los centuriones en la epigrafÍa romana de hispania …

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GLADIUS Estudios sobre armas antiguas, arte militar y vida cultural en oriente y occidente XXXVIII (2018), pp. 47-65 ISSN: 0436-029X https://doi.org/10.3989/gladius.2018.04 LOS CENTURIONES EN LA EPIGRAFÍA ROMANA DE HISPANIA: LAS RELACIONES SOCIALES CENTURIONS IN ROMAN EPIGRAPHY OF HISPANIA: SOCIAL RELATIONSHIPS POR ROBERTO LÓPEZ CASADO * RESUMEN - ABSTRACT El centurión era la espina dorsal del ejército romano. A través del estudio de los monumentos epigráficos ha- llados en el territorio peninsular analizamos las relaciones sociales establecidas por los centuriones durante el Alto Imperio. La creación de núcleos familiares o la formación de relaciones clientelares son indicadores sociales a tener en cuenta entre los individuos que ocuparon este cargo. The centurion was the backbone of the Roman army. The article aims at analysing the centurion social re- lationships during the High Roman Empire through the epigraphic sources in Hispania. We focus on the family nucleus creation as well as the patronage relations formation as some of the core social indicators to be considered in centurions. PALABRAS CLAVE - KEYWORDS Centurión; ejército romano; Hispania; relaciones sociales; familia; epigrafía. Centurion; Roman army; Hispania; social relationships; family; epigraphy. CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO / CITATION López Casado, R. (2018): «Los centuriones en la epigrafía romana de Hispania: las relaciones sociales». Gla- dius, XXXVIII: 47-65. https://doi.org/10.3989/gladius.2018.04 1. INTRODUCCIÓN Es deseable que los centuriones, más que osados y temerarios, sean buenos conocedores del arte de mandar, que tengan presencia de ánimo y que sean firmes no solo para atacar con sus tropas aún intactas, o bien al principio del combate, sino también para resistir cuando están en inferioridad de condiciones o en un aprieto y para morir sin abandonar su puesto 1 . Cuando hablamos del ejército romano uno de los símbolos que nos viene a la mente es la figura del centurión 2 . El centurión es el único cargo del ejército romano que, junto con el * [email protected] / ORCID iD: https://orcid.org/0000-0002-3838-8819. 1 Plb. VI, 24, 9. (Traducción de Balasch Recort, 1981). 2 Un gran número de monografías y de artículos han sido escritos acerca del cargo de centurión durante el Alto Imperio —principalmente legionario—, primando los aspectos institucionales, la carrera militar y el estatus social de los Copyright: © 2018 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia de uso y distribución Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional (CC BY 4.0). brought to you by CORE View metadata, citation and similar papers at core.ac.uk provided by Gladius (E-Journal)

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GLADIUSEstudios sobre armas antiguas, arte militar

y vida cultural en oriente y occidenteXXXVIII (2018), pp. 47-65

ISSN: 0436-029Xhttps://doi.org/10.3989/gladius.2018.04

LOS CENTURIONES EN LA EPIGRAFÍA ROMANA DE HISPANIA: LAS RELACIONES SOCIALES

CENTURIONS IN ROMAN EPIGRAPHY OF HISPANIA: SOCIAL RELATIONSHIPS

POR

RobeRto López Casado*

Resumen - abstRaCt

El centurión era la espina dorsal del ejército romano. A través del estudio de los monumentos epigráficos ha-llados en el territorio peninsular analizamos las relaciones sociales establecidas por los centuriones durante el Alto Imperio. La creación de núcleos familiares o la formación de relaciones clientelares son indicadores sociales a tener en cuenta entre los individuos que ocuparon este cargo.

The centurion was the backbone of the Roman army. The article aims at analysing the centurion social re-lationships during the High Roman Empire through the epigraphic sources in Hispania. We focus on the family nucleus creation as well as the patronage relations formation as some of the core social indicators to be considered in centurions.

paLabRas CLave - KeywoRds

Centurión; ejército romano; Hispania; relaciones sociales; familia; epigrafía.

Centurion; Roman army; Hispania; social relationships; family; epigraphy.

Cómo CitaR este aRtíCuLo / Citation

López Casado, R. (2018): «Los centuriones en la epigrafía romana de Hispania: las relaciones sociales». Gla-dius, XXXVIII: 47-65. https://doi.org/10.3989/gladius.2018.04

1. INTRODUCCIÓN

Es deseable que los centuriones, más que osados y temerarios, sean buenos conocedores del arte de mandar, que tengan presencia de ánimo y que sean firmes no solo para atacar con sus tropas aún intactas, o bien al principio del combate, sino también para resistir cuando están en inferioridad de condiciones o en un aprieto y para morir sin abandonar su puesto1.

Cuando hablamos del ejército romano uno de los símbolos que nos viene a la mente es la figura del centurión2. El centurión es el único cargo del ejército romano que, junto con el

* [email protected] / ORCID iD: https://orcid.org/0000-0002-3838-8819. 1 Plb. VI, 24, 9. (Traducción de Balasch Recort, 1981).2 Un gran número de monografías y de artículos han sido escritos acerca del cargo de centurión durante el Alto

Imperio —principalmente legionario—, primando los aspectos institucionales, la carrera militar y el estatus social de los

Copyright: © 2018 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia de uso y distribución Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional (CC BY 4.0).

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de tribuno, aparece en la Biblia. Los testimonios literarios que se conservan del mundo anti-guo con respecto a los centuriones no siempre fueron positivos3. Salustio y Cicerón hablaron del carácter venal del cargo y de la persona que lo desempeñaba4. Tácito relató la brutalidad del centurión Lucilio, apodado «cedo alteram» («dame otra») por los soldados, debido a que cuando castigaba la indisciplina de estos con la vitis (vara de sarmiento distintiva del cargo de centurión), si esta se partía pedía otra5. El resentimiento de los legionarios le costó la vida du-rante el motín de las tropas en Pannonia tras la muerte de Augusto. Por el contrario, César des-tacó el papel ejercido por algunos de sus centuriones en sus campañas6. De la misma manera, Tácito acentuó el buen hacer de su suegro Agrícola, puesto que elegía a los mejores hombres para este cargo7. Este hecho redundaría en la calidad del propio centurionado, pues estaría for-mado por varones óptimos. El mismo fenómeno aconteció bajo el reinado de Adriano, quien no dio la vitis a ningún hombre que no fuera fuerte ni tuviera buena fama8. Finalmente, Flavio Josefo recogió heroicos testimonios de centuriones romanos durante la guerra judía9.

