ASOMBRADO POR UN DIOS INCESANTE

FRANGIS CHAN con danae yankoski

Prólogo por Chris Tomlin

DIOS ES AMOR . TODOPODEROSO AMOR ¿Alguna vez se ha preguntado si es que no lo estamos captando?

Si lo piensa bien, eso una locura. El Dios del universo —el creador del nitrógeno, las hojas de pino, las galaxias y el MI menor— nos ama con un amor radical, incondicional y autosacrificado. ¿Y cuál es nuestra típica respuesta? Vamos a la iglesia, cantamos las canciones y tratamos de no decir malas palabras.

Ya sea que lo haya verbalizado o no, todos sabemos que algo anda mal.

¿Hay algo en lo profundo de su corazón que añora salir del statu quo? ¿Tiene hambre por una fe verdadera que enfrenta los problemas del mundo con soluciones tangibles y hasta radicales? Dios lo está llamando a tener una relación apasionada con Él. Ya que la respuesta a la complacencia religiosa no está funcionando con una lista de qué hacer y qué no, la solución es enamorarse de Dios. Y una vez tenga un encuentro con su amor, como lo describe Francis, nunca será igual.

Porque cuando está locamente enamorado de alguien, eso cambia todo.

"Con una urgencia que busca despertar una iglesia dormida que se arrastra en la comodidad del término medio, Loco amor llega al corazón del asunto y lo deja deseando más, más del incomparable Jesús que ofrece una vida radical para todos."

— L O U I E GIGLIO, director de Passion Conferences

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FRANCIS CHAN es el pastor de la Cornerstone Church en Simi Valley, California. También es el fundador del Eternity Bible College y es parte de la junta directiva del Children's Hunger Fund y World Impact. Gran parte de su tiempo lo utiliza para dar charlas a estudiantes alrededor del país, comprometido a enseñar directamente de la Biblia. Su pasión es ver a la iglesia exponer un amor más profundo por Jesús. Francis vive en California con su esposa, Lisa, y sus cuatro hijos.

C U S Í A STRANG COMPANY

www.casacreaaon.com

RELIGIÓN/Vida cristiana/General RELIGION/ Christian Life/General I S B N : 9 7 8 - 1 - 5 9 9 7 9 - 5 5 1 - 5

Lo que la gente dice sobre.

Loco amor

"Chan escribe con una infecciosa exuberancia, desafiando a los cristianos a tomarse la Biblia en serio. Describe detalladamente el lamentable estado de los cristianos 'tibios' que se esfuerzan por una vida caracterizada por el control, la seguridad y la ausencia de sufrimiento. En claro contraste, el libro ofrece relatos de la vida real de creyentes que lo han dado todo "tiempo, dinero, salud, hasta sus vidas" en obediencia al llamado de Cristo. Chan también relata sus propios intentos de vivir 'loco' al mudarse a una significativamente más pequeña y donar sus recursos a los pobres. Los cristianos sinceros encontrarán valiosas lecciones prácticas en el excelente libro de Chan."

Publishers Weekly

"Con el estilo único de Francis Chan, y con una urgencia que busca despertar a una Iglesia dormida y atascada en la comodi-dad del terreno medio, Loco amor llega rápidamente al meollo del asunto y le deja queriendo más... más del Jesús sin igual que ofrece una vida radical para el aquí y ahora."

Louie Giglio, arquitecto visionario, director de las conferencias Passion, y autor de IAm Not, but I Know IAM

"La vida de Francis refleja un auténtico liderazgo templado por una profunda compasión por los perdidos, los últimos, los más pequeños y los menos. Todo se debe a que este hombre, mi amigo, es un ardiente y dedicado discípulo de su Salvador. En su nuevo libro, Loco amor, Francis muestra lo que nosotros pensamos que es la vida cristiana, y nos guía por el camino hacia

una intimidad con Jesús poco común: ¡una intimidad que no puede evitar cambiar el mundo que nos rodea!"

Joni Eareckson Tada, autora de éxitos de ventas y oradora

"En una época de farsantes religiosos, apatía espiritual y libros desalentadores que sugieren que Dios es un engaño, Loco amor brilla como un glorioso faro de esperanza y de luz. Si está usted atascado en una rutina religiosa, lea este refrescante libro. A mí me abrió los ojos y emocionó mi alma. Ya sea en el púlpito o en las páginas, Francis Chan desprende amor por Jesucristo y demuestra maneras prácticas de zarandear al cristianismo tibio y abrazar un amor pleno y apasionado por Dios."

Kirk Cameron, actor y autor de Still Growing

con danae yankoski

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Loco amor por Francis Chan Publicado por Casa Creación Una compañía de Strang Communications 600 Rinehart Road Lake Mary, Florida 32746 www.casacreacion.com

No se autoriza la reproducción de este libro ni de partes del mi smo en forma al^xa, sistema o transmitido de manera alguna ni por ningún medio -electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otro- sin permiso previo escrito de la casa editora, con excepción de lo ; c ¡r las leyes de derechos de autor en los Estados ygjdosNjíe Amé- icfe

Todos los derechos

Este libro fucpuhlkado originalmente en inglés con el título: Crazy Love © 2008 Francis Chan David C. Cook, 4050 Lee Vanee View, Colorado Springs, Colorado 80918 U.S.A. All rights reserved.

Traducido por: Belmonte Traductores Diseño portada por: Justin Evans Diseño interior por: Candace Ziegler

Library of Congress Control Number: 2008943266 ISBN: 978-1-59979-551-5

Impreso en los Estados Unidos de América 09 10 11 12 13 * 7 6 5 4 3 2 1

Padre celestial, gracias por tu gracia. Tu perdón es TAN bueno, que a veces

batallo por creerlo. Gracias por rescatarme de mí mismo y darme tu Espíritu Santo.

Tu amor es mejor que la vida.

A mi mejor amiga: Lisa, por ser una esposa y madre entregada, preciosa y excelente

AGRADECIMIENTOS Gracias a . . .

Danae Yankoski, por todo el esfuerzo y el corazón que pusiste en este libro.

Don y Jenni, de DC Jacobson and Associates, por su aliento y ayuda.

Todd y Joshua, por servir a la iglesia y a la universi-dad que Dios nos ha concedido dirigir.

Mi asistente, Sandy, por ser una gran ayudante y una anciana agradable.

Los miembros de la iglesia Cornerstone, por buscar apasionadamente a Dios juntamente conmigo.

ÍNDICE

Prólogo por Chris Tomlin 15

Prefacio 19

Capítulo 1: Deje de orar 25

Capítulo 2: Usted podría no terminar este capítulo 39

Capítulo 3: Loco amor 53

Capítulo 4: Perfil de la persona tibia 65

Capítulo 5: Servir las sobras a un Dios santo 83

Capítulo 6: Cuando se está enamorado 99

Capítulo 7: Su mejor vida... después 113

Capítulo 8: Perfil de la persona obsesionada 127

Capítulo 9: ¿Quién vive realmente de ese modo? 147

Capítulo 10: El meollo del asunto 163

Notas 175

Una conversación con Francis Chan 177

PRÓLOGO

Para mí, es muy emocionante y un honor tener la oportunidad de presentarle a mi amigo Francis Chan. Francis es una de esas extrañas personas con las que uno se encuentra en la vida y que le deja con la sensación de querer ser mejor: mejor amigo, mejor vecino, mejor atleta (bueno, quizá no un atleta... yo puedo sobrepasar a Francis en la mayoría de las cosas que implican competición). Pero lo más importante es que Francis deja a uno queriendo más de Jesús. Si está usted cerca de Francis por más de treinta minutos, enseguida comprende que él es un hombre con una gran visión y reso-lución por la misión de Jesús. Algunos podrían decir que Francis es un poco idealista al pensar que una vida puede realmente marcar huella en el mundo; pero yo diría que Francis es el realista definitivo. Es decir, alguien que cree que Dios es realmente quién Él dice que es y que la verdadera realidad de esta vida es seguirlo a El de todo corazón.

El libro que tiene usted en sus manos, Loco amor, puede que sea el libro más desafiante, aparte de la Palabra de Dios, que lea usted este año (y en unos cuantos años más, en realidad). El

15

LOCO AMOR

status quo y las normas de la así denominada vida "cristiana", que tantos de nosotros estamos acostumbrados a experimen-tar, ¡están listos para una conmoción! Es interesante que en el libro de Hechos, capítulo 11 y final del versículo 26, dice: "Fue en Antioquía donde a los discípulos se les llamó «cristianos» por primera vez". Lo que me resulta interesante es la sencilla idea de que los cristianos no se pusieron nombre a sí mismos; por el contrario, se les llamó "cristianos" por parte de quienes observaban sus vidas. Me pregunto si sucedería lo mismo en la actualidad. ¿Podría alguien observar su vida, o mi vida, y llamarme cristiano? Una pregunta humillante, sin ninguna duda.

Loco amor es el título perfecto para este libro. Cuando a Jesús le preguntaron cuál era el mayor mandamiento, Él respondió: U I >, el amor .

"Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente" —le respondió Jesús—. Éste es el primero y el más importante de los manda-mientos. El segundo se parece a éste: "Ama a tu prójimo como a ti mismo" (Mateo 22:37-40).

Como ilustra Francis de modo tan brillante, la vida a la cual Jesús nos llama es una absoluta locura para el mundo. Claro que está bien y es políticamente correcto creer en Dios, pero realmente amarlo es otra cosa totalmente distinta. Sí, está bien y es generoso dar a los necesitados en Navidad o después de algún desastre, pero sacrificar su propia comodi-dad y bienestar por otra persona puede parecer una locura a un mundo seguro y tranquilo.

Me siento completamente desafiado por las páginas que está usted a punto de leer. Me emociona que usted se adentre en este libro tan necesario, y le aliento que se enfrente a las

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PRÓLOGO

convicciones de Loco amor. Sé que su corazón y su espíritu serán avivados de nuevo por su Primer Amor.

—Chris Tomlin Compositor y líder de alabanza de las conferencias Passion

17

PREFACIO

Solamente leer la 'Biblia, asistir a la iglesia y evitar "grandes" pecados, ¿es eso un amor

apasionad y sincero por Dios? —Fran?ois Fénelon, The Seeking Heart

Todos sabemos que algo va mal. Al principio, pensé que era sólo yo; luego me puse delante

de veinte mil alumnos universitarios cristianos y pregunté: "¿Cuántos de ustedes han leído el Nuevo Testamento y se han preguntado si nosotros en la Iglesia no lo estamos enten-diendo?". Cuando casi todas las manos se levantaron, me sentí consolado. Al menos yo no estoy loco.

En este libro, voy a hacer algunas preguntas difíciles. Preguntas que se harán eco de lo que muchos de nosotros sentimos, pero que generalmente tenemos temor a articular y explorar. No se preocupe; este no es otro libro escrito para golpear iglesias. Creo que es demasiado fácil culpar a la Iglesia estadounidense sin reconocer que todos somos parte de la Igle-sia y que, por tanto, somos responsables. Pero creo que todos

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LOCO AMOR

sentimos profundamente, aun si nunca lo hemos expresado, que la Iglesia en muchos aspectos no va bien.

Me pongo nervioso cuando pienso en cómo no hemos enten-dido lo que hemos de ser, y triste cuando pienso en cómo no estamos entendiendo todo lo que Dios quiere para el pueblo al cual amó tanto que murió por él.

No siempre me he sentido de este modo. Me crié creyendo en Dios sin tener la menor idea de cómo es Él. Me llamaba a mí mismo cristiano, participaba bastante en la iglesia, y trataba de mantenerme alejado de todas las cosas que "los buenos cristianos" evitan: la bebida, las drogas, el sexo, el lenguaje grosero. El cristianismo era sencillo: lucha contra tus deseos a fin de agradar a Dios. Siempre que yo fallaba (lo cual sucedía con frecuencia), caminaba sintiéndome culpable y distante de Dios.

Echando la vista atrás, no creo que las enseñanzas de mi iglesia fuesen incorrectas, sino simplemente incompletas. Mi perspectiva sobre Dios era estrecha y pequeña.

Ahora soy esposo, padre de cuatro hijos, y pastor de una igle-sia en el sur de California. Hasta hace unos pocos años, estaba bastante contento con la manera en que Dios estaba obrando en mí y en la iglesia. Entonces, Dios comenzó a cambiar mi corazón, y eso se produjo en gran parte durante los ratos que yo pasaba leyendo su Palabra. La convicción que sentí por medio de las enseñanzas de la Escritura, junto con varias experiencias en países del tercer mundo, lo cambió todo. Se rompieron algunos paradigmas en mi vida y, como consecuencia, en nuestra iglesia.

El resultado es que nunca me he sentido más vivo, y tampoco la iglesia Cornerstone. Es muy emocionante ser parte de un grupo de creyentes que están dispuestos a pensar bíblicamente en lugar de pensar convencionalmente, ser parte de un cuerpo donde la vida radical se está convirtiendo en la norma.

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PREFACIO

Este libro está escrito para quienes quieren más de Jesús; es para quienes están aburridos con lo que ofrece el cristianismo estadounidense; es para quienes no quieren estancarse, quienes preferirían morir antes de que mueran sus convicciones.

Espero que la lectura de este libro le convenza de algo: que al rendirse por completo a los propósitos de Dios, Él le traerá el mayor placer en esta vida y en la venidera. Espero que afirme su deseo de tener "más de Dios", aunque esté rodeado de perso-nas que sientan que ya tienen "suficiente de Dios". Espero que inspire confianza si usted se ha cuestionado y ha dudado del compromiso de la Iglesia en Estados Unidos. Quiero que afirme su cuestionamiento, asegurándole a la vez que hay esperanza.

Dios me puso en el valle Simi, California, para dirigir una iglesia de personas cómodas y convertirla en vidas de riesgo y aventura. Creo que Él quiere que amemos tanto a los demás, que vayamos hasta los extremos para ayudarles. Creo que Él quiere que seamos conocidos por nuestro dar—de nuestro tiempo, nuestro dinero y nuestras capacidades—y que comencemos un movimiento de iglesias "dadoras". Al hacerlo, podemos aliviar el sufrimiento en el mundo y cambiar la reputación de la Esposa de Él en Estados Unidos. Algunas personas, hasta algunas personas en mi iglesia, me han dicho claramente: "Está usted loco". Pero no puedo imaginarme dedicar mi vida a una visión más grande que esa.

Necesitamos dejar de proporcionar excusas a las personas para no creer en Dios. Probablemente, haya oído la expresión: "Yo creo en Dios, pero no en la religión organizada". Creo que la gente no diría eso si la Iglesia viviera realmente como es llamada a vivir. La expresión cambiaría y sería: "No puedo negar lo que hace la Iglesia, pero no creo en su Dios". Al menos

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LOCO AMOR

entonces ellos abordarían su rechazo de Dios en lugar de utilizar a la Iglesia como chivo expiatorio.

Vamos a ver cómo nos llama la Biblia a vivir nuestra vida. Es importante que no midamos nuestra salud espiritual por las personas que nos rodean, quienes son muy parecidas a nosotros. Para comenzar este viaje, en primer lugar, abordaremos nues-tra imprecisa perspectiva de Dios y, como consecuencia, de nosotros mismos.

No obstante, antes de ver lo que es incorrecto y afrontarlo, necesitamos entender algo. El problema central no es el hecho de que seamos cristianos tibios, a medias o estancados. El meollo de todo está en por qué somos así, y se debe a que tenemos una perspectiva imprecisa de Dios. Lo consideramos un Ser benevo-lente que se queda satisfecho cuando las personas se las arreglan para encajarlo a Él en sus vidas de alguna pequeña manera. Olvidamos que Dios nunca tuvo una crisis de identidad; Él sabe que Él es grande y que merece estar en el centro de nuestra vida. Jesús vino humildemente como siervo, pero nunca nos suplica que le entreguemos alguna pequeña parte de nosotros mismos. Él manda tener todo de sus seguidores.

Los tres primeros capítulos son totalmente fundamentales en este libro. Aunque partes de él puede que no sean mate-rial "nuevo" para usted, permita que estas sagradas verdades le muevan a adorar. Es mi oración que su lectura de las siguien-tes páginas se vea interrumpida por una alabanza espontánea y significativa a Dios. Permita que estas palabras comuniquen viejas verdades a su corazón de manera nueva.

Después de haber establecido el fundamento en los tres primeros capítulos, los últimos siete capítulos nos llaman a examinarnos. Afrontaremos la vida a la luz de lo esencial de quién es Dios. Descubriremos lo que anda mal en nuestras igle-sias y, finalmente, en nosotros mismos.

22

PREFACIO

Acompáñeme en este viaje. No le prometo que no tendrá dolor. El cambio, como todos sabemos, no es cómodo. A usted le corresponde responder a lo que lea. Pero tendrá una elección: ajustar el modo en que vive diariamente o seguir igual.

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CAPÍTULO UNO

de^e de

<Y si yo le dijera: "Deje de orar"? ¿Y si le dijera que deje de hablar a Dios durante un rato y, en cambio, le eche una larga y atenta mirada a Él antes de pronunciar otra palabra? Salomón nos advirtió que no nos apresurásemos a entrar en la presencia de Dios con palabras. Eso es lo que hacen los necios. Y, con frecuencia, eso es lo que nosotros hacemos.

Somos una cultura que se apoya más en la tecnología que en la comunidad, una sociedad en la cual las palabras habladas y escritas son baratas, fáciles de expresar y excesivas. Nuestra cultura dice que cualquier cosa vale; casi ni se oye del temor de Dios. Somos lentos para escuchar, rápidos para hablar y rápidos para enojarnos.

El hombre sabio se acerca a Dios sin pronunciar palabra y permanece maravillado ante Él. Puede parecer una empresa inútil mirar al Dios invisible; pero Romanos 1:20 nos dice que,

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LOCO AMOR

por medio de la creación, vemos las cualidades invisibles y la

Comencemos este libro mirando a Dios en silencio. Lo que quiero que usted haga en este momento es que se meta en la Internet y vea el video* "Awe Factor" en www.crazylovebook.com para dar una probadita al factor asombro de nuestro Dios. En serio; hágalo.

¿Sin palabras? ¿Asombrado? ¿Humillado? Cuando yo vi esas imágenes por primera vez, tuve que adorar.

No quise hablar ni compartirlo con nadie; simplemente quería sentarme en silencio y admirar al Creador.

Es una locura pensar que la mayoría de esas galaxias han sido descubiertas solamente en los últimos años, gracias al teles-copio Hubble. Han estado en el universo por miles de años sin que los seres humanos ni siquiera supieran de ellas.

¿Por qué querría Dios crear más de 350,000,000,000 galaxias (y este es un cálculo conservador) que generaciones de perso-nas nunca verían o ni siquiera sabrían que existían? ¿Cree que quizá fuera para hacernos decir; "Guau, Dios es increíblemente grande"? ¿O quizá Dios quisiera que viésemos esas fotografías para que nuestra respuesta fuese: "¿Quién me creo que soy?".

R. C. Sproul escribe: "Los hombres nunca son debidamente tocados e impresionados con una convicción de su importancia hasta que se han comparado con la majestad de Dios".1

Cambie de marcha conmigo por un instante y piense en la detallada complejidad del otro lado de la creación.

¿Sabía que una oruga tiene 228 músculos separados y distin-tos en su cabeza? Esos son muchos músculos para un insecto.

* Los videos mencionados en el libro son en inglés.

naturaleza divina de Él.

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DEJE DE ORAR

El olmo promedio tiene aproximadamente 6 millones de hojas. Y su propio corazón genera suficiente presión cuando bombea sangre a su cuerpo que podría lanzar sangre hasta a 30 pies (yo nunca he intentado esto, y no le recomiendo que lo intente).

¿Ha pensado alguna vez en lo diverso y creativo que es Dios? Él no tenía por qué haber hecho cientos de clases distintas de plátanos, pero lo hizo. Él no tenía por qué haber puesto 3,000 diferentes especies de árboles en una milla cuadrada en la jungla del Amazonas, pero lo hizo. Dios no tenía por qué crear tantos tipos distintos de risas. Piense en los diferentes sonidos de las risas de sus amigos: resonantes, con resoplidos, silencio-sas, altas, odiosas.

¿Y el modo en que las plantas desafían la gravedad al absorber agua en dirección ascendente desde el suelo hasta sus tallos? ¿O sabía que las arañas producen tres tipos de seda? Cuando construyen sus telas de araña, crean setenta pies de seda en una hora, produciendo simultáneamente un aceite especial en sus patas que evita que ellas mismas se queden pegadas a su propia tela. (La mayoría de nosotros aborrecemos a las arañas, ¡pero setenta pies por hora merece algo de respeto!). Los corales son tan sensibles que pueden morir si la temperatura del agua varía aunque sea sólo en uno o dos grados.

¿Sabía que cuando a usted se le eriza el cabello, ese cabello en sus folículos en realidad le está ayudando a mantenerse caliente atrapando calor corporal? ¿O el sencillo hecho de que las plantas absorben dióxido de carbono (que es dañino para nosotros) y producen oxígeno (que nosotros necesitamos para sobrevivir)? Estoy seguro de que usted sabía eso, ¿pero se ha maravillado alguna vez por ello? Y esas mismas plantas, que se tragan el veneno y dan vida, provienen de diminutas semillas que se plantaron en el suelo. Algunas recibieron riego, y otras no; pero después de unos cuantos días se abrieron paso entre la

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LOCO AMOR

tierra y brotaron para recibir la cálida luz del sol. Cualesquiera que sean las razones de Dios para tal diversi-

dad, creatividad y sofisticación en el universo, en la tierra y en nuestros propios cuerpos, el punto de todo ello es su gloria. El arte de Dios habla de Él mismo, reflejando quién es Él y cómo es.

Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. Un día comparte al otro la noticia, una noche a la otra se lo hace saber. Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, por toda la tierra resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol.

—Salmo 19:1-4

Por eso somos llamados a adorarle a Él. Su arte, la obra de sus manos y su creación resuenan con la verdad de que Él es glorioso. No hay otro como Él. Él es el Rey de reyes, el Prin-cipio y el Fin, Aquel que fue, y que es, y que ha de venir. Ya sé que usted ha oído esto antes, pero no quiero que lo pase por alto.

Yo batallo a veces con cómo responder adecuadamente a la magnitud de Dios en un mundo inclinado a ignorarlo o a meramente tolerarlo. Pero sepa esto: Dios no será tolerado. Él nos manda que le adoremos y le temamos. Lea de nuevo los dos últimos párrafos. Vaya a la página web www.crazylove-book.com y vea el video de quince minutos titulado "Just Stop and Think". Cierre este libro si es necesario, y medite en el Todopoderoso que habita en luz inaccesible, el Glorioso. Hay una epidemia de amnesia espiritual, y ninguno de nosotros es inmune a ella. A pesar de los muchos detalles fascinantes que aprendemos sobre la creación de Dios, a pesar de las muchas

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DEJE DE ORAR

fotografías que vemos de sus galaxias, y a pesar de los muchos atardeceres que observamos, seguimos olvidando.

La mayoría de nosotros sabe que hemos de amar y temer a Dios; que hemos de leer nuestras Biblias y orar a fin de poder llegar a conocerlo mejor a Él; que hemos de adorarle con nues-tra vida. Pero practicarlo realmente es desafiante.

Nos confunde cuando amar a Dios es difícil. ¿Acaso no debería ser fácil amar a un Dios tan maravilloso? Cuando amamos a Dios porque sentimos que deberíamos amarlo, en lugar de amar genuinamente con todo nuestro ser, hemos olvi-dado quién es Dios realmente. Nuestra amnesia se demuestra una vez más.

Puede que suene "no cristiano" decir que algunas mañanas yo no tengo ganas de amar a Dios, o que sencillamente me olvido de hacerlo; pero así es. En nuestro mundo, donde cien-tos de cosas nos distraen de Dios, tenemos que acordarnos de Él intencional y regularmente.

Recientemente, asistí a un encuentro de ex alumnos de mi instituto. Se acercaban a mí personas una y otra vez diciendo: "¿Es ella tu esposa?". Estaban sorprendidos, supongo, de que una mujer tan hermosa se hubiera casado con alguien como yo. Eso se repitió tantas veces que miré por un largo rato una foto-grafía de nosotros dos. También yo me sorprendí. Es increíble que mi esposa escoja estar conmigo, y no sólo porque ella sea hermosa. Eso me recordó la plenitud de lo que se me ha dado en mi esposa.

Necesitamos el mismo tipo de recordatorios sobre la bondad de Dios. Estamos programados para enfocarnos en lo que no tenemos, somos bombardeados múltiples veces a lo largo del día con lo que necesitamos comprar que nos hará sentir más felices, más sexy o más en paz. Esa insatisfacción se transfiere a nuestro modo de pensar sobre Dios. Olvidamos que ya tenemos

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LOCO AMOR

todo lo que necesitamos en Él. Debido a que no pensamos con frecuencia en la realidad de quién es Dios, nos olvidamos con rapidez de que Él es digno de ser adorado y amado.

A. W. Tozer escribe:

Lo que viene a nuestra mente cuando pensamos sobre Dios es lo más importante sobre nosotros... La adoración es pura o vil según el adorador entre-tenga pensamientos sobre Dios elevados o bajos. Por esta razón, la pregunta más seria delante de la Igle-sia es Dios mismo, y el hecho más portentoso sobre cualquier hombre no es lo que él pueda decir o hacer en un momento dado, sino lo que él concibe en lo profundo de su corazón en cuanto a cómo es Dios.2

Si la "pregunta más seria" delante de nosotros es cómo es Dios mismo, ¿cómo aprendemos a conocerle?

Hemos visto que Él es el Creador tanto de la magnitud de las galaxias como de la complejidad de las orugas. ¿Pero cómo es Él? ¿Cuáles son sus características? ¿Cuáles son los atributos que lo definen? ¿Cómo hemos de temerle? ¿Cómo hemos de hablarle? No abandone aquí. Necesitamos que nos recuerden estas cosas, pues con básicas y cruciales.

Dios es santo. Muchas personas dicen que cualquier cosa que creamos sobre Dios está bien, mientras seamos sinceros. Pero eso es comparable a describir a un amigo suyo en una ocasión como un luchador de sumo de cien kilos de peso y en otra ocasión como un gimnasta de un metro setenta y cincuenta kilos de peso. A pesar de lo sincero que sea usted en sus explicaciones, ambas descripciones de su amigo simple-mente no pueden ser ciertas.

La parte absurda de hacer eso con Dios es que Él ya tiene un nombre, una identidad. Nosotros no somos quienes decidimos

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DEJE DE ORAR

quién es Dios. Dios le dijo a Moisés: "Yo soy el que soy" (Éxodo 3:14). Nosotros no cambiamos eso.

Decir que Dios es santo es decir que Él está apartado y es distinto de nosotros. Y debido a que está apartado, no hay modo en que podamos nunca saber todo con respecto a quién es Él. Para los judíos, decir algo tres veces demostraba su perfección, así que llamar a Dios "Santo, Santo, Santo" es decir que Él está perfectamente apartado, con nada ni nadie que se compare a Él. Eso es lo que significa ser "santo".

Muchos escritores llenos del Espíritu han agotado el diccio-nario a fin de describir a Dios con la gloria que Él merece. Su perfecta santidad, por definición, nos asegura que nuestras palabras no pueden contenerlo. ¿No es un consuelo adorar a un Dios de quien no podemos exagerar?

Dios es eterno. La mayoría de nosotros probablemente este-mos de acuerdo con esa afirmación. ¿Pero ha meditado usted alguna vez seriamente en lo que eso significa? Cada uno de nosotros tuvo un comienzo; todo lo que existe comenzó un día en particular, en un momento concreto.

Todo, excepto Dios. Él siempre ha sido, desde antes de que hubiera una tierra, un universo o hasta ángeles. Dios existe fuera del tiempo, y ya que nosotros estamos dentro del tiempo, no hay modo en que podamos entender totalmente ese concepto.

No poder entender plenamente a Dios es frustrante, pero es ridículo que pensemos que tenemos derecho a limitar a Dios a algo que nosotros somos capaces de comprender. ¡Qué dios tan insignificante sería ese\ Si mi mente fuese del tamaño de una lata de refresco y Dios fuera del tamaño de todos los océanos, sería estúpido que yo dijese que Él es solamente la pequeña cantidad de agua que yo puedo meter en mi pequeña lata. Dios es mucho más grande, y está muy por encima de nuestras vidas encerradas en el tiempo y dependientes del aire, el alimento y el sueño.

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LOCO AMOR

Por favor, haga una pausa aquí, aunque sea por un instante, y glorifique al Dios eterno: "Pero tú, SEÑOR, reinas eterna-mente; tu nombre perdura por todas las generaciones... Pero tú eres siempre el mismo, y tus años no tienen fin" (Salmo 102:12, 27).

Dios es omnisciente. ¿Acaso no es esa una idea que intimida?

Cada uno de nosotros, hasta cierto grado, engaña a sus amigos y familiares sobre quién es realmente; pero es imposi-ble hacer eso con Dios. Él nos conoce a cada uno, de manera profunda y específica; Él conoce nuestros pensamientos antes de que los pensemos, nuestros actos antes de que los realice-mos; sabe si nos acostamos, o nos levantamos, o caminamos. Él sabe quiénes somos y lo que pretendemos. No podemos escapar de Él, aunque queramos. Cuando yo me canso de intentar ser fiel a Él y quiero un descanso, eso no le agarra a Dios por sorpresa.

Para David, el conocimiento de Dios le llevaba a adorar; él lo consideraba maravilloso e importante, y escribió en el Salmo 139 que aun en la oscuridad, él no podía ocultarse de Dios; que cuando estaba en el vientre de su madre, Dios estaba allí.

Hebreos 4:13 dice: "Ninguna cosa creada escapa a la vista de Dios. Todo está al descubierto, expuesto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas". Da qué pensar comprender que este es el mismo Dios que es santo y eterno, el Creador de miles de millones de galaxias y de miles de especies de árboles en el bosque. Es el Dios que se toma tiempo para saber todos los pequeños detalles sobre cada uno de nosotros. Él no tiene por qué conocernos tan bien, pero escoge hacerlo.

