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NÓMADAS 126 En este trabajo se analizan los conflictos producidos en España en los últimos años en torno a la construcción de grandes presas, tratando de mostrar cómo los afectados han forjado una noción compartida de riesgo y cómo ha surgido un movimiento social con un discurso proyectado hacia ámbitos más globales. Estos hechos se sitúan en relación con la política del agua de la nueva Directiva Marco del Agua (2000) de la Unión Europea para mostrar una insuficiencia, ya que ésta no toma en cuenta el significado cultural de los usos del agua. Palabras clave: política del agua, riesgo, impacto social, movimientos sociales, equidad, minoría. Neste trabalho são analisados os conflitos produzidos na Espanha nos últimos anos ao redor da construção de grandes represas, tentando mostrar como os afetados construíram uma noção compartida de risco e como surgiu um movimento social com um discurso projetado para âmbitos mais globais. Estes fatos relacionam-se com a política da água da nova Diretiva da Água (2000) da União Européia para mostrar que esta é insuficiente por não levar em conta o significado cultural dos usos da água. Palavras-chave: política da água, risco, impacto social, movimentos sociais, eqüidade, minoria. This paper analizes social conflicts derived from projects for the construction of large dams in Spain and how these projects have brought a shared notion of risk among the affected populations and a social movement with a global discourse. This relates to the European Water Directive (2000) and a critical analyses considering the omission of the culture meaning of water uses. Key words: water policy, risk, social impact, social movements, equity, minority. LOS CONFLICTOS DEL AGUA EN ESPAÑA Gaspar Mairal Buil* ORIGINAL RECIBIDO: 06-XII-2004 – ACEPTADO: 24-I-2005 PÁGS.: 126-139 * Profesor titular de Antropología Social, Universidad de Zaragoza (España). E-mail: [email protected]

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Page 1: LOS CONFLICTOS DEL AGUA EN ESPAÑA · 2012-09-05 · Estos hechos se sitúan en relación con la política del agua de la nueva Directiva Marco del Agua (2000) de la Unión Europea

NÓMADAS126 MAIRAL BUIL, G.: LOS CONFLICTOS DEL AGUA EN ESPAÑA

En este trabajo se analizan los conflictos producidos en España en los últimos años en torno a la construcción degrandes presas, tratando de mostrar cómo los afectados han forjado una noción compartida de riesgo y cómo ha surgidoun movimiento social con un discurso proyectado hacia ámbitos más globales. Estos hechos se sitúan en relación con lapolítica del agua de la nueva Directiva Marco del Agua (2000) de la Unión Europea para mostrar una insuficiencia, yaque ésta no toma en cuenta el significado cultural de los usos del agua.

Palabras clave: política del agua, riesgo, impacto social, movimientos sociales, equidad, minoría.

Neste trabalho são analisados os conflitos produzidos na Espanha nos últimos anos ao redor da construção degrandes represas, tentando mostrar como os afetados construíram uma noção compartida de risco e como surgiu ummovimento social com um discurso projetado para âmbitos mais globais. Estes fatos relacionam-se com a política da águada nova Diretiva da Água (2000) da União Européia para mostrar que esta é insuficiente por não levar em conta osignificado cultural dos usos da água.

Palavras-chave: política da água, risco, impacto social, movimentos sociais, eqüidade, minoria.

This paper analizes social conflicts derived from projects for the construction of large dams in Spain and how theseprojects have brought a shared notion of risk among the affected populations and a social movement with a globaldiscourse. This relates to the European Water Directive (2000) and a critical analyses considering the omission of theculture meaning of water uses.

Key words: water policy, risk, social impact, social movements, equity, minority.

LOS CONFLICTOSDEL AGUA EN ESPAÑA

Gaspar Mairal Buil*

ORIGINAL RECIBIDO: 06-XII-2004 – ACEPTADO: 24-I-2005

PÁGS.: 126-139

* Profesor titular de Antropología Social, Universidad de Zaragoza (España). E-mail:[email protected]

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En España el desarrollo de lasobras hidráulicas y especialmente laconstrucción de grandes presas ex-perimentó, desde que en 1976 seiniciara la transición democrática,una substancial reducción1. EnAragón, por ejemplo, donde lahistoria de las obrashidráulicas españolastuvo en el siglo XX unode sus escenarios másimportantes, se puedeconstatar cómo a lo lar-go de este período, des-de el año mencionadopor lo menos hasta eldía de hoy, no se ha lle-gado a construir nin-gún gran embalse2.

En estas últimasdécadas uno de los pro-yectos hidráulicos demayor alcance que seintentó materializar fuela regulación del ríoEsera3 y para llevarla acabo se proyectó elembalse de ManuelLorenzo Pardo4, quecon una capacidad de600 hm3 iba a regularlas aguas de este ríopara dotar de nuevasaportaciones al Canalde Aragón y Cataluñay ampliar los regadíosque se extienden aambos lados de Ara-gón y Cataluña5. Almismo tiempo las aguasdel embalse hubieraninundado tres comunidades que con-taban entonces con una poblaciónalgo superior a los 800 habitantes.El período de información públicaconcerniente a este plan se abrió enagosto de 1976 y a partir de ese mo-mento nació entre las poblaciones

afectadas una fuerte reacción opo-sitora. Desestimado este proyectoen 1986 se quiso sustituir por otrocon el mismo objetivo de regula-ción del río Esera y denominadoComunet, que suponía la construc-ción de un embalse de 160 hm3,

fuera del cauce del río, desatándo-se de nuevo un movimiento oposi-tor localizado en algunas otrascomunidades ribereñas situadas másal sur. En 1991 el gobierno desechóeste proyecto y alternativamentepropuso en 1992 la construcción de

una presa en las inmediaciones dela población de Santaliestra y conuna capacidad de 80 hm3. Tambiénlos habitantes de esta localidad,ahora afectados por este nuevo em-balse proyectado para la regulacióndel río Esera, se opusieron a su cons-

trucción y acudieron alos tribunales paraimpugnar todo el pro-ceso administrativo,logrando en el año2002 una sentenciafavorable que dispo-nía su anulación. En eldía de hoy todavía nose ha iniciado ningu-na obra para regularel río Esera y el actualproyecto de Santa-liestra parece descar-tado por la actualadministración socia-lista que asumió elpoder tras las elec-ciones generales cele-bradas en España enmarzo de 2004. El re-sumen de toda estahistoria es que las su-cesivas administracio-nes responsables, yespecialmente la Con-federación Hidrográ-fica del Ebro, hanintentado regular elrío Esera duranteveintiocho años sinconseguirlo.