El cargo de centurión era ciertamente prestigioso, siendo por ello muy ambicionado. El propio P. Helvius Pertinax, antes de convertirse en emperador, solicitó dicho cargo sin éxito, ya que fue nombrado praefectus de una cohorte auxiliar10. El acceso al centurionado estaba canalizado por distintas vías. Por una parte, los milites (soldados) podían ascender en la jerar-quía militar a través de la legión —generalmente tras un servicio de 13 a 20 años— o de las unidades acuarteladas en Roma (cohortes urbanas y pretorianas). Por otra parte, los miembros de las oligarquías urbanas y del ordo equester podían ser comisionados directamente al centu-rionado11. Los centuriones debían aunar no solo cualidades puramente militares, sino también capacidades administrativas, siendo el nexo entre los oficiales y la tropa12. Es por ello por lo que el poder oficial les otorgó una serie de privilegios con el fin de convertirlos en hombres fieles al régimen. De esta manera, las prerrogativas que recibieron eran símbolo de un elevado prestigio social. Así, los emolumentos que percibían eran más cuantiosos que los del resto de la tropa13. Además, si desde las reformas militares de Augusto los soldados en activo care-cieron del ius connubii, es decir, de la capacidad legal para contraer un matrimonio legítimo, una parte de la historiografía considera que los centuriones disfrutaron si no de una exención de dicha prohibición, sí al menos de una permisividad por parte de los oficiales para formar enlaces conyugales14. Como consecuencia de todo ello, los centuriones contaban con mejores

individuos que desempeñaron dicho cargo (Domaszewski, 1908: 80-119; Wegeleben, 1913; Birley, 1941, 1963-1964; Dobson, 1970, 1972, 1974, 1978, 2000; Summerly, 1992; Richier, 2004; Ward, 2012; Faure, 2013).

3 Palao Vicente, 2009: 192-193.4 Sall., Iug., 38, 3-6. Cic., Pis., XXXVI, 88.5 Tac., Ann., I, 23, 3. Otra referencia sobre la crueldad de los centuriones aparece en Ann., I, 31, 4.6 A lo largo de la obra de César aparecen menciones de las grandes hazañas de algunos de sus centuriones como P.

Sextius Baculus (BGall., II, 25), T. Pullo y L. Vorenus (BGall., V, 44), M. Petronius (BGall., VII, 50), M. Cassius Scaeva (BCiv., III, 53) y C. Crastinus (BCiv., III, 91). Sobre los centuriones cesarianos vid. Palao Vicente, 2009; Nolan, 2016.

7 Tac., Agr., 19, 2. Hay que tener en cuenta el carácter panegírico de la obra.8 SHA, Hadr., X, 6.9 Los centuriones en cuestión fueron Gallus (BI, IV, 5) y, sobre todo, Iulianus (BI, VI, 8). De este último Josefo dice

que fue el mejor de todos los hombres que vio en aquella guerra debido a su destreza en el empleo de las armas, su fuerza física y su tenacidad de espíritu.

10 SHA, Pert., I, 5-6. Devijver, 1988: 208-209.11 Dobson, 1974: 403-407.12 Palao Vicente, 2006a: 185.13 Speidel, 2014: 56.14 Cherry, 1985: 55; Hoffmann, 1995: 110; Allason-Jones, 1999: 41-51; Hassall, 1999: 35; Richier, 2004: 659-662;

Ward, 2012: 177. Una síntesis sobre las diferentes posturas acerca del matrimonio de los soldados la hallamos en Phang, 2001: 129-131.

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perspectivas de promoción social tras su paso por el ejército15. En los monumentos epigráficos de los centuriones queda constancia de esta situación privilegiada, puesto que la epigrafía era un reflejo del ambiente social vivido por estos viri militares. A pesar de no ser documentos de carácter jurídico, las inscripciones recogen una nutrida información acerca de la interacción de los centuriones con el mundo civil, su posible procedencia geográfica, su promoción en la sociedad romana, su carrera militar, etc., dando una visión complementaria a otras fuentes del mundo antiguo. En este estudio recogemos los epígrafes de centuriones hallados en la pe-nínsula ibérica que presentan relaciones sociales (un total de treinta). Asimismo, tratamos de discernir en cada caso su presencia real o no en dicho territorio16.

2. LAS RELACIONES SOCIALES DE LOS CENTURIONES17

2.1. de augusto a vespasiano

Augusto concluyó la conquista de la península ibérica en el 19 a.C. Las tres legiones y las unidades auxiliares que permanecieron como guarnición en el solar hispano ayudaron a orga-nizar el territorio conquistado18. De esta forma, el ejército participó en la vida de la provincia, transformándose de un ejército de conquista a un ejército de ocupación19. Esta evolución se consolidó con la dinastía flavia, cuando se fijaron los efectivos militares de Hispania en una legión —la VII Gemina— y en cinco destacamentos auxiliares —un ala y cuatro cohortes—20.

En el registro epigráfico de este período tan solo documentamos a seis centuriones. Hay que tener en cuenta que la generalización del hábito epigráfico en el ambiente militar hispano comenzó a partir de Tiberio21. Cinco de los seis centuriones aparecen en las inscripciones junto a miembros de su familia. Al menos tres de ellos obtuvieron la honesta missio y se asentaron en distintos núcleos urbanos de la Baetica. Cabe destacar la importancia que tenía para el veterano la formación de una familia a la hora de insertarse en la vida de la sociedad civil22. Así, L. Caninius Pomptinus (HEp, 11, 2001, 457) se estableció en Astigi (Écija) con su esposa Arria, quien erigió el monumento honorífico a su marido. Pomptinus fue centurión de la legio II Pansiana23 y también ejerció como praepositus cohortis24, es decir, como sustituto del prae-

15 En los repartos coloniales, los oficiales contaban con una mayor asignación de tierras que los soldados. Vid. Brunt, 1962: 83.

