los natufieneses cultura

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Este trabajo trata sobre uno de los pueblos más enigmáticos en la historia de la humanidad, los natufianos, quienes vivieron el el oriente próximo hace casi 10.000 años y considerados durante décadas como los descubridores de la agricultura.

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  • Arte mueble en el culto del mesoltico palestino(o Juan Natufiense y los ojos de la gacela)

    Mara Teresa RubiatoUniversidad Complutense

    Mira cmo todas las criaturas del Seor tomanprestado la una de la otra (Exodo Rabbah, 31,15)

    RESUMEN: El arte mobiliario natufiense expresa la integracin del hombre del mesolticopalestino con su entorno vegetal y animal. La cultura natufiense, rica y creativa, tieneuna vertiente religiosa que no se limita al culto funerario sino que parece incluir una seriede ritos en los que objetos y animales tienen un simbolismo directo, en razn de suimportancia en la vida del hombre.SOMMAORE: Lart mobilier natoufien exprime lintgration de l>bomme du msolitiquepalestinien ayee son entourage vgtal et animal. La culture natoutienne, par ailleursriche et crative, offre un aspect rligicuz qui ne se limite pas au culte funeraire mais quisemble indure une srie de rites oto les objets et les animaux ont un symbolisme direet, enraison de Icor importance la vie de lbomme.

    En el largo camino que el ser humano hubo de recorrer desde su aparicin sobre laTierra hasta alcanzar los llamados estadios avanzados de civilizacin, el paso de sucondicin de cazador y recolector a la de productor de alimentos es sin duda uno delos hitos ms fecundos y trascendentales. Pero esa transicin, como todas lastransiciones que nos vengan a la mente, fue gradual y compleja. Y no fue rpida,simultnea ni uniforme para todos los grupos humanos en todos los lugares de laTierra. El paso decisivo a la produccin de alimentos significa algo tan importantepara el desarrollo humano como la posibilidad de detener la carrera tras la fuente desubsistencia y sedentarizarse, con todo lo que el trmino implica. Antes de esaquimerizada sedentarizacin, hasta hace poco considerada posible nicamente con edominio del entorno como productor del alimento bsico, el hombre habra de pasaruna creativa etapa de observacin de ese entorno con cuyos elementos animales yvegetales coexistira a ttulo de prestatario, pasando de cazador- recolector errante acazador-recolector selectivo.

    Claro est que slo se puede seleceioar donde hay. Por ello elcazador-recolector selectivo se qued all donde aprendi a observar que habaposibilidades de sustento, el cual poda adems recoger con los tiles que habaaprendido a fabricar en una larguisima progresin tcnica de cientos de miles deanos.

    Es la etapa cultural que la terminologa arqueolgica llama mesoltico,que sigue al largo paleoltico y precede al trascendental neoltico. Y que se da porvez primera en la historia de la humanidad, con precoz adelanto y con caractersticasdiferenciales, en el Prximo Oriente, del 10.500 al 8.500 a.C. aproximadamente. En

    ha, 1

  • Mark Teresa Ru/jiato78

    el estado actual de los ctrnociinientos, puede sealarse ms exactamente como cunadel hombre cazador-recolector selectivo las regiones del Sur del Mediterrneooriental, esto es, el territiorio ocupado> por los actual es IsraelPalestina. El procesoarranca del final del Paleal ti ea 5 upen or y al gun(os de sus rasgos estn ya presentesen culturas como la kebariense, hacia el 14.000 a.C.

    A finales de los aos veinte del presente siglo fue identificada una nuevacultura mesoltica en las calinas t>ccidentales de Judea, en la cueva de Wadi elNatuf.En la lnea de las denominaciones europeas (le las culturas prehistricas (a partir delprimer yacimiento en que aparecen), esa cultura tom en adelante el nombre denatuliense. Foco despus fuerson excavados restas si mi lares en las cuevas (leHaNahal (el-Wad) 1 y Kebara en la cadena suontaosa del Carmelo2. En los aostreinta sc investigaron ms yacimientos natulienses en el desierto de Judea (EmSakhri, Umm ez-Zuweitina) y en otros puntos de la zona. Desde entonces, losyacimientos dc Eynan (Mallahah) en el valle del Jordn cerca del hoy desecado lago1-lulah, Nabal Oren en el Monte Carmelo, la cueva de Hayonim en la Galileaoccidental y Rosh Zin y Rosh Harsha en cl Negev, por no citar ms que unospocos. Las fases natu fien ses m vis antiguas (en torno al 1 1 .00

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    petitesse et leur fmi: larsenal du chasseur sest enrichi de flches et de harpons ayeelesqucs il pche dans les ouadis aujourdhui dessechs, mais qui roulaient alors deseaux poissonneuses. Entre temps lhomme a appris it cultiver le bl sauvage quilmoissonne it laide de faucilles en os armes de silex 3. Al mismo tiempo Barroisadverta de la informacin discontinua acerca de estos periodos y de la falta decronologa cifrada; el carbono 14 y otros mtodos de anlisis y datacin nohabran de llegar hasta la dcada de los cincuenta.

