lope de vega el perro hortelano · 2020. 4. 18. · apasionados, y la fuerza de su deseo se deja...
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Lope de Vega
El perro del
hortelano
EDICIÓN DE ROSA NAVARRO DURÁN
El perro del hortelano
Lope de Vega
Edición de Rosa Navarro Durán
Edita: IES San Isidro
Departamento de Lengua y Literatura
© Edición original: ISBN: 84-689-5993-6
© Edición digital: CVC:
http://cvc.cervantes.es/obref/perro_hortelano/
© Estudio introductorio, edición
original: Rosa Navarro Durán.
Esta edición: talleres de Juanma y cía.
Impreso en Paraje del Cerrillo, s/n, San
Isidro, Níjar (Almería). CP: 04117.
vi
Introducción
Diana, el perro del hortelano
Dos hombres que huyen: el comienzo de la comedia no puede ser más
intenso. 1 ¿Por qué lo hacen? ¿Qué temen? ¿Quién puede haberlos reconocido?
La aparición de Diana llamando a los criados, el inmediato «¿Llama vuestra
señoría?» de Fabio la sitúa ya en el centro del espacio teatral, de la acción; no los
va a abandonar. La bellísima condesa de Belflor es dueña y señora de su casa y
de su destino. No tiene ni padre ni hermanos, habituales guardianes del honor.
La pretenden nobles: un primo suyo, el conde Federico, y el engolado marqués
Ricardo, y muchos más; como le dice Octavio: «¿No hay mil señores que están,
/ para casarse contigo, / ciegos de amor?» (vv. 69-71). Pero ella, haciendo
honor a su nombre, 2 es esquiva, como la diosa; no les hace ningún caso.
Su destino teatral no va a ser quedar vencida a la postre por el amor de
uno de sus nobles pretendientes. Su antagonista es otro. La lucha la librará
consigo misma. El genio de Lope dejará a solas a la hermosa condesa con su
descubrimiento: el amor por su secretario. Llegará a él invirtiendo, también, el
orden de los sentimientos: 3 siente celos al ver que es el enamorado de su
doncella Marcela, y así se da cuenta de su amor. Impedir esa relación y
manifestar a Teodoro sus sentimientos sin desdoro suyo va a ser su inmediata
y difícil empresa.
Su situación privilegiada le permite intervenir en esos amores que quiere
romper; su belleza y su poder la convierten en sol hacia el que en seguida
querrá remontarse su secretario. Los obstáculos se desvanecen, pues, para ese
amor que se ha desvelado en la condesa; pero entonces Diana ve su propia
imagen y no puede seguir: se va a convertir en el perro del hortelano, que ni
come ni deja comer. No soportará ver cómo se reanuda una y otra vez,
después de sus desplantes, el idilio entre Marcela y Teodoro, pero al mismo
tiempo no puede oír las palabras amorosas de su criado. Le gustaría tenerlo
vii
siempre a sus pies adorándola sin esperanza, sin ojos para nadie más que ella.
Pero los personajes de esta comedia tienen alma y tienen cuerpo, son seres
apasionados, y la fuerza de su deseo se deja sentir en los versos.
Diana, cuando descubre quiénes son los que huyen al sorprenderlos de
noche en su casa y se entera de la historia amorosa entre su secretario y una de
sus doncellas, se siente arrastrada por una curiosidad malsana, y como una
voyeuse de palabras, primero le pregunta a Marcela: «¿Y qué te dice?» (v. 262); y
luego a Teodoro: «¿Qué le has dicho, por mi vida?» (v. 1049). Lo que oye es lo
que podría decirle a ella cualquiera de sus nobles pretendientes: «Yo pierdo / el
alma por esos ojos» (vv. 264-265), porque esta comedia no diferencia a Marcela
o a Teodoro de la condesa de Belflor por el lenguaje. Hay dos categorías de
criados, y sólo la última, a la que pertenece Tristán, hablará y se comportará
como tal. Marcela dirá a solas dos sonetos que bien pudiera haber dicho su
señora o un galán despreciado. Por otra parte, cuando el marqués Ricardo
quiera elevarse en engolados endecasílabos, caerá en el afectamiento ridículo.
Diana se quedará sola después de aceptar y proteger el matrimonio de sus
subordinados. Su monólogo —un soneto— apunta sólo una cierta inquietud.
Se confiesa la envidia por ese «bien» ajeno, pero su concepto del honor nos la
ofrece muy convencida de su lugar:
Es el amor común naturaleza,
mas yo tengo mi honor por más tesoro;
que los respetos de quien soy adoro
y aun el pensarlo tengo por bajeza. (vv. 329-332)
No parece que la confesión de igualarse con la condición de Teodoro sea
más que un deseo oculto de una dama muy consciente de su condición social:
«quisiera yo que, por lo menos, / Teodoro fuera más para igualarme, / o yo,
para igualarle, fuera menos» (vv. 336-338).
Pero en seguida veremos que no es así, que su pasión la domina. Intentará
decirle a Teodoro lo que siente con la traza de una supuesta carta de una amiga
enamorada 4 y, al sorprender el abrazo de Marcela y Teodoro, vendrá su
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primera reacción violenta por los celos: encierra a Marcela en su aposento.
Aplicará luego la técnica que Tristán recomendaba a Teodoro para que olvidara
a Marcela, le dirá a su secretario: «sé yo que en Marcela / hay más defetos que
gracias» (vv.1068-1069), y unos los apunta y otros no los dice. Y además vuelve
al tema de su supuesta amiga «que ha días que no sosiega / de amores de un
hombre humilde» (vv. 1084-1085) y le pide consejo a él. Lope nos ofrece una
escena intensísima llevando a sus personajes al límite de las palabras. ¿No había
dicho Teodoro «las palabras poco cuestan»? Pues Teodoro aconsejará que la
dama «haga que con un engaño, / sin que la conozca, pueda / gozarle» (vv.
1125-1127). Pero Diana va más allá, su «¿No será mejor matarle?» (v. 1129)
señala a Teodoro lo vulnerable que es en su incursión —teórica aún— en ese
terreno. Otras voces de muerte amenazando a Teodoro resonarán en la obra.
¡Menos mal que es comedia!
Ya en el acto segundo, la oiremos confesar su amor imposible a Anarda, la
criada que le sirve de confidente (ella fue la que le desveló los amores que a tal
estado la han llevado). No puede aceptar a sus pretendientes porque no los
quiere y sí ama a otra persona: «No los quiero, porque quiero, / y quiero
porque no espero / remedio» (vv. 1613-1615), como le dice en críptico
lenguaje heredado de la poesía cancioneril. No se atreverá, avergonzada, a
confesar quién es, pero sí la humildad de su condición. Y al mismo tiempo,
hace un alarde de voluntad y decide no querer: «Quien quiere, puede, si
quiere, / como quiso, aborrecer. / Esto es lo mejor: yo quiero / no querer»
(vv. 1634-1637). En vano, se le avisa —la canción, el coro— de lo imposible
de su empresa, ella confía en sus fuerzas: «yo sé mi condición, / y sé que
estará en mi mano, / como amar, aborrecer» (vv. 1651-1653). Pero el
escepticismo de Anarda es el del público: «Quien tiene tanto poder / pasa del
límite humano» (vv. 1654-1655).
Tomará la resolución que zanjaría ese loco amor: elegir a uno de sus
pretendientes, al marqués Ricardo, pero lo hará —mala señal— hablando con
Teodoro. Es un desafío vano al amor y a su fuerza: «Las palabras poco cuestan».
Será otra vez espía ya no de palabras, sino de acciones. Oculta —escena
ix
esencialmente teatral—, asistirá a la reconciliación entre Teodoro y Marcela y no
soportará ni el abrazo ni oír lo que de ella dicen. Y se desbordará la furia y la
pasión de Diana: hará escribir al secretario la carta de su propia confesión —
«Cuando una mujer principal se ha declarado...»—, convertirá su elección de
marido en confusión de criado, se confesará en un bello monólogo —«¿Qué me
quieres, amor?...»— la fuerza de su amor, el poder de los celos; pero cuando
Teodoro se atreva a confesarle su amor, le frenará, le recordará su lugar. Teodoro
no se acobarda y expone con toda claridad la situación: ella es el perro del
hortelano:
Mas viénele bien el cuento
del perro del hortelano.
No quiere, abrasada en celos,
que me case con Marcela;
y en viendo que no la quiero,
vuelve a quitarme el jüicio,
y a despertarme si duermo;
pues coma o deje comer,
porque yo no me sustento
de esperanzas tan cansadas,
que si no, desde aquí vuelvo
a querer donde me quieren. (vv. 2193-2204)
Y Teodoro seguirá hasta la confesión que Diana no puede soportar: «Yo
adoro a Marcela, y ella / me adora, y es muy honesto / este amor» (vv. 2216-
2218). La condesa pierde los nervios y lo abofetea: es una confesión pública
de su pasión. Teodoro lo sabe ya muy bien: ella es el perro del hortelano, y lo
es porque su amor ha elegido un sujeto que no conviene a su honor. Y no hay
guardián que burlar, no puede ser dama tracista de comedia. Ella misma es el
guardián de su honra, ella, que no puede no querer a quien no debe. La
hermosa Diana no tiene más elección que la desdicha, y no parece muy
dispuesta.
x
Teodoro
y su arriesgado vuelo
El secretario, que teme haber sido descubierto por la condesa en su cortejo
nocturno a Marcela, habla con su fiel criado Tristán. El consejo de éste es
rotundo: «dejar de amar a Marcela» (v. 371), y le aconsejará un camino eficaz
(y ovidiano) para hacerlo: imaginarle defectos. Teodoro, muy seguro de sí
mismo y de su amor, le contestará de forma tan tajante como él: «En las
gracias de Marcela / no hay defetos que pensar. / Yo no la pienso olvidar»
(vv. 503-505). Tristán le advertirá del riesgo que corre: «Pues a tu desgracia
apela / y sigue tan loca empresa» (vv. 506-507). Ambos se equivocan:
Teodoro estará dispuesto a olvidar a Marcela en seguida porque a cambio
tiene nada menos que una condesa, y la loca empresa no será la que le dice
Tristán, sino otra mucho más audaz: Teodoro va a atreverse a volar con su
pensamiento no hasta el sol, como Ícaro, pero sí hasta Diana, la luna. 5
Como galán de comedia —no como criado—, verá cómo su señora le da a
entender su amor, 6 o creerá verlo, porque hasta el final del segundo acto las
palabras de la condesa quieren situar a Teodoro en tierra de nadie. Y éste no
está dispuesto a aceptar ese lugar; «pues coma o deje comer» (v. 2200) le dirá a
Diana, una vez que le ha desvelado el juego y su condición.
Pero antes tendrá que moverse por el espacio de la ambigüedad. Cree
interpretar adecuadamente y emprende el vuelo, pero tendrá que abortarlo
porque llega el desengaño: no es lo que él creía, o lo parece; Diana es
inalcanzable, y él, por tanto, no puede aspirar a ser conde. En ese juego de
avanzar y retroceder no es el amor el que le guía, sino la ambición.
No es raro que la dama lleve la iniciativa en la comedia de enredo —basta
pensar en la deliciosa Finea del tercer acto de La dama boba de Lope, comedia
de 1613—, pero en este caso se trata de dar y amagar: no es posible la réplica
por parte del galán. No puede ofrecerle amparo y el lugar social del honor con
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su compromiso y sus palabras, sino todo lo contrario. Desde el comienzo
ambos sabrán que pisan terreno prohibido, pero ninguno de los dos
renunciará al juego.
Una traza conocida le sirve a Diana para dar el primer paso: los amores de
una supuesta amiga por un hombre humilde. Como Teodoro es su secretario,
Diana elige con tino el camino de la escritura: soneto frente a soneto, es su
primer enfrentamiento:
Hame dicho cierta amiga,
que el papel que traigo aquí
le escriba; a hacerlo me obliga
la amistad, aunque yo ignoro,
Teodoro, cosas de amor;
y que le escribas mejor
vengo a decirte, Teodoro. (vv. 515-523)
Teodoro se resiste a competir, miente: «Aprender espero / estilo que yo no
sé; / que jamás traté de amor» (vv. 530-532). Y la pregunta de Diana —
«¿Jamás, jamás?»— viene cargada de sorna y provocación. Leerá, obedeciendo
el mandato de su señora, la supuesta carta, el soneto «Amar por ver amar
envidia ha sido», y ambos discutirán sobre su contenido. La explicación de
Diana introduce ya una palabra esencial en la obra: el deseo:
Porque esta dama sospecho
que se agradaba de ver
este galán, sin deseo,
y viéndole ya empleado
en otro amor, con los celos
vino a amar y a desear. (vv. 572-577)
La respuesta de Teodoro tardará porque, antes de oírla, veremos y oíremos
al engolado marqués Ricardo en sus afectadas octavas reales, que lo
ridiculizan. El público sabe ya que no es competidor, y está esperando no esas
plumas verbales de pavo real vacuo, sino el duelo apasionado de sonetos que
xii
enfrenta deseo a ambición. Soneto de dama —¿cuándo habló en un soneto un
yo poético femenino? ¡Lope siempre abriendo horizontes!— leído por
caballero y a la inversa. Tiene mucha más intensidad el de ella, que lleva las
riendas del envite: «De los celos mi amor ha procedido / por pesarme que,
siendo más hermosa, / no fuese en ser amada tan di chosa / que hubiese lo
que envidio merecido» (vv. 555-558). Segura de su hermosura, se está además
declarando: «darme quiero a entender sin decir nada» (v. 563). Ahí está la
belleza de esta obra: se dicen las cosas sin decirse, es el más sutil juego que
permite el lenguaje. La respuesta con un yo poético masculino («Del ser dichoso
me defiendo»), porque Teodoro entiende y acepta el juego, es cauta; debe
serlo: «No digo más, porque lo más ofendo / desde lo menos» (vv. 765-766).
Lope ingeniosamente trueca el reparto de papeles, porque no hay diálogo
posible dentro de las convenciones sociales; pero los sentimientos no siempre
se ciñen a ellas. Como le dice Diana:
Desde lo menos aquí
dices que ofendes lo más,
y amando, engañado estás,
porque en amor no es ansí;
que no ofende un desigual
amando, pues sólo entiendo
que se ofende aborreciendo. (vv. 811-817)
Teodoro, prudente aún, le recuerda los dos ejemplos poéticos de castigo
de la ambición y vanagloria: Ícaro y Faetón. Pero la condesa le anima a seguir:
Si alguna cosa sirvieres
alta, sírvela y confía;
que amor no es más que porfía;
no son piedras las mujeres. (vv. 827-830)
Teodoro a solas dirá su primer monólogo, y el público oirá sus dudas: ¿es
o no verdad lo que a él le parece entender?:
xiii
¿Quién pensó jamás
de mujer tan noble y cuerda
este arrojarse tan presto
a dar su amor a entender?
Pero también puede ser
que yo me engañase en esto.
(vv. 841-846)
Si sus palabras son ambiguas, su mirada, su rostro sonrojado no lo eran...
El pensamiento de Teodoro se va ya «tras la grandeza», aunque además
reconoce «que es bellísima Diana» (v. 887).
Laurencio, en La dama boba, decide pasar del cortejo de la inteligente Nise a
la tonta Finea porque, aunque es boba, tiene una sustanciosa dote, y clara y
desvergonzadamente se lo manifiesta a su criado Pedro después de un
monólogo —un soneto— a su propio pensamiento, «Hermoso sois, sin duda,
pensamiento», en donde ya expone su decisión: «Pensamiento, mudemos de
sujeto». 7 Teodoro acepta en seguida el cambio de una criada por una condesa.
Es el trueque de la mariposa por el sol, que él no busca, pero que sabe
rápidamente aprovechar. No lo vemos dividido entre dos amores, sino entre
una certeza a su medida y una hipótesis en la que no se hubiera atrevido a
pensar.
Al principio su combate lo libra con las dudas. Y no quiere renunciar a
Marcela por palabras dudosas, por nada, en suma; y esa actitud conservadora
paradójicamente le llevará al triunfo. Es muy consciente de su lugar, y de la
distancia que le separa de su señora, la condesa: «Nunca tan alto azor / se
humilla a tan baja presa» (vv. 949-950) dice cuando se disuelve su primer
espejismo. Pero el público sabe que en este caso así es, y no es un hombre
enamorado de una bellísima gitanilla o de una ilustre fregona —el lector
confía plenamente entonces en que la anagnórisis resuelva el conflicto—, es
una condesa enloquecida por su secretario; realmente un alto azor que se
humilla a una baja presa, pero es ella el azor, y él la baja presa. Lope juega muy
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fuerte, casi tanto como sus personajes, porque el público sabe que, debajo del
disfraz —de secretario, de condesa— están el hombre, la mujer, y el deseo.
Cuando Teodoro ve que la condesa encierra a Marcela tras sorprenderlos
abrazados, empieza a saber que no imagina, que es cierto lo que casi no se
atreve a pensar. El acto primero acabará después de la intensa conversación
entre Diana y Teodoro emboscados tras las palabras, con un nuevo soliloquio
del secretario, un soneto esta vez. La ha visto sonrojarse, la ha sentido temblar,
sabe ya que la mujer que es la condesa le quiere, y sin dudar elige el camino de
los audaces, vuela, pero con el viento a favor: «¿Qué haré? Seguir mi suerte
venturosa» (v. 1178). Y aparece el leit-motiv de la obra. Un poco más adelante la
hará explícita a Tristán:
Tristán, cuantos han nacido
su ventura han de tener;
no saberla conocer
es el no haberla tenido. (vv. 1412-1415)
Lo que a él le está ofreciendo la fortuna en ese momento no es sólo el
amor de Diana, sino la posibilidad de ser conde; por eso concluye: «O morir
en la porfía, / o ser conde de Belflor» (vv. 1416-1417). 8
Ya en el acto segundo, seguirá hablando a solas, sólo su pensamiento puede
ser su interlocutor; en bellas décimas le dará alas para que siga volando: «Id en
buen hora, aunque os den / mil muertes por atrevido; / que no se llama
perdido / el que se pierde tan bien» (vv. 1318-1321). Una vez la fortuna le ha
mostrado lo que puede conseguir, irá a por ello. Pero va a tener que dar de
nuevo marcha atrás. Diana le va a consultar sobre su elección de marido, y será
el primero en saber que el marqués Ricardo es el favorecido. En un nuevo
monólogo se confesará su error —o el de Diana—, ha imaginado disparates:
«No más; despedíos de ser, / oh pensamiento arrogante, / conde de Belflor»
(vv. 1712-1714). Y volverá a su lugar, «Queramos nuestra Marcela; / para vos
Marcela baste» (vv. 1716-1717). Recobra su sensatez, proclama lo razonable:
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«Señoras busquen señores; / que amor se engendra de iguales» (vv. 1718-1719).
Pero no es precisamente lo que va a confirmar la comedia, no es ésta su tesis,
porque la obra se cimenta en continuas transgresiones.
Volverá Teodoro a su Marcela. Le cuesta un poco más convencerla, pero
no mucho; Tristán le ayuda. Pero la escena será contemplada por la condesa y
ésta, en ataque de celos, le hará escribir su propia confesión amorosa y le
recordará lo que él sabe muy bien: «quien no estima su fortuna quédese para
necio». Es el impulso que necesitaba su vuelo. Hecho Ícaro, 9 se alza hasta el
sol, le confiesa su amor a Diana: «y así a decir me resuelvo / que te quiero, y
que es disculpa / que con respeto te quiero» (vv. 2155-2157).
Se estrellará otra vez, pero ya no cejará: «viénele bien el cuento / del perro
del hortelano» (vv. 2193-2194). Y la desafía: «pues coma o deje comer ... que
si no, desde aquí vuelvo / a querer donde me quieren» (vv. 2200-2204). Y
culmina su provocación con la confesión que más puede dañar a la condesa:
«Yo adoro a Marcela, y ella / me adora, y es muy honesto / este amor» (vv.
2216-2218). ¡Touchée! Ha dado en el blanco: los bofetones son la prueba. No
queda duda alguna. Como le dice a Tristán: «está loca /de un amoroso deseo»
(vv. 2268-2269). No le queda más que recordarle a Diana que ella es quien
decide: «Mátame o dame la vida». Se atreve a mirar cara a cara a su sol, a
hablar con palabras sin ambigüedad a Diana, la condesa de Belflor.
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El tracista Tristán
Los dos primeros actos nos han ofrecido un duelo de dos personajes:
Diana y Teodoro, llevados por la pasión y la ambición. Y ambos han librado
una dura lucha con ellos mismos. Diana, entre su amor y su honor. Teodoro
entre atreverse o no a subir tan alto, volando y no renunciando a sus bienes
en el suelo. Pero todo ha sido posible mientras las palabras les han dado un
territorio para la ambigüedad. Después del bofetón, de tal acción pública de la
condesa, indecorosa para ella («que tan gran señora / se pierda tanto el
respeto / a sí misma, es vil acción» —vv. 2286-2288— dirá Tristán), no hay
claroscuro. Como dice Teodoro: «Mátame o dame la vida» (v. 2336). Pero
Diana no puede actuar contra su honor: no hay salida para el conflicto. Y ahí
es cuando Lope deja las riendas de la acción a un tracista, al gracioso Tristán.
Y la comedia, palatina, deja de ser psicológica para ser totalmente de enredo.
Empiezan los disfraces, las trazas.
Teodoro está en peligro. La vil acción de la condesa hace reaccionar a los
de su clase, uno de los cuales la ha presenciado: hay que matar al competidor
(«sea o no sea verdad», v. 2401), que además les lleva al desdoro; 10 pero a
escondidas, claro está. La deshonra la causa el acto público, reconocible (no la
confabulación oculta). Y el marqués y el conde encuentran al rufián que les
parece adecuado para el encargo: Tristán, que lleva traje nuevo acorde con la
favorecida privanza
de su amo. Y él hará el papel de bravo magníficamente. Los convencerá de
su eficacia, les sacará dinero y... protegerá a su amo. Pero no acaba aquí su
fuerza teatral, su capacidad de representar papeles, porque va a idear además
una traza al ver el estado en que su amo está.
Ya no es la ambición la que guía a Teodoro: se ha enamorado de Diana. Ni
le asusta el anuncio del peligro en que está: «¡Pluguiera a Dios que alguno me
quitase / la vida y me sacase desta muerte!» (vv. 2535-2536) le dice a su
criado, y es entonces cuando él le ofrece la posibilidad de encontrar una
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salida: «Si te diese / remedio ¿qué dirás?» (vv. 2542-2543). Lo que se le ocurre
es la solución de tantas situaciones novelescas, una anagnórisis:
Si fuese
tan ingenioso que a tu misma casa
un generoso padre te trajese,
con que fueses igual a la condesa,
¿no saldrías, señor, con esta empresa?
(vv. 2544-2548)
Ya ha imaginado cuál: «El conde Ludovico, / caballero ya viejo, habrá
veinte años / que enviaba a Malta un hijo de su nombre ... Éste ha de ser tu
padre, y tú su hijo, / y yo lo he de trazar» (vv. 2549-2556). Ahí está el tracista
que crea, como tal, peripecias, que son la esencia de la traza; y, en cambio, la
traza de Tristán es una anagnórisis, que es el otro elemento que caracteriza la
fábula, según Aristóteles. Lope hubiera podido hacer que la anagnórisis fuese
parte de la fábula y no traza, que fuera verdad y no invención del criado; pero
la originalidad de la obra es que sea así. En lo único en que interviene el
dramaturgo es en hacer coincidir los nombres de los «hijos», y es además en
ese nombre fiel a su fuente boccacciana.
Tristán se disfrazará de armenio e inventará una compleja historia llena de
peripecias que contará al conde Ludovico, ansioso de tener un hijo a quien
dejar sus bienes. Felizmente éste sólo aprovechará lo que le interesa: la
identidad de su hijo recobrado. La mujer, el hijo que añade el tracista Tristán a
la historia no le interesan nada, y nadie vuelve a mencionarlos. Sólo el público
se ha reído viendo la compleja historia que inventa innecesariamente Tristán
en su doble papel, de gracioso y de salvador de su amo.
El padre «recobrado» evita la marcha a España de Teodoro. Él y Diana
habían renunciado a su amor por imposible y habían aceptado como
inevitable la separación. Pero, cuando todo parece resuelto con la anagnórisis,
queda un último gesto de Teodoro: confesará a la condesa que es traza de su
criado y no verdad la nobleza adquirida; su «nobleza natural» le impide seguir
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con el engaño y así decide renunciar a todo e irse, como antes habían ya
decidido. Bello discurso el que Lope, secretario del duque de Sessa, 11 pone en
boca de Teodoro:
soy hijo de la tierra,
y no he conocido padre
más que mi ingenio, mis letras
y mi pluma. El conde cree
que lo soy, y aunque pudiera
ser tu marido y tener
tanta dicha y tal grandeza,
mi nobleza natural
que te engañe no me deja,
porque soy naturalmente
hombre que verdad profesa.
Con esto, para ir a España
vuelvo a pedirte licencia,
que no quiero yo engañar
tu amor, tu sangre y tus prendas.
(vv. 3287-3301)
Y cuando se esperaría discurso semejante de la condesa, una nueva
transgresión surge. A ella, noble de sangre, le importa muy poco la nobleza; le
gusta el hombre y no está dispuesta ya a renunciar a él: «el gusto no está en
grandezas, / sino en ajustarse al alma / aquello que se desea» (vv. 3309-3311).
¡Qué importa si es engaño o realidad! Si hay que matar al autor del laberinto,
se hace. 12 Pero Tristán está en el lugar que debe en el momento oportuno: lo
oye todo. Llegarán a un acuerdo: el silencio cómplice, el mismo que Teodoro
va a pedir al público como final de comedia. 13
Lope ha querido también dar un margen a la ambigüedad. ¿Ese
comportamiento de Teodoro por su «nobleza natural» indica realmente un
origen noble? Tristán y su cómplice Furio se asombran ante el éxito de su
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propia empresa y se preguntan: «¿Cosa que esto verdad sea, / y que éste fuese
Teodoro?», y Furio: «¿Mas si en mentira como ésta / hubiese alguna verdad?»
(vv. 2901-2904). La nobleza se refleja en el rostro, así destaca la belleza de
la gitanilla cervantina. ¿Será Teodoro un ejemplo más? «¡Qué gallardía! ... ¡Qué
real presencia! / ¡Qué bien que te escribió naturaleza / en la cara, Teodoro, la
nobleza!» (vv. 3113-3116) dirá el entusiasmado conde Ludovico, que ve la
imagen de su mocedad en Teodoro. ¿Está Lope ridiculizando al conde o
introduce la duda en el público? ¿No será realmente intuición de padre? 14
Lope pudo hacer que así fuera, no cerró la puerta para que pudiera ser; pero
él, como Sancho, sabía muy bien que cada uno es hijo de sus obras.
Antes del desenlace, oiremos aún una conversación llena de intensidad y
de deseo entre Teodoro y Diana nada más descubrirse el supuesto origen
noble del secretario. Quedan, frente a frente, los dos personajes, y sus
palabras desvelan la fuerza que Lope les ha dado a ambos, es un diálogo de tú
a tú. Dice Teodoro:
Creo que estás con menos deseo;
pena el ser tu igual te da.
Quisiérasme tu crïado,
porque es costumbre de amor
querer que sea inferior
lo amado.
(vv. 3168-3174)
Y la réplica de Diana es la sentencia definitiva: ella, dueña ya de su destino,
se casa a gusto: 15
Estás engañado,
porque agora serás mío,
y esta noche he de casarme
contigo.
(vv. 3174-3177)
xx
Y Teodoro, recobrando el leit-motiv de la obra, dirá: «No hay más que darme;
/ fortuna, tente» (vv. 3177-3178). Él se dio cuenta de cuál era su ventura, se
alzó para obtenerla, la consiguió —gracias al ingenio de Tristán—, no hay más
que rogar que pare ya la rueda. Como un eco repetirá Diana: «No hay más que
desear; tente, fortuna, / como dijo Teodoro, tente, tente» (vv. 3199-3200). Y el
conde Ludovico, supuesta víctima del engaño, ha conseguido también lo que
quería y dice lo mismo.
El fin de la comedia recompone, como suele, lo que de otro modo resulta
inevitablemente descompuesto en ese girar la rueda: Marcela casará con
Fabio. A la doncella le dio Lope dos sonetos para lamentarse y un lenguaje de
dama, no de criada (tenía «no poco parentesco» con Diana, v. 318). Inventó la
traza tan común de querer dar celos a Teodoro con Fabio, a la vez que se
vengaba de Anarda, que, supuestamente enamorada de éste, la había delatado
a Diana. Sufrió vanamente los embates de la tormenta amorosa de Teodoro y
Diana. Sabiamente le dirá al voluble Teodoro que «unos pensamientos de oro
/ te hicieron enloquecer» (vv. 1831-1832), y le advertirá de que «entre el
honor y el amor / hay muchos montes de nieve» (vv. 3004-3005). Por eso
perdona una y otra vez, porque espera que el orden se restablezca; pero está
en la comedia equivocada, en donde el mundo al revés es posible. La rueda de
la fortuna se detiene cuando Fabio ya no tiene motivo para quejarse.
xxi
El perro del hortelano,
comedia de enredo
Lope debió de escribir El perro del hortelano poco después que La dama boba
(acabada el 25 de abril de 1613, fecha del autógrafo). S. Griswold Morley y
Courtney Bruerton señalan como fechas extremas para su composición 1613-
1615, y como probable la de 1613. 16 La supuesta parodia de los versos de la
Soledad primera de Góngora (vv. 721 y ss. en boca del engolado marqués
Ricardo) nos lleva a la segunda mitad de 1613, porque entre mayo y junio
empezó a circular por Madrid el manuscrito de la obra. Aparece impresa la
Comedia famosa el perro del hortelano en los folios 1-27 de la Onzena parte de las
comedias de Lope de Vega Carpio, Madrid, Viuda de Alonso Martín de Balboa,
1618. A partir del análisis de la versificación, dicen Morley y Bruerton: «Es muy
dudoso que tantos versos sueltos puedan ser posteriores a 1615. Los
porcentajes de versos sueltos y romances coinciden en 1613, y ésa es la fecha
probable».