16 Este estudio ofrece una perspectiva epigráfica-prosopográfica, pero centra su contenido en las relaciones sociales. Es por ello por lo que no es un trabajo prosopográfico al uso. No obstante, la figura del centurión ha sido objeto de estu-dios prosopográficos relativos a un período cronológico (Faure, 2013), a un territorio determinado (Richier, 2004), a una unidad en concreto (Le Roux, 1972) o a un rango dentro del propio centurionado (Dobson, 1978). Habría que añadir, a nivel general, las obras de Summerly (1992) y de Devijver (1976-1993). Si bien este último se centra en el orden ecuestre, se pueden rastrear a aquellos caballeros que ocuparon el cargo de centurión.

17 Para este estudio no hemos recogido los testimonios de los centuriones que, siendo del orden ecuestre o accediendo posteriormente a él, han realizado un cursus propio de dicho ordo. Tampoco recopilamos las inscripciones que presentan dudas acerca de la reconstrucción del cargo de centurión (CIRPBu, 133; HEp, 18, 2009, 227), ni las que comparece el centurión de manera indirecta —en genitivo indicando la centuria que comandaba—, ni las que se encuentran en un mal estado de conservación (HEp, 7, 1997, 802).

18 Tac., Ann., IV, 5, 1. García y Bellido, 1961.19 Le Roux, 1982: 83.20 Ibidem: 144-153. 21 Le Roux, 2007: 490.22 Idem, 1982: 346.23 Sobre esta legión y su identificación con la legio II Augusta se pueden consultar los trabajos de Sáez Fernández et

alii, 2001: 347-351; Rodríguez González, 2003: 85.24 Acerca de la figura del centurión como praepositus cohortis vid. Cheesman, 1914: 37; Birley, 1983: 77-83.

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fectus cohortis. La onomástica de este centurión remite a un origen itálico25, al igual que la de su esposa26. El gentilicio Caninius se documenta principalmente en Italia, donde encontramos individuos que desempeñaron la magistratura consular27. La extracción militar y su ascen-dencia social le abrieron las puertas de la carrera municipal, ejerciendo los cargos de augur y de duumvir en Astigi28. En esta misma ciudad se asentó un centurión de nombre desconocido (HEp, 6, 1996, 574) que militó en las legiones IV Macedonica y VI Victrix, acantonadas en Hispania. La procedencia de este militar es cuando menos discutida. Se le ha atribuido tanto un origen foráneo, de Narbo (Narbona), como un origen local, de Astigi29. Tras su paso por el ejército fijó su residencia en Astigi donde desempeñó el duunvirato. En el monumento epi-gráfico funerario comparecen también su hermano y su madre, formando parte el epitafio de una tumba familiar30. A todas luces este centurión formaría un vínculo conyugal en este núcleo urbano que no ha sido documentado epigráficamente. Finalmente, C. Iulius Scaena (CIL, II2/5, 82) comenzó su carrera militar como decurio equitum en una legión que desconocemos. Poste-riormente alcanzó el rango de hastatus primus —prior— de la legio IV Macedonica. Después de licenciarse, este centurión se estableció en Tucci (Martos). Su procedencia social, de la pro-pia colonia, o su prestigio militar le facilitaron la integración en el ordo de Tucci, donde ocupó el cargo de duumvir31. La inscripción honorífica fue erigida por Laeta, hija del centurión32. Los antiguos mandos militares fueron los encargados de llevar las riendas de las colonias en los momentos iniciales de su historia33.

También hispano y veterano pudo ser Q. Pentius (HEp, 11, 2001, 487), centurión docu-mentado a través de la filiación expresada por sus hijos en un ara votiva que se encuentra en Añavieja (Soria)34. Ignoramos la unidad militar a la que estuvo adscrito Q. Pentius y si estaba en activo en el momento de la erección del altar. Sin embargo, a partir del epígrafe tenemos constancia de la relación conyugal que estableció el centurión. Parece ser que los hijos conti-nuaron la carrera militar del padre, siendo ambos equites (jinetes) del ala I Augusta35.

El último centurión registrado junto a miembros de su familia fue el lusitano Reburrus Ta-pori f. (ERPSa, 107). Desconocemos la unidad donde militó este centurión peregrino, aunque todo apunta a que dicho destacamento auxiliar no se encontraba acuartelado en Hispania36. Pese a que Reburrus pudo estar lejos de su patria, se encargó de costear un monumentum para su difunta madre.

Al margen de los núcleos familiares documentamos a M. Audasius Maximus (CIRG, II, 69), centurión itálico de la legio X Gemina, que aparece como dominus de tres esclavos falle-cidos. El epitafio se halló en Aquae Celenae (Caldas de Reis, Pontevedra). Algunos especialis-tas sitúan una vexillatio de la legión decima Gemina en esta región37.

25 Schulze, 1966: 144. OPEL, II: 31.26 OPEL, I: 174.27 Sáez Fernández et alii, 2001: 346.28 Saquete Chamizo, 2005: 79.29 Canto reconstruye con reservas en el corpus HEp 6, 1996, 574 el gentilicio Titucius para el centurión y le adjudica

una origo narbonense. Sin embargo, Ventura Villanueva (2015: 19-23) opta por el nomen Minucius y defiende su proce-dencia astigitana.

30 Ventura Villanueva, 2015: 21-23.31 Le Roux, 1982: 293; Palao Vicente, 2006b: 291.32 Esta misma mujer aparece en la inscripción CIL, II, 1678 desempeñando el cargo de flaminica.33 Saquete Chamizo, 2010: 81.34 El gentilicio lo encontramos en Hispania (OPEL, III: 132).35 Gómez-Pantoja, 1987: 232-234.36 Palao Vicente, 2015: 172-173.37 Roldán Hervás, 1974: 206; Le Roux, 1982: 104.

