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LOS AMORES OVIDIO

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  • L O S A M O R E S

    O V I D I O

    Diego Ruiz
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    EPIGRAMA

    Nosotros, que ramos antes cinco libros deOvidio Nasn, ahora somos tres. El autor de laobra as lo dispuso. Si no experimentas ningnplacer con nuestra lectura, a lo menos aliviar tufastidio la supresin de dos libros.

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    LIBRO PRIMEROELEGA I

    Yo me dispona a cantar en tono elevado lasarmas y las sangrientas batallas, materia convenientea mis versos, el primero de la misma medida que elsegundo; Cupido, segn dicen, se ech a rer, yarrebat al ltimo uno de los pies. Nio cruel,quin te di tal derecho sobre mis cantos? Losvates somos esclavos de las Musas, y no tuyos. Qudiramos si Venus tomase la armadura de la rubiaMinerva, y sta agitase las encendidas antorchas?Quin vera sin extraeza reinar a Ceres en losmontuosos bosques, y que los campos se cultivasenbajo las leyes de la virgen de la aljaba? Quinarmar, de aguda lanza a Febo, insigne por sucabellera, mientras Marte pulse la lira de Aonia? Oh

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    nio!, ya es demasiado grande y poderoso tuimperio. Por qu aspira tu ambicin a nuevosdominios? Acaso porque reinas en los mbitos delmundo, y son tuyos el Tempe y el Helicn,pretendes que Apolo pierda tambin su lira? As queen la nueva pgina estamp el primer verso grandi-locuente, se me aproxim el Amor y debilit todosmis bros. No me ofrecen asuntos de poemas ligerosni un mancebo, ni una hermosa doncella de largoscabellos.

    Apenas hube pronunciado estas quejas, Cupido,soltando de repente la aljaba, saca la flecha aguzadaque ha de herirme, encorva brioso el arco con la ro-dilla, y exclama: Ah tienes, poeta, el asunto quedebes cantar. Desgraciado de m!, aquel muchachoestuvo certero al herir: me abraso, y el amor reina enmi pecho, antes vaco. Comience mi obra en versosde seis compases, seguidos de otros de cinco, yadis sangrientas guerras y metros en que soiscantadas! Oh Musa!, cie tus ureas sienes con elmirto resplandeciente: slo tienes que modular oncepies en cada dos versos.

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    En qu consiste que la cama me parece tandura, la cubierta se cae de mi lecho, y he pasado estalargusima noche sin conciliar el sueo, y aun meduelen los cansados miembros, que se revolvanfaltos de sosiego? Si el amor viniese a inquietarme,creo que lo reconocera. Acaso viene, y su astuciame atormenta con secretas emboscadas? As era enverdad; sus leves saetas se clavaron en mi corazn, yriguroso tiraniza el pecho que acaba de someter.Cederemos, o con la resistencia encenderemos msla sbita llama? Cedamos; siempre es ligera la cargaque se sabe soportar. Yo vi crecer el fuegoencendido al removerse los tizones, y apagarsecuando nadie los agitaba. A los bueyes que se

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    rebelan, oprimidos por la. dureza del yugo, se lescastiga mucho ms que a los que soportan el pesodel arado. Dmase el potro rebelde con el freno dedientes de lobo, y el que corre brioso al combatetiene que sentir menos su dureza. El amor se enconams cruel y desptico contra quien le resiste que conquien se reduce a tolerar su servidumbre. Ah!, loreconozco, soy tu nueva presa, Cupido, y alargo lasvencidas manos, prontas a obedecerte. No se tratade guerrear: te pido la paz y el perdn; pocaalabanza te reportara, vencer. con tus armas a unhombre desarmado.

    Corona tus cabellos de mirto, apareja laspalomas de tu madre, y el mismo Marte teproporcionar el carro conveniente; t, montado enl, y en medio de las aclamaciones que publiquen tushazaas, regirs con destreza las aves que loconducen; formarn tu squito los jvenessubyugados y las cautivas doncellas, y su pompaser para ti un magnfico triunfo. Yo mismo, quesoy tu ltima presa, caminar mostrando mi heridareciente, y, esclavo tuyo, arrastrar mi nueva cadena.Con las manos atadas a la espalda, seguirn tusvuelos la buena conciencia, el pudor y cuanto seatreve a luchar con tu podero. Todos te temern, el

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    pueblo extender hacia ti los brazos, gritar en altoclamoreo : Vtor, triunfo! Al lado, teacompaarn la molicie, la ilusin y la furia, cortejoque sigue asiduamente tus pasos. Con tales soldadosdominas a los hombres y los dioses; si te privases desu auxilio, quedaras desnudo. Tu madre, orgullosa,aplaudir al triunfador desde el alto Olimpo, yesparcir sobre su rostro una lluvia de flores. Conlas alas ornadas de piedras preciosas, lo mismo quela cabellera, volars resplandeciente en el carro deureas ruedas, y entonces, si te conocemos bien,abrasars a no pocos en tu fuego, produciendo tucarrera innumerables heridas. Aunque lo intentes,no podrn reposar tus saetas; tu frvida llama abrasahasta en el fondo del agua vecina. As aparecaBaco, al someter las tierras que baa el Ganges: t,conducido por las aves; l, por los tigres. Puesto queyo, tengo que formar parte de tu sacro triunfo, novayas a perder los despojos de tu victoria sobre m.Contempla las armas vencedoras de tu parienteCsar; protege a los vencidos con la misma manoque acaba de someterlos.

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    III

    Mis preces son justas: la linda joven que me fas-cin, o me ame, o consiga que yo la ame siempre. -Ah!, ped demasiado: con que consienta ser amada,habr odo Citerea todos mis ruegos. Acoge ben-vola al que te ha de servir mientras aliente con vida,y escucha las protestas del que sabr guardartefidelidad inquebrantable. Si los nombres ilustres demis antepasados no me recomiendan; si un simplecaballero es el autor de mis das; si no labran mistierras innumerables arados, y mi padre y mi madrevivieron con sobria economa, que me abonenApolo, las nueve hermanas y el numen plantador delas vias, el amor que me entrega a tu poder, miconstancia, que ninguna abatir, y mis puras

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    costumbres, mi ingenua sencillez y el pudor quecolorea mi rostro. No me placen mil jvenes a lavez; no soy mudable en amar, y, puedes creerme, tsola sers el norte de mi perenne inclinacin. Asmerezca vivir contigo los aos que me hilen lasParcas, y morir antes que profieras una sola quejacontra m. S t el tema dichoso de mis cantos, ystos surgirn dignos del objeto que los inspira. Alos cantos debe la celebridad o, aterrada por suscuernos; Leda, seducida por el adltero Jove, bajo lafigura de un cisne, y Europa, que atraves el marsobre las espaldas de un toro engaoso, sujetandolos cuernos retorcidos con sus virginales manos.Nosotros asimismo seremos celebrados por todo elorbe, y nuestros nombres irn siempreinseparablemente unidos.

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    IV

    Tu esposo debe asistir al mismo banquete quenosotros. Ojal sea sta la ltima cena de su vida!Conque podr contemplar a mi dulce tormentoslo como convidado, y otro tendr el derecho deacariciarlo? Dars calor a su seno reclinada junto al, y cuando quiera te echar las manos al cuello?Cese de admirarte que, en el festn de sus bodas, lahermosa Hipodamia impulsara al combate a losfuriosos Centauros. Yo no habito, como ellos, lasselvas, ni mis miembros se adhieren a los de uncaballo, y apenas me parece posible dejar de ponersobre ti las manos. Oye, no obstante, lo que has deprocurar, y no permitas que mis palabras se las lleveel Euro o el templado Noto. Presntate antes que tu

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    marido; no s lo que podremos hacer si vienesprimero; sin embargo, ven antes. Cuando se reclineen el lecho, acustate a su lado con aire modesto, yocultamente roza mi pie. Mrame, observa misgestos y lo que te dice mi rostro; recoge mis furtivasseas, y contstalas de igual modo. Sin hablar,expresar mis pensamientos con el gesto, y leerspalabras en mis movibles dedos y en las gotas devino que vierta sobre la mesa. Si asalta tu memoriael recuerdo de nuestros placeres, toca con laextremidad del pulgar tus purpreas mejillas; sitienes que echarme a la callada alguna reprimenda,acaricia con suavidad el borde de tu oreja, y si tecomplacen mis dichos y acciones, luz de mis ojos,haz girar buen rato los anillos de tus dedos.Extiende la mano en la mesa como el sacrificadoren el ara, y desea a tu marido todos los males que enjusticia merece. Ordnale que beba el vino quemezcla para ti, y en voz baja pide al esclavo el quedeseas. Yo tomar antes que nadie la copa quedevuelvas, y beber en ella por la misma parte quehayas bebido. Si acaso te ofrece algn manjar que lgustase primero, rechzalo, porque 1o ha tocado suboca. No consientas que ligue sus brazos a tu cuello,ni reclines tu linda cabeza sobre su helado cuerpo;

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    no le dejes que introduzca la mano en tu seno tur-gente, y, sobre todo, evita darle ningn beso, pues sise lo das, me declarar a voces tu amante, gritando:Esos besos son mos!, y extender hacia ti losbrazos. Esto al menos lo ver; mas lo que cela elcobertor de la cama, eso es lo que teme la ceguedadde mi pasin. Que no se atraviese su pierna con latuya, ni se choquen vuestras rodillas, ni tus pies deli-cados tropiecen con sus pies de gan. Ay, desgra-ciado!, temo muchas cosas, porque las hizo miinsolencia, y me atormenta el miedo de mi propiaconducta. Cuntas veces mi voluptuosidad y la demi prenda supieron encontrar bajo el vestidodulcsimos entretenimientos! T no hagas cosasemejante, y para disipar mis sospechas, aligrate delmanto que envuelve tu cuerpo. Insta a tu marido aque beba sin cesar, mas no acompaes tus ruegoscon los besos; mientras bebe, echa furtivamentevino en la copa, y cuando caiga amodorrado por elvino y la embriaguez, tomaremos consejo del lugar yla ocasin. Al levantarte, dispuesta a volver a casa,nos levantaremos todos; apresrate a mezclarteentre el bullicio de la turba, que all me encontrarso te encontrar yo, y entonces plpame con tu finamano cuanto puedas. Ay infeliz1, mis advertencias

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    slo aprovechan pocas horas; la noche me obliga asepararme de mi dueo; por la noche su marido latendr encerrada, y yo triste y anegado en lgrimas,slo osar seguirla hasta la puerta cruel. Ya tellenar de besos, ya no se satisfar con ellossolamente; los favores que me concedes en secretote los exigir como dbito; no se los concedas sinpesar (esto puedes hacerlo), como si cedieses a laviolencia: enmudezcan tus caricias, y que Venus segoce en atormentarle. Si mis votos y deseos algovalen, no experimentar ningn placer; si nadavalen, al menos no lo experimentes t; mas seacualquiera el proceder que adoptes durante la noche,a la maana siguiente jrame, que nada le has concedido.