Comedia palatina, 17 o palaciega, 18 porque la acción transcurre en buena
parte —sobre todo los dos primeros actos— en el palacio de Diana, condesa
de Belflor, en Nápoles. A este escenario se suman las puertas de una iglesia y
de una taberna, la casa del conde Ludovico y la calle, que convierten también
en urbana la obra, 19 especialmente su acto tercero. 20 Comedia de enredo —
Dixon la llama de «capa y espada»—, 21 tiene un inicio típico del género con
huida de personajes embozados, pero en seguida adquiere una gran densidad
psicológica por la lucha interior de sus personajes. Tiene nada menos que
diecisiete monólogos. Tres en el primer acto: Diana dice un soneto; Teodoro,
redondillas primero y un soneto después. Siete en el segundo: Teodoro,
décimas y romance; Marcela, soneto; Teodoro, romance; Marcela, romance;
Diana, soneto; y Teodoro, soneto. Y siete en el tercero: Tristán, endecasílabos
sueltos; Teodoro, soneto; Diana, redondillas en dos ocasiones; Marcela,
soneto; Tristán, romance; y Diana, dos endecasílabos. Bien es cierto que
xxii
algunos de los monólogos son muy breves: 5 versos uno de Teodoro, 7
versos y 2 otros dos de Diana, y 4 y 9 versos los de Tristán, que no son tanto
reflexión como modo de que el público se entere de su acción. Pero si les
sumamos los dos sonetos, ficticias cartas, que leen Teodoro y Diana, y los
apartes, veremos cómo los personajes continuamente reflexionan, porque,
salvo en el tercer acto, poca cosa sucede en la obra. Como dice César Oliva:
«Estamos ante una comedia de alto contenido verbal y escasa acción
dramática». 22
La obra tiene nueve sonetos —la que más—, 23 bien es cierto que dos son
cartas leídas (una por Teodoro y otra por Diana, y se supone que la autoría es la
inversa). Diana dice dos sonetos (actos primero y segundo); Teodoro, tres (uno
en cada acto); y Marcela, dos (actos segundo y tercero). 24 Rafael Pérez Sierra
habla de «comedia interiorizada en las dos figuras poéticas protagonistas» y
menciona el «número insólito de sonetos, nueve en total, aparte de los
monólogos de Teodoro, que no van precisamente dirigidos a producir esa
acción, sino más bien a que desaparezca casi enteramente después de las
primeras escenas para reaparecer al final». 25 El monólogo de Teodoro en cinco
décimas al comienzo del acto segundo, solo en escena, tras la marcha de la
condesa con el séquito de los criados y de sus pretendientes, es esencial. Marc
Vitse, que lo ha analizado, subraya su elaboración y originalidad; llega a
calificarlo de «joya artística» y lo considera «una de las más destacadas obras
maestras del tan rico acervo monologal del teatro del siglo XVII». 26
Hay pocas acciones, y la mayoría son fingidas, falsas. Diana manda a
Teodoro leer y escribir cartas a una supuesta amiga suya que no existe, se cae
fingidamente para que él le ofrezca la mano, hace que Teodoro —y él delega
en Fabio— anuncie al marqués Ricardo su elección como marido y luego
niega haberlo hecho. Tristán lleva un papel de Marcela a su señor, pero éste lo
rompe sin leerlo. Teodoro dice a Marcela que su señora quiere casarla con
Fabio, y es una invención suya. De esta forma, las nimias acciones de la
condesa, el encierro de Marcela y el bofetón a Teodoro, destacan como lo que
xxiii
son: la prueba esencial de su amor por el secretario. Todo sucede además en
el ámbito doméstico.
En el tercer acto, los dos disfraces de Tristán, de rufián y de mercader
griego, tendrían que haber desembocado en dos acciones contrarias: la muerte
y el nacimiento de Teodoro como noble. Sólo la última tendrá lugar y además
es de nuevo una falsedad. La comedia está formada, pues, esencialmente por
palabras. Pero a través de ellas, vemos a unos personajes espléndidos
luchando con sus sentimientos, arriesgándose, hasta llegar al gozoso «fortuna,
tente, tente» final.
xxiv
Posible fuente de la comedia
El séptimo relato de la quinta parte del Decamerón de Giovanni Boccaccio 27
pudo inspirar a Lope el motivo final de la obra: la anagnórisis de Teodoro.
Kohler, primero, y Kossoff después, apuntan con reparos otra dudosa fuente:
un relato de Bandello (Novelle, I, 45): «Narra messer Filippo Baldo come Anna
reina d’Ungaria amata da uomo di basso legnaggio quello magnificamente
rimeritò, con molti belli accidenti». 28 En efecto, un humilde secretario se
enamora perdidamente de la reina Ana. El relato se centra en esa devoción
absoluta de Filippo hacia la reina, que, conocedora del devotísimo vasallaje
amoroso de su súbdito, lo recompensa recomendándolo al emperador Carlos
V, quien lo nombra secretario y lo hace responsable de los asuntos italianos:
«Del che sì bene a messer Filippo ne avvenne che egli, oltra che la sua vertù e
prudenza dimostrò, ne acquistò di molte ricchezze, e di continovo più divenne
servidore de la sua reina, quella come cosa santa adorando» (p. 430).
Ese vasallaje es el que tal vez hubiera pretendido Diana, pero ni ella es
reina ni Teodoro es un devotísimo adorador de su imagen. Por otra parte, fue
ella quien descubrió su amor por el secretario; en cambio, en el relato de
Bandello el secretario del señor Andrea Borgo fue quien vio a la reina en la
iglesia y se enamoró perdidamente de ella, gozando infinitamente sólo con su
mirada, con su palabra.
Como dice Kossoff (y a pesar de ello defiende esta supuesta fuente),
«faltan en la novela varias circunstancias esenciales de la comedia» y «el tono
general es diferente». 29
El relato de Boccaccio comienza con la compra de un muchacho armenio
por un rico gentilhombre:
«Bellísimas señoras, en la época en que el buen rey Guillermo gobernaba en Sicilia,
había en la isla un gentilhombre llamado micer Amerigo Abate de Trápani, el cual,
entre otros bienes temporales, estaba muy bien provisto de hijos. Por lo que, como
xxv
necesitaba servidumbre y llegaron de Levante galeras de corsarios genoveses, que
habían capturado a muchos muchachos pirateando en Armenia, creyéndolos turcos
compró algunos de ellos; y aunque todos los demás parecían pastores, había uno entre
ellos que parecía gentil y de mejor aspecto que los demás, que se llamaba Teodoro. El
cual, aunque era tratado como siervo, no obstante creció en la casa con los hijos de
micer Amerigo; y tirando más su naturaleza que su circunstancia, comenzó a mostrar
buenas costumbres y buenos modales, de modo que a micer Amerigo le agradaba tanto
que le dio la libertad; y creyendo que era turco, le hizo bautizar y llamarse Pietro,
haciéndolo administrador de sus negocios y confiando mucho en él.» 30
Una bella hija de micer Amerigo se enamora de él:
«Amándole y apreciando mucho sus modales y sus obras, no obstante le
avergonzaba descubrírselo. Pero Amor la dispensó de ese trabajo, porque habiéndola
mirado Pietro varias veces con atención, se enamoró tanto de ella que no sentía más
bien que cuando la veía; pero temía mucho que alguien se apercibiese de esto,
pareciéndole que hacía mal; por lo que la joven, que le miraba con agrado, lo
advirtió, y para darle más confianza se mostraba muy contenta, puesto que lo estaba.
Y así estuvieron mucho tiempo, no atreviéndose a decirse nada el uno al otro,
aunque ambos mucho lo deseasen. Pero mientras que ardían en las llamas del amor
igualmente encendidos, la fortuna, como si hubiese decidido que esto se cumpliese,
les encontró el camino para arrojar el temeroso miedo que les frenaba. »
Una tormenta —virgiliana— les llevará a refugiarse en una iglesia en
ruinas, y allí descubrirán y gozarán de su amor. Seguirán viéndose a
escondidas hasta que Violante descubre que está embarazada.
El padre hará prender a Pietro. Será condenado a ser azotado por las calles
de la ciudad y luego colgado.
«Pietro, condenado, mientras le llevaban azotándole a la horca como quisieron los
que mandaban la cuadrilla, pasó delante de un albergue donde estaban tres nobles de
Armenia, asuntos muy importantes para una expedición que se iba a hacer, y que
habían desembarcado allí para refrescarse y descansar unos días, y los nobles de
xxvi
Trápani y en especial micer Amerigo los habían honrado mucho. Éstos, al oír pasar a
los que llevaban a Pietro, se asomaron a una ventana para ver.
Pietro iba todo desnudo de cintura para arriba y con las manos atadas atrás; y al
mirarle uno de los tres embajadores, que era un hombre anciano y de gran autoridad,
llamado Fineo, le vio una gran mancha bermeja en el pecho, no artificial sino
marcada en la piel de nacimiento, como esas que las señoras llaman aquí «rosas». Y al
verla se acordó súbitamente de un hijo suyo que había hecho ya quince años que se
lo habían raptado los corsarios en la costa de Layazo, y nunca se había vuelto a tener
noticias suyas. Y considerando la edad del pobrecillo al que azotaban, pensó que, si
su hijo estaba vivo, debía tener la misma edad que ése aparentaba; y comenzó a
sospechar por aquella señal que fuese él; y pensó que, si era él, debía acordarse aún
de su nombre y del de su padre y de la lengua armenia.
Por lo cual, cuando estuvo cerca de él, le llamó:
—¡Eh, Teodoro!
Al oír Pietro esta voz levantó súbitamente la cabeza; y Fineo, hablando en
armenio, le dijo:
—¿De dónde eres? ¿De quién eres hijo?
Los soldados que lo llevaban, por respeto al buen hombre le detuvieron, de modo
que Pietro respondió:
—Yo fui de Armenia, hijo de uno llamado Fineo, y me trajeron aquí no sé qué
gentes siendo un niño pequeño.
Y Fineo, al oír esto, supo con toda certeza que éste era el hijo que había perdido;
por lo que, llorando, descendió con sus compañeros y corrió a abrazarle entre todos
los soldados; y echándole por encima un manto de una tela riquísima que traía
consigo, rogó al que le llevaba a ajusticiar que quisiese esperar allí hasta que le llegase
la orden de devolverle de nuevo atrás. Éste respondió que esperaría gustoso. »
El final feliz es fácil de suponer: la pareja y su hijo gozarán de la familia
recobrada y de sus riquezas.
xxvii
Apuntan al posible recuerdo de Lope de este texto la coincidencia del
nombre del personaje, Teodoro (de origen griego); el que los corsarios que
capturan a los niños lo hacen «pirateando en Armenia» y que el padre del joven
resulta ser embajador de Armenia. 31 Pero, sobre todo, la complicada y gratuita
relación del gracioso Tristán se entiende mejor a partir de los detalles de la
dramática historia del relato de Boccaccio: la convivencia de los dos niños (el
siervo y la hija del señor) y su posterior enamoramiento, tópico además del
género novelesco; y el embarazo de la muchacha, que produce la huida de los
dos jóvenes —el del relato de Boccaccio, el de Tristán— por miedo al castigo de
su señor. Pero en Tristán es ficción disparatada, que nadie va a tener en cuenta,
por fortuna.
Frente a la afirmación de Metford de que Lope compuso entre 1595 y
1608 las comedias inspiradas en el Decamerón, 32 si se aceptara esta fuente y la
que sugiero para el motivo central de La dama boba, 33 también de 1613,
tendría, obviamente, que ampliarse el periodo. Como suele el dramaturgo,
sólo se inspira en el relato de Boccaccio para uno de los motivos de la obra; 34
en El perro del hortelano, sólo para la invención de Tristán (¡como si él fuera en
realidad el lector de Boccaccio!).
xxviii
Métrica
Primer Acto
1-240 redondillas
241-324 romance
325-338 soneto
339-550 redondillas
551-564 soneto
565-688 romance
689-752 octavas
753-756 redondillas
757-770 soneto
771-890 redondillas
891-970 décimas
971-1172 romance
1173-1186 soneto
Segundo Acto
1187-1266 redondillas
1267-1271 endecasílabos sueltos
1272-1277 endecasílabos pareados
1278-1327 décimas
1328-1643 redondillas
1644-1647 endecasílabos pareados
1648-1655 redondillas
1656-1723 romance
1724-1739 octavas
1740-1793 romance
1794-1807 soneto
1808-1987 quintillas
1988-2071 romance
2072-2119 octavas
2120-2133 soneto
2134-2245 romance
2246-2259 soneto
2260-2359 romance
Tercer acto
2360-2415 redondillas
2416-2508 endecasílabos sueltos
2509-2548 octavas
2549-2561 endecasílabos sueltos
2562-2575 soneto
2576-2715 redondillas
2716-2729 soneto
2730-2761 redondillas
xxix
2762-2921 romance
2922-2985 octavas
2986-3025 décimas
3026-3073 redondillas
3074-3138 endecasílabos sueltos
3139-3198 redondillas
3199-3231 endecasílabos sueltos
3232-3263 Redondillas
3264-3383 romance
xxx
Nota previa a la edición
Reproduzco el texto de El perro del hortelano impreso en los f. 1r-27v de la
ONZENA / PARTE DE / LAS COMEDIAS DE / LOPE DE VEGA CARPIO, FA-
/ MILIAR DEL SANTO OFICIO. / DIRIGIDAS A DON BERNABE / de Viuanco y
Velasco, Cauallero del Abito de San- / tiago, de la Camara de su Magestad. / Sacadas de
sus originales. / Año 1618. / CON PRIVILEGIO. / En Madrid, Por la viuda de
Alonso Martin de Balboa. / A costa de Alonso Perez mercader de libros. / Vendense en
la calle de Santiago.
Sólo enmiendo los errores, algunos de los cuales ya aparecían en la fe de
erratas de la edición, y lo indico en las notas textuales (M es la sigla que utilizo
para referirme a esta edición).
He cotejado la edición que se imprime poco después, en el mismo año, en
Barcelona: DOZE / COMEDIAS / DE LOPE DE VEGA / CARPIO, FAMILIAR
DEL SANTO / Oficio: sacadas de sus originales. / DIRIGIDAS A DON
BERNABE / de Viuanco y Velasco, Cauallero del Abito de San- / tiago, de la Camara de
su Magestad. / Onzena Parte. / Año 1618 / CON LICENCIA / En Barcelona, Por
Sebastian de Cormellas, y à su costa.
En algún caso excepcional he preferido la lectura de esta segunda impresión y
lo indico (B es la sigla que a ella se refiere). Las variantes son mínimas —esta
segunda reproduce el texto de la primera, pero corrige errores de impresión e
introduce otros— y no afectan más que en leves matices al texto. En ella me
apoyo para corregir los errores de la primera, cuando los enmienda. El cotejo de
ambas ediciones forman las notas textuales.
He tenido muy en cuenta las ediciones anteriores, sobre todo la excelente y
cuidadísima edición crítica de Víctor Dixon, que ofrece un texto impecable,
anotado minuciosamente, y que recoge además las aportaciones de interés de las
que le preceden. Algunas enmiendas suyas en la atribución de parlamentos, como
las del comienzo del acto tercero, son esenciales para la adecuada lectura del
xxxi
texto. La edición posterior de Mauro Armiño (1996), que no las tiene en cuenta,
nada añade; es además deudora en exceso de la de A. David Kossoff (1970),
incluso en sus errores. 35
No he anotado las variantes del manuscrito conservado de la obra (donde
se la llama Amar por ver amar), de mitad del siglo XVII, que perteneció a Lord
Holland. Dice Dixon: «This is clearly a copy used by actors in the 1650s. The
verso of its first leaf bears licencias dated at Madrid on 24 May and 22
September 1651». Pero, como señalo en las notas textuales las correcciones
del editor, indico cuando se apoya en este manuscrito. Tampoco he tenido en
cuenta el texto de las dos ediciones posteriores del siglo XVII, que el erudito
coteja e incluye en su aparato de variantes:
La condesa de Belflor, en Parte Veinte Cinco de Comedias Nuevas, y Escogidas de los
Mejores Ingenios de España, Madrid, 1666, f. 81-100.
EL PERRO DEL HORTELANO. / COMEDIA FAMOSA: / DE LOPE DE
VEGA CARPIO. Sevilla, Tomê de Dios Miranda, 1676. 16 pp. sin numerar. Es
una suelta.
Nada indica que sus lecturas estén más cerca del original que la impresa en
1618 con prólogo del propio Lope de Vega. El escritor avala los textos
(aunque esto no sea garantía de perfección): «Estas que aquí te presento
puedo afirmar como testigo de vista que son las mismas que en mí se
representaron ... Leerlas puedes seguramente, que son de los borradores de
Lope».
Puntúo y acentúo el texto según las normas académicas y modernizo en
parte la ortografía. Mantengo simplificados grupos cultos (Otavio, vitoria, efeto,
conceto, defeto, inorancia...), las contracciones de preposiciones y conjunciones
con pronombres (desto, desa, dello, questo...) y las alternancias vocálicas (vusiñoría,
vuseñoría).
xxxii
Bibliografía
En 1970, en la introducción a su edición de El perro del hortelano (p. 65), A.
David Kossoff decía: «Ha habido tan pocos estudios sobre El perro del hortelano
que Pring-Mill apenas pudo citar bibliografía ... Merece un estudio mayor del
que ha recibido hasta ahora». Cinco años después, Frida Weber de Kurlat, ya
afirmaba cómo «a partir de la segunda edición ampliada de Eugène Kohler, se
han ido sucediendo distintos enfoques que han enriquecido notablemente
nuestra comprensión de la comedia». Y hacía una útil síntesis de las
aportaciones de los estudiosos.
Desde entonces, la obra ha sido objeto de muy diversos análisis. Se ha
subrayado la posible huella biográfica que en ella dejó su autor (Kossoff,
Herrero, Dixon, Carreño); se han dado diversas interpretaciones a su
sorprendente desenlace (Wardropper, Wilson, Hall, Fischer, Armiño); se ha
clasificado la comedia de varias formas (Weber, Dixon, Arellano, Oliva); se ha
relacionado con otras obras de Lope que plantean el tema del amor entre
personas de distinta condición social (Sage, Weber, Hernández). Y se han
estudiado las subversiones que su trama implica (Jones, Weber, Dixon); el
nombre y las contradicciones de su protagonista, la condesa de Belflor (Hall,
Carreño, Torres), cuyo actuar se identifica con un desmitificador refrán
popular (Florit), mientras su antagonista, su secretario, alza su vuelo hasta ella
como Ícaro (Fucilla, Pérez, Dixon), el personaje mitológico... Se han
analizado sus sonetos (González-Cruz), un soliloquio en décimas de Teodoro
(Vitse) y el lenguaje amoroso (Ly). Se han apuntado fuentes (Kohler, Kossoff,
Sage, Dixon, Navarro). Se han propuesto montajes de la obra (Dixon, Oliva)
y se ha analizado su versión cinematográfica (Pérez Sierra). Y, a pesar de ello,
su riqueza y su ambigüedad siguen siendo una invitación para los estudios.
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xxxiii
2. Andres, Christian, «Tristán ou les masques du gracioso dans El perro del
hortelano de Lope de Vega», en Bernard Darbord, Christian Andres y Marie-Claude
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l’Espace Européen, 1991, pp. 41-62.
——, «La promesse et l’oubli dans El perro del hortelano, 1618, (Le chien du jardinier)
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Cuadernos de Homenaje. I. Eugenio Asensio, Salamanca: Universidad de Salamanca y
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Vega», en Dutton, B. y Roncero López, V. (eds.), Busquemos otros montes y otros ríos.
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——, «Lo que se calla Diana: El perro del hortelano de Lope de Vega», en Campbell,
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xxxiv
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secretario en el teatro de Lope de Vega», en García Martín, M., Arellano, I., Blasco,
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Salamanca, 1993, pp. 481-495.
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63. Zerolo, Elías (ed.), Lope Félix de Vega Carpio, Obras escogidas, III, París:
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Traducciones
64. Dixon, Víctor (trad.), Lope de Vega, The Dog in the Manger, Ottawa:
Dovehouse Editions Canada, 1990.
65. Serralta, Frédéric (trad.), Lope de Vega, Le chien du jardinier (Théâtre espagnol du
XVIIe siècle, I), París: Gallimard, 1994.
Lope de Vega
El perro del
hortelano
EDICIÓN DE ROSA NAVARRO DURÁN
1
ACTO PRIMERO
Salen Teodoro con una capa guarnecida, 1de noche, y Tristán, criado; vienen huyendo.
TEODORO Huye, Tristán, por aquí.
TRISTÁN Notable desdicha ha sido.
TEODORO ¿Si nos habrá conocido?
TRISTÁN No sé; presumo que sí.
Váyanse, y entre tras ellos Diana, condesa de Belflor.2
DIANA ¡Ah gentilhombre, esperad! 5
¡Teneos, oíd! ¿Qué digo?
¿Esto se ha de usar conmigo?
¡Volved, mirad, escuchad!
¡Hola! 3¿No hay aquí un crïado?
¡Hola! ¿No hay un hombre aquí? 10
Pues no es sombra lo que vi,
ni sueño que me ha burlado.
¡Hola! ¿Todos duermen ya?
1 guarnecida: ‘adornada’. Diana dirá más adelante: «¿Una capa no llevaba / con oro?» (vv. 50-51). 2 Belflor: nombre también de la villa de Juan Labrador en El villano en su rincón (escrita por Lope entre 1611 y 1616); aparece en otras obras de Lope situado a veces en Italia y otras en Francia; el topónimo Belflor fue usado con frecuencia en la literatura de la Edad de Oro, v. Warren T. McCready 1. 3 ¡Hola!: modo de llamar a alguien inferior.
2
Sale Fabio, criado.
FABIO ¿Llama vuestra señoría?
DIANA Para la cólera mía, 15
gusto esa flema 4 me da.
Corred, necio, enhoramala,
pues merecéis este nombre;
y mirad quién es un hombre
que salió de aquesta sala. 20
FABIO ¿Desta sala?
DIANA Caminad
y responded con los pies.
FABIO Voy tras él.
DIANA Sabed quién es.
¡Hay tal traición, tal maldad!
Sale Otavio.
OTAVIO Aunque su voz escuchaba, 25
a tal hora no creía
que era vuestra señoría
quien tan aprisa llamaba.
DIANA ¡Muy lindo Santelmo 5 hacéis!
¡Bien temprano os acostáis! 30
4 flema: ‘lentitud, tardanza’. 5 Santelmo: «es una llama pequeña que en tiempo de tempestad suele aparecer en los remates de las torres y edificios y en las entenas de los navíos» (Diccionario de Autoridades; a partir de ahora Aut.). Aquí con el sentido de ‘salvador’.
3
¡Con la flema que llegáis!
¡Qué despacio que os movéis!
Andan hombres en mi casa
a tal hora, y aun los siento
casi en mi propio aposento 35
—que no sé yo dónde pasa
tan grande insolencia, Otavio—,
y vos, muy a lo escudero,
cuando yo me desespero
¿ansí remediáis mi agravio?: 40
OTAVIO «Aunque su voz escuchaba, 6
a tal hora no creía
que era vuestra señoría
quien tan aprisa llamaba».
DIANA Volveos, que no soy yo; 45
acostaos, que os hará mal.
Sale Fabio.
OCTAVIO Señora...
FABIO No he visto tal.
Como un gavilán 7 partió.
6 A partir de la segunda edición, aparecen estos versos en boca de Octavio; no tiene sentido su repetición por el mismo personaje; sí en boca de Diana, que los remeda burlándose, como dice V. Dixon. No hace falta luego señalar que los vv. 45-46 están en boca de Diana, como se indica en las ediciones. 7 gavilán: ‘ladrón’, en lenguaje de germanía. Alude, pues, a la rapidez de la huida como si fuese el ave rapaz, pero también como ladrón. Dice Pedro Mexía: «Por el gavilán o halcón significaban la cosa que se hace a gran priesa, por ser grande la ligereza destas aves», en Silva de varia lección, I, 3 (ed. de Antonio Castro 1990: 190.).
4
DIANA ¿Viste las señas?
FABIO ¿Qué señas?
DIANA ¿Una capa no llevaba 50
con oro?
FABIO ¿Cuando bajaba
la escalera...?
DIANA ¡Hermosas dueñas 8
sois los hombres de mi casa!
FABIO A la lámpara tiró
el sombrero y la mató. 9 55
Con esto los pasos 10 pasa,
y, en lo escuro del portal,
saca la espada y camina.
DIANA Vois sois muy lindo gallina.
FABIO ¿Qué querías?
DIANA ¡Pesia tal! 11 60
Cerrar con él y matalle. 12
OTAVIO Si era hombre de valor,
¿fuera bien echar tu honor
desde el portal a la calle?
8 dueñas: damas, normalmente viudas, que servían a señoras y mandaban a las demás criadas. Diana llama mujeres a los criados por su cobardía e incapacidad para actuar. En seguida llamará gallina a Fabio. 9 la mató: ‘apagó la luz, la llama’. 10 pasos: ‘escalones’. 11 ¡Pesia tal!: ‘¡pésete!’; maldición. 12 cerrar: ‘acometer, atacar’; matalle: ‘matarle’, asimilación frecuente de la r del infinitivo a la l del enclítico.
5
DIANA ¿De valor, aquí? ¿Por qué? 65
OTAVIO ¿Nadie en Nápoles te quiere,
que, mientras casarse espere,
por donde puede te vee?
¿No hay mil señores que están,
para casarse contigo, 70
ciegos de amor? Pues, bien digo,
si tú le viste galán,
y Fabio tirar bajando
a la lámpara el sombrero.
DIANA Sin duda fue caballero 75
que, amando y solicitando,
vencerá con interés
mis crïados; ¡qué crïados
tengo, Otavio, tan honrados!
Pero yo sabré quién es. 80
Plumas llevaba el sombrero,
y en la escalera ha de estar.
Ve por él.
FABIO ¿Si le he de hallar?
DIANA Pues claro está, majadero;
que no había de bajarse 85
por él cuando huyendo fue.
FABIO Luz, señora, llevaré.
DIANA Si ello viene a averiguarse,
no me ha de quedar culpado
en casa.
6
OTAVIO Muy bien harás, 90
pues cuando segura 13 estás,
te han puesto en este cuidado.
Pero aunque es bachillería, 14
y más estando enojada,
hablarte en lo que te enfada, 95
esta tu injusta porfía
de no te querer casar
causa tantos desatinos,
solicitando caminos
que te obligasen a amar. 100
DIANA ¿Sabéis vos alguna cosa?
OTAVIO Yo, señora, no sé más
de que en opinión estás
de incasable 15 cuanto hermosa.
El condado de Belflor 105
pone a muchos en cuidado.
Sale Fabio.
FABIO Con el sombrero he topado,
mas no puede ser peor.
DIANA Muestra. ¿Qué es esto?
FABIO No sé
Éste aquel galán tiró. 110
13 segura: ‘sin recelo’. 14 bachillería: ‘conversación inútil’. 15 incasable: ‘que se niega a casarse’.
7
DIANA ¿Éste?
OTAVIO No le he visto yo
más sucio.
FABIO Pues éste fue.
DIANA ¿Éste hallaste?
FABIO Pues ¿yo había
de engañarte?
OTAVIO ¡Buenas son
las plumas!
FABIO Él es ladrón. 115
OTAVIO Sin duda a robar venía.
DIANA Haréisme perder el seso.
FABIO Este sombrero tiró.
DIANA Pues las plumas que vi yo,
y tantas que aun era exceso, 120
¿en esto se resolvieron?
FABIO Como en la lámpara dio,
sin duda se las quemó,
y como estopas 16 ardieron.
¿Ícaro 17 al sol no subía, 125
que, abrasándose las plumas,
16 estopa: «lo grueso y basto del lino que queda en el rastrillo cuando se peina y rastrilla» (Aut.). 17 Ícaro: hijo de Dédalo. Al escaparse de Creta, como su padre, con las alas de cera que aquél pegó a su espalda, quiso acercarse temerariamente al sol, y éste derritió la cera. Ícaro cayó al mar, que se llamó por ello Icaria. Junto con Faetón son los dos personajes mitológicos con los que se identifica con mayor frecuencia el yo poético (la dama es sol)
8
cayó en las blancas espumas
del mar? Pues esto sería.
El sol la lámpara fue,
Ícaro el sombrero, y luego 130
las plumas deshizo el fuego,
y en la escalera le hallé.
DIANA No estoy para burlas, Fabio.
Hay aquí mucho que hacer.
OTAVIO Tiempo habrá para saber 135
la verdad.
DIANA ¿Qué tiempo, Otavio?
OTAVIO Duerme agora, que mañana
lo puedes averiguar.
DIANA No me tengo de acostar,
no, por vida de Dïana, 18 140
hasta saber lo que ha sido.
Llama esas mujeres todas.
OTAVIO ¡Muy bien la noche acomodas! 19
DIANA Del sueño, Otavio, me olvido
con el cuidado de ver 145
un hombre dentro en mi casa.
OTAVIO Saber después lo que pasa
fuera discreción, y hacer
secreta averiguación.
18 Diana es palabra trisílaba siempre. 19 acomodas: ‘ordenas, organizas’.
9
DIANA Sois, Otavio, muy discreto; 150
que dormir sobre un secreto
es notable discreción.
Sale Fabio, Dorotea, Marcela y Anarda.
FABIO Las que importan he traído,
que las demás no sabrán
lo que deseas y están 155
rindiendo al sueño el sentido.
Las de tu cámara solas 20
estaban por acostar.