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En el exiguo número de monumentos epigráficos registrados en este período van a pre-dominar las relaciones conyugales. El rango de veterano que alcanzaron algunos centuriones, como Scaena o Pomptinus, propició la creación de este tipo de enlaces. Asimismo, estos cen-turiones veteranos se establecieron en núcleos urbanos de la Baetica, la provincia más roma-nizada, integrándose en los ordines de colonias como Tucci o Astigi, quizá más como conse-cuencia de su extracción social que de su paso por el ejército romano. El asentamiento de estos veteranos, que formaron parte del exercitus hispanicus, es decir, el que estaba acantonado en las provincias hispanas, fue llevado a cabo principalmente durante el gobierno de Augusto, al finalizar la conquista de la península ibérica.

2.2. Las dinastías fLavia y antonina

Como se ha indicado anteriormente, a partir de Vespasiano vamos a encontrar en Hispania una legión —la septima Gemina, acuartelada en Legio (León)— y cinco destacamentos auxi-liares. De forma gradual, los habitantes de las provincias hispanas nutrieron al ejército romano acantonado en la península ibérica. La relación que mantuvieron los soldados con la sociedad no solo fue cívica o familiar, sino también institucional. El miles formaba parte del ejército que debía mantener el orden político y social38.

En los monumentos epigráficos de este período documentamos una importante variedad de relaciones sociales establecidas por los centuriones. En esta ocasión los núcleos familiares no son los más constatados epigráficamente. De los 15 centuriones registrados en este período cronológico tan solo seis aparecen junto a su familia. No obstante, podemos pensar que el res-to de los centuriones también establecieron relaciones conyugales. Una serie de argumentos como el prestigio del cargo militar, los emolumentos del mismo, la destacada posición social de algunos centuriones, la permisividad y/o legitimidad de sus uniones conyugales, etc. invitan a pensar en la más que probable formación de vínculos conyugales por parte de los centurio-nes. Además, la mayoría de los centuriones de este estudio pertenecían a un contexto social y cultural de profunda raigambre romana, donde la familia era la célula básica de la sociedad. Ahora bien, la inexistencia de testimonios epigráficos alusivos a estas relaciones no significa una ausencia de las mismas39. En este sentido, hay que tener presente el problema que plantea la epigrafía en cuanto al azar de los hallazgos epigráficos.

Comenzando por los núcleos familiares, hemos registrado siete inscripciones que docu-mentan estos lazos. Las relaciones conyugales vuelven a predominar en esta categoría, ya fue-ra a través de la figura de la cónyuge —cuatro epígrafes— o de la descendencia —uno—. Dos de ellas fueron conmemoradas por los centuriones. El hastatus de la legio XXII Primigenia Publicius Apronianus (CIL, II2/14, 2, 1029) erigió una inscripción funeraria para su difunta esposa Avidia Nice40. Este centurión es identificado con el primus pilus homónimo que apare-ce en la inscripción CIL, IX, 584241. La presencia de Publicius Apronianus en Tarraco pudo deberse a una determinada misión o al traslado de unidad del centurión más que a un posible

38 Le Roux, 1982: 408; Andreu Pintado, 2004: 28-30.39 Hoffmann (1995: 110-111) apunta que los centuriones pudieron haber vivido con sus familias y/o esclavos en los

campamentos militares. Allason-Jones, 1999: 45.40 Esta mujer pudo ser una liberta. El cognomen de étimo griego Nice lo encontramos en otros testimonios epigráficos

donde comparecen cónyuges de militares de condición liberta (CIL, XII, 4357; CIL, XIII, 1858; CIL, XIII, 1871). Lozano Velilla, 1993: 373-374.

41 Alföldy, 1975: 100.

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retiro42. Quien también alcanzó el primipilado y erigió un monumentum para su cónyuge fue L. Septimius Sempronianus (CILA, 6, 95). De este militar tan solo registramos su último puesto en el ejército: primus pilus de la legio XIV Gemina. Esta unidad estuvo acuartelada en diver-sos campamentos a lo largo de los ríos Rin y Danubio durante la segunda centuria. Es probable que tanto Sempronianus como su esposa, Fulvia Fuscilla, fueran oriundos de la zona donde se halló el epígrafe, Castulo (Linares)43. Por lo tanto, podemos pensar que L. Septimius Sem-pronianus volvió a su tierra una vez finalizado el servicio militar. Las dos cónyuges restantes fueron las encargadas de erigir los monumentos epigráficos en honor de sus maridos. Atilia Vera dedicó una inscripción honorífica para el primus pilus L. Aemilius Paternus (IRC, II, 54), perteneciente a una de las familias más destacadas del conventus Tarraconensis. Esta mujer pudo ser descendiente de Atilius Verus, el primer primipilo de la VII Gemina44. La epigrafía revela que los enlaces conyugales entre soldados y familiares de los militares fueron comu-nes45. L. Aemilius Paternus realizó un cursus militar brillante como centurio ex equite Romano tanto en las legiones como en las unidades acuarteladas en Roma. Además, Paternus recibió diferentes dona militaria por parte del emperador Trajano. Tras este esplendoroso paso por el ejército romano, el primus pilus regresó a la tierra que le vio nacer, Aeso (Isona). La última esposa atestiguada en las inscripciones de este siglo es Mamilia Prisca, que mandó erigir un monumento epigráfico en Tarraco para su maritus L. Numerius Felix (CIL, II2/14, 2, 1035). Este centurión pasó por diferentes legiones, entre ellas la VII Gemina. La interpretación de su trayectoria militar en orden inverso, comenzando en la legio III Italica, y su onomástica remiten a una posible origo itálica46. La onomástica de Mamilia Prisca sugiere también un origen itálico, acompañando a su esposo en su destino militar47. Otro centurión que también estableció una relación conyugal fue M. Annius Verus (IRPLu, 22). Este centurión hispano comparece junto a su hijo, M. Annius Verianus, también centurión, en un ara consagrada a los Augustos (Marco Aurelio y Lucio Vero) y a los Lares Viales. En dicha inscripción no dejaron constancia de la legión a la que estaban adscritos48.

