Los alimentos dietéticos se han robado el placer de comer

¿Alguna vez has probado los alimentos dietéticos? ¿No te has llevado una gran

sorpresa al descubrir su sabor? Y vaya que el sabor cambia en comparación

con el original. Al tratar de crear productos similares, han perdido su esencia,

no es lo mismo.

Cada alimento tiene sabor, olor y textura inigualable, que lo describe, que lo

distingue, sin embargo, los productos dietéticos no logran conjuntar olor, sabor

y consistencia de lo natural. Caemos en el consumismo, en la propaganda,

olvidándonos que finalmente son eso, solo copias y el original no puede ser

reemplazado.

El origen de los productos dietéticos tienen su raíz en dos problemas que

tenemos como seres humanos, el primero, no sabemos equilibrar nuestras

comidas, preferimos lo dulce o esponjoso, que en exceso nos hacen daño,

olvidándonos que al mezclar en un platillo los alimentos, sus sabores se

complementan y forman algo delicioso. El segundo problema que tenemos es

que poco conocemos el significado de la palabra autocontrol, ya que al probar

algo rico queremos más y más. Si lográramos superar estos dos problemas, los

alimentos dietéticos no existirían.

La comida no solo es una necesidad del ser humano, es también un placer, es

precisamente la comida motivo de reunión, de festejar, es también un ritual, la

comida, es un momento para disfrutarse, en todo sentido, que sinceramente no

vale la pena sacrificar. El problema es que le seguimos dando razones a estos

productos para existir y robarle el placer a la comida.

Hagamos menos caso a los productos dietéticos y cuidemos nuestra salud,

aprendiendo a auto controlarnos y equilibrar la dieta, para que siga existiendo

la dicha, el gozo, la satisfacción y el placer de comer y como dijo el filósofo

griego Epícuro: "Goza inteligentemente de los placeres de la mesa."