ANARDA De noche se altera el mar,
y se enfurecen las olas. 160
FABIO ¿Quieres quedar sola?
DIANA Sí.
Salíos los dos allá.
FABIO ¡Bravo examen!
OTAVIO Loca está.
FABIO Y sospechosa de mí.
Vanse
DIANA Llégate aquí, Dorotea. 165
DOROTEA ¿Qué manda vuseñoría? 21
DIANA Que me dijeses querría
20 solas: ‘solamente’. 21 vuseñoría: ‘vuestra señoría’.
10
quién esta calle pasea.
DOROTEA Señora, el marqués Ricardo,
y algunas veces el conde 170
París.
DIANA La verdad responde
de lo que decirte aguardo,
si quieres tener remedio. 22
DOROTEA ¿Qué te puedo yo negar?
DIANA ¿Con quién los has visto hablar? 175
DOROTEA Si me pusieses en medio
de mil llamas, no podré
decir que, fuera de ti,
hablar con nadie los vi
que en aquesta casa esté. 180
DIANA ¿No te han dado algún papel?
¿Ningún paje ha entrado aquí?
DOROTEA Jamás.
DIANA Apártate allí.
MARCELA ¡Brava inquisición! 23
ANARDA Crüel.
DIANA Oye, Anarda.
ANARDA ¿Qué me mandas? 185
DIANA ¿Qué hombre es éste que salió...?
22 remedio: el matrimonio, único refugio para la mujer. 23 inquisición: ‘indagación rigurosa’.
11
ANARDA ¿Hombre?
DIANA Desta sala; y yo
sé los pasos en que andas.
¿Quién le trajo a que me viese?
¿Con quién habla de vosotras? 190
ANARDA No creas tú que en nosotras
tal atrevimiento hubiese.
¿Hombre, para verte a ti,
había de osar traer
crïada tuya, ni hacer 195
esa traición contra ti?
No, señora, no lo entiendes.
DIANA Espera, apártate más,
porque a sospechar me das,
si engañarme no pretendes; 200
que por alguna crïada
este hombre ha entrado aquí.
ANARDA El verte, señora, ansí,
y justamente enojada,
dejada toda cautela, 205
me obliga a decir verdad
aunque contra el amistad
que profeso con Marcela.
Ella tiene a un hombre amor,
y él se le tiene también, 210
mas nunca he sabido quién.
DIANA Negarlo, Anarda, es error.
Ya que confiesas lo más,
12
¿para qué niegas lo menos?
ANARDA Para secretos ajenos 215
mucho tormento me das,
sabiendo que soy mujer;
mas basta que hayas sabido
que por Marcela ha venido.
Bien te puedes recoger, 220
que es sólo conversación,
y ha poco 24 que se comienza.
DIANA ¡Hay tan crüel desvergüenza!
¡Buena andará la opinión 25
de una mujer por casar! 225
¡Por el siglo, infame gente,
del conde, mi señor!... 26
ANARDA Tente,
y déjame disculpar;
que no es de fuera de casa 230
el hombre que habla con ella,
ni para venir a vella
por esos peligros pasa.
DIANA ¿En efeto, es mi crïado?
ANARDA Sí, señora.
DIANA ¿Quién?
24 ha poco: ‘hace poco’. 25 opinión: ‘fama’. 26 El Diccionario de Autoridades dice de la frase por el siglo de todos mis pasados: «frase baja con que se jura por la vida de alguno, especialmente cuando se amenaza». el conde, mi señor equivale aquí a ‘mis pasados’.
13
ANARDA Teodoro. 27
DIANA ¿El secretario?
ANARDA Yo ignoro 235
lo demás; sé que han hablado.
DIANA Retírate, Anarda, allí.
ANARDA Muestra aquí tu entendimiento.
DIANA Con más templanza me siento,
sabiendo que no es por mí. 240
¡Marcela!
MARCELA ¿Señora?...
DIANA Escucha.
MARCELA ¿Qué mandas? (Temblando llego.)
DIANA ¿Eres tú de quien fïaba
mi honor y mis pensamientos?
MARCELA Pues ¿qué te han dicho de mí, 245
sabiendo tú que profeso
la lealtad que tú mereces?
DIANA ¿Tú, lealtad?
MARCELA ¿En qué te ofendo?
DIANA ¿No es ofensa que en mi casa,
y dentro de mi aposento, 250
entre un hombre a hablar contigo?
MARCELA Está Teodoro tan necio,
27 Teodoro siempre es trisílabo, como será lealtad bisílaba. Se leen los dos términos con sinéresis en las dos primeras vocales.
14
que dondequiera me dice
dos docenas de requiebros.
DIANA ¿Dos docenas? ¡Bueno, a fe! 255
Bendiga el buen año el cielo,
pues se venden por docenas.
MARCELA Quiero decir que, en saliendo
o entrando, luego a la boca
traslada 28 sus pensamientos. 260
DIANA ¿Traslada? Término extraño.
¿Y qué te dice?
MARCELA No creo
que se me acuerda.
DIANA Sí hará.
MARCELA Una vez dice: «Yo pierdo
el alma por esos ojos». 265
Otra: «Yo vivo por ellos;
esta noche no he dormido,
desvelando 29 mis deseos
en tu hermosura». Otra vez
me pide sólo un cabello 270
para atarlos, 30 porque estén
en su pensamiento quedos. 31
Mas ¿para qué me preguntas
28 Trasladar significa ‘llevar algo a otro lugar’, pero también ‘copiar lo que en otra parte está escrito’, tarea de un secretario. 29 desvelar: ‘no dejar dormir, impedir el sueño’. 30 atarlos: ‘atar sus deseos’. 31 quedos: ‘quietos’.
15
niñerías?
DIANA Tú a lo menos
bien te huelgas. 32
MARCELA No me pesa, 275
porque de Teodoro entiendo
que estos amores dirige
a fin tan justo y honesto
como el casarse conmigo.
DIANA Es el fin del casamiento 280
honesto blanco 33 de amor.
¿Quieres que yo trate desto?
MARCELA ¡Qué mayor bien para mí!
Pues ya, señora, que veo
tanta blandura 34 en tu enojo 285
y tal nobleza en tu pecho,
te aseguro que le adoro,
porque es el mozo más cuerdo,
más prudente y entendido,
más amoroso y discreto 290
que tiene aquesta ciudad.
DIANA Ya sé yo su entendimiento,
del oficio en que me sirve.
MARCELA Es diferente el sujeto 35
32 te huelgas: ‘te complaces, gozas’. 33 blanco: ‘objetivo’. 34 blandura: ‘suavidad, afabilidad’. 35 sujeto: ‘asunto, materia’.
16
de una carta en que le pruebas 295
a dos títulos tus deudos, 36
o el verle hablar más de cerca
en estilo dulce y tierno
razones 37 enamoradas.
DIANA Marcela, aunque me resuelvo 300
a que os caséis, cuando sea
para ejecutarlo tiempo,
no puedo dejar de ser
quien soy, como ves que debo
a mi generoso nombre, 38 305
porque no fuera bien hecho
daros lugar en mi casa;
sustentar mi enojo quiero,
pues que ya todos le saben.
Tú podrás con más secreto 310
proseguir ese tu amor;
que en la ocasión yo me ofrezco
a ayudaros a los dos;
que Teodoro es hombre cuerdo
y se ha crïado en mi casa, 315
y a ti, Marcela, te tengo
la obligación que tú sabes
y no poco parentesco.
MARCELA A tus pies tienes tu hechura. 39
36 títulos: ‘personas con título, con dignidades’; deudos: ‘parentescos’. 37 razones: ‘palabras, expresiones’. 38 generoso: ‘noble, ilustre’; nombre: ‘apellido’.
17
DIANA Vete.
MARCELA Mil veces los beso. 320
DIANA Dejadme sola.
ANARDA ¿Qué ha sido?
MARCELA Enojos en mi provecho.
DOROTEA ¿Sabe tus secretos ya?
MARCELA Sí sabe, y que son honestos.
Háganle tres reverencias y váyanse.
DIANA (sola) Mil veces he advertido en la belleza, 325
gracia y entendimiento de Teodoro, 40
que, a no ser desigual a mi decoro, 41
estimara su ingenio y gentileza.
Es el amor común naturaleza,
mas yo tengo mi honor por más tesoro; 330
que los respetos de quien soy adoro
y aun el pensarlo tengo por bajeza.
La envidia bien sé yo que ha de quedarme,
que si la suelen dar bienes ajenos,
bien tengo de qué pueda lamentarme, 335
porque quisiera yo que, por lo menos,
39 tu hechura: ‘tu obra’; forma de aceptar su vínculo y deuda con su señora; también lo usará Teodoro en el v. 512. 40 Tres calidades que Lope destaca en la persona. Dirá Dorotea: «¿A una mujer de mis prendas, ingrato, y que ha dejado por ti cuanto puede atraer la hermosura, la gracia y el entendimiento en la Corte?», en La Dorotea, acto II, escena 3.ª (ed. de E. S. Morby, 1980: 161.). 41 decoro: ‘dignidad, condición’.
18
Teodoro fuera más para igualarme,
o yo, para igualarle, fuera menos.
Sale Teodoro, y Tristán.
TEODORO No he podido sosegar.
TRISTÁN Y aun es con mucha razón; 340
que ha de ser tu perdición
si lo llega a averiguar.
Díjete que la dejaras
acostar, y no quisiste.
TEODORO Nunca el amor se resiste. 345
TRISTÁN Tiras, pero no reparas. 42
TEODORO Los diestros 43 lo hacen ansí.
TRISTÁN Bien sé yo que, si lo fueras,
el peligro conocieras.
TEODORO ¿Si me conoció?
TRISTÁN No y sí, 350
que no conoció quién eras,
y sospecha le quedó.
TEODORO Cuando Fabio me siguió
bajando las escaleras,
fue milagro no matalle. 355
TRISTÁN ¡Qué lindamente tiré
mi sombrero a la luz!
42 no reparas: ‘no te defiendes, resguardas’. 43 diestro: ‘hábil en el manejo de un arma’.
19
TEODORO Fue
detenelle y deslumbralle; 44
porque, si adelante pasa,
no le dejara pasar. 360
TRISTÁN Dije a la luz al bajar:
«Di que no somos de casa».
Y respondióme: «Mentís».
Alzó, y tiréle el sombrero.
¿Quedé agraviado? 45
TEODORO Hoy espero 365
mi muerte.
TRISTÁN Siempre decís
esas cosas los amantes
cuando menos pena os dan.
TEODORO Pues ¿qué puedo hacer, Tristán,
en peligros semejantes? 370
TRISTÁN Dejar de amar a Marcela,
pues la condesa es mujer
que, si lo llega a saber,
no te ha de valer cautela
para no perder su casa. 375
TEODORO ¿Y no hay más sino olvidar?
TRISTÁN Liciones 46 te quiero dar
44 deslumbralle: ‘dejarle confuso’, y no por el resplandor de la luz, sino por la oscuridad repentina. 45 Tristán habla como si fuese un reto el que sostuvo con la luz.
20
de cómo el amor se pasa.
TEODORO Ya comienzas desatinos.
TRISTÁN Con arte se vence todo; 47 380
oye, por tu vida, el modo
por tan fáciles caminos.
Primeramente has de hacer
resolución de olvidar,
sin pensar que has de tornar 385
eternamente a querer.
Que si te queda esperanza
de volver, no habrá remedio
de olvidar; que si está en medio
la esperanza, no hay mudanza. 390
¿Por qué piensas que no olvida
luego 48 un hombre a una mujer?
Porque, pensando volver,
va entreteniendo la vida. 49
Ha de haber resolución 395
dentro del entendimiento,
con que cesa el movimiento
de aquella imaginación.
¿No has visto faltar la cuerda
de un reloj y estarse quedas 400
46 liciones: ‘lecciones’. 47 Es el principio del tracista, el que traza el enredo. Tristán va a hacer una demostración en el tercer acto. 48 luego: ‘al instante, en seguida’. 49 entreteniendo la vida: ‘pasando la vida sin tomar una decisión’.
21
sin movimiento las ruedas? 50
Pues desa suerte se acuerda 51
el que 52 tienen las potencias
cuando la esperanza falta.
TEODORO ¿Y la memoria no salta 405
luego a hacer mil diligencias,
despertando el sentimiento
a que del bien no se prive?
TRISTÁN Es enemigo que vive
asido al entendimiento, 410
como dijo la canción 53
de aquel español poeta;
mas por eso es linda treta 54
vencer la imaginación.
TEODORO ¿Cómo?
TRISTÁN Pensando defetos, 55 415
y no gracias; que, olvidando,
defetos están pensando,
50 Laurencio, el interesado galán de La dama boba, dirá a su criado, cuando le pregunte si está sin alma: «Ha podido un pensamiento / reducir su movimiento / desde mí fuera de mí», e inicia la comparación con la saeta de un reloj: «¿No has visto que la saeta / del reloj en un lugar / firme siempre suele estar / aunque nunca está quïeta .... Pues así mi alma ya» (vv. 654-663). 51 se acuerda: ‘concuerda’; es decir, cesa también, como antes ha dicho. 52 el que: ‘el movimiento que’. 53 Dixon señala cómo se canta «No hay mal como la memoria / para el alma y para el cuerpo, / que es enemigo que vive / asido al entendimiento» en la comedia de Lope Antonio Roca. 54 treta: ‘artificio ingenioso para conseguir algo’ y, a la vez, término de esgrima (antes jugaba con el vocablo diestro). 55 Es uno de los remedios que Ovidio recomienda en su Remedia amoris, v. 315 y ss.
22
que no gracias, los discretos.
No la imagines vestida
con tan linda proporción 420
de cintura, en el balcón
de unos chapines subida. 56
Toda es vana arquitectura,
porque dijo un sabio un día
que a los sastres se debía 425
la mitad de la hermosura.
Como se ha de imaginar
una mujer semejante
es como un diciplinante 57
que le llevan a curar; 430
esto sí, que no adornada
del costoso faldellín. 58
Pensar defetos, en fin,
es medecina aprobada. 59
Si, de acordarte que vías 60 435
alguna vez una cosa
que te pareció asquerosa,
no comes en treinta días,
acordándote, señor,
56 Los chapines eran un calzado, sobrepuesto al zapato, con el que las mujeres levantaban el cuerpo del suelo. Por ello dice «subida en el balcón de unos chapines». Siempre la altura se ha considerado favorecedora para la belleza del ser humano. 57 diciplinante: ‘disciplinante’, el que se azota como penitencia en las procesiones. 58 faldellín: ‘brial’; «ropa interior que traen las mujeres de la cintura abajo y tiene la abertura por delante» (Aut.). 59 aprobada: ‘probada’. 60 vías: ‘veías’.
23
de los defectos que tiene, 440
si a la memoria te viene,
se te quitará el amor.
TEODORO ¡Qué grosero cirujano! 61
¡Qué rústica curación!
Los remedios, al fin, son 445
como de tu tosca mano.
Médico impírico 62 eres;
no has estudiado, Tristán.
Yo no imagino que están
desa suerte las mujeres, 450
sino todas cristalinas,
como un vidro 63 transparentes.
TRISTÁN Vidro sí, muy bien lo sientes,
si a verlas quebrar caminas;
mas si no piensas pensar 455
defetos, pensarte puedo,
porque ya he perdido el miedo
de que podrás olvidar.
Pardiez, 64yo quise una vez,
con esta cara que miras, 460
a una alforja 65 de mentiras,
61 cirujano: ‘el que curaba heridas’. 62 impírico: ‘empírico’, el médico que cura por experiencia, sin haber estudiado. 63 vidro: ‘vidrio, cristal o pieza formada con él’. Tristán aludirá a la facilidad con que se quiebra la honra de las mujeres. Turín dice en La dama boba: «Las damas de Corte son / todas un fino cristal: / trasparentes y divinas» (vv. 56-58). 64 Pardiez: interjección de estilo familiar (‘¡por Dios!’). 65 alforja: ‘bolsa grande’.
24
años cinco veces diez;
y entre otros dos mil defectos,
cierta barriga tenía
que encerrar dentro podía, 465
sin otros mil parapetos, 66
cuantos legajos de pliegos
algún escritorio apoya,
pues como el caballo en Troya 67
pudiera meter los griegos. 470
¿No has oído que tenía
cierto lugar 68 un nogal
que en el tronco un oficial 69
con mujer y hijos cabía,
y aun no era la casa escasa? 475
Pues desa misma manera,
en esta panza cupiera
un tejedor y su casa.
Y queriéndola olvidar
—que debió de convenirme—, 480
dio la memoria en decirme
que pensase en blanco azar, 70
66 parapeto: ‘pared o baranda’. 67 Alusión al episodio de la Eneida, en que se narra cómo los griegos burlan la defensa de los troyanos escondiéndose en el interior de un enorme caballo de madera que sus enemigos introducen en la ciudad. El espía Sinón les hace creer que es una ofrenda de los griegos (cuya flota aparentemente ha zarpado) a la diosa Palas Atenea y les convence de que, si rinden culto a ese caballo, vencerán a los griegos. De noche Sinón abrirá los flancos del caballo, y los griegos saldrán de su vientre. 68 lugar: ‘aldea grande’. 69 oficial: ‘el que ejerce un oficio’; luego precisará: un tejedor (v. 478).
25
en azucena y jazmín,
en marfil, en plata, en nieve,
y en la cortina, que debe 485
de llamarse el faldellín,
con que yo me deshacía;
mas tomé más cuerdo acuerdo
y di en pensar, como cuerdo,
lo que más le parecía: 490
cestos de calabazones, 71
baúles viejos, maletas
de cartas para estafetas,
almofrejes y jergones; 72
con que se trocó en desdén 495
el amor y la esperanza,
y olvidé la dicha panza
por siempre jamás, amén;
que era tal, que en los dobleces
—y no es mucho encarecer— 500
se pudieran esconder
cuatro manos de almireces. 73
TEODORO En las gracias de Marcela
70 azar: ‘azahar’. Piensa en términos que son metáforas de la belleza del rostro blanquísimo de la dama. Contrasta por su lenguaje estilizado con la alusión al faldellín, como cortina que oculta otras partes del cuerpo de la dama. «Dos tragos de agua de azar» dice el v. 826 de La discreta enamorada, donde azar rima con martelar. 71 calabazón: ‘calabaza grande’. 72 almofrej: ‘bolsa cuadrada que contiene un colchón pequeño y la ropa de cama que llevan los caminantes’; jergón: ‘funda gruesa en forma de colchón que suele llenarse de paja’. 73 mano de almirez: ‘el instrumento de madera que sirve para moler en el mortero’.
26
no hay defetos que pensar.
Yo no la pienso olvidar. 505
TRISTÁN Pues a tu desgracia apela
y sigue tan loca empresa.
TEODORO Toda es gracias: ¿qué he de hacer?
TRISTÁN Pensarlas hasta perder
la gracia de la condesa. 510
Sale la condesa.
DIANA Teodoro...
TEODORO La misma es.
DIANA Escucha.
TEODORO A tu hechura manda.
TRISTÁN (Si en averiguarlo anda,
de casa volamos tres.)
DIANA Hame dicho cierta amiga, 515
que desconfía de sí,
que el papel que traigo aquí
le escriba; a hacerlo me obliga
la amistad, aunque yo ignoro,
Teodoro, cosas de amor; 520
y que le escribas mejor
vengo a decirte, Teodoro.
Toma y lee.
TEODORO Si aquí,
señora, has puesto la mano,
27
igualarle fuera en vano, 525
y fuera soberbia en mí.
Sin verle, pedirte quiero
que a esa señora le envíes.
DIANA Lee, lee.
TEODORO Que desconfíes
me espanto. Aprender espero 530
estilo que yo no sé;
que jamás traté de amor.
DIANA ¿Jamás, jamás?
TEODORO Con temor
de mis defetos, no amé,
que soy muy desconfïado. 535
DIANA Y se puede conocer
de que no te dejas ver,
pues que te vas rebozado. 74
TEODORO ¡Yo, señora! ¿Cuándo o cómo?
DIANA Dijéronme que salió 540
anoche acaso 75 y te vio
rebozado el mayordomo.
TEODORO Andaríamos burlando
Fabio y yo, como solemos,
que mil burlas nos hacemos. 545
DIANA Lee, lee.
74 rebozado: ‘arrebozado, cubierta la parte inferior del rostro con la capa’. 75 acaso: ‘casualmente’
28
TEODORO Estoy pensando
que tengo algún envidioso.
DIANA Celoso podría ser.
Lee, lee.
TEODORO Quiero ver
ese ingenio milagroso. 550
(Lea.)
«Amar por ver amar envidia ha sido,
y, primero que amar, estar celosa
es invención de amor maravillosa
y que por imposible se ha tenido.
De los celos mi amor ha procedido 555
por pesarme que, siendo más hermosa, 76
no fuese en ser amada tan dichosa
que hubiese lo que envidio merecido.
Estoy sin ocasión desconfïada,
celosa sin amor, aunque sintiendo; 560
debo de amar, pues quiero ser amada.
Ni me dejo forzar 77 ni me defiendo;
darme quiero a entender sin decir nada;
entiéndame quien puede, yo me entiendo.» 78
DIANA ¿Qué dices?
TEODORO Que si esto es 565
76 Si dice siendo más hermosa, manifiesta que se compara con otra mujer, a la que está segura supera en belleza. 77 forzar: ‘obligar’. 78 entiéndame quien puede, yo me entiendo: intendami chi pò, ch’i’m’intend’io, v. 17 de la canción XI de Petrarca, como indica V. Dixon.
29
a propósito del dueño,
no he visto cosa mejor;
mas confieso que no entiendo
cómo puede ser que amor
venga a nacer de los celos, 570
pues que siempre fue su padre. 79
DIANA Porque esta dama sospecho
que se agradaba de ver
este galán, sin deseo,
y viéndole ya empleado 575
en otro amor, con los celos
vino a amar y a desear.
¿Puede ser?
TEODORO Yo lo concedo;
mas ya esos celos, señora,
de algún principio nacieron, 580
y ése fue amor; que la causa
no nace de los efetos,
sino los efetos della.
DIANA No sé, Teodoro; esto siento
desta dama, pues me dijo 585
que nunca al tal caballero
79 Garcilaso en el soneto XXXI establece una relación de parentesco entre el yo poético, que es el padre, el amor, el hijo, y el celoso temor, el nieto, porque éste nace del amor: «Dentro en mi alma fue de mí engendrado / un dulce amor, .... mas luego dél nació quien ha estragado / del todo el amoroso pensamiento» (vv. 1, 5-6). Octavio enseña a su hija boba, Finea, la palabra celos y le dice que son hijos del amor. Finea replica: «El padre puede dar mil regocijos / y es muy hombre de bien, mas desdichado / en que tan malos hijos ha criado» (vv. 1810-1812, en Navarro Durán, Rosa (ed.) 1989: 73.).
30
tuvo más que inclinación; 80
y en viéndole amar, salieron
al camino de su honor
mil salteadores 81 deseos, 590
que le han desnudado el alma
del honesto pensamiento
con que pensaba vivir.
TEODORO Muy lindo papel 82 has hecho;
yo no me atrevo a igualarle. 595
DIANA Entra y prueba.
TEODORO No me atrevo.
DIANA Haz esto, por vida mía.
TEODORO Vusiñoría con esto
quiere probar mi ignorancia.
DIANA Aquí aguardo; vuelve luego. 600
TEODORO Yo voy.
Vase
Escucha, Tristán.
DIANA A ver lo que mandas vuelvo,
TRISTÁN con vergüenza destas calzas; 83
que el secretario, mi dueño,
80 inclinación: ‘afición, amistad’. 81 salteadores: ‘que asaltan’, como si de ladrones se tratara («salieron al camino ... le han desnudado»). 82 papel: ‘escrito’. 83 calzas: ‘calzones angostos que se ataban a la cintura’.
31
anda falido 84 estos días; 605
y hace mal un caballero,
sabiendo que su lacayo
le va sirviendo de espejo,
de lucero y de cortina,
en no traerle bien puesto. 85 610
Escalera del señor
si va a caballo, un discreto
nos llamó, pues a su cara
se sube por nuestros cuerpos.
No debe de poder más. 615
DIANA ¿Juega?
TRISTÁN ¡Pluguiera a los cielos!
Que a quien juega, nunca faltan
desto o de aquello dineros.
Antiguamente los reyes
algún oficio aprendieron, 620
por, si en la guerra o la mar
perdían su patria y reino,
saber con qué sustentarse.
¡Dichosos los que pequeños
aprendieron a jugar! 625
Pues en faltando, 86es el juego
un arte noble que gana
84 falido: ‘arruinado’. 85 Son las funciones del criado, según Tristán: su señor se refleja en él (por eso debe ir bien vestido), que le guía y le encubre. Además se llega al señor a través del criado. 86 en faltando: ‘si falta’ el sustento.
32
con poca pena el sustento.
Verás un grande pintor,
acrisolando 87 el ingenio, 630
hacer una imagen viva,
y decir el otro necio
que no vale diez escudos;
y que el que juega, en diciendo
«paro», 88 con salir la suerte, 635
le sale a ciento por ciento.
DIANA En fin, ¿no juega?
TRISTÁN Es cuitado. 89
DIANA A la cuenta será cierto
tener amores.
TRISTÁN ¡Amores! 640
¡Oh qué donaire! 90Es un hielo.
DIANA Pues un hombre de su talle, 91
galán, discreto y mancebo, 92
¿no tiene algunos amores
de honesto entretenimiento?
TRISTÁN Yo trato en paja y cebada, 645
no en papeles y requiebros.
De día te sirve aquí;
87 acrisolando: ‘dando esplendor, agudizando’. 88 parar: ‘indicar la cantidad que se apuesta al lance o suerte’. 89 cuitado: ‘apocado’. 90 donaire: ‘gracia’. 91 talle: ‘figura, traza, apariencia’. 92 galán: ‘hombre apuesto’; mancebo: ‘joven’.
33
que está ocupado sospecho.
DIANA Pues ¿nunca sale de noche?
TRISTÁN No le acompaño; que tengo 650
una cadera quebrada.
DIANA ¿De qué, Tristán?
TRISTÁN Bien te puedo
responder lo que responden
las malcasadas, en viendo
cardenales en su cara 655
del mojicón 93 de los celos:
«Rodé por las escaleras».
DIANA ¿Rodaste?
TRISTÁN Por largo trecho.
Con las costillas conté
los pasos.
DIANA Forzoso es eso, 660
si a la lámpara, Tristán,
le tirabas el sombrero.
TRISTÁN (¡Oxte, puto! 94¡Vive Dios,
que se sabe todo el cuento!)
DIANA ¿No respondes?
TRISTÁN Por pensar 665
cuándo..., pero ya me acuerdo:
anoche andaban en casa
93 mojicón: ‘puñetazo’. 94 ¡Oxte, puto!: exclamación vulgar, como de criado.
34
unos murciégalos 95 negros;
el sombrero los tiraba;
fuese a la luz uno dellos, 670
y acerté, por dar en él,
en la lámpara, y tan presto
por la escalera rodé
que los dos pies se me fueron.
DIANA Todo está muy bien pensado, 675
pero un libro de secretos 96
dice que es buena la sangre
para quitar el cabello
—desos murciégalos digo—;
y haré yo sacarla luego, 680
si es cabello la ocasión,
para quitarla con ellos. 97
TRISTÁN (¡Vive Dios, que hay chamusquina, 98
y que por murciegalero 99
95 murciégalos: ‘murciélagos’, con metátesis. 96 libro de secretos: ‘libro de remedios’, como el que apunta para quitar el pelo con la sangre del murciélago. V. Dixon cita estos versos de Los locos de Valencia: «Para celosas pasiones / .... sangre caliente / de murciégalo en la frente; / que si a quitar pelos vale, / también lo que en ella sale / con el celoso accidente» (Biblioteca de Autores Españoles, XXIV, 119a). Podría leerse incluso como un anuncio textual de la sangre de Teodoro (uno de los dos murciélagos) causada por el bofetón de Diana. 97 Juega con la expresión coger la ocasión por los pelos. Como dice Covarrubias, la pintaban como doncella «con un copete de cabellos que le caían encima del rostro y todo lo demás de la cabeza sin ningún cabello; dando a entender que si, ofrecida la ocasión, no le echamos mano de los cabellos con la buena diligencia, se nos pasa en un momento, sin que más se nos vuelva a ofrecer» (Tesoro de la Lengua Castellana; a partir de ahora Tesoro). 98 chamusquina: ‘sospecha’, como «olor a chamusquina». 99 murciegalero: de murciégalo, murciegalero, por haberlos inventado. Son creaciones frecuentes de los criados las derivaciones cómicas. Covarrubias dice de murciélago que «es símbolo
35
me pone en una galera!) 685
DIANA (¡Qué traigo de pensamientos!) 100
Sale Fabio.
FABIO Aquí está el marqués Ricardo.
DIANA Poned esas sillas luego.
Sale Ricardo, marqués, y Celio.
RICARDO Con el cuidado que el amor, Diana, 101
pone en un pecho que aquel fin desea 690
que la mayor dificultad allana,
el mismo quiere que te adore y vea;
solicito mi causa, aunque por vana
esta ambición algún contrario crea,
que dando más lugar a su esperanza, 695
tendrá menos amor que confïanza.
Está vusiñoría tan hermosa
que estar buena el mirarla me asegura;
que en la mujer —y es bien pensada cosa—
la más cierta salud es la hermosura; 700
que en estando gallarda, alegre, airosa,
del malhechor que se anda escondiendo» (Tesoro). Juan Hidalgo describe al murciegalero como «el ladrón que deshace la ropa que otros ladrones hurtan o que hurtan a prima noche». 100 Qué... de: ‘cuántos’. 101 Ricardo habla en octavas reales; la métrica subraya el tono engolado del parlamento del personaje, que pregunta a Diana cómo está él, pues deduce por su hermosura que ella está muy bien.