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    Era el esto; el da brillaba en la mitad de sucarrera, y me tend en el lecho buscando reposar demis fatigas. La ventana de mi dormitorio, medioabierta, dejaba penetrar una claridad semejante a laque reina en las opacas selvas, o como luce elcrepsculo cuando Febo desaparece del cielo, o lanoche ha transcurrido sin presentarse el sol todava;luz tenue que conviene a las muchachas, pudorosas,cuya timidez busca los sitios retirados. De prontollega Corina con la, tnica suelta, cubriendo con suscabellos por ambos lados la marmrea garganta,cual se dice que la hermosa Semramis se acercaba altlamo nupcial, y Lais acoga a sus innumerablespretendientes. Le quit la tnica, cuya transparencia

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    apenas ocultaba ninguno de sus encantos; pero ellapugn por conservarla, aunque con la flojedad de laque ansa la victoria, y se aviene de buen grado acaer vencida. As que apareci a mis ojosenteramente desnuda, confieso que no vi en todo sucuerpo el ms mnimo lunar. Qu espalda!, qubrazos pude ver y tocar!, qu lindos pechosoprimieron con avidez mis manos! Bajo su senodelicioso, qu vientre tan recogido!, qu talle tanarrogante y esbelto!, qu pierna tan juvenil y bienformada! A qu particularizar sus atractivos?Cuanto vi en ella mereca fervorosas alabanzas, yoprim contra el mo su desnudo cuerpo. Quin noadivina lo dems? Por fin, agotados, nosentregamos los dos al descanso. Ay!, ojal consigasaborear muchos mediodas semejantes.

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    Portero amarrado, oh indignidad!, a la duracadena, haz girar sobre sus quicios esa puerta tandifcil de abrir. Te pido poca cosa, entrebrelasolamente, y por su media abertura penetrar delado. Un amor constante adelgaz mi cuerpo yredujo el peso de mis miembros de tal suerte, queles permite pasar cualquiera estrechez. l me ensea caminar sin ruido a travs de los guardianes, ydirige mis pasos sin que nadie me ofenda. En otrotiempo me infundan pavor la noche y sus vanosfantasmas, y me maravillaba que alguien tuviesearresto para vagar en las tinieblas. Al orme Cupidocon su tierna madre, se puso a rer, y en tenue vozme dijo: T tambin llegars a ser bravo. El Amor

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    vino sin tardanza, y ya no tem las sombrasveladoras de la noche, ni las manos resueltas adarme muerte. Slo temo tu excesiva lentitud, sloquiero ablandar tu crueldad, y slo t vibras el rayoque puede aniquilarme. Mira y, levantando lainhumana barrera que me detiene, vers cmo lapuerta est humedecida con mis lgrimas. Sabes quedigo la verdad: en el momento que los azotes iban acaer sobre tu desnuda espalda, vindote lleno detemor, interced con tu dueo; y las splicas quetanto valieron otros das en tu favor, oh crueldad!,no tendrn hoy en el mo ninguna eficacia? Pagalos servicios que te prest; debes ser agradecido.Como lo deseas, las horas de la noche vuelan; correel cerrojo del postigo, crrelo presto; as quedes porsiempre libre de tu dura cadena, y en adelante nobebas jams el agua de los esclavos.

    Portero inexorable, no oyes mis splicas? Lapuerta de duro roble permanece cerrada. La fortale-za de las puertas sirve de gran defensa en las ciuda-des sitiadas; mas en medio de la paz, qu peligrosrecelas? Qu haras con un enemigo cuando as re-chazas a un amante? La noche vuela ligera; corre elcerrojo del postigo. No vengo con squito de solda-dos y pertrechos; llegara solo, si el cruel amor no

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    me acompaase; aun queriendo, me sera imposibleahuyentarlo, antes me vera yo separado de mi cuer-po. As, el amor, un poco de vino en la cabeza y laguirnalda que se deshoja en mis cabellos perfuma-dos, son mis nicos compaeros. Quin temertales armas?, quin no osar pararles frente? Lashoras de la noche vuelan; corre el cerrojo de lapuerta. Es tu lentitud o el sueo, tan poco propicioal amor, lo que permite al viento que se lleve mispalabras sin tocaren tus odos? Recuerdo quetiempo atrs, cuando pretenda substraerme a tusmiradas, aparecas despierto a la claridad de lasnocturnas estrellas. Acaso ahora mismo descansasen los brazos de tu amiga. Ah, cunto aventaja a lama tu suerte! Por tal dicha, consentira quedescargases sobre m tus recias cadenas. La nochevuela ligera; corre el cerrojo de la puerta. Meengao, o sus hojas resuenan al girar los goznes, ysu ronco son me da la seal apetecida? Si meenga, el mpetu del viento la ha movido; ay de m,qu lejos se lleva mis esperanzas! Breas, si teacuerdas an del rapto de Critia, ven aqu yquebranta con tus fuerzas las puertas sordas a midolor! El silencio reina en toda la ciudad, y baadasen las perlas del roco, las horas de la noche vuelan;

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    corre el cerrojo de la puerta. Si no, con el hierro oel, fuego de la antorcha que empuo colrico estoydispuesto a incendiar casa tan orgullosa. La noche,el amor y el vino nunca dan consejos demoderacin: aqulla desconoce el pudor, el vino y elamor desafan al miedo. Ya agot todos misrecursos; no te mueven ruegos ni amenazas; eresms sordo que la puerta confiada a tu custodia; note convena vigilar la mansin de una linda joven,sino prestar tus servicios en una crcel. El lucero dela maana resplandece en el cielo, y el canto delgallo incita al operario a sus faenas. Y t, guirnaldaarrancada a mis tristes cabellos, qudate sobre esosumbrales, insensibles-toda la noche, y cuando alamanecer te sorprendan los ojos de mi dueo, lesers testigo del tiempo que aqu malgastintilmente. Psalo bien, portero; ojal sientas lapena de tu pretensin rechazada; psalo bien,holgazn, que no te avergenzas de mortificar a unamante; y vosotras, puertas crueles, umbralesdespiadados, compaeros en la dureza del siervoque os guarda, pasadlo bien.

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    VII

    Si me tienes por amigo, ahora que se me hapasado el furor, carga mis manos de hierro, puesmerecen las cadenas. La clera me incit a levantarlos temerarios brazos contra m amada que llorabasintindose herida por Mi loca mano. Tal estaba yoentonces, que la hubiese emprendido con mis carospadres, sin respetar mis golpes crueles a los santosdioses. Pues qu, Ayax armado de un escudoimpenetrable no degoll los rebaos sorprendidosen medio del campo, y Orestes, el funesto vengadorde su padre en la sangre materna, no se atrevi alanzar sus dardos contra las furias del Averno? Yno pude yo de igual modo ensaarme en suspeinados cabellos?; mas el desorden en que los puse

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    no les rob ninguno de sus atractivos. Aun asestaba tan hermosa como la hija de Esqueneopersiguiendo con el arco las fieras del monteMnalo; como Ariadna cuando lamentaba que elrpido Noto se llevase los juramentos del prfidoTesco, y como Casandra al caer desplomada en tutemplo, oh casta Minerva!, sin que las cintassujetasen sus cabellos. Quin no me hubiesellamado loco y tenido por un brbaro? Pues ella nome dijo palabra; su lengua enmudeci de espanto,mas su rostro silencioso fulminaba gravesreproches, y me acusaban a la vez su boca muda ysus lgrimas. Antes hubiera querido que sedesprendiesen mis brazos de los hombros; podravivir mejor sin una parte de mi cuerpo. Mi fuerza ymi delirio se revolvieron en contra ma y la propiaviolencia me impuso la condigna pena. Qunecesidad tengo de vosotros, ministros de la sangrey el crimen? Manos sacrlegas, soportad el hierroque merecis. Si golpeara al ltimo de los plebeyos,sufrira el castigo; y acaso tengo mejor derechosobre mi amada? Diomedes nos leg unmonumento infame de maldad, siendo el primeroque se atrevi a herir a una diosa, y yo el segundo;pero aqul resulta menos culpable; yo he maltratado

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    a la que confesaba amar, y el hijo de Tideo fue cruelcon su enemiga.

    Ve, pues, insigne vencedor, preprate unmagnfico triunfo, cie tus sienes de laurel, ofrecetus votos a Jove y que la turba apiada siga tucarroza gritando: Gloria al fuerte, varn que havencido a una dbil mujer! Camine delante tu tristecautiva con el cabello suelto y toda blanca corno lanieve, menos sus lvidas mejillas. Mejor fuera que suboca delatase las seales de mis labios, y en sucuello se notaran las suaves caricias de mis dientes;y, en fin, si me arrebataba el impulso de unhinchado torrente, y la ciega clera me haba hechosu presa, no era bastante amedrentar con mis gritosa una tmida joven, sin apostrofarla con amenazasharto crudas, o bien arrancarle con violencia latnica hasta mitad de la cintura, y no pasar msadelante en el enojo? Mas no, llegu a mesarle elcabello de la frente, y clav fiero las uas en susdelicadas mejillas. Quedse la infeliz atnita, pliday sin gota de sangre en el rostro corno el mrmolque se corta en las canteras de Paros. Yo vi susfacciones sin vida y sus miembros temblorosos, cuallas ramas del rbol sacudidas por el viento, cual laverde caa que agita el Cfiro o la superficie de las

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    olas que riza el templado Noto. Las lgrimassuspendidas largo tiempo resbalaron por su faz,como el agua en que se convierte la nieve derretida.Entonces comenc a sentirme de veras culpable; elllanto que derramaba me pareca gotas de mi sangre.Suplicante quise arrojarme tres veces a sus pies, yotras tantas rechaz ella las manos que haba apren-dido a temer. La venganza aplacar tu dolor, no va-ciles en lacerar con tus uas mi rostro, no perdonesmis ojos ni mis cabellos; la clera dar bros a tusdbiles manos, y para borrar las vergonzosas huellasde mi arrebato, vuelve a arreglar tu descompuestacabellera.

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    VIII

    Oiga el que desee conocer a cierta meretriz: esuna vieja llamada Dipsa; el nombre le viene deloficio: Jams la sorprendi en ayunas la madre delnegro Memnn desde su carro ornado de rosas.Ella conoce las artes de la magia, las canciones deColcos y los conjuros que obligan a retroceder lasrpidas aguas hacia su fuente. Sabe muy bien lasvirtudes de las plantas, del lino arrollado en elrombo y del virus que destilan las yeguas en celo. Siquiere amontona las nubes en el vasto cielo, y siquiere brilla la luz del da en la atmsfera azulada.Lo creers? Yo he visto a los astros destilar gotasde sangre, y he visto asimismo ensangrentado elpurpreo cerco de la luna. Me sospecho que en vida

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    revolotea entre las sombras de la noche con elcuerpo cubierto de plumas; lo sospecho, y es rumoracreditado que en sus ojos brilla una doble pupila yde las dos lanza rayos de fuego. Evoca de losantiguos sepulcros a sus remotos ascendientes y consus cnticos hiende la slida corteza de la tierra. Sepropuso mancillar el tlamo pdico de los esposos,y no falt a su lengua una prfida elocuencia. Porcasualidad fui una vez testigo de sus discursos,oyndola, detrs de la puerta que me ocultaba, dartales consejos: Luz de mi vida, sabes que ayercautivaste a un joven opulento, que se detuvo yqued largo rato suspenso contemplando tu lindacara. A quin no cautivars? A ninguna cedes enbelleza; pero, qu desgracia!, el atavo de tu cuerpono responde a tus hechizos. Quisiera que fueses tanfeliz como hermosa, y yo no sera pobre viviendo ten la abundancia. Tuviste que sufrir el rigor de laestrella contraria de Marte; Marte ha desaparecido yVenus te favorece con sus seales. Observa suaparicin, te es propicia, un rico amante te solicita yse dispone a darte cuanto te falta. Es adems tanhermoso, que podra compararse contigo; si l nopretendiese comprar tus favores, deberas tcomprar los suyos. La joven se ruboriz. El pudor