Esta situación queacabo de describir y

que resulta ser paradigmática paracuanto ha sucedido en España enlos últimos tiempos, puede ser ex-plicada mediante un conjunto derazones, aunque, a mi parecer y deentre todas ellas, destaca el hechode que con el advenimiento de la

Buscando oro en el “Río Telembí, Nariño”. Colombia inédita,Villegas Editores. Foto: Santiago Harker (detalle)

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democracia y con ella de las posi-bilidades existentes para la libreexpresión y asociación de los mo-vimientos sociales, la construcciónde embalses se fue convirtiendo enun problema conflictivo, difícil deresolver para una administraciónacostumbrada a hacer y deshacer asu antojo. Al análisis de esta cues-tión voy a dedicar la primera partede este artículo.

1. Los conflictosdel agua y el riesgo

En mi opinión, reducir la ges-tión del agua a grandes planes deobras constituye un error, puessupone ignorar las múltiples im-plicaciones que tiene la gestión yplanificación hidrológica. Resultahoy más que evidente que la reac-ción de los afectados por grandesobras hidráulicas se fundamenta enparámetros que lejos de ser cientí-ficos, tecnológicos, jurídicos oeconómicos, son básicamente cul-turales y por ello se inspiran en loemotivo, afectivo, valorativo y sim-bólico. Es preciso, primero, com-prender estas respuestas y, ensegundo lugar, apreciarlas y consi-derarlas si se desea potenciar unagestión y planificación hidrológicaparticipativa y de corresponsabi-lidad entre todas las partes. Hastaahora las cosas no han ido en estadirección, ni mucho menos, y lasconsecuencias se pueden ver en unrosario de conflictos6 que jalonan lageografía hidráulica española, con-virtiendo a muchas obras en autén-ticos callejones sin salida o en unasucesión de proyectos desechadosque no solucionan ningún proble-ma sino que crean muchos más. Lademostración de esta postergacióna la que se ven sometidas las po-

blaciones afectadas por proyectosu obras, es el hecho de que todavíahoy no sean consideradas por la ad-ministración como parte y a pesarde haber desarrollado ya un movi-miento asociativo propio, carecende representación en los Consejosdel Agua7. Veamos la raíz profun-da de dichos conflictos.

Alrededor de cualquier proyec-to destinado a la futura realizaciónde una obra hidráulica, ocurre conmucha frecuencia que quienes laimpulsan, sea la administración otambién los futuros beneficiarios dedicha obra, por una parte y las po-blaciones afectadas, apoyadas enmuchos casos por sectores impor-tantes de la opinión pública, porotra, entren en confrontación. Elanálisis de tal situación permiteobservar de qué modo los códigosde percepción, racionalización yrepresentación del proyecto sonsubstancialmente distintos. Susimpulsores actúan a partir de unoscondicionamientos jurídico-políti-cos, económicos y técnicos deter-minantes para que la obra tenga unafundamentación legal y una viabi-lidad técnica y económica. Sobreestos elementos se ha creado unmarco posible para la discusión yel debate. Sin embargo, cualquierargumento que no encaje en estemarco queda desautorizado porirrelevante o inoportuno.

Lo más importante aquí escomprobar de qué modo la per-cepción, racionalización y repre-sentación que llevan a cabogeneralmente las poblaciones quese ven afectadas por el proyectoposeen una naturaleza distinta queda lugar a argumentos que no en-cajan en este marco, ya que en prin-cipio no son jurídicos, económicos

ni tampoco técnicos, sino cultura-les. Es posible observar en muchosconflictos de qué manera, al cons-tatar los afectados que sus argumen-tos culturales son ignorados, entranestratégicamente en la argumenta-ción jurídico-técnica-económica dela administración para poder ganar.A esta acción la hemos llamado“giro argumental” (Mairal y Bergua,1998). Así recurrirán a expertosque simpatizan con sus posiciones,demandando su asesoramiento oellos mismos aprenderán sobre lamarcha; al fin, podrán concurrirante los tribunales con sus propiosargumentos jurídicos, elaborarinformes técnicos o económicos di-vergentes o incluso diseñar proyec-tos alternativos. Esta estrategiasupone dar un giro argumental a suoposición para situar el conflicto enel terreno del “enemigo”. Por elcontrario y en el interior de las po-blaciones o comunidades afectadas,el substrato más profundo en la pro-pia configuración del conflicto se-guirá siendo cultural y actuará parasostener emocionalmente las accio-nes opositoras llevadas a términodentro del marco impuesto por laadministración. La argumentaciónculturalista no saldrá a la luz públi-ca del debate político o la hará deforma limitada, pues en él no haylugar para tal argumentación. Re-sulta claro, sin embargo, que parapotenciar una gestión del aguamucho más participativa y decorresponsabilidad entre las partes,se debería habilitar un lugar propiopara las argumentaciones cultura-listas en el marco de debate, discu-sión y decisión en el que se diseñala política del agua.

Existe hoy una consideraciónteórica fundamental que es cadavez más influyente en el ámbito de

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las ciencias sociales y según la cualla sociedad construye el riesgodesde la cultura. En este caso meinteresa hacerla explícita en el con-texto de la gestión y planificacióndel agua y más específicamente anteaquellas situaciones en las que exis-ten conflictos derivados de la cons-trucción de obras hidráulicas.