36
es necedad, es inorancia pura,
llegar a preguntarle si está buena,
que todo entendimiento la condena.
Sabiendo que lo estáis, como lo dice 705
la hermosura, Diana, y la alegría,
de mí, si a la razón no contradice,
saber, señora, cómo estoy querría.
DIANA Que vuestra señoría solenice
lo que en Italia llaman gallardía 710
por hermosura, es digno pensamiento
de su buen gusto y claro entendimiento.
Que me pregunte cómo está, no creo
que soy tan dueño suyo que lo diga.
RICARDO Quien sabe de mi amor y mi deseo 715
el fin honesto, a este favor se obliga.
A vuestros deudos inclinados veo
para que en lo tratado se prosiga;
sólo falta, señora, vuestro acuerdo,
porque sin él las esperanzas pierdo. 720
Si, como soy señor de aquel estado
que con igual nobleza heredé agora,
lo fuera desde el sur más abrasado
a los primeros paños del aurora; 102
si el oro, de los hombres adorado, 725
las congeladas lágrimas 103 que llora
102 Perífrasis que pretende ser culta que designa al norte, frente al «sur más abrasado»: los primeros lugares (paños, tapices) por donde sale el sol (aunque éste salga por el oriente). Dice Góngora: «las dos partes rayaba del teatro / el sol» (Soledad primera, vv. 980-981).
37
el cielo, o los diamantes orientales
que abrieron por el mar caminos tales,
tuviera yo, lo mismo os ofreciera,
y no dudéis, señora, que pasara 730
a donde el sol apenas luz me diera
—como a sólo serviros importara—;
en campañas de sal pies de madera 104
por las remotas aguas estampara
hasta llegar a las australes playas, 735
del humano poder últimas rayas. 105
DIANA Creo, señor marqués, el amor vuestro;
y satisfecha de nobleza tanta,
haré tratar el pensamiento nuestro,
si el conde Federico no le espanta. 740
RICARDO Bien sé que en trazas 106 es el conde diestro,
porque en ninguna cosa me adelanta;
mas yo fío de vos que mi justicia
los ojos cegará de su malicia.
Sale Teodoro.
TEODORO Ya lo que mandas hice.
103 congeladas lágrimas: ‘perlas, gotas de rocío’. 104 Al decir que surcaría el mar con un navío, está parodiando el estilo de las Soledades: «surcó ... el campo undoso en mal nacido pino» (vv. 370-371). Recuerda la construcción gongorina «en carro de cristal campos de plata» (v. 120 de la Fábula de Polifemo y Galatea). 105 Nueva perífrasis para indicar ‘por todas partes, del norte al sur’. 106 traza: ‘engaño, invención, industria’.
38
RICARDO Si ocupada 745
vuseñoría está, no será justo
hurtarle el tiempo.
DIANA No importara nada,
puesto que 107 a Roma escribo.
RICARDO No hay disgusto
como en día de cartas dilatada
visita.
DIANA Sois discreto.
RICARDO En daros gusto. 750
Celio, ¿qué te parece?
CELIO Que quisiera
que ya tu justo amor premio tuviera.
Vase Ricardo.
DIANA ¿Escribiste?
TEODORO Ya escribí,
aunque bien desconfïado;
mas soy mandado y forzado. 755
DIANA Muestra.
TEODORO Lee.
DIANA Dice así:
(Lee Diana.)
107 puesto que: ‘aunque’; lo mismo en el v. 760.
39
«Querer por ver querer envidia fuera,
si quien lo vio sin ver amar no amara,
porque, si antes de amar no amar pensara,
después no amara, puesto que amar viera. 760
Amor, que lo que agrada considera
en ajeno poder, su amor declara;
que como la color 108 sale a la cara,
sale a la lengua lo que al alma altera.
No digo más, porque lo más ofendo 765
desde lo menos, si es que desmerezco
porque del ser dichoso me defiendo.
Esto que entiendo solamente ofrezco;
que lo que no merezco no lo entiendo,
por no dar a entender que lo merezco».109 770
DIANA Muy bien guardaste el decoro.
TEODORO ¿Búrlaste?
DIANA ¡Pluguiera a Dios!
TEODORO ¿Qué dices?
DIANA Que de los dos,
el tuyo vence, Teodoro.
TEODORO Pésame, pues no es pequeño 775
principio de aborrecer
un crïado, el entender
108 la color: el susbstantivo podía tener los dos géneros. 109 Lope incluye en el molde italianizante, el soneto, los juegos verbales propios de la poesía cancioneril, que le van muy bien para ese decir sin decir de sus portagonistas.
40
que sabe más que su dueño.
De cierto rey se contó 110
que le dijo a un gran privado: 780
«Un papel me da cuidado,
y si bien le he escrito yo,
quiero ver otro de vos,
y el mejor escoger quiero».
Escribióle el caballero, 785
y fue el mejor de los dos.
Como vio que el rey decía
que era su papel mejor,
fuese y díjole al mayor
hijo, de tres que tenía: 790
«Vámonos del reino luego,
que en gran peligro estoy yo».
El mozo le preguntó
la causa, turbado y ciego;
y respondióle: «Ha sabido 795
el rey que yo sé más que él».
Que es lo que en este 111 papel
me puede haber sucedido.
110 Uno de los cuentecillos que inserta Lope en sus obras; Tristán contará otro en los vv. 2300-2315. Este está narrado en la carta de Antonio Pérez A un gran privado, fechada el 24 de junio de 1594. Lo cuenta como suceso entre el conde don Luis de Silvera y el rey don Manuel de Portugal: «El conde se fue a su casa y, con ser mediodía, mandó ensillar dos caballos para dos hijos suyos, y sin comer los llevó al campo, y les dijo: “Hijos, cada uno busque su vida, y yo la mía; que no hay vivir aquí, que el rey conosce que sé más que él”» (Biblioteca de Autores Españoles, XIII, p. 471). 111 este: aqueste en las ediciones, pero el verso sería eneasílabo.
41
DIANA No, Teodoro, que aunque digo
que es el tuyo más discreto, 800
es porque sigue el conceto 112
de la materia que sigo,
y no para que presuma
tu pluma que, si me agrada,
pierdo el estar confïada 805
de los puntos 113 de mi pluma.
Fuera de que soy mujer
a cualquier error sujeta,
y no sé si muy discreta,
como se me echa de ver. 810
Desde lo menos aquí
dices que ofendes lo más, 114
y amando, engañado estás,
porque en amor no es ansí;
que no ofende un desigual 815
amando, pues sólo entiendo
que se ofende aborreciendo.
TEODORO Ésa es razón natural;
mas pintaron a Faetonte 115
y a Ícaro despeñados, 116 820
112 conceto: ‘concepto’. 113 puntos: ‘tantos que se ganan’; aquí los ‘aciertos’, el valor de su escritura. 114 dices que ofendes lo más: «lo más ofendo / desde lo menos» ha dicho él (vv. 765-766). 115 Faetonte, que, fulminado por el rayo de Júpiter, cayó envuelto en llamas en el río Erídano. Pretendía mostrar su condición de hijo de Faetón conduciendo el carro que dominaba su padre, y sus indómitos caballos se le desbocaron acercando peligrosamente el sol a la tierra y quemándola.
42
uno, en caballos dorados,
precipitado en un monte,
y otro, con alas de cera,
derretido en el crisol 117
del sol.
DIANA No lo hiciera el sol 825
si, como es sol, mujer fuera.
Si alguna cosa sirvieres
alta, sírvela y confía;
que amor no es más que porfía; 118
no son piedras las mujeres. 830
Yo me llevo este papel;
que despacio me conviene
verle.
TEODORO Mil errores tiene.
DIANA No hay error ninguno en él.
TEODORO Honras mi deseo; aquí 835
traigo el tuyo.
DIANA Pues allá
le guarda, aunque bien será
rasgarle.
116 En el v. 125 ya lo había citado Fabio. Teodoro recuerda a los dos personajes castigados por su vanidad y presunción; pretendieron objetivos inalcanzables y cayeron despeñados por su ambición. A él le puede ocurrir lo mismo si se atreve a acercarse al sol que es Diana. 117 crisol: ‘recipiente donde los plateros funden el oro y la plata’. 118 «Si gasta el mar la endurecida roca / con el curso del agua tierna y blanda» y «Con el tiempo el villano a la melena» son dos sonetos de Lope en donde glosa el poder de la porfía, de la insistencia.
43
TEODORO ¿Rasgarle?
DIANA Sí,
que no importa que se pierda,
si se puede perder más. 119 840
Váyase.
TEODORO Fuese. ¿Quién pensó jamás
de mujer tan noble y cuerda
este arrojarse tan presto
a dar su amor a entender?
Pero también puede ser 845
que yo me engañase en esto;
mas no me ha dicho jamás,
ni a lo menos se me acuerda:
«Pues ¿qué importa que se pierda,
si se puede perder más?». 850
«Perder más»..., bien puede ser
por la mujer que decía...,
mas todo es bachillería, 120
y ella es la misma mujer.
Aunque no, que la condesa 855
es tan discreta y tan varia, 121
que es la cosa más contraria
de la ambición que profesa.
119 Ese nuevo juego de voces substituye al anterior (vv. 811-812), y su significado ambiguo se convierte en el centro del soliloquio de Teodoro. 120 bachillería: ‘hablar mucho y sin fundamento’; también en el v. 93. 121 varia: ‘fecunda en ideas’.
44
Sírvenla príncipes hoy
en Nápoles que no puedo 860
ser su esclavo. Tengo miedo;
que en grande peligro estoy.
Ella sabe que a Marcela
sirvo, pues aquí ha fundado
el engaño y me ha burlado; 865
pero en vano se recela 122
mi temor, porque jamás
burlando salen colores.
¿Y el decir con mil temores
que «se puede perder más»? 870
¿Qué rosa, al llorar la aurora, 123
hizo de las hojas ojos,
abriendo los labios rojos
con risa a ver cómo llora,
como ella los 124 puso en mí, 875
bañada en púrpura y grana; 125
o qué pálida manzana
se esmaltó de carmesí?
Lo que veo y lo que escucho,
yo lo juzgo —o estoy loco— 880
para ser de veras poco,
y para de burlas mucho.
122 se recela: ‘teme, desconfía’. 123 al llorar la aurora: sus lágrimas son el rocío; metafóricamente perlas. 124 los: los ojos. 125 Teodoro enlaza metáforas para mencionar el sonrojo que vio en el rostro de Diana.
45
Mas teneos, pensamiento,
que os vais ya tras la grandeza,
aunque si digo belleza, 885
bien sabéis vos que no miento;
que es bellísima Diana,
y en discreción sin igual.
Sale Marcela.
MARCELA ¿Puedo hablarte?
TEODORO Ocasión tal
mil imposibles allana; 890
que por ti, Marcela mía,
la muerte me es agradable.
MARCELA Como yo te vea y hable,
dos mil vidas perdería.
Estuve esperando el día, 895
como el pajarillo solo,
y cuando vi que, en el polo
que Apolo más presto dora,
le despertaba la Aurora,
dije: «Yo veré mi Apolo». 126 900
Grandes cosas han pasado;
que no se quiso acostar
la condesa hasta dejar
126 No son muy afortunados estos versos que atribuye Lope a Marcela. Apolo es el sol la primera vez que lo menciona, aludiendo al amanecer, y, además del sol, la belleza masculina por antonomasia en la segunda.
46
satisfecho su cuidado.
Amigas que han envidiado 905
mi dicha con deslealtad
le han contado la verdad;
que entre quien sirve, aunque veas
que hay amistad, no la creas,
porque es fingida amistad. 910
Todo lo sabe en efeto;
que si es Diana la luna,
siempre a quien ama importuna, 127
salió y vio nuestro secreto.
Pero será, te prometo, 915
para mayor bien, Teodoro;
que del honesto decoro
con que tratas de casarte
le di parte, y dije aparte
cuán tiernamente te adoro. 920
Tus prendas le encarecí,
tu estilo, tu gentileza;
y ella entonces su grandeza
mostró tan piadosa en mí,
que se alegró de que en ti 925
127 Diana, la diosa casta, rechaza el amor. Lope utiliza el nombre de la condesa con esa connotación: rechaza a todos sus pretendientes. También se llamará Diana la protagonista de La boba para los otros y discreta para sí de Lope y la de El desdén, con el desdén de Agustín Moreto, con semejante función evocadora —es la dama esquiva— y con deudas con esta obra de Lope. En ella Polilla, el gracioso, le dirá a Diana: «Deja, señora, querer, / si no quieres; que eso es ser / el perro del hortelano», (ed. de F. Rico 1978: 211.).
47
hubiese los ojos puesto,
y de casarnos muy presto
palabra también me dio,
luego que de mí entendió
que era tu amor tan honesto. 930
Yo pensé que se enojara
y la casa revolviera,
que a los dos nos despidiera
y a los demás castigara;
mas su sangre ilustre y clara, 935
y aquel ingenio en efeto
tan prudente y tan perfeto
conoció lo que mereces.
¡Oh, bien haya —¡amén mil veces!—
quien sirve a señor discreto! 128 940
TEODORO ¿Que casarme prometió
contigo?
MARCELA ¿Pones en duda 129
que a su ilustre sangre acuda?
TEODORO (Mi ignorancia me engañó,
que, necio, pensaba yo 945
que hablaba en mí la condesa.
De haber pensado me pesa
que pudo tenerme amor;
128 También en la onceava parte se publica la obra de Lope Servir a señor discreto, fechada entre 1610 y 1612. 129 Zerolo (ed.), 1886. propone Pues. pones, que aceptan los otros editores, salvo V. Dixon, a quien sigo.
48
que nunca tan alto azor
se humilla a tan baja presa.) 130 950
MARCELA ¿Qué murmuras entre ti?
TEODORO Marcela, conmigo habló,
pero no se declaró
en darme a entender que fui
el que embozado salí 955
anoche de su aposento.
MARCELA Fue discreto pensamiento,
por no obligarse al castigo
de saber que hablé contigo,
si no lo es el casamiento; 960
que el castigo más piadoso
de dos que se quieren bien
es casarlos.
TEODORO Dices bien,
y el remedio más honroso.
MARCELA ¿Querrás tú?
TEODORO Seré dichoso. 965
MARCELA Confírmalo.
TEODORO Con los brazos,
que son los rasgos y lazos 131
de la pluma del amor,
130 Usa términos de la caza de altanería para el amor, como en la lírica. Diana sería el alto azor, y él la baja presa. 131 rasgo: ‘línea para el adorno de las letras’; se suele hacer en las mayúsculas; lazos: ‘los enlaces de líneas que se hacen con la pluma en el papel’. Juega con su doble sentido.
49
pues no hay rúbrica mejor
que la que firman los brazos. 970
Sale la condesa.
DIANA Esto se ha enmendado bien;
agora estoy muy contenta,
que siempre a quien reprehende
da gran gusto ver la enmienda.
No os turbéis ni os alteréis. 975
TEODORO Dije, señora, a Marcela
que anoche salí de aquí
con tanto disgusto y pena
de que vuestra señoría
imaginase en su ofensa 980
este pensamiento honesto
para casarme con ella,
que me he pensado morir;
y dándome por respuesta
que mostrabas en casarnos 985
tu piedad y tu grandeza,
dile mis brazos; y advierte
que, si mentirte quisiera,
no me faltara un engaño, 132
pero no hay cosa que venza, 990
como decir la verdad,
a una persona discreta.
132 Se le ocurriría algo para engañarla.
50
DIANA Teodoro, justo castigo
la deslealtad mereciera
de haber perdido el respeto 995
a mi casa; y la nobleza
que usé anoche con los dos
no es justo que parte 133 sea
a que os atreváis ansí;
que, en llegando a desvergüenza 1000
el amor, no hay privilegio
que el castigo le defienda.
Mientras no os casáis los dos,
mejor estará Marcela
cerrada en un aposento; 1005
que no quiero yo que os vean
juntos las demás crïadas,
y que por ejemplo os tengan
para casárseme todas.
¡Dorotea! ¡Ah, Dorotea! 1010
Sale Dorotea.
DOROTEA ¿Señora?
DIANA Toma esta llave
y en mi propia cuadra 134 encierra
a Marcela, que estos días
podrá hacer labor en ella.
133 parte: ‘motivo’. 134 cuadra: ‘sala’.
51
No diréis que esto es enojo. 1015
DOROTEA ¿Qué es esto, Marcela?
MARCELA Fuerza
de un poderoso tirano
y una rigurosa estrella. 135
Enciérrame por Teodoro.
DOROTEA Cárcel aquí no la temas, 1020
y para puertas de celos
tiene amor llave maestra.
Váyanse las dos; queden la condesa y Teodoro.
DIANA En fin, Teodoro, ¿tú quieres
casarte?
TEODORO Yo no quisiera
hacer cosa sin tu gusto, 1025
y créeme que mi ofensa
no es tanta como te han dicho;
que bien sabes que con lengua
de escorpión pintan la envidia
y que, si Ovidio supiera 1030
qué era servir, no en los campos,
no en las montañas desiertas
pintara su escura casa; 136
135 Marcela se da cuenta de que el amor, poderoso tirano, es la razón de la decisión de Diana, y su rigurosa estrella su destino desfavorable. 136 «Es una casa oculta en un valle profundo, privada de sol, no accesible a ningún viento, lúgubre, transida de un frío que paraliza y que, desprovista siempre de fuego, está
52
que aquí habita y aquí reina.
DIANA Luego ¿no es verdad que quieres 1035
a Marcela?
TEODORO Bien pudiera
vivir sin Marcela yo.
DIANA Pues díceme que por ella
pierdes el seso.
TEODORO Es tan poco,
que no es mucho que le pierda; 1040
mas crea vusiñoría
que, aunque Marcela merezca
esas finezas, en mí
no ha habido tantas finezas.
DIANA Pues ¿no le has dicho requiebros 1045
tales que engañar pudieran
a mujer de más valor?
TEODORO Las palabras poco cuestan.
DIANA ¿Qué le has dicho, por mi vida?
¿Cómo, Teodoro, requiebran 1050
los hombres a las mujeres?
TEODORO Como quien ama y quien ruega,
vistiendo de mil mentiras
una verdad, y ésa apenas.
DIANA Sí, pero ¿con qué palabras? 1055
siempre sumida en tenebrosa bruma», Metamorfosis, II (vv. 760-765; trad. de A. Ruiz de Elvira 1964.).
53
TEODORO Extrañamente me aprieta 137
vuseñoría. «Esos ojos
—le dije—, esas niñas bellas,
son luz con que ven los míos»,
y «los corales y perlas 138 1060
desa boca celestial...»
DIANA ¿Celestial?
TEODORO Cosas como éstas
son la cartilla, 139señora,
de quien ama y quien desea.
DIANA Mal gusto tienes, Teodoro; 1065
no te espantes de que pierdas
hoy el crédito conmigo,
porque sé yo que en Marcela
hay más defectos que gracias, 140
como la miro más cerca. 1070
Sin esto, porque no es limpia,
no tengo pocas pendencias
con ella..., pero no quiero
desenamorarte della;
137 me aprieta: ‘me insta, me aguija’. 138 corales y perlas: metáforas fosilizadas del lenguaje poético para referirse a labios y dientes. 139 cartilla: ‘cuadernillo con las letras y los rudimentos para aprender a leer o, por extensión, para saber cualquier ciencia’. 140 Es una traza habitual de la comedia de enredo inventar defecto al rival en amores, como empieza a hacer Diana y luego sólo sugiere faltas que no dice. Ya Tristán, siguiendo a Ovidio, había recomendado a su amo, para desenamorarse, recordar los defectos de su amada (vv. 439 y ss.).
54
que bien pudiera decirte 1075
cosas..., pero aquí se quedan
sus gracias o sus desgracias;
que yo quiero que la quieras
y que os caséis en buen hora.
Mas pues de amador te precias, 1080
dame consejo, Teodoro,
—¡ansí a Marcela poseas!—
para aquella amiga mía,
que ha días que no sosiega
de amores de un hombre humilde, 1085
porque si en quererle piensa,
ofende su autoridad,
y si de quererle deja,
pierde el jüicio de celos;
que el hombre, que no sospecha 1090
tanto amor, anda cobarde,
aunque es discreto, con ella.
TEODORO ¿Yo, señora, sé de amor?
No sé, por Dios, cómo pueda
aconsejarte.
DIANA ¿No quieres, 1095
como dices, a Marcela?
¿No le has dicho esos requiebros?
Tuvieran lengua las puertas,
que ellas dijeran...
TEODORO No hay cosa
que decir las puertas puedan. 1100
55
DIANA Ea, que ya te sonrojas,
y lo que niega la lengua
confiesas con las colores.
TEODORO Si ella te lo ha dicho, es necia;
una mano le tomé, 1105
y no me quedé con ella,
que luego se la volví; 141
no sé yo de qué se queja.
DIANA Sí, pero hay manos que son
como la paz de la Iglesia, 142 1110
que siempre vuelven besadas.
TEODORO Es necísima Marcela;
es verdad que me atreví,
pero con mucha vergüenza,
a que templase la boca 1115
con nieve y con azucenas. 143
DIANA ¿Con azucenas y nieve?
Huelgo de saber que tiempla 144
ese emplasto el corazón. 145
141 Utiliza el lenguaje o el gesto amoroso en sentido literal como hace a veces Finea en La dama boba. 142 paz de la Iglesia: «en la misa se llama la ceremonia en que el celebrante besa la patena y luego abraza al diácono, y éste al subdiácono» (Aut.). 143 Es decir, le besó la mano: la nieve y las azucenas son metáforas que subrayan su blancura; así la nieve tiempla su boca. Dice Lucindo en La discreta enamorada: «Templó el fuego / arrimando la nieve de su mano, / porque salió a la boca el alma luego, / hecha un volcán de amor, por agua en vano» (vv. 1920-1923); y en Servir a señor discreto, el conde: «aunque la nieve de su blanca mano / templaba aquel incendio con que ardía / el alma que a mirarla se atrevía» (vv. 1506-1508). 144 tiempla: ‘templa’.
56
Ahora bien, ¿qué me aconsejas? 1120
TEODORO Que si esa dama que dices
hombre tan bajo desea,
y de quererle resulta
a su honor tanta bajeza,
haga que con un engaño, 1125
sin que la conozca, pueda
gozarle.
DIANA Queda el peligro
de presumir que lo entienda.
¿No será mejor matarle? 146
TEODORO De Marco Aurelio se cuenta 1130
que dio a su mujer Faustina,
para quitarle la pena,
sangre de un esgrimidor; 147
pero estas romanas pruebas
son buenas entre gentiles. 148 1135
DIANA Bien dices; que no hay Lucrecias,
ni Torcatos, ni Virginios 149
145 Diana habla de la mezcla de nieve y azucenas como emplasto, medicamento hecho de varios elementos mezclados para templar o calmar, sosegar el corazón. 146 Juegan muy fuerte los dos con sus propuestas. 147 sgrimidor: ‘gladiador’. 148 Teodoro se defiende hábilmente con un ejemplo de la Antigüedad, que rechaza por ser pruebas de gentiles, de ‘paganos’. Faustina, alabada por su esposo el emperador Marco Aurelio, tenía, en cambio, fama de disoluta (tal vez infundada). Pedro Mexía en su Silva de varia lección, III, 13, cuenta cómo los sabios dijeron que se curaría de tal pasión: «fue que el gladiador de quien Faustina estaba enamorada fuese muerto y, tomada parte de su sangre, la diesen a beber a Faustina, y luego, en habiéndola bebido, su marido, el emperador, y ella durmiesen juntos y que quedaría ella sana» (ed. cit. 1990: 90.).
57
en esta edad, y en aquélla
hubo Faustinas, Teodoro,
Mesalinas y Popeas. 150 1140
Escríbeme algún papel
que a este propósito sea,
y queda con Dios. ¡Ay Dios!
(Caiga.)
Caí. ¿Qué me miras? Llega, 151
dame la mano.
TEODORO El respeto 1145
me detuvo de ofrecella.
DIANA ¡Qué graciosa 152 grosería
que con la capa la ofrezcas!
TEODORO Así, cuando vas a misa,
te la da Otavio.
DIANA Es aquélla 1150
mano que yo no le pido,
y debe de haber setenta
149 Contrapone personajes ejemplares por su castidad con otros que lo son por su libertinaje. Lucrecia se suicidó delante de su padre y esposo, tras contarles la violación que había sufrido de Sexto Tarquino; Manlio Torcuato mandó matar a su hijo que había transgredido la ley que él había dictado prohibiendo los duelos. Lucio Virginio mató a su hija para que no abusara de ella Apio Claudio, que la tenía como esclava. 150 La emperatriz Valeria Mesalina era la esposa de Claudio; Sabina Popea, la de Nerón. Ambas fueron famosas por su crueldad y desenfreno. 151 Diana se cae a propósito —es el gesto teatral que permite la complicidad de los enamorados— para manifestar con un acto, pero veladamente, su amor por Teodoro y hacer que éste le dé la mano para ayudarla. También Nise finge caerse en La dama boba (v. 610), pero para poder darle un papel a Laurencio. Qué: ‘por qué’; Llega: ‘acércate’. 152 graciosa: ‘fuera de propósito, de camino’.
58
años que fue mano y viene
amortajada por muerta. 153
Aguardar quien ha caído 1155
a que se vista de seda
es como ponerse un jaco 154
quien ve al amigo en pendencia,
que, mientras baja, le han muerto;
demás que no es bien que tenga 1160
nadie por más cortesía,
aunque melindres 155 lo aprueban,
que una mano, si es honrada,
traiga la cara cubierta.
TEODORO Quiero estimar la merced 1165
que me has hecho.
DIANA Cuando seas
escudero, la darás
en el ferreruelo 156 envuelta;
que agora eres secretario;
con que te he dicho que tengas 1170
secreta aquesta caída,
si levantarte deseas.
Váyase.
153 Amortajada porque viene envuelta con la capa, y muerta porque a ella no le interesa. 154 jaco: «vestido corto, que usaban los soldados en lo antiguo ceñido al cuerpo, de tela muy grosera y tosca, hecho de pelo de cabras» (Aut.). 155 melindre: ‘gesto afectado’. 156 ferreruelo: ‘capa larga, sin capilla’.
59
TEODORO ¿Puedo creer que aquesto es verdad? Puedo,
si miro que es mujer Diana hermosa.
Pidió mi mano, y la color de rosa, 1175
al dársela, robó del rostro el miedo. 157
Tembló; yo lo sentí, dudoso quedo.
¿Qué haré? Seguir mi suerte venturosa;
si bien, por ser la empresa tan dudosa,
niego al temor lo que al valor concedo. 1180
Mas dejar a Marcela es caso injusto;
que las mujeres no es razón que esperen
de nuestra obligación tanto disgusto.
Pero si ellas nos dejan cuando quieren
por cualquiera interés o nuevo gusto, 1185
mueran también como los hombres mueren.
157 Diana enrojeció.
60
ACTO SEGUNDO
Salen el conde Federico y Leonido, criado.
FEDERICO ¿Aquí la viste?
LEONIDO Aquí entró,
como el alba por un prado,
que a su tapete 158 bordado
la primera luz le dio;
y según la devoción, 159 1190
no pienso que tardarán,
que conozco al capellán,
y es más breve que es razón.
FEDERICO ¡Ay si la pudiese hablar!
LEONIDO Siendo tú su primo, es cosa 1195
acompañarla forzosa.
FEDERICO El pretenderme casar
ha hecho ya sospechoso
mi parentesco, Leonido; 160
que antes de haberla querido, 1200
nunca estuve temeroso.
Verás que un hombre visita
una dama libremente
por conocido o pariente
158 tapete: ‘alfombra pequeña’; aquí imagen del prado. 159 Porque están los personajes a la puerta de la iglesia, adonde ha entrado Diana (como dice el v. 1219). 160 Leonido es palabra trisílaba.
61
mientras no la solicita; 161 1205
pero, en llegando a querella,
aunque de todos se guarde,
menos entra y más cobarde,
y apenas habla con ella.
Tal me ha sucedido a mí 1210
con mi prima, la condesa;
tanto, que de amar me pesa,
pues lo más del bien perdí,
pues me estaba mejor vella
tan libre como solía.
Sale el marqués Ricardo, y Celio.
CELIO A pie digo que salía, 1215
y alguna gente con ella.
RICARDO Por estar la iglesia enfrente,
y por preciarse del talle,
ha querido honrar la calle. 1220
CELIO ¿No has visto por el oriente
salir serena mañana
el sol con mil rayos de oro
cuando dora el blanco toro
que pace campos de grana? 162 1225
(Que así llamaba un poeta 163
161 solicita: ‘pretende’. 162 . El recuerdo del comienzo de las Soledades es manifiesto: «el mentido robador de Europa .... en campos de zafiro pace estrellas» (vv. 2 y 6).
62
los primeros arreboles.)
Pues tal salió con dos soles, 164
más hermosa y más perfecta
la bellísima Diana, 1230
la condesa de Belflor.
RICARDO Mi amor te ha vuelto pintor
de tan serena mañana,
y hácesla sol con razón,
porque el sol en sus caminos 1235
va pasando varios signos, 165
que sus pretendientes son.
Mira que allí Federico
aguarda sus rayos de oro.
CELIO ¿Cuál de los dos será el toro 1240
a quien hoy al sol aplico? 166
RICARDO Él por primera afición,
aunque del nombre se guarde, 167
que yo, por entrar más tarde,
seré el signo del león. 1245
FEDERICO ¿Es aquél Ricardo?
LEONIDO Él es.
163 El poeta es Góngora, por tanto. 164 dos soles: sus ojos. 165 signos: los del Zodíaco. Rima con caminos porque no se pronuncia la g. 166 Antes ha dicho que el sol —Diana— salía en el signo del toro (vv. 1225-1226) y ahora se pregunta cuál de los dos pretendientes, o Federico o él, será el toro. 167 . Federico será, pues, el toro —que va antes en el Zodíaco que el signo del león—, porque estaba antes en la puerta de la iglesia. Aunque se guarde del nombre del toro, por sus cuernos, alusión a la condición de cornudo.