Al margen de las relaciones conyugales encontramos de nuevo al primus pilus L. Aemilius Paternus (IRC, II, 49)49. En esta ocasión, él mismo fue el que conmemoró a su hermano M. Aemilius Fraternus con un monumento honorífico en su patria, Aeso. Fraternus llegó a des-empeñar el cargo de tribuno militar.

Finalmente, dentro de los núcleos familiares destacamos al primus pilus hispano L. Cor-nelius Potitus (CIL, II2/14, 1, 131). Este primipilo murió en el transcurso de una guerra contra los mauri50. Sus padres L. Cornelius Valerianus y Fulvia Zosime le erigieron un monumentum en su memoria. Que los progenitores fueran los dedicantes de la inscripción sugiere una edad del difunto no demasiado elevada. Este hecho sobresale cuando se trata de un primus pilus. No obstante, en la inscripción aparece la expresión honos aedilicius functus, lo que indica su pertenencia a la elite. Esta ascendencia social le permitió acceder al ejército probablemente

42 Le Roux, 1982: 300. 43 Ibidem: 299. Pastor Muñoz, 1984-1985: 341-348. OPEL, II: 156.44 Palao Vicente, 2006a: 189.45 Sirvan como ejemplos AE, 1998, 1435; CIL, VIII, 2800; CIL, VIII, 12579; CIL, XIII, 1893.46 Palao Vicente, 2006a: 355. No obstante, Le Roux (1982: 297 y 328) aboga por una origo hispana. 47 OPEL, III: 49 y 163.48 Es posible que fuera la VII Gemina. Vid. Le Roux, 1982: 299, nota 26.49 Encontramos nuevamente a este centurión en una deteriorada inscripción (HEp, 1, 1989, 437). 50 Alföldy (1985: 98) le adscribe a la VII Gemina. Por el contrario, Le Roux (1992a: 244) no se decanta por una

legión determinada. Además cree que Potitus no murió en las invasiones de los mauri en la Baetica, sino en las guerras llevadas a cabo en la época de Antonino Pío en una de las Mauritanias.

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como centurión. Desde este cargo, y en función de sus contactos, alcanzó el rango más elevado entre los centuriones con una relativa celeridad51.

Respecto a los nueve centuriones que no reflejan un vínculo de parentesco en la inscripción, cabría realizar un examen más exhaustivo del monumento epigráfico para discernir mejor las relaciones sociales de aquellos. En esta documentación encontramos un predominio de la tipo-logía funeraria (cinco testimonios), seguida por la honorífica (cuatro). Respecto a la epigrafía funeraria, la erección de una inscripción estaba motivada principalmente por la herencia. El heres (heredero) contraía un deber legal para con el difunto, al que debía conmemorar. A me-nudo el heredero era un miembro de la familia, aunque por testamento se podía nombrar como heres a una persona ajena a la parentela. Si el motivo no era la herencia, la conmemoración se podía realizar por afecto o para honrar la memoria del finado, puesto que para los romanos el olvido era la peor muerte52. En base a esto, los herederos de los centuriones erigieron cuatro monumentos epigráficos, indicando en algunas inscripciones la relación que les unía con el militar difunto. En Tarraco encontramos el epígrafe funerario de M. Valerius Secundus (CIL, II2/14, 2, 1037). Este centurión, considerado oriundo de la capital de la Hispania Citerior, rea-lizó una carrera militar notable sirviendo en cuatro legiones53. Los cinco libertos y herederos del centurión hispano fueron los encargados de llevar a cabo la conmemoración. La presencia de hasta cinco personas dependientes del centurión evidencia la elevada capacidad económica de este. Otro centurión que también aparece junto a sus libertos es C. Iulius Lepidus (IRC, II, 25). Este hispano, de Iesso, recibió el homenaje de sus herederos, los cuales no mencionaron su relación con el difunto. Sus libertos —Agathopus, Trophimus y Policarpus— se encargaron de llevar a cabo dicha tarea. El cursus que aparece en el monumentum —inicio de la carrera militar en el cargo de centurión, el ascenso a primus pilus, la adlectio al ordo de Barcino y las relaciones con el ordo de Aeso— nos indica la elevada ascendencia social de Lepidus54. Además, este primipilo contaba con el patrocinio de la importante familia de los Aemilii del conventus Tarraconensis55. El tercer centurión que recibió la conmemoración de su heredero fue C. Valerius Flavus (AE, 1999, 872). Este centurión de origen hispano militó en las filas de la legio VII Gemina. Su heredero fue el centurión Q. Flavius Restitutus, cuya unidad no men-cionó en la inscripción56. Esta relación de camaradería quizá surgió en Emerita. Su presencia allí pudo haber estado relacionada con el cumplimiento de una determinada misión o con la participación en tareas administrativas al servicio del gobernador provincial. Finalmente, el centurión P. Aufidius Exoratus (IRC, IV, 44), de probable ascendencia africana57, se retiró en Barcino tras militar en varias legiones y finalizar su servicio en la legio VII Gemina. El mo-numentum fue erigido por los heredes, sin saber cuántos eran y qué relación mantuvieron con el centurión.

Las responsabilidades que generaron las relaciones de dependencia y de patronato moti-varon la erección de otros dos monumentos epigráficos. Por una parte, el centurión itálico C. Tadius Lucanus (CIL, II2/14, 2, 1036) dedicó una inscripción funeraria en Tarraco a su liberto C. Tadius Ianuarius. El centurión, perteneciente a las filas de la legión VII Gemina, se encon-

51 Palao Vicente, 2006b: 293.52 Saller y Shaw, 1984: 126-127; Meyer, 1990: 77-78.53 Cabría la posibilidad de relacionar a este centurión con el frumentarius homónimo de la legio VII Gemina (AE,

1905, 25), logrando así un ascenso ex caliga. Vid. Le Roux, 1982: 299; Palao Vicente, 2006a: 203.54 Palao Vicente, 2006b: 292.55 Mayer i Olivé y Rodà de Llanza, 1995: 321-322. Un ejemplo de esta relación se constata en este estudio en el

epígrafe IRC, II, 97.56 Saquete Chamizo y Velázquez Jiménez (1999: 267) le adscriben a la VII Gemina. Por el contrario, Le Roux en AE,

1999, 872 presenta sus dudas acerca de la pertenencia de este centurión a la legión acuartelada en Legio.57 Le Roux, 1972: 129.