La construcción de un granembalse supone la inutilización deuna extensión espacial que seráinundada por las aguas o en el casode las superficies colindantes tam-bién expropiada. Para la adminis-tración el significado que tiene esteespacio es contractual ya que seconvierte en mercancía intercam-biada en términos de expropiacióny de acuerdo con la legalidad; espor lo tanto un objeto que se pue-de comprar y vender. Para las po-blaciones afectadas, el espacio noes otra cosa que el substrato de supropia cultura y, más aún, es en símismo cultura. De ahí que le otor-guen capacidad para evocar senti-mientos y emociones, memorias e

identidades, todo lo cual determi-na una propiedad de arraigo quevincula a la población con sus es-pacios. La representación del ries-go se origina precisamente en laconstatación que lleva a cabo estapoblación respecto a la posibilidadde que este vínculo o arraigo des-aparezca con la futura construcciónde un embalse. A partir de aquí sepone en marcha un proceso de re-creación cultural para configurarobjetos de riesgo. Es a este procesojustamente al que vengo denomi-nando “culturalismo”. La casa y latierra, con todo lo que éstas signifi-can para el individuo, que desapa-recerán bajo las aguas; el pueblocon todas las interdependenciasmutuas que dan lugar a la existen-cia, en su sentido más profundo, deuna comunidad y que puede serinundado o ver limitado su futurocomo consecuencia de las expro-piaciones; la comarca, cuya viabi-lidad como espacio de desarrollo severá comprometida por el impactode un embalse. El país o territoriomás amplio cuya evolución histó-

rica ha estado condicionada por loscostes sufridos a consecuencia deuna sucesión de obras hidráulicasque ha desequilibrado el territorio.En conjunto todos estos son espa-cios socioculturales sobre los querecaerá el impacto de un embalseconvirtiéndolos en objetos de ries-go, ya que al fin y al cabo la futuraconstrucción de dicho embalse su-pondrá su desaparición o su dete-rioro.

Esta recreación cultural en tér-minos de riesgo adquiere una ex-presividad peculiar en la que elrecurso a una retórica agónica escasi constante. Las poblacionesafectadas recurren a múltiples me-táforas para caracterizar los acon-tecimientos, si bien casi todas ellasjuegan con la confrontación vida-muerte o salud-enfermedad. Losproyectos van a “matar” la vida, lacomunidad va a “enfermar” y fren-te a esto lo que se opone es unareconstrucción de la identidad y elrecurso a la memoria. La propiacolectividad es idealizada extrayen-

Selva y ríode Barbacoas,Nariño.Colombia inédita,Villegas Editores.Foto:Santiago Harker

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do de la propia cultura aquelloselementos que se consideran esti-mables a la luz de su posible des-aparición. Surge así un contrasteque hace de la tierra, por ejemplo,un objeto de riesgo, pero a la vezun símbolo de supervivencia idea-lizando la conexión de la colecti-vidad con dicha tierra en unasucesión de recuerdos. Esto es elculturalismo, es decir, el hecho derecurrir a la propia cultura, reela-borando imaginativamente algunasde sus partes, para construir así sím-bolos de supervivencia que puedanproteger a los objetos de riesgo.

Así se construye el riesgo y,como se puede observar, dicha

construcción no tiene que ver consu cálculo probabilístico sino quese sitúa en otra dimensión, una di-mensión que es ante todo expe-riencial en el ámbito de la cultura.Comparar ambas versiones del ries-go no tiene sentido ya que son denaturaleza distinta; en lugar de ellolo que sí cabe señalar es que ambasdeben ser examinadas y tenidas encuenta. Si se desea comprender lasreacciones colectivas de quienes seconsideran afectados por proyectosu obras resulta ineludible conocerla construcción del riesgo, ya quepara ellos éste es el riesgo real y entodo caso es el que experimentan.Tampoco tiene sentido considerarque esta construcción del riesgo es

irracional, en la medida en quetambién existe una concepción lo-cal de la racionalidad y respecto aella no lo es; simplemente se basaen parámetros que no son tecnoló-gicos ni científicos.

Esta representación del riesgo vamás allá de lo que es una racio-nalización cultural del peligro o laamenaza en términos de riesgo yque da lugar a símbolos o metáfo-ras que inspiran argumentos, y setraduce además en un conjunto deconsecuencias que vienen a confi-gurar un impacto social. Cuando elriesgo derivado de un proyecto, quepuede ser activado en cualquiermomento, permanece latente du-

Hacia el Pacífico por el ríoMira, en Nariño. Colombia

inédita, Villegas Editores.Foto: Santiago Harker

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rante largo tiempo acaba convir-tiéndose en una sombra que se ex-tiende a lo largo y ancho de unterritorio. En todo este tiempo lacolectividad que lo experimentareorganiza su sociabilidad y ve al-terada su organización social. Asíse definirá el impacto social deri-vado de un proyecto que exige añosde tramitación o retrasos prolon-gados, traduciendo el riesgo enincertidumbre, desorden y desar-ticulación social.

Amenazados por la inundaciónde sus pueblos, los habitantes delterritorio afectado se ven someti-dos a lo largo de los años a la inse-guridad de no saber si podránmantenerse en sus casas, pueblos ycomarca. Así sitúan sus propias vi-das en una perspectiva que a me-dio y largo plazo está determinadapor la incertidumbre. Este senti-miento colectivo inhibe el normaldesenvolvimiento de la colectivi-dad y frena las inversiones y cual-quier opción de desarrollo. Bloquealas expectativas de un cambiogeneracional e induce a abandonarla comunidad a bastantes jóvenesque no encuentran razones paraimplicarse en actividades económi-cas comprometidas en sus expec-tativas de futuro. Desordena lasociabilidad local, pues dentro dela comunidad crece un malestarque desemboca en ocasiones en si-tuaciones depresivas, agresividad yconflictos personales. Desarticula alas diversas comunidades, ya que ensu interior se producen escisionesentre quienes se posicionan en con-tra de los proyectos sosteniendocon firmeza una respuesta colecti-va y quienes resignadamente seaprestan, generalmente con sumadiscreción, a asumir posiciones con-formistas que, guiadas sobre todo

por el pragmatismo, se inclinan aaceptar el proyecto, las expropia-ciones y su propio desplazamientoa otros lugares. En múltiples oca-siones las comunidades afectadasentran en conflicto con otras veci-nas ya que al sugerir proyectos al-ternativos, trasladan hacia éstasunos impactos que, si bien son me-nores, no dejan sin embargo de re-sultar negativos. Finalmente sepuede propiciar un conflicto entrelas poblaciones afectadas y las be-neficiadas por el proyecto en cues-tión. Si es el caso que este proyectosea desestimado después de bastan-tes años, este período equivale enla experiencia de los afectados amuchos años perdidos. Cuando vendespejado el riesgo que se cerníasobre ellos, reivindican compensa-ciones en inversiones y desarrollopor tanto tiempo perdido.