    El adelanto temporal y la cuna geogrfica de las culturas mesolticassuelen plantear a quien se acerca a ellas por vez primera algunos interrogantes departida: Por qu aparecen en el Prximo Oriente, ms concretamente en la zona queluego se llamar Canan, y por qu antes que en otras partes del mundo? A riesgode abonar los campos del determinismo geogrfico y climtico, lo cierto es que en lazona sur del Mediterrneo oriental -y poco despus en el resto del Creciente Frtil-las tiucluaciones climticas que marcan el final de la era glacial en Europa ofrecieronun medio idneo para el nacimiento y desarrollo de una cultura como la natufiense.En esta parte de la tierra a los periodos glaciares se correspondieron periodospluviales ms o menos coincidentes en el tiempo, y ese clima ms benigno propiciun adelanto sostenido de la progresin cultural humana que se manifiesta ya desde elPaleoltico Medio. El cielo ms elemente que evocaba A.G. Barrois se diociertamente all y entonces, hacia el decimocuarto milenio antes de nuestra era,mientras Europa segua escasamente poblada por cazadores paleolticos.Y tambin es precisamente el Prximo Oriente la zona de la Tierra donde se dan deforma espontnea gramneas como la cebada y el trigo, ste en sus primitivasvariedades de esprilla y espanda. El mapa botnico de la dispersin de estasplantas coincide prcticamente con el mapa de la que Gordon Childe llamara MediaLuna Frtil 4.

    No fue el hombre mesoltico el primero que descubri las propiedadesnutritivas de estas gramneas y las posibilidades de elaboracin de alimentos a partirde sus granos. Antepasados suyos del Paleoltico Superior, sobre todo loskebarienses, ya usaron los primeros morteros de grano conocidos. Junto con esavaliosa herencia. el natufiense recibe cl mximo grado de habilidad en cuanto a laindustria ltica, que le permite desarrollar utensilios y estructuras dirigidos ala siegay otras tareas de la cosecha, a la molienda y almacenamiento del grano, a laelaboracin dc la harina y la masa... El utillaje ltico natufiense es rico y variado, yconsiste lundamentalmente en instrumentos complejos formados por minsculaspiezas o microlitos, que el hombre natufiense empleaba de muy diversas einreniosas maneras. Pero, sobre todo, en hoces: las primeras hoces de la humanidad.

    Estas hoces constituyeron uno de los motivos de controversia cuando sedi a conocer la cultura natufiense. No faltaron reticencias en cuanto a lafuncionalidad de aquellos instrumentos: Servan realmente para segar? Tampocofaltaron los experimentos demostrativos de su eficacia. Quizs no era fcil segar conesas hoces los cereales contemporneos, evolucionados y endurecidos; pero las

    3 A.G.Barrois, Prcis dA re/otologie Bibiique. Paris, 1935, pp. II y 198.4 Vase este mapa en IGonzlez Echegaray. El Crecie/ore Frtil y la Biblia,

    Estella (Navarra>, 1991, p. 49.

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    pruebas efectuadas en la esca-sa cebada silvestre que, como un fsil botnico, hallegado hasta nuestros das dejaron bien claro que hotnbres sanos y ejercitados podansegar el cereal con las hoces natulienses.

    Pero no slo de pan vive el hombre. La frase es aplicable en su sentidoliteral y diettico a los natufienses. La perfeccin alcanzada en los instrumentos deslex le permite disponer de puntas de flecha y de azagaya cuya belleza y, lo que erams importante, cuya eficacia no fueron ya superadas. Con ellas cazaba rumiantes,sobre todo gacelas, que complementan su alimentacion.

    De sus capturas aprovechaban los natufienses prcticamente todo, ytuvieron una especial habilidad en la talla del hueso. Las hoces, tan importantes parael hombre del mesoltico, estaban frecuentemente hechas con los huesos largos delos rumiantes que cazaban. Tambin de hueso y asta se fabricaban harpones yanzuelos, los primeros conocidos en el utillaje humano con los que pescaban enabundancia en las mismas aguas cuya humedad permita ciccer al cereal silvestre y alas que acudan a beber las gacelas que. de paso, ramoneaban las gramneas. Losrumiantes le proporcionaban tambin vestido: una vez ms la larga sabidura delnatufiense en el arte ltico se manifiesta en exquisitos buriles y raederas para eltrabajo de las pieles.

    Muchas otras primicias pueden anotarse en el haber cultural de losnatufienses, algunas en exclusiva y otras como resultado final de largos procesosiniciados por el hombre del paleoltico. Los natufienses fueron los primeros enestablecer asentamientos permanentes, desmontando as la teora de la produccin dealimentos -a travs de la agricultura y la domesticacin de animales- como requisitoindispensable de la sedentarizacin. Aunque muchos de esos asentamientos estabanpermanentemente habitados, no hay evidencia de que las plantas fueran cultivadas nideque los animales estuvieran domesticados; es tambin discutible la excepcin quealgunos autores pretenden respecto de la domesticacin del perro. Simplemente, losnatufienses escogieron asentarse en lugares hospitalarios en cuanto a suministro deagua y vegetacin.

    En algunos de esos poblados la poblacin pasaba de los cien habitantes,por lo que las divididas opiniones entre igualitarismo ojerarquizacin de la sociedadnatufiense deberan prudentemente sustituirse por la aceptacin de alguna forma deorganizaci~n, lgica e imprescindible. Los poblados permanentes contemplantambin otra primicia: aunque la construccin propiamente dicha haba sidodescubierta ya en el paleoltico, la ms antigua utilizacin del adobe conocida estatestiguada en el yacimiento de Beidha 5.