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    -contina- enciende la blancura del rostro;disimulado aprovecha, y verdadero suele daar.Cuando le mires bajando con modestia al suelo lavista, tus miradas deben guardar proporcin con losregalos que te ofrezca. Tal vez en el reinado deTacio las adustas Sabinas no quisieran pertenecer amuchos amantes; pero hoy Marte impulsa a losromanos contra los pueblos extranjeros, y Venusreina en la ciudad de su Encas. Hermosas, gozadvuestra juventud: es casta la que ninguno pretende, ysi la cortedad no se lo impide, es la mujer la mismaque ruega. Desaparezcan luego esas arrugas quesurcan tu frente; las arrugas celan muchos crmenes.Penlope someti a la prueba del arco las fuerzas desus jvenes pretendientes, y el arco que acreditabalos bros era de cuerno. El tiempo volador resbalasin sentir y se nos escapa como el impetuoso ro seprecipita con las aguas que recibe en tributo. Elmetal se abrillanta con el frote, un buen vestidodesea que lo luzcan, y se deteriora la casaabandonada por su mala situacin. La hermosuraenvejece pronto si nadie le rinde sus obsequios; nole basta uno que otro amante, la presa arrancada demuchos es ms segura y se envidia menos; los lobosencanecidos buscan las mejores presas en los gran-

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    des rebaos. Dime, este tu amante poeta qu teregala sino nuevos versos? Tendrs que leer muchosmillares. El mismo dios de los vates resplandececon ureo manto y tae las cuerdas de una lira deoro: el que te lo prodigue, valga para ti ms que elgran Homero. El que da revela muy sutil ingenio.No desprecies al esclavo que consigui comprar sulibertad; no es un crimen llevar los pies enyesados.No te seduzcan los ttulos de una antigua nobleza;amante pobre, carga contigo tus ilustres abuelos. Elque por hermoso te pida una noche sin pagarla,vaya primero a sonsacar a su amante la cantidad quedebe ofrecerte. Mustrate poco interesada al tenderlas redes, no se te huya la vctima; pero una vezprendida, destryela con tus exigencias. Lasimulacin del afecto no perjudica; creaenhorabuena que le amas y que este amor no sea deltodo gratuito. A menudo le negars tus nochesfingiendo dolores de cabeza o poniendo porpretexto las fiestas consagradas a Isis; despus lerecibirs para que no se acostumbre a carecer de tucompaa, y a fuerza de repulsas se debilite supasin. Tu puerta sorda a los ruegos, brase a lasddivas, y el amante que recibas oiga las quejas delque rechazas. Si le ofendes, monta en clera como

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    ofendida por l y desvanece sus inculpacionesabrumndole con las tuyas; mas no perdure turesentimiento largas horas; la clera prolongadaengendr mil veces el odio. Adems debenaprender tus ojos el arte de las lgrimas fingidas queresbalen humedeciendo tus mejillas. Si te proponesengaarle, no te asuste el perjurio; Venus hizo losnmenes sordos a las quejas del burlado. Toma a tuservicio un esclavo y una sirvienta que le indiquenlo que debe comprar para ti, y para ellos pdanlecosas de poco valor, que sonsacndolas a muchos,pronto una y otra espiga se convertir en un granacervo. Que tu madre, tu hermana y tu nodriza leasedien sin cesar; el botn anhelado se recogepronto por muchas manos. Si te faltan motivos paraexigirle un regalo, advirtele por medio de una tortaque es el da de tu natalicio. Obra de modo que nose considere libre de rivales; el amor dura poco si lequitas el miedo del peligro. Note en tu lecho losvestigios de otro afortunado, y en las lvidasmanchas de tu cuello seales de sus lascivas caricias,y vea, sobre todo, los presentes que otro te envi; sinada te ofreciese, pdele los objetos que se vendenen la va Sacra, y despus que te hayas sacadocuanto te proponas, aparentando no querer

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    despojarle por completo, rugale que te preste loque nunca le has de volver. Que la lengua te ayude acelar tus designios; arrunale con tus mimososhalagos; en la dulce miel se oculta el mortfero vene-no. Si sigues estos consejos, fruto de larga expe-riencia, y no dejas que el viento se lleve mis pala-bras, exclamars muchas veces vive feliz y rogarsotras tantas que despus de muerta descansen tran-quilos mis huesos. Aun segua el discurso, cuandomi sombra me traicion y apenas pude evitar quemis manos no le arrancaran sus escasos y blancoscabellos, sus ojos que lagrimeaban con el vino y susmejillas surcadas por las arrugas. Que los dioses tenieguen el refugio de un hogar en tu vejezmiserable, y te castiguen con un invierno sin fin yuna sed eterna.

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    Todo amante es soldado, Cupido tiene susreales; creme, tico, todo amante es soldado. Laedad apta para la guerra es la que conviene a Venus.Vergenza al soldado viejo, vergenza al amor senil.Los aos que requiere un jefe en el vigoroso reclutason los que exige una linda joven al compaero desu lecho. Los dos son vigilantes, los dos descansana menudo en tierra; el uno guarda las puertas de sudueo, el otro la tienda de su general. El que cursala milicia ha de emprender marchas penosas; elamante resuelto, si dispone un viaje su dolo, leseguir hasta el fin del mundo, franquear losmontes contrapuestos, los torrentes engrosados porla lluvia y los peligrosos ventisqueros, y teniendo

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    que navegar no le arredrar el Euro desencadenado,ni aguardar que las estrellas le indiquen elmomento propicio a la navegacin. Quin sino elsoldado o el amante resiste los hielos de la noche yla nieve mezclada con raudales de lluvia? Al uno sele enva a descubrir los movimientos del enemigo, yel otro, como en un enemigo, tiene puestos los ojosen su rival. El primero sitia fuertes ciudades, elsegundo el umbral de su rigurosa amiga; aqul atacalas puertas y ste los postigos. Muchas veces lasorpresa del enemigo dormido alcanz la victoria, yla gente indefensa cay al rigor de las manosarmadas: as sucumbieron los feroces escuadronesdel tracio Reso y sus cautivos caballos vinieron apoder de otro dueo. Muchas veces los amantes seaprovechan del sueo de los maridos y mueven lasarmas contra adversarios que duermen. Escapar alas manos de los guardianes y a los ojos de losatalayas, constituye el empeo del soldado y delmsero amante. La suerte de Marte es dudosa y noms segura la de Venus; los vencidos se reponen desus descalabros y caen por tierra los que juzgabasinvencibles. Cllese el que tild de holgazn al amorque vive sometido a difciles pruebas. El gran Aqui-les se abrasa por su cautiva Briseida que le acaban

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    de arrebatar; troyanos, mientras le dura el enojo,destrozad las huestes de Argos. Hctor sedesprende de los brazos de Andrmaca paralanzarse a la batalla, y su esposa le pone el yelmo enla cabeza. El vstago de Atreo, primer caudillo delejrcito, en el momento de ver a la hija de Pramocon los cabellos esparcidos como una Bacante, sedice que enmudeci lleno de pasmo. El mismoMarte sorprendido cae en las redes de Vulcano;ninguna fbula es tan conocida en el cielo.

    Yo tambin era perezoso y me entregaba a lamuelle desidia porque el lecho y la inercia habanenervado mis nimos; mas el deseo de enamorar auna bella joven me impuls a tomar las armas en sudefensa, y desde entonces me veis gil y dispuesto alas luchas nocturnas. Ame, pues, el que no quieraconsumirse en la desidia.

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    X

    Como Helena arrebatada a las mrgenes delEurotas por las naves de Frigia, encendi la guerraentre sus dos esposos; corno Leda, a quien el sagazadltero, bajo la apariencia de una ave, sedujo con lanitidez de sus plumas; como erraba por lossedientos campos Amimone con la urna en lacabeza, tal apareciste a mis ojos, y tema por ti alguila y al toro y todas las transformaciones que elamor sugiri al omnipotente Jove.

    Ahora no me aflige el temor, he sanado de midolencia y tu cara ya no es el recreo de mis ojos.Me preguntas por qu tal mudariza? Porque tevendes a las ddivas, motivo suficiente para que nome entusiasmes; mientras fuiste ingenua y sencilla,

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    am tu cuerpo y tu alma; hoy la degradacin de staha disminuido mucho tu belleza. El amor es un niodesnudo, sus aos desconocen la maldad, desechalas vestiduras y quiere revelarse cual es. Por qudisponis que el hijo de Venus se prostituya al oro?Anda sin ropa y no tiene sitio donde ocultar el pre-cio de sus mercedes. Ni a Venus ni a su hijo convie-ne el rudo ejercicio de las armas; dioses tan dbiles,no pueden pelear a sueldo. La meretriz se ofrece alprimero que llega por un precio establecido, y entre-ga su cuerpo por msera ganancia; pero detesta latirana del avaro rufin y hace por fuerza lo que vos-otras por gusto. Tomad ejemplo de las bestias priva-das de razn, y os avergonzaris al advertir en ellasun natural ms delicado. La yegua no pide nada alpotro, ni al toro la vaca; el carnero no cautiva condones a la oveja que le atrae. La mujer sola se enri-quece con los despojos del varn; ella sola pone asueldo sus noches, ella sola se alquila, vende el pla-cer que sienten los dos, que los dos anhelaban, y fijael precio en razn de los goces que espera. Si losdeleites de Venus han de ser gratos y comunes a losdos, por qu la una los vende y el otro los paga?Por qu el goce ha de ser daoso para m y lucrati-vo para ti, cuando uno y otro realizarnos los

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    mismos esfuerzos? Los testigos compradosdelinquen con sus perjurios; el arca de un juez sintacha nunca est abierta; es vergonzoso defender alos mseros reos por la retribucin, y que un tribunalllegue a enriquecerse con sus fallos. El decoroprohbe acrecentar la herencia paterna con losrditos del lecho y prostituir al lucro los hechizos deuna linda cara. Se debe agradecimiento a los favoresno comprados, jams a los que se conquistan a vilprecio. El que los paga solventa su deuda, y una vezsatisfecha, el deudor no tiene contigo ningunaobligacin. Hermosas, evitad pactar el estipendio delas noches que concedis;, la ganancia impura traemalos resultados. No valan tanto los brazaletes delos sabinos, que aplastasen bajo el peso de losescudos la cabeza de una Vestal; un hijo atravescon el acero las entraas que le haban dado a luz, yun collar fue la causa de su crimen. Mas no halloindigno exigir del opulento que sea liberal; sbraledinero para satisfacer al que le pide. Coged losracimos que penden de las cepas cargadas, y que losfrtiles vergeles de Alcinoo os brinden sabrossimosfrutos. El pobre pague con sus obsequios susservicios y su liberalidad; cada cual ofrezca a suamada aquello que posea. Yo slo tengo ingenio que

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    celebre en verso a las jvenes que merecen estehonor, y la que ame ser de todos conocida por miscantos. Se desgarrarn los fastuosos vestidos, lasperlas y el oro se quebrarn; pero ser eterna la famade la que ensalcen mis escritos. No me indigna ysolivianta dar, sino que me exijan el precio; lo queniego a tus peticiones, lo obtendrs as que dejes depedirlo.