63
FEDERICO Fuera maravilla rara
que deste puesto faltara.
LEONIDO Gallardo viene el marqués.
FEDERICO No pudieras decir más 1250
si tú fueras el celoso.
LEONIDO ¿Celos tienes?
FEDERICO ¿No es forzoso?
De alabarle me los das.
LEONIDO Si a nadie quiere Diana,
¿de qué los puedes tener? 1255
FEDERICO De que le puede querer,
que es mujer.
LEONIDO Sí, mas tan vana, 168
tan altiva y desdeñosa,
que a todos os asegura. 169
FEDERICO Es soberbia la hermosura. 1260
LEONIDO No hay ingratitud hermosa.
CELIO Diana sale, señor.
RICARDO Pues tendrá mi noche día. 170
CELIO ¿Hablarásla?
RICARDO Eso querría,
si quiere el competidor. 1265
168 vana: ‘arrogante, presuntuosa’. 169 asegura: ‘preserva’ del daño, del peligro del amor. 170 Porque ella es su sol.
64
Salen Otavio, Fabio, Teodoro, la condesa y, detrás, Marcela, Dorotea, Anarda, con mantos. Llegue el conde por un lado.
FEDERICO Aquí aguardaba con deseo de veros.
DIANA Señor conde, seáis muy bien hallado.
RICARDO Y yo, señora, con el mismo 171 agora
a acompañaros vengo y a serviros.
DIANA Señor marqués, ¿qué dicha es esta mía? 1270
¿Tanta merced?
RICARDO Bien debe a mi deseo
vuseñoría este cuidado.
FEDERICO Creo
que no soy bien mirado y admitido.
LEONIDO Háblala; no te turbes.
FEDERICO ¡Ay Leonido!
Quien sabe que no gustan de escuchalle 1275
¿de qué te admiras que se turbe y calle?
Todos se entren por la otra puerta acompañando a la condesa,
y quede allí Teodoro.
TEODORO Nuevo pensamiento mío,
desvanecido 172 en el viento,
que, con ser mi pensamiento,
de veros volar me río, 1280
parad, detened el brío,
171 con el mismo: ‘con el mismo deseo de veros’. 172 desvanecido: ‘presuntuoso’.
65
que os detengo y os provoco,
porque si el intento es loco,
de los dos 173 lo mismo escucho,
aunque donde el premio es mucho, 1285
el atrevimiento es poco.
Y si por disculpa dais
que es infinito el que 174 espero,
averigüemos primero,
pensamiento, en qué os fundáis. 1290
¿Vos a quien servís amáis?
Diréis que ocasión tenéis,
si a vuestros ojos creéis;
pues, pensamiento, decildes 175
que sobre pajas humildes 1295
torres de diamante hacéis.
Si no me sucede bien,
quiero culparos a vos,
mas teniéndola 176 los dos,
no es justo que culpa os den; 1300
que podréis decir también,
cuando del alma os levanto
y de la altura me espanto
donde el amor os subió,
que el estar tan bajo yo 1305
173 los dos: el pensamiento y el yo del propio Teodoro (véanse los vv. 1298-1301 ó 1305-1307). 174 el que: ‘el premio que’. 175 decildes: ‘decidles’, metátesis frecuente. 176 teniéndola: la culpa.
66
os hace a vos subir tanto.
Cuando algún hombre ofendido
al que le ofende defiende,
que dio la ocasión se entiende,
del daño que os ha venido; 177 1310
sed en buen hora atrevido,
que, aunque los dos nos perdamos,
esta disculpa llevamos:
que vos os perdéis por mí,
y que yo tras vos me fui 1315
sin saber adónde vamos.
Id en buen hora, aunque os den
mil muertes por atrevido;
que no se llama perdido
el que se pierde tan bien. 178 1320
Como a otros dan parabién 179
de lo que hallan, estoy tal
que de perdición igual
os le doy, porque es perderse
tan bien que puede tenerse 1325
envidia del mismo mal.
TRISTÁN Si en tantas lamentaciones
177 os ha venido: Dixon dice, con razón, que la pausa debe estar tras este cuarto verso, como en las anteriores décimas, y sugiere que Lope pudo haber escrito del daño que es avenido, es decir, del daño sucedido. 178 El poliptoton perdido, pierde es uno de los juegos verbales típicos de la poesía cancioneril. 179 Enmienda de Zerolo; dan parabién: ‘felicitan’. Dixon no la sigue; pero véase en el v. 1325: os le doy, y en el v. 2970: A darle van el parabién.
67
cabe un papel de Marcela,
que contigo se consuela
de sus pasadas prisiones, 1330
bien te le daré sin porte, 180
porque a quien no ha menester 181
nadie le procura ver,
a la usanza de la corte.
Cuando está en alto lugar 1335
un hombre —y ¡qué bien lo imitas!—,
¡qué le vienen de visitas
a molestar y a enfadar!
Pero si mudó de estado,
como es la fortuna incierta, 1340
todos huyen de su puerta
como si fuese apestado.
¿Parécete que lavemos
en vinagre 182 este papel?
TEODORO Contigo, necio, y con él, 1345
entrambas cosas tenemos.
Muestra, que vendrá lavado,
si en tus manos ha venido.
«A Teodoro, mi marido.»
(Lea.)
180 porte: ‘el dinero que se paga por llevar la carta’. 181 menester: ‘empleo, ministerio’. 182 Dado el poco gusto que tendrá Teodoro en recibirlo; como dice (Aut.) en una acepción de vinagre: «lo que se muda o trueca de bueno en malo». Teodoro, en su réplica, juega con el término llamando borracho a Tristán.
68
¿Marido? ¡Qué necio enfado! 1350
¡Qué necia cosa!
TRISTÁN Es muy necia.
TEODORO Pregúntale a mi ventura
si, subida a tanta altura,
esas mariposas 183 precia.
TRISTÁN Léele, por vida mía, 1355
aunque ya estés tan divino; 184
que no se desprecia el vino
de los mosquitos que cría; 185
que yo sé cuándo Marcela,
que llamas ya mariposa, 1360
era águila 186 caudalosa.
TEODORO El pensamiento, que vuela
a los mismos cercos de oro
del sol, 187 tan baja la mira,
que aun de que la vee se admira. 1365
183 esas mariposas: se refiere a Marcela, como dice Tristán (vv. 1360-1361); la ve como mariposa que, atraída por la luz, perece en ella. Su ventura vuela muy alto; podría identificarse con Ícaro, personaje dos veces aludido en la obra. 184 divino: ‘elevado’. 185 Ahora es Tristán quien menciona el vino; los mosquitos que cría el vino equivalen aquí a las mariposas que decía Teodoro. Cuando Celia le dice a Dorotea que ha caído un mosquito en el vino, ésta le replica: «No le saques, Celia, que son los espíritus deste licor como los átomos del aire. El vino los engendra, y a nadie le parecieron sus hijos feos», en La Dorotea, acto II, escena VI (ed. cit. 1980: 205.). 186 El águila podía mirar fijamente al sol, según los Bestiarios; contrapone aquí su condición noble a la de las humildes mariposas: antes Teodoro pretendía a Marcela, a la que ahora desprecia. 187 El sol es Diana de nuevo.
69
TRISTÁN Hablas con justo decoro, 188
mas ¿qué haremos del papel?
TEODORO Esto.
TRISTÁN ¿Rasgástele?
TEODORO Sí.
TRISTÁN ¿Por qué, señor?
TEODORO Porque ansí
respondí más presto a él. 1370
TRISTÁN Ése es injusto rigor.
TEODORO Ya soy otro; no te espantes.
TRISTÁN Basta, que sois los amantes
boticarios del amor;
que, como ellos las recetas, 1375
vais ensartando papeles:
Récipe 189 celos crüeles,
agua de azules violetas. 190
Récipe un desdén extraño,
Sirupi del borrajorum, 191 1380
con que la sangre templorum,
188 Adviértase la ironía de Tristán. 189 récipe: ‘receta de médico’; así empezaban. En La Dorotea, Julio le dice a Felipa: «Recetarte quiero un remedio», y respondiendo a su «¿Cómo?», dice: «Récipe la yerba Dorotea...» (acto IV, escena I; ed. cit. 1980: 336-337.). 190 La receta para los celos es el agua de azules violetas porque el color con que se simboliza los celos es el azul. Dorotea canta: «Las violetas y penseles / de celos no se requiebran», en La Dorotea, acto II, escena II (ed. cit. 1980: 165.). Véase W. L. Fichter 1927.. 191 Sirupi del borrajorum:‘Agua de borrajas’ en el latín fingido de Tristán, parodia de las recetas de médico; recurso cómico frecuente.
70
para asegurar el daño.
Récipe ausencia, tomad
un emplasto para el pecho;
que os hiciera más provecho 1385
estaros en la ciudad.
Récipe de matrimonio:
allí es menester jarabes,
y tras diez días süaves
purgalle con entimonio. 192 1390
Récipe signus celeste
que Capricornius 193 dicetur:
ese enfermo morietur,
si no es que paciencia preste.
Récipe que de una tienda 1395
joya o vestido sacabis:
con tabletas confortabis
la bolsa que tal emprenda.
A esta traza, finalmente,
van todo el año ensartando. 1400
Llega la paga; en pagando,
o viva o muera el doliente,
se rasga todo papel.
Tú la cuenta has acabado,
y el de Marcela has rasgado 1405
sin saber lo que hay en él.
192 . entimonio: ‘antimonio’, término que cambia cómicamente la lengua de Tristán. 193 La alusión al signo de Capricornio supone la de los tan temidos cuernos.
71
TEODORO Ya tú debes de venir
con el vino que otras veces.
TRISTÁN Pienso que te desvaneces 194
con lo que intentas subir. 1410
TEODORO Tristán, cuantos han nacido
su ventura han de tener;
no saberla conocer 195
es el no haberla tenido.
O morir en la porfía, 1415
o ser conde de Belflor.
TRISTÁN César llamaron, señor,
a aquel duque que traía
escrito por gran blasón:
«César o nada»; 196 y en fin, 1420
tuvo tan contrario el fin,
que al fin de su pretensión
escribió una pluma airada:
«César o nada —dijiste—,
y todo, César, lo fuiste, 1425
pues fuiste César y nada».
194 te desvaneces: ‘presumes, te vanaglorias’. 195 conocer: ‘darse cuenta, advertir’. 196 Dice Covarrubias: «Aut Cesar, aut nihil, ha quedado en proverbio, aun en nuestro español, de los que no se quieren contentar con una medianía, y las más veces sin lo uno y lo otro; porque habiendo llegado a gran fortuna, no se saben conservar en ella y dan una mortal caída que los vuelve en nada. Tomó origen de la determinación que tuvo César. en pasar el río Rubicón con su ejército, cosa defendida de los romanos severamente». Lope se refiere al poderoso príncipe César Borgia, hijo del papa Alejandro VI, cuya corte de aduladores le dio tal divisa. Al morir su padre, declinó su poder, fue encarcelado por Julio II y murió en Navarra, en el sitio de Viana (1507).
72
TEODORO Pues tomo, Tristán, la empresa,
y haga después la fortuna
lo que quisiere.
73
Salen Marcela y Dorotea.
DOROTEA Si a alguna
de tus desdichas le pesa, 1430
de todas las que servimos
a la condesa, soy yo.
MARCELA En la prisión que me dio
tan justa amistad hicimos,
y yo me siento obligada 1435
de suerte, mi Dorotea,
que no habrá amiga que sea
más de Marcela estimada.
Anarda piensa que yo
no sé cómo quiere a Fabio; 1440
pues della nació mi agravio;
que a la condesa contó
los amores de Teodoro.
DOROTEA Teodoro está aquí.
MARCELA ¡Mi bien!
TEODORO Marcela, el paso detén. 1445
MARCELA ¿Cómo, mi bien, si te adoro,
cuando a mis ojos te ofreces?
TEODORO Mira lo que haces y dices,
que en palacio los tapices
han hablado algunas veces. 1450
¿De qué piensas que nació
74
hacer figuras 197 en ellos?
De avisar que detrás dellos
siempre algún vivo escuchó.
Si un mudo, viendo matar 1455
a un rey, su padre, dio voces, 198
figuras que no conoces
pintadas sabrán hablar.
MARCELA ¿Has leído mi papel?
TEODORO Sin leerle le he rasgado; 1460
que estoy tan escarmentado
que rasgué mi amor con él.
MARCELA ¿Son los pedazos aquéstos?
TEODORO Sí, Marcela.
MARCELA ¿Y ya mi amor
has rasgado?
TEODORO ¿No es mejor 1465
que vernos por puntos 199 puestos
en peligros tan extraños?
Si tú de mi intento estás,
no tratemos desto más
para excusar tantos daños. 1470
197 figuras: ‘las imágenes de personas’. 198 La anécdota se atribuye a Creso, último rey de Lidia (VI a. C.). Cuando, prisionero de los persas, un soldado iba a matarlo sin saber quién era, un hijo suyo, mudo de nacimiento, gritó: «¡Ah, hombre, no lo mates; cata que es el rey Creso, mi padre». Así lo cuenta Pedro Mexía en Silva de varia lección, I, 36; lo toma de Aulo Gelio (Noches áticas, V, IX), quien remite a Herodoto. 199 por puntos: «modo adverbial con que se expresa que alguna cosa se espera o tema suceda sin dilación, de un instante a otro» (Aut.).
75
MARCELA ¿Qué dices?
TEODORO Que estoy dispuesto
a no darle más enojos
a la condesa.
MARCELA En los ojos
tuve muchas veces puesto
el temor desta verdad. 1475
TEODORO Marcela, queda con Dios.
Aquí acaba de los dos
el amor, no el amistad.
MARCELA ¿Tú dices eso, Teodoro,
a Marcela?
TEODORO Yo lo digo; 1480
que soy de quietud amigo
y de guardar el decoro
a la casa que me ha dado
el ser que tengo.
MARCELA Oye, advierte.
TEODORO Déjame.
MARCELA ¿De aquesta suerte 1485
me tratas?
TEODORO ¡Qué necio enfado!
Váyase.
MARCELA ¡Ah, Tristán! ¡Tristán!
TRISTÁN ¿Qué quieres?
76
MARCELA ¿Qué es esto?
TRISTÁN Una mudancita;
que a las mujeres imita
Teodoro. 1490
MARCELA ¿Cuáles mujeres?
TRISTÁN Unas de azúcar y miel.
MARCELA Dile...
TRISTÁN No me digas nada,
que soy vaina de esta espada, 200
nema 201 de aqueste papel,
caja de aqueste sombrero, 1495
fieltro 202 deste caminante,
mudanza 203 deste danzante,
día deste vario hebrero, 204
sombra deste cuerpo vano, 205
posta 206 de aquesta estafeta, 1500
rastro de aquesta cometa, 207
tempestad deste verano,
y, finalmente, yo soy
200 Comienza Tristán una enumeración de imágenes con la que manifiesta a Marcela la fidelidad a su amo. 201 nema: ‘cierre sellado de la carta’. 202 fieltro: ‘capote con que se defendía el caminante del agua’. 203 mudanza: ‘paso de baile’. 204 hebrero: ‘febrero’. 205 vano: «falto de realidad, substancia o entidad» (Aut.). La estafeta es el correo que va por la posta, a caballo. 206 posta: ‘los caballos que están prevenidos en los caminos, a distancia de unas leguas, para que los correos vayan con rapidez de una parte a otra’. 207 cometa: aunque el substantivo sea femenino, se refiere al astro.
77
la uña de aqueste dedo,
que, en cortándome, no puedo 1505
decir que con él estoy.
Váyase.
MARCELA ¿Qué sientes 208 desto?
DOROTEA No sé,
que a hablar no me atrevo.
MARCELA ¿No?
Pues yo hablaré.
DOROTEA Pues yo no.
MARCELA Pues yo sí.
DOROTEA Mira que fue 1510
bueno el aviso, Marcela,
de los tapices que miras.
MARCELA Amor en celosas iras
ningún peligro recela.
A no saber cuán altiva 1515
es la condesa, dijera
que Teodoro en algo espera,
porque no sin causa priva 209
tanto estos días Teodoro.
DOROTEA Calla; que estás enojada. 1520
MARCELA Mas yo me veré vengada,
208 sientes: ‘opinas’. 209 priva: ‘actúa como privado’, es favorecido por su señora, Diana.
78
ni soy tan necia que ignoro
las tretas de hacer pesar. 210
Sale Fabio.
FABIO ¿Está el secretario aquí?
MARCELA ¿Es por burlarte de mí? 1525
FABIO ¡Por Dios, que le ando a buscar!
Que le llama mi señora.
MARCELA Fabio, que sea o no sea,
pregúntale a Dorotea
cuál puse a Teodoro agora. 1530
¿No es majadero 211 cansado
este secretario nuestro?
FABIO ¡Qué engaño tan necio el vuestro!
¿Querréis que esté deslumbrado
de lo que los dos tratáis? 1535
¿Es concierto de los dos?
MARCELA ¿Concierto? ¡Bueno!
FABIO Por Dios,
que pienso que me engañáis.
MARCELA Confieso, Fabio, que oí
las locuras de Teodoro, 1540
mas yo sé que a un hombre adoro
210 A continuación fingirá amor a Fabio. Pero será vana su treta, ya no puede dar pesar a Teodoro, como pretende. 211 majadero: ‘el instrumento con que se maja o machaza algo’; y también, como adjetivo, ‘necio, pesado, porfiado’.
79
harto parecido a ti.
FABIO ¿A mí?
MARCELA Pues ¿no te pareces
a ti?
FABIO Pues ¿a mí, Marcela?
MARCELA Si no te hablo con cautela, 212 1545
Fabio, si no me enloqueces,
si tu talle no me agrada,
si no soy tuya, mi Fabio,
máteme el mayor agravio,
que es el querer despreciada. 213 1550
FABIO Es engaño conocido,
o tú te quieres morir,
pues quieres restitüir
el alma que me has debido.
Si es burla o es invención, 1555
¿a qué camina tu intento?
DOROTEA Fabio, ten atrevimiento
y aprovecha la ocasión;
que hoy te ha de querer Marcela
por fuerza. 214
FABIO Por voluntad 1560
fuera amor, fuera verdad.
212 La adición es mía. La serie enumerativa exige esta negación, que, además, permite hacer la sinalefa. 213 Marcela pone como castigo de su falsa declaración lo que le ocurre. 214 por fuerza: forzada por el desdén de Teodoro.
80
DOROTEA Teodoro más alto vuela;
de Marcela se descarta. 215
FABIO Marcela, a buscarle voy.
Bueno en sus desdenes soy; 1565
si amor te convierte en carta,
el sobrescrito a Teodoro,
y en su ausencia, denla a Fabio;
mas yo perdono el agravio,
aunque ofenda mi decoro, 1570
y de espacio te hablaré;
siempre tuyo en bien o en mal.
Váyase.
DOROTEA ¿Qué has hecho?
MARCELA No sé; estoy tal,
que de mí misma no sé.
¿Anarda no quiere a Fabio? 1575
DOROTEA Sí quiere.
MARCELA Pues de los dos
me vengo, que amor es dios
de la envidia y del agravio.
Salen la condesa y Anarda.
215 se descarta: el uso de ese término para indicar cómo Teodoro rechaza, se aparta de Marcela, permite a Fabio jugar con el término carta y utilizar palabras o expresiones relacionadas con ella: sobrescrito, en su ausencia, denla, o la fórmula de despedida siempre tuyo en bien o en mal.
81
DIANA Ésta ha sido la ocasión;
no me reprehendas más. 1580
ANARDA La disculpa que me das
me ha puesto en más confusión.
Marcela está aquí, señora,
hablando con Dorotea.
DIANA Pues no hay disgusto que sea 1585
para mí mayor agora.
Salte allá afuera, Marcela.
MARCELA Vamos, Dorotea, 216de aquí.
Bien digo yo que de mí
o se enfada o se recela. 1590
Váyanse Marcela y Dorotea.
ANARDA ¿Puédote hablar?
DIANA Ya bien puedes.
ANARDA Los dos 217 que de aquí se van
ciegos de tu amor están;
tú, en desdeñarlos, excedes
la condición de Anajarte, 218 1595
la castidad de Lucrecia;
216 Dorotea es aquí trisílabo mientras es tetrasílabo en los otros versos (p. ej., v. 1530). En la primera edición figura Teodora, error que explicaría la palabra trisílaba. 217 Los dos: Federico y Ricardo. 218 Anajarte no se conmovió ni al ver colgado a su puerta a su enamorado Ifis; Venus la convirtió en piedra. Desde que Garcilaso la menciona en su Oda ad florem Gnidi, se convierte en referencia constante para la dama desdeñosa (el episodio en Metamorfosis, XIV).
82
y quien a tantos desprecia...
DIANA Ya me canso de escucharte.
ANARDA ¿Con quién te piensas casar?
¿No puede el marqués Ricardo, 1600
por generoso y gallardo,
si no exceder, igualar
al más poderoso y rico?
¿Y la más noble mujer,
también no lo puede ser 1605
de tu primo Federico?
¿Por qué los has despedido
con tan extraño desprecio?
DIANA Porque uno es loco, otro necio,
y tú, en no haberme entendido, 1610
más, Anarda, que los dos.
No los quiero, porque quiero,
y quiero porque no espero
remedio.
ANARDA ¡Válame Dios!
¿Tú quieres?
DIANA ¿No soy mujer? 219 1615
ANARDA Sí, pero imagen de hielo,
donde el mismo sol del cielo
podrá tocar y no arder.
DIANA Pues esos hielos, Anarda,
219 Diana ya no responde a la condición de la diosa de su nombre.
83
dieron todos a los pies 1620
de un hombre humilde.
ANARDA ¿Quién es?
DIANA La vergüenza me acobarda 220
que de mi propio valor
tengo; no diré su nombre;
basta que sepas que es hombre 1625
que puede infamar mi honor.
ANARDA Si Pasife quiso un toro,
Semíramis un caballo, 221
y otras los monstros 222 que callo
por no infamar su decoro, 1630
¿qué ofensa te puede hacer
querer hombre, sea quien fuere?
DIANA Quien quiere, puede, si quiere,
como quiso, aborrecer.
Esto es lo mejor: yo quiero 1635
no querer.
ANARDA ¿Podrás?
220 Paradójicamente, tiene vergüenza de su propio valor (se atreve a amar a un hombre de baja condición), y éste le acobarda y no se atreve a decir el nombre de su amor. 221 La reina Pasifae, esposa del rey mitológico Minos, se enamoró de un toro. Y a Semíramis, reina de Asiria, se le atribuye la pasión por un caballo. Dice Ludovico a Julio en La Dorotea (acto IV, escena XXXIX): «Así se llamaba el hijo de Pasife, a quien levantó Ovidio que se enamoró de un toro; que entre las fábulas y apólogos de los poetas ninguna agravió tanto las mujeres como esta bestialidad y el caballo de Semíramis» (ed. cit. 1980: 365.). 222 monstros: ‘monstruos’, así figura en B. Lope usa siempre la primera forma en sus autógrafos.
84
DIANA Podré,
que si, cuando quise, amé,
no amar, en queriendo, espero.
85
Toquen dentro.
¿Quién canta?
ANARDA Fabio con Clara.
DIANA ¡Ojalá que me diviertan! 1640
ANARDA Música y amor conciertan
bien; en la canción repara.
Canten dentro.
¡Oh quién pudiera hacer, oh quién hiciese
que, en no queriendo amar, aborreciese! 223
¡Oh quién pudiera hacer, oh quién hiciera 1645
que, en no queriendo amar, aborreciera!
ANARDA ¿Qué te dice la canción?
¿No ves que te contradice? 224
DIANA Bien entiendo lo que dice,
mas yo sé mi condición, 1650
y sé que estará en mi mano,
como amar, aborrecer.
ANARDA Quien tiene tanto poder
223 Margit Frenk 1992: 23. indica su presencia, con variantes, en Caramancheles, Padilla y Alonso Núñez. E. Asensio 1989. analiza la transformación del texto del Cancionero de Alonso Núñez: «El traspaso del mote inicial al sistema paralelístico es una alteración que vale la pena examinar». En la literatura castellana, es «prácticamente desconocida» la variación paralelística en los dísticos de once sílabas; en cambio, se usa muchas veces en la poesía popular italiana. Formaría parte, pues, según el erudito, de la ambientación italiana. 224 Porque plantea como imposible el deseo de aborrecer del enamorado.
86
pasa del límite humano.
Teodoro entre.
TEODORO Fabio me ha dicho, señora, 1655
que le mandaste buscarme.
DIANA Horas ha que te deseo. 225
TEODORO Pues ya vengo a que me mandes,
y perdona si he faltado.
DIANA Ya has visto estos dos amantes, 1660
estos dos mis pretendientes.
TEODORO Sí, señora.
DIANA Buenos talles
tienen los dos.
TEODORO Y muy buenos.
DIANA No quiero determinarme
sin tu consejo. ¿Con cuál 1665
te parece que me case?
TEODORO Pues ¿qué consejo, señora,
puedo yo en las cosas darte
que consisten en tu gusto?
Cualquiera que quieras darme 1670
por dueño será el mejor.
DIANA Mal pagas el estimarte
por consejero, Teodoro,
en caso tan importante.
225 Diana utiliza un término ambiguo.
87
TEODORO Señora, en casa, ¿no hay viejos 1675
que entienden de casos tales?
Otavio, tu mayordomo,
con experiencia lo sabe,
fuera de su larga edad.
DIANA Quiero yo que a ti te agrade 1680
el dueño que has de tener.
¿Tiene el marqués mejor talle
que mi primo?
TEODORO Sí, señora.
DIANA Pues elijo al marqués; parte,
y pídele las albricias. 226 1685
Váyase la condesa.
TEODORO ¿Hay desdicha semejante?
¿Hay resolución tan breve?
¿Hay mudanza tan notable?
¿Estos eran los intentos
que tuve? ¡Oh sol, abrasadme 1690
las alas con que subí
—pues vuestro rayo deshace
las mal atrevidas plumas—227
a la belleza de un ángel!
Cayó Diana en su error. 1695
¡Oh, qué mal hice en fïarme
226 pídele las albricias: ‘el regalo o dones que se piden por dar alguna buena nueva’. 227 Nueva alusión a Ícaro, con el que identifica al vuelo de su pensamiento.
88
de una palabra amorosa!
¡Ay! ¡Cómo entre desiguales
mal se concierta el amor!
Pero ¿es mucho que me engañen 1700
aquellos ojos a mí,
si pudieran ser bastantes
a hacer engaños a Ulises? 228
De nadie puedo quejarme
sino de mí, pero, en fin, 1705
¿qué pierdo cuando me falte?
Haré cuenta que he tenido
algún acidente 229 grave,
y que, mientras me duró,
imaginé disparates. 1710
No más; despedíos 230 de ser,
oh pensamiento arrogante,
conde de Belflor; volved
la proa al antigua margen. 231
Queramos nuestra Marcela; 1715
para vos Marcela baste.
Señoras busquen señores;
que amor se engendra de iguales.
Y pues en aire nacistes, 232
228 . Como si de Circe se tratara. Ulises, ejemplo de astucia y cordura, fue seducido por la maga Circe. 229 acidente: ‘accidente, enfermedad repentina’. 230 despedíos: trisílaba aquí. 231 Como si ahora de una navegación se tratara y no de un vuelo; margen: ‘orilla’. 232 nacistes: ‘nacisteis’.
89
quedad convertido en aire; 1720
que donde méritos faltan,
los que piensan subir caen.
Sale Fabio.
FABIO ¿Hablaste ya con mi señora?
TEODORO Agora,
Fabio, la hablé, y estoy con gran contento,
porque ya la condesa, mi señora, 1725
rinde su condición al casamiento.
Los dos que viste, cada cual la adora;
mas ella, con su raro 233 entendimiento,
al marqués escogió.
FABIO Discreta ha sido.
TEODORO Que gane las albricias me ha pedido; 1730
mas yo, que soy tu amigo, quiero darte,
Fabio, aqueste provecho; parte presto,
y pídelas por mí.
FABIO Si debo amarte
muestra la obligación en que me has puesto.
Voy como un rayo, y volveré a buscarte, 1735
satisfecho de ti, contento desto.
Y alábese el marqués, que ha sido empresa
de gran valor rendirse la condesa.
Vase Fabio, y sale Tristán.
233 raro: ‘extraordinario’.
90
TRISTÁN Turbado a buscarte vengo.
¿Es verdad lo que me han dicho? 1740
TEODORO ¡Ay Tristán! Verdad será,
si son desengaños míos.
TRISTÁN Ya, Teodoro, en las dos sillas
los dos batanes 234 he visto
que molieron a Diana; 1745
pero que hubiese elegido,
hasta agora no lo sé.
TEODORO Pues, Tristán, agora vino
ese tornasol 235 mudable,
esa veleta, ese vidrio, 1750
ese río junto al mar,
que vuelve atrás, aunque es río;
esa Diana, esa luna, 236
esa mujer, ese hechizo,
ese monstro de mudanzas, 1755
que sólo perderme quiso
por afrentar sus vitorias;
y que dijese me dijo
cuál de los dos me agradaba,
porque sin consejo mío 1760
no se pensaba casar.
234 batán: ‘molino de agua’. Tristán se refiere aquí a los dos pretendientes. 235 tornasol: ‘girasol’. 236 Diana, diosa de los bosques, es la luna. Teodoro juega aquí con la referencia mitológica y con la condición de mudable que tiene el satélite.
91
Quedé muerto y tan perdido
que no responder locuras
fue de mi locura indicio;
díjome, en fin, que el marqués 1765
le agradaba y que yo mismo
fuese a pedir las albricias.
TRISTÁN ¿Ella, en fin, tiene marido?
TEODORO El marqués Ricardo.