En otro sentido cabe afirmarque la construcción del riesgo tieneotros efectos, como, por ejemplo,un reforzamiento de la solidaridadcolectiva, una mayor efectividaden la integración comunitaria, elsurgimiento de nuevos liderazgos yel desarrollo de un conocimientolocal sobre política hidráulica, or-denación del territorio y políticasde desarrollo. La comunidad comotal puede ganar mucho en conoci-miento sobre sí misma.

Los conflictos del agua son lamanifestación concreta de un pro-ceso cultural como es la construc-ción del riesgo. La existencia de unproyecto y su, generalmente, pro-longada tramitación determina elsurgimiento de una sombra de ries-go (Stoffle R. et al., 1991; MairalG., 2002) que puede permanecerlatente durante bastantes años. Entodo este tiempo se va producien-

do un impacto social como conse-cuencia de la incertidumbre, el des-orden y la desorganización socialque experimentan las comunidadesafectadas, y en momentos más pun-tuales todo este substrato generaconflictos con la administración uotras instituciones o también conlas organizaciones que representana los futuros beneficiarios de la obra,sean éstos regantes o empresas hi-droeléctricas. Esta sería la secuen-cia teórica de los conflictos que seproducen antes de que una obra décomienzo e incluso antes de que seinicie cualquier procedimientoexpropiatorio. Por otra parte, estambién el período en el que sedebería actuar para, primero, inten-tar comprender el conflicto y, se-gundo, para poder dialogar ynegociar dentro de un marco en elque se encuentren la argumenta-ción jurídico-política, técnica y eco-nómica de la administración y elculturalismo de los afectados. Den-tro de este marco deberían cabertodas las opciones posibles y entreellas, por supuesto, la cancelacióndel proyecto.

He descrito la tipología deconflicto que se ha venido desa-rrollado a lo largo de varias déca-das en torno a una sucesión deproyectos para la construcción depresas en un río del Pirineo espa-ñol. Este ha venido siendo un casomodélico y por ello he recurridoa él. Pensando que es necesariofundamentar etnográficamentecualquier argumento generaliza-dor me he dirigido a una situaciónconcreta, de riesgo, y lógicamentea un contexto local. Sin embargo,es preciso considerar tambiénotros contextos que apuntan ha-cia dimensiones nacionales einternacionales.

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2. La equidad comoargumento

A la hora de analizar los con-flictos del agua en España es fun-damental destacar de qué modohan evolucionado en los últimosaños. En 1996 Víctor Pérez Díaz yJosu Mezo (Pérez, Mezo, y Álvarez-Miranda, 1996) acuñaron elconcepto de “comunidad hidráuli-ca tradicional” para referirse alconjunto de agentes que hasta en-tonces habían protagonizado la Po-lítica hidráulica8 y entre los cualesdestacaban principalmente la Ad-ministración, las empresas hidro-eléctricas, las grandes empresasconstructoras y las comunidades deregantes. Ya por aquel entonces eraevidente que esta comunidad hi-dráulica tradicional había sido des-bordada por nuevos agentes queirrumpían con fuerza en el nuevoescenario de las políticas del aguatal como se estaba gestando. Setrataba fundamentalmente del mo-vimiento ecologista y de las asocia-ciones de afectados. Ciertamenteque en los últimos años el papeljugado por estos movimientos so-ciales no ha hecho sino crecer alincrementar notablemente su pre-sencia pública. Esta nueva presen-cia y actividad no parece habersido asimilada por esta “comuni-dad hidráulica tradicional” que semueve entre la imposición y el des-concierto.

Creo que en este período lo másinteresante ha venido del movi-miento social constituido por losafectados, ya que ellos han sido losmás activos opositores a muchas delas nuevas obras hidráulicas ahoraen construcción o en proyecto. Sinembargo esta acción opositora haido más allá del activismo, y sin des-

cuidar las movilizaciones sociales,ha sido capaz de producir un pen-samiento singular que se traduce enmúltiples documentos y reflexionescolectivas9. Mi interés es analizaresta visión del problema, desarro-llada al calor de una movilizaciónsocial sin precedentes en lo que serefiere a la gestión y planificacióndel agua en España.

Hoy es evidente que estos con-flictos han traspasado los límiteslocales, dentro de los que nacieroninicialmente, y en la actualidad setrata ya de situaciones globales queexigen un debate acerca de cues-tiones tan importantes como laequidad, el principio legal del in-terés general, la crítica al uso delconcepto de minoría y, en conse-cuencia, también sobre la democra-cia y los derechos humanos.

El concepto de equidad centraactualmente el debate acerca de losimpactos sociales derivados de laconstrucción de grandes presas entodo el mundo. Considerando queestas construcciones han sido aco-metidas para promover el desarro-llo, conviene evaluar tal desarrolloen términos de su equidad para to-das las poblaciones afectadas. En suinforme final, dado a conocer ennoviembre del año 2000 en Lon-dres, la World Comission on Dams(World Comisión on Dams, 2000)señalaba que la equidad de las gran-des presas se define alrededor de tresejes fundamentales:

1. Un balance general quecompare los beneficios y loscostes o perjuicios de unagran presa. La crítica a laconstrucción de grandes pre-sas indica que hasta ahora enla realización de estos balan-

ces se han ignorado los cos-tes sociales y medioambien-tales. Los defensores arguyenque, si hacemos el balance alargo plazo, los beneficiossiempre superan a los costes.

2. Una evaluación que consi-dere hasta qué punto losperjudicados alcanzan a dis-frutar de los beneficios indu-cidos por la construcción deuna gran presa.

3. Una comparación de la ma-nera en que los costes en símismos y los beneficios tam-bién en sí mismos se distri-buyen entre la población, yespecialmente para compro-bar si dicha distribución atri-buye siempre a las mismaspoblaciones un papel seme-jante, sea el de beneficiadoso el de perjudicados.

Tomando en cuenta estas tresconsideraciones es posible advertirno sólo la relevancia del debate so-bre la equidad, sino también de quémanera todas ellas están presentesen los conflictos que se vienen de-sarrollando en España. Veamos enqué términos se argumentan.