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traría en la capital al servicio del gobernador provincial. Por otro lado, el liberto Chrysampelus erigió un ara funeraria a su patronus T. Cassius Flavinus (CIL, II2/14, 2, 1032), centurión de la legio X Gemina. Esta legión estaba acantonada en el campamento de Vindobona (Viena). Fla-vinus murió a orillas del Danubio mientras aún estaba prestando servicio58. Su liberto costeó un monumentum con su propio peculio en Tarraco, la posible patria del centurión59.

La amicitia aparece nuevamente como motivo de conmemoración, aunque esta vez los monumentos epigráficos son de tipología honorífica. Aquí nos volvemos a encontrar a C. Iu-lius Lepidus, quien mandó erigir un monumento honorífico en Aeso en honor de P. Aemilius Paternus (IRC, II, 97). Este era un primus pilus de la importante familia de los Aemilii, con los que C. Iulius Lepidus estableció algún tipo de relación. El otro centurión conmemorado por un amicus fue el hispano Q. Flavius Festivus (IRC, IV, 46). El nombre del dedicante no ha perdurado debido al mal estado de conservación del monumento. Este centurión pudo ser originario de Barcino, ciudad donde se retiró tras su servicio en la legio VII Gemina y en otra unidad no esclarecida debido al deterioro del epígrafe. La fórmula final —locus datus decreto decurionum— sugiere una relación estrecha con la clase dirigente de la colonia, pudiendo ha-ber desempeñado alguna magistratura en esta localidad60.

Otro monumento de tipo honorífico fue erigido por los scapharii de Hispalis, una corpo-ración dedicada al transporte de alimentos, al primus pilus africano L. Castricius Honoratus (CILA, 2, 26), cuya legión no ha sido documentada. El antiguo primipilo pudo haber sido el patrono de estos transportistas, quienes para honrar sus virtudes le conmemoraron de esta manera61.

Este período cronológico es el que más centuriones concentra de todo el estudio (15), co-rrespondiendo con el momento de expansión del hábito epigráfico hispano62. En esta época más del 60% de los centuriones eran oriundos de las provincias hispanas, como consecuencia de la consolidación del reclutamiento provincial. En menor medida documentamos centuriones procedentes de África, de Italia y de las provincias del Danubio. Asimismo, más del 60% de los centuriones desarrollaron su servicio, o una parte del mismo, en Hispania. En cuanto a los centuriones que finalizaron su carrera militar y se asentaron en las provincias hispanas su nú-mero asciende al menos a seis, pues determinar cuándo un centurión es veterano o continúa en activo es una tarea cuando menos compleja63. De estos centuriones veteranos tan solo uno —o dos si contamos a Q. Flavius Festivus— promocionaron socialmente en el seno de un ordo.

Respecto a la sociabilidad mostrada por los centuriones destacan de forma global las re-laciones conyugales. Al menos cinco centuriones testimoniaron epigráficamente dicha unión. Parece ser que los centuriones establecieron enlaces conyugales principalmente con mujeres oriundas de la misma zona que ellos y/o de una extracción social similar. También son signifi-cativas las inscripciones dedicadas por la figura del heres. En nuestro estudio la herencia recae de forma explícita fuera de los núcleos familiares. Al margen de los herederos anónimos, cuya relación con el centurión nos es desconocida, documentamos un commilito y cinco libertos. La presencia de personas de origen liberto es notoria, al menos en cuanto a su número —diez in-dividuos—, como consecuencia de la capacidad económica de los centuriones, acrecentada en algún caso por la pertenencia a las elites sociales. Los libertos aparecen en los monumentos epi-gráficos como herederos, curatores o simplemente homenajeando la memoria de su patronus.

58 Alföldy, 1975: 100 Le Roux, 1982: 294, nota 16.59 Le Roux, 1982: 299.60 Palao Vicente, 2006b: 295. 61 Blázquez Martínez, 2007: 181.62 Le Roux, 2007: 490.63 Palao Vicente, 2006a: 247.

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En este período la provincia de la Hispania Citerior registró un mayor número de inscrip-ciones en detrimento de la Baetica, como consecuencia principalmente del acuartelamiento de la legio VII Gemina en la Tarraconensis, sin olvidar la importancia de la capital —Tarraco— donde algunos centuriones fueron destinados al servicio del gobernador provincial.

2.3. de septimio seveRo aL bajo impeRio Romano64

La llegada de Septimio Severo al trono de Roma no implicó cambios significativos en la estructura militar establecida en Hispania desde época flavia. No obstante, tras el acceso a la púrpura imperial de Severo comprobamos como el número de centuriones hispanos decrece, aumentando el de aquellos procedentes de las provincias germano-danubianas65.

En esta época hallamos nueve centuriones en las provincias hispanas. De nuevo, la epi-grafía muestra un menor nivel de representación de los núcleos familiares. Obviamente, como hemos repetido anteriormente, que no documentemos testimonios epigráficos de grupos fami-liares no significa que no fuesen formados66.