    El primer uso extensivo de la joyera aparece tambin por vez primera enla cultura natufiense. La variedad de materias primas empleadas, el diseo de laspiezas y el lugar de los adornos en el cuerpo confieren a esta joyera natutiense uncarcter nico y distintivo. Las p. 253.

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    colgantes dc collar toman la forma de pequeas cabezas de palos de golfi valos querecuerdan gotas, y otros exclusivos diseos, obtenidos con un delicado trabajo depulido, tallado y perforado del hueso. La tradicin de usar algunos materiales debiser tan fuerte como para hacer que fueran trados desde lugares alejados, como el MarRojo o la costa Mediterrnea. El arreglo original de los ornamentos sobre el cuerpoest documentado en los enterramientos: en la cabeza, en forma de coronas, conchasdetitalia; collares en el cuello, pulseras en muecas y tobillos. En toda sociedad, aunen las actuales, las joyas no solamente sc usan como simple adorno sino tambincomo amuleto o como signo de posicin social. Pero no sabremos nunca conseguridad el particular significado que en la cultura natufiense tenan los muchosdientes de hienas y zorros utilizados en la joyera, ni de los exclusivos diseos decolgantes de hueso 6,

    Atendidas sin agobios Iris necesidades bsicas, los natufienses pudieron sinduda dedicar parte de sus potencialidades a una rica vida espiritual, cuya vertientereligiosa no fue nunca discutida. Desde el primer momento se acept la existencia deun culto natufiense. Otra cosa es conocer con mayor aproximacin los principios dela religin a la que ese culto sirve, lo que por otra parte ocurre con todas lasreligiones prehistricas y protohistricas, cuyo imposible enunciado se mueveindefectiblemente en el movedizo terreno de la interpretacin. En todo caso, puedehablarse de culto en cuanto el hombre considera sus propios restos como algodistinto de simple materia orgnica en descomposicin y construye enterramientosno naturales. La inescrutable realidad de la muerte hubo de estimular, ya desde elPaleoltico Inferior, alguna forma de reflexin sobre la continuidad de la vida nofsica del individuo 7. En el Prximo Oriente, los enterramientos no naturales yotras prcticas funerarias, como el uso del ocre el de cadveres, seremontan al Paleoltico Medio (100.000-40.000 a(S). El culto a los muertos es,por tanto, una antigua tradicin cultural entre los natulienses. quienes ademsentierran a los suyos en los propios poblados, afirmando simblicamente suvoluntad de permanencia. En varios casos los enterramientos son a todas lucessecundarios, y no es aventurado pensar que se trate de una especie de repatriacin delos muertos en campamentos estacionales, en partidas de caza o en expediciones enbusca de las materias primas para sus tiles y joyas.

    La actividad cltica natuliense asoma en otros restos materiales an nobien perfilados en cuanto a su significado, y que pudieran constituir los primerossantuarios. Algunas edificaciones de destinacin incierta, como en Jeric, en Eynany en Rosh Zin, piedras hincadas verticalmente como en la cueva de Rakefet y otrosindicios, como la acumulacin de cuernos de gacela en yacimientos del Carmelo,

    6 Un tratamiento ms amplio del tema en T.Noy - B.Brimer, Adornment ofEarly Natulian Burials. lsrtoe/ Mrsseos~ro News 16(1980> pp.SS-64.

    Es ste un tema inagotable, como lo es el de la aplicabilidad de los conceptosde arte, magia, religin. etc. a las culturas prehistricas. En este sentido son muy tiles ysugerentes las consideraciones delcatedroico de Historia del Arte de la Facultad de BellasArtes de la Universidad Comp stense de Madrid Joan Sureda, Las primerascivilizaciones:Prehi stosi v~. [Iglpo. Prximo Oriente, /-hist,ria ljjoiverstol del A re, vol.1, Barcelona, 1985, pp. 24-38.

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    parecen hablar de un cilto distinto al estrictatuente funerario. Es prematuro hablar deun culto de la fertilidad, como algunos preteudetx, aunque sin duda la fertilidad de latierra, de los animales y de los hombres era el eje dc la existencia para el hombrenatufiense. Tal vez los futuros descubrimientos y su correcto anlisis iluminen estasy otras facetas an no bien comprendidas de esta rica cultura.

    El arte, en el sentido estricto de obra bien hecha, es algo innato entrelos hbiles natuhenses, dentrto de la ms esricta esttica dc la funcionalidad de quehablara LeroyDurham. Sus instrumentos. de slex o (le hueso, son bellos -desdecualquier punto de visa por estar prinoorosamen te realizados, y por las mismasrazones son eficaces. Pero el arte puro, sin luncionalidad aparente, existe tambin, yen alto grado, en la cultura natuliense. Pudiera parecer que ese arte est al servicioexclusivo de la religin, como en el caso (le las prcticas funerarias que incluyen lossofistica(Ios adornos de los cadveres. Pero la tendencia a la ornamentacion estambin evidente en los instrumentos de la vita cotidiana: diseos geomtricos depuntos, tringulos, meandros y rayas incisos en morteros, recipientes de caliza,peines e incluso anzuelos no alla(len un pice de funcionalidad al objeto, y tal vez nohaya que buscarles ms significado que el propio gusto del natufiense.