Los afectados ya han asumidouna crítica, formulada inicialmentepor diversos expertos, que viene acuestionar la rentabilidad futura delas nuevas presas como consecuen-cia del futuro de los nuevos rega-díos. En el contexto de la políticaagraria europea, una gran parte delos nuevos regadíos que se pretendeponer en marcha sólo contribuiría aampliar los excedentes de produc-ción que ya mantiene la Unión Eu-ropea. Por otra parte, se reclama unapolítica que dé prioridad al ahorro

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en el consumo de agua para los re-gadíos. Ciertamente una gran partede estos regadíos han quedado tec-nológicamente anticuados, susconsumos por hectárea resultandesproporcionados y un volumenmuy importante del agua se pierdeen el tránsito, puesto que lasinfraestructuras disponibles, canalesy acequias, necesitan ser renovadas.Los afectados reclaman, como mu-cho más rentable, una verdaderapolítica de modernización de los re-gadíos actuales para obtener, graciasa una mayor eficiencia y por consi-guiente al ahorro en el consumo deagua, unas nuevas disponibilidadesque pudieran ser equiparables aaquellas que se quiere obtener me-diante la construcción de nuevosembalses. En último término todasestas evaluaciones les llevan direc-

tamente a cuestionar la rentabilidadfutura de las nuevas construccioneshidráulicas.

La política hidráulica no ha traí-do hasta ahora ningún beneficio paralas poblaciones afectadas. Este es unargumento incuestionable para losafectados. Es cierto que en el pasa-do lo único que obtuvieron fueronlos justiprecios fijados por ley paralas expropiaciones llevadas a cabo,ya que ninguna de las grandes obrasya ejecutadas fue acompañada deplan alguno de restitución y com-pensación territorial. A partir deaquí los afectados han formalizadouna demanda en términos de, lo queellos llaman, la “deuda histórica”.Consideran que es mucho lo que seles debe, ya que gracias a los costessociales y medioambientales que

ellos y su territorio pagaron en sudía, miles y miles de hectáreas fue-ron regadas y se han venido genera-do millones y millones de kilovatiosde energía eléctrica.

La dimensión más política de laequidad, tal como es argumentadapor los afectados, se relaciona conel tercero de los ejes que he señala-do previamente. La política hidráu-lica ha reiterado a lo largo del sigloXX la misma distribución de costesy beneficios, encarnándola en terri-torios, para de esta manera conver-tir a la montaña10 en un permanenteterritorio de “servidumbre”. Estehecho les lleva a criticar las prácti-cas político-administrativas delEstado, a dudar de la naturaleza de-mocrática de sus actuaciones y aentrar en un debate ético y políti-

Niña del Pacífico,“descendiente de losafricanos traídos parael laboreo de las minasdurante la Conquistay la Colonia”. Colombiasecreta, Villegas Editores.Foto: Andrés Hurtado

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co en el que se argumenta en tornoal “interés general”, al juego de lasmayorías y las minorías, y, finalmen-te, todo les conduce a hablar delsignificado de la democracia.

El desarrollo posee una vertien-te cultural que resulta decisiva parasu implementación yes en esta vertiente enla que las comunida-des implicadas sitúansu propia concepciónacerca de la equidad.Esto es lo que han he-cho las poblaciones delos valles pirenaicosaragoneses, argumen-tar la equidad entérminos de lo que sig-nifica ser un perju-dicado o ser, por elcontrario, un benefi-ciado. La cuestión quefinalmente destaca esque si en democraciaestas condiciones sedeben repartir entretoda la población deuna forma aleatoria,de tal modo que elperjudicado de hoypueda ser perfecta-mente el beneficiadode mañana, y tam-bién, por supuesto, ala inversa; en realidadellos han sido en elpasado los perjudica-dos y lo van a seguirsiendo también en el futuro si se lle-van a cabo todas estas nuevasobras. Hay así una lógica perversaen la práctica de un modelo de de-sarrollo que se basa en la construc-ción de grandes embalses con el finde extender el regadío, ya que con-vierte a un mismo territorio en per-dedor sistemático. Los afectados

han argumentado esta evaluaciónen unos términos que ellos mismoscalifican de “servidumbre”, al de-nominar a sus valles y tierras comoun “territorio de servidumbre”. Deeste modo la falta de equidad de lapolítica hidráulica, tal como se estápracticando, reside sobre todo en

el hecho de colocar a unos territo-rios al servicio de otros.

¿Por qué la construcción de ungran embalse es de interés general?Durante bastante tiempo los afec-tados no objetaron este principio alser aplicado a cada embalse en con-creto. Es verdad que era posible de-

mostrar que los perjuicios eranmucho menores que los beneficios,si se estimaban en términos de hec-táreas de cultivo, ya que siempreeran muchas menos las hectáreas aanegar que las hectáreas a regar. Deigual modo y atendiendo a la pro-ductividad la comparación resulta-

ba abrumadoramentefavorable, ya que lastierras anegadas eranmás pobres, estabanmuy parceladas y elclima de montaña noresultaba tampocomuy favorable, en tan-to que las amplias lla-nuras que iban a serregadas, y que dispo-nían de un clima bas-tante más suave, ibana rendir mucho más.Estaba claro, pues,dónde quedaba elinterés general. Sinembargo, las cosas em-pezaron a cambiar apartir del momento enque la evaluación delimpacto de cada em-balse dejó paso, prime-ro entre una minoríade afectados y despuésde un modo muchomás generalizado, auna visión de conjun-to, más globalizada,respecto a lo que ha-bía supuesto la cons-trucción de embalses

en espacios que poseen unas carac-terísticas territoriales, sociocultura-les y económicas semejantes, y a loque supondría la construcción deunos cuantos más. Así empezó a sur-gir una nueva perspectiva y con ellanuevos argumentos que no se ha-bían manejado hasta entonces.Todo esto empezó a surgir en los

Patio en Cartagena de Indias. Nomenclator cartagenero.Foto: D. Arango / J.C. Flórez

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años ochenta y fraguó definitiva-mente en los noventa, al tiempoque el propio movimiento de opo-sición a la construcción de nuevosembalses fue madurando en una or-ganización como Coagret11.

