llueve

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Con este relato hice un puzzle. Cogí algunos de los nanorrelatos que había escrito, los pegué y después intenté darle una coherencia al conjunto. Como estaba escrito para un concurso de romance, lo que salió fue… mucho romance. Tal vez demasiado. Espero que los diabéticos sepáis perdonarme ;) LLUEVE —Qué vulgar eres… —Nunca dije que quisiera ser especial —contestó. Pero sonreía alegremente al decirlo. Se inclinó hacia mí sin dejar de sonreír. Tengo que acordarme de respirar, pensé. —Mírame a los ojos. Lo hice. Su sonrisa se ensanchó. —Dame un beso. Tonta de mí. Lo hice. —Déjalos que hablen —susurró contra mi boca—, y duerme esta noche conmigo. Tus labios en mis labios. ¿Qué importa el mundo...? Su beso me dejó sin respiración, y mi mente dejó de pensar y se limitó a sentir. Que hablen. Tú sólo sigue besándome. Me eché a reír alegremente, y su boca ahogó mi risa, haciéndome reír con más ganas. Mi espalda chocó contra la pared. Me encantó.

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Relato edulcorado sobre el amor y... el amor

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Page 1: Llueve

Con este relato hice un puzzle. Cogí algunos de los nanorrelatos que había escrito, los

pegué y después intenté darle una coherencia al conjunto. Como estaba escrito para un

concurso de romance, lo que salió fue… mucho romance. Tal vez demasiado. Espero

que los diabéticos sepáis perdonarme ;)

LLUEVE

—Qué vulgar eres…

—Nunca dije que quisiera ser especial —contestó. Pero sonreía alegremente al

decirlo. Se inclinó hacia mí sin dejar de sonreír. Tengo que acordarme de respirar,

pensé.

—Mírame a los ojos.

Lo hice. Su sonrisa se ensanchó.

—Dame un beso.

Tonta de mí. Lo hice.

—Déjalos que hablen —susurró contra mi boca—, y duerme esta noche

conmigo.

Tus labios en mis labios. ¿Qué importa el mundo...? Su beso me dejó sin

respiración, y mi mente dejó de pensar y se limitó a sentir. Que hablen. Tú sólo sigue

besándome. Me eché a reír alegremente, y su boca ahogó mi risa, haciéndome reír con

más ganas.

Mi espalda chocó contra la pared.

Me encantó.

Page 2: Llueve

—Sigue —susurré. Él se apartó de mí y enarcó una ceja.

— ¿Qué? —preguntó. Sonreí y entreabrí los labios pidiéndole otro beso.

—Deja que me afile las uñas en tu espalda

Su risa recorrió mi cuerpo como una caricia.

—Hazlo.

Lo hice.

El cielo lloraba lágrimas dulces. Y, bajo las sábanas, tú, y yo.

Y te dije, así, en bajito, para no despertarte…

—…buenas noches.