    Pero es en el arte mueble donde los talentos del hombre natufienseencuentran su mxima posibilidad de expresin. No fue el primer artista plstico dela humanidad ni de esta parte del mundo. La plasmacin de imgenes fueprobablemente deseubicita por sus antepasados del paleoltico superior, aunque hastael motuento slo nos ha llegado un esquemtico y torpe grabado de un caballo sobreuna placa de piedra caliza; nada comparable al arte rupestre de los cazadorespaleolticos europeos. Los natufienses fueron indiscutiblemente innovadores y aunveniales en su arte plstico: representaciones animales y humanas desconocidaspreviamente en esta zona de la tierra aparecen con esta cultura mesoltica enconexin e vi(len te con la vida espiritual y e sil tica de los natofienses. A travs dealgunas de sus obras maestras en el arte mueble podremos intentar conocer mejor alos principales protagonistas de la cultura natufiense: el hombre y la gacela,interdependientes y unidos por la naturaleza.

    Al hombre e llamaremos Juan Natufiense. Ya sabemos algunas cosas del: Juan y su fatuilia c(omen cereales, carne, pescado y de postre frutos silvestres.Tienen agua bastante, vestido) y calzado. Todo ello en un onismo sitio, quecomparten con otras familias, permanente o estac ionalmente. Cuando necesitagoarecerse, siempre estn las cuevas y abrigos naturales. Y si no las hay, construyechozas. Slo tiene que producir los instrumentos para cosechar, cazar, pescar, cosery cocinar: la materia prima corre a caigo de la natuialeza. Una naturaleza estable ensu gener

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    hueso que Juan les facilita. Juan N. tiene grandes dotes de observacin, una rica vidaespiritual, rinde culto a sus mueitos, y piofesa algn tipo de creencias.

    liste cuadro idlico surge de la ms estricta interpietacin de datos liables ycontrastados que la investigacin cientfica ha proporcionado a lo largo de los losltimos aos. Pero hay que puntualizar algunas cosas para que el cuadro no resultefalso: en primer lugar, que este estadio cultural no fue general ni siquiera en losaledaos de su cuna geogrfica. Al mismo tiempo y en el mismo escenario en quelos natufienses sentaban las bases para que sus descendientes pudieran hacer larevolucin neoltica, otros grupos humanos arrastraban una tradicin paleolticadecadente hasta lechas muy tardas. En segundo lugar, el hombre natufiense no dejade tener enemigos que Irenan el crecimiento de la poblacin y que le impidenalcanzar una esperanza dc larga vi(la: mortalidad infantil, en lermedades, fieras,serpientes... qO izs incl 05 otros h(om bres,

    Volviendo a itan Natuliense, cadvs vez est mejor trazado su retrato-robot atraves del caudal de in formacin que se va enriqueciendo. Ya hemos visto cmoA.G. Barrois consideraba negroide al natufiense sin que sepamos en qu se basaba.Pero en 1962 W.F. Albright, quien ya contaba con los valiosos datos dc lasexcavaciones que Jean Perrot haba comenzado en 956 en Eynan, nos transmite lasiguiente imagen: Los nato lienses eran mediterrneos primitivos tpicos, dedelicada estructura sea, cabeza alargada y lacciones finas; la estatura media de Loshombres pasaba poco dc 1,5 zns. El resto de las elucubraciones de Don Williamincluye peilas que completuentan esa joya conceptual y descriptiva de mediterrneoprimitivo tpico: aduciendso sin aparente motivo esqueletos de pocas anteriores ypostertores a los natufienses (en todo caso sin relacin alguna con stos), nos aclaraque parece que este pueblo perteneca al lr(onco ancestral camitosemitco, quetodava no se haba di lerenciado en grupos lingflisticos y nacionales como habra dedi lerenciarse ms tarde. El nico cambio fsico importante fue la estatura ~. Nofaltara mas.

    Aliviados con la seguridad de no tener que hablar en varios idiomas connuestro natufiense ni tener que pedirle el pasaporte, pero inquietos por su fragilidady baja estatura e insatisfechos por nuestra incapacidad de visualizar a unmediterrneo primitivo tpico perteneciente al tronco camitosemitico, ancestralpor mas senas. seguiremsos buscando su imagen. No faltan en los cuidadososinformes de excavaciones estudios antropomtricos de los mltiples restos humanosencantrados en los enterramientos natulienses. Tal socorre en cuanto al propioyacimiento dc Eynan, en el que probablesnente Albright no 5O~O encontrar las~ginas relerentes a sos adultos. Resulta que esos LS ms. (le estatura sc refieren aalgunos ni os. Los hombres y mujeres natufienses eran bien distintos, segn elpropio excavador del yacimiento, J. Perrot: Lsos natufienses de Eynan eran altos,con un promedio de 1,74 u>. los hombres y de 1,62 m. las mujeres. Sus esqueletos

    W.TAlbright, Aoqsoeooga de Palestina (trad. de D. Romano>, Barcelona,1962, pp. 61-62

  • Mara Teresa Rabiato184

    son notablemente robustos, especialmente los hombres9. Es la estructura esperableen un bien al imentado y bien ejercitado ser humano, y es con pocas variaciones laque se encuentra en el resto de los yacimientos natulienses.

    En cuanto a sus facciones, tampoco faltan aproximaciones biendocumentadas ~ que le describen como dolicocfalo, con una frente de amplitudmedia, cara ancha, rbitas oculvzres grandes y separadas por un amplio espacionterorbitario, nariz de saliente moderado, pmulos proyectados lateral yligeramente hacia delante y mandbula ancha y cuadrada.