Dios es todopoderoso. Colosenses 1:16 nos dice que todo fue creado para Dios: "Porque por medio de él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean

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DEJE DE ORAR

tronos, poderes, principados o autoridades: todo ha sido creado por medio de él y para él".

¿Acaso no vivimos, en cambio, como si Dios fuese creado para nosotros, para hacer lo que nosotros pedimos, para bende-cirnos a nosotros, y para cuidar de nuestros seres queridos?

El Salmo 115:3 revela: "Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le parezca". Sin embargo, seguimos cues-tionándolo: "¿Por qué me hiciste con este cuerpo, en lugar de con ese otro? ¿Por qué hay tantas personas que mueren de hambre? ¿Por qué hay tantos planetas sin nada vivo en ellos? ¿Por qué está tan estropeada mi familia? ¿Por qué no haces más obvio a las personas que te necesitan?".

La respuesta a cada una de esas preguntas es sencillamente esta: porque Él es Dios. Él tiene más que derecho a preguntar-nos a nosotros por qué tantas personas mueren de hambre. Por mucho que queramos que Dios se explique ante nosotros, su creación, no estamos en posición de demandar que Él nos rinda cuentas a nosotros.

Ninguno de los pueblos de la tierra merece ser tomado en cuenta. Dios hace lo que quiere con los poderes celestiales y con los pueblos de la tierra. No hay quien se oponga a su poder ni quien le pida cuentas de sus actos.

—Daniel 4:35

¿Puede usted adorar a un Dios que esté obligado a explicarle sus actos? ¿Podría ser su arrogancia la que le hace creer que Dios le debe una explicación?

¿Realmente cree que comparados con Dios, "ninguno de los pueblos de la tierra merece ser tomado en cuenta", incluido usted?

Dios es justo. Una definición de justicia es: "recompensa

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LOCO AMOR

y castigo merecido". Si nosotros tuviéramos que definir lo que verdaderamente merecemos, terminaríamos con tantas respuestas diferentes como personas que respondan. Pero no nos corresponde a nosotros, mayormente porque ninguno de nosotros es bueno.

Dios es el único Ser que es bueno, y los estándares son esta-blecidos por Él. Debido a que Dios odia el pecado, tiene que castigar a quienes son culpables de pecado. Quizá ese no sea un estándar atractivo, pero para expresarlo claramente, cuando usted consiga tener su propio universo, puede establecer sus propios estándares. Cuando estamos en desacuerdo con Él, no supongamos que el razonamiento de Él es el que necesita corrección.

A nosotros nos resulta muy difícil comprender el odio total de Dios por el pecado. Nosotros ponemos excusas como: "Sí, a veces soy orgulloso, pero todo el mundo batalla con el orgullo". Sin embargo, Dios dice en Proverbios 8:13: "Yo aborrezco el orgullo y la arrogancia". Usted y yo no tenemos permiso para decirle a Él cuánto puede aborrecerlo; Él puede aborrecerlo y castigarlo tan severamente como demande su justicia.

Dios nunca excusa el pecado, y Él siempre es coherente con esa ética. Siempre que comencemos a cuestionar si Dios odia realmente el pecado, tenemos que pensar no sólo en la cruz, donde su Hijo fue torturado, burlado y golpeado a causa de nuestro pecado. Nuestro pecado.

No hay duda al respecto: Dios odia el pecado y debe casti-garlo. Y Él es totalmente justo al hacerlo.

Delante del trono Hasta aquí hemos hablado sobre cosas que podemos ver con nuestros propios ojos, cosas que sabemos sobre la creación, y

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DEJE DE ORAR

algunos de los atributos de Dios como se revelan en la Biblia. Pero muchas facetas de Dios van más lejos de nuestra com-prensión. Él no puede ser contenido en este mundo, no puede ser explicado por nuestro vocabulario, ni entendido por nuestro entendimiento.

Sin embargo, en Apocalipsis 4 e Isaías 6, tenemos dos vislum-bres distintas del salón del trono celestial. Permita que pinte un cuadro con palabras para usted. En Apocalipsis, cuando Juan relata su experiencia de ver a Dios, es como si estuviera luchando por encontrar palabras terrenales para describir la visión que tuvo el privilegio de ver. Describe a Aquel que está sentado en el trono con dos piedras preciosas: "jaspe y cora-lina", y la zona alrededor del trono como un arco iris que se parecía a una esmeralda. Dios, que está en el trono, se parece a radiantes piedras preciosas más que a carne y sangre.

Este tipo de imagen poética y artística puede ser difícil para nosotros que no pensamos de ese modo. Así que imagine el atardecer más increíble que haya visto usted nunca. ¿Recuerda esos radiantes colores brillando en el cielo? ¿El modo en que se detuvo para mirarlo con reverencia? ¿Y cómo las palabras guau y hermoso parecían tan insuficientes? Eso es sólo un poco de lo que Juan está hablando en Apocalipsis 4 cuando trata de articular su visión del salón del trono celestial.

Juan describe "relámpagos" y "truenos" que provienen del trono de Dios, un trono que no debe de ser parecido a ningún otro. Él escribe que delante del trono hay siete candeleras encendidos y algo como un mar de cristal que se parece al vidrio. Utilizando palabras comunes, hace todo lo posible por describir un lugar celestial y a un Dios santo.

Lo más intrigante para mí es el modo en que Juan describe a los seres que rodean el trono. En primer lugar, hay veinticua-tro ancianos vestidos con ropas blancas y con coronas de oro.

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Luego, Juan describe cuatro seres con seis alas y con ojos que cubren todos sus cuerpos y sus alas. Uno tiene rostro de león, otro de buey, otro de hombre, y otro de águila.

Yo trato de imaginar cómo sería si yo realmente llegase a ver a una de esas criaturas en el bosque o en una playa. ¡Probable-mente me desmayaría! Sería aterrador ver un ser con rostro de león y ojos todo alrededor de él y por dentro.

Como si la descripción de Juan no fuese ya lo bastante extraña, luego pasa a decirnos lo que esos seres dicen. Los vein-ticuatro ancianos ponen sus coronas de oro delante de Aquel que está sentado en el trono, se postran delante de Él, y dicen: "Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas". Al mismo tiempo, las cuatro cria-turas nunca cesan de decir (día y noche): "Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era y que es y que ha de venir". Imagine estar en ese salón, rodeado de los ancianos proclamando la dignidad de Dios y de las criaturas declarando la santidad de Dios.

El profeta Isaías también tuvo una visión de Dios en su salón del trono, pero esa vez es un cuadro más directo: "Vi al Señor sentado en un trono".

Gtiau. ¿Isaías vio eso y vivió? Los israelitas se ocultaban siempre que Dios pasaba por su campamento porque tenían demasiado miedo a mirarlo, aun sus espaldas, cuando Él se alejaba. Tenían miedo de morir si veían a Dios.

Pero Isaías miró y vio a Dios. Él escribe que el extremo del manto de Dios llenaba todo el templo, y que había serafines por encima de Él. Los serafines tenían cada uno de ellos seis alas, similares a las criaturas que Juan describe en Apocalipsis. Isaías dice que ellos clamaban el uno al otro diciendo: "Santo, santo, santo es el Señor todopoderoso; toda la tierra está llena

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de su gloria". Entonces los cimientos temblaron y el humo llenó la casa, lo cual es similar a la descripción de Juan de los relám-pagos y los truenos.

La descripción de Isaías es menos detallada que la de Juan, pero Isaías comparte más de su propia respuesta a estar en el salón del trono de Dios. Sus palabras reverberan en la estela del salón lleno de humo y los cimientos temblando: "¡Ay de mí, que estoy perdido! Soy un hombre de labios impuros... ¡y no obstante mis ojos han visto al Rey, al SEÑOR Todopoderoso!". Y entonces, uno de los serafines le trae a Isaías un carbón que había estado en el altar. La criatura toca la boca de Isaías con el carbón ardiente y le dice que su culpa es quitada.

Ambas descripciones tienen un propósito. La de Juan nos ayuda a imaginar cómo es el salón del trono de Dios, mientras que la de Isaías nos recuerda cuál debería ser nuestra única respuesta a un Dios así.

Que el clamor de Isaías sea también el nuestro. ¡Ay de mí. . . somos un pueblo de labios impuros!

Quizá necesite usted respirar hondo después de pensar en el Dios que hizo las galaxias y las orugas, Aquel que se sienta en el trono y es eternamente alabado por seres tan fascinantes que, si fuesen fotografiados, saldrían en las noticias en horario de máxima audiencia durante semanas. Si no está usted sorpren-dido, vaya a Isaías 6 y Apocalipsis 4 y lea los relatos en voz alta y despacio, haciendo todo lo posible por imaginar lo que los autores describen.

La manera apropiada de terminar este capítulo es la misma manera con que comenzamos: estar en reverencial silencio delante de un Dios poderoso y temible, cuya tremenda dignidad

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se hace aún más clara cuando nos vemos a nosotros mismos, seres diminutos, en comparación con Él.

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CAPÍTULO DOS

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Podría usted morir antes de terminar este capítulo. Yo podría morir mientras usted lo está leyendo. Hoy. En cualquier momento.

Sin embargo, es fácil pensar en hoy como en otro día cualquie-ra. Un día promedio en el que usted va por la vida preocupado por su lista de quehaceres, por las citas pendientes, centrado en la familia, pensando en sus deseos y sus necesidades.

En un día promedio, vivimos atrapados en nosotros mismos. En el día promedio, no pensamos mucho en Dios. En el día promedio, nos olvidamos de que nuestra vida es verdadera-mente vapor.

Pero no hay nada normal en el día de hoy. Simplemente piense en todo lo que debe funcionar correctamente sólo para

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que usted sobreviva. Por ejemplo, sus ríñones. Las únicas personas que realmente piensan en sus ríñones son aquellas cuyos ríñones no funcionan correctamente. La mayoría de nosotros damos por sentado nuestros ríñones, hígado, pulmo-nes, y otros órganos internos de los que dependemos para seguir viviendo.

¿Y conducir por la carretera a 100 kilómetros por hora, a sólo unos centímetros de distancia de otros autos que circulan en la dirección contraria a la misma velocidad? Alguien sólo tendría que dar una sacudida y usted estaría muerto. No creo que eso sea morboso; creo que es la realidad.

Es una locura que pensemos que hoy es solamente un día normal para hacer cualquier cosa que queramos con él. Para aquellos de nosotros que decimos: "Hoy o mañana iremos a esta o aquella ciudad, pasaremos un año allí, haremos negocios y ganaremos dinero", Santiago escribe: "Y eso que ni siquiera saben qué sucederá mañana! ¿Qué es su vida? Ustedes son como la niebla, que aparece por un momento y luego se desvanece" (4:13-14).

Cuando lo piensa, eso es un poco desconcertante. Pero aun después de leer esos versículos, ¿cree usted de verdad que podría desvanecerse en cualquier instante? ¿O que quizá muera usted hoy? ¿O, por el contrario, se siente de algún modo invencible?

Frederick Buechner escribió: "Intelectualmente, todos sabe-mos que moriremos, pero realmente no lo sabemos en el sentido en que el conocimiento se convierta en una parte de nosotros. Realmente no lo sabemos en el sentido de vivir como si fuera cierto. Por el contrario, tendemos a vivir como si nuestras vidas se prolongasen para siempre".3

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¿Estrés justificado? Yo nunca había tenido problemas de corazón hasta hace un par de años, cuando comencé a tener palpitaciones. Con el tiempo, se fueron haciendo más frecuentes, y eso me preocupó.

Finalmente, se lo dije a mi esposa. En caso de que algo me sucediera, yo no quería que llegase como una total conmoción. Ella sugirió que visitase al doctor, pero yo me resistí porque soy terco, y eso es lo que hago.

Mire, cuando fui sincero, supe cuál era el problema. Yo estaba inmerso en estrés y abrumado por él. Era la época de Navidad, y yo tenía que pensar en muchas cosas y ocuparme de ellas.

Pero la víspera de Navidad, el problema se intensificó tanto que le dije a mi esposa que iría a urgencias después del servicio en la iglesia. Durante el servicio, sin embargo, rendí todas mis preocupaciones y el estrés a Dios; mis síntomas desaparecieron lentamente, y nunca visité al doctor.

Yo solía creer que hay dos tipos de personas en este mundo: las personas que se preocupan por naturaleza y las que son alegres por naturaleza. Realmente, no podía evitar pertenecer al grupo de las que se preocupan. Yo quiero resolver problemas, así que tengo que enfocarme en cosas que necesitan arreglo. Dios puede ver que mi intensidad y mi ansiedad están relacio-nadas con el ministerio. Me preocupo porque me tomo en serio la obra de Él, ¿correcto?

Pero ahí está este perplejo mandamiento: "Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!" (Filipenses 4:4). Observará que no termina con: ". . . a menos que estén haciendo algo extremada-mente importante". No, es un mandamiento para todos nosotros, y sigue con las palabras: "No se inquieten por nada" (v. 6).

Fue una comprensión bastante sorprendente; pero de lo que me di cuenta después fue aún más sorprendente.

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Cuando estoy consumido por mis problemas—estresado por mi vida, por mi familia y por mi trabajo—, realmente comunico la creencia de que pienso que las circunstancias son más importantes que el mandamiento de Dios de alegrarme siempre.

En otras palabras, que tengo "derecho" a desobedecer a Dios debido a la magnitud de mis responsabilidades.

La preocupación implica que no confiamos bastante en que Dios es lo suficientemente grande, lo suficientemente poderoso o lo suficientemente amoroso para ocuparse de lo que sucede en nuestra vida.

El estrés dice que las cosas en que estamos implicados son lo bastante importantes para merecer nuestra impaciencia, nues-tra falta de gracia hacia otros, o que nos aferremos mucho al control.

Básicamente, esas dos conductas comunican que está bien pecar y no confiar en Dios porque las cosas que hay en mi vida son de alguna manera excepcionales. Tanto la preocu-pación como el estrés apestan a arrogancia. Declaran nuestra tendencia a olvidar que hemos sido perdonados, que nuestras vidas aquí son cortas, que nos dirigimos hacia un lugar donde no estaremos solos, no tendremos temor y nunca más seremos heridos, y que en el contexto de la fortaleza de Dios, nuestros problemas son ciertamente pequeños.

¿Por qué somos tan rápidos para olvidar a Dios? ¿Quiénes nos creemos que somos?

Con frecuencia, me encuentro aprendiendo de nuevo esta lección. Aunque veo una vislumbre de la santidad de Dios, sigo siendo lo bastante necio para olvidar que la vida se trata de Dios, y no de mí en absoluto.

Es algo como lo siguiente... Supongamos que es usted un extra en una película que se

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estrenará pronto. Probablemente, examinará con toda atención esa única escena en la que hay cientos de personas, esperando ese milisegundo en el que puede ver la parte trasera de su cabeza. Quizá su mamá y su mejor amigo se emocionen con usted en ese milisegundo... quizá. Pero nadie más se dará cuenta de que es usted. Aun si usted se lo dice, a ellos no les importará.

Vayamos un paso más adelante. ¿Y si renta usted el cine la noche del estreno e invita a todos sus amigos y sus familiares a ver la nueva película sobre usted? La gente dirá: "¡Eres un idiota! ¿Cómo pudiste pensar que la película trataba de ti?".

Muchos cristianos son aún más ilusos que la persona a la que acabo de describir. Muchos de nosotros pensamos y vivimos como si la película de la vida se tratase de nosotros.

Ahora, consideremos la película de la vida... Dios crea el mundo. (¿Estaba usted vivo entonces? ¿Estaba

Dios hablando con usted cuando proclamó: "Es bueno", con respecto a todo lo que acababa de crear?)

Entonces las personas se rebelan contra Dios (quien, por si aún no se ha dado cuenta, es el personaje principal en esta película), y Dios inunda la tierra para librarse de la confusión que las personas habían creado.

Varias generaciones después, Dios aparta a un hombre de noventa y nueve años de edad llamado Abram y hace de él el padre de una nación (¿tuvo usted algo que ver con esto?).

Más adelante llegan José, Moisés, y muchas otras personas normales, corrientes e inadecuadas, de las que tampoco trata la película. Dios es quien las escoge, las dirige, y hace milagros por medio de ellas.

En la siguiente escena, Dios envía jueces y profetas a su nación porque la gente no puede llegar a darle lo que Él requie-re de ellos (obediencia).

Y entonces, llega el punto culminante. El Hijo de Dios nace

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entre las personas a quienes Dios sigue de algún modo amando. Mientras está en este mundo, el Hijo enseña a sus seguidores lo que es el verdadero amor. Entonces el Hijo de Dios muere y resucita, y regresa de nuevo a estar con Dios.

Y aunque la película aún no ha terminado del todo, sabemos lo que hay en la última escena. Es la escena que ya describí en el capítulo 1: el salón del trono de Dios. Ahí, cada ser adora a Dios, quien se sienta en el trono, porque sólo Él es digno de ser alabado.

De principio a final, esta película obviamente trata de Dios. Él es el personaje principal. ¿Cómo es posible que vivamos como si se tratara de nosotros? Nuestras escenas en la película, nuestras breves vidas, encajan en algún lugar entre el periodo en que Jesús asciende al cielo (Hechos) y cuando todos adoraremos a Dios en su trono en el cielo (Apocalipsis).

Tenemos solamente nuestra escena de un milisegundo para vivir. No sé de usted, pero yo quiero que mi milisegundo trate de vivir para Dios. En 1 Corintios 10:31, leemos: "Ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios". De eso se trata cada uno de nuestros milisegundos.

Por tanto, ¿qué significa eso para usted? Francamente, necesita sobreponerse a usted mismo. Podría

sonar duro, pero, seriamente, eso es lo que significa. Quizá la vida sea bastante buena para usted en este momento.

Dios le ha dado todas esas cosas buenas a fin de que pueda usted mostrar al mundo una persona que disfruta de las bendiciones, pero que sigue estando totalmente obsesionado con Dios.

O quizá la vida sea difícil en este momento, y todo lo sienta como una lucha. Dios ha permitido que sucedan cosas difíciles en su vida a fin de que usted pueda mostrar al mundo que su Dios es grande y que conocerlo a Él trae paz y alegría,

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aun cuando la vida sea difícil. Al igual que el salmista, que escribió: "Sentí envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de esos malvados... En verdad, ¿de qué me sirve mantener mi corazón limpio?... Cuando traté de comprender todo esto, me resultó una carga insoportable, hasta que entré en el santuario de Dios" (Salmo 73:3, 13, 16-17). Es fácil desilusionarse con las circunstancias de nuestra vida cuando las comparamos con las de otros; pero en la presencia de Dios, Él nos da una paz y un gozo más profundos que trascienden todo.

Para ser brutalmente sinceros, no importa realmente en qué lugar se encuentre usted en este momento. Su papel es darle a Él gloria, ya sea comiéndose un bocadillo, en un descanso para comer o tomando un café a las 12:04 de la mañana, a fin de permanecer despierto para estudiar, o viendo a su hijo de cuatro meses de edad dormir una siesta.

El propósito de su vida es señalar hacia Él. Dios quiere ser glorificado en cualquier cosa que usted haga, porque todo esto es de Él. Es su película, su mundo, su regalo.

Gracias a Dios porque somos débiles Por tanto, aunque Dios nos ha dado esta vida—esta breve escena en su película—, seguimos olvidando que nosotros no tenemos el control.

Me hizo recordar la fragilidad de la vida el nacimiento de mi cuarto hijo, el único varón. De repente, nuestras niñas querían llevar en brazos a su hermano. Mi esposa y yo constantemente les decíamos que tuvieran cuidado porque él era frágil. Eso me hizo preguntarme cuándo ya no sería frágil. ¿Cuando tuviera dos años de edad? ¿Ocho? ¿Cuando estuviera en el instituto? ¿En la universidad? ¿Cuando se casase? ¿Cuando tenga hijos?

¿Acaso la vida no es siempre frágil? Nunca está bajo control.

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Aun cuando yo estaba sentado sosteniendo a mi hijo, comprendí que yo no podía controlar si Él amaría a Dios.

Al final, yo tengo muy poco control sobre mi propia vida y lo que me sucederá. ¿Acaso no es lo más fácil en este punto comenzar a vivir de manera segura y controlada? ¿Dejar de asumir riesgos y ser gobernado por nuestros temores por lo que pudiera suceder?

Mirar hacia dentro es una manera de responder; la otra es reconocer nuestra falta de control y acudir a Dios en busca de ayuda.

Si la vida fuese estable, yo nunca necesitaría la ayuda de Dios. Ya que no lo es, acudo a Él regularmente. Estoy agra-decido por las cosas que no conozco y sobre las que no tengo control, porque eso me hace acudir a Dios.

Sólo para poner en perspectiva la brevedad de nuestras vidas:

A lo largo del tiempo, entre unos cuarenta y cinco mil millones y ciento veinticinco mil millones de personas han vivido en esta tierra.4 Eso es 125,000,000,000. En unos cincuenta años (poniendo o quitando un par de décadas), nadie le recordará. Todas las personas a quienes usted conoce estarán muertas. Ciertamente, a nadie le importará qué trabajo tenía usted, qué auto conducía, a qué escuela fue, o qué ropa se ponía. Esto puede ser aterrador o asegurador, o quizá una mezcla de ambas cosas.

¿Está usted preparado? Como pastor, con frecuencia me llaman cuando la vida "se desvanece como niebla". Uno de los ejemplos más impactantes que he visto al respecto fue el de Stan Gerlach, un exitoso hombre de negocios que era muy conocido en la comunidad.

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Stan estaba dando un elogio en un funeral cuando decidió compartir el evangelio. Al final de su mensaje, Stan les dijo a los asistentes: "Nunca se sabe cuándo Dios va a tomar su vida. En ese momento, no habrá nada que pueda usted hacer al respecto. ¿Está preparado?". Entonces, Stan se sentó, se cayó y murió. Su esposa y sus hijos intentaron reanimarlo, pero no hubo nada que pudieran hacer; tal como Stan había dicho unos instantes antes.

Nunca olvidaré recibir esa llamada telefónica y dirigirme a la casa de los Gerlach. La esposa de Stan, Suzy, estaba llegando a su casa; me dio un abrazo y lloró. Uno de sus hijos, John, salió del auto llorando, y me preguntó: "¿Escuchó la historia? ¿La escuchó? Estoy muy orgulloso de él. Mi papá murió ha-ciendo lo que más le gustaba hacer. Le hablaba a la gente sobre Jesús".

Me pidieron que compartiera unas palabras con todos los reunidos. Había hijos, nietos, vecinos y amigos. Yo abrí mi Biblia en Mateo 10:32-33: "A cualquiera que me reconozca delante de los demás, yo también lo reconoceré delante de mi Padre que está en el cielo. Pero a cualquiera que me desconozca delante de los demás, yo también lo desconoceré delante de mi Padre que está en el cielo".

Les pedí a todos que imaginaran lo que habría sido para Stan. En un momento él estaba en un funeral diciéndole a una multitud: "¡Este es Jesús!"; al momento siguiente, él estaba delante de Dios oyendo a Jesús decir: "¡Este es Stan Gerlach!". Él estaba confesando a Jesús, y un segundo después ¡Jesús le estaba confesando a él!

Sucede así de rápido. Y podría sucedemos a cualquie-ra de nosotros. En palabras de Stan Gerlach: "¿'Está usted preparado?".

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Brooke Bronkowski era una hermosa joven de catorce años que estaba enamorada de Jesús. Cuando estaba en la secundaria, comenzó un grupo de estudio bíblico en su instituto. Empleaba el dinero que ganaba cuidando niños en Biblias para poder regalárselas a sus amigos que no eran salvos. Unos pastores de jóvenes que se enteraron de eso, le llevaron cajas de Biblias para que las regalase.

Brooke escribió el siguiente ensayo cuando tenía unos doce años; le dará una idea del tipo de muchacha que era.

"YA QUE TENGO MI VIDA DELANTE DE MÍ"

por 'Brooke 'Bronkowski

Vtviré mi vida al máximo. Seré feliz. Brillaré. Estaré más gozosa de lo que haya estado nunca. Seré amable con los demás. Me soltaré. Les hablaré a otros sobre Cristo. Emprenderé aventuras y cambiaré el mundo. Seré valiente y no cambiaré quién soy realmente. No tendré problemas sino, en cambio, ayudaré a otros con sus problemas.

Seré una de esas personas que viven para hacer historia a una edad temprana. Ah, tendré momentos buenos y malos, pero eliminaré lo malo y sólo recordaré lo bueno. De hecho, eso es lo único que recuerdo: buenos momentos, nada en medio, simplemente vivir mi vida al máximo. Seré una de esas personas que van a algún lugar con una misión, un plan increíble, con

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un plan que transforme el mundo, y nada me retendrá. Estableceré un ejemplo para otros, oraré por dirección.

Tengo mi vida delante de mí. Les daré a otros el gozo que tengo, y Dios me dará más gozo. Haré todo lo que Dios me diga que haga. Seguiré las huellas de Dios. ¡Haré todo lo que pueda!

Durante su primer año en secundaria, Brooke sufrió un acci-dente de tránsito mientras se dirigía al cine. Su vida en la tierra terminó cuando ella tenía solamente catorce años, pero no así su impacto. Casi mil quinientas personas asistieron al funeral de Brooke. Personas de su instituto público leyeron poemas que ella había escrito sobre su amor a Dios. Todos hablaron de su ejemplo y su gozo.

Yo compartí el evangelio e invité a quienes quisieran conocer a Jesús a pasar y entregar su vida a Él. Debió de haber habido al menos doscientos alumnos arrodillados en el frente de la iglesia orando para recibir salvación. Los edecanes regalaron una Biblia a cada uno de ellos. Eran Biblias que Brooke había guardado en su garaje, esperando regalarlas a todos sus amigos no salvos. En un día, Brooke guió a más personas al Señor de las que la mayoría guiará.

En sus breves catorce años en la tierra, Brooke fue fiel a Cristo. Su corta vida no fue desperdiciada. Las palabras de su ensayo parecen proféticas: "Seré una de esas personas que viven para hacer historia a una edad temprana".

Todos nos hemos sorprendido al oír o ver a alguien a quien conocemos abandonar esta vida. Aun mientras esté leyendo esto, probablemente haya rostros y nombres que le vengan al pensamiento. Es bueno pensar en esas personas en su vida, y también es bueno pensar en la muerte. Como escribió el autor de Eclesiastés: "Vale más ir a un funeral que a un festival. Pues la muerte es el fin de todo hombre, y los que viven debieran

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tenerlo presente" (7:2). Las historias de personas que murieron después de haber vivido vidas entregadas son historias con fina-les felices.

Tristemente, muchas personas mueren mientras viven egoís-tamente. Sus funerales están llenos de individuos que exageran la verdad, a fin de crear una semblanza de una vida significativa. Nadie se atrevería a decir palabras desagradables en el funeral; existe la obligación silenciosa de pensar en algo amable que decir de la persona que ha muerto, Pero a veces, secretamente pensamos lo mismo: realmente no era una gran persona.

Lo cierto es que algunas personas desperdician su vidc No lo digo c, « int.ni5.: i: -ol] * .1 afpng „ e s t á n , sino más bien para advertir a quienes están vivos.

Puedo darle bastantes garantías de que su funeral será agra-dable. Todos lo son. El hecho es qu/, en esespunto, a usted no le importará. A. W. Tozer dijo en una ocas)g^{v"Un hombre,

or su pecado, puede desper31^rre a sí ío ¡quosc la í ierra es má* semeja!

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que nos preocupará^ ^ílSaüdá' algüná, no es lo que pensando. Cualquier elogio que usted recibiera en !a Tí iKMStaráí lo único que quedará delante de usted es la verdad. La iglesia en Sardis tenía una estupenda reputación, pero eso no importaba. Jesús le dijo: "Conozco tus obras; tienes fama de estar vivo, pero en realidad estás muerto" (Apocalipsis 3:1). Lo único que importa es la realidad de quiénes somos delante de Dios.

Su obra se mostrará tal cual es, pues el día del juicio la dejará al descubierto. El fuego la dará a conocer, y pondrá a prueba la calidad del trabajo de cada uno. Si lo que alguien ha construido permanece, recibirá

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su recompensa, pero si su obra es consumida por las llamas, él sufrirá pérdida. Será salvo, pero como quien pasa por el fuego.

—1 Corintios 3:13-15

Quizá eso suene duro, pero las palabras duras y la amorosa verdad con frecuencia van de la mano.

Creo que es fácil oír una historia como la de Brooke y senci-llamente seguir adelante, sin reconocer que igualmente podría ser usted, o yo, o mi esposa, o su hermano, cuya vida terminase de repente. Podría ser usted la siguiente persona de su familia en morir. Yo podría ser la siguiente persona de mi iglesia en morir.

Tenemos que comprenderlo. Tenemos que creerlo lo bastante para que cambie nuestro modo de vivir.

Un amigo mío tiene una perspectiva particularmente sabia sobre este asunto. Le preguntaron si no estaba pasando dema-siado de su tiempo sirviendo y dando demasiado. Su amable y sincera respuesta fue: "Me pregunto si usted dirá eso después de que estemos muertos".

Amigos, necesitamos dejar de vivir vidas egoístas, olvidán-donos de nuestro Dios. Nuestras vidas aquí son cortas, con frecuencia inesperadamente breves, y todos podemos soportar que nos lo recuerden de vez en cuando. Por eso escribí este capítulo, para ayudarnos a recordar que, en la película de la vida, nada importa excepto nuestro Rey y Dios.

No se permita a usted mismo olvidar. Empápese y siga recordando que es cierto. Él lo es todo.

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CAPÍTULO TRES

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Me enseñaron la canción "Cristo me ama" cuando era niño: "Cristo me ama, bien lo sé...". Aunque no se criara usted en una iglesia, probablemente sepa cómo termina: " . . . la Biblia dice así".

Si ha pasado algún tiempo en la iglesia, habrá oído expresar, de alguna forma u otra, la idea de que Dios nos ama. Yo creí eso por años porque, como lo expresa la canción, "la Biblia dice así". El único problema es que ese era un concepto que me enseñaron, y no algo que yo sabía implícitamente que era verdad. Durante años, yo "tuve" el amor de Dios en mi cabeza, marcaba la respuesta correcta en el examen sobre "cómo es Dios", pero no lo comprendía plenamente con mi corazón.