3. Agua y ciudadaníaeuropea

En 1999 visitó España una co-misión procedente de Chile en re-presentación de la comunidadPehuenche. Pretendían dar a cono-cer la situación en la que se encon-traban: amenazadas sus tierras porla construcción de varias presas enel río Bío-Bío y ante la perspectivade su propio desalojo de dicha tie-rras. Dos años antes el antropólogonorteamericano Ted Downing, en-cargado por la empresa construc-tora IFC para realizar un estudiodel impacto social derivado de lapresa Pangue y del proyecto Ralco,denunciaba ante la AmericanAnthropological Association(AAA) cómo esta misma empresale había impedido dar a conocer alos afectados, el grupo indígenaPehuenche, en el río Bío-Bío, losresultados de su estudio. La AAA,que agrupa al conjunto de la pro-fesión antropológica norteamerica-na con más de 11.000 miembros,abrió una investigación en el senode su Comité de Derechos Huma-nos y se dirigió al Banco Mundial,institución que participaba en la fi-nanciación de estas presas, paradarle conocimiento de todo lo su-cedido y trasladarle entre otrasdemandas:

la adopción de un compromisoúnico y obligatorio para garan-tizar los derechos humanos detodas las poblaciones impac-tadas por sus proyectos de desa-

rrollo (American Anthropo-logical Association, 1998).

Como es bien sabido, el BancoMundial ha venido aportando enlas últimas décadas una cuantiosafinanciación dirigida a sostener laconstrucción de grandes infraes-tructuras hidráulicas en los paísesen vías de desarrollo. Reciente-mente han sido el propio BancoMundial y la World ConservationUnion los que han creado una co-misión internacional, la WorldComission on Dams, que durantetres años ha estado evaluando entodo el mundo la política de cons-trucción de grandes embalses. Delos documentos que ha producidoesta comisión se deduce un crite-rio general de revisión respecto aesta política de grandes construc-ciones y junto a múltiples variables,económicas, técnicas, políticas oecológicas. Destaca igualmente unanueva preocupación por la impli-cación que existe entre estas cons-trucciones y los derechos humanos.Cada día que pasa nos llegan nue-vos testimonios de múltiples situa-ciones conflictivas que se estánproduciendo en todo el mundocomo consecuencia de la construc-ción de grandes infraestructurashidráulicas. Recientemente ha ad-quirido notoriedad la campaña pro-tagonizada por Arundhati Roy, lamás famosa escritora hindú, que havenido denunciando cómo en laIndia ya han sido desplazadas másde cincuenta millones de personascomo consecuencia de la construc-ción de grandes embalses12.

Para quienes, como es mi caso,hemos dedicado tiempo a la inves-tigación de los conflictos que sesuscitan en relación con proyectospara la construcción de grandes pre-

sas, resulta más que evidente quetras las reacciones de quienes seconsideran afectados hay un com-plejo mundo de ideas, valores, sen-timientos y emociones, cargado deexpresividad simbólica, que aludeprimordialmente a la defensa de unterritorio que consideran propio.Los Pehuenche chilenos vinieron aEspaña para lanzar aquí un mensa-je semejante. Pero también en Es-paña, y desde hace bastantes años,hay un buen número de poblacio-nes, amenazadas por la posibleconstrucción de grandes embalses,que vienen manifestándose en tér-minos muy semejantes. En Españatenemos el ejemplo del Libro blan-co del agua13, y las pocas líneas quededica a esta cuestión reflejan unconjunto de prejuicios que son pro-pios de la tecnocracia. Para los re-dactores de este documento elotorgar un valor social y simbólicoal agua es cosa de “indígenas”, algo“atávico”, y poseer un valor terri-torial en cuanto al uso del agua pa-rece algo “tribal”. Todas éstas sonexpresiones que se deslizan en elLibro blanco del agua para compo-ner implícitamente un diagnósticoexcluyente respecto a aquellas ma-nifestaciones, más o menos organi-zadas, que aluden a un mundosimbólico y valorativo propio. Deeste modo cualquier representacióncultural del agua, expresada poruna comunidad que se ha vincula-do históricamente a un territorioque dispone de este recurso, esexpulsada hacia el terreno de lo“pintoresco”.

Vale la pena detenernos en es-tos hechos, ya que los afectados,especialmente en el Pirineo arago-nés, han vinculado su situación ala de otras comunidades de afecta-dos en otros lugares del mundo y

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especialmente al caso Pehuenche,ya que además la empresa multina-cional que está detrás de la cons-trucción de estas nuevas presas enChile es española. En España, en al-gunas ocasiones, el movimiento deafectados se ha representado a símismo como los “indígenas” delPirineo, encontrando que su situa-ción presenta semejanzas con aque-llas que protagonizan comunidadescomo los Pehuenche y por esta ra-zón han llegado a destinar un pe-queño porcentaje de sus exiguospresupuestos para ayudar a estascomunidades. En este mismo Ma-nifiesto, ya citado anteriormente, seindica lo siguiente:

Al estar conviviendo con nues-tros propios problemas, no sole-mos darnos cuenta de que eldebate sobre las afecciones dedeterminadas obras es ya unmovimiento internacional envarios continentes. Aunque pa-rezca que cada uno vamos a lonuestro, formamos parte, quera-mos o no, de una nueva culturadel agua que reclama los dere-chos de las minorías de las zonasde montaña y el fluir de los ríospor su territorio como valor parael desarrollo, en todo el mundo.

Los afectados también aprecianque existen legislaciones y cartasinternacionales que protegen a lasminorías que poseen una identidadétnica y cuya preservación, por estamisma razón, puede ser favorecida.Argumentar a partir de una repre-sentación cuasi étnica o como ha-bitantes de una reserva, no deja deser, por su parte, una ironía quepretende poner de manifiesto cómoun Estado, que es miembro de laUnión Europea, ignora el valor sin-gular que unas poblaciones le otor-gan a su territorio y a la continuidadde la vida en él.

No me parece que estas argu-mentaciones resulten ser banales,sino que, por el contrario, ponenel dedo en la llaga con relación aun problema verdaderamente sig-nificativo para el futuro de la vidarural, especialmente en áreas demontaña en Europa. El 23 de octu-bre de 2000 fue aprobada por elParlamento Europeo la Nueva direc-tiva marco del agua cuyo objetivoes adecuar las políticas del agua detodos los estados miembros de laUnión Europea.