    Pero el propio Juan Natufiense nos ha dejado un retrato suyo, aunque nosea plenamente satislactorio. Entre las representaciones de la figura humana, muchomenos frecuente en el arte mueble natofiense que la de los animales, es factible uninventario de las ms notables: adems de una figurilla sin cabeza con una bandaancha de ocre en un lado del cuerpo y de una ligura esquemtica lormada por sieteguijatros ovales, el yacimiento de Lynan ha proporcionado tambin una caragrabada en un guijarro; pero salvo la nariz y la fsorma (le la parte baja de la cara, uecoincide con las descripciones antropsmtricas, el testo exige un gran esluerzo deimaginacin. Ms expresiva es una figurilla de Em Sakri que representa conabsoluta evidencia una pareja durante el acto sexual; la escena se repite en ungrabado en Kilwa, al sur (le lransjordania. Pei-s. en aorthos casos no son precisamentelas caras de la.s participantes lo que podemos obserx-ar.

    El autorretrato de Juan Natuliense a que nos referamos no surge de laspiezas mencionadas. La imagen ms clara es la de una piedrecil la de 3,8 cms. de lacueva de el-Wad: es una cabeza humana esculpida en bulto redondo, con grandes ojosovoides un poco separados, una nariz moderadamente ancha y saliente y mandbulabaja y cuadrada. Todo ello coincide con las descripciones de los antroplogos. JuanNatufiense es probablemente lo que Barrois llamaba un negroide de grandes ojos ycara amplia y ancha II. Adems, no es un invasor ni un inmigrante, sino elresultado de una larga evolucin del hombre que desde el Paleoltico Medio habitabala zona meridional del Prximo Oriente.

    Una vez presentado el hombre, vamos a referirnos a su aliado el animal.En el arte plstico de la cultura natufiense los animales son el tema ms

    comn, expresando una fina observacin de la natuialeza y reflejando la coexistenciadel hombre y el animal. De la misma forma que en los estudios paleozoolgicoscorrespondientes destaca la proporcin altsima de gacelas, el arte es coherente con

    9 J . Perro t, Ena o, New Lo e iciopactiito al A /cioaet) logictol Exca v pp. 241-252.

    Esta cabeza est reproducida, junto con la figurilla ertica de lii n Sakri, enuna excelente publicacin a [ortoo ad amente bien di tundida, el A tas tic to Bii,/ia,Barcelona, 1992 (2~ cd.>, (Pp. 24-25). traduccin del clsico actualizado TIte Times Atlasof 1/oc Bible, Oxford, 1991.

  • Arte mueble en el culto 185

    esa realidad y la gacela es protagonista en los objetos artsticos como lo era en lapropia vida de Juan Natufiense. No es difcil escoger entre el repertorio actual delarte mueble natufiense unas pocas obras maestras: una empuadura de hoz, una hozcompieta y una pequea eseulturvs. Las tres se incorporan de pleno derecho a lahistoria del arte, y las tres expresan la especialsima relacin, nica e irrepetida,entre Juan Natufiense y la gacela.

    1. Empuadura de hoz

    La pieza que se ofrece en la figura 1 es un fragmento de hoz, msconcretamente su empuadura 2 Est representada a un tamao ligeramente mayorque el natural (10,5 cms.) y procede de la cueva de 1-laNahal (el-Wad) 13,

    En la cara occidental del Monte Carmelo, frente al mar, donde el NahalHaznearo (Wadi Mugara 1.1727.

    3 Publicada por primera vez por DAGarrod & OMBate, The Srone Age cfMoun (Sao-jose1, 1, Oxford, 937, pp. 38-39, pl. XIII3; vid, tambin iCauvin, Rligio~os/o/ihiqaes tic Syro-Palesiijoc, Pars, 1972. pp. 19-31. Una buena fsoto en blanco y negroen T.Noy, Hig/i/ighrs /ioooo use Is/ac Mos~eooooo, pp. 18-19: magnilica foto en color enT.Noy. The Nattitian Culture, Treasajes of tize Ho/y Leo jod, New York, 1986, pp. 36-37.

  • 86 Mara Teresa Ruhiato

    ms ancha 15 En la misma cueva loe encontrada ms tarde otra hoz casi cornplelajunto con fragmentos de una caloezv que probablemente lormvsha parle tambin de laempuadura.

    Este mango (le hoz est form :tdu a partir de un boesto largo, del que elartista us la parte de lvt coyuntura para tallar la cabeza de anima!. El otro extremotermina prcticamente en punta. El huesto no es simtrico en seccin: el lacIo interiores plano, indicando que fue longitudinalinente ccortada en dos. Tras su tallado, fuealisad o y pu 1 ido. En la hoq tiedad con seccin en tive en la parte baja interior (le lahoz estaran insertados 1 c>s n] icrol it sos de slex que consti tuhin el fi lo, sujetos almango no sl o por presin sin 5) tam b ido con as Ial to, bittimen o resi nvs. De el lo hayabundantes ejemplos en hoces fragmentarias.

    La cabeza del animal est realizada ea bullo reclc>ndo. Los ojos estnformados por proyecciones ovales y son muy evidentes. Cerca de uno de los ojoshvty una pratubei-ancia que probablenoen te tepresetota tito a t>iej vi. Lo que parece ser unpenacho, en la parte trasera (le la cabeza, son en real dad 1(05 cuernos, que el att sta nosabe o no puede representar exentos. No hay detalles que representen el cuerpo.