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    Oh!, t, tan hbil en poner orden y concierto enuna cabellera descompuesta y que no debas perte-necer a la humilde clase de las sirvientas; t, tan co-nocida por la sagacidad con que preparabas secretascitas nocturnas, como ingeniosa portadora detiernas misivas; t, que a fuerza de exhortacionespusiste tantas veces en mis brazos a la indecisa Co-rina, y que en medio de mis percances siempre mehas sido fiel, recibe y entrega a tu ama por lamaana las tablillas que acabo de escribir, y triunfetu diligencia de cualquier obstculo. Tu corazn noes de pedernal o duro corno el hierro, ni tusimplicidad pasa de la medida ordinaria; y aun creoque sentiste las flechas del arco de Cupido; defiende,

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    pues, en mi ayuda una bandera que es tambin latuya. Si te pregunta qu hago, dile que vivo en laesperanza de obtener una de sus noches; lo demsse lo dir la blanda cera notada por mi mano.Mientras hablo, la hora huye; entrgale estas tablillasen el momento, que la veas desocupada, pon lamayor diligencia en que las lea solcita, y observa susojos y su frente al leerlas, porque en su calladosemblante podrs adivinar la respuesta; vescorriendo y suplcale que conteste largamente a mimisiva; me disgusta que la blanda cera deje grandesespacios sin signos y prefiero que las lneas estnmuy apretadas y la vista se detenga mucho tiempoen leer lo escrito hasta el extremo de las mrgenes.Mas qu necesidad hay de rendir los dedosmanejando el estilo? Que en toda la tablilla sloaparezca esta palabra: Ven. Entonces noretardar ceir de hojas de laurel mis tablillasvencedoras, y suspenderlas con esta inscripcin enel templo de Venus: Nasn consagra a Venus lasfieles confidentas de sus cuitas que antes fueron untronco vil de acebo.

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    Llorad mi desgracia: me han vuelto las tristes ta-blillas, y su letra fatal me anuncia que hoy es impo-sible verla. Los presagios no carecen de valor; elumbral lastim el pie de Nape en el momento desalir; cuando te enve otra vez afuera, cuida de atra-vesarlo con precaucin, y que la sobriedad te per-mita levantar ms el pie. Lejos de m, tablillas des-dichadas de fnebre leo, y t, cera, que los signosde repulsa sealaron, creo que fuiste extrada de laflor de la alta cicuta, y que la abeja de Crcega telabr con su miel de ingrato sabor; aunque parecasenrojecida por el bermelln, en realidad tu color erael de la sangre.

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    Trozos de intil madera, volad arrojados a lacalle, y que os triture el peso de la rueda al pasarospor encima. Persuadido estoy de que tena lasmanos impuras el que os arranc del rbol y dedica tales usos; aquel rbol sirvi sin duda de horca alcuello de un miserable; con sus ramas provey decruces infames al verdugo, prest al buho funestasombra, y en su ramaje sostuvo los nidos del buitrey el quebrantahuesos. Y yo, loco, deposit en ellas eltestimonio de mis amores, y escrib en ellas lastiernas palabras que deban persuadir a mi amada.Mejor convena su cera al sealamiento de un juicio,ledo en tono adusto por el representante de la ley, yse acomodara a las efemrides de un avaro que,viendo sus cifras, se lamenta de las sumas gastadas.Ahora comprendo la razn de que se os llamedobles, y por cierto que este nmero no es debuenos auspicios. Qu os desear mi clera sinoque os carcoma y pudra la vejez, y la suciedadinmunda cubra vuestra tersa superficie?

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    XIII

    Abandonando el lecho de su viejo esposo, ya selevanta del Ocano la rubicunda diosa que nos trae,el da en su carro de prpura. Adnde te precipitas,Aurora? Detente, y as las aves caigan todos losaos en solemne sacrificio ante la sombra deMemnn. Delitame reposar ahora en los tiernosbrazos de mi amada, y oprimir otra vez contra elmo su pecho palpitante. Al amanecer, el sueo esdelicioso, el aire fro, y el ruiseor modula las notasms argentinas de su tenue garganta. Adnde teprecipitas? Eres poco grata a los mozos, y menos alas jvenes; recoge en tu purprea mano las riendascuajadas de roco. Antes de tu aparicin, elnavegante observa mejor las estrellas y no navega

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    perdido en las olas. Levntase el viajero lleno defatiga as que amaneces, y el soldado empua lasarmas belicosas. T ves la primera al labriego con laazada al hombro, y la primera unces los tardosbueyes bajo el doble yugo; t interrumpes el sueode los nios y los diriges al aula. del maestro, dondesus tiernas manos sufren los crueles latigazos de lafrula; t llevas al tribunal la caucin que puedepadecer grave detrimento por una sola palabra,siendo tan desfavorable al abogado, como al juez,pues uno y otro se ven obligados a dejar el lechopara entender en nuevos procesos; y t, cuando lasmujeres podran olvidar en el descanso las faenas,incitas sus manos laboriosas al hilado de la lana.Todo esto lo soportara; mas despertar demadrugada a las jvenes, quin lo sufrir sino elque no ame a ninguna?

    Cuntas veces he deseado que la noche nodesapareciese a tu fulgor, y que las estrellas fugitivasno se ocultaran en tu presencia! Cuntas vecesdese que el viento destrozase tu carro, o que cayerauno de sus corceles envuelto en espesa nube!Cruel!, adnde corres? Si tuviste un hijo de pielatezada, deba su obscuro color al corazn de sumadre. Como si en otro tiempo no te hubieses

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    abrasado de amor por Cfalo! Ibas a creer que tudeshonra nos era desconocida? Yo quisiera queTitn pudiese hablar de tus pasos: entonces nohabra mujer tan escandalosa en el cielo. Huyes desu tlamo porque la edad ha enfriado su sangre, y telanzas de maana sobre el carro, que abomina suvejez; mas si oprimieses en tus brazos a otro Cfalo,te oiramos gritar. Corred lentamente, caballos dela noche! Porque los aos inutilizan a tu esposo,ha de ser castigado mi amor? Acaso intervine yoen que te casaras con un viejo? Observa cuntashoras de sueo concede la luna a su gentil amante, ysu hermosura no cede en nada a la tuya. El mismopadre de los dioses no quiso verte con tantafrecuencia, y continu sus dichas reduciendo a unados noches. Ya haba puesto fin a mis querellas, ycomo si me hubiese odo, enrojeci su frente; el sol,sin embargo, no resplandeci ms tarde que decostumbre.

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    XIV

    Le deca a menudo: Desiste de teir tuscabellos: ya no te queda uno solo que puedascambiar de color. Si as lo hubieras hecho, quhabra ms hermoso que los mismos cayendoondulantes hasta tus rodillas? Temas peinrtelos,porque eran tan finos como los tenues tejidos conque se cubren los Seres atezados, o como el hilo quecon ligero pie extiende la araa al urdir su tramasutil en la viga abandonada. En verdad, no erannegros, ni tampoco rubios de oro, sino una mezclafeliz de uno y otro color. Tal en los hmedos vallesdel escabroso Ida se alza el arrogante cedro que haperdido la corteza. Adems, sometanse dciles yobedientes a tus caprichos, y no te producan

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    ningn dolor. Jams la fina aguja, jams los dientesdel peine se los llevaron tras s, y tu peinadora jamsvi lesionado su cuerpo. Cien veces estuve presenteen su tocador, y ni una sola tom la aguja parapincharle el brazo. Cien veces la vi de maana,cuando aun no haba puesto ordenen los cabellos,medio tendida en el purpreo lecho, y a pesar de suabandono, estaba tan seductora como la Bacante deTracia, que deja reposar con languidez sobre elverde musgo su cuerpo fatigado. Ellos, tan sutilesque parecan un finsimo vello, ay, cuntos daos yvejaciones hubieron de sufrir; con qu docilidadsoportaron el hierro y el fuego, al convertirse enrizadas trenzas que se enroscaban en espiral! Yogritaba: Es un crimen, s, es un crimen abrasartales cabellos!; al natural son ms lindos; ahorra a tucabeza la visita del hierro, no los sometas a la vio-lencia, no merecen ser quemados; ellos mismosindican su lugar a la aguja que se les aproxima.Ah!, pereci la hermosa cabellera que hubieseenvidiado Apolo, y Baco querido que adornase sucabeza, slo comparable a la que Venus recoga consu hmeda mano, al salir desnuda de las marinasolas. Por qu lamentas la prdida de tus cabellosmartirizados?; porqu, imbcil, con triste ademn,

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    rechazas el espejo? Ya no te miras en l con el gustoque solas; para agradar an, debes olvidarte de timisma. No te perjudicaron las hierbas encantadasde una rival; no los lav una vieja hechicera en lasaguas de Hemonia, ni te los arranc una graveenfermedad; ojal este azote no caiga nunca sobre ti;ninguna lengua envidiosa te despoj de sus trenzasespesas; sientes el menoscabo que les ocasion tuculpa con la propia mano, al verter sobre tu cabezatinturas venenosas.

    Ahora la Germania te proporcionar loscabellos de sus cautivas, y te adornarn los regalosde la gente vencida por nuestras armas. Oh!, cmote llenars de sonrojo si alguien ensalza tu cabellera,y exclamars!: Slo aplaude los postizos quecompr; no s al presente qu mujer Sicambra alabaen mi persona, y, sin embargo, recuerdo que en otrotiempo estos elogios se dirigan a m. Ah,desventurada!, apenas reprime las lgrimas, cbreseel rostro con la mano, y el rubor colorea sus tersasmejillas. No cesa de contemplar sobre su regazo losantiguos cabellos, ay de m!, no merecedores deestar en el sitio que a la sazn ocupan. Oculta. elsentimiento que tu cara delata; el mal no es

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    irreparable; bien pronto sers admirada con tunatural cabellera.

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    XV

    Por qu, mordaz envidia, reprendes mi vidadesidiosa y llamas a mis versos fruto de un ingeniosumido en la pereza? Aunque alienta con bro miedad, no sigo las huellas de mis antepasados tras loslaureles polvorientos de la guerra; no aprendo ellenguaje ampuloso de las leyes, ni prostituyo mielocuencia en las luchas venales del foro. Lostrabajos que me ofreces son mortales, y yo ansouna fama imperecedera que extienda mi celebridadpor los siglos en la redondez del Universo. Elcantor de Meonia vivir mientras permanezcan ensu asiento la isla Tenedos y el monte Ida, y el Smoislance al mar su rpida corriente. Vivir el poeta deAscra mientras la uva fermente en el mosto y la

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    espiga de Ceres caiga al filo de la hoz encorvada;todo el mundo ensalzar siempre al hijo de Bato,ms sobresaliente por el arte que por el ingenio; elcoturno de Sfocles dominar siempre la escena, yArato vivir eterno, como el sol y la luna. En tantoque el esclavo sea falaz, el padre duro de condicin,prfida la alcahueta y fcil la meretriz, no perecerMenandro. Ennio, poco conocedor del arte, yAccio, el de vigorosos alientos, han conquistado unnombre que desafa las injurias de los tiempos.Quin olvidar a Varrn, el primer barco, y laurea piel del Vellocino conquistado por el jefeAusonio? Los versos de Lucrecio perecern el daque perezca el orbe. Ttiro, los frutos campestres ylas hazaas de Eneas sern ledos mientras Romaimpere sobre el Universo, conquistado por su valor,y tambin lo sern los tuyos, tierno Tibulo, en tantoque el arco y el fuego sean las armas de Cupdo.Galo ser conocido de los pueblos de Occidente yla Aurora, y con Galo su hermosa Licoris: que si eltranscurso del tiempo desgasta las rocas y enmohecela reja paciente del arado, los poemas burlan lasamenazas de la muerte. Cedan a los cantos de lapoesa los reyes y sus pomposos triunfos, y conellos cedan asimismo los opulentos raudales del

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    aurfero Tajo. Que el vulgo admire lo deleznable, yel rubio Apolo me permita apurar los vasos llenosdel agua de Castalia, y mi cabellera resplandezca conel mirto, que aborrece las escarchas, y sea ledo unay mil veces por la solicitud del amante. La envidia sealimenta con sangre de vivos, a la muerte los deja, yentonces el varn insigne se protege con la gloriaque ha merecido. As, cuando el fuego de la pirahaya consumido mis restos, aun vivir, y serinmortal la parte mejor de mi existencia.