El principal objetivo de estanueva directiva es asegurar la cali-dad medioambiental de los usos delagua en el futuro. Sin embargo, des-taca la prioridad que se otorga a ladefensa de un tipo de usuario delagua que es concebido primordial-mente como un consumidor. Latipología que prevalece correspon-de sobre todo a la de un ciudadanoeuropeo que desea consumir aguade calidad y gozar de un medio am-biente cuya preservación quede ga-rantizada. Es cierto que los objetivosde esta nueva directiva son funda-mentales y muy valiosos, pero faltaen ella una visión acerca del valorsocial y cultural del agua en relacióncon el territorio. En este sentido lla-ma la atención la noción de medioambiente que reiteradamente semaneja en esta directiva y que, a mimodo de ver, es abrumadoramentebiológica, y creo que ésta es una vi-sión unilateral del medio ambienteya que apenas se reconoce su di-mensión sociocultural. La nociónecosistémica del medio ambientedebería tener su contrapartida en lanoción territorial, pues ésta incluyea la sociedad y a la cultura.

Los usos y aprovechamientosdel agua activan la cultura, porque

los habitantes de un territorio sehan vinculado a dichos usos a tra-vés de la tradición y de la historia.El agua es un elemento esencial delterritorio y como tal constituye unapieza fundamental en interaccióncon la tierra y la población. Desdeesta perspectiva el concepto de “ca-lidad medioambiental de las aguas”,que es fundamental para esta nue-va directiva, no puede ser definidoexclusivamente a partir de paráme-tros ecológicos y bioquímicos, sinotambién culturales. Comprenderque el agua y sus usos contribuyena construir la identidad de unaspoblaciones, generalmente rurales,debería haber sido parte de estanueva directiva. Sin embargo noparece que se le haya dado impor-tancia a esta cuestión. Prevaleceentonces una concepción exclusi-va de la ciudadanía europea en laque el agua es un objeto para serconsumido con las mayores garan-tías de calidad.

La representación del aguacomo símbolo de identidad no esobjeto de consideración por partede la nueva política europea delagua. Por esta razón cuando los ha-bitantes del Pirineo aragonés se handefinido, con un punto de ironía,como los “indígenas” del Pirineo,sentían que esta era la única mane-ra de existir como comunidad queenfatiza, ante una situación de ries-go, su vínculo fundamental con unterritorio propio. Cabe preguntar-se entonces si la construcción de laciudadanía en el seno de la UniónEuropea es capaz de asimilar iden-tidades fijadas al suelo sin tener querecurrir a la etnicidad, a un tipo dedefinición como minoría peculiar oa tener que atrincherarse en unareserva. En muchos lugares las po-blaciones rurales europeas han con-

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vertido a su territorio, el espacio-soporte en el que han vivido du-rante generaciones, en un objeto derepresentación que les identifica, yes en este contexto global en el quela lucha de los habitantes del Piri-neo aragonés contra la construc-ción de nuevas presas sesitúa, ya que no es éstauna acción particularsino expresión de unacultura que compartenmillones de europeos.

4. Conclusiones

He pretendido mos-trar una de la tensionesfundamentales que ca-racteriza a los conflictosdel agua que se locali-zaban primero en unentorno local. En cuan-to que toda controver-sia implica a diversaspartes, aquí podemosobservar cómo una deestas partes, aquella quese considera afectada yperjudicada, trata de sa-car el conflicto fuera delos límites locales den-tro de los que se gestó ya su vez la otra parte enconflicto, y dentro deella el Estado y la admi-nistración, persiguenbloquear dicho conflic-to manteniéndolo den-tro de estos mismosmárgenes locales para neutralizarlo.

En el centro de esta controver-sia se encuentra el concepto de“minoría” y por supuesto su defini-ción. Los afectados se mueven en-tre dos tipos de argumentaciones,ya que por un lado reclaman el res-

peto a las minorías, lo cual signifi-ca considerarse una minoría, peropor otro lado y cada vez más argu-mentan no ser una minoría. Esta úl-tima afirmación ha sido posible apartir de una conciencia territorialen auge que les ha llevado a

globalizar su situación, cuando hanvisto que los impactos sociales yambientales de las obras hidráuli-cas ya construidas y el de las queestán por construir deterioraban in-tensamente su “interés general”, elmantenimiento del territorio como

soporte para la vida. La noción desupervivencia comienza a estar pre-sente en las voces de los afectados:

Considerando que las genera-ciones futuras de habitantes dela Montaña tendrán graves pro-

blemas para subsistir entiempos cambiantes sinel territorio útil para lavida humana; y que lasgeneraciones actuales,además de afectados di-rectos o indirectos, so-mos los que podemosdefenderlo; y consideran-do que el hecho de sermayoría no da el derechode doblegar a la mino-ría, pudiendo encontrarmejores alternativas paratodos; suscribimos esteManifiesto por la Digni-dad de la Montaña.

Como se puede veren el denominado Ma-nifiesto por la dignidad dela Montaña, argumentara favor de la superviven-cia del territorio condu-ce a la definición de loque los afectados consi-deran, sin lugar a dudas,un “interés general”, y eseste el punto en el quese sienten capaces deobjetar el “interés gene-ral” del Estado, ya queéste se define con rela-ción al bienestar deunos territorios ajenos,los que han sido y van a

ser regados. A partir de aquí y me-diante una simple comparación sepreguntan si acaso su territorio valemenos que el de los “otros” a lahora de favorecer el desarrollo. Lacontroversia acerca de la naturale-za de una minoría sale a la luz apartir de esta evaluación.