TRISTÁN Pienso
que a no verte sin jüicio 1770
y porque dar aflición
no es justo a los afligidos,
que agora te diera vaya 237
de aquel pensamiento altivo
con que a ser conde aspirabas. 1775
TEODORO Si aspiré, Tristán, ya expiro.
TRISTÁN La culpa tienes de todo.
TEODORO No lo niego, que yo he sido
fácil 238 en creer los ojos
de una mujer.
TRISTÁN Yo te digo 1780
que no hay vasos de veneno
a los mortales sentidos,
Teodoro, como los ojos
237 dar vaya: ‘burlarse, mofarse’. 238 fácil: ‘el que se deja llevar con ligereza por el parecer de otro’; aquí, por su mirada.
92
de una mujer.
TEODORO De corrido, 239
te juro, Tristán, que apenas 1785
puedo levantar los míos.
Esto pasó, y el remedio
es sepultar en olvido
el suceso y el amor.
TRISTÁN ¡Qué arrepentido y contrito 240 1790
has de volver a Marcela!
TEODORO Presto seremos amigos.
Sale Marcela.
MARCELA ¡Qué mal que finge amor quien no le tiene!
¡Qué mal puede olvidarse amor de un año,
pues mientras más el pensamiento engaño, 1795
más atrevido a la memoria viene!
Pero si es fuerza y al honor conviene,
remedio suele ser del desengaño
curar el propio amor amor extraño; 241
que no es poco remedio el que entretiene. 1800
Mas ¡ay! que imaginar que puede amarse
en medio de otro amor es atreverse
a dar mayor venganza por vengarse.
239 corrido: ‘avergonzado’. 240 contrito: ‘arrepentido’. 241 extraño: ‘ajeno’. Es uno de los Remedios de amor de Ovidio que intentan los personajes; véanse los vv. 451 y ss.
93
Mejor es esperar que no perderse,
que suele alguna vez, pensando helarse, 1805
amor con los remedios encenderse.
TEODORO Marcela.
MARCELA ¿Quién es?
TEODORO Yo soy.
¿Así te olvidas de mí?
MARCELA Y tan olvidada estoy,
que a no imaginar en ti 242 1810
fuera de mí misma voy.
Porque si en mí misma fuera,
te imaginara y te viera,
que para no imaginarte,
tengo el alma en otra parte, 1815
aunque olvidarte no quiera.
¿Cómo me osaste nombrar?
¿Cómo cupo en esa boca
mi nombre?
TEODORO Quise probar
tu firmeza, y es tan poca 1820
que no me ha dado lugar.
Ya dicen que se empleó
tu cuidado 243 en un sujeto
que mi amor sostituyó.
MARCELA Nunca, Teodoro, el discreto 1825
242 imaginar en: ‘pensar en’. 243 cuidado: ‘preocupación amorosa’.
94
mujer ni vidrio probó. 244
Mas no me des a entender
que prueba quisiste hacer;
yo te conozco, Teodoro;
unos pensamientos de oro 1830
te hicieron enloquecer.
¿Cómo te va? ¿No te salen
como tú los imaginas?
¿No te cuestan lo que valen?
¿No hay dichas que las divinas 1835
partes de tu dueño 245 igualen?
¿Qué ha sucedido? ¿Qué tienes?
Turbado, Teodoro, vienes.
¿Mudóse aquel vendaval?
¿Vuelves a buscar tu igual, 1840
o te burlas y entretienes?
Confieso que me holgaría
que dieses a mi esperanza,
Teodoro, un alegre día.
TEODORO Si le quieres con venganza, 1845
¿qué mayor, Marcela mía?
Pero mira que el amor
es hijo de la nobleza;
no muestres tanto rigor;
que es la venganza bajeza, 1850
244 probó: ‘puso a prueba’. 245 partes: ‘prendas, cualidades, dotes naturales’; dueño: se designaba así, en masculino, a la amada, como herencia del midons de la poesía trovadoresca.
95
indigna del vencedor.
Venciste: yo vuelvo a ti,
Marcela; que no salí
con 246 aquel mi pensamiento.
Perdona el atrevimiento, 1855
si ha quedado amor en ti.
No porque no puede ser
proseguir las esperanzas
con que te pude ofender,
mas porque en estas mudanzas 1860
memorias me hacen volver.
Sean, pues, estas memorias
parte 247 a despertar la tuya,
pues confieso tus vitorias.
MARCELA No quiera Dios que destruya 1865
los principios de tus glorias.
Sirve —bien haces—, porfía,
no te rindas, que dirá
tu dueño que es cobardía;
sigue tu dicha, que ya 1870
voy prosiguiendo 248 la mía.
No es agravio amar a Fabio,
pues me dejaste, Teodoro,
sino el remedio más sabio,
que, aunque el dueño no mejoro, 1875
246 salir con: ‘conseguir’. 247 sean... parte: ‘sean motivo, sirvan para’. 248 proseguir: ‘seguir’.
96
basta vengar el agravio.
Y quédate a Dios; que ya
me cansa el hablar contigo;
no venga Fabio, que está
medio casado conmigo. 1880
TEODORO Tenla, Tristán; que se va.
TRISTÁN Señora, señora, advierte
que no es volver a quererte
dejar de haberte querido.
Disculpa el buscarte ha sido, 1885
si ha sido culpa ofenderte.
Óyeme, Marcela, a mí.
MARCELA ¿Qué quieres, Tristán?
TRISTÁN Espera.
Salen la condesa y Anarda.
DIANA ¡Teodoro y Marcela aquí!
ANARDA Parece que el ver te altera 1890
que estos dos se hablen ansí.
DIANA Toma, Anarda, esa antepuerta, 249
y cubrámonos 250 las dos.
(Amor con celos despierta.)
MARCELA Déjame, Tristán, por Dios. 1895
ANARDA Tristán a los dos concierta,
249 antepuerta: ‘cortina (o vidriera) que tapa una puerta’. 250 cubrámonos: ‘ocultémonos’.
97
que deben de estar reñidos.
DIANA (El alcahuete lacayo
me ha quitado los sentidos.)
TRISTÁN No pasó más presto el rayo 1900
que por sus ojos y oídos
pasó la necia belleza
desa mujer que le adora. 251
Ya desprecia su riqueza,
que más riqueza atesora 1905
tu gallarda gentileza.
Haz cuenta que fue cometa
aquel amor. Ven acá,
Teodoro.
DIANA (¡Brava estafeta 252
es el lacayo!) 1910
TEODORO Si ya
Marcela, a Fabio sujeta,
dice que le tiene amor,
¿por qué me llamas, Tristán?
TRISTÁN ¡Otro enojado!
TEODORO Mejor;
los dos casarse podrán. 1915
TRISTÁN ¿Tú también? ¡Bravo rigor! 253
Ea, acaba, llega, 254pues,
251 le adora: se refiere a Teodoro, del que le habla a Marcela aunque él esté presente. 252 estafeta: ‘correo’, porque Tristán es el intermediario entre Marcela y Teodoro. 253 rigor: ‘crueldad’.
98
dame esa mano, y después
que se hagan las amistades.
TEODORO Necio, ¿tú me persüades? 1920
TRISTÁN Por mí quiero que le des
la mano esta vez, señor. 255
TEODORO ¿Cuándo he dicho yo a Marcela
que he tenido a nadie amor?
Y ella me ha dicho... 1925
TRISTÁN Es cautela
para vengar tu rigor.
MARCELA No es cautela; que es verdad.
TRISTÁN Calla, boba; ea, llegad.
¡Qué necios estáis los dos!
TEODORO Yo rogaba; mas por Dios, 1930
que no he de hacer amistad.
MARCELA ¡Pues a mí me pase un rayo!
TRISTÁN No jures.
MARCELA Aunque le muestro
enojo, ya me desmayo.
TRISTÁN Pues tente firme. 1935
DIANA (¡Qué diestro
está el bellaco lacayo!)
MARCELA Déjame, Tristán; que tengo
254 llega: ‘acércate’. 255 señor: en el texto señora; enmienda de Cotarelo: la rima (ó) y el sentido exigen señor.
99
que hacer.
TEODORO Déjala, Tristán.
TRISTÁN Por mí, vaya.
TEODORO Tenla.
MARCELA ¡Vengo
mi amor! 256 1940
TRISTÁN ¿Cómo no se van
ya que a ninguno detengo?
MARCELA ¡Ay, mi bien! No puedo irme.
TEODORO Ni yo, porque no es tan firme
ninguna roca en la mar.
MARCELA Los brazos te quiero dar. 1945
TEODORO Y yo a los tuyos asirme.
TRISTÁN Si yo no era menester
¿por qué me hicistes 257 cansar?
ANARDA ¿Desto gustas?
DIANA Vengo a ver
lo poco que hay que fïar 1950
de un hombre y una mujer.
TEODORO ¡Ay! ¡Qué me has dicho de afrentas!
TRISTÁN Yo he caído 258 ya con veros
juntar las almas contentas,
256 Edito Vengo mi amor, y no Vengo, mi amor, siguiendo la corrección de F. Serralta 1991: 524.. 257 hicistes: ‘hicisteis’. 258 he caído: ‘me he rendido’; ha acabado su misión como tercero.
100
que es desgracia de terceros 1955
no se concertar las ventas.
MARCELA Si te trocare, mi bien,
por Fabio, ni por el mundo,
que tus agravios me den
la muerte. 1960
TEODORO Hoy de nuevo fundo, 259
Marcela, mi amor también,
y si te olvidare, digo
que me dé el cielo en castigo
el verte en brazos de Fabio.
MARCELA ¿Quieres deshacer mi agravio? 1965
TEODORO ¿Qué no haré por ti y contigo?
MARCELA Di que todas las mujeres
son feas.
TEODORO Contigo, es claro.
Mira qué otra cosa quieres.
MARCELA En ciertos celos reparo, 1970
ya que tan mi amigo eres;
que no importa que esté aquí
Tristán.
TRISTÁN Bien podéis por mí,
aunque de mí mismo sea.
MARCELA Di que la condesa es fea. 1975
TEODORO Y un demonio para mí.
259 fundo: ‘echo los cimientos, establezco’.
101
MARCELA ¿No es necia?
TEODORO Por todo extremo.
MARCELA ¿No es bachillera? 260
TEODORO Es cuitada.
DIANA Quiero estorbarlos, que temo
que no reparen en nada, 1980
y aunque me hielo, me quemo. 261
ANARDA ¡Ay señora, no hagas tal!
TRISTÁN Cuando queráis decir mal
de la condesa y su talle,
a mí me oíd.
DIANA ¿Escuchalle 1985
podré desvergüenza igual?
TRISTÁN Lo primero...
DIANA Yo no aguardo
a lo segundo, que fuera
necedad.
MARCELA Voyme, Teodoro.
Váyase con una reverencia Marcela.
TRISTÁN ¡La condesa!
TEODORO ¿La condesa? 1990
260 bachillera: ‘charlatana, que habla fuera de propósito y sin fundamento’; cuitada: ‘miserable, mezquina’. 261 El amor le quema; el desprecio de Teodoro le hiela.
102
DIANA Teodoro...
TEODORO Señora, advierte...
TRISTÁN (El cielo a tronar comienza;
no pienso aguardar los rayos.)
Vase Tristán.
DIANA Anarda, un bufete llega. 262
Escribiráme Teodoro 1995
una carta de su letra,
pero notándola 263 yo.
TEODORO (Todo el corazón me tiembla.
¿Si oyó lo que hablado habemos?) 264
DIANA (Bravamente amor despierta 2000
con los celos a los ojos.
¡Que aqueste amase a Marcela,
y que yo no tenga partes
para que también me quiera!
¡Que se burlasen de mí!) 2005
TEODORO (Ella murmura y se queja;
bien digo yo que en palacio,
para que a callar aprenda,
tapices tienen oídos
y paredes tienen lenguas.) 2010
262 un bufete: ‘mesita portátil que sirve para escribir’; llega: ‘acerca’. 263 notándola: ‘dictándola’. 264 habemos: ‘hemos’.
103
Sale Anarda con un bufetillo pequeño y recado de escribir. 265
ANARDA Este pequeño he traído
y tu escribanía. 266
DIANA Llega,
Teodoro, y toma la pluma.
TEODORO (Hoy me mata o me destierra.)
DIANA Escribe. 2015
TEODORO Di.
DIANA No estás bien
con la rodilla en la tierra.
Ponle, Anarda, una almohada.
TEODORO Yo estoy bien.
DIANA Pónsela, necia.
TEODORO (No me agrada este favor
sobre enojos y sospechas; 2020
que quien honra las rodillas
cortar quiere la cabeza.)
Yo aguardo.
DIANA Yo digo ansí.
TEODORO (Mil cruces hacer quisiera.) 267
Siéntese la condesa en una silla alta. 268 Ella diga, y él vaya escribiendo.
265 recado de escribir: ‘lo necesario para escribir’. 266 escribanía: ‘lo necesario (recado de...) para escribir’. 267 No una cruz para empezar a escribir, sino mil —santiguarse— para protegerse. 268 Queda así marcada la distancia social entre ambos.
104
DIANA «Cuando una mujer principal se ha declarado con
un hombre humilde, eslo 269 mucho el término 270
de volver a hablar con otra; mas quien no estima
su fortuna quédese para necio.»
TEODORO ¿No dices más?
DIANA Pues, ¿qué más? 2025
El papel, Teodoro, cierra.
ANARDA ¿Qué es esto que haces, señora?
DIANA Necedades de amor llenas.
ANARDA Pues ¿a quién tienes amor?
DIANA ¿Aún no le conoces, bestia? 2030
Pues yo sé que le murmuran
de mi casa hasta las piedras.
TEODORO Ya el papel está cerrado;
sólo el sobrescrito resta.
DIANA Pon, Teodoro, para ti, 2035
y no lo entienda 271 Marcela;
que quizá le entenderás
cuando de espacio le leas.
Váyase y quede solo, y entre Marcela.
TEODORO ¡Hay confusión tan extraña!
¡Que aquesta mujer me quiera 2040
269 eslo: ‘lo es’; es muy humilde. 270 término: ‘forma, modo de portarse’. 271 entienda: ‘advierta’.
105
con pausas, como sangría, 272
y que tenga intercadencias 273
el pulso de amor tan grandes!
MARCELA ¿Qué te ha dicho la condesa,
mi bien? Que he estado temblando 2045
detrás de aquella antepuerta.
TEODORO Díjome que te quería
casar con Fabio, Marcela;
y este papel que escribí
es que despacha 274 a su tierra 2050
por los dineros del dote.
MARCELA ¿Qué dices?
TEODORO Sólo que sea
para bien, y pues te casas,
que de burlas ni de veras
tomes mi nombre en tu boca. 2055
MARCELA Oye.
TEODORO Es tarde para quejas.
Váyase.
MARCELA No, no puedo yo creer
que aquesta la ocasión sea.
Favores de aquesta loca
272 sangría: ‘incisión en la vena’, remedio muy frecuente entonces. 273 intercadencias: ‘interrupciones’, término aplicado al pulso que indica desigualdades en su ritmo; aquí ‘cambios’. 274 despacha: ‘envía’.
106
le han hecho dar esta vuelta; 2060
que él está como arcaduz, 275
que, cuando baja, le llena
del agua de su favor,
y, cuando sube, le mengua.
¡Ay de mí, Teodoro ingrato, 2065
que, luego que su grandeza
te toca al arma, 276me olvidas!
Cuando te quiere, me dejas;
cuando te deja, me quieres.
¿Quién ha de tener paciencia? 2070
¿Quién ha de tener paciencia?
Sale el marqués, y Fabio.
RICARDO No pude, Fabio, detenerme un hora.
Por tal merced le besaré las manos.
FABIO Dile presto, Marcela, a mi señora
que está el marqués aquí.
MARCELA (Celos tiranos,
celos crüeles, ¿qué queréis agora, 2075
tras tantos locos pensamientos vanos?)
FABIO ¿No vas?
MARCELA Ya voy.
FABIO Pues dile que ha venido
275 arcaduz: ‘los vasos o cangilones de la noria, con los que se saca el agua’. 276 tocar al arma: «prevenirse los soldados y acudir a algún puesto» (Aut.); aquí ‘llamar’.
107
nuestro nuevo señor y su marido.
Vase Marcela.
RICARDO Id, Fabio, a mi posada; que mañana
os daré mil escudos y un caballo 2080
de la casta mejor napolitana.
FABIO Sabré, si no serville, celebrallo.
RICARDO Este es principio sólo, que Diana
os tiene por crïado y por vasallo,
y yo por sólo amigo. 2085
FABIO Esos pies beso.
RICARDO No pago ansí; la obligación confieso.
Sale la condesa.
DIANA ¿Vuseñoría aquí?
RICARDO Pues ¿no era justo,
si me enviáis con Fabio tal recado,
y que, después de aquel mortal disgusto,
me elegís por marido y por crïado? 2090
Dadme esos pies; que de manera el gusto
de ver mi amor en tan dichoso estado
me vuelve loco, que le tengo en poco
si me contento con volverme loco.
¿Cuándo pensé, señora, mereceros, 2095
ni llegar a más bien que desearos?
DIANA No acierto, aunque lo intento, a responderos.
¿Yo he envïado a llamaros? ¿O es burlaros?
108
RICARDO Fabio, ¿qué es esto?
FABIO ¿Pude yo traeros
sin ocasión agora, ni llamaros, 2100
menos que de Teodoro prevenido? 277
DIANA Señor marqués, Teodoro culpa ha sido. 278
Oyóme anteponer a Federico
vuestra persona, con ser primo hermano
y caballero generoso y rico, 2105
y presumió 279 que os daba ya la mano.
A vuestra señoría le suplico
perdone aquestos necios.
RICARDO Fuera en vano
dar a Fabio perdón, si no estuviera
a donde vuestra imagen le valiera. 280 2110
Bésoos los pies por el favor y espero
que ha de vencer mi amor esta porfía.
Váyase el marqués.
DIANA ¿Paréceos bien aquesto, majadero?
FABIO ¿Por qué me culpa a mí vuseñoría?
DIANA Llamad luego a Teodoro.(¡Qué ligero 2115
este cansado pretensor 281 venía,
277 menos que de Teodroro prevenido: ‘a no ser que Teodoro me lo haya advertido’. 278 Teodoro culpa ha sido: ‘ha sido culpa de Teodoro’. 279 presumió: ‘supuso’. 280 La presencia de Diana —su imagen como diosa— protege a Fabio de las iras de Ricardo, que se siente burlado. 281 pretensor: ‘pretendiente’.
109
cuando me matan celos de Teodoro!)
FABIO (¡Perdí el caballo y mil escudos de oro!)
Váyase Fabio, y quede la condesa sola.
DIANA ¿Qué me quieres, amor? ¿Ya no tenía
olvidado a Teodoro? ¿Qué me quieres? 2120
Pero responderás que tú no eres,
sino tu sombra, que detrás venía.
¡Oh celos! ¿Qué no hará vuestra porfía?
Malos letrados 282 sois con las mujeres,
pues jamás os pidieron pareceres 2125
que pudiese el honor guardarse un día.
Yo quiero a un hombre bien, mas se me acuerda 283
que yo soy mar y que es humilde barco, 284
y que es contra razón que el mar se pierda.
En gran peligro, amor, el alma embarco, 2130
mas si tanto el honor tira la cuerda,
por Dios, que temo que se rompa el arco.
Sale Teodoro, y Fabio.
FABIO Pensó matarme el marqués;
pero, la verdad diciendo,
más sentí los mil escudos. 2135
282 letrados: ‘abogados’. 283 se me acuerda: ‘se está de acuerdo en, concuerda’. 284 Muy bella metáfora que recoge la desigualdad social de los dos enamorados.
110
TEODORO Yo quiero darte un consejo.
FABIO ¿Cómo?
TEODORO El conde Federico
estaba perdiendo el seso
porque el marqués se casaba.
Parte y di que el casamiento 2140
se ha deshecho, y te dará
esos mil escudos luego.
FABIO Voy como un rayo.
TEODORO Camina.
¿Llamábasme?
DIANA Bien ha hecho
ese necio en irse agora. 2145
TEODORO Un hora he estado leyendo
tu papel, y bien mirado,
señora, tu pensamiento,
hallo que mi cobardía
procede de tu respeto; 2150
pero que ya soy culpado
en tenerle, como necio,
a tus muchas diligencias;
y así a decir me resuelvo
que te quiero, y que es disculpa 2155
que con respeto te quiero.
Temblando estoy, no te espantes.
DIANA Teodoro, yo te lo creo.
¿Por qué no me has de querer
111
si soy tu señora y tengo 2160
tu voluntad obligada,
pues te estimo y favorezco
más que a los otros crïados?
TEODORO Ese lenguaje no entiendo.
DIANA No hay más que entender, Teodoro, 2165
ni pasar el pensamiento
un átomo desta raya.
Enfrena cualquier deseo;
que de una mujer, Teodoro,
tan principal, y más, siendo 2170
tus méritos tan humildes,
basta un favor muy pequeño
para que toda la vida
vivas honrado y contento.
TEODORO Cierto que vuseñoría 2175
—perdóneme si me atrevo—
tiene en el jüicio a veces,
que no en el entendimiento,
mil lúcidos intervalos. 285
¿Para qué puede ser bueno 2180
haberme dado esperanzas
que en tal estado me han puesto
—pues del peso de mis dichas
caí, como sabe, enfermo 286
285 intervalo: «aquel espacio de tiempo que los que están faltos de juicio o tienen manías están en sí y hablan en razón» (Aut.).
112
casi un mes en una cama 2185
luego que tratamos desto—,
si, cuando vee que me enfrío,
se abrasa de vivo fuego,
y, cuando vee que me abraso,
se hiela de puro hielo? 2190
¡Dejárame con Marcela!
Mas viénele bien el cuento
del perro del hortelano. 287
No quiere, abrasada en celos,
que me case con Marcela; 2195
y en viendo que no la quiero,
vuelve a quitarme el jüicio,
y a despertarme si duermo;
pues coma o deje comer,
porque yo no me sustento 2200
de esperanzas tan cansadas; 288
que si no, desde aquí vuelvo
a querer donde me quieren.
DIANA Eso no, Teodoro; advierto
que Marcela no ha de ser. 2205
286 También Nise está enferma entre el A C T O P R I M E R O y el segundo de La dama boba —se habla de que ha pasado un mes— (v. 1067), y celebran su salud los galanes de su Academia poética. V. mi edición de La dama boba (R. Navarro Durán 1989: 47-52.). 287 Aparece por primera vez el leit-motiv de la obra y su título. Como indica F. Florit Durán: «el refrán que sirve para roturarla viene recogido en las tres compilaciones más importantes» (Covarrubias, Correas y el Diccionario de Autoridades). Cita también el acto VII de la Celestina, donde la alcahueta se lo dice a Areúsa. V. F. Florit Durán 1991: 35-36.. 288 cansadas: ‘molestas, impertinentes’.
113
En otro cualquier sujeto
pon los ojos; que en Marcela
no hay remedio.
TEODORO ¿No hay remedio? 289
Pues ¿quiere vuseñoría
que, si me quiere y la quiero, 2210
ande a probar voluntades?
¿Tengo yo de tener puesto,
a donde no tengo gusto,
mi gusto por el ajeno?
Yo adoro a Marcela, y ella 2215
me adora, y es muy honesto
este amor.
DIANA ¡Pícaro infame!
Haré yo que os maten luego.
TEODORO ¿Qué hace vuseñoría?
DIANA Daros, por sucio 290 y grosero, 2220
estos bofetones.
Sale Fabio, y el conde Federico.
FABIO Tente.
FEDERICO Bien dices, Fabio; no entremos.
Pero mejor es llegar.
Señora mía, ¿qué es esto?
289 remedio: alude al matrimonio, como en el v. 173. 290 sucio: ‘descortés, desatento’.
114
DIANA No es nada: enojos que pasan 2225
entre crïados y dueños.
FEDERICO ¿Quiere vuestra señoría
alguna cosa?
DIANA No quiero
más de hablaros en las mías. 291
FEDERICO Quisiera venir a tiempo 2230
que os hallara con más gusto.
DIANA Gusto, Federico, tengo;
que aquestas son niñerías.
Entrad y sabréis mi intento
en lo que toca al marqués. 2235
Váyase Diana.
FEDERICO (Aparte.) Fabio.
FABIO ¿Señor?
FEDERICO Yo sospecho
que en estos disgustos hay
algunos gustos secretos.
FABIO No sé, por Dios. Admirado
de ver, señor conde, quedo 2240
tratar tan mal a Teodoro,
cosa que jamás ha hecho
la condesa, mi señora.
291 en las mías: ‘en mis cosas’.
115
FEDERICO Bañóle de sangre el lienzo. 292
Váyanse Federico y Fabio.
TEODORO Si aquesto no es amor, ¿qué nombre quieres, 2245
amor, que tengan desatinos tales?
Si ansí quieren mujeres principales,
furias las llamo yo, que no mujeres.
Si la grandeza excusa 293 los placeres,
que iguales pueden ser en desiguales, 2250
¿por qué, enemiga, de crueldad te vales,
y por matar a quien adoras, mueres?
¡Oh mano poderosa de matarme! 294
¡Quién te besara entonces, mano hermosa,
agradecido al dulce castigarme! 2255
No te esperaba yo tan rigurosa,
pero si me castigas por tocarme,
tú sola hallaste gusto en ser celosa.
Sale Tristán.
TRISTÁN Siempre tengo de venir
acabados los sucesos; 2260
arezco espada cobarde.
TEODORO ¡Ay, Tristán!
292 lienzo: ‘pañuelo’. 293 excusa: ‘exime de carga y tributos, le permite’. 294 Es el v. 798 de la égloga II de Garcilaso de la Vega. Adviértase lo bien acomodado que está al contexto con la alusión a la mano de Diana que le ha abofeteado.
116
TRISTÁN Señor, ¿qué es esto?
¡Sangre en el lienzo!
TEODORO Con sangre
quiere amor que de los celos
entre la letra. 295 2265
TRISTÁN Por Dios,
que han sido celos muy necios.
TEODORO No te espantes, que está loca
de un amoroso deseo,
y como el ejecutarle
tiene su honor por desprecio, 2270
quiere deshacer mi rostro,
porque es mi rostro el espejo
adonde mira su honor,
y véngase en verle feo.
TRISTÁN Señor, que Juana o Lucía 2275
cierren conmigo 296 por celos,
y me rompan con las uñas
el cuello que ellas me dieron,
que me repelen 297 y arañen
sobre averiguar por cierto 2280
que les hice un peso falso, 298
295 Dice el refrán «la letra con sangre entra». Como dice Nise, en La dama boba, al ver que el maestro da con la palmeta en la mano de su boba hermana: «Cuando el dicípulo ignora, / tiene el maestro licencia / de castigar» (vv. 373-375). 296 cierren conmigo: ‘me ataquen’. 297 repelen: ‘arranquen el pelo’. 298 les hice un peso falso: ‘les engañé’.
117
vaya; es gente de pandero, 299
de media de cordellate 300
y de zapato frailesco;
pero que tan gran señora 2285
se pierda tanto el respeto
a sí misma, es vil acción.
TEODORO No sé, Tristán; pierdo el seso
de ver que me está adorando
y que me aborrece luego. 2290
No quiere que sea suyo
ni de Marcela, y si dejo
de mirarla, luego busca
para hablarme algún enredo.
No dudes; naturalmente 301 2295
es del hortelano el perro:
ni come ni comer deja,
ni está fuera ni está dentro.
TRISTÁN Contáronme que un doctor,
catredático 302 y maestro, 2300
tenía un ama y un mozo
que siempre andaban riñendo.
Reñían a la comida,
a la cena, y hasta el sueño
le quitaban con sus voces; 2305
299 es gente de pandero: ‘gente de baja condición’ (pandero: instrumento rústico). 300 cordellate: ‘paño delgado como estameña (de estambre), cuya trama forma cordoncillo’. 301 naturalmente: ‘por naturaleza’. 302 catredático: ‘catedrático’, con metátesis.
118
que estudiar no había remedio. 303
Estando en lición un día,
fuele forzoso corriendo
volver a casa, y entrando
de improviso en su aposento, 2310
vio el ama y mozo acostados
con amorosos requiebros,
y dijo: «¡Gracias a Dios,
que una vez en paz os veo!».
Y esto imagino de entrambos, 2315
aunque siempre andáis riñendo.
Sale la condesa.
DIANA Teodoro.
TEODORO ¿Señora?
TRISTÁN (¿Es duende
esta mujer?)
DIANA Sólo vengo
a saber cómo te hallas.
TEODORO ¿Ya no lo ves?
DIANA ¿Estás bueno? 2320
TEODORO Bueno estoy.
DIANA ¿Y no dirás:
«A tu servicio»?
303 remedio: ‘medio’.
119
TEODORO No puedo
estar mucho en tu servicio,
siendo tal el tratamiento.
DIANA ¡Qué poco sabes!
TEODORO Tan poco 2325
que te siento y no te entiendo, 304
pues no entiendo tus palabras,
y tus bofetones siento;
si no te quiero, te enfadas,
y enójaste si te quiero; 2330
escríbesme si me olvido,
y si me acuerdo, te ofendo;
pretendes que yo te entienda,
y si te entiendo, soy necio.
Mátame o dame la vida; 2335
da un medio a tantos extremos.
DIANA ¿Hícete sangre?
TEODORO ¿Pues no?
DIANA ¿Adónde tienes el lienzo?
TEODORO Aquí.
DIANA Muestra.
TEODORO ¿Para qué?
DIANA Para que 305 esta sangre quiero. 2340
Habla a Otavio, a quien agora
304 Juega con los dos significados de sentir, que también quiere decir ‘oír’. 305 Para que: ‘porque’.
120
mandé que te diese luego
dos mil escudos, Teodoro.
TEODORO ¿Para qué?
DIANA Para hacer lienzos.
Váyase la condesa.