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    LIBRO SEGUNDOELEGA I

    Yo compuse esta obra, yo, aquel poeta Nasn,nacido en la lluviosa comarca de los Pelignos, quese divierte en cantar sus propios extravos. As melo orden el Amor. Lejos de aqu, muy lejos,bellezas intratables, no sois pblico adecuado a mistiernos versos! Lame la virgen inflamada enpresencia, de su prometido, y el sencillo adolescenteque sufre por vez primera las angustias amorosas.Quiero que algn joven, herido por la misma flechaque yo llevo clavada, reconozca, leyndome, lasseales del fuego que le consume, y tras largaadmiracin exclame: Por dnde este poeta hapenetrado y descubierto mis ocultos dolores?

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    Yo me atrev, aun lo recuerdo, y no me faltaba elaliento necesario, a cantar la lucha de los diosescontra Gas, el de los cien brazos, cuando la Tierrasaci su horrible venganza y el Pelin cayderrumbado con el arrogante Osa, que pretendaescalar el Olimpo. Yo tena en mis manos losnublados, y a Jove con sus rayos, que vibrabaimpetuoso en defensa del cielo; m amiga me cerrla puerta, y olvid a Jpiter y sus rayos; s, el mismoJpiter se borr de mi mente.

    Perdona, padre de los dioses: tus rayos no meservan de provecho, una puerta cerrada meinfunda ms pavor. Volv a las caricias y ligeraselegas, armas que me pertenecen, y mis dulcesfrases quebrantaron la dureza de las puertas. Loscantos obligan a descender hasta nosotros la lunaensangrentada, y detienen en su carroza los blancoscorceles del sol; los cantos arrancan a la serpiente sudardo venenoso, y fuerzan al ro a retroceder hastasu fuente; las puertas se han rendido a mis cantos, ymis cantos corrieron los cerrojos en los postes dedura encina. Qu me hubiese aprovechado ensalzaral veloz Aquiles? Qu habran hecho en mi favorlos dos Atridas y el hroe que vag errante por elmarlos diez aos que perdi en la guerra, y el

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    desdichado Hctor, a quien arrastraron los corcelesdel prncipe de Hemonia? Mas desde que alab elrostro hermoso de una tierna joven, ella mismaviene a recompensar al vate por sus canciones. Granpremio han merecido. Nombres ilustres de loshroes, pasadlo bien. Vuestro favor no meconviene. Muchachas hermosas, od con fazsonriente los versos que me dicta el Amor, derosadas mejillas.

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    II

    Oh Bagoa!, a quien confiaron la guarda de midueo, escchame; tengo que decirte unas pocas ymuy importantes palabras. Ayer la vi que paseabapor el prtico de las hijas de Dnao; me declar sucautivo, y en seguida la envi por escrito mi splica,y me contest con mano temblorosa: No es posi-ble. Y por qu no puedes? Replic sin demora ami pregunta que tu vigilancia le era excesivamentemolesta. Oh, guardiana!, si tienes prudencia,creme, cesa de merecer el odio. Todos desean laruina del sujeto a quien temen. El marido estambin un insensato; a qu tantas prevencionespor defender lo que se conserva sin necesidad devigilantes? Entrguese furioso, como quiera, a los

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    arrebatos de la pasin, y juzgue casta a su esposa,que agrada a cuantos la ven; mas t en secretoconcdele algn rato de libertad, ella te pagar concreces lo que le dieres; trabaja por convertirte en suconfidenta, y la seora quedar sometida a la sierva.Temes la complicidad?; finge que no la ves. Lee asolas un escrito?; supn que le escribe su madre.Llega a hablarla un desconocido?; pues paseadelante como si lo conocieras. Va a visitar unaamiga enferma de mentirijillas?; que la visite, yfigrate que lo est realmente. Si viniese tarde, porno velar esperndola largas horas, chate a roncarcon la frente apoyada en las rodillas. No pretendassaber lo que pasa en el templo de Isis, la diosavestida de lino, ni te cause inquietud lo que sucedeen las gradas del teatro. El cmplice de un delito seve siempre colmado de mercedes: hay ningn tra-bajo tan fcil como el de callar? l es el predilecto,l gobierna la casa, l no teme los azotes, l estodopoderoso, y los otros soez rebao que yace enla servidumbre. Oculta al marido los motivos dequeja verdaderos, inventndolos falsos, y los dos,como seores, aprobaris lo que convenga a lamujer. Si el marido pone mala cara y arruga elentrecejo, una joven, con sus caricias, consigue

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    pronto lo que pretende; sin embargo, de tarde entarde conviene que provoque una reyerta contigo, yllore fingidas lgrimas, y te llame verdugo, y que tle contestes con imputaciones que ella destruyafcilmente, y con su notoria falsedad impidan alesposo creer en los ultrajes reales.

    Con tal conducta crecern de da en da tushonores y vers cmo aumenta tu peculio; sigue misconsejos, y dentro de poco habrs recuperado lalibertad. Ves a los delatores con el cuello cargadode cadenas? Un hediondo calabozo vino a ser elpremio de su perfidia. Tntalo muere de sed enmedio de las aguas, y ansa coger los frutos que se leescapan; castigo impuesto a la garrulera de sulengua. El guardin celoso en extremo con que Junoatorment a o muri antes de tiempo, y ella es hoyuna diosa. Yo vi cargado de hierro, que amoratabasus piernas, al hombre que revel a un marido elincesto de su mujer, y el castigo fue menor de lo quemereca la culpa, pues con su lengua perversa causdos males: la pena del marido y la. ruina de la famade la esposa. Creme, ninguno oye con gustosemejantes acusaciones; si les presta atencin, lohace a su pesar; si no se indigna, pierdes la delacinen sus odos indiferentes, y si ama de veras, con tu

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    oficiosidad ocasionas su desgracia. Aun la culpamanifiesta es difcil de probar, y la mujer se aseguracon la benevolencia de su juez: aunque l mismo veael delito, dar crdito a las negativas, condenar suspropios ojos, se reprender por sus sospechas, y almirar las lgrimas de su esposa, las derramartambin, gritando: Este Chismoso me lo ha depagar! Qu lucha tan desigual acometes! Al caervencido, te espera una tanda de azotes, mientras ellase sentar sobre las rodillas de su juez. Nomaquinamos ningn crimen, no nos escondemospara componer brebajes venenosos, no fulminamosla espada desnuda en nuestra mano: slo deseamospoder amar sin riesgo gracias a tu favor. Puedehaber cosa ms inocente que nuestras splicas?

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    III

    Ay de m!; t, que no eres hembra ni varn,guardas a mi amada; t, incapaz de conocer losplaceres recprocos de Venus. El primero quemutil las partes genitales de un nio, debi padecerel mismo suplicio. T seras ms complaciente ymenos sordo a los ruegos, si antes te hubiesesinflamado por alguna mujer. T no naciste pararegir un caballo ni manejar las pesadas armas; tusdbiles brazos no pueden sostener la lanza belicosa.stos son oficios varoniles y tienes que renunciar alos esfuerzos del varn. Obligado a seguir los pasosde tu seora, llnala de satisfaccin con tus buenosservicios y aprovchate de sus mercedes. Si llegas aperderla, de qu servirs en el mundo ? Su linda

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    cara y sus pocos aos incitan al placer. Lahermosura no debe marchitarse en torpe abandono.Por mucho que extremes tu vigilancia, sabrengaarte con facilidad; siempre se realizan lasaspiraciones de los amantes, y como es mejorpartido acudir a las splicas, te rogamos que nosfavorezcas ahora que puedes prestarnos excelentesservicios.

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    IV

    Yo no me atrevo a defender mis relajadascostumbres, ni a esgrimir las armas de la falsedad enpro de mis vicios: los confieso, si de algo aprovechadeclarar las propias culpas; los confieso y sigo comoun loco aferrado a mis extravos: los odio, y aundesendolo, no puedo ser otro del que soy. Qupesado, soportar la carga que uno quisiera echar delos hombros! Me faltan las fuerzas para dominarmea m mismo, y me dejo arrastrar como barcoimpelido por rpida corriente. No subleva mispasiones una sola belleza; son muchas las que meobligan siempre al amor. Si una doncella baja en mipresencia modestamente los ojos, me inflamo, y supudor se convierte en el enemigo de mi

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    tranquilidad. Si la otra se presenta provocativa, mesubyuga, porque su resolucin alienta la esperanzade mil placeres en el blando, lecho. Si veo unaintratable que imita la rigidez de las Sabinas, piensoque sabe querer y disimula con orgullo lo quequiere. La que juzga los versos de Calmaco sinprimor, comparndolos con los mos, revela que legusto, y bien pronto ella me rendir a su vez; lacontraria que reniega del poeta y sus versos, no meofende, antes deseara yacer al lado de la que as memaltrata, Anda con aire diligente, y me cautiva consus andares; tiene duras las facciones y no, meimporta, ya se suavizarn al contacto del varn. stame fascina por su voz dulcsima que emite sinninguna violencia, y quisiera estampar mis besos ensu boca deliciosa; aqulla recorre con sus gilesdedos las vibrantes cuerdas de la lira, y cmodejara de amar tan hbiles manos? Me sorprende labailarina que agita los brazos a comps, por el arteinsinuante, con que tuerce su cuerpo lascivo; y no sehable de m que me inflamo por la menor causa,pngase ante ella Hiplito, y se convertir enPrapo. T igualas con esa arrogante estatura a lasantiguas heronas y puedes cubrir con tu cuerpo unlecho espacioso, y t me vences por lo diminuta: las

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    dos me encadenis, las dos, alta y baja, convens amis gustos. Es algo negligente, y qu puede aadirel ornato a su belleza?; se ofrece ataviada con lujo, ybrilla su esplndida distincin. Me domina la blancalo mismo que la morena; en las de cutis obscuro noson menos gratas las delicias de Venus. Si loscabellos de bano le caen sobre la garganta de nieve,recuerdo que la hermosura de Leda consista en sunegra cabellera; si son rojos, que la Aurora sacudesus cabellos de color de azafrn, y me adapto porigual a todas las historias. Una novicia me atrae, unade edad madura me sugestiona; aqulla por suscarnes frescas, sta por lo que sabe; en fin, que miamor ambicioso quisiera llamar suyas a todas lasbellezas que se admiran en la ciudad.

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    V

    Vete lejos con tus flechas, Cupido; ningunamujer vale tanto que me haga desear la muerte atodas horas. S, deseo morir cuando recuerdo tufelona, joven nacida para mi eterna condenacin.Las tablillas engaosas no me han revelado tuproceder, ni delataron tu crimen los regalos furtivosque recibiste. Ay!, ojal al recriminarte saliesesvictoriosa de la prueba.