No creo que yo sea la única persona que haya malinter-pretado el amor de Dios. A la mayoría de nosotros, hasta cierto grado, nos resulta difícil entender, creer o aceptar el absoluto e

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ilimitado amor de Dios por nosotros. Las razones por las cuales no recibimos, no confiamos o no vemos el amor de Él varían según la persona, pero todos nos lo perdemos por una razón u otra.

Para mí, tuvo mucho que ver con mi relación con mi propio padre.

papá y PAPÁ El concepto de ser querido por un padre era ajeno para mí. Al crecer, no me sentía querido por mi papá. Mi mamá murió cuando me dio a luz, y por eso quizá él me veía como la causa de su muerte; no estoy seguro.

Nunca mantuve una conversación significativa con mi papá. De hecho, el único afecto que recuerdo llegó cuando yo tenía nueve años: él puso su brazo alrededor de mi hombro durante unos treinta segundos mientras íbamos de camino al funeral de mi madrastra. Además de ese, el otro único toque físico que experimentaba eran los golpes que recibía cuando le desobe-decía o le molestaba.

Mi objetivo en nuestra relación era no molestar a mi padre. Yo iba por la casa tratando de no hacerle enojar.

Él murió cuando yo tenía doce años. Lloré, pero también sentí alivio.

El impacto de esa relación me afectó durante años, y creo que muchas emociones se transfirieron a mi relación con Dios. Por ejemplo, yo intentaba con mucha fuerza no fastidiar a Dios con mi pecado ni molestarle con mis pequeños problemas. No aspiraba a que Dios me quisiera; era solamente feliz con que Él no me odiase ni me hiciese daño.

No me malentienda. No todo era malo en mi papá, y realmente le doy las gracias a Dios por él, porque me enseñó

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disciplina, respeto, temor y obediencia. También creo que él me quería; pero no puedo azucarar el modo en que mi relación con él afectó negativamente mi perspectiva de Dios por muchos años.

Afortunadamente, mi relación con Dios dio un impor-tante giro cuando yo mismo me convertí en padre. Después de que naciera mi hija mayor, comencé a ver lo equivocado que estaba en mi modo de pensar sobre Dios. Por primera vez, obtuve una probadita de lo que yo creo que Dios siente hacia nosotros. Yo pensaba con frecuencia en mi hija; oraba por ella mientras estaba dormida en la noche; le enseñaba su fotografía a cualquiera que quisiera verla; quería darle a ella el mundo entero.

A veces, cuando regreso a casa del trabajo, mi niña me saluda al salir corriendo de la casa y saltar a mis brazos antes de que yo pueda ni salir del auto. Como puede imaginar, llegar a casa se ha convertido en uno de mis momentos favori-tos del día.

Mi propio amor y deseo del amor de mis hijos es tan fuerte que abrió mis ojos a lo mucho que Dios nos desea y nos ama. La expresión de amor de mi hija por mí y su deseo de estar conmigo es lo más increíble. Nada se compara a ser verdadera y exuberantemente querido por los hijos.

Por medio de esta experiencia, llegué a entender que mi deseo por mis hijos es sólo un débil eco del gran amor de Dios por mí y por cada persona que Él creó. Yo soy sola-mente un padre terrenal y pecador, y amo tanto a mis hijos que duele. ¿Cómo no podría confiar en un Padre celestial y perfecto que me ama infinitamente más de lo que yo amaré jamás a mis hijos?

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Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!

—Mateo 7:11

Dios es más digno de confianza que ningún otro; sin embargo, por mucho tiempo yo cuestioné su amor y dudé de su cuidado y su provisión para mí.

Enamorado de Aquel a quien temo Si pudiera escoger una palabra para describir mis sentimien-tos hacia Dios en aquellos primeros años de ser cristiano, sería temor. Básicamente, me resultaba fácil identificarme con cualquier versículo que describiera su abrumadora grandeza o su ira, debido a que tenía temor a mi propio padre. Conectaba totalmente con pasajes como este:

Él reina sobre la bóveda de la tierra, cuyos habitantes son como langostas. Él extiende los cielos como un toldo, y los despliega como carpa para ser habitada. Él anula a los poderosos, y a nada reduce a los gober-nantes de este mundo. Escasamente han sido plantados, apenas han sido sembrados, apenas echan raíces en la tierra, cuando él sopla sobre ellos y se marchitan; ¡y el huracán los arrasa como paja!

—Isaías 40:22-24

A la mayoría de los cristianos les han enseñado, o bien en la iglesia o sus padres, a separar un rato diario para la oración y la lectura de la Biblia. Eso es lo que se supone que debemos hacer, y por mucho tiempo es lo que yo intenté con valentía. Cuando no lo lograba, me sentía culpable.

Con el tiempo, comprendí que cuando amamos a Dios, de

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manera natural corremos hacia Él: con frecuencia y con celo. Jesús no ordenó que pasáramos un rato regularmente con Él cada día; por el contrario, Él nos dice: "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente". Él lo llamó "el primero y el más importante de los mandamien-tos" (Mateo 22:37-38). Los resultados son una oración íntima y el estudio de su Palabra. Nuestra motivación cambia de ser culpabilidad a ser amor.

Así es como Dios anhela que respondamos a su extravagante e infinito amor: no con un superficial "rato a solas" plagado de culpabilidad, sino con un verdadero amor expresado por medio de nuestra vida. Igual que mi niña que sale corriendo para abrazarme cada noche porque me ama.

Temor ya no es la palabra que utilizo para describir mis sentimientos hacia Dios. Ahora utilizo palabras como intimi-dad reverente. Sigo temiendo a Dios, y oro para que siempre sea así. La Biblia hace hincapié en la importancia de temer a Dios. Como hablamos en el capítulo 1, nuestra cultura carece grave-mente de temor de Dios, y muchos de nosotros estamos plagados de amnesia. Y por mucho tiempo, yo me enfoqué estrechamente en el temor de Él excluyendo su gran y abundante amor.

Se busca Recientemente, debido a mi deseo de crecer en mi amor por Dios, decidí pasar unos días a solas con Él en el bosque.

Antes de irme, un amigo oró: "Dios, yo sé que tú has buscado este tiempo con Francis..." Aunque yo no dije nada en aquel momento, en secreto pensé que era una manera herética de orar y que él se equivocó al expresarlo de ese modo. Yo iba al bosque porque quería buscar más de Dios; pero Él es Dios, ¡y, sin duda, no querría buscar más de mí! Parecía degradante

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pensar que Dios pudiera anhelar a un ser humano. Cuanto más estudiaba las Escrituras, más comprendía que

la oración de mi amigo era correcta, y que mi reacción a esa oración indicaba lo mucho que yo seguía dudando del amor de Dios. Mi creencia en el amor de Dios seguía siendo teórica, y no una realidad que yo practicaba o experimentaba.

Terminé pasando cuatro días en el bosque sin hablar con ningún otro ser humano. No tenía ningún plan; sencillamente abría mi Biblia. No creo que fuese una coincidencia que el primer día la abriera en Jeremías 1.

Después de leer ese pasaje, medité en él durante los cuatro días siguientes. Hablaba del íntimo conocimiento que Dios tiene de mí. Yo siempre había reconocido su completa soberanía sobre mí, pero los versículos 4 y 5 lo llevaron a otro nivel: "La palabra del SEÑOR vino a mí: Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones".

En otras palabras, Dios me conoéía antes de crearme. Por favor, no trate superficialmente esta verdad simplemente

porque ya la haya oído antes. Tómese un tiempo para pensar realmente en ello. Lo diré de nuevo: Dios nos conocía a usted y a mí antes de que existiéramos.

Cuando yo digerí eso por primera vez, todas mis otras relaciones parecieron triviales en comparación. Dios ha estado conmigo desde el principio; de hecho, desde mucho antes del principio.

Mi siguiente pensamiento, a solas en el bosque, fue que Él decidió lo que Jeremías haría antes de que él ni siquiera naciera. Yo me pregunté si eso también era cierto de mí. ¿O quizá todo esto concernía solamente a la vida de Jeremías?

Entonces recordé Efesios 2:10, que nos dice que fuimos crea-dos "para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica". Ese versículo es para mí y

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para todos los demás que han sido "salvos por gracia mediante la fe". Mi existencia no fue al azar, ni tampoco fue un acci-dente. Dios sabía a quién estaba creando, y Él me diseñó para una obra específica.

Las siguientes palabras de Dios a Jeremías me aseguraron que no tengo que tener temor al fracaso:

Yo le respondí: «¡Ah, SEÑOR mi Dios! ¡Soy muy joven, y no sé hablar!».

Pero el SEÑOR me dijo: «No digas: 'Soy muy joven', porque vas a ir adondequiera que yo te envíe, y vas a decir todo lo que yo te ordene. No le temas a nadie, que yo estoy contigo para librarte.» Lo afirma el SEÑOR.

Luego extendió el SEÑOR la mano y, tocándome la boca, me dijo: «He puesto en tu boca mis palabras. Mira, hoy te doy autoridad sobre naciones y reinos, para arrancar y derribar, para destruir y demoler, para construir y plantar».

—Jeremías 1:6-10

Cuando Jeremías expresa su duda y su temor, Dios—el Dios de las galaxias—extiende su mano y toca su boca. Es un gesto de amabilidad y afecto, algo que haría un padre amoroso. Mediante esta ilustración, comprendí que no tengo que preo-cuparme por no cumplir las expectativas de Él. Dios asegurará mi éxito según su plan, no según el mío.

Este es el Dios a quien servimos, el Dios que nos conocía antes de crearnos. El Dios que promete permanecer con nosotros y rescatarnos. El Dios que nos ama y anhela que nosotros le amemos a Él.

Entonces, ¿por qué, cuando constantemente le ofendemos y somos tan antipáticos y nada cariñosos, Dios persiste en amarnos?

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En mi niñez, hacer algo ofensivo daba como resultado un castigo, y no amor. Lo admitamos o no, cada uno de nosotros ha ofendido a Dios en algún momento. Jesús lo afirmó cuando dijo: "Nadie es bueno sino solo Dios" (Lucas 18:19).

¿Por qué, entonces, nos sigue amando Dios, a pesar de nosotros mismos? Yo no tengo respuesta para esa pregunta. Pero lo que sí sé es que si no existiera la misericordia de Dios, no habría esperanza. A pesar de lo buenos que intentásemos ser, seríamos castigados debido a nuestros pecados.

Muchas personas miran su vida y sopesan sus pecados según sus buenas obras. Pero Isaías 64:6 dice: "Todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia". Nuestras buenas obras nunca pueden pesar más que nuestros pecados.

La interpretación literal de "trapos de inmundicia" en este versículo es "toallas menstruales" (piense en tampones usados... y si le repugna esa idea, entonces entiende lo que Isaías quiere decir). Es difícil imaginar algo más desagradable por lo que podríamos jactarnos o mostrar. Pero comparado con la perfecta santidad de Dios, así es como se ven nuestras buenas obras.

La misericordia de Dios es un regalo gratuito, pero costoso. No puede ganarse. Nuestros actos de justicia, al igual que las toallas menstruales, sin duda, no nos ayudan a merecerla. La paga del pecado siempre será la muerte. Pero debido a la miseri-cordia de Dios, el pecado es pagado mediante la muerte de Jesucristo, en lugar de la muerte mía y suya.

Una extraña herencia El hecho mismo de que un Dios eterno, omnisciente, todo-poderoso, misericordioso y justo nos ame a usted y a mí no es nada menos que sorprendente.

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La parte más desconcertante es que Jesús no tiene que amarnos. Su ser es plenamente completo y perfecto aparte de la humanidad; Él no nos necesita ni a usted ni a mí. Sin embargo, Él quiere, escoge, y hasta nos considera su herencia (Efesios 1:18). El mayor conocimiento que podemos tener nunca es saber que Dios nos atesora.

Eso es realmente increíble, y está por encima de toda descripción. El Creador santo le considera a usted su "gloriosa herencia".

La ironía es que aunque Dios no nos necesita pero nos sigue queriendo, nosotros necesitamos desesperadamente a Dios pero en realidad no le queremos la mayor parte del tiempo. Él nos atesora y anticipa nuestra partida de esta tierra para estar con Él; y nosotros nos preguntamos, con indiferencia, cuánto tenemos que hacer por Él para salir del paso.

¿Tengo elección? Mientras yo hablaba a algunos alumnos universitarios reciente-mente, surgió un interesante giro en el contraste entre nuestra falta de respuesta y el gran deseo de Dios por nosotros. Un alumno preguntó: "¿Por qué un Dios amoroso me obligaría a amarlo?".

Parecía una pregunta rara. Cuando le pedí al alumno que aclarase lo que quería decir, él respondió que Dios "me amenaza con el infierno y el castigo si yo no comienzo una relación con Él".

La respuesta fácil a esa frase es que Dios no nos obliga a amarlo; es elección nuestra. Pero estaba sucediendo algo más profundo, y yo no estaba seguro de cómo responder en ese momento.

Ahora que he tenido tiempo para pensar en ello, le diría a

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ese alumno que si Dios es verdaderamente el mayor bien en esta tierra, ¿nos amaría si no nos atrajera hacia lo que es mejor para nosotros (aun si eso fuese Él mismo)? ¿Acaso su cortejo, su aliciente, su llamado, y hasta su "amenaza" no demuestran su amor? Si Él no hiciera todo eso, ¿le acusaríamos de no ser amoroso al final, cuando todas las cosas sean reveladas?

Si alguien le preguntase cuál es el mayor bien en esta tierra, ¿qué le diría? ¿Una épica sesión de surf? ¿Seguridad económica? ¿Salud? ¿Amistades significativas y de confianza? ¿Intimidad con su cónyuge? ¿Tener sentimiento de pertenencia?

El mayor bien en esta tierra es Dios. Punto. El objetivo de Dios para nosotros es Él mismo.

La Buena Noticia—la mejor noticia del mundo, de hecho— es que usted puede tener a Dios mismo. ¿Cree que Dios es lo más grande que puede usted experimentar en todo el mundo? ¿Cree que la Buena Noticia no es meramente el perdón de sus pecados, la garantía de que no irá al infierno, o la promesa de vida en el cielo?

Las mejores cosas de la vida son regalos de Aquel que nos ama resueltamente. Pero una importante pregunta que debe-mos hacernos es: ¿Estamos enamorados de Dios o sólo de sus cosas?

Imagine lo terrible que se sentiría si su hijo le dijera: "Yo realmente no te amo ni quiero tu amor, pero querría recibir mi paga, por favor". Por el contrario, que hermoso regalo es tener a la persona a lá que usted mirándole a los ojos y diciendo: "Te amo. No tu belleza, ni tu dinero, ni tu familia, ni tu auto. Solamente a tí\

¿Puede decirle usted eso a Dios? Nuestro amor por Él siempre sale del amor de Él por nosotros.

¿Ama usted a este Dios que lo es todo o sólo ama todo lo que Él le da? ¿Sabe y cree realmente que Dios le ama, de manera

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individual, personal e íntima? ¿Le considera y le conoce como Abba Padre?

Vuelva a ver los videos que están en la página web en www. crazylovebook.com. Le recordarán quién es usted y el amor loco y totalmente inmerecido de Dios.

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CAPITULO CUATRO

perSTi de 13 ve^orté

1So es la duda científica, ni el ateísmo, ni el panteísmo, ni el agnosticismo,

lo que en nuestra época y en este país es probable que apague la luz del evangelio.

£s una prosperidad orgullosa, sensual, egoísta, lujosa, vacía y de asistencia a la iglesia.5

Por tanto, hay un Dios incalculable, sin falta y eterno que ama a los frágiles seres que Él creó con un tipo de amor loco. Aunque podríamos morir en cualquier momento, y gene-ralmente pensamos que nuestras endebles vidas son bastante dulces comparadas con amarlo a Él, Él persiste en amarnos con un amor infinito y exorbitante.

La única manera que conozco de responder es como lo hizo el hombre en una de las parábolas de Cristo:

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El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un honlbre lo descubrió, lo volvió a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo.

—Mateo 13:44

En este relato, el hombre vendió con alegría todo lo que tenía a fin de poder obtener lo único que importaba. Él sabía que aquello con lo que había tropezado—el reino de los cielos—era más valioso que cualquier cosa que él tuviese, y por eso quiso conseguirlo con todo lo que había en él.

Este tipo de entusiasta respuesta al amor de Dios es total-mente apropiada; sin embargo, ¡qué contraste con nuestra típica respuesta al descubrir ese mismo tesoro!

En los Estados Unidos los números nos impresionan. Celebramos el éxito de un acontecimiento por el número de personas asistentes o que pasaron al frente. Medimos las igle-sias por el número de miembros del que se enorgullecen. Somos cautivados por las grandes multitudes.

Jesús cuestionó la autenticidad de este tipo de registro. Según el relato en Lucas, capítulo 8, cuando una multitud comenzó a seguirle, Jesús comenzó a hablar en parábolas: a fin de que quienes no estaban escuchando genuinamente no lo entendieran.

Cuando hoy día se reúnen multitudes, los oradores son extraconscientes de comunicar de manera que sea accesible para todos. Los oradores no utilizan la táctica de Jesús de eliminar a las personas que no están buscando con sinceridad.

El hecho es que Él sencillamente no estaba interesado en quienes fingían.

En la parábola del sembrador, Jesús explicó que la semilla es la verdad (la Palabra de Dios). Cuando la semilla cae en el camino, es oída pero robada con rapidez. Cuando la semilla

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cae en las rocas, no echa raíz; parece que hay profundidad y crecimiento debido al buen terreno, pero es solamente en la superficie. Cuando la semilla cae entre espinos, es recibida pero enseguida es ahogada por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida. Pero cuando la semilla se siembra en buena tierra, crece, echa raíz y produce fruto.

Mi advertencia para usted es esta: No suponga que es usted buena tierra.

Yo creo que la mayoría de estadounidenses que asisten a las iglesias son el terreno que ahoga la semilla debido a todos los espinos. Los espinos son cualquier cosa que nos distrae de Dios. Cuando queremos a Dios y también un montón de otras cosas, entonces eso significa que tenemos espinos en nuestra tierra. Una relación con Dios sencillamente no puede crecer cuando el dinero, el pecado, las actividades, los equipos deportivos favori-tos, las adicciones o los compromisos se apilan encima de Él.

La mayoría de nosotros tenemos demasiado en nuestras vidas. Como escribe David Goetz: "Demasiada buena vida termina siendo tóxica, deformándonos espiritualmente".6 Muchas cosas son buenas en sí mismas, pero todas ellas juntas evitan que vivamos vidas sanas y fructíferas para Dios.

Lo diré una vez más: No suponga que es usted buena tierra. ¿Ha cambiado su relación con Dios realmente su manera de

vivir? ¿Ve usted evidencia del Reino de Dios en su vida? ¿O está ahogándola lentamente al emplear demasiado tiempo, energía, dinero y pensamientos en las cosas de este mundo?

¿Está usted satisfecho con ser "lo bastante bueno" para llegar al cielo, o con parecer bueno en comparación con otros? ¿O puede decir juntamente con Pablo que quiere "conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrec-ción, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte" (Filipenses 3:10)?

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Por mucho tiempo, este versículo tenía demasiado de Jesús para mí. Según mi opinión, el versículo debería haber termi-nado después de la palabra resurrección, para poder así tener un Jesús atractivo y popular que no sufrió. Los comentarios que yo recibía de otros cristianos me aseguraban que esa era una buena perspectiva, y me daban pocas razones para esforzarme por conocer más profundamente a Cristo. Me decían que yo era bastante bueno, "bastante bueno".

Pero eso iba en contra de todo lo que yo leía en la Biblia, así que finalmente rechacé lo que decía la mayoría y comencé a comparar todos los aspectos de mi vida con la Escritura. Enseguida descubrí que la Iglesia estadounidense es un lugar difícil en el que encajar si uno quiere practicar el cristia-nismo del Nuevo Testamento. Los objetivos de la cristiandad estadounidense son con frecuencia: un buen matrimonio, hijos que no maldigan, y una buena asistencia a la iglesia. Tomar las palabras de Cristo de manera literal y seria se considera raro; eso es para los "radicales" que están "desequilibrados" y que son "exagerados". La mayoría de nosotros queremos una vida equilibrada que podamos controlar, que sea segura, y que no implique sufrimiento.

¿Se describiría a usted mismo como totalmente enamorado de Jesucristo? ¿O encaja mejor en las palabras dividido, tibio y parcialmente comprometido? La Biblia dice que nos probemos a nosotros mismos, así que en las páginas siguientes voy a ofrecerle una descripción de cómo pueden verse las personas divididas, distraídas, parcialmente comprometidas y tibias. A medida que lea esos ejemplos, le aliento a que haga un examen profundo y sincero de su vida. No de quién quiere llegar a ser uno de estos días, sino de quién es usted en este momento y cómo está viviendo en la actualidad.

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LAS PERSONAS TIBIAS asisten a ia iglesia con bastante regularidad. Es lo que se espera de ellas, lo que ellas creen que hacen "los buenos cristianos", y por eso van.

"El Señor dice: Este pueblo me alaba con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Su adoración no es más que un mandato enseñado por hombres" (Isaías 29:13).

LAS PERSONAS TIBIAS dan dinero a obras benéficas y a la iglesia... siempre que eso no afecte su estilo de vida. Si tienen algo extra y es seguro dar, entonces lo hacen. Después de todo, Dios ama al dador alegre, ¿no es cierto?

"Pero el rey David le respondió a Omán: Eso no puede ser. No tomaré lo que es tuyo para dárselo al SEÑOR, ni le ofreceré un holocausto que nada me cueste. Te lo compraré todo por su verdadero precio" (1 Crónicas 21:24).

"Jesús se detuvo a observar y vio a los ricos que echaban sus ofrendas en las alcancías del templo. También vio a una viuda pobre que echaba dos mone-ditas de cobre. —Les aseguro —dijo— que esta viuda pobre ha echado más que todos los demás. Todos ellos dieron sus ofrendas de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía para su sustento" (Lucas 21:1-4).

LAS PERSONAS TIBIAS tienden a escoger lo que es popu-lar por encima de lo que es correcto cuando ambas cosas están en conflicto. Desean encajar tanto dentro como fuera de la iglesia; se preocupan más por lo que

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la gente piense de sus actos (como su asistencia a la iglesia y sus ofrendas) que de lo que Dios opine de su corazón y su vida.

"Ay de ustedes cuando todos los elogien! Dense cuenta de que los antepasados de esta gente trataron así a los falsos profetas" (Lucas 6:26).

"Conozco tus obras; tienes fama de estar vivo, pero en realidad estás muerto" (Apocalipsis 3:1).

"Todo lo hacen para que la gente los vea: Usan filac-terias grandes y adornan sus ropas con borlas vistosas; se mueren por el lugar de honor en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, y porque la gente los salude en las plazas y los llame 'Rabí'" (Mateo 23:5-7).

LAS PERSONAS TIBIAS realmente no quieren ser salvas de su pecado; sólo quieren ser salvas del castigo de su pecado. No aborrecen genuinamente el pecado ni lo lamentan verdaderamente; meramente lo sienten porque Dios va a castigarles. Las personas tibias no creen realmente que esta nueva vida que Jesús ofrece sea mejor que la vieja vida de pecado.

"Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia" (Juan 10:10).

"¿Qué concluiremos? ¿Vamos a persistir en el pecado, para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él?" (Romanos 6:1-2).

LAS PERSONAS TIBIAS son conmovidas por historias sobre personas que hacen cosas radicales para Cristo;

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sin embargo, ellas no actúan. Suponen que tales actos son para cristianos "extremos", pero no para los cristia-nos promedio. Las personas tibias denominan "radical" lo que Jesús esperaba de todos sus seguidores.

"No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica" (Santiago 1:22).

"Así que comete pecado todo el que sabe hacer el bien y no lo hace" (Santiago 4:17).

"Qué les parece? —continuó Jesús—. Había un hombre que tenía dos hijos. Se dirigió al primero y le pidió: 'Hijo, ve a trabajar hoy en el viñedo'. 'No quiero', contestó, pero después se arrepintió y fue. Luego el padre se dirigió al otro hijo y le pidió lo mismo. Éste contestó: 'Sí, señor' ; pero no fue. ¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería? —El prime-ro —contestaron ellos. Jesús les dijo: —Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas van delante de ustedes hacia el reino de Dios" (Mateo 21:28-31).

LAS PERSONAS TIBIAS rara vez comparten su fe con sus vecinos, compañeros de trabajo o amigos. No quieren ser rechazados, ni tampoco quieren hacer sentir incó-moda a la gente al hablar sobre asuntos privados, como la religión.

"A cualquiera que me reconozca delante de los demás, yo también lo reconoceré delante de mi Padre que está en el cielo. Pero a cualquiera que me desconozca delante de los demás, yo también lo

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desconoceré delante de mi Padre que está en el cielo" (Mateo 10:32-33).

LAS PERSONAS TIBIAS miden su moralidad o "bondad" comparándose a sí mismas con el mundo secular. Se sienten satisfechas de que aunque no están tan comprometidas como fulano o mengano, no son en lo más mínimo tan horribles como las personas de la calle.

"El fariseo se puso a orar consigo mismo: 'Oh Dios, te doy gracias porque no soy como otros hombres — ladrones, malhechores, adúlteros— ni mucho menos como ese recaudador de impuestos. Ayuno dos veces a la semana y doy la décima parte de todo lo que recibo'" (Lucas 18:11-12).

LAS PERSONAS TIBIAS dicen que aman a Jesús, y Él es, sin duda, parte de la vida de ellas. Pero sólo una parte. Le entregan una sección de su tiempo, su dinero y sus pensamientos, pero no permiten que Él les controle su vida.

"Iban por el camino cuando alguien le dijo: —Te seguiré a dondequiera que vayas. —Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos —le respondió Jesús—, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza. A otro le dijo: —Sigúeme. —Señor —le contestó—, primero déjame ir a enterrar a mi padre. —Deja que los muertos entierren a sus propios muertos, pero tú ve y proclama el reino de Dios —le replicó Jesús. Otro afirmó: —Te seguiré, Señor; pero primero déjame despedirme de mi familia. Jesús le respondió: —Nadie que mire atrás después de poner

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la mano en el arado es apto para el reino de Dios" (Lucas 9:57-62).

LAS PERSONAS TIBIAS aman a Dios, pero no le aman con todo su corazón, su alma y sus fuerzas. Enseguida asegurarían que tratan de amar así a Dios, pero que ese tipo de dedicación total no es realmente posible para la persona promedio; es sólo para pastores, misioneros y radicales.

"—Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente —le respondió Jesús—. Éste es el primero y el más importante de los mandamientos" (Mateo 22:37-38).

LAS PERSONAS TIBIAS aman a otros pero no buscan amarlos tanto como se aman a sí mismas. Su amor por otros está normalmente enfocado en quienes a su vez les aman a ellos, como familiares, amigos, y otras personas a las que conocen y con quienes se relacionan. Les queda poco amor para quienes no pueden amarles a cambio, y mucho menos para quienes intencionada-mente los menosprecian, cuyos hijos son mejores atletas que los de ellos, o con quienes las conversaciones son incómodas. Su amor está muy condicionado y es muy selectivo y, en general, tiene condiciones.

"Ustedes han oído que se dijo: 'Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo'. Pero yo les digo: 'Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? ¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de impuestos?

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Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué de más hacen ustedes? ¿Acaso no hacen esto hasta los gentiles?'" (Mateo 5:43-47).

"También dijo Jesús al que lo había invitado:— Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recompensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos" (Lucas 14:12-14).

LAS PERSONAS TIBIAS servirán a Dios y a los demás, pero hay límites en cuanto a qué lejos llegar o cuánto tiempo, dinero y energía están dispuestas a dar.

"Todo eso lo he cumplido desde que era joven —dijo el hombre. Al oír esto, Jesús añadió: —-Todavía te falta una cosa: vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sigúeme. Cuando el hombre oyó esto, se entristeció mucho, pues era muy rico. Al verlo tan afligido, Jesús comentó: —¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios! En realidad, le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino dé Dios" (Lucas 18:21-25).

LAS PERSONAS TIBIAS piensan en la vida en la tierra mucho más a menudo que en la eternidad en el cielo. La vida cotidiana está principalmente centrada en la lista de quehaceres del día, en el horario de la semana y en las vacaciones del siguiente mes. Rara vez, si es que lo hacen, piensan en la vida venidera. Con respecto a

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esto, C. S. Lewis escribió: "Si lee la historia, descubrirá que los cristianos que hicieron más por el mundo actual fueron precisamente aquellos que pensaban más en el venidero. Desde que los cristianos han cesado en general de pensar en el otro mundo, se han vuelto muy ineficaces en este".

"Como les he dicho a menudo, y ahora lo repito hasta con lágrimas, muchos se comportan como enemi-gos de la cruz de Cristo. Su destino es la destrucción, adoran al dios de sus propios deseos y se enorgullecen de lo que es su vergüenza. Sólo piensan en lo terrenal. En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesu-cristo" (Filipenses 3:18-20).

"Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra" (Colosenses 3:2).

LAS PERSONAS TIBIAS están agradecidas por sus lujos y comodidades, y rara vez piensan en tratar de dar todo lo posible a los pobres. Son rápidos en señalar: "Jesús nunca dijo que el dinero es la raíz de toda maldad, sino que el amor al dinero lo es". Incontables números de personas tibias se sienten "llamadas" a ministrar a los ricos; muy pocas se sienten "llamadas" a ministrar a los pobres.

"Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo... Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí" (Mateo 25:34, 40).

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"El ayuno que he escogido, ¿no es más bien romper las cadenas de injusticia y desatar las correas del yugo, poner en libertad a los oprimidos y romper toda atadura? ¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento y dar refugio a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no dejar de lado a tus semejantes?". (Isaías 58:6-7).

LAS PERSONAS TIBIAS hacen lo que sea necesario para evitar sentirse demasiado culpables. Quieren hacer lo mínimo, ser "bastante buenas" sin que eso requiera demasiado de ellas.