    Cerca de la parte final de la hoz hay una importante protuberanciaprcticamente esfrica. En algunos cotras ejetup ares conocid sos aparecen simi lares ornent)res protuberancias. Para algunos podra representar el corgano sexual masculinodel animal. Para (O Inos cleb i te ocr algn tttc>ti va funcional o sitnb lico. Estossiltiznas estn en mi do si se aade el calificativotgnoradso. Esa especie de esfera tO(0 se parece en absolutto al rgano sexual de unagacela mac ha, y el artista, q tic en este caso se perm it-e una esq uemati zac Ion noexenta (le naturalismo, conoce peri cclamente al aniioovtl que quiere repiesetotar.

    III. gttra tic goce la

    Esta pieza est representada es> la paste inferior de las Jigrsras 4 y 5. Mide7,2 enis. de alto pcor 14,9 cns. de larga 16 Est considerada como uno de los msbel 1 os exponentes ce! arte preh is tri ca, roo slo (lu natofi ense. S sorprende e sentidode las proporciones que muestra el artista, y qte se correspan(le con un gran sen tidrode la observacin.

    La figurilla loe encontrada en las anos treinta en una- cueva del desierto (leJudea (Umm ezZuwci tina) 17 Est tal lada en una pieza ce dura piedra caliza gris conun buril de slex cuyas huellas son visibles. Tras su esculpido loe pulida, y seobservan restos de ocre roja que pudo haberla recubierto por entero.Desgraciadamente falta la cabeza. Una figurilla en actitud siinilai, algo pastericor yno tan hermosa, se econcice tatr b in en Tel Bsuqras (Siria).

    PTorvi1 lePetre, Ex cavati oos i o the Mu garet el K ebara, ico-ojotol cf 1/oco val Anho-opological 1/oS/ita/e 62 (1932) pp 270276; M . Steke lis, Late Mesol ithicArt of Eretz Israel Loche [otoc6

  • Arte mueble en el Culto 187

    De estas tres obras maestras se han hecho comentarios y descripcionesInnumeras. con frecuentes inexactitudes que conviene corregir, sobre todo respecto dela prisnera que hemos presentado. Los errores interpretativos proceden de losprehistoriadores britnicos, y en algunos puntos son arrastrados sin crtica a lasdescripciones de autores actuales, que no tienen ya excusa. Los ingleses-prehistoriadores incluidos- no suelen concebir otra fauna que no sea la que pueblalos bosques de Gran Bretaa, y describieron al animal como un cervatillo. (En lastraducciones inglesas de la Biblia no hay una sola gacela, pero estn llenas deanimales y vegetales que nunca crecieron en la llamada Tierra Santa). Con losnatufienses convivieron, desde luego, diversas especies de rumiantes: varios tipos deciervo, gamo, cabra salvaje, bices, bvidos, etc. Pero la gacela representa unpronoedio del 60% de la launa analizada en el mescoltico. Ninguno de los otrosrumiantes era mnimamente significativo para Juan Natufiense. Por qu habra derepresentar sobre algo tan importante como a hoz un animal anecdtico para l?

    En otras descripciones se argun>enta la ternura del cuerpecillo y lagracilidad que aparenta pat-a sealar, categricamente, que se trata de un animaljoven. En posicin de mamar, adems, pcor esco tiene la cabeza hacia arriba. En algncaso se describen las protubeiancias sobre los ojos como cuernos, de los que unoest roto. Nos quedaba mencionar las rayas grabadas horizontalmente en las patas,representandc sin duda las articulacisones, que no estn claras para todos.

    Todo ello no pasara (le terrena de la ancdcota, si no ftera porque a vecesse trata de publicaciones de amplia difusin y de autores muy estimados, con razn osin ella. Y, sobre todo, porque en mi opinin desvirtan el verdadero significado deeste ate tnueble. Ante la menor duda de sus conocimientos sobre alguna materia, elcenllico (lebera acudir a las luentes adecuadas y a los especialistas; o abstenerse deponti licar, que es sana medida. Ambas cosas son desafortunadamente pocorecuentes

    La mejor luente para la identificacin y comprensin del animalrepresentado en las tres obras de arte que hemos escogido sera el propio JuanNatufiense. Podramos hacer un ejercicio de humildad y de imaginacin, ysimplemente mirar con los ojos de Juan? Lo que parece una entelequia es bienposible. Contamos con datos fiables y estudios paleozoolgicos serios, que sinlugar a dudas sealan el peso especfico de la gacela en la vida de aquel hombre. Enalgunas publicaciones se dice, adesns, que los natufienses preferan la gacela.Habra de corregirse la expiesin: nc> es que la prefirieran sino que era la especie msabundante. Tal vez era la gacela la que elega al hombre, conico mal menor.Bu st0cm Os, pues, la gacela, y mirmasa. Sin duda oc> tenemos los ojos tanvsvezados a su observacin ccomso Juan Nato Ii ense, y adesns alguien pcodra c>bj etar

    oc el mu nffi> del mesa 1 iticco dista trece o> i 1 anos (le presente.Pero la gacela es la mismaEs indudable que el econservacianismo y el regeneracionismo ecologista

    tienen mltiples virtudes, que debe-aprovechar tambin el aquelogo. La protecciny restauracin (le mundo natural tiene adems en el pas de la Biblia unasnicotivaciones muy profundas: reponer en la medida de so posible y con el mayor

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    rigor cientfico el escenario y el entorno natural del Libro 18 Varias disciplinascientficas se afanan en la identificacin de los animales y plantas mencionados en laBiblia. Por Ico que se refiere al tu onda animal, tres son los casos principales:especies completamente extinguidas; especies extinguidas en Israel pero existentesen otras partes del mundo; por ltimo, especies supervivientes 19

    En el primer caso se trata de identificar la especie ms parecida a la extintay procurar su adaptacin. A titulo de ejemplo, el avestruz nativo de Tierra Santa (elstruhio camelas syriacus) se extingui por completo y el ltimo ejemplar fueabatido -y comido- en el desiertco arbigo durante la II guerra mundial. Losconservacionstas han reemplazado esta raza por la muy prxima del srutio camelaschiopus, que se ha adaptada bien en las leseivas naturales y eccsistemas locales.