Patio con árboles y fuente del cláustro de la Compañía (San Pedro Claver).Cartagena. Nomenclator Cartagenero. Foto: D. Arango / J.C. Flórez

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Creo que en el fondo hay undiscurso subyacente que tiene quever con los fundamentos de la de-mocracia y que se relaciona con eljuego de las mayorías y las minorías.El interés general se ha definidohasta ahora a partir de evaluacio-nes numéricas que calculan las pro-porciones de lo que es mayoritarioy minoritario con respecto a un “in-terés” que se convertirá en “gene-ral” en función del resultado dedicho cálculo. Frente a esto lo quenos están proponiendo en el fondolos afectados por la construcción degrandes presas, especialmente en elPirineo aragonés, no es otra cosaque la consideración de criterioscualitativos a la hora de definir elinterés general de aquellas obrasque pretenden favorecer el desarro-llo. Estos criterios cualitativos sonpresentados incluso como un dere-cho humano y a ello no es ajeno elconocimiento de lo que sucede anivel internacional, que alude a lapreservación del territorio propiocomo soporte imprescindible parala vida. Este vínculo tan fundamen-tal no puede ser cercenado en arasde un supuesto interés general. Des-de este punto de vista no puedehaber ni mayorías ni minorías, sinoequidad, y este era el sentido másprofundo de la afirmación conteni-da en el Manifiesto por la dignidad dela Montaña:

En realidad la minoría que to-dos somos en alguna ocasión, nodebería estar frente a nada, sinorecordar a la mayoría de cadamomento, el derecho al desarro-llo de cada cual sin que estoimplique la posibilidad de ma-chacar al vecino.

Es posible interpretar estas pa-labras en el sentido de que la mi-noría no es una condición natural

de las personas o de las colecti-vidades, sino una circunstancia quedepende de múltiples factores. Loshechos que hemos presentado aquícontribuyen a mostrar que laspoblaciones afectadas por la cons-trucción de embalses han sido con-vertidas en una minoría por unapolítica que ellos objetan. En estesentido son una minoría “inventada”.

Citas

1 Es preciso recordar que la construcciónde grandes obras hidráulicas fue uno delos elementos propagandísticos que utili-zó con mayor frecuencia el régimenfranquista.

2 Entre 1939 y 1975, período de vigenciaen España de la dictadura de Franco, enAragón se construyeron 17 grandes em-balses que totalizaban una capacidad dealmacenamiento de 1.865 hm3. A par-tir de 1976 y hasta el día de hoy se hanconstruido 4 embalses que totalizan unacapacidad de almacenamiento de sólo171 hm3.

3 Este río nace en las cumbres más altas delos Pirineos.

4 Manuel Lorenzo Pardo fue uno de losingenieros que más contribuyó a la defi-nición de la política hidráulica en Espa-ña a lo largo del siglo XX.

5 Se trata de un gran sistema de regadíosque se empezó a desarrollar en la décadade los veinte del siglo pasado y que paraentonces (1976) ya había alcanzado las90.000 has transformadas en regadío.

6 Conflictos como los de Riaño (Castilla-León), Itoiz (Navarra), Santaliestra,Jánovas, Biscarrués y Yesa (Aragón), hantenido gran repercusión. Finalmente lapolémica desatada a partir de 2001 por elPlan Hidrológico Nacional impulsado porel gobierno de Aznar y que contemplabael transvase de 1.000 hm3 anuales desdeel río Ebro a las regiones mediterráneas,desató una intensa polémica con gran-des manifestaciones de oposición y tam-bién de apoyo. Finalmente y tras el re-ciente cambio de gobierno (2004), elactual de José Luis R. Zapatero ha dero-gado este Plan y anulado el propio trans-vase. A la luz de estos acontecimientosse puede apreciar fácilmente que España

ha atravesado un período de intensaconflictividad en torno a la gestión delagua.

7 En España la gestión del agua se lleva acabo a través de organismos de cuencallamados Confederaciones Hidrográficas.Cada una de estas confederaciones tieneun Consejo del Agua, de carácter con-sultivo, donde deben estar representa-dos, además de la administración y losexpertos, todos los intereses que conflu-yen en los usos y la gestión del agua.Además existe un Consejo Nacional delAgua que abarca al conjunto de la na-ción.

8 A finales del siglo XIX y principios delXX el término Política hidráulica fue usa-do reiteradamente por Joaquín Costa,gran ideólogo del desarrollo de la naciónmediante la construcción de grandesinfraestructuras hidráulicas capaces detransformar la pobre agricultura de seca-no de la mayor parte de España en unamoderna agricultura de regadío. Por esoen ese país se ha hablado tanto de Políti-ca hidráulica como modelo para una po-lítica del agua. En términos generales po-dríamos decir que la Política hidráulicaes un modelo de gestión del agua quepone el acento en las grandes construc-ciones. Por las mismas fechas en los Es-tados Unidos John W. Powell proponíala irrigación de las regiones áridas deloeste y la construcción de presas capacesde almacenar el agua y disponer de ellapara un intenso uso agrícola y coloniza-dor.

9 Entre los diversos documentos produci-do por este movimiento destaca el llama-do Manifiesto por la dignidad de la monta-ña, hecho público en 1998 tras una asam-blea realizada en esta localidad pirenaicaaragonesa. A este documento me voy areferir y también transcribiré una peque-ña parte de su contenido.

10 La confrontación entre territorios es unadimensión fundamental del conflicto talcomo se produce en España. En este casopodemos observar la disensión entre loshabitantes de los valles del Pirineo, terri-torio montañoso en el que se embalsa ypor tanto donde hay afectados, y las lla-nuras del valle del Ebro, donde se trans-forman las tierras de secano en regadío ydonde existen beneficiarios. De este modoel conflicto no se desenvuelve sólo comoconflicto con el Estado y la administra-ción sino que también se representa comoun conflicto de intereses entre dos terri-torios: la “montaña” y el “llano”.

11 El movimiento opositor a la construc-ción de nuevos embalses nació y se desa-

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rrolló en entornos locales que correspon-dían a los lugares afectados por la ubica-ción de una presa y del vaso de un panta-no, junto con los territorios circundan-tes. Posteriormente, con el aumento enintensidad de la actividad de estos gru-pos, se unieron en la década de los no-venta del siglo pasado en la llamada Coor-dinadora de afectados por grandes em-balses y trasvases (Coagret).

12 Lógicamente en España nos encontra-mos muy lejos de cifras como ésta o laque correspondería a los desplazados porla construcción en China de la presa delas Tres Gargantas. No existiendo datoscompletos que resulten fiables, a veces seha mencionado la cantidad aproximati-va de 60.000 personas desplazadas enEspaña por la construcción de grandesobras hidráulicas a lo largo del siglo XX.

13 Este documento, Libro blanco del agua,fue publicado en 1998 por el Ministeriode Medio Ambiente de España y preten-día recoger en más de mil páginas la doc-trina fundamental de la Política del Aguaen España.

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