Preguntan: "¿Hasta dónde puedo llegar antes de que se considere un pecado?" en lugar de preguntar: "¿Cómo puedo mantenerme puro como templo del Espíritu Santo?".

Preguntan: "¿Cuánto tengo que dar?" en lugar de preguntar: "¿Cuánto puedo dar?".

Preguntan: "¿Cuánto tiempo debería pasar orando y leyendo mi Biblia?" en lugar de decir: "Me gustaría no tener que ir a trabajar, ¡así podría sentarme aquí y leer más tiempo!".

"Pero, ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que podamos darte estas ofrendas voluntarias? En verdad, tú eres el dueño de todo, y lo que te hemos dado, de ti lo hemos recibido" (1 Crónicas 29:14).

"El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo. También se parece el reino de los cielos a un comerciante que andaba

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buscando perlas finas. Cuando encontró una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró" (Mateo 13:44-46).

LAS PERSONAS TIBIAS están continuamente preocu-padas por jugar a lo seguro; son esclavas del dios del control. Este enfoque en vivir de modo seguro evita que se sacrifiquen y se arriesguen para Dios.

"A los ricos de este mundo, mándales que no sean arrogantes ni pongan su esperanza en las riquezas, que son tan inseguras, sino en Dios, que nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos. Mándales que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, y generosos, dispuestos a compartir lo que tienen" (1 Timoteo 6:17-18).

"No teman a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno" (Mateo 10:28).

LAS PERSONAS TIBIAS se sienten seguras porque asisten a la iglesia, hicieron una profesión de fe a la edad de doce años, fueron bautizados, provienen de una familia cristiana, votan a los republicanos, o viven en Norteamérica. Al igual que los profetas en el Anti-guo Testamento advertían a Israel de que no estaban seguros simplemente porque viviesen en la tierra de Israel, igualmente nosotros no estamos seguros simplemente porque llevemos la etiqueta de cristianos o porque algunas personas insistan en llamarnos "un país cristiano".

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"No todo el que me dice: 'Señor, Señor', entrará en el reino de los cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo" (Mateo 7:21).

"¡Ay de los que viven tranquilos en Sión y de los que viven confiados en el monte de Samaría! ¡Ay de los notables de la nación más importante!" (Amós 6:1).

LAS PERSONAS TIBIAS no viven por fe; sus vidas están estructuradas de modo que nunca tienen que hacerlo. No tienen que confiar en Dios si sucede algo ines-perado: tienen una cuenta de ahorros. No necesitan que Dios les ayude: tienen su plan de jubilación. No buscan genuinamente la vida que Dios querría que vivieran: tienen su vida organizada. No dependen de Dios diariamente: sus refrigeradores están llenos y, en su mayor parte, ellos tienen buena salud. Lo cierto es que sus vidas no se verían muy diferentes si de repente dejaran de creer en Dios.

"Entonces les contó esta parábola: —El terreno de un hombre rico le produjo una buena cosecha. Así que se puso a pensar: '¿Qué voy a hacer? No tengo dónde almacenar mi cosecha'. Por fin dijo: 'Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes. Y diré: Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida'. Pero Dios le dijo: '¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado?'. Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios" (Lucas 12:16-21; ver también Hebreos 11).

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LAS PERSONAS TIBIAS probablemente beben y maldicen menos del promedio, pero aparte de eso, no son realmente muy distintas al típico no creyente. Igualan sus vidas parcialmente saneadas a la santidad, pero no podrían estar más equivocadas.

"¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócri-tas! Limpian el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno. ¡Fariseo ciego! Limpia primero por dentro el vaso y el plato, y así quedará limpio también por fuera. ¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que son como sepulcros blanqueados. Por fuera lucen hermosos pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre. Así también ustedes, por fuera dan la impresión de ser justos pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad" (Mateo 23:25-28).

Este perfil de la persona tibia no es una definición con todo incluido de lo que significa ser cristiano, ni tampoco tiene intención de que se utilice como munición para juzgar la salvación de otros creyentes. Por el contrario, como dice 2 Corintios 13:5, es un llamado: "Examínense para ver si están en la fe; pruébense a sí mismos".

Todos somos seres humanos estropeados, y nadie es total-mente inmune a las conductas descritas en los anteriores ejemplos. Sin embargo, hay una diferencia entre una vida que está caracterizada por ese tipo de mentalidades y hábitos y una vida que está en el proceso de ser radicalmente transfor-mada. Hablaremos de la transformación más adelante, pero ahora es el momento de hacer un serio autoinventario.

Cuando yo estaba en la secundaria, pensé seriamente en unirme a los Marines; aquello fue cuando sacaron los primeros anuncios para "los pocos, los orgullosos, los Marines". Lo que

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LOCO AMOR

me desanimó fue que en aquellos anuncios todos iban siempre corriendo. Siempre. Y yo odio correr.

¿Pero sabe qué? No me molesté en preguntarles si podrían modificar las normas para mí de modo que yo pudiera correr menos, y quizá hacer menos abdominales. Eso habría sido totalmente estúpido y sin sentido, y yo lo sabía. Todo el mundo sabe que si uno se alista en los Marines, tiene que hacer cualquier cosa que ellos le digan que haga. Uno les pertenece a ellos.

De algún modo, esa comprensión no se transmite a nuestro pensamiento sobre la vida cristiana. Jesús no dijo que si usted quería seguirlo podía hacerlo de manera tibia. Él dijo: "Tome su cruz y sígame". También dijo:

"O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a calcular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo" (Lucas 14:31-33).

Jesús pide todo. Pero nosotros tratamos de darle menos. Jesús dijo:

"La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera" (Lucas 14:34-35).

Jesús no sólo está haciendo aquí una bonita analogía; se está dirigiendo a quienes no están dispuestos a darlo todo, a quienes no le seguirán por completo. Él está diciendo que

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PERFIL DE LA PERSONA TIBIA

seguir de manera tibia y tímida es inútil, que enferma nuestras almas. Está diciendo que ese tipo de sal no es bueno ni "para el montón de estiércol".

Guau. ¿Qué le parecería oír al Hijo de Dios decir: "Tú estro-pearías el estiércol"?

Cuando la sal tiene sabor, ayuda a que el estiércol se convierta en un buen fertilizante... pero la fe tibia y no comprometida es totalmente inútil. Ni siquiera puede benefi-ciar al estiércol.

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CAPÍTULO CINCO

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V\o¿> ¿£v\-bo

De todos los capítulos de este libro, este fue el que me resultó más difícil escribir. No deseo que mis palabras se entiendan como controvertidas o difíciles de tragar. Pero tenía que escri-bir este capítulo, porque creo que de lo que estoy a punto de hablar es importante; y es cierto.

En el último capítulo, hablamos sobre varias respuestas inadecuadas al amor de Dios. Ahora vamos a ver ejemplos de la Escritura de malas respuestas al regalo del amor de Dios. Antes de que usted descarte o pase por alto lo que estoy a punto de decir, lea los pasajes de manera objetiva, sin opiniones precon-cebidas firmemente preparadas.

Mi examen de los cristianos tibios en el capítulo 4 no fue de ninguna manera exhaustivo. Sin embargo, sirvió como un

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LOCO AMOR

llamado a que examine su corazón a la luz de los puntos que establecí. Tal como yo lo veo, un cristiano tibio es un oxímo-ron; no existe tal cosa. Para decirlo claramente, los asistentes a la iglesia que son "tibios" no son cristianos. No los veremos en el cielo.

En Apocalipsis 3:15-18, Jesús dice:

"Conozco tus obras; sé que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca. Dices: 'Soy rico; me he enriquecido y no me hace falta nada'; pero no te das cuenta de que el infe-liz y miserable, el pobre, ciego y desnudo eres tú. Por eso te aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego, para que te hagas rico; ropas blancas para que te vistas y cubras tu vergonzosa desnudez; y colirio para que te lo pongas en los ojos y recobres la vista".

Este pasaje es de donde proviene nuestro moderno enten-dimiento de la palabra tibio. Jesús está diciendo a la iglesia que, debido a que ellos son tibios, Él los vomitará de su boca.

En griego, no hay manera agradable de interpretar la palabra vomitar. Esta es la única ocasión en que se utiliza en el Nuevo Testamento, y tiene la connotación de atragantarse, arrojar, tener arcadas. Muchas personas leen este pasaje y suponen que Jesús está hablando a personas salvas. ¿Por qué?

Cuando usted lee este pasaje, ¿llega a la conclusión de modo natural de que ser "vomitado" de la boca de Jesús significa que uno es parte de su reino? Cuando lee las palabras "infeliz, mise-rable, pobre, ciego y desnudo", ¿piensa que Él está describiendo a santos? Cuando Él les aconseja que compren "ropas blancas para que te vistas" a fin de cubrir su "vergonzosa desnudez", ¿suena como un consejo para aquellos que ya son salvos?

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SERVIR LAS SOBRAS A UN DIOS SANTO

Yo creía que las personas salvas ya eran emblanquecidas y vestidas por la sangre de Cristo.

En un bosquejo anterior de este capítulo, citaba a varios comentaristas que estaban de acuerdo con mi punto de vista; pero todos sabemos que uno puede encontrar citas para apoyar cualquier perspectiva que uno quiera adoptar. Hasta puede retocar ligeramente estudios de palabras para ayudarle en su esfuerzo. Yo no estoy en contra de la erudición, pero sí que creo que hay veces en que llegamos a conclusiones más precisas mediante la simple lectura.

Y por eso empleé los últimos días leyendo los Evangelios. En lugar de examinar un versículo y diseccionarlo, escogí leer con detenimiento un evangelio en cada ocasión. Además, intenté hacerlo desde la perspectiva de una persona de doce años que no supiera nada sobre Jesús. Quería redescubrir a qué conclusio-nes razonables llegaría una persona mientras leía objetivamente los Evangelios por primera vez. En otras palabras, leí la Biblia como si nunca antes la hubiera leído.

¿Mi conclusión? El llamado de Jesús al compromiso es claro: Él quiere todo o nada. La idea de una persona que se denomine a sí misma "cristiana" sin ser un dedicado seguidor de Cristo es absurda.

Pero, por favor, no crea mis palabras. Léalo usted mismo. Por años, yo batallé con la parábola del sembrador. Quería

saber si la persona que representa el terreno rocoso es salva, aunque no tenga raíces. Entonces me pregunté sobre el terreno con espinos: ¿es salva esa persona, ya que sí tiene raíces?

¡Dudo si las personas ni siquiera pensaran en esas preguntas en la época de Jesús! ¿Es esta idea del cristiano que no lleva fruto algo que nosotros hemos inventado a fin de hacer "más fácil" el cristianismo? ¿A fin de poder seguir nuestro propio camino mientras seguimos llamándonos a nosotros mismos

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LOCO AMOR

seguidores de Cristo? ¿A fin de poder alistarnos en la Marina, por así decirlo, sin tener que hacer todo el trabajo?

La intención de Jesús en esta parábola era comparar la buena tierra con los otros terrenos que no eran alternativas legíti-mas. Para Él, había solamente una opción para un verdadero creyente.

Seamos sinceros. Estamos dispuestos a hacer cambios en nuestras vidas sólo si pensamos que afectan a nuestra salvación. Por eso hay tantas personas que acuden a mí con preguntas como estas: ¿Puedo divorciarme de mi esposa y, aun así, ir al cielo? ¿Tengo que bautizarme para ser salvo? ¿Soy un cristiano aunque esté practicando sexo con mi novia? Si cometo suicidio, ¿podré ir al cielo? Si me avergüenza hablar de Cristo, ¿realmente negará Él que me conoce?

Para mí, esas preguntas son trágicas porque revelan mucho sobre el estado de nuestros corazones. Demuestran que nuestro interés está más en ir al cielo que en amar al Rey. Jesús dijo: "Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamien-tos" (Juan 14:15). Y nuestra pregunta enseguida se vuelve más impensable: ¿Puedo ir al cielo sin amar a Jesús verdaderamente y fielmente?

No veo en ningún lugar en la Escritura que la respuesta a esa pregunta pudiera ser sí.

Santiago 2:19 dice: "¿Tú crees que hay un solo Dios? ¡Magnífico! También los demonios lo creen, y tiemblan". Dios no quiere simplemente que tengamos una buena teología; quiere que le conozcamos a Él y le amemos. En 1 Juan 2:3-4 leemos: "¿Cómo sabemos si hemos llegado a conocer a Dios? Si obedecemos sus mandamientos. El que afirma: 'Lo conozco', pero no obedece sus mandamientos, es un mentiroso y no tiene la verdad".

Llámeme loco, pero creo que esos versículos significan que

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SERVIR LAS SOBRAS A UN DIOS SANTO

la persona que afirma conocer a Dios pero no obedece sus mandamientos, es una mentirosa y la verdad no está realmente en ella.

En Mateo 16:24-25, Jesús dice: "Si alguien quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la encontrará". Y en Lucas 14:33 Él dice: "De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo".

Algunas personas afirman que podemos ser cristianos sin necesariamente llegar a ser discípulos. Yo me pregunto, enton-ces: ¿por qué lo último que Jesús nos dijo fue que fuésemos al mundo e hiciésemos discípulos de todas las naciones, ense-ñándoles a obedecer todo lo que Él mandó? Observará que Él no añadió: "Pero oigan, si eso es mucho pedir, díganles que sencillamente se conviertan en cristianos; ya saben, las personas que llegan al cielo sin tener que comprometerse a nada".

Ore. Luego lea los Evangelios usted mismo. Haga a un lado este libro y agarre su Biblia. Mi oración por usted es que entienda las Escrituras no como yo las veo, sino como Dios quiere.

No quiero que los verdaderos creyentes duden de su salvación cuando lean este libro. En medio de nuestros fallidos intentos de amar a Jesús, su gracia nos cubre.

Cada uno de nosotros tiene elementos y prácticas de tibieza en su vida; ahí radica la gracia sin sentido y extravagante de todo ello. Las Escrituras demuestran claramente que hay lugar para nuestro fracaso y nuestro pecado en nuestra búsqueda de Dios.

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LOCO AMOR

Sus misericordias son nuevas cada mañana (Lamentaciones 3). Su gracia es suficiente (2 Corintios 12:9). No estoy diciendo que cuando usted fracasa, signifique que realmente nunca fue un cristiano genuino desde un principio. Si eso fuese cierto, nadie podría seguir a Cristo.

La distinción es la perfección (la cual nadie obtendrá en esta tierra) y una postura de obediencia y de rendición, donde una persona se mueve perpetuamente hacia Cristo. Llamar a alguien cristiano simplemente porque haga cosas "de cristianos" es dar un falso consuelo a los no salvos. Pero declarar a alguien que peca "no salvo" es negar la realidad y la verdad de la gracia de Dios.

Por otras referencias en la Escritura (Colosenses 2:1; 4:13, 15-16), la iglesia en Laodicea parece haber sido una iglesia sana y legítima; pero algo sucedió. En la época en que se escribió Apocalipsis, unos veinticinco años después de la carta a los Colosenses, los corazones de la gente de Laodi-cea aparentemente no pertenecían a Dios; a pesar del hecho de que seguían siendo activos como iglesia. Su iglesia pros-peraba, y ellos no parecían estar experimentando ninguna persecución.

Estaban cómodos y orgullosos. Eso resulta familiar, ¿no es cierto?

Pobre gente rica Ronnie, un muchacho ciego que vive en el oeste de Uganda, es único no debido a sus circunstancias o al hecho de que sea ciego, sino debido a su amor por Jesús. Si usted se encontrase con Ronnie, una de las primeras cosas que le oiría decir es: "Yo amo mucho a Jesús, ¡y le canto alabanzas a Él cada día!".

Una de las mejores amigas de Ronnie es una muchacha

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SERVIR LAS SOBRAS A UN DIOS SANTO

sorda. Lo que sobresale en ellos no es que sean minusválidos o muy pobres, sino que están totalmente contentos y obvia-mente enamorados de Jesús. Ellos poseen muy poco de lo que "cuenta" en nuestra sociedad y, sin embargo, tienen lo que más importa. Ellos acudieron a Dios en su mayor necesidad, y han encontrado verdadero gozo.

Debido a que nosotros normalmente no tenemos que depender de Dios para obtener alimentos, dinero para comprar nuestra siguiente comida, o cobijo, no nos sentimos necesitados. De hecho, generalmente pensamos de nosotros mismos como personas bastante independientes y capaces. Aun si no somos ricos, "nos va bien".

Si cien personas representasen a la población del mundo, cincuenta y tres de ellas vivirían con menos de 2 dólares al día. ¿Se da cuenta de que si usted gana 4,000 dólares al mes, automáticamente gana cien veces más que la persona promedio en este planeta? Simplemente al comprar este libro, usted gastó lo que una mayoría de personas en el mundo ganarán en toda una semana.

¿Qué es peor, que tengamos tanto comparado con todos los demás, o que no creamos que somos ricos? ¿Que en cualquier día dado podamos con ligereza llamarnos a nosotros mismos "arruinados" o "pobres"? No somos ninguna de esas cosas. Somos ricos. Asquerosamente ricos.

Robert Murray M'Cheyne fue un pastor escocés que murió a la edad de veintinueve años. Aunque vivió a principios del siglo XIX, sus palabras son asombrosamente adecuadas para la actualidad:

Estoy preocupado por los pobres, pero más por usted. No sé lo que Cristo le dirá en el gran día... temo que haya mucho que me escuchan y que puede que sepan bien que no son cristianos porque no les gusta dar. Dar

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mucho y con generosidad, sin ninguna queja, requiere un nuevo corazón; un viejo corazón preferiría despren-derse de su sangre que de su dinero. ¡Oh, amigos míos! Disfruten de su dinero; sáquenle el mayor partido; no den nada; disfrútenlo con rapidez porque, puedo decirles, que serán mendigos por toda la eternidad.7

La realidad es que, reconozcamos o no nuestra riqueza, ser rico es una grave desventaja espiritualmente hablando. Como dijo en una ocasión William Wilberforce: "La prosperidad endurece el corazón".

Cuando hablaba con una persona rica que quería ir al cielo (¿y no nos describe eso a la mayoría de nosotros?), Jesús dijo: "Vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sigúeme. Cuando el hombre oyó esto, se entristeció mucho, pues era muy rico. Al verlo tan afligido, Jesús comentó: '¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!'" (Lucas 18:22-24). Él dice que es tan difícil como que un camello pase por el ojo de una aguja; en otras palabras: imposible. Pero entonces Jesús ofrece palabras de esperanza: "Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios" (v. 27).

En el capítulo que sigue, cuando Jesús entra en Jericó, vemos exactamente cómo lo imposible se vuelve posible para Dios. Allí, el rico recaudador de impuestos, Zaqueo, da la mitad de todo su dinero a los pobres y devuelve a cada uno cuatro veces más de lo que les había defraudado. Y Jesús declara: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa" (Lucas 19:9).

Lo imposible sucedió aquel día: ¡un hombre rico recibió la salvación!

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SERVIR LAS SOBRAS A UN DIOS SANTO

Ofrecer las sobras Dios quiere lo mejor de nosotros, merece lo mejor de nosotros, y demanda lo mejor de nosotros. Desde el principio del tiempo, Él ha sido claro en que algunas ofrendas son aceptables a Él y otras no. Sólo preguntemos a Caín, cuya ofrenda Dios no miró con favor (Génesis 4:5).

Por años, yo le di las sobras a Dios y no sentí vergüenza. Simplemente apartaba mis ojos de la Escritura y me comparaba a mí mismo con otros. Los huesos que yo le lanzaba a Dios tenían más carne en ellos que los huesos que otros lanzaban, así que yo imaginaba que estaba haciendo bien.

Es fácil llenarnos de otras cosas y luego darle a Dios lo que sobra. Oseas 13:6 dice: "Les di de comer, y quedaron saciados, y una vez satisfechos, se volvieron arrogantes y se olvidaron de mí".

Dios obtiene un pedacito o dos sólo porque nosotros nos sentimos culpables de no darle nada. Balbucear una oración de tres minutos al final del día, cuando ya estamos medio dormi-dos. Dos arrugados billetes de dólar lanzados como ocurrencia tardía a la ofrenda de la iglesia para los pobres. ¡Agárralo, Dios!

"Ustedes traen animales ciegos para el sacrificio, y piensan que no tiene nada de malo; sacrifican animales cojos o enfermos, y piensan que no tiene nada de malo. ¿Por qué no tratan de ofrecérselos a su gober-nante? ¿Creen que estaría él contento con ustedes? ¿Se ganarían su favor?", dice el SEÑOR Todopoderoso.

—Malaquías 1:8

Los sacerdotes de la época de Malaquías pensaban que sus sacrificios eran suficientes. Tenían animales sanos, pero escogían guardarse esos para sí mismos y dar a Dios los animales menos

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LOCO AMOR

deseables. Suponían que Dios se agradaba porque ellos habían sacrificado algo.

Dios describió esa práctica como maldad. Las sobras no son simplemente inadecuadas; desde el punto

de vista de Dios (y para que no lo olvidemos, el suyo es el único punto de vista que importa), son maldad. Dejemos de llamarlas "un horario ocupado", o "programas", u "olvido". Se llama maldad.

Dios es santo. En el cielo existe un Ser que decide si volvemos a respirar o no. Este Dios santo merece excelencia, lo mejor que yo tengo. "¡Pero algo es mejor que nada!", protestan algunos. Seguro, ¿no? ¿Disfruta alguien de un detalle de alabanza? Yo no, sin duda. Preferiría que no dijera usted nada a que me elogiase por obligación o por culpabilidad. ¿Por qué íbamos a pensar que Dios es distinto?

Dos versículos más adelante en Malaquías, Dios dice: "¡Cómo quisiera que alguno de ustedes clausurara el templo, para que no encendieran en vano el fuego de mi altar! No estoy nada contento con ustedes... y no voy a aceptar ni una sola ofrenda de sus manos". Dios quería que el templo quedase cerrado. Los débiles sacrificios de los despreocupados sacerdotes eran un insulto para Él. Él estaba diciendo que ninguna adoración es mejor que una adoración apática. Me pregunto cuántas puertas de iglesias querrá Dios que se cierren en la actualidad.

La instrucción de Jesús a las personas de la iglesia en Laodi-cea era que comprasen de Él las cosas que realmente importan, las cosas que ellos ni siquiera se daban cuenta de que necesi-taban. Ellos eran ricos, pero Jesús les pide que intercambien su riqueza por el oro de Él, que está refinado en fuego; ellos tenían ropas, pero Jesús les aconseja que compren ropas que sean verdaderamente blancas y que cubran su desnudez; ellos no deseaban nada, pero Jesús dice que necesitaban colirio para

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SERVIR LAS SOBRAS A UN DIOS SANTO

sus ojos que curase su ceguera. Él les pide que renuncien a lo que ellos pensaban que era tan necesario y valioso, a cambio de lo que realmente importa.

Mark Buchanan escribe: "A la enfermedad física normalmente nos enfrentamos. A la enfermedad del alma con frecuencia nos resignamos".8 Las personas en Laodicea no comprendían ni reconocían que sus almas estaban enfermas, que necesita-ban desesperadamente lo que Cristo ofrecía. Como dijo Tim Kizziar: "Nuestro mayor temor como individuos y como iglesia no debería ser el temor al fracaso, sino tener éxito en las cosas en la vida que realmente no importan".

Recientemente vi una bolsa de papas fritas con una valiente declaración escrita: "Cero gramos de grasas trans". Me alegré de saber que yo no estaría consumiendo ninguna grasa trans, la cual la investigación ha demostrado que es perjudicial para mi salud. Pero después di la vuelta a la bolsa y leí la lista de ingredientes, la cual incluía cosas como "amarillo 6" y otros colores artificiales, y aceite parcialmente hidrogenado (que es una grasa trans, pero en cantidad tan pequeña que pueden denominarlo legalmente "0 gramos"). Pensé que era increíble-mente irónico que esas papas estuvieran siendo anunciadas de una manera que me hace pensar que no son dañinas y, sin embargo, estaban realmente llenas de calorías vacías, extraños productos químicos y, de manera irónica, grasas trans.

Comprendí que muchos cristianos van mostrando su etiqueta de "sin grasas trans", tratando de convencer a todos de que son sanos y buenos; sin embargo, no tienen elementos sustantivos o sanos en su fe. Es como los de Laodicea, que pensaban que lo tenían todo hasta que Cristo les dijo que eran pobres y desdi-chados. Ellos iban declarando: "Miren, no tenemos grasas trans. Somos ricos, o tenemos buenas familias, o vamos a la iglesia cada semana". Obviamente, lo que cuenta no es lo que usted

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LOCO AMOR

anuncia; lo que cuenta es de lo que está hecho realmente. La definición de Dios de lo que importa es bastante clara y

precisa. Él mide nuestras vidas por cómo amamos. En nuestra cultura, aunque un pastor no ame realmente a la gente, puede seguir siendo considerado exitoso mientras sea un orador capaci-tado, mientras haga reír a su congregación, o mientras ore por "todos los pobres y las personas que sufren en el mundo" cada domingo.

Pero Pablo escribe que si "tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso" (1 Corintios 13:2-3). Guau. Esas son palabras fuertes e inequívocas.

Según Dios, estamos aquí para amar. No mucho más real-mente importa. Por tanto, Dios evalúa nuestras vidas basándose en cómo amamos. Pero la palabra amor está demasiado usada y desgastada. ¿Qué quiere decir Dios con amor? Él nos lo dice:

"El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desapa-recerá.. . Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor".

—1 Corintios 13:4-8, 13

Pero aún esas palabras han llegado a ser cansinas y demasiado familiares, ¿no es cierto?

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SERVIR LAS SOBRAS A UN DIOS SANTO

Yo fui desafiado a hacer un poco de ejercicio con esos versículos, un ejercicio que causa una profunda convicción. Tome la frase el amor es paciente y sustituya la palabra amor por su propio nombre (para mí: "Francis es paciente..."). Hágalo con cada frase del pasaje.

Al final, ¿no se siente usted como un mentiroso? Si yo he de representar lo que es el amor, entonces con frecuencia no amo bien a las personas.

Seguir a Cristo no es algo que pueda hacerse a medias o de lejos. No es una etiqueta que podemos mostrar cuando resulta útil. Debe ser clave en todo lo que hacemos y somos.

Si la vida es un río, entonces seguir a Cristo requiere que nademos contra la corriente. Cuando dejamos de nadar, o de seguirlo activamente a Él, automáticamente comenzamos a ser llevados por la corriente.

O, para usar otra metáfora más familiar para las personas de ciudad, estamos en una escalera mecánica descendente sin fin. A fin de crecer, tenemos que darnos la vuelta y subir la escalera con mucha rapidez, soportando las miradas inquietantes de todas las demás personas que van moviéndose gradualmente hacia abajo.

Yo creo que gran parte de los estadounidenses asistentes a las iglesias, aunque no están nadando concretamente corriente abajo, van flotando lentamente alejándose de Cristo. No es una elección consciente, pero de todos modos sucede porque hay poco en sus vidas que les impulse hacia Cristo.

Quizá suene como si yo creyese que uno tiene que llegar a Jesús trabajando. No es así. Creo plenamente que somos salvos por gracia, mediante la fe, por el don de Dios, y que la fe verdadera se manifiesta por medio de nuestros actos. Como escribe Santiago: "Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta" (2:17). Las vidas de muchas personas que

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LOCO AMOR

se llaman a sí mismas "cristianas" en Norteamérica carecen de manifestaciones de una fe vital y activa.

Yeso, para ser perfectamente sincero, me asusta. Me mantiene despierto en la noche. Me hace orar desesperadamente y fer-vientemente por mi congregación, por los grupos de personas a quienes me dirijo, y por la Iglesia en general.

Henri Nouwen escribe sobre esto en su libro With Open Hands [Con manos abiertas]: "Es difícil sostener a personas que se quedan quietas en el camino, que pierden el ánimo, y que buscan su felicidad en pequeños placeres a los que se aferran... Uno se siente triste por toda esa autoindulgencia y autosatisfac-ción, porque uno sabe con una certeza indestructible que algo más grande viene...".9 O como dice Lucas 9:25: "¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se destruye a sí mismo?".

¿Cuántos de nosotros realmente dejaríamos a nuestras familias, nuestros empleos, nuestra educación, nuestros amigos, nuestras relaciones, nuestro ambiente familiar, y nuestras casas si Jesús nos lo pidiera? ¿Si Él sencillamente apareciese y dijese: "Sigúeme"? Sin ninguna explicación. Sin ninguna dirección.

Podría usted seguirlo hasta un monte para ser crucificado. Quizá Él le guiase a ir a otro país, y nunca volvería usted a ver a su familia. O quizá se quedaría donde está, pero Él le pediría que emplease su tiempo ayudando a personas que nunca le amarán a usted y nunca demostrarán gratitud por lo que usted ha dejado atrás.

Piense en ello con detenimiento: ¿lo ha hecho alguna vez? ¿O fue su decisión de seguir a Cristo a la ligera, basada únicamente en sentimientos y emociones, hecha sin considerar el costo?

Lo que más me asusta son las personas que son tibias y senci-llamente no les importa. Creo que si hiciese una encuesta entre los lectores de este libro, muchos de ustedes dirían: "Sí, yo soy,

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SERVIR LAS SOBRAS A UN DIOS SANTO

sin duda, tibio, pero realmente no estoy en posición de darle más a Dios". Muchos de nosotros creemos que tenemos tanto de Dios como queremos en este momento, una porción razo-nable de Dios entre todas las demás cosas en nuestra vida. La mayoría de nuestros pensamientos están centrados en el dinero que queremos ganar, en la escuela donde queremos estudiar, en el cuerpo que aspiramos a tener, en la persona con quien queremos casarnos, en el tipo de persona que queremos llegar a ser... Pero el hecho es que nada debería preocuparnos más que nuestra relación con Dios; se trata de la eternidad, y nada se compara con eso. Dios no es alguien que puede ser añadido a nuestra vida.