Para esta etapa solamente registramos tres centuriones que aparecieron junto a sus familias en los monumentos epigráficos. Una vez más, la presencia de la esposa (uxor) vuelve a ser predominante. Ulpia Iuventina fue esposa y heredera del hastatus prior M. Aurelius Lucilius (CIL, II2/14, 2, 1031), siendo ambos de origen panonio67. Este centurión comenzó su andadura militar en la guardia montada del emperador (equites singularis Augusti). La Parca lo sorpren-dió en Tarraco a los 60 años, probablemente desempeñando alguna tarea administrativa68. Otro hastatus prior al que se le dedicó un monumentum fue [M.? Aurelius] Iustus (CIL, II2/14, 2, 1030), oriundo de Nicomedia. Este centurión procedente del orden ecuestre (ex equite Ro-mano) también fue transferido a varias legiones. Su presencia en Tarraco pudo deberse a una misión específica o al traslado de unidad69. Fue en esta ciudad donde encontró la muerte a los 42 años. Su mujer Aurelia Iusta —quizá su liberta en virtud de su onomástica— y sus hijos Aurelius Alexander y Aurelius Iulianus mandaron erigir el monumento funerario. Concluimos esta categoría con Caecilius Maturus (CIL, II2/14, 2, 1038). Este centurión estaba al frente de los frumentarii del gobernador en Tarraco cuando falleció a los 37 años. Su madre, Aelia Co-gitata, sus dos hermanos, Caecilius Dexter y Caecilius Artemas, y su cónyuge, Valeria Lupa, ordenaron construir el monumento epigráfico en recuerdo de su memoria. A pesar de que esta familia estaba instalada en Tarraco, la onomástica del grupo familiar remite a un origen da-nubiano70.

Por otra parte, las inscripciones que no documentan un vínculo de parentesco ascienden a seis. En esta categoría, cabe destacar la presencia de centuriones junto a sus libertos y escla-vos, siendo los propios militares los principales dedicantes de las inscripciones. Así, C. Iulius

64 Para este período es fundamental la obra de Faure, 2013. 65 Palao Vicente, 2006a: 199.66 Un ejemplo lo tenemos en Britannia, donde M. Aurelius Alexander (RIB, I, 490) fue el praefectus castrorum de la

legio XX Valeria Victrix. El deterioro del campo epigráfico impide discernir el número de dedicantes y su relación con el oficial. Sin embargo, por otra inscripción hallada en Roma (CIL, VI, 3554) sabemos que Alexander estableció un vínculo conyugal con Aurelia Antiochiana.

67 Gallego Franco, 1997: 343-346.68 Le Roux, 1972: 114. No obstante, la larga trayectoria militar podría sugerir un retiro en la capital provincial (Palao

Vicente, 2006a: 355).69 Le Roux, 1977-1978: 85; Faure, 2013: 800.70 OPEL, II: 68 y 98; OPEL, III: 67. Palao Vicente, 2006a: 199. Por el contrario, Le Roux (1972: 137) considera al

centurión natural de Hispania.

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Moschus conmemoró en Tarraco a su difunto liberto C. Iulius Secundus (CIL, II2/14, 2, 1034). Este centurión estaba adscrito a la legio XII Fulminata, acuartelada en la parte oriental del Imperio. La estancia del centurión en Tarraco es probable que se debiera a tareas administra-tivas71. En Lucus Augusti (Lugo), el centurión de la legión VII Gemina C. Victorius Victorinus (HEp, 14, 2005, 206) ordenó construir un altar dedicado al dios Mitra en honor de la statio Lucensis y de sus dos libertos. La onomástica del centurión nos remite a un origen céltico72. El último epígrafe que documenta personas dependientes fue el del primus pilus itálico de la VII Gemina [-. M]inucius Priscus (ERPLe, 86). En la inscripción aparece un esclavo, Verna, que fue el encargado de la administración privada del centurión (actor). El monumento epigráfico que documentamos pudo ser erigido buscando la salvaguarda y el bienestar de Minucius Pris-cus (pro salute); o bien esta dedicatoria pudo formar parte de las tareas militares atendidas por el primus pilus de la legión, sirviéndose para ello de su esclavo73.

Los tres últimos centuriones pertenecientes a esta categoría aparecen en los monumentos epigráficos junto a otros individuos del estamento militar o de los niveles superiores de la administración civil. Estas relaciones son, por lo tanto, de índole jerárquica, expresadas prin-cipalmente en monumentos de tipología honorífica. De esta manera, Claudius Iustus (CIL, II2/14, 2, 972), de origen incierto, dedicó una inscripción honorífica a su superior (praeses), el legatus Augusti pro praetore de la provincia de la Hispania Citerior Q. Atrius Clonius. Clau-dius Iustus mencionó su cargo de centurión de la legio VII Gemina, pudiendo estar al frente del officium del gobernador en Tarraco. Del mismo modo, el hastatus de la legio X Gemina Silius Hospes (CIL, II2/14, 2, 975), de posible ascendencia africana, ordenó construir un monumento epigráfico para su oficial superior Ti. Claudius Candidus, de quien era strator74. Este brillante militar, uno de los mejores generales del emperador Septimio Severo, cayó durante las intrigas palaciegas urdidas por el prefecto del pretorio Plautiano antes del año 200. Finalmente, C. Iulius Urbanus (AE, 1978, 440) aparece con el título de princeps al frente de una vexillatio de la VII Gemina. Urbanus pudo ser un centurión veterano que se reenganchó a la legión, siendo quizá natural de la península ibérica. La inscripción —grabada en una pared— fue dedicada por el optio L. Alfius Donatus en Dianium (Denia). Se han sugerido diferentes motivos por los cuales se desplazaron tropas a esta zona durante el reinado de Maximino el Tracio: desde una operación de castigo contra unos bandidos, hasta la participación de este contingente en la guerra civil entre Maximino y Gordiano I y su hijo Gordiano II75.

Tras la llegada de Septimio Severo al trono imperial encontramos en Hispania un menor número de centuriones naturales de estas provincias. Por el contrario, registramos un aumento de aquellos procedentes de las provincias germanas y danubianas, puesto que el emperador lepcitano debía la púrpura a los soldados de estas provincias. Los centuriones documentados en este período se encontraban en servicio, ya fueran en tareas militares o administrativas. En un análisis global de las relaciones sociales de los centuriones nos encontramos con un predo-minio de la esposa, que acompaña al suboficial a su destino en la península ibérica y se encarga de erigir el monumentum, en ocasiones junto a otros miembros de la familia. Por otra parte, también destacamos las relaciones de dependencia con personas de origen liberto y esclavo,

71 Le Roux, 1982: 383. No obstante, Alföldy (1975: 101) apuntaba la posibilidad de que fuera un centurión veterano retirado en su patria.