    El ejemplo para el segundo caso tiene que ver con nuestra gacela Ya noshemos referido a la variedad de rumiantes que convivieron con el hombre natuliense,muchos de los cuales continuaron ocupando el pas de la Biblia hasta hace pocotiempo, y cmco de los rumiantes el ons numeroso can trucha diferencia era lagacela. Pero tambin de la gacela se registran subespecies, como la damto t/anoamesopotanoica; una rara criatura que 5db se encontraba en estadso salvaje en contadaszonas de Irn. El ltimo vuelo de la compaa area El Al que sali de Tehern endiciembre de 1978, poco antes de la cada del Shah, Irala cocho ejemplares vivos ysanos de la dama, cuyos descendientes viven en una reserva natural del MonteCarmelcx

    En el tercer casco, el de las especies animales supervivientes, la nomna esmuy amplia. Nadie ha tenido que impcortar escorpiones, serpientes, ratones, etc. Perotampoe o ha ten id co que importar algo nos ruon iantes. como el altivo ib ex, nidepredadores como zorros, chacales y hienas. Ni gacelas: la goce//a do,ea,s y suprxini a pariente la goce//ti gtozc//t/ hermanee eran en la zona sur del Mediterrneoorlental desde la prehistoria hasta n uestrcs tilas. Ose i lac i cones climticas,guerrasantiguas y modernas, clescilaciones varias, asfaltos actuales, nada desterr del tcdo ala gacela nativa ni a sus depredadores.

    El secreto de su abundancia en tiempos de Juan Natufiense y de suasombrosa supervivencia reside en su completa adaptacin al ecosistema, aunvariable, de la llamada Tierra Santa. Algunas caractersticas morfolgicas de lagacela, ese delicada animal, le hacen especialmente resistente. Por ejesnplo, sumenuda pezua es inatacable par la iriorcedura de serpiente (vipero palestina), a cuyovenent> es adetrs prcticamente inmune. Otra muestra: aunque la gacela sereproduce en cautividad, su parto se la consideradco siempre muy difcil, por suesbeltez y por el considerable tamao de su cra. Estco es as tambin en su estadosalvaje, pero la gacela sale casi siempre airosa del duro trance. En la literatura

    Lcs principias que informan el conservacionisno natural isla israel estnenraizados en la Biblia y en la literatura tradicional juda Una sntesis en Y.Orr Y.8 panier, 14adj ti sonal Jewi sh atti tudes tsowards pi ant and animal conservation, IsraelLa/od & Vapore, 14 (1989) pp. 132-136.

    9 tina atractiva exposicin dc estos tensas en B Clark, A ni nais of the B ible:Livi ng Li nk s to Anti qo 1 cf. /?ib/ieal A relococo/ogictol Re oic st. 7 (1981) Pp. 22-35.

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    rabnica medieval se recogen informaciones como sta: El cuerpo de la gacela esesbelto, y tiene gran dificultad para parir. Qu hace entonces el Creador? Llama auna serpiente, que envenena a la gacela lo bastante para relajar todo su cuerpo. Quhace el Creador despus de que la gacela ha parido? Le proporciona una hierba queella come; eso ayuda a la gacela a reponerse del parto 20 Es muy posible que estadescripcin corresponda a la realidad: la gacela elige para parir lugares angostos yaislados, a veces entre las ruinas arqueolgicas, donde anidan con frecuenciaserpientes. Pero lo que est bien contrastado es que, en efecto, come un tipo especialde hierba tras el parto. Eso parece reponerla bastante para realizar dos posiblesesfuerzos adicionales: en primer lugar, la rpida limpieza de los restos de placentasobre su cra, para impedir que predadores terrestres o alados acudan al olor, y lainmediata huida del lugar del parto con su proporcionalmente robusto hijo. Ensegundo lugar, si lo primero no le es posible a tiempo por la presencia repentina dealgn extrao, la habitualmente medrosa gacela -que prefiere esconderse a huir- salecorriendo heroicamente para alelar la atencin de su recin nacido.

    Por stas y otras razones del mismo orden, la gacela que podemos hoyobservar en algunas zonas de Israel en estado natural es, sin duda alguna, la mismaque convivi con Juan Natuflense, la que beba las mismas aguas y coma losmismos cereales. La misma gacela que pareca temer menos a Juan que a otrospredadores. Quizs el natufiense los espantaba con sus fuegos, y por otra parte Juanslo cazaba algunos miembros del grupo. Nunca gacelas hembras preadas nipequeos gacelitos. Quin sabe si alguna vez, escondido y paciente entre lavegetacin, ayud a la gacela en trance de parir ahuyentando a los intrusos.