¿Recuerda las visiones de Juan y de Isaías del salón del trono de Dios? ¿Recuerda las fotografías de las galaxias y lo diminutos que somos nosotros en comparación? ¿Recuerda la diversidad de Dios, que se ve en las miles de especies de árboles en el bosque tropical? Le decimos al Creador de toda esta magnitud y majestad: "Bueno, no estoy seguro de que tú seas digno... Mira, realmente me gusta mi auto, o mi pequeño hábito de pecado, o mi dinero, y en realidad no estoy seguro de querer renunciar a ellos, aunque eso signifique obtenerte a ti".

Cuando lo expresamos con tanta claridad—como una elección directa entre Dios y nuestras cosas—, la mayoría de nosotros esperamos escoger a Dios. Pero necesitamos compren-der que el modo en que empleamos nuestro tiempo, en qué empleamos nuestro dinero, y dónde invertimos nuestra energía es equivalente a escoger a Dios o rechazarlo. ¿Cómo podríamos pensar ni siquiera por un segundo que algo en esta endeble y pequeña tierra se compara con el Creador, Sustentador y Salva-dor de todo?

Indignamos a Dios cuando sopesamos y lo comparamos a Él con las cosas de este mundo. Le ponemos enfermo cuando

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LOCO AMOR

realmente decidimos que esas cosas son mejores para nosotros que Dios mismo. Creemos que no necesitamos nada de lo que Jesús ofrece, pero no comprendemos que lentamente, casi imperceptiblemente, nos vamos alejando corriente abajo. Y, en el proceso, nos vamos volviendo ciegos, vamos perdiendo la ropa, y nos convertimos en desgraciados empobrecidos.

¡No es extraño que Jesús diga que vomitará a las personas tibias de su boca!

Escúcheme con claridad en esto, porque es vital; de hecho, no hay nada más importante o eterno: ¿Está usted dispuesto a decirle a Dios que Él puede tener cualquier cosa que quiera? ¿Cree que el compromiso total a Él es más importante que cualquier otra cosa o persona en su vida? ¿Sabe que nada que usted haga en esta vida importará nunca, a menos que se trate de amar a Dios y de amar a las personas que Él ha creado?

Si la respuesta a esas preguntas es sí, entonces que sus actos respalden sus palabras. La fe verdadera significa no retener nada; lo pone todo en la esperanza de la eternidad.

Sé que todo esto de nadar contra corriente, seguir a Cristo, tomar su cruz y considerar el costo no es fácil. Es tan difícil, de hecho, que Jesús dijo que el camino es estrecho y pocos realmente lo hallan... y aún menos entre quienes son ricos. Como en la parábola del sembrador, no suponga que es usted la buena tierra; no suponga que es usted uno de los pocos que andan en el camino estrecho.

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CAPÍTULO SEIS

enZworZcfo

Oh Dios, he gustado tu bondad, y me ha satisfecho y me ha hecho tener sed de más. Soy dolorosamente

consciente de mi necesidad de mayor gracia. C JMe avergüenzo de mi falta de

deseo. Oh Dios, el Dios trino, quiero quererte; anheb ser lleno de anhelo; tengo sed de tener aún más sed.

CMuéstrame tu gloria, te pido, para que pueda conocerte verdaderamente. Comienza, en tu misericordia, una nueva obra de amor en mi interior. Dile a

mi alma: "levántate, amor mío, y ven". Xuego dame la gracia de levantarme y seguirte desde esta neblinosa tierra baja donde he vagado por tanto tiempo.10

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LOCO AMOR

¿Ha conocido alguna vez a alguien que estuviera profundamente y desesperadamente enamorado de Jesús? Yo sí. La abuela de mi esposa: Clara.

Hablé recientemente en el funeral de la abuela Clara, y pude decirles sinceramente a las personas que habían acudido que nunca había conocido a nadie que estuviera más emocionado por ver a Jesús. Cada mañana, Clara se arrodillaba al lado de su cama y pasaba preciosas horas con su Salvador; más adelante en el día, solamente ver esa esquina de su cama le llenaba los ojos de lágrimas de gozo y de una profunda anticipación de la siguiente mañana que pasaría arrodillada en su presencia.

La abuela Clara actuaba hacia Dios del modo en que nosotros actuamos hacia las personas de las que estamos loca-mente enamoradas.

Cuando uno está verdaderamente enamorado, hace muchas cosas para estar con la persona amada. Conducirá durante horas para estar juntos, aunque sólo sea por un rato. No le importa quedarse hasta muy tarde en la noche para hablar. Caminar bajo la lluvia es romántico, y no molesto. De buena gana se gastará una pequeña fortuna en la persona que le vuelve loco. Cuando los dos están separados, es doloroso, hasta desgraciado. Él o ella es lo único en que usted piensa; aprovecha cualquier oportunidad de estar juntos.

En su libro, God Is the Gospel [Dios es el evangelio], John Piper esencialmente pregunta si estamos enamorados de Dios:

La pregunta crítica para nuestra generación—y para cada generación—es esta: Si pudiera tener el cielo, sin enfermedad, y con todos los amigos que tuvo en la tierra, y todos los alimentos que siempre le gustaron, y todas las actividades de ocio de las que siempre disfrutó, y todas las bellezas naturales que vio, y todos los placeres físicos que gustó, y ningún conflicto

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CUANDO SE ESTÁ ENAMORADO

humano ni desastres naturales, ¿podría estar satisfecho con el cielo, si Cristo no estuviera allí?11

¿Cuántos leerán estas palabras y dirán: "Mire, podría estar bien así"? Si usted está tan profundamente enamorado de Dios como lo estaba la abuela Clara, sabe que nunca podría estar satisfecho en un cielo sin Cristo.

No lo intente tanto Mi temor al escribir el capítulo anterior es que solamente evoque en usted temor y culpabilidad. La experiencia personal me ha enseñado que los actos motivados por el temor y la culpabili-dad no son un antídoto para la vida tibia, egoísta y cómoda. Espero que comprenda usted que, por el contrario, la respuesta es amor.

La abuela Clara solía decir: "Yo amo amar". ¿Acaso no nos sucede lo mismo a todos? ¿No lo anhelamos? ¿Y no es eso lo que Dios quiere de nosotros, que anhelemos esta relación con Él como anhelamos todas las relaciones de amor genuinas? ¿Y no es eso lo que le da gloria a Él, cuando los creyentes le desean y no son meramente esclavos que sirven por obligación?

Les hablo así, hermanos, porque ustedes han sido llamados a ser libres; pero no se valgan de esa libertad para dar rienda suelta a sus pasiones. Más bien sírvanse unos a otros con amor. En efecto, toda la ley se resume en un solo mandamiento: Ama a tu prójimo como a ti mismo.

—Gálatas 5:13-14

¿Entiende lo que este pasaje está diciendo? Cuando amamos, ¡somos libres! No tenemos que preocuparnos por una pesada

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LOCO AMOR

carga de mandamientos, porque, cuando amamos, no podemos pecar. ¿Se siente usted libre en su vida cristiana?

En el mismo capítulo, Pablo escribe: "lo que vale es la fe que actúa mediante el amor" (v. 6). ¿Es amar a Dios—y, por extensión, amar a las personas—lo que usted trata? ¿Es eso lo que ser cristiano significa para usted? ¿Vive como si la fe, demostrada mediante el amor, realmente fuese lo único que vale?

Por mucho tiempo yo no lo hice. Y la mayoría de personas a la que conocían eran iguales que yo.

Con mucha frecuencia existe una disparidad entre el modo en que nos sentimos con la fe y el modo en que hemos de sentir-nos. ¿Por qué tan pocas personas encuentran genuinamente gozo y placer en su relación con Dios? ¿Por qué la mayoría de las personas sienten que, o bien tienen que pagarle a Dios por todo lo que Él ha hecho (comprar su amor), o de alguna manera tienen que seguir compensando todas sus deficiencias y fracasos (demostrar su amor)? ¿Por qué no son las palabras del Salmo 63:1-5 un sincero reflejo de nuestras vidas la mayor parte de los días?

"Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamen-te. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta. Te he visto en el santuario y he contemplado tu poder y tu gloria. Tu amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán. Te bendeciré mientras viva, y alzando mis manos te invocaré. Mi alma quedará satisfecha como de un suculento banquete, y con labios jubilosos te alabará mi boca."

Una vida tibia y simultáneamente invocar el nombre de Cristo es profundamente indignante para Dios. Y cuando

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CUANDO SE ESTÁ ENAMORADO

somos sinceros, tenemos que admitir que tampoco para nosotros resulta muy satisfactorio o gozoso.

Pero la solución no es intentarlo más, fracasar, y luego hacer mayores promesas, sólo para volver a fracasar. No hace ningún bien reunir más amor por Dios, obligarse a uno mismo a amarlo más. Cuando amar a Dios se convierte en una obligación, una de las muchas cosas que tenemos que hacer, terminamos enfo-cándonos aún más en nosotros mismos. No es sorprendente que haya tan pocas personas que quieran oír de nosotros lo que nosotros mismos sentimos que es una tarea aburrida y plagada de culpabilidad.

Como escribí en el capítulo anterior, somos llamados a rendir todo por Cristo: un concepto que a la mayoría de asistentes a la iglesia no les emociona mucho. Por tanto, ¿qué falta? ¿Qué está mal en este cuadro? ¿Estamos sólo engañándonos a nosotros mismos en cuanto a que realmente podemos estar enamorados de Dios y que eso es más satisfactorio que ninguna otra cosa? No lo creo.

¡Ayuda! No te amo Dios quiere cambiarnos; Él murió para que pudiéramos cambiar.

La respuesta está en permitirle a Él que nos cambie. ¿Recuer-da el consejo que le dio a la iglesia en Laodicea? "Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo" (Apocalipsis 3:20). Su consejo no fue "intentarlo más", sino permitir que Él entrase. Como escribió Santiago: "Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes" (4:8).

Jesucristo no murió solamente para salvarnos del infierno; Él también murió para salvarnos de nuestra esclavitud al pecado.

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LOCO AMOR

que dejar de y t e d b u f i c e l a m o u .

oportunidad de : esta seman;

En Juan 10:10 Jesús dice: "yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia". Él no estaba hablando del futuro. Se refería a ahora, en esta vida.

El hecho es que necesito que Dios me ayude a amar a Dios. Y si necesito su ayuda para amarle a Él, un ser perfecto, sin duda alguna necesito también su ayuda para amar a los demás, seres humanos llenos de faltas. Algo misterioso, hasta sobrena-tural, debe suceder a fin de que crezca en nuestros corazones un amor genuino por Dios. El Espíritu Santo tiene que moverse en nuestras vidas.

Es un notable círculo: nuestras oraciones por más amor dan como r e s a l g o orar más, lo cual da como resultado más amor . . .

Imagine dar una carrera a la vez due se come un pastelito. Ademar de sufrir una autoderrota e Inducir dolor en el cost lo,

sería casi imposible hacerlo; u: jara poder comerse el pastelito,

: igual i a hn Cristo esto correctamen

jar de correr

o está corriendo hacia Cristo, es liberado para servir. "ma^^Jar gracias sin culpabilidad, preocupación o temor. Mientras esté corriendo, está usted seguro.

Pero correr es agotador; si, es decir, estamos corriendo para alejarnos del pecado o de la culpabilidad, por temor (o si llevamos bastante tiempo sin correr). Sin embargo, si nos entrenamos para correr hacia nuestro Refugio, hacia el Amor, somos libres, tal como somos llamados a ser.

A medida que comenzamos a enfocarnos más en Cristo, amarlo a E! y a los demás se hace más natural. Mientras estemos buscándolo a Él, estaremos satisfechos en El.

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CUANDO SE ESTÁ ENAMORADO

Cuando dejamos de amarlo a Él activamente es cuando nos encontramos inquietos y gravitando hacia otros medios de obtener satisfacción.

Cuando leo los Salmos, soy testigo de una intimidad extrema que a veces parece inalcanzable. Tengo que recordarme a mí mismo constantemente que los Salmos fueron escritos por personas que eran como yo. Ellos disfrutaban una cercanía a Dios que usted y yo podemos experimentar. Deberíamos estar comunicando estas palabras a Él:

"Soy como un niño recién amamantado en el regazo de su madre. ¡Mi alma es como un niño recién amamantado!".

—Salmo 131:2

"Tú has hecho que mi corazón rebose de alegría, alegría mayor que la que tienen los que disfrutan de trigo y vino en abundancia. En paz me acuesto y me duermo, porque sólo tú, SEÑOR, me haces vivir confiado".

—Salmo 4:7-8

"Me has dado a conocer la senda de la vida; me llena-rás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha".

—Salmo 16:11

"El SEÑOR es mi fuerza y mi escudo; mi corazón en él confía; de él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias".

—Salmo 28:7

"Sácianos de tu amor por la mañana, y toda nuestra vida cantaremos de alegría".

—Salmo 90:14

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LOCO AMOR

"Tus estatutos son mi herencia permanente; son el regocijo de mi corazón".

—Salmo 119:111

No quiero hacerlo parecer engañosamente fácil; los Salmos también están llenos de clamores de dolor:

"SEÑOR, escucha mi oración, atiende a mi clamor; no cierres tus oídos a mi llanto".

—Salmo 39:12

"A ti, SEÑOR, elevo mi clamor desde las profundidades del abismo. Escucha, Señor, mi voz. Estén atentos tus oídos a mi voz suplicante".

—Salmo 130:1-2

Jesús dijo: "En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo" (Juan 16:33). La vida no es perfecta cuando usted sigue a Cristo con todo su corazón; tendrá aflicciones, dice Jesús: está garantizado.

Pero Él ha vencido al mundo. Así que anímese, siga adelante, pelee la buena batalla, ore continuamente, y no se canse. No hay nada mejor que renunciar a todo y entrar en una apasiona-da relación de amor con Dios, el Dios del universo que creó galaxias, hojas, la risa, y a usted y a mí.

Entonces, ¿y si yo sí que creo que Él ha vencido al mundo? Hasta que venga su Reino, ¿qué del pecado del que parece que no puedo librarme? ¿Qué de mi destruida familia? ¿Qué de mi pasado? ¿Qué del cáncer de mi abuela? ¿Qué del accidente de tráfico que mató a mi amigo? ¿Qué del divorcio?

Cada uno de nosotros tiene una lista que sigue y sigue.

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CUANDO SE ESTÁ ENAMORADO

La promesa de que nuestras aflicciones están "logrando para nosotros una gloria eterna" parece difícil de creer en medio de la confusión. Suena trillado decir que nuestros problemas en esta tierra son "ligeros y momentáneos", como escribió Pablo, ¿•no es cierto? Los míos no los siento así. A veces, amenazan con tragarse el resto de mi vida.

Sin embargo, Dios nos dice que tenemos la mejor parte, que realmente seremos recompensados de una manera que sobrepasa con mucho nuestras actuales frustraciones y dificul-tades. Y hasta que seremos benditos "cuando los odien, cuando los discriminen, los insulten y los desprestigien por causa del Hijo del hombre. Alégrense en aquel día y salten de gozo, pues miren que les espera una gran recompensa en el cielo" (Lucas 6:22-23).

"Entonces llamaron a los apóstoles y, luego de azotar-los, les ordenaron que no hablaran más en el nombre de Jesús. Después de eso los soltaron. Así, pues, los apóstoles salieron del Consejo, llenos de gozo por haber sido considerados dignos de sufrir afrentas por causa del Nombre. Y día tras día, en el templo y de casa en casa, no dejaban de enseñar y anunciar las buenas nuevas de que Jesús es el Mesías."

—Hechos 5:40-42

Guau. Espero que si yo alguna vez me encuentro en una situación similar, me regocije como lo hicieron los apóstoles. Pero a veces creo que sería más probable que me lamentase por mi situación y me molestase con Dios.

Cuando veo mi relación con Dios como una tarea, un sacri-ficio, entonces yo estoy obteniendo la gloria, y no Dios. Sigo diciendo: "Miren lo que he sacrificado por Dios..."; o "escuchen lo que yo hago para Dios; es difícil, realmente agotador...".

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LOCO AMOR

Por el contrario, cuando nos sacrificamos, damos, o hasta sufrimos, podemos regocijarnos porque sabemos que Dios nos recompensa. Siempre somos los receptores de sus estupendos y diversos dones; no los dadores, nunca los dadores. David Livingston, un misionero en África durante el siglo XIX, dijo en una ocasión durante un discurso a alumnos de la univer-sidad de Cambridge: "La gente habla del sacrificio que yo he hecho al pasar una parte tan grande de mi vida en África... yo nunca hice un sacrificio. No debiéramos hablar de 'sacrificio' cuando recordamos el gran sacrificio que Él hizo, dejando el trono de su Padre en los cielos para entregarse a sí mismo por

» 12 nosotros .

"El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él es Señor del cielo y de la tierra. No vive en templos construidos por hombres, ni se deja servir por manos humanas, como si necesitara de algo. Por el contrario, él es quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas."

—Hechos 17:24-25

La Biblia dice que cuando obedecemos los mandamientos de Dios, nos beneficiamos. Yo creo que por naturaleza suponemos que buscamos nuestros propios intereses y preocupaciones, seremos felices; pero las personas que se sacrifican por otros le dirán que las épocas de dar son las más satisfactorias de sus vidas.

Resulta que la Biblia tiene razón: "Hay más dicha en dar que en recibir" (Hechos 20:35). La gente, en general, sí encuentra mayor dicha en dar libremente a otros de la que encuentran en los desenfrenados excesos. Con respecto a esto, el dramaturgo George Bernard Shaw escribió: "Esto es verdadero gozo en la vida, el agotarse por un propósito reconocido por uno mismo

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como grandioso; el ser una fuerza de la naturaleza en lugar de ser un febril y egoísta terrón de achaques y tristezas que se queja de que el mundo no se dedique a hacerle feliz".

Dios es el único Dador verdadero, y Él no necesita nada de nosotros. Pero aun así, Él nos quiere. Él nos dio vida a fin de que pudiéramos buscarle y conocerle.

Jesús: siervo, no mendigo En Malaquías 1:11 Dios dice: "Porque desde donde nace el sol hasta donde se pone, grande es mi nombre entre las naciones. En todo lugar se ofrece incienso y ofrendas puras a mi nombre, porque grande es mi nombre entre las naciones".

Dios les dice a los sacerdotes que si ellos no quieren ofrecerle excelencia, otros lo harán. Dios dice que su nombre será grande entre las naciones. En este instante millones de ángeles están alabando el nombre de Dios; Él, sin duda, no necesita rogar-nos ni pedirnos a nosotros. Nosotros deberíamos ser quienes mendiguen adorar en su presencia.

Más adelante en Malaquías, tenemos una increíble promesa de Dios: "Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice el SEÑOR todopoderoso—, y vean si no abro las compuer-tas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde".

Este es el único lugar en la Biblia donde Dios invita a su pueblo a probarle, a tratar de sobrepasarlo. Él sabe que es imposible, que nadie puede sobrepasar a Aquel de quien vienen todas las cosas. Dios sabe que la gente comprenderá: "lo que te hemos dado, de ti lo hemos recibido" (1 Crónicas 29:14). Nada ha fortalecido más mi fe que ver a Dios bendecir lo que yo le entrego a Él, lo que rindo a sus pies.

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LOCO AMOR

Si usted quiere realmente experimentar la provisión sobrenatural de Dios, entonces haga lo que Él dice. Pruébelo. Dé más de lo que pueda manejar, y vea cómo responde Él.

Cuando estamos enfocados en amar a Cristo, no significa que hagamos menos. Yo solía hacer muchas de las mismas cosas que hago ahora, pero estaba motivado por la culpabilidad o el temor a las consecuencias. Cuando trabajamos para Cristo por obligación, lo sentimos como trabajo; pero cuando amamos verdaderamente a Cristo, nuestro trabajo es una manifestación de ese amor, y lo sentimos como amor.

En realidad, ninguno de nosotros será nunca digno. Es inútil intentar ganárselo; usted nunca se sentirá preparado. Es desconocido e incómodo. Pero realmente hay un Dios que perdona todo y que ama continuamente.

Alguien con quien puedo ser auténtico Si usted meramente finge que disfruta de Dios o que le ama, Él lo sabe. No puede usted engañarle; ni siquiera lo intente.

Por el contrario, dígale cómo se siente. Dígale que Él no es lo más importante en esta vida para usted, y que lo siente. Dígale que ha sido usted tibio, que ha escogido

por encima de Él una y otra vez. Dígale que quiere que Él le cambie, que anhela disfrutar de Él genuinamente. Dígale que quiere experimentar satisfacción verdadera, y placer, y gozo en su relación con Él. Dígale que quiere amarle más que a ninguna otra cosa en esta tierra. Dígale que quiere atesorar tanto el reino de los cielos que estaría dispuesto a venderlo todo para obtenerlo. Dígale lo que le gusta de Él, lo que aprecia, y lo que le produce gozo.

Jesús, necesito entregarme. No soy lo bastante fuertepara amarte y para caminar contigo con mis propias fuerzas. No puedo hacerlo,

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CUANDO SE ESTÁ ENAMORADO

y te necesito. Te necesito profundamente y desesperadamente. Creo que tú eres digno, que tú eres mejor que ninguna otra cosa que yo pudiera tener en esta vida o en la próxima. Te quiero. Y cuando no lo hago, quiero quererte. Sé todo en mí. Toma todo de mí. Haz conmigo lo que tú quieras.

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Y CAPÍTULO SIETE

¿ M r v i f i v o r \í\cfa .. . ofe^pvé^

En este punto, probablemente haya comprendido que tiene usted una clara elección que hacer: sencillamente dejar que la vida siga, que es equivalente a servirle a Dios sus sobras o correr activamente hacia Cristo.

¿Reconoce la necedad de buscar la satisfacción fuera de Él? ¿Entiende que es imposible agradar a Dios en ninguna otra manera que no sea la rendición total? ¿Comprende la belleza y el profundo gozo de caminar en genuina intimidad con Dios, nuestro Padre santo y Amigo? ¿Quiere ver a Dios más de lo que desea tener seguridad?

Quizá haya respondido sí a esas preguntas pero se siga preguntando a qué equivale eso, cuáles son las alternativas a flotar corriente abajo o bajar en la escalera mecánica. ¿Qué supone en la vida cotidiana correr hacia Cristo y buscar el Amor?

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LOCO AMOR

El mejor lugar que conozco donde mirar es la Escritura; en ella obtenemos sabiduría y estudiamos los ejemplos de quienes siguieron a Dios con todo su corazón. El mejor pasaje probablemente sea Hebreos 11, un capítulo con frecuencia denominado "el salón de la fe". Es tentador suponer que las personas enumeradas ahí eran súper humanas, o súper santas, y que usted y yo nunca podríamos hacer el tipo de cosas que hicieron ellos.

¿Pero sabía que Abraham temió por su seguridad, y por eso mintió sobre su esposa, Sara, y dijo que era su hermana... dos veces? Considere a Jacob, que robó la primogenitura a su hermano Esaú, engañó a su padre para que le bendijese, y luego huyó temeroso de Esaú.

¿O sabía que Moisés era un asesino y tenía tanto temor a hablar en público que Dios tuvo que enviar a su hermano Aarón para ser el portavoz de Moisés? También en Hebreos 11 vemos a Rahab, que era gentil y una mujer (en aquella época, una grave desventaja), ¡por no mencionar que era prostituta! Luego está Sansón, que tenía tantos problemas que ni siquiera sé por dónde comenzar. Y, desde luego, David, "un hombre según el corazón de Dios" que era un adúltero y un asesino, cuyos hijos fueron malvados y estaban descontrolados.

Aquellas personas estaban lejos de ser perfectas y, sin embargo, tuvieron fe en un Dios que podía ayudarles en situa-ciones aparentemente malísimas. Por ejemplo, Noé, que "Por la fe.. . advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe" (Hebreos 11:7). Noé se pasó 120 años construyendo un arca y advirtiendo a los demás del inminente juicio. Supon-gamos que nunca hubiera llegado el diluvio; Noé habría sido el mayor hazmerreír de toda la tierra. Tener fe, con frecuencia

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SU MEJOR V I D A . . . D E S P U É S

significa hacer lo que los demás consideran una locura. Algo va mal cuando nuestras vidas tienen sentido para los incrédulos.

Y luego está Abraham. Hebreos 11:17-19 dice:

"Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: 'Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac'. Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muer-tos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos".

La esperanza de Abraham estaba en la capacidad de Dios de resucitar a los muertos. ¿Y si Dios no hubiera detenido a Abraham? Imagine estar al lado de su hijo muerto después de haberlo matado. ¿Qué pasaría por su mente mientras enterraba a su hijo? ¿Podría seguir viviendo mientras todo el mundo le llamaba asesino loco? Esas habrían sido las consecuencias de los actos de Abraham si Dios no hubiera intervenido. Pero Él lo hizo.

Finalmente, piense en los mártires. Hebreos 11:35-38 dice:

"Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas".

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Si no llega la eternidad y Dios no existe, entonces, como dice Pablo, "si la esperanza que tenemos en Cristo fuera sólo para esta vida, seríamos los más desdichados de todos los mortales" (1 Corintios 15:19). Si no hay Dios, entonces Pablo y todos los mártires a lo largo de la historia vivieron vidas cortas llenas de sufrimiento innecesario (2 Corintios 6:4-10).

Pero como Dios es real, Pablo y los mártires deberían ser envidiados más que nadie; su sufrimiento valió la pena. Si nos permitimos vivir imprudentemente para Él, entonces también nosotros veremos su gloria. Le veremos hacer lo imposible.

A los cristianos en la actualidad les gusta jugar a lo seguro. Queremos ponernos a nosotros mismos en situaciones en las que estemos seguros "aunque no haya Dios". Pero si verdadera-mente deseamos agradar a Dios, no podemos vivir de ese modo. Tenemos que hacer cosas que nos cuesten durante nuestra vida en la tierra pero que habrán merecido la pena en la eternidad.

Como se registra en Hebreos 11, el Dios a quien las perso-nas de fe servían es Aquel a quien nosotros servimos. Como dice Santiago 5:17: "Elias era un hombre con debilidades como las nuestras". Cuando usted ora, sus oraciones son oídas por el mismo Dios que respondió la oración de Moisés para que hubiese agua en el desierto, el Dios que le dio un hijo a Abra-ham y a su esposa estéril, y el Dios que llevó al esclavo José al segundo lugar de poder, solamente por detrás de Faraón.

El ejemplo definitivo de sacrificio y rendición es, desde luego, Jesucristo. Él lo tenía todo y, aun así, escogió rendirlo por amor a su Padre. La actitud de usted debería ser la misma que la de Él.. .

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SU MEJOR V I D A . . . D E S P U É S

"Quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz! Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre."

—Filipenses 2:6-11

Juan nos dice claramente que "el que afirma que permane-ce en él, debe vivir como él vivió" (1 Juan 2:6). ¿Está usted preparado y dispuesto para rebajarse? ¿Para adoptar la natu-raleza de un siervo? ¿Para ser obediente hasta la muerte? Si su sincera respuesta a esas preguntas es sí, ¿cómo se manifiestan esas intenciones en su vida?

En Mateo 25, tenemos un aterrador cuadro del juicio venidero. En este pasaje, Cristo condena a las personas al castigo eterno debido a que no se interesaron por Él durante sus vidas en la tierra. "Porque tuve hambre, y ustedes no me dieron nada de comer; tuve sed, y no me dieron nada de beber; fui forastero, y no me dieron alojamiento; necesité ropa, y no me vistieron; estuve enfermo y en la cárcel, y no me atendieron" (v. 42-43).

Los condenados protestan, diciendo que nunca vieron a Cristo en ninguna de esas situaciones de necesidad, y Jesús responde: "Les aseguro que todo lo que no hicieron por el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron por mí" (v. 45).

Vaya. Para mí, eso es como una bofetada dolorosa e inesperada en la cara. Como muchos de ustedes, yo he oído enseñar sobre ese pasaje en numerosas ocasiones. Me

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LOCO AMOR

he ido convencido, pero no lo he tomado literalmente. Lo consideramos una perspectiva fresca sobre la pobreza en lugar de un cuadro literal de un juicio inminente.

¿Cómo cambiaría mi vida si yo realmente pensara en cada persona con la que estoy en contacto como Cristo: la persona que conduce con dolorosa lentitud delante de mí, la cajera en el supermercado que parece más interesada en charlas que en pasar mis alimentos, mi familiar con quien parece que no puedo tener una conversación sin molestarme?

Si creemos que, como dijo Jesús, los dos mayores manda-mientos son "ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas" y "ama a tu prójimo como a ti mismo", entonces este pasaje tiene mucho que ense-ñarnos. Básicamente, Cristo está relacionando el mandamiento de "amar a Dios" con el mandamiento de "amar al prójimo". Al amar "al más pequeño", estamos amando a Dios mismo.

En este mismo capítulo de Mateo, Jesús bendice a algunas personas por lo que han hecho. Confundidas, ellas preguntan: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o se-diento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?" (vv. 37-39).

La respuesta de Él es asombrosa: "El Rey les responderá: Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí" (v. 40). Jesús está diciendo que mostramos amor tangible por Dios en el modo en que nos ocupamos de los pobres y de quienes sufren. Él espera que tratemos a los pobres y los desesperados como si ellos fueran Cristo mismo.

Hágase esta pregunta: Si usted viera realmente a Jesús tener hambre, ¿qué haría por Él?

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SU MEJOR V I D A . . . D E S P U É S

"En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos. Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él? Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad. En esto sabremos que somos de la verdad, y nos sentiremos seguros delante de él: que aunque nuestro corazón nos condene, Dios es más grande que nuestro corazón y lo sabe todo."

—1 Juan 3:16-20

En este pasaje, vemos que Juan cuestiona si es posible tener verdaderamente el amor de Dios en usted y no tener compasión por los pobres. Él utiliza como su ejemplo el amor de Cristo manifestándose mediante el sacrificio de su propia vida.

Dios no dio sólo un poco por nosotros; Él dio lo mejor. Se dio a sí mismo. Juan está diciendo que no es distinto para nosotros: el verdadero amor requiere sacrificio. Y nuestro amor se demuestra por cómo vivimos nuestras vidas: "No amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad".

Una de las maneras más claras en que amamos "con hechos y de verdad" es dando a otros. Con dar no me refiero sólo a dinero, aunque es también, sin duda, un elemento de ello.