    Desgraciado de m! Por qu es tan justa micausa? Feliz el que ama y se atreve a defender en altavoz a su amiga, si sta puede contestar: Soyinocente. Tiene un corazn de hierro y secomplace demasiado en dar pbulo a su clera, elque corre tras una palma ensangrentada con el

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    castigo de la culpable. Por desgracia, cuando mecreas dormido, vi yo mismo tu traicin, porque nohaba apurado el vino que me sirvieron. Vi cmohablabais largamente con el fruncir del entrecejo;con vuestros gestos os entendais a maravilla: tusojos no supieron callar, trazaste con vino en la mesalo que queras, y hasta tus dedos se convirtieron enletras. No os riis a mi costa; he comprendidovuestros coloquios, descifr las palabras ocultas enlas seas que habais convenido. Ya. muchoscomensales abandonaban la mesa sin manteles y noquedaban ms que dos jvenes detenidos, por laembriaguez. Entonces os sorprend dndoosculpables besos, y me pareci or que se chocabanvuestras lenguas: No eran los besos que da una her-mana a su honesto hermano, sino los que la tiernaquerida brinda a su arrebatado amante: no eran losque Febo imprime en el rostro de Diana, sino msbien los que Venus regala a su caro Marte. Quhaces? -exclamo-; a quin concedes esos favoresque son mos? Estoy dispuesto a defender con lospuos mis derechos. Esos placeres slo a mcorresponde darlos y exigirlos, son propiedadcomn de los dos. Por qu un tercero ha departicipar de tales dichas? As desahogu lo que me

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    dictaba la clera, y ella, reconocindose culpable, seencendi de rubor. Como, se pinta el cielo cuandoaparece la esposa de Titn, o la doncella que ve laprimera vez a su prometido; como brilla la rosapurpurina en medio de los lirios, o se detienen losencantados corceles de la luna, o cual tie la mujerMeonia el marfil de Asiria porque no se vuelvaamarillento con los aos, as se pint6 de prpura surostro, o con matices muy semejantes, y acaso nuncaresplandeci ms hermosa. Miraba hacia el suelo, yqu interesante estaba en su humildad!; la tristeza sereflejaba en su cara, multiplicando sus atractivos.Tuve la intencin de mesar sus bien peinadoscabellos y golpear iracundo sus tersas mejillas; peromis robustos brazos postrronse ante la beldad, quesupo defenderse con las propias armas. Yo quepoco antes amenazaba, acud rendido a las splicaspara que no me diese por tal motivo besos menosardorosos. Ella se ri y me dio de corazn los msespontneos, tales que podran arrancar el mortferorayo a las manos de Jove. Slo me atormentaba elrecelo de que hubiesen sido tan sabrosos los queconcedi a mi rival, y quisiera que se los hubiesedado con menos ardor; porque, en efecto, revelabanms arte del que yo le ense, y que haba a mis

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    espaldas aprendido algo nuevo. Me sobresaltmucho al saborearlos, pues nuestras lenguas sejuntaron rozando con suavidad los labios; mas noes esto lo que me desazona, no me quejo de losmuchos besos que os disteis, y ya son motivobastante a mi alarma, sino que tales lecciones slopueden darse en el lecho, y no s qu maestro harecibido por ellos un premio tan grande.

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    VI

    Ha muerto el papagayo, ese pjaro de las IndiasOrientales que imita nuestras voces. Pjaros, acudiden tropel a sus exequias, acudid en demostracin depiedad, golpeando con las alas vuestros pechos, yclavaos en las cabezas las uas afiladas. En vez deplaideras que retuerzan sus cabellos, arrancaos lashirsutas plumas y que vuestros cantos resuenensubstituyendo a la fnebre trompeta. Por qu,Filomela, pregonas el crimen del tirano de Ismara?Los aos han debido poner trmino a tus lamentos.No llores ms que el fin lastimoso de esta rara ave:grande es la causa del dolor de Itis, pero ya muyantigua. Condoleos todos cuantos atravesis lasareas regiones, y antes que todos, t, fiel tortolilla.

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    Vivi la vida entera con vosotros en armona, y nien el postrer instante desminti su acendradafidelidad: Lo que fue el joven de Focea para Orestesel de Argos, lo fu para ti la trtola mientras viviste,oh papagayo! De que te sirvi tanta fidelidad y lahermosura de tu raro plumaje? De qu tu vozingeniosa que imitaba los sonidos humanos, y porltimo haber hecho las delicias de mi amada desdeel da que entraste en su casa? Infeliz!; t, la gloriade las aves, ya no existes. Tus plumas podaneclipsar las verdes esmeraldas, y tu pico encarnadocompetir con el rojo de la escarlata. No hubo en latierra pjaro que hablase con tanta facilidadrepitiendo los sonidos que oyese, y a pesar de tusprendas la envidia te mat. No te lanzabas asanguinarios combates, eras comunicativo y amantede las dulzuras d la paz. Vemos a las codornicesque viven pelendose con saa, y acaso por estarazn llegan a la vejez. Estabas mantenido conpoco, y fuera de la necesidad de hablar, podas pasarlargo tiempo sin alimento: la noche te serva de pas-to, la adormidera te incitaba al sueo y unas gotasde agua templaban tu sed. Goza luenga vida el vidobuitre, el milano que describe amplios crculos en el.aire y el grajo que anuncia la proximidad de la

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    lluvia. Prolonga sus das la corneja aborrecida deMinerva, que apenas se prepara a la muerte despusde nueve siglos, y ha muerto el pjaro locuaz quetan bien imitaba las voces humanas, el papagayo,presente que nos envan los ltimos con fines delorbe.

    Las manos avaras de la Parca casi siempre nosarrebatan de pronto las ms ptimas cosas, y lasms nfimas tocan los ltimos lmites de laexistencia. Tersites vi los funerales del hijo deFilaces, y Hctor qued reducido a cenizas cuandoaun vivan sus hermanos. A qu referir los posvotos que hizo en. pro de tu salvacin mi tiernaamada, votos que empuj hacia el mar el Notopreado de tempestades? Llegaste al sptimo daque te negaba ver la maana siguiente, pues la Parcahaba hilado el estambre, de su rueca; mas no porello se helaron las palabras en tu yerto paladar, y tulengua moribunda exclam: Corina, psalo bien. Ala falda del Elseo lzase una selva de espesasencinas; la tierra hmeda se ve tapizada siempre deverde musgo, y si merecen crdito los cuentos de lafbula, dicen que en aquel lugar de las avesinocentes no son admitidas las carnvoras y rapaces.All los cisnes inofensivos pacen a su sabor con el

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    fnix, la nica inmortal de las aves; el pavn de Junodespliega altivo su brillante plumaje, y la palomabesa el pico de su ardiente esposo. Recibido porellos como un nuevo habitante de la selva, elpapagayo con su charla se atrae la benevolencia detan buenos amigos. Guarda sus huesos un tmulode grandeza proporcionada a tal cuerpo, y sobreuna pequea losa se lee este breve epitafio:Comprendo por este sepulcro que supe agradar ami duea, y tuve para hablarla ms talento del que -suelen las aves.

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    VII

    Conque he de ser a todas horas vctima de nue-vas acusaciones? Estoy cansado de combatir tantasveces por la victoria. Si mis ojos se elevan a las lti-mas gradas del fastuoso teatro, escoges entre mil lamujer que justifique tu resentimiento. Si una cndidamuchacha pone en m silenciosa sus miradas, laacusas de entenderse secretamente conmigo por losgestos del rostro. Si alabo a sta, te mesas con furialos inocentes cabellos; si la difamo, sospechas quetrato de disimular el engao. Que el color arrebatami semblante, me culpas de frialdad hacia ti; que pa-lidezco, en seguida crees que me muero por otra. Enverdad te digo que quisiera ser culpable del yerroque me atribuyes; al menos soportara con entereza

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    de nimo el castigo merecido; mas ahora merecriminas sin motivo, y creyendo de m todo lo quesospechas, t misma destruyes los efectos de tuclera injustificada. Contempla al asno de largasorejas y suerte miserable: no acelera los pasos porms golpes que lluevan sobre sus lomos. He aqu minuevo delito: Cipasis, tu hbil peinadora, es acusadade haberse revuelto conmigo en el lecho de suseora. Los dioses me preserven, si abrigo algunavez intenciones pecaminosas, de entregarme a unamujer de condicin despreciable. Qu hombre librequerr unirse con los lazos de Venus a una esclava yestrechar sus espaldas lvidas a fuerza de azotes!Aade que es la encargada del ornato de tuscabellos, y que debes excelentes servicios a susdiestras manos. Haba de solicitar a sierva tan fiel atu persona? Qu iba a conseguir sino una repulsa yuna acusacin? Te lo juro por Venus y el arco delnio volador, soy inocente del crimen que se meimputa.

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    VIII

    Cipasis, tan entendida en dar mil formas a unacabellera, que merecas dirigir el tocador de las dio-sas, yo te conoc no menos versada en los hurtosdeliciosos que dispuesta a servir a tu seora, y msdispuesta a condescender a mis ruegos. Qu indi-cio dejamos escapar de la unin de nuestros cuer-pos? Cmo Corina sospech tus nochesplacenteras? Acaso me delat el rubor o se meescap cualquier palabra indiscreta que denunciasenuestros ocultos deleites? Pues qu, no sostuve quesi alguien quera holgarse con una sirvienta era sinduda porque haba perdido el seso? El hroe deTesalia se inflam por la cautiva Briseida, y unasacerdotisa de Febo vise amada por el rey de

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    Micenas. Yo no soy ms grande que el nieto deTntalo o el invencible Aquiles; lo que pudoconvenir a los reyes, ser en m un estigma devergenza? No obstante, cuando ella fij en ti susojos hechos brasas, observ que toda la sangre seagolpaba a tus mejillas. Si por ventura te acuerdas,cunta mayor fue mi serenidad, cmo jur Po-niendo por testigo el numen potente de Venus! Ohdiosa!, te conjuro que ordenes al templado Notoarrastrar a las olas del Crpato el perjurio de mi ni-mo sencillo! En pago del servicio, morena Cipasis,concdeme el dulce premio de estrecharte hoy enmis brazos. Ingrata, rehusas y finges nuevostemores? Bastante es haber merecido la proteccinde uno de tus amos. Si te niegas, insensata!, revelarlo que ha pasado entre nosotros, y ser yo mismo eldescubridor de mi falta: s, Cipasis; contar a tuseora en qu lugar y cuntas veces nosencontramos y la variedad que supimos dar anuestros deleites.

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    IX

    Oh Cupido, nunca bastante indignado contram, nio nunca perezoso en turbar mi sosiego!, porqu me maltratas sabiendo que no desert tusbanderas y me clavas tus flechas dentro de mipropio campo? Por qu tu antorcha abrasa, por qutu arco hiere a los amigos? Alcanzaras ms gloriahumillando a los rebeldes. Por ventura el hroe deHemonia despus de hundir su lanza en el pechoenemigo, no le san con ella la herida? El cazadorpersigue la presa fugitiva, la coge y la abandona,siempre afanoso por abatir otras nuevas. Nosotrosque nos reconocemos tus sbditos sentimos el rigorde tus armas, y tus dbiles brazos se detienen ante elque te ofrece resistencia. Qu ganas con embotar

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    tus finos dardos en mis huesos descarnados, ya queel amor me ha reducido a los huesos? Hay muchosmozos que no aman y muchas jvenes en la mismasituacin; tu triunfo sobre ellos te conquistaragrandes alabanzas. Si Roma no hubiese desplegadosus fuerzas en la inmensidad del orbe, no sera alpresente ms que un hacinado montn de pajizascabaas. Harto de pelear, el soldado trabaja loscampos que se le han distribudo, deja la espada yecha mano a las rudas estacas. Los puertosespaciosos resguardan las naves de la tempestad; elpotro libre de su prisin corre a pacer en losprados; el viejo gladiador depone la espada y recibela vara que asegura el resto de sus das, y yo quetantas veces milit en las filas de Cupido, bienmerezco gozar al cabo una vida tranquila. Pero s undios me dijese: Vive por fin exento de cuitas, ledisuadira: son tan dulces las penas del querer!