    Volviendo a nuestras pequeas -en tamao- obras de arte, la observacin dela gacela y la comparacin con los animales esculpidos repone con facilidad suverdadera imagen y significado. En la parte superior de la figura 3 reproducimos lacabeza de la empuadura de hoz de lajigura 1, vista desde arriba. Lo que primerodestaca son sus ojos, el ms inolvidable rasgo fsico de la gacela: ojos grandes,inteligentes, dulces, que ningn otro crvido posee. Luego, los delicados volmenesde la cabeza, tan exacta y amorosamente reproducidos por el artista natufiense. Losbultos puntiagudos sobre los ojos tratan de representar las orejas, en la medida enque lo permite el material sobre el que se talla. En cualquier caso no son loscuernos. (Si lo fueran cmo se puede pretender al mismo tiempo que se trate de uncervatillo mamando? A no ser que los cervatillos britnicos nazcan con cuernos,extremo que ignoramos y que deseamos por el bien de las ciervas parturientas que nosea cierto). Los cuernos faltan por entero, como vemos por la huella de la fractura enlo alto de la cabeza. El artista natufiense no haba dado an con el recurso tcnicopara representar la airosa cornamenta de la gacela; esa parte del animal, lo mismoque sus aladas orejas, siempre fueron un desafo tcnico para el escultor. En la parteinferior de la figura 3 presentamos la solucin que dieron milesde aos despus losartistas cananeos del Bronce ltimo -que por supuesto seguan viendo gacelas,aunque ya no fueran tan importantes en su vida-: se trata de dos cabezas de gacela(inconfundibles sus ojos> talladas en marfil, reproducidas a su tamao natural, que

    20 Ya/cat Sinooni, t. II, Jerusalem, 1944, Salinos 104, n. 862, p. 952 (enhebreo>. Debo la localizacin y traduccin dc este pasaje al Prof Luis Girn Blanc.

  • Mara Teresa Rubiato190

    sirviercon de tapn a algn ungcotario 21, En los huecos que se aprecian en la partesuperior y lateral de la cabeza estaran insertos -realizados probablemente en otromaterial- los cuernos y las orejas

    El escultor natufiense intent la reproduccin de los cuernos en la cabezade la hoz de la jigara 2. Tanto en este caso como en la talla de la figuro 1 sin dudano quedara satislecho. Estaba forzado por el material en que trabajaba. Cuando es elartista el que elije libremente, las proporciones y vsoltimenes del cuerpo de la gacelason exactos. En la parte superior dc la figura 4 presentamos una gacela limpiando asu era Iras el partc); su vientre an no se ha contrado totalmente. En la partesuperior de la figura 5, una joven gacela preada bebe mientras un macho jovenvi gil a. En ambos casss, la fi gori la de U mm ezZo weitina sale airosa de lacomparacin por una y otro lado. Lstima que le ftlte la cabeza; nunca sabremoscomo solucion el problema plstica el escul to.

    El artista natufiense reproduce can veneracin aquello que sin duda respetadesde su fe eccol gca: gacelas hembras preadas. El seguro de su alimentacin y lade su familia, junto con las cereales que siega con su preciada hoz. En oni opinin,esas hoces talladas no son hoces corrientes, sino ceretuoniales. Clticas, s sequiere. Formaran parte de un ritual, serian tal vez el signo distintivco del encargadopcor la comunidad de dirigir la siega. Sea cama fuere, son objetos estimadisimos. Nocreo que sea adecuado hablar de magia simptica en ese lipo de ritual: la hoz lafabrica el propio oficiante, y la gacela es tan omnipresente que no requiere unainvocacin especial. Tal vez en una civilizacicon tan alejada como la japonesa seentendieran bien ic>s principios de ese aspecto del culto natufiense. Una vez al ao secelebra en Japn una fiesta en honor ce los tiles ce lrabajco. Las mecangrafasadornan sus tuq amas, las telefonistas sus central itas y auriculares, las agricultoressaludan a sus caonpos y a sus herramientas. Quizs Juan Natufiense haca algo

    it lar can su hoz, una especie ce cu tc gratulatcorio.Perco Juan Natufiense se fue para siesupre, y con l su forma de vida. No

    nos explicar ms acerca de su religin. Muchas otras cosas seguiremos ignorandode los natufienses, entre ellas las causas exactas de su desaparicin. Se ha hablado,no sin fundamento, de invasores, cambias climtics>s, y otros motivos, incluido elaparenten>ente pasitivso descubrimiento de la siembra. El hatubre debi cercar suscaniptos, que tanta le costaba hacer pioducir, y dej de compartirlos con la gacela,cuya caza descuid. Lc>s descendientes de Juan Natufiense no fuercon ya libres comol, sino que quedaron atados a sus poblados.

    No tendremcos respuesta satisfactoria ni sabremos bien en qu ritualesempleaba sus hcoces ceremoniales, decoradas con la gacela que convivi con l msce das tui 1 aos. Esa gacela que busca a Juan Natuliense pese a las cercas y a lascarreteras y que se sigue dejando ver por Qsos que sepan mirar y asombrarse de subelleza. Todas las espuestas a cuantco ignoramos sobre aquel hombre del mesolticoestn en un archivc secreto ctiyo cdigo oc> podremos descifrar: estn en los ocs dela gacela.

    21 lDA.M. 34.7702 y 347703

  • Arte mueble en el culto 191

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    figura 1

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  • 1 94 Mara Teresa Rut/ato

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