Otro importante elemento de dar es nuestro tiempo. La mayoría de nosotros estamos tan ocupados que el pensamiento de añadir una cosa más a nuestro horario semanal es estresante. En lugar de añadir otra cosa a nuestra vida, quizá Dios quiere que le entreguemos a Él todo nuestro tiempo y le permitamos dirigirlo como Él vea adecuado. Uno de los versículos más memorizados de toda la Biblia dice: "Porque tanto amó Dios al

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LOCO AMOR

mundo, que dio" (Juan 3:16). Ahí vemos la relación entre amar y dar evidentemente establecida.

El dar que no está motivado por el amor no vale nada. Pablo dice de este tipo de dar que "de nada sirve"; sin embargo, cuando damos por amor, obtenemos mucho. Dar da como resultado no sólo una compensación celestial, sino también nos causa un gran gozo en nuestra vida aquí y ahora. A medida que amamos de manera más genuina y profunda, el dar se convierte en la respuesta obvia y natural. Tomar y guardar para nosotros se vuelve poco atractivo e imprudente.

¿Recuerda la historia en que Jesús alimentó a miles de perso-nas con el pequeño almuerzo de un muchacho? En esa historia, según Mateo, Jesús dio los panes a sus discípulos y luego los discípulos los pasaron a la multitud. Imagine si los discípulos simplemente se hubieran quedado con el alimento que Jesús les dio, dándole gracias continuamente por darles de comer. Eso habría sido estúpido cuando había suficiente alimento para dar de comer a los miles que estaban reunidos y tenían hambre.

Pero eso es exactamente lo que nosotros hacemos cuando no damos libremente y con alegría. Estamos cargados de muchas cosas buenas, más de las que podríamos necesitar nunca, mien-tras que otros están desesperados por tener un pequeño pan. Las cosas buenas a las que nos aferramos son más que dinero; amontonamos nuestros recursos, nuestros dones, nuestro tiempo, nuestras familias, nuestros amigos. A medida que prac-ticamos dar regularmente, vemos lo absurdo que es aferrarse a la abundancia que Dios nos ha dado y meramente repetir la palabra gracias.

El apóstol Pablo habla de este asunto de dar a la luz de las desigualdades que había entre los primeros creyentes:

"No se trata de que otros encuentren alivio mientras que ustedes sufren escasez; es más bien cuestión de

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igualdad. En las circunstancias actuales la abundancia de ustedes suplirá lo que ellos necesitan, para que a su vez la abundancia de ellos supla lo que ustedes necesi-tan. Así habrá igualdad, como está escrito: Ni al que recogió mucho le sobraba, ni al que recogió poco le faltaba".

—2 Corintios 8:13-15

Pablo estaba pidiendo a los creyentes corintios que dieran a los santos pobres en Jerusalén, siendo la meta que nadie tuvie-se demasiado o muy poco. Esta idea está bastante lejana en la cultura actual, en la que se nos enseña mirar por nosotros mismos y ser de ese modo recompensados.

El abismo es tan extremo en nuestro mundo que tenemos que tomar a la ligera pasajes como Lucas 12:33: "Vendan sus bienes y den a los pobres". ¿Cómo si no podemos salir de una fangosa barraca y regresar a nuestra casa tan grande sin hacer nada? El concepto de reducir a fin de que otros puedan mejorar es bíblico, hermoso... y casi no se oye de él. O bien cerramos el abismo, o no tomamos literalmente las palabras de la Biblia.

Atrévase a imaginar lo que significaría para usted tomar en serio las palabras de Jesús. Atrévase a pensar en sus propios hijos viviendo en la pobreza, sin tener bastante para comer. Atrévase a creer que ellos realmente son sus hermanos y hermanas con necesidad.

Jesús dijo: "Pues mi hermano, mi hermana y mi madre son los que hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo" (Mateo 12:50). ¿Cree usted eso? ¿Vive como si lo creyera?

Después de oír esta verdad predicada, un hombre en mi igle-sia donó su casa a la iglesia y se mudó a vivir con sus padres. Él me dijo que tendría una casa mejor en el cielo, y que real-mente no importaba dónde viva durante esta vida. Él vive lo que cree.

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LOCO AMOR

Sueñe un poco con lo que podría ser para usted. Quizá comenzara un movimiento llamado "Aspire a la media", en el que la gente se comprometiese a vivir con la renta media del país, o por debajo de ella, y a donar el resto. ¿Resulta intimi-dante pensar en dar radicalmente y liberalmente?

Quiero compartir con usted una historia. Cualquiera que haya tomado la palabra a Dios cuando Él dice: "Pruébenme en esto... y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde" (Malaquías 3:10) probablemente tenga una historia similar.

Un amigo daba fielmente el 20 por ciento de sus ingresos a Dios, y de repente sus ingresos disminuyeron de manera drástica. Él sabía que tenía que decidir si debería continuar dando de una manera que demostrase que confiaba en Dios. No habría estado mal que disminuyera su ofrenda hasta el 10 por ciento; pero mi amigo escogió, en cambio, aumentar su ofrenda hasta el 30 por ciento, a pesar de la disminución de sus ingresos.

Usted probablemente imagine cómo termina la historia. Dios bendijo su fe y le dio más que suficiente, más de lo que él necesitaba. Mi amigo llegó a experimentar de primera mano la provisión de Dios.

Cuando sea difícil y tenga dudas, dé más. O, como dice Deuteronomio: "No seas mezquino sino generoso, y así el SEÑOR tu Dios bendecirá todos tus trabajos y todo lo que emprendas" (15:10).

Quizá usted ya haya hecho sacrificios. Si es así, ha visto que, en ciertos aspectos, es más fácil, ¿no es cierto? Usted ha sido testigo de los beneficios del dar, y es bendecido a causa de ello. Pero también se hace más difícil. La tentación de estabilizarse aumenta con cada año que pasa. El orgullo le dice que usted ha sacrificado más que otros. El temor le dice que es momento de

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preocuparse por el futuro. Los amigos le dicen que ya ha dado usted suficiente, que ahora es el turno de otras personas.

Pero Jesús dice que siga haciéndolo y verá más de Dios. ¿Realmente creemos que "debiera ser el negocio de cada día prepararnos para nuestro día final"?13

Cuando Jesús envió a sus doce discípulos (Lucas 9:3), les dijo: "No lleven nada para el camino: ni bastón, ni bolsa, ni pan, ni dinero, ni dos mudas de ropa". ¿Por qué supone que Él les dijo eso? ¿Por qué no permitirles apresurarse a casa y aga-rrar algunas provisiones? ¿Por qué no permitirles llevar algo de dinero por si acaso?

Jesús estaba obligando a sus discípulos a confiar en Él. Dios tendría que acudir en su ayuda porque ellos no tenían nada más en que apoyarse.

Este lugar de confianza no es un lugar cómodo donde estar; de hecho, desafía todo lo que nos han enseñado sobre planifi-car adecuadamente. Nos gusta encontrar refugio en lo que ya tenemos en lugar de en lo que esperamos que Dios proveerá. Pero cuando Cristo dice que contemos el costo de seguirlo a Él, significa que debemos rendirlo todo; significa estar dispuestos a pasarnos sin una túnica extra o un lugar para dormir en la noche, y a veces sin saber a dónde vamos.

Dios quiere que confiemos en Él con abandono. Él quiere mostrarnos cómo obra y se ocupa de nosotros. Él quiere ser nuestro refugio.

Caminar en genuina intimidad y plena rendición a Dios requie-re una gran fe. Hebreos 11:6 dice: "Sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan".

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LOCO AMOR

Cuando yo estaba en el seminario bíblico, un profesor preguntó a nuestra clase: "¿Qué están haciendo ahora que requiera fe?". Esa pregunta me afectó profundamente porque en aquel momento no pude pensar en nada en mi vida que requi-riese fe. Probablemente no viviría de manera muy diferente si no creyese en Dios; mi vida no era, ni ordenada ni afectada por mi fe como yo suponía que lo era. Además, cuando miraba a mi alrededor, comprendía que estaba rodeado de personas que vivían de la misma manera que yo.

La vida es cómoda cuando uno se separa de las personas que son distintas a uno mismo. Eso resume lo que era mi vida: caracterizada por la comodidad.

Pero Dios no nos llama a estar cómodos. Él nos llama a confiar en Él de manera tan completa que no tengamos miedo a ponernos a nosotros mismos en situaciones en las que tendre-mos problemas si Él no interviene.

Aunque el capítulo 58 de Isaías fue escrito hace miles de años, habla poderosamente a la época actual. Sé que es largo, pero le prometo que vale la pena leerlo.

"Porque día tras día me buscan, y desean conocer mis caminos, como si fueran una nación que practicara la justicia, como si no hubieran abandonado mis manda-mientos. Me piden decisiones justas, y desean acercarse a mí, y hasta me reclaman: '¿Para qué ayunamos, si no lo tomas en cuenta? ¿Para qué nos afligimos, si tú no lo notas?' Pero el día en que ustedes ayunan, hacen negocios y explotan a sus obreros."

"Ustedes sólo ayunan para pelear y reñir, y darse puñetazos a mansalva. Si quieren que el cielo atienda sus ruegos, ¡ayunen, pero no como ahora lo hacen! ¿Acaso el ayuno que he escogido es sólo un día para que el hombre se mortifique? ¿Y sólo para que incline

124

SU MEJOR V I D A . . . D E S P U É S

la cabeza como un junco, haga duelo y se cubra de ceniza? ¿A eso llaman ustedes día de ayuno y el día aceptable al SEÑOR?"

"El ayuno que he escogido, ¿no es más bien romper las cadenas de injusticia y desatar las correas del yugo, poner en libertad a los oprimidos y romper toda atadura? ¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento y dar refugio a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no dejar de lado a tus semejantes? Si así procedes, tu luz despuntará como la aurora, y al instante llegará tu sanidad; tu justicia te abrirá el camino, y la gloria del SEÑOR te seguirá. Llamarás, y el SEÑOR responderá; pedirás ayuda, y él dirá: '¡Aquí

_ i»» estoy!.

"Si desechas el yugo de opresión, el dedo acusador y la lengua maliciosa, si te dedicas a ayudar a los hambrien-tos y a saciar la necesidad del desvalido, entonces brillará tu luz en las tinieblas, y como el mediodía será tu noche. El SEÑOR te guiará siempre; te saciará en tierras resecas, y fortalecerá tus huesos. Serás como jardín bien regado, como manantial cuyas aguas no se agotan. Tu pueblo reconstruirá las ruinas antiguas y levantará los cimientos de antaño; serás llamado 'reparador de muros derruidos', 'restaurador de calles transitables'."

"Si dejas de profanar el sábado, y no haces negocios en mi día santo; si llamas al sábado 'delicia', y al día santo del SEÑOR, 'honorable'; si te abstienes de profanarlo, y lo honras no haciendo negocios ni profiriendo palabras inútiles, entonces hallarás tu gozo en el SEÑOR; sobre las cumbres de la tierra te haré cabalgar, y haré que

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LOCO AMOR

te deleites en la herencia de tu padre Jacob.' El SEÑOR

mismo lo ha dicho." —Isaías 58:2-14

En el versículo 10, la frase "si te dedicas a ayudar a los hambrientos" destaca para mí más que las increíbles promesas que siguen. Me recuerda la parábola de los talentos en Mateo 25, en la que los siervos son recompensados según lo que hicie-ron con lo que se les había dado. No parecía importar que a uno se le hubieran dado cinco talentos y al otro dos. Ambos Siervos fueron fieles con lo que su amo les había confiado, y como resultado ambos fueron recompensados liberalmente.

De manera similar, a cada uno de nosotros nuestro Maestro nos da diferentes dones y talentos. Lo que más importa es el modo en que usemos lo que se nos ha dado, y no cuánto ganemos o cómo lo comparemos con lo que otro tiene. Lo que importa es que nos dediquemos a ello.

"Y ahora, queridos hijos, permanezcamos en él para que, cuando se manifieste, podamos presentarnos ante él confiadamente, seguros de no ser avergonzados en su venida."

—1 Juan 2:28

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CAPÍTULO OCHO

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Obsesionado: Tener la mente excesivamente preocupada con una única emoción o tema.14

La idea de retener ciertamente no viene de la Escritura. La Biblia nos enseña a estar consumidos con Cristo y practicar con fidelidad sus palabras. El Espíritu Santo aviva en nosotros gozo y paz cuando estamos fijos en Jesús, viviendo por fe y enfocándonos en la vida venidera.

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LOCO AMOR

Amantes Yo creo que a veces suponemos que si somos amables, las personas sabrán que somos cristianos y querrán saber más de Jesús. Pero realmente no funciona de ese modo. Conozco a muchas personas que no conocen a Cristo y que son personas realmente agradables; más agradables y más divertidas con quienes estar que, de hecho, muchos cristianos que conozco.

Tiene que haber más en nuestra fe que amistad, educación y hasta bondad. Jesús enseña en el Evangelio de Lucas:

"¿Qué mérito tienen ustedes al amar a quienes los aman? Aun los pecadores lo hacen así. ¿Y qué mérito tienen ustedes al hacer bien a quienes les hacen bien? Aun los pecadores actúan así. ¿Y qué mérito tienen ustedes al dar prestado a quienes pueden corresponderles? Aun los pecadores se prestan entre sí, esperando recibir el mismo trato. Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y malvados. Sean compasivos, así como su Padre es compasivo".

—Lucas 6:32-36

La fe verdadera es amar a una persona después de que nos haya herido. El amor verdadero le hace destacar.

En octubre dé 2006, cerca de Lancaster, Pennsylvania, un hombre entró en una escuela amish y mató a varias muchachas. El día después del tiroteo, muchas personas amish visitaron a la familia de quien había disparado para decirle que les habían perdonado. Ese tipo de perdón es incomprensible para el mundo; debido a ello, la gente ha llegado a acusar a las familias

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PERFIL DE LA PERSONA OBSESIONADA

de ser malos padres, de no tratar la ira adecuadamente, de vivir en negación.

Este tipo de amor es una locura para el mundo: amor verdadero, un tipo de amor que no se encuentra en ningún otro lugar sino por medio de Cristo.

Se nos manda amar a nuestros enemigos y hacerles bien. ¿Quiénes son sus enemigos? O, en términos con los que conecta-mos mejor, ¿quiénes son las personas a las que usted evita o que le evitan a usted? ¿Quiénes son las personas que le han herido, o han herido a sus amigos, o han herido a sus hijos? ¿Está usted dispuesto a hacer bien a esas personas? ¿A llegar a ellas?

Con frecuencia, mi primera respuesta cuando alguien me hace algo—o, peor aún, a mi esposa o a uno de mis hijos—es la represalia. No quiero bendecir a quienes me hacen daño a mí o a personas a las que quiero mucho. No querría perdonar a alguien que hubiera entrado en la escuela de mi hija y les hubiera disparado a ella y a sus amigas.

Pero eso es exactamente lo que Cristo nos pide que hagamos. Él nos manda que demos sin esperar nada a cambio.

Más adelante en Lucas, Jesús dice:

"Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recompensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos".

—Lucas 14:12-14

¿Ha hecho usted realmente algo parecido a eso alguna vez? ¿Les da a quienes no pueden recompensarle? ¿A quienes le

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LOCO AMOR

harían daño a usted si pudieran? ¿A quienes ya le han herido? Ese es el amor de Cristo. Él nos dio algo por lo cual nosotros nunca podremos recompensarle, y luego nos pide que sigamos dando como Él da.

Frederick Buechner escribió en The Magnificent Defeat [La magnífica derrota]:

El amor por los iguales es una cosa humana: de amigo a amigo, de hermano a hermano; es amar lo que es amoroso y adorable. El mundo sonríe. El amor por los menos afortunados es una cosa hermosa: el amor por quienes sufren, por quienes son pobres, por los enfermos, los fracasados, los antipáticos. Eso es comparación, y toca el corazón del mundo. El amor por los más afortunados es una cosa rara: amar a quienes tienen éxito donde nosotros fracasamos, regocijarnos con envidia con quienes se regocijan, el amor de los pobres por los ricos, del hombre negro por el hombre blanco. El mundo siempre se queda perplejo por sus santos. Y luego está el amor por el enemigo: amor por aquel que no te ama sino se burla, amenaza e inflige dolor. El amor del torturado por el torturador. Ese es el amor de Dios. Conquista al mundo.

Las personas que están obsesionadas con Jesús, dan libre y abiertamente, sin

censura. Las personas obsesionadas aman a quienes les odian y a quienes no

pueden devolverles ese amor.

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PERFIL DE LA PERSONA OBSESIONADA

Correr riesgos ¿Acaso no hemos hecho todos la siguiente oración? Señor, oramos para que nos guardes seguros mientras viajamos. Te pedimos que nadie resulte herido en este viaje. Por favor, guárdanos seguros hasta que regresemos, y haznos regresar con seguridad. Oramos en el nombre de Jesús. Amén. Las palabras exactas pueden variar un poco, pero es la oración estándar que recitamos antes de salir para viajes misioneros, retiros, vacaciones y viajes de negocios.

Estamos consumidos por la seguridad. Obsesionados con ella, en realidad. Ahora bien, no estoy diciendo que esté mal orar por la protección de Dios, sino que estoy cuestionando cómo hemos hecho de la seguridad nuestra mayor prioridad. Hemos elevado la seguridad a costa de lo que sea lo mejor de Dios, de lo que daría a Dios la mayor gloria, o de lo que lograría sus propósitos en nuestras vidas y en el mundo.

¿Estaría usted dispuesto a hacer esta oración? Dios, llévame más cerca de ti durante este viaje, a pesar de lo que sea necesario...

Las personas que están obsesionadas con Jesús no están consumidas por su

seguridad personal y su comodidad por encima de todo lo demás. Las personas

obsesionadas se interesan más por que el Reino de Dios venga a esta tierra

que por que su propia vida sea protegida del dolor o la angustia.

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LOCO AMOR

Amigos de todos Hace algún tiempo tuve una tarde libre, así que decidí ir a la tienda y comprar algunas cosas para regalarlas a quienes la$ necesitaban más que yo. Fue una buena idea, algo que yo quería que caracterizase mi vida cada vez más.

Pero fue embarazoso. Comprendí que todas las personas a quienes yo conocía

tenían suficiente, que no conocía a muchas personas que tuvie-ran verdadera necesidad, y que yo necesitaba cambiar eso. Necesitaba ir y conocer a personas que no viviesen como yo ni pensasen como yo, personas que nunca pudieran recompen-sarme. Por causa de ellos, pero también por mí mismo.

El pasaje de 1 Timoteo reafirma que no hemos de ser contro-lados por el dinero ni buscarlo:

"Es cierto que con la verdadera religión se obtienen grandes ganancias, pero sólo si uno está satisfecho con lo que tiene. Porque nada trajimos a este mundo, y nada podemos llevarnos. Así que, si tenemos ropa y comida, contentémonos con eso. Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven escla-vos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destruc-ción. Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores. Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de todo eso, y esmérate en seguir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia y la humildad. Pelea la buena batalla de la fe; haz tuya la vida eterna, a la que fuiste llamado y por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos".

—1 Timoteo 6:6-12

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PERFIL DE LA PERSONA OBSESIONADA

Las personas que están obsesionadas con Jesús viven vidas que las relacionan con

los pobres de un modo u otro. Las personas obsesionadas creen que Jesús habló

con tanta frecuencia del dinero y los pobres porque era realmente importante para Él

(1 Juan 2:4-6; Mateo 16:24-26) .

Locos Algunas veces, siento que cuando tomo decisiones que son remotamente bíblicas, las personas que se llaman a sí mismas cristianas son las primeras en criticar y decir que estoy loco, que estoy tomando la Biblia demasiado literalmente, o que no estoy pensando en el bienestar de mi familia.

Por ejemplo, cuando regresé de mi primer viaje a África, sentí con mucha fuerza que debíamos vender nuestra casa y mudarnos a otro lugar más pequeño a fin de poder ofrendar más dinero. Los comentarios que obtuve eran semejantes a: "No es justo para tus hijos", "no es una elección económica prudente", y "lo estás haciendo simplemente por alarde". No recuerdo ni a una sola persona que me alentara a explorarlo o apoyara esa decisión en aquel momento.

Terminamos mudándonos a una casa de la mitad del tamaño de nuestra casa anterior, y no lo hemos lamentado. Mi respues-ta a los cínicos, en el contexto de la eternidad, era: ¿Soy yo el loco por vender mi casa? ¿O lo son ustedes por no ofrendar más, servir más, estar más con su Creador?

Si una persona "desperdicia" su día al pasar horas rela-cionándose con Dios, y la otra persona cree que está demasiado ocupada o que tiene mejores cosas que hacer que adorar al

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LOCO AMOR

Creador y Sustentador, ¿quién es el loco? Si una persona invierte sus recursos en los pobres—lo cual, según Mateo 25, es darlo a Jesús mismo—, y la otra remodela de modo extravagante una morada temporal que no durará muchos más años que los que esa persona viva en esta tierra, ¿quién es el loco?

Cuando las personas sacrifican con alegría su tiempo, o su comodidad, o su casa, es obvio que confían en las promesas de Dios. ¿Por qué sucede que la historia de alguien que haya hecho realmente lo que Jesús manda hace profunda mella en nosotros, pero entonces suponemos que nunca podríamos hacer algo tan radical o intenso? ¿O por qué lo llamamos radical cuando, para Jesús, es simplemente la manera en que es? ¿La manera en que debería ser?

Las personas obsesionadas están más interesadas en obedecer a Dios que en hacer lo que se espera o en cumplir con el status

quo. Una persona que esté obsesionada con Jesús hará cosas que no siempre tienen

sentido en términos de éxito o riqueza en esta tierra. Como lo expresó Martín Lutero: "Hay dos días en mi calendario: este día y

aquel día" (Lucas 14:25-35; Mateo 7:13-23; 8:18-22; Apocalipsis 3:1-6) .

Los humildes A la Iglesia en América le encanta convertir a santos en celebri-dades, dar a conocer las historias de personas humildes que han servido fielmente a Cristo de alguna manera, Y hay mucho bien

134

PERFIL DE LA PERSONA OBSESIONADA

que sale de eso; de hecho, en el capítulo siguiente, veremos con atención algunos ejemplos.

Pero puede haber una trágica consecuencia: demasiadas de esas personas caen debido a los elogios y comienzan a creer que ellos realmente son algo especial.

Hablé en un campamento de verano hace varios años. Después, cierto número de estudiantes me dijeron que yo era su "orador favorito". Me sentí bien al oírles hablar sobre lo divertido y convincente que fue mi mensaje. Me encantó. Regresé a mi cuarto y le di gracias a Dios por ayudarme a hablar tan bien.

Unos tres minutos después de haber comenzado mi oración, me detuve. Comprendí que los estudiantes estaban hablando sobre mí, y no sobre Dios. Yo estaba delante de un Dios santo y robándole la gloria que era legítimamente de Él.

Esa es una posición aterradora en la que encontrarse. Dios dice: "Yo soy el SEÑOR; ¡ése es mi nombre! No entrego a otros mi gloria, ni mi alabanza a los ídolos" (Isaías 42:8).

Es el orgullo, claro y simple, el que evita que le dé a Dios toda la gloria y me guarde parte para mí mismo. Es una batalla que todos peleamos, de cierta forma u otra, algunos de nosotros diariamente o hasta cada hora.

Una de las maneras que conozco para luchar contra el orgullo es mediante la oración enfocada. Lo que quiero decir es que antes de decir ni una sola palabra a Dios, tome un minuto e imagine lo que sería estar delante de su trono mientras ora. Recuerde las visiones de Juan, en Apocalipsis, y de Isaías; recuer-de los muchos relatos de personas que entran en la presencia de Dios y cómo siempre eso hizo que las personas se postraran con temor. Y luego comience a orar.

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LOCO AMOR

Una persona que está obsesionada con Jesús sabe que el pecado de orgullo es siempre una batalla. Las personas

obsesionadas saben que uno nunca puede ser "demasiado humilde", y por eso buscan ser ellos menos conocidos y que Cristo sea

más conocido (Mateo 5:16).

Siervos Como compartí en anteriores capítulos, yo solía estar moti-vado por mi temor de Dios. También solía trabajar duro para demostrar que estaba comprometido con Dios. Ahora tengo un tremendo temor y reverencia a Dios, pero eso no me motiva. Ahora trabajo duro para servir a Dios, pero no es para demostrar mi devoción.

Ahora creo que estoy realmente enamorado. Quizá eso le suene a usted sensiblero, pero no se me ocurre otra palabra más apropiada de decirlo.

Si un muchacho estuviera saliendo con mi hija pero no quisiera gastarse el dinero de la gasolina para venir a recogerla, o se negase a invitarla a cenar porque le resulta demasiado caro, yo cuestionaría si él está realmente enamorado de ella. De igual manera, cuestiono si muchos estadounidenses que asisten a la iglesia están realmente enamorados de Dios, porque son muy indecisos a la hora de hacer algo para Él.

Las personas que están obsesionadas con Jesús no consideran el servicio como una

carga. Las personas obsesionadas se

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PERFIL DE LA PERSONA OBSESIONADA

gozan al amar a Dios amando a su pueblo (Mateo 13:44; Juan 15:8)

Dadores Mis ojos se llenan de lágrimas cuando pienso en algunos de los hijos de Dios que he tenido el privilegio de conocer en los últimos años. Son personas con familias, con sueños, personas que son creadas a imagen de Dios tanto como usted y yo. Y esas personas están sufriendo.

Muchas de ellas están enfermas, algunas hasta moribundas, mientras viven sus vidas en casas que nosotros no consideraría-mos lo bastante aceptables para nuestras mascotas. No estoy exagerando. Gran parte de sus dificultades y su sufrimiento diario podría aliviarse con acceso a la comida, a agua potable, a ropa, a un cobijo adecuado, o a atención médica básica.

Yo creo que Dios quiere que su pueblo, su Iglesia, cubra esas necesidades. Las Escrituras están llenas de mandamientos y referencias a ocuparse de los pobres y de quienes no pueden ayudarse a sí mismos. La parte loca sobre el corazón de Dios es que Él no sólo nos pide que demos; Él desea que amemos a quienes tienen necesidad tanto como nos amamos a nosotros mismos. Ese es el núcleo del segundo gran mandamiento: amar "a tu prójimo como a ti mismo" (Mateo 22:39).

Él le está pidiendo que ame tal como le gustaría que le amasen si fuese su hijo quien estuviera ciego por beber agua contaminada; que ame como le gustaría que le amasen si usted fuese la mujer sin techo que se sienta fuera de la cafetería; que ame como si fuese su familia quien viviera en la chabola hecha de cartones y chatarra.

Quienes no asisten a la iglesia tienden a ver a los cristianos como personas que toman, y no como dadores. Cuando los

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LOCO AMOR

cristianos se sacrifican y dan generosamente a los pobres, esa es verdaderamente una luz que brilla. La Biblia enseña que la Igle-sia ha de ser esa luz, esa señal de esperanza, en un mundo cada vez más oscuro y desesperanzado. Mateo 5:16 dice: "Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo".

Las personas que están obsesionadas con Dios son conocidas como dadoras,

no como guardadoras. Las personas obsesionadas piensan genuinamente que los

demás importan tanto como ellos, y están particularmente atentos a las personas

pobres en el mundo (Santiago 2:14-26) .

Residentes La mayoría de estadounidenses, y aún más los que vivimos en el sur de California, piensa demasiado en la vida en la tierra. Gran parte de nuestro tiempo, de nuestra energía y de nuestro dinero son canalizados hacia lo que es temporal.

Pablo escribe:

"Como les he dicho a menudo, y ahora lo repito hasta con lágrimas, muchos se comportan como enemigos de la cruz de Cristo. Su destino es la destrucción, adoran al dios de sus propios deseos y se enorgullecen de lo que es su vergüenza. Sólo piensan en lo terrenal. En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesu-cristo. Él transformará nuestro cuerpo miserable para

i s a

PERFIL DE LA PERSONA OBSESIONADA

que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas".

—Filipenses 3:18-21

Como dije anteriormente, la abuela de mi esposa (Clara) era un ejemplo real de una persona consumida por Jesús. En una ocasión fui a una obra de teatro con mi esposa y con algunos de sus familiares, incluida la abuela Clara. Durante el interme-dio, me incliné y le pregunté qué le parecía la obra. Ella dijo: "Oh cariño, realmente no quiero estar aquí ahora". Cuando le pregunté por qué, ella contestó: "Sencillamente, no sé si es aquí donde quiero estar cuando Cristo regrese. Preferiría estar ayudando a alguien o de rodillas orando. No quiero que Él regrese y me encuentre sentada en un teatro".

Su respuesta me sorprendió. Sí, somos llamados a mantener-nos despiertos (Mateo 24:42), pero es extraño ver a alguien que se tome en serio ese mandamiento, y muchos otros. De hecho, es más que extraño: causa convicción.

Una persona que está obsesionada piensa en el cielo con frecuencia. Las personas obsesionadas orientan su vida hacia la

eternidad; no están fijas sólo en lo que está delante de ellas.

Los absortos Jesús no se sacó el mayor mandamiento de la nada. Él se remontó hasta los tiempos de Moisés, cuando Dios le dijo a su pueblo:

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LOCO AMOR

"Escucha, Israel: El SEÑOR nuestro Dios es el único SEÑOR. Ama al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalas a tus manos como un signo; llévalas en tu frente como una marca; escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades".

—Deuteronomio 6:4-9

En tiempos de Moisés, se entendía que el corazón era el asiento de las emociones de la persona, el centro mismo de su ser, el lugar donde se toman las decisiones. El alma se conside-raba la base de los rasgos y cualidades de una persona, o su personalidad. Las fuerzas se refiere a la fuerza física, mental y espiritual.

Por tanto, este mandamiento de amar a Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas aborda cada fibra de la humanidad. Nuestro objetivo como personas que siguen a Cristo no debería ser menos que llegar a ser personas que están locamente enamoradas de Dios.

Una persona que está obsesionada se caracteriza por un amor comprometido, establecido y apasionado por Dios, por encima y por delante de cualquier otra

cosa y de cualquier otro ser.