72 Faure (2013: 703) aboga por una procedencia germana o del norte de la Galia. Palao Vicente (2006a: 199) se incli-na por un origen danubiano.

73 Le Roux, 1992b: 267-268.74 Sobre los stratores vid. Perea Yébenes, 1998.75 Al respecto vid. Palao Vicente, 2006a: 308.

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consecuencia de la notable capacidad económica de los centuriones76. Asimismo, continúa la tendencia constatada en el período anterior de concentrarse un mayor número de epígrafes en la provincia de la Hispania Citerior.

3. CONCLUSIONES

En una valoración general, los monumentos epigráficos de los centuriones hallados en His-pania presentan un balance favorable a la comparecencia de individuos ajenos al parentesco. El 52% de las inscripciones documentan relaciones de dependencia, de amistad, homenajes a los mandos superiores o dedicatorias por parte de la figura del heres. Este fenómeno se vio potenciado por factores como la elevada posición social de ciertos individuos que ocu-paron este cargo y la abundancia de epigrafía de tipología honorífica, más propicia para la conmemoración de relaciones clientelares y de dependencia; o los emolumentos percibidos, que favorecieron la adquisición de esclavos, los cuales podían ser posteriormente liberados, acompañando a los centuriones en su destino militar. En este sentido, ocho centuriones cons-tataron epigráficamente su condición de patroni y/o domini (el 27% de este estudio)77. Proba-blemente este porcentaje no es representativo debido a la elevada remuneración que percibían y a la extracción social de determinados individuos. Hay que tener en cuenta que no todas las personas dependientes contaron con la suficiente riqueza para conmemorar a su patrón. Además, esta acción correspondía principalmente a la familia o al heredero. Los vínculos de dependencia son registrados en mayor número en los siglos segundo y tercero.

Si nos centramos en los núcleos familiares, las relaciones conyugales fueron las más des-tacadas, siendo formadas por al menos once centuriones. Estas inscripciones se encuentran repartidas en las tres centurias analizadas, sin alcanzar una mayor concentración en ninguna de ellas. Tampoco se observan patrones diferentes en este sentido entre los centuriones naturales de las provincias hispanas y los foráneos. La procedencia de las mujeres tiende a ser la misma que la del centurión, disfrutando todas ellas de la ciudadanía romana.

Hay que señalar la escasez de epígrafes donde se registra la descendencia (tres). A nivel imperial existe ciertamente una infrarrepresentación de los individuos con un rango de edad exiguo78. En el horizonte militar este dato se confirma de una forma categórica, destacando ligeramente la representación de la prole entre los veteranos. No deja de ser llamativa la esca-sa presencia de la descendencia en unos militares que disfrutaron de una serie de privilegios verdaderamente significativos; sin olvidar la importancia concedida a la familia en el mundo romano. Los centuriones que sirvieron en los officia de las capitales provinciales o que mu-rieron a una edad avanzada, como M. Aurelius Lucilius a los 60 años, fueron, a priori, los más aventajados a la hora de tener descendencia.

En torno a la mitad de los centuriones analizados eran naturales de las provincias hispa-nas. La mayoría desarrollaron sus carreras militares, o parte de ellas, en Hispania, con alguna excepción como el primipilo L. Septimius Sempronianus o el centurión auxiliar Reburrus Ta-

76 En la epigrafía militar de Britannia, por ejemplo, los centuriones y los oficiales fueron los que concentraron el mayor número de testimonios epigráficos donde se constata a personas de origen liberto y esclavo.

77 Al margen de este trabajo, sabemos que el centurión L. Caecilius Optatus (IRC, IV, 45) fue patronus de un número desconocido de libertos. Este centurión de las legiones VII Gemina y XV Apollinaris alcanzó la honesta missio e ingresó en el ordo de Barcino a través de una adlectio, puesto que pudo ser oriundo de Emerita (Le Roux, 1982: 296-297), donde ocupó varios cargos municipales. En el monumentum comparece solo, pero a cambio de una donación a la ciudad de Bar-cino solicitaba la exención de los munera del sevirato para sus libertos.

78 Parkin, 1992: 6-7.

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pori f. Respecto a los centuriones foráneos, aquellos que procedieron de Italia fueron los más numerosos, especialmente en los siglos I y II, seguidos por los que nacieron en las provincias africanas y renano-danubianas. Estos últimos se constatan más en la tercera centuria, como consecuencia del ascenso al trono de Septimio Severo. Todos estos centuriones no estuvieron en activo en el solar peninsular, sino que al menos un tercio alcanzó el rango de veterano. La extracción social más que el paso por el ejército facilitó el desempeño de magistraturas en núcleos urbanos promocionados en época de Julio César o de Augusto, principalmente de la Baetica, siendo el duunvirato el cargo más documentado (en tres individuos). La conexión en-tre la sociedad y el ejército no solo se observa en el ejercicio de cargos públicos, sino también en los vínculos que se crean entre los militares y la comunidad civil. De esta manera, el primus pilus africano L. Castricius Honoratus pudo ser el patrón de la corporación de los scapharii de Hispalis. Estos individuos agradecieron el buen hacer del militar elevando en su honor un monumento epigráfico.

Por último, la evolución espacio-temporal de los monumentos epigráficos sigue la coyun-tura histórica y los ritmos, ya conocidos, del hábito epigráfico hispanorromano. Así, la primera centuria presenta un menor número de inscripciones que pertenecen principalmente a vetera-nos asentados en la Baetica. El siglo segundo corresponde a la explosión del hábito epigráfico hispano, aglutinando el mayor número de inscripciones en este estudio. La consolidación de los efectivos militares en la provincia de la Hispania Citerior y la relevancia que alcanzó su capital —Tarraco— propiciaron, entre otros factores, la acumulación de epígrafes en este te-rritorio. Finalmente, la tercera centuria continúa la inercia creada en el siglo anterior.

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Recibido: 17-10-2017Aceptado: 05-02-2018