    Fatigado de la incesante lucha y con el fuego delcorazn casi extinguido, no s qu vrtigo se apode-ra an de mi alma extraviada. Como el caballo dedura boca despea en el precipicio al caballero im-potente para sujetarle con los frenos cubiertos deespuma; como un viento repentino rechaza el bar-quichuelo que prximo a tierra iba a tomar el abrigo

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    del puerto, as me arrastra con frecuencia el soploincierto de Cupido, y el Amor de purpreo rostrovuelve a lanzarme los dardos que ya conozco. Hiere,nio, te ofrezco mi cuerpo desnudo y sin armas;alardea de tus fuerzas y la habilidad de tu diestra.Como si las enviases, vienen a clavarseespontneamente en m tus saetas; acaso su aljabales sea menos conocida que mi pecho. Desgraciadodel que logra reposar toda la noche y considera elsueo un bien de alta estima. Imbcil, qu es elsueo sino la fra imagen de la muerte? El destino tereserva largos siglos de descanso. Yo quiero que meengaen las dulces palabras de mi amiga; la solaesperanza del placer me proporciona inmensasatisfaccin, y que ahora me. diga ternuras, ahorame promueva reyertas; que hoy se entregue en misbrazos, y maana me enve noramala. Por tu causa,Cupido, es dudosa la suerte de Marte; tu padrastromueve las armas siguiendo tu ejemplo. Eres verstily mucho ms ligero que tus alas, y das y niegas losplaceres al tenor de tu capricho. Si a pesar de estooyes mis splicas, Cupido, y las oye tu hermosamadre, no dejis desierto mi corazn de vuestroimperio, y que la tropa demasiado voluble de los

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    jvenes se someta a tu poder; as sers venerado porlos hombres y las mujeres.

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    Lo recuerdo bien: t, Grecino, sostenas queninguno puede amar dos mujeres al mismo tiempo,y por ti he cado en el error, por ti mesorprendieron inerme, y amo torpemente a dos a lavez. Las dos son hermosas, las dos entendidas enlas artes hasta el punto de ser difcil declarar cul deellas tiene superior talento. La una es ms linda quela otra, y sta ms que aqulla, y ya me seduce la una,ya al reverso la otra. Como el esquife combatido porvientos contrarios, as estos dos impulsoscomparten mi corazn. Por qu, Ericina, duplicasmis tormentos sin fin?; no me produca una solabastantes zozobras? Por qu esparces hojas sobrelos rboles, multiplicas las estrellas del cielo y

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    viertes sobre el vasto mar las aguas de los ros? Sinembargo, prefiero este embarazo a languidecer en laindiferencia. A mis enemigos deseo una vida sinsatisfacciones; a mis enemigos el dormir en un lechosolitario, y tender con lasitud el cuerpo sin dividirlocon nadie, y que el amor cruel interrumpa mi pesadosueo, y mis colchones no se hundan slo bajo mipeso; que sin obstculos una amiga agote mipujanza, si puede una sola, y si no, que sean dos.

    Me agrada un talle ligero, aunque no sin bro;que no le abone la pesadez, pero s el vigor de losnervios; la voluptuosidad dar a mis msculos lafuerza necesaria; en este punto ninguna joven fupor m engaada. Cien veces, despus de pasar lanoche entera entregado al placer, me hall a lamaana todava fuerte y vigoroso. Feliz el quesucumbe en el ardiente certamen de Venus; quieranlos dioses que sea sta la causa de mi muerte.Ofrezca el soldado su pecho a los dardos delenemigo, y conquiste con su sangre un nombreinmortal; corra el avaro, tras las riquezas, y alnaufragar, beba con perjura boca las olas salobresque barrieron su nave, y sea mi destino languideceren las contiendas de Venus, y que la muerte mesorprenda en medio de sus placeres, y que alguno,

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    con los ojos arrasados de lgrimas, diga en mifuneral: Tu muerte ha sido en todo conforme contu vida.

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    XI

    El pino arrancado de la cumbre del Pelinabrise el primero una ruta peligrosa por las olasasombradas del mar, y sorteando con audacia losescollos, que le salieron al paso, trajo de regreso,cual rico botn, el carnero de ureos vellones. Ojallas funestas olas hubiesen devorado la nave deArgos, para que nadie en adelante bogase con losremos por el pilago extendido. He aqu quehuyendo del lecho que tan bien conoce Y losPenates domsticos, Corina se lanza a sus falacesderroteros. Ay, desgraciada de m!, por tu causahabr de temer el Euro y el Cfiro, el fro Breas yel templado Noto. All no admirars ricas ciudadesni amenas selvas; la vista del mar cerleo y prfidoes lo que te aguarda. En medio del Ponto no

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    tropezars las conchas de ncar ni las pintadaspedrezuelas que esmaltan la hmeda arena de laplaya, y los blancos pies de las hermosas pisan conseguridad completa; mas el resto del camino ofrecegraves peligros. Otros os cuenten las batallas de losvientos, los mares que infestan Escila y Caribdis, ylas violentas acometidas de las rocas que dominanlos montes Ceraunios, en qu puntos se ocultan lasSirtes y en qu sitio el promontorio de Malea, queotros os lo refieran, y prestad crdito a sus relatos;ninguna tempestad amenaza al que los cree. Tardevuelve a tierra el que suelta las amarras y lanza subarco a toda vela por la inmensa llanura. Elnavegante, lleno de zozobra, ve tan prxima lamuerte como el agua al rugir de los contrariosvientos. Qu ser de ti si Tritn exaspera elhirviente oleaje? Cmo la palidez se pintar en turostro! Entonces invocars a los vstagos generososde la fecunda Leda, y gritars: Feliz el que vive enla tierra natal! Es ms grato frecuentar el lecho, leerlibros que interesen y pulsar con los dedos la lira deTracia. Mas si la furia del huracn ha de llevarse misvanas quejas, al menos que Galatea se muestre pro-picia a tu navegacin. Nereidas, y t, padre de todasellas, la muerte de joven tan encantadota se os im-

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    putara como un crimen. Parte acompaada de mirecuerdo, y vuelve con prspero viento cuyasimpetuosas rfagas hinchen tus velas. Que el granNereo empuje las olas sobre estas riberas; que losvientos soplen hacia aqu, y hacia aqu el flujoimpela las aguas. T misma rogars al Cfiro que teayude con su aliento, y con tu misma manoimpulsars la turgente vela. Yo, desde el litoral,descubrir el primero tu nave, bien conocida, yexclamar : Esta me devuelve mis dioses! Mearrojar en tus brazos con aturdimiento, te dar milbesos, y caer la vctima ofrecida por tu faustoregreso. Extender la arena en forma de lecho, ycualquier montculo nos servir de mesa, y entre losbrindis de Lieo comenzars tus largos relatos: nosexplicars cmo tu nave casi fue tragada por elabismo; me jurars que viniendo haca m no sentasel fro de la noche ni la violencia del huracn, yaunque sea falso, todo lo creer verdadero. Por quno creer regocijado lo que deseaban mis votos? Queel lucero de la maana que hermosea el firmamentome traiga cuanto antes este da en su veloz carrera.

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    XII

    Laureles del triunfo, venid a ornar mis sienes:vencimos; al fin reposa en mi seno esa Corina que elesposo, el guardin, la puerta y tantos enemigos im-pedan que fuese vctima de la astucia. Aquellavictoria es digna de solemne triunfo, en que seconquista la presa sin derramar una gota de sangre.No escal dbiles muros, ni cualquier fortaleza conpequeos fosos, sino que una bella ha sido elpremio de mi hbil estrategia. Cuando cayPrgamo vencida tras un asedio de diez aos, quparte de alabanza cupo al hijo de Atreo, siendotantos los hroes? Pero mi gloria me pertenece deltodo; ningn soldado me ayud a conquistarla,ningn otro puede ostentar los ttulos de mi hazaa.

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    El xito coron mis bros como jefe y comosoldado; yo mismo fui el caballero, el infante y elportabandera; el azar no intervino nada en misbuenos sucesos, y el triunfo ha sido el galardn demi constancia.

    Yo no dar motivos a nuevas guerras. Si no hu-bieras sido raptada, hija de Tindaris, no se hubieraturbado la paz entre Asia y Europa. Una mujerarm las manos de los salvajes Lapitas y losbiformes Centauros, torpemente entregados a losexcesos de la embriaguez; una mujer impuls a lostroyanos en tu reino, justo Lalino, a lanzarse denuevo a la feroz carnicera de las batallas, y unamujer, en los primeros tiempos de Roma, indujoasimismo a los habitantes a revolverse contra sussuegros. Yo vi a dos toros que se disputaban unablanca ternera, que, como espectadora del combate,alentaba su valor. A m Cupido me ordenenarbolar la bandera de sus numerosos, secuaces, yla he conservado sin manchas de sangre.

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    XIII

    La imprudente Corina ha puesto en peligro suvida, destruyendo con un abortivo el peso que abru-maba su vientre. En verdad que merece mi clerapor exponerse a tanto riesgo sin mi conocimiento;mas la clera cede ante el temor. Sin duda, o habraconcebido de m, o al menos as lo creo;acostumbro a dar por cierto aquello que es posible.Isis, que habitas Paretonio y las feraces tierras deCanopo, con Menfis y Faros ceida de palmeras, ylas llanuras en que el rpido Nilo abandona su vastolecho y por siete bocas tributa sus aguas al mar, teruego por tu sistro y por la veneranda cabeza deAnubis, y as el po Osiris acepte siempre gozosotus sacrificios, la serpiente aletargada se deslice con

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    lentitud en torno de las ofrendas, y Apis, con suscuernos de oro, acompae tu pompa, que vuelvas aesta parte tus miradas, y con la salvacin de Corinasalves a dos, pues t dars a ella la vida y ella a m.Con frecuencia la viste celebrar sentada tus sacrosfestejos a la hora en que los sacerdotes Galos secean de laureles. T, que tanto compadeces en losdifciles meses de la gestacin a las madres queretardan el paso con el fruto de sus entraas;compasiva Ilitia, ven y oye favorable mis preces; esdigna de contarse entre tus protegidas. Yo mismo,vestido de blanco, quemar el incienso en tus arashumeantes y depositar a tus pies las prometidasofrendas, grabando estas palabras: Ovidio Nasn,por la salud de Corina. Diosa inclnate a merecertal inscripcin y tales ofrendas. Y t, amada ma, sime es lcito aconsejarte, vindote sobresaltada detanto temor, gurdate de repetir nuevamente lo queacabaste de hacer.