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PERFIL DE LA PERSONA OBSESIONADA

Sin guardia Antes de que mi esposa y yo nos casáramos, yo sabía que tenía que decirle todo sobre mí, todas las maneras en que yo había fallado, todas las cosas que había hecho. Ella tenía que saber lo que obtendría antes de estar de acuerdo en casarse conmigo. Aquella conversación no fue fácil, pero al finalizarla seguimos escogiendo estar el uno con el otro, comprometer nuestras vidas mutuamente.

Me encuentro a mí mismo actuando de modo distinto con Dios. Con frecuencia, cuando oro, expreso mis frases de manera que me hagan parecer mejor. Trato de suavizar mis pecados o de retocar mis verdaderos sentimientos antes de ponerlos delante de Dios. Qué necio es que yo sea totalmente sincero con mi esposa con respecto a mis errores, ¡pero trate de engañar a Dios!

Dios quiere que seamos abiertos con Él. Sin ninguna duda, Él no quiere que "sazonemos nuestra maldad" como haríamos con la carne cruda. Él sabe lo que somos, que somos desagra-dables, que lo único que estamos haciendo es tratar de hacernos sentir mejor.

Dios desea verdadera intimidad con cada uno de nosotros, y eso llega sólo cuando confiamos en Él lo bastante para ser totalmente transparentes y vulnerables.

Las personas que están obsesionadas son claras con Dios; no intentan enmascarar la fealdad de sus pecados o de sus fracasos. Las personas obsesionadas no pretenden para Dios; Él es su lugar seguro, donde

pueden estar en paz.

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LOCO AMOR

Los arraigados El cristiano promedio en los Estados Unidos pasa diez minutos por día con Dios; mientras tanto, el estadounidense promedio pasa más de cuatro horas por día viendo televisión.15

Quizá la televisión no sea lo suyo; quizá ni siquiera tenga televisor; ¿pero y su tiempo y sus recursos? ¿Cuánto de su dinero gasta en usted mismo, y cuánto va dirigido hacia el Reino de Dios? ¿Cuánto de su tiempo lo dedica a buscar su vida y sus objetivos, y cuánto lo enfoca en la obra y los propósitos de Dios?

Dios no quiere obligación religiosa; no quiere una distraída y mediocre actitud como: "Muy bien, leeré un capítulo... ¿estás contento ahora?". Dios quiere que su Palabra sea un deleite para nosotros, tanto que meditemos en ella de día y de noche.

En el Salmo 1, Él promete que quienes lo hacen son "como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!" (v. 3).

Las personas que están obsesionadas con Dios tienen una relación íntima con Él.

Son alimentadas por la Palabra de Dios a lo largo del día porque saben que cuarenta

minutos el domingo no es suficiente para sostenerlas toda una semana,

especialmente cuando encontrarán tantas distracciones y mensajes alternativos.

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PERFIL DE LA PERSONA OBSESIONADA

Los dedicados ¿Ha estado usted en forma física realmente buena en algún momento de su vida? Si hoy día no está en ese mismo nivel, probablemente sepa que no "ocurrió porque sí"; no perdió usted esos kilos o su capacidad de correr ocho kilómetros de la noche a la mañana. Usted dejó de correr regularmente, o dejó de levantar pesas tres veces por semana, o comenzó a añadir un par de cucharadas de helado a su plato. Hay razones para que estemos donde estamos y para que seamos quienes somos, y no suceden al azar.

Lo mismo sucede con el gozo en nuestras vidas. Tendemos a pensar en el gozo como algo brota y florece dependiendo de las circunstancias de la vida. Pero no simplemente perdemos el gozo, como si un día lo tuviéramos y al siguiente se hubiera ido. El gozo es algo que tenemos que escoger y luego trabajar en ello. Al igual que la capacidad de correr durante una hora no llega automáticamente; necesita cultivo.

Cuando la vida se vuelve dolorosa o no va como esperábamos, está bien si un poco de gozo se disipa. La Biblia enseña que el verdadero gozo se forma en medio de las épocas difíciles de la vida.

Una persona que está obsesionada con Jesús está más interesada por su carácter

que por su comodidad. Las personas obsesionadas saben que el verdadero gozo no depende de las circunstancias o lo que

nos rodea; es un don que debe escogerse y cultivarse, un don que finalmente proviene

de Dios (Santiago 1:2-4) .

143

LOCO AMOR

Sacrificados No podemos comenzar a creer que somos indispensables para Dios. Según el salmista:

"No necesito becerros de tu establo ni machos cabríos de tus apriscos, pues míos son los animales del bosque, y mío también el ganado de los cerros. Conozco a las aves de las alturas; todas las bestias del campo son mías. Si yo tuviera hambre, no te lo diría, pues mío es el mundo, y todo lo que contiene... Ofrece a Dios tu gratitud, cumple tus promesas al Altísimo".

—Salmo 50:9-12, 14

No hay manera en que podamos aportar o añadir a Dios. Él lo tiene todo y es completo. Cuando estamos en la presencia de Dios, lo único que podemos hacer es alabarle. Romanos 11:35-36 dice: "¿Quién le ha dado primero a Dios, para que luego Dios le pague? Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él y para él. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén".

Una persona que está obsesionada con Jesús sabe que lo mejor que puede hacer es ser fiel a su Salvador en todos los aspectos

de su vida, diciendo continuamente "gracias" a Dios.

Una persona obsesionada sabe que no puede haber intimidad si siempre está

tratando de pagarle a Dios o de trabajar lo bastante para ser digna. Se goza en su rol

como hijo y amigo de Dios.

144

PERFIL DE LA PERSONA OBSESIONADA

Aunque estas descripciones combinadas no necesariamente responden la pregunta de lo que es estar totalmente rendido a Dios, representan piezas importantes del puzzle. Es de esperar que esté usted comenzando a imaginar y a orar con respecto a cómo se ve esto en su propia vida.

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CAPÍTULO NUEVE

i¿(u¿év\ v\ve rezfaev\4>e de

&¿>e nodo2.

Imítenme a mí, como yo imito a Cristo. —1 Corintios 11:1

Las historias que siguen son verdaderas. Hablan de personas que buscaron vivir sus vidas totalmente rendidas a Dios. Algu-nas aún viven; otras han terminado su carrera. Sus ejemplos difieren inmensamente entre ellos, pero cada uno lleva la marca de una persona verdaderamente transformada por la belleza y la realidad del amor de Dios y de la guía del Espíritu Santo.

En su carta a la iglesia en Sardis, Jesús dijo: "Tienes fama de estar vivo, pero en realidad estás muerto. ¡Despierta! Reaviva lo que aún es rescatable... Sin embargo, tienes en Sardis a unos

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LOCO AMOR

cuantos que no se han manchado la ropa. Ellos, por ser dignos, andarán conmigo vestidos de blanco" (Apocalipsis 3:1-2, 4-5).

Jesús elogió a los pocos que eran fieles. De igual manera, hay unos pocos en cada generación que ofrecen ejemplos que vale la pena seguir. ¿Estará su nombre entre los pocos que enumero a continuación?

Nathan Barlow Un médico que escogió utilizar sus capacidades en Etiopía por más de setenta años, Nathan dedicó su vida a ayudar a personas con pie musgoso. El pie musgoso es una enfermedad debilitante que se encuentra principalmente en distritos rurales, en personas que trabajan en terreno de origen volcánico. Causa hinchazón y úlceras en los pies y la parte baja de las piernas. La deformidad subsiguiente, hinchazón, repetidas ulceraciones e infecciones secundarias hacen que las personas que tienen pie musgoso sean desterrados sociales, equivalentes a leprosos.16

Conocí a Nathan poco antes de que muriese. Su hija, Sharon Daly, asiste a mi iglesia y lo había traído a su casa desde Etiopía cuando su salud comenzó a fallar. Después de sólo unas semanas, él no podía manejar estar en los Estados Unidos. Las personas a las que quería seguían estando en Etiopía, así que su hija lo llevó de regreso a su hogar a fin de que pudiera pasar allí sus últimos días.

Una vez, Nathan tuvo dolor de muelas, y el dolor era tan intenso que tuvo que agarrar un avión y salir del campo misionero para obtener atención médica. Nathan le dijo al dentista que no quería tener que abandonar el campo misionero otra vez a causa de sus dientes, así que hizo que el dentista le extrajera todos sus dientes y le pusiera dientes postizos para así no tener que retrasar la obra de Dios en Etiopía.

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Este increíble hombre fue el primero en ayudar a esos desterrados, y empleó su vida haciéndolo. Sin embargo, murió tranquilamente, sin mucha atención; nadie realmente le conocía.

Me sorprendió que aquel hombre de Dios sirviera fielmente por tantos años, a pesar de tener un reconocimiento mínimo. Testificar es algo hermoso. La obra que Nathan comenzó continúa por medio de su página web: www.mossyfoot.com

Simpson Rebbavarapu A Simpson le pusieron su nombre inglés cuando llegó a un orfanato dirigido por misioneros cuando tenía unos cuatro años de edad. Sus padres aún no le habían puesto nombre, lo que sucede a menudo entre los hijos pequeños de familias pobres y de castas bajas en India.

La mamá de Simpson se casó siendo niña, cuando tenía unos trece años de edad, una práctica que sigue siendo común en aldeas de la India. Simpson era su sexto hijo, y las mujeres de la aldea le dieron hierbas para poner fin a su embarazo a fin de que no tuviera que dejar de trabajar y tener otra boca más que alimentar. Pero las hierbas no funcionaron.

Otros aldeanos le sugirieron que probase "la medicina inglesa"; pero cuando ella fue al doctor para que le practi-case un aborto, él no acudió a la consulta aquel día. Así que Simpson nació, y finalmente sus padres lo llevaron al orfanato porque sabían que allí tendría una vida mejor, incluyendo una oportunidad de recibir educación.

Simpson cree que Dios siempre ha tenido su mano en su vida, porque si hubiera sido por su madre, él nunca habría nacido. Actualmente, Simpson divide su tiempo entre un orfanato que él comenzó y su ministerio evangelístico que lleva la Palabra de

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Dios a aldeanos analfabetos por medio de Biblias en audio. Cuando le preguntaron cómo vive y de dónde recibe un sala-

rio, él respondió de la manera más sencilla y humilde: "Vivo por fe. . . no tengo familia ni esposa, así que ¿para qué necesito un salario?". Él preferiría que ese dinero fuese para dar apoyo a otro programa para ayudar a personas o para exponer a más personas a la Palabra de Dios.

Simpson dice que al vivir de esa manera tiene que confiar en que Dios tiene su mano sobre su vida y que seguirá cuidando de él. También dice que su dependencia le mantiene en oración y cerca de Dios. Para saber más sobre lo que hace Simpson, visite la página www.beumin.org.

Jamie Lang Cuando Jamie tenía veintitrés años de edad, voló desde los Estados Unidos hasta Tanzania con 2,000 dólares de su cuenta de ahorros. Planeaba quedarse hasta que se le acabase el dinero y entonces regresaría a su casa.

Jamie se vio abrumada por toda la necesidad que encontraba, así que comenzó a orar para que Dios le permitiese marcar una diferencia radical en la vida de una persona. Después de unos seis meses, conoció en la iglesia a una muchacha de ocho años que cargaba a un bebé sobre su espalda. Jamie se enteró de que la mamá del bebé se estaba muriendo de SIDA y que estaba demasiado débil para ocuparse de él. Jamie comenzó a comprar leche en polvo para el bebé, Junio, para darle la nutrición que necesitaba desesperadamente. En aquel momento, su tamaño era la mitad del de un niño sano.

Jamie se enamoró del bebé: Junio. Se preguntó si estaba siendo necia: una muchacha de apenas veinticuatro años, soltera, estadounidense y blanca pensando en adoptar un bebé.

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Además, ella ni siquiera sabía si Tanzania permitía adopciones internacionales. Finalmente, descubrió que es país no permitía las adopciones internacionales; sin embargo, debido a que ella había vivido allí más de seis meses, pudo establecer su residencia.

Antes de que la mamá de Junio muriese de SIDA, acudió a Jamie y le dijo: "He oído que usted se está ocupando de mi hijo, y nunca he conocido un amor así. Quiero ser salva". Justa-mente antes de morir, dijo: "Sé que mi hijo está cuidado, y le veré en el cielo algún día".

Jamie pasó seis meses en el proceso del trámite de adopción, y luego cinco meses más trabajando con la embajada de los Estados Unidos para obtener una visa para Junio. Cuando ella finalmente regresó a casa, había estado fuera un año y medio.

Junio tiene ahora cinco años de edad, está totalmente sano, y es VIH negativo. Cuando la mamá de Junio estaba embarazada de él, se tomó una "pastilla del día después" más adelante en el embarazo a fin de abortar. Pero en lugar de eso, indujo un parto prematuro, y debido a que Junio era muy pequeño no se produjo sangrado durante su nacimiento. Así, él no contrajo el VIH de su mamá. Lo que tenía intención de poner fin a su vida, Dios lo utilizó para salvarla.

Desde que adoptó a Junio, Jamie se casó, tuvo una niña, y se va trasladar a Tanzania junto con su familia para trabajar con Wycliffe para traducir la Biblia para un grupo que nunca antes la ha oído.

Marva J. Dawn Marva nació en Ohio en 1948. Ella es una erudita, habiendo obtenido cuatro másters y una licenciatura. También enseña en la universidad Regent en Vancouver, British Columbia,

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y participa con la organización Christians Equipped for Ministry (Cristianos equipados para el ministerio). Marva ha escrito muchos libros, es un músico con mucho talento, y habla al clero en conferencias por todo el mundo.

Uno de sus libros, Unfettered Hope: A Cali to Faithful Living in an Affluent Society [Esperanza sin trabas: Un llamado a vivir fielmente en una sociedad afluente] habla concretamente de lo que es una respuesta fiel en nuestra cultura. Su vida es un reflejo de su creencia en que los actos de fidelidad apar-entemente pequeños pueden causar un profundo e importante impacto en el mundo. Todos los beneficios de sus libros son para el apoyo de obras benéficas, como Stand With Africa: A Campaign of Hope, que "apoya a iglesias y comunidades afri-canas mientras soportan el SIDA, luchan contra el hambre, y construyen paz".17

Marva y su esposo viven del salario de él como maestro, lo cual no es mucho. A pesar de los muchos problemas médicos de Marva, ella se sigue negando a tomar más dinero para sí; no puede imaginar gastarse dinero para hacer que su vida sea más cómoda cuando hay tantas personas que están desesperadas y moribundas en nuestro mundo. Ella dice que su auto Volks-wagen Bug del año 1980 con la calefacción dañada le ayuda a enfocarse más en la oración y a identificarse mejor con quienes tienen necesidad.

Rich Mullins Rich nació en 1955 en Richmond, Indiana, siendo el tercero de seis hijos. Comenzó a estudiar música a una temprana edad y escribió su primera canción al piano cuando sólo tenía cuatro años de edad.

Rich asistía de pequeño a una iglesia cuáquera, la cual

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influenció más adelante sus composiciones. Comenzó a escribir canciones para artistas de renombre, pero en 1985 grabó el álbum de su debut. Durante los siguientes doce años, hizo música, viajó y ministró a miles de personas mediante sus letras sencillas y sin embargo profundas. Sus dos canciones más conocidas son "Awesome God" y "Step by Step". Sus canciones han sido cantadas por artistas y grupos como John Tesh, Rebecca St. James, Michael W. Smith, Amy Grant, Third Day, Caedmon's Cali y Jars of Clay.

A pesar de su éxito en la industria musical, Rich con frecuen-cia hería las susceptibilidades de la cultura musical cristiana. Él no consideraba que la música fuese su propósito principal en la vida; para él, simplemente le capacitaba para buscar su más alto llamamiento de amar a las personas: los niños, sus vecinos, enemigos y no cristianos. A veces se presentaba a sus conciertos sin afeitar y descalzo. Para evitar que otros le subieran en un pedestal, con frecuencia confesaba sus pecados y fracasos en público.

En 1995, Rich se mudó a una reserva de los navajos en Arizona para enseñar música a los niños que vivían allí. Rich nunca supo con cuanto éxito se vendían sus álbumes porque los beneficios de sus conciertos y álbumes iban directamente a su iglesia. Ellos le pagaban un salario muy bajo y donaban el resto del dinero.

En septiembre de 1997, Rich y un amigo iban conduciendo hacia un concierto benéfico en Wichita, Kansas, cuando su jeep volcó. Ambos hombres salieron despedidos del auto; Rich murió cuando otro vehículo viró bruscamente para evitar al jeep y lo golpeó accidentalmente. Tenía cuarenta y un años de edad.

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L O C O A M O R

Rings No sé exactamente qué edad tiene Rings, pero, sin duda, es lo que usted llamaría un hombre viejo. Tampoco sé dónde nació ni cuál es su verdadero nombre; simplemente le llaman Rings. Su hogar es la cabina de su camioneta, que aparca cerca del centro de la ciudad en Ocean Beach, California. Él es fumador, ex convicto, ex adicto y ex alcohólico.

A Rings le gusta decir que si Jesús lo salvó, entonces puede salvar a cualquiera y a todo el mundo. Por tanto, en lugar de utilizar su cheque mensual para comprar alcohol o pagar una habitación en un hotel, lo gasta todo en alimentos en el supermercado local. Mete los alimentos que compra en frigorí-ficos en la parte trasera de su camioneta, luego conduce hasta la playa y hace comidas para otras personas sin hogar.

Mientras prepara la comida, Rings le habla al grupo que se reúne sobre la libertad que Jesús trajo a su vida. Les dice que Dios es quien le dijo que alimentase a otros con su dinero, y que se debe a que Dios les ama a cada uno de ellos. Este hombre da todo lo que tiene a los demás—literalmente todo—porque sabe que él no tiene nada que Dios no le haya dado.

Rachel Saint Rachel nació en 1914 en Pennsylvania, la única mujer entre ocho hijos. Su padre era un artista de las vidrieras y su familia con frecuencia tenía muy poca comida cuando ella era pequeña.

Cuando Rachel tenía dieciocho años, una amable y acomo-dada mujer mayor la llevó a un viaje a Europa y se ofreció a hacer a Rachel su heredera si ella la acompañaba durante el resto de su vida. Cuando Rachel lo pensó, supo que no podía aceptar la oferta de una vida cómoda empleada en beber té y conversar.

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Después de doce años trabajando en un centro de reinserción para alcohólicos, Rachel se matriculó en la escuela de lingüística y se convirtió en misionera con los traductores bíblicos Wycliffe en América del Sur. Pasó varios años trabajando con los indios shapra en Perú, pero finalmente supo que era llamada a trabajar con los indios waorani de Ecuador, muy conocidos por matar con lanza a cualquier extranjero al entrar en contacto.

Finalmente, a Rachel le presentaron una mujer waorani, Dayuma, que estuvo de acuerdo en enseñar a Rachel el lenguaje de su pueblo. Durante años, Rachel estudió el idioma y testificó a Dayuma de Jesucristo a la vez que pacientemente esperaba una oportunidad para ir a los waorani sin que la matasen. El pueblo waorani había matado al propio hermano de Rachel, Nate, piloto para la misión Mission Aviation Fellowship, cuando los atacaron a él y a otros cuatro misioneros. Eso sólo agudizó el deseo de Rachel de hablar a esas personas sobre el amor de Cristo.

Después de muchos años, Rachel finalmente conoció al pueblo waorani y vivió entre ellos por veinte años. Con el paso del tiempo, su cultura de revancha y asesinato fue transfor-mada al oír lo que ellos denominaban "los grabados de Dios" (las palabras de la Biblia). El pueblo waorani se convirtió en su familia. Ellos le pusieron a Rachel el nombre waorani Nimu, que significa "estrella". Rachel finalmente tradujo el Nuevo Testamento a su idioma, y hoy día está enterrada con su pueblo en Ecuador. En su funeral, un amigo waorani dijo: "Ella nos llamó hermanos. Ella nos dijo cómo creer. Ahora está en el cielo... Dios está construyendo una casa para todos nosotros, y es allí donde volveremos a ver a Nimu".

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George Mueller George nació en Prusia en 1805, y estudiaba en la Universidad de Halle cuando se convirtió al Señor. Hasta entonces, había sido infame por sus deudas de juego, historias de borracheras y escapadas. Pero su vida fue transformada cuando llegó a conocer a Cristo.

Terminó sus estudios y partió para Inglaterra para ser predicador. Él y su esposa inglesa finalmente se establecieron en Bristol, Inglaterra, donde vieron a muchos huérfanos vagando por las calles: sin cuidados, sin alimento, a menudo enfermos, y con una muerte virtualmente garantizada a temprana edad. En aquel momento, escritores como Charles Dickens y William Blake aún no habían captado la atención hacia el drama de esos niños, y no se estaba haciendo nada para ayudarles.

George y su esposa decidieron comenzar un orfanato que fuese totalmente gratuito, y para el cual ellos nunca pedirían dinero ni apoyo. Cuando tuvieran necesidades, acudirán solamente a Dios, confiando en que Él les diera todo lo que necesitaban.

Muchas personas eran incrédulas, y, por tanto, el propósito de los Mueller al comenzar el orfanato tenía dos vertientes: la primera era, obviamente, ayudar a los huérfanos; la segunda era mostrar a las personas lo que era confiar en Dios para todo.

Cuando se abrió la primera casa, George y su esposa, Mary, oraron por todo lo que necesitaban. Según los meticulosos registros de George, Dios les proporcionó todo lo que habían pedido. Cuando George murió, en el año 1898, se había dado techo y cuidados a más de diez mil huérfanos en los cinco orfa-natos que ellos construyeron.

Durante su vida, un millón y medio de libras pasaron por las manos de George en forma de donaciones. Él dirigió cada céntimo hacia quienes tenían necesidad. Después de su

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muerte, un periódico británico escribió de George: "él les robó a las crueles calles miles de víctimas, a las cárceles miles de convictos, y a las casas pobres miles de niños indefensos y abandonados".18 Otro periódico observó que todo ello se había logrado solamente por la oración.

Hermano Yun Yun nació en 1958 en la parte sureste de la provincia de Henan en China. Cuando tenía dieciséis años de edad, con su padre muriendo de cáncer de estómago y de pulmones y su familia casi muriendo de hambre, Yun conoció a Jesucristo.

A lo largo de los años, Yun creció y comenzó a predicar el evangelio por todo el país. La policía le perseguía constan-temente, y le arrestó más de treinta veces. Normalmente, él podía escapar o eludir largos periodos de tiempo en la cárcel, pero no siempre. Yun fue encarcelado tres largos periodos, incluyendo uno de cuatro años durante el cual ayunó de agua y alimentos durante un periodo de setenta y cuatro días. Aunque se considera médicamente imposible que alguien sobreviva todo ese tiempo sin agua, Dios lo sostuvo. Durante aquellos cuatro años, él soportó una intensa tortura, inclu-yendo repetidas palizas con un látigo y múltiples corrientes con un bastón eléctrico.

Más adelante, Yun fue llevado a una cárcel de máxima segu-ridad en Zhengzhou. Para asegurarse de que nunca se escapase de la cárcel, los guardias golpearon las piernas de Yun hasta dejarlo cojo. A pesar de eso, el hermano Yun salió de la cárcel seis semanas después. Puertas y barreras que siempre estaban cerradas y atrancadas, se abrieron milagrosamente. Ningún guardia trató de detenerlo; era como si él fuese invisible para ellos. Cuando estuvo en el exterior y seguro, fue cuando el

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hermano Yun se dio cuenta de que estaba caminando sobre sus piernas "rotas".

El hermano Yun y su familia llegaron a Alemania en septiembre de 2001 después de escaparse de China, donde Yun sigue siendo perseguido por la policía. Ellos ahora alientan a creyentes de todo el mundo compartiendo lo que Dios ha hecho y está haciendo en China y en muchos otros lugares.

Están muy implicados con Back to Jerusalem, un movimiento cuyo objetivo es "predicar el evangelio y establecer congrega-ciones de creyentes en todos los países, ciudades, pueblos y grupos étnicos entre China y Jerusalén. Esta visión no es tarea pequeña, ya que dentro de esos países están las tres fortalezas espirituales más grandes del mundo en la actualidad que aún han de ser conquistadas por el evangelio: los gigantes del islam, el budismo y el hinduismo".19

Shane Claiborne Shane tiene casi treinta años de edad y vive en la casa de la comunidad The Simple Way en uno de los peores vecindarios en Filadelfia.

Shane y los otros residentes en The Simple Way trabajan para sacar a la luz estructuras que fomentan la pobreza e ima-ginar maneras alternativas de vivir. Ellos toman literalmente las palabras de Cristo en Mateo 25:40 cuando Él dijo: "Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí". Sus vidas se tratan de amar a los más pobres y quebrantados en una de las ciudades más difíciles de los Estados Unidos. Lo hacen en su propia comunidad a medida que alimentan a quienes pasan hambre, pasan tiempo con los niños del barrio, dirigen

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una tienda comunitaria, y recuperan bloques en mal estado plantando jardines comunitarios.

Shane es orador en muchas conferencias, iglesias y eventos por todo el país. Al seguir con la hospitalidad que caracterizaba a la Iglesia primitiva, Shane se queda con familias cuando está de acuerdo en hablar; él no pide unos honorarios concretos, solamente que los asistentes den lo que puedan para ayudar a apoyar el ministerio en The Simple Way.

Cuando viaja, Shane pide a quienes lo contratan que disminuyan el impacto ecológico de su viaje yendo al trabajo en bicicleta, juntándose varios para ir en un solo auto, o donando dinero a una organización que valga la pena. Todas las ganan-cias del libro de Shane, The Irresistible Revolution [La revolución irresistible], se donan.

En 2003, Shane fue a Bagdad con el equipo Iraq Peace Team (un proyecto de los equipos Voices in the Wilderness y Christian Peacemakers) durante tres semanas. Shane vio la invasión de Bagdad por parte de los Estados Unidos. Mientras estaba allí, visitó los lugares donde caían bombas diariamente, hospitales donde llevaban a los heridos, y familias que habían quedado devastadas. También asistió a servicios de adoración con creyentes iraquíes. Para saber más sobre The Simple Way, visite www.thesimpleway.org.

La familia Robynson Esta familia de cinco miembros, con tres niños de menos de diez años de edad, escoge celebrar el nacimiento de Cristo de manera única. La mañana de Navidad, en lugar de centrarse en los regalos que hay en el árbol, hacen tortitas y café y se dirigen al centro de la ciudad. Una vez allí, cargan el café y la comida en la parte trasera de un carro rojo y entonces, con la ávida

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ayuda de su hijo de tres años, empujan el carro por las calles más vacías en busca de personas sin hogar para ofrecerles un desayuno caliente y satisfactorio la mañana de Navidad.

Los tres hijos de los Robynson esperan con ilusión este momento de dar un poco de amor tangible a personas que, de otro modo, habrían tenido frío y probablemente no habrían desayunado. ¿Puede usted pensar en una manera mejor de comenzar la fiesta que celebra al Dios que es amor?

Susan Diego Ahora con casi cincuenta años de edad, Susan se crió en un hogar donde se buscaba a Dios, y ha tratado de obedecerle toda su vida. Ha servido a Dios de muchas maneras, inclu-yendo trabajar con sus alumnos de secundaria en su grupo de jóvenes en la iglesia y en el instituto público; enseñar a madres jóvenes a ser amorosas; criar a cuatro hijos propios; comenzar una escuela; y abrir su hogar como un lugar de descanso para personas de todas las edades y lugares en la vida.

Cuando Susan era joven, le dijo a Dios que haría cualquier cosa que

Él le pidiese, pero que aborrecía hablar delante de personas y que preferiría que no fuese eso. Sin embargo, recientemente Susan sintió que Dios guiaba su corazón a hablar y que tenía que decir sí si llegaba una oportunidad.

Y así fue. Durante las vacaciones de primavera este año, Susan, su

esposo y sus dos hijos pequeños fueron a Uganda; allí, Susan estaba a cargo de guiar una conferencia para mujeres. Eso significaba hablar a cientos de mujeres al menos en diez ocasio-nes distintas, sobre numerosos temas.

Al principio, la idea aterrorizaba a Susan. De hecho, aún se le

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saltan las lágrimas cuando habla de ello. Pero se ha sometido; ha dicho sí a Dios, a lo único que ella esperaba no hacer nunca.

Lucy Si conociera a Lucy en la iglesia, usted probablemente pensaría que es la abuelita inocente y querida de alguien. Ella es el tipo de mujer que se acercará y le dará un gran abrazo y luego se presentará.

Usted nunca imaginaría que Lucy es una ex prostituta. Cuando era adolescente, las drogas y la prostitución domina-ban su vida. Por medio de una mujer cristiana mayor que se acercaba a las prostitutas, Lucy conoció a Jesús y su vida fue completamente transformada.

Hasta el día de hoy, casi cuarenta años después, Lucy vive cerca de las mismas calles donde una vez trabajó como prosti-tuta, y regularmente abre su hogar a otras mujeres jóvenes que están atrapadas en la prostitución. Es de común conocimiento en las calles que si uno necesita algo, puede ir a casa de Lucy. Ella no tiene mucho, pero su casa siempre está abierta. Lucy invita a su casa a prostitutas, chulos, drogadictos, traficantes y cualquier otra persona que la mayoría de la gente evita. Es su manera de amar a personas que tienen una desesperada necesi-dad de la esperanza y el amor que Lucy encontró hace cuarenta años.

Iglesia Cornerstone Community Church Comenzamos Cornerstone hace un poco más de trece años. Los primeros años, donábamos alrededor del 4 por ciento de nuestro presupuesto. A medida que han pasado los años, hemos donado cada vez más dinero.

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Este año nos comprometimos a donar el 50 por ciento de nuestro presupuesto. Eso se debe a que creemos que cuando Jesús dijo: "Ama a tu prójimo como a ti mismo", no estaba bromeando. Si realmente queremos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, entonces tiene sentido que gastemos al menos tanto en ellos como lo que gastamos en nosotros mismos.

Otra manifestación de nuestro deseo de amar a otros es nuestro plan para un nuevo edificio. Inicialmente, teníamos un hermoso plan para un nuevo santuario que habría costado muchos millones de dólares. Ahora, sin embargo, estamos en proceso de obtener permisos para construir un anfiteatro exte-rior que dará asiento a mucha gente y nos ahorrará unos 20 millones de dólares.

Estoy seguro de que habrá días en que sea incómodo estar en el exterior, pero también habrá gozo al saber que estamos sentados fuera a fin de que alguna otra persona pueda tener una manta.

Espero que estas historias de la vida hayan hecho algo más que alentarlo; espero que hayan eliminado toda excusa para no vivir una vida radical y motivada por el amor. Espero que hayan desafiado a las multitudes que "se sienten llamadas a los ricos" e ignoran a los pobres. Si los ejemplos bíblicos parecen inalcanzables, espero que estas personas normales y corrientes le den esperanza de que usted también puede vivir una vida sobre la que valga la pena escribir.

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CAPÍTULO DIEZ

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En este punto, probablemente se pregunte: ¿Pero qué significa esto para mí?

Después de que el apóstol Pedro predicase el día de Pente-costés, las personas "se sintieron profundamente conmovidos y les dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Hermanos, ¿qué debemos haceri" (Hechos 2:37). La primera Iglesia respondió con acción inmediata: arrepentimiento, bautismo, vender pose-siones, compartir el evangelio.

Nosotros respondemos con palabras como: Amén, un sermón convincente, un libro estupendo... y luego nos quedamos paralizados cuando intentamos descifrar lo que Dios quiere de nuestras vidas. Estoy de acuerdo con Annie Dillard, que dijo en una ocasión: "El modo en que vivimos nuestros días es... el modo en que vivimos nuestras vidas". Cada uno de nosotros necesita descubrir por sí mismo cómo vivir este día

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en fiel rendición a Dios a medida que llevamos a cabo nuestra salvación "con temor y temblor" (Filipenses 2:12).

¿Debería poner su casa a la venta en el mercado hoy y mudarse a un lugar más pequeño? Quizá. ¿Debería dejar su empleo? Quizá. O quizá Dios quiera que usted trabaje más en su empleo y sea testigo de Él allí. ¿Quiere Él que se traslade a otra ciudad o a otro país? Puede ser. Quizá Él quiera que se quede donde está y abra sus ojos a las necesidades de sus veci-nos. Sinceramente, ¡ya es lo bastante difícil para mí discernir cómo vivir mi propia vida!

Mi sugerencia, a medida que usted piensa, toma decisio-nes, y discierne cómo quiere Dios que usted viva su vida, es que se pregunte: "¿Es esta la manera más amorosa de vivir? ¿Estoy amando a mi prójimo y a mi Dios viviendo donde vivo, conduciendo lo que conduzco, hablando como hablo?". Le insto a pensar y vivir realmente como si cada persona con la que entra en contacto fuera Cristo.

Preguntarse y reflexionar en este tipo de preguntas nos pone en la dirección correcta, pero tenemos que ir más allá de hacer las preguntas correctas. Con frecuencia experimentamos un momento "¡eso es!" pero no actuamos; de hecho, somos famo-sos por eso en la iglesia. ¿Recuerda esas elevadas emociones en los retiros seguidas de la inevitable calma? ¿O el entusiasmo que sintió en su primer viaje misionero pero que olvidó poco tiempo después de regresar a su casa? Los recuerdos son mara-villosos, ¿pero vive usted de modo distinto debido a ellos?

Las historias en el capítulo 9 son breves instantáneas del modo en que algunas personas han practicado el verdadero cristia-nismo en América y en todo el mundo. Sus vidas son un desafío al status quo y ejemplos de una manera distinta de vivir.

Lo fundamental es que hay otro camino, una alternativa al individualismo, al egoísmo, y al materialismo del "sueño

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americano" (hasta la así llamada versión cristiana). Espero que sus historias le hayan recordado que Dios obra en un vasto número de maneras, que Él tiene más cosas reservadas para usted de las que pueda realmente imaginar en este momento.

Un anuncio de Nike hace unos años presentaba al primer pre-seleccionado de la NBA, Harold Miner. En el anuncio, él decía algo parecido a: "Algunas personas me preguntan si voy a ser el siguiente Magic Jonson, el siguiente Larry Bird o el siguiente Michael Jordán. Yo les digo que voy a ser el primer Harold Miner". Él terminó teniendo una desgraciada carrera en la NBA, pero ese anuncio era bonito. Y lo que él quería decir —ser usted mismo—era válido.

Oswald Chambers escribió: "Nunca haga un principio de su experiencia; permita que Dios sea tan original con otras perso-nas como lo es con usted".20 A eso yo añadiría: "Tenga cuidado de no convertir las vidas de los demás en el molde para su propia vida". Permita que Dios sea tan creativo con usted como lo es con cada uno de nosotros.

¿Ha dicho usted alguna vez: "Fui creado para este momento"? ¿Cree que fue creado para buenas obras concretas, cosas que Dios conocía antes de usted ni siquiera existiese? ¿O compara usted su vida con las de otros y lamenta lo que se le ha dado?

Tenemos un Dios que es un Creador, no un duplicador. Él nunca antes ha creado un Francis Chan. Pablo nos dice:

"Ahora bien, hay diversos dones, pero un mismo Espíritu. Hay diversas maneras de servir, pero un mismo Señor. Hay diversas funciones, pero es un mismo Dios el que hace todas las cosas en todos. A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás".

—1 Corintios 12:4-7

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Imagine si abriera un cajón en su cocina y encontrara veinte ralladores de queso pero ningún otro utensilio. No es muy útil cuando está buscando algo con lo que comerse la sopa. Al igual que hay diferentes utensilios en la cocina que tienen diversas funciones, Dios ha creado a personas únicas para lograr una variedad de propósitos en todo el mundo.

Por eso no puedo decir en este libro: "Todos deberían ser misioneros" o "usted tiene que vender su auto y comenzar a utilizar el transporte público". Lo que sí puedo decir es que debe aprender a escuchar y obedecer a Dios, especialmente en una sociedad en la que es fácil hacer, y se espera eso, lo que sea más cómodo.

Escribí este libro porque gran parte de lo que decimos no encaja con lo que vivimos. Decimos cosas como: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece", y "confía en el Señor con todo tu corazón". Luego vivimos y planeamos como si no creyésemos que Dios existe. Tratamos de organizar nuestras vidas de modo que todo esté bien, aun si Dios no interviene. Pero la verdadera fe significa no retener nada; significa poner toda esperanza en la fidelidad de Dios a sus promesas.

Un amigo mío dijo una vez que los cristianos son como estiércol: extendidos, ayudan a todo a crecer mejor, pero en un solo montón huelen horriblemente. ¿Cuál de ellos es usted? ¿El tipo que apesta, del cual la gente quiere mantenerse a distancia? ¿O el tipo que confía lo bastante en Dios para dejar que Él le extienda, signifique eso salir de su grupo normal de amigos cristianos, aumentar sus donativos materiales, o usar su tiempo para servir a otros?

Yo sentí convicción por mi falta de fe en la universidad.

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inferen.

iena¡

íferan mj: aman, me

Comprendí que mis elecciones me habían situado en un montón de apestoso estiércol, y eso me motivó a ponerme a mí mismo en situaciones incómodas. Comencé a ir al centro de Los Ángeles a compartir mi fe. No oí "a Dios llamándome" a ir al centro; sencillamente escogí ir. Obedecí.

La mayoría de nosotros utilizamos la frase: "Estoy esperando que Dios revele su llamado para mi vida" para evitar la acción. ¿Oyó usted a Dios llamándole a sentarse delante de la televisión ayer? ¿O a realizar sus últimas vacaciones? ¿O a hacer ejerci-cio esta mañana? Probablemente no, pero aun así lo hizo. El punto no es que las vacaciones o el ejercicio sean malos, sino que s o m o s b ^ d ^ L ^ ^ n í m i ^ i ^ l i : gáÜpimiento y nuestras prioridades y, sin embargo, somos lentos para compro meternos a servir a Dios.

Un amigo mío estaba dando uina Después, un hombre se le acero y serviría a Dios como misione fuese en

recientemente, extranjero

tos" (Juan 14:15). cuando se sientan llamados o bien con respecto a TiacerioT^ Si le amamos, entonces obedecemos. Punto. Este tipo de obe-diencia es parte de lo que significa vivir una vida de fe.

La mayor bendición que recibí durante aquellos viajes al centro de la ciudad fue ver a Dios obrar en situaciones en las que Él tiene que hacerlo. Como resultado, he hecho el compro-miso de ponerme a mí mismo regularmente en situaciones que me asustan y que requieren que Dios intervenga. Cuando evalúo mi vida, comprendo que esas veces han sigo las más significativas y satisfactorias de mi vida. Fueron las veces en que experimenté verdaderamente la vida y a Dios.

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Durante una gran parte de mi vida no entendí lo deseable de Dios o confiar en su amor lo bastante para someter mis esperanzas y mis sueños. Vivía en un constante estado de tratar de ser "lo bastante dedicado" a Él; sin embargo, nunca llegaba a lograrlo.

Yo sabía que Dios quería todo de mí, pero sin embargo temía lo que significaría rendirme totalmente a Él. Intentarlo con más fuerza no funciona para mí. He aprendido lentamente a orar por la ayuda de Dios, y Él se ha convertido en mi mayor amor y deseo.

A pesar de este inmenso cambio en el enfoque y el tono en mi relación con Dios, sigo batallando para mantenerme centrado en Jesús cada día. Pero un par de cosas me ayudan a seguir adelante.

En primer lugar, recuerdo que si dejo de buscar a Cristo, estoy permitiendo que nuestra relación se deteriore. Nunca nos acercamos más a Dios cuando nos limitamos a vivir la vida; se necesita una búsqueda y una atención deliberadas. Cuando oro, a veces le pido a Dios que lo convierta en el tiempo de oración más íntimo que yo haya tenido nunca. Muchas veces cuando hablo, sea en mi iglesia o en otro lugar, me recuerdo a mí mismo que podría morir después de terminar; por tanto, ¿cuáles querría que fuesen mis últimas palabras?

En segundo lugar, recuerdo que no estamos solos. Aun en este momento, hay miles de seres en el cielo que observan lo que está sucediendo aquí abajo: una "gran nube de testigos", dice la Escritura. Eso me recuerda que hay mucho más en nuestra existencia de lo que podemos ver. Lo que nosotros hacemos

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resuena en los cielos y hasta la eternidad. Intente durante un día entero ser consciente del cielo.

Comprenda que suceden muchas cosas fuera de esta dimensión y de nuestra existencia. Dios y sus ángeles están observando, aún en este instante.

Lo que realmente me hace seguir es el regalo y el poder que se nos ha dado en el Espíritu Santo. Antes de que Cristo dejara esta tierra, les dijo a sus discípulos:

"Pero les digo la verdad: Les conviene que me vaya porque, si no lo hago, el Consolador no vendrá a ustedes; en cambio, si me voy, se lo enviaré a ustedes. Y cuando él venga, convencerá al mundo de su error en cuanto al pecado, a la justicia y al juicio... Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad".

—Juan 16:7-8, 13

Los discípulos debieron de haberse quedado sorprendidos por la idea de que Jesús se fuera por el bien de ellos. ¿Qué podría ser mejor posiblemente que tener a Jesús al lado? ¿No preferiría que Jesús caminase físicamente cerca de usted todo el día que tener al aparentemente esquivo Espíritu Santo viviendo en su interior?

Nuestro punto de vista del Espíritu Santo es demasiado pequeño. El Espíritu Santo es Aquel que cambia a la Igle-sia, pero tenemos que recordar que el Espíritu Santo vive en nosotros. Son personas individuales viviendo vidas llenas del Espíritu las que cambiarán la Iglesia.

Efesios 5:18 dice: "Sean llenos del Espíritu". Si lo leen en griego, está escrito como un imperativo presente (un mandato continuo) y también como voz pasiva. La parte del imperativo significa que ser lleno del Espíritu no es algo

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que hacemos una sola vez; en cambio, es algo que hacemos siempre y repetidamente. Y el elemento pasivo comunica la necesaria acción de Dios en el proceso de llenar.

Yo nunca he estado más emocionado por la Iglesia. Creo que hay un gran motivo para esperar cosas buenas. Al comienzo de este capítulo mencioné que Annie Dillard escribió que el modo en que vivimos nuestros días es el modo en que vivimos nuestras vidas. Es similar con el cuerpo de Cristo: el modo en que los creyentes vivimos nuestras vidas es un microcosmos de la vida de la iglesia.

Mi esperanza y mi oración es que usted termine este libro con esperanza, creyendo que parte de su responsabilidad en el cuerpo de Cristo es ayudar a establecer el ritmo para la igle-sia escuchando, obedeciendo y viviendo a Cristo. Sabiendo que Dios nos ha llamado a cada uno de nosotros a vivir vidas fieles y dedicadas delante de Él, por el poder de su Espíritu. No tiene usted que predicarle a su pastor o a su congregación; simplemente necesita practicar en su vida cotidiana el amor y la obediencia que Dios le ha pedido.

Recientemente me hablaron de un hombre que me oyó predicar sobre 1 Corintios 15:19-20, donde Pablo escribe: "Si la esperanza que tenemos en Cristo fuera sólo para esta vida, seríamos los más desdichados de todos los mortales. Lo cierto es que Cristo ha sido levantado de entre los muertos". Ese hombre sintió convicción de que, ya que Cristo está vivo, él necesitaba vivir conforme a ello. Por tanto, dejó su empleo bien remunerado y se hizo pastor, algo que ya por un tiempo se había sentido llamado a hacer.

Cuando las personas hacen cambios en sus vidas como ese, producen un mayor impacto que cuando meramente hacen declaraciones apasionadas. El mundo necesita cristianos que no toleren la complacencia de sus propias vidas.

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EL MEOLLO DEL ASUNTO

¿Es esto lo que quiero estar haciendo cuando Cristo regrese? Y así llegamos al final de este libro. No creo que sea coinci-dencia que Dios haya alentado tanto mi corazón durante esta pasada semana con la historia de los tres creyentes que fueron martirizados en Turquía.

Estoy escribiendo esto en abril de 2007, y las noticias sobre los tres mártires—Tilman, Necati y Ugur—siguen estando frescas. No puedo quitarlas de mi mente. Ellos fueron tortura-dos durante tres horas de maneras que yo no sabía que fuesen humanamente posibles. Le ahorraré los detalles, pero fue repul-sivo y horrendo. Pienso en cómo debieron de haberse mirado los unos a los otros mientras eran torturados con miradas que dirían: "Solamente aguanta un poco más. ¡No le niegues a Él! Todo esto valdrá la pena".

Ha pasado una semana y media desde sus muertes. Qué emocionados deben de estar ahora; no puedo imaginar el gozo que ellos sintieron sólo cinco segundos después de morir. Sé que cuando me encuentre con ellos, dirán que valió la pena. Dentro de cien o de mil años desde ahora, ellos dirán que valió increíblemente la pena. Las historias sobre fieles santos como nuestros hermanos asesinados en Turquía son de lo que habla-remos en el cielo.

La Biblia es clara en que cada uno de nosotros estaremos delante de Dios y rendiremos cuentas de nuestras vidas:

"Porque es necesario que todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo que le corresponda, según lo bueno o malo que haya hecho mientras vivió en el cuerpo".

—2 Corintios 5:10

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LOCO AMOR

"¡Oh Dios grande y fuerte, tu nombre es el SEÑOR

Todopoderoso! ... para dar a cada uno lo que merece, según su conducta y los frutos de sus acciones".

—Jeremías 32:18-19

"Tú, entonces, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú, ¿por qué lo menosprecias? ¡Todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Dios! Está escrito: Tan cierto como que yo vivo —dice el Señor—, ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua confesará a Dios. Así que cada uno de nosotros tendrá que dar cuentas de sí a Dios".

—Romanos 14:10-12

¿Qué dirá la gente sobre su vida en el cielo? ¿Hablará la gente de la obra de Dios y de su gloria por medio de usted? Y aún más importante, ¿cómo responderá usted al Rey cuando Él diga: "¿Qué hiciste con lo que yo te di"?

Daniel Webster dijo una vez: "La mayor idea que haya pasado alguna vez por mi mente es que un día tendré que estar delante de un Dios santo y rendir cuentas de mi vida". Él tenía razón.

Ahora cierre este libro. Arrodíllese delante de nuestro Dios santo y amoroso. Y luego viva la vida con sus amigos, su familia, sus padres, su cónyuge, sus hijos, sus vecinos, sus enemigos, y los extranjeros que Él ha creado para que la viva con su capaci-tación y mediante el Espíritu Santo.

Que pueda usted decir al final de su vida, junto con Pablo:

"He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe. Por lo demás me espera la corona de justicia que el Señor, el juez justo, me

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EL MEOLLO DEL ASUNTO

otorgará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que con amor hayan esperado su venida".

—2 Timoteo 4:7-8

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NOTAS

1. R. C. Sproul, The Holiness ofGod (Carol Stream, IL: Tyndale House, 2000), 68.

2. A.W. Tozer, The Knowledge of the Holy (San Francisco: Harper SanFrancisco, 1992), 1.

3. Frederick Buechner, The Hungering Dark (New York: Harper One, 1985), 72.

4. Wikipedia, s.v. "world population," http://en.wikipedia. org/wiki/world_population.

5. Frederic D. Huntington, Forum magazine, 1890. 6. David Goetz, Death by Suburb (New York: HarperOne, 2007), 9.

7. Robert Murray M'Cheyne, tal como está citado en John Piper, DontWaste Your Life (Wheaton, IL: Crossway, 2003), 105.

8. Mark Buchanan, The Rest ofGod (Nashville: Thomas Nelson Publishers, 2007), 158.

9. Henri Nouwen, With Open Hands (Notre Dame, IN: Ave Maria Press, 2006), 65.

10. A.W. Tozer, The Pursuit ofGod. (Camp Hill, PA:WingSpread, 2007).

11. John Piper, God Is the Gospel (Wheaton, IL: Crossway, 2005), 15.

12. David Livingston (speech, Cambridge University, Cambridge, England, 4 de diciembre de 1857).

13. Atribuido a Matthew Henry. 14. The American Heritage Dictionary of the English Language, 4th

ed. (New York: Houghton Mifflin Company, 2004), s.v. "obsessed."

15. Verwww.familyresource.com.

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LOCO AMOR

1 6 . V e r w w w . m o s s y f o o t . c o m .

17. Ver www.standwithafrica.org.

18. Janet Benge, George Mueller: Guardian ofBristol's Orphans (Seattle: YWAM, 1999), 196.

19. Ver www.backtojerusalem.com. 20. Oswald Chambers, My Utmost for His Highest, entrada del 13 de

junio.

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UNA CONVERSACIÓN CON FRANCIS CHAN

P: Háblenos del título Loco amor.

R: La idea de Loco amor tiene que ver con nuestra relación con Dios. Toda mi vida he oído a personas decir: "Dios te ama". Probablemente, la frase más descabellada que usted pueda expresar sea decir que el Creador eterno de este universo está enamorado de mí. Hay una respuesta que debiera producirse en los creyentes, una loca reacción a ese amor. ¿Realmente entiende lo que Dios ha hecho por usted? Si es así, ¿por qué es su respuesta tan tibia?

P: El movimiento emergente llama a un cambio en la Iglesia. ¿De qué manera es distinto su mensaje y su enfoque?

R: Como pastor, oigo a muchos líderes emergentes hablar sobre lo que está mal en la Iglesia. Se expresa como alguien que no ama a la Iglesia. Yo soy pastor, sobre todo, y estoy

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LOCO AMOR

tratando de ofrecer una solución o un modelo de lo que debería ser la Iglesia. Estoy regresando a la Escritura y viendo cómo era la Iglesia en su forma más sencilla, y tratando de recrear eso en mi propia iglesia. No estoy inventando nada nuevo. Estoy llamando a la gente a regresar al modo en que era. No estoy golpeando a la Iglesia; la estoy amando.

P: ¿Por qué piensa que tantos cristianos culpan a la Iglesia de sus fracasos?

R: Todos necesitamos justificar nuestros actos. Lo más fácil de hacer cuando no vivimos como Dios quiere que lo haga-mos es culpar a alguien o a algo. No es algo único de la Iglesia. Uno lo ve en todas partes: personas culpando a sus padres, a un desequilibrio químico, a cualquier otra cosa, en lugar de mirarse a sí mismos y cambiar quiénes son por medio del Espíritu Santo. Lo mismo sucede en la Iglesia. Todos nosotros que tenemos el Espíritu Santo tenemos el potencial de vivir un tipo de vida de "loco amor", pero es más fácil no vivirla y culpar de ello a alguien.

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UNA CONVERSACIÓN CON FRANCIS CHAN

P: Usted habla sobre creer en Dios sin tener idea de cómo es Él. Como cristiano, ¿cómo es posible eso?

R: Porque se nos enseña tan poco sobre Dios, la mayoría de las personas sólo quieren saber lo que Dios puede hacer por ellas en lugar de desear conocerle. Cuando presentamos el evangelio, tratamos de responder una pregunta: ¿Cómo evito ir al infierno? Después de responder esa pregunta, dejamos de hacer preguntas sobre Dios. Con la Iglesia estadounidense tan preocupada por tener convertidos, no nos tomamos el tiempo de presentar a la gente el universo centrado en Dios. No tratamos de profundizar en la verdad de Dios. Necesitamos aprender los atributos de Dios antes de saber cómo es Él.

P: ¿Qué es una "iglesia que da"? ¿Cómo practica usted eso en su propia iglesia? ¿Por qué cree que es importante que la Iglesia estadounidense llegue a este punto?

R: Para mí, esto ha sido lo mayor para nuestra iglesia. He visto a Dios intervenir muchas veces en mi vida personal cuando doy. Con la iglesia, no dábamos tanto como yo lo hacía personalmente. Yo siempre preguntaba: Dios, ¿vas a intervenir realmente por la iglesia? Yo quería poner en acción el mensaje de amar al prójimo como a uno mismo. Ha sido un experimento y un paso de fe. La iglesia Cornerstone Community Church ha estado dando el 55 por ciento de todo lo que entra, y las cosas están más sanas que nunca.

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Nos comprometimos a donar un millón de dólares a la fundación Childrens Hunger Fund con pagos de 250,000 dólares cada tres meses. Durante el verano, nuestros fondos eran pocos. Yo pensaba: ¿De dónde vamos a sacar el dinero para Children's Hunger Fund? Yo no hice ninguna petición durante la ofrenda ni mencioné nuestra situación a la congregación. Aquel domingo tuvimos una ofrenda de 251,000 dólares. Fue una afirmación inmediata de que Dios decía: "Esto es exactamente lo que quiero que hagas". Eleva la fe de toda la congregación, y nuestra iglesia ha visto la mano de Dios. Por eso creo que es tan estupendo ser una iglesia que da.

P: Hay una urgencia en su mensaje. ¿Dé dónde viene eso?

R: Creo que de dos cosas. Una, realizo funerales casi cada semana. Muchos de esos funerales son de personas más jóvenes que yo, y muchas de esas muertes fueron inespera-das. Ver la sorpresa de sus seres queridos y comprender que Dios puede llevarse la vida en cualquier momento me da un sentimiento de urgencia. La otra es mi educación. Mi mamá murió cuando me dio a luz; mi madrastra murió cuando yo tenía nueve años; mi papá murió cuando yo tenía doce años. Aprendí que podría no haber un mañana. Siempre quiero que este sea el mejor mensaje que yo predique en caso de que no esté aquí para dar uno más.

Tehgo un sentimiento de urgencia en mi interior debido a

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UNA CONVERSACIÓN CON FRANCIS CHAN

mi niñez y a asistir a muchos funerales y ver morir a amigos. No puedo evitar ser urgente en mi mensaje.

P: Usted habla de lo que significa ser un cristiano tibio. Hace la valiente afirmación de que "quienes asisten a la iglesia y son 'tibios' no son cristianos. No los veremos en el cielo". ¿Cómo explica esto? ¿Cómo entra la gracia en esta afirmación?

R: Lo explico mediante el pasaje de Apocalipsis 3 y veo el pasaje de modo objetivo. Dios dice que los tibios serán vomitados de su boca, y eso es drásticamente diferente a que Dios te abrace y te dé la bienvenida al cielo. Los tibios aún necesitan ser salvos. ¿Cómo podemos decir que un cristiano tibio es salvo?

La salvación no tiene nada que ver con lo que yo hago. Si soy verdaderamente salvo, entonces mis actos lo van a demostrar. A lo largo de todo el Nuevo Testamento la fe de una persona se demuestra mediante sus actos. Las ense-ñanzas del Nuevo Testamento son claras en que alguien que ama a Dios y no obedece a Dios es un mentiroso, y la verdad no está en él.

No es popular cuestionar los actos y la salvación de alguien, y la Escritura nos dice que nos probemos a nosotros mismos y veamos si realmente estamos en la fe. Yo creo un 100 por ciento en la gracia, en que yo no hice nada, y que soy total-mente salvo por la cruz. Por la gracia de Dios, creemos y somos salvos. Si alguien tiene el Espíritu Santo en él, habrá fruto, y no habrá una vida tibia.

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P: Hablemos sobre "su mejor vida después".

R: Todo se trata del cielo. Hebreos 11 trata sobre mártires que nunca llegaron a ver ni a experimentar la plenitud hasta después. La Escritura habla sobre la vida después de esta. Se supone que hemos de hacernos tesoros en el cielo. ¿Por qué querríamos atesorar cosas en la tierra? Es un asunto de fe. Hay muy pocos cristianos que dicen que no creen en el cielo, pero sus actos demuestran que no creen. Si realmente creemos que si sacrificamos cosas en la tierra tendremos una eternidad de recompensas, es lo único que tiene sentido.

P: En un capítulo, usted afirma: "Atrévase a imaginar lo que significaría para usted tomarse en serio las palabras de Jesús". ¿Qué significa eso? ¿Por qué cree que tantos cristianos rechazarían ese desafío?

R: Nos hemos condicionado a nosotros mismos a oír mensajes sin responder. Los sermones se han convertido en entretenimiento cristiano. Vamos a la iglesia para oír un bien desarrollado sermón y un pensamiento convincente. Nos hemos entrenado a nosotros mismos para creer si sentimos convicción, nuestra tarea está hecha. Si usted se limita a oír la Palabra y hace realmente algo con ella, se engaña a usted mismo.

Recuerdo predicar sobre Lucas 6, y leí el pasaje que dice: "Hagan bien a quienes les aborrecen". Le dije a la

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UNA CONVERSACIÓN CON FRANCIS CHAN

congregación que pensaran en alguien que les aborreciera, y pregunté: "¿Están dispuestos a hacer algo bueno por esa persona? ¿Harán eso? ¿Sí o no?". Dije: "Díganle a Dios ahora mismo: 'No, no haré eso'". No estamos dispuestos a hacer esa afirmación porque no queremos decirle eso a Dios, pero hacemos eso cada día.

No lo pensamos porque hemos desarrollado el hábito de escuchar la Palabra de Dios y no obedecerla. Si tomamos la Escritura literalmente y si realmente la aplicamos, no tendre-mos lo que nuestra carne desea, y por eso nos vamos tristes o corremos a la iglesia en la que nadie lo hace, pero eso no parece importar.

P: ¿Qué les dice a las personas que dicen que usted toma la Biblia demasiado literalmente?

R: Si alguien me dijera que me tomo la Biblia demasiado literalmente, realmente haría que se cuestionara su propio corazón. Les preguntaría si realmente creían que no debe-mos de tomarla literalmente, o si es la influencia de otros creyentes que dicen que no hemos de hacerlo. Me gustan las personas que piensan por sí mismas y no se limitan a seguir la corriente. Cuando los creyentes están a solas con la Palabra, llegan a la misma conclusión que yo. Loco amor apela a pensamientos que todos los cristianos han tenido cuando están a solas con Dios, y comprenden que tienen que tomarse literalmente la Escritura. Esas son las cosas que deberían hacer.

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P: ¿Qué lugar tiene el sueáo americano en una fe tibia?

R: Es interesante cuando hablamos del sueño americano. En Lucas 12, Jesús relata la parábola del rico necio. Ahí está ese hombre que es rico y tiene abundancia de cosechas. Construye graneros más grandes para poder guardarla, y dice: "Tengo muchas cosas buenas guardadas para muchos años. Tómate la vida con tranquilidad; come, bebe y sé feliz". Básicamente, se jubilará y disfrutará: el sueño americano. "¡Necio! Esta misma noche vienen a demandar tu vida."

No deberíamos preocuparnos por nuestras vidas, qué comeremos, compraremos o vestiremos. Dios dice que el sueño americano es una total necedad. Es exactamente lo que los cristianos están haciendo y defendiendo. Dios podría llevarse su vida en cualquier momento. No se conforme a los patrones de este mundo.

P: ¿Cree usted que Dios le llama a vivir una vida radical y loca? R: No es que este estilo de vida debiera ser loco para nosotros; debería ser lo único que tiene sentido. Renunciar a todo y sacrificar todo lo que podamos por la vida venidera es lógico. "Locura" es vivir una vida segura y guardar cosas a la vez que tratamos de disfrutar nuestro tiempo en la tierra, sabiendo que en cualquier milisegundo Dios podría quitarle la vida. Para mí eso es loco, y eso es radical. Los

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locos son aquellos que viven la vida como si no hubiera Dios. Para mí eso es falta de cordura.

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ACERCA DE LA COAUTORA

Danae Yankoski se graduó de la universidad Westmont, donde estudió literatura inglesa y conoció a su mejor amigo, y ahora su esposo, Mike. Publicó su primer libro a la edad de dieciséis años, y desde entonces ha sido parte de varios proyectos edito-riales. Algunos de los aspectos de la vida favoritos de Danae incluyen humeantes tazas de té; caminar, correr y estar al aire libre; conversaciones que hacen reflexionar; relacionarse con diferentes culturas; y jugar con su nuevo cachorro Labrador negro: Elliot. Ella y Mike recientemente pasaron varios meses viviendo en comunidades de África y Sudamérica afectadas por falta de agua potable. Su corazón es escribir sobre esas expe-riencias de manera que mueva a los lectores muy por encima de las estadísticas, a amar verdaderamente a su prójimo como a sí mismos.

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