TEODORO ¿Hay disparates iguales? 2345
TRISTÁN ¿Qué encantamentos 306 son estos?
TEODORO Dos mil escudos me ha dado.
TRISTÁN Bien puedes tomar al precio 307
otros cuatro bofetones.
TEODORO Dice que son para lienzos 2350
y llevó el mío con sangre.
TRISTÁN Pagó la sangre y te ha hecho
doncella por las narices. 308
TEODORO No anda mal agora el perro, 309
pues, después que muerde, halaga. 2355
TRISTÁN Todos aquestos extremos
han de parar en el ama
del doctor.
306 encantamento: ‘encantamiento’. Antes Tristán ha preguntado si es duende. Calderón crearía una espléndida dama duende. 307 al precio: ‘por el precio’. 308 te ha hecho doncella por las narices: porque ha sangrado como si fuese virgen. Dice V. F. Dixon: «Con un cambio de roles sexuales, la noble (como si fuera un Comendador abusivo) ha indemnizado a su inferior por el estupro de su órgano nasal» V. Dixon, 1995b: 132. 309
121
TEODORO ¡Quiéralo el cielo! 310
310 En el final de la anécdota que ha contado.
122
123
ACTO TERCERO
Salen Federico y Ricardo.
RICARDO ¿Esto vistes? 311
FEDERICO Esto vi.
RICARDO ¿Y que le dio bofetones? 2360
FEDERICO El servir tiene ocasiones, 312
mas no lo son para mí;
que al poner 313 una mujer
de aquellas prendas la mano
al rostro de un hombre, es llano 2365
que otra ocasión puede haber.
Y bien veis que lo acredita
el andar tan mejorado. 314
RICARDO Ella es mujer, y él crïado.
FEDERICO Su perdición solicita. 315 2370
RICARDO La fábula que pintó
el filósofo moral 316
311 vistes: ‘visteis’. 312 ocasiones: ‘oportunidades y a la vez riesgos’. 313 al poner: el poner en el texto, que los editores (salvo Dixon) enmiendan en al poner, que parece más correcto. 314 Como precisará en los vv. 2392-2397. 315 En las ediciones los vv. 2371 a 2387 figuran en boca de Federico; los vv. 2388-2397, de Ricardo; los vv. 2398-2402, de Federico y los vv. 2402-2403, de Ricardo. Pero, sigo la enmienda de V. Dixon, porque es Federico, primo de Diana, quien ha presenciado el bofetón que le ha dado a su secretario. Él tiene, pues, que decir «La altivez y bizarría / de Diana me admiró»; y es, en cambio, Ricardo quien puede aludir «al decoro / de vuestra sangre» como razón para la muerte de Teodoro.
124
de las dos ollas, ¡qué igual
hoy a los dos la vistió!
Era de barro la una, 2375
la otra de cobre o hierro,
que un río a los pies de un cerro
llevó con varia fortuna.
Desvióse la de barro
de la de cobre, temiendo 2380
que la quebrase; y yo entiendo
pensamiento tan bizarro 317
del hombre y de la mujer,
hierro y barro, y no me espanto,
pues acercándose tanto, 2385
por fuerza se han de romper.
FEDERICO La altivez y bizarría 318
de Diana me admiró,
y bien puede ser que yo
viese y no viese aquel día; 2390
mas ver caballos y pajes
316 Dice Dixon que probablemente sea Esopo como «filósofo moral», nombre que documenta aplicado al fabulista; pero también le llama así Pedro Mexía a Plutarco, «uno de los excelentes filósofos morales que ha habido en el mundo» (Silva de varia lección, I, 6). Dixon además reproduce la fábula «de las dos ollas» de Aviano y remite a Alciato y al Eclesiastés 13, 3, al que envían Kohler y Kossoff: «¿Qué le dará el caldero a la olla? / Chocar con ella y quebrarla». El emblema de Alciato traducido por Bernardino Daza Pinciano dice: «Dos ollas por un río iban nadando, / una de barro, y otra de cobre era. / Aquésta a aquélla ruega que juntando / sus fuerzas ambas a la muy ligera / agua resistan. .... A la cual no ando / —la otra dijo— en ser tu compañera, / porque ahora a mí tú o yo a ti sea llegada, / sin recibir tu mal seré quebrada» (Alciato 1975: 113.). 317 bizarro: ‘espléndido, lucido’. 318 bizarría: ‘esplendor en el porte’.
125
en Teodoro, y tantas galas,
¿qué son sino nuevas alas?
Pues crïados, oro y trajes
no los tuviera Teodoro 2395
sin ocasión tan notable.
RICARDO Antes que desto se hable
en Nápoles y el decoro
de vuestra sangre se ofenda,
sea o no sea verdad, 2400
ha de morir.
FEDERICO Y es piedad
matarle, aunque ella lo entienda. 319
¿Podrá ser?
RICARDO Bien puede ser,
que hay en Nápoles quien vive
de eso y en oro recibe 2405
lo que en sangre ha de volver.
No hay más de buscar un bravo,
y que le despache 320 luego.
FEDERICO Por la brevedad os ruego.
RICARDO Hoy tendrá su justo pago 2410
semejante atrevimiento.
FEDERICO ¿Son bravos éstos?
RICARDO Sin duda.
319 lo entienda: ‘lo sepa’. 320 despache: ‘mate’.
126
FEDERICO El cielo ofendido ayuda
vuestro justo pensamiento. 2415
Salen Furio, Antonelo y Lirano, lacayos, y Tristán, vestido de nuevo. 321
FURIO Pagar tenéis el vino en alboroque 322
del famoso 323 vestido que os han dado.
ANTONELO Eso bien sabe el buen Tristán que es justo.
TRISTÁN Digo, señores, que de hacerlo gusto.
LIRANO Bravo 324 salió el vestido.
TRISTÁN Todo aquesto 2420
es cosa de chacota y zarandajas 325
respeto del lugar que tendré presto.
Si no muda los bolos 326 la fortuna,
secretario he de ser del secretario.
LIRANO Mucha merced le hace la condesa 2425
a vuestro amo, Tristán.
TRISTÁN Es su privanza,
321 vestido de nuevo: ‘con un traje nuevo’. 322 alboroque: ‘comisión’; «el don o dádiva que suelen hacer los que compran o venden a la persona o personas que intervienen en el ajuste del precio» (Aut.), que se apoya en estos versos. 323 famoso: ‘que merece fama’. Al comienzo se quejó a Diana de su vestido (vv. 603 y ss.); su mejora en el vestir indica la privanza de Teodoro. 324 Bravo: ‘magnífico’. 325 es cosa de chacota y zarandajas: ‘no es nada, es cosa de burlas’, con respecto al lugar que pronto tendrá Tristán; chacota: ‘bulla, chanza, carcajadas’; zarandajas: ‘cosas pequeñas que acompañan a otras’. 326 mudarse los bolos: «descomponerse o componerse bien los medios o empeños que alguno tenía y en que confiaba para el logro de sus pretensiones o negocios» (Aut.).
127
es su mano derecha y es la puerta
por donde se entra a su favor.
ANTONELO Dejemos
favores y fortunas, y bebamos.
FURIO En este tabernáculo 327 sospecho 2430
que hay lágrima famosa y malvasía. 328
TRISTÁN Probemos vino greco; que deseo
hablar en griego, y con beberlo basta. 329
RICARDO Aquel moreno del color quebrado 330
me parece el más bravo, pues que todos 2435
le estiman, hablan y hacen cortesía.
Celio...
CELIO Señor.
RICARDO De aquellos gentilhombres 331
llama al descolorido.
CELIO ¡Ah, caballero!
Antes que se entre en esa santa ermita,
el marqués, mi señor, hablarle quiere.
TRISTÁN Camaradas, allí me llama un príncipe; 2440
327 tabernáculo: irónicamente por ‘taberna’; el tabernáculo es el ‘sagrario’. Celio la llamará santa ermita (v. 2439). 328 vino de lágrima: «el que destila la uva en el lagar gota a gota, sin exprimir ni apretar el racimo» (Aut.); malvasía: «cierta especie o casta de uvas, que hace los racimos muy pequeños y los granos grandes, redondos y apretados. Llámase también así el vino que se hace de ella» (Aut.). 329 Anuncia su acción posterior. Dice hablar en griego por ‘hablar en lengua incomprensible’. 330 quebrado: ‘pálido’, descolorido, como dirá (v. 2438). 331 gentilhombres: en el texto gentileshombres, pero así tiene doce sílabas el verso.
128
no puedo rehusar el ver qué manda.
Entren, y tomen siete o ocho azumbres, 332
y aperciban dos dedos de formache, 333
en tanto que me informo de su gusto.
ANTONELO Pues despachad aprisa.
TRISTÁN Iré volando 2445
¿Qué es lo que manda vuestra señoría?
RICARDO El veros entre tanta valentía 334
nos ha obligado, al conde Federico
y a mí, para saber si seréis hombre
para matar un hombre.
TRISTÁN (¡Vive el cielo, 2450
que son los pretendientes de mi ama
y que hay algún enredo! Fingir quiero.)
FEDERICO ¿No respondéis?
TRISTÁN Estaba imaginando
si vuestra señoría está burlando
de nuestro modo de vivir. ¡Pues vive 2455
el que reparte fuerzas a los hombres, 335
que no hay en toda Nápoles espada
que no tiemble de sólo el nombre mío!
¿No conocéis a Héctor? Pues no hay Héctor 336
332 azumbre: ‘unos dos litros’. 333 formache: formage, ‘queso’, en lenguaje de germanía; como en catalán: formatge, o en italiano: formaggio (la acción sucede en Nápoles). 334 entre tanta valentía : ‘entre tantos bravos, valentones’. 335 ‘¡Vive Dios!’, aludido con la perífrasis muy adecuada aquí: el que reparte fuerzas a los hombres.
129
a donde está mi furibundo brazo; 2560
que si él lo fue de Troya, yo de Italia.
FEDERICO Éste es, marqués, el hombre que buscamos. 337
Por vida de los dos, que no burlamos,
sino que si tenéis conforme al nombre
el ánimo y queréis matar un hombre, 2465
que os demos el dinero que quisiéredes. 338
TRISTÁN Con docientos escudos me contento,
y sea el diablo.
RICARDO Yo os daré trecientos,
y despachalde aquesta noche.
TRISTÁN El nombre
del hombre espero y parte del dinero. 2470
RICARDO ¿Conocéis a Diana, la condesa
de Belflor?
TRISTÁN Y en su casa tengo amigos.
RICARDO ¿Mataréis un crïado de su casa?
TRISTÁN Mataré los crïados y crïadas
y los mismos frisones 339 de su coche. 2475
RICARDO Pues a Teodoro habéis de dar la muerte.
TRISTÁN Eso ha de ser, señores, de otra suerte, 340
porque Teodoro, como yo he sabido,
336 El héroe troyano es valiente por antonomasia. 337 Primero se dirige aparte al marqués, y luego contestará a Tristán. 338 quisiéredes: ‘quisiereis’. 339 frisones: ‘caballos frisones, fuertes, anchos de pies’. 340 suerte: ‘manera’.
130
no sale ya de noche, temeroso,
por ventura, 341de haberos ofendido; 2480
que le sirva estos días me han pedido. 342
Dejádmele servir, y yo os ofrezco
de darle alguna noche dos mojadas, 343
con que el pobreto in pace requiescat,
y yo quede seguro y sin sospecha. 2485
¿Es algo lo que digo?
FEDERICO No pudiera
hallarse en toda Nápoles un hombre
que tan seguramente 344 le matara.
Servilde, pues, y así al descuido un día
pegalde, y acudid a nuestra casa. 2490
TRISTÁN Yo he menester agora cien escudos.
Cincuenta tengo en esta bolsa; luego
RICARDO que yo os vea en su casa de Diana,
os ofrezco los ciento y muchos cientos.
TRISTÁN Eso de muchos cientos no me agrada. 345 2495
Vayan vusiñorías en buen hora,
que me aguardan Mastranzo, Rompe-muros,
Mano de hierro, Arfuz y Espanta-diablos, 346
341 por ventura: ‘acaso’. 342 Los editores —salvo Dixon— enmiendan en ha, como si el sujeto fuese Teodoro; pero en el v. 2531 dirá: «Yo dije que un amigo me pedía / que te sirviese»; con han queda marcada la impersonalidad. 343 dos mojadas: ‘dos heridas con arma punzante’, que acabarán supuestamente con la vida de Teodoro. 344 seguramente: ‘con seguridad’. 345 No le gusta por el recuerdo que le trae de cientos de azotes.
131
y no quiero que acaso piensen algo.
RICARDO Decís muy bien; adiós. 2500
FEDERICO ¡Qué gran ventura!
RICARDO A Teodoro contalde por difunto.
FEDERICO El bellacón, ¡qué bravo talle tiene!
Váyase Federico, Ricardo y Celio.
TRISTÁN Avisar a Teodoro me conviene.
Perdone el vino greco, y los amigos.
A casa voy; no está de aquí muy lejos. 2505
Mas éste me parece que es Teodoro.
Sale Teodoro.
TRISTÁN Señor, ¿adónde vas?
TEODORO Lo mismo ignoro,
porque de suerte estoy, Tristán amigo,
que no sé dónde voy ni quién me lleva.
Solo y sin alma, el pensamiento sigo, 2510
que al sol me dice que la vista atreva. 347
¿Ves cuánto ayer Diana habló conmigo?
Pues hoy de aquel amor se halló tan nueva, 348
que apenas jurarás que me conoce,
porque Marcela de mi mal se goce. 2515
346 Apodos de rufianes; Tristán sabe muy bien adecuar la lengua a su condición fingida. 347 Como si fuese águila; el sol es de nuevo Diana. 348 nueva: ‘sin noticia de él, libre’.
132
TRISTÁN Vuelve hacia casa; que a los dos importa
que no nos vean juntos.
TEODORO ¿De qué suerte?
TRISTÁN Por el camino te diré quién corta
los pasos dirigidos a tu muerte.
TEODORO ¿Mi muerte? Pues ¿por qué? 2520
TRISTÁN La voz reporta 349
y la ocasión de tu remedio advierte:
Ricardo y Federico me han hablado,
y que te dé la muerte concertado.
TEODORO ¿Ellos a mí?
TRISTÁN Por ciertos bofetones
el amor de tu dueño 350 conjeturan, 2525
y pensando que soy de los leones 351
que a tales homicidios se aventuran,
tu vida me han trocado a cien doblones,
y con cincuenta escudos me aseguran.
Yo dije que un amigo me pedía 2530
que te sirviese y que hoy te serviría
donde más fácilmente te matase,
a efeto de guardarte desta suerte.
TEODORO ¡Pluguiera a Dios que alguno me quitase
la vida y me sacase 352 desta muerte! 2535
349 reporta: ‘modera, baja’. 350 tu dueño: Diana. 351 leones: ‘rufianes’. 352 me sacase: ‘me librase’; la muerte, que es su vivir penando por su amor imposible.
133
TRISTÁN ¿Tan loco estás?
TEODORO ¿No quieres que me abrase
por tan dulce ocasión? Tristán, advierte
que si Diana algún camino hallara
de disculpa, conmigo se casara.
Teme su honor, y cuando más se abrasa, 2540
se hiela y me desprecia.
TRISTÁN Si te diese
remedio, ¿qué dirás?
TEODORO Que a ti se pasa
de Ulises el espíritu. 353
TRISTÁN Si fuese
tan ingenioso que a tu misma casa
un generoso 354 padre te trajese, 2545
con que fueses igual a la condesa,
¿no saldrías, señor, con 355 esta empresa?
TEODORO Eso es sin duda.
TRISTÁN El conde Ludovico,
caballero ya viejo, habrá veinte años
que enviaba a Malta un hijo de tu nombre, 2550
que era sobrino de su Gran Maestre;
cautiváronle moros de Biserta, 356
y nunca supo dél, muerto ni vivo.
353 espíritu: ‘ingenio’. 354 generoso: ‘ilustre, noble’. 355 saldrías... con: ‘conseguirías, lograrías’. 356 Biserta: ‘Bizerta’, en Tunicia.
134
Éste ha de ser tu padre, y tú su hijo,
y yo lo he de trazar. 357 2555
TEODORO Tristán, advierte
que puedes levantar 358 alguna cosa
que nos cueste a los dos la honra y vida.
TRISTÁN A casa hemos llegado. A Dios te queda;
que tú serás marido de Diana
antes que den las doce de mañana. 2560
Váyase Tristán.
TEODORO Bien al contrario pienso yo dar medio 359
a tanto mal, pues el amor bien sabe
que no tiene enemigo que le acabe
con más facilidad que tierra en medio. 360
Tierra quiero poner, pues que remedio, 2565
con ausentarme, amor, rigor tan grave,
pues no hay rayo tan fuerte que se alabe
que entró en la tierra, de tu ardor remedio.
Todos los que llegaron a este punto,
poniendo tierra en medio te olvidaron; 2570
que en tierra al fin le resolvieron junto. 361
357 trazar: ‘inventar, discurrir para conseguir algo’; es la palabra clave del enredo. Tristán anuncia cómo va a inventar una anagnórisis. 358 levantar: ‘causar’. 359 medio: ‘remedio’. 360 Como le dice Ovidio en sus Remedia amoris (vv. 213-248): sed quanto minus ire uoles, magis ire memento (v. 217, ‘pero cuando menos quieras marcharte, más has de pensar en hacerlo’). 361 Juega con poner tierra en medio, ‘alejarse’, y resolverlo en tierra, ‘enterrarlo’.
135
Y la razón que de olvidar hallaron
es que amor se confiesa por difunto,
pues que con tierra en medio le enterraron.
Sale la condesa.
DIANA ¿Estás ya más mejorado 2575
de tus tristezas, Teodoro?
TEODORO Si en mis tristezas adoro,
sabré estimar mi cuidado. 362
No quiero yo mejorar
de la enfermedad que tengo, 2580
pues sólo a estar triste vengo
cuando imagino sanar.
¡Bien hayan males que son
tan dulces para sufrir,
que se vee un hombre morir 2585
y estima su perdición!
Sólo me pesa que ya
esté mi mal en estado
que he de alejar mi cuidado
de donde su dueño está. 2590
DIANA ¿Ausentarte? Pues ¿por qué?
TEODORO Quiérenme matar.
DIANA Sí harán. 363
362 cuidado: ‘preocupación amorosa’, cuyo dueño es Diana (vv. 2590-2591). 363 Ya mencionó en los vv. 859-862 el peligro que le suponía tal amor. Sí: ‘así’.
136
TEODORO Envidia a mi mal tendrán,
que bien al principio fue.
Con esta ocasión, te pido 2595
licencia para irme a España.
DIANA Será generosa 364 hazaña
de un hombre tan entendido, 365
que con eso quitarás
la ocasión de tus enojos, 2600
y aunque des agua a mis ojos,
honra a mi casa darás.
Que, desde aquel bofetón,
Federico me ha tratado
como celoso y me ha dado 2605
para dejarte ocasión.
Vete a España, que yo haré
que te den seis mil escudos.
TEODORO Haré tus contrarios 366 mudos
con mi ausencia. Dame el pie. 2610
DIANA Anda, Teodoro; no más.
Déjame, que soy mujer.
TEODORO (Llora, mas ¿qué puedo hacer?)
DIANA En fin, Teodoro, ¿te vas?
TEODORO Sí, señora. 2615
DIANA Espera... Vete...
364 generosa: ‘valerosa’. 365 entendido: ‘inteligente’. 366 contrarios: ‘enemigos’.
137
Oye...
TEODORO ¿Qué mandas?
DIANA No, nada.
Vete.
TEODORO Voyme.
DIANA (Estoy turbada.
¿Hay tormento que inquïete
como una pasión de amor?)
¿No eres ido? 2620
TEODORO Ya, señora,
me voy.
Vase Teodoro.
DIANA ¡Buena quedo agora!
¡Maldígate Dios, honor!
Temeraria invención fuiste,
tan opuesta al propio gusto.
¿Quién te inventó? Mas fue justo, 2625
pues que tu freno resiste
tantas cosas tan mal hechas.
Sale Teodoro.
TEODORO Vuelvo a saber si hoy podré
partirme.
DIANA Ni yo lo sé, 2630
ni tú, Teodoro, sospechas
que me pesa de mirarte,
138
pues que te vuelves aquí.
TEODORO Señora, vuelvo por mí,
que no estoy en otra parte, 367 2635
y como me he de llevar,
vengo para que me des
a mí mismo.
DIANA Si después
te has de volver a buscar,
no me pidas que te dé. 2640
Pero vete, que el amor
lucha con mi noble honor,
y vienes tú a ser traspié. 368
Vete, Teodoro, de aquí;
no te pidas, 369 aunque puedas, 2645
que yo sé que, si te quedas,
allá me llevas a mí.
TEODORO Quede vuestra señoría
con Dios.
DIANA ¡Maldita ella 370 sea,
pues me quita que yo sea 2650
de quien el alma quería!
Váyase.
367 El alma del enamorado vive donde está la de su amada. 368 traspié: ‘tropiezo’; dar un traspié: ‘vivir con poco recato’. 369 no te pidas, ya que él ha dicho: «vengo para que me des / a mí mismo». 370 ella: ‘señoría’; maldice su condición social, que es la que le impide su amor.
139
¡Buena quedo ya, sin quien 371
era luz de aquestos ojos!
Pero sientan sus enojos;
quien mira mal llore bien. 2655
Ojos, pues os habéis puesto
en cosa tan desigual,
pagad el mirar tan mal,
que no soy la culpa desto;
mas no lloren, que también 2660
tiempla el mal llorar los ojos.
Pero sientan sus enojos;
quien mira mal llore bien.
Aunque tendrán ya pensada
la disculpa para todo; 2665
que el sol los pone en el lodo,
y no se le pega nada. 372
Luego bien es que no den
en 373 llorar. Cesad, mis ojos.
Pero sientan sus enojos; 2670
quien mira mal llore bien.
Sale Marcela.
MARCELA Si puede la confïanza
371 Este monólogo de Diana en redondillas se une al anterior por la repetición del mismo comienzo: «¡Buena quedo agora!» (v. 2622). 372 El sol pone los ojos en el lodo y no se ensucia. Diana está poniendo a salvo su condición aunque se haya enamorado de su secretario. 373 no den en: ‘no porfíen en’.
140
de los años de servirte
humildemente pedirte
lo que justamente alcanza, 2675
a la mano te ha venido
la ocasión de mi remedio,
y, poniendo tierra en medio,
no verme si te he ofendido.
DIANA ¿De tu remedio, Marcela? 2680
¿Cuál ocasión? Que aquí estoy.
MARCELA Dicen que se parte hoy,
por peligros que recela,
Teodoro a España, y con él
puedes casada envïarme, 2685
pues no verme es remediarme.
DIANA ¿Sabes tú que querrá él?
MARCELA Pues ¿pidiérate yo a ti,
sin tener satisfación,
remedio en esta ocasión? 2690
DIANA ¿Hasle hablado?
MARCELA Y él a mí,
pidiéndome lo que digo.
DIANA (¡Qué a propósito me viene
esta desdicha!)
MARCELA Ya tiene
tratado aquesto conmigo, 2695
y el modo con que podemos
141
ir con más comodidad.
DIANA (¡Ay necio honor!, perdonad,
que amor quiere hacer extremos. 374
Pero no será razón, 2700
pues que podéis remediar
fácilmente este pesar.)
MARCELA ¿No tomas resolución?
DIANA No podré vivir sin ti,
Marcela, y haces agravio 2705
a mi amor, y aun al de Fabio,
que sé yo que adora en ti.
Yo te casaré con él;
deja partir a Teodoro.
MARCELA A Fabio aborrezco; adoro 2710
a Teodoro.
DIANA (¡Qué crüel
ocasión de declararme!
¡Mas teneos, loco amor!)
Fabio te estará mejor.
MARCELA Señora...
DIANA No hay replicarme. 2715
Váyase.
MARCELA ¿Qué intentan imposibles mis sentidos
contra tanto poder determinados?
374 hacer extremos: ‘lamentarse de modo ostentoso y manifiesto’.
142
Que celos, poderosos declarados,
harán un desatino resistidos.
Volved, volved atrás, pasos perdidos, 2720
que corréis a mi fin precipitados;
árboles son amores desdichados,
a quien 375 el hielo marchitó floridos.
Alegraron el alma las colores
que el tirano poder cubrió de luto; 2725
que hiela ajeno amor muchos amores.
Y cuando de esperar daba tributo,
¿qué importa la hermosura de las flores,
si se perdieron esperando el fruto?
Sale el conde Ludovico, viejo, y Camilo.
CAMILO Para tener sucesión, 2730
no te queda otro remedio.
LUDOVICO Hay muchos años en medio,
que mis enemigos son,
y aunque tiene esa disculpa
el casarse en la vejez, 2735
quiere el temor ser jüez
y ha de averiguar la culpa.
Y podría suceder
que sucesión no alcanzase,
y casado me quedase; 2740
y en un viejo una mujer
375 a quien: ‘a los que’; su antecedente es árboles; quien era invariable.
143
es en un olmo una hiedra,
que, aunque con tan varios lazos
le 376 cubre de sus abrazos,
él se seca y ella medra. 377 2745
Y tratarme casamientos
es traerme a la memoria,
Camilo, mi antigua historia
y renovar mis tormentos.
Esperando cada día 2750
con engaños a Teodoro,
veinte años ha que le lloro.
Sale un paje.
PAJE Aquí a vuestra señoría
busca un griego mercader. 378
Sale Tristán vestido de armenio con un turbante graciosamente,
y Furio con otro.
LUDOVICO Di que entre.
376 le en el texto. Sigo la enmienda de Kossoff, que no acepta Dixon. 377 La sensatez del viejo conde interpreta desde su caso la imagen de la yedra y el olmo. Alciato en uno de sus emblemas representa «la amistad que dura aún después de la muerte» con un olmo viejo al que se anuda una vid rodeándolo (v. A. Egido 1982.). Dice la estudiosa: «suelen establecerse las consabidas sustituciones de la yedra por la vid, así como la equivalencia del álamo y el olmo» (íd., p. 220). Pedro Mexía, en su Silva de varia lección, obra que conocía muy bien Lope, dice: «Así como la yedra se cría cabe el árbol y crece en la hermandad y fuerza dél, y al cabo lo destruye, así...» (I, 6), que es la idea del texto. 378 griego mercader: la acotación dice que va vestido de armenio; para Lope y su público eran equivalentes.
144
TRISTÁN Dadme esas manos, 2755
y los cielos soberanos
con su divino poder
os den el mayor consuelo
que esperáis.
LUDOVICO Bien seáis venido,
mas ¿qué causa os ha traído 2760
por este remoto suelo?
TRISTÁN De Constantinopla vine
a Chipre, y della a Venecia
con una nave cargada
de ricas telas de Persia. 2765
Acordéme de una historia
que algunos pasos me cuesta;
y con deseo de ver
a Nápoles, ciudad bella,
mientras allá mis crïados 2770
van despachando las telas,
vine, como veis, aquí,
donde mis ojos confiesan
su grandeza y hermosura.
LUDOVICO Tiene hermosura y grandeza 2775
Nápoles.
TRISTÁN Así es verdad.
Mi padre, señor, en Grecia
fue mercader, y en su trato 379
379 trato: ‘comercio, negociación’.
145
el de más ganancia era
comprar y vender esclavos, 2780
y ansí, en la feria de Azteclias
compró un niño, el más hermoso
que vio la naturaleza,
por testigo del poder
que le dio el cielo en la tierra. 2785
Vendíanle algunos turcos,
entre otra gente bien puesta, 380
a una galera de Malta
que las de un bajá turquescas
prendió en la Chafalonía. 381 2790
LUDOVICO Camilo, el alma me altera.
TRISTÁN Aficionado al rapaz,
compróle y llevóle a Armenia,
donde se crïó conmigo
y una hermana.
LUDOVICO Amigo, espera, 2795
espera, que me traspasas
las entrañas.
TRISTÁN (¡Qué bien entra!) 382
380 bien puesta: ‘de buena planta’. M. Armiño 1996. interpreta: «gente bien puesta aprehendida a una galera de Malta por las gentes turquescas de un bajá»; Dixon edita: «de una galera de Malta, / que la de un Bajá turquesca / prendió en la Chafalonia». 381 El sujeto de prendió es las galeras turquescas de un bajá; lo prendido son las galeras de Malta. Versos sintácticamente confusos, aunque el sentido está claro. 382 Qué bien entra!: Tristán se asombra, entusiamado, de lo bien que el conde cree y acepta su relato inventado.
146
LUDOVICO ¿Dijo cómo se llamaba?
TRISTÁN Teodoro.
LUDOVICO ¡Ay cielo! ¡Qué fuerza
tiene la verdad! De oírte 2800
lágrimas mis canas riegan.
TRISTÁN Serpalitonia, mi hermana,
y este mozo —¡nunca fuera
tan bello!—, con la ocasión
de la crïanza, que engendra 2805
al amor que todos saben,
se amaron desde la tierna
edad; y a deciséis años,
de mi padre en cierta ausencia,
ejecutaron su amor, 2810
y crecía de suerte en ella,
que se le echaba de ver;
con cuyo temor se ausenta
Teodoro, y para parir
a Serpalitonia 383 deja. 2815
Catiborratos, 384 mi padre,
no sintió tanto la ofensa
como el dejarle Teodoro.
Murió en efeto de pena, 385
y bautizamos su hijo 2820
383 Luego dirá Serpelitonia (v. 3250). 384 El criado de don Manuel en La dama duende se llama Cosme Catiboratos. 385 Murió Catiborratos, por lo que después dice.
147
—que aquella parte de Armenia
tiene vuestra misma ley,
aunque es diferente iglesia—;
llamamos al bello niño
Terimaconio, que queda, 2825
un bello rapaz agora,
en la ciudad de Tepecas.
Andando en Nápoles yo
mirando cosas diversas,
saqué un papel en que traje 2830
deste Teodoro las señas;
y preguntando por él,
me dijo una esclava griega
que en mi posada servía:
«¿Cosa que ese mozo sea 2835
el del conde Ludovico?».
Diome el alma una luz nueva,
y doy en que 386 os he de hablar;
y por entrar en la vuestra, 387
entro, según me dijeron, 2840
en casa de la condesa
de Belflor; y al primer hombre
que pregunto...
LUDOVICO Ya me tiembla
el alma.
386 doy en que: ‘me doy cuenta de que’. 387 en la vuestra: ‘en vuestra casa’.
148
TRISTÁN Veo a Teodoro.
LUDOVICO ¿A Teodoro?
TRISTÁN Él bien quisiera 2845
hüirse, pero no pudo;
dudé un poco, y era fuerza,
porque el estar ya barbado
tiene alguna diferencia.
Fui tras él, asíle en fin, 2850
hablóme, aunque con vergüenza,
y dijo que no dijese
a nadie en casa quién era,
porque el haber sido esclavo
no diese alguna sospecha. 2855
Díjele: «Si yo he sabido
que eres hijo en esta tierra
de un título, ¿por qué tienes
la esclavitud por bajeza?».
Hizo gran burla de mí. 2860
Y yo, por ver si concuerda
tu historia con la que digo,
vine a verte, y a que tengas,
si es verdad que éste es tu hijo,
con tu nieto alguna cuenta, 388 2865
o permitas que mi hermana
con él a Nápoles venga,
no para tratar casarse,
388 tener cuenta: ‘tener trato’.
149
aunque le sobra nobleza,
mas porque Terimaconio 2870
tan ilustre abuelo vea.
LUDOVICO Dame mil veces tus brazos;
que el alma con sus potencias 389
que es verdadera tu historia
en su regocijo muestran. 2875
¡Ay, hijo del alma mía,
tras tantos años de ausencia
hallado para mi bien!
Camilo, ¿qué me aconsejas?
¿Iré a verle y conocerle? 2880
CAMILO ¿Eso dudas? Parte, vuela,
y añade vida en sus brazos
a los años de tus penas.
LUDOVICO Amigo, si quieres ir
conmigo, será más cierta 2885
mi dicha; si descansar,
aquí aguardando te queda,
y dente por tanto bien
toda mi casa y hacienda;
que no puedo detenerme. 2890
TRISTÁN Yo dejé, puesto que 390 cerca,
ciertos diamantes que traigo,
y volveré cuando vuelvas.
389 Las potencias del alma son entendimiento, voluntad y memoria (Aut.). 390 puesto que: ‘aunque’.
150
Vamos de aquí, Mercaponios.
FURIO Vamos, señor.
TRISTÁN Bien se entrecas 2895
el engañifo.
FURIO Muy bonis.
TRISTÁN Andemis. 391
CAMILO ¡Extraña lengua!
LUDOVICO Vente, Camilo, tras mí.
Váyanse el conde y Camilo.
TRISTÁN ¿Trasponen? 392
FURIO El viejo vuela
sin aguardar coche o gente. 393 2900
TRISTÁN ¿Cosa que esto verdad sea,
y que éste fuese Teodoro?
FURIO ¿Mas si en mentira como ésta
hubiese alguna verdad?
TRISTÁN Estas almalafas 394 lleva, 2905
que me importa desnudarme,
porque ninguno me vea
de los que aquí me conocen.
391 Bien se entrecas... Andemis: ‘bien se traga el engaño’ dice con lengua deformada, y ‘muy bien’, ‘andemos’. 392 ¿Trasponen?: ‘¿se pierden de vista?’. 393 gente: ‘criados’. 394 almalafa: «especie de manto o ropa que usaban las moras y se ponía sobre todo el demás vestido, y comúnmente era de lino» (Aut.).
151
FURIO Desnuda presto.
TRISTÁN ¡Que pueda
esto el amor de los hijos! 2910
FURIO ¿Adónde te aguardo?
TRISTÁN Espera,
Furio, en la choza 395 del olmo.
FURIO Adiós.
Váyase Furio.
TRISTÁN ¡Qué tesoro llega
al ingenio! Aquí debajo
traigo la capa revuelta, 2915
que como medio sotana
me la puse, porque hubiera
más lugar en el peligro
de dejar en una puerta
con el armenio turbante 2920
las hopalandas greguescas. 396
Salen Ricardo y Federico.
FEDERICO Digo que es éste el matador valiente
que a Teodoro ha de dar muerte segura.
395 Dixon apunta el significado de ‘taberna’ para esta choza. 396 hopalanda: «la falda grande y pomposa; y comúnmente se toma por la falda que traen los estudiantes arrastrando» (Aut.); greguescos: ‘calzones’; pero Lope juega con su etimología, los convierte en adjetivo, griegos. Dice Julio en La Dorotea (acto IV, escena III): «Los griguiescos se llamaron así de grex gregis, y la lana del ganado; si no es que vinieron de Grecia» (ed. cit. 1980: 386.).
152
RICARDO ¡Ah, hidalgo!, ¿ansí se cumple entre la gente
que honor profesa y que opinión procura
lo que se prometió tan fácilmente? 2925
TRISTÁN Señor...
FEDERICO ¿Somos nosotros por ventura
de los iguales vuestros?
TRISTÁN Sin oírme,
no es justo que mi culpa se confirme.
Yo estoy sirviendo al mísero Teodoro,
que ha de morir por esta mano airada; 2930
pero puede ofender vuestro decoro
públicamente ensangrentar mi espada.
Es la prudencia un celestial tesoro
y fue de los antiguos celebrada
por única virtud. Estén muy ciertos 2935
que le pueden contar entre los muertos.
Estase melancólico de día,
y de noche cerrado en su aposento;
que alguna cuidadosa fantasía
le debe de ocupar el pensamiento. 2940
Déjenme a mí, que una mojada fría
pondrá silencio a su vital aliento,
y no se precipiten desa suerte;
que yo sé cuándo le he de dar la muerte.
FEDERICO Paréceme, marqués, que el hombre acierta. 2945
Ya que le sirve, ha comenzado el caso;
no dudéis, matarále.
RICARDO Cosa es cierta.
153
Por muerto le contad.
FEDERICO Hablemos paso. 397
TRISTÁN En tanto que esta muerte se concierta,
vusiñorías, ¿no tendrán acaso 2950
cincuenta escudos? Que comprar querría
un rocín, que volase 398 el mismo día.
RICARDO Aquí los tengo yo; tomad seguro
de que, en saliendo con 399 aquesta empresa, 2955
lo menos es pagaros.
TRISTÁN Yo aventuro
la vida, que servir buenos profesa. 400
Con esto, adiós, que no me vean; procuro
hablar desde el balcón de la condesa
con vuestras señorías.
FEDERICO Sois discreto.
TRISTÁN Ya lo verán al tiempo del efeto. 2960
FEDERICO Bravo es el hombre.
RICARDO Astuto y ingenioso.
FEDERICO ¡Qué bien le ha de matar!
RICARDO Notablemente.
Sale Celio.
397 paso: ‘quedo, bajo’. 398 que volase: ‘para marcharme volando’. 399 en saliendo con: ‘consiguiendo’. 400 servir buenos profesa: ‘ha hecho profesión de servir a los buenos’.
154
CELIO ¡Hay caso más extraño y fabuloso!
FEDERICO ¿Qué es esto, Celio? ¿Dónde vas? Detente.
CELIO Un suceso notable y riguroso 401 2965
para los dos. ¿No veis aquella gente
que entra en casa del conde Ludovico?
RICARDO ¿Es muerto?
CELIO Que me escuches te suplico.
A darle van el parabién, contentos
de haber hallado un hijo que ha perdido. 2970
RICARDO Pues ¿qué puede ofender 402 nuestros intentos
que le haya esa ventura sucedido?
CELIO ¿No importa a los secretos pensamientos
que con Diana habéis los dos tenido,
que sea aquel Teodoro, su crïado, 2975
hijo del conde?
FEDERICO El alma me has turbado.
RICARDO ¿Hijo del conde? Pues ¿de qué manera
se ha venido a saber?
CELIO Es larga historia,
y cuéntanla tan varia, que no hubiera
para tomarla tiempo ni memoria. 2980
FEDERICO ¡A quién mayor desdicha sucediera!
RICARDO Trocóse en pena mi esperada gloria.
FEDERICO Yo quiero ver lo que es.
401 riguroso: ‘cruel, duro de soportar’. 402 ofender: ‘dañar’.
155
RICARDO Yo, conde, os sigo.
CELIO Presto veréis que la verdad os digo. 2985
Váyanse, y salgan Teodoro, de camino, 403 y Marcela.
MARCELA En fin, Teodoro, ¿te vas?
TEODORO Tú eres causa desta ausencia;
que en desigual competencia
no resulta bien jamás.
MARCELA Disculpas tan falsas das
como tu engaño lo ha sido, 2990
porque haberme aborrecido
y haber amado a Diana
lleva tu esperanza vana
sólo a procurar su olvido.
TEODORO ¿Yo, a Diana? 2995
MARCELA Niegas tarde,
Teodoro, el loco deseo
con que perdido te veo
de atrevido y de cobarde:
cobarde, 404en que ella se guarde
el respeto que se debe; 3000
y atrevido, pues se atreve
tu bajeza a su valor;
que entre el honor y el amor
403de camino: ‘en traje de camino, de viaje’. 404 cobarde: ‘con miedo a’.
156
hay muchos montes de nieve.
Vengada quedo de ti, 3005
aunque quedo enamorada,
porque olvidaré vengada,
que el amor olvida ansí.
Si te acordares de mí,
imagina que te olvido, 3010
porque me quieras; que ha sido
siempre, porque suele hacer
que vuelva un hombre a querer
pensar que es aborrecido.
TEODORO ¡Qué de quimeras tan locas, 3015
para casarte con Fabio!
MARCELA Tú me casas, que al agravio
de tu desdén me provocas.
Sale Fabio.
FABIO Siendo las horas tan pocas
que aquí Teodoro ha de estar, 3020
bien haces, Marcela, en dar
ese descanso a tus ojos.
TEODORO No te den celos enojos
que han de pasar tanto mar.
FABIO En fin, ¿te vas? 3025
TEODORO ¿No lo ves?
FABIO Mi señora viene a verte.
157
Sale la condesa, y Dorotea y Anarda.
DIANA ¡Ya, Teodoro, desta suerte!
TEODORO Alas quisiera en los pies,
cuanto más, señora, espuelas.
DIANA ¡Hola! ¿Está esa ropa a punto? 3030
ANARDA Todo está aprestado y junto.
FABIO En fin, ¿se va?
MARCELA ¿Y tú me celas? 405
DIANA Oye aquí aparte.
TEODORO Aquí estoy
a tu servicio.
Aparte los dos.
DIANA Teodoro,
tú te partes, yo te adoro. 406 3035
TEODORO Por tus crueldades me voy.
DIANA Soy quien sabes. ¿Qué he de hacer?
TEODORO ¿Lloras?
DIANA No; que me ha caído
algo en los ojos.
TEODORO ¿Si ha sido
amor? 3040
405 celas: ‘tienes celos, desconfías de mí’. Antes Teodoro le ha dicho: «No te den celos...» (v. 3024). 406 Teodoro... te adoro: calambur.
158
DIANA Sí debe de ser,
pero mucho antes cayó
y agora salir querría.
TEODORO Yo me voy, señora mía;
yo me voy, el alma no.
Sin ella tengo de ir; 3045
no hago al serviros falta, 407
porque hermosura tan alta
con almas se ha de servir.
¿Qué me mandáis? Porque yo
soy vuestro. 3050
DIANA ¡Qué triste día!
TEODORO Yo me voy, señora mía;
DIANA yo me voy, el alma no.
TEODORO ¿Lloras?
No, que me ha caído
algo, como a ti, en los ojos.
DIANA Deben de ser mis enojos. 3055
TEODORO Eso debe de haber sido.
DIANA Mil niñerías te he dado,
que en un baúl hallarás;
perdona, no pude más.
Si le abrieres, ten cuidado 3060
de decir, como a despojos
de vitoria tan tirana:
407 no hago... falta: ‘no cometo... falta’.
159
«Aquestos puso Dïana
con lágrimas de sus ojos».
ANARDA Perdidos los dos están. 3065
DOROTEA ¡Qué mal se encubre el amor!
ANARDA Quedarse fuera mejor.
Manos y prendas se dan.
DOROTEA Diana ha venido a ser
el perro del hortelano. 3070
ANARDA Tarde le toma la mano.
DOROTEA O coma o deje comer.
Sale el conde Ludovico, y Camilo.
LUDOVICO Bien puede el regocijo dar licencia,
DÏANA ilustre, a un hombre de mis años
para entrar desta suerte a visitaros. 3075
DIANA Señor conde, ¿qué es esto?
LUDOVICO Pues ¿vos sola
no sabéis lo que sabe toda Nápoles?
Que en un instante que llegó la nueva,
apenas me han dejado por las calles,
ni he podido llegar a ver mi hijo. 3080
DIANA ¿Qué hijo? Que no te entiendo el regocijo.
LUDOVICO ¿Nunca vuseñoría de mi historia
ha tenido noticia, y que ha veinte años
que enviaba un niño a Malta con su tío,
y que le cautivaron las galeras 3085
de Alí Bajá?
160
DIANA Sospecho que me han dicho
ese suceso vuestro.
LUDOVICO Pues el cielo
me ha dado a conocer el hijo mío
después de mil fortunas que ha pasado.
DIANA Con justa causa, conde, me habéis dado 3090
tan buena nueva.
LUDOVICO Vos, señora mía,
me habéis de dar, en cambio de la nueva,
el hijo mío, que sirviéndoos vive,
bien descuidado 408 de que soy su padre.
¡Ay, si viviera su difunta madre! 3095
DIANA ¿Vuestro hijo me sirve? ¿Es Fabio acaso?
LUDOVICO No, señora, no es Fabio; que es Teodoro.
DIANA ¿Teodoro?
LUDOVICO Sí, señora.
TEODORO ¿Cómo es esto?
DIANA Habla, Teodoro, si es tu padre el conde.
LUDOVICO Luego, ¿es aquéste? 3100
TEODORO Señor conde, advierta
vuseñoría...
LUDOVICO No hay que advertir, hijo,
hijo de mis entrañas, sino sólo
el morir en tus brazos.
408 descuidado: ‘quien no sospecha algo y le coge de nuevo’.
161
DIANA ¡Caso extraño!
ANARDA ¡Ay, señora! ¿Teodoro es caballero
tan principal y de tan alto estado? 3105
TEODORO Señor, yo estoy sin alma, de turbado.
¿Hijo soy vuestro?
LUDOVICO Cuando no tuviera
tanta seguridad, el verte fuera
de todas la mayor. ¡Qué parecido
a cuando mozo fui! 3110
TEODORO Los pies te pido
y te suplico...
LUDOVICO No me digas nada,
que estoy fuera de mí. ¡Qué gallardía!
¡Dios te bendiga! ¡Qué real presencia!
¡Qué bien que te escribió naturaleza
en la cara, Teodoro, la nobleza! 3115
Vamos de aquí; ven luego, 409luego toma
posesión de mi casa y de mi hacienda;
ven a ver esas puertas coronadas
de las armas más nobles deste reino.
TEODORO Señor, yo estaba de partida a España, 3120
y así me importa... 410
LUDOVICO ¿Cómo, a España? Bueno,
409 ¡ luego: ‘al instante, en seguida’. 410 así me importa: ‘así me conviene’.
162
España son mis brazos. 411
DIANA Yo os suplico,
señor conde, dejéis aquí a Teodoro
hasta que se reporte y en buen hábito 412
vaya a reconoceros como hijo; 3125
que no quiero que salga de mi casa
con aqueste alboroto de la gente.
LUDOVICO Habláis como quien sois tan cuerdamente.
Dejarle siento por un breve instante,
mas porque más rumor no se levante, 3130
me iré, rogando a vuestra señoría
que sin mi bien no me anochezca el día.
DIANA Palabra os doy.
LUDOVICO Adiós, Teodoro mío.
TEODORO Mil veces beso vuestros pies.
LUDOVICO Camilo,
venga la muerte agora. 3135
CAMILO ¡Qué gallardo
mancebo que es Teodoro!
LUDOVICO Pensar poco
quiero este bien por no volverme loco.
Váyase el conde, y lleguen todos los criados a Teodoro.
411 En La dama boba, Finea llama Toledo al desván para esconder en él a su amado Laurencio y decir a su padre que está en Toledo. 412 se reporte: ‘modere su pasión de ánimo, se tranquilice’; hábito: ‘traje, vestido’.
163
FABIO Danos a todos las manos.
ANARDA Bien puedes, por gran señor.
DOROTEA Hacernos debes favor. 3140
MARCELA Los señores que son llanos 413
conquistan las voluntades.
Los brazos nos puedes dar.
DIANA Apartaos, dadme lugar,
no le digáis necedades. 3145
Deme vuestra señoría
las manos, señor Teodoro.
TEODORO Agora esos pies adoro,
y sois más señora mía.
DIANA Salíos todos allá; 3150
dejadme con él un poco.
MARCELA ¿Qué dices, Fabio?
FABIO Estoy loco.
DOROTEA ¿Qué te parece?
ANARDA Que ya
mi ama no querrá ser
el perro del hortelano. 3155
DOROTEA ¿Comerá ya?
ANARDA Pues ¿no es llano? 414
413 llano: ‘afable’. 414 llano: ‘claro, evidente’. Finardo contesta con un «Es llano, diciéndoos verdad, Otón», cuando éste le dice: «¡Qué enfadoso estáis!» (El villano en su rincón, vv. 203-204; ed. de Juan M.ª Marín 1987.).
164
DOROTEA ¡Pues reviente de comer! 415
Váyanse los criados.
DIANA ¿No te vas a España?
TEODORO ¿Yo?
DIANA ¿No dice vuseñoría:
«Yo me voy, señora mía, 3160
yo me voy, el alma no»?
TEODORO ¡Burlas de ver los favores
de la fortuna!
DIANA Haz extremos. 416
TEODORO Con igualdad nos tratemos,
como suelen los señores, 3165
pues todos lo somos ya.
DIANA Otro me pareces.
TEODORO Creo
que estás con menos deseo;
pena el ser tu igual te da.
Quisiérasme tu crïado, 3170
porque es costumbre de amor
querer que sea inferior
lo amado.
DIANA Estás engañado,
415 En esta expresión de la criada Dorotea, amiga de Marcela, se acumula carga erótica y odio a la señora. 416 hacer extremos: «hacer demostraciones o expresiones excesivas con algún sujeto» (Aut.).
165
porque agora serás mío,
y esta noche he de casarme 3175
contigo.
TEODORO No hay más que darme;
fortuna, tente. 417
DIANA Confío
que no ha de haber en el mundo
tan venturosa mujer.
Vete a vestir. 3180
TEODORO Iré a ver
el mayorazgo que hoy fundo
y este padre que me hallé
sin saber cómo o por dónde.
DIANA Pues adiós, mi señor conde.
TEODORO Adiós, condesa.
DIANA Oye.
TEODORO ¿Qué? 3185
DIANA ¡Qué! Pues ¿cómo a su señora
así responde un crïado?
TEODORO Está ya el juego trocado,
y soy yo el señor agora.
DIANA Sepa que no me ha de dar 3190
más celitos con Marcela,
aunque este golpe le duela.
417 tente: ‘detente’.
166
TEODORO No nos solemos bajar
los señores a querer
las crïadas.
DIANA Tenga cuenta 3195
con lo que dice.
TEODORO Es afrenta.
DIANA Pues ¿quién soy yo?
TEODORO Mi mujer.
Váyase.
DIANA No hay más que desear; tente, fortuna,
como dijo Teodoro, tente, tente.
Salen Federico y Ricardo.
RICARDO En tantos regocijos y alborotos, 3200
¿no se da parte a los amigos?
DIANA Tanta
cuanta vuseñorías me pidieren.
FEDERICO De ser tan gran señor vuestro crïado
os las pedimos.
DIANA Yo pensé, señores,
que las pedís, con que licencia 418 os pido 3205
de ser Teodoro conde y mi marido.
Váyase la condesa.
418 licencia: ‘permiso, beneplácito’.
167
RICARDO ¿Qué os parece de aquesto?
FEDERICO Estoy sin seso.
RICARDO ¡Oh, si le hubiera muerto este picaño! 419
Sale Tristán.
FEDERICO Veisle, aquí viene.
TRISTÁN Todo está en su punto.
¡Brava cosa! ¡Que pueda un lacaífero 420 3210
ingenio alborotar a toda Nápoles!
RICARDO Tente, Tristán, o como te apellidas.
TRISTÁN Mi nombre natural es Quita-vidas.
FEDERICO ¡Bien se ha echado de ver!
TRISTÁN Hecho estuviera,
a no ser conde de hoy acá este muerto. 3215
RICARDO Pues ¿eso importa?
TRISTÁN Al tiempo que el concierto
hice por los trecientos solamente,
era para matar, como fue llano,
un Teodoro crïado, mas no conde.
Teodoro conde es cosa diferente, 3220
y es menester que el galardón 421 se aumente;
que más costa tendrá matar un conde
419 picaño: ‘pícaro, sinvergüenza’. 420 lacaífero: otro adjetivo que inventa (de lacayo) el criado. 421 galardón: ‘retribución, recompensa’.
168
que cuatro o seis crïados, que están muertos,
unos de hambre y otros de esperanzas,
y no pocos de envidia. 3225
FEDERICO ¿Cuánto quieres?
...¡Y mátale esta noche!
TRISTÁN Mil escudos.
RICARDO Yo los prometo.
TRISTÁN Alguna señal quiero.
RICARDO Esta cadena.
TRISTÁN Cuenten el dinero.
FEDERICO Yo voy a prevenillo. 422
TRISTÁN Yo a matalle.
¿Oyen? 3230
RICARDO ¿Qué? ¿Quieres más?
TRISTÁN Todo hombre calle.
Váyanse, y entre Teodoro.
TEODORO Desde aquí te he visto hablar
con aquellos matadores.
TRISTÁN Los dos necios son mayores
que tiene tan gran lugar.
Esta cadena me han dado, 3235
mil escudos prometido
porque hoy te mate.
TEODORO ¿Qué ha sido
422 prevenillo: ‘prepararlo, disponerlo’.
169
esto que tienes trazado?
Que estoy temblando, Tristán.
TRISTÁN Si me vieras hablar griego, 3240
me dieras, Teodoro, luego
más que estos locos me dan.
¡Por vida mía, que es cosa
fácil el greguecizar! 423
Ello en fin no es más de hablar; 3245
mas era cosa donosa 424
los nombres que les decía:
Azteclias, Catiborratos,
Serpelitonia, Xipatos,
Atecas, Filimoclía; 3250
que esto debe de ser griego,
como ninguno lo entiende,
y, en fin, por griego se vende.
TEODORO A mil pensamientos llego
que me causan gran tristeza; 3255
pues si se sabe este engaño,
no hay que esperar menos daño
que cortarme la cabeza.
TRISTÁN ¿Agora sales con eso?
TEODORO Demonio debes de ser. 3260
423 greguecizar: nuevo término que inventa para «hablar en griego». Autoridades registra greguizar y dice «es voz inventada»; remite al verso de las Rimas de Tomé de Burguillos del propio Lope: «Parió Venus a Anteros y, enfadosa, / también por lo bizarro greguizaba» (J. M. Blecua (ed.) 1969:1365.). 424 donosa: ‘chistosa’.
170
TRISTÁN Deja la suerte correr
y espera el fin del suceso.
TEODORO La condesa viene aquí.
TRISTÁN Yo me escondo; no me vea. 3265
Sale la condesa.
DIANA ¿No eres ido a ver tu padre,
Teodoro?
TEODORO Una grave pena
me detiene, y finalmente,
vuelvo a pedirte licencia
para proseguir mi intento
de ir a España. 3270
DIANA Si Marcela
te ha vuelto a tocar al arma,
muy justa disculpa es ésa.
TEODORO ¿Yo, Marcela?
DIANA Pues ¿qué tienes?
TEODORO No es cosa para ponerla
desde mi boca a tu oído. 425 3275
DIANA Habla, Teodoro, aunque sea
mil veces contra mi honor.
425 Como dirá el marqués de la Mota en El burlador de Sevilla: «Bien dijo un sabio que había / entre la boca y la taza / peligro» (vv. 1656-1658; ed. de A. Rodríguez López-Vázquez 1997.).
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TEODORO Tristán, a quien hoy pudiera
hacer el engaño estatuas,
la industria 426 versos, y Creta 3280
rendir 427 laberintos, viendo
mi amor, mi eterna tristeza,
sabiendo que Ludovico
perdió un hijo, esta quimera
ha levantado 428 conmigo, 3285
que soy hijo de la tierra, 429
y no he conocido padre
más que mi ingenio, mis letras
y mi pluma. El conde cree
que lo soy, 430y aunque pudiera 3290
ser tu marido y tener
tanta dicha y tal grandeza,
mi nobleza natural
que te engañe no me deja,
porque soy naturalmente 3295
hombre que verdad profesa.
Con esto, para ir a España
vuelvo a pedirte licencia,
que no quiero yo engañar
426 industria: ‘ingenio, astucia’. En la alabanza del ingenio del tracista Tristán, Teodoro habla del laberinto de Creta, que Minos mandó hacer a Dédalo para encerrar en él al Minotauro, por el laberíntico proceder del criado. 427 rendir: ‘entregar’. 428 esta quimera... ha levantado: ‘ha fabricado esta invención’. 429 hijo de la tierra: ‘que no tiene padres ni parientes conocidos’. 430 lo soy: ‘soy conde’.
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tu amor, tu sangre y tus prendas. 3300
DIANA Discreto y necio has andado:
discreto en que tu nobleza
me has mostrado en declararte;
necio en pensar que lo sea 431
en dejarme de casar, 3305
pues he hallado a tu bajeza
el color que yo quería;
que el gusto no está en grandezas,
sino en ajustarse al alma
aquello que se desea. 3310
Yo me he de casar contigo;
y porque Tristán no pueda
decir aqueste secreto,
hoy haré que, cuando duerma,
en ese pozo de casa 3315
le sepulten.
TRISTÁN (Detrás del paño.) ¡Guarda 432 afuera!
DIANA ¿Quién habla aquí?
TRISTÁN ¿Quién? Tristán,
que justamente se queja
de la ingratitud mayor
que de mujeres se cuenta. 3320
Pues, siendo yo vuestro gozo,
431 lo sea: ‘sea necia’. 432 ¡Guarda...!: ‘¡cuida!’; «voz con que se advierte y avisa a otro se aparte del daño u perjuicio que le amenaza» (Aut.); Correas (Vocabulario de refranes) dice «al que tiene miedo», como guarda el coco.
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aunque nunca yo lo fuera,
¿en el pozo me arrojáis? 433
DIANA ¿Que lo has oído?
TRISTÁN No creas 3325
que me pescarás el cuerpo.
DIANA Vuelve.
TRISTÁN ¿Que vuelva?
DIANA Que vuelvas.
Por el donaire 434 te doy
palabra de que no tengas
mayor amiga en el mundo; 3330
pero has de tener secreta
esta invención, pues es tuya.
TRISTÁN Si me importa que lo sea,
¿no quieres que calle?
TEODORO Escucha.
¿Qué gente y qué grita 435 es ésta? 3335
Salen el conde Ludovico, Federico, Ricardo, Camilo, Fabio, Anarda, Dorotea, Marcela.
RICARDO Queremos acompañar
a vuestro hijo.
FEDERICO La bella
433 Juega con la frase el gozo en el pozo, «refrán con que se da a entender haberse desvanecido alguna cosa que seguramente se esperaba» (Aut.). Tristán ha conseguido el gozo, la felicidad, de la condesa, y ésta quiere matarle, «arrojarle al pozo». 434 donaire: ‘gracia’. 435 grita: ‘confusión de voces’.
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Nápoles está esperando
que salga, junta 436 a la puerta.
LUDOVICO Con licencia de Diana, 3340
una carroza te espera,
Teodoro, y junta, a caballo,
de Nápoles la nobleza.
Ven, hijo, a tu propia casa
tras tantos años de ausencia; 3345
verás adónde naciste.
DIANA Antes que salga y la vea,
quiero, conde, que sepáis
que soy su mujer.
LUDOVICO ¡Detenga
la fortuna, en tanto bien, 3350
con clavo de oro la rueda! 437
Dos hijos saco de aquí,
si vine por uno.
FEDERICO Llega,
Ricardo, y da el parabién.
RICARDO Darle, señores, pudiera 3355
de la vida de Teodoro;
que celos de la condesa
me hicieron que a este cobarde
diera, sin esta cadena,
436 junta: ‘juntada, reunida’. 437 echar un clavo a la rueda de la fortuna: «vale lo propio que asegurarla para que no vuelva atrás» (Aut.).
175
por matarle mil escudos. 3360
Haced que luego le prendan,
que es encubierto ladrón.
TEODORO Eso no, que no profesa
ser ladrón quien a su amo
defiende.
RICARDO ¿No? Pues ¿quién era 3365
este valiente fingido?
TEODORO Mi crïado; y porque tenga
premio el defender mi vida,
sin otras secretas deudas, 438
con licencia de Dïana, 3370
le caso con Dorotea,
pues que ya su señoría
casó con Fabio a Marcela.
RICARDO Yo doto a Marcela.
FEDERICO Y yo,
a Dorotea.
LUDOVICO Bien queda 3375
para mí, con hijo y casa,
el dote de la condesa.
TEODORO Con esto, senado noble,
que a nadie digáis se os ruega
el secreto de Teodoro, 439 3380
438 Alusión a la traza que ha urdido para conseguir su felicidad. 439 Teodoro pide al público —con la fórmula habitual de senado— su complicidad en mantener su secreto.
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dando, con licencia vuestra,
de El perro del hortelano
fin la famosa comedia.