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    XIV

    Qu aprovecha a las jvenes no verseobligadas a la guerra ni a seguir, con el escudo albrazo, los fieros escuadrones, si se hieren con susdardos, sin que Marte las provoque, y arman lasciegas manos contra la propia vida? La primera quese resolvi a abortar el feto de sus entraas merecacaer al filo de sus mismas armas. Pues qu, para queel vientre no delate con sus rugosidades tu falta, eraindispensable arrasar el triste campo en quesostuviste la lucha? Si las antiguas matronassiguieran costumbre tan fatal, la raza de los hombreshubiese perecido por su culpa, y fuera preciso unnuevo Deucalin que, arrojando piedras en el orbedesierto, echase otra vez las semillas del humano

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    linaje. Quin habra quebrantado las huestes dePramo, si Tetis, la diosa d los mares, rehusaraalimentar nueve meses en su seno el frutoconcebido? Si Ilia ahogara en el hinchado vientrelos hermanos gemelos, hubiese perecido el fun-dador de la ciudad dominadora del mundo; si Ve-nus en su preez expulsara con violencia a Eneas, latierra estara hoy hurfana de los Csares, y ttambin, hermosa, hubieras muerto antes de nacer,si tu madre llegara a imitar tu conducta. Yo mismo,que tengo por gran suerte morir amando, no habravisto la luz del sol, si mi madre me estrujara en sucuerpo. Por qu despojas la fecunda via de los na-cientes racimos y coges del rbol los frutos verdestodava? As que maduren, caern de su peso. Dejacrecer lo que naci; la vida cobra alto valor con unapoca paciencia. Por qu destrozis vuestrasentraas con el hierro mortfero, y propinis cruelesvenenos a los nios que aun no nacieron? Nadieperdona a Medea haber derramado la sangre de sushijos, y todos lamentan la suerte de Itis degolladopor su madre; una y otra fueron despiadadas; maspor tristes motivos, una y otra se vengaron de susesposos, en los hijos comunes. Decidme, quTerco, qu Jasn os incita colricas a poner en

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    vuestros cuerpos una mano criminal? Tamaaatrocidad ni la cometen los tigres en los antros deArmenia, ni la leona se atreve nunca a malograr suspartos, y lo ejecutan las tiernas jvenes, aunque noimpunemente, pues muchas veces paga con la vidala madre que destruye en el tero el fruto de sufecundidad. Si sucumbe, con el cabello desgreadose la tiende sobre el fnebre lecho, y exclamancuantos la ven: Mereci su fin. Mas que mis dichasse pierdan en la atmsfera vaca y mis presagios notraigan tan fatales consecuencias. Dioses clementes,perdonad la primera falta de mi amada; habrishecho bastante, y que lleve el condigno castigo siosare reincidir.

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    XV

    Anillo que has de ceirte al dedo de mi hermosodueo, y cuyo precio lo avalora el amor de quien loregala, corre a su casa como un grato presente quereciba con franca alegra; resbala en seguida por susflexibles articulaciones, y ajstate como ella a m,siendo la medida exacta de su dedo, sin lastimarlo.Feliz anillo, sers el juguete de mi seora; yo mismo,desgraciado, aparezco envidioso de mis dones. Aspudiera de sbito convertirme en mi regalo por lasartes mgicas de Ea o del viejo de Crpatos.Entonces intentara rozar los pechos de mi amadacuando, su mano izquierda penetrase bajo la tnica,y por ms sujeto que estuviera, resbalara del dedo, ysuelto, gracias a mi habilidad, me dejara caer sobre

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    el turgente seno. Asimismo, cuando quisiera sellarlas secretas tablillas, para impedir que la cera seadhiriese a la seca piedra, rozara el primero loshmedos labios de mi hermosa, siempre que nosellase escritos que hubieran de afligirme. Si merelegara a permanecer oculto en el escritorio, merebelara, contrayndome y quedando sujeto en misitio. Que no sea, jams para ti, vida ma, un motivode sonrojo, ni grave carga que tu mano delicadarehuse llevar. No me abandones, ya introduzcas tucuerpo en el agua caliente, ya resuelvas baarte enlas ondas del ro; aunque temo que vindotedesnuda, el deseo despierte mis sentidos y el anillohaga el oficio del amante. Mas a qu tantasprotestas intiles? Marcha, regalo insignificante, aque ella vea en ti el testimonio de mi fidelidad.

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    XVI

    Estoy en Sulmona, tercer cantn del territoriode los Pelignos, comarca angosta, pero muysaludable por los arroyos que la atraviesan. Aunquedesde la ardiente constelacin de la perra de Icarioel sol hienda la tierra con sus rayos abrasadores, loscampos Pelignos son regados por cien venascristalinas, y la fresca hierba tapiza el fecundosuelo. Tierra frtil en espigas, y aun ms frtil enracimos, amn de producir alguno de sus campos laoliva consagrada a Palas. Los arroyos queserpentean entre el musgo renaciente extienden unaverde alfombra sobre la hmeda tierra; pero miamor est ausente de aqu; dije mal, est lejos la queme lo inspira, pues siempre lo llevo conmigo. Si me

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    honraran colocndome entre Cstor y Plux, lejosde ella, no quisiera habitar el cielo. Sufran unamuerte angustiosa y sintanse oprimidos por lapesadez de la tierra los que emprendan largos viajespara recorrer el mundo, y ordenen que si losjvenes han de vagar en interminables caminatas,las lindas muchachas vayan en su compaa.Entonces, aunque estremecido de fro escalase losventisqueros de los Alpes, me parecera delicioso elviaje yendo con mi amada; con ella osara atravesarlas Sirtes de Libia y desplegar las velas al Notoenemigo; no me asustaran los perros portentososque ladran en las caderas de la virginal Escila, ni losprfidos golfos de la costa de Malea, ni las olas quevomita y sorbe por la boca Caribdis, hinchada conlas naves que devora. Mas si los vientosdesencadenados vencen a Neptuno, y la ondaarrebata a los dioses que haban de socorrernos,culgate de mis hombros con esos brazos de nieve,y soportar sin fatiga tan dulce carga. Cien veces eljoven Leandro, por ver a su Hero, atraves las olasa nado, y lo consiguiera la ltima vez a no ocultarleel camino las obscuridad. Mas sin llevarte a mi lado,aunque esparza la vista por las tierras cubiertas deviedos y los campos que riegan corrientes

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    caudalosas, y vea al labrador que dirige por laacequia las ondas sumisas, y como el aura suavebalancea las ramas de los rboles, no creerencontrarme en el sano pas de los Pelignos, ni pisaren el pueblo natal los campos de mi padre, sino msbien en la Escitia, entre los fieros Cilitios y losBretones de verdosa tez, o en los peascosenrojecidos por la sangre de Prometeo. El olmoama la vid, la vid no abandona al olmo; por qu yome veo con tal frecuencia separado de mi prenda?Ah, t jurabas ser siempre mi fiel compaera pormi dicha y por tus ojos, estrellas que guan misplantas. Las promesas de las jvenes se las llevanpor doquier las aguas y los vientos ms rpidamenteque las hojas cadas Si aun queda en ti un resto depiedad por mi aislamiento, comienza a traducir enhechos tus promesas. Engancha sin tardar a tu ligeracarroza los fogosos caballos, y que sacudan lasflotantes crines por estos lugares. Vosotros, montesaltivos, inclinaos a su llegada y ofrecedle porvuestros sinuosos valles un camino sin obstculos.

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    XVII

    Si alguno considera cosa torpe el servir a unabella, quedar a su juicio convicto de esa vergenza;mas no me importa el dictado de infame, siempreque me trate con menos crueldad la diosa quereverencian Pafos y Citera batida por las olas. Ojalsea benigna la seora que me reduzca a laservidumbre, puesto que forzosamente he de perderla libertad por una hermosa. La belleza engendra elorgullo; Corina se enorgullece de su cara.Desgraciado de m!, porqu se conoce ella tanbien? Claro!, su arrogancia crece al contemplarse enel espejo, y nunca se mira en l hasta despus decomponerse a la perfeccin. Aunque la beldad te dasobre todos un absoluto seoro, y por ende ha

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    conseguido fascinarme, no creas que te es lcito eldesprecio comparndome contigo: lo inferior sueleunirse a lo grande. Se dice que la ninfa Calipso,enamorada de un mortal, le detuvo a la fuerza en suisla; se sabe que una Nereida tuvo tratos ntimoscon el rey de Pthia, y Egeria con el justo Numa, yVenus con Vulcano, que al dejar el yunquepresentbase a su vista tiznado y tambalendose conel pie cojitranco. Esta misma combinacin mtricaes desigual y el verso heroico se enlazaperfectamente con el segundo ms corto. As, pues,luz de mi vida, recbeme afable con las condicionesque te plazca imponerme; pero dctame tus leyestendida en el lecho. Nunca me convertir en tuacusador, ni vengar tus desvos, y no tendremosmotivos para renegar de nuestro mutuo afecto.Valgan para ti mis felices versos por una gran renta;son muchas las que quisieran que las nombrase enellos. S de una que en todas partes pretende pasarpor Corina; qu no dara a trueque de serlo? Mas nise deslizan por el mismo cauce el fro Eurotas y elPo sombreado de lamos, ni otra ninguna sercomo t cantada en mis libros. T sers la nica queexalte la inspiracin de mi ingenio.

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    Mientras t, Macer, celebras en tu cantos alindignado Aquiles, y vistes las primeras armas a losprncipes juramentados, nosotros reposamos a lasombra de la indolente Venus, y el tierno nioquebranta nuestros audaces arrestos. No pocasveces dije a mi amada: Retrate por fin; y mecontest sentndose de improviso sobre misrodillas. Otras le dije: Tengo vergenza; y malreprimidas sus lgrimas, exclam: Desgraciada dem!, ya te avergenza el amarme. Ci mi cuellocon sus brazos y estamp en mi cara mil besos quefueron mi perdicin. Ca vencido; mi ingenio ya nocantar encarnizados combates, sino mis guerraspersonales y las empresas que se realizan en la paz.

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    No obstante, empu el cetro, la vocacin meinclinaba al cultivo de la tragedia, y me sent conaptitud para tan difcil empeo. El Amor se ri demi manto, mis pintados coturnos y del cetroempuado por una mano que no acertaba asostenerlo: el influjo de mi tirnica amiga me apartde la empresa, y triunf del vate que se habacalzado el coturno. Ya que slo esto se meconsiente, ensear las artes de que se vale el tiernoAmor, y, ay de m!, soy la primera vctima de mispreceptos. Escribo la sentida carta de Penlope a suUlises, y cuento las lgrimas de Filis en suabandono; lo que han de leer Pars y Macareo, elingrato Jasn, el padre de Hiplito e Hiplitomismo; las quejas en que prorrumpe, la mseraDido, y las de la poetisa de Lesbos acompaada porla lira de Eolia.

    Con qu prontitud mi amigo Sabino harecorrido el orbe trayndome las respuestas de cienlugares distintos! La casta Penlope reconoci elsello de Ulises, y Fedra ley la misiva de Hiplito.Ya el po Encas respondi a la desgraciada Elisa, yFilis, si vive todava, habr ledo la epstolaesperada. La carta fatal de Jasn ha llegado a manosde Hipsipila, y Safo, amada por Apolo, puede ya

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    entregarle la lira que le ha consagrado. T, Macer,que bajo la tienda de campaa cantas las blicasempresas, no olvides el amor en medio de losafanes de Marte. All est Paris con la adlterafamosa por su crimen, y Laodamia que acompaa asu difunto esposo. Si no me engao, tratas estosasuntos con el mismo placer que las guerras, y desdeel tuyo a veces te trasladas a mi campo.

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    Estlido, si no tienes necesidad de vigilar lospasos de tu mujer, viglala por m y me la harsmucho ms apetecible. Lo que se nos permite loestimamos en poco; lo que se nos prohbe enciendenuestro ardor. Tiene un corazn de hierro el queacepta lo que otro le consiente; los amantesdebemos esperar y temer a la vez, y como estmulode nuestra ansiedad llevar alguna que otra repulsa. De qu me sirve la fortuna si no puede engaarnunca mis aspiraciones? Yo amo lo que es